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Revista Sapo 02 Cuentos

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Revista SapoChile

DIRECTOR GENERAL:Marcelo Díaz S.

EDITOR:

MariCris Borroye.Karen Chávez.

DISEÑO: Marcelo Díaz Soto.

Revista Sapo en su versión Cuentos, está dedicada a todos los amigos de Revista Sapo, aquellos que no dejan de soñar.

Marcelo Díaz S. Revista Sapo.

¡SAPO CUENTOS DOS!

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Revista SapoCOLABORAN EN ESTA EDICIÓN:

Nacional (Chile).

MariCris Borroye.Carlos Otondo.Ricardo Elias.Pato Sáez.Susana Beltrán.Cristián Villavicencio.Fernando Arratia.Nicolás Ríos.Pilar Lepe.

Internacional.

Oswaldo Ramírez, México.Salomón, Barcelona, España.José Andrés Rivas, Venezuela.Diego M. Villaroel, Bolivia.Weilong Guan, China.Katerine Ortega, Ecuador.Johnatan Martínez Cabria, Colombia.Ramón López Díaz, México.Cuca Ferrero, Barcelona, España.Walter Caicedo, Colombia.José Negro Lemos, Uruguay.Antonia Avilés Angulo, España.Oscar Botero Pérez, Colombia.Beatriz Calderón, México.

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SAPO CUENTOS

05 Un mundo... Mi mundo...07 Del otro lado.09 Medicina Tradicional.11 Sueños extraños.14 De tal extraño a tal extraña.15 Beachcombers.17 Sésamo.18 La Isla.20 Berlin, la evulución del ser.21 Liberación.23 Envoltorio de chocolate.25 Speed, cantantes.27 Cronología de tus treinta minutos.29 La última esperanza.31 Sofía34 El ataque de las moscas anoréxicas.37 Mi recuerdo sin ti.39 Café a sangre fría.41 Perfume de mujer.42 Historias de mochileros, el diésel del norte.47 El gato.48 La anónima liberdad de Leonor.51 Los clubes sociales.53 Privación.55 Cargar con el pasado.57 El amor es un perro infernal?

ÍNDICE

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UN MUNDO... MI MUNDO...

Y de soledad escribo. Por soledad, escribí, lo que mi corazón dictaba. Letra a letra, Tal cual. Derramé tinta, y lágrimas, cien veces, en la misma hoja. En la misma noche, que se repetía inocua. Cruel y fiel. De noches interminables, infernales y encerrado en la misma jaula, cuerpo de mujer.Solo que esta vez, terminaron mis tristezas, mis lágrimas y mis insomnios de desamor. Se acabaron los cigarrillos que guardaba en casos de emergencia, total descontrol y ausencia. Ausencia de mi; de un cuerpo femenino; con alma, pero mas que nada de mi. En la ausencia y en soledad; escribí. Como remedio para mi alma, como una salida; muy parecida a la gran ventana de mi habitación,

desde donde pudo ser fácil saltar, y simplemente escapar.Y mi soledad, tan concurrida, se convirtió en el bello abismo de faldas cortas, bombillas azules, rojas y amarillas. Se tornó en dulces voces provenientes de labios carnosos, besados, y repasados. En gritos, rasguños, gemidos, sin sentido, ni emoción alguna. En donde, el único gesto real aquí, es la mueca de la boca, a la hora de pagar.Un abismo citadino; con señalamientos de entrada y salida, que se escuchan por todos lados. Solo que ahora, ¿quién grita para guiarme a la salida? Y no llega nadie. Mapas, sin señalamientos de “salida de urgencia”, o de “en caso de desastre”.

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Me encuentro aquí, con ganas de salir huyendo por la ventana del edificio de enfrente; por la puerta de abajo, o la de al lado. Quizá seria mejor, la del cuarto piso. Esconderme debajo de la cama y dejar que los monstruos, que habitan debajo de ella, me traguen y me lleven, quizá, al mundo de sus pesadillas.Con el corazón destrozado en mano y a medio reparar. Y llueve dentro de la habitación. Lágrimas saladas, de gorda rodada. Pareciera que estoy dentro del manto de mi alma. Si es que tengo una.Por los caminos, voy; buscando encuentros perfectos, con las virtudes extraviadas. Por ahora, he encontrado la jodida dignidad.Triste lugar, de tristezas llanas y a medio incinerar. La descripción de esta solitaria soledad, en pocas palabras, creo que no existe.En la arteria principal, el único letrero informativo: “Número de habitantes: 1” “Número de monstruos, brujas, prostitutas y cualquier criatura que aterre: 913010”, ese es el único letrero que no está, supongo que será necesario ponerlo en modo de advertencia.Quizá, algún día... alguien llegue a venir por mi. Por hoy, soy un preso en libertad. Media libertad pero en fin, libertad. Por: Oswaldo Ramírez, México.

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DEL OTRO LADO

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- Eres terco, no has cambiado con el tiempo…

- Ya no sé si creer en el tiempo. No sé si creer si

que verdaderamente estamos vivos. Ya no lo sé.

No sé si esto es imaginación o es la realidad. No

sé si eso a lo que llamamos tiempo de verdad

existe, quizás si, quizás no. Puedo ver que pasan

los días, puedo ver y sentir que he envejecido,

pero ¿el tiempo existe? ¿No será imaginación

mía?, ¿no será un factor sicológico? ¿Quizás

éstas aguas me tienen algo mal?, ya he bebido

demasiado, se nota que es de mala calidad…

Cada vez que veo lo que pasa en este lugar, me

doy cuenta que nunca termina el día o que nunca

termina la noche.

Y para qué hablar de Dios… dicen que es muy

grande, tan grande que vive en otro mundo, en el

infinito, como un gran océano.

Dicen que nos creó a imagen y semejanza.

- y ¿Cómo lo imaginas?

- Como nosotros, pero infinitamente más grande,

quisiera llegar a él, navegando.

- Solo tienes que dejar que pase el tiempo y

navegar hasta la eternidad.

- Ese es el problema, mi querido amigo y

maestro. Ya no quiero seguir aquí navegando en

círculo, quiero cruzar la frontera, quiero ir al lado

prohibido, yo sé que lo puedo hacer.

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- Lo único que te puedo decir, es que si estás de

este lado, es por que tienes que estar de este

lado, porque Dios ha querido que estés de este

lado…

- Yo sé que puedo ir del otro lado, sé que puedo

ir… yo controlo mi vida, yo vivo mi vida, yo elijo el

camino de mi vida…

- No lo hagas, porque si lo haces, morirás!

Esta vida es para que vivas aquí y no allá, pero

como has dicho, tu eres dueño de tu vida.

- Maestro, sus palabras son sabias, pero lo voy

a intentar y cuando lo logre volveré a contarle

como es del otro lado.

- Muy bien, sigues siendo un pez terco, morirás

del otro lado y te convertirás en un pescado seco.

- Maestro, como le he dicho, si no lo hago, nunca

sabré que hay del otro lado.

- Bueno, entonces hoy me despido mi querido

amigo, y cuando estés del otro lado que

descanses en pez.

Por: Marcelo Díaz S.

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Trabajé como enfermera en el Servicio de Urgencias Médicas por un tiempo. Como la mayoría, aborrecía los turnos de noche, pues eran de vigilia. El peor de todos, el domingo por la noche; pues, entre las cinco y las siete de la madrugada, llegaban todos los enfermos que buscaban excusas para no acudir a trabajar o a estudiar el lunes. Sin embargo, algunos de esos turnos, podían llegar a ser muy interesantes; no por las emergencias mismas, sino por la interacción entre los médicos y los pacientes.Nuestro servicio contaba con un médico especialista en urgencias, un traumatólogo, un pediatra y un médico cirujano que aguardaban con ansias la llegada de algún caso de interés. Lamentablemente, la

mayoría de los consultantes no cumplía sus expectativas y, además, los pacientes llegaban muy separados en tiempo unos de otros; lo usual era que acabáramos cabeceando de sueño sobre los mesones de la recepción.Era una noche de esas, cuando el sistema de ingreso avisó la llegada de un paciente. El motivo de ingreso era… “Hipo”. Inicialmente pensé en una jugarreta por parte de los chicos de admisión, pero al telefonear para confirmar, me aclararon que era un caso real. Alguien consultaba en el Servicio de Urgencias, a las cinco de la madrugada, por hipo. Aún confusa, fui por el paciente y le tomé la historia clínica para informar al médico de urgencias.

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MEDICINA TRADICIONAL

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El hombre consultante era un reconocido expositor que llevaba dos días seguidos con un hipo resistente a todo tipo de intervenciones domiciliarias existentes; acudía a urgencias, ya desesperado, pues en cuatro horas debía estar parado en un auditorio frente a trecientas personas dictando una conferencia. Parpadeé varias veces antes de sonreírle y aclarar que haríamos todo lo posible para aliviar su dolencia. Salí e inmediatamente informé al tratante sobre la situación del paciente, éste me solicitó citar a los otros médicos en turno a una reunión para discutir el tratamiento más viable. La reunión ya llevaba unos veinticinco minutos de iniciada cuando, repentinamente, aparece el jefe médico de urgencias caminando por el pasillo, ingresa a sala de reuniones y sale seguido del resto de los doctores. Solicita un vaso con agua y se dirige hasta el box del paciente hiposo. Le saluda amablemente y le extiende el vaso

con agua, diciendo: “¡Muy bien! Ahora coja este vaso y beba toda el agua de cabeza”.El paciente comenzó a enrojecer de ira, se puso de pie y salió rumbo a la zona de cajas, al tiempo que exclamaba barbaridades en contra de los médicos del país; mientras tanto, el médico jefe le seguía de cerca y le aclaraba que aquella intervención se encontraba avalada por la evidencia científica.Para cuando llegamos a la sala de espera, el paciente recién notó, ante la mirada de satisfacción del tratante, que ya no tenía hipo. Entonces rió a carcajadas mientras exclamada que no había nada mejor que la medicina tradicional.Sin duda, recordaré por siempre aquel turno de domingo a lunes.

