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Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

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Obra temática sintetizada de Historia Naval.

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VOLUMEN II

Tomo I

Página

CAPÍTULO I (El Declive)………………………………………………………………………. 1

El Inicio….……………………………………………………………………….. 1

CAPÍTULO II (Guerras y Comercio)…….…....………………………………………………… 32

Gallos de pelea; botín: el Comercio.………..…………………………………… 33

Guerras continuadas.………………………..…….…....……………………….. 40

La Esclavitud……..…….…....…………………………………………………. 45

Siempre las Guerras y el Comercio…………………………………………….. 51

CAPÍTULO III (Lo Náutico: Ciencia y Aventura)…… …….…....…………………………….. 63

Las Marinas se profesionalizan……….………………………………………… 63

La calavera y las tibias….…………….…………………………………………. 74

Exploraciones científicas…………………............................................................ 85

Navegando en tiempos idos: Penurias y huéspedes indeseables………………… 99

CAPÍTULO IV (Las Revoluciones)……...…….…………........................................................... 109

Trece colonias fundadoras…….……………………………………………….. 109

Nueva Thalasocracia…….…....………………………………………………… 119

Tomo II

CAPÍTULO I (El XIX, un siglo revolucionario.)……………………………………………… 130

Ideologías……………………………………………………………………….. 130

Nace una Armada………………………………………………………………. 134

Política Inglesa en Sudamérica………………………………………………… 138

Resistencia a la ―Madre Patria‖………………………………………………… 140

CAPÍTULO II (Las Independencias de Iberoamérica)..………………………………………... 145

Las causas……….……………………………………………………………… 145

El peso de lo naval…….………………………………………………………... 151

Los Virreinatos y el Brasil……………………………………………………… 158

CAPÍTULO III (Iberoamérica Independiente).....……………………………………………….. 167

Consecuencias.….…………….…………………………………………….….. 167

Luchas fratricidas…….………………………………………………………… 169

CAPÍTULO IV (La ―Pax Británica‖)…………………………………………………………… 179

Nuevas Naciones……………………………………………………………….. 179

CAPÍTULO V (La vela: ―Ave Fénix‖).……...…………………………………………………. 200

Clípers y Barcas…………………….………………………………………….. 200

Yates………………………...………………………………………………….. 208

CAPÍTULO VI (Revolución Naval -I-)…………………………………………………………. 213

Canales………………………………….....…….. ……………………………. 213

Un gran salto tecnológico ……………………………………………………… 214

Transatlánticos………………………………….................................................. 225

CONTENIDO

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ÍNDICE DE ILUSTRACIONES……………………………………………………………………... 235

ÍNDICE DE MAPAS…………………………………………………………………………………. 238

Apéndices

CRONOLOGÍA…………………………………………..…………………………………………... 239

REFERENCIAS GEOGRÁFICAS ACTUALES, AL AÑO 2000…………………………………... 247

GLOSARIO…………………………………………………………………………………………... 256

PERSONAJES.……………………………………………………………………………………….. 294

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1

INICIO

pesar de la extensión territorial –

extraordinaria- del nuevo Imperio y de su

considerable pujanza económica, lo cierto es que las

señales de decadencia comenzaron a percibirse ya

en la época del Emperador Carlos. Las razones

fueron diversas. En primer lugar, estaban las

obligaciones familiares de la nueva Casa Real

española, los Austrias. Si la presencia en Italia, el

freno al Islam y la conquista de América formaban

parte del proyecto inicial español, la lucha contra

los príncipes alemanes o los problemas en Flandes

distaban mucho de ser necesarios para el

mantenimiento del Imperio. Sin embargo, estos dos

últimos aspectos absorbieron buena parte de los

recursos de un Carlos V obsesionado por acabar con

la Reforma de Lutero en Alemania o de un Felipe II

decidido a extirpar el protestantismo en los Países

Bajos. Esta fijación con los problemas dinásticos

propio de los Austrias, tuvo funestas consecuencias

para el futuro del Imperio español. Así, Carlos V,

por ejemplo, dedicó a combatir contra los príncipes

protestantes recursos que hubieran sido más

necesarios para contener a los piratas islámicos del

norte de África. De manera similar, una veintena de

años después, Felipe IV se vio arrastrado a la

Guerra de los Treinta Años, por problemas

territoriales –los del Imperio alemán- que tenían

escasa repercusión en los intereses hispánicos. Algo

similar puede decirse del modo en que el Imperio

español unió su destino a la defensa del catolicismo.

El papel de defensora de la Iglesia Católica tuvo un

coste excesivo para España que con esa actitud sólo

perjudicó sus intereses imperiales.

Los holandeses.

En el patrimonio de Carlos V estaban, como se

ha señalado anteriormente, los Países Bajos,

constituidos por 17 provincias que con el tiempo

irían a formar los modernos Estados de Holanda y

Bélgica, con idiomas, razas, costumbres y religión,

en general, diferentes; pero unidas geográficamente,

aún cuando no espiritualmente. Las del Norte,

llamadas propiamente Provincias Unidas, iban a

mantener un total antagonismo con el monarca

español y a protagonizar una contienda que habría

de prolongarse casi por un siglo hasta lograr su

completa autonomía.

En vida del Emperador, los Países Bajos iban a

estar sometidos enteramente a él, no obstante que

hubo de afrontar situaciones difíciles. Carlos V era

flamenco, de Gante (Bélgica), y tuvo el cuidado de

dejar el gobierno en manos femeninas, originarias

también de las mismas tierras flamencas. Esa

circunstancia y su avasallante personalidad, quizá

logró atenuar las aspiraciones de los que querían

para los Países Bajos una autonomía total,

especialmente libertad religiosa, sin la intolerancia

que fue la característica de la Corona Española en

todos aquellos dominios que mantenía por

diferentes troncos hereditarios. La reforma

protestante se iba extendiendo, y hacia el centro

europeo avanzaba avasallante, enrolando a altas e

importantes figuras de Alemania y Flandes.

Hasta 1555, año en que el Emperador los incluyó

en el conjunto de territorios que se dió a Felipe II,

no habían supuesto ninguna carga para España. Las

17 provincias reconocieron a Felipe II como

soberano, pero nunca fueron en ningún sentido parte

del imperio español ni tuvieron obligaciones

institucionales o tributarias con España. La solución

militar a los problemas en el norte desde 1560 se

hizo inevitable, particularmente cuando el rey supo

que algunos nobles calvinistas comenzaban a

establecer alianzas militares con los alemanes

luteranos; agravándose por el espíritu independiente

de las provincias. La rebelión no iba contra España,

pues en términos constitucionales no podía ocurrir,

ya que los Países Bajos eran un Estado soberano no

sometido a España. Su resistencia se dirigía contra

su soberano (que era el rey español) y su sistema de

gobierno. Al principio, los católicos, tanto el pueblo

como los nobles, fueron la columna vertebral de la

resistencia. De hecho, la ―guerra de los 80 años‖ fue

una guerra civil. El último capítulo de esta guerra

civil se escribirá mucho más adelante, en 1830,

A

CAPÍTULO I. (El Declive)

Page 8: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

2

cuando los católicos se levantaron en armas contra

la hegemonía protestante de la monarquía de los

Orange, se independizaron de Holanda y crearon el

Estado de Bélgica.

Los orígenes de la sublevación contra Felipe II

son de variada índole y significación. De todas las

causas que suelen señalarse como determinantes de

ella -dificultades económicas, edictos contra la

herejía, establecimiento de la Inquisición, creación

de nuevos obispados y odio a la intromisión

extranjera -acaso ninguna tenga tanta importancia

como la propia condición de Felipe II, en cuanto

defensor acérrimo de la fe católica. Las dificultades

económicas no las había creado él, sino su padre. Su

política religiosa -oposición a la herejía- no era otra

que la que le señaló Carlos V.

Pero es constante que existiesen otras muy

naturales y legítimas: el humano deseo de pueblos

de viejas tradiciones y culturas, trabajadores,

navegantes e industriosos, de salirse de la influencia

española, y deshacer una unión que era difícil

mantener, y que estaba reñida con las prácticas del

autogobierno; regidos, además desde lejos, por

monarcas que se mostraban antagónicos con las

ideas y sentimientos de los habitantes de los Países

Bajos, especialmente de sus cuadros dirigentes, en

donde se encontraban añejos troncos nobiliarios con

profundo arraigo nacional.

La salazón.

Una de las ramas de la economía más floreciente

y que contaba con gran tradición en Holanda y

Zelanda era la industria conservera y de salazones.

Vital para el bienestar de millones de europeos fue

el descubrimiento holandés de que los arenques

recién capturados y frescos se podían salar y

preservar de forma indefinida, simplemente al

apretar los pescados en barriles entre capas de sal.

Las hambrunas posteriores a las plagas en la Edad

Media, habían quebrantado la agricultura europea,

de modo que la introducción de grandes cantidades

de arenques salados holandeses, pronto condujo a

que se convirtiera en parte fundamental de la dieta y

en la fuente principal de proteínas por todo el

continente. Siendo su fuente primaria, la pesca, su

industria fue la primera en utilizar redes de

arrastre, en 1416; median hasta 110 metros de

largo y se montaban en popa.

Las materias primas empleadas en la salazón

eran básicamente dos: el producto a conservar y los

medios y adobos empleados para su conservación.

Los primeros solían ser quesos, mantequillas, carnes

y de manera especial, el pescado. Todos estos

alimentos los conseguían en sus territorios o en los

bancos de pesca cercanos a sus costas. En lo que a

elementos conservantes se refiere, la otra materia

prima indispensable, la sal, era el principal y casi

único producto conocido, sin la cual todo intento de

producción industrial resultaba vano. Con absoluta

carencia de sal en los Países Bajos, la suplían con la

que importaban de la Península Ibérica. Así, su

dependencia de Portugal y España, grandes

productores de sal, era evidentemente grande y más

al aumentar el volumen de producción de su

industria conservera.

En un primer momento y hasta prácticamente la

muerte de Felipe II, el tráfico salinero entre la

Península y los rebeldes se mantenía a pesar de la

prohibición, pues para las autoridades españolas era

difícil identificar cuales eran rebeldes y cuales

leales, sobre todo cuando los azares de la guerra

hacía que unas y otras ciudades cambiasen de mano

en poco tiempo, así como la facilidad con que

conseguían disponer de la documentación que les

acreditaban como leales, sin olvidar la ayuda

encubierta de los portugueses y el papel de

intermediarios que realizaban los franceses. La

política que Felipe II sostenía, relativa a la

conveniencia de tener abiertos los puertos españoles

a los súbditos de los Países Bajos, permitió a las

provincias aprovisionarse sin ningún obstáculo,

entre otras materias, de la sal necesaria para sus

industrias de quesos, mantequillas, y sobre todo de

carnes y pescados.

El lugar más fácil para ellos, por su situación

atlántica, era el de las grandes salinas de Setúbal en

Portugal y las de Sanlúcar, en Cádiz; sin embargo,

Page 9: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

3

la extensión de la sublevación en las provincias del

Norte vino a complicar la situación.

La política adoptada por Felipe II en sus últimos

años de vida, con relación a los rebeldes de los

Países Bajos, fue la del bloqueo comercial como

medio de sofocar su levantamiento, en el intento de

provocarles el estrangulamiento económico por

asfixia, al impedirles tal comercio, fundamento de

su economía. Al monarca le van a ayudar

enormemente a poner en práctica esta medida el

reunir en su persona las dos Coronas de la Península

Ibérica, y por tanto, sus colonias. La industria

conservera comenzaba a sentir los efectos, pues con

la llegada al trono de Felipe III se van a tomar

medidas más drásticas con respecto a la prohibición

de exportar sal a los rebeldes.

Fue en 1606 cuando el archiduque Alberto hizo

las primeras proposiciones de paz. Y en abril de

1607 se firmó un armisticio por ocho meses, y se

iniciaron en La Haya negociaciones tendientes a

lograr la paz en forma permanente. Las

conversaciones definitivas tuvieron efecto en

Amberes, en 1609. Finalmente el 9 de abril de 1609

se firmó una tregua de doce años, que si no puso fin

a la guerra, señaló la derrota de España y el

surgimiento de los Países Bajos como una nueva

potencia mercantil y marítima.

A pesar de la larga guerra que sostenían con

España, al llegarse a la tregua de 1609, ya habían

logrado adquirir una extraordinaria preponderancia

en la marina, lo que les permitía un activísimo

comercio. Su flota estaba reputada como la primera

de Europa, mayor aún que la inglesa, y sus hombres,

osados navegantes y hábiles comerciantes, habían

adquirido una gran prosperidad, que colocó a

Holanda a la cabeza de los estados económicamente

poderosos del continente. Era un pueblo culto, de

tendencias liberales, con hombres de mentalidad

abierta; trabajadores e industriosos. Además

abundaban los arquetipos de la alta cultura:

científicos, juristas, artistas...

El pensamiento "reformista" de los holandeses

chocaba con la marcada ortodoxia española, a pesar

de que no puede hablarse de intolerancia, ya que

ellos también, en repetidas ocasiones, dieron

muestras de la suya.

Comerciantes marinos.

En la última década del siglo XVI, Holanda

comenzó su expansión exterior. Con algo más de un

millón de habitantes y una reducida superficie,

(25.000,00 Km2) sus nativos realizaron un

desarrollo sorprendente. Comerciaron en el

Mediterráneo, en Rusia, y se atrevieron hasta la

lejana India. Las trabas para obtener las especias en

Portugal, los aventuraron a viajar al Extremo

Oriente. Navegaron desde el Mar Báltico hasta los

más remotos lugares del orbe. Lo hicieron, más

como empresas mercantiles que inclinados a fundar

un Imperio colonial, aunque sí lograron establecerlo

en el Oriente, a través de sus factorías. Mejoraron

las embarcaciones, crearon nuevas, y se aventuraron

al mar, como un siglo atrás lo habían hecho

portugueses y españoles.

El esquema del avance holandés hacia la

participación directa en el comercio con Asia, no

fue diferente del inglés Es cierto que los holandeses

se habían beneficiado en lo que los ingleses habían

sido perjudicados por el derrumbamiento del

mercado portugués en Amberes, porque los

primeros se habían hecho cargo de una buena parte

del embarque y distribución de las especias al norte

de Europa. Pero los holandeses sintieron el aguijón

de la hostilidad española antes y más agudamente y,

por consiguiente, se unieron también a la búsqueda

de un paso polar a Asia, y siguieron a los ingleses,

primero al Mar Blanco y luego a Levante. También

se les unieron en la actividad corsaria en el

Atlántico y en los ataques a los portugueses en el

África occidental. Pero a partir de 1585, cuando

Felipe II, acentuando su rigor, prohibió el comercio

con los puertos ibéricos, los holandeses se

encontraron mejor preparados que los ingleses para

emprender el aventurado viaje marítimo doblando el

cabo de Buena Esperanza hasta las islas de las

Especias. En capacidad económica, competencia

administrativa y experiencia naval, se encontraban

Page 10: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

4

más adelantados. Estaban también mejor

informados acerca de las rutas marítimas orientales

y de la estructura del comercio portugués en Asia.

Sus grandes compañías de comercio dieron

impulso definitivo al desarrollo holandés. Al

comienzo, la "aventura" fue personal o de grupos

reducidos, que se arriesgaban a emprender largos

viajes cuyo objetivo era el comercio. Para el caso,

lograban dinero de la poderosa banca de

Ámsterdam, que en manos de la burguesía,

estimulaba las empresas, y obtenía, a la postre,

magníficos rendimientos. No intervenía para nada el

Estado. Era un sistema en donde sólo actuaba la

iniciativa privada. Pero al observarse el éxito que

habían tenido estas pequeñas sociedades, y para

evitar ruinosas competencias, surgió la idea de

incorporar toda esa actividad y esfuerzo a una de

gran envergadura, y así vino a fundarse, en primer

lugar la Compañía de las Indias Orientales, creada

según el modelo de la inglesa East India Company,

teniendo el monopolio de todo el tráfico comercial

entre el Cabo de Buena Esperanza y el Estrecho de

Magallanes. En esta zona, tenia autoridad exclusiva

para firmar acuerdos, construir puertos fortificados

para tutelar sus intereses comerciales, e incluso para

declarar guerra; la Compañía construía sus buques

en astilleros propios y los armaba.

Este organismo no se limitaba a organizar el

comercio entre las colonias y la metrópoli, sino que

se convirtió pronto en una gran empresa en la que

los ciudadanos podían invertir sus ahorros. En 1609

se fundó en Ámsterdam un banco de cambio que

atrajo capitales de toda Europa, no tanto por los

porcentajes de interés, sino por la solidez financiera

de la Compañía, en una época devastada por las

bancarrotas de los Estados. Ámsterdam se convirtió

en el mayor centro financiero europeo. Los

banqueros holandeses recurrieron también a los

países extranjeros para pedir préstamos con que

contener la deuda pública.

Tras constituirse la Compañía de las Indias

Orientales, se fundó la Compañía de las Indias

Occidentales que si tuvo como meta especial

efectuar en el Nuevo Mundo idénticos negocios y

actividades que las desarrolladas por la de las Indias

Orientales, tuvo también para los holandeses una

finalidad posiblemente más elevada: abatir en los

mares americanos las flotas españolas que traían

para la metrópoli los recursos con que España le

hacía frente a la guerra de los Países Bajos. Porque

no otra cosa iba a tener lugar, especialmente en el

Caribe. Los holandeses habían comenzado a

navegar por los mares americanos desde finales del

siglo XVI y tenían un nítido conocimiento de la

naturaleza de sus costas continentales e insulares.

Sabían muy bien que la Flota de la Carrera de las

Indias llevaba el oro y la plata para España, así

como otros productos susceptibles de ser

negociados por la utilidad que representaban, y

conocían bien la ruta. Ser competidores de España,

en sus propios dominios, ponía a los marinos

holandeses en una situación de privilegio que

perjudicaba a la economía peninsular. Y si además,

podían abatir sus flotas, le asestaban golpes aún más

terribles a su economía, en constante mengua. La

Compañía de las Indias Occidentales cumplió

cabalmente ese propósito.

Y mientras las Provincias Unidas luchaban en su

propio territorio contra las fuerzas españolas, los

osados marinos holandeses, los cuales,

teóricamente, no debían desarrollar sino una acción

mercantil, merodeaban las posesiones españolas y

portuguesas de América, y causaban, en sus

incursiones piráticas, graves daños a los ibéricos.

Sin duda, esta Compañía ejerció un poderoso

coadyuvante en la acción guerrera, y favoreció los

designios de los Países Bajos en su larga lucha

independentista. Por eso, su emancipación está

vinculada en no poca parte al éxito de las

Compañías de Comercio.

Las primeras incursiones holandesas en el mar

de las Antillas fueron en 1599 con objeto de

garantizarse sal de los vastos depósitos de Araya, en

la costa de Venezuela. Como la sal era un

conservante vital en su floreciente industria

arenquera, los holandeses no tardaron en enviar 10

barcos al mes a Araya. Y a este comercio le

sumaron el de las pieles y el tabaco... al igual que

Page 11: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

5

algún ataque esporádico a barcos mercantes

españoles. Los holandeses se volvieron más

temerarios a medida que quedó más claro que

España no podía patrullar su inmenso dominio; los

planificadores holandeses calcularon que por una

inversión de dos millones y medio de florines en

barcos y hombres, podían adquirir una colonia —

Bahía, en Brasil— que les aportaría ocho millones

de florines al año en concepto de azúcar, tabaco,

algodón y madera. La expedición holandesa, que

totalizaba 26 navíos con 450 cañones y 3.300

hombres, sorprendió a Bahía en mayo de 1624.

Mientras las tropas holandesas tomaban las baterías

de tierra, los buques de guerra hundían o capturaban

todos los navíos del puerto. Al anochecer, la

bandera holandesa ondeaba en la ciudad. Los

españoles la recapturaron un año después cuando

atacaron con la mayor flota jamás vista en el Nuevo

Mundo: 52 naves armadas con 1.185 cañones y

12.566 hombres. Los holandeses ocuparon después

a Pernambuco, manteniéndose en posesión de gran

parte de la costa durante veinticinco años. A la vez,

persistieron en acosar a los barcos mercantes

españoles; en 1628 consiguieron uno de los más

grandes botines de la historia al capturar en las

afueras de Cuba cuatro galeones de la flota tesorera

española, con un cargamento valorado en 15

millones de florines. Los holandeses no sólo

invadían las regiones del Caribe y del Atlántico,

puesto que desde el principio del siglo intentaron

azotar con regular fortuna también las costas de

Chile y del Perú. Desde un tiempo antes se habían

hecho presentes en la costa norte atlántica de

Norteamérica y habían fundado en 1612 la ciudad

de Nueva Ámsterdam, que se llamó Nueva York

cuando fue cedida a Inglaterra en 1667.

Independencia holandesa.

En la guerra de los Treinta Años se va a

dilucidar la composición del tablero político de

Europa. No se trata en ella de resolver el

antagonismo entre católicos y protestantes, sino de

alcanzar el fin perseguido por las grandes potencias,

de consolidar, según su conveniencia, un sistema

europeo de naciones. Los ejércitos españoles logran

éxitos resonantes, pero en el combate naval de las

Dunas -1639- y en el terrestre de Rocroi -1643- la

suerte les es adversa y en la paz de Westfalia -1648-

España ha de reconocer la independencia de las

Provincias Unidas.

En el proceso de decadencia política y

económica que afectó a toda la Europa occidental

después de esa guerra, España es la más

perjudicada. El desgaste humano soportado en el

curso de 40 años seguidos de esfuerzo político y

militar, y su inferioridad estructural económica en

relación con Inglaterra, Holanda y Francia,

mediatizan de raíz la posibilidad de una

recuperación nacional al ritmo con que se produce

en esos países. La secesión de Portugal en 1640

rubrica el cúlmen del fracaso político español en

Europa.

En 1650 los holandeses no sólo habían

conquistado su independencia de España sino que

también llegaron al Nuevo Mundo para quedarse.

Las islas de Curazao, Saba, San Martín y San

Eustaquio eran colonias holandesas muy

florecientes. Y esas posesiones ayudaron a

convertirlos, sin ninguna duda, en los mayores

comerciantes del mundo. Dotada de grandes

recursos financieros, Holanda alcanzó en el siglo

XVII su mayor expansión colonial. Los intereses

coloniales holandeses se concentraron sobre todo en

el continente asiático y en el África, en cuyo

extremo meridional se fundó en 1652 la ciudad de

El Cabo, óptima base naval en la ruta de Indias.

Tras la guerra entre Holanda y Portugal (1641-

1651), el Brasil retornó a los portugueses en virtud

del Tratado de Paz de La Haya (1661).

En los enfrentamientos con Portugal, Holanda se

adueñó en 1661 de la isla de Ceilán, y

posteriormente de la ciudad india de Cochín. Más

hacia el Este, el imperio holandés comprendía las

islas de Indonesia, la península de Malaca y el

archipiélago de las Molucas, de donde los

holandeses arrojaron a los demás pretendientes

europeos.

Page 12: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

6

Más bien que dominar, Holanda controló los

principales puertos para conservar el monopolio de

los productos destinados a los mercados. En efecto,

los holandeses dejaban el gobierno de los territorios

interiores a los soberanos locales, a condición de

que les reconocieran el derecho exclusivo de

comercio.

Innovación en la Táctica naval.

Durante siglos, la táctica naval no evolucionó.

Eran enfrentamientos frontales, determinados por el

tipo principal de nave -la galera, impulsada a remos-

para empeñarse en combate. Las escuadras

adoptaban la formación de media luna o su inversa,

con los extremos como tenazas. Esta táctica tiene su

máxima expresión en el siglo XVI, en la batalla de

Lepanto, en 1571.

Transcurrido casi un siglo, el peso de la lucha en

el mar gravita en el Atlántico. Las naves a vela, y

las mixtas, a vela y remo, montan artillería en sus

costados, en uno o más puentes. Se mantiene la

clásica formación en media luna, hasta que el

Almirante holandés Tromp, en 1639, enfrentado al

español Antonio de Oquendo, en la batalla de las

‖Downs‖ o Dunas, adopta por primera vez la

formación cerrada en línea de fila, para aprovechar

el fuego artillero de los costados de sus naves.

Este Almirante holandés es uno de los más

grandes tácticos navales de la Historia y él fue quien

implantó que la ―línea de fila‖ – que hasta entonces

había sido un dispositivo de marcha de las escuadras

de galeras e, igualmente, de las naves de vela –

pasara a convertirse en ―línea de batalla‖,

presentando al enemigo una larga muralla de bocas

de fuego, aprovechando la potencia artillera de un

costado de todas las naves de su escuadra. Así,

contuvo en el primer día de batalla al español

Oquendo, sin permitirle que éste, con su escuadra en

―línea de frente‖, pudiera envolverle. Esa táctica de

Tromp, fue la que aceptaron rígidamente los

ingleses y, posteriormente, todas las naciones

marineras, durando, prácticamente, siglo y medio.

Pero... todos olvidaron otra táctica que también

Tromp ejecutó contra Oquendo, al segundo día de la

batalla de las Dunas. Busca a los españoles, que se

hallaban fondeados cerca de la costa inglesa y

cuando éstos adoptan la clásica ―línea de frente‖

compuesta, – en donde las divisiones situadas en los

extremos, las ―alas‖, en un momento dado, intentan

envolver al contrario – Tromp ataca con su escuadra

formada en ―columnas de línea de fila‖, ó sea, cada

una de ellas, con las naves en el clásico dispositivo

de ―marcha‖, manteniendo tal formación cada

División hasta penetrar la línea frontal enemiga por

dos puntos, procediendo al pasar, a ir envolviendo

por partes a los barcos contrarios, haciendo valer

una superioridad de fuego parcial, de dos ó tres de

sus naves, por cada una de los enemigos, mientras

su segundo, De Witt, atacaba con la suya,

externamente, a la escuadra española, que se

encontró bajo dos fuegos.

De esta segunda táctica de ataque, que repetiría

en ocasiones posteriores contra los ingleses, - y que

necesitaba de una gran coordinación y

entendimiento por parte de los capitanes y

tripulaciones de toda la escuadra - todos los Mandos

navales se olvidarían, igualmente, por siglo y

medio... hasta que otro gran innovador, Nelson, la

pondría nuevamente en práctica, llevándola a un

grado superior de excelencia en Trafalgar, logrando

que se tomara como ejemplo de maniobra de

combate, y rindiendo el justo homenaje a su

antecesor, el gran táctico naval: Maarteen Tromp.

Equilibrio de poderes.

Continuaba, aún en escala pequeña, la

desmembración del vasto imperio español de

ultramar. Hasta ahora habían sido, bien territorios

continentales aislados, ora pequeñas islas casi

desérticas; sin embargo, en lo que a éstas respecta,

su situación estratégica era indispensable para los

planes de las naciones marítimas de Europa, en

franco y poderoso desarrollo. La conquista de

Jamaica, una de las grandes Antillas, realizadas por

poderosas expediciones inglesas a partir de 1655,

señala el punto culminante del resquebrajamiento

Page 13: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

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del dominio insular español. Su ocupación

definitiva se efectuó mediante una expedición orga-

nizada por Oliverio Cromwell en 1654, al mando

del Almirante Penn, logrando desembarcar y

terminar la conquista de la isla a partir del año

siguiente. A pesar de los quebrantos que sufrieron

en los años primeros de esta conquista, es lo cierto

que no obstante la resistencia española, la isla pasó

a ser posesión definitiva de Inglaterra.

Las Antillas Menores -abandonadas por los

españoles- pasaron a manos francesas y

holandesas. Desde 1639 basta 1655 la Compañía

de las Indias Americanas fundada por el Cardenal

Richelieu, ocupó las islas de San Cristóbal,

Guadalupe, Martinica. Dominica y San

Bartolomé. Por su parte, los ingleses,

establecieron sus factorías en Barbados, Antigua,

Bermudas, Jamaica y Bahamas a lo largo del siglo

XVII.

A partir de la segunda mitad de ese siglo, el

declive español y el fracaso en el renacer de la

Armada francesa, significó mayor preponderancia

relativa de ingleses y holandeses y afectaba a un

área geográfica más grande que la de cualquier otra

potencia naval en el pasado.

Entre los estados ribereños de los mares

interiores europeos, Báltico y Mediterráneo, se

produjo un equilibrio de poder, porque en último

término éste dependía de las nuevas potencias de la

Europa atlántica.

Los cambios de carácter local, más radicales, se

produjeron en el Báltico; Dinamarca había sido

desde antiguo la potencia naval dominante en este

mar, pero el rey sueco Gustavo Adolfo construyó

una Armada para proteger sus comunicaciones y

controlar los puertos prusianos.

Después de la muerte de Gustavo Adolfo, la

Armada sueca continuó creciendo, logrando acabar

con la supremacía danesa, si bien ambos bandos

tenían en sus flotas unidades holandesas. La

supremacía local en el Báltico pasó a los suecos, y

éstos intentaron ejercer un control absoluto en ese

mar, cosa que habría sido fatal para la hegemonía

comercial holandesa.

A partir de 1649 los holandeses apoyaron a los

daneses y en 1658 su flota acabó con las ambiciones

del sueco Carlos X.

Los ingleses sintieron siempre envidia del poder

naval holandés en el Báltico, y también iba contra

sus propios intereses permitir que algún poder local

se alzara con el control absoluto. De ahí que el

equilibrio de poderes que se consolidó a partir de

1659, se debiese a la habilidad con que ingleses y

holandeses, apoyados en sus poderosas flotas,

supieron mantener aquella zona bajo su influencia.

Los propios holandeses calculaban en 1636 que

tenían unos 4.500 a 4.800 barcos, con un tonelaje

conjunto cercano a las setecientas mil toneladas, es

decir, cuatro o cinco veces más que Inglaterra.

Si en el Mediterráneo sólo los barcos

fuertemente armados podían navegar con garantías

de seguridad, la situación en el Mar del Norte y en

el Báltico era muy distinta. Los mercantes surcaban

las rutas comerciales bálticas y escandinavas. Esta

posición preponderante se debió, en parte, al eclipse

de la capacidad de las ciudades de la Liga

Hanseática para ejercer un poder efectivo, ya fuese

individual o colectivamente; su participación en el

comercio del Báltico empezó a declinar en el siglo

XVI.

¿Y el Mediterráneo?

Setenta y nueve años después de Lepanto, en

1650, los turcos empezaron a usar flotas mixtas, de

remo y de vela, pero sufrieron una severa derrota en

los Dardanelos en 1656 contra Venecia, perdiendo

cuarenta y seis naves y cuarenta y siete galeras. Sin

embargo, los venecianos fueron incapaces de

mantener un bloqueo efectivo de los Dardanelos y

nunca pudieron controlar el Mar Egeo de manera

efectiva, mientras que el esfuerzo para mantener sus

barcos en el área contribuyó a su eclipse como

potencia marítima y comercial. Si ingleses y

holandeses hubiesen llevado toda su potencia naval,

o incluso parte de ella al Mediterráneo, habrían

podido imponerse a cualquier potencia local. Todo

lo que necesitaban, como demostraron el almirante

Page 14: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

8

inglés Blake y el holandés De Ruyter, era poder

utilizar puertos que las rivalidades locales les

habrían facilitado. Pero el equilibrio del comercio

marítimo local se había desplazado mucho antes de

llegar a la segunda mitad del siglo XVII. Durante el

largo período de tregua oficial entre España y los

turcos, a partir de 1580, los barcos ingleses y

holandeses cruzaban el Mediterráneo, cada vez en

mayor número; no sólo dominaban el comercio

entre la Europa mediterránea y la noroccidental,

sino que capturaban cada vez mayor número de

barcos dentro de la zona. A partir de 1604, ingleses

y holandeses se dedicaron tanto al comercio como a

la piratería, siempre que surgía la ocasión,

convirtiendo el Mediterráneo en lugar inseguro para

la navegación. Los corsarios ingleses y holandeses

solían tener sus bases en Túnez, Trípoli y Argel y

los magrebíes, más tarde, siguiendo su ejemplo,

pudieron inaugurar una edad de oro de los piratas de

Berbería que en su momento de mayor apogeo

llegaron a tener 150 barcos. Surcaban el

Mediterráneo y el Atlántico hasta Cabo Verde,

Islandia y las Azores, aunque normalmente solían

concentrarse frente al estrecho de Gibraltar y frente

al canal de la Mancha.

Pero incluso después de que la primera

generación de capitanes corsarios abandonase la

zona, la piratería no fue exclusiva de las gentes de

Berbería; los duques de Saboya y Toscana

facilitaron bases para los corsarios en Villafranca y

en Livorno, mientras la Orden de Malta apresaba

barcos sin pararse a considerar de quiénes eran. En

estas condiciones sólo barcos fuertemente armados

como los de la Compañía inglesa de Levante,

podían navegar tranquilos y, por lo tanto, los que

más sufrieron fueron los mercantes de los países

ribereños, especialmente los venecianos. Venecia se

veía muchas veces incapaz de proteger su comercio

en el Adriático, de los corsarios que operaban en la

zona. La piratería contribuyó a debilitar a Venecia y

a hacerla cada vez más dependiente de las flotas

mercantes y de los astilleros del norte de Europa

para su comercio. Estas potencias del Norte

aumentaban su comercio mientras declinaba el

veneciano y, a la larga, consiguieron obligar a los

corsarios del norte de África a respetar los barcos

que enarbolasen bandera inglesa y holandesa; a

mediados de la década de los años cincuenta, ambas

potencias tenían escuadras en el Mediterráneo

parcialmente destinadas a este objetivo.

Inglaterra había fundado su propia Compañía

de las Indias Orientales en 1601. En 1612, los

ingleses iniciaron su política colonial en la India

aprovechando la crisis interna de los Estados

indios, fundaron Madrás, enclave que en los años

sucesivos se convirtió en el centro vital de las

actividades comerciales de la Compañía inglesa,

que más tarde se estableció en Bombay y Calcuta

Ante el recelo inglés, Francia también

comenzó a fundar sus colonias en la India -

Pondichéri, Chandernagore-. A comienzos del

siglo XVIII, la influencia francesa se había

extendido por gran parte del país, lo que llevó a

ambas potencias a mantener continuas

hostilidades por lograr su supremacía en la zona.

La lenta agonía del siglo XVII

Mientras, en la América española, la agonía del

Sistema de Flotas comenzó tan pronto como dejaron

de transportar los dos artículos claves que

justificaban su existir: la plata americana y los

artículos suntuosos para los criollos. Las remesas de

metal argentífero empezaron a decrecer desde 1620

y llegaron a restringirse extraordinariamente a partir

de mediados del siglo XVII. Las causas que

motivaron esta disminución, constituyen uno de los

temas más polémicos en la historia de América.

Sean cuales fueren (crisis de producción minera,

reinversión de los capitales mineros en la

agricultura, mayores necesidades administrativas y

defensivas, o fuga de numerario a Asia) lo

indudable es que las flotas transportaban cada vez

menos plata a su metrópoli.

La otra circunstancia fue que España perdió el

monopolio de introducir artículos suntuarios en

América, pues aparecieron competidores ingleses,

franceses y holandeses, que los llevaban a mejores

Page 15: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

9

precios, ya que no tenían que pagar tantos

impuestos, ni los gastos de las flotas. La inmensa

costa atlántica americana se prestaba además

favorablemente al contrabando, suministrando

infinidad de radas, calas y pequeñas bahías en las

que era muy fácil realizar las introducciones ilegales

(incluso contaban frecuentemente con la

complicidad de las propias autoridades).

El contrabando había comenzado a operar bajo

tutela inglesa durante la segunda mitad del siglo

XVI, pero no adquirió dimensiones alarmantes hasta

un siglo después, cuando contó con el apoyo de

Jamaica (conquistada por los británicos en 1655) y

de las numerosas islas ocupadas en el Caribe por los

franceses, holandeses, daneses y hasta suecos (Cu-

razao, San Thomas, San Eustaquio, Islas Vírgenes,

etc.).

Desde ellas pudieron suministrar sus

manufacturas europeas a los criollos, sin necesidad

de utilizar a los españoles como intermediarios.

Los monopolistas sevillanos empezaron a distan-

ciar cada vez más las flotas y a restringir sus

arqueos, únicas medidas con las que imaginaron

resolver el problema de la competitividad foránea.

No sirvieron para nada, pues mientras más

distanciaban las flotas, más dejaban el terreno

abonado al contrabando, que seguía inundando el

mercado americano. Las Flotas salieron cada dos

años, luego cada tres y finalmente cada cuatro o

cinco años. El problema fue peor para la Flota de

Galeones o Tierra Firme que para la Flota de Nueva

España. Así, durante los últimos veinte años del

siglo XVII sólo hubo cuatro Flotas a Tierra Firme

(lo que da una periodicidad promedio de una cada

cinco años) y nueve a Nueva España (2,2 por año).

El pensamiento que pudiera servir de colofón a

tal situación lo escribió un cronista de Marina: ―la

miseria del oro mató la riqueza del trabajo y

ahuyentadas de la Nación, la industria, la agricultura

y todas las Artes útiles, tuvo en breve que servirse

de su oro para comprar en otros pueblos lo que ella

había perdido‖.

Page 16: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

10

“A la defensiva”.

Después de 1590, las fuerzas defensivas de las

Indias fueron todas reforzadas tanto en tierra como

en la mar, a pesar de la necesidad urgente de barcos

y de tropas en Europa.

Las primeras obras fueron realizadas por

Antonelli, el mejor ingeniero militar de la época, en

las inmensas fortificaciones de Puerto Rico, el

bastión de barlovento de la defensa del Caribe, no

tanto por la importancia directa de la plaza para los

españoles, como por la necesidad vital de impedir

su uso a los enemigos de España.

Al mismo tiempo se mejoraron las

comunicaciones entre las bases del Caribe con la

provisión de rápidos navíos de aviso.

En realidad, y como era de esperar en una nación

que había ido perdiendo la mentalidad marítima

que tanto habría necesitado, el esfuerzo defensivo

se concentró en las fortificaciones que se fueron

construyendo en las desprotegidas poblaciones de

las costas.

Sobre la capacidad de los ingenieros militares,

no cabe duda. Fortificaciones como las de

Cartagena de Indias, que culminan en el castillo de

San Felipe, la obra de arquitectura militar más

grandiosa que España elevó en tierras americanas,

asombran hoy a quienes las visitan.

Como la debilidad de la defensa del comercio

radicaba en los puertos y en el tráfico local

más que en las mismas rutas de navegación el

Consejo de Guerra de Felipe II opta por construir un

sistema de fortificaciones en los puertos más

importantes.

Fueron realizadas por el maestre de campo Juan

de Tejada y el ingeniero Bautista Antonelli, en

Puerto Rico, Santo Domingo, La Habana, San Juan

de Ulúa/Veracruz, Puerto Cabello, Portobelo, La

Florida, Araya y Cumaná.

Estas, confieren una solidez defensiva que antes

no tenía el disperso conjunto de enclaves españoles,

separados por largas distancias y escasamente

poblados. Pero adolece de la falta de apoyo

estratégico de una Armada que acose en la mar a los

intrusos y acuda a los lugares atacados cuando este

hecho se produzca.

Page 17: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

11

Page 18: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

12

La eficacia de las defensas terrestres se

manifiesta en las contadas vulneraciones de la

seguridad de los puertos, defendidos ante los

ataques de Escuadras y tropas de desembarco

fuertemente armadas, y confirman la incapacidad de

asentamiento en permanencia de los agresores, pese

a intentarlo en más de una ocasión.

Su validez es notoria cuando los habitantes de

las plazas defendidas tienen voluntad de oponerse a

los agresores, -piratas, corsarios o contrabandistas,

que todas estas formas adoptan, según se

presentaran las circunstancias-, pero es ineficaz

cuando prevalece el espíritu conservador del

comerciante y del colono, o cuando entre las gentes

cunde el pánico y prefieren pagar el rescate exigido

por los agresores antes que arriesgarse a combatir.

Cartagena había sufrido el ataque de los

franceses en 1543, cuando sólo había en ella una

casa de piedra, la del Gobernador. el de 1559,

cuando contaba únicamente para la defensa con tres

docenas de arcabuces y algunas picas.

El ataque del inglés Hawkins en 1568, cuando la

ciudad tenía solamente dos cañones que se llevaban

de un sitio a otro para hacer creer que eran más; y el

victorioso ataque de Drake en 1586, que decidió a

Felipe II a elaborar su Plan de Defensa del Caribe y

a enviar al ingeniero Antonelli para construir las

fortificaciones, que si en el nuevo ataque de 1697

fallaron ante el ataque del barón De Pointis, se debe

a que faltó un hombre con la actitud adecuada,

como lo fue Blas de Lezo, medio siglo después.

Hay que resaltar que las obras de defensa fueron

lentísimas e insuficientes. Frecuentemente, bastante

de ellas terminaban por ser, en la práctica,

vulnerables, no por su construcción, sino porque,

por ejemplo, eran más aparentes que reales; los

Page 19: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

13

cañones se encontraban inservibles, ya que la

humedad corroía las piezas y destrozaba las cureñas

de madera; escaseaban los proyectiles y la pólvora,

sin que los repuestos llegasen a tiempo y siempre

insuficientes, por el defectuoso estado de la

Hacienda y las limitaciones del transporte.

En cuanto a las guarniciones, ni siquiera cuando

empezaron a enviarse tropas -y esto fue muy

tardíamente- se libraron de abusos como el de

las plazas muertas, dotadas para personal militar,

pero que de hecho servían para pagar a veteranos,

mutilados y misioneros, o a simples mantenidos.

Podemos añadir que las pagas llegaban con

retraso de años; que menudeaban las deserciones,

sobre todo entre los soldados llegados de la

península, pero sin que faltasen entre los naturales

del país; que la disciplina era pobre.

Nunca se acabó de superar la idea, de raíz

medieval, de que la defensa correspondía a los

vecinos durante dos siglos y medio España ocupó la

provincia de Venezuela y sus dependencias, sin

tropas de línea.

La participación habitual de los ciudadanos era

la monetaria. Se atendía a los gastos de las

guarniciones con cargo a dos conceptos: la cuota de

avería, que pagaban proporcionalmente los que

enviaban mercancías a la península y se destinaba a

los gastos de traslado de los soldados, y el llamado

―situado‖, que cubría los gastos de estancia de las

guarniciones y estaba a cargo de las Cajas Reales de

los territorios, las cuales funcionaban con las

deficiencias que se ha mencionado.

En el período histórico que cubre desde fines del

siglo XVI y principios del XVIII, la Monarquía

española desarrolló el primer modelo de defensa

marítima de ámbito mundial.

La aspiración constante de los americanos fue el

mantenimiento de una o más Armadas permanentes

en sus costas. Llegaron a existir la Armada de

Barlovento, en el Mar de las Antillas, la Armada del

Mar del Sur y dos más, creadas y sostenidas por los

comerciantes: la Armada de Nuestra Señora de la

Guía, en el Pacífico, y la de Nuestra Señora del

Rosario o de Vizcaínos, en el Caribe.

Desgraciadamente, la historia de todas, es

análoga: intentos que inmediatamente resultan

fructíferos, pero que en seguida se agostan por el

desgaste natural de barcos y tripulaciones sin que se

hagan las necesarias reposiciones y hasta por

medidas oficiales que las desbaratan.

Contra la amenaza de las grandes Armadas

corsarias se realizan intentos para organizar la

Armada de Barlovento destinada a dar cobertura

naval al área caribeña.

Pero a la falta de disposición de los comerciantes

para sufragar los gastos de esta armada y a las

grandes demandas de dinero de la política europea

de Felipe II, se suman la dificultad técnica de

elección de medios y despliegue de las

naves –mayormente, por causa de la acción

persistente de los vientos en una misma dirección–

en la región para su mejor defensa y a la falta de una

estructura adecuada para hacerse cargo de su

organización.

La ineficacia, en este caso, del Consejo de Indias

y las competencias adminis-trativas indianas

entorpecen la toma de una resolución defensiva que

se hará efectiva en 1641, años después de perderse

en Matanzas la flota de Nueva España con su

cargamento de plata, que le sirve al gobierno

holandés para cubrir los gastos de la guerra que

sostiene contra la Monarquía hispánica.

La necesidad de naves para atender a las

exigencias de guerra en Europa y proteger el tráfico

hará que la Armada de Barlovento se dedique más a

proteger la Carrera de Indias que a la defensa naval

del Caribe y más tarde, sus naves fueron poco a

poco enviadas a reforzar la Armada del Océano, con

la que acabó fundiéndose en 1647, aunque más

adelante renaciera con fortuna desigual.

Se reinicia, sin mejorar, al principio del siglo

XVIII (4 naves formaban la Armada; en 1719,

8 naves con aceptable artillería).

Para ese entonces, se crea en 1735 el ―Batallón

de Barlovento‖ de la Infantería de Marina, destinado

como guarnición a la plaza de Veracruz y el castillo

de San Juan de Ulúa. Regresa a España al

suprimirse la Armada de Barlovento.

Page 20: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

14

Reorganización

A principios del siglo XVIII, con la subida al

Trono español de Felipe V, en 1701, de la dinastía

de la Casa de Borbón francesa (era Duque de

Anjou), reconocido por los reinos europeos en 1713

como Rey de España. Se inicia un período de

reorganización, cuyo resultados, abarcarán casi un

siglo, tanto en la Metrópoli y sus posesiones en

Europa, como en los dominios de Ultramar

(América y Asia). Estos cambios afectarán tanto al

ámbito civil como al militar.

El que profundizará en los mismos, con gran

visión, será su hijo, Carlos III, quien, con respecto a

América, terminará con el monopolio comercial de

la Casa de Contratación, liberalizando el comercio

marítimo, mejorará sensiblemente la Adminis-

tración y determinará las fronteras del Imperio en

América, con el Reino de Portugal, usando para

estos fines a militares de prestigio y conocimientos,

del Ejército y la Armada.

En el campo militar se potencio y reorganizó, y

en cuanto a América y Asia, se crea el llamado

Ejército de Ultramar.

Page 21: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

15

Ejercito de Ultramar

En el siglo XVI la defensa de los territorios en

América la efectuaban los ―encomenderos‖, colonos

e indígenas en forma bastante anárquica; más tarde

se fueron creando las ―Milicias‖ locales.

A fines del siglo XVI y durante todo el XVII se

construyen las fortificaciones, de las cuales ya

comentamos y es cuando se empieza el envío de los

primeros soldados profesionales para guarnecer esas

fortificaciones con la ayuda de las Milicias locales.

Pero es en el siglo XVIII, en el reinado de Carlos

III cuando se procede a la organización del que se

llamará ―Ejército de Ultramar‖, empezando por

Reglamentar (Reglar), a las Milicias Provinciales,

como un ―Ejército de Reserva‖ con los deberes y

beneficios de las tropas profesionales.

Se crean las llamadas ―Unidades Fijas‖ para que

guarnezcan y defiendan los puntos más importantes.

También, con alguna regularidad y sobre todo en

épocas de crisis bélicas, se envían Unidades

Peninsulares profesionales, que en muchas

ocasiones, ceden parte o todos sus efectivos a los

Regimientos Fijos.

Así se fue consiguiendo un ejército extra-

peninsular, que puede considerarse divido en cuatro

categorías:

1.) Ejército de Dotación; Regimientos y

Batallones adscritos a un lugar determinado, de ahí

el llamarse fijos.

2.) Las tropas peninsulares profesionales (su

misión consistía en reforzar los puntos que se

consideraban amenazados.

3.) Las Milicias Reglamentadas (Regladas);

Milicias Provinciales de Blancos, Pardos y

Morenos.

4.) Las Milicias Urbanas de Blancos, Pardos y

Morenos, descendientes de las antiguas Milicias

gremiales o locales; su misión era, principalmente,

de Orden Público y sólo en caso muy especiales se

convertían en tropas auxiliares de las Milicias

Regladas y Cuerpos Fijos.

Page 22: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

16

Los Virreinatos

Estas disposiciones militares estaban enmarcadas

dentro de las organizaciones Político-Adminis-

trativas del Imperio en Ultramar, cuya máxima

expresión era la figura del Virrey que representaba,

en nombre del Rey la máxima autoridad en los

territorios que gobernaba; sólo la Justicia escapaba

de su competencia, siendo las Audiencias y sus

Tribunales los que dirimían los pleitos o causas de

determinados territorios siendo además, asesores del

Virrey, Capitanes Generales y Gobernadores. En

estas divisiones territoriales, sometidas a estos

mandatos, la Unidad básica, al igual que en la

Metrópoli, fué siempre la Provincia, que incluso

determinaba, tanto los límites internos de

Gobernaciones, Capitanías y Virreinatos, como los

propios Dominios del Monarca.

Page 23: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

17

La figura del Virreinato es muy tempranera en el

Imperio Ultramarino. El de Nueva España (actual

México) se crea en 1534. De él dependían, sobre

todo en lo económico, la Capitanía General de

Filipinas, la de Cuba, las Gobernaciones y

Comandancia Generales de Santo Domingo y

Puerto Rico y, además las Provincias de Florida y

Luisiana. Durante casi todo el tiempo, las

Capitanías Generales siempre gozaron de bastante

autonomía.

Como ejemplo, podemos referirnos a la

Gobernación de Caracas, que a partir de 1777, (ya

separada en 1742 por Orden Real del Virreinato de

la Nueva Granada) se le otorga con total autonomía,

la figura de la Capitanía General de Venezuela,

agregándole las Provincias de Cumaná (Nueva

Andalucía) – Maracaibo – Guayana – Isla de

Margarita y Trinidad, ratificando tal Institución, que

en el devenir histórico provenía desde 1528.

Page 24: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

18

En 1543 se creó el Virreinato del Perú (al

principio llamado Nueva Castilla). Dependía de él,

muy frágilmente, la Capitanía General de Chile,

dado que en la práctica actuaba en forma autónoma.

En los inicios del siglo XVIII, reinando ya Felipe

V, el primero de la Dinastía Borbónica, es creado en

1717 el Virreinato de Nueva Granada, se vuelve a la

situación anterior en 1723 y se restablece tal

Virreinato en 1739, año en que se le agrega la

Capitanía General de Panamá y finalmente, en 1776

el Virreinato del Rio de La Plata.

En 1782 se establecieron las Intendencias,

modificadas por la Instrucción de 1786, teniendo

jurisdicción sobre las cuatro ramas de la

Administración: Hacienda, Justicia, Policía y

Guerra. Los Intendentes estaban sometidos en parte

a la autoridad del Virrey.

Page 25: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

19

Las “llaves”.

España concibe la defensa de América contra la

agresión externa, en la defensa de sus ―llaves‖. Las

principales llaves del sistema defensivo español de

América son: Cartagena de Indias, llamada ―Llave

del Reino del Perú‖, Cuba ―Llave del Nuevo Mundo

y Ante Mural de las Indias Occidentales‖, y Puerto

Rico ―Llave de Las Antillas‖.

Metafóricamente la palabra ―llave‖ denota en el

léxico militar del siglo XVIII, ―la plaza fortificada

que está generalmente en la frontera y que tomada

deja pasar al enemigo‖. Así mismo, ―el punto

vulnerable de una posición‖.

El conjunto defensivo se basaba en tres grandes

zonas estratégicas; presentaban una importancia

diferente; el Caribe era la fundamental, el Pacífico

combinaba con la anterior y La Plata, complemen-

taria de ambas.

El énfasis de la estrategia defensiva se puso por

tanto, en la zona estratégica del Caribe, verdadero

centro de enlace de todo el Imperio; esta zona

basaba su supervivencia en la integridad del arco

antillano que formaba una zona protegida, un

verdadero mediterráneo cuya seguridad era esencial

para garantizar las comunicaciones entre enclaves.

Si el arco antillano se quebraba, saltaba todo el

mecanismo defensivo americano. De ahí los

enormes esfuerzos diplomáticos y medios humanos

y materiales destinados a su protección y

conservación.

Las defensas costeras estaban conformadas por

a) Grandes complejos fortificados con murallas,

Fortalezas, Castillos y Fortines; b) Fuertes y

Castillos; c) Fortines y Presidios; además, Reductos

con Baterías (cañones en mayor o menos número,

con sus sirvientes artilleros y de protección, situados

en diferentes puntos.

En el interior de los Territorios y en los ríos

(principalmente, en sus desembocaduras, se

erigieron, sobre todo, Fortines y Baterías) y en los

Territorios en expansión, puestos militares llamados

―Presidios‖, entre los cuales, muchos darían origen

a pueblos y ciudades.

En el presente trabajo están marcadas la mayoría

de las defensas costeras con flechas de colores,

correspondientes a su importancia como defensas

fortificadas. Flechas rojas para las de Primera

categoría, verdes para las de Segunda y el resto

negras. No aparecen los lugares donde se situaban

Reductos y Baterías, ni tampoco los Presidios en los

territorios en expansión y exploración.

Page 26: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

20

Zona estratégica del Caribe, conformada por un

triángulo con vértice norte en San Agustín de la

Florida, oeste en Veracruz y sur en Cartagena de

Indias; la hipotenusa de este triángulo la

conformaba el gran arco antillano con las plazas de

La Habana, Santiago de Cuba, Santo Domingo y

Puerto Rico. Se accedía desde el Océano Atlántico

al Caribe, atravesando la hipotenusa por los

llamados Paso de la Anegada, entre las Islas

Vírgenes - Saint Croix, y Saint Martin – Saba; el

Paso de la Mona, entre Puerto Rico y Santo

Domingo y el Paso de los Vientos, entre Haití y

Cuba

Lateral a la hipotenusa, siguiendo por las costas

de Tierra Firme, en las venezolanas, se encontraban

fortificaciones en Maracaibo, Puerto Cabello, La

Guaira, isla de Margarita, Cumaná, Península de

Araya e isla de Trinidad.

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21

Page 28: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

22

Desde San Agustín (fuerte de San Marcos), en la

Florida, en el arco costero del Golfo de México

hasta Veracruz, entre las diferentes fortificaciones

de mayor o menor entidad, se encontraban la

situadas en Galveston (Texas), las muy importantes

de Pensacola y Mobila (río Misisipi – Louisiana) y

la imponente de San Juan de Ulúa, en la bocana del

puerto de Veracruz.

De Veracruz, hacía el Sur, estaban también las

de Alvarado –Coatzacoalcos- Antón Lizardo

y en Yucatán, las de San Francisco de Campeche,

Baterías, Laguna de Término, Sisal, San Felipe de

Bacalar y en la isla del Carmen.

La Zona estratégica del Pacífico de carácter

costero, constaba de dos enormes segmentos, el

primero con centro en Acapulco que ocupando toda

la zona de Pacífico mexicano.

En Monterrey enlazaba con el extremo oeste

de la línea de Presidios de las Provincias internas,

uniéndose por el sur en Panamá con el

segundo gran segmento cuyo corazón era El Callao,

en Perú.

Page 29: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

23

Y al otro lado del Océano Pacífico, desde

Acapulco, el ―Galeón de Manila‖, cuya ruta era el

cordón umbilical del comercio con Asia. (Ver

Volumen I – Tomo II – Capítulo III – Tema: El

“Mar del Sur” pág. 185), con grandes

fortificaciones en las Filipinas: Manila y Cavite.

Multitud de pequeñas guarniciones a lo ancho y

largo del gran archipiélago

Page 30: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

24

En América Central, en sus vertientes Caribeñas

y del Pacífico las de San Felipe y Santo Tomás del

Golfo Dulce, San Fernando de Omoa, San Fernando

de Martina e Inmaculada Concepción de Río San

Juan. Al llegar a Panamá, las de Nombre de Dios y

Portobelo.

De Acapulco a Panamá, en el Pacífico ambas

con fortificaciones, se encontraban las situadas en

Honduras.

Page 31: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

25

En la Nueva Granada, Río

Hacha, Santa Marta y la

formidable de Cartagena de

Indias, que cuidaba el acceso al

―Reino del Perú‖.

Page 32: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

26

Después de Panamá, Guayaquil, en

Ecuador; en Perú, Tumbes, Paita,

Trujillo, Pisco y El Callao; seguían en

Chile las de Valparaíso, Concepción y

Valdivia, isla de Juan Fernández y en

el archipiélago de Chiloé

Page 33: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

27

Page 34: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

28

La Zona estratégica de La Plata, tenía

como misión cerrar la desembocadura del

río de La Plata, desde Montevideo a

Buenos Aires, prohibiendo así la

utilización de esta vía natural de

penetración en el cono sur americano.

Se encontraban en el Uruguay, las de

Montevideo, Maldonado y Sacramento, y

en Argentina: Buenos Aires, Barragán,

fuertes de la Patagonia y en las islas

Malvinas.

Page 35: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

29

Siendo sumamente antigua la aparición de las

banderas, durante mucho tiempo fueron usadas en

demasía, por diferentes líderes, nobles, ciudades,

etc. Según sus características (corte de la tela, forma

de la misma… fueron llamadas pendones, oriflamas,

banderolas, jirónes, estandartes, pabellones,

guión…) Con la aparición de los Reinos, la llamada

―Real‖ era de superior dimensión y el Escudo

mostraba la Heráldica de la Dinastía reinante.

En España, con la Casa de Borbón, desde 1707

cada Cuerpo militar tenía dos banderas, con ciertas

diferencias en sus adornos siendo más lujosa la

llamada ―Coronela‖, que sería portada por el Primer

Batallón. Las banderas Borbónicas en territorios

bajo los dominios de esa Casa (Francia, España,

Nápoles, Toscana y Sicilia), eran todas de color

blanco; sólo se diferenciaban en el Escudo.

Si en el reino de Francia, en su centro,

predominaba la Flor de Lis, en el Reino de España

lo eran los Bastones de Borgoña en forma de aspa

(Cruz de San Andrés).

Sin embargo, Carlos III, para evitar co

nfusiones en las naves españolas con respecto a las

francesas y para que los nuevos colores se distingan

claramente en el horizonte marino, emite un Real

Decreto de 28/05/1785, en donde los colores, en

franjas, serían rojo y amarillo para la Marina

Militar; el 20/05/1786, en un nuevo Decreto se

extienden esos colores a las ―plazas marítimas, sus

castillos y otras cualesquiera de las costas‖. En la

Marina Mercante los colores y las franjas serán

similares, pero sin el Escudo Real. Las Ordenanzas

Navales de la Armada en 1793, amplían su uso para

cualquier punto que dependa de la Marina.

Estas disposiciones de ambos tipos de bandera,

blanca (con cruz de San Andrés) y la roja y amarilla

para la Marina se mantuvieron por 58 años, aún

cuando ya habían aparecido desde la Revolución

Francesa, banderas nacionales, con el nacimiento

del Estado-Nación.

Por Real Decreto del 13/10/1843, en España se

daba unidad a la enseña nacional, considerando la

de los colores rojo y amarillo que ostentaba la

Marina como la Bandera Nacional.

Page 36: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

30

El planteamiento de las tres Zonas Estratégicas

que tuvieron vigencia por bastante tiempo y de las

que ya hemos hablado, sus adversarios coincidieron

punto por punto en esas apreciaciones, y así, durante

la última parte del siglo XVI, y los siglos XVIII,

estas llaves serán atacadas en reiteradas oportu-

nidades, logrando los ingleses tomar la isla de

Trinidad y asentándose en Las Bahamas y Jamaica,

para intentar neutralizar parcialmente a Cuba y

Puerto Rico. Fracasarán en la neutralización de

Cartagena de Indias y las ―llaves‖ venezolanas, aún

cuando se acercarán a las orillas del Orinoco y su

desembocadura, al apoderarse sin esfuerzo del

Territorio Esequibo. Los franceses y holandeses

lograrán apoderarse del rosario de islas que

conforman las Antillas Menores, dominando uno de

los costados que conforman el Mar Caribe, además

de Curazao, Aruba y Bonaire, islas pertenecientes al

igual que Trinidad, a la Capitanía General de

Venezuela.

La defensa naval en el Mar del Sur se confió

durante muchos años a la lejanía de Europa y al

temor que infundía el estrecho de Magallanes,

desconocido y sometido a unas condiciones

meteorológicas infernales, hasta que en 1578,

Francis Drake, provisto de información hidrográfica

de aquella región, se arriesgó a navegar en ella e

inesperadamente vulneró la seguridad del Pacífico

con un pequeño bajel armado con artillería, sin

encontrar oposición alguna. Las disposiciones

defensivas cursadas desde España a consecuencia de

este hecho dieron origen a la Armada del Mar del

Sur, cuyo potencial languidecía durante los años que

transcurrían sin que hicieran aparición los corsarios

y se activaba cuando éstos aparecen de pronto y

están ya fuera del alcance de los galeones de esta

Armada, aprestados precipitadamente para darles

caza.

En el sur del continente se hace un intento -

extraordinario para las posibilidades materiales del

siglo XVI- de fortificar y establecer una colonia en

el estrecho de Magallanes para controlar el paso de

naves enemigas, pero fracasa dramáticamente. Sin

embargo, la existencia de la Armada del Mar del

Sur y el escarmiento que de vez en cuando sufren

los piratas -como sucede en 1594 con la derrota y

captura de Richard Hawkins y con los fallidos

intentos holandeses de afincamiento en las costas

peruanas al filo del siglo XVI y principios de XVII-

parecen suficientes para mantener la vigilancia en el

Pacífico meridional, olvidando que esas aguas son

el acceso forzoso a este océano, y que la presencia

de una Armada operativa (recordemos la idea de

Sarmiento de Gamboa), habría disuadido del

traslado de la bucanería del Caribe a esta región en

la segunda mitad del siglo XVII.

España fue siempre reacia a recurrir al sistema

del corso. Por grandes que fuesen las deficiencias de

los reyes hispanos, no concebían en participar

económicamente en los resultados de las piraterías,

como hizo Isabel de Inglaterra, o alentando a los

piratas, como hicieron los cardenales Richelieu y

Mazarino. Había además el inconveniente de que,

mientras los barcos españoles y las ciudades

costeras constituían una tentadora presa para los

corsarios enemigos, los establecimientos franceses,

ingleses y holandeses de América y sus naves

representaban una pobre empresa. Y, una vez más,

hay que registrar la egoísta oposición de los

beneficiados por el monopolio del comercio,

temerosos de que si España armaba a corsarios,

éstos pudiesen hacerles competencia. Sin embargo,

la fuerza de las circunstancias hizo que se llegasen a

conceder patentes de corso, sobre todo en la

segunda mitad del siglo XVII, con excelente

resultado.

El que los comerciantes ingleses de Jamaica

viesen que su propia arma se volvía contra ellos, fue

el argumento más convincente para que se

decidiesen a reaccionar contra la piratería que hasta

entonces habían alentado.

A pesar de los pesares...

Corsarios y piratas hicieron daño, pero mucho

menos de lo que hace pensar el relato de sus

atrocidades. Recordemos las cifras sobre las

pérdidas de navíos: sólo el 1.5% por la acción de

Page 37: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

31

barcos enemigos; las otras pérdidas lo fueron por las

tempestades. En cuanto a las ciudades saqueadas y

destruidas, al poco tiempo los piratas las

abandonaron y sus habitantes las rehicieron, y

aquellos no se aventuraron a penetrar, sino algunas

leguas tierra adentro. Verdad es que en general

tampoco pretendían más que sorprender, saquear y

escapar, pero es que cuando ellos o las potencias

que los protegían intentaron otra cosa, generalmente

fracasaron. Fundar establecimientos permanentes

era la finalidad de las expediciones sobre Panamá en

1595; sobre Guayana y el Orinoco, en 1595 y 1617;

de la Gran Armada que Cromwell formó en 1654;

en el Yucatán en 1685, de los escoceses en 1698 en

el Darién...

Todo lo que lograron, como resultado de esos y

de otros intentos, fue la ocupación temporal de la

Florida por los hugonotes franceses en el siglo XVI

hasta que acabó con ellos el Adelantado Menéndez

de Avilés, y la pasajera estancia de los holandeses

en el Brasil durante el siglo siguiente; con carácter

permanente, la ocupación de algunas de las

pequeñas Antillas, de Jamaica y Bélice en la

América central y de Guayana en la meridional;

sencillamente porque estaban abandonadas por los

españoles o mínimamente defendidas.

Page 38: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

32

CAPÍTULO II (Guerras y Comercio)

Page 39: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

33

GALLOS DE PELEA; BOTÍN:

EL COMERCIO

os primeros años del siglo XVII

encontraron a Inglaterra comprometida en

una feroz competencia por la supremacía con su

principal rival comercial y marítimo: la exuberante

y joven república holandesa del otro lado del mar

del Norte.

Excepto por la expedición a Cádiz en 1596, en la

cual cooperaron los holandeses, Inglaterra no tiene

mucho que mencionar después de la campaña de la

Armada Invencible en 1588 y cuya derrota fue

motivada más a los propios errores de los españoles

y a ciertos imponderables, que a la habilidad de los

ingleses. Durante este período, los holandeses

tomaron el control de los mares para el comercio y

la guerra; se apoderaron del comercio levantino que

quedaba en el Mediterráneo y les disputaron a los

portugueses el monopolio de las Indias Orientales y

a los españoles el de las Occidentales. Eran

reconocidos por esa época como los mejores

marinos del mundo.

Como los recursos del país eran completamente

inadecuados para mantener a la población, su vida

dependía del mar. Desde sus miriadas de canales,

que separaban cada diminuta comunidad de la otra,

los holandeses ganaron una feroz independencia v

desarrollaron una vigorosa rivalidad entre ciudades.

Al controlar las desembocaduras de los grandes ríos,

dominaron el comercio de Europa. Con sus

incontables queches de pesca amasaron fortunas

gracias al mar. Y al prolongar su genio náutico hasta

los confines de la Tierra, construyeron un imperio

mercantil que de manera creciente fue la envidia de

los ingleses. En 1644 disponían de más de 1.000

naves que se podían usar como buques de guerra

para defender sus intereses, y 6.000 barcos más

pequeños que se empleaban para la pesca y el

transporte interior. Y éstos, estaban tripulados por

80.000 de los mejores marineros del mundo.

Aunque los recursos holandeses para la

construcción de barcos eran muy superiores a los

ingleses, su capacidad para transformarlos en barcos

de guerra eficaces era limitada. Lo bajo de sus

costas y bahías hacían necesario buques de fondo

plano, las célebres ―urcas‖, más ligeramente

construidas que las naves inglesas y menos

marineras en aguas profundas. Sus flotas mercantes

eran las arterías de la nación, pero esas arterías

debían pasar a través del Canal o de lo contrario,

por el norte de Escocia. Las dos vías estaban

abiertas a los ataques de los ingleses que mantenían

la posición interior. El hecho de tener que proteger

un gran volumen comercial y que Inglaterra

interceptase las principales rutas que nutrían su

comercio en el Báltico, fueron dos fuertes escollos.

La administración naval holandesa tenía el

inconveniente de la descentralización y dispersión

en cinco Almirantazgos y de la fricción existente

entre las provincias. Los barcos ingleses eran mucho

más grandes, estaban construidos más sólidamente e

iban armados con cañones más pesados.

El acto que final e irrevocablemente empujó a

los dos rivales a la guerra fue una intolerable

extensión del reclamo británico a la soberanía de los

mares. Los británicos tenían unidad de gobierno

bajo la férrea mano de Cromwell que le dedicó su

atención a la marina. Fue doblado el número de

buques y los nuevos eran el producto de la mejor

habilidad en el diseño y en el trabajo de

construcción. Inglaterra, bajo el gobierno de

Cromwell siguió una política, cuya consigna era:

―es necesario arruinar a Holanda de cualquier

manera y por cualquier motivo‖.

Guerras anglo-holandesas.

En 1651, el Consejo Inglés de Estado aprobó un

Acta de Navegación, por la cuál todo el comercio en

los puertos ingleses se reservaba a los barcos

construidos en suelo inglés y propiedad de los

ingleses, con una dotación en su mayor parte

británica. Además, la flota inglesa estaba autorizada

a atacar barcos extranjeros que se negaran a arriar

sus banderas al encontrarse con un buque de guerra

británico. Los holandeses asumieron que el acta iba

dirigida directamente contra ellos y sin duda, con

L

Page 40: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

34

razón. Ciertamente reforzó el antiguo reclamo de la

soberanía, y les proporcionó a los buques de guerra

ingleses una excusa legal para disparar primero y

preguntar después.

En ese punto, los holandeses comenzaron a

prepararse de lleno para la guerra. A los ingleses les

resultó obvio que los holandeses tenían intención de

mejorar su posición. Por su parte, los ingleses

parecían igualmente preparados para la prueba de la

fuerza, y dieron la impresión de que rememoraron

en busca de agravios. Salieron a la luz todos los

viejos celos comerciales, que desfilaron en los

panfletos de la prensa. Un populacho encendido

demandó el fin de la pesca holandesa cerca de las

aguas británicas y se puso en contra del comercio

holandés en el Báltico. Así, los casi vecinos de los

holandeses se mostraron realmente agresivos, ya

que los ingleses también deseaban beneficios de los

océanos.

De manera inevitable, esas ambiciones rivales

condujeron al choque de las armas. Y cuando

aconteció, la guerra tuvo proporciones titánicos. El

campo de batalla fue el mar, y las armas fueron algo

que nunca antes había existido: grandes Armadas

compuestas de buques de guerra propiedad del

Estado, navíos específicamente diseñados para el

combate, que llevaban cañones de un gran poder

destructor, manejados por marineros profesionales

que se lanzaban al combate con una táctica

estipulada y ensayada de antemano. Lo que también

fue nuevo era la institución en tierra conocida como

el Almirantazgo, que sirvió para hacerse cargo de

astilleros, arsenales y buques proveedores con una

jerarquía que emitía órdenes y se ocupaba de tratar

con las violaciones de las reglas.

Las batallas entre los ingleses y los holandeses,

que tuvieron lugar en tres breves pero intensas

guerras, la primera de 1652 a 1654, la segunda de

1665 a 1667 y la tercera de 1672 a 1674, fueron las

más igualadas de toda la historia naval. Si los

ingleses fueron los grandes innovadores del diseñó

naval en los siglos XVI y XVII, los holandeses

fueron expertos en cartografía naval. De hecho, tan

superiores eran sus mapas de la época, que los

ingleses los usaban para navegar por sus propios

estuarios y costas... y para librar sus guerras con los

holandeses. A veces se llevaban la mejor parte los

holandeses, otras los ingleses; a menudo luchaban

hasta que ambos bandos quedaban demasiado

exhaustos para seguir peleando.

Hubo confrontaciones limitadas y a mucha

distancia de sus respectivas metrópolis, pero como

cabía esperar, fue la competencia por las especias lo

que primero hizo entrar en conflicto a los ingleses y

holandeses. Bajo el acuerdo alcanzado en 1619 por

los comerciantes de la Compañía de las Indias

Orientales con base en Ámsterdam y sus dos

contrapartidas británicas en Londres, los holandeses

concedían a los ingleses permiso para instalar una

factoría en Amboina, cerca de las islas Banda, un

oscuro archipiélago que se extiende al sur de las

Molucas, a 400 kilómetros al sur del ecuador y 600

fuera de la desolada costa septentrional de Australia.

Pero los acuerdos alcanzados en Londres y

Ámsterdam no siempre controlaban los nervios en

los cálidos trópicos casi del otro lado del mundo,

donde la mezcla de aislamiento, extrañas y

espantosas enfermedades y costumbres

desconocidas fomentaban especiales animosidades.

Las raíces del conflicto anglo-holandés se

remontaban siglos atrás, hasta la misma naturaleza

de los dos países y sus pueblos. Holanda no tenía

muchos recursos naturales. Era una tierra baja y

pantanosa, a merced constante del mar invasor, y

solo podía sustentar una pequeña población

agrícola. Pero estaba bendecida con una enorme

ventaja estratégica: se extendía de forma oblicua a

una red de ríos que parecían provenir de todas

partes, haciendo que por un lado Holanda fuera un

portal al interior de Europa y por el otro, a los

océanos del mundo.

Aprovechando dicha ventaja, a medida que el

comercio mundial de Europa crecía y se expandía,

los holandeses aprendieron a hacer que la

abundancia de otros fuera una bonanza para ellos.

En Ámsterdam, Leiden, Haarlem, Gouda y quizás

otra media docena de ciudades con poblaciones de

20.000 a 40.000 habitantes —el grupo de ciudades

Page 41: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

35

con mayor densidad de Europa—, los holandeses

salaban el pescado sacado de aguas inglesas,

construían barcos con madera talada en el Báltico,

blanqueaban lino hilado en Alemania, procesaban la

sal extraída de Francia, después, de Portugal y

España, y refinaban especias traídas de las Indias

Orientales.

Así los holandeses habían prosperado a lo largo

de las eras, aunque estuvieron gobernados por una

serie de monarcas extranjeros: por los borgoñeses,

los Habsburgo de Austria y por último, por Felipe

II, también de la Casa de Austria y rey de España.

Con el Tratado de Paz en 1648, las siete provincias

del norte de Holanda obtuvieron la independencia

de España tras ochenta años de guerra. A partir de

ese momento, el genio holandés para el comercio no

conoció límites.

La chispa que hizo estallar el conflicto fue

cuando una escuadra inglesa se encontró con un

convoy holandés, protegido por sus barcos de

guerra, comandados por el almirante Martin Tromp,

el ―Viejo‖. Los ingleses reclamaron el homenaje a

su pabellón y los holandeses se negaron,

produciéndose el combate, siendo derrotados los

ingleses y su almirante, Blake. Tromp iza una

escoba en su palo mayor, queriendo significar que

había barrido de los mares a los ingleses.

Nueve días más tarde, volvió a trabarse en

combate, con sus barcos bastante maltrechos a

consecuencia de una tormenta, perdiendo en la

batalla algunas naves. Hubo de trasladar el Mando a

su Segundo, De Ruyter, pero aquel mismo año se le

entregó de nuevo la Jefatura. Combatió en otras

numerosas ocasiones contra la Flota inglesa,

ganando en varias ocasiones y perdiendo en otras.

El inglés Blake, después de su primera victoria,

en contestación, izó un látigo, que dio origen al

largo gallardete de mando. En 1653, la Escuadra de

Tromp se enfrentó, con fuerzas inferiores, a los

ingleses, siendo derrotado, a pesar de que su

habilidad táctica logró que en cuatro ocasiones, su

escuadra atravesara la formación enemiga. Tromp

alcanzado mortalmente por una bala, falleció a

consecuencia de la herida.

La intentona inglesa de bloquear toda la costa

holandesa en 1653 no consiguió plenamente sus

objetivos, pero el Paso de Calais quedó cerrado para

Holanda desde febrero de ese año. La economía

holandesa dependía mucho más del mar que la

británica y por primera vez Holanda tenía que

enfrentarse a una potencia naval que en el aspecto

militar la superaba.

Tampoco las consecuencias inmediatas de la

movilización de un fuerte potencial naval, fueron

beneficiosas para el comercio británico. A pesar de

la ley de navegación, el comercio británico en el

Báltico continuó deprimido y en cambio los

holandeses siguieron transportando gran parte del

comercio inglés con las colonias. Hacia 1659 se

llegó a un equilibrio: si el poderío naval y comercial

holandés dominaba todavía en los estrechos que

daban paso al mar Báltico, debía respetar los inte-

reses británicos en la zona; y, si los ingleses

dominaban en el Paso de Calais de forma más

decisiva que anteriormente, la esperanza inglesa

para movilizar una fuerza naval que acabase con la

supremacía comercial holandesa, y los sueños del

Protectorado para emplearla en destruir el imperio

español en América se habían demostrado ilusorias.

Sin embargo, los ingleses estaban en situación de

compartir con Holanda una hegemonía naval,

aunque no comercial, y de afirmar su poderío e

intereses en el Atlántico, en el Mediterráneo y en el

Báltico. En algún momento Inglaterra pudo

considerarse como la primera potencia naval

europea, pero este poderío sería desafiado de con-

tinuo por holandeses y franceses. Lo conseguido por

Inglaterra había alterado el equilibrio del poder en

Europa y fue parte de un proceso por el cual la

hegemonía europea se desplazaba hacia el noroeste

en detrimento de los estados ibéricos y

mediterráneos.

Se estaba acentuando la rivalidad comercial con

Holanda y el nuevo conflicto sobrevino

inmediatamente de haber ocurrido encuentros

bélicos entre los barcos de sus Compañías

comerciales. Las hostilidades empezaron en la costa

occidental de África y en 1664, después de haber

Page 42: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

36

sometido una escuadra inglesa a varias posesiones

que los holandeses tenían en América del Norte, se

dirigió hacia Nueva Ámsterdam (hoy Nueva York)

y se apoderó de ella. Esto tuvo lugar antes de

declararse formalmente la guerra en febrero de

1665. Hubo en ella tres grandes combates navales;

en dos de ellos, (primero y último) vencieron los

ingleses. En el segundo, Holanda.

Los holandeses no perdieron la guerra porque la

batalla de Texel fuese una victoria decisiva para los

ingleses, sino por el hecho de que la guerra era

desastrosa para el comercio holandés. Los ingleses

apresaron entre 1.000 y 1.700 barcos holandeses y

perdieron en cambio muy pocos.

Al final, las guerras anglo-holandesas no dieron

un vencedor claro. Los beligerantes se vieron

obligados a llegar a la conclusión de que el mundo

era lo bastante grande para que ambos desarrollaran

su comercio con beneficios... y que había enemigos

en ultramar mucho más peligrosos. Lo que surgió de

la guerra fue el prototipo de las Armadas modernas

y una serie de tácticas que duraron, con

modificaciones de diverso grado, hasta el

advenimiento de la época del submarino y del

avión.

El embajador inglés en La Haya, con

posterioridad apuntó que los holandeses defendían

el ―mare liberum‖ en los mares ingleses, pero el

―mare clausum‖ en la costa de África y en las Indias

Orientales; a favor de los mares abiertos allí dónde

estaban los ingleses, pero de los mares cerrados

donde se hallaban involucrados sus propios

intereses.

Derecho Internacional Marítimo.

A lo largo del siglo XVI, el concepto de que las

aguas territoriales pertenecían por derecho a cada

Estado costero quedó perfectamente establecido,

pero no así la anchura de dichas aguas. Durante todo

el siglo, la discusión entre las potencias navales que

defendían la libertad de los mares (mare liberum) y

las que apoyaban el derecho de un Estado a

reivindicar todas las aguas que pudieran defender

(mare clausum) se hizo cada vez más enconada y

alcanzó finalmente su punto crítico a principios del

siglo XVII. Por entonces, bajo el reinado de los

Estuardos, Inglaterra, que había dejado a

holandeses, franceses y alemanes que lucharan por

«un mare liberum», comenzó a reivindicar las aguas

limítrofes a las islas británicas, por lo que,

marginada España de los mares del norte europeo,

tras el desastre de su Gran Armada, el poder naval

holandés era el único capaz de hacer frente a

Inglaterra. Los comerciantes de Ámsterdam

comprendieron claramente la gravedad del peligro

que entrañaba el exclusivo dominio inglés sobre los

mares circundantes de las islas británicas y, en

1609, el jurista Hugo Grocio, nombre castellanizado

de Huig de Grott, (Grotius en versión latina),

proclamaba en beneficio de Holanda el principio de

la libertad de los mares como condición

indispensable para el desarrollo del comercio y la

paz, doctrina que ya había sido sustentada en el

siglo anterior por dos españoles, profesores

salmantinos, el teólogo Fray Francisco de Vitoria y

el civilista Fernando Vázquez de Menchaca, aunque

sin las implicaciones políticas del holandés.

Es, por tanto, a partir de Grocio, cuando el

Derecho del Mar se encuadra en un plan doctrinal y

adquiere una tendencia universal que le va a

permitir distinguirse del Derecho de Gentes, aunque

a Grocio se le oponga el jurista inglés John Selden,

que en su libro ―Mare clausum‖ sostiene que la

doctrina de la libertad de los mares no se aplicaba a

los circundantes de Inglaterra, sobre las cuales el

soberano inglés tenía derechos anteriores a los de

las demás naciones y que ese dominio se extendía

hasta las orillas de otros países con costas sobre

dichos mares. Pero una vez que Inglaterra logró la

supremacía naval, pudo permitirse ser más

moderada y la doctrina del ―mare clausum‖ fue

perdiendo consistencia.

“Instrucciones navales”.

Los Artículos de Guerra de 1653, inspirados por

Blake, se convirtieron en las primeras reglas, en una

Page 43: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

37

serie de Actas de Disciplina Naval, que a partir de

entonces gobernaron a la Armada inglesa. En un

primer vistazo resultaba un documento terrible.

Tenía 39 artículos, 25 de los cuales recomendaban

la pena de muerte, 13 de ellos sin otra opción.

Esa primera acta disciplinaria tuvo un profundo

efecto en los hombres de la Armada de todos los

rangos... y por una razón interesante. Aunque su

redacción era dura, establecía un código de

conducta que era mucho mas preciso que las viejas

y amorfas ―leyes y costumbres del mar‖, que podían

significar cualquier cosa que deseara un

ordenancista. Ahora los hombres sabían con

precisión qué se esperaba de ellos. Y como el acta,

en la práctica, se veía atemperada por la

misericordia, los marineros y oficiales por igual,

cumplían sus deberes con mejor disposición.

Los almirantes ingleses firmaron además dos

documentos históricos en la evolución del buque de

guerra y de la armada de combate. Las

―Instrucciones de Navegación‖ advertían a los

capitanes que no compitieran para conseguir

posiciones favorecedoras a barlovento cuando

navegaran o cambiaran de bordada, sino que

mantuvieran la formación y respetaran a los de

rango superior; bajo ningún concepto un capitán

podía situarse a favor del viento de su jefe de

escuadra. Las Instrucciones también exponían un

juego completo de comunicaciones por medio de la

utilización de cañones de señales, banderas, diversas

posiciones de las velas o de las luces durante la

noche, con el fin de transmitir un cambio de curso,

directrices para ponerse al pairo, anclar, mantener

una conferencia o similar.

El segundo documento se titulaba ―Instrucciones

para el Mejor Ordenamiento de la Flota en el

Combate‖, y representó un salto cualitativo en la

táctica naval. En él están las primeras ordenes para

formar una línea de batalla —cada barco siguiendo

al que tenía por delante, en una formación precisa—

, que se convirtió en la táctica estándar de la flota

hasta los tiempos de Horacio Nelson. Había 14 de

esas Instrucciones de Combate, y la número 3

exponía con firmeza: ―Tan pronto como vea el

combate general, cada escuadra se situará en la

mejor posición para enfrentarse al enemigo más

próximo a ella, y todos los barcos de todas las

escuadras se afanarán por mantener la línea con su

jefe‖. Las Instrucciones de Combate seguían para

describir diversas maniobras para mantener la línea;

qué hacer si el jefe de Escuadra quedaba fuera de

combate o se capturaba un barco enemigo, y cosas

por el estilo. Al igual que en las Instrucciones de

Navegación, varias combinaciones de banderas y

cañones de señales se emplearían para transmitir las

órdenes a los diversos barcos de las escuadras.

Ya sabemos que se estaban inspirando en la

maniobra puesta en práctica por el holandés Tromp

en 1639, en el primer día de combate contra el

español Oquendo, en la llamada batalla naval de las

Dunas. En sí misma, la línea de batalla era una

forma sencilla y evidente de utilizar una flota de

combate. Casi todos los cañones de un buque de

guerra iban montados en los costados; en la proa y

en la popa solo había cañones más pequeños. De

modo que la potencia de fuego se concentraba en la

manga, y la proa y la popa eran vulnerables. En una

mezcla descoordinada, la plena potencia de un barco

rara vez se empleaba por el peligro de impactar a un

barco amigo. Pero en una formación en línea de

combate, cada barco disfrutaba de un despejado

campo de fuego para las andanadas de costado. Y a

excepción de la primera y la última en la línea,

todas las proas y popas también quedaban

protegidas.

La finta de Cromwell.

Durante la semana anterior a las navidades de

1654, una flota inglesa salió de Portsmouth hacia

los grises, oscuros e invernales mares del Canal de

la Mancha. Eran 38 buques de guerra y 4 navíos de

suministro, más pequeños, con tripulaciones que

totalizaban 4.690 marineros. Además, iban cargados

con 2.910 soldados. El buque insignia, con la

bandera del veterano almirante William Penn. La

misi6n de la flota era tan secreta que recibió un

nombre en clave: Plan Occidental, lo que sugería

Page 44: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

38

algo del secreto que quería ocultar. A pesar de la

época desfavorable, la flota debía cruzar el

Atlántico hacia las Indias Occidentales. Una vez

allí, no debía reanudar la recientemente concluida

guerra contra los holandeses, atacando las

posesiones de éstos en las Indias Occidentales y

Sudamérica, sino lanzarse contra el poder colonial

dominante de la zona —España— y arrebatarle

tanto de sus territorios en las islas como fuera

posible.

La operaci6n fue por completo idea de

Cromwell. Se dice que como severo protestante,

Cromwell jamás había estado del todo cómodo en

su guerra contra los holandeses, pues creía que los

verdaderos enemigos de los países protestantes eran

los católicos Francia y España. También se cuenta

que necesitaba una guerra extranjera, igual que

muchos otros dictadores, para distraer la atención de

su pueblo de los problemas internos. En cualquier

caso, decidió declararle la guerra a España atacando

con su nueva Armada allí donde las líneas de

comunicación españolas eran más débiles, en el

imperio americano de España.

Ese era un papel distinto para la floreciente

Armada inglesa y su recién desarrollado buque de

guerra, ―el navío de línea‖. La guerra anglo—

holandesa se había librado a dos o tres días de los

puertos nacionales, y siempre por las tripulaciones

de los barcos. Pero ahora esos mismos barcos

emprendían un viaje de cinco semanas a través de

un vasto y hostil océano. Además, iban atestados de

soldados; juntos, la Armada y el Ejército —en lo

que se consideraba un gran avance en la táctica—,

montarían una operación conjunta. Si tenía éxito, le

proporcionaría a Inglaterra enormes riquezas de un

imperio en occidente, en Ultramar

El Protector como se le llamaba a Cromwell no

tendía sólo a establecer una colonia más en el

Nuevo Mundo, sino también a asegurar una base

desde donde pudiera dominar la ruta de las flotas

del tesoro. El general al mando de las tropas del

ejército, no estaba sujeto por sus instrucciones a

ningún plan determinado; se le dijo que el propósito

consistía en apoderarse de la Española, o Puerto

Rico, o de ambas, tras lo cual se capturaría a

Cartagena o a La Habana para interrumpir el tráfico

de las Flotas del Tesoro. También entraba en los

cálculos hacer la primera tentativa sobre el

continente en cualquier punto situado del Orinoco a

Portobelo, con el definitivo objeto de tomar a

Cartagena. Reforzados con cinco mil voluntarios de

Barbados e islas circunvecinas, los ingleses atacaron

primero la ciudad de Santo Domingo, donde

padecieron dos vergonzosas derrotas que les

propinaron sus defensores; entonces hicieron rumbo

a Jamaica, pobre colonia de población esparcida,

que ocuparon sin obstáculos en mayo de 1655.

Cualesquiera que fuesen los móviles de

Cromwell, en cuyo carácter había también algo del

espíritu de los Cruzados ―protestantes‖, no pudo

existir justificación para este secreto ataque contra

España, reino que había sido el primero en

reconocer a la república puritana y que estaba

deseoso y aún anhelante de establecer una liga con

ella. Habían mediado negociaciones efectivas para

una alianza y las ofertas de Cromwell, aunque se las

rechazó, nunca fueron retiradas; no obstante, sin

previa declaración de guerra o anuncio formal de

ninguna especie, armóse una flota para caer por

sorpresa sobre las colonias de una nación amiga. El

ataque fue inspirado en las prácticas de Drake y

Raleigh, como un retroceso a la caza del oro, propia

de la época de la reina Isabel.

El plan tenía una segunda fase, una que

proyectaría a la Armada a un nuevo escenario

marítimo, distraería a los españoles en Europa,

mientras ejecutaba su Plan Occidental del otro lado

del Atlántico, en las Indias Occidentales. Resultaba

obvio que los espías españoles se enterarían del

plan, pero España apenas podría actuar a falta de

verdaderas pruebas de las intenciones británicas, en

especial si los ingleses se comportaban

correctamente en otras partes. Por ende, Cromwell

ordenó que se apertrechara una segunda flota. Esta,

compuesta de 27 barcos, iba a estar al mando de

Robert Blake, famoso por la guerra contra Holanda,

y también estaba ideada para un servicio a largo

plazo.

Page 45: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

39

Iba a entrar de patrulla en el Mediterráneo,

establecer el prestigio de la flota inglesa y, por lo

tanto, reforzar la influencia inglesa en la zona. Su

objetivo específico era atacar a los franceses, con

quienes los británicos estaban más o menos

permanentemente enemistados; se lanzaría también

contra los famosos piratas de la costa berberisca del

norte de África y mantendría la postura más

amistosa hacia España... por lo menos de momento.

Si todo iba bien, engañarían a España en Europa

mientras el Plan Occidental se desarrollaba en las

Indias.

Cuando al cabo llegaran a Europa noticias del

ataque inglés, los buques de guerra británicos se

hallarían en posición de abortar cualquier reacción

española.

En el Mediterráneo entraron en octubre de 1654

y obtendrían un mejor éxito que el conseguido en

las Indias. En las aguas mediterráneas rápidamente

aprendieron a usar la Armada como un poderoso

instrumento de política internacional.

En ningún caso los ingleses hicieron la más

mínima amenaza a los españoles. Poco después de

penetrar a esas aguas habían obligado a los

franceses y a los piratas berberiscos a refugiarse en

sus puertos, anclando después los ingleses en

Nápoles para avituallarse y dar descanso a las

tripulaciones.

Los italianos les dieron una calurosa bienvenida,

jugando a que se enfrentaran a franceses, españoles

y a los berberiscos.

En abril de 1655, la armada inglesa destrozó a

los piratas en las costas de Túnez y a principio de

1656 llegaron a Europa las noticias del ataque inglés

en las Indias españolas. De inmediato, Cromwell

descartó todo fingimiento y ordenó que se

estableciera un bloqueo a los puertos españoles para

impedir que se pudieran enviar refuerzos al Nuevo

Mundo. Así comenzó la técnica inglesa de bloqueo

y captura en aguas mediterráneas que mantendría

ocupado a sus sucesivas Escuadras hasta Trafalgar,

un siglo y medio después.

Page 46: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

40

GUERRAS CONTINUADAS

Absolutismo.

s el sistema en donde todo el poder político

está concentrado en las manos del monarca

que se haya libre de trabas jurídicas o

constitucionales en el ejercicio de su autoridad. El

término procede de la expresión latina ―a legibus

solutus‖ (libre de ataduras legales); no existe

separación de poderes y del rey proceden las leyes,

la administración de justicia, la administración civil

y militar, etc. Las monarquías absolutas nunca

pudieron tener ejercicio ilimitado y arbitrario. La

misma justificación tradicional de su autoridad, que

consideraba a los reyes, delegados de Dios en la

tierra (derecho divino), les obligaba a respetar una

serie de principios morales y a regular sus actos

conforme a la justicia natural y divina. Desde la

Edad Media había pactos con otros estamentos y

una serie de principios no escritos, como los

mecanismos sucesorios, la preservación de la

integridad territorial o el respeto a los privilegios y

derechos de los súbditos. Se debía contar con los

nobles e integrarlos en la administración y la

milicia; al estado llano –sobre todo burguesía

urbana- al ser el principal sostén económico y el que

pagaba la mayor parte de los impuestos, obligaba a

proteger y fomentar el desarrollo de su actividad ( el

tercer estado era la iglesia). El absolutismo fue

tendencia generalizada en Europa –salvo los Países

Bajos, Suiza y algunas repúblicas italianas-

revestido de distintas formas en los países, según las

tradiciones históricas y sus estructuras económicas y

sociales.

En España, con los Austrias, se tendió a un

creciente autoritarismo, pero hubo de mantenerse la

tradición de respeto a las particularidades locales.

Con los Borbones, a principio del siglo XVIII, se

instauró un centralismo copiado de Francia. En

Inglaterra, centralismo y unificación, pero se llegó a

la ruptura con el Parlamento y la revolución de

1640/48 acabó con la monarquía. Retomada en 1660

siguió similarmente, pero con la revolución de 1668

se dio fin, -aún manteniendo a la monarquía- a las

pretensiones absolutistas de los soberanos. En

Francia, con Luís XIV –el rey Sol- se llegó a la

máxima expresión del absolutismo: ―el Estado soy

yo‖. A fines del siglo XVIII las Revoluciones

americanas y francesas marcaron una nueva era.

Poco a poco, las monarquías europeas

evolucionaron hacia sistemas parlamentarios y

constitucionales, con divisiones de poderes y

limitación del Ejecutivo, o fueron sustituidas por

regímenes republicanos a lo largo del siglo XIX.

Intentos hegemónicos del “Rey Sol “

Casi en el mismo momento en que tomó

personalmente entre sus manos las riendas del

gobierno, Luís XIV demostró su avidez de nuevas

conquistas territoriales. En cierta medida, sus

motivos fueron esencialmente defensivos. Esperaba

dotar a Francia, mediante su expansión en los Países

Bajos, Alemania occidental e Italia noroccidental,

de un cinturón exterior de fortalezas y regiones

sometidas, como Zona de Seguridad del propio

territorio francés. En una guerra corta contra

España, consiguió importantes adquisiciones

territoriales en el sur de los Países Bajos. Se formó

una alianza contra él, de los Habsburgos de Austria

y España y otros pequeños Estados y logró salir

bien librado, militarmente hablando, con la paz de

1679. Ante otras anexiones que llevó a cabo

después (por ejemplo: Luxemburgo), se intensificó

el temor y la hostilidad creciente de sus vecinos y la

guerra estalló –llamada de la Liga de Habsburgo-,

enfrentándose Luís XIV a una Gran Alianza en su

contra –España, que se encontraba en plena

decadencia, la República Holandesa y los

Habsburgo de Austria-, y también a Inglaterra que

no estaba dispuesta a que Francia aumentara su

poderío; si bien, militarmente, su ejército era

inferior al francés, su poder naval era superior, a

pesar de las grandes reformas navales iniciadas en

Francia por su gran ministro Colbert.

Las Provincias Unidas ( Holanda ) enseñaron el

principio de que, por muy activa que sea una

E

Page 47: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

41

nación, no puede sostenerse solamente con los

recursos exteriores, si es intrínsecamente débil por

el número de sus habitantes y por la extensión de su

territorio; por su parte, Francia, demostró que una

nación no puede sostenerse indefinidamente aislada

y reducida a sí misma, por poderosa que sea en

número de habitantes y recursos interiores, y el

camino más fácil para comunicar con los otros

pueblos, es el mar.

Durante el mismo periodo, antes de empezar

la guerra, habían ido decayendo las marinas de

Inglaterra y Holanda, tanto en número de barcos

como en organización. En la guerra marítima,

fracaso de Luís XIV a pesar de tener una

superioridad considerable –la desaparición gradual

en el océano de las escuadras francesas, que ya no

podía sostener Luís XIV, a causa de los grandes

gastos ocasionados por la política continental que

había elegido- el carácter peculiar y la extensa

proporción que alcanzó la guerra ―de corso‖ en

Francia a medida que fueron desapareciendo las

escuadras reales.

Page 48: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

42

El corso, que alcanzó su momento de auge, a

caballo entre los siglos XVII y XVIII, fue el aspecto

más pintoresco de la guerra marítima bajo el

Antiguo Régimen.

Durante algunos años, el corso adquirió tal

consideración social en Francia, que varias

duquesas y por lo menos un obispo, participaron en

el equipamiento de barcos destinados al pillaje de

las flotas mercantes enemigas.

Pero el hecho de que Francia recurriera a una

guerra de corso de este tipo durante aquellos años,

era el signo más patente de su debilidad en el mar.

A mediados del último decenio del siglo XVII,

esa debilidad se debía en gran medida a la falta de

una estrategia definida en la utilización de su

armada, que todavía era importante.

Sin embargo, no tardaría en convertirse en una

incapacidad cada vez mayor para hacer frente a sus

enemigos en condiciones de igualdad.

Poco después, empezó la Guerra de Sucesión de

España, la última y más importante de las guerras

que Luís XIV libró durante su reinado. Esta guerra

sacudió a una buena parte de Europa a comienzos

del siglo XVIII.

La causa del conflicto fue la muerte de Carlos II,

último monarca español de la casa de Austria, sin

descendencia, y el nombramiento como sucesor, del

duque de Anjou, nieto de Luís XIV de Francia.

El rechazo que esta decisión produjo en la Corte

de Viena, donde reinaba la otra rama de los

Austrias, que se consideraba con mejores derechos a

la sucesión al trono de España, y la alarma que

produjo en Inglaterra y Holanda, ante la posibilidad

de que se uniesen bajo un mismo rey las coronas de

España y de Francia, desató la guerra.

En la Península, el archiduque austriaco, a quien

sus partidarios llamaban Carlos III, encontró

importantes aliados, e Inglaterra apoyó sus

pretensiones, ya que así minaba las de Francia.

Todo el peso de la guerra naval hubo de caer

sobre la marina francesa, pues España tenía su flota

en ese momento en un calamitoso estado de

insuficiencia. En esa guerra, las escuadras

combatieron poco.

En la bahía de Vigo, los ingleses vencieron a la

escolta francesa de una flota de galeones españoles

con oro americano y en la batalla de Vélez-Málaga,

los franceses, al caer la noche y no atacar por

segunda vez, desaprovecharon la ocasión que les

hubiera dado la victoria, quedando en un resultado

indeciso.

En esta guerra, la de corso alcanzará su apogeo.

Se producirán dos incidencias que debemos resaltar.

Inglaterra negocia en 1703 un tratado con Portugal –

que abriría un largo periodo de alianza entre ambos

países-, el cuál dió prácticamente a Inglaterra el

monopolio del comercio portugués, lo que hizo que

el oro del Brasil pasará casi íntegramente a Londres,

por intermedio de Lisboa.

Ventaja considerable que ayudó a Inglaterra a

mantener la guerra en el continente y reorganizar su

marina, y la segunda incidencia interesante, es que

el almirante inglés Rooke, buscando una ocasión

propicia para dar un golpe de mano, aprovechó las

debilidades defensivas del Peñón de Gibraltar.

Para los ingleses, el Peñón era una presa

apetecible por cuanto su posición geográfica a la

entrada del Mediterráneo lo convertía en un punto

estratégico de gran importancia.

En agosto de 1704, su flota, angloholandesa, se

apoderó en nombre del archiduque Carlos de

Austria -pretendiente al trono de España frente a

Felipe V de Borbón- de la plaza fuerte de Gibraltar.

Desde entonces, pese a los numerosos intentos

realizados por España para conseguir su

recuperación, dicha plaza continúa bajo el poder de

Inglaterra, que convirtió a Gibraltar en uno de los

símbolos fundamentales -en la actualidad, casi el

único- de lo que fue su extenso imperio colonial.

Al final de la guerra, con el Tratado de Paz de

Utrecht, Francia no perdió ningún territorio

importante, pero consumió buena parte de sus

recursos en una lucha estéril, y perdiendo su

predominio en el continente.

España perdió sus dominios en Europa, pero

mantuvo casi intacto su propio territorio (excepto la

isla de Menorca y Gibraltar), y sus posesiones

ultramarinas.

Page 49: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

43

Rusia: intento naval.

Durante este período, el intento más llamativo,

aunque carente de continuidad, de convertirse en

una potencia naval, fue el de Rusia. Fue obra en su

totalidad de un solo hombre, el zar Pedro. Desde la

primera vez que vio el mar al visitar Arkángel en

1693, cuando apenas contaba veinte años, la

construcción de una armada fue la más personal y

profunda de sus ambiciones.

