Tras El Silencio

Embed Size (px)

Citation preview

  • Direccin Editorial: Pablo A. Lo [email protected]

    Diagramacin: Pablo A. Lo PrestiDiseo: Pablo F. Garcia

    Todos lo derechos reservados. Ninguna parte de esta publicacin puede ser reproducida, almacenada, transmitida en manera alguna ni por ningn medio, ya sea elctrico, qumico, mecnico, ptico, de grabacin o de fotocopia, sin permiso previo del editor/autor.

  • 3Presentacin

    Es lcito afirmar que hoy es necesaria la vuelta del estudio de la historia y la comunicacin social extendida de los productos de su investigacin, luego de largos aos en que los planes escolares han eximido de su lecturas a los alumnos; y en el que un pretendido discurso historiogrfico circula bajo la difusa forma de ancdotas para el entretenimiento general. Ya lo dijo el griego Polibio1 antes: aquel que supone que estudiando historias aisladas puede adquirir una idea bastante justa de la historia como un todo, se parece mucho, en mi opinin, al que despus de haber contemplado los miembros dispersos de un animal otrora viviente y bello se figura que es como si hubiera sido testigo ocular de tal criatura con todos sus movimientos y su gracia.

    Las consecuencias de esto no son menores, ya que cuando la historia de un grupo humano ocupa el lugar de la memoria colectiva, sta cumple la funcin de dotar al individuo con una identidad, que de alguna manera regir su conducta social. Los historiadores, al trabajar con la memoria colectiva, no se dedican a la tarea arqueolgica de recuperar verdades del pasado enterradas bajo las arenas del tiempo, sino que crean modelos de inteleccin con los cuales es posible interpretar los sucesos que se nos presentan a diario. De esta manera nuestra historia personal est teida por la de nuestra sociedad, que nos marca con su sello. Ya lo deca Marc Bloch:2 la incapacidad de comprender el presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado, y es posible que caigamos con estupor ante el futuro por no tener las herramientas con las cuales entenderlo.

    Contrariamente a lo aspirable, la historia oficial de nuestro pasado en la forma que adopt, nos ha dejado aun ms indefensos, y se encuentra en la base misma de los argumentos que se esgrimen para justificar las ms diversas formas de marginacin y opresin. La base de su estrategia fue la consolidacin de una escuela historiogrfica elitista, que siempre cant loas a los grandes hombres (y despreci a las masas), fuertemente influenciada por el positivismo decimonnico y su fe en el

    1 Historiador griego nacido en Megalpolis en el ao 200 a.C., y muerto en el ao 118 a.C. 2 Historiador francs nacido el 6 de julio de 1886, asesinado por el rgimen nazi el 16 de junio de 1944. Fue uno de los creadores de la Escuela de los Annales.

  • 4progreso lineal irreversible, y la idea de la supremaca del hombre blanco y europeo por sobre la mujer, las minoras sexuales y los pueblos nativos a los que consider salvajes.

    La historia y el presente de Patagonia, que nos competen por cercana y pasin, pueden ser usados como claro ejemplo de esto que decimos. La suya es una larga historia de violencias solapadas, de resistencias olvidadas, de gestas negadas y de voces silenciadas bajo el relato amable de innumerables crnicas dramticas, que en su corazn ms ntimo transportan la semilla de decenas de marginaciones futuras. Revertir esto creando una conciencia histrica colectiva y democrtica es tarea ardua pero no imposible.

    Mucho viene haciendo un gran grupo de investigadores desde diferentes mbitos, acadmicos e independientes. Pero los espacios locales de edicin y difusin son escasos y duros de sostener en el tiempo. La coleccin Patagonia Histrica intenta venir a enmendar una pequea porcin de esa carencia, no sin temor por la magnitud de la apuesta. En cualquier caso, ser con el apoyo de sus eventuales lectores, de tenerlos, que el xito de esta ambicin podr o no consumarse.

    La respuesta a este interrogante est en el futuro, pero nos mueve un sano apetito por buscarla. Como escribi alguna vez Jorge Luis Borges: Ojal seas el lector que este libro aguardaba.

    Pablo Lo Presti

  • TRAS EL SILENCIO LA CONTIENDALa lucha ideolgica en Trelew

    en la dcada de 1930

    Martn Di Santo

  • 7Presentacin y agradecimientos Hacia fines del ao 1983 la revista Humor terminaba de lanzar en partes la historieta Los Inmortales, del francs Enki Bilal1, all le por primera vez la palabra fascismo, me enter de la existencia de Benito Mussolini, Francisco Franco y Antonio Primo de Rivera, y del parentesco ideolgico que stos tenan con Adolf Hitler -de quien ya tena idea de su triste papel histrico-. El propsito de la revista al ofrecer una historieta de ciencia ficcin extranjera quedaba claro en el subttulo del prlogo: Y todava quedan fascistas. El contexto no poda ser mejor para ello: el 10 de diciembre asuma la presidencia de la Argentina Ral Alfonsn, dando por terminada la dictadura militar ms sangrienta de nuestra historia y que abra -supuestamente- una poca de prosperidad y libertad.

    Gracias a esa historieta pude vincular lo que la dictadura haba hecho en el pas, con el nazismo y el fascismo en particular, lo que despert en m yo contaba con doce aos recin cumplidos un particular inters en el tema. Con los aos pude articular con el concepto de derecha poltica a todo fenmeno autoritario que recordara de alguna forma a los regmenes mencionados ms arriba. Ya un poco mayor tuve acceso a libros sobre el la Alemania de Hitler, la segunda guerra mundial, el comunismo sovitico y otros temas relacionados. La finalizacin de gobierno radical en 1989, despus de mltiples dificultades y amenazas militares constantes renovaron mi inters en el tema de la derecha autoritaria y el totalitarismo.

    Pero solo cuando cursando con Julio Vezub y Mauricio Fernndez Pccolo las ctedras de Historia Argentina II y III respectivamente tuve la posibilidad de introducirme en el tema que me haba atrado toda la adolescencia. Solo que ahora contaba con algunas herramientas conceptuales que me permitan comprenderlo mejor, as como entender porqu en determinados momentos de nuestra historia, un fenmeno que haba credo errneamente sepultado en 1945 en el mundo y en 1983 en la Argentina, reapareca.

    El trabajo en las ctedras mencionadas, sumados al ejercicio de proyecto de investigacin que realic para Bruno Sancci en Mtodos y Tcnicas de Investigacin I, me dio la idea de encarar mi tesis de licenciatura hacia esos rumbos. La respuesta afirmativa de Julio Vezub ante mi requerimiento de que l dirija mi tesis, y los lineamientos que en su momento me parecieron innecesarios de enfocar el trabajo a

    1 Enki Bilal, La Foire aux inmortels, 1980.

  • 8nivel local, por parte del Taller de Seminario de Tesis, concluyeron en un trabajo con el cual recib mi ttulo de licenciado en historia: Discursos derechistas, nacionalistas y fascistas en la prensa del Valle Inferior del Ro Chubut (1928-1940). De all obtuve el material para escribir este libro.

    La finalizacin de una carrera de grado y de un libro de autora propia cosas que uno jams hubiera imaginado concretar no es nunca el trabajo de una sola persona. Muchos aos de estudio y de trabajo no pueden llegar a concretarse con facilidad sin el aporte de muchsimas personas. Mi caso se enmarca en esa idea de que pese al esfuerzo realizado, los obstculos encontrados, y muchas veces la soledad a la que nos vemos forzados para llegar a nuestra meta, la contribucin de mucha gente es un aporte invaluable. Intentar recordarlos a todos.

    En primer lugar quisiera agradecer a mis directores de tesis, los Doctores Julio Vezub y Fabio Wasserman, con quienes, a pesar de la distancia (Julio vive en Puerto Madryn, Fabio en Buenos Aires) y las dificultades para hacernos un tiempo para cerrar aspectos claves del trabajo de tesis, me aportaron toda su pericia y profesionalismo, e hicieron de un trabajo que muchos tildan de tedioso, un dilogo ameno y fructfero, que no por la frialdad de los mensajes de texto, las llamadas telefnicas y el correo electrnico, fue menos interesante, rico y apasionado. Con Julio tengo adems una deuda de otro orden. Como responsable de la ctedra de Historia Argentina II, l fue quien en uno de los peores momentos de mi carrera supo encontrar y reforzar el valor que haba en m, lo cual, en una carrera universitaria, es tal vez lo mejor que se puede hacer por un estudiante.

    Muchos otros docentes de esta casa de estudios cumplieron un rol similar, apoyndonos a todos los estudiantes con sus consejos, sus exigencias, su excelencia acadmica. Podr decirse que ese es precisamente su trabajo, pero la buena disposicin hacia nosotros, y la entrega total (con su tiempo, sus libros, y su pasin) no necesariamente es una obligacin en un mbito en el que ms que personas que estudian, bien podramos haber sino poco ms que nmeros o nombres en una planilla. Por ello no puedo dejar de manifestar mi agradecimiento a gente como Liliana Prez, Alejandro De Oto, Nicols Gallego, Susana Debattista, Ana Mara Troncoso, Horacio Ibarra, Delia Moreno, Mauricio Fernndez Pccolo, Mara Ins Muelas quien fue mi profesora tambin en el colegio secundario y otros, de quienes aprend mucho y recib la mejor predisposicin.

    No puedo dejar afuera a aquellos compaeros con quienes cursamos a lo largo de muchos aos, y disfrutamos un camino plagado de problemas y presiones, pero ms aun de satisfacciones, gente con la que

  • 9discutimos, compartimos, nos remos y nos apoyamos mutuamente. En primer lugar a Pablo Lo Presti, que a pesar de su carcter a veces irritante es uno de los estudiantes ms inteligentes y agudos con quien he cursado, y quien, gracias a su inigualable poder de gestin y pasin hizo el esfuerzo de dirigir esta coleccin que me dio la oportunidad de escribir mi primer libro; a Pablo Blanco y Gustavo Troncoso, con quienes nos divertimos mucho y espero poder trabajar en el futuro; Gustavo Sarmiento, con quien tengo una deuda tal vez impagable y quien demuestra todos los das su pasin por la disciplina enseando y estudiando; Axel Binder, hermano de uno de mis ms ntimos amigos, y excelente persona, estudiante, y alguien que llegar muy lejos en esto.

    No puedo dejar de mencionar tampoco a aquellos que me ofrecieron un ambiente laboral impecable que me permiti directa o indirectamente terminar con mis estudios, y que siempre valoraron lo que uno poda aportar como docente. Principalmente a la gente de la escuela 761, Ana Mara Jones, Beatriz Assef, Mirta Seplveda y Mariela Owen, equipo de la escuela en la que trabajo desde hace cinco aos y donde empec mi carrera como docente. A Marta Estravis, Luned Roberts y el equipo del Instituto Camwy, que desde el primer momento confiaron en m y me abrieron las puertas de una institucin centenaria. Y finalmente a Diego Punta y el equipo de la escuela 763.

