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Seminario de Intervención de Psicología Social
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Seminario Interdisciplinario para Pensar la Intervención:
Teorías, métodos y experiencias en el campo de lo social y las humanidades.
“Intervención, subjetivación y acción política”Maestro Raúl Cabrera Amador
Raúl Villamil: muy buenas tardes. Vamos a dar inicio a esta conferencia que nos
va a ofrecer el maestro Raúl Cabrera, a quien tengo el gusto de presentar porque
es un compañero de generación, estudiamos la carrera juntos. Somos de la
generación 75-79 de la UAM Xochimilco –alguien que diga ¡uh!, se puede salir por
favor-. Pero sí quiero hacer una reflexión muy breve sobre esa generación porque
nos tocó en el área de concentración de Psicología Social tener toda la
información del análisis institucional, pero nos llegó de una manera ya
institucionalizada; nos llegó como algo formal dentro del curriculum de la carrera,
nos llegó ya un poco despolitizado de la acción social que el análisis institucional
generó en París, nos llegó ya como una ordenanza. Y recuerdo muy bien lo que
en ese módulo se nos pedía como una manera de intervenir en los Centros de
Integración Juvenil. Entonces nosotros tomamos al pie de la letra el mandato y nos
presentamos siete personas del grupo a solicitar trabajo al Centro de Integración
Juvenil, los siete. Y quisimos que nos contrataran como asesores o como un staff
de intervención, a lo que la gente del Centro de Integración nos dijo “sí, como no,
pásenle;” por supuesto que nos rechazaron, nos dijeron que éramos bastante
ingenuos, que regresáramos otro día con más calma y lo discutiéramos; pero, esa
fue la primera idea que construimos en medio de la intervención. En esa época,
nuestro profesor fue Gabriel Araujo, que tiene la culpa un poco de todo esto -si
quieren reclamarle, ahí está-. Entonces, creo que ese fue el primer momento de
acercamiento al análisis institucional y a esta idea de intervención. Otro momento
importante para la generación, me parece, fue que algunos de nuestros
compañeros ingresaron posteriormente a trabajar al Centro de Integración Juvenil
y junto con todo el proceso interno que el Centro de Integración Juvenil tenía, en
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términos de una intervención interna, se formó el primer Sindicato de Trabajadores
de Salud Mental, el SITRASAM CJ, que también pasó por una intervención que
hizo el doctor Armando Bauleo, en donde el sindicato y el proceso de gestión de
las demandas de este sindicato, me parece que dieron temas muy importantes de
discutir, incluso a la fecha. Creo que tenía yo que hablar de estas cuestiones
porque son cómo esta parte que nos corresponde dentro de la intervención, de
cómo nos formamos.
Otra cuestión importante que creo que no debemos dejar pasar es la intervención
que René Lourau hizo en la UAM. Nosotros le pedimos a Lourau que viniera a la
UAM y, me parece, que la intervención tuvo un efecto bastante explosivo. De
alguna manera se postularon las prácticas profesionales, se cuestionaron las
formas burocráticas de la universidad y, de una u otra manera, la intervención
tuvo, por diferentes vertientes, distintos resultados. En esa intervención que hizo
Loureau en la UAM, junto con el cual el staff de intervención estuvo constituido por
Raúl Cabrera, por Gabriela Sánchez, por Marcelo Carrillo, por Antoine Savoye, por
René Lourau. Me parece que esa intervención, de alguna manera, es muy
importante recuperarla porque creo que fue un momento que marcó un tiempo
histórico en la Universidad, en términos de esta demanda o contrademanda que
nosotros como estudiantes teníamos, que cuando nos mandaban a los Centros de
Integración Juvenil decíamos “mientras en la Universidad no exista una propia
intervención de la Universidad ¿cómo es que nos mandan a hacer intervención en
otros lugares? Me parece que habría que empezar por casa”. Después de muchos
años se logró traer a Lourau, con los efectos que ahorita no voy a platicar, pero
fueron bastante explosivos.
Después, también asistimos a un congreso internacional a Argentina, sobre La
Intervención Institucional y los Grupos. Me parece que ahí también hay un debate
respecto a lo que hacíamos en México, que fue también muy polémico y que
también generó una serie de encuentros y desencuentros entre nosotros mismos
con un grupo mexicano que había viajado a Argentina a plantear las diferentes
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prácticas de intervención desde el esquema conceptual del análisis institucional y
los grupos.
Finalmente, yo quería plantear este contexto, que me parece que ha sido muy
importante en la historia que afortunadamente hemos compartido Raúl Cabrera y
yo, junto con nuestros compañeros de generación. Entonces voy a dar paso a
presentar a mí colega y amigo: Raúl Cabrera Amador.
Realizó estudios de Psicología Social en la Universidad Autónoma Metropolitana,
Unidad Xochimilco, posteriormente participó en varios seminarios de
especialización sobre análisis institucional impartidos por René Lourau y otros
integrantes de esta corriente de pensamiento e intervención social, como Antoine
Savoye y Jacques Ardoino. Fue profesor en el departamento de Ciencias Sociales
de la Universidad Iberoamericana desde 1987 hasta el 2001. Profesor de la
maestría en Psicología Clínica y Salud Mental Pública de la Universidad Autónoma
del Estado de Morelos entre 1994 y 1997. Profesor invitado en la Facultad de
Sociología de la Universidad Autónoma de Querétaro y en la maestría de
Psicología Social de Grupos e Instituciones de la Universidad Autónoma
Metropolitana, Unidad Xochimilco. Cuenta con más de 15 años de experiencia
como consultor en el ámbito del desarrollo y fortalecimiento de organizaciones
sociales y civiles en México y Centro América. Ha colaborado desde 1997 en la
construcción de esquemas novedosos de diálogo y participación social y en la
definición de políticas públicas en el Distrito Federal, el estado de Chiapas y el
estado de Michoacán. Es actualmente profesor de la maestría de Cooperación
Internacional del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Y
doctorante en la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, con la tesis:
subjetivación y acción política de los actores sociales.
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Dejo con ustedes a Raúl Cabrera.
Raúl Cabrera: Agradezco la invitación a participar en este seminario, les pido un
poco de paciencia porque ando, no con influenza, pero sí un poco agripado. He
titulado esta intervención: intervención, subjetivación y acción política.
Básicamente me hago dos preguntas desde las cuales poder hacer esta ponencia.
La primera, es ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de intervención? Y la
segunda es ¿quién interviene a quién y para qué?
Hay un modo muy particular de acceder a esta noción de intervención, que no
tiene muchas veces el adjetivo que permite pensar de qué tipo de intervención
estamos hablando. En un primer sentido, podríamos plantear que intervención es
aquel trabajo que uno realiza cuando hace un trabajo de investigación, pero
también es la intervención que realiza un psicosociólogo cuando es llamado a
participar en algún grupo u organización para abordar cualquier conflicto.
Voy a hablar de una experiencia, fundamentalmente de intervención, que es una
experiencia que ocurre en Chiapas del periodo que va del 2001 al 2006. Fue una
experiencia que se denominó: Participación Social Chiapas, en la cual estuve
involucrado.
Me interesa fundamentalmente abordar esta experiencia desde tres perspectivas.
