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CON$UMO número catorce / marzo dosmildoce.

Revista Jalea 14

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Magacín de temáticas: En esta edición, el Consumo.

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CON$UMO

número catorce / marzo dosmildoce.

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® Jalea es una publicación de Les Sardines. Los derechos se reservan según lo señalado en Creative Commons. Los textos son de cada uno de los autores señalados, reservándose cada uno de sus derechos. Jalea no se responsabiliza de las opiniones vertidas;Editor: David Guerrero Valenzuela.Redacción: Juan Pablo Valdés.Website: Andrés Correa Guerrero.Fotografía e imágenes: David Guerrero Valenzuela a excepción de las señaladas: página 6 y 18 por Juan Pablo Valdés, página 11 por Majunn; y páginas 20 y 22 encontradas a través de Google.Contacto: [email protected] | twitter.com/revistajalea | facebook.com/revistajaleawww.revistajalea.com

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Editorial: Yerbas Buenas

Lo que quiero comprar.IlustraciónJuan Pablo Valdés

EnsayoJuan Pablo Valdés

La Cesante Ilustrada.PoemaSara Silva San Martín

Ciclo de Calumnias: El qué consumir.CríticaRocknrolla Gutiérrez

Consumismo.CómicMajunn

Esclavos y libres.

Cerozoom

Caderas y Dinero.CuentoUri Lastra

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La lucha por el pan de cada día.CuentoElena

David Guerrero, Sara Silva, 0010110, Juan Pablo Valdés

David Guerrero

Jalea Recomienda

Consumo es humano.

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Yo no consumo marihuana. Pero puta que me gustaría verla legalizada. Creo que existe un constante presión de la gente de arriba, coartando cualquier especie de libertad. Es impresionante que no se pueda hacer nada sin consentimiento de ellos. Se habla de libertad, de una sociedad libre, pero somos libres sólo si accedemos a créditos. Sólo si tenemos tarjeta. Por todo se paga, y la marihuana creo que representa hoy eso. La resistance.

Seré franco, hoy no me sé bien la historia de por qué fue prohibida la planta. En EEUU, para variar, las plantaciones de cáñamo eran un problema para nuevas empresas, como la en ese entonces naciente Aspirina, y otras empresas de papel y fibras sintéticas. Resulta que el cáñamo es poderoso. Poderoso porque era económico. Porque no hubiera sido rentable.

Mucha competencia para las nuevas empresas, por lo que se satanizó la hierba, metiéndonos en la cabeza que su consumo era horrible al organismo. A mi me parece interesante este punto, pues resulta que hay más demostraciones científicas que dicen lo contrario. Pero, como sea, la propaganda dió excelentes resultados, y hoy es difícil imaginarse la Marihuana sin su adjetivo de “droga” y por ende “delincuencia”, “peligro”, “adicción” y otras muchas más que también se podrían adjudicar a las permitidas bebidas alcoholicas o incluso al tabaco. Claro, resulta que hay industrias potentes detrás de ellas.

No consumo marihuana, pero creo que la sociedad si debería consumirla. Legalizarla. Obviando el factor evidente de la consecuente abolición del narcotráfico, me parece romántico el hecho que cada persona tenga la libertad de plantar su semilla, hacerla crecer y poder consumirla sin pagarle a nadie por ella. Además, creo que si se permitiese, dejarían de existir los imbéciles que se juran hippies o voladorsh, los hiperventilados por meterse algo distinto a los pulmones. Engrupidos.

Bienvenidos a la edición del Consumo.

Yerbas Buenas.Editorial

Por David Guerrero Valenzuela

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Lo que quiero comprar.

Ilustración Por Juan Pablo Valdés

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La cesante ilustrada.

Poema. Por Sara Silva San Martín

Soy una cesante ilustradamuy capaz pero sin trabajoofertas laborales no barajo

estudiar seis años no sirvió de nadaestoy como una embarcación varada

y llegó la cuota de marzopara doblarme el brazo

para dejarme sin el vestidito ni la remerasin los zapatos y sin la cartera

(no me gusta jugar póker con este mazo).

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La sensación del tener está impuesta por los productos que buscan de cualquier manera ser adquiridos. Su publicidad es en todos los casos engañosa. Procura crear una sensación de felicidad al poseerlos.