    Mi familia tambin ocup un rol fundamental todos estos aos. Mi pap, Enzo, y mis hermanas, Mara Pa y Mara Laura, que a su muy particular manera me ensearon y me obligaron a aprender muchas cosas para poder llegar a cumplir mi deseo. Mi mam, Silvia, infatigable lectora, quien soport en parte mi cursado, que siempre me insisti en que escuchara mi corazn a la hora de empezar una carrera, aun cuando yo llegara a cometer errores maysculos como estudiar ciencias econmicas, y que me inculc su amor por la lectura. A mis abuelos, Teresa que nos dej hace cuatro aos a unos impecables ochenta y siete aos, y particularmente a Chuchona y Juan Carlos, quienes me inculcaron el valor del estudio, aun estando tan lejos. A Miguel Herrero, con quien aun sostenemos largas conversaciones (generalmente discusiones) que ms de una vez terminaron en un portazo, quien me abri el mundo de la buena ciencia ficcin la de Philip K. Dick, los hermanos Strugatsky, Orson Scott Card y muchos otros, cuyos planteos histricos y filosficos me llevaron irremediablemente hasta aqu.

    A mis amigos, en particular a aquellos que estuvieron ms cerca mo todos estos aos. En primer lugar a Daniel Surez, Gonzalo Caminoa y Daniel Cortez, compaeros de la escuela secundaria que con su ejemplo

  • 10

    me ayudaron a tomar este camino. A Pablo Gonzlez y Federico Binder, con quienes hoy, como hace ya ms de veinte aos, compartimos largas y apasionadas conversaciones sobre cuestiones sociales, filosficas e histricas que fueron un pilar indiscutible de mi personalidad. A Rubn Surez, que a pesar de nuestras diferencias de opinin siempre confi en m y es de mis amigos mi nico lector. A Pepe Mayorga, un gran compaero de trabajo y amigo, ahora en Espaa, con el cual fallidamente incursionamos en poltica pero aprendimos mucho. A los nuevos, como Lautaro Mirenski con quien tambin compartimos el inters por estos temas, Javier Billodas y Pablito Garca, con quienes nos divertimos mucho. A Julio Barrenechea y Oscar Tomaselli (quienes espero que algn da comprendan el valor del estudio), Martn Rodrgues, Mauro Jofe, y muchos otros.

    Y finalmente a Vivi, la Negra, quien me acompaa y me soporta incondicionalmente hace ao y medio, y quien tendr pronto mi primer hijo. Todos de una u otra manera contribuyeron a que llegara hasta aqu, por lo que les dedico parte de este trabajo.

    Pero tambin se lo dedico a aquellos que comienzan un camino con corazn como dice el personaje de Carlos Castaneda como es el de la historia, prcticamente solos, contra viento y marea, y a los que les digo: chicos, se puede.

    Trelew, 7 de marzo de 2010

  • 11

    Introduccin. Derecha, nacionalismo y fascismo en el Valle Inferior del Ro Chubut. Discursos y representaciones de la prensa escrita en la dcada de 1930

    Este libro tiene como objeto relatar la historia de un aspecto prcticamente desconocido del pueblo de Trelew: la existencia y circulacin de discursos de extrema derecha, nacionalistas y fascistas durante el perodo que va desde 1928 hasta 1940. Es, en cierto sentido, una historia poltica y una historia de las ideas, que se sale de los cauces tradicionales de la historiografa del Chubut en los que predominaba la armona entre los distintos grupos sociales y tnicos, donde apenas algn conflicto menor poda venir a empaar el destino promisorio que los colonos galeses y de otras nacionalidades venan a forjarse con tesn en estas lejanas tierras.

    Retomando una lnea de investigacin planteada no hace muchos aos por el historiador Fernando Devoto1 que no por convencional es menos efectiva, este relato proporciona una imagen del Trelew de los aos treinta que si bien en crnicas como la de Matthew Henry Jones2 ya se haban mencionado superficialmente, no se corresponde con la de la historiografa tradicional: la existencia de fuertes tensiones ideolgicas entre elementos de derecha y ultraderecha (nacionalistas y fascistas) y otras fuerzas polticas como el socialismo, y aun el radicalismo, manifestadas principalmente a travs de la prensa escrita en un momento de crisis mundial e incertidumbre respecto al futuro.

    La investigacin acerca de la existencia de discursos y representaciones de derecha y extrema derecha en Trelew parte del siguiente interrogante: teniendo en cuenta la cantidad de informacin sobre las organizaciones, actividades, publicaciones e instituciones de derecha y extrema derecha en Patagonia que se registraron entre 1919 y la primera mitad de la dcada de 1920, por qu el perodo subsiguiente desde la segunda mitad de la dcada del 1920 hasta principios de la dcada de 1940 parece una poca de relativa calma? Si se tiene en cuenta que en gran parte de Argentina los problemas resultantes de la primera guerra mundial, la revolucin mexicana, y la revolucin rusa afectaron tan profundamente las relaciones entre los diferentes actores sociales; si hechos internacionales como el crisis econmica desencadenada en Wall

    1 DEVOTO, Fernando (2002), Nacionalismo, Fascismo y Tradicionalismo en la Argenti-na moderna. Una historia.2 JONES, Matthew Henry (1997), Trelew, un desafo patagnico.

  • 12

    Street, el ascenso del fascismo y el nazismo, la guerra civil espaola y el comienzo de la segunda guerra mundial potenciaron la circulacin de discursos autoritarios y la violencia poltica, en un perodo en el cual Argentina se debata en una crisis econmica sin precedentes y un alto grado de conflictividad social, por qu el Valle Inferior del Ro Chubut no parece haber sido influenciado por esos acontecimientos? Fue realmente as o es una zona aun no explorada por la historiografa sobre Patagonia? Actuaron en Patagonia, en particular en el norte el territorio del Chubut, grupos, organizaciones, instituciones que profesaran ideologas de derecha y extrema derecha? Qu sujetos encarnaron estos discursos y representaciones y como se manifestaron polticamente? Cules eran los rasgos caractersticos de los discursos y representaciones derechistas y nacionalistas en el Valle Inferior? Qu papel jugaron las elites polticas en particular el radicalismo en este contexto histrico? Carecemos de registros o sencillamente las condiciones econmicas, polticas, sociales y culturales del Valle no propiciaron la gestacin de un movimiento semejante? Cmo operaron los discursos y representaciones de derecha y ultraderecha de circulacin nacional en el Valle durante el perodo posterior a 1928?

    La historiografa sobre Patagonia no ha prestado suficiente atencin al tipo de dinmicas polticas que podran dar cuenta de la existencia de actividades, organizaciones y movimientos derechistas, al menos en la regin y en el perodo que revisamos. En este libro pretendemos dar cuenta de ese aspecto de la historia del Valle Inferior, al mostrar cmo se reflej en los diferentes medios de comunicacin grficos locales y regionales este conflicto ideolgico, a partir de la lectura y anlisis de estos discursos en los medios de prensa; se intentar detectar la especificidad de esos discursos y representaciones en relacin a los que circulaban a nivel nacional y en otros territorios nacionales del sur argentino; y relacionar esos discursos con las prcticas polticas regionales.

  • 13

    Captulo I. Derecha, nacionalismo y fascismo: contexto histrico El contexto internacional: la crisis del liberalismo y la revolucin cultural

    Para comprender la existencia y circulacin de los discursos y representaciones derechistas3 en el Valle Inferior del Ro Chubut durante la dcada de 1930, es necesario situar a esta regin de Patagonia en un contexto histrico ms amplio, en la medida que aquel fenmeno tiene sus races en una crisis econmica, poltica y cultural europea que se remonta a fines del siglo XIX, que pasamos a comentar brevemente.

    Hacia comienzos del siglo XX el mundo occidental experiment una serie de desastres que animaron al historiador Eric Hobsbawn a denominar la era de las catstrofes a este perodo, caracterizado por el derrumbe de la cultura liberal que haba predominado en el siglo anterior. El liberalismo haba sido durante el siglo XIX la matriz ideolgica predominante de la civilizacin burguesa4 en Europa y Amrica, y sus valores morales e instituciones haban dado al occidente una identidad poltica, econmica y social caracterstica. Entre sus rasgos principales, el liberalismo tena un fuerte sesgo racionalista y economicista, basado en el laissez faire5, la aceptacin del sistema capitalista liberal como indiscutible, y al progreso econmico como inevitable. En el mbito poltico, los valores liberales derivaban de la Ilustracin y las revoluciones inglesa, norteamericana y francesa, y propugnaban un rechazo generalizado a cualquier forma de autoritarismo como el predominante durante el Antiguo Rgimen europeo, el respeto por el sistema democrtico basado en una constitucin y la representacin parlamentaria, y el imperio de la ley por sobre la arbitrariedad de los gobernantes. Y en el mbito social una serie de libertades y derechos ciudadanos, como la libertad de expresin, de opinin y reunin, as como la idea que sera ms cuestionada durante la crisis que detallaremos: la igualdad.

    3 Por razones de comodidad, utilizaremos el adjetivo derechista en sentido general para englobar a un conjunto de discursos que incluye a la extrema derecha o ultradere-cha, al nacionalismo de derecha y al fascismo, con sus diversos matices, los cuales sern aclarados a medida que nos vayamos introduciendo en la temtica que tratamos. 4 HOBSBAWN, Eric (1998), Historia del siglo XX, pg. 93.5 El laissez faire (dejar hacer) se corresponde con la idea de libre mercado, en la que precios y salarios estn dados por el libre juego de la oferta y la demanda.

  • 14

    Pero hacia fines del siglo XIX los valores liberales comenzaron a ser objeto de cuestionamientos a medida que una grave crisis pona en jaque al sistema capitalista. Numerosos autores6 coinciden en puntualizar la transformacin prcticamente revolucionaria que se produjo hacia finales del siglo XIX, que desemboc en un cuestionamiento radical a la cultura liberal decimonnica y el planteamiento de una nueva cultura basada en valores diametralmente opuestos. De esta manera, para poder comprender cabalmente el perodo que nos ocupa en este trabajo tanto en el contexto internacional como sus consecuencias para Argentina, es menester conocer mnimamente los alcances de esa crisis.

    El perodo abierto hacia la dcada de 1870 con una crisis econmica mundial de gravsimas consecuencias, sacudira los cimientos sobre los que se levantaba toda una civilizacin. Pueden identificarse varias de ellas: en primer lugar, la crisis econmica generara dudas sobre la seguridad que el sistema capitalista brindaba. Los ciclos de sobreproduccin y sus fatdicas consecuencias hicieron ver que el futuro no necesariamente traera mejoras, soluciones y beneficios como los tericos del liberalismo econmico haban predicho desde el siglo XVIII. Asimismo, la industrializacin y la urbanizacin masiva, y los cambios cada vez ms profundos y ms rpidos haban contribuido a generar incertidumbre con respecto al futuro y a exacerbar las tensiones sociales. Al interior de los estados europeos, los conflictos entre los trabajadores y los patrones haban comenzado a agudizarse, a partir de las distintas organizaciones obreras y movimientos ideolgicos como el socialismo, el anarquismo y el sindicalismo revolucionario, que comenzaran aunque no todos a plantear posiciones ms radicales.

