SALAS BARBADILLO, ALONSO JERÓNIMO DE - El sutil cordobés Pedro de Urdemalas

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  • 8/2/2019 SALAS BARBADILLO, ALONSO JERNIMO DE - El sutil cordobs Pedro de Urdemalas

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    ALONSO JERNIMODESALAS BARBADILLO

    El sutil cordobsEl sutil cordobsPedro de UrdemalasPedro de Urdemalas

    Texto usado como base: Madrid: Juan de la Cuesta, 1620.Edicin de Florencio Sevilla Arroyo

    y Begoa Rodrguez Rodrguez

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    Preliminares.......................................................................................................................3Pedro de Urdemalas, huyendo de la justicia, entra en Granada y se venga de los mismosque le siguen, con una ingeniosa burla..............................................................................5Pedro prosigue su jornada, y hace sutiles embustes, ejecutando los precetos de suinclinacin.......................................................................................................................10

    Refiere Pedro a Marina quin fueron sus padres, su nacimiento y crianza.....................16Asienta Pedro su casa en Valencia, y adquiriendo amigos, con sus alas intenta yconsigue la fbrica de una ingeniosa burla......................................................................21Prosiguen los caballeros valencianos la conversacin en casa del transformado Meneses,y all se discurren materias varias de gustoso entretenimiento........................................32Saca el industrioso Pedro, del cuerpo de la ciudad de Valencia (como si fueran espritusmalos), tres hombres que la tenan inquieta y cansada....................................................52Refiere Pedro a sus ordinarios acadmicos una ingeniosa burla, y al mismo tiempo se

    prosigue con la narracin de la novela intitulada Polidoro y Aurelia.............................66Refiere Pedro la pesada burla que le hizo un hipcrita que encubra con industria y artelo interior de sus perversas costumbres...........................................................................83

    Prosigue la conversacin, y refiere Pedro la donosa burla que arm a un maestro deesgrima y a un corchete...................................................................................................99Presenta Pedro al juicio de los acadmicos una burla, castigo de la vanidad de uncortesano y provecho de su bolsa..................................................................................110

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    Preliminares

    Suma del privilegio

    Tiene privilegio Alonso Gernimo de Salas Barbadillo, vecino de la villa deMadrid, para poder imprimir, por tiempo de diez aos, un libro que compuso, intituladoEl subtil cordobs Pedro de Urdemalas, y que durante el dicho tiempo ninguna persona,sin su poder, le pueda imprimir, so las penas en l contenidas.

    Su data en Lisboa, a veinte y ocho de setiembre de 1619 aos.PEDRODE CONTRERAS.

    TasaEst tasado por los seores de el Real Consejo a cuatro maraveds cada pliego.Su data a seis del mes de deciembre de 1619 aos, ante m, Hernando de Vallejo,

    escribano de Cmara del Rey nuestro seor.HERNANDODE VALLEJO.

    Fe de erratas

    Vi este libro, intitulado El subtil cordobs Pedro de Urdemalas, y corresponde con

    su original.En Madrid, a seis de enero 1620.Licenciado MURCIADELA LLANA.

    Aprobacin del ordinario

    Por mandado de los seores del supremo Consejo de Su Majestad, he hecho ver unlibro contenido en este memorial, que parece intitularse El subtil cordobs Pedro deUrdemalas, y no tiene cosa contra la fe y buenas costumbres, antes es digno deimprimirse por la agudeza y elegancia de su autor.

    En Madrid, a 30 de agosto de 1619. El licenciado ALONSODE ILLESCAS.

    Aprobacin

    En este libro, intitulado El subtil cordobs Pedro de Urdemalas, que por comisinde los seores del Real Consejo de Castilla he visto, no he hallado cosa alguna que a lareligin catlica y a las pas costumbres ofenda; antes tantas partes dignas de imitar yadmirar, por las flores y fruto que dentro encierra, dando la doctrina moral con trminostan suaves y apacibles, que a nadie le ser spero el recebilla, que le juzgo digno de la

    merced que suplica a Vuestra Alteza. Tal es mi parecer.En Madrid, a nueve de setiembre de mil seiscientos y diez y nueve.

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    El licenciado ANTONIO LUISDEL RO.

    A Don Fernando Pimentel y Requesenes,Don Fernando Bermdez y Carvajal

    A ti, seor, que lleno de esplendoresde sangre tan heroica, que adornadade superior virtud, est enseadaaun a dar fruto entre las mismas flores.

    A ti que has excedido a tus mayores(ilustre emulacin, y no esperada),

    pues su grandeza apenas fue igualadade los ms generosos vencedores.

    A ti pues (oh eleccin digna de gloria!),

    Salas del culto ingenio el parto ofrecefbula digna de juzgarse historia.

    Ya con tanto Mecenas desvanecelas sombras de la invidia, y su memoriaen la fama que ilustra se ennoblece.

    A Don Fernando Pimentel y Requesenes

    Nobleza y ingenio buscan los autores de los libros en las personas a quien losconsagran; porque entrambas partes son necesarias para su intento. Estas he hallado yoen V. S. tan iguales, cuanto superiores a todas las de los dems sujetos de este siglo, y

    por ellas le ofrezco ste, hasta hoy ltimo fruto de mi ingenio, deseoso de que con sunobleza le ampare y con su prudencia le enmiende, aunque si llega a conseguir losegundo, poco necesitar de lo primero, pues las obras que salen perfetas en s mismasllevan la defensa. De cualquier modo, deber su gloria a V. S. y yo por esta causaeternos reconocimientos y alabanzas.

    Guarde nuestro Seor a V. S. y aumente en toda felicidad, como yo su mayorservidor deseo, de Madrid, a seis de enero de 1620.

    ALONSO GERNIMODE SALAS BARBADILLO.

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    Pedro de Urdemalas, huyendo de la justicia,

    entra en Granada y se venga de los mismos que

    le siguen, con una ingeniosa burla

    Pedro, aquel tejedor ms de embustes que de telas, tan reverenciador de la verdadque, por juzgarse indigno de ella, jams la puso en los labios, dulce conservero de

    patraas, delgado en la imaginativa para su invencin, rico en la elocuencia para suadorno y osadsimo en el nimo para sus ejecuciones, entr en Granada cuando elnoviembre, sin dar mal ejemplo, roba a los rboles su abrigo, quitndoles a los pjarosel deseo de visitallos, porque de los pobre[s] todos huyen.

    Despertaba la necedad perezosa de una mula gruesa, y ms pensada que pensativa,con las espuelas, hacindola salir del paso acomodado y poltrn en que se cri en la

    casa de un mdico anciano, porque la muerte, interesada en su vida, se la dilataba. Ibamohna con el nuevo dueo, porque el antiguo era mayor oficial de muertes en personas,que de mataduras en bestias, y ste otro segua la opinin contraria. A pocos pasos, serecogi con ella a un mesn bien abrigado y mantenido, casa donde se trataba a los

    pasajeros con toda cortesa y limpieza; que, aunque el seor de ella no lo era en lasangre (por ser morisco muy a su satisfacin, sin jams arrepentirse dello; tanto, que silo que en esto la fortuna le dio acaso, se lo hubiera negado, a estar en su mano, lohubiera elegido). Tenan los dos sus correspondencias, porque el uno por lo agudo y elotro por lo socarrn, pudieran comprar y vender a Judas, sin que l lo entendiera, sulibro de caja con el debe y ha de haber, y cada ao tratando entre s la verdad, que atodos los dems negaban, ajustaban las partidas y se daban finiquito.

    Hall Pedro a su amigo en el ltimo paso de la vida, de un mal repentino que leacometi al costado. Guard su mula, no en la caballeriza, sino en una parte retirada,que para esto se tena socorrido de una moza, su amiga y correspondiente, bufona dedos sentidos, porque era hermosa y entendida, que despus le introdujo a ver al mseroamigo, que alentndose con su presencia, dijo ms animoso que buen cristiano:

    -Hermano Pedro, ya sabe que yo he tenido de ms los aprovechamientos de mioficio, nuestras inteligencias, valindome con el ingenio que Dios me dio de los bienesde mis prjimos. Si ello ha sido con su voluntad o no de ellos, jams lo he preguntado

    por no serles importuno. Lo que le puedo decir es que yo me hallo muy descansado, y sies razn que pasa entre gente honrada, que cada uno juzgue por su pecho el ajeno; creoyo que a ellos les suceder lo mismo. Con esto dejo a mi mujer rica, y en verdad (dgaseesto para loa suya) que me lo merece, porque como no ha parecido mal, y yo he sidosordo y corto de vista, ha hecho sin nota mucha mil placeres a los pasajeros, quealgunos desconocidos (tal es el mundo) los han tenido por pesares. Lo que le encargo es,

    porque le dejo por mi testamentario, que modere los gastos de mi entierro. Las misas,una sola, y esa bien cantada, porque las dems, yo en vida he odo algunas pocas, yaunque no con mi voluntad, las aplicaba por mi alma para despus de muerto. Mire -ledijo al odo, y asindole la mano se la apret-, esto es abreviar razones, yo muero, como

    buen moro, en la ley mahometana que tuvieron mis abuelos, y estoy muy apresuradopor amanecer maana en su paraso; que esto que he dicho en voz alta ha sido porcumplir con aquel clrigo, que es tiniente cura de mi parroquia y ha venido a ayudarme

    a bien morir. Por esto le ruego que se me ponga en el sepulcro comida y bebida para elcamino, que ya habr odo decir que es largo; y advierto que la bebida sea vino, que el

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    Alcorn en esta parte no se entiende con los muertos, para que hasta en esto sean msdichosos que los vivos. Por esta razn, entre otras, aborrezco a los cristianos, porqueriegan con agua los sepulcros de sus difuntos.

    As hablaba el impo, cuando, sintiendo que el mal le daba priesa, dej caer lacabeza sobre el almohada. Lleg el sacerdote con un Cristo en la mano, y l, volviendo

    el rostro a la otra parte de la cama, espir, con invidia de otros moriscos sus amigos yparientes que se hallaron delante, que decan haber muerto muy buen moro. Soltaron laviuda y sus criadas el llanto bien fingido, por cumplir con lo que se deba a tan honradoauditorio, que fue breve y compendioso. Trataron de recogerse todos, y al venerablesacerdote le hicieron una cama en casa por ser ya muy tarde. Apenas l despoj susmiembros de los vestidos y se entreg al sueo, cuando nuestro Pedro se adorn deellos; habindose hecho antes rapar la barba, cise la cabeza con un pao entre limpioy sucio, aunque ms tena de lo postrero, y ponindose en cada sien un parche, y en lasnarices unos antojos, qued tan desconocido, que la propia madre, en cuyo vientre tomtierra en forma de carne, estraara su vista y afirmara con juramentos no slo haberle

    parido, pero ni aun visto.

