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Schulz, Walter - Wittgenstein. La Negación de La Filosofía

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  • W A L T E R S C H U L Z

    W I T T G E N S T E I NLA NEGACION DE LA FILOSOFIA

    G. del TORO.Editor

    M A D R I D1970

  • COLECCION MOLINO DE IDEAS*

    dirigida porSERGIO RABADE ROMEO

    Catedrtico de la Universidad de Madrid

    N. 6T I T U L O O R I G I N A L :

    WITTGENSTEIN. DIE NEGATION DER PHILOSOPHIEPublicado por; VERLAG GNTHER NESKE. Pfullingen, 1967

    Traduccin de:

    JOSE MONTOYA SAENZ

    G. del TORO.Editor. By 1970 MADRID

    Depsito Legal: M. 3.427 - 1979

    Distribuye: SERVICIO COMERCIAL DEL LIBROHortaleza, 81MADRID-4

    Grficas Canales, S. L. - Cicern, 16.-M adrid

  • P R O L O G O

    Apenas nadie duda hoy de que se haya de incluir a Wittgenstein entre los grandes filsofos que determinan el tiempo presente. Los puntos de vista sobre los que descansa tan alia valoracin son sin embargo diferentes. Simplificando un poco, se podran distinguir, ya bajo el aspecto cronolgico pero ms an bajo el aspecto objetivo, tres enfoques de esa valoracin. Prim er enfoque: Wittgenstein es significativo como autor del Tractatus logico philosophicus: su terreno filosfico es, en sentido estricto, la moderna lgica matemtica (.Wittgenstein aparece como el sucesor legtimo de Frege y Russell) y, en sentido amplio, la filosofa del positivismo lgico l 2. Segundo enfoque: Wittgenstein es un pensador totalmente independiente y original, un pensador que no es clasificble: Se podr decir legtimamente que Ludwig Wittgenstein pertenece al grupo de los ms grandiosos outsiders de nuestra conformista poca. Es probablemente el filsofo ms trgico desde Nietzsche*. En especial la conocida proposicin conclusiva de su Tractatus (D e lo que no se puede hablar, se debe guardar silencio) y de modo definitivo las posteriores Investigaciones filosficas, muestran que Wittgenstein saba que el pensamiento lgico no es la medida absoluta. Se coloca as a Wittgenstein en ntima cercana de la fi-

    1 G. H. v. W right afirma que los pensamientos fundamentales del Tractatus han determinado radicalmente la concepcin del Crculo de Vie- na. Son ante todo la idea de una correspondencia entre los enunciados cientficos y la realidad; despus, la determinacin de la estructura lgica de estos enunciados, es decir, la doctrina de las funciones veritativas; y, finalmente, la separacin estricta de ciencia y vida. Cf. v. Wright, Bio- graphische Betrachtung en Beiheft a L. Wittgenstein, Schriften I, Frank- furt 1960, p. 87 ss.

    Una penetracin concreta en la relacin de Wittgenstein con el Crculo de Viena, nos la proporcionan las conversaciones de Wittgenstein con Moritz Schlick y Friedrich Waismann entre los aos 1929 y 1932. conversaciones que Waismann ha anotado: L. Wittgenstein, Schriften III. Ludwig Wittgenstein und der Wiener Kreis. Frankfurt 1967.

    2 Hermann Wein, Philosophie ais Erfahrungswissenschaft, La Haya. 1965, p. 137.

  • WITTGENSTEIN. LA NEGACIN I)E LA FILOSOFA

    losofa existencial y su obra es interpretada como objetivacin de la conciencia de crisis3. Tercer enfoque: Wittgenstein es uno de los pocos, sino el nico pensador del presente, que ha abierto posibilidades futuras al trabajo filosfico. Ha superado el positivismo por medio de la nocin de juego de lenguaje, al reconocer que el campo propio del filosofar es una analtica del lenguaje que no se limite a la pura sintaxis \

    No es posible discutir, en abstracto y sin recurso a los textos, sobre la justificacin de estas tres interpretaciones, en las que se refleja la tendencia general de la filosofa contempornea, a saber, * 4

    8 Cfr. las contribuciones en Beihef a L. Wittgenstein, Schriften 1, en especial los artculos de Ingeborg Bachmann, Zu einem Kapitel der jn- gsten Philosophiegeschichte; Jos Ferrater Mora, Wittgenstein oder die Destruktion; Erich Heller, Unphilosophische Betrachtungen. Un excelente anlisis crtico de esta interpretacin existencialista lo da Hermann Lbbe, Wittgenstein ein Existenzialist. En: Philosophisches Jahrbuch. 69 (19621, pginas 313-324.

    4 La escuela lingistica de Oxford y Cambridge, que hoy juega un papel importante en la filosofia inglesa, est marcada esencialmente por este punto de partida de Wittgenstein. Cfr. J. O. Urmson, Philosophical Ana lysis, Oxford 1956; M. J. Charlesworth, Philosophy and Linguistic Analysis, Pittsburg 1961; y Karl-Otto Apel, Die Entfaltung der sprachanalytischen Philosophie und das Problem der Geistewissenschaften, en Philosophisches Jahrbuch, 72 (1965), pp. 239-289. y: Wittgenstein und das Problem des hermeneutischen Verstehens, en: Zeitschrift fr Theologie und Kirche, 63 (1966), pp. 49-87. Por parte de la filosofia analtica del lenguaje se valora poco al positivismo lgico, tal como estuvo representado en el Circulo de Viena, o se le considera como un estadio previo de la misma filosofia analtica. Se intenta a la vez la empresa, especialmente en Alemania, de poner en relacin la filosofia tarda de Wittgenstein con la f ilosofa hermenutica alemana. Especialmente reveladores para este modo de proceder son la totalidad de los trabajos de filosofa del lenguaje de Apel, a los que remitimos expresamente de una vez por todas.

    Que una mediacin del arranque tardo de Wittgenstein con la filosofia alemana sea posible, se fundamenta (segn la opinin que examinamos), en e l hecho de que Wittgenstein ha procedido de acuerdo con el mtodo trascendental. no slo en las Investigaciones filosficas sino ya en el Tracta- tus. La interpretacin trascendental de Wittgenstein por lo que hace al Tractatus, fue llevada a cabo por Erik Stenius, quien en 1960 public un excelente comentario a esa obra: Wittgenstein's Tractatus. A Critical Ex- position of its Main Lines of Thought, Oxford. El cap. II lleva el ttulo: Wittgenstein as a Kantian Philosopher, y la segunda seccin de este capitulo el encabezamiento: Wittgensteins Transcendental Deductions. A esta intenpretacin de Stenius recurre, adems de Apel (cfr. los dos artculos citados). Wolfgang Stegmller en: Hauptstromungen der Gegen

  • P rologo 7

    el apartamiento del positivismo lgico y de la filosofa existencial, y la conversin al lenguaje como horizonte abarcador. Nos dedicaremos por tanto en los dos primeros captulos a la interpretacin del Tractatus y de las Investigaciones filosficas e intentaremos, partiendo de estas obras, poner de manifiesto el planteamiento de la filosofa de Wittgenstein. A estos captulos se aade un tercero cuyo intento es determinar el puesto de Wittgenstein en el desarrollo filosfico e histrico-cultural. E l pensamiento directivo de estos anlisis consiste en un examen crtico de la intencin de Wittgenstein de negar la filosofa, pues esa intencin determina su pensamiento desde el mismo fundamento *. 5

    wartsphilosophie, 3 ed., Stuttgart 1965. Stegmller concluye su presentacin de la filosofa del Tractatus con un capitulo: Transzendentalphiloso- phischer Ausblick (p. 554). Tambin Jiirgen Habermas se relaciona a Stenius: Zur Logik der Sozialwissenschaften, Philosophische Rundschau. Beiheft 5, Tbingen 1967, p. 124 ss. En este trabajo se presenta el desarrollo de la lgica de las ciencias sociales, en especial, en los pases anglosajones, en toda su trascendencia filosfica; Wittgenstein es estudiado desde esta problemtica, y en especial, se pone en relacin su planteamiento analtico con la filosofa hermenutica. Estas investigaciones de Habermas, que reposan en un conocimiento comprehensivo y son. a la vez. extraordinariamente conscientes de los problemas, cuentan entre las publicaciones filosficas ms importantes de los ltimos aos. La fertilidad y necesidad de semejante mtodo es patente, pues es una perogrullada decir que la sociologa juega hoy un papel conductor. En nuestra interpretacin nos oponemos a la calificacin de Wittgenstein como un filsofo trascen- tal; ello nada cambia al hecho de que el autor agradezca cosas esenciales a su dilogo con los trabajos citados de Stenius. Apel. Stegmller y Habermas.

    5 En las pginas que siguen no intentaremos exponer a Wittgenstein in extenso; sus trabajos de matemticas y sus logros especficos en lgica no son tomados en consideracin. El autor se apropia en este aspecto la frase de Pitcher; I have little competence in tihese matters en; The Philosophy of Wittgenstein, Englewood Cliffs 1964; este libro de Pitcher ofrece una buena y parcialmente critica interpretacin del Tractatus y de las Investigaciones filosficas.

    Para la bibliografa de Wittgenstein hay que comparar las indicaciones bibliogrficas en la obra recin nombrada (p. 330 ss.). Adems: George Pitcher (ed.), Wittgenstein. The Philosophical Investigations. A Collection of Critical Essays, New York, 1966 (p. 597 ss.); y Stegmller, op cit. p. 713 ss.' En las pginas siguientes se cita el Tractatus por la notacin decimal de las proposiciones y la primera parte de las Investigaciones por la divisin en prrafos. Tomamos como base la edicin de los escritos de Wittgenstein aparecida en Suhrkamp Verlag, Frankfurt a. M. 1960 ss.

  • CAPITULO PRIMERO

    TRACTATUS LOGICO-PHILOSOPHICUS

    Presupuestos comunes de Wittgenstein y del Crculo de Viene. El estilo de pensar de Wittgenstein.

    El medio mejor de aprehender la problemtica que caracteriza al Tractatus de Wittgenstein consiste en poner de manifiesto las concepciones fundamentales que son comunes a Wittgenstein y a los pensadores del Crculo de Viena. Estrechamente comprimidas, se pueden agrupar tales concepciones bajo tres ideas directivas. En primer lugar: ciencia y vida estn separadas. La ciencia es esencialmente ciencia exacta, es decir, por una par- te la ciencia natural y por otra la lgica. En segundo fugar: las proposiciones lgicas son analtico-tautolgicas, las proposicio- nes de la ciencia real (eTrpTrica)"sn~~imtticas, se refieren a hechos. Sobre la relacin de ambos dominios cientficos no es posible enunciar nada, pues tales enunciados no son ni sintti- co-empricos ni analtico-lgicos. Ahora bien, si no es posible incluirlos en ninguna de estas dos clases (que son las nicas permitidas desde el punto de vista cientfico), es que son inadmisibles. En tercer lugar: la referencia de las proposiciones empricas a los hechos debe ser verificada. Es decir, hay que mostrar necesariamente que a las proposiciones de las ciencias reales les corresponde una experiencia real o posible, a diferencia de las proposiciones metafsicas, que, sin embargo, presentan tambin la apariencia de proposiciones con contenido. En el principio de las ciencias reales se encuentran, por tanto, las proposi-

  • 10 WITTGENSTKIN. I.A NEC ACIN l>K I.A FILOSOFA

    dones bsicas, proposiciones en las que el dalo es observado y fijado protocolarmente*.