La primera, el dispositivo mismo de intervención, la construcción del dispositivo
mismo de intervención, y en ese sentido me estoy refiriendo a las condiciones
sociales que hacen posible una intervención, de acuerdo a una finalidad; no se
trata fundamentalmente de una cuestión ideológica, sino más bien, de una
cuestión de vincular esas condiciones materiales especificas con una finalidad
explícita, con un término.
Una primera parte de la reflexión la voy a enfocar a la constitución o la
construcción de este dispositivo, en donde la misma relación entre interviniente e
intervenido está, de alguna manera, puesta en cuestión. Puesta en cuestión si lo
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pensamos desde una perspectiva mucho más mercantil en donde el interviniente
reacciona o responde a un encargo específico de un grupo u organización y
configura un cierto dispositivo para realizar la intervención. Es decir, me parece
que aquí, en Chiapas, si bien hay intervinientes y si bien hay intervenidos, me
parece que hay una construcción de un proceso que va a llevar a diferenciar el
papel de los actores de la intervención. Y en esa construcción participaron los
propios actores. Entonces, me interesa hablar de este dispositivo, en primer lugar.
En segundo lugar, quiero plantear lo que es la lectura o mi manera de pensar la
intervención. Hay muchas posibilidades para pensar esta intervención; es una
intervención que puso en relación, durante este periodo de seis años, actores
diversos, organizaciones sociales y civiles en Chiapas, agencias de cooperación
internacional y el gobierno de entonces, encabezado por Pablo Salazar
Mendiguchía. El tema fundamental de la intervención tenía que ver con la
búsqueda de un diálogo posible entre este tipo de organizaciones y el gobierno a
raíz de ciertas condiciones, que son condiciones propias del dispositivo, de las
cuales voy a hablar más adelante.
El segundo aspecto es, pues, ¿desde dónde estoy pensando la intervención?,
¿desde dónde estoy haciendo la lectura, que tiene que ver o atraviesa
fundamentalmente por una noción teórica del concepto de acción política y de lo
que, algunos autores han llamado subjetivación política? Es decir, ¿de dónde
parto para pensar la acción política? Y en función de ese referente teórico ¿cómo
puedo entonces pensar lo que fue propiamente la intervención como acción
política de los actores sociales?
En el tercer momento, lo que pretendo hacer es mostrar algunos hallazgos de este
trabajo de intervención. En ese sentido estoy hablando, pues, de una intervención
en la que estuve involucrado y que participé durante esos seis años, y al mismo
tiempo estoy hablando de un proceso posterior que es el proceso de investigación
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sobre esa intervención, que toma por objeto, la acción política de esos actores
sociales.
Un primer referente tiene que ver con las condiciones histórico-sociales de la
intervención, ¿Cuáles son las condiciones que dieron lugar a la intervención en
Chiapas? Una primera condición pasa por una consulta. Es decir, una consulta de
una agencia de cooperación internacional (OXFAM-NOVIB), interesada en abrir
espacios de diálogo y discusión en un panorama, en un contexto estatal muy
enfrentado y muy polarizado; y que, digamos en este momento específico, parecía
haber condiciones para buscar un diálogo. Esa era la apuesta, esa era la hipótesis
y a partir de ella, entonces, la consulta lo que va a hacer es mostrar qué tanto, del
lado del gobierno, como de las propias organizaciones había como distintos
puntos de vista; pero había un clima muy especial que apuntaba a la búsqueda de
la distención en un escenario que estaba polarizado. Entonces, este interés por
buscar espacios de distención es el que da lugar a que tanto en el ámbito del
gobierno como en el ámbito de algunas organizaciones sociales y civiles, se abra
un espacio de búsqueda de dialogo posible. Este es, pues, un primer aspecto que
habría que considerar. A partir de ello, el tema importante es: ¿cómo hacemos
para construir un espacio que tenga una cierta prolongación en el tiempo? Es
decir, no se trata fundamentalmente sólo de abrir un espacio para el diálogo y que
una vez que esto termine, quién sabe qué pase con eso y lo que sigue, sino más
bien de que tuviera una cierta prolongación en un tiempo, el escenario del diálogo.
Entonces, el modo más adecuado para ello, el móvil para ello fue la presentación
de proyectos de desarrollo social en áreas y en ámbitos distintos del territorio
chiapaneco con recursos de cooperación internacional y del gobierno del estado.
Es decir, el móvil para hacer posible en diálogo era el financiamiento de proyectos
a cargo de organizaciones con recursos de la cooperación y del gobierno del
estado. Eso fue en lo que en principio podía sentar a los actores en la misma
mesa a discutir los términos de esa relación.
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Un segundo aspecto que habría que considerar como parte del dispositivo, es una
coyuntura política favorable. Tuvimos otras experiencias en este ámbito de
intervención que nos indican claramente que una condición importante es tener la
coyuntura política favorable. En el caso chiapaneco, esta condición se abría
fundamentalmente, primero, por una condición político electoral; es decir, un
momento en el cual hay una alianza de todos los partidos frente al PRI y un
candidato electo y el triunfo de esta alianza abría condiciones de diálogo posible.
No quiero decir que las condiciones estaban dadas sino que había una coyuntura
favorable para iniciar una experiencia de diálogo. El segundo aspecto es que en
ese entonces, estaba en juego, aún no votada en el Congreso, la famosa Ley
COCOPA, la famosa Ley de Derechos y Cultura Indígena, que aún no estaba
aprobada en el Congreso y formaba parte de esta condición favorable que de
alguna manera se estaba impulsando, proponiendo espacios de apertura ante un
periodo de mucha cerrazón, de mucho conflicto, de mucha radicalidad, un espacio
de apertura que se daba en función, básicamente, de estas dos condiciones.
Entonces, la propia idea de buscar una coyuntura política favorable para el
acercamiento de esos actores enfrentados resultaba un elemento importante para
armar el dispositivo.
Es decir, la idea era ¿cómo introducimos una fisura en el modo de relación
acostumbrado entre las organizaciones y el gobierno, que pasa fundamentalmente
por una cultura corporativa y clientelar? Y cuando digo una cultura corporativa y
clientelar no me estoy refiriendo nada más al PRI, que entonces gobernaba en el
estado, sino al PRI, al PAN, y al PRD; las tres fuerzas políticas más importantes
en términos políticos en el país me parece que comparten esta cultura corporativa
y clientelar. En estos términos pues ¿cómo abrir condiciones de diálogo que
pongan sobre la mesa lo que ocurre en el ámbito de esta relación entre
organizaciones y gobierno?
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Ahora bien, el papel que jugaba la cooperación internacional como un tercer actor
en la iniciativa, me parece que es fundamental, no sólo en la inversión de recursos
públicos. La cooperación internacional jugaba un papel también como actor. ¿Por
qué? Porque de alguna manera, la idea era que contribuyera a coadyuvar a la
posibilidad de diálogo. La presencia de la cooperación internacional en el diálogo
abría una condición que hacía posible poder sentar en la misma mesa a los
actores conflictuados.