Según mi visión, los productos que no se pueden llevar a la casa son los más preciados. Como los conciertos o las obras de teatro. Como una la tertulia con los amigos. Ninguna de esas citas podemos dejar como un adorno inherente en el living de la casa: es más bien un estímulo único que nos hace repetir la situación, lo que más deseamos en consumir está dentro de nuestras almas, está empujando cada minuto salir y ser provocada por algo que simplemente llena el vacío que deja llenar la vida con “cosas”.

El consumir revolución, el consumir ideas se lo hemos dejado a los medios de comunicación que simplemente han optado por simplificarnos la vida dándonos adornos y estatus, Pero me pregunto si es que el mercado puede darnos satisfacciones como el criar a un hijo, o amar a nuestras parejas, es más bien un mensaje aspiracional a los que se supone es ser “feliz”, con un patrón marcado en teleseries, películas o la misma publicidad que muchas veces empuja al consumismo

“Muchos hablan de una sociedad consumista como algo malo, y quizás el tema esta ciertamente relacionado con el comprar y adquirir, pero la verdad es que hay consumos buenos que no tienen relación con las compras , están dentro de nosotros y el mercado no las conoce...”

”Luchar para vivir la vida, para sufrirla y para gozarla... La vida es maravillosa si no se le tiene miedo”. Charles Chaplin

haciéndonos creer que nos hacen un favor. Lo mismo pasa con la política: nos hacen creer que si estás con este u este otro, tu sensación de felicidad cambiará en algo. Nos hablan de las oportunidades como un bien de consumo, la educación, la salud y el deporte están auspiciados por alguien que definitivamente lucra , pero ¿es eso realmente lo que queremos consumir? ¿es que acaso la libertad de creer o hacer está en las tiendas? Pues claro que no. Es algo intrínsico, propio de nuestra naturaleza. Hemos dejado a otros hacerse cargo de nuestras motivaciones consumiendo su producto, consumiendo algo que nos pueda manejar, ídolos, líderes y cosas que nos cambian ciertamente nos convierten en otro producto.

De alguna manera podemos ciertamente cambiar esto. Sólo basta con dejar la pereza, volvernos libres, escribir cartas de amor, juntarnos con los amigos a reírnos de ese chiste contado ya mil veces con distintos ribetes, estimular la conciencia con lo que ven nuestros ojos y no con los de una cámara dirigida por un auspiciador. Establecer ritos que provoquen nuestra alma, fortalecer nuestros sueños. Plagarnos de ideas propias, convocar la risa y el llanto con nuestros recuerdos. Quizás en un tiempo más sean los productos quienes dependan de nosotros.

Ciclo de Calumnias:El qué consumir.

Crítica Por Rocknrolla Gutiérrez

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LA VERDAD ESQUE NO NOS

CONTENTAMOS.

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Esclavos y libres.Reflexión

Por Cerozoom

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Ya todavía en nuestras casas, en nuestras vidas, en nuestros amores e intereses se despliegan las formas de vivir, que tan sencillas o complejas nunca están fuera de ciertas relaciones con otras logicas. Habría que hablar del consumo, pensando que los modos de comprar, adquirir, desechar, podrían estar presentes en un amplio espectro de conductas. No se trata de pensar en el supermercado, ni en las industrias del retail, sino de fijar la mirada en nuestro más íntimo modo de vivir. Extrañamente existe en nosotros una compleja relación entre libertad y esclavitud, sobre el cual se desenvuelven la producción del sentido y ejercicios de poder, mecanismos y procesos tan habituales que son invisibilizados por la costumbre, aquellas que cuando más aparenta sorprendernos, mas ocultan su naturaleza. Podríamos abrirnos a la posibilidad de ser ambos, esclavos y libres, como si desnudarnos nos permitiría ver los confusos que somos. Porque nuestra propia lógica problemática es la que permite funcionar esto que nosotros llamamos vida, un campo de batalla o la eterna danza confusa.

