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Filosofía y sociología d e la ciencia Stewart Richards •• •••• •• •••• . . . ..... . . . . . •••••••• ••••• ••• ••••••••••••• ••••••• . ••• ••• ••••••••••••••• •••• ••••• ••••• • • •••• •••••••••••••••• ••••• ••• ••• ••• •• •• •••• ••• ••••• . . .. . . . . ••• •••• •• •••••• •• ••••• •••• ••• ••••• •••• •• ••••• •••••• •••• ••• •••••• •• ••• ••• ••• ••••• . : .... . . . ••••• •••••• •• ••••• . ... .::.: : ; .......... . . .:.. . . . . . : . •••••• ••••••••••••• : : ••• • • · • · •.•••••• t •• ••••••••••••••• 1 . . • • •• •••• e ••••••• •••• •••••••••••••• •••• • e ••• e ••••••• •••••••••••••••••••••• ••• e e •••••••••• :: •••• : •••••• : : : : : e:: : ¡ i · ~ · · : ~ :·:¡¡IIJ i.::: •••• •••• •••• ••••••• •••• . . . : . e ••• ••••• •••••• · •••••• • • •• •••• ••• ••• •••••• . -  ... . e •••• : : : ~ ~ : : : ••••••••• _ ••• · •• · e .. . •.• -  · · . · · ...... . . . -  . .. •• ••• ••••• • •

Richards Filosofía y sociología de la ciencia 2000

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  • Filosofa y sociologa de la ciencia Stewart Richards

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  • ciencia y

    tcnica

  • traduccin de SERGIO FERNNDEZ BRAVO

  • FILOSOFA Y SOCIOLOGA DE LA CIENCIA

    por STEWART RICHARDS

    )l(I ~ edtores MExlCO ESPAA ARGENTINA COlOMBIA

  • siglo veintiuno editores, sa de cv CERRO DEL AGUA 2", DELEGACIOH COYOACN, 043'0 "~XlCo, o F

    edicin al cuidado de homero alemn portada de maria luisa martlnez passarge

    primera edicin en espaol, 1987 segunda edicin en espaol. 2000 siglo xxi editores, s.a. de c.v. isbIl968231401.1

    primera edicin en ingls, 1983 basil blackwell ttulo original: philoshophy & sociology of sCU1nce

    derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en mxico/printed and made in mexico

  • lNDICE

    PREFACIO

    INTRODUCCION

    PRIMERA PARTE MTODOS Y FILOSOFlA DE LA CIENCIA

    l. LA ESTRUCTURA DE LA CIENCIA Una visin cientfica del mundo, 17; Leyes cientificas, 19; Teoras cientficas, 21

    2. EL ARGUMENTO CIENTlFICO: EL PAPEL DE LA LOGICA

    Deduccin, 25; Induccin, 31; Lgica y significado, 35

    3. LA ACTITUD CIENTlFICA: LA CIENCIA EN LA pRACTICA Caractersticas generales de la ciencia, 40; Los cientficos en ac-cin, 44

    9

    11

    17

    24

    40

    4. FILOSOFtAS DI;:L Mf:TODO CIENTIFICO: TEOR1AS DE LA CIENCIA 57 Aristteles, 57; El mtodo inductivo reformado, 58; El mtodo hi-pottico-deductivo, 65; Desarrollos recientes, 74

    5. LA NATURALEZA DE LA CIENCIA: CIENCIAS F1SICA, BIOLOGICA y SOCIAL 87 La ciencia moderna y su filosofla, 87; Los fundamentos de la fsi-ca moderna, 89; Las ideas de la biologa, 93; Las ciencias sociales, 102

    SEGUNDA PARTE INTERACCIONES DE CIENCIA Y SOCIEDAD

    6. ESTUDIOS SOCIALES DE CIENCIA Y TECNOLOG1A Aspectos cuantitativo y cualitativo de la ciencia, 111; Aspectos es-tructurales y funcionales de la ciencia pura, 120; Ciencia, tecno-loga e industria, 129; Aspectos polticos y econmicos de la investigacin y el desarrollo, 149

    [5]

    111

  • 6

    7. DIMENSIONES ;;TICAS DE LA CIENCIA

    tica, ciencia y sociedad. 158; "Cientismo": la ciencia como mo-delo para la sociedad, 160; La sociedad cientfica como tal, 168; La "neutralidad" de la ciencia, 172; Algunos dilemas ticos, 174; Problemas morales en la ciencia y en la guerra, 191

    8. CIENCIA, CULTURA Y RELIGION La estratificacin social de la ciencia, 198; Estudios cientficos cr-ticos, 202; La ciencia y la visin religiosa del mundo, 215

    BIBLIOGRAFtA

    lNDICE DE TERMINOS

    IN DICE

    158

    197

    225

    231

  • PREFACIO

    ste es un libro sobre ciencia escrito por un cientfico profesional. No trata de los hechos y teoras de una sola disciplina, sino de las cuestiones ms amplias, importantes para todo aquel que estudia o practica las ciencias naturales y sociales. Aunque principalmente est dirigido a los estudiantes de ciencia, puede tambin ser til para proporcionar una primera visin de conjunto a quienes inician un estudio detallado de las relaciones filosficas y sociales de las cien-cias, como temas por derecho propio. El propsito de la bibliogra-fa selectiva es por lo tanto dirigir a los lectores especializados ha-cia un trabajo ms avanzado.

    Sin embargo, pocos de los libros en listados sern leidos por los que estn relacionados con la prctica de una ciencia particular, ya que, para ellos, teorizar sobre lo que sta podra o no ser, sobre cmo ha avanzado y cmo est relacionada con otras disciplinas o con asun-tos humanos ms amplios, puede consistir slo en una actividad para el tiempo libre. Los cientficos son normalmente poco inclinados a leer libros que exigen un considerable conocimiento de anteceden-tes o que se refieren a problemas especficos que estn ms all del inters del aficionado. Ms an, nunca se les ha podido convencer de que las lecturas "en tomo" a su especialidad pueden ser altamente ventajosas.

    La mayora de los libros de la bibliografa han sido escritos por historiadores, filsofos o socilogos que tienen en mente a un lec-tor "profesional". Pocos de estos profesionales habrian escrito un libro tan general como ste, ya que tienden a pensar que simplificar temas complejos significa necesariamente distorsionarlos. No obs-tante, creo que para el cientfico profesional un conocimiento como aficionado de las amplias dimensiones de la ciencia es mucho me-jor que ningn conocimiento.

    Esta conviccin se deriva de una experiencia que estoy seguro com-parto con muchos otros. A los quince aos fui elegido para una ca-rrera cientfica y recib el consejo de abandonar la historia y la lite-ratura. Cuando ingres en la universidad estaba ya expertamente condicionado para reconocer qu temas acadmicos buscar y cu-les eludir. En consecuencia experiment un resentimiento conside-rable cuando se me pidi cursar dos materias, historia de la ciencia y mtodo lgico y cientfico, las cuales me parecan innecesarias para alguien que se especializaba en zoologia. El tiempo empleado en es-tos temas secundarios era tiempo que no se poda aprovechar en te-

    [7]

  • 8 PREFACIO

    mas esenciales, como la clasificacin de los platelmintos o las sutu-ras de crneo de reptiles extintos, que eran rigurosamente acadmicas y cuyo dominio poda realmente enorgullecerme

    Subsecuentemente aprend que mi experiencia universitaria era de hecho diferente a la de la mayoria de los estudiantes de ciencia; los cursos sobre historia y metodologa de la ciencia no eran temas rutinarios, y eran los que iban a durar en mi en los aos posterio-res, mucho despus de que la infonnacin objetiva que haba alma-cenado en mi cabeza hubo desaparecido. Constituyeron un terreno incomparable para evaluar las actitudes a menudo contrastantes ha-lladas en las ciencias y las humanidades, y daban sentido a mis es-tudios ms especializados en el contexto de intereses extracientifi-cos ms amplios. Cuando inici mi actividad dentro de la investigacin cientfica y la enseanza, me pareci cada veZ ms claro que una perspectiva de la ciencia ms amplia debia ser incluida como componente absolutamente crucial para la educacin de los cient-ficos jvenes.

    Este libro se basa en un curso que he impartido durante seis aos a un grupo mixto de estudiantes de ciencias naturales y sociales en el Wye College. Fue iniciado durante una licencia de la Unidad para la Historia, Filosofa y Relaciones Sociales de la Ciencia en la Uni-versidad de Kent, en Canterbury, Inglaterra. Tengo mucho que agra-decer a Ian Lucas, rector del Wye College, ya su Comit por conce-derme dicha licencia, y a Maurice Crosland, profesor de Historia de la ciencia en Canterbury, por aceptarme como invitado en su Uni-dad. Por su ayuda para el libro en s, agradezco especialmente a Mau-rice Crosland, a su colega Alec Dolby, aRen Olivieri, de Basil Black-well Publisher, y a varios de sus lectores annimos. Otros ms que fueron lo suficientemente bondadosos como para leer y criticar par-tes del manuscrito, o con quienes sostuve tiles discusiones, fueron Christina Creek, Alec Douglas, Andrew Hill, Jeremy Naydler, Michael Preston y Crosbie Smith. Sus consejos y su apoyo fueron esenciales para mejorar el libro, de cuyos probables defectos, por supuesto, slo yo soy el responsable.

    STEWART RICHARDS Wye College, Universidad de Londres

  • RECONOCIMIENTOS

    Las siguientes son las fuentes de algunas de las ilustraciones. Agra-decemos profundamente el permiso otorgado para utilizarlas.

    Figura 2: S. Hales, Vegetable Staticks (Londres, reimpresin Mac Donald, 1969), lmina 6. Figura 3: F. R. Bradbury [comp.), Words and Numbers (Edimburgo, University Press, 1969), frente a la p. 84. Fi-gura 5: H. Rose, y S. Rose, Science and Society (Londres, Pelican, 1977), p. 5. Copyright, Hilary Rose y Stephen Rose, 1969; reimpreso con autorizacin de Penguin Books Ltd. Figuras 6 y 7: D. de Solla Price, Science since Babylon (New Haven, Yale University Press, 1961), pp. 97 y 116. Copyright, Derek de Solla Price, 1961. Figura 8: (dibujada y modificada) C. Freeman, The Economics 01 Industrial Innovaton (Londres, Penguin, 1974), p. 314. Figuras 9 y 10: E. Braun y D. Collingridge, Technology and Survival (Londres, Butterworths, 1977), pp. 42 y 45; de acuerdo con D. H. Meadows, D. L. Meadows, J. Randers y W. W. Behrens, 111, The Lmits to Growth: A Report lor the Club 01 Rome's Project on the Predicament 01 Mankind (un libro de Potomac Associates publicado por Universe Books, Nueva York, 1972; grficas de Potomac Associates), figuras 35 y 46. Cuadro 2: N. D. Ellis, uThe Occupation of Science", en Technology and Society, 5 (Bath, University Press, 1969), p. 40.

    [9]

  • La ciencia fsica no me consolar de la ignorancia de moralidad en tiempos de afliccin. Pero la ciencia de la tica siempre me consola-r de la ignorancia de las ciencias fsicas.