Pedro ordenó la movilización obligatoria de

miles de trabajadores para dirigirse a Azov y

construir allí la primera base naval rusa en la costa

del estuario del Don, en Tangarog, y llevar adelante

un ambicioso y finalmente caro programa de

construcción de barcos. En pocas semanas

empezaron a llegar los especialistas extranjeros.

Pedro que representaba otro claro ejemplo de

monarca absoluto –bastante normal en Rusia-,

anunciaba los nombres de más de 50 nobles rusos,

que al margen de sus deseos, debían marchar a

Venecia, la costa dálmata, Inglaterra y Holanda para

estudiar navegación. Fue el primero de los muchos

grupos que marcharían al exterior. Debían asumir

sus propios gastos y regresar con un certificado de

aptitud. El intenso año alcanzó su momento más

trascendental con el anuncio de que «en breve

partirían los grandes embajadores y

plenipotenciarios del zar (incluyendo, como más

tarde sucedió, al mismo zar) a visitar varios Estados

de Europa occidental».

Naturalmente, la Embajada atrajo mucho la

atención y proporcionó la primera demostración

evidente de lo que quienes conocían bien a Pedro ya

se habían percatado: su entusiasmo insaciable y casi

maníaco por hacer las cosas por sí mismo. El mayor

esfuerzo lo dedicó, en efecto, a la construcción de

barcos y a las técnicas conexas, en Zaandam,

Holanda, y Deptford, cerca de Londres.

Sólo durante el primer semestre de 1697, unos

cincuenta carpinteros de ribera extranjeros

acudieron a Voronezh, que era el centro principal de

esta incipiente construcción naval, y del millar más

o menos de técnicos y expertos extranjeros que

llegaron a Rusia como consecuencia del célebre

viaje de Pedro I a Europa occidental durante 1697-

1698, la mayoría estaban relacionados de algún

modo con el desarrollo de la marina. Las

dificultades eran ingentes. Rusia carecía de tra-

dición y experiencia navales de cualquier clase. Dos

fragatas, la Apóstol Pedro y la Apóstol Pablo,

botadas en el río Don en 1696, fueron los primeros

buques de guerra de cierta importancia construidos

en Rusia; la multitud de barcazas y pequeñas

embarcaciones construidas también en el Don aquel

año tenían una función puramente militar: contribuir

a arrebatar a los turcos la fortaleza de Azov, situada

en la desembocadura del río. Gran parte de los

buques dejaban mucho que desear. La escuadra que

se empezó a construir en el mar de Azov a partir de

1697, con enormes gastos y dificultades, era de tan

mala calidad que, en 1701, diez de los buques

construidos uno o dos años antes, tuvieron que ser

reconstruidos por completo. Hasta 1703, cuando se

inició la construcción de la nueva capital, San

Petersburgo, Rusia no tuvo salida al Báltico. En

1711, tras una desastrosa campaña contra los turcos,

hubo que destruir la escuadra de Azov, creada con

tanto esfuerzo.

En Rusia no había arquitectos navales, ni

marinos, ni expertos de otras muchas clases y había

que traerlos del extranjero. Muchos llegaron de los

Países Bajos, otros de Inglaterra, Escocia y

Dinamarca y, para la construcción de galeras, de

Venecia. Sin embargo, cuando murió el zar, en

enero de 1725, la escuadra del Báltico contaba con

34 navíos de línea y 15 fragatas, además de gran

número de galeras: todo ello hacía de Rusia una

potencia naval muy superior a Suecia o Dinamarca.

Con todo, el poderío naval ruso estaba muy

marcado por su carácter puramente personal y

sumamente dispendioso. No tenía auténticas raíces

en el país y nunca gozó de popularidad entre la

generalidad del pueblo ruso. Nunca se liberó de su

dependencia del exterior, que se manifestaba en la

importación de marinos y técnicos extranjeros o en

el envío de jóvenes rusos a servir en Armadas de

otros países o a estudiar en ellos construcción naval

Page 50: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

44

y navegación. La naciente marina rusa necesitaba la

contribución exterior de un modo que nunca lo

había hecho el ejército. Dependía por completo de

la ambición personal de Pedro 1, para quien era una

especie de juguete gigantesco. No cabe la menor

duda de su profundo y constante interés por la flota.

Tan pronto como murió Pedro, la Armada entró en

un largo período de abandono. Su poder y su

eficacia disminuyeron bruscamente bajo sus

sucesores, y no se recobraría de ese estado de

postración durante los cuatro decenios siguientes.

¿Y la América hispana?

Las Flotas de Indias cumplieron la función

primordial para la que fueron creadas: mantener el

monopolio comercial español con sus colonias,

transportar a América manufacturas europeas a

precios costosos y traer de las Indias la plata

americana. Con el transcurso de los años estas

funciones fueron cambiando. La plata americana

fluyó cada vez menos, aumentando en cambio los

productos americanos que se vendían en Europa

(cacao, azúcar, añil, cochinilla, algodón, cueros y

finalmente café). Estos cargamentos de carácter

agropecuario no eran tan costosos como para

soportar el peso muerto de organizar las flotas. Por

otra parte, el mercado americano fue abastecido

abundantemente de mercancías europeas a través

del contrabando, sistema absolutamente funcional

porque representaba la red de distribución de las

manufacturas que fabricaban los países europeos

que habían emprendido la primera revolución

industrial. Francia, Inglaterra y Holanda no podían

prescindir del mercado americano y lo increíble fue

que España intentara enfrentarse a semejante reto

manteniendo un monopolio comercial en América,

y con un mecanismo tan anacrónico como el sistema

de flotas.

Felipe V trató de restringir el contrabando

reorganizando mejor el viejo régimen de flotas. La

acción reformista se inició apenas instalado en el

trono de España y su primera manifestación notable

fue acabar con la bicefalia de que Sevilla organizase

las flotas y Cádiz las pusiera en marcha. Felipe V

ordenó que la Casa de la Contratación se trasladase

a Cádiz, cosa que se efectuó el 12 de mayo de 1717.

A partir de entonces, Cádiz asumió plenamente el

monopolio de la Carrera de las Indias que antes

tuviera su rival, Sevilla. La hegemonía gaditana

durará así los últimos 60 años del sistema de flotas.

Pero se agravó la situación, pues dpurante la

guerra las naves francesas negociaron abiertamente

en los puertos españoles, amparadas en la excusa de

que pertenecían a una nación aliada con España. El

mercado americano se vio repleto de mercancía

francesa, con la consiguiente alarma de los ingleses,

que al aceptar finalmente la llegada de un Borbón al

trono de España, impusieron la condición de que se

les otorgase el permiso para negociar con un buque

al año, llamado por ello el Navío de Permiso, así

como el monopolio de la trata de esclavos. Estas

condiciones, aceptadas por la Paz de Utrecht,

significaron en la práctica un descarado contrabando

británico en Hispanoamérica, esta vez legalizado. El

Navío de Permiso se repostaba siempre en alta mar

con nuevos géneros que traían otras naves desde

Jamaica, con lo cual se convertía realmente en 10 ó

20 navíos de permiso.

En cuanto a la trata de esclavos fue también

utilizada para descargar mercancía, con el pretexto

de que los esclavos necesitaban vestidos y

alimentos.

Page 51: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

45

LA ESCLAVITUD

En la Antigüedad y en la Edad Media.

a institución de la esclavitud, cuyo origen es

muy antiguo, está ya presente en las

primeras fuentes escritas conservadas. Las

civilizaciones mesopotámicas y la egipcia la

conocieron, e incluso la Grecia del periodo clásico,

cuna de la democracia, practicó el esclavismo. La

prosperidad de la Atenas de Pericles se basaba en el

comercio, muchos de cuyos productos eran

manufacturados por esclavos; en la agricultura y en

la minería de la plata, también empleaban mano de

obra esclava.

La Roma republicana e imperial conoció un

sistema económico esclavista, gracias a una

abundante mano de obra procedente de las

victoriosas guerras de conquista. Los esclavos

trabajaban en las minas, remaban en las galeras y

cultivaban los campos. Incluso en las ciudades eran

numerosos, pues la esclavitud doméstica estaba

generalizada entre las familias pudientes. Estos

siervos domésticos tenían unas condiciones de vida

menos duras que los demás. Por otra parte, existía

un gran número de esclavos con conocimientos

L

Page 52: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

46

especializados, que desempeñaban diversos,

funciones y gozaban de cierta consideración:

orfebres, médicos, secretarios, maestros, etc.

Mención aparte merecen los gladiadores,

generalmente prisioneros de guerra que no llegaban

a integrarse en el sistema productivo; algunos,

convertidos en auténticos profesionales, alcanzaban

la libertad merced a sus hazañas en el circo. En el

siglo I a. C. el gladiador Espartaco encabezó una

revuelta de esclavos que hizo temblar a Roma; los

rebeldes fueron finalmente derrotados, y ejecutados

la mayor parte de los supervivientes.

Con el paso del tiempo, el esclavismo romano

fue decayendo por la acción de varios factores. Por

un lado, el fin de las conquistas redujo las

aportaciones de nuevos contingentes de esclavos;

éstos, sometidos a duras condiciones de vida,

padecían altos índices de mortalidad, con lo que su

número se reducía considerablemente. Por otro lado,

la influencia de ideologías como el estoicismo o el

cristianismo introdujo una crítica moral al hecho de

que un ser humano pudiera pertenecer a otro, como

si fuera un objeto, Además, la escasez de mano de

obra rural a partir del siglo III movió a muchos

propietarios a ligar a sus esclavos a la tierra,

concediéndoles un lote de terreno y permitiéndoles

formar familias, para mejorar su productividad y

asegurar la continuidad de la explotación. Con el

tiempo, estos esclavos asentados se irían fundiendo

con los pequeños propietarios libres empobrecidos y

convertidos en colonos, los cuales cedían la

propiedad de sus tierras, que seguían cultivando, a

cambio de la protección de un terrateniente

poderoso. Juntos, conformarían en la alta Edad

Media el grupo de los siervos de la gleba, con una

condición jurídica semilibre, pero ligados a la tierra.

Tras la caída del Imperio romano y la

desaparición de su régimen socioeconómico, el

número de esclavos propiamente dicho se redujo

drásticamente en la Europa feudal, sustituidos en

gran parte por esta nueva clase de campesinos

serviles; no obstante, existía aún un reducido

número de siervos domésticos, normalmente

extranjeros y no cristianos.

La esclavitud fue un fenómeno de carácter

universal; fuera de Europa, otras civilizaciones

también conocieron la institución de la esclavitud.

Los musulmanes, a pesar de que el Corán

recomendaba la manumisión, desarrollaron un

activo comercio de seres humanos durante la Edad

Media. La necesidad de mano de obra otorga una

función económica de gran relevancia en los

prisioneros de guerra, los cuales ven explotada su

fuerza de trabajo para satisfacer los requerimientos

de sus conquistadores. Así, el comercio de esclavos

era un hecho en el Viejo Mundo desde la más

remota antigüedad. Por otra parte, mucho tiempo

antes de la llegada de los españoles a territorio

americano, los indígenas practicaban la esclavitud,

tomando prisioneros a los integrantes de aquellas

tribus a las cuales vencían en sus guerras. El

comercio de esclavos se extendió por las zonas del

Orinoco, la Guayana y las Antillas, observándose

un mayor desarrollo de la esclavitud entre los

caribes, debido quizás a su economía más

rudimentaria. Tanto arauacos como caribes hacían

trabajar a sus esclavos en las labores agrícolas y

comerciaban con ellos obteniendo a cambio

mercancías en trueque. Esta venta de esclavos se

prosiguió en algunas regiones hasta el siglo XVIII,

pues los colonos holandeses de Demerara, en las

costas guayanesas, se los trocaban por armas,

municiones y otros objetos a los caribes, que los

capturaban en las orillas del Orinoco, del Caroní,

del Meta y del Apure.

“El triángulo de oro”.

Pocos episodios de traslados forzosos de grandes

contingentes humanos ha habido tan crueles y a la

vez tan determinantes para la redistribución del

mapa demográfico mundial como el comercio de

esclavos africanos -llamado trata de negros-,

durante la colonización de América por las naciones

europeas. Los conquistadores españoles del Nuevo

Mundo intentaron en principio usar a los indígenas

para explotar las plantaciones y las minas; pero ante

el escaso rendimiento de éstos, que fueron

Page 53: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

47

diezmados por las enfermedades, recurrieron a

esclavos negros importados de África.

Además, los indígenas una vez cristianizados, se

convertían en súbditos de pleno derecho de la

monarquía, lo que planteaba problemas legales para

su esclavización. Por otra parte, existía ya una

tradición de comercio de esclavos desarrollada por

los mercaderes musulmanes en África. El continente

africano se convirtió en lugar privilegiado donde

encontrar brazos para el duro trabajo en el campo.

Millones de personas, hombres, mujeres y niños,

fueron cargados en las bodegas de los buques y

fueron trasladados al Nuevo Continente para

trabajar en las minas, las plantaciones de caña de

azúcar del Noreste del Brasil y las Antillas y en las

de algodón de América centro-septentrional.

Muchos de ellos, agotados por el hambre, la sed y

las enfermedades, morían durante la travesía. El

nuevo tráfico comenzó hacia 1501; los portugueses

que desde años anteriores los conseguían a través de

intercambio en sus factorías atlánticas de África,

pronto imitaron esta práctica en su colonia del

Brasil, llegando a convertir a Lisboa en el mayor

centro de comercio de esclavos de Europa en el

siglo XVI. Más tarde, otros países europeos con

posesiones en el Nuevo Mundo harían lo propio

entre 1500 y 1850.

La negociación más considerable hecha por la

Corona española, ocurrió en 1595, que autorizaba la

introducción en América de 38.250 negros a razón

de 4.250 anuales y entre 1600 y 1609 por una

cantidad aproximada. Por muchos años siguientes el

privilegio estuvo en manos de traficantes holandeses

hasta que en 1696 se le concedió a la Compañía

Real Portuguesa. En 1701 el asiento pasó a la

Compañía Real Francesa de Guinea. Inglaterra, al

final de la Guerra de Sucesión española, se aseguró

este comercio por el Tratado de Utrecht,

comprometiéndose a introducir en América

española 144.000 negros, a razón de 4.800 anuales;

al vencerse fue renovado y estuvo en vigencia hasta

1750. En los 37 años transcurridos, la Compañía

Inglesa debió introducir entre 177.000 y 200.000

africanos. Después de esa fecha se incrementó, al

transportarlos en grandes cantidades a sus colonias

en Norteamérica.

Al desarrollarse el comercio de esclavos,

Inglaterra, como la mayor potencia marítima, se

puso a la cabeza de él, y acabó convirtiéndose en la

principal acaparadora del lucrativo como inhumano

negocio negrero, desarrollando un curioso comercio

triangular. Los proveedores solían ser reyezuelos

locales, que vendían a los prisioneros hechos en sus

guerras contra otras tribus, o tratantes profesionales

que efectuaban razzias en el interior. La primera

fase de la trata era la captura de los negros en sus

aldeas por negros de otras tribus o etnias, quienes

los encerraban en castillos levantados a lo largo de

la costa, a la espera de que llegaran los negreros

europeos. Éstos adquirían la mercancía humana, en

su mayoría originaria de las zonas costeras situadas

entre Senegal y Angola, y la trasladaban por mar a

los mercados de esclavos de América del Norte,

donde su nuevo dueño los marcaba con hierro

candente.

Hacia finales de siglo, la ―ruta triangular‖, entre

Inglaterra, África y América proporcionaba grandes

beneficios que dieron como resultado el

florecimiento de ciudades mercantiles como

Londres, Liverpool y Bristol, junto con otros

puertos atlánticos como Brest, Burdeos y Nantes, en

Francia. Los buques que efectuaban esta ―ruta

triangular‖, partían de Liverpool y Bristol en

Inglaterra y de Burdeos en Francia, donde

embarcaban baratijas, armas y artículos

manufacturados para cambiarlos luego por esclavos

en la costa Oeste de África. Los barcos regresaban

con melaza, azúcar y algodón; éste, muy común en

la actualidad, fue la última fibra textil en alcanzar

importancia comercial, ya que en 1764, fecha en la

que se inventó la hiladora, sus ventas superaron a

las del lino y la lana. Su expansión vertiginosa tuvo

su culminación a comienzos del siglo XX, ya que

representaba el 80% del tejido utilizado en el

mundo.

En el período 1761-1810, Inglaterra llevó más de

1.5 millones de esclavos a sus colonias y desde

1680 venía transportando más de 20.000 por año.

Page 54: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

48

La nación que seguía en importancia a

Inglaterra, era Portugal, que sacaba del África unos

16.000 negros al año.

Sumados los que extraían Francia, Holanda y

otras naciones, la extracción pasó largamente de

100.000 cada año.

El viaje en los barcos se realizaba en tales

condiciones de hacinamiento, hambre, sed y falta de

higiene que el 25 por 100 de los esclavos

murieron durante la travesía. El número exacto de

seres humanos arrancados a la fuerza de su tierra es

difícil de precisar, pero se calcula que entre los

siglos XVI y XIX unos 12 millones de negros

cruzaron el Atlántico. El resultado fue la

devastación de ciertas zonas de África, despoblada

de personas en edad productiva, y la alteración del

mapa genético del continente americano, donde los

negros forman hoy un importante sector de la

población, especialmente en América del Norte,

Centroamérica, Antillas, Guayana y Brasil.

Page 55: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

49

La abolición de la esclavitud.

El esclavo no tenía personalidad jurídica, pero

conservaba la responsabilidad penal; no podía

poseer nada y se le compraba y vendía libremente.

En el siglo XVIII, por influencia de las ideas

iluministas, comenzaron a tomar pie las primeras

teorías abolicionistas, a la vez que un fuerte

movimiento de opinión pública manifestó su

oposición ideológica a esta explotación del trabajo.

En el siglo XVIII la difusión de las ideas de la

Ilustración provocó un creciente movimiento de

oposición a la esclavitud y al comercio de seres

humanos, considerados una aberración moral. Fue

sobre todo en Gran Bretaña, tradicionalmente la

principal beneficiaria, donde aparecieron sociedades

que propugnaban la abolición de esta práctica y que

más tarde se extendieron a otros países. En 1770 la

esclavitud se suprimió en los territorios

metropolitanos de Francia, Gran Bretaña y Portugal.

La Revolución Americana y la Revolución

Francesa contribuyeron a que la lucha contra la

esclavitud asumiera relevancia política. La

Convención abolió la esclavitud por decreto el 4 de

febrero de 1794. El proceso de revolución e

independencia de la isla caribeña de Haití supuso

por primera vez el fin de la esclavitud en una

colonia americana, lo que se extendió al resto de las

posesiones francesas, aunque Napoleón la restauró

para atraerse el favor de las oligarquías

terratenientes. Paralelamente, varios países (Francia,

Dinamarca, Gran Bretaña y Estados Unidos,

Holanda, etc.) establecieron la prohibición del

tráfico de seres humanos.

Lamentablemente, el contrabando prosiguió con

este inhumano comercio. La esclavitud moderna se

fundamentaba en un entramado de intereses

económicos, y la propuesta de su prohibición en

Viena el 8 de febrero de 1815, donde los

representantes de las potencias vencedoras de

Napoleón decretaron la abolición de la trata de

esclavos, se fundamentaba a su vez en un entramado

de intereses políticos: intentar el agostamiento de la

rentabilidad del Nuevo Mundo y sobre todo, como

pretexto para la inspección de cualquier barco por

parte de la marina británica, lo que significaba,

después de sus últimas victorias coronadas con la de

Trafalgar, la hegemonía inglesa en todos los mares.

Apenas hacía un cuarto de siglo que la revolución

francesa había proclamado los ―derechos del

hombre y del ciudadano‖, argumentos esgrimidos

por Bonaparte en su viaje a Egipto para apoderarse

de la isla de Malta, so pretexto de la existencia en la

isla de seis esclavos, propiedad de los Caballeros de

la Orden de Malta. La repugnancia hacia la

esclavitud se plasmó en la legislación de los países

europeos.

Más tarde, en el marco mundial, Inglaterra tomó

la iniciativa de la prohibición universal de este trato

y convocó a un congreso celebrado en Viena en

1817, entre las naciones implicadas; ahí se tomó el

acuerdo de prohibirlo pero, en la práctica, la trata

continuó, especialmente hacia Cuba, Brasil y el sur

de Estados Unidos. Finalmente, las principales

potencias decretaron la abolición total de la

esclavitud. Gran Bretaña lo hizo en 1833, Francia y

Holanda en 1848.

Sin embargo, lo que seguía sucediendo en las

costas africanas, en las rutas del transporte del

llamado ―ébano negro‖ y en las plantaciones fue

generalmente ocultado y la controversia sobre su

eliminación desencadenó en Estados Unidos la más

cruenta de las guerras sufridas en ese país, en 1865,

en el contexto de una guerra civil que se libró en

buena parte por este motivo, y en España se vino

eliminando en 1870.

Pese a la abolición oficial de la esclavitud, el

tráfico hacia América siguió, y tampoco le pone fin

el tratado anglo-portugués de 1842, lo que provoca

varios incidentes diplomáticos con los británicos,

entonces campeones del anti-esclavismo. El más

grave es el de 1855, tras el cual Londres forzaba a

Lisboa a renunciar definitivamente a la trata, que

fue finalmente abolida por Luís I en 1869. La

abolición de la esclavitud provocó, como era de

esperar, una crisis económica en las colonias, que

hubieron de reconvertir sus economías hacia mono-

producciones agrícolas y mineros.

Page 56: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

50

Los países sudamericanos la fueron declarando

ilegal a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX.

El ejemplo de las sociedades occidentales fue

progresivamente seguido en el resto del mundo, tras

la abolición oficial por parte de los países de la

península arábiga (1962), la esclavitud como

institución quedó legalmente extinguida en todo el

mundo.

Hoy en día, la propia ONU declara que la tarea

abolicionista aún no está concluida, pero además, la

esclavitud adquiere otras muchas formas. En la

actualidad, todavía existen modalidades más o

menos clandestinas de esclavitud en países africanos

y asiáticos, donde la miseria y el caos provocado

por las guerras civiles impiden su completa

erradicación.

Algunas formas de explotación laboral, en las

que los trabajadores subsisten en condiciones

ínfimas, con salarios de miseria y una libertad muy

restringida, se asemejan bastante a los horrores de

las formas clásicas de esclavitud.

Al fin y al cabo, el hombre, en general, sigue

pensando lo que ya Bertrand Russell comentaba

sobre este tema en su estudio de la Grecia Clásica:

―los más ilustrados entre los griegos sostenían que

la esclavitud era justificable, siempre que los amos

fueran griegos y los esclavos, bárbaros, pero el caso

opuesto era contrario a la naturaleza‖.

Page 57: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

51

SIEMPRE LAS GUERRAS Y

EL COMERCIO

Las rivalidades en América: el Caribe.

as condiciones firmadas en Utrecht dejaron

a Hispanoamérica intacta, pero quedaron en

pie tres motivos principales de disputa entre las

potencias europeas en el Caribe. El primero se

produjo entre España y el resto de las naciones, y

surgió de la decisión de España de mantener un

estricto monopolio comercial en sus propias

posesiones, y tomar todas las medidas necesarias

para defender el monopolio contra todos los

comerciantes marítimos. Los ingleses, franceses,

holandeses y daneses, por otra parte, estaban

también decididos a romper este monopolio, ya

arrancando concesiones del gobierno español, ya

por el contrabando, o por una combinación de

ambas cosas. Resulta sorprendente que el conflicto

abierto no se produjera con mayor frecuencia. La

manifiesta incapacidad de los españoles para

mantener su monopolio en toda su integridad, dió

origen a la segunda disputa; la que sostuvieron las

otras potencias del Caribe sobre cuál de ellas se

beneficiaría de la debilidad comercial española. En

esta disputa, Inglaterra y Francia fueron los

principales contendientes, y la desconfianza que

sentían la una hacia la otra explica en parte por qué

ninguna de ellas peleó seriamente con España

durante el transcurso de una generación. Inglaterra y

Francia fueron también los rivales principales de la

tercera disputa, o grupo de disputas, acerca de la

posesión de las islas de las Indias Occidentales que

no habían sido ocupadas por los españoles.

Los ingleses estaban en posesión de una gran

ventaja, o de una aparente ventaja, en la

competencia comercial con Hispanoamérica. Sólo la

Compañía del Mar del Sur tenía el derecho a

comerciar, admitido, aunque a regañadientes, por

España. En la Paz de Utrecht se asignó a la

Compañía durante treinta años el Asiento para el

suministro de esclavos. Al mismo tiempo, la

Compañía se aseguró el nuevo privilegio de enviar a

Hispanoamérica un barco cargado de mercancías

generales todos los años. En primer lugar, el

cargamento del barco anual tenía que ser vendido en

la feria de Portobello, y no antes de la llegada de los

galeones; la Compañía no podía elegir el sitio ni la

ocasión más apropiadas para vender a mejores

precios, cosa que sí podían hacer los

contrabandistas, de tal modo que sus beneficios

eran, aparentemente, moderados. Además, la

Compañía se había comprometido específicamente,

a cambio de su monopolio, a abstenerse del

comercio ilegal. Es cierto que esta promesa podía

ser rota, y verdaderamente se rompió, ya por la

Compañía misma, ya por sus agentes que traficaban

privadamente ; y también es cierto que ninguna

promesa hecha por ella podía atar eficazmente a los

traficantes ilícitos; pero los españoles no perdieron

ninguna oportunidad de reclamar el cumplimiento

de esta parte del tratado, y la Compañía, en virtud

de su concesión oficial, de sus grandes existencias y

de sus costosos establecimientos en América, era

vulnerable al resentimiento español. Los intereses

de los comerciantes que no gozaban de este

privilegio, fueron sacrificados a los de la Compañía;

y ésta incurrió, por consiguiente, en una doble

impopularidad. Los comerciantes privados de

Jamaica la odiaban por su manifiesta intención de

reemplazarlos. Los plantadores de azúcar la odiaban

también porque había elevado el precio de los

esclavos y exportaba los mejores a las colonias

españolas, dejando para las islas inglesas

únicamente los que habían sido rechazados.

Si las actividades de la Compañía del Mar del

Sur producían descontento en Inglaterra y en las

colonias inglesas, aún desagradaban más a España:

El barco anual, en particular, fue motivo de

constantes disgustos. Los españoles sospechaban,

con bastante razón, que el Asiento y el barco anual,

en vez de ser un sustitutivo del antiguo comercio

ilegal, se utilizaban como tapadera del contrabando.

Las chalupas de esclavos de la Compañía

transportaban desde Jamaica algo más que esclavos;

y el barco anual, como ya dijimos, era repostado en

alta mar por otras naves desde Jamaica.

L

Page 58: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

52

Si la Compañía, que negociaba directamente con

el gobierno español y utilizaba al embajador

británico en Madrid como agente suyo, no podía

realizar amistosamente un comercio continuo, ¿qué

puede decirse de los traficantes ilegales? Los barcos

coloniales de los tres o cuatro países extranjeros que

hacían la travesía del Caribe, realizaban un

comercio legal con sus propias colonias y otro ilegal

con las españolas. Para hacer la distinción entre los

comerciantes legales y los contrabandistas, los

españoles reclamaban y ponían en práctica un

derecho a detener y buscar los barcos extranjeros en

el mar en cualquier zona del hemisferio occidental.

Pero en contra de esto, los ingleses afirmaban

enérgicamente el principio de la libertad de

navegación en los océanos; en relación a sus

intereses, apelaban al ―mare clausum‖.

La fuerza coercitiva del monopolio comercial

español fue confiada a los guardacostas, cuya

dotación procedía de los puertos coloniales

españoles y que estaban comisionados por los

gobernadores locales. Se armaban particularmente y

recibían su remuneración de la venta de las presas

hechas por ellos. Se cruzaban con las rutas regulares

del comercio colonial, deteniendo cada barco inglés

que encontraban y registrándolo en busca de

contrabando. Un barco podía ser apresado y

condenado simplemente porque su situación en el

momento del encuentro, estuviese -según la opinión

de un tribunal español- apartada del curso directo de

un punto de destino legal.

Mientras, en Venezuela, nace en 1728

legalmente y en 1730, en la práctica, la empresa

privada Compañía Guipuzcoana, que además de

disfrutar de su monopolio comercial, tenía deberes y

atribuciones de Guardacostas.

Se fueron amontonando en Inglaterra en contra

de España una serie de reclamaciones económicas,

que dieron lugar a una oleada ascendente de

indignación nacional. Los comerciantes pedían una

reparación y la oposición les apoyaba en el

Parlamento. Hay que reconocer que en contra de

esta lista estaban las cantidades que la Compañía del

Mar del Sur debía al rey de España -derechos de los

negros, participación en los beneficios comerciales,

etc.-, pero la Compañía nunca permitió que fueran

averiguados éstos, y los cálculos variaban

sumamente. Además de estos desacuerdos

económicos y de las eternas disputas sobre la

navegación libre, estaban entre otros problemas, una

dificultad de límites: la cuestión del derecho inglés

al territorio de Georgia, basado en las indefinidas

fronteras de Carolina y Florida. Ninguno de ellos

era lo suficientemente grave como para dar origen a

una guerra. Fue la truculencia y el clamor del sector

comercial en Inglaterra, y, en especial, la

intransigencia de la Compañía del Mar del Sur, lo

que hizo ineludible la guerra.

“La guerra de la oreja”.

En marzo de 1738 salió a escena el capitán

Jenkins con su famosa historia de lamentaciones

que condujeron a la Gran Bretaña a declarar una

nueva guerra a España, llamada ―la Guerra de la

Oreja‖, pues la Cámara de los Comunes la

formalizó después de una tempestuosa sesión en la

que el capitán Jenkins se presentó exhibiendo la

oreja que le había cortado un corsario español

cuando intentaba realizar su negocio ilegal, prueba

de la crueldad que practicaban los papistas

españoles, según informó a la Cámara. No vamos a

ocuparnos de este conflicto, pero sí a señalar que se

había preparado mucho antes y minuciosamente. El

almirante Vernon había partido anteriormente a la

Declaración de Guerra, hacia Jamaica, para

desencadenar un ataque fulminante sobre las

colonias españolas. Allí dispuso, en cuanto se

oficializó la declaración de guerra (mes de octubre

de 1739), que el objetivo fuese Portobelo, terminal

de la Flota de los Galeones. La verdad es que los

españoles estaban esperando el golpe, pues

misteriosamente habían desaparecido todos los

buques de la inglesa ―Compañía del Mar del Sur‖,

así como los habituales contrabandistas ingleses, lo

que hacía presagiar el ataque.

Edward Vernon se presentó con sus seis navíos

de guerra frente a Portobelo y rindió la plaza sin

Page 59: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

53

gran dificultad. En 1741 Vernon intentó completar

su obra repitiendo lo mismo en Cartagena, pero

fracasó estrepitosamente en el intento ante la eficaz

defensa que le opuso Blas de Lezo y tuvo que

retirarse de la plaza después de haberla sitiado

durante varios meses. Un subordinado suyo, atacó

La Guaira y Puerto Cabello, fracasando en ambas

localidades.

Tanto los ministros como el pueblo inglés, al

entrar en una guerra comercial en las Indias

Occidentales, tenían que estar dispuestos a luchar

con Francia al mismo tiempo que con España.

Francia, además de estar unida a España por lazos

dinásticos, era desde hacía mucho el principal rival

de Inglaterra en el comercio con la América

española y el codicioso y feroz imperialismo que

movía a los ingleses a entrar en la guerra, les hacía

también sentirse ávidos de lograr conquistas

permanentes en territorio español que, lógicamente,

les conducirían a la guerra con Francia. Realmente,

la otra única operación naval inglesa, digna de

mención en esta guerra, fue el viaje de Anson al

Pacífico que buscaría atacar Panamá, pero que no

pudo, al ser interceptado por una escuadra española,

con fuertes daños por ambas partes. Por otra parte,

los ingleses hicieron muchas presas y dislocaron el

comercio lícito normal de la América española. Sólo

una flota del tesoro llegó a España, y ninguna más

se hizo a la mar durante la guerra. La Flota de

Galeones, con terminal en Portobello nunca más se

restableció. El comercio quedaría a cargo de los

contrabandistas ingleses y holandeses; también, de

algunos casuales barcos de registro, que aunque más

rápidos y ligeros que los convoyes, eran apresados

con bastante frecuencia; estos barcos eran fletados

directamente por los comerciantes, quienes a

menudo acompañaban sus cargamentos. Una vez en

América procedían a instalarse en algunas ciudades

para vender su mercancía.

La guerra entre Inglaterra y España duró nueve

años, hasta 1748. La marina de guerra española tuvo

que ocuparse de la defensa de la Península y no

pudo custodiar los mercantes de la Carrera de las

Indias.

Los comerciantes limeños no estaban muy

contentos con el sistema de los navíos de registro.

Estos buques eludieron la peligrosa ruta del Caribe,

donde se libraba la guerra y se dirigían al Perú por

el cabo de Hornos. Muchos de ellos se quedaban en

Buenos Aires, trasladando desde allí la mercancía al

Alto Perú, desde donde llegaba a Lima. Las cosas

habían cambiado. Ahora eran los peruanos los que

recibían las mercancías por Buenos Aires, en vez de

al revés. Los comerciantes limeños pidieron

también el restablecimiento del antiguo sistema de

flotas, que habían manejado durante siglos.

Este sistema también despertó la hostilidad de

los comerciantes mexicanos, que clamaron por el

restablecimiento del antiguo régimen de flotas, en el

que al menos tenían lejos a los competidores

peninsulares. Además, no se atrevían a comprar los

cargamentos de los navíos de registro, pues temían

que al día siguiente llegara otra embarcación que

provocase una baja del precio de los artículos.

Los comerciantes españoles se sumaron a sus

colegas mexicanos y peruanos, pues el sistema de

los navíos de registro les impedía averiguar cómo

estaba el mercado americano y especular con los

precios, a lo que estaban acostumbrados. El

Consulado de Cádiz secundó así a los de Lima y

México en solicitar el restablecimiento del viejo

sistema.

Las últimas Flotas.

En 1750 se firmó la paz con Inglaterra y el

marqués de la Ensenada convocó de inmediato una

junta de comerciantes para estudiar la solicitud

formulada por los consulados de restablecer el

mecanismo de las flotas. Se decidió que era urgente

enviar la flota de la ―Nueva España‖ en 1753, como

muy tarde. El caso de la de ―Galeones‖ estaba

menos claro, pues el mercado suramericano estaba

saturado de géneros como consecuencia de los

navíos de registro. Además era necesario reconstruir

antes Portobelo.

No todo era favorable a la restitución de las

flotas. En 1743, Campillo había publicado su

Page 60: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

54

famosa obra ―Nuevo sistema de gobierno

económico para la América‖, en la que abogaba por

un comercio libre entre América y España, opinión

que compartían ya muchos ilustrados.

El Ministro de Indias, marqués de la Ensenada se

decidió al fin por restablecer el régimen de flotas.

Sería el canto del cisne de las mismas. El libre

comercio se abría paso ya el 16 de octubre de 1765

cuando se otorgó como merced real a las islas de

Sotavento, Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico,

Trinidad y Margarita, como única fórmula para

reactivar su maltrecha economía. Tales islas podían

negociar abiertamente con nueve puertos españoles

autorizados. El nuevo método pareció ser más

eficaz.

Aún hubo tres flotas más en 1768, 1772 y 1776.

Finalmente, el 12 de octubre de 1778 se dió el

llamado ―Reglamento de Libre Comercio para

América‖, que clausuró el sistema de flotas. No se

trataba obviamente de ningún comercio libre, pues

los americanos seguían obligados a negociar

únicamente con su metrópoli, pero al menos se les

liberaba de la obligación de hacerlo con un puerto

único de la península y bajo el dictado de los

comerciantes andaluces. Sin embargo dos territorios

americanos, México y Venezuela, quedaron

excluidos del nuevo sistema. El Virreinato, porque

aún se quería tenerlo abastecido por el sistema de

flotas y la Capitanía General, porque estaba bajo el

control de la Compañía Guipuzcoana. El 28 de

febrero de 1789 se ordenó que tanto México, como

Venezuela -en donde había caducado el contrato de

la Guipuzcoana con la Corona-, gozaran en el futuro

de los beneficios del Reglamento de Libre

Comercio, vigente en el resto de América. Las flotas

no resucitarían jamás.

La guerra se extiende.

La guerra entre Inglaterra y Francia en las Indias

Occidentales, que estalló abiertamente en 1744,

además de la prevista hostilidad francesa, por su

unión dinástica con España, fue un asunto muy

diferente. Estuvo dirigida no por el deseo de

adquirir nuevos territorios o nuevo comercio, sino

por la enconada rivalidad entre los dos grupos

existentes de colonias azucareras. La depresión en

las Indias Occidentales inglesas afectaba

excesivamente la economía inglesa para que pudiera

ser tolerada; y en aquella época de furiosa rivalidad

comercial, si las medidas pacíficas no servían de

nada, la guerra era bien recibida como una posible

solución a los problemas comerciales.

La guerra ofrecía a los ingleses una oportunidad

de desbaratar el comercio azucarero francés, al que

no podían derrotar en una abierta competencia.

Ningún bando esperaba adquirir ni explotar las

colonias del enemigo, sino destruirlas y

despoblarlas; y, en particular, apoderarse de los

esclavos, que constituían la parte más valiosa,

necesaria y movible del capital de los plantadores.

Si no se podía lograr la destrucción de las colonias

enemigas, el objetivo siguiente era el de destruir su

comercio, privarles de provisiones y de esclavos e

impedirles que vendieran su azúcar. En esta guerra

la actividad naval se limitó casi en la práctica a este

segundo tipo de operación. En el año 1744 las

energías de ambos combatientes se emplearon en

otra parte: Europa y Norteamérica. No quedaban

fuerzas disponibles para realizar grandes

operaciones en las Indias Occidentales, y la lucha

no pasó de ser un ensayo para la mucho más

enconada que estalló en 1756.

Como ensayo, la guerra proporcionó bastantes

lecciones. Puso de manifiesto la desventaja de los

franceses al no tener bases permanentes en las

Indias Occidentales, y la gran dificultad de

avituallar una poderosa escuadra con los débiles

recursos alimenticios de las islas tropicales. Los

ingleses con sus arsenales en Port Royal y en

Jamaica y el abrigo inglés de Antigua, mantenían

permanentemente durante la estación de

navegación, escuadras temporales sin mucha

dificultad. Por otra parte, la guerra también puso de

relieve los defectos del sistema comercial inglés. El

que las islas francesas dependieran de Norteamérica

para la obtención de cereales y madera, y de Irlanda

para la carne, debiera haber sido una importante

Page 61: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

55

ventaja táctica para los ingleses; pero con guerra o

sin guerra, los barcos mercantes de Nueva Inglaterra

seguían comerciando desvergonzadamente con el

enemigo, ya directamente, ya por medio de los

puertos neutrales holandeses en Curazao y en St.

Eustaquio. Los corsarios que se hacían a la mar

desde la Martinica para saquear los barcos ingleses

se abastecían con frecuencia de provisiones en

Norteamérica; y mientras tanto las islas inglesas

estaban en la escasez, y a veces tenían que ser

abastecidas desde Inglaterra.

El tratado de Aquisgrán no resolvió ninguna

cuestión importante entre Francia e Inglaterra en las

Indias Occidentales. Ningún territorio cambió de

manos. Cuatro disputadas islas del grupo de

Barlovento -Dominica, Santa Lucía, San Vicente y

Tobago-, fueron declaradas neutrales,

comprometiéndose ambas partes a evacuarlas; pero,

aún en el caso de que los gobiernos coloniales

hubiesen accedido a cumplir este acuerdo, habría

sido difícil reunir a todos los desorganizados grupos

de colonos intrusos, franceses en su mayor parte,

que habían llegado allí procedentes de colonias más

antiguas. Las islas siguieron constituyendo un

motivo de enojo para los ingleses y fueron la

manzana de la discordia de la guerra siguiente; en

esto, como en otras muchas cosas, el tratado entre

Francia e Inglaterra no fue más que una tregua. El

tratado comercial de 1750, que complementó el

acuerdo general europeo y aireó la disputa marítima

entre España e Inglaterra, no concluyó tampoco

nada. No se contenía en él ninguna referencia a la

libertad de navegación, en nombre de la cual había

comenzado la guerra.

Durante casi un siglo las Compañías de las

Indias Orientales inglesa, holandesa y francesa

lograron coexistir más o menos en paz en la India.

Pero las tensiones empezaron a surgir en junio de

1745, cuando a la India llegaron nuevas de que

Inglaterra y Francia se habían declarado la guerra el

año anterior. Joseph Dupleix, el gobernador del

Cuartel General francés en Pondicherry, propuso a

sus contrapartes inglesas en Madrás, Calcuta y

Bombay que debería haber una tregua al este del

cabo de Buena Esperanza, durante el curso del

conflicto en Europa. Los ingleses, con cautela,

respondieron que, aunque no albergaban intenciones

hostiles, no podían hablar en nombre de la Armada

Real. De hecho, una escuadra de tres barcos y una

fragata ingleses ya había zarpado hacia la India. AI

arribar a los mares hindúes, la escuadra siguió y

capturó a cuatro barcos comerciales franceses.

Cuando Dupleix se enteró de las noticias, envió una

urgente solicitud de ayuda al duro y capaz almirante

La Bourdonnais, en la colonia francesa de la Isla de

Mauricio, en el Océano Índico.

El almirante francés había organizado

personalmente la base naval en Mauricio y ardía de

ganas de entrar en acción. Cuando Dupleix le pidió

ayuda, el almirante empez6 a convertir sus ocho

barcos comerciales atracados en Mauricio, en

buques de guerra. En febrero de 1746 se

completaron las modificaciones y los franceses

estuvieron preparados para actuar. En mayo, La

Bourdonnais navegaba en pos de la escuadra

inglesa.

Encontró a los buques británicos a finales de esa

primavera y procedió a atacarlos. Después de una

batalla de dos horas, la escuadra ingles quedó tan

maltrecha que se vió obligada a interrumpir la lucha

y huir hacia Calcuta. Pero La Bourdonnais y

Dupleix no se mostraron satisfechos con esa

resonante victoria. Entonces decidieron atacar el

fuerte de San Jorge de la Compañía inglesa, situado

en Madrás. En julio de 1746 las fuerzas francesas,

aliados con las tropas de un príncipe local hindú al

que se le prometió la posesión de Madrás si se

derrotaba a los ingleses, asediaron el fuerte, que fué

rendido por su comandante.

Los primeros correos del Nuevo Mundo.

Desde principios del siglo, se produjo el

intercambio de comunicación escrita, documentos

oficiales y cartas particulares, entre dos continentes,

Europa y América, y con gran eficacia.

Más que el largo recuento de los días

transcurridos en la travesía oceánica; más que la

Page 62: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

56

memoria de una interminable sucesión de

horizontes, debió contribuir a formar en los

primeros colonos españoles la conciencia de lejanía,

la radical ausencia de noticias, su completa

desconexión con el otro mundo que dejaban atrás,

acaso para siempre. Ante todo y sobre todo,

importaba mantener a la Corona informada de la

marcha de los acontecimientos y asegurar el

cumplimiento de las reales disposiciones en los

nuevos territorios sometidos a su autoridad. Ello dio

lugar a que los Reyes Católicos creasen el cargo de

Correo Mayor de las Indias. Las funciones del

Correo Mayor no eran otras que las de centralizar la

recepción de pliegos de correspondencia de la

Corte, el Consejo de Indias y la propia Casa de

Contratación, así como las cartas de los particulares

que eran entregadas a los capitanes de naves que

partían para América. Ya en 1628 ordena la Corona

de España la construcción de doce pequeños navíos

especialmente destinados a las necesidades del

correo marítimo, a los que dá el nombre de avisos.

Fáciles de maniobrar y ligeros de arboladura, los

avisos acompañaban a las flotas y su despacho

quedó a cargo del Real Consulado de Sevilla.

El resultado de esta primera experiencia mundial

en lo que a la sistematización del correo marítimo se

refiere, no fue del todo satisfactoria. Influyeron

varios factores, pero principalmente debió influir la

circunstancia de tratarse todavía de un servicio

público y gratuito que requería abundantes recursos

y una adecuada organización tanto en España como

en las distintas ciudades de América,

responsabilizadas con la recepción y distribución de

la abundante correspondencia. La situación de las

colonias portuguesas e inglesas no aventajaban en

nada a la de los más prósperos y poblados reinos y

provincias españolas en el Nuevo Mundo. Aún

después de las reformas introducidas por ―El

Postmaster General for Foreign Part‖ de Inglaterra,

durante el reinado de Carlos I, en 1635, los colonos

ingleses de América seguirían por muchos años

sometidos al aislamiento que imponía la

irregularidad y escasez de las comunicaciones

marítimas entre los dos continentes.

Page 63: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

57

Page 64: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

58

España se resuelve a crear en la citada fecha una

empresa estatal, a la que confía por entero la

responsabilidad de un complejo servicio de

comunicaciones postales. El ambicioso empeño

comprendía desde la fabricación de buques

especialmente destinados al correo, hasta la

instalación de estafetas postales en los más

apartados rincones del continente, desde California

hasta la Patagonia. El reglamento de esta gigantesca

empresa, perfectamente estudiado, llegaba a

extremos de determinar las banderas y gallardetes

que deberían ostentar las embarcaciones y las

excepciones y beneficios de que gozaban los

empleados de correos de todas las jerarquías. Los

cuatro puntos clave de la red de comunicaciones

resultaron ser Bilbao y La Coruña en España y La

Habana y Buenos Aires, en el Nuevo Mundo. A

Bilbao correspondía la función específica de

fabricar y mantener a los buques-correos aptos para

la navegación trasatlántica; La Coruña era el puerto

de embarque y recepción de correspondencia y

despachos oficiales en la Península Ibérica; Buenos

Aires cuidaba de todo lo relativo a organización de

las ―carreras terrestres‖ hasta puntos tan lejanos

como Potosí, Cuzco, Lima y Quito, así como la

preparación de los viajes de regreso, y a La Habana,

finalmente, correspondía además del reembarco de

la correspondencia en los navíos ligeros que la

conducirían hasta Veracruz, Portobelo, Cartagena y

otras islas antillanas, la responsabilidad de trasladar

los paquetes postales hasta su último destino en

México, Guatemala y el Virreinato de Nueva

Granada (Panamá, Colombia y Venezuela). En cada

una de las citadas plazas de Bilbao, La Coruña,

Buenos Aires y La Habana, se situó una Oficina

Principal de Correos a cargo de un Administrador

Principal, de los cuales, el más importante por las

razones expuestas, resultaba ser el de La Habana.

La correspondencia era transportada en cajas de

madera debidamente protegidas con una cubierta de

tela embreada y con compartimientos interiores para

los despachos oficiales y las cartas particulares. En

caso de ataque, el capitán del barco debía proceder a

arrojar al mar su valiosa carga. Puede afirmarse sin

vacilaciones que España logró poner en

funcionamiento en el siglo XVIII un sistema de

comunicaciones postales transoceánicas de una

regularidad y eficiencia no alcanzada hasta mucho

después por ninguna otra potencia europea. Acaso la

razón de mayor significado histórico que debemos

atribuir a la Empresa de Correos Marítimos de

España, reside en el hecho de que ésta fuera

concebida, planeada y administrada como servicio

público, es decir, basada en el principio de que el

mantenimiento de las comunicaciones postales

constituía una obligación del Estado y que, en

consecuencia, a éste correspondía absorber las

pérdidas que pudieran arrojar las operaciones de la

empresa. Tal criterio, hoy generalizado, era todavía

en pleno siglo XVIII una novedad con la que

España aventajaba a su rival Inglaterra, toda vez que

ésta mantuvo hasta la independencia de sus colonias

americanas la política de derivar beneficio de las

comunicaciones postales. No fue sino muy

tardíamente, después de muchos años de agitación y

protestas, que el Parlamento inglés, en 1840, se

animó a aceptar el sistema del ―penny postage‖ que,

de hecho, hizo el servicio incosteable como negocio

y, derivando, consecuentemente, en una carga

estatal.

… otra guerra más.

Los conflictos continuos entre Francia e

Inglaterra que marcaron la historia europea del siglo

XVIII repercutieron de modo considerable en el

continente americano. La Guerra de los Siete Años

truncó definitivamente las ambiciones francesas en

América. La enorme superioridad del poder naval

de Inglaterra fue determinante en la historia de

Europa durante el siglo XVIII. Así y todo, el

poderío naval Borbón se le opuso a Inglaterra como

una fuerza militar organizada, y con un poder

material igual o superior al inglés.

En la India francesa, los dividendos de la

Compañía francesa de comercio disminuyeron

abruptamente; sus accionistas abrieron

negociaciones con Londres y vendieron.

Page 65: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

59

Francia, cedía así, el gran territorio conquistado

al Gran Mogol. En América del Norte existía gran

rivalidad por versiones sobre la posesión –no

definida, entre ingleses y franceses- del valle de

Ohio y el Canadá. Empezaron los conflictos en

América y en el mar sin estar declarada la guerra.

Antes de concluir 1755, Inglaterra había

apresado 300 barcos mercantes franceses y 6.000

marineros de esa nacionalidad sufrían prisión.

Francia no reaccionaba, pero no lo hacía, para ganar

tiempo, preparando un fuerte golpe. Siguió

enviando refuerzos a Las Antillas y Canadá;

mientras, se hacían ruidosos preparativos en las

orillas del Canal de la Mancha, suscitando en

Inglaterra el temor ante una amenaza de invasión.

Desviándose hacía otras rutas, una escuadra

francesa, con tropas de desembarco, se acerca a

Menorca (Islas Baleares), en poder inglés desde la

anterior Guerra de Sucesión española; cercan a

Mahón, su puerto-capital y la están ocupando

cuando llega una escuadra inglesa de socorro, que

será vencida, pero que, nuevamente, como en

Vélez- Málaga, pecando de conservadores, los

franceses no la aniquilan, para no arriesgar el

material –sus naves- más de los necesario, dado que

el objetivo estratégico estaba cumplido. Por el

contrario, para los ingleses, como ya lo habían

demostrado y lo seguirían haciendo, su objetivo

primario era siempre el aniquilamiento de lo que el

enemigo tuviese a flote, es decir, sus barcos, su

marina. A este pensamiento deberá Inglaterra la

consecución de su dominio del mar.

Esta otra guerra, que estalló en Europa en 1756,

representó para Inglaterra la principal ocasión para

expandirse. El enfrentamiento entre Francia e

Inglaterra por el control del Caribe y de América

Septentrional fue el motivo de este conflicto, que al

comienzo fue favorable a los franceses. Con el

ascenso de William Pitt el ―Viejo‖ al poder, las

relaciones de fuerza se invirtieron y nadie consiguió

poner coto a la expansión de las fuerzas inglesas por

el Nuevo Continente. Además, cayeron en manos

inglesas, el Senegal (en África) y toda Bengala (en

la India).

No cabía duda de que el principal objetivo de la

guerra en América era el de asegurar la América del

Norte inglesa apoderándose del Canadá. Pese a ello,

las Indias Occidentales fueron otra vez el centro de

una enconada lucha, y las fuerzas empleadas allí

fueron mucho mayores que las utilizadas en la

guerra anterior; y mucho mayores también que las

empleadas en la lucha simultánea en la India.

Grandes expediciones fueron enviadas por ambos

bandos, y sus mandos tenían ahora órdenes de

anexionar las colonias azucareras enemigas, no de

saquearlas simplemente.

Page 66: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

60

Al proseguir la guerra, Francia dedica sus

esfuerzos a una guerra continental, desdeñando

nuevamente los asuntos del mar, en tanto que

Inglaterra le presta preferente atención. Aunque los

corsarios franceses escribieron páginas gloriosas,

Francia fue perdiendo una a una sus posesiones en

América del Norte, en la India y alguna de las que

poseía en Las Antillas. En 1763 se firmó en París el

Tratado de Paz, donde Francia perdió el Canadá,

comenzando por la ciudad de Québec, fundada en

posición estratégica por el explorador Samuel de

Champlain en 1608. La Louisiana pasa a España,

que a cambio de ella cedió Florida a Inglaterra. Con

esto, Inglaterra dominaba dos vastísimas regiones

coloniales, situadas en los antípodas: la americana,

que iba de la península del Labrador a la Guayana, y

la India, que se extendía por todo el valle del

Ganges.

Desarrollo de la marina mercante.

Durante el siglo XVIII se reforzaron los lazos

comerciales entre Europa y el resto del mundo y los

convenios de intercambio resultaron esenciales para

la prosperidad de varios estados europeos.

El desarrollo de Gran Bretaña hasta alcanzar una

posición dominante en el comercio internacional,

superando a holandeses,

españoles y franceses, se

manifestó en amplio contactos y

acuerdos con América y Asia.

Los horizontes del comercio

se ampliaron cuando el contacto

de Europa con países de esos

continentes se hizo más regular.

Al mismo tiempo se produjo

una expansión comercial

generalizada, particularmente

en el Atlántico, de la cual

participaron otros países. El

resultado fue la especialización

de la industria naviera y de las

transacciones financieras, y el

aumento de la producción de

artículos manufacturados. Para entrar en el mercado

colonial del Imperio Español, las otras naciones

europeas desencadenaron varias guerras

comerciales. El tráfico de esclavos era seguido en

importancia por el comercio del azúcar, el cual,

junto con otros productos tropicales, era

reexportado a Europa Continental.

Los buques ingleses y holandeses se hicieron con

una parte cada vez mayor del comercio portugués.

En Oriente, los holandeses se habían apoderado de

buena parte del viejo imperio de Portugal y sus

factorías en Ceilán (Sri Lanka), Bangla Desh,

Malabar y Batavia (Yakarta), extendían su

influencia hasta Japón. La Compañía Holandesa de

las Indias Orientales con base en Batavia, realizaba

un lucrativo intercambio de especias, café y seda.

En Holanda, los barcos comerciales habían llevado

muestras de té ya en 1610, más los acérrimos rivales

de Inglaterra en el comercio no aceptaron la bebida

con entusiasmo, prefiriendo el brebaje de sabor más

fuerte que se conseguía de las semillas árabes del

café.

Desde su inicio en 1600, la compañía inglesa se

había esforzado, sin éxito, en conseguir privilegios

comerciales en un puerto chino importante. Bajo el

mando de la dinastía Ming, que gobernaba el

Celeste Imperio desde del siglo XIV.

Page 67: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

61

Los comerciantes chinos tenían prohibido

comerciar con extranjeros, en especial europeos, a

los que se llamaba ―fan kwai‖: bárbaros. Los

emperadores Ming declararon que el comercio con

los fan kwai era innecesario, desagradable y

peligrosamente subversivo, y la dinastía Qing, de

origen manchú, que subió al poder en 1644,

compartió de pleno esos sentimientos. De todas las

potencias europeas, solo los portugueses, en Macao,

habían conseguido abrir la puerta... al precio de

enormes contribuciones anuales y de regalos al

emperador. A finales de la década de 1670, la

Compañía de las Indias Orientales decidió redoblar

sus esfuerzos para abrir un comercio directo para un

cargamento tan lucrativo de su fuente en China.

Sin un acceso legal a un puerto chino, las

Compañías de las Indias Orientales inglesa y

holandesa se dedicaron a un comercio furtivo en la

ciudad costera de Amoy y en el semi-autónomo

estado que servia de valla, Tonkin, donde las

exportaciones chinas se conseguían con regularidad.

En esos apartados lugares comerciales, los

comerciantes de la compañía degustaron de

antemano las frustrantes —y a menudo

enfurecedoras— prácticas de negocios que

prevalecían por todo el Celeste Imperio.

De todos los maravillosos artículos del Oriente

transportados de vuelta a Europa en las crujientes

bodegas de los barcos comerciales, ninguno tuvo

más impacto en la fortuna de Gran Bretaña que la

hoja levemente aromática, marrón oscuro, llamada

cha o tay en el Oriente y ―té‖ en Occidente. Desde

su comienzo en Gran Bretaña como un artículo de

lujo apreciado por un selecto puñado de

londinenses, el té de China se convirtió en un

producto nacional básico en menos de una

generación. En el proceso, impulsó a la honorable

Compañía de las Indias Orientales —familiarmente

conocida como la Compañía de John— a una

posición de riqueza y poder, jamás soñado por sus

fundadores. Los comerciantes de la compañía se

convirtieron en los primeros europeos en

garantizarse una posición firme en uno de los

grandes puertos marítimos de China, la ciudad de

Cantón. Luego, a medida que el comercio de China

comenzó a dejar dividendos, e1 té mantuvo a la

compañía, mientras luchaba con una hueste de

celosos competidores en casa y superaba a los

franceses y a los holandeses por las riquezas de la

India.

En Inglaterra, al té también se le dió valor

medicinal. Lo más apropiado era que beber té

caliente, sencillamente encajaba con el gusto de la

mayoría de los ingleses. En China se extendió el

cultivo de té para poder satisfacer la gran demanda

de este producto en Inglaterra.

Page 68: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

62

También se desarrolló un activo comercio de

seda, porcelana y especias. Aunque la influencia

europea en China se limitó a ciertas factorías, éstas

posibilitaron su posterior expansión.

El estímulo para ese desarrollo fue el creciente

tráfico en el ilegal opio. Hasta 1729, la misma

Compañía de las Indias Orientales británica fletaba

legalmente grandes cantidades de opio bengali a

China; la droga era la mercancía que más deseaban

los chinos a cambio del té.

Pero ese año el emperador de China prohibió

todo comercio con opio, y a la compañía se le

advirtió que desistiera o perdería sus privilegios

comerciales. Los comerciantes nacionales no

sufrieron tal estorbo. A través de una red de

sobornados funcionarios portuarios en Batavia y

Macao, establecieron contactos clandestinos con

contrabandistas chinos En el Índico, la Compañía

inglesa de las Indias Orientales, una vez

desbancados los franceses, controlaba Bombay,

Bangla Desh, Madrás y la mayor parte de India

Meridional; la expansión comercial estimuló el

desarrollo de la marina mercante.

De todas las grandes potencias, el crecimiento

más espectacular correspondía a Gran Bretaña, que

superaba a los viejos imperios y realizaba todo el

tráfico con sus colonias en buques de bandera

inglesa. Pese a la pérdida de las colonias

norteamericanas, el comercio con América continuó

su expansión, bien mediante sociedades de carácter

monopolista, como la Compañía de la Bahía de

Hudson, bien por medio de un comercio más libre.

Page 69: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

63

LAS MARINAS SE PROFESIONALIZAN

“Capitán de Mar y Guerra”.

esde los albores de la navegación, en los

cientos de años siguientes, tanto el capitán

de la nave como sus oficiales fueron denominados

en forma diversa, según los pueblos y las culturas

de donde eran originarios. Ya en los tiempos del

dominio de la vela, y en el escenario principal –el

Océano Atlántico- donde el velero, navegó y reinó,

imponiendo su supremacía, el hombre que ejercía el

Mando, era el Capitán de Mar, auxiliado en sus

funciones por el Piloto –Segundo Comandante-

Maestre y Contramaestre. Donde los marinos con

mando pudieron demostrar su pericia, fue en los

viajes de exploración, en el comercio, actuando en

corso y en ocasiones, como piratas. En la

preparación y ejecución de operaciones bélicas, los

jefes de Escuadra y de los propios barcos, provenían

del ejército. Algunos de ellos se revelaron como

grandes marinos, pero la oficialidad de los ―puentes

de mando‖ era impuesta por las nobles familias a

través de órdenes gubernativas o seleccionadas entre

ellas, por los propios jefes.

Las cuestiones se resolvían a la manera del

soldado más que a la del marino. Al igual que en la

antigüedad, las tácticas navales eran análogas a las

empleadas por el ejército; los comandantes dejaban

los asuntos de navegación en sus subordinados, que

en la mayoría de los casos, no sobrepasaban en

grado al de Maestre o Contramaestre. Sólo en el

último tercio del siglo dieciséis, se empezó a

implantar la opinión de marinos veteranos en los

Consejos de Guerra, pero tuvo que esperarse algún

tiempo para su puesta en práctica.

No existía una distinción especial, tanto si la

nave era mercante ó si se la ―armaba en guerra‖,

pasando a ser un conjunto de estas últimas, una

―ARMADA‖. Tampoco existía un calificativo

determinado para el capitán que mandaba una

―carabela‖ de unas cien toneladas al de una

―carraca‖ de mil. No va a haber tampoco distinción

entre el que tenía la máxima autoridad en un

―galeoncete‖ ó el que la aplicaba en un soberbio

―galeón‖ de dos puentes, poderosamente artillado.

Es, en general, la experiencia, el don de mando, la

capacidad en suma, la determinante que establecerá

la distinción de poder gobernar desde el Puente de

Mando del más potente bajel. Cuando las

necesidades requieren que además de la tripulación

propia, la nave sea ―potenciada‖ con más cañones y

soldados, –―hombres de guerra‖- el capitán de la

nave, que lo será de todos, será llamado, ―Capitán

de Mar y Guerra‖.

“Infantes”.

Tal denominación persistirá durante algún

tiempo, pero, considerando que tales ―hombres de

guerra‖, terminan siendo asignados, en forma fija,

como parte de la dotación de cada nave; en

principio, deben obedecer a ―mandos naturales‖. En

las naves pequeñas, la ―guarnición‖ lo será también

y, por tanto, al mando de un sargento ó de un

alférez; pero en un gran galeón, la fuerza destacada

será de entidad de compañía, con su propio capitán.

Así, empieza a hacer su aparición la moderna

Infantería de Marina.

Ya vimos en el volumen I el nacimiento de la

española. En el caso de la inglesa, será segunda de

la hispana, un siglo más tarde, siendo sus orígenes

en 1664, y su antigüedad está entre los regimientos

49 y 50 de infantería, que pasarían a llamarse

Infantes de Marina. Proporcionaban a los buques de

guerra las tropas adecuadas para combatir como

infantería de tierra, y para actuar como tiradores, o

en combates a corta distancia en el mar. Un deber

secundario consistía en desalentar o suprimir los

amotinamientos entre la marinería: a bordo y en

consecuencia, los alojamientos de los infantes de

marina estaban entre los de los oficiales y los de los

marineros.

Al terminar las guerras contra Holanda, fueron

muchas las demandas exigiendo la potenciación del

Cuerpo, por haber probado su valía. Por esa época

también los holandeses habían establecido su

Cuerpo de Infantería de Marina.

D

CAPÍTULO III. (Lo Náutico: Ciencia y Aventura)

Page 70: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

64

Nueva táctica: nace el “navío de línea”.

Pero siempre la ―guarnición‖ está supeditada al

―capitán de mar‖, al capitán de la nave. Desde la

mitad del siglo XVII se producen cambios

importantes en la Táctica Naval. Al haber ido

dominando las tripulaciones ―la maniobra velera‖,

obedeciendo al cada vez mayor conocimiento del

régimen de los vientos, y al ir adquiriendo la

artillería mayor alcance y eficacia, va a traer, por un

lado, el que los barcos tiendan a convertirse en

fortalezas flotantes, situando los cañones en filas ó

―andanas‖, protegidos en puentes bajo cubierta, en

ambos lados de la nave. Por el otro, al tener que

establecer prudentes distancias del adversario, se

impone la agilidad, para golpear por medio de la

potencia de fuego en el punto más débil del

enemigo, y aprestarse a la evasión, si fuera

necesario, rompiendo el contacto. Hay que

maniobrar, y hay que hacerlo no validos ya del

esfuerzo humano en los remos, sino del viento. Para

ello, para poder tener mayor facilidad de maniobra

que el contrario, hay que intentar ganar el

―barlovento‖ antes que él, lograr que la nave propia

sea ayudada por el viento, impulsándola por su

popa. Y así, las tácticas y los muy variados

dispositivos de batalla de las Escuadras Remeras,

basadas en el choque entre naves y cuya definición,

las más de las veces, eran realizadas por las

tripulaciones, producto del ―abordaje‖, empezarán a

pasar a los anales históricos de los,

aproximadamente, treinta y cinco siglos anteriores.

La nueva táctica naval va a imponer una serie de

rígidos condicionamientos, sobre todo, en la lucha

entre Escuadras ó Flotas. Demasiado rígidos, por

cierto, al punto que la aplicación de estas

―doctrinas‖ y la sumisa obediencia a las mismas,

coartará la iniciativa de muchos Capitanes y Jefes

de Escuadra ó Flota, por siglo y medio; relegándoles

paradójicamente, a acciones más pasivas que las de

muchos capitanes de naves remeras de la

Antigüedad.

Con el navío, que aparece a principios del siglo

XVII, acabarán por diferenciarse definitivamente

los buques mercantes de los de guerra. Esto no

quiere decir que en algunas oportunidades las

naciones que no pudieran proveerse de naves

militares, no se prestaran a recurrir a la modalidad

de artillar naves mercantes para armar sus

escuadras.

Los navíos serían una evolución de los galeones,

al adaptarse éstos exclusivamente para el servicio

militar y dotarlos de poderosas baterías de artillería

que impedían el transporte de cargas y obligaban a

llevar gran cantidad de tripulantes para el servicio

de los cañones. Los navíos de tres puentes

aparecieron a principios del siglo XVII y la primera

referencia sería un grabado holandés de 1613 que

muestra el navío inglés ―Prince Royal‖.

Antes de iniciar la descripción de los navíos,

debemos hacer una pequeña aclaración con respecto

a este término. En efecto, hasta el siglo XVII, la

palabra navío se utilizaba como nombre genérico de

las naves de gran porte. Recién a principios de este

siglo va a comenzarse a utilizarla para designar las

mayores naves de guerra. Como este es el tipo de

nave que constituirá la espina dorsal de las flotas de

combate hasta bien entrado el siglo XIX, hemos de

dedicar algún espacio para referirnos a él.

Cuando una Escuadra avista a otra, busca la

batalla, intentando situarse a ―barlovento‖ del

adversario; si su ―andar‖ no le permite la evasión, ó

fiado de su fuerza, se mantiene a ―sotavento‖, se

produce la visión de dos Escuadras, ambas con sus

naves en ―línea de fila‖; cada proa siguiendo la

estela, lo más cerca posible, de la popa de la

anterior, ofreciendo el enemigo sus artillados

costados; –una, los de babor; la otra, los de estribor-

para conseguir la mejor concentración de potencia

de fuego. En el nacimiento de esta táctica es cuando

la construcción naval es exigida para que fabrique

―navíos‖, un tipo de barcos, lo suficientemente

grandes y robustos para admitir una potente y

masiva artillería; lo suficientemente resistentes para

aguantar el devastador fuego enemigo, y lo

suficientemente marineros –se incrementa mucho el

velamen y aparejos- para poder sacar provecho de

los vientos, obteniendo la máxima velocidad de

Page 71: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

65

navegación para tan pesada nave. A estos ―navíos‖,

que van a ser las naves principales de la guerra en el

mar –los ―battles ships‖- los ―barcos de batalla‖, se

les denominará también ―nave o navío de línea‖,

porque son los que pueden aguantar, según la

exigente táctica, en ―línea de batalla‖.

La expresión ―nave de línea‖ se adoptó entre

1690-1700 cuando consideraciones económicas, de

abastecimiento de madera y de mantenimiento en el

invierno, aconsejaron acabar con las mastodónticas

naves de tres cubiertas que se habían venido

construyendo entre 1630 y 1640. La misma

formación de la línea de fila, derivada de la

preferencia por los duelos de la artillería, propia del

siglo XVII, sobre la vieja línea de frente que llevaba

a la lucha al abordaje, había adquirido durante las

guerras anglo-holandesas un cierto grado de

complejidad (la formación de batalla en línea se

adaptaba a la rudimentaria balística de la época,

pero exigía gran disciplina en la maniobra, control

táctico y un completo código de señales).

Fundamentalmente, la formación en línea

comportaba la ventaja del tiro con cañones de corto

alcance y la construcción de barcos robustos, dos

aspectos en los que era tal la superioridad de los

ingleses, que a menudo sacrificaban al uno y a la

otra las características de navegación; las

dimensiones de una nave de guerra francesa y

española eran mayores en relación a la misma

potencia de fuego, pero la línea imponía un similar

nivel de rendimiento por parte de los beligerantes,

con importantes consecuencias para la uniformidad

de los cañones y su disposición, la clasificación de

los barcos de guerra de acuerdo a su potencial de

fuego y la diferenciación entre los ―barcos de

batalla‖ y los demás.

Los aparejos de estas naves fueron en un

principio los mismos que los de galeones, pero a

medida que fue avanzando el período,

desaparecieron algunas velas que fueron sustituidas

por otras más eficientes y se colocaron otras nuevas

en la medida en que la tecnología naval permitió

construir arboladuras y jarcias más resistentes. De

todos modos, hasta que no hizo su aparición el uso

de elementos metálicos (palos y cabuyería de acero)

hacia mediados del siglo XIX, los palos de madera y

las jarcias de fibras vegetales impidieron que se

realizaran avances técnicos notables.

De acuerdo con estas premisas, vemos aparecer

en este período de los siglos XVII, XVIII y

principios del siglo XIX, las velas de cuchillo

(estays y foques), las alas y rastreras, al tiempo que

para facilitar la maniobra de los gavieros, se

colocan los marchapiés, cabos que corren por

debajo de las vergas para que se apoyen en ellos

quienes deben trabajar en las velas.

El bauprés también sufre durante este período

modificaciones sustanciales: aparece el botalón, en

el que se afirmarán varios estays que servirán para

envergar los foques, velas de cuchillo aparejadas en

la proa de la embarcación. Lo mismo pasó con las

velas de palo mesana. La clásica vela latina fue

sustituida por una vela trapezoidal que en un

principio se llamó mesana y que, el agregársele la

botavara en su borde inferior, se acabó llamándose

cangreja.

En este mismo siglo XVIII, se produjo una

verdadera revolución en la ingeniería naval,

condicionada toda ella al aumento del velamen, que

se traducía en velocidad y al cuidado de la

estabilidad para obtener ventajas en la maniobra.

Cada país la experimentó en base, a sus criterios y

modalidades propios en esta materia. Mucho de los

resultados de esta revolución sirvieron para que las

exploraciones en este siglo, fueran tan eficaces,

pero, principalmente, potenciaron a las flotas de

guerra. Los navíos alcanzaron su máxima

perfección, se desarrolló la fragata y, al final las

cualidades marineras de esta última, la convirtieron

en reina de los mares.

Así, en términos generales, fueron los navíos de

línea que constituyeron las grandes flotas de

combate con las que se midieron los grandes

almirantes de aquellos períodos. Armados a veces

con más de cien cañones y aparejados con sus

enormes arboladuras, eran difíciles de gobernar y

maniobrar. Su velocidad era también pequeña y

raramente podían pasar de cinco a ocho nudos.

Page 72: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

66

El gran ministro francés Colbert había persistido

en la búsqueda de un sistema de construcción, no

tanto por la aplicación de nuevos conocimientos

científicos a la práctica, como por el esfuerzo por

deducir principios teóricos del rendimiento de los

barcos.

Los maestros carpinteros especializados en la

construcción naval podían mostrarse muchas veces

celosos de sus técnicas y reacios a cambiar sus

métodos.

Colbert les obligó a discutir sus puntos de vista y

a escuchar las observaciones de los oficiales que

mandaban los barcos que, a su vez, fueron

obligados a asistir a conferencias y demostraciones

dadas por los más expertos diseñadores de barcos.

De todo este intercambio de opiniones resultaron las

nuevas teorías sobre la construcción de barcos.

La uniformidad de los métodos se vio intensificada

por la imitación de los modelos extranjeros.

Antes de 1670 los franceses habían imitado a los

holandeses y a los daneses. Los expertos en la

construcción de barcos podían muchas veces vender

su talento al extranjero.

Tanto holandeses como ingleses trabajaron en

Escandinavia, aunque hasta 1727 no siguieron los

Almirantazgos holandeses la sugerencia hecha por

Rotterdam en 1695, de poner sus astilleros bajo la

dirección de un inglés.

Page 73: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

67

En España, al frente de la construcción naval,

Jorge Juan aplica nuevas normas y criterios

científicos, trayendo técnicos extranjeros y uni-

ficando a todos los arsenales en técnicas, métodos y

prácticas y consagrando el navío de línea de 74

cañones como nervio de las escuadras.

Su sistema de construcción conjuga lo mejor de

la tradición española con la técnica inglesa y los

estudios científicos franceses (el sistema francés

sacrificaba todas las cualidades de los navíos en

beneficio de la velocidad –buques de poca manga y

mucha eslora-, poco favorables para la maniobra,

con pocas condiciones marineras y poco aguante de

las velas). En 1784, José Romero y Landa diseña y

empieza la construcción del ―San Ildefonso‖,

entregado al año y medio, que sería en ese tiempo,

la máxima expresión de la arquitectura naval.

Trece años después, formando parte de una

flotilla (dos navíos de línea y tres fragatas) burló el

bloqueo inglés de Cádiz, para transportar alguna

tropa y pertrechos; principalmente, recoger los

dineros que aliviarían la mala situación del Tesoro.

En ese periplo por puertos americanos, embarcó en

La Guaira al joven de 16 años, Simón Bolívar que

iba a España a mejorar su educación y que sería el

padre de seis naciones hispanoamericanas.

Clasificación de las naves.

Hasta mediados del siglo XIX, los cañones se

dividen por el peso de los proyectiles en libras. La

española era igual a 460.093 gramos y la inglesa a

453.592. Por tanto, cuando se decía un cañón de ―a

8‖, significaba que era un arma cuya boca estaba

fabricada para admitir proyectiles de ocho libras,

cuyo peso, si tal cañón era español, equivalía a 3.68

kgs. La clasificación de los navíos de aquella época

se hacía atendiendo a la artillería que montaban.

Page 74: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

68

Así, los modelos españoles del siglo XVIII se

denominaban Reales, cuando montaban más de 74

cañones, siendo de tres puentes cuando alcanzaban

la cifra de 90.

Los colosos artilleros fueron el Santa Ana de 112

cañones de a 36, 24, 18 y 8, distribuidos en tres

baterías, más la del castillo o cuarta batería y, como

caso totalmente excepcional, el Santísima Trinidad,

que desplazaba 3.100 toneladas, y disponía de 136

piezas.

Las fragatas llevaban de 32 a 44 cañones y las

seguían, en orden disminuido, las corbetas con 20 a

28 cañones y los bergantines con 12 a 18. Los

inferiores a los registrados serán llamados,

genéricamente, ―naves sutiles‖.

Los barcos de guerra, dentro del ordenamiento

antedicho y en razón de las funciones a cumplir, se

denominaron así: ―Navío de Línea‖ (normalmente

de dos puentes aunque los había de tres)– ―Fragata‖

– ―Corbeta‖ – ―Bergantín‖ y ―Goleta‖.

Así que... a los capitanes que los comandaban...

se les designó como ... ―Capitanes de Navío‖, de

―Fragata‖ y de ―Corbeta‖ ... y se les dio el mando de

bergantines y goletas a los que eran Segundos y

Terceros Comandantes en los buques mayores ... a

los Tenientes de Navío y de Fragata.

Los ingleses llamaron ―navíos de línea‖ a los que

llevaran más de 90 cañones (sin contar carronadas,

cañones gruesos y cortos, muy eficaces en disparos

a muy corta distancia, cuyo nombre proviene del

pueblo escocés, Carron, donde empezó su

fundición); a éstos los llamaron de 1er orden.

Los de 2do orden eran los que llevaban más de

80 cañones, de 3er orden los que tenían más de 50,

de 4to orden los de más de 38, de 5to, los de más de

18 y de 6to, los de más de 6.

En otros países se designaba a los navíos por la

cantidad de cañones que portaban; así se

denominaban navíos de 90, 74 o 18 cañones a los

que iban armados con esos números de armas.

Pero, por supuesto, los barcos que debían prestar

funciones de apoyo a los ―de batalla‖; los que

Page 75: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

69

debían cumplir funciones ―auxiliares‖, como los de

―aviso‖ ó exploración, los que tenían como misión

operar en solitario ó grupos pequeños en la guerra

del tráfico marítimo, los que ―guardaban la costa‖,

etc.; serán también clasificados y delimitadas, no

sólo sus funciones, sino, su mínimo -máximo

tonelaje, cantidad mínima- máxima de cañones,

cuantía de tripulantes, arboladura y área del

velamen, etc. Estas medidas marcarán un rango en

los tipos de barcos, que oscilarán, con pocas

diferencias entre las distintas Potencias Navales,

que irán desde las mil ochocientas toneladas del

―navío de línea‖ tipo, hasta las sesenta toneladas de

los más pequeños; desde los setenta y cuatro

cañones de los ―navíos‖ tipo hasta los de seis

cañones; todos ellos registrados en los

Almirantazgos.

Las naves de batalla eran las que se consideraban

suficientemente potentes para estar en primera línea,

muy distintas a las diversas unidades destinadas a

misiones de rutina, especialmente a la protección de

tráfico comercial y al reconocimiento naval, que

empeñaban a numerosas fragatas, corbetas, etc.

Naves especiales.

Se utilizaron profusamente otros muchos tipos

de embarcaciones para misiones especiales, entre

las que cabe destacar, los brulotes o navíos

incendiarios, las lanchas bombarderas, cañoneras y

obuseras, y las baterías flotantes.

Los brulotes, también llamados naves

incendiarias, ―burlotes‖ y navíos de fuego, eran

embarcaciones llenas de materiales combustibles y

explosivos, que se dirigían contra los buques

enemigos, a los que se quedaban enganchados por

una serie de garfios que portaban en las zonas

salientes.

Generalmente se transformaban en brulotes los

barcos viejos de mediano tamaño que, en ocasiones

fueron fragatas de hasta 200 ó 300 toneladas. En la

cubierta, se solían colocar las camisas de fuego, que

eran artificios formados a base de polvorina y

azufre, cuyo efecto era similar al fuego griego,

sobre los que se ponía una lona embreada. En los

palos, se situaban unos salchichones, comunicados

entre sí y con las camisas de fuego, mediante

mechas de cohetes.

Como norma general, los brulotes navegaban al

abrigo de los demás buques de la escuadra, hasta

que se divisaba el objetivo, momento en el cual, su

escasa tripulación lo dirigía convenientemente y lo

abandonaba, utilizando una lancha.

Si todo iba bien, el brulote debía hacer explosión

entre los barcos enemigos, que se verían envueltos

en una espesa nube de fuego. Aunque, la mayoría de

las veces, se usaron contra escuadras fondeadas,

también se emplearon en acciones contra barcos en

movimiento e, incluso, para destruir obras de

defensa enemigas.

El empleo de los brulotes se remonta al año

1.372, cuando el almirante castellano Bocanegra los

utilizó contra los ingleses en La Rochele. En 1.588,

fueron los ingleses los que usaron brulotes contra

los españoles, frente a Calais, pudiéndose afirmar

que, a partir de entonces, las principales escuadras

adoptaron este tipo de barcos.

Las lanchas bombarderas o bomberas, también

llamadas bombardas bombarderas, galeotas

bomberas o, simplemente, bombardas, aparecieron

por la necesidad de realizar tiros curvos, bien para

bombardear fortalezas, o bien, para batir los puertos

o las escuadras fondeadas y protegidas. Aunque,

durante mucho tiempo, se hicieron grandes

esfuerzos para instalar morteros en pequeñas naves,

la mayoría de ellos acabaron en fracaso, dado que el

retroceso de las armas las desfondaba.

En 1.783, el teniente de navío español Rovira

inventó el obús largo. El empleo de sus obuses

largos, dio lugar a la aparición de las bombardas

obuseras que, al contar con mayor precisión y

alcance, desplazaron a las bomberas, aunque todavía

se siguieron utilizando.

Ambas armas poseían la característica de

disparar bombas o granadas explosivas, lo que

aumentó considerablemente la potencia de fuego de

los navíos. Asimismo, la adopción de la llave de

fuego de chispa, a partir de 1.790, que anulaba el

Page 76: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

70

retardo del disparo que se producía con la mecha de

azufre o botafuego, y la utilización de franela para

envolver las cargas de proyección, que dejaba

menos residuos que el papel, fueron otras de las

importantes innovaciones que se introdujeron a

finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Las baterías flotantes eran barcos especiales,

ideados para batirse al cañón y al ancla. Aunque su

invención suele atribuirse a los franceses, al

considerar como tales las ―galiotes á bombes‖, lo

cierto es que mucho antes, en 1.535, para la

conquista de Túnez los españoles unieron tres

galeras por medio de fuertes maderos, construyendo

encima una plataforma sobre la que colocaron

cuatro cañones protegidos, que podemos considerar

como la primera batería flotante.

Posteriormente, en Flandes se utilizaron baterías

semejantes. Todos estos cañones disparaban

normalmente balas esféricas sólidas, de hierro

colado, aunque también podían emplear para

cometidos específicos otra munición, como balas

encadenadas o palanquetas (para dañar las jarcias

del enemigo), granadas (balas esféricas rellenas de

explosivo), balas rojas (calentadas al rojo, para

provocar incendios), botes de metralla, etc.

El manejo de los cañones era complicado y

requería gran fuerza, cuidado y destreza.

Un gran cañón de a 36 exigía hasta 14 sirvientes:

media docena de especialistas y ocho o diez

marineros que ayudaban a mover la cureña y a

emplazar el cañón de nuevo tras cada disparo.

Aunque el alcance teórico de las mayores piezas

con bala sólida llegaba a los 3.000 m., el eficaz no

pasaba de los 900 y, normalmente, se combatía a

menos de 400 m, (unos dos cables), e incluso se

procuraba disparar desde mucho más cerca, a

tocapenoles, cuando los proyectiles conservaban

suficiente energía cinética como para causar grandes

destrozos y mortandad en buques y tripulaciones.

Había diferentes escuelas tácticas: españoles y

franceses preferían disparar a la arboladura, para

inmovilizar al rival, mientras que los ingleses

insistían en disparar sobre el casco de los buques,

para dañar su estructura y destruir las baterías.

La “carronada”.

Dado el carácter claramente ofensivo de la

marina británica, no es de extrañar que hacia 1779

se adoptara un nuevo tipo de cañón, la carronada,

con la que los ingleses obtendrían grandes éxitos en

combate ofensivos a corta distancia. Se trataba de

un cañón de tubo muy corto, en hierro colado, de

aspecto rechoncho. Se fabricaron modelos de entre

6 y 68 libras, pero las más populares fueron las de

24 en adelante. Los modelos más antiguos tenían

muñones para su montaje, pero desde fines del siglo

XVIII se sustituyeron por un grueso anillo vertical

con pasador en la parte inferior del tubo. Más

importante aún, las carronadas tenían otro anillo

horizontal en su extremo para recibir un gran

tornillo, que permitía ajustar con precisión la

elevación de la pieza. En lugar de la cureña con

ruedas empleada en los cañones, la carronada se

montaba sobre una plataforma especialmente

diseñada que tenía dos partes; una cama móvil de

madera, a la que se sujetaba la pieza, y una base

sobre la que se deslizaba la cama para absorber el

retroceso y permitir la carga por la boca; dicha base

tenía una rueda bajo su parte posterior para facilitar

la orientación de la pieza a lo largo de un arco

amplio. La combinación de ambos sistemas (tornillo

y plataforma rotatoria) permitía apuntar la

carronada, en orientación y en elevación, con mucha

más facilidad que un cañón normal, levantado con

cuñas y palancas y girado a brazo.

Al principio, las carronadas, destinadas a

sustituir a los cañones de pequeño calibre del

alcázar y el castillo, se emplazaban a petición

expresa del capitán, pero desde 1794 se hicieron

obligatorias en la mayoría de los tipos de barcos

ingleses. Como regla, cuanto menor el barco, mayor

la proporción de carronadas en su dotación, que se

colocaban en la parte más alta del casco. Las

fragatas en particular, de entre 32 y 44 cañones,

empleadas a menudo en acciones independientes,

llevaban una dotación especialmente alta de

carronadas que, a corta distancia, proporcionaban

una potencia de fuego mucho mayor que la de los

Page 77: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

71

cañones tradicionales, relativamente pequeños, que

podía admitir su estructura.

Las principales ventajas de la carronada eran su

fenomenal potencia de fuego a corta distancia

(sobre todo desde el momento en que montadas en

lo alto del casco, podían barrer con metralla las

cubiertas del barco enemigo). La menor velocidad

inicial hacía que a corta distancia, en lugar de

atravesar limpiamente el casco enemigo, el proyectil

de la carronada proyectara decenas de grandes

astillas de madera que hacían el efecto de una

metralla mortal entre la tripulación contraria.

Podían, además, colocarse carronadas de gran

calibre en el castillo (donde grandes cañones

hubieran desequilibrado el barco), gracias a que

para el mismo calibre pesaban y medían mucho

menos: un cañón de 32 libras media 2,90 m, y

pesaba unos 2.800 kg, sin cureña; una carronada del

mismo calibre pesaba aproximadamente la cuarta

parte. Mientras que los mayores cañones a bordo de

un barco de primera clase o ―navío Real‖, eran de a

32 a 36 libras, en el castillo podían montarse

carronadas de hasta 68. Otras ventajas de la

carronada era que necesitaba menos sirvientes y que

gastaba menos pólvora por disparo (un cañón de a

32, a plena carga, empleaba casi 5 kg por disparo;

una carronada de a 32, sólo 1,2 kg).

Pero también tenía inconvenientes: su corto tubo

implicaba mucha menor precisión y alcance (un

tercio más o menos) que un cañón, lo que por otra

parte nunca fue un problema sustancial para las

agresivas tácticas de ingleses y americanos. La

carronada también fue empleada en emplazamientos

fijos terrestres, así como en operaciones anfibias,

donde tal tipo de cañón era más manejable que el

largo.

La carronada nunca fue popular en la Armada

española. Se hicieron ensayos hacia 1786 y en

época napoleónica con piezas de a 96, 68 y 42

libras, pero no parece que fueran usadas. Las

carronadas se fabricaron hasta aproximadamente

1850, aunque siguieron empleándose algún tiempo

más, por ejemplo, en la Guerra de Secesión

americana.

Medidas sociales.

Dentro de esta naciente ―organización‖ de las

principales potencias de ese entonces: Holanda,

Inglaterra, España y Francia, van a ir aparejadas otra

serie de medidas, algunas iniciadas tiempo antes;

ahora instauradas con mayor fuerza; otras,

originales en ese entonces, como el

perfeccionamiento de los códigos de señales, la

media paga para los oficiales no embarcados, las

pensiones por jubilación ó muerte, los colores y

diseño de los uniformes de la oficialidad. Hacia la

mitad del siglo, la oficialidad adoptó el uniforme

azul y blanco, no así, en general, para las

tripulaciones, hasta más tarde, durante el transcurrir

de las siguientes cuatro décadas. Los infantes tenían

cierta uniformidad desde tiempos anteriores.

Enraizado en el universal terror al servicio en

las fuerzas navales, el problema de las dotaciones en

los barcos se reflejaba en las muchas bajas por

enfermedad, que superaba en mucho a las bajas en

acciones bélicas. Las deserciones eran muy

numerosas pero fueron las enfermedades las que

costaban más hombres. El escorbuto causaba casi

tantas muertes como las fiebres. Las enfermedades

pulmonares y venéreas, las insolaciones y el

reumatismo contribuían fuertemente a ese ―hervor

de muerte que brotaba de los barcos‖, atestados y

mal ventilados. Los soldados y los hombres

procedentes del enrolamiento forzoso traían muchas

veces consigo el tifus, y el licor provocaba muchas

tragedias. Para hacer frente a estos cotidianos

enemigos, muchos barcos llevaban un cirujano, a

menudo inadecuadamente asistido y en 1691, los

ingleses siguieron el ejemplo holandés de llevar

además un médico.

En 1703, cuando ciertas normas sobre el cuidado

de enfermos empezaron a entenderse mejor, los

ingleses organizaron cinco barcos hospitales. En

este sentido, los métodos más eficaces los habían

implantado mucho antes los españoles, que fueron

los primeros en contar con barcos hospitales y

también, España y Francia eran los países más

adelantados por lo que a organizaciones

Page 78: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

72

hospitalarias en tierra firme se refiere. Los

holandeses tenían excelentes hospitales civiles

mientras que el Almirantazgo inglés tenía que

utilizar sus poderes para requisar camas en los

hospitales londinenses poco dispuestos a colaborar.

Aunque el marinero medio era ignorante,

ineficaz y dado al resentimiento, sabía también

responder cuando era bien dirigido. Las relaciones

dependían en gran parte de los suboficiales, que

tenían a su cargo los trabajos de rutina. Sin

embargo, un buen capitán inglés conocía

perfectamente los deberes de cada uno de sus

hombres, además de su responsabilidad en las

acciones de combate y en los puertos extranjeros.

La esencia de su formación la recibía a temprana

edad, bien en barcos mercantes o en calidad de

―protegido‖ de algún comandante de la marina de

guerra, lo que le ponía en buena situación para

llegar a ―commissioner lieutenant‖ (teniente

comisionado), a la edad de 20 años. A partir de

1660, los gobiernos se mostraron menos dispuestos

a confiar únicamente en las formas tradicionales de

aprendizaje que, por su propia esencia, inducía al

nepotismo, sin garantía alguna de competencia.

Las Escuelas.

En 1663 fundó Dinamarca un Cuerpo de

Instrucción, cuyos miembros eran enviados a servir

en las marinas extranjeras o embarcaban en

mercantes para realizar viajes oceánicos. Sus

vecinos suecos adoptaron similar fórmula. La

misma Dinamarca introdujo en 1701 un Sistema

Naval de Enseñanza, más metódico, con una

instrucción de manera más regular sobre temas

náuticos y militares; siguiendo en este caso los

pasos de Francia en donde la instrucción naval más

sistemática era la del Centro de Instrucción fundado

en Francia por Colbert en 1669 y de los Colegios

Especiales creados en años subsiguientes para

enseñar navegación y las normas del ―honnete

homme‖ (honesto hombre). Estos ―gardes de

marine‖ (guardiamarinas) se beneficiaban del

interés del Estado en las aplicaciones prácticas de la

ciencia y, sobre todo, en la confección de cartas de

navegar. Reformas de este género, por más

unilaterales que fuesen, proclamaban la aparición de

una nueva clase de oficiales navales, producto de las

flotas permanentes.

Con el desarrollo de un espíritu de cuerpo profe-

sional, la carrera naval fue atrayendo a más hijos de

buenas familias, especialmente cuando las guerras

de 1689-1713 produjeron en ocasiones buenas

fortunas derivadas del botín. Colbert demostró una

similar preferencia, basada en el supuesto de que la

experiencia marinera podía ser adquirida por la

tradicional clase militar más fácilmente que por la

experiencia de los marineros. Un oficial francés no

podía casarse sin la aprobación del Rey. Esto

implicaba también que se tuviese muy en cuenta las

dotes, ya que un oficial que no tuviese medios para

vivir desahogadamente, era considerado más

vulnerable a las tentaciones que ofrecía el comercio

privado, el pillaje o la ―malversación de los

botines‖, la manipulación de las nóminas y otras

prácticas ilícitas.

En España, la profesionalización de los oficiales

de la nueva Armada se debió en gran parte a la

Academia de Guardias Marinas que se creó en

Cádiz en 1717, a la que en 1776 se unieron las de El

Ferrol y Cartagena. Los alumnos de estos centros,

procedentes de la nobleza media y baja, sustituyeron

a los oficiales españoles de la vieja escuela, que en

su mayor parte procedían de la marina mercante

(sobre todo, de los barcos que cubrían la ruta con

América del Sur) o de buques corsarios.

El factor que realmente hizo posible la creación

de una clase militar profesional y moderna fue la

formación sistemática de oficiales, actividad que

recibió un impulso muy fuerte en estos decenios. A

este respecto existía una clara diferencia entre

ejército y armada. Un oficial de la armada

necesitaba muchos más conocimientos técnicos que

su homólogo del ejército.

Así, se dieron oficiales que dominaron no sólo el

―arte de navegar‖, la náutica, sino también,

matemáticas, astronomía, geografía, ingeniería,

cartografía, etc; desarrollando trabajos científicos,

Page 79: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

73

tanto en sus recorridos por los mares, como

adentrándose en Tierra Firme.

En 1718 la Academia Naval que Pedro I había

creado en San Petersburgo, la más importante de

cuantas se fundaron en Rusia, contaba con 500

alumnos. Su sucesora, la Morskoi Shlakhetskii

Kadetskü Korpus (Cuerpo de Cadetes Nobles

Navales) vio la luz en 1752. Aunque Gran Bretaña y

la República Holandesa siguieron abrigando serias

dudas acerca de la utilidad de una enseñanza formal,

inclinándose claramente a favor de la experiencia

práctica, en 1729 se creó una Academia Naval en

Portsmouth. A pesar del reducido número de

alumnos, fue la primera escuela inglesa de cualquier

tipo financiada enteramente por el Estado, con

profesores nombrados asimismo por éste.

Legislación.

La anchura de las aguas territoriales se convirtió

en cuestión sometida a interminables debates sin

acuerdo, aunque a principios del siglo XVIII surge

el concepto de las tres millas como límites del mar

territorial con el fin de uniformar el gran desorden

existente en cuanto a su extensión. En 1703 los

holandeses aplicaban su célebre fórmula de que «la

potestad de la tierra termina donde la fuerza de las

armas» y en 1782 se empezó a proponer como

límite del mar territorial, el de las tres millas

marítimas, alcance máximo que en la época tenía un

disparo de cañón efectuado por baterías instaladas

en la costa. Pero tanto el criterio de la línea del

horizonte, como el del alcance de un cañón tenían

los inconvenientes de ser imprecisos y variables, por

lo que la mayor parte de los países marítimos

reivindicaron la soberanía sobre su mar territorial

hasta una anchura de tres millas, con la excepción

de que los buques extranjeros mantenían su derecho

de paso inocente a través de aquellas aguas.

Este límite de las tres millas nunca fue aceptado

como ley universal. Las principales preocupaciones

de los Estados costeros no eran solamente la pesca y

la seguridad, sino también el comercio, las aduanas,

la captura y desembarco de las presas de guerra, las

tasas que imponían los países que controlan los

estrechos y la neutralidad de los buques en tiempo

de guerra.

Sin embargo, diversos países fueron

estableciendo jurisdicciones superiores a las tres

millas para el control aduanero, siendo las primeras,

las llamadas ―Leyes de Barlovento‖ inglesas, así

como para el ejercicio de la política sanitaria.

Aparecen ya entonces como nociones adquiridas, la

del mar territorial, y de una zona contigua a él, en

que el Estado ejerce jurisdicción a efectos

aduaneros y sanitarios.

Los países escandinavos entendieron que para

una mejor protección de todos estos intereses

marítimos, fijarían el concepto de la legua marítima

en cuatro millas marinas, y reivindicaron esta

distancia para su mar territorial.

Poco a poco la idea escandinava de tomar la

legua marítima como anchura normalizada de las

aguas territoriales comenzó a ser aplicada cada vez

con mayor amplitud. El Imperio Otomano y

diversos países mediterráneos las ampliaron hasta

seis millas, y en 1927 la Unión Soviética extendió

su jurisdicción hasta las doce. Otros Estados se

negaron a reconocer el límite de las tres millas,

reivindicando zonas mucho más anchas de

jurisdicción funcional o finalmente no reivindicaron

nada.

Page 80: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

74

LA CALAVERA Y LAS TIBIAS

La bandera pirata.

altos de pabellón, porque a raíz de la paz de

Ryswick, en 1697, las grandes potencias no

los necesitan, los piratas adoptan los distintivos que

todos hemos visto en las películas del género, como

la bandera negra con la calavera y las dos tibias o

sables cruzados.

Nadie conoce el origen del nombre ―Jolly

Roger‖, para el emblema de los piratas; puede que

procediera de ―joli rouge‖ (rojo bonito), irónica

descripción francesa del sangriento estandarte que

ondearon los primeros piratas.

Sea cual fuere su derivación, la intención de las

banderas era provocar un terror mortal en los

corazones de sus víctimas. A menudo exhibían

esqueletos, dagas, alfanjes o corazones sangrantes

sobre blanco, rojo o negro. El motivo de la calavera

y las tibias apareció por primera vez alrededor de

1700, cuando el pirata francés Emanuel Wynne izó

esa pavorosa enseña en las afueras de las islas de

Cabo Verde... con un reloj de arena para mostrarle a

su presa que el tiempo corría.

Bartholomew Roberts ondeaba una amenaza

doble con dos banderas. Una exhibía al capitán y a

un esqueleto bebiendo a la salud de la muerte.

En la otra, Roberts daba rienda suelta a su

venganza contra las islas de Barbados y Martinica,

apareciendo sobre dos calaveras etiquetadas ABH y

AMH (la cabeza de un habitante de Barbados y otro

de Martinica).

Era un período de expansión en el comercio

mercantil marítimo internacional. A finales del siglo

XVII, los puertos y las factorías se habían

establecido a lo largo de casi todos los limites

habitados del mundo, y multitud de barcos de todos

las formas, tamaños v nacionalidades surcaban una

compleja red de rutas marítimas, muchos

transportando cargamentos increíblemente valiosos.

Había flotas tesoreras españolas, cargadas con

los inapreciables productos de las minas de oro y

plata de la América española; convoyes de barcos

mercantes portugueses atestados de riquezas de

Brasil.

Un torrente de buques de carga que trasladaban

las exportaciones de las colonias norteamericanas a

Inglaterra; los barcos de la Compañía Real Africana

y otras compañías europeas en África, que traían el

oro, el marfil y los esclavos del interior de África

Occidental.

Además, los barcos de peregrinos a La Meca, y

las flotas mercantes del Gran Mogol de la India con

su oro, piedras preciosas y artículos de lujo, entre el

mar Rojo, el golfo Pérsico y la zona continental de

la India; los magníficos buques mercantes de las

Indias Orientales, impulsados por los monzones a

través del océano Índico y alrededor del Cabo, con

sus bodegas llenas de sedas y joyas, especias y

F

Page 81: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

75

muselinas adquiridas por las Compañías de las

Indias Orientales establecidas a lo largo de la costa

hindú por diversas naciones europeas.

Esas eran las recompensas que atrajeron a hordas

de piratas por las rutas marítimas del mundo durante

la Edad de Oro de la piratería.

Historia pirática.

Los nombres de los jefes piratas de la Edad de

Oro son los que conforman la leyenda: Kidd,

Barbanegra, Every, Tew, Low, Taylor, Roberts. En

su propia época fueron hombres misteriosos, cuyas

vidas quedaban ocultas par las brumas del mar.

Ejercían fascinación —como aún lo hacen— sobre

aquellos familiarizados con sus proezas. Los piratas

no llevaban escribientes a bordo de sus navíos. Lo

que se sabe de ellos procede de los que, de un modo

u otro, escaparon de sus garras, de los recuerdos de

piratas perdonados y de oficiales navales, de los

juicios y de las confesiones antes de ser ahorcados.

La narración principal, en algunos casos, el único

registro de los piratas, fue obra de un notable autor-

periodista de la época, que se impuso la tarea de

registrar la Edad de Oro de la piratería justo cuando

finalizaba.

En 1724, apenas dos años después del último

gran ahorcamiento masivo de piratas, se publicó en

Londres un libro titulado ―A General History of the

Robberies and Murders of the most notorious

Pyrates‖ (Historia general de los robos y asesinatos

de los más conocidos piratas), que no tardó en

convertirse en un éxito de ventas.

El libro trataba en profundidad el tema de los

piratas y era obvio que se basaba en materiales

de primera mano, como las transcripciones de los

juicios a los que fueron sometidos y las entrevistas

con los piratas, sus víctimas y vencedores. Cuatro

años más tarde se publicó un segundo volumen de la

―General History‖.

