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Organo de su Venerable Orden Tercera y Cofradías. Ra erreb Dirección y Administración: PP. MERCEDARIOS Silva, 39.—Madrid (12) Af io vt 24 MAYO 1925 NÚM. 82 t...1-1n J- V -L -4 £1 .32:to I C) PA SCUA DE PENTECOSTÉS, por Fr. Miguel Escánez. LA ESCUELA DE 1 12NGLIAS O RIENTALES EN NUESTRO COLEGIO ROMANO DE SAN ADRIÄN, por Nr. Gui llermo Vázquez.—APLINTES BÍBLICOS, por Fr. José Miguelez.— PÁGINA MISI ONAL. NOTAS RELIGIOSAS, por Fr. Marlín de O. Aulaga.— " DA A RRIBA, por Julia G. Herreros. P EREGRINACIÓN AL CERRO DE LOS p . : NQ21-- e s.— CRÓNICA MENSUAL, por Fr. L. Santamaría. FAVORES DE LA —4TA M ARIANA DE JESÚS. —NOTICIAS. —NECROLOGÍA. PdSCUld de Pentecostés. Un poeta sevillano del pasado siglo, ha estampado al ' re nte de sus delicadas rimas, como expresión sincera y re- fi.e io del abigarrado enjambre de ideas que a manera de ma- r1 , Pqs as de luz revolaban inquietas en su mente y bullían en et in terior de su pecho, estos dos versos que figuran en su Pri mera estrofa: Yo sé un himno gigante y extraño que anuncia en la noche del alma una aurora... Y o no sé en realidad si al intentar preludiar en las pre- b sent es cuartillas esta que me plugo llamar sinfonía de la e esti vidad de Pentecostés, he sentido ese himno gigante y 'llraño que aleteaba sin duda en el pecho del poeta para cantar sus ideales; no sé tampoco si fu é una ilusión o vis- itinlb re que cruzó rápida por mi mente; sólo sé que al clispo- t n . enne a escribir estas líneas penetró quizás hasta lo más ín- (1 ' 1111 0 de mis entrañas el eco de un himno ardiente, inmenso, `4e e xtraño ritmo y de dulzura infinita, y que no era otro que , e1 qu e entonan de consuno en esta fiesta millones y millones 'e Cor azones amantes y agradecidos a las mercedes de nues- tro buen Dios.

Ra erreb Orden Tercera y - odemih.com VIRTUAL/Publicaziones... · n'Tia el patíbulo, ... ecida una centellica de luz divina que le ayuda a caer ai'aclo en lágrimas a los pies del

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Organo de su Venerable

Orden Tercera y Cofradías.Ra erreb Dirección y Administración:

PP. MERCEDARIOSSilva, 39.—Madrid (12)

Afio vt 24 MAYO 1925 NÚM. 82

t...1-1nJ-V-L -4£1 .32:to I C)

PASCUA DE PENTECOSTÉS, por Fr. Miguel Escánez. — LA ESCUELA DE112NGLIAS ORIENTALES EN NUESTRO COLEGIO ROMANO DE SAN ADRIÄN, porNr. Gui llermo Vázquez.—APLINTES BÍBLICOS, por Fr. José Miguelez.—PÁGINA MISI ONAL. — NOTAS RELIGIOSAS, por Fr. Marlín de O. Aulaga.—"DA A RRIBA, por Julia G. Herreros. PEREGRINACIÓN AL CERRO DE LOS

p. :NQ21-- es.— CRÓNICA MENSUAL, por Fr. L. Santamaría. — FAVORES DE LA—4TA M ARIANA DE JESÚS. — NOTICIAS. —NECROLOGÍA.

PdSCUld de Pentecostés.Un poeta sevillano del pasado siglo, ha estampado al

'rente de sus delicadas rimas, como expresión sincera y re-fi.eio del abigarrado enjambre de ideas que a manera de ma-r1, Pqsas de luz revolaban inquietas en su mente y bullían enet in terior de su pecho, estos dos versos que figuran en suPrimera estrofa:

Yo sé un himno gigante y extrañoque anuncia en la noche del alma una aurora...

Yo no sé en realidad si al intentar preludiar en las pre-bsentes cuartillas esta que me plugo llamar sinfonía de la

e esti vidad de Pentecostés, he sentido ese himno gigante y

'llraño que aleteaba sin duda en el pecho del poeta paracantar sus ideales; no sé tampoco si fu é una ilusión o vis-itinlbre que cruzó rápida por mi mente; sólo sé que al clispo-tn.enne a escribir estas líneas penetró quizás hasta lo más ín-(1'11110 de mis entrañas el eco de un himno ardiente, inmenso,`4e extraño ritmo y de dulzura infinita, y que no era otro que,e1 que entonan de consuno en esta fiesta millones y millones'e Corazones amantes y agradecidos a las mercedes de nues-tro buen Dios.

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Ciertamente hubiera querido escribirlo como nuestro poe-ta decía:

«con palabras que fuesen a un tiempo»(suspiros y risas, colores y notas»...

Pero ante la imposibilidad de hacerlo así, habremos deresignarnos a dejar en poder del corazón y fantasí a de nues"tros lectores la rumia sabrosa de las cadencias de ese hill111°ideal que el amor del hombre dedica al que es el Amo r per.

sonificado.De intento he dicho que entregaba al corazón (ayudado

de la fantasía), la rumia de los acordes místicos de ese eullt°'pues sólo a él es dado penetrar y comprender conintuicióncuasi divina esa música cadenciosa, ese sonar cristalino, esebatir de alas y peregrino consorcio de lágrimas y de risas'de consuelos y de dolores r, de regocijos y pesadumbes queen vaga y confusa mezcla hurgan en nuestro pecho, aPare-cen y desaparecen, nacen y mueren, brillan y se desv all

°e-

cen como la flor de un día, como la luz de una estrel la , claniel rocío de la mañana... todo lo cual se nombra y sinteti°

en esta divina palabra: Amor. del¡Festividad de Pentecostés!... ¡Solemnidad verdadera

Amor!... ¡Sinfonía divina de la infinita caridad de Dioscon los hombres!... ¡Ah! si los hombres comprendiéseírlós cemisterio inefable que encierras, la renovación luminosa ciuspara nosotros significas, la estola y corona de luz q ue neaaderezas, y, por último, el feliz desposorio y real endi°5- z-

miento, si así es dado expresarse, con que Tú, Es i

Espíritusolador, nos galardonas al dignarte descender y establecestu morada en el frío y desmantelado albergue de nuestraalmas!

¡Ahl cómo entonces los corazones de esos hombr es queeno te aman, porque no te conocen, y no te conocen PórcLua

Con

no te buscan, al solo contacto de una centella de tu dilumbre estallarían en pedazos a impulsos del amor y del (le;lor, y cada pecho sería un sagrario, y cada corazón U n ar13-;y cada latido una nota, y cada lágrima y suspiro una P1 10

na y un himno que constantemente se elevase hasta el ciei 1

cantando con el Salmista: Reinos de la tierra, ensaload

Dios bueno: load al Señor.

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te IMPosible parece cuán ignorada es, aun de la mayor par-v il ci, e los que se llaman cristianos fervorosos, la obra mara-arsa e inefable que este divino y consolador Espíritu llevae cabo en el cuerpo místico de su Esposa la Iglesia y en

aci,a una de las almas, miembros vivos de ella.o 'No se les alcanza, tal vez por falta de sólida instrucción,,111,7 as í como en el Padre está el origen primordial de la luz'o 4e la vida (ex quo omnia) (1); vida y luz que del Padrevlisa al Hijo (per quem omnia) en quien reside esa mismav,1.4a, según el dicho de san Juan «in Ipso vita erat», todaei'eue a remansarse, por así decirlo, de modo maravilloso en

sPíritu Santo (in quo omnia), de donde fluye directa-7erite a las almas, haciéndolas participantes de la naturale-r i cilvina y difundiendo en nuestros corazones la misma ca-iga(' de Dios.

b i Ignoran tal vez que el Amor que es de Dios y que es/jI3s ) como admirablemente dice san Agustín, (2) es el mis-:. spíritu Santo por quien se derrama en nosotros esa

istria caridad que nos hace templos vivos de la Trinidad.Que El es el Don de Dios por excelencia y que ese don

11 1 ' es otro que la Caridad que conduce a Dios, y sin la cualotro don podría Conducirnos hasta sus brazos.

je Que El es aquella agua viva y vivificante de que hablabano ya a los muy aprovechados, sino a la Samaritana,

11-"Ii se desprende del texto de san Juan (7-37-39), en quee„,.()s el-lenta lo que en una ocasión hubo el divino Maestro des;cla tnar: «Si alguien tiene sed, venga a mí y beba; y de su921° correrán ríos de agua viva. Y esto lo decía del Espíritu

habían de recibir sus creyentes. Lugar que concuerdac li? bien con aquel de san Pablo a los Corintios (1.a - 12-13)

.2do dice: «Todos hemos bebido del mismo Espíritu».uara salir, pues, de este letargo y frialdad en que se en-

tie,entran sumidos muchos fieles con respecto a la devociónnjnisima y provechosíma del Espíritu Santo (que precisa-

-11te se llama Santo por ser la Santidad hipostática santi-Acrhallte , Y porque como enseña León XIII siendo el supremo

—(1)r dirige las almas hacia la santidad verdadera que con-

)(2\ zuoniam apud te est fons vitae. Ps. 35-10.Trinit. C. 15—c. 32.

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siste precisamente en el amor de Dios) (1), han d e darsecuenta, digo, de que El es nuestro vivificador, renovad0r eiluminador: que es, en una palabra, como dicen san Basili°

ndolesy san Agustín, vida de nuestras almas, porque animacon gracia de su misma comunicación hace las vece s de F°1'

ma, o sea de alma superior y verdaderamente divin a. Pues

El es tia misma vida que estaba al principio en el Verb°'

que es Luz de los hombres».Que este divino Paráclito es el que comunica el Pc)clefir

regenerador a las aguas del bautismo: y allí nos crea acer

Dios, nos da el ser divino de la gracia y nos hace rene

para la vida eterna. Por eso san Ireneo (Haer.atrevió a llamarle con valentísima expresión «senlilig

viente y vivificadora del Padre». diceLa comunicación inefable de esta Persona divina es, ,.os

el padre Avintero (2), la que nos da el ser verdaderos t;de Dios, puesto que según la expresión de san Agustido

nacemos del mismo Espíritu de que nació Jesucristo «s 'u" al

para nosotros, como asevera san León, la fuente bautisffi,a,

lo que para Jesús fué el seno purísimo de la Virge n 1V13,rlee-¡Y con cuánta verdad! Nadie como ella podía coung'cie,

der tan pertectamente, como Eposa suya que es, la cara- of

rística de esta Persona divina que, siendo la caridad Plas

esencia, tenía también que ser el inefable consolador cle,,,taalmas; por eso no se cansa en la secuencia de esta l'"13,

(que parece hallarse empapada al mismo tiemp o que el:1,11i-miel y perfume de todas las flores, en las lágrimas Ydos de toda la Humanidad) no se cansa, digo, d e dec; de«Ven, Espíritu Santo, y envíanos desde el cielo un rail) ;pftu lumbre bienhechora. Ven, Padre de los pobres;de toda gracia; ven, Luz de nuestros corazones, cons°' dvede nuestras penas, Huésped dulcísimo del ánima, 511;

refrigerio enen nuestras fatigas!... ¡Tú eres descanso ene

Yfrstrotros trabajos, consuelo en nuestras inquietudes y eg /1/4tiv-ellanto solaz... Sin tu luz divina nada puede el honlv–ie

Lava, pues, nuestras manchas, fecúndanos con el roci°

tu gracia, y sana amoroso nuestras heridas, etc., etc.

(1) Euc. Divinum illud munus.(2) Conf. Evolución Mística (c. II, art. 6.°).

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s así continúa diciéndole ternezas en lo restante de la:ctlencia (que no traduzco por falta de espacio) para mover

este D ivino Espíritu a derramar a manos llenas sus dones°bre los corazones de los fieles.