    PASCAL: Perzses

    [ ... ] qu cosa tan msera es un simple Hecho, excepto si se le ve a la luz de una Verdad general.

    COLERIDGE: The Frierzd

  • INTRODUCCIN

    La ciencia moderna es inseparable de la sociedad que la sostiene. Aunque en Gran "Bretaa se organiz lentamente el mantenimiento pblico de la investigacin y el desarrollo cientficos, durante los primeros aos de este siglo la funcin gubernamental se incremen-t constantemente, y a partir de la segunda guerra mundial se ha acelerado demasiado. Admitiendo que la ciencia "tpica" del siglo xx absorbe Wla buena cantidad del gasto pblico, es hoy innegable que la sociedad obtiene la ciencia que desea y la que puede pagar.

    Una vez que reconocemos la interaccin de ciencia y sociedad -y abandonamos la ilusin romntica que representa a la ciencia como algo "puro", y por tanto muy por encima de los asuntos coti-dianos del mundo-, nos vemos obligados a encarar toda una serie de preguntas para las que no hay respuestas fciles. Las cuestiones concernientes a la "neutralidad" de la ciencia pronto nos envuelven en desesperantes dilemas ticos de inmediata importancia social y poltica. Aquellas que se proclaman "objetivas" y de confiabilidad especial como cuerpo de conocimientos, pronto quedan relaciona-das con cuestiones religiosas que para mucha gente, aun en una poca laica, son todava asuntos de la mxima importancia; y aquellas que parecen ser ms terrenales, relacionadas quiz con la aplicabilidad del conocimiento cientfico, se considera que tienen relacin vital con los procesos de toma de decisiones de la poltica cientfica. Asun-tos como stos se hacen ms apremiantes cada da. Si bien pocos de ellos pueden resolverse con certeza, tambin es cierto que ningu-na respuesta responsable ser posible mientras la ciencia sea trata-da como si operara en el vaco.

    A menudo se ha dicho que la ciencia contempornea es demasia-do peligrosa para ser dejada en manos de los cientficos. A la luz de algunos desarrollos recientes como la fsica nuclear y la ingenie-ra gentica, semejante actitud parece suficientemente razonable. Sin embargo, las decisiones polticas respecto a asuntos altamente tcnicos no pueden tomarse sin consejo tcnico, de manera que para los cientficos es inevitable desempear en ello un papel importan-te. Pero el consejo de un cientfico sobre asuntos de inters pblico reflejar inevitablemente actitudes personales en reas lejanas a su particular competencia profesional. Al poltico le importa poco que se le informe sobre la cantidad de alguna materia que se encuentra en la atmsfera o en la provisin de agua; lo que le "interesa es la magnitud del peligro que ello implica. Sobre la primera cuestin (la

    [11]

  • 12 INTRODUCCIN

    de la cantidad) todos los cientficos pueden coincidir, pero sobre la segunda (la de la calidad) pueden surgir agudas diferencias de opi-nin. Desafortunadamente existen muchas reas en donde estos dos componentes no pueden ser separados con claridad.

    ste es sin duda el punto crucial del asunto. La sociedad puede estar poco dispuesta a ceder a los cientficos la responsabilidad de-finitiva para su desarrollo cientfico y tcnico, pero est obligada a confiar en sus juicios sobre aquellos asuntos que son precisamen-te los ms controvertidos. Aunque la controversia en s nunca po-dr ser eliminada, puede lograr mayor consenso el hecho de que un juicio cientifico est posiblemente ms informado, mejor balancea-do, y aun es -esperemos- ms "sabio", si es proferido por alguien que ha meditado crticamente sobre su propia ciencia, sobre la na-turaleza del trabajo cientfico en su totalidad y sus complejas inte-racciones con la sociedad en que funciona.

    El argumento fundamental de este libro es que la calidad de la educacin de un cientfico puede tener un efecto duradero sobre la calidad de los juicios cientficos que posiblemente ms adelante tenga que elaborar. De cualquier manera, la experiencia evolutiva de los jvenes cienficos es una muy estrecha de entrenamiento tcnico altamente especializado, en contraposicin a uno amplio de genui-na educacin. El Infonne Robbins de 1963 recomendaba una edu-cacin ms amplia para los cientficos y tecnlogos, pero poco se ha hecho en la mayora de las instituciones de educacin superior para ampliarla en una perspectiva que vaya ms all de los lmites estrechos de cada especialidad. Ha habido pocos

    [ ... ] experimentos sobre nuevas combinaciones de temas que posean co-nexiones orgnicas reconocibles: la tecnologa, por ejemplo, con algu-nos estudios sociales que muestren las implicaciones generales de la pro-fesin del tecnlogo; la filosofa y las matemticas con la historia de la ciencia, y para muchos estudiantes, algn estudio sobre el estado ante-rior y el actual de la disciplina que estudian.

    Esta recomendacin se hizo no solamente para el campo educativo, sino teniendo en mente prospectos y adaptabilidad de profesiones futuras.

    Poco despus del Infonne Robbins se public Contrary imagina-tions de Liam Hudson. Ah se examinaba la predominancia del tipo de mentalidad "cQnvergente" sobre el "divergente" entre 101 jve-nes cientificos. Los estudiantes que se destacan en la obra de Hud-son son ahora adultos maduros, y sin embargo es dudolo que las generaciones nuevas hayan sido beneficiadas con lul hallazlOl. El inters se mantiene casi exclusivamente en la "lnformacl6n" y en una visin de la ciencia como "un cuerpo altlUMnte complejo de he-

  • INTRODUCCION 13

    chos y teoras que [el estudiante] debe dominar antes de esperar ha-cer contribuciones propias". Este inters puede ser por una parte justificado.

    Por la otra,la ciencia no es enteramente escolstica. Por encima de una ciertamente slida capa de conocimiento aceptado, la ciencia es revisa-da continua y drsticamente [ ... ] la expectativa de vida para [una teora tpica] se ubica en algn punto de un intervalo de quince aos. Con el presente sistema, por tanto, el trabajo [del estudiante] es distinto al del cientfico maduro, cuyas investigaciones comprenden intuicin, imagi-nacin, y la capacidad tanto de aceptar riesgos como de realizar anli-sis concienzudos. Admitiendo esto, es posible [ ... ] que la educacin cien-tfica, en vez de contrarrestar [ ... ] la inflexibilidad natural [de los convergentes], tienda a reforzarla y a agravarla. La educacin cientfi-ca, en otras palabras, puede haber quedado desligada del mundo de la investigacin al que pretende servir.

    Esto seria lo suficientemente preocupante en cualquier caso, pero si la mayora de los cientficos son realmente "convergentes de alto CI", la necesidad de eliminar cualquier rigidez innata y de ampliar los horizontes intelectuales es an ms imperativa. Sin algunas ex-periencias divergentes se esperara que los cientficos, como lo cuen-ta el chiste, continuaran aprendiendo ms y ms sobre menos y me-nos hasta que supieran todo sobre nada. Ciertamente podran llegar a creer que en realidad la ciencia opera en el vado.

    Hacer que el cientfico vuelva la vista hacia la ciencia misma es la forma ms obvia y, aunque es discutible, la ms natural, de ata-car el problema. Para lograr esto, los jvenes cientficos -quienes pasan la mayor parte de su tiempo enfocando detalles tcnicos- ne-cesitan que se les anime a examinar el gran edificio del conocimien-to cientfico desde la poco familiar perspectiva del historiador, el filsofo y el socilogo. Sin estmulo positivo, la gran mayora de los cientficos experimentarn un razonamiento discursivo mnimo o nulo, como el caracterstico de sus colegas que estudian humanida-des. No tendrn inters por el lugar de la ciencia en la historia inte-lectual y social, y terminarn -exceptuando a una minora poco re-presentativa- su "periodo de entrenamiento" ubicados firmeIlJente dentro de los lmites de la cultura de la ciencia, y quiz para siem-pre fuera de los de la cultura de las artes. Aunque casi se ha conver-tido en acto reflejo burlarse de la mera sugerencia de que estas dos culturas existen (o todava existen; C. P. Snow ofreci su conferen-cia original en 1959 y fue indudablemente el primero en sealar la separacin), mucha "gente de arte" todava alardea de lo poco prc-ticas que son y de lo poco que saben de ciencia y tecnologa. Mu-chos cientficos todava se sobresaltan ante cualquier punto de vis-ta que no puede ser cuantificado, condenndolo como meramente

  • 14 INTRODUCCIN

    subjetivo si no es que se le descarta en conjunto mediante una corti-na de humo de filistesmo y amenazas.

    La filosofa de la ciencia, estudiada a la luz de la historia, ofrece al estudiante una mezcla singular de artes y ciencias, de anlisis y sntesis. La actitud filosfica es la que, ms que ninguna otra, ani-ma al conocimiento de las caractersticas intrnsecas de la ciencia, como cuerpo de conocimientos y como mtodo de investigacin so-bre el mundo. El enfoque que adoptamos aqu destaca la estructura de la ciencia moderna, y presta relativamente menos atencin a la manera en que fue construida esa estructura. Los sucesos histri-cos se usan por lo tanto slo para ofrecer realidad concreta a las ideas filosficas ms abstractas, o para tener acceso a la mente del cientfico en su trabajo.

    Explotando la naturaleza complementaria de estas dimensiones separadas, no nos ser difcil ver cmo la familiaridad con la lgica del argumento cientfico concentra la mente del cientfico practicante en las cuestiones ms importantes de su trabajo. Si armar rompe-cabezas es parte de la prctica cientfica, el cientfico que posea una perspectiva filosfica ser el que probablemente pueda colocar co-rrectamente las piezas del rompecabezas y el ms sagaz para iden-tificar qu disposiciones podrn tener la calidad de una solucin. Dividiendo esos detalles tericos en verdadero y falso, certeza y duda, existe un fundamento slido para decisiones ms generales sobre lo que puede, y lo que probablemente no puede, alcanzar la ciencia.

    El logro cientfico est casi invariablemente ligado a los fines so-ciales. Es por esta razn por la que no puede completarse ningn anlisis del trabajo cientfico sin la perspectiva de la sociologta. Slo examinando los rasgos especficos del crecimiento de la ciencia en la sociedad, en particular la naturaleza de sus tensas relaciones con las grandes cuestiones ticas y polticas de la actualidad, puede el cientfico evaluar con objetividad la necesidad y la conveniencia de defender un tipo de ciencia en vez de otro, cuando los fondos son insuficientes para sostener a ambos. Debido a las complejidades del desarrollo del mundo moderno, slo con una conciencia de liS ms amplias dimensiones sociales en ciencia y tecnolog'. podr6 el cien-tfico individual formular una poltica que optimice el equilibrio en-tre el hombre y el mundo en donde tiene que vivir

  • PRIMERA PARTE

    MTODOS Y FILOSOFAS DE LA CIENCIA

  • 1. LA ESTRUCTURA DE LA CIENCIA

    UNA VISIN CIENTIFICA DEL MUNDO

    El trmino "ciencia" es en la actualidad tan ampliamente aplicado que cualquier definicin corre el riesgo de ofender a aquellos que piensen que se ha excluido el uso particular que le dan. Decir que algo es "cientfico" significa apoyar la idea de que es al mismo tiempo respetable y que debe tomarse con seriedad. En esta forma tenemos detergentes cientficos, camas cientficas, humor cientfico y formas cientficas para aprender a tocar el piano. El deseo popular de ser considerado cientfico es, claro, el resultado del enorme poder y pres-tigio que la ciencia (cualquiera que sea) tiene en nuestra sociedad. Ahora bien, en su uso ms restringido y acadmico, el trmino es tambin altamente prestigioso y esto se debe quizs a que original-mente scientia es la palabra del latn que nombra al conocimiento; dentro de este contexto, no ser considerado cientfico puede obvia-mente tener serias implicaciones. De cualquier forma, no hay caren-cia de libros de eruditos sobre "la ciencia de la sociedad", "la cien-cia del arte" y "la ciencia de la ciencia". . .

