1
EDICIÓN DE LA NOCHE 3 N o t i c i a s d e ú l t i m a h o r a . HERALDO DE MADRID Servicio telegráfico. EDICIÓN DE LA NOCHE UN DRAMA EN EL TEATRO DE ESLAVA El escritor Alfonso Vidal y Planas mata de un tiro a D. Luis Antón del Olmet Completa información del trágico suceso Escribimos estas líneas bajo una im- presión terrible. Luis Antón del Olmet, nuestro queridísimo compañero, nuestro entrañable amigo, ha muerto. Ayer mismo lo abrazábamos, pletórico de vida, rebosante de sana y alegre juven- tud, satisfecho de sus triunfos teatrales, para decirle hasta luego, porque pensaba salir para Barcelona a estrenar «¡Respon- sables!» ¡Quién había de sospechar que le ace- chaba la muerte, que una bala había de concluir con tantas esperanzas, con tan legítimas ilusiones, en un hombre de plu- ma ágil, de talento fecundo, de munda- nismo tan hecho a la vida, con sus con- trariedades, con sus reveses, con sus iro- nías despiadadas! El gobernador de Barcelona había prohibido la representación de «¡Respon- sables!». Olmet sabía, por habérselo di- cho el subsecretario de Gobernación, que la orden sería revocada merced a un te- legrama que había de dirigirse al señor Raventós, y estaba contentísimo al pen- sar en el nuevo triunfo de su obra ante el público barcelonés, y nos había dejado algunas cuartillas de su «Pandemonium» para los dos días que había de durar su ausencia. La ausencia de esas cuarenta y ocho horas se ha enlazado con la muerte, con una muerte de la cual se reía su franca e infantil jovialidad, que era la joviali- dad de un muchacho de constitución fé- rrea que estaba en paz con la tierra y con el cielo. Antón del Olmet sólo tenía en el HE- RALDO camaradas de afecto cordialísi- mo, admiradores de su gracioso desenfa- do y de su humorismo admirable. Nuestra consternación se hará extensi- va a los muchos amigos que tenía en Ma- drid, a los numerosos admiradores que saboreaban sus rasgos de ingenio en las columnas de este periódico. Antón del Olmet era una inteligencia clarísima, un literato de honda cultura, que huía de toda pompa en el decir, y de toda avocación de ideas y de libros, por no caer en el vicio común de la pedante- ría al uso. Modesto y afable con todos, había sabido labrarse una posición hol- gada, gracias al trabajo impenitente de su nunca fatigada pluma. Joven to- davía, fué diputado a Cortes, después de haber, prestado excelentes servicios al se- ñor Sánchez Guerra, cuando éste llegó por vez primera a ministro de la Gobernación, como jefe de la secretaría particular. Pronto desdeñó la política, que tan bellas perspectivas le presentaba, para dedicar- -e más intensamente a la literatura. Su miedo a la oratoria le hizo renunciar al deseo de volver a las Cortes, y eso que tenía fácil palabra y que hubiera podido ser un diputado de fuera, del montón con sólo sustraerse a la influencia que ejerce el auditorio sobre el que habla cuando no se siente superior al medio en que se en- cuentra. ¡Pobre Antón del Olmet! Al recibir la la primera noticia sospechábamos que su muerte hubiera sido motivada por la ven- ganza de un tahur, a consecuencia de la brillante y eficaz campaña que nuestro llorado amigo hizo en el HERALDO DE MADRID contra el juego. El agresor ha sido un amigo suyo de hace algunas ho- ras, a quien Antón había tendido su mano liberal para sacarle de recientes apuros... De su ingenio y de su travesura de pe- riodista dejó testimonio inolvidable en su periódico «El Parlamentario». El HERALDO DE MADRID y la So- ciedad Editora Universal dan su más sentido pésame a la desventurada viuda de Antón del Olmet, a la hermana de éste, al marqués de Dos Fuentes, su hermano, y a toda su restante familia. Las obras de Antón del Olmet A pesar de que Luis consagró su vida entera al periodismo, derrochando su ta- lento y su ingenio en las columnas de «El Debate», «A B C», «El Parlamenta- rio» y e n nuestro periódico, principal- mente, su gran actividad no le impidió dejar una copiosísima labor en el libro y en el teatro. Después de aquella pa- triótica biblioteca titulada «Los grandes españoles» (Galdós, Echegaray, Maura, Canalejas, Moret, Menéndez y Pelayo, Alfonso XII (dos tomos) y Marina), ha escrito Antón del Olmet las siguientes novelas, casi todas ellas populares: «El marqués de la Quimera», «El hi- dalgo Don Tirso de Guimaraes», «Misa negra», «Cruz Verde, 8», «Gobernación, Sánchez Mínguez», «Robarás, matarás», «El veneno de la víbora» y «El príncipe asesino», que es su novela póstuma. Cuando le ha sorprendido la muerte preparaba «El apóstol rojo» y «Ladrona y asesina». También en el teatro alcanzó Luis re- petidos triunfos, siendo sus últimas pro- ducciones «El señorito Ladislao», en co- laboración con Vidal y Planas, y «¡Res- ponsables!», cuyo éxito en la Latina ha constituído uno de los acontecimientos teatrales de la temporada. Antón del Olmet estaba ensayando en Eslava, donde se iba a representar en seguida, su preciosa comedia «El capi- tan sin alma», en la cual cifraba gran- des esperanzas, nuestro infortunado com- pañero. Antecedentes Luis Antón del Olmet, nuestro infortu- nado compañero, y Alfonso Vidal y Pla- nas, estaban unidos por una íntima amis- tad, en la que hubo las frecuentes alter- nativas propias de dos espíritus de lu- cha, como eran los protagonistas de este drama. Cuando Antón del Olmet dirigía «El Parlamentario», Vidal y Planas fué re- dactor de dicho periódico, donde publicó numerosos trabajos, entre los que se des- tacó una serie de informaciones titula- da—esto ocurría en pleno fragor de la guerra europea—, «¿Por qué es usted francófilo?». Desde aquella fecha—año 1917—Antón del Olmet y Vidal y Planas mantuvie- ron constantes relaciones literarias. Cuando Vidal estrenó su famoso drama «Santa Isabel de Ceres», fué Antón del Olmet uno de los más cálidos y fervoro- sos panegiristas de la obra, y, acaso con- vencido de que el procedimiento teatral empleado por su amigo merecía seguir poniéndose en práctica, escribió, a su vez, otro drama de índole semejante, ti- tulado «¡Mala madre!», que se estrenó con gran éxito en provincias por la com- pañía Tudela-Monteagudo, la misma que dió a conocer, por vez primera, en Se- villa, la producción escénica de Vidal. Una divergencia teatral En la pasada primavera, reciente el gran éxito que alcanzó en Eslava «San- ta Isabel de Ceres», se formó una com- pañía para explotar dicha obra en di- versas provincias. Al frente de esa compañía iban los ac- tores señores Fuentes y Vargas, y de la dirección artística se encargó el propio Vidal y Planas. Este pidió a algunos autores amigos suyos obras teatrales, para irlas repre- sentando al par que «Santa Isabel de Ceres». Y no hay que decir que uno de los primeros dramas que la compañía es- trenó por provincias fué «¡Mala madre!», de Luis Antón del Olmet. Al poco tiempo, y por diferencias ar- tísticas que no hacen al caso, Vidal y Planas se creyó obligado a renunciar a la dirección de la compañía Fuentes-Vargas, y regresó a Madrid. Entonces, el primor actor, Sr. Fuentes, requirió a Antón del Olmet para que se encargase de dirigir la compañía, que, explotada ya suficientemente «Santa Isa- bel de Ceres», seguiría cultivando el mis- mo género realista. Aceptó Antón del Olmet el encargo, y la compañía, en efecto, continuó su ac- tuación por toda España. Parece que esto molestó mucho a Vi- dal y Planas, quien, en uno de los fre- cuentes viajes que hacía a Madrid An- tón del Olmet, se entrevistó con él. Am- bos compañeros tuvieron un