    Marina, que as se llamaba la desdoncella sirviente de aquel mesn, le recoga conlos ojos la menor de sus acciones, porque ninguna era de perder, bien satisfecha, comoquien conoca el talento del mancebo, que aquella diligencia no se habra hecho paradesperdiciarse al aire; cuando a este tiempo llamaron a la puerta con grandes golpes, yabrindola entr un alguacil a caballo, y con l otro hombre de a pie, que con unarequisitoria venan desde Motril, en busca del artfice de las trampas, porque all hubola mula en buena guerra y a poco precio. Robla con industria y merecala por elingenio; ese no tena el alguacil, porque aunque pocas veces son lerdos, l fue laexcepcin de la regla. Al fin, era hombre sumamente ignorante y con estremosupersticioso; tanto, que consultaba a los astrlogos mecnicos (no a los sabios, a quiense debe estimacin) y veneraba sus errores, de cuya inclinacin y costumbres estabanuestro Perico bien informado.

    El hombre de a pie que le acompaaba era el ayo de la mula, lacayo triste, nacido enAsturias, breve de cogote y de ventura, y de lo segundo tan breve, que su amo con falsassospechas le haca culpado en el robo en que se hallaba por todos caminos inculpable.ste haba visto rondar a nuestro Perote algunos das precedentes al del mal suceso lacaballeriza, de cuyo rostro tena unas confusas y mal digeridas seas, findose ms enlas del vestido, a quien haba mirado con mayor atencin, pero como le vio tan mudadode traje y rostro, no slo [no] le conoci, pero ni aun tuvo primer pensamiento de queaquel hombre pudiese ser el mismo que los dos buscaban. Recorrieron luego a lascaballerizas, por ver si en algn pesebre yantaba la mezquina, y hallronse burlados en

    su diligencia y despididos de toda esperanza, por ser este el ltimo mesn a quienvisitaban.En el nterin, dio Pedro la orden a Marina para que estuviese advertida en el modo

    con que se haba de corresponder con los mal afortunados huspedes, y l, pidiendo unaluz a tiempo que ya ellos lo oan, dijo:

    -Marina, trete tambin contigo las efemrides.Apenas nuestro alguacil oy nombrar efemrides, cuando como persona aficionada

    a la facultad, crey que el clrigo fingido era grande astrlogo, y confirmlo, porqueinformndose de Marina con mucha instancia, intent saber quin fuese aquel

    personaje. Entendi de ella, que era el tiniente cura de la parroquia, que aquella nochevino a ayudar en su trnsito a su seor, que haba pasado desta vida.

    Era el caso que el dicho [era] insigne judiciario, y nuestro alguacil le conoca por laopinin, aunque no por el semblante. Dijo, alzando la voz y santigundose:

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    -Jess, Jess, este es el doctor Prez, vlame Dios, y qu gran dicha! Por vida devuesa merced, seora hermosa, que interceda con l, para que me responda a la cuestinde un hurto, antes que se acueste, que yo le dar a su merced para gallinas, y a vuesamerced para un calzado.

    Ella dificult a los principios el poder cumplir con su ruego, que no era poco

    impo[r]tuno, y le encareci mucho el servicio que le haca en tentar semejante empresa,pero dndole a entender que caminaba a poner en ejecucin lo que l le haba propuesto,subi la escalera, y se entretuvo el espacio de tiempo que le pareci conveniente paraconseguir con felicidad su engao. Baj, y llamndole con mucha priesa, le introdujo alaposento del disfrazado embustero, que encargndole el secreto, dijo, despus de haberestado un poco suspenso:

    -Oh cielos, y cuntas son las artificiosas cautelas de los hombres que, desconocidosa la razn, rompen contra la templanza de las virtudes, y pasando de los medios a losestremos, se despean en prodigiosos vicios, ajenos de toda correccin! Seor, la

    persona autora de este hurto viene en vuestra misma compaa, que haciendo del ladrnfiel, os sigue. Sus seas son, un hombre vasto, mediano de cuerpo, labios gruesos, ojos

    grandes, la nariz aquilina, y una descalabradura en el lado izquierdo de la cabeza.

    Todas estas partes correspondan con las del rostro de nuestro inocente corito, quecayendo sobre la sospecha de su amo que la haba comunicado con el alguacil, qued

    propuesto a la crueldad brbara deste ministro de justicia, porque as como le oy elmajadern, creyendo aquello, como si fueran palabras del sagrado texto, le dio ochoreales y a Marina cuatro, y parti para la caballeriza, donde, haciendo volver a ensillarle dijo muy socarrn al infausto asturiano:

    -Buen nimo, que ya ha parecido el ladrn. Vmonos luego, porque es cierto que enMotril le habemos de hallar, donde con vuestros propios ojos me le veris poner en lacrcel.

    Alegrse el inocente, y dndole un abrazo, le dijo:-Por qu no me ha pedido albricias?Cuya seguridad engendr en el malicioso mayores sospechas, porque le pareci que

    disimulaba.Ellos caminaron con toda diligencia, y Pedro, que no se dorma, puestos los ojos en

    los de Marina, con osado semblante y palabras dulces, dijo:-Amiga, las flores de tus verdes aos me lastiman mal logradas en la miseria deste

    vil hospedaje. Oh ingratitud de la fortuna, que sirva en un mesn quien puede tenerimperio en los mayores nimos! Tu entendimiento capaz de sutiles ocupaciones aqu nose conoce, porque no se ejercita, que los filos de la buena espada no descubren su valor

    en la vaina de su dueo, sino en las armas de los contrarios. Esos tus ojuelos pequeos yvivos, hechos duendes del Amor (en paseando la plaza del mundo vers) penetrarn lospechos y rendirn los corazones. Salga su luz de estas tinieblas, que aunque la del sol ensu respeto ser pequea, todo lo que entonces alumbrare menos aumentar alabanzas atu belleza. Lastmate de que esos cabellos lucidos estn ociosos, pudiendo ser crcel detantos gallardos prisioneros, que los comprarn a precio de oro, y no es mucho si ellosson del mismo metal, porque es justo

    que oro con oro se paguesi amor con amor se paga.

    Las dems prendas de tu hermosura lenguas son de s propias. Maravillosa fuera la

    nieve que ilustra tu garganta, si en tus manos, con estar ocupadas en tan humildesejercicios, no asistiera, que en tu persona ningn lugar desdea por nfimo ni mal

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    entretenido. nimo, dulce amiga, engendra atrevimiento en mis razones para seguir mispasos. Maana, si quieres, saldremos de aqu antes que el sol, aunque yendo contigo,nunca ser antes sino con l mismo. Corrers en mi compaa lo ms ilustre de Espaa.Vers la abundancia y liberalidad de Sevilla. La ostentacin y grandeza en la Corte, ysiendo la salteadora destas dos mayores poblaciones de Espaa, t debers a mi consejo

    y yo a tu obediencia la copiosa riqueza que en breve tiempo adquiriremos. En el nterin,podr ser que el cielo me alivie del embarazo de mi mujer y celebraremos felices yagradables bodas.

    Con menos razones se persuadiera Marina, porque fue llamarle a la puerta de suinclinacin; y as quedando en la forma dicha el negocio capitulado, se despidi, porquellamaba su seora, a quien apenas vio la luz del da, cuando la pidi licencia paravolverse a su tierra. Sinti la viuda la ingratitud, porque la haba criado, y ms en laocasin presente; pero, como entrase Pedro a las voces, hacindose muy desentendidode la pltica, quiso informarse despacio de la querella, y luego llamando a la viuda a unlado la dijo que era suma ignorancia la que cometa, refiriendo en el nmero de susdesdichas una de sus mayores felicidades, porque con rsele aquella criada en aquel

    tiempo, se escusaba de la obligacin que tena a remedialla, por habella servido desdeque naci. La vieja, que era mezquina, abraz el consejo y se desposey del servicio quede ella esperaba en lo futuro, por desasirse de la obligacin en que estaba a lo pasado, ymucho ms se alent cuando l la dijo que haba de pasar por el pueblo de donde la talmozuela era natural, y que la llevara consigo escusndole la costa del camino con sloque la diese bestia que la llevase. Esto deca l, porque estaba aficionado a un valientemacho de un arriero que haba cado malo en aquel mesn, y holgaba en la caballeriza,que en confianza de que el mal haba de ser ms largo, le alquil por seis das en unmoderado precio, que Pedro hacindose generoso pag, saliendo la mesonera porfiadora, que no se mostraba poco agradecida a tantos beneficios. Rogleencarecidamente que porque se le iba acabando la cebada apriesa y en aquel lugar habamucha y a buen precio, le enviase alguna copia, dndole de presente mil reales endineros, y que le remitira la cantidad restante luego, como l le enviase el aviso de loque se quedaba a deber.

    Pedro anduvo liberal de ofrecimientos y cortesas, y porque se entraba el da ms delo que l quisiera, apenas comi un bocado, cuando acomodando a Marina en el machode los portazgos y a su persona en la mula de los dolientes, sali de Granada la vuelta deMlaga. Caminaba cuidadoso, como el que dejaba a las espaldas tantos delitos, aunquecon todo esfuerzo procuraba desmentir con la alegra del semblante los recelosinteriores del corazn.

    Ya parece justo, advertido letor, que volvamos a darte cuenta de los dos menguados,

    alguacil y corito, el uno de entendimiento y el otro de fortuna. Apenas llegaron a Motril,cuando aquel azogado ministro de justicia, asiendo de los cabezones a aquel quepensaba (y lo poda ser por su virtud) que era la honra de Cangas, dndole muchospescozones y dicindole de camino pesadsimas injurias, que fue lo que ms sinti elinocente, le puso en prisiones y carg de un monte de hierro. Camin luego a la posadadel esgrimidor de recetas, y refirindole todo lo que le haba pasado, con el que l creyser el doctor Prez, como se conform tanto con la sospecha que l haba engendrado,dio por infalible la culpa y acudi con altas exclamaciones a la casa del alcalde mayor,que se resolvi a ponelle a cuestin de tormento.

    Era el buen hombre, aunque alentado de carnes, encogido de espritu, y sintimucho ver que cuando le faltaba la mula a el amo, l se hallaba sobrado de un potro.

    Mirle, y vindole de madera, le pareci que sera muy lerdo, y que si suba en l, antesque diesen un paso, le haba de dejar molido; con que se resolvi a cantar sin saber

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    contrapunto. Al fin, seores, el miserable perdi a un tiempo la vista del entendimientoy de los ojos, ocupado del miedo, y confes lo que aun no haba imaginado. El alcaldemayor era hombre, aunque mozo, de gallardo ingenio, prudente y atentado en lasejecuciones. Preguntle de quin se haba valido para el hurto, y a quin y en dndehizo la venta. Viole variar y desvariar tanto, que le conoci el achaque, y por su parecer

    le soltara luego, si no temiera escandalizar al vilsimo vulgo; que, aunque no le toque,fiscaliza las culpas ajenas, y tanto las dudosas como las infalibles. Hzole que sequietase, y asegurndole en aquel sobresalto, entretuvo con buenas palabras al enemigocomn de la naturaleza, proponiendo en su nimo despachar a Granada a su alguacilmayor, hombre de ms discurso y talento, y para averiguar un hurto, excelente oficial,confiado (y deseoso) de que por su medio se descubrira mayor claridad en aquel caso.Resolucin digna de premio, y yo se le doy, en lo que puedo, juzgando esta accincapaz de gloriosa alabanza, que el atropellar a los humildes en su inocencia en vez dehacer los castigos ejemplares, disfama la dignidad venerable de la justicia.