Por Susana Beltrán M. Santiago de Chile.

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Todas las mañanas podía sentir como pasaba caminando lentamente, con sus lentes redondos, su gran chaqueta y su brillante sonrisa. Siempre pasaba frente de mi casa y después que la pasaba paraba un momento y giraba la cabeza ligeramente hacia atrás, esperando que alguien se le enfrentara, pero nadie salía a ver quién era ese extraño sujeto que cada mañana esperaba que saliera mi mamá para pasar frente la casa. Todo transcurrió muy rápido, volteó, me vio, sonrió, y dijo “ya era hora”. En ese momento entre en pánico, cerré la ventana y me escondí debajo de mi cama asustado. No tardé mucho en comenzar a oír unas pisadas subiendo mis escaleras. Al mismo tiempo dos espadas destrozaron mi puerta para abrirla. En ese momento mi vida paso frente mis ojos. El extraño ser entró a mi habitación y de pronto levantó mi cama dejándome sin refugio, la tiró a un lado y me dijo “por fin me viste, ahora vendrás conmigo”. Al oír eso dije rotundamente, no! seguido de esta oración: “magnificus deminst Santis”. De pronto, la ventana de mi habitación se abrió con gran fuerza dejando muy a la vista la luna, que se entonaba en un color rojizo, mientras una gran ventisca entraba por mi ventana. Todo oscureció, en ese momento el extraño ser sacó una de sus espadas y se colocó en posición de ataque. De pronto una bala golpeó una de sus espadas tirándola al suelo. Al voltear, vi a otro sujeto alto vestido con una chaqueta que le llegaba a los tobillos, tenia botas de montar y una mirada que no era de este mundo. Dijo “déjalo en paz, tú me buscas a mí”, en respuesta ese ser extraño dijo, “no solo te busco a ti, también a todo ser que no pertenezca a este mundo”,

ESUEÑOS EXTRAÑOS

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Sueños Extraños

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En ese momento quede petrificado totalmente mientras ellos tras destellos de chispas que parecían luces y fuertes sonidos de balas, trataban de matarse uno a el otro. La batalla duró largo rato, pude ver cómo al ser extraño le brillaba una cruz en el pecho que colgaba de su cuello, mientras la sangre caía al suelo, ambos estaban desangrándose pero parecía que a ninguno de los dos les molestaba. Yo, por el pánico que tenía, levante la mano hacia el ser extraño y de pronto de mi mano salió una energía de tal capacidad que destelló al extraño dejándolo inconsciente por unos segundos, “de tal palo tal astilla”, dijo Alexander, el ser extraño tendido en el suelo, mientras que yo quedó perplejo de lo que había hecho. En ese momento se oyó un disparo que salió del arma, vi como el rostro de Alexander quedó destrozado, pero no duró mucho, se

reconstruyó muy rápido y dijo “Amigo, hoy no es mi día, nos volveremos a ver”. Juntó sus brazos hacia arriba y salieron páginas que lo cubrieron totalmente, después de eso, ambos desaparecieron como si nada, dejándome a solas, había quedado solo otra vez, al recostarme en mi cama sentí como si estuviera cayendo a mil metros por segundo, de pronto despierto asustado mirando a todas partes, y no había nada, solo el sol que entraba por mi ventana, y yo despertándome de un sueño que al parecer no fue real, al bajar a desayunar, doy los buenos días, y una voz seria, igual a la de los sujetos, me respondió, “Buenos días”, solo pensé, “Aún estaré dormido?”

Por: José Andrés Rivas (fantasma.) Venezuela.

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DE TAL EXTRAÑO TAL EXTRAÑA

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Carta a GabrielaSu nombre es Gabriela. Está aquí sentada junto a un pino y un arbusto. La joven es una mujer a la cual le gustan las cosas meticulosas y muy bien realizadas. Quizás espera a alguien, o sólo pasa el rato observando a la gente. Pero percibo sus sentimientos. Ha tenido una decepción amorosa no hace mucho tiempo. Tiene tanto que decir a ese alguien, le agobia no haberlo hecho en su momento. Siente tristeza porque ella sí confiaba en él y sí lo amaba.Aún come su manzana tranquilamente, sin apuro. La vida para ella sólo pasa. Espera algún día encontrar a alguien que la valore como mujer, espera sin impacientarse. Es compasiva con los demás. Es una mujer muy guapa, no más de 34 años, se ve muy jovial. Tiene ojos café claro, lleva unos jeans azul, unos botines café de gamuza y una chaqueta negra 3 /4.Trata de no llamar la atención. Ella sólo espera sentada en la banca de esta plaza. Se toca el pelo continuamente, tiene sus piernas sutil y femeninamente cruzadas.

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DE TAL EXTRAÑO TAL EXTRAÑA

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Me cambié a su banca sólo con el motivo de estar más cerca de una mujer bella. Se nota su tristeza en la mirada, una mirada perdida como quien dice está resolviendo su vida en sus pensamientos.Sabe o creo que sospecha que escribo de ella. Es encantadora, ella debe saber, o alguien debe decirle que lo es. Espero que se de cuenta de que aún está a tiempo de disfrutar lo bello de la vida junto a ese alguien que la valora. Espero no equivocarme, pero quizás todo esto no esté sucediendo, porque eres una mujer muy bella y no mereces que te hagan daño.Trataré de no pensar más en ella, ya que es una desconocida. Gabriela te llamé, ya que no me atrevo a preguntar tú nombre. Siento tu calidez como persona y eso antes nunca me había pasado. Sé que parece loco que alguien escriba de una persona sin conocerla, pero sentí la necesidad de hacerlo. No sé qué fue ni sé la razón, pero Gabriela eres encantadora. Me fijé en ti sin ninguna mala intención, sólo porque sí y sin otro motivo alguno. Doy gracias de haberte visto y espero poder volver a encontrarte o conocer a una mujer como tú Gabriela. Por: Anónimo.

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BEACHCOMBERS

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Está frente a la puerta. No se creía nervioso pero el golpeteo compulsivo de su pie contra el suelo lo delata. Un sol naranja de atardecer le baña la espalda y proyecta su sombra en la puerta agrietada; la quiere tocar pero no se atreve. Piensa que podría intentar colarse por la entrada trasera; lo sabe aunque nunca haya entrado a la casa. Se queda en el pórtico. A lo lejos se escucha el oleaje mientras observa el abrigo en sus manos. Ya no quiere seguir con este juego. La excusa es el abrigo. Lo mira y recuerda que ella se lo dió al acercarse en la playa. De la nada apareció y se sentó a su lado en la banqueta; charlaron nimiedades y fumaron. Ella se arremangó un poco las faldas para entrar al agua y le entregó su trenca verde militar. Él quería

hacer lo mismo pero la timidez le ganaba, se quedó sentado viéndola. De repente ella salió del agua como si recordara algo, se calzó las zapatillas, le dio la mano educada y tiernamente y se fué. Había dejado el abrigo. Él volvió a casa sin saber qué hacer. Revisó la trenca que despedía su perfume delicado y encontró una etiqueta con sus datos: nombre y dirección. Ahora podría devolverla, pero ya no quería. Tenía algo que era suyo, que estuvo en contacto con su cuerpo, entonces ya no podría olvidarla. Así comenzó una obsesión no enfermiza pero peculiar: cuando llegaba a casa, antes de hacer algo debía observar el abrigo; lo miraba un buen rato y lo mantenía tal cual lo ¨obtuvo¨, todavía tenía granitos de arena pegados en los hombros.

BEACHCOMBERS

¨Cuando atraque el barco recuerda cantar¨

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Con la dirección llegó a ubicar la casa y memorizó sus horarios de salida y llegada. La observaba por las ventanas, conocía ya sus hábitos y hasta la música que le gustaba ,pero no se atrevía a verla desnuda mientras se cambiaba o estaba en el baño, aunque podía hacerlo, mas estaba enamorándose de ella y no osaba mancillar su dignidad con pensamientos oscuros y obscenos. Si no hubieran sentimientos de por medio, podría desatar sus perversiones.¡Suficiente tiempo de observación! Estaba frente a la puerta e iba a contarlo todo. Llamó y esperó respuesta. Leyó por última vez la escritura en el abrigo: ¨Daphne M. 58 King´s Road; Brighton, East Sussex¨. La brisa fría del puerto de la Mancha golpeaba su nuca. Suspiró. Devolvía el abrigo, le decía algo, se despedía estúpidamente y ahí terminaba su aventura pensó.Abrieron la puerta. Dos ojos serenos salieron a su encuentro, no expresaban sorpresa.―Hola― dijo ella como si le hubiera visto ayer.―Hola, yo…vengo a…―extendió el brazo

mostrando el abrigo― te fuiste rápido, no pude alcanzarte…gracias a Dios pude encontrarte.―Es una aldea global ―musitó ella esbozando un remedo de sonrisa. Para él ese gesto bastaba.―Bueno, adiós― se despidió bruscamente y abandonandó el pórtico.―Siéntate un momento― al pie del pórtico se quedaron recobrando su charla perdida, insulsa, viendo la playa lejana y el agua quebrarse en los rompeolas. Pasaba el tiempo progresivamente.De la intimidad del pórtico acabaron dando saltos por el tejado mirando el cielo estrellado con vestido de satén. Cuando se iba no pudo más que despedirse con una caricia en su pelo. Sintió que eso era todo y volvería a lo de antes. Al llegar a casa y meter su llave en la cerradura recordó que ahora él había dejado olvidada su parka, por suerte siempre marcaba su ropa con sus datos, cerró la puerta y en su rostro se dibujo una sonrisa extraña.Por: Diego M. Villarroel.