    Las altsimas cifras de desempleo entre los trabajadores industriales y el campesinado que convirtieron a millones de personas en poblacin excedente comenzaron a generar uno de los movimientos migratorios ms grandes que el mundo haba conocido hasta entonces. Los excedentes de poblacin comenzaron un xodo masivo hacia los grandes centros industriales europeos en busca de mejores condiciones de vida y trabajo, o hacia otros destinos ms lejanos como Amrica. Estas migraciones traeran otras consecuencias no menos problemticas que las que las haban causado, ya que por regla general los migrantes no eran bien recibidos en los pases de destino, causando una ola de xenofobia que alimentara a otro de los productos ideolgicos tpicos del siglo XIX: el nacionalismo. Como una forma de colectivismo poltico propia del siglo XIX una de

    6 Eric Hobsbawn, Stanley J. Payne, y Sternhell, Sznajder y Asheri, entre otros.

  • 15

    las energas polticas ms fuertes7, el nacionalismo comenz a cobrar formas cada vez ms violentas y agresivas hacia fines del siglo, en sintona con las transformaciones polticas y econmicas mencionadas.

    En el mbito del la ciencia y la cultura, la matriz liberal, basada en la racionalidad, el materialismo y la objetividad, y cuya sntesis terica fue el positivismo, comenzaba a ser reemplazado en ciertos mbitos acadmicos por teoras como el vitalismo de Henri Bergson, el subjetivismo y el irracionalismo, as como tambin el nihilismo de Friedrich Nietzsche, corrientes filosficas que cuestionaban de raz al pensamiento decimonnico.8 Algunas de estas nuevas visiones del mundo, al contrario de las filosofas humanistas derivadas del pensamiento ilustrado, enfatizaban la identidad del grupo y la pureza cultural, rendan culto a la violencia y a la guerra, y planteaban el autoritarismo como alternativa poltica a la democracia representativa.

    Al interior de los estados, el fortalecimiento de las organizaciones obreras haba generado que las clases dominantes tomaran conciencia del peligro que se avecinaba, lo que motiv que comenzaran a tomar sus recaudos. La amenaza que representaba un proletariado industrial organizado, con un discurso socialista, anarquista o sindicalista, haba fortalecido tambin a la derecha, que comenzaba a ver a los sistemas polticos democrtico-constitucionales como insuficientemente efectivos para detener una probable revolucin proletaria. En general, la derecha podra resumirse como una tendencia poltica que se manifiesta como una resistencia a todo cambio econmico, poltico y social, que toma la forma del conservadurismo, el mantenimiento de cierto status quo u ordenamiento social que implique desigualdad, y que a partir del siglo XIX ha ido de la mano en occidente de la proteccin poltica de los intereses ms concentrados de la burguesa capitalista. Puede ser moderada y liberal, como en los regmenes democrtico-parlamentarios, basado en

    7 PAYNE, Stanley (1995), Historia del Fascismo, pg. 53. 8 Entre otros pensadores de reas correspondientes a las ciencias sociales, se destacaron en su reaccin al positivismo y el racionalismo del siglo XIX Benedetto Croce, con una particular visin de la historia, Gustave Le Bon en la psicologa social, Gaetano Mosca y Vilfredo Pareto en el campo de la sociologa, y muchos otros. Nuevas interpretaciones de la historia, como la realizada por Oswald Spengler, marcaban la crisis de la civiliza-cin como de una decadencia irreversible sino se actuaba rpidamente y con deter-minacin. Tambin fue muy comn por entonces nuevos enfoques pretendidamente cientficos, pero vulgarizados y popularizados, que tenan como objeto temas como la raza, el elitismo, el culto a la violencia y a la guerra, etc., por lo cual no es de extraar que hacia finales del siglo XIX se configurara el tipo de antisemitismo que sera eje fun-damental del nazismo (Cfr. PAYNE, op.cit., y ARENDT, Hanna (1951), Los Orgenes del Totalitarismo, entre otros).

  • 16

    una serie de instituciones estatales relativamente consensuadas; o bien extrema o radicalizada, cuando ciertas amenazas al orden social reales o ficticias obligan al uso de la violencia represiva, tanto por parte de instituciones como la polica o el ejrcito, o de ciertas fracciones de la sociedad civil. Mientras que la derecha conservadora es tpica de la poltica decimonnica, la derecha radicalizada se alimentara de la crisis que las instituciones liberales sufran desde fines de siglo, y sera el rasgo caracterstico de muchos estados centrales en la primera mitad del siglo XX.

    Esta situacin de crisis poltica, econmica, social y cultural, exacerbada por la competencia imperialista entre las potencias ms poderosas, culminara con la Gran Guerra de 1914 que dara a los valores propios del siglo XIX el golpe de gracia. La primera guerra mundial fue la contienda a mayor escala y ms sangrienta que la humanidad haba vivido hasta entonces, punto final de un ciclo histrico basado en las ideas liberales, y dara comienzo a uno de los momentos ms terribles de la historia contempornea. El transcurso de la gran guerra no solo les confirm a sus crticos de la extrema la crisis que el liberalismo padeca, sino que le agreg un nuevo enemigo que radicalizara aun ms el conflicto ideolgico: el comunismo. La revolucin rusa de 1917 condens los miedos de las clases dominantes al colocar al bolchevismo en la cima del poder poltico en el pas ms extenso del mundo y una de las grandes potencias imperiales.

    Hacia el fin de la contienda, aquellas naciones como Alemania e Italia, cuyos esfuerzos en la guerra haban sido infructuosos, se hundieron aun ms en una situacin desesperada. Los trminos a todas luces injustos del Tratado de Versalles en 1919, que conden a esos pases a pagar unas reparaciones de guerra imposibles de cumplir, que desmantel partes importantes de sus territorios, y que desarm militarmente a sus poblaciones dejndolos a merced de las potencias vencedoras, hicieron de ellos escenarios en los que, sumidos en un desorden generalizado, se debatan por sobrevivir los sistemas constitucionales democrticos, amenazados por un lado por los movimientos de izquierda revolucionaria encabezados por los partidos comunistas, y nuevas fuerzas sociales que, si bien provenan del socialismo, realizaran en esos aos un viraje hacia la derecha ms radical. De all surgiran los movimientos polticos europeos que representaban la ruptura con el liberalismo decimonnico, a la vez que propugnaban un anticomunismo acrrimo: el fascismo en Italia y el nacionalsocialismo en Alemania.

  • 17

    Como plantean Zeev Sternhell, Mario Sznajder y Maia Asheri9 el fascismo, como movimiento poltico de ultraderecha tpico del siglo XX, no puede comprenderse sin tener en cuenta este fenmeno de ruptura cultural con las ideas de la Ilustracin y la revolucin francesa. En primer lugar es un fenmeno cultural e intelectual cuyos orgenes estaban en la crisis de fines del siglo XIX como una reaccin al liberalismo, exacerbado en segundo lugar por la aparicin y el avance arrollador del comunismo. Por ello, si bien el anticomunismo goza dentro del aparato conceptual del fascismo y el nacionalsocialismo un lugar central, para comprender el fenmeno de radicalizacin de la derecha tanto en Europa como en Amrica, y en particular Argentina, debe tenerse especialmente en cuenta que fue una entre otras de las manifestaciones poltico-ideolgicas antiliberales que se cristalizaron con fuerza al finalizar la primera guerra mundial.

    Durante la dcada de 1920 estos movimientos de extrema derecha comenzaron su ascenso utilizando tanto la va parlamentaria como la violencia. En 1922 el lder fascista italiano Benito Mussolini realiz la Marcha sobre Roma, llegando as al poder con la connivencia del rey de Italia y un considerable apoyo poltico y de masas, aunque pasaran algunos aos ms para que lograra concretar su ideal de dominacin, que de todas formas, nunca lleg a ser total como se manifestaba en la teora. En Alemania, Adolf Hitler lleg al poder en 1933 por la va parlamentaria, pero le tom poco ms de un ao instalar una dictadura basada en un estado policaco. En general, podra decirse que ambos movimientos fueron apoyados por la capas media y baja urbanas de sus respectivos pases, muchos de ellos ex-combatientes de la primera guerra mundial, que a partir de la situacin social crtica en la que se encontraban se sentan particularmente atrados por el activismo poltico en especial de la derecha.10 La situacin de los estratos medios de muchos de los pases europeos, en particular los derrotados en la contienda, da una idea ms cabal de surgimiento de la extrema derecha, no necesariamente fascista: atrapados, como estaban, entre el gran capital por un lado, y los movimientos obreros en ascenso por otro, las masas comienzan a volcarse gradualmente hacia los nuevos lderes de la derecha, apoyados desde ya por los sectores dominantes en la economa y la poltica, que teman la perdida de su posicin. Prcticamente existe un acuerdo entre la mayora de los autores consultados en reconocer que el xito de la derecha radical despus de la primera guerra mundial se debi principalmente al peligro

    9 STERNHELL, Zeev, SZNAJDER, Mario y ASHERI, Maia (1994), El nacimiento de la ideologa fascista, pg. 1.10 HOBSBAWN, Eric, op.cit., pg. 126 y ss.

  • 18

    que representaban el fortalecimiento de la clase obrera y la posibilidad de una revolucin social, en particular a partir de la victoria bolchevique en Rusia.

    A la ya comprometida situacin europea que tena en jaque al liberalismo poltico con un retroceso de sus valores y un fortalecimiento del autoritarismo, se le sum a finales de la dcada de 1920 una crisis econmica global que se desencaden en Nueva York, y que afect severamente al resto del mundo. La crisis de 1929 complic aun ms la situacin y abri un perodo caracterizado por la inestabilidad poltica y econmica, que oblig incluso a los Estados Unidos y Gran Bretaa a aplicar polticas econmicas intervencionistas de las que al menos en la teora siempre haban renegado.

    La dcada de 1930 fue la poca en que se condensaron los conflictos ideolgicos que venan desde el siglo anterior, y aquellos que no haban podido resolverse en la Gran Guerra o haban sido exacerbados por ella. A las tensiones que haban debilitado las ideas liberales decimonnicas, se agregaban ahora el peligro rojo comunista, y los regmenes autoritarios basados (o no) en el fascismo. El preludio de lo que estaba por llegar se desat en Espaa, donde el gobierno republicano (de tendencia socialista) se enfrent a una rebelin encabezada por el general Francisco Franco, una alianza entre los sectores ms conservadores, como la corona, la Iglesia, y ciertos sectores del ejrcito, as como la organizacin fascista espaola: las falanges. Por otro lado, los regmenes autoritarios instalados en Italia y Alemania en Europa, y Japn en Asia, comenzaron una serie de polticas expansionistas a expensas de otros estados, que desestabilizaron el mapa mundial y amenazaban con otra conflagracin de enormes proporciones. Finalmente, en septiembre de 1939 comenz la guerra que enfrent a las potencias reunidas en torno al Eje, Alemania, Italia y Japn, contra los aliados, en la que se llam posteriormente la segunda guerra mundial.