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    Pedro prosigue su jornada, y hace sutiles

    embustes, ejecutando los precetos de su

    inclinacin

    Dbase priesa Pedro, y Marina, que con voz apacible y suave, sin ms arte que unfeliz natural, sola ser agradable a los oyentes, aumentando donaires y despidiendomelancolas, dijo:

    -Llegse tambin mi hora,como hace a todos los necios,

    y enamorme a lo rubiode quien me paga a lo negro.

    A hacer la primer visita,fue mi alma en unos versos,porque menos se cansasecaminando en pies ajenos.

    Papeles la envi tan blandos,que su escritorio con ellos

    fue camarn de conservas,tan dulces eran y tiernos.

    Al propio sol cara a carallegu a perdelle el respeto,

    y le dije que era sombra

    delante de sus cabellos.De perlas llam sus dientes,y quisiera, a lo que entiendo,ms las perlas en sus manos,que en sus dientes el conceto.

    Ay de m, que me mueroms por una mujer que por dinero!,

    y ella que no me quiere;ms que por m por el dinero muere,

    y as la fama con razn pregonaque soy necio y ella socarrona.

    Una mozuela picantede alevsimos ojueloscaimanes de corazones

    pues los engullen enteros,de revs me dio en el alma,

    porque al tiempo de volvellos,supo hacer muy bien su herida,que ella re y que yo siento.Ya ella hubiera consoladomis fatigas y tormentos,

    si no tuviera en su casados viejas de su consejo.

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    Cuando la doy memorialesa ellas los remite luego,

    y hacen tan mal la consultaque mal despachado vuelvo.Oh cuanta falta me hace

    aquel metal macilento!,pues con estos pies y manosdiera alcance a mi remedio.Ay de m, etc.!

    Por hablar curiosidadessudaba siempre el ingenio,hasta que vi que la agradanmucho ms las de un platero.Cuntas noches importunasde las necias del invierno,hasta el alma se me entraron

    los maliciosos serenos;que por su causa he tenido,mirad qu favor la debo,(bastaban las de mi carne)malicias hasta en los huesos.Sus cautelas ingeniosastanto enredarme quisieron,que me han puesto en una zarzaen donde agora estoy preso.Con razn de estos amores,que me cuestan, decir puedo,mi sudor y mi trabajo,

    y a fe que no lo encarezco.Ay de m, etc.!

    -Ay industriosa lisonjera de los odos! -dijo aquel cauteloso artfice-, hoy eres lasirena de la tierra en estos campos, bien has cantado; y la doctrina que la mozuela

    picante, contenida en el romance segua, me agrada, a pesar del mendigo y satricopoeta, que culpa lo que con tanta razn debe ser imitado y favorecido. Amiga, verdadesson tiles, las que aquellas honradas viejas aconsejaban a esa corderilla, dichosa entener tal arrimo para no perderse. Piensas t, que ha de importar poco la sombra de miconsejo?

    -Con todo eso quisiera -replic Marina- no tropezar en la pluma de alguno de estosingenios atrevidos, glotones de honras, cuyos estomagazos de avestruces digieren elhierro de las infamias ajenas, satisfechos en su presuncin, sin buscar ms mundo quesu alabanza, aunque la consigan por el medio de la deshonra de sus vecinos.

    Acudi entonces Pedro y embarg su pltica diciendo:-Engaada vives y no poco. Una mujer que sale a esparcirse por el mundo y quiere

    en breve tiempo adquirir fama en la Corte de los grandes prncipes, haba de pagar a unpoeta de los sutiles, que la hiciese una stira, que con esta trompeta muchas que estabanescondidas en los rincones se han hecho clebres en el mundo, que esto quiso sentiraquel famoso ingenio cuando dijo:

    Pues diciendo mal de ti,te he dado en el mundo fama.

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    De esto se infiere, amiga, que de enojallos se sacan dos utilidades: la primeradivertir conversacin, que embaraza y no aprovecha; la segunda, hacerse famosa unamujer con la misma accin, que ellos eligen por venganza. Hablen y escriban suslenguas y sus plumas, que mientras no te infamaren la belleza, llamndote fea, que es la

    parte por quien habemos de medrar, no duelen los dems golpes.

    Briosa entonces la mozuela, se le opuso y dijo:-Pues mi honor, seor Pedro?-Oh vana! -replic l entonces-, santguate apriesa, que en este punto has sido

    tentada del espritu ms vano, de la ms fantstica sombra que rodea el mundo. Quentiendes t por honor? Es cosa palpable por ventura? Una opinin que est en elarbitrio del vulgo dalla o quitalla cada da por los accidentes y no por la mismasustancia (como lo experimentamos en infinitas ocasiones) se ha de estimar en tanto?Triste cosa es que est en manos de los hombres, corrigiendo sus costumbres, hacerse

    buenos y no honrados, porque esto pende de la voz comn, que se paga de aparentesembustes y no de virtudes interiores. Marina, esto te aseguro, que siempre que tuvieresvocacin del cielo para seguir la virtud, yo no te estorbar tan honrada empresa; pero

    con la misma igualdad me reir de que cudicies poseer sta que el mundo llama honra.Dime, quin la tiene en nuestro siglo?

    As colrico prosegua y se despeara peligrosamente si no le rompiera el discurso,volviendo a cantar Marina este romance, entonces nuevo y de pocos conocido y agora

    por vulgar de nadie inorado:

    A las espaldas de un montemurmura una fuente clara,que por ser tan poderosole murmura a las espaldas.

    Aqu lloraba memorias

    Tirsi de su bella Isdaura,serrana de pocos aosy bien hermosa serrana.De un desengao medrosonunca le ha dicho sus ansias,que es gran desdicha el vivir

    sin posesin y esperanza.Cuando levant los ojos,

    y desde las cumbres altasdel monte, la vio que vieneacercndose a las aguas.

    Las hebras de sus cabellosnegras y las manos blancas,aunque en belleza conformes

    son en colores contrarias.De sus pintados ojuelos,que aseguran cuando matan,no hay quien la color alcance

    por ser sus colores varias.El traje honesto que vistepuede igualarse a las galas,que pone la primavera

    a las desnudas montaas.De las riberas del Betis

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    se vino a ver las que baael humilde Manzanaresa quien ha puesto arrogancia.Suspenso el pastor la mira,

    y Albanio que le acompaa

    esto cantando le dice,y l respondiendo esto canta:

    A.

    Si quieres vivir contento,Tirsi, cuenta tu dolor.

    T.

    Lo que me sobra de amorme falta de atrevimiento.

    A.

    Para ser tan valeroso,muy cobarde te has mostrado.

    T.

    El amor es ms honrado,mientras es ms temeroso.

    A.

    Publica tu pensamiento,no ests tan triste, pastor.

    T.Lo que me sobra de amor,me falta de atrevimiento.

    A.

    Vida que es tan afligidacmo a sustentarme alcanza?

    T.

    Hace el gasto la esperanza

    del sustento de la vida.A.

    Busca para tu tormento,Tirsi, el remedio mejor.

    T.

    Lo que me sobra de amor,me falta de atrevimiento.

    Apenas dio fin a su canto Marina, cuando Pedro, alzando los ojos y descubriendo unpar de carros que venan por el camino, le pareci que conoca al que guiaba el primero,

    que era un hombre que conformaba mucho con sus costumbres y naturaleza, y conquien se haba criado. Parse por esperalle y salir de duda, y apenas llegaron a juntarse,

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    cuando vio que sus ojos haban tratado verdad. Aperonse los dos y abrazronseestrechamente, y despus, retirndose solos, hablaron muy largo. La materia no seentendi por entonces, slo se vio que Pedro se entr en uno de aquellos carros, ysacando los instrumentos necesarios para escribir, de que iba siempre prevenido, formuna carta para la mesonera de Granada, ama de Marina, con la cual se despidieron

    despus de haberse saludado, con las lonjas de un pernil y los brindis de un aloque, algobachiller y entremetido, lengua de los mudos y alegra de los desconsolados.Gozossimo qued Pedro y tan contento como aquel que acababa de obedecer en unembuste a su imperiosa inclinacin.

    Fue el caso, pues, que dicho carretero era hijo de un labrador rico y honrado deaquella tierra, pero por sus costumbres tan aborrecible, que haba estado muchos aosen la desgracia de su padre y de su casa ausente, hasta que entonces la madre, comosiempre son ms blandas, los haba reconciliado; providencia de la naturaleza, que paraque se conserven las familias uni la severidad de los varones con la terneza de lasmujeres.

    Iba pues el mozo a Granada con aquellos dos carros llenos de costales de cebada,

    despachado al caballerizo de un seor de ttulo, que haba venido en seguimiento de unpleito a aquella Real Audiencia, y viendo que se dilataba su resolucin ms de lo que lhaba entendido, trataba de prevenirse. Pero como la vileza de su natural no le dejasecumplir con la obediencia y dems obligaciones, llevaba intento de robar aquella cebadaa su padre, para aprovecharse del precio y cantidad, y sta no la podra haber de talcaballerizo, porque su padre, como conoca al hijo, le tena avisado das antes que se laremitiese con persona ms segura. Por esto se detuvo a razonar con Pedro, y le rogencarecidamente, representndole las causas de su antigua amistad, que le sacase destecuidado. Alegrse infinito con escuchalle y luego fabric la novela cautelosa en estemodo: djole que l le dara una carta para una mesonera de Granada, que tomara todoaquel grano si se le hiciese comodidad en el precio y en aguardalla algunos das, porqueella no lo poda pagar de contado. Y luego prosigui en esta forma:

    -Lo que me parece es que vos llevis una carta ma y se la entreguis, que elladentro de un mes me remitir el dinero a Mlaga, en una persona rica con quien tienecorrespondencia; en el nterin venderis esas mulas y los carros, porque ya vos no

    podris volver a la casa de vuestros padres, y es bien que os aprovechis de todo.Aguardareos yo en aquella ciudad mientras os desembarazis de todos estos estorbos, yen ella os entregar vuestro dinero, contento de que mi amistad para algo os haya

    podido ser til.Creyle el otro bellacn, parecindole que en el juego de los embustes haban de ir

    horros, y parti con su carta en la forma que tenemos referida, dividindose, y

    caminando el uno a Mlaga; y a Granada lleg el hijo prdigo con su despacho a lamesonera, que le recibi alegre porque la cebada se le daba en bajsimo precio sin saberella el misterio que esto tena, creyendo y no con poco engao, que lo deba a laindustria con que Pedro haba hecho sus partes en aquella compra. Ofreci remitir aMlaga luego el dinero que se restaba debiendo, como lo hizo antes de ocho das, en una

    pliza a letra vista, que cobr aquella buena alma con brevedad. Y porque no esperabaotra cosa, se embarc luego con Marina en unas galeras que de Sicilia haban venido aMlaga cargadas de trigo, y con mucha priesa trataban de volverse a Italia. Con esto,cuando lleg el mal aconsejado carretero, que por su ignorancia se despe con nomenor afrenta que el celebrado Faetn, que en su desdicha hall su fama, y en su cadalevant su memoria, qued loco y ms corrido de la treta que de la prdida. Esgrima

    contra los aires y amenazaba todo aquello que dl estaba ms seguro, como si dijsemosa las estrellas, a los elementos, al cielo y al infierno, atrevindose a injuriar al juez que

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    poda condenalle y a la parte a donde haba de ser condenado. Muchas veces intentarrojarse en el mar, diciendo que a fuerza de brazos rompera sus olas y alcanzara msveloz que los vientos la galera donde iba embarcado el prfido amigo, y que entrando enella, la hara teatro de su castigo con no poca afrenta de las aguas, pues se haban demanchar con su alevosa y vilsima sangre.