    Estos fres presupuestos fundamentales son constantemente discutidos en forma renovada. La discusin est caracterizada por la oscilacin entre posibilidades extremas. El examen del tercer presupuesto lo muestra en forma especial: uno de los extremos es en este caso el recurso inmediato al datoj pero tal recurso 10 puede ser i levado a cabo con efectividad. Se repite aqu la pr- .blemtica del segundo presupuesto fundamental: del mismo modo que no es posible hablar de la relacin entre ciencias formales y reales, tampoco lo es hablar de la relacin entre proposiciones con contenido (inhaltliche Satze) y realidad, porque las proposiciones que versan sobre esa relacin no son verificables ni formal ni empricamente. Ya Russell puso en claro que el empirismo no puede probar empricamente su principio de Ja con- cordancia entre realidad y proposicorr~Abor~bIe. si no es posible verificar la referencia a la realidad, entonces el otro extremo de la alternativa se insina: hay que poner entre parntesis la referencia a la realidad. Esta puesta entre parntesis se realizar en grados diferentes de radicalidad.. Por citar algunos ejemplos, se puede, con Popper'. reducir los enunciados cientficos con sentido a un convenio o acuerdo: o. como en la teora de la coherencia de Neurath *, se los puede interpretar como enun

    * Debemos renunciar aqu a una exposicin amplia del positivismo. Sobre ello cfr. V. Kraft, Der Wiener Kreis, Wien 1950 (trad. esp. Madrid, 1966); W. Stegmller, op. cit. p. 351 ss. Stegmller ha presentado de manera muy clarificadora el desarrollo del positivismo lgico, incluso en sus fases posteriores, y lo ha proporcionado de este modo a la conciencia filosfica general, en Alemania. Cfr. tambin los otros trabajos citados por Stegmller con relacin al positivismo (op. cit. p. 710 ss.), en especial: Das Wahrheitsproblem und die Idee der Semantik, Wien 1957; Ayer, Al- fred J. (ed), Logical Positivism, New York, 1959 (Bibliography of Logical Positivism, p. 381 ss.), (trad. esp. Mxico, 1965); Arthur Pap, Analytis- che Erkenntnistheorie, Wien, 1955; (trad. esp. Madrid. 1964).

    El autor ha presentado el desarrollo del positivismo bajo el punto de vista de la relacin de filosofa y ciencia en la primera parte de un trabajo an no publicado, que intenta rastrear la pregunta por la filosofa en la sociedad industrial contempornea.

    7 Cfr. Karl P opper, Logik der Forschung, Wien, 1935.* Hay que comparar los artculos de Otto Neuranth en Band 2-4 de

    Erkenntnis, en especial; Soziologie im Physikalismus, Erkenntnis Bd. .2. 1931.

  • TRACTATUS I.OGICO-PIIILOSOPHICUS 11

    ciados coherentes entre s, no con un mundo exterior: o bien. como Carnap en su obra Sintaxis lgica del lenguaje *. se los considera bajo un punto de vista pura y formalmente sintctico. Pero todo ello no modifica el hecho de que la problemtica subsiste, puesto que si las ciencias empricas han de tener sentido, debe corresponderles una referencia exterior. Esta problemtica conduce finalmente, en el Carnap tardo, a un suavizamiento del criterio empirista de significado: del lenguaje observa- cional es necesario distinguir el lenguaje terico; los trminos de este ltimo ncT son reductibles. al menos en forma directa, a observacin 1#.

    Esta problemtica caracteriza tambin el Tractatus de Wittgen- stein, pero es tratada en una forma esencialmente diferente de la del Crculo de Viena. El estilo de pensar de Wittgenstein no es el usual en los tratados filosficos y cientficos. Est caracterizado por posibilidades completamente heterogneas. Por indicar solamente algn ejemplo: la tendencia de clasificar por medio de la subdivisin, en la notacin decimal de las proposiciones del Tractatus por Wittgenstein, llega a ser caprichosa. Se puede precisar de modo matemtico y unvoco el valor referencial de las distintas cifras a las tesis precedentes y siguientes? Es lcito dudar de ello u. Y, sin embargo, la impresin de una exactitud absoluta es persistentemente sugerida. La proposiciones son generalmente apodcticas. Los problemas que objetivamente se ofrecen a debate no son discutidos expresamente en sus pros y sus contras. Se excluye de raz cualquier duda sobre la justeza de las afirmaciones. Y, sin embargo, se produce a la vez, explcita e implcitamente, la impresin de un filosofar enteramente abierto, que conoce desde la misma raz su cuestionabilidad. Una irona objetiva domina todo el conjunto. Wittgenstein lleva a sus intrpretes a una apora, o expresado con mayor exactitud: los coloca en una * 10 11

    Carnap, Logische Syntax der Sprache, Wien, 1934.10 Carnap, The Methodological Character o f Theoretical Concepts, en:

    Minnesota Studies in the Philosophy of Science, Bd. I, Mineapolis, 1956.11 Nos parece, objetivamente, que hay diferencia entre sistematizar

    numricamente frmulas matemtico-lgicas y, como hace Wittgenstein, proposiciones filosficas que hasta son revocadas. Cfr. sobre el problema Stenius, op. cit., p. 3; Stenius apunta para clarificacin a la notacin musical.

  • 12 WlTTCENSTEIN. I.A NEGACIN HE I.A Kll.OSOKA

    posicin falsa; pues el lector tiene constantemente la impresin de que la interpretacin de que se trata no agota nunca la totalidad, de que se ha saltado una pgina o al menos no la ha explotado adecuadamente.

    Por citar solamente un ejemplo: el Tractatus es calificado como un sistema filosfico concluso, de rara unidad y consecuencia internas Esta calificacin la fundamentan sus defensores, especialmente en la afirmacin de que las siete proposiciones capitales deben ser puestas en relacin, consideradas en general, con temas objetivos determinados tradicionalmente. Con ello el lector se alegra y tranquiliza, porque puede conseguir alguna orientacin. Y, sin embargo, permanece abierta la cuestin de si Wittgenstein mismo hubiera aceptado tal inclusin en la tradicin. Al final de sus investigaciones, en efecto, se pone en cuestin a s mismo, al lector y al intrprete, pero sobre todo a la misma filosofa en cuanto tal. Y esto, con una consciente ambigedad desde el punto de vista literario; Otto Neurath ha explicado, con respecto a las anotaciones metafsicas finales de Wittgenstein, que, aunque el mismo Wittgenstein problematiza estas afirmaciones e impugna su validez, cuenta desde luego con que tienen que ser tomadas con toda seriedad 1S. La interpretacin, de manera muy conforme con el proceder de Wittgenstein, comienza ella misma a ser dudosa. Si por un lado (por volver a recoger otra vez la indicacin recin apuntada) intentaba incluir a Wittgenstein en la gran tradicin filosfica, tiene que avisar ahora, y con todo derecho, de que al introducir en Wittgenstein los conceptos filosficos tradicionales, se le est interpretando ya desde la tradicin M. El lector, al hacer esto, queda expuesto a la posibilidad de una falsa interpretacin. Se discute rara vez el hecho de que Wittgenstein apenas se enfrenta con la tradicin y de que no la conoce tampoco profundamente (deficiencia que es generalmente anotada como pasivo, incluso en los pensadores filosficos originales). El intrprete se halla * 13 14

    u Asi, Stenius y Stegmller, que en una recensin de Stenius (Lud- wig Wittgenstein ais Ontologe. Isomorphietheoretiker, Transzendentalphi- losoph und Konstruktivist en: Philosophische Rundschau, 13, 1965), escribe: en la obra de Wittgenstein se trata de un sistema filosfico cerrado de rara unidad ntima y consecuencia, op. cit. 117).

    13 Cfr. Otto N eurath en: Ayer, Logical Positivism, p. 284 ss.14 Cfr. Stegmller, Hauptslrmungen..., p. 525.

  • TRACTATUS LOCICO-PHILOSOPHICUS 13

    decidido a atribuir a s mismo y al lector la posible oscuridad e ininteligibilidad del texto, ya que Wittgenstein aparece como un pensador que sabe ms de lo que dice **.

    Si intentamos ahora concretar estas indicaciones generales sobre el estilo de pensar de Wittgenstein, con respecto al mtodo de hecho seguido en el Tractatus, encontramos que Wittgenstein procede de un modo objetivstico y adialctico: piensa de manera concentrada y atomstica. Establece apodcticamente una afirmacin; siguen despus explicaciones en las que se incorporan intuiciones que, en parte, representan afirmaciones casi contrarias a la primera. En la reflexin posterior sobre los problemas se le aparece abiertamente a Wittgenstein la duplicidad de los aspectos tratados, pero no hay una reflexin expresa sobre la relacin de ambas concepciones. La posible contradiccin es notada, pero el pensamiento mismo no se instala claramente en las posiciones extremas, para avanzar a travs de ellas, sino que ms bien la contradiccin anterior se repite despus en un plano nuevo y con relacin a nuevos contenidos. Es preciso tener claramente en cuenta este procedimiento metdico y sacar las consecuencias de ello para la interpretacin. Se nos pide poner en relacin lo anterior con lo posterior y viceversa. Esto slo es posible cuando hayamos puesto de manifiesto algunos problemas fundamentales y abarcadores, a partir de los cuales, y aun a riesgo de simplificacin, se pueda orientar la interpretacin.

    Como uno de tales problemas abarcadores, proponemos en primer lugar la teora de Wittgenstein sobre la imagen representativa (Abbild). En esta teora se tocan los dos conjuntos de problemas arriba citados; la relacin de proposicin y realidad y la relacin de enunciados lgicos y reales. 15

    15 Como ejemplo de una postura criticamente reservada frente a Wittgenstein, citemos algunas frases, llenas de humor, de A. M. Quintan: La biblia del movimiento de anlisis lgico era el Tractatus de Wittgenstein. Como otros textos sagrados, combinaba fervor proftico y obscuridad sibilina de tal modo, que pedia y recibia muchas interpretaciones en conflicto reciproco. Expresado en aforismos pregnantes. usaba trminos familiares en sentidos nuevos, pero inexplicados. En: Pitcher, The Philosophical Investigations, p. 3.

  • 14 WITTGENSTEIN. LA NEGACIN DE LA FILOSOFA

    La teora de la imagen representativa (Abbild)

    La teora de la imagen representativa no debe ser entendida en un sentido naturalstico. Es evidente que Wittgenstein no piensa que los pensamientos corresponden como fotografas a la realidad. No encontramos tampoco en l indicacin alguna que, en el sentido de la teora del conocimiento tradicional, pretenda dar informacin sobre el modo cmo las imgenes se desprenden del exterior y penetran hasta el interior. Hay que entender la representacin en imagen (Abbildung) en el sentido del somorfis- mo. Imagen y original guardan correlacin bajo el aspecto de la estructura. Wittgenstein explica este punto por medio de una comparacin con la notacin musical. A primera vista, la notacin musical no parece ser una imagen de la msica. Y, sin embargo:

    El disco de gramfono, la dea musical, la notacin musical, las ondas sonoras, se encuentran recprocamente en aquella relacin interna de representacin que existe entre lenguaje y mundo (4.014).