    Lo que tienen en comn todos estos usos es que se refieren al co-nocimiento de un aspecto del "mundo", esto es, la ciencia da por cierta la existencia del mundo exterior. sta no es en ningn modo una consideracin trivial. especialmente porque ningn filsofo ha sido capaz de demostrar a satisfaccin de todos que podemos llegar a aceptar tal creencia nicamente por medio de la argumentacin. Apenas examinamos el problema con cuidado, encontramos que se hace necesario una especie de salto intuitivo o instintivo como base de nuestra razn.

    Ese salto instintivo que nos permite racionalizar nuestra creen-cia en el mundo exterior es en alguna forma anlogo a la idea o hi-ptesis que un cientfico inventa cuando intenta informar sobre fe-nmenos particulares en el mundo. Su atractivo inmediato es que tiene el efecto de simplificar y organizar nuestras experiencias en tal forma que, sin l, sentimos que no tendran sentido. Podemos pen-sar en otros principios de organizacin plausibles, pero la creencia de que existe realmente un mundo exterior tiene, para la mayora de la gente, la ventaja crucial de ser la ms simple.

    El significado total de esto para nuestra comprensin de la cien-cia se har ms evidente si consideramos brevemente por qu no es irracional dudar de la existencia del mundo con el que trata la

    [17)

  • 18 M~TODOS y FILOSOFIAS DE LA CIENCIA

    ciencia, aunque no exista una cosa llamada cienCia si lo hacemos. y al examinar esos aspectos de nuestra experiencia, que considera-mos como los datos primarios de la ciencia, podremos obtener una idea de las ventajas y limitaciones de esta escurridiza disciplina. Para nuestro objetivo es necesario hacerlo nicamente en trminos simples.

    Entre los procesos que segn decimos "se desarrollan dentro de nuestra cabeza", comnmente, si bien en forma vaga, distinguimos dos tipos. Existen aquellos que a partir de su efecto sobre nuestros rganos sensoriales creemos que se derivan de las cosas o eventos pertenecientes al mundo externo, y existen aquellos otros que pen-samos que se originan totalmente dentro de nuestra "mente" y que no tienen nada que ver con el mundo exterior. En bien de la simpli-cidad los llamaremos percepciones sensoriales, y pensamientos o sen-timientos, respectivamente. Aunque en forma convencional consi-deramos nuestras percepciones sensoriales como algo que nos ofrece evidencia del mundo exterior, en realidad ellas ocurren dentro de nuestra mente; en este sentido no difieren de nuestros pensamien-tos y sentimientos. Por qu entonces consideramos estas dos cate gorlas de experiencia interna en forma diferente? Si ambos tipos ocu-rren en realidad "dentro de nuestra cabeza", cmo justificar que relacionemos nuestras percepciones sensoriales pero no nuestros pensamientos y sentimientos con un mundo fuera de nuestras mentes?

    He aqu por qu la idea de la simplificacin es tan til. Si argu-mentamos que no hay justificacin para distinguir entre las percep-ciones sensoriales y los pensamientos y sentimientos, podremos con-cluir que el "mundo externo" es una ilusin. El mundo, para cada individuo, consistir en l mismo (cualquier cosa que sea), sus pen-samientos y sentimientos, y sus percepciones sensoriales, aunque estas ltimas no le ofrecern ms que la irreal impresin de sue os. Claro est que no habr razn para creer en la existencia de otra gente y necesitamos explorar las implicaciones de esta posicin solamente hasta ver que puede conducir a enormes complejidades y que sera incompatible con cualquier forma de vida "normal". Es en este sentido como puede considerarse que el "salto instintivo" tiene la importante virtud de la simplicidad.

    Una vez que hayamos aceptado instintivamente las ventajas de creer en un mundo exterior, incluyendo a la dems gente, podremos usar el testimonio de los dems como base para separar nuestras percepciones sensoriales de nuestros pensamientos y sentimientos. En tanto que los ltimos "se desarrollan dentro de nuestra cabeza", la mayorla de las veces independientemente de otra gente -esto es, son experiencias "subjetivas", accesibles slo a nosotros mismos me diante la introspeccin-, las percepciones sensoriales de lal que ha

  • LA ESTRUCTURA DE LA CIENCIA 19

    blamos se muestran muy similares a las que otros sealan. Cuando tenemos la misma experiencia que otros, referimos las mismas, o casi las mismas, percepciones sensoriales. As es como racionaliza-mos nuestra creencia instintiva en un mundo exterior, ya que si to-dos reportamos percepciones sensoriales muy similares, nos senti-mos justificados para asumir que ciertamente tras stas deben existir objetos externos pblicamente accesibles. Estas percepciones sen-soriales comunes, que a diferencia de nuestros pensamientos y sen-timientos privados parecen constituir un conocimiento "objetivo" del mundo que todos podemos confirmar, son los datos primal'ios de la ciencia.

    LEYES CIENTIFICAS

    La ciencia, por lo tanto, estudia aquellos aspectos de nuestro cono-cimiento del mundo externo sobre los que puede haber un consenso universal, al menos en principio. Representa un intento por alcan-zar un consenso mximo. Cuando los cientficos difieren en asuntos de ciencia, generalmente no lo hacen sobre temas como la impor-tancia o la fiabilidad de sus percepciones de sentido comn -que es tpicamente el campo de la filosofa-, sino sobre lo que sus pen-samientos o sentimientos privados sugieren que puede ser la mejor interpretacin obtenible. Sin embargo, la ciencia pudo no haberse desarrollado en la forma en que lo ha hecho si slo hubiera tratado de estar de acuerdo sobre objetos y eventos particulares del mundo. La razn para el avance de la comprensin cientfica se hallar en el inters de la ciencia por las relaciones y regularidades mostra-das por fenmenos particulares. Estas relaciones y regularidades pueden expresarse formalmente en leyes cientficas, y una caracte-rstica definida de stas es que describen relaciones y regularida-des invariables. Sin embargo, es importante observar que la inva-riabilidad, dentro de este contexto, no implica certeza. Aunque es indudablemente cierto que una ley ideal expresara relaciones y re-gularidades en verdad invariables, en la prctica las leyes cientfi-cas son empricas porque se derivan de datos procedentes de obser-vaciones. Aun cuando estos datos tuvieran concordancia universal bajo la forma de percepciones simples, no tendramos manera de saber si las relaciones entre ellos son verdaderamente invariables. Al menos no podramos saber si ste sera el caso en el futuro. Sin embargo, pocos filsofos creen ahora que el propsito de la ciencia es la bsqueda de la verdad absoluta, y probablemente ninguno cree que realmente la encuentra. La ciencia procede ms bien como si

  • 20 METODOS y FILOSOFIAS DE LA CIENCIA

    el mundo existiera y, cual principio de trabajo, como si sus leyes fueran invariables.

    Existen dos clases principales de leyes cientficas. Las ms sim-ples y las ms antiguas de ellas pueden llamarse leyes de sustancia. En ellas se describen las propiedades invariables de elementos y sis-temas que se encuentran en la naturaleza. Son tpicas de este tipo las leyes de botnica o geologa. por ejemplo, que definen las parti-cularidades de una planta o de una roca. Pero las leyes de sustancia son tambin fundamentales en fisica y qumica, en donde describen tales cuerpos como elementos y componentes. Las bases empricas de estas leyes quedan bien ilustradas en las propiedades del agua. En un tiempo se pens que dos propiedades "invariables" eran los puntos de congelamiento y de ebullicin del agua, O y 100C respec-tivamente; al menos fueron definidos as al calcular la escala en cen-tgrados. Pero investigaciones posteriores mostraron que la presin poda ejercer un efecto signific,ativo sobre ellas, as que en una ley precisa, que defina lo que es el agua, deber tambin considerarse la presin. Nunca podemos estar seguros d que no se han omitido otros factores.

    Las otras clases de leyes, especialmente caractersticas de las cien-cias fsicas, pueden ser llamadas leyes de funcin. En ellas se des-criben las relaciones invariables que existen entre las propiedades de los elementos y de los sistemas. Tradicionalmente se ha. dicho que se ocupan de la relacin de causa y efecto. Se trata aqu de una ley que predice que si un evento ocurre, entonces ser seguido invaria-blemente por otro evento. Los eventos estn entonces relacionados en un secuencia temporal. Un ejemplo simple lo sera la ley de Arrhenius que dice (en forma simple) que la velocidad de una reac-cin qumica est en funcin de la temperatura, lo que nos permite predecir que si una temperatura se eleva, entonces la velocidad de reaccin se acelera. Sin embargo, muchas de las leyes de funcin no implican tanto la idea de secuencia causal en el tiempo como la de relaciones numricas especificas. As la Ley de Ohm dice (nueva-mente en forma simple) que en un circuito elctrico de resistencia constante, la corriente es proporcional al voltaje. Ninguno de estos parmetros puede ser establecido como la causa de un cambio en el otro (que en esa circunstancia sera el efecto), lo que no cambia es la relacin numrica entre ellos, sin importar cul es la causa y cul el efecto. Es esto lo que la ley describe, y a partir de esto es como puede hacerse la prediccin.

    En la. ciencias vitales y sociales, las leyes concernientes a las re-laciones num~ricas nunca permiten la prediccin de resultados con precisin comparable a la Ley de Ohm. Esto no es porque luleyes en s mismas sean menos invariables que las de los fsicos, siDo por-que se refieren a eventos cuyas causas la ciencia an no compren-

  • LA ESTRUCTURA DE LA CIENCIA 21

    de. Los eventos son el resultado, digamos, de las "oportunidades". En ~stas circunstancias, las leyes difcilmente pueden predecir el resultado de eventos individuales (como, por ejemplo, las caracte-rlsticas hereditarias de un organismo particular), aunque pueden rea-lizar acertadas predicciones sobre las posibilidades estadsticas en una amplia serie de eventos (como los ndices de distribucin de cier-tas caractersticas en una poblacin).

    TEORIAS CIENTIFICAS

    Mientras que en lo concerniente a las leyes cientificas hay, o puede haber, algo cercano a una concordancia universal-entre los indivi-duos, en ninguna forma es ste el caso con las teonas o hiptesis cientficas. (para nuestros fines, una hiptesis es meramente la ex-presin tentativa de una teorla.) La razn de la diferencia es que las leyes definen relaciones y regularidades invariables acerca del mun-do, que pueden ser confirmadas empricamente por cualquier ob-servador, mientras que las teoras "fundamentan" leyes (tpicamente como "explicaciones") yen general no son susceptibles de compro-bacin directa mediante percepcin sensorial. As las teorlas dan lu-gar a opiniones personales.