    El contexto nacional: los orgenes de la extrema derecha argentina

    A principios de 1919 se produjeron en la ciudad de Buenos Aires una serie de acontecimientos que posteriormente se conoceran como la Semana Trgica, a raz de un enfrentamiento entre los trabajadores metalrgicos de los Talleres Vasena y el gobierno del entonces presidente Hiplito Yrigoyen. Es un acontecimiento que marca un antes y un despus en la historia social argentina. A la huelga protagonizada por los obreros,

  • 19

    le sigui una violenta represin que deriv en un sangriento pogrom11 contra las comunidades de inmigrantes, en especial ruso-judas de los barrios porteos de Villa Crespo y Once.

    Desde la perspectiva de los trabajadores, 1919 fue un ao clave para la configuracin del movimiento obrero argentino. Los conflictos entre los trabajadores y la patronal, estimulados por la situacin econmica nacional de la primera posguerra y por una supuesta poltica obrerista llevada adelante por el gobierno nacional, se intensificaron a partir de entonces. Las respuestas a estos conflictos fueron mltiples, pero desde la perspectiva que encara este libro, el tema que nos interesa no parte desde el punto de vista de los trabajadores, sino de su reverso: la aparicin de un movimiento poltico-ideolgico de extrema derecha, cuya continuidad en el tiempo y su creciente intensidad marcaran a fuego la historia poltica argentina.

    Durante la Semana Trgica, hizo su aparicin pblica una organizacin que encarnara esa postura ideolgica, aunque no sera la nica: la Liga Patritica Argentina (LPA). La Liga era una organizacin paramilitar integrada por civiles de clase media y alta, que si bien en un primer momento actuaron al amparo de la polica y dems autoridades gubernamentales, comenzaron a contar a partir de entonces con importantes apoyos humanos y financieros provenientes de los ms poderosos sectores terratenientes, polticos conservadores y algunos radicales, empresarios, militares y eclesisticos, convirtindose a partir de entonces en una de las asociaciones civiles ms importantes del pas.12

    Si bien es a partir de un hecho local como la Semana Trgica que surge una organizacin de extrema derecha, es innegable la contribucin que los diferentes hechos internacionales le hicieron a su evolucin. La primera guerra mundial, la revolucin mexicana, la revolucin rusa, el flujo de ideas e ideologas europeas como el socialismo, el anarquismo, el sindicalismo revolucionario y otros, aportaron a la sociedad argentina un

    11 Los pogroms eran persecuciones y linchamientos que peridicamente sufran los judos a manos de aquellos sectores que los culpaban de determinada situacin eco-nmica crtica, particularmente en Rusia, lo que motiv a aquellos a migrar hacia otras tierras donde no fueran perseguidos por sus creencias religiosas, como la Argentina. Es por ello que a los primeros inmigrantes judos se les denominara simplemente rusos, ya que pertenecan a dicho origen tnico. 12 Al respecto, dice el historiador David Rock que en ese movimiento contrainsu-rreccional tuvo su origen la extrema derecha argentina, posicin compartida por la mayora de los intelectuales especializados en el tema, tanto nacionales como extran-jeros. (ROCK, David [1993], La Argentina Autoritaria: los nacionalistas, su historia y su influencia en la vida pblica, pg. 168)

  • 20

    enorme caudal de conflictividad, y su correspondiente contrapartida por parte de la derecha.

    Una reaccin como la de 1919 ante acontecimientos inquietantes no era nueva en Argentina. Ya desde fines del siglo XIX preocupaba a las elites la cuestin social, las consecuencias no deseadas del aluvin inmigratorio, y la participacin polticas de sectores antes relegados con el ascenso de Yrigoyen al poder. Progresivamente lo que empez siendo una moda literaria cultivada desde principios de siglo por nativistas y tradicionalistas de la talla de Manuel Glvez, Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas13, se fue convirtiendo desde 1919 en un movimiento poltico. Los aportes del pensamiento contrarrevolucionario europeo dejaron su impronta en el movimiento, aunque las condiciones polticas y sociales locales tuvieron el peso suficiente para darle una configuracin diferente de la europea. Las polticas desarrolladas por el gobierno radical hacan percibir a las clases ms poderosas la posibilidad de la aparicin de un movimiento izquierdista cercano a la revolucin social, por lo que el obrerismo que se le achacaba al gobierno de Yrigoyen fue en un primer momento la mayor preocupacin de las elites volcadas hacia la derecha. El activismo obrero propio de esos aos fue lo que le dio entonces su impulso definitivo. La creacin de organizaciones en respuesta a estos movimientos, como la Asociacin del Trabajo o los Crculos Catlicos de Obreros, dieron la oportunidad a los patrones de tomar parte en el conflicto.

    Pero fue durante los aos de la dcada de 1920 cuando, an habindose estabilizado los conflictos obreros sin por ello desaparecer, la extrema derecha argentina cobra un mayor impulso, insuflada por la situacin poltica nacional y europea, los aportes de intelectuales y polticos locales y extranjeros. Esta circulacin de ideas e ideologas a nivel nacional obviamente tambin contribuy a una serie de cambios internos en el seno del movimiento derechista. Las mutaciones que se produjeron en su interior sobre fines de los aos veinte generaron un nuevo movimiento conocido como nacionalismo, que fue reemplazando gradualmente a la derecha encuadrada en la LPA. Devoto reconoce que el trmino nacionalismo tiene numerosos sentidos y se ha aplicado para denominar distintos fenmenos polticos e ideolgicos. Un uso extensivo del trmino por parte de muchos historiadores ha llevado convertirlo en un rtulo utilizado para denominar aquellos proyectos de construccin del estado-nacin a partir del siglo XIX, patrimonio de la tradicin liberal decimonnica. Pero el autor utiliza la nocin que denomina en sentido

    13 DEVOTO, op.cit.

  • 21

    restringido, que caracteriza los movimientos polticos antiliberales y frecuentemente autoritarios y tradicionalistas. Esta ltima acepcin es la que finalmente estudia Devoto y la que compartimos en este trabajo, y es la que englobaremos bajo la categora de derechas: No se trata de indagar ambos [nacionalismos] sino solo de estudiar al nacionalismo en sentido restringido, al nacionalismo de derecha, antiliberal, el nacionalismo de los nacionalistas [...] en el contexto ms amplio, en el regazo de aquel otro nacionalismo de rencia decimonnica, genrico, identitario. 14

    La Iglesia catlica se sum a la cruzada antiizquierdista tambin a partir de 1919 con la realizacin de la Gran Colecta Nacional, y su posicin se fue endureciendo durante la dcada de 1920 con los Cursos de Cultura Catlica, donde se adoctrinaba a las nuevas lites a partir de la discusin de la filosofa de Toms de Aquino y los trabajos de intelectuales europeos derechistas en la recuperacin de los valores del medioevo catlico: jerarqua, espiritualidad, herosmo, disciplina y corporativismo.

    La participacin de la Iglesia en el movimiento derechista argentino condujo a una radicalizacin ideolgica que denotaba la amplitud de los que eran designados sus enemigos a partir de entonces: al movimiento obrero, el anarquismo, y el socialismo, que haban sido en un principio los objetos de sus ataques, se sumaban ahora completando la sntesis el liberalismo, la democracia parlamentaria y plebeya15 en su variante yrigoyenista, todo aquello que pudiera tildarse de izquierdista, los capitales extranjeros en especial britnicos, y los judos. Ideologas reaccionarias europeas como la Hispanidad haran su aparicin a partir de entonces, configurando todo un movimiento nacionalista autoritario de derecha. Esta melange ideolgica explica en parte lo eclctico del movimiento y las dificultades que encontr para la accin poltica. Se destacan sobre fines de la dcada las diversas publicaciones que funcionaron como rganos de difusin de sus programas polticos e ideolgicos, y cuya exacerbacin corra pareja a las posibilidades de un nuevo gobierno de Yrigoyen, hecho que se concret finalmente en 1928. El peridico La Nueva Repblica y la revista Crisol se convertiran en los principales voceros de los nacionalistas, a los que se sumaron adems las publicaciones Criterio y Nmero, ambas de cuo catlico.

    As, la Iglesia comenzaba a aparecer como un actor privilegiado en la elaboracin de la ideologa derechista, pretendiendo la unin de los sectores conservadores en torno a su programa poltico, y alentando la

    14 Ibd., pg. XII. 15 DEVOTO, op.cit., utiliza el concepto de plebeyismo poltico para designar a movi-mientos polticos populares, en este caso al yrigoyenismo.

  • 22

    intervencin del Ejrcito.

    Finalmente, con el golpe de estado de septiembre de 1930 llev al poder a una derecha que si bien se reuna en torno a la figura del general Jos Flix Uriburu, continuaba adoleciendo de una fragmentacin en pequeos grupos que determin su destino poltico, aunque no as el ideolgico. Para los nacionalistas, esta contrarrevolucin era la nica alternativa viable, y la oportunidad de plasmar en la poltica aquellos ideales que venan esgrimiendo desde la dcada anterior. A partir de entonces, esta fragmentacin dividi al movimiento en dos corrientes: una vieja derecha, conservadora y liberal a la vez, que reuna en su seno a gran parte de aquellos militantes de la LPA, reunidos en el Partido Demcrata Nacional, y que englobaba a las ricas familias terratenientes, grandes empresarios y banqueros, y polticos provinciales, identificados con el gobierno de Agustn P. Justo desde 1932. Por el otro lado, una nueva derecha, identificada con el nacionalismo, el catolicismo integrista, algunos sectores por entonces minoritarios del ejrcito que gravitaban alrededor de la figura de Uriburu, y alentada por aquellos movimientos ideolgicos europeos que venan cosechando xitos sin precedentes: el fascismo y el nazismo. Esto explica lo radicalizado de la constitucin de sus programas polticos, si se la compara con los de la vieja derecha.

    Sin embargo, aquellas divisiones internas, la ausencia de referentes polticos vlidos, el alejamiento y posterior muerte de Uriburu, mellaron al nacionalismo en el plano poltico, dejando a los liberales conservadores con el manejo del Estado, dando paso al perodo conocido como la Dcada Infame. Esta ltima referencia, si bien habla de la debilidad del movimiento a nivel poltico, no impidi que los aos treinta fueran el perodo de mayor produccin escrita, de la definicin de su doctrina, as como tambin de la creacin de otras organizaciones paramilitares que reemplazaron a la LPA, tanto o ms radicalizadas que aquella, como la Legin Cvica Argentina (LCA) de intensa actividad pblica16, la Legin de Mayo, la Alianza de la Juventud Nacionalista y otras, casi todas con entrenamiento militar. A partir de entonces, surgi una creciente influencia nacionalista en instituciones como el Ejrcito, la Universidad, la Iglesia catlica y los negocios. Tuvieron mayor impacto en Buenos Aires y otras zonas urbanas, a pesar de que los esfuerzos proselitistas se

    16 Segn Dolkart, la Legin Cvica Argentina lleg a contar con aproximadamente cincuenta mil hombres solo en Buenos Aires, y aunque esta estimacin pueda llegar a resultar exagerada, da una idea de grado de organizacin y popularidad de los ideales derechistas en los aos treinta (DOLKART, Donald H. [2001], La derecha durante la Dcada Infame, 1930-1943, en DOLKART y MC. GEE DEUTSCH [2001], La derecha argentina. Nacionalistas, neoliberales, militares y clericales, pg. 151 y ss.).