La autoría de esos libros se atribuyó a un tal

capitán Charles Johnson. Luego se estableció mas

allá de cualquier duda razonable que el capitán

Jonson, de hecho, era el gran novelista y periodista

londinense Daniel Defoe, autor de historias de la

vida en el mar y de aventuras coma ―Robinson

Crusoe‖ y el ―Capitán Singleton‖.

Los piratas a pesar de lo toscos y violentos que

eran, a menudo podían ser generosos en abundancia

con aquellos que les caían bien y en los que

confiaban, derramando joyas y oro sobre los

comerciantes de licor y las chicas que aliviaban y

endulzaban su avance por los lejanos mares del

mundo tropical.

A los camaradas que habían perdido un ojo o una

extremidad en el combate, se les permitía vivir a

bordo el tiempo que desearan, y muchos ―pata de

palo‖ recorrían las cubiertas piratas, ganándose

media parte del botín como cocineros y en otros

menesteres auxiliares.

Los piratas podían ser cobardes y huir en tropel

hacia la húmeda seguridad de la selva a la primera

vista de un barco de la Armada Real, cerca de su

base de Madagascar, en el Océano Índico. Pero ante

la boca del cañón, cuando se veían acorralados en el

alcázar por un círculo de espadas o se encontraban

Page 82: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

76

en el patíbulo, a menudo se enfrentaban a la muerte

con un coraje firme.

Las heridas y mutilaciones causadas por sus

múltiples batallas y sus rudas condiciones de vida

dieron lugar a la imagen del pirata con pata de palo,

garfio y parche en el ojo. En cuanto al clásico

pendiente, parece ser que era colocado a todos

aquellos que habían sido capaces de lograr la hazaña

de superar el cabo de Hornos. Bartholomew Roberts

decidió poner un poco de orden en los barcos y

redactó once leyes piratas, tan originales para su

tiempo, como el derecho de opinión, el respeto al

racionamiento, los horarios de sueño y la

prohibición de pelearse a bordo.

Al forjarse reputación de gran crueldad, los

piratas pretendían intimidar a sus víctimas. En

esencia, eran hombres de acciones rápidas, y su

táctica estaba diseñada para ese propósito. La

velocidad y la sorpresa resultaban vitales... y el

terror o la amenaza del terror era un arma básica. La

fuerza distaba mucho de ser su modo preferido de

conseguir un objetivo. Eran bien conscientes de lo

que podía sucederle a un hombre en una batalla

naval; el efecto de una lluvia de astillas de roble que

volaban como dagas de quince centímetros; la

carnicería del cirujano o carpintero del barco; el

horror de la gangrena en los trópicos. No

pertenecían a ningún servicio armado regular; no

luchaban por ningún rey ni país, ni por causas

abstractas o porque tuvieran que hacerlo. No veían

ningún motivo para arriesgar sus vidas por algo que

no podrían disfrutar si estaban muertos. Sus barcos

casi siempre eran veloces. Los elegían por esa

cualidad, y cuando podían, la aumentaban; de forma

asidua carenaban los barcos para reparar los

destrozos de la omnipresente tinuela (broma o

teredo).

Los tesoros del Gran Mogol.

Muchos de los navíos moriscos, tal como

apodaban los piratas a todos los barcos mercantes

no europeos, en realidad pertenecían al Gran Mogol

de la India. Había habido seis grandes mogoles de la

misma familia que se transmitieron el gobierno de la

India, de padre a hijo, desde 1526 hasta 1707. Al

mando de ellos, la India estaba unida, el comercio

florecía y la riqueza se acumulaba. Gran parte de

esa riqueza procedía del comercio con sus hermanos

musulmanes del Oriente Medio. Las flotas del Gran

Mogol cruzaban el océano Índico desde la costa

oeste de la India en dirección al golfo Pérsico y al

mar Rojo, con esplendidas telas, especias y piedras

preciosas. Desde puertos del mar Rojo, las

mercancías hindúes eran llevadas a Alejandría y el

Mediterráneo. En el viaje de regreso a la India, los

barcos del mogol transportaban los beneficios de su

comercio, en su mayor parte oro y plata en grandes

cantidades. En cualquiera de los dos trayectos, los

navíos moriscos eran una buena presa, en especial

desde que el poder y la unidad del Gran Mogol

estaban en declive y su Armada no podía ofrecer

una seria resistencia a los piratas.

El mayor problema con el comercio del mar

Rojo era la enorme distancia, y ello, a su vez, hizo

nacer cierto número de bases de avanzada en las que

los piratas podían atracar para descansar y

reaprovisionarse.

Al principio, éstos usaron la pequeña isla cocida

por el sol, Perim, o Bab's Key, en la entrada al mar

Rojo. El emplazamiento de Perim era ideal, pero

carecía de agua, y los piratas no tardaron en

desviarse a la gran isla tropical de Madagascar... y

sus satélites, como Johanna, una de las islas Comoro

entre Madagascar y la costa africana. Madagascar

estaba más lejos del mar Rojo y de la costa Malabar

de la India que Perim, pero resultaba extraordinaria

desde cualquier punto de vista.

Tenía puertos excelentes donde los piratas

podían fondear, carenar sus barcos y reparar los

aparejos. Ofrecía abundante agua fresca y amplias

provisiones, que incluían antiescorbúticos tan

esenciales como las limas. La población negra

nativa de Madagascar en general era amistosa, y en

cualquier caso, las tribus indígenas se hallaban

demasiado ocupadas peleándose entre si para ser

capaces de lanzar una acción concertada contra los

aventureros blancos.

Page 83: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

77

Cierto número de barcos europeos que surcaban

esas aguas orientales pertenecían a las Compañías

de las Indias Orientales de Gran Bretaña, Francia y

Holanda.

La más grande y rica era la británica, que

recibiera su carta de la reina Isabel I en 1600. En

1690 la Compañía de las Indias Orientales británica

tenía factorías bien establecidas en Madrás, Calcuta

y Bombay, las tres destinadas a convertirse en

grandes e importantes ciudades.

Los barcos de la compañía, como los navíos

moriscos en su trayecto de ida, estaban atestados de

sedas y joyas... más monedas recogidas de la venta

de artículos ingleses en la India. La Compañía tenía

su propia fuerza naval, pero resultaba

miserablemente inadecuada. Y tampoco había una

presencia efectiva de la Armada Real al este del

cabo de Buena Esperanza. Cuando Gran Bretaña

estaba en guerra con España o Francia —como fue

el caso casi constante entre 1680 a 1748 — la

Armada Real era necesaria en otras partes. En

períodos de paz, los mezquinos presupuestos

navales mantenían desocupados a los barcos y a los

hombres.

A los barcos mercantes británicos de la ruta

oriental se les unían de la India y el Oriente los

navíos portugueses que navegaban desde Goa, la

factoría portuguesa en la India, y los barcos

holandeses que transportaban valiosos cargamentos

a la madre patria desde Ceilán y otras zonas

comerciales holandesas en Asia. De esa manera, los

piratas podían abarcar provechosamente un inmenso

triángulo de océano. Navegaban al norte hacia la

desembocadura del Mar Rojo y allí esperarían a los

barcos del Gran Mogol, ó podían dirigirse al

nordeste unas 2.000 millas para atacar el comercio

costero en la costa de Malabar de la India. ó por

ultimo, podían interceptar barcos holandeses,

portugueses e ingleses cerca de la isla Reunión, en

las afueras de la costa de Madagascar. Sus otras

presas favoritas eran los barcos musulmanes, que

iban de un lado a otro llevando peregrinos y tesoros

entre el imperio del Mogol en la India y la ciudad

santa de La Meca, en Arabia.

“Negocios son negocios”.

Sin embargo, el saqueo pirata sólo resultaba

valioso si su valor podía ejecutarse... si podía

venderse o intercambiarse en un mercado receptivo.

Y fue Norteamérica la que proporcionó el mayor

mercado de todos. Durante gran parte de la Edad de

Oro, los piratas operaron con la cooperación y el

apoyo activo de los gobernadores, comerciantes y

población de casi todas las colonias de América del

Norte. En Inglaterra, los piratas eran perseguidos sin

piedad. Pero en los puertos americanos recibían

protección y hospitalidad, barcos, provisiones,

tripulaciones, falsas patentes de corso y un lugar en

el que vender su botín. Así, las colonias americanas

obtenían beneficios de la piratería, al consentirla,

asentando los americanos un golpe al gobierno

británico, en una lucha creciente que culminaría en

la guerra americana de independencia.

Entre las circunstancias especiales que hizo de

los americanos una nación de agentes de piratas,

estaba la serie de Actas de Navegación aprobada por

el gobierno ingles a comienzos de 1651. En un

principio su objetivo iba a ser el de proteger el

comercio marítimo británico de la competencia

holandesa. Las Actas estipulaban que prácticamente

ningún artículo se podía importar a Inglaterra o sus

colonias, excepto en barcos británicos tripulados por

súbditos británicos. Además, casi todas las

importaciones y exportaciones coloniales sólo

debían salir de Inglaterra y entrar en sus puertos. El

efecto era crear un nuevo monopolio de transporte y

comercio por parte de la madre patria.

Se podría discutir que el comercio americano, al

ser colonial y por lo tanto británico, se benefició de

las Actas de Navegación, en especial en las colonias

británicas de las Indias Occidentales, de las que los

españoles y holandeses estaban excluidos. No

obstante, muchos colonos americanos consideraban

que estaban siendo explotados, que sufrían de ese

comercio forzado con Inglaterra a precios

estipulados por comerciantes ingleses, que por lo

habitual compraban barato y vendían caro. Por un

lado, los americanos no podían prosperar debido a

Page 84: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

78

que el mercado inglés era demasiado pequeño para

absorber toda su producción agrícola; por el otro, no

podían comprar todas las cosas que necesitaban de

los ingleses. Como resultado de ello, los americanos

respondieron animando el contrabando y la

piratería. Los plantadores de tabaco de Virginia y

Maryland se deshacían de su sobrante de tabaco,

sacándolo de contrabando. Y los comerciantes

coloniales compensaban su falta de productos

procedentes del mercado mundial, comprándoselos

a los piratas. La demanda de los exóticos artículos

que llevaban los piratas a casa, se tornó tan grande

que los astilleros de Nueva Inglaterra medraron,

construyendo y pertrechando barcos para la

piratería. En verdad, la ruta del mar Rojo

funcionaba como un negocio legal; los tripulantes

piratas que eran contratados, se domesticaron lo

suficiente como para casarse y tener hijos.

En 1696, Edward Randolph, Supervisor General

de Aduanas en Nueva Inglaterra, envió un

memorando a Londres titulado ―A Discourse About

Pirates, With Proper Remedies to Suppress Them‖

(Discurso sobre los piratas, con los adecuados

remedios para suprimirlos), en donde comentaba

que en la década de 1670 observó que pertrechaban

navíos de 60 o 70 toneladas y los enviaban sin

patente a las Indias Occidentales españolas, de

donde traían grandes cantidades de monedas y

lingotes de plata, y en la década de 1690 el

intercambio ilícito entre las colonias americanas y

los piratas se hallaba por doquier. Con excepciones,

los gobernadores coloniales desde Nueva Inglaterra

hasta las dos Carolinas, eran cómplices de los

piratas. Rhode Island, Boston y Nueva York se

convirtieron en sus bases. En Pensilvania, el

supervisor de aduanas informó que los piratas se

comportaban como si fueran dueños del lugar. Iban

por las calles con los bolsillos llenos de oro y eran

compañeros constantes de gente del gobierno.

Amenazaron su vida y la de aquellos que se

mostraron activos en su aprehensión; transportaban

sus artículos prohibidos, públicamente de un sitio a

otro en busca de mercados; amenazaban las vidas de

los recaudadores del rey, y con armas y a la fuerza

recuperaban sus bienes. Todos estos lugares estaban

a rebosar de piratas, de modo que si no se llevaba a

cabo una acción rápida y efectiva, el comercio de

América se arruinaría.

Capitán Kidd.

A mediados de la década de 1690, tras los muy

triunfales viajes piratas de Thomas Tew y Henry

Every, los mares orientales hervían de naves piratas.

Mes a mes, el botín de las mercancías del Gran

Mogol crecía; mes a mes la posición de la

Compañía de las Indias Orientales se deterioraba a

medida que enfurecidos gobernantes locales

culpaban de ello a los directores ingleses de la

misma. Al fin, en 1695, e1 Rey acordó sustituir al

gobernador de Nueva York, que por entonces era

famoso por sus tratos con Tew y otros piratas. En su

lugar, como gobernador de Nueva York y de Nueva

Inglaterra, el Rey nombra a un conde, un noble

irlandés. Su misión era la de erradicar la piratería de

las costas americanas, desde Nueva Jersey hasta

Maine. Al mismo tiempo, el gobierno esperaba

atacar a los piratas en el Oriente. Pero la guerra que

Inglaterra libraba con Francia significaba que había

pocos barcos para dedicar a su persecución. Y ahí es

cuando entró en escena el capitán Kidd.

Nacido en Escocia hacia 1645, se había

trasladado jovencísimo, a las colonias americanas

de Nueva Inglaterra y muy pronto había demostrado

ser un osado hombre de mar. Treinta años más

tarde, era un hombre importante en Nueva York.

Tenía su propio barco mercante y se había

distinguido como capitán corsario al servicio del rey

contra los franceses, en las Indias Occidentales en

1689. Kidd no sólo era rico, sino respetado, tenía un

banco en la Iglesia Episcopaliana Trinity de Wall

Street; estaba interesado en política y se consideraba

entre los hombres de confianza del gobernador de

Nueva Cork.

En el verano de 1695, Kidd arribó a Londres con

su barco, después de realizar un trayecto comercial

desde Nueva York. Allí conoció por casualidad a un

destacado neoyorquino que le presentó un grandioso

Page 85: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

79

plan para acabar con la piratería del Mar Rojo y a la

vez obtener beneficios. La idea era despachar un

barco corsario, especialmente construido, al mando

de un calificado capitán, con el respaldo de un

grupo de hombres influyentes que recuperaría la

inversión con los beneficios del botín pirata que se

capturara.

Kidd era la elección ideal para esa empresa. Era

un capitán mercante que parecía honesto y de fiar.

Al mismo tiempo, como antiguo corsario al servicio

del rey, era un marino de combate que conocía las

costumbres piratas. Sin dilación, el neoyorquino

llevó a Kidd a ver al nuevo gobernador de Nueva

York, a su casa de Londres; éste lo consideró una

idea espléndida. En el acto los puso en contacto con

cuatro de los hombres más poderosos de Inglaterra,

todos amigos personales del rey. Esos caballeros se

mostraron encantados de aportar dinero a la

empresa, siempre, desde luego, que no se

mencionaran sus nombres. Hasta el rey prometió

poner 3.000 libras, aunque al fin no lo hizo.

Unos pocos meses después, Kidd recibió dos

cartas para que la empresa privada recibiera una

pátina oficial. La primera era una patente de corso

que capacitaba a Kidd a capturar cualquier barco o

mercancía pertenecientes al enemigo de Gran

Bretaña, Francia. La otra fue una carta del rey,

emitida con el Gran Sello de la Corona de

Inglaterra, que daba poderes a Kidd para capturar a

los piratas, sus barcos, dinero, bienes y mercancías.

La patente añadía una advertencia profética: ―Por la

presente os encargamos y ordenamos, si no queréis

responder de ello con peligro para vuestra persona,

que de ninguna manera molestéis u ofendáis a

cualquiera de nuestros Amigos o Aliados, sus

Barcos o Súbditos.‖

Tras partir del puerto de Plymouth en 1696 con

destino a Nueva York, cambia de ruta con el apoyo

de la tripulación y se dirige hacia Madagascar, para

entregarse a la piratería. Le llevó cinco meses

alcanzar la isla pirata de Madagascar. El viaje no

parece haber reducido la arrogancia que la patente

con el Gran Sello del rey había imbuido en Kidd. En

diciembre de 1696, a unas 100 millas al noroeste de

Ciudad del Cabo, se encontró con una Escuadra de

la Armada británica. Kidd le exigió al Comodoro al

mando, algunas velas nuevas para sustituir las que

había perdido en una tormenta en el Atlántico. Este

se negó con educación. Entonces Kidd le informó

que su patente le capacitaba a recibir ayuda, y si la

Armada se la negaba, le arrebataría las velas al

primer barco mercante con el que se encontrara. Se

intercambiaron palabras coléricas y el Comodoro

amenazó con reclutar a treinta hombres de Kidd a la

mañana siguiente.

De modo que el corsario, en la tranquilidad de la

noche se escabulló, entrando en los mares

orientales, sin recalar en Ciudad del Cabo, donde

ciertamente habría sido arrestado. Kidd mostró igual

carencia de tacto con la Compañía de las Indias

Orientales. En la isla Johanna se le unió un barco

mercante que ondeaba un estandarte de la Armada.

Le dijo a su capitán que arriara la insignia, ya que

solo él, Kidd, tenía derecho a ondear una bandera de

la Armada en virtud de su patente real. Los

tripulantes del barco mercante se mostraron tan

suspicaces que no dejaron de apuntarle con los

cañones durante toda su estancia y le advirtieron

que abandonara el puerto antes de que lo abordaran.

De esa manera, Kidd se había ganado una

reputación dudosa incluso antes de haber

emprendido su viaje por el océano Indico.

Le resultó fatal retornar a América al cabo de

varios años de correrías.

Desenmascarado y arrestado, fue llevado a

Inglaterra, donde se le condenó por homicidio y

piratería y se le ahorcó. Respecto a los piratas más

célebres, como Avery o Henry Morgan, Kidd no

cometió grandes crueldades ni acumuló tesoros

ingentes.

Sus compañeros obtuvieron la gracia, pero Kidd,

si fue un caso célebre, se debió más a la intriga

política que a los crímenes verdaderos.

Pues la compleja historia de la incursión del

capitán Kidd en los mares orientales está unida a las

tenebrosas figuras de algunos de los hombres más

nobles del reino británico, que al final, lo

traicionaron.

Page 86: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

80

Nuevo santuario.

Desde el punto de vista pirata, el nuevo santuario

se había establecido justo a tiempo. Sus bases en la

Madagascar original habían dejado de existir.

Mientras el capitán Kidd languidecía en prisión,

una escuadra de la Armada Real compuesta de

cuatro buques de guerra había arribado y recorrido

las aguas de Madagascar durante casi todo un año; a

la vista de esa fuerza, los piratas se habían rendido o

huido. Increíblemente, para unos bandidos con fama

tan peligrosa, no se disparó ni un solo tiro en todo

ese tiempo. Los piratas simplemente se

difuminaron. El nuevo gobernador había aislado a

los piratas de Nueva York y los había expulsado de

Nueva Inglaterra. El gobernador de Virginia,

también los repelió de su colonia. En 1701, a todos

los efectos, la piratería empezaba a derrumbarse.

Cuando ese año estalló la guerra de Sucesión

española —Inglaterra por un lado y Francia y

España por el otro—, los piratas se juntaron para

unirse a los corsarios de la Armada británica.

Durante casi una década, prácticamente, nada se

oyó de la piratería. Luego, en 1713, la guerra llega a

su fin. Así como el comienzo de las hostilidades

había cesado a la profesión pirata, el cese de las

mismas, volvió a renacerla. Muchos de los

marineros más jóvenes de los barcos corsarios no

conocían otra cosa que el pillaje legal de los navíos

enemigos. El desempleo los obligó a dar un paso

más y dedicarse al saqueo ilegal de todos los barcos.

Pero en esa ocasión, con Madagascar y casi todos

los puertos norteamericanos cerrados para ellos, se

lanzaron al seguro e inmensamente lucrativo Caribe.

Las Bahamas, donde establecieron su base, no

era, en un sentido estricto de la palabra, parte del

Caribe. Se trataba de un vasto archipiélago de

docenas de islas bajas que daban al Atlántico y que

conformaban la primera recalada de Colón en el

Nuevo Mundo. Pero habían permanecido vírgenes,

con apenas unos dispersos colonos ingleses. Parecía

que el único valor que tenían sólo servía a los

piratas: su emplazamiento las convertía en una base

ideal desde la que atacar el pesado volumen

comercial que pasaba por el Golfo de Florida, en las

rutas marítimas entre el mar Caribe, las colonias de

las Indias Occidentales y los puertos de Europa y

Norteamérica. Los barcos piratas con base en las

Bahamas no tenían necesidad de emular los

prodigiosos viajes transoceánicos de sus

predecesores. Sólo debían acechar a la espera de su

presa entre los bajíos, bahías, arrecifes y peligrosos

Page 87: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

81

canales, donde sus balandras y bergantines

pequeños, de poco calado, podían anclar a salvo

pero donde ningún buque de guerra grande y pesado

era capaz de entrar, o podían salir de sus guaridas en

cortos viajes a la costa atlántica norteamericana o

las islas del Caribe.

En 1715, conducidos por capitanes como Charles

Vane y e1 temible Edward Teach, más conocido

como ―Barbanegra‖, los piratas asolaban los barcos

mercantes desde Florida hasta el norte de Maine. Un

año más tarde, ya se movían en el sur, por todas las

Indias Occidentales.

Tan desesperada era la situación en julio de 1717

que el gobernador de las Bermudas se quejó

amargamente:

―Norteamérica y Sudamérica están infestadas de

esos truhanes‖. El comercio en el Caribe se hallaba

casi paralizado; los barcos sólo podían salir de

Jamaica en convoyes con una escolta naval. Las

tasas de los seguros eran astronómicas.

Aparte de todo lo demás que se pudiera decir de

ellos, ―Barbanegra‖ y sus camaradas eran especial-

mente buenos en su trabajo. Las presas no eran tan

grandes como en los mares orientales, pero había

muchas más.

―Apenas hay algún barco que entre o salga de

esta isla que no sea saqueado‖, se quejó el

gobernador de Jamaica y en gran medida se lo

imputó a la negligencia de los comandantes de los

buques de guerra de Su Majestad. La Armada no se

enfrentaba a los piratas, en parte porque sus barcos

tenían unas dotaciones tan crónicamente reducidas

debido a la enfermedad, la muerte y la deserción,

que a menudo tenían que quedarse en puerto ocho

meses del año. Pero había otro motivo: los hombres

de la Armada en el Caribe mostraban poco interés

en eliminar la piratería, pues ellos mismos habían

aprendido a beneficiarse mucho de ella.

Según la ley del Almirantazgo, a los

comandantes de la Armada se les permitía cobrar un

Page 88: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

82

12 por ciento del valor del cargamento que

escoltaban en su servicio de convoy. Cuando un

comerciante se quejó de las altas tarifas de flete, los

comandantes de la Armada ofrecieron un trato en

secreto: transportarían las mercancías en sus propios

barcos y cobrarían menos que los navíos de carga.

Eso era ilegal, desde luego, pero rentable para la

mayoría de las personas involucradas.

Los piratas no atacaban a los convoyes

escoltados por la Armada y menos, a los barcos de

guerra, más ésta no atacaba a los piratas, que de esa

manera se veían libres para concentrarse en los

barcos desprotegidos.

El “trabajo” se pone difícil.

Naturalmente, en todo ese asunto había algunos

perdedores. Primero estaban los barcos de carga

que perdieron su negocio... y luego fueron presa de

los piratas. Luego, los comerciantes que no

cooperaron, que pagaban tarifas altas y no recibían

protección. Pero quizás, los que más perdían eran

los gobernadores de las colonias de las Indias

Occidentales. En su propia piel habían aprendido

que no existían beneficios a obtener de los piratas

de Nassau (capital de las Bahamas).

Estos no les llevaban sobornos ni mercancías

para sus islas; a cambio, estaban saqueando los

navíos de los que dependía la economía de las islas

de los gobernadores... y en última instancia, sus

trabajos. La imagen del pirata asociada a hombres

rudos e incultos no siempre fue del todo exacta. De

hecho, no todos fueron hombres, algunas mujeres

también formaron parte de la piratería, como fue el

caso de las míticas Anne Bonny y Mary Read. Tras

ser apresadas, pudieron evitar la horca al alegar un

embarazo.

Todo acerca de los piratas era más grande que la

vida misma, y su historia aparece recalcada con

imágenes de una nitidez dramática: la proa de la

goleta de la Armada de Carolina del Sur, surcando

las aguas americanas hacia Virginia con la cabeza

decapitada de ―Barbanegra‖ colgando del bauprés;

del capitán Kidd, torturado por la culpa y la

indecisión, enloqueciendo poco a poco en el calor

infernal de su camarote mientras aguarda a sus

presas en la desembocadura del Mar Rojo; Henry

Every, entrando a hurtadillas en su hogar de Devon,

con una bolsa llena de diamantes; el cuerpo del

último gran pirata, el capitán Bartholomew Roberts,

arrojado al mar enfundado en su vestimenta más

rica y elegante; imágenes de cañones humeantes y

de navíos en llamas, de juramentos y risas ebrias; el

sonido de los dados en cubierta y el aullido del

viento entre los aparejos, la sacudida del

maderamen del barco al disparar una andanada; los

aullidos de los mutilados, y el repique de los

doblones de oro y de las piezas de ―a ocho‖; una

muchacha en una hamaca en la calurosa tarde de la

Isla del Diablo o en la larga noche de Guinea... y, al

final de muchas vidas, una áspera cuerda en la pie!

tostada del cuello...

El fin de la Edad de Oro no se debió a ninguna

disminución en la cuantía de los tesoros que

recorrían las rutas marítimas del mundo. Los barcos

dedicados a las rutas orientales aún transportaban

grandes cantidades de especias con las que

comerciar en la India y China, y regresaban con

joyas y riquezas de todas las clases. Los

cargamentos de plata de México con destino a

España se mantenían; y enormes cantidades de oro

se estaban fletando de Brasil a Lisboa.

Pero entonces, esos cargamentos estaban más

protegidos que nunca. A medida que se

incrementaba el comercio, los países occidentales

podían mantener Armadas más grandes y eficaces.

Los administradores coloniales eran más duros y

honestos.

En conjunto, las naciones más importantes

exhibían un mayor sentido de la responsabilidad

internacional hacia el mantenimiento de normas

civilizadas. En vista de ello, el carácter pirata se

desvaneció coma una quimera.

La Edad de Oro apenas había durado 30 años,

una fracción de tiempo en la vida de un hombre: un

pirata joven que hubiera navegado en 1691, en

teoría podría haber vuelto a hacerlo en 1723 sin

haber cumplido los cincuenta años.

Page 89: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

83

Pobre renacimiento.

La piratería nunca podría ser erradicada por

completo. Una vez pasada la Edad de Oro, se

informó de incidentes aislados, y de cuando en

cuando un bandolero del mar era castigado con la

pena de muerte por sus crímenes. Pero durante casi

100 años no hubo una epidemia real de piratería...

hasta que de pronto, a comienzos del siglo XIX tuvo

lugar una última y salvaje explosión que por una

década intentó rivalizar con la Edad de Oro.

Las circunstancias que detonaron ese

renacimiento de la piratería fueron dos. El fin de

una plaga de guerras -la guerra de 1812, las Guerras

Napoleónicas, las guerras latinoamericanas de

liberación-, dejaron a miles de corsarios sin trabajo

y listos para dar ese corto paso hacia la piratería. Al

mismo tiempo, la floreciente Revolución Industrial

atestó las rutas marítimas del Atlántico y las

costeras de América con flotas cada vez mayores de

navíos mercantes.

Los piratas que se dedicaron a asolar ese

comercio distaban mucho de parecerse a esas

grandes figuras telúricas del siglo pasado. Al atacar

desde bases situadas entre las ensenadas y cayos de

Cuba y Puerto Rico, actuaban más como tiburones

carroñeros, tan brutales y ansiosos de robar un saco

de carbón como una bolsa de oro. El capitán del

bergantín americano ―Washington‖ contó en 1822

que los piratas que abordaron su barco en el Caribe

se llevaron 16 dólares de su baúl, le ordenaron al

cocinero que les entregará las papas y luego robaron

los utensilios de cocina, casi toda la ropa de la

tripulación, la brújula del barco, una trompeta de

saludo y cierta cantidad de bramante antes de

marcharse.

Esa parodia de piratería habría sido ridícula...

salvo que los atacados tuvieron la suerte de vivir

para contarlo. En ese último espasmo pirata,

muchos capitanes —junto con sus dotaciones—

eran asesinados a sangre fría por mucho menos.

Aunque muchas naciones sufrieron a manos de

los nuevos piratas, los jóvenes Estados Unidos

fueron los más afectados... y los más rápidos en

responder. Sólo en 1820, 27 navíos americanos

mercantes fueron saqueados en el Atlántico y en las

Indias Occidentales, con fuertes pérdidas, tanto en

vidas, como en mercancías. Las tarifas de los

seguros marítimos se duplicaron, y el Congreso, en

respuesta al clamor popular, no sólo prescribió la

pena de muerte para la piratería, sino que concedió

al presidente James Monroe amplios poderes para

perseguir a los piratas.

En el verano de 1821 la Marina de los Estados

Unidos había enviado seis buques de guerra y tres

cañoneras para patrullar el Golfo de México y el

Caribe. El 16 de octubre, uno de ellos, el bergantín

―U.S. Enterprise‖, realizó una captura espectacular

de cuatro goletas piratas, comandadas por un cruel

villano, que en una ocasión le había cortado los

brazos y las piernas a un capitán prisionero; y en

otra había quemado a toda la tripulación de un barco

mercante. Los marineros americanos se animaron

con el éxito de la Marina. Así informó un

periódico: ―es probable que ese afortunado y bien

dirigido asunto, frene, si no quiebre, la piratería en

esa zona‖. Pero incluso ese juicio cualificado era

prematuro.

Una escuadra especial.

En los años 1822 y 1823, los ataques piratas

contra el comercio marítimo en las Indias

Occidentales no disminuyeron, a pesar de los

esfuerzos americanos. Por un lado, había

demasiados piratas con los que enfrentarse; según

un cálculo, en esa zona operaban más de 2.000. Por

el otro, las fragatas y corbetas de los Estados Unidos

eran demasiado grandes y pesadas para funcionar

con efectividad entre los corales y bancos poco

profundos de la zona. Pero al fin el Congreso formó

una escuadra especial al mando del comodoro

David Porter, un oficial afamado, tanto por su

brillantez como por su temperamento.

Dotado con una asignación de 500.000 dólares,

inmensa para la época, Porter procedió a organizar

la perfecta flota para capturar piratas. Para la

columna vertebral de su fuerza compró ocho

Page 90: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

84

veloces goletas de poco calado. Luego, adquirió un

buque a vapor de Connecticut, el primer barco a

vapor destinado a la guerra naval. Como necesitaba

navíos de desembarco para atacar a los piratas en

tierra, a la flota le añadió cinco barcas de fondos

planos con 20 remos cada una. El último elemento

fue un barco señuelo que se parecía a un buque

mercante, pero que llevaba seis cañones.

Con 1.150 marineros e infantes de marina, Porter

zarpó de Norfolk, Virginia, y se dirigió al sur para

unirse a los seis buques de guerra de los Estados

Unidos que ya recorrían el Caribe. En abril de 1823

su fuerza le puso fin a un feroz pirata cubano, tras

una sangrienta batalla en la que murieron 70 piratas.

En los siguientes dos años, la Escuadra de las Indias

Occidentales de Porter abatió a cientos, y la mayoría

de los que quedaban desaparecieron ante esa

decidida campaña.

“Vestigios”.

Un pirata portugués que llevaba un esbelto

bergantín con el adecuado nombre de ―Black Joke‖

(Broma Negra), era sinónimo de salvajismo

psicópata entre los marineros mercantes de la época.

La tripulación del ―Morning Star‖ británico, en el

Atlántico Sur, rumbo a casa y procedente de

Ceilán, se llenó de pavor el amanecer del 21 de

febrero de 1828, cuando el barco del portugués se

situó a su costado. Los piratas descargaron los

cañones contra el desarmado barco, hiriendo a

muchos de los que iban a bordo y cortando sus

aparejos. Entonces el capitán del mercante fue

llamado a la embarcación pirata, pero tardó en

llegar. Al quedar frente al capitán pirata, éste alzó

su alfanje y bramó: ―Así recompenso a los que me

desobedecen‖, y con un golpe hendió la cabeza del

capitán hasta la barbilla. Luego, los piratas violaron

brutalmente a las pasajeras, y las arrojaron junto con

los hombres a la bodega, llenaron de agujeros el

casco del barco y se marcharon, convencidos de que

se hundiría.

Por un milagro, la tripulación consiguió abrir la

escotilla a la fuerza, manejar las bombas y tapar las

filtraciones. El pirata portugués llegó hasta

Gibraltar, donde algunos de los tripulantes del

―Morning Star‖ lo reconocieron. Allí fue juzgado,

sentenciado y colgado.

Uno de los últimos ejemplos registrados de

piratería en el Atlántico, tuvo lugar el 20 de

septiembre de 1832, cuando el bergantín americano

―Mexican‖, que zarpó de Salem con rumbo a Río de

Janeiro con 20.000 dólares en plata, fue capturado

por la goleta pirata ―Panda‖.

Cuando los piratas le preguntaron a su capitán,

qué hacer con los cautivos, éste dijo: ―los gatos

muertos no maúllan. Ya sabéis lo que hay que

hacer‖.

Encerraron a la tripulación del ―Mexican‖ en el

castillo de proa, mientras saqueaban la nave. Luego

le cortaron los aparejos y las velas,

llenaron la cocina de combustible, la incendiaron y

se marcharon de lo que entonces era una humeante

pira fúnebre. Pero después de una hora, la

tripulación escapó de su prisión y poco a poco

apagó el fuego... dejando que saliera suficiente

humo para engañar a los piratas hasta que se

perdieran en el horizonte.

La dotación del ―Mexican‖ regresó a salvo a

Salem, tras pasar seis peligrosas semanas en el mar.

En cuanto al capitán pirata, en 1834 los británicos lo

atraparon en África, y lo extraditaron a Boston,

donde fue juzgado y ahorcado.

A partir del siglo XIX, se multiplicaron los

tratados que pretendían acabar con la mayor parte

de la piratería, eliminando la permisividad de ciertos

gobiernos. En 1856, el Congreso Internacional de

París estableció un importante acuerdo para eliminar

la figura del corso, pacto no acatado por algunos

países hasta entrado el siglo XX. En la actualidad,

las acciones de piratería siguen existiendo en

numerosas islas de Asia Oriental, el Pacífico o las

costas africanas. Piratas tan despiadados y crueles

como los de otras épocas, pero cuyas víctimas ya no

son grandes navíos cargados de tesoros, sino

embarcaciones humildes y en ocasiones, no tan

humildes, como el ataque producido recientemente

a un buque de cruceros, frente a la costa de Somalia.

Page 91: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

85

EXPLORACIONES CIENTÍFICAS

n el siglo XVIII, nuestro planeta, mal

llamado Tierra, había sido circunnavegado

en varias oportunidades por marinos españoles e

ingleses. Gran parte de las tierras continentales e

islas de los Océanos eran conocidos, pero todavía

los marinos tenían ante sí tres grandes metas por

alcanzar. Primera: descubrir el paso por el Noroeste,

entre el Continente Americano y Asia. Segunda:

terminar de explorar el inmenso Océano Pacífico y.

Tercera: conseguir el mítico ―Continente Austral‖.

Cualquiera de esos descubrimientos conllevaba

dominio estratégico por parte de la nación

descubridora, pero también se empezó a despertar

un interés más allá de lo político, suscitando el

conocimiento científico en general y

específicamente, por las ciencias astronómicas,

naturales y náuticas. Al compás de esos deseos

surgieron una gran cantidad de hombres instruidos y

afanosos de saber. Entre ellos destacaron marinos de

diferentes nacionalidades, en gran parte, militares.

En lo político, la expansión colonial llevo al

hombre europeo a confrontarse con mundos y

culturas distintos de los suyos. Los principios de la

filosofía iluminista se reflejaron en la aproximación

a las nuevas culturas, que ya no se vieron con temor,

sino con interés científico y con curiosidad humana.

Si, por un lado, surge el gusto por lo exótico, que se

manifestó en numerosas expresiones culturales; por

el otro, se desarrolla una nueva disciplina científica,

la antropología, basada en el estudio del hombre y

de sus estadios evolutivos. Respecto al pasado, se

configura un nuevo tipo de explorador, el naturalista

científico al servicio del Estado, que lo equipaba

con todos los instrumentos necesarios para ejercer

su profesión. Estos exploradores trazaron mapas

geográficos y recogieron datos astronómicos y

muestras de plantas, rocas y animales para estudiar,

analizar y catalogar. Siguieron este camino hacia el

conocimiento del mundo, exploradores de toda

nacionalidad, que delinearon el perfil geográfico de

tierras lejanas, imaginadas hasta entonces

fantasiosamente en los mapas.

El inicio.

Las cualificaciones del hombre elegido en 1699

para capitanear el primer viaje de exploración del

Almirantazgo británico a los Mares del Sur fueron,

como mínima, poco ortodoxas. William Dampier

era mejor conocido como un antiguo pirata. Su libro

―A New Voyage round the World‖ (Un nuevo viaje

alrededor del mundo), una narración muy

entretenida de sus aventuras, había sido publicado

apenas dos años atrás y ya se hallaba en su cuarta

edición.

La circunnavegación que proporción el título al

libro de Dampier fue resultado más de la casualidad

que de la planificación. Nacido en una humilde

familia inglesa agrícola, viajó a Jamaica siendo

joven y trabajó en plantaciones y navíos mercantes

locales. En 1679 se unió a un grupo de bucaneros; a

lo largo de los siguientes 12 años pasó de barco a

barco y de océano a océano, sin dejar en todo

momento de llevar un registro de sus experiencias.

En 1686, mientras servía de piloto de un barco

bucanero que acechaba la costa oeste de México,

ayudó a persuadir a la tripulación de cruzar el

Pacífico para asolar el rico comercio español de

Manila. Cuando las raciones escasearon en mitad

del océano, los hombres consideraron a Dampier

parcialmente responsable de su situación apurada y

decidieron que se lo comerían si se quedaban sin

comida. El barco llegó a Guam con solo raciones

para tres días más.

Los bucaneros no tardaron en abandonar toda

pretensión de persecución semilegítima de los

españoles en favor de una piratería abierta, que hizo

que Dampier tomara la decisión de alejarse de ―esa

enloquecida tripulación". Pero los hombres se

negaron a bajarlo a tierra, y lo mantuvieron con él

mientras atacaban asentamientos por todo el

Pacifico occidental, abriéndose paso por las islas de

las Especias e incluso realizaron una parada en la

costa septentrional de Australia. El primer inglés en

pisar Australia se marchó de allí poco impresionado

por la tierra y sus habitantes, a quienes Dampier

llama ―el pueblo más pobre del mundo‖.

E

Page 92: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

86

Los piratas finalmente abandonaron a Dampier y

a siete camaradas en una de las islas Nicobar, en el

Océanos Indico. Los náufragos pusieron rumbo a

Sumatra, a 150 millas de distancia, en una canoa

que apenas tenía 8 centímetros de obra muerta.

Enfrentados a "una permanente visión de muerte

inminente‖, a medida que los mares tormentosos

amenazaban con tragarse la pequeña embarcación,

Dampier miró hacia atrás con horror y repulsión a

sus años de bucanero, y cuando llegó a Sumatra

había decidido abandonar para siempre la piratería.

Después de trabajar en aguas asiáticas durante

dos años y medio, regresó a Inglaterra por el cabo

de Buena Esperanza, completando en 1691 su

odisea de la vuelta al mundo. Cuando su diario se

publicó seis años más tarde, la meticulosa

descripción que hacía de mares lejanos, indujo al

Almirantazgo a elegirlo como comandante del viaje

de 1699 a los Mares del Sur. Demostró ser una

elección desgraciada: la expedición no realizó

ningún descubrimiento importante, y la capacidad

de liderazgo de Dampier era tan ínfima que tras el

viaje fue oficialmente declarado no apto para volver

a dirigir una nave real.

Pero incluso eso no puso fin a sus vagabundeos;

siguió sus aventuras como corsario y piloto. Antes

de morir en 1715 a la edad de 64 años había dada

tres veces la vuelta al mundo, visitado todos los

continentes habitados y habiendo escrito un total de

cuatro libros, que mantuvieron a los viajeros

imaginarios extasiados durante generaciones.

España y Francia.

Tras la Guerra de Sucesión hubo un cambio de

dinastía que trajo al trono español al Borbón Felipe

V. Durante el siglo XVIII se enviaron a las colonias

varias decenas de expediciones a cuyo frente

siempre hubo científicos competentes. Así, España

iniciaría un proceso de recolonización de sus

dominios que fue paralelo al de apertura de las

fronteras hacia los nuevos saberes, logrando que la

política imperial y la científica se dieran de nuevo la

mano. La coyuntura que había convertido la

Academia y el Observatorio de Cádiz en el nudo

principal de la red de expediciones astronómicas e

hidrográficas, también transformó el Jardín

Botánico de Madrid, una institución cortesana de

perfil docente y poca visibilidad pública, en el epi-

centro de una de las utopías más visibles de la

Ilustración: convertir las riquezas florísticas

americanas en un nuevo El Dorado para las finanzas

públicas, reemplazando la plata y el oro por la

quina, la canela y otros tesoros vegetales.

Una de esas expediciones, la geodésica que

contó con el apoyo de Luís XV de Francia y el

permiso de Felipe V de España, se dirigió a lo que

era por entonces la Real Audiencia de Quito y, el 29

de mayo de 1736, llegó a esta ciudad, capital hoy de

Ecuador, que hizo centro de sus actividades

científicas. La expedición era encabezada por el

astrónomo y físico La Condamine, y la

conformaban botánicos, médicos y cirujanos, inge-

nieros, dibujantes y ayudantes. A esta comisión se

sumaron, a solicitud de Felipe V, los marinos

españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa, quienes

debían también realizar investigaciones discretas

sobre la vida de la colonia.

La trascendencia de los trabajos realizados por la

Misión Geodésica fue tal, que revolucionó la ciencia

de la época, no sólo por el hecho de constatarse que

la tierra era achatada por los polos, sino porque -y

esto posiblemente sea lo más importante- midió un

arco de meridiano y determinó con exactitud la

longitud del metro, que era la diezmillonésima parte

del cuadrante del meridiano terrestre, por lo que

quedó basado el sistema métrico decimal.

Persiste Inglaterra.

Retomando sus deseos, en 1766 el Almirantazgo

Británico envió a Samuel Wallis y a Phillip Carteret

a descubrir la ―Terra Australis‖. Las instrucciones

de Wallis eran de rodear el cabo de Hornos o

atravesar el estrecho de Magallanes y enseguida

―lanzaros hacia el oeste... conservar vuestra

situación meridional tanto como os sea posible y

buscar la tierra o islas que según se supone se

Page 93: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

87

encuentran en esa parte del Hemisferio Austral‖. Si

encontraba la ―Terra Australis‖, debía reunir

información acerca de ―la índole, condición e

inclinaciones de los habitantes de tales islas o tierras

que lleguéis a descubrir... Pero si no se encuentran

habitantes en esa tierra o islas que descubráis, en ese

caso deberéis tomar posesión de esa tierra o esas is-

las descubiertas por vos en nombre de Su

Majestad‖.

Al oeste del estrecho de Magallanes, una tor-

menta separó a Wallis y Carteret; éste último llevó

su barco por una ruta más meridional; después de

descubrir la isla de Pitcairn pasó al sur del archi-

piélago de Tuamotu y, a pesar de que en su mapa

decía ―tierra vista por Quirós‖, no halló el menor

rastro de ella; como su tripulación estaba enferma

de escorbuto, resolvió no ir a Espíritu Santo, sino

dirigirse a las Filipinas a descansar y tomar

alimentos frescos.

Por su parte, Wallis navegó entre las islas que

forman el archipiélago Tuamotu y siguió adelante

para iniciar una leyenda de diferente especie, pues

descubrió Tahití. Como escribieron, ―esto nos

regocijó... Nos sentimos compensados de todas

nuestras desventuras, pues estábamos ciertos de

encontrar toda suerte de refrigerios en esa gran

tierra‖. Tenían la certeza, terminan diciendo, de que

―lo que veíamos era el tan esperado continente

meridional‖.

No era, por supuesto, el continente meridional,

pero sí dió a los hombres toda suerte de refrigerios,

incluso aquel por el que se hizo más famosa, sus

mujeres, a cuya vista ―ninguno de nuestros hombres

quería dejar la orilla, ni siquiera los que habían

estado en la lista de enfermos del médico desde

hacía semanas‖.

Los habitantes de Tahití, en particular, las

mujeres jóvenes de la isla, estaban dispuestas a

aceptar clavos de hierro en pago de sus afectos. No

tardó en fijarse como precio de una noche de placer,

un clavo de buen tamaño. Se inició una vida idílica

hasta que un día, ―cuando se ordenó a los hombres

con licencia, que embarcaran, llegó el carpintero y

me dijo que habían desaparecido todas las

abrazaderas y manijas del barco y que se habían

llevado todos los clavos... El contramaestre me

informó que la mayoría de los clavos de las

hamacas habían sido arrancados y que dos tercios de

los hombres se veían obligados a acostarse a dormir

en la cubierta por no tener clavos con que colgar sus

hamacas‖.

La expedición partió de nuevo. Desde Tahití,

Wallis siguió al norte y, aprovechando la corriente

ecuatorial, regresó a Inglaterra por el camino de las

islas de los Ladrones, Batavia y el cabo de Buena

Esperanza. A su retorno presentó un detallado

informe de su viaje, completado con una viva

narración de la isla paradisíaca donde tan bien

habían sido recibidos. El Almirantazgo lo leyó con

atención, con un ojo puesto en las posibilidades de

comercio y en potenciales bases navales en el

Pacifico. Parecía probable que Tahití poseyera una

cierta utilidad prosaica como posesión: futuras

expediciones británicas podrían querer parar allí

mientras buscaban tierras de verdadero valor. Pero

en su mayor parte, el informe de Wallis fue recibido

con bostezos... y aún faltaba por llegar lo peor. Al

año, su descubrimiento seria reclamado como

posesión de otro país, y el nombre de Tahití

quedaría unido a otro hombre... y además, francés.

No obstante que Wallis descubrió algunas de las

otras islas que forman el archipiélago de la

Sociedad, y la de Rongerik en las Marshall, su

nombre siempre estará vinculado a Tahití. En los

anales de la exploración no figura como el hombre

que no supo perseverar en la búsqueda de un

continente fabuloso, sino como el que encontró un

paraíso en el mar del Sur.

Los franceses tardaron en llegar al Pacifico, casi

ignorando ese océano hasta 1700, cuando los dos

barcos al mando del capitán Jacques Gouin de

Beauchesne, un experimentado oficial naval,

cruzaron al oeste por el Estrecho de Magallanes.

Incluso entonces la exploración fue titubeante.

Beauchesne se dirigió al norte a lo largo de la costa

de Sudamérica, y no se adentró más en la vastedad

del Pacifico, sino hasta las islas Galápagos.

La expedición de Beauchesne, preparada con la

Page 94: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

88

bendición del rey Luís XIV, principalmente navegó

en busca de un nuevo comercio, pero —a diferencia

de casi todas las expediciones que la precedieron—

también con otro objetivo: reunir información. Un

hidrógrafo tenía asignado cartografiar las aguas y

trazar el mapa de las tierras que visitara la dotación,

y este científico resultó ser también un artista: un

pintor de elocuente aunque primitivo talento que

estaba fascinado con todo lo que veía. El resultado

fue una esplendida colección de acuarelas que

reflejaban animales, gente y lugares... con

encantadores comentarios a juego.

Como empresa comercial, la expedición de

Beauchesne fracasó en la amortización, y no

descubrió tierras que merecieran la inversión para

un Imperio Francés. Pero, debido a la presencia del

hidrógrafo, resultó mucho más productiva que lo

que podría sugerir la mera narración. Cuando no

pintaba, estudiaba corrientes, vientos y

profundidades de fondeaderos, y cartografiaba

estrechos, bahías y puertos con minucioso detalle.

Su misma designación en la expedición reflejo el

nacimiento de una nueva actitud hacia la

exploración del Pacifico, un cambio de mentalidad

que sucintamente expresó en su diario: es necesario

fijarse en todo en los países desconocidos con el fin

de abrir el camino para otros y para uno mismo.

Los franceses consideraron tan valioso su trabajo

que lo guardaron bastante en secreto. Pero otros

gobiernos empezaban a darse cuenta de la

importancia del estudio científico, y expediciones

posteriores llevarían a astrónomos, naturalistas y

etnógrafos, a la vez que hidrógrafos y pintores. La

investigación seria del Pacifico había comenzado.

Menos de un año después de haber fondeado el

inglés Wallis en Tahití, el 6 de abril de 1768 llegó

otro explorador, el francés Louis Antoine de

Bougainville, quien desde Río de Janeiro emprendió

un viaje de circunnavegación, siguiendo la costa

americana hacia el Sur, y atravesando el Estrecho de

Magallanes, con grandes peligros. Se internó en el

Pacífico y tocó en Tahití; desde el momento en que

iba a bajar el ancla se encontró con el mismo

encantador problema. ―A pesar de todas nuestras

precauciones, una joven subió a bordo por la popa y

se quedó cerca de una de las escotillas, arriba del

cabrestante... La chica, indolentemente, dejó caer su

taparrabo al suelo y ante los ojos de todos apareció

como la propia Venus, cuando se reveló al pastor

frigio. Tenía las formas celestiales de la diosa‖. Los

sentimientos de Bougainville eran muy confusos.

―Me pregunto cómo puede uno concentrarse en el

trabajo en medio de semejante espectáculo;

cuatrocientos franceses, jóvenes marinos que desde

hacía seis meses no habían visto a una mujer‖.

Más adelante, prosiguió hacia las islas de Tehai,

Lanciers, Croker, Melville y Samoa. Hizo escala en

Nueva Bretaña, avistó Nueva Guinea y visitó

Batavia, en la isla de Java, resuelto a descubrir la

―Terra Australis‖. Durante los tórridos días que

siguieron hubo un paréntesis que los distrajo de las

ratas y preocupaciones. Sucedió que uno de los

marinos, que había causado general sorpresa por no

interesarse en las muchachas tahitianas, resultó ser

una chica, una huérfana que se había unido a la

expedición por curiosidad y deseo de aventuras.

Quizá el descubrimiento de la verdad le haya

resultado embarazoso y le haya complicado el resto

del viaje, pero en cambio ganó el honor de haber

sido ella la primera mujer que circunnavegó el

mundo. Bougainville, sin apartarse de su curso, por

fin avistó la Gran Barrera de Arrecifes de Australia.

Después de mucho pensarlo se resolvió a ir hacia el

norte.

No deseando poner mucha confianza en la

existencia del estrecho de Torres, Bougainville pasó

como pudo por la extremidad oriental de Nueva

Guinea, luego costeó el litoral norte de la enorme

isla y viró una vez más hacia el oeste para llegar a

las Indias Orientales. Atravesó el Océano Indico,

bordeó por el sur, África y subió por el Océano

Atlántico, avistando las islas de Santa Elena y

Ascensión. Luego de reconocer las Azores, llegó

directamente al puerto francés de Saint-Malo,

siendo el primer marino francés que dio la vuelta al

mundo.

Así pues, los franceses no estaban muy atrás y

sus rivales ingleses no deseaban verles descubriendo

Page 95: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

89

este continente al Sur y adquiriendo así un nuevo

Imperio colonial en el lejano Pacífico. Se decidió

enviar una expedición que siguiera los

descubrimientos registrados de un nuevo continente,

tan pronto como fuera posible.

Los barcos de guerra, diseñados básicamente

para operaciones bélicas, funcionaban mal en el

Pacífico. Sus mandos no solían ser exploradores

profesionales, geógrafos o navegantes sofisticados,

y sus tripulaciones habían sufrido pérdidas

terroríficas a causa del escorbuto.

La solución del Almirantazgo fue buscar un

barco barato, prescindible pero adecuado; prepararlo

para la exploración, poniendo especial atención en

el problema del escorbuto; ponerlo bajo las órdenes

de un explorador y geógrafo profesional, el

renombrado navegante, James Cook, y enviarlo

como exploración científica oficial con la

cooperación de la Royal Society.

Una de las tres grandes metas de los navegantes,

al inicio de ese siglo, se había logrado. Un cuarto de

siglo antes (en 1741), el danés Bering, al servicio

del Zar de Rusia, Pedro el Grande, descubrió el mar

y el estrecho que separa Asia de América.

En la búsqueda de otra de ellas, el ―Continente

Austral‖, James perseverará, pero le será negada.

Desde más de un siglo antes, españoles y

holandeses creerán haberlo conseguido, al navegar

Torres por el estrecho que separa Nueva Guinea de

una inmensa isla continente, que se llamará

Australia.

Los holandeses desembarcarán en su costa norte

y su paisano Tasman descubrirá al Sur de Australia,

la Isla de Tasmania, pero será en fechas

relativamente recientes cuando ese mítico

Continente, la Antártida, empezará a mostrarse. La

tercera meta, era la exploración completa del

Océano Pacífico; en ella, el joven James tendrá un

papel determinante. James Cook, nacido en

Yorkshire, fué aprendiz en una empresa naviera

comercial, a la edad de 18 años. La vida en los

recios barcos carboneros del mar del Norte le

proporcionó un duro entrenamiento en las

habilidades prácticas de la náutica, y le fue ofrecido

el mando de un barco a la relativamente joven edad

de 27 años.

Cook, que había empezado a estudiar

matemáticas en su tiempo libre, lo rechazó,

prefiriendo unirse a cambio a la Marina Real como

marinero especializado. Se embarca en 1755 en la

―Eagle‖ de la Armada Británica, donde prontamente

es ascendido a Contramaestre. Cuatro años después,

el Almirantazgo le confirma su Título de Patrono y

le destina a la Fragata ―Mercury‖, para cooperar en

el bloqueo de Québec, en Canadá, en la guerra de

los Siete Años contra Francia, adquiriendo una

magnífica reputación como cartógrafo e hidrógrafo.

Señalado ya como un hombre prometedor, al

término de la guerra Cook fue destinado a explorar

la costa de Terranova. Las cartas y observaciones

que hizo de esa costa y la Península del Labrador,

llamaron la atención de la Royal Society, la más

importante organización científica de Gran Bretaña.

En 1766 envió detalles de sus observaciones de

un eclipse de sol. Cuando, dos años más tarde, la

Sociedad, en conjunción con el Almirantazgo, inició

los arreglos para la primera exploración científica

británica del Pacífico, Cook, fue elegido para

encabezar la expedición. Fue nombrado teniente y

se le dió el mando del HMS Endeavour, un recio

barco carbonero del tipo al que estaba acostumbrado

de su época en el mar del Norte. Aunque el

ostensible propósito de la expedición era observar el

paso de Venus por delante del Sol, Cook llevaba

consigo instrucciones de buscar ―el gran territorio

del Sur‖ y ―tomar posesión de los lugares

convenientes en el país en nombre del rey de Gran

Bretaña‖.

La expedición alcanzó Tahití el 13 de abril de

1769, casi dos meses antes del predicho eclipse del

3 de junio. Cook utilizó este tiempo para

cartografiar las islas y recoger especímenes de

plantas y animales. Una vez pasado el eclipse,

quedó libre de dedicar su atención a la búsqueda del

continente meridional. Desde Tahití los anteriores

navegantes se habían dirigido hacia el oeste,

siguiendo los vientos alisios a través del Pacífico.

Cook estableció un rumbo diferente.

Page 96: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

90

Page 97: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

91

Y navegó hacia el sur y el suroeste. La costa este

de Nueva Zelanda fue avistada el 7 de octubre, y

Cook pasó los siguientes seis meses cartografiando

meticulosamente sus 3.860 kilómetros de costa. La

expedición abandonó Nueva Zelanda el 31 de marzo

de 1770, y continuó hacia el oeste, y dos semanas y

media más tarde topó con la costa sureste de

Australia. Girando hacia el norte y explorando a

medida que avanzaba, Cook navegó los 5.000

kilómetros de longitud de su costa oriental,

deteniéndose brevemente para desembarcar en

―Botany Bay‖.

El 11 de junio el Endeavour chocó contra un

saliente de la Gran Barrera de Arrecifes y se vió

obligado a varar en ―Endeavour Bay‖ para efectuar

reparaciones. Tras continuar a lo largo de la costa,

Cook cruzó el estrecho de Torres y alcanzó Batavia.

A su regreso, descubrió un grupo de islas

que él llamó de ―La Sociedad‖ en honor de la ―Real

Sociedad Científica de Londres‖, llegando a

Inglaterra en junio de 1771. Durante los tres años de

expedición ni un hombre de su tripulación murió de

escorbuto.

Por los éxitos obtenidos en esta primera

expedición, se le encomienda a una segunda, con el

objeto de llegar a la ―Terra Australis‖, el continente

austral.

Se aprestaron dos buques y Cook zarpó, llegando

en su navegación a la latitud más al Sur, 71º 10´,

que hasta entonces se había conseguido.

Sin lograr obtener algún indicio, en esa inmensa

soledad marina, saca la conclusión de que dicho

Continente no existía.... ¡cuando se encontraba muy

cerca de él!. En su viaje de regreso descubre Nueva

Caledonia. Y así mismo, circunnavegó y dibujó la

carta de Nueva Zelanda, divisó la costa sudeste de

Australia y navegó con éxito la Gran Barrera de

Arrecifes.

Page 98: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

92

James Cook no estaba en buenas relaciones con

los "filósofos", como entonces se llamaba algunas

veces a los científicos. Sin embargo él fue tan buen

científico como cualquiera de ellos. Además de ser

el mejor navegante e investigador de su época, fue

quizá el primer antropólogo del Pacífico, un dietista

que investigó y puso a prueba los remedios para el

escorbuto que salvaron incontables vidas. Cook, en

todas sus expediciones, sólo sufrió pérdidas

mortales, relativamente débiles, entre sus

tripulantes, pues las que ocasionaba el escorbuto –

falta de vitamina C- logró controlarlas; así como las

medidas de higiene que aplicó sobre la comida

y limpieza de sus hombres, obligándoles a tomar

baños, a pesar del frío, dando ejemplo él mismo;

también desinfectando el ambiente de las cubiertas,

quemando pólvora con vinagre. Sus magníficas

cartas fueron realizadas con un equipo de

navegación primitivo; durante su primer viaje, ni

siquiera podía contar con el cronómetro de

Harrison. En una época anterior a que se acuñase el

término "método científico", Cook empleó todo lo

que tenía a mano a fin de desarrollar buena ciencia.

Ascendido a Capitán de Navío se le confirió la

Medalla de Oro por la mejor ―Memoria‖ del año

sobre Navegación Práctica. Cook no estaba seguro

de que se le solicitaría realizar otro viaje, y

albergaba dudas de aceptar en caso de que así fuera.

Page 99: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

93

La Armada lo había destinado a un puesto

honorífico en el Hospital Greenwich, que le

otorgaba una atractiva pensión. De hecho, su barco

era preequipado para un viaje al Pacifico Norte.

Durante generaciones, los británicos habían soñado

con el así llamado Paso del Noroeste; un estrecho

que unía los océanos Atlántico y Pacífica al norte

del Canadá. Tras años de búsqueda, no se había

encontrado ninguna salida en el Atlántico, pero

quizás se pudiera rastrear una desde el Pacifico.

Como Cook tendría que perder la pensión si

volvía a navegar, la Armada se mostraba renuente a

pedírselo de forma directa. A cambio, en febrero de

1776 e1 Primer Lord del Almirantazgo, lord

Sandwich, invitó a Cook a cenar y perfiló la nueva

expedición y le preguntó a Cook a quién podría

sugerir él, como Comandante. Fué una pregunta

planteada con mucho tacto. El sentido del deber y la

indudable curiosidad de Cook despertaron. Se

presentó voluntario.

Page 100: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

94

En 1776 zarpa, toca en Nueva Zelanda, descubre

las islas que llevan su nombre y subiendo por el

Pacífico, descubrió el grupo hawaiano, al que llamó

las islas Sandwich, a primeros de 1778, y luego

continuó hacia el norte para explorar las costas de

Norteamérica y Alaska. Pero su búsqueda resultó

infructuosa, y regresó a Hawai. Uno de los botes de

servicio es robado por los nativos y cuando Cook, al

frente de unos cuantos hombres, desembarca para

recuperarlo, morirá en forma muy similar a la de

Magallanes, 258 años más tarde. Este gran marino

no logró avistar la Antártida, que construyó el

principal objetivo de sus esfuerzos, pero consiguió

pasar a la Historia de la Navegación y los

Descubrimientos Geográficos, logrando que el

Océano Pacífico fuera más conocido.

Fue inmensa la herencia de Cook; había

empezado una nueva era de exploración científica,

cuya meta no era tanto la conquista, sino el

conocimiento. Los viajes de Cook produjeron

informes más dignos de fiar que los de cualquier

otro explorador. Debido a la acuciosidad de sus

observaciones, su cuidado -único por ese entonces-,

por la salud de sus hombres y su notable mezcla de

atrevimiento y sangre fría, es el primer ejemplo de

una nueva raza de exploradores científicos.

Page 101: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

95

Nuevas exploraciones españolas.

En 1773, el embajador español en San

Petersburgo informó a su monarca que los rusos

estaban preparando varias expediciones a América,

donde contaban ya con varios establecimientos,

como podía comprobarse por el mapa que adjun-

taba. Carlos III remitió el informe al virrey de

Nueva España, quien tuvo un gran sobresalto al

recibirlos, pues pensó que los rusos estaban a punto

de invadir California. Inmediatamente organizó un

plan preventivo: una expedición marítima para

localizar con precisión dónde estaban los rusos,

establecer una comunicación terrestre entre Sonora

y Monterrey y fundar una misión en California. En

el primer cometido se envió una nave, que zarpó del

presidio de San Blas en enero de 1774 y subió por la

costa del Pacífico norteamericano hasta los 55° sin

topar con los rusos. El segundo se cumplió con

prontitud y en el tercero, se encargó a los

franciscanos, quienes fundaron San Francisco de

California en septiembre de 1776.

Lo grave de todo este asunto es que los rusos

estaban efectivamente en el Noroeste de América y

llevaban allí casi un cuarto de siglo sin que se

hubiesen enterado los españoles. En 1741 Vitus

Bering había llegado a la costa norteamericana y,

desde entonces, se había efectuado una colonización

rusa hacia el sur, apoyada en el negocio peletero.

Un año después del envío de la nave exploradora,

zarpó una nueva expedición, formada por una goleta

y una corbeta. Subieron por la costa hasta los 58° y

establecieron contacto con los indios de la Co-

lumbia británica. Cuatro años más tarde, otras dos

corbetas, recorrieron la misma costa hasta alcanzar

los 60°, en Alaska. Finalmente, en 1788, se

estableció contacto con los rusos, llegaron hasta el

establecimiento de Onalaska y fueron recibidos

amablemente por los súbditos del zar, que les

dejaron curiosear cuanto quisieron y contestaron a

todas las preguntas que les formularon.

El virrey de México temió que los rusos bajaran

a buscar las pieles de los mamíferos marinos de

California y decidió colocar un presidio (fortín)

Page 102: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

96

como línea fronteriza. El punto escogido fue Nutka,

situado a los 49° de latitud norte. Finalmente, el

reconocimiento de los establecimientos rusos y sus

intenciones fue confiado al marino Salvador Fidal-

go, quien lo hizo en 1790, explorando también hasta

los 60° de latitud norte en Alaska.

Page 103: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

97

Una importante expedición descubridora

española fue la de Alejandro Malaspina, efectuada

con dos corbetas ―Descubierta y Atrevida‖, en cuyas

tripulaciones figuraban cartógrafos, naturalistas y

dibujantes.

Saliendo de la bahía gaditana en 1789 para

recorrer las costas americanas desde Tierra de

Fuego hasta Alaska, así como Filipinas y otras islas

de Oceanía, levantando planos, catalogando la flora,

realizando observaciones astronómicas y estudiando

el estado político-social de las colonias.

En su afán de entender los problemas que

dificultaban el desarrollo colonial, integró en un

solo discurso informaciones sobre demografía,

etnografía, geografía, botánica y zoología, así como

las derivadas de las actividades productivas

(agricultura, pesca e industria) y las propias del

intercambio comercial.

Su expedición podría considerarse un compendio

de todas las demás y sería decisiva para el éxito de

la emprendida por A. Humboldt.

Segundo, porque tras recorrer todos los

territorios coloniales, propuso un plan general de

reformas que transformara la estructura del imperio

en una especie de federación de reinos unidos por la

lengua y la religión, bajo el amparo simbólico de

Carlos IV y… finalmente, la Real Expedición Marí-

tima de la Vacuna es quizá la empresa más

conmovedora de cuantas emprendió la Ilustración

española.

Su objetivo era llevar a las colonias la vacuna

contra la viruela, descubierta por Jenner en 1796 y

que encontró en el médico Francisco J. Balmis uno

de los primeros y más decididos defensores. Se tra-

taba de dar la vuelta al mundo, para incluir

Filipinas, portando a 22 expósitos de La Coruña que

fueron inoculados sucesivamente para mantener

vivo el virus vacuna.

No cabe ninguna duda de que esta expedición

filantrópica fue una hazaña científica que, entre

otras penalidades, obligó a movilizar a esos niños

por todo tipo de climas y caminos, muchas veces

transportados a hombros de indígenas por ser

intransitables los caminos para las mulas.

La última empresa francesa.

El último sondeo importante de los Mares del

Sur en el siglo XVIII, lo llevo a cabo Jean-Francois

de Galaup de La Perouse, un noble y heroico militar

francés, a quien el rey envió al Pacífico en 1785 en

busca de todas las tierras que hubieran escapado a

los descubrimientos de Cook.

Al viaje se le dió un fuerte apoyo. Se reclutó a

unos 20 artesanos y científicos, y La Perouse recibió

dos naves de 500 toneladas, atestadas de libros,

mapas y suministros especiales, incluyendo 10

resmas de papel para prensar las hojas vegetales que

se traerían a casa, 20 barriles de agua destinada al

estudio específico de las bacterias y un millón de

diversos broches de metal para ayudar a ganar la

amistad de cualquier pueblo indígena que pudieran

encontrarse los exploradores.

En dos años y medio de navegación casi

constante, La Perouse describió tres vastos círculos

por el Pacífico, desandando más o menos las rutas

de Cook, pero llegando más lejos, hasta lugares tan

exóticos como Tartaria (China y Siberia) y Japón. A

lo largo del camino escribió sobre sus

descubrimientos, en los que detalló la disposición de

la tierra, tomó medidas antropométricas de los

pueblos que veía y describió su comida, ropas, casas

y costumbres. Su última parada fue en ―Botany

Bay‖, en Australia, donde, al obedecer lo que debió

ser un impulso profético, persuadió a los oficiales

coloniales británicos de transmitir sus cartas y

cuadernos de bitácora a París.

Después de zarpar de Botany Bay en febrero de

1788, nunca más se oyó hablar de La Perouse y sus

hombres.

Su destino siguió siendo un misterio hasta la

década de 1820, cuando un comerciante irlandés,

que visitaba las islas de Santa Cruz, se encontró una

funda de espada con la inscripción J.F.G.P. (las

iniciales de Jean—Francois de Galaup de La

Prouse). De isleños que habían sido niños en esa

época, logró colocar las piezas de una historia de

naufragio; tenían algunas reliquias de la expedición,

entre otras, la campana de un barco y varios

Page 104: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

98

cañones. El subsiguiente descubrimiento de 60

calaveras europeas brindó espantoso testimonio de

que La Perouse y sus hombres habían sido

asesinados y comidos por los isleños de Santa

Cruz... descendientes del mismo pueblo feroz que

había atacado a los futuros colonos conducidos por

Mendaña y Quirós unos 200 años antes.

Los oficiales británicos, fieles a su palabra,

entregaron los papeles de La Perouse a Francia. Esa

colección, publicada en 1797, como ―Viaje

alrededor del Mundo‖, era un conjunto variado de

cuatro volúmenes de láminas, mapas y comentarios

que proporcionaron un valioso final a la era de la

navegación en el Pacífico.

Page 105: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

99

NAVEGANDO EN TIEMPOS IDOS:

PENURIAS Y HUÉSPEDES INDESEABLES

urante siglos, se navegó siempre a la vista

de tierra, que aunque no se viera por las

condiciones atmosféricas, se sabía que se

encontraba cerca, dispuesta a ofrecer su amparo.

Más tarde existieron los mapas o cartas náuticas,

llamados ―Portulanos‖, a base de rumbos y

distancias, (en algunas ocasión aparecían paralelos y

meridianos), figurando una o varias ―rosas de los

vientos‖ que facilitaban la determinación del rumbo

entre dos puntos. Los había donde aparecían los

derroteros (donde se señalaban las derrotas, líneas

de enfilación, accidentes y otros detalles). La

derrota es tanto la ruta que debe hacerse como la

que en efecto se hace, para ir de un punto a otro,

teniendo para ello que seguir uno o varios rumbos.

Usaban la sonda o sondaleza para medir la

profundidad, el compás magnético, (aguja imantada,

indicadora del Norte), y el cuadrante náutico,

utilizado para la determinación de las alturas de los

astros sobre el horizonte; reducido a un cuarto de

círculo, graduado con una regla, alidada, con

pínulas (tablillas provistas de una rendija dispuestas

verticalmente), en uno de los lados del ángulo recto,

para visar el astro, y una plomada, cuyo hilo

partiendo del centro del ángulo, servía de índice.

Instrumentos, más completos y exactos que el

cuadrante, (ya que la plomada de este último lo

hacía poco apto para su empleo a bordo, por los

movimientos de la nave); fueron usados para

determinar principalmente la distancia angular de

las estrellas, prefiriéndose la ―ballestilla‖ para las

observaciones nocturnas y el ―astrolabio‖ para las

diurnas, tomando al Sol como referencia.

Colón y los marinos que le acompañaron en su

primer viaje a través del Atlántico, desde que

salieron de Canarias, iban hacia lo desconocido. No

tenían cartas y sólo utilizaron, como ya

mencionamos la sonda, el compás magnético, ya

usado por los vikingos, en el siglo XI, y el

cuadrante. Más tarde, se usaría el Astrolabio, más

completo; formado por un disco con una proyección

estereográfica polar para conseguir la latitud. Con

ello, conseguían con bastante aproximación la

Latitud, pero... la Longitud, no se sabía cómo

conseguirla, y sólo en el siglo XVIII, se pudo

obtener, con el cronómetro.

Alguna mente lúcida, con conocimientos

extensos, cartográficos y marineros, intuían la

solución, pero les faltó la realización. En la célebre

Junta de Badajoz, reunión excelsa de geógrafos y

cartógrafos, 32 años después del primer viaje

colombino, una voz muy autorizada aseguró que la

búsqueda de la Longitud geográfica era problema de

cronometría; tal aseveración fue lanzada por

Fernando Colón, hijo del almirante. Por tanto, en el

viaje, no sólo les faltaban una de las coordenadas,

sino que también les faltaba la hora posicional. Para

saber las horas en las naves y montar las guardias,

se usó el reloj de arena, bien y continuamente

vigilado; ―velar la ampolleta‖ era el término de la

época y existían, dentro de la marinería hispana,

oraciones versificadas, usadas durante las guardias y

en el relevo de las mismas:

―Buena es la que va,

Mejor es la que viene;

Una es pasada y en dos muele;

Más molerá si Dios quisiere;

Cuenta y pasa que buen viaje fasa;

Ah de proa, alerta, buena guardia‖.

Así se decía al acabar de pasar la arena de la

ampolleta y cuando se hacía el relevo, se rezaba la

siguiente:

―Bendita la hora en que Dios nació,

Santa María que le parió,

San Juan que le bautizó.

La guarda es tomada;

La ampolleta muele,

Buen viaje haremos, si Dios quisiere‖.

Lo normal en esta época era navegar a la estima,

es decir, anotar el rumbo y fijar su posición en unas

D

Page 106: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

100

cartas de marear o mapas marítimos (portulanos)

dibujados sobre pergamino. Estas cartas, que no

tenían en cuenta las graduaciones de longitud y

latitud, reflejaban con bastante precisión los

accidentes geográficos (por ejemplo, las costas de

Europa y África), y partiendo de ellos un navegante

marcaba la ruta estimada a seguir. Utilizando la

brújula y, a veces, el cuadrante, debía encontrarse la

latitud adecuada y mantenerse en ella. Cuando

recorría costas nuevas, tomaba la latitud en tierra y

la reflejaba en el mapa para que en lo sucesivo otros

pudieran estimar su ruta con exactitud. La brújula

era pieza insustituible. Consistía en una aguja

magnética, depositada en una caja rectangular (bitá-

cora) y asegurada en cubierta, que volvía siempre su

punta hacia el Norte. Cada vez que esta aguja

mostraba poca inclinación a buscar el norte, era

remagnetizada con una piedra imán que todo

capitán cuidaba como su propia vida. La brújula

llevaba incorporada una placa circular con la rosa de

los vientos (32 divididos en vientos, medios vientos

y cuartas).

En cuanto al cálculo de la velocidad de una nave

a finales de siglo XV, parece ser que los pilotos lo

hacían a ojo, observando la estela que dejaba el bar-

co, las algas que flotaban inmóviles en el agua o la

costa. Echar punto o cartear era una de las

operaciones más minuciosas para un piloto.

Conocidos el rumbo seguido y la distancia

recorrida, los pilotos podían marcar el punto a que

habían llegado sobre la carta de navegar. Esta

operación exigía manejar regla y compás. Como

navegante precavido, Colón acostumbró a usar con

frecuencia la sonda, imprescindible al aproximarse a

tierra o en aguas que creía poco profundas. Colón

sabía usar el cuadrante y alguna vez lo utilizó, para

hallar la latitud.

Se cree que no manejó el astrolabio ni la

ballestilla, y se asegura que se equivocó con

frecuencia al utilizar tablas comunes de multiplicar

y almanaques. Más bien se atenía al compás y a sus

hábiles estimaciones de la distancia recorrida cada

día. Como instrumento de navegación, el compás

tenía sus inconvenientes: poco o nada se sabía sobre

la variación, que es la influencia que el campo

magnético de la Tierra ejerce sobre él; la diferencia

entre el «norte» de la aguja del compás y el

verdadero norte debía establecerse prácticamente en

cada viaje.

El compás era una ayuda fiel para los navegantes

que se aventuraban hasta perder de vista la tierra;

era también muy valioso para hacer cartas del lito-

ral. Como las longitudes circundan la Tierra for-

mando ángulos rectos con el ecuador y

convergiendo en los polos, la separación entre ellas

disminuye a medida que se aleja uno del ecuador.

De esta suerte, cuanto más al norte o al sur del

ecuador estuviera un navegante que tratara de fijar

su curso en las inmensidades del océano Atlántico a

principios del siglo XVI, más difícil le sería marcar

con exactitud su curso de este a oeste, debido a la

variación progresiva de la distancia entre las líneas

de longitud. Cuando se dispuso de un globo

terráqueo, se vió claramente la explicación de esta

confusión, pero hasta casi el final del siglo XVI, los

cartógrafos se confundían con el problema de

corregir la discrepancia en los mapas. En 1569,

Gerardo Mercator, geógrafo flamenco, publicó una

proyección que dió a los marinos un instrumento

mucho más preciso.

En términos generales puede decirse que la

forma de ―marear‖ compendiada en esos textos,

consistía en el empleo de la aguja (brújula), el reloj

de sol, el astrolabio, el cuadrante y la ballestilla.

Con esos instrumentos, los pilotos eran capaces de

fijar la latitud mediante la observación de la altura

del sol, pero no podían descifran otras dos grandes

incógnitas de la navegación. Por un lado, el

fenómeno de la declinación magnética, que se

manifestaba en que la aguja nordesteaba según se

avanzaba a poniente. La otra gran incógnita era la

determinación exacta de la longitud, que ocupó a los

mejores cosmógrafos de las cortes europeas. En este

campo destacó Alonso de Santa Cruz quien, además

de componer el ―Islario general de todas las islas del

mundo‖, sistematizó los procedimientos empleados

para resolver la citada incógnita en su famoso

―Tratado de las longitudes‖ (1555).

Page 107: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

101

El problema, sin embargo, lejos de solucionarse

permaneció durante siglos. Cabe recordar que, a

inicios del siglo XVII, el rey Felipe III instituyó un

premio para quien lograra resolverlo –al que el

mismísimo Galileo se presentó cuatro veces sin

éxito-, y que durante el siglo XVIII los reyes de

Inglaterra y Francia convocaron sucesivos

concursos a tal efecto.

Los barcos modernos cabecean y se balancean,

pero sus movimientos son nada en comparación con

la danza de los barcos en aquellos tiempos; aún hoy

en día se necesita tiempo para aprender a tomar

lecturas exactas con el sextante. Los viejos nave-

gantes tenían que asegurarse o aferrarse de algo para

evitar en lo posible los efectos del constante

movimiento del barco, mientras asestaban la mira

burdamente graduada de su astrolabio o de su

escuadra, en la dirección del sol o de una estrella;

mientras la leían, tenían que sostener la imagen

sobre una escala de grados. Era un procedimiento al

que evidentemente no se le podía pedir gran

fidelidad. Existía la teoría, desarrollada por

astrónomos de tierra y que en muchos manuales se

ponía a disposición de los marinos. Había tablas que

explicaban cómo medir e interpretar en grados de

latitud el ángulo entre el horizonte y la estrella

Polar, o el sol de mediodía, a fin de determinar cuán

al norte o al sur del ecuador estaba el barco. Pero

muy pocos marinos tenían los conocimientos

matemáticos, por no decir la imaginación

matemática, para usar las tablas adecuadamente.

Por otra parte, la observación celeste exige saber

la hora exacta y en aquellos tiempos no había

relojes para usarse en el mar; los marinos sólo

contaban con el reloj de arena de media o una hora,

el cuál tenía que ser movido a mano durante el

viaje. Sin embargo, algún buen piloto, mezcla de

experiencia y sentido de la orientación, era capaz de

estimar su rumbo con una precisión sorprendente.

No solía equivocarse más de un cinco por ciento en

travesías largas, salvo que sufriera alguna tormenta

y se despistara.

Durante el siglo XVI se generalizó la costumbre

de montar la aguja inclinada bajo la rosa, de manera

que la flor de lis –que representaba en la rosa el

norte- marcase el norte geográfico y no el

magnético. No obstante, este procedimiento resultó

contraproducente ya que, como la declinación varía

según el lugar geográfico, se producían graves

confusiones en los viajes largos. Otra mejora fue la

introducción de un nuevo e ingenioso sistema que

evitaba los trastornos causados por el balanceo y el

cabeceo de los barcos: la suspensión ―cardán‖ –

llamada así en honor a su inventor, Gerolamo

Cardamo, que sé fue imponiéndose paulatinamente

y aún hoy continúa vigente. También se comenzó a

estudiar metódica y científicamente el magnetismo,

se empezarón a fabricar imanes artificiales y se

discutió la idoneidad de los aceros en la fabricación

de las agujas, así como su forma más adecuada.

El cronómetro.

Quizás el elemento más altamente valorado que

formó parte del equipo del segundo viaje de Cook

en 1772 fué un nuevo reloj. Ese instrumento —el

primer cronometro fiable llevado al Pacifico—

permitió a Cook determinar la longitud con mucha

mayor rapidez que lo que hasta entonces había sido

posible.

El principio para calcular la longitud se había

postulado allá por 1474. Ese año un astrónomo

alemán llamado Regiomontanus apuntó que, debido

a que la tierra gira 360 grados en 24 horas, o 15

grados por hora, un marinero que conociera tanto la

hora local cómo la hora en su punto de partida,

podía calcular el número de grados que había

viajado hacia el oeste de su punto de partida,

multiplicando por 15 la diferencia entre las horas.

Los navegantes podían establecer con presteza la

hora local con el empleo de aparatos ópticos para

medir el ángulo del sol o de las estrellas por encima

del horizonte. Pero mantener el rastro de la hora en

el punto de partida era otra cuestión. Un reloj era el

medio más obvio para hacerlo, aunque en un viaje

prolongado cualquier reloj conocido sería inexacto

por los cambios de temperatura que provocaban la

expansión o contracción de sus piezas metálicas.

Page 108: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

102

A inicios del siglo XVII, el Parlamento británico

había llegado a considerar la navegación precisa y

de largo alcance, como un asunto de tal importancia

que ofreció la espléndida cantidad de 20.0001ibras

—suma que mantendría con estilo a un británico

toda su vida— a cualquiera que solucionara el

problema de la longitud. La recompensa, que

otorgaría un grupo de especialistas llamado la Junta

de Longitud estuvo sin dueño durante casi medio

siglo... aunque no por falta de interés. El genio al

que se le ocurrió una manera verdaderamente

práctica para calcular el viaje este—oeste era un

autodidacta carpintero convertido en relojero, de

nombre John Harrison, que se tomó el problema

como el trabajo de su vida, cuando tenía 21 años de

edad. Cuando al fin encontró la solución después de

45 años, resultó de una sencillez brillante: un reloj

hecho de una amalgama de acero y latón.

Debido a que esos metales se expanden con el

calor y se contraen con el frío a velocidades

diferentes que se compensan entre sí, mantenían el

reloj funcionando a un ritmo regular, sin importar la

temperatura.

En 1759 Harrison presentó con nerviosismo su

invento ante la Junta de Longitud, que con éxito lo

probó en un viaje al Caribe en 1764.

Por desgracia para Harrison, el Parlamento

entonces no era tan generoso, y tuvo que esperar 14

años para reunir la totalidad de su recompensa de

20.000 libras.

Al final la obtuvo, pero mientras tanto la Junta

de Longitud le había encargado a otro relojero que

duplicara el reloj de Harrison. La copia, metida en

una caja de plata exquisitamente esmaltada, estuvo

lista cuando Cook emprendió su segundo viaje en

1772.

Page 109: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

103

“Los vientos”.

Los marinos tuvieron que descubrir por sí

mismos que los mares están divididos en zonas en

las cuales los vientos alisios soplan en determinada

dirección; que hay otras, las de las calmas

ecuatoriales, en que el aire no sopla, a veces durante

meses; tenían que saber también que las zonas

cambian con las estaciones. Poco a poco se fue

sobreponiendo un mapa de los vientos invisibles al

mapa de las costas e islas. De esta suerte, la mejor

ruta entre dos puntos no era la línea recta, sino

aquella que siguiera los alargados corredores curvos

que barrían los vientos alisios. De España a las

Indias Occidentales los barcos tardaban como un

mes, siguiendo al arco del alisio del noreste que

soplaba de las Canarias a las Antillas Menores.

Durante el invierno, el regreso a España lo hacían

remontándose hacia el norte, bregando contra

vientos contrarios hasta más allá de las Bermudas, y

el resto del recorrido era fácil si seguían el

interminable cinturón de los vientos del oeste. Las

pautas y formas del tráfico en el océano Índico

estaban determinadas por la inversión estacional en

la dirección del monzón, viento al que un viajero

describe como ―un sendero de viento que sopla

incesantemente durante tres o cuatro meses, sin

moderarse y sin cambiar‖.

En su viaje de Europa a la India, los barcos

tenían que salir del cabo de Buena Esperanza a prin-

cipios del verano, a fin de aprovechar el monzón del

suroeste. Este ―monzón veraniego‖ aprisionaba a

todos los barcos en las bahías y puertos de la costa

occidental de la India, hasta fines de otoño.

Entonces, el ―monzón de invierno‖ que soplaba del

noreste los devolvía al África. El descubrimiento de

las rutas de los vientos fue un proceso lento y

doloroso que realizaron los barcos que se lanzaban

una y otra vez contra la aparentemente inagotable

presión del aire; por fin quedó resuelto el acertijo.

Por ejemplo, no fue sino hasta 1565 cuando los

marinos que habían tratado en vano de buscar

vientos favorables para el viaje hacia el Oriente

partiendo de las Indias Orientales descubrieron que

para encontrarlos, tenían que ir hacia el norte, hasta

el paralelo 42.

El proceso de aprendizaje fue aún más lento

porque los gobiernos no veían con buenos ojos la

publicación de datos y conocimientos que pudieran

ayudar a los marinos de las naciones rivales. El

secreto también aseguraba a los gobiernos que sus

propios mercaderes que quisieran comerciar con las

nuevas tierras tendrían que hacerlo por conducto de

la Corona, con lo que quedaban sujetos a su control

financiero y fiscal. El rey Juan II inició esta política

en Portugal, en los días de Enrique el Navegante; en

su tiempo, el revelar los secretos de los

descubrimientos llegó a castigarse con la muerte.

Penurias.

Navegaciones a mediados del siglo XVI, donde

pilotos confesaban que no sabían dónde estaban ni

que rumbo hacer, quedando a bordo diez azumbres

de agua para 250 personas y donde las mujeres

pedían que tirasen sus hijos a la mar, para no verlos

morir de sed. Eran mayores las dificultades que los

primeros conquistadores llevaban consigo mismos,

que la que solía ofrecerles la tierra desconocida a la

que se dirigían y los nativos que la habitaban.

La distintas clase y marcha de las naos

mercantes; su número, a veces, muy crecido; la

mala disposición del aparejo y excesiva carga,

hacían largos y enojosos los viajes en que todos los

buques tenían que sujetarse a la marcha del más

pesado. La carga misma embarazaba las

condiciones militares de los de guerra, y en combate

o en temporal, tenían que acudir a cada paso en

auxilio de los mercantes del convoy, que chocaban

unos con otros a cada momento o desarbolaban de

sus palos, cuando no se iban a pique por falta de

bombas suficientes para achicar.

Recordemos, de una manera general, las

penalidades que soportaban los expedicionarios a

bordo de las naos de entonces. Pasados los primeros

días de navegación, las comidas casi se reducían a la

galleta y a la carne de cerdo salada, por cuanto las

gramíneas y legumbres padecían pronto las

Page 110: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

104

agresiones del calor, la humedad y el gorgojo. Casi

todo lo que se comía estaba corrompido y hediondo;

y si el tasajo o la cecina provocaban una sed

endiablada, no ha de olvidarse que el agua de los

toneles se corrompía pronto por el calor y la falta de

higiene. Es fácil imaginar, después de semanas y

aún de meses sin renovar la aguada, la tibieza, el

sabor, olor y color de un líquido poblado de

bacterias y gusarapos, causa frecuente de cólicos,

vómitos y fiebres. Era preferible perder los sentidos

del gusto, el olfato y la vista cuando se bebía.

Así, los hombres, mujeres, mozos y viejos,

sucios y limpios, todos iban hechos una mazamorra,

sin que alguien pudiera reclamar por alguna mala

crianza, pues tales circunstancias lo permitían casi

todo.

Lo que significaba la escasez de alimentos nos lo

describe trágicamente Pigafetta en la crónica

notablemente detallada de su travesía del Pacífico:

―Comíamos sólo galletas viejas reducidas a polvo,

llenas de gorgojos, con un olor nauseabundo por la

suciedad que las ratas habían hecho sobre ellas

cuando se comían la galletas buenas; el agua de

beber era amarillenta y nauseabunda. Nos comimos

también los cueros de res que se encontraban bajo la

verga principal para que la vela no rompiera el

aparejo...‖. Como se vé por este relato, la comida no

sólo escaseaba, sino que se echaba a perder. El

menú de los barcos se componía de carne seca o

salada, pescado salado, galletas, arroz, guisantes

secos, queso, ajos, cebollas, aceite, vinagre, agua y

vino.

El narrador de la primera vuelta al mundo, sigue

escribiendo que ―navegamos durante tres meses y

veinte días sin probar ningún alimento fresco... El

agua que nos veíamos obligados a beber era

igualmente pútrida y hedionda... Frecuentemente

quedó reducida nuestra alimentación a aserrín de

madera como única comida, pues hasta las ratas, tan

repugnantes al hombre, llegaron a ser un manjar tan

caro que se pagaba cada una a medio ducado‖.

El guipuzcoano Andrés de Urdaneta, navegante

antes que fraile, habla así de una marcha por la

ribera del estrecho de Magallanes, en 1526, siendo

él un joven de 18 años, enrolado en la expedición de

García Jofre de Loaísa: ―A mediodía comenzamos a

buscar alguna agua para beber, porque hacía sol, e

no hallando agua íbamos muy sedientos, porque no

habíamos bebido todo aquel día, ni menos comido;

e no pudiendo hallar, repartímonos cada uno por su

parte, y era tanta la sed que teníamos que los más de

nosotros no nos podíamos menear, que nos

ahogábamos de sed; y en esto me acordé yo que

quizá me remediaría con mis orinas, y así lo hice:

luego bebí siete u ocho sorbos de ellas, e torné en

mí, como si hubiera comido e bebido‖.

En la escuadra que por 1741 mandaba José

Pizarro, en latitudes australes del Mar del Sur,

cuando las cubiertas de los buques tenían encima

media vara de nieve, el hambre y el frío se llevaron

las vidas de varios centenares de hombres; y se sabe

que uno de los marineros llegó a ocultar en su lecho

el cadáver de su hermano, para aprovecharse así de

la mísera ración del muerto. Sustentando lo

comentado anteriormente, todavía Bougainville,

entre otros datos, anotó en su diario: ―Cenamos

ratas y nos parecieron sabrosas‖.

En los viajes largos, los marineros se atenían a

las lluvias para reponer sus existencias de agua.

Quirós es notable por haber usado un horno

primitivo para destilar agua fresca de la del mar; por

lo general, el agua se acopiaba en cubos durante los

aguaceros, o bien se juntaba en grandes

emparrillados que pendían de las velas. Si no había

lluvia, no había agua; hay ejemplos de tripulaciones

que quedaron reducidas, a beberse sus propios

orines, como lo confiesa Urdaneta. Las

enfermedades abundaban en los viajes largos, y era

natural. Los marineros casi no comían verduras

frescas; vivían amontonados, infestados de piojos y

liendres, a menudo empapados durante varios días;

mientras las claras aguas del mar pasaban por

debajo de la quilla y el aire fresco soplaba en las

cubiertas, era muy probable que la tripulación

estuviera literalmente pudriéndose por el escorbuto.

Los libros de bitácora hablan de diversas clases de

fiebre y a veces de plagas; pero el escorbuto,

causado por la deficiencia de vitamina C, era la

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105

enfermedad profesional de los marineros de alta

mar.

Un viaje a la India era favorable si sólo uno de

cada cinco hombres moría de escorbuto. Aunque la

enfermedad iba asociada en la mente del vulgo con

las aguas tropicales, lo cierto es que en mares sub-

polares atacaba con igual virulencia a las

tripulaciones; recordemos lo narrado por Cartier. Se

manifestaba por una gran debilidad, dolores en

músculos y articulaciones, así como por ulceración,

hinchazón y reblandecimiento de las encías, lo que

privaba al enfermo de masticar alimento alguno.

Horrendos relatos contemporáneos nos la describen:

―Pudrió mis encías‖», escribió un enfermo, ―de las

que salía una sangre negra y pútrida. Mis muslos y

pantorrillas estaban negros y gangrenados, y yo

tenía que usar mi cuchillo diariamente para abrir un

camino entre la carne, para dejar salir esta sangre

negra y sucia. También aplicaba el cuchillo a mis

encías, que habían invadido los dientes y estaban

lívidas... Luego que corté esta carne muerta y que

hice sangrar copiosamente mis encías, me enjuagué

la boca con orines, frotándomelas con gran vigor...

Lo peor de todo es que no podía comer; más

deseaba tragar que masticar...

Todos los días morían muchos hombres; con

mucha frecuencia arrojaban cuerpos al mar, a veces

hasta tres o cuatro en una sola ocasión; en su mayo-

ría morían sin ninguna ayuda; exhalaban el último

suspiro detrás de alguna caja o baúl; las ratas se

habían encargado de roerles los ojos y las plantas de

los pies‖.

Los marineros que navegaban en los barcos

comerciales del Oriente tenían mejores perspectivas

que los anteriores viajeros de larga distancia, pues a

mediados del siglo XVII los holandeses se habían

establecido en Ciudad del Cabo y cultivaban huertas

de verduras. Siempre que sus gobiernos no

estuvieran en guerra con los holandeses, también los

barcos ingleses y portugueses podían abastecerse en

ese oasis; al interrumpir su viaje a las Indias

Orientales en la mitad del trayecto, podían comprar

productos frescos holandeses que curarían a los que

padecían el escorbuto, siempre que la enfermedad

no estuviera muy avanzada. Aún así, el resto de

paradas eran una bendición… a veces; mientras

curaban a algunos hombres del escorbuto, exponían

a otros a las devastaciones de la malaria, el cólera y

las fiebres tifoideas.

La falta de higiene era otra de las causas que

fomentaban las enfermedades a bordo de los barcos

comerciales. A los marineros poco les importaba el

aseo personal. Sus ropas estaban invadidas de

piojos, que transmitían el tifus. Y, prácticamente

todos esos males, con frecuencia iban acompañados

de disentería y su acompañante, la deshidratación.

Para combatir dichas enfermedades, casi todos los

barcos comerciales del Oriente llevaban médicos.

Pero sus conocimientos estaban limitados, y

también sus deberes.

El tipo de reclutamiento, de hombres portadores

de enfermedades, hacía estragos en las dotaciones.

Después de que Anson perdiera tres cuartas partes

de sus hombres en un viaje alrededor del mundo, el

doctor James Lind del Hospital Naval de Haslar,

descubrió el valor profiláctico del jugo de limón y

naranja contra el escorbuto. También se supo que la

fiebre amarilla se podía aliviar con la corteza de

quina (la quinina). En el segundo viaje de Cook no

se perdió ni un sólo hombre por el escorbuto,

aunque él se valió de la cerveza de abeto y de la col

en vinagre, debido al alto costo del jugo de naranja.

Y además …

Tormentas, naufragios, habitantes hostiles...

fueron riesgos comunes a toda la navegación, aún

aquella realizada en aguas europeas. El explorador

debía prepararse lo mejor posible para hacer frente a

todas esas contingencias. Los sufrimientos de los

exploradores náuticos tuvieron su origen en lo

desconocido. Los de aquellos días dependían de ma-

pas y cartas, que, contenían graves inexactitudes;

aún los capitanes más capaces se encontraban con

que su viaje se prolongaba más allá de lo previsto y

no existían las recaladas y tierras que se creía.

Ante esos hechos, su reacción más común eran la

alarma y el desconcierto: donde debían haber

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106

encontrado tierras, encontraban mares, como el

Atlántico del Sur o el Pacífico meridional, y

encontraban tierras donde esperaban hallar pasos

marinos, como en el caso del norte de América y

Asia. Casi siempre lo imprevisto iba acompañado

por el retardo y sus consecuencias: escasez de

alimentos, enfermedades, más semanas en el mar

abierto, o días, semanas y hasta meses de estar

presos entre los hielos.

Durante las tormentas intensas, el capitán tenía

que arriar algunas o todas sus velas y dejar que los

vientos lo llevaran a su antojo. No fue sino hasta la

introducción de velas más pequeñas y mejores, en el

siglo XIX, cuando los barcos pudieron sortear las

tormentas con bastantes probabilidades de mantener

su curso.

Lo poco que se sabía sobre las condiciones que

privaban en el norte debió haber disipado toda idea

de hacer expediciones sub-polares. Con excepción

de la sed, todos los riesgos usuales de la exploración

estaban presentes en esos viajes por el norte. Sin

embargo, el hielo y la nieve podían salvar la vida,

pero también quitarla; las tormentas eran tan

violentas como en los trópicos y el escorbuto

igualmente fatal. El hielo aprisionaba barco tras

barco y los trituraba con su poderoso abrazo. La

variación de la aguja magnética era en el extremo

norte mucho más alocada; la rápida disminución

que allí sufren los grados de longitud hacía casi

imposible calcular las posiciones exactas o registrar

el laberinto de los estrechos, fiordos e islas árticas.

Esta situación hacía mucho más difícil que los

viajeros sucesivos aprovecharan la experiencia de

quienes los habían precedido.

Durante estas larguísimas travesías, las con-

diciones de vida imperantes a bordo eran

aterradoras, no ya juzgadas por las normas moder-

nas, sino por el género de vida que imperaba en

tierra. Todos los barcos hacían agua; aún usando las

bombas con regularidad, el agua siempre estaba

escurriendo en la sentina, lo cual venía a ser

empeorado por los descuidados hábitos sanitarios de

aquella época. No había camarotes, excepto quizá

para el patrón y el piloto: los marineros ordinarios

dormían sobre cubierta o bajo ella, dondequiera que

encontraban un lugar de su agrado para hacerlo. No

había ropa impermeable.

Los barcos de los exploradores iban menos

atestados que los que los seguían, los cuales iban

llenos de soldados, colonos y comerciantes, además

de la tripulación ordinaria. Hubo que esperar un

tiempo para que los siguientes viajeros supieran al

menos la duración del viaje, dentro de los límites

impuestos por los vientos y el mar, y conocieran que

iban siguiendo una ruta ya conocida. Esas

incomodidades y pestilencias no significaban

mucho para quienes estaban habituados al mar,

como los comerciantes y marinos; sin embargo, los

viajes de descubrimiento crearon grandes problemas

en el terreno del abastecimiento de alimentos; los

primeros barcos de exploración necesitaban de un

gran número de hombres para manejar las velas y

había que llevar alimentos y víveres para todos

ellos, por el tiempo que durara la travesía.

Había además otros factores que se venían a

sumar a estas dificultades: la tendencia de los

granos y de las galletas a agriarse o llenarse de

gorgojos, la gran rapidez con que aún las barricas

mejor hechas dejaban escapar el agua o el vino,

pues no resistían el constante movimiento del barco.

Estos problemas alimenticios limitaban la habilidad

de los capitanes de navegar en la dirección que les

pareciera mejor y los obligaban a seguir un curso

indirecto, saltando de una isla a otra siempre que se

podía, en vez de seguir cursos más rectos y con

frecuencia menos peligrosos. Veces había en que los

capitanes corrían grandes riesgos con tal de asegurar

un buen acopio de alimentos para su tripulación.

Hacia el inicio del siglo XVII, en las naves

militares y de comercio, en ruta al Oriente, la

docena o más de hombres capacitados a bordo —

contramaestre, artilleros, carpinteros, cocineros,

barrileros, calafateadores y ebanistas— ocupaban el

castillo de proa, que era más espacioso y ventilado

que los cuarteles de la dotación. Y aquellos con

derecho a considerarse caballeros —el capitán, sus

oficiales, funcionarios, el médico— vivían en

comparativo ―confort‖ en los compartimentos

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107

situados en la cabina de popa, un cuarto grande, de

unos ocho por nueve metros, separado del hedor de

los alojamientos de la tripulación por una cubierta, y

del castillo de proa por el profundo combés del

barco.

Además de su mayor asignación de espacio, los

oficiales y comerciantes disfrutaban de forma

natural de ciertas prerrogativas que no se le

concedían a la tripulación. Los tripulantes tomaban

sus comidas en cuencos y con cucharas de madera

allí donde podían encontrar un sitio. Los oficiales y

comerciantes se sentaban a una hermosa mesa

cubierta con un mantel blanco y preparado con

servilletas de lino, cubertería de hierro y jarras de

peltre. Y no había límite a la cantidad de vino y

brandy que los caballeros del barco podían beber:

un hecho que sin duda hacían que el viaje fuera más

soportable.

Los tripulantes estaban obligados a ser más

sobrios y su brebaje —por lo habitual, brandy o ron,

diluidos con agua— estaba racionado, y a veces se

agotaba antes de la finalización del trayecto.

Mientras duraba, a los contramaestres, cocineros y

carpinteros se les permitían dos pintas por persona

al día, a los marineros una y a los grumetes, media.

Para impedir que los hombres lo acumularan, y se

aprovecharan de los efectos benéficos que se creía

que tenía el alcohol cuando se ingería con el

estómago vacío, todos los marineros estaban

obligados a beber su ración cuando se repartía: a eso

de las cuatro de la mañana, tres o cuatro horas antes

del desayuno.