    Todo el asunto de la situacin de las leyes y las teoras consiste en un debate activo sobre la filosofa de la ciencia, pero para los efec-tos de una introduccin, una de las mejores formas de lograr enten-der algo es examinar cmo se relacionan entre si. Si las leyes predi-cen idealmente el surgimiento de nuevos eventos (nuevos en el sentido de no conocidos previamente), las teoras predicen de ma-nera ideal el surgimiento de nuevas leyes. Y una teora que puede predecir leyes hasta entonces desconocidas, podr ser capaz tam-bin de informar sobre las leyes antiguas; esto es, ambos tipos de leyes -conocidas y desconocidas- pueden ser deducidas como con-secuencia de la teora. Decir que una teora explica la ley (o el grupo de leyes) es tpicamente interpretar lo ms complejo en trminos de lo ms simple o, para decirlo en otra forma, referir lo ms particu-lar a lo ms general. La Ley de Boyle, que expresa la relacin inva-riable que existe entre la presin y el volumen de un gas, permite que un nmero infinito de nuevos eventos puedan predecirse como resultado de la variacin de una u otra variable. Cuando decimos que esta ley fue "descubierta" por Boyle, parece que implica que siempre lo estuvo esperando ah, en el mundo.

    Sin embargo, la ley en s no nos da ninguna idea sobre cmo es que se sostiene la relacin inversa de presin y volumen. La explica-cin moderna de la Ley de Boyle iba a llegar en la teona cintica

  • 22 MTODOS Y FlLOSOFIAS DE LA CIENCIA

    de los gases, la cual observa que la presin ejercida por un gas aumenta al reducirse su volumen, en trminos de la cada vez mayor colisin de sus molculas constitutivas dentro de las paredes del re-cipiente que lo coQtiene. As la teora nos ofrece un panorama gene-ral, o modelo, del gas, que nos ayuda a entender las propiedades de-finidas en la ley particular. Posteriormente nos permite predecir el efecto del aumento de la temperatura del gas a un volumen cons-tante (un aumento de temperatura, como se afirma en la Ley de Gay-Lussac) en trminos de la mayor velocidad de las molculas. Tende-mos a decir que la teora fue "inventada" (por Maxwell y otros), lo que expresa nuestro sentir de que, en contraste con una ley, una teo-ra cientfica es de alguna forma un artefacto humano, algo que qui-z no es completamente cierto.

    Aunque este ltimo punto da lugar a una cuestin seria e impor-tante, slo necesitamos detenemos en l brevemente. Hay dos pun-tos de vista extremos en la posicin de las teoras cientficas. Uno es que los conceptos empleados en las teoras son tpicamente abs-tracciones, meros instrumentos que sostienen la imaginacin y guan las predicciones; como resultado, las teoras son consideradas nada ms como re formulaciones resumidas de las leyes. El punto de vis-ta opuesto es que las entidades tericas se refieren a cosas reales. Segn esta posicin los tomos, o aun las "partculas elementales", podran realmente mostrar su existencia como objetos concretos si tan slo poseyramos la tcnica para hacerlo; a este respecto seme-jan entidades como las bacterias y los virus en la teora de los gr-menes de enfermedades, que no podan "verse" cuando fueron pos-tulados en un principio, pero que ahora podemos observar con el microscopio solar o con el electrnico. Para algunos defensores de este punto de vista, existe entonces una considerable conviccin ba-sada en las "huellas" de partculas elementales, que son la informa-cin primaria de la fsica de alta energa (vase el captulo 5).

    Para nuestros propsitos actuales es quiz ms apropiado consi-derar las teoras como modelos o smiles de sistemas "reales" del mundo externo. Las teoras por lo tanto renen ciertos rasgos de los sistemas reales, aunque no todos, y en algunos casos no sabe-mos, y probablemente no podremos saber, lo que constituyen tales rasgos. (Claro est que cuando hay una evidente falta de correspon-dencia entre la teora y el mundo externo, aqulla debe ser abando-nada.) ~sta es una posicin de compromiso que se presenta en al-gn punto entre los dos extremos, en la cual se reconoce a las teoras como construcciones falibles de la mente humana. Si se trata de pro-mover el entendimiento, la analoga usada en la teora usualmente ser obtenida con un sistema cuyas leyes operativas son familiares: con un arreglo mecnico como el de bolas de billar en el caso de la teora atmica de Dalton. con la seleccin artificial de caractersti-

  • LA ESTRUCTURA DE LA CIENCIA 23

    cas en reproductores animales en el caso de la teora darwiniana de la evolucin por seleccin natural, o con los sistemas matemti-cos totalmente abstractos en la fsica terica. Aunque no sabemos cun exacta es la analoga entre la teora y la realidad, y por lo tan-to no debemos pensar en una como si fu;ra la otra, reconocemos que la teora es incompleta aunque flexible, y que siempre puede ser me-jorada con evidencias nuevas. Aceptamos que es parte de la natura-leza del conocimiento cientfico el ser incompleto, pero al mismo tiempo aseguramos que est en nuestra naturaleza buscar alguna semblanza de inteligibilidad en el mundo. Por lo menos, el valor de las teoras radica en que son nuestra gua en esta bsqueda.

    El propsito de este breve captulo ha sido meramente exponer la idea de que la ciencia consta de diferentes tipos de conocimiento -las percepciones sensoriales concernientes a fenmenos particu-lares, las relaciones y regularidades mostradas por los fenmenos en general, y los patrones organizativos que sirven de base a estas relaciones estructurales y funcionales. No hemos examinado cmo estos diferentes tipos de conocimiento pueden, o deben, ser ordena-dos de modo jerrquico, ni tampoco cmo las leyes y teoras han sur-gido verdaderamente en el curso del desarrollo cientfico. :f".stos son asuntos discutibles a los que hay que aplicar una enorme energa intelectual. Desafortunadamente, cuando son atacados de frente y tratados como problemas centrales en la filosofa de la ciencia, tien-den a cobrar mayor importancia de lo que justifica su significado especial. Esto vuelve oscuro y complejo lo que, en esencia, es claro y simple, situacin cara a algunos filsofos, pero a la cual tenemos que eludir con pasos cuidadosos. Nuestro mtodo consistir en tra-tar estos problemas en forma natural conforme vayan surgiendo. En el curso de los siguientes cuatro captulos se observar que ta-les problemas no presentan dificultades especiales cuando son con-siderados en el contexto de la lgica, la metodologa en general. y con el carcter propio del trabajo cientfico.

  • 2. EL ARGUMENTO CIENTIFICO: EL PAPEL DE LA LOGlCA

    Por lo general se le atribuye a Aristteles la invencin de la lgica. Parece no existir duda de que el enorme inters de los griegos por las matemticas, particularmente la geometra, cre condiciones ideales para establecer la llamada ciencia de las leyes del pensamien-to. La geometra en s surgi del conocimiento obtenido en el estu-dio de las medidas exactas y el clculo de reas, que haba sido an-teriormente desarrollado por los egipcios. La contribucin de los griegos consisti en transformar las ideas de algn modo estticas sobre las relaciones entre lneas y ngulos, en un sistema preciso que obtuvo conclusiones irrefutables a partir de un nmero inicial de definiciones y axiomas. Al establecer las races de lo que ahora conocemos como lgica, Aristteles pretenda inventar un sistema que se aplicara al discurso hablado y escrito con la misma preci-sin rigurosa que habia comprobado en la geollietria.

    La lgica puede definirse ms satisfactoriamente como la investi gacin de los principios del razonamiento correcto. Se preocupa del anlisis de argumentos y de la claridad de su expresin, intentando encontrar reglas -y ciertamente lo logra- que puedan justificar nuestra intuicin hacia lo vlido. Tradicionalmente la lgica se ha enseado como una rama de la filosofa, aunque su valor no est en ninguna forma restringido a ejercicios acadmicos, ya que los argu-mentos pueden surgir en cualquier rea de la vida diaria. Los argu-mentos pueden resolverse slo con una atencin cuidadosa a la na-turaleza de las demandas conflictivas que se presentan. Si la lgica puede desempear algn papel para resolver argumentos, esas de-mandas generalmente deben tomar la forma de declaraciones o pre-posiciones apoyadas en la evidencia. Deben ser consideradas como conclusiones, y el propsito de la lgica no es determinar la calidad de la evidencia (sta es tpicamente un asunto "de hecho") ni tamo poco la calidad de la conclusin, sino ms bien la calidad de la rela-cin que existe entre una conclusin y su evidencia. Con esto quere-mos decir que la lgica evala los argumentos, y puesto que los argumentos son un ingrediente indispensable de la ciencia, los cien-tlficos no pueden trabajar sin la lgica. Con razn o sin ella, el alto prestigio que se concede al conocimiento cientfico es el resultado de la extendida creencia de que se apoya en fundamentos lgicos slidos.

    En este captulo trataremos de lgica en un nivel elemental, se-leccionando ciertos aspectos que pueden servir como modelos sim-

    [24]

  • EL ARGUMENTO CIENTIFICO 25

    pIes para un tema tcnico y altamente complejo. y que tambin pue-den tener importancia para la prctica cientfica.

    DEDUCCION

    En el sistema de Aristteles. todos los argumentos eran separados en tres proposiciones esenciales. siendo la primera y la segunda las premisas que suministraban la evidencia. y la tercera la conclusin obtenida de ellas. La forma de argumento resultante es conocida como silogismo. y todava nos sirve como un modelo elemental de deduccin. la forma de razonamiento ms rigurosa que se conoce. (Aunque el clculo proposicional es ahora ampliamente usado como vehculo para argumentos lgicos. los anticuados silogismos man-tienen la ventaja crucial de la inteligibilidad universal; no requie-ren familiaridad con una notacin simblica que. para bien o para mal. muchos de los lectores de este libro encontrarn intimidante. y por lo tanto intil.) El ejemplo clsico de silogismo es el siguiente:

    Todos los hombres son mortales. Scrates es un hombr~. entonces. Scrates es mortal.

    Esto puede parecer bastante simple. pero hay muchas formas de si-logismo que son menos obvias. yen todas es tarea de la lgica de-terminar si la evidencia presentada en la(s) premisa(s) realmente con-duce a la conclusin.

    En la-lgica deductiva es esencial hacer la distincin entre los con-ceptos de verdad y falsedad. por una parte. y de validez e invalidez. por la otra. Los conceptos de verdad y falsedad se aplican nicamente a los componentes de un argumento. la o las premisas. y la conclu-sin. Los conceptos de validez e invalidez se aplican slo a la rela-cin entre los componentes. el argumento o la inferencia en s mis-ma. As. podemos rechazar la afirmacin de que una conclusin es verdadera si sabemos que una de las premisas de las que se deriva es falsa (lo cual generalmente tiene poco que ver con la lgica) o si encontramos algo defectuoso (invlido) en la forma como ambas se relacionan.