    En la siguiente proposicin habla Wittgenstein de una regla general de posible comparacin:

    La semejanza interna de estas formas, al parecer tan diversas, consiste justamente en que se da una regla general por la que los msicos pueden extraer la sinfona de la partitura, por la que se puede derivar del surco en el disco la sinfona, y de sta, segn la regla anterior, llegar de nuevo a la partitura. Esta regla es la ley de la proyeccin, ley que proyecta la sinfona en el lenguaje de la notacin musical. Es la regla de la traduccin del lenguaje de la notacin musical en el del disco (4.0141).

    En este contexto hay que evitar justamente interpretar la dea de proyeccin en el sentido de una autoexplicacin de la subjetividad, que se clarifica y se explcita a s misma en la exteriori- zacin de lo que en principio era tan slo internamente barruntado. Aqu no se busca en modo alguno una explicacin gentica a partir de la subjetividad, sino ms bien un poner en relacin

  • TRACTATUS LOGICO-PH1LOSOPHICUS 15

    fenmenos que existen independientemente, prescindiendo para ello de toda posible posicin privilegiada de la subjetividad.

    Podemos, en efecto, proponer las siguientes tesis

    a) Se da el mundo como totalidad de los hechos:

    El mundo es todo lo que acaece.

    El mundo es la totalidad de los hechos...

    El mundo est determinado por los hechos y por ser stos, todos los hechos (1 a 1.11).

    b) Se dan imgenes de los hechos:

    Nos hacemos imgenes de los hechos (2.1).

    c) Esas imgenes son ellas mismas hechos:

    La imagen es un hecho (2.141).

    Para que pueda haber correspondencia entre mundo e imagen se introduce en este punto un tercer trmino, otra vez en sentido totalmente objetivo: Wittgenstein lo llama la forma lgica y es comn al mundo y a las imgenes (cfr. 2.18). Sobre la relacin de estas tres magnitudes se comienza ahora a razonar, y por cierto, con una oscilacin mltiple en el enfoque. Esta oscilacin se refiere no slo a los trminos extremos (realidad e imagen), sino tambin al trmino medio, la lgica. Y as, unas veces la lgica se encuentra en ntima coherencia con el mundo (se dice de ella que llena el mundo), mientras otras se la califica de carente de significado y de referencia al mundo, es decir, se la trata como un conjunto de reglas de transformacin que nada dicen. El razonamiento queda finalmente sin resultado definitivo. Como conclusin permanece slo el recurso a un inexpresable mostrarse de la unidad.

    Este concepto de mostrar (Zeigen), lo encontraremos an varias veces, y, por tanto, indicamos previamente slo su problemtica general. As fundamenta Wittgenstein este mostrar:

    La proposicin puede representar toda la realidad, pero no aquello que debe tener en comn con la realidad, para poder representarla: la forma lgica.

  • 16 WITTGENSTEIN. LA NEGACIN DE LA FILOSOFA

    Para poder representar la forma lgica deberamos situarnos con la proposicin fuera de la lgica, es decir, fuera del mundo.

    La proposicin no puede representar la forma lgica; sta se refleja en aqulla.

    Lo que se refleja en el lenguaje no puede ser representado por ste.

    Lo que se expresa en el lenguaje, nosotros no lo podemos expresar por medio del lenguaje. La proposicin muestra la forma lgica de la realidad. La pone ante los ojos (4.12 y 4.121).

    Intrpretes imbuidos de la tradicin alemana han entendido estas frases desde el punto de vista trascendental: Puesto que la lgica del lenguaje establece necesaria y trascendentalmente el marco de nuestra aprehensin de lo ultramundano, es decir, lo

    que el mundo en cuanto tal es, no se puede expresar esto en ese mismo lenguaje M. Tal argumentacin no nos parece adecuada. Solamente si se entiende filosofa trascendental en. un sentido muy vago, y no en el estricto prefijado por la tradicin, se puede hacer pasar a Wittgenstein por filsofo trascendental. La filosofa trascendental en sentido estricto es filosofa de la subjetiv dad, y se realiza plenamente siempre como deduccin, es decir, busca mostrar cmo y por qu la subjetividad puede aplicar sus .ondi- ciones fundamentales a lo dado. Y dentro de este marco p antea la incapacidad de aplicar a s misma estas determinaciones, que son vlidas para lo dado . De semejante deduccin trascendental no encontramos rastro en Wittgenstein; ste permanece siempre en la relacin exterior de realidad e imagen. El espacio en que filosofa no est determinado por el planteamiento trascendental, sino por la concepcin positivista fundamental, ya ms arriba pre-

    18 Asi Habermas, op. cit. p. 128; cfr. sobre todo Stenius, op. cit. p. 214. ss.

    11 No es nuestro propsito aqu refutar objetivamente la filosofa trascendental idealista. Semejante filosofa, que intenta deducir la realidad partiendo de una subjetividad pura e intemporal, significara hoy una recada en la metafsica teolgica, pues la subjetividad pura es pensada a la imagen de Dios. Precisamente esta creencia en la irrepetibilidad de la filosofa trascendental clsica nos prohbe interpretar planteamientos actuales partiendo de ella. Cfr. Autor, Das Problem der absoluten Reflexin. Frankfurt, 1963.

  • TRACTATUS LOGICO-PMILOSOPHICUS 17

    sentada, de que sobre la relacin de proposiciones y realidad no se puede propiamente hablar. Slo desde este punto de partida puede interpretarse adecuadamente el concepto de mostrar en Wittgenstein. El hecho de que Wittgenstein recurra a l una y otra vez no testimonia en contra, sino a favor de su planteamiento positivista. En tanto se cotejen de una manera puramente exterior, reducindolas a un comn denominador, no slo la realidad sino tambin las imgenes en cuanto hechos, es decir, en tanto se permanezca en la escisin sujeto-objeto, no puede la unidad ser pensada, sino solamente parafraseada por medio de imgenes, como, en el cuento, los dos muchachos, sus dos caballos y sjs lirios, de los que Wittgenstein dice:

    Todos ellos son, en cierto sentido, una sola cosa (4.014) **.

    Esta teora de la imagen representativa es, a nuestro parecer, una clave para la interpretacin total del Tractatus. Pero ello exige antes, conforme al planteamiento objetivstico y adialctico del pensamiento de Wittgenstein, discutir individualmente los dis- t'nfos elementos que se hallan trabados en ella. Son, en primer lugar, la realidad; en segundo, la imagen, y en tercero, la forma lgica. Efectivamente, Wittgenstein intenta, en cuanto es posible, analizar independientemente estos tres elementos. Se puede decir que, bajo los dos primeros nmeros del Tractatus, se estudia temticamente el mundo, mientras que en los nmeros tres a seis se aborda el problema complejo y mucho ms difcil de la imagen (Bild). Pero desde el punto de vista del tema mismo, es claro que una divisin rigurosa no puede resultar, puesto que los distintos conceptos se entrecortan. De un modo especial, la forma lgica, que tiene la misin de religar el mundo como hecho y la imagen como hecho, no puede en modo alguno ser tratada apropiadamente en aislamiento. Si ojeamos los anlisis de Wittgenstein podemos avanzar lo siguiente: en la discusin sobre el mundo se coloca en el centro de la discusin el factor objetivo, en la discusin sobre la imagen, por el contrario, el subjetivo.

    ' No es intil recordar que Hegel, al principio de la Fenomenologa del espritu, ha estudiado ya muy penetrantemente el mostrar como intento de escapar al pensamiento dialctico por medio del recurso a un estado prelingistico.

    2

  • 18 WITTGENSTEIN. LA NEGACIN DE LA FILOSOFA

    Consecuentemente, la forma lgica es comprendida sucesivamente en forma ms o menos objetiva, inicialmente ms desde el ngulo del mundo, despus ms desde el de la imagen o del lenguaje. Vamos a proceder, pues, de tal forma que primero plantearemos el lado objetivo de la relacin, el mundo, y despus, el lado subjetivo, la imagen, pero teniendo en cuenta que, especialmente en la discusin sobre la lgica, las interferencias son necesarias.

    El lado objetivo de la relacin: el mundo

    Las pginas iniciales del Tractatus elaboran los rasgos singulares de la realidad mundana. Wittgenstein distingue hecho (Tatsa- che), hecho atmico (Sachverhalt), cosa, objeto, substancia. A pesar del celoso y particularizado comentario de estos conceptos por los intrpretes (de nuevo hay que nombrar aqu de modo especial a Stenius), se presenta difcil el aprehender lmites defini- torios verdaderamente exactos y convincentes. Ello no sin razn, pues Wittgenstein se cie claramente al lenguaje cotidiano, en el que las palabras citadas son usadas precisamente en multitud de significados y en modos no rigurosamente delimitables. Lo mejor es partir del concepto de mundo, en el que todos los dems se hallan condensados. Citamos algunas de las proposiciones esenciales:

    El mundo es todo lo que acaece (1).

    El mundo es la totalidad de los hechos (Tatsacnen), no de las cosas (1.1).

    La totalidad de los hechos atmicos (Sachverhalte) existentes es el mundo (2.04).

    La realidad total es el mundo (2.063).

    Es claro que el mundo tiene que ver con la facticidad. Los hechos son a su vez idnticos con lo que acaece, la existencia de hechos atmicos. El hecho atmico por el contrario, del mismo modo que sus subdeterminaciones: objeto, cosa, no es nada fctico, sino que presenta una conexin:

    El hecho atmico es una conexin de objetos (cosas) (2.01).

  • TRACTATUS LOO ICO-PHILOSOPHICUS 19

    Mientras un hecho siempre se refiere a algo que realmente acaece, un hecho atmico solamente representa algo que puede acaecer Todo esto se puede comprender con relativa facilidad. La dificultad propiamente dicha comienza cuando nos damos cuenta de que, desde el concepto mundo, la distincin entre 'hecho' y 'no hecho' es en cierto modo escamoteada. El mundo como todo aquello que acaece, tiene que ver con la facticidad (Tatschlichkeit). Pero, sin embargo, el mundo es la totalidad de los hechos (Tatsachen), o dicho con las palabras de Wlttgensteinr el mundo est caracterizado por ser stos todos los hechos. Y aunque otra vez se formula, a la manera atomstica: 'El mundo se divide en hechos' (1.2), queda, sin embargo, la duda de si hay que identificar 'mundo' y 'facticidad' de modo tan unvoco. Es evidente que el mundo no se presenta solamente como facticidad pura, sino tambin (por usar el lenguaje de la filosofa tradicional) como universo, 'omnitudo', totalidad unitaria. Dicho de una manera an ms exacta: Wittgenstein tiene aqu bajo su mirada la distincin de mundo posible y mundo real, distincin que Leib- nitz ha pensado a fondo desde muchos ngulos, a saber: desde el ngulo lgico, ontolgico y teolgico. Se enfrentan por tanto dos interpretaciones sin mediacin posible entre ellas: el mundo es el conjunto de todo lo que acaece, de los hechos, y en cuanto tal, l mismo un hecho. La interpretacin contraria profesa: el mundo es el dominio (Inbegriff) de todas las posibilidades, y en cuanto tal determina primordialmente lo que acaece y lo que no acaece. El mismo Wittgenstein dice:

    ...la totalidad de los hechos determina lo que acaece y tambin todo lo que no acaece (1.12).