  • 23

    extendieron a lo largo del pas.17

    A partir del triunfo de los conservadores, la derrota de los nacionalistas en el plano poltico fue inminente, sin embargo ello no implic que la dcada de 1930 no estuviera exenta de conflictos poltico-ideolgicos que los tuvieran como protagonistas. Durante el perodo del presidente Justo la violencia poltica estuvo a la orden del da. Esta violencia estaba directamente relacionada al constante crecimiento del nmero de organizaciones derechistas que tomaban como modelos a la LCA, cuyo espectro ideolgico iba desde los conservadores moderados al fascismo ms militante. A la relativa debilidad del movimiento por sus divisiones internas, se le opuso una serie de intentos por alcanzar un cierto grado de unidad, creando programas como la Afirmacin de una Nueva Argentina (ADUNA), que persegua objetivos como el reemplazo de la poltica parlamentaria por la corporativa de corte fascista en el mbito nacional. Estos intentos dieron el puntapi inicial para que la derecha proclamara sus objetivos y definiera su doctrina, lo que se logr a partir de entonces. Acontecimientos internacionales como la guerra civil espaola no hicieron ms que exacerbar las posiciones y definir aun ms sus directivas: el agravamiento de la situacin europea afect seriamente al pas y dividi a la opinin publica. El triunfo de Franco en Espaa y las amenazadoras exigencias de Hitler y Mussolini alentaron las expectativas de la derecha, que propuso estos modelos europeos para una Argentina futura.18

    Result sumamente favorable como factor cohesivo para el movimiento la recepcin que las ideas derechistas encontraron en el ejrcito, institucin que por definicin se encontraba por encima de los partidos polticos: Muchos militares vean con buenos ojos el nacionalismo, particularmente porque les asignaba un papel preponderante en la creacin de un nuevo sistema poltico.19 Sus ideas lograron calar muy hondo en el seno de las fuerzas armadas, pero habra que esperar hasta 1943 para que los grupos nacionalistas dentro del ejrcito dieran el golpe de estado que modificara radicalmente la situacin de desarticulacin en la que se encontraban.

    17 Ibd., pg. 154.18 Ibd., pg. 184. 19 Mc. GEE DEUTSCH, Sandra (2001), La derecha durante los gobiernos radicales, 1916-1930, en DOLKART y Mc. GEE DEUTSCH, op.cit., pg. 103.

  • 24

    El contexto regional y local

    Qu podemos decir de la circulacin de discursos, representaciones y prcticas derechistas y ultraderechistas en Patagonia? En primer lugar el contexto histrico es completamente diferente en sus aspectos sociales, econmicos y polticos. La tarda incorporacin de Patagonia al Estado nacional es una de las causas, de lo que se deduce una organizacin espacial y poltica distinta al centro del pas, en particular en la etapa conocida como territoriana. Los territorios nacionales de la regin patagnica se encontraban bajo una dependencia poltica y econmica del Estado central que impeda consolidar sectores hegemnicos con suficiente fuerza. A su vez, esta situacin permiti que sectores econmicos de mucho peso en el mbito local fueran relativamente independientes del orden nacional, y ejercieran un peso considerable sobre los sectores subalternos. La actuacin de los cuerpos de polica y los jueces de paz era lo que permita la instrumentacin de un orden estatal, aunque frecuentemente se confundan las funciones pblicas con los intereses personales, al ser muchas veces los funcionarios tambin comerciantes, terratenientes y empresarios. Esta y otras situaciones, sumadas a la ausencia de un poder estatal fuerte, y la sobreexplotacin laboral, actuaron de catalizadores de los reclamos obreros, generando fuertes conflictos con los sectores patronales.

    En este marco se desarrollar el conflicto contemporneo de la Semana Trgica, que se conocer posteriormente como la Patagonia Rebelde (1920-1921). Paralelamente al aumento de la conflictividad obrera entre 1916 y 1917, la crisis econmica afect sensiblemente a los sectores capitalistas patagnicos, muchos de ellos extranjeros, en especial a los relacionados con la ganadera ovina. Hechos como la revolucin rusa tampoco pasaron inadvertidos por los obreros, pero mucho menos por los patrones, y produjeron un recrudecimiento de la combatividad obrera, sumada a la presencia de ideologas anarquista y socialista en la regin. Hacia 1920 con el descenso de los precios de la lana se hizo mayor aun la presin sobre los sectores subalternos, quienes carecan de toda proteccin frente a las condiciones laborales impuestas por los estancieros. La respuesta a las huelgas organizadas por la Sociedad Obrera de Ro Gallegos fue una terrible represin en la que particip la LPA, a travs de su filial local. La polica, con el apoyo de las guardias blancas civiles armados que actuaban como fuerza de choque y realizaban tareas de inteligencia fueron los que se encargaron de esta primera fase de la represin. Ante los reclamos de los latifundistas locales al gobierno nacional, sobre los peligros del maximalismo bolchevique y la falta de

  • 25

    argentinidad de los involucrados en las huelgas, se lanz una segunda fase, ahora a cargo del ejrcito. Las acusaciones de subversin armada hacia los huelguistas motiv la utilizacin de la ley marcial para castigarlos, por lo que se produjeron los fusilamientos masivos de aquellos obreros que se rendan, as como tambin algunos estancieros y comerciantes acusados de colaboracionismo.20 Hacia 1921 las fuerzas del orden ya habran logrado imponerse en la regin, dejando un saldo aproximado de mil quinientos obreros muertos y otros tantos encarcelados.

    Ese acontecimiento, as como la Semana Trgica en Buenos Aires, marcara el comienzo de la difusin de la ideologa derechista en Patagonia. Es a partir de entonces cuando encontramos los registros de las visitas de los miembros de la LPA, no slo a la zona en cuestin, sino a casi todas las regiones productoras y centros urbanos, incluido el Valle Inferior.21 La novedad en la difusin de ideologas de derecha y ultraderecha es tanto la intensidad como la radicalidad de stas, en contrapartida a una tambin amplia y radicalizada difusin de ideologas que eran consideradas an entonces, como forneas y disolventes del orden social deseable, el socialismo, el anarquismo y el comunismo, intensidad paralela a los conflictos obreros desatados, a los hechos internacionales como la revolucin rusa y mexicana, y la plebeyizacin de la poltica achacada a la poltica obrerista de Yrigoyen en el gobierno nacional.

    Con respecto al Valle Inferior del Ro Chubut, podemos decir que, al igual que el resto de la regin patagnica, su incorporacin plena al estado nacional fue tarda, pero presentaba en cambio particularidades, en comparacin con los dems territorios, aportadas por la presencia de los colonos galeses desde 1865, en contacto y conflicto con las familias mapuches, pampas, y tehuelches que perderan el control autnomo del territorio norpatagnico, pocas dcadas antes del perodo que nos ocupa.

    Paulatinamente, el proyecto nacional propio que alimentaban los lderes de la colonia galesa fue dejado de lado, pero los rasgos endogmicos perduraron, y la fuerte identidad comunitaria se mantuvo en tensin con la colaboracin con las autoridades para expandir la nacin, y con ella

    20 Cfr. BAYER, Osvaldo (1972), Los vengadores de la Patagonia Trgica, y BANDIERI, Susana (2005), Historia de la Patagonia, pg. 334 y ss. 21 Cfr. LPEZ, Susana (1999), Una mirada de la Liga Patritica Argentina en Patago-nia y (2008), Anunciando Apocalipsis, van de salvadores. La Liga Patritica Argentina en Patagonia. La mirada de la prensa escrita de Trelew. 1920-1930; y MAGGIORI, Ernesto (2004), Historias de frontera. Policas, bandidos, baqueanos, arrieros, comer-ciantes, peones y troperos.

  • 26

    a los colonos, hacia el sur y el oeste. Hasta 1880, los tehuelches del norte o pampas, con territorialidad entre los ros Negro y Chubut, permitieron la radicacin de los galeses, circunscripta al curso inferior del ltimo ro, por la oportunidad comercial que significaba para las partidas que lo frecuentaban estacionalmente. Precisamente, los negocios con los indgenas aportaron los principales ingresos de los colonos, y dinamizaron los circuitos regionales en un equilibrio de fuerzas donde todava no haba irrumpido el Estado. Nos valemos en este punto de los trabajos de Gavirati22 y Vezub23, pero si bien el tratamiento de las relaciones entre los discursos de derecha nacionalistas y los problemas tnicos queda fuera de los objetivos de este libro, es menester precisar que en el caso del primer autor, y los planteamientos etnolgicos tradicionales que representa, la tendencia a idealizar los vnculos armnicos entre los colonos galeses y los tehuelches del norte, y su pacifismo supuesto, prolongarn sus efectos sobre el opacamiento historiogrfico de la conflictividad ideolgica en el Valle Inferior, que venimos a alumbrar con esta investigacin.

    La denominada Conquista del Desierto, o mejor dicho las campaas militares de expansin sobre Patagonia que se desarrollaron a partir de 1879 y hasta mediados de la dcada siguiente, marcaron la reformulacin de la cuestin indgena en los trminos de prdida de autonoma, subalternizacin, e invisibilizacin a travs de la incorporacin definitiva al Estado nacional.24 Estos procesos se reforzaron mediante la sancin de la Ley N 1.532 de Territorios Nacionales en 1884, que inici la etapa territoriana. Estos mecanismos institucionales afianzaron la propiedad privada y el alambrado de tierras destinadas a la produccin ovina. Llegaran gran cantidad inmigrantes, galeses interesados en la construccin del ferrocarril, chilenos, espaoles, vascos, italianos, sirio-libaneses y argentinos de otras provincias, adems de numerosas familias indgenas desterritorializadas, y desplazadas desde la cordillera de los Andes, Neuqun, Ro Negro, y las llanuras bonaerenses y la Pampa Central.

    22 GAVIRATI, Marcelo (2003), Un negocio liviano? La importancia del comercio de plumas de avestruz para la Colonia Galesa, la Patagonia y Argentina, en Pueblos y Fronteras de la Patagonia Andina, N 4; y (2006), John Daniel Evans. La vida de un colono gals en la ltima frontera, en MANDRINI, Ral (editor), Vivir entre dos mun-dos. Las fronteras del sur de la Argentina. Siglos XVIII y XIX.23 VEZUB, Julio (2005), Redes comerciales del Pas de las Manzanas. A propsito del pensamiento estructural de Guillermo Madrazo, en Revista Andes N 16. 24 Cfr. MASES, Enrique (2002), Estado y cuestin indgena en la Argentina. El desti-no final de los indios sometidos en el sur del territorio (1878-1910); DELRIO, Walter (2005), Memorias de la expropiacin. Sometimiento e incorporacin indgena en la Patagonia: 1872-1943; y VEZUB, op.cit.