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¡Ábrete Sésamo!, gritó el menor de los ladrones.

Y en esa noche maravillosa, tras mil años de espera, Sésamo conoció el amor.

Por: Ea Pozoblock

SÉSAMO

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LA ISLA

”Ese día que Karen abrió el buzón de su casa, no sabía que lo que viene adentro le va cambiar la vida”...Desde su niñez, a Karen le fascinaban los fenómenos desconocidos, como ovnis, civilizaciones alienígenas, seres de otra dimensión, reencarnación etc. Sin embargo, al estar muy enfocada en estos temas, sus notas no eran muy óptimas, por lo tanto sus padres le prohibieron leer sobre estos temas para no afectar sus estudios.El dia que Karen se graduó en UCLA con un doctorado en civilizaciones antiguas, ella recibió una carta muy extraña en el buzón de su casa, la carta estaba escrita en un idioma totalmente desconocido para ella, sin embargo, al parecer, ella entendió el mensaje.

La carta indicaba, de forma indirecta, a una isla en el Mar Mediterráneo que ella nunca había escuchado, frente a la costa turca.Karen mostró la carta a sus amigas, al principio, las amigas se explotaron en carcajadas, tomando esta carta como alguna broma pesada, pero como Karen estaba seria con esto, las risas se silenciaron. Al final, dos amigas muy íntimas de ella decidieron acompañarla a aquel misterioso lugar en el Medio Oriente.Una semana después, las tres amigas llegaron a Estambul, donde el primer día se enloquecieron turisteando, comiendo y comprando por las mezquitas y bazares.

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Pero Karen estaba más interesada en aquella isla “alienígena”. Al otro día, las jóvenes arrendaron un bote y navegaron en rumbo al interminable Mar Mediterráneo, ellas pasaron por muchas islas conocidas, entre ellas Marmara, Santorini y Rodas, pero no lograban encontrar la isla referida en la carta.Pasaron tres días flotando, los alimentos ya se agotaron, las amigas de Karen ya perdieron la esparanza, pero Karen fue persistente con su objetivo, ella estaba ansiosa por descubrir qué hay escondido detrás de todo eso. De repente, ellas divisaron al frente del bote una isla que no aparece en el GPS, esto reanimó a las jóvenes, que avanzaron a toda velocidad hacia la isla.Era una isla pequeña y totalmente inhóspita, ubicado frente a las ruinas helénicas de Éfesos (en Turquía). Desde la isla, a un lado se veía un vasto azul, y al otro lado Éfesos. Mientras sus amigas estaban imaginando en construir una mansión con piscina en la isla, Karen escuchó una melodía islámica muy triste, ella corrió hacia donde viene la melodía y se encontró frente a frente con un templo en ruinas, con los mismos símbolos que había en la carta en las columnas.

Karen entró tímidamente al oscuro templo mientras leía la carta, que la condujo hasta un ladrillo específico del altar. Ella sacó cuidadosamente el ladrillo indicado, debajo había una cajita de bronce, al abrirla, Karen encontró algo muy familiar adentro, un collar, con un símbolo de luna-estrella islámica en él. El corazón de Karen comenzó a latir fuertemente, de repente, una voz muy familiar llamó su nombre, era de un hombre con un fuerte acento turco, ella se dio vuelta, a su frente estaba Abdul, su ex novio!Cuando todavía estaban estudiando en UCLA, Abdul y Karen se habían enamorado a primera vista, pero los padres de Karen eran extremadamente clasistas, ellos no querían que su hija se casara con un musulmán, además, la familia de Abdul era muy pobre. Aunque después Abdul volvió a Turquía, no podía olvidarla, como él sabe que a Karen le gustan las cosas misteriosas, planificó todo esto sólo para verla otra vez.Al final, Karen y Abdul se abrazaron y todos los ojos de la isla lloraron conmovidos.

Por: Weilong Guan.

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El gigante inteligente y musculoso declara el libre amor por sus ideas, y en un intento por imponer su visión, destruye la vida, y también se destruye a si mismo. Los gritos, el dolor y la destrucción del entorno, no fueron suficientes para que el gigante inteligente y musculoso, divorciara su idea de volver a derramar su ego por el mundo. Tan solo veinte años le bastaron para reponer sus energías, pero no para lograr aportar al resto su visión de manera amorosa. Entonces, el gigante inteligente y musculoso, volvió a embestir de manera más ruda que antes.No descartando el mérito de su ímpetu, vuelve a caer, y de manera violenta el resto de los seres lo condena, lo humilla y lo divide en dos… Visité al gigante inteligente y musculoso, su rostro guarda cicatrices, su semblante es ahora amable, su disposición es un aporte; desde el arte, desde la música, desde la tecnología. Ahora respeta al resto, si alguien se cae, el gigante le tiende la mano y lo levanta, si alguien no tiene qué comer, lo alimenta, si alguien quiere aprender, el gigante lo educa. La evolución del ser, la aceptación, el entendimiento, la empatía, la anulación del ego.

Por: Salomón

ALEMANIA

BERLÍNLA EVOLUCIÓN DEL SER

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La gran pregunta que la mayoría realizamos es: ¿Por qué hacemos lo que hacemos en nuestras vidas? Qué es lo que nos impulsa a tomar las decisiones y escoger nuestro camino. Pienso que existe el destino, pero ese destino depende de nuestras decisiones. Quizás algo nos conduce a tomar ciertos rumbos con tal de cumplir ese destino. ¿Será una fuerza como la gravedad que nos hace seguir el camino que debemos recorrer?Bueno, mientras pensaba en todas estas preguntas filosóficas caminaba en una temperada noche en el barrio Liberdade en Sao Paulo. La noche me atraía a recorrer estas calles en las cuáles se mezclaban los caracteres japoneses en tubos fluorescentes, los coloridos grafitis y mi curiosa melancolía.

Quería olvidar mis malas experiencias recientes y por eso decidí venir a Brasil. ¿Después de todo, el país del Carnaval debe ser ideal para animarse, cierto? Lamentablemente mis amigos estaban demasiado ocupados con sus vidas como para acompañarme, pero no iba a dejar que eso me desanimara aún más, así que vine solo. Caminando las calles de aspecto oriental me encuentro con una disco llamada Harakiri. Fue uno de esos momentos en que uno siente que algo te llama y yo me sentí llamado a entrar a ese lugar.Entrar ahí me condujo a una sensación de euforia. Las luces parpadeantes me hacían sentir que lo mejor de mi vida estaba por empezar. La música hacía mi corazón latir nuevamente.

LIBERACIÓN

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Después de un par de caipiriñas la vi a ella: de unos 23 años, con sus rulos cubriendo parte de su cara y recorriendo sus mulatos hombros. Si existe algo como amor a primera vista eso sin duda era eso. La invité a bailar y accedió de inmediato con la sonrisa más hermosa que jamás haya visto, la cual trajo de vuelta toda la alegría que ha perdido mi ser.Bailamos por unos treinta minutos entre humo, luces de colores y sensualidad. Prácticamente no intercambiamos palabras, ya que mi única respuesta a sus preguntas fue un torpe “no falo mucho portugués” a lo que ella simplemente sonrió con su preciosa sonrisa blanca que contrastaba con su exquisita piel marrón.Después de unos bailes logramos entendernos en un portuñol que sonaba entre los ritmos musicales. Me invitó a salir

de la disco. Al llegar afuera me sonríe y dice algo que no entiendo. Me siento hipnotizado por su belleza y encanto. Ella tranquilamente mete su mano en su cartera. Veo que saca una pistola pequeña y me apunta. Antes de que pueda reaccionar de si es una broma o qué, veo el humo y siento el estruendo.Me desplomo al suelo sintiendo a lo lejos la música mezclada con un pitido en mi oído y un dolor insoportable. Ella revisa mi ropa y refriega mi billetera de cuero en mi cara y oigo que grita “Otário! Babaca!”, entre otras cosas que dice que no entendí. Lo último que recuerdo es su sonrisa, dos balazos a quemarropa y las luces detrás de su hermoso rostro.Encontré liberación en una fantasía que trajo la noche.

Por: Cristián Villavicencio

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Otro día acontece y otra mañana fría se presenta ante esos ojos tIbios y soñolientos.- “Pensar que hoy es otro día y yo sigo aquí entre sábanas tristes”. - Los años se han llevado solo el tiempo, pero jamás su amor por él.Soñolienta aún, restriega sus ojos para despertar. Se mira al espejo y murmura: “De vuelta a la rutina”; con ojitos achinados tanto soñar la noche anterior.- “¿Qué habré soñado?” - se pregunta la joven. Comienza a recordar mientras seca su pelo y cepilla sus dientes al mismo tiempo. Continúa con la mirada perdida en aquel recuerdo que la viene a buscar todos los días.Se apresura para arreglar su cartera que está desordenada, aunque inconsciente de lo que hace y lo que piensa, solo se deja llevar por aquel sueño que yace perdido en aquel

rincón de su mente.Hasta que lo encuentra. Sintió tristeza, al parecer es un sueño importante para ella, porque mira fijamente sus zapatos negros como si estuviera hipnotizada. Por un momento se ha quedado inmóvil. Pareciera que el tiempo hubiera absorbido su energía.De pronto mira su reloj y susurra: -”¡Es hora de irme!” - y agarra su cartera y sus llaves como quien las arrebata de las manos de un ladrón. Pero antes se devuelve a perfumar su cuello con su aroma favorito.Raudamente sale de casa a paso veloz, como si estuviera a punto de dejarla el autobús. Hasta que al fin la fría brisa de la mañana le despierta los sentidos y sus recuerdos.-”Ahora es cuando recuerdo todo”, - dice en voz alta. La persona que camina casi a la par con ella la mira frunciendo el ceño.