    Sin embargo, es claro que Wittgenstein no ha intentado meditar dialcticamente el problema del mundo, es decir, desvelar la cuestin del significado de la expresin todos los hechos bajo el punto de vista de la posibilidad y de la realidad. Introduce ms bien nuevas precisiones hasta cierto punto complementarias, que agrega sin ms a los enunciados recin expuestos. La tendencia fundamental, sin embargo (y esto los comentadores lo han puesto de relieve en forma convincente), es dar la preemi-

    18 Stegmlleh, Hauptstrmungen..., p. 529.

  • 20 WlTTGBNSTEIN. U NEGACIN DE I.A FILOSOFIA

    nencia a la facticidad sobre la posibilidad. Esta tendencia puede entenderse solamente cuando se tiene en cuenta cmo caracteriza Wittgenstein la relacin de facticidad y lgica de un modo general. Su modo de proceder se acomoda totalmente en este aspecto al planteamiento positivista.

    Este planteamiento profesa que todos los enunciados con contenido tienen que ser fundamentados por el recurso a la experiencia, es decir, a los datos fcticos. Las proposiciones que aprehenden inmediatamente el dato fctico deben ser designadas como proposiciones elementales. La realidad fctica puede ser enunciada en proposiciones que concuerdan con ella porque en ambas se encuentra algo idntico:

    En la imagen y en lo representado por ella tiene que haber algo idntico, para que la una pueda ser una imagen de lo otro (2.161).

    Lo que toda imagen, de cualquier forma, tiene que tener en comn con la realidad, para poder representarla (exacta o falsamente), es la forma lgica, esto es, la forma de la realidad (2.18).

    Lo idntico es por tanto la forma lgica. La proposicin y la realidad correspondiente se hallan estructuradas de la misma manera. Como la proposicin se compone de elementos, as la realidad fctica se compone de hechos atmicos, y stos a su vez de objetos o cosas. Las proposiciones elementales, en cuanto contienen una referencia a la realidad, enuncian algo sobre la existencia o no existencia de los hechos atmicos. Cuando algo acaece, es verdadero; cuando algo no acaece, es falso. Verdad y falsedad son constataciones de la concordancia fctica de la proposicin y de lo dado:

    Para saber si la imagen es verdadera o falsa, debemos ponerla en comparacin con la realidad. Por la imagen solamente no se puede saber si es verdadera o falsa. No hay ninguna imagen que sea verdadera a priori (2.223 a 2.225).

    Sobre estas proposiciones elementales se eleva un sistema de proposiciones posibles, que en cuanto tales son slo transformaciones (funciones veritatlvas) de las proposiciones elemen

  • TRACTATUS LOCICO-PHILOSOPHtCUS 21

    tales. El valor veritativo de estas proposiciones depende por tanto de las proposiciones elementales. Esta teora de la funcin veritativa muestra dos cosas, en primer lugar la preeminencia de la facticidad, y en segundo, la desvalorizacin de la lgica que puede arrancar de ella, o mejor, su ambigedad. Cuando Witt- genstein afirma que la lgica es tautolgica, que no dice nada, mira preferentemente a la lgica que se ocupa de las reglas de transformacin: esta lgica no tiene que ver con la verdad. Pero cuando Wittgenstein habla de la forma lgica, entonces no considera slo la pura posibilidad de transformacin, sino la estructura ontolgica que es comn a la proposicin y a la realidad, estructura comn que no puede ya ser demostrada, sino solamente constatada. El hecho de que el mundo tenga una forma lgica no puede ser l mismo fundamentado, est subordinado al concepto de facticidad, y en un sentido totalmente radical: slo puede ser mostrado. De nuevo es el recurso al concepto de mostrar la solucin propiamente dicha, justamente porque la coincidencia de mundo y lgica no puede ser pensada, sino solamente constatada.

    Wittgenstein descubre una y otra vez esta duplicidad de la lgica. Lo verdaderamente admirable es precisamente el hecho de la mundaneidad de la lgica o, formulado de una manera ms conforme al estilo de pensar, atomstico y concentrado, de Wittgenstein, la aproximacin progresiva de lgica y mundo hasta la coincidencia final. Vamos a ilustrar este punto.

    He aqu el planteamiento fundamental:

    Las proposiciones lgicas describen la armazn del mundo, o mejor, lo representan. No 'tratan' de nada. Presuponen que los nombres tienen significado (Bedeutung) y que las proposiciones elementales tienen sentido (Sinn): sta es su ligazn con et mundo (6.124).

    Es claro tambin que nada en el mundo puede hallarse enr contradiccin con la lgica:

    Se deca en otro tiempo que Dios poda crear todo, excepto lo que contradeca a las leyes de la lgica. En efecto, no podramos decir qu aspecto ofrecera un mundo 'ilgico' (3.031).

  • 22 WlTTCENSTEIN. LA NEGACIN DE LA FILOSOFA

    Todava de un modo ms preciso:

    La lgica precede a cualquier experiencia de que algo sea as (5.552).

    Consecuentemente Wittgenstein distingue entre la lgica y su aplicacin. Afirma: lo que se enuncia en la aplicacin, esto es, en el conjunto de las proposiciones elementales, no puede ser previsto por la lgica, pero tampoco puede colisionar con ella:

    La aplicacin de la lgica decide cules proposiciones elementales se dan.

    La lgica no puede anticipar lo que se halla en su aplicacin.

    Es claro que la lgica no puede chocar con su aplicacin.

    Pero la lgica debe estar en contacto con su aplicacin.

    Por tanto la lgica y su aplicacin no deben sobreponerse (5.557).

    Esta no sobreposicin recproca de la lgica y de su aplicacin, o dicho positivamente, su contacto, se encuentra respaldado por el lenguaje, y precisamente por el lenguaje ordinario. En l la lgica se halla presente de manera completa:

    Todas las proposiciones de nuestro lenguaje cotidiano estn realmente, tal como son, en un orden lgico perfecto. Ese elemento de simplicidad mxima, que aqu debemos indicar, no es una imagen de la verdad, sino la verdad misma en su integridad.

    (Nuestros problemas no son abstractos, sino quiz los ms concretos que hay) (5.5563).

    La lgica y el lenguaje se hallan por tanto unidos de la manera ms ntima y ambos, por su parte, estn ceidos al mundo por completo. A la constatacin de que yo no puedo indicar a priori proposiciones elementales, siguen las conocidas proposiciones:

  • TRACTATUS LOGICO-PHILOSOPHICUS 23

    Los lmites de m lenguaje significan los lmites de mi mundo.

    La lgica llena el mundo; los lmites del mundo son tambin sus lmites (5.6 y 5.61).

    Se realiza aqu una coincidencia pura de lgica y mundo, precisamente por medio de la identificacin de lgica y lenguaje. Con ello desaparece propiamente el problema de la distincin entre lgica y aplicacin de la lgica, como tambin el problema de la relacin entre mundo posible y mundo real. Y partiendo d? esta coincidencia, se fundamenta entonces el hecho de que en la lgica no pueda decirse, en el mundo hay tal y tal cosa, pero no tal otra. Para poder proferir semejante enunciacin (en el mundo hay tal y tal cosa, pero no tai otra), la lgica debera traspasar los lmites del mundo y contemplarlos desde la otra parte. Pero esto no puede suceder, porque mundo y lgica son una misma cosa, o, como se dice de manera an ms radical algunas proposiciones despus, porque yo soy mi mundo (5.63).

    Sin embargo es claro por otra parte que tanto el problema de 'a distincin de lgica y aplicacin de la lgica, como tambin el problema de la relacin de mundo posible y mundo real, no quedan objetivamente resueltos por la simple y adialctica identificacin de mundo y lgica. Wittgenstein emprende por tanto una nueva va. Considera la construccin de mundos posibles a partir de los hechos atmicos. Esta doctrina del campo lgico (logischer Spielraum) no es un esbozo de mundos posibles en el sentido de un Leibnitz por ejemplo, es decir, no es una construccin racional, de armona preestablecida, bajo el punto de vista de la componibilidad de los contenidos, sino una construccin puramente formal fundamentada en las condiciones de verdad:

    Las condiciones de verdad determinan el campo lgico que la proposicin deja a los hechos (4.463).

    Tautologa y contradiccin son los casos extremos de las condiciones de verdad. Aunque no insensatos (unsinnig), ambos conceptos son sin embargo carentes de sentido (sinnlos):

    Tautologa y contradiccin no son imgenes de la realidad.

  • No representan ninguna situacin posible. Pues aqulla permite cualquier situacin posible, sta ninguna (4.462).

    Ms esencial que esta teora del campo lgico*0, por otra parte muy complicada en sus particularidades, nos parece una segunda teora, en la que Wittgenstein recoge el problema del mundo posible y mundo real. Se trata de la posibilidad interna (n- haltlich), es decir, desde el punto de vista del contenido. La dea fundamental es la siguiente: puesto que la forma lgica llena el mundo (mundo entendido como hecho), esta forma lgica debe hallarse tambin contenida en los elementos constitutivos del mundo, es decir, en los hechos atmicos y sus elementos (objetos y cosas). Los hechos atmicos, por su parte, son, en cuanto tales, partes constitutivas no slo de mundos reales, sino tambin de mundos posibles. Dicho de una manera ms precisa: los hechos atmicos son posibilidades de mundaneidad en general. Y en cuanto los hechos atmicos por su parte descansan sobre los objetos, el ltimo fundamento de su posibilidad interior est en la componibilidad Interna de los objetos. Wittgenstein habla de las propiedades internas de los objetos y de su forma.

    Una propiedad es interna cuando no puede pensarse que su objeto no la posea (4.123).

    Esta forma inferna de los objetos determina su presentacin en los hechos atmicos.

    Cuando conozco el objeto, conozco tambin sus posibilidades completas de aparicin en hechos atmicos.

    (Cada una de estas posibilidades debe hallarse en la naturaleza del objeto).

    No se puede encontrar posteriormente una nueva posibilidad (2.0123).

    Esto quiere decir concretamente:

    El objeto espacial debe hallarse en el espacio infinito.

    24 WITTGENSTEIN. LA NEGACIN DE LA FILOSOFIA

    * Cfr. Stenius Logical Space, op. cit. p. 38 ss.

  • TRACTATUS I.OG 1CO-PHI LOSOI'H ICUS 25

    La mancha en el campo visual no tiene que ser necesariamente roja, pero un color debe tenerlo; tiene, por as decir, el espacio cromtico en torno a s. El tono debe tener una altura, el objeto del tacto una dureza, etc. (2.0131).

    Una substancia del mundo se muestra de esta forma como su posibilidad interna de ser, substancia que es independiente de la realidad del mundo, esto es, de lo que acaece.

    La substancia es lo que existe independientemente de lo que- acaece (2.024).

    Arrancando de aqu, se puede pensar la posibilidad del mundo previamente a su facticidad. Dice Wittgenstein:

    El pensamiento contiene la posibilidad de la situacin (Sach- lage) que piensa. Lo que es pensabe es tambin posible (3.02).

    Y un poco antes se afirma:

    'Un hecho atmico es pensabe' quiere decir: podemos hacernos una imagen suya (3.001).