¿Que abre y que deja de lado este conflicto? Quizás en parte a nosotros, a nuestra propia búsqueda, una configuración de experiencias, que podrían permitir entre otras cosas algo fuera del orden. Porque lo que está en juego sobre nuestras conductas, nuestras motivaciones es el orden mismo. El ejercicio del poder instaurado en estructuras a gran escala, como tecnificación de mano de obra (escolaridad o estudios), la rotulación de todo aspecto cotidiano como el nombre, rut o nacionalidad, o la incautación del deseo, que supone la eterna búsqueda de la satisfacción imposible, de alguna forma u otra, no se satisface el deseo, la carencia es nuestra pujante conducta. ¿Qué es entonces lo que deseamos, cuando queremos sentirnos mejor? ¿Por qué no acaba ese deseo?La sociedad funciona de alguna manera u otra, administrando los cuerpos que sirven para la producción, y no solo administra los cuerpos, porque todo el campo de existencia está relacionado con la producción. Desde los hábitos alimenticios, ocio, comunicaciones y lo que llamamos necesidades básicas. Pero no podríamos considerar a la producción sin entender la relación fundamental que realiza la ciudad como un campo que vuelve dócil a sus habitantes, los desplaza, los apila y los conduce a su destino, el trabajo. Aquí la ciudad no es solo el sitio físico donde se sustenta la administración de los cuerpos, sino que es también el mecanismo de reproducción de sus propios cuerpos que utiliza en la producción, se reproduce para producir y viceversa.

En otro aspecto, Giorgio Agamben plantea la escenografía distributiva de los cuerpos, que deviene de la noción de campo, acá no se define por los crímenes allí ocurridos más bien se pregunta por la estructura político-jurídica que lo hace posible, de esta manera lo

que está en juego es la paradoja del campo, que surge en estado de excepción, pero ahora se materializa de manera estable y se mantiene como vigilancia en la situación actual. El campo no es entonces un hecho histórico o anómalo, está más bien presente como matriz oculta del espacio político actual. El campo se vuelve el nuevo regulador oculto, una maquinaria paradojal, un espacio de permanente excepción, donde ya no ordena formas de vida, sino que considera aquella relación dislocante, que mientras hace vivir, suspendiendo un carácter de la vida misma, ejerce una economía de la muerte, una lenta y pagada administración que nos mantendrá trabajando hasta la jubilación (o hasta donde lleguemos). En nuestros campos de concentración ya no vemos los muros, ni cercos, ni alambrados, aquí la multitud se encuentra sujeta a una experiencia concentracionaria. Aquella multitud posiblemente peligrosa, salvaje, irrepresentable, ahora se encuentra dócil, haciendo funcionar la ciudad. De esta manera la producción cae como un efecto anestésico, donde es necesaria una enorme industria del espectáculo y entretenimiento para des-pedirnos de la vida, a dejar de pedir, a dejar de necesitar y sentir. La experiencia del pensar y del sentir es retirada con una violación, que es invisibilizada y ocultada diariamente, en un suave y feroz proceso de naturalización. Así mientras nos trasladamos por estos grandes campos, podemos sentirnos libres, en cierto modo, pero nunca desprendidos de la producción.

Creemos que descansamos del trabajo, pero nunca se descansa de la producción, entonces ¿qué nos queda por hacer? Podríamos entenderlo interrogando nuestra sociedad, entramarse en sus y nuestra grietas, sobre nuestros abismos. Posiblemente no sea un paraje grato, porque de alguna u otra forma estamos productivizados en nuestra existencia, incluso desde la noción de existencia que tenemos, la vida es para la producción. Fuimos de cierta manera construidos, somos producto de un sistema que hace su propia especie. Constituyéndola con códigos, normas, deberes y derechos, establecidos para una sola forma de funcionar, un solo orden. Pero es un su incapacidad de plenitud, donde está la pugna desde el mismo ser humano. En esta mecánica del ser en el deseo, se entrama el placer. Su experiencia podría asociarse al descubrimiento, a la sensación que no puede capitalizar completamente la producción, ya no albergada en la sencilla utilización de las sustancias o sexo, pues así se ha desplazado la experiencia del placer, es necesario encontrar una inteligencia del placer. Desde la creación de nuevos placeres está el modo de resistir, pues algo siempre está en disputa, sobre los consumos, habría que desestabilizar nuestras certezas, no destruiremos su naturaleza, sino que podemos aprender a coexistir con ella, descubriendo nuestras propias experiencias y placeres, que darán lugar a ese sentido personal de libertad.