N. ad a, sin embargo, nos da a conocer quizás con mayorall-clad la obra maravillosa y el impulso secreto y eficaz del

p s,,Piritu Santo en las almas, como sus frutos inefables. San0 4ul° nos los enumera cuidadosamente, y todos los recor-Iratnos desde que en nuestra niñez hubimos de repasar una

0tra vez las hojas del catecismo.\7' a la verdad; desde el niño chiquito que herido de muer-

j °Ye batir, inconsciente, en torno de su cuna, las alas dblan inkgel del dolor, que aguarda, acaso, la primera risa dela wa Para cerrarle, por vez última, sus párpados de seda yk.-ii.rebatar su alma bella a las moradas encantadas de laella ; desde la extática virgen que, cercando su corazón

espinas y hollando valerosa las flores contrahechas de losciril4gos del mundo, vuela presurosa a encerrarse en el olvi-

recinto de un monasterio, donde tras victoriosa luchaA;h111 sus pasiones, logra por el amor transformarse en el

ado y ser introducida por este celestial Esposo de lascif7as en la mística bodega de los vinos a recibir como arrasei-jan divino desposorio el beso purísimo de su boca, hasta6 infel 1z incendiario y homicida incrédulo que, caminandon'Tia el patíbulo, siente brillar de súbito en su alma ente-1) ecida una centellica de luz divina que le ayuda a caerai'aclo en lágrimas a los pies del sacerdote, poniendo su

en camino de salvación..., y la esposa mártir, y el gue-h:er° Moribundo, y la viuda que al contemplar a sus hijitosp illerfanos yérguese valiente, y sacando fuerzas de su pro-

dolor logra con su paciencia y fortaleza sostener la co-`ia del hogar que se derrumba, acarrear, tal vez amasado

en %Timas, el pan que ha de sustentar a sus hijos y ponersus labios la oración que ha de guiarlos hacia Dios y ha

4:i enseitarlos a levantar sus ojos al cielo.., todos, todos lospa-ieS en cualquier estado en que se encuentren, son partici-y-ntes en mayor o menor grado de las hermosuras y dones,bYacias de este divino Consolador; y todos los actos so-

1i1.enaturales que ejecuta el hombre, y los que la sociedadstiana realiza colectivamente, guiada del fuego de la cari-

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dad que arde en su corazón, podemos decir que sc )

sabroso y efecto del impulso misterioso del Espíritu Sant

lect°rPor lo que acabamos de apuntar podrán nuestrosdeducir cuán provechosa y necesaria sea a nuestra5como arriba decíamos, la devoción intensa al divin° Pará-

quieraclito, y el invocarlo a menudo y obsequiarlo, corn)

que El es el dador de toda gracia y a El compete de unarui

lila-eso 'nera directa la obra de nuestra propia santificación. escribíaa vista de tantas maravillas como obra en nosotros,el Beato Juan de Avila: (Tr. 1. 0 del E. S.), «aunque e s ver-dad que con la muerte de jesucristo se abrió el ciel o Y 5,e

cerró el infierno; .clue te aprovechará si no recibes altu Santo?,Santo?, y añadía: ¡Oh, si os pudiese yo pegar la ( levc'ejó"

con el Espíritu Santo » ! Con la sentencia de este Santo deY

fin a este trabajo que por ventura traspasa ya los límitesnaturalmente se fijan a los destinados a publicarse en rev's-

tas de la índole de ésta; y bien sabe Dios que en ningunaocasión, tal vez como en la presente, vendría tan bi en aclue.

llo de: lo mejor siempre queda por decir. Tal es la a buncialY

cia y variedad que para hablar de este Espíritu Divino ofre.

ce la Escritura santa y Patrología cristiana...Sin embargo, por la síntesis brevísima que exp uesta clue‘to-

da, podrán nuestros lectores rastrear con cuánta raZu

maba las palabras del poeta que decía saber un himno que

anunciaba en la noche del alma una aurora... pues s in dtld31

la venida del Espíritu Paráclito constituye para a Iglesi3dgreSuna nueva y divina aurora que se manifiesta a los ca'

como alada mensajera, esparciendo amorosa, desdeho

ocia!rroza de luz, efluvios divinos de regeneración y (I( „de vida y de inmortalidad.

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la Escuela de lmuas orientales,en nuestro Colegio romano de San Adrián.

Vendido ya y próximo a ser desalojado nuestro convento deSan Adrián en el Foro Romano, conviene recordar uno de losePisOdiOS más gloriosos de su vida, consagrando algunas líneas ala Escuela de lenguas orientales allí fundada por el reverendísimofra., Joséosé González Aguilar, sevillano, elevado al Generalatoen 1782.

E I techo de la fundación es bastante conocido y dió origen aun ruidoso pleito en los tiempos modernos, del que pagó las costasel P. Alcalá. Lo que no se conoce es lo que hicieron en la Escuelanuestros estudiantes, ni quiénes fueron los que en ella se capaci_tare para los estudios de Sagrada Escritura.

La primera vez que estuve en Roma, en 1919, se habló de ha-cer alguna investigación sobre ese punto, pero ignorábamos a que'-entro habrían concurrido los nuestros, si a la Sapienza o a laMinerva, etc. Hojeando después en la Biblioteca Nacional de Ma-drid nuestra riquísima documentación procedente del Archivo ge-neralicio, me encontré en el manuscrito 2.432 con una disertaciónanónima, pero escrita indudablemente por uno de nuestros alum-nos de Roma, donde se consignan curiosos detalles sobre la vida°el Colegio en los primeros arios de su existencia.

-7 se explica en primer lugar su fundación, que no fue espon-tkleaI, como pudiera creerse, sino casi obligada. Nuestro conven-tO estaba medio arruinado, y Pío Vi pensó en darlo a otra Ordencine sacara de él más provecho. Allí cerca tenían y tienen una ca_sita los Scalzetti, o religiosos de la Pasión de Nuestro Señor Jesu-

Lo, simpáticos amigos nuestros, confirmados entonces y eleva-Os a verdadera Orden religiosa por el Papa, que les profesaba

g uiar afecto, lo mismo que a su fundador el venerable Alfonsov arela Losada, natural de Chantada en la diócesis de Lugo.Pin VI pensó en darle San Adrián, obligando a los mercedarios aMejai una casa que para nada utilizaban, y que apenas tenía co-tnunidad; pero los nuestros, enterados a tiempo, hallaron manerade Parar el golpe, demostrando que el edificio podía ser útil a laOrden.

Para ello no encontraron cosa mejor que la consabida Escuelacle lenguas orientales, que deberían sostener y utilizar los españo-les, Pues aunque los estudios estaban en general decadencia, secon—cs ,e.rvaba todavía aquí la memoria de nuestros orientalistas de,3aiamanca y brillaban aún los últimos destellos de la gloria de frayJuan I nterián de Ayala y fray Tonr,W Varó, que en el mismo si-

,ANCFR. MIGUEL ESCANEZ MINGO},

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glo XVIII habían ocupado en la primera de nuestras Unive rs

des la cátedra de Tres Lenguas.Todavía a la muerte del P. Varó en 1746, hubo un mercedario

distinguido, el P. Mauro Bazmachado, que disputó con gran 111c.i:miento dicha cátedra al insigne Pérez Bayer, aunque éste salió

triunfante, merced al apoyo de los jesuitas, que hubieron de

arrepentirse de ello más tarde. Esta oposición, cuyos ejercicios seconservan, ha sido estudiada recientemente por mi querido arnig°

y antiguo competidor D. Leopoldo Juan García, doctor en Sagrad,a,Escritura y competentísimo orientalista, en su memoria sobrevez Bayer y Salamanca. Todo ello puede demostrar que los raer-cedarios españoles no necesitaban precisamente ir a Rom a Para

saber hebreo.Dice también el citado manuscrito que los estudiantes env ia-

dos a San Adrián por el reverendísimo González Aguilar, a Pc)ci°de su elección, concurrieron a las clases de la Sapienza, ocupana°en ellas desde el primer ario un lugar distinguidísimo. Con esta

indicación, aprovechando un reciente viaje, procuré ver las gla-

trículas de la Universidad de Roma, heredera de la Sapienzalaunque no de su pureza de doctrina, por desgracia.

Los registros antiguos no estaban en el Archivo univErsitari°y tuve que dirigirme al de Estado, donde me recibieron con la 1113'yor deferencia, y a los pocos días me presentaron lo que se consel:va de los libros de matrículas, que han desaparecido en buenaparte, hace más de un siglo. Faltan, entre otros, los de 1780 a S

y no podernos saber, por consiguiente, quiénes fueron los Pritnne-ros mercedarios que, según el autor de la citada Memoria, C°.--quistaron los primeros laureles en la Sapienza.

La cual, dicho sea de paso, apenas era por aquellos añ os 1.1,eque la sombra de un gran nombre: sus alumnos no llegab an a i'"como en cualquier Universidad de tercera clase, y los de la sec.-ción de Lenguas oscilaban entre 10 y 20. Entre ellos toMar011asiento los mercedarios, y aunque ignoramos sus nombres, s21),,e-emos que conquistaron las mejores notas, poniendo muy alto ella Orden.

Consérvase la matrícula de 1789 a90, pero ni en ese ario ni eirriel siguiente figura ningún merceda—rio. En 1791, en camb io , 11”once estudiantes en la sección de Lenguas y el noveno es fraYManuel Diaz Real, español, habitante en el Colegio de SariAdrián al Foro Boario. ciro

En 1792 a 93, entre 18 matriculados, aparecen fray r eSanz, mercedario, del reino de Valencia; fray Felipe Abarca , "A-

la misma Orden, natural de Asturias, fray Manuel Díaz Real ' u,,,eJátiva, y fray Pedro Rodríguez, español, moradores todos de ,Adrián.

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,15,1 11 1- 793 al 94 se matriculan sólo dos mercedarios: fray Pedro'illazanSig y fray Pedro María Navarro, en lengua hebrea, y al ario

r iente en la griega. En 1796 desaparecen ya los españoles, figu-rnando sólo matriculado en griego fray Carlos María Arcangeli,bercedario romano, morad-or del convento de Santa María in(gonti

v . Las guerras de la Revolución francesa, que entonces conmo-„Tan a toda Europa, dieron al traste con la Escuela de San AdriánJe con los buenos propositos de sus fundadores a los catorce arioshe realizada. Pío VI, envuelto en aquella espantosa_ tormenta,

ilb° de olvidar también sus proyectos sobre nuestro convento.si Creo que no está completa la lista de nuestros estudiantes, ni•n'.clulera en los arios en que se conservan las matrículas de la Sa-

enza , pues sospecho que no todos concurrieron a ella. Enton-res ' como ahora había en Roma varios Centros docentes, con pro-

eesGres distinguidos, y el renombre de uno de ellos, o su amistad1.-°21 los mercedarios, bastaban para llevar a éstos a su cátedra. Pa-1 -ce que en nuestro Colegio se daba también enseñanza, y uno de

antiguos estudiantes, fray Felipe Abarca, figura en varios do%tnentos con el título de lector de San Adrián. Los superiores de-

eiter. °11 convencerse pronto de que nuestros estudiantes, sin perderen- tlernPo lastimosamente por las calles de Roma, podían encontrar

cas a toda la ciencia que iban a buscar fuera, y comunicada conaYor interés y eficacia.

t autor de la Memoria citada se propone demostrar, sobreU na cosa que tal vez tenga aplicación en los tiempos moder-

a saber: que el éxito alcanzado se debía en gran parte a ques-,,s alumnos enviados a Roma no eran simples estudiantes, sinoh'i cerdotes jóvenes, avezados al estudio y bien preparados; si entj,gri ar de ellos se enviasen estudiantes recién profesos, ayunos des 'a cultura, el resultado sería mucho más modesto, si no era de-

Zstr°s0. Había quienes abogaban por esta solución, que no sé sis-rIle aún partidarios en nuestros días, aunque gran parte de los

ijstegios romanos se nutren hoy también con sacerdotes queaj.n. hecho ya su carrera y van allí a perfeccionarse en alguna'Ignatura determinada.

li)e nuestros alumnos de la Escuela de Lenguas, los dos que hani l eallzado mayor renombre fueron hijos de la provincia de

a saber, los padres Felipe González Abarca y Pedro Rodrí-°"ez Miranda, elevados más tarde al Episcopado.1 7,QP Primero era natural de Avilés y allí vistió nüestro hábito eneC . A su vuelta de Roma, donde era lector de Teología, pasó con

tnisulo cargo a Valladolid en 1796, y después de otros oficios ob--” en 1805 la encomienda de Conjo, donde padeció gravísimos

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APUNTES BiBLICOS

JERUSALEMA ctualmente hállase la Ciudad Santa distribuida en cua-

'ro barrios, que son: el barrio de los mahometanos, el de losarmenios, el fi los judíos y el de los cristianos.

