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Mi Museo y Vos Granada, Nicaragua. Junio de 2014 Año 8 No. 28 LAS GUERRAS ANCESTRALES

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Mi Museo y VosGranada, Nicaragua. Junio de 2014 Año 8 No. 28

Las guerras ancestraLes

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Editora: Nora Zambrana Lacayo

Redactores:Oscar Pavón Sánchez Geoffrey McCaffertyPat Werner Edgar Espinoza PérezCarrie L. DennettMartha Barahona

Diseño y diagramación: Nora Zambrana Lacayo

Propietario: Peder Kolind

[email protected]/mimuseo.granada

Las guerras ancestrales .................................................. 2

Investigaciones recientes en Nicaragua ................... 5

La Investigación de San Jacinto: Dos teorías, la ortodoxia, y el futuro de arqueología histórica en América Central ........................................................... 7

El Horizonte Cerámico de Engobe Blanco del Postclásico Temprano de México y Centro América .................................................................. 20

Muebles antiguos de Mi Museo ................................... 32

Visitas a Mi Museo .............................................................. 35

Tabla de Contenido

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Las guerras ancestrales

Oscar Pavón SánchezArqueólogo, Mi Museo

n la nueva exposición de Mi Museo se ha seleccionado el tema: las gue-rras ancestrales. El objetivo princi-

pal es que los visitantes que acuden al museo se instruyan sobre la historia de nuestros antepasados, que en su tota-lidad ha sido olvidada; en la exhibición se observan algunas herramientas de guerra que posiblemente se utilizaron en los conflictos, y vasijas donde se pueden interpretar decoraciones vinculadas a estas prácticas.

Estructura social

Según el historiador Tomás Ayón, la es-tructura social indígena se podía obser-var en cuatro niveles, en primer lugar,

E

los nobles: caciques, consejo de ancia-nos, capitanes principales, sacerdotes, funcionarios del mercado, orfebres; en segundo lugar, la plebe: guerreros, co-merciantes, agricultores, cazadores, pescadores, artesanos, prostitutas, mendigos; en tercer lugar, los esclavos y en cuarto lugar, los cautivos de guerra.

Orígenes de las guerras

Los pueblos de Nicaragua frecuente-mente estaban en guerra entre sí, y el arte militar estaba altamente desarrolla-do. Los jóvenes eran entrenados cuida-dosamente y organizados en compañías que mantenían guardia regular y estaban constantemente listos para la batalla.

Según Tomás Ayón el arte de las guerras fue efectuado por diferentes pueblos in-dígenas, para estos pueblos la guerra era sagrada y las causas principales fue-ron religiosas y territoriales, relacionado con su cosmovisión, tradición y cultura.

Oviedo afirma que las causas de las gue-rras (lib. XLI I, cap. III) han sido princi-palmente por disputas territoriales; pero

es probable que el deseo de obtener es-clavos para los sacrificios, también haya despeñado su parte.

Desarrollo del conflicto

Las declaraciones de guerra se hacían por mensajeros, el cacique no acompa-ñaba al ejército, salvo que fuera un hom-bre excepcionalmente valiente; quien estaba a la cabeza era aquella persona que era nombrada por el consejo de an-cianos, que por su característica tenía que ser fuerte, si éste cabecilla moría y estaba presente el cacique, inmediata-mente nombraba a otro cabecilla o toma-ba el mando él mismo; de otra manera, seguía el inmediato desbande y retirada. Las obligaciones del jefe militar consis-tían en dirigir las operaciones de batalla y exhortar a sus hombres "que maten cuantos pudieren de sus enemigos, y corten brazos, cabezas y lo demás de sus contrarios y que no huyan" (Oviedo, loc. cit.).

Entre los pertrechos militares que utili-zaron las tribus chorotegas y nicaraos, Oviedo señala que los aborígenes “esta-ban armados con chalecos sin mangas o corazas de algodón natural y con ma-dera durísima, y muchos de ellos lleva-ban arcos y flechas (no envenenadas) y otros portaban varas para tirar”, este tipo de armazón fue utilizado en todo México y Centroamérica.

“Los escudos son de cortezas de árbo-les o de madera ligera, cubiertos de plu-mas é labores de pluma é algodón ; de tal manera, que son muy ligeras ; lindas y fuertes … las lanzas terminan en una punta de pedernal, o en hueso puntiagu-do ; y las lanzas están hechas de cañas (de la cuales abundan en el lago)”.

Pedro Mártir dice que los templos se em-pleaban como arsenales, que se man-tenían a punto grandes cantidades de armas.

Figura 1: Cerámica que presenta decoraciones alusivas a equipos militares, tales como los arcos de madera y lanzas con sus puntas de pedernal. Colección Mi Museo.

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Después de la batalla, el cacique, siem-pre que no hubiera acompañado a las tropas, salía a su encuentro. Si se ha-bía obtenido la victoria, las recibía con grandes demostraciones de júbilo, y al-gunos de los cautivos eran sacrificados inmediatamente. Si el ejército había sido derrotado, el cacique lloraba delante de la tropa y los capitanes principales iban al montículo de los sacrificios y "derra-maban lágrimas muy tristemente".

Beneficios

Se premiaba el valor con el ascenso a varias castas guerreras, estos eran iden-tificados como los “tapaliguis”, hombres que han vencido a un enemigo en com-bate singular a la vista de los dos ejér-citos, de quienes Oviedo (lib. XLII, cap. I) dice: “trae rapada la cabeza con una corona encima trasquilada, y el cabello de la corona tan alto como el trecho que hay desde la cintura alta del dedo index a la cabeza deI mismo dedo”.

Bibliografía

Ayón, Tomás1956 Historia de Nicaragua. Escuela Profesional de Artes Gráficas. Madrid.

Lothrop, Samuel K.2000 Cerámica de Costa Rica y Nicaragua vol. I. Traducción de Gonzalo Meneses Ocón. Colección Cultural de Centro América, Managua.

Oviedo narra que al parecer los guerre-ros podían mejorar su condición social al adquirir riquezas o lograr distinguirse en el consejo, o en las guerras, es decir, mejoraban su linaje.

Las sanciones

La desobediencia en combate era casti-gada severamente; el desobediente era despojado de sus armas y apaleado con rigor; se le podía desterrar, y su jefe podía hasta matarlo.

Figura 2: Bifaz de pedernal, utilizadas para protección personal. Colección Mi Museo.

Investigaciones recientes en Nicaragua*

Geoffrey McCaffertyUniversidad de Calgary

icaragua ha experimentado un au-mento de la investigación arqueo-lógica en los últimos años. Esta ha

incluido a investigadores internacionales de Canadá, Holanda, Costa Rica y Es-tados Unidos, así como la profesionali-zación de arqueólogos nicaragüenses a través de postgrados y la colaboración en los grandes proyectos. En abril de 2014, un simposio de la Sociedad de Ar-queología Americana celebrado en Aus-tin, Texas, reunió a estudiosos de diver-sos orígenes para discutir los resultados de investigaciones recientes y las nue-vas interpretaciones. Los conferencistas luego comentaron sobre las trayectorias de más largo plazo y discusión sobre orientaciones futuras.

Participantes en el simposio:

Clifford Brown - Investigaciones Recientes en el Departamento de Chinandega, Nicaragua.

Justin Lowrie - Proyecto Arqueológico Chiquilistagua. Conclusiones de la Primera Temporada del Proyecto.

NAlexander Geurds - La Fase Cuapa: Notas sobre el Ultimo Período Cerámico Prehispánico en el Centro de Nicaragua.

Jennifer Lapp - Proyecto La Flor.

Sharisse McCafferty y Geoffrey McCafferty - La Monumentalidad en Sonzapote, Nicaragua.

Larry Steinbrenner - Managua Policromo: El eslabón Perdido de Mesoamérica?

Carrie Dennett – Familiarización con Usted: Cerámica e Identidad en Gran Nicoya.

Kelsey Friesen y Geoffrey McCafferty - Investigaciones Recientes por Difracción de Rayos-X Relacionadas a la Composición Cerámica Nicaragüense.

Jessica Manion - Memoria y Manipulación en la Gran Nicoya.

Kendra Philmon - Análisis Bioarqueológicos de la Cueva Cusirisna, Nicaragua.*Traducción al español: Nora Zambrana Lacayo

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Gina Carroll - Investigación Isotópica de Variación Inter e Intra- esquelética en Tejidos Lesionados y no Lesionados de Muestras Patológicas de Nicaragua.

Suzanne Baker - Enigmáticos Rasgos Picoteados en la Isla de Ometepe, Nicaragua.