Huéspedes sin invitación.

Aunque en la época, poco se sabía de gérmenes

y enfermedades, no pueden existir dudas entre el

estado de la comida y la alta tasa de enfermedades a

bordo.

No han de olvidarse ciertos intrusos, prolíficos e

irreductibles, que contribuían a la desazón de los

nautas. Hablamos de ratas, hormigas, cucarachas,

piojos y otros parásitos que al parecer gustaban de

los cruceros marítimos; toda esta fauna, además de

ser vehículo de enfermedades, hurtaba los

comestibles, el agua y hasta la sangre de los

tripulantes. Los piojos y ladillas pueden dar lugar a

eccemas pruriginosos que, al ser rascados, originan

grandes costras, susceptibles de infección; pues

bien, a causa de esta enfermedad (pediculosis), a la

que se unieron el frío y el hambre, murió algún

marinero de la expedición de Loaísa.

Esta clase de miseria es frecuente en los hombres

embarcados, se comunica por roce o contacto y

proliferan al ser poco el espacio para dormir y en el

desaseo; son compañeros de marinos navegando,

viviendo mucho tiempo amontonados y juntos, sin

desnudarse.

También proliferan las chinches, que son

insectos chupadores, cuya saliva produce escozor;

las pulgas, más picadoras y bullidoras que los

piojos, son insectos chupadores, y la sarna, que es

un insecto del grupo de los ácaros, que se contagia

mucho entre la gente de mar por el inevitable

contacto y vivir en estrechez.

Las cucarachas y las ratas pululaban por doquier;

hay noticia de que durante una travesía atlántica en

1622, cierta nave padeció una plaga de ratas que

roían las botijas para beberse el agua, atacaban con

avidez las provisiones de cocina, mordían las manos

de los guardianes del bizcocho, peleaban con

papagayos y gallinas hasta devorarlos e incluso se

enfrentaban con los gatos y les hacían huir a bocado

limpio.

Este animal es excelente navegante, el primero

en habitar la nave, el que mejor conoce sus

materiales y no se muestra mortificado ni por el

cambio de clima ni por el rigor de las estaciones, ni

por la escasez de alimentos, ni por el mareo. Se

multiplica rápidamente y constituye una de las

plagas de la navegación.

Y la cucaracha, que se encuentra en grandes

cantidades y que en ocasiones ha puesto en

compromisos a los buques, por atacar y destruir

considerable cantidad de víveres. Se dice que una

invasión de cucarachas sufrida por una fragata, en

medio del Pacífico, no ahorró la agresión directa a

los marineros durmientes, y ―hubo muchos, cuyas

Page 114: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

108

frentes y cejas y las yemas de sus dedos amanecían

diariamente descarnadas hasta soltar sangre‖.

Y para remate del muestrario, reproducimos unas

líneas de Fernández Duro, el eminente historiador

naval, que a mediados del siglo XIX, destinado en

un bergantín con base en Filipinas, fue testigo de

repetidas invasiones de himenópteros rojos y

negros: ―Cuando se preparaba la mesa en la cámara,

se cubría instantáneamente de hormigas el mantel, y

sin ningún respeto disputaban el pan a sus legítimos

propietarios.

Antes de servir la sopa, se espumaba la capa de

hormigas que sobrenadaba en el caldo, y lo mismo

había que practicar con el café, porque el azúcar

tenía más de negro que de blanco‖. Ni que decir

tiene lo que pueda referirse a las moscas, que ya

sabemos la pasión que tienen por las materias

orgánicas en descomposición y lo peligrosas que

son como transmisoras de enfermedades. Por

supuesto, había mosquitos, en cantidad y variedad,

desde los llamados ―zancudo‖ y el ―lancero‖ hasta

los microscópicos jejenes –que se tragan con la

respiración- y la guasaza, que ataca el párpado del

ojo y produce inflamación dolorosa.

Un italiano, que en 1697 viajó en el trayecto del

Galeón de Manila, relata su experiencia: ―La ruta de

Filipinas a América es la más larga de las conocida

y la más peligrosa de cuentas existen. Se navega

casi la mitad del planeta, hay que luchar contra

vientos contrarios y con frecuencia las tormentas se

suceden las unas a las otras. A estos riesgos hay que

añadir el constante peligro de los ataques de los

piratas europeos y asiáticos. Hambre, sed,

enfermedades, frío en las noches y otros

sufrimientos dominaban nuestra actividad... Las

moscas y gusanos inundaban los alimentos y el

pescado cocido en agua salada expedía un olor

nauseabundo y tenía tal cantidad de gusanos e

insectos, que cuando lo comía me quedaba la duda

de si aquello era carne o pescado‖. Para rematar,

también aparecían otros huéspedes como los

ciempiés y escorpiones.

Dos variedades más de insectos cohabitaban en

cualquier nave: la broma; insecto taladrante de la

madera que destruía por completo las

embarcaciones antes de adoptar el forro de cobre.

Se dividen en dos grupos, el primero, los que se

alimentan de la sustancia leñosa y se hayan

provistos de un aparato de barrena y el segundo, los

que solo buscan habitación en las tablas para

alimentarse desde ellas con infusorios de la mar. A

los primeros se les designa con el nombre de

carcoma y en el silencio de la noche suele oírse el

ruido de su instrumento perforador. Los segundos,

llamados broma, solo dañan cuando por accidente se

desprende alguna de las planchas de forro de los

fondos del barco.

En fin, tales eran las penurias de las tripulaciones

en aquellos tiempos, que la siguiente oración sirve

de cierre a lo que debía significar el penoso día a día

de cada viaje:

―Bendita sea la luz

y la Santa Veracruz,

y el Señor de la verdad,

y la Santa Trinidad;

Bendita sea el alma,

y el Señor que nos la manda;

Bendito sea el día

y el Señor que nos lo envía‖.

Page 115: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

109

TRECE COLONIAS FUNDADORAS

n el transcurso de los años siguientes a su

fundación, fueron tomando cuerpo dos

concepciones diferentes de producción que, con el

tiempo, habrían de enfrentarse inevitablemente.

Al norte, Nueva Inglaterra basaba su sistema en

la iniciativa individual, bajo la mirada del celo

religioso puritano, dando lugar a un planteamiento

moderno y progresista, en el que la iniciativa

privada era tomada como base de la acción social a

través del respeto y la libertad. Al sur, Virginia

encontraba en el tabaco la fuente de recursos

económicos que permitió su despegue, y en las

plantaciones, el sistema idóneo para producirlo, que

después sería aplicado -aún con mayor éxito- al

fructífero cultivo de algodón.

Movido por la mano de obra esclava, este

sistema social habría de durar hasta la guerra de

Secesión.

Las trece colonias, originadas cada una por

motivaciones diferentes, tuvieron, sin embargo, una

evolución política idéntica: en todas se intentó

afirmar la autoridad Real mediante la unión directa

de las colonias a la Corona, de forma que, en un

plazo de cincuenta años, todas pasaron a manos del

Rey de Inglaterra. A partir de entonces, el poder

Real centralizó la administración colonial, evitando

enfrentamientos entre ellas y creando un

sentimiento nacionalista inglés que fomentó la lucha

unida para la expulsión de holandeses, suecos y

franceses. Un sentimiento que, por otro lado, fue

adquiriendo tintes propios, produciendo una

mentalidad propia, más dinámica y emprendedora

que la moral anglicana, hasta llegar a precipitar,

paradójicamente, un fuerte sentimiento anti-inglés.

Las conversaciones de ruptura eran raras y no se

tomarían en serio hasta bien entrado el próximo

siglo. Para cuando Edward Randolph, Supervisor

General de Aduanas en Nueva Inglaterra, aparecía

E

CAPÍTULO IV. (Las Revoluciones)

Page 116: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

110

en escena, la metrópoli ya había definido su postura

en términos categóricos: entre 1651 y 1696 el

Parlamento aprobó una serie de Actas de

Navegación diseñadas para modelar el comercio

marítimo con el fín de que se adaptara a los

intereses de la Madre Patria. Las Actas obligaban a

los colonos a enviar una cantidad de mercancías

estipuladas sólo a Inglaterra o a las colonias

inglesas. Al principio, la lista de productos se

limitaba a azúcar, tabaco, algodón, índigo y maderas

de tinte; luego, prácticamente todas las mercancías

coloniales —desde los huesos de ballena hasta la

madera— quedarían incluidas. A estas

exportaciones se las gravó con un cinco por ciento

de impuesto.

En cuanto a las importaciones, las Actas

estipularon que casi todos los productos debían

llegar a las colonias en navíos ingleses tripulados

por ingleses. Los barcos coloniales entraban en la

categoría de ingleses, pero cualquier cargamento

que fuera introducido en el buque de otra nación

estaba sujeto a ser ―decomisado‖. Para reforzar más

el control sobre las importaciones coloniales, el

Parlamento insistía en que los cargamentos

originarios de otros países europeos tenían que

pasar por Inglaterra, donde se pagaban impuestos

por los bienes; cualquier capitán de barco que

violara esas trabas podía ser arrestado por

contrabando.

Para Inglaterra, las Actas de Navegación

representaron una bonanza. Entre 1660 y 1688, su

flota mercante se duplicó, y emergió como líder

indiscutible del comercio mundial, sobrepasando a

Holanda, que había mantenido esa posición durante

medio siglo. Los hombres de negocios ingleses

financiaban los mejores barcos existentes entonces,

pagando los máximos precios y superando a los

holandeses en elaborar arreglos crediticios con los

proveedores de diversas mercancías de ultramar.

Como consecuencia directa de las leyes de

comercio, Londres se convirtió en el mayor

distribuidor de Europa.

Por supuesto, las colonias se beneficiaron de las

Actas de Navegación. Los plantadores del sur

fueron recompensados con el monopolio del

transporte de tabaco a Inglaterra y, así, dispusieron

de un mercado garantizado para sus productos. Otra

bendición fue el impulso de la ya floreciente

industria colonial de la construcción de barcos.

Debido a que Inglaterra había agotado sus propias

maderas y carecía de lugares donde conseguirlas,

los más cercanos eran los bosques de los países

bálticos, recurrió a las colonias, donde la madera

abundaba. Algunos ingleses atravesaron el Atlántico

para supervisar la industria.

Se benefició también el índigo, un tinte que

estaría muy demandado por los comerciantes

ingleses a medida que se aceleraba el desarrollo de

la maquinaria textil. Todos esos productos, llevaron

a los comerciantes ingleses al máximo éxito

comercial.

Evasión e inmigración.

Aunque las colonias sureñas dejaran el

transporte naval a otros, exhibieron una gran

destreza en transgredir las Actas de Navegación.

Randolph, supervisando a la flota del tabaco, contó

un convoy de 120 barcos; en teoría, la Corona

recibiría unos estupendos ingresos por semejante

exportación. Pero Randolph pronto descubrió un

marcado patrón de negligencia entre los agentes do

aduana responsables de recaudar los aranceles del

tabaco; se mostraban muy dispuestos a olvidarse de

los ingresos de la Corona siempre y cuando ellos

mismos recibieran por debajo de la mesa unas

compensaciones adecuadas.

Randolph redactó otro informe para las

autoridades de Londres, una descripción de varias

cosas por las que el comercio ilegal se fomentaba en

Virginia, Maryland y Pensilvania. Las pruebas

sugerían que unas 50.000 libras en aranceles de

tabaco se perdían anualmente sólo en Virginia.

El infatigable recaudador de impuestos zarpó a

América por última vez en el verano de 1702.

Entonces tenía 71 años. Tan inflexible como

siempre, confiscó el barco en el que viajaba, por

alguna violación de las Actas de Navegación.

Page 117: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

111

El caso, como de costumbre, se perdió en el

limbo, y pocos meses después de haber llegado a su

destinó en Maryland, murió. Cuando sucedió, el

efectivo que llevaba encima alcanzaba la lastimera

cantidad de 2 libras y 11 chelines. El inventario de

sus pertenencias personales, en su mayor parte

consistía en una larga cantidad de ropa de segunda

mano.

Para cuando murió Randolph, el litoral atlántico

americano tenía la población más creciente de todo

el globo. Los emigrantes seguían realizando la

terrible travesía oceánica... y ahora no eran sólo

ingleses, sino escoceses-irlandeses del Ulster,

escoceses de las tierras altas de Escocia, galeses y

algunos irlandeses, considerable cantidad de

alemanes procedentes del valle del Rin, holandeses,

suizos, suecos, judíos de toda Europa y esclavos de

África occidental. En 1700, la población de las

colonias alcanzaba alrededor del cuarto de millón de

personas; con la emigración y el crecimiento natural

esa cantidad iba a multiplicarse, hasta superar los

dos millones en la segunda mitad del siglo XVIII.

Para 1774 habría 20.000 personas viviendo en

Boston, 30.000 en Nueva York y 40.000 en

Filadelfia. En fecha tan temprana como 1690,

Boston podía reclamar la distinción de ser el tercer

puerto más grande del mundo, después de Londres y

Bristol.

Tensión entre Gran Bretaña y sus colonias.

Tras la guerra de los Siete Años (1756-63), Gran

Bretaña había afirmado su supremacía colonial

frente a Francia. Pero la guerra había ocasionado

grandes gastos que había que recuperar, y había

convencido al gobierno británico de la necesidad de

reforzar su control sobre las trece colonias

americanas: Nueva Hampshire, Massachussets,

Connecticut, Rhode Island, Nueva York, Nueva

Jersey, Delaware, Pensilvania, Maryland, Virginia,

Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia. En

éstas se había ido configurando una sociedad

distinta, más plural y abierta que la de la metrópoli,

con unas élites influidas por las ideas de la

Ilustración (igualdad entre los hombres, separación

de poderes en el Estado, etc.). Pero sobre todo se

había desarrollado una conciencia de diferenciación,

y el deseo de tener una amplia autonomía política y

económica para resolver sus propios intereses.

Por esta razón, la serie de leyes, como la Stamp

Act, y la Sugar Act, impuestas por el gobierno

británico, que establecían nuevos impuestos o

endurecían el cobro de los ya existentes, más el

mantenimiento obligatorio de una tropa de 10.000

hombres y el pago de honorarios a los

gobernadores, entre otras, provocaron una amplia

oposición en las colonias de Nueva Inglaterra.

Los colonos no tardaron en replicar a las

medidas de Jorge III con la afirmación de sus

derechos, el boicot a los productos ingleses y la

quema de las actas notariales. Otra causa de

descontento fue la prohibición a los colonos de

establecerse al oeste de los Apalaches, en territorio

indio. La proclama inglesa de 1763 que por

favorecer la paz con los indios impedían nuevos

asentamientos al oeste, produjo oposición en

América, dado que la expansión hacia el Oeste era

elemento esencial de la vida de las colonias

asentadas a lo largo de la costa Atlántica.

Los impuestos fueron retirados, excepto el del té,

pero el Parlamento de Londres reafirmó sus

atribuciones legislativas sobre las colonias, lo cual

creó nuevo malestar. En estas circunstancias, se

produjeron protestas en Boston, donde una

manifestación ciudadana fue reprimida a tiros por

un destacamento británico, matando a cinco

personas (matanza de Boston, 1770). Boston, al ser

el puerto más bullicioso, fue el centro del

descontento colonial. Pero otros puertos no

quedaron exentos de la vigilancia británica, y

compartieron el sentido de afrenta de los

bostonianos.

Al año siguiente, las pasiones alcanzaron un

grado que nubló la razón. El Parlamento fué en

ayuda de la Compañía Británica de la India, con

problemas financieros, dejando que pagara menos

aranceles sobre el té que los que se les exigía abonar

a los comerciantes coloniales.

Page 118: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

112

Como eso amenazó con dejar fuera del negocio a

los fletadores americanos, boicotearon el té más

barato. Los cargamentos se encerraron en

almacenes, y a muchos barcos de té se les impidió la

entrada en los puertos coloniales. En Boston, los

colonos se negaron a descargar los cargamentos de

tres barcos, e instaron al gobernador Real a emitir

autorizaciones que enviarían a los navíos de vuelta a

Inglaterra. Pero éste —cuyos dos hijos y sobrino

tenían intereses financieros en el cargamento— se

negó a conceder la solicitud de los colonos. Ordenó

que se pagaran los aranceles sobre el té descargado,

en el plazo de 20 días.

A medida que transcurrían los días, las nuevas de

la disputa se expandieron en Boston y sus

alrededores. La mañana del 16 de diciembre de

1773, el final del plazo de los 20 días, la gente

empezó a entrar en la ciudad para ver que iba a

suceder cuando expirara el periodo de gracia. Al

anochecer se habían congregado unas 8.000

personas... sin que el gobernador hubiera

emprendido acción alguna, y con los barcos aún

anclados en el puerto. La muchedumbre, que ya

estaba enfervorizada, tomó el asunto en sus propias

manos. Algunos, disfrazados de indios, abordaron

los barcos y arrojaron su contenido de 342 cajas de

té a la bahía. Pronto los colonos a uno y otro

extremo de la costa se enteraron del episodio, y

expresaron su aprobación con demostraciones

violentas contra las autoridades británicas.

Los británicos reaccionaron con furia ante

semejantes incidentes. Aprobaron una serie de leyes

que sin duda iban a agravar aún más a los colonos.

Se redujeron los debates y las elecciones. Y a partir

de entonces, no se permitiría que ningún colono

desempeñara un cargo oficial sin la aprobación

Real. El Parlamento británico suspendió las

libertades en Massachussets

Esas actas —que llegaron a ser conocidas en

América como las Actas Obligatorias— finalmente

desequilibraron la balanza, provocando a los

colonos a una acción concentrada para conquistar

los derechos que consideraban suyos. En el otoño de

1774 el Primer Congreso Continental se reunió en

Filadelfia, acordando presentar a la Corona un

conjunto de quejas y peticiones, y solicitar la

autonomía legislativa respecto al Parlamento

londinense donde, por otra parte, no tenían

representantes. También sentó las bases de la

tradicional defensa americana de los derechos

individuales, y de la gran autonomía de las

diferentes colonias respecto al conjunto, y se

acordaron medidas graduales de presión económica

para lograr concesiones por parte de Gran Bretaña y

se votó cortar todo comercio con Inglaterra, a

menos que las Actas Obligatorias se revocaran. A

cambio, el Parlamento contraatacó con otra ronda de

leyes, prohibiendo que Nueva Inglaterra comerciara

con cualquier otra parte del mundo, excepto Gran

Bretaña e Irlanda, y negándoles a los pescadores

coloniales acceso a los bancos de pesca de

Terranova.

La chispa se inflama.

Ya se había alcanzado el punto de inflamación.

El contrabando había fallado en eludir a los

ingleses, y las leyes parlamentarias habían fracasado

en someter a los colonos. El siguiente paso,

inevitablemente, era el combate abierto. La noche

del 18 de abril de 1775 tropas británicas salieron de

Boston para destruir los suministros de armas y

municiones en Concord, y estalló la guerra. Así

comenzó una lucha de ofensivas v contraofensivas,

que pasaron finalmente al plano militar cuando la

oposición organizó unas milicias armadas que

llevaron a cabo la matanza de una columna inglesa,

en Lexington y el asedio de Boston por 16.000

milicianos.

El Segundo Congreso Continental acordó la

creación de un Ejército Continental al mando de

George Washington, comandante de las milicias de

Virginia, que se había destacado durante la guerra

de los Siete Años. En agosto, el rey Jorge III declaró

a los colonos en rebeldía, y se abrieron las

hostilidades.

Dentro de la sociedad colonial se produjo una

evolución desde las iníciales posiciones

Page 119: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

113

autonomistas, que sólo pretendían ampliar la esfera

de competencias locales, hacia una postura

claramente independentista, en parte provocada por

la intransigencia británica, y azuzada por

propagandistas. Por fin, el Congreso aprobó la

Declaración de Independencia (4 de julio de 1776),

redactada por Thomas Jefferson, que concedía gran

importancia a los derechos naturales del hombre, el

principio de igualdad y el contrato social como

fundamento del poder. De todas formas, existió

entre la población de las colonias una amplia

minoría leal a la Corona, y opuesta a la

independencia. Los independentistas firmaron un

tratado de comercio y amistad con Francia, que en

realidad era una alianza miliar.

El territorio inicial de la nueva nación abarcaba

únicamente la franja costera -es decir, desde el norte

de La Florida hasta el Canadá, y desde el Atlántico

hasta los montes Apalaches.

Siguieron siete años de lucha, donde la

verdadera fuerza de la actividad americana estuvo

en los buques corsarios en el mar. El Congreso

continental emitió 626 patentes de corso solamente

a navíos de Massachussets, y la Cámara Legislativa

de ese Estado emitió unas 1.000 autorizaciones más.

Alrededor de 20.000 americanos navegaron en

barcos corsarios, 2.000 más que los que lucharon en

el Ejército Continental de George Washington; los

corsarios navegaron por todo el Atlántico, desde la

costa americana hasta el Canal de la Mancha —e

incluso en el Mar del Norte—, y capturaron unas

800 embarcaciones británicas.

Muchos de los premios fueron navíos militares.

En junio de 1776, tres barcos corsarios americanos

atacaron a dos transportes británicos pesadamente

armados en las costas de Massachussets; después de

un inflexible combate a quemarropa, los británicos

se rindieron, y les fueron capturados 200 soldados.

En una acción especialmente heroica, un único

barco con patente de corso, el ―General Pickering‖

de 14 cañones, de Salem, derrotó a un buque de

guerra británico, tres veces mayor, a pesar de tener

la desventaja de llevar un cargamento completo de

azúcar.

Aunque la Armada inglesa fué adquiriendo un

respeto por los corsarios americanos, sólo sentía

desprecio por la llamada ―Armada Continental‖, que

sólo constaba de débiles y antiguos barcos. Sin

embargo, hubo un capitán americano que asestó un

fuerte golpe al orgullo de la Armada Real; tal honor

pertenece a John Paul Jones, que por su heroica

conducta en la guerra fue considerado el primero en

estar en el pedestal de los Próceres Navales de

Estados Unidos.

Page 120: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

114

Al cabo de varias acciones de guerra en las que

salió vencedor, los británicos exasperados por no

lograr capturarle le tildaron del ―pirata yanqui‖. Su

acción más renombrada ocurrió el 23 de septiembre

de 1779 cuando al mando de su nave, el

―Bonhomme Richard‖, un viejo barco mercante

francés, convertido en buque de guerra, avistó un

convoy británico bajo la protección de la fragata

―Serapis‖ de la Armada Real, más ágil y poderosa

que su nave. Se inició al anochecer un tremendo

combate de tres horas y media; al término de ese

tiempo, ambos barcos se encontraban seriamente

dañados, pero el inglés había arriado su bandera, en

señal de rendición.

Los propietarios de barcos recibían la mayor

parte de los beneficios conseguidos por los buques

corsarios, y a lo largo de toda la Guerra

Revolucionaria algunos amasaron inmensas

fortunas. Las fortunas marítimas inglesas quedaron,

desde luego, correspondientemente reducidas. Se

formalizó militarmente la alianza con Francia (8 de

enero de 1778), que hasta entonces les había

apoyado económica y materialmente. Un año

después, España se unió a la alianza, y también

Holanda, mientras la neutralidad general europea

favorecía a los aliados. Ante la presión de las flotas

enemigas, Gran Bretaña fue incapaz de establecer

un bloqueo eficaz sobre los rebeldes.

Guerra naval.

La belicosidad de Francia en 1778 transforma la

Revolución americana, de una cambiante serie de

batallas terrestres en una guerra realmente marítima.

Los ejércitos: británico, mercenario alemán,

americano y francés lucharon desde la frontera de

Canadá hasta Carolina del Sur. Pero el resultado

final lo decidieron las Armadas de Gran Bretaña y

Francia. La guerra llevó a las Antillas a convertirse

en escenario importante de los acontecimientos

navales; también en la costa Atlántica de América

del Norte y el Océano Índico.

En 1778, cuando Francia entró en la guerra en el

bando americano, disponía de 80 navíos de línea. Al

año siguiente, España respetó el convenio que la

familia Borbón tenía con Francia y le declaró la

guerra a Inglaterra, añadiendo 60 navíos de línea a

la fuerza conjunta que se enfrentaba a Gran Bretaña.

La Armada Real tenía unos 150 barcos con los que

contrarrestar esos 140, pero no todos estaban

preparados para navegar. Además, por ese entonces,

los artilleros franceses eran más precisos que los

británicos y su punto fuerte radicaba en las

distancias largas. Eso era importante debido a la

nueva estrategia francesa de evitar el combate

cuerpo a cuerpo con cualquier fuerza enemiga que

no fuera claramente inferior en número. La Armada

Real estaba a punto de encontrar la horma de su

zapato, pero el Almirantazgo no comprendió la

situación.

Hasta entonces, la Armada Real aún no había

perdido ninguna batalla en el mar. Las nuevas

tácticas francesas de golpear y huir, de momento

habían frustrado todos los intentos británicos por

forzar una contienda de disparos de línea contra

línea. En una batalla tras otra, el almirante británico

formaría obstinadamente su línea recta; y los

franceses le destrozarían los aparejos y se largarían

para esperar una nueva contienda. En términos

estrictamente navales, se podía decir que la

situación era un empate. Pero los efectos se

sintieron en los campos de batalla de Norteamérica,

ya que la Armada francesa cada vez estaba más

capacitada para enviar refuerzos a los soldados

americanos y franceses que se habían unido en la

lucha.

En el verano de 1781, Washington pensó que

podía montar una inminente y devastadora

operación franco americana. Una gran flota francesa

se hallaba en las Indias Occidentales con la

intención de aprovecharse de las preocupaciones

inglesas con las colonias y de recapturar algunas de

las islas que Francia había perdido 18 años atrás en

la guerra de Los Siete Años. Si una parte de esa

fuerza pudiera dirigirse al norte en apoyo de una

campaña que Washington y el general francés, el

marques Gilbert du Motier de Lafayette, estaban

planeando, los colonos podrían obtener una de las

Page 121: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

115

victorias más importantes de la guerra.

El general de división conde de Cornwallis, con

más de siete mil de las más selectas tropas

británicas, se hallaba acampado en Yorktown, en la

costa de Virginia, en la bahía de Chesapeake. Si una

flota francesa fuera capaz de bloquear la estrecha

entrada a la bahía, cortando de ese modo la línea de

suministros de Cornwallis, los americanos y los

franceses podrían lanzar un ataque y aniquilar el

mejor ejército británico en las colonias. Washington

le escribió una carta al ministro de Colonias francés,

en la que recalcó lo que el general americano

consideraba de la ―mayor importancia‖: la

superioridad naval, y solicitaba que la flota francesa

avanzara.

El comandante de la flota francesa en las Indias

Occidentales, contralmirante conde Francois Joseph

Paul de Grasse, respondió a la llamada de las

colonias, con toda su flota. Para evitar ser detectado

en el Atlántico por las fragatas británicas, De Grasse

llevó a su flota por el traicionero y poco profundo

canal de las Bahamas, entre Cuba y las Bahamas. A

mediados de agosto de 1781 toda la armada

navegaba hacia el norte en la corriente del golfo de

México, en las afueras de Florida, y la noche del 29

de agosto la flota ancló dentro de la entrada de la

bahía de Chesapeake, capturando en el proceso a

unas pocas fragatas británicas que no habían sido

rápidas en escabullirse. Dió la casualidad de que el

sinuoso acercamiento de De Grasse a las colonias le

había ayudado de un modo que desconocía. Los

británicos descubrieron su partida de las Indias

Occidentales, y el contralmirante sir Samuel Hood

dejó la isla de Antigua el 10 de agosto con 14

navíos de línea y fué en su busca. Al navegar en un

curso en línea recta, en vez de costear entre Cuba y

las Bahamas, Hood llegó a la costa americana por

delante de De Grasse. El 25 de agosto, cuatro días

antes de que arribara la flota francesa, Hood

inspeccionó la bahía de Chesapeake, vió que todo

estaba tranquilo y partió hacia Nueva York.

El comandante de la flota británica en Nueva

York, el contralmirante Thomas Graves, no tenía

ninguna noticia de De Grasse. Le preocupaba más el

informe de que otra fuerza francesa de ocho navíos

transportaba un cargamento de artillería de asedio

para los franceses y americanos que rodeaban a

Cornwallis en Yorktown. Graves y Hood acordaron

unir sus fuerzas, 19 navíos de línea, y navegar hasta

la bahía de Chesapeake. A primeras horas del 5 de

septiembre, uno de los vigías de Graves anunció que

veía mástiles junto a la entrada de la bahía. ¿Serían

los ocho barcos franceses?. A medida que la flota

británica se acercaba, los vigías informaron de un

verdadero bosque de mástiles. Pertenecían a la flota

del almirante De Grasse (pues la pequeña escuadra

francesa que los ingleses esperaban encontrar,

todavía se encontraba en camino).

La situación parecía perdida para el almirante

francés, pues parte de sus tripulaciones estaban en la

costa, descargando tropas y artillería que habían

traído desde las Indias Occidentales, pero Graves,

en vez de desplegar una red de barcos para cerrarle

la salida, iba entrando a la bahía en ―línea de fila‖,

en procesión clásica, siguiendo lo que dictaban las

―Instrucciones de Combate‖. Los franceses se

hallaban en el proceso de formar su propia línea,

mientras se encaminaban hacia mar abierto.

Lograron hacerlo y los ingleses, como si estuvieran

en una revista formal, entraron y volvieron a salir de

la bahía.

Al mantener su línea recta, después de haber

virado, con lo que pasaron a ser vanguardia de la

misma sus navíos más débiles, e ir convergiendo

con el inicio de la línea de batalla de los franceses,

éstos empezaron a destrozar con disparos de larga

distancia a la cabeza de la fila inglesa, mientras

siguiendo su procedimiento táctico usual, su flota

iba rompiendo el contacto con la inglesa, logrando

escapar de la trampa involuntaria en que se habían

encontrado y produciendo fuertes pérdidas en la

flota de Graves.

Días después, con la intención de impedir que

De Grasse bloqueara a Cronwallis, el almirante

inglés fue de nuevo en pos de la flota francesa, en su

persecución. Durante cinco días De Grasse condujó

a Graves en un amplio círculo hacia el Atlántico y

de vuelta a la bahía de Chesapeake, reduciendo la

Page 122: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

116

velocidad cuando los británicos se rezagaban,

acelerando cuando iban acercándose, siempre

permaneciendo tentadoramente cerca.

Fue una estratagema soberbia, porque mientras

De Grasse jugaba a la persecución, la ―escuadra

perdida‖ de los ocho navíos, arribaron a la bahía de

Chesapeake -como De Grasse sabía que sucedería-,

y procedía a desembarcar la pesada artillería para

las tropas francesas y americanas que asediaban a

Cornwallis.

Para empeorar infinitamente las cosas para

Graves, ahora se enfrentaba a 32 navíos de línea

franceses, la mayoría en mejor forma que sus

barcos. El golpe culminante tuvo lugar cuando los

franceses ocuparon posiciones de bloqueo en la

entrada de la bahía.

No quedaba otra alternativa, sino que la flota

retornara a Nueva York para ser reparada y reunir

refuerzos. Para cuando lo logró, un mes más tarde,

ya el general Cornwallis sin posibilidad de recibir

refuerzos por mar, se rindió a los norteamericanos.

La lucha en tierra prosiguió durante otro año.

Pero los británicos habían perdido la guerra, en

Yorktown, en gran parte debido a los fracasos de la

Armada Real y a su anticuada táctica de formación

en línea.

No obstante, ni siquiera esa catástrofe, aniquiló

la fé que tenía el Almirantazgo en los métodos

tradicionales. En primer lugar, no parecía existir una

alternativa adecuada, por lo menos una que el

Almirantazgo deseara reconocer. Pero, de hecho, si

la había.

A partir de ese momento, los británicos

perdieron la iniciativa en las operaciones terrestres,

y sufrieron algunas derrotas navales a manos de los

franceses.

Esto provocó una crisis política en Londres, y en

1782 un nuevo gobierno inició las conversaciones

de paz. El 30 de noviembre se llegó a un acuerdo

preliminar con los americanos, y el 3 de septiembre

de 1783 se firmó el tratado de Versalles, que

reconocía la independencia a la república federada

de Estados Unidos, que abarcaba desde el Atlántico

al Mississippi y de los Grandes Lagos a Florida.

Este tratado fué ratificado por el Congreso el 14 de

enero de 1784. Washington entró triunfante en

Nueva York tras la salida de las últimas tropas

británicas de la ciudad.

Una nueva táctica.

En toda su vida John Clerk jamás se hizo al mar.

Tenía 10 años cuando por primera vez vió un barco

en el puerto de Leith, la zona portuaria de

Edimburgo. Pronto pensó en alistarse en la Armada,

pero su familia se lo prohibió, porque, como más

adelante explicaría él, ―ya había sufrido graves

pérdidas tanto en el servicio naval como en el de

infantería‖.

El joven John Clerk tuvo que conformarse con

manejar botes pequeños en el puerto de Leith y con

pasar horas en el muelle estudiando los modos en

que un barco a vela empleaba el viento. Regresaba a

casa para construir modelos de barcos, probarlos en

el estanque de su padre y experimentar con timones

y aparejos. A medida que se hacía mayor, las

tácticas navales se convirtieron en su afición... y

obsesión. Atestó las mesas de su familia con mapas

y dibujos de tácticas. Talló docenas de modelos de

barcos de madera, lo bastante pequeños como para

poder llevar dos flotas en los bolsillos, de modo que

pudiera trabajar sus formaciones siempre que se

encontrara con algunos momentos libres y una mesa

cercana.

Se convirtió en comerciante, en Edimburgo. Pero

nunca dejó de dedicarse a sus diagramas de batalla,

a ejecutar innumerables combinaciones de

formaciones de navíos de línea con sus modelos, y a

analizar una y otra vez las ―Instrucciones de

combate‖.

Con su visión fresca, John Clerk detectó la

debilidad más grave de la formación en línea: el

éxito dependía de la cooperación del enemigo; éste

también tenía que formar una línea de batalla. En su

mayor parte, las flotas enemigas así lo habían hecho

hasta entonces.

Pero con la Armada francesa que adoptaba su

táctica de golpear y huir, a menos que disfrutara de

Page 123: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

117

una superioridad numérica, llegó a la conclusión de

que la antigua formación en línea prácticamente era

inútil.

Comenzó a escribir un libro en el que condenaba

las viejas tácticas y ofrecía algunas ideas nuevas de

su propia cosecha. Titulado ―Un ensayo sobre

tácticas navales‖, el estudio de John Clerk fué

pensado como un libro de texto para los oficiales

navales. Estaba lleno de diagramas y mapas, y su

propuesta principal era la concentración del fuego,

―dirigiendo la mayor parte de la potencia de la flota

contra unos pocos barcos, en la vanguardia o en la

retaguardia‖.

Era asombrosamente sencillo. Clerk defendía

que en vez de desfilar de forma correcta y combatir

uno contra uno en caballeroso estilo, la Armada se

concentrara sólo en una parte de la flota contraria y

empleara todos sus barcos contra unos pocos del

enemigo. El principio dependía de un hecho básico

del combate a vela: la maniobrabilidad de un navío

estaba determinada por la velocidad y dirección del

viento. Así pues, por ejemplo, se podía atacar la

sección de retaguardia de una línea de barcos y

devastarla antes de que los barcos de vanguardia

pudieran dar media vuelta para ir a su rescate. Un

navío de línea era capaz de tardar, sólo en virar,

como mínimo media hora.

En el pasado, en numerosas batallas marítimas

los navíos se habían fragmentado hasta quedar en

grupos de combatientes separados. Pero la mayoría

de esas situaciones tenían lugar por accidente y no

por planificación. El Almirantazgo siempre se había

sentido incómodo con ellas.

John Clerk se convirtió en un defensor de sus

estrategias. Viajó a Londres, y por medio de la

ayuda de amigos de otros amigos, intentó abogar

por sus ideas ante el Almirantazgo y ante cualquier

capitán o almirante que le presentaran. Clerk

comenzó a atraer la atención... por lo menos entre

los civiles. Bastantes amigos, conocidos y

partidarios de la Armada se interesaron en su libro

como para permitir una edición limitada de él. Pero

la Armada era otra cosa. Se enviaron ejemplares al

Almirantazgo y a muchos almirantes, y sólo recibió

un calculado desinterés. Cuando se les preguntó,

muchos de los que lo recibieron respondieron que

no se habían molestado en leer el libro; otros

incluso negaron haberlo visto. Pero unos cuantos

almirantes y capitanes leían el libro en la intimidad

de sus camarotes y estudios. Uno de ellos era el

almirante Rodney, miembro de la escuela

conservadora de tácticas y partidario de la

formación de batalla en línea. Sin embargo, pronto,

en forma casi fortuita, marcaría un nuevo hito en la

táctica naval.

La ―formación en línea‖, al enfrentarse dos

escuadras de similar potencia, en el número de sus

navíos, y potencia de sus cañones, y en la fortaleza

de la construcción de sus barcos, producía un

desgaste inútil, durante horas, de cañoneo contínuo,

sin resultados decisivos. Duraba esta situación 143

años, desde la batalla de las Dunas en 1639, entre el

holandés van Tromp y el español Oquendo, cuando

en 1782, en el canal entre las islas Dominica,

Guadalupe y María Galante, del mar Caribe, en las

proximidades del grupo de islotes denominados

―Les Saints‖- (―Las Santas) o también, ―Los

Santos‖, la escuadra inglesa de George Rodney y

francesa de De Grasse, que protegía un convoy de

tropas, para el ataque franco-español a Jamaica, se

enfrentan, ―clásicamente‖, en formación de línea de

fila. Un hecho fortuito se produce, un fuerte,

repentino y sostenido cambio de viento toma de

través la línea francesa, rompiendo su formación. Se

produce un hueco en la misma y antes de poderlo

corregir, Rodney, casi tímidamente, aprovecha para

encolumnar a varias de sus naves, infiltrarse y

rodeando las alas, ganar la batalla. Pero, por el

momento, de esta acción, no se sacó enseñanza

alguna.

Consecuencias

La independencia de las trece colonias atlánticas,

proclamadas como Revolución Americana y

reconocida por el Tratado de Versalles –gracias al

cuál, el Senegál retornó a Francia, y Florida más la

isla de Menorca pasaron de nuevo a España-, fue

Page 124: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

118

una gran humillación para el prestigio británico;

además de las pérdidas territoriales en América, y

las ganancias para Francia y España, y del hecho

mismo de la independencia de las colonias, la

guerra tuvo importantes consecuencias para estos

territorios.

Los nuevos Estados se habían agrupado

originalmente en una confederación, sin

instituciones comunes, aparte del ejército y el

Congreso, dando singular importancia a la tradición

de autogobierno local.

Esta tradición se había reforzado durante la

guerra, con el creciente poder de las clases

populares que integraban las milicias y las

asambleas locales. Pero los crecientes problemas de

una economía dañada por la guerra hacían necesario

el reforzamiento de los lazos comerciales y acciones

comunes, y también lo exigía la lucha contra las

incursiones de los indios.

Pronto ganó partidarios el modelo federal de

Estado, propugnado por Jefferson, que predicaba el

establecimiento de un gobierno central sólido, que

asegurase la unidad y la independencia política y

económica de los Estados Unidos.

La convención reunida en Filadelfia (mayo-

septiembre de 1787) elaboró una nueva

Constitución de tipo federal, ratificada por los trece

estados entre 1787 y 1790.

Según el principio de división de poderes

elaborado por el ilustrado francés Montesquieu, el

poder ejecutivo lo ostentaría el Presidente, elegido

cada cuatro años; el Legislativo se repartiría ente las

dos cámaras del Congreso (Senado y Cámara de

Representantes); y el Tribunal Supremo encarnaría

al poder judicial, además de mediar entre los otros

dos poderes. George Washington fue el primer

presidente electo (30 de abril de 1789) de los

Estados Unidos.

Page 125: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

119

LA NUEVA THALASOCRACIA

Ilustración y Revolución.

a ilustración: ―revolución del espíritu‖,

refleja la pretensión de iluminar

críticamente, con la luz de la Razón, todo el

conocimiento humano, despojándolo de las

imposiciones intelectuales de la religión, la

tradición o la autoridad, heredado del pasado. Uno

de los vehículos de la ilustración fue el desarrollo de

la ciencia y la técnica. En el campo de las ideas

políticas tuvo su influencia más decisiva de la mano

de tres grandes pensadores: Voltaire, el Baron de

Montesquieu (―Del Espíritu de las Leyes‖ –

separación de los tres poderes del Estado) y

Rousseau, (―El Contrato Social‖).

En el campo ideológico, la Ilustración había

sentado, especialmente en Francia, las bases para la

implantación de un nuevo sistema político

(separación de poderes, de Montesquieu y soberanía

nacional, de Rousseau). El despotismo ilustrado

borbónico no había sido capaz de aplicar las nuevas

ideas, debido a la oposición de los estratos sociales

privilegiados, base social necesaria para el

mantenimiento del absolutismo.

El sistema jurídico y fiscal de la Francia del

Antiguo Régimen reconocía los tres estamentos

tradicionales, lo que ya no reflejaba la realidad

social, por otra parte, variada. Esquema social

feudal: división en tres órdenes o estamentos

(nobles, eclesiásticos y trabajadores o estado llano).

Por un lado, en la sociedad urbana es de destacar la

presencia de una burguesía que representaba un

tercio de la población, con amplio poder económico

y sin representación política. Por otra parte, el

campesinado constituía el 80% de la población,

mientras que la aristocracia (nobleza y alto clero)

poseía el 60% de las tierras. Las clases privilegiadas

basaban su existencia en la defensa de sus derechos

señoriales, lo que sumía a la población campesina

en un régimen de supervivencia.

El desencadenante inmediato de la Revolución

fue la crisis económica que Francia venía

atravesando a lo largo de todo el siglo XVIII. El

proceso se vió acelerado y llegó a su punto álgido

en 1789, momento en que el precio del trigo alcanzó

la cota más alta. En este periodo de escasez, la

hacienda pública tuvo que responder a los gastos

motivados por la ayuda militar prestada a la

independencia de las colonias americanas. El déficit

público fue en aumento y el Antiguo Régimen,

sustentado por una clase aristocrática exenta del

pago de impuestos, se vio incapaz de hacer frente a

la crisis.

Los sucesivos ministros de finanzas,

principalmente el último, Necker, intentaron

establecer un impuesto especial sobre los bienes

raíces, que afectaba a las clases propietarias, lo que

abrió un período de enfrentamientos entre la

monarquía y la aristocracia. Ante las presiones

monárquicas, en agosto de 1788 el Parlamento de

París obtuvo del rey la convocatoria de los Estados

Generales para nueve meses después. La práctica de

gobierno absolutista había hecho que la Asamblea

no se reuniera desde 1614. La aristocracia,

convencida de que la convocatoria respetaría la

fórmula tradicional, según la cuál las decisiones se

tomaban con un voto por estamento, pensó que se

hallaba ante la oportunidad de imponer

definitivamente su voluntad al soberano.

Los nueve meses de preparación de los Estados

Generales fueron la ocasión para que la burguesía

adoctrinara al pueblo mediante panfletos y discursos

públicos, y para la formación de clubes políticos;

originalmente, el término burguesía calificaba tan

solo a los habitantes de las ciudades (burgos, así

llamadas las ciudades en la Edad Media). Derivó

más tarde a englobar una clase social caracterizada

por su actividad económica, distinta a la agrícola. Se

dan grandes diferencias entre la alta burguesía,

compuesta por los capitalistas, dueños de los medios

de producción y una pequeña burguesía de

profesionales liberales, funcionarios, empleados

medios y pequeños propietarios y comerciantes. El

terreno de la burguesía es muy amplio y ha tenido

distintos significados y matices, según la

perspectiva desde las que se ha analizado.

L

Page 126: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

120

En ese ambiente, la reivindicación más común

era la del voto individual. Cada estamento procedió

a la redacción de sus ―cahiers de doléances‖

(cuadernos de quejas). En ellos se advertían las

tendencias generales de cada grupo social. El pueblo

comenzaba a convertirse en una fuerza social y

política, que con sus actuaciones en la calle

acompañaría, e incluso impondría el rumbo al

proceso político revolucionario.

Finalmente, en mayo de 1789 se reunieron los

Estados Generales, según el modelo de 1614. El

tercer estado (―estado llano‖: los trabajadores) no

aceptó el sistema de voto por estamento y decidió

formar una asamblea según sus reglas, a la que

invitó a unirse a los representantes de los otros

grupos. El 17 de junio se constituyó la Asamblea

Nacional. El 9 de julio se proclamó la Asamblea

Constituyente, que llevaría las riendas políticas de la

Revolución hasta la proclamación de la

Constitución.

En septiembre de 1791 se proclamó la

Constitución, un texto de tendencia moderada que

concedía al rey amplios poderes. Diferentes factores

(escasa colaboración del rey, que se negó a

desempeñar el papel que le daba la recién jurada

Constitución, crisis económica que seguía afectando

a una sociedad desigual, amenazada por los

contrarrevolucionarios, etc.) contribuyeron a la

radicalización de las posturas de un amplio sector

del pueblo. La detención del soberano puso fin al

periodo monárquico de la Revolución; en enero de

1793 sería ejecutado.

Mediante elecciones por sufragio universal

masculino se formó una Convención, que el 22 de

noviembre de 1792 proclamó la primera República

Francesa. La nueva Asamblea procedió a la

redacción de una nueva Constitución y se propuso

funcionar como un gobierno de excepción hasta

que, ganada la guerra a las potencias absolutistas

que amenazaban la Revolución y eliminada la

contrarrevolución en el interior, comenzaran a

funcionar las instituciones republicanas.

Francia declaró la guerra a Inglaterra en febrero

de 1793, sin poseer una marina que mereciera este

nombre. Para luchar con un enemigo que tenía unos

400 buques de guerra, de los que 115 eran navíos de

línea, no podía reunir más que 246, de los que 76

eran de línea, y sólo 27 estaban en servicio. Estos

barcos eran un legado de la marina del Antiguo

Régimen, pero la hostilidad sentida hacia sus

oficiales por los radicales revolucionarios jacobinos,

era tal, que muy pocos continuaron en el servicio.

Los puertos se encontraban en un estado caótico. La

disposición de 1791 había hecho desaparecer todas

las diferencias entre la marina mercante y la militar;

los marineros habían sido licenciados y la disciplina

estaba relajada debido al igualitarismo de la época.

La experiencia enseñó que el ardor revolu-

cionario no bastaba si se carecía de instrucción y

disciplina. Se volvió a constituir un cuerpo de

artillería de marina formado por 25.000 hombres,

los oficiales dejaron de ser elegidos por la

marinería, y se revisó la inscripción marítima, de

modo que 88.000 marineros quedaron dispuestos

para el servicio. Para simbolizar el nuevo espíritu, la

bandera tricolor sustituyó a la blanca de los

Borbones en febrero de 1794. En el terreno político,

desde 1797 la inestabilidad se hizo patente y la

amenaza contrarrevolucionaria era cada vez mayor;

una sucesión de golpes de Estado precipitó la crisis

y abrió el camino del poder a Napoleón Bonaparte.

En tierra, Napoleón; en el mar, Nelson.

En esta era, la de Napoleón y Nelson, terminó el

empleo de fuerzas en ―pugnas moderadas e

indecisas‖. Las guerras se ganaban en victorias

decisivas, en una escala sin precedentes. Ambos

coincidieron, demostrando el principio fundamental

táctico de la concentración de fuerzas (como dijo

Nelson, ―sólo el número puede aniquilar‖). Si el

poderío marítimo en la época de la vela, puede

decirse que dependía de 3 factores, flota de guerra

eficiente, marina mercante floreciente y bases

ultramarinas, desde las que se pudieran lanzar

ataques sobre las posesiones coloniales, que le daba

posición favorable a Gran Bretaña, los usos

ofensivos del poderío marítimo, que radicaban en la

Page 127: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

121

capacidad para desembarcar y mantener un ejército

en cualquier punto de la prolongada periferia de las

defensas del enemigo, quedaron entonces

demostradas con éxito. En lucha contra la Francia

revolucionaria, Inglaterra bloquea los puertos de

Brest en el Canal de la Mancha y el de Tolón, en el

litoral mediterráneo francés. En 1794 vence en la

batalla por ellos llamada del ―Glorioso 1 de Junio‖.

También se perfeccionó la táctica del bloqueo

naval. El ―abierto‖ se veía comprometido por el

riesgo de que la flota enemiga pudiera escapar. El

―cerrado‖ –Brest, Cádiz y Tolón- fue muy efectivo,

pero era un medio lento para obtener la victoria,

requería una enorme capacidad de aguante por parte

de los barcos y tripulaciones, así como un costoso

apoyo en forma de barcos de reserva para remplazar

y proveer a los que mantenían el bloqueo. Napoleón

lo intentó a su vez, después de Trafalgar (que

eliminó cualquier posibilidad de invadir con éxito a

Inglaterra). Inglaterra aplicó el sistema de convoyes,

protegidos ―in crescendo‖ en la medida a que se

acercaban a Gran Bretaña.

El corso era la forma más tradicional, adoptada

por los franceses, de destrucción del comercio. A

ésta se le hizo frente en Inglaterra, con el Acta de

1798 que estableció de manera obligatoria la

formación en convoy de todos los barcos, a

excepción de los que tuvieran licencia de

«corredores», por los que se pagaban primas más

altas de seguro. Solamente una o dos fragatas

acompañaron a los enormes convoyes que

navegaban desde las Indias Occidentales o el

Báltico, pero en las áreas peligrosas iban

acompañados por Escuadras, y, hacia el final de la

guerra el riesgo de captura dentro de un convoy era

mínimo. Pero esta forma de hacer la guerra había

dejado evidentemente de ser remunerativa, y, por

otra parte se había producido un cese casi total de

las importaciones ultramarinas en la Europa

continental, debido a las actividades de los barcos

de guerra británicos

La doctrina táctica se caracterizaba por su

formalismo extremo. La conservación de una

formación estrictamente cerrada en línea de batalla

se consideraba casi como un fin en sí misma. Dos

jefes decididos, empleando fuerzas iguales podían

combatir en una serie de batallas sin verse privados

ninguno de un solo barco. En Inglaterra había que

seguir las ―Instrucciones de Combate‖. Si un

almirante no formaba o conservaba su línea, podía

ser degradado, procesado o fusilado. Mucho de los

fracasos se debieron a las deficiencias de un sistema

de señalización que invalidaba las órdenes de un

General en Jefe. Por el método de señalización de

―posición‖, una bandera enarbolada en una

particular posición, denotaba un punto determinado

de las ―Instrucciones…‖. Un sistema más flexible

por el que se utilizaban gallardetes numerales para

indicar un gran número de ordenes contenidas en

libros de señales fué ideado por el almirante francés

La Bourdonnais, hasta que en 1800 apareció el

―Marine Vocabulary‖ (vocabulario marino) que

añadió banderas alfabéticas a las numerales

existentes, pudiendo entonces contarse con un

sistema de señales claro para hacer frente a

cualquier contingencia inesperada.

Si desde la primera mitad del siglo XVIII, las

Marinas militares inician la organización con que

hoy las conocemos, en forma muy similar en todas

ellas; es a principio del siglo XIX, con Nelson,

cuando su genio táctico hace brotar innovaciones en

la forma de operar, abonando el campo naval para

terminar con la esterilidad de la doctrina táctica que

había durado un siglo y medio, donde nadie se había

atrevido a romper el dogal asfixiante impuesto por

las ―Instrucciones de Combate‖.

Es Nelson quien rompe con la siempre

acomodaticia costumbre. Él es quien innova, quien

sabe adaptarse al mar libre ó a las aguas interiores,

sabiendo usar, en todo momento, los elementos, las

corrientes y los vientos; dominando al adversario, al

dividirle y abatirle por partes, siempre con

predominio de sus propios medios.

Nelson.

Tenía poco parecido con el dandi de mejillas

sonrosadas de sus retratos oficiales. Desde muy

Page 128: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

122

jovencito, Nelson había pasado la mayor parte de su

vida en el mar y sólo dos años en tierra en los 12

anteriores a Trafalgar. Tenía el rostro curtido y el

cuerpo mutilado, lleno de cicatrices. Era común que

los marineros y artilleros perdieran algún miembro,

que los alcanzara una bala o se quemaran. Pero

entre almirantes rara vez sucedía, pero Nelson

comandaba desde el frente; también padeció fiebre

reumática, escorbuto y paludismo; sufría, al parecer,

de una hernia y quizás, de tuberculosis.

Las heridas de Nelson eran las insignias de su

valentía, más que las cuatro Órdenes de Caballería y

las dos medallas de oro que resplandecían en su

casaca. En 1794, en el sitio de Calvi, en la isla de

Córcega, una bala de cañón se estrelló contra el

parapeto que estaba a su lado, arrojando arena y

grava a su ojo derecho. Para proteger del brillo del

mar el ojo sano que le quedaba, usaba una visera de

fieltro verde hecha para él, que sobresalía por

debajo de su sombrero de tres picos.

Establecida la paz de Basilea entre España y

Francia, ambas naciones se aliaron contra Inglaterra.

Ya con el grado de ―Comodoro‖ y formando parte

de la Escuadra del Almirante Jervis, Nelson, con

treinta y nueve años haría presente su genio militar.

A la altura del Cabo de San Vicente, la Escuadra de

Jervis se encontró con otra española al mando de

Córdova, navegando ingleses y españoles, con

rumbos opuestos, en dos líneas paralelas. Jervis

mandó virar por el contrario para seguir a los

españoles, es decir iniciando todas las naves la

virada en el sitio en que lo hace la capitana.

Nelson que navegaba hacia el final de la línea,

seguido por otros buques, desobedeció la orden y

viró por su cuenta con los que le seguían, cortando

la línea española. La victoria gracias a esa maniobra

fué inglesa y a pesar de la denuncia del

Contralmirante Calder, por no mantener la ―línea de

batalla‖, Jervis lo perdonó y... Nelson ascendió a

Contralmirante.

Posteriormente, Nelson mandó la escuadra que

bloqueaba a Cádiz y más tarde marchó contra

Tenerife, donde intentó un desembarco, siendo

rechazado y perdiendo un brazo en esta ocasión.

Le amputaron el brazo derecho 15 centímetros

arriba del codo después de que una bala de

mosquete lo hiriera.

Siguió operando en el Mediterráneo,

aprovechando cada estadía en Nápoles para ver a

Emma -esposa de Lord Hamilton, embajador de

Inglaterra en Nápoles-, con quien mantenía un

apasionado amor. Habiendo llegado Napoleón a

Egipto con su ejército, protegidos sus transportes

por la Flota de guerra francesa.

Page 129: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

123

Nelson que había buscado a las naves francesas

por todo el Mediterráneo, las consigue en Abukir,

cerca de Alejandría, fondeadas en ―fortaleza‖ es

decir al ancla, con los extremos de la línea apoyados

por la cercanía de tierra.

El 1 de agosto de 1798, en otra gran maniobra

táctica y siguiendo sus navíos el espíritu de combate

a quemarropa de Nelson, el ―service hand to hand‖,

(a toca penoles), destruye todos los buques

franceses, menos dos navíos y dos fragatas, que

huyeron. Nelson, herido en la cabeza, recibe el

título de Barón del Nilo.

Page 130: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

124

Vuelve a Nápoles, donde el Rey le nombró

Duque de Bronte, teniendo cada día más influencia

en la corte napolitana.

Su conducta pública con Emma, motivó el que le

quitasen el mando, siendo llamado a Inglaterra,

donde llegó.... con Emma, siendo recibido por la

ciudadanía como héroe triunfador.

Se provocó por entonces la separación de su

esposa, por sus públicas relaciones con Emma, lady

Hamilton.

Nombrado Vicealmirante, pasó al Báltico, a las

órdenes del Almirante Parker, Jefe de la expedición

organizada contra la Liga formada por Suecia,

Dinamarca y Rusia.

La audacia de Nelson forzó el paso frente a

Copenhague y destruyó la flota danesa. Aquí se dio

otra de las felices desobediencias de Nelson, pues

cuando su Almirante le ordenaba con señales no

atacar, poniéndose el catalejo en el ojo perdido,

dijo, ―no distingo la señal‖.

Al regresar a Inglaterra fue nombrado Vizconde.

Al romperse nuevamente las hostilidades con

Francia, Nelson toma el mando de la Escuadra del

Mediterráneo.

Para el verano de 1805, Napoleón había agru-

pado 90 mil efectivos en Boulogne para dirigir una

invasión a través del Canal de la Mancha.

Pero aún tenía que reunir la potencia naval que

protegiera a sus tropas durante el cruce. Siete años

antes, durante la Batalla del Nilo, que se libró en la

bahía de Abukir en Egipto, el almirante francés

Villeneuve fué testigo de cómo Nelson redujo la

Armada de Napoleón a escombros.

En marzo de aquel año, Villeneuve había

combinado su fuerza con una flota española con

base en Cádiz y las condujo a través del Atlántico

como distracción para alejar a Nelson de Europa y

volver rápidamente, para brindar la cobertura

adecuada, de manera que la Armada de desembarco

de Napoleón pudiera cruzar el Canal hacia

Inglaterra.

Funcionó; Nelson persiguió a Villeneuve hasta

las Antillas y de regreso, perdiéndolo por un es-

trecho margen, cerca de Martinica. De vuelta en

Europa, Villeneuve se dirigió hacia Brest, en

Bretaña, donde debía reunirse con el resto de la flota

francesa. Pero el 22 de julio, frente al cabo

Finisterre, se encontró con un escuadrón británico.

En la batalla, en medio de una densa neblina,

perdió dos barcos españoles y se retiró a El Ferrol.

Más tarde, huyó hacia el sur, rumbo a Cádiz.

Nelson establece un bloqueo abierto a Cádiz y al

cabo de dos meses, el indeciso Villeneuve enterado

de que el iracundo Napoleón había decidido

removerle en el mando de la Escuadra Combinada y

que su sustituto ya había partido desde París, se

decide a salir hacia el Mediterráneo; al mediodía del

20 de octubre de 1805 lo hicieron los últimos de los

33 barcos que formaban la Flota.

En la tarde se avistaron a los navíos ingleses.

Sobre las ocho de la mañana siguiente -21 de

octubre-, Villeneuve pensó que si seguía el rumbo,

posiblemente la vanguardia tendría tiempo de cruzar

el estrecho y entrar al Mediterráneo, pero que el

centro y la retaguardia podían ser contactadas por

los ingleses, así que se le ocurrió ordenar a toda la

escuadra virar de forma simultánea e invertir el

rumbo, considerando que era necesario tener lo más

concentradas a sus tres divisiones, para poder hacer

frente al enemigo y evitar le cortaran su retirada a

Cádiz.

Al terminar la maniobra, cuya evolución se hizo

difícil, se formó una línea muy desordenada,

quedando un amplio hueco y formando una especie

de segunda línea que doblaba la primera en varios

puntos.

Mientras tanto, desde barlovento y por babor de

la línea de la escuadra franco-española, se

aproximaban los 27 navíos ingleses, navegando en

dos columnas paralelas, con el viento en popa y

listos para cortar la línea de la Escuadra Combinada

por su centro y retaguardia, mediante el ataque

simultáneo de sus dos divisiones, una mandada por

Nelson y otra por su segundo, Collingwood.

Al mediodía, el telégrafo desde el ―Victory‖,

buque insignia señala: ―England expects that every

man will do his duty‖. (Inglaterra espera que cada

cual cumplirá con su deber).

Page 131: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

125

Page 132: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

126

Nelson estaba seguro de que Villeneuve se en-

contraba en uno de los cuatro barcos apiñados

alrededor del gigante español, ―Santísima

Trinidad‖, de cuatro puentes y 136 cañones.

Al principio, Villeneuve no izó su bandera.

Luego, una gigantesca bandera tricolor apareció en

el navío de 84 cañones Bucentaure. Nelson, que

había perseguido a Villeneuve a través del Atlántico

y de regreso, lo tenía ahora en la mira. Alejándose

del Santísima Trinidad, el Victory se dirigió a

romper la línea detrás del Bucentaure. El plan de

Nelson tenía una falla que podía resultar fatal.

Page 133: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

127

Al navegar a filo de roda hacia la formación

enemiga (acercándose de frente), haría algo contra

lo que todo manual advertía: estaría cruzando la T

(la perpendicular de la línea enemiga). Durante los

últimos 20 minutos del acercamiento, sus barcos se

hallarían al alcance de las andanadas del enemigo.

Con un buen viento de popa, ese tiempo podría

reducirse a diez minutos, pero el viento había

cesado. Si los artilleros franceses hubieran sido

hábiles, habrían hecho trizas al Victory, pero eso no

ocurrió.

Un barco de línea como el Victory tenía más

potencia de fuego que todo un cuerpo de ejército

terrestre. Cuando pasaba detrás del Bucentaure,

abrió fuego con lo que era el arma más poderosa del

mundo, un cañón de boca ancha y barril recortado,

conocido como carronada. El Victory tenía dos de

estos cañones de 30 kilogramos en el castillo de

proa. A las 12:25 p.m., la carronada de babor,

cargada con balas redondas y un bote de metralla

con 500 balas de mosquete, abrió fuego

directamente sobre las ventanas del camarote de

Villeneuve y voló la popa del Bucentaure.

Entonces, el Victory vació dentro del enorme

hueco una andanada directa: 50 cañones de doble

carga disparando uno tras otro en oleadas. Puesto

que el Victory se movía muy lentamente y los

artilleros británicos eran tan rápidos -se ha estimado

que por cada tiro de los españoles o franceses, los

británicos podían lanzar dos o tres-, para cuando

Nelson cruzó la estela del Bucentaure, cada cañón

había disparado dos veces. Al final de esa primera

andanada de diez minutos, unos 200 hombres, una

cuarta parte de la tripulación del Bucentaure, habían

muerto o habían quedado incapacitados y sus

cubiertas artilladas estaban gravemente dañadas.

No obstante, los vítores de la tripulación del

Victory pronto fueron sofocados por el estrépito de

la cuaderna al chocar con uno de los barcos mejor

armados y mejor comandados de la flota

combinada: un dos puentes de 74 cañones llamado

Redoutable. Su capitán era Jean-Jacques Étienne

Lucas, un petit bonhomme, (un pequeño buen

hombre), de 1.42 metros de estatura. Lucas era uno

de los pocos capitanes enemigos que había pensado

en cómo iba a pelear. Sabía que no podría ganar un

duelo de andanadas con los artilleros británicos,

mejor entrenados y equipados. Pero si lograba matar

o herir a todos los de la cubierta, sobre todo a los

oficiales, podría abordar el barco y tomarlo.

Mientras esperaba en Cádiz, Lucas había ins-

truido a sus hombres en el arte del abordaje, la

mosquetería y el lanzamiento de granadas. Su arma

más letal era un equipo de tiradores –infantes de

marina- emboscados y bien entrenados. Cuando las

anclas de abordaje del Redoutable inmovilizaron al

Victory a un costado suyo, los tiradores de Lucas,

trepados en las cofas de los palos, abrieron fuego

hacia abajo, hacia el alcázar del Victory.

A la 1:15 p.m., cuando la batalla llevaba poco

más de una hora, uno de los infantes emboscados de

Lucas, desde una de las cofas, disparó hacia un

oficial, en uniforme de gala, que se encontraba cerca

del palo mayor, en la cubierta enemiga, rodeado de

otros que lucían menos deslumbrantes. La bala de

moquete entró por la parte superior del hombro de

Nelson, atravesó su cuerpo hacia abajo,

destrozándole dos costillas, perforando su pulmón

izquierdo y cortando la arteria pulmonar, antes de

alojarse en su espina.

Lo bajaron a la cabina del timón, le quitaron la

ropa y cubrieron su cuerpo con una lona. Luego lo

colocaron, reclinado con la espalda apoyada en la

cuaderna del Victory, en la única posición que le

procuraba algún alivio para el dolor. Con cada

latido del corazón, sus pulmones se llenaban de

sangre. No sentía la parte inferior del cuerpo. Pidió

un abanico, un rato después, una limonada.

Preguntaba continuamente dónde estaba el capitán

de navío, Hardy, que comandaba el Victory.

Mientras Nelson agonizaba, se representaban en

igual medida escenas de horror y de verdadero

heroísmo; la flota combinada estaba sufriendo

terribles pérdidas. Los españoles eran aliados

reacios de los franceses. Ahora se veían arrastrados

a una batalla por la cual sentían muy poco

entusiasmo, sujetos a una alianza con Napoleón, al

que muchos de ellos despreciaban.

Page 134: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

128

Entre sus hombres se encontraban Cosme

Damián Churruca, un navegante y capitán naval

vasco que había ido en barco a la Patagonia cuando

era joven y ahora comandaba el navío de 74

cañones San Juan Nepomuceno; y Dionisio Alcalá

Galiano, uno de los primeros europeos en explorar

el noroeste del Pacífico, capitán del Bahama.

En el San Juan Nepomuceno, atacado por siete

navíos británicos, Cosme Damián Churruca se

desangraba mortalmente después de que una bala de

cañón le destrozara la pierna derecha. En el

Bahama, Alcalá Galiano había sido herido en la

cara por una astilla, pero se negaba a dejar la

cubierta. Una bala de mosquete le había arrebatado

de la mano su catalejo. Su timonel lo recogió y fue

partido en dos por una bala de cañón. Segundos

después, la metralla voló la cabeza de Alcalá

Galiano.

Las naves más potentes y mejores, eran las

españolas; sus capitanes, buenos navegantes y muy

ilustrados; los franceses, algunos muy valerosos,

pero adoleciendo de falta de profesionalidad; las

tripulaciones españolas y francesas, mezcla de

veteranía e improvisación; las mejores dotaciones y

los mejores artilleros eran los ingleses; sus oficiales,

curtidos en la navegación y en las batallas, eran muy

profesionales: factores éstos que definieron su

victoria. Los disparos franceses y españoles iban

contra la arboladura. Los ingleses lo hacían más

rápido, más adiestrados y contra partes vitales, entre

ellas, las baterías, produciendo más muertos.

Los capitanes británicos procedieron en todo

momento, hasta conseguir una victoria total,

como si Nelson siguiera al mando, imbuidos de

aquel ―Nelson Touch‖ (el toque de Nelson).

Y siguiendo su señal favorita la N° 16 ―Combata

más cerca‖. Cuando Nelson murió, a las 4:30 p.m.,

la flota británica había capturado, hundido o alejado

a la flota Franco-Española.

La muerte de Nelson en su momento de gloria y

una tormenta con la fuerza de un huracán que ahogó

a miles de marineros después de la batalla,

desanimaron la celebración.

El único comentario de Napoleón sobre

la debacle, que provocó más de 8 mil bajas fué:

"Una tormenta nos causó la pérdida de unos cuantos

barcos, después de una batalla librada

imprudentemente".

El cuerpo de Nelson, fué llevado a casa,

conservado en un barril de brandy, en el camarote

principal del Victory; su funeral en la catedral de

San Pablo fué uno de los más grandiosos en la

historia británica.

Pocos meses después, el hombre responsable de

esa pérdida, el almirante Villeneuve, se encerró en

su habitación en un hotel en Rennes, Bretaña, y

después de almorzar, se apuñaló en el corazón con

un cuchillo de mesa.

La batalla marcó el principio del fin del Imperio

Español en América. La pérdida de capitanes como

Gravina, Churruca y Alcalá Galiano, fué

significativa para España; después de esa derrota,

España perdió la esperanza de seguir siendo una

gran potencia naval.

Como resultado de Trafalgar, el inglés se

convirtió en el lenguaje mundial del comercio

marítimo y desde entonces, y por algo más de un

siglo, Inglaterra ostentó la hegemonía naval y, como

diría un ensoberbecido británico, ―hasta los peces

llevaron sobre sus dorsos la cruz de San Jorge‖.

Page 135: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

129

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130

IDEOLOGÍAS

Nacionalismo.

or aquel entonces se empezaron a manifestar

dos ideologías que obtendrían arraigo y

permanencia, el Nacionalismo y el Liberalismo.

La primera es una doctrina que destaca la

importancia de pertenecer a una nación. El concepto

moderno de nación se inició en el período de la

Ilustración Francesa e identifica a una comunidad

que comparte rasgos lingüísticos, étnicos y

culturales, además de una historia común y la

conciencia de todo ellos y, modernamente, asume

dos principales significados: población de un

Estado, y comunidad que comparte ciertos lazos

culturales tradicionales, especialmente un lenguaje.

Ambos conceptos de nación pueden coincidir en

ciertos pequeños Estados culturalmente

homogéneos, pero no necesariamente en Estados de

mayor dimensión o en áreas en que conviven

tradiciones culturales diversas. Se ha reservado el

término nación para el primer concepto, que puede

expresarse también mediante el término nación-

Estado, y utilizar para el segundo el término

nacionalidad.

La importancia del sentimiento nacional no es un

fenómeno moderno. Estaba muy presente en los dos

pueblos de la antigüedad cuya mentalidad mejor

conocemos y que se sitúan en las raíces de la

civilización occidental: el hebreo y el griego. En la

Grecia clásica existía también una fuerte conciencia

del deber de lealtad hacia el Estado, pero en ese

caso no se trataba de un Estado nacional que

abarcara toda la comunidad cultural griega, sino de

la pequeña ciudad-estado. Esto implica que el

sentimiento de pertenecer al pueblo griego no tenía

consecuencias políticas.

En tiempos posteriores aparecieron sentimientos

nacionales, por ejemplo, durante la guerra de los

Cien Años, entre Inglaterra y Francia. La creación

de Estados poderosos y centralizados motivó la

identificación de sus súbditos con la unidad política

y así, durante la Edad Moderna se dieron los

primeros pasos para la configuración de Estados

nacionales, uniendo los intereses de las monarquías

absolutas con los de la burguesía capitalista, frente a

los de la clase feudal.

Pero en el siglo XVIII las ideas ilustradas sobre

la igualdad de los hombres, terminaron de socavar

lo que quedaba de feudalismo y también el

absolutismo monárquico. Así, las Revoluciones en

los futuros EE.UU, y la francesa, dieron lugar a la

aparición del Estado, donde se relacionaban los

conceptos de nacionalismo, liberalismo y

democracia. Las victorias de Napoleón extendieron

esas ideas por Europa, junto con la dominación

francesa; pero esas mismas ideas alentaron en parte

las reacciones nacionales que provocaron su derrota.

En Europa central y oriental arraigó también en

comunidades que no tenían un Estado único y

propio con el que identificarse, que a menudo no

tenían límites definidos y que en ocasiones ni

siquiera tenían un sentimiento de identidad

nacional. En tales casos puede decirse que el

nacionalismo creó la nación.

Liberalismo:

El fin último del liberalismo, entendido en

sentido amplio, es liberar al individuo de cualquier

limitación externa que le impida desarrollar

plenamente sus posibilidades de todo tipo. Se trata

de un concepto un tanto vago, en parte porque sus

teóricos no pretendieron crear un sistema ni un

cuerpo de doctrina, sino proponer soluciones

pragmáticas a los problemas sociales, y porque su

contenido cambió con el discurrir del tiempo y la

aparición de problemas distintos.

Nació en el siglo XVIII por oposición a las

estructuras políticas y sociales del Antiguo Régimen

(absolutismo monárquico, sociedad estamental).

Pretendía, entre otras cosas, garantizar al individuo

una serie de libertades (religiosa, de pensamiento,

de expresión, de asociación) consideradas como

derechos fundamentales. También tenía un

componente racionalista que implicaba la

desaparición de la influencia política y social de la

P

CAPÍTULO I. (El XIX, un siglo revolucionario)

Page 139: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

131

Iglesia, mediante una Educación y un Estado laicos.

En este sentido, fueron decisivas las aportaciones de

la Ilustración francesa. Voltaire criticó a la

monarquía absoluta, la nobleza y la Iglesia.

Montesquieu elaboró el principio (esbozado ya por

Locke) de la división de poderes en el Estado,

asignando las funciones ejecutiva, legislativa y

judicial a organismos distintos e independientes, de

forma que se equilibren mutuamente y eviten la

concentración del poder.

Rousseau abogó por un pacto libremente

establecido entre los individuos como fundamento

de la estructura social y política, que evitara el

predominio de unos grupos sobre otros,

prefigurando la democracia social. Estas ideas, junto

con el ejemplo del sistema parlamentario británico y

la Constitución de los recién creados Estados

Unidos de América, influyeron en la Revolución

Francesa y en el desarrollo de un movimiento

constitucionalista. Napoleón Bonaparte limó sus

aspectos más radicales para servir a los intereses de

la burguesía.

Ante esos principios, la misión del Estado es

inhibirse de intervenir en la sociedad, dejando que

el orden natural y la libre competencia aseguren ese

progreso (laissez-faire, laissez-passer, ―dejar hacer,

dejar pasar‖). En todo caso, debe garantizar

mediante un marco legal y una labor de supervisión,

el mantenimiento de las condiciones óptimas para

que se produzca la libre competencia. El modelo de

Estado liberal clásico se puede resumir en la frase

de Jefferson ―el mejor gobierno es el que gobierna

menos‖, en el sentido de que el Estado debe

intervenir lo menos posible en los asuntos de los

ciudadanos, y sólo en los casos en que la iniciativa

privada no asegurase la provisión de bienes y

servicios necesarios para la comunidad. Adam

Smith puso como ejemplo de éstos, la defensa frente

a agresiones exteriores, la paz y seguridad internas,

y las grandes infraestructuras básicas (incluyendo la

educación).

El término ―liberal‖ nació en España, asociado a

la corriente política surgida en las Cortes de Cádiz y

la Constitución de 1812, que se oponía a los

partidarios del absolutismo. Esta ideología se

difundió rápidamente entre la burguesía, deseosa de

alcanzar un papel político y social que las

estructuras del Antiguo Régimen la habían vedado.

El proletariado, en su apoyo a las revoluciones

burguesas, obtiene el pago de un salario por su

trabajo, pero no tiene voz en los mecanismos

económicos y políticos, y la antigua burguesía

revolucionaria se irá convirtiendo en una clase

conservadora. El liberalismo, junto con el

nacionalismo, otro efecto de las invasiones

napoleónicas, inspiró las revoluciones europeas que

entre 1820, 1848 y en España, 1868, desmantelaron

esas estructuras anquilosadas.

Masonería:

Su origen se remonta a las corporaciones

gremiales de la Edad Media, en especial a las de la

construcción; la mano de obra secular era libre y

estaba organizada en profesiones. Los que

intervenían en la construcción (picapedreros,

talladores, escultores, albañiles, transportistas de

materiales...) recibían el nombre de ―macons‖ en

Francia y ―masons‖ en Inglaterra. Estos

trabajadores se dividían en tres categorías: los free-

masons, con conocimientos técnicos, que realizaban

los trabajos más delicados; los rouge-masons, que

hacían trabajos menos complejos, y los peones.

La llamada masonería especulativa, desligada

del mundo de la construcción, se originó en

Inglaterra en el siglo XVIII. Se extendió

rápidamente por Europa y América, donde jugó un

importante papel en el proceso de sus

independencias. Durante este siglo, la masonería

estuvo unida a la ideología liberal de la burguesía.

Se convirtió en una sociedad secreta, extendida

por diversos países del mundo, cuyos miembros

agrupados en logias, profesan la fraternidad y ayuda

mutua, se reconocen mediante signos y emblemas y

practican un rito esotérico.

Sus orígenes en Venezuela están ligados a la

emancipación y a los libertadores. Por lo que

respecta a Simón Bolívar, sabemos que perteneció

Page 140: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

132

en 1805-1806, a la logia San Alejandro de Escocia,

de París; sin embargo, su nombre no aparece

después en ninguna logia de la Gran Colombia, ni

de Venezuela

En Venezuela, una de las primeras logias que

existió tuvo su sede en Puerto Cabello hacia 1804-

1806; a ella concurrían oficiales del apostadero

naval de aquella población. Encontramos masones

no sólo en las tropas libertadoras, sino también en el

ejército realista.

Ya iniciada en América la Guerra de

Independencia, varios hispanoamericanos residentes

en Cádiz y en Londres fundaron en 1811

asociaciones secretas para contribuir a la

emancipación, las cuales han sido confundidas con

logias masónicas, pues adoptaron aspectos de su

ritual. En Londres, entre otros, participaron Andrés

Bello y Luís López Méndez.

No está comprobado que Francisco de Miranda

estuviese directamente relacionado con alguna de

esas asociaciones políticas; se ha escrito también

que él, personalmente, se afilió a una logia

masónica regular en Filadelfia en 1783, según unos

autores, o en París en 1797, según otros, pero no se

han encontrado pruebas de que haya pertenecido a

la masonería. En cambio, con la llegada a

Venezuela en 1815 del ejército expedicionario,

vinieron varios jefes españoles afiliados a la

masonería. El propio jefe del ejército realista, Pablo

Morillo era grado 33, su máximo grado. Entre los

militares británicos que se alistaron en el ejército

republicano había varios masones.

En razón de los métodos empleados y del propio

espíritu que las guiaba, comenzaron a diferenciarse

dos corrientes masonas: la sajona, caracterizada por

la tolerancia religiosa, y la latina, antirreligiosa y

liberal.

Sin embargo, en el transcurso del siglo XIX se

convirtió en una institución conservadora y

burguesa que, tras la Primera Guerra Mundial,

comenzó a ser rechazada y fuertemente criticada

hasta llegar a su prohibición, tanto en los países de

ideología fascista (Italia, 1925; nazista, Alemania,

1934; España, 1940) como en los socialistas.

Capitalismo.

Sistema económico caracterizado por un elevado

nivel de acumulación de capital, la libertad de sus

propietarios privados para emplearlo en función de

sus intereses y una organización racional del trabajo

orientada hacia el incremento de la producción. El

término capital, utilizado en el sentido de dinero

invertido para producir más dinero, era ya

ampliamente empleado en Europa occidental en el

siglo XVII y a partir de Adam Smith (1723-1790)

dejó de tener un significado puramente financiero

para asumir también el de bienes de capital

(elementos materiales usados en la producción). A

mediados del siglo XIX el término capitalismo

comenzó a ser empleado para designar el sistema

económico surgido de la industrialización, a

menudo con un sentido negativo, debido a la

desigualdad social que lo acompañaba.

Elementos capitalistas pueden distinguirse en la

antigüedad, por ejemplo, en el Código de

Hammurabi, pero el concepto sólo responde

plenamente al tipo de economía surgido en

Occidente a partir de la baja Edad Media y

especialmente a partir de la industrialización.

El socialismo.

Durante las últimas décadas del siglo XVIII y

todo el XIX, las sociedades occidentales

experimentaron profundos cambios, sobre todo por

la aplicación de la ciencia a la industria. El proceso,

conocido como Revolución Industrial, trajo consigo

el crecimiento demográfico, la conversión de co-

munidades rurales en urbanas y el nacimiento de

nuevas clases sociales.

Con la Revolución Industrial la burguesía pasó a

ser la clase dominante, manteniendo en su poder el

capital y los medios de producción. Por debajo de

ella, surgieron grandes masas de trabajadores que

vivían explotados y en condiciones miserables. Las

fábricas eran insanas -en muchas, se construían

cobertizos donde vivían hacinados hombres,

mujeres y niños - y los ritmos de trabajo, eran entre

Page 141: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

133

14 v 16 horas. Las mujeres recibían la tercera parte

del salario de un hombre, y los niños, la cuarta parte

o menos.

En ese contexto, eran continuas las tensiones

entre ambas clases sociales, tanto por las difíciles

condiciones de vida y de trabajo de la masa obrera,

como por el desigual reparto de la riqueza y de los

beneficios económicos.

Esta precaria situación de la clase obrera originó

el nacimiento de movimientos ideológicos de

diferente signo, surgidos con el fin primordial de

dar solución a los problemas de esa clase y de

propiciar a la vez un reparto más justo de la riqueza.

Así, todo el sistema capitalista comenzó a ser

criticado desde distintas posturas ideológicas.

Entre ellas, el socialismo, corriente que

propugnaba la posesión y la administración pública

de los medios de producción en beneficio de toda la

sociedad en general, y no sólo de la clase burguesa.

El anarquismo.

El término anarquismo procede de anarquía,

palabra de origen griego que significa ―ausencia de

gobierno‖.

A lo largo de la historia, el deseo de sustituir la

dominación autoritaria de cualquier tipo por alguna

forma de cooperación entre individuos libres de la

humanidad ha sido una constante.

Este ideal, no empezaría a adquirir su forma

moderna hasta el tiempo de la Ilustración y la

Revolución Francesa, en la que algunos grupos

radicales abogaron por la liberación de los

individuos de cualquier coacción o autoridad

política, jurídica, ideológica, social, etc.

Esta doctrina defiende el establecimiento de una

sociedad basada en la libre cooperación, sin

coerción estatal alguna. Su tesis fundamental es que

la sumisión de una persona a otra es contraria a la

dignidad humana, por lo que deben ser abolidos

tanto el Estado, que conduce a la opresión de los

gobernados, como la propiedad privada, que

conduce a la opresión de los desposeídos. La

revolución haría posible su destrucción y el

restablecimiento de una sociedad natural, basada en

la libre unión de los individuos en asociaciones

naturales de carácter territorial o laboral.

Entre los principales teóricos anarquistas

citaremos a Pierre Joseph Proudhon y Mijail

Bakunin. A comienzos del siglo XX surgió el

anarcosindicalismo, que veía en los sindicatos el

principal instrumento revolucionario y la célula

básica de la futura sociedad.

El gérmen anarquista se desarrolló especialmente

en el siglo XIX, durante la Revolución Industrial,

identificándose con las aspiraciones de los sectores

más desfavorecidos de la sociedad, como obreros

industriales sin cualificar o jornaleros agrícolas.

Page 142: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

134

NACE UNA ARMADA

uando en 1801 la Armada de los Estados

Unidos zarpó al Mediterráneo para

combatir a los corsarios de la Berbería, iba a entrar

en guerra con una tradición pirata que se remontaba

muchos siglos en el pasado. Los merodeadores de

África del Norte habían acechado las aguas del

Mediterráneo, saqueando y robando esclavos, desde

el fin del Imperio romano. Y alrededor de 1500

habían crecido hasta convertirse en una fuerza

importante con la llegada de dos osados aventureros

del mar.

Se trataba de los hermanos Barbarroja, así

llamados por sus centelleantes y rojizas barbas. Muy

poco se sabe de la infancia de los hermanos, salvo

que nacieron en Grecia, se convirtieron en bandidos

del mar y se hicieron musulmanes en África del

Norte, a comienzos del siglo XVI.

Tan graves fueron las depredaciones de Aruj, el

mayor, que en 1518 el rey de España despachó una

fuerza de 10.000 soldados para acabar con los

piratas moros. Los españoles lograron sorprender a

Aruj en las afueras de Argel, lo atraparon y

mataron. Le sucedió su hermano Khair-ed-Din. Su

primer objetivo fue consolidar y legitimar su poder.

Donde Aruj se contentaba con establecer alianzas

con príncipes locales, en 1519 su hermano

consiguió el apoyo del Imperio otomano, ofreciendo

sus servicios y buscando los favores del sultán

Selim I, quién le nombró gobernador general de

Argel.

Khair-ed-Din ya no era un renegado, sino un

legítimo servidor del sultán turco. No tardó en

recuperar varias ciudades próximas a Argel que aún

estaban en poder de España y extendió sus

conquistas al resto de los Estados de la costa de

Berbería.

Para finales del siglo XVII, desde su estratégica

posición en el Estrecho de Gibraltar, los navegantes

del litoral de África del Norte habían seguido

practicando la piratería; un señor de la guerra

tunecino reclutó constructores de barcos, fabricó

una flota y se dedicó al lucrativo negocio de saquear

a los navíos que pasaban por allí. De vez en cuando

las potencias europeas, con el fin de proteger su

comercio en el Mediterráneo, intentaban acabar con

los corsarios atacando sus ciudades fortificadas

desde las que operaban los bandoleros; por ejemplo,

en 1654 el general del mar británico, Robert Blake,

atacó la ciudad y puerto de Túnez.

Pero en su mayor parte, los europeos estaban

demasiado ocupados luchando entre ellos como para

perder sus buques de guerra contra los

norteafricanos, a quienes con desdén consideraban

un montón de bandidos del desierto. Se consideró

conveniente controlar a los merodeadores de la

Berbería pagándoles tributo —o, de acuerdo con un

término más digno, subsidios— a los deys, beys y

pachás.

El premio más valioso:

Sin embargo, además de los premios en seda y

oro, producto de los saqueos a barcos de naciones

que no pagaban tributo –y en muchos casos, aunque

lo pagaran- el premio más valioso era la captura de

los pasajeros y tripulación de un barco. Esos

desvalidos eran vendidos como esclavos, una de las

más antiguas instituciones del Mediterráneo

musulmán. Tan importantes eran los esclavos para

la economía de la costa norafricana, que en

ocasiones conformaban el veinticinco por ciento de

la población total de algunas ciudades.

Por lo general, los esclavos eran llevados a tierra

poco después de la captura, ya que resultaba poco

práctico alargar sus cuidados y alimentación en el

barco. En los mercados de esclavos, eran

segregados por sexo, inspeccionados para

comprobar su estado y luego vendidos individual o

colectivamente.

Los hombres ricos cuyas familias podían

rescatarlos rápidamente eran bien tratados. Y para

aquellos que dominaban alguna especialización —

como los carpinteros, los médicos y los

constructores de barcos— la esclavitud a veces

resultaba muy poco distinta de la vida en el hogar; a

menudo se les permitía establecer su negocio y

C

Page 143: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

135

quedarse con parte de sus ingresos para pagar su

rescate. Pero para los hombres sin conocimientos,

encadenados para trabajar en las canteras o como

remeros, la vida era un purgatorio de comida

horrible, sangrientos latigazos y, al poco tiempo, la

muerte.

Para las mujeres, la vida era peor. Por tradición,

las más hermosas eran enviadas a Constantinopla

como concubinas del sultán. Las mujeres atractivas

que no se hallaban entre las más hermosas, tenían

un destino similar, al servicio de un príncipe local o

en los prostíbulos de la ciudad. Para el resto, era una

vida desgraciada y brutal de cocina, limpieza y

venta de agua en las calles.

Durante gran parte del siglo XVIII, el tributo

pagado por Gran Bretaña también proporcionó un

paraguas protector a la navegación colonial, y el

comercio americano en el Mediterráneo prosperó.

En 1776 más de 80 buques norteamericanos

atracaban anualmente en los puertos mediterráneos;

este comercio abarcaba aproximadamente una

cuarta parte de las exportaciones norteamericanas de

pescado seco y escabechado y una sexta parte de sus

ventas de trigo y harina, más copiosos cargamentos

de arroz, en su mayor parte procedentes de Carolina

del Sur.

La Revolución Americana naturalmente puso fin

a este régimen de favor. Los americanos en el

Mediterráneo, ahora dependían de si mismos. Les

fue mal, hasta el punto de que Jefferson, expresó la

opinión de que la mejor manera de tratar con las

ciudades-estados africanas era ―por medio de la

guerra‖, pero para ello, se requeriría ―de una fuerza

marítima‖.

Los bisoños Estados Unidos carecían de

Armada. De los 35 buques de guerra construidos o

comprados durante la guerra revolucionaria, se

habían perdido todos. Naufragaron, fueron

capturados por los británicos, ardieron, fueron

hundidos deliberadamente por los norteamericanos

para evitar su captura, o se convirtieron en buques

de comercio, volviendo, en la mayor parte de los

casos, a su primitivo estado. Entonces, con los

problemas que volvían a hacer acto de presencia, los

americanos debían empezar de cero si querían

fabricar una Armada capaz de proteger su comercio.

De hecho, muchos americanos, en especial en el sur

y el oeste agrícolas, no deseaban semejante fuerza,

arguyendo que una Armada haría que de forma

inevitable se involucraran en los conflictos

europeos... los enredos extranjeros, como con

solemnidad los describiría George Washington en

su discurso de despedida.

Los acontecimientos superaron la oposición que

había para poseer una Armada. En 1793, Portugal,

que durante largo tiempo había sido una especie de

centinela europeo para impedir que los

merodeadores cruzaran el Estrecho de Gibraltar

hacia el Atlántico, fue convencida por Inglaterra de

firmar un tratado con Argel. Los americanos

alegaron que los ingleses buscaban que se

fomentaran los ataques contra los cada vez más

competitivos comerciantes americanos. El caso es

que el Estrecho quedó libre, los corsarios acecharon

en el gran océano y en pocos meses, once barcos

norteamericanos habían sido capturados y el

número de prisioneros americanos en manos de los

moros se elevó a ciento diecinueve.

Otro motivo, menos urgente de momento pero

mucho más ominoso para la causa americana a largo

plazo, militó a favor de una Armada. En febrero de

1793 la Francia revolucionaria había declarado la

guerra a Gran Bretaña, y a medida que transcurrían

los meses se hizo cada vez más obvio que América,

incluso sin quererlo, se involucraría en las luchas

europeas. Los barcos de Inglaterra y Francia,

tripulados por reclutas y por las desafortunadas

víctimas de las bandas de enganche, aparecían por

todos los horizontes en todos los puertos, y sus

dotaciones desertaban a navíos neutrales siempre

que les era posible.

Pero se trataba de hombres que las armadas

beligerantes necesitaban con desesperación y que

querían de vuelta... aunque ello significara sacarlos

a punta de pistola de los barcos americanos. Y las

fuerzas europeas no tenían el menor cuidado en

tomar solo desertores; si necesitaban hombres, los

americanos servirían como cualquiera, y muchos

Page 144: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

136

americanos se encontraron arrancados de sus

embarcaciones. Muchos americanos que con

anterioridad se habían opuesto a la construcción de

una fuerza naval, reconocieron la imperativa

necesidad de defender los barcos y marineros de la

nación.

La “Súper-fragata”

El 27 de marzo de 1794, disponiendo ya de la

aprobación del Senado, la Cámara de los Diputados

sancionó un decreto que autorizaba la creación de

una Armada. Resultaba obviamente imposible para

la nueva nación construir una flota de grandes

navíos de línea como los de Gran Bretaña. A lo más

que podían aspirar los Estados Unidos era a una

escuadra de fragatas, más pequeñas, ligeras y

veloces, pero lo bastante poderosas para las

necesidades americanas; así, el decreto autorizaba la

fabricación de seis fragatas.

La fragata militar se utilizaba principalmente

como buque explorador de las líneas de combate,

pero durante el siglo XVIII fue adquiriendo cada

vez mayor importancia, empleándola entonces muy

a menudo como corsario o para la escolta de

convoyes. Hacia fines de este siglo había grandes

fragatas de más de 40 cañones.

En el orden civil, la fragata pasó a ser el gran

buque de comercio, ya que su velocidad la hacía

económicamente apta y llevaba una tripulación

relativamente reducida. Eso no obsta para que las

grandes compañías comerciales armaran buques de

mayor tamaño, que eran verdadero navíos,

preparados para las largas singladuras hasta las

Indias Orientales.

Se proponía una súper fragata, pero lo bastante

veloz para superar en la navegación y en el combate

a otros barcos de dos cubiertas de su clase, aunque

suficientemente rápida como para evitar el combate

en circunstancias desfavorables. Se trataba de una

idea que, hasta cierto punto, ya habían probado los

franceses y los ingleses.

Ambas Armadas habían experimentado con la

eliminación de la cubierta superior de un navío de

línea de tres cubiertas, reduciéndolo de esa manera a

clase fragata con sólo dos cubiertas de batería

completas. A esos barcos se los llamó ―razees‖,

nombre sacado del francés ―vaisseau rase‖:

literalmente, ―barco afeitado‖. Contra una fragata

convencional, un ―razee‖ poseía una ventaja

decisiva; debido a que originalmente había sido

diseñado y construido para ser un navío mucho

mayor, su maderamen interior estructural y sus

planchas eran muy fuertes. Por ende, un ―razee‖ era

capaz de soportar un ataque terrible. Sin embargo,

también tenía una desventaja importante. Como la

parte sumergida del casco no estaba modificada,

poseía las mismas malas cualidades de navegación

que cualquier navío de línea normal.

Los norteamericanos querían corregir ese defecto

construyendo fragatas yanquis del mismo tamaño y

con la misma fortaleza estructural interior que

tenían los ―razees‖... pero con gráciles líneas

ahusadas, desde la quilla hacia arriba, en pos de

velocidad y agilidad.

Esas fragatas serian más largas y anchas que las

fragatas de la Armada Real. Su tamaño y estabilidad

aumentados las convertirían en mejores plataformas

para los cañones que las fragatas de Su Majestad, y

gracias a sus finas líneas sumergidas resultarían

navegantes veloces. Las potentísimas fragatas de la

clase Constitución llevaban treinta piezas de a 24 y

veinte carronadas de a 32 o de a 42: no es de

extrañar que tales monstruos fueran temidos por

todas las fragatas inglesas.

Los constructores y diseñadores de barcos

norteamericanos mejorarían ese arte hasta el punto

de que sus fragatas serían la envidia de los

arquitectos navales de todo el mundo. Se dice que la

―Constitución‖ llegó a alcanzar la velocidad de 13,5

nudos y que la ―Presidente‖ era aún más rápida.

Justo unos pocos años después de su nacimiento,

la novata Armada daría y recibiría devastadoras

andanadas de costado en una contienda no

declarada, pero no obstante, feroz, con los barcos de

su otrora aliada, Francia. Las relaciones habían

empeorado con el gobierno revolucionario de París.

Los corsarios y buques de guerra franceses

Page 145: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

137

comenzaron, no sólo a atacar a buques británicos,

sino también a buques mercantes americanos y a

mitad del 1797 habían capturado 300.

Con las fragatas en la mar y en sus primeras

confrontaciones con los franceses, se empezó a

demostrar su valía, dándoles el triunfo. La casi

guerra con Francia duró muy poco, pues al subir

Napoleón al poder, a éste no le interesaba mantener

―insignificantes disputas‖.

La primera de esas notables fragatas debió su

existencia, por lo menos en parte, a las

depredaciones de los corsarios bárbaros y poco

después, libraría —sin ayuda de tropas de

infantería— la primera guerra que formalmente se

declararía por los Estados Unidos, siendo el

enemigo, los tripolitanos, algunos de ellos, los

mismos corsarios que con sus arrogantes

provocaciones condujeron a que en primer lugar se

construyera una Armada. Los americanos

decidieron entrar en acción contra los piratas

berberiscos, tal como dijimos al inicio de este

capítulo, en 1801; tres fragatas y una goleta entraron

al Mediterráneo.

Hacia la mitad del año 1805 sometieron a la

ciudad portuaria de Trípoli, donde se encontraban

prisioneros americanos, a bloqueo y bombardeos y

ataques a barcos berberiscos durante mucho tiempo.

El Comodoro al mando, mantuvo a los

tripolitanos bien embotellados en su puerto y

sometiéndolos al hambre por falta de trigo y otros

alimentos. Al cabo, mientras el descontento

aumentaba entre su pueblo, el pachá decidió

establecer el mejor trato posible con los americanos.

Aceptó una paz en la que dejaría de hostigar a los

navíos americanos en el Mediterráneo, y a cambio

de un pago de 60.000 dólares, liberaría a los

cautivos. Considerando que el rescate era de unos

200 dólares por hombre, y que había escasas

esperanzas de asegurar de otro modo la liberación

de los mismos, se aceptó el trato.

Page 146: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

138

POLÍTICA INGLESA EN SUDAMÉRICA

n junio de 1806, tres años después de la

reanudación de las guerras napoleónicas

entre el poder naval de la Gran Bretaña y el poder

terrestre de Francia, y cuando España era todavía

aliada de Francia, una flotilla británica bajo el

mando del Comodoro Sir Home Riggs Popham

penetró en aguas del Río de la Plata, ocupando

Buenos Aires. Este ataque se había proyectado hacía

mucho tiempo. Pero la incursión de Popham, quien

poco antes había participado en la conquista del

Cabo de Buena Esperanza, no estaba autorizada en

absoluto en aquel momento y sorprendió al

Gobierno Británico tanto como a los pobladores de

Buenos Aires. Su éxito fue de corta duración; días

después, las tropas desembarcadas, se rindieron. Se

enviaron refuerzos, que llegados en enero de 1807

tomaron por asalto la ciudad de Montevideo. El 12

de agosto iniciaron la reconquista de Buenos Aires,

pero ante una eficaz resistencia, capitularon,

comprometiéndose no sólo a evacuar Buenos Aires,

sino también Montevideo.

Así terminó el último intento de la Gran Bretaña

para conquistar Suramérica; los ingleses se dieron

cuenta claramente de la locura que significaba estar

procediendo de tal manera; se convencieron de que

Gran Bretaña podría ser bien recibida como

libertadora, pero que, como conquistadora,

únicamente podía esperar enemistad. Que la causa

fundamental del revés fué el no haber proclamado la

independencia del Virreinato del Río de la Plata.

Las poblaciones coloniales españolas de Buenos

Aires y Montevideo podrían sentir poco cariño por

sus gobernantes peninsulares, pero, como los hechos

habían mostrado, y mostrarían de nuevo, no

deseaban en absoluto cambiar la soberanía de

España por la de Inglaterra o por la de ninguna otra

potencia.

La madurez lograda por los súbditos coloniales,

la clase de conciencia política que hizo que los

norteamericanos del siglo dieciocho comenzaran a

pensar en sí mismos como un pueblo diferente,

había estado creciendo en Suramérica durante

mucho tiempo y el distanciamiento entre criollos y

peninsulares, es decir, entre los españoles nacidos

en América y los españoles nacidos en España –que

eran los funcionarios del Imperio- se había hecho

más ancho y más profundo. Humboldt observó

como en los finales del siglo XVIII los criollos

empezaron a referirse a sí mismos no como

españoles sino como americanos. ―El abuso de las

leyes, -escribió él- las medidas equivocadas

tomadas por el gobierno colonial, el ejemplo de los

Estados Unidos de América, la influencia de las

ideas de la época, han debilitado los lazos que

anteriormente unían más estrechamente a los

españoles nacidos en América y a los españoles

nacidos en España‖.

Además, en los diez años que procedieron a

1806, España y la Gran Bretaña habían estado en

guerra, excepto durante la breve tregua de Amiens

de 1802 a 1804, y los resultados fueron fatales para

España; Inglaterra era la reina de los mares; España

y sus colonias estaban incomunicadas entre ellas, o

casi incomunicadas, la economía española se

hallaba en un estado de grave desorden y la flota de

guerra española estaba casi destruida.

Las invasiones del Río de la Plata ocurrieron, por

consiguiente, hacia el final de un largo período de

semi-aislamiento, impuesto por la marina británica,

lo que coadyuvó al desarrollo del espíritu de

independencia por el mero hecho de fomentar las

relaciones comerciales con los neutrales, así como

el comercio ilegal con la Gran Bretaña.

La situación era bien distinta en la antigua

colonia portuguesa del Brasil. En tanto que las

comunicaciones de España con Hispanoamérica

estaban cortadas, o muy reducidas. Portugal había

mantenido sus relaciones con Brasil

ininterrumpidamente gracias a la alianza anglo-

portuguesa y al dominio británico de los mares, y

cuando un ejército francés cruzó las fronteras de

Portugal en 1807, la familia real portuguesa huyó al

Brasil, escoltada por navíos de guerra británicos, y

acompañada por toda la pequeña flota portuguesa.

La corona permaneció en el exilio hasta 1821 y

durante todo ese tiempo las relaciones oficiales

E

Page 147: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

139

entre la Gran Bretaña y Lisboa fueron transferidas a

Río de Janeiro, donde se estableció una base naval

en 1808.

Estaba dotada de seis navíos de línea y varias

embarcaciones pequeñas. Esta flotilla estaba

encargada de proteger las costas del Brasil contra

cualquier ataque, y de destruir a todo buque francés

que apareciese en aguas suramericanas; su presencia

se hizo sentir pronto en la vigilancia ejercida en el

sur del Océano Atlántico y en la ayuda que en 1809

prestó a los portugueses para la conquista de la

Guayana francesa.