El mayor de todos ellos es el de los mahometanos, y com-prende toda la parte del Noreste de la ciudad; el de los arme-1 i05 ocupa la parte del Sión; a continuación de éste, y con

Pendiente del Sión hacia el Moria, está el barrio de los ju-csims , y el de los cristianos está alrededor de la iglesia delamo Sepulcro, que en el grabado que se publicó en el nú-

Inero anterior está señalado con el núm. 27. El espacio claroue se distingue a la derecha del grabado es la explanada

"onde se edificó, como ya queda mencionado, el templo deiSlalomón en la cumbre del monte Moria, cuyo lugar ocupan°Y algunas mezquitas árabes, la de Omar en el centro, nú-

rn; ero 7, la de Aksa, núm. 10 (que en otro tiempo fué unaiglesia dedicada a la Santísima Virgen), y la de los marro-quíes, núm. 11.

Todos sabemos cuán ardientemente deseó el rey David,edificar un templo grandioso en que morara la Majestad Di-" ina , pues no le parecía tolerable que mientras él vivía enec.,asa edificada con ricas maderas de cedro, siguiera el Arca2anta habitando en una tienda cubierta de pieles. Agradó al,..'efte r el piadoso designio, pero no tuvo a bien aceptar dell' anos de David la casa en que había de morar después per-Man entemente, porque aquellas manos se consideraban man-Oladas por la sangre derramada en tantas guerras, y le pro-111,etló que su hijo y sucesor, el rey pacífico (que tal es la sig-nificación de la palabra Salomón) ipse aedificabit domumnomini meo, me edificará ese templo que tú querías edificar-lile . En efecto, uno de los primeros cuidados del rey sabio algeupar el trono de su padre, fue éste de edificar el templo del

eflor.Por esto, cuando Hiram, rey de Tiro, envió una embajada

felicitarle por su elevación, Salomón le dijo: «Tú conocesla voluntad de mi padre, y cómo no pudo edificar casa alnombre del Señor su Dios a causa de las guerras que tuvo9 11e sostener hasta que el Señor le concedió la completa vic-1,0ria de todos sus enemigos. Ahora, pues, que el Señor meila rodeado de paz y tranquilidad, y que no queda ya enemi-go alguno contra quien tenga que prevenirme, es tiempo dePensar, como en efecto lo pienso, de edificar un templo al,n0mbre de mi Dios y Señor, como el Señor lo ha manifesta-r a mi padre diciendo: « Un hijo tuyo a quien yo pondré so-'re tu trono en lugar de ií, ése edificará templo a mi nombre».

— 650 —

trabajos y peligros de muerte, durante la guerra de la IndePell,ha.

dencia. Fué catedrático de la Universidad de Santiago, que s

perpetuado su recuerdo en un victor de los que adornan su

tro, para estimular a los jóvenes con el ejemplo de sus antecc

sores.Expulsados los franceses de Galicia, el padre Abarca ren-1-10

la encomienda para reponer sus fuerzas, pero Fernando "1'829

presentó en 1816 para el Obispado de Ibiza, de donde pa só effif;d0a Santander, y allí realizó importantes obras, entre ellas la ,

ción de un Hospital, que le valió los mayores elogios de su glajn-E-tad el rey al colocar recientemente la primera piedra de

otroll

vo. Es autor de varias pastorales y otros opúsculos. d 'gueEl otro alumno célebre de San Adrián, fray Pedro R o r;

Miranda, era natural de Rabal, feligresía de Santa 1VIaría je

cornabois, no lejos de Ginzo de Limia, en el Obispado de 0rell.n2

y había tomado nuestro hábito en Verín en 1780, siendo destdi;

do con el anterior (de quien era connovicio en Madrid), a estil

Filosofía en Logroño en 1781. leLos manchegos, que dominaban en la provincia, parece g,

ron poco favorables, y en 1805, siendo ya lector jubila do, le nt

braron comendador de Soria, cargo que no aceptó, siend° vtur

nado a Verín. Su amistad con el padre Manuel Martínez, fu;

obispo de Málaga (que sin duda le debió mucho de su cultur»,st

hizo mejorar de suerte al paso que crecía la influencia de en(aigt1dentro y fuera de la Orden, de la que fué árbitro durante

arios (1). osTilAsí vemos al padre Rodríguez Miranda de secreta rio Pi tiej-

cial en 1816, y en 1819, elevado al Provincialato, que por la reli

ta de los constitucionales, conservó hasta 1824. En 1829 fué (ebrado obispo de Jaca y, visitando su Diócesis, falleció en la

illa eSenegué en 1831. Es autor de numerosos trabajos, entre elligtt¡s-

una elegantísima traducción latina de las Antigüedades Ecle:,tu-ticas, de nuestro padre Villodas, que según el plan gener al de —lo

dios del padre Martínez debía servir y sirvió de texto on t°dasUniversidades del Reino.

cogsc(1) La mayor parte de estos datos están tomados del Libro de Provincia,

vado en el Ms. 4.195 de la Bib. Nacional de Madrid.

oee

FR. GUILLERMO VAZQUE.Z

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si¡

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Ordena, pues, a tus vasallos que corten cedros en el LibanO)y mis criados los ayudarán, y pagaré a tus obreros el salarloque tú quieras. Bien sabes que entre mis súbditos no t'alquien sepa trabajar- en madera como los sidonios». Con talespalabras, nos dice la Sagrada Escritura, se alegró mucho el

,

cabo

rey de Tiro, que prorrumpió en esta exclamación: «Senda°sea hoy el Señor Dios que ha dado a David un hijo saPien-tísimo que le suceda en el gobierno del pueblo » ; y se Pus° 3

opleacg

los materiales que se necesitaban para llevar a adge,disposición de Salomón para cuanto éste deseara res

na obra.Como datos curiosos citaremos el número de obrer os (1,1e,

se emplearon en estos trabajos, según se leen en el Li bro 1,de los Reyes, cap. V: «Eligió el rey Salomón treinta m il °Ps(raros de todo el pueblo, y los enviaba al Líbano, alternati:

lvamente, diez mil cada mes, de suerte que permanec ían a,,mes trabajando y dos meses en sus casas. 'Eran seten ta l'"alos encargados del transporte de los materiales, y ochentmil los que se ocupaban en cortar los árboles en e l montes'sin contar los jefes que dirigían las diversas agrupacionede trabajadores, que eran en número de treinta mil Y. tres-cientos».

FR. J. MIGli1'1,7

zuar4.

PAGINA MISIONALPrefectura Apostólica del

Alto Pilcomayo.•

En números anteriores dimos la noticia de que la Selitt3c,Sede acababa de crear la Prefectura Apostólica delPilcomayo (Bolivia) y prometimos ocuparnos de ella e°más detenimiento en el presente número.

Lo hacemos complacidos por el doble motivo de tra ta.

rs.ede un progreso de nuestra religión y por estar ello muY tu"do con nuestra muy amada Orden. deLa nueva Prefectura abraza toda la parte nacien te nsBolivia bañada por el Pilcomayo y comprende numeNsciogrupos de población en estado de sumo atraso, en estaifflsemisalvaje y hasta hoy no había habido en esta regi ón -0asiento fijo de Misiones. Mas el gobierno del excelentísitl,señor Saavedra, comprendiendo que la base de toda elvfl,zación verdadera es la Religión Cristiana, se propu so, eise,-;blecer en ella con carácter estable, un centro de mis'°1,,,-nrpara ello se puso en comunicación con la Santa Se de r-

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intermedio de Monseñor Cortezi, Nuncio en Caracas, y lle-1252s que fueron algunos requisitos, se trató de determinar' Longregación u Orden a que se había de confiar dichar,ión. La Santa Sede, por intermedio de la Congregación

ropaganda Fide indicó a nuestra Orden. El Gobierno deOrd-ellvia opuso algunos reparos en atención a que nuestra

-en había sido expulsada de Bolivia por gobiernos ante -.ores, pero dadas las explicaciones del caso y conocida la

sticia con que la Santa Sede obraba al indicarla para ha-1.e cargo de las misiones, el gobierno accedió comprome-'endose a contribuir con seis mil bolivianos por ario para lasubsistencia de los misioneros y girando a Roma siete mil

Para Pasaje de los mismos.t Todo lo concerniente a este centro de misiones ha sidoZatado y arreglado entre el gobierno del doctor Saavedra,'vlonserior Cortezi como delegado de la Santa Sede y el muyreverendo Padre Fray Ricardo Delgado Careans, comorepresentante de nuestra Orden.

Hoy la Santa Sede, con su autoridad apostólica, elevate nuevo centro de misiones al rango de Prefectura, lo que

'e da carácter estable y duradero.Este es el cuarto centro de misiones confiado en América

.„" los cuidados de nuestros religiosos; ellos son, Clevelland,d'II Estados Unidos; Piauhy, en el Brasil; Manabí, en el Ecua-`ter , y Alto Pilcomayo, en Bolivia.

Los hijos del gran patriarca de la caridad que en tiempos1.11', e.lores llegaron a tener más de doscientos centros de Mi-

e,,nes en toda América, ven hoy complacidos reiniciarse suriviLl a apostólica, y esto los llena de santos entusiasmos y"t'Ices emulaciones.

Que la divina Redentora de cautivos bendiga las fatigasfe los nuevos misioneros y haga que su labor sea rica ent,rlitos de santidad; que el glorioso Patriarca, de cuyo celoL'O r la salvación de las almas son herederos y continuado-Eres , los ampare, y que la bendita sombra del inmortal Pontí-7 e Mercedario Benedicto XV, cuyos ardientes deseos cum-"e hoy la Orden que tanto amaba, los acompañe siempre.

(De « Dios y Patria»)Dei P. Mariano Ferrer.

l Yo sigo contentísimo, porque el trabajo no me arredra nitc's Peligros anejos a la vida misional me atemorizan. Elernor a las fieras y pobreza del país se desvanece, y losuchos días que se pasan sin tornar el alimento necesario

'32 Pueden dar por bien empleados per estar llenos de lalegría de servir a Dios y el consuelo que se siente de ver la

Prontitud y muestras de simpatía con que nos reciben, y„sagradecimiento que muestran, que sin duda admiraría a'Ochos cristianos que pareciendo buenos, en España, se

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iranläs se oye entre ellos una blasfemia: son muy religiosos;eesPetau al Padre, y deseosos de instruirse en las verdadesatólicas, aunque la pereza que domina a muchos es no pe-

311211 0 obstáculo para que vayan entrando. por las ventajase la civilización.t El día 7 del corriente (febrero) sufrí un ataque que me

varias horas sin conocimiento; fué en casa, y el Prelado"'e a sistió lo mejor que pudo. Mal debió verme cuando me

21 ruP0 de pequeños y mayores que hicieron la Primera Comunión en

°va Lapa; en segunda fila, sentadas, en el centro y a los lados, las tres

Catequistas con escapulario.

clininistró la Santa Unción; por ahora sigo bien, aunquee°11 Pocas fuerzas.