  • 27

    La instalacin del Ferrocarril Central Chubut en 1886 introdujo una novedad importante en la organizacin regional, al fundarse una estacin equidistante entre los poblados galeses de Gaiman y Rawson, la capital del territorio. La instalacin de las oficinas, los depsitos y los almacenes en ese paraje intermedio, dieron lugar al asentamiento conocido como Trelew, situado a veinticinco kilmetros de la desembocadura del ro Chubut.

    El pueblo creci a partir de su ubicacin estratgica como centro de transporte, comercio y comunicaciones. Hacia 1903 adquiri estatus municipal, llevndose adelante los primeros trabajos de infraestructura para albergar poblacin, la cual se fue incrementando con los aportes migratorios de diferentes regiones del pas y el extranjero. Un ao despus se constituy el primer gobierno municipal por medio de elecciones, previa autorizacin de la gobernacin del territorio. El grado de politizacin de la poblacin debi haber sido bastante alto, por la amplia participacin de los vecinos de la planta urbana en los comicios.

    Los comicios diriman la eleccin de cinco concejales de los cuales sala la mxima autoridad local, el presidente del Honorable Consejo Municipal. Adems, tambin se elega al juez de paz. Los candidatos surgan entre los vecinos ms reconocidos, pero desde mediados de la dcada de 1910, con la aparicin de partidos polticos como la Unin Cvica Radical, las actividades polticas, la organizacin de las campaas, y los enfrentamientos a travs de los medios de difusin locales, se fueron haciendo ms comunes e intensos, acompaando la agudizacin de la situacin poltica que se experimentaba en otras provincias y territorios. El protagonismo de los vecinos de mayor trayectoria en general galeses o descendientes directos, fue reemplazado paulatinamente entre 1910 y 1920 por militantes de la U.C.R. de otros orgenes tnicos, cuyos pocos fracasos en las urnas solan deberse ms a problemas partidarios internos que a la eficiencia de la oposicin.

    La continuidad democrtica de Trelew se vio afectada como todo el pas por la revolucin que derroc al gobierno del presidente Hiplito Yrigoyen. Hubo reemplazo de las autoridades electas, comenzando por los gobernadores, quienes a su vez pasaron a designar a las autoridades locales. Estas autoridades locales fueron generalmente transitorias y, a medida que se normalizaba el clima poltico hacia 1932, la dinmica democrtica local con sus partidos, sus dirigentes y sus simpatizantes, volvera a ocupar el centro de la escena. Para el perodo que nos ocupa, la ruptura de 1930 no alter en profundidad el panorama poltico-institucional local, una vez pasados los efectos inmediatos de las intervenciones y las nuevas

  • 28

    designaciones. Sin embargo, la coyuntura de 1943 dej secuelas mucho ms profundas para una poblacin que se haba incrementado desde los trescientos habitantes en 1906 hasta superar las cinco mil personas en 1939.

    El grado de integracin a la nacin se haba completado hacia los primeros aos del siglo XX, lo que hace difcil pensar que el Valle Inferior podra ser ajeno a los acontecimientos que conmovan al resto del pas y el mundo, o permanecer inmune a la circulacin de las ideologas derechistas en boga.

  • 29

    Captulo II. Aspectos terico-metodolgicos

    Como plantebamos al comienzo, este trabajo es un cruce entre la historia poltica y la historia de las ideas, cuyo objetivo es historiar la existencia de discursos y representaciones derechistas a partir de su circulacin en la prensa del Valle Inferior del Ro Chubut entre 1928 y 1940. El corpus documental utilizado como fuente es un conjunto de textos bien claros y definidos, los peridicos El Avisador Comercial y El Pueblo, las dos publicaciones de mayor circulacin en el perodo que nos ocupa, que proporcionaron una valorable cantidad de informacin acerca de los discursos de las elites socioeconmicas y polticas.

    El tipo de anlisis realizamos que se encuentra a mitad de camino entre la historia cultural como la plantea Roger Chartier25, el enfoque morfolgico de Maurizio Gribaudi26, y los trabajos de Fernando Devoto27, a partir de los cuales hemos seguido el conflicto ideolgico desde la perspectiva de los actores involucrados en cada contexto histrico. A partir de estos aportes se pueden apreciar las redes de relaciones que los actores establecieron en un contexto crtico, y las diferentes dinmicas sociales y polticas, que su vez dan cuenta de las diferentes prcticas sociales, sus ambigedades, tensiones, incertidumbres e inestabilidades, en suma, el movimiento, aquello que mantiene viva a una sociedad, los hilos que la animan.28

    Discursos y representaciones. Definicin de los instrumentos tericos

    El objeto de estudio que tratamos son discursos, representaciones y prcticas que interactan dinmicamente en un contexto de crisis y amplia circulacin de ideologas. Siguiendo el planteo terico de Bronislaw Baczko, las representaciones consisten en ideas-imgenes a travs de las

    25 CHARTIER, Roger (1991), El mundo como representacin. Historia cultural: entre prctica y representacin. 26 GRIBAUDI, Maurizio (2002), Biography, academic context and models of social analysis, presentado en el Seminario After Microhistory?, organizado por el Sociology and Social Science History, University of Helsinki, en Septiembre de 2002; y ACHA, Omar y VEZUB, Julio (2004), Entre la microhistoria y la morfologa. Mundo acadmi-co y recorridos personales, entrevista a Maurizio Gribaudi, en Revista de Historia, ao I, nmero 1. 27 DEVOTO, op.cit.28 ACHA y VEZUB, op.cit.

  • 30

    cuales las sociedades y los individuos se dan una identidad, perciben sus divisiones, legitiman su poder o elaboran modelos formadores para sus ciudadanos.29 Se construyen tomando elementos del caudal simblico de las sociedades, y cuentan con una realidad especfica que reside en su misma existencia, en su impacto variable sobre las mentalidades y los comportamientos colectivos, en las mltiples funciones que ejercen en la vida social. Las representaciones articulan ideas, ritos y modos de accin, y no se reducen como se ha intentado hacerlo desde algunos sectores de las ciencias sociales a meros reflejos de una estructura econmica material, sino que a travs del poder simblico, de manifiesto siempre en lo poltico, cobran entidad de real. Una representacin totalizante de una sociedad se define como un orden, de acuerdo al cual cada individuo ocupa un lugar, cumple una funcin, define su identidad y su razn de ser. Pero especficamente marca un territorio y sus fronteras, define a los otros, forma sus imgenes de amigo y enemigo, conserva y modela recuerdos pasados, define y materializa sobre el espacio. Por ello el estudio de las representaciones y discursos proporciona una invalorable cantidad de informacin, en particular cuando se trata de dinmicas polticas e ideolgicas como las que tratamos aqu.

    Para comprender el papel que jugaron los medios de difusin masiva como la prensa en la difusin de discursos, es esencial comprender que las representaciones se caracterizan ms por su abundancia que por su verificabilidad. No es extrao entonces que la mayor parte de las organizaciones de derecha y nacionalistas hayan echado mano a todo tipo de recurso escrito para la difusin de sus ideas, siendo la prensa el ms usual, en especial en el espacio patagnico que es el que nos interesa. Por ello su impacto sobre las mentalidades, las conductas, las acciones dependen ampliamente de la difusin, la circulacin y los medios de que se dispone para poder conseguir la dominacin simblica. En este ltimo sentido, la prensa en Argentina tiene larga data como forma de socializacin, y no lo fue menos en la regin patagnica, donde los grupos poder, tanto estatal como privado, hicieron uso indiscriminado de ellas.

    A travs del recorrido que realizamos sobre las fuentes, daremos cuenta de aquellas representaciones y discursos con que los actores histricos del perodo analizado se identificaban a s mismos, y a partir de aquellas, a sus enemigos. Para ello trabajamos con una serie de categoras derecha, fascismo y nacionalismo que nos ayuden a comprender esas dinmicas.

    29 BACZKO, Bronislaw (1984), Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas co-lectivas, pg. 8.

  • 31

    Derecha, fascismo y nacionalismo

    Derecha es la categora central del trabajo. Para su abordaje tomaremos las definiciones de Bobbio30, Dolkart y Mc. Gee Deutsch31, Baczko32, y Mc. Gee Deutsch33. La derecha, como concepto perteneciente a las ciencias polticas, ha tenido desde su surgimiento una connotacin negativa a pesar del constante intento de sus cultores por revalorizarla. Como plantea Bobbio y la mayora de los autores consultados, la derecha aparece como una variedad de respuestas a la izquierda, por lo que resulta imposible definir una si no se define a la otra. Esta dada aparece con la revolucin francesa, y designa un contraste entre dos trminos antitticos, dos ideologas que se presentan a su vez como programas polticos, valoraciones e intereses. Lo que comenzar con un hecho fortuito34, se configurar durante el siglo XIX en una oposicin que se impondr progresivamente, conteniendo en su seno las diferentes sensibilidades polticas y sociales, extendindose luego a todo el mundo occidental. Las diferencias entre ambas consisten, sistemticamente, en la valoracin que hagan respectivamente de la igualdad como condicin humana: la izquierda da mayor importancia a la igualdad de los hombres, en tanto que la derecha considera a las desigualdades como un dato natural y por lo tanto ineliminable, inherente a su condicin, por lo que plantear lo contrario, la modificacin, es atentar contra un orden natural.35

    Al surgir ambas en el mismo contexto histrico, la revolucin de 1789, encontramos tambin en sus orgenes otra dada que es funcional a las mismas, y que les dan una serie de matices que las harn caractersticas: revolucin y contrarrevolucin. La izquierda generalmente se asociar a la idea de revolucin, en la medida que la lucha por las condiciones igualitarias entre los hombres implica necesariamente modificar radicalmente el

    30 BOBBIO, Norberto (1995), Derecha e izquierda.31 DOLKART y Mc. GEE DEUTSCH, op.cit.32 BACZKO, op.cit. 33 Mc. GEE DEUTSCH, Sandra (2005), Las Derechas. La extrema derecha en la Argen-tina, el Brasil y Chile. 1890-1939.34 Durante el perodo de la revolucin francesa conocido como de la Convencin (1792-1794), los distintos sectores polticos se ubicaron espacialmente de la siguiente manera: los girondinos, representantes de la alta burguesa y conservadores a la dere-cha; la montaa, que representaban las tendencias ms revolucionarias y radicales a la izquierda; y la llanura, formada por aquellos grupos con ideas acomodaticias que fluctuaban entre uno y otro de los grupos mencionados, en el centro. Esta configuracin espacial en la que estaban representadas las distintas sensibilidades ideolgicas, sociales y polticas, dio los nombres a las tendencias derecha, izquierda y centro, utilizadas aun hoy en da (cfr. BACZKO, pg. 16). 35 BOBBIO, op.cit.

