Periferias

PERIFERIASTEXTOS Y REFLEXIONES

Jorge Nicolás de Jorge. Urbanística I PERIFERIAS

SOBRE LA MORALIDAD EN LA ARQUITECTURA. ESTADO DE BIENESTAR Y VIDA DE MALES-TAR.Una lavadora es un aparato capaz de dejar limpia nues-tra ropa cotidiana en escaso tiempo, sin esfuerzos de desplazamiento o de trabajos manuales. Una lavadora es un utensilio, un útil. Una lavadora nos es útil. Pero de la utilidad no se inere la veracidad ni la necesidad de las cosas mismas. Hemos de aceptar que existen una serie de condiciones mínimas para la vida, para la vida vege-tativa, para lo inevitablemente humano, para el hombre como ser que padece, carnal. Pero asumimos demasia-do, de pronto todas las comodidades posibles suponen el mínimo, cuyo problema no es ese en sí, sino desviar la atención del otro lado de la vida, la que responde al hombre como ser viviente, que sueña, se emociona y se entristece con su alrededor, que forma su alrededor mismo. Desembocamos entonces en una arquitectura donde lo insustancial se vuelve esencial, donde la lava-dora impera sobre la ventana de la cocina, donde la ins-talación de antena impera sobre belleza de un hueco de escaleras, donde el asfaltado y alumbrado de las calles imperan sobre la calle misma y donde el equipamiento del barrio impera sobre la noción misma de barrio, sobre el qué y para qué se vive, sobre el cómo se vive, sobre la vida misma.

El descontento de la gente es innito, no en el sentido de su grandiosidad, sino de su independencia de las cuestiones, nada nos sacia. Nuestras ciudades están equipadas y mas que equipadas, colmadas con servicios que apenas son utilizados, su reclamo es tan solo un efecto secundario del fervor con que nuestras socieda-des modernas se estremecen, insatisfechas. Atender a la satisfacciónsatisfacción de todo ello nos conduce en cierto modo como planicadores, como constructores y arquitectos. Reconozcamos pues todo aquello que es ineludible, todo aquello de lo que carecen nuestras ciudades, de poner al servicio de las personas los conductores que los empujen a querer, reexionar, amar e incluso odiar lo que les rodea. Construyamos pues un medio, no una gran lavadora.gran lavadora.

PERIFERIAS EXCÉNTRI-CASPensar que muchas de nuestras ciudades tienen un centro se corresponde en cierto modo a pensar desde el pasado. La perspectiva que reconoce un centro en las cosas encuentra pronto su agotamiento, tan ridículo es hoy para nosotros pensar que la tierra es plana como armar un centro en el universo. Pero entonces ¿Por qué hemos de reconocer un centro, un núcleo en nuestras ciudades?ciudades? En el caso de Barcelona, concretamente, se puede hablar de centros, ergo, de inexistencia de centro. ¿Acaso barrios como Gracia o Sants no son por si mismos nucleos? Surgieron por sí, para ellos y por ellos mismos, con todos sus elementos, con su introversión. Sin duda dependientes de la ciudad, pero ¿Hasta que punto de-pendientes?

El resultado es una periferia desnutrida, entendida como tal, algo que depende de un punto, una zona, a la que se subyuga. Hemos empujado a nuestras ciudades a este método de funcionamiento simplista y agotado, a reco-nocer hechos que nos conducen a un método de análisis y entendimiento fáciles, pero incompleto e inexacto.

“..los edicios cristalizaban en vecindarios y ese creci-miento iba a continuar hasta convertir a Londres en una acumulación cada vez mayor de ciudades...Lo ordinario, 2010 Editorial Gustavo Gili. Barcelona


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1. Núcleos de bloques de viviendas planicados. Pasando por alto servicios y la naturaleza humana de las relaciones. Claramente subsumidos bajo un centro, del que dependen. / 2. Lineas de alta tensión junto a una agrupación de vi-viendas.