(26 de febrero).* * *

Supimos la preconización episcopal de nuestro Prelado7,1-1 l a última semana que pasó. Junto con la noticia oficial,1 ,11e lelos trajo el «Acta Apostolicae Sedis » correspondiente

nles de Diciembre, no sólo llovieron sobre Born Jesús infi-,-kiad de enhorabuenas, sino también afectuosas invitado-es para celebrar su consagración episcopal en distintos

vAtlntos , como Río de Janeiro, San Luis de Marañón, Buenostures, España, etc., etc.

El Prelado, no obstante, prefiere celebrarla en esa Corte"°flide tales demostraciones de cariño acaban de dar a nues-

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resisten a recibir al sacerdote aun cuando, próxim os a lamuerte, hacen poco aprecio de los últimos sacramentos.

Me causa mucha pena no poder atender a los ue muel:enlejos de aquí sin los auxilios de la religión, sin tener qui.en,los ayude a bien morir, como no han tenido tampoc o qu'el'los enseñase a bien vivir. Cuando uno está sano aunq ue ,P_°

fácil, es llevadero el trabajo; pero estando enfermo, se su ri elo indecible al tener que despedir a los que de veintic inco c).

treinta leguas vienen en busca del Padre que había de ayti.dar a bien morir a los enfermos. Dios es rico en misercordia, y en su bondad se compadecerá dê tantos pobrecitu'ie ignorantes.

Casi sin fuerzas para sostenerme sobre el caballo , betenido que salir val ias veces por los alrededores, expuesto a,quedar sin vida en un barranco. En una de estas salida s fuia Santa Luz, distante como unos sesenta kilómetr os , d';'sdías y una noche, a pie y a caballo, de monte en monte y u,ecasa en casa visitando las pocas que encontré donde ha b f

ralgunos enfermos de gravedad. Yo no iba bien; sin toffial,alimento, porque se me acabó la poca leche que llevaba,y todo hice al llegar seis bautismos y administré a varl%moribundos, que preparé con premura, porque pudiese;:recibir el Viático, pues era mucha su ignoranciaallí me dieron noticia de otro que estaba muriendo ados leguas, mordido de serpiente, al cual no pude auxilia'por serme imposible tenerme en pie y moverme.

Al leer que no tomé alimento, no crea que es por fa lta d,c,buena voluntad en estas gentes. Son muy hospitalaria s y --,desviven por atender y obsequiar al Padre, pero sonpobres. Es tanta la pobreza, que en una casa donde h ay, 1:1dos enfermos y no era de las más desprovistas, sólo tenla'seis mazorcas de maíz tierno y a mí me obligaron a tornardos, asadas.

El carácter de los piauhyenses es obsequioso y mtlypitalario; nadie duda en recibir en sus chozas a los viajerg,,'aunque ellos tengan que dormir al aire libre y queda r t'vez sin cenar, ceden contentos al desconocido sup0brez3¡Lástima que tales obras no las haga más meritorias el W11°1de Dios y la fe cristiana, que tantos desconocen!

Dios nos ha confiado la evangelización de un pueblo qt!c,no puede ser más pobre, pero' tampoco dudo lo haya 111.a.'-dispuesto y dadivoso según su pobreza; bien podemos decliEvangelizare pauperibus misit me...

Los habitantes de esta región aparecen tacaños ycuesta soltar el dinero, pero cuánto les cuesta tambié n qu,"llegue a sus manos. Así es que como abunda muy pocomoneda, cuando tienen algún dinero no saben dónde gua'darlo.

Otra de las cualidades buenas de estas gentes, es que

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tro hábito con motivo de las fiestas de nuestra Beata yadonde sus hermanos podrán seguramente traslada rse Par'tener la satisfacción de asistir j'dicho acto.

Por consiguiente, demora en ésta quince días para Celen-brar los oficios de semana santa lo mejor que podamosBorn Jesús y, Dios queriendo, el día de Pascua por la taru.'fía dejará esta sede y pasará el río, con el fin de esta r dlspuesto y emprender su viaje al día siguiente, de madrugaddae,con la esperanza de llegar a esa en los últimos díasMayo.

Contento le acompañaría en esta ocasión tan favorable;pero es preciso que en vez de visitarles y pasar con sus realverencias unos días muy buenos, quede haciendo pellitencip,-por estos bosques en beneficio de tantas almas que lo ne—sitan.

Supongo que S. P. recibirá todas las cartas y fotografiasique le remito mensualmente. Aquí, empero, viviendocc%esta incomunicación en que estamos, no se recibe tamP°Cla revista desde Navidad que nos llegó el número de Se-tiembre.

El 10 del actual fuí a Nova Lapa en compañía de l os Fe,,si-tudiantes de 2.° de latín. Estos son seis y todos ellos conr,,,buyeron a dar esplendor a la novena que dediqué albaJosé, con el propósito de invitar y preparar a los habitante'de aquel pueblecito para una primera Comunión. tirNuestros futuros Misioneros que esperan el día deel hábito, y en untfonvento seguir y terminar sus estuca('hasta ser sacerdotes y dedicarse a las Misiones, gozan 11111;cho con estas excursiones y ejercicios, en los cuale s In'prestan decidida y grande ayuda.

De aquí que sea por sus cantos durante la Misa, C°11también en la hora del Catecismo a media tarde y en la 11,,/;vena por la noche, sea por la concurrencia nunca vistatantos Padres novillos, como aquí llaman a nuestros Postu-lantes al verlos con sotana blanca, sea por el continu o 10:bajo de los mismos o por las estampas que repartían, es„i°cierto que llamó en el pueblo y en todos aquellos alredeuV,,-res tal atención la novena, que daba gusto presenciarsuma docilidad con que asistían a la catequesis diaria 111u-chas personas no sólo mayores, sino de mucha edad.

En esas ocasiones sólo hace falta operarios que predic111511,y sacerdotes que administren los Santos Sacramento s. D,'decir, se ve lo mucho que podríamos hacer para gloria oieDios y salvación de tantas almas, cuya redención sólo queuainfructuosa por escasez o falta casi absoluta de Misioneros'Tan sensible se hae e entonces nuestra impotencia, que parece estarnos repitiendo sin cesar las mismas palabras clu"Jesús dijo a sus discípulos: « Levate oculos vestros et videteregiones quia albae sunt jam ad messem...»

— 657 --

, Ojalá pudiera yo trabajar como quisiera y es debido en''-chas ocasiones; mas sigo tan inútil y con una salud tanresentida que en dos días de la novena tuve que dejar solosa mis pequeños. Ruegue al Señor que me dé fuerzas y elcelo necesario para procurar la salvación de tantas almas,c'n1c, aquí se pierden por ignorancia religiosa y falta deadres, y mientras tanto recuerde a los lectores de la revista

Y a las Misioneras aquel Rogate Dominum messis ut mittatoPerarios in messern suam del sagrado Evangelio., A pesar de todas las contrariedades, y gracias solamen-Le a la docilidad, propia de criaturitas, con que muchas per-sonas asistían al Catecismo, celebramos el día de San JoséUna primera Comunión como nunca vieron en Nova Lapa,+comulgando por primera vez varias personas mayores, en-' re las cuales había una que era anciana y de mucha edad., Por la tarde tuvo fugar la renovación de las promesas'lechas en el Bautismo, tei minando el acto con la bendiciónque se acostumbra a dar en esos días. Todos se conmovie-ron; ni siquiera habían pensado en aquel pueblo en una fun-ción tan tierna y significativa como esta...!

A continuación saque un grupo para recuerdo de las per-° I-la s que hicieron su primera Comunión y cuya fotografía

'e acompaño, pues no obstante de ser negras o bien de mu-,cha edad algunas personas, eran precisamente las que másL ° deseaban, tanto para recuerdo de ese acto como tambiénPara ver „su imagen retratada por lo menos una vez en unPape/iño.

Estando en Nova Lapa vinieron a buscarme del Brejo1Vovo para asistir a una enferma que allí había; y con esteMotivo visité el pueblo que en aquel lugar se está formandobajo la advocación de nuestra Santísima Madre.

Confesé y administré la Extrema-Unción a la enferma yrecorrí todo lo principal de aquellos montes, dando palabra(le volver dos días después con mis alumnos. Llegado el día,salimos de madrugada, como formando un escuadrón decaballería, y a buena hora llegamos a Descençao para cele-brar la santa Misa.

La capilla provisional que en Descençao hizo el P. Bola-los, estaba llena de personas que nos esperaban hacía tiem-Po . Confesé a varias de ellas y después, entre los cánticos y11-1,otetes de los pequeños, celebré y dí la comunión en lamisa, terminada la cual llevé a la enferma el Santísimo

Vuelto a Descençao me entrevisté con las personas másancianas e influyentes del país y todas manifiestan buenosueseos y devoción; sin embargo, el pueblo que se quiereformar parece que no lleva, mucho movimiento, antes alcontrario, por ahora no tiene Descençao más que una casaY la capilla provisional. Hablan, sí, con entusiasmo sobre las

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hacasas y calles proyectadas y sobre la futura iglesia quede ocupar la parte más alta de la plaza central, mas da-‘-' t lapobreza en que viven, ¿llegará a realizarse? yaMe pidieron que demorara con ellos algunos días y,que no pude, les prometí que si el Señor me da salud volveré

Des-el 22 de Julio para celebrar una novena solemne a l a i-n -censión de nuestra Santísima Madre y una primera Coin unión el 2 de Agosto, con tal que se junten en la capilla parapara rezar el santo rosario y enseriar a las pequeños el Catecismo.

Born Jesús, 29111-25.

NOTAS RELIGIOSASLa Francia de Cristo.

No es la Francia de Herriot y Anatole, de los enfermos menta'les que hartos de jugar con todas las cosas, con todas las v erda-des y todas las mentiras, han acabado por perder el sentido P rä' e-tico de hallar la verdad y el bien; es la Francia de vivat qm. 19(114'cos liligit, Christus, que no ha muerto ni mucho menos, pu es queestos mismos días monopoliza los altares.

Acaba de darse en Roma la última lectura de los decret os debeatificación de las treinta y dos monjas guillotinadas en Orange'diócesis de Avignon, en 1794: sor Ifigenia, sor Isabel Teres a delSagrado Corazón, sor María Rosa, sor María de San Enrique, et-cétera...

De las treinta y dos religiosas quince son ursulinas, trece sa-decramentinas, dos cistercienses, una benedictina... El martirio

estas heroínas se extiende desde el 6 a 26 de Julio del citado a 110

Arrojadas en lóbrega prisión, continuaron su vida de oraci ón Ysantas abnegaciones para hacerse acreedoras del glorioso fi n queanhelaban. El tribunal que se formó en Orange no desentonabacon tantos otros de aquel tiempo de estupideces insignes: ni acu-

lasación, ni defensa, ni consejo en forma; se suscribía una fórnitique violaba todos los derechos de la conciencia cristiana oicaso contrario, la guillotina se encargaría de cortar la cabeza queiría a aumentar las que habían caído ya en el fatídico cesto.

Sin embargo, para no pintar más fiero al león, daremos eltalle de que los buenos señores necesitaban dos o tres horascada mañana para lanzar alrededor de 12 sentencias de muerte.

—¿Quién es usted?—pregunta el juez a sor Clara du Bac.—Yo soy una religiosa, responde, y tal espero ser ha

morir.

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----Quiere usted prestar el juramento?— De ningún modo, mi conciencia me lo prohibe.

sor María del Sagrado Corazón de Jesús responde a la mismaPregunta: «Yo soy una hija de la Iglesia. El Ayuntamiento me haPcholo el juramento, pero lo he rehusado. No puede haber ley nierecho en contra de la ley de Dios.»

—( Vamos, Enriqueta Jaurié, dice el presidente a otra; ¡tú tanh3ven!» ¿Cómo puede ser que cortejes así a la muerte? Una pala-c'oransnoloamr aást. u..,muandarsei>mple serial de asentimiento y mañana vas a

—« Ya he empeñado mi palabra a Dios, repone la tierna cria-ura Y no puedo hacerlo a ningún otro». Y según iba viendo desfi-e por el tribunal a sus compañeras, las animaba con todo el ca-31. de su gran alma: «Animo, hermanas, que las puertas del cieloe van abriendo para entrar nosotras».