fuerte alter- cado, y la íntima amistad que los unía quedó rota de momento. Sin embargo, al poco tiempo hacían de nuevo las paces Antón del Olmet y Vi- dal y Planas. No había, en realidad, mo- tivos para reñir por aquella divergencia. Y, además, puede afirmarse que Antón, más sereno, más dueño de sí que el im- petuoso y febril Alfonso Vidal, domina- ba a éste, obligándole a rectificar en mu- chas ocasiones sus impulsos irreflexivos. "El señorito Ladislao" La reanudación de la amistad entre los dos e s c r i t o r e s dió porr e s u l t a d o que ambos planeasen y escribiesen, en cola- boración, un drama rural, de caciques y de ruindades pueblerinas, que se tituló «El señorito Ladislao». Este drama, re- cio, efectista, hecho pensando en el pú- blico sano y poco exigente d e la g a l e r í a , fué estrenado en Z a r a g o z a por la com- pañía de Ramón Gatucilas, y obtuvo un éxito entusiasta. En el pasado mes de noviembre, la compañía que dirigía el actor Sr. Mon- teagudo estrenó también «El señorito Ladislao», en el teatro de la Zarzuela, de Madrid. Aquí, sin ser del todo adversa la suer- te corrida por el drama, no obtuvo éste el mismo éxito que en Zaragoza. Por otra parte, la crítica juzgó la obra con excesiva severidad. Ello dió lugar a que Antón del Olmet, en un suplemento de «El Parlamentario», publicase un vibrante artículo comba- tiendo a los críticos teatrales y a los que gozan yendo a los estrenos para «reven- tar» las obras. Este artículo molestó mucho a Vidal y Planas, porque, anunciado ya el streno de su tragedia «Los gorriones del Prado» en el teatro de Eslava, de esta corte, su- ponía que los ataques dirigidos por An- tón del Olmet a los críticos, a propósito de «EI señorito Ladislao», le perjudicase a él más adelante. Con este motivo surgió entre Vidal y Antón una nueva desavenencia. Pero otra vez vinieron las paces amistosas, porque, en realidad, los dos escritores se tenían verdadero afecto. "Los gorriones del Prado" y "¡Responsables!" Casi al mismo tiempo se estrenaron en Madrid, no hace más de un mes, dos obras teatrales: una, de Vidal y Planas, «Los gorriones del Prado», en Eslava; y otra, de Antón del Olmet, «¡Responsa- bles!», en la Latina. La primera, del mismo género realista que «Santa Isabel de Ceres», aunque sin duda más inferior a ella en cuanto a in- terés dramático, fué rechazada ruidosa- mente por el publico. En cuanto al éxito de «¡Responsables!», no tenemos nos- otros que recordarlo, porque está recien- tísimo. El triunfo de Antón y la desgracia de Vidal hicieron que ambos escritores fue- ran las figuras de actualidad en las ter- tulias literarias. ¿Fué entonces cuando empezó a engendrarse el drama que ha te- -ido hoy un terrible desenlace? Sería muy aventurado afirmarlo; pero no lo es tan- to pensar que amigos de uno y otro au- tor, con referencias oficiosas y con no- ticias equivocadas, crearan un estado de tirantez que esta vez no había de ser tan pasajero como los anteriores. Vidal y Planas, amargado por su fra- caso—«Los gorriones del Prado» no vi- vieron en el cartel de Eslava más de cin- co días—, pensó quizás que aquel artícu- lo de Antón del Olmet, al que más arri- ba aludimos, fué causa de la severa y enérgica actitud que para con él observa- ron el público y la crítica. En cuanto a Antón, si alguien le noti- ficó la molestia de su camarada, es muy posible qua se limitara a hacer un co- mentario sobre el carácter exaltado y ex- traño de aquél. Otra vez amigos Así las cosas, se anunció en Eslava el próximo estreno de «El capitán sin al- ma», comedia de Antón del Olmet. Aca- so esto aumentó la amargura de Vidal. Pero ambos escritores tuvieron ocasión de verse, y de nuevo quedaron, al pare- cer, amigos. Hasta tal punto se podía afirmar esto, que Antón y Vidal hablaron de escribir en colaboración una nueva comedia.. Anoche quedaron citados en el Café Lyon d'Or. Ambos acudieron a la cita. El primero en llegar fué Alfonso Vidal y Planas, al que acompañaba una seño- rita amiga suya, llamada Elena. Antes de que llegase al café Antón del Olmet, un amigo de éste, el periodista D. José de Torres Bernal, habló con Vi- dal acerca de las pasadas divergencias. Parece que Vidal le contestó con mucha acritud, y que terminó por decirle, vol- viéndole la espalda: —No te metas en los asuntos de An- tón y míos, porque, aunque seas un valiente, n o te tengo miedo. Al poco rato llegó Antón al Lyon d'Or, y como había allí mucha gente y no se podía hablar e n la debida tranquilidad, decidió irse con Vidal y Planas y la se- ñorita, Elena al café de Platerías. En efecto, fueron llí los tres, y Vidal y Antón hablaron de la proyectada obra de teatro. Vidal tenía ya escrito el pri- mer acto, y se lo entregó a su colabora- dor para que lo arreglase y escribiese el segundo, mientras él planeaba el tercero. Sin duda por haber dicho en sitios pú- blicos que Antón del Olmet le había per- judicado mucho, temió Vidal que, si se hacía pública la noticia de que ambos volvían a colaborar, fuera comentada en tono humorístico. Así, antes de separarse anoche de An- tón, le dijo: —No cuentes a nadie que estamos es- cribiendo juntos. Luis Antón del Olmet se sonrió, y con- tentó: —No, hombre, descuida... Acto seguido se despidieron los cama- radas. Antón se marchó al teatro de Es- lava, y Vidal se marchó con la señorita Elena. El día de hoy En el Café de Puerto Rico Esta mañana, Alfonso Vidal y Planas salió de su casa, Cruz, 5 y 7, y se fué, como de costumbre, a desayunar al café de Puerto Rico. Allí se encontró con un entrañable ami- go suyo, el escritor Miguel Pascual, que acababa de regresar a Madrid, de vuel- ta de un viaje que duró dos meses. Pascual, que desde su retorno no ha- bía visto a Vidal y Planas, habló con él y le pidió informes de lo ocurrido en el estreno de «Los goriones del Prado» Vidal, herido en la cuerda sensible, contó a su amigo sus amarguras, y a me- dida que hablaba, fué exaltándose, exal- tándose, sin que Miguel Pascual lograra contenerle. Achacaba Vidal y Planas el fracaso de «Los gorriones del Prado» a la malque- rencia de muchas personas, y, sobre to- do, al ya mencionado articulo de Antón del Olmet. El recuerdo de los hechos pa- sados avivó, sin duda, los enconos del escritor, y éste llevó su febril arrebato hasta el extremo de abandonar el café a toda prisa, diciendo a Miguel Pascual: —¡Te juro que yo mato a Antón del Olmet! ¡Yo lo mato! Miguel Pascual vió a su amigo en tal estado de ánimo, que salió detrás de él, y, aunque marchaba a buen paso, logró alcanzarle en la calle de la Cruz. Le hizo las debidas reflexiones, le llevó con él a otro café, al de la Montaña, y allí, charlando ambos con más sosiego, logró, al parecer, que Alfonso depusiera su actitud. Tanto es así, que cuando terminó la entrevista, Vidal y Planas quiso convi- dar a almorzar a Pascual. No aceptó éste, porque tenía un quehacer urgente. Entonces Vidal salió del café con su amigo, y acompañó a éste hasta la Gran Vía, donde se separaron. En Eslava Y y a no es posible continuar el rela- to sino por medio de conjeturas. Sin duda, Vidal y Planas, excitado por la conversación que tuvo con Miguel Pascual—del que se separó a las dos y cuarto de la tarde—, renunció a ir a al- morzar a su casa, y ya con la obsesión del perjuicio que le había causado An- tón del Olmet, se marchó en busca de és- te al teatro de Eslava, donde, como he- mos dicho, nuestro pobre compañero es- taba ensayando «El capitán sin alma». No había llegado Antón al teatro. Vi- dal, al