    Se aducen constantemente estas afirmaciones de Wittgenstein para poner de manifiesto su superioridad sobre el Crculo de Vie- na, puesto que, se dice, Wittgenstein ha reconocido claramente que no es adecuado recurrir a la realidad fctica cuando se quiere comprender el sentido de un enunciado **. Efectivamente, afirma Wittgenstein:

    Comprender una proposicin significa saber qu se da realmente en el caso de que la proposicin sea verdadera.

    S1 Cfr. especialmente Apel, Wittgenstein und das Problem des herme- neutischen Verstehens, p. 55. en especial nota 13. Hay que comparar las formulaciones que Waismann transmite. Los enunciados correspondientes se hallan agrupados en el indice bajo la palabra Verificacin; especialmente importante, p. 243 ss. En la pgina 244 se encuentra la conocida frmula, tan extendida en el positivismo y generalmente admitida: *El sentido de una proposicin es el modo de su verificacin. El mtodo de- verificacin no es un medio, un vehculo, sino el sentido mismo.

  • 26 W1TTCKNSTEIN. LA NEGACIN DE LA FILOSOFA

    (Se puede por anto comprender una proposicin sin saber si es verdadera).

    Se la comprende cuando se comprenden sus partes constitutivas (4.024).

    A nuestro parecer, sin embargo, no es adecuado declarar a este propsito que el planteamiento de Wittgenstein est abismalmente separado del principio de verificacin del Crculo de Viena **. Vemoslo ms exactamente.

    El principio de verificacin es ambiguo. Puede ser comprendido en un sentido amplio: verificar quiere decir entonces aducir la prueba de que una proposicin, a diferencia de los sonidos carentes de sentido, es una formacin comprensible. Sin embargo el principio de verificacin puede tambin ser entendido en un sentido restringido: significa entonces la reduccin del enunciado a lo sensiblemente dado, es decir a los hechos. Los positivistas del Crculo de Viena insisten esencialmente en el segundo sentido, pero al hacerlo presuponen objetivamente ya el primero: una proposicin puede ser comprobada por la experiencia solamente cuando ya por su misma estructura es significativa (sinnvoll), es decir, cuando presenta una referencia posible a la realidad. De hecho el positivismo lgico ha tenido en cuenta desde sus comienzos esta situacin. Lo muestra en especial el hecho de que la formulacin de Wittgenstein, que el significado de una proposicin consista en el mtodo de su verificacin, fue generalmente aceptada en el Crculo.

    22 Stegmller, por ejemplo, que ha presentado en modo muy clarificador la historia del criterio empirista de sentido, afirma ahora (Phi- losophische Rundschau, 13, p. 134) que la tesis fundamental del empirismo es una tesis puramente relativa, que por medio de modificaciones adecuadas del criterio de sentido, cambia constantemente de significado. La historia, un poco divertida, del criterio empirista de significado, es un testimonio de ello, a la vez intuitivo y drstico. Se puede escapar de esa tesis emprica ampliando el criterio de sentido o, an mejor, rechazndolo. A la tesis wittgensteiniana de la carencia de sentido no se puede escapar, desde luego, de esta manera tan cmoda. Pues ella nada dice sobre la conexin de conocimiento y experiencia: no contiene enunciado alguno sobre una carencia de sentido relativa, sino sobre una carencia absoluta; no es relativa al valor de un criterio de significado, de cuya interpretacin siempre se puede discutir.

  • TRACTATUS l.OG!CO-l*IIII.OSOPHICUS 27

    Pero tambin Wittgenstein, de un modo completamente semejante al de los primitivos positivistas, piensa que las proposiciones dotadas de contenido deben hallarse en una concordancia fundamental con la realidad y que hay que acreditarlas en confrontacin con los hechos a los que corresponden. Cierto que no formula ninguna ley general que exprese este estado de cosas conforme al criterio empirista de significado, pero pone de relieve que ya la proposicin en cuanto tal debe dar a conocer si prin- cipialmente puede o no convenir con los hechos.

    Si se compara este modo de proceder de Wittgenstein con el punto de partida del Crculo de Viena, hay que caer en la cuenta de que el problema planteado bajo el principio de verificacin es dialcticamente duple. Wittgenstein acenta un aspecto, los pensadores del Crculo de Viena el otro, pero ambos por su parte presuponen lo no acentuado en su argumentacin. Dicho de modo concreto: los positivistas reconocen el principio de verificacin en sentido amplio, es decir la posesin de sentido de los enunciados, aunque definen la verificacin como reduccin a hechos. Por el contrario, Wittgenstein presupone justamente esta reduccin a hechos como criterio de verdad cuando entiende verificacin como la interpretacin de un hecho atmico; pues el hecho atmico es para Wittgenstein justamente la posible ligazn a la realidad y no pura posesin de sentido, como articulacin libre de objeciones desde el punto de vista tanto gramatical como lgico. Pues si as fuera, se derrumbara para Wittgenstein la posibilidad de descalificar las proposiciones metafsicas. Pues stas, desde el punto de vista formal, tienen que ser completamente distinguidas de sonidos carentes de todo significado.

    Aparece en este punto qu inadecuado sera aislar rigurosamente hecho atmico (Sachverhalt) y hecho (Tatsache) en su confrontacin mutua. Ambos son conceptos dialcticos. Hecho es el hecho atmico existente, mientras que hecho atmico es aquello que puede acaecer; pero aqu hay que tener en cuenta que para Wittgenstein la posibilidad de lo que acaece no debe ser reducida al proyecto de una subjetividad que pone el mundo, sino que se fundamenta exclusivamente en la realidad de que la lgica se ha hecho ya mundana, se halla en los hechos. Hay una lgica interna de los hechos atmicos slo porque la lgica ha llenado ya el mundo, y los lmites del mundo coinciden

  • 28 WITTGENSTEIN. LA NEGACIN DE LA FILOSOFA

    de tal modo con los de la lgica y del lenguaje que ms all de esos lmites slo se halla lo inexpresable.

    El lado subjetivo de la relacin: la imagen.

    Planteamos ahora el otro lado de la teora de la imagen representativa (Abbild), las imgenes que se enfrentan al mundo. El complejo imagen (Bild) presenta muchos estratos. Conforme a las tradicionales divisiones de la filosofa, Stenius ha distinguido aqu argumentaciones gnoseolgicas, lingstico-filosficas y trascendentales. Se trata sobre todo de la discusin de los conceptos: proposicin, pensamiento (Gedanke) y, de nuevo, de la conexin de lgica y lenguaje. Lgica y lenguaje, que son comparados entre s, son los conceptos mediadores, a partir de los cuales debe clarificarse la relacin al mundo; al hacerlo as, existe la tendencia de englobar todas estas determinaciones subjetivas en una unidad junto con el mundo. El examen tiene por tanto la misma finalidad que el anlisis del fenmeno mundo, pero ahora, por el contrario, el tema central es el concepto de lo subjetivo.

    En nuestra exposicin intentamos hacer ms fciles los dificultosos complejos problemticos, y para ello examinamos, partiendo del lenguaje, la referencia al mundo, para despus, en un segundo paso, mostrar cmo la intencin de Wittgenstein es descartar la idea de una subjetividad que reflexivamente se piensa a s misma.

    La dea de que lgica y lenguaje forman una unidad es, como ya destacbamos, determinante para todo el Tractatus. El Wittgenstein tardo, como se sabe, ha negado esta coincidencia, especialmente con relacin al lenguaje cotidiano. Esto lo hizo con toda razn, segn se afirma generalmente, pues el lenguaje usual no es reducible a la lgica, sino que tiene factores desbordantes. El hecho es tan evidente que justamente se debe cuestionar lo inverso, cmo fundamenta Wittgenstein en su Tractatus la coincidencia de lgica y lenguaje.

    Se debe tener en cuenta aqu en primer lugar que, desde luego, tambin para Wittgenstein se da tanto lo ilgico como lo inex

  • THACTATUS L0GIC0-PH1L0S0FHICUS 29

    presable. Cuando lo lgico y lo inexpresable quedan excluidos como impensables, no por ello son aniquilados por completo, sino que se los relega al dominio de lo mstico, al cual tambin pertenece la vida. Con otras palabras, la igualdad de lenguaje y lgica descansa en una previa abstraccin. Afirma Wittgenstein:

    El hombre posee la capacidad de construir lenguajes con los que se puede expresar cualquier sentido, sin tener un barrunto de cmo y qu significa cada palabra. De la misma manera, hablamos sin saber cmo los distintos sonidos se producen.

    El lenguaje cotidiano es una parte del organismo humano y no es menos complicado que ste.

    Es humanamente imposible extraer de l inmediatamente la lgica del lenguaje.

    El lenguaje reviste al pensamiento. Y de tal modo, que no es posible concluir de la forma exterior del vestido a la forma del pensamiento revestido; ya que la forma exterior del vestido ha sido configurada para fines totalmente distintos del de permitir reconocer la forma del cuerpo (4.002).

    Por tanto, para comprender la lgica del lenguaje se debe abstraer por completo del revestimiento, como de una forma exterior. Slo despus de haber hecho esto, se puede coaligar en unidad el lenguaje usual con la lgica y arriesgar la constatacin ya antes citada:

    Todas las proposiciones de nuestro lenguaje cotidiano estn realmente, tal como son, en un orden lgico perfecto (5.5563).

    El hecho de que lgica y lenguaje ordinario sean igualados desde el punto de vista del principio de orden, significa de modo concreto que el lenguaje en cuanto tal puede versar sobre hechos mundanos y puede aprehenderlos. Ahora bien, esta pretensin del lenguaje es exactamente tan poco demostrable como la identidad de mundo y forma lgica. La unidad se muestra tan slo, y precisamente la formulacin es nuestra incidentalmente en las proposiciones con contenido acerca del mundo.

    Este carcter incidental del mostrar es esencial para la com

  • 30 WlTTGENSTEIN. LA NEGACIN DE LA FILOSOFA

    prensin de la teora de la imagen representativa, pues slo desde l aparece clara y concretamente de qu modo Wittgen- stein resuelve la dificultad fundamental (desde el punto de vista de la teora de la ciencia) del positivismo, a saber, el no poder probar la concordancia de las proposiciones dotadas de contenido con el mundo. Los positivistas afirman: estn por un lado las proposiciones dotadas de contenido emprico, por otro las proposiciones formales, pero no hay proposiciones dotadas de sentido que enuncien algo sobre la relacin de ambas clases de proposiciones entre s. Consiguientemente, no es permisible tampoco hablar de la posibilidad de coincidencia entre realidad y lenguaje, pues tales proposiciones ni son formales ni estn dotadas de contenido. Wittgenstein comparte esta concepcin fundamental:

    La proposicin puede representar toda la realidad, pero no puede representar aquello que ella debe tener en comn con la realidad para poder representarla: la forma lgica. Para poder representar la forma lgica, deberamos poder colocarnos con la proposicin fuera de la lgica, es decir, fuera del mundo.

    La proposicin no puede representar la forma lgica, sino que sta se refleja en ella. Lo que se refleja en el lenguaje, ste no puede representarlo.

    Lo que se expresa en el lenguaje, no podemos nosotros expresarlo por medio de l. La proposicin muestra la forma lgica de la realidad. La pone ante los ojos (4.12 y 4.121).