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Caderas y dinero.Cuento

Por Uri Lastra.

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De nuevo el mismo viejo con aliento repugnante. Me daba tanto asco. Sus manos eran torpes, hacía el amor tan mecánicamente como mal. Pero no había lugar para quejas, el trabajo es el trabajo. No podría haber estudiando en la universidad si no fuera por esto, por soportar que venga alguien desconocido, me empelote, y haga lo que quiera conmigo.

Todo empezó cuando estaba en el colegio, en cuarto medio, una amiga me dio un dato de una tipa que tenía una agencia de promotoras, que además hacían eventos privados y que pagaban muy bien. Me entusiasme y fui a la dirección, me hicieron una entrevista y quedé trabajando. Nos seleccionaban según lo que estábamos dispuestas a hacer y según lo bonita que fuéramos, yo quedé en el grupo elite, me enviaban a hoteles lujosos donde hombres con dinero esperaban por mi cuerpo. Las primeras veces fueron raras, pero cuando recibía mi pago todo pasaba a segundo plano. Tenía dinero para satisfacer todas aquellas necesidades con las que había lidiado desde pequeña y que mi humilde familia no podía cubrir. Luego entré a la universidad, no era tan buena alumna, me fue mal en la PSU, así que entré a una privada, me pagaba el arancel con lo de mi trabajo. Mas tarde empecé a tener más gastos, mi manía por aparentar frente a mis compañeros de curso fue mayor, el dinero de las comisiones se me hacía poco y comencé a “trabajar por fuera” como decían las chicas, tenía amoríos con los clientes, los enamoraba para que me llenaran de lujos, rompía hogares sin dificultad por aquella cartera italiana que tanto quería para mi colección. Nunca le tomé el real peso, para mí era como un juego, era como arrendar algo, casi lo mismo que tener una casa y rentarla ¿qué mal podía haber en ello?

Pero las cosas empezaron a tomar otro tinte, comencé a tener problemas con las celosas esposas de mis clientes, hasta que ocurrió el accidente. Realmente no fue un accidente, fue un atropello intencional. Silvana, la esposa del diputado se había enterado de que la estaba engañando, contrató un detective privado y tuvo las pruebas suficientes, encaró a marido y este no gastó su tiempo en excusas y le confirmó todo, ya no quería estar con ella. La mujer furiosa ideó un plan para vengarse, y lo hizo. Una mañana iba saliendo de mi universidad, cruzaba la calle para alcanzar el taxi, cuando un auto me embistió.

Quedé gravemente herida. Al despertar en el hospital vi los horrores que aquel hecho había dejado en mi rostro, una cicatriz de diez centímetros. Tenía ahorros y los invertí en una cirugía para arreglarlo, pero nunca volvió a ser lo mismo: era desfigurante, mi cara ya no era perfecta. Me despidieron en la agencia, ya no era de elite. Con el pasar del tiempo me convertí en una puta barata, nunca tan barata, pero mis clientes distaban mucho de los antiguos y no contaban con las tantas comodidades de antes, tuve que restringir muchos lujos. Me propuse terminar mi carrera, los cinco años que se suponía que duraría ya se habían extendido a siete. Sería profesional y dejaría este oficio, pero me asustaba un poco, me acostumbré al dinero fácil.

Mientras besaba al viejo de mal aliento, pensaba que este era mi último beso vendido. Nunca besé por amor. Nunca hice el amor, siempre vendí todo sin sentimientos de por medio. El viejo toco fuertemente mis caderas y recordé una de las noches anteriores en que estaba desnuda frente al espejo e hice lo mismo, toqué fuertemente mis caderas y vi que estaban un poco más flácidas, pensé en que en un tiempo más mi cuerpo cambiaría, envejecería, y lo único que tendría frente al espejo sería una puta retirada con plata en una cuenta, y nada más. Ese era el porqué de mi retiro, el buscar nuevas satisfacciones que fueran más allá de comprar algo tal vez inútil pero que todos envidiarían, sentía ahora una necesidad de algo mas firme, de una amor que pudiera recordar cuando viera mi reflejo senil.