Silvia y Juanita de Rouvaillon eran dos hermanas que muchose querían. Cuando Silvia, que era la mayor, iba a acudir a la in -ación deldel juez, Juanita no se contenta y dice: » ¿Cómo puede ser,

Uii

erinana mía, sin que vayas sin mí al martirio? ¿Qué va a ser deS1 n ti?» «Ten buen ánimo, responde Silvia, que luego viene tuve-z i• A los dos días justamente salía del cuerpo atormentado aquel

11(,-rtnoso espíritu y volaba al encuentro de su ya gloriosa herinana.S,or Angeles, en el mundo Margarita de Rocher, había sido

Utorizada, al ser cerrado el convento, para permanecer con suDad-re y asistirle en sus últimos días, pues era anciano de ochentaViendo ella que si no se ocultaba sería arrestada como sus

-tilParieras, pidió consejo a su padre. «Te sería facilísimo, hija-a , responde el anciano, el ocultarte; pero debes mirar bien, si

es° no sería huir cobardemente de los adorables designios de Diosrespecto a tí. Acaso te ha destinado para que fueras una de

1‘,Ts víctimas que han de aplacar su justísimo enojo. Te diré lo que.arcloqueo a Esther: «No estás en el trono por causa tuya, sino por-usa de tu pueblo».

Encendida la buena religiosa con palabras tan generosas, co-a juntarse con sus compañeras de la prisión.

La víspera de su martirio pidió perdón a todas y que rogasen13 Or ella porque al día siguiente habían de presenciar su inmola-1:11 1 como así sucedió. Antes de subir las gradas del cadalso dió

tnás rendidas gracias a los jueces por el beneficio inestimable"e le habían hecho.

sto mismo hizo pocos días después sor Magdalena de Justa-lond, que a la vez no podía disimular su profundísima alegría:1 Qué felicidad!, decía. ¡Estaré muy pronto en el cielo! No puedoen 4.- nLener esta alegría».

de'de

sta

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viviente; y a este hecho han rendido el más alto testimonio, o seael de su vida, todas las generaciones sucesivas desde los protago-nistas o apóstoles hasta los mártires de estos mismos días, cuyosvestidos ensangrentados, así como los instrumentos de suplicio,Pueden verse en la Exposición misional del Vaticano.

La humanidad no muere por mitos o hechos falsos.O como decía Pascal: «Yo creo, sin dificultad alguna una histo-

ria C uyos testigos se dejan matar».Una institución que con tal imperio domina la humana con-

ciencia, a pesar de constituir un reto soberano al orgullo y todaslas pasiones de la naturaleza, está bien lejos de temer los laicis-naos de temporada, que con todos sus nombres pomposos, no sonotra cosa que reacciones del cesarismo que no quiere reconocerotro poder fuera del Estado.

Desdichados los que no ven en medio de tantas claridades,Pues muestran que no quieren ver.

FR. MARTIN O. DE ARRIAGA

Algunas madres del Colegio de la Vera-Cruz, de Bérriz, de dondesaldrán en breve las primeras Mercedarias misioneras para Wuhu

(China), de cuya acción misional dimos cuenta en el número deAbril.

— 660

Las otras, que aun no habían pasado por el tribunal,continuaban en la prisión recogidas en oración incesante pidiendo a Dins

valor y constancia para las que habían de ir del mundo. Una Yeaque también se les intimó la sentencia de condenación, fuel

trasladadas a otro calabozo, donde había también otros condenaha-dos a pena capital. Las religiosas oraban, cantaban himnos y --cían obras de misericordia.

Había un infeliz padre de familia en estado desesper ación p-haber sidó condenado a muerte. Era menester conseguir su con-versión. Una de las heroínas permanece una hora de oración Y

con los brazos extendidos en cruz.El efecto fué inmediato y el pobre hombre fué a la muerte Con

la calma, resignación y serenidad propias del cristianisin°.faCuando por fin llega la hora de partir para el cadalso, una alegr-

radiante y fervorosa enciende todas las frentes y unas emniez-an

a cantar la letanía lauretana y otras el «Magnificat». A su paso , unaldeano respetuosamente inclinado pide el beneficio de tocar e

1

dobladillo de sus vestiduras. t-Las vírgenes del Señor se resisten con toda violencia y es-jida

man: «Mejor es que ruegue al Señor por nosotras. En segu-ha

dejaremos el tiempo para pasar a la eternidad. Pida a Dios que -de juzgarnos.»

Sor de Alonzier sube besando las gradas del cadalso. S or cieloro

Buen Angel, humilde lega, responde a la invitación del verdor,que le propone salvarla si quiere casarse con él: «Haga su ofie.-

que por la noche espero cenar con los ángeles». i; ¡al«¡Qué piezas, que todas van riendo a la muerte!», dice un olietire

de escolta. Así, con esa alegría desconcertante, mueren sienir'los mártires cristianos. Las almas sinceras y bien dispuestas, ye

tiia

con facilidad la intervención divina, y esta es una circunstane-

que explica la conversión de tanto espectadores. deEsto es lo que venía a decir con ingenuidad aquel joven ,

Conchinchina que pedía bautismo. «¿Por qué quieres convert i; r-;te?

prole dice el misionero. Porque he visto morir cristianos y yo qu i-

eflmorir como ellos. He visto que los precipitaban en los ríos Y

3.

los pozos, que los quemaban vivos y los destrozaban a lanzn'°fifY ¡cosa notable!, lodos morían con un contento que me attn"--'rezando oraciones y animándose unos a otros. ir

Solamente los cristianos mueren así y por eso quiero nin-r1como ellos (1)».

Hay un hecho que ocurrió hace unos veinte siglos: la rnisi,áliándivina de Cristo y la fundación de su Iglesia, su prolongae-

(1) Anales de la Propagación de la Fe. Enero de 1889.

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SENDA ARRIBA...María se detuvo al pie de una gran cruz de piedra colocada

en la encrucijada que dividía el camino en varios senderos; suscompañeros de excursión que, como ella, habían descendidodel automóvil para disfrutar de la belleza del paisaje y toma r un

refrigerio, corrían en varias direcciones persiguiéndose unos aotros, cazando mariposas y formando hermosos ramos deflores.

La joven, subyugada por la calma de aquel hermoso alarde-cer, por la augusta majestad de aquella cruz que destacabagrandiosa y severa sobre el límmpio azul del cielo, prestando ala campiña un religioso encanto que llamaba a las almas a lacontemplación, Permaneció a su pie sumergida en dulces retle-xiones; la sirena del auto, rasgando los aires con lastimeroquejido, la volvió a la realidad; miró en torno suyo, sobresal-tada, y se encontró sola.

La tarde iba cayendo; el sol, ocultándose tras las colinas,teñía el cielo de un hermoso color anaranjado, y los valles em-pezaban a envolverse en dulce penumbra.

María miró en torno suyo con creciente temor; el quejid o de

la sirena se oía más lejos, como si fuera un triste adiós; la l'ovenelevó de nuevo sus ojos hacia la cruz con suplicante expresióny sus labios se movieron con piadosa jaculatoria subida delfondo de su alma.

El tañido de una campana contestó a su oración; aquel t añí-do llevado por el viento parecía proceder de lo alto de una e nes-tecita que empezaba al pie mismo de la cruz. El estridente sonl"do de la sirena se oía ya muy lejos en dirección opuesta...

María pensó que aquella campana sería tal vez la de la Pa"rroquia de alguna aldea próxima, cuya demarcación debía i tteli-car la cruz a cuyo pie se hallaba.

Alcanzar a sus compañeros de excursión era un absurdo,una pretensión irrealizable; en la precipitación de la marcha n°la habrían echado de menos, y alentada por aquel eco maies-tuoso con que la campana parecía indicarla el camino de Ull re-fugio donde pasar la noche, la joven emprendió valerosamenteel camino sendero arriba en dirección de aquella iglesia qu e pa-recia llamarla con la voz metálica de su campanario.

Pero pronto empezó a dominarla el cansancio; la senda se

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tornaba cada vez más escarpada y pedregosa. María se detuvo unmomento indecisa, ¿volvería atrás?.., pero la noche, que seechaba encima, la dió miedo, por el camino que había recorridono v ió ningún caserío; su esperanza estaba arriba, allí donde lacampana de la iglesia indicaba haber habitantes. Miró en tornosuY0 y un grito se escapó de su pecho angustiado.

Se encontraba en una estrecha meseta formada por aquelsendero que, abierto en zig-zag, subía ante ella; abajo, a susPies, el camino se extendía como una blanca cinta, por la queun a utomóvil bajaba con rapidez vertiginosa; María reconocióel auto de sus amigos, pero un abismo la apartaba de ellos: lamontaña, cortada a pico, que poco antes la ocultara la ca-rretera.

Pero lo que arrancó a María aquel grito de angustia no fueSu Propio peligro, sino el que corrían sus amigos, cuyas risasY a legres cantos llegaban hasta ella, llevados por el viento del a tarde.

Aquella carretera, abierta como blanca cinta bordeando laMo ntaña, formaba un brusco recodo; si el chaufeur, poco cono-cedor del terreno, no tomaba bien aquella curva, un gran terra-Pl n se abría al frente ante ellos, terraplén que descendía hastauna sima de aterrador aspecto.

María quiso gritar, llamarles.., pero el viento se llevó sudebil voz y el auto desapareció a su vista entre una nube dePo lvo y humo.

Pero sus gritos, si no llegaron hasta los viajeros, no sePerdieron en el vacío; un silbido penetrante rasgó los aires yllegó hasta ella una voz juvenil que decía:

¡Lobo!... ¡Búscala!...Y un gran mastín apareció ante ella, dando fuertes ladridos

Y o l ateándola por todos lados.María retrocedió temerosa, pero la misma voz gritó más

de cerca:

¡Lobo, aquí!... No tenga miedo, que no muerde. ¡Aquí, lobo!El perro desapareció, volviendo a aparecer seguido de un

joven zagal, que al ver a la joven se detuvo, diciendo:— Se ha perdido usted?Era un hermoso muchacho, de rostro tostado por el sol,

Miembros ágiles y fuertes y alegre semblante; María le explicóen Pocas palabras su situación.

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—Todavía está lejitos la aldea—dijo el zagal---. pero aliä

voy con mis cabras, si quiere venir conmigo la llevar é a casadel señor Cura, que le dará posada esta noche, y mañan a Di°5

dirá; ya buscaremos a sus amigos.María siguió, agradecida, al pastor, dió un nuevo silbid°

éste, al que contestó el repique de las esquilas del ganado que

acudía a su reclamo, y escoltados del fiel lobo, siguieron su-

biendo senda arriba, hasta llegar a una pobre ermita convertidaen iglesia parroquial.

La puerta estaba aün abierta; María se detuvo en su dintel Ybuscando en su bolsillo sacó una moneda de plata.

Pero el zagal la rehusó, alejándose seguido de su rebail°

mientras cantaba alegremente una tonada.

Más que pobre, miserable era aquella morada del Rey de losreyes: el blanqueado de sus muros deslucido, el paviment°'

mitad de losas desiguales, mitad de tierra; un crucifijo anticluk

simo, pero de tosca ejecución, cubierto con unas enagüil las de"color indefinible y raído terciopelo orlado de negruzco corona

ba su único altar; pero lo más pobre, lo más triste en aquellatristísima y miserable iglesia era el sagrario.

