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UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR DECANATO DE ESTUDIOS DE POSTGRADO COORDINACIÓN DOCENTE DE POSTGRADO EN CIENCIA POLÍTICA MAESTRÍA EN CIENCIA POLÍTICA TRABAJO DE GRADO EL PARTIDO REPUBLICANO DE LOS ESTADOS UNIDOS: HISTORIA, TENDENCIAS Y VISIONES SOBRE LA POLÍTICA EXTERIOR: 1945- 2009 Trabajo de Grado presentado a la Universidad Simón Bolívar por Luis Daniel Álvarez Vanegas como requisito parcial para optar al grado académico de Magister en Ciencia Política Con la asesoría del profesor Carlos Romero Diciembre, 2011

Trabajo de Grado presentado a la Universidad Simón ...159.90.80.55/tesis/000153488.pdf · El primero de ellos es el profesor Carlos Romero, ... II.1 La primera etapa: ... autoritarismo

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UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR DECANATO DE ESTUDIOS DE POSTGRADO

COORDINACIÓN DOCENTE DE POSTGRADO EN CIENCIA POLÍTICA MAESTRÍA EN CIENCIA POLÍTICA

TRABAJO DE GRADO EL PARTIDO REPUBLICANO DE LOS ESTADOS UNIDOS:

HISTORIA, TENDENCIAS Y VISIONES SOBRE LA POLÍTICA EXTERIOR: 1945- 2009

Trabajo de Grado presentado a la Universidad Simón Bolívar por

Luis Daniel Álvarez Vanegas como requisito parcial para optar al grado académico de

Magister en Ciencia Política

Con la asesoría del profesor

Carlos Romero

Diciembre, 2011

ii

UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR DECANATO DE ESTUDIOS DE POSTGRADO

COORDINACIÓN DOCENTE DE POSTGRADO EN CIENCIA POLÍTICA MAESTRÍA EN CIENCIA POLÍTICA

TRABAJO DE GRADO

EL PARTIDO REPUBLICANO DE LOS ESTADOS UNIDOS: HISTORIA, TENDENCIAS Y VISIONES SOBRE LA POLÍTICA

EXTERIOR: 1945- 2009

Por: Álvarez Vanegas, Luis Daniel Carnet Nº 0785995 Este Trabajo de Grado ha sido aprobado en nombre de la Universidad Simón Bolívar por el siguiente jurado examinador

________________________________________________ Presidente

Prof. Gustavo Salcedo

__________________________________________________ Miembro Externo (Jurado Externo)

Prof. Elsa Cardozo Universidad Central de Venezuela

______________________________________________________ Miembro Principal- Tutor

Prof. Carlos Romero

06 de diciembre de 2011

iii

DEDICATORIA

A mis padres que son la piedra angular de mi formación ciudadana y

humana, que permanentemente han impulsado mi educación, sembrando en mí la

idea de que una preparación buena permite ayudar a cambiar la sociedad.

También a la Universidad Simón Bolívar. Un lugar en el que no solo cursé

una maestría en Ciencia Política sino en el que me formé, trabaje e incluso tuve la

oportunidad de ir a la Universidad de Concepción en Chile como parte de un

intercambio académico. La USB, la Simón o la Bolívar, como queramos llamarla

es un sitio amable que nos abrió las puertas a los que hicimos el pregrado en otras

instituciones y aunque en algunos momentos vivimos coyunturas complejas, no

podemos dejar de resaltar que el balance ha sido totalmente provechoso.

A todos aquellos que de una u otra manera han contribuido a mi crecimiento

como persona.

iv

AGRADECIMIENTO

A varios profesores debo manifestar mi agradecimiento por su ánimo y guía

para realizar esta investigación.

El primero de ellos es el profesor Carlos Romero, una referencia en el

mundo del análisis y de la investigación, quien como tutor de este trabajo no solo

fue un respaldo académico, sino que tuvo la paciencia y la bondad suficiente para

instarnos a seguir adelante. El doctor Romero es un maestro y por eso constituye

un gran honor haber podido contar con su guía.

También debo agradecer al profesor Hernán Castillo, no solo por los

aportes dados a este trabajo sino por la confianza que nos ha brindado a lo largo

de nuestro paso por la Universidad Simón Bolívar. Las responsabilidades dadas

en la Revista Argos nos permitieron aprender y explorar un mundo apasionante

como es el de las Revistas académicas.

Finalmente no podemos dejar de mencionar a la profesora Pasqualina

Curcio, quien desde que asumió su cargo como coordinadora de los postgrados

en Ciencia Política nos ha empujado a terminar este trabajo.

UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR DECANATO DE ESTUDIOS DE POSTGRADO

COORDINACIÓN DOCENTE DE POSTGRADO EN CIENCIA POLÍTICA MAESTRÍA EN CIENCIA POLÍTICA

EL PARTIDO REPUBLICANO DE LOS ESTADOS UNIDOS: HISTORIA, TENDENCIAS Y VISIONES SOBRE LA POLÍTICA

EXTERIOR: 1945- 2009

Autor: Álvarez Vanegas, Luis Daniel Carnet: 0785995 Tutor: Carlos Romero

Diciembre de 2011

RESUMEN EN ESTA INVESTIGACIÓN SE ESTUDIA AL PARTIDO REPUBLICANO DE LOS ESTADOS UNIDOS DESDE DOS DIMENSIONES: SU HISTORIA Y LAS TENDENCIAS QUE HAN MARCADO A ESTA ORGANIZACIÓN POLÍTICA FUNDADA EN 1854 Y LA VISIÓN DE LA POLÍTICA EXTERIOR QUE HAN TENIDO LOS GOBERNANTES POSTULADOS POR EL PARTIDO DESDE EL FIN DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL HASTA LA ACTUALIDAD. PARA COMPRENDER AMBOS PROCESOS ES PERTINENTE ENTENDER LA HISTORIA DE LOS ESTADOS UNIDOS, EL ORIGEN DE SUS INSTITUCIONES, SUS POSICIONES EN POLÍTICA EXTERIOR Y EL COMPORTAMIENTO ELECTORAL. LA REVISIÓN SE HACE ANALIZANDO LA HISTORIA EN 6 GRANDES PERÍODOS Y BUSCANDO CUÁLES IDEAS CARACTERIZARON A CADA UNO DE ELLOS. Palabras clave: Estados Unidos de América, republicanos, federalismo, política exterior, realismo político.

2

ÍNDICE GENERAL

Pag.

Aprobación del jurado ii

Dedicatoria iii

Agradecimiento iv

Resumen

Índice 2

INTRODUCCIÓN 4

CAPÍTULO I MARCO METODOLÓGICO 7

I.1 Enfoques de la política exterior estadounidense 7

I.2 El abordaje de la historia 8

I.3 Objetivo general 10

I.4 Objetivos específicos 10

I.5 Metodología 11

CAPÍTULO II LOS ESTADOS UNIDOS: EL SURGIMIENTO DE UN PAÍS Y SU CONSOLIDACIÓN

12

II.1 La primera etapa: se coloniza un territorio e idea una

nación 12

II.2 La segunda etapa: un país con una identidad propia. El

aislacionismo, la expansión y l guerra interna

37

CAPÍTULO III. NUEVAS VISIONES EN LA POLÍTICA EXTERIOR

66

III. 1 La tercera etapa: EEUU es un actor internacional a

considerar, La Primera Guerra Mundial

66

III.2 La cuarta etapa: el triunfo en una guerra y lo frío de la

postguerra

77

3

III.2.A Eisenhower: un militar con una visión distinta 79

III.2.B Kennedy y Johnson: dos demócratas muy

diferentes entre si.

86

III.2.C Nixon: un republicano con grandes retos y

características propias

96

III.2,D Ford: el breve gobierno de un hombre que

nunca pensó llegar al poder

101

III.2.E Carter y el regreso de los demócratas 102

III.2.E Reagan: los republicanos encontraron su líder

y lograron regresar.

107

CAPÍTULO IV ¡CAYÓ EL MURO! 115

IV.1 Bush: a seguir la senda de Reagan pero con sus

apreciaciones

115

IV.2 Clinton: un demócrata antibélico en una época de

guerra

118

CAPÍTULO V CON BUSH EL MUNDO EMPEZÓ A CAMBIAR 122

CAPÍTULO VI ¿QUÉ PASA EN EL PARTIDO REPUBLICANO?

142

CAPÍTULO VII CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 147

REFERENCIAS 152

4

INTRODUCCIÓN

Mucho se habla de la política estadounidense en los medios de comunicación.

Se debate sobre las acciones del gobierno de Barack Obama y la reacción que tiene

la oposición republicana ante ciertos temas.

En muchas ocasiones se incurre en generalidades y lugares comunes que

impiden tener una visión acertada de la manera de hacer política en los Estados

Unidos, como puede ser por ejemplo el hecho de que el fenómeno de los partidos en

dicho país es muy diferente a la manera como se entiende la política en América

Latina.

Motivados por el interés de dar una visión precisa y mucho más clara sobre la

política en los Estados Unidos, y específicamente sobre sus partidos, planteamos

esta investigación en la que se desarrollarán dos líneas paralelas que terminan

confundiéndose entre si en muchos casos: las tendencias internas del Partido

Republicano y su visión de cómo debe ser la política exterior y como se aplicó,

principalmente hacia América, durante sus gobiernos a partir del fin de la Segunda

Guerra Mundial.

Para llegar a ello se hace pertinente dividir la historia política de ese país en

seis grandes unidades que abarcan desde la colonización del territorio del norte de

América hasta la llegada al poder del demócrata Barack Obama.

La idea de esta división es entender como actúan cuatro pares de relaciones

en cada una de las etapas.

5

El primer gran dilema se manifiesta en torno a las ideas de democracia y

autoritarismo analizándose la premisa de hasta que punto el interés nacional puede

condicionar la posición estadounidense respecto a estos temas.

El siguiente punto se desarrolla desde la óptica de los Estados Unidos como

sociedad elegida para mantener la paz en el mundo. Ahora, la interrogante reposa en

el sentido de si para alcanzar este ideal hay que imponer el modelo estadounidense

a los demás Estados o estos pueden desarrollar su propio sistema.

La tercera relación versa sobre economía y trata de responder la pregunta si

Estados Unidos, en aras de expandir su comercio, debe negociar con países que no

comulguen con su política liberal de mercado.

Finalmente la cuarta idea que quiere estudiarse es la influencia de la opinión

pública en el proceso de toma de decisiones.

Esos puntos serán desarrollados en esta investigación, en la cual el primer

capítulo busca sustentar la metodología a emplear.

El segundo capítulo desarrolla las primeras etapas que van desde el proceso

de colonización hasta el planteamiento de una sociedad que se aísla y que termina

convirtiéndose en el campo de batalla de una guerra interna producto de

contradicciones que se arrastraban desde la llegada de los europeos.

El tercer capítulo, que constituye el núcleo de esta investigación, desarrolla la

irrupción de los Estados Unidos en la política internacional a través de su actuación

en las dos Guerras Mundiales. Luego hay una revisión de las políticas exteriores de

todos los gobiernos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. En este análisis se

explican las políticas demócratas con el fin de contrastar con la visión republicana y

estudiar el comportamiento del partido desde la oposición.

6

El cuarto capítulo analiza los gobiernos de George Bush padre y Bill Clinton

como las administraciones que tuvieron que afrontar la aparición de nuevos

adversarios ya que el comunismo había colapsado y el mundo socialista estaba

acabado.

El quinto capítulo está dedicado al gobierno del presidente George W. Bush y

la lucha contra un nuevo enemigo, el terrorismo. Para afrontar los atentados se

diseñaron nuevos esquemas de política exterior y el país reimpulsó la acción directa

en otros territorios, aunque en muchos casos lo hacía acompañado de otros países y

avalado por entes multilaterales.

Finalmente cerramos con un capítulo que nos permite comprender otro

proceso que se venía analizando paralelamente al de la política exterior; el de las

tendencias internas del partido. En este aparte se comenta sobre las nuevas

tendencias que parecen estar en el republicanismo y como los debates del pasado

han quedado lejos.

7

CAPÍTULO I

MARCO METODOLÓGICO I.1 Enfoques de la política exterior estadounidense

Mucho se ha escrito sobre la Política Exterior de los Estados Unidos y su

aplicación. Indican autores como Francis Fukuyama que existen cuatro grandes

visiones de la política exterior estadounidense.

Por una parte están los neoconservadores, quienes propugnan el

unilateralismo, los cambios de regímenes y la prevención. Otro grupo denominado

los realistas se inscribe dentro de los postulados de Henry Kissinger, centralizando la

política exterior en un escenario de lucha de poder, dejando de lado algunos criterios

como la soberanía de otros países y los derechos humanos. Otro enfoque está

constituido por los internacionalistas liberales, cuya meta es la construcción de un

nuevo orden internacional en el que prevalezcan el derecho y la cooperación. Por

último existe un grupo denominado los nacionalistas jacksonianos quienes

propugnan un aislacionismo y la supremacía de la política interna sobre la proyección

de una política exterior.

Pese a que los enfoques mantienen alguna vigencia dentro de la política de

los Estados Unidos, se ha hecho necesario estudiar los procesos históricos a la luz

de las nuevas realidades. Por ello, ninguna decisión se manifiesta como la acción

propia o exclusiva de uno de los grupos o corrientes del pensamiento.

“La guerra de Irak ha propiciado una alianza de neoconservadores y nacionalistas jacksonianos, quienes por diferentes motivos aceptaban la lógica del cambio de régimen en Bagdad”. (FUKUYAMA, 2007; 21)

8

La política exterior de los Estados Unidos ha llegado a una encrucijada en la

que se hace necesario revisar y redimensionar los parámetros de estudio y análisis a

los efectos de construir nuevos modelos que logren explicar la conducta del gobierno

de los Estados Unidos de América en los últimos años.

I.2 El abordaje de la historia

Estas seis etapas en las que pueden dividirse la historia de los Estados

Unidos de América, deben ser abordadas de una visión en las que 4 grandes ideas

se confrontan entre si a los efectos de formar una identidad y poder comprender el

comportamiento o la toma de determinadas decisiones.

El primer par es la disputa entre Democracia y Autoritarismo; entendiéndose

hasta dónde puede ser sacrificada la libertad en aras de garantizar el interés

nacional.

El siguiente dilema se plantea entre exportar el modelo estadounidense o

permitir que cada Estado se desenvuelva a lo interno como lo desee. En este punto

tiene mucho que ver la visión de la política exterior norteamericana, en especial la

contemporánea, en el sentido de la presencia de componentes militares en otras

latitudes. Este dilema ha resurgido al debatirse sobre la presencia de tropas en Irak y

Afganistán, y antes, con las acciones en Corea, Vietnam, República Dominicana,

Guatemala y Granada.

Existe otro debate entre el deseo de exportar el modelo económico liberal

estadounidense, o mantener buenas relaciones con países distintos, a los fines de

poder insertarse e incidir en la economía mundial. Muy relacionado con los casos

señalados anteriormente, pues implica la relación que pueda tenerse en el contexto

internacional, incluso acercándose a países con polémicas relaciones como China.

9

Por último, está la contradicción entre la posición reflejada por la opinión

pública y el proceso de toma de decisiones.

Tradicionalmente, la opinión pública latinoamericana ha asumido que la

política demócrata es una aliada de los intereses latinoamericanos, más que la visión

republicana. Sin embargo, esta máxima no se cumple en algunos estados con

población hispana de la unión americana, en la que los republicanos logran captar

muchos más sufragios. Esta postura se observa claramente en el estado de la

Florida, entidad en la que tradicionalmente la población de origen cubano ha

sufragado por los candidatos del Partido Republicano, aunque es pertinente acotar

que en los comicios que dieron el triunfo a Barack Obama, candidato demócrata, el

electorado cubano- americano, optó por la tarjeta demócrata, frente a la candidatura

republicana del senador McCain.

Latinoamérica tiende a asumir históricamente las relaciones con los

republicanos desde una visión en la que supuestamente se exacerban las posiciones

conservadoras, se interviene en las políticas internas de las naciones, se restringen

las políticas migratorias y Estados Unidos deja de lado a América Latina para

enfocarse en otras áreas de interés como pueden ser Europa y Asia.

Luego de examinar la fundación de la nación norteamericana, el origen del

sistema de partidos y las grandes líneas programáticas del Partido Republicano, es

preciso determinar ¿cómo fue la política exterior de los gobierno del Partido

Republicano hacia América Latina, entre el final de la Segunda Guerra Mundial y la

llegada al poder del demócrata Barack Obama?

Para lograr contestar esa interrogante sería pertinente conocer que durante el

período 1945- 2009, 6 Republicanos gobernaron Estados Unidos, mientras que por

los demócratas lo hicieron 4 Presidentes.

10

Es menester indicar que el abordaje de la presente investigación se hará

asumiendo la visión de política exterior que tenga hacia América Latina el gobierno

dirigido por el representante del Partido Republicano, asumiendo que la política

exterior es una política pública diseñada por los gobiernos.

Durante el fin de la segunda guerra mundial y el fin del gobierno de George W.

Bush las relaciones fueron particularmente turbulentas. Basta con observar el caso

del gobierno guatemalteco de Jacobo Arbenz, la fortaleza y preparación militar con el

argumento de frenar el auge comunista en América Latina, teniendo como prueba

concreta y caracterización acertada la evaluación de la X Conferencia Panamericana

celebrada en Caracas en 1954. Además de ello puede estudiarse el exilio dado a los

dictadores latinoamericanos una vez que abandonaron el poder, la situación en

Nicaragua, El Salvador y Honduras, las invasiones a República Dominicana, Haití y

Granada y la coyuntura de la isla de Vieques en Puerto Rico, en cuanto a su

utilización para ejercicios militares.

Esta investigación busca estudiar el enfoque de política exterior del Partido

Republicano hacia América Latina durante sus administraciones.

I.3 Objetivo general:

El objetivo central de esta investigación es analizar la visión de la política

exterior de los gobiernos del Partido Republicano norteamericano hacia América

Latina, desde el final de la segunda guerra mundial, hasta el fin de la administración

de George W. Bush.

I.4 Objetivos específicos:

• Estudiar los diversos enfoques de política exterior aplicados por el Partido

Republicano.

11

• Comparar las distintas propuestas de política exterior aplicadas por los

gobiernos Republicanos entre 1945 y 2009 hacia América Latina.

• Analizar la política exterior aplicada en los gobiernos demócratas entre 1945 y

2009 hacia América Latina a los efectos de comparar con la implementada por

los republicanos.

I.5 Metodología:

Esta investigación será mayoritariamente documental, pues recurrirá al

análisis de publicaciones de instituciones relacionadas con la política exterior

norteamericana y el modelo de partidos en los Estados Unidos. Se hace pertinente

recurrir, tanto a fuentes bibliográficas como hemerográficas a fin de obtener los

elementos suficientes para analizar al Partido Republicano como objeto de estudio.

Metodológicamente debe partirse desde un enfoque en el que se señalen las

bases fundamentales del Estado americano y el origen de la nación. Luego de ello

hay que reducir el estudio a los elementos originarios y constitutivos del sistema de

partidos en los Estados Unidos de América para posteriormente desembocar en la

posición que ha tenido el Partido Republicano en torno a diversos temas de la

política doméstica e internacional para finalmente examinar exhaustivamente su

visión entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y el gobierno del presidente George

W. Bush.

12

CAPÍTULO II

LOS ESTADOS UNIDOS: EL SURGIMIENTO DE UN PAÍS Y SU CONSOLIDADCIÓN

II.1 La primera etapa: se coloniza un territorio e idea una nación

En 1776 se concreta la independencia de los Estados Unidos cuando 13

colonias británicas deciden unirse y ratificar su separación de la metrópoli. Lo que

había nacido como un movimiento reivindicativo frente a una serie de medidas

económicas y sociales, terminaba dando origen a una confederación de estados que

rápidamente se convirtió en factor inspirador para que los pueblos y las colonias

españolas, francesas e inglesas del nuevo mundo intentasen emular el gesto

emancipador de esa colonias y trataran de alcanzar su independencia.

Al momento de abordar el tema de la independencia de los Estados Unidos es

preciso revisar algunos parámetros del proceso de colonización inglesa del territorio.

Por una parte, la primera gran oleada de inmigrantes venía escapando del conflicto

religioso en Gran Bretaña, por ende llegaron familias completas ávidas de encontrar

paz y tranquilidad y un ambiente de tolerancia religiosa.

Luego de un proceso de consolidación en el que imperaron las disputas

regionales y la intolerancia religiosa en algunas zonas, quedó claramente definido el

nuevo mapa, en el cual resaltaba el estado de Massachussets como el pilar

fundamental de la religiosidad y el comercio. Vale la pena acotar y señalar que ya

había empezado a llegar al territorio una nueva inmigración con otros parámetros en

cuanto a intereses y objetivos. Esta nueva inmigración estaba constituida

mayoritariamente por hombres y mujeres que se movilizaron hacia el sur con el

objetivo central de explotar el algodón y algunas otras especies. En este proceso fue

muy importante la mano de obra esclava.

13

Cuando se señala que la independencia de los Estados Unidos no fue el

objetivo esbozado, al menos públicamente, no puede descartarse el hecho de lo que

si fue un planteamiento concreto por parte de los pensadores: aspirar a una mayor

autonomía del poder inglés.

Debe tomarse en cuenta que hacia 1763 el fin de la guerra franco- india había

dejado a Gran Bretaña victoriosa pero en un estado financiero alarmante desde el

punto de vista colonial. Además de ello la situación en el territorio americano no

resultaba sencilla entre otras razones por las constantes movilizaciones y

sublevaciones por parte de los aborígenes.

La más representativa de ellas fue la Insurrección de Pontiac que intentó

alebrestar a los ottawas, logrando tomar todos los fuertes entre el río Erie y el río

Ohio, además de sitiar a Pittsburgh y Detroit.

Ello motivó a los ingleses a colocar un ejército en la frontera para protegerlas. Si

bien esto podía tranquilizar a los lugareños, la medida no fue asumida

favorablemente porque el mantenimiento de dicho componente debía recaer en las

colonias, cuya prosperidad contrastaba de manera extrema con la situación de

Inglaterra. Aunado a ello el gobierno británico actuó con torpeza e impuso las

medidas sin el acuerdo de los habitantes del territorio.

“Si el razonamiento era lógico, los medios que se adoptaron para ponerlo en práctica no pudieron ser mas dictatoriales e insensatos. Bajo la administración de George Grenville, primer ministro del rey Jorge III, se procedió a revivir las viejas y odiadas leyes de navegación, a mantener en América un ejército inglés permanente de 10.000 hombres, y a imponer nuevas contribuciones, todo esto sin consultar la voluntad de las asambleas locales. No se sabe que sorprende más: si la obtusa soberbia del Rey, la falta de tacto de sus ministros, o su total desconocimiento de la psicología y la realidad política de las provincias. Ello es que la imposición coercitiva de las leyes de comercio y la recaudación de impuestos se confiaron a funcionarios insolentes y arbitrarios, apoyados por la fuerza militar, que capturaban buques norteamericanos, confiscaban cargamentos, allanaban domicilios y almacenes en busca de contrabando,

14

encarcelaban a los ciudadanos y en muchos casos los transportaban para ser juzgados en Inglaterra.” (CÁRDENAS, 1998; 104)

Desde Gran Bretaña se seguía impulsando una política económica tendente a

extraer los recursos desde las colonias para financiar a la metrópoli. En el marco de

esas medidas se acordó un impuesto de 3 peniques por galón de melaza, carga

impositiva a la seda y al vino. Estas medidas generaban apenas 45 mil libras

anuales, insuficientes para cancelar el funcionamiento de un ejército cuyas

necesidades alcanzaban más de 350 mil libras. Ante la incapacidad inglesa para

aumentar la recaudación, desde Londres se acordó la Ley Timbre, instrumento

decretado en febrero de 1765 que afectaba a cualquier tipo de papeles legales o

comerciales.

Estas medidas provocaron un gran descontento en las colonias británicas,

cuyos habitantes aducían la inconstitucionalidad de las mismas, pues habían sido

promulgadas en un parlamento en el que ellos no tenían ningún tipo de

representación. Los llamados a boicotear, las manifestaciones callejeras y el repique

de campanas fueron algunas de las formas como los colonos mostraron su

inconformidad.

A las jornadas de calle se sucedieron movilizaciones de índole político. La

Cámara de Burgueses de Virginia y la Asamblea en Nueva York fueron lugares en

los que los debates tomaron un aire que evocaba que en el descontento había algo

más que repudio a determinadas leyes comerciales, imponiéndose cierto discurso

patriótico y que incitaba a una movilización política.

Sin embargo la reunión de delegados en Nueva York acordó nombrar una

comisión que se entrevistaría con el Rey para ratificarle su fidelidad y obediencia,

pero aprovechar de recalcarle que no se estaría dispuesto a tolerar arbitrariedades.

Mientras tanto en el Parlamento británico se daban intensos debates en los cuales

los colonos estaban representados por Benjamín Franklin que se desempeñaba

15

como agente colonial, quien no se cansaba de repetir que en toda América no había

ni el oro ni la plata requeridos para poder pagar el impuesto de un año.

El Parlamento británico derogó la Ley del Timbre. Es importante indicar que no

lo hizo por los argumentos de las colonias sino por la exigencia de los comerciantes

ingleses que vivían difíciles momentos por el bloqueo que las colonias tenían hacia

sus productos.

En 1767 la corona consideró que la crisis había pasado y se obtuvo del

Parlamento una nueva Ley que gravaba el té, las pinturas, el plomo y el vidrio.

Además de ello se retiraron los jurados en los procesos que se seguían a los

infractores de las leyes impositivas, se retiró a las asambleas locales la atribución de

cancelar el sueldo a jueces y autoridades, concentrando dicha atribución en el

gobierno central inglés, y se nombraron comisarios en las aduanas.

Estas medidas propiciaron acciones mucho más fuertes que llamaron a la

resistencia. En esta nueva etapa la Asamblea de Massachussets tuvo una gran

preponderancia a través de Samuel Adams que fungía como motor y coordinador de

las relaciones con las demás representaciones de las colonias. Estos llamados

provocaron reacciones fuertes por parte del ejército real que comenzó una campaña

sistemática de represión y persecución. Sin embargo el descontento era tan

creciente que las tropas decidieron retirarse.

Con un bloqueo organizado y exigencias muy fuertes, aunado a la exigencia de

los comerciantes de Londres que clamaban por el cese de las presiones coloniales,

el parlamento decidió derogar la Ley, salvo por la regulación del té, que más que

representar un ingreso fuerte, era un punto de honor de las autoridades británicas

para demostrar que ejercían su dominio sobre todo el imperio.

“Otra vez la fuerte presión del comercio londinense obligó al Parlamento a derogar la mayor parte de los impuestos de Townsend, excepto una gabela de tres peniques por libra sobre el té; y ésta la conservó, no por lo

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que pudiera producir en efectivo, sino para afirmar el derecho que creía tener de legislar para todo el Imperio, incluso en materia de contribuciones. No lo entendían así los colonos, que preferían tomar el té importado de contrabando, aunque les salía bastante más caro. Esto último se explica porque el gobierno concedió a la poderosa y muy influyente Compañía de la India Oriental el monopolio del negocio, con privilegio para llevar la hoja directamente de la China a América, sin pagar derechos en Inglaterra, aunque los norteamericanos si tenían que pagar los tres peniques por libra. Justamente este era el propósito de la estratagema: halagar al pueblo con té a bajo precio para obligarlo a pagar el impuesto, reconociendo así el derecho del Parlamento de imponerlo; y arruinar, de paso, a los comerciantes que lo importaban de contrabando de Holanda y otros países. (CÁRDENAS, 1998; 107)

Esta actitud fue repelida con fuerza por parte los súbditos quienes consideraban

que no podían pagar impuestos a un gobierno que no les retribuía ninguna

recompensa y que por el contrario, parecía no querer entender la realidad de las

colonias.

Frente a la insistencia británica por gravar el té los ciudadanos organizados en

Filadelfia y Nueva York impidieron atracar a los barcos que venían cargados de la

hoja. Igualmente en Baltimore los manifestantes obligaron al capitán de uno de los

buques a prender fuego a la mercancía que transportaba y en Boston se consiguió la

colaboración de los comerciantes para no adquirir el té inglés. Sin embargo algunos

comerciantes no quisieron participar, provocando que la noche del 16 de diciembre

de 1773 50 personas disfrazadas de indios abordaron los barcos, tirando al mar el

contenido de 42 cajas de té, valorado en 18 mil libras esterlinas. Rápidamente la

acción se repitió en Nueva York, Charleston y Georgetown.

Aunque la acción de los revoltosos dividió a la opinión pública, nuevamente el

manejo errado por parte de Gran Bretaña terminó por unificar a los ciudadanos en

torno a los manifestantes.

Gran Bretaña decidió tomar una serie de acciones y colocar a Massachussets

como ejemplo para evitar que las críticas se propagaran y sucesos como los

experimentados se repitiesen. Entre las medidas se cerró el puerto de forma

17

indefinida hasta que la población pagara el té destruido, se intervenía de alguna

forma la configuración política de la colonia para evitar reuniones y se centralizaba el

mando de jueces y autoridades en Londres, además de determinar que las tropas se

alojarían en edificios públicos y que los juicios por subversión se radicarían en Gran

Bretaña. El gran ejecutor de estas normas abiertamente represivas era Thomas

Gage que había sido nombrado por el Rey gobernador civil y militar.

“Estas “leyes intolerables”, como las llamaron los colonos, pronto fueron seguidas por la Ley de Quebec, de 1774. Este estatuto del Parlamento, resultado de un plan minuciosamente calculado para dar un gobierno permanente a Quebec, fue considerado por los colonos como otra medida punitiva. Los estatutos de la ley, que extendían los límites de Quebec hasta abarcar los vastos territorios situados al este de los Apalaches y al norte del Ohio, fueron considerados como un intento deliberado por obstaculizar la expansión de los colonos más allá de las montañas y desatender sus reclamaciones de tierra. Aún más les perturbó una declaración de los privilegios de la Iglesia católica de Canadá. El joven Alexander Hamilton sostuvo que la “tiranía clerical” podía encontrar en Canadá un suelo tan propicio como el que encontrara en España y Portugal. La ley de Quebec, destinada a ganarse a los habitantes franceses, tuvo la consecuencia inesperada de alimentar la rebelión norteamericana, y las leyes coercitivas unieron a la otras colonias inglesas con Massachusetts.” (MORINSON, STEELE, LEUCHTENBURG, 2003; 98)

El 5 de septiembre de 1774 tuvo lugar en Filadelfia la reunión del Primer

Congreso Continental con delegados de todas las provincias alzadas, salvo Georgia.

La reunión tenía por objeto el replanteamiento de la posición inglesa frente a sus

colonias a efectos de alcanzar una mejor posición armónica y colectiva. Entre los

resultados de la reunión estuvo el envío de un manifiesto en el que las colonias

anunciaban al Parlamento inglés que sólo obedecerían a sus propias asambleas,

respondiendo el Parlamento con la declaratoria de un estado de rebelión.

En América la situación no distaba de lo que venía pasando con anterioridad,

pues los administradores coloniales prohibieron la reunión de la Asamblea de

Massachusetts, provocando que los revolucionarios se trasladaran a Salem y otras

ciudades, declararan el surgimiento de un nuevo modelo para la provincia, salvo

18

Boston que se encontraba en manos rebeldes, y organizaran brigadas de combate

con armas y municiones.

Ya en medio de escaramuzas y acciones militares el 10 de mayo de 1775 se

reunió el Segundo Congreso Continental estableciendo un ejército y lo puso bajo el

mando de George Washington. También comenzó una ofensiva fiscal para captar

recursos y una estrategia diplomática que le permitiría ganar adeptos a su causa más

allá de las fronteras coloniales. El 6 de julio de 1775 se declaró la guerra.

Indican autores como Jorge Cárdenas Nannetti que todavía en estos

momentos eran pocas las personas que querían la guerra y muchos los individuos

que consideraban que el Rey iba a otorgar una mayor autonomía colonial al observar

el poder de decisión con el que actuaban las colonias. El movimiento se vio

impulsado por varias razones, entre ellas la persecución a los realistas que vivían en

los territorios coloniales, los discursos encendidos de figuras como Thomas Paine, la

cobertura periodística y hasta la oposición liberal inglesa que reivindicaba, incluso de

forma particular, las demandas norteamericanas. Aunado a esto el ejército rebelde

resultó mucho más organizado de lo que se pensaba, llegaría a contar con valiosos

generales prusianos que asesoraban y entrenaban, y logró tomar posiciones

rápidamente y varios pueblos, por ejemplo Mecklenberg en Carolina del Norte,

declararon su independencia.

El escenario militar terminó copando todo el entramado. Por una parte el Rey

pidió a sus seguidores una defensa enérgica y además contrató mercenarios

alemanes para que lucharan bajo sus banderas en América; mientras que el

Congreso Continental como máxima autoridad en las provincias sublevadas

intentaba expandirse al norte, conquistando Montreal pero perdiendo Quebec. De

todas maneras la apertura del frente canadiense sirvió como elemento de distracción

ante un bando inglés que no sabía a quién atacar primero.

“Mientras tanto, perdida toda esperanza de reconciliación, los próceres reunidos en Filadelfia se inclinaban cada vez más por la separación total, y

19

una comisión formada por Thomas Jefferson, John Adams, Benjamin Franklin, Roger Sherman y Robert Livingstone, fue encargada de preparar el respectivo proyecto. Finalmente, el 4 de julio de 1776 el Congreso declaró solemnemente la independencia de los Estados Unidos.” (CÁRDENAS, 1998; 114)

La Constitución de los Estados Unidos, que es fundamental para analizar la

visión de país y su proyección a través de una política exterior, parte de una serie de

principios y postulados genéricos, inspirados en el pensamiento de John Locke y en

el que se reafirman el derecho a la libertad y a la justicia. Seguidamente la Carta

Magna indica que el Rey ha fracasado en su intento de tener una relación armónica

con las colonias y que ese carácter indigno del monarca ha inspirado la decisión

fehaciente de romper cualquier vínculo entre las colonias y su metrópoli.

Aunque la Independencia había sido declarada y diversas acciones

secundaban la medida, algunas misas y la destrucción de símbolos reales y estatuas

del Rey, la guerra continuaba con un reagrupamiento de las fuerzas del realista

Howe que rápidamente cercaron a los patriotas. Las tropas de Washington perdieron

importantes plazas y debieron retirarse considerablemente.

Si bien Washington imponía disciplina y daba esperanza, su ejército se

desmembraba y desertaba al bando enemigo atraído por las comodidades y el pago

no pudiendo evitar que los realistas conquistaran Filadelfia.

Golpes de suerte y errores tácticos de los británicos le dieron Nueva York a las

tropas rebeldes, presentándose en este momento lo que fue probablemente el primer

gran acierto diplomático de los sublevados, haber sido reconocidos por Francia y

haber firmado con la nación gala un tratado de ayuda y alianza militar en febrero de

1778, lo que significó el envío de tropas francesas para ayudar a los patriotas.

El ejemplo francés lo siguieron Holanda y España, dejando a Gran Bretaña en

una situación tan desafortunada que no tuvo más remedio que ofrecer una

20

autonomía política y económica a las colonias con el propósito de que pararan la

guerra. Sin embargo era tarde y ahora si los norteamericanos querían ser libres.