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ENVOLTORIO DE CHOCOLATE

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(En su mente).- “Qué ricos son estos bombones”- “Sí, son deliciosos” -respondió él.Ella con voz enérgica le pregunta: - “¿Me regalas el envoltorio del bombón?”- “¡Ay, amor! ¿Para qué quieres conservar los envoltorios?”-Responde él lleno de curiosidad.- “Porque cuando me tenga que ir y ya no estemos juntos, voy a abrir mi cajita de los recuerdos en mi habitación, los miraré y traeré a mi mente este momento en que tú y yo comíamos chocolate”. -Respondió ella con ternura.El chico la miró a los ojos y se aproximó hacia ella para envolverla eternamente entre sus

brazos.Pasaron muchas horas de aquel recuerdo. De pronto ella despierta y vuelve en sí, observando de lado a lado su habitación, volteó la mirada hacia su reloj despertador y se dio cuenta que había dormido más de lo normal.Pensó que llegaría tarde al trabajo. Cuando estaba a punto de tocar el suelo con su pie, recordó que era día festivo. Sonrió con sus ojos llenos de lágrimas. Se sintió inmensamente aliviada y con una sensación de felicidad en su interior. Respiró hondo, metió los pies en su cama nuevamente y se volvió a cubrir de envoltorios de chocolate.

Por: Karen Chávez.

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La micro para al siguiente paradero, y oh no!! pesadilla!Sube un hombre con guitarra y zampoña de plástico naranjo, pelo largo y sucio, morral de lana, un digno representante del hippie-lana-artishta fracasado… en fin, evito que los prejuicios nublen mi mente… comienza a tocar la guitarra, está desafinada…. el espectáculo huele mal. Busco mis audífonos para escapar discretamente, no los encuentro. Comienza a tocar zampoña; más desafinado aún, la deja y comienza a cantar... Santo señor es absolutamente horroroso. Por mi mente pasa la imagen de mí mismo parándome, destruyendo su guitarra, mientras los pasajeros me aplauden y la chica guapa me cierra un ojo. Pero él sigue y sigue cantando, nos trata de “hermanos”!, mientras vocifera letras anti imperialistas-capitalistas-antisistémicas, cómo lo odio… por fin termina su mierda de show.

08:47 Paro la micro después de apenas 3 minutos de espera! Excelente… subo junto a tres personas más (una de ellas una chica muy guapa, para decir verdad), no lo puedo creer… no puede ser verdad… HAY ASIENTOS!! Me siento. Todo mi cansado y encañado cuerpo descansa sobre el suave y sucio plástico gris... parece será un buen día.

DESDE LA MICROCANTANTES

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Ahora el discurso añejo y gastado del artishta nacional, que la industria no lo quiere oír y bla bla bla, camina por el pasillo de la micro, estirando sus dedos manchados por fumar hasta la última cola del pito de hoja de la mañana.

Se acerca… pienso en hacerme el weón, el dormido, mirar por la ventana, pero no, justo me clava a los ojos y sonríe… rápido saco una moneda de 100 pesos y se la doy, me dice gracias “hermanito” y guiña su enrojecido ojo derecho. Cantante de micro uno, yo cero... Sumo una nueva derrota a mi miserable existencia. Se baja, lo veo feliz contando las monedas mientras conversa con la guapa chica que subió conmigo a la micro…

cantante de micro dos , yo cero, creo que hoy no será un buen día.

Por: Pato Sáez.

DESDE LA MICROCANTANTES

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El tipo de la camisa celeste pelaba las pequeñas papas cocinadas usando los cubiertos; mientras nosotros, a toda velocidad, avanzábamos en la ambulancia por el carril exclusivo de la Ecovía. Por momentos, volvíamos al carril normal y los autos se hacían a un lado para cedernos el paso. El vértigo se apoderaba de Dabzuá y mi que sosteníamos temblorosas la camilla en la que iba inconsciente el Indonesio.Su llamada, inusualmente lúcida, nos hizo salir corriendo de la escuela.

―Me corté la yugular, Dabzuá. Vengan por mi obra en dos horas y envíenla a donde saben ―había dicho después de meses de llamadas con frases inconexas y palabras que él inventaba.Llamamos a la ambulancia, que llegó mucho después que nosotros. En el camino le explicábamos a los paramédicos la historia del Indonesio. Mejor dicho, Dabzuá explicaba y yo presionaba fuerte una tela en su cuello.

CRONOLOGÍA DE TUS TREINTA MINUTOS

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Fui la primera y única persona que vio su herida desnuda, manando un chorro de sangre que me dejó en la ropa un recuerdo imborrable de esa noche; tan imborrable como el rojo de sus esculturas. Eran 7 piezas, como 7 los centímetros de su corte en el cuello.Cuando pasamos por la Plaza Roja, como por instinto, el Indonesio abrió los ojos y se esforzó por incorporarse para mirar a los árboles. La enfermera: ¡señor no se mueva! Y él, distante siempre, fijó la mirada en el Lago Central, luego en mi cuello y expiró.― ¡Paro! ―gritó la enfermera, mientras el paramédico musitaba un código por el aparato que comunicaba con la central.

― ¡Despejen! ―pero sabíamos que no había nada más por hacer― Ueeeo, ueeeo, ueeeo ―la sirena― Indonesio… ―decía Dabzuá. Y en la confusión, yo arrancaba de su puño cerrado el papel donde había anotado la receta del rojo vivo de sus esculturas: sangre y saliva.Dejaron su cuerpo en la morgue.El chofer de la ambulancia se ofreció llevarme de vuelta a la casa del Indonesio por sus papeles. Cuando regresamos por el carril de la Ecovía, vi de nuevo al tipo de la camisa celeste: ahora partía en cuadrados sus papas. Por: Katerine Ortega. Ecuador.

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Hace muchos años, en el Rio Sinú cerca al mercado público de Lorica, habitó Juan de Gaita, un pez muy guapo, fuerte, sagaz y sobre todo muy sabio, a Juan le gustaba pasearse a orillas del mercado público, le gustaba admirar la cultura sinuana que se podía ver representada perfectamente en este lugar.Pasó el tiempo y Juan comenzó a ser perseguido por un monstruo; un mostruo feo que cazaba peces, los freía y posteriormente devoraba. Juan en vista del inminente peligro decide huir lejos.Juan llega a una pequeña ciudad de la ciénaga grande llamada Ñemby. En esta ciudad se

encontraban las mejores universidades para los animales acuáticos. Juan logró entar a estudiar derecho en la mejor de todas.Una vez que nuestro amigo terminó la carrera decidió volver a su tan amada Iorica. Al regresar se encontró con que ahora todo era distinto; había montañas de basura en las orillas del rio, además el gran monstruo había acabado con casi toda su gente.Dos años más tarde Juan decide postularse para presidente del Rio Sinú. Juan pierde las elecciones con Igui la tortuga, pero fue Juan quien tomó el cargo, ya que se descubrió que Igui compró más de mil votos y fue apresado por corrupto.

LA ÚLTIMA ESPERANZA

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Un día en la mañana Juan se paseaba por el mercado público y logró observar algo que lo llenó de cólera: el viejo y tradicional mercado había cambiado por completo. Los viejos puestos donde vendían fueron reemplazados por chozas metálicas con anuncios al mejor estilo europeo. Para Juan esto era demasiado malo, el antiguo mercado perdió su esencia y se volvió contrario a la cultura que representaba.Juan en un acto desesperado convocó a su pueblo y dijo:— El gran monstruo nos ha perseguido, ha llenado de basura nuestro mundo y hasta se ha atrevido a violar la cultura sinuana. Es por eso que yo Juan de gaita le declaro la guerra al gran monstruo, un monstruo traicionero y despiadado que solo merece la muerte, ese monstruo es... ‘’El hombre’’.Juan movilizó a sus tropas cerca de la muralla, ya que por ahí las defensas de la ciudad eran más bajas. Cuando estaban listos para el combate Juan vio a un joven que escribía.

Juan se acercó a él y le ordenó que se quitara del camino.—Me retiro cuando termine de escribir—contestó el joven. Juan intrigado por la respuesta del joven preguntó — ¿Qué escribes?— escribo sobre bocachico puche—contestó el joven que lo miraba sonriente, como si le hubieran adelantado el diciembre. Juan sonrió, ya que reconoció el personaje del que hablaba el joven; el joven que se reveló contra sus padres para perseguir sus ideales.Juan se sintió muy feliz porque tal vez había otra forma de combatir, una más hermosa y compleja. Juan dispersó sus tropas y se marchó con la esperanza de que este joven enamorara a las personas con sus escritos, les creara conciencia a través de ellos y cambiará el mundo con el arma mas poderosa... ‘’LA ESCRITURA’’.

Por: Johnatan Martínez Cabria, Colombia.