que entregaron una postal que en Eslava se había recibido para él, se puso a leerla en un pasillo. Entró el actor de la compañía señor Crespo, y Vidal y Planas le preguntó: —¿Sabes si vendrá Antón d e l O l m e t ? —Sí—contestó el actor—; todas las tar- des viene al ensayo. —Pues cuando venga le dices que le espero en ese despachito. (Uno que hay inmediato a la Contaduría, y frente a la puerta, del pasadizo de San Ginés, que da acceso al escenario del teatro.) El crimen Marchó el Sr. Crespo a ensayar, con sus compañeros, «El capitán sin alma». Y a ú n n o habían transcurrido diez mi nutos, cuando llegó al escenario una ac- triz, la señora Corona, muy excitada y gritando: —¡Por Dios! ¡Algo ocurre abajo, en el despachito! ¡He oído desde mi cuarto un disparo, y voces de socorro! Todos los actores se apresuraron a sa- lir del escenario y a ir al sitio que in dicaba la señora Corona. Ya estaba allí, en el despachito, el empleado de conta- duría D. Acisclo Gil. Vidal y Planas, con una pistola humeante en la mano, había salido al pasillo, diciendo —He matado a Antón. Que llamen a la Policía... El actor Sr. Baena arrebató la pistola a Vidal, y le dijo: —¿Qué has hecho, Alfonso? —Nada—contestó—, q u e le he matado. Se metía mucho conmigo. Decía que es- taba loco... Y, excitándose, continuó: -Sí, sí... Estoy loco... Perdonadme, perdonadme todos... Lo ocurrido Antón del Olmet había llegado al tea- tro de Eslava a las tres menos cinco de la tarde. Iba al ensayo. Vestía imper- meable de hule negro, traje obscuro y sombrero flexible. Al entrar, el portero le advirtió que Vi- dal y Planas lo esperaba en el despachi- t o d e que hemos hecho mención. Antón confiado, tranquilo —¿cómo suponer el peligro que le aguardaba?—, entró en la pequeña estancia. Y no se sabe más. Don Acisclo Gil, desde la contaduría, oyó que Antón y Vidal discutían. Vidal exclamaba: —¡Te metes siempre conmigo! Y Antón, sereno, con voz natural, res- pondía: —No te pongas nervioso, Alfonso. ¡Qué exaltado eres! De improviso, Vidal y Planas gritó: —¡Eres un canalla, y te voy a matar! Don Acisclo Gil, alarmado, salió de la contaduría. Pero antes se oyó un dis- paro... La agonía de Antón del Olmet Mientras unos actores sujetaban a Vi dal y Planas, otros habían acudido a auxiliar a Antón del Olmet. Este yacía en el despachito, al pie de un d i v á n , y respiraba trabajosamente. El primero en llegar hasta él fué el ac- tor Sr. P é r e z de León. Antón del Olmet lo reconoció, y le dijo, con voz débil: —Me muero, León, me muero... Me ha matado. Sin perder un momento, fué conduci- do el i n f o r t u n a d o escritor a la Casa de Socorro del Centro, situada en la ca- lle de Las Navas de Tolosa. Le sacaron del teatro en brazos varios artistas, y le trasladaron a un coche. En éste acom- pañó al h e r i d o el a c t o r Sr. Vázquez. Antón, que conservaba el conocimiento, y que apenas podía respirar, dijo a di- c h o s e ñ o r : —¡Máteme de una vez, Vázquez! ¡Aca- ba de m a t a r m e ! ¿ N o v e s q u e m e ahogo? La muerte Antón del Olmet, nuestro pobre compa- ñero, llegó aún con vida a la Casa de So- corro: pero los médicos no pudieron pres- tarle auxilio. Cuando se disponían a ha- cerlo, falleció el ilustre escritor, sin ha- ber pronunciado otras palabras que las que más arriba transcribimos. El parte facultativo, que firman los doc- tores D. Ignacio Bolívar y D. José Caña- maque (a los que auxilió el ayudante don Atanasio González) dice que D. Luis An- tón del Olmet, de treinta y ocho años, escritor, con domicilio en Lope de Rue- da, 15, falleció víctima de una herida de arma de fuego, con orificio de entrada por debajo do la axila izquierda, y sin orificio de salida, en dirección de arriba a abajo, y con gran destrozo interior. El Juzgado Personado en la Casa de Socorro el juez de guardia, que lo era el de Cham- berí, no pudo hacer otra cosa que enterar- se del fallecimiento de Antón del Olmet. Acto seguido marchó el juez a la Comi- saría del distrito del Centro, a donde ha- bía sido llevado el matador de nuestro compañero. La detención de Vidal y Planas Como decimos, el actor de Eslava, se- ñor Baena, había desarmado a Vidal y Planas. Este no opuso ninguna resistencia. Se avisó a una pareja de guardias, y éstos, con el citado Sr. Baena, condu- jeron a Vidal en un coche a la Comi- saría. En el trayecto iba pronunciando Vidal frases incoherentes, con las que preten- día justificar su acción. Lo que dice el agresor El Juzgado de guardia, que era el de Chamberí, constituído por el juez señor Rodríguez Porrero, el secretario señor Aguilar y el oficial Sr. Leyva, se personó en la comisaría del Centro, donde había sido llevado el Sr. Vidal y Planas. Aunque el riguroso secreto del sumario no nos permite saber las manifestacio- nes que haya hecho ante el Juzgado el agresor de nuestro compañero, no es di- fícil suponer que habrá referido las des- avenencias entre ellos existentes y las diferencias surgidas entre ellos con mo- tivo de la colaboración literaria. Añadiría Vidal y Planas que Antón del Olmet le calificaba de loco, que no desperdiciaba ocasión de molestarle, y que, al juzgarle, era siempre agresivo. Esta tarde renovaron sus discusiones al encontrarse en Eslava, y Vidal, lle- vado de su carácter impulsivo, y excita- do por la discusión, sacó la pistola e hizo un disparo con ella casi a quemarro- p a a Antón del Olmet. Vidal y Planas quedó en un calabozo de la comisaría del Centro después de declarar ante el Juzgado de guardia. Luego será trasladado a l a Casa de Canónigos para ser puesto a disposición del Juzgado correspondiente. La noticia a la viuda de Antón del Olmet D. Gregorio Martínez Sierra, director de Eslava, que llegó al teatro después de desarrollarse la tragedia, fué, en unión de los señores Baena y Gabaldón a dar a la esposa de Antón del Olmet la tris- tísima noticia de lo ocurrido. Renunciamos a relatar la escena que en la casa de Antón do Olmet se des- arrolló. Los lectores se la imaginarán. En señal de duelo Las funciones anunciadas para hoy en el teatro de Eslava, s e h a n suspendido en señal de duelo. La fatalidad D. Mariano Serrano, empresario del teatro Nuevo, de Barcelona, tenía em- peño en que Antón del Olmet saliera hoy mismo en el rápido para dicha ciu- dad, con objeto de asistir al estreno) de «¡Responsables!» Antón pensaba ir; pero, a última ho- ra de ayer desistió del viaje, y se quedó en Madrid. Todavía está fresca la tinta con que An- tón del Olmet había, escrito el siguiente «pandemonium»: PANDEMONIUM ¡QUE TEMA TAN BONITO! ¡Oh, qué preciosidad! ¡Jesús! Se ma- rea uno. ¡Que tema tan bonito! Yolanda, la princesita italiana, se casa, ¡por amor! ¡Jesús! Se marea uno. Se marea uno leyendo a ciertos aspa- venteros de la pluma, que más parecen turiferarios del siglo XVIII que cronis- tas de la vida contemporánea. Los ha ha- bido hasta que encontraron precioso al futuro príncipe, al Sr. Calvi, y dijeron que, aunque está un poco calvo, dejará de estarlo en seguida, porque se frota con un ingrediente pro-cabello. ¡En fin...! Estamos aún en el siglo XIX. Todavía se comentan estas cosas. Parece como si los príncipes fueran de otra carne que la carne mortal. Los hay ya que se dedican a agentes de anuncios. ¡Cuánta cursile- ría! Aparte esto, y puestas las cosas en su verdadero terreno, el cronista se per- mite felicitar también a esa bellísima da- misela italiana, de lindos ojos, que se casa por amor, como mi madre. Luis ANTÓN DEL OLMET Don Luis Antón del Olmet