Con una coalición antiinglesa en su máximo apogeo los británicos no tuvieron

más opción que replegarse al sur y tomar la ciudad de Savannah en diciembre de

1778. Pese a que los realistas habían ganado al general Benedict Arnold,

desmotivado por no ser considerado en el bando patriota, y el Rey gozaba de

aceptación en el sur, la coyuntura facilitó la recluta para el bando realista, la

necesidad de mantener varios frentes, incluso algunos de ellos fuera del territorio

norteamericano, por el acoso francés a las Antillas, lo que inclinó la balanza hacia los

seguidores de Washington. Vale la pena acotar que Jean Baptiste Chavannes (quien

junto a Vincent Oge es uno de los precursores de la independencia haitiana) y el

venezolano Francisco De Miranda participaron en algunas acciones para intentar

expulsar a los ingleses de la ciudad.

Las maniobras militares permitieron a los patriotas recuperar, en conjunto con

los franceses, Nueva York, asestando un duro golpe a los británicos que veían como

el general Cornwallis era fácilmente derrotado por unas tropas que doblaban a las de

él y que la armada francesa había vencido a la escuadra inglesa, perdiendo no sólo

buques, sino la posibilidad de evacuar a su ejército por vía marítima.

Con la guerra definida a favor de los patriotas, Inglaterra, consciente de que

no había nada que hacer, olvidó el problema norteamericano para atender la grave

situación de hostilidad que tenía con las demás naciones europeas que ayudaban,

abiertamente y de forma exitosa, a los revolucionarios estadounidenses.

El 3 de septiembre de 1783 el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del

Norte reconoció formalmente la independencia de los Estados Unidos con un tratado

firmado en París, dándole a la nueva nación un territorio que abarcaba desde

Canadá hasta Florida (devuelta por Gran Bretaña a España y que para el momento

21

comprendía además los territorios de Alabama, Louisiana y Mississippi) y a lo ancho

desde la costa atlántica hasta el río Mississippi.

Es preciso mencionar que si bien la independencia de los Estados Unidos

parecía ideada, no era más que una reflexión, es decir que al momento de

independizarse, el liderazgo político tenía una tarea titánica en el sentido de ofrecer

una visión de país aplicable en una realidad política desconocida. En 1776 no

estaban planteadas las bases de una conciencia nacional, los campos fueron

abandonados por los propietarios monárquicos, los proyectos personales trataron de

imponerse y el espíritu de unión no parecía ser más que retórico. El conflicto bélico

había obligado a que las partes aceptaran que el Congreso Continental asumiera

funciones gubernamentales, pero pasada la coyuntura ese organismo perdió

cualquier capacidad obligante, aunque seguía vigente un documento firmado por los

estados en 1781 en el que se establecía que en caso de alcanzar la independencia

se mantendrían vínculos entre las entidades libres e independientes.

El Congreso, impulsado por el articulado del plan de la confederación, era un

organismo estrictamente teórico al cual los estados no le hacían ningún caso y que

no podía obligar a ninguna de las partes. En gran parte esto se debía a la

desconfianza que reinaba en la conciencia de los delegados respecto a construir un

gobierno que les quitara su esencia local. Tan desastrosa era la situación que el

Congreso se quedó sin quórum mínimo para sesionar ante la renuncia constante de

varios delegados que manifestaban estar en instancias inoperativas.

Esta carencia de gobierno provocó que la desunión surgiera entre los estados

y algunos llegaran incluso a dirimir sus controversias por medio de las armas.

La misma incapacidad de actuar del Congreso trajo problemas en el diseño de

la política exterior y en la política social, pues al ser reconocido por Inglaterra, los

Estados Unidos se comprometieron a proteger a las personas que profesaban

simpatías hacia el Rey y a garantizar el respeto a sus propiedades. Como algunos

estados se opusieron a devolver las propiedades confiscadas a los realistas durante

22

la guerra, y el Congreso no podía obligar a cumplir, Gran Bretaña no devolvió

algunos fuertes en los que aún tenía presencia en el norte. En este fenómeno

comenzó también a observarse un problema que llevaría a los Estados Unidos años

después a una de las situaciones más complejas de su historia, el problema racial,

pues Gran Bretaña había ganado la voluntad de los esclavos diciendo que eran

personas libres, mientras que en los patriotas imperaba la noción de verlos como

mercancía particular. El problema de los fuertes con Inglaterra logró solventarse en

1794 con otro tratado.

El Congreso tuvo fundamentalmente un acierto, evitar a toda costa que

algunos estados se apropiaran de territorio no asignado y crecieran

considerablemente. Para ello, a solicitud de Maryland, todos los estados renunciaron

a favor de la nación a las tierras que tenían hacia el noroeste.

De esta manera el Congreso pasaba a poseer un territorio de 45 mil kilómetros

cuadrados que al ser vendidos podían darle a la nación los recursos necesarios para

saldar la deuda. Luego de un proceso de revisión y estudio, el Congreso dividió el

territorio y lo puso a la venta, reservándose cada cierta distancia un trozo para

construir una escuela.

En 1787 se determinó el régimen jurídico del Territorio del Noroeste,

estableciéndose que el primer propietario sería el Congreso, hasta que el territorio

contara con 5000 habitantes varones lo que le daría derecho a una legislatura local.

Si los habitantes libres alcanzaban la cifra de 60 mil, el territorio pasaba a ser un

estado de la unión. Ese fue el mecanismo que permitió el surgimiento de los estados

de Ohio, Indiana, Illinois, Michigan, Winsconsin y parte de Minnesota.

Por otra parte los habitantes del territorio contaban con la garantía se que se

les consideraba como habitante de los otros trece estados en cuanto a derechos

políticos, religiosos, educativos y a la seguridad de que no podrían ser esclavizados.

23

Algunos autores establecen en esta fase el origen de una gran corriente migratoria

europea hacia el oeste de los Estados Unidos.

El éxodo inicial hacia los nuevos territorios por explorar, aunado a la abolición

de leyes de primogenitura, al cese de los derechos de la Iglesia Anglicana como

religión oficial y el fin del latifundio realista contrastaba con la descomposición

económica que empezó a aparecer por el fin del comercio de guerra, la suspensión

del comercio con Inglaterra y la destrucción y el abandono de la tierra. La

prosperidad que parecía vivirse en la nueva nación daba paso a una etapa que

vislumbraba fracasos y problemas sociales. Los problemas económicos iban de la

mano de los sociales en un país en el que la inseguridad, el desempleo y la poca

esperanza eran temas cotidianos.

En este sentido se reavivó la discusión sobre la necesidad de establecer un

gobierno fuerte que pudiese aglutinar a los estados. El debate no era sencillo pues

implicaba que cada uno de los estados debía ceder parte de sus materias para

entregárselas al nuevo gobierno. En este sentido el debate se ampliaba sobre la idea

de que en caso de establecer ese nuevo gobierno, que clase de sistema sería. En

algo estaban claros los dirigentes y era en el hecho de que un gobierno que

garantizara la unión era imprescindible para garantizar el futuro del país.

El 25 de mayo de 1787 se reunió el Congreso en Filadelfia para modificar los

artículos de la convención, dando lugar a la actual Constitución de los Estados

Unidos. La composición del cuerpo colegiado era de 55 delegados que

representaban a todos los estados, salvo a Rhode Island, entidad que se abstuvo de

enviar representantes por discrepancias con la capacidad de que se estableciera una

representación por base poblacional y que eso permitiera un gobierno que le acabara

el comercio. El Congreso escogió a George Washington como Presidente y entre los

delegados estuvieron muchos próceres, salvo John Adams y Thomas Jefferson que

estaban en funciones diplomáticas y Patrick Henry y Samuel Adams que no

compartían el espíritu de centralizar algunas funciones del poder.

24

La Constitución se sometió a la aprobación de los estados, siendo ratificada

por nueve de ellos y entrando en vigencia el 21 de junio de 1788. Es curioso el caso

de Rhode Island que se negó a aceptarla por dos años hasta que el Congreso

amenazó con expulsarla de la unión y considerarla un país distinto al que se le

establecerían relaciones comerciales signadas por fuertes gravámenes.

La nueva Constitución estableció un sistema legislativo bicameral en el que

ambas cámaras deben aprobar por mayoría de votos las leyes. Se mencionó

anteriormente que había ciertas materias que los Estados entregaban al gobierno

federal; entre ellas estaba la reglamentación del comercio internacional, la

organización de las fuerzas militares y reglamentar la emisión de moneda, las

materias fronterizas y los problemas relativos a los nativos.

Los estados tenían prohibido celebrar alianzas directas con algún país,

declarar la guerra y emitir moneda, pero por el contrario tienen la función de

garantizar la vida de los ciudadanos, regular los matrimonios y divorcios, vigilar la

actividad bancaria y garantizar la libertad, el goce de los derechos y el cumplimiento

de deberes por parte de los ciudadanos

En cuanto al poder ejecutivo, este recaerá en el Presidente de la República

quien a su vez ejercerá como comandante de las fuerzas militares y será electo en

segundo grado. Esta forma de elección ha marcado desde sus inicios al sistema

electoral norteamericano e implica una superación del escenario del voto popular por

el sufragio de un cuerpo colegiado. Inicialmente los delegados debían cumplir la

voluntad del partido que los había escogido, pero en la medida en que ha avanzado

el tiempo se permite que el representante ante el Colegio vote como lo desee. Lo que

si queda establecido es que la ventaja en el voto popular en un estado otorgará a un

partido la totalidad de delegados que concurrirán al colegio electoral a sufragar.

25

Al Presidente lo acompañan en sus funciones un vicepresidente, actualmente

electo en fórmula con el Presidente, y varios ministros que son designados por el

primer mandatario pero deben ser ratificados por el Senado.

En su artículo tercero la Constitución establece que el poder judicial se ejerce a

través de una Corte Suprema compuesta por magistrados vitalicios y una serie de

tribunales menores. Los magistrados son nombrados por el Presidente pero deben

ser ratificados por el Senado.

“La Corte Suprema tiene jurisdicción exclusiva en los litigios entre los estados o entre un estado y los Estados Unidos, o en casos en que esté complicado un embajador o ministro extranjero. Pero es interesante observar que la facultad más importante de todas, la de interpretar y proteger la Constitución misma, no se le dio en la Carta. Por el contrario, tres veces durante los debates la Constituyente le negó explícitamente esa función. Sin embargo, el jurisconsulto John Marshall, siendo más tarde presidente del alto tribunal, asumió ese derecho y sentó con ello un precedente que ya nadie discute. Hoy cualquier persona natural o jurídica puede apelar ante la Corte Suprema en cualquier caso que implique la interpretación de un texto constitucional” (CÁRDENAS, 1998; 144)

La Constitución no garantizó los derechos civiles, lo cuál llevó a estados como

Massachussets a exigir que se subsanara la omisión. Por ello en noviembre de 1791

el Congreso adoptó y los estados ratificaron las diez primeras enmiendas, conocidas

como la Carta de Derechos, instrumento en el que quedan garantizadas las

libertades religiosa, de palabra, de imprenta, de reunión y petición a la autoridad para

corregir agravios, el derecho a usar armas para seguridad del estado, la inviolabilidad

del domicilio contra el alojamiento de tropas o el allanamiento o confiscación sin

orden judicial. Además se garantiza la protección con leyes establecidas en materia

de procedimiento civil o penal, se da la oportunidad de no declarar contra si mismo

en los juicios criminales y se otorga la certeza de no ser privado de la vida, la

propiedad o la libertad sin el debido procedimiento. Se establece que toda

confiscación debe ser indemnizada, se hacen votos por una justicia transparente y

rápida, el derecho a la defensa, la presunción de inocencia, el establecimiento de la

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cosa juzgada, la garantía de ser juzgado ante jurado en casos civiles cuando el valor

en disputa supere los veinte dólares y se prohíben los castigos inhumanos.

Con la Constitución puede decirse que los Estados Unidos habían pasado su

primera gran prueba y la clase política había conseguido, con grandes esfuerzos,

mantener una nación unida pese a que las que las diferencias geográficas,

culturales, religiosas y políticas estaban presentes desde sus inicios. Para algunos

analistas la Constitución de los Estados Unidos es un instrumento que no profundiza

en muchas materias y deja de lado elementos primordiales para el desarrollo. La

clave de este instrumento estriba en dos elementos: por un lado una capacidad de

elasticidad que le ha permitido ser aplicada por más de 200 años con muy pequeñas

modificaciones. En segundo lugar la Constitución tiene la virtud de haber sido un

ejercicio de necesidad en la que se fue imprescindible rescatar las coincidencias en

un gran entramado de diferencias para conseguir que la anarquía y el caos no

sumieran a la nación en la perdición. En este sentido habría que hacer un

reconocimiento a una clase dirigente que, con algunas fallas volvemos a insistir,

comprendió que si querían un Estado proyectado a futuro era fundamental trazar

unas líneas básicas de entendimiento y unas estrategias sobre las cuales trabajar.

Cuando George Washington tomó posesión de la Presidencia el 30 de abril de

1789, se encontró con un país con menos de 4 millones de habitantes entre los que

había 700 mil esclavos. Los caminos eran de tierra y la mayoría de la población

subsistía por la actividad agrícola. Geográfica y económicamente los Estados Unidos

estaban divididos en al menos dos grandes extensiones de tierra, el oeste y el este.

Viajar al oeste podía considerarse una odisea, pues sólo había dos rutas para

trasladarse, una trocha abierta por Daniel Boone que atravesaba las montañas por

Virginia y Carolina del Norte y se internaba en Kentucky y Tennessee y un camino

muy angosto que llevaba a Pittsburgh donde se tomaba una barcaza por el río Ohio,

teniendo que lidiar con el bandolerismo y los indios Pieles Rojas que estaban en la

zona.

27

En el este había algún tipo industrial de desarrollo incipiente, pero la

inexistencia de mercados para los productos norteamericanos y la falta de capital

hicieron que rubros como el hierro, el cuero y la cerámica colapsaran.

Sin embargo en el sur comenzó a masificarse la industria del algodón con la

aparición de la desmontadora de esta materia prima, maquinaria ideada por Ely

Whitney en 1792, que permitía acelerar el proceso de recolección de la fibra. Esta

nueva realidad económica hizo que se requiriera mayor mano de obra, aumentando

el comercio de esclavos en los estados del sur.

El gobierno de Washington no resultó en lo absoluto tranquilo. Las relaciones

con el Senado fueron complejas y en gran parte le tocó a Hamilton, una especie de

ministro con injerencia en todas las áreas, canalizarlas y servir de puente entre el

poder legislativo y la Presidencia.

Uno de los puntos más controversiales del gobierno fue la aplicación de una

serie de medidas económicas que llevaron entre otras cosas al establecimiento de

una moneda única, el Dólar. Sin embargo, un hecho que si trajo profundo malestar

en algunos sectores fue la implementación de un impuesto a los licores de

fabricación nacional, viéndose seriamente perjudicados estados como Pennsylvania ya que vivían de la producción de whiskey. Esta fue la primera manifestación de que

el gobierno estaba obligado a hacer cumplir las normas federales, pues ante una

serie de manifestaciones y movilizaciones tendentes a no acatar el impuesto, envió el

ejército, medida que resulto impopular

Algunos autores han indicado que estos sentimientos representan dos

grandes tendencias que llevarán al país a una guerra civil muchos años después. Por

un lado Washington, Hamilton y John Adams representaron la tendencia

mayoritariamente del norte de los Estados Unidos que reivindicaba que debe imperar

un gobierno central fuerte y que el Congreso federal podía actuar en áreas que no le

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eran expresamente negadas por la Constitución. La otra corriente estuvo

representada por Jefferson y tuvo eco en grandes sectores campesinos, populares y

sureños y defendía la posición de que el Congreso únicamente podía actuar en

temas que le habían sido asignados por la Constitución, porque ir más allá era

invadir una esfera de acción propia de los estados.

Llegó 1792 y con él la necesidad de escoger un nuevo Presidente. Las

elecciones se desarrollan obteniendo George Washington 132 votos y John Adams

77, lo cual mantiene la dupla Presidencial de igual manera a 1789. Debe recordarse

que en los primeros comicios el candidato más votado ocupaba la Presidencia y el

segundo la vicepresidencia.

Washington inicia su segundo mandato en 1793, en medio de la Revolución

francesa. Si bien los líderes políticos norteamericanos veían con agrado y simpatía la

lucha francesa, e incluso la consideraban una gesta que continuaba su proceso

independentista, a medida que pasaban los años la lucha en Francia empezó a

generar angustia en Estados Unidos por lo giros políticos que estaba tomando.

Francia declaró la guerra a Gran Bretaña y a España, acabó con la vida del rey y

nombró a Genet como embajador con unas instrucciones precisas en cuanto al

incentivo de la piratería contra los buques ingleses, la recluta de tropas para

conquistar Florida y Luisiana y luchar para que Canadá se incorporara a los Estados

Unidos.

“El 18 de abril de 1783 se efectuó en Filadelfia una reunión del gabinete. Washington, aunque desanimado al ver el giro que tomaban los acontecimientos, tenía todavía las mejores disposiciones con respecto a Francia, pero pensaba que lo primero era su propio país. Hamilton aborrecía a la Revolución francesa. Resultaba desconcertante, justamente cuando empezaba a haber ciertas esperanzas para los Estados Unidos, ver estallar a una nación amiga, e invitar a todos a unírsele. Hamilton deseaba declarar en suspenso el tratado de 1778, basándose en la muerte del rey, proclamar la neutralidad norteamericana y no admitir al ministro francés. Jefferson consideraba que la causa de Francia era “la más sagrada de las causas que jamás hubiera podido abrazar un

29

hombre”, pero tenía el mismo deseo de librar a Norteamérica de la guerra, si bien se oponía a una inmediata declaración de neutralidad, en parte porque consideraba que la neutralidad norteamericana era el más precioso regalo que podía hacerse a Inglaterra, que lo recibiría con desprecio. Semejante regateo le parecía a Washington indigno de una nación que se respetase. Debía declararse la neutralidad por lo que esta valía en si, no como parte de un negocio; por lo tanto, el 22 de abril de 1793 publicó el presidente un proclama de neutralidad.” (MORINSON, STEELE, LEUCHTENBURG, 2003; 170)

La neutralidad trajo grandes problemas con Francia, nación que aspiraba una

muestra de reciprocidad por parte de los Estados Unidos a quien había ayudado en

la consecución de su independencia.

Genet comenzó un proceso para intentar debilitar al gobierno estadounidense

que incluyó giras y formación de grupos de debate y acción política. Esa actitud hizo

que el gabinete votara unánimemente enviar una solicitud a Robespierre en Francia

para que retirara al embajador en los Estados Unidos. La respuesta francesa fue

favorable y aprovechó de incluir una solicitud para que los Estados Unidos

destituyera a Gouverneur Morris quien como embajador estadounidense estaba

trayendo muchos problemas a Francia.

Con Inglaterra la situación tampoco era buena. Lord Grenville informó en

Londres al embajador que Gran Bretaña había decidido mantener sus posesiones en

el oeste norteamericano, independientemente los Estados Unidos colaborasen y

pagasen sus deudas. Todo esto, aunado a la situación del comercio hacía presagiar

aciagos momentos para los Estados Unidos. Lo que hizo que en el Congreso

norteamericano se hablara de guerra fue que Gran Bretaña indicó que atacaría y

detendría todos los buques que llevaran mercancía francesa, neutrales o no, y que

llevaran provisiones a las colonias de Francia. Aunado a esto el gobernador de

Canadá, lord Dorchester dio un discurso en el que instaba a una delegación india a

tomar las armas y cruzar la frontera para defender el rey.

30

Gran Bretaña revocó la orden de detener buques neutrales y el gobierno

norteamericano respondió enviando al presidente de la Corte Suprema John Jay a

negociar en Inglaterra.

Mientras Jay negociaba se dio una batalla en la que Anthony Wayne derrotó a

un grupo de aborígenes instigados por Inglaterra firmándose en 1795 el tratado de

Greenville en el que los indígenas cedieron la esquina sudoriental del territorio del

Noroeste junto a 16 enclaves entre los que están Detroit y Chicago, a cambio de

pagos anuales por 10 mil dólares.

La misión de Jay a Gran Bretaña le permitió firmar un tratado el 19 de

noviembre de 1794 por el que Inglaterra se comprometía a evacuar el territorio del

Noroeste para 1796, un derecho ilimitado para que Estados Unidos pudiera

comercializar con las Indias Occidentales británicas y se decidió el nombramiento de

comisiones mixtas para algunos otros temas, por ejemplo la delimitación fronteriza.

Por otra parte se acordó que Estados Unidos indemnizaría a Gran Bretaña por

deudas anteriores a la guerra e Inglaterra se comprometió a indemnizar a Estados

Unidos por la captura de buques.

Aunque los Estados Unidos salió bien librado Jay fue acusado de haber

actuado contra los intereses de su país por varios sectores de la población. Sin

embargo, pese a que los incipientes partidos asumieron el tema de forma radical, el

tratado fue ratificado por el Congreso americano por escaso margen y el 2 de octubre

de 1796 Inglaterra abandonó el último fuerte en la frontera.

De igual forma se comenzó a negociar con España para la delimitación por el

oeste y por el sur, llevando tranquilidad a la política fronteriza.

En 1796 se convocaron elecciones. En este caso si llegaría un nuevo

Presidente, pues Washington había manifestado su intención de no aspirar a otra

reelección. En este sentido se postularon John Adams, Thomas Jefferson, Thomas

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Pickney, Aaron Burr, Samuel Adams, Oliver Ellsworth y George Clinton. Aunque no

había inscripción por fórmulas la idea de los federalistas era imponer a John Adams

como Presidente y a Thomas Pickney, gobernador de Carolina del Sur como

Vicepresidente. Los resultados le dieron el triunfo 71 votos a 68 a John Adams sobre

Thomas Jefferson que se convirtió en Vicepresidente.

“Norteamérica es la tierra de la democracia. Los federalistas estuvieron, pues, siempre en minoría; pero contaban en sus filas con casi todos los grandes hombres que la guerra de independencia hizo surgir, y su poder moral era muy extenso. Las circunstancias le fueron, por lo demás, desfavorables. La ruina de la primera confederación hizo temer al pueblo caer en la anarquía, y los federalistas se aprovecharon de esta disposición de ánimo pasajera. Durante diez o doce años, dirigieron los negocios públicos y pudieron aplicar, aunque no todos sus principios, sí algunos de ellos, porque la corriente opuesta se hacía cada vez más violenta impidiéndoles luchar contra ella.” (TOCQUEVILLE, 2009; 193)

Mientras en los Estados Unidos se respiraba un clima de tranquilidad y se veía

la sencillez y la humildad con la que George Washington entregaba el poder, en

Francia la situación era turbulenta. Los Estados Unidos estaban en el centro del

debate por varias razones; entre ellas el hecho de que a juicio del Directorio el

tratado de Jay era una prueba fehaciente y concreta de que los norteamericanos

estaban acercándose a Gran Bretaña y que la declaratoria de neutralidad había

llevado a que los barcos franceses fuesen expulsados, sufriendo en su salida los

embates de las naves inglesas. Para colmo de males los filósofos y políticos

defensores de los estadounidenses estaban presos, exiliados o guillotinados.

La actitud asumida por Francia fue marcar distancia hacia Estados Unidos al

promover ataques de corsarios contra la flota mercante norteamericana, no darle el

reconocimiento al nuevo embajador y usar un lenguaje insolente y virulento.

El gobierno de Adams estaba en un dilema importante: por un lado deseaba

mantener una política de neutralidad, pero era enfático al indicar que no estaba

dispuesto a tolerar esa actitud. Para mantener su posición internacional decidió

enviar una misión a Francia integrada por Elbridge Gerry, John Marshall y C.C.

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Pinckney cuya instrucción era indagar si verdaderamente el Directorio estaba

planeando rodear a los Estados Unidos al quitar la Florida y Louisiana a España e

incluso avanzar hasta Canadá, obligando de esta manera a los estadounidenses a

ubicar sus fronteras por los Apalaches.

La misión no fue recibida por el Directorio, aunque el canciller Talleyrand

designó tres funcionarios para que manifestaran a los norteamericanos que se podía

conversar si daban un préstamo a Francia o si se le entregaba un dinero para

Talleyrand.

El presidente Adams llevó el informe de su delegación al Congreso, ente que

declaró nulo el tratado de 1778 y autorizó el aumento de tropas y la formación de un

departamento de marina. Aunque no se declaró la guerra se dieron algunos

combates en el mar dónde los pirateas franceses fueron rápidamente superados.

A medida que el fervor patriótico se dejaba de lado y el problema con Francia

no pasaba de una escaramuza, las creencias de que Adams era el hombre indicado

para el momento terminaron desplazándose. La imagen de una figura que haría que

Francia respetase fue desplazada por la representación de un mandatario autoritario

que había aprobado dos leyes polémicas que le daban un poder discrecional

enorme: la Ley de Extranjeros que le permitía expulsar del país a cualquier extranjero

indeseable y la Ley de Sedición que castigaba con multa y cárcel al autor de

cualquier publicación considerada falsa o tendenciosa contra el Presidente. Incluso el

representante por el estado de Vermont Matthew Lyon sufrió los rigores expresados

en este instrumento jurídico, aunque algunos estados se negaron a acatar estas

leyes.

La profesora María Teresa Romero refiriéndose a la visión internacional de los

Estados Unidos señala lo siguiente:

“El interés es histórico. La propia Declaración de Independencia de Estados Unidos, si bien no lo afirma explícitamente, establece que los

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principios del gobierno justo que ese texto fundamental describe, son aplicables a “todos los hombres”, lo cual implica que la democracia no es sólo para los estadounidenses sino para el mundo entero y que por lo tanto, a favor de esa universalidad democrática, es necesario defenderla y promoverla dentro y fuera de sus fronteras nacionales.” (ROMERO, 2006; 26)

En las elecciones de 1800 Adams buscó la reelección quedando en el tercer

lugar con 65 votos, detrás de los 73 que obtuvieron Thomas Jefferson y Aaron Burr.

Al quedar empatados la elección se radicó en la Cámara de Representantes donde

10 estados apoyaron a Jefferson, mientras 4 acompañaron a Burr. De esta manera

Thomas Jefferson, nativo de Virginia y ferviente republicano se convertía en

Presidente. Como dato curioso hay que indicar que en los próximos 24 años todos

los Presidentes eran nativos de Virginia: Jefferson, Madison y Monroe; cada uno

gobernó 8 años y fue sucedido por su secretario de Estado.

En cuanto a la política exterior la acción más importante del gobierno fue

comprarle a Francia el territorio de Louisiana.

Louisiana era una posesión de 2 millones 500 mil kilómetros que España había

cedido a Francia junto a seis navíos a cambio de un trozo de la Toscana para que el

duque de Parma, primo del rey Carlos IV, pudiera también ser monarca. Entre las

condiciones exigidas por España estaba que el territorio no podía ser entregado a

otro Estado y en caso de no poder ocuparlo le sería devuelto.

Inicialmente Napoleón Bonaparte había tenido interés de formar un imperio

francés en América, pero la guerra con Gran Bretaña y la derrota francesa en Haití

hicieron que desistiera de su proyecto y violando el tratado con España le vendieran

el territorio a los Estados Unidos el 30 de abril de 1803 por 15 millones de dólares.

En ese lugar se formaron los estados de Lousiana, Arkansas, Missouri, Iowa,

Nebraska, Dakota del norte y del sur y algunas partes de Minnesota, Oklahoma,

Kansas, Colorado, Wyoming y Montana. Se ha dicho en algunos estudios que

Napoleón no sabía lo que hacía. Sin embargo algunos investigadores señalan que

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todo no era más que una estrategia para crearle un rival a Inglaterra que tarde o

temprano lo derrotaría.

“Esta compra de Louisiana resultó ser la operación concertada más importante de toda la historia de los Estados Unidos; y fue también el máximo punto de tensión a que se sometió a la Constitución, que no decía palabra acerca de la adquisición de nuevos territorios o de la concesión de la categoría de estados para ellos. Pero Jefferson decidió interpretar de modo muy amplio la Constitución, temeroso de que Napoleón se hiciera para atrás. El Senado dio desde luego su consentimiento, no sin reparos sarcásticos por parte de los federalistas, y el 20 de diciembre de 1803 el prefecto francés entregó formalmente Louisiana a los Estados Unidos.” (MORINSON, STEELE, LEUCHTENBURG, 2003; 189)

Durante la administración de Jefferson hubo otro conflicto internacional ya que

los Estados Unidos debían aportar recursos a Marruecos, Argelia, Túnez y Trípoli

para que los buques norteamericanos pudiesen navegar por el Mediterráneo. El bajá

de Trípoli consideró que no le daban el tributo correspondiente y declaró la guerra a

los Estados Unidos. Este conflicto se extendió hasta 1804 cuando el comodoro

Preble al mando del buque Constitution bombardeó Trípoli

En medio de la euforia colectiva por la expansión y los triunfos, aunado a un

crecimiento del colegio electoral y a la debacle del federalismo, Jefferson fue reelecto

con 162 votos frente a 14 Pinckney. Hay que mencionar que a partir de ahora los

candidatos a vicepresidente van en la fórmula con el candidato presidencial.

El inicio del segundo mandato no estuvo exento de polémica. Lo primero que

afectó al nuevo gobierno fue una conspiración que adelantó el ex - vicepresidente

Burr para dividir a los Estados Unidos. Después de una serie de movilizaciones y

reuniones es capturado y acusado de traición a la patria. Sin embargo el presidente

de la Corte Suprema, el magistrado Marshall, lo absuelve alegando que por traición a

la patria se entiende hacer la guerra a Estados Unidos o unirse a un ejército

extranjero y nada de eso había hecho el acusado.

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En el ámbito internacional tanto Inglaterra como Francia capturaban buques

norteamericanos y les confiscaban la carga. Por ende, en respuesta, el Congreso

decidió dictar en diciembre de 1807 la Ley de Embargo que prohibía a los buques

norteamericanos ir a puertos extranjeros, buscando de esta manera presionar a los

beligerantes. Sin embargo, el impacto se vio dentro de los Estados Unidos con

cuantiosas pérdidas y el Congreso tuvo que derogar la Ley en 1809.

En 1808 había ganado las elecciones, con una ventaja importante, James

Madison, secretario de estado de Jefferson y quien llegaba con la reputación de ser

un pacificador convencido y un Presidente que buscaría profundizar el comercio

estadounidense en el mundo buscando que se eliminaran las trabas.

Incluso llegó a plantear acercamientos con Gran Bretaña, siempre y cuando se

mantuvieran las diferencias con Francia. Nada de esto prosperó y Gran Bretaña

mantuvo la actitud de capturar buques norteamericanos.

“Vino a aumentar la animadversión contra los ingleses la rebelión del indio Tecumseh (noviembre de 1811) en el Territorio de Indiana, que gobernaba el general William Harrison. Éste aplastó la insurrección en Tippecanoe Creek e informó que los indios tenían la mejor pólvora y las más modernas armas inglesas, de donde se dedujo, con gran indignación, que la revuelta había sido fomentada por el gobierno de Londres. Una nueva generación de políticos, encabezada por Henry Clay, de Kentucky, y John Calhoun, de Carolina del Sur, ambos brillantes oradores, predicaba la guerra en nombre de un nuevo nacionalismo. Los estados del Norte se oponían alegando que no había más motivo para pelear con Inglaterra que con Francia. Pero si había un motivo, no muy respetable que digamos, pero motivo al fin: Clay quería apoderarse del Canadá, golpe que consideraba sencillísimo. Los belicistas, los “gavilanes de la guerra”, como se les llamó, dominaron el Congreso en la primavera de 1812 y en junio declararon la guerra, justamente cuando el gobierno británico acababa de derogar las medidas contra el comercio norteamericano. Es cierto que esa derogación no se conoció en los Estados Unidos sino varios días después, debido a la lentitud de las comunicaciones. Los motivos que alegaba el Congreso eran el bloqueo de los puertos americanos, la captura de buques mercantes en alta mar, el secuestro de marino y el supuesto fomento de la violencia indígena.” (CÁRDENAS, 1998; 114)

36

El gobierno de Madison ordenó atacar Canadá, pero las tropas

estadounidenses fueron repelidas por los ingleses, a quienes apoyaban el grueso de

realistas que habían salido de Estados Unidos cuando este alcanzó la

independencia.

En 1812 el gobierno logró la reelección y aunque lo consiguió cómodamente la

ventaja se redujo con respecto a comicios anteriores.

En 1814 Inglaterra aprovechó que por el momento Napoleón Bonaparte no

estaba y envió contingentes militares a América. Si bien las tropas estadounidenses

vencieron a los ingleses en el lago Champlain, los británicos entraron a la naciente

ciudad de Washington donde quemaron el parlamento y lo que existía de Casa

Blanca. Los ingleses también atacaron Baltimore, ciudad en la que en medio del

ataque Francis Scott Key escribió un poema que se convertiría en el himno nacional

de Estados Unidos.

Aunque la paz se firmó el 24 de diciembre de 1814, por los problemas de

comunicación siguió el conflicto. La última batalla se dio el 8 de enero de 1815 en

Nueva Orleans en la que las tropas locales dirigidas por Andrew Jackson obtuvieron

la victoria.

Al firmarse la paz la posición de Madison quedó en entredicho pues el tratado

de Gante que puso fin a las hostilidades no menciona la política fronteriza ni la

situación de la navegación.

Aprovechando esta situación Argelia capturó unos buques norteamericanos

recibiendo la declaración de guerra por parte de Estados Unidos que al poco tiempo

estaba recuperando los buques y obligando a Argel, Túnez y Trípoli a indemnizar y

permitir la navegación por el Mediterráneo.

37

En muy pocos años algo que no era más que una petición económica y

reivindicativa, de un pequeño grupo de colonias, había dado paso a una nación

organizada con leyes claras, coincidencias y con parámetros de futuro compartidos.

II.2 La segunda etapa: un país con una identidad propia. El aislacionismo, la

expansión y la guerra interna

En 1815 se da el Congreso de Viena que traslada la agenda de política

internacional a unas zonas en las que a Estados Unidos no le interesa tener acción.

Con ello empieza un nuevo período en la historia política norteamericana donde los

gobiernos se van a enfocar fundamentalmente en hechos de política interna.

En este nuevo escenario resulta electo James Monroe quien obtiene 183 votos

frente a 34 de Rufus King.

Le toca a James Monroe gobernar en medio de fuertes rumores sobre un

probable desmembramiento de la unión y en medio de polémicas sobre la admisión

de nuevos estados y la pertinencia del sistema esclavista.

Uno de los hechos que más preocupaba a la sociedad eran los estragos que

ocasionaban los indios Seminolas en la región de Florida. Lo que perturbaba a los

Estados Unidos era el hecho de que España no hacía nada para mantener el orden.

En agosto de 1817 el Presidente encomendó al general Andrew Jackson la

tarea de enfrentarse a los indígenas sublevados. El general realiza sus acciones con

tanto éxito que opta por seguir adelante en las expediciones, entrar en territorio

español, enfrentarse a los soldados y declarar la zona territorio de los Estados

Unidos.

Aunque el éxito de su acción le ganó la voluntad del pueblo, algunos actores

solicitaron enjuiciar a Jackson por haberse extralimitado. Entre ellos estaba el

38

secretario de Guerra John Calhoun quien argumentaba que la torpeza de Jackson

podía desencadenar una guerra con España.

Por otra parte el secretario de Estado John Quincy Adams le manifestaba al

Presidente que no arremetiera contra Jackson porque la corona española en manos

de Fernando VII tenía tantos problemas internos y en Hispanoamérica que no le

prestarían la menor atención a Florida.