Cuatro tablas mal juntas con una enmohecida cerraduradesvencijada contenía en su interior a la Majestad Suprema"'Maria se arrodilló ante él, y dando gracias a aquel Divin o Pri'

sionero, que tan amorosamente la llamara, librándola de lospeligros del camino, le ofreció aquella visita de desagra vio eri

tan triste soledad. Desierta estaba, en efecto, la iglesia; largi°rato permaneció allí la joven excursionista en íntimo y dulcis:;mo coloquio con el Amor tan poco amado...; y como s i gsl;quisiera dar gracias a su adoradora, mostrándose a ella, auli-envuelto en los blancos accidentes con que encubre su sobera-

na grandeza en la tierra, de pronto una figura alta y venerablese alzó ante el altar y una mano dió vuelta a la llavecita de l sa-grario, abriendo su puertecilla,

Pobres y deslucidos ornamentos le cubrían, pero su maltemblona sacó el Copón y envolviéndolo amorosamente en epaño que cubría sus hombros, estrechándolo contra su Pech°palpitante, se dirigió a la salida del templo.

María miró en torno suyo; una docena de hombres y muje-

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Pes con candelas encendidas se aprestaban a seguir al sa-cerdote.

La joven se unió a ellos y formando pobre pero devoto cor-tejo , salieron tras el Santísimo Sacramento.

Una de aquellas devotas mujeres, viendo que María no lle-vaba candela, la dió un hachón, emprendiendo la comitiva sun'archa con el mayor orden y recogimiento.

Era ya de noche; sólo se oía el repique de la vieja campanaanunciando que Dios salía de su casa en busca de sus criaturase n socorro de algún alma que le esperaba tal vez en el dintelde la eternidad y el murmullo de la oración del sacerdote que lecond ucía...; profundamente impresionada, María les seguía sinsaber a dónde; los acontecimientos se habían sucedido con tanextraña rapidez, que se creía juguete de un sueño; vivía en unPaís desconocido, extraña a cuanto la rodeaba, pero semejante

l as turbas que seguían a Cristo en su predicación, seguía a811 Amo divino. ¿Dónde?.., no le importaba.

Pero si no sentía inquietud por sí misma, su corazón seOprimía al advertir que tornaba el mismo camino que poco antesrecorriera. Entonces prestó atención y oyó a su alrededor algu-nos comentarios que en voz baja se cruzaban entre sus compa-fieros; las palabras accidente, automóvil, terraplén.., helaron lasangre en sus venas, y al llegar ante la cruz de piedra que lahiciera separarse de sus amigos, las lágrimas acudieron asus ojos.

Pero su temor, en angustiosa certidumbre cuando dando lavue lta al sendero pedregoso que a la cruz conducía, entraron en

carretera, encaminándose al recodo que María viera conterror una hora antes.• Palpitante de emoción, estremecida de espanto, bajó en pos

del sacerdote por las sinuosidades del terreno; allí, entre lasrocas erizadas de matorrales, se ofreció a sus ojos un cuadroaterrador.

El automóvil, volcado, no había caído al abismo contenidoPor un robusto tronco, contra el que se había estrellado; de loscine Poco antes le ocupaban, sólo se veían dos personas, en tangrave estado que los que acudieron en su socorro no se habíanatrevido a trasladarlos de allí; el cadáver del chaufeur permane-cida con el volante incrustado en el pecho destrozado...; los

eulds debían haber caído en la sima abierta a sus pies.

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Ciérrase la inscripción, sin abrirse.

N . Como la inscripción se cerró antes de anunciarse al pi-g, .¿Co , no valió a las de las clases media y párvulas del Cole-

protestar: estaba cerrada la inscripción y no pudieronser admitidas, sólo las mayores formaron en ella.

Mañanita de Mayo.Amaneció el día 15 de Mayo más pronto que todos los

asados y futuros del mismo mes para las peregrinas delCerro, que no suelen madrugar, y a las siete en punto tenían'De estar con sus equipos de sport y demás cosas necesa-rias , en la estación del Mediodía.cl A las seis y cuarto lancéme a la calle, bebiendo el frescor

la mañana que como grata caricia me besaba y penetra-en lo más escondido de mis pulmones.

n Por el Desengaño me encaminé a la Gran Vía; sólo algula

-1s personas se dirigían a la primera misa de S. Martín; en (-2n . --r ran Vía descendí al metro. ¿Dónde estarán las peregri-

? as? habrán dormido? Yo creía que no se doblegarían acaricias de Morfeo aquella noche. ¿Si este señor habrá

e 2eho alguna de ¡as suyas y estarán durmiendo aún las másil

tu

Esperando el metro en el andén de enfrente estaban tres2votos de Baco, perorando contra la ley seca y abogandoDr. .. la mojada; vestidos de salvajes, con sus plumas dePt ra Piealsdleencgouloarse.s.. en la cabeza, los cultos beodos hablaban

Grata fué mi sorpresa al entrar en , e1 coche; el barulloera más que regular y desacostumbrado en los coches deln0 -etro de la Corte; medio centenar de caras me sonreían ystras tantas cabezas me saludaban... De pronto, Puerta delr1'

Progreso, Antón Martín, Atocha. Por el andén subte-n 'äneo de la Glorieta el que no corría, volaba; había que

egar a tiempo y faltaba... más de media hora. Alguna bo-t(n no acostumbrada a tantas prisas, saltó del cesto. Me-°s mal, que era de agua; varios tropezones de gente ques ---,e andar y aun tropezar, sin caer: no es poco.

Ya debajo de la marquesina de la estación se nos ocurrió'na duda: ¿nos dejarán pasar sin billete? No los llevábamosel Padre José pudiera no estar allí.De tres en fondo, para llegar más pronto pasamos a la

'tación. Uno, dos, tres, cuatro trenes formados. ¿Cuál seránu estro? El primero, dice la más arriesgada; y así era.Como pajaritos en jaula nueva, con las ventanas abier-

d is , a somando en cada una cuatro y seis cabezas, charlandoS,

mil cosas, con mucho orden desordenado estábamos cuan-Pasó revista el P. José Cereijo. No faltaba nadie. ¿Quién

'a a faltar para ir al Cerro?

cl

Y

ee

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Todos se arrodillaron en torno de aquellos que aún conser-vaban algo de vida; y a los que el ministro de Dios prestó losauxilios espirituales que su gravedad exigía.

María, apartada a un lado, lloraba y oraba... oraba Poraquellos que poco antes, llenos de vida y alegría, corrían des-cuidadamente a la muerte. La luna, saliendo en aquel momento,se elevó serena y plácida iluminando dulcemente la campi ña, Ya su luz, sobre el azul obscuro del cielo, se dibujó clara y dis-tinta con luminosa blancura aquella cruz a la que María debierasu salvación, atrayéndola senda arriba...

Y a la oración que en sufragio de sus desgraciados amigossalió fervorosa de los labios de ésta, se unió otra en acc ión degracias a la misericordia divina que jamás abandona a los quese guarecen bajo la sombra protectora de su cruz.

JULIA GARCÍA HERREROS

Peregrinación al Cerro.El Cerro de los Angeles*

¡El Cerro de los Angeles! Desde que el Sagrado Corazónde Jesús mirando a Madrid, se levanta majestuoso y amable,adorado por los santos que le rodean sobre el Cerro, los ojeede todos los españoles buenos ven en el monumento l

jel

Cerro el símbolo de su reinado: Reino en España.Varias veces había visitado el monumento del Cerro, Y

aunque nunca me pareció digno del Sagrado Corazón, n i dela fe de los españoles, porque nada hay que sea dign o derepresentar al Señor que tanto nos ha amado, y es muy Pe-querio el monumento para fe tan grande; "con todo, sientocada vez un atractivo creciente, porque en los símbolos,grandes o pequeños, no miro lo que son, sino lo que rerre"sentan.

¡Iremos al Cerro!, se decían con entusiasmo y con desradiantes de esperanza las alumnas del Colegio que dirige°las Madres Mercedarias de Don Juan de Alarcón. frenaostodas las mayores, y muchas amigas y algunas mamá s , Y

muchas almas buenas del pueblo de Hortaleza, que nuncahan ido y quieren rendir agradecimiento al Corazó n deJesús, y comulgaremos en el monumento, con misa al aire,libre, y allí nos consagraremos al Divino Corazón y... serauna peregrinación en familia: todas somos... Mercedarias.

Iremos al Cerr°'

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-n

Misa en el monumento:deljCerro de los Angeles.

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Con muchos billetes, sin billete.Mejor dicho, faltaba, faltaba el billete del Padre que tuv°

mucho cuidado, que agradecemos, de contarnos a todo s Ypor modestia, sin duda, no se contó a sí mismo; pero le re"mordió la conciencia y bajando del coche fué a buscar lo , Ydicen que le costó lo menos, lo menos una veinte.

Aquí, Padre; aquí, Padre; y diez y veinte asientos le fue-ron ofrecidos a una, y como no podía ocuparlos todos, 00'por ir de pie el Padre Cereijo, y el Padre Miguel se sent ó Ylevantó cuando quiso, cosa que hicimos todos cuand o nosplugo.

Debéis ir muy formales; habéis de comulgar... Sí, Padre;pero la alegría y el amor de Jesús, por quien vamos al Cerro)nos sacan de quicio.

La locomotora con su potente sirena anunció la sali da, Ypronto nos hallamos en... Villaverde de Abajo.

¡El Cerro! ¡El Cerro! Y lejos aún, en medio de extensallanura, sobre un pequeño otero se divisaba la Ermi ta deNuestra Señora de los Angeles, y un poco más allá ergUfaSela esbelta imagen del Sagrado Corazón, mirándonos y ben-diciéndonos.

En Getafe'

A las ocho, después de veintisiete minutos de tren, llega-mos a Getafe (Alicante); bajamos del ti-en y la estación sellenó de peregrinos.

—¡ Vivan las colegialas de Alarcón!—dijo una voz arniedesde el coche inmediato, que era también reservado, dequeños excursionistas a Aranjuez. ¡Vivaan!

Mil gracias, caballeritos; feliz viaje.Repaso los asientos y redes por si en ellos quedase aig°.

que pudiera hacernos falta; al bajar, se dirige a mí el mez°j—Los billetes. —Aquel Padre los lleva—dije sefialando.3;.Padre Cereijo, y éste, alargando un manojo de ellos, ariad'w—Ahí va eso; a la vuelta los recogeremos.

No ven el Cerr°'

Miro a mi alrededor, y paralelas a la vía por un canlín°no muy trillado marchaban hacia no sé donde, de cin e° encinco, y de ocho en ocho en fondo la mayor parte de las c2-egialas. No iban lejos, pero su paso cada vez más acelerau°,indicaba el deseo de llegar pronto, aunque el camin o er"equivocado. ?dónde se encaminan, me dije, estas almas de D10:s,

dónde llevarán los ojos? Por fin advirtieron el error a l '9"las voces de los que quedábamos detrás.

El entusiasmo les hacía ver el Cerro donde no estab a ; alla manera que en los desiertos, así en la ancha llanu ra e

Cerro se ofrecía a sus ojos, por espejismo, y le veían másallä, más allá del lado opuesto.

¡Amapolas! ¡Amapolas!Atravesamos la vía y por ancho camino, después de

alguna pequeña discusión acerca del lugar donde almorza-ríamos (eran las ocho, vaya si fuimos previsores) nos enea-Minamos al Cerro.

La mañana era hermosa: ni una nube en el cielo; la

InjatstianEnaio.s envolvía r impregnada de ese olor a campo, esenciade mil flores y hierbas, diluida en el frescor y en el rocío

, ¡Amapolas! dijeron varias voces; y corriendo á la des-.

°andada por el campo, sin perdonar a los trigales se despa-rramaron a derecha e izquierda de la senda algunas docenasdie Peregrinas. Una de las fotógrafas enfoca el grupo de las11as formales y bien o mal, quedó la primera placa impre-sionada. En tanto varias mujeres rezongaban haciendos_efía s y hasta llegaron a vociferar, sin ser escuchadas, a ungrupo de chiquitinas que se desmandaban por un trigal.

, Una manada de toros que llevaban a encerrar, hizo apurarel Paso a las que se quedaban rezagadas; no sé si son aficio-nadas a este espectáculo, si es así, creo que prefierenverse en un palco antes que delante de un fiero cornúpeto.