En enero de 1808 las tropas francesas penetraron

en España. En mayo los reyes cayeron cautivos y,

en junio, se estableció en Madrid el régimen títere

de José Bonaparte. Los españoles se alzaron contra

el dominio extranjero. Provincia tras provincia

vieron surgir Juntas de resistencia. El 4 de julio se

proclamó formalmente en Londres la paz con

España, y 8 días después, la expedición que Sir

Arthur Wellesley (duque de Wellington) había

estado preparando para la invasión del norte de

Suramérica levó anclas para liberar, no a

Suramérica de España, sino a España y Portugal de

Francia. Así comenzó la Guerra Peninsular. Desde

este momento, España y la Gran Bretaña se unieron

en una causa común y desde entonces, en

lo que respecta al Gobierno Británico, se renunció

oficialmente a las ideas de liberación o conquista de

Suramérica.

Gran Bretaña estaba obligada a respetar la

soberanía de un aliado. Más que desear la

desintegración del Imperio Español, la Gran Bretaña

hubiera realmente preferido ver todas sus fuerzas y

recursos concentrados en la lucha contra el enemigo

común.

Sus objetivos eran ahora impedir que

Hispanoamérica cayese, al igual que España, bajo el

control de Francia, asegurar los suministros de oro

del Nuevo Mundo tan necesarios para mantener la

guerra de Europa, y obtener, cuando pudiese, la

apertura de los mercados hispanoamericanos.

A lo largo de los turbulentos años que siguieron,

los únicos representantes diplomáticos y consulares

de la Gran Bretaña en Suramérica estaban en la

antigua colonia portuguesa del Brasil.

Por tanto, los oficiales de la marina británica en

la base naval de Suramérica tuvieron que actuar

como cónsules diplomáticos, proteger los intereses

y el comercio británico; servir de intermediarios

entre los súbditos británicos y las nuevas

autoridades en Suramérica, y algunas veces entre los

patriotas y los realistas, e, incidentalmente,

transportar a Inglaterra inmensas cantidades de

monedas de oro y plata y de lingotes, por encargo

de los comerciantes británicos.

Page 148: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

140

RESISTENCIA A LA “MADRE PATRIA”

Nuevamente la “recluta”:

n esos años, como ya dijimos, surgió una

nueva y mucho más grave amenaza para la

libertad americana en los mares. En esta ocasión no

procedía de los moros del Mediterráneo, sino de los

británicos, y llegaba allí donde se atrevieran a

navegar los barcos americanos. En el centro del

conflicto estaba la creciente práctica de enganche de

los británicos, que detenían a los barcos

norteamericanos en alta mar y se llevaban a sus

hombres para que sirvieran en navíos británicos.

Desde el punto de vista de la Armada Real, el

enganche era vital para la defensa nacional de Gran

Bretaña. Desde 1793 Inglaterra había estado sumida

en una lucha cada vez más desesperada con Francia,

en donde la supervivencia de la nación dependía de

su Armada. En 1806 la Armada Real abarcaba unos

800 barcos, la mayoría construidos en Inglaterra,

pero muchos capturados a sus enemigos. Tripular

esa vasta flota, una cuestión de imperiosa

importancia, requería nada menos que 150.000

hombres. Las bandas de reclutamiento recorrían la

campiña británica en busca de hombres capacitados

a los que poder enganchar en la Armada Real;

cualquiera servía.

Para la mayoría de los hombres enganchados,

América ofrecía una esperanza. Los desertores de la

Armada británica al igual que los marineros de los

buques mercantes, temerosos de ser enganchados en

barcos o puertos británicos, se dedicaron al trabajo

en las embarcaciones costeras americanas, donde

encontraron mucha mejor paga y condiciones

laborales más humanas. Los ingleses estaban

decididos a recuperarlos... pero era difícil, si no

imposible, reconocerlos de los verdaderos

norteamericanos.

Enfrentado a ese dilema, el gobierno británico

se decantó por una política global: nacido inglés,

dijeron los británicos, siempre un inglés. Eso

significaba que a los ojos de los ingleses todos los

así llamados americanos antes de 1783 —el año en

que los británicos accedieron a conceder la

independencia americana— eran súbditos británicos

y podían ser enganchados, aunque hubiera que

sacarlos por la fuerza de los barcos estadounidenses.

De manera comprensible, los Estados Unidos

mostraron su vehemente desacuerdo. Dada esa

situación, no era de extrañar que los temperamentos

se desbocaran y en ocasiones los cañones británicos

y americanos rugieran. En 1812 se calculaba que

más de 6.000 norteamericanos estaban sirviendo

con los británicos, de los que 2.500 fueron

encarcelados al negarse a tomar las armas contra su

propio país. Se dice que probablemente también

pesara en el conflicto entre ambas naciones la

indefinición de las fronteras de Canadá.

Aunque la leva forzosa era una de las quejas

americanas que condujeron a la guerra de 1812, los

americanos eran oficialmente inmunes a la leva

forzosa cuando se hacía uso de la ―protección‖,

consistente en un documento que certificaba el

haber nacido en América. Muchos de estos

documentos eran proporcionados por oficiales ame-

ricanos a los marineros británicos que se hacían pa-

sar por americanos para evitar el enganche, con gran

indignación de los británicos.

Las escenas desagradables se hicieron corrientes,

se acentuaron los incidentes y en junio de 1812, los

Estados Unidos entraron en guerra y se encontraron

desesperadamente inmersos en una lucha con la más

temible máquina de guerra marítima de la época: la

Armada Real británica. Gran Bretaña en ese

momento estaba en guerra con Francia, y el

Almirantazgo británico tenía la preocupación de

mantener a las poderosas flotas de Napoleón

inmovilizadas en los puertos continentales.

Al extenderse el dominio de Napoleón sobre

todo el continente, fue precisa una mayor

concentración para el bloqueo de las flotas del

enemigo y la destrucción de su comercio. La

estrategia del bloqueo había evolucionado durante el

siglo anterior, pero su táctica alternaba entre el

bloqueo «abierto» o a distancia, y el bloqueo

«cerrado». El éxito del primero se veía

comprometido por el riesgo de que la flota francesa

E

Page 149: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

141

pudiera escapar (como en realidad lo hizo), cuando

los ingleses no estuvieran en el apostadero. El

bloqueo ―cerrado‖ de Brest, Rochefort, Cádiz y

Tolón ayudó a decidir la guerra; pero era un medio

lento de obtener la victoria, que requería una

enorme capacidad de resistencia por parte de los

barcos y de sus hombres, así como un costoso apoyo

en forma de barcos de reserva para reemplazar y

proveer a los que mantenían el bloqueo.

Infantería de marina.

En un sentido naval y militar, los colonos

norteamericanos comenzaron la lucha por la

independencia desde la nada.

Pero dentro de lo atropellado de sus esfuerzos

para organizar una escuadra de combate, no

olvidaron la necesidad de dotar a la misma con

Infantes de Marina. Dos batallones fueron

organizados en noviembre de 1775, y rápidamente

demostraron su competencia.

La ola de economías de post-guerra que permitió

la venta en el año 1785 del último buque de guerra,

para ser convertido en mercante, también barrió con

el Cuerpo de Infantería de Marina, como tal, por

una temporada. En julio de 1798, el Cuerpo

nuevamente se estaba organizando y las tres

primeras fragatas de la reconstruida Marina de

Guerra de los Estados Unidos, se alegraron de

recibir a bordo a los infantes, y sus buenos servicios

en el conflicto con los piratas berberiscos fueron

conmemorados mediante la adopción de la

empuñadura mameluco para la espada de los

oficiales. El Cuerpo se mantuvo particularmente

activo durante la guerra de 1812-1814.

Fragatas en acción.

Cuando al fin tuvo lugar la guerra, para los

americanos se inició con timidez. Tanto el

Presidente como el Secretario de la Armada eran de

la opinión de que la pequeña cantidad de buques de

guerra americanos deberían mantenerse en puerto

para servir como defensas costeras antes que

arriesgarlos en el mar contra la poderosa Armada

británica.

Esa decisión no fue tan pusilánime como podría

haber parecido en un principio. En los años pasados

desde que se desvaneciera la amenaza de los

corsarios africanos, se había permitido que la

Armada de los Estados Unidos se deteriorara. En

1812, toda la flota yanqui consistía solo de 17

naves: 7 fragatas y 2 corbetas, y 8 naves más

ligeras, entre goletas, bergantines y balandras. El

resto de la Armada consistía de embarcaciones de

los Grandes Lagos o de guardacostas.

Contra esa minúscula fuerza, los británicos

sumaban 900 buques de guerra que iban desde los

temibles navíos de línea de 100 cañones hasta

balandras y bergantines. La mayoría de los barcos

británicos debían mantenerse en aguas europeas con

el fin de contrarrestar los embates napoleónicos.

Pero así y todo, al comienzo de las hostilidades con

América, la Armada británica casi había desplegado

100 buques de guerra en el Atlántico Norte, desde

Halifax, en el Canadá, hasta las Indias Occidentales,

y esos navíos llevaban siete veces la totalidad de

armamento de la Armada yanqui. Dada esa gran

desventaja de los Estados Unidos, parecía que el

Presidente y el Secretario sólo usaban el sentido

común.

Pero los oficiales de la Armada se hallaban en

abierto y violento desacuerdo; el hecho de que la

Armada británica estuviera tan enzarzada con los

franceses y españoles, limitaría la respuesta a la

nueva guerra americana. Sin duda, los británicos

intentarían establecer un bloqueo en poco tiempo,

pero a menos que reunieran a toda la Armada en las

afueras de la línea costera americana, seria

imposible evitar que barcos aislados, ocultos por la

oscuridad o el mal clima, pudieran escapar a mar

abierto. Además, los británicos, con su historia de

triunfos, seguro que subestimarían a cualquier

oponente americano. Y si una fragata americana

conseguía enfrentarse a uno de esos arrogantes

británicos en un combate justo y sólo barco contra

barco, los estadounidenses podrían dejar a los

ingleses bien sorprendidos… y derrotados.

Page 150: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

142

Señalaron que las fragatas yanquis eran mayores,

más fuertes y más veloces que las de la Armada

real.

Los cañones navales americanos disponían de

miras que mejoraban su precisión de disparo,

mientras que los británicos no las tenían; quizás

debido a que el mismo Horacio Nelson las había

rechazado, basándose en el hecho de que los barcos

de la Armada británica siempre estarían tan cerca

del enemigo que les sería imposible fallar.

El innovador empleo que hacían los americanos

de unos cartuchos de pólvora recubiertos de

delgadas láminas de plomo, había eliminado la

necesidad de humedecer constantemente el cañón

entre cada ronda de disparos; no había peligro de

que residuos de franela ardiente suelta de las bolsas

de tela de pólvora, incendiaran de manera prematura

la siguiente carga.

Los británicos, que usaban bolsas de franela y,

por ello, tenían que humedecerlas entre disparos,

sólo conseguían lanzar dos rondas contra las tres

americanas.

Y los marinos estadounidenses poseían un

método superior de dirigir las armas de bajo calibre

sobre los alcázares enemigos: sólo los mejores

tiradores ocupaban el puesto de francotiradores,

mientras que otros seis marinos les cargaban los

rifles.

Estas y otras innovaciones, argumentaron, unidas

a una moral más alta y a una mayor voluntad de

combate, garantizarían ocho de cada diez veces el

éxito de los yanquis.

Se alcanzó un compromiso; el Presidente

invalidó la decisión de su gabinete y acordó permitir

que todos los barcos de la Armada emprendieran un

viaje antes de ser convertidos en embarcaciones de

defensa portuaria. Y eso era todo lo que necesitaba

la Armada yanqui.

La principal razón de los éxitos americanos

durante el primer año de la guerra con Gran Bretaña

fue el hecho de que sus tres fragatas de 44 cañones

habían sido diseñadas con el fin de que fueran

superiores a cualquier fragata europea.

Todos los barcos de las demás naciones

quedaron por debajo de ellas, ya que el aumento del

número de cañones en el puente superior hacía que

una fragata de 44 cañones pudiera llevar además 22

carronadas.

Estos barcos, bien armados y tripulados, podían

competir con ventaja con las fragatas británicas de

38 cañones.

Sin embargo, al terminar la guerra de la

independencia española contra la invasión

napoleónica, todo el peso del poderío británico fue

trasladado a la costa americana, lo que permitió

realizar desembarcos y estrangular el tráfico

costero.

Uno de esos desembarcos ocurrió el 24 de agosto

de 1814, por el Almirante británico Alexander

Cochrane, que ocupó e incendió Washington,

fracasando un mes después en su intento de ocupar

Baltimore.

Todavía un mes más tarde a la firma de la paz,

falto de información y como epílogo del conflicto,

Cochrane atacó a New Orleáns defendida por

Andrew Jackson y los corsarios Lafitte y Beluche.

Contra la Armada más formidable que entonces

surcaba los mares, los yanquis habían conseguido

bastante más que defenderse.

En 26 acciones importantes de barcos de todas

las clases, los americanos habían salido victoriosos

14 veces, derrotando, destruyendo o capturando 16

fragatas, balandras y otros buques de guerra de la

Armada Real, a la vez que perdían 12 navíos

propios. Sin embargo, esos no eran todos sus logros.

De esas 26 batallas importantes, 14 habían sido

acciones de barco contra barco, y cuando un

americano se encontró con un buque británico en

términos de igualdad, los estadounidenses habían

conseguido la victoria en más de doce ocasiones, tal

como habían predicho sus oficiales navales.

Corsarios, siempre.

Los corsarios, sin embargo, siguieron

floreciendo en aquella orilla del Atlántico. Mientras

que en el curso de la guerra, los barcos militares

apresaron solamente 165 buques, los corsarios

Page 151: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

143

hicieron 1.344 capturas, algunas de las cuales

fueron en extremo valiosas. Y de no haberse

establecido por esa fecha un eficaz sistema de

convoyes, las pérdidas británicas a manos de los

americanos habrían sido considerablemente

mayores. Las naves corsarias fueron principalmente

bergantines y goletas. El bergantín, por su tamaño

reducido, sus buenas condiciones marineras y su

escasa tripulación, fue usualmente el barco menor

del comercio marítimo y durante las guerras de las

independencias sudamericanas se le usó a menudo

como corsario.

La goleta era una nave de dos mástiles (hacia fines

del período de la vela, se le agregaron a veces otros)

aparejada con dos velas cangrejas e hicieron su

aparición hacia principios del siglo XVIII.

Estos veloces buques fueron principalmente

usados por piratas, contrabandistas y traficantes de

esclavos.

Más adelante, por los corsarios en la guerra de

1812 entre los Estados Unidos y Gran Bretaña;

muchos de estos buques, terminada esa guerra, se

contrataron también como corsarios con los

gobiernos revolucionarios de Sudamérica.

Page 152: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

144

El Tratado de Gante, que se había firmado el 24

de diciembre de 1814, y había sido ratificado por los

británicos el 28 de diciembre y que ponía fin a la

guerra, era notable por su falta de sustancia formal.

Le devolvía a Gran Bretaña y a los Estados

Unidos algunos territorios menores capturados

durante la contienda, instauraba una Comisión que

determinaría las fronteras noroccidentales entre

Canadá y los Estados Unidos, y en general

restablecía las condiciones tal como habían existido

antes de la guerra. El tratado no hacía mención

oficial ni del enganche de los marineros americanos

por parte de Inglaterra ni del derecho a un comercio

neutral. Pero por un acuerdo tácito se entendía que

el enganche llegaría a su fin de inmediato, (así fué)

y que los americanos podían comerciar como

prefirieran (a partir de ese momento lo hicieron).

Los Estados Unidos se habían garantizado la

libertad de los mares y desde entonces,

paulatinamente, serían reconocidos como una

potencia marítima.

Un asunto pendiente…

Quedaba un asunto pequeño por resolver:

durante la Guerra de 1812, el dey de Argel se había

aliado de manera formal con los británicos. No

obstante, si había esperado que los americanos

fueran presa fácil, quedo altamente decepcionado.

Durante el conflicto, el dey sólo había capturado

a un pequeño bergantín americano. Y entonces, con

la guerra acabada y la Armada de los Estados

Unidos que ganaba fuerza, el Presidente Madison

decidió suprimir a los corsarios de la costa africana

de una vez por todas.

Una escuadra americana, volvió, por tanto, al

Mediterráneo y allí estipuló sus propios términos,

no sólo en Argel, sino también en Túnez y Trípoli.

Estas ciudades aceptaron no demandar más tributos

de tipo alguno y liberar, con presteza, y por

supuesto, sin ningún pago de rescate, a todos los

prisioneros que tuvieran

Inglaterra surgió de los veinte años de guerra

naval a escala ecuménica, con una absoluta

superioridad marítima. Aunque conquistas como

Java, una gran isla del archipiélago de Indonesia,

fueron devueltas en interés de la paz futura, una

cadena de bases aseguraba la ruta hacia Oriente:

Ascensión, Santa Elena, El Cabo, Mauricio y

Ceilán.

Pese a las pérdidas de la guerra, el número de

barcos mercantes registrados había aumentado

desde 16.418 a 24.418, lo que representaba un

incremento de más de un millón de toneladas.

Al mismo tiempo, su fuerza naval integrada por

1.168 barcos de guerra, de los que 240 eran de línea,

era muy superior a la de cualquier otra nación. Las

marinas de Francia, España, Holanda, Dinamarca

habían sido derrotadas, y las de Estados Unidos,

Suecia y Rusia eran por esa fecha, de escasa

importancia.

La era durante la cual el poderío naval británico

reinaría casi sin rivales, había comenzado, aún

cuando fuera el final de la vela y todavía estuviera

en sus albores el barco de vapor y la granada

explosiva.

Page 153: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

145

LAS CAUSAS

pesar de las reformas económicas y

administrativas ilustradas, emprendidas por

las monarquías portuguesa (Marqués de Pombal) y

española (el rey Carlos III), el control de las

metrópolis ibéricas sobre sus colonias americanas se

encontraba siendo débil.

Las autoridades españolas tuvieron dificultades

para reprimir las sublevaciones de los comuneros en

Paraguay (1721), Túpac Amaru en Perú (1780) y los

comuneros colombianos (1781).

Por otro lado, los criollos, que controlaban la

economía de las colonias (terratenientes,

comerciantes, industriales) querían acceder a los

puestos administrativos y políticos reservados a

los españoles. Hubo otras importantes razones:

la influencia en las élites indianas de las ideas de la

Ilustración, la lucha por la independencia de

América del Norte y la Revolución Francesa y la

independencia de la colonia francesa de Haití

(1794), sirvieron de guía y ejemplo para reclamar el

autogobierno.

Además, el desarrollo del comercio internacional

despertó el interés de potencias como Francia o

Gran Bretaña por tratar directamente con estos

territorios, al márgen de la tutela española. Y tras la

derrota de Trafalgar, la diezmada flota española

tuvo dificultades para restablecer las

comunicaciones y el comercio con las colonias.

Decisiva fue la carencia de una flota de guerra

capaz de llevar al otro lado del océano fuerzas sufi-

cientes para sofocar los primeros conatos de

rebeldía, y de mantener y hacer sentir la fuerza de la

autoridad española sobre aquellas tierras y sus

habitantes.

A

CAPÍTULO II. (Las independencias de Iberoamérica)

Page 154: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

146

Miranda.

El 9 de noviembre de 1805, procedente de

Londres, desembarcó en Nueva York el que había

sido Teniente Coronel del Ejército español y

Mariscal de la Francia Republicana, el caraqueño

Francisco de Miranda.

Acto seguido inició los preparativos de la

expedición que debía llevar a Venezuela, como

acción inicial de su empresa de liberación de la

América hispana.

Miranda tomó en alquiler un barco, al cual bautizó

como Leander; un bergantín de 180 toneladas y

armado similarmente a una corbeta, con 18 cañones.

El 2 de febrero de 1806 zarpó de Nueva York este

buque, con cerca de 200 hombres reclutados en

Estados Unidos.

La expedición iba provista de toda clase de

suministros, incluso material de guerra y una

imprenta. El 19 del mismo mes llegó Miranda al

puerto de Jacmel (Haití), ampliando sus recursos

con la adquisición de 2 goletas: Bacchus y Bee.

Page 155: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

147

El 27 de abril la expedición se acerca a las

playas de Ocumare (Edo. Aragua) donde haría un

desembarco nocturno; pero una serie de incidentes

impidió la ejecución de esta operación y al

amanecer del 28, los expedicionarios cayeron bajo

la acción de 2 buques españoles en crucero de

vigilancia, una corbeta y un bergantín. Después de

un breve combate, quedaron apresadas las 2 goletas.

Miranda se retiró con el Leander a Bonaire, y de allí

pasó a Granada y luego a Barbados. En esta isla

estableció relaciones con su gobernador, el

contralmirante Alexander Cochrane y, después de

mostrarle los papeles probatorios de sus

negociaciones con los ministros ingleses, firmó un

acuerdo con él, mediante el cual recibiría del

contralmirante auxilios y también protección contra

las fuerzas españolas.

El 20 de junio salió Miranda de Barbados con

hombres y buques facilitados por Cochrane, se

dirigió a Trinidad, de donde zarpó nuevamente entre

el 23 y el 25 de julio del mismo año, rumbo a las

costas de Venezuela. Su fuerza ahora, era de 400

hombres, 5 bergantines, 3 cañoneras y 2 barcos

mercantes desarmados.

El 2 de agosto fondeó la escuadrilla a nueve

millas del puerto de La Vela de Coro, e

inmediatamente se aprestaron los hombres para

bajar a tierra. El día 3 desembarcaron y apoyadas

por el fuego de la artillería de los buques, la

fortaleza y las baterías fueron tomadas. La fase

siguiente fue la ocupación de la ciudad de Coro, que

se llevó a cabo el día 4.

Desde esta ciudad, pidió Miranda ayuda a

Jamaica, Trinidad y Barbados, y trató de ganar la

voluntad de los vecinos de Coro y de otros pueblos,

sin conseguirlo.

A la total indiferencia de los habitantes de Coro

ante la empresa mirandina, se sumó el bloqueo de

todas las vías hacia la ciudad, ejecutado por las

autoridades realistas. Estos hechos indujeron a

Miranda a ordenar la evacuación del territorio

venezolano, operación que se efectuó el 13 de

agosto del mismo año, un día después del inicio de

la segunda intentona inglesa para ocupar Buenos

Aires.

Las “Juntas”

El concepto de revolución lleva consigo también

el de ruptura, más o menos violenta, con un orden

establecido, para operar un cambio en las

estructuras que conforman la sociedad. El contagio

revolucionario no se va a generalizar bruscamente

en el mundo americano.

Las ideas constitucionalistas derivadas de la

Revolución fueron fomentadas desde España por la

Junta Central Suprema, o sea, ya en plena Guerra de

la Independencia contra Napoleón. En el período

inmediatamente anterior habían sido rechazadas,

junto con el proceso revolucionario, por los

estamentos sociales que ostentaban el poder político

y económico.

Page 156: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

148

Tras la aventura mirandina, las autoridades

españolas todavía pudieron restablecer la situación.

Esta cambió drásticamente con la invasión

napoleónica de España (1808).

A semejanza de la Península, en las colonias

surgieron numerosas Juntas que se hicieron cargo

del gobierno local. En principio, el movimiento era

de resistencia a la monarquía de José I -hermano de

Napoleón e impuesto por él, como rey de España-, y

fidelidad a Fernando VII.

Pero con la disolución de la Junta Central en

España (1810), muchas de las juntas americanas

derivaron a posiciones autonomistas, provocando la

represión de las autoridades virreinales.

Los inicios emancipadores.

El gobierno español, que pasó de manos de la

Junta Central al Consejo de Regencia, desconoció a

las Juntas locales y ordenó a los Virreyes de

México y Perú, únicos que mantenían su poderío,

deponer por las armas a los gobiernos surgidos de

los Cabildos. Así, a España se le presentaron seis o

siete teatros de operaciones casi simultáneos.

Las viejas milicias locales se fueron convirtiendo

en fuerzas regulares, acaudilladas por jóvenes

criollos; en lo naval había que partir de cero, menos

en el Caribe, pues allí podía intentarse el conseguir

buques, pertenecientes a las banderas de naciones

Page 157: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

149

dominadoras de ciertas áreas de ese mar.

Ayudaba a los separatista el que España, después

de Trafalgar, carecía del poder naval adecuado para

enfrentar conflictos en teatros de operaciones tan

lejanos y así, - aún en el Caribe, donde siempre

hubo mayor presencia de la Armada española, en

relación al Atlántico Sur y al Pacífico, - la cuantía y

poderío de las unidades navales y sus recursos

logísticos eran bastantes pobres.

Aunque las causas generales fueron las mismas,

y el desarrollo en muchos casos similar, con la

importancia del elemento criollo y unos comienzos

meramente autonomistas, el proceso de

independencia de los territorios de Hispanoamérica

revistió características propias en las diversas

regiones.

El movimiento juntista (Juntas gubernativas)

empezó en México en 1808 y en Quito y la Paz, un

año después, pero los sofocaron las autoridades.

En la Capitanía General de Venezuela, la

oligarquía venezolana («mantuanos») aprovechó la

instalación de las Juntas, para sustituir al capitán

general de Caracas por un gobierno propio (19 de

abril de 1810); en Buenos Aires (25 de mayo de

1810), en Bogotá, capital del virreinato de la Nueva

Granada, también se erigió un gobierno local (10 de

julio), pero lo radical del movimiento, que declaró

la independencia de la monarquía, provocó

numerosas escisiones en su seno, que facilitaron la

restauración del poder virreinal. En Quito, el

movimiento de creación de Juntas, alió a las élites

criollas con los elementos populares (2 de agosto); a

pesar de ser reconocidos por el Consejo de

Regencia, fueron atacados por las fuerzas realistas

del virrey del Perú, Abascal. También se formó una

Junta en Santiago, el 18 de septiembre de 1810.

El 05 de julio de 1811, el Congreso reunido en

Caracas había declarado la independencia de los

Estados Unidos de Venezuela. Tras la rendición y

captura de Miranda, que había sido nombrado

Generalísimo, fue Simón Bolívar quien sostuvo la

lucha. Conquistó Caracas, donde fue aclamado

como ―Libertador‖ y nuevo dirigente. Pero las

disensiones entre las élites criollas, debilitaron su

posición, y tras ser vencido en 1814, huyó a

Jamaica. En Nueva Granada, las tropas enviadas

desde España al mando de Morillo en 1815 para

acabar con los últimos focos revolucionarios e

imponer un gobierno reaccionario, atizaron de

nuevo el fuego independentista.

Cuando volvió Fernando VII a España, dejado

libre por Napoleón en 1814, ignoraba la gravedad

de la insurrección americana y creía que aquellos

disturbios eran activados por la Constitución y el

régimen liberal que durante su ausencia se había

establecido en la Península, por lo que ahora, tenía

absoluta confianza en dominarla. Para lograrlo

envió manifiestos a los americanos y estableció el

Ministerio de Indias. Pero en vista de que estas

medidas no produjeron el efecto apetecido, cambió

de táctica y organizó una expedición compuesta por

10.000 hombres que salió de Cádiz al mando del

teniente general don Pablo Morillo, y que llegó a

tierra americana en abril de 1815.

Este general venció a los independentistas de

Venezuela y Colombia, en Cartagena de Indias y en

otros encuentros, pero estos triunfos no fueron más

positivos porque la situación de España no permitía

el envío de nuevos contingentes de fuerzas, ya que

la Marina estaba en tan lamentable pobreza que

apenas contaba con barcos para defender las costas

peninsulares.

Entonces se pretendió resolver la situación de

América por la mediación de las potencias del

Congreso de Aquisgrán, pero no se logró tal

mediación; en 1819, se habían perdido Chile y

Colombia. Se pensó en enviar a América una nueva

expedición de tropas, pero no llegó a salir de Cádiz,

porque fue empleada por el general Riego para el

pronunciamiento liberal definitivo, que triunfó y

llevó el régimen liberal a España. Por otra parte, en

aquellos días en que las corrientes de libertad

influían tanto, no faltaban españoles favorables a la

emancipación de la América española.

El Gobierno recomendó a las autoridades

españolas en tierras americanas que intentasen una

conciliación con los cabecillas rebeldes. En efecto,

Morillo firmó con Bolívar un armisticio por seis

Page 158: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

150

meses, pero cuando los enviados de Bolívar llegaron

a Madrid, no se les reconoció carácter oficial.

En realidad, tanto en las Cortes de 1812 como en

las de 1820, América no estuvo representada, pues

si bien es cierto que se nombraron diputados a

algunos americanos que se hallaban en España, y

que se trataron asuntos referentes a aquellos países,

nunca se abordó de una manera decidida el

problema colonial.

El Gobierno español no reconoció los Tratados

firmados entre las autoridades españolas y los

cabecillas rebeldes, por los que se reconocía la

independencia de los distintos países americanos,

pero tampoco hizo nada por impedir que fuera

reconocida por las otras potencias.

Ya en junio de 1823 las Cortes reconocieron su

impotencia para impedir la separación de la

América continental, y sólo se aspiraba a conservar

Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

Para lograrlo, de 1823 a 1833 se solicitó la

intervención y ayuda de las otras potencias, a

cambio de ofrecerles libertad de comercio con las

colonias españolas; pero no se hizo nada para

resolver el problema americano. Así,

sucesivamente, se fueron declarando independientes

todas las naciones que constituían el Imperio.

Page 159: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

151

EL PESO DE LO NAVAL

esde el inicio de la Colonia hasta 1810,

criollos sirvieron como marineros y clases

en la Real Armada Española; también cubrieron la

dotación de las naves mercantes de cabotaje y

fueron tripulantes de las que comerciaban con la

Metrópoli. En cuanto a los oficiales navales, hubo

más de 200 nacidos en América, principalmente, en

México, Nueva Granada, Perú, Venezuela, Cuba,

Puerto Rico y Trinidad.

Para 1810, su número se irá haciendo escaso.

Trinidad, desde 1797 había quedado bajo dominio

inglés, y los cubanos y portorriqueños siguieron en

las filas españolas, pues los inicios de

independencia de sus patrias de origen se iniciaron

tiempo después. Los jóvenes provenientes de los

Virreinatos y Gobernaciones de la América

continental hispana, abrazaron la causa de la

Independencia y muchos de ellos, a través de la

llamada del mar.

Otros, en servicio ó retirados de la Real Armada,

se incorporan fervientemente a la Causa Americana;

algunos en la Armada de la Gran Colombia (las

actuales naciones, Venezuela, Colombia y Ecuador),

y otros, en los primeros años, en la venezolana, y

figuraron en forma singular, como Lino de

Clemente, nacido en Petare, un pueblo cercano a

D

Page 160: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

152

Caracas, quien, entre otras acciones, combatió como

Teniente de Fragata de la Armada Española en la

batalla naval de Cabo de San Vicente contra los

ingleses.

Retirado del servicio, por propia voluntad, con el

grado de Teniente de Navío, se residencia en

Caracas y siendo Procurador General del Cabildo de

Caracas se unió en 1810, con 43 años, a la causa

patriótica, llegando a Almirante. Y otra figura

representativa es la del Almirante Padilla, vencedor

de la batalla naval que significó el fin del poderío de

la Real Armada en las aguas de Venezuela.

Alguno hubo también, que permaneció al

servicio de la Real Armada, destacando entre ellos a

Juan Ángel Michelena, nacido en Maracaibo y que

sentó plaza como Guardiamarina en 1786; entre

otras muchas acciones defendió Buenos Aires de los

ingleses en 1806. Posteriormente mantuvo a

Montevideo en el bando realista hasta que derrotado

por Brown, tuvo que capitular. Llegó a ostentar en

España altos cargos y ascendió hasta jefe de

Escuadra, estando en servicio por 43 años.

Inicio venezolano.

Las Independencias se lograron cuando,

asegurando las victorias terrestres, se le disputó al

Poder Naval Español el dominio sobre los ríos y

costas americanas, y se le cortó sus rutas de

comunicación y abastecimiento.

Las acciones navales se iniciaron tempranamente

en la que, hasta entonces, había sido la Capitanía

General de Venezuela. En marzo de 1811, una

División Naval realista bloqueó a la ciudad de

Cumaná, en el Oriente venezolano, produciéndose

escaramuzas con las lanchas que enviaron sobre la

costa.

A los cuarenta y dos días de la Declaración de su

Independencia, dos unidades sutiles venezolanas,

comandadas por Esteves y Armario se enfrentaron y

derrotaron a un famoso corsario realista.

Pasarán años, durante los cuales, la primacía

sobre el mar costero será disputada, con predominio

en general, de los españoles, por falta de suficientes

unidades en cantidad y calidad, y por la carencia de

oficialidad competente en el bando criollo. Desde el

primer momento se intentó remediar esta situación y

así, en Venezuela, se creó el 21 de abril de 1811, la

que puede considerarse la Primera Escuela Naval

Militar del Continente, que no pudo proseguir en su

labor de enseñanza, porque los vaivenes de la guerra

empezaron a ser adversos a la joven República.

Page 161: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

153

Con el inicio del llamado Siglo de las Luces, la

independencia de las trece colonias inglesas

(Revolución Americana), las nuevas ideas

filosóficas y enciclopedistas que culminaron en la

Revolución Francesa, fomentan que se comience en

toda Europa, más que una revolución política, una

revolución social.

Dentro de las luchas populares que se encienden

contra los regímenes absolutistas, en la búsqueda de

una mayor libertad y una mayor igualdad, miles de

hombres, hasta entonces, prácticamente ajenos a las

luchas entre Estados, por no pertenecer a los,

proporcionalmente, reducidos Ejércitos y Marinas,

aprenderán a desenvolverse en el medio militar y

cientos de ellos, destacarán en el Arte de la guerra,

tanto en tierra como en el mar.

Ansiosos de proyectar lo que habían conseguido

en sus países, algunos de ellos; otros, deseosos de

lograr en otros lugares, lo que no habían podido

realizar en los suyos, están dispuestos a ofrendarse

por esos ideales de libertad, igualdad y fraternidad,

al servicio de territorios que inicien movimientos de

independencia, sobre la base de esas liberales ideas.

Es la América, la norteña en un primer

momento; la hispana, poco tiempo después, donde

fructificarán, fuera de Europa esos ideales, y a esa

América, esos hombres se ofrecerán. Junto a ellos,

llegarán otros, que en principio sólo buscan un pago

por sus servicios, e inevitablemente, también llegará

un grupo que procurará proporcionarse, más que un

pago.... un botín. Sin embargo, incluso, de estos

hombres movidos por razones materiales, muchos

serán transformados por la fuerza de las ideas

emancipadoras y se convertirán en buenos

discípulos de ellas. Del conjunto de estos hombres,

algunos con experiencia marinera, se integrarán

varios de ellos, de tal forma, que serán considerados

como figuras muy destacadas en la Historia Naval

de cada uno de los territorios, Virreinatos y

Capitanías Generales, germen de las naciones

independientes de iberoamérica.

Así, empezaron a llegar y ofrecerse los hombres

a que nos referimos; en una primera oleada, que va

desde 1811 a 1817. Lucharon, murieron; otros

abandonaron y algunos, obtuvieron, por su arrojo y

pericia, grados importantes.

Una segunda oleada llegará, en su mayor parte,

desde fines de 1817 y durante 1818, para ir

decreciendo hasta 1823, merced a los buenos y

abnegados oficios del caraqueño López Méndez,

Comisionado especial de la República, el Londres.

Este grupo lo conformarán un buen número de

profesionales, con mayor experiencia militar,

producto de las Guerras Napoleónicas, que al

terminarse las mismas, se sintieron, tanto los

vencidos como los vencedores, extraños entre unas

sociedades en paz, que no les podrían brindar un

puesto para desarrollar lo único que sabían hacer: la

guerra. Entre ellos, se dará la circunstancia, de que

más allá de poder seguir ejerciendo su oficio,

muchos, al igual que los de la primera oleada, serán

captados por los ideales americanos.

En 1815-1816, la supremacía naval les había

dado a las fuerzas españolas movilidad y la ventaja

táctica de la sorpresa. La escuadra española

destacada en Venezuela podía atacar donde quisiese

en ese territorio para consolidar la victoria realista,

o en Nueva Granada para rematar su reconquista.

Pero al concentrarse en el Caribe, los españoles

descuidaron establecer su dominio en los mares del

Sur y, particularmente, abandonaron demasiado

tiempo la costa del Pacífico –en la que Chile

proporcionó una base para atacar a los realistas en el

Perú- y fracasaron en la ruptura de la línea de

comunicación entre Buenos Aires y Valparaíso

alrededor del Cabo de Hornos, por la que se

proveían de buques y hombres las revoluciones en

la costa occidental.

Además, al fracasar en mantener las aguas

costeras del norte bajo intenso patrullaje –lo que hay

que admitir que era una tarea difícil aún para una

gran escuadra de bloqueo- permitieron que Bolívar

saliese disimuladamente de Haití a finales de 1816,

desembarcase definitivamente en Venezuela y que,

en 1817, estableciese una base en Angostura, hoy

Ciudad Bolívar, a orillas del Orinoco. El resultado

fue que, en poco más de dos años, la cuenca baja del

Orinoco había sido despejada de realistas; Bolívar

Page 162: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

154

pudo invadir Nueva Granada por tierra, y se fundó

el Estado de la Gran Colombia. Así, a finales de

1821, Bolívar pudo emprender su famosa marcha

hacía el sur que lo llevaría a Quito y Guayaquil y,

finalmente, a tomar parte en la liberación del Perú.

Las autoridades de Madrid no comprendieron

nunca la verdad incuestionable e incontrovertible de

que unos territorios con litorales extensos y con

magníficas vías fluviales de acceso eran demasiado

vulnerables sin una Marina a la altura de las

circunstancias.

La escuadrilla de Venezuela, a partir de 1817,

estuvo siempre y notoriamente, en inferioridad de

condiciones con respecto a los corsarios al servicio

de los patriotas; a lo cual habría que añadir la

colaboración prestada por otros países a la

independencia de las colonias hispanas, en especial

Inglaterra y Estados Unidos. Esto dificultó a los

marinos españoles de Costa Firme la defensa de las

zonas costeras y la prestación del apoyo necesario e

imprescindible al Ejército en todas las facetas que le

eran específicas.

Tanto los buques patriotas como los realistas

mantuvieron una actividad constante durante el

conflicto, si bien no siempre estaban organizados en

escuadras para la ejecución de una campaña. Unas

veces las fuerzas navales bloqueaban costas y

puertos, o los defendían de los bloqueadores; otras

veces apoyaban las operaciones de las fuerzas

terrestres; en otras ocasiones transportaban a su

destino expediciones militares; otras, en fin,

cruzaban en alta mar en busca de naves de guerra

del adversario o para entorpecer su comercio

capturando a sus barcos mercantes.

Durante la Guerra de Independencia hubo

también, y en menor grado, entre los realistas,

numerosos buques republicanos, armados en guerra

para hacer el corso. Este mismo nombre recibían los

capitanes de ellos y por extensión, cualquier

miembro de sus tripulaciones; era un oficio

complementario del de las fuerzas navales y tenía

por misión perseguir, dar caza y apresar a los

buques contrarios y aquellos neutrales donde se

encontraran tropas o material de guerra con destino

al adversario; los apresamientos eran juzgados por

los tribunales competentes, los cuales hacían el

dictamen de si cabía o nó la condena, y en caso

afirmativo, declaraban «buena presa» al buque y su

cargamento; no obstante, algunos corsarios

ambiciosos y deseosos de adquirir fortuna se

aventuraban a cometer actos de piratería.

Considerando los excesos que se cometían,

Simón Bolívar, en su carácter de Jefe Supremo de

Venezuela, dictó en la venezolana Barcelona, el 4

de marzo de 1817, una resolución reglamentaria

sobre la patente de los corsarios y el 15 de mayo

siguiente, el Director Supremo de las Provincias

Unidas de Río de La Plata, Juan Martín de

Pueyrredón, dictó en Buenos Aires un Reglamento

Provisional de Corso. Con el fin de la guerra en

territorio venezolano en 1823, decreció la actividad

de los corsarios en las costas del país, pero continuó

durante algunos años contra los buques mercantes

españoles en alta mar, hasta cesar del todo hacia

1826.

Conscientes de la importancia de la formación de

oficiales navales, en la Gran Colombia, casi

finalizada la guerra, empezó a funcionar otra

Escuela Naval en Cartagena, en Junio de 1822.

Batalla que decidió

la independencia de Venezuela.

El Almirante José Prudencio Padilla,

Comandante General del Tercer Departamento de

Marina de la Gran Colombia, organizaba en

Cartagena de Indias una campaña naval contra

Maracaibo, donde se hallaba el Cuartel General del

Mariscal de Campo, el realista español Francisco

Tomás Morales.

El capitán de navío Renato Beluche, al servicio

de la República Gran Colombiana, empezó a

efectuar cruceros en la boca del Golfo de Venezuela

y privar a los realistas de recursos y auxilios,

mientras se iban concentrando allí las demás

embarcaciones que se estaban preparando en Santa

Marta y que serían conducidas junto con las de

Cartagena por el Almirante Padilla.

Page 163: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

155

Al arribar éste, asumió la dirección de las

operaciones en su carácter de Comandante General

de la Escuadra.

Después de haber recibido algunos refuerzos que

había solicitado al Intendente de Venezuela, Padilla,

previa la consulta en una Junta de Guerra, decidió

forzar la barra de Maracaibo –una serie de islotes,

que establecen una barrera natural entre el Golfo de

Venezuela y las aguas cercanas a la ciudad de

Maracaibo-, y ocupar el lago, vista la posibilidad de

aumento del poder combativo de las fuerzas navales

realistas.

Page 164: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

156

La operación se inició el 5 de mayo, cuando

todos los buques se hicieron a la vela, iniciando la

penetración en el lago, donde libraron combates

parciales contra las fuerzas navales realistas hasta

que el 24 de julio de 1823, se libró la acción

decisiva contra toda la escuadra realista mandada

por el capitán de navío Ángel Laborde. En tres

horas de combate, la victoria se decidió por las

armas de la República; el combate se concluyó al

abordaje y se luchó cuerpo a cuerpo. Cuando

Laborde vió perdida la batalla, preparó la retirada

con el fin de salvar los pocos buques y hombres

que le quedaban,La mayoría de los barcos españoles

fueron hundidos y los pocos que pudieron

mantenerse a flote quedaron totalmente desmantela-

dos, El triunfo señaló el camino de las

negociaciones que inició el Mariscal de Campo

Morales para su capitulación ante las fuerzas

republicanas, que se llevó a cabo el 3 de agosto del

mismo año. Mediante esta capitulación, Morales

hacía entrega del resto de los buques realistas, la

plaza de Maracaibo, así como todos los puntos que

ocupaban entonces sus tropas. Concluido el tratado,

los realistas abandonaron el territorio venezolano el

15 del mismo mes, siendo conducidos a Cuba por

buques de la armada republicana.

Page 165: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

157

Page 166: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

158

LOS VIRREINATOS Y EL BRASIL

Virreinato de la Plata.

a Junta de Gobierno de Buenos Aires (25 de

mayo de 1810) depuso al virrey, y al año

siguiente trató de extender su autoridad al resto del

virreinato del Río de la Plata, pero fracasó ante

Montevideo y el Paraguay, donde propició la

aparición de un movimiento revolucionario local. Se

comprendió la importancia de dominar las aguas

del Plata que estaban prácticamente bloqueados

por las fuerzas realistas españolas con base en

Montevideo. La Junta se dió a la tarea de crear

una fuerza naval.

La primera escuadrilla naval patriota

significativa se formó en Buenos Aires, siendo la

mayoría de los barcos, mercantes armados. Las

dotaciones estaban formadas por marinos mercantes

extranjeros, aventureros y algunos nativos. La

componían tres naves: dos bergantines y una

balandra.

Su primera misión, batir a la escuadra española

de dos divisiones, una fluvial, con base en la isla de

Martín García y otra que guarnecía al puerto de

Montevideo.

En el combate de San Nicolás, el 2 de marzo

de 1811, la escuadrilla argentina fue totalmente

vencida por una fuerza naval española.

Hacia fines de 1813, el panorama

revolucionario se había ensombrecido

notablemente. En Europa, España, después de una

terrible lucha, terminaba la expulsión de las

huestes napoleónicas.

En Hispanoamérica, la reacción realista

triunfaba en México, Nueva Granada y Chile. En

el Alto Perú, fuerzas patriotas habían sido

abatidas, y frente a Buenos Aires, Montevideo,

bastión inexpugnable hasta el momento, cercado

por tierra, pero abastecido por el río, era la futura

base de operaciones que aplastaría la revolución

en la capital del Plata. Buenos Aires era la única

ciudad que aún levantaba la antorcha de la

revolución y de la libertad.

Se produjo un episodio que fue la primera

victoria naval argentina. Dominado el río sin

oposición por los españoles, los criollos

realizaron algunos golpes exitosos con lo que

tuvieron en alarma al enemigo.

Así del 15 al 16 de julio de 1811, se efectuó un

ataque contra las islas de Las Ratas (hoy de La

Libertad) frente a Montevideo. La operación tuvo

un éxito completo.

Se sucedieron golpes de mano, de carácter más

o menos anfibio, realizados por tropas de tierra

conducidas en pequeñas embarcaciones y sin

mayor intervención estrictamente naval, hasta que

se produjo el combate más aguerrido e importante

desde el punto de vista militar de toda la

campaña.

En 1814, el 14 de Marzo se prepara el

desembarco en la isla de Martín García. Se toma

la isla, interviniendo por primera vez, infantes de

marina argentinos, embotellando a una escuadrilla

española en el río Uruguay.

Tomada Martín García, el marino irlandés

Brown se dirigió a Montevideo y al cabo de un

mes, tomó el puerto, después de sostener

empeñados encuentros con las fuerzas navales

españolas que defendían la ciudad, privando así a

España de su única base naval en el Atlántico Sur.

El corso de las Provincias Unidas del Río de la

Plata fue uno de los primeros en obtener grandes

éxitos entre sus similares de las colonias

insurgentes. En el Caribe actuaban los corsarios

de Nueva Granada y Venezuela; pero los

corsarios rioplatenses llegaron pronto al Pacífico,

cubrieron el Atlántico e incluso el Caribe. El

corso contra España se inició con carácter fluvial

desde 1812, y marítimo desde 1815, en que fue

innecesario el primero. Su mayor intensidad la

tuvo entre 1816 y 1819.

Los dos grandes centros de actividad corsaria

fueron Buenos Aires, y la costa oriental de

Estados Unidos, desde donde salían corsarios

norteamericanos con patente y bandera de las

Provincias Unidas. Hubo en toda la campaña unos

40 corsarios salidos de Buenos Aires y más de 30

L

Page 167: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

159

norteamericanos. Las presas fueron más de 150,

de las cuales 54 llegaron a Buenos Aires.

Fueron, junto con un número un poco mayor de

corsarios colombianos, venezolanos, uruguayos y

chilenos, duro azote de la marina mercante

española, a la cual borraron de los mares, llegando a

bloquear el puerto de Cádiz y desembarcando en la

costa cantábrica.

Chile.

Las operaciones marítimas estaban reducidas

al comercio de la colonia con España y con el

Perú, especialmente. El Perú y Chile sostenían en

aquella época un tráfico de sus productos

agrícolas de bastante importancia, con unos veinte

o más buques cargueros lentos y pesados y

tripulados en general por criollos chilenos, gran

parte de ellos chilotes. Para atender este tráfico se

había formado en el puerto de Nueva Bilbao, hoy

Constitución, un pequeño astillero, en el que se

construyeron algunos buques pequeños que

podían satisfacer estas exigencias comerciales tan

precarias. Al advenimiento de la primera Junta de

Gobierno, en Santiago, el 18 de septiembre de

1810, España se encontraba envuelta en una

guerra, su poder naval destruido y sus colonias en

plena efervescencia revolucionaria.

Aun cuando la Junta, conforme a su

proclamación, estaba dispuesta a gobernar el país

en el nombre del rey Fernando VII, su actitud fue

realmente de un gobierno nacional, evidentemente

emancipado de la colonia española. Se organizó el

ejército, se estableció una maestranza, se creó la

Escuela Militar y la milicia cívica. Eso era todo lo

que a materia militar dedicó el celo patriótico.

Para el mar, nada, sin ver lo que importaba para la

causa de la libertad una costa abierta de extrema

longitud. Sólo se adiestraron escuadrones y

elementos de defensa permanente terrestre.

Cuando Chile abrió sus puertos al comercio

extranjero, los mares del sur se vieron surcados

por naves inglesas y norteamericanas, con graves

perjuicios para el comercio de Lima.

Era de suponerse, entonces, que el virrey del

Perú, Fernando de Abascal determinara oponerse

a esta independencia y buscara el modo de coartar

aquella libertad, más, como no tenía a sus órdenes

ninguna nave de guerra, pues los últimos buques

de la Armada del Mar del Sur, una vieja fragata,

construida en Cartagena en 1756, de 34 cañones,

y una corbeta, habían sido retirados del Pacífico,

consiguió de los comerciantes afectados que

armaran en guerra algunos barcos y los enviaran

como corsarios a Chile.

Los modestos corsarios del virrey efectuaron

un efectivo bloqueo de las desamparadas costas

chilenas. La libertad absoluta para navegar de qué

gozaban sus buques mercantes, le permitió al

virrey instalar una base de operaciones en la

cercanía del teatro de guerra y efectuar sus

transportes sin impedimento alguno.

Los primeros intentos insurgentes de constituir

una marina fracasaron. En 1813 los patriotas

chilenos compraron una fragata y un bergantín,

pero los leales al rey sobornaron a la dotación de

la primera y ambos buques fueron capturados por

los españoles. La invasión ordenada por el virrey

Abascal desde Perú terminó con la derrota del

chileno O'Higgins en Rancagua (octubre de 1814) a

manos de los realistas.

Los chilenos vencidos en Rancagua fueron a

avecindarse en Buenos Aires. Todos veían con

entera claridad la necesidad de llevar la guerra a

la metrópolis colonial y de procurarlo

adueñándose del mar, como el modo práctico de

llegar a ese resultado. Dueños de la mar, podían

hostilizar el comercio español, amenazar el

prestigio de su administración y llevar por todas

partes la propaganda autonomista.

Nació entonces la idea de crear una guerra de

corso, para molestar a las naves españolas

enseñoreadas en el Pacífico.

El gobierno argentino, a quien llegaron estas

ideas, convino que los resultados de la empresa

serían ventajosos a la causa de la libertad

americana y ofreció los recursos y elementos de

que podía disponer, que tampoco eran muchos,

Page 168: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

160

para llevarla a cabo. Se confió a Guillermo Brown

la expedición.

Tuvo incuestionable eficacia, aunque no fuera

más que comprobando lo fácilmente vulnerable

del poder marítimo español en el Pacífico. Brown

zarpó de Buenos Aires y si bien es cierto que

apresó a algunos buques mercantes españoles,

fracasó en su ataque a Guayaquil en 1816,

cayendo prisionero de los españoles. Brown fue

liberado cuando su hermano amenazó con

bombardear la ciudad, regresando a Buenos Aires

debido al mal estado en que se encontraban las

embarcaciones.

Entretanto, los patriotas chilenos organizaban

una fuerza naval, compraron un bergantín,

apresaron a un mercante y recuperaron la fragata;

la nueva escuadrilla la mandaba Manuel Blanco

Encalada.

José de San Martín, gran estratega y organizador,

decidió atacar al núcleo realista peruano desde

Chile, en vez desde el Alto Perú. En 1817 realizó

una audaz campaña cruzando los Andes y

venciendo a los realistas en Chacabuco. Puso a

O'Higgins al frente de Chile, mientras él liberaba

definitivamente el resto del territorio tras su victoria

en Maipú, en 1818, ocasión que Chile celebra como

su fecha de Independencia. Después de la victoria

de Chacabuco y la toma de Santiago, el chileno

O´Higgins, hijo de irlandés, dispuso el envió de

agentes al extranjero, no solo para la compra de

buques, sino también para contratar oficiales y

tripulantes. Con la ayuda de la flota chilena y una

campaña cuidadosamente planeada, San Martín

emprendió entonces la conquista del Perú.

La Independencia del Perú.

Para lograr ésta, que era la etapa siguiente en el

plan de San Martín, el primer paso era la creación

de una marina de guerra para obtener la supremacía

naval en el Pacífico, porque el Perú debía ser

invadido desde el mar y, en 1817, la fuerza naval

del gobierno revolucionario era en su conjunto

realmente insuficiente. Pero la escuadra creció.

Se formó con marinos mercantes y corsarios

ingleses y norteamericanos, navíos de la ruta de las

Indias Orientales que se compraron en Londres, una

fragata española capturada, y otros buques de guerra

más pequeños. Empezaron a destacarse las naves

corsarias, apresando bastantes mercantes españoles,

varias de ellas comandadas por marinos extranjeros,

como Illingworth, que había servido como oficial en

la marina británica.

Lo verdaderamente más embarazoso era lo

concerniente a la tripulación y oficialidad. Los

marineros ingleses y norteamericanos de los que

era forzoso valerse como únicos conocedores de

las maniobras, engreídos con el favor de las

circunstancias, pretendían mucho y prestaban caros

sus voluntarios servicios. Ellos querían quedar a la

misma altura de las escuadras de los pueblos más

ricos y florecientes a que pertenecían y exigían,

por lo tanto, las mismas ventajas y medios que en

su país habrían disfrutado. Por otro lado, los

corsarios recurrían empeñosamente a estos

mismos hombres y normalmente los ganaban,

ofreciéndoles un mejor enganche, mayor paga o

estimulándolos con el cebo de las presas.

Empero, como estos comandantes hablaban

diferentes idiomas, cada cual establecía en su

buque la lengua de su nación y de tal manera la

maniobra se mandaba en castellano en ciertas

naves y en inglés en otras. Los marineros de habla

inglesa no se avenían fácilmente en los unos y los

chilenos no podían entender lo que mandaban en

los otros.

También por ese entonces, se produjo el primer

combate naval entre una fragata chilena contra otra

fragata española. En ese año, 1818 se formó la

primera Escuadra nacional y se creó la Escuela

Naval; la Infantería de Marina (1 batallón) y una

brigada de artilleros de mar (artillería de marina).

A la vez que para la compra de naves, se había

dado instrucciones al agente confidencial en

Londres para contratar marinos que las

manejaran.

El agente contrató a Lord Thomas Cochrane,

almirante inglés, por entonces separado del

Page 169: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

161

servicio de la Armada inglesa y éste, a su vez, a

otros marinos.

Cochrane llegó a fin de noviembre de 1818, se le

dio el grado de Vicealmirante y el cargo de

Comandante de la Escuadra, desplazando así al

Contralmirante Blanco Encalada al cargo de

segundo jefe. Este marino británico era un escocés

alto, de carácter irascible. Cochrane había sido

destituido de la marina británica como resultado del

famoso escándalo de la Bolsa en 1814, en el que se

le declaró culpable de complicidad. Su humor era

inestable, su amor por el dinero era notorio, y su

constante insubordinación era intolerable. Los

comandantes navales británicos lo miraban con

desconfianza manifiesta. Pero era un marino

magnifico.

Por mucho que las recientes glorias navales

reflejaran en la frente de todos los hombres de

mar como aureola común, no es aventurado

afirmar que se consideró defraudado al presenciar

el entusiasmo que se le tenía a Blanco Encalada, y

además que se contaba con Jorge I. Guise, cuyos

servicios acababa de contratar el gobierno de

Chile, y que estaban embarcados varios jefes

extranjeros, muchos de los cuales habían recibido

ya su bautismo de sangre a la sombra de la nueva

bandera. La modestia de Manuel Blanco

Escalada, ascendido a la alta clase de

contralmirante, se subordinó al vicealmirante

Cochrane, ofreciendo en esa conducta un ejemplo

que necesariamente contuvo a los demás.

La reputación de Cochrane creció al realizar dos

expediciones por el Pacífico en 1819 y al conquistar

la plaza fuerte realista de Valdivia en 1820. Ese

mismo año, posteriormente, realizó en El Callao su

hazaña más famosa, la captura de la fragata

española ―Esmeralda‖ bajo el fuego de los cañones

de los fuertes. El bautismo de esta presa dio pié a

nuevas disquisiciones. Se había dado su mando a

Guise, quien, como queda afirmado por Cochrane

mismo, realizó la captura. Al bautizarla con el

nombre de ―Valdivia‖, que recordaba un triunfo

de Cochrane, los oficiales de dicha fragata

reclamaron, pidiendo que se llamara Guise.

Así lo solicitaron en una carta colectiva los

oficiales de la fragata, que en respuesta fueron

notificados de arresto, ocasionando esto la

separación de Guise del mando de ese buque y

consiguiendo que éste ingresara meses después al

servicio del Perú, siendo el segundo

contralmirante de la naciente república.

Pasaron dos años antes de que todo estuviese

listo, y el peligro de una nueva expedición de

España contra Suramérica estaba siempre presente.

Un ejército se concentró en Cádiz en 1819 y su

destino, según creencia general, era Buenos Aires.

Sin embargo, el 1 de enero de 1820, el coronel

Rafael Riego alzó el estandarte de la rebelión contra

el despotismo de Fernando VII. La rebelión se

extendió rápidamente; Fernando VII se vió forzado

a ceder y a Suramérica no se enviaron tropas, sino

comisionados para negociar la paz. España se

colocó a la defensiva desde entonces.

En agosto de 1820, la expedición de liberación

del Perú estaba lista para zarpar; San Martín se

había negado a obedecer una orden de regresar a

Buenos Aires. Su ejército se componía de unos

4.500 hombres, en su mayoría chilenos, aunque

había un fuerte contingente de veteranos argentinos.

La escuadra -16 transportes y 8 buques de guerra:

un navío de 60 cañones, dos fragatas, una corbeta,

tres bergantines, una goleta, más doce lanchas

cañoneras - tenía oficiales y marineros ingleses

(éstos, más de seiscientos), irlandeses, escoceses,

norteamericanos y chilenos, y estaba bajo el mando

de Lord Cochrane.

La expedición liberadora hizo escala

primeramente en Pisco desde donde se despachó

una pequeña fuerza al interior del Perú, y luego hizo

velas hacia el norte de Lima, para bloquear a la

capital y su puerto, El Callao. Debido a la

superioridad numérica de las tropas realistas, San

Martín rehusó, con gran disgusto de Cochrane,

iniciar una acción general. Recompensado

finalmente con la evacuación pacífica de Lima,

entró en la capital el 10 de julio de 1821, proclamó

la independencia del Perú el 28, y tomó el título de

Protector el 3 de agosto.

Page 170: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

162

Guayaquil se declaró independiente, apoyado

por la cercanía de la escuadra chilena, y se estrechó

el bloqueo del Callao. San Martín empezó a crear la

escuadra del Perú mientras Cochrane navegó en

busca de dos fragatas españolas, que quedaban sin

capturar. Las dos naves, sin poder refugiarse en

algún puerto propio, entraron en Guayaquil,

rindiéndose a las autoridades patriotas ecuatorianas,

pero San Martín negoció su devolución, pues

consideró que eran presas de guerra peruanas.

Cochrane se indignó – ya había ocupado una de

ellas y arriado la bandera peruana-, devolvió la

fragata… pero a las autoridades de Guayaquil, y se

retiró a El Callao para abandonar luego dicho puerto

y llegar a Valparaíso. Como el gobierno chileno

desarmaba a la escuadra, el inglés presentó su

renuncia y en enero de 1823 se fue de Chile, para

servir como primer Almirante de la naciente

escuadra brasileña.

Nace la escuadra Peruana

En 1657 se fundó en Perú una Academia

Náutica, escuela especial para el arte de navegar y

en 1791, en noviembre, por Real Orden se creó

junto al Apostadero del Callao y como su anexo,

una Academia Náutica para matricular Primeros

Pilotos, Segundos Pilotos y Pilotines para la Marina

Mercante. El virrey Abascal ensanchó y mejoró el

local de la Escuela, pero los barcos militares, por

supuesto, eran los de la Real Armada Española.

El 10 de marzo de1822 como San Martín

ofreciera reconocer en sus grados a los oficiales

de tierra y mar de la expedición libertadora, en el

escalafón del Perú, comenzó un éxodo de

oficiales extranjeros de la escuadra chilena hacia

la peruana; los sueldos en los buques peruanos

eran más altos que en los de Chile y como la

nueva escuadra ofrecía un campo más vasto a las

aspiraciones de los marinos, los tripulantes, de las

naves chilenas se sintieron estimulados a desertar

y enrolarse bajo la bandera peruana.

Al reemplazar Riva Agüero a la Junta

gubernativa, fue una de sus providencias

reestablecer el servicio de mar. Despachado el

vicealmirante Blanco Encalada como ministro

plenipotenciario a Buenos Aires, el mando de la

escuadra.

Su organización le fue encomendado a don

Martín Jorge Guise, que había ingresado al

servicio en clase de contralmirante en septiembre

de 1822, y al hacerse cargo de la Armada en

marzo de 1823, fue elevado a la clase de

vicealmirante.

Terminada su comisión en Buenos Aires, el

gobierno de Chile reclamó a Blanco, para ejercer

las funciones de Mayor General del ejército, con

el grado de Mariscal de Campo.

El auxilio que España enviaba al virrey del

Perú por medio de dos navíos de línea, así como

la creencia de un aumento de esta flotilla, hizo

que el gobierno, con justificada alarma, dispusiera

el alistamiento y organización de los malparados

buques que representaban la fuerza naval chilena.

Con este propósito, el Director Supremo

enviaba al Senado la siguiente comunicación,

dando cuenta de la medida que pensaba tomar

respecto de la escuadra y solicitando, a la vez, la

autorización del caso para promover al Mariscal

de Campo, Manuel Blanco Encalada al grado de

Vicealmirante.

Una vez en El Callao, por disposición del

libertador Bolívar, Blanco Encalada asumió el

mando en jefe de las fuerzas combinadas que

debían mantener por mar el bloqueo de este

puerto, que permanecía en poder de los españoles,

al mando de Rodil. Ellas eran una fragata y

goleta, de Chile; una corbeta y dos bergantines,

de Colombia; una fragata y tres bergantines, del

Perú.

Blanco Encalada permaneció hasta octubre de

1823 y regresó a Chile por considerar innecesaria

su presencia en El Callao habiendo otras fuerzas

suficientes para mantener el bloqueo. Pero el Perú

no era todavía libre; San Martín había liberado la

costa, más no el interior y finalmente fue Bolívar,

no San Martín, quien concluyó la liberación del

país.

Page 171: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

163

El final para las armas realistas en América del

Sur, llegó con su derrota en la Batalla de

Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, aunque el

fin no fue percibido inmediatamente; la lucha

continuó tanto por tierra como por mar. El Callao

siguió resistiendo tenazmente y no se rindió hasta

el 22 de Enero de 1826. El almirante peruano

Martín Guise, al mando de una flota con

dotaciones inglesas en su mayoría, derrotó a la

flota realista frente a El Callao e1 18 de octubre

de 1825, en el último combate naval importante

de la independencia sudamericana.

Uruguay - Paraguay

En la Banda Oriental (Uruguay) había surgido un

movimiento de base rural que se oponía tanto al

poder virreinal de Montevideo como a las

pretensiones centralistas de los independentistas

bonaerenses. Su líder, José Artigas, venció a los

españoles en Las Piedras (18 de mayo de 1811) y

sitió Montevideo, aunque tuvo que retirarse ante el

acuerdo entre el virrey y el gobierno de Buenos

Aires.

En el Río de la Plata, Artigas logró animar un

movimiento federalista que se extendió por varias

provincias del antiguo virreinato, mientras

emprendía reformas sociales en Uruguay. El

Congreso de Tucumán proclamó la independencia

de las Provincias Unidas platenses (9 de julio de

1816), con la sonada ausencia de las provincias

federalistas.

Los manifiestos esfuerzos sobre la escuadrilla

fluvial, con el objetivo de combatir a Buenos Aires,

y la guerra de corso, para enfrentar a los

portugueses y españoles, son las medidas

específicamente navales tomadas por Artigas. Las

escuadrillas de buques menores, logran controlar el

Paraná y se imponen a las organizadas fuerzas

bonaerenses.

Por otro lado, el corso, medio legítimo de hacer

la guerra y universalmente reconocido, es utilizado

por Artigas contra las potencias europeas de España

y Portugal, como medio para llevar la lucha al mar.

Las campañas de los corsarios fueron

asombrosas. Alrededor de 50 goletas y bergantines

corsarios, apresaron más de 200 buques enemigos

frente a las costas de Brasil, África, las Antillas,

Madagascar, España y Portugal. Esto representó el

nacimiento de la Marina uruguaya y se tomó como

fecha la de la Patente de Presa más antigua, 15 de

noviembre de 1817.

Pero Artigas tuvo que hacer frente a la invasión

portuguesa desde Brasil, donde se había refugiado la

corte de Juan VI ante la invasión napoleónica.

Uruguay fue anexionado por Portugal (1820), con la

connivencia de Buenos Aires, y no recuperó la

libertad hasta 1828, independiente tanto de Brasil

como de Argentina.

En Paraguay, el contacto con las fuerzas

revolucionarias del argentino Belgrano (1811) había

animado a los criollos a realizar su propia

revolución. Tras la instauración de un triunvirato y

luego de una Junta de Gobierno, el poder se

concentró en manos del doctor Francia, quien logró

establecer una férrea dictadura hasta su muerte

(1840). Su régimen desarrolló un impulso

económico y nacionalista absolutamente original.

México.

El caso de México (virreinato de Nueva España)

fue distinto. Allí, los sacerdotes Miguel Hidalgo y

José María Morelos encabezaron un movimiento

revolucionario más social que independentista. La

rebelión comenzó tras un sermón de Hidalgo (Grito

de Dolores, 16 de septiembre de 1810), que

encendió los ánimos de los indígenas y las clases

más oprimidas de la población. Al frente de su

ejército de desarrapados, Hidalgo logró tomar la

importante ciudad de Guanajuato y vencer a los

realistas en el Monte de las Cruces. Pero los excesos

de sus seguidores habían aliado en su contra a las

clases privilegiadas criollas y la jerarquía

eclesiástica, con el poder virreinal. Hidalgo fue

vencido y fusilado.

La primera acción naval costera se llevó a

cabo cuando insurgentes marcharon sobre el

Page 172: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

164

puerto de San Blas, que les fue entregado por

capitulación, sin que para ello hubiera sido

necesario el disparar un solo tiro. San Blas

resultaba para ambos contendientes, insurgentes y

realistas, de vital importancia estratégica, puesto

que era apostadero de la marina española y por

ende, abundaba en recursos de todo género. Las

derrotas insurgentes repercutieron en San Blas,

donde se organizó una contrarrevolución,

entregando nuevamente el puerto en febrero de

1811, perdiéndose todos los elementos que

pudieron haber constituido la primera fuerza

naval.

La participación de la Armada Española figuró

en enero de 1812, al entrar en Veracruz la flota

compuesta por tres navíos de línea y cinco

fragatas, conduciendo a las primeras tropas que

procedentes de la metrópoli venían a reforzar a

los realistas en su lucha contra los que buscaban

la independencia de México.

El cura don José María Morelos se levantó en

armas y fijó como su primer objetivo, la toma del

puerto de Acapulco, que revestía especial

importancia para la lucha, puesto que por él

podían recibir refuerzos los ejércitos realistas, o

bien despachar contingentes a otros puntos de la

Nueva España. Sus primeros ataques a las fuerzas

realistas fueron triunfantes, por lo que procedió a

sitiar al puerto de Acapulco. Para impedir la

llegada de auxilios por mar a los realistas, se hizo

un ataque sorpresivo de ochenta hombres a la isla

de la Roqueta, utilizando varias canoas y

pequeñas embarcaciones. Con su toma, las

fuerzas se apoderaron de una goleta y once canoas

que los españoles usaban para proveerse de

víveres, obligando a la guarnición del castillo a

capitular el 20 de agosto, pero Morelos también

fue finalmente derrotado y muerto (1815), mientras

las fuerzas reaccionarias se dedicaban a suprimir la

revolución.

La revolución liberal en España en 1820 sirvió

de excusa a los independentistas para aliarse con las

fuerzas más reaccionarias y exigir la proclamación

de una monarquía absolutista.

El general realista Agustín de Iturbide se pasó a

su bando y apoyó la declaración de independencia.

En julio de 1821 entró al puerto de Veracruz una

flota de doce buques, entre éstos el navío ―Asia‖,

que conducía al que fue último virrey de la Nueva

España. En septiembre del mismo año, los

realistas se vieron precisados a abandonar ese

puerto, pero antes de hacerlo, el gobernador

ordenó pertrechar el castillo de San Juan de Ulúa

y que se hicieran a la vela todos los barcos surtos

en la bahía y fueran hundidas las naves que no

estaban en condiciones de navegar hasta La

Habana; al año siguiente Iturbide se proclamó

emperador independiente de México, aunque fue

derrocado dos años después y se proclamó la

república.

Frente a las costas del golfo de México y, al

norte, hacia Nueva Orleáns, los corsarios

mexicanos implicados en la insurrección de

América del Sur atacaban a los barcos españoles,

aunque con demasiada frecuencia no cuidaban de

distinguir entre buques enemigos y neutrales. Los

patriotas mexicanos, no fueron capaces de formar

una fuerza naval ó de corso, importante. Y por

tanto, no se desarrollaron acciones navales hasta

que lograron adquirir barcos en Inglaterra, en

1825.

En ese mismo año se dictaron las necesarias

disposiciones para llevar a cabo la rendición del

castillo de San Juan de Ulúa, último reducto

español en territorio mexicano. Los barcos

adquiridos en Inglaterra procedieron al bloqueo

de la fortaleza. El 5 de octubre de ese año se

presentó a la vista de ese puerto una escuadrilla

española compuesta de cuatro buques, por lo que

se destacó inmediatamente la flota con órdenes de

atacar al enemigo. Un viento del norte dispersó a

ambas armadas, impidiendo que se llevara a cabo

el combate. El 11 de octubre volvieron a

presentarse barcos españoles, las embarcaciones

mexicanas tomaron su posición de combate frente

al canal de acceso, rehusando una provocación

para que abandonaran sus posiciones, optando los

españoles por no presentar combate y volver a

Page 173: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

165

Cuba, y obligando a la guarnición de Ulúa a

rendirse. En la capitulación se estableció el

traslado de ese contingente a la Habana.

El 23 de octubre de 1825 se izó la bandera

mexicana en la fortaleza, consolidándose de esa

manera la Independencia de México. En el

Pacífico, en junio de ese mismo año, el navío

―Asia‖ y el bergantín ―Constante‖, de la flota

española, fondeaban en Acapulco, en la costa del

Pacífico, poniéndose ambos buques a disposición

del gobierno mexicano, cuya causa libertaria

habían abrazado sus tripulantes, sublevándose

contra los capitanes de los mismos. El ―Asia‖,

navío de porte de 56 cañones, cruzó el Estrecho

de Magallanes para presentarse al puerto de

Veracruz, donde quedó inactivo hasta que se

hundió.

En cuanto a Centroamérica, el capitán general de

Guatemala, había logrado evitar el éxito de los

movimientos independentistas que se sucedieron

desde 1810. Pero en 1821 estos territorios se

declararon independientes y se adhirieron a la

monarquía mexicana de Iturbide. Dos años después

se separaron de ella, constituyendo las Provincias

Unidas de Centro América.

Brasil.

Tras ser unido a la Corona de España en 1580

bajo Felipe II, Portugal comenzó a perder preciosos

dominios y siguió decayendo cuando reconquistó la

independencia con la dinastía de Braganza. El

matrimonio de Catalina de Braganza con Carlos II

de Inglaterra en 1662, significa la apertura de las

colonias portuguesas al comercio inglés. Habiendo

perdido la capacidad de oponerse a las flotas de las

demás potencias europeas en los mares del Sudeste

asiático, Portugal sólo conservaba en aquellos

lugares algunas posesiones, como Macao y Goa.

La parentela dinástica con Inglaterra tuvo

también repercusiones en el Brasil, donde reinaba el

Rey portugués, que impedía el acceso a los

mercaderes extranjeros: a partir de 1703, gracias al

Tratado de Methuen, los ingleses pudieron

comerciar con estos territorios y pronto tuvieron en

ellos la exclusiva.

Al comenzar el siglo XVIII, por la vastedad del

territorio brasileño se redujo de modo creciente el

control de los funcionarios de la Corona y aumento

la autonomía, facilitado por la fuerte

compenetración étnica entre blancos, indígenas y

esclavos africanos llevados para el trabajo en las

minas y las plantaciones.

En 1807 la familia real portuguesa escapó a la

invasión napoleónica de su nación, trasladándose

a Brasil, colonia que fue convertida en la sede

temporal del gobierno portugués, y la mayor parte

de su pequeña marina e infantería de marina

acompañó a la familia real.

Por ser Portugal antiguo aliado de Gran

Bretaña, al contrario que España, pudo mantener

una comunicación marítima con su colonia

sudamericana, en gran parte gracias al apoyo de la

marina británica.

Después de la derrota de Napoleón, la familia

real portuguesa navegó de mala gana a Europa en

abril de 1821, dejando como príncipe regente a su

hijo Dom Pedro. En septiembre de 1822, Brasil

declaró su independencia y el regente se convirtió

en el emperador Dom Pedro I. En marzo de 1823,

lord Cochrane que ya había abandonado la marina

de Chile, tomó el mando de la marina brasileña e

inmediatamente procedió al bloqueo de los

buques portugueses en Bahía.

El 2 de julio de 1823 los portugueses

evacuaron Bahía en unos sesenta transportes

escoltados por trece buques de guerra. Las dos

fragatas de Cochrane eran poca fuerza para atacar

este convoy, pero consiguieron separar algunos

transportes y obligarles a rendirse. Adivinando el

destino del convoy, Cochrane se adelantó y ocupó

Maranhao, permitiendo a su guarnición

embarcarse para Portugal y cuando llegó el

convoy no pudieron desembarcar por estar allí

Cochrane. Privados de otra opción, se dirigieron a

Portugal sometidos durante toda la travesía al

hostigamiento de Cochrane y la nueva marina

brasileña.

Page 174: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

166

Con la mediación de Inglaterra, Brasil

consiguió el reconocimiento portugués como

reino independiente en 1825. La consecución de

su independencia fue para Brasil mucho

menos traumática que para las anteriores colonias

españolas. La facilidad para conseguir la

independencia brasileña, dio a la nación una

ventaja inicial durante las futuras décadas, en las

confrontaciones con sus vecinos de habla

española, cansados de guerra.

Page 175: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

167

CONSECUENCIAS

odríamos señalar como resultados

inmediatos de las independencias: la

supresión parcial del tributo indígena, las

restricciones a la esclavitud, la derogación de las

normas de casta, las facilidades al ingreso de

inmigrantes, y la libertad de comercio.

Aparentemente la consecución de la

emancipación debiera haber sido beneficiosa para

todas las nuevas naciones, pero la realidad fue otra y

podemos destacar los siguientes efectos:

Permanecieron intactos antiguos privilegios,

asumidos ahora por la clase alta criolla, de tal modo

que los cambios no afectaron realmente a las masas

explotadas y trabajadoras.

La interrupción de las rutas habituales para el

comercio afectó negativamente a la economía de

diversas naciones.

Las largas campañas tuvieron un efecto negativo

sobre las actividades económicas que

experimentaron un notable retroceso.

La libertad de comercio y apertura de puertos

provocó la ruina de los artesanos e industriales

locales a la par que generó una insensata

dependencia económica de Europa y USA.

El protagonismo militar de los jefes

revolucionarios trasciende al período de

independencia y genera el fenómeno del

caudillismo, a la vez que innumerables rencillas

internas.

Pero con todo, la consecuencia más nefasta fue

el desmembramiento de los grandes espacios

geopolíticos en diversos estados, algunos de ellos

prácticamente inviables y con su soberanía en

manos de algún vecino poderoso. Efectivamente, la

Gran Colombia se dividió en tres Estados:

Colombia, Venezuela y Ecuador.

De Méjico se separa la Confederación

Centroamericana, posteriormente escindida en El

Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa

Rica. En el sur aparecen primero Bolivia y Paraguay

y posteriormente Uruguay, interpuesto entre

Argentina y Brasil.

Esta absurda fragmentación produce dos

consecuencias desafortunadas; en primer lugar un

período de conflictos entre Estados vecinos por

problemas fronterizos, todavía no finalizados hoy en

día, y en segundo lugar, una debilidad crónica y una

ausencia de unidad de actuación que sólo podía

beneficiar al poderoso vecino norteamericano que

incrementará su influencia en las naciones más

débiles del antiguo Imperio hispanoamericano.

Podemos considerar que el fracaso del

liberalismo y el surgimiento del caudillismo, como

un período dividido en tres etapas, en la primera se

produce la formación de las diversas

nacionalidades, la segunda es una fase en la que el

elemento predominante es el triunfo del capitalismo

y el surgimiento del imperialismo norteamericano.

Los intentos ingleses de obtener la supremacía en el

comercio con las nuevas naciones, la incomprensión

por parte española de la nueva realidad

iberoamericana y el expansionismo de los Estados

Unidos a costa de su vecino México.

En lo político, las nuevas naciones tratan de

imitar los modelos liberales de gobierno, vigentes

en las repúblicas de Francia y Estados Unidos, pero

las desigualdades de la sociedad, la influencia de las

potencias extranjeras, la inexistencia de una sólida

clase burguesa y el excesivo protagonismo militar,

acabarán abatiendo estos modelos para llegar al

modelo del "caudillismo" que trastocó las

esperanzas democratizadoras de los filósofos de la

Emancipación y produjo una sempiterna situación

de inestabilidad, derivando en algunos casos en la

tiranía. La idea de Bolívar, consistente en mantener

naciones grandes y unidas, fracasa en el Congreso

de Panamá en 1826; no sólo debido a los egoísmos

nacionalistas sino también a las injerencias sajonas;

desde meses antes y durante el siguiente medio

siglo, en consecuencia, se intensifican los conflictos

y surgen las guerras entre Argentina y Brasil, Perú y

Colombia, Bolivia y Perú contra Argentina y Chile,

Argentina contra Uruguay y, para culminar, las

secesiones de nuevas naciones, etc...

La última y tercera etapa es un período de crisis

que fue precipitando a la otrora boyante

P

CAPÍTULO III (Iberoamérica independiente)

Page 176: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

168

Hispanoamérica al círculo de naciones del tercer

mundo, con excepciones que no hacen más que

reafirmar la caída del resto.

Las Armadas.

Durante todo el período de sus Guerras de

Independencia, como ya comentamos, y en los años

siguientes, hasta el inicio del siglo XX, las Marinas

Latinoamericanas, ante la escasez de oficialidad

nativa, debieron recurrir a la contratación de

Oficiales Navales extranjeros. La mayor parte de

ellos cumplieron satisfactoriamente.

Conseguidas las independencias, las fuerzas

navales, temerosas de los intentos españoles de

recuperación; partícipes principales de los litigios

fronterizos entre sus países, debiendo velar ante las

actividades navales de las potencias mundiales y, las

más débiles, afrontando el peligro de incursiones

filibusteras extranjeras, se dedicaron a potenciarse,

incorporándose a la era del vapor, el blindaje y la

potencia de fuego, teniendo que seguir usando

oficialidad extranjera para las ramas técnicas. Las

nacientes naciones se dotaron con armamentos y

unidades muy costosas que sobrepasaron sus

disponibilidades financieras.

En el aspecto operativo, la concepción táctica y

logística era adecuada, acorde con los tiempos,

como se demostró en los encuentros navales, en el

mar y en los ríos, durante los conflictos fronterizos.

Asimismo, desde los albores de la independencia, se

reconoció el valor de poder proyectar al Poder

Naval sobre tierra, a través de la potencialidad de

una fuerza anfibia. Infantes de Marina formaron

parte de la guarnición de los buques, cumplieron

funciones de defensa de costas y efectuaron

desembarcos, para los cuales se usaron también

columnas de marinería.

La Infantería de Marina gozaba de una larga

tradición, y aún cuando en algunos países fue

disuelta y, nuevamente constituida en diferentes

épocas, -de ahí la gran diferencia entre fechas que

algunos autores atribuyen al nacimiento de estas

fuerzas en los diferentes países latinoamericanos –

su origen proviene, en todos ellos, de los cuerpos

creados en España y Portugal. Por ejemplo, en el

caso de Colombia (1937) y Venezuela (1943), tales

fechas corresponden a la puesta en funcionamiento

en su última etapa, ya que formando parte estos

países de la Gran Colombia, se creó el 22 de julio de

1822 un Batallón de Infantería de Marina, aún

cuando en Venezuela, antes de la citada unión,

Simón Bolívar en 1817 ordenó al Almirante Luís

Brión organizar el Almirantazgo y el ―Cuerpo de

Marina‖; registra la Historia que Luís Brión, en

julio de 1819, usó Infantes de Marina para la toma

del fortín ―El Morro‖ de Barcelona, en el Oriente

venezolano. Ya en 1814, los argentinos usaron

Infantes de Marina para arrebatar a los españoles la

isla de Martín García, y los chilenos, desde 1818 los

emplearon con efectividad.

Si consideramos el nacimiento del Cuerpo desde

que los países latinoamericanos iniciaron su camino

para convertirse en naciones soberanas, podríamos

afirmar como el de más antigüedad al de Argentina

(1814) y posteriormente, Venezuela (1817), Chile

(1818), Brasil (1822) y Colombia – Ecuador (1822).

Si lo hiciéramos manteniendo los lazos que nos

atan a la secuencia de la Historia, habría que

remontar su génesis a 1566, cuando Felipe II de

España crea Tercios –nombre dado a una unidad

autónoma, equivalente a la media Brigada actual–

específicamente asignados para servir en las naves

de las Escuadras del Océano Atlántico, y a uno de

ellos –el Tercio de la Armada del Mar Océano- lo

mantiene en pie de fuerza independiente, para ser

embarcado al completo para su traslado y

desembarco en cabeza de playa enemiga.

En Portugal, sujeto el país bajo la Corona de

Felipe II de España, se crea en 1618 el Tercio de la

Armada Real de la Corona de Portugal. En 1797

pasará a llamarse Brigada Real de Marina, que

acompañará a Brasil a la Familia Real Portuguesa

en 1808, para quedarse en el país, cuando Brasil se

independizo. En España, los Tercios tomaron el

nombre de Cuerpo de Batallones de Marina en

1717, y tropas de estos batallones intervinieron en la

reconquista de Buenos Aires a los ingleses, en 1806.

Page 177: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

169

LUCHAS FRATRICIDAS

Argentina vs. Brasil.

nos pocos políticos de la América del Sur

española abrigaban el sueño de una gran

nación limitada solo por el istmo de Panamá, Brasil

y los océanos, pero su imposibilidad se hizo

manifiesta durante las guerras de independencia, en

que estallaron frecuentes pendencias entre los

dirigentes revolucionarios aliados. Tampoco los

acontecimientos de la post-guerra reavivaron el

sueño. En el período inmediato posterior a la lucha

por la independencia, Argentina y Brasil

combatieron para definir sus posiciones respectivas.

Con demasiada frecuencia el control del Uruguay

fue el catalizador de los conflictos, puesto que

durante la época colonial fue motivo de varias

campañas entre España y Portugal por la posesión

de este territorio. Al igual que en la mayoría de las

naciones iberoamericanas, había en Uruguay

numerosas facciones políticas que, polarizadas en

dos bandos, lucharon entre sí y una u otra buscaban

el apoyo de Argentina o Brasil.

El origen se remonta a la rivalidad entre los

gobiernos de ambos Estados por la posesión de la

banda de territorio existente entre el río Uruguay y

el océano Atlántico (banda oriental del Uruguay)

que la Argentina siempre había considerado como

herencia del virreinato español del Río de la Plata.

Montevideo había sido ocupado por los portugueses

a fines de 1816 (siempre había habido problemas

entre España y Portugal por la llamada Colonia de

Sacramento). En 1825 estalló la insurrección de los

uruguayos contra las emancipadas tropas de

guarnición brasileñas, que por supuesto, los

argentinos apoyaron, mientras los uruguayos

lucharon junto a los argentinos, sin aceptarlos en el

fondo.

El 10 de diciembre de 1825, Brasil declaró la

guerra a la Argentina, que virtualmente carecía de

Marina de guerra. La Armada brasileña bloqueó

Buenos Aires impunemente y venció en 1826

durante una serie de pequeños encuentros, aunque

ninguno decisivo. Los intentos de Argentina por

aumentar su modesta flota se frustraron

inicialmente.

Al romperse las hostilidades, si en cuanto a

poderío económico y militar terrestre, Brasil era

muy superior por ser un país consolidado y en

marcha, heredero de la corona portuguesa; en

cuanto a organización y medios de las marinas

militares, esa situación era desesperadamente

desproporcionada. En efecto, frente a una poderosa

flota regular de cerca de 80 unidades desde las de

más alto bordo a las de tipo menor, la República

Argentina sólo podía oponer dos bergantines, y

varias cañoneras. Argentina envió también

delegados a Colombia en un intento de formar una

alianza naval, más la delegación argentina no

consiguió los servicios de la Marina colombiana.

Al declararse la guerra entre Brasil y Argentina,

el gobierno le confió a Brown el Mando Supremo

de la Escuadra, con la que volvió a realizar hechos

brillantes. Venció a la escuadra brasileña en Buenos

Aires, con sólo cuatro buques de alto bordo y seis

cañoneros, contra 31 barcos. El 8 de febrero de

1827 junto a la isla de Martín García alcanzó contra

la armada contraria el señalado triunfo conocido

como ―Victoria del Juncal‖. En 1827 se crea un

Batallón de Infantes y una Compañía de Artilleros

de Mar, luego brigada…

La acción corsaria en la guerra contra el Imperio

brasileño, como en la de la Independencia, fue de

una gran magnitud y de una importancia

fundamental. También entre las presas se

encontraban buques de guerra, pues los corsarios, en

su audacia y valor, se atrevieron incluso a atacar a

buques de la marina imperial, de superior porte, y a

mercantes armados para su propia defensa. No

obstante su superioridad, que era tremenda, los

brasileños nunca pudieron dominar el Río de la

Plata; su bloqueo fue violado reiteradamente.

Los corsarios, mientras estaba bloqueado el

puerto de Buenos Aires, solían burlarlo entrando

con mal tiempo, o recostados sobre los bancos y en

varias ocasiones combatieron con las divisiones

bloqueadoras y sufrieron pérdidas; pero también las

U

Page 178: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

170

causaron y tremendas, al comercio y la economía

del Brasil, y fueron una de las armas más eficaces

de la República con las que se compensó, en parte,

la superioridad naval del adversario. No obstante, la

escuadrilla brasileña mantuvo tenazmente el

bloqueo de Buenos Aires.

Es digno de notar que brasileños y argentinos

combatieron con caballerosidad. Entre sus Jefes

hubo respeto y consideraciones mutuas y los

oficiales se canjearon cuando se pudo.

En septiembre de 1827 los brasileños habían

apresado diez mercantes británicos y uno a cada

marina mercante de Alemania, Holanda y Estados

Unidos, lo que motivó que Gran Bretaña hiciera

presión para que se aceptara una paz arbitrada,

llegándose a un acuerdo en un Tratado cuyo

resultado fue el reconocimiento de Uruguay, como

nación independiente. Comenzaron las tratativas de

la Paz, que se firmó solemnemente el 4 de octubre

de 1828.

Perú vs. Colombia.

La actividad de la escuadra peruana reaparece

cuando se acentúa el conflicto entre los intereses

nacionales del Perú y los de Colombia; los malos

entendidos hicieron explosión, a la vez que en

Bolivia despiden a Sucre y en Guayaquil (Ecuador)

se proclama otra vez la autonomía.

Entre 1827 y 1829 Perú invadió Bolivia y

después a Ecuador, parte todavía de la Gran

Colombia. En este país, el puerto de Guayaquil, se

convertiría en cuna y casa de la Marina de Guerra y

sus astilleros tuvieron gran importancia durante el

período colonial.

Sin embargo, el inicio de la construcción de la

primera embarcación en 1557, se hizo en la isla de

Puna, Perú y fue una galera de 24 bancos. Pero ya

en 1577 se seguiría tal actividad en el mismo

Guayaquil con dos galeras. Ya para 1583 se

empezaron a construir galeones. El astillero pasó a

ser el más importante del Virreinato del Perú. En

octubre de 1822 Bolívar fundó en ese puerto una

Escuela Naval Militar.

En agosto de 1828, se presentó en el Golfo de

Guayaquil una corbeta peruana y estableció un

mal disimulado bloqueo. Illingworth, al mando de

la escuadra Gran Colombiana formó un plan de

campaña; mandó dos corbetas y el 31 de agosto

de 1828 se produjo un combate naval con victoria

colombiana. Una escuadrilla naval peruana tomó

Guayaquil en enero de 1829 pero el almirante

Martín Guise, que luchó antes por la independencia

de Perú, perdió su vida en el ataque.

En mayo de 1829 se produjo incendio a bordo de

una fragata peruana hallándose al ancla en el río

Guayas, delante de Guayaquil. Desaparecido el

único buque de guerra de alguna significación y

sabedor el gobierno peruano de que el de Colombia

había ordenado la venida al Pacífico de una fragata

de guerra desde el Caribe venezolano, al mando del

capitán de navío Renato Beluche, y que estaba ya en

viaje, solicitó y obtuvo del gobierno de Chile la

venta de una corbeta que no tuvo ocasión de prestar

servicios importantes.

En un esfuerzo combinado, Bolivia y Ecuador

derrotaron en tierra a los peruanos en la batalla de

Tarqui el 27 de febrero. Guayaquil fue retomado, y

el 24 de noviembre una improvisada flota

ecuatoriana de doce cañoneras obligó a los peruanos

a levantar el bloqueo del puerto, restableciéndose el

―status quo‖ del momento de la independencia. Con

el tratado del 22 de septiembre de 1829, firmado

en Guayaquil, se puso término a esta guerra.

Iniciándose el año de 1831 y muerto ya Bolívar,

cuyo deseo era de que llegara la hora de lanzarse al

mar, se había ido cumpliendo, y el eco de sus

palabras parecía expandirse, cabalgando sobre las

olas. Más.... ¿que pasó, casi de inmediato, con la

Marina venezolana?. Prácticamente, desapareció.

Para el 1837, con el litoral a merced del comercio

ilícito y los traficantes clandestinos, la Marina

venezolana contaba con dos goletas y una balandra.

En 1842, cuando se repatriaron desde Sta. Marta,

en la Nueva Granada, los restos del Libertador, se

comisionó para tan importante misión a la única

nave de guerra, una goleta, y se usó un barco

mercante para trasladar al piquete de cadetes del

Page 179: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

171

ejército que rendirían honores. En la Nueva Granada

y Ecuador las circunstancias eran muy parecidas.

¿Que había ocurrido?.... Pues que los países le

habían dado la espalda al mar, considerando, por lo

visto, que no oteándose amenazas provenientes

desde sus aguas, no era necesario mantener una

Fuerza Naval que representaba un costo mayor en

relación a la Fuerza Terrestre.

Bolivia/ Perú vs. Argentina/Chile.

En 1835 se unieron Bolivia y Perú. Chile pidió

sin resultado que se disolviera tal unión, y

Argentina secundó tal petición; el 11 de octubre se

declaró la guerra y lo que siguió fue el conflicto

conocido en la historia como la Guerra contra la

Confederación peruano-boliviana o la Guerra

Andina. Habiendo bloqueado la costa peruana sin

los efectos deseados, Chile envió en octubre de

1837 una expedición por mar de tres mil hombres a

Chilca, Perú. La fuerza fue rodeada y el almirante

Blanco Encalada, comandante de la expedición,

negoció una tregua, el Tratado de Paucarpata, antes

de regresar a Chile con todos sus hombres y

armamento.

Chile denunció la tregua y en julio de 1838 envió

una segunda expedición mayor de tropas,

embarcados en veintisiete transportes, escoltados

por ocho buques de guerra. La fuerza desembarcó

en Ancón, Perú y tomó Lima el 21 de agosto

después de derrotar al ejército peruano. Luego sitió

a El Callao y tomó el puerto.

Andrés Santa Cruz, presidente de la

Confederación peruano-boliviana, reconquistó Lima

el 9 de noviembre pero, no obstante, el ejército

chileno derrotó decisivamente a la Confederación en

la batalla de Yungay el 20 de enero de 1839.

Mientras tenían lugar estas operaciones en tierra, la

flota chilena bloqueaba los puertos peruanos

impidiendo que salieran a la mar algunos corsarios.

El 12 de enero de 1839 una flota peruana atacó a los

buques de guerra chilenos en Casma. Esta acción,

indecisa, fue el último intento peruano de desafiar a

Chile en el conflicto.

Sin embargo fue de otro lado por donde tuvo

problemas Chile. Un almirante británico «arrestó» a

los buques de guerra chilenos estacionados frente a

la costa peruana, a causa de un supuesto ataque de

un soldado chileno a un súbdito inglés. Después de

intervenir el cónsul británico en Lima, soltaron a los

buques chilenos. La Confederación peruano-

boliviana se deshizo y dos años después Perú

invadió Bolivia, en un intento de anexionarse el

territorio en litigio. El 20 de noviembre de 1841 los

peruanos fueron derrotados en la batalla de Ingavi,

terminando una guerra en la que el poder naval no

tuvo intervención.

Uruguay vs. Argentina.

La llamada Guerra Grande, no sólo comprometió

a las Flotas del Plata sino también a potencias

europeas, convirtiéndose en un conflicto de índole

internacional.

Las prolongadas guerras civiles que azotaban el

Río de la Plata y el litoral, algunos excesos

cometidos que hacían peligroso el comercio y el

deseo de imponer sus productos y dominar en la

zona, hicieron intervenir a las dos potencias

mayores del momento, Inglaterra y Francia. El

presidente Rosas les dio el pretexto, al aplicar la ley

de servicio militar a los extranjeros con dos años de

residencia en el país. Se producen así dos largos

períodos en que Buenos Aires es cerrada al

comercio. El primer bloqueo dura desde 1838 a

1840 y comprende Buenos Aires y el litoral.

El bloqueo se renueva en septiembre de 1845 por

parte de Francia y Gran Bretaña unidas, que quieren

abrir, si es necesario por la fuerza, los grandes ríos

para realizar su comercio. Hasta agosto de 1847,

Gran Bretaña coopera, luego queda Francia sola

hasta fines de 1848. Los bloqueos duran en total dos

mil días, cerrada Buenos Aires para el comercio

durante todo ese tiempo.

Por razones varias pero no muy sustentables, se

desarrolló un conflicto entre Argentina y Uruguay.

Tanto el Gobierno uruguayo como el de Buenos

Aires, tenían claro, aunque desde puntos de vista

Page 180: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

172

diferentes, la importancia que adquiriría la guerra en

el mar. Las autoridades bonaerenses comprendieron

fácilmente que sólo someterían a Montevideo si

lograban dominar sus aguas, mientras que el

Gobierno Oriental apreció claramente que para

defenderlo y mantenerlo libre era necesario negar el

mar al enemigo y controlarlo con sus propio buques.

El año de 1841 es conocido como el de las

Campañas del Plata. La Flota Oriental, con una

corbeta, como su nave de guerra más importante, se

enfrenta a la Escuadra argentina en tres encuentros,

demostrándose una vez más la importancia

estratégica del dominio de las vías fluviales y el

mantener libre el puerto de Montevideo, clave en la

difícil instancia. La paz de octubre de 1851 llevaba

el propósito del olvido de las diferencias y el de

hermanar a los oponentes.

Guerra de la Triple Alianza.

Durante las décadas siguientes a su

independencia, Paraguay permaneció apartada de

las guerras regionales, pero esta nación, dependiente

del río, fue arrastrada a confrontaciones con sus

vecinos y potencias navales extranjeras. El 1 de

febrero de 1855, el fuerte paraguayo de Itapiru, hizo

fuego contra un barco norteamericano que había

varado cuando realizaba una expedición de

reconocimiento geográfico.

Cuatro años más tarde los Estados Unidos

enviaron una escuadrilla al Río de la Plata exigiendo

una indemnización.

A principios de 1855, Brasil envió una flota de

veinte buques de guerra, río Paraguay arriba, para

intimidar a los paraguayos. La expedición fue

motivada por la intromisión paraguaya hacia la

navegación brasileña por el río, así como por su

ataque al puerto fronterizo brasileño de Salinas. La

flota se detuvo en el río. El almirante brasileño

siguió hasta Asunción a bordo de una cañonera,

donde negoció y firmó un tratado el 4 de abril de

1855 que ayudó a resolver algunos de los litigios

entre las dos naciones..

La guerra de la Triple Alianza, enfrentó a

Paraguay contra Argentina, Brasil y Uruguay.

Aunque toda la lucha tuvo lugar en el interior del

continente, las marinas jugaron un papel importante,

ya que en la mayoría de los territorios, los ríos

constituían las únicas vías de acceso.

Uruguay, ante las presiones de Argentina y

Brasil, que pretendían porciones de su territorio,

solicitó ayuda al presidente del Paraguay, Francisco

Solano López. Este, demasiado audaz, advirtió

entonces a Río de Janeiro que no toleraría

ocupación de territorio uruguayo, que significaría

romper el equilibrio entre los países ribereños del

Río de la Plata.

El almirante brasileño Joaquín Márques Lisboa,

el 10 de abril de 1865 inició las operaciones contra

el Paraguay con una escuadra de diecisiete buques y

dos transportes; entre las diversas operaciones cabe

destacar la marcha por el Río Paraná, cuyo

desenlace fue definitivo para el resultado de la

guerra.

Page 181: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

173

La guerra terminó con la muerte en combate del

Presidente paraguayo Francisco Solano López, el 1

de marzo de 1869. La guerra costó a Paraguay las

cuatro quintas partes de su población masculina. Su

marina había luchado tenazmente contra fuerzas

cada vez mayores y sin mucha esperanza de

aumentar las suyas. Entre sus éxitos figura el

hundimiento del nuevo acorazado brasileño ―Río de

Janeiro‖, con una mina lanzada a la deriva desde la

orilla de un río.

Vuelve la Armada Española

al Pacífico americano.

España no había reconocido la independencia ni

de Argentina ni del Perú, mientras que lo había

hecho con Chile. La causa del retardo fué, en los

primeros años, la terquedad de Fernando VII y más

tarde, la despreocupación del propio Perú.

Durante los primeros años de la década de 1860,

se deterioraron las relaciones entre Perú y España

hasta la ruptura, y los motivos fueron deudas que

quedaban desde el período colonial y una

confrontación entre vascos y peruanos en el sur de

Perú, en la que murió en una pelea un miembro de

cada grupo. España envió una escuadrilla naval a la

costa occidental de América del Sur,

ostensiblemente para misiones científicas y de

exploración, que llegó a Perú en 1863. Cuando

fracasó la diplomacia, la escuadrilla española tomó

en abril de 1864 las islas Chincha, ricas en guano, a

unos 20 kilómetros de la costa peruana.

Poco después de la ocupación de las islas,

España notificó a Perú que sus representantes se

habían excedido en sus atribuciones. El Almirante

de la escuadrilla fue relevado. Los diplomáticos

acordaron los términos de un Tratado, que no fue

bien recibido en Lima y el gobierno peruano

protestó. Entre tanto, el nuevo Almirante español,

Pareja, había pedido que Chile se disculpase por sus

acciones en apoyo de Perú, disculpas que no fueron

dadas. Decidió bloquear los puertos chilenos, a lo

que el gobierno de Chile respondió declarando la

guerra el 25 de septiembre de 1865.