Katrina Kosyk - Un Preludio: Aerófonos de la Gran Nicaragua Precolombina.

Adam Benfer – Un Siglo en Piedra: Cien Años de Análisis Líticos en Nicaragua.

Fred Lange – Comentarista.

Karen Olsen Bruhns – Comentarista.

En Julio muchos de estos académicos presentarán sus ideas en una confe-rencia que se celebrará en Nicaragua, cuyos detalles serán anunciados. Esta conferencia también incluirá a arqueó-logos nicaragüenses, y estará abierta al público.

Pat Werner* y Edgar Espinoza Pérez**

* Decano Académico. Keiser University Latín American Campus.

**Miembro de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua.

La Investigación de San Jacinto: Dos teorías, la ortodoxia, y el futuro de arqueología histórica en América Central

ntroducción

El aniversario de la Batalla de San Ja-cinto, 14 de septiembre de 1856, es una fiesta nacional celebrada en todas partes de la república. Después de trabajar en asuntos precolombinos, los dos autores decidieron examinar un evento histó-rico y utilizar la metodología histórica y arqueológica juntas para averiguar final-mente lo que sucedió. La batalla de San

I Jacinto fue escogida porque hay repor-tes contemporáneos, el sitio está intacto y es muy accesible. La investigación fue hecha con la suposición que al final, no se podrá tener una diferencia entre lo que realmente pasó y lo que se encuen-tra en el suelo y en restos físicos de la batalla. Las bases de datos son dos, las historias escritas y las publicadas, y los restos de la batalla todavía ubicados cer-ca de la casona de San Jacinto. La base de lo publicado es muy bien conocida

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por cada alumno en las escuelas desde hace 60 años. De los restos todavía en el sitio no había nada conocido. Pensamos que había posibilidades, las balas en las paredes de la casona y la fosa común de los soldados y filibusteros muertos en la batalla. Nunca encontramos una fosa común. Pero sí encontramos balas en las paredes casi seguramente tiradas durante la batalla.

El resultado de la investigación fue el encuentro de 68 balas en las paredes, no más. Con este resultado, los investi-gadores desarrollaron dos modelos de la batalla. Un modelo propuso 250 filibuste-ros que atacaron la casona y guarnición de José Dolores Estrada, con 151 hom-bres pelando durante cuatro horas. Los filibusteros tenían 24 bajas y Estrada tuvo 51 bajas. Las armas de los filibuste-ros tenían capacidad de enviar 6-10,000 balas durante las cuatro horas. Encon-tramos 68 balas en las paredes. Otro modelo propuso 63 filibusteros atacando la casona y guarnición de Estrada, con 151 hombres y peleando por cinco mi-nutos. Los filibusteros tenían 24 bajas y Estrada tuvo 51 bajas. Las armas de los filibusteros tenían capacidad de en-viar 700 balas durante cinco minutos. Encontramos 68 balas en las paredes. La cuestión es cuál de los modelos es el correcto y describe la batalla, y cuál fue la reacción de varios grupos de his-toriadores a este análisis. Fue la primera vez que este tipo de análisis, que incor-pora el record escrita y el producto de un análisis arqueológico en el mismo sitio o evento, fue utilizado en Nicaragua.

Ubicación de la Hacienda

La Hacienda San Jacinto está ubicada a unos 45 kms de Managua en la vía pa-namericana norte que conecta con los departamentos de las Segovia nicara-güenses, después dobla unos 3.kms al oeste. El edificio es una construcción con paredes de abobe y techumbre de tejas a dos aguas. Está rodeada de co-rredores techados y está dividido en tres áreas domésticas que actualmente al-bergan un museo destinado a la “Guerra Nacional”.

El Sitio Histórico fue declarado “Monu-mento Nacional” en 1960, es decir 103 años después de ocurrir el suceso, per-mitiendo de esta manera su conserva-ción casi intacta. El Estado de Nicaragua ha dado mantenimiento y restauración al bien inmueble, protegiendo por lo me-nos el 80% de su originalidad al igual que sus alrededores, los cuales no han sido impactados por las actividades hu-manas contemporáneas. Posiblemente lo único que ha cambiado es el acceso al inmueble, ya que en el siglo XIX, se llegaba a la hacienda en su lado sur a través del Valle del Otocal, una gran pla-nada pedregosa con suelos negros que en invierno se tornan intransitables para carretas y animales. Ahora se llega al si-tio desde el Oeste.

La idea de reconstruir la Batalla de San Jacinto nació de varias conversaciones de quienes suscriben este documento y expertos nicaragüenses en la “Guerra Na-cional, así como los documentos escritos

por varios participantes en la guerra, bá-sicamente provienen de parte de guerra hecho por el jefe de la tropa acantonada en la hacienda el Coronel José Dolores Estrada, el reporte de William Walker que publicó en su periódico, El Nicaragüense, una semana después de La batalla, los documentos de Francisco Ortega Aranci-bia, alcalde de Masaya y soldado en la guerra Nacional. Publicó su libro 50 años después de la batalla y contiene una historia general de 1838 a 1878, pero él estaba más involucrado en la parte admi-nistrativa y nunca en los campos de bata-lla. Otra fuente importante para entender la batalla de San Jacinto son Las Obras Históricas Completas, escrita por Jeróni-mo Pérez en 1865. Pérez fue político de Masaya y estuvo involucrado en todos los eventos políticos de Nicaragua desde 1854 hasta 1868. Se casó con la herma-na de Tomás Martínez, el ganador de la Guerra Nacional y dictador desde 1858 hasta 1868. Fue un defensor de Martínez, pero fue testigo ocular de muchos de los acontecimientos de la Guerra Nacional.

La tecnología militar de la Guerra Nacional

Para reconstruir la batalla de San Jacin-to era necesario entender la tecnología disponible de los grupos en conflictos. La ausencia de artillería en la batalla de San Jacinto restringe la investigación a los fusiles y revólveres que poseían los dos ejércitos. Los fusiles que usa-ban pólvora negra eran las armas que se usaron en los combates de la guerra nacional. El componente mayor de la

pólvora negra es nitrato de potasio, un tipo de sal que es muy higroscópica y causa considerable cantidad de sarro en el hierro rápidamente. Además, agrega mucha humedad a la atmósfera. Cuan-do explota, deja alrededor de 35-40 por ciento de su masa en el arma en forma de ceniza espesa, grasosa, sucia, que entra en el mecanismo del arma y tapa su movimiento interno. A diferencia de la pólvora sin humo, y que no deja ceniza más que un vapor de agua. Otra parte importante en el estudio son las balas en sí mismo, las armas de la época usaban cartuchos, pero no cartuchos de metal, sino de papel o lino saturado con nitra-to de potasio. Para el Colt, aunque era posible recargar el tambor sin sacar el cañón, era incómodo. Lo más rápido era sacar el cañón, poner seis cartuchos de lino, abrirlos por detrás, reponer el tam-bor, reponer el cañón, poner los fulmi-nantes detrás de cada recámara, y halar el gatillo.

Figura 1: Fachada arquitectónica y actual estado de conservación de la casa hacienda de San Jacinto (Tomada del Libro “La Historia, La Arqueología y La Batalla de San Jacinto”).

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Para los fusiles, el proceso era de mor-der la parte de atrás del cartucho de lino, usar el palo para forzarlo hasta la recá-mara del cañón, reponer el palo, montar un fulminante en el tubito cerca de la re-cámara, apuntar el fusil y apretar el ga-tillo. Con los fusiles de chispa, era más complicado, el tirador tenía que morder el cartucho detrás de la bala, poner un poco de la pólvora en el rastrillo, cerrar el rastrillo, poner el resto de la pólvora en el cañón, usar el palo para empujar el car-tucho a la recámara, poner la pierna de gato detrás, apuntarlo y halar el gatillo.

Entre las armas que poseía el ejército de Walker podían identificarse por los menos las siguientes:

Fusil rifle de US, modelo 1841, cono-cido como el Rifle Mississippi, de ca-libre .54, con estrías: Mencionado por las fuerzas de Walker. Fue el rifle, tipo "Mississippi", de dos bandas, modelo 1841. De calibre 54, con una carga de 60 gramos de pólvora, una bala redonda y una velocidad de 950 pies por segundo. El cañón tenía estrías y el proyectil era de alrededor de 280 gramos de peso. Este fusil fue usado en la Guerra con México y tenía una puntería muy fina.