    Entr en mejor consejo, y templando el furor de aquella rabiosa clera, le parecivolverse a Granada a consultar los orculos de sus eminentes abogados, por ver si lequedaba algn derecho para pedir a la pobre viuda. Ejecut luego esta resolucin, yapenas puso los pies en la ciudad, cuando camin a ver las paredes hurfanas del mesn,que las hall entonces ms tristes y desconsoladas que nunca, porque su seora estaba

    presa por el alguacil mayor de Motril, que a instancia de su alcalde mayor haba yavenido, no como ministro de Justicia, sino como parte, a descubrir tierra en estenegocio. Era hombre sutil en estas materias, y pudo tanto su diligencia que hall rastrodel hurto, y que el macho haba estado escondido en aquel mesn. Quisironla poner acuestin de tormento y ella confes antes haber estado en su casa, y dio las seas ynombre de quien le haba hurtado, dicindoles ser Perico el Zurdo, que as se llamaba

    tambin nuestro Pedro de Urdemalas, bien conocido por los alcaldes y escribanos delcrimen de aquella Real Audiencia, ante quien haban pasado varias causas de delictossuyos. Ella porque no le hiciesen cmplice y encubridora del robo, se allan a satisfacera la parte.

    A este tiempo, lleg nuestro carretero, que refirindole todo lo que le haba pasadocon Pedro y amenazndola de que se querellara criminalmente de ella, porque no era

    posible (as lo deca la voz comn del vulgo) que ella no tuviese parte en todas sustretas, la puso en tanto miedo, que por salir de all sin afrenta, se determin asatisfacelle, costndole las dos burlas ms de cuatrocientos ducados, desperdicindosecon esta facilidad los bienes que con tanta industria y fatiga haba adquirido el difunto,

    porque cuando se ganan con tan tiles medios, el propio que los da, se los lleva.Volvise a Motril su alguacil mayor, y librando el juez de la prisin al inocente

    asturiano, le restituy con su honor la libertad, satisfaciendo a la parte con el dinero quede Granada vino, que no poco se admiraba de la ignorancia de su criado, de quienquisiera volver a servirse, pero l anduvo tan cuerdo que no quiso, parecindole que yano vivira con satisfacin en poder de un dueo que haba puesto tanto fuego a sucrdito.

    El carretero, as como cobr de la mesonera y ella qued libre y fuera de la crcel,procur partirse de aquella ciudad y embarcarse para Italia en busca de aquella buenalanza, parecindole que con esta jornada consegua dos efectos: huir el rostro a su padrey buscar a su enemigo para que su venganza fuese satisfacin de su ira y escarmiento de

    tantos atrevidos.

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    Refiere Pedro a Marina quin fueron sus padres,

    su nacimiento y crianza

    As como se hicieron a la vela Pedro y Marina, que hasta entonces no habanprobado las fortunas de la mar, se sintieron todo aquel primer da con muchas ansias ycongojas, que despus se templaron con algunos beneficios que les mand hacer elcapitn de la galera, que ya iba aficionado a la mozuela, y justamente, porquehabindola mejorado Pedro en Mlaga de ropaje y sacado de borrador, su belleza eratanta, que poda a cualquier hombre de los de mejor eleccin obligar a cudicialla.Convena este intento con el de Pedro, que deseaba que se empezase a desflorar aquelrbol, dando con la misma flor el fruto de sus aumentos.

    Era dicho capitn hombre que haba paseado la carrera de las Indias, y hecho en

    ellas con buena dicha alguna hacienda; disimulaba la vejez en las barbas y cabello conla diligencia comn de los que siendo caducos quieren parecer infantes, y sobre tododefenda su dinero de los mayores amigos y ms estrechos deudos, porque no reconocaobligacin. Tan miserable era, slo el amor (o efecto digno de su mano) le haca liberaly tena llave maestra para todos sus escritorios. No ignoraba Pedro estas calidades, y asdeseaba mucho que le acabase Marina de rendir, asestndole todas las piezas. Para estola importun mucho que cantase, porque, aunque como tenemos dicho, su natural eramaravilloso y poda deleitar cualquier generoso espritu. Vencida pues de los ruegos,cant estas redondillas que cierto lego imprimi entre las obras de don Diego deMendoza, siendo Alonso de Salas su autor:

    Lloremos, ojos cansados,

    los daos que padecemos,que no es razn que dejemosquejosos a mis cuidados.Yo soy aquel que vivael ms lejos del amor;burlaba de su dolor,de su poder me rea.Siempre de su trato hu,vanos fueron mis consejos;

    pens que estaba de l lejosy hallle dentro de mi.De ver tanto atrevimientotoda el alma se alter,

    y su gravedad perditurbado el entendimiento.

    Mandme el primero daque lgrimas le ofreciera;obedecerle quisieramas yo llorar no saba.Y el que no puede pasar

    sin llantos ni desconsuelos,

    envile el alma unos celosque le enseen a llorar.

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    Tom esta licin de oro,tanto en ella repitiendoque hasta cuando estoy durmiendo,estoy soando que lloro.

    Desto pues vine a enfermar

    y amor que mi mal sintia la esperanza mandque me viniese a curar.Ya no hay de ver confianzavivas a mis glorias muertas,que son largas y no ciertaslas curas de la esperanza.Que poco alcanza su ciencia!;a mayor mal se encamina,

    pues su mayor medicinaes aplicar la paciencia.

    Y a veces suele el dolientems fcilmente sanarcon que le dejen quejarcon una voz impaciente.

    Del mal a que estoy sujetotanto vivo atormentado,que el corazn ha llorado

    sus lgrimas en secreto.Y con ser tal mi doloraquella ingrata homicida,

    para animarme la vida,an no me ha dado un favor.Ay Belisa!, lleg el daen que me ha dicho mi suerteque vaya a buscar la muerte;hallar la muerte querra.

    Mas si es muerte estar viviendovida de tanto pesar,no me quiero fatigar

    por lo que estoy poseyendo.

    Satisfecho de olla qued el capitn y dems circustantes y deseosos trataban de que

    prosiguiese; pero turbles tanta paz el levantarse en el mar una tormenta que convirti elcanto en lgrimas. Cobraron los vientos bros y las aguas hinchadas juzgaban pequeodespojo de su ira las dos galeras. Dio mayores fuerzas a tan grave desdicha el llegar lanoche, cuya escuridad desanim las esperanzas de los ms esforzados, que creyeronhaber hallado su sepulcro entre las ondas.

    Un religioso grave, que haba penetrado los intentos del capitn, que iba embarcadoen la misma galera, admirado de la libertad y despejo de la mozuela, y reconociendo desu licencioso proceder que haba sido autora de graves pecados, por lo menos con losdeseos fciles que se entregan con poca resistencia aun en los ms fuertes, juzg castigodel cielo esta mudanza en el mar, y reprehendi as a ella como a su hermano.

    Anduvieron treinta horas con esta inquietud, y otro da se hallaron a la vista de

    Valencia. Estrech tanto el religioso al capitn con razones fuertes, a que quitaseocasin de tanto peligro, que se determin a desembarcallos en aquella playa. Pdolo

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    hacer sin ninguna violencia, porque Marina, como mujer y tierna en aos, espantada dela brbara confusin en que se haba visto, apenas descubri la tierra cuando clamfavor al cielo, diciendo que no quera salir de Espaa. Pedro no se desasa de su parecer,antes le abrazaba con buena voluntad, porque tena el corazn muy recatado y seasombraba con facilidad. Parecile, y no se engaaba, que de los delictos que dejaba

    cometidos en Castilla poda en Valencia estar tan seguro como en Npoles, por serdiferente corona, gobernada con otras leyes y magistrados, aunque sujeta a un mismorey, y con esto concedi con los ruegos de su querida hermana, que as llamaba aMarina.

    Al fin, gozaron otra vez la tierra y pisaron en los campos de Valencia lisonjas deflores, porque all son tan comunes que hasta los pies de los animales hacen de ellas suestrado. Caminaron a buscar posada, que la hallaron junto al Aseu, que es lo que enToledo, o Sevilla, dicen iglesia mayor. Fueron de la huspeda recebidos con muchoagrado y cortesa, que trat diligente de prevenilles todo aquello que juzg convenir

    para su descanso y regalo. Entrse la noche muy apriesa y la soledad de ella pedaentretenimiento. Ninguno poda ser tan agradable para la seora desembarcada como el

    saber quien fuese Pedro, su nacimiento y crianza; y l, que haca vanagloria de susmismas bajezas y deseaba dalle gusto en cosas mayores, por no faltar en las que eran tan

    pequeas y humildes, dijo:-Crdoba, ciudad ilustre del Andaluca, y en todos los siglos y monarquas

    venerada, tan feliz que habiendo dado tantos generosos capitanes, que la eternizan congallardos hechos, juntamente produjo levantados espritus de poetas, que puedancelebralla, porque a un mismo tiempo unos obren y otros canten, fue mi patria. Ayamiga! y cmo por gusto tuyo me entrego a una peligrossima y difcil narracin,aunque como llevo nimo de buscar tu deleite y entretenimiento, no perdonar a losautores de mi generacin y sangre.

    Vivi en esta ciudad un hombre de los que los cristianos llaman moriscos; sunombre, en lo pblico, Tom, pero a puertas cerradas y con pocos testigos, Aliatar,devotsimo de Mahoma. Su mujer, que fue de la misma nacin, se llamaba en la calleBeatriz y de sus umbrales adentro Daraja. Pareci bien en sus niezes y fue muy amigade repartirse y comunicarse, dejando que metiesen la mano en el plato como los seoreslos pcaros, parecindole que para todos haba de haber y confianza que no les sali envano. As, vivi siendo agradable como a los ojos a los dems sentidos. Tom,apacibilsimo varn y gran desmentidor de celos (cosa rarsima en los moros), porqueaun del viento (pasajero licencioso de lo ms cerrado) suelen tenellos, era modestsimo,cargado de cabeza y espaldas, tanto que pocas veces levantaba los ojos al cielo, y estasera llevado de la devocin de contemplar sus efigies en el Tauro o en el Ariete.