Un tercer aspecto pasa, pues, por la coadyuvancia de la cooperación internacional
y el papel que juega como actor en esta iniciativa. Ello daba, al mismo tiempo, la
oportunidad de pensar que al producir un espacio de confrontación entre tres
actores distintos, el propio dispositivo estaba provocando un tipo de participación y
un tipo de juego político. Es decir, en la medida en que son tres actores distintos,
se abre el juego de alianzas y de adversarios en cada momento del propio
proceso, y no solamente habría que pensarlos en términos de la condición de
clase, clasista que en un momento dado podría estar en juego, por ejemplo, en el
ámbito de las organizaciones. No por poner una identidad como una organización
social necesariamente me voy a confrontar en todo momento con representantes
del gobierno, sino más bien hay una combinación, una articulación o un espacio
que pretende ser un espacio de diálogo entre tres actores, y eso abre la
posibilidad de que el juego de alianzas y adversarios se ponga en juego en todo
momento. Es decir, hay una provocación, en la misma construcción del dispositivo,
a que las alianzas y la relación política se produzca.
Entonces, lo importante era que, con el financiamiento de los proyectos,
necesariamente los actores se tienen que sentar a la mesa, en primer lugar, para
ver cómo se destinan los recursos, cómo se ejecutan esos recursos y cómo se da
cuenta de los mismos. Entonces lo que aparece es un modo, conservador,
tradicional, entre gobierno y organizaciones, en donde, el tema del uso de recurso
públicos pasa por una modo de relación específica. La idea era generar un
espacio que pusiera sobre la mesa esa condición y que a partir de esa condición
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pudiera ser analizado qué es lo que está ocurriendo en el ámbito de las relaciones
entre estos dos actores.
Entonces, no es en términos de un tipo de relación en abstracto, en general, que
se abre el espacio de diálogo, sino es una condición muy compleja. Hay un
financiamiento público y de la cooperación internacional que está colocado en
organizaciones sociales y civiles que realizan proyectos de desarrollo y que en
función de esos proyectos buscan generar propuestas de política pública y
establecer un diálogo con el gobierno.
Ahora bien, ¿cuáles son las condiciones a través de las cuales se conviene el uso
de estos recursos que estaban a discusión? Allí es justamente donde se abre la
oportunidad de pensar los términos en los que se está dada la relación, de
antemano, y los términos posibles para modificar este tipo de relación. La primera
pregunta es ¿quién decide o quién establece un convenio sobre el uso de estos
recursos? Que por lo general es el Estado el que establece esos convenios y por
lo general es el Estado el que define las cláusulas de ese convenio. La primera
pregunta de las organizaciones es ¿por qué es el Estado quien tiene que definir
los términos en los cuales se hace este convenio? Y allí empieza una notable
disputa, ahí empieza también un ámbito de diálogo posible y ahí empieza también
una puesta a prueba de las posibilidades, desde el umbral de transformación
posible en el ámbito de la relación bilateral.
Entonces el tema era ese ¿bajo qué condiciones se gestiona, se ejecuta y se rinde
cuentas de los recursos? Por lo general ahí hay una tendencia a que la relación
entre funcionarios del Estado y las organizaciones adquiera las características de
los distintos programas de gobierno. Y eso es justamente lo que se abre en el
espacio, la posibilidad de dialogar los términos de esa relación. Y entonces
indagar cuál es el umbral posible de transformación de esas condiciones. Esa era,
pues, la apuesta.
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Otro elemento importante era, entonces, la idea de que había puntos de partida
pero era imposible establecer puntos de llegada; es decir, la experiencia no se
sabe para dónde va, va a depender mucho de lo que ocurra en esos espacios de
diálogo y por tanto la dificultad para programar una experiencia de esta naturaleza.
Es decir, la idea de la programación, que ocurre en el ámbito del gobierno, estaba
suspendida; había la posibilidad de plantear los puntos de partida, pero no los
puntos de llegada y por lo tanto un escenario que pasa por la apertura de los
espacios de diálogo y por la dificultad de pensar qué va a pasar en esos espacios
de diálogo; pero era una condición importante que los actores tenían que aceptar
para dar lugar a la experiencia.
Un último referente que me parece importante señalar es la participación de un
equipo de profesionales a los que, muy entre comillas, les podría decir
intervinientes. Y lo digo muy entre comillas porque el proceso mismo de
construcción de las condiciones que hicieron posible la intervención, lo hicieron los
actores. Es decir, el proceso mismo de construcción del dispositivo no es producto
de un interviniente que determina bajo qué modalidades de relación se establece
un vínculo entre interviniente e intervenido sino más bien, es una condición que se
va produciendo como resultado de las relaciones. Es decir, lo que quiero apuntalar
aquí es que el propio dispositivo fue el producto de la construcción de los diálogos
y fue de los actores, donde los actores mismos determinen la necesidad de contar
con una función o con el papel de un externo que no forma parte de los tres
actores del triángulo, de los tres actores del vértice de este triángulo, sino que éste
ocupa un lugar de bisagra, opera en una zona liminar entre los actores, apunta a
abrir las condiciones a través de las cuales un actor es escuchado por los otros
actores; es decir, que su palabra pueda ser escuchada por los otros dos. Que el
diálogo que se establece tenga un seguimiento, que ese seguimiento pueda ser
puesto sobre la mesa en un próxima reunión; es decir, el tema fundamental ahí es
que el papel de este actor, cuarto –aunque en realidad está fungiendo como
tercero respecto a los otros tres actores- apunta más bien a propiciar el diálogo,
propiciar el diálogo y poder dar cuenta de ese diálogo, poder llevar la fibra de ese
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diálogo sin que el uso de los recursos públicos se convierta en un espacio a través
del cual los funcionarios maniaten las administraciones y por tanto impidan que
actúen libremente. El papel de este tercer actor pasa, fundamentalmente, por la
construcción de una demanda propia de los tres actores que determina la
necesidad de algún tercero que atestigüe –sería la palabra-, que atestigüe ese
proceso de diálogo, que sea testigo del proceso de diálogo y que pueda, al mismo
tiempo, colocar ese diálogo en el ámbito de los tres actores. Es decir, que si hay
una carta que va dirigida de un actor a otro, esta carta pueda ser puesta en el
escenario que están compartiendo de manera conjunta los tres actores, que si hay
un diálogo que se establece entre este equipo de profesionales y alguno de los
actores, ese diálogo pueda ser llevado al escenario que comparten los tres
actores. Fundamentalmente, el papel del tercero, que es el papel de atestiguar lo
que ocurre en el diálogo y de que, efectivamente, las condiciones en las cuales
éste ocurre, no maniaten el papel que uno otorga a las organizaciones sociales y
civiles.
Hay dos condiciones por las cuales uno tiende a pensar la intervención en un
ámbito quizá más mercantil, donde por un lado está en juego el depositar en un
encargo específico de intervención, un saber, un saber sobre la intervención que
apunta a la resolución de una “x” problemática, y que en función de ello también
está en juego una posición que tiene quién interviene respecto al proceso en el
que interviene en donde una de sus principales prerrogativas –podría decir yo- es
la de proponer un dispositivo de intervención. Entonces la condición fue ésta: que
el punto de partida de esta experiencia pasara por la necesidad de que la función
de interviniente fuera construida en el escenario mismo de la intervención. Al decir
escenario me refiero justamente a la búsqueda de este espacio en donde los
actores de la iniciativa se vinculan, establecen relaciones y buscan establecer
ciertos acuerdos.
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Entonces, un quinto complemento o referente importante para pensar en estas
condiciones era esta idea de que el papel de interviniente es una creación del
diálogo y del intercambio entre los actores.