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SOFÍA

Entré a un bar cruzando la calle, la pared era color rojo con unas letras neón que parpadeaban incitándote a entrar. Era uno de esos lugares donde la gente va a matar todos sus demonios con alcohol y por suerte ese día yo tenía unos cuantos que decapitar. Entré; pedí una cerveza y me senté en la barra. Era un lugar grande, habían unos tipos bastante elegantes en el fondo y en otra mesa una mujer de unos 20 años, cabello negro; un cuerpo bastante proporcionado, en el buen sentido de la palabra sentada en las piernas del que parecía ser su conquista de esa noche; un señor de al rededor de 40 años con barba, un poco de sobrepeso y bastante borracho. Al otro extremo de la barra había

una mujer fumando a la que, por lo oscuro del lugar no podía ver muy bien; más que su silueta de lo que parecía no estar nada mal. Cuando una voz me pregunta ¿mal de amores? Era el cantinero que tenia una apariencia joven, -Sí, eso creo- le conteste, y era la verdad no estaba seguro de que ese fuera el problema, no tenía amor ese era el problema, ni malo ni bueno, ella simplemente me dijo que ya no sentía lo mismo ¿Cómo dejas de amar a alguien; un día te levantas y dices ya no lo amo? No te sientas mal muchacho, todos los días tengo a muchos como tú por estos rumbos. ¿Otra cerveza?, vaya consuelo que tenía; pero sin duda acepté la otra cerveza.

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Después de 2 horas y varias cervezas sentado en ese lugar; donde para lo único que me paraba de mi asiento, era para orinar, se me acerca la mujer que estaba fumando en el otro extremo de la barra y me dice: ¿Qué hace alguien como tú solo?, ¿Cómo yo?, le dije. , Si, como tú, no pareces ser una persona que frecuenta estos lugares, por lo regular aquí viene gente que, como puedes ver, no tienen nada mejor que hacer que embriagarse y olvidarse de su vida un rato o salir del estrés familiar, la esposa, los hijos, gente cansada de vivir que intenta evadir la realidad y detener el mundo por unos momentos. Y tú muchacho no tienes para nada ese perfil. Tal vez no, le respondo, pero también necesito detener el mundo por un momento.Ella era bastante guapa, no me atreví a preguntarle su edad, pero tenía alrededor de 27 años, cabello largo y ondulado color

café, unas facciones de alguna diosa griega y un cuerpo que no tendría nada que envidiar al de alguna modelo de esas que salen en la televisión.Estuvimos platicando el resto de la noche sobre el amor, la vida; las relaciones y escuchando la música de la rocola del bar. ¿Entonces para ti qué es amar?, le pregunté.Es difícil tu pregunta, ni siquiera estoy segura de realmente haber estado enamorada alguna vez, pero para mí amar es que si la persona que amas se va a aventar del edificio más alto del planeta o te avientas por ella o con ella, lo que quiere decir que es estar para la otra persona en los momentos buenos y más aún, en los malos así como dice el padrecito en las bodas.

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Pero bueno muchacho, se hace tarde. ¿Te quieres divertir o no? ¿Cuánto dinero tienes?, ¿dinero? ¿divertir? Que acaso ella era...Dios? Como no lo pensé, ninguna mujer como ella estaría en un bar y llegaría a platicar con un hombre de la nada sin querer algo a cambio y no precisamente amor. Pero su forma de hablar, su voz y su forma de pensar no parecían ser las de una mujer de ese tipo. Quería seguir platicando con ella, pero ella ya quería algo más y con el dinero que tenía seguro lo único que me alcanzaba era para un apretón de manos. ¿Vas a querer o no? Me preguntó. Si, pero...pero no tengo dinero, pues creo que así no se va a poder muchacho,

no soy tienda para que me puedas pagar en abonos chiquitos así que mejor debería irme. Pero al menos pásame tu teléfono. Sacó una pluma y tomó una servilleta de la barra y comenzó a escribir.Sofía, se llamaba Sofía o eso era lo que decía el papel donde escribió su número. Lo guardé en el bolsillo trasero del pantalón, terminé mi última cerveza y salí del lugar..

Por: Ramón López Díaz, México.

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Érase una vez un grupo de simpáticas moscas que vivían atrás de una antigua carnicería. Eran cinco, la más vieja tenía veinte días, las otras cuatro tenían solo diez. Las cinco moscas eran más que felices. Todos los días salía carne para comer. Venía podrida, tal como les gusta a las moscas. Era el sueño de cualquiera. Tenían su rincón, donde pasaban el día mientras salía más carne. Ellas sabían que no podían entrar a la carnicería, ya que con un simple golpe podían matarlas.

Un día, las moscas se subieron, sin querer, al auto que repartía la carne por la ciudad. No se dieron ni cuenta y estaban encerradas.

Miraron por la ventana y afuera todo se movía muy rápido. Luego se abrió la puerta y lograron salir. Cuando miraron a su alrededor, se dieron cuenta que estaban en la puerta trasera de un restaurant muy elegante.

Les dio pánico. Se dieron una vuelta por el lugar cuando la mosca más vieja se dio cuenta que no podrían volver a casa. El auto ya se había ido y no se podían arriesgar a moverse del lugar, ya que todo era desconocido. Ni pensar en entrar al restaurant, ya que adentro no volaba ninguna mosca. Ya es sabido que entre las moscas hay códigos y entrar a un restaurant elegante es el segundo lugar más peligroso; después de una clínica.

EL ATAQUE DE LAS MOSCAS ANORÉXICAS

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Las moscas decidieron pasar la noche ahí. Cuando se acurrucaron y se empezaron a quedar dormidas, llegó un moscardón y les empezó a hablar. -¿Qué hacen por acá mosquitas?, este es un barrio peligroso, muy, muy elegante. No creo que pasen la noche. Se ven gorditas, y acá hay poca comida- Les dijo. Las moscas no le contestaron y se dedicaron a dormir. Pasaron una noche tranquila y al día siguiente volvió el moscardón. -¿Cómo pasaron la noche mosquitas? Se ven más flaquitas, ¿no han comido nada? En este barrio no hay casi nada de comida. Se ven más guapas, voy a traer un par de amigos para que las conozcan- les dijo el moscardón.

Al rato el moscardón llegó con sus amigos. Las moscas estaban un poco más flacas. Empezaron todos a coquetear, ya que las moscas estaban más tranquilas. Esa noche estaban todas enamoradas de los moscardones. Se quedaron conversando hasta tarde; todas estaban muy emocionadas para dormir. Después de la medianoche, salió un cocinero del restaurant y tiró un pedazo de carne a la basura. Las moscas estaban con mucha hambre, pero decidieron ni acercarse, ya que si engordaban los moscardones ni las mirarían. El sector estaba lleno de moscas flacas y ellas tenían que estar a la altura.

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Al día siguiente volvieron los galanes y ellas estaban muy arregladas. Incluso una se puso lentes de contacto azules en sus cuatro mil ojos. Se demoró un buen rato pero valió la pena. Las moscas estaban muy flacas. Los moscardones las miraron y les llamó la atención la flaqueza de las moscas. No podían ni volar. Todos sabemos que en la vida de las moscas todo pasa muy rápido y de un día para otro todo cambia como en un año humano.

-Parecen mosquitos- Les dijo el más galán de todos. -Váyanse a picar a algún niñito por ahí-.

Las moscas estaban enfurecidas; flacas y muy hambrientas. Se abalanzaron contra los moscardones y se los comieron. Los pobres moscos no alcanzaron ni a arrancar, ellas estaban demasiado hambrientas para dejar pasar una oportunidad para comer. Con los moscardones les alcanzó para comer el mes completo. Y ese es el tiempo que vive una mosca, así que murieron felices para siempre.

Por: Carlos Otondo.

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Una tarde como cualquiera, caminado rumbo a mi hogar, encontré un extraño y bello lugar. Me parecía conocido, aunque no lograba recordar dónde estaba y de repente, casi de la nada, me vino el recuerdo de esa bella chica que alegraba mis mañanas.Yo pasaba por aquí todo el tiempo. Un día cualquiera la vi, estaba con su mejor amiga y se reunían ahí cada fin de semana… y yo aprovechaba de pasar lo más lento posible por ese lugar, para poder admirarla … ella actuaba demasiado infantil… pero debo decir que eso me gustaba.Llegué a mi casa cierto día. No recuerdo mucho, solo no puedo olvidarla a ella. Varios días después supe que se llamaba Miranda. Nunca escuché un nombre más bello en toda mi corta vida. Me decidí a ir a hablarle, aunque los nervios se apoderaran de mí cada segundo.Al día siguiente pasé por ese mismo lugar donde la solía ver. Yo siempre he dicho “Una bella flor se encuentra en un bello prado” y es que ese lugar tenía varios árboles, un río, varios rosales y unas bancas para sentarse. Era el lugar ideal para decirle lo que sentía por ella. Desde ese día en adelante pasaron las horas, días, semanas y meses.

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MI RECUERDO SIN TI

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Por cada mes que cumplíamos yo le hacía regalos: poemas, chocolates, flores, peluches, collares, pulseras, perfumes, salidas románticas… todo ideado para ella. Para mí el amor lo es todo; darse por entero a esa personita especial que es la más importante para uno.Ya habíamos cumplido un año y tres meses cuando lo nuestro cambió. Las cosas en general seguían bien, pero yo temía pensar que algo malo podía suceder. Es que a veces estábamos un poco distantes y un poco fríos. Se debía a un chico que le coqueteaba. A mí me daba celos y aunque ella me aseguraba que él no le gustaba, esa situación no me parecía, porque temía perderla. Ya habían pasado casi un mes desde nuestro primer problema y ocurrió lo peor: terminamos. Todo esto pasó por una pelea que tuvimos. Ese chico que le estaba coqueteando la abrazó y le besó la frente cuando yo estaba con ella… y Miranda no hizo nada ¡NADA! Estuve muy triste, durante semanas, sin ganas de estudiar ni levantarme. Ella lo era todo para mí…Ha pasado casi un año desde nuestro rompimiento. Ella ahora se ve feliz con otro. Yo estoy solo. Nadie ha podido animarme; nadie puede llenar ese espacio que llenaba ella… Ahora solo sufro pero, por una parte, soy feliz… porque ella también lo es, aunque sea con otro…

Y por eso ese lugar era tan hermosamente trágico para mí, porque ahí fue donde por primera vez la amé y también donde por última vez estuvimos juntos como pareja. Ese lugar me trajo todos sus recuerdos. Gracias a Miranda descubrí la felicidad y también la tristeza… Yo te quería, princesa…

Por: Fernando Arratia, Chile.