Noticia de la muerte de Luis Antón del Olmetifc.dpz.es/recursos/publicaciones/30/27/1heraldodemadrid.pdf · y asesina». También en el teatr o alcanzó Luis re ... te corrida por

  • Upload
    others

  • View
    1

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Noticia de la muerte de Luis Antón del Olmetifc.dpz.es/recursos/publicaciones/30/27/1heraldodemadrid.pdf · y asesina». También en el teatr o alcanzó Luis re ... te corrida por

EDICIÓN DE LA NOCHE 3 N o t i c i a s d e ú l t i m a h o r a . HERALDO DE MADRID S e r v i c i o t e l e g r á f i c o . EDICIÓN DE LA NOCHE

UN DRAMA EN EL TEATRO DE ESLAVA

El escritor Alfonso Vidal y Planas mata de un tiro a D. Luis Antón del Olmet

Completa información del trágico suceso Escr ib imos e s t a s l í n e a s ba jo u n a i m ­

presión t e r r i b l e . Lu i s A n t ó n d e l O lme t , nuestro quer id í s imo c o m p a ñ e r o , n u e s t r o entrañable amigo , h a m u e r t o .

Ayer mi smo lo a b r a z á b a m o s , p le tó r ico de vida, r e b o s a n t e de s a n a y a l e g r e juven­tud, sa t i s fecho de s u s t r iunfos t e a t r a l e s , para dec i r l e h a s t a luego, p o r q u e p e n s a b a salir p a r a B a r c e l o n a a e s t r e n a r « ¡Respon­sables!»

¡ Q u i é n h a b í a de s o s p e c h a r q u e le ace ­chaba la m u e r t e , q u e u n a b a l a hab ía d e concluir con t a n t a s e s p e r a n z a s , con t a n legí t imas i lus iones , e n u n h o m b r e de plu­ma ágil, d e t a l e n t o fecundo, d e m u n d a ­nismo tan h e c h o a la v ida , con s u s con­t ra r iedades , con s u s reveses , con s u s i ro ­nías d e s p i a d a d a s !

El g o b e r n a d o r de B a r c e l o n a h a b í a prohibido la r e p r e s e n t a c i ó n de « ¡Respon-sables!». O l m e t s ab í a , p o r h a b é r s e l o di­cho el s u b s e c r e t a r i o d e G o b e r n a c i ó n , q u e la o rden s e r í a r e v o c a d a m e r c e d a u n t e ­legrama q u e h a b í a d e d i r ig i r se a l señor Raven tós , y e s t a b a c o n t e n t í s i m o al pen­sar e n el n u e v o t r i un fo d e su o b r a a n t e el públ ico b a r c e l o n é s , y nos h a b í a d e j a d o algunas c u a r t i l l a s de s u « P a n d e m o n i u m » para los d o s d í a s q u e h a b í a d e d u r a r su ausencia.

La ausenc i a d e e s a s c u a r e n t a y ocho horas s e h a e n l a z a d o con l a m u e r t e , con una m u e r t e d e la cua l se r e í a s u f ranca e in fan t i l j ov i a l i dad , q u e e r a la jov ia l i ­dad d e u n m u c h a c h o d e cons t i t uc ión fé­r rea q u e e s t a b a e n p a z con la t i e r r a y con e l c ie lo .

A n t ó n de l O l m e t só lo t e n í a e n el H E ­R A L D O c a m a r a d a s d e a fec to cord ia l í s i -mo, a d m i r a d o r e s de su g rac ioso desenfa ­do y d e s u h u m o r i s m o a d m i r a b l e .

N u e s t r a c o n s t e r n a c i ó n s e h a r á ex tens i ­va a los m u c h o s a m i g o s q u e t e n í a e n Ma­dr id , a los n u m e r o s o s a d m i r a d o r e s q u e s a b o r e a b a n s u s r a sgos d e ingen io e n las c o l u m n a s d e es te pe r iód ico .

A n t ó n de l O l m e t e ra u n a in te l igenc ia c la r í s ima, u n l i t e r a t o d e h o n d a c u l t u r a , q u e huía de t o d a p o m p a en el dec i r , y de t o d a avocación d e i d e a s y d e l ibros , por no c a e r e n el vicio c o m ú n de la p e d a n t e ­ría a l uso . M o d e s t o y a fab le con t o d o s , había s a b i d o l a b r a r s e u n a posición hol­gada, g r a c i a s a l t r a b a j o i m p e n i t e n t e de su n u n c a f a t i g a d a p l u m a . J o v e n to­davía, fué d i p u t a d o a C o r t e s , d e s p u é s de haber , p r e s t a d o e x c e l e n t e s serv ic ios al se-ñor S á n c h e z G u e r r a , c u a n d o é s t e l legó por vez p r i m e r a a m i n i s t r o d e la Gobe rnac ión , como je fe d e l a s e c r e t a r í a p a r t i c u l a r . Pronto d e s d e ñ ó l a po l í t i ca , q u e t a n be l las perspect ivas l e p r e s e n t a b a , p a r a ded ica r ­­e más i n t e n s a m e n t e a la l i t e r a t u r a .

Su m i e d o a l a o r a t o r i a le h izo r e n u n c i a r al d e s e o d e vo lver a l a s C o r t e s , y eso q u e tenía fácil p a l a b r a y q u e h u b i e r a pod ido

ser un d i p u t a d o d e fuera, de l m o n t ó n con sólo s u s t r a e r s e a l a inf luencia q u e ejerce el aud i to r io s o b r e el q u e h a b l a c u a n d o no se s iente s u p e r i o r a l m e d i o e n q u e se en­cuentra.

¡ P o b r e A n t ó n d e l O l m e t ! Al rec ib i r la la p r i m e r a n o t i c i a s o s p e c h á b a m o s q u e su muerte hubiera s ido m o t i v a d a p o r la ven­ganza d e u n t a h u r , a consecuenc ia d e la brillante y eficaz c a m p a ñ a q u e n u e s t r o llorado a m i g o hizo e n el H E R A L D O DE M A D R I D c o n t r a el juego . El a g r e s o r ha sido u n a m i g o suyo d e hace a l g u n a s ho­ras, a q u i e n A n t ó n h a b í a t e n d i d o su m a n o liberal p a r a s aca r l e de r e c i e n t e s apu ros . . .

De s u i ngen io y d e s u t r a v e s u r a d e pe­r iodista de jó t e s t i m o n i o i no lv idab le en su periódico «El P a r l a m e n t a r i o » .

El H E R A L D O D E M A D R I D y la S o ­ciedad E d i t o r a U n i v e r s a l d a n s u m á s sentido p é s a m e a la d e s v e n t u r a d a v iuda de An tón del O l m e t , a la h e r m a n a de é s t e , al m a r q u é s d e Dos F u e n t e s , su h e r m a n o , y a t o d a s u r e s t a n t e famil ia .

Las obras de Antón del Olmet A pesa r d e q u e L u i s consag ró su v i d a

en te ra a l pe r iod i smo , d e r r o c h a n d o su t a -lento y s u i ngen io e n l a s co lumnas d e «El Debate», «A B C», «El P a r l a m e n t a ­rio» y e n n u e s t r o pe r iód ico , p r i n c i p a l ­mente, su g r a n a c t i v i d a d no le i m p i d i ó dejar u n a cop ios í s ima l a b o r en el l i b ro y en el t e a t r o . D e s p u é s d e a q u e l l a pa­t r ió t ica b ib l io teca t i t u l a d a «Los g r a n d e s españoles» ( G a l d ó s , E c h e g a r a y , M a u r a , Canalejas , More t , M e n é n d e z y Pe layo , Alfonso X I I (dos t omos ) y M a r i n a ) , h a escrito An tón del O lme t l a s s i g u i e n t e s novelas, casi t o d a s e l las p o p u l a r e s :

«El m a r q u é s d e l a Q u i m e r a » , «El hi­dalgo D o n T i r s o d e G u i m a r a e s » , «Misa negra», «Cruz V e r d e , 8», «Gobernac ión , Sánchez Mínguez», « R o b a r á s , m a t a r á s » , «El veneno de l a v íbora» y «El p r í n c i p e asesino», q u e es su novela p ó s t u m a .