Ahora bien, ¿cómo pensar, pues, esta intervención desde esta perspectiva que
apunta a señalar el papel de acción política que llevan a cabo estas
organizaciones? Básicamente, después de esta experiencia yo inicié un doctorado
aquí en la universidad, y en el doctorado lo que estaba haciendo es, justamente,
pensando esta intervención y uno de los elementos que me parecen importantes a
partir de los cuales puedo pensar la intervención es una construcción de la noción
de acción política que se apoya fundamentalmente en varios autores: en
Castoriadis, en Laclan, en Ranciere, en Foucault, como autores que he estado
trabajando para ver desde dónde pensar o construir una categoría de acción
política que me ayude a pensar lo que pasó en la intervención.
Con ello, básicamente, lo que encontré es considerar la acción política como una
disputa semántica; es decir, como una disputa en torno a significaciones que
pesan, que ocurren en el campo social. Entendiendo lo social como un espacio
donde se manifiestan ciertos modos de significar y privilegiar el sentido de los
eventos. Es decir, en el campo social se pone en juego un modo de dominación
que ocurre a partir del privilegio de ciertas significaciones sobre otras. El campo
específico de la acción política es el de la disputa de esas significaciones; es decir
que la disputa por construir o por imponer otras maneras de nombrar, de significar
eso que ocurre en el campo social y en función de ello reorientar las acciones para
cambiar esas significaciones. Este es uno de los componentes que encuentro
importante para pensar esta intervención.
Una de las manifestaciones obedece, entonces, al poder de definir, en el caso de
un discurso dominante, propiedades y relaciones de cada fragmento de la
sociedad como el conjunto que la constituye así como de otorgar significados
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específicos que señalan su pertinencia de acuerdo a un modo particular de
objetivación.
Bueno, me parece que desde esta perspectiva se abre lo que sería un abanico
interesante, en la medida en que era posible pensar la acción política más allá del
ámbito específico de la representación territorial, de la competencia por el poder y
del Estado; es decir, la encontraba como una noción, como un concepto de acción
política que podría ser aplicado en otro terreno, en un terreno que está más bien
planteado en términos de la tensión entre la inclusión y la exclusión. Es decir, los
actores buscaban, desde su experiencia particular, modificar eso que ocurre en el
campo social en términos de significación y por tanto cualquiera tiene la
posibilidad de actuar en ellos.
Un elemento importante, para pensar desde aquí, es que quienes ejercen la
acción política no preexisten al conjunto. Es decir, la acción política se produce o
el actor político se produce en el momento del acto político, en el momento en el
cual aparece una acción. Hay un ejemplo que Ranciere da, que me parece muy
interesante, en donde para tratar de identificar este planteamiento se refiere a la
experiencia de un revolucionario: Augusto Bianqui en 1882 en Francia, que es
llevado a juicio y durante el juicio el juez le pide su nombre, él da su nombre y
después le pregunta por su profesión y Augusto Bianqui contesta: “proletario”; el
juez rápidamente le revierte: “proletario no es un profesión” y ante ello Augusto
Blanqui contesta “proletario es la profesión de 30 millones de Franceses que no
tienen derechos políticos”. Entonces, es interesante ese pasaje porque lo que está
planteando de alguna manera es cómo a través del acto, es decir a través de este
planteamiento que hace Augusto Bianqui, lo que se pone en juego es una
subversión del mismo ordenamiento de las categorías profesionales, el hecho de
que proletario no quepa como categoría profesional no significa que a partir de la
experiencia de Bianqui proletario sea una categoría profesional. En ese sentido lo
que está haciendo es justamente subvirtiendo el orden de significaciones que
ocurre en torno a las categorías profesionales. En el momento en el que Blanqui
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hace esto, el propio acto le devuelve un lugar. Finalmente el juez acepta que esta
categoría sea colocada en el papel como el de proletario. Y de esa manera,
entonces, hay un proceso en donde el actor se subjetiva en su propio acto; es
decir, adquiere una categoría distinta, adquiere un lugar distinto desde el momento
en el que está modificando este orden de significación que pasa por las categorías
profesionales. En ese sentido lo que pone en juego Ranciere es justamente una
manera de pensar esta modificación, esta transformación o esta búsqueda por
abrir una fisura en el orden de significaciones.
Ese es, entonces, un ingrediente que me pareció muy interesante para el trabajo
que yo estaba haciendo en torno a esta experiencia de intervención porque me
parece que lo que estaba en juego era la confrontación de significaciones. Una
vez que yo contaba con esta categoría, pensar la acción política en una disputa
semántica, entonces lo que hice fue intentar recopilar materiales que dieran
cuenta de todo este proceso, me refiero fundamentalmente a las cartas, a las
minutas de las reuniones en las cuales se encontraron estos actores y poder hacer
un análisis de estos materiales.
Lo que aparece como producto de esta experiencia son básicamente tres
aspectos, son más, pero hay tres aspectos que me llaman profundamente la
atención. En primer lugar una propia diferenciación, una disputa en torno al
tiempo. El tiempo aparece como una noción aparentemente compartida,
comparten el mismo lugar, comparten el mismo espacio en periodos específicos
de tiempo; sin embrago, la temporalidad desde la cual están compartiendo ese
espacio es completamente distinta. Desde el lado de las organizaciones se pone
en juego, sobre todo, una mirada que concibe el tiempo desde los propios
procesos colectivos ocurridos en las comunidades, procesos colectivos que son de
más largo aliento y que por lo tanto en el momento de pensar en las
transformaciones sociales en realidad estamos pensando en momentos de largo
plazo. No se pueden pensar las transformaciones sociales en corto plazo y esa es
una perspectiva muy clara desde las organizaciones que participaron en este
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proyecto. En el caso de los funcionarios de gobierno, la dimensión del tiempo que
define el tipo de acciones atraviesa, sobre todo, en primer lugar los tiempos
fiscales, es decir por el presupuesto público y en ese sentido el tiempo fiscal sobre
el presupuesto determina los actos de los funcionarios, determina las acciones y
determina los procesos también. Y en segundo lugar, los tiempos políticos
electorales; es decir, el hecho de que una iniciativa pueda o no tener lugar
depende del tiempo político electoral; Es decir, si hay una ganancia para el
gobernante en el poder, corre la iniciativa o no la hay. Eso determina en gran
medida que el gobierno se involucre en ciertas iniciativas.
Desde ahí, entonces, lo que aparece es una noción confrontada del tiempo,
comparten el mismo tiempo que es un espacio donde se reúnen, que es un
escenario en donde intercambian, donde se relacionan, donde intercambian
nociones, intercambian propuestas, intercambian planteamientos y buscan llegar a
acuerdos, y en ese espacio el tiempo es concebido de manera totalmente distinta
por los actores.