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Senda arrit a.

¡Adelante! El Cerro crecía a medida que el camin o seime-acortaba. Trepando por la escarpada ladera iban los P r-idia.ros grupos, y nosotros los contemplábamos con env s;Pronto llegaremos también. Y llegamos, gracias asaludamos al Sagrado Corazón, y mientras las cansad as des-cansaban, subimos a la ermita, donde el P. Cereijo dijo misaque oyó gran parte de la peregrinación. Cuatro fuero n l'osayudantes: a tal señor...

Entretanto empezamos a preparar lo necesario par a lamisa de campaña. La mañana estaba deliciosa; en muy P°'

les,tiempo estaba lo necesario en el Monumento: ara, m an tp— i e,Santo Cristo, candeleros con sus bombos por si hiciese a-tercáliz, ornamentos y vinajeras vacías; porque fue pare deunánime del sacristán mayor (verdad, Sr. Alaminos ?) Y (aslas dos parejas de monaguillos, que era mejor llevarbotellas del agua y vino bien llenas, porque... no se derra-masen las vinajeras... Bien pensado.

A la sombra del Monumento, ¡qué bien se está a la sonrbra del Sagrado Corazón de Jesús!, se nos esperaba...

Oímos misa, comulgamos y 0°5

consagramos al Sagrado Coraz-nEl P. Miguel revistióse, y con más ayudantes que e n -

Pontifical, empezó la santa misa. Hubo motetes y P'rnfin llegó la hora de comulgar... Después de la com un-nos consagramos al Sagrado Corazón... Dimos graci as, a571aunque ya las fuerzas no eran muchas, subimos cada cti ncomo quiso a la ermita. Con la prisa, dicen, hubo clu

-perdió,'päsmense ustedes, hasta el uniforme y el desayun o,que quedaron en las gradas del Monumento y fueron entr e-gados a su dueño.

A la sombra de la ermita ¡qué bien sabía el desaynn°la misma agua gorda que se nos ofreció! usAllí estaban Getafe y Leganés con sus iglesias y scuarteles; Cuatro Vientos; la llanura inmensa, cortada Pnr-carreteras y vías férreas, que nos recordaba: Ancha Cas.lla; los trenes que pasaban con sus penachos de humo, Pare-

nte;cían serpientes de hierro que se deslizaban cautelosamj.Madrid allá lejos, sin ruido; el Retiro verdegueante; Yatecas y después otros pueblos que no conozco, y el horiz-,,-lejano, despejado, bajo un cielo azul subidísimo... sólofaltaban alas, o al menos un aeroplano como el que vi o

11 u-a saludarnos durante la misa, volando sobre el Mo-mento.

Con que gusto recordaba la descripción de Selgas de lacaza de las mariposas, al ver cómo, con porfiado tesón,r aintentaban algunas aprisionarlas, y también presen cie u-

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Caza original.

¿Adivináis cuál sería? No es fácil; os lo puede contar lamás chiquitina de la peregrinación, que no sé si por ley decontraste, o porque las mariposas volaban altas, prefiriócazar una gallina, muy cortés, que a pesar de andar rodeadoche su nidada, no era arisca, lo cual le valió una viena con-qu e pudo alimentar a sus hijuelos.

¿Creeréis que es fácil cazar una gallina? Dígalo CarmenLacaba, que puso toda su gracia y elocuencia en catequizara los pollitos, arengar a la madre, pero, ¡que si quieres!,Comían las migas, oían sus requiebros y al querer acariciar-los, huían veloces. Corrió hasta cansarse; no le faltó ayudahasta de gente mayor; acabösele el pan y la gallina muyatenta a su conveniencia, pero nada más. ¿Moraleja? Otrodía la sacaremos.

Unas ligeras nubes asomaron en el horizonte, mientrasel sol perseguía la poca sombra que nos quedaba junto a laermita; lo que produjo una verdadera desbandada. Y a laverdad, de tener que estar al sol mejor era revolar por entrelos pinos de la vertiente, descender por las laderas cubiertasde oloroso tomillo y matas de nébeda de subido aroma ytornar a coger amapolas en la llanura (las cogidas por lamañana estaban ya mustias).

A la media hora se veían desparramados por la falda delCerro muchos puntitos oscuros: eran las nuevas cogedorasde amapolas, que retornaron como ellas, encendidas, consendos manojos, que se secaron pronto.

Más peregrinos.

Eran las once; sólo alguna gente formal quedaba en laaltura del Cerro con propósito de esperar la segunda partede la peregrinación, compuesta de vecinos de Hortaleza, queno habían podido llegar a nuestro tren.

Los acompañaban los padres Saco, Carnevali y Miguélez.Desde la altura pudimos verlos salir de la estación; cru-

zar la llanura, subir la pendiente por la polvorienta sendaque une la estación con el monumento. Los gemelos con quelos mirábamos, no nos permitían ver muy claro, pero sabía-mos que eran ellos.

—Sólo por el Sagrado Corazón se puede venir aquí aestas horas—decía una señora—y era cierto, el calor, a pesarde la brisa, era sofocante.

Descansaron los cansados; regresaron los idos; y llega-ron, sin novedad mayor, a eso de la una aun las más atrevi-das exploradoras: en todo no hubo que lamentar más que lige-ros rasguños de quien no está acostumbrado a andar por mon-tes y peñascos. El P. José Cereijo lleva acopio de tafetán.

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El almuerzo.Durante el almuerzo que tornarnos quién en la sala de la

ermita, quién bajo la sombra clara de los pinos de la ladera,algunos bajo un almendro de pequeñas hojas, otros sentadosen un risco, o de pie, reinó la más franca animaci ón ; nofaltó quien se quejase del sol, pero unas nubes benéfic as n°tardaron en hacernos sombra, no sin que antes los remolinosde aire hiciesen levantar a las pacíficas comensales d e ungrupo, envolviéndolas en un torbellino de polvo.

Los perros de un lisiado que de Getafe vino en un carritotirado por sus buenos canes, se dieron la enhorabue na de,tanta tortilla y bistés espolvoreados de arena que con talmotivo les tocaron.

Hasta alguno, de los perros despreciaba la tortilla, lila,no por mala, sino porque una mano compasiva le brillo°bocadillos de jamón, etc.

Sólo supo a poco el vino dulce de postres, a pesar de quela mano que lo repartía, sabía, vaya si sabía, multiplicarl(no con agua), Si estuviese en las bodas de Caná, a buenseguro que no llegaría el caso de necesitar milagro.

o

Agua, gaseosa, cerveza.Los cántaros del agua, y no eran pequeños, se vaciaron

pronto en vasitos diminutos; el expendedor de cerveza, unniño de diez arios, no daba abasto; la gaseosa se evaporaba;la cerveza, sabía a poco: tanta era la sed. Yo no he proba'-'

más fresca y sabrosa que la de una botella que esta-ba refrescdndose al sol; nos pareció... barata, y desaparecióbien pronto. quién sería?

Las nubes cubrieron el sol; no tardaron en caer unasgotas de agua que no asustaron a nadie; la hora de desPe-dimos de Nuestra Señora de los Angeles se acercaba... Tra-bajo costó decidirnos, pero queríamos llegar a tiempo. Entra-mos en la iglesia; rezamos a la Santísima Virgen.

El P. Miguélez subió al coro: a ver, a ver; el órgano hiz°hua, hua, huii... ,Qué es eso?, nos preguntamos.—Nada; treshombres (rigurosamente histórico) se esforzaban en darviento a un fuelle roto y el resultado era obvio: se bajarntodos del coro y se cantaron muy bien, que conste, a paleseco, dos despedidas, y muy devotos salimos hacia el Nliontl-mento.

Nueva consagración.Rezamos por varias intenciones y volvimos a reiterar

nuestra consagración el Corazón de Jesús. Antes el padreMiguel nos hizo una breve plática, que oímos muy devotos;volvimos a cantar; nos dió la bendición y con vivas al Sa-grado Corazón, al Rey, al Sr. Obispo, a las Madres de Alar-Ud), a las colegialas y no sé a cuántas cosas más, después

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de cantar el himno del Congreso -y de impresionar algu-rlas placas, emprendimos la bajada hacia Getafe.

Al llegar junto a las afamadas bodegas de los Padres,Vstercienses, los primeros grupos se pararon y dieron me-"la vuelta a la derecha; nosotros ignorábamos el misterio delarlIbio de ruta, y al llegar al mismo punto, por curiosidad,

'deguimos el mismo camino. Era necesario lavar la gargantatan to polvo y abusando de la amabilidad de un hermano,

7 q uien damos las más expresivas gracias, vaso tras vasose escandalice el lector), se vaciaron tres damajuanas....4e agua...

Revista imposible., Ya en la estación se quiso pasar revista y una, dos, tres,

,c, 1.1co veces: imposible el recuento. Dígalo el P. Cereijo,' tl Y a paciencia pusimos a prueba.

Perdone, Padre, y para otra vez que volvamos no seinoleste; a la sombra del Sagrado Corazón, nadie se pierde.

Entre dos trenes,c, No se asusten ustedes. El expreso no quiso detenerse en7etafe y pasó vertiginoso a nuestra vera; en cambio nuestro

que esperábamos sin impaciencia, no traía mucha„vr ' sa , que tampoco nosotros teníamos para volver a Madrid,"Y acortando la marcha, llegó por fin, mas no tan a tiempo

':)nl o temíamos, para no vernos en el estrecho andén, entredomo trenes, por si nos mareábamos con la velocidad...En Madrid nos despedimos, no con pena, pero sí con

2,nsias acuciadoras de volver, pronto, muy pronto a visitar' 1 Cerro de los Angeles. ¡Si pudiese ser cada mes!

LA... PLUMA

CRÓNICA MENSUALJusto es dedicar las primeras líneas de esta crónica a la me-

del cristianísimo y ejemplar caballero señor marqués de`'.° 11-i lllas. Su preciosa muerte, digno coronamiento de su santavIdd , que acaeció en Madrid el 18 de Abril, llevó el duelo y elskeull miento por toda España. La prensa, con tan triste motivo,`1 l enaltecido su prócer figura poniendo de relieve su profundaPiedad religiosa, su ardiente patriotismo y su inagotable cari-(12d. La conducción del cadáver desde su casa a la estación del

le para ser trasladado al panteón de familia en Comillas‘ antander), constituyó una extraordinaria manifestación de

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sequía, dejase sentir en casi toda Andalucía y para cuya ate-nuación las autoridades gubernativas y municipales han deter-minado repartir braceros agrícolas en las fincas. Recuerda aPatronos y obreros sus deberes recíprocos y excitales a cum-

Plirlos con buena fe y cordialidad haciendo así innecesariasM edidas de rigor, que el Gobierno no omitiría si fuese pre-Ciso.

Calmadas de grado o por fuerza las aguas de la política, laatención pública váse convirtiendo hacia temas de 110s prove-cho y utilidad, aunque menos regocijados y entretenidos. Elanhelo de perfeccionamiento y de progreso se va extendiendoPor todas partes y de todas las regiones de la península ele-vanse peticiones al Gobierno demandando unas la construcciónde nuevas líneas férreas, otras la canalización de sus ríos, ytodas protección para sus intereses. Por eso la declaración po-lítica que se creyó obligado a dar al país el señor SánchezGuerra fue acogida con general indiferencia. No se ve clarocuál haya podido ser el móvil de su determinación de romper elSi lencio para declararse monárquico constitucional y enemigode la monarquía absoluta; pues, según contestación del presi-dente del Directorio, dejar entrever que vivimos en régimen deMonarquía absoluta es completamente arbitrario.

Prohibida la manifestación de 1. 0 de Mayo por el Directorio,eelebróse en toda España, sin incidentes, la llamada Fiesta delTrabajo, en la que, voluntaria o forzadamente, holgaron la ma-

Yoria de los españoles.Al día siguiente se conmemoró en Madrid la fiesta del Dos

de Mayo con mayor concurrencia que en arios anteriores. Lacolonia de Jaén, de acuerdo con el Ayuntamiento de Madrid,organizó un homenaje al poeta Bernardo López Garcia, autorde aquellos versos que han quedado asociados al recuerdo

Perdurable del glorioso alzamiento popular por la independen-

ci a patria. En la casa número 9 de la calle del Portillo, dondefa lleció el poeta, se descubrió una lápida conmemorativa, obradel escultor Jacinto Higuera.