  • 32

    orden social. La derecha, por su parte, se ubicar en el extremo contrario del espectro ideolgico, como contrarrevolucin, en la medida que el conservadurismo inherente a esta tendencia ha intentado por diferentes medios mantener una estructura u orden social eliminando cualquier posibilidad de cambio. Es por ello la derecha aparecer histricamente como una respuesta a los ideales igualitarios de la izquierda. A la variedad de matices recin aludida, se agregar siguiendo el pensamiento de Bobbio otra dada, que define el carcter de ambas ideologas y es ms funcional a los fines prcticos. Estamos hablando de extremismo y moderacin, matices que encontramos en ambas tendencias y que definen su tipo de accin poltica. La moderacin, tanto de izquierda como de derecha, se asocia al parlamentarismo democrtico, por lo que encontraremos movimientos, partidos polticos, tendencias, de centro-derecha o centro-izquierda, en la medida que hace posible el dilogo y el pluralismo. En tanto en la variacin extremista encontramos todos aquellos movimientos, partidos, grupos, de tendencia violenta, intolerante, radicalizada, antidemocrtica. En este caso nos interesa la extrema derecha, por su tipo de contenido ideolgico y su accin poltica.

    Dejando de lado las abstracciones conceptuales, definiremos la derecha en el campo histrico. La derecha ha aparecido como la resistencia a todo cambio poltico y social, ms exactamente como reaccin a las tendencias polticas liberadoras e igualitarias, que a juicio de la derecha socavan el orden establecido poltico, social y econmico. Esto explica porqu adems del anarquismo, el socialismo y el comunismo, uno de sus principales enemigos haya sido el liberalismo.36 Es una forma de conservadurismo que puede llegar hasta el activismo contrarrevolucionario ms duro y militante, en pos de la conservacin de una estructura social jerrquica y desigual. Histricamente ha asumido diferentes formas, sin por ello abandonar sus principios bsicos antidemocrticos y antiigualitarios.

    En Argentina aparecen, como decamos en un principio, en 1919, surgidas en el seno de conflictos sociales y polticos, dado el estado que en el pas estaba tomando la cuestin social y los hechos mundiales de la primera posguerra. Encarnados en organizaciones y grupos violentos y autoritarios, sus manifestaciones ms resonantes fueron la LPA y la LCA, de las que hemos hecho alusin anteriormente.

    Mc. Gee Deutsch hace una aproximacin ms certera al caso de la derecha en el campo histrico. Para la autora, la derecha se consolida como reaccin no solo a la izquierda que pueda tomar tintes violentos y

    36 Mc. GEE DEUTSCH, Sandra (2005b), Las Derechas. La extrema derecha en la Ar-gentina, el Brasil y Chile. 1890-1939, pg. 21.

  • 33

    amenazantes, sino a toda tendencia poltica igualitaria y liberadora que socaven el orden, que debiliten el respeto a la autoridad, la propiedad privada, las tradiciones que valora y las particularidades de la familia, el terruo y la nacin.37 Los diferentes matices de la derecha se relacionan precisamente con esa reaccin: Las derechas reaccionaria y moderada emergieron como respuesta al liberalismo clsico; la derecha radical y extrema reaccion contra el socialismo en los albores de la era poltica de masas, y la nueva derecha posterior a 1945 se opuso a los estados socialista y de bienestar. En este trabajo nos centramos en las dos primeras variantes de la derecha, la conservadora o moderada que da el marco histrico en que se cuestiona la cultura poltica liberal, pero particularmente en la radicalizada o extrema que denominaremos nacionalismo, que emerge como reaccin no solo a la matriz cultural decimonnica, sino tambin al socialismo, al comunismo, y cualquier otra forma de organizacin obrera.

    Por otro lado, el fascismo es tal vez uno de los fenmenos polticos del siglo XX ms complejos y difciles de definir, que por el papel que tuvo entre la finalizacin de la primera y segunda guerras mundiales, ha recibido gran atencin por parte de estudiosos de todo el mundo. Stanley J. Payne afirma que el fascismo es una forma de ultranacionalismo revolucionario, basado en una filosofa vitalista, la movilizacin de masas, el elitismo y el culto al lder carismtico, que valora la violencia, y por lo tanto, considera normales la guerra y las virtudes militares. La complejidad del fenmeno obliga a profundizar el concepto.38

    Los estudios de Ernst Nolte fueron los que iniciaron el debate sobre el fascismo en los aos sesenta, quien postul seis puntos mnimos para conceptualizarlo, aunque como afirman otros autores, su concepcin adoleca de una exageracin del carcter anti.39 El concepto fue enriquecido por los aportes de intelectuales y estudiosos de todo el mundo naturalmente, muchos de ellos italianos y alemanes provenientes de distintas disciplinas de las ciencias sociales, como Roger Griffin, Emilio Gentile, Stanley Payne, Renzo De Felice, George L. Mosse, y muchos otros. Payne ha identificado, para arribar a una conceptualizacin aplicable a todos los movimientos fascistas pero particularmente a dos tan diferentes, como el italiano y el alemn, los puntos comunes.

    Con respecto a su ideologa y objetivos, Payne40 dice que el fascismo adhiere a una filosofa idealista, vitalista y voluntarista, que en

    37 Ibid., pg. 21 y ss.38 PAYNE, op.cit., pg. 24.39 STERNHELL, SZNAJDER y ASHERI, op.cit., pg. 2.40 PAYNE, op.cit., pg. 15.

  • 34

    el plano poltico plantea la creacin de un nuevo estado nacionalista y autoritario que no se basa en los modelos tradicionales, y en el econmico la organizacin de una economa nacional altamente reglamentada, que integre a las diferentes clases sociales, representadas corporativamente en un orden social orgnico. La violencia y la destruccin tienen una gran valoracin como energa creadora, lo que implica una valoracin positiva de la guerra y frecuentemente la expansin imperial.

    Sus negaciones son el rasgo ms caracterstico del fascismo, de las que podemos enumerar el antiliberalismo, el anticomunismo, y el anticonservadurismo, como un rechazo excesivamente moderno a lo tradicional.

    Con respecto a lo esttico y sus formas de organizacin, el fascismo tiende a la movilizacin de masas y a la militarizacin de las relaciones polticas. Da una importancia desmedida a la esttica de las reuniones y los actos masivos, los smbolos y la liturgia poltica, insistiendo en los aspectos msticos y emocionales. Promueve la exaltacin de lo masculino por sobre lo femenino, y de la juventud por sobre las dems fases de la vida, generalmente relacionada con la fuerza necesaria para la transformacin revolucionaria de la sociedad. En relacin a la direccin poltica, plantea el culto al liderazgo personal, autoritario y carismtico (Fhrerprinzip).

    Los orgenes del fascismo dan la pauta de que fue un fenmeno exclusivamente europeo, que para madurar necesit una serie de condiciones que no podan reproducirse fuera de Europa. Payne menciona entre esas condiciones la intensa competencia nacionalista e imperialista entre las naciones europeas hacia finales del siglo XIX; la presencia de sistemas democrticos liberales aun no consolidados, y fuera del control de las elites conservadoras; la potencia del nacionalismo como movilizador de masas, y no exclusivamente de las elites; y la revolucin cultural e intelectual surgida entre 1890 y 1914, que cuestion al liberalismo decimonnico.41

    La interpretacin de Sternhell, Sznajder y Asheri se aproxima a la ltima de las caractersticas mencionadas, como producto de una revolucin cultural en el perodo de formacin del fascismo. A diferencia de lo que regularmente se suele suponer, los orgenes tericos del fascismo estn en Francia y no en Italia o Alemania. La combinacin del nacionalismo radical de la violenta agrupacin nacionalista Action Franaise, el antisemitismo generado a raz del caso Dreyfuss punto que ya en 1951 haba sealado y tratado extensamente Hanna Arendt, la

    41 Ibid., pg. 443.

  • 35

    contribucin del sindicalismo revolucionario de Georges Sorel y su revisin del marxismo, hicieron de Francia la cuna del fascismo. El transplante del debate sobre el marxismo, los fracasos del socialismo parlamentario y la ruptura que gener la primera guerra mundial, sumados a la aparicin de un lder carismtico como Benito Mussolini, consolidaron en Italia a esta ideologa que en 1922 logr apoderarse del poder poltico.

    Frecuentemente el fascismo ha sido malinterpretado por las similitudes que tiene con otros fenmenos polticos y sociales del siglo XX que no entran estrictamente en esa categora, as como por muchos aspectos superficialmente contradictorios e incoherentes, lo que ha llevado a extender la discusin hasta nuestros das. En general, los historiadores han incurrido en el error de catalogar al fascismo en la categora de derecha o extrema derecha, como muchos otros movimientos polticos. Pero pese a sus semejanzas, no todos los movimientos de derecha autoritaria que surgen en Europa a principios del siglo XX son necesariamente fascistas. Payne distingue tres rostros del nacionalismo autoritario: la derecha conservadora, la derecha radical y el fascismo, de las cuales, las dos primeras se basaban ms en la religin que en otras formas de misticismo. Otra cuestin importante es la relativa al conservadurismo. En su rechazo a las tradiciones sociales, polticas e ideolgicas, el fascismo plantea una ideologa fuertemente revolucionaria, y estaba ms dispuesto que las dems variantes a adoptar formas nuevas y radicales de autoritarismo para transformar las relaciones sociales. En el campo histrico, sus alianzas con partidos de derecha conservadora o ms extrema frecuentemente lo desvi de sus objetivos revolucionarios, lo que no implica que no lo fueran en la teora y muchas veces en la prctica. Su fuerza rupturista le permiti articular un proyecto vanguardista y revolucionario, capaz de competir con el marxismo en el ascendiente que ste tena tanto sobre los intelectuales como sobre las masas. Sternhell dice que el fascismo, a diferencia de la derecha conservadora y la radical, fue la manifestacin extrema de un fenmeno mucho ms comprehensivo y amplio.

    Si bien el fascismo surge en el perodo de transformacin cultural de fines del siglo XIX que cuestiona a la Ilustracin, muchos de sus aspectos son un derivado de las ideas de la revolucin francesa. Tampoco es, como han planteado algunos autores entre ellos Nolte una reaccin antimoderna. El fascismo es un fenmeno poltico netamente moderno, independientemente de su rechazo al racionalismo, la igualdad y el materialismo. Respecto a su tipo de organizacin, el fascismo supo combinar tanto al principio de liderazgo y la exaltacin de las elites, como a las masas. Esto se deriva de que el fascismo hunde sus races en el socialismo, cuyas transformaciones doctrinales en Francia e Italia a

  • 36

    principios del siglo XX, y la revisin antimaterialista del marxismo de Georges Sorel42, concibieron los primeros socialismos nacionales. Por ello, como afirma Bobbio, la derecha y la izquierda extrema comparten una serie de tericos y mtodos de accin poltica, as como tambin se explica que muchos de aquellos intelectuales y militantes de izquierda se hayan desplazado despus de la primera posguerra hacia el fascismo, aunque la sntesis intelectual ya estaba madura antes de 1914. A partir de la revisin soreliana se incorporar uno de los elementos centrales: el mito, como sistemas de imgenes con poder movilizador de masas, por lo que la determinacin econmica propia del marxismo posteriormente ser reemplazada por elementos psicolgicos.