Un segundo aspecto que me parece importante es la noción misma de desarrollo
sustentable. Aparentemente tanto los funcionarios de gobierno como las
organizaciones estaban de acuerdo en que un aspecto importante que había que
desarrollar en Chiapas o que había que poner en juego en Chiapas, apuntaba a la
distribución de recursos; sin embargo, lo que se entiende por desarrollo
sustentable es, no solamente distinto sino confrontable. Desde el lado de las
organizaciones está en juego fundamentalmente la defensa del territorio, la
defensa de la tierra, la defensa de los recursos naturales, la apropiación de estos
recursos naturales, en una perspectiva de desarrollo que está marcada por la
sostenibilidad a largo plazo de estos recursos. Esta es un poco la apuesta. Hay un
pasaje que me parece importante abordar, en donde ellos mismos, como
producto de las reuniones, hacen una propuesta y me gustaría leerla. Dice, en
torno al desarrollo sustentable “la alternativa que proponemos consiste en
restablecer los derechos y las posibilidades de los pueblos, en los lugares donde
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viven o trabajan. Consiste en asegurar el acceso a la tierra, a la propiedad sobre la
misma y a acrecentar el empleo, a fomentar los modelos de producción
sustentable y la influencia de las personas y las comunidades en las decisiones de
la sociedad. Consiste en asegurar el dominio de las posibilidades para usar,
conservar y sostener los recursos naturales de las comunidades en relación con la
tierra, el agua y la salud. Consiste en saber y actuar en consecuencia, que en esta
relación las mujeres llevan la mayor parte del peso en la subsistencia local y algo
que lleva por tanto un papel determinado”. Esta es una de las propuestas que
elaboran las organizaciones y que evidentemente se confrontan con una
propuesta de desarrollo sustentable que sobre todo da y privilegia los espacios de
inversión extranjera, de recursos extranjeros, en territorio chiapaneco, sin
cumplimiento de reglas internacionales que pasan por este mismo concepto de
desarrollo sustentable, pero que, a final de cuentas, abren otra posibilidad de
pensar el desarrollo desde una perspectiva que supone que la inversión extranjera
va a producir una derrama y esa derrama va a producir empleo directo. Entonces,
hay otro ámbito de disputa en la propia noción de desarrollo sustentable.
Un tercer aspecto que cabe señalar en este ámbito de acción política, pasa
fundamentalmente por la disputa de la propia concepción de lo que es el espacio
público, el espacio público desde la perspectiva de gobierno entendido tanto como
la educación pública así como la política pública como un espacio donde las
decisiones fundamentales son decisiones del gobierno con participación o no
participación de la sociedad; pero fundamentalmente son espacios que competen
al gobierno en sus últimas condiciones. Me parece que aquí lo que las
organizaciones van a plantear es la búsqueda por reconsiderar la inversión del
espacio público y de plantear y de pensar que la propia inversión pública tiene que
ser definida por todos los ciudadanos, que la propia política pública en un territorio
con acción específica tiene que ser definida por los propios ciudadanos; es decir,
el espacio público es un espacio que habría que ampliar en estos términos, cuyo
ensanchamiento habría que buscar frente a esa otra manera de concebir el
espacio público como un espacio de decisión de gobierno en donde lo que se está
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confrontando de fondo es una perspectiva de pensar la democracia como
democracia representativa y no como democracia participativa. Entonces este es
un tercer referente importante de la iniciativa –nada más viendo este análisis- que
nos lleva a encontrar ciertos ámbitos de disputa por las significaciones que
finalmente se convierten en pluralidad. Cabe quizá señalar que como producto de
esta experiencia uno de los temas importantes fue la constitución de un
Fideicomiso Público. Un Fideicomiso Público generalmente está representado en
su Comité Técnico por las instancias del gobierno. En el caso de esta experiencia
en Chiapas, el Fideicomiso eventualmente existe y este Fideicomiso contempla en
su espacio de Comité Técnico la participación de tres representantes del gobierno,
que son tres secretarios de Estado, y la participación de tres representantes de la
sociedad, que son tres integrantes de distintas organizaciones sociales y civiles.
Entonces, este es un logro de la experiencia: haber logrado constituir este
Fideicomiso, pero al mismo tiempo hubo fracasos, por ejemplo, otras iniciativas,
como lo fue una iniciativa de ley a cargo de estas organizaciones para impulsar
una ley de desarrollo social; fracasó también la puesta en marcha de un espacio
más permanente de diálogo político entre organizaciones de la sociedad y el
gobierno del estado; y por otro lado, tambaién fracasó una iniciativa de las propias
organizaciones para autoconvocarse en un espacio que definieron como mesa del
incidencia, como un espacio en el cual generar políticas públicas para después
buscar los espacios pertinentes de diálogo posible.
Entonces, la experiencia para mí concluye con la constitución de este Fideicomiso.
La experiencia continúa. Viene una marcha a raíz de este Fideicomiso, pero sí me
permite entonces pensar la experiencia a partir fundamentalmente de esta acción
política que pasa, efectivamente, por esta disputa semántica, por un modo de
significar el tiempo social en una realidad distinta a los modos que se ejerce a a
partir de significaciones gubernamentales.
Bueno eso es lo que yo quisiera comentar.
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Muchas gracias.
Raúl Villamil: Le damos las gracias a Raúl Cabrera. Simplemente yo quisiera
plantearles a ustedes breves momentos que él marca de la exposición de la
intervención, de los dispositivos que se crearon.
Él plantea que un primer momento de reflexión es ¿quién interviene a quién y para
qué? Un segundo momento es la construcción del dispositivo, como lo comentó. Y
un tercer momento, la manera de pensar. Entonces yo quisiera pasar la palabra al
público. Si hay alguna pregunta, alguna reflexión y toda crítica, aunque sea
positiva, adelante.
Javier: Creo que tengo ahora un poco más claro todo este sentido, no porque tu
plática sea sagrada sino porque he oído en distintos momentos de la reflexión
como la llevabas y todo esto. A mí me gustaría pensar estos espacios en otros
términos, como no hablar de la organización. Bueno, de entrada, la intervención,
digamos, es el pivote. Es el pivote para intervenir, primero en las comunidades e
intervengamos en los otros. Vamos a poner la atención en el papel de la
universidad, en el papel de la universidad y el papel del programa del doctorado
que tienen un problema muy particular de pensar la intervención, es el momento
de pensar la intervención como si la intervención hubiera sido pensada; pero
habría que pensar cómo ha sido pensada durante el tiempo en el que interveniste
ahí. Me parece como que la investigación viene en un momento después en el
tiempo, en el tiempo académico instituido en una escala de tiempo. Entonces, esto
me llama la atención porque pensamos muchas veces que cuando intervenimos
investigamos y cuando investigamos intervenimos, ahí hay una cuestión presente
siempre. Bueno, me llama la atención el alegato en donde aparece esta
posibilidad de pensar en la universidad de manera como muy infundable. Será
posible pensar en un programa de doctorado en la universidad que permita pensar
interdisciplinariamente, sin caer en la abstracción? También, que cuando dices
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que Castoriadis, Foucault hablan de una posibilidad de llevar a los sujetos
autónomos, que generalmente pensamos en una persona en medida que da para
el programa, cuando deberíamos pensar un poco en intervenir el programa y en
intervenir en la universidad. No se trata también de llenarse de datos en ese
momento, desde la perspectiva de la derecha, aparece esta institución
universitaria como un lugar legitimizado para poder pensar de manera voluntaria.
No sé qué piensas en ese sentido ¿por qué no aparece, no porque no quiera
asomarme a las intervenciones del programa, pero tú cómo ves en este trazo este
espacio de la universidad como un programa logrado, que en algún momento
aparece en los programas de los gobiernos de los estados y el federal que tienen
una forma de mirar sobre la intervención. Hay un dato que es muy interesante, que
tu llegaste con una experiencia de intervención ya terminada a platicar y la
demanda al doctorado para volverla a revisar con todo el proyecto y todo el trabajo
terminado; no es así en otros casos. Alguien ya formado, como tú, hace una
demanda curricular y puede ir librando todo tipo de obstáculos, pero los alumnos
tendrán que irlo aprendiendo poco a poco.