    Reflejar, mostrar, poner ante los ojos: todos estos trminos significan, ya en cuanto tales, algo que no puede ser enunciado en un lenguaje de contenido emprico ni tampoco en un lenguaje formal, y que por tanto no puede ser dicho. Estos trminos quieren decir lo inexpresable, lo impensable. Pero esta nexpresa- bilidad e impensabilidad de que aqu se trata no es en forma alguna (y hay que tenerlo en cuenta) una completa indeterminacin. Corresponde a algo determinado: la relacin de concordancia del lenguaje emprico con la realidad del mundo. Esta concordancia, si la consideramos segn su sentido desde un punto de vista puramente objetivo, es ciertamente algo que el lenguaje mismo, en cuanto tal, intenta decir. Esta intencin es intema-

  • TRACTATUS I.OCCO-IHILOSOIH ICUS 31

    mente necesaria a las proposiciones que presentan enunciados de contenido emprico, porque y en cuanto estas proposiciones, en tanto que enunciados empricos, quieren decir (meinen) justamente algo emprico: este querer decir es precisamente su sentido. Si Wittgenstein hubiera tenido un conocimiento ms preciso de la filosofa contempornea, no hubiera permanecido oculto para l seguramente el hecho, ya en su tiempo generalmente conocido, de que Husserl haba perseguido durante toda su vida este fenmeno de la intencionalidad. Y aunque la determinacin concreta por parte de Husserl de la intencionalidad a partir de la construccin de una conciencia trascendental pura pueda ser errnea, sin embargo permanece inconmovible el hecho de que Husserl ha reconocido de manera inequvoca que el significar (meinen) es el rasgo fundamental del lenguaje, pues las palabras apuntan siempre ms all de s mismas a la cosa misma **.

    En el Tractatus de Wittgenstein nunca se habla de esta consideracin de las palabras y de las proposiciones bajo el punto de vista de la intencionalidad. Se da el mundo por un lado y las palabras y proposiciones por el otro: ambos existen en s mismos y para s mismos. Sobre la relacin entre ellos no hay nada que decir; no existe una relacin sobre la que se pueda hablar. El apuntar a la unidad pertenece a la dimensin de lo inexpresable en cuanto opuesto a lo que puede decirse. Este es un lado de la cuestin. Pero al establecer Wittgenstein esta oposicin, estableci igualmente una cierta relacin entre el inexpresable mostrar y el contenido expresable de las proposiciones. Este es el otro lado. Sin embargo no se debe pasar por alto que esta relacin no es una relacin interna; tal relacin no la toma Wittgenstein en consideracin, en cuanto renuncia a la posibilidad de estudiar temticamente la intencionalidad del lenguaje. Wittgenstein pone el mostrar como un tercer concepto que se aade a las magnitudes de mundo y lenguaje y juega, en cuanto las

    33 En las Investigaciones filosficas ha discutido Wittgenstein intensamente el problema del significar (cfr. infra. p. 71 ss.), pero tampoco all se interpreta el significar como un orientarse a una objetividad mundana, sino que es medida conforme a la rectitud del dominio de los juegos de lenguaje, en cuanto es una reglamentacin tcnica.

  • -32 WlTTGENSTEIN. l.A NEGACIN DE I.A Kll.OSOrlA

    refiere una a la otra, un papel secundario; pues el que el lenguaje sea mundano (welthaft) y el que el mundo sea reflejado lingsticamente, no es, visto desde el lenguaje y el mundo como magnitudes inteligibles, ms que una adicin suplementaria, ni ms ni menos.

    Y sin embargo esta ligazn de importancia secundaria permite rechazar posibles objecciones. Contra la demanda de pensar a fondo esta relacin en cuanto tal, se puede uno siempre remitir a su impensabilidad, al mismo tiempo que se presentan la fac- ticidad del mundo por un lado y la estructura lgico-sintctica del lenguaje por otro como las nicas posibilidades de lo pensa- ble. Y contra la demanda de negar como irreal la relacin desde esta dimensin de lo pensable, es posible sealar que la concordancia ya se ha mostrado en cada instancia de conocimiento emprico, que es expresable en proposiciones con contenido. Mientras los positivistas del Crculo de Viena, aunque con medios insuficientes y escasos xitos, se preocupan de pensar sobre la relacin, al distinguir grados de observabilidad, Wit'tgenstein se encuentra siempre ms all de tal planteamiento: la coincidencia fundamental es siempre y en cada uno de los casos implcitamente presupuesta, y viceversa: cada uno de los casos se interpreta

    como prueba indirecta de la coincidencia fundamental, que se muestra en l de un modo concreto.

    Apuntemos solamente aqu que los comentadores caracterizan la coincidencia como un mostrar ontolgico o interno, y la distinguen del mostrar externo, que slo se refiere a la igualdad de determinadas estructuras*4. El mostrar interno tiene un mayor valor, pues toda descripcin que pone ante los ojos seales caractersticas iguales en el sentido de la somorfa, descansa sobre la posibilidad previa de la capacidad de representacin en general, es decir, sobre el presupuesto ontolgico de una coincidencia fundamental de proposicin y realidad. Tales distinciones dasificatorias pueden ser tiles, pero no deben causar engao con respecto al hecho de que tambin el llamado mostrar nter-

    u Cfr. Stenius, que analiza el complejo imagen muy penetrantemente. especialmente en los captulos VI y V II de su obra, y Stegmiiller, que desarrolla el concepto de mostrar interno en Hauptstrdmungen..., pgina 555 ss.

  • TRACTATUS LOGICO-PHILOSOPHICUS 33

    no, este apuntar a la fundamental posibilidad de coincidencia, es un mostrar externo, es decir secundario frente a la realidad y a las proposiciones.

    La destruccin del sujeto que piensa de manera refleja.

    Si la coincidencia de lenguaje y mundo puede ser solamente mostrada y no pensada, debera aparecer como problemtico, aun teniendo en cuenta tan slo este hecho, todo intento de hacer aparecer a Wittgenstein como un filsofo trascendental, es decir, como un pensador que fundamenta la relacin de mundo y lenguaje en una subjetividad pura. Y, sin embargo, considerando el problema desde el punto de vista objetivo, parece claro que todos los caracteres que coheren con el concepto Imagen (o con 'os de proposicin y pensamiento), remiten a un Yo como fundamento trascendental. Si queremos mantener nuestra tesis de que Wittgenstein no es un filsofo trascendental, es necesario, por consiguiente, mostrar ms minuciosamente que Wittgenstein intenta purificar su pensamiento del concepto Yo.

    La primera posibilidad de semejante purificacin estriba en el modo operacionalstico de proceder. Es necesario ante todo recordar aqu que, segn los principios positivistas, las proposiciones y pensamientos (en cuanto son lgicamente relevantes) no son fundamentados a partir de una subjetividad, sino presentados como posibilidades funcionales de tipo cientfico. Ahora bien, Wittgenstein intenta fundamentalmente proceder de un modo operacionalstico. Identifica el sentido de un concepto con la clase correspondiente de operaciones. Desde este punto de vista hay que comprender el enunciado, interpretado antes, de que el sentido de una proposicin es el mtodo de su verificacin. Considerado desde un aspecto lgico-formal, este punto de vista operacionalstico pretende decir:

    Slo junto con su aplicacin lgico-sintctica determina el signo una forma lgica.

    Si un signo no es usado, carece de significado (3.327 y 3.328).

    3

  • En lgica, por tanto, nada que sea significante puede ser esencial:

    En la sintaxis lgica el significado de un signo nunca puede desempear un papel; debe ser establecida sin que al hacerlo haya que hablar del significado de un signo; debe presuponer tan slo la descripcin de las expresiones (3.33).

    Desde luego que este modo operacionalstico de proceder en la lgica apunta por su parte al contenido, por encima de s mismo: las proposiciones elementales apuntan al mundo. Pero tambin estas proposiciones se hallan sometidas a la lgica, es decir, tambin en ellas debe excluirse lo lgico. Wittgenstein explica en su dilucidacin de las operaciones lgicas que hay una constante lgica que es comn a todas las proposiciones:

    Es claro que todo lo que se puede decir a priori sobre la forma de todas las proposiciones debe poder decirse de una sola vez.

    Se podra decir: la nica constante lgica es lo que todas las proposiciones, segn su naturaleza, tienen comn entre ellas.

    La forma general de la proposicin es la esencia de la proposicin.

    Indicar la esencia de la proposicin quiere decir indicar la esencia de toda descripcin, por tanto, la esencia del mundo (5.47 a 5.4711).

    Wittgenstein concluye estas elucidaciones con la constatacin de que la lgica es autrquica. Puesto que si la lgica puede por s misma indicar la forma general de la proposicin en cuanto esencia de la proposicin, y sta, a su vez, en cuanto esencia de toda descripcin y en cuanto esencia del mundo, es que en s misma es totalmente independiente:

    La lgica debe tener cuidado de s misma.

    Un signo posible debe tambin poder designar. Todo lo que en la lgica es posible, es tambin lcito.

    En un cierto sentido, no podemos errar en lgica (5.473).

    34 WITTGENSTEIN. LA NEGACIN DE LA KILOSOk IA

  • TRACTATUS I.OG 1C0-PHILOSOPHICUS 35

    A lo lgico le corresponde un rango absoluto en el sentido de una objetividad incondicionada. La lgica es a priori, porque no se puede pensar lgicamente:

    La aprioridad de la lgica consiste en que no se puede pensar lgicamente (5.4731).

    No hay, por tanto, sujeto que, permaneciendo sobre la lgica, pudiera pensar lgica o ilgicamente. No por ello quiere Wittgenstein fusionar el pensamiento lgico y la pura subjetividad. Al contrario: el pensamiento del sujeto es superfluo, o ms exactamente: debe ser descartado en el proceso de una purificacin incondicional, y esto acaece por medio del filosofar como actividad.

    A primera vista esta argumentacin equivale completamente al principio fundamental del positivismo viens: no se parte del sujeto, sino que se discuten proposiciones en cuanto tales, generalmente slo bajo el aspecto lgico-sintctico, sin tomar en consideracin el significado; no slo la pragmtica, es decir, la doctrina del hombre parlante, sino ya la misma semntica, es decir, la doctrina del significado objetivo referido al mundo, presupone ya una cierta consideracin de la subjetividad. Pero Wittgenstein quiere, y en ello consiste su caracterstica fundamental, ejercitarse en esta purificacin, antes que nada y de modo expreso, por medio del filosofar. La finalidad del filosofar consiste en traer el hundimiento de la subjetividad en la correccin lgica. No se trata primariamente de la eliminacin del error posible (el problema del error no ha sido evidentemente para Wittgenstein prioritariamente urgente), sino de la exclusin de lo superfluo y turbio, de toda redundancia, en beneficio de la pureza del pensamiento lgico. El objetivo es el pensamiento totalmente aproblemtico y, en cuanto tal, libre de dudas.

    De nuevo se hace aqu patente cun radicalmente reduce Wittgenstein el problema del sentido, como problema de una comprensin interna. No slo excluye la relacin interna al mundo exterior, el fenmeno de la intencionalidad del sujeto pensante, sino que intenta eliminar hasta el fenmeno de la evidencia. Asi afirma en oposicin a Russell:

  • La evidencia, de la que Russell habla tanto, puede resultar superflua en la lgica solamente porque el lenguaje mismo impide cualquier error lgico (5.4731).