Con anterioridad enviaron a sus únicos barcos de

guerra, el ―Esmeralda‖ y el ―Maipú‖ a Chiloé, a

esperar el resultado de las negociaciones. A

principios de enero, el ―Esmeralda‖ capturó al

cañonero español ―Covadonga‖, privando así a los

españoles de su único barco de aviso y

proporcionando a los chilenos el código de señales

español. Este desastre, junto con otros fracasos,

afectó tanto al almirante español que se suicidó.

Hasta el 14 de enero de 1866, Perú no declaró la

guerra a España. Esperó hasta asegurarse de que

saliesen antes de Inglaterra el recién construido

monitor ―Huáscar‖ y el buque acorazado

―Independencia‖. Estos buques y las corbetas

―Unión‖ y ―América‖ compradas también por Perú

le proporcionarían una importante escuadra cuando

se unieran a la flota ya existente.

Mientras se desarrollaba el viaje de los buques

peruanos a Chiloé, en Lima se gestionaba la alianza

chileno-peruana y la declaración de guerra a

España. El 5 de diciembre de 1865 firmaron los

respectivos gobiernos un tratado de cinco artículos,

en uno de los cuales se establecía que la Escuadra

unida sería mandado por el jefe más antiguo en

cuyo país estuviese operando. Este pacto fue

ratificado por ambos gobiernos y acto seguido el

Perú le declaró la guerra a España.

Las naciones de la costa occidental se unieron.

Un mes después, Ecuador declaró la guerra a

España, y Bolivia en dos meses más, aunque su

participación fuera más bien simbólica. Cuando se

emprendieron acciones conjuntas por las naciones,

no hubo un espíritu de gran cooperación. Después

de que la Marina peruana se uniera a los barcos de

guerra chilenos en Chiloé, hubo diversidad de

opiniones entre las dos flotas.

La Escuadra española bloqueó Valparaíso

inflingiendo considerables daños al comercio al

capturar a más de treinta mercantes, pero no tenía

bastantes barcos de guerra para extender el bloqueo

fuera de este puerto.

El 6 de febrero de 1866 la Escuadra española,

mandada entonces por el capitán de navío Méndez

Núñez, atacó a los buques chilenos y peruanos

Page 182: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

174

frente a Abtao, Chiloé, en un combate que duró dos

horas y que resultó indeciso.

El resultado de esta acción, si no tuvo una

decisión fue principalmente porque las granadas de

los cañones de la "Unión" y la "América", que

tenían buen alcance y habrían podido producir

averías de consideración al enemigo, explotaban

casi todas a muy corta distancia de la boca de las

piezas, a pocos metros de los costados y

especialmente, porque los españoles no se

comprometieron más a fondo, por la opinión errada

de que las riberas costeras estaban llenas de bajos y

rocas. Sin embargo, aun cuando esta acción no fue

más que un cañoneo sin trascendencia, fue un

triunfo moral de la escuadra aliada, porque aumentó

el respeto de los españoles hacia sus adversarios.

La escuadra española se concentró en

Valparaíso, donde Méndez Núñez presentó a las

autoridades chilenas un ultimátum, en el que

comunicaba que en cuatro días bombardearía la

ciudad si no recibía satisfacciones por los agravios

sufridos o no se firmaba un acuerdo de paz. No

prestó atención a la amenaza de unidades

extranjeras -norteamericanas e inglesas- presentes

en la zona, que a la vista de la resolución y

capacidad de las fuerzas españolas prefirieron

mantener su neutralidad. Cuatro buques de guerra

españoles bombardearon Valparaíso durante tres

horas, siendo sus principales objetivos los

almacenes de aduanas llenos de mercancías,

produciendo considerables daños.

En un intento de romper el bloqueo español de

Valparaíso, el presidente chileno aprobó la

construcción y utilización de un submarino que un

ex-marino alemán, empleado en los astilleros de

Valparaíso, diseñó y construyó, para intentar romper

el bloqueo. El barco, botado en Valparaíso en 1866,

no tenía más que trece metros de eslora, forma de

huso, tripulado por un máximo de seis personas que

ejercían la propulsión. Tenía instalado un cañón

para disparar sobre y bajo el agua. El presidente

observó la botadura de la embarcación que se

sumergió con el inventor y cuatro amigos, y no se

les volvió a ver.

Méndez Núñez dirigió un comunicado a las

autoridades peruanas diciéndoles que iba a

bombardear El Callao, si antes no se llegaba a un

acuerdo satisfactorio. La flota española se presentó

ante el puerto peruano, los barcos de guerra

españoles entraron en combate con las fuertes

baterías de costa y algunas unidades navales. La

escuadra española, estaba compuesta por la fragata

blindada ―Numancia‖, su buque insignia. Esta

unidad acorazada, de casco de hierro, construida en

1863, fue la segunda unidad del ambicioso

programa de construcción español, a principios de la

década de 1860, que proporcionó a España siete

poderosas unidades acorazadas, situándola de nuevo

entre las potencias navales. Desplazaba 7.189

toneladas y portaba un armamento de 40 cañones de

68 libras, y estaba acompañada, además, por cinco

fragatas y una goleta de hélice y casco de madera.

El combate dio comienzo al mediodía con

disparos de la fragata blindada, y se dio por

finalizado a la caída de la tarde, cuando el

comandante de la escuadra ordenó el alto el fuego al

considerar que había alcanzado sus objetivos. En

aquel momento solo tres bocas de fuego seguían

disparando desde tierra, y empezaba a caer la niebla.

Los barcos españoles habían agotado las granadas y

no les quedaban más que balas sólidas, debido al

gasto de munición producida, no solo durante el

bombardeo, sino también en las operaciones

anteriores de Abtao y Valparaíso. Las bajas fueron

altas en ambos bandos; todos los barcos tuvieron

importantes averías. El 9 de mayo de 1866 España

cesó las hostilidades.

En 1867 prácticamente terminó la guerra, pero

ésta duró técnicamente hasta el 11 de abril de 1871,

en que por iniciativa de los Estados Unidos, se

celebró un armisticio.

Después de este paso, continuaron sin

dificultades las negociaciones hasta llegar a la firma

del Tratado de paz y amistad, que se celebró en

Lima el 12 de junio de 1883.

Los blindados peruanos ―Huáscar‖ e

―Independencia‖ no llegaron a El Callao hasta

varios meses después del término del conflicto.

Page 183: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

175

Mal planteamiento.

Las operaciones navales de los españoles

carecieron de un plan definido, pues estimaron que

con su sola presencia intimidarían a Chile y Perú.

Basaron sus operaciones en el bloqueo, que ante tan

dilatada costa y sin una base de operaciones o de

aprovisionamiento, era imposible de mantener por

un período prolongado.

La escuadra española necesitaba, para hacer este

bloqueo efectivo, 2.400 toneladas de carbón

mensualmente y no tenía un solo puerto en una

extensión de 3.000 a 4.000 millas geográficas donde

abastecerse del más mínimo elemento de

subsistencia.

No tenía dónde reparar sus buques ni tenía cómo

reemplazar sus dotaciones, ni darle a estas el

esparcimiento y solaz que requiere una larga

permanencia en el mar. Todo se le hizo difícil,

precario, dispendioso o imposible.

Ni el tesoro de España, ni sus medios marítimos

podían sostener por un tiempo largo semejante

guerra, sin tener su escuadra una base en tierra

desde donde operar.

… Y el Caribe?

Durante todo el siglo XIX, la isla la Española

permaneció en constante desorden. Haití,

independiente desde 1804, consiguió el control de

toda la isla ocupando la parte francesa y la española.

En 1844 los dos tercios orientales de la isla -la

República Dominicana ó como era llamada

frecuentemente en ese tiempo, Santo Domingo,

habitada principalmente por descendientes de

españoles- declararon su independencia de Haití.

Siguieron décadas de lucha entre las dos naciones,

sólo interrumpidas por breves períodos de

agotamiento. A su alrededor, el Caribe estaba

plagado de filibusteros. Entre éstos, en su mayor

parte norteamericanos, los autoproclamados

revolucionarios que invadieron México, América

Central y otros territorios caribeños, provocando el

caos entre sus gobiernos.

La Guerra del Pacífico

Fue una contienda por el control del desierto de

Atacama, productor de guano y nitrato. La zona y el

control de sus recursos habían sido disputados desde

mucho tiempo atrás entre Chile y Bolivia, ésta

apoyada por Perú. Bolivia administraba gran parte

del territorio en cuestión, mientras que Chile tenía

ciertos derechos de tipo comercial garantizados por

un tratado. Tuvieron lugar numerosas

confrontaciones y las relaciones se hicieron muy

tirantes. Las cosas llegaron al límite cuando Bolivia

en contra de un acuerdo con Chile, aumentó los

impuestos sobre las exportaciones de nitrato.

La Marina chilena bloqueó el puerto y ciudad de

Iquique, principal puerto del Sur del Perú,

utilizando sus fondeaderos como base de

operaciones y después de realizar incursiones contra

otros puertos peruanos, buscó un encuentro decisivo

contra la Armada peruana. La Escuadra chilena se

hizo a la mar con los acorazados ―Blanco Encalada

y O´Higgins‖, dejando que las corbetas de madera

―Esmeralda‖ y ―Covadonga‖ mantuvieran el

bloqueo. Para ese momento, el capitán chileno Prat,

estaba al mando de la ―Esmeralda y a la vez,

comandaba el bloqueo. Le prometió a su almirante

que ―si el Huáscar me ataca, lo abordo‖.

Este pequeño monitor acorazado de 2.030

toneladas se iba a convertir en la principal fuerza de

ataque de la Marina peruana. Asumiría esta función

después de que se perdiera el acorazado

―Independencia‖. Con 58 metros de eslora, a hélice

y 4 calderas, llevaba 2 cañones de 254 mm., 2 de

40 libras y 1 de 20 libras y desarrollaba una

velocidad de 12 nudos, necesitando una dotación de

170 hombres, estando protegido por un buen

blindaje que llegaba en la torreta a 203 mm.

El Capitán de Navío peruano, Miguel Grau, salía

hacia el sur, al mando del ―Huáscar‖ y el acorazado

―Independencia‖, escoltando a tres transportes, con

tropas, hasta Tacna. Desembarcadas las tropas,

Grau, enterado de la partida de los acorazados

chilenos, decidió atacar a la debilitada fuerza de

bloqueo de Iquique.

Page 184: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

176

El 21 de mayo de 1879, los buques peruanos se

presentaron y Prat ordenó al capitán Condell,

Comandante de la ―Covadonga‖ que se interpusiera

entre la población y el enemigo y luego se dirigiera

al sur. La ―Covadonga‖ fue perseguida por el

―Independencia‖ y la nave chilena atrajo a la

peruana hasta unas rocas, donde quedó encallada.

Después de la orden a Condell, Prat estaba en

camino de cumplir con lo que prometió a su

Almirante. A pesar de que sólo podía navegar a 4

nudos, debido al mal estado de sus calderas, se

dirigió hacia el ―Huáscar‖.

El buque peruano rompe el fuego contra la

―Esmeralda‖, dejándola inmóvil. Grau invita a Prat

a la rendición, no siendo aceptada, por lo que enfila

al ―Huáscar‖ contra la nave chilena, embistiéndola

violentamente por el costado de babor, con su

espolón, y disparando a toca penoles. Prat

desenvaina su sable y ordena el abordaje, saltando

el primero al buque enemigo, muriendo acribillado,

cerca de la torre de combate del monitor peruano. El

―Huáscar‖ embiste por segunda vez y nuevamente

se lanzan al abordaje otro oficial chileno y unos

doce hombres más. Algunos escaparon por la borda,

pero la mayoría murieron ó fueron hechos

prisioneros.

Después de 4 horas de combate y una tercera

embestida, la ―Esmeralda‖ se hundió, partida en

dos, mientras en la cubierta del monitor peruano

quedaba tendido el cuerpo del Comandante chileno,

Arturo Pratt, compañero de Grau en el combate de

Abtao contra los españoles.

Grau ordenó que se tuviera cuidado con su

cadaver, recogió sus prendas personales y las envió,

con emotiva carta de pésame, a su viuda.

Posteriormente, burlando la persecución de las

naves de guerra enemigas, hizo gala de gran

movilidad y astucia, atacando el tráfico marítimo

chileno, apresando varios barcos y presentándose en

lugares costeros, donde nunca era esperado,

logrando llegar, finalmente, a El Callao, para hacer

reparaciones a su nave. En julio hizo una segunda

incursión, con las mismas características; se batió

contra tres navíos chilenos y escapó. Su última

captura, un vapor, con víveres, carbón, armas y

tropas, fue el detonante que hizo caer al Gabinete

chileno y que fuera reemplazado el Comandante de

su Escuadra.

En agosto, reinició sus incursiones y nuevamente

se batió contra naves y fortines costeros, huyendo

con habilidad de fuerzas superiores. El 1ro. de

octubre, ascendido a Contralmirante, se le ordenó

Page 185: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

177

levar anclas, desatendida su solicitud de meter al

buque en dique, pues necesitaba limpiar fondos,

reparar calderas, ya que perdía velocidad y, recibir

nuevas y mejores granadas de artillería.

Al amanecer del día ocho, a la altura de

Antofagosta, se avistaron al Sur tres naves

de guerra chilenas, una de ellas, un acorazado,

navegando para interponerse entre las costas y Grau

y obligarlo, si huía, a enrumbar hacia el Oeste.

Lo lograron y lo siguieron. A las 7:15 aparecen

frente a Grau otras tres naves, dos de ellas,

acorazados. Dos horas transcurrieron desde que se

cerró el círculo de muerte y la iniciación de los

fuegos. A las 9:20, el ―Huáscar‖, se lanzó a la

máxima velocidad que podía permitirse y disparó

contra el acorazado ―Cochrane‖.

Este acorazado, junto a su gemelo el ―Blanco

Encalada‖, combinaban un poderoso armamento

con una buena protección sobre un desplazamiento

relativamente pequeño, 3.560 toneladas, con 6

cañones de 229 mm, y desarrollaban una velocidad

de 12.7 nudos, con dotación de 300 hombres.

El armamento principal se concentraba en una

batería central, parte de la cual sobresalía por los

costados del barco permitiendo así que dispararan 4

cañones hacía proa y 2 hacía popa, pudiendo todos

disparar por los costados. Con casco de hierro,

tenían un doble fondo debajo de la sala de

máquinas, carboneras y pañol. El primer proyectil

del ―Huáscar‖ no traspasó la coraza del ―Cochrane‖

pero siguió disparando; al llegar las naves a los 300

metros de distancia entre ellas, el acorazado chileno

hizo tronar sus cañones. Su primera descarga causó

graves daños, dejando fuera de servicio al timón de

combate. Una granada de la segunda descarga, cayó

en la torre y estalló dentro. El Contralmirante Don

Miguel Grau y su Oficial de Órdenes volaron en

pedazos. La nave peruana siguió combatiendo y una

hora y treinta minutos después del primer disparo,

las chilenas abordaron el despojo flotante que era el

monitor ―Huáscar‖.

E1 12 de octubre de 1879 se botó un submarino

en Perú. En superficie era impulsado por una

pequeña máquina de vapor y sumergido, por un

motor de aire comprimido. El artefacto podía

sumergirse hasta 3,65 metros, navegar a tres nudos

y permanecer semi-sumergido treinta minutos.

Después de dieciocho pruebas de inmersión,

el submarino y su inventor fueron llevados a

El Callao, donde se demostró la capacidad

Page 186: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

178

sumergible de la embarcación. El Presidente

nombró una comisión de oficiales e ingenieros

navales para estudiar el invento, encontrándole apto

de ser desarrollado, y el gobierno dedicó una

adecuada cantidad monetaria para construir un

modelo mejorado, empezando su construcción.

Después de las sangrientas batallas de Chorrillos

y Miraflores, el ejército chileno ocupó Lima.

Cuando llegaron a El Callao las noticias de la caída

de Lima, la marina peruana destruyó los buques que

le quedaban y el constructor del submarino, Blume,

que probablemente participó en la defensa de la

capital, volvió a El Callao con esperanzas de

encontrar un objetivo para su nave, encontrándose

con la sorpresa de que fue barrenado y hundido para

impedir que cayera en manos del enemigo.

El 17 de enero de 1881 El Callao se rindió, y

aunque cesó toda resistencia organizada, la guerra

de guerrillas continuó por más de dos años. No

existiendo marina en el Perú, los buques chilenos

pasaron a desarrollar en el resto de la guerra una

actividad virtualmente pasiva.

Así pasó todo este período de la ocupación

chilena en el Perú, mientras no se llegaba a una

fórmula de paz. El bloqueo de los diversos puertos

se mantenía en especial para negar a los

guerrilleros la llegada de armas.

Con el Tratado de Ancón (20 de octubre de

1883), terminó la lucha, dejando a Chile como la

nación dominante en la costa oeste de América del

Sur. Su victoria en la Guerra del Pacífico fue

completa.

Page 187: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

179

CAPÍTULO IV. La “Pax Británica”

NUEVAS NACIONES

lo largo del siglo XIX, la confluencia de

numerosos factores de índole económico,

político, ideológico y social desencadenó una

imparable expansión territorial y humana de las

potencias europeas, que dio lugar a la formación de

grandes imperios coloniales. El camino que condujo

a esta masiva colonización se había iniciado algunos

siglos atrás, cuando los habitantes del Viejo

Continente se lanzaron al descubrimiento y

conquista de aquellos lugares del planeta que hasta

entonces les eran inaccesibles o desconocidos.

En el siglo transcurrido entre el final de las guerras

napoleónicas, hacia 1815, y el inicio de la Primera

Guerra Mundial, en 1914, el Imperio que había

formado Gran Bretaña no dejó de crecer. Al amparo

de su ejército, formado por tropas coloniales y

unidades de aliados locales, uno de cada tres

británicos se dirigió a las colonias, un porcentaje

que aumentó aún más durante los primeros años de

la década de 1910. Las colonias británicas de África

y Oceanía, por su gran capacidad de absorción de

población, se convirtieron así en una válvula de

escape a las tensiones sociales que sacudían la

metrópoli. La emigración se convirtió en una forma

de mejorar el nivel de vida de quienes la

abandonaban. Los esclavos y los desplazados por

las guerras y las hambrunas constituyen la otra cara

de la moneda migratoria, sin duda mucho más

dramática.

Guerra del opio.

Los portugueses, con su propio puerto comercial

de Macao, llevaron el primer opio a China, y los

mercaderes cantoneses comenzaron a importarlo de

la India en 1760. La compañía British East India

comenzó a transportar opio de la India a China en la

década de 1780. Seis décadas más tarde la demanda

era tan grande que el pago anual de China por lo

que un líder chino calificó de sustancia vil y

venenosa, excedía los beneficios que obtenía el país

por sus exportaciones. Los costos humanos eran tan

impresionantes como los económicos.

Un observador británico comentó después de

visitar un fumadero de opio: ―Los sofás están llenos

de ocupantes que yacen con una sonrisa idiota en la

cara. Unos cuantos días de este lujo terrible deja un

aspecto demacrado y en unos cuantos más,

convierten a un hombre fuerte en un esqueleto‖.

Usado primero como medicina, se desarrollaron

los abusos, desde luego, hasta que, hacia 1800, el

Gobierno Imperial chino prohibió la importación.

Los emperadores de China habían prohibido el

comercio e importación de dicha sustancia

alucinógena, que provocaba graves daños a la salud

y una continua fuga de dinero del país. En la India,

el opio era un monopolio del Gobierno, y hacia

1826 los traficantes introdujeron 34.000 cajas en

China. Se calculó que los beneficios británicos del

opio en la primera mitad del siglo XIX dieron un

promedio de 6.000.000 de dólares americanos, de

aquella época. Gracias a sus bases en Borneo,

Australia y Singapur, Inglaterra aspiraba a ampliar

su área de influencia a la China, un Imperio que

todavía permanencía cerrado frente a la penetración

europea, y cuya apertura habría hecho posible un

fuerte incremento del comercio inglés. Al fracasar

toda iniciativa diplomática, en 1.838 el Gobierno de

Londres decidió pasar a la acción militar, tomando

como excusa el secuestro por parte de los chinos de

un cargamento de opio procedente de la India.

Un oficial chino de alto rango, indignado por la

negativa británica a frenar el tráfico de opio, ordenó

destruir todas las existencias. Soldados imperiales

requisaron 20.000 cajas de droga de los mercaderes

ingleses y lanzaron su contenido al río Pearl, en

Cantón. La guerra la dió inicio la flota inglesa con

el bombardeo de Cantón. Siguieron dos años de

escaramuzas navales, en los cuales se demostró que

los anticuados juncos chinos eran infinitamente

inferiores a los barcos de guerra británicos. Forzada

a negociar la paz, China firmó el humillante Tratado

de Nankin en 1842. Además de ordenar que se

reemprendiesen las importaciones de opio, el

acuerdo cedía Hong Kong a Gran Bretaña hasta el

año de 1997, y abría cinco puertos más al comercio

extranjero.

A

Page 188: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

180

Viajeros a la fuerza.

En algunos períodos de la Historia, la pobreza,

la violencia social, el colapso de unos Estados y la

formación de otros nuevos han provocado

movimientos masivos de población entre países y

continentes contra la voluntad de sus protagonistas.

Gente famélica, huyendo de grandes hambrunas,

personas esclavizadas, minorías étnicas o individuos

perseguidos por causas raciales, políticas y

religiosas o pertenecientes al bando derrotado en

una guerra, han sido arrancados de cuajo de sus

lugares de origen para iniciar una nueva vida, casi

siempre penosa, en otro lugar del mundo. Judíos,

palestinos, armenios, griegos, irlandeses, africanos

de todo el continente... son algunos de los pueblos

que se han visto obligados a errar por el planeta en

algún momento de su historia.

Durante el siglo XIX, la población de Irlanda,

cuya alimentación dependía casi por completo de la

agricultura, sufrió agudas crisis de subsistencia

provocadas por diversas epidemias que afectaron los

cultivos de papa. La situación se hizo especialmente

crítica en 1845, cuando una enfermedad vegetal

llamada ―mildiu de la papa‖ arrasó las plantaciones

de este tubérculo, lo que llevó a la muerte por

inanición a más de un millón de personas en la isla.

El gran hambre del período 1846-1850 hizo que dos

millones de irlandeses de un total de siete millones,

emigraran a Gran Bretaña o a Estados Unidos,

aprovechando las facilidades que entonces daba el

país norteamericano a la inmigración. Otras

naciones europeas dependientes de la papa, como

Alemania, Rusia y Polonia, también sufrieron una

fuerte emigración durante la misma época.

Page 189: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

181

USA vs. México

El ―Destino Manifiesto‖ americano perseguía

anexar territorios mexicanos considerados como

indispensables para la realización de su destino

como nación.

Los liberales mexicanos continuaban la política

–ya iniciada por los españoles- de favorecer el

establecimiento de colonias norteamericanas en la

región muy despoblada de Texas con la condición

de que fueran católicos y aceptarán convertirse en

ciudadanos mexicanos.

Se entendía que contribuirían a controlar a las

tribus indias y serían a la vez un dique y un vínculo

respecto al vecino Estado Americano. Pero la

realidad fue otra.

A falta de control del gobierno mexicano,

el grueso de la inmigración estuvo formada por

protestantes, partidarios del esclavismo, que

deseaban la unión con los estados esclavistas de

donde procedían. Se intentó remediar tal situación:

en la Constitución de 1834, se pretendía, por uno de

sus artículos, suprimir la ya peligrosa autonomía

texana.

Los colonos reaccionaron declarándose

independientes. Al final vencieron (con ayuda

americana) al ejército mexicano, pero México no

reconoció la secesión y no vaciló en declarar la

guerra a los americanos cuando éstos admitieron a

la república recién nacida, junto a los Estados de la

Unión, siendo arrollados por el poderío norteño. Las

tropas norteamericanas llegaron en poco tiempo a la

Ciudad de México e impusieron la segregación de

Nuevo México, Arizona, Colorado y California, que

se incorporaron como Estados a la Unión

americana.

Page 190: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

182

La “Compañía de John”

En 1827 la Compañía de la Indias Orientales

empleó barcos a vapor para pasajeros en un servicio

combinado a la India de mar-tierra.

Los pasajeros iban en un barco a vapor de

Marsella a Alejandría, recorrían en un barco fluvial

el Nilo hasta El Cairo, luego soportaban un trayecto

demoledor para el cuerpo de 60 horas, en un coche

de caballos por el desierto de Suez.

Allí abordaban un barco a vapor que recorría la

quieta extensión del Mar Rojo y atravesaba el

Océano Indico hasta Bombay.

Ese complicado itinerario reducía el viaje a unos

escasos 61 días, casi tres meses menos que el

trayecto habitual de un barco comercial que tuviera

que rodear el continente africano.

El equipaje era transportado por tierra por

camellos, y pronto la ruta fue tan popular que se

necesitaron 3.000 animales para cada cargamento de

barco a vapor. Los únicos pasajeros que siguieron

viajando en los barcos mercantes que rodeaban

África por el sur, fueron los soldados del rey, que no

tenían otra elección. Los barcos a vapor trasladaban

más rápidamente al personal de la Compañía que lo

que podían hacerlo los barcos comerciales, pero no

mejoraron la salud económica de la organización.

En 1833 las finanzas de la Compañía se hallaban

casi en el caos total.

En junio de 1833 el Parlamento le ordenó a la

―Compañía de John‖, como se la llamaba

popularmente, que dejara de comerciar por

completo. A cambio, el gobierno le dió una

abundante indemnización, garantizando que durante

los siguientes 40 años los accionistas recibirían los

dividendos

La Honorable Compañía de las Indias Orientales

retuvo la autoridad civil y militar sobre la India,

principalmente porque nadie en el Parlamento pudo

decidir como sustituirla.

Page 191: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

183

El fin aconteció en 1857 con la velocidad de un

rayo. Los cipayos, soldados hindúes empleados por

la Compañía, llevaban años quejándose de la

intromisión occidental en la cultura y la religión

hindúes. Entonces, los británicos comenzaron a

equiparlos con los nuevos rifles Enfield, que usaban

cartuchos que —por lo menos según un rumor que

recorrió los barracones de cipayos— habían sido

engrasados con grasa de vaca, una sustancia

prohibida que mancillaría para siempre a cualquier

hindú que la tocara. Cuando un insensible general

británico en un puesto militar, a 60 kilómetros de

Delhi, encarcelo a 85 cipayos que se habían negado

a tocar los cartuchos, sus tres regimientos nativos se

amotinaron, y masacraron a todos los europeos que

encontraron.

El motín se extendió por Bengala como las

llamas. (El vocablo motín en realidad era un

término errado; el conflicto, así como se inició en

forma espontánea, fue una guerra abierta; la lucha

más generalizada y feroz con la que nunca se habían

enfrentado los británicos en la India.) La Compañía

de las Indias Orientales perdió las ciudades de

Delhi, Kanpur, Lucknow y Jhansi, y los empleados

de la Compañía, emplazados en puestos mejor

protegidos, se vieron obligados a aguardar en

impotente terror durante siete meses, hasta que

16.000 tropas del Ejército Real arribaron para

ahogar la rebelión. Incluso entonces, la guerra

continúo con furia por más de un año. Antes de que

la matanza terminara, 11.000 europeos e incontables

miles de hindúes habían muerto, y ambos bandos

habían cometido espantosas atrocidades que

permanecerían en el recuerdo de las generaciones

futuras.

El sorprendido público británico, de inmediato

designó una predecible, conveniente y muy

justificada cabeza de turco: la Honorable Compañía

de las Indias Orientales, con su sagrada y antigua

aura de privilegio e ineficacia. El 2 de agosto de

1858 la reina Victoria firma el Acta del Gobierno

Hindú, un proyecto de ley que abolía la Compañía

de las Indias Orientales y adjudicaba sus posesiones

y autoridad a la Corona.

La política exterior rusa

Rusia vió en los movimientos nacionalistas un

instrumento para sus propias ambiciones sobre

Constantinopla y la posibilidad de conseguir el

acceso de su Armada a aguas libres de hielo todo el

año. Mientras tanto, Austria, empujada por Prusia

fuera de Alemania desde 1815, desarrolló un

renovado papel en los Balcanes. Debido a su

desconfianza sobre el nacionalismo de los eslavos

balcánicos, se convirtió en protectora de Turquía.

Como respuesta, Rusia aumentó su apoyo a los

enemigos de Austria y Turquía. Esta, a su vez,

gozaba de la protección del principal enemigo de

Rusia, Inglaterra, a la cual se sumó Francia a

principios de 1850.

Después de una disputa sobre los Santos Lugares

de Palestina con el pretexto de proteger a los

cristianos ortodoxos -cuando la realidad era

conseguir transito libre entre el Mar Negro y el

Mediterráneo, a través de los Estrechos- el 21 de

junio de 1853 Rusia ocupó los principados de

Valaquia y de Moldavia como "garantía material"

de concesiones a sus "justas exigencias" en

Palestina. El 4 de octubre de ese año, Turquía

declaró la guerra a Rusia, como lo hicieron más

tarde Gran Bretaña y Francia, que creyeron que la

integridad del Imperio Otomano estaba en juego.

Austria permaneció neutral, perjudicando de ese

modo a Rusia.

A los rusos, en el mar Negro, las cosas les fueron

favorables. La desproporción de poder naval era

muy considerable; en Sinope, su flota echó a pique

a la Armada turca frente a las costas de Anatolia, el

30 de noviembre de 1853, convirtiendo el mar

Negro en un lago ruso.

Tal victoria rusa motivó que París y Londres le

declararan la guerra. Rusia había ido consiguiendo

una buena Marina pero todos sus navíos eran

todavía impulsados a vela y sólo algunas naves

menores usaban vapor. Las Escuadras Aliadas por

su parte, ya eran a vapor.

Para restablecer la situación, buques franceses e

ingleses, mucho más modernos y potentes, entraron

Page 192: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

184

en el mar Negro y obligaron a los rusos a refugiarse

en sus bases. Luego, bombardearon Odesa, pero

para acabar con la amenaza naval rusa debían

neutralizar la base principal, Sebastopol (Península

de Crimea). Y para conquistarla, sólo para eso, se

hizo la Guerra de Crimea, entendida como las

hostilidades que tuvieron lugar en dicha península.

La defensa de Sebastopol corrió a cargo de la

Marina Imperial rusa, montando un eficaz

dispositivo, empleando las naves y sus cañones

como baterías de defensa., Los rusos, derrotados en

tierra, aguantaron en Sebastopol, pero sus fuerzas se

fueron desgastando hasta que finalmente fue

tomada. Tras la caída de Sebastopol, la Guerra de

Crimea ya no tenía sentido. Nicolás I, el autócrata

que la iniciara, había muerto. Su hijo, el liberal

Alejandro II, quería salir del embrollo y se plegó al

ultimátum presentado por Austria con respaldo de

Prusia en diciembre de 1855. Viena proponía

independencia para Moldavia y Valaquia, libertad

de navegación por el Danubio, que Rusia no

poseyera arsenales ni buques de guerra en el Mar

Negro y protección de los cristianos en el Imperio

Otomano. El 25 de febrero empezó la Conferencia

de París, que acordó el armisticio. El 30 de marzo

de 1856 Rusia firmó la Paz de París, por la que se

estipulaba y se concedía lo pedido.

La guerra de Secesión

La guerra civil de 1861-65 fue el conflicto más

sangriento y amargo que ha sufrido Estados Unidos.

Según el presidente Lincoln, fue una prueba de lo

que Norteamérica podía aguantar. Aunque el país

salió intacto, la "guerra entre hermanos" dejó un

legado de dolor y de odio.

Desde principios del siglo XIX se había

desarrollado en el país una creciente oposición entre

los intereses económicos de los distintos Estados,

cuando el Oeste estaba aún, en su mayor parte, en

proceso de colonización.

En el sur, la economía se basaba

fundamentalmente en la existencia de grandes

plantaciones trabajadas por esclavos negros, con

una producción que, como en el caso del algodón,

cuyo mercado mundial está dominado por estas

regiones, se orientaba hacia la exportación.

Por eso los Estados sureños eran partidarios de la

liberalización del comercio. En el norte, sin

embargo, tenía más peso la agricultura de pequeñas

granjas trabajadas por sus propietarios y, sobre todo,

una creciente industria; estos territorios apoyaban la

imposición de tarifas aduaneras proteccionistas y

eran el centro de desarrollo de un importante

movimiento antiesclavista.

El Norte quería un gobierno centralizado y fuerte

para apoyar su crecimiento económico, en tanto que

el Sur insistía en los "derechos de los Estados"

como resguardo de sus intereses regionales. Los

aranceles que el Norte exigía para proteger su

industria eran rechazados por el Sur porque

aumentaban el precio de los productos

manufacturados. La expansión industrial del Norte

podía admitir un número creciente de trabajadores

libres, a pesar de los violentos contrastes de riqueza

y pobreza. La economía del Sur, basada en las

plantaciones, dependía de la disponibilidad de la

fuerza de trabajo de los esclavos negros. Fue por

cuestión de la esclavitud por lo que las diferencias

entre Norte y Sur se agudizaron gradualmente.

Hacia 1850, era el problema más importante en la

política norteamericana.

En los años veinte y treinta del siglo XIX

surgieron conflictos sobre las tarifas; en las dos

décadas siguientes los Estados del Norte

pretendieron prohibir la esclavitud en los territorios

del Oeste (Texas, Nuevo México, California). Esto

provocó la alarma de los Estados esclavistas, que

temían la supresión de la esclavitud en toda la

Unión, y amenazaron con separarse de ella

(secesionismo). Se llegó a un primer conflicto

armado en Kansas (1854-56), abiertamente

antiesclavista, que se opuso al partido demócrata,

dominante en el sur.

Las componendas en el Congreso ocultaron el

problema y sólo retrasaron un conflicto abierto, pero

el Sur continuó presionando para extender la

esclavitud a los territorios del Oeste. En el Norte,

Page 193: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

185

los abolicionistas clamaban contra la "peculiar

institución" de la servidumbre humana. El camino

hacia la solución violenta de las diferencias iba

tomando forma a medida que los inflamados

discursos de ambos bandos avivaban el odio.

Tanto el Partido Demócrata como el Liberal, las

dos organizaciones políticas más importantes del

país, estaban profundamente divididos en lo

referente al tema de la esclavitud, y los liberales no

lograron sobrevivir a las tensiones internas. De las

ruinas de su partido nació en 1854 un nuevo Partido,

el Republicano.

En 1860, el candidato republicano Abraham

Lincoln fue elegido Presidente con una escasa

mayoría, gracias a la división entre los demócratas.

Este se opuso a la extensión de la esclavitud y

postuló su desaparición como sistema económico y

social.

Inmediatamente, Carolina del Sur encabezó un

movimiento secesionista que pronto contó con el

apoyo de Florida, Alabama, Luisiana, Mississippi y

Texas. Estos Estados se reunieron en una

Confederación (1861) a la que se unirían Virginia,

Arkansas, Georgia, Carolina del Norte y Tennessee,

presidida por Jefferson Davis y con capital en

Richmond, Virginia, a sólo 160 km de Washington.

La desproporción de fuerzas era evidente entre

los 11 Estados confederados y los 23 que

permanecieron en la Unión (federales). A sus 9

millones de habitantes (cuatro millones de ellos,

negros), el Norte oponía 23 millones y una

superioridad absoluta en recursos industriales y en

fuerzas navales; los unionistas controlaban la

marina e impusieron un bloqueo cada vez más

efectivo.

No obstante, el entusiasmo de la población y la

habilidad de sus generales permitieron al Sur

plantear una resistencia enconada. De todas formas,

ambos bandos sufrían un atraso en medios militares,

que fueron resolviendo a lo largo del conflicto. Se

mejoró y modernizó el armamento (carabina de

repetición, ametralladora, barcos blindados) y se

recurrió al reclutamiento obligatorio (en 1865 el sur

movilizó 900.000 hombres y el norte, 2.500.000).

También se emplearon profusamente los nuevos

medios técnicos (telégrafo, ferrocarril). Estas

características, junto con el desarrollo de las

operaciones a escala continental y los cambios

tácticos, convirtieron la guerra en el primer

conflicto bélico de la era industrial.

Lincoln se negó a admitir el desmembramiento

de Estados Unidos e instó a los Confederados a que

reconsideraran su posición. La respuesta llegó al

alba del 12 de abril, cuando los cañones sudistas

abrieron fuego contra Fort Sumter, un puesto de

avanzada federal en Charleston (Carolina del Sur).

Ambos bandos se movilizaron y empezó la guerra.

La primera batalla importante mostró que no

habría una victoria fácil para el Norte. Sus tropas

intentaron romper las líneas confederadas en Bull

Run (Virginia), pero fueron forzadas a una retirada

a la desbandada hacia Washington. No obstante, su

superioridad numérica y material pronto empezó a

evidenciarse. Después de una brillante victoria en

Antietam, Lincoln hizo pública la Proclamación de

Emancipación, efectiva desde el 1 de enero de 1863,

declarando que todos los esclavos de los Estados

Confederados recuperaban la libertad.

Entre tanto, los nordistas habían desarrollado una

amplia ofensiva en el oeste, donde lograron

importantes avances en Tennessee; por su parte, el

almirante Farragut tomó Nueva Orleans, cerrando

ambos extremos del Mississippi, arteria vital de las

comunicaciones sudistas. Ese mismo año de 1862 se

produjo el primer enfrentamiento naval entre los

barcos blindados ―Merrimac‖ (sudista) y ―Monitor‖

(nordista).

Por esos tiempos, la batería había quedado

anticuada. Siempre había tenido un fallo

característico, el de tener un campo de tiro muy

limitado. Sus cañones apuntaban todos (con muy

ligeras desviaciones) en una sola dirección,

formando ángulo recto con el curso del arco. Para

disparar era, pues, necesario apuntar con todo el

barco, alterando su curso. Con el nuevo poder de

maniobra y muchos menos cañones, ésto resultaba

de una ineficacia intolerable. Los cañones debían de

ser montados para que pudieran moverse

Page 194: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

186

independientemente del barco, disponiendo del

mayor arco posible, idealmente de 360 grados. Fue

el principio de la «ciudadela», combinada con la

idea del «cañón móvil» lo que, en la década del

sesenta produjo la «torre» -una casamata giratoria,

pesadamente blindada, en la que al mismo tiempo

que se protegía a los cañones se introducía un

campo de tiro circular. Esto fue lo que dio tanto

significado al primer encuentro, en Hampton Roads

el 9 de marzo de 1862, de los dos buques blindados.

Page 195: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

187

Pero los dos eran esencialmente puras

curiosidades, diseñados y construidos con excesiva

prisa, más para luchar que para navegar, y por

consiguiente, eran ambos muy poco marineros. El

―Merrimac‖ era sencillamente una gran casamata

flotante -pero fija-, revestida de una plancha de

hierro de 10 cm. sobre 55 cm. de madera, armada

con diez cañones solamente, en su mayoría de

ánima lisa, y un formidable espolón. El ―Monitor‖

era simplemente una torre giratoria flotante -eso

exactamente, porque su obra muerta sólo tenía 61

cm., revestida de una armadura de 20 cm. y con un

par de enormes cañones de 27 cm., de ánima lisa. El

encuentro fue en sí mismo extrañamente indeciso; el

daño sufrido por los barcos y las bajas fueron

insignificantes, pese a que los barcos estuvieron

empeñados en una lucha que duró cuatro horas. Esto

no debe de sorprender, porque el nuevo blindaje

defensivo se enfrentó contra el antiguo cañón de

ataque.

Un día anterior, el ―Merrimac‖ había hundido

con su espolón la corbeta de los nordistas,

―Cumberland‖, que era de madera. Al hacerlo, sin

embargo, lo dejó dentro de su víctima, y esta fue tal

vez la razón por la que, cuando arremetió contra el

―Monitor‖ al día siguiente, no le hizo ningún daño.

El ―Monitor‖ también trató de utilizarlo, pero

apenas consiguió ningún efecto. La eficacia de esta

arma contra el hierro resultó escasa. El duelo entre

ambos buques, el primero entre blindados, a pesar

de su larga duración, no consiguió que los 41

impactos conseguidos por el ―Monitor‖ y los 22 del

―Merrimac‖ tuvieran efectividad sobre sus

blindajes.

Aunque en el combate directo no hubo ni

vencedor ni vencido, la actuación del ―Monitor‖

tuvo con secuencias inmediatas importantes, porque

salvó a la escuadra federal de un segundo desastre,

minó la moral de los confederados y consiguió

levantar el ánimo en los Estados del Norte.

Dos meses después, poco antes de ocupar

Norfolk las tropas federales, el ―Merrimac‖ fue

abandonado y echado a pique por los propios

confederados, y el ―Monitor‖ se hundió a la altura

del Cabo Hateras el 19 de diciembre de 1862, en el

viaje de regreso a Nueva York. Pero, a pesar de sus

cortas vidas, la influencia de ambos buques fue

decisiva para el desarrollo posterior de los buques

de guerra, porque señalaron el comienzo de una

nueva era en la arquitectura naval militar.

La lección más perdurable de Hampton Roads

fue la eficacia de la torre y la posibilidad que ella

confería de hacer un fuego en redondo. Los intentos

sudistas de rehacerse y defender la Confederación

se enfrentaron a los ataques cada vez más seguros y

efectivos del Norte. Después de la desastrosa

derrota de Gettysburg en julio de 1863, no quedó

posibilidad de recuperación. Al año siguiente, la

"marcha hacia el mar" del ejército yanqui en

Georgia acabó con la capacidad de lucha del Sur.

La victoria y sus consecuencias

Ante la imposibilidad de una victoria y con el

grueso de sus tropas bloqueadas, el Comandante

Confederado, general Robert E. Lee se rindió al

comandante de la Unión, general Ulysses S. Grant

en Appomattox, el 9 de abril de 1865. La guerra

civil había costado la vida de 360.000 soldados de la

Unión y de 260.000 confederados, además de la de

miles de civiles. El Sur estaba en ruinas.

La victoria y la reunificación reforzaron al

gobierno federal, y una enmienda a la Constitución

abolió la esclavitud en toda la Unión, aunque no

resolvió los problemas con la población negra, cuyo

derecho al voto no fue reconocido hasta 1870;

todavía en el código civil de 1875 persistían las

discriminaciones y en la práctica durarían hasta bien

entrada la siguiente mitad del siglo XX.

Finalizada la contienda, se impuso la tarea de

reconstrucción. En el Sur, el sistema de plantaciones

fue lentamente sustituido por el de pequeños y

medianos propietarios y arrendatarios. La

competencia algodonera de Egipto y la India obligó

a diversificar los cultivos, mientras en el conjunto

del país continuaba la expansión industrial y

demográfica que convertiría a los Estados Unidos

en una gran potencia mundial.

Page 196: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

188

Otra de las tareas pendientes, era la

reconciliación nacional. Lincoln había sido

asesinado por un fanático sudista, en el año de su

victoria, 1865, año en que nació el Ku-Klux-Klan,

sociedad secreta opuesta a la igualdad de derechos

de los negros, que canalizó el descontento de los

blancos pobres del sur. No obstante, la amnistía

concedida a los dirigentes sureños y la

concentración de energías en la reconstrucción

ayudó a superar los rencores.

Page 197: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

189

México invadido

En 1861, cuando el presidente Benito Juárez,

haciendo frente a las fuerzas reaccionarias de su

país, iba inclinando la balanza a su favor, los

rebeldes no vacilaron en pedir la intervención

extranjera.

La ocasión se presentó por la decisión de Juárez

de suspender el pago de los onerosos intereses de

los préstamos extranjeros. Francia, que desde hacía

tiempo tenía considerables intereses en México, se

puso de acuerdo con Londres y Madrid –también

afectadas- para efectuar una acción naval conjunta

en Veracruz. Los ingleses y españoles se

retirarían de las aguas mexicanas, pero Napoleón III

-– que ambicionaba levantar un imperio colonial–

impulsó el proyecto de crear en México una

monarquía que quedara vinculada a la familia

Bonaparte, aun cuando se convirtiera a México en

un Imperio bajo el cetro del protegido archiduque

Maximiliano de Austria, a quien serviría hasta

conseguir el objetivo, un cuerpo expedicionario

francés.

La población mexicana resistió con guerra de

guerrillas, que agotaba a las tropas francesas. Los

EE.UU., acabada su guerra civil y no deseando

intervenciones extranjeras en América, apoyó la

causa mexicana. En Europa, Prusia amenazaba a

Francia y Napoleón III tuvo que retirar las tropas

expedicionarias. Maximiliano quedo solamente

apoyado por los reaccionarios mexicanos, siendo

derrotado por las fuerzas de Juárez y fusilado.

Page 198: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

190

La unificación de Italia y Alemania.

Los modernos Estados de Italia y Alemania

fueron creados a pesar del débil apoyo popular, de

la fuerte tradición comunal y de la vecindad de dos

potencias recelosas del nacimiento de dos Estados

fuertes: el Imperio Austriaco y Francia. El idealismo

y la audacia de los revolucionarios de 1848 habían

fracasado, de modo que la unificación fue el

resultado de las ambiciones de dos reinos, el

Piamonte y Prusia, y de dos personalidades

excepcionales, el conde de Cavour y el príncipe

Otto von Bismarck.

El nacimiento de la Italia moderna

Desde la caída del Imperio Romano, Italia no era

más que una ―expresión geográfica‖. Casi unificada

por Napoleón, al desaparecer éste, quedó dividida

en siete Estados. De éstos, el reino Lombardo-

Véneto tenía por rey al Emperador Austro-Húngaro.

El Congreso de Viena de 1815 restituyó el poder

a muchos de los soberanos de l Antiguo Régimen,

no respondiendo a las esperanzas de pueblos

sometidos, y en el caso italiano dejó gran parte del

país en manos de las potencias vecinas. El

descontento dió pié al nacimiento de organizaciones

revolucionarias como la de los ―Carbonarios‖ y

posteriormente, la ―Joven Italia‖ creada por el

abogado genovés Mazzini, sociedad secreta y

revolucionaria a la que perteneció el republicano

Garibaldi que, condenado a muerte, tuvo que

exilarse, huyendo a Sudamérica, donde proseguiría

su lucha revolucionaria a favor de los oprimidos,

luciendo sus hombres ―camisas rojas‖, cuyo color

pasaría a ser el distintivo de su ideario.

Como primer ministro del reino del Piamonte,

Camilo Benso, conde de Cavour forjó un Estado

capaz de atraer al resto de Italia. Logró que la

democracia parlamentaria funcionara, modernizó la

agricultura y la industria, unió la economía del

Piamonte a la europea a través de una red

ferroviaria y del renovado puerto de Génova,

modificó el código civil y creó una burocracia

eficaz. El rey Víctor Manuel II, conocido por su

gran patriotismo, y un ejército pequeño pero bien

entrenado completaron su tarea, y el Piamonte se

convirtió en un polo de atracción para las

aspiraciones nacionales de los italianos.

Sin embargo, la ayuda exterior era vital para

expulsar a los austriacos. Francia se convirtió en un

peón del juego de Cavour. Napoleón III

comprometió su ayuda en caso de agresión por parte

de Austria. Cavour provocó el ataque austriaco

contra el Piamonte y Francia envió sus tropas.

Cuando el Emperador Autro-Húngaro Francisco

José declaró la guerra, el Primer Ministro Cavour

ofreció a Francia, Saboya y Niza, a cambio de su

ayuda.

Se produjeron victorias sardo-francesas en

Magenta y Solferino (donde al suizo Henri Dunant,

testigo de los horrores de la batalla y peor aún, del

fin de la misma y su consecuencia de inasistencia a

los muertos y heridos, le impulsaron a dedicarse a

crear la ―Cruz Roja Internacional‖). Después de las

victorias de Magenta y Solferino los franceses se

retiraron para evitar una intervención prusiana. Pero

su ayuda había sido decisiva.

Napoleón III, obtenido lo prometido por Cavour,

firma la paz con Francisco José. Con el entusiasmo

de la victoria, Parma, Módena, la Toscana y la

Romaña pidieron su anexión al Piamonte, mientras

que la Lombardía era cedida por Austria. A cambio

de Niza y Saboya, Napoleón respaldó los plebiscitos

en la Emilia y la Toscana, donde Cavour obtuvo una

aplastante mayoría en favor de la formación de un

reino en el norte de Italia.

La intervención de Giuseppe Garibaldi evitó que

el proceso se detuviera allí. Acudió en ayuda de los

sicilianos, sublevados contra los Borbones de

Nápoles, y desembarcó en la isla con sus "Mil

camisas rojas". En pocas semanas liberó Sicilia y

marchó triunfalmente sobre Nápoles, que tomó. Su

siguiente objetivo era Roma, pero Cavour, temiendo

la intervención de Francia y Prusia en apoyo del

Papa, envió un ejército piamontés para detenerle.

Garibaldi entregó la Italia del sur al Piamonte y el

14 de marzo de 1861 se proclamó el reino de Italia.

Page 199: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

191

Sólo quedaban sin integrar Venecia, en poder de

Austria, y Roma con sus alrededores, en manos del

Papa y sostenida por una guarnición francesa.

Enfrentada Prusia a Austria, el rey de Italia, Víctor

Manuel se alía con los prusianos. Es derrotado por

los austriacos terrestre y, navalmente en Lissa, pero

se salva ya que Prusia vence decisivamente a lo

austriacos en Sadowa; como consecuencia, los

austriacos entregan Venecia a Italia.

En 1870, Francia retiró sus tropas de Roma

debido a la guerra con Prusia y Víctor Manuel se

apoderó de los territorios pontificios; de este modo

se consumó la unidad italiana.

Lissa: 1866

En el encuentro naval de Lissa, isla fortificada

por los austriacos en el Adriático, la escuadra

austriaca se encontraba en manifiesta inferioridad: 7

buques antiguos de madera, blindados con una

delgada coraza, con artillería, en algunos casos de

avancarga y espolón –en la moda de los monitores

acorazados de vida efímera- frente a 10 acorazados

modernos con artillería también moderna.

Un solo buque italiano, el ―Affondatore‖, dotado

de torre, también espolón y dos cañones rayados de

25 cm., estaba siendo, en teoría, capaz de enfrentar

a todos los barcos austriacos.

El almirante austriaco Tegethoft, conocedor de

que ningún cañón de sus barcos podría perforar la

coraza de los italianos apostó por el uso del espolón.

Arremetió con su barco a toda velocidad contra uno

de los mejores italianos, el acorazado ―Re d'Italia‖,

y atravesando la coraza le hizo un boquete de 90

metros cuadrados, hundiéndole en el acto.

Esta batalla se volvió célebre por ser la primera

entre acorazados de alta mar y por el uso del

espolón, que rememoraba la lucha entre las antiguas

galeras.

Por supuesto que este artificio nunca más se

volvería a usar, despareciendo en la estructura de

los barcos, ante el aumento del poder y alcance de la

artillería, más la aparición del torpedo. Así, ese

resurgimiento de la táctica de lucha entre galeras,

sólo pudo ser efectivo, debido a la audacia de los

marinos austriacos, que consiguieron la victoria.

Page 200: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

192

Prusia y el "Canciller de Hierro"

Bismarck, primer ministro de Prusia, se vio

enfrentado a una mayoría liberal hostil a sus planes,

pero logró convencerla y hacerle compartir sus

puntos de vista sobre el porvenir de Alemania. La

unión aduanera y el desarrollo del ferrocarril habían

hecho desaparecer la mayoría de los impedimentos

para la integración y prosperidad alemanas.

Bismarck estaba decidido a anular la influencia

austriaca y a unificar Alemania a pesar de la

oposición del sur católico a la Prusia protestante.

Pero para ello necesitó tres guerras. Su habilidad

diplomática le indujo a dirimir cada una de ellas

contra un solo enemigo.

En la guerra danesa de 1864, el motivo aparente

era liberar a los ducados de Schleswig y Holstein,

de habla alemana, del dominio de Dinamarca. Pero

al establecer un control conjunto sobre estos

ducados con Austria, principal obstáculo a la

hegemonía prusiana, creó una situación ideal para

tener un motivo de disputa con ella.

El momento oportuno llegó en 1866. La

neutralidad francesa se había conseguido con vagas

promesas de concesiones territoriales. En una

campaña que duró sólo siete semanas, el ejército

austriaco fue aplastado en Sadowa. En 1867 se

constituyó la Confederación de Alemania del Norte,

dominada por Prusia. Otra confederación se

estableció en el sur, pero con la exclusión de

Austria.

Francia se dio cuenta demasiado tarde del

peligro creciente en su frontera oriental, y las

urgentes reformas que precisaba su ejército,

debilitado por la expedición a México, no llegaron a

tiempo. Bismarck comprometió a Napoleón III en la

querella diplomática sobre el trono de España. Hubo

una reacción histérica en ambas naciones ante la

candidatura de un Hohenzollern, sobrino del rey de

Prusia, y Francia declaró la guerra a Prusia en julio

de 1870, lo que provocó el unánime apoyo alemán a

Prusia. Tras la derrota de Sedán, Napoleón III

capituló, y en enero de 1871 se firmó el armisticio.

El 18 de enero, Guillermo I, rey de Prusia, fue

proclamado "Emperador alemán" en Versalles.

Quedaba consumada así la unidad alemana.

Boers

La presencia de Gran Bretaña en África Austral

se remonta al final de las guerras de la Revolución y

el Imperio, en 1814, que obligaba a los holandeses

a cederle la colonia del Cabo. Los descendientes de

los colonos holandeses (y hugonotes franceses)

huirían de la colonia y cruzando el río Orange

establecerían repúblicas ―Boers‖ en territorios que

se convertirían en el Natal, el Estado Libre de

Orange y el Transvaal; por supuesto, imponiéndose

y/o pactando con los pueblos africanos, -sus

verdaderos dueños- en una serie de luchas que

sobrepasaron las de penetración americana de su

―salvaje Oeste‖, en sus conflictos contra los indios

nativos.

En el transcurso de los años, los británicos

fueron ampliando su frontera, penetrando en las

repúblicas Boers pues se rehusaban a reconocer su

independencia. Incidentes de todo tipo se irán

reproduciendo desde 1840 y se agudizarían, pues los

británicos colonizan la futura Rodesia (el Zimbabwe

actual), quedando las repúblicas Boers rodeadas de

territorios británicos y limitada su expansión

económica. La tensión continuaría subiendo y el

11/10/1899 estalla la guerra. Acompañado en

ocasiones de niños y viejos y atestado de largas filas

de carros de aprovisionamiento, el ejército Boer es

un ejército popular, disponiendo de poca artillería y

teniendo tal carencia de municiones, que se

aprovisiona con las que logra arrebatar a los

ingleses. No obstante, conoce perfectamente el

terreno, el clima y hace una guerra muy móvil de

guerrillas contra un enemigo disciplinado, pero

torpe, sin facultad de adaptación. La guerra Boer

puede considerarse como el primer conflicto de la

descolonización del siglo XX. Serán 32 meses de

guerra y los ingleses sufrirán serias derrotas, pero

ante la llegada incesante de tropas de refuerzo

británicas, los Boers se van desgastando y recurren

a dividir a su ejército en pequeñas unidades

Page 201: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

193

independientes para mantener su hostigamiento a las

líneas de comunicación británicas.

En teoría el 1/9/1900 termina oficialmente la

guerra, pero la guerrilla –pequeñas unidades,

llamadas ―comandos‖-, y la resistencia popular no

desaparecen.

Los británicos multiplican sus medidas para

reprimirlos: filas de casamatas, barricadas erizadas

de puntas, acciones de ―limpieza‖, y política de

tierra quemada incendiando las granjas

situadas a lo largo de la vía del ferrocarril,

quemando las cosechas y matando al ganado.

Mujeres y niños son alojados en ―campos de

concentración‖, con fuerte tasa de mortalidad.

En octubre de 1901 existían 40 campos con 150

mil personas, y los hombres combatientes,

prisioneros de guerra, son encarcelados fuera de

África del Sur, en campos establecidos en el Índico

–India y Ceilan-, en el Caribe –Bermudas- y en la

isla de Santa Helena –Atlántico Sur-.Estas

situaciones se alargarán por más de año y medio,

hasta el 31 de mayo de 1902.

Page 202: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

194

España vs. USA

En 1893 un historiador americano declaró que la

―conquista del oeste‖ había terminado y que la

―frontera‖ había sido alcanzada.

Pero desde hacía muchos años, una buena parte

de la opinión pública deseaba que los EE.UU se

lanzasen a otra conquista, la de la escena

internacional y la de rango de potencia mundial. En

1867 se había ampliado la soberanía a las islas

Midway, en el Pacífico y a Alaska, comprada a

Rusia por 7 millones de dólares. El empuje

expansionista tenía un indudable respaldo,

haciéndose campaña para la anexión de Cuba. Bajo

la administración del presidente Grant, un tratado de

anexión de Santo Domingo es rechazado por el

Senado, ¡por un empate en la votación!. Se abre una

base naval en el Pacífico y desde 1887 la

apropiación de Hawai queda oficializada, ratificada

en julio de 1898.

En 1895, el presidente Cleveland extiende la

―doctrina Monroe‖ a los contenciosos fronterizos,

imponiendo el arbitraje americano a una disputa

entre la Guayana Británica y Venezuela, y el

Secretario de Estado americano avisa que ―Estados

Unidos es casi soberano de este continente y su

voluntad es ley‖. En Cuba, explota la hostilidad de

los cubanos ante la ineficiencia de la administración

colonial española, convirtiéndose en revuelta

generalizada.

España actúa represivamente, lo que alienta

todavía más a la insurrección. En EE.UU. se

despierta entre la población una simpatía hacia los

cubanos y oficialmente una defensa de los

―Derechos Humanos‖, pero también a su Política de

Estado se le ofrece en bandeja la posibilidad de

empezar a cumplir el viejo deseo de, por lo menos,

influenciar sobre la isla.

Una fracción todavía más extremista que su

Gobierno -apoyada por fuerte capitales y órganos

de opinión- buscan la intervención directa y la

posesión de la isla. Los periódicos del magnate de la

prensa W. R. Hearst atizan el fuego del conflicto.

En 1898, ante el empuje de los insurrectos cubanos.

España concedió la autonomía a la isla. El

Cónsul de EE.UU. en la Habana plantea a su

gobierno la necesidad de trasladar buques de guerra

para preservar la vida y bienes de los ciudadanos

americanos.

A principios de la década de 1880 la Marina de

EE.UU. había descendido al puesto veinte en la

escala de las Marinas de guerra del mundo, estando

por debajo, en América, de las Marinas de Chile y

Brasil, pero para el momento de la guerra que se

avecinaba, el desarrollo de la misma había sido muy

grande.

Page 203: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

195

El buque acorazado ―Maine‖ entró en la bahía

de La Habana el 25 de enero de 1898. Para el

momento de la construcción de este barco, los

EE.UU. sólo habían encargado este acorazado y el

―Texas‖, botado más tarde y superior en algunas

prestaciones. El ―Maine‖ desplazaba 4.180

toneladas y portaba 4 cañones de 254 mm., 6 de 152

mm, 4 tubos torpederos de 356 mm, desarrollando

una velocidad de 17 nudos.

Al cabo de unas horas hubo un fuerte estallido,

seguido por otros múltiples al prenderse las

municiones, y en minutos, el navío se hundió,

muriendo 266 tripulantes. Mucho antes de

constituirse las respectivas comisiones

investigadoras norteamericana y española, la prensa

de W. R. Hearst publicó que el gobierno de España

había sido responsable, asegurando que el buque se

hundió como consecuencia del impacto de un

torpedo o la explosión de una mina. Ese fue el

―casus belli‖.

En la década de los ochenta del pasado siglo se

iniciaron investigaciones y se demostró que la

explosión del barco se debió a una explosión

interna.

Días antes del suceso, el dibujante –corresponsal

enviado por Hearst a Cuba, envió, al llegar a la isla,

un telegrama que decía: ―Todo está en calma. No

habrá guerra. Quiero volver‖. La respuesta del

magnate fue: ―Usted permanezca en Cuba. Envíeme

los dibujos y yo pondré la guerra‖.

La guerra no se limitó a Cuba y las Antillas, sino

que se extendió al Extremo Oriente. La marina

americana que había llegado a convertirse en quinta

del mundo en la década anterior, sobrepasaba en

mucho a la vieja flota española. Así pues, la

escuadra del Comodoro Dewey destacada en Hong

Kong, con sus seis cruceros, seis cañoneros y dos

vapores armados, destruyó a los viejos buques

españoles destacados en el archipiélago filipino, en

Cavite, bahía de Manila, en menos de 5 horas.

Page 204: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

196

Los EE.UU. destacaron 14 unidades entre

acorazados y cruceros, más varios destructores para

bloquear Cuba.

Su misión sería el transporte de sus tropas y para

combatir contra las fuerzas navales que España

mandara a las Antillas.

El buque insignia del contralmirante Sampson

era el ―New York‖, un crucero blindado, con un

desplazamiento de 9.021 toneladas, 2 hélices, triple

expansión vertical, 8 calderas: 17.401 cv. y una

velocidad de 21 nudos, con una dotación de 566

hombres.

Un buen blindaje y un armamento de 6 cañones

de 203 mm. y 12 de 102; pero entre los acorazados a

su mando sirve de ejemplo de ellos el ―Oregon‖,

superior en potencia y blindaje, con un

desplazamiento de 11.688 toneladas, botado en

1896 y con 4 cañones de 330 mm, 8 de 203, 4 de

152 y 6 lanza torpedos de 457 mm.

Veinte años después, aquel impulso en la

construcción naval de la década de los sesenta, se

había perdido y España volvía tener buques viejos –

algunos cruceros blindados, mal armados, y sólo

eran modernos los de la flotilla de destructores

torpederos. Su principal unidad y la más nueva era

el ―Cristóbal Colón‖, un crucero blindado.

Construido y comprado a Italia, su cinturón

blindado era completo. Sobre el cinturón había un

reducto que se extendía a la cubierta principal y

albergaba una batería de 10 cañones de 152 mm.

Sobre la segunda cubierta, nunca se le llegaron a

instalar los grandes cañones de 254 mm. que irían

en cubierta principal. En la parte superior del

reducto montaba 10 cañones de 119 mm. desplazaba

6.840 toneladas y tenía una velocidad de 19.8 nudos

y una dotación 567 hombres. Después de la batalla,

encalló en un arrecife rocoso, más tarde se reflotó y

se le hundió en aguas profundas.

Page 205: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

197

La Escuadra española llegó y se internó en

Santiago de Cuba, de donde salieron para intentar

escapar de su propia ratonera, en fila, con una

distancia de 600 metros entre sí.

China.

El resentimiento antiextranjero de los chinos

superó al tradicional contra la dinastía China-

Manchú, considerada también como extranjera y

produce la tromba de bandas, atizadas por una

sociedad secreta, la de los ―Boxers‖, que invaden a

un Pekín aterrorizado y ocasionan el asesinato del

Ministro Embajador alemán.

Se convirtió en ejercicio de tiro contra blancos

en movimiento (igual que los patitos en las ferias).

España perdió Cuba, Puerto Rico, las Filipinas y la

Isla de Guam.

El Imperio chino declara la guerra a las

potencias extranjeras. La llegada de un cuerpo

expedicionario internacional pone fin al asedio de

las Legaciones.

China terminaría concediendo a Rusia, Port

Arthur; a Alemania, la Bahía de Chiao-Chou; a

Gran Bretaña el Puerto de Wei-hai-wei (frente a

Port Arthur) más la cuenca del río Yang-Tze y a

Italia el puerto de Tien-sin.

Page 206: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

198

Grecia

Llevaba sometida al yugo turco desde mediados

del siglo XV. En 1822 se sublevaba contra su

ocupante y los turcos sofocaron la revuelta con la

matanza de los habitantes de la isla de Quios, que

conmovió a la opinión pública internacional. Entre

los intelectuales, políticos y artistas que crearon un

comité de apoyo a los griegos se encontraba una

figura clave del romanticismo.

Lord Byron, quien a instancias del comité y debido

a su admiración hacia la antigua Hélade viajó a

defender sobre el terreno la causa griega. Byron,

rebelde para la sociedad inglesa, vivió estrecheces

económicas en su infancia hasta que heredó el

título, y siempre mostró una preocupación por los

desvalidos y las causas perdidas. Era admirador de

la causa napoleónica y de Simón Bolívar. En

Grecia, y ostentando el mando de tropas albanesas

mercenarias, moría de fiebres gástricas.

Page 207: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

199

En 1825 los gobiernos europeos ya apoyaban la

insurrección griega contra Turquía. En octubre de

1827 una flota combinada francesa, inglesa y

rusa, se enfrentaba a una escuadra turco-egipcia en

Navarino, en la costa de la península de Morea, (la

antigua Peloponeso), en el Mar Jónico. La decisiva

victoria aliada, fomentó la creación de un Estado

griego completamente independiente.

Page 208: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

200

CAPÍTULO V. (La vela: Ave Fénix)

CLÍPERS Y BARCAS

mediados del siglo XIX los buques de

vapor habían comenzado a desalojar de las

rutas marítimas a los elegantes veleros. Pero en esta

rivalidad entre la vela y el vapor, aún no se había

dicho la última palabra y en la década de 1850 a

1860 se verán llegar los grandes veleros a su

apogeo. En efecto, el gran impulso dado al comercio

daba origen a una gran demanda de bodegas y

exigía de los buques cada vez mayores velocidades

y economía en sus viajes. Por entonces, las

máquinas a vapor eran aún imperfectas y requerían

un gran consumo de combustible, sin alcanzar las

fabulosas velocidades de los grandes veleros.

Además, en la construcción naval se comenzaba

a utilizar cada vez más corrientemente el hierro,

tanto para la construcción de los palos (los machos

se comenzaron a hacer de metal) como de las jarcias

y aparejos, lo cual daba al conjunto mayor solidez y

permitía aumentar considerablemente la superficie

de las velas, y con ello, la velocidad. En los cascos

también comenzó a utilizarse el hierro en la

construcción de las cuadernas, con lo que se

requerían elementos de menor volumen para las

mismas resistencias y así se obtenía un mayor

espacio de bodegas.

De todas estas premisas, nace el famoso clíper de

mediados del siglo XIX, que rápidamente va a ser

imitado por las demás naciones marítimas.

Aparecen así unos veleros de líneas afiladas,

veloces y sumamente marineros. Se los aparejaba

como fragatas, con tres palos de velas cuadras, a las

que se agregaban foques, estays y una gran cangreja

a popa del mesana.

Para el final del período, al aparejo de mesana se

le reduce quitándole las cuadras y quedando con

una cangreja y escandalosa. A los buques que

llevaban este aparejo se los llamó bric-barca o

simplemente barca.

Este aparejo será el que se emplee durante el

último período de la vela, cuando la mejora en la

construcción de los buques de vapor irá

paulatinamente relegando a los veleros al transporte

de cargas masivas (carbón, salitre, trigo a granel,

etc).

El clíper.

Así aparejaban los veleros más rápidos y más

hermosos que han surcado los mares –los clípers-.

Pero también fueron los más efímeros. El clíper

apareció en EE.UU., hacia 1820 y ya a finales del

siglo era un buque anticuado. Fueron construidos

para alcanzar grandes velocidades. Eran esbeltos y

ligeros, tenían poco espacio para la carga, pero la

superficie de su velamen era enorme. Su existencia

respondía a varias necesidades: el tráfico de opio, la

fiebre de oro en Australia y California (1851), el

comercio de té con China y a partir de 1870, el

comercio de la lana y cereales con Australia. Todo

ello se realizó con estos buques. La aparición de los

buques de vapor, la apertura del canal de Suez y los

ferrocarriles transcontinentales fueron la causa de

que los clípers quedaran anticuados. Se les dio el

nombre de ―clíper‖ por la manera en que estos

rápidos buques ―recortaban‖ (clip off, en inglés) las

millas.

Un clíper tenía una tripulación de más de 50

hombres, que podrían tener que manejar casi 11.900

m. de tela repartidas en unas 70 velas, de las cuales

60 requerían se trabajase en la arboladura cada vez

que eran arriadas o arrizadas. Estas velas estaban

controladas por más de 300 cabos mayores, e igual

número de menores, de varios tipos.

El piloto de un barco de este tipo era como un

jockey cabalgando en un caballo de raza tremen-

damente complicado, y debía permanecer en cu-

bierta durante casi todo el tiempo. Los capitanes de

clíper hacían muchísimo dinero, pero se ganaban

hasta el último centavo del mismo. El instinto de un

marinero siempre es acortar vela o arriarla antes de

que el barco se dañe. Llevar la vela hasta el máximo

límite que permitía un barco, era una

responsabilidad que sólo podía aceptar el piloto.

Estos hermosos barcos de líneas maravillosas

eran tan veleros, que sirvieron para un importante

papel político en la apertura del comercio entre

A

Page 209: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

201

China y el mundo exterior. Las ganancias eran muy

grandes y en este comercio intervino solapadamente

la Compañía Británica de las Indias Orientales, y

franceses, daneses y suecos, más los americanos,

que parecen haber tenido los mejores y más rápidos

barcos de aquel tiempo, y que no veían ninguna

razón para abandonar este lucrativo tráfico a los

demás.

La mayoría de los barcos ingleses del opio

estaban mandados por antiguos oficiales navales, y

la de los americanos, por jóvenes aventureros de las

familias ―bien‖ de Nueva Inglaterra. Sus

tripulaciones eran una olla podrida: de Calcula,

Bombay, Marsella, Londres, Cantón y Filipinas.

Entre 1830 y 1840, buques americanos, ingleses e

hindúes rivalizaron en llevar sus prohibidas cargas,

y gracias al nuevo modelo de clíper, ganaron los

americanos.

El primer clíper, el Ann McKim, fué construido

en Baltimore, en 1832. Tenía 44 m. de eslora, con

3,30 m. de anchura a proa y 5,20 m a popa.

Su capacidad de carga era limitada, para darle

gran velocidad, y después de unos pocos años

dedicados al tráfico de té, se entregó a la carrera del

opio.

Había varios tipos de clíper, cada uno de ellos

representante de las diferentes respuestas que daban

los constructores y propietarios al reto económico.

Antes de la fiebre del oro californiana, la Marina

mercante norteamericana y la británica estaban

formadas en su mayor parte por pequeños barcos de

madera, que eran adecuados para los comercios

atlánticos o de las Indias Occidentales, y para un

paso ocasional por el cabo de Hornos.

Como consecuencia de la fiebre del oro

californiana de 1849, se produjo un tremendo auge

en el comercio de barcos de vela que rodeaban el

cabo de Hornos.

Esto hizo que los grandes diseñadores llegasen a

crear barcos como el ―Challenge‖ y el ―Flying

Cloud‖, un barco elegante y de gran

desplazamiento: 1.780 toneladas, con 3 mástiles y

aparejo de fragata. Fue uno de los clípers del té.

Más adelante y por 10 años transportó pasajeros

emigrantes de Inglaterra a Australia regresando con

lana y rivalizando con otros clípers muy veloces,

siendo considerado el clíper norteamericano más

rápido, siendo necesaria la rapidez, ya que los

cargueros que llegaban antes conseguían mejores

precios en subasta. .

Estos barcos enriquecieron a sus propietarios a

causa de su velocidad: pasajes rápidos, amortizados

por mercancías de calidad superior, que compen-

saban los gastos extra que suponía la navegación de

lo que en términos actuales era un monstruoso yate

de carreras.

Asombrados por las prestaciones de los clípers,

los británicos no tardaron en realizar su propia

versión. Inevitablemente la fiebre se extendió a

Inglaterra, donde se construyó una flota de bellos

clípers británicos para desafiar a los elementos y

competir entre ellos en carreras precipitadas, donde

las velas se rasgaban, los mástiles crujían, se

empapaban las cubiertas... llevando el té de China a

Londres o acarreando balas de algodón desde

Australia.

Ver uno de estos navíos correr los mares,

agitados por el viento, en una veloz carrera de

Nueva York a San Francisco era presenciar la quinta

esencia de la navegación. Con vientos que hubieran

hecho que otros buques navegaran a media vela, los

capitanes de los clípers desplegaban todo el

velamen posible hasta que los mástiles se

estremecían como si fueran a quebrarse. Los clípers

surcaban el mar en las tempestades como pájaros

marinos, alcanzando velocidades de hasta 21 nudos,

recorriendo distancias de 740 km. diarios y batiendo

récords que perdurarían para siempre.

Tanto los constructores coma los propietarios

idearon una serie de nombres para estos barcos, en

consonancia con la velocidad y la sobrecogedora

belleza de los mismos. A los orgullosos clípers se

les llamó Lightning (Rayo) y Stag Hound (Galgo),

White Squall (Ráfaga Blanca) y Hurricane

(Huracán), Meteor (Meteoro) y Flying Cloud (Nube

Voladora), Queen of the Clípers (Reina de los

Clípers) y Sovereign of the Seas (Soberano de los

Mares).

Page 210: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

202

Este fue uno de los clípers más largos (78.7 m)

jamás construido. Sobrevivió a lo que fue casi una

catástrofe al oeste del Cabo de Hornos, en su viaje

inaugural, cuando se partió parte de su arboladura (3

mástiles), en su aparejo de fragata con velas

cuadras. Navegaba en forma soberbia y alcanzaba

una velocidad de 22 nudos, con 2.421 toneladas. Tal

era la confianza de la línea propietaria que ofrecía

un descuento si el barco no superaba el tiempo de

cualquier barco a vapor en su viaje a Australia.

En 1853 se construyó el ―Great Republic‖, el de

mayor tonelaje (4.555 toneladas), de 102 m de

eslora, y su periquito, a una altura de 61 m sobre la

cubierta.

Fué el mayor velero del mundo con casco de

madera. Presentaba la novedad de ser el primero en

arbolar cuatro palos y aparejar gavias dobles para

simplificar la maniobra de sus seis mil metros

cuadrados de superficie de velamen y, a su vez,

reducir la tripulación.

Destinado al servicio entre los Estados Unidos y

Australia, sufrió un incendio mientras estaba

cargando en Nueva Cork para el viaje inaugural,

siendo necesario hundirlo en el propio puerto.

Vendido por el constructor, los trabajos de

reparación fueron laboriosos y modificaron su

aspecto original, puesto que se disminuyó parte de

la obra muerta y se simplificó la arboladura.

Finalmente, habiendo participado en el transporte de

tropas durante la guerra de Crimea y la americana

de Secesión, naufragó cerca de las Bermudas en

1872.

El ―Great Republic‖ marcó la cima de la

construcción en madera y, en cierto modo, despejó

el camino a los barcos de hierro para conseguir

mayores esloras que las alcanzadas hasta entonces,

dando impulso al desarrollo de los cascos metálicos

porque, al principio, su construcción era semejante a

la de madera y el nuevo material no inspiraba

demasiada confianza en cuanto a su empleo en los

Page 211: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

203

barcos de vela; pero con la implantación de la

máquina de vapor se vio que en la mayoría de los

casos los buques de madera no aguantaban las

vibraciones excesivas de aquellas máquinas

primitivas, puesto que se producían grietas en los

forros y se abrían vías de agua, fallando en parte las

esperanzas que se habían puesto en tales vapores. El

mismo año de la construcción del ―Great Republic‖,

el auge de California había terminado. Al año

siguiente, los propietarios del ―Flying Cloud‖

podían darse por contentos si obtenían 10 dólares

por tonelada.

La guerra y los clípers americanos.

Durante la Guerra Civil americana el negocio de

los clípers -resentido ya por una demoledora

depresión económica a finales de la década de 1850

y por la competencia con los barcos de vapor-

recibió un golpe final, mortal, de un puñado de

cruceros confederados. Los más eficaces de estos

barcos de madera estaban construidos entonces en

Inglaterra y - a causa de la dependencia de los

británicos del algodón confederado - eran

respaldados secretamente por el gobierno británico,

a pesar de su declarada neutralidad.

Los rápidos cruceros daban caza a los barcos

mercantes que divisaban, disparaban una andanada

por delante de la proa del buque y enviaban a bordo

un bote atestado de hombres armados. Si se

comprobaba que la nave estaba registrada en el

extranjero, los asaltantes se disculpaban

rápidamente y partían.

Si era americana, tomaban prisionera a la

tripulación, saqueaban e1 barco y le prendían fuego.

Aunque en realidad los asaltantes destruyeron

solo 14 clípers de entre los 150 mercantes

aproximadamente que incendiaron, los efectos

indirectos fueron desastrosos.

El pánico, agravado por atrevidas incursiones

confederadas en la misma bocana del Puerto de

Nueva York, se extendió por todos los círculos

navales de la Unión. Las primas por el seguro del

riesgo de guerra aumentaron fuera de toda

proporción con respecto a las propias pérdidas y

pronto los barcos con banderas neutrales les

arrebataron gran parte del negocio que había

mantenido la flota de los Estados Unidos. Los

navieros americanos, desesperados, corrieron a

vender sus barcos en el extranjero, normalmente a

precios de saldo.

En 1865 más de 1.600 buques, entre los que se

incluían virtualmente la totalidad de la orgullosa

flota de clíper mercantes, habían sido transferidos a

propietarios extranjeros. El resto consistía

principalmente en bañeras obsoletas.

Siete años después de la guerra, un tribunal

internacional sentenció a los británicos a pagar una

compensación de 15,5 millones de dólares por su

complicidad con los asaltantes confederados, un

precio insignificante comparado con los beneficios

que los mercantes británicos habían ganado a

expensas de los americanos. La Flota mercante de

los Estados Unidos no se recobró hasta después de

la Primera Guerra Mundial.

El último cisne.

La última carrera del té propiamente dicha tuvo

lugar solo cuatro años después de que se botase el

―Cutty Sark‖, y los últimos cargamentos de té se

embarcaron en clíper en 1878. Este clíper, campeón

en lo que a navegación se refiere, se construyó en

1869, con 963 toneladas y principalmente, para el

transporte de té.

Construido en madera y hierro, el mismo día de

su botadura se había abierto al tráfico el canal de

Suez, acortando la distancia hacia el Lejano Oriente

– pero sólo para barcos de vapor-; por tanto,

condenaba de un golpe al comercio de los clípers.

No obstante, el barco estuvo ocho años en el

comercio del té, hasta que tuvo que dejar ese

negocio, incapaz de competir con los cada vez más

rápidos buques de vapor; siguió navegando por

muchos años con carga general, sobreviviendo

como barco de trabajo hasta 1922.

Navegó atravesando tifones en el mar de

China y tremendas tormentas en el cabo de Hornos,

Page 212: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

204

sobrecargado con carbón y chatarra (cargamentos

para cuyo transporte no había sido diseñado), de-

sarbolado, encalló, los extremos de su manga

golpearon con las escotillas en el agua y las olas

rompieron sobre él, pero nunca embarcó ni una gota

de agua. Incluso en su última etapa, disminuido, con

apenas la mitad de las velas que podía aparejar.

Todavía podía alcanzar los 16 nudos. No resulta

sorprendente que estos barcos inspirasen tanta

admiración y tanta lealtad a sus tripulantes.

En 1936 sirvió como buque escuela para un

Colegio Naval y en 1949 fue retirado y se le

conservó cerca del Museo Marítimo Nacional de

Gran Bretaña.

Page 213: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

205

La edad gloriosa de los grandes veleros.

Aunque los americanos y los británicos habían

dominado la navegación durante casi todo el siglo

XIX, a fines de éste fueron superados por otras

naciones. Los Estados Unidos, tras su triunfal

experiencia con los clípers, ahora explotaban su

ferrocarril transcontinental, desarrollando las vastas

extensiones de su interior y prestándole menos

atención al mar. Del otro lado del Atlántico, los

propietarios británicos se concentraban en el vapor;

la mayoría de los buques de vela producidos por los

excelentes astilleros de Gran Bretaña se vendían en

el extranjero, principalmente a compradores en

Francia, Alemania, Italia y los países escandinavos.

En su mayor parte fué en esas naciones que docenas

y docenas de compañías llevaron los buques de vela

a sus días de gloria, ganaron fama y fortuna por su

astuta y oportuna atención al comercio del nitrato

chileno.

El nitrato estaba entre los cargamentos más

desagradables conocidos por e1 hombre: nocivo,

inflamable y, cuando se le trituraba y empaquetaba

en sacos para el transporte, excesivamente pesado.

Pero entre los años 1890 y 1914, también figuró

entre los más rentables; los granjeros de Europa

usaban unas 500.000 toneladas al año como

fertilizante, y los líderes de los gobiernos en pugna

demandaban miles de toneladas para municiones.

Europa poseía muy poco nitrato de sodio en su

propio suelo. La única fuente importante se hallaba

a miles de millas marinas de distancia, en los

desiertos de Chile, una tierra tan árida que por lo

general, hasta las robustas mulas caían muertas por

falta de pastizales y agua cuando, cargadas con

sacos de nitrato, realizaban el viaje de 80 kilómetros

cuesta abajo desde las minas a los barcos a la

espera.

Las tripulaciones de los barcos a vapor se

burlaban de los enormes navíos de cruz que con

valor desafiaban la llegada del vapor a las rutas

comerciales del mundo. Esos monstruos, decían,

eran demasiado voluminosos para navegar con

elegancia con viento en contra. Pero la pulla se

convirtió en un elogio. Pues en verdad, en sus 50

años de vida los grandes buques de vela expresaban

la consumada majestuosidad de la navegación y el

clímax de siglos de gloriosa evolución.

Deslizándose con un aullante ventarrón del cabo

de Hornos o siguiendo con vigor los vientos alisios,

estos altos barcos de alas blancas no tenían igual en

tamaño, potencia y belleza. Muchos eran el doble de

largo que los gráciles clípers de madera que los

habían precedido, y casi igual de veloces. Con

inmensas velas en sus largos mástiles, transportaban

miles de toneladas de fertilizantes, abonos, carbón,

granos y madera alrededor del mundo en sus vastos

cascos.

Desde el principio, al abrirse pasó alrededor del

cabo de Hornos y embestir los océanos del Sur, los

buques de vela se ganaron los corazones de los

marineros y ciudadanos por igual. El ―Potosí‖, el

―Preusen‖, el ―Herzogin Cecilie‖ y muchos otros

con nombres maravillosos, establecieron, batieron y

volvieron a establecer récords desde Chile o

Australia hasta Europa, sobreviviendo a increíbles

tormentas y penurias. Incluso en su ocaso, durante

la década de 1920 y 1930, el espíritu que los

impulsaba era superar a todos los rivales.

Esos buques de vela de varios palos llevaban

más velamen que cualquier otro barco. Para

ejemplo, el navío alemán de cuatro mástiles, el

―Herzogin Cecilie‖: una barca de cuatro palos, con

34 velas al viento, disponía de una superficie total

de casi 13.500 metros cuadrados, más de una

hectárea de lona. Esa increíble extensión se elevaba

a más de 45 metros por encima de la cubierta, y solo

la de trinquete media 26 por 10 metros.

Con sus 3.242 toneladas fue uno de los últimos

grandes veleros; botado en 1903, hizo viajes

comerciales entre Alemania, Australia y

Sudamérica, transportando variados cargamentos en

la ida, y en el regreso, nitratos y otros cargamentos a

granel. Velero elegante, estuvo retenido en Chile

desde 1914 a 1920, por la primera guerra mundial.

En su viaje de vuelta a su país de origen, con carga

desde Australia, encalló en la costa sur de

Inglaterra, y posteriormente, se hundió.

Page 214: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

206

En 1902 un astillero alemán botó el buque de

vela más grande y más sofisticado que jamás se

había construido.

Pero a pesar de sus enormes dimensiones, fué un

modelo de eficiencia económica. El ―Cutty Sark‖, el

más famoso de los antiguos clípers dedicados al

transporte de té, con 35 tripulantes.

Podía llevar 1.300 toneladas de cargamento, pero

el ―Preusen‖, con 45, podía transportar casi 8.000

toneladas. Con sus 5.081 toneladas de

desplazamiento, construido en Alemania, hizo la

ruta Europa-Chile. Emparejado como fragata de

cinco palos, era la embarcación más grande

propulsada a vela, aunque tenía potencia auxiliar

para tornos, cabrestantes y bombas, en forma de dos

máquinas a vapor montadas en cubierta.

Page 215: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

207

Además, al igual que muchos de los buques de

vela, exhibía una velocidad asombrosa para su

propia mole.

Con un máximo de 48 velas en cruz, sus cinco

mástiles de acero, el más alto de los cuales se

elevaba 67 metros desde la quilla, el Preussen

desplegaba 18.000 metros cuadrados de velamen.

El barco era muy rápido; en uno de sus viajes

recorrió 5.591 km. en 11 días, a una velocidad

media de 11.4 nudos.

Con viento vivo, esas velas podían desarrollar

una fuerza igual a 6.000 caballos de potencia e

impulsarlo por los mares a 17 nudos. Incluso su

velocidad normal, que iba entre los seis y los ocho

nudos, dependiendo de los vientos imperantes, era

tan buena como la que podían alcanzar la mayoría

de los cargueros a vapor de la época.

Entre 1902 y 1910 transportó principalmente

nitrato desde Chile. Tuvo una carrera corta, pues en

1910 fue chocado por un ferry; ancló y sus cadenas

se partieron en una borrasca. Remolcado, se

rompieron los cabos y encalló, para luego ser

desguazado.

Sin embargo, el ―Preusen‖ fué el único buque de

su clase que llegó a construirse.

Los avances con la propulsión a vapor en la

primera década del siglo XX, sumado al drástico

aumento en los costos de la construcción, hicieron

que esos buques de velas cuadras se convirtieran en

una inversión arriesgada.

El barco de vela para cargamentos en general se

extendió tanto entre las florecientes flotas de barcos

de vapor, que en 1900 un tercio de los buques

mercantes, diez millones de toneladas de las

veintiséis millones que había en el mundo, eran

barcos de vela. Hacia 1932 había todavía casi tres

mil buques mercantes de vela de más de cien

toneladas en servicio regular.

Con el paso de arboladuras y cascos de madera a

las de metal, y su jarcia y velamen cada vez a

materiales más resistentes, han sobrevivido casi

hasta nuestros días, quedando aún hoy algunos

buques-escuelas como testimonio de su belleza y

perfección.

El “diablo de nueve colas”.

No obstante el proclamado espíritu ilustrado de

la época, la antigua costumbre de mantener la

disciplina mediante el látigo aún formaba parte, en

gran medida, de la vida a bordo a mediados del

siglo XIX.

Especialmente en los clípers, cuyos capitanes

creían que sólo con dureza podían asegurar el

rendimiento necesario de la tripulación para

mantener la compleja maquinaria del velamen a

máxima velocidad.

La flagelación era un ritual inexorablemente

eficiente. AI desgraciado marinero se le dejaba

desnudo de cintura para arriba, se le ataba a las

cuerdas o al emparrillado de la cubierta principal,

con las manos por encima de la cabeza, las piernas

separadas y los tobillos también atados.

Normalmente, el oficial contramaestre empuñaba

el azote de nueve ramales, un feo instrumento hecho

con un mango de madera y nueve cuerdas de

cáñamo trenzadas, de 45 cm. cada una, con nudos

cerca de la punta.

Toda la tripulación debía ver la flagelación, ya

que era tan importante intimidar a los otros

marineros para que obedeciesen ciegamente, como

castigar al culpable.

Pocos testigos olvidaban la experiencia. La

ofensa más trivial podía provocar una paliza

despiadada.

Las angustiosas descripciones publicadas por

varios escritores, despertó un enconado debate sobre

el maltrato a los marineros y forzó al Congreso

americano a prohibir la flagelación en todos los

buques del país, en 1850.

Sin embargo, los capitanes de los clípers

ignoraban generalmente la ley y continuaban

azotando en la década de 1860, proporcionando a

sus tripulaciones la dudosa distinción de contarse

entre los últimos marineros americanos en sufrir los

azotes.

Para los marineros de los clípers británicos fué

todavía peor, la flagelación en sus barcos no fué

prohibida hasta 1879.

Page 216: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

208

YATES

De “Estado”.

l inicio de ese desfile náutico de pompa y

poder se remonta a un gobernante

considerado casi divino. La barca real más antigua

que se conoce perteneció al faraón egipcio Keops,

que reinó a mediados del tercer milenio a.C. La

embarcación de Keops era más bien sencilla, pero

era amplia, con sus 44 m. y disponía de algunas

escasas comodidades que evidentemente incluían

una temprana versión del aire acondicionado:

esterillas de juncos humedecidas que se desplegaban

sobre el techo del camarote. El faraón estaba tan

unido a su navío que hizo que lo enterraran junto a

su tumba en la gran pirámide de Gizeh. Es de

suponer que la última misión de la barca fuera

transportar a Keops al otro mundo.

Desde el siglo IV a.C., en adelante, Egipto

estuvo gobernado por los Ptolomeo, una dinastía

griega que descendía de un lugarteniente del

conquistador del mundo, Alejandro el Magno.

Ptolomeo II construyó una flota entera de yates

reales, todos, según el historiador griego Apiano,

con ―popas‖ y ―proas doradas‖. Su nieto Ptolomeo

IV incluso tuvo ideas más grandes. Le ordenó a sus

constructores de barcos que le fabricaran un

catamarán con cubierta que sustentara un palacio

con terrazas que tenia 91 m. de largo, 13,75 de

ancho y se elevaba 18 m. por encima de la línea de

flotación. Ese palacio sobre el agua, amueblado en

opulento y acorde estilo, era remolcado Nilo arriba

y abajo para facilitar que los súbditos de Ptolomeo

le rindieran honores a su gobernante.

Si entre los hitos de los yates de lujo se puede

contar el impacto dramático, un punto importante

tuvo lugar cuando la barca de Cleopatra entró en el

puerto de Tarso (Asia Menor) en el 42 a.C. El

historiador Plutarco con posterioridad escribía que,

a medida que el barco real se deslizaba río Cydnus

arriba, procedente del Mediterráneo, toda la

población de la ciudad corría al puerto. Nunca antes

se había visto un navío como ese, la barca era

impulsada por filas de paletas cubiertas de plata que

entraban en el agua al ritmo que proporcionaban las

flautas, los pífanos y las arpas. El sol brillaba en la

popa dorada. Y protegida del sol bajo un dosel

bordado en oro se reclinaba la fascinante reina de

Egipto.

Cleopatra había sido llamada a Tarso —capital

de la provincia romana de Cilicia— por Marco

Antonio, gobernante de la parte oriental del gran

imperio de Roma, para cerciorarse de que tenía su

apoyo. Pero Cleopatra no era una simple vasalla que

respondía mansamente a las llamadas de Roma. Se

había tomado su tiempo para ir, y Io hizo

garantizando que su llegada fuera una ocasión

adecuadamente imponente.

No fue un accidente el que una reina diera esa

memorable demostración del poder. Durante gran

parte de la historia, los yates fueron casi en

exclusiva privilegio de reyes, y nobles. Suponían

una manera adornada de transporte, a la vez que un

instrumento de Estado: un símbolo de poder y

riqueza (en los jeroglíficos mesopotámicos que se

remontan hasta el 3000 a. de C., el signo que

simbolizaba la palabra señor, era la proa de un

barco).

Los romanos exhibieron un gusto similar para

los yates. Sus mejores esfuerzos fueron obra del

emperador Calígula, del siglo I- recordado

principalmente por un enloquecido reinado de

terror-, quién encargó varias embarcaciones reales

Un emperador chino tenía una gran flota de

juncos reales, con un yate verdaderamente

asombroso reservado para él. Una descripción,

posiblemente exagerada, afirmaba que tenía 610 m.

de eslora, con cuatro cubiertas que se elevaban 12

m. por encima del agua. Es evidente que estaba

pintado de color carmesí, pues el emperador

caprichosamente lo bautizó ―El Pequeño Rojo‖.

Fuera cual fuere su tamaño verdadero —y es obvio

que era impresionante—, el interior del casco del

junco se parecía a un palacio; además de una sala

del trono para los asuntos de Estado del emperador,

y de numerosas suites, el yate también tenía un

harén de 120 camarotes.

E

Page 217: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

209

La emperatriz en su propio y enorme yate

acompañaba a los cincuenta o más barcos que con

regularidad atendían el palacio flotante del

emperador cuando este navegaba por su reino.

En el siglo VII, la institución del yate real en

Europa se había extendido a Gran Bretaña. Un rey

anglosajón fue enterrado con una barca funeraria de

27 m., llena con monedas de oro y cucharas y

cuencos de plata para usar en la otra vida. En

Noruega, alrededor del año 800, una reina vikinga

fue enterrada con un navío de 21 m. ricamente

tallado. Un siglo después, un rey de Noruega le

encontró otro uso a los yates; pensando que sería el

mejor regalo para un monarca que ya lo tenía todo,

le presentó una chalupa con velas de color rojo, al

rey de Inglaterra, en el 925 d.C. Ese ejemplo

diplomático fue seguido un siglo después por el

entonces rey de Inglaterra, que le dio un yate al rey

de Dinamarca; estaba adornado con dorados,

llevaba velas de un carmesí real y en calma o en

tormenta, lo impulsaban ochenta remeros que lucían

brazaletes de oro.

Tras la victoria de Inglaterra sobre la Armada de

Felipe II, en su intento de invadirla, la reina Isabel I

encargó un yate a vela, bautizado como ―navío

real‖. El sucesor de Isabel también ordenó un

pequeño yate a vela para su hijo de diez años. Sólo

tenía una eslora de 8,5 m., aunque elaborado en su

decoración; de hecho, se trataba de una versión en

miniatura del barco de línea ―Ark Royal‖, que había

luchado contra la Armada Invencible.

Tan cómodos se sentían los holandeses con su

reino de agua, que inventaron los yates de placer:

cada hombre, rico o pobre, encontraba satisfacción

estival en botes, que iban desde los ferrys que

transportaban a familias humildes en excursiones de

vacaciones, hasta los yates de lujo a vela de los

ricos comerciantes.

Es una curiosa coincidencia de la historia que la

afición a los yates fuera introducida en América,

igual que en Inglaterra, por los holandeses. Los

primeros navíos de placer en Norteamérica fueron

los que tripulaban los prósperos colonos holandeses

alrededor del puerto de Nueva Ámsterdam (actual

Nueva York), a principios del siglo XVII.

El primer yate de lujo verdadero de América fue

botado el 21 de octubre de 1816, en Salem

(Massachusetts). Su nombre –―la Barca de

Cleopatra‖– reflejaba una fuerte veta de

romanticismo por parte de su propietario.

El placer de la reina Victoria de Inglaterra de

navegar en yate se vió penosamente disminuido

después de que su amado príncipe Alberto muriera

en 1861. Se convirtió casi en una reclusa, y pasaron

seis años antes de que volviera a realizar apariciones

formales a bordo del yate real ―Victoria y Alberto‖

asistiendo a una revista naval. Pero por entonces su

ejemplo había ayudado a que el yate a vapor

alcanzara la mayoría de edad.

Los navíos a vapor aun eran bastamente

superados; por ejemplo en 1863 había 30 yates a

vapor registrados en Inglaterra, comparados con los

casi 800 yates a vela. Pero muchos de estos últimos

estaban equipados con motores a vapor auxiliares,

lo que permitía a sus propietarios llegar hasta los

más lejanos puertos del mundo. Y la popularidad

del vapor creció a tanta velocidad que una década

más tarde había 140 yates británicos impulsados a

vapor; y diez años después habría 466. El yate a

vapor seguiría ganando en importancia —y

haciéndose aún más lujoso— hasta finales de siglo,

cuando el motor a vapor alimentado a carbón fue

sustituido por el eficiente motor alimentado con

gasolina diesel.

Gran inauguración en Suez.

Nunca antes había tenido lugar una congregación

tan grandiosa de yates reales y privados; en verdad,

pocas flotillas semejantes se habían reunido alguna

vez en tiempos de paz. Anclados en el puerto de

Port Said, Egipto, había unos ochenta navíos de

placer y buques de guerra para celebrar la

inauguración del canal de Suez en 1869.

El espectáculo comenzó el 16 de noviembre... en

tierra. En pabellones dorados con alfombras rojas,

en la costa de Port Said, los invitados reales

tomaron parte en la primera gran ceremonia

Page 218: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

210

musulmana-cristiana nunca antes celebrada. Al día

siguiente, los yates y buques de guerra desfilaron en

la vía fluvial hecha por el hombre, el pasaje hacia el

mar Rojo.

El yate de honor era el buque negro, a vapor y

ruedas de paletas, ―L'Aigle‖, llevando a bordo a la

emperatriz de Francia, Eugenia, cuyo esposo,

Napoleón III, había sido el principal defensor del

canal, pero que se había quedado en París. También

a bordo de ―L'Aigle‖ se hallaba el primo de la

emperatriz, Ferdinand de Lesseps diseñador y

constructor del canal.

El yate más grande, el ―Greif‖, pertenecía al

emperador austriaco Francisco José. El príncipe

heredero de Prusia, el príncipe de Holanda y el gran

duque de Rusia habían traído todos sus propios

yates. El anfitrión, el Khedive de Egipto, Ismail

Bajá recibió a sus invitados a bordo del

―Mahroussa‖, mientras alrededor de los navíos

reales se arracimaban barcos a vapor abarrotados de

turistas y los navíos de placer de los embajadores y

aristócratas.

Todos, menos las embarcaciones más pequeñas,

entraron en el canal navegable impulsados a vapor o

remolcados y con las velas plegadas. El canal de

Suez, demasiado estrecho para que un gran navío a

vela cambiara de bordada contra los vientos

contrarios, proporcionaba un nuevo atajo al Oriente

sólo para los barcos mercantes o Ios yates

impulsados a vapor

A finales de la década de 1870, el zar Alejandro

II expresó el deseo de tener un yate nuevo para

recorrer el mar Negro.

El resultado fue una maravilla de innovación

tecnológica, majestuosa escala y lujoso mobiliario...

y uno de los navíos más inusuales jamás botado.

El ―Livadia‖ fue diseñado de acuerdo con otras

existentes para plataformas circulares y flotantes:

anchos navíos de poco calado que eran

relativamente estables bajo el peso de enormes

piezas de artillería.

Se razonó que un diseño similar para el yate real

reduciría las cabezadas (y los mareos) a la vez que

dispondría de alojamientos más espaciosos.

Yates para una nueva clase social.

A finales del siglo XIX, se describía al yate en

un Diccionario Marítimo Universal como un navío

de ―Estado‖, añadiendo que semejante nave era

empleada por lo general para el traslado de un reino

a otro, de príncipes, embajadores y otros grandes

personajes. Sin embargo, en esa época se pudo

establecer una diferencia entre un yate y un yate

real. Este último quedaba reservado para el

soberano; estaba elegantemente amueblado y

decorado con esculturas, y siempre lo dirigían

capitanes de la Armada de Su Majestad. Aparte de

éstos, existían otros muchos yates de menor tamaño

que empleaban los recaudadores de impuestos

navales y de aduanas, y que usaban como barcas de

placer los caballeros particulares.

A medida que la revolución industrial generaba

una nueva riqueza, la tendencia a una más amplia

participación en ese deporte de reyes se aceleraría.

Con el perfeccionamiento del motor a vapor

marítimo a finales del siglo XIX, los yates de lujo

alcanzaron su auge, el vapor proporcionó más

estabilidad y conveniencia que la vela, y suministró

potencia adecuada para que los navíos fueran tan

grandes como pudiera codiciar cualquier plutócrata.

El placer no es la historia completa de esos

navíos. Durante la edad de oro de los yates de lujo,

muchos propietarios iban y venían del trabajo en sus

naves de placer e incluso las empleaban como

despachos móviles, manteniendo comunicación por

radio con su cuartel general en tierra. En verdad, era

un distintivo de tales yates el que, una vez a bordo,

el propietario o invitado podía olvidar que estaba en

el mar.