    Cudicile la muerte en su mocedad y admir mucho que hubiese acabado tanapriesa quien viva tan de espacio. Algunos bellacones decan, glosndolo a su modo,que la Parca cansada de matar reyes y monarcas arroj aquel da la guadaa, y tocando a

    jarrete acab con este buey, para enviar as fiesta de toros al infierno, considerando queen el mundo no sera su falta importante por haber tantos. El lugar no le ech menos,diciendo que aun en vida estaba muerto, hombre que no era marido sino sombra.

    La viuda, como quien ms perda llor su falta, aunque con mucha prudencia, sinhacer estremos que fuesen notables, porque era enemiga de sacar las cosas de su paso yse iba siempre con la comn. Sus vecinas la consolaban, y ella las oa melindrosa yenfadada, queriendo que en su opinin juzgasen por imposible lo que ella sin ellas confacilidad haba conseguido de s propia. Procur parecer honesta y recogida,

    procediendo tan cautelosa, que slo se desenfadaba con ciertos hombres de autoridad,que eran tan interesados en el secreto de sus liviandades, habiendo sido cmplices en

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    ellas como ella misma. Pagbase muy bien de los tales, porque en los hechos no eragraciosa, aunque en los dichos s, y en esto segundo aun haba que entender, porque sedecan con gracia y se vendan por precio, haciendo aun de las conversacionesmercadera, porque en ella, palabras que en todos los dems se lleva el viento, eran

    prenda que vala dineros, tanta fue su industria. No bast su arte a defender que sus

    faltas no saliesen a la calle, culpando ella la cortedad de todos los lugares que no son laCorte, para seguir el camino que haba empezado. Aborreci por esto el ser ciudadanade aquella nobilsima poblacin y determin partirse para la de Valladolid, que entoncestena por huspedes al rey y a sus Consejos, deseosa de esparcirse con libertad y gozarde todos vientos.

    Asista all, entre otros hombres de negocios, cierto calabrs digno de aspirar porsus costumbres a la dignidad de un saco, hombre de afligido y sudado dinero, que ensu poder jams conoci da de fiesta, sirvindose como de vil esclavo del mismo, que lreconoca por su rey y seor. Tena en esta parte y aun en las dems muy pocosescrpulos, porque todo aquello que no era roto de bolsa lo fue de conciencia,aplicadsimo a cualquier embuste y trampa, perpetuo trapacista, y persona fabricaba un

    pleito al ms amigo y sin tener derecho ni justicia; tanto, que le haca rendir a suvoluntad. Desta suerte cortando de las capas de todos, haba hecho la suya muy buena,aunque la traa siempre tan ruin cuartanaria y quebrada de color, que pareca que ella ysu amo eran dignos huspedes de un hospital. Hecho esto con no poco arte, pararepresentar pobreza a los jueces y ministros y mover a lstima, con lo mismo que

    pudiera a justsima indignacin. Servase de slo un criado, y ste cuando se despedanecesitaba, para cobrar su salario, de hacelle comparecer ante el juez ordinario, pero lle armaba luego alguna treta pesadsima, como era fingir que le haba robado, de dondese segua alzar la mano del pleito civil por verse libre del criminal. Pocas veces diolimosna, y esas en pblico en presencia de algunas personas con quien pretendaacreditarse, queriendo con esto hacer el logro de aquella buena obra ms en la tierra queen el cielo. Con los amigos nunca tuvo ms fe que su comodidad, siempre sigui lafortuna del vencedor, valase, con gente poco delgada del equvoco, variaba con milsemblantes el rostro conforme los accidentes del negocio lo pedan, elocuente con losverbosos, breve y sucinto con los lacnicos, haca la mayor y ms difcil lisonja que unhombre puede a otro, que es, renunciando la propia, vestirse de ajena naturaleza, ser atiempos arbitrista, y siempre fiscal de las vidas de los prjimos. Le granje muchosenemigos que despertaron sus infamias, contando de sus principios y nacimiento,vilezas que l aventajaba con sus obras, de quien l, respondiendo a semejantesobjeciones, deca ser hijo por escogerse de su mano peores padres que los que lanaturaleza le dio, con haber sido la infamia de su nacin, haba recebido en pena de sus

    culpas algunas injurias en el rostro, como si dijsemos, puadas y bofetones, y era tancudicioso, que todo lo que era ver largueza de manos en otros, aunque fuese para suagravio, le satisfaca.

    Este tan mal acostumbrado caballero vio a mi seora doa Beatriz (doa dije,porque al salir de Crdoba para entrar en Valladolid, se provey de un don, por ir bienprevenida de la mercadera, que all ms se gastaba entre las mujeres de la Corte);agradle su alio y buen bro, y despus de comunicada, mucho ms su pico, frtil deagudezas y donaires. As como los dos empezaron a comunicarse en s mismos,

    previnieron cautelas y engaos el uno contra el otro, y sin declarar la guerra, porque lautilidad de sta consista en el secreto, se armaron en lo interior de los corazones. Laviuda del hermano Tom dio principio, porque habiendo renunciado las tocas funerales

    cuando entr en la Corte y vestdose en traje virginal, publicaba doncellera yamenazaba a todo viviente con la palabra del casamiento. Fingi esto con tanta sutileza

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    y astucia, que nuestro calabrs crey que pudiera entrar en el nmero de las Vestales.Con esta opinin que de ella formaba, picado y rendido creca en deseos, para cuyaconsecucin y logro se determin a engaalla, porque, siendo casado en su tierra, dio aentender que era soltero. Camin sobre estos primeros pasos adelante, pero siempre sehallaba muy atrs, porque ella ms que el spid sorda escusaba a los odos al encanto,

    apretando la dificultad en cuanto a la cdula matrimonial, severa en semblante yrazones.Tuvo l a este tiempo aviso de una herencia grande que haba hecho en su tierra,

    que necesitaba de presencia personal, y aun se persuada a que los pleitos que de ella sele haban de seguir seran tantos, que no le daran lugar de volver ms a Espaa. Aqufue cuando le pareci que tena la suerte derecha y no quiso perdella. Previno su jornadacon todo secreto, sin dar parte aun a sus correspondientes, y cuatro das antes de su

    partida hizo una cdula a mi seora doa Beatriz, en la forma y modo que su merced lapidi, con que ella qued por suya, y sealado el plazo para la noche siguiente, quellegando ms tarde de lo que l quisiera, segn la deseaba, goz de aquella bien fingiday representada virginidad; tanto, que aun su misma astucia, de ser engaada, no pudo

    quedar corrida. Torn en aquella ocasin a prometer vocalmente lo que haba ofrecidoen la cdula con tantos juramentos y maldiciones, que sin saber l lo que haca, sevengaba, engaando, de haberlo sido. A pocos das se desapareci con tanta velocidad,que hasta que estuvo fuera del reino, en Barcelona, no escribi a la mal engaadafembra, que rabiosa de verse en semejante estado, cobr odio a Valladolid porque en lhaba hallado quien con igual maestra hubiese jugado con ella la espada, y se restituya Crdoba.

    Apenas recibi los aires de la tierra y los parabienes de recin venida, cuandopublic que vena casada con un caballero de lo ms ilustre de Italia, donde era ido porsu hacienda, prevencin que le import mucho, porque sintindose luego preada,disculp con tan buen ttulo el fruto de su vientre. Este fui yo, que por nacer la vsperadel primer colega del Colegio Apostlico, me llamaron Pedro, con no poco gusto de mimadre, que por cualquier camino se holg de tener sucesin, parecindole que llamaracon esta aldaba a la puerta de la voluntad dormida de mi padre, que puso su mayorestudio en el olvido de su memoria.

    Crieme como hijo de viuda, libre y licencioso, y como heredero de talescondiciones, paterna y materna, y engendrado al mismo tiempo, que cada uno por su

    parte ejerca un intento tan cauteloso, sal tan zurdo en las costumbres y abatido en lospensamientos, que no me pudo servir de freno el faltarme el mal ejemplo de mi madrecon su muerte, y proseguirse mi crianza en la casa de un prebendado de aquella iglesia,varn santsimo y que con sus virtudes y letras la ilustraba. Bien es verdad que me vali

    mucho para aprender con eminencia latinidad y filosofa, con admiracin grande yaplauso de mis maestros. Joyas que yo despus ac he mal logrado, dejndome llevar demi inclinacin torcida, cuyos defectos reconozco, no desesperado de la enmienda. En eltiempo de mi niez y mocedad, hice tantos embustes que merec por ellos el ttulo queaun hoy retengo de Pedro de Urdemalas. Si destos quisiese referirte aun la parte ms

    pequea, ni tu paciencia bastara a escucharme, ni mi lengua a explicarme.Estas fueron las ltimas palabras de su narracin, que hizo la huspeda ms dulces,

    sirvindoles una cena regalada de pescado y carne, cuya limpieza dio ocasin a sualabanza y cudicia de no perder jams su compaa.

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    Asienta Pedro su casa en Valencia, y

    adquiriendo amigos, con sus alas intenta y

    consigue la fbrica de una ingeniosa burla

    Aquella noche y otros dos das siguientes estuvieron en aquella posada, hasta quePedro, mudando hbito, como fue vestir ferreruelo y sotanilla de seda con cuello bajo deestudiante, alquil una casa de ostentacin en el edificio y adornos, mud el nombre yllamse don Juan de Meneses, dando el mismo apellido a la mozuela que, con ttulo dehermana, le acompaaba, y por nombre propio doa Ins, porque le pareci queMarina y don haran ridcula y desconforme consonancia. Deca haber venido deItalia a Espaa, donde murieron sus padres, y que satisfecho de aquella deleitosa ciudad,quera residir en ella algn tiempo. Trujo un maestro de cantar que perficionase el

    natural de la bella Ins, que en pocos das creci tanto en este estudio, que por sola estagracia pudiera ser empresa de ilustres corazones; aseada en los vestidos, suave en las

    palabras y bellsima en el semblante, todo lo encenda y arrebataba.Frecuentaban visitas de hombres nobles y ricos la conversacin de un juego, por

    gozar de la de sus razones, de que se les segua mucho provecho, as por los baratosparticulares que le daban los que por este camino pretendan obligalla, como por elordinario que de los naipes proceda, que era de consideracin. Pedro, ya don Juan deMeneses, blasonaba de altsima caballera y, blando y sutil en las conversaciones,

    persuada con industria los nimos de los oyentes a su deseo, acompaando esto conalguna buena parte de donosos chistes, que le ayudaban mucho para adquirir yconservarles las voluntades de los que le asistan. Rompise cada da ms en este

    ejercicio placentero, y pas de los dichos a los hechos, trayndole ya los seores ycaballeros a su lado con este entretenimiento y a ttulo de tener una hermana hermosa, aquien todos cudiciaban y no conseguan.

    Hallbase en la ciudad un caballero viejo, celebrado por su miseria, que por serinsigne en ella despert admiraciones con lo que pudiera desprecios; tal vez estasacciones, bien que diversas, suelen conformarse en un sujeto, naciendo de la admiracinde las viles costumbres el mismo desprecio del que se ocupa en ejercitallas, dndoselescon una misma voz el premio y el castigo. Este, pues, que alcanz los mayores primoresde la escasez, tirano de s mismo y condenado por su mala inclinacin a perpetuasvigilias y ayunos, tan penitente que en medio de la plebe representaba en su rostrosoledades eremticas, tena irritados los deseos de todos para hacerle alguna tretagalante, que por lo sutil hallase aprobacin aun en sus mayores amigos y confederados.