Los planteamientos del secretario de Estado se cumplieron y alegando la

incapacidad española para proteger las fronteras el 22 de febrero de 1819 se firmó el

tratado por medio del cual España entregaba Florida a Estados Unidos y este se

compromete a asumir las reclamaciones de norteamericanos contra España por los

daños sufridos en el comercio durante el gobierno napoleónico. De igual manera

Estados Unidos renunció a sus aspiraciones sobre Texas y España a sus intereses

sobre Oregon.

En este gobierno se firmó un tratado en 1818 para zanjar cualquier diferencia

limítrofe con Inglaterra, cesando además las restricciones que los ingleses aplicaban

a los buques norteamericanos.

En 1820 James Monroe fue reelecto de forma avasallante en gran parte

porque el partido federalista había desaparecido, dejando en el juego únicamente a

los demócrata- republicanos. En los comicios Monroe obtuvo 231 sufragios frente a

uno de John Quincy Adams, otorgado por un delegado de Nueva Hampshire y 3 no

votaron.

El gran debate del segundo gobierno de Monroe se ubica en el fenómeno

social, fundamentalmente en la esclavitud. De los 22 estados 11 tenían esclavitud y

el resto no. Esto quiere decir que en el Senado no había posibilidades de adelantar

ninguna reforma, pues si eran 2 senadores por estado, quiere decir que había

39

empate. Sin embargo, en la Cámara de Representantes había una ventaja de 105 a

81 a favor de los antiesclavistas.

A finales del mandato de Monroe la atención volvió a fijarse en la política

exterior, elaborando el gobierno una posición que definiría su accionar por muchos

años y que repercutiría en su visión hacia América Latina.

“Después de los acuerdos de Missouri, Clay sugirió al presidente Monroe que adoptara una actitud positiva en la lucha de la liberación que se libraba en Latinoamérica contra España mediante el rápido reconocimiento de los gobiernos revolucionarios y el ofrecimiento de toda la ayuda diplomática que necesitaran. Aquello también era parte del Sistema Norteamericano, en virtud del cual Estados Unidos no sólo se hacía fuerte e independiente en el norte del continente, sino que excluía a las rapaces potencias europeas del centro y sur de América. Lo que Clay no sabía era hasta que punto el secretario de Asuntos Exteriores británico, George Canning, que también era un partidario entusiasta de la independencia latinoamericana (en beneficio de los intereses comerciales británicos), estaba presionando a Monroe a fin de que adoptara esa misma línea y declarara abiertamente que Francia y España ya no eran bienvenidas en el hemisferio. El 2 de diciembre de 1823, como parte de su mensaje al Congreso, Monroe anunció la nueva política norteamericana. Primero, Estados Unidos no intervendrá en las colonias europeas ya existentes. Segundo, se mantendrá distante de Europa, sus alianzas y sus guerras. Tercero: “De aquí en adelante, el continente americano (…) no será considerado pasible de ser colonizado en el futuro por las potencias europeas”. Cuarto, habida cuenta de que en Europa los sistemas políticos son diferentes del que rige en Estados Unidos, “cualquier tentativa de extender su sistema a alguno de los territorios de este hemisferio se consideraría peligrosa para nuestra paz y nuestra seguridad.” (JOHNSON, 2002; 308)

El profesor José Manuel Siso Martínez hace interesantes aportes sobre el

proceso de toma de decisión que llevó a proponer la Doctrina Monroe.

“Esta proposición fue transmitida al presidente Monroe en quien produjo una viva impresión la propuesta inglesa, así como en su Secretario Adams. Monroe antes de dar un paso tan trascendental, consultó a los dos hombres más eminentes del país, Jefferson y Madison, El primero estuvo totalmente de acuerdo: “Nuestra máxima fundamental, decía, y la primera de todas, debiera ser no mezclarnos en las discordias de Europa; la

40

segunda, no permitir que Europa se mezcle en asuntos americanos”.Sin embargo, Inglaterra que pedía la declaración colectiva se negaba a reconocer primero la independencia de las naciones hispanoamericanas, comprometiéndose a hacerlo más tarde, lo que no fue aceptado por los Estados Unidos.” (SISO, 1962; 403)

A partir de allí, y salvo contadas acciones, la política norteamericana excluyó a

la política internacional de su discurso. No había otra manera de hacerlo, pues el

país vivía una situación conflictiva desde que John Quincy Adams había ganado la

votación en la Cámara de Representantes luego de caer derrotado, tanto en el

sufragio popular como en el colegio electoral, pero el hecho de no haber obtenido el

porcentaje requerido hizo que la elección tuviera que llevarse al parlamento.

En 1837 gobernando Martin Van Buren estalló una revuelta en Canadá

encabezada por William Mackenzie. Aunque el gobierno proclamó su neutralidad, la

revolución sumó considerables voluntades en los Estados Unidos, hasta el punto de

que los sublevados recibían dinero y pertrechos desde el otro lado de la frontera.

La respuesta canadiense no se hizo esperar y un grupo cruzó la frontera del

río Niágara (por las cataratas) y destruyó un buque que entregaba ayuda a los

canadienses disidentes.

Más adelante, ya gobernando John Tyler, quien había sucedido a William

Henry Harrison quien falleció a los dos meses de haber jurado el cargo, tuvo que

enfrentar otra situación conflictiva al tener que sortear el creciente nivel de autonomía

que Gran Bretaña entregaba a Canadá. La idea inglesa de entregar un gobierno a

Ontario y uno a Quebec radica en la preocupación inglesa de una guerra civil o en el

repentino auge que pudiesen tener los liberales, que eventualmente podía traducirse

en la solicitud de una anexión a los Estados Unidos.

Tyler terminó de fijar las fronteras con Canadá entre Ontario y Nueva York y

proyectó una nueva línea fronteriza. Aunque hubo algunos conatos de combates la

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situación no pasó a mayores quedando pendiente resolver la coyuntura de Oregon

que mantendría una administración conjunta entre Estados Unidos y Gran Bretaña.

Entre 1843 y 1845 se ubicaron en el territorio de Oregon cerca de 5000

personas y comenzó un proceso de presión al Congreso para que se definiera la

situación de dicha zona. El secretario de estado Calhoun inició contactos con al

embajada británica pero no se concretó ningún acuerdo.

“Por este tiempo el expansionista James K. Polk había sido nombrado presidente de los Estados Unidos. Desafiante, aseguró que los derechos de los Estados Unidos a todo el territorio de Oregon, hasta la latitud 54º 40º, eran “claros e indiscutibles”, y pidió autoridad al Congreso para terminar el acuerdo de ocupación conjunta de 1818. Sin embargo, Polk nunca estuvo dispuesto a arriesgarse a una guerra para adquirir todo Oregon. Su ambición era anexar a California, lo que realmente significaría guerra contra México; no se proponía luchar contra Inglaterra y contra México al mismo tiempo. Así, cuando lord Aberdeen formalmente propuso extender la frontera internacional a lo largo de la latitud 49º N hasta Puget Sound, y de allí hasta el océano a través del estrecho de Juan de Fuca, dejando la isla de Vancouver a Canadá, Polk aceptó. Presentó la oferta británica a su gabinete y al Senado. Durante el debate en el Senado, algunos expansionistas del Oeste acuñaron el lema “¡54- 40 o la lucha!” Pero pocos estuvieron de acuerdo, y el 15 de julio de 1846 se ratificó el Tratado de Oregon. Así se definió la última delimitación de la frontera de 4800 kilómetros entre Canadá y los Estados Unidos.” (MORINSON, STEELE, LEUCHTENBURG, 2003; 282)

Durante esta administración también sucede el problema tejano y la anexión

de más territorio, esta vez de la frontera con México.

Para tratar el caso de este estado es preciso ir hasta 1819 cuando un tratado

entre España y Estados Unidos fijó la línea fronteriza por el río Sabinas a lo largo de

los ríos Rojo y del Arkansas y de allí hasta el Pacífico. Igualmente España ofreció a

sus súbditos de las provincias cedidas la posibilidad de trasladarse a Texas si así lo

deseaban. Este fue el argumento empleado por Moses Austin para solicitar permiso

de trasladar 300 familias de la Louisiana española. Al recibir el permiso se trasladó a

la zona, pero en 1822 debió trasladarse a México pues la independencia se había

42

conseguido y era pertinente recibir la autorización de parte de las nuevas

autoridades. Sin embargo este permiso no llegó hasta que se promulgó la Ley de

Colonización de 1823 que prohibía la entrada a los no católicos y erradicaba

cualquier forma de esclavitud, condiciones que fueron violadas por los colonizadores.

Salvo estas condiciones, el resto de medidas era absolutamente favorable para los

que quisieran llegar a la zona.

La constituyente de 1824 remitió a los estados el problema de la colonización

y decidió unir Texas y Coahuila. Había un interés manifiesto de poblar a la provincia

para evitar incursiones de los indígenas norteamericanos que estaban siendo

perseguidos al norte, llevando al gobierno a entregar cuantiosas concesiones, entre

ellos a Austin (quien recibió la posibilidad de expandirse hacia la costa aunque la ley

lo prohibía) y a no vigilar el cumplimiento de las normas, dándose la presencia de

esclavos y de no católicos.

“Los colonos tenían pocas causas de descontento, a excepción de que promulgada la constitución, algunos trámites debían hacerse en Saltillo y no había un buen sistema de justicia. Más la verdadera causa para despertar malestar iba a ser el antiesclavismo mexicano. Al discutir la ley de colonización de Coahuila y Texas, se intentó abolir la esclavitud, pero el cabildeo de los colonos aseguró que se dejara la decisión al congreso constituyente que sufrió las mismas presiones y terminó por declarar sólo la libertad de vientre y volver a prohibir toda importación de esclavos. El 16 de septiembre de 1829 el presidente Vicente Guerrero declaró abolida la esclavitud en la República, y aunque no tardó en conceder una excepción a Texas, a condición de que no entrara un solo esclavo más; la medida aumentó el malestar de los colonos, casi todos procedentes de estados esclavistas, que no tardaron en encontrar la fórmula para introducirlos firmando supuestos contratos con sus esclavos, en los que éstos declaraban que trabajarían para sus amos hasta pagar el monto de su precio, imposible por el bajo salario que les fijaban.” (VÁZQUEZ, 2009; 572)

El gobierno mexicano impulsó una serie de medidas para controlar el

problema colonial, estableciendo una ley federal de colonización que regularía la

materia y además estableció aduanas, guarniciones militares y fundó pueblos con

indígenas pacificados, todo esto con miras a mantener un territorio que en la medida

43

que pasaba el tiempo se le volvía hostil y la mayoría de la población venía de otro

país.

México vivía hacia 1832 años de caos y anarquía. Los tejanos, aduciendo que

la aduana era una implantación abusiva hacia los colonos, decidieron iniciar una

rebelión e incluso hubo episodios en los que los colonos mostraban mayor agrado

hacia los Estados Unidos que hacia México.

En medio de este caos Austin viajó a la capital llevando una serie de

planteamientos como abolir la prohibición de que los estadounidenses pudieran

entrar y que se consiguiera nuevamente la división entre Texas y Coahuila.

El Congreso abolió la prohibición de ingresar a los angloamericanos e impulsó

una serie de medidas para que regionalmente se le diera a Texas una autonomía

mayor en la que se incluía la aplicación de juicios con jurado y se autorizó el uso del

inglés en procedimientos civiles y legales.

Estas medidas calmaron a los colonos durante algún tiempo. Sin embargo,

tres años después, cuando los mexicanos quisieron poner aduanas alegando que la

transición se había vencido, se volvió a despertar un sentimiento de repudio hacia

México que incluso llevó a hablar de guerra, solicitar ayuda al extranjero y preparar

brigadas, todo eso motorizado por Samuel Houston.

El gobierno de Jackson declaró la neutralidad bajo el argumento de que se

trataba de un problema interno de otro país, pero decidió mover tropas hacia la

frontera por si el conflicto ponía en peligro a los Estados Unidos.

El Presidente mexicano Antonio López De Santa Anna, quien se había erigido

como la figura de mayor poder político en México desde el derrocamiento del

emperador Agustín De Iturbide, y que en ese momento ejercía la primera

magistratura mexicana, avanzó personalmente a repeler las tropas en medio de

44

sangrientos combates, pero es capturado por Houston. Mientras tanto una

convención de colonos realizada en noviembre de 1835 había desconocido al

gobierno mexicano por su centralismo exacerbado y el 2 de marzo de 1836

declararon su independencia aduciendo que no podían pertenecer a un país en el

que la violencia religiosa, la carencia de escuelas, el centralismo y la tiranía militar

fueran las características más resaltantes. En primer término quedaron a la cabeza

de la nueva República Burnett y Zavala, pero tiempo después fue electo Samuel

Houston.

Estado Unidos reconoció la independencia de la República de Texas el 3 de

marzo de 1837, último día del gobierno de Andrew Jackson.

La situación en Texas estuvo a punto de afectar el equilibrio de poder en los

Estados Unidos, pues aunque esa República era esclavista y de ingresar inclinaría la

balanza hacia el sector sureño, había tres estados norteños no esclavistas

esperando para entrar a la unión como entidades propias. Llegó a plantearse la

posibilidad de dividir Texas en al menos nueve estados para conseguir mayor

presencia de entidades pro- esclavistas. Sin embargo los sureños comenzaron a

manifestar su preocupación cuando se rumoró que Texas estaba dispuesta a abolir

la esclavitud a cambio del reconocimiento de Gran Bretaña. Algunos sectores

conservadores de los Estados Unidos veían con preocupación la aparición de un

nuevo Canadá al sur.

El primer intento de anexarse a Texas fue negado por el Senado de Estados

Unidos en 1844, pero el presidente Tyler argumentó que era un problema interno y

por medio de una resolución de ambas cámaras, que requería la aprobación por

mayoría simple, decidió anexarse Texas, maniobra que se ejecutaría si el presidente

Houston daba su beneplácito.

Algunas voces manifestaron su descontento frente a esto. Por ejemplo Van

Buren y Henry Clay decían que esta actitud sólo traería problemas con México y no

45

garantizaban una política de cohesión interna. Los partidos políticos y el electorado

pasaron factura, a Van Buren en la convención para elegir candidato de su partido y

a Clay en los comicios generales quedando electo Presidente James Polk.

Vista esta breve referencia al porqué del problema tejano, volvemos a

situarnos en 1845 cuando el presidente Polk ordenó que contingentes militares se

ubicaran en la frontera entre México y Texas para evitar una reacción del primero

contra lo que consideraba una provincia rebelde. Polk tenía fervorosos deseos de

anexarse California, pues a su juicio si el territorio no era conquistado por los

estadounidenses, Francia o Gran Bretaña tomarían posesión de él.

El Presidente envió a John Slidell a México para plantear al gobierno que

fijaran la frontera por el Río Grande y que si ello ocurría, los Estados Unidos

asumirían los reclamos de sus ciudadanos contra México (igual que se había hecho

con Florida). De igual forma se ofrecieron 5 millones de dólares por Nuevo México y

en una muestra de altanería manifestaron a México que le pusiera precio a

California, pues también querían comprarla.

El presidente Polk presentó al Congreso que la negativa mexicana para recibir

a su enviado y las deudas no pagadas, además de la ruptura de relaciones por parte

de México, eran motivos suficientes para declarar un estado de guerra. A ello hay

que unirle que la caballería mexicana atravesó el Río Grande y participó en una

escaramuza contra las tropas norteamericanas apostadas allí. Ello fue motivo

suficiente para que el Congreso aceptara declarar la guerra.

Aunque la decisión del gobierno le había ganado seguidores, algunas voces

se levantaron, regándose un clima de descontento contra las acciones bélicas, las

cuales fueron tildadas por los abolicionistas como un plan muy bien diseñado para

expandir el imperio esclavista. Entre los críticos de la guerra estuvo Henry Thoreau

que se negó a pagar sus impuestos y fue encarcelado hasta que un familiar canceló

la deuda. Motivado por su situación Thoreau escribió el Ensayo sobre la

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desobediencia civil, obra en la que justifica su acción y que se convirtió rápidamente

en un texto leído alrededor del mundo, fundamentalmente por los habitantes de los

pueblos que luchaban por su independencia.

El 14 de julio de 1846 un grupo de colonos de California, región que no era

zona de conflicto, declaró el nacimiento de la República de California y tres semanas

después se proclamó desde Monterrey que California era posesión norteamericana.

La resistencia de los hispanoparlantes fue rápidamente vencida.

Después de disputas que llegaron incluso a combates en la Ciudad de México,

defendida desde la colina fortificada de Chapultepec los mexicanos se rindieron y

firmaron el 12 de febrero de 1848 el tratado de Guadalupe- Hidalgo por el que

México cedía a Estados Unidos Texas con la frontera del Río Grande, Nuevo México

y la parte norte de California. El vencedor se hacía cargo de las reclamaciones no

cubiertas y además cancelaba 15 millones de dólares a México.

El gobierno de Polk no se quedó allí sino que presentó una oferta para

comprar a Cuba, cuya población preocupaba a algunos sectores que veían factible

una sublevación como la de Haití. Sin embargo otros observaban que la isla era una

fuente de esclavos. España se negó rotundamente a vender la isla.

Tiempo después un encontronazo por poco lleva a la guerra con España, cuya

solución hubiese sido solicitar la entrega a Estados Unidos de la isla, pero España se

disculpó y el incidente no pasó a mayores.

Era tal la posición de los Estados Unidos que comenzaron a exagerarse

algunos hechos, por ejemplo que un grupo de irlandeses y sicilianos estaban

pidiendo la separación de sus países e iban a solicitar a Estados Unidos que los

anexaran.

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Durante esta administración el presidente Polk obtuvo el derecho a transitar

por el Istmo de Panamá mediante el reconocimiento a Colombia de la soberanía de

ese territorio. De igual manera surgieron algunas controversias con Gran Bretaña,

pues el reino tenía algunas dependencias en América y a juicio de los Estados

Unidos ello chocaba con la Doctrina Monroe. Finalmente se acordó por medio de un

tratado que ni Estados Unidos ni Gran Bretaña buscarían tener el control del futuro

canal nicaragüense. Al final Gran Bretaña cedió parte de sus territorios a Honduras y

Nicaragua cerrándose el litigio.

El caso de Nicaragua también merece una mención, pues el comodoro

Cornelius Vanderbilt estaba intentando construir una línea ferroviaria en Nicaragua y

para hacer más fácil la situación financió al filibustero William Walker para que

tomara el poder en esa nación. Una vez en el gobierno Walker comenzó a construir

una red de esclavitud y a presionar económicamente a los contratistas. Es por ello

que el comodoro Vanderbilt luego de apoyarlo, ayudó a una coalición

centroamericana que depone a Walker y finalmente lo fusila luego de intentar

retomar el poder.

La crisis social producto de la esclavitud y el problema de tener un país roto

entre esclavistas y antiesclavistas llevó a que un grupo de ciudadanos, muchos de

ellos provenientes del partido WHIG, se reunieran en Jackson, Michigan el 6 de julio

de 1854 y juraran ser un movimiento que lucharía contra la esclavitud por todos los

Estados Unidos. Este nuevo grupo, denominado Partido Republicano, tardó en

adquirir fuerza. Era una época en la que los partidos tradicionales estaban al borde

del colapso y la gente buscaba nuevos grupos a los cuales sumarse.

En los comicios de 1856 el nuevo grupo presentó la candidatura de John

Fremont, un personaje fervientemente antiesclavista que se había desempeñado

como gobernador de California y había llegado a ser senador por ese estado.

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Luego del gobierno de Buchanan, el último de los demócratas en ser

Presidente, la situación social era alarmante. Historias de esclavos que luchaban por

su libertad, guerrillas que los querían liberar e incluso armar, gestas inspiradas en

libros como La Cabaña del Tío Tom y arduas controversias mostraron un país

dividido y con serias problemáticas sociales.

Era un hecho concreto que los Estados Unidos tenía problemas de diversa

índole.

Pero todas las diferencias eran llevaderas y sostenibles, salvo la relacionada a la

esclavitud, tema que estuvo a punto de acabar con una nación que a más de 7

décadas de creada podía decir que no lograba desarrollar un espíritu de unidad.

Los estados sureños habían amenazado que de resultar electo un candidato

republicano ellos renunciarían a la unión y formarían una nueva República.

En efecto, ocurrió lo que los sureños pensaban, en noviembre de 1860 resultó

electa la fórmula republicana que proponía a Abraham Lincoln como Presidente y a

Hannibal Hamlin como Vicepresidente.

El 20 de diciembre de ese año se da origen a un proceso por el que los

estados de Mississippi, Alabama, Florida, Lousiana, Georgia, Carolina del Sur y

Texas deciden separarse y el 4 de febrero reunirse para dar forma a los Estados

Confederados de América, cuya capital sería la ciudad de Montgomery en Alabama y

el presidente sería Jefferson Davis quien tendría como vicepresidente a Alexander

Hamilton Stephens.

“La parte occidental de Virginia se negó a abandonar la Unión; tres estados entraron en al confederación. Arkansas se separó de la unión el 6 de mayo; el 7 firmó Tennesse una alianza con la Confederación, que un mes más tarde fue aprobada por el pueblo; Carolina del Norte, que había rechazado previamente la secesión, se encontró en la insostenible posición de islote unionista en medio de la Confederación, hasta que el 20

49

de mayo ratificó la Constitución confederada. La actitud que adoptase Maryland había de tener una importancia decisiva, pues su secesión dejaría aislado al gobierno federal en Washington. Las primeras tropas del norte que se dirigieron a la capital provocaron tumultos a su paso por Baltimore (19 de abril); pero el peligro de la desunión en Maryland pasó. En Kentucky, la opinión estaba dividida, pero para fines del año el estado unió su suerte a la Unión. Missouri se encintró prácticamente bajo un régimen doble en toda la guerra. Delaware nunca vaciló en su lealtad; en California los unionistas ganaron un fiero combate a los simpatizantes del Sur. Pero California estaba demasiado lejos para dar a la causa de la Unión más que ayuda pecuniaria, en la que se mostró generosa. Los indios del Territorio Indio, muchos de ellos esclavistas, en su mayoría unieron su suerte a la del Sur.” (MORINSON, STEELE, LEUCHTENBURG, 2003; 326)

La capital fue mudada de Montgomery a Richmond, una ciudad con mayor

tradición histórica, capital de un estado que ha sido cuna de grandes hombres y muy

cercana a Washington, para de esta forma intentar minar la moral de la capital de la

Unión.

A todo esto se unía el hecho de que la situación económica en la que Lincoln

encontró el gobierno, cuando asumió el 4 de marzo de 1861, era desastrosa y las

instituciones tenían una gran debilidad organizativa, inclusive muchos cargos

militares y administrativos quedaron vacantes porque sus titulares renunciaron a ellos

para sumarse a la Confederación.

El problema de fondo seguía siendo el que había marcado a la República

desde sus orígenes, cuáles eran las atribuciones federales y hasta dónde llegaba la

acción de los estados. En este punto la polémica descansaba en que la Constitución

no hablaba sobre la ruptura de la Unión, es decir que pareciera, según los sureños

que el Congreso no tiene nada que hacer si los estados deciden romper la unidad.

Incluso algunos sectores del norte comenzaron a preguntarse si valía la pena

mantener una unión falsa, sólo estructurada por la fuerza de las armas y la coerción.

50

Los confederados decían luchar por la descentralización, la libertad al

autogobierno, el comercio sin barreras y la justicia, pero en medio de todo esto se

mantenía un régimen tan perverso como el de la esclavitud.

En 1861 quedaba claro que la Unión estaba formada por 21 estados que

tenían 21 millones de habitantes. El norte tenía minas, una gran red de ferrocarriles y

era considerablemente superior al sur. Los confederaros estaban constituidos por 11

estados que tenían 9 millones de habitantes, de ellos 5 millones y medio eran

hombres blancos y el resto esclavos. Este territorio, a diferencia del norte

industrializado, era rural y tenía importantes reservas de algodón, insumo por el cual

creían que Francia y Gran Bretaña apoyarían a la Confederación. Sin embargo la

industria textil de Europa se vino a pique y el aporte de algodón norteamericano no

resulto crucial. En cuanto a la posición asumida, Inglaterra se declaró neutral el 13 de

mayo de 1861 pero declaró la beligerancia del sur para poder vender insumos.

Francia optó por no intervenir.

Lincoln ordenó formar contingentes para luchar, haciendo énfasis

reiteradamente que la guerra no era para abolir la esclavitud sino para garantizar la

unión. Lo que se creía sería una guerra corta se convirtió en un conflicto que duró

cuatro años y que condicionó la realidad norteamericana, incluso hasta nuestros

días.

Las primeras batallas beneficiaron a los confederados. Sin embargo, era tal el

desorden de sus tropas que pudiendo ocupar la ciudad de Washington no lo hicieron.

En el bando unionista tampoco imperaba el orden. John Fremont fue nombrado

comandante del oeste y decidió abolir la esclavitud en Missouri. Este hecho tuvo que

ser desautorizado por Lincoln, llevando a que los abolicionistas criticaran al gobierno.

Una de las medidas acertadas que aplicó Lincoln fue la de bloquear los

puertos del Sur, pues con esto conseguía impedir que los confederados obtuvieran

recursos a través de las importaciones del algodón. Sin embargo, pese a la

51

prohibición de navegar desde la zona confederada los secesionistas enviaron a

Europa a James Mason y John Sliddel. Posteriormente estos fueron capturados en

alta mar cuando el capitán de una goleta estadounidense se acercó al buque y los

encontró. Aunque este hecho causó algarabía en el Norte, los prisioneros debieron

ser puestos en libertad ante la presión inglesa de que se había violado el derecho

internacional.

Aunque el gobierno se encontraba incapacitado de aglutinar las fuerzas

suficientes para dar el golpe final y el presidente sufría una tragedia familiar, en el

oeste las noticias eran favorables por la campaña militar que Ulysses Grant llevaba

adelante en Kentucky. Entre las batallas más importantes está la de Shiloh en la que

las bajas estuvieron alrededor de los 25 mil hombres y que era fundamental para las

tropas confederadas porque por allí podían proyectarse hacia el norte.

El historiador John Bruning, que junto a otros historiadores como Gary Rhay,

Dana Lombardy, John Hill, Jack Radey, Christopher Gabel y el coronel Lawyn

Edwards forman parte de un proyecto audiovisual de tres piezas sobre la guerra

titulado Civil War Battles indica que William Tecumseh Sherman fue fundamental en

esta batalla pues se proyectó a través de expediciones para poder actuar con

sorpresa pudiendo decirse que una de las defensas reales fue la realizada por él,

mientras los demás peleaban entre si sin un objetivo claro y definido.

Después de la derrota de Shiloh y la pérdida de Nueva Orleans y del buque

blindado Merrimac, la Confederación quedó en precarias condiciones. A esto se une

que el general McClellan intentó atacar Richmond pero recibió el ataque del general

Lee y lo obligó a replegarse a Washington. Dos meses después las tropas de los

unionistas fueron nuevamente repelidas hasta que el general Lee intentó capturar

Maryland para obligarla a entrar a la Confederación, pero el general McClelan le

cortó el paso y lo obligó a marchar a Virginia.

52

El 22 de septiembre Lincoln notificó a su gabinete lo que ya era una decisión.

A partir del primero de enero de 1863 los esclavos serían libres en todos los estados

que estaban alzados en armas contra el gobierno. Es importante resaltar que no

entran en esta consideración los estados esclavistas que habían decidido

permanecer fieles a la unión. Se piensa que esta fue una medida para evitar que

estos estados se sumaran a la Confederación para mantener los esclavos.

Esta medida repercutió favorablemente en el aumento de tropas para la Unión,

producto de los esclavos libres que decidieron sumarse. Además, esta medida evitó

que se consumara un rumor que recorría el territorio estadounidense respecto a que

Gran Bretaña reconocería la Confederación.

La nación vivía episodios de cansancio ante la guerra. Las elecciones

legislativas de 1863 lo demuestran con el triunfo de los demócratas en Nueva York,

Nueva Jersey, Pensilvania, Ohio, Indiana, Illinois y Wisconsin y las tropas estaban

desmoralizadas, repletas de deserciones y peticiones de licencias.

Sin embargo el Presidente no perdía la calma y sabía que la suerte podía

cambiar y darle el triunfo definitivo a la Unión si las maniobras se hacían de forma

acertada y con disciplina.

Así llegó el sitio de Gettysburg, producto de que el general confederado Lee

deseaba conquistar Filadelfia. Frente a él estaba el general Mead que tenía 80 mil

hombres que al cabo de los días eran 90 mil. La superioridad numérica del norte

contrastaba con la disciplina de las tropas sureñas.

Al tercer día, ya con muestras de inferioridad, el general Lee ordenó

movilizaciones de 15 mil hombres de su tropa hacia una zona controlada por los

unionistas que aniquilaron buena parte del grupo.

53

Finalmente la batalla dejó 28 mil confederados muertos y 23 mil unionistas,

pero constituyó una herida mortal a las aspiraciones sureñas que no volverían a

poder acercarse al norte. Como si no fuera suficiente para los confederados, al día

siguiente Ulysses Grant y William Sherman iniciaron un ataque contra la guarnición

que al cabo de una semana les permitió conquistar Vicksburg. También tomaron Port

Hudson, con lo cual tenían todo el río Mississippi por lo cual la toma de Lousiana,

Arkansas y Texas fue el siguiente paso, retirándole una importante fuente de

insumos a los confederados al cerrar la frontera con México.

Si bien el sur estaba golpeado no estaba derrotado. Ambos bandos seguían

teniendo problemas, pues los sureños tenían más de 60 mil bajas, habían recibido la

catastrófica noticia de que Francia no ayudaría a romper el bloqueo y los bonos

habían bajado, aunado en que los apoyos ingleses veían como poco probable que la

separación del norte pudiera concretarse. Por otra parte el norte, aunque se había

recuperado la confianza, había un déficit de tropas y al no servir el incentivo de 100

dólares que daba el gobierno federal y los aportes de los gobiernos locales para que

los ciudadanos se alistaran, hubo que recurrir a la recluta, produciéndose violentos

disturbios en Nueva York.

Grant y Sherman seguían cosechando éxitos en el oeste y Lincoln llamó al

general Ulysses Grant, lo ascendió a un grado que sólo había tenido Washington, le

entregó la jefatura del ejército del Potomac en sustitución de Mead y se puso a

trabajar con él para diseñar un plan conjunto.

En 1864 Grant inició operaciones con tropas que doblaban a las de Lee y con

un esquema que buscaba atacar primero y por sorpresa a sus adversarios, sin

importar el hecho de no conocer el terreno en el cual peleaba.

En el otro gran frente Sherman logró poner sitio a Atlanta. La jefatura del

ejército sureño fue asumida directamente por Jefferson Davis pero de nada sirvió y

los unionistas pudieron ocupar Atlanta el 3 de septiembre, destruyendo la ciudad,

54

acabando con el bastión más productivo y organizado de la Confederación.

Posteriormente las tropas de la Unión se trasladaron hacia Savannah para acabar los

conatos sudistas que aún existían y luego de destruir la ciudad y todo lo que

encontraban a su paso enfilaron las tropas hacia Virginia para encontrar a Grant.

En medio del escenario bélico tocó el momento de la reelección. Podría

hacerse un ejercicio hipotético y pensar que si las elecciones hubieran sido un año

antes, junto a las legislativas por ejemplo, Lincoln hubiese experimentado una

derrota avasallante. Sin embargo los comicios coincidían con el momento de victoria

que experimentaba el gobierno.

Además de ello a Lincoln, quien ahora llevaba por compañero de fórmula a

Andrew Johnson le beneficiaba que su contendor era el general George McClellan

que afincaba su campaña en un discurso pacifista que contrastaba con su actuación

en la guerra. Además, su destitución, ordenada por el mismo Lincoln, por algunos

fracasos militares, chocaba con la exitosa imagen de hombres como Grant y

Sherman.

Todo esto influyó para que Lincoln renovara su gobierno con 212 votos

electorales contra 21. Debemos recordar que los estados confederados no

participaron en esta elección presidencial.

Mientras tanto algunos soldados unionistas en estado de ebriedad destruyeron

la ciudad de Columbia, capital de Carolina del Sur. Temerosos de que pasara lo

mismo los confederados abandonaron Charleston y esta fue ocupada por los

soldados norteños.

“Apenas seis semanas de vida le quedaban a Lincoln al empezar a ejercer su segundo período presidencial el 4 de marzo de 1865. A los 56 años de edad era un hombre duramente castigado por el sufrimiento, envejecido, cansado, atormentado constantemente por los fantasmas de los muertos. ¡Medio millón de jóvenes sacrificados en los campos de batalla! Su mayor anhelo era acabar pronto con aquella matanza, restablecer la paz y hacer

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olvidar todo vil sentimiento de odio fratricida. Para él los sudistas nunca fueron enemigos sino hermanos equivocados que merecían más caridad que castigo; y si la esclavitud era un crimen, Norte y Sur compartían por igual la responsabilidad de haber permitido que se estableciera en el país. Para ambos la guerra era una expiación decretada por la Providencia ofendida. Ahora que se veía ya cerca el final, importaba ante todo trabajar por la reconciliación; y su sentido de justicia le decía que el Norte debía contribuir con sus grandes recursos a restablecer la prosperidad del Sur, cuya economía había sido arruinada. En febrero propuso al gabinete que el gobierno pagara 400 millones de dólares a los sureños como compensación por la pérdida de sus esclavos. La liberalidad de este proyecto desconcertó a sus colaboradores, que lo improbaron por unanimidad. ¿Cómo esperar que todos emularan la generosidad y nobleza de ese gran corazón? (CÁRDENAS, 1998; 270)

El general Lee observando que no podía resistir abandonó Petersburg, ciudad

que fue inmediatamente ocupada por Grant el 2 de abril. Al día siguiente los

unionistas tomaron la ciudad de Richmond, capital de la Confederación. El gobierno

se trasladó a Danville, Virginia, una ciudad más al sur y el general Lee intentó

replegarse pero a la semana se rindió en Appomatox con más de 26 mil hombres.

En la rendición se ve a unos triunfadores que demuestran gallardía ante los

vencidos pues los dejaron marcharse con sus implementos, sus armas y sus

caballos, mulas y burros simplemente con la promesa de que no volverían a alzarse

contra el gobierno. Además, el general Grant, observando que las tropas de Lee

estaban hambrientas les envió raciones de comida. También se prohibió a los

vencedores disparar salvas de festejo para no perturbar a los derrotados.

Al poco tiempo el general Johnston se entregó a Sherman en Carolina del

Norte y poco a poco los jefes sudistas fueron deponiendo las armas. El presidente

confederado Jefferson Davis fue capturado en Georgia, pasó dos años preso y sin

ser condenado, fue indultado por el Congreso.

Simbólicamente la guerra se cerró el 14 de abril de 1865 cuando el general

Robert Anderson, quien 4 años antes había izado la bandera confederada en el

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Fuerte Sumter, se trasladó al mismo lugar para izar la bandera de los Estados

Unidos de América.

Sin embargo el clima de perdón y acuerdo se vio cortado con el asesinato del

presidente Lincoln la noche del 15 de abril de 1865 en un plan que buscaba eliminar

a todos los miembros del gabinete.

Con la muerte del Presidente se cerraba un período trágico en la historia de

los Estados Unidos que no dejó peores resultados porque tenía en el poder a una

figura soñadora y trabajadora como la de Abraham Lincoln.

Dice el historiador Jack Radey en el proyecto audiovisual antes mencionado

que Andrew Johnson, ahora Presidente de los Estados Unidos tenía entre sus

prioridades recuperar la situación económica y resolver el problema en el que había

quedado el sur, además de ver la forma de integrar a las poblaciones de esclavos

libres a la vida civil cotidiana.