El fusil de Minie: Este fue el fusil, mode-lo 1855, fabricado en Springfield, Mas-sachusetts la fábrica oficial del gobierno de los EEUU, y adoptado por el ejército americano en 1855. Era de calibre 58, y tenía tres estrías, con una gira de 72 pulgadas, en su cañón para estabilizar el proyectil. Fue la primera arma diseñada

para la bala Minie en los EEUU.

Anteriormente, los fusiles americanos con estrías usaban balas en forma de pelotas. La bala fue oblongada y pesaba 476 gramos, con la base hueca, más o menos una copia de la bala Minie, inven-tada por el ejército francés en 1845.

Tenía carga de 60 gramos de pólvora y una velocidad en la boca del cañón de 900 pies por segundo. Su gran ventaja es que se podía tirar y recargar muy rá-pidamente, a pesar de las cenizas de la pólvora negra, que dejaba mucha sucie-dad dentro del cañón hasta que no se podía empujar otra bala por la garganta del cañón. La bala de este fusil minie era muy delgada y entraba fácilmente.

Los gases generados por la ignición de la pólvora negra pegaban duro a la base del proyectil y se abrió para agarrar las estrías del interior del cañón. Esto dio estabilidad y puntería a la bala.

Fusil carabina Enfield de Gran Breta-ña, de calibre .577 con cañón de 28 pulgadas y con estrías para usar bala tipo Minie: Utilizaba una carga de 60 gramos de pólvora negra y la bala pe-saba alrededor de 500 gramos en forma alongada con la base hueca.

Fusil carabina Enfield de Gran Bretaña, de calibre .577 con cañón de 24 pulga-das y con estrías para usar bala tipo Minie: Todos estos fusiles se recargaban por la boca del cañón, y tenían un sistema de ignición fulminante de mercurio, muy

seguro. Su propulsor fue pólvora negra.

Carabina Sharps, modelo 1853 “slant breech” (cerrojo inclinado): La cuarta arma usada en la batalla fue la carabina Sharps, modelo 1853, con cerrojo incli-nado, de calibre 0.52 pulgadas. Fue el primer modelo del mecanismo Sharps vendido comercialmente. Poco después de la guerra nacional en 1859, la com-pañía Sharps cambió el diseño para que el cerrojo subiera y bajara verticalmen-te, no inclinado. Por eso, por su rareza (fabricaron un total de mil armas más o menos, muchas usadas en la guerra de guerrilla en Kansas en 1859 y nunca fue vendida internacionalmente). Un rifle tipo Sharps, con cerrojo inclinado, encontra-do en Centro América, probablemente fue utilizado por las fuerzas de Walker. Esta arma fue mencionada por Walker y era cargada detrás del cañón a manera de un cerrojo que el tirador podía bajar muy rápido, recargar la recámara, subir y cerrar la recámara. Tenía cañón de 25 pulgadas y era de calibre 52, o sea el diámetro de su bala fue 0.52 pulgadas. Su cañón tenía estrías pero no se sabe el tipo de bala que usaba, pero la más común fue una bala alongada. Su ventaja era que se podía tirar y recargar más rá-pido que cualquier otro tipo de fusil. Fue utilizado por el ejército americano en su guerra civil como arma de precisión de los francotiradores.

Revólver Colt, modelo primero de tipo Walker “Whitneywille” (Cumpston, Fadala, 1847, calibre 0.44): Tal vez los más notables fueron los revólveres men-

cionados por ambos, Walker y Francisco Ortega Arancibia. Ortega Arancibia notó que cada revolver tenía un cañón de nueve pulgadas de largo.

La idea fue fabricar un revólver con tanto poder para matar a un jinete o a su ca-ballo de un sólo tiro y lo logró. Pesaba casi cinco libras con tambores vacíos y tenía casi 18 pulgadas de largo. Era de calibre 45 aunque lo llamaban de cali-bre 44, con diámetro de bala de 0.451 pulgadas. Tenía dos tipos de balas, una la pelota de 145 gramos, la otra bala en forma alongada con punta muy aguda de 141 gramos de peso. Su carga de pólvo-ra fue hasta 60 gramos, la carga regular para fusiles. Fue el revólver más pode-roso del siglo 19 y no fue alcanzado en poder hasta una invención del cartucho .357 magnum en 1935. Su bala de 200 gramos tenía una velocidad de 1,100 pies por segundo.

Figura 2: Sharps Modelo 1853, una de las armas usada por los Filibusteros en la Batalla de San Jacinto.

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Fue muy útil para la caballería america-na durante la Guerra con México, y las tropas de Walker tenían el revólver más poderoso y peligroso de la época. Su tambor tenía recámaras para seis tiros, pero después el tirador tenía que desar-mar el revólver para recargar el tambor, no con cartuchos, sino con pólvora y bala en frente y un fulminante detrás de cada recámara para encender la pólvora.

El armamento del ejército de Nicaragua es más complicado de identificar, pero seguro que provenía de los fusiles espa-ñoles de los años, 1752, 1791 o 1803.

Se menciona que el gobierno del Pre-sidente Carrera, en Guatemala, envió armas a los nicaragüenses. En otros do-cumentos se habla de las armas de chis-pa, que hacían luz cerca de la cara del tirador cuando se disparaba.

La invención del sistema de ignición de percusión, utilizó una copita de fulminan-te de mercurio para encender la pólvo-ra, fue inventada en 1814 y la mayoría de los ejércitos en Europa y las Améri-cas habían convertido los fusiles viejos a este sistema nuevo o habían adquiri-do fusiles nuevos alrededor de los años 50. La gran ventaja de este sistema de ignición con fulminante de mercurio es que funcionaba de forma más segura, más rápido y era más fácil para entrenar a un soldado campesino que el sistema de chispa que utilizaba un pie de gato con una piedra de pedernal, para gene-rar chispas al chocar con el rastrillo para encender la pólvora negra. La desventaja

del sistema de ignición de chispa era que se ensuciaba fácilmente con la pólvora negra y no encendía, le afectaba mucho la humedad, hasta llegar al punto de no encender solamente por razón de la hu-medad en el aire.

La Batalla según las fuentes documentales

Los reportes de Walker y Estrada son bastante similares, ambos reportan que el combate tuvo lugar en la mañana del 14 de septiembre, Walker menciona que el ataque se realizó en tres flancos, los cuales se realizaron de manera simul-tánea. Walker reporta que ellos habían llegado a unas cuantas varas de los co-rrales y se habían tomado posiciones, recibieron un nutrido fuego de los nica-ragüenses que aniquilo completamente a los líderes de la expedición. Mientras Estrada menciona que ellos habían per-dido su franco izquierdo y que era impo-sible retomarlo desde el frente debido al fuego nutrido, obligó a uno de sus oficia-les a salir en un movimiento de flanqueo y atacar para poder retomar ese punto. La estrategia de Estrada para contener el avance fue de disparar cuando los enemigos estuvieran lo suficientemente cerca, principalmente debido a la tecno-logía de poco alcance y efectividad de su armamento, esto provocó la muerte de una buena parte de sus tropas, pero el resultado final fue un fuego nutrido des-de el frente y desde el flanco izquierdo. Al final los filibusteros perdieron 27 de 63 hombres, mientras que las fuerzas nica-ragüenses 55 de 160.

Aunque el mérito de Estrada es innega-ble, es posible que basados en los repor-tes y la técnica empleada en el asalto, la batalla duró unos cuantos minutos y no las cuatro horas que la historiografía ha consignado. Para demostrar estos supuestos se analizaron y se realizaron prospecciones y excavaciones arqueoló-gicas en la Hacienda, para determinar los alcances del combate. Para esclarecer lo ocurrido y tomando en consideración que era imperativo no dañar el inmue-ble, se utilizaron métodos no intrusivos para manejar los materiales que resul-taron del combate, esto es las balas de los contendientes y los restos humanos productos de los muertos en el combate. Una de las ventajas de las paredes de la casa hacienda es que son de adobe y prácticamente es una especie de es-ponja que absorbe casi todo los impac-tos, por otra parte es que sabemos que los tiros de forma circular sin duda po-dían adscribirse al ejército de Nicaragua, mientras que los tiros de forma alargada pertenecen a los fusiles y pistolas de los filibusteros. Para identificar las posibles balas en las paredes se utilizó un detec-tor de metales Mine Lab modelo ABN, este tiene la característica que puede identificar metales ferrosos y no ferrosos o como el oro o el plomo. El resultado de las prospecciones en las paredes de la casa permitió ubicar por lo menos 68 balas. Las mayores concentraciones de disparos se encuentran en la parte nor-te y este de la casa, siendo esta parte donde se encontró la mayor concentra-ción de disparos, la puerta principal de la hacienda no presenta una concentración

de disparos. Lo que sí es claro es que no se encuentra evidencias de una fuer-te concentración de disparos en todo del inmueble.