Confortada con los auxilios espirituales, después de unacruel enfermedad sobrellevada con resignación cristiana, pasóa mejor vida la virtuosa señorita Mercedes Morales.

Para descubrir el monumento que la Infantería españoladedica al comandante Villamartín, ilustre escritor del arte mili-

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duelo en la que tomaron parte numerosos representantes de to-

das las ciases sociales. Su majestad el rey quiso que el fúnebrecortejo pasase ante el Palacio Real para participar también!duelo nacional. Asociámonos al sentimiento general po r tan

del

irreparable perdida, al mismo tiempo que pedimos al Sel-wrhaya premiado ya con el eterno galardón una vida tan ric a devirtudes y buenas obras.

El 19 de Abril salieron para Sevilla en tren especial sus ttla-jestades los reyes con sus augustas hijas. Les acompañ ó el jefedel Gobierno. A las diez de la mañana del día siguiente-llegar°a la capital andaluza siendo recibidos por los infantes don Car-los y doña Luisa y autoridades civiles, militares y eclesiásticas'El público les aclamó con entusiasmo, tendiendo los estudian'tes sus clásicas capas para que sobre ellas pasaran los 5°-

beranos.

Con iinticas manifestaciones de entusiasmo y de cariñcl o

recibieron los jerezanos a sus majestades y a su paisano el ge-neral Primo de Rivera, que ch sde Sevilla se trasladaron a Jerejpara asistir a la coronación de la Virgen del Carmen. Tuvo ILI;

gar esta ceremonia el 23 de Abril. El Nuncio de Su Santida`'bendijo la preciosa corona costeada por suscripción poPular Yla colocó sobre la frente de la Virgen, constituyendo u n 111°-

mento de profunda emoción.Aprovechando la estancia del jefe del Directorio en Sevill4'

las fuerzas vivas de la capital le presentaron el magno proYect°de canalización del Guadalquivir, obra del ingeniero don Carl°5Mendoza. Remitido a Madrid a sus colegas de Directorio l'alque lo estudiasen, el 29 de Abril apareció en la «Gaceta » el 1-2e`decreto aprobándolo. Por él se hará navegable el río en -1 80 1(1-

lómetros para barcos de 500 toneladas, se construirá un Par"-no con capacidad de 400 millones de metros cúbicos en e l ri°,Jändula y doce centrales hidroeléctricas con una potencia iota'de 70.000 caballos.

En el agasajo con que el Centro Mercantil obsequió a Prigl°de Rivera, éste, contestando al presidente de dicha entidad, Pr°'metió que la línea aérea Sevilla-Buenos Aires sería un heell°;pues sin ella el ideal iberoamericano no pasaría de ser uncomo tantos otros sin realidad viviente.

Antes de abandonar la capital andaluza, el presidente dio 1-inanota referente a la crisis del trabajo que, a causa de la tenai

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tar, marcharon a Toledo su majestad el Rey, el Presiden te Yvarios vocales del Directorio.

Con extraordinaria solemnidad celebróse el 15 de May o enMadrid la fiesta del Santo Patrón de la agricultura, San IsidroLabrador. Por la mañana ofició de pontifical en la misa el a dtni-nistrador apostólico de Ciudad-Rodrigo, doctor Velasco, ha

-ciendo el panegírico del Santo el ilustre orador sagrado donDiego Tortosa. Por la tarde hubo solemne procesión, que re-corrió varias calles de Madrid, constituyendo una manifestaciónde fervoroso entusiasmo hacia el Santo patrono de la capital.

En los campos de la Moncloa celebraron los agricultoresespañoles la fiesta de su Santo Patrono, con asistencia del Reyy del jefe del Gobierno. Pronunciaron discursos los señoresduque de Bailén, Matesanz y conde de Casal, presidente de laConfederación Nacional Católico-agraria. Hizo el resumen delos discursos el general Primo de Rivera.

Por la «Gaceta» nos enteramos de que España había estadodurante un largo período en estado de guerra, al publicar el de

-creto declarándolo terminado. Creyendo que era llegado el nio -mento, algunos periódicos han pedido también el restable ci-miento de las garantías constitucionales, la supresión de lacensura de Prensa y el funcionamiento del Jurado. Otro PO°más y se pedirá la apertura del Parlamento y la continuacióndel gabinete que lanzó el Directorio.

FR. L. SANTAMARIA

Favores de la Beata Marianade Jesús.

« Hará para Julio quince años me vf acometida de un cóli"co nefrítico del que estuve repetidas veces gravísima y c°11grandes dolores de estómago que me obligaban frecuen te-mente a guardar cama, sin poder llevar la observancia reg u-lar. Llegó el primero de Octubre de 1924 y dimos princip io ala novena que con motivo del tercer centenario de la BeataMariana le dedicamos en esta iglesia. Yo me hallaba cofl.grandísimo dolor de cabeza que no podía tenerme de rodillas,hice un esfuerzo no pequeño y asistí el primer día con mu ch, afe. Al descubrir el Santísimo le hice esta petición: «Jesús mió,

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Si es tu voluntad que sufra este dolor todos los días de mi vi-da , hágase así; pero por lo mucho que amáis a vuestra esposaMariana, dadme fuerzas para llevar la observancia de miregla». Y el Señor, que concede más de lo que se le pide, me9torgó la gracia de que me desapareciese en aquel mismoinstante el dolor por completo, y los cólicos, y además puedoayunar y llevar la observancia, de modo que desde el prime-1.0 de Octubre hasta la fecha, a pesar de comer cosas queLos médicos me habían prohibido, me encuentro en perfectoestado de salud y muy agradecida a nuestra Beata...»—Sor/Varía Carmen del Santísimo Sacramento.

* *

« Una gran tribulación torturaba mi corazón y me teniasumida en un continuo desconsuelo por una enfermedad quevenía padeciendo a la vista desde el año 1921, sin resultadoalguno favorable, a pesar de lo mucho que se había intere-resado la ciencia médica. Al empezar el solemne novenarioque se celebraba en la iglesia de las Mercedarias de estaci udad (Toro), a la Beata Mariana de Jesús me encomendécon todo fervor a ella, suplicándole no me dejase sin consue-lo . La Beata no se hizo esperar, pues antes de terminar elnovenario me encontré completamente curada, sin haberVuelto a sentir la mas leve molestia, cosiendo o leyendo denoche como si nunca hubiese padecido de la vista » .—Himii-ta Alvarez.

Toro (Zamora).

NOTICIASROMA

Capitulo general.—En el capítulo general de la Ordende la Merced, celebrado en el convento de San Adrián, de Ro-ma, han sido elegidos: Maestro general, el M. R. P. Fr. Juandel Carmelo Garrido, provincial de la del Tucumán en laRepública Argentina; Asistentes generales, los reverendosPadres Pascual Mancini, José León Pérez, Víctor Barriga yJuan Núñez; Procurador general ante la Santa Sede, elPadre Miguel López; Secretario general, el Padre RodolfoChiuchini.

LA MERCED envía al nuevo Padre reverendísimo el hu-milde testimonio de obediencia, adhesión y respeto y el ren-dido homenaje de sincero amor que en la provincia de Cas-

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tilla se le profesa, donde se recuerda con cariño su venidacomo visitador en nombre del insigne chileno, entonces G e-neral de la Orden, el Rvmo. Padre Valenzuela. Que DiosNuestro Señor haga su generalato tan útil a la Orden comoesperamos, y que Nuestra Santísima Madre bendiga sus in i-ciativas y gobierno. Al Rvmo. Padre General y demás e le-gidos nuestra cordial enhorabuena y sincera felicitación.

MADRIDBuena dicha.—E1 día 28 del presente mes será abierta

al público la Exposición Misional de objetos destinados a laMisión de la Prelacía del Born Jesús do Gurgueia en PiauhY(Brasil). Figurarán en ella los objetos que el Padre Fran cis-co Freiría regaló a Juventud mercedaria misionera de Alar-cón, que serán admirados pot- los visitantes, lo mismo quelos trabajos de los distintos roperos misionales. La Expos i

-ción durará hasta el 10 de Junio. Pueden adquirirse las en-tradas en esta casa, Silva, 39, en el colegio de San Pedroy en los conventos de Alarcón, Puebla, 1 y San Fernando,Bravo Murillo, 122.

Novena a Jesús Sacra tnentado.—Empezará en estaiglesia de la Buena Dicha el 3 de Junio, para terminar el 11por la mañana; está encargado de los sermones el seftordon Daniel Lampreave. Hora: seis de la tarde.

Mes de Maria.—Viene celebrándose muy concurridoen esta iglesia a las siete de la tarde con exposición.

COLEGIO DE SAN PEDROPrimera Comunión.—Una hermosa fiesta de gratísitno

recuerdo fue la celebrada en este colegio con motivo de laprimera comunión de los niños que en él se educan, a qu ie-nes acompañaron los demás alumnos y muchos padres Yhermanos. El padre rector fray Carlos Carnevali preparóa los niños pa:a la comunión, y la recibieron por vez prime

-ra más de treinta. Durante la misa, que celebró el padreJosé Cereijo, cantaron los alumnos preciosos motetes, bajola dirección del padre Miguélez. La capilla del colegio esta-ba completamente llena y la hermosa y conmovedora pláti-ca del padre Cereijo causó honda emoción en el numerosoauditorio.

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Asistieron varios socios de las conferencias de San Vi-cente de Paúl.

Después de la misa, los niños fueron obsequiados en elPatio del colegio.

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DON JUAN DE ALARC nCINePrimera Comunión. —Con mayor solemnidad que'

arios anteriores, se verificó en la iglesia de Madres M erce-darias de Alarcón la primera comunión de las niñas d el CO-

3 eslegio el día de la Ascensión del Señor. Más de 200 nillwacercaron al banquete eucarístico, unas 66 comulga ron rrprimera vez. Diöles la sagrada comunión el muy ilustre se'ñor canónigo don Emilio Rodríguez, Visitador de Religl°sas

1,; tjcade este Obispado, quien pronunció una elocuente pi...alusiva al acto. A las niñas acompañaron muchos padre s Yhermanos y la casi totalidad de los fieles que llena ban eltemplo. La misa, que empezó a las ocho y media, terluidespués de las diez.

El coro de alumnas que dirige el Padre Miguélez, au tor

de una inspirada composición que escribió exprofeso Paraesta fiesta y dedicó a las niñas, ejecutó con maestría esccdos motetes. La preparación de las niñas de primera coniti-nión estuvo a cargo del padre Miguel López. Por la tardeofició el padre Vicente Fernández, resultando la parte 11111'sical esmeradísima.

La fiesta resultó muy bien.Fiesta en honor de la Beata Mariana. —fla sid°

muy concurridaconcurrida la celebrada el 17 de Mayo en Alarcón.dicó por la mañana el R. P. José Cereijo que cautivó al 1111-

meroso auditorio con su fácil y atrayente palabra.

31111n11~111•11111111111111111111

NECROLOGIAEn Madrid, Silva, 39, después de rápida enfermedad, falleció el herill

lego fray Ramón Padín Martínez, a los treinta arios de edad, profeso detos solemnes, el día 28 de Abril. Había profesado de votos simples elOctubre de 1915 en el convento de Sarria, donde dió muestras de amorobservancia y a los ministe r ios de su clase, lo mismo que en los convede Poyo, Herencia, el Puig y Buena Dicha, en los cuales fué apreciadosu bondadoso carácter y virtud probada.

R. I. P.

IIMIZI•111111111111.1.CON LAS DEBIDAS LICENCIAS

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Editorial Católica Toledana, Juan Labrador, 6, teléfono 211.