El gobierno de Andrew Johnson fue un gobierno muy difícil pues le tocó

ejercer la Presidencia en una nación destruida por la guerra y en la que la situación

económica obligaba a grandes sectores a vagar por todo el territorio nacional.

En medio de esta realidad el Presidente tuvo que sortear dos acontecimientos

internacionales.

El primero de ellos fue la intervención francesa en México. Con la anuencia de

diversos sectores de la política mexicana el gobierno francés de Napoleón III decidió

invadir para cobrar una serie de deudas que el gobierno de Benito Juárez tenía con

Francia.

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Para ello decidió enviar a Maximiliano de Habsburgo, hermano del emperador

austríaco Francisco José y yerno del rey de Bélgica Leopoldo I quien tomó el poder

con un gabinete mayoritariamente conservador y con una férrea oposición liberal.

Si bien para los Estados Unidos la ocupación era una violación concreta a la

Doctrina Monroe la difícil situación estadounidense imposibilitaba intervenir. Sin

embargo decidió no reconocer al gobierno imperial de Maximiliano y seguir

considerando a Benito Juárez como Presidente. En 1865 el gobierno de los Estados

Unidos a través del secretario de Estado William Seward le manifestó a Francia su

preocupación por lo que se consideraba un régimen intervencionista. La respuesta

francesa fue ofrecer a Estados Unidos que si no quería reconocer a Maximiliano al

menos reconociera un nuevo gobierno en el que ni él ni Juárez estuviesen, escenario

que tampoco se dio.

Preocupado por los reveses en México y desalentado por la negativa

norteamericana a apoyar, el gobierno francés decidió abandonar a Maximiliano quien

fue derrocado y fusilado por los liberales.

El 30 de marzo del mismo año tiene lugar el segundo episodio internacional

que marca al gobierno de Johnson. El secretario de Estado concretó la compra por 7

millones quinientos mil dólares de los millón y medio de kilómetros de la región rusa

de Alaska. Aunque en un principio los comentarios y críticas no se hicieron esperar el

gobierno logró un hecho fundamental que fue retirar a Rusia de sus territorios en el

continente americano.

En los comicios de 1868 los republicanos retoman el poder con el general

Ulysses Grant como Presidente y Schuyler Colfax como candidato a la

vicepresidencia.

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La administración de Grant se inició con un intento por anexarse la República

Dominicana aprovechando que el presidente Buenaventura Báez estaba dispuesto a

ello a cambio de recursos y de que se le permitiera permanecer en el poder.

“Las propuestas de Báez al Gobierno americano fueron consideradas con mucho detenimiento por el Secretario de Estado, William Seward, quien no se atrevió a acogerlas en aquellos momentos en que una propuesta suya para comprar las Antillas Danesas estaba siendo seriamente objetada en el Senado. Pero no obstante sus prevenciones, Seward le hizo saber a Báez el interés de su gobierno por Samaná y el mismo Presidente de los Estados Unidos declaró en diciembre de 1868 su simpatía por la adquisición de esta parte del territorio dominicano” (MOYA, 2002; 372)

A Báez le preocupaba que las fuerzas revolucionarias avanzaban de forma

considerable contra su gobierno y él observaba que no había medios para detenerlo.

Además de ello en Haití también se vivía una revolución que frenó la colaboración

entre el mandatario dominicano y el presidente de Haití Silvain Salnave.

La propuesta se formalizó por parte de República Dominicana, pero el Senado

de los Estados Unidos decidió enviar una comisión investigadora que pudiese

certificar si los dominicanos querían unirse a Estados Unidos.

Aunque el veredicto de la comisión fue recomendar la anexión, el lobby

realizado por los exiliados dominicanos obligó a que el cuerpo colegiado negase el

proyecto. En contraprestación el gobierno de Báez alquiló Samaná a una empresa

norteamericana, otorgándole además el derecho de decidir el tipo de justicia y la

organización política de la zona.

Báez renunció algunos años después y el gobierno dominicano recuperó

Samaná alegando que la empresa había violado el acuerdo al no cancelar sus

deudas.

Entre 1868 y 1916 hubo una amplia hegemonía republicana que se tradujo en

10 gobiernos por 4 de los demócratas. Por los republicanos gobernó el general Grant

59

en dos ocasiones (en 1868 y 1872); luego en 1876 triunfó Rutherford Hayes, en 1880

James Garfield (el mandato debió terminarlo el vicepresidente Chester Arthur por el

asesinato de Garfield en 1881), en 1888 Benjamin Harrison, en 1896 y 1900 William

McKinley, debiendo terminar el segundo mandato el vicepresidente Theodore

Roosevelt por el asesinato del Presidente en 1901. Roosevelt triunfa en los comicios

de 1904 y en los de 1908 William Taft. La división de Taft y Roosevelt (que incluso se

presentó a los comicios con otro partido) en 1912 permitió el triunfo del demócrata

Woodrow Wilson, reelecto en 1916 y quien permitió que su partido accediera al poder

por tercera vez en 44 años, pues desde 1868 sólo habían triunfado con Grover

Cleveland en 1884 y 1892, pese a haber perdido la reelección en 1888.

En las décadas en las que se dieron estos gobiernos volvió a presentarse la

fase del aislacionismo norteamericano, producto de la reconstrucción necesaria que

tenía que llevar adelante el país. A esto debe unirse una difícil situación interna en la

que entre 1865 y 1900 tres presidentes habían sido asesinados mientras ejercían su

cargo, a la postre los tres republicanos.

“Hasta comienzos de este siglo, la tendencia aislacionista prevaleció en la política exterior norteamericana. De pronto, dos factores proyectaron a los Estados Unidos a los asuntos mundiales: su poder, en rápida expansión, y el gradual desplome del sistema internacional centrado en Europa. Dos presidencias decisivas marcaron esta progresión: la de Theodore Roosvelt y la de Woodrow Wilson. Estos hombres sostuvieron las riendas del gobierno cuando los asuntos mundiales iban atrayendo hacia su vórtice a su nación, muy a su pesar. Ambos reconocieron que los Estados Unidos tenían que desempeñar un papel decisivo en los asuntos mundiales, aunque justificaran salir del aislacionismo con filosofías opuestas” (KISSINGER, 2004; 23)

Es para esta época que tiene gran auge una serie de corrientes migratorias

hacia los Estados Unidos, convirtiendo a la nación en un lugar en el que convergían

diferentes culturas y sociedades.

El profesor y sociólogo Emilio Osorio señala que muchos de los migrantes

llegan a los Estados Unidos buscando mejoras económicas, pero muchos lo hacen

60

guiados por el ideal de que en Norteamérica podrán gozar de libertades y profesar

las religiones que deseen.

“Entre 1820 y 1913 se movilizaron a Estados Unidos unos 30 millones de europeos, otros 20 millones llegaron a Canadá y a Sur América. Entre 1820 y 1870 Gran Bretaña aporta la mitad de los migrantes que llegaron al país. A partir de 1850 comienza a llegar los irlandeses. A partir de 1860 hay una ola de inmigrantes procedentes de Alemania, Escandinavia y el Norte de Europa. Para 1880 los flujos inmigratorios llegaban del Sur de Europa o procedentes del Imperio Austro Húngaro. En 1890 las corrientes inmigratorias desde Europa llegaban de España, Portugal, Polonia y Rusia.” (OSORIO, 2011)

Incluso llegó un momento en el que los Estados Unidos acondicionó la Isla de

Ellis para que llegaran allí todos los migrantes y fueran registrados y censados a los

efectos de ver si se les daba en ingreso. Como dato curioso tenemos que en las

actas de ingreso a la Isla de Ellis figura Cipriano Castro a quien en el renglón de

profesión u oficio colocan “dictador de Venezuela”.

Claro está que la inmigración no alegró a todos los sectores sociales

que veían con preocupación como 18 millones de personas que habían ingresado a

Estados Unidos entre 1880 y 1910 podían comprometer los puestos de trabajo de los

ciudadanos locales. Incluso hacia algunos sectores, como la población venida de

China, se les aplicó una ley que les impidió ingresar a territorio estadounidense.

Si hubo algunos hechos que pueden mencionarse brevemente porque

constituyen algunos indicios de política exterior. Uno de ellos fue el interés de

conseguir una expansión comercial que diera un vuelco a la deficitaria balanza

comercial. Para ello se buscó internarse hacia el Pacífico encontrándose que podía

hacerse intercambio comercial con un grupo de islas. La coyuntura del crecimiento

japonés obligó a insistir a Estados Unidos en la necesidad de anexar las islas,

proceso que se gestó incluso con Hawai.

61

En esta etapa Estados Unidos se erige también como el gran promotor de la

realización de una Conferencia Panamericana cuyo fin era trazar algunas pautas

comerciales para la región.

“La Conferencia fue un éxito y, por resolución del 14 de abril de 1890, se constituyó la “Unión Internacional de las Repúblicas Americanas”, con sede en la ciudad de Washington. Otra resolución creó la “Oficina (Bureau) Comercial” de las Repúblicas americanas, también con oficinas en Washington, para distribuir informaciones comerciales y publicar un boletín mensual redactado en inglés, español y portugués. La “Oficina (Bureau) Comercial” que comenzó a funcionar con un modesto presupuesto de 36.000 dólares al año, fue el origen de la Unión Panamericana, y la asociación de las Repúblicas Americanas el antecedente de la actual “Organización de Estados Americanos” (OEA).” (BELISARIO, 2004; 102)

Otro caso que debe ser señalado responde a la guerra entre Estados Unidos y

España. Hay varios elementos que deben ser tomados en cuenta a la hora de

elaborar este análisis. Por una parte España no era ni la sombra de lo que alguna

vez había sido y de aquel imperio pujante no le quedaban más que escuetas

posesiones coloniales entre las que estaban Cuba, Puerto Rico y las islas Filipinas.

Además, desde el gobierno de Polk los Estados Unidos había mostrado interés de

ejercer alguna influencia sobre la isla.

Los argumentos que el gobierno de Polk había buscado en su mandato para

atacar a España y controlar Cuba comenzaron a aparecer.

El primero de ellos fue una carta enviada por el embajador español en

Washington en la que se expresa de forma despectiva del presidente McKinley a

quien acusa de mediocre y poco dado al gobierno. No hubiese pasado nada si la

carta llega a su destino, un periodista amigo del embajador, pero fue interceptada y

publicada en un periódico.

Por si eso no era poco a los días una explosión misteriosa hundió en las

costas de La Habana al acorazado Maine, muriendo 226 miembros de su tripulación.

62

El 19 de abril el Congreso de los Estados Unidos dijo que reconocería la

independencia de Cuba (en la que se vivía desde hacia décadas una revolución para

acabar con la dominación española), que dejaría el gobierno a los cubanos y que en

caso de que España no quisiera salir, el Presidente estaba autorizado a emplear la

fuerza. Además, declaró la guerra a España.

Repentinamente Estados Unidos a los días pudo destruir la estructura naval

de España en las Filipinas.

El 22 de junio desembarcaron en Cuba más de 15 mil hombres lo cual hizo

que la resistencia española no durara mucho.

Por otra parte el 25 de julio se dio un desembarco en Puerto Rico que logró

maniatar la defensa española. En conclusión las tres grandes colonias españolas le

habían sido arrancadas.

El tratado de paz entre Estados Unidos y España se firmó en París el 10 de

diciembre y la nación europea tuvo que ceder Cuba, Puerto Rico y el archipiélago de

las Filipinas compuesto por más de 3 mil islas entre las que está Guam.

En Cuba el festejo dio paso a una gran desilusión, pues las tropas

norteamericanas decidieron quedarse tres años.

Respecto al caso cubano, el profesor Carlos Alberto Montaner indica lo

siguiente:

“¿Por qué la administración de Mac Kinley, tras la explosión del Maine y cuando parecía inevitable la guerra con España, se había negado a reconocer al Gobierno de la República en armas? Seguramente, para dejar entre abierta la puerta de la anexión. Pero, si ese era el propósito oculto, ¿por qué se había aprobado la Enmienda Teller que declaraba que Cuba tenía el derecho a ser libre e independiente? Nadie puede

63

asegurarlo, pero probablemente la mejor conjetura es esta: porque la clase dirigente norteamericana estaba profundamente dividida en cuanto a los objetivos de la intervención en Cuba., brecha que muy hábilmente aprovechó el lobby independentista de los exiliados cubanos, asesorado por el abogado Horatio Rubens, el amigo de Martí, para arrancarle al Congreso un compromiso formal que garantizaba el derecho a la independencia. Los anexionistas pudieron evitar la declaración de Foraker, pero, sin demasiado entusiasmo debieron admitir la de Teller. Había en Washington genuinos partidarios de la independencia- como el senador Foraker- , y había “halcones” como Teddy Roosevelt que esperaban que la isla fuera anexada a Estados Unidos, tal y como se había hecho con Hawai, precisamente en 1898. En todo caso, la “Resolución Conjunta” no cancelaba totalmente la posibilidad de la anexión. Hacía medio siglo, los texanos, antes de pedir su incorporación a la Unión, habían pasado por el expediente de crear una fugaz república. Los cubanos, pues, que en su momento habían copiado la bandera de la estrella solitaria de al república texana, podían ejercer su soberanía de la misma manera. La “Enmienda Teller” impedía, ciertamente, que Cuba- como ocurrió con Puerto Rico y Filipinas- fuera convertida en una colonia manu militari, pero no que los cubanos, libremente, por su propia decisión – pensaban los anexionistas-, motivados por la gratitud, la defensa de sus intereses económicos y el temor al caos a que podía conducir el autogobierno, solicitaran integrarse en el poderoso estado vecino. Eso era lo que en el bando anexionista norteamericano, dirigido por el Secretario de Estado Elihu Root, un brillante político y diplomático, predecían que ocurriría. De ahí que antes del triunfo de los norteamericanos le negaran el reconocimiento oficial al gobierno de Masó, y luego de la derrota española hicieran lo mismo con la Asamblea organizada por las Cambises como órgano representativo de los insurrectos: la estrategia de Washington consistía en no favorecer las estructuras independentistas y no provocar un drástico cambio negado”. (MONTANER, 2002; 14)

Mientras en Puerto Rico y Filipinas no se hablaba de independencia, en Cuba

la enmienda Teller dio paso a la enmienda Platt, un oscuro documento que

condicionaba el reconocimiento a la independencia de Cuba si no se cumplían

algunas condiciones y que además permitía la intervención de los Estados Unidos

cuando considerase que el orden en la isla peligraba.

Después de estos episodios fue asesinado el presidente Mc Kinley, teniendo

que asumir el gobierno el vicepresidente Theodore Roosevelt.

64

La tesis de Roosvelt estribaba en que era necesario crear un equilibrio de

poder, en el que Estados Unidos tendría que tener un rol fundamental. Mientras que

para Wilson la idea de insertarse en el ámbito internacional era como medida para

que los Estados Unidos lograra difundir sus valores y manifestara su ideal de

transmitir democracia y libertad, actuando como difusor y promotor de la libertad.

Theodore Roosvelt fue el Presidente que inició la visión de que Estados

Unidos debía ejercer una vasta influencia en la humanidad y en el planeta, partiendo

siempre de la visión de interés nacional que podía existir y cambiando la imagen de

que sólo se actuaría en el ámbito internacional cuando se intentara preservar la

libertad y la independencia nacional.

En aras de demostrar que ahora Estados Unidos era una potencia en el

mundo, el presidente Roosvelt tomó y reinterpretó la Doctrina Monroe en la que

dándole un impulso imperialista y una visión intervencionista, proclamaba un derecho

de intervención por parte de cualquier nación civilizada, potestad que en América

tendrían los Estados Unidos. Incluso, pese a que lo anterior fue esbozado en el

llamado “Colorario de la Doctrina Monroe”, bajo el gobierno de Roosevelt se había

actuado en Colombia (desencadenándose la independencia del Departamento de

Panamá, además de asegurar la posesión del Canal) y presionando a Haití para

pagar sus deudas. Posteriormente ejercieron una influencia sobre República

Dominicana y las tropas militares tomaron Cuba.

Para Roosevelt la idea de la inserción norteamericana en el espectro mundial

tendría que darse para que Estados Unidos ocupara en el siglo XX el lugar que

correspondió a Gran Bretaña en el siglo XIX, el de la potencia mundial que lograba

ejercer una influencia sobre lo que ocurría en el mundo. Además de ello, el

mandatario aplicaba la teoría darwiniana de la supervivencia del más apto a las

relaciones internacionales, justificando por ello la necesidad de crear una nación

fuerte y comprometida.

65

Durante este período surge la disputa entre dos niveles: los idealistas

pensaban que el derecho internacional sería el garante del equilibrio en las disputas

entre Estados, mientras que Roosevelt impulsaba la idea de que si no era a través de

la fuerza y la coerción los derechos no serían salvaguardados y se perderían.

La posición de Roosevelt llegó por ejemplo al extremo de convalidar la

ocupación japonesa a Corea, en 1908, basándose en el hecho de que el mundo

tenía que distribuirse en esferas de influencia. En este sentido, Gran Bretaña ejercía

su poder sobre el subcontinente indio, Japón lo hacía sobre la península coreana y

Estados Unidos tenía que hacerlo en el continente americano.

La política exterior de Roosevelt buscó la manera de limitar la acción de Rusia

sin desaparecerla del panorama internacional. El interés no era salvaguardar a

Rusia, sino que no interesaba que Japón pudiera convertirse en la hegemonía de la

región ante la ausencia rusa.

Ha existido permanente controversia sobre el rol de la paz al final de la

administración de Roosevelt. Si bien, sus acuerdos de paz le valieron el premio

Nobel de la Paz en 1906, tiempo después sus postulados pasaron a un segundo

plano cuando los principios de Wilson marcaron la política exterior norteamericana.

Incluso, los postulados de Roosevelt quedaron apartados y parecieron no

representar el ideal del pensamiento estadounidense.

66

CAPÍTULO III

NUEVAS VISIONES EN LA POLÍTICA EXTERIOR

III.1 La tercera etapa: EEUU es un actor internacional a considerar. La Primera

Guerra Mundial

Cuando en 1919 se comenzó a gestar el debate en torno a la creación de la

Sociedad de Naciones, los defensores del modelo aislacionista criticaron la

propuesta, pues a su juicio el nuevo ente multilateral obligaba a Estados Unidos a

actuar fuera del continente, retirándole fuerza a propuestas como la Doctrina Monroe.

Si bien este episodio se plantea por lo menos 120 años después de la ruptura

de los nexos con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, no es una

discusión nueva sino que viene dada desde el surgimiento de la Federación.

En medio de la segunda administración de Washington se suscitó una

polémica por la posición que tenían que tener los Estados Unidos respecto a la

revolución francesa. Paul Johnson señala lo siguiente:

“Por supuesto que había extremistas en Norteamérica: los jacobinos que habían cruzado el Atlántico. Oliver Wolcott, el secretario de Hamilton en el Tesoro y un baluarte del federalismo, decía despectivamente de “nuestros jacobinos” que “suponen que la libertad de Norteamérica depende de la libertad de cortar cabezas en Francia”. Estas personas crearon la Sociedad Francesa, una de las de más de treinta organizaciones de ese tipo que surgieron por entonces (…) “era una especie de cuartel general para todos los miembros de estas organizaciones, y para los caprichos de Edmund Charles Genet, un extremista francés que había llegado a Norteamérica como cónsul para “erigir el templo de la libertad sobre las ruinas de los palacios y los tronos”, olvidando que los norteamericanos ya habían erigido su propio templo de la libertad y que en este país no había ruinas de palacios ni de tronos. El cónsul francés se dedicó a reclutar hombres para que se alistaran en las Fuerzas Armadas francesas y a corsarios para que se rapiñaran el comercio británico. Alardeaba al escribir a sus superiores en París: “incito a los canadienses a romper el yugo

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británico, proveo de armas a la gente de Kentucky y propongo que se lleve a cabo una expedición naval para facilitar su desembarco en Nueva Orleans”. Irritado por la indiferencia que le demostraba Washington, que pronto se convirtió en abierta hostilidad, amenazó con “recurrir al pueblo en lugar de al presidente” (JOHNSON, 2002; 215)

Esta situación provocó la molestia de Washington, la renuncia del secretario

de estado Jefferson y la orden de expulsión de Genet, quien sin embargo al poco

tiempo se vio obligado a pedir asilo político por el cambio de las condiciones políticas

en Francia.

Posterior a este episodio George Washington estableció las bases formales de

la neutralidad estadounidense al no tomar partido en un conflicto que se suscitó en

1789 entre ingleses y españoles en Vancouver por los derechos de los comerciantes

de pieles.

El 19 de septiembre de 1796 el periódico American Daily Advertiser publicó un

discurso en el que Washington se despedía del pueblo al dejar el poder. En esa

despedida afirma la propuesta norteamericana de no inmiscuirse en asuntos internos

de otros países.

“En segundo lugar, Washington destacó la importancia de no involucrarse en los problemas extranjeros. Estaba orgulloso de haber podido mantener a Estados Unidos al margen de la gran guerra en que estaba sumida Europa, a pesar de haber recibido presión de ambos bandos para que tomara partido. Norteamérica debía lograr “armonía” e “intercambio liberal” con todas las naciones. Debía comerciar con todos en términos de igualdad. Debía mantener “una postura defensiva respetable”, garantizada “por la adecuada aplicación “(de la fuerza). Podría formar “alianzas temporales en caso de emergencia extraordinarios”. Pero en general Estados Unidos debía forjar su destino mundial por medio de la amistad (si era recíproca) con todos, y no mostrarse enemiga ni aliada de nadie. ¿era esto aislacionismo? No, en absoluto. ¿independencia? Si”. (JOHNSON, 2002; 219)

Indica Henry Kissinger, ex Secretario de Estado, que la posición

norteamericana fue hábil, pues logró hacer creer que se apoyaba a algunos sectores,

68

en la medida que manifestaba su neutralidad en otros, por ejemplo, cuando dijo que

la pugna entre Francia y Gran Bretaña era una lucha entre tiranías. A Estados

Unidos no le interesaba ningún triunfo, ya que cualquier poderoso podía afectarle sus

intereses que no eran otros que mantener su independencia y aumentar su territorio.

El gobierno siguiente, el de Adams, mantuvo la misma actitud internacional de

su predecesor y basó su política internacional en el dilema guerra o paz.

Aunque aplicaba la neutralidad, en el mismo seno del gabinete de gobierno

surgían tendencias que intentaban revertir ese criterio. Los sectores ligados a

Hamilton proponían destruir lo que aún quedaba de Francia y España en América del

Norte, mientras que los grupos que secundaban a Jefferson manifestaban la

necesidad de ayudar a Francia en el conflicto europeo.

Al asumir Jefferson la Presidencia de la Federación comenzó un proceso de

expansión, tendente a retirar a sus adversarios porciones de territorio, lo cual

conllevaría a vislumbrar que en menos de dos décadas el país habrá duplicado su

territorio.

Por esta época irrumpe la figura del jurista John Marshall, quien llegó a la

Corte Suprema de Justicia y logró presidirla durante 34 años. Al debate de la política

exterior del gobierno nacional se le suman dos nuevos enfoque sobre los cuales las

interpretaciones a la Constitución que adelanta el máximo Tribunal de la mano de

Marshall son fundamentales. En primer término el fenómeno del centralismo frente al

del federalismo; mientras que en otra dirección se plantea el debate en torno al

modelo económico que el Estado debe propugnar.

En cuanto a la primera pugna, la discusión origina el debate fundamental

sobre quien ha de recaer el derecho al sufragio, determinándose que el mismo tiene

que recaer en los estados para poder controlar al poder del pueblo. Además de ese

argumento se esgrimió que el poder popular de Norteamérica correspondía a los

69

estados, ya que estos eran los que habían otorgado el derecho al sufragio de la

población.

En lo que respecta a la segunda premisa, el criterio imperante era la libertad

que tenía todo individuo para ejercer sin limitaciones todas sus atribuciones y

capacidades, eliminando de esta manera cualquier intervención del Estado en la

actividad productiva o comercial.

Pese a algunas batallas navales mínimas y el reconocimiento hacia

Francia y su gobierno, frente a la monarquía constitucional inglesa, Jefferson logró la

neutralidad y suspendió el comercio internacional de los Estados Unidos, medida que

tuvo que ser revertida con las Leyes de No Intercambio en 1809 por el crecimiento

desmedido del contrabando y la supremacía marítima de Gran Bretaña.

A la salida de Jefferson asumió Madison quien en 1812 declaró la guerra a

Gran Bretaña. La campaña militar se estructuró sobre la idea de conquistar Canadá,

luchar en aguas internas y externas y en el saqueo a intereses españoles e ingleses

en América.

Al final de la guerra y el fin de las hostilidades el país se empezó a desarrollar

puertas adentro en medio de algunas crisis económicas y el surgimiento del

fenómeno de las inmigraciones.

El fenómeno del aislacionismo y del fortalecimiento interno duró hasta el

gobierno de James Monroe, a quien su Secretario de Estado Henry Clay sugirió el

reconocimiento y el apoyo irrestricto y necesario para que la libertad de las colonias

españolas en América lograra concretarse. El hecho puntual es que con esta política

Estados Unidos pensaba disminuir cualquier atisbo de duda que hiciera pensar que

las potencias europeas también vendrían a América.

70

De todas maneras, pese a esta posición, Monroe no negaría nunca su

favoritismo a la expansión y encontraría la justificación necesaria para decir que la

conquista de territorios occidentales era una necesidad si se aspiraba convertir a los

Estados Unidos en una potencia fuerte y pujante.

Indica Kissinger que la Doctrina Monroe sirvió para dotar a los Estados Unidos

de un poder considerable que cualquier reino europeo podía envidiar. Gracias al

planteamiento los Estados Unidos pudo crecer, controlar las políticas comerciales,

aumentar su influencia en la zona y asilar a la influencia europea del continente.

“Ninguna nación ha experimentado nunca tal aumento de poder, sin tratar de convertirlo en influencia global. Y también los dirigentes de los Estados Unidos se vieron tentados. Seward, secretario de Estado del presidente Andrew Jackson, soñó con un imperio que incluyera a Canadá y gran parte de México, y que avanzara profundamente por el Pacífico. El gobierno de Grant deseó anexarse a la República Dominicana y jugueteó con la idea de adquirir a Cuba. Ésta era la clase de iniciativa que dirigentes europeos de la época, como Disraelí o Bismarck, habrían comprendido y aprobado” (KISSINGER, 2004; 31)

Hacia la década del treinta del siglo XIX las escaramuzas internacionales

estuvieron relacionadas con el interés expansionista de los Estados Unidos, tanto

hacia el oeste como hacia el sur. Comenzó, por ejemplo, la guerra con México cuyo

territorio no fue anexado para evitar la crítica de la opinión pública. El objetivo del

gobierno era que paulatinamente la población del territorio mexicano solicitaría su

anexión a la Federación.

Incluso, hubo en la época indicios de que el gobierno estadounidense quería

controlar Canadá y que para ello había hablado desde la necesidad de conquistarlo

hasta la posible vigencia de la Doctrina Monroe, pero el interés de no abrir un frente

con Canadá, en medio de una guerra con México, llevó a que el país dejara de esa

forma el diferendo.

71

El problema interno entre el norte y el sur de los Estados Unidos provocó una

visión internacional utilitaria que se tradujo en su política exterior.

“La primera expresión de estas políticas fue la llamada “adquisición Gadsden”, en 1853. No casualmente, la idea fue de Davis. En ese momento Norteamérica analizaba distintas alternativas para el tendido de vías férreas transcontinentales y Davis estaba decidido, tanto por razones estratégicas como económicas, a lograr que el Sur controlara una de las rutas. Para ello, era necesario atravesar una gran franja de territorio en lo que entonces todavía era la región noroeste de México. Davis convenció a Pierce de que enviara a México al promotor del ferrocarril de Carolina del Sur, el senador James Gadsden (1788- 1858), con la misión de negociar la compra de esa franja territorial. Era un negocio con trampa, porque Gadsden tenía intereses financieros ligados a la compra, que se hizo con fondos federales, 10 millones de dólares por 115.000 kilómetros cuadrados, y el Senado accedió a ratificar el acuerdo por un margen muy estrecho, en parte porque este nuevo territorio se convertiría automáticamente en zona esclavista. De hecho, la idea original de Davis, que Gadsden comprara no solamente la franja en cuestión sino también las provincias de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Chihuahua, Sonora y toda la Baja California, también estaba en el borrador del proyecto, pero no prosperó porque el Senado sabía que estos vastos territorios se habrían convertido en varios nuevos estados esclavistas y no habría ratificado nunca el acuerdo, pues tenía mayoría norteña o, mejor dicho, antiesclavista.” (JOHNSON, 2002; 309)

“Si embargo, el Sur contaba con otras posibilidades. Los sureños querían Cuba, para convertirla en un estado esclavista ideal. “La compra de Cuba, escribió David, es esencial para nuestra prosperidad y nuestra seguridad” Lamentaba que los estados sureños, para incorporarse a la Unión, hubieran renunciado a su derecho de firmar tratados y adquirir nuevos territorios por su cuenta: de no haber sido así Cuba ya pertenecería a la Unión y sería tierra esclavista (…) Hubo también varias expediciones encabezadas por filibusteros y encaminadas a lograr por la fuerza lo que habría sido difícil obtener por la vía diplomática. El más famoso de estos filibusteros fue William Walker (1824- 1860), un médico y populista fanático de Tennesse que quería anexionar trozos de Latinoamérica a Estados Unidos, no para convertirlos en estados esclavista sino para que sus pueblos pudieran conocer el sabor de la democracia. Aquel “hombre de ojos grises, hombre del destino” irrumpió en la Baja California y proclamó una república, pero Pierce no fue tan desvergonzado como para permitirlo. Después, Walker se dirigió con su ejército privado a Nicaragua y, en 1856, logró hacerse reconocer por Estados Unidos. Pero aquello despertó la furia de otro depredador, Cornelius Vanderbilt, (1794- 1877), cuyo sistema local de transporte se vio perturbado por sus acciones, y

72

como Vanderbilt tenía más dinero que Walker, consiguió obligarlo a “rendirse” a la Marina norteamericana. Finalmente, Walker se internó en Honduras, pero allí intervino la Marina británica, que lo entregó sin miramientos a un pelotón de fusilamiento hondureño”. (JOHNSON, 2002; 402)

Posterior a 1860 estalla la Guerra de Secesión estadounidense. Este episodio,

en el que se pusieron en práctica dos grandes visiones que imperaban en un mismo

territorio, se vio impulsado por grandes diferencias que existían desde la época de la

llegada de los colonizadores.

Por un lado surgía la imagen de un norte industrializado, provisto de reglas y

normas claras y donde no existía la esclavitud; frente al sur rural, agrícola,

históricamente desvinculado al norte y en el que la esclavitud y la explotación en las

plantaciones y sembradíos era un drama social.

Durante el período de la Guerra y al finalizar esta, la posición de los Estados

Unidos dio un viraje hacia el abandono del espacio internacional. Primero, el drama

del conflicto bélico interno hacía que el gobierno pudiese prestar poca atención a lo

que ocurría afuera de las fronteras.

Por otra parte, al finalizar la guerra, la nación inició un período de

industrialización y reconstrucción que lo llevó a desarrollar una fuerte política interna

de fortalecimiento que permitiera reconstruir la nación y saldar las diferencias que la

conflagración había dejado.

Esa es la causa primordial que explica el porqué de la política aislacionista de

los Estados Unidos entre 1860 y 1900, ya que los intereses del Estado estaban

dirigidos al fortalecimiento local y al crecimiento interno.

Posterior al gobierno de Roosevelt llegó a la primera magistratura el

republicano Taft, cuya administración tiene poco de relevante en lo que a la política

internacional se refiere.

73

Sin embargo, quien vino después si tuvo una actuación mucho más activa. El

sucesor de Taft fue el demócrata Woodrow Wilson, un académico de origen sureño

que logró imponerse cuando Taft y Roosevelt no lograron ponerse de acuerdo y

concurrieron ambos al proceso comicial.

Para el demócrata Wilson los valores de la política exterior tenían que

cambiar. El derecho universal debía sustituir al equilibrio y el arbitraje, como sustituto

de la fuerza debía ser una norma dentro de la comunidad internacional para poder

solventar los conflictos entre Estados.

Para Wilson el aumento de la capacidad armamentista estadounidense en la

guerra le suprimía la capacidad de ser un mediador para el momento en el que el

conflicto se acercara a su fin. Estas posiciones que venían desde 1914 fueron

señaladas en 1916 por Roosevelt que indicaba que ello no era más que un discurso

empleado por los demócratas para ganar la voluntad de los aislacionistas y conseguir

la reelección presidencial.

La posición de Wilson se resumía en las siguientes ideas:

• La posición estadounidense tiene que poder ir más allá de lo meramente

diplomático y tiene que erigirse como un faro de libertad para todo el mundo.

• La política exterior democrática es superior, pues se fundamenta en el ideal

popular de la paz.

• La política exterior debe ser una proyección de la ética del individuo.

• El Estado no debe, ni tiene porqué, arrogarse el derecho a promulgar una

moral especial.

Estos planteamientos son los mismos que se debatían desde la creación de la

federación y que a juicio de Kissinger dan una dimensión universal a los parámetros

del excepcionalismo moral republicano.

74

“No ha habido otra nación que basara sus pretensiones de liderazgo internacional en su altruismo Todas las demás naciones han deseado ser juzgadas por la compatibilidad de sus intereses nacionales con los de otras sociedades. Y sin embargo, desde Woodrow Wilson hasta George Bush, los presidentes norteamericanos han invocado la generosidad de su país como el atributo decisivo de su papel dirigente. Ni Wilson ni sus ulteriores discípulos hasta la actualidad han querido ver el hecho de que, para los dirigentes extranjeros, imbuidos de máximas menos elevadas, las pretensiones de altruismo de los Estados Unidos evocan una cierta aura de impredecibilidad; mientras que los intereses nacionales se pueden calcular, en cambio el altruismo depende de cómo lo defina el que lo practica” (KISSINGER, 2004; 41)

Indica Paul Johnson que Wilson ejerció algunas presiones para que Alemania

aceptara sus postulados una vez finalizada la guerra. Este país debió entonces ceder gran parte de lo ganado, sin siquiera poder participar en las negociaciones.

El diplomático belga Jacques De Launay esboza la siguiente reflexión en torno

a la propuesta elaborada por el presidente Wilson:

“Estos catorce puntos constituirían en 1918 la base de las negociaciones

de la paz. En efecto, los países europeos, al no conseguir ponerse de

acuerdo cuando, en 1917, la diplomacia secreta les ofrecía todavía medios

para ello, habría de recurrir a un árbitro: Wilson era el hombre adecuado.”

(DE LAUNAY, 2005; 67)

Es menester indicar que uno de los motivos principales que propició la Segunda

Guerra Mundial fue el hecho de que los alemanes arrastraron siempre una sensación

de que habían sido robados y estafados en nombre de la paz y la libertad.

Posterior a ese período, la crisis económica y política afectó a los Estados

Unidos. Además de los planes de auxilio financiero que intentaron impulsarse, se

retomó nuevamente el ideal de tratar de salvar a la nación puertas adentro. Si

Estados Unidos se había convertido en una gran potencia después de su Guerra

Civil, y lo había logrado a través de la puesta en práctica de un ambicioso plan de

industrialización, ¿entonces porque no era factible retomar la práctica, fortalecer la

75

política interna y asilarse del mundo exterior para lograr que la federación lograra

salir del período que atravesaba?