C u a n d o le h a s o r p r e n d i d o l a m u e r t e p r e p a r a b a «El após to l rojo» y « L a d r o n a y ases ina» .

T a m b i é n en el t e a t r o a l c a n z ó L u i s re­pet idos t r i u n f o s , s i endo s u s ú l t i m a s p r o -ducciones «El s e ñ o r i t o Lad i s l ao» , e n co­laboración con V ida l y P l a n a s , y «¡Res-ponsables!», c u y o é x i t o en la L a t i n a h a const i tuído u n o de los a con t ec imien to s t ea t r a l e s d e l a t e m p o r a d a .

A n t ó n del O l m e t e s t a b a e n s a y a n d o en Eslava, d o n d e se iba a r e p r e s e n t a r en seguida, s u prec iosa comedia «El c a p i -t a n sin a l m a » , en la cua l c i f r a b a g r a n ­

des e spe ranzas , n u e s t r o i n f o r t u n a d o com­pañero.

Antecedentes Luis A n t ó n del Olmet , nues t ro in fo r tu -

n a d o c o m p a ñ e r o , y Alfonso V ida l y P l a ­n a s , e s t a b a n unidos p o r u n a í n t i m a a m i s ­t a d , e n l a q u e h u b o l a s f recuentes a l t e r ­n a t i v a s p r o p i a s de d o s e s p í r i t u s d e lu­c h a , como e r a n los p r o t a g o n i s t a s d e es te d r a m a .

C u a n d o A n t ó n del O l m e t d i r i g í a «El P a r l a m e n t a r i o » , V ida l y P l a n a s fué re­d a c t o r d e d i c h o pe r iód ico , d o n d e pub l i có numerosos t r a b a j o s , e n t r e los q u e s e des­

t a c ó u n a serie de in formaciones t i t u l a -da—esto ocur r í a en p leno f ragor de l a

g u e r r a eu ropea—, « ¿ P o r q u é es u s t e d francófilo?».

D e s d e aquel la fecha—año 1917—Antón del O lme t y V ida l y P l a n a s m a n t u v i e ­ron c o n s t a n t e s relaciones l i t e r a r i a s .

C u a n d o Vidal es t renó su famoso d r a m a « S a n t a I sabe l de Ceres», fué A n t ó n de l O l m e t u n o d e los m á s cá l idos y fervoro­sos p a n e g i r i s t a s de la ob ra , y , acaso con­vencido de q u e e l p roced imien to t e a t r a l e m p l e a d o por su a m i g o merec ía segui r pon i éndose e n p rác t i ca , escr ib ió , a su vez, o t r o d r a m a de índole s e m e j a n t e , t i ­t u l a d o «¡Mala m a d r e ! » , q u e se e s t r e n ó con g r a n éx i to en provincias p o r la com­pañ ía Tude l a -Mon teagudo , la misma q u e d ió a conocer , por vez p r i m e r a , en Se ­vil la, l a p roducc ión escénica d e Vida l .

Una divergencia teatral E n la p a s a d a p r i m a v e r a , r e c i e n t e el

g r a n éx i to q u e a lcanzó en Es lava «San­t a I sabe l de Ceres» , se formó u n a com­p a ñ í a p a r a e x p l o t a r d i cha o b r a en di­ve r sas provinc ias .

Al f rente de esa compañ ía iban los ac­t o r e s s e ñ o r e s F u e n t e s y Vargas , y d e la d i recc ión a r t í s t i c a se enca rgó el p rop io Vida l y P l a n a s .

E s t e pidió a a lgunos a u t o r e s amigos suyos o b r a s t e a t r a l e s , p a r a i r l a s r e p r e ­s e n t a n d o al p a r q u e «San ta I sabe l d e Ce re s» . Y no hay q u e dec i r q u e u n o de los p r imeros d r a m a s que la c o m p a ñ í a es­t r e n ó por provinc ias fué « ¡ M a l a m a d r e ! » , d e Lu i s An tó n del O l m e t .

Al poco t i empo , y por d i fe renc ias ar­t í s t i cas q u e no hacen al caso , Vida l y P l a n a s se creyó ob l igado a r e n u n c i a r a la d i recc ión de la compañía F u e n t e s - V a r g a s , y regresó a M a d r i d .

En tonces , el p r imor ac tor , S r . F u e n t e s , r e q u i r i ó a An t ó n del O l m e t p a r a q u e se e n c a r g a s e de d i r ig i r la compañ ía , q u e , e x p l o t a d a y a suf ic ientemente « S a n t a I sa ­be l d e Ceres» , segui r ía cu l t ivando el mis­m o géne ro r ea l i s t a .

A c e p t ó A n t ó n del O l m e t e l en ca rg o , y l a compañía , e n efecto, con t inuó s u ac ­tuac ión p o r t o d a E s p a ñ a .

P a r e c e q u e es to moles tó m u c h o a Vi­d a l y P l a n a s , quien , en u n o de los fre­c u e n t e s viajes q u e hacía a M a d r i d An­t ó n del O lme t , s e en t r ev i s tó con é l . A m­b o s c o m p a ñ e r o s tuv ie ron u n fue r t e a l t e r ­cado, y l a í n t ima a m i s t a d q u e los unía q u e d ó r o t a de m o m e n t o .

S in e m b a r g o , al poco t i empo h a c í a n d e nuevo l a s paces A n t ó n del O l m e t y V i ­dal y P l a n a s . No h a b í a , en r e a l i d a d , mo­t ivos p a r a r e ñ i r p o r aque l l a d ivergenc ia . Y, además , p u e d e af i rmarse q u e A n t ó n , m á s sereno , m á s d u e ñ o de sí q u e el im­pe tuoso y febril Alfonso Vida l , domina ­ba a és te , ob l igándole a rectif icar en mu­

c h a s ocasiones s u s impulsos i r ref lexivos.

"El señorito Ladislao" La reanudación d e la a m i s t a d e n t r e

los dos e s c r i t o r e s dió por r e s u l t a d o q u e ambos planeasen y escr ib iesen, en cola-boración, un drama r u r a l , de cac iques y de r u i n d a d e s pueb l e r ina s , que se t i t u ló

«El s e ñ o r i t o L a d i s l a o » . Es te d r a m a , r e -cio, efectista, h e c h o p e n s a n d o en el pú-blico sano y poco exigente de la g a l e r í a , f u é e s t r e n a d o en Z a r a g o z a por la com-pañía d e Ramón Gatucilas, y o b t u v o un

éx i to e n t u s i a s t a . E n el p a s a d o m e s d e n o v i e m b r e , l a

compañ ía que d i r ig ía el a c t o r Sr . Mon­t e a g u d o e s t r e n ó t a m b i é n «El s e ñ o r i t o Ladislao», en el t e a t r o d e la Zarzue la , de M a d r i d .

Aqu í , s in ser del t o d o a d v e r s a la suer ­t e co r r ida p o r el d r a m a , no o b t u v o é s t e el mismo éx i to que en Za ragoza . P o r o t r a p a r t e , la c r í t ica juzgó la o b r a con excesiva s e v e r i d a d .

Ello d ió lugar a que A n t ón del O l m e t , en un s u p l e m e n t o d e «El P a r l a m e n t a r i o » , publ icase u n v i b r a n t e a r t í cu lo c o m b a ­t i endo a los cr í t icos t e a t r a l e s y a los q u e gozan y e n d o a los e s t r e n o s p a r a « reven -tar» las o b r a s .