Raúl Cabrera: Es interesante esta reflexión sobre la permisibilidad. De hecho el
propio trabajo de investigación yo lo hago aquí en la universidad que tiene que ver
con el periodo de fundación de estas organizaciones involucradas en esta
experiencia que data de los finales de los 70 o principios de los 80 del siglo
pasado. Es un periodo muy particular en todo el país, pero fundamentalmente en
Chiapas porque es el periodo de instalación, que dio lugar a la desaparición de
muchas organizaciones del estado, entre otras al propio IMECAFE dejando a que
los propios productores aparecieran en un contexto de mercadotecnia libre cuando
había esta dependencia del estado y esa restricción económica. Entonces, utilizo
la periodización a partir de la propia experiencia, me parece que la experiencia
tiene algunos momentos distintos, un momento de despliegue de la experiencia;
es decir, un momento de constitución, de construcción de las condiciones que la
hacen posible y de despliegue de los actores en ella, y un momento de pliegue; es
decir, un momento en el cual los actores están buscando propuestas, están
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buscando transformaciones en el mediano y largo plazo, y por tanto la disputa
toma otro carácter, toma una forma distinta. Entonces, la periodización me parece
que no la impongo yo sino que estoy haciendo una lectura de lo que ahí ocurre y
en función de esa lectura hago la periodización. Ahora, es interesante esta otra
periodización que tú manejas, Javier, en el sentido de pensar la intervención
durante la intervención y el pensar la intervención después de la intervención. Me
parece que el tema de pensar la intervención durante la intervención tiene, sobre
todo, un carácter que lleva a que ese pensamiento se traduzca en una forma de
hacer; es decir, es pensar lo que está ocurriendo para actuar en ese espacio, y
cuando me refiero a actuar no solamente me estoy refiriendo a la acción que
realizan los actores sino a la acción que yo realizaba como este equipo de
profesionales que está situado en ese espacio medular entre los actores y que por
tanto está buscando o favoreciendo una condición de diálogo posible. Entonces,
no es un espacio sencillo, muy fácilmente uno se va por una postura, muy
fácilmente uno expone su postura cuando la condición que le permite a uno estar
ahí es dejar de lado nuestra postura, eso no quiere decir que uno no tenga una
postura política, eso no quiere decir que el trabajo sea un trabajo
fundamentalmente político, el hecho de poder colocarse sobre el plano de la
reunion de los actores, el hecho de que alguno de ellos pueda no estar de acuerdo
es una posición política. Entonces, me parece que el ámbito del pensar la
intervención durante la intervención tiene una necesidad práctica, tiene una
necesidad de pensar cómo me sigo moviendo en este lugar que es un lugar
estrecho, estrecho sobre todo porque constantemente está uno colocado en la
deriva y por tanto uno no puede llevar ese nivel de la reflexión hacía esto que he
construido en mi propio escenario, que es la posibilidad de decir “bueno, desde
una perspectiva teórica ¿cómo puedo ubicar el término de acción política y desde
ahí cómo puedo analizar la experiencia?”.
Me parece que la universidad me abre otro terreno para pensar sobre la propia
intervención, que tiene otras características –no lo pongo mayor o menor-
simplemente tiene otras características. Ahora, también es cierto que no estoy
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hablando de un programa alimentario, en todo caso lo que me impulsa a llegar
hasta otro lado no es tanto la idea de un programa alimentario sino es la fuerza de
la propia intervención; es decir, de alguna manera yo terminé ese periodo en el
cual hago un trabajo de intervención y a raíz de ahí entro al doctorado y sigo
pensando esta intervención; es decir, de alguna manera no me desligo de esta
intervención, lo que sí es que estoy ocupando otro lugar frente a ella, el hecho de
que yo haya llegado hasta acá nos está hablando de la fuerza misma de este
proyecto de intervención. Entonces creo que eso responde más bien a esa fuerza
y no tanto a un programa alimentario. Me parece que el doctorado puede hacer
que uno se pierda respecto a su propio proyecto porque hay una manera de
pensar el doctorado como una manera muy atomizada y por tanto estamos
hablando de un proyecto básicamente de legislación no de política. Entonces esa
confrontación de cómo poder intervenir lo que a mí me permite es seguir con esto,
es quizá la fuerza misma o el impacto que tuvo para mí la intervención. Entonces,
ya estoy hablando de mi propia experiencia, no tanto de la intervención, sino de mi
experiencia en la intervención.
Participante: Yo quiero hacer un comentario. Yo me pregunto ¿en dónde empieza
y dónde termina la intervención? ¿La intervención está pautada exclusivamente
por la presencia del staff de intervención o para que la intervención fluya ya tuvo
que tener como condición principal una intervención interna? Bueno, la
intervención en el sentido del proceso de la dinámica que adquiere en las
comunidades es algo omnipotente del investigador decir “bueno hasta aquí
termina la intervención, yo me voy a hacer mi doctorado” o ¿la intervención sigue
fluyendo por otros caminos? Me parece que el mismo doctorado, y ese es el
campo de implicación que también está muy debatido y que también hay que
seguirlo trabajando porque todos venimos de ahí, ¿qué le hace al investigador que
hace una intervención el ponerse a trabajar esa intervención como una proyecto
doctoral? Meterle a una institución saber poder del conocimiento, durante todo
este proceso se institucionaliza como una tesis doctoral, esa es una pregunta, no
lo sé. La otra cuestión es, ¿qué pasa antes, durante y después de la intervención,
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en el proceso de pensar la intervención. Yo creo que cuando se hace una
intervención estamos haciendo una intervención en acción y estamos pensando la
intervención, pero son diferentes tiempos -como decía Raúl- me parece que hay
diferentes tiempos de reflexión, uno está sobre el terreno cuando uno está
sumamente involucrado y sobreimplicado; y otro, tratando de tomar distancia,
sabemos que la distancia, en este sentido, es verdaderamente otro problema
¿existe la distancia óptima para poder ver de lejos lo que uno hizo en el pasado?
Tampoco lo sé. Lo que sí creo es que el problema de la implicación y de la
sobreimplicación pasa por la escritura. Habría que ver también qué sucede con la
escritura de esa experiencia. Entonces, lo que yo sigo dejando en la mesa es
¿cuándo empieza y cuándo termina la intervención? Y ¿cuál es el lugar de la
universidad para darle sentido y para reflexionar sobre esa experiencia en el
sentido de la institucionalización de la experiencia a partir de poder saber? Creo
que todos estamos comprometidos en ese campo.
Esa sería como mí opinión.