Medidas como el control al ingreso de los inmigrantes a territorio

estadounidense dieron lugar al replanteamiento del debate originario sobre la

identidad de los ciudadanos de los Estados Unidos. La nación, a juicio de varios

autores, era una cultura variable y multidiversa. En esta época el conflicto moral

interno alcanza tales dimensiones, que hasta se ponen en duda los enfoques

educativos, dependiendo si estos empleaban o no la teoría darwiniana de la

evolución del hombre.

La etapa del nuevo aislacionismo tiene como telón de fondo la crisis

económica de 1929. Durante este año y los posteriores, la actuación de los Estados

Unidos fuera de sus fronteras resultó prácticamente inexistente.

El gobierno de Hoover, por ejemplo, logró convencer al gobierno laborista

británico de que suscribiera el Tratado Naval de Londres en 1930, con lo cual

maniató a la armada británica a unos niveles de inactividad que no se habían visto

desde hacia siglos. Igualmente, Hoover se negó a vetar la Ley Smoot- Hawley de

aranceles que destruyó la relación comercial entre Japón y los Estados Unidos.

La llegada al poder de Franklin Roosevelt, más que contribuir a la mejora de la

situación mundial, la perjudicó con algunas actuaciones.

“Cuando Roosevelt asumió el mando, empeoró la situación. Hoover había ayudado a planear una conferencia económica mundial, que debía celebrarse en Londres en junio de 1933. Podría haber convencido a las potencias “pobres” como Japón y Alemania de que había alternativas a hacer la guerra para ganarse la vida. Pero el 3 de julio Roosevelt la hundió. Por lo tanto, Estados Unidos se aisló, aunque no fue la única potencia grande y civilizada en hacer lo mismo en la década de los treinta. Los franceses señalaron su desinterés en involucrarse en más esfuerzos para defender la seguridad colectiva cuando construyeron la línea Maginot, un gesto derrotista puramente defensivo frente al rearme alemán; de hecho, una forma de escapismo militar. Los británicos se mantuvieron

76

desarmados en gran medida e intentaron una política de apaciguamiento como respuesta a la remilitarización de Alemania.” (JOHNSON, 2002; 674)

Entre 1935 y 1939 surgieron dentro de la legislación norteamericana las

llamadas “Leyes de Neutralidad”.

Estas leyes, de forma planificada, no distinguían entre el agresor y la víctima,

estableciendo para ambos el calificativo de entes beligerantes. A juicio de Paul

Johnson, estas leyes favorecieron las acciones de las dictaduras europeas frente a la

defensa que ejecutaban los países que eran atacados.

La primera Ley de Neutralidad fue aprobada en 1935 siendo redactada con

posterioridad al ataque de Italia contra Etiopía. La norma indicaba que el Presidente

de los Estados Unidos tenía la potestad de ordenar un bloqueo en la venta de armas

a los países beligerantes, además de indicar que los ciudadanos estadounidenses

que viajaran en embarcaciones de los países en guerra lo harían a su propio riesgo.

Esta Ley fue sustituida por una nueva de febrero de 1936 que agregó la

prohibición expresa de conceder préstamos a los países beligerantes. A raíz del

estallido de la Guerra Civil española el Congreso de los Estados Unidos sancionó

una prohibición de vender armas a cualquiera de las partes en conflicto.

En 1937 se aprobó un nuevo instrumento legal que comprendía tanto las

guerras internacionales como las civiles, dando incluso al gobierno la posibilidad de

agregar a la lista del embargo materias primas, además de declarar como ilegal el

hecho de que algún ciudadano norteamericano viajase en alguna embarcación que

tuviera bandera de una de las partes beligerantes.

"Es curioso, en retrospectiva, que, considerando la posición de enorme poder que FDR ejerció sobre la opinión pública en 1936 y durante los tres años siguientes, hiciera tan pocos esfuerzos para impedir que esa legislación entrara en vigor. La noción de que él era un apasionado defensor de la libertad en todo el mundo, dispuesto a ayudar a las fuerzas de la democracia por todos los medios a su alcance, pero frustrado por un

77

Congreso aislacionista, es otro mito de esos tiempos. Los esfuerzos del Gobierno británico de ejercer presión sobre la Casa Blanca para que cumpliera un papel más activo en la defensa de la libertad contra la agresión totalitarista en Europa o en Asia, fueron bastante infructuosos. El espíritu aislacionista del Congreso era más una excusa que una razón de inactividad. De hecho, las Leyes de Neutralidad daban al presidente un amplio grado de libertad para aplicarlas. Pero la única ocasión en que FDR utilizó el poder discrecional que se le otorgó fue en julio de 1937, cuando estallaron combates en gran escala entre China y Japón. Como invocar las leyes hubiera sido penalizar a China, mucho más dependiente de los suministros norteamericanos que su adversario, FDR optó por no declarar el combate como un estado de guerra.” (JOHNSON, 2002; 676)

III.2 La cuarta etapa: el triunfo en una Guerra y lo Frío de la postguerra

En 1941 la política neutral de los Estados Unidos tuvo que cambiar cuando la

aviación japonesa atacó Pearl Harbour destruyendo gran parte de la flota naval

estadounidense.

Desde ese momento, Estados Unidos entró en la Guerra Mundial y terminaría

inclinando la balanza para convertirse en uno de los grandes vencedores de la

conflagración.

Al convertirse en vencedor, la política exterior de los Estados Unidos debió

cambiar y ahora, de la mano de Truman, indicar como serían las relaciones que

imperarían en un mundo en el que era pertinente sembrar el orden y fijar las nuevas

reglas de la administración.

Truman tenía tantos temores del fascismo, así como del comunismo, pero era

consiente de la amenaza que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas podía

representar para los Estados Unidos. Sin embargo, y pese a la negativa de Rusia,

que incluso vetó a Polonia y Checoslovaquia de participar, Estados Unidos puso en

marcha un ambicioso plan de reconstrucción europeo conocido como el Plan

Marshall.

78

En esta administración comienza un período histórico de distensión

permanente entre la URSS y los EUA, conocido como la Guerra Fría y en el que el

espionaje, el financiamiento a gobiernos de países del tercer mundo y la amenaza

mutua y constante del empleo de armas atómicas y nucleares fueron las

características más resaltantes.

El plan de Truman consistía en una política de contención hacia Rusia, frente

a la propuesta del Rollback republicano (que intentaba la presión militar y diplomática

para desarticular al ejército soviético), ya que consideraba que un modelo como el

planteado por los republicanos traería el riesgo de una nueva guerra.

"Donde la contención no funcionó inicialmente fue en el Lejano Oriente, quizá porque se aplicó demasiado tarde. FDR había apoyado al corrupto líder del partido del Kuomintang, Chiang Kai-shek, que había recibido considerables cantidades de fondos en concepto de asistencia militar y préstamos y arriendos. Truman había continuado con esa política. Chiang obtuvo un "préstamo de estabilización económica" de 500 millones de dólares y un total de 2000 millones en los años 1945 a 1949. Pero los esfuerzos por reconciliar el Kuomintang con el dirigente comunista chino Mao Tsé-tung, que tenía su propio ejército de campesinos endurecidos por las batallas, no dieron resultado - el general Marshall dirigió una misión en China que fue inútil- y, una vez que la guerra civil estalló con fuerza, toda la asistencia norteamericana se desvaneció en una ciénaga de inflación. El colapso de la divisa también implicó la desintegración del enorme ejército de Chiang- gran parte de sus tropas se pasaron a las fuerzas de Mao- y para abril de 1949 Mao había cruzado el Yangtzé y, a fines de ese mes conquistó la capital, Nanking. Chiang fue expulsado de China continental a la isla de Taiwán, que convirtió en una fortaleza protegida por la Séptima Flota de los Estados Unidos. Truman recibió amargas acusaciones de los republicanos y el lobby de China por haber "perdido China", pero la verdad es que China se perdió a si misma. Entonces, la pregunta fue: ¿cómo habría que marcar ahora la línea de contención en el Lejano Oriente?" (JOHNSON, 2002; 706)

Al poco tiempo el continente asiático volvió a ser noticia al estallar la Guerra

de Corea. El interés del presidente Truman era participar en el conflicto para evitar el

surgimiento de otro gran conflicto.

79

Al presidente Harry Truman lo sustituyó en el poder Dwight Eisenhower, una

figura que había alcanzado ribetes míticos por haber sido el gran ejecutor de las

operaciones militares en Europa que determinaron el triunfo de los Aliados durante la

Segunda Guerra Mundial.

III.2.A Eisenhower: un militar con una visión distinta

Las elecciones de 1952 significaron el regreso del Partido Republicano a la

Presidencia después de 20 años. El triunfo recayó con una ventaja considerable en

Dwight Eisenhower, un importante héroe de la Segunda Guerra Mundial que había

logrado desplazar al histórico senador por Ohio Robert Taft en la candidatura

republicana que enfrentó al gobernador de Illinois, el demócrata Aldai Stevenson.

Muchas fueron las razones que pueden señalarse para sustentar la derrota del

Partido Demócrata en las elecciones de 1952; sin embargo algunos aspectos de la

política exterior del gobierno demócrata de Truman incidieron negativamente en la

imagen de la fórmula gubernamental.

“Las elecciones presidenciales de noviembre de 1952 pusieron fin a veinte años de presidencias demócratas e instalaron en la Casa Blanca a un republicano, el general Dwight Eisenhower. Concurrieron a este resultado varios factores: la imposibilidad para Truman de volverse a presentar; el prestigio y la popularidad del candidato republicano y su mismo alejamiento de los ambientes políticos profesionales. De hecho, el nuevo Presidente de los Estados Unidos era un militar de gran prestigio, pero ciertamente no un militarista; antes bien, precisamente por haber hecho la guerra, conocía sus horrores y no le gustaba. Tampoco era un extremista, un cruzado de la guerra fría, como lo había sido McCarthy.” (PROCACCI, 2001; 352)

La Guerra de Corea hizo un gran daño a la candidatura del Partido Demócrata,

pues la opinión pública en general no quería un conflicto bélico de larga duración

cuando no habían pasado más de 8 años del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Parece entonces extraño el triunfo de un militar cuándo la ciudadanía

80

mayoritariamente no quería una conflagración pero hay que indicar que el nuevo

Presidente tenía una visión distinta de los conflictos bélicos.

“Una de las razones por las que Eisenhower detestaba la guerra era porque creía que el concepto de “guerra limitada” no era viable. En la guerra, según él la entendía, el objeto era destruir el poder del enemigo lo más rápido posible con todos los medios de que se dispusiera. Ése era su segundo principio rector y explica por qué dio por finalizada la cuestión de Corea, para él “una tontería”, lo más pronto que pudo, y por qué deploró la absurda expedición de Eden a Suez en 1956, en la que el primer ministro aprobó personalmente el peso de las bombas que se arrojarían sobre blancos egipcios”. (JOHNSON, 2001; 711)

El cargo de Secretario de Estado fue entregado a John Foster Dulles quien era

un jurista que había trabajado en Nueva York y que durante la primera parte de su

gestión frente a la política exterior de los Estados Unidos de América había tenido

algunos inconvenientes con el senador McCarthy porque este último había objetado

a Charles Bohlen como embajador en la Unión Soviética y había enviado algunos

emisarios a espiar a funcionarios diplomáticos estadounidenses en Europa.

Una vez acabada la influencia del senador McCarthy puede decirse que el

diseño permanente de la política hacia el exterior recayó en el Secretario de Estado

quien al ser uno de los ejecutores del modelo de la reorganización mundial posterior

a la Segunda Guerra, se creía que podía continuar de alguna manera con la política

instrumentada por Truman.

Sin embargo, tanto el Presidente como su Secretario de Estado se opusieron

tajantemente a la política de contención aplicada por la administración anterior y

prefirieron adoptar un esquema en el que los Estados Unidos fuesen los que tomaran

la iniciativa ante diversos escenarios entre los que estaban la liberación de los

pueblos de la Europa oriental y el impulso para el regreso al poder de Chiang en

China.

81

Esta política estaría acompañada de una nueva estrategia militar que

implicaría la reducción de tropas terrestres y el fortalecimiento de una fuerza aérea

con gran capacidad, inclusive nuclear.

Todo este modelo iba impulsado por la modalidad de una política disuasiva en

la que se tuviera la idea permanente de que los Estados Unidos podían responder

ante cualquier agresión. La propuesta dio por finalizada la tesis de la guerra limitada

y les dio argumentos a los personeros gubernamentales para indicar que la nación

no actuaría en pequeñas guerras y que si surgía la necesidad de entrar en un

conflicto, se haría con todo el poderío que se tenía. De todas maneras la realidad

llevó a que los Estados Unidos radicalizara cualquier controversia con tal de actuar y

colocar a los países en la disyuntiva entre rendirse ante el poderío norteamericano o

ser destruidos. Sin embargo, la doctrina de la represalia masiva no fue del todo

efectiva, incluso cuando Estados Unidos llegó a tener el monopolio de las armas

nucleares.

Pese a ello, una de las primeras medidas de su política exterior estribaba en la

necesidad de detener el conflicto en Corea estableciendo una división del territorio a

través del “Paralelo 38” y creando por ende dos naciones; una al norte inspirada y

protegida por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y China, mientras que la

del sur era vigilada e impulsada por los Estados Unidos de América.

El armisticio firmado el 27 de junio de 1953 en Pan Mun Jon había sido

impulsado por un viaje del Presidente a Corea cumpliendo una promesa hecha

durante su campaña electoral. Sin embargo más que por cumplir con algo que había

dicho en la campaña, el viaje se da cuando la URSS experimenta una de las etapas

más difíciles con la muerte de Stalin y el ascenso al poder de Georgi Malenko cuyo

mandato se debatía entre la tesis gubernamental de que era necesario coexistir con

el enemigo histórico y la visión de que una tercera guerra mundial no acabaría el

mundo sino al capitalismo.

82

El gobierno de Eisenhower continuó con la idea de que Estados Unidos debía

ser una nación que tenía el deber moral de ser el vigilante del mundo y la

responsabilidad de llevar sus valores y sus ideales a todos los confines de la tierra.

Entre 1954 y 1958 el gobierno comunista chino inició una ofensiva para

capturar islas que estaban en poder del gobierno nacionalista de Chang, situación

que provocó que Estados Unidos manifestara su respaldo al líder nacionalista y

anunciara su disposición a atacar para preservar y defender a su aliado. Sin embargo

la cercanía geográfica que tenían las islas del territorio continental de China hizo

temer que estallase una guerra con ribetes nucleares. A los pocos días Dulles

anunció que la situación había sido provocada por el manejo irresponsable de

Chiang, que ellos como nación no lo apoyaban y que lo conminaban y le exigían que

se comprometiera a execrar la táctica militar para recuperar el territorio chino.

Estos no fueron los únicos elementos característicos de la política exterior del

gobierno de los republicanos en el que pese al desplazamiento interno que había

sufrido paulatinamente el sector del senador McCarthy, seguía marcada por un

ferviente anticomunismo que sustentaba a través de fortalecer regímenes fuertes en

América latina que pudiesen evitar el planteamiento de un sistema socialista en

América latina.

El caso más emblemático de este modelo tuvo lugar en Caracas, Venezuela

en marzo de 1954 durante la X Conferencia Interamericana. Esta Conferencia

organizada por el gobierno venezolano se dio en medio del mayor control por parte

del gobierno militar venezolano que sin embargo no logró evitar algunas

manifestaciones en Caracas. En dicha reunión se vieron desde el comienzo las

antagónicas posturas de los Estados Unidos y de Guatemala a través de las figuras

de los cancilleres John Foster Dulles y Guillermo Toriello respectivamente.

Mientras el representante estadounidense pugnaba y exigía la aprobación de

instrumentos que frenaran cualquier intento de penetración comunista en el

83

continente, el líder guatemalteco exigía que se garantizara el respeto a la

autodeterminación de los pueblos y hacía énfasis en que Guatemala no era un aliado

de la Unión Soviética, pero indicaba que tampoco era seguidor de los Estados

Unidos, resaltando que la nación centroamericana vivía una experiencia particular y

local.

“Cuando llegó la época de la reunión de la X Conferencia Interamericana en Caracas, Venezuela en el mes de marzo de 1954, el gobierno de Guatemala sabía de sobra a que atenerse. No tenía dudas ni esperanzas. Había confirmado hasta la saciedad la existencia de la conspiración, la activa y decidida participación en ella del Departamento de Estado, los dos aspectos de la “Operación Guatemala”: la agresión armada, cuyo avanzado estado de desarrollo hacía esperar un inminente desenlace, y la agresión diplomática que Mr. Dulles pretendía aprovechar en Caracas, para sentar a Guatemala en el banquillo de los acusados” (TORIELLO, 1979, 72)

Finalmente se impuso la posición de los Estados Unidos de condenar

cualquier intento comunista con el voto negativo, únicamente, de Guatemala y

algunas reservas indicadas por algunos países.

“La X Conferencia Interamericana termina, como era de esperarse, aprobando una declaración contra el comunismo en América, con una enmienda de Colombia, estableciendo que se precisa de una previa reunión de consulta “para la adopción de medidas en caso de que el dominio de una nación de América por el comunismo internacional ponga en peligro la paz continental”. Por cierto que al poco tiempo de terminarse la Conferencia Interamericana, el coronel Carlos Castillo Armas encabezó desde Tegucigalpa la invasión que derrocaría al gobierno de Jacobo Arbenz, con la obvia cooperación de algunos gobiernos anticomunistas de América, y la aparente indiferencia de muchos países del continente.” (SILVA, 2000: 242)

El problema se agravó cuando Nicaragua y Honduras auparon la invasión de

Carlos Castillo Armas, y algunos otros países avalaron la situación, y el gobierno de

Arbenz fue derrocado.

“El 28 de junio de 1954, diez miembros de la OEA entre ellos los Estados Unidos pidieron una reunión de consulta del organismo, argumentando

84

“que estaba demostrada la intervención del movimiento comunista en Guatemala y que ella afectaba la paz y seguridad del continente”, mientras la CIA, la UNITED FRUITES, y las dictaduras de Somoza, Trujillo y Pérez Jiménez, se encargaban de armar y avituallar al coronel Castillo Armas jefe de la rebelión interna contra el Gobierno de Árbenz quien invade Guatemala desde su base de operaciones en Honduras, marcando lo que sería el principio del fin del gobierno legítimo y democrático de ese país.” (JIMÉNEZ, 2006; 320)

Al gobierno de los Estados Unidos le preocupaba que Guatemala profundizara

un gobierno nacionalista, pues esto atentaba contra sus intereses en dicha nación (la

United Fruit Company por ejemplo) y podía ser el detonante para impulsar cambios

en la región, lo cual por la cercanía con el Canal de Panamá y por la estrecha

vinculación con la familia Somoza de Nicaragua no era en lo absoluto recomendable.

Es menester indicar que a los dos días de haber tomado el poder Castillo

Armas, algunos países blindaron la decisión argumentando que había elementos

jurídicos para actuar contra el gobierno guatemalteco.

“El 28 de junio de 1954, diez Estados americanos invocan el TIAR: Brasil, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Estados Unidos, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá y Perú, alegando como motivo la acción en Guatemala del comunismo internacional lo cual en el criterio de estas naciones pone en peligro la paz de América y afecta la soberanía y la independencia política de los Estados Americanos.” (BELISARIO, 2004: 277)

Para los historiadores Samuel Eliot Morison, Henry Steele Commager y

William Leuchtenburg la posición estadounidense hacia Guatemala, aunada a la

cercanía con dictaduras despóticas, por ejemplo el haber entregado la “Legión de

Honor” a Marcos Evangelista Pérez Jiménez y Manuel Odría, si bien le granjeó el

favoritismo de la mayoría de los gobiernos dictatoriales latinoamericanos, creó un

malestar general en la opinión pública de varios países, llevando a que la posición de

acercamiento posterior, una vez depuestas las dictaduras, fuera difícil.

85

La propuesta política de Eisenhower tenía en algunas oportunidades signos de

idealismo político. Por ejemplo, su administración fue de los grandes divulgadores de

un discurso tendente al empleo de la energía atómica con fines pacíficos. Igualmente

la nación se abstuvo de participar en la guerra que libraba Francia contra Vietnam y

que terminaría dejando como naciones independientes a Laos y Camboya y

partiendo a Vietnam en dos Estados libres.

De todas maneras esa posición no excluía la posibilidad de que Estados

Unidos actuara de manera secreta en acciones de desestabilización interna tal es el

caso del proceso que culminó con el derrocamiento de Mosaddegh en Irán y que

terminaría colocando en el poder al Sha. El periodista y premio Príncipe de Asturias

Ryszard Kapuscinski señala que la decisión de derrocar al líder era un dictamen de

Estado y que para ella se utilizó a un agente que era casualmente nieto del ex -

presidente Theodore Roosevelt.

“La decisión de derrocar a Mossadegh fue tomada conjuntamente por los gobiernos británico y norteamericano. La CIA afirmaba que la operación acabaría con éxito porque las condiciones eran favorables. Roosevelt, que, a pesar de tener sólo 37 años, era ya entonces un veterano en espionaje, entró en Irán ilegalmente. Pasó la frontera en coche, llegó a Teherán y, una vez en la ciudad, hizo que se perdiera su pista. No tuvo más remedio que borrar sus huellas porque ya con anterioridad había visitado Irán en diversas ocasiones y su cara resultaba demasiado familiar. Varias veces cambió de morada para que los agentes de Mossadegh no pudieran dar con él. Para todo ello contó con la ayuda de cinco norteamericanos entre los que se encontraban los agentes de la CIA de la embajada estadounidense.” (KAPUSCINSKI, 2007; 43)

Pese a la actitud anticomunista del gobierno estadounidense se logró realizar

una reunión entre los presidentes Eisenhower y Kruschev donde acordaron evitar a

toda costa cualquier acción que pudiese provocar una nueva guerra, esta vez con el

añadido del elemento nuclear, sin que esto impidiera que ambos países entraran en

una gran carrera por explorar el espacio y lograr una presencia mucho más allá de

los límites planetarios.

86

Cuando el mandato del presidente Eisenhower llegaba a su fin, debe acotarse

que con altos niveles de popularidad, los partidos políticos tradicionales decidieron

buscar el poder a través de figuras más jóvenes y de una aceptación considerable

ante la opinión pública estadounidense. De esta forma, luego de unas primarias

bastante competidas el Partido Demócrata presentó al político católico y senador por

Massachussets John Kennedy, quien sustituía de esta manera a quien había sido

candidato presidencial en dos oportunidades Adlai Stevenson. Pese a algunas

objeciones por parte de sectores progresistas del Partido, Kennedy decidió que su

compañero de fórmula fuera el senador por Texas Lyndon B. Jonson entre otras

razones para poder alcanzar el voto sureño.

Por su parte el Partido Republicano postulaba al vicepresidente de

Eisenhower, Richard Nixon, acompañado por el ex senador por Massachussets (por

cierto, como dato curioso podemos indicar que fue sucedido por Kennedy en 1953) y

ex embajador de Estados Unidos de América ante la Organización de las Naciones

Unidas, Henry Cabot Lodge Jr.

El uso de los medios de comunicación y la claridad mostrada en varios

debates televisivos, aunado a su actuación ante una detención y condena al

reverendo y luchador por los derechos civiles Martin Luther King, cuya acción le valió

a los demócratas el respaldo de los afroamericanos, hizo que la tendencia en las

encuestas se revirtiera y los demócratas recuperaran el poder. Si bien, la diferencia

de votos en Colegios Electorales fue de 303 para los demócratas y 209 para los

republicanos, los demócratas solo obtuvieron 112 mil sufragios de ventaja en el voto

popular.

III.2.B Kennedy y Johnson: dos demócratas muy diferentes entre si

Nuevamente los republicanos pasaron a la oposición. El nuevo gobierno

modificó los parámetros de conducta sembrados en el gobierno de Eisenhower en el

que Estados Unidos tenía el deber de actuar ante cualquier conflicto o coyuntura. La

87

llegada de Kennedy al poder representó un viraje integral para la política

estadounidense.

Por una parte, el nuevo Presidente era un hombre joven, con ideas renovadas,

carismático y católico, lo cual evidenciaba que a lo interno vendría una nueva era

para el país.

El nuevo Presidente planteaba unas relaciones con el mundo muy distintas a

las que había tenido su antecesor.

Sin embargo al poco tiempo apoyaría la acción invasora de Bahía de Cochinos

o Playa Girón y cuando esta se estaba llevando a cabo decidió no concretar la ayuda

aérea. Esta posición dejaría mal parado al gobierno de Kennedy y la política exterior

adquiriría un perfil mucho menos activo.

Inclusive países como Venezuela condenaron la acción estadounidense por

considerar que atentaba contra la autodeterminación de los pueblos sin que

importara el hecho de que Venezuela era uno de los países que impulsaba la Alianza

para el Progreso (un programa de ayuda económica para América Latina ideado por

el presidente Kennedy y presentado en la reunión de la Organización de Estados

Americanos celebrada en 1961 en Uruguay).

“En enero de 1961 Estados Unidos rompía las relaciones diplomáticas con Cuba y en abril del mismo año un millar de prófugos cubanos ejercitados por la CIA desembarcaban en la isla por la bahía de Cochinos, pero fueron rápidamente derrotados por las milicias castristas. Era un típico ejemplo de “acción encubierta”, que se resolvió en un clamoroso fiasco y en una pérdida de prestigio de la administración, a pesar de que Kennedy sostuviera que no se le había puesto al corriente. (PROCCACI, 2001; 413)

Dicen autores como Paul Johnson que Cuba fue la gran prueba de la política

exterior del nuevo gobierno, pues la llegada del nuevo primer mandatario coincide

con la inserción de Fidel Castro en las filas del marxismo- leninismo. Este hecho,

además de provocar grandes olas migratorias hacia Estados Unidos, por parte de

88

asustados cubanos, hizo que Estados Unidos se replanteara la antiquísima idea de la

“paternidad” de Estados Unidos en las acciones de política interna cubana.

Atemorizada Cuba de que pudiese volver a ocurrir una experiencia similar a

Bahía de Cochinos pero mucho más organizada, envía una misión a Moscú

solicitando ayuda recibiendo por respuesta un lote de misiles y rampas de

lanzamiento para ser instaladas en la isla.

La llamada “Crisis de los Misiles”, coyuntura que estuvo a punto de generar un

conflicto nuclear entre los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas

Soviéticas, creó alarma en el gobierno estadounidense que vio la situación como

una respuesta a su política de realizar maniobras en Grecia y Turquía que generaba

zozobra en Rusia.

La solución a la crisis fue consensuada. La URSS no instalaría misiles en

Cuba si Estados Unidos se comprometía a no invadir la isla. Aunque los Estados

Unidos habían cambiado su actuación política e incluso fomentado acercamientos

con América Latina, en Asia su actuación no era distinta a la manera como actuaba

Estados Unidos desde hacía años.

“Sin embargo, la perspectiva de treinta años otorga una visión diferente de la crisis de los misiles de Cuba y sus consecuencias parecen mixtas. En primer lugar, ahora se tiene la impresión de que Kennedy en privado y con Bobby de intermediario, realizó un pacto con Anatoly Dobrynin, el embajador soviético en Washington, en virtud del cual retiraría los misiles de Turquía (e Italia), y más tarde lo hizo. Segundo, casi la totalidad de los 42.000 soldados y expertos soviéticos permanecieron en Cuba para realizar un entrenamiento intensivo de lo que se transformaría en uno de los ejércitos más grandes y más móviles del mundo, tropas que luego serían exportadas como mercenarios político- militares en misiones contra Occidente, a grandes zonas de África y Asia a fines de los sesenta y durante la década de 1970. En tercer lugar, parece que Kennedy acordó con Kruschev frenar los intentos de invadir Cuba por parte de los exiliados cubanos. No hay duda en que tanto en ese momento como posteriormente, éstos consideraron que el pacto era una capitulación.” (JOHNSON, 2001; 732)

89

En Asia oriental el Acuerdo de Ginebra de 1954 había acordado para poner fin

a la Guerra de Indochina que se celebrarían elecciones libres y supervisadas para

unificar Vietnam, pero esos comicios nunca se celebraron. Por ello Ngo Dinh Diem

estableció una dictadura en Vietnam del Sur que contó con el apoyo estadounidense.

El apoyo aumentó y se intensificó al punto de enviar asesores y tropas cuando el

dictador de Vietnam del Norte Ho Chi Minh decidió apoyar una rebelión de

comunistas en el sur del país. La cruenta respuesta del gobierno del Sur hizo que

Kennedy retirara paulatinamente el apoyo, e incluso reconociera al gobierno militar

que sucedió violentamente al de su ex aliado sureño, sin que esto significara retirar

las tropas que se mantenían en la región con el argumento de frenar el auge del

comunismo.

“Tres semanas más tarde, Kennedy también fue asesinado; Johnson juró el cargo de presidente y comenzó a cometer errores por su cuenta. Continuó la guerra de manera intermitente hasta el 2 de agosto de 1964, cuando Vietnam del Norte atacó el destructor norteamericano Maddoz, que estaba realizando espionaje electrónico en el golfo de Tonkin. Hasta ese momento, Johnson no se había decidido a escalar. Pero ahora convocó a los líderes del Congreso, y sin revelar la naturaleza de la misión Maddox, acusó a Viernam del Norte de “agresión abierta en alta mar”. Entonces envió al Senado una resolución que lo autorizaba a tomar “todas las medidas necesarias para repeler cualquier ataque armado contra las fuerzas de Estados Unidos y para impedir agresiones futuras”. El senador por Arkansas William Fullbright, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, que impulsó la “Resolución Tonkin” en el Congreso, dijo que de hecho la ordenanza facultaba a Johnson a entrar en guerra sin que fueran necesarias más autorizaciones. Solo dos senadores votaron en contra. Más tarde, cuando hubo más información disponible, muchos miembros sostuvieron que Johnson y sus consejeros habían engañado a los senadores deliberadamente para que apoyaran la escalada de la guerra. En realidad, Johnson no hizo nada durante seis meses. Estaba en plena campaña electoral en contra del senador Barry Goldwater, que abogaba abiertamente por el bombardeo de Vietnam del Norte. Johnson percibía que la gente no estaría contenta con “otra Corea” y bajó los decibelios de la guerra durante la campaña. De hecho, hizo un llamamiento a la “paz” al igual que Wilson en 1916 y Roosevelt en 1940. Después de obtener una victoria abrumadora hizo lo opuesto, otra vez, igual que Wilson y Roosevelt. En febrero de 1965, cuando un ataque del Vietcong a barracas norteamericanas produjo fuertes bajas, ordenó el bombardeo del Norte”. (JOHNSON, 2002; 742)

90

Entre los criterios que imperaron para que los ciudadanos y la opinión pública

comenzaran a darle la espalda a la guerra, está que la opción de los bombardeos no

era tan sencilla como se pensaba, entonces se hizo necesario construir bases en

Vietnam y enviar un contingente de soldados a protegerlas. Además de esto, la gran

cantidad de noticias provocó que surgieran ideas propagandísticas y exageradas que

terminaban afectando la moral de las personas. Por último la falta de información

fidedigna llevó a la población a pensar que estaba enviando a sus familiares a una

guerra que estaba perdida y de la que no podría obtenerse nada.

Comercialmente Kennedy planteó la creación de un mecanismo de integración

entre Europa y los Estados Unidos, iniciativa que incluso contó con el apoyo del

Congreso que le confirió la Ley de Expansión del Comercio, pero las divergencias

entre Francia y Gran Bretaña propiciaron que esto no pudiera gestarse.

Los que podrían considerarse como pocos logros en la política exterior, lo

fueron también en la política interna. La efervescencia por la igualdad racial que

había planteado Kennedy empezó a olvidarse y el electorado negro que había

sufragado por él comenzó a regresar al Partido Republicano que le había dado la

libertad a los esclavos en el gobierno de Lincoln.

“El círculo de Kennedy tenía esperanzas de que la primera sesión del Congreso en 1961 pudiera compararse con los 100 días de Roosevelt, pero el joven presidente pronto descubrió que en materia de legislación doméstica, como en cuestión de política exterior, tan sólo podía anotarse triunfos limitados. La coalición conservadora de demócratas sureños y republicanos norteños que se había opuesto a casi toda reforma social innovadora durante una generación, no tenía ningún interés en llevar al país hacia nuevas fronteras. El Congreso rechazó las peticiones de Kennedy de atención médica a los ancianos (Medicare) y de un Departamento de Asuntos Urbanos y Vivienda, en tanto que la ayuda federal a la educación volvía a verse obstaculizada por la incapacidad de resolver el asunto centrado en la demanda de los obispos católicos, que pedían concesiones a las escuelas parroquiales” (MORINSON, STEELE, LEUCHTENBURG, 2003: 800)

91

Los grandes críticos de Kennedy le reprochaban al Presidente que teniendo

una gran popularidad y una holgada mayoría en ambas cámaras, no se atreviera a

plantear reformas mucho más radicales. Sin embargo hay que reconocer que logró

aumentar el salario mínimo, liberalizó los beneficios del seguro social, extendió la

compensación de desempleo de emergencia, invirtió recursos en zonas bastante

necesitadas y logró que se le aprobara una Ley federal de control de contaminación

del agua. Además de esto logró incentivar el empleo en una época de recesión.

El 22 de noviembre de 1963 la polémica administración Kennedy, que tantas

expectativas había generado, llegaba a su fin, pues éste moría asesinado en Dallas,

Texas.

Ante la falta absoluta del Presidente asumió el poder el vicepresidente Lyndon

Johnson que se convertía en el segundo sureño en asumir el gobierno de los

Estados Unidos en su historia (el primero había sido Andrew Jackson).

“Aparte de las razones electorales que mueven a Kennedy para escoger como compañero de fórmula a este importante político texano, muchos se sorprenden. El tiempo demuestra que esa elección fue correcta. Forman una pareja carismática y dinámica y se complementan. Sus diferencias no son de enfoques políticos, sino de prioridades. Para Kennedy el campo predilecto es el internacional, y muestra un especial interés por América Latina. Los más brillantes asesores de la Nueva Frontera, su programa de gobierno, son expertos en asuntos latinoamericanos. Para Johnson la prioridad es la política interna y poco o nada le interesa Latinoamérica.” (NIETO, 2005; 146)

Al poco tiempo de asumir el nuevo presidente la primera magistratura, el

Congreso le aprobó 1200 millones de dólares para construir colegios. Además logró

una reducción de impuestos, aprobar una legislación para proteger zonas

deshabitadas y logró aumentar el producto interno bruto.

También consiguió que el Congreso, como un homenaje póstumo a Kennedy,

aprobara la Ley de Derechos Civiles, para lo cual contó con el respaldo del senador

92

demócrata Hubert Humphrey y de sectores republicanos como el representado por

Everett Dirksen.

Estas ideas, acompañadas de una ferviente lucha contra la pobreza,

constituyeron el modelo de país que Johnson denominó “Gran Sociedad”.

De todas maneras la gestión de Lyndon Johnson comenzó de una forma

compleja por los sucesos de Panamá y República Dominicana.

En Panamá un grupo de alumnos estadounidenses izaron la bandera

norteamericana en una escuela en Balboa y no colocaron a su lado la bandera

panameña. Lo que había empezado como una disputa entre estudiantes panameños

y estadounidenses terminó siendo una jornada sangrienta y dolorosa. Panamá

aprovechó de exigir una renegociación de los tratados que regulan al canal y

recibieron como respuesta de los Estados Unidos una declaración en la que se

ofrecía revisar los tratados.