Ahora, en el baño de este hotel, pinto mis labios, en unos minutos volveré a la habitación, me desnudaré y aquel hombre que está tendido en la cama disfrutará hasta el último peso que pagó por mí. En definitiva me vendí a él así como me he vendido a cientos de hombres, todo es un circulo, el paga por mí, yo pago por mi felicidad material, todos falsamente felices, gastando dinero.

Esta noche me voy con un cheque grande y con una pena cada vez más profunda que se disimulará solo cuando un fajo de billetes pasa hacía mi mano a través de la ventanilla del banco. Sólo ahí soy brevemente feliz.

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El supermercado en sus horas peak es una cosa de locos, y pude corroborarlo con toda certeza el domingo pasado. Cosa inusual, tuve que ir a comprar pan un día domingo a las 7:00 PM (normalmente no existo los domingos). Y con cierto hastío, llegué a ese gran templo de la alimentación, aseo y consumo.

Lo primero que se observa es ese enorme, frío, sin brillo, y un tanto tétrico estacionamiento, con una cantidad de autos impresionante. Intente pasar por ahí lo más rápido posible para entrar al supermercado.

Las grandes murallas me encerraron, sus luces por todos lados me molestaron en un comienzo, personas hablando a elevados decibeles quizás de que cosa, pasillos alienados, enumerados y organizados por productos; mamas gritonas que luchan porque sus niños se queden tranquilos por 5 minutos, abuelos perdidos sin encontrar lo que buscan, estantes de promotores que nunca están en sus puestos, mazamorras de personas agolpadas frente a las cajas, donde hay una que siempre falla y que justamente es en la que uno está metido, locutores que hablan y hablan y que nadie escucha… definitivamente un supermercado como todos.

Caminé rápidamente hacia el lugar donde sabía que estaba lo que buscaba: El pan. Faltándome sólo pasos para llegar hasta el lugar mismo, noté esas grandes vitrinas de vidrio, que reflejaban trágicamente que estaban vacías, y que esas personas que rondaban el lugar ( que no eran mas que cinco), estaban todas esperando lo mismo y hablaban entre sí, que el pan saldría en unos diez minutos más, así que decidí dar una vueltas por el recinto. Camine y camine, pasé por cada uno de los pasillos, observaba como cada una de las personas miraba las cosas que querían, y tomaban la que estaba frente a sus ojos, que curiosamente eran los más caros, siendo que si uno bajara la vista unos pocos centímetros podría encontrar el mismo producto a un precio inferior.

Pasados ya esos diez minutos, tome el pasillo que me llevaría hasta donde estaba lo que buscaba. Una puerta entreabierta llamó mi atención. Se lograban ver algunas siluetas. Miré con mas detención y los vi. Aquellos hombres de blanco, ese blanco que se confundía entre sus delantales y la harina salpicada por todo su rostro. Eran ellos, los creadores de tan magnifico pan, que todos día a día buscamos casi sin pensar, como una regla que no se puede quebrantar. Vi como sacaban las bandejas de pan, bandejas que deben haber estado bien calientes, ya que les vi las caras de afligidos a esos hombres de blanco.

Seguí caminado, ya que era hora de tomar esos panes e irme a mi hogar. Cuando llegué al lugar ya estaba mas repleto. Una masa de gente se instaló frente a aquellas vitrinas, y cuando digo “masa” no exagero, realmente era una masa de gente como si todo el mundo hubiera dejado todo lo que estaba haciendo y se hubiera apelotonado ahí. Esperando el pan. No me quedó más que ubicarme un tanto más atrás.

Ahí venía. El gran hombre de blanco. Algo así como el jefe de todos los hombres de blanco. Él con más fuerza, él con más carácter (porque vaya que se necesita carácter para poder manejar a toda esa masa de gente y poder dejar el pan en su respectiva vitrina). Comenzó a vaciar lentamente esa gran canasta, todas las miradas estaban allí, viendo como caía cada pan, hecho a partir de harina mezclada con agua y sal, que después de amasada y fermentada por la acción de la levadura se cuece al horno con diversas formas y tamaños, expandiendo ese aroma que a muchos vuelve loco.