    La purificacin, de la que hablbamos hace un momento, se refiere a la eliminacin del sujeto puro en cuanto posible portador de la lgica. De este sujeto puro hay que distinguir sin embargo el sujeto emprico. ste se halla, por una parte, dotado de pensamiento y representacin, por otra, es corporal. Desde un punto de vista cientfico, este sujeto emprico es relevante en la ciencia natural y tambin en la psicologa, si y en cuanto sta es ciencia natural. La teora del conocimiento, en la cual se estudian los procesos de pensamiento, es por su parte, segn Wit- tgenstein, la filosofa de la psicologa, es decir, pertenece a esta ltima. El sujeto emprico, por tanto, es, en cuanto fctico, objeto legtimo de las ciencias empricas.

    El sujeto emprico no es de ningn modo el portador de la filosofa. En oposicin a la conducta emprica, el filosofar, a travs del cual se realiza la purificacin, no es un suceso psicolgicamente dilucidable. El filosofar carece de objeto, y consiguientemente no se da ningn verdadero sujeto filosfico. Se repite aqu la problemtica del mostrar arriba indicada: mirado desde un punto de vista cientfico, el quehacer filosfico es solamente incidental, no afecta ni a la forma ni al contenido de las proposiciones cientficas: no a lo primero, porque la filosofa no es la lgica, ni tampoco a lo segundo, porque la filosofa no es una ciencia emprica. Esto a su vez significa que el filosofar puede solamente mostrarse en cuanto puramente incidental. Y, sin embargo, por poco importante que el filosofar pueda parecer desde un punto de vista cientfico, porta en s con todo (y esta es la otra cara) una cierta responsabilidad, si la ciencia ha de constituirse correctamente como ciencia. Aducimos los textos decisivos:

    La filosofa no es ninguna de las ciencias naturales.

    (La palabra 'filosofa' debe significar algo que se halle encima o debajo de, pero no junto a las ciencias naturales.)

    El objetivo de la filosofa es la aclaracin lgica de los pensamientos.

    36 WlTTGENSTEIN. LA NEGACIN 1>E LA FILOSOFA

  • TRACTATUS LOGICO-PHILOSOPHICUS 37

    La filosofa no es una doctrina, sino una actividad. Una obra filosfica consiste esencialmente de elucidaciones.

    El resultado de la filosofa no son 'proposiciones filosficas', sino el aclararse de las proposiciones.

    La filosofa debe tornar claros y limitar con precisin los pensamientos, que de otra manera son, en cierto modo, turbios y confusos (4.111 y 4.112).

    Esta delimitacin es ambigua, puesto que la filosofa, que por s misma nada tiene que decir, es sin embargo, por otra parte, la que establece el lmite de lo expresadle y lo inexpresable:

    La filosofa delimita el campo disputable de la ciencia natural.

    Debe limitar lo pensable, y, por tanto, lo impensable.

    Debe limitar lo impensable desde dentro por medio de lo pensable.

    Significar lo inexpresable al presentar claramente lo expresare (4.113 a 4.115).

    La filosofa tiene, desde luego, el objetivo de hacerse a s misma superflua en beneficio de la ciencia, pero este objetivo nunca se alcanza definitivamente, siempre habr una dualidad de expresable e inexpresable, y, por consiguiente, siempre tendr la filosofa que establecer nuevos lmites. Pero este establecimiento de lmites, y esto es esencial en nuestro problema, no es una empresa de sentido kantiano: la razn no busca trasparentarse a s misma en sus posibilidades de un modo crtico-trascendental por va de una autoreflexin. Por el contrario, en cuanto el filosofar intenta fundamentarse a s mismo por el recurso a un sujeto trascendental, se mete en un camino que no es ya cientfico, pues el establecimiento de un sujeto trascendental no es, desde luego, verificable. El sujeto trascendental pertenece por tanto al dominio de lo mstico.

    Si contemplamos panormicamente estas argumentaciones, podemos adelantar la afirmacin, esquematizando y clasificando, de que Wittgenstein divide el sujeto en dos dominios. El sujeto emprico, en sus modos de comportamiento, incluidos los orocesos

  • 38 YY'ittgenstein. la negacin de la filosofa

    tcticos del pensar, es objeto de la ciencia natural y de la psicologa; la otra parte pertenece al dominio de lo mstico. Lo mstico es, como veremos, un concepto recolectivo, abarca tanto la vida cotidiana como la metafsica, pues ninguna de las dos es cientficamente aprensible. En el caso del sujeto, lo mstico abraza todas las determinaciones del yo que no pueden ser analizadas desde un punto de vista empirista-behaviorista, es decir, por un lado, el yo que acta diariamente en trato con personas y cosas, y por otro, el yo filosfico, al que, como una cierta y especia! modificacin, pertenece el yo trascendental. El concepto trascendental no significa generalmente en Wittgenstein otra cosa que trascendente, es decir, no cientfico. As, sobre la tica afirma Wittgenstein lo siguiente:

    Es patente que la tica no se deja expresar. La tica es trascendental (6.421).

    Y de la lgica en cuanto refleja el mundo, es decir, en cuanto por ser mostrativa no es expresable, se dice consiguientemente:

    La lgica no es ninguna doctrina, sino una imagen especular del mundo. La lgica es trascendental (6.13).

    La incardinacin del yo filosfico en lo mstico, incardinacin que est de acuerdo con su constitucin, es realizada por Wittgenstein de una manera muy complicada. Wittgenstein recurre, en primer lugar, a la constatacin de que lenguaje y lgica por una parte, y mundo por la otra, forman una unidad. La fundamenta- cin de tal unidad estriba, como ya vimos, en que nosotros no podemos sobrepasar tales determinaciones, no las podemos nunca considerar desde fuera: estamos ligados de la manera ms ntima a la lgica, al lenguaje y al mundo, en esa su unidad recproca que tan slo se muestra a s misma. En correspondencia, tambin la unidad de yo y mundo es una presuposicin ineluctable, pero no demostrable. Y esto, para Wittgenstein, quiere decir que el solipsismo, que pone el mundo y el yo en un inmediato cubrimiento mutuo, tiene razn cuando afirma sencillamente y adialcticamente que el mundo es mi mundo. Pero no puede demostrar su verdad. Inmediatamente despus de su explicacin de que nosotros no podemos decir lo que no podemos pensar, afirma Wittgenstein:

  • TRACTATUS 1.0G ICO-PH1LOSOPHICUS 39

    Esta observacin nos da la clave para resolver el problema de hasta qu punto el solipsismo es verdadero.

    A saber, lo que el solipsismo quiere decir es totalmente justo, slo que no puede ser dicho, sino que se muestra a s mismo.

    Que el mundo es mi mundo se muestra en el hecho de que los lmites del lenguaje (del lenguaje que slo yo comprendo) constituyen los lmites de mi mundo.

    El mundo y la vida son una sola cosa.

    Yo soy mi mundo. (El microcosmos) (5.62 a 5.63) H.

    De esta dea saca Wittgenstein una conclusin. Tras las proposiciones recin citadas, afirma:

    El sujeto que piensa, que tiene representaciones, no existe (5.631).

    Los intrpretes han reflexionado intensamente sobre esta proposicin. En direcciones contrapuestas, se ha intentado interpretarla, por un lado, como prueba de que el sujeto slo puede ser entendido de modo behaviorista, por el otro, como prueba de que el sujeto, en cuanto subjetividad trascendental, no es nada que se encuentre presente en el mundo. Ambas interpretaciones dejan escapar el sentido de la argumentacin. El yo filosfico, que es aqu el centro de la cuestin, no es parte alguna del mundo, no puede ser presentado como una facticidad ntramundana, describile: esto hay que subrayarlo contra la interpretacin behaviorista. El yo significara ms bien un lmite del mundo, pero (y esto hay que objetarlo a una interpretacin trascendental) lmite no quiere decir aqu condicin, sino solamente no perteneciente 25

    25 La interpretacin del pasaje permanece difcil. El solipsismo entendido en sentido estricto, significa renuncia a la intersubjetividad, es decir, renuncia al lenguaje, a cuyo concepto le pertenece no poder ser nunca lenguaje privado. Cfr. Stenius, o. c. p. 221 y el trabajo all indicado de J. Hintikka, On Wittgenstein's Solipsism, en: Mind, N. S. L. XVII, 1958. No es de ningn modo adecuado el equiparar solipsismo con idealismo, y hacer coincidir a su vez a este ltimo con la filosofa trascendental de Kant, pues en la filosofa de Kant. como en cualquier filosofa trascendental autntica, se halla la exigencia de validez universal: un solipsismo trascendental es algo contradictorio.

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    al mundo; el yo como lmite es algo sobre lo que no se puede hablar. Wittgenstein intenta clarificar el concepto lmite introduciendo una comparacin. Damos, en primer lugar, el texto:

    El sujeto no pertenece al mundo, sino que es un lmite del mundo.

    En qu parte del mundo se puede percibir un sujeto meta- fsico?

    Dirs que sucede aqu lo mismo que en el caso del ojo y del campo visual. Pero en realidad el ojo no lo ves.

    Y nada en el campo visual permite concluir que es visto por un ojo (5.632 y 5.633).

    Que el que ve, en cuanto est viendo, no se ve a s mismo, sino que sobrepasa a todo aquello que ve, ha sido constantemente, repetidamente, puesto de relieve en la metafsica y en la filosofa trascendental, para mostrar la primaca del yo abarcador. Pero tal modo dialctico de pensar est muy lejos de Wittgenstein. No reflexiona en modo alguno sobre el hecho de que un campo visual, en cuanto campo visual, se halla eo ipso referido dialcticamente a una vista. Ms bien establece el campo visual como un hecho puro, presente en s y para s, como un hecho que es casual y no conviene con el yo de una forma que ofrezca sentido:

    Y nada en el campo visual permite concluir que es visto por un ojo.

    Todo lo que vemos podra tambin ser de otro modo.

    Todo lo que podemos describir podra tambin ser de otro modo.

    No hay ningn orden a priori de las cosas.

    Aqu se puede ver que el solipsismo, rigurosamente desenvuelto, coincide con el puro realismo. El yo del solipsismo se contrae hasta ser un punto nextenso, y permanece la realidad coordinada a l (5.633 a 5.64).

    El mundo es (y esto, segn Wittgenstein, es lo que quiere decir la tesis del realismo puro) la nica realidad. El yo, que segn

  • TRACTATUS l.OG ICO-PHILOSOPHICUS 41

    la doctrina solipsista se ha unificado con el mundo, como su mundo, de una forma absoluta, es un punto inextenso. A partir de aqu es posible establecer el yo filosfico por va de negacin: no es algo mundano; y no se puede decir propiamente nada ms.. Tras la cita recin aducida, Wittgenstein prosigue inmediatamente:

    Hay, por tanto, verdaderamente un sentido en el cual se puede hablar en filosofa del yo de un modo no psicolgico.

    El yo penetra en la filosofa por el hecho de que 'el mundo es m mundo'.

    El yo filosfico no es el hombre, ni el cuerpo humano, ni el alma humana, de la que trata la psicologa, sino el sujeto metaf- sico, el lmite, no una parte del mundo (5.641).