Posteriormente Estados Unidos alegará que en cuanto tenga un nuevo paso

de conexión entre ambos océanos, devolverá el canal sin problemas.

La otra coyuntura se presentó cuando en 1965 el Presidente ordenó invadir la

ciudad de Santo Domingo en la República Dominicana para evitar que las tropas que

pelean a favor de Juan Bosh triunfaran y le devuelvan el poder a una persona que a

juicio de los Estados Unidos era comunista.

A la par que en el gobierno se daba este debate, en el Partido Republicano se

comenzaron a plantear discusiones sobre su probable abanderado presidencial para

los comicios de 1964, comenzando a escucharse el reclamo de algunos estados que

señalaban que podían competirle a las figuras demócratas pero nunca se les

escuchaba. El planteamiento era incluso mucho más radical pues estos sectores

93

decían que la “Gran Sociedad” de los demócratas no podía ser enfrentada con un

candidato de centro, sino que era necesario recurrir a una figura de la derecha.

Este perfil podía recaer en el senador por Arizona Barry Goldwater, un político

que hábilmente supo explotar el resentimiento racial de los blancos conservadores y

que criticaba las medidas liberales adelantadas por Kennedy y Johnson. Incluso se

ufanaba de haber votado contra la Ley de Derechos Civiles. En su propuesta de

política exterior criticaba fuertemente la parsimonia y suavidad del gobierno ante

Vietnam del Norte, pero el argumento fue dejado de lado cuando Ho Chi Minh atacó

intereses norteamericanos y el presidente ordenó bombardear. Tiempo después una

investigación determinó que la idea de bombardear había sido tomada antes del

ataque, pero el argumento sirvió para que el gobierno solicitara una autorización al

Congreso para reaccionar de cualquier manera ante un ataque contra Estados

Unidos. En realidad esta autorización podía ser el argumento para arreciar la guerra;

sin embargo el Congreso lo aprobó con los votos salvados de los senadores

demócratas Wayne Morse de Oregon y Ernest Gruening de Alaska.

Con todo y este escenario Goldwater planteó enviar tropas a Asia y Johnson

se opuso.

“Goldwater, de 55 años, presbiteriano de ascendencia judía, encabezó la reacción conservadora y fue vocero del descontento popular por el crecimiento de los poderes del gobierno federal. Sus partidarios se contaban principalmente entre la clase media de los suburbios del Sur y del Oeste, creados por las nuevas industrias; muchos eran técnicos y profesionales de familias antes pobres y campesinas, casi todos gente sana pero ingenua que, lo mismo que su líder, no comprendía el mundo moderno y crecía que todo se puede arreglar a tiros.” (CÁRDENAS, 1998; 486)

La derrota electoral para los republicanos fue estruendosa, mientras que los

demócratas alcanzaron un triunfo avasallante que les permitió romper el equilibrio de

poder, algo que no ocurría desde 1938.

94

El Partido Demócrata obtuvo una ventaja de casi 16 millones de sufragios y en

cuanto a Colegios Electorales logró imponerse 486 a 52. Goldwater sólo pudo ganar

Arizona (su estado, aunque el triunfo fue estrecho) y los sureños y conflictivos

estados raciales de Louisiana, Georgia, Alabama, Carolina del Sur y Mississippi.

El voto negro siguió respaldando al Partido Demócrata (como lo había hecho

con Kennedy) y los irlandeses sufragaron masivamente por Johnson. La campaña

de Goldwater y su visión de que con un candidato fuerte de derecha y que evocara

valores arcaicos quedó sepultada por la promesa de la “Gran Sociedad” y el legado

de Kennedy, cuya vida empezaba a convertirse en leyenda.

El gobierno de Johnson terminó desgastado y sin tener la posibilidad de

presentar una figura que pudiera sumar voluntades. En algún momento, y ante la

muerte de Martin Luther King, se pensó en que Robert Kennedy era la persona que

podía aglutinar a los pobres sin importar al grupo étnico al cual pertenecieran. Sin

embargo Kennedy fue asesinado. Jonson, quien había pensado reelegirse y el haber

tenido un pobre resultado en las primarias del estado de New Hampshire, había

optado por respaldar a Humphrey.

Esta situación, aunada a la época de violencia que vivía Estados Unidos,

presagiaba un escenario bastante difícil para los demócratas que seguían sin poder

encontrar un candidato.

El senador Eugene McCarthy continuó mostrando su visión idealista sobre el

país, pero la Convención, no sin polémica, determinó que el abanderado sería el

vicepresidente Hubert Humphrey. Como un elemento para mitigar la diatriba, el

candidato demócrata designó al senador Edmund Muskie como su compañero de

fórmula.

Por su parte el Partido Republicano, luego del fatídico experimento de

Goldwater, había intentado reacomodar sus fuerzas, presentándose en las primarias

95

tres candidatos que representaban distintas concepciones dentro del partido. En un

sector considerablemente liberal se ubicaba el gobernador de Nueva York Nelson

Rockefeller; en una posición conservadora estaba el gobernador de California Ronald

Reagan y en un ala moderada de centro se colocaba el ex vicepresidente Nixon.

Nixon logró imponerse con facilidad en el seno de su partido y consiguió la

nominación presidencial, colocando como compañero de fórmula al gobernador de

Maryland Spiro Agnew. Este compañero de fórmula significaba para el candidato la

posibilidad de llegar a cierta parte del electorado a la cual él no tendría naturalmente

acceso.

Sin embargo un sector del electorado no se encontraba conforme con las

ofertas candidaturales y decidieron apoyar la fórmula presentada por el Partido

Independiente norteamericano, encabezada por el gobernador de Alabama George

Wallace.

Este político, de origen demócrata, había indicado su feroz oposición a

cualquier forma de integración racial y había decidido que su compañero de fórmula

fuera Curtis LeMay, antiguo jefe del Estado Mayor de la fuerza aérea quien había

señalado que era pertinente bombardear a Vietnam hasta llevarlo a ser como era en

la edad de piedra.

Durante la campaña LeMay había dicho que los líderes del país temían usar

armas nucleares, pero que llegado el momento a él no le daría miedo hacerlo. Este

tipo de declaraciones, aunadas a los planteamientos de Wallace sobre la igualdad en

los Estados Unidos propició que importantes sectores de demócratas disidentes

regresaran a su partido de origen y abandonaran al Partido Independiente.

En los comicios Richard Nixon obtuvo aproximadamente 31 millones y medio

de votos, superando por poco menos de 500 mil sufragios a Humphrey. Por su parte

Wallace consiguió más de 9 millones de votos y conquistó 5 estados sureños.

96

Aunque en el voto popular la victoria republicana fue estrecha, en los colegios

electorales Nixon obtuvo 301 votos, Humphrey 191 y Wallace 46. Cabe destacar que

esta fue la última vez que un grupo electoral ajeno a los partidos Republicano y

Demócrata consiguió representantes a los colegios electorales.

III.2.C Nixon: un republicano con grandes retos y características propias

La presidencia de Nixon iniciaba con grandes retos. Un país en el que el tema

racial seguía estando en agenda y la situación de Vietnam, eran uno de los hitos más

significativos de la nueva administración.

La visión de política exterior se replanteó, desarrollándose una nueva

dinámica que tuvo diversas perspectivas: por una parte respondería a la coyuntura

internacional que imperaba en el momento. En segundo lugar se vería impulsada por

elementos locales y en última instancia respondería a planteamientos teóricos e

ideológicos.

Con todo esto, Nixon tuvo la posibilidad de presentarse ante la opinión pública

como el gran promotor de la paz y el orden interno. Este clima, unido a la

disminución de tropas de Vietnam y al cese parcial del reclutamiento de personal,

hizo que las acciones de protesta en Universidades e instituciones superiores

disminuyeran.

“El excepcionalismo norteamericano, como quedó encarnado en el Movimiento por la Paz, no permitió que se discutieran los aspectos prácticos de la salida y consideró los intentos de hacerlo como síntomas del subrepticio deseo del gobierno de continuar la guerra. Habiendo convertido la guerra en un conflicto interno entre el bien y el mal en la propia patria, el Movimiento por la Paz prefirió- por razones que le parecieron muy morales- el desplome de los Estados Unidos en Vietnam a un resultado que, precisamente porque podría ser considerado "honorable", también podía despertar el apetito del gobierno por nuevas aventuras en el extranjero”. (KISSINGER, 2004; 681)

97

A medida que el gobierno de Nixon intentaba sembrar a la sociedad de valores

conservadores y de alguna manera detener la liberalización constante que

experimentaba la sociedad, los grupos minoritarios seguían planteando exigencias,

con la novedad de que ahora no se trataba únicamente de los afroamericanos, sino

que los cuatro millones de cubanos que vivían en el estado de Florida y los

puertorriqueños que habitaban Nueva York (un número mayor de los que vivían en la

isla) exigían que se les tratara como ciudadanos estadounidenses. Además los

nativos norteamericanos planteaban mejoras sociales que les permitiera aumentar el

promedio de vida de 46 años hasta llegar al valor nacional de 69.

Pese a los reclamos e incluso acciones, por ejemplo las llevadas a cabo por

César Chávez en California, el gobierno no modificó de forma alguna su visión hacia

estos sectores.

La política exterior tampoco estuvo exenta de inquietudes y contradicciones.

Aunque una de las promesas de campaña de Nixon consistió en que se

implementaría una política que solucionaría el conflicto de Vietnam, el Presidente

ordeno la invasión a Camboya en 1970, justificando para ello la necesidad de no ser

humillado por una derrota. Las presiones internas en los Estados Unidos llevaron al

caos y a un gran clima de descontento que no evitaron la justificación de acciones

como la masacre de Mylai en Vietnam del Sur, la invasión de Laos y la siembra de

minas en los puertos vietnamitas, instalaciones que eran utilizadas por la Unión

Soviética.

El presidente Nixon buscó darle una nueva esencia a su administración

nombrando como asesor del gobierno en materia de seguridad nacional al profesor

Henry Kissinger, una figura reconocida por la aplicación de las tesis del realismo

político en sus análisis y estudios.

Inmediatamente la visión de política exterior del gobierno cambió. El

Presidente viajó a Rusia para negociar un tratado que limitara el uso de proyectiles

98

estratégicos. Además decidió visitar Pekín, China, en 1972 para reunirse con el

primer ministro Chou En- Lai y plantear un acercamiento con la República Popular

China. Cabe acotar que las relaciones entre la Unión Soviética y China no

atravesaban su mejor momento, disputándose ambos países la influencia ideológica

sobre el movimiento socialista mundial.

Con una apertura ideológica mucho más palpable, mejoras en el sistema de

salud y educación, algún grado de intervención económica y la llegada del hombre a

la luna, Nixon decidió postularse a la reelección.

Los comicios de 1972 enfrentaron a Nixon con el candidato demócrata George

McGovern quien escogió como compañero de fórmula al también senador Thomas

Eagleton pero tuvo que sustituirlo por Robert Sargent Shriver cuando se enteró que

aquél había recibido tratamiento médico por problemas mentales.

Richard Nixon consiguió 47 millones de votos, 18 millones más que el

candidato demócrata y su triunfo en el Colegio Electoral fue 520 a 17, triunfando los

demócratas únicamente en Massachussets y en el Distrito de Columbia y obteniendo

el psicólogo John Hospers el sufragio restante.

Es pertinente añadir dos elementos que seguramente incidieron en los

resultados electorales:

1. Una enmienda constitucional había otorgado el derecho a los jóvenes de 18

años para que sufragaran. Sin embargo la abstención en este sector fue

considerable.

2. En la víspera de las elecciones Henry Kissinger anunció que la consecución

de la paz era un hecho de horas.

Pese a que el llamado de Kissinger fue atrayente, el gobierno cerró el año

bombardeando Hanoi en Vietnam del Norte; sin embargo en enero de 1973 se

99

alcanzó un cese al fuego y en marzo se retiraron todas las tropas estadounidenses

que quedaban en el país.

Aunque el gobierno de Nixon se ufanaba de haber alcanzado una “paz con

honor”, la guerra había acabado con 57 mil vidas norteamericanas y había dejado

más de 300 mil heridos, además del enorme gasto militar y fiscal que representó.

América Latina nunca representó mucho para la política exterior de Nixon y su

administración, aunque el gobierno decidió actuar en Chile durante el mandato del

presidente Allende por el temor de que éste se diera a la tarea de convertirse en un

foco de ideologización regional.

Siempre se ha manejado la tesis de que los estadounidenses desarrollaron

una serie de políticas tendentes a desestabilizar a Allende y a preparar el golpe

militar.

El exministro de obras públicas de Chile y dirigente de la Concertación de

Partidos por la Democracia Sergio Bitar señala lo siguiente:

“El papel norteamericano en la conformación de la ideología de la “seguridad nacional” fue esencial. Tradicionalmente, el pensamiento de las Fuerzas Armadas latinoamericanas sobre problemas de seguridad tenía una connotación territorial y se concentraba en los aspectos limítrofes. Ya a partir de la segunda guerra mundial se elaboró una concepción tendiente a ampliar el papel de las fuerzas armadas en la sociedad, más allá de los problemas táctico- militares. Se trataba de abarcar los conceptos de geopolítica y desarrollo interno. Así se atendía también los intereses norteamericanos de la seguridad hemisférica, según la cual la seguridad de América Latina estaba indiscutiblemente ligada a la de Estados Unidos.” (BITAR, 2001; 257)

De todas maneras esta política comenzó a crear polémica a lo interno del país

ya que se observaba que el gobierno de Nixon se limitaba a tener intereses, sin

importarle lo que pudiese ocurrir referente a los derechos humanos y la justicia.

100

John Dinges, un importante periodista norteamericano dedicado a la

investigación de las dictaduras militares americanas señala lo siguiente:

“Con todo, hacia principios de 1976, el tratamiento del tipo “no veo nada malo” de Kissinger hacia Pinochet se había tornado insostenible ante la condena internacional a Chile y el creciente enojo dentro de Estados Unidos por los abusos de los nuevos gobiernos militares del Cono Sur. Senadores como Ted Kennedy y Alan Cranston, y diputados como Don Fraser, de Minnesota; Tom Harkin, de Iowa, y Edward Koch, de Nueva York, estaban haciendo en el Congreso lo que el Poder Ejecutivo se negaba a hacer: usar la ayuda económica y militar estadounidense como medio de presión a los represores. La presión del Congreso retenía la venta de una flota de aviones F- 5E que Pinochet había ordenado como parte del apertrechamiento militar contra su vecino del norte, Perú, que amenazaba con reabrir una disputa territorial de cien años atrás.” (DINGES, 2004; 219)

En la medida en que Nixon se transformaba en un Presidente cada vez más

conservador, su fuerza electoral se iba disminuyendo en medio de escándalos y

controversias.

Los primeros asomos de que la situación interna no le era favorable se

manifestaron cuando el Procurador General de los Estados Unidos para el estado de

Maryland inició una investigación contra el vicepresidente Spiro Agnew por haber

aceptado sobornos mientras fue gobernador de ese estado. Finalmente fue

condenado a tres años de libertad condicional y a pagar una multa de 10 mil dólares,

viéndose obligado a renunciar.

Ante este escenario el presidente Nixon se vio en la obligación de designar

como vicepresidente al líder de la minoría republicana en la cámara de

representantes, Gerald Ford.

Debemos indicar que mientras esto ocurría, el juez John Sirica y los periodistas

del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein indagaban sobre un extraño

caso en el que todo hacía pensar que alguien había grabado e infiltrado las

reuniones del Partido Demócrata en el Hotel Watergate de la ciudad de Washington.

101

Finalmente se comprobó que además de la red de grabación el entorno más

cercano al Presidente había empleado tácticas de campaña sucia y había usado

instituciones del Estado para hacerlo.

Todas las investigaciones permitieron establecer que el presidente Richard

Milhous Nixon estaba directamente involucrado con los hechos y había obstruido la

justicia cuando se había negado a entregar algunas pruebas que los órganos de

justicia le solicitaban. Ello llevó a que el 8 de agosto de 1974 el primer mandatario

decidiera renunciar al poder, quedando encargado de la presidencia, Gerald Ford.

III.2.D Ford: el breve gobierno de un hombre que nunca pensó llegar al poder

El inicio de Ford había generado expectativas favorables entre los ciudadanos

norteamericanos, pero algunas actuaciones minaron paulatinamente su apreciación

positiva, como por ejemplo la alocución en la que manifestó que perdonaba al ex

presidente Nixon por los delitos que hubiese podido cometer en el ejercicio de su

cargo.

En cuanto a su política exterior, ratificó a Henry Kissinger como secretario de

Estado, teniendo en este período que afrontar la salida definitiva de Estados Unidos

de Vietnam, al evacuar Saigón. Otro elemento que debe tenerse en cuenta fue el

intento de acercamiento con Cuba condicionado al cese por parte de la isla de su

activismo en África, coyuntura que no se dio.

Pese a la experiencia catastrófica que había representado Vietnam, el

gobierno de Gerald Ford tuvo la idea de actuar militarmente en Angola.

La política desacertada de un hombre que nunca pensó ejercer el poder, llevó

a que la opción demócrata, comandada por James Earl Carter, lograra tener hasta

33% de ventaja en las encuestas. Sin embargo, luego de manejos poco prudentes

102

por ambos comandos de campaña y por actitudes poco serias de ambos candidatos,

Carter superó a Ford por tan sólo poco más de un millón y medio de votos (50,1% a

48%), logrando los demócratas 297 votos electorales y los republicanos 240.

“Pese a Watergate y a sus propios impedimentos, Ford casi consiguió ser elegido en 1976, y sin duda habría triunfado si se le hubiese permitido elegir como compañero de fórmula a su vicepresidente Nelson Rockefeller. A estas alturas de los acontecimientos, y como consecuencia de la persecución de los medios de difusión, se consideraba a la presidencia una designación casi imposible. Había poca competencia y los demócratas eligieron candidato a Jimmy Carter, un georgiano mediocre que fue impuesto como un programa de televisión por Gerald Rafshoon, un sagaz ejecutivo de publicidad de Atlanta. Ganó la presidencia por un minúsculo margen contra el titular más débil de la historia, y llegó a ser un presidente todavía más débil” (JOHNSON, 1988; 675)

III.2.E Carter y el regreso de los demócratas

Carter no se apartó en gran medida de lo que había sido la política interna de

sus predecesores, salvo por haber creado nuevos Departamentos, incorporado a la

mujer en puestos de decisión y buscar disminuir la dependencia norteamericana del

petróleo extranjero. Además cumplió su promesa electoral de perdonar a quienes se

habían opuesto al reclutamiento obligatorio durante la Guerra del Vietnam.

De todas maneras, desde los primeros días del mandato de Carter las

relaciones con el Congreso fueron complejas, pues este cuerpo colegiado rechazó

que en medio de la austeridad se propusiera un presupuesto que negaba las ayudas

sociales y pensiones a viudas y familiares de combatientes, además que el gasto

militar se duplicó en detrimento de políticas de beneficencia social.

Aunque en política interna y en materia racial el gobierno no lograba ganar

adeptos, fue valorado favorablemente por la política exterior que comenzó a aplicar,

ya que dio la impresión que sembraba en el ejecutivo norteamericano una visión

propulsora del derecho internacional y de respeto a los derechos humanos.

103

“Al presentarse como defensor de los derechos humanos por todo el mundo, devolvió parte de su prestigio moral a la Presidencia. Además, Carter demostró que no se dejaba engañar por las ambiciones globalistas que habían desencaminado a presidentes anteriores, cuando se comprometió con un retiro muy gradual de las tropas norteamericanas de tierra en Corea, y aún más cuando, en una vigorosa muestra de jefatura del Ejecutivo, obtuvo la aprobación del Senado para unos tratados que aceptarían devolver el control del Canal de Panamá y de la zona del canal a los panameños en el año 2000” (MORINSON, STEELE, LEUCHTENBURG, 2003; 836)

Incluso el gobierno de Carter, ratificando su discurso democrático y de

derechos humanos, decidió apoyar las aspiraciones de la población negra de

Rhodesia (Zimbabwe) pese a la oposición de algunos senadores que pedían el cese

de las sanciones y no dudó en reconocer al gobierno de la Junta de Reconstrucción

Nacional en Nicaragua que había derrocado a Anastasio Somoza, un dictador

históricamente afín a los Estados Unidos.

Durante la administración de Carter continuaron las conversaciones con la

URSS para limitar las armas estratégicas y el gobierno dio el paso definitivo para

acercarse a China al reconocer su gobierno, establecer relaciones diplomáticas y

retirar el aval de que el legítimo gobierno chino radicaba en Taiwán. Sin embargo,

Estados Unidos continuó vendiendo armamento a la “provincia rebelde” y consiguió

que China se comprometiera a no invadirla. El acercamiento con China fue

duramente criticado por los senadores conservadores pese a que los primeros

encuentros fueron impulsados por Richard Nixon.

Uno de los grandes éxitos de la administración demócrata fue sin duda alguna

la reunión que en Camp David, Maryland tuvieron el presidente egipcio Anwar el-

Sadat y el primer ministro de Israel Menajem Begin con Carter como mediador.

La propuesta de Camp David implicaba que Israel otorgaría algún grado de

autonomía a Gaza y Cisjordania y devolvería la península del Sinaí a Egipto, a

cambio del establecimiento inmediato de relaciones y la garantía por navegar a

través del Canal del Suez y el estrecho de Tirán.

104

El 26 de marzo de 1979 los países firmaron el acuerdo de paz. Sin embargo la

Organización para la Liberación de Palestina lo objetó argumentando que de ninguna

manera se alcanzaba la independencia de Palestina e indicando que los acuerdos no

establecían ningún punto referente a Jerusalén. Por su parte el congreso israelita

decidió en 1980 que la ciudad de Jerusalén era su capital y que era indivisible.

La inaplicabilidad de los acuerdos hizo que Carter pasara en meses del más

excelso de los éxitos al más rotundo de los fracasos.

Para colmo de males para el gobierno demócrata y su apertura hacia el Medio

Oriente, en Irán un movimiento fundamentalista depuso al Sha y proclamó una

república islámica dirigida por el ayatolá Ruhollah Jomeini rompiendo relaciones con

los Estados Unidos acusándolo de cómplice de la monarquía opresora iraní y

teniendo que acoger la administración Carter al Sha por razones humanitarias.

El 4 de noviembre de 1979, ante la inacción de las fuerzas de seguridad del

Estado, un grupo de estudiantes radicales tomó por la fuerza la sede de la embajada

de Estados Unidos en Teherán exigiendo para liberar a los rehenes que Estados

Unidos extraditara al Sha, que entregaran todos los bienes que este tenía en el

extranjero, que los Estados Unidos fijara un compromiso de no intervenir en los

asuntos iraníes y que se disculpara públicamente por haber cooperado con el

gobierno imperial.

Estados Unidos respondió bloqueando las exportaciones petroleras iraníes y

congelando las cuentas y bienes de la República en Norteamérica. Sin embargo dio

también un mensaje al conminar al Sha para que abandonara el país.

Como estas medidas no surtieron efecto alguno, el presidente Carter optó por

el desenlace militar resultando catastrófico para el ejército norteamericano que sufrió

bajas y tuvo cuantiosas pérdidas económicas. El secretario de Estado Cyrus Vance

105

renunció, siendo sustituido por el ex gobernador de Maine y ex senador Edmund

Muskie. La salida militar al conflicto fue descartada y la salida diplomática terminó

dando resultado 444 días después, dejando muy mal colocado ante la opinión

pública a Carter, quien podía analizar que sus aspiraciones reeleccionistas llegaban

a su fin.

Paralelo a estos sucesos, en Afganistán la situación también resultaba

compleja para los Estados Unidos pues no solo su embajador era asesinado, sino

que la Unión Soviética invadía el país. Esta situación ameritó un pronunciamiento

bastante fuerte de Carter, quien señaló que cualquier intento por apropiarse del área

del Golfo Pérsico iba a ser repelido de la forma más extrema; incluso estableció un

embargo a los envíos de granos a la URSS y boicoteó los juegos olímpicos que se

celebraron en Moscú en 1980. Con todo lo hecho, no pudo conseguir la salida

soviética de Afganistán.

El gran temor de Carter era que aparentemente la Unión Soviética estaba

impulsando un nuevo proceso expansionista que aspiraba conquistar Pakistán y que

tendría a Irán como un aliado antioccidental. La salida al Índico ya la tenían al

controlar Etiopía, Somalia y Yemen del Sur. Entre los elementos empleados para

frenar este auge fue el financiamiento de grupos armados que combatieran a los

soviéticos en estos lugares, por ejemplo los muyahidines en Afganistán.

Pese al poco manejo demostrado en estas crisis, Carter tuvo logros

importantes, por ejemplo el retiro de las armas nucleares y la disminución de tropas

norteamericanas apostadas en Corea del Sur, así como una política de constante

reproche a las dictaduras de ese país y de Filipinas.

Igualmente presionó a Joaquín Balaguer Ricardo para que reconociera el

triunfo del opositor Antonio Guzmán en República Dominicana y fustigó a las

dictaduras del cono sur, especialmente a la boliviana de Hugo Banzer. En cuanto a

Chile hubo un enfriamiento de las relaciones entre ambos países por el asesinato en

106

Washington en 1976 de Orlando Letelier. Igualmente el gobierno detuvo el envío de

ayuda a El Salvador por el asesinato de un grupo de religiosas por parte del ejército

de ese país.

En cuanto a Cuba, Carter dio algunas muestras de buena voluntad

disminuyendo algunos capítulos del bloqueo, permitiendo algunos vuelos desde

Florida y estableciendo relaciones consulares.

El gobierno de Castro no solo no respondió amistosamente sino que dijo que

todo aquel cubano que quisiera emigrar de la isla podía hacerlo desde los puertos de

Mariel. Este episodio conocido como “la crisis de los marielitos” implicó para los

Estados Unidos la obligación de recibir un número considerable de cubanos, sin

importar su procedencia, nivel social o relación con la justicia.

La política exterior de Carter terminó siendo contradictoria. Pese a haber

suscrito el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y haber reprimido a

diversas dictaduras, dejó de lado la diplomacia abriendo la posibilidad de un nuevo

conflicto bélico a gran escala.

La percepción de la opinión pública estadounidense no le fue favorable,

perdiendo estrepitosamente su reelección y allanando el camino para el retorno

republicano.

Los republicanos decidieron buscar la presidencia a través de Ronald Reagan,

quien se había desempeñado como gobernador del estado de California en dos

períodos y había buscado infructuosamente la nominación presidencial por su partido

el período presidencial anterior, recayendo esta en Gerald Ford.

En las elecciones Reagan ganó con una ventaja holgada que le permitió

contar con 489 votos electorales contra 49 de su adversario. De hecho Carter sólo

107

pudo ganar en su natal Georgia, el Distrito de Columbia, Hawai, Rhode Island,

Maryland, Minnesota y West Virginia.

III.2.F. Reagan: los republicanos encontraron su líder y lograron regresar

La administración Reagan representó para los Estados Unidos la

implementación de una nueva moral que había incluso impregnado a la política

exterior. A la par del paulatino descalabro del mundo socialista y a los acercamientos

cada vez más estrechos con China, la atención se había dirigido a atacar nuevos

problemas que potencialmente podían convertirse en amenazas, por ejemplo el

problema de las drogas.

“El general Haig plantea que la prioridad de la política exterior no son los derechos humanos- política de Carter-, sino la lucha contra el terrorismo internacional del que hace responsable a la Unión Soviética. En su lista de países terroristas están Libia, Irán, Corea del Norte, Cuba y Nicaragua. Dice que en Centroamérica Estados Unidos mostrará su determinación de obligar el retroceso (rollback) del expansionismo soviético y cubano y “trazará una línea” en El Salvador que enfrenta un conflicto armado liderado por un movimiento guerrillero marxista- leninista. La solución de ese conflicto- afirma- será “drástica y militar” y ve la victoria fácil y rápida. “¡Ésta es una guerra que usted puede ganar, señor presidente!”, le dice a Reagan” (NIETO, 2005; 335)

Una de las medidas del nuevo gobierno fue reafirmar las buenas relaciones

con gobiernos anticomunistas sin importar su tendencia política. Esto lo lleva a

aliarse con dictaduras militares y a radicalizar las medidas contra Cuba y Nicaragua a

quienes acusaba de ser el lugar de origen de buena parte del arsenal empleado en

las guerras civiles de Centroamérica.

En aras de reafirmar esta posición el gobierno presentó en marzo de 1981 al

Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes un documento en

el que se solicita al Congreso que se aprueben más de 6 millones de dólares para

evitar que la Unión Soviética pueda sembrar con comunismo a importantes áreas de

relevancia para Estados Unidos. Esto va acompañado de giras de importantes

108

personeros que explican la necesidad de controlar y aislar a Cuba, Nicaragua y

Granada.

La estrategia hacia El Salvador consistía en enviar asesores en materia de

seguridad y posteriormente militares, pero diversos sectores manifestaron su

descontento porque temían que ese país pudiera convertirse en un nuevo Vietnam.

Ante las protestas el gobierno norteamericano decide invitar a diversos países

a que constituyan un nuevo fondo de ayuda al Caribe y Centroamérica en el que

expresamente sean excluidos los tres países que generan preocupación y que para

Reagan es prioritario aislar.

Es importante resaltar que al menos en el caso salvadoreño el gobierno de

Reagan decía que si tenía interés en frenar el auge comunista en la región, pero que

a decir verdad el gobierno que había enviado asesores militares era el de Carter, él

sencillamente había decidido incrementarlos. A partir de ahora cobra gran fuerza

Honduras, país desde el que se dirigirá una serie de ofensivas tendentes a

desestabilizar Nicaragua.

Frente a este esquema surge una iniciativa latinoamericana coordinada por

Venezuela, Colombia, México y Panamá, denominada Grupo Contadora (por la isla

panameña en la que se reunió) que tendrá la tarea de buscar la paz centroamericana

a través de la negociación y el acuerdo. Si bien este mecanismo demostró que la

OEA era un organismo que debía renovarse, no fue del agrado de los Estados

Unidos que observaba en ella una institución paralela a sus esquemas.

Los estadounidenses no se conformaron con cortarle a Nicaragua la ayuda

económica, sino que comenzaron a crear una fuerza de choque financiada,

estructurada y entrenada por la CIA en Estados Unidos y Argentina para que luchara

contra el gobierno sandinista. Debe resaltarse que en la fuerza confluyeron

somocistas, disidentes del gobierno y críticos de los gobiernos de Guatemala, Cuba y

109

Honduras. De todas maneras es preciso aclarar que los grupos no saben la

existencia uno de otro. Incluso algunas figuras como Edén Pastora, el Comandante

Cero, deciden irse a la lucha armada por su descontento con el régimen sandinista.

Algunos de estos sectores se agrupan en torno a la Fuerza Democrática

Nicaragüense (FDN) mientras que los de Pastora y otros lo hacen separados y sin

coordinación con los demás.

“Bush Padre ocupaba la vicepresidencia cuando el presidente Reagan dijo que estos héroes eran “el equivalente moral de los Padres Fundadores de América”. Hollywood estaba de acuerdo con la Casa Blanca. “El desprecio por la voluntad popular es una de las muchas coincidencias entre el terrorismo de Estado y el terrorismo privado". En esos tiempos, se filmó Rambo 3: los afganos musulmanes eran los buenos. En tiempos de Bush hijo, eran malos malísimos.” (GALEANO, 2009)

El 23 de diciembre de 1982 el New York Times publica una denuncia sobre la

existencia de campos de entrenamiento en territorio norteamericano. Mientras el

Congreso manifiesta su preocupación e interpela al secretario de defensa Haig, el

gobierno se limita a señalar los abusos cometidos desde el sandinismo.

La estrategia lleva al gobierno estadounidense a acercarse más a Honduras y

Argentina, país que por su dictadura militar tiene un bloqueo de armas, pero el

gobierno de Reagan los necesita para la formación de un frente contra Nicaragua y le

pide al Congreso que levante las sanciones.

Argentina lleva la preparación de uno de los grupos hasta que estalló la

Guerra de Las Malvinas y observando que Reagan mostraba su favoritismo hacia la

Gran Bretaña de Margaret Thatcher decidieron separarse.

En marzo de 1982 funcionarios de la CIA son interpelados sobre la acusación

hecha por Nicaragua de que funcionarios norteamericanos colaboran en la voladura

de puentes. Cuando lo afirman, el punto no es sancionado en el Congreso, porque el

argumento es que por esos puentes el sandinismo arma a los guerrilleros

salvadoreños.

110

Esta situación es usada por el sandinismo para coartar más las libertades y

ejercer acciones de fuerza y simultáneamente pide al Consejo de Seguridad de la

Organización de Naciones Unidas que intervenga e invita a los Estados Unidos a

dialogar para mejorar las relaciones.

Los Estados Unidos exige a Nicaragua que corte la vinculación con Cuba y la

URSS y que deje de enviar armas a los rebeldes salvadoreños.

Nicaragua responde que esas exigencias no son discutibles y que nunca ha

tenido como política enviar armas a ningún grupo armado. Que en caso de que el

ejército revolucionario salvadoreño esté armado será por envíos particulares de

nicaragüenses.

Tampoco funciona la estrategia de unir a la guerrilla salvadoreña con Cuba y

Nicaragua, incluso se comenta el caso de un guerrillero salvadoreño que fue

trasladado a Estados Unidos para que en una rueda de prensa hablara de su

entrenamiento en Cuba y Etiopía y el financiamiento de Nicaragua. El guerrillero

cambió el discurso y dijo que lo habían torturado para decir eso y que nada tenía que

ver ninguno de los tres países con la subversión en El Salvador.

“En 1981, Orlando Tardencillas, combatiente de origen nicaragüense, fue capturado en El Salvador; durante año medio fue torturado y mantenido secuestrado hasta cuando un oficial de la CIA le dijo: "tu fin será la muerte si no ayudas a combatir el comunismo sandinista". Se comprometió entonces a denunciar la intervención nicaragüense en el conflicto salvadoreño y fue trasladado a Washington. Allí, frente a seis periodistas y en la presencia del Secretario y del portavoz del Departamento de Estado, Alexander Haig y Dean Fisher respectivamente, denunció la intervención estadounidense en El Salvador y todas las torturas a que había sido sometido. EE. UU. No tuvo más alternativa que dejarlo libre y enviarlo a Nicaragua, donde fue recibido como un héroe. Es decir que los incidentes de las fotos de los torturados en las cárceles iraquíes son errores que se repiten. Sin duda que el uso prioritario de la fuerza en la seguridad bloquea la inteligencia y brinda oportunidades hasta para hacer el ridículo.” (VILLALOBOS, 2008)

111

A medida que se incrementaban los combates, las víctimas eran incalculables y

las crueldades de ambos se hacían mayores, el grupo Contadora preparaba una

propuesta de paz y Estados Unidos anunciaba maniobras marítimas junto a

Honduras tanto en el Atlántico como en el Pacífico.

En el año 83 y ya con la experiencia de Granada, Nicaragua, presionada por el

incremento de operaciones estadounidenses en la zona decide impulsar su política

de seguridad pero también romper sus nexos con Cuba, cortar la ayuda directa a El

Salvador y retirar a los técnicos soviéticos.

Nicaragua presenta un plan para negociar que es rechazado por Estados

Unidos. Esto llevó a que algunos demócratas dijeran que el trasfondo de todas estas

maniobras era acabar con el gobierno del sandinismo.

El 5 de noviembre de 1984 Nicaragua hace elecciones resultando triunfadora

la fórmula sandinista de Daniel Ortega y el escritor Sergio Ramírez logrando el FSLN

61 escaños de 96 en el parlamento nicaragüense.