E s t e a r t í cu lo m o l e s t ó mucho a Vida l y P l a n a s , p o r q u e , a n u n c i a d o y a el s t r e n o de su t r aged ia «Los gor r iones del P r a d o » en el t e a t r o de Es lava , d e e s t a co r t e , su­ponía q u e los a t a q u e s d i r ig idos por A n ­tón del O l m e t a los cr í t icos , a p r o p ó s i t o de «EI señor i to Ladis lao», le pe r jud icase a él m á s a d e l a n t e .

Con e s t e mo t ivo surg ió e n t r e Vidal y A n t ó n u n a nueva desavenenc ia . P e r o o t r a vez vinieron l a s p a c e s ami s to sa s , p o r q u e , en r ea l idad , los d o s escr i to res se t en í an v e r d a d e r o afecto .

"Los gorriones del Prado" y "¡Responsables!"

Cas i al mismo t i e m p o se e s t r e n a r o n e n Madr id , no h a c e m á s de un mes , d o s o b r a s t e a t r a l e s : u n a , d e Vidal y P l a n a s , «Los go r r i ones del P rado» , en E s l a v a ; y o t r a , d e A n t ó n del O lme t , « ¡ R e s p o n s a ­b les !» , en la La t i na .

La p r imera , de l mi smo g é n e r o r e a l i s t a que « S a n t a I sabe l de Ceres», a u n q u e sin duda más infer ior a ella en c u a n t o a in­

t e r é s d r a m á t i c o , fué r e c h a z a d a ru idosa ­m e n t e por el publ ico. E n c u a n t o al éx i to d e « ¡Responsab les !» , n o t e n e m o s nos ­o t ro s que r e c o r d a r l o , p o r q u e e s t á rec ien-t í s imo.

El t r iunfo d e A n t ó n y l a desg rac i a d e Vidal h ic ie ron q u e a m b o s e sc r i to res fue­r a n las figuras de a c t u a l i d a d e n las t e r -t u l i a s l i t e r a r i a s . ¿ F u é en tonces c u a n d o e m p e z ó a e n g e n d r a r s e el d r a m a q u e h a t e ­­ ido hoy u n t e r r i b l e desen lace? S e r í a m u y a v e n t u r a d o a f i r m a r l o ; pe ro no lo es t a n ­to pensa r q u e amigos de u n o y o t r o au­to r , con re fe renc ias oficiosas y con n o ­t ic ias equ ivocadas , c r e a r a n un e s t a d o d e t i r a n t e z que es ta vez no h a b í a d e s e r t a n p a s a j e r o como los a n t e r i o r e s .

Vidal y P l a n a s , a m a r g a d o por su fra­caso—«Los go r r i ones del P r a d o » n o vi­v ie ron en el c a r t e l de E s l a v a m á s de cin­co días—, pensó qu izás q u e aque l a r t í cu ­lo de A n t ó n de l O lme t , a l q u e m á s a r r i ­b a a ludimos, fué causa d e la s eve ra y enérg ica a c t i t u d q u e p a r a con él obse rva­ron el públ ico y la c r í t ica .

E n c u a n t o a A n t ó n , si a lgu ien le no t i ­ficó la moles t ia de s u c a m a r a d a , es muy posible qua se l imi t a r a a hace r u n c o -

m e n t a r i o sob re el c a r á c t e r e x a l t a d o y ex­t r a ñ o d e a q u é l .

Otra vez amigos Así las cosas , s e a n u n c i ó en E s l a v a el

p r ó x i m o e s t r e n o de «El c a p i t á n sin a l ­ma», comedia d e A n t ó n de l O l m e t . Aca-

s o e s t o a u m e n t ó la a m a r g u r a de Vida l . P e r o ambos e sc r i t o r e s t u v i e r o n ocas ión d e verse , y d e n u e v o q u e d a r o n , a l p a r e ­cer , amigos .

H a s t a tal p u n t o se p o d í a a f i rmar e s t o , q u e A n t ó n y Vida l h a b l a r o n d e e sc r ib i r en co laborac ión u n a nueva c o m e d i a . .

A n o c h e q u e d a r o n c i t a d o s en el Café L y o n d ' O r . A m b o s acud ie ron a la c i t a . E l p r i m e r o e n l l ega r fué Alfonso Vida l y P l a n a s , a l q u e a c o m p a ñ a b a u n a s eño ­r i t a a m i g a suya , l l a m a d a E l e n a .

A n t e s de q u e l l egase al ca fé An tón de l O lme t , u n a m i g o de é s t e , el p e r i o d i s t a D. J o s é d e T o r r e s B e r n a l , h a b l ó con Vi­d a l a c e r c a d e l a s p a s a d a s d i v e r g e n c i a s . P a r e c e que V ida l le c o n t e s t ó con m u c h a a c r i t u d , y q u e t e r m i n ó p o r d e c i r l e , vol­v i éndo le l a e s p a l d a :

—No te m e t a s en los a s u n t o s d e An­tón y míos, p o r q u e , a u n q u e tú seas u n va l i en te , n o te t e n g o m i e d o .

Al p o c o r a t o llegó A n t ó n a l Lyon d ' O r , y c o m o h a b í a all í m u c h a gente y no se p o d í a h a b l a r e n l a deb ida t r a n q u i l i d a d , dec id ió i rse con V ida l y P l a n a s y la se-ñor i ta , E l ena al café de P l a t e r í a s .

En e fec to , fueron llí los t r e s , y Vida l y A n t ó n h a b l a r o n de la p r o y e c t a d a o b r a de t e a t r o . Vidal t e n í a y a e sc r i t o el p r i ­m e r a c t o , y se lo e n t r e g ó a s u co labora ­d o r p a r a q u e lo a r r e g l a s e y escribiese el s e g u n d o , m i e n t r a s él p l a n e a b a el t e r c e r o .

S in d u d a por h a b e r d icho en s i t ios pú­bl icos q u e Antón del O l m e t le h a b í a pe r -j u d i c a d o mucho , t e m i ó Vida l que , si se hacía púb l i ca la n o t i c i a d e q u e a m b o s vo lv í an a c o l a b o r a r , f u e r a c o m e n t a d a e n tono h u m o r í s t i c o .

Así, an t e s d e s e p a r a r s e anoche d e An­t ó n , le d i j o :

—No cuen tes a n a d i e q u e e s t a m o s es-c r i b i e n d o jun tos .

L u i s An tón del O l m e t se s o n r i ó , y con­t e n t ó :

—No, hombre , d e s c u i d a . . . Acto seguido se despidieron los cama-

r a d a s . A n t ó n se m a r c h ó al t e a t r o de Es­lava, y Vidal se marchó con la señorita Elena.

El día de hoy En el Café de Puerto Rico

Es t a m a ñ a n a , A l f o n s o V ida l y P l a n a s sa l ió de su casa , C r u z , 5 y 7, y se fué, c o m o d e c o s t u m b r e , a d e s a y u n a r al ca fé d e P u e r t o R ico .

Al l í se e n c o n t r ó con u n e n t r a ñ a b l e a m i ­g o suyo, el e s c r i t o r Miguel P a s c u a l , q u e a c a b a b a d e r e g r e s a r a M a d r i d , de vuel­t a d e un viaje q u e d u r ó d o s m e s e s .

P a s c u a l , q u e d e s d e s u r e t o r n o n o h a ­b ía v i s to a Vida l y P l a n a s , h a b l ó con él y le p id ió i n fo rmes de lo o c u r r i d o e n el e s t r e n o de «Los g o r i o n e s del P r a d o »

Vida l , h e r i d o en la c u e r d a sens ib le , c o n t ó a s u a m i g o sus a m a r g u r a s , y a m e ­d i d a q u e h a b l a b a , fué e x a l t á n d o s e , e x a l ­t á n d o s e , s in q u e M i g u e l P a s c u a l l o g r a r a c o n t e n e r l e .