    El argumento deductivo contiene la idea de evidencia conclusiva o prueba. Como resultado. hay una compulsin en el razonamiento que no deja sitio a validez parcial o invalidez. ya que la premisa con-tiene. al menos por implicacin. toda la informacin contenida en la conclusin. En esta forma la conclusin debe ser verdad si las pre-misas son ciertas y el argumento vlido; si todos los hombres son

  • 26 Mf:TODOS y FILOSOFAS DE LA CIENCIA

    en realidad mortales, y si Scrates es realmente un hombre, se si-gue necesariamente que l tambin debe ser mortal. A la inversa, si el argumento es vlido, es imposible que las premisas sean verda-deras y la conclusin falsa; podramos entonces concluir que Scra-tes es inmortal nicamente si fallamos por completo en entender el significado de las dos premisas.

    En el ms famoso de todos los silogismos, es claro que los trmi-nos "hombre (u hombres)", "Scrates" y "mortal" no tienen impor-tancia para el argumento. La misma compulsin lgica operara si estos trminos se remplazaran por "mujer (o mujeres)", "Cleopatra" e "ilgica", sin importar cun ardientemente rechacemos la prime-ra premisa como evidentemente falsa. La validez del argumento que-dara adems intacta si remplazamos los trminos por letras, diga-mos A, B Y C. Podramos entonces escribir:

    Todas las B son C, A es B, entonces A es C.

    Los trminos realmeure esenciales son los que no han cambiado (por ejemplo "todas"), y podemos decir que lo que todos estos argumen-tos tienen en comn es su forma. Puesto que los argumentos son v-lidos, podemos decir que la forma es vlida; o inversamente, cual-quier argumento con una forma vlida es un argumento vlido. Por lo tanto sabemos que ningn argumento deductivo que tenga una forma vlida puede poseer premisas verdaderas y una conclusin falsa.

    Este punto es especialmente importante en la ciencia porque no es raro poder demostrar, en realidad, cundo las partes constituti-vas de un argumento son realmente verdaderas o falsas. Un ejem-plo simple de esto sera:

    Todas las vboras son reptiles, todas las serpientes son reptiles, entonces, todas las serpientes son vboras.

    La forma de esto podra escribirse:

    Todas las A son C, todas las B son C, entonces, todas las B son A.

    Ya que sucede que sabemos que las premisas son verdaderas y la conclusin falsa, tambin sabemos con certeza que el argumento es invlido. Pero en todas las dems combinaciones de valores verda-

  • EL ARGUMENTO CIENTIFICO 27

    deros no podemos estar seguros. Ntese, de paso, que para estar se-guros de que el argumento es invlido hemos necesitado simplemente mostrar que las premisas podran ser verdaderas cuando la conclu-sin es falsa. No es necesario saberlo en realidad, ya que su forma nicamente revela el estatus del argumento (vase infra Tipos de ar-gumento deductivo).

    Aceptar un argumento como deductivamente vlido no quiere de-cir, claro est, que la conclusin es necesariamente verdadera. Esto sucede slo si las premisas son tambin verdaderas. Existen tres po-sibles combinaciones de valores verdaderos en un argumento vli-do (una, por ejemplo, con la forma comn a las que se dieron en re-lacin con Scrates y Cleopatra). Sustituyendo los trminos zoolgicos que ya usamos, tenemos la primera combinacin, la de premisas verdaderas y conclusin verdadera, as:

    Todas las serpientes son reptiles, todas las vboras son serpientes, entonces, todas las vboras son reptiles.

    Alternativamente podramos tener premisas falsas (algunas o todas) y una conclusin verdadera, como en:

    Todos los hombres son reptiles, todas las serpientes son hombres, entonces, todas las serpientes son reptiles.

    0, finalmente, puede haber premisas falsas y una conclusin falsa, como en:

    Todos los hombres son inmortales, todas las serpientes son hombres, entonces, todas las serpientes son inmortales.

    La primera de estas combinaciones genera pocos problemas, pero las otras dos merecen un breve comentario. Se cree comnmente, por ejemplo, que premisas falsas conducirn lgicamente a conclu-siones falsas. Sin embargo, un ejemplo menos extremista que los ofre-cidos antes (pero an en la misma forma) muestra fcilmente que esto es un error fundamental, as:

    Todos los murcilagos son aves, todas las aves son vertebrados voladores, entonces, todos los murcilagos son vertebrados voladores.

    La relacin que aparece entre las premisas y la conclusin exige que

  • 28 M~TODOS y FILOSOFAS DE LA CIENCIA

    esta ltima no pueda ser falsa si las anteriores son verdaderas (a pesar de que son realmente falsas). Claro est que es igualmente im-portante damos cuenta de que una conclusin verdadera que est implicita en una premisa falsa no puede probarse como verdadera en un caso como ste; sino simplemente que una conclusin no es automticamente falsa porque se derive de falsedades.

    Un error como el anterior puede resultar de una inadecuada ana-loga con el principio correcto de que un argumento deductivo vli-do que produce una conclusin falsa debe apoyarse en premisas fal-sas. En la vida diaria es muy comn escuchar argumentos que obtienen conclusiones lgicas de premisas falsas. Pero esto tambin es comn en la ciencia, en donde nos vemos confrontados frecuen-temente con hiptesis contendientes (premisas) que no pueden am-bas (o todas) ser verdaderas. En el mtodo cientfico, una hiptesis falsa muestra su valor cuando proporciona una base de la que po-demos deducir, de manera vlida, conclusiones que son contrarias al hecho observado. Podemos entonces eliminar la hiptesis porque es imposible que sea verdadera si la conclusin es falsa.

    Tipos de argumento deductivo

    El concepto de fonna es de gran valor para determinar la validez o invalidez de los argumentos deductivos. Una de las mejores for-mas para descubrir un argumento invlido es la que se conoce como el mtodo del contraejemplo. En ella el argumento que va a ponerse a prueba es comparado con otro que tiene la misma forma, pero en el que las premisas se saben verdaderas y la conclusin falsa. Por ejemplo:

    Todos los ingleses son britnicos, todos los nacidos en Yorkshire son britnicos, entonces, todos los nacidos en Yorkshire son ingleses.

    Este argumento tiene la forma siguiente:

    Todas las A son e, todas las B son e, entonces, todas las B son A.

    Ntese que sta es la misma fonna de la del argumento invlido qU( citamos en la p. 26 y que nos present poca dificultad. Sin embargo, en el caso presente las palabras sustituidas conducen el argumento hacia una conviccin falsa y, claro est, es precisamente por esto por lo que la forma subyacente es de mayor importancia que cual-

  • EL ARGUMENTO CIENTtFICO 29

    quier argumento particular que se use en esa forma. Cualquier con-fusin sobre este nuevo ejemplo se desvanece rpidamente si susti-tuimos la palabra "ingleses" por "escoceses". Ahora podemos ver con facilidad que tenemos un argumento en el que las premisas son verdaderas y la conclusin falsa. As, esto sera el contraejemplo que nos muestra que la forma, y por lo tanto el primer argumento, es invlida.

    Otra forma de argumento que encontramos comnmente en la cien-cia es la que se conoce como hipottica o condicional. sta es del tipo "si... entonces"; por ejemplo: "si el viento sopla, entonces las banderas ondearn". En una proposicin de este tipo, la parte pre-cedida por "si" se denomina antecedente, y la precedida por "en-tonces", consecuente. Es importante darse cuenta de que su uso no implica duda. Aunque podamos dudar de que "el viento sople", de hecho no tenemos duda de que "si el viento sopla, entonces las ban-deras ondearn".

    Una forma vlida de argumento condicional conocida en lgica como "afirmar el antecedente" se presenta como sigue: cuando afirmamos la proposicin hipottica "si el ndice de inflacin aumen-ta, entonces los precios en las tiendas se elevarn" y tambin se afir-ma su antecedente, "el ndice de inflacin aumenta", debemos ne-cesariamente inferir la verdad de su consecuente. La forma de este argumento puede ser representada as:

    Si A, entonces B. A, entonces B.

    La importancia de este procedimiento yace en el hecho de que nos permite afirmar de manera indirecta el consecuente de una propo-sicin hipottica, cuando por medios directos slo podemos afirmar la verdad de la proposicin total y de su antecedente.

    Una falacia comn es la de "afirmar el consecuente". En esta for-ma, suponiendo que sabemos que "si el ndice de inflacin aumen-ta, entonces los precios en las tiendas se elevarn" (si A, entonces B) y tambin se asegura que "los precios en las tiendas se han eleva-do" (B). En este caso no podemos necesariamente inferir que el "n-dice de inflacin se ha elevado" (entonces A). La proposicin hipot-tica afirma nicamente que si el antecedente es verdadero, el consecuente tambin lo es. No afirma que el consecuente es verda-dero con la exclusiva condicin de que el antecedente s.ea verdade-ro. Queda claro que el alza de precios en las tiendas puede ser re-sultado de algo distinto al alza en el ndice de inflacin.

    Esto nos conduce a un tercer ejemplo muy interesante, que es un

  • 30 MTODOS Y FILOSOFtAS DE LA CIENCIA

    medio vlido para refutar una hiptesis sugerida. El mtodo para "negar al consecuente" es como sigue:

    Si el ndice de inflacin aumenta, entonces los precios en las tiendas se elevarn.

    Los precios en las tiendas no se elevan. Entonces, el ndice de inflacin no ha aumentado.

    La forma del atgumento es:

    Si A, entonces B. No B, entonces, no A.

    La proposicin hipottica dice que no es ste el caso en que el ante-cedente es verdadero y el consecuente no verdadero.

    El argumento final de esta serie es la falacia de "negar el antece-dente". Afirmamos que "si el ndice de inflacin aumenta, entonces los precios en las tiendas se elevarn" (si A, entonces B) y que "el ndice de inflacin no aumenta" (no A). Podramos entonces infe-rir la falsedad del consecuente (no B)? No podramos, por la razn dada en relacin con la falacia previa: no hemos excluido la posibi-lidad de que los cambios en la inflacin y en los precios pueden ocu-rrir independientemente.

    Otra forma de argumento deductivo muy importante es la bien conocida reductio ad absurdum. Aqu el principio es que asumimos como falsa una proposicin que realmente deseamos probar como verdadera (asumir no A, por A). Mediante un argumento vlido po-demos entonces deducir una conclusin que es falsa (una que con-tradice no A), mostrando que la suposicin (no A) debe por lo tanto ser tambin falsa. Si la suposicin es falsa, nuestra proposicin ori-ginal (A) debe ser verdadera.

    Para usar un ejemplo simple, supongamos que por alguna razn nos sentimos inseguros sobre la verdad de la conclusin en el siguien-te silogismo, y sin embargo sabemos que las premisas son ver-daderas:

    Algunas serpientes no son vboras, todas las serpientes son reptiles, entonces, algunos reptiles no son vboras.

    Si empezamos por suponer que la conclusin es falsa, S1.l forma con-tradictoria, "todos los reptiles son vboras", debe ser verdadera. So-bre esta base construimos un nuevo silogismo, as:

  • EL ARGUMENTO CIENTIFICO

    Todos los reptiles son vboras, todas las serpientes son reptiles, entonces, todas las serpientes son vboras.