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Entiendo a las mujeres que asesinan a sus hombres a sangre fría. Las entiendo y las admiro. Yo también te pondría tu dosis justa de veneno. Sí, has oído bien, para que te retorcieras lentamente en un malestar indefinido que acabara con tu salud de forma discreta, pero con precisión. Y esa ínfima dosis diaria provocaría tu deambular por diferentes consultas médicas, que no lograrían un diagnóstico certero, pero te garantizaría un pase VIP de especialista en especialista, realizándote una prueba tras otra.Y el dolor te haría envejecer diez años de golpe. Pero yo te seguiría regalando

mis atenciones durante tu convalecencia, compadeciéndome de tu malestar, de tu dolor. Y te seguiría preparando el café de media tarde con tu dosis preferida de azúcar y un toque casi homeopático del ingrediente mortal. Y te lo serviría con una sonrisa cariñosa y amable, que te parecería honesta, cuasi amorosa. Y te lo parecería porque te he querido como a nadie y por encima de muchas cosas. Y porque ese sentimiento está tan integrado en mi ADN que ya no podría desprenderme de él en esta vida, pero se ha vuelto un amor agonizante que me está consumiendo.

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CAFÉ A SANGRE FRÍA

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Dicen que es mejor la indiferencia que el odio, pero ¿cómo podría ser indiferente a lo que a fuerza de costumbre ya es mío? He de cortar de raíz. No puedo dejar que sigas haciéndome daño, como un parásito emocional que deja un reguero de víctimas a su paso.Por eso hoy, como tantas otras tardes, preparo el café con esmero, pero en vez de un azucarillo le pongo dos y una dosis de veneno que, sin lugar a dudas, ha de ser mortal de inmediato. Ya no puedo esperar más.Me acerco al sofá donde estás recostado con la tablet encima, haciendo una búsqueda en Google sobre los calambres abdominales. Me siento a tu lado, te beso suavemente

en los labios y acto seguido me tomo tu café de un sorbo. Me miras sin entender demasiado, pero ya estás acostumbrado a mis excentricidades y no dices nada.“¿Sabes?” Añado yo. “Puede que te convenga dejar el café”.Entonces te miro a los ojos y pienso que hoy, en cuestión de minutos, esa parte tuya que vive en mí, habrá muerto para siempre. A sangre fría.

Por: Cuca Ferrero, Barcelona, España.twitter.com/CucaFerrerowww.cucaferrero.wordpress.com

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PERFUME DE MUJER

Adelante y atrás movía la anciana su cuerpo, mientras tejía con dos enormes agujas, una lana de color café que comenzaba a tomar forma de bufanda. Cada movimiento hacía crujir la madera vieja que producía su mecedora de mimbre.-Nunca podrás imaginar cuánto odio los días viernes y sábados.-Dijo con voz entre cortada al observar a su hijo Pedro; frente al espejo, pintarse los labios color rojo y escoger del closet un vestido corto color azul de pliegues por encima de la rodilla ceñido a su cintura; una

peluca con rayitos dorados y unas botas de cuero negro con cierre a los costados con tacón siete y medio.De esa forma, los ojos cansados por los años de la vieja tejedora miraba perpleja transformarse a su hijo en la seductora Katrina. Luego, lo veía marcharse a la esquina de siempre donde los hombres buscan hombres con perfume de mujer.

Del libro LA MOSCA, LA VIRGINIDAD Y EL CONTADOR Por: Walter Caicedo, Colombia.

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Decidimos recorrer el norte de Chile sin tener que pagar por ello; por lo que tuvimos que pedir un aventón, o hacer dedo como se dice en Sudamérica. En la ida todo fue de maravilla. Ya de vuelta , en una gasolinera de la ciudad de Antofagasta, conocimos a Patricio, que estaba cargando diésel.Horas después, luego de unos cuantos cientos de kilómetros, Patricio nos contaría que para ganar dinero, roba diésel del camión que conduce. Mediante algunas maniobras al volante, logra ahorrar al menos 100 litros por cada viaje que realiza, los que vende en algunos puntos en la carretera que se conocen solo mediante el boca en boca de los camioneros.

Patricio iba al sur, justo a donde nos dirigíamos. Eran las 11 de la noche de un día viernes y el viaje venía como anillo al dedo para no tener que dormir en el Desierto de Atacama, el lugar más árido del mundo, con unas temperaturas bajísimas, que de noche rondan los cero grados. Cuando nos subimos, el tipo no paraba de hablar. Yo le comenté a Camila, mi compañera de viaje, sobre lo energético que estaba el hombre. “Se mandó una línea de coca cuando bajó a poner petróleo”, me respondió. Yo, que no conozco mucho sobre el tema, comencé de pronto a entenderlo todo. “De acá no paro de conducir por unas cuentas horas”, nos decía el conductor, sin despegar la mirada de la carretera.

HISTORIAS DE MOCHILEROS

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El diésel del norte; una historia real.

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De no más de 1.60 de altura y de complexión delgada, moreno, cabello corto y barba de candado. Así era Patricio, de 52 años y diez hijos repartidos entre Brasil, Argentina, Paraguay y Chile. Hasta ahí, todo el viaje era una historia divertida, algo para contarle a los amigos cuando nos bajáramos del camión. Luego comenzó una larga conversación sobre su vida mientras avanzábamos kilómetros por la carretera Panamericana, que en esta zona se convierte en una monótona vía que, casi sin curvas cruza por medio del desierto. —Entonces, ¿qué hacías antes de conducir camiones?— Le pregunté. “Ahora decidí parar, porque antes me comportaba muy mal. Ya estoy viejo. Una vez interné una tonelada de mariguana desde Argentina y me descubrieron. Estuve como medio año en la cárcel. Pero al menos me di el gusto de poder cogerme a la dealer que tenía la mercadería. Era estupenda. Alta, rubia y con mucho dinero. Tenía un auto increíble. Era como una modelo, inalcanzable para mí”.Silencio. “Después salí y caí de nuevo, destruí la casa de un tipo que había intentado abusar de mi hija. Se lo llevaron al hospital y ahí lo fui a buscar con una pistola para matarlo. Tuve la suerte de que justo estaban seis policías en una ronda de rutina. Me detuvieron antes de poder dispararle”. Silencio.

HISTORIAS DE MOCHILEROS

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El diésel del norte

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“También movía cocaína desde el norte a Santiago. Algunas veces incluso tuve que arrancar en el camión, porque la policía me estaba persiguiendo. Además hice un robo: le disparé a un tipo en la pierna y en una moto arrancamos con su maletín, porque pensábamos que estaba cargado con mucho dinero, pero habían solo dos millones de pesos [cuatro mil dólares]. Ahí caí de nuevo, pero salí rápido, porque soborné con joyas de oro a una jueza. Le di mi regalo y no tuve que pasar más de tres meses”. Con esas declaraciones, mi amiga y yo comenzamos a mirarnos y a preguntarnos dónde nos habíamos metido. Pero lo amigable de Patricio nos convenció de que no tenía malas intenciones con nosotros. Conforme avanzábamos en la carretera,

Patricio nos aseguró que iba a vender el petróleo con el fin de ganar dinero suficiente para comer y pagar los peajes. También nos comentó que la empresa le había sellado todos los ductos que usaba para sacar el diésel, por lo que usaba otro método, mucho más engorroso y lento. Pero luego de pasar por varios lugares, nuestro amigo camionero no logró vender su mercancía, por lo que se encontró en serios problemas de dinero. “Pero nosotros te podemos prestar hasta que consigas vender el diésel”, ofreció Camila, al mismo tiempo que yo ponía mis manos sobre mi cabeza, lamentándome. Patricio aceptó encantado el ofrecimiento. Cincuenta dólares que, nos aseguró, pagaría sagradamente una vez llegando a destino.

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En el único punto en que sí lo recibieron fue en la casa de una señora, de unos 60 años. El negocio de los compradores de combustible robado es revender el diésel a las mismas compañías que contratan a Patricio. Vale decir, los dueños de los camiones terminan comprando su mismo petróleo, aunque a un precio menor que en el mercado formal. Esto, al parecer, es muy común en el rubro de los camioneros chilenos, ya que todos los lugares donde pasamos tenían varios tambores llenos, cada uno con 100 litros de combustible.Patricio nos hizo saber que si queríamos el dinero de vuelta, teníamos que ayudarlo. Si nos poníamos muy preguntones, correríamos el riesgo de quedarnos tirados en la carretera y sin dinero. Resignados, decidimos hacernos parte.Apenas nos bajamos del camión, Patricio comenzó a darnos instrucciones. Mi compañera tuvo que colocar una cubeta bajo el camión; mientras que mi labor era tomar una pistola de aire comprimido y bombearlo dentro del motor para que el combustible se moviera por los ductos internos y llegara finalmente al filtro, el que al rebalsarse, comenzaba a chorrear el diésel sobre la cubeta. Todo esto era vigilado de cerca por Patricio y por la dueña del lugar, que nerviosa se paseaba de un lugar a otro. De pronto le dijo que ya no quería más combustible, que le pagaba lo que había sacado y que se fuera rápido. Patricio trató de convencerla, pero no tuvo suerte, por lo que nos subimos al camión y tuvimos que seguir nuestro rumbo.