Debido a la baja concentración de dispa-ros en las paredes, sumadas a la tecno-logía de la época, no apoyo un escenario de 200 filibusteros atacando por más de dos horas y disparando más de seis mil tiros.

Los restos humanos

Un total de tres individuos fueron exca-vados en las cercanías de la hacienda San Jacinto, se trata de individuos jóve-nes entre los 19 y 25 años, solamente un individuo presentaba evidencias de muerte producto de combate, ya que presentaba una entrada de bala en la parte occipital y saliendo en la parte fron-tal del individuo. No hay más evidencias

Figura 3: El autor Pat Werner y su asistente Gerardo Blandón, buscando balas en las paredes de La casa Hacienda San Jacinto. (“Tomada del Libro La Historia, La Arqueología y La Batalla de San Jacinto”).

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y nunca encontraron puntas de flechas en ninguna parte de la investigación.

La pregunta es si se debe seguir lo or-todoxo en la historia escrita cuando la prueba arqueológica resulta en datos di-ferentes, o posiblemente en conflicto con la relación histórica escrita.

Como suposición, al final, no puede ha-ber diferencia o conflicto entre la base de datos completos históricos y la base de datos completos arqueológicos. La razón para aplicar las dos metodologías es que uno debe soportar al otro, y cada uno debe averiguar hechos que no es posible averiguar por usar solamente una de las dos metodologías. Hace años hice una exploración de varios pueblos en el departamento de Carazo, fui acom-pañado por la arqueóloga costarricense Dra. Silvia Salgado. Después de escu-char varios relatos de habitantes de los pueblos que contaban con grandes de-talles las historias de cada pueblo desde hace 2,000 años, la Dra. comentó que no fuera necesario hacer ninguna explo-ración porque la gente conocía todo. Ob-viamente la arqueología podía contribuir algo.

En el caso de la investigación arqueoló-gica del sitio de San Jacinto, comenza-mos con el interés de conseguir tantos datos fuera posibles y seguir donde los datos se desarrollaban. Y para nosotros lo más importante fue el número de balas

en las paredes de la casona. Pasamos mucho tiempo examinando fotos viejas de la casona, examinando mapas viejos y entrevistando a la familia que vivían en la casona desde los años 30 del siglo pa-sado. También examinamos el exterior de la casona para ver si habían hecho modificaciones del exterior de las pare-des. Nos aparecimos en el 2008, a como nos aparecemos ahora, y el exterior de la casona en el 2008 estaba poco modifica-do o tal vez no había sido modificado en comparación con el exterior de la casona para el 14 de septiembre de 18561.

La reacción de los historiadores e inte-lectuales fue de dos cortes muy diferen-tes. La mayoría de marxistas concluye-ron que la investigación fue un desarrollo nuevo de la historiografía de Nicaragua. El jefe de la bancada Sandinista en la Asamblea Nacional quería leerlo por lo que se lo presenté y dije que si a él no

le gustaba, no lo iba a publicar. Escribió el prefacio. El dueño de la imprenta tam-bién lo apoyó, tanto como el jefe de cul-tura de la Alcaldía de Managua.

La reacción de algunos historiadores del partido conservador y también del partido del Coronel José Dolores Estrada, héroe de la batalla, era muy indiferente, hasta llegar a despreciar a sus investigadores. Uno mencionó que uno de los investiga-dores era como William Walker porque su apellido comenzaba con la letra W2.

En mayor sentido el problema que algu-nos tenían era porque se estaba modi-ficando la historia verdadera de Nicara-gua, es decir, se estaba confundiendo un proceso de investigación histórica y arqueológica y el proceso con naciona-lismo. Y sin duda las consideraciones de nacionalismo y opiniones personales han hecho la historiografía una actividad muy fructuosa y a veces conflictiva. Dos ejemplos que merecen ser notados:

1. El caso de la opinión de Sir. Eric S. Thompson y la imposibilidad de leer los glifos mayas: El descifrar los glifos egipcios por Chompollion es un alcance sobresaliente que debía de haber pues-to la luz en como descifrar los glifos de los mayas John Lloyd Stephens en los 1840´s sugería que un proceso como el

de Jean Francois Champollion en Egipto funcionaría. Pero la herencia intelectual de Athanasius Kircher, y más tarde Sir Eric S. Thompson, sirvió para parar por un siglo el conocimiento de los mensajes de las ruinas y escritos mayas, y última-mente su historia, siendo un gran ejem-plo del efecto de la ortodoxia que retardó el desarrollo de conocimiento de la len-gua maya por sus escritos3.

Kircher propuso la idea que los glifos podían representar ideas o símbolos no representados por una lengua, algo tal vez imposible. Thompson, un experto en cálculos de números y fechas mayas, nunca pensó que los glifos represen-taban ruidos y palabras mayas de una lengua existente en los tiempos de los mayas. Además, él atacó a la escuela que argumentaba que los glifos eran un tipo de escritura que tenía su gramáti-ca y estaban escritas en forma de una lengua maya. El efecto de la influencia de Thompson en estudios mayas fue que durante toda su vida no avanzaban los estudios mayas. Thompson murió en 1975 y los estudios y la habilidad de comenzar a descifrar los glifos se ade-lantó. Hasta hoy día, se han interpretado la gran mayoría de los glifos formando una historia escrita de muchos lugares y ruinas en el territorio maya en México, Guatemala, El Salvador y Honduras. El

1 Otra alternativa es que alguien modificó el exterior para engañar a los 150 historiadores en el futuro.

2 Otro comentario era que los resultados de la investigación eran muy especulativos. Para algunos es mucho más especulativo cómo los filibusteros pudieron haber combatido por cuatro horas, a una distancia de la casona de 30 metros, tirando quizás 6,000 tiros, y solamente dejaron 68 balas en las paredes. Quizás con una muy mala puntería.3 Véase, por ejemplo, Michael D. Coe, Breaking The Maya Code, Thames & Hudson, New York, 1999.

Figura 4: Restos de un individuo encontrado durante la investigación.

Page 10: Mi Museo y Vos Mi MuseoNo28.pdf4 Mi Museo y Vos Mi Museo y Vos 5 Después de la batalla, el cacique, siem-pre que no hubiera acompañado a las tropas, salía a su encuentro. Si se

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efecto de la ortodoxia atrasó bastante el estudio de los glifos y lenguas mayas.

La utilidad de tener otra fuente de infor-mación es para ampliar el conocimiento del pasado. Otra vez Sir Eric S. Thomp-son rescató el argumento. Puesto que el período clásico de los mayas terminó poco después del año 900 d.C. o época moderna o del año 300 de calculación Islámico, no existían relaciones hechas por los españoles al conquistar las tie-rras de habla maya en los siglos 16 y 17. La información generada por la arqueo-logía, dirigida por Thompson, tocaba los catálogos de glifos, mapas de edificios, exanimación de restos humanos, trata-dos de la secuencia cerámica, trabajos sobre el manejo y uso de piedras, entre otras cosas. Pero no se hizo esa historia o historias de los mayas, ni de cualquier ciudad, ni de cualquier rey. La imagen de los mayas como intelectuales calculando el movimiento de las estrellas, gente no violente, era muy parecido a un ideal de comportamiento de académicos del siglo 20, fue una creación de varios investiga-dores que produjeron sus obras sin co-nocer el contenido de las inscripciones, escrituras y relaciones de los mayas, que emergieron cuando una generación nue-va comenzó a leer los grifos e inscripcio-nes de los mayas, comenzando en los años 70 del siglo pasado. Y lo que esta

nueva fuente de información sobre los mayas en sus propias palabras, se ori-gino una historia y documentación de la cultura de los mayas. Los mayas emer-gen de sus escritos e inscripciones no como una sociedad de intelectuales, sino como una cultura dinámica que se ocu-paba en guerras de dinastía entre ciu-dad-estados, con guerras, imperialismo temprano, asesinatos de reyes derrota-dos y auto mutilación. O sea una cultura dentro de tradiciones mesoamericanas4.

Claramente, el descubrimiento de la ha-bilidad de escribir las escrituras e inscrip-ciones mayas, abre una base de datos enorme no posible en utilizar solamente la base de datos de arqueología tradi-cional. Y se puede notar la utilidad de la historia al modificar la vista ortodoxa de la historia y arqueología ortodoxa. Es una base de datos completa y diferente a otras fuentes, y rinde información no accesible por otras bases de datos. La reacción es defender la ortodoxa cuando se puede enfrenta otras bases de datos que rinden información en contradicción fuerte de la ortodoxa.