A c h a c a b a Vida l y P l a n a s el f racaso d e «Los g o r r i o n e s de l P r a d o » a l a m a l q u e ­r enc i a d e m u c h a s p e r s o n a s , y, sob re to-do , al y a m e n c i o n a d o a r t i cu lo de An tón de l O l m e t . El r e c u e r d o de los hechos pa­s a d o s av ivó , sin d u d a , los e n c o n o s del escr i to r , y é s t e l levó s u febr i l a r r e b a t o h a s t a el e x t r e m o de a b a n d o n a r el café a t oda p r i s a , d i c i endo a Miguel P a s c u a l :

—¡Te j u r o q u e y o m a t o a A n t ó n de l O l m e t ! ¡ Y o lo m a t o !

Migue l Pascua l v ió a su a m i g o e n ta l e s t a d o de á n i m o , que s a l i ó d e t r á s d e él, y , a u n q u e m a r c h a b a a b u e n paso , l og ró a l c a n z a r l e e n l a cal le d e l a C r u z . Le h i z o l a s d e b i d a s r e f l e x i o n e s , le llevó con él a o t r o café , a l d e l a M o n t a ñ a , y al l í , c h a r l a n d o ambos con m á s sos iego, logró , a l p a r e c e r , q u e Alfonso d e p u s i e r a s u a c t i t u d .

T a n t o es a s í , q u e c u a n d o t e r m i n ó l a e n t r e v i s t a , V i d a l y P l a n a s q u i s o c o n v i ­d a r a a l m o r z a r a P a s c u a l . N o a c e p t ó éste, p o r q u e t e n í a u n q u e h a c e r u r g e n t e .

E n t o n c e s Vida l s a l ió del ca fé con s u a m i g o , y a c o m p a ñ ó a é s t e h a s t a l a G r a n Vía, d o n d e s e s e p a r a r o n .

En Eslava Y y a no es pos ib le c o n t i n u a r el re la ­

t o s i n o p o r m e d i o d e c o n j e t u r a s . S i n d u d a , Vidal y P l a n a s , e x c i t a d o

p o r l a conversac ión q u e t u v o con Migue l Pascua l—del q u e se s e p a r ó a l a s dos y c u a r t o de l a t a r d e — , r e n u n c i ó a i r a a l ­m o r z a r a su casa , y y a con l a obses ión del per ju ic io q u e le h a b í a c a u s a d o A n ­t ó n del Olmet , se m a r c h ó e n busca de és-te a l t e a t r o de E s l a v a , d o n d e , c o m o he­mos d i cho , n u e s t r o p o b r e c o m p a ñ e r o e s ­t a b a e n s a y a n d o «El c a p i t á n s in a l m a » .

N o h a b í a l l egado A n t ó n al t e a t r o . V i ­d a l , al q u e e n t r e g a r o n u n a p o s t a l q u e e n E s l a v a se h a b í a r ec ib ido p a r a é l , se puso a leer la en un pas i l lo .

E n t r ó el a c t o r d e l a c o m p a ñ í a s e ñ o r Crespo , y V i d a l y P l a n a s l e p r e g u n t ó :

— ¿ S a b e s s i v e n d r á A n t ó n de l O l m e t ? —Sí—contes tó el ac tor—; t o d a s l a s t a r ­

des v iene al e n s a y o . — P u e s c u a n d o v e n g a le d i ce s q u e le

e spe ro e n ese despach i to . ( U n o q u e h a y i n m e d i a t o a l a C o n t a d u r í a , y f r e n t e a l a puer ta , del pa sad izo d e San Ginés , q u e d a acceso a l e s c e n a r i o d e l teatro.)

El crimen M a r c h ó el S r . C re spo a e n s a y a r , con

s u s compañe ros , «El c a p i t á n s in a lma» . Y a ú n n o hab ían t r a n s c u r r i d o d iez mi n u t o s , c u a n d o l legó a l e s c e n a r i o una ac ­t r i z , l a s e ñ o r a C o r o n a , m u y e x c i t a d a y g r i t a n d o :

— ¡ P o r D i o s ! ¡Algo o c u r r e aba jo , en el d e s p a c h i t o ! ¡ H e oído d e s d e m i c u a r t o u n d i s p a r o , y voces d e s o c o r r o !

T o d o s los ac to re s s e a p r e s u r a r o n a sa­lir de l e s cena r io y a i r a l s i t i o q u e i n d i c a b a l a s e ñ o r a C o r o n a . Ya e s t a b a allí, en el d e s p a c h i t o , e l e m p l e a d o d e c o n t a -

d u r í a D . Acisc lo Gi l . Vida l y P l a n a s , con u n a p i s t o l a h u m e a n t e en l a m a n o , h a b í a s a l i d o a l pas i l lo , d i c i endo

—He matado a A n t ó n . Q u e l l a m e n a la P o l i c í a . . .

El a c t o r S r . B a e n a a r r e b a t ó la pistola a Vida l , y le d i j o :

— ¿ Q u é h a s h e c h o , Alfonso? — N a d a — c o n t e s t ó — , q u e le he m a t a d o .

S e m e t í a mucho c o n m i g o . D e c í a q u e es-taba loco. . .

Y, e x c i t á n d o s e , c o n t i n u ó : - S í , s í . . . Es toy loco. . . P e r d o n a d m e ,

p e r d o n a d m e todos . . .

Lo ocurrido A n t ó n de l O l m e t h a b í a l l egado a l t e a -

tro d e E s l a v a a l a s t r e s m e n o s c inco d e l a t a r d e . I b a a l en sayo . Ves t í a i m p e r -meable d e h u l e n e g r o , t r a j e o b s c u r o y sombrero flexible. Al e n t r a r , e l p o r t e r o le a d v i r t i ó q u e Vi­

d a l y P l a n a s lo e s p e r a b a e n el d e s p a c h i -t o d e que h e m o s h e c h o m e n c i ó n . A n t ó n conf iado , t r a n q u i l o —¿cómo s u p o n e r el p e l i g r o que l e a g u a r d a b a ? — , e n t r ó e n la p e q u e ñ a e s t a n c i a .

Y no se s a b e m á s . D o n Acisc lo Gil, desde la c o n t a d u r í a , o y ó q u e A n t ó n y V i d a l d i s c u t í a n . Vida l e x c l a m a b a :

— ¡ T e m e t e s s i e m p r e c o n m i g o ! Y A n t ó n , s e r e n o , con voz n a t u r a l , r e s ­

p o n d í a : — N o te p o n g a s n e r v i o s o , A l f o n s o .

¡ Q u é e x a l t a d o e res ! De improv i so , Vidal y P l a n a s g r i t ó :

— ¡ E r e s un cana l l a , y t e voy a m a t a r ! D o n Acisclo Gil, a l a r m a d o , s a l ió de l a

contaduría. Pero antes se oyó un dis-paro...

La agonía de Antón del Olmet M i e n t r a s unos a c t o r e s s u j e t a b a n a Vi

d a l y P l a n a s , o t r o s h a b í a n a c u d i d o a auxiliar a Antón del Olmet.

E s t e yac ía en el d e s p a c h i t o , al p i e d e un d i v á n , y respiraba t r a b a j o s a m e n t e .

E l primero en l legar h a s t a él fué el ac­t o r S r . Pé rez de León. A n t ó n del O l m e t lo reconoció, y le d i jo , con voz d é b i l :

— M e m u e r o , León, me m u e r o . . . M e h a m a t a d o .

S in p e r d e r un m o m e n t o , fué conduc i -do el i n f o r t u n a d o escr i tor a l a C a s a d e Socorro del C e n t r o , s i t u a d a en l a c a -lle d e L a s N a v a s de Tolosa. Le s a c a r o n del teatro en brazos varios artistas, y le trasladaron a un coche. En éste acom­p a ñ ó al h e r i d o el a c t o r S r . V á z q u e z . A n t ó n , que conse rvaba el c o n o c i m i e n t o , y que a p e n a s podía r e s p i r a r , d i j o a d i ­cho s e ñ o r :

—¡Máteme de una vez, Vázquez! ¡Aca­b a de m a t a r m e ! ¿ N o ves q u e me a h o g o ?