El siguiente siglo trajo el desarrollo de los clubes

de yates, permitiendo que los propietarios atracaran

sus embarcaciones de placer en sociable esplendor,

y vió como éstos se extendían a América, donde se

amasaban fortunas prodigiosas. Al mismo tiempo, el

perfeccionamiento del motor a vapor abrió el

camino casi a un confort y grandiosidad ilimitados.

A finales del siglo XIX, los patrones de yate

encargaban palacios flotantes con cientos de pies de

Page 219: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

211

eslora y los amueblaban con gran estilo. Esas

hermosas moles finalmente provocarían su propia

ruina al volverse tan enormes (y tan enormemente

caras) que la depresión mundial en la década de los

treinta, los dejaría obsoletos: artefactos arrogantes

de una era desaparecida.

Pero volvieron a aparecer desde el último tercio

del siglo XX como propiedad de jeques y de

magnates de las finanzas. Si se puede decir que un

yate de lujo encarnaba todas las glorias del pasado,

el hermoso ―Sea Cloud‖, un buque de aparejo en

cruz de 96 m., bien podría merecer ese honor. Por

una suerte del destino, el ―Sea Cloud‖ aún surcaba

los mares en los ochenta. En 1978, un capitán

alemán lo encontró oxidándose en un puerto

panameño. Él y un consorcio alemán compuesto por

hombres de negocios, lo restauraron por siete

millones de dólares y lo fletaron para cruceros. Gran

parte de su navegación la realizó por el

Mediterráneo, donde podía cruzarse con los más

opulentos yates modernos de los principales

hombres de negocios.

Yates de competición.

La amenaza de los piratas que frecuentaban las

rutas marítimas en el siglo XVII, condujo a los

holandeses a desarrollar navíos de protección: los

jaghtships. Los nuevos barcos, rápidos y ágiles,

pronto empezaron a ser utilizados con fines lúdicos

y deportivos. El rey Carlos II de Inglaterra, exiliado

tras la muerte de su padre y el acceso al poder de

Cromwell, conoció en los Países Bajos esta

actividad. Al regresar a Inglaterra, organizó la

primera regata en el Támesis, que le enfrentó con su

hermano, el duque de York, en 1661. El término

neerlandés fue adaptado por los ingleses como

―yacht‖ y serían los británicos los encargados de

dotar al nuevo deporte de unas reglas básicas.

El primer club del mundo fue el Cork Harbour

Water Club, que fue fundado en Irlanda en 1720,

aunque hasta principios del siglo XIX no se

generalizaron las competiciones de vela, ligadas, en

general, a la realeza y la alta aristocracia.

El órgano rector de este deporte, la Federación

Internacional de Vela (IYRU), con sede en Londres,

data de 1907.

Las competiciones se dividen con carácter

general en regatas de altura y regatas costeras, de

acuerdo con el tipo de embarcaciones y con el lugar

en que se desarrollan. Entre las pruebas de altura

más célebres figuran dos travesías: la regata del

Atlántico para navegantes solitarios (Transat) y la

vuelta al mundo con tripulación (Whitbread),

además de la Copa Admiral, que se disputa en aguas

del Canal de la Mancha, y la Copa América.

Los campeonatos del mundo y, muy

especialmente, los Juegos Olímpicos son las

competiciones de vela ligera más prestigiosas. En

aquellos casos en que las embarcaciones que

compiten en una regata, no pertenecen a una misma

clase, se establece un coeficiente compensado de

tiempo.

Aunque la vela formaba parte del programa de

los primeros Juegos Olímpicos de la época moderna

(Atenas, 1896), el mal tiempo y la escasez de

participantes impidieron que se celebrase la

competición, que sí llegó a disputarse en la edición

de París, cuatro años después.

Desde entonces, y con la excepción de la

convocatoria de Saint Louis (1904), la vela ligera ha

sido uno de los deportes integrantes de los Juegos.

En ellos participan monotipos, es decir, barcos de

diseño unificado, con pesos y medidas similares, de

modo que se premia la habilidad de los deportistas

marinos, no el desarrollo tecnológico; a la vez, las

diferentes especialidades han variado a lo largo de

las distintas ediciones.

Page 220: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

212

Page 221: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

213

CANALES

ero si los barcos han sido los medios de

comunicación en el mar, el hombre también

ha producido variantes en la tierra para facilitar a las

aguas, tanto de ríos como de Océanos, una mayor

fluidez en beneficio de sus cosechas pero,

principalmente, de sus comunicaciones. Hace unos

5.000 años ya se construían canales, al principio,

para unir ríos cercanos y más tarde para llevar

gentes o provisiones a distancias considerables. Una

de las informaciones más antiguas es la que se

refiere al construido por Ptolomeo II de Egipto en el

siglo III a.C., para unir el Nilo con el Mar Rojo.

Las esclusas de compuerta única se usaban ya en

China desde alrededor de 500 a.C. Se trataba de

aberturas practicadas en presas, que permitían el

paso del agua; las embarcaciones eran llevadas río

abajo por el mismo movimiento del agua, o bien

arrastradas río arriba, por cuerdas tiradas mediante

tornos.

La primera esclusa provista de compuertas

dobles de eje vertical análogas a las empleadas

actualmente fue proyectada y construida por

Leonardo da Vinci cuando era ingeniero del duque

de Milán. Este tipo de compuertas, al cerrarse,

forman un ángulo en dirección contraria a la de la

corriente, de modo que la presión del agua las

mantiene cerradas.

En los Estados Unidos de Norteamérica se

construyeron canales para unir las cuencas de los

ríos Ohio y Missisipi con los puertos de la costa

Este, para facilitar la comunicación desde las zonas

interiores hasta los ríos navegables y para soslayar

los obstáculos naturales situados en dichos ríos.

El más espectacular logro americano de entonces

fue la construcción del Canal Erie, construido en

siete años y terminado en 1825, de 580 km de

longitud, entre Nueva York y el lago Erie. Más

tarde, el lago fue unido por medio de otro canal con

el río Ohio y por tanto, con el Missisipi y el puerto

de New Orleáns; así, se estableció una ruta fluvial

que enlazaba desde Nueva York, costa norte

Atlántica, hasta New Orleáns, en el golfo de México

(mar Caribe), atravesando el corazón de los Estados

Unidos.

Hacia 1850 se construyeron canales en Inglaterra

y el resto de Europa, especialmente junto a las

costas del Mar del Norte; en Holanda, Bélgica y

Francia. Los ingenieros civiles británicos

proyectaron y construyeron un sistema de irrigación

permanente en el Noroeste de la India, en el cuál se

construyeron robustas presas de mampostería para

desviar parte del agua de los ríos hacia una gran red

de canales.

El canal de Suez, abierto tras diez años de

trabajos dirigidos por el ingeniero francés Ferdinand

de Lesseps, fue excavado a mano a través del

desierto. Une el Mar Rojo con el Mediterráneo y

cubre una distancia de 169 km. Tiene un ancho

mínimo de 150 m. y una profundidad mínima de 10

m. fue inaugurado en 1869. Dada las circunstancias

favorables de que el terreno era plano y de que las

aguas de ambos mares tenían muy escasa diferencia

de nivel, no hubo necesidad de exclusas.

Gran Bretaña compró la mayoría de las acciones

del Canal y conservó el control hasta que fue

nacionalizado por el Presidente Nasser en 1956.

Durante la Guerra de los Seis Días (1967), entre

Egipto e Israel, el canal fue bloqueado por barcos

hundidos y en 1975, fue limpiado y abierto de

nuevo a la navegación.

El Canal de Panamá, iniciado por Lesseps, y

retomada la obra por los Estados Unidos ante el

fracaso que se había producido en su construcción,

lo finaliza trazándolo a nivel del mar. Enlaza los

océanos Pacífico y Atlántico, haciendo posible que

un barco de hasta 306 m. de eslora, 34 de manga y

12 de calado no tenga que rodear el continente

americano.

Uno de los motivos para el súbito incremento

alemán en el comercio fue el Canal de Kiel, cuya

piedra angular se colocó justo un año antes de la

ascensión de Guillermo al trono. Esa maravilla de

progreso industrial atraviesa la misma base de la

península de Jutlandia al sur de Dinamarca y redujo

el viaje entre el Báltico alemán y las costas del Mar

del Norte, de unos 1.100 kilómetros a 100.

P

CAPÍTULO VI (Revolución Naval (I)

Page 222: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

214

UN GRAN SALTO TECNOLÓGICO

Primero: los mercantes.

e todas las grandes transiciones, la primera

en efectuarse fué el cambio en la

propulsión, el paso de la vela al vapor. Los

perfeccionamientos de la máquina de vapor

realizados en el siglo XVIII lo hicieron inevitable.

En todos los usos marítimos, ya fueran comerciales

o bélicos, la ausencia de «libertad de movimiento»

en los veleros --esto es, su incapacidad para

moverse a voluntad en cualquier dirección-,

implicaba en el mejor de los casos una tremenda

pérdida de tiempo, y, en el peor, un serio peligro. En

donde más se sentían estas limitaciones era en las

aguas cerradas, en donde no había espacio para

virar, y en donde los barcos y las flotas estaban días

e incluso semanas enteramente inmovilizados.

En el mundo del comercio, en el que, incluso

entonces, el tiempo era dinero, y en el que el fracaso

de las máquinas, aunque grave, no resultaría

necesariamente fatal, no existía una razón válida

para que no se estableciera ese libre movimiento en

seguida, una vez que se sabía que era posible. Esta

fué la causa de que el vapor invadiera antes los

buques mercantes que los buques de guerra. Su

primera tarea fué la de arrastrar a los barcos hasta el

mar abierto. Los primeros vapores fueron en su

mayoría remolcadores. Pero en 1830 el vapor se

utilizaba también en las embarcaciones de recreo e

incluso, moderadamente, como fuerza auxiliar en

los mercantes cuando no había viento o soplaba en

sentido contrario.

Vapor y hierro.

Es significativo también que la edad del vapor y

la edad del hierro apareciesen juntas en los siete

mares. Al principio, el nuevo invento, el vapor, no

despertaba mucho respeto. A un barco impulsado a

vapor, le llamaban ―la tetera flotante‖ y lo

consideraban indicado sobre todo para aguas

―protegidas‖, tranquilas, lagos ó ríos; pero, ¿cómo

suponer que iba a poder enfrentarse con las

tormentas y olas en alta mar? ¿Que sería de él

cuando se le acabase el combustible? En cuanto a

un barco de hierro, todo el mundo sabía que el

hierro no flota. Navieros y navegantes que creían en

el vapor, no eran tan tontos que lo usasen al

principio para nada más que como fuerza auxiliar,

por lo que sus propios barcos de vapor llevaban

primordialmente un gran aparejo velero. Estos

sabían ya, sin embargo, que el hierro puede flotar si

se le dá forma adecuada. Demostraron su tesis ante

los más incrédulos cuando, en 1834, el Garry Owen,

un nuevo barco de hierro salió indemne de una

tempestad y llegó a puerto, mientras en la misma

coyuntura, un buque de madera embarrancó. El de

madera se rompió completamente y el Garry Owen

salió casi sin daños.

Pero a finales de siglo empezaban los primeros

experimentos con embarcaciones propulsadas con

vapor. Riéndose de esa idea las mentes

conservadoras, y no menos los oficiales de marina,

estos humeantes y estrepitosos barcos fueron

adoptados primero por la marina mercante, ya que

deseaban hacer viajes en el mínimo tiempo posible

y disminuir la tripulación. La nueva propulsión a

vapor y los nuevos materiales que proveía la

revolución industrial, especialmente hierro en

abundancia, produjeron más cambios en los

cincuenta años transcurridos entre 1800 y 1850 que

todos los perfeccionamientos habidos en los

quinientos años anteriores.

Se estaba produciendo una oleada de nuevos

inventos, ya que los ingenieros estudiaban las

posibilidades de la nueva maquinaria. Sin embargo,

en la década de 1850, un barco con aparejo de

fragata y buenos vientos podía adelantar a una

embarcación de vapor. En esta época, puertos de

todo el mundo podían tener barcos de todas clases,

desde el más moderno barco de vapor de hierro

hasta botes cuyo diseño se remontaba a la

prehistoria.

A mediados del siglo XIX, las "nuevas

tecnologías" de la revolución industrial habían

empezado a acelerarse. La ingeniería naval, basada

D

Page 223: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

215

en las innovaciones paralelas de la máquina de

vapor y la construcción de metal, fué uno de sus

paradigmas, y nuevos desarrollos seguían de cerca a

otros.

Una maquinaria más eficaz y una construcción

más resistente, más ligera, se convirtieron en barcos

más rápidos.

La transición de la vela al vapor no fué

instantánea, ni siquiera rápida. Incluso en 1900, la

tercera parte del tonelaje mercante de todo el

mundo (10 millones de toneladas de un total de 26)

Fue una de las primeras embarcaciones de vapor

experimentales que ofreció una demostración de

funcionamiento. Era propulsado por máquinas de

doble acción horizontales, por medio de dos ruedas

iguales de paletas, con un desplazamiento de 103

toneladas.

El primer barco de vapor del mundo realmente

eficaz lo construyó el estadounidense John Fitch

mediante un prototipo -al que llamó Perseverance-,

y con el que realizó la primera prueba el 1 de mayo

de 1787. El propio Fitch llegó a poner en marcha un

sistema regular de vapores en el río Delaware, en su

trayecto entre Filadelfia y Tirenton. Sin embargo,

dificultades financieras y algún que otro accidente

iba a vela todavía, y los pequeños barcos veleros de

carga comercial general sólo dieron paso

definitivamente a los barcos de vapor después de la

Primera Guerra Mundial, y todavía representaban

un papel importante dos décadas después.

La embarcación más antigua de propulsión fué

utilizada por primera vez en 1783 por el marqués

Claude Francois Jouffroy d'Abbans al remontar, en

demostración pública, un tramo del río Saona, cerca

de Lyon, en Francia, a bordo del vapor de ruedas

Pyroscaphe de 180 toneladas.

acabaron pronto con aquella aventura.

Fitch, arruinado y deprimido, se suicidaría años

después ingiriendo una sobredosis de opio.

Sería el Charlotte Dundas, con una eslora de

17.1 m., manga de 5.5, puntal de 2.4 y una dotación

de 4 hombres el primer barco de vapor para ser

usado en la práctica, construyéndose para ser

barcaza de remolque en un canal escocés.

Los propietarios del canal pensaban que las

pequeñas olas que provocaba a su paso, erosionarían

las orillas y no se llegó a poner en servicio.

Tenía una única rueda a popa, tipo paleta, con el

motor situado justo enfrente de ella, en el costado de

babor, y la caldera a estribor.

Page 224: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

216

Page 225: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

217

Las dos últimas décadas del siglo XVIII y los

primeros años del XIX, comprenden el período

experimental de la aplicación de la propulsión a

vapor a las embarcaciones, período al que pone

término exitosamente el esfuerzo de un famoso

ingeniero norteamericano.

La antorcha la recogió con éxito el mecánico

estadounidense Robert Fulton, quien, en 1803,

construyó en París una embarcación a vapor que

navegó por el Sena. Y en agosto de 1807 navega

entre Nueva York y Albany con el Clermont, que

tenía una eslora 40.5, m., una manga de 4 y un

puntal de 2. Con sus 100 toneladas. 2 mástiles,

cuadra en mayor, cangreja en mesana; fue el primer

barco a vapor, de ruedas a paleta laterales, con

servicio regular, transportando 90 pasajeros.

Si bien el alto consumo de combustible y lo

voluminoso y pesado de su maquinaria en relación

con su potencia, hacían poco prácticos para

travesías prolongadas a aquellas primeras naves, no

escapaba ya la utilidad que podían prestar sus

plantas motrices para navegación en aguas

restringidas, remolques de buques a vela en sus

movimientos de entrada y salida de puerto y para

salvar condiciones de calma en alta mar como

auxiliar de la vela.

En 1809 el primer barco de vapor que se

aventuró en el mar, el Phoenix, hizo una triunfal

carrera de Hoboken a Filadelfia. Fué así que, apenas

cinco años después del viaje del Clermont, unas

cincuenta embarcaciones de vapor prestaban

servicios en puertos y ríos de Europa y los Estados

Unidos.

Nueve años después del mismo suceso, había ya

un servicio permanente que cruzaba el Canal de La

Mancha. En una década, los navíos de vapor

realizaban ya 1.200 visitas al año a Nueva Orleans.

En el río Hudson los barcos de vapor de 1.000

toneladas transportaban de manera habitual 600

pasajeros con cierto lujo en el recorrido a Albany.

En Europa, los buques de vapor de pasajeros y carga

atravesaban el canal de la Mancha, el mar de Irlanda

y e1 Báltico, y comenzaban a recalar en el

Mediterráneo.

La Armada Real británica encargó, en 1821, su

primer vapor de ruedas para misiones auxiliares,

como, por ejemplo, remolcar los barcos de línea.

Tuvieron mucho éxito los remolcadores de vapor,

ya que, al no depender de la dirección y la fuerza

del viento, se podían desplazar de forma fácil y

segura, aunque sólo en áreas limitadas. Además, con

el vapor se podían respetar horarios, hecho

importante, sobre todo, para los viajes largos, como

ya hemos comentado. En los comienzos de la

navegación a vapor se utiliza éste como medio

auxiliar, siendo la vela el sistema efectivo de

propulsión.

Así lo hizo en 1819 el vapor norteamericano

Savannah, barco con aparejo de fragata, cuyo motor

era principalmente auxiliar. Aunque no utilizó

exclusivamente la potencia de vapor, fue el primer

barco de vapor que cruzó el Atlántico y también el

primero en navegar por el Báltico. Al navegar cerca

de Irlanda, usando el vapor, pensaron que estaba

ardiendo cuando vieron el humo y le enviaron

ayuda.

Considerado como el pionero en la travesía del

Atlántico, empleó veintinueve días en realizarla y,

para economizar combustible, sólo se aprovechó

del vapor durante cerca de noventa horas, quemando

madera de pino; llevaba ruedas de paletas

desmontables que podía izar a bordo sin dificultad.

El primer barco mercante y de pasajeros con

casco de hierro y propulsado a vapor fué el Aaron

Manby, botado en 1821, y que cubría el trayecto

entre Londres y París, remontando el Sena. Con una

chimenea de 14,3 m. de altura y unas ruedas

laterales de paletas de 3,7 m., fue el primer barco de

hierro que se aventuró a salir a mar abierto. Su

mayor velocidad eran 7 nudos.

Page 226: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

218

Se trataba de un pequeño vapor de 32.30 metros

de eslora y 5.18 de manga, y un puntal de 1,1,

desplazando 116 toneladas, combinando un sistema

de paletas y velas con una rueda de paletas a popa y

casco de hierro forjado.

Poco después, el barco quedó amarrado en

Rouen, y aunque bajo el punto de vista comercial no

tuvo mucho éxito, hizo pensar que los barcos de

hierro podían considerarse tan seguros como los de

madera y sirvió para que, a partir de entonces,

el hierro se fuese imponiendo en la construcción de

los buques a propulsión mecánica. Seis años más

tarde, el vapor de ruedas Curacao, de 438 toneladas

y casco de madera, construido en Dover y comprado

por Holanda, hizo varios viajes desde la metrópoli a

la Guayana Holandesa. Con una eslora de 39.8 m,

manga 8.2, puntal 4.1 y 438 toneladas, tres mástiles

y dos carronadas de 12 libras fue la primera

embarcación a vapor de la Marina holandesa. Tenía

una chimenea casi tan alta como su palo de mesana,

siendo su misión navegar entre Rótterdam y la

colonia caribeña de Surinam.

Page 227: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

219

Y al poco tiempo el vapor de ruedas canadiense

Royal William, embarcación con casco de madera,

fue uno de los primeros barcos equipados con

mamparos estancos, que en su caso eran cuatro y

estaban hechos de hierro. Portaba una maquinaría a

vapor, con una hélice, más tres mástiles, con aparejo

de bergantín y 564 toneladas. Estuvo en servicio en

la ruta Liverpool-Canadá y operó con éxito. Inició

un servicio regular entre Quebec y Halifax; pero al

considerarlo poco lucrativo, sus armadores lo

enviaron a Europa con la idea de venderlo.

Habiendo zarpado desde Nueva Escocia, el 13 de

agosto de 1833, arribó en la desembocadura del

Támesis., a los diecinueve días de navegación,

valiéndose casi exclusivamente del vapor. Aunque

no se tiene plena certeza de que en dicho viaje

prescindiera totalmente del velamen, su indudable

éxito indicó claramente que la travesía del Atlántico

a vapor no era una utopía y aceleró el

establecimiento de las líneas de vapores

trasatlánticos; empresa que hasta entonces se

consideraba como físicamente imposible.

Hélices, acero, turbinas y diesel.

El empleo de la hélice en los buques significó

otro paso decisivo, porque los vapores de ruedas de

paletas, presentaban en alta mar varios problemas.

En primer lugar, los enormes tambores que

cubrían la mitad superior de las ruedas de paleta,

para evitar que durante la rotación de las mismas,

cayera agua de mar sobre la cubierta, ofrecían

mucha resistencia a la marcha, y, en segundo lugar,

cuando se producían fuertes balances, una rueda

quedaba excesivamente sumergida, mientras que la

opuesta giraba en vacío, obligando al buque a

navegar en zigzag.

Además, el gran consumo de combustible, unido

a la falta de puertos para el carboneo y al

voluminoso tamaño de la maquinaria, reducía

sensiblemente el espacio aprovechable para el

pasaje y la carga, ocasionando frecuentes pérdidas

en la explotación de los vapores trasatlánticos,

compensadas únicamente por las subvenciones

estables. En cambio, para travesías cortas en aguas

tranquilas o en navegación fluvial, los vapores de

ruedas rendían muy buenos servicios y con ventaja

sobre la propulsión de hélice. Tal era el caso en los

grandes ríos americanos en los que, debido al poco

calado, a las irregularidades de los lechos y a los

bancos de arena, la hélice no resultaba eficaz. Por

eso los vapores fluviales tomaron gran incremento

en los Estados Unidos, que ya en 1839 totalizaban

unos ochocientos, siendo el mayor de todos el

Natchez, con un desplazamiento de 860 toneladas y

una máquina de 300 caballos.

Page 228: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

220

La utilización práctica de la hélice fué debida,

por un lado, al inglés Francis Pettit Smith, y, por

otro, a los franceses Fréderic Sauvage y Augustin

Normand. Smith obtuvo la patente en 1836, sólo

seis meses antes de que otro ingeniero, en este caso

el sueco John Ericsson, patentara un diseño similar

en Estados Unidos.

Smith pudo aplicar la suya en 1835, de trazado

continuo, patentada en mayo de 1836, en el vapor

Archimedes, construido en Inglaterra a finales de

1838. Desplazaba 237 toneladas, con una eslora de

38,10 metros y una manga de 6.85.

En las pruebas ante el Almirantazgo, obtuvo una

velocidad de 8,5 nudos a 26 r.p., llegando a los

nueve con su máquina de 80 caballos, y en 1840

realizó la circunnavegación de las islas Británicas,

alcanzando la experiencia amplia resonancia; sin

embargo, tales ensayos no fueron concluyentes para

las autoridades navales inglesas, acostumbradas a

los vapores de ruedas, que por entonces tenían

superior andar.

Durante esos años, Sauvage dirigía sus

investigaciones hacia otro tipo de hélice,

encontrando en Normand el hombre decidido a

financiar y realizar la empresa.

Para ello construyó el vapor Napoleón, después

rebautizado Corse, de 376 toneladas y 277 caballos;

45,30 metros de eslora y 8,52 de manga. La hélice

fué modificada por el propio Normand

fraccionándola en palas diferenciadas con el fin de

mejorar los resultado del Archimedes, efectuándose

las pruebas a partir del 25 de enero de 1843 con

rotundo éxito, pues el barco dio 10.15 nudos a 28

r.p.m., y alcanzó los 13,5 con velas y máquina. Tras

diversas vicisitudes pasó a la Marina de guerra; le

fueron montados cuatro cañones de pequeño calibre

y quedó calificado como aviso de 2da. clase.

Posteriormente el Corse sirvió como vapor correo

entre Marsella y Ajaccio, dando excelentes

resultados.

Resplandeciente en la historia marítima, como su

nombre indica, una nave ocupa un lugar de honor en

la historia marítima por haber sido el primer buque

que en abril de 1838 logra unir Inglaterra con Nueva

York, propulsado exclusivamente a vapor, hazaña

que cumplió en 18 días 10 horas a una velocidad

media de 6,7 nudos, para lo cual tuvo que quemar su

aparejo de repuesto y algunos elementos

combustibles de a bordo luego de agotar su

carbonera.

Page 229: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

221

Este hecho corresponde al “Sirius”, dos mástiles

-aparejo de bergantín- barca, vapor a paleta, con

ruedas laterales y 703 toneladas. Sus motores

tenían condensadores que evitaban que las calderas

se estropearan con la sal del mar, aunque esto fue

sólo un éxito en parte, por la falta de una

lubricación adecuada.

Su llegada a Nueva York constituyó un

acontecimiento singular, al extremo que la batería

del fuerte efectuó una salva de 17 cañonazos, honor

reservado a unidades de guerra.

Lo curioso de este episodio es que pocas horas

después de la entrada del Sirius hizo lo propio el

Great Western, obra del famoso ingeniero naval

Isambard Brunel y primera construcción concebida

específicamente para ese tráfico pero al que

condiciones de tiempo desfavorables negaron el

honor de obtener ese galardón.

Los primeros cascos metálicos fueron

construidos en hierro y representaban numerosas

ventajas sobre la madera.

En la década de los cuarenta, su precio era

equivalente a la madera si se trataba de una

embarcación de unas 300 toneladas de carga, pero

se hacía sensiblemente inferior a medida que

aumentaba el porte de la nave. Así, también las

reparaciones resultaban menos numerosas.

Otra ventaja era su menor peso ya que para un

tipo y dimensiones dadas del buque, el de hierro

pesaba un 50% menos que el de madera.

Pronto se advirtieron diferencias importantes a

favor de los barcos de hierro en comparación con

los de madera. En éstos el casco resultaba muy

pesado, llegando fácilmente a la mitad del

desplazamiento en carga, mientras que en los

primeros se mantenía entre el veinticinco y el treinta

por ciento.

Esta reducción de peso se tradujo en mayor

volumen de carga para los buques mercantes; en

aumento del calibre de la artillería y del grosor del

blindaje en los de guerra; e indistintamente, en

mayor potencia de las máquinas y mayor capacidad

de carboneras en los de vapor.

La mayor rigidez del hierro permitió aumentar la

relación entre eslora y manga, obteniéndose

mayores velocidades con el afinamiento de las

formas del casco.

Por otro lado, y en cuanto a los buques de vapor,

si la vida media de un barco de madera se estimaba

en unos quince años, en los de hierro, como

mínimo, se duplicaba.

Lo contrario ocurría con los veleros, puesto que

los casos de mayor longevidad se dieron

precisamente en los de casco de madera, llegando

con relativa frecuencia a cumplir el centenario en

pleno servicio activo.

Page 230: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

222

El empleo del hierro combinado con la madera

dio lugar al sistema denominado construcción mixta

o ―composite‖, según la cual se construía el forro de

madera para evitar el contacto directo entre hierro y

cobre. Además, debido al distinto coeficiente de

dilatación del hierro y la madera, se procuraba

evitar el paralelismo entre elementos de ambos

materiales, siendo uno de los procedimientos más

generalizados el hacer metálicas las cuadernas, baos

y puntales, y de madera la quilla, sobrequilla, roda,

codaste, trancaniles y cubiertas, con un doble forro

también de madera, y de tal modo que el interior se

empotraba entre las claras de las cuadernas y el

exterior se unía directamente a aquel por medio de

pernos de cobre o bronce, manteniendo intactas las

cuadernas de hierro.

El primer buque con estructura composite fué el

vapor de 450 toneladas Assam, construido en la

India por un comandante de la Armada Británica en

el año 1839, pero sus ideas no fueron tenidas en

cuenta hasta muchos años después, cuando de

regreso en Inglaterra adoptaron su sistema algunos

armadores de Liverpool, y así, desde 1850, se

construyeron diversos buques por el nuevo método.

A partir de 1860 el sistema composite tomó

validez en la Marina de guerra inglesa, pero el

Almirantazgo británico solamente lo empleó para

buques de hélice de pequeño tonelaje, siendo las

corbetas los de mayor tamaño.

En 1843 otra obra del genial Brunel debía

conjugar propulsión de vapor, hélice y casco de

hierro. Lo fué el Great Britain con un tonelaje de

registro de 3.270 toneladas, eslora de 98,21 metros

y una potencia de 1.500 HP, arbolando además seis

palos ninguno de ellos cruzados.

Su nombre ha quedado inscrito en la historia

marítima por ser el primero en cruzar el Atlántico

Norte poseyendo los tres adelantos que hemos

mencionado. Con una velocidad de 9 nudos podía

cumplir esa travesía en unos 15 días, en una época

en que los veleros invertían entre Liverpool y Nueva

York 40 días y 25 de regreso.

Este buque volvió a demostrar la mayor solidez

de los cascos metálicos, pues luego de estar varado

en Irlanda durante once meses, expuesto a

temporales, pudo ser salvado y volver a servicio.

Cumplió el tráfico a Australia y después de una

severa tormenta en la zona del Cabo de Hornos fué

llevado a las Malvinas donde permaneció hasta

1970, año en que a bordo de un pontón se le trasladó

a Bristol para ser convertido en museo.

En 1845, el uso de la hélice en lugar de las

frágiles ruedas de álabes, y la adopción de cascos

metálicos de formas más y mejor adaptadas a la

propulsión mecánica, permitirían el desarrollo de la

marina de vapor, aunque los barcos seguían

contando con velas.

La introducción del motor de expansión

múltiple, supuso una mejora fundamental de la

máquina de vapor; se empleó por primera vez en

1854 en un barco británico, y en 1869 en la travesía

del Atlántico realizada por el Holland.

Este predominio del hierro en la construcción

naval alcanza hasta la década del 80 en que el acero

desplaza definitivamente tanto al hierro como a la

madera.

El acero, además de proveer una resistencia

estructural mayor que el hierro permitía un ahorro

de peso del 12 al 15% lo que para un buque de

12.500 toneladas de desplazamiento representaba

una capacidad de carga extra de 700 toneladas. Los

primeros buques de acero fueron construidos en

1863 y el primer barco del mundo que careció por

completo de velas fué el buque de guerra inglés

Devastation, botado en 1871.

Cuando el doctor Rudolf Diesel, de Alemania,

patentó una máquina movida con petróleo, que

designamos por su nombre, los fogoneros de todo el

mundo debían haberle costeado una medalla ó, al

menos, un voto de gratitud, pues existe difícilmente

un oficio en la tierra (y ciertamente ninguno en el

mar) más duro que el de los fogoneros, en su

agujero de los grandes vapores. El doctor Diesel

convirtió la sala de máquinas en un cuarto limpio y

agradable, donde un hombre puede trabajar en traje

blanco si así lo desea. El doctor obtuvo su patente

en 1892, pero pasaron unos veinte años antes de que

su invento fuese adoptado en el océano.

Page 231: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

223

El primer motor naval diesel se instaló en el bote

francés Petit-Pierre en 1902, más su aplicación no

se generalizó hasta el estallido de la Primera Guerra

Mundial.

Otros adelantos que se van incorporando en los

buques mercantes en las últimas décadas

del siglo XIX son la ventilación forzada, la

iluminación eléctrica y las cámaras refrigeradas para

la conservación de los víveres frescos. En 1886 un

raro buque de unos 100 metros de eslora, máquina

de vapor a popa y hélice, tres palos, el de proa

cruzado, bautizado premonitoriamente ―Buena

suerte‖ inaugura con un diseño extraño para la

época, la era de los buques tanques, estableciendo

un servicio de ida y vuelta entre Europa y los

Estados Unidos.

Page 232: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

224

Tal vez el hecho más importante que se produce

en la década del noventa es la culminación exitosa

de la aplicación de la turbina en reemplazo de la

máquina alternativa como fuente de poder, por el

ingeniero inglés Charles A. Parsons, superando en

ello los esfuerzos de varios investigadores. Su

barco, el Turbinia, tenía 30,48 m. de eslora y

desplazaba 45,2 toneladas, 3 ejes, turbina de acción

directa- 2.100 cv., construido en acero.

Su consagración está unida a un episodio con

visos particulares. En ocasión de la revista naval

llevada a cabo en Spithead por el Jubileo de

Diamante de la Reina Victoria en 1897, Parsons

condujo una embarcación dotada de una máquina

de nuevo diseño. Imprevistamente, el Turbinia, que

así se llamaba la pequeña y después famosa nave,

irrumpió entre las líneas de buques a la entonces

increíble velocidad de 34,5 nudos. Enviado un

buque aviso por la Armada Real en su persecución

no pudo hacer otra cosa que mojarse en la estela

levantada por el veloz barquito.

A pesar de esta evidencia todavía hubo que

esperar casi una década para su instalación en

unidades de importancia debido a circunstancias

ajenas a su eficacia. Cuando murió Parsons, tenía

300 patentes a su nombre, pero su logro más

importante fue la invención de la turbina de vapor.

Después, los vapores transoceánicos siguieron su

camino, aunque habían de pasar otros sesenta años

antes de que sobrepujasen a los veleros en total

tonelaje anual. Pero no tardó en decirse que la

revolución industrial del siglo había conquistado el

mar. Fué también una revolución para los marinos,

y gradualmente el poder del vapor hizo posible

mejorar las condiciones materiales para la

tripulación y pasajeros. Sólo grandes buques de

vapor podían conducir los numerosos millones de

inmigrantes en los últimos años del siglo diecinueve

y comienzos del veinte. Progresos de ingeniería

posibilitaron el mantener rutas regulares, e incluso

pequeños vapores pudieron abrir el tráfico a costas

lejanas y a tierras aisladas.

Los hermanos Nobel construyeron una motonave

llamada Wandal para traficar en el Mar Caspio, en

1903, pero hasta 1911 no se construyó la primera

motonave oceánica de esta clase. Está fue el

Selandia, construido en Dinamarca, por encargo del

Jefe de la Compañía Danesa de Asia Oriental. Tenía

370 pies de eslora, iba equipado con tres mástiles, y

asombraba a los que lo miraban al notar que no

tenía chimeneas. El Selandia navegaba a once

nudos, y casi de una vez demostró definitivamente

la superioridad de la motonave sobre el vapor.

La máquina diesel, que quema petróleo en bruto

tan despacio que no hay explosión en los cilindros,

como en el caso del motor a gasolina, es un ahorro

para el dueño del buque, por muchos conceptos. Un

diesel opera de modo más económico y su

combustible puede almacenarse en tanques

practicados en el casco. El motor puede ser

colocado a popa, haciendo innecesario el largo

transmisor para dar movimientos a la hélice.

Tampoco necesita la gran tripulación de fogoneros

sudorosos y sus ayudantes.

La Primera Guerra Mundial y sus secuelas

significaron la ruina para los buques a vela

transoceánicos. No solo se habían hundido muchos

buques, sino que sus mercados habían desaparecido.

Los nitratos sintéticos, desarrollados en respuesta a

la demanda de los tiempos de guerra, privaron a los

buques de vela de su cargamento más valioso, los

nitratos naturales de Chile. Y el total uso, acabada la

guerra, del Canal de Panamá, permitió a los barcos a

vapor superar a los veleros en las rutas comerciales

vitales, en especial desde la costa Oeste de América

del Norte y del Sur a la costa Este americana y

Europa. A medida que los últimos avances en la

tecnología hacían que el vapor fuera coda vez más

práctico, las grandes potencias marítimas

abandonaron la vela.

Page 233: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

225

TRANSATLÁNTICOS

as naves que Occidente empleó en las

primeras grandes navegaciones oceánicas -

carabelas, naos, galeones- fueron de dimensiones

muy modestas para los patrones actuales y por

consiguiente, sus comodidades eran elementalmente

precarias.

Uno de los hechos que incidían en forma más

negativa en las condiciones de vida a bordo de los

buques a vela era que frecuentemente la duración de

las travesías excedía en mucho el tiempo previsto,

en razón de factores meteorológicos adversos.

Ello no solo repercutía en las manifestaciones

más comunes, tales como el deterioro de los víveres,

el agua, etc., sino que llegaba a perjudicar el estado

anímico de pasaje y tripulantes.

Esta irregularidad en los itinerarios era de tal

magnitud que un viaje entre Nueva York y San

Francisco vía Cabo de Hornos podía variar entre

algo más de cien días y trescientos.

A principios del siglo XIX, se estableció una

línea regular de pasaje que unía las dos orillas del

Atlántico –entre Inglaterra y Estados Unidos- en

donde se establecían fechas y horarios de partida y

se intentaba cumplir con las fechas y horarios de

llegada.

Esa compañía que tuvo pronto éxito, fué la Línea

―Bola Negra‖. El año 1822 vió la fundación de dos

líneas más que operaban entre Nueva York y

Liverpool: la ―Escuela Roja‖ y la ―Golondrina‖,

cada una con cuatro barcos. Al mismo tiempo, la

flota de la ―Bola Negra‖ se expandió a ocho navíos,

hacienda que el número total de barcos que iban de

Nueva York a Liverpool llegará a los 16, con salidas

semanales.

Estas embarcaciones claramente merecieron un

nombre propio, y el público se lo dió: el término

―paquebote‖ —a partir de ese momento aplicado de

manera indiscriminada a los diversos navíos que

transportaban cargamentos guardados en paquetes—

llegó a significar un barco que partía siguiendo un

horario, y por ello un barco del que se podía esperar

que entregara los cargamentos más urgentes, el

correo más importante y a los pasajeros de la época

que tenían prisa.

Dos compañías inglesas, la British Queen Steam

Navigation Co, y la Great Western Railwais Co,

emprendieron simultáneamente la aventura

atlántica. Con tal fin, la primera fletó el vapor

Sirius, y la segunda encargó la construcción del

vapor Great Western, de 1.320 toneladas y casco de

madera, con 750 caballos de potencia indicada,

según proyecto del famoso ingeniero Isambard

Kingdom Brunel, siendo botado el 19 de julio de

1837.

Como ya adelantamos en páginas anteriores, el

Sirius con 94 pasajeros, partió de Londres el 4 de

abril de 1838, carboneó en Cork, almacenando 450

toneladas, e inició la travesía el día 5. Por su parte,

el Great Western, solamente con siete pasajeros de

los 140 que podía alojar, zarpó de Bristol el 8 de

abril.

La pugna entre ambos buques, navegando

constantemente a vapor, se resolvió a favor del

Sirius por cuatro horas de diferencia en la llegada,

siendo el primer barco que atravesó el Atlántico,

rumbo al continente americano, valiéndose

únicamente de la fuerza de sus máquinas. Los dos

arribaron a Nueva York el 23 de abril. El Sirius, con

las carboneras vacías y teniendo que sacrificar parte

del mobiliario para llegar a puerto, invirtió 18 días y

10 horas, mientras que el Great Western hizo la

travesía en 15 días y 5 horas, llegando con 150

toneladas de carbón de las 800 cargadas en Bristol.

A mediados de la década do 1830, los astilleros a

lo largo de la zona portuaria de Nueva York

construían expresamente para el comercio de los

paquebotes, y para las funciones que debía cumplir

dicho barco. Primero y principal, el paquebote

servia como un transporte de cargamento, y a

medida que aumento el volumen, el tamaño de los

mismos barcos paso de una media de 400 toneladas

a las 500, y luego a las 800; y para la década de

1850 alcanzarían el tope de las 1.700 toneladas.

Mientras los barcos crecían, sus fondos se

volvieron cada vez más planos: en parte debido a

que se descubrió que las quillas planas construidas

L

Page 234: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

226

para que salvaran los barcos de arena de la

desembocadura del río Mississippi podían surcar las

aguas tan deprisa como cualquier otro barco, y

también porque los fondos planos proporcionaban

más espacio de carga y mayor estabilidad,

cualidades que eran vitales para los comerciantes

dedicados al comercio trasatlántico, (diríamos, re-

descubrir, pues ya los holandeses lo habían puesto

en práctica en el siglo XVI, con sus célebres

―urcas‖). El único inconveniente era que el

paquebote embestía las olas en vez de cortarlas,

rasgo muy poco apreciado por los pasajeros.

Había poco que distinguiera a los primeros

paquebotes de los barcos mercantes corrientes de la

época. Cada paquebote era un buque de cruz con

tres mástiles: el de proa, el mayor y el de mesana. Y

cada uno estaba construido para que llevara todas

las velas que pudiera, y a veces más.

Durante ese media siglo - hasta que el vapor, con

sus especiales bendiciones y sus especiales peligros

aporta una dimensión nueva al viaje marítimo, - los

barcos de vela de determinado tipo se convirtieron

en los principales vehículos de la comunicación

transatlántica, herederos de los navíos

colonizadores, primeros en establecer la conexión

del Atlántico, y de los posteriores barcos mercantes

que habían convertido el océano en una autopista

durante el siglo XVIII. Para el año 1843, hasta 24

paquebotes surcaban la ruta sólo entre Nueva York

y Liverpool, y otros navegaban con rumbo Este

desde Boston, Filadelfia y Baltimore, y Oeste desde

Londres, Le Havre y Amberes. Todos ellos se veían

complementados por líneas costeras de paquebotes

que hacían el trayecto entre Nueva York y

Charlestón, Savannah, Nueva Orleáns y Mobile.

También conectaban con paquebotes de río que con

regularidad recorrían el Hudson, el Mississippi y

otras vías fluviales dentro del continente, y que en

última instancia recurrieron a un sistema de canales

de cientos de kilómetros de extensión.

Desde el principio fué importante el tráfico de

pasajeros, y los paquebotes intentaron atraerlos a

bordo con promesas de confort y estilo. Cuando la

emigración de las Islas Británicas se disparó en la

década de 1850, la mayoría de los ingresos de los

paquebotes con rumbo Oeste, entonces procedía de

los emigrantes que estaban desesperados por llegar

a América, pero eran demasiado pobres y

menesterosos para mostrarse quisquillosos sobre

como viajaban. Los paquebotes atestaron a cientos

de hombres y mujeres en el entrepuente, la bodega

superior entre las cubiertas, que se usaba para llevar

carga en el cruce hacia el Este.

Sobre esta época, y botado en 1858 es el Great

Easter, obra del gran Brunel, un gigante que se

anticipaba a los grandes transatlánticos posteriores,

con su eslora de 210 metros y casi 19.000 toneladas

de desplazamiento, 6 mástiles y espacio para 4000

pasajeros y 6000 toneladas de cargamento. Era el

único barco que iba equipado, tanto de ruedas de

paleta como hélice de propulsión (2 ruedas laterales

de 17 m. y una hélice de 7.3 m.). Había máquinas

independientes para cada transmisión y sus 6

mástiles podían soportar muchas y grandes velas.

El casco era doble y estaba dividido por mamparos

en 10 compartimentos estancos. Se adelantó a su

tiempo y fue un fracaso comercial. Pocos puertos

podían albergarle y era demasiado grande para los

remolcadores. Su mayor valor lo tuvo no como

transporte de pasajeros, sino como instalador de

cable submarino. Terminó siendo usado como

exposición flotante en Liverpool antes de ser

desguazado.

La aparición del vapor no mejoró inicialmente

las condiciones de confort. Esas naves fueron cascos

con líneas de velero a los cuales se les había

agregado una máquina que accionaba pesadas

ruedas laterales y si bien se ganó en regularidad, - lo

que por sí solo era importante-, el hecho de poder

navegar independientemente de la dirección del

viento y por ende del mar, hacía que sus

movimientos fueran en ocasiones muy violentos.

Donde nuevas pautas en materia de comodidad

se habían hecho presentes fué en los buques de

transporte fluvial de los Estados Unidos. Eran

grandes mansiones flotantes de tres pisos, con

galerías y azoteas para pasearse. Brillaban las

láminas de oro en los capiteles y adornos de las mil

Page 235: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

227

columnas que flanqueaban salones inmensos,

capaces de contener en su seno al Senado y Cámara

de Diputados. Colgaduras de damasco,

artísticamente prendidas disimulaban camarotes

para quinientos pasajeros; grandes comedores con

largos mesones de caoba bruñida y servicio de

porcelana para mil comensales.

Diseño interno y externo

Veamos ahora la distribución de los primeros

tipos de buques construidos con casco metálico,

hélice y velas como propulsión auxiliar. Hacia popa

de la sala de máquinas, la cubierta principal sigue

alojando a los pasajeros de primera clase.

A proa de la misma se instalan las cabinas de

menor categoría. Esta cubierta goza del privilegio

de la luz y aireación por las lumbreras y escotillas.

Se conserva la distribución de camarotes

alrededor de un salón central que ha ganado en lujo

en su decoración.

Mesas largas con bancos de asientos acolchados

cuyos respaldos rebatibles permiten a los pasajeros

sentarse dando frente a la mesa o en sentido

contrario, son todo el moblaje disponible.

En su extremo, tal vez, una estufa de carbón,

insuficiente en zonas muy frías. En los mamparos

de algunos buques unos soportes permitían colocar

en ellos los violines y piezas del servicio de mesa,

fuera de las horas de las comidas.

Cuando la cubierta inferior se destinaba a

camarotes, ese arreglo se repetía en ella con el

inconveniente que tanto la luz como la ventilación

era la que le llegaba a la cubierta principal.

Esta disposición es alterada en 1870 por el buque

de la White Star Line, Oceanic, que entró en

servicio entre Liverpool y Nueva York en 1871, con

3.707 toneladas y 14 nudos de velocidad.

En este barco se ubican los salones en el centro,

desarrollándose además una cubierta superior que

va de banda a banda y en la cual se instalan los

botes salvavidas.

Entre los adelantos que esta nave incorpora se

halla el que las cubiertas horizontales, que hasta

entonces eran de madera apoyadas en los baos,

pasan a ser de hierro con lo que se evita las

inevitables pérdidas de estanqueidad que se

producían por las juntas.

El Oceanic es considerado con justicia, el primer

trasatlántico moderno.

Llegamos así a final del siglo, habiéndose

sobrepasado en 1893 con el City of New York las

10.000 tns de registro, con un campo promisorio en

lo que respecta a propulsión. La velocidad

alcanzada por los trasatlánticos se encontraba

alrededor de los 20 nudos.

Page 236: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

228

Los tipos de buques ya están delineados,

pudiéndose distinguir el de carga, de porte y

velocidad modestos -2.000 a 5.000 toneladas, 8 a 10

nudos- afectados por regla general al tráfico tramp,

populares en los puertos llevando cereales y

trayendo carbón; en segundo lugar los mixtos de

carga y pasaje, y por último, el de pasajeros,

comúnmente conocido como trasatlántico, que

cumple su itinerario bajo condiciones de severa

regularidad.

Con lo anterior, sumado a progresos en la

propulsión, la navegación se encontraba preparada

para que a partir de los primeros años del siglo XX

comenzase en el transporte marítimo lo que

podríamos llamar con justicia la época de los

grandes transatlánticos.

Fueron años signados por una mezcla de boato,

refinamiento y ostentación en los que la ruta del

Atlántico Norte, - la llamada ruta de oro - no podía

sustraerse a ello.

En el aspecto exterior de los buques, cuatro

arrogantes chimeneas constituían la expresión de

magnificencia suprema, privilegio que sólo llegaron

a lucir catorce naves, ocho inglesas, cinco alemanas

y una francesa y fué tal vez para no menoscabar su

jerarquía que el Imperator, primogénito de la serie

de tres paquebotes alemanes, los mayores en su

clase que hayan arbolado jamás esa bandera, fué

provisto de una monumental águila, que montada en

su roda, ostentaba sobre su cabeza la corona

imperial.

Los interiores nada tenían que envidiar a los de

los mejores hoteles. Revestimientos, moblaje,

vajilla, etc., eran detalles en amplios salones que

muchas veces hacían olvidar que se estaba en alta

mar. Una comida a bordo era un ejemplo de pompa

en el que el capitán jugaba su rol de maestro de

ceremonia. La etiqueta era de rigor y en ciertas

ocasiones era necesario añadir al frac, miniaturas y

placas de condecoraciones.

La comida y las bebidas, en calida y variedad,

también fueron instrumentos de prestigio en la

competencia de las distintas compañías y la carta de

uno de esos transatlánticos permitía elegir entre

noventa y cinco opciones y un número parecido de

marcas de whiskys y vinos. Tres personas de

servicio por cada pasajero en la clase de lujo los

igualaban con los hoteles de mayor jerarquía.

Las rutas del Río de la Plata, como la de Oriente,

nunca llegaron a igualar a la del Atlántico Norte en

el porte de los buques ni en la oferta de igual

número de comodidades del más alto nivel; no

obstante lo cual mantuvieron también servicios de

altísima calidad.

El panorama que hemos esbozado se mantuvo

hasta la Primera Guerra Mundial, de la cual emergió

una sociedad que respondía a otras pautas. La

depresión económica de los años treinta tuvo su

efecto y los buques tendieron cada día más a

expresar las nuevas circunstancias.

Los viajeros de entrepuente.

Como se trata de una época de grandes

migraciones, fundamentalmente permanentes, - pero

también estacionales- algunos buques adaptan

sectores de sus bodegas para acomodar pasaje

cuando la situación así lo aconseja. Son los

llamados de entrepuente.

En el mundo de los grandes transatlánticos, las

damas y los caballeros ocupaban la mayoría del

espacio y disfrutaban de todo el lujo. Los pasajeros

de entrepuente iban apiñados como si se trataran de

cargamento, en las cubiertas de abajo.

Prácticamente todos los viajeros de entrepuente eran

emigrantes.

En 1913, viajaron nada menos que 1.414.000 al

continente norteamericano, y para cuando la

inmigración se vió restringida a principios de la

década de 1920, treinta millones de personas habían

hecho la travesía en el entrepuente. Los precios que

pagaban -50 dólares en 1910— eran insignificantes

comparados con el costo de 4.000 dólares por una

suite de lujo. Pero representaban una tercera parte

de los ingresos de las compañías navieras, y

proporcionaban más de la mitad de sus beneficios.

En la primera época, las atestadas e insalubres

condiciones eran tan malas que en algunos años las

Page 237: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

229

tasas de mortalidad llegaron al 10 por ciento. El

gobierno británico realizó algunas mejoras en la

década de 1870, pero aún por entonces, muchos

transatlánticos sólo tenían dos retretes para cada 100

pasajeros, y las literas de cuatro pisos apenas

estaban separadas por 45 centímetros.

Con el nuevo siglo, las condiciones mejoraron en

algunos navíos, en especial en los alemanes. El

entrepuente en el ―Varerland‖ alardeaba de tener su

propia cocina y zona para comer, donde los

camareros servían otras comidas normales al día.

Pero en la mayoría de los barcos, el entrepuente

seguía siendo, según un informe al Congreso de

EE.UU., un lugar ruidoso donde todo era suciedad,

y cada impresión que se recibía era ofensiva.

Un gran cambio tuvo lugar después que

amainara la ola de emigrantes. Los compartimentos

inferiores se reacondicionaron para llevar

menos pasajeros.

La odiosa palabra entrepuente se convirtió en la

―otra clase o turista‖ y los nuevos pasajeros

procedieron de la creciente clase media de la

sociedad americana, que se iban de vacaciones a

ultramar. Sin embargo, las cubiertas inferiores

seguían estando a un mundo de distancia de la

primera clase.

El punto más alto.

El siglo XX, que se inicia bajo los mejores

auspicios, debía ser testigo del punto más alto en el

desarrollo del tráfico de pasajeros, pero también de

su desaparición como consecuencia del adveni-

miento de la aviación comercial y simultáneamente

de su crecimiento sin precedentes, conocido como

―gigantismo‖, y de un alto grado de especialización

en los destinados a otros tipos de carga, para

movilizar un intercambio de productos cada vez

más importante y más complejo.

En la primera década del siglo y después de

cincuenta años, los registros superan, primero, las

20.000 toneladas de registro bruto, con las cuatro

unidades de la clase Celtic de bandera inglesa, a los

que se les llamó ―the big four‖ y luego las 30.000

toneladas, con dos buques muy famosos, aunque por

razones totalmente distintas, el afortunado

Mauritania, que retuvo por 22 años el récord de

cruce del Atlántico, y el malogrado Lusitania, el

barco más grande del mundo en su época y también

el más lujoso.

Con sus 31.550 toneladas, y poseedor del

Gallardete Azul de velocidad en ruta transatlántica,

con una media, en dirección oeste de 25.65 nudos

mantenidos durante 5.352 km.

En 1900 se instala a bordo la primera estación

comercial radiotelegráfica, correspondiéndole al

buque alemán Kaiser Wilheim der Grosse,

abriéndose el camino a esta importante ayuda de la

navegación.

Abandonada la tendencia hacia la maximización

de los tamaños de los transatlánticos y los buques de

guerra, el interés se desplazó a la consecución de la

mayor velocidad posible. Ello motivó a los

ingenieros navales a buscar alternativas para el

motor de vapor de émbolo, el motor de turbina de

Parson.

Page 238: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

230

Al promediar esa década, es el excelente

resultado de las plantas propulsoras instaladas en el

Lusitania y Mauritania el que consagra en forma

definitiva el valor de la turbina para lograr altas

velocidades. De igual forma, por lo que a la

navegación comercial se refiere, lo adoptó la

compañía de buques transatlánticos ―Cunard Line‖.

Nunca en la historia la humanidad había creado

unas maquinas tan asombrosas. Eran los objetos

más grandes que jamás se movieron, y los más

complejos... la expresión definitiva de la

Revolución Industrial. Prácticamente todas las

naciones marítimas con alguna pretensión de

grandeza tenían que ver ondear su bandera por lo

menos en un gran trasatlántico.

Tres cuartas partes de su espacio se hallaba

reservado para las clases altas: los ricos, los nobles,

los famosos y todos los aspirantes a ellas que

seguían la estela de esos personajes. Para ellos, un

billete en un trasatlántico era una fiesta en un gran

hotel palaciego. Un pasajero entonces podía

disfrutar del gran privilegio de no ver nada que

tuviera que ver con un barco, ni siquiera el mar, tal

como lo anunciaba un folleto. Los británicos

llegaron tan lejos como para aseverar que viajar en

la ―Cunard‖ era un estado de gracia.

En su rivalidad, los publicistas y los artistas

gráficos de los carteles de litografías de las líneas

comerciales se superaban en la competición. Todos

los transatlánticos parecían más grandes, más

espléndidamente lujosos que los demás.

El Mauritania de la línea ―Cunard‖ era un

estudio en elegancia británica. El trasatlántico galo

France era conocido como el ―Chateau del

Atlántico‖, una orgía de opulencia, tipo Luís X1V,

con majestuosas escaleras, fuentes de mármol y

mayordomos con pantalones morunos que servían

café turco.

El Americana de la línea Hamburg-American

tenía un restaurante en la cubierta superior al que

abastecía el hotel Ritz-Carlton de Londres y que

servia las mejores ostras, trufas y caviar frescos

(más champiñones y fresas cultivados en un

invernadero de la cubierta de popa).

El soleado transatlántico italiano Conte di Savoia

exhibía una piscina pompeyana en la cubierta

rodeada de arena verdadera, e interiores de mármol

basados en el ―Palazzo Colonna‖ de Roma.

El desastre del Titanic.

El mal llamado Pacífico, con sus aullantes

tifones, en ocasiones es capaz de producir olas más

grandes y vientos más fuertes; el océano Índico, con

sus implacables monzones, puede albergar

tormentas más constantes; los mares del Sur que

rodean África y América del Sur pueden ser

terribles de contemplar. Pero para mayor y

continuada amenaza, con todos los horrores conoci-

dos del mar, incluyendo la niebla, el hielo y las

interactúantes furias del viento, las olas y las

corrientes, el Atlántico Norte se ha ganado la

reputación como el conjunto de agua más peligroso

del mundo. También es el océano en el que el

hombre ha elegido navegar con más asiduidad; por

ese motivo sus peligros se agigantan.

Las travesías del Atlántico se realizaban en

grandes piróscafos y transatlánticos, que constituían

una fuente de prestigio para las naciones que los

construían. Este prestigio llevará a una dura

competencia entre las compañías navieras, sobre

todo entre la inglesa ―White Star‖ y la alemana

―Nord Amerika‖. La compañía inglesa, para

imponerse a su competidora, construye en 1911 un

barco de 46.000 toneladas destinado al transporte de

más de 3.000 pasajeros: el Titanic; maquinarias: 3

ejes, triple expansión, más turbina de baja presión,

50.000 cv. Velocidad 21 nudos, considerado

insumergible. Construido con doble fondo y 15

mamparos estancos transversales, con puertas que

funcionaban eléctricamente, aunque éstas solo se

extendían hasta la cubierta inferior.

Partió de Southampton en 10 de Abril de 1912 y

el día 14 estaba a unos 1.100 km. al este de

Terranova; sus aparatos de radio recibieron avisos

de hielo en su camino, pero su capitán decidió

ignorarlos y continuó a una velocidad constante de

21 nudos.

Page 239: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

231

A las 23.40 horas un vigía informó que había

hielo flotante -iceberg- por delante. El primer oficial

dio órdenes de dejarlo a estribor, pero el barco lo

rozó por debajo del agua, abriéndose las costuras

del casco por babor y a lo largo de las

junturas remachadas. Se abrió una brecha en seis

de los compartimentos estancos más importantes y

se inundaron de forma que el barco iba

descendiendo de proa al verterse el agua a los

mamparos restantes, uno por uno, hasta que se

hundió. Se perdieron 1.503 vidas de las 2.223 que

había a bordo.

La opinión pública recibe horrorizada la noticia

y los periódicos dan cuenta de la tragedia con

titulares a toda página. La circunstancia de que esta

desgracia ocurría precisamente durante el viaje

inaugural de un buque, de cuya seguridad no

existían mayores dudas, motivó extensas

investigaciones sobre las causas del naufragio y

recomendaciones por un lado en el aspecto de los

elementos de salvataje y por el otro en las

estructuras de estanqueidad y compartimentación

que quedaron incorporados como standards en la

construcción naval desde entonces.

En esta ocasión se utilizo por primera vez la

señal de S.O.S., a través de la radio, pero ningún

barco recibió la llamada de socorro porque el más

próximo había apagado el receptor poco antes.

La ruta siguió abierta

En junio de 1913, cumple su viaje inaugural

entre Cuxhaven y New York, el Imperator de

52.117 toneladas, 277,1 m., de eslora, propulsión a

turbina, 23 nudos de velocidad, primero de una serie

de tres unidades, notables por varios motivos.

Concebidos para brindar el máximo de lujo y

confort aún a costa de no alcanzar una

alta velocidad, su particular distribución de los

conductos de humo entre calderas y chimeneas

permitía lograr salones excepcionalmente amplios.

El segundo de la serie, bautizado Vaterland, de

54.282 toneladas, en servicio desde mayo de 1914,

debía pasar a la historia como el trasatlántico de

mayor tonelaje que jamás haya navegado bajo

bandera alemana.

El tercero, botado en 1914 como Bismarck, de

56.621toneladas fue completado recién en 1922, ya

que su construcción fue suspendida por la Guerra

Mundial y sólo navegó bajo pabellón inglés. Los

tres buques fueron transferidos a los Aliados por el

Tratado de Versalles, el primero a la ―Cunard Line‖

inglesa, que lo rebautizó Berengaria, el segundo a la

―American Line‖ en la que tomó el nombre de

Leviatán, el tercero, que en la ―White Star Line‖

pasó a ser el Majestic, y que en 1936, transferido al

Almirantazgo, se convirtió en el Caledonia, para

alojamiento de marineros de la Armada Real

Inglesa.

Su tonelaje los convertía en los mayores del

mundo, privilegio que mantuvieron hasta la

aparición del Normandie en 1932, y sus 79.280

toneladas y 29 nudos, construido en Francia. Tuvo

una historia magnifica; el más grande trasatlántico

de su época, el más caro, el de más potencia y el

más rápido –poseedor del Gallardete Azul- y

también el de decoración más exuberante en su

momento. Atracado en Nueva York en agosto de

1939 y requisado por la Marina de EE.UU. con el

nombre de ―Lafayette‖, fue destruido por un

incendio, justo unos días antes de entrar en servicio

para los americanos.

Titanic

Page 240: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

232

Hasta la actualidad.

Las nuevas tecnologías, unidas a las necesidades

surgidas con el nuevo siglo, hicieron que los

avances en la construcción de barcos fueran muchos

e importantes. Los buques mercantes aumentaron su

tamaño, su velocidad y, además, cada vez eran más

cómodos para la tripulación y el pasaje. En el de

carga, por el contrario no se registran alteraciones

espectaculares.

En la posguerra el intercambio incrementa

notablemente su ritmo de crecimiento, lo que

provoca transformaciones profundas en los medios

y en las estructuras navieras.

También otro tipo de barcos, como los

petroleros, aumentaron el tamaño. Cada vez creció

más y más el número de estos buques, ya que la

demanda de crudo hacía necesarios más barcos para

transportarlo más rápido y en mayor cantidad.

El motor diesel fue muy popular como unidad de

propulsión barata para buques mercantes y

embarcaciones más pequeñas.

Hasta los motores de vapor, que se mantuvieron

en grandes embarcaciones como las de guerra, al

aumentar su eficiencia redujeron su tamaño y

aumentaron su potencia.

Una inmensa y nueva clase media crecía en

América, y todos sus miembros iban a Europa, o eso

parecía: recién casados, secretarias, tenderos y

universitarios, veteranos de la Primera Guerra

Mundial y soldados recién licenciados, iban al Viejo

Mundo a disfrutar de aquello por lo que habían

Page 241: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

233

combatido y de lo que sus padres y abuelos

recordaban; a sentarse en los cafés de los bulevares,

en cervecerías y bistrós, a pasear por los pueblos y

las catedrales o, sencillamente, a quedarse

boquiabiertos ante los signos culturales europeos.

Los hijos y los nietos de los inmigrantes, la mayoría

de ellos hombres y mujeres pobres que habían

reunido sus últimas monedas para pagar la pobre

comida y la paja del viaje en el entrepuente,

entonces realizaron la travesía con estilo.

En 1935 se construyó en Inglaterra un buque que

debía gravitar en el arreglo interior no sólo de los

transatlánticos sino también en tierra. En esta nave,

el P & O Orión, se reemplaza el lujo por el confort,

suprimiéndose muchos aspectos falsos de

decoración tales como chimeneas, cortinados de

vista, etc.

Paulatinamente, el inmigrante había sido

reemplazado en buena medida por el turista de

medios limitados para el cuál es necesario crear

comodidades adecuadas. Se acortan así las grandes

diferencias de alojamiento que existían entre las

distintas clases a bordo en el pasado.

Esos grandes navíos debían jugar también un rol

importante como transportes de tropa en las dos

guerras mundiales. Así es que al final de su dilatada

carrera, el Aquitania, que prestó servicios en ambas,

había navegado 3.000.000 de millas náuticas y

transportado 1.200.000 personas. Algunos fueron

cruceros auxiliares o buques hospitales, para lo cual,

su diseño respondió a requerimientos especiales y

fueron subvencionados por los respectivos

gobiernos.

Los transatlánticos Queen Mary y Queen

Elisabeth fueron unos buenos ejemplos. El Queen

Mary consiguió el Galladete Azul, manteniendo ese

record hasta 1952. Sirvió como transporte de tropas

durante la segunda guerra mundial, interrumpiendo

esa tarea al colisionar contra el crucero británico

Curacoa, al que hundió.

Se le prohibió detenerse a prestar ayuda a la

tripulación del crucero, pereciendo toda ella, a

excepción de 26 hombres. Su tonelaje era de 80.744

toneladas y su velocidad de 29 nudos. En servicio

como trasatlántico cruzó el Átlántico 1.001 veces.

Fue vendido a la ciudad de Long Beach (California)

en 1967, sirviendo como museo y hotel.

El Queen Elizabeth (I), con sus 83.673 toneladas

y una velocidad de 29 nudos funcionó como

transporte de tropas, navegando solo, sin escolta,

confiando en su velocidad; después, en 1946,

funcionando para lo que había sido construido, es

decir, como trasatlántico.

Luego, en 1960 hacía cruceros de invierno.

Retirado del servicio, terminó en Hong Kong donde

llegó a ser universidad a flote y en donde se

incendió en 1972.

Y el Queen Elizabeth (II), con sus 65.836

toneladas y tan veloz como su antecesor, 29 nudos,

fue el último transatlántico de la ―Cia. Cunard‖, ya

desfasado para esa función antes de ser botado a

fines de 1967. Fue objetivo de amenazas terroristas,

quedó a la deriva en las Bermudas por una falla en

la máquina, chocó contra un arrecife de coral en las

Bahamas y en 1976, quedó parcialmente inutilizado

por un incendio en la sala de máquinas. En 1982,

actuó con éxito como transporte de tropas desde

Inglaterra hacía las Malvinas y posteriormente,

reparado apropiadamente y con nuevos motores, se

activó como barco de cruceros.

Sólo un trasatlántico importante, el América -

33.550 toneladas, acabado en 1940- ondeaba la

bandera de las barras y estrellas.

Entonces, el 8 de febrero de 1950, en lo que

parecía ser el punto álgido de la Era de los Grandes

Transatlánticos, las líneas de los Estados Unidos

pusieron la quilla del que iba a ser el barco más

ambicioso de toda la historia norteamericana: el

United States.

Era el barco de pasajeros más avanzado cuando

entró en servicio en 1952. En lo que respecta a la

maquinaría y a la tecnología incorporada a ella, era

innegable su supremacía. Constaba de 4 turbinas de

doble reducción de 60.000 cv.; había sido diseñado

para ser un portaaviones que se canceló y que se iba

a llamar igual. Desarrollaba una velocidad

mantenida de 38.32 nudos y una máxima, sin

confirmar de 43.

Page 242: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

234

Por supuesto, logró el Gallardete Azul en su

primer viaje, batiendo los record establecidos por el

Queen Mary, 14 años antes. A pesar de todo, su

rendimiento –y teniendo toda clase de servicios- se

vio afectado por el masivo transporte aéreo, más

barato. Quedó atracado, después de 17 años de

servicio y fue adquirido por la Administración

Marítima de EE.UU. Finalmente, quedó expuesto en

forma permanente, en Filadelfia.

Los transatlánticos que estuvieron de moda en las

décadas de 1920 y 1930 y que resurgieron

brevemente al término de la Segunda Guerra

Mundial, se pasaron de moda rápidamente, debido

al aumento de los viajes aéreos, pero en la

actualidad hay barcos de cruceros navegando por

los océanos. Algunos de estos enormes hoteles

flotantes están entre los barcos más grandes del

mundo.

Page 243: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

235

ÍNDICE DE ILUSTRACIONES

Tomo I

El reino de la vela: el ocaso de un Imperio (Portada)

Fuerte de El Morro (La Habana) – San Felipe del Morro (San Juan de Puerto Rico)…………………………… 11

Ejército de Ultramar (4 figuras de soldados)…………………………………………………………………….. 14

Ejército de Ultramar (2 figuras de soldados)…………………………………………………………………….. 15

Ejército de Ultramar (5 figuras de soldados)…………………………………………………………………….. 16

Ejército de Ultramar (4 figuras de soldados)…………………………………………………………………….. 17

Ejército de Ultramar (2 figuras de soldados)…………………………………………………………………….. 18

Carlos III y Escudo………………………………………………………………………………………………. 19

Figuras de soldados de Defensa Exterior del Caribe y Capitanía General de Venezuela……………………….. 21

Figuras de soldados del Virreinato de Nueva España…………………………………………………………… 23

Figuras de soldados de Nueva España…………………………………………………………………………… 24

Figuras de soldados del Virreinato de Nueva Granada…………………………………………………………. 25

Figura de soldado del Virreinato del Perú……………………………………………………………………….. 26

Figuras de soldados del Perú y de Chile…………………………………………………………………………. 27

Figura de soldado del Río de La Plata…………………………………………………………………………… 28

Cuatro Banderas – Fortificación………………………………………………………………………………… 29

Navío de Línea española…………………………………………………………………………………………. 31

Combate entre holandeses e ingleses……………………………………………………………………………. 32

Barco de guerra inglés, época de Cromwell…………………………………………………………………….. 39

Patente de Corso…………………………………………………………………………………………………. 41

Luis XIV…………………………………………………………………………………………………………. 44

La esclavitud……………………………………………………………………………………………………... 45

Esclavos en la sentina……………………………………………………………………………………………. 50

Creados los Correos Marítimos………………………………………………………………………………….. 56

Fragata y aviso ligero (Correos Marítimos) – La carga de la correspondencia…………………………………. 57

Navío de la Compañía Guipuzcoana…………………………………………………………………………….. 59

Barco de Comercio de las Indias Orientales…………………………………………………………………….. 60

Interior del barco del Comercio de las Indias Orientales………………………………………………………… 61

Afiche de la China……………………………………………………………………………………………….. 62

Navío de dos puentes y 74 cañones……………………………………………………………………………… 66

Navío de tres puentes……………………………………………………………………………………………. 67

Arribando al costado del navío………………………………………………………………………………….. 68

La carronada……………………………………………………………………………………………………... 73

Las banderas piratas……………………………………………………………………………………………… 74

Bergantín y Goleta – Piratas……………………………………………………………………………………. 75

La nave del Capitán Kidd.………………………………………………………………………………………. 80

La última pelea de ―Barba Negra‖.……………………………………………………………………………… 81

H.M.S. Endeavour.………………………………………………………………………………………………. 90

Muerte de Cook.…………………………………………………………………………………………………. 94

La vida en el entrepuente.………………………………………………………………………………………. 108

El ―Defence‖..…………………………………………………………………………………………………... 113

Page 244: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

236

El polvorín (la santabárbara) – Grumetes llevando a las baterías los tacos del pólvora………………………. 122

Los servidores de un cañón – El ―Orient‖, destrozado.………………………………………………………... 123

Izando el mensaje y el H.M.S. ―Victory‖ .……………………………………………………………………... 125

Trafalgar: buscando el ―corte de la línea‖ .…………………………………………………………………….. 126

La agonía de Nelson.……………………………………………………………………………………………. 128

Inicio de la batalla………………………………………………………………………………………………. 129

Tomo II

Revolución naval – América Independiente (Portada)

Símbolos masónicos……………………………………………………………………………………………. 133

Super Fragata ―Constitución‖………………………………………………………………………………….. 137

Defensa del Parque de Artillería por artilleros y civiles madrileños contra las tropas francesas, el 2 de

mayo de 1808.………………………………………………………………………………………………….. 139

1812: Combate entre ingleses y estadounidenses……………………………………………………………… 143

La ―Constitución‖ derrota a la inglesa ―Java‖…………………………………………………………………. 144

El ―Leander‖, buque insignia de Francisco de Miranda……………………………………………………….. 145

Banderas de Miranda…………………………………………………………………………………………… 146

Madrid: 2 de mayo de 1808……………………………………………………………………………………. 147

Rebelión del pueblo de Madrid: 2 de mayo de 1808…………………………………………………………… 148

Corbeta española y lancha cañonera española………………………………………………………………… 152

Batalla de Riachuelo…………………………………………………………………………………………… 172

Monitor ―Huáscar‖..……………………………………………………………………………………………. 176

Almirante Cochrane……………………………………………………………………………………………. 177

Perú-Chile………………………………………………………………………………………………………. 178

Vapor de guerra británico destruye Junkos chinos - Diplomático inglés ante un Emperador chino………… 180

Batalla de Hampton Roads……………………………………………………………………………………... 186

Batalla de Lissa………………………………………………………………………………………………… 191

El ―Maine‖.……………………………………………………………………………………………………... 195

El ―New York‖ y el ―Oregon‖.………………………………………………………………………………….196

El ―Pelayo‖.…………………………………………………………………………………………………….. 197

La matanza de Quios…………………………………………………………………………………………… 198

Batalla de Navarino…………………………………………………………………………………………….. 199

―Soverign of the Seas‖…………………………………………………………………………………………. 202

La gran carrera del té en 1866………………………………………………………………………………….. 204

―Herzogin Cecilie‖ y el ―Preussen‖...………………………………………………………………………….. 206

―Disfrutando de la Náutica‖……………………………………………………………………………………. 211

Navegación deportiva – La primera regata oceánica…………………………………………………………. 212

―Phyroscaphe‖.…………………………………………………………………………………………………. 215

―Charlotte Dundas‖ y ―Clermont‖.…………………………………………………………………………….. 216

―Aaron Manby‖………………………………………………………………………………………………… 217

―Curaçao‖………………………………………………………………………………………………………. 218

―Royal William‖.……………………………………………………………….………………………………. 219

―Sirius‖.………………………………………………………………………….…….……………………….. 220

―Great Western‖ ……………………………………………………………………………………………….. 221

Page 245: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

237

―Turbinia‖.……………………………………………………………………………………………………… 223

Campana para ―marcar las horas‖…………………………………………………………………………….. 224

―Oceanic‖………………………………………………………………………………………………………. 227

―Lusitania‖……………………………………………………………………………………………………... 229

―Titanic‖………………………………………………………………………………………………………... 231

―Normadie‖……………………………….……………………………………………………………………. 232

―Queen Elizabeth 1‖ y ―Queen Elizabeth 2‖..………………………………………………………………….. 234

La frase, en código de banderas, de Nelson, antes de la batalla de Trafalgar – Un ―Cliper‖ remontando

olas tormentosas. (Contraportada – Volumen II)

Page 246: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

238

ÍNDICE DE MAPAS

Un Mundo Oceánico (Portada)

Tomo I

Infiltraciones extranjeras en el Caribe…………………………………………………………………………….. 9

Mapa de época: Toponimia del Caribe…………………………………………………………………………... 10

Plano del castillo de S. Felipe de Barajas, Batería de S. Sebastián y Batería de S. Jose, que forman parte de

las fortificaciones de Cartagena de Indias, las más importantes de la América…………………………………. 12

Arco de Defensa Exterior – La misma zona, actualmente……………………………………………………….. 20

Virreinato de Nueva España……………………………………………………………………………………... 22

Nueva España Actual y Filipinas...............………………………………………………………………………. 23

Capitanías Generales de Guatemala y Panamá – La misma zona, actualmente…………………………………. 24

Virreinato de Nueva Granada - – La misma zona, actualmente………………………………………………… 25

Virreinato del Perú……………………………………………………………………………………………….. 26

Perú, actualmente………………………………………………………………………………………………… 27

Virreinato del Río de La Plata - – La misma zona, actualmente………………………………………………... 28

La trata de esclavos entre el siglo VII y el XIX…………………………………………………………………. 48

J. Cook en su primer y segundo viajes.………………………………………………………………………….. 91

Expedición de J. Cook alrededor de la Antártica.……………………………………………………………….. 92

El último viaje de J. Cook.………………………………………………………………………………………. 93

El descubrimiento del Continente Austral – 1624- 1779………………………………………………………. 95

Expedición española hacia Alaska.………………………………………………………………………………. 96

Bougainville, La Perouse y D´Entrecasteaux.…………………………………………………………………… 98

Las corrientes oceánicas.……………………………………………………………………………………… 102

Las colonias inglesas en América: 1763.…………………………………………………………………… 109

La guerra de independencia norteamericana (1775-1782)..……………………………………………………. 118

Tomo II

Campañas de Bolívar…………………………………………………………………………………………… 150

La Gran Colombia…………………………………………………………………………………………….... 151

Los Apostaderos de Costa Firme……………………………………………………………………………….. 152

Plano de la bahía del Tablazo…………………………………………………………………………………... 155

Carta de la barra de entrada…………………………………………………………………………………….. 156

Disposición previa a la batalla del Lago de Maracaibo………………………………………………………… 157

La Independencia de América Latina (1804-1903).…………………………………………………………… 166

Pérdidas del territorio mexicano………………………………………………………………………………... 181

Los pueblos indios de EE.UU. (siglo XIX).……………………………………………………………………. 182

La formación de EE.UU.……………………………………………………………………………………….. 188

Italia entre 1858 y 1870………………………………………………………………………………………… 189

La guerra de los Bóers………………………………………………………………………………………….. 193

1898, el año del desastre………………………………………………………………………………………... 194

Page 247: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

239

CRONOLOGÍA PERTENECIENTE AL VOLÚMEN II

Acontecimientos relevantes político-militares y navales

1624 Japón se aísla del exterior.

1625 Aparece “De iure belli ac pacis” de Hugo Grocio

1630 Gustavo Adolfo de Suecia entra en la Guerra de los Treinta Años para ayudar a los

protestantes alemanes.

La Compañía Inglesa de Indias Orientales se apodera de una parte de Brasil.

1639 Las Dunas: el Almirante holandés van Tromp derrota a la escuadra española de

Oquendo.

1640 Portugal proclama su independencia de España y designa a Juan de Braganza como

propio soberano

1641 Los holandeses conquistan Malaca.

1642/1645 Guerra Civil inglesa.

1644/1912 Se entroniza en China la dinastía Qing, proveniente de Manchuria.

1645 La victoria de Oliverio Cromwell en Naceby pone fin a la Primera Guerra Civil inglesa,

dando el poder al Parlamento.

1647 La caballería francesa derrota a los Tercios españoles en Rocroi.

1648 La paz de Westfalia pone fin a la Guerra de los Treinta años.

1648/1661 Las Provincias Unidas (Países Bajos) consiguen la independencia de España.

1651 Oliver Cromwell promulga en Inglaterra, para proteger la economía del país, el

Navigation Act, en virtud del cual ninguna mercancía inglesa o destinada a

Inglaterra puede transportarse en buques extranjeros

1652/1654 Por el predominio mercantil colonial estalla entre Holanda e Inglaterra una

guerra naval que termina con la victoria de los ingleses y con limitaciones de la

libertad comercial para Holanda.

1660/1720 La época de Luís XIV – los planes de este expansionista Rey de Francia le

enfrentaron con las demás potencias europeas –; fuera de Europa, las grandes

potencias luchaban por las colonias, por su doble papel de proveedoras de

materias primas y de artículos de lujo, como azúcar, tabaco y especias y de

mercados para sus productos.

1665/1700 Las colonias españolas se convirtieron en objetivos de las Potencias Navales durante el

reinado de Carlos II de España.

1665 El primer ministro francés Colbert funda la Compañía Francesa de las Indias

Occidentales

1665/1667 Guerra comercial de Inglaterra con Holanda; los ingleses adquieren la ciudad de Nueva

Amsterdam (Nueva York)

1666/1672 Los ingleses fundan la compañía de la Bahía de Hudson para explorar América del Norte.

1667 Luís XIV inicia la Guerra de Devolución contra los Países Bajos españoles, para anexarlos a

Francia.

1669 Se disuelve la Liga Hanseática de las ciudades alemanas, asociación mercantil de

origen naval.

España reconoce la independencia portuguesa.

1672/1678 Luís XIV se enfrenta a Holanda, España y Austria.

1674 Los franceses instalan una factoría en Pondichery (India).

Page 248: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

240

1684/1690 Jacobo II de Inglaterra es derrocado por intentar restaurar el catolicismo. El Acta de

Derechos (Bill of Rights) confirmó la Monarquía constitucional.

1689 Pedro el Grande asume plenos poderes como Zar de Rusia.

1690/1696 Guillermo III de Orange, conduce a Inglaterra a la guerra contra Francia.

1700 Estalla la Gran Guerra del Norte entre Suecia y la Alianza de Polonia, Dinamarca y Rusia;

Suecia vence a los rusos en la Batalla de Narva.

Muere Carlos II de España; deja heredero a Felipe V de Anjou, nieto de Luís XIV – se da

origen a la Guerra de Sucesión (1702-1713)

1702 Los franceses obtienen la concesión del “asiento de negros”, lo que les autorizaba a

transportar esclavos negros a las colonias españolas de América.

1704 Los ingleses se apoderan de Gibraltar.

1709 El ejército ruso aplasta a Carlos II de Suecia en la Batalla de Poltava.

1710 Debilitamiento del poder musulmán en la India en un entorno fundamentalmente hindú.

Se crea la ―Compañía del Mar del Sur‖ con el objeto de incrementar el comercio inglés con

Sudamérica.

1713 La Paz de Utrecht pone fin a la Guerra de la Sucesión española y establece un nuevo orden

en Europa y deja a Inglaterra el monopolio del comercio de esclavos.

1720/1760 Entre la Paz de Utrecht y la Guerra de los Siete Años, Europa se vio conmovida por una

serie de guerras dinásticas y comerciales. Inglaterra prosiguió su política dirigida a mantener

el equilibrio europeo y continuó su expansión colonial, compitiendo con éxito con Francia

en la India.

1720 La Compañía Inglesa de los Mares del Sur y el proyecto francés del Missisipi fracasaron.

1739 Guerra entre Inglaterra y España por el comercio del Nuevo Mundo.

1740/1748 Guerra de Sucesión de Austria: Prusia, Baviera, Francia y España contra Austria, Holanda y

Cerdeña.

1741 Blas de Lezo aniquila a las fuerzas del almirante inglés Vernon en Cartagena de Indias.

El danés al servicio de Rusia, Vitus Bering, franquea el estrecho que después llevará su

nombre en el extremo oriental de Siberia y que separa Asia de América.

1755 Comienzo de las hostilidades franco-británicas en América del Norte.

1756 Estalla la Guerra de los Siete Años, que terminará en 1763 con el Tratado de París

1760/1800 El antiguo orden establecido en Europa sufrió una irreversible conmoción a causa

de tres revoluciones –la inglesa, la norteamericana y la francesa- que modificaron

la estructura política y económica de la sociedad occidental y posteriormente

transformarían al mundo entero. La norteamericana significó el rechazo del viejo

sistema colonialista y comercial. La francesa liquidó los privilegios del

absolutismo y estableció un nuevo concepto de derecho popular y en Inglaterra la

revolución Industrial creó nuevas fuentes de riquezas y nacimiento a nuevas clases

sociales.

1760 La mayor parte del Canadá francés, en poder de Inglaterra, tras la rendición de Montreal.

1763 Tratado de París, que fija el desenlace de la guerra de los Siete Años: Francia tiene que

ceder la Luisiana a España, y el Canadá junto con algunas Antillas a Gran Bretaña que

también obtiene, por parte española, la Florida.

1764/1765 Leyes mercantilistas sobre el azúcar, la moneda y el timbre fiscal. Protesta de las colonias,

mediante el boicot a los productos británicos.

Page 249: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

241

1766/1769 El marino Louis A. de Bougainville es el primer francés en dar la vuelta al mundo.

1768 El capitán James Cook emprende, a bordo del “Endeavour”, su navegación alrededor del

mundo.

1773/1775 Los ―Hijos de la Libertad‖ de Boston, arrojan al mar el té de la Compañía de las Indias. El

Parlamento británico responde con medidas coercitivas.

1775/1783 Guerra de Independencia norteamericana: entre otras cosas, los colonos exigían también

tener representantes en el Parlamento Inglés. Ayuda de Francia (1778) y de España (1779)

1775 Primer enfrentamiento en Lexington y Concorde entre las tropas británicas y las milicias

americanas de Massachussets. Se proclama a George Washington, Comandante en Jefe de

los Ejércitos Coloniales.

1776 El Congreso continental de Filadelfia aprueba la Declaración de independencia de

las colonias americanas.

El inventor estadounidense David Bushnell construyó la llamada Turtle, un submarino de

madera de forma ovoide, operado a base de válvulas, bombas y hélices, que podía ser

manejado por el propio tripulante mediante una manivela. Con él se produjo el primer

ataque submarino de la historia, durante la guerra de la Independencia de Estados Unidos,

cuando el sargento Ezra Lee, a bordo de Turtle, colocó una carga explosiva en el casco del

barco británico Eagle, en el puerto de Nueva York; sin embargo, no consiguió perforar el

casco de cobre del Eagle.

1777/1781 Redacción y posterior ratificación de los artículos de la Confederación; Primera

Constitución de los trece estados.

1781 Con la victoria de los revolucionarios americanos en Yorktown, termina la Guerra

de Independencia americana. En la Bahía de Chesapeake la flota francesa, en

ayuda a los americanos, derrota a la inglesa e impide el desembarco de refuerzos

para las tropas inglesas en Yorktown .

1782 Islotes de Los Santos (mar Caribe): enfrentamiento naval entre ingleses y

franceses.

1783 El Tratado de París reconoce la Independencia de Estados Unidos.

La embarcación más antigua de propulsión fue utilizada por primera vez por el marqués

Claude Francois Jouffroy Ábbans al remontar, en demostración pública, un tramo del río

Saona, cerca de Lyon, en Francia, a bordo del vapor de ruedas Pyroscaphe de 180

toneladas.

1787 El estadounidense John Fitch construyó el primer barco de vapor realmente eficaz,

realizando la primera prueba el 1 de mayo. El propio Fitch llegó a poner en marcha un

sistema regular de vapores en el río Delaware, en su trayecto entre Filadelfia y Trenton. Sin

embargo, dificultades financieras y algún que otro accidente acabaron pronto con aquella

aventura.

1788 Gran Bretaña inicia el establecimiento de colonias de deportados en Australia.

1789 14/07. La muchedumbre parisiense asalta la prisión de la Bastilla, con lo que

comienza la Revolución Francesa.

26/08. Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano.

El escocés William Symington, construyó una pequeña embarcación de vapor que

alcanzaba velocidades de 6 a 8 nudos.

1792 Las tropas republicanas francesas vencen a las Austro-Prusianas en Valmy.

Page 250: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

242

1793 Luís XVI es guillotinado.

1797 Cabo de San Vicente. En la derrota de una escuadra española por los ingleses, el factor

decisivo fue la maniobra del marino ingles Nelson.

El estadounidense Robert Fulton, financiado por Napoleón, había construido en Francia,

un sumergible, el Nautilus. Un prototipo con casco metálico de cobre sobre cuadernas de

hierro, concebido para llevar entre 3 y 8 tripulantes y una autonomía de unas 4 horas.

Fulton recorrió en aquel buque sumergible 6 leguas bajo las aguas del río Sena. Poco

después, durante un viaje experimental, el sumergible se perdería cerca de Cherburgo,

muriendo sus ocupantes.

1798 Abukir. Nelson derrota decisivamente a la flota francesa en esta bahía, cercana a

Alejandría, Egipto.

1799 Napoleón depone al Directorio y se convierte en Primer Cónsul.

1800/1825 Auge y caída de Napoleón: restauración dinástica, de la que se beneficiaron los Borbones,

en Francia, España y Nápoles y los Orange en los Países Bajos. Sin embargo, el absolutismo

puro resultó imposible en Francia, los Países Bajos y en el Sur de Alemania, cuyos

soberanos debieron conceder ―Cartas Constitucionales‖. La pérdida del Imperio fue el

testimonio de la decadencia de España.

1800 Los sultanatos islámicos de Java y Sumatra ceden poder a los holandeses.

1802 El remolcador Charlotte Dundas fue el primer barco impulsado con éxito por energía

mecánica. Era un barco de ruedas de paleta construido para el canal que unía los ríos

Forth y Clyde, en Escocia, equipado con motor de vapor de doble acción con condensador

construido por James Watt y perfeccionado por William Symington.

Napoleón firma en Amiens un efímero Tratado de Paz con Inglaterra.

1803 Robert Fulton construyó en París una embarcación a vapor que navegó por el Sena.

1804 Napoleón es coronado emperador

La parte oeste de la isla La Española, se independiza de Francia con el nombre de

Haití.

1805 02/10. Napoleón vence en Austerlitz a los Austro-Rusos.

21/10. Nelson destruye a la flota franco-española en Trafalgar

1806 España aliada a Francia.

Breve ocupación británica de Buenos Aires.

1807 La familia real portuguesa huye a Brasil.

Robert Fulton, con la anterior experiencia, construyó, de vuelta a Estados Unidos el

“Clermont”, primer barco de vapor práctico, de ruedas de paletas. El 17 de agosto,

consiguió que el vapor “Clermont”, hiciese la travesía Nueva York-Albany por el río

Hudson.

1808 El 2 de mayo, levantamiento español contra Napoleón

Tras la ocupación de España por los ejércitos napoleónicos y el rechazo criollo al nuevo

monarca José I Bonaparte, se acrecientan las aspiraciones al autogobierno por parte de las

élites americanas.

Los españoles vencen a los franceses en Bailén.

1809/1812 Primeras insurrecciones sudamericanas en Chuquisaca, La Paz, Quito, Santa Fé, Caracas y

Buenos Aires. Tienen lugar las primeras insurrecciones independentistas en México,

encabezadas por Hidalgo y Morelos.

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243

1809 El “Phoenix”, barco a vapor navega desde Hoboken a Filadelfia.

1810 Los Cabildos de Caracas y Buenos Aires, erigidos en Juntas Soberanas, desplazaron a las

autoridades españolas en nombre de Fernando VII.

1811 La Junta de Caracas proclama la Independencia de Venezuela.

1812/1814 Guerra de Estados Unidos contra Gran Bretaña, que concluye con el Tratado de Gante.

Las Cortes de Cádiz aprueban la Constitución Liberal: Régimen Parlamentario, Libertades

individuales, Libertad de Comercio, etc.

1814 Las tropas coaligadas contra Francia entran en París. Primera abdicación de Napoleón.

Liberación de Montevideo.

El Dr. Francia, dictador del Paraguay hasta 1840.

1815 Napoleón regresa a París. Es vencido en Waterloo, lo que conduce a su segunda y definitiva

abdicación.

1816 Congreso de Tucumán: Independencia de las Provincias Unidas del Sur (Argentina).

Uruguay ocupado por Brasil hasta 1828.

1818 05/04. Maipú: San Martín vence a los españoles realistas. Independencia de Chile.

El gobierno británico se establece en toda la India.

1819 07/08. Boyacá. Victoria de Bolívar en Nueva Granada.

Proclamación de la Gran Colombia, en la que se incluirá más tarde a Ecuador.

El barco americano “Savannah” es pionero en la travesía atlántica.

1820 Sublevación de Riego en Cadíz.

Levantamiento en Guayaquil.

Expedición libertadora del Perú.

1821 24/06. Bolívar vence en la Batalla de Carabobo.

El coronel Agustín Iturbide declara la independencia de México, expulsa a los

españoles y se proclama emperador.

El general argentino Jorge de San Martín declara la independencia de Perú.

El primer barco mercante y de pasajeros con casco de hierro y propulsado a vapor fue el

“Aarón Manby”, botado en ese año y que cubría el trayecto entre Londres y París,

remontando el Sena.

1822 Pedro I, hijo del rey de Portugal Juan VI de Braganza, proclama la independencia

de Brasil.

1823 24/07. Lago de Maracaibo: victoria naval que sella la independencia de

Venezuela.

Formulación de la doctrina Monroe, por la cual Europa es apartada de América, y que

formará parte, a partir de entonces, de la política exterior de los Estados Unidos.

1824 La batalla de Ayacucho pone fin al dominio colonial español en América Latina;

sólo conservó Cuba y Puerto Rico.

Creación de las Provincias Unidas del Centro de América.

1825/1850 Fruto de los ideales de la Revolución Francesa, los movimientos nacionalistas,

vinculados a los ideales democráticos, sacudieron Europa entera. Gran Bretaña,

primera potencia industrial del mundo era también la única verdadera potencia

colonial: culminó la conquista de India y consiguió la apertura de los puertos

chinos. Estados Unidos vivió un período de vigoroso crecimiento e conómico y

Page 252: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

244

demográfico, gracias a la conquista del Oeste y a la emigración europea. La guerra

con México le permitió la anexión de Texas, Nuevo México y California.

1825 Uruguay se proclama independiente.

La República de Bolivia se independiza de Perú

Inglaterra, a quién se le abría un inmenso mercado, reconoce a las nuevas naciones

americanas

1826 Rendición de El Callao.

1827 La primera travesía del Atlántico efectuada por un barco de energía mecánica consistió en

un viaje de 22 días, iniciado en abril de ese año, desde Rotterdam, Holanda, a las Indias

Occidentales, de soberanía neerlandesa. Realizó la travesía el “Curaao”, un barco de

ruedas, de madera, de 438 toneladas, construido en 1826 y adquirido por el gobierno

holandés para el servicio postal con las Indias Occidentales.

1830 Escisión de la Gran Colombia.

Muerte de Bolívar.

1832 Se construye en Baltimore (EE.UU) el primer cliper, el “Ann Mckim”.

1833 La esclavitud fue abolida oficialmente en el Imperio Británico

1835 El inglés Francis Pettit Smith construyó el primer modelo de barco con hélice. Smith obtuvo

la patente en 1836, sólo seis meses antes de que otro ingeniero; en este caso el sueco John

Ericsson, patentará un diseño similar en Estado Unidos.

1838 El “Sirius”, primer buque que hizo la travesía atlántica propulsado exclusivamente a

vapor.

1839 La prohibición china de importar opio en el país provoca el conflicto con Gran

Bretaña

América Central se fragmenta de manera definitiva en diversos estados: Guatemala,

Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.

El vapor “Assam”, primero construido en sistema “composite” ó mixto (con forro de

madera), para evitar el contacto directo entre el hierro y el cobre.

1841 Gran Bretaña obtiene de China Hong Kong (hasta 1997)

1843 El “Great Britain” primer barco a vapor, de casco de hierro y con hélice, que

cruzó el Atlántico.

Se prueba con éxito la hélice fraccionada en palas diferenciadas.

1846/1848 Guerra entre México y los Estados Unidos que culmina con la anexión por parte

norteamericana de más de la mitad del territorio Mexicano (Texas, Nuevo México, Arizona

y California).

1850/1875 Gran Bretaña aprendió la lección de la revuelta de los ―Cipayos‖ (tropas indias a

su servicio) y reorganizó la administración de la India, pero inauguró la era del

imperialismo financiero implantando su red bancaria en toda la América Latina. La

abolición de la esclavitud y después, la Guerra de Secesión de EEUU, impulsaron

la industrialización del Sur y estimularon la Industria en el Norte. El Poderío

Prusiano barrió al Imperio Francés de Napoleón III y en siete años y tres guerras,

su canciller Bismarck se convirtió en el director de la diplomacia europea e

iniciador de otro Imperio, el Alemán.

1851 Se construye el “Flaying Cloud” uno de los más veloces clípers.

1853 Empieza a navegar el “Great Republic”, el clíper de mayor tonelaje.

Page 253: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

245

1854 El comodoro estadounidense Perry obliga al Japón a abrir sus puertos

Introducción del motor de vapor múltiple.

1859 Comienza el largo y cruento período de las Guerras Federales venezolanas.

1860 Se establece el reino de Italia.

Rusia funda Vladivostok en su costa más oriental.

Abraham Lincoln elegido Presidente de los Estados Unidos. Secesión de Carolina de Sur.

1861 Diez estados apoyan a Carolina del Sur, formando la Confederación. Comienza la Guerra de

Secesión en Estados Unidos.

En México, Juárez suspende el pago de la deuda exterior, lo que da pié a la ocupación de

Veracruz por tropas aliadas de Gran Bretaña, Francia y España.

1862/1867 Intervención francesa en México, entronización de Maximiliano como emperador y guerra

que finaliza con el triunfo de los liberales y el fusilamiento de Maximiliano.

1863 Gettysburg: victoria decisiva de la Unión contra la Confederación.

Se empiezan a construir los primeros buques en acero.

1864/1870 Guerra de la Triple Alianza: Paraguay, atacado por Brasil, Uruguay y Argentina, pierde el

90% de su población masculina.

1865 Victoria de la Unión en Estados Unidos y abolición de la esclavitud. Lincoln es asesinado.

1865/1871 Guerra entre Chile, Perú, Ecuador y Bolivia contra España.

1866 Botado un submarino en Chile, durante la guerra contra España. El intento falló pues la

nave se hundió en su primera inmersión.

1868 Alianza samurai restaura el poder imperial; se traslada la corte a Edo., (rebautizada Tokio).

1869 Apertura del Canal de Suez.

Se bota el “Cutty Sark”, campeón de navegación, superviviente de la época de apogeo de

los clípers.

El “Holland” realiza, sólo a vapor, la travesía del Atlántico.

1870 Estalla la guerra franco-prusiana. Sedán, victoria decisiva de los prusianos sobre los

franceses.

1871 Se establece el Imperio Alemán.

El primer barco del mundo que careció por completo de velas fue el buque de guerra inglés

“Devastation”, botado en ese año.

1875/1900 La necesidad de materias primas, de nuevos mercados y de invertir el capital acumulado en

países donde los beneficios fueran mas atrayentes, expandió el proceso imperialista. Estados

Unidos aumentó su presión en América Central. África fue repartida entre las potencias

europeas que también afianzaron sus intereses comerciales en China. Fue allí donde se

exacerbó la rivalidad ruso-japonesa. Los Balcanes, muy divididos, se convirtieron en un

verdadero polvorín. España asistió al ocaso de su imperio con la pérdida de las Filipinas y

de sus últimas colonias americanas (Cuba y Puerto Rico).

1875 La Gran Bretaña compra el control del Canal de Suez.

1876/1878 Agitación en los Balcanes, bajo control del imperio otomano. Guerra ruso-turca que abre la

zona balcánica a la influencia de Rusia.

1878 Crisis anglo-rusa.

En el Congreso de Berlín se divide África entre las potencias europeas.

1879/1883 Guerra del Pacífico que enfrenta a Chile contra Perú y Bolivia.

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246

1879 El peruano Blume construyó un submarino que demostró su capacidad sumergible. Se

empezó su construcción, pero finalmente fue hundido para impedir que cayera en manos de

los chilenos durante la Guerra del Pacífico.

1881 Francia ocupa Túnez.

1882 Los británicos ocupan Egipto.

1883 Se acentúa la dominación francesa en África, que culminará con la colonización de Níger,

Guinea, Costa de Marfil y Dahomey.

1884 Alemania establece colonias en el África Oriental. Comienzo del Imperio Colonial alemán

1886 Inglaterra se anexa Birmania.

El primer intento de aplicar los motores de combustión interna a gasolina en los barcos fue

realizado por el ingeniero alemán Gottlieb Daimler.

1890/1891 Italia conquista Eritrea y Somalía

1892 El Dr. Rudolf Diesel, alemán, patenta una máquina movida con petróleo.

1894 El primer barco de turbina fue precisamente, el “Turbinia”, construido en Wallsend-on-

Tyne, Inglaterra, según los planos del matemático e ingeniero inglés Charles Parsons. El

“Turbinia” tenía 30,48 m de eslora y desplazaba 45,2 toneladas. En su primera

demostración pública, en la revista naval de 1897, celebrada en Spithead, alcanzó una

velocidad de 34,5 nudos (63,9 km/h).

Guerra chino-japonesa por la influencia en Corea. Yalu, victoria de la flota

japonesa sobre la china.

1895/1903 Guerras Civiles entre liberales y conservadores en Sudamérica: Chile (1891), Ecuador

(1895), Uruguay (1897), Bolivia (1899), Colombia (1899-1902) y Venezuela (1899-1903).

1895 Victoria de Japón en la guerra chino- japonesa. Corea proclama su independencia y

Formosa pasa a formar parte del Japón. La concesión de puertos chinos a

Alemania, Rusia, Gran Bretaña y Francia exaspera a los nacionalistas, que se

organizan en sociedades secretas (Boxers).

1896 Los italianos son derrotados en Etiopía.

1898 Guerra entre España y Estados Unidos; los Estados Unidos consiguen el

protectorado de Cuba y las Filipinas. Anexión estadounidense de Hawai y Puerto

Rico

1899/1902 Guerra de los ―Boers‖.