2. En el caso de la historia Americana y la visión de George Bancroft como ortodoxia y el resultado de Charles A. Beard, The Economic Interpretation Of The United States Constitution (1913):

En la historia de los Estados Unidos, hay otro ejemplo de la ortodoxia obstaculi-zando la investigación de historia. Des-de 1789, varios han escrito la historia de los EEUU en varias formas. Típico de las historias escritas por historiadores con interés nacionalista. El primer siglo de historia de los Estados Unidos refleja una actitud que define que el desarrollo de los EEUU es obra de Dios y del destino. Tal vez el historiador más conocido fue Geor-ge Bancroft, autor de varios libros sobre los EEUU e historias relacionadas, pidió por ejemplo, muchos documentos del Presidente Cuadra sobre la historia colo-nial de Nicaragua. Su estilo fue de hacer una investigación exhaustiva de un tema antes de escribirlo5.

En sus obras, atribuyó al desarrollo de los EEUU cuatro factores, uno fue la pro-videncia divina.

La ortodoxia de la historia de los EEUU se cambió por completo cuando el historia-dor progresivo Charles A. Beard rechazó completamente la idea de que la historia de los EEUU fue dirigida por Dios, y pro-puso que la historia de la formación de la constitución de 1787 fue guiada y diri-gida por los intereses económicos y po-líticos de los autores de la constitución. Eso fue hace un siglo y la batalla conti-núa. La historia de la constitución de los EEUU tiene varias sendas, interpretacio-nes y disputas doctrinales en revistas de

historia, en conferencias de historias y en los departamentos de historia en do-cenas de universidades dentro y fuera de los EEUU. Solamente hay una cosa constante: la visión de la historia de Geor-ge Bancroft, es la más aceptada en todos los grupos intelectuales al fin del Siglo XIX la verdadera ortodoxia, hoy día es recha-zado por todos. Similarmente, el rechazo completo de la posición intelectual de Sir Eric S. Thompson, de la imposibilidad de leer los glifos de los mayas, es otra evi-dencia que la ortodoxia de una fecha se pone rechazado con nueva información, nuevos historiadores y arqueólogos.

En el asunto de la historia de América Central el reverso también se aplica. Hay una abundancia de base de datos escritos sobre conflictos. Para El Salva-dor hay datos sobre el General Gerardo Barrios capturado por el presidente Mar-tínez, enviado a El Salvador donde lo fusilaron. El historiador de Martínez, Je-rónimo Pérez escribió que fue una gran sorpresa. Que yo no creo. La arqueolo-gía tal vez puede ayudar a entender lo que pasó con el General Barrios. En la historia del siglo XIX hubo movimientos para unificar América Central a la fuer-za, liderado por el General Justo Rufino Barrios. Hubo batallas donde una élite de jóvenes liberales, como José Santos Zelaya y Benjamín Zeledón, recibieron entrenamiento que aplicaron por los si-guientes 30 años. Y este movimiento se

4 Hay poca evidencia, pero si hay la posibilidad de que los mayas conocían varias sustancias sicotrópicas como Brugmansia suaveolens (floripón), Ipamoea violácea y hongos, posiblemente Amanita muscaria. Al menos los mayas hicieron dibujos de hongos o cetas, muy parecidos a la famosa Aminita muscaria. De la cocaína es más difícil decirlo, pero los Nahuas en la zona del cacique Nicaragua describieron sustancias y efectos de estas sustancias muy parecidas a las hojas de Erythroxolom coca.

5 Parece como que Cuadra envió muchos documentos a Bancroft y nunca fueron regresado a Nicaragua. Existe una colección Bancroft en una universidad en California. Los documentos enviados por el Presidente Cuadra no han sido identificados en esta colección.

Page 11: Mi Museo y Vos Mi MuseoNo28.pdf4 Mi Museo y Vos Mi Museo y Vos 5 Después de la batalla, el cacique, siem-pre que no hubiera acompañado a las tropas, salía a su encuentro. Si se

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terminó cuando Barrios recibió una bala en el corazón. Pero, ¿conocimos la to-talidad de este movimiento? Creo que no. Y una exanimación detallada de to-dos los documentos, de los campos de batalla y conocimiento de las armas y sus balas, solamente puede aumentar el conocimiento total de la historia del mo-vimiento liberal y las reacciones de sus opositores en América Central.

Otro ejemplo de investigación arqueoló-gica- La Batalla de Namisigue. En 1907, posiblemente por enojo entre el Presi-dente Zelaya y el presidente Bonilla, el ejército y nave de Nicaragua atacó Hon-duras y su aliado El Salvador. El esfuerzo de Santos Zelaya de establecer una aca-demia Prusiana en Managua, incorpora-ción de estrategia Prusiana en el uso de ametralladoras Maxim y cañones Krupp, fue complementado con el uso hondure-ño de mercenarios americanos, General Lee Christmas, Sam Dreben y Tracy Ri-chardson, como Castellón y Jerez habían hecho 60 años antes con William Walker. El resultado fue decisivo en Namisigue cuando el ejército nicaragüense, utilizan-do fuego de las ametralladoras destruyó los ejércitos de Honduras y El Salvador. El ejército victorioso de Santos Zelaya marchó por la calles de Tegucigalpa. Los cadetes del ejército salvadoreño se aca-baron. Poco se ha escrito en Nicaragua sobre la política exterior de Santos Zela-ya y esta batalla, y aún menos ha habido

escritos en Honduras y El Salvador so-bre esta batalla tan importante. Ubicado no muy lejos de San Marcos de Colon, el campo de la batalla de Namisigue está en parte intacto, como fue el campo de batalla de San Jacinto. La batalla del Litt-le Bighorn de Custer en 1876 fue clarifi-cada solamente después de un examen de donde pegaron las balas y donde se dejaron las conchas de cartuchos del ejército y de los indígenas. Todos los participantes del ejército murieron, nin-guno de los indígenas victoriosos podía escribir. Los arqueólogos, utilizando una metodología independiente de lo escrito finalmente determinaron lo que pasó en 19866. Y el conocimiento de cómo la in-fantería británica del duque de Welling-ton derrotó el olde guarde de Napoleón en la batalla de Waterloo fue terminado solamente cuando cavaron en los años 60 del siglo 20, en el sitio de la derro-ta, para desarrollar el concepto de bun-ching, o juntándose cuando se recibe mucho fuego mortal y las tropas perdie-ron su habilidad de responder. Ningún participante escribió sobre este fenóme-no y la base de datos escrita es pobre; los arqueólogos 150 años después lo averiguaron. Antes del 18 de junio de 1815 el olde guarde nunca había perdido un asalto. Los arqueólogos explicaron el por qué por primera vez Wellington pudo derrotarlos y terminar con la carrera polí-tica de Napoleón Bonaparte.

Para el futuro

Si se rechaza la santidad de la hagiogra-fía de la historia de un país en su forma inerte, se puede pensar de un proceso que incorpora la historia y la arqueología como dos bases de datos que se com-pletan. Se puede sugerir sendas para explorar:1. En Nicaragua la victoria de los libera-les en la Cuesta de Plomo, 1893. Es fácil detectar las balas de los protagonistas. Y el lugar es claramente identificado.2. Las guerras del fin del régimen de José Santos Zelaya, la guerra Mena y el ataque en Masaya de los Marines en Octubre, 1912.3. Los varios ataques de la catedral de León en los años 20 del siglo XIX y la Guerra de Espina.4. Medir cuáles edificios en Granada to-davía tienen balas en sus paredes, sa-carlas e identificar a qué época pertene-cen, especialmente el Ex-Convento San Francisco.5. Ver si hay restos de los ataques de indígenas en las ruinas de Santa María de Buena Esperanza y después Nueva Segovia.

En asuntos de arqueología marina, hay al menos cuatro que merecen consideración:1. Una lancha al otro lado del raudal El diablo, en el Castillo, Río San Juan. Se ve claramente merece estudio.

2. El almirante Fayssoux destruyó un barco de guerra Tico cerca de la bahía de San Juan del Sur. Con instrumentos modernos posiblemente se puede esca-near al fondo del mar y encontrarlo.3. En 1532, Pedro de Alvarado robó bar-cos y hundió al menos uno en la bahía de El Realejo. Merece una búsqueda y Alvarado dijo cerca de donde lo hundió. 4. En 1854, el General Ponciano Corral hundió un barco de los liberales cerca de la Isla Zapatera y la Isla de Muerto. Debe haber al menos restos de metal del bar-co en una zona fácil de examinar. 5. El historiador Alejandro Bolaños iden-tificó uno de los barcos de Vanderbilt, que tenía dos ruedas en lugar de una o dos hélices en la playa cerca de la Vir-gen, lo cual merece ser estudiado.