En esta época el gobierno estadounidense denunció la existencia de un

cargamento de armas y aviones para Nicaragua lo cual es respondido por

sobrevuelos estadounidenses constantes sobre Managua haciendo presagiar una

invasión.

Mientras tanto en la oposición al sandinismo la CIA le propone a Edén Pastora

en diciembre de 1984 que una su grupo al de la FDN pero él manifiesta su

indignación de ponerse al lado de somocistas y prefiere renunciar al movimiento

armado.

En medio de este escenario bélico llegó el momento de nuevas elecciones. El

Presidente había dado a la opinión pública la idea de que la invasión a Granada y la

112

problemática con Nicaragua eran mecanismos para salvaguardar la libertad de las

garras del enemigo comunista.

Esto motivó a que Reagan triunfara sin problemas en los comicios con 525

votos al colegio electoral mientras que la fórmula demócrata de Walter Mondale y

Geraldine Ferraro (primera mujer en aspirar tan alto cargo) consiguió 13 delegados al

ganar la ciudad de Washington y Minnesota (por sólo 4 mil votos)

Durante la toma de posesión del presidente peruano Alan García Pérez se

amplía el Grupo Contadora, para tratar de buscar una salida continental al conflicto.

Sin embargo el gobierno de los Estados Unidos prefiere poner en la palestra una

discusión sobre la necesidad de que todo acuerdo de paz debe venir de un

acercamiento entre el sandinismo y los contras.

En abril de 1985 el presidente Daniel Ortega decidió viajar a Moscú, lo cual

trajo alarma en el gobierno americano y fue el argumento empleado por Reagan para

decir que Nicaragua era un bastión soviético en América. Esta vez el Congreso

secundó su posición y se bloqueó a Nicaragua además de acordar ayuda

humanitaria al bando rebelde durante la tregua y el cese al fuego.

Finalmente, impulsado en gran medida por el presidente Oscar Arias y el

grupo de apoyo a Contadora se logró un cese al fuego aunque Estados Unidos

mantenía algún tipo de ayuda a la oposición.

El otro gran conflicto que se suscitó durante la administración Reagan en

Latinoamérica fue la acción directa en Granada.

La invasión de Reagan a Granada el 25 de octubre de 1983 tiene sus

antecedentes en la llegada al poder en marzo de 1979 de Maurice Bishop, líder del

movimiento Nueva Joya y quien ofrece recuperar el país ante la crisis del gobierno

de Eric Gary.

113

“Granada es otra revolución que irrumpe en el convulso Caribe y comienza a tener impacto en sus vecinos: en Dominica es derrocado el régimen dictatorial de Patrick John por un amplio movimiento popular, en Santa Lucia el Partido Laborista de izquierda, gana en las urnas y derrota al régimen derechista- dura más de quince años- y en las Antillas Holandesas triunfa MAN- MER, coalición popular. Tales cambios alarman e irritan a Washington, pues le complica la vida en el Caribe, donde Cuba ha extendido su influencia. Michael Manley , primer ministro de Jamaica, Forbes Burnham, de Guyana, y Eric Williams, de Trinidad y Tobago- líderes progresistas y no alineado-, mantienen estrechas relaciones con La Habana.” (NIETO, 2005; 415)

En medio del cambio se comienzan a presentar importantes contingentes de

ayuda técnica y militar cubana. Además Bishop sustituye al ejército por una milicia y

comienza a cuestionar las opiniones de la corona británica, cuya presencia es

ejercida a través de un gobernador.

Las relaciones se mantienen tormentosas y Estados Unidos denuncia que la

construcción del aeropuerto es una excusa para colocar bases soviéticas en el

Caribe.

El 19 de octubre de 1983 Bishop es asesinado en un golpe de Estado y toma

el poder el general Austin quien promete un gobierno mucho más estatista y radical.

Este argumento, aunado a la necesidad de evacuar a los norteamericanos que

están en la isla son los pretextos empleados por el gobierno para invadir el país.

El gobierno de Reagan manifestó haber encontrado resistencia cubana que al

cabo de un tiempo es maniatada y controlada.

En Estados Unidos la popularidad hacia el gobierno aumentó, en gran medida

porque la actitud es de victoria, un término que los estadounidenses habían visto

esquivo en conflictos anteriores.

114

De todas maneras la invasión generó descontento en la comunidad

internacional, de hecho una aliada como la primera ministra Margaret Thatcher criticó

que estados Unidos invadiera un territorio de la Commonwealth sin haberlo notificado

a Gran Bretaña previamente.

Reagan debe basar el hecho de repetir en los comicios y lograr tener dos

mandatos al exitoso mecanismo por mantener la popularidad en alto, al punto de que

escándalos como el del caso Irán- Contras no mellaron la popularidad republicana,

se unió la designación de figuras poco carismáticas y controversiales por parte de los

demócratas para intentar recuperar un poder que les era esquivo desde la

presidencia de James Carter.

Ante este escenario los republicanos optaron por postular a la primera

magistratura al vicepresidente de Reagan, George Bush, mientras que los

demócratas presentaron la candidatura del gobernador de Massachusetts Michael

Dukakis, triunfando el primero con casi 49 millones de votos populares frente a 42 del

demócrata lo que implicó que el republicano consiguiera 426 votos al Colegio

Electoral por 111 del demócrata.

Para cerrar el capítulo y el debate referente a la administración de Ronald

Reagan, resulta interesante observar la opinión de Anatoly Dobrynin quien durante

décadas se desempeñó como embajador de la Unión Soviética ante los Estados

Unidos:

“La presidencia de Ronald Reagan hizo revivir las peores épocas de la Guerra Fría y luego consiguió la mejora más considerable de las relaciones soviético- norteamericanas desde el fin de la segunda Guerra Mundial. Esta paradoja ha preocupado a muchos, desde especialistas hasta gente común. Aún, es difícil decir con certeza hasta que punto fue producto de una cadena accidental de acontecimientos o de la planeación consciente, si bien a veces vacilante, de los dirigentes de ambos países." (DOBRYNIN, 1998; 494)

115

CAPÍTULO IV

¡CAYÓ EL MURO!

IV.1 Bush: a seguir la senda Reagan pero con sus apreciaciones

La figura de Bush no era nueva en las lides de la política estadounidenses.

Después de haber participado en la fuerza aérea de su país fue electo miembro de la

Cámara de Representantes, embajador ante la Organización de Naciones Unidas y

director de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, para posteriormente convertirse

en la mano derecha de Ronald Reagan.

La elección de Bush se debió en gran medida a su afinidad con Reagan y a la

idea de que ambos compartían los éxitos de haber encaminado al país a la

recuperación de su confianza y de convertir a los Estados Unidos en la gran

referencia mundial al demostrar que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas no

era más que un cascarón vacío lleno de contradicciones y de tendencias internas

que estaban a punto de explotar y de generar en un número considerable de nuevos

Estados.

Sin embargo, George Bush tenía un proyecto totalmente diferente que en las

elecciones no se evidenció del todo para lograr capitalizar a los votantes que

aspiraban una continuidad de la gestión anterior.

Lo primero que caracterizó a la política exterior del nuevo Presidente fue el

haber presenciado la derrota definitiva del comunismo y la disgregación soviética. Lo

que se esperaba ocurriera pasó, el gigante ruso quedó reducido a una gama de

repúblicas autónomas, prácticamente en todas se mantuvo en el poder de manera

dictatorial el liderazgo imperante (aunque los Partidos dejaron de llamarse

116

comunistas) y los conflictos internos afloraron, dejando al descubierto del desastre

ocurrido dentro de la URSS y la descomposición que existía.

A la caída de la URSS, continuaron las sustituciones de regímenes en la gran

mayoría de repúblicas socialistas, aunque algunas se transformaron desde adentro

como son los casos de China y de Vietnam, logrando sortear esto Angola, Cuba y la

República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte) que sin embargo

sufrieron los embates del cambio mundial que se evidenció en el prácticamente

inmediato colapso de sus economías.

El fin del comunismo le dio a la droga el carácter de nuevo adversario

internacional. Bajo el pretexto de luchar contra ella y su expansión se decidió una

intervención militar en Panamá contra el gobierno del dictador Manuel Antonio

Noriega que terminó con el envío de Noriega a una cárcel en los Estados Unidos, el

reconocimiento al gobierno electo de Guillermo Endara (cuyo triunfo en coalición no

había sido reconocido por Noriega) y una presencia militar en Panamá, aduciendo

entre otras cosas los intereses norteamericanos en la zona del Canal.

Aunque la teoría mostraba que el Nuevo Orden Internacional que propugnaba

el gobierno aspiraba reconocer a la comunidad internacional y daba a organizaciones

multilaterales como la ONU un rol fundamental en la dirección de las políticas del

mundo, comenzaron a evidenciarse una serie de acciones que contrariaban estos

postulados.

Entre ellas figura la Guerra del Golfo Pérsico que se suscitó cuando Estados

Unidos decidió actuar ante la invasión de Irak al emirato de Kuwait en el año 1991.

Si bien el líder iraquí Saddam Hussein había sido un aliado contra el temor

que representaba para Estados Unidos la radicalización de la revolución iraní, se

había convertido en una figura incómoda que reprimía con crueldad a su población

(por ejemplo el exterminio kurdo en 1988) y que hacía hasta lo imposible por

117

mantenerse en el poder. Además, en este caso se trataba de una agresión a otro

país que no escatimaba en colaborar con las políticas estadounidenses.

La situación provocó una serie de operaciones militares que lograron expulsar

a las tropas iraquíes de la región (las cuales en su huida hacia Irak incendiaron los

ricos campos petroleros del país). Sin embargo no se retiró Hussein del poder.

Incluso, un sector de la población y grupos armados aprovecharon la coyuntura para

intentar deponer al dictador pero fracasaron en su intento y fueron salvajemente

reprimidos, sin que la comunidad internacional, o los mismos Estados Unidos,

repudiaran la situación.

De igual manera bajo la figura de la ayuda humanitaria se extendió una

operación en Somalia. Esta nación del cuerno africano estaba bajo un sistema

anárquico desde que el presidente Siad Barré había sido depuesto, distribuyéndose

el poder entre clanes y grupos étnicos. Inclusive dos zonas al norte, Somalilandia y

Puntland decidieron marchar hacia un proceso unilateral independentista que aún no

ha sido reconocido por al comunidad internacional.

Pese a que la opinión pública valoró favorablemente la acción de los Estados

Unidos durante la Guerra del Golfo y miró con agrado la colaboración entre los

organismos multilaterales y Estados Unidos en la instrumentación de un nuevo

orden, el Presidente no logró ser reelecto. Algunas polémicas relacionadas con su

vicepresidente James Danforth Quayle, la aparición de un candidato con un discurso

mucho más conservador como el multimillonario texano Ross Perot y la situación

económica romperían con 12 años de hegemonía republicana.

En las elecciones de 1992 los republicanos buscarían la continuidad, mientras

que los demócratas intentarían contrastar la veteranía de Bush con una figura

novedosa y poco conocida como la de William Jefferson, “Bill”, Clinton un abogado

que se había desempeñado como gobernador del estado de Arkansas y que fue

118

atacado por el presidente Bush por no haber participado en la guerra de Vietnam y

haber mostrado un discurso opuesto a los conflictos armados.

Aunque hubo diversas y cuantiosas candidaturas, sólo una logró ensombrecer

de alguna manera la dualidad entre los partidos tradicionales. La candidatura de la

fórmula entre el empresario Ross Perot y el almirante James Stockdale como su

compañero de fórmula logró aglutinar importantes adhesiones y por momentos se

planteó como una alternativa que podía incidir en el resultado definitivo de los

comicios. Si bien las posibilidades de triunfar se tornaban remotas, podía restarle

votos que podían resultar definitivos para las aspiraciones de algunos de los otros

candidatos.

En la contienda presidencial la fórmula demócrata consiguió poco más de 44

millones de votos, mientras que los republicanos obtuvieron 39 millones de sufragios.

Perot ratificó su condición de fenómeno electoral al capitalizar más de 19 millones de

sufragios. En cuanto a los sufragios para los colegios electorales, la dupla demócrata

de Clinton y Gore logró 370 votos al Colegio, mientras que Bush y Quayle obtuvieron

168. Pese a su alta votación Perot y Stockdale no lograron sumar votos electorales.

IV.2 Clinton: un demócrata antibélico en una época de guerra

La victoria de Clinton significó nuevos aires para la política en los Estados

Unidos, país que no tenía un Presidente demócrata desde que Carter había dejado la

Presidencia a Ronald Reagan.

La novedad en la administración de Clinton consistió en liberalizar al país y

adelantar una serie de transformaciones sociales y políticas en torno a fortalecer el

rol del Estado en áreas como el control del armamento y la eliminación de las

barreras a los homosexuales y al aborto. La idea del Presidente radicaba en buscar

una gran política de reforma sanitaria. Esta coyuntura se vio impulsada por una feroz

reacción de la oposición conservadora que tomó como bandera de su lucha las

119

denuncias sobre presuntos hechos de corrupción ocurridos durante la gestión de

Clinton como gobernador de Arkansas. Aunado a esto comenzaba a aparecer en la

cotidianidad de los Estados Unidos la temática terrorista y la proliferación de grupos

armados y radicales, muchos de ellos unidos a movimientos religiosos

marcadamente conservadores

Los intentos de Clinton por adaptar al Estado a nuevas realidades y dotarlo de

una nueva óptica fueron poco valorados por el electorado que en 1994 propinó a

Clinton y a su partido una dolorosa derrota electoral en el legislativo donde los

republicanos consiguieron la mayoría del Senado con 53 curules, mientras que en la

Cámara de Representantes los demócratas perdían 52 escaños.

Todo esto hacía presagiar que Clinton a duras penas podría culminar su

mandato, olvidando cualquier intención de reelegirse y de continuar otro período.

Pero Clinton logró impulsar un crecimiento constante de la economía lo que le

permitió sortear la situación y afianzar de alguna forma su gobierno.

En cuanto a la política exterior de esta primera etapa el gobierno se afincó en

actuar en dos grandes áreas, África y Europa, fundamentalmente en Ruanda y

Bosnia Herzegovina.

En cuanto a la crisis africana el gobierno de Clinton optó por implementar una

política de atención a los refugiados y por invertir más de 100 millones de dólares en

recursos, el 40% de toda la ayuda internacional, para la reconstrucción de Ruanda.

Sin embargo, años después, durante una gira por países africanos, dijo que el

mundo había hecho muy poco durante ese conflicto porque no había entendido la

magnitud de lo que allí estaba ocurriendo.

El caso de Bosnia Herzegovina fue mucho más turbulento porque la mediación

estadounidense fracasó y dejó al país enfrentado con algunos países europeos como

Alemania.

120

La idea de los Estados Unidos consistía en apoyar la creación de un Estado

multiétnico, pero la pacificación terminó concretándose con la propuesta de fundar

tres nuevos Estados. Además de esto, el secretario de Estado Warren Christopher

señaló que Alemania era la gran culpable de la crisis de los Balcanes por haberse

empeñado en reconocer a Croacia y Eslovenia en 1991. El gobierno alemán

respondió argumentando que las declaraciones del funcionario no eran más que un

distractor ante el pobre desempeño norteamericano en la resolución de la crisis.

De todas maneras la administración Clinton logró saldar la deuda al impulsar

una pacificación definitiva a través de los acuerdos de Dayton, suscritos en Estados

Unidos en 1995.

Estos episodios, que se dieron bajo la visión de misiones militares, dotaron a

la política exterior clintoniana de una esfera militarista y de cierta expansión.

El gobierno demócrata decidió postular la candidatura presidencial de Al Gore,

quien venía desempeñándose como vicepresidente durante los períodos

gubernamentales de Clinton. Por su parte el partido Republicano decidió presentar a

George W. Bush, figura central del partido y que además de ser hijo del ex

presidente se desempeñaba como gobernador de Texas y había logrado la

reelección inmediata por cuatro años en 1998 convirtiéndose así en la primera

autoridad regional de ese estado que conseguía tal hazaña.

Bush estructuró su campaña Presidencial mostrándose como una figura

innovadora dentro del partido y su grupo. A través del llamado “conservadurismo

compasivo” él se presentó como un hombre que aplicaría medidas para desarmar el

peso del Estado, pero que eso no implicaba dejar de lado a los sectores menos

favorecidos de la sociedad, incluso ofreciendo planes para trabajar

mancomunadamente con hispanos y afroamericanos, grupos que le dieron un

respaldo, contra todo pronóstico, las veces que se presentó para optar a la

121

gobernación. Igualmente el candidato Bush realizó una ambiciosa campaña para

expandir la exploración petrolera, disminuir los impuestos, eliminar paulatinamente la

presencia militar en el extranjero y reestructurar las Fuerzas Armadas.

Luego de diversas polémicas y conflictos, que incluso fueron dirimidos por la

Corte Suprema de Justicia, y después de un engorroso recuento de votos en el

estado de Florida el voto popular dio ganador al candidato demócrata con 50.999.979

de votos contra 50.456.002 de Bush. Sin embargo el republicano consiguió 271 votos

del Colegio Electoral, mientras Gore captaba 266. Se daba un fenómeno atípico en la

política estadounidense en el que un derrotado por el sufragio popular lograba llegar

a la Casa Blanca. Esa situación no se presentaba en la política norteamericana

desde 1888 cuando el republicano Benjamín Harrison conseguía la Presidencia pese

a ser derrotado en el sufragio popular por Grover Cleveland.

122

CAPÍTULO V

CON BUSH EL MUNDO EMPEZÓ A CAMBIAR

Durante la primera presidencia de Bush se dan los acontecimientos que

marcarán a la política, tanto interna como externa de los Estados Unidos, y que

establecerán un antes y un después en la dinámica internacional. Los

acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 significan la irrupción de un enemigo,

que aunque latente y esporádico desde hacía muchos años, no había demostrado su

poder y su expansión, el terrorismo.

Este nuevo adversario había conseguido atacar a los Estados Unidos en su

propio territorio causando bajas y destruyendo gran parte del corazón político y

económico del país.

Las medidas del gobierno de Bush no se hicieron esperar. En primer lugar

decidió crear una nueva instancia denominada Departamento de Seguridad de la

Patria. Además de ello consiguió que el Congreso aprobara la Ley Patriota, un

instrumento legal cuyo fin consistía en dotar de mayor autonomía a los cuerpos de

seguridad en su lucha contra el terrorismo.

En segundo lugar el gobierno estadounidense ejecutó una serie de

operaciones para invadir Afganistán, aduciendo que el régimen Talibán y su líder el

mulah Omar eran protectores de Osama Bin Laden y del Grupo Al- Qaeda,

principales sospechosos de la invasión.

Dentro de esta dinámica surge también la configuración de una nueva

perspectiva en el campo de la política militar norteamericana, la de la “guerra

preventiva”, principio esbozado por las autoridades norteamericanas para derrotar al

enemigo. Autores como Francis Fukuyama establecen que esta idea define a la

123

guerra como principio, derrotando y sustituyendo a la disuasión, mecanismo

empleado por el país durante la Guerra Fría.

“Los intelectuales neoconservadores, en los años que pasaron fuera del poder, antes de las elecciones de 2000, habían propuesto un programa de política exterior que incorporaba conceptos tales como el cambio de regímenes, la hegemonía benevolente, la unipolaridad, la anticipación y el excepcionalismo estadounidense, que llegaron a ser señas de la identidad de la política exterior de la administración Bush. Muchos neoconservadores fueron firmes valedores públicos de la guerra y defendieron el desplazamiento de la atención de Al- Qaeda a Irak. Además, la administración Bush ha dejado un testimonio doctrinal relativamente rico de sus ideas sobre alta estrategia, en forma de discursos y declaraciones de intenciones, como las alocuciones del Presidente al asumir el cargo o el discurso sobre el Estado de la Nación, sus declaraciones en West Point y el American Enterprise Institute enero de 2002 y febrero de 2003, así como la National Security Strategy of the United States, publicada en septiembre de 2002. Esas tomas oficiales de posición son coherentes con lo sostenido por los neoconservadores ajenos a la Administración; tanto así, que en el caso del segundo discurso de toma de posesión hubo gente de fuera que directamente aportó ideas. Con estos antecedentes, no es de extrañar que muchos observadores opinaran que la impronta de los neoconservadores en la administración Bush era decisiva.” (FUKUYAMA, 2007; 17)

Como colofón a estas medidas, y prueba irrefutable de la nueva visión de la

política exterior norteamericana, el presidente Bush organizó lo referente a acciones

contra Irak que se tradujeron en una acción militar de diversos países con el fin de

derrocar a Saddam Hussein bajo el argumento de que el dictador iraquí producía

armas de destrucción masiva, premisa que algunas figuras internacionales como el

egipcio Mohamed El Baradei, director general del Organismo Internacional de

Energía Atómica (OIEA) puso en entredicho luego de algunas inspecciones.

La situación contra Saddam Hussein evidenció que la política exterior

norteamericana de los republicanos era un conjunto de medidas en las que Estados

Unidos tenía el derecho y el deber de ocuparse del problema en Irak y que para ello

estaría dispuesto a inmiscuirse en una guerra corta y a impulsar una transición poco

dolorosa. Sin embargo la conflagración fue mucho más larga al tener que enfrentarse

124

el ejército de los Estados Unidos contra una guerrilla sistemática, bien organizada e

incluso apoyada por factores externos.

Francis Fukuyama establece que toda esta visión responde a la ejecución de

una política planteada bajo las premisas de un neoconservadurismo, aunque muchos

de los funcionarios que tenían como tarea la toma de decisiones dentro de la

administración, parecían hacerlo de acuerdo a valores ajenos en los que imperaba la

improvisación. Además de ello privó en la mentalidad de los decisores

norteamericanos la idea de unir el terrorismo con los problemas políticos en el Medio

Oriente, lo que llevó a establecer una serie de conductas renuentes y críticas del

orden imperante y sumidas en el criterio de que cualquier asomo de institucionalismo

debía ser desechado para dar paso a una estrategia en la que la acción militar con

criterios de prevención permitiría adelantarse a un enemigo que acechaba y

planificaba nuevos golpes contra la identidad norteamericana y occidente.

Cuando comenzó a evidenciarse que la política exterior de Bush se había

estancado en una cruenta guerra en Irak la visión neoconservadora fue desplazada

por un realismo atenuado en el que han de imperar algunos valores generales y

concretos y dentro del cual pareció privar un criterio de improvisación y respuesta

coyuntural.

Francis Fukuyama señala que tres grandes errores marcaron a la política

exterior estadounidense. Por una parte la idea de que el islamismo radical y el tema

iraquí podían ser tratados bajo la misma esfera de análisis, dándole características

magnificadas a la potencial amenaza y fortaleciendo los escenarios de guerra

preventiva. En segundo lugar los Estados Unidos no lograron mitigar la visión

negativa con la que los veía el grueso de la opinión pública en el mundo y que les

reprochaba el no cooperar e integrarse con otros Estados. Finalmente, los Estados

Unidos creyeron que la reconstrucción de Irak sería sencilla y que se generaría un

proceso poco traumático y rápido. Todo esto evoca que los grandes impulsores de la

125

guerra la hicieron sin pensar en lo difícil que resultaría para los Estados Unidos

sumarse a esa aventura.

“La tendencia de recurrir a la guerra preventiva está señalada claramente en el capítulo V de la Estrategia de Seguridad Nacional" de los Estados Unidos de América, titulado "Evitar que nuestros enemigos nos amenacen, así como a nuestros amigos y aliados con armas de destrucción masiva". En este documento se señala a los terroristas y a los estados canallas como los nuevos retos a los que se enfrentan los Estados Unidos. A pesar de que estos nuevos enemigos no igualan el poderío estadounidense en ninguna de sus esferas, son percibidos, o por lo menos presentados, como una amenaza real. Así, se tiene que la guerra preventiva contra estos enemigos se ha dado en perfecta armonía con el deseo de Bush de incrementar el poderío estadounidense, ya que ha servido como elemento legitimador de las acciones militares llevadas a cabo por el ejército estadounidense, así como para el incremento del gasto militar.” (GONZÁLEZ, 2008; 294)

Clara Nieto, ex embajadora de Colombia ante la UNESCO e investigadora

sobre asuntos internacionales, plantea que la administración Bush- Cheney es una

revisión que busca emular el gobierno de Ronald Reagan en la que se retoma la

carrera misilística dejando de lado el equilibrio nuclear que se había alcanzado. De

igual manera se retoma el proyecto Guerra de las Galaxias, reasume la fabricación

de armas nucleares, rechaza la firma del Protocolo de Kioto y no ratifica el tratado

que da vida al Tribunal Penal Internacional, garantizando de esta manera la

inmunidad a los funcionarios estadounidenses.

Inclusive, figuras de la talla de Kofi Annan, para entonces Secretario General de

la Organización de Naciones Unidas, llamaron la atención en cuanto a que muchas

de las acciones en Irak carecían de legalidad si no se hacían desde el Consejo de

Seguridad.

En el ámbito interno la política de Bush va dirigida a fortalecer una visión

conservadora en la que adquieren importancia los nombres de personajes como

Roger Noriega, Otto Reich, John Negroponte, los dos primeros de origen

latinoamericano, que condicionaran la acción del gobierno hacia países como Cuba.

126

En febrero de 2002 Estados Unidos intervino en Haití empleando el argumento

de que debía proteger la vida de los estadounidenses, lo que motivó la salida del

poder del presidente Aristide. Mientras algunos gobiernos, y el propio presidente

depuesto, alegaban que Estados Unidos había secuestrado al líder haitiano, el

gobierno de Bush alegaba que le había salvado la vida ante el inminente ataque de

turbas que pedían su dimisión.

La ocupación en Haití fue coordinada por los Estados Unidos pero contó con el

respaldo del secretario general de la Organización de Naciones Unidas Kofi Annan y

se constituyó una fuerza multilateral de paz en la que además de Estados Unidos

estaban Francia, Canadá, Chile, Ecuador, China y Brasil.

Otra isla que se vio inmersa en una política directa con los Estados Unidos fue

Cuba. El principal motivo de disputa entre la isla y el gobierno norteamericano fue un

voluminoso plan de medidas que restringían los contactos con Cuba limitando a un

viaje cada tres años y restringiendo el envío de remesas. En Miami, importante

ciudad del estado de Florida y lugar en el que habitan un número considerable de

cubanos, surgieron algunas muestras de descontento que terminan aumentando la

ventaja de los demócratas en esa ciudad. Cabe acotar, pues siempre se generan

informaciones encontradas, que desde el año 2000 los republicanos han perdido la

ciudad de Miami pero se han logrado imponer en el estado de Florida,

fundamentalmente por la alta votación que obtienen a medida que los condados se

ubican en el norte.

Resulta evidente que la administración de Bush, que tuvo como Secretarios de

Estado a Collin Powell y posteriormente a Condolezza Rice no tuvo entre sus

prioridades a Latinoamérica, aunque hay algunas relaciones que pueden rescatarse,

bien sea por lo estrecho de los acercamientos o por lo álgidas de las disputas.

127

Esto no cambió ni siquiera cuando los hispanos dieron de que hablar en

Estados Unidos durante las elecciones de 2004, ya que ambos candidatos, Bush y

John Kerry, quien se desempeñaba como senador por el estado de Massachusetts y

había derrotado cómodamente a sus adversarios en las primarias demócratas,

tratarían de obtener sus preferencias. Finalmente Bush ganó las elecciones

triunfando en estados como Florida y Texas, pese a perder en California y Nueva

York.

Esta cultura de dejar de lado a los latinoamericanos se vio impulsada por un

sentimiento contrario a la inmigración (en gran medida sustentado por los sucesos de

septiembre de 2001) que se manifestó en una crítica constante a México a quien

endilgaban ser el culpable de una desbandada de mexicanos hacia territorio

estadounidense producto de las débiles políticas fronterizas.

Algunos pensadores como Samuel Huntington teorizaron sobre la nueva

realidad migratoria y se atrevieron a asomar que la creciente inmigración mexicana

representa un peligro para los Estados Unidos porque le ha permitido repoblar

algunas regiones que en alguna oportunidad pertenecieron a México llevándole una

cultura distinta y en algunos casos estableciendo nuevos códigos de lenguaje y

cultura que combinan elementos de ambas sociedades.

“Como ya hemos visto, los Padres Fundadores consideraban esencial la dispersión para la asimilación y, de hecho, ésa ha sido la pauta histórica habitual (y continúa siéndolo para la mayoría de los inmigrantes no hispanos contemporáneos). Los hispanos, sin embargo, han tendido a concentrarse regionalmente: los mexicanos en el sur de California, los cubanos en Miami, los dominicanos y los puertorriqueños (si bien estos últimos no son técnicamente inmigrantes) en la ciudad de Nueva York. En la década de 1990, las proporciones de hispanos no dejaron de crecer en esas regiones de mayor concentración. Al mismo tiempo, los mexicanos y otros hispanos empezaron a establecer también cabezas de puente en otros lugares. Aunque las cifras absolutas suelen ser pequeñas, los estados que experimentaron los mayores aumentos de hispanohablantes (en términos porcentuales) entre 1990 y 2000 fueron, por orden descendente: Carolina del Norte (con un incremento del 449%), Arkansas,

128

Georgia, Tennessee, Carolina del Sur, Nevada y Alabama (con un 222” de aumento).” (HUNTINGTON, 2005; 264)

Posiciones como la de Samuel Huntington propiciaron el endurecimiento de la

actuación hacia los indocumentados al punto de anunciarse que se les expulsaría

inmediatamente y asomar la posibilidad de que los hijos de los inmigrantes ilegales

nacidos en territorio norteamericano no tendrían derecho a la seguridad social. El

punto cumbre de esta política lo constituye el asignar fondos especiales para

construir un muro que separe la frontera con México.

En cuanto a Centroamérica, es preciso indicar que gran parte de las

economías de esta región se sustentan en las remesas millonarias que los

centroamericanos residentes en Estados Unidos envían a sus familiares. América

latina y el Caribe constituyen el mayor mercado receptor de remesas en todo el

planeta, siendo para el año 2004 Guatemala y El Salvador, después de México,

Brasil y Colombia, los países que más millones de dólares recibían por este

concepto. Por su parte los estados de la unión de los que se originan mayores envíos

de divisas son California, Nueva York, Texas y Florida.

El abogado y periodista Andrés Oppenheimer indica que en algunos casos el

factor asociado a las remesas puede emplearse como un instrumento de presión

política por parte de grupos influyentes en los Estados Unidos:

“Pero el auge de las remesas también traerá aparejados peligros. Políticamente, se abre la posibilidad de que sectores de los Estados Unidos amenacen con ponerles trabas a estos envíos, como un arma política para influenciar elecciones latinoamericanas. Ya ocurrió en El Salvador, donde los partidarios del presidente Saca- con la ayuda de un congresista conservador de los Estados Unidos- utilizaron la amenaza de controles de las remesas como recurso propagandístico para ganar las elecciones de 2004. Durante la campaña electoral de Saca, su partido derechista ARENA alertó a la población en sus avisos publicitarios de que si el candidato izquierdista Shafick Handal del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) ganaba las elecciones, se arruinarían las relaciones de El Salvador con los Estados Unidos, y Washington pondría

129

controles al flujo de remesas familiares de los 2,3 millones de salvadoreños que viven en Estados Unidos.” (OPPENHEIMER, 2005; 105)

De todas maneras para Bush las relaciones se pudieron llevar tranquilamente

con Centroamérica en la que los gobiernos de Guatemala, Costa Rica, El Salvador,

Honduras, Panamá y Nicaragua trabajaron mancomunadamente con la

administración estadounidense. Los únicos desencuentros comenzaron a darse con

Nicaragua en 2006 con la elección de Daniel Ortega.

Las relaciones se terminaron de fortalecer al firmarse un Tratado de Libre

Comercio entre Centroamérica (salvo Panamá e incluyendo a República Dominicana)

y los Estados Unidos.

Con relación hacia Suramérica la política de Estados Unidos resultó mucho

más controversial por la estructura de dos grandes bloques, uno en el que estaba la

Colombia gobernada por Álvaro Uribe Vélez y el otro coordinado por el presidente de

Venezuela Hugo Chávez.

Con Colombia George Bush estableció una relación especial,

fundamentalmente desde que asumió la presidencia el disidente liberal (apoyado

entre otros factores por el Partido Conservador) Álvaro Uribe Vélez. Desde el

comienzo del gobierno de Uribe la administración estadounidense se mostró

complaciente de colaborar en la profundización del Plan Colombia, un proyecto

implementado en el gobierno de Clinton en el que Estados Unidos colaboraría con

fondos para la destrucción de cultivos ilícitos como un mecanismo para disminuir la

violencia y replantear nuevas alternativas para el desarrollo.

Con Colombia los Estados Unidos impulsaron un Tratado de Libre Comercio

que el Congreso de los Estados Unidos, esta vez con la mayoría en manos

demócratas se ha negado a aprobar en el cual se vislumbra que Colombia podría

competir más o menos en términos similares con el comercio estadounidense.

130

“No se trata de no negociar TLC. Éstos forman parte de los procesos de integración económica. Pero América Latina en general, y Colombia en particular, deben, paralelamente, continuar los esfuerzos para alcanzar su propia integración, una integración cooperante, profunda, equitativa, en beneficio de quienes deben ser los destinatarios de la integración: ¡la población latinoamericana!” (VIEIRA, 2005; 142)

En lo que respecta a las relaciones con Chile, el presidente Bush llegó a la

Presidencia simultáneamente con Ricardo Lagos Escobar.

Con Lagos hay una continuación de la política exterior de los gobiernos

anteriores, pues pese a que era de pensamiento socialista y era líder del

socialdemócrata Partido Por La Democracia, fue electo en la tarjeta de la

Concertación de Partidos por la Democracia, agrupación en la que también participan

el Partido Democratacristiano, el Partido Socialista y el Partido Radical

Socialdemócrata y que anteriormente había triunfado con las candidaturas de

Patricio Aylwin y Eduardo Frei (hijo) y que más adelante se impondría con Michelle

Bachelet.

En el período de Lagos (2000- 2006) los Estados Unidos seguirían siendo el

principal socio comercial del país, marco que sería idóneo para la negociación de un

Tratado de Libre Comercio.

Sin embargo, la cercanía con Estados Unidos y la participación activa en

misiones multilaterales, no evitó que se presentaran controversias como la que

comenta Claudio Fuentes de Flacso en Chile.

“Por otra parte, Chile ha sido elegido en dos oportunidades como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esto a pesar que en ambas oportunidades se produjera un debate interno sobre los posibles costos políticos que podría conllevar esta decisión. Este debate fue particularmente álgido en marzo de 2003, cuando Chile sostuvo su posición de no apoyar un ataque a Irak en dicho Consejo. Es esa ocasión se indicó que tal postura podría afectar la negociación del tratado de libre comercio con Estados Unidos. El Presidente Lagos explicó su decisión sobre la base de los principios fundamentales de la política

131

exterior chilena: respeto al derecho internacional y la solución pacífica de controversias, los que se sostienen en el marco de la acción multilateral en las Naciones Unidas.” (FUENTES, 2007; 117)

Ricardo Lagos fue sustituido por la médico Michelle Bachelet, quien apoyada

por la Concertación se impuso al candidato de la Alianza por Chile Sebastián Piñera.

El gobierno de Bachelet mantuvo los mismos principios doctrinarios de su

antecesor e incluso en junio de 2006 visitó a su homólogo George Bush en la Casa

Blanca en donde abordaron una profundización de la relación comercial y un interés

mutuo por fomentar la paz.