    No haban hallado hasta entonces persona en cuyas manos pudiesen con seguridadencomendarse, pero como el Meneses descubriese cada da tantas finezas de su ingenio,y esparcido y alentado brillase ms que la diosa lasciva en el tercer orbe, cierto mulodel mezquino y deudo, (que no puede estar lo uno sin lo otro) elegante y atrevido leacometi con este sentimiento:

    -Haces ostentaciones tantas cada da de tu feliz ingenio, oh gallardo Meneses!, sinfatiga tuya y con admiracin de los ms ilustres, que darte materia para ocupalle, lisonjaes, y no molestia. El que al fuego cudicioso y voraz le arroja lea, su vida yentretenimiento le busca, no su cansancio. Debersle a mi desvelo con el asunto que te

    pondr entre las manos, un grande gusto, y yo a ti, el que se me seguir de verle por tuejecucin perficionado. Obligars a la nobleza y a la plebe con una accin que entre s

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    suelen ser tan discordes y disonantes. Podrs t sufrir que la avaricia de don Antonio,mi to, pase sin castigo ingenioso, con que por lo menos si l no despertare a laenmienda (que de sta siempre desesper) sea freno a los que pudieren osar imitalle?Alienta tu ingenio, nunca bien alabado y para esta ocasin solamente nacido. Ministroser del cielo, adquiriendo con la pena que dar a este rico intil los aplausos y

    bendiciones de la voz comn. No dudes, no retires el nimo. Rompe el silencio duro detus labios con un agradable s. Quin te suspende? Quin se te opone? Podr ser elmiedo? No, que tu nimo generoso de tan vil pasin aun las sombras no permite. Puesacaso querrs pesar en las balanzas de la prudencia tus fuerzas y las dificultades? Menos

    por cierto, si las unas aqu no se conocen y las otras han llenado esta ciudad deadmiraciones y alabanzas. A quin podremos cargar la culpa de esta suspensin que teentretiene? A quin? A m propio, tan infeliz en mis intentos que jams he visto sinceo el rostro de mi fortuna. Mis ruegos podran daar en esta causa lo que ella sinintercesores merece por s propia. Ya me parece que te rindes, obligado ms de lahermosura de la razn, que conoces, que de los afeites artificiosos de la elegancia. Enlas alteraciones de tu rostro te he ledo el grande nimo, tus ojos risueos, aunque

    mudos, para m parleras lenguas, me han dado su voto. Recibe en estos brazos que tepongo al cuello las gracias, dispuestos a servirte en mayores empleos, aspirando siemprea la gloria de tus acciones, aunque con detrimento de mi fortuna.

    As deca, abrazndole fuerte y afectuosamente don Sebastin, por obligalle, porencendelle el nimo; que nuestro Pedro, como prudente, estaba tibio en esta resolucin,considerando que no se debe acometer con burlas descubiertas a los que tienen mano

    poderosa para la venganza, porque no se satisfacen con menos que con verter la sangredel que atrevido labr su injuria, y as respondi que haba menester tratar primero adon Antonio, porque acechndole desde cerca el nimo, que le pensaba penetrar por lascostumbres, descubrira el lado por donde haba de entralle; que le hiciese su familiaramigo, trayndole a la conversacin de su casa, que l haba deseado, y que allsordamente la pondra en el despeadero de su perdicin; que el premio de tan grandeservicio haba de ser el silencio, porque de faltar ste, peligraban los dos en la vida y enla fama, y la obra no consegua su efecto; que convena que pocas veces se hallasen

    juntos en lugares pblicos, para con esto desmentir las sospechas que podra engendrarlo que adelante hubiese de suceder. Esta doctrina poltica, aunque enseada por tan ruinmaestro y en materia tan vil, agrad a don Sebastin, y ofreciendo con graves

    juramentos cumplir todo lo que all se capitulaba, se dividieron, cada uno deseoso desatisfacer a la parte que por su cuenta corra.

    Don Sebastin solicit al to para que viniesen a hacer la visita a mi seora doaIns de Meneses, que l con mucho agrado acet, por ser pltica en que haba puesto sus

    deseos, bien que no sus intentos, temeroso de que en casa donde todos jugaban, lehaban de obligar a lo mismo, con riesgo de su bolsa y de su opinin. Esto segundotema, porque siempre fue hipcrita y hizo grande alhaja de la ostentacin, no delejercicio de la virtud; mas, como se le asegurase que all se le admitira al buenrazonado solamente, sin cargarle pensiones ni tributos, gallardo intent la empresa. Era,aunque marchito en la edad, muy verdern en el alma; embozaba a las canas pordesmentir al tiempo (oh suma licencia!, perder el respeto al padre de cuanto vive, yhacer fbulas para los ojos con aquella pintura, tratndoles con el mismo atrevimientoque a los odos, tanto mayor culpa cuanto es sentido ms noble). Vano cuantomezquino, porque son vicios que suelen tener hermandad, cansaba a los oyentesensalzando su sangre y despreciando las ajenas, como si los aumentos del propio honor

    estuvieran en los descrditos del tercero. Era muy aseado y curioso en su traje, y decansus criados que en tres cosas fue igualmente limpio: en la sangre, en el vestido y en el

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    estmago; y en esta ltima, ms que en las otras dos. Llegaba a su noticia, y quera mscelebrallo por gracia que enmendarse en la mala costumbre. Prevnose para la visita contanto alio y gala, como si fuera a ser novio, y puesto al lado de su sobrino en uncaballo que tena solo, bien trabajado y mal comido, por dar muestras de gallardo, leincitaba para hacer corbetas; mas el maganto rocn no se daba por entendido,

    parecindole que el tiempo de ayunos, como era el que pasaba en su casa, no es paragracias, y que no hay cosa que se conforme ms con la penitencia que la modestia; peroel viejo engredo porfiaba en picalle, y l se resolvi a tendelle por el suelo, cuando losac de esta contienda el llegar al fin de la jornada. El uno subi a la visita, y el otro sequed en la zagun, y pudiera muy bien acompaalle, porque un sujeto tan delgadoestaba muy a propsito para cualquier conversacin.

    Al fin, cuando entraban por la puerta de la sala to y sobrino, se puso en pie miseora doa Ins, que los salud con una reverencia tan corts, que pudiera satisfacer lavanidad de cualquier mendigo escudero (porque ste nunca fue achaque de grandesseores), y tan airosa, que debieron presumir que llamada de algn instrumento queellos no oan, sala a danzar o el torneo o la gallarda. La casa espiraba olores, porque

    rociada toda con agua de mbar y poblada de varios ramilletes, se juzgaron la vista y elolfato inmritos de tanto beneficio. La pieza era baja, cuyas rejas que caan sobre un

    jardn, se hallaban vestidas de jazmines y retamas, recibiendo sus hierros hermosura, yaun tocados de tanto fuego, con ser tan fros. El digno dueo de estas maravillas

    presida desde su estrado con su belleza animada a todas las dems, que aunqueadmirables, de espritu inmortal carecan. Sus cabellos quiso el amor fuesen de oro,

    porque de ms de ser hermosos en s mismos, mereciesen ser corona de las demsperfecciones; stos enlazados con unas cintas de vidrios, competidores de los diamantes,pareca que tenan por presos a los mismos, que los prendan, o por lo menos estabadudosa la vitoria. Las mejillas con tanta templanza unan lo blanco a lo encarnado, queformaban un color ms digno de admiracin que de censura para el arte inimitable y

    para la invidia de irreprehensible. Reconocerse pudiera en parte por sta la superiorbelleza y encenderse en deseos de merecer gozalla. Despeg la boca, y corriendo en suslabios cortinas de rosas, manifest en sus encas dolos de jazmines, sus ojos flechabantantas luces, que a no ser tan apacibles como vehementes, cegaran los hombres en eltiempo que ms pudieran desear tener vista, y la perdieran por lo mismo, por quien eraforzoso pretender cobralla. Las manos y la garganta vestan cristal tan sutil, que

    permita campear lo azul de las hermosas venas. El vestido era de las mismas colores, opor imitar la hermosura grande de su propio dueo, o se puso all con arte para que conla competencia luciesen ms sus perfeciones. Habl donaires envueltos en agradablescortesas, porque Amor no dejase de hacerla prisin por falta de alguaciles.

    Sintise don Antonio robar el alma, y sinti que le robasen lo que l conoci quedeba dar liberalmente, siendo l, que hasta entonces haba sido escaso, aqu prdigo delo ms importante. La bellsima tirana, por asegurar ms la prisin, honr al instrumentode una guitarra, ponindole en sus manos, cuyas cuerdas heridas de ellas (mal dije,regaladas), fueron compaeras de su voz, que desat este romance con suavsimosacentos:

    -Mucho quiere la serranaa un pastor cuyas ovejasla imitan en la blancuratanto como en la inocencia.Oh qu bien sabe querer!:

    pudiera poner escuela,a no ser slo el maestro

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    de amor la naturaleza.Naci de padres humildes,y sus obras no lo muestran,mejor vive que naci,a sus pasados enmienda.

    Ausente est de su amante,y amor que asiste con ellapor lgrimas la ejecuta,que es tirano en cobrar deudas.

    Al fin llor tiernamente,y otra serrana le ruegad cuidados al olvido;lo que no hiciera, aconseja.

    Esforzse como pudo,y a pesar de la tristeza,sobre el ro de sus ojos

    cant turbada esta letra:Tiempo que vais y volvis,

    por mi mal volvis y vais,pues los aos me llevisy los daos me trais.Rendida al engao muerosin creer al desengao,pues de vos que me hacis daoes de quien mi bien espero.Tiempo, conmigo os perdis,que mal mi vida ocupis,

    pues los aos me llevisy los daos me trais.No puedo hablar librementede vos, que temo el castigo,

    porque sois un enemigoque siempre os tengo presente.Tiempo, en todo cuanto hacis

    serme contrario mostris,pues los aos me llevisy los daos me trais.

    Lo que se cant abri puerta a los discursos del amor y sus efectos, sirvindole lamisma pltica de tercero a don Antonio, para revelar sus intentos. Escuchbale Ins tanfalsa como hermosa y suspendale con equvocas respuestas, empendole con msveras en su perdicin. Mirbale con descuido y escusbase de miralle con cuidado,desmintiendo el arte al arte, que lleg a ser tan sutil que cuando fue mayor, pareci nohabelle. Engrease el caduco, que como tan vano, presuma en sus partes mritoscapaces de tanto favor, y alentado en los premios, reverdeca el nimo, ya que eraimposible el cuerpo. Esta prosperidad se troc, mudando los aires, porque entr unmancebo a la visita, veintidoseno en los aos, nmero excelente para la edad de las

    personas y los paos de Segovia, muy crespo y muy rizo, azul en el cuello, rubio en losbigotes, amarillo en los guantes, negro en los zapatos, alta la contera y baja la vista.