La historia y la arqueología de Nicaragua forman una unidad de base de datos so-bre el país que solamente pueden apoyar y completar una a otra. Al final, no pue-de haber contradicciones entre las dos. Cada una es el otro lado del otro. Por eso vale la pena en hacer los dos tipos de estudios para finalmente descubrir lo que pasó en Nicaragua y en América Central en el pasado.

6 Véase, Fox, Richard Allan Jr., Archaeology, History, and Custer´s Last Battle, University of Oklahoma Press, Norman, 1992. Y Keegan, John, The Face Of Battle, Guildford, Biddles, 1978, y Weller Jac, Wellington at Waterloo, Greenhill Books, London, 1992.

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Geoffrey McCafferty* y Carrie L. Dennett**

*Universidad de Calgary, Canadá.

**Universidad de Calgary y Museo de Arte de Denver.

El Horizonte Cerámico de Engobe Blanco del Postclásico Temprano de México y Centro América*

*Traducción al español: Nora Zambrana Lacayo

ace veinticinco años McCafferty y John Hoopes comenzaron una co-laboración para investigar la apa-

rente relación entre México central y la re-gión Gran Nicoya de Centro América. Este tema es el ímpetu detrás de la reciente investigación en el Pacífico de Nicaragua, y es también el fundamento del interés de largo plazo en la interacción entre las tie-rras altas y bajas durante el Epiclásico y

H Postclásico Temprano de Cholula, México. Un rasgo material que vincula estos dos tópicos es el uso de la decoración pintada policroma sobre vajillas de servicio engo-badas en blanco, especialmente relacio-nadas a vasijas periformes que fueron usadas probablemente para el consumo del chocolate. En este reporte documen-tamos dónde y cuándo aparece este com-plejo, seguido por una consideración de las posibles interacciones culturales.

En una reciente publicación, Leonardo Ló-pez Lujan (2013) se refiere a lo que según él, puede ser el primer artículo publicado sobre arqueología mesoamericana, que trata con el sitio de Isla de Sacrificios, Vera-cruz. El artículo incluía varias litografías de artefactos encontrados, incluyendo varias vasijas de lo que ha llegado a ser llama-do Isla de Sacrificios Blanco sobre Crema (Figura 1). Estas presentan decoraciones curvilineales pintadas en blanco (delinea-dos en café) sobre un fondo crema, con las decoraciones delineadas ocasional-mente con líneas finas incisas. Cerámica similar ha sido hallada en otros sitios en la región de la Costa del Golfo de Veracruz, incluyendo Cerro Montoso, y es fechada tradicionalmente en el período Postclásico Temprano (900-1200 d.C.).

McCafferty llegó a interesarse en las vajillas de engobe blanco estilo Costa del Golfo du-rante la investigación para su disertación, en Cholula (Puebla, México). Mientras que muchos de los policromos del Postclásico de Cholula fueron pintados sobre un en-gobe naranja, un gran porcentaje de los policromos del Postclásico Temprano pre-sentaban un engobe blanco. Estos corres-pondían al tipo policromo, originalmente descrito por Eduardo Noguera (1954) como `Policromo Mate´. Como resultado del aná-lisis de seriación conducido durante esta in-vestigación, se descubrió que las vajillas de engobe blanco policromos se fechaban en el período postclásico Temprano (fase local Tlachichualtepetl Medio/Tardío) (900-1200 d.C.). Dos tipos distintivos fueron identifi-cados: Cuaxiloa Mate Policromo, y Ocotlan Borde Rojo: variedad Cristina (Figura 2).

Figura 1: Blanco sobre Crema Isla de Sacrificios de Veracruz, México.

Figura 2: Cuaxiloa Mate Policromo y Ocotlan Borde Rojo: subtipo Cristina, de Cholula.

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Un contexto fechado con seguridad para estas vajillas policromas de engobe blan-co fue hallado por Sergio Suarez Cruz, en una bien sellada área urbana de San Pedro, Cholula (McCafferty 1996). Frag-mentos reconstruibles de Ocotlán: varie-dad Cristina fueron hallados mezclados con restos datados entre 900 y 1000 d.C. Estos policromos se asemejan cer-canamente a aquellos discutidos por Ló-pez Lujan para Isla de Sacrificios en tér-minos de decoración pintada, mientras que otros tienen iconografía parecida a la Maya, pero son hechos de fuentes de arcilla locales (Figura 3). Otro contexto excavado fue una plataforma de la Gran Pirámide que incluyó importaciones del Golfo, asociados con los policromos más tempranos en la secuencia, apoyando una sugerencia hecha originalmente por H.B. Nicholson (1982), que los policro-mos más tempranos estaban relacio-nados probablemente a influencias del Golfo.

Las vajillas de engobe blanco Isla de Sacri-ficios importadas, se distinguen fácilmente por la composición de su pasta muy fina,

careciendo de inclusiones obvias y que tienen un color blanco/crema, en contraste a la pasta Cholula que es de textura rela-tivamente tosca y de color café claro. No obstante, algunas de las decoraciones pin-tadas halladas en los policromos Ocotlán variedad Cristina, producidos localmente, es claramente reminiscencia del estilo del Golfo (Figura 4). Las variaciones Cholula, sin embargo, también incluyen patrones más diversos, incluyendo representacio-nes realistas de aves, octopi, y al menos, uno que muestra a un señor con un tocado de plumas elaborado.

El segundo tipo de vajilla de engobe blanco del postclásico Temprano Cho-lula -Cuaxiloa Mate Policromo- tiene un acabado menos lustroso, más mate, y los patrones generalmente consisten en un panel de motivos geométricos (Figura 5). Este tipo tiene una semejanza más cercana al tipo policromo Yanhuitlan Rojo sobre Crema de la región de la Alta Mixteca de Oaxaca (Figura 6). Yanhuit-lan Rojo sobre Crema también presenta un panel de motivos geométricos sobre engobe crema, y aparece primero en el

Postclásico Temprano y continúa a través del período Postclásico Tardío. Mientras que menores variaciones estilísticas del tipo en general, pueden distinguir a di-ferentes comunidades Mixtecas que son ubicuos en la Mixteca Alta. Estas no son halladas en la adyacente Mixteca Baja o en el Valle de Oaxaca. Notablemente el famoso policromo Mixteca no es introdu-cido hasta el período Postclásico Tardío, así que no está tan directamente relacio-nado a esta manifestación del Postclá-sico Temprano del horizonte de la vajilla de engobe blanco.

El horizonte de la vajilla de engobe blan-co en México central y la Costa del Golfo sigue siendo enigmático. Está vinculado al Postclásico Temprano, con los restos mejor fechados que vienen de Cholula. Este es un período asociado con la ocu-pación Olmeca-Xicallanca de la ciudad, un grupo que se creyó se había originado en la región sureña de la Costa del Golfo (McCafferty 2007). Ellos pueden haber sido étnicamente Maya, pero esta fue un área multiétnica donde se hablaban va-rios lenguajes al momento de la conquis-ta española. La interacción tierras bajas/tierras altas puede también relacionarse a las incursiones al sur de los del Golfo Maya, hacia las tierras altas comenzan-do cerca de 600 d.C. Los policromos de engobe blanco son muy limitados en su uso, y no están presentes en las partes más Nahua de las tierras altas centra-les, tales como la Cuenca de México o Morelos. En Tula, unos pocos ejemplos de vajillas de engobe blanco fueron ini-cialmente identificados como policromos Nicoya de Centro América (Healan 1988; Figura 7), pero recientemente han sido mas adecuadamente identificados como pertenecientes a la tradición policroma hondureña Las Vegas (contemporáneo con los policromos Nicoya).

Habiendo demostrado el desarrollo de las cerámicas de engobe blanco en Mé-xico, pasamos ahora a la otra manifes-tación importante de este horizonte de vajillas de engobe blanco de la región Gran Nicoya de Centro América. Gran Nicoya comprende el Pacífico de Nica-ragua y el Noroeste de Costa Rica. Ha

Figura 3: Ocotlan Borde Rojo: subtipo Cristina con motivos del Golfo.

Figura 4: Ocotlan Borde Rojo: subtipo Cristina. Figura 5: Cuaxiloa Mate Policromo.