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CIUDADES ELEGANTES CON PASADO VULGARPobladoPoblado chavolista. Crecimiento descontrolado, desde un punto de vista planicador, que se acerca al concepto de “marginal” en nuestros dias.Y sin embargo, desarro-llados sobre una lógica compleja de relaciones, posibili-tándonos , en cierto modo, reexionar sobre el génesis de nuestras actuales ciudades europeas. Supongamos que los asentamientos producidos en nuestro territorio, que son previos a las conquistas y construcciones roma-nas, han debido de ser, con gran parecido, similares a los nacimientos periféricos referidos. En realidad, no hay ra-zones para opinar lo contrario, ya que como antaño, se producen con sistemas constructivos simples, de estéti-ca limitada, siguen el caudal de las leyes de las relaciones humanas de comunidad que se han mantenido innitamente en el hombre como ser, y además, responden a esfuerzos generadores como el tránsito de mercancías y personas a través del camino. Por ello, asumir que dicho tipo de crecimiento, o verlo como tal, es un aconteci-miento negativo, es en cierto modo una aserción mora-lista superable; y que aunque se pueda presumir que conlleve aspectos negativos cuando, desde un punto de vista urbano, se intentan comprender como parte de las ideas de ciudad actual representativa de un pais desa-rrollado, no podemos negar, que su fuerza generadora y su espontaneidad, conforman grandes elementos que posibilitarían el nacimiento de un núcleo urbano sólido y coherente.

En el nacimiento de todo núcleo urbano, éste hecho, con mayor o menor fuerza, ha construido grandes ciuda-des. Si se asume lo dicho, podemos acertar al sospechar acerca del porqué del éxito de la planicación, cuando se aplica al interior de núcleos que cuentan con una exé-gesis espontanea y humana, y sobre el fracaso de la pla-nicación, cuando se encuentra fuera de un conjunto preestablecido, contextualizado y cohesionado por el tiempo. Cuando nos referimos al triunfo de operaciones como la construcción de la calle Ferrán, en cierto modo hemos de reconocer su éxito dentro de unas posibilida-des que le fueron dadas; Armar que su naturaleza nal solo depende del esfuerzo y las intenciones, colectivas o individuales, supone pasar por alto la verdadera situación en la que se desarrolla. Incluir la intencionalidad y la voluntad de las personas dentro del acto urbanístico se acerca al error, puesto que naturalezas como éstas no responden directamente al acierto y no lo garantizan. Apostar por el reconocimiento de fuerzas que conviven en nuestras ciudades, que no cuentan con un cuerpo básico que se pueda estudiar con nuestros métodos tra-dicionales, puede conducirnos al éxito de ciertas accio-nes arquitectónicas, un éxito alejado de la moralidad de la intención y el gusto, próximo a la inteligencia.

1. Madrid como villa. Predominancia de construcción baja y tradicional de materiales y sistemas arcaicos. / 2. Actuaciones en el caco histórico de Barcelona. / 3. Poblado de fabelas en Brasil. Morfología similar al na-cimiento de nucleos urbanos no planeados. / 4. Entradamado del casco histórico de Barcelona. Similitudes con la imagen 3.

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Pero ¿Acaso la planicación y el orden no pueden traba-jar como génesis de un núcleo urbano?¿Están condena-das al fracaso cuando suceden sin el reconocimiento de algunas naturalezas? Entonces rerámonos a las ciuda-des de nueva planta en América. Este tipo de ciudad, que surge teniendo como base una urbanización profu-sa, ordenada y limitada en sus leyes, ha supuesto de igual manera la semilla sobre la que ciudades de dimen-siones colosales y de poblaciones titánicas han crecido y cohesionado. Al reexionar sobre ello, entonces, quizá se haya de redirigir la mirada, centrando el problema o la cuestión en la convivencia. Cuando la planicación no compite, debido a diversas causas, con asentamientos o formaciones preestablecidas, cuando lo ordenado supone lo único a lo que aferrar la vida humana, enton-ces éste ocupa el lugar del otro, desencadenando los acontecimientos con igual soltura y naturalidad. Enton-ces lo planicado es lo aleatorio, tan solo por que lo alea-torio no es tal, sino una incomprensible masa de directri-ces no entendidas, frente a una directriz única de un planteamiento y de unas inteligencias elaboradoras. Comprender mejor lo que simplemente denominamos crecimiento orgánico, será la clave para desarrollar nuevas opiniones sobre la complejidad de lo tratado.


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