    31

    Pero la conclusin de este silogismo contradice la premisa inicial (verdadera) del primer silogismo. Puesto que tambin sabemos que "todas las serpientes son reptiles" es verdad, la premisa inicial del segundo silogismo, "todos los reptiles son vboras", no puede ser verdad. As, la conclusin del primer silogismo, "algunos reptiles no son vboras", no puede ser falsa; por lo tanto debe ser verdad.

    Esto puede parecer un procedimiento elaborado y artificial. sin embargo, en ocasiones puede ser extremadamente efectivo.

    INDUCCIN

    Hasta aqu hemos considerado la forma ms rigurosa de la lgica, en la que un argumento vlido basado en premisas verdaderas pro-duce necesariamente una conclusin verdadera. Con argumentos in-ductivos no hay tal compulsin en el razonamiento y tampoco in-congruencia lgica para aceptar la verdad de las premisas mien tras se niega la de la conclusin (el problema central de la induccin). Un ejemplo simple sera el argumento:

    Todos los hombres han probado hasta ahora ser mortales, entonces, todos los hombres son mortales.

    El argumento es slido, las premisas verdaderas, pero la conclusin no surge necesariamente. En argumentos de este tipo hay claramente grados de fuerza y es por esta razn por la que hablamos de argu-mentos inductivos correctos o acertados, no (en absoluto) de vli-dos o invlidos. En el caso anterior hay un elevado grado de fuerza o de probabilidad. Sin embargo, si hemos estado examinando, diga-mos, el uso de la mano derecha, y "todos los hombres examinados hasta ahora" significa que slo han sido diez, o aun cien, debemos tener mucho menos confianza para generalizar "entonces todos los hombres usan la mano derecha". El grado de probabilidad en un caso as puede aumentarse con nuevas evidencias ("nuevas" en el senti-do cuantitativo de "ms", o en el sentido cualitativo de "mejores"), y ya que el propsito de todas las argumentaciones es producir con-clusiones verdaderas sobre la base de premisas verdaderas, en la induccin tpicamente nos esforzamos por alcanzar el grado ms alto posible de probabilidad. (Problemas asociados con la induccin son

  • 32 M~TODOS y FILOSOFtAS DE LA CIENCIA

    discutidos ms adelante en el captulo 4, especialmente en la sec-cin El inductivismo y sus problemas).

    Tipos de argumento inductivo

    La cuestin de la acumulacin de evidencias nuevas nos lleva al tipo de argumento inductivo ms comn, el de la enumeracin. En l ob-tenemos una conclusin general (universal) de un nmero limitado de casos especficos (singulares). Mientras que con los argumentos deductivos sacamos una conclusin ya presente en las premisas, aqu estamos introduciendo un nmero de casos que, de hecho, no han sido examinados. Esto es, estamos generalizando o expandiendo el contenido de las premisas hacia lo desconocido.

    La forma de los dos argumentos dados es la misma, aunque las probabilidades de sus respectivas generalizaciones son, claro est, ampliamente diferentes. Podramos expresar la misma forma as:

    P por ciento de los ejemplos examinados de A !on B, entonces, P por ciento de A son B.

    En la prctica el valor de P vara: en el primer caso (concerniente a la mortalidad) sera 100 (es decir "todas las A son B"), pero en el segundo caso (concernien~e al uso de la mano derecha) sera del or-den de 80 (80 por ciento de A son B), y podremos hablar en conse-cuencia de las dos generalizaciones como universales, y como pro-babilista o estadstica, respectivamente.

    Hay incontables ejemplos de induccin por enumeracin en la cien-cia y en la vida diaria. Un ejemplo tpico podra referirse a una afir-macin de los supuestos beneficios de un medicamento para casos de dolor artrtico. Hay muchas formas en que puede comprobarse una proposicin as. Es claro que no podemos esperar probar el me-dicamento en todas las personas que sufren de artritis, as que lo mejor que podemos hacer es suministrarlo a un grupo seleccionado de pacientes y ver si reporta una mejora significativa que no pueda atribuirse a la casualidad. Esa prueba puede ser muy elaborada, in-troduciendo precauciones sofisticadas como el uso de placebos (me-dicamento falso, digamos azcar o sal, hecho para no permitir que se distinga del medicamento verdadero) y la tcnica de doble panta-lla por medio de los cuales ni los doctores ni los pacientes saben lo que estn dando o recibiendo. Pero sin importar lo cuidadosamente que la prueba sea planeada y elaborada, todava nos estamos apo-yando en la generalizacin. Si concluimos que el medicamento tie-ne efectos benficos sobre los dolores artrticos, lo estaremos ha-ciendo basndonos nicamente en un ejemplo limitado. Claro est,

  • EL ARGUMENTO CIENTFICO 33

    cuanto ms representativo sea el grupo, mayor ser la confianza que podemos tener en la conclusin. De esta manera, la fuerza de la con-clusin aumentara si estuviramos en posibilidad de comprobar la hiptesis en grupos de pacientes completamente separados, quizs en otro pas en donde el clima, la dieta y otros factores del medio ambiente fueran totalmente diferentes.

    En la ciencia representamos tpicamente el grado de probabilidad de una inferencia inductiva aplicando anlisis estadstico. Idealmen-te, esto 'lOS provee de una dimensin cuantitativa. As, en nuestra investigacin sobre personas diestras, una muestra amplia de ob-servaciones nos permitira mejorar una generalidad vaga del tipo: "el siguiente individuo examinado ser probablemente diestro". Eso nos permitira predecir que la probabilidad de ser diestro es, diga-mos, cuatro a uno.

    La falacia ms comn en este tipo de procedimiento es la de gene-ralizar basndose en datos insuficientes. Desafortunadamente, es cla-ro que lo que constituye una muestra insuficientemente amplia es a menudo difcil (o imposible) de determinar, pero con un examen posterior nos inclinaramos a juzgar que se ha establecido una fala-cia si descubrimos que la conclusin es errnea. Un caso bien cono-cido y desastroso de este tipo general fue la tragedia de la talidomi-da (aparecieron deformidades fetales por el uso de este medicamento sedante durante el embarazo), en el que no slo se hicieron pocas observaciones, sino tambin pocas de ellas fueron del tipo correc-to. Las observaciones fueron inadecuadas tanto en cantidad como en calidad.

    El problema de la calidad de la evidencia provoca un nmero de asuntos que no son estrictamente del campo de la lgica, ya que tie-nen ms relacin con la veracidad de los "hechos" que con el esta-tus objetivo de la inferencia. Sin embargo estn relacionados con problemas lgicos y vale la pena mencionarlos. En casos como el de la talidomida -yen realidad en la gran mayora de las investiga-ciones mdicas-, derivar conclusiones por analoga es una prcti-ca estndar; en esta forma se hacen experimentos en unas especies y los resultados son extrapolados a otras. Casi cualquier ensayo de un medicamento que ha llegado al estado clnico ha sido precedido por un ensayo de alguna ndole en animales de laboratorio. Hasta dnde puede ser confiable una prueba de este tipo? La respuesta a esta pregunta depender de cun acertada sea la analoga. Con la talidomida la analoga era pobre, no tanto por diferencias entre las especies, sino porque los estudios en especies de animales prea-dos no fueron completos.

    Los juicios hasta el punto de una analoga, as como muchos otros juicios, a menudo involucran lo que es conocido como argumento de autoridad. Por ejemplo, si los resultados previamente reporta-

  • 34 MI?TODOS y FILOSOFIAS DE LA CIENCIA

    dos por el profesor Brown en un campo dado lo han establecido como un personaje reputado, sus puntos de vista sern citados para apo-yar algn nuevo hallazgo. Si su reputacin es grande, su autoridad puede extenderse ms all del rea de su particular competencia, tanto como ha ocurrido con las opiniones de Linus Pauling en el de-bate sobre los supuestos beneficios profilcticos de la vitamina C en relacin con el catarro comn. En este caso la especial autori-dad de Pauling est basada aparentemente en el hecho de que gan el Premio Nobel en dos ocasiones. Los crticos sobre sus puntos de vista respecto a la vitamina C han intentado volverse en su contra usando otro argumento; sostienen que los escritos de Pauling sobre este tema tienen poca importancia, ya que sus premios fueron ga-nados en campos de investigacin cientfica muy diferentes.

    Finalmente debemos considerar argumentos que contienen la idea de causa y efecto. No slo son corrientes en la ciencia, sino que tam-bin comnmente involucran el principio de generalizacin. Cuan-do tomamos una aspirina para un dolor de cabeza y ste pronto de-saparece, en forma natural tendemos a inferir que la accin de la aspirina es la causa de nuestra mejora. Pero claro est que no po-dem0s probar que el dolor de cabeza no ces por alguna razn no relacionada con la aspirina. Si se nos presiona, podemos argumen-tar que las propiedades analgsicas de la aspirina son el resultado bien conocido de incontables experimentos y que nuestra experien-cia nicamente aade peso a la probabilidad de que el medicamen-to ha sido la causa de nuestro alivio. Sin embargo, hablando estric-tamente, sta es la falacia llamada post hoc ergo propter hoc ("despus de esto, entonces a causa de esto"). No es necesariamente cierto que porque B sigui a A haba una relacin causal entre ellas. Aunque puede ser altamente probable que ste fuera el caso con el dolor de cabeza y la aspirina, esta.nos mucho menos seguros cuan-do nos enteramos, por ejemplo, de que las medidas deflacionarias en la economa llevaron a un excedente en la balanza de pagos.

    Hay dos falacias causales que son comunes e importantes en la lgica inductiva. La conocida como "falacia de la causa comn" es aquella que advierte dos fenmenos e interpreta uno como la causa del otro, mientras que ignora un tercer fenmeno que es el causan-te de ambos. Por ejemplo, a menudo se postula que la presencia de la violencia en la televisin es responsable de las actitudes y el com-portamiento agresivo de algunos individuos. Sin embargo, no pode-mos descartar fcilmente la posibilidad de que puede haber una con-dicin profundamente enraizada en nuestra sociedad, o en la naturaleza humana, que tiende a motivar ambas actividades. Si esta interpretacin fuera correcta, la violencia en la televisin sera ni-camente un sntoma de la causa subyacente, no la causa del com-portamiento agresivo. Descubrir la causa real de esta situacin es

  • EL ARGUMENTO CIENTIFICO 35

    obviamente de importancia decisiva tanto desde el punto de vista lgico como de los hechos.

    La segunda falacia es confundir causa y efecto. Supongamos que averiguamos que la productividad de una fbrica es el doble de la de su competidora. Los empleados de la primera son industriosos y llegan a su trabajo conduciendo costosos automviles particula-res. Los de la segunda son perezosos y adems usan bicicleta. Si iden-tificamos la posesin de automviles comQ parcialmente responsa-ble de la energa y dedicacin al trabajo de sus propietarios, podemos esperar que se elimine la diferencia entre las fbricas regalando a todos los empleados de la segunda fbrica automviles nuevos.