    Hizo la cortesa como muy de casa, siendo recebido con la misma correspondencia.Miraban con atencin to y sobrino el alio brioso del mozuelo, que hablando,

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    desmereci en los odos el crdito que haba granjeado en los ojos. Pocas razones y esasnecias dijo, con que vinieron a parecer muchas. Quiso enmendarse y consiguilo,

    porque pidiendo la guitarra, cant en la voz de un contrabajo, en que era el ms insignede aquellos tiempos, estas redondillas:

    -Si atrevimiento tuvieracomo os he tenido amor,

    fuera menos mi dolory mayor el premio fuera.Est el corazn dudando,hablar y callar querra,

    y entre el miedo y osadahablan mis ojos llorando.Que entre firmes corazones,que saben de amor constante,

    ya es lenguaje del amante

    lgrimas y no razones.Y en un hombre que es prudentey ya perfecto en la edad,es mayor dificultadllorar que hablar cuerdamente.Cmo hace el ciego Dioseste loco desconcierto,que sea yo, seora, el muerto,

    y que yo llore por vos?Y ms que si lo miris,hace que llore mi suerte

    por vos que me dais la muerte,y no porque me la dais.Que Amor, dios rapaz y ciego,

    para que abrasado mueraecha toda el agua fuera

    y va acrecentando el fuego.Hulgome suceda as,aunque ofenda a mi paciencia,

    porque os jure la experiencia,que ya os quiero ms que a m.Que entre cuantos han amado

    con natural aficin,puedo hacer ostentacindel ms firme enamorado.

    Fuera del alma no encuentromi amor en otro lugar,

    porque el alma os quiere amardesde sus puertas adentro.Tan honesto le ha criadola razn que le concierta,que de la boca a la puertahasta agora no ha llegado.

    Vivi bien de esta maneramientras fue nio menor,

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    pero ya, como es mayor,se muere por salir fuera.Por sosegar sus antojosle ofrezco, seora ma,que le ha de sacar un da

    al campo de vuestros ojos.Pero no se pierda en l,y me echen la culpa a m,que donde yo me perdno es mucho se pierda l.Si no es que vuestra bellezadespierte a tener piedad,hacindoos con su humildadvencer la naturaleza.

    Pero de cualquiera suerteel alma est a vos rendida;

    para vos quiero la viday por vos quiero la muerte.

    As public su voluntad aquel valenciano Orfeo, que preso de aquella Circe delAndaluca y hallndose como ella insigne cantor, quera enamoralla con la semejanza,

    pero como ella fuese toda de yelo, se abrasaba menos con lo que otra se encendiera ms,y se desvelaba en prometer con los ojos favores de que el corazn estaba ignorante, paraque con esto creciese el squito de sus amantes. Concibi don Antonio celos, y abrasadono poda encubrir su inquietud. Detvose en la pltica, esperando a que el otro se fuera,que se clav en la conversacin, y as el buen caballero, considerando que haba entradomucho antes, y que para la primer visita proceda tan largo que poda quedar en opinin

    de cansado, tanto que le cerrasen la puerta y no le admitiesen en las muchas con queadelante pensaba proseguir, volviendo a reforzar las cortesas y cumplimientos que hizocuando entr, galn y agradecido, pidiendo la licencia que se le dio con muy buenavoluntad, volvi las espaldas y no el alma, que se le qued all presa y recelosa de vercompetidor que al parecer era tan fuerte, asistiese con tanta familiaridad.

    Consult a su sobrino estrechamente para que le aconsejase el principio que darapara comenzar a obligalla, y quedaron de acuerdo que la hiciese una fiesta y banqueteen el campo, en una casa de placer que tena con un jardn y huerta de lo ms ameno yfrtil de aquel reino. Envilos a convidar con su mayordomo, cuyas canas y autoridadno merecan ocuparse en mensajes tan lascivos, pero segua el humor de su amo y notrataba ms que de comer, obedecindole. Acetaron los dos hermanos y vinieron con

    puntualidad al convite, ya por no perder el estilo, que era hacer pecheros y tributarios acuantos pasaban sus umbrales, ya por buscar con la nueva ocasin camino a los deseosde don Sebastin. El gasto fue lucido, porque siempre los miserables no saben tenermedio, porque para una ocasin ayunan toda la vida. Roban para la vana ostentacin deun da, lo que deben a la necesidad propia de muchos, cumpliendo con todos y faltandoconsigo, locura o ignorancia, o por mejor decir todo, que una culpa llama a las dems, yun error concilia el tropel de los otros errores.

    Atento estaba Pedro al sitio y disposicin de aquel lugar, y acetle para teatro de suentrems, principio y fin de la tragedia que de l se le sigui a don Antonio. Pasele doso tres veces, y despus otras tantas le midi a pies; atento el caduco mezquino a susacciones, le examin la causa de su inquietud, a quien mostrando estar divertido, no

    respondi a propsito, para ponelle con su arrobo y suspensin en mayor cuidado. DosSebastin reciba gozo interior, como aquel que penetraba que todos aquellos pasos se

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    dirigan al fin de su intento. Volvi otra vez Pedro a la misma diligencia y el viejo aencenderse en el deseo de inquirir la causa de aquella curiosidad, y tampoco fue odo,

    porque Perico, clavando los ojos al cielo y hacindose misterioso en todas las mudanzasde su semblante, que le vesta con arte de ms colores que el abril a las selvas,enmudeca, y si daba respuesta era destemplada con la pregunta, o tan equvoca, que

    estaba muy difcil su examen y despus incierto el suceso. Trataron de volverse al lugar,y por hacer ms gratos los pasos del camino, aquella reina que sin ms mritos que losde un embuste bien armado, de Marina y moza de mesn, ascendi a la dignidad de serllamada doa Ins de Meneses, enriqueciendo los aires y despertando los nimos aincendios de su voluntad, cant con donaire los muchos que encierra en s esta letra:

    Anda nia anda,que el Amor lo manda;anda morena,que el Amor lo ordena.

    Nia de ojos dulces,

    sabrosa de cara,blanca en la color,morena en la gracia,

    ya que el Amor nio,dios de nuestras almas,te ordena que andes,no vais turbada.

    Para darte ayudavendr la Esperanza,que Amor a sus hijos

    se la da por aya.

    Mas no todas vecesimites sus plantas,que ests a peligro

    si subes tan alta.Anda nia anda, etc.Amor aborrecenias sosegadas,que como l es fuegoinquieto no para.Cuando estar pudieres

    puesta a la ventana

    haciendo a tus ojosjueces del que pasa,nunca los ocupesen curiosa holanda,que enferma los aos,

    y la vista gasta.Si tuvieres coche,olvida tu casa,ruede la Fortunaen ruedas tan vanas.

    Anda nia, etc.

    Si a la puerta fueresde Guadalajara,

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    de cuantos entrarencobra la alcabala.

    A la plateracuando ests cursada,ir a correr puedes

    sortijas gallardas.Trae siempre novenasporque tengas causade andar por el pueblotardes y maanas.

    La estacin del pradono es para olvidalla,nunca entres postrerani primera salgas.

    Anda nia anda,que el Amor lo manda;

    anda morena,que el Amor lo ordena.

    Apenas espir en los ltimos acentos el canto de doa Ins, cuando dijo donSebastin, vuelto al autor de aquella letra:

    -Oh impertinente, oh loco, seas quien fueres! Cmo, vano, a las mujerespersuades lo mismo que habades de reprehender, y aplicas espuelas donde eranecesario freno? Si ellas son la misma inquietud y jams supieron calentar la casa paraqu das doctrina en lo que son maestras con eminencia? Porque ni con esto las enseascosa de nuevo, ni calificas ms su libertad.

    Ins, vindole colrico en esta pltica, socarrona le contradeca blandamente, sin

    convencelle y slo para provocalle a mayor indignacin, que le dur algn tiempo, hastaque restituyndose a su ordinario sosiego, reconoci que se haba precipitado ms de loque convena, porque decir mal de las mujeres en su misma presencia, al mismo tiempoque se trata de galanteallas, es suma ignorancia y tocar en lo ltimo de la descortesa;accin de que slo pueden salir bien, o los que no son potentados, o los que son vecinosde Capadocia, como gente que vive desesperada de jams merecer poseellas.

    Entretenidos en esta controversia, llegaron a la posada del Pedro transformado endon Juan de Meneses, que, mudo a todo lo que all sucedi, se pintaba ocupado en altascontemplaciones. Don Antonio se retir a la suya, donde entr en batalla con su

    pensamiento, por ver si poda dar caza a los discursos profundos de aquel ingenioso enmalicias, pero como se hallase ms embarazado, trat de hacer paz con ellos, siendo el

    sueo medianero, aunque no fue tan quieto, que este cuidado no se le rompiese en sumayor bonanza, restaurando con el de la maana, que se alarg hasta el medio da, loque perdi con la mala noche. Por esta causa comi tarde, pero apenas se alzaron losmanteles, cuando Pedro muy solcito entr a visitalle, y hablndole al odo, le pidi conmuchos encarecimientos que le diese la llave de su casa de recreacin, porque tenanecesidad de festejar all una dama que le tena muy picado. El astuto malicioso viejoconcedi con muchas cortesas y ofrecimientos, y despidindose dl, tomando el caminode dicha casa por otro paraje, con otra llave entr en ella por la puerta falsa, yescondindose en una pieza baja, se determin a ser espa de s propio y enterarse de losintentos de don Juan de Meneses, que as como lleg (bien gozoso de haber entendidode un criado de don Antonio, que l se le puso de su mano, que estaba all porque

    convena mucho para el fin de su empresa), empez a dar orden a los jardineros yhortelanos que cerrasen las puertas, que l requiri despus, haciendo muchas

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    demostraciones en su diligencia para que se presumiese que le importaba mucho lasoledad en esta ocasin, porque aun a ellos les mand que se retirasen, y con tanto rigor,que apenas dej uno dentro de aquella amena y apacible estancia.

    Sac luego un libro grande y una vara, y leyendo en l unas palabras que parecieronarbigas al avaro que estaba escondido, segn l refiri despus, dijo luego en idioma

    castellano, hiriendo los aires y la tierra con la vara:-Rey moro, a quien la Fortuna en los siglos pasados hizo seor de esta ciudad yreino, y despus elegiste tu sepulcro en este propio lugar, a donde tambin con tusmezquinos huesos aprisionaste tus riquezas, yo te mando, en virtud de las palabras quetengo referidas en arbigo, que me declares en qu asiento o lugar le escondiste, y noseas rebelde ni duro a mi mandamiento, porque har que tu cuerpo y tu alma seanatormentados en los negros palacios (donde la llama espira envuelta en humo) conazotes de eterno fuego; y porque no dudes de responder a mi pregunta, ignorante dellugar que ser ms a propsito para que yo escuche tu respuesta, es mi voluntad quesatisfagas a mis dudas desde lo alto de aquel negro y espacioso moral, que viste luto enmemoria de aquellos amantes tan majaderos como finos, asegurndote, que de lo que en

    esto por m hicieres, tendrs premio, porque yo levantar un sepulcro a tus cenizas, tansumptuoso que ser reverenciado de los moros y admirado de los cristianos.