Con Bolivia, al igual que con Nicaragua, hay un antes y un después a la

elección de Evo Morales. Cuando George W. Bush llegó a la Presidencia de Estados

Unidos gobernaba Bolivia el dirigente de Acción Democrática Nacionalista Hugo

Banzer Suárez.

La política con Banzer estuvo enfocada en la destrucción de los cultivos de

coca con asesoría precisa de los Estados Unidos.

Luego de la separación del cargo por motivos de salud del presidente Banzer,

asumió el vicepresidente Jorge Quiroga, quien continuó una política de acercamiento

hacia los Estados Unidos. Incluso en el año 2002 en el marco de una visita del

presidente Bush a Perú, se reunió con Jorge Quiroga de Bolivia, Andrés Pastrana de

Colombia, Gustavo Noboa de Ecuador y Alejandro Toledo de Perú para buscar

profundizar la cooperación para el desarrollo.

En medio de problemas sociales, fundamentalmente impulsados por

sindicatos cocaleros y luego de una primera vuelta muy cerrada el Congreso eligió a

Gonzalo Sánchez De Lozada del Movimiento Nacionalista Revolucionario como

Presidente.

132

Estados Unidos tenía preocupación de que ganara Evo Morales las elecciones

por la eventualidad de entregar el poder a un cocalero con un discurso socialista, por

ello apostó fuertemente al triunfo del candidato del MNR. Inclusive para la toma de

posesión enviaron a John Walters, zar antidrogas.

Aunque Sánchez De Lozada continuó aplicando el Plan Dignidad redujo la

velocidad a los efectos de conseguir paulatinamente la erradicación de los cultivos de

coca.

Sin embargo el descontento social imperante y constantes ataques contra el

sistema por parte de organizaciones radicales, aunado a una fuerte respuesta del

gobierno obligaron al Presidente y sus colaboradores a abandonar el país con rumbo

a los Estados Unidos. Carlos Mesa asumió como vicepresidente la jefatura del

Estado.

La gestión de Mesa implicó un distanciamiento con los Estados Unidos y se

estrecharon vínculos con Brasil y Perú.

Esta situación provocó que Estados Unidos denunciara que Bolivia no hacía lo

necesario para acabar con los cultivos ilegales.

“Hace pocos días, un informe satelital de la Embajada de EU sostuvo que la producción ilegal de coca en Bolivia había crecido en un 26 por ciento en la región de los Yungas y había bajado en un 15 por ciento en la zona del trópico de Cochabamba. En Bolivia se habría producido un incremento total de algo más de 4.000 hectáreas, lo que dio un total nacional de 28.450 hectáreas de cultivos de coca. Al respecto, el presidente Carlos Mesa señaló que hasta que el gobierno no “certifique” el informe de EU sobre el incremento de la coca ilegal, no se replantearían las tareas de erradicación en áreas como los Yungas. Además dijo que era necesario un “trabajo propio” para encarar las acciones antidroga de su gobierno. En ese sentido, una de sus primeras iniciativas fue solicitar a la ONU información satelital, además de iniciar un proceso de mensura o catastro. Una vez obtenidas las cifras de la “realidad” yungueña en base a la evaluación catastral, éstas tendrán que ser cruzadas con la información satelital con la que se cuenta. Bolivia quiere actuar con soberanía en el

133

tema de la erradicación de coca y por ello planea crear un sistema propio de medición de plantaciones de la hoja, para poder mejorar su margen de negociación sobre el tema. La nueva estrategia antidrogas de Bolivia busca complementar la tradicional estrategia de interdicción de plantaciones ilegales de coca, con ajustes estructurales en los proyectos de desarrollo alternativo y recuperar la importancia del pilar de prevención y rehabilitación social, olvidado en el pasado. En todo caso, desde ahora, la producción de la región de los Yungas se perfila como una zona muy conflictiva para los futuros gobiernos nacionales.” (SILES, 2004; 36)

Mesa no pudo terminar el mandato y asumió por algunos meses Eduardo

Rodríguez Veltzé quien entregó el poder a Evo Morales, candidato del Movimiento Al

Socialismo que logró imponerse en segunda vuelta electoral al ex presidente Jorge

Quiroga.

A partir de este momento las relaciones con Estados Unidos tienen un viraje.

Esta nueva realidad se expresa a través de los acercamientos de Bolivia con Cuba,

Venezuela e Irán y con un discurso constante de que Estados Unidos fue el gran

causante de la situación de caos en el país y que protege a Sánchez De Lozada.

Todo esto se complementa con la orden del gobierno de Morales del cese de

operaciones militares estadounidenses en Bolivia y con la expulsión en septiembre

de 2008 del embajador norteamericano Philip Goldberg a quien acusaron de financiar

grupos irregulares y que al igual que en su destino previo, Kosovo, fomentar la

independencia de una parte del país. Estados Unidos respondió expulsando al

embajador boliviano.

Con Perú las relaciones no fueron problemáticas en la transición de Valentín

Paniagua (que tuvo a Javier Pérez De Cuellar como Ministro de Relaciones

Exteriores), ni en el gobierno de Alejandro Toledo ni en el de Alan García Pérez.

En la administración de Toledo el presidente George Walker Bush visitó Perú

para discutir la profundización de las relaciones comerciales y comenzar a discutir la

134

posibilidad de firmar un Tratado de Libre Comercio. Posteriormente el presidente

Toledo visitó Washington y la secretaria de Estado Condolezza Rice viajó a Lima.

El Tratado se discutió y el 12 de abril de 2006 el presidente Toledo viajó a la

capital estadounidense para asistir a la firma del mismo.

El nuevo presiente, el aprista Alan García, viajó a los Estados Unidos en abril

de 2007 para reunirse con el presidente Bush y pedirle la ratificación del TLC que

finalmente terminó implementándose en el año 2009.

En noviembre de 2008 los líderes se encontraron nuevamente y organizaron

reuniones con sus equipos de trabajo durante la Cumbre de Líderes del Foro de

Cooperación Económica Asia- Pacífico (APEC) en Lima en la que conversaron sobre

la necesidad de impulsar el libre comercio como una alternativa a la crisis mundial.

Con Brasil las relaciones no sufrieron diferencias en los diversos períodos. Por

una parte al asumir George W. Bush la Presidencia de los Estados Unidos acababa

de ser reelecto el presidente Fernando Henrique Cardoso.

En la segunda administración de Cardoso se apoyó la propuesta del ALCA

siempre y cuando esto significara que Estados Unidos abriría sus mercados. De igual

manera, Brasil acotó que no estaba dispuesto a adelantar la discusión sobre el Área

de Libre Comercio de las Américas, sino que debían respetarse los lapsos originales.

En otras áreas, Brasil fue de los primeros países en condenar los atentados

terroristas del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos y solicitó una reunión

de emergencia de la Organización de Estados Americanos con miras a la invocación

del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca aduciendo que los Estados

Unidos habían sido atacados por fuerzas externas al continente y que eso debía

comprenderse como un ataque a toda América.

135

De todas formas hubo algunas discrepancias por la negativa de Estados

Unidos para firmar el Protocolo de Kyoto y el estatuto que crea la Corte Penal

Internacional.

La idea de Brasil de constituirse como una referencia regional se vio

profundizada en el siguiente gobierno. El dirigente sindical Luiz Inácio Lula Da Silva

fue electo por la tarjeta del Partido de los Trabajadores. Aunque en círculos políticos

conservadores se veía con temor la posibilidad de que Lula llegara al poder y

rompiera cualquier vínculo con Estados Unidos y el modelo de desarrollo que se

venía mostrando, el nuevo Presidente comenzó a disipar los miedos al manifestar

que aunque se oponía a la manera como se discutía el ALCA mantendría a su país

en las negociaciones. Igualmente, aún como Presidente electo realizó una gira por

diversos países que incluyó una visita al presidente Bush en diciembre de 2002.

Aunque ambos países fomentaron relaciones comerciales y dinámicas muy

estrechas, hubo momentos de contradicciones. Por ejemplo el Presidente de Brasil

criticó las acciones militares en Irak argumentando que respondían a intereses muy

puntuales y concretos. Sin embargo, en junio de 2003 ambos mandatarios se

reunieron en la Casa Blanca para conversar sobre el plan económico de Brasil que

consiste en adelantar grandes políticas económicas sin excluir las variables y los

programas sociales.

En enero de 2004 las relaciones atravesaron un momento controversial

cuando los Estados Unidos instauró un nuevo mecanismo de control de ingreso a la

Unión, afectando entre ellos a los viajeros brasileños que debían a partir de ese

momento colocar su huella dactilar y tomarse una fotografía. Brasil, a través de una

decisión judicial en la que la jueza dijo estar aplicando el principio de reciprocidad,

implementó el mismo sistema para los ciudadanos estadounidenses los cuales

debían esperar horas a ser reseñados. La embajada de Estados Unidos en Brasil

emitió un comunicado en el que dijo comprender la medida como un ejercicio de

136

soberanía brasileña, pero pidió que no se aplicara como un ejercicio de

discriminación.

En abril de 2005 la secretaria de Estado Rice visitó Brasil para abordar el tema

de la crisis en Ecuador y evaluar el resultado de las misiones de paz en Haití y el

Medio Oriente. Estados Unidos reconocía de esta forma el liderazgo brasileño en la

región.

Durante el mandato del presidente Lula (quien fue reelecto sin dificultad) se

buscaría desarrollar la propuesta estadounidense de obtener energías alternas a

través del maíz y la caña de azúcar, propuesta sumamente criticada por Venezuela

que observaba como ello podía representar un ataque hacia el comercio del petróleo.

Incluso el interés mutuo comprendió una reunión de Presidentes en Brasil y tres

semanas después una reunión en Camp David, la casa de descanso del presidente

Bush.

Si bien con Brasil las relaciones resultaron sustancialmente mejores de lo que

podía esperarse, con Venezuela la historia fue totalmente distinta.

Desde el inicio del gobierno de Hugo Chávez se ha mantenido

discursivamente la idea de que estados Unidos ha buscado ejercer una dominación

sobre Venezuela. Esa posición se incrementó desde la llegada de George W. Bush al

gobierno.

En una gira del jefe de Estado venezolano durante el año 2000 decidió visitar

al dictador iraquí Saddam Hussein. Esta actitud se ha convertido en una constante ya

que Venezuela, y Chávez específicamente, ha mantenido estrechas vinculaciones

con gobiernos que son antagónicos con Estados Unidos, por ejemplo Libia, Sudán,

Bielorrusia, Zimbabwe y Cuba.

137

En la administración de Hugo Chávez se retiró la oficina de asesoría militar de

los Estados Unidos en Venezuela y se prohibió el sobrevuelo de aviones de la DEA

para combatir el narcotráfico. Estados Unidos ha indicado que ello ha permitido el

crecimiento exagerado de aviones con cargamento de drogas que tienen como punto

de origen a Venezuela.

Todo esto se complementaba con la denuncia constante de los Estados

Unidos de que Venezuela aupaba a los grupos terroristas de Colombia y financiaba

movimientos radicales en otros países latinoamericanos.

En cuanto los atentados terroristas del 11 de septiembre, Venezuela manifestó

su negativa a que se iniciara un conflicto global o una guerra, pues no era posible

enfrentar el terror con más terror. Incluso, en una alocución pública el Presidente

mostró fotos de civiles afganos afectados por las maniobras militares, criticando a los

Estados Unidos por los excesos.

La polarización política provoca en Venezuela una crisis que lleva a Hugo

Chávez a abandonar la Presidencia durante 2 días. Estados Unidos y algunos otros

países reconocieron rápidamente al nuevo gobierno, pero a las horas Chávez

regresó al poder manteniendo la tesis de que el gobierno estadounidense había sido

fundamental en su salida del gobierno.

Dentro de las relaciones entre ambos países se han dado momentos de

tensión. Po ejemplo el embajador William Brownfield fue agredido por algunos grupos

identificados con el oficialismo venezolano cuando se trasladó a una zona de

Caracas a donar equipos deportivos a niños.

“El año 2003 y el inicio de 2004 marcan una revisión significativa de la posición más moderada que hasta entonces había mantenido el gobierno de Chávez frente a EE UU, surgiendo, por primera vez, una postura claramente de confrontación al gobierno de Bush. Dos años atrás la cancillería venezolana matizó las críticas que el Departamento de Estado

138

había hecho en relación con los viajes del presidente venezolano a Iraq, Libia, Irán y Cuba, así como la posición venezolana frente a los bombardeos en Afganistán. La elección de no confrontar a EE UU se reflejaba claramente en la posición del entonces canciller venezolano, Luis Alfonso Dávila, quien enfatizaba la disponibilidad de su gobierno a realizar mayores aclaraciones sobre las acciones pasadas: «de ser necesario el gobierno continuará explicando dicha situación, con el objeto de que esas dudas se eliminen, porque a mi manera de ver no tienen fundamento».12 Hasta aquí, a pesar de las antipatías ideológicas del gobierno de Venezuela por la administración Bush, las diferencias eran mantenidas en el plano de una confrontación de baja intensidad, esto es, en una escala de conflicto en la cual la acción diplomática todavía es bastante eficaz.

El tono político moderado en relación con EE UU comenzaría a cambiar de manera gradual un año después del golpe de Estado contra Chávez. Una investigación del Consejo Nacional de Seguridad de Venezuela (CNS), cuyas conclusiones fueron hechas públicas en el primer aniversario de la fallida intentona, concluía que hubo participación de EE UU en el golpe. Sin embargo, aunque esto fuese así, en un primer momento el gobierno venezolano dejó que fuese el coordinador del CNS el que hiciese la acusación contra el gobierno estadounidense, evitando la intervención directa de cualquier alto representante de la diplomacia o del Ejecutivo en el encaminamiento de las denuncias.13 Sin embargo, la escalada del conflicto discursivo alcanza su punto más crítico a inicios de 2004 cuando el propio presidente Chávez dejando de lado la mediación de funcionarios medios del gobierno, acusa a EE UU de haber participado directamente en el golpe del 11 de abril de 2002 y de intervención en los asuntos internos de Venezuela a través del financiamiento de grupos políticos y ONGs opositoras a su gobierno.14 Ciertos hechos, como la realización de concentraciones públicas oficialistas bajo el sugestivo rótulo de «contra el imperialismo yanqui» en febrero de 2004 evidenciaban el surgimiento de un segundo momento en la política externa de Chávez en relación con EE UU. En ese segundo momento el roce moderado y pragmático da paso a un discurso anti-estadounidense que no estaba presente en aquel que denominamos primer período de la política externa chavista frente a EE UU (1999-2002).” (DUARTE, 2004)

Los conflictos entre ambos países continuaron y en 2006 Venezuela acusó al

agregado naval de los Estados Unidos en Venezuela, John Correa, de espionaje y

decidió expulsarlo. Estados Unidos respondió expulsando a la diplomática

venezolana Jenny Figueredo Frías, aduciendo reciprocidad.

139

El 11 de septiembre de 2008 en un acto público desde el estado Carabobo el

presidente ordenó la expulsión del embajador Patrick Duddy en solidaridad con

Bolivia que había expulsado al embajador estadounidense.

Estados Unidos respondió revocándole la visa al embajador Bernardo Álvarez.

Es preciso recordar que Venezuela estableció un acuerdo con la zona del

Bronx en Nueva York para dotarla de combustible a muy bajo costo.

Todas estas relaciones se han dado en el marco de que Venezuela tiene en

los Estados Unidos el principal socio petrolero y comercial.

Unido a estos casos concretos, la política exterior norteamericana durante el

gobierno republicano fue particularmente crítica de los gobiernos de Irán, Irak y

Corea del Norte, agregando después a Cuba, Libia y Siria.

La denuncia hacia estos países viene dada por el hecho de no emplear

correctamente la energía atómica, reprimir a sus ciudadanos, violar la libertad de

expresión y asociación y tener gobiernos dictatoriales.

En todo escenario estos países serían denunciados en el marco de la

estrategia norteamericana y se haría lo necesario por buscar un cambio de régimen

interno en cada uno de esos países.

Sin embargo el régimen norcoreano fue retirado de la lista del eje del mal,

pues a raíz de las sanciones económicas, y presionado por China, comenzó un

proceso de destrucción de su capacidad nuclear.

Con respecto a Rusia, desde el comienzo de la gestión de Bush se evidenció

un acercamiento después del 11 de septiembre de 2001 cuando el gobierno ruso

aceptó la idea de luchar contra el terrorismo. Debe añadirse que en estos momentos

140

Rusia vivía un fuerte conflicto interno por los deseos de algunos grupos de

independizar Chechenia.

Hacia el 2003 las relaciones se deterioraron por el apoyo dado por los Estados

Unidos a los movimientos civiles que acabaron con los gobiernos de Georgia,

Ucrania y Kirguistán.

Las relaciones siguieron deteriorándose cuando el gobierno estadounidense

propuso colocar un sistema de desarticulación misilística en Polonia y un radar de

largo alcance en la República Checa, temas considerados vedados por Rusia que

argüía que esa estrategia representaba un peligro para su nación y que de esa

manera los Estados Unidos buscaban establecer un control sobre los rusos.

Al llegar el momento de las elecciones los partidos hicieron sus respectivas

primarias. Finalmente, el senador por Arizona John McCain obtuvo el 66% de los

delegados a la convención nacional y logró imponerse, a figuras como Mitt Romney,

Mike Huckabee y Rudolph Giuliani, proponiendo como compañera de fórmula a la

gobernadora del estado de Alaska Sarah Palin.

Por parte de los demócratas la escogencia estuvo mucho más cerrada

logrando finalmente imponerse el senador por Illinois Barack Obama sobre la

senadora por Nueva York Hillary Rodham Clinton.

En cuanto a los republicanos, McCain representa una línea de independencia

en el partido que en muchos casos no va de la mano con posiciones de los

conservadores, mientras Huckabee proviene de un sector con posiciones mucho más

conservadoras y ligadas a la religiosidad.

Es por ello que la precampaña de McCain giraba en torno a la recuperación de

los valores tradicionales de los republicanos, tratando de estrechar vínculos con una

base del partido que no lo veía favorablemente por ser liberal en algunas ideas. Eso

141

lo obligó a escoger como compañera de fórmula a Palin, pues su discurso, sus

valores y su concepción política de oponerse a las uniones homosexuales, al aborto

y ser defensora del derecho de los ciudadanos a emplear armas, permitían al

candidato llegar a un sector del electorado que le era opuesto.

Sin embargo, la propuesta demócrata de Barack Obama y Joe Bidden logró

obtener más de 69 millones de votos populares, 10 millones por encima de la fórmula

McCain- Palin, pudiendo traducirse eso en que en el colegio electoral los demócratas

obtuvieron 365 votos a 173.

142

CAPÍTULO VI

¿QUÉ PASA EN EL PARTIDO REPUBLICANO?

Las razones de la derrota republicana pueden ser diversas, entre ellas el

cansancio de 8 años de gestión de George Bush en los que la guerra y la seguridad

fueron los temas recurrentes y elegir a McCain, que además de apoyar la gestión de

Bush, es militar retirado, podría haber implicado una profundización del modelo de

seguridad y defensa. Incluso, en una visita a Colombia como candidato el senador

McCain prometió al presidente Uribe que al ganar mantendría el Plan Colombia.

Aunado a ello la hábil campaña de Obama que buscó incorporar nuevos votantes y

ofrecer una nueva manera de hacer política, unido a que la figura de Palin, si bien

podía acercar a McCain con las bases conservadoras republicanas, lo aislaba del

resto del electorado que la veía como un personaje polémico y ultraconservador.

McCain no logró ir hacia los electorados propios, por ejemplo los latinos

prefirieron votar por Obama, pese a que el candidato republicano ofreció una revisión

del proyecto de política migratoria. Incluso, sectores como el de los afroamericanos

sufragó por Obama, logrando que figuras como el ex secretario de Estado Collin

Powell dijesen que el demócrata representaba la mejor candidatura.

La derrota con Obama desarticuló al Partido Republicano, aunque en la

medida que el gobierno avanza ha crecido el descontento por la incapacidad del

Presidente de cumplir todo lo prometido. Esto se tradujo en una fuerte victoria

republicana en las elecciones de mitad de período en noviembre de 2010 en las que

los republicanos pasaron a controlar la Cámara de Representantes, aumentaron su

fuerza en el Senado y ganaron la mayoría de gobernaciones en disputa.

Actualmente en el seno del Partido Republicano están presentes las banderas

que a través de la historia han caracterizado al mismo. Aún se perciben las disputas

143

entre un sector que reivindica el pragmatismo como un ejercicio de acción, tal cual

ocurrió en los gobiernos de Nixon y George Bush padre en los que fue necesario

acercarse a regímenes con los cuales había enormes diferencias a los fines de

garantizar que los Estados Unidos pudieran alcanzar sus objetivos.

Por otra parte algunos grupos a lo interno del partido reivindican que la

organización tiene que aspirar el regreso al gobierno a través de candidatos que se

acerquen a los principios ideológicos hacia los cuales se ha movido la organización.

Para ello recurren a reivindicar los gobiernos de Reagan y de George Walker Bush.

En medio de este debate, siempre presente, uno de los grupos que ha

adquirido notoriedad durante este período es el Tea Party, un movimiento cuyo honor

hace homenaje a la Jornada del Té, citada al comienzo de esta tesis. Uno de los

primeros criterios que conviene aclarar es que periodísticamente se comenta que

este grupo aspira un retorno a los valores fundacionales del Partido Republicano y

como hemos dicho con anterioridad, el partido fue fundado como una organización

progresista, federal y antiesclavista. El Tea Party es una organización antisistema

que critica la excesiva presencia del Estado en materias sociales y económicas.

Debemos comentar que el emblema de este grupo es la bandera que el general

Gadsden creó para la marina independentista en la lucha por la emancipación y que

tiene por lema la consigna “no me pises”. En las elecciones de noviembre de 2010

algunos de sus líderes lograron triunfar, por ejemplo Rand Paul y Marco Rubio

consiguieron ganar los escaños senatoriales en Kentucky y Florida respectivamente.

Ellos son solo dos de 40 de los 120 postulados que alcanzaron cargos legislativos.

Este movimiento ha adquirido fuerza con la sumatoria de Sarah Palin y en los

últimos tiempos un sector del mismo ha dicho que quien puede derrotar a Obama es

la Representante por Minnesota Michele Bachmann. Algunos analistas opinan que

de ser Bachmann la candidata republicana a la Presidencia, pudiese tener al senador

federal Marco Rubio como compañero de fórmula con el fin de buscar acercar la

propuesta al voto latino e intentar recuperar la votación de los cubano- americanos,

144

sector en el que los cubanos han tenido importantes liderazgos como los de Mel

Martínez, Ileana Ross y los hermanos Díaz-Balart.

En medio de la vorágine candidatural en el partido hasta el magnate financiero

Donald Trump anunció que entre sus planes estaba aspirar a la Presidencia para

tratar de enmendar los errores de Barack Obama a quien además acusa de no haber

nacido en los Estados Unidos (aunque el Presidente volvió a aportar las pruebas). La

propuesta generó debate, pero al poco tiempo Trump desistió de presentar su

opción.

“En Estados Unidos gobierna un hombre leído, inteligente, sensato, pero cuyas enormes dudas en el momento de enfrentar las crisis internacionales, lo han llevado a tener una política exterior lamentable. De las indecisiones de Obama nace la candidatura de Trump. Queremos todavía creer que sus aspiraciones presidenciales formen parte de una campaña publicitaria para promover sus múltiples aventuras financieras y televisivas. Desgraciadamente, las declaraciones destempladas del magnate inmobiliario lo han convertido en segunda opción, en cuanto a la popularidad, para los votantes republicanos. Su visión absolutamente primitiva de la política exterior, atrae al elector paranoico, convencido de que en el mundo entero existe una conspiración para acabar con el poderío norteamericano. Las ideas de Trump sobre el petróleo, la OPEP, "vencedores y vencidos", son de una temible agresividad. Trump es el Presidente que Chávez desearía para Estados Unidos.” (TARRE, 2011)

Frente a estos actores antisistema sigue imperando la figura de McCain que

busca desde su escaño de senador regresar al Partido Republicano a una posición

doctrinal que lo acerque más a sus postulados iniciales. De resto, las tendencias que

mencionábamos cuando abordábamos el gobierno de Reagan parecen haber

desaparecido, proliferando nuevos enfoques o estableciéndose probablemente una

visión mucho más pragmática de la política.

De todas maneras, analizando los precandidatos republicanos que han

manifestado su intención de participar en las primarias, pueden dibujarse algunas

tendencias, por ejemplo Mitt Romney representa el republicanismo religioso,

mientras que Rick Santorum, y Michele Bachmann buscarán conquistar los votos del

145

Tea Party. Newt Gingrich, el antiguo jefe de la Cámara de Representantes evoca una

visión política que le permite estar cerca de todos los sectores. Sin embargo,

escándalos matrimoniales y la conversión al catolicismo (como paliativo para dejar de

lado un problema matrimonial) le restan preferencias en las bases republicanas que

conciben al matrimonio como sagrado y a la familia como una estructura indivisible.

Existe una postura cercana al liberalismo que encarna Ron Paul (por cierto

padre del senador por el Tea Party Rand Paul) y una tendencia de republicanismo-

conservadurismo económico que pregona Tim Pawlenty el gobernador de Minnesota.

Desde hace algún tiempo, incluso se pensó que podía buscar la nominación

republicana para suceder a George W. Bush, algunos sectores del Partido

Republicano han mencionado el nombre de la ex secretaria de Estado Condolezza

Rice. Ella es una figura de extrema confianza de la familia Bush y que tiene vínculos

con sectores provenientes, tanto del gobierno de Reagan como del de Bush padre.

Rice se ubica en el sector que reivindica la política de seguridad impulsada por

George Walker Bush en la que la prevención sustituye a cualquier mecanismo de

disuasión, pero es evidente que no se postulará.

A los nombres de los precandidatos republicanos se suman dos

personalidades que están obteniendo alta figuración en los sondeos de opinión

realizados en el último trimestre de 2011. El primero de ellos, y que probablemente

sea el adversario más fuerte que pueda enfrentar Romney, es el gobernador de

Texas Rick Perry.

Perry sustituyó a George W. Bush como gobernador de Texas y desde ese

momento no se ha separado del cargo permaneciendo en la gobernación tres

períodos y medio. Su principal oferta de campaña ha sido ofrecer a los Estados

Unidos la aplicación del llamado “milagro texano” en el que se ha logrado disminuir el

desempleo a través de la implementación de un modelo de reducción de impuestos y

de disminución del gasto.

146

Aunque criticó a George Bush hijo por no haber dirigido la economía durante

la crisis con principios liberales, se considera que sus perfiles tienden a ser similares

en cuanto a la oposición al aborto y la ferviente religiosidad que practican.

Perry no ha estado exento de polémica por algunos planteamientos como por

ejemplo decir que ante el escenario de descomposición y socialismo al que Barack

Obama ha sumido a los Estados Unidos, sería una gran ventaja vislumbrar la

independencia de Texas.

También ha señalado que la mejor manera de enfrentar al narcotráfico en

México es a través del ingreso de tropas federales a ese país.

Los seguidores de Perry han enfocado su campaña interna en cuestionar a

Romney por ser un practicante mormón, logrando que algunos potenciales votantes

cristianos migren sus preferencias del ex gobernador de Massachusetts hacia la

candidatura del gobernador texano.

El otro candidato que ha irrumpido con éxito en la contienda republicana es

Herman Cain, un empresario de Georgia que pese a haberse desenvuelto en

diversas facetas tiene una experiencia política que se limita a haber aspirado, sin

éxito, la consulta interna por la candidatura al Senado por su estado.

Cain ha disputado con Perry el segundo lugar detrás de Romney y logró un

sorpresivo triunfo en un simulacro de votación que se realizó en Florida.

Aunque sea un elemento netamente coyuntural, resulta interesante observar

como cada precandidato tiene como piso político un sector determinado del mismo

partido.

147

CAPÍTULO VII

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

Muchas son las versiones que colocan al Partido Republicano de los Estados

Unidos como una organización conservadora, defensora del orden imperante y

centralista por definición.

A esos conjuntos de calificativos se les complementa con una revisión somera

en la que se indica que su política exterior se caracteriza por la intromisión en los

asuntos internos de otros países y en la fuerza por encima del diálogo.

Sin embargo, el partido nació como una estructura progresista que luchaba

firmemente por el federalismo, exigía claridad económica y propugnaba la igualdad

entre todos los hombres, no en vano fue en el gobierno de uno de sus fundadores,

Abraham Lincoln, cuando se decretó la abolición de la esclavitud. Aunque tuvieran

que pasar más de cien años para que los afroamericanos lograran ser admitidos en

la sociedad norteamericana, Lincoln y los republicanos lucharon para que ello se

diese.

En esta investigación se desarrollaron dos variables que pese a parecer

independientes y a no tener línea de unión, están muchísimo más conectadas de lo

que puede pensarse.

Por un lado desarrollamos la historia del Partido Republicano para comprender

el porqué de sus decisiones y entender a que se debían sus manifestaciones. En esa

revisión logramos descubrir las múltiples tendencias que hacen vida en el partido y

llegar a entender como fue posible que un hombre que abolió la esclavitud e indultó a

los secesionistas, como fue Abraham Lincoln pertenecía al mismo partido que una

148

figura como Barry Goldwater, el polémico senador por Arizona que se ufanaba

públicamente de haber votado en contra de la Ley de los Derechos Civiles.

Aunado a ello se desarrolla la otra línea, la de la comprensión de la política

exterior estadounidense en los períodos republicanos desde el fin de la Segunda

Guerra Mundial y haciendo énfasis en su visión hacia América Latina.

Todo esto parte desde una perspectiva en la que se revisa el pensamiento

político norteamericano para entender cuál es el rol que los gobiernos

estadounidenses asumen que le toca desarrollar a su país. Para llegar allí hay que

remontarse hasta el período de la colonización y estudiar las características de un

proceso que desde sus orígenes dibujo dos naciones: un norte industrial, familiar y

religioso, frente al sur en el que el afán del dinero, la producción en serie y la

esclavitud eran las constantes.

En esta investigación se plasma porqué la independencia fue en primer

término un resultado no buscado y una vez dada como comenzó a dibujarse una

política exterior que puede definirse por etapas que van desde el aislacionismo más puro hasta la intervención directa. En esta parte se plasma como se dieron los

debates entre los padres fundadores respecto a la actitud que tendría que tomar la

Unión frente a fenómenos como la Revolución Francesa, la Independencia de Haití o

los movimientos emancipadores latinoamericanos.

Seis etapas históricas y cuatro pares de ideas fue el procedimiento

metodológico para comprender el desarrollo de la visión internacional de los Estados

Unidos.

Posteriormente se desarrolla la variable interna y se indica como el tema

internacional está presente en una política expansionista que lo lleva a obtener más

del doble del territorio inicial o como consiguió irrigar al mundo con su comercio.

149

En la investigación se evidencia el auge del idealismo en la política

internacional de los Estados Unidos y como paulatinamente el realismo político va

copando espacios y desplazando a los idealistas.

La última etapa de esta investigación desarrolla la política exterior de los

gobiernos republicanos de los Estados Unidos una vez terminada la segunda

conflagración mundial. Sin embargo, es preciso hablar, comentar y analizar la política

que desarrollaron los mandatarios demócratas con el fin de contrastar la visión

republicana, analizar las coincidencias y resaltar en que se diferenciaron.

En esta etapa hay también una exhaustiva visión de los procesos internos

republicanos y sus debates para escoger candidatos presidenciales, pudiendo

además estudiarse las distintas tendencias que hay en el partido.

Para cerrar hay una revisión de cómo está el partido en estos momentos, una

vez ha sido derrotado por Barack Obama, aunque tuvo un repunte en las elecciones

legislativas y de gobernadores de mitad de período. Es la oportunidad de observar la

aparición de nuevas tendencias internas y grupos que representan a distintos

sectores y que si aspiran ganar deben negociar entre si.

¿Podrá el Partido Republicano volver a ser gobierno a corto plazo? ¿Ocurrirá

lo que pasó una vez que salió George Bush padre de la Presidencia? Que los

demócratas gobernaron dos períodos seguidos. Todo pareciera indicar que los

líderes del partido están dispuestos a impedirlo, anhelando más bien repetir la

experiencia de los años 80 cuando Ronald Reagan, después de dos períodos

consecutivos, logró entregarle a su vicepresidente George Bush.

El Partido Republicano no es el mismo de sus orígenes, pero tampoco es la

misma estructura de líderes como Barry Goldwater. Habrá que observar como las

crecientes minorías en Estados Unidos se comportan electoralmente y si el paulatino

descontento que ha aparecido hacia la administración de Barack Obama se le une la

150

aparición de una figura capaz de plantear un liderazgo diferente con aptitudes y

características novedosas. ¿Habrá alguno que cumpla ese perfil? ¿Se podrá formar

esa figura? Sólo el tiempo podrá mostrarnos la respuesta.

Al momento de consignar este trabajo de investigación, el jurado nos ha

recomendado que consideremos lo que ha venido ocurriendo en los últimos

momentos en el Partido Republicano. Para la fecha, enero de 2012, ya se dio el

primer paso para la escogencia del candidato republicano, dejando como resultado

en la asamblea partidista del estado de Iowa un triunfo bastante estrecho para el

candidato Mitt Romney. El ex gobernador de Massachusetts logró ganar con 30.015

sufragios contra 30.007 de Rick Santorum, es decir que la diferencia fue de solo 8

votos. En el tercer lugar quedó Ron Paul que logró capitalizar buena parte de los

votos de los electores jóvenes. Newt Gingrich quedó en un distante cuarto lugar, el

gobernador de Texas Rick Perry se ubicó quinto, mientras la congresista Michele

Bachmann y el ex gobernador de Indiana Jon Huntsman les siguieron.

Al término de la jornada el candidato Rick Perry dijo que reflexionaría sobre las

opciones de continuar en la campaña, mientras que Michele Bachmann anunció su

retiro.

Finalmente, y aunque ya sería motivo de otra investigación, al igual que hacer

una similar a esta pero teniendo como objeto de investigación al Partido Demócrata,

convendría estudiar que pueda ocurrir en los próximos comicios de los Estados

Unidos.

El primer escenario es que los Republicanos logren construir una candidatura

fuerte que logre ganarle a Barack Obama. En todo caso, eso evocaría nuevamente el

escenario del presidente Carter en el que Ronald Reagan logró captar a las distintas

tendencias de su partido y pudo imponerse a un demócrata que había generado

grandes expectativas pero que había cambiado su discurso y acción en la medida en

la que avanzaba su gobierno. Sin embargo, para alcanzar esta posición habría que

acercarse a algunos electorados calve como los hispanos. Sería interesante

examinar el rol que figuras como Marco Rubio pueden desempeñar, después de

151

haber obtenido un escaño como senador por el estado de Florida y ser una figura

fuerte dentro del Tea Party.

El segundo escenario, y tal vez el más probable si logra ganar el presidente

Obama, es que el Partido Republicano se mantenga unido y prepare una candidatura

fuerte con miras a desplazar al candidato demócrata que aspire suceder a Obama.

Este escenario también tiene una gran limitante para los demócratas, pues no se

vislumbra ninguna figura cercana que pueda continuar la obra del Presidente.

La tercera posibilidad, y es la que pareciera más remota, es que de perder las

elecciones presidenciales, el Partido se escinda. Ello parece remoto, pues al ser el

Partido, como lo hemos visto, un cúmulo de facciones y de diversas tendencias, no

sería necesario salir del mismo para tratar de imponerse, sino que la competencia

interna arreciaría por controlarlo.

152

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