    El principio de induccin puede por lo tanto resumirse diciendo que la probabilidad de una generalizacin es verdadera si se rela-ciona con la cantidad y la calidad de la evidencia presentada para apoyarla. Pero es vital comprender que ninguna proposicin obte-nida en esta forma puede nunca ser verificada en forma convincen-te. En tales condiciones, en ltimo anlisis, se encuentra cualquier ley o teora cientfica. Porque el sol ha salido cada maana segn la experiencia humana, no se prueba lgicamente que saldr maa-na. Como recalc el filsofo David Hume (1711-1776), es imposible verificar que las leyes de causalidad operarn en el futuro como ope-raron en el pasado, y por esta razn concluy que la ciencia no pue-de justificarse en ningn modo en el estricto sentido racional (vase tambin la seccin sobre El inductivismo y sus problemas, en el ca-ptulo 4).

    LGICA Y SIGNIFICADO

    Hasta aqu hemos examinado en una forma elemental unas cuantas de las formas ms comunes de argumentos que encuentran los cien-tficos naturales y sociales, y a las que los principios de la lgica pue-den aplicarse. En todo esto hemos supuesto que las palabras usa-das han ,sido realmente comprendidas. Los significados de algunas de ellas, como "Scrates", "hombre" y "mortal", no tenan un sig-nificado especial en lo que a la lgica se refiere, ya que los argumen-tos deductivos pueden expresarse simblicamente. Sin embargo, di-jimos al considerar los variados tipos de planteamientos usados al construir silogismos, que las otras palabras como "algunos", "to-dos" y "no", tenan un significado esencial. Aun en los argumentos inductivos, a los que les falta esa precisin, es vital que se d el sig-nificado exacto a las palabras, y que stas sean aplicadas congruen-temente. El uso diario del lenguaje ordinario no requiere un alto gra-do de exactitud, pero en la lgica y en la prosa cientfica las

  • 36 MTODOS Y FILOSOFtAS DE LA CIENCIA

    ambigedades y las imprecisiones deben reducirse al mnimo. El origen del significado de las palabras est en el estado del apren-

    dizaje. Un nio aprende por repeticin de experiencias a asociar el sonido de una palabra hablada (e! smbolo) con e! objeto o la accin a la que ella se refiere. Aunque como adultos podemos tambin ob-tener e! significado de una palabra definindola con otras palabras, finalmente algunas de esas mismas palabras son obligatoriamente usadas de nuevo y as el proceso se vuelve circular. En cualquier caso, palabras y oraciones pueden usarse para muchos otros pro-psitos que el de referencia estricta a objetos o acciones, como por ejemplo en las alusiones poticas o en la retrica poltica. Pero tan pronto como la lgica queda involucrada, no hay lugar para el uso persuasivo o engaoso del lenguaje. La "Igica toma el significado ordinario de las palabras como un hecho -efectivamente, en la l-gica deductiva, no es necesario suponer ningn significado dado a una palabra. excepto en el caso de aquellas como "algunos". "todos", "no", etc.- y examina las relaciones entre las proposiciones nica-mente sobre esta base. Si no olvidamos esto, especialmente cuando intentamos analizar e! discurso ordinario que no puede reducirse fcilmente a una forma lgica simple, es posible evitar muchas de las interacciones ms triviales. pero consumidoras de tiempo, en-tre la lgica y el lenguaje.

    Por si puede servir de algo. podramos ilustrar el tipo de afirma-cin que tiene una fascinacin lgica, pero no vale nada en el con-texto de la ciencia. por medio de la famosa. aunque algo indulgente. "paradoja del mentiroso". Si alguien dice "estoy mintiendo", no po-demos de inmediato decir 10 que convertira en falsa a esta afirma-cin. Pero a partir de que l dice que est mintiendo. 10 que hara a esta declaracin verdadera es que l estuviera diciendo realmente la verdad. En ese caso, 10 que l dice debe ser verdadero, y ya que dice que est mintiendo. si est dici~ndo la verdad. entonces en rea-lidad est mintiendo. As. tampoco podemos decir lo que ocurrira si esta afirmacin fuera verdad. ya que eso conducira a una contra-diccin.

    Si 10 que l dice no puede ser verdad. entonces debe estar min-tiendo. Pero decir que est mintiendo es afirmar que lo que l dice no es verdad. As cuando l dice que est mintiendo. esto debe ser falso. Pero si es falso que est mintiendo. entonces debe estar di ciendo la verdad. En esta forma. si suponemos que est mintiendo debemos concluir que est diciendo la verdad, lo que es una segun-da contradiccin!

    Todo lo que se puede entender en tal caso es que. en cualquier for-ma que lo tomemos, la declaracin no nos dice nada. Afortunada-mente, nunca sirVe a los intereses de los cientficos consentir en tal ju ~go de palabras y generalmente es posible en la prosa cientfica

  • EL ARGUMENTO CIENTIFICO 37

    identificar los elementos esenciales de un argumento y separar sus partes componentes como un prerrequisito para el anlisis lgico. Sin 'embargo, es comn encontrar que las conclusiones y las premi-sas ocurren en secuencias que difieren radicalmente de las de con-venciones lgicas; ese significado queda oscurecido por el uso ine-xacto o excesivo de palabras; o bien un argumento queda incompleto debido a la ausencia de alguna premisa que slo est implcita. Cuan-do, por ejemplo, aseguramos que una molcula de oxgeno se com-bina con dos molculas de hidrgeno porque los tomos de las mo-lculas de oxgeno son bivalentes y los del hidrgeno monovalentes, es importante darnos cuenta no slo de que nuestra afirmacin es realmente la conclusin del argumento, sino tambin de que la pri-mera o principal premisa, "un tomo simple bivalente se combina-r con dos tomos monovalentes", ha sido omiida.

    Las ciencias sociales en particular tienen mucho que ganar con un enfoque lgico del anlisis del argumento, porque los datos que tienen que considerar son comnmente ms complejos que los de las ciencias naturales (vase el captulo 5). Un buen ejemplo podra constituirlo la afinnacin que fue brevemente mencionada antes, esto es que el comportamiento agresivo de algunos jvenes es atribuible a la violencia que ven en la televisin. Como ya hemos visto, ste es probablemente un caso difcil de probar ya que podemos, entre otros riesgos, estar en peligro de caer en la falacia de la causa comn.

    Sin entrar en detalles, veamos si la afirmacin es ms fcil de re-futar. Por ejemplo, nos servirla de algo una lista de jvenes que mos-traron un comportamiento agresivo, pero que no ven televisin, como contraejemplo? Para poder tomar decisiones de este tipo sera im-portante primero identificar las cuestiones de hecho y las de lgica que estn involucradas. Cualquier generalizacin inductiva que pue-da sacarse de ejemplos en que jvenes agresivos ven o no televisin, ataira a relaciones "objetivas"; en principio debe esperarse que la acumulacin de una mayor evidencia aumente la fuerza de uno u otro caso. Sin embargo, la cuestin sobre qu forma de evidencia confirmara o desmentira la afirmacin inicial. implica algo ms que slo "hechos" (con todo lo difcil que sea la obtencin de stos). Tambin atae al significado de la afinnacin misma. As, una lista de jvenes agresivos, digamos sacada de la historia, que no estuvie-ron influidos por la televisin, sera un contraejemplo de la afinna-cin de que si un joven se comporta agresivamente, ello debe ser resultado de haber observado violencia en la televisin. Esta lista, podramos decir, contradice la aseveracin de que mirar violencia por televisin es una condicin necesaria para producir un compor-tamiento agresivo. Sin embargo, es claro que la lista no sera un con-traejemplo vlido para la aseveracin de que los jvenes que ven vio-lencia en la televisin actan agresivamente. La afinnacin dice aqu

  • 38 MTODOS Y FILOSOFIAS DE LA CIENCIA

    que la violencia en la televisin es una condicin suficiente para la produccin del comportamiento agresivo, pero esto no excluye la posibilidad de otros factores causales. Un contraejemplo para esta interpretacin particular sera entonces una lista de jvenes que sien-do adictos a la violencia en la televisin, sin embargo no actuaron agresivamente.

    Claro est que en realidad sera ms fcil encontrar contraejem-plos para refutar la afirmacin original en sus dos significados, y sera importante encontrar cualquier conexin causal entre la vio-lencia en la televisin y el comportamiento agresivo que tenga, por lo menos, algn nivel de probabilidad estadstica y no tanto que sea directo y categrico. Sin embargo, este ejemplo muestra en forma elemental cmo el discurso ordinario puede ser comprendido me-jor con un anlisis cuidadoso. Los argumentos ms complicados y prolongados pueden tratarse'en la misma forma, no slo revelando sus debilidades, sino tambin mostrando cmo pueden ser fortale-cidos. En general podemos decir que la lgica nos provee de las he-rramientas necesarias para desenmaraar los conflictos e incompa-tibilidades que todos experimentamos en nuestras creencias personales. Al descubrir las inferencias deductivas de proposicio-nes a las que pensamos apoyar, la lgica puede llevarnos a aceptar puntos de vista que en primera instancia pueden parecernos sorpren-dentes; e igualmente, al proporcionarnos mtodos para valorar la evidencia, la lgica podr a veces animarnos a rechazar proposicio-nes que hasta ese momento eran consideradas como premisas evi-dentes en s mismas:

    Para finalizar, quiz sea necesario aadir en esta seccin algunas palabras sobre la relacin entre lgica y psicologa: la confusin que todava se descubre ocasionalmente entre las dos ramas de la anti-gua y ambigua definicin de la lgica como la ciencia de las leyes del pensamiento. Mientras que el psiclogo est interesado en la na-turaleza de los procesos mentales que ocurren en el acto de pensar, en el sentido de "procesos que ocurren dentro de la cabeza de una persona", al lgico le atae slo en la medida en que le proporcio-nen mtodos para probar argumentos o inferencias. A este respec-to, la lgica no es diferente de cualquier otra rama de la actividad intelectual, en donde se analizan los problemas sin considerar los mecanismos verdaderos del cerebro que estn relacionados con el anlisis. El tipo de problemas analizados por la lgica moderna y los procedimientos usados en el anlisis son, de hecho, muy simila-res a los de las matemticas, y es en este sentido como a menudo se dice que el pensamiento ya no es necesario en lgica. Claro est que esta opinin no pretende implicar que los lgicos y los matem-ticos no piensan, sino que se deriva por analoga con las mquinas electrnicas modernas que analizan problemas usando "lgica de

  • EL ARGUMENTO CIENTIFICO 39

    computadora", un sistema binario con Slo dos valores, digamos "s" o "no". En la deduccin los dos valores posibles son validez e invali dez. Considerando que un argumento, con todo lo complejo que pue-da parecer, puede descomponerse en una serie de subargumentos, cada uno de los cuales puede tener slo uno de esos dos valores po-sibles, el problema puede ser resuelto en principio por una mqui-na adecuadamente construida y programada. (No hay que decir que la mquina no puede proporcionar otra gua que lo verdadero o lo falso de la informacin -esto es, las premisas- que contiene.)

    En tanto que alguna apreciacin de las posibilidades y limitacio-nes de los procedimientos lgicos ayudara a reforzar la opinin de que la lgica no tiene relaciones especiales con la psicologa, es im-portante recordar que hay muchos contextos en donde un sistema tan formal y riguroso como la deduccin no puede ser aplicado. En tales casos., la aplicacin de principios lgicos de tipo ms general como los seftalados antes, quedan como la nica forma de anlisis satisfactorio.