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Luego de llegar a nuestro destino, intenté presionarlo para que buscara alguna forma de conseguir dinero. Nos prometió que al día siguiente nos pagaría, que lo llamáramos por teléfono. “Miren, ¿quieren ver la nueva manopla que me compré?”Sin esperar nuestra respuesta, sacó un fierro pintado de blanco, con dos cuernos en el medio, listos para sacarle los ojos a quien tuviera la mala fortuna de cruzarse en su camino. Luego de eso, nos despedimos y nos bajamos del camión. Quedamos de hablar al otro día, para que nos pasara el dinero que nos debía. Claro, nunca más supimos de él y la verdad es que tampoco hicimos mucho por encontrarlo.

Por: Nicolás Ríos.

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Una señora entrada en edad, de más de 80 años, se encontraba sola con la compañía de un gato.Como era soltera vivía en un departamento de un solo ambiente, muy pequeño; en la Comercial. Cuando se encontraba dormitando se le apareció una luz y una vos que le decía: ”Soy el mesías hazme tres pedidos; te voy a complacer”. Bueno, le dice ella, quiero volver a los 20 años; quiero una mansión en Carrasco, frente a la playa, de 1200 mts cuadrados y quiero tener al hombre perfecto; al que siempre soñé. --Bueno, serás complacida, le dice el Señor ....Enseguida se transformó en una bella chica de 20 años y al departamento se lo transformó en la mansión de Carrasco,

y al gato se lo transformó en el hombre de su vida.Luego de estar con sus 20 años en la mansión, le apareció el gato transformado en el hombre de su vida: 28 años con físico perfecto de un gran atleta. Se paró en la puerta de la casa y le dice : “Pensar que si no me hubieras castrado lo felices que hubiéramos sido”.

Por: José Negro Lemos, Uruguay.

EL GATO

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Historia de vida...

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Amaneció guerrero el día, ¡si señor! Tiritaba la mañana bajo la estrepitosa tormenta. De nuevo para desayunar, café, tostadas y discusión.A grito pelado Leonor trataba de explicar por enésima vez a Ramiro que la idea de escribir una novela erótica no era tan descabellada.-¿Una novela erótica una octogenaria?-, pero bueno..., tú estás chocheando; definitivamente estás loca, ¡loca de remate!-Mira Ramiro.., estoy harta de tu absurda oposición, voy a publicar esa novela con o sin tu aprobación. Está decidido, no tengo nada que perder.-Claro que tienes que perder, y mucho. No creo que lo vea así la editorial, se van a

mondar de risa. ¡Leonor por Dios, razona! Eres una poetisa consagrada, reconocida a nivel mundial, ¿Qué necesidad tienes de perder tu prestigio por un capricho, por una excentricidad?-No es una excentricidad, ¡no lo es!, un capricho tal vez, pero te recuerdo que gracias a mis “caprichos” has tenido una vida muy confortable.-Eso ha sido un golpe bajo Leonor, eres muy injusta. Ya sé que tú has sido la principal fuente de ingresos, me lo has recordado tantas veces, tantas.... ¿Acaso no pagué un alto precio por ello?, dime.

LA ANÓNIMA LIBERTAD DE LEONOR

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Siempre he vivido a la sombra de tu rimbombante notoriedad, yo solo era el marido de la ilustre Leonor Salazar. ¿Cuántas noches he dormido con la soledad?, derramabas tanto amor en la poesía que apenas quedaba para mi.La rotundidad de aquellas palabras desarmaron a Leonor, no había argumentos para negar la evidencia.-Bueno.., fin del debate, mi decisión es irrevocable. Para mi es un reto personal, aun sin ser mi género literario podría ser un éxito, la guinda de mi dilatada carrera ¡Voy a llamar al editor ahora mismo!Suspiró la impotencia de Ramiro ante la imposibilidad de persuadir a aquella cabezota que, a su entender, había perdido los papeles.La editorial se aventuró a llevar a cabo aquel

proyecto que en principio parecía viable; eso sí, aconsejaron publicar la novela con un seudónimo.Aquella sugerencia no acababa de convencer a Leonor, pero pensó que era una medida prudente. Si la novela no cumplía sus expectativas y resultaba ser un fiasco, sería un borrón en su brillante trayectoria, así que aceptó. Aquella mañana sonó el teléfono y Leonor se apresuró a cogerlo. Ramiro la escuchaba escandalizado, aquello ya le parecía rizar el rizo.-Me parece perfecto Jaime, eres más que un editor ¡eres un genio! Que se vaya preparando la “La sonrisa vertical” vamos a arrasar... Bueno ya lo has leído amigo..., ¡pura dinamita!

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Volvió a llover sobre mojado. Tuvieron una enérgica discusión. La determinación de Leonor y la intransigencia de Ramiro eran un choque de trenes, dos direcciones opuestas sin posibilidad de encuentro.Paradójicamente poco a poco la resistencia de Ramiro se fue desvaneciendo, parecía haber entregado el hacha de guerra.Finalmente Leonor quedó entre los finalistas con la obra “El enigma de tu piel”, bajo el seudónimo de “Libertad”. Al cabo de un mes, Ramiro estaba una tarde en casa leyendo cuando regresó Leonor. La notó alterada, rara, se echó a temblar....-Querido... ¡Tengo que darte una mala noticia!-¿Otra?, a ver que saca hoy de la caja mi querida Pandora...-Soy la flamante ganadora de “La sonrisa vertical”, ¿qué te parece?.

-Me parece que eres merecedora indiscutible de ese galardón, ¡te felicito!-Ah si... ¿Y tu cómo lo sabes?-Lo sé porque he leído tu novela, me parece sencillamente genial, insuperable; lástima haber descubierto a los ochenta y tres años que he vivido junto a un volcán, pasé tanto frío... Nuestro amor siempre navegó en un mar tibio y sereno, en un mar en calma;-Efectivamente, le faltaron marejadas al mar muerto Ramiro, lástima...-Dime una cosa Leonor... ¿Porqué nunca has sido así de apasionada conmigo?, no lo entiendo...-Porque no acertamos a descifrar el código de la pasión querido.., No lograste descubrir el enigma de mi piel.

Por: Antonia Avilés Angulo, España.

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Para un profano en la materia, los clubes sociales aún son un misterio. Nacidos en las termas romanas, desaparecieron con la caída del imperio y el manto oscuro del medioevo. Renacen en Inglaterra en el siglo XVII. Es en el Oxford universitario, cuando el café, aceptado como la bebida de la tertulia y el encuentro, servido en salones protegidos del frío, da inicio al club.La tendencia se vuelve costumbre y tradición. El clubman es tan obviamente inglés como el cockney. Y así, entre vueltas y revueltas, el club supera fronteras. Toda ciudad europea tiene su club. Donde hay un inglés, hay un club. De jardinería, de filatelia, barcos y remiendos.Y en Medellín. La aristocracia paisa, sin ingleses, a excepción del invitado Mr. Putman funda clubes. En los años 20, estos clubes,

o ese club, es el epicentro de la sociedad pudiente. Requisito indispensable es la capacidad económica, tiquete asegurado es la cuenta bancaria y las relaciones de negocio, consanguinidad y arribismo.Para el nigüetudo analfabeta, el club es un edificio “publico” donde solo entran señores muy emperifollados. Algo como una iglesia, un colegio, un hospital, la gobernación o la alcaldía. A pocos metros de la sucia calle, los edificios representan el otro mundo impensable.Para el ciudadano común y asalariado, el club, casi tan lejos como las nubes, es un lugar prohibido, inaccesible. Como allí se reúne lo más granado de la sociedad, la mazorca solo sirve para hacer arepas.

LOS CLUBES SOCIALES

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Nunca entré a un club. Y la vez que lo hice, invitado por un vecino que tenía un amigo, este sí miembro del club. Lo logramos de chiripa. Jugamos ping-pong media hora. Tampoco creo haber conocido gente de club. Y si los traté, jamás supe que alguno de ellos era “gente de club”. Como galaxias de un universo infinito, los clubes cobijaban otras estrellas inalcanzables.En la cabeza de un lego en asuntos de clubes, todo es suposición. Si, allí estaban pero solo sabíamos de ello, cuando en las páginas de los periódicos resaltaban la tremenda fiesta y la obra de caridad.Con el tiempo, el club perdió importancia. Convertidos en centro comercial y en decadente sitio para escurrir recuerdos, además del deterioro en las relaciones entre miembros, el nacimiento espurio de otros clubes y el desparpajo de las clases emergentes, los otrora centros del regocijo, el descreste y el desachante, se esfumaron en volutas de nostalgia.

Esos clubes exclusivistas negaron la entrada a la chusma y la intelectualidad. Cuando negaron visa a los nuevos ricos, estos atacaron. Incluso la industria, la banca y el comercio cayeron como fichas de dominó en la fiera batalla por el dominio, ante el asombro, la impotencia o cobardía de los clubmen. O tal vez la avaricia y la codicia abrieron puertas ocultas en busca de ese dinero clandestino. El caso actual nos muestra clubes de todo y para todo. Los llaman combos, oficinas, parches. Es que la lúdica de un club es el billete… y los poetas muertos que se empolvaron en los estantes de sus intocadas bibliotecas de adorno.

Por: Oscar Botero Pérez, Colombia.

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Diane avanzaba con dificultad por el callejón, y casi no tenía fuerzas para sostenerse en pie. Llevaba varias horas deambulando por los barrios bajos de la ciudad y aún no encontraba algún cuello tibio al cual desgarrar. Pronto saldría el sol y tendría que ocultarse sin haber satisfecho su apetito, como le venía ocurriendo los últimos días. Si tan solo pudiera dejarse morir todo sería más fácil, pero dentro de ella, existía ese ser que se negaba a desaparecer.Cuando le dijeron cómo sería su vida de ahora en adelante, no creyó, y ahora que todo era real hubiese preferido que la dejaran morir tirada en el bosque.