    El nacionalismo, como religin poltica, tiene en su aparato conceptual un lugar central, en particular en sus formas ms radicalizadas, como la francesa de fines del siglo XIX, cuyo mximo exponente fue Action Franaise y su lder Charles Maurras. Este tipo de nacionalismo extremo conduce a otro de los elementos propios del fascismo: la adhesin a doctrinas de superioridad nacional que desemboca, con mayor o menor intensidad, en el racismo y el antisemitismo, a partir de las influencias del darwinismo social y el determinismo biolgico, aunque este ltimo fue ms predominante en la versin alemana.

    Este tipo de nacionalismo tribal nacido de la revisin del marxismo, reemplaza al Proletariado por la Nacin, y la lucha de clases por la guerra entre colectividades nacionales. Aqu nuevamente encontramos a la violencia como la clave, pero no es solo la violencia derivada de las frustraciones y circunstancias de la primera posguerra, sino que es el tipo de violencia caracterizada por Marx como la partera de la historia, una violencia revolucionaria que destruya desde los cimientos el orden burgus, para crear una sociedad nueva y un hombre nuevo.

    El socialismo se convertir en Francia e Italia en el principal enemigo de los fascistas, posicin que se profundizar una vez que ste comience a inclinarse a la derecha, hacia 1920, cuando la atencin de los fascistas se desplace gradualmente del proletariado a la pequea burguesa

    42 La revisin soreliana del marxismo rechazando su contenido racionalista y el he-geliano, consista sintticamente en la introduccin de elementos irracionales como el mito, en suplantar al Proletariado por la Nacin. Asimismo no cuestionaba el sistema capitalista la economa de mercado deba prevalecer, sino a una cultura poltica liberal y unos valores morales que consideraba decadentes. La revisin econmica se realiza principalmente en Italia, donde los aportes de Arturo Labriola y Enrico Leone refuerzan el sindicalismo revolucionario de Sorel, de forma de dotar de virilidad al por entonces decado socialismo italiano.

  • 37

    movilizada por la crisis, los estudiantes, y los jvenes oficiales que haban combatido en la guerra.

    Finalmente, el nacionalismo argentino retomando la conceptualizacin de Devoto mencionada anteriormente, lo entenderemos como un desprendimiento de la derecha tradicional de cuo ms liberal (y hasta podramos decir moderada), para diferenciar entonces al nacionalismo como una nueva derecha, ms radicalizada o extremista.43 Esta nueva derecha se caracterizaba porque sus miembros no pertenecan necesariamente a las clases altas como sus antecesores, ligados a la economa agroexportadora y cuyos intereses eran el mantenimiento de sus privilegios polticos perdidos durante los gobiernos radicales. La composicin social de la nueva derecha nacionalista era cualitativamente distinta. Sus miembros pertenecan a variados orgenes sociales, en especial a las clases medias, y sus objetivos iban mas all del mantenimiento del status quo: su meta principal era ambiciosa: purificar la Argentina de la corrupcin izquierdista y liberal (...).44 Se diferenciaban de sus predecesores en muchos aspectos. Por un lado paradjicamente era menor el nmero de militares, aunque su influencia en el ejrcito fue mucho mayor sobre fines de la dcada de 1930. Otro rasgo distintivo era la edad, ya que en promedio, los nacionalistas eran diecisis aos menores que los derechistas de la LPA, que contaban con una media de unos cuarenta y siete aos. Este aspecto, si bien puede parecer irrelevante, es una constante en casi todos los movimientos polticos extremistas europeos: tanto el sindicalismo revolucionario, como el fascismo italiano, como el nazismo, apelaron a la energa de la juventud y sus elites en general siempre fueron ms jvenes (al menos diez aos) que las elites precedentes, lo que sirve para comprender la mentalidad de estos grupos. Tambin disminuye y no es extrao teniendo en cuenta el culto a la virilidad masculina y a la violencia que heredaran del fascismo la participacin femenina en sus actividades. La comparacin previa revela que los nacionalistas eran ms jvenes, ms homogneos y ms desposedos que sus precursores; tambin eran ms extremistas.45

    Los nacionalistas han sido el conjunto ms visible y extremista de la derecha argentina. Se caracterizan por lo radical de sus consignas, por la violencia ejercida sobre los que consideran enemigos, por su autoritarismo. Se suman a sus principios doctrinales las fuentes fascista, catlica, hispanista, y que a pesar de las evidentes contradicciones que encontramos entre ellas, lograron articular una concepcin del mundo

    43 Cfr. DOLKART, op.cit., Mc. GEE DEUTSCH, op.cit., DEVOTO, op.cit., entre otros.44 DOLKART y Mc. GEE DEUTSCH, op.cit., pg. 16. 45 Mc. GEE DEUTSCH (2001), op.cit., pg. 104.

  • 38

    xenofbica, tradicionalista, antimoderna, antiliberal y antisemita. Consideraban que las ideas socialistas y marxistas eran derivaciones corruptas del liberalismo. Esta nueva derecha surge aproximadamente sobre mediados de la dcada de 1920, y fue la predominante a partir del golpe de Uriburu de 1930.

    Vale aclarar que si bien el nacionalismo o la nueva derecha surge en oposicin al socialismo y al comunismo, la tradicin tendr en sus concepciones un peso considerable, evidente en el papel que tuvo el catolicismo. Esto conduce a que no solo compartir con la derecha conservadora sus cuestionamientos al liberalismo poltico, sino que los exacerbar, al punto de en su bsqueda de respuestas a los problemas del momento extender hacia un pasado ms remoto las causas de los males del siglo XX. As, el liberalismo decimonnico, la masonera, la revolucin francesa y la Ilustracin, el pensamiento poltico ingls del siglo XVII, la Reforma Protestante, el judasmo desde la misma crucifixin de Jess, formaban un compacto frente al que se deba combatir. Asimismo del pasado rescataban el pensamiento y las figuras que formaban sus bases doctrinales: el pensamiento filosfico de Aristteles y Toms de Aquino, el cristianismo tal como se haba practicado en Espaa por los Reyes Catlicos y los Habsburgo no as la Casa de Borbn, la Contrarreforma, la contrarrevolucin clerical derivada de la encclica Rerum Novarum de fines del siglo XIX, el nacionalismo reaccionario, y otros aportes como la generacin espaola del 98` y la hispanidad de Ramiro de Maeztu, las influencias francesas como Charles Maurras y Maurice Barrs, el darwinismo social de Spengler y muchos otros. De Argentina, revalorizaran la figura de Juan Manuel de Rosas a partir de la corriente conocida como revisionismo histrico.

    A partir de la idea de la extrema derecha como contrarrevolucin, el nacionalismo aparece en Argentina como una forma de reaccin conservadora frente el ascenso al poder de la clase media a travs del radicalismo, situacin que se repite con el recrudecimiento del nacionalismo hacia 1928 con la segunda presidencia de Yrigoyen.46 Con respecto a los aportes del fascismo, del hispanismo, del nazismo, y otras fuentes, se podra decir siguiendo a Rock que los conceptos nacionalistas siempre se construyeron de manera muy eclctica y recurriendo a variadas fuentes, lo que explica tambin las dificultades para plantear un movimiento poltico ms organizado.47 Rock resume a la derecha argentina como una sntesis de antirracionalismo, antipositivismo, racismo y nacionalismo, ms

    46 NAVARRO GERASSI, Marysa (1968), Los nacionalistas, pg. 17.47 ROCK, David (2001), Antecedentes de la derecha argentina, en DOLKART y Mc. GEE DEUTSCH, op.cit., pg. 30.

  • 39

    cercano a un tradicionalismo que a un movimiento poltico. La idea del nacionalismo como sntesis de diferentes corrientes de pensamiento es comn a la mayora de los autores que la han tratado: desde el punto de vista ideolgico, el nacionalismo argentino de derecha constituy un collage ms o menos artificial de fascismo, corporativismo, hispanidad, falangismo y en su aspecto antisemita nazismo.48

    48 NAVARRO GERASSI, op.cit., pg. 16.

  • 41

    Captulo III. El golpe de 1930 y la recepcin del ideario nacionalista en la prensa de Trelew(1928-1932)

    Como sealamos en la contextualizacin histrica, el ao 1928 marc el recrudecimiento y la radicalizacin de la ideologa derechista en todo el pas, a partir de la posibilidad de la victoria en las elecciones presidenciales de Hiplito Yrigoyen, quien representaba para quienes se identificaban con aquella tendencia poltica el advenimiento de la revolucin social. La reaccin a la prxima victoria del personalismo49 no se hizo esperar en Buenos Aires, a pesar del apoyo popular con que la UCR contaba. En general, la circulacin de discursos antidemocrticos, en particular en contra de la UCR personalista, comenz gradualmente a tomar una violencia inusitada como no se vea desde 1919. Intelectuales que se consideraban a s mismos nacionalistas, algunas facciones del ejrcito y la Iglesia catlica fueron los actores que ms profundamente encabezaron esta cruzada en contra de la democracia representativa, junto a los partidos conservadores, incluido el radicalismo antipersonalista. Medios de difusin grficos como La Nueva Repblica y Criterio, seran a partir de entonces la punta de lanza de estos grupos, a travs de la produccin y circulacin de discursos con una retrica derechista, autoritaria y antidemocrtica ya en ese entonces nacionalista, aunque no era aun un nacionalismo tan extremista como el que estaba por llegar.

    Trelew: poltica y medios grficos

    En este captulo nos proponemos mostrar cmo ese recrudecimiento de discursos derechistas que se configuraran ms tarde como nacionalistas se produjeron en los dos medios grficos de mayor circulacin en el pueblo de Trelew: los diarios El Pueblo y Avisador Comercial. Inicialmente debemos establecer cmo desde 1928 el radicalismo contaba en la zona del Valle regin en la cual vena triunfando desde haca ms de una dcada con gran apoyo popular, as como en los medios grficos de comunicacin.

    La prensa local se hizo de eco en gran medida de los acontecimientos de orden nacional, en particular entre los aos 1928 y 1932, quedando relegados a un segundo plano los acontecimientos mundiales como la

    49 El personalismo es la faccin yrigoyenista del radicalismo, en oposicin a anti-perso-nalistas, agrupados alrededor de la figura de Marcelo T. de Alvear.

  • 42

    crisis de Wall Street y los conflictos armados en diversas partes del planeta. En este subperodo se puede apreciar el notorio apoyo que la prensa local le brindaba a la gestin de Yrigoyen y el no menos notable cambio de rumbo q