  • 3. LA ACTITUD CIENTFICA: LA CIENCIA EN LA pRACTICA

    La palabra "ciencia" se usa en dos formas diferentes. Por una parte se refiere a un cuerpo de conocimiento, y por la otra a un conjunto de reglas por las que puede obtenerse este conocimiento. En ningu-no de los dos sentidos el significado de la palabra queda estableci-do a la perfeccin, y ciertamente sera un error pretender que fuera en otra forma. Pero sera igualmente equvoco pretender que no hay un consenso de opinin, bastante extendido, sobre lo que la ciencia es en realidad. El propsito de este captulo es identificar los prin-cipios que, en adicin a los de la lgica, parecen estar casi univer-salmente asociados con la conducta de investigacin cientfica. El conjunto de estos principios constituye lo que a menudo se cita como la actitud cientfica; nosotros intentaremos ilustrar el matiz espe-cial de esto por medio de casos histricos. Sin embargo, es ante todo til sealar los rasgos esenciales que distinguen el cuerpo de cono-cimientos que llamamos ciencia, ya que entonces nos encontrare-mos en mejor posicin para resumir y elaborar la frmula prctica simple que se descubre en los estudios histricos.

    CARACTERISTICAS GENERALES DE LA CIENCIA

    Un diccionario podra dar la siguiente definicin de ciencia: "Cono-cimiento del mundo real comprobado mediante la observacin, cr-ticamente examinada y sistemticamente clasificada bajo principios generales." En trminos amplios, aunque algo idealistas, podemos decir que este c.onocimiento podra proveer una explicacin de lo que es valioso en los descubrimientos pasados y podra tambin ha-cer alguna prediccin de eventos futuros. An ms, podra impul-sar la investigacin cientfica (nuevos descubrimientos) proporcio-nando conceptos que den sentido de comprensin a las causas de los eventos en el mundo, y que ayuden a comunicar esta compren-sin a los dems. El conocimiento cientfico debe ser universal en el sentido de ser independiente del espacio y del tiempo; deber ser presentado explcitamente de manera tal que sea inteligible para to-dos los practicantes de ciencia calificados; y deber tener relevan-cia emprica en forma tal que todos puedan evaluar la correspon-dencia entre sus teoras y sus implicaciones prcticas.

    Si las diferentes formas de acumular conocimiento cientfico son,

    [401

  • LA ACTITUD CIENTIFICA 41

    no obstante, reconocibles en cierto modo, todas deben compartir ca-ractersticas comunes_ Hay muchas discusiones sobre cules son es-tas caractersticas, sin contar las que deberan ser, pero sin lugar a dudas la ms universal, adems de la confiabilidad de la lgica, es la objetividad_ Todos sabemos vagamente lo que se quiere decir con "ser objetivo" y por el momento es suficiente_ A su debido tiem-po podremos examinar con algn detalle las limitaciones filosfi-cas de la objetividad (sobre todo en la seccin acerca del inductivis-010, en el captulo 4), pero de paso vale la pena sealar que la alta consideracin en que se tiene el intento de ser objetivo parece con-firmarse por el creciente papel que encuentra ahora fuera de los la-boratorios y de los sitios formales de reunin de la comunidad cien-tfica. La objetividad se valora cada vez mayormente en aquellas reas de la vida moderna en donde la evidencia precisa afirmarse como base para algn proceso de toma de decisiones; slo tenemos que pensar, por ejemplo, en el continuamente expansivo campo de "estudios administrativos", en donde el objetivo es hacer a las em-presas comerciales ms "eficientes". Este crecimiento de la actitud cientfica tiene importantes implicaciones, y los problemas de am-plia magnitud para la sociedad, que algunos observadores ven como resultado de su intrusin en asuntos humanos, es discutida en el ca-ptulo 7.

    La lgica, junto con las matemticas puras, difiere de las discipli-nas normalmente incluidas en el trmino ciencia, por ser "no-emprica". Esta expresin significa simplemente que las proposicio-nes lgicas y matemticas son demostradas independientemente de evidencias empricas; no hacen referencia a cosas o acontecimien-tos fuera de la mente humana, y dependen de postulados, no de ob-servaciones. Todas las dems disciplinas consideradas como cient-ficas, cubriendo un amplio espectro desde sociologa y economa, pasando por antropologa, psicologa y biologa, hasta las ciencias fsicas tales como la fsica y la qumica, son "empricas". Sus pro-posiciones dependen finalmente de la evidencia de los sentidos.

    Uno de los rasgos de observacin caractersticamente objetivos en las ciencias empricas, es que pone nfasis especial en aquellos aspectos de las cosas y eventos del mundo que pueden ser compro-bados por todos los observadores; esto es, intenta obtener el mxi-mo consenso (vase el captulo 1). Esto explica el inters particular en las propiedades cuantitativas, las propiedades que pueden me-dirse. Las medidas precisas, especialmente las logradas por medio de instrumentos impersonales, son objeto de amplio consenso, mien-tras que las propiedades cualitativas (ya sean estticas o subjetivas) de las cosas contienen"juicios personales y comnmente conducen a la discusin.

    Los tipos de observacin que se hacen naturalmente dependern

  • 42 Ml?TODOS y FILOSOFtAS DE LA CIENCIA

    de la disciplina en cuestin. Las tcnicas cientficas van desde los estudios de investigacin social y la acumulacin de reliquias anti-guas en antropologa, hasta los elaboradamente conseguidos siste-mas de medidas experimentales de la fsica de alta energa. Pero a pesar de las enormes diferencias entre las tcnicas 'de observacin de las diferentes ciencias, es posible argumentar que la metodolo-ga fundamental es en todas la misma. Por razones de conveniencia a menudo referimos ambas, aqu yen otras partes del libro, a la dis-tincin convencional entre las ciencias "naturales" (es decir la fsi-ca y las ciencias de la vida) y las ciencias "sociales", en lo que conti-na nos referimos a disciplinas de todo el espectro.

    Se sugera ms arriba que lo que el cientfico emprico realmente hace en la prctica es proponer ideas avanzadas que puede compro-bar (haolando burdamente, como falsas o verdaderas) por medio de sus sentidos. Esta interaccin recproca entre el proceso mental de elaboracin de ideas y el proceso fsico de comprobarlas es el meo-llo del mtodo cientfico. Al cientifico se le ocurren nuevas ideas en el doble contexto de su formacin acadmica y de su experiencia. La primera le proporciona los principios y la estructura objetiva de su tema, y la segunda le da las expectativas sobre lo que posible mente sea correcto o incorrecto. Conscientemente, o a menudo in-conscientemente, el cientfico examina las premisas y comprueba los argumentos. Las nuevas hiptesis se comparan en lo que se re-fiere a sus implicaciones, primero contra el cmulo de observacio-nes objetivas pertinentes de las que ya dispone, y despus contra un nuevo cuerpo de observaciones recogidas especficamente para este propsito. Idealmente, este procedimiento de coleccionar da-tos constituir un tipo particular de observacin controlada llama-da "experimento", en el que se hace un intento para eliminar tanto como sea posible todos los factores que pudieran oscurecer los da-tos cruciales que se van a recoger. As las condiciones de simplifica-cin se establecen para que el sistema que va a observarse pueda ser controlado, manipulado y con ello entendido. Cuando no son po sibles los experimentos de esta naturaleza, como es el caso todava en muchas de las ciencias biolgicas y sociales, los cientficos ha-rn observaciones extensivas en su mundo "tal como es", midiendo variables importantes y ordenando sus datos mediante algn siste ma de clasificacin apropiado. Entonces podrn hacerse las com-paraciones en circunstancias contrastantes y, en donde las relacio-nes claras y simples no son inmediatas, podrn establecerse grados de probabilidad gracias al anlisis estadstico.

    Hay numerosos episodios histricos en los que, intoxicados con la excitacin del descubrimiento, los cientficos han parecido aban-donar todos los estndares de objetividad, pero es importante dar-se cuenta de que tal comportamiento emocional -aunque puede

  • LA ACTITUD CIENTIFICA 43

    comprobarnos que los cientficos son, despus de todo, humanos-no forma parte de la empresa global que se seala como cientfica. El comportamiento emocional. y hasta irracional, debe ms bien ser considerado como la parte que la ciencia comparte con todas las ac-tividades creativas. Como tal est relacionado, al igual que se rela-cionan otras actividades semejantes, con el descubrimiento de nue-vas ideas.

    Lo que necesita subrayarse es que la parte cientfica caractersti-ca de toda la empresa est, por contraste, relacionada no con el des-cubrimiento en s, sino con la justificacin o la comprobacin de las ideas que han sido descubiertas. En la ciencia los nuevos descubri-mientos tienen pocas oportunidades de aceptacin a menos que sean presentados en forma tal que excluyan el dogma o la mera opinin que no est apoyada por una evidencia comprobable de manera in-dependiente. Consecuentemente hay menos campo en donde se in-volucre el "yo", es decir, la personalidad y el prejuicio del practi-cante individual. como sucede, por ejemplo, en arte o en literatura. Aun las ideas de un "genio" creativo entre los cientficos deben so-meterse al escrutinio pblico de sus compaeros antes de ser acep-tadas dentro del cuerpo del conocimiento cientfico.

    Hay otra consideracin que est relacionada, en la que la ciencia tambin difiere de otras formas del saber, tal como el estudio de la literatura o la filosofa. Mientras que, por ejemplo, an es posi-ble en filosofa emplear gran parte de la vida analizando los escri-tos de los griegos (Whitehead slo bromeaba parcialmente cuando describa la filosofa moderna como nada ms que "notas de pie de pgina para Platn"), es una contradiccin hablar de un cientfico moderno "platnico" o "aristotlico". La razn de esto no tiene re-lacin con la creencia de que la ciencia de algn modo "progresa" en una forma que la separa de otras disciplinas. Por ejemplo, si Pla-tn o Shakespeare volvieran a revisar la filosofa y la literatura a partir de su poca, es indudablemente cierto que constataran que ha habido "progreso". Pero para Galileo, Lavoisier o Darwin, no exis-tira duda de que la fsica, la qumica y la biologa han avanzado en un sentido muy obvio, y probablemente veran sus propios trabajos como pasos en la direccin de ese avance. Nadie podra argumentar que la filosofa de Platn o los dramas de Shakespeare han sido "su-perados"; ciertamente son a menudo citados como "eternos", con lo que se intenta decir que su valor y relevancia actual son tan gran-des como siempre Jo fueron. Pero en la ciencia un buen nmero de teoras, incluso del siglo XIX, son consideradas hoy como parcial o totalmente inadecuadas para propsitos explicativos, porque han de-jado de "encajar en los hechos". Podramos decir entonces que la ciencia "sigue su camino", mientras que las otras disciplinas sim-plemente "se mueven de ac para all". (No es necesario aadir que

  • 44 MTODOS Y FILOSOFAS DE LA CIENCIA

    la gradual "puesta al da" de las teoras cientficas no disminuye en ninguna forma su importancia para el historiador, ni tampoco para el cientfico moderno que busca una perspectiva ms amplia que la exclusiva de su propia generacin.)

    LOS CIENTFICOS EN ACCIN

    Ya que hemos introducido el concepto bsico de la actitud cientfi-ca como prueba objetiva de las hiptesis de observacin, es tiem