Estaba segura de que si no se hubiera empeñado en salir a bailar esa noche, nada de esto estaría ocurriendo, pero no tenía sentido lamentarse, era imposible volver atrás. El primer mes había sido una pesadilla, no soportaba la idea de abalanzarse sobre una persona como si fuera un animal, por esa razón hizo todo lo posible por restringir las raciones porque no quería dañar a gente inocente, pero su cuerpo débil le reclamaba. La sangre era más adictiva que una droga, no recordaba haberse sentido así por no comer cuando aún era humana. Había hecho el intento de alimentarse de animales domésticos pero le había repugnado, era como tomar sucedáneo en vez de café, horrible.

PRIVACIÓN

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-“Cuando llegue el momento, no pensarás en nada más que no sea sentir el tibio líquido corriendo por tu garganta”. -Había asegurado Werner.Y en efecto, la primera vez que tuvo la imperiosa necesidad de beber lo hizo de un enfermo del hospital donde la atendieron después del “accidente”. La segunda vez había sido un mendigo y la tercera, una prostituta. Sin embargo le seguía causando pesar tener que tomar la vida de otros para mantener la suya.Intentaba conformarse a sí misma pensando que al tomar personas de la calle el daño era menor, pero su conciencia humana le decía que era lo mismo matar indigentes que millonarios, sin embargo el ser inmortal en el que se había convertido le gritaba que no podía seguir negando que ahora era un

vampiro sin alma y por lo tanto carente de sentimientos. Ya comenzaban a verse los primeros destellos del alba cuando encontró un borracho tirado en la calzada. A pesar del aroma alcohólico del hombre, el olor de la sangre caliente latiendo bajo su piel le llegó hasta la nariz como si fuera el manjar más exquisito. Miró de reojo en todas direcciones y se arrojó con todas sus fuerzas sobre el cuello del pobre desgraciado. En ese momento no era Diane Phillips, no era sino uno más de los habitantes de la noche que pululan por las calles de Nueva Orleans cuando el sol se oculta y todos los que están conscientes del acontecer nocturno se encierran en sus casas.

Por: Pilar, Lepe.

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Cada mañana lo veía aparecer con su mochila a cuestas. Era alto, apuesto, con una barba bien cuidada; negra como su cabello ondulado. A ella le causaba curiosidad lo abultada de su mochila pero sentía miedo de hablarle y preguntarle porqué cada día llevaba esa gran mochila a cuestas; cual caracol que arrastra pesadamente su casa. Una tarde, cuando ambos volvían del trabajo, se toparon de casualidad, ella iba sumergida en sus pensamientos, mientras él llevaba su mochila y distraído leía un libro mientras caminaba. Se toparon, se quedaron mirando; se pidieron disculpas, se sonrieron tímidamente y siguieron andando. Ella no aguantó más, se dio media vuelta y le habló; tímidamente primero, luego sacó más la voz y le dijo: “¿te puedo preguntar algo?”, él extrañado, asintió. Ella no sabía cómo comenzar, pero luego se atrevió, le dijo que cada mañana lo veía pasar con su mochila tan abultada, él se quedó pensando, no sabía qué responder. Lo curioso es que ni él sabía por qué llevaba tanto peso. Comenzó a pensar en todo lo que había ahí dentro. Fue como mirar a su propio interior. Se dio cuenta que llevaba recuerdos, solo recuerdos. Una chaqueta de su padre muerto, las cartas que éste le había enviado prometiéndole que volvería pronto del trabajo que había conseguido al otro lado del mundo; cosa que nunca sucedió porque había encontrado otra familia. Llevaba, además, cinco libros (contando el que iba leyendo), de los cuales solo leía y releía uno o dos.

CARGAR CON EL PASADO

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Esos eran recuerdo de su abuelo. Llevaba, semi ajado, en una carpeta gruesa como archivador, su diploma de técnico. Ese curso que por fin había logrado terminar, después de tres intentos errados en otras carreras. Curso que le había pagado su madre ya viuda. Llevaba el peso de ese dolor de haber quedado huérfano, llevaba la responsabilidad de quedarse a cuidar a su madre, como único hijo. Llevaba el recuerdo de varias novias con las que nunca pudo concretar nada porque “no estaban a la altura de su santa madre”. Una mujer liberal que había tenido ya varios novios después que enviudó. Pero a él no le importaba, porque su madre merecía ser feliz. Llevaba prejuicios y miedos; llevaba una vida sin vivirla como él había querido. Llevaba a cuestas sufrimientos, noches de alcohol sin sentido, acumulación de vinilos ya rotos que escuchaba una y otra vez a solas en su

dormitorio; así como esos libros que, con el peso, encorvaban cada día más su esbelta espalda y lo hacían parecer más viejo de lo que era. Ella, después de haber hecho la pregunta se sonrojó, le dijo que no tenía que responder, que disculpara su imprudencia. Se dio media vuelta y retomaba su marcha a su solitario hogar. Él la detuvo, la miró tristemente a los ojos y le agradeció por haber sido la única persona que había reparado en ese pequeño gran detalle.Un par de semanas después se volvieron a ver, pero esta vez, él solo llevaba un libro nuevo en sus manos y una sonrisa en su rostro. Se miraron, se sonrieron y cada uno siguió su camino. Por: Maria Cristina Borroye.

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Ciertamente el amor es lo que mueve al mundo y sin duda todos los seres que no tenemos pareja, vivimos pensando en quién será esa persona que aparezca en nuestra vida, irrumpiendo en nuestra cotidianidad. Y si aparece un lindo gatito, con la sonrisa y la actitud; el aplomo, y la testosterona marcando territorio…A qué hora llegas, Guapo!Y claro una se sube al arcoíris en automático. Al reflejarte en sus ojos, sentir sus manos, morder sus labios, pensar en meter la mano debajo de su camisa y tocar sus senos de hombre.Romper esos 20 centímetros de nuestra privacidad, donde muy pocos están invitados. El entrar de la mano al restaurante y sentir ese guerrero que te pone la silla, pide al

mesero por ti; te conforta y te mima…Guau!, que ganas de estar en su cama, desnudos, oliéndose, probándose, sintiéndose , tocándose; con esa lengua recorriéndome, con esos dientes mordisqueándome beso tras beso. Empezando ese ritmo de danza que va de muy suave, a esa urgencia que se convierte en emergencia, donde la ropa sale volando, los cuerpos se convierten en nudos y se logra ese engranaje que culmina , claro; en esa explosión, éxtasis, paraíso.Cerrar los ojos, recordar que estás en el restaurante, primera cita. Portarse bien, darse a desear, diría mi Santa Madre. Hablar de todo y de nada. Sí, esta vez no te equivoques, no le hables de igualdad y de libertad, ni del deber ser.

EL AMOR ES UN PERRO INFERNAL?

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Por hoy, lo políticamente correcto, como de niña de familia, una nena…Pero la mente vuelve a la escena, vuelve a pensar en recuperar el aliento, disfrutar el momento, acurrucarse, meterse a las sábanas y sentir ese abrazo delicioso, que cobija con ternura donde encuentras su pelo revuelto, su ombligo perfecto; su pelo en pecho, en las nalgas, en las piernas, mordisquearle la orejas, besuquearlo todo.Pedimos vino? Escoge una botella y me explicas? Compartimos?Y claro otra vez, vuelta a sentirse adolescente, casi insegura: provocativa o seria? Divertida o ruda? Le gustarán las chavas fresitas o las mujeres aguerridas, por qué no puedo ser la dulce Poli aunque quiera? diantres!El restaurante se vacía, pide la cuenta, paga. Y la pregunta: Adónde quieres ir? 2 am.Vamos a un bar? Tu casa? Mi casa?No conozco ningún lugar “decente” abierto a esta hora. Feliz de ir a mi casa. Será Mejor la suya?, su territorio? No es lo correcto, pero…que ganas!

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Vamos a tu casa! Me mira, con los ojos muy abiertos, se nota que no puede creer que lo haya dicho. Subimos al auto. Llegamos, no hay nadie, salen tres perros. Enciende luces, los dos nerviosos.Me apoltrono en el sillón, me quito las botas. Se sienta junto a mi, me toma la mano. Ambos extraños, emocionados.Un beso tímido, luego uno largo, el que sigue juguetón, con la lengua muy adentro, muy húmedo, muy sexy, muy excitante, uno rudo, otro y otro.Un botón mío, otro tuyo, hasta donde

llegaremos? Nada va a pasar que no queramos los dos.No debiera. Apenas nos conocemos, (pero me encanta) y si no lo vuelvo a ver? Al menos podré poner en el salón de los trofeos, su cama dentro de mis conquistas. No manches.Tu cinturón, mi pantalón, tu sexo, que impresión: desnudos los dos, que guapo!Que momento, un poco ebrios, un poco eufóricos, un poco tímidos, traviesos, que rico!Ay que noche, noche atrás! Por: Beatriz Calderón.

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UNA VEZ ARRANQUÉ LEJOS Y PUDE SALIR DE ESTE CUERPO. VOLÉ A MUCHAS

DISTANCIAS DE DONDE ESTABA, HABÍA FUEGO POR TODAS PARTES, LOS COLORES

SE OPACABAN; ESTABA ARRANCANDO DE UNA REALIDAD UNA VEZ MÁS. SÍ, UNA VEZ

MÁS. Y LLEGUÉ A UN LUGAR DONDE NUNCA PODRÍAN IMAGINAR: ERA UN TIEMPO

INFINITO.

EL ÚLTIMO ÁRBOL

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