Figura 6: Yanhuitlan Rojo sobre Crema, de la Mixteca Alta, Oaxaca.

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sido considerada grandemente como la frontera sur de la gran Mesoamérica (McCafferty et al. 2012), especialmente durante el período Postclásico. Los cro-nistas de la colonia temprana registraron los lenguajes dominantes de la región como dialectos del Nahuat (Nicarao) y Oto-mangue (Chorotega y Monimbo), y rasgos culturales a como también mitos de la migración claramente vinculados a los habitantes con México central y sur, y que el término identificador Chorotega es actualmente una derivación del término Choluteca. Notamos, sin embargo, que estas conexiones tradicionales pueden no estar tan claras a como se asumía originalmente. Mientras que es absoluta-mente razonable aceptar este argumento lingüístico, hay ciertos factores que no pueden ser pasados por alto o ignora-dos. Por ejemplo, Chorotega también fue el nombre de un jefe dominante al mo-mento de la conquista española, y que el término Choluteca tiene sus conexiones más fuertes (lingüística, étnica, y geográ-ficamente) en el occidente de Honduras, justo al norte del región Gran Nicoya.

La transición del Clásico al Postclásico, conocida localmente como la transición de Bagaces a Sapoá, presenta un cam-bio dramático en los tipos cerámicos, del uso de una superficie roja bien quemada al uso innovador del engobe blanco con decoración policroma. Las excavaciones recientes en el sitio El Rayo, proveen un contexto bien datado para esta tran-sición, mientras que unas 20 fechas de radiocarbono adicionales proveen una base sólida para una micro cronología

del desarrollo de las cerámicas de engo-be blanco desde 800 y 1250d.C. a lo lar-go del Istmo de Rivas. Numerosos tipos y variedades de la cerámica de engobe blanco han sido identificados basados en el tratamiento de superficie y elementos decorativos (Figura 8). Se ha estimado que Vallejo Policromo es lo más mexica-no en términos de elementos simbólicos, especialmente en el uso de los motivos de la serpiente emplumada (Manion y McCafferty 2013; Figura 9).

La asociación de las vajillas de engobe blanco de Gran Nicoya con cerámicas mexicanas ha sido grandemente recono-cida, datando desde los dos volúmenes

publicados por Samuel Lothrop Cerámi-ca de Costa Rica y Nicaragua (1926). La historiadora de arte Jane Day (1994) enlazó los policromos de Gran Nicoya a la algo ambigua tradición estilística Mix-teca-Puebla, aunque nada señala que pudo haber comenzado antes en Centro América que en México central.

El desarrollo de la tradición de la vajilla de engobe blanco es típicamente vista como el marcador del arribo de los grupos ét-nicos foráneos migrantes (mexicanos) al Pacífico de Nicaragua, porque estos no tienen antecedentes en forma madura antes de la llegada de los migrantes que vienen de México, sin embargo, ahora estamos mas inclinados a ver esta tra-dición como el fin resultante de la mez-cla étnica intensa que siguió (o durante el continuo) de la migración a la región. Este impacto humano físico estuvo pro-bablemente aparejado con los efectos de intercambio prolongado y/o interacción entre Gran Nicoya y la periferia sureste

Figura 7: Policromos ‘Nicoya’ de Tula, Hidalgo en el Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México.

Figura 8: Policromos de la vajilla de engobe blanco de Gran Nicoya.

Figura 9: Vallejo Policromo con imágenes de la serpiente emplumada. Foto (a) cortesía de Mi Museo, y (b) por G. McCafferty.

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mesoamericana (Honduras y/o El Sal-vador). El resultado parece representar una “ceramogénesis” que acompaña un desarrollo de la “etnogénesis Chorotega” que ocurre entre 600 y 800 d.C.

En el noroeste de Costa Rica, el desa-rrollo de Galo Policromo después de 500 d.C. (el primer policromo verdadero de la región) esta directamente vincula-do a desarrollos contemporáneos en el Valle del Ulúa de Honduras. La relación entre los Ulúa Policromo: clase Nebla, por ejemplo, y Galo: variedades Jaguar y Lagarto es innegable; formas de vasi-jas, color y toda la presentación están inextricablemente vinculadas (Figura 10). De hecho, las semejanzas mas allá de la emulación o copia, son probable-mente el resultado del intercambio de artesanos y/o entrenamiento; probable-mente alfareros de Gran Nicoya fueron entrenados en Honduras, por el conteni-do iconográfico que es verdaderamente indígena de Costa Rica. El argumento para su conectividad no descansa solo en las cerámicas. Durante este período también atestiguamos la aparición de espejos de mineral de hierro del período Clásico Maya y vasos de mármol estilo Ulúa (objetos de élite que son probable-mente el resultado de regalos de élites y formación de alianzas), encontrados en contextos arqueológicos en Costa Rica (Dennett y Blainey 2014; Dennett et al. 2008), a como también la fama de la manufactura del jade Post Olmeca en Centro América, con fuentes de materias primas que se creen son de la periferia sureste.

En el Pacífico de Nicaragua, la relación con Honduras continúa, pero en un mo-delo muy diferente de lo que vemos en Costa Rica. Galo policromo está siendo imitado allí, más que evolucionado a lo largo de la relación Guanacaste/Nicoya-Honduras vista tan fuertemente en Cos-ta Rica. El desarrollo de las tradiciones de policromos locales esta comenzando en el Pacífico de Nicaragua después de 600 d.C., no obstante, con ambos Belo y Momta Policromos (Figura 11) es-tán siendo generados en el sitio Ayala, justo al suroeste de la moderna ciudad de Granada (Salgado González 1996a, 1996b). Su conexión (en forma y esque-mas decorativos), sin embargo, parece estar más alineada con contemporáneos (período Clásico a Terminal/Epiclásico) desarrollos en la vajilla Copador del área del Valle de Copán.

Mientras que algunos de estos cambios fueron probablemente el resultado del de-sarrollo de lazos entre grupos distantes en

una esfera de interacción amplia, creemos que estos cambios repentinos, a como también el arribo de los migrantes más que las ideas/tecnologías, fue estimulado por un evento natural muy localizado –la devastadora erupción del Volcán Ilopango ca. 536 d.C. Esta masiva erupción tuvo impacto apocalíptico en la región de inci-dencia local de El Salvador, con impactos medioambientales subsecuentes dirigidos hacia el norte. No podemos ignorar la tem-poralidad de todos estos eventos concu-rrentes, y también se debe considerar el impacto de los otros eventos que siguieron en los siguientes cien años o más, inclu-yendo la disolución de la elite política de las tierras bajas sureñas Maya. Tomados en conjunto, estos eventos probablemente sirvieron como el ímpetu de una reconfigu-ración significativa del comercio existente/rutas de intercambio, a como también la actual migración de seres humanos fuera del área del impacto periférico.

Independientemente de los mecanis-mos, por 800 d.C. los grupos Chorotegas ocuparon la región Gran Nicoya y habían desarrollado la tradición de la vajilla de

engobe blanco local. Actualmente no te-nemos evidencia de vajillas de engobe blanco en ninguna parte en Centro Amé-rica (o Mesoamérica) en una fecha an-terior. De manera interesante, siguiendo los pasos de la “revolución Papagayo” se da la a aparición de los policromos Las Vegas en Honduras ca. 950 d.C. Apoyo para este argumento puede ser también hallado en el conocimiento tec-nológico diseminado desde Honduras, específicamente la producción de figuri-llas hechas con moldes, lo que también marca el comienzo del período Sapoá en diferentes manifestaciones.

Las variedades más tempranas de Pa-pagayo, Culebra y Serpiente, muestran afiliación con cerámicas mesoamerica-nas…y no necesariamente con aquellas de México (Figura 12). Hay suficiente in-fluencia material e iconográfica de Hon-duras y El Salvador que cuentan para estas primeras manifestaciones, espe-cialmente con respecto a la imaginería de serpiente y humana. Las variedades, Culebra como Serpiente están mas cer-canamente unidas a los tipos como Ulúa

Figura 10: Comparación de (a) Galo Policromo de Costa Rica y (b) Ulúa Policromo de Honduras.

Figura 11: Comparición de Momta Policromo de Nicaragua y Copador Policromo de Honduras.

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Policromo, vajilla Copador, y la tardía Las Vegas Policroma en el Clásico Terminal. La imaginería de la Serpiente Empluma-da, en su manifestación más temprana en Gran Nicoya, aparece más cercana-mente unida con la Visión Maya de la serpiente y aspectos estilísticos de la va-jilla Copador, que con la idea Postclásica de la serpiente emplumada a como es atestiguada en el tardío Vallejo Policro-mo. Esta re-evaluación de la temprana imaginería de la serpiente emplumada, y una re-orientación hacia la visión Maya de la serpiente, también esta ocurrien-do en la investigación mexicana central (Jordan 2013).