Fue en ese preciso instante (cuando el gran hombre de blanco dio vuelta para retirarse), cuando esa gran masa, hasta el momento pacífica, comenzó a tomar forma y movimiento, una gran presión se ejercía entre ella misma, la gente definitivamente se guardó su compostura y control en su bolsillo y se abalanzó frente a esa débil vitrina. Era impresionante ver como se desfiguraban esos rostros, como les hervía la sangre por poder echar unos cuantos panes en sus bolsas a como de lugar. Hacían lo imposible, obviamente sin importarle el que dirán, ni la persona que esta a su lado. El fervor de esa masa se hacía notar. Sin ir mas lejos, una señora cincuentona, llegó hasta la vitrina empujando a cuanta persona se le cruzaba, hasta manotazos tiraba y después de logrado su objetivo, sin ninguna vergüenza y descaradamente, le volvió la humanidad a la cabeza y pedía permiso para salir.

Realmente me impactó, no podría creer que personas que caminaban inocentemente por los pasillos de aquel supermercado, podían transformarse que aquella manera, llegando hasta el punto de no importar nadie mas, solo tener ese pan, ese pan que tanto se espera en los hogares a la hora del té. Entonces, en una fracción de segundo comprendí, fue en ese preciso instante cuando logre unir todas las piezas del rompecabezas y entender esa frase que dice: “las personas se sacan la cresta por llevar el pan a su casa.”. Ese día lo pude corroborar, literalmente.

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La lucha por el pan de cada día.

Cuento Por Elena.

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Consumo es Humano.Ensayo

Por Juan Pablo Valdés

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¿Desde cuando existe el consumo? Consumo es un complejo sistema que preserva la sociedad tal la conocemos. De hecho, sin consumo no podríamos existir como sociedad. El consumo es inherente al ser humano y también de todo ser vivo. Todos los seres vivos para sobrevivir consumen recursos que brinda el planeta tierra. De que se consume depende de cada ser. Los arboles consumen el CO2 de la atmosfera y los minerales y agua que encuentra en la tierra. En tanto los animales consumen el oxigeno y alimentos que puedan disponer. En un momento el ser humano da el paso decisivo para sobrepasar el nivel de necesidad y pasa a consumir más de lo estrictamente necesario. En ese caso pasamos al sobreconsumo.

Ahora bien el complejo de compra sobre una oferta es sobre todo lo que apuntamos a consumismo. Referente por tanto a una necesidad especifica y una oferta que esta abierta a los reglamentos de mercado. Los mercados como lo entendemos datan desde muy antiguo, pero es con la invención de la moneda en el Mediterráneo aqueo en que nos enfrentamos a los inicios de las transacciones y permutaciones de monedas por valor consensuado de un producto determinado. Es por tanto un fenómeno bastante reciente. Tan antiguo pero a la vez tan reciente. Únicamente con la llegada del siglo XX despierta un aprovechamiento de la oferta en conjunto con los medios masivos de comunicación para preparar el terreno para un mundo abierto a ofrecer lo innecesario.

Si pensamos bien esto nos daremos cuenta que en tanto nuestro sistema este basado en los medios y la socio economía como la concebimos, no se saldrá de la dimensión que nos impulsa al consumo. Compra para necesidades requeridas por la sociedad, religión y superfluas marcadamente. Todo ello nos lleva a repensar sobre que esta sustento nuestro modo de vida. Las selvas ecuatoriales depredadas, los recursos hídricos exprimidos, gigantes yacimientos para extraer y explotar al máximo sin recambio de minerales y elementos del planeta, no tienen otro fin que el mismo del ser humano: sobrevivir por el momento.

¿Qué opciones nos quedan? Resetear nuestra historia y volver al trueque, construir un nuevo modelo socioeconómico, destruir lo existente a un nivel masivo y garante de la supervivencia sustentable en conjunto con el medio. Todas utopías y ucronias. El retroceso es imposible. Una sola persona no puede detener este monstruo que somos todos. La estructura social es infatigable e imparable. Nuestra huella ecológica aumenta a cada paso de nuestro crecimiento como población. La depredación no se detiene y no parece haber nada que nos diga lo contrario, salvo un decrecimiento del volumen poblacional. Así y todo en el futuro seguiremos viendo el consumismo como una inherencia humana, hasta nuestro fin.

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Recomienda.

DiscoLibro

PelículaNovela gráfica

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Tu Nombre en Vano.Arturo Fontaine.

1995

Total.SebastiAn.