    Advierte, letor importuno y melindroso, t que todo lo fiscalizas, porque despus nome arguyas a las espaldas, que un criado de don Juan de Meneses tan ingenioso como eldueo, aquel da con cierto embuste haba entrado en el jardn, y buscando ocasin, parano ser visto, se subi en lo ms alto del moral, cuya espesura era tanta, as de hojascomo de fruto, que le pudo tener bien escondido. Este, as como su amo concluy elrazonamiento, asom por lo ms alto del rbol una calavera, y entristeciendo la voz loms que pudo, dijo:

    -Qu me quieres? Por qu me fuerzas y oprimes con tus conjuros, cristianocaballero?

    -No te resistas! -replic el astuto, aunque fingido encantador, levantando la voz yla vara con la cual amenazaba los aires fuertemente.

    Entonces, arrojando del pecho grandes gemidos, solt segunda vez los acentos elbien industriado sirviente en esta forma:

    -Ya que tanto porfas y no puedo ser inobediente a tus preceptos, porque tuspalabras bastan a domar todas las infernales sombras, sabe que no hay palmo de tierraen todo el sitio que esta huerta y jardn ocupan, que no sea sepulcro de un inmensotesoro. Rugote que rompas la tierra con silencio, porque si esto llega a noticia de losdems cristianos, lo perders sin gozar de ello ni una pequea parte, y dando en manosde tu rey, perseguir a los moros africanos, con quien yo tengo estrecho amor y antiguo

    deudo.Con esto, haciendo un muy gran ruido, escondi la calavera. Suspenso y arrebatadode estas maravillas, el cudicioso y avaro viejo se hallaba ajeno de s y confuso, y aunque

    pudiera con lo que vio retirarse, no quiso, pretendiendo ser el ltimo que desocupaseaquella estancia. El fingido Meneses, prevenido con su malicia de aquello mismo quesuceda, entretuvo el tiempo que restaba de luz en hacer crculos en el suelo, hasta quecon la venida de la noche pudo aquel aprendiz de sus embustes bajarse del rbol y saltara las tapias, dndole el pie su maestro, porque aunque tena llave, no quiso, haciendoruido con ella, que se entendiese que alguno haba salido y dejar sospechoso el caso.Con esto, llamando a los jardineros, se despidi de ellos, y sali solo en su presencia, enla forma que haba entrado. Apenas l volvi las espaldas y se puso a caballo para

    restituirse a la ciudad, cuando, rompiendo aquellas escuras prisiones, don Antoniomand que le encendiesen un hacha y, requiriendo la huerta, hizo que un hortelano se

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    subiese al moral, fingiendo que crea que en l se haba escondido un ladrn. Baj elhombre y afirm con juramento no haber hallado entre sus ramas ni a un pjaro que lashabitase, con que l se asegur ms, y entregndose todo al crdito de aquel caso, se

    juzg hijo de la Fortuna y seor de sus riquezas.Volvi a su posada y hall ya en ella a Pedro, que dndole muchas gracias por la

    merced recibida, le dijo despus que aquel sitio, aunque apacible y ameno, era pocosano, y que le estara muy bien deshacerse de l, y entregndole la llave, prosigui deeste modo:

    -Este es consejo de amigo, vuesa merced le venda, que yo har que le den cuatromil ducados ms de lo que le cost, la mayor parte de contado, y tomando algo a censosobre la misma posesin.

    A esto respondi que lo mirara de espacio, porque como l haba plantado de sumano los ms rboles, en cierto modo les tena un paternal amor. Con esto, sedespidieron, quedando ms cudicioso el avariento y tan vencido de este insaciableapetito, que lleno de inquietud gozosa, no reposaba, haciendo tantas fbricas en suimaginacin, que fue no pequea maravilla amanecer otro da con entera salud en su

    juicio. Pedro, por empealle ms en el engao, le escribi un papel en que le daba priesapor la resolucin, y le deca que sobre lo que le cost, si haba dicho que cuatro, haraque fuesen ocho, y que porque no dudase, lo efectuara de modo que la cantidad se diesetoda de contado y nada a censo. Satisfzole con decir que l haba puesto su gusto enaquella casa, y que ste era tanto, que nadie en el mundo, aunque fuese muy poderoso,era bastante a pagrsele; y que as, le suplicaba no le hablase ms en aquella materia.Consult luego a ciertos profesores de la judiciaria, que en aquella ciudad y reino sonmuchos, y como la ciencia es tan incierta, el embuste y quimera de Pedro afirmaron serverdad. Este engaado juicio procedido de facultad tan aleve, que burla a los amigos ymiente a los que ms la obligan, le dio esfuerzo y osada para hacer un castigo generalen todas las plantas habitadoras de aquel sitio famoso, sin que les valiese el sagrado desu belleza, ni el de su inocencia inculpable, que la avaricia siempre fue verdugo aun delos mares que azota con ms sed de oro que de sus aguas, tan hidrpica, que mientrasms bebe, ms desea. Cav haciendo espantosas profundidades, volvindose en horror

    para los ojos la misma parte que les sirvi tanto deleite.Corri la voz por el pueblo, bien ignorante de que esto fuese burla, antes muy

    engaado, porque el origen que haba tenido estaba secreto entre don Sebastin y Pedro,que como juramentados cumplan con su obligacin y conseguan as mejor el efecto desu deseo. De modo que, para con el vulgo, los principales autores de este movimientoeran los astrlogos, que ya obstinados y pertinaces no acertaban o no querandesengaarse, y variando en el lugar infinitas veces, apenas tuvo en la casa aposento que

    no padeciese las injurias de los azadones; pero, como en ninguna parte de stas se vieseresplandecer el metal hijo mayorazgo del Sol, vencidos ya en parte, aunque no en eltodo, aquellos vanos profetas se escusaban (oh supersticiosos!) con decir que habafaltado la diligencia principal, que era buscar alguna persona que conjurase ciertosespritus que tenan la defensa y guarda de aquel tesoro, y que mientras no se rompiesela puerta de sus encantamentos, se perdera el tiempo y el gasto. Busc un morisco queen aquel reino tena opinin de hombre eminente, y despus de haberle sacado algunacantidad de dinero, respondi este embuste, como verdadero dicpulo del demonio, queall se esconda una riqueza grande, pero que estaba determinado del cielo, que no lomanifestase l, sino uno de los sucesores que haba de heredalle, de que el mezquinodon Antonio recibi tanto dolor, que mudando naturaleza, no slo fue liberal, sino

    prdigo y perdido, diciendo que no tena que desvelarse por sus herederos, pues lasuerte les prevena tanto tesoro, cuya burla result en provecho de los mismos actores,

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    porque eran los que ms le desfrutaban, a ttulo de ser sus mayores amigos yconfidentes.

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    Prosiguen los caballeros valencianos la

    conversacin en casa del transformado Meneses,

    y all se discurren materias varias de gustoso

    entretenimiento

    Los caballeros mozos, los msicos, los poetas, y al fin toda gente ociosa y bienentretenida, festejaban a mi seora doa Ins y eran de ella no menos festejados yfavorecidos. Aquella casa fue la Academia de los Discretos de aquel tiempo. Una tarde,que el verano trujo calurosa, concurrieron a pasarla en ella fresca los ms familiaresamigos. La bellsima Castellana (que as la llamaba la cortesa generosa de losvalencianos caballeros, con envidia y a pesar de las damas de aquella tierra) dio

    principio al deleite de aquel da y vida a este romance, sirvindole entonces de alma suvoz y el instrumento, cuyo asumpto fue una seora viuda en el traje y en las partespersonales bellsima:

    Laura, milagro de amor,perfecin de sus ideas,que en vuestra luz se regalananimadas y suspensas.

    Pues sois tal, que aun las lisonjasque produce la elocuencia,apenas tener merecennombre de alabanzas vuestras.

    Que aunque vests de la nochela deslucida librea,desmintindose a s propia,mayor luz que el Sol ostenta.Que Amor siempre ejercitadoen ingeniosas cautelas,rescata entre aquellas sombrasel fuego con que nos quema.Si os conquista mi esperanzams amante que soberbia,tan honrada empresa puede

    ser mrito de s mesma.Viene en vuestros bellos ojosel ocio de las estrellas,

    porque donde ellos alumbran,ni ellas lucen ni lo intentan.

    Jams favor para ellosles pienso pedir a ellas,

    porque de los inferioresnunca el favor aprovecha.Yo que en sus rayos me abraso,

    sin hacelles resistencia,as cantando ejercito

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    de mi instrumento las cuerdas:Es peligro miraros, y yo porfo,

    porque son vuestros ojos dulce peligro.

    Peligro tan regaladono puede ser peligroso,en quien caer es forzoso

    sin venir nadie forzado,bien s que es el ms buscado,con ser el ms conocido,

    porque, etc.

    Los cobardes hace osadosun peligro tan suave,

    porque en su fatiga cabeel premio de sus cuidados,hasta los escarmentados

    peligran sobre el aviso,porque, etc..

    Alabanzas sin nmero fueron las gracias que recibi Ins por la dulce suspensin enque a todos puso, cuando el maestro que la haba dado destreza en esta arte ms divinaque humana, recibiendo de sus manos el instrumento, con voz suave dijo a los ojosnegros de una dama que estando entonces presentes era el blanco de su voluntad:

    -Ojos negros, si el Amorme negara esa hermosura,

    yo tuviera la venturade vuestro mismo color.

    La luz del dorado cocheni os excede, ni os iguala,aunque no os vests ms galaque las galas de la noche.

    Entre galas bien estraascon ser tan negro el vestidoluce mucho guarnecidode tan hermosas pestaas.

    Ay negros del alma ma!,

    quien no amara, no creyera,que luz tan negra pudierahacer tan hermoso al da.

    De suspiros abrasadosmsica os pienso ofrecer,que los negros solis sera msica aficionados.

    Y as estimar mucho es justo,los negros bien lo merecen,

    pues vemos que se parecen

    a los reyes en el gusto.

  • 8/2/2019 SALAS BARBADILLO, ALONSO JERNIMO DE - El sutil cordobs Pedro de Urdemalas

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    De miedo hablaros no puedo,Amor quisiera y no osa,que es de nios propia cosatener a los negros miedo.

    Mas como otras veces llamanregalados y amorosos,los que los ven tan hermososms que los temen, los aman.

    Od mis humildes quejas,reyes, justicia me hagis,que reyes sois, pues estiscoronados de esas cejas.

    En celebrar me desveloel bien que el cielo las dio,

    porque no quisiera yoofendellas en un pelo.

    Ya me llama la blancurade la garganta y la frente,

    y la pluma gloria sienteen celebrar su hermosura.

    El negro color dejemos,y en el blanco se prosiga,aunque ya por m se digaque me voy tras los estremos.

    Razn es que el amor pruebea gozaros, no anda ciego

    por ver si puede su fuegoregalalle en vuestra nieve.

    Ay, si mis manos cansadasla merecieran tocar!,aunque l