Los desarrollos considerados con mayor fuerza como más “mexicanos” en origen (Quetzalcoatl y Ehecatl) parece que fue-ron introducidos en el período Postclásico Temprano (ca. 1000 d.C.), y probablemen-te se ajustan bastante a la perfección con la estructura iconográfica de los indígenas Chorotega. Similitudes entre las vajillas de engobe blanco de Cholula y nicaragüen-ses son extremadamente cercanas en al-gunos casos, sin duda un factor significa-tivo en intentos tempranos para relacionar la tradición estilística (Day 1994; Lothrop 1926; McCafferty y Steinbrenner 2005). De hecho, los grupos mexicanos pudie-ron haber arribado como resultado de una nueva dominación de antiguas rutas de comercio, en ausencia de control u orga-nización del Clásico Maya. ¿Qué busca-ban? Probablemente cacao, plumas de quetzal, oro, etc. ¿Cómo vinieron? Pro-bablemente vía Pacífico (por agua y por tierra) y las costas caribeñas (por agua).

Una pista para esta conexión puede ser hallada en una de las formas de vasijas diagnósticas de la tradición de la vajilla de engobe blanco, por toda esta región pan-mesoamericana. Vasijas altas para beber estaban entre éstas, halladas en Isla de Sacrificios, Cholula, Tula, y en toda la re-gión Gran Nicoya (Figura 13). Creemos que estas fueron usadas para el consumo ceremonial de cacao –análisis de residuos de contenidos de vasijas periformes del cementerio en El Rayo están en ejecución para probar esta hipótesis. Si el patrón ge-neral de consumo de cacao está unido a la tradición cerámica de la vajilla de engobe blanco, entonces las regiones asociadas con los mitos históricos de la migración -Soconusco, El Salvador, y Gran Nicoya –todas áreas primarias de crecimiento del cacao. Quizás parte del ímpetu fue el con-trol económico de este valioso artículo.

El complejo cerámico de la vajilla de en-gobe blanco del Postclásico Temprano de Mesoamérica y la región Gran Nico-ya de Centro América es sólo: complejo. En la medida en que los investigadores continúen en la clarificación de las cro-nologías relativas de estas áreas, y en

Figura 12: (a) Papagayo Policromo: variedad Serpiente, (b) Dibujo de un detalle de Dintel 15 en el sitio Clásico Maya de Yaxchilán que muestra una visión de serpiente (Wikimedia Commons, http://commons.wikimedia.org/wiki/File:YaxchilanDivineSerpent.jpg#filelinks).

Figura 13: Vasijas de cacao de la vajilla de engobe blanco de la Costa del Golfo, Cholula, Tula, y Nicaragua.

la medida en que detallados análisis ico-nográficos exploren la dinámica de los contenidos simbólicos, las cerámicas de engobe blanco ofrecen importantes pis-tas en lo cultural, lo ideológico y las rela-ciones de intercambio que vinculaban a todas estas regiones a través del tiempo.

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Muebles antiguos de Mi Museo

Martha BarahonaGuía, Mi Museo

os muebles han existido desde tiem-pos remotos, no hay datos precisos del surgimiento, solamente se conoce

que datan desde los tiempos primitivos.

Los muebles antiguos varían mucho, de-pendiendo de la época de su fabricación, es por ello que existen varios estilos que son influidos por muchos aspectos tales como, la influencia del artista que lo di-seña, lo que impulsa al artista a innovar en la forma, entre otros.

En Mi Museo el señor Peder Kolind tiene una colección de muebles antiguos que comparte con la obra de arte arquitec-tónica. En ellos se puede observar la evolución del arte decorativa aplicada a

los mobiliarios como: sillones, armarios, mesa, baúl, espejos, vitrinas etc. sus di-seños se caracterizan por su estilo, tales como Jacobino, Luís XV, y datan de fina-les del siglo XIX y comienzo del siglo XX.

El armario es conocido al menos desde la época romana, en un principio sólo servían para contener armas, según in-dica su nombre, pronto se utilizó para guardar todo tipo de objeto.

A partir del siglo XVIII se construyen armarios vitrinas, y bibliotecas vitrinas, como dignos de salón y gabinetes.

En los corredores de Mi Museo se pue-den observar algunos de estos tipos de armarios, que posiblemente datan de más de un siglo de antigüedad (Fi-gura 1); la utilidad que desempeñaron estos armarios fue para guardar ropa, bisutería, hasta tenían compartimientos ocultos para documentos y dinero. Ac-tualmente se utilizan para guardar las diferentes enciclopedias.

En las instalaciones del museo se recibe la visita de un especialista de muebles

antiguos y conocedor de la historia que han tenido estos objetos, a él le impre-sionó uno de los muebles que se ubican en el primer corredor del museo, que por su diseño, decoración y acabado, corres-ponde a un mueble muy antiguo que po-siblemente data del siglo XIX (Figura 2); él afirma que en esta butaca existen ras-tros de desperdigo de balas, quizás por el hecho de que Granada pasó por con-tinuas guerras y la población ocupó mu-chos de estos muebles como barricada.

Estos muebles antiguos que están en Mi Museo parecen hablar por sí mismos, son ricos tanto en diseño como en mati-ces, tienen la particularidad de llevar or-namentaciones talladas a mano y patas torneadas, todos estos detalles fabrica-dos artísticamente los hacen ser únicos, por la calidez de confección.

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Figura 1: Armarios antiguos de Mi Museo.

Figura 2: Sillón antiguo de Mi Museo.

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Visitas a Mi Museo

En el segundo trimestre que este año, del 15 de Marzo al 15 de Junio, Mi Museo obtuvo un total de 3048 visitas, de las cuales 2025 corresponden a extranjeros, 264 nacionales y 559 estudiantes. Estamos contentos de recibir a los visitantes

de los diferentes lugares y realizarles un tour por las instalaciones del museo de forma gratuita.

A continuación el detalle de los países que visitaron Mi Museo:

Nicaragua 725Estados Unidos 694Costa Rica 181Reino Unido 136Francia 111Canadá 108Alemania 74España 42Holanda 38Dinamarca 32Italia 28Guatemala 25Australia 25Argentina 24Venezuela 23Puerto Rico 19Honduras 19México 15Suecia 14El Salvador 14Bélgica 13Finlandia 13Chile 13

Nueva Zelanda 12Suiza 10Hungría 8Paraguay 7Japón.7Polonia 6Austria 5Irlanda 5Colombia 5Brasil 4Luxemburgo 3Perú 3India 3Rusia 3Israel 2Grecia 2Panamá 2Portugal 1Barbados 1Ecuador 1China 1Corea del Sur 1República Checa 1

Los muebles antiguos son hechos de la madera preciosa del trópico de Ni-caragua, tales como: cedro real, roble, macuelizo, laurel, guachipilín, caoba, entre otras. Gracias a la extraordinaria habilidad de nuestros diestros artesanos es posible observar y conservar estos muebles, que son una verdadera obra maestra de arte nicaragüense.

También el museo posee una colección de muebles importados de Dinamarca, entre los que se destacan sillas y sillones de grandes diseñadores daneses, como por ejemplo los muebles del área de reu-niones conformados por la silla Serie 7 de Jacobsen, posiblemente una de las más famosas sillas nórdicas que representan el interiorismo escandinavo en todo el mundo. Sencilla, con un asiento de ma-dera y estructura metálica, se trata de la silla nórdica más vendida en la historia (Figura 3); también están los sillones de roble danés y cuero, diseñados por Borge Mogensen, ubicados en uno de los co-rredores del museo, donde los visitantes pueden hacer uso de ellos acompañados de una taza de café orgánico (Figura 4).

Figura 3: Juego de sillas Modelo 3107, también conocida como Serie 7. Colección de 1955 del arquitecto y diseñador danés Arne Jacobsen.

Figura 4: Sillones elaborados de roble danés y cuero. Diseñados por Borge Mogensen, colección de 1950.

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Mi Museo, Calle Atravesada 505, Frente a Bancentro. Granada, Nicaragua. Telf. (505) 2552-7614

E-mail: [email protected] de atención: Lunes-Domingo: 8:00 a.m. - 5:00 p.m.

Entrada gratuita. www.mimuseo.org

www.facebook.com/mimuseo.granada