2011

Tarde o temprano llega el momento en que no hay forma que lo material nos llene el espíritu y se produce el punto de inflexión, el punto en donde el vacío interior pide con urgencia ser llenado. Es cierto que el dinero ayuda en la difícil tarea de alcanzar la felicidad pero pucha que es cierto que no puede comprarla. Seguramente Arturo Fontaine llegó a la misma resolución, luego de un fervoroso debate interno, y escribió este poemario que expone a través de su lírica el paso de una vida atea llena de comodidades materiales a un momento espiritual sublime.

“Tu nombre en vano” es preciso y comprensible, de lectura rápida y concluyente en no más de unos cortos quince minutos que pueden llegar a transformar la forma en que vivimos la cotidianidad de este mundo material.

S.S.S.M.

Con una clara intención paradójica por lo satanizado que queda el concepto del consumo, le propongo un disco violento, para que cuando esté en un supermercado o en un mall comprando, se sirva usar audífonos, y pasar por su carro por encima de la señora pesada, del cabro chico hinchapelotas, del reponedor narigón, o de la cajera robot.

Recomiendo para este haber los siguientes temas: “Ross Ross Ross”, de golpeteos fuertes; “Fried” un constante puzzle que se desarrolla; “Jack Wire” para cuando se niegue a donar su peso; “CTFO”, para cuando pelee por sacar el pan calentito. Cabe destacar que este último tema cuenta con la participación de M.I.A.

Recomiendo también el intenso “Tetra”, con un Clavecín interesante, para cuando esté prendiendo fuego a la rotisería del Super, y “Dogg” para cuando esté golpeando al guardia del supermercado con un Baguette.

¿La portada del disco? ¿Sufre de aquella terrible enfermedad llamada homofobia? Creo que SebastiAn besándose a el mismo podría haber respodido mejor a la edición del Ego.

Sí, le dolerá la cabeza escuchar el disco entero, así que váyase con cuidadito. Bon Voyage

D.A.G.V.

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DiscoLibro

PelículaNovela gráfica

Recomienda.

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La Muerte de Superman.Dan Jurgens, Jon Bogdanove.

1992DC Comics.

Registro de Existencia.Dir: Guillermo González

200946 mins.

Si quisiera recomendar una obra que trate del consumismo no sabría cual escoger. No sucede asi con un símbolo del consumismo: la muerte de Superman. Difícilmente pueda encontrarse otra obra tan preparada para que sus lectores lo compren y coleccionen compulsivamente. Es así mismo la muerte del héroe símbolo, la muerte de un estereotipo, y el traspaso de un modelo de la industria del comic al mainstream. Es dirigirse hacia el consumo y hacerlo consumir. Vender boom boom y luces, hacer creer que es lo que quiere la demanda.

J.P.V.

Generalmente cuando existen documentales al filo del conocimiento público, es por que sus temáticas inevitablemente hablan de espacios del tiempo que la vorágine mercantil actual no prefiere que sean de conocimientos masivos.

Esta obra parte de un desconocimiento material del sobre-consumo y la reutilización física de elementos de un vertedero como resignificación de la historia, cada vez menos tangible y más efímera, a través de la mirada del artista visual G. Colón. Luego, todo se desmorona.

Fotos y documentos, residuos y resultados de un tiempo distinto al actual, de un tal Hugo Cortés, que evidencian a gritos la tragedia de la no-trascendencia y el pisotón imperecedero de un sistema reproductivo social que equipara en su última materialidad al cuerpo y a la memoria con un televisor, una taza de baño o unos cartuchos de escopeta, como seres extranjeros tratando de congeniar una nueva vida sumidos en la impotencia del no-reconocimiento de sus legados como soportes de experiencia. Ahora valen lo mismo que su materialidad.

Pero se agrega una tercera dimensión, el cómo llegaron esos documentos de aquella persona a tal lugar. Y he ahí la médula de este relato…cómo el mandato vertiginoso de un presente obstaculizado por el “mejor y eficiente” consumo del tiempo, no deja espacio para aquel reclamo de la memoria que busca recuperar su espacio siempre necesario como un fantasma del ahora, menos aun para un tal Hugo Enrique Cortés Oyarzún, en el que el tiempo ya no es el mismo de antes.

0010110

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Próximo mes.la GUERRA.