Raúl Cabrera: No sé. Yo creo que es interesante esta propuesta. No sé cuál es el
móvil de la intervención, cuándo empieza y cuándo termina y me parece que la
intervención pasa como por tres aspectos que se tienen que considerar. Uno
primero que es la formalización de ciertos conceptos que ayudan a construir un
dispositivo, una manera, un arreglo de las relaciones entre los participantes que
haga posible que algo ocurra en términos de una finalidad. En el caso de esta
experiencia, la finalidad era la búsqueda de un diálogo entre los actores
confrontados. Ahora, ese es un elemento, es un conjunto de herramientas
conceptuales que hacen posible un arreglo determinado. Eso lo que hace es
provocar, producir, desencadenar una serie de procesos en los que participan
diversos actores. Me parece, tengo la impresión de que hay una tendencia a
pensar estos procesos sólo en el ámbito de la relación de interviniente e
intervenido. Creo que los procesos que esto desencadena van mucho más allá. Yo
estoy hablando de un proceso que tiene que ver con mi propia experiencia; es
decir, el haber jugado un papel en esta intervención me ha llevado a donde estoy
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ahora, en términos de pensar esa intervención. Entonces, hay una serie de
procesos que se desencadenan y en ese sentido uno no puede decir en qué
momento esos procesos han dejado de incidir. Es decir, en Chiapas sigue
habiendo una serie de procesos que siguen ocurriendo a raíz de esa experiencia
pero yo no puedo decir qué está pasando. Hay un momento, quizá, controlado de
la intervención en donde sí era posible decirlo porque los espacios ahí estaban,
porque en los espacios se reunían los actores y porque había una serie de
acuerdos establecidos mediando esa relación. Ahora ¿qué pasó con esos
procesos? Yo no lo sé. A lo mejor otros actores, desde su propia experiencia,
pueden hablar de esos otros procesos. En ese sentido no es que piense que la
intervención no tiene fin, si lo tiene en la medida en que el dispositivo permite la
constitución de un espacio más o menos controlado mediante una acción
específica; pero lo que eso desencadena no podemos ver hacia a dónde nos lleva.
Y la otra, es que estamos hablando de procesos de reflexión colectiva, que a partir
de ellos es posible volver a ver qué lo que uno hizo con el dispositivo. Es decir,
cuál fue el arreglo de las condiciones y si el arreglo de las condiciones produjo
procesos que en un momento dado permiten pensar qué fue lo que pasó con esas
condiciones. A la mejor nos equivocamos al plantearlo, a lo mejor la búsqueda del
financiamiento no era el medio a través del cual se podrían sentar a la misma
mesa esos actores, pero no lo vamos a saber nunca, lo que sí podemos saber es
qué nos devuelve el término del proceso de ese dispositivo. Ahí es donde sí hay
una posibilidad de evaluar –por decirlo de alguna manera- lo que ha pasado con la
intervención o con la experiencia o con el desarrollo sustentable.
Pero entonces coincido en el sentido de que hay espacios más o menos
controlados de la intervención que tienen que ver con la construcción del
dispositivo, pero hay una serie de proceso que esto desencadena que no se
pueden controlar.
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Participante: A mí me parece muy interesante la lectura de estos procesos que vas
leyendo y que vas teniendo en la experiencia. Esta cuestión de la temporalidad me
parece muy interesante, entran estos sentidos que parecen muy separados con la
idea de desarrollo público, pero a la mejor habría que pensar un poco en lo que
acabas de decir y en el sujeto de la política. ¿Qué hace la psicología social en una
experiencia como ésta? ¿Qué hace al psicólogo social interesarse por una
experiencia de crecimiento de los ánimos, que es como este programa donde se
entra a ser testigos de mediación social? Es hacer como si fuéramos allá en
Chiapas.
Raúl Cabrera: Bueno es interesante la pregunta. Me cuesta trabajo responder
realmente, es decir ¿cuál psicología social? ¿desde dónde pensamos la psicología
social? Quizás un poco la respuesta yo la planteo en términos de que llevo varios
años pensando ¿qué es la idea de un sujeto de la política? Y en ese ámbito
específico me parece que ya les hable de esta perspectiva que plantea que el
hecho de ser una organización social o civil constituida desde quién sabe cuántos
años, por sí misma ya es un actor político. Yo creo que la idea que se pone en
juego es: ¿cómo el acto te devuelve un lugar,? es decir, hay un proceso de
subjetivación que he escuchado de muchos autores, en particular ahora recuerdo
una experiencia que me parece formidable: en una ocasión entrevisté a una mujer
en un municipio indígena que se rige por usos y costumbres en Oaxaca, esta
mujer era Regidora de este municipio; es excepcional ver en uno de estos
municipios a una mujer como regidora, y la entrevisté, y ella me decía: “mi pueblo,
tiene una cultura y un patrón normativo muy claro que todos conocemos. Eso de
alguna manera determina mi papel y mi lugar como gobernanta”, me decía “a
pesar de eso, cuando yo tengo que tomar una decisión me encuentro
absolutamente sola”, era realmente espeluznante cuando lo dijo; “es decir, es un
momento en el cual la decisión me hace responsable, pero al mismo tiempo me
devuelve un lugar, me devuelve ese lugar como gobernanta” ¿qué quiere decir?
Que no se es gobernante por el nombramiento, se es gobernante porque hay un
acto de gobernar, porque hay un acto de responsabilidad plena, consciente,
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asumida por la mujer, de que lo que está haciendo es una decisión y esta decisión
va a repercutir en su gente. Entonces, en el momento en el que la decisión
repercute en su gente ella tendrá la posibilidad de evaluar si la decisión fue buena
o mala; pero tiene clara conciencia de que le corresponde tomar la decisión y que
ese acto de tomar la decisión es un acto de gobernar. Entonces, me parece que lo
que me está diciendo esta mujer no es el hecho de que tenga un nombramiento lo
que la hace gobernar, es esa posibilidad de realizar actos como gobernante que
nos devuelven un lugar.
Entonces, hay una perspectiva de subjetivación en el acto mismo, esa es la
construcción de sujeto, que en un momento dado me parece interesante, y que lo
identifico de esta manera, en el campo de la psicología social.
Raúl Villamil: ¿Algún otro comentario? ¿Alguna otra pregunta?
Participante: Nada más, al principio esta intervención surge como respuesta a una
demanda. Bueno, es una demanda sobre el escritorio y que la intervención cumple
la función de un testigo externo y uno de los factores en la intervención de
Chiapas era la participación de la sociedad y el gobierno; entonces me pregunto
¿qué tan viable es, en el sentido del que hablábamos entre la relación que existe
entre la intervención en tanto que el sujeto hace un acto político al intervenir, cómo
la intervención puede poner en jaque o tiene que poner en jaque o debe poner en
jaque a la institución…? Entonces pregunto ¿qué tan viable es realizar una
intervención en la que uno de los actores es la institución más cuestionada,
vamos, me parece un poco fundamental,? Eso por una parte. Por otra, tú
mencionabas que hay un problema al momento de cómo pensar la intervención
que se da por sentado una especie de egoísmo, yo pregunto ¿es egoísmo como
tal por esta cuestión del cierre, no es un elemento pendiente a institucionalizar la
intervención o a cooptar la intervención o a cooptar las consecuencias
subversivas?
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Rsúl Cabrera: Bueno, la primera pregunta: este ámbito específico de la
intervención que apunta a esta necesidad de atestiguar. Es decir, lo que he
querido plantear es que el proceso mismo que da lugar a la intervención va
haciendo que emerjan ciertas demandas; y una de estas demandas es la de
incentivar de que haya un testigo ¿por qué? Porque los términos de la relación
entre gobierno y organizaciones los hace pensar en el carácter que tienen. Estas
relaciones, por lo tanto, las organizaciones dicen “necesito un testigo, necesito un
testigo de lo que ahí va a pasar, porque sabemos con quiénes vamos a trabajar”.