    Este texto precisamente es aducido como prueba de que Wittgenstein es el sucesor de Kant, y esto bajo un doble respecto: por un lado, en cuanto jalona los lmites del saber, y, despus, en cuanto procede de acuerdo con el mtodo trascendental. En ambos aspectos, sin embargo, es, segn se dice, ms radical que Kant. Pues Kant, en su trazado de lmites, concede todava influencia a consideraciones metafsicas, no justificadas tericamente,, como lo muestra su doctrina de los postulados; por el contrario, Wittgenstein declara impensables e inexpresables todos los enunciados metafsicos. Y con relacin al planteamiento trascendental, mientras Kant se queda en la razn pensante, Wittgenstein avanza hasta la ultimsima condicin, a saber, el lenguaje. Tales comparaciones son a primera vista sugestivas, pero consideradas a la luz muestran inequvocamente que yerran el pensamiento de Wittgenstein. No es ninguna casualidad que Wittgenstein aluda al so- lipsismo y al realismo, pero no a Kant. Ambos son doctrinas dogmticas, y a ambas les es propio el no reconocer ningn lazo dialctico del yo y el mundo; y, sin embargo, ese lazo dialctico es la condicin fundamental e nescapable de toda autntica filosofa trascendental, que en cuanto tal es precisamente una reflexin sobre la relacin de mundo y yo. Y puesto que Wittgenstein no reflexiona dialcticamente, no puede tampoco desarrollar una deduccin trascendental, por medio de la cual se hara visible el cmo del condicionamiento del mundo por el yo.

  • 42 WITTCENSTEIN. I.A NEGACIN DE I.A FILOSOFA

    Es preciso con todo tener en cuenta a este propsito que Wittgenstein no quiere en modo alguno construir una filosofa trascendental. Su objetivo es, en el espritu del positivismo, llevar a cabo una unvoca y definitiva separacin de lo expresadle y lo inexpresable, es decir, excluir del pensamiento todo lo que sea oscuro y ambiguo. La muy citada proposicin 4.116 lo expresa de modo claro e inequvoco:

    Todo aquello que puede ser pensado, puede ser pensado claramente. Todo aquello que puede expresarse, puede expresarseclaramente.

    Ciertamente, este principio es, objetivamente considerado, extraordinariamente difcil de llevar a cabo. Pues si puede parecer evidente el expulsar los enunciados inequvocamente metafsicos a la regin de lo oscuro y de aqu a lo mstico, en el caso de los enunciados filosficos ello no es sin ms obvio. Los enunciados filosficos, que> en el sentido de la teora de la ciencia, se preocupan de un trazado de lmite, no son en cuanto tales en modo alguno Inexpresables y msticos, pueden ser controlados. El positivismo se ha dado cuenta tempranamente de la dificultad que aqu emerge. Fundamentalmente se sigue profesando que los enunciados delimitadores de la filosofa, en especial los enunciados sobre la relacin de las proposiciones formales y reales y los enunciados sobre el lazo entre mundo y lenguaje, son legtimos, porque no pueden ser subordinados a ninguno de ambos conjuntos de proposiciones. Pero por el otro lado se percibe que la reflexin filosfica, en cuanto teora de la ciencia, es indispensable. Sus enunciados, por tanto, tienen que ser permitidos. El positivismo temprano ofrece as una imagen ambigua: por un lado estos problemas de delimitacin son tratados como objetivo central, por otro, estn constantemente bajo la sospecha de ilegitimidad.

    Wittgenstein no quiere tolerar estas medias tintas. En conclusin, suprimir todos los enunciados filosficos. Esta supresin no significa tan slo una negacin de expectoraciones mstico- metafsicas, sino tambin una negacin de la teora de la ciencia propia de Wittgenstein: a esa negacin, por consiguiente, se sacrifican tambin la teora de la imagen representativa y los conceptos elucidatorios consiguientes. Ya en el prlogo del Tractatus declara Wittgenstein sus investigaciones concernientes a la teora de

  • TRACTATUS LOGICO-PHILOSOPHICUS 43

    la ciencia como no esenciales. Presenta aqu su principio fundamental:

    El lmite podr, por tanto, ser trazado solamente dentro del lenguaje, y lo que se encuentra ms all de ese lmite ser sencillamente un sinsentido (Unsinn).

    Desde esa afirmacin, manifiesta que el valor de su trabajo consiste en que en l se expresan pensamientos. Con respecto a una posible correccin, confiesa haberse quedado muy atrs de lo posible.

    Por el contrario, la verdad de los pensamientos aqu comunicados me parece intocable y definitiva. Pienso, en efecto, haber resuelto definitivamente los problemas en lo esencial. Y si no yerro, el valor de este trabajo reside, en segundo lugar, en que muestra qu poco se ha conseguido con la solucin de estos problemas.

    Tambin Wittgenstein, visto exteriormente, permanece ambiguo. Por un lado, cree ser insuperable en cuanto iniciador de deas ncondicionalmente verdaderas sobre la teora de la ciencia, por otro, cuestiona l mismo el valor de tales ideas, y precisamente en beneficio de la otra dimensin, la no cientfica. Pero este cuestionar es mucho ms radical que en los otros positivistas. Seriamente, Wittgenstein declara su teora de la ciencia como insensata (unsinnig), carente de sentido.

    Lo inexpresable como lo mstico.

    Recordemos una vez ms que la separacin de un dominio no cientfico del dominio de la ciencia es un objeto fundamental de todo el positivismo temprano. Hay que mantener estrictamente separadas la ciencia y la vida. La ciencia es esencialmente ciencia exacta, es decir, por una parte, ciencia natural, por otra, lgica. La vida por el contrario es esencialmente inexacta, y precisamente a esa vida pertenece tambin la metafsica. Esta separacin de dominios es la ms esencial presuposicin fundamental de la que parte el positivismo. A ella hay que subordinar las otras dos

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    presuposiciones fundamentales, que determinan la relacin de enunciados formales y reales y la relacin de proposicin y realidad. Solamente al final del Tractatus discute Wittgenstein esta problemtica bsica. Y, sin embargo, el Tractatus est inequvocamente compuesto apuntando a esta conclusin. Esto significa que, si se quiere comprender adecuadamente esta obra, se requiere estudiarla en una postura reflexiva y hacer difanas todas las proposiciones a partir de la tachadura final, pues esta tachadura penetra la totalidad de la obra. Visto desde ella, todo lo precedente recibe un signo de negacin.

    No es en modo alguno fcil jalonar el dominio de la no-ciencia en cuanto tal. Visto desde su aspecto formal, es la regin de lo inexpresable, puesto que la ciencia es presentada como lo nico expresable. Pero sobre lo inexpresable propiamente habra que guardar silencio. Si pese a todo se habla de ello, se est haciendo algo que desde un punto de vista cientfico es ilegtimo. He aqu la dificultad fundamental. En concreto, con todo, hay varias cuestiones que es necesario aclarar en este punto: Cmo se puede ganar el acceso a lo inexpresable? Cmo hay que delimitar lo inexpresable de lo expresable? Qu caractersticas singulares se presentan en el dominio de lo inexpresable? Finalmente: Se da una caracterstica esencial comn a todo aquello que pertenece a lo inexpresable?

    Si estas preguntas, que coheren ntimamente y no pueden ser separadas unas de otras, han de ser respondidas satisfactoriamente, hay que partir de la conviccin de que sera totalmente inadecuado interpretar a Wittgenstein a partir de la problemtica de la autosuperacin reflexiva de la subjetividad. La inflexin de Wittgenstein hacia lo inexpresable no tiene nada que ver con la metafsica de la trascendencia, que reflexiona sobre el problema de si (y cmo) la subjetividad que quiere pensarse a s misma hasta el extremo debe y puede dar el paso a lo inexpresable.

    Este movimiento de la trascendencia es tema fundamental de la metafsica moderna, desde Nicols de Cusa y Descartes hasta ios Fichte y Schelling tardos: la subjetividad, al reconocer su fini- tud, busca fundamentarse a s misma a partir de un infinito; pero sabe que no puede recoger ese infinito en el concepto, y por ello

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    debe plantearse la pregunta critica, cmo el pensamiento puede sobrepasarse a s mismo. Trascendencia por tanto significa aqu: en y por el pensamiento experimentar el lmite del pensamiento, lo impensable. La subjetividad que quiere aprehenderse a s misma se limita a s misma, pues sabe que no hay ningn lmite del pensamiento que no sea lmite para el pensamiento, y que un lmite para el pensamiento puede solamente ser un lmite puesto por el pensamiento **.

    Esta metafsica pertenece al pasado y no es ya una autntica posibilidad filosfica. Sin embargo, su apropiacin es an hoy una formacin indispensable para quien quiera aprender a pensar dialcticamente, pues en ella se niega la ingenuidad, cuya caracterstica consiste en distinguir determinados dominios como pen- sables o impensables por medio de un establecimiento clasifica- torio de determinadas seales. Quien estudia, por ejemplo, los anlisis del lenguaje que el Heidegger tardo realiza en contraposicin a la metafsica de la subjetividad , se da cuenta, independientemente de cul sea su postura con respecto a Heidegger, de que aqu se extrae lo inexpresable de lo expresable como lo dialcticamente otro. Cuando se tiene la intencin de no rechazar precipitadamente estos anlisis, entonces se muestra la precisin y exactitud de la mediacin dialctica, que es a la vez separacin y ligazn. Y esto quiere decir que no hay nada inexpresable para s, que no sea relativo a lo expresable; y viceversa, no hay nada expresable para s, que no est referido a lo inexpresable. Lo expresable y lo inexpresable se determinan recprocamente. Ellos mismos son puestos slo a travs de esta contraposicin. Apenas puede sobrevalorarse el alcance de este planteamiento dialctico, pues slo por medio de l se llega a comprender que la apora positivista se da nicamente cuando se separa adialcticamente lo expresable y lo inexpresable como dominios, y se trasborda despus de lo expresable a lo inexpresable, para discutir entonces ilegtimamente sobre lo propiamente inexpresable. * 22

    26 Cfr. del autor, Die Vollendung des deutschen Idealismos tn der Spatphilosophie Schellings, Stuttgart, 1955, y : Der Gott der neuzeitlichen Metaphysik, Pfullingen, 1957.

    22 Cfr. M. Heidegger, nterwegs zur Sprache, Pfullingen, 1959, y del autor, Der philosophiegeschichtliche Ort Martin Heideggers, en: Philoso- phische Rundschau, 1 (1956), p. 65 ss. y 211 ss.

  • 46 WlTTGENSTEIN. LA NEGACIN DE LA FILOSOFA

    Witgenstein delimita la filosofa frente a la ciencia natural, que est aqu como prototipo de la ciencia:

    La filosofa no es ninguna de las ciencias naturales.

    (La palabra 'filosofa' debe significar algo que se halla encima o debajo de, pero no junto a las ciencias naturales (4.111).

    Este enunciado tiene un sentido puramente negativo: hay que excluir la coordinacin, hay que negar toda relacin capaz de sostener una comparacin, porque la filosofa no puede, de ninguna forma, ser emplazada con relacin a la ciencia. Lo que vale para la filosofa con respecto a la ciencia, vale tambin para el dominio completo de lo inexpresable con respecto a lo expresable: entre ambos no se puede dar ninguna relacin dotada de sentido. Positivamente esto significa que lo inexpresable se encuentra simplemente ah, que se da fcticamente lo inexpresable. El modo de acceso a ese inexpresable slo puede ser el mostrar. En la proposicin 6.522 resume Wittgenstein sus proposiciones sobre lo inexpresable:

    Se da verdaderamente lo inexpresable. Se muestra l mismo, es lo mstico.

    Ahora bie