La muerte A n t ó n del O lme t , n u e s t r o p o b r e c o m p a ­

ñ e r o , l legó aún con v ida a la C a s a de So-c o r r o : p e r o los médicos n o p u d i e r o n p r e s ­t a r l e aux i l io . C u a n d o se d i s p o n í a n a h a ­ce r lo , fa l leció el i l u s t r e e sc r i t o r , s in h a ­ber p r o n u n c i a d o o t r a s p a l a b r a s q u e l a s q u e más a r r i b a t r a n s c r i b i m o s .

El p a r t e f acu l t a t ivo , q u e f irman los doc­t o r e s D. I gnac io Bol ívar y D. José C a ñ a -

maque (a los q u e aux i l ió el a y u d a n t e d o n A t a n a s i o Gonzá lez ) dice que D. Lu i s An­tón de l O l m e t , de t r e i n t a y ocho a ñ o s , e sc r i t o r , con domici l io en Lope de R u e -d a , 15, fal leció v íc t ima d e u n a h e r i d a de a r m a d e fuego, con orificio d e e n t r a d a p o r d e b a j o do la ax i l a i z q u i e r d a , y sin orificio d e sa l ida , en d i recc ión d e a r r i b a a a b a j o , y con g r a n d e s t r o z o i n t e r i o r .

El Juzgado P e r s o n a d o en la C a s a d e S o c o r r o el

j u e z d e g u a r d i a , q u e lo e r a el d e C h a m ­ber í , no p u d o h a c e r o t r a c o s a q u e en te ra r ­se del fa l l ec imien to de A n t ó n de l O l m e t .

A c t o s e g u i d o m a r c h ó el j u e z a la C o m i ­s a r í a de l d i s t r i t o del C e n t r o , a d o n d e h a ­b ía s ido l l evado el m a t a d o r d e n u e s t r o c o m p a ñ e r o .

La detención de Vidal y Planas C o m o dec imos , el a c t o r d e Es l ava , se-

ñor B a e n a , h a b í a d e s a r m a d o a V i d a l y P l a n a s .

Este no o p u s o n i n g u n a r e s i s t enc ia . Se av isó a una p a r e j a de g u a r d i a s , y

és tos , con el c i t a d o S r . B a e n a , condu­jeron a Vidal en un coche a la Comi-saría.

E n el t r a y e c t o i b a p r o n u n c i a n d o V i d a l f rases i n c o h e r e n t e s , con l a s q u e p r e t e n ­d í a jus t i f i ca r su acc ión .

Lo que dice el agresor El J u z g a d o de g u a r d i a , q u e e r a el d e

C h a m b e r í , c o n s t i t u í d o p o r el juez s e ñ o r R o d r í g u e z P o r r e r o , e l s e c r e t a r i o s e ñ o r A g u i l a r y el oficial S r . Leyva, se p e r s o n ó

en l a c o m i s a r í a del C e n t r o , d o n d e h a b í a s i d o l l evado el S r . V ida l y P l a n a s .

A u n q u e el r i g u r o s o s e c r e t o del s u m a r i o n o n o s p e r m i t e s a b e r l a s m a n i f e s t a c i o -n e s q u e h a y a hecho a n t e el J u z g a d o el a g r e s o r d e n u e s t r o c o m p a ñ e r o , n o es d i ­fícil s u p o n e r q u e h a b r á r e f e r i d o l a s des ­a v e n e n c i a s entre ellos e x i s t e n t e s y l a s d i f e r enc i a s s u r g i d a s e n t r e e l los con m o ­t i v o de l a co laborac ión l i t e r a r i a .

A ñ a d i r í a V i d a l y P l a n a s q u e A n t ó n de l O lme t le cal if icaba d e loco, q u e n o d e s p e r d i c i a b a ocas ión de m o l e s t a r l e , y que , a l j u z g a r l e , e r a s i e m p r e a g r e s i v o .

E s t a t a r d e r e n o v a r o n s u s d i s cus iones al e n c o n t r a r s e en E s l a v a , y V i d a l , l l e ­v a d o d e s u c a r á c t e r i m p u l s i v o , y e x c i t a ­d o p o r l a d i scus ión , s acó l a p i s t o l a e h izo u n d i s p a r o con e l l a cas i a q u e m a r r o -p a a A n t ó n del Olmet .

V i d a l y P l a n a s q u e d ó e n u n ca labozo de l a comisa r í a del C e n t r o después d e d e c l a r a r a n t e el J u z g a d o de g u a r d i a .

L u e g o s e r á t r a s l a d a d o a l a C a s a d e C a n ó n i g o s p a r a ser p u e s t o a d i s p o s i c i ó n del J u z g a d o c o r r e s p o n d i e n t e .

La noticia a la viuda de Antón del Olmet

D . G r e g o r i o M a r t í n e z S i e r r a , d i r e c t o r d e E s l a v a , q u e l legó a l t e a t r o d e s p u é s d e d e s a r r o l l a r s e l a t r a g e d i a , fué , en u n i ó n d e los s e ñ o r e s B a e n a y G a b a l d ó n a d a r a l a e sposa de A n t ó n d e l O l m e t la t r i s ­t í s i m a not ic ia d e lo o c u r r i d o .

R e n u n c i a m o s a re la ta r l a e s c e n a q u e e n l a c a s a d e A n t ó n d o O l m e t se d e s ­a r ro l l ó . Los l e c t o r e s se l a i m a g i n a r á n .

En señal de duelo L a s func iones a n u n c i a d a s p a r a h o y e n

el teatro d e Es l ava , s e h a n s u s p e n d i d o e n señal d e d u e l o .

La fatalidad D . M a r i a n o S e r r a n o , e m p r e s a r i o d e l

t e a t r o N u e v o , d e Barce lona , t e n í a e m ­peño e n q u e A n t ó n de l O l m e t s a l i e r a h o y m i s m o e n el r á p i d o p a r a d i c h a c i u ­d a d , con o b j e t o d e a s i s t i r a l e s t r eno) d e « ¡ R e s p o n s a b l e s ! »

A n t ó n p e n s a b a i r ; p e r o , a ú l t i m a ho­r a d e a y e r des i s t ió de l viaje, y se q u e d ó e n M a d r i d .

Todav ía e s t á f resca l a t i n t a c o n q u e An-t ó n del O l m e t había, e s c r i t o e l s i g u i e n t e « p a n d e m o n i u m » :

PANDEMONIUM

¡QUE TEMA TAN BONITO! ¡Oh, qué preciosidad! ¡Jesús! Se ma-rea uno. ¡ Q u e t e m a t a n b o n i t o ! Yo landa , l a

princesita i t a l i a n a , se ca sa , ¡ p o r a m o r ! ¡ J e s ú s ! S e marea u n o .

S e m a r e a u n o l e y e n d o a c i e r t o s a s p a ­v e n t e r o s de l a p l u m a , q u e m á s p a r e c e n t u r i f e r a r i o s de l s iglo X V I I I q u e c ron i s ­t a s de la v ida c o n t e m p o r á n e a . L o s h a h a ­b i d o h a s t a q u e e n c o n t r a r o n prec ioso a l f u t u r o p r í n c i p e , a l S r . C a l v i , y d i j e r o n q u e , aunque e s t á u n p o c o ca lvo , d e j a r á d e e s t a r l o e n s e g u i d a , p o r q u e se f r o t a con u n i n g r e d i e n t e p ro -cabe l lo .

¡ E n fin...!

Estamos a ú n e n el s iglo X I X . T o d a v í a se c o m e n t a n e s t a s cosas. P a r e c e como si los p r í n c i p e s fue ran d e o t r a c a r n e q u e la c a r n e m o r t a l . L o s h a y y a q u e se d e d i c a n a agentes de anuncios. ¡Cuánta cursile­ría!

A p a r t e e s t o , y p u e s t a s las cosas en s u v e r d a d e r o t e r r e n o , e l c r o n i s t a se pe r ­m i t e f e l i c i t a r t a m b i é n a esa bel l í s ima d a ­mise la i t a l i a n a , d e l indos ojos, q u e s e c a s a p o r a m o r , c o m o mi m a d r e .

Luis A N T Ó N DEL O L M E T

Don Luis Antón del Olmet