Entonces la necesidad de atestiguar la intervención es la necesidad de que exista
un tercero y que en su condición de tercero pueda dar cuenta de los actos y de lo
que está ocurriendo. En otras palabras se está buscando la posibilidad de
denunciar, la posibilidad de que lo que ahí ocurra pueda ser denunciado ¿por
qué? Porque temen en un principio sobre su porvenir. Entonces hay una
necesidad, en este sentido, que se va construyendo como producto del diálogo
común ¿quién inició ese diálogo? ¿quién impulsó esa propuesta? Fue la
cooperación internacional y no lo impulsó de manera gratuita ni por buena
voluntad. Me parece que también había intereses de la cooperación internacional
¿por qué? Porque la cooperación internacional, a raíz de este periodo del cual
estamos hablando, de los años 90, tiene este juego; y uno de los aspectos que
valdría la pena considerar es la tendencia que México no era un país
subdesarrollado, objeto actual de la cooperación al desarrollo, por lo tanto había
que destinar recursos de la cooperación y los recursos tenían que desplazarse,
tenían que migrar hacia otros lugares y por lo tanto la cooperación en México tenía
que ir cada vez más fuerte; eso implicaba buscar otras formas de cooperación. ¿A
qué está apostando la cooperación internacional? A la búsqueda de otra
posibilidad; es decir, quizás puede haber una cooperación que surja, si hay una
cooperación hay recursos, lo que pasa es que están mal distribuidos y por tanto lo
que se requiere son la generación, la creación y nuevos mecanismos de
cooperación en el ámbito de las relaciones sociales. Entonces, no creo que sea de
manera gratuita ni de buena voluntad que la cooperación haya buscado un lugar
de diferentes acuerdos, está buscando una alternativa que pasa por sus propias
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diferencias, que es esta posibilidad de meter un tercero que atestigüe estas
intervenciones. Ahora, este otro aspecto de la institucionalización. La
institucionalización fue una palabra ampliamente nombrada en esa experiencia,
cuando yo hablo de perspectiva, me refiero fundamentalmente a la
institucionalización, probablemente no a la institucionalización como fracaso de la
intervención ante la propia universidad ni de la perspectiva del momento en el que
se da la contradicción, sino más bien a la institucionalización como un espacio en
donde esta contradicción -digamos de perspectiva- se pone en juego, están
buscando una alternativa que tenga cierta continuidad. Es decir, en el caso de las
organizaciones, están buscando un mecanismo de acción social que funde estos
recursos públicos y la institucionalización es una garantía de que eso siga
ocurriendo porque sí no desaparece Pablo Salazar, que fue quién propició esta
iniciativa desde el ámbito del gobierno, y a saber qué va a pasar. Entonces, ¿qué
le permite saber a las organizaciones que esto va a tener continuidad? Sólo una
propuesta de institucionalización, sólo un mecanismo que permita pensar en la
participación social de los recursos públicos y con recursos públicos que, en este
caso, no son ilimitados. Me parece que lo que se abre en ese terreno es un
debate, en el sentido de pensar la inversión pública como una inversión de todos
los ciudadanos. Entonces, la institucionalización pasa por esta esfera de necesaria
continuidad de un mecanismo, de un instrumento que hace posible que recursos
públicos bajen a las organizaciones que tiene proyectos públicos.
Raúl Villamil: ¿Alguien más?
Participante: En relación con esto último, este fideicomiso pensado en términos de
la oposición en estos tres niveles, en estas tres esferas en donde se plantea la
discusión está la disputa entre la oposición de la noción de espacio público, de
tiempo, o sea, estas formas de construir la significación, en este sentido ¿son
sentidos? Aparecen como una contradicción, pero a mí, así como tú lo planteas,
me da la impresión que son sentidos que tienen enajenadas a las organizaciones
hacia la historización, o sea son proyectos a largo plazo, de la tierra, de la
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apropiación de los recursos y el espacio público como un espacio vacío. En ese
sentido, el fideicomiso es un instrumento que apunta al fortalecimiento de la
significación.
Rañul Villamil: Allá tenemos otro compañero.
Participanate: Yo quiero preguntar sobre las formas que construyen propiamente,
estas formas de intervención en las organizaciones, también la acción política en
dónde interviene, podría pensar que está puesta de manera consciente cuando
estoy hablando, me refiero más que nada a lo que lleva a un cambio. Lo que
quiero preguntar es que si en este rol de que es agresivo pero al mismo tiempo,
también acompaña una serie de acciones que antes estaban de lado, quisiera
regresar un poco a las acciones que condicionan a quién interviene y que en un
lugar toda esa conciencia está más del lado de la política. Entonces si es de
cambiar o más de acompañar, ponen ese lugar como un lugar de cambio de
manera consciente, como que produce un lugar de cambio de significación o si
acaso consiste en tomar una posición frente a alguno de los actores que
participaron en esta experiencia de intervención. Como que no me queda del todo
claro.
Raúl Cabrera: Mira yo creo que es un lugar un poco complicado. Efectivamente lo
que marca la participación de quién interviene en estas circunstancias es la
búsqueda del diálogo, esa es la finalidad, ese es el centro de la intervención. Eso
no quiere decir que uno mantenga ciertas posiciones a favor de alguno de esos
actores. Pero si yo voluntariamente opto por alguno de los actores, desaparece de
inmediato la posibilidad de la intervención; es decir, entro a formar parte de uno de
esos actores, es decir, la única posibilidad en la que yo puedo seguir sosteniendo
ese lugar es con el imperativo de buscar el propio diálogo. Ese es el imperativo
que me permite seguir estando ahí. Y ese imperativo, en su momento, nos llevó a
la actitud con la que intervenimos a denunciar las cuestiones muy prácticas; por
ejemplo, denunciamos a un personaje de la cooperación internacional que
justamente pasó por encima de los actores colectivos, entonces hicimos una
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denuncia frente a esas gentes ante los dirigentes de cooperación internacional
porque, además es un recurso que como contrapartes de esa agencia nosotros
descubrimos por ahí, entonces hicimos uso de ese recurso. Se hizo una denuncia
de cómo había ese incumplimiento de acuerdos. Por eso te digo que es un papel,
en términos de implicación se está confrontando muy constantemente, porque el
imperativo es que se den las posibilidades de un diálogo, aunque por otro lado,
uno tenga ciertos intereses políticos y esté a favor de que ocurran ciertas cosas a
favor de las propias organizaciones. Pero como digo, en el momento en el cual se
decide bajo esa perspectiva, se pierde ese lugar de tercero, deja de ser un
referente capaz de atestiguar, por lo menos para los otros dos actores. Esa es una
tensión compleja, es una tensión que hay que inhibir constantemente y saber que
el lugar que uno está jugando está en la bisagra, en el lugar en donde se juntan
los tres actores y no del lado de cualquiera de ellos.
Raúl Villamil: A ver, otro comentario u otra pregunta, ¿ninguna?, ¿cerramos?
Raúl Cabrera: Pues muchas gracias.
Raúl Villamil: Le agradecemos a Raúl Cabrera por su participación. Me encargan
los organizadores del evento que le dé su reconocimiento, así que vamos a darle
un aplauso a Raúl. También vamos a darle un regalo, los libros que produce la
Universidad, entonces te damos mucho las gracias. Me dio mucho gusto
presentarte.
Raúl Cabrera: Gracias.
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