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247

REFERENCIAS GEOGRÁFICAS ACTUALES, AL AÑO 2000

PERTENECIENTES AL VOLUMEN II

TOMO I Mapas

Capítulo I. (El Declive)

Tema: El Inicio.…………………………………………………………………………........ B-H

Capítulo II. (Guerras y Comercio)

Tema: Guerras continuadas………………………………………………………………… A

Capítulo III. (Lo Náutico: Ciencia y Aventura)

Temas: La calavera y las tibias………………………………………………………………. H-Q-W

Exploraciones científicas…………………………………………………………….. T-V

Capítulo IV. (Las Revoluciones)

Temas: Nueva Thalasocracia………………………………………………………………… B-Q-R

TOMO II

Capítulo IV. (La “Pax Británica”.)

Tema: Nuevas Naciones………………………………………………………………………B

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GLOSARIO PERTENECIENTE AL VOLUMEN II

(Los términos náuticos van en cursiva)

Abolicionista: Partidario de la abolición de una ley o costumbre, se aplica principalmente a

los partidarios de la abolición de la esclavitud y de la trata de esclavos. Aunque

el término nació en EE.UU en 1835, las primeras actitudes abolicionistas

aparecen a finales del siglo XVIII; la victoria de los antiesclavistas en la guerra

de Secesión (1865) supuso la abolición de la esclavitud en los EE. UU /

Abolir: Derogar un principio o costumbre.

Absolutismo: Régimen político en que el Poder del Estado es ejecutado por el Soberano sin

limitación jurídica alguna. Predominó en Europa desde el siglo XVI hasta

comienzos del XIX, contribuyendo decisivamente a la centralización y a la

unificación territorial de los países europeos.

Ácaro: Se aplica a un numeroso grupo de artrópodos arácnidos de pequeño tamaño,

desde 0,1 mm a 3 cm de longitud. Algunos son parásitos y transmiten

enfermedades; entre éstos se encuentran, por ejemplo, la garrapata y el arador

de la sarna.

Acérrimo Superlativo de acre, áspero y picante / Partidario, defensor en grado

superlativo.

Ácido lisérgico: Se produce en la hidrólisis alcalina de los alcaloides del cornezuelo del

centeno / es un agente psicosomático.

Acta de navegación: (Acta: Relación escrita de lo sucedido, tratado o acordado en una junta). Ley

inglesa, promulgada en 1651, para proteger su comercio, que constituyó la

base de la potencia naval británica.

Adelantado: Se llamó ―adelantado‖ en épocas de la conquista de América, a algunos

gobernadores y capitanes generales que, una vez que llegaban a las tierras que

les habían sido asignadas, fundaban ciudades, administraban justicia y tenían

amplios poderes militares.

Adventure Galley: Galera Aventura.

Aguada: Aprovisionamiento de agua para el buque, que se practicaba en islas,

enclaves o puertos intermedios durante la travesía; provisión de agua.

Aguja: Se le llama también así a la brújula; como así mismo “aguja de marear”.

Flechilla de hierro, tocada a la piedra imán, que puesta en equilibrio sobre

una pua se vuelve siempre al Norte y colocada en el control de la “rosa

náutica” sirve de gobierno a los navegantes para conocer los rumbos de las

embarcaciones.

Ala (Vela): Vela pequeña que se añade a otra grande, por uno o ambos lados, en tiempos

bonancibles y cuando el viento es largo, o a popa, a fin de recoger más y

aumentar el andar de la nave.

Álabe: Cada una de las paletas curvas de la rueda hidráulica.

Albanés: Natural de Albanía / Albanía: Estado de Europa meridional, en la península

Balcánica.

Alcázar: Parte de la cubierta superior a popa del palo mayor (o donde lógicamente

estaría situado el palo mayor en un barco de vapor o de motor);

tradicionalmente el espacio reservado para oficiales.

Page 265: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

257

Alidada: Regla movible sobre el centro de un instrumento de reflexión, que lleva

consigo el espejo principal y señala en el arco los grados de altura del astro

que se observa.

Alisios: Vientos regulares que soplan en dirección NE en el hemisferio Norte y SE en

el hemisferio Sur, desde las altas presiones sub-tropicales hacia las bajas del

Ecuador.

Almirantazgo: El tribunal establecido en diversos países donde se tratan y determinan los

diferentes asuntos pertenecientes a la marina. Término o terreno que se

comprende en la jurisdicción del almirante.

Almirante: Del árabe; emir: jefe militar del mar.

Alojamientos: Espacios sobre la cubierta principal del buque donde se acomodaba la

tripulación para el descanso.

Alucinógeno: Que produce alucinación / Se dice de los productos naturales o sintéticos que

actúan sobre el sistema nervioso central y que causan disturbios mentales o

experiencias imaginarias, como la marihuana, el ácido lisérgico (LSD), la

mezcalina, etc. / Alucinación: Sensación subjetiva falsa que no va precedida de

impresión en los sentidos. Las más corrientes son las visuales, auditivas y

cenestésicas / Cenestesia: conjunto de sensaciones indiferenciadas,

independiente de los sentidos, por las que el individuo tiene conciencia de la

existencia del propio cuerpo y de su estado.

Amortizar Redimir o pagar el capital de un préstamo o deuda. / Recuperar o compensar

los fondos invertidos.

Amperio: Unidad de intensidad de la corriente eléctrica en el Sistema Internacional de

Unidades.

Ampolleta (Reloj de arena): Artificio que se compone de dos ampolletas unidas por el cuello y que sirve

para medir el tiempo por medio de la arena que va filtrándose y cayendo de

una a otra.

Anacronismo: Persona o cosa impropia de las costumbres ó ideas de una época.

Ancla (de cepo): Instrumento fuerte de hierro, con arpón o anzuelo de dos lenguetas, el cual,

afirmado al extremo del cable y arrojado al mar, sirve para aferrar o

amarrar las embarcaciones. El cepo es un madero grueso que se sujeta al

extremo, en dirección perpendicular a la caña y al plano de los brazos del

ancla y sirve para que el ancla agarre en el fondo.

Andana: Línea, fila o hilera de ciertas cosas.

Andanada: Descarga completa y simultánea de la artillería.

Andanada: Descarga completa y simultánea de la artillería.

Anglicanismo: Conjunto de las doctrinas de la religión del Estado, en el Reino Unido (Gran

Bretaña). Su origen está en la ruptura de Enrique VIII con el Papa Clemente

VII, que se oponía a que el rey repudiara a su esposa, Catalina de Aragón.

Enrique se proclamó cabeza de la Iglesia de Inglaterra. Su teología es de

origen calvinista y sus puntos principales son: la suprema autoridad de la

Biblia, la justificación por la fe y la predestinación. En 1992 aprobó el acceso

de mujeres al sacerdocio.

Page 266: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

258

Anglo: Pueblo germánico que, en compañía de los sajones y jutos, se estableció en la

isla de Gran Bretaña en la segunda mitad del siglo V.

Ánima lisa: Cañón liso (no rayado), usado en la artillería naval hasta la segunda mitad

del siglo XIX.

Antropófago Se dice del que come carne humana.

Antropología: Ciencia que tiene por objeto el estudio del hombre y de su cultura, además de

sus interrelaciones con el medio biológico, geográfico e histórico.

Antropometría: Estudio de la variación física del hombre, basado en procedimientos métricos.

Añil: Planta que crece en su SE de Europa y Oeste de Asia; pasta de color azul

oscuro, obtenida de esa planta. Sirve para teñir.

Aparejo: Conjunto de palos, vergas, jarcias y velas del buque que se utilizaban para su

propulsión aprovechando el viento.

Apatía: Impasibilidad del ánimo / Dejadez, indolencia, falta de vigor o energía.

Apostadero: Puerto o bahía en que se reúnen varios buques de guerra bajo un solo

mando.

Arancel: Tarifa oficial que recoge y señala para cada mercancía o grupo de mercancías

los impuestos que deben satisfacerse.

Arawako: Pueblo amerindio que habitó el Caribe y el norte de América del Sur, distinto

de los caribes. Su origen se sitúa en el altiplano central brasileño o en las

Guayanas.

Arbitrario Que depende del arbitrio / Que procede con arbitrariedad / Arbitrio:

facultad que tenemos de adoptar una resolución con preferencia a otra /

Voluntad no motivada por la razón, sino por el capricho.

Arboladura: (Ver aparejo).

Arbolar: Poner los mástiles a una embarcación.

Arcabuz: Arma antigua de fuego, semejante al fusil y que se disparaba prendiendo la

pólvora del tiro mediante una mecha móvil colocada en la misma arma.

Arenque: Pez marino. Mide unos 25 cm de longitud, tiene color azulado por el dorso y

plateado por el vientre. Vive en las aguas frías del Atlántico Norte formando

cardúmenes. Es un alimento muy apreciado.

Argentífero Que contiene plata / (Argentum: en latín, plata).

Aristocracia Clase noble de una nación, provincia, etc. / Por extensión, clase que

sobresale de las demás por algunas circunstancias.

Armar: Equipar las embarcaciones de todo lo necesario para el corso, comercio o

pesca.

Armenio: Natal de Armenia; región montañosa de Asia Occidental, que se extiende por

su parte septentrional por el Sur del Caúcaso, y por su parte meridional, por

las actuales Irán, Turquía y Azerbaiyán.

Armisticio: Suspensión de hostilidades, pactadas entre pueblos o ejércitos beligerantes.

Armisticio: Suspensión de hostilidades, pactadas entre pueblos o ejércitos beligerantes.

Arpón (ballenero): Ástil de madera armado por uno de sus extremos con una punta de hierro que

sirve para herir o penetrar a veces con otras dos puntas que miran hacia

atrás y hacen presa / En el tiempo más presente, lleva en su punta una carga

explosiva. En la actualidad, se ha sustituido por un cable eléctrico de la

Page 267: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

259

misma longitud que el cabo que lo une al buque, por donde pasan descargas

aproximadas de 80 amperios, que ocasionan la muerte sin estropear la carne.

Arqueo: Capacidad de carga de un buque.

Arrecife Banco o bajo en el mar, casi a flor de agua, peligroso para la navegación.

Arriar: Aflojar un cabo o bajar las velas.

Arrizar: Colgar algo en el buque para que resista los balanceos y movimientos / Entre

la gente de mar, atar y asegurar a uno.

Arsenal: Lugar cerca del mar en donde se construyen, reparan y conservan las

embarcaciones y se guardan los pertrechos y géneros necesarios para

equiparlas.

Artesa: Cajón cuadirlongo que se va estrechando hacia el fondo. Sirve para amasar el

pan y para otros usos.

Asamblea: Cuerpo político y deliberante como el Congreso o el Senado.

Asiento: Contrato.

Astil: Mango de las hachas, azadas, picos, etc.

Astillero: Sitio destinado a la construcción y carena de embarcaciones.

Astrolabio: Instrumento para observar la altura del Polo y de los astros. Se hacía colgar

perpendicular al nivel del mar, mientras el sol o la estrella eran avistados a

través de dos pequeños agujeros situados en las láminas de su veleta móvil.

Entonces se podía leer la altitud del cuerpo celeste en la escala graduada que

circundaba al borde.

Atracar: Arrimar a tierra una embarcación. Arrimar una embarcación a otra.

Aura: Irradiación luminosa que rodea a ciertos seres / Favor, aplausos, aceptación

general.

Autocracia: Sistema de gobierno en el cual un solo hombre acumula todos los poderes.

Avancarga: Pieza de artillería que era cargada por su boca.

Avería: Impuesto que se grababa a mercancías transportadas, y custodiadas,

prorrateándolo sobre el valor de los productos.

Aviso: Embarcación pequeña que ejecutaba las principales rutas de la carrera de

Indias para transportar la correspondencia, o se despachaba con pliegos de

Estado a alguna provincia, o bien a Escuadras en alta mar.

Avituallar Suministrar provisiones.

Azumbre: Medida de capacidad para líquidos, equivalente a 2 litros y 16 mililitros.

Babor: Banda o costado izquierdo del buque, mirando desde popa a proa.

Bacteria: Microorganismo unicelular. Vive en el aire, suelo, agua, animales y plantas.

Suelen ser responsables de la putrefacción y descomposición de la materia

orgánica y algunas ocasionan enfermedades en el hombre, los animales,

plantas e incluso otros microorganismos.

Bahía: Entrada de mar en la costa, de extensión menor que el golfo y mayor que la

ensenada o caleta.

Bajel: Nombre genérico de cualquier embarcación que pueda navegar por alta

mar.

Bajío: Banco de arena peligroso.

Bajo: Bajío, por banco de arena.

Page 268: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

260

Bala: Proyectil de piedra, de fundición de hierro, arrojado por los cañones de ánima

lisa hasta mediados del siglo XIX.

Balandra: Embarcación pequeña de un solo palo, con velas latinas y una vela

cuadra en la parte superior del mástil, generalmente inferior a 100

toneladas de arqueo.

Balcánico: Habitante de los Balcanes, sistema orográfico de Europa que se extiende en el

curso inferior del río Danubio. Esa zona cubre partes de países como Grecia,

Albania, Macedonia, Bulgaria, Serbia-Montenegro, Croacia y Bosnia-

Herzegovina.

Baluarte: Obra de fortificación de figura pentagonal, trazando un ángulo saliente.

Ballena: Nombre común de unas 80 especies de mamíferos cetáceos de la familia

balénidas, caracterizadas por su gran tamaño (hasta 30 m. de longitud) /

Cada una de las láminas córneas y elásticas que tiene la ballena en la

mandíbula superior y que, cortada en tiras, sirven para diferentes usos.

Ballestilla: Simple varilla graduada, a lo largo de la cual corría un cursor. El

observador visaba el astro y la línea del horizonte; donde quedaba detenido

el cursor se leía los grados indicados y se tenía la latitud.

Banco: Bajío arenoso en el mar o en un río.

Banda: Cada uno de los lados de un buque, contando las de el plano vertical que

dividiese por medio longitudinalmente a la quilla, hasta el costado respectivo.

Bandolero: Ladrón, salteador de caminos.

Bao: Gran madero que de trecho en trecho atraviesa de babor a estribor y sirve

para aguantar los costados, al mismo tiempo que sostiene las cubiertas; hace

el oficio de las vigas en las casas.

Bárbaro: Palabra griega, usada originariamente para designar a todos los pueblos no

griegos, adoptada por los romanos para indicar a todos los pueblos que

estaban fuera de su Imperio.

Barbeta: En un principio era un recinto blindado abierto por arriba, dentro del cual se

montaba un cañón sobre una plataforma giratoria. La adición de una capota,

que giraba con el ajuste, se convirtió en torreta. Posteriormente, el cilindro

(blindado) fijo sobre el cual giraba la torreta.

Barca: Nave de tres palos en que los dos de proa cruzan y tienen velas cuadradas y

el de popa no cruza y tiene vela cangreja.

Barlovento: Dirección de donde viene el viento. Colocarse en esa posición respecto del

adversario daba ventajas tácticas.

Barra: Banco de arena o piedra que se extiende en la entrada de algún río o puerto,

haciéndola difícil y peligrosa, especialmente durante las mareas bajas.

Barracón: Caseta grande y tosca, generalmente con carácter provisional, que sirve para

alojar soldados, obreros, etc.

Barrenar: Abrir agujeros con barrena o barreno en algún cuerpo / Barrena: Herramienta

de acero, de distintos gruesos y tamaños, con punta terminada en espiral, que

sirve para taladrar o hacer agujeros en madera, metal u otro cuerpo duro.

Barrica: Especie de tonel.

Page 269: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

261

Batería: Designaba en los antiguos navíos las cubiertas en las que se alineaban los

cañones. Se encontraban generalmente dos en las fragatas, tres o cuatro en

los navíos de línea. Los cañones más pesados se ubicaban, naturalmente, en

la batería baja / Conjunto de piezas de artillería colocadas en un paraje, y

dispuestas para hacer fuego / Unidad táctica del Arma de Artillería,

compuesta de varias piezas.

Bauprés: Mástil oblicuo, en la cubierta superior, que sale de ella por la proa y lleva la

vela cebadera por debajo, y las velas triangulares llamadas foques, por

arriba.

Bengalí: De Bengala / Bengala: Región del Sur de Asía, junto al golfo de su nombre,

hoy dividida en el Estado indio de Bengala Occidental y el Estado

independiente de Bangla Desh.

Berbería (Berberisco): Perteneciente o relativo a la antigua región de Berbería, que es el nombre

tradicionalmente aplicado a la parte noreste de África entre el Mediterráneo y

el Sahara.

Bergantín: Embarcación de dos palos o mástiles cuyo arqueo o capacidad de carga era

inferior a 200 toneladas. Originalmente, se denominó así, en el

Mediterráneo, a una nave sutil, derivada de la galera.

Bey: Gobernador del Imperio Turco / Título que ostentaron los soberanos de

Túnez desde la separación del Imperio Turco hasta la proclamación de la

república.

Bisoño: Nuevo o inexperto en cualquier arte u oficio.

Bitácora (Cuaderno de) Aquel en que se registran los rumbos.

Bitácora: La caja en que se pone la aguja de marear para que vaya firme y pueda tener

movimiento contra los balances de la embarcación.

Blandengue: Soldado de un cuerpo de caballería creado en el virreinato del Río de la Plata

a finales del siglo XVIII. Se destinaba en tiempo de paz a la custodia de las

fronteras y a la persecución del bandolerismo y el contrabando.

Bocana (boca): La entrada de un puerto, de un canal, estrecho o río.

Bodega: El espacio mayor de un buque destinado al acomodo o estiba de la carga,

ubicado bajo la primera cubierta.

Boer: Significa colono en holandés. Habitante del África Austral, al norte de El

Cabo, de origen holandés.

Boicot ó Boicoteo: Nombre del primer administrador irlandés a quien se aplicó el boicoteo en

1880 / Acción de boicotear / Boicotear: privar a una persona o a una entidad

de toda relación social o comercial para perjudicarla y obligarla a ceder en lo

que de ella se exige.

Bomba: Máquina para elevar un líquido y darle impulso en dirección determinada /

Artefacto explosivo.

Bombardera (Bombarda): Especie de fragata destinada a arrojar bombas: no tenía palo de trinquete;

regularmente se ponían en ella dos morteros sobre el combés, uno delante de otro,

y se apuntalaban sus cubiertas muy fuertemente para que resistiesen el retroceso

de la pieza.

Borda: Extremo lateral de un buque sobre la cubierta superior.

Page 270: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

262

Bordada: La derrota o camino que hace entre dos viradas una embarcación,

voltejeando para ganar o adelantar hacia barlovento.

Borrasca: Tempestad, tormenta del mar / Tempestad fuerte o tempestad que se levanta en

tierra.

Botadura: Acto de echar al agua un buque desde el astillero.

Botalón: Palo colocado a continuación del bauprés para aumentar así el número de

foques.

Botavara: Percha redonda o de sección rectangular, asegurada por un extremo al

palo respectivo y paralela al borde de la vela cangreja.

Bote: Barco pequeño, de remo y sin cubierta.

Botija: Vasija de barro, mediana, de cuello corto y angosto.

Botín: Conjunto de la armas, provisiones y demás efectos de una plaza o de un

ejército vencido y de los cuales se apodera en vencedor / Producto de un

robo, atraco, estafa, etc.

Boxer: Nombre inglés dado a los miembros de la sociedad secreta china del ―Yi Ho

Chuan‖ (Sociedad de los Puños Armoniosos), fundada en los primeros años

del siglo XIX, que atacaba a los europeos residentes en China. En 1900

acaudillaron un movimiento contra los blancos, que intentaba terminar con la

ocupación extranjera de Pekín.

Boya: Cuerpo flotante sujeto al fondo del mar, de un lago, etc. y se coloca como

señal para indicar un sitio peligroso o un objeto sumergido.

Boyante: Se dice de la persona, cosa, situación, etc. que goza de buena fortuna o

felicidad.

Brahmanismo: Religión de la India, hoy denominada oficialmente hinduismo. El dogma

central del brahmanismo es el de la trasmigración de las almas, y sus

prescripciones están estrechamente ligadas a concepciones sociales.

Braza: Longitud de seis pies de Burgos que servía de medida en todos los usos de la

navegación y el pilotaje, siendo uno de ellos determinar la profundidad del

agua. También llamada toesa/cabo que coloca o ata en cada uno de los

penoles extremos de las vergas y sirve para sujetarlas o tenerlas en tal

posición que las velas reciban el viento según convenga para navegar.

Brea: Fracción más pesada del alquitrán, procedente de petróleos, carbones y

maderas / sustancia más o menos sólida, fusible y de color oscuro, insoluble

en agua y soluble en compuestos orgánicos / una mezcla de brea, pez, sebo y

aceite de pescado se usa para calafetear y pintar las maderas y jarcias de la

nave / calafetear: cerrar las junturas de las maderas de las naves con estopa

y brea para que no entre agua.

Bricbarca: Buque de tres o más palos sin verga de cruz en la mesana.

Broma (Teredo): Molusco bivalvo que provoca la carcoma de la madera en el casco de un

buque. Vive en el Atlántico y el Mediterráneo.

Brújula: (del italiano “bussola” y éste del latin “buxis”, caja). La aguja imantada que

gira libremente sobre un pivote vertical y marca los polos magnéticos de la

Tierra.

Page 271: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

263

Brulote: Muy usado en los siglos XVI y XVII, el brulote era un buque lleno de

explosivos y materias inflamables. Su tripulación se esforzaba por dirigirlo

hacia la línea adversaria antes de proceder a abandonarlo rápidamente.

Bucanero: Una denominación, junto a la de filibusteros, con que fueron llamados los

piratas del Caribe.

Burgués: Perteneciente o relativo al ciudadano de clase media.

Cabezada: Acción de cabecear una embarcación / Cabecear: moverse la embarcación,

bajando y subiendo la proa.

Cabildo: Ayuntamiento, Corporación / Comunidad de eclesiásticos capitulares de una

Iglesia.

Cable: Medida de ciento veinte brazas usada en la marina; aproximadamente unos

200 metros / Maroma muy gruesa a la que está sujeta el áncora principal de la

nave.

Cabo: Cualquiera de las cuerdas empleadas a bordo.

Cabotaje: Navegación que se hace a vista de la costa.

Cabrestante: Máquina para mover piezas de mucho peso.

Cabuyería: Conjunto de cabos de una embarcación.

Cala: Ensenada pequeña, entrante natural del mar en la tierra.

Calado: Profundidad que alcanza en el agua la parte sumergida de un barco.

Calafateador (Calafate): El que calafatea los navíos.

Calafatear: Operación de cubrir con estopa las juntas de las tablas de los fondos,

costados y cubiertas, poniéndoles luego una capa de brea.

Caldera: Aparato para calentar el agua hasta el punto de ebullición.

Caleta: Diminutivo de cala / Cala: Ensenada pequeña.

Calibre: Diámetro del tubo de un cañón. La cantidad de veces que ese diámetro

encaja en la longitud del tubo, expresado como "calibre", por ejemplo, un

cañón de calibre de 254 Mm. con un tubo de 756 cm de largo se describiría

como "10/30".

Calvinista: Seguidor de la doctrina religiosa cristiana, predicada por Calvino, teólogo y

reformador religioso francés, que profundizó y radicalizó el mensaje de

Lutero.

Cámara de los Comunes: Asamblea Parlamentaria y Legislativa del Reino Unido.

Cámara: División que se hace a popa de los buques para alojamiento.

Camarote División que se hace para aposento de oficiales / Habitación de un barco.

Campana “Picar la campana”; tratándose de la misma, es tocarla para señalar la hora

o cualquier otra cosa.

Cangreja: Vela trapezoidal del palo de mesana o mástil posterior del buque.

Canoa: Embarcación de remo, hecha ordinariamente en figura de artesa, sin quilla,

proa ni popa.

Canónigo: Sacerdote que pertenece a la comunidad eclesiástica de una catedral.

Cantera: Sitio a aire libre de donde se saca piedra u otro mineral análogo para la

construcción / Lugar, institución, etc. que proporciona personas con una

capacidad específica para una determinada actividad.

Page 272: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

264

Cantonés: Natural de Guahgzhou (Cantón) / Cantón: Ciudad de China, capital de la

provincia de Guangdong, región Centromeridional.

Caña: La palanca de madera o de hierro con que se hace girar el timón.

Cañón: Aparecidos en el mar en el siglo XV, los cañones ofrecieron al principio una

extremada variedad, con piezas ligeras que erizaban los castillos, o con otros

de mediano calibre y largo alcance o de grueso calibre, eficaces sólo a corta

distancia. A partir de mediados del siglo XVII se manifiesta una uniformidad

en el momento en que todas las piezas se agruparon en baterías que

sobresalían de los costados por las portas. La potencia se fijaba por el peso

de la bala: 8, 16, 24 o 36 libras. A partir de 1850 aparece la última etapa,

con los cañones rayados que arrojan proyectiles explosivos. Cada vez menos

numerosos a causa de su peso, esos cañones se instalan en reductos, en

barbetas y finalmente en torres. Piezas ligeras aseguran la defensa contra los

torpederos. Desde 1945 el cañón ha cedido su lugar a los misiles y solamente

está referido a piezas automáticas, de tiro rápido, para la lucha antiaérea.

Cañonera: Se aplica al barco, barca o lancha que monta algún cañón.

Caoba: Nombre común de diversos árboles tropicales / Madera dura de ese árbol.

Caos: Estado de desorden e indeterminación absoluta que según ciertas teorías o

creencias religiosas precedió a la constitución del universo o cosmos /

Confusión, desorden.

Capitana: Navío que cumplía funciones de vigilancia o escolta en la vanguardia, y que

generalmente llevaba al comandante o jefe de una armada o flota.

Capitel: Parte superior de la columna y de la pilastra que la corona.

Capitular: Relativo a un Cabildo o al capítulo de una Orden / Capítulo: junta que hacen

los religiosos y clérigos regulares / Cabildo: comunidad de eclesiásticos

capitulares de una iglesia / Ayuntamiento, Corporación.

Carabela: Buque de los grandes descubrimientos, maniobrable, rápido, apto para ceñir

el viento. De un porte de 80 a 100 toneladas, de dos o tres mástiles.

Carbonario: Perteneciente o relativo al carbonarismo / Se dice de ciertas sociedades

secretas revolucionarias activas durante la primera mitad del siglo XIX,

principalmente en Italia y Francia.

Carcoma: Nombre común de diversos insectos coleópteros. Miden entre 4 y 8 mm de

longitud, tienen forma cilíndrica y tanto los adultos como las larvas excavan

galerías en la madera seca, alimentándose de ella.

Cardán: Suspensión que consiste en dos circuitos concéntricos, cuyos ejes forman

ángulo recto / articulación para transmitir un movimiento de rotación en

direcciones distintas.

Cardumen: Banco de peces.

Carenar: Proceso de inclinar un barco sobre su costado para facilitar la limpieza de su

fondos.

Caribe (Karibe): Pueblo amerindio extendido por las Antillas Menores y la zona tropical del

norte de Sudamérica.

Carmesí: Color parecido al de la grana, dado por el animal ―quermes‖.

Page 273: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

265

Carpintero de Ribera: El que trabaja o labra las piezas de madera que se emplean para construir un

bajel.

Carraca: Buque de alta mar, con altos castillos a proa y popa, que asociaba la vela

cuadra del Norte con la latina del Mediterráneo. En el siglo XVI las carracas

mercantes de Venecia, la Hansa o Portugal, tenían un porte de 500 a 800

toneladas y una artillería de 120 a 140 piezas livianas.

Carronada: Cañón corto, de calibre mediano o grueso. Arrojaba metralla para causar

bajas en la tripulación o destrozar el velamen. Su alcance era menor que los

cañones comunes que arrojaban balas o metralla a mayor distancia.

Fabricado en un principio en Carron, Escocia (de ahí su nombre), esas

piezas, introducidas en 1775 en la Royal Navy, se manifestaron muy eficaces

contra el personal.

Carroña: Carne corrompida / Persona, idea o cosa ruin y despreciable.

Carta Náutica: Plano que representa una extensión de mar y de costa, más o menos grande,

con indicación de los accidentes geográficos marinos. También se la llaman

de “marear”, “náuticas” o “marinas” y “de navegación”.

Cartógrafo: Que ejerce la cartografía / Cartografía: conjunto de operaciones que

intervienen en la elaboración de mapas geográficos, geológicos, de

vegetación, que incluyen desde topografiar el terreno hasta imprimir el mapa /

Ciencia que los estudia.

Casamata: Bóveda muy resistente para instalar una o más piezas de artillería / Bóveda:

construcción arquitectónica curva que cubre un espacio entre muros o

pilares.

Casco: Cuerpo del buque o embarcación.

Castillo: Torre o estructura alzada sobre la cubierta superior, en la proa o parte

delantera del buque / Castillo de proa: En un principio la superestructura

elevada en las amuras de un barco que servían de plataforma para luchar,

posteriormente la parte delantera (elevada) y el espacio situado debajo de

ella, utilizado normalmente como camarote para la tripulación.

Casus belli (caso de guerra): Acontecimiento que da motivo a una guerra.

Catamarán: Barca (posteriormente barco) con dos cascos unidos por medio de una

cubierta continua o de varias cubiertas.

Catolicismo: Se considera heredero directo de las primitivas comunidades cristianas que

centradas en la ciudad de Roma tuvieron a San Pedro como primer obispo. Su

característica esencial es la obediencia al Sumo Pontífice. A este aspecto se

unen otros como la importancia de la tradición y el magisterio, la observancia

de los siete sacramentos, el sacerdocio jerárquico y el culto a los Santos y, en

especial, a la Virgen María. El vocablo católico significa ―universal‖.

Caúcaso: Cadena de montañas, situada en los límites de Europa y Asia, en el istmo

existente entre los mares Negro y Caspio. Su monte Elbruz de 5.633 m. es el

punto culminante de Europa.

Caudillismo: Sistema de caudillaje o gobierno de un caudillo / Caudillo: El que como

cabeza, guía y manda la gente de guerra.

Page 274: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

266

Caviar: Alimento muy estimado de las huevas del esturión / Esturión: pez que vive en

el mar pero penetra en los grandes ríos de Europa para depositar sus huevas.

Cecina: Carne salada y seca.

Celibato: Soltería.

Cenit: El punto más alto del hemisferio celeste, superior al horizonte, que

corresponde verticalmente a un lugar de la Tierra.

Cipayo: Soldado indio de los siglos XVIII y XIX al servicio de Francia, Portugal y el

Reino Unido, en la actual India.

Cismático: Individuo separado de un cuerpo o comunidad.

Ciudadano: En Atenas, todos los varones hijos de atenienses libres. En tiempos de

Pericles se excluyó a los nacidos de padre ateniense y madre extranjera.

Ciudadela: Recinto de fortificación permanente en el interior de una plaza.

Clericalismo: Influencia del clero en los asuntos políticos / Clero: clase sacerdotal en la

Iglesia Católica.

Clímax: Punto más alto de un proceso / Gradación rectoríca ascendente, y su término

más alto / Momento culminante de un poema, una acción dramática o una

película.

Clipper: Empleado para describir cualquier barco de vela rápido, de mucho velamen,

finura de líneas y por consiguiente gran velocidad de marcha. Fueron

famosos, especialmente, los dedicados al comercio de grano, opio y té; muy

utilizados a mediados del siglo XIX.

Cobertizo: Sitio cubierto para resguardarse de la intemperie / Tejado saledizo para

guarecerse de la lluvia.

Cochinilla: Nombre común de diversos insectos hemípteros, de pequeño tamaño. Muchos

de ellos constituyen plagas para la agricultura, como la cochinilla del naranjo.

Otros son útiles, como la cochinilla mexicana que vive sobre el nopal y,

reducida a polvo, suministra color de grana a sedas, lanas, etc. / Materia

colorante, soluble en agua y alcohol, procedente del cuerpo disecado de la

hembra de ese insecto.

Codaste: Madero puesto verticalmente sobre el extremo de la quilla, inmediato a la

popa / Originalmente (y todavía en barcas pequeñas) de sencillos pinzotes

conocidos como machos y unidos directamente a la barra del timón o por

cuerdas o cadenas a la rueda de dirección que, cuando adquiere cierto

ángulo con el curso del barco, provoca un cambio de dirección.

Código de Hammurabi: Código: recopilación de leyes o estatutos que tratan sobre materias que

constituyen una rama de la actividad social / Conjunto de leyes sobre una

materia determinada / Hammurabi: Rey de Babilonia (Siglo XVIII a.C.).

Conquistó los países de Sumer y Acad y se impuso a Azur y Ninive, fundando

un imperio. Centralizó la administración, desarrollando una gestión eficaz.

Bajo su reinado se impulsó el desarrollo de las artes y las ciencias. Organizó

una monarquía absoluta y hereditaria por línea paterna. En su reinado se

promulgó el Código más antiguo del mundo, grabado en un bloque de

diorita de 2.5 m. de altura, descubierto en 1901 en Susa / Diorita: roca

ígnea de origen volcánico, que con frecuencia aparece asociada al granito.

Page 275: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

267

Cofa: Meseta colocada horizontalmente en el cuello de un palo. Antiguamente,

redondas, semejantes a un cesto. (Hasta Trafalgar había soldados en las

cofas para hostilizar al enemigo).

Cólera: Enfermedad aguda infectocontagiosa, que afecta al hombre, provocada por

una bacteria y caracterizada por vómitos repetidos, abundantes deposiciones,

delirio, estupor y coma. Se transmite por agua y alimentos contaminados.

Colonia: Conjunto de personas que van de un territorio a otro, nacional o extranjero,

para establecerse en él, y lugar donde se establece / Territorio poseído y

administrado por un país, situado fuera de sus fronteras y ordinariamente

regido por leyes especiales.

Comandos (Marinos): Grupo de tropas, preparado para efectuar Operaciones Especiales.

Combés: Espacio que media entre el palo mayor y el de trinquete, en la cubierta de la

batería que está debajo del alcázar y castillo / Segunda cubierta de los navíos

de dos puentes.

Comodoro: Nombre que en Inglaterra y otras naciones se le dá al capitán de navío

cuando manda tres o más buques.

Compás Magnético (Aguja): Barra de acero tocada a la piedra imán, que puesta en equilibrio sobre una

pua, se vuelve siempre hacia el Norte y colocada en el centro de la Rosa

Náutica sirve de gobierno a los navegantes para dirigir su rumbo.

Comunero: Perteneciente o relativo a las antiguas Comunidades de Castilla / Común de

algún pueblo, provincia o reino.

Concubina: Mujer que cohabita con un hombre que no es su marido.

Conde: En la Edad Media, señor feudal que gobernaba en un condado.

Confort: Voz inglesa (comodidad).

Consulado: Dignidad de cónsul / Casa y oficina en que despacha el cónsul / Cónsul:

Representante de un Estado en una ciudad extranjera para proteger las

personas e intereses de los individuos de la nación que lo nombra.

Contencioso: Se dice de los asuntos sometidos al fallo de los tribunales en forma de litigio /

Litigio: Pleito, disputa, contienda.

Contrabando: Géneros o mercancía introducidas en un país fraudulentamente.

Contramaestre: Oficial de mar que manda las maniobras del navío y cuida de la marinería

bajo las órdenes del oficial de guerra.

Convención: Reunión general de un partido o de una agrupación de otro carácter /

Nacional: asamblea constituyente francesa que sustituyó a la legislativa; su

primera acción fue abolir la monarquía proclamando la República.

Convoy: Grupo de buques mercantes que navegan en tiempos de guerra bajo la

protección de buques de guerra. Practicado en la época moderna por todas

las potencias marítimas para luchar contra el corso y la piratería, el sistema

probó nuevamente su eficacia contra los submarinos durante ambas guerras

mundiales.

Coordenada: Fijación de la posición de un punto geográfico por su longitud y latitud sobre

la tierra.

Corbeta: En la marina de vela, las corbetas se identificaban con las fragatas,

aparejadas con tres palos y armadas con una veintena de cañones. Durante

Page 276: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

268

la Segunda Guerra Mundial se designaron como corbetas los pequeños

buques de escolta para la lucha antisubmarina.

Coronamiento La parte más alta de la popa, o sea, su borda, en figura curva y sobre la cuál

descansa la botavara.

Coronela (Bandera): Sólo era portada por el primer batallón de un Regimiento; blanca, de mejor

calidad y con el Escudo Real.

Corsario: Embarcación u oficial de un gobierno que actúa como su agente represor en el

mar bajo una patente o licencia y ciertas condiciones legales.

Corsé: Prenda interior femenina para ceñir el cuerpo.

Cortes: En los antiguos reinos españoles, asambleas de nobleza, clero y

representación de los hombres de las ciudades, convocadas por el rey para su

asesoramiento en tareas legislativas o para que votaran la concesión de

impuestos y subsidios. Alcanzaron su apogeo en el siglo XV. Nombres dado

por analogía a las asambleas parlamentarias españolas del siglo XIX. La

constitución española de 1978 restableció su estructura bicameral – Congreso

de los Diputados y el Senado – sus funciones legislativas y su

representatividad y control sobre el gobierno.

Costear: Ir navegando sin perder de vista la costa.

Criollo: Se dice del hijo y, en general, del descendiente de padres europeos en los

antiguos territorios españoles de América / Se dice de la persona nacida en un

país hispanoamericano / Autóctono, propio, distintivo de un país

hispanoamericano.

Cronómetro: Reloj de precisión, insensible a las influencias externas.

Cruz de San Jorge: Jorge fue jefe de una compañía de soldados del emperador Diocleciano; se

convirtió al cristianismo y abandonó la carrera militar. Fue decapitado. Se le

representa en combate contra un dragón, para salvar una princesa. Es patrono

de Inglaterra, Portugal, Cataluña y Aragón; su tipo de cruz forma parte de la

bandera inglesa.

Cuaderna: Cada una de las piezas curvas, cuya parte inferior va sujeta a la quilla de la

embarcación y desde allí salen a derecha e izquierda en dos ramas

simétricas, formando como la costilla del casco.

Cuadrante: Se conformaba de un cuarto de círculo de madera o latón –arco de 90º. o

cuarta parte del círculo-; servía para observar las alturas de los astros a su

paso por el meridiano, con pínulas o anteojos para medir ángulos. Lo

sostenía verticalmente una persona que alineaba el sol o la estrella a través

de la visión que disponía a lo largo de su borde, mientras otra persona leía

la altitud –por lo general inexacta- indicada por el cordel de la plomada.

Cuadras: (Ver Velas cuadras).

Cuajo: Fermento que existe principalmente en la mucosa del estómago de los

mamíferos en el período de la lactancia y sirve para coagular la caseína de la

leche / Calma, pachorra / De cuajo,: de raíz.

Cubertería: Conjunto de cucharas, tenedores y utensilios semejantes para el servicio de

mesa.

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269

Cubierta: Cada uno de los pisos o entablados que unen los costados de un buque por

medio de los baos o vigas donde se apoyan, y sirven de plataforma para

sostener la artillería y alojar la tripulación. Dícese también Puente.

Cuchillo: Una vela triangular que se enverga en los estays.

Cureña: Pequeño carro de madera donde se coloca el cañón.

Chalupa: Barco prolongado, mayor que el esquife, el cual tiene dos árboles pequeños

para el uso de las velas y además suele tener seis u ocho remos en cada

banda.

Chateau: Castillo / Casa grande (voz francesa).

Chelín: Unidad monetaria fraccionaria inglesa, desaparecida con motivo de la

reducción del sistema monetario inglés al sistema decimal. El chelín tenía 12

peniques y la libra 20 chelines.

Chicote: El extremo justo de toda cuerda.

Chilote: De Chiloé / Chiloé: Provincia de Chile, en la región de Los Lagos, formada

por Isla Grande Chiloé, numerosas pequeñas islas y un sector continental. Su

capital es Castro.

Chinche: Insecto hemíptero. Tiene aparato bucal picador-chupador con el que succiona

jugos vegetales o sangre de los animales.

Daga: Arma blanca antigua, de hoja corta.

Dálmata (Dalmacia): Habitante de Dalmacia, región que hoy día corresponde a parte de las

Repúblicas de Croacia, Bosnia-Herzegovina y Montenegro.

Dandi: (Dandy: Voz inglesa). Hombre elegante, pero que presta una esmerada

atención a su apariencia personal.

Debacle (Voz francesa): Desastre.

Decomisar: Confiscación que hacen las autoridades de géneros prohibidos o de

contrabando.

Defence: Defensa.

Democracia: Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno /

Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.

Demografía: Estudio estadístico de una colectividad humana y de los diferentes fenómenos

que influyen sobre su composición y evolución.

Depósito Almacén.

Desarbolar: Destruir o derribar los palos ó mástiles de la embarcación.

Desfondar: Agujerear el fondo de una nave.

Desguazar: Deshacer un buque total o parcialmente / Desmontar o deshacer pieza a pieza

cualquier estructura.

Desplazamiento: Medida de peso total real de una embarcación y todo lo que contiene, que se

obtiene calculando el volumen de agua que desplaza. Los navíos mercantes

y antiguamente todos, incluso los militares, se medían por su capacidad de

carga en toneladas de volúmenes, esto es el porte de registro, que es bruto

cuando se considera la capacidad total o espacio que ocupa la carga,

máquinas, alojamiento de tripulación, etc., y neto cuando se considera

solamente el espacio útil para carga.

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270

Despojo: Acción y efecto de despojar / Despojar: Privar a uno de lo que tiene / Lo que se

ha perdido por el tiempo, la muerte / Sobras o residuos.

Despotismo: Autoridad absoluta, no limitada por las leyes / Abuso de poder o fuerza.

Dey: Título turco del jefe o príncipe musulmán que gobernaba la regencia de Argel.

Diagrama: Representación gráfica o esquema que representa un fenómeno estadístico,

físico, químico, matemático, informático, etc.

Diezmo: Derecho del diez por ciento del valor de cierta mercadería que se pagaba al

rey / Parte de los frutos, regularmente la décima, que pagaban los fieles a la

iglesia.

Dinastía: Línea de soberanos, normalmente de una sola familia, pero a veces se

aplicaba este término a los soberanos de una sola ciudad o grupo étnico.

Diócesis: Territorio sujeto a la jurisdicción de un obispo.

Dique: Cavidad fabricada, situada en la orilla de una dársena u otro sitio abrigado,

y en la cual entran los buques para limpiar o carenar en seco / Dársena:

parte resguardada de un puerto, para carga y descarga de embarcaciones.

Disentería: Enfermedad infecciosa que se caracteriza por la inflamación y posible

ulceración del intestino y que provoca fiebre y diarrea intensa y

sanguinolenta.

Doctrina: Conjunto de ideas u opiniones religiosas, filosóficas, políticas, etc., sustentada

por una persona o grupo.

Dorado, El: Supuesto país, que según la creencia extendida entre los conquistadores del

Nuevo Mundo, existía en América del Sur. Se referían a una comarca

fabulosa en que abundaban el oro y las piedras preciosas, cuyo origen se

basaba en la leyenda de un poderoso cacique chibcha (también llamado

―muisca‖, asentado en las ramificaciones de los Andes, en el territorio de la

actual Colombia), que se cubría de polvo de oro durante la ceremonia ritual

del baño sagrado. Su ubicación variaba de una y otra empresa de conquista,

dentro del área geográfica que abarcaba las cuencas de los altos Amazonas y

Orinoco y las regiones del Madgalena y el Cauca.

Dote: Bienes que aporta la mujer cuando se casa.

Dragón: Soldado que combatía indiferentemente a pié o a caballo; en 1803, los

dragones pasaron a llamarse Regimientos de Caballería Ligera.

Duque: Título de la nobleza, superior al de marqués e inferior al de príncipe.

Ébano: Árbol perteneciente a la familia ebenácea, originario de la India y Sri Lanka,

su madera es muy valiosa, dura, pesada y de color negro y se emplea en la

fabricación de muebles.

Eccema (Eczema): Afección de la piel, caracterizada por vejiguillas, que forman manchas

irregulares y rojizas / vejiguilla: pequeñas ampollas formadas por la elevación

de la epidermis.

Ecuador: Círculo máximo ideal de la tierra, perpendicular a su eje y equidistante de los

polos. Su perímetro es de 40.076,59 km.

Ecuménica: Universal, que se extiende a todo el orbe.

Edicto: Mandato, decreto / Escrito que se fija en lugares públicos y en ocasiones se

pública en los periódicos.

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271

Efímero: Que tiene la duración de un solo día / Pasajero, de corta duración.

Elite: Minoría selecta o rectora; conjunto de individuos que, por sus cualidades

morales o intelectuales ejercen una función directriz dentro de una sociedad.

Émbolo: Disco que se ajusta y mueve alternativamente en el interior de un cuerpo de

bomba o del cilindro de una máquina para encarecer o comprimir un fluido,

o para recibir movimiento de él.

Embrear: Untar con brea los costados de los buques, y también los cables, maromas,

sogas, etc.

Embrollo: Enredo, confusión, maraña.

Emparrillado: Conjunto de barras cruzadas para dar una base firme.

Encallar: Golpear la quilla de una embarcación en arena o piedra, quedando atascada

en ellas.

Enclave: Territorio incluido en otro de mayor extensión con diferentes características

políticas, administrativas, geográficas, etc.

Enconada: Encarnizada, violenta y muy porfiada / Inflamar, poner de peor calidad la llaga

o parte lastimada del cuerpo.

Endeavour: Empeño.

Enrrumbar: Tomar un rumbo determinado.

Entrepuente: Espacio entre cubiertas generalmente utilizado para alojar a la tripula-

ción y estibar carga.

Envergar: Unir y sujetar una vela a su respectiva verga, palo o botavara.

Enzarzar: Enredar a algunos entre sí, sembrando discordia y disensiones / Reñir, pelearse

/ Poner zarzas en una cosa o cubrirlas de ellas.

Episcopal: Relativo al obispo.

Escandalosa: Vela pequeña que, en buenos tiempos, se orienta sobre la cangreja.

Escorbuto: Enfermedad nutricional producida por la carencia de vitamina C en la

alimentación y caracterizada por astenia, hemorragias subcutáneas y

alteración de algunos tejidos, como el de las encías y debilidad en general.

Escotilla: Abertura cuadrada que se deja en varios puntos de las cubiertas para bajar

a los planos inferiores de un buque e introducir o sacar efectos de armamento

o carga.

Escuadra: Reunión de varios tipos de buques de guerra bajo las órdenes de un oficial

de graduación superior.

Escuadrilla: Escuadra de buques pequeños.

Eslora: Longitud máxima de un buque a la altura de la primera cubierta.

Esotérico: Oculto, reservado / Se dice de la doctrina que los filósofos de la Antigüedad

griega no comunicaban sino a cierto números de discípulos.

Espasmo: Enfriamiento / Contracción involuntaria de los músculos.

Especia: Sustancia aromática vegetal con que se sazonan los alimentos y guisos.

Espécimen: Muestra, modelo, ejemplar.

Espermaceti: Grasa dura y sólida que se extrae de la cabeza del cachalote, usada en

perfumería. También denominada ―esperma de ballena‖.

Espolón: Saliente reforzado, normalmente blindado, de la proa de un barco de guerra,

diseñado para perforar el casco de un enemigo con relativa impunidad. Se

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empleaba mucho en la época de la galera, cayó en desuso con la llegada de

la vela, pero disfrutó de un breve renacimiento después de la batalla de Lissa

en 1866, y se encontraba en la mayoría de los buques de guerra importantes

después de esa fecha hasta la llegada de los acorazados dreadnought.

Estafeta: Casa u oficina del correo / correo especial para el servicio diplomático /

correo ordinario que iba a caballo.

Estamento: Cada uno de los grupos sociales que durante la Edad Media y el Antiguo

Régimen tenían representación en los Estados Generales, el Parlamento o las

Cortes.

Estanco: Aplicase al buque o embarcación que no hace agua / Se aplica a los navíos,

embarcaciones que se hallan bien dispuestas y reparados para no hacer agua

por sus costuras.

Estándar: Tipo, modelo, patrón, nivel.

Estay: Cabo que sujeta la cabeza de un mástil al pié del más inmediato.

Estima (Punto de): Posición de una nave determinada sobre una carta, en base al rumbo seguido

y distancia recorrida. Es sólo aproximada, pues el rumbo es modificado por

vientos y corrientes y la distancia es difícil de medir con exactitud, por

corrientes y errores instrumentales. Siempre es más exacto el Punto

Astronómico calculado por los astros.

Estoicismo: Escuela filosófica fundada por Zenón de Citio en el 300 a.C., cuya reuniones

se celebraban en un pórtico ateniense, la Estoa. La doctrina es principalmente

moral, su ideal está en sofocar toda pasión y seguir los dictados de la razón

hasta llegar a la apatía absoluta.

Estrategia: Arte de dirigir las operaciones militares.

Estribor: Banda o costado derecho de un buque, mirando de popa a proa.

Estuario: El lugar por donde entra y se retira el mar con su flujo y reflujo.

Desembocadura de un río que desagua en el mar.

Etnia: Agrupación natural de hombres que presentan ciertas afinidades físicas,

lingüísticas o culturales, habitando generalmente un espacio geográfico

determinado.

Etnografía: Ciencia que estudia y describe las razas o pueblos.

Expósito: Se dice del recién nacido que fué abandonado o expuesto, o confiado a un

establecimiento benéfico.

Factoría: Fábrica o complejo industrial / Establecimiento de comercio en un país

colonial.

Famélica: Hambrienta.

Farol Caja de material transparente, dentro de la cuál se pone luz / También es

llamado fanal; según donde vaya colocado y su uso, puede ser de popa, de

cofa, de señales, etc.

Fascista: Partidario del fascismo / Fascismo: se caracteriza por el ejercicio del poder sin

oposición, supresión de los partidos políticos y la libertad de prensa; en

política exterior, se distingue por su afán imperialista. Tiene su origen en la

milicia antisocialista, oponiéndose de manera violenta a la acción de las

Page 281: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

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organizaciones izquierdistas. Combinaba el nacionalismo con un socialismo

no marxista, y una orientación antiliberal y antidemocrática.

Federalista: Partidario del federalismo / Federalismo: sistema político, y doctrina que lo

sustenta, en el que el Estado, como poder político central, está constituido por

la suma de asociaciones, grupos o entidades políticas, (Estados, cantones,

provincias, repúblicas), que se asocian sin perder su independencia

administrativa o judicial.

Ferry: Barco trasbordador de materiales, vehículos y personas. Este servicio se

establece entre las orillas de un estrecho, entre islas cercanas, islas y

continentes, ríos, etc.

Feudo: Señorío gobernado por la ley feudal a cambio de servicios de carácter militar.

Fiebre amarilla: Enfermedad vírica, aguda y febril, que se transmite por la picadura de un

mosquito y produce ictericia, albuminuria y hemorragias. Es endémica de las

costas de las Antillas y del Golfo de México / ictericia: coloración amarilla de

la piel, mucosas y secreciones, producida por la acumulación de pigmentos

biliares en la sangre / albuminuria: presencia de albúmina en la orina.

Filántropo: Persona que se distingue por el amor a sus semejantes.

Filibustero: Nombre de ciertos piratas que en el siglo XVII infestaron el Mar de las

Antillas.

Fiordo: Entrante del mar en la costa, profundo, largo y estrecho, bordeado por paredes

casi verticales, que resultó de la inmersión de un valle por un glaciar

cuaternario. Son características de las costas de Noruega.

Flagelar: Maltratar con azotes / Flagelo: Instrumento para azotar.

Flamenco: De Flandes; región histórica del NO de Europa, entre el paso de Calais y la

desembocadura del Escalda, hoy dividida entre Francia y Bélgica y los Países

Bajos (Holanda). Desde 1482 pertenecía a los Habsburgo y Carlos I de

España la heredó de su abuelo Maximiliano. Las provincias del Norte,

protestantes, lograron la independencia con el nombre de Provincias Unidas

en 1648. El sector meridional fue conquistado por Francia en el siglo XVIII y

tras la derrota napoleónica se integró en los Países Bajos. En 1830 fue una de

las provincias que constituyeron el reino de Bélgica.

Flete: El precio que se estipula por el alquiler de una nave o de parte de ella. Carga

de un buque.

Florín: Antigua moneda holandesa / Unidad monetaria de Surinam, también llamada

gulden o gulder.

Flota: Conjunto de embarcaciones comerciales. Conjunto de buques de guerra.

Escuadra. Total de los buques de guerra o mercantes que posee un país

determinado.

Flotilla: Reunión de embarcaciones menores.

Fogonero: El que cuida el fogón en la máquina de vapor / Fogón: lugar destinado al

combustible.

Fondeadero: Lugar con la profundidad suficiente como para que una embarcación pueda

echar el ancla.

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274

Fondear / Fondeo: Reconocer el fondo del agua. Registrar los aduaneros una embarcación.

Desarrumar o apartar la carga de un navío hasta descubrir el fondo de él para

reconocer una cosa. Asegurar una embarcación o cualquier otro cuerpo flotante

por medio de anclas o pesos, en el fondo de las aguas / Revisión o registro del

fondo o interior de un buque que practicaban los funcionarios portuarios

para establecer la legalidad de la carga.

Fondo: La parte del buque sumergida en el agua. Llámase también “obra viva”.

Foque: Vela triangular que se dispone en el bauprés o palo delantero de un buque.

Forro: Conjunto de planchas de metal o de tablas de madera, con que se revisten los

fondos del buque.

Fortaleza: Recinto fortificado.

Fortificación Obra de conjunto con que se fortifica una plaza o posición / Permanente: La

que sirve de defensa permanente a una plaza de guerra.

Fortín: Fuerte pequeño.

Frac (del francés): Vestidura de etiqueta de hombre que por delante llega hasta la cintura y por

detrás tiene dos faldones.

Fragata: Buque de tres palos que tenía un solo puente o batería corrida; en la antigua

marina las fragatas estaban entre los navíos y las corbetas y figuraban entre

los buques de 5to y 6to rango. Livianas y rápidas, las fragatas aseguraban las

misiones de exploración, de sostén o de lucha contra el comercio. A fines del

siglo XVIII, las más importantes portaban 50 cañones dispuestos sobre la

cubierta y una batería inferior. Desaparecidas a partir de 1860 con el

desarrollo de los acorazados, reaparecieron desde la Segunda Guerra

Mundial bajo la forma de buques de lucha antisubmarina. Hoy las fragatas

son naves provistas de misiles con destino antisuperficie, antiaéreo o

antisubmarino. Originalmente, se denominó así, en el Mediterráneo, a un tipo

sutil de nave, derivada de la galera.

Franciscano: Orden fundada por San Francisco de Asís en 1208.

Francmasón (Masón): Perteneciente a la masonería, sociedad secreta, extendida por diversos países

del mundo, cuyos miembros, agrupados en logias, profesan la fraternidad y

ayuda mutua; se reconocen mediante signos y emblemas, y practican un rito

esotérico / logia: local donde se celebran asambleas de francmasones.

Francos: Pueblo germánico que conquistó la Galia en el siglo III.

Fraticello (fraticelli): Movimiento herético que se desarrolló desde el siglo XIV hasta la primera

mitad del XV. Ellos afirmaban que eran la única Iglesia, desechaban la

autoridad eclesiástica, prohibían el matrimonio y el juramento y se entregaban

a la ascesis. Juan XXII los condenó en 1317 / Ascesis: Conjunto de prácticas

que tienden al perfeccionamiento y al progreso espiritual del individuo.

Frigio: Pueblo antiguo de Asia Menor, entre el Mar Egeo y el Ponto Euxino. Usaban

un tipo de gorro que fue adoptado como emblema de la libertad por los

revolucionarios franceses.

Fuego Griego: Mezcla especial de sustancias inflamables, llamado así ―feu gregéois‖ por los

guerreros cruzados de origen francés. Se cree que sus principales ingredientes

eran nafta, azufre y salitre; líquido o pastoso, no se apagaba en contacto con el

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275

agua, al contrario, se avivaba y podía ser propulsado a distancia media, a

través de un sifón; también se proyectaba, impregnando bolas de paños,

lanzadas desde catapultas. La sustancia se adhería a los objetos y cuerpos y

sólo podía ser apagada con arena, vinagre y orina.

Fuerte: Fortaleza, recinto fortificado / Obra de fortificación que presenta cierto

número de frentes.

Galeón: Buque de alto bordo y tres palos de uso militar y mercante, que dominó el

sistema de transporte marítimo entre Europa y América desde mediados del

siglo XVI hasta finales del XVII. En el último cuarto del siglo XVI, como

consecuencia 4e las investigaciones de Hawkins y de Matthew Baker, el

galeón se convierte en un buque de combate de líneas lanzadas con castillos

reducidos notablemente en las proas, más rápido y maniobrable que la

carraca.

Galeoncete: Nave de pequeño porte con características de galeón.

Galera: Embarcación guerrera de remo y vela, de mucha eslora que se usó, sobre

todo, en el mar Mediterráneo en el siglo XVI, pero que duró hasta fines del

siglo XVIII. Tenía espolón. Llevaba hasta 51 ó 61 bancos de remeros, con

cinco remeros por banco. En su origen, desde la Antigüedad y bajo diversas

denominaciones fue la nave militar por excelencia. En la Edad Media, por su

forma, sumamente alargada y fina se la llamó en griego “galaya” (pez

espada) y galera, en castellano.

Galería de paseo Balcón que se forma en la popa de los navíos sobre la prolongación de la

cubierta del alcázar / En los navíos de tres puentes, puede haber galería en la

cámara alta y otra en la del medio.

Galo: Individuo perteneciente a los pueblos de raza celta que invadieron la Galia

(Francia) e Italia Septentrional entre 700 y 400 a.C. Tras la dominación

romana fueron sometidos por los francos, con quienes se fusionaron.

Gallardete: Faja estrecha de tela que disminuye de ancho hasta rematar en punta, que se

izaba en el tope de los mástiles para servir de insignia, hacer señales o

engalanar los buques.

Gallinero. Especie de cajón largo con un enjaretado de varitas por fondo y por una de

sus caras, y con una o más puertecillas de goznes en su tapa; sirve para

llevar las aves de dieta y de rancho.

Gangrena: Desorganización y muerte de cualquier tejido de un cuerpo animal producida

por falta de riego sanguíneo.

Garfio: Instrumento de hierro, curvo y puntiagudo, que sirve para aferrar algún

objeto.

Garrucho (o grillete): Anillo / Especie de asa de cabo que se hace en las relingas de las velas para

las poas de bolina, fajas de rizos, etc. / Bolina: cuerda con que se tira de la

orilla de barlovento de la vela hacia proa o sotavento, cuando se ciñe el

viento, para que éste entre en ella sin hacerle flamear / poa: cada uno de los

dos remates de cabo que abrazan por tres puntos una buena extensión de la

relinga de caída de las velas cuadras, en una de las cuales actúa el chicote de

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276

la bolina, a fin de que esta tire casi de todo el plano de la vela cuando se hala

para ceñir el viento.

Gato de nueve colas: Látigo usado en la marina británica en la época moderna. Estaba provisto de

un mango rojo y se componía de nueve tiras de cuero trenzado, de 60 cm de

largo. El castigo del látigo cubría todas las formas de delito, desde la

ebriedad hasta la injuria contra los oficiales y la pena se aplicaba por

docenas. Desde 1879 este castigo fue “suspendido”.

Gavía: En un barco de aparejo de cruz, vela cuadra que va colocada más arriba que

la mayor y está sostenida por el mastelero. En un barco de aparejo de velas

áuricas, las gavías pueden ser cuadras o áuricas.

Gaviero: Marinero experimentado que se elige para dirigir las maniobras en las cofas

y en lo alto de los palos.

Geodesia: Ciencia matemática que tiene por objeto determinar la figura y magnitud del

globo terrestre y describir con detalle su campo de gravedad.

Gérmen: Ser vivo unicelular, como bacterias y protozoos, o que sin llegar a constituir

una célula, vive parásito de éstas, como los virus.

Gladiador: Luchador que en los juegos públicos de los romanos combatía contra otros o

fieras salvajes.

Gleba: Terrón que se levanta con el arado / tierra cultivada.

Goleta: Embarcación pequeña y fina con dos palos o más. Pero todos con velas

cangrejas, es decir, trapezoidales. Aparejo de velas áuricas.

Gorgojo: Nombre común de un numeroso grupo de insectos coleópteros; son de

pequeño tamaño, color oscuro, cabeza prolongada en un largo pico, con las

mandíbulas en sus extremos y antenas acodadas.

Granada: Proyectil hueco lleno de explosivo y usado para el abordaje hasta fines del

siglo XIX. Durante ambas guerras mundiales las granadas eran tarros

metálicos llenos de decenas de kilos de explosivos lanzados por morteros y

destinados a la guerra antisubmarina.

Granadero: Soldado de elevada estatura, perteneciente a una Compañía que formaba a la

cabeza del Regimiento. / Soldado de infantería armado con granadas de mano;

durante el siglo XVIII adquirieron gran importancia.

Guano: Materia excrementicia de aves marinas, que se encuentra acumulada en gran

cantidad en las costas y varias islas de Perú y Norte de Chile. Se utiliza como

abono en la agricultura.

Guardacabo: Anillo de hierro o de madera, acanalado en su circunferencia exterior, a la

cuál se ajusta un cabo y sirve para que pase otro por dentro sin rozarse, o

para enganchar una pared.

Guardacosta: Embarcación destinada a la persecución del contrabando.

Guasaza: Como llaman en Cuba a la mosca pequeña que vive en enjambres.

Gusarapo: Cualquiera de los diferentes animalejos de forma de gusanos, que se crían en

los líquidos.

Hamaca: Red gruesa, que colgada por los extremos, sirve de cama y columpio.

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277

Harén: Departamento de las casas de los musulmanes en que viven las mujeres /

Conjunto de todas las mujeres que viven bajo la dependencia de un jefe de

familia, entre los musulmanes.

Hectárea: Medida de superficie que tiene 100 áreas o decámetros cuadrados, es decir,

10.000 metros cuadrados.

Hegemonía: Supremacía que un Estado, pueblo, partido, persona, etc., ejerce sobre otro.

Hélade: Nombre primitivo de Grecia que procede del de sus primeros habitantes, los

Helenos.

Herejía: Error en materia de fé, sostenido con pertinacia / Sentencia errónea contra los

principios ciertos de una ciencia o arte / Pertinacia: Obstinación, terquedad.

Hidrógrafo: Parte de la geografía física que trata de la descripción de los mares y las

corrientes de agua.

Hindú: Natural de la India / Partidario o adepto del hinduismo; conjunto de creencias

que son evolución del vedismo y brahmanismo antiguo. El hinduismo

coincide un orden global que rige a cada elemento según su categoría y

determina unas normas morales, espirituales o de carácter social. En términos

generales, se acepta la existencia de una divinidad o espíritu universal, el

―brahma‖.

Hipotenusa: El mayor de los lados de un triángulo rectángulo, y opuesto al ángulo recto.

Horda: Tribu nómada en constante movimiento / grupo de gente armada que actúa

indisciplinadamente.

Hugonote: Nombre que se dió a los protestantes franceses que adoptaron el credo

calvinista.

Huracán: Palabra de origen taino, usada por los nativos del Caribe para denominar a la

tormenta.

Iluminista: Doctrina religiosa basada en la iluminación mística interior inspirada por

Dios, que rechaza el uso de los sacramentos y las jerarquías eclesiásticas.

Ilustración: Movimiento intelectual europeo y americano, caracterizado por una gran

confianza en la capacidad de la razón natural para resolver todos los

problemas de la vida humana. Se desarrolló desde finales del siglo XVII hasta

la Revolución Francesa, aunque en algunos países se prolongó durante los

primeros años del siglo XIX. Tuvo su origen en Gran Bretaña y su máximo

desarrollo en Francia, extendiéndose también a América. Tiene sus

precedentes en la filosofía racionalista y empirista. Entre sus principales

cultores, destacan, Descartes, Hobbes, Locke y Newton, entre otros. Defendía

tal movimiento la posesión de una serie de derechos naturales inviolables y la

libertad frente al abuso de poder del absolutismo y la rigidez de la sociedad

estamental del Antiguo Régimen. La publicación de la ―Enciclopedia‖ de

Diderot y D´Alembert y de obras de Rousseau, Voltaire, Montesquieu, etc.,

contribuyeron a la difusión de tal pensamiento.

Inanición: Notable debilidad por falta de alimento.

Índigo: Colorante natural obtenido de varias plantas.

Ínfimo: En el orden y graduación de las cosas, se dice de la que es última y menos que

las demás.

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Inquisición: Tribunal eclesiástico establecido para perseguir la herejía y demás delitos

contra la fé.

Instrucciones para el combate: A partir de mediados del siglo XVIII todas las grandes Armadas aplicaron

instrucciones destinadas a establecer reglas tácticas y a prever sanciones, a

veces extremadamente severas, en caso de incumplimiento.

Islam: Palabra árabe que significa ―Sumisión‖ a la voluntad de Dios (Alá). Sus

seguidores son conocidos como musulmanes o mahometanos y su religión, a

través de la ―Shariah‖ –que es la ley sagrada del Islam-, abarca todos los

aspectos de la vida, no sólo las prácticas religiosas.

Jacobino: Perteneciente a la organización política francesa, fundada en 1789, que

representó la actitud más radical durante la Revolución Francesa.

Jarcia: Aparejos y cabos de un buque.

Jején: (Voz haitiana): insecto díptero, común en todos los lugares cálidos de la costa

americana, cuya picadura produce ardor e irritación de la piel.

Jeque: Entre los árabes, nombre de la máxima autoridad de cada pueblo/ Superior o

soberano entre los musulmanes y otros pueblos orientales, que gobierna y

manda un territorio o provincia, ya sea con independencia o como feudatario.

Jeroglífico: Se dice de la escritura en que, por regla general, no se representan las palabras

con signos fonéticos o alfabéticos, sino el significado de las palabras con

figuras o símbolos.

Jockey: Jinete profesional de carreras de caballos.

Juanete: Vela que va colocada más arriba que la gavía y está sostenida por el

mastelerillo

Junko: Nombre europeo a una amplia gama de barcos de vela chinos, de uno a

varios mástiles, empleados en mar y ríos; divididos en compartimentos

estancos, fondo plano y con proa y popa cuadradas. Aparejo con velas en

cruz.

Junta: Reunión de varias personas para tratar de un asunto / Lo mismo que

―empalme‖.

Juto: Se dice de un pueblo germánico, probablemente originario de Jutlandia, que

habitó en la desembocadura del Rhin y desde allí pasó, en el siglo V a Gran

Bretaña.

Khedive (ó Jedive): Título de origen turco que se daba al virrey de Egipto.

Ku Klux Klan: Sociedad secreta, organizada en los Estados del Sur de Norteamérica en 1865,

contra la igualdad de derechos de los negros. Declarada fuera de la Ley en

1870, reapareció en 1915 en Atlanta y se extendió por todo el territorio,

ampliando sus actividades a la persecución de judíos, católicos y extranjeros.

Ladilla: Insecto parecido al piojo común, que vive parásito entre el pelo del pubis del

hombre; se transmite por contacto sexual.

Laíco: Que no tiene órdenes clericales.

Lancero: Un tipo de mosquito, llamado así en zonas del Caribe.

Lastre / En lastre: Navegar sin cargamento, por ejemplo, con las bodegas vacías/ Peso añadido

al barco o al bote para llevarlo al nivel deseado de flotación y aumentar la

estabilidad. En un principio era grava, después metal y algunas veces

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279

hormigón; ahora es más común el agua, que posteriormente tuvo la ventaja de

ser más fácil de quitar y sustituir.

Latina: Natural del Lacio o de cualquiera de los pueblos italianos de los que era

metrópoli la antigua Roma / Suele decirse de los naturales de los pueblos de

Europa en los que se hablan lenguas derivadas del Latín y de lo relativo a ellos

/ Se aplica a un tipo de vela de forma triangular y a la embarcación que la

lleva.

Latitud: Arco de meridiano comprendido entre un punto cualquiera de la superficie del

globo terráqueo y el ecuador. Es igual a la altura del polo elevado sobre el

horizonte.

Leander: Leandro. Nombre del hijo primogénito de Francisco de Miranda.

Legación: Cargo que da un gobierno a un individuo para que le represente ante otro

gobierno extranjero / Sede de la representación diplomática.

Legua: La legua marina es la vigésima parte de la extensión lineal de un grado de

meridiano terrestre. Equivale a 5.555 m. y 55 cm.

Letrina Lugar o instalación sanitaria al ras del suelo para expeler los excrementos.

Leva: Reclutamiento de marineros para el servicio en la Armada Real.

Libra esterlina: Unidad monetaria del Reino Unido, dividida en 100 peniques.

Libra: Medida de peso equivalente a 0,454 gramos.

Liendre: Larva del piojo.

Liga Hanseática: Confederación alemana de ciudades, creada con fines comerciales. Inició su

funcionamiento en el siglo XIII. Comenzó su decadencia a finales del siglo

XV, dándose por terminada en el siglo XVIII.

Lima: Fruto del limero / árbol cuyo fruto cítrico es la lima.

Limbo: Lugar o seno donde estaban detenidas las almas de los santos y patriarcas

antíguos esperando la redención del género humano / Lugar donde van las

almas de los que antes del uso de razón, mueren sin el bautismo / Estar en el

limbo: Estar distraído y como alelado / Recientemente, la Iglesia Católica ha

considerado que tal lugar es inexistente.

Línea de batalla: La que forman los navíos capaces de la mayor potencia de fuego. En la

antigua marina se utilizaron dos medios de combate; la línea de frente

referida a las galeras y la línea de fila asociada a los navíos que permitía

obtener el mejor partido de la artillería y facilitaba el mando. La línea

volvería a aparecer con la aparición del acorazado o del crucero, cuyo

armamento estaba dispuesto en torres.

Litera: Cada una de las camas adosadas a los mamparos y amuradas de un buque.

Logia: Local donde se celebran asambleas de francmasones.

Longitud: Arco del ecuador terrestre comprendido entre dos meridianos.

Lúdico: Relativo al juego.

Lumbrera: Escotillón con cubierta de cristales para dar luz a las cámaras.

Luterano: Que profesa la doctrina de Lutero, cuyo movimiento religioso surge como

alternativa de la decadencia de la iglesia Católica y con el propósito de

renovarla, siendo la Biblia su único fundamento de la doctrina. Su iglesia está

formada solamente por los que viven en la verdadera fe. Sus puntos esenciales

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son: la fundamentación de la salvación por la fe; el principio del sacerdocio

universal y la consiguiente abolición de los votos monásticos; la reducción del

número de sacramentos a tres; la supresión del celibato, el culto a las

imágenes y las jerarquías religiosas; la negación del sacrificio eucarístico,

sustituyendo la transustanción por la consustanción.

Macho: La púa de bolina que pasa por el guardacabo del chicote de ésta, teniendo

uno de las suyas hecho firme en el garrucho de la vela, mientras que por el

guardacabos del otro pasa la “hembra”.

Maestranza: Conjunto de los talleres donde se construyen los montajes para las piezas de

artillería, así como los carros y útiles necesarios para su servicio / Sociedad de

caballeros que se ejercitaban en la equitación y el uso de las armas a caballo.

Maestre: Antiguamente era la segunda persona al mando en una embarcación. El

vocablo proviene del latín “magíster”, maestro.

Magnate: Persona muy destacada y poderosa en el mundo de los negocios, la industria,

o las finanzas.

Magrebí: Habitante de una región del NO de África, que comprende el territorio de

Tunicia, Argelia y Marruecos. En sentido amplio incluye también a Libia y

Mauritania.

Maine: Estado del NE de EE.UU.

Malaria: Enfermedad infecciosa endémica que afecta al hombre, producida por

protozoos parásitos de la sangre y transmitida por la picadura del mosquito

Anopheles. Se caracteriza por fiebres intermitentes, remitentes, tercianas

(calentura intermitente que repite cada tercer día), o cuartanas (se presenta

cada cuatro días).

Mameluco: Soldado de origen turco caucásico, empleado en la guardia de los príncipes en

Persia y Egipto. En este último país llegaron a tomar el mando (dinastía de los

mamelucos, de 1250 a 1517) y pasaron a dominar el ejército y los servicios

del Estado. Napoleón los derrotó en la batalla de las Pirámides (1798), y los

reclutó para su servicio.

Mamparo/mamparo estanco: División vertical empleada para dividir un espacio interno del barco, tanto

longitudinal como transversalmente. Estas peticiones pueden ser estancas, en

cuyo caso las aberturas para permitir el paso a ellas tienen que poder

sellarse, preferiblemente por control remoto.

Manga: Anchura máxima de un buque a la altura de la primera cubierta y de la

cuaderna maestra.

Maníaco: Enajenado, que padece manía / Manía: Desequilibrio mental caracterizado por

una fuerte agitación.

Maniobra: Operación mediante la cual se dan posiciones y movimientos a las

embarcaciones, o el conjunto de todo el aparejo de ellas.

Mantuanos: Voz originaria de Caracas, derivada de ―manto‖, que fundada en el uso

exclusivo de dicha prenda por las señoras de los grandes propietarios y nobles

de la Colonia, sirvió para designar a toda una clase social.

Manumisión: Acción y efecto de manumitir / dar libertad al esclavo.

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281

Mapa: Representación gráfica a escala de la tierra o parte de ella, en una superficie

plana / representación geográfica de una parte de la geografía terrestre, en la

que se da información relativa a una ciencia determinada.

Marchapié: Cabo pendiente a lo largo de las vergas, que sirve para sostener a la

marinería que trabaja en ellas.

Marihuana (Cáñamo índico): De menor talla y peor calidad textil del cáñamo común, se distingue por la

mayor concentración del alcaloide que contiene la planta. De las flores

femeninas se obtiene el ―hachis‖ y de las hojas, la ―grifa‖ o ―marihuana‖.

Marqués: Título de nobleza inmediatamente inferior al de duque y superior al de conde /

En la alta Edad Media, señor de una marca o territorio fronterizo.

Mástiles: Palos, montados verticalmente, normalmente sostenidos en cada costado y a

proa y a popa, empleados para portar las velas. Los barcos más grandes

tenían masteleros e incluso mastelerillos de juanete montados sobre el mástil

más bajo. Un empleo secundario era proporcionar una plataforma para

vigías y banderas de señales. Y eso continuó, especialmente en los buques de

guerra, mucho tiempo después de haberse eliminado las velas. En los últimos

tiempos los mástiles actúan solamente como plataformas para antenas de

radio y radares.

Mayor (Palo de): Mástil o palo principal del buque.

Mazamorra: Comida compuesta de harina de maíz con azúcar y miel / mezcolanza,

rebotillo de ideas o cosas.

Mediterráneo: Se dice de un mar interior.

Melaza: Líquido más o menos viscoso, de sabor muy dulce, que queda como residuo

de la cristalización del azúcar de caña o de remolacha.

Mercenario: Se dice del soldado que combate por dinero.

Meridiano: Cualquiera de los círculos máximos de la esfera terrestre que pasan por los

polo y un determinado punto de la tierra.

Mesana (Palo de): El tercer mástil, contando desde la proa. Ya que la mayoría de los barcos

tenían tres mástiles, era también el de popa e invariablemente llevaba vela

áurica fija.

Mesopotamia: Del griego: ―Tierra entre ríos‖ / región de Asia, situada entre los ríos Eufrates

y Tigris; cuna de la civilización occidental. Hoy en día, tal región,

corresponde en su mayor parte a Irak.

Metralla: Conjunto de fragmentos en que se divide un proyectil al estallar/munición

menuda con que se cargan los proyectiles de artillería y otros explosivos.

Metro: Unidad de longitud, base del sistema métrico decimal, que se determinó

dividiendo en diez millones de partes iguales la longitud calculada para el

cuadrante del meridiano que pasa por París.

Metrópoli: Gran centro de actividades urbanas, con un mínimo de población cifrado en

torno al millón de habitantes.

Mezcalina: Alcaloide del mezcal o peyote. Se ha usado como alucinógeno desde la

antigüedad entre los indios de México y el SO de EE.UU. se denomina

también ―mescalina‖.

Page 290: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

282

Milla náutica: Medida internacional de distancia en el mar que se ha estandarizado en 1852

metros.

Moby Dick (La Ballena Blanca): Novela de H. Melville publicada en 1851. Narración de la caza de la ballena

―Moby Dick‖, y de la lucha entre ésta y el capitán Ahab.

Mogol (Gran): Título de los soberanos de una dinastía musulmana, de origen tártaro y

mongol, que reinó en la India.

Molinete: Especie de cabrestante horizontal con que se suspenden las anclas en los

buques pequeños y en la mayor parte de los mercantes, colocándolo a proa

sobre el castillo, perpendicularmente a la dirección de la quilla o

atravesando de babor a estribor.

Monarquía: Estado regido por un monarca / Forma de gobierno en que el poder supremo

corresponde con carácter vitalicio a un príncipe, designado generalmente

según orden hereditario y a veces por elección.

Monitor: Buque de combate acorazado, muy llano, sin bordas, provisto de torres de

artillería gruesa, y a veces, con espolón. Fue construido el primero en

Norteamérica cuando la guerra de Secesión.

Monitor: Barco de guerra acorazado; empleado en la Guerra de Secesión de EE.UU.

Monopolio: Concesión otorgada por la autoridad competente a una empresa para que ésta

aproveche con carácter exclusivo alguna industria o comercio.

Monzón: Viento periódico que soplan en determinados mares en una dirección durante

algunos meses, y en dirección contraria, otros.

Morfina: Alcaloide del opio, empleado en farmacología como sedante y anestésico.

Produce hábito y dependencia.

Morisco: Musulmán, que tras la reconquista de España se bautizó y quedó en ella.

También se le dice a sus descendientes.

Moro: Natural del Norte de África, donde estaba la antigua provincia romana de

Mauritania. Por extensión, moro se aplica a la población musulmana que

habita la isla de Mindanao en Filipinas, y otras islas de Malasia, de religión

musulmana.

Mortero: Pieza de artillería que lanza sus proyectiles en forma parabólica.

Mosquete: Arma de fuego de los siglos XVI y XVII, más larga y de mayor calibre que el

fusil, que se disparaba apoyándola sobre una horquilla.

Motín: Movimiento o levantamiento popular, por lo común, contra la autoridad

constituida.

Muñón: Cada una de las dos piezas cilíndricas de ambos lados del cañón, que le sirven

para sostenerse en la cureña, permitiéndole girar verticalmente.

Muselina: Tela fina y poco tupida.

Nao: Denominación genérica para todo tipo de barco hasta el siglo XVI, que se

originó en las embarcaciones mayores de 100 toneladas, características

similares a las carracas medievales, con torres en proa y popa y velas

cuadradas.

Náutica: Ciencia y arte de navegar.

Nave: Cualquier embarcación.

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283

Navío: Derivado del galeón, el navío encuentra su estilo en la primera mitad del

siglo XVII. Con una relación eslora-.manga de 1 a 4.5, una toldilla integrada

con el casco, este buque relativamente bajo en el agua ofrece una capacidad

oceánica y una velocidad que podía alcanzar los 10 nudos, capaz de sostener

el combate en la línea de batalla. A fines del siglo XVIII y principios del XIX

los más importantes son de tres puentes que llevaban de 100 a 120 piezas de

artillería.

Nazista (ab: Nazi): Partidario del nacionalsocialismo (nazismo). Movimiento político alemán

dirigido por Hitler, su autoridad máxima. La doctrina entronca con el

pensamiento pangermánico del siglo XIX, en su vertiente más reaccionaria

(idea de la Gran Alemania, predestinación del pueblo germánico, exaltación

de la raza aria).

Nepotismo: Tendencia a preferir a parientes o amigos a la hora de adjudicar cargos o

empleos públicos, sobre todo aquellos cuyas condiciones laborales y

económicas son ventajosas-.

Nitrato: Sal o éter que se obtiene por reacción del ácido nítrico con una base, con

óxidos metálicos o con carbonatos / Los nitratos son las sales más difundidas

desde el punto de vista industrial. Los nitratos son utilizados como abonos /

Caliche: sustancia arenosa muy abundante en las zonas áridas, principalmente

en el desierto de Atacama (Chile). Contiene nitrato de sodio y otras sustancias

que constituyen un magnifico abono natural, que se comercializa con el

nombre de ―Nitrato de Chile‖.

Nopal: Nombre de diversas plantas arborescentes pertenecientes a la familia

cectáceas, originaria de México, con tallos aplastados, carnosas y cuyo fruto

es el higo chumbo.

Normandie: Antigua Provincia del NO de Francia, divida en las actuales regiones de Alta y

Baja Normandía, junto a las costas del Canal de la Mancha.

Normando: Un conjunto de pueblos escandinavos de raza germánica / De la región de

Normandía (Francia).

Nudo (Velocidad): Medida internacional de la velocidad de un barco (una milla náutica por

hora).

Nueva York: Estado del NE de EE.UU. / La principal ciudad de EE.UU.

Obra muerta: Toda la parte de un barco comprendida entre la línea de flotación y la

borda, es decir, la que permanece fuera del agua.

Obra viva: Toda la parte de un barco comprendida bajo la línea de flotación, es decir,

la que permanece dentro del agua.

Obús: Pieza de artillería de tiro curvo, de longitud menor que la del cañón y mayor

que la del mortero, en relación a su calibre.

Oligarquía: Forma de gobierno en la cual el poder supremo es ejercido por un reducido

grupo de personas.

Opio: Producto que resulta de la desecación del jugo que se hace fluir por incisiones

de las cabezas verdes de la ―adormidera‖. Es opaco, moreno, amargo, de olor

fuerte característico y se emplea como narcótico. El opio contiene diversos

alcaloides, de los que el más importante es la morfina, que le confieren sus

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284

propiedades sedantes y narcóticas. En pequeñas dosis es estimulante cardiaco

y cerebral; en dosis medianas, provoca el sueño, disminuye la actividad

secretora, dilata los vasos y contrae el iris, y en dosis elevadas ocasiona

envenenamiento / Adormidera: es un vegetal herbáceo y anual, originario de

Asia, aunque su área natural se extiende por toda la región Mediterránea hasta

Irán (la mayor concentración está en Asia Menor, Irán y la India). De la

adormidera también se obtiene la heroína, droga de acción alucinógena.

Orden de Malta: En su inicio fueron la Orden de los Hermanos Hospitalarios de San Juan,

monjes-soldados. Fundada en Jerusalén en 1099 teniendo por objeto recibir y

ayudar a los peregrinos y defenderlos de los ataques musulmanes. Después de

la toma de Jerusalén por Saladino, pasaron a la isla de Rodas y más tarde, al

concederles Carlos V la posesión de la misma, a la isla de Malta, llamándose

por ello, Caballeros de la Orden de Malta. Allí permanecieron por más de tres

siglos hasta que Napoleón les arrebató la isla. Actualmente, la Orden está

considerada una institución soberana, cuyo territorio se limita a la residencia

del Gran Maestre en Roma.

Oregon: Estado del NO de EE.UU., en el Pacífico.

Orfebre: El que labra objetos artísticos de oro, plata y otros metales preciosos, o

aleaciones de ellos.

Ortodoxo: Las personas conformes con el dogma de una religión. Se dice del seguidor de

alguna de las religiones cristianas, pero no católicas, de Europa oriental, como

la griega y la rusa.

Otomano: De Turquía. Pueblo turco que fue liderizado por Omán u Otmán,

estableciéndose en Anatolia a partir del siglo X.

Pabellón: Bandera Nacional.

Pachá (Bajá): Antiguamente, en Turquía, el que obtenía un cargo semejante al de virrey.

Pachorra: Flema, indolencia.

Pairo (al pairo): Estado de la nave quieta, pero con las velas extendidas.

Palanqueta: Proyectil artillero disparado por los cañones, consistente en dos balas, o

medias balas, unidas por un hierro. Otras veces tenían forma de dos conos

unidos por sus vértices / barra de hierro que sirve para forzar las puertas o las

cerraduras.

Palo: Cada uno de los mástiles que conforman la arbolados de un buque. El

lanzado hacia la proa del buque se llama bauprés. Los tres o cuatro

verticales se llaman de proa a popa: trinquete, mayor, mesana y

contramesana. Los palos constan generalmente de tres secciones: el palo

macho, mastelero y mastelerillo.

Paludismo: (Ver malaria).

Panfleto: Escrito en que se denigra o infama a personas, ideas o instituciones.

Pañol: Almacenaje seguro para explosivos. (Ver Santabárbara).

Papista: Nombre que protestantes y cismáticos dan al católico romano.

Paquebote: Embarcación semejante al bergantín, con la diferencia de llevar vela mayor

redonda como las fragatas, y mesana, en lugar de cangreja, Por lo regular

tal buque solía servir de correo / Barco empleado en un servicio programado,

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285

regular, para transportar pasajeros y/o cargamentos para trasformarlo en

vapor de manera que se pueda utilizar para dar potencia a la máquina. El

desarrollo de las calderas fue paralelo al de las máquinas de vapor; las

calderas de tiro dieron paso a las cilíndricas, que a su vez fueron

reemplazadas por los tipos tubulares, en un principio calderas tubulares de

humo, en las cuales los gases calientes pasaban a través del agua de

alimentación, posteriormente tubulares de agua o acuatubulares, que

invirtieron la disposición.

Paradigma: Ejemplo o ejemplar / Conjunto de teorías técnicas, normas metodológicas,

ideas filosóficas, etc., que dominan en el seno de una comunidad científica.

Paralelo: Cada uno de los círculos imaginarios terrestres menores paralelos al Ecuador

y que sirven para determinar la longitud.

Parásito: Se dice del organismo que vive a expensas de otro.

Parlamento: Cámara o Asamblea nacional o provincial que tiene como funciones básicas

elaborar y aprobar las leyes, y controlar la actividad del Gobierno.

Parte más baja e interior de un buque; es la parte inferior de las bodegas, en

el fondo del casco / suplicio usado a bordo de los buques de guerra o

mercantes de la época moderna. La cala ordinaria o estrepada consistía en

amarrar al culpable de un cabo fino en la extremidad de una verga y dejarlo

caer al mar. La cala seca constituía una variante. La caída era brutalmente

detenida antes de llegar al agua, con el riesgo de fracturas, a veces mortales.

Patíbulo: Lugar en que se ejecuta la pena de muerte.

Pátina: Especie de barniz duro de color aceitunado y reluciente, que por la acción de

la humedad se forma en los objetos antiguos de bronce.

Patrón: Hombre de mar encargado del gobierno de una embarcación menor.

Pediculosis: Enfermedad cutánea producida por piojos o ladillas.

Pedrero (cañón): Antigua pieza de artillería que disparaba pelotas de piedra.

Pelayo: Organizó el primer núcleo de resistencia contra la invasión musulmana en

España. En el año 718 fue elegido Rey de Asturias. Bajo su mando, los

cristianos astures vencieron en la batalla de Covadonga, considerada

tradicionalmente como el inicio de la Reconquista.

Peltre: Aleación de cinc, plomo y estaño.

Penol: Punta o extremo de la verga.

Penuria: Escasez.

Peón: Jornalero que trabaja en cosas materiales, que no requieren arte ni habilidad /

Infante o soldado de a pié / Cualquiera de la piezas del juego de damas, y en

el ajedrez las ocho negras y blancas más pequeñas.

Peregrino: Se dice de la persona que por devoción o por voto va a visitar un santuario. –

Se aplica al que anda por tierras extrañas.

Periquito (perico): La verga de juanete de sobremesana; de donde también toman ese

sobrenombre no sólo su respectiva vela y mastelero, sino en general, todos

las superiores a los juanetes en los demás palos, y sus correspondientes velas

de estay.

Pescantes: Piezas salientes que se colocan en las bordas para colgar los botes.

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286

Pica: Especie de lanza larga, compuesta de un asta con hierro pequeño y agudo en

el extremo superior.

Pífano: Flautín muy agudo, usado en las bandas militares / Persona que toca dicho

instrumento.

Pilastra: Elemento arquitectónico adosado al muro, de sección rectangular o poligonal,

con función por lo común de soporte.

Pilotín: Nombre que antiguamente se daba al principiante o aspirante a piloto, y cuya

clase compone hoy la tercera de estos profesionales.

Piloto (Pilotar): El que dirige un buque en navegación.

Pinta: Antigua medida de capacidad para líquidos, cuyo valor varía. En algunas

regiones de España equivale a media azumbre (1 litro y 8 mililitros).

Pínula: Pieza de metal por donde se dirige la vista para observar en los instrumentos

de reflexión que no tienen anteojo. – También la aguja para marcar. – El

agujero por donde entra el sol en el cuadrante o astrolabio para conocer la

altura.

Piojo: Nombre de varias especies de insectos, parásitos de pocos milímetros de

longitud, sin alas y con un aparato bucal picador-chupador. El piojo humano

transmite enfermedades bacterianas y víricas.

Pira: Hoguera en que antiguamente se quemaban los cuerpos de los difuntos y las

víctimas de los sacrificios.

Pirata: Barco, tripulación y capitán. Proviene del griego “peiratées”: emprendedor.

Desalmados que atacaban, asaltaban y asesinaban en busca de un botín, sin

obedecer Ley ni autoridad alguna.

Piróscafo: Buque de vapor.

Plebiscito: Consulta que los poderes públicos someten al voto popular directo para que se

apruebe o rechace una determinada propuesta sobre soberanía, ciudadanía,

poderes excepcionales, etc.

Plomada: Cuerpo sólido, que por gravedad proporciona el descenso de las artes de

pesca y de la sonda (o sondaleza) para llegar al fondo / pesa de plomo o de

otro metal, cilíndrico o cónico, colgado de una cuerda que sirve para señalar

la línea vertical.

Plutócrata: Que ejerce la plutocracia / Plutocracia: régimen político en el que el gobierno

del Estado está en manos de los más ricos / Predominio de la clase más rica

del país.

Pompeyana: Procedente de Pompeya / Pompeya: antigua ciudad de Italia, sepultada por

una erupción del volcán Vesubio en el año 79. En ella la aristocracia romana

tenía sus villas de recreo.

Pontón: Barco de forma achatada para pasar ríos o construir puentes y limpiar los fondos

de los puertos. Sirve también como depósito.

Popa: Toda la sección trasera de un buque.

Porte: Tamaño o capacidad de un buque.

Portulano: Colección encuadernada de planos de puertos / mapa que cubre los

accidentes en la navegación entre un puerto y otro / plano de la derrota entre

Page 295: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

287

puerto y puerto. En la Edad Media se llamó también así a las “cartas”

marinas.

Postal: Concerniente al ramo de correos.

Presidio: Guarnición militar que se instala en un lugar para defenderlo.

Presidio: Voz latina y puramente militar. Sinónimo de castillo, fortaleza y fuerte. Se

usó mucho en la América hispana, sobre todo en referencia a fortines y

guarniciones en zonas fronterizas, como en las zonas desérticas del virreinato

de Nueva España (México), en territorios de Arizona, Nueva México, Texas,

California, etc.

Proa: Toda la sección delantera de un buque.

Procurador: La persona que, con la habilitación legal pertinente, ejecuta ante los tribunales

todas las diligencias necesarias en nombre de otras.

Proletario: Obrero, persona que vive de un salario / En la antigua Roma, ciudadano pobre

que solamente con su prole podía servir al Estado / Prole: Hijos o

descendencia.

Prostíbulo: Local donde se ejerce la prostitución.

Pruriginoso Enfermo por una afección cutánea, caracterizada por pápulas (pequeñas

erupciones), cubiertas de costras negruzcas y que producen picor.

Psicópata: El que padece psicopatía / Psicopatía: Anomalía psíquica por la cual, no

obstante la integridad de las funciones perceptivas y mentales, se halla

patológicamente alterada la conducta social del individuo que la padece.

Pueblos Indígenas de EE.UU.: Multitud de tribus de diferentes etnias y raíces lingüísticas, asentados

prácticamente, en todo el territorio de los actuales EE.UU., en sus diferentes

zonas. Del tronco lingüístico ―muskogi‖, serian los Creks, Choctaw,

Chickasaw, Seminola, etc; de lengua ―iroquesa‖, los Cherokee, etc; de lengua

―siouan‖, como Timucua, Sioux, etc; de lengua ―algonquina‖, como Arapaho,

etc; de lengua ―caddo‖, como los Pawnee. Las etnias iroquesas y algonquinas,

poblaban, inicialmente, el Noreste, más tarde, algunas tribus se desplazaron.

Lo mismo pasó con las situadas en la costa del Noroeste, que se desplazaron a

la zona de la actual California. De la familia de lenguas ―uto-azteca‖, como

los Shooshone, se desplazaron también hacia el actual México, como los

Tahumara y Nahua. A la etnia de los indios ―pueblos‖ pertenecen, por

ejemplo, los Yakima, los Zuñi, los Pima, etc., extendidos como los Navajo y

los Apaches por territorio mexicano. Casi todas las tribus fueron diezmadas

en su lucha contra los colonos blancos, llegando algunas a desaparecer como

en el caso de los Mohicanos y el resto, trasladadas a ―reservas‖ en zonas

distantes de su hábitat natural.

Puente: (Véase cubierta).

Pulga: Insecto de pequeño tamaño, cuerpo comprimido, aparato bucal picador-

chupador y patas traseras fuertes que le permiten dar grandes saltos.

Pulla: Dicho con que indirectamente se zahiere a una persona / Expresión aguda o

picante / Palabra o dicho obsceno.

Puntal: Altura del buque desde la quilla hasta la cubierta principal.

Page 296: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

288

Puritanos: Miembros del movimiento político y religioso, de inspiración calvinista, que

propugnó la reforma de la iglesia anglicana para instaurar una religión más

pura. Perseguidos desde 1583, emigraron a los Países Bajos y posteriormente

a América, donde un pequeño grupo (Padres Peregrinos) fundó en 1619 la

colonia de Plymouth.

Pyroscaphe: Piroscafo, especie de barco de vapor, sin chimenea.

Queche: Nave de aparejo igual a la goleta, pero el palo de popa muy pequeño y

situado bien hacia popa.

Quemarropa: Tratándose de un disparo de arma de fuego, hacerlo desde muy cerca.

Quilla: Primera pieza que se coloca al construir el buque; gran madero compuesto de

varias piezas fuertemente empalmadas, que va en la parte más inferior del

casco, de proa a popa y sobre el que se insertan, como en un espinazo, las

cuadernas, que son como las costillas del buque.

Quina: Corteza del quino, muy usada en medicina por sus propiedades para quitar la

fiebre.

Rada: Bahía, ensenada.

Rastrera (Vela): Velas cuadras adicionales empleadas con buen tiempo en el exterior de la

embarcación aparte de las velas normales, colocadas desde los botalones /

botalón: palos sacados hacia fuera, ya del costado mismo del buque, ya de

las vergas.

Razia (Razzia): Voz árabe. Incursión, correría asoladora, sin más objeto que el botín y el

castigo sobre una determinada comarca.

Recalar: Llegar el buque a un punto conocido, después de un viaje.

Reducto: Obra de campaña cerrada, construida en el interior de una fortificación.

Refectorio: Habitación reservada en las comunidades y colegios para juntarse a comer.

Refrigerio: Alimento ligero para reponer fuerzas.

Regata: Lucha de velocidad entre dos o más lanchas, balandros u otras

embarcaciones de remo o de vela.

Registro: Todos los buques mercantes tienen que registrarse en un territorio elegido

por sus propietarios. Esto no tiene que hacerse necesariamente en el

territorio al que pertenece el barco (aunque algunos países así lo requieren)

sino que se puede hacer en cualquier país que permita un registro abierto.

Algunos países tienen unas normas más estrictas que otros en lo que se

refiere a personal y operación de los barcos, y ya que el barco y su

tripulación van a operar de acuerdo a las leyes y prácticas del país de

registro y no del propietarios, siempre ha sido una práctica común registrar

las barcos en aquellos países que son menos exigentes. Un barco que navega

así se dice que lo hace bajo bandera de conveniencia. La práctica data en

realidad desde la década de 1920, cuando las leyes prohibían la venta de

alcohol a bordo de barcos registrados en Estados Unidos e hizo que los

propietarios los transfieran a compañías fantasmas de Panamá y los

registraban allí.

Page 297: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

289

Retrete: Aparato sanitario consistente en un recipiente adecuado para orinar o evacuar

el vientre, con una cañería de desagüe y un depósito de agua para su limpieza

/ Habitación donde está instalada este aparato.

Roda: Pieza gruesa y curva que forma la proa de la nave.

Rosa de los vientos: El conjunto de líneas en que se supone dividido el horizonte para poder

apreciar la dirección de los vientos / también “rosa náutica” brújula.

Rumbo: Dirección considerada o trazada en el plano del horizonte / camino que uno

se propone seguir.

S. O. S: En 1906, en la Conferencia Radiotelegráfica de Berlín se había adoptado

como clave universal de socorro. Muchos creen que S. O. S responde a las

iniciales de “Save our ship” (salvad nuestra nave) ó “Save our soul” (salvad

nuestras almas). No es cierto: se trata de una de las combinaciones del

código morse (tres puntos – tres rayas – tres puntos) – más fáciles y, por

tanto, más rápidas de emitir.

Sajón: Pueblo germánico que habitaba en la desembocadura del río Elba hacia el

siglo II a.C. En el siglo VI, algunos de ellos llegaron a las costas de la Galia y

de Inglaterra, donde junto con los ―Anglos‖ constituyeron un gobierno en que

se alternaban el mando.

Salazón: Conjunto de carnes o pescados salados / industria que se hace con estas

conservas.

Salitre: Afloramiento salino en zonas áridas que se presenta con un recubrimiento o

corteza de la superficie del suelo.

Salva: El acto de saludar o contestar a ese honor militar en cualquiera de los casos

y forma / También se llama al saludo de la artillería, sin balas.

Salvavidas: Bote y/o aparato de especiales características que se usan para el salvamento

de náufragos.

Santabárbara: Pañol en el que se guarda y custodia la pólvora en las embarcaciones / La

cámara que da acceso a este pañol.

Sardo: Habitante de la isla de Cerdeña (del latín ―Sardus‖).

Sarna: Enfermedad cutánea contagiosa, producida por el ácaro denominado ―arador

de la sarna‖. Se caracteriza por la aparición de multitud de vesículas y

postulas que ocasionan gran picazón.

Secesión: Acto de separarse de una nación parte de su pueblo y territorio.

Secular: Seglar / Que no tiene órdenes clericales / Que dura un siglo o desde hace un

siglo.

Sentina: Cavidad inferior de las naves donde se reúnen las aguas de distintas

procedencia y que después son expulsadas al exterior por medio de bombas.

Serbio: De Serbia, llamado hasta 2003 Federación Yugoslava o Yugoslavia.

Serrín (Aserrín): Conjunto de partículas que se desprenden de la madera cuando se cierra.

Sextante: Aparato empleado en las observaciones marítimas para medir la altura de los

astros y los ángulos horizontales/instrumento de reflexión, cuyo arco es la

sexta parte del círculo, y puede, por consiguiente, medir ángulos de 120º.

Situado: Asignación de fondos, caudales, dinero.

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290

Sobrejuanete Título del mastelero y sobrenombre de la verga y de la vela que van sobre los

de “juanete”.

Sobremesana: Vela de gavia o mayor del palo de mesana.

Sobrequilla: Gran pieza de madera que de popa a proa se coloca sobre las bragadas de

las varengas y une a éstas con la quilla / Bragada de varengas: la altura de

éstas desde el canto superior de la quilla hasta la parte interna del codillo

que forman los brazos / Varenga: la primera pieza curva que se pone

atravesada en sentido perpendicular ó de babor a estribor sobre la quilla

para formar la cuaderna.

Socialista: Que profesa la doctrina del socialismo.

Sofisticado: Elegante, refinado / Complejo, completo, se dice, de aparatos, técnicas o

mecanismos / Falta de naturalidad, afectadamente refinado.

Sondaleza: Cuerda con un peso de plomo que sirve para medir la profundidad del agua y

explorar el fondo. En su extremo se amarra el escandallo, que es una

plomada cónica con un hueco para recoger muestras que se pegan al sebo

que lleva la plomada.

Sotavento: Parte opuesta a aquella de donde viene el viento.

Statu quo: Del latín; significa literalmente ―en el estado en qué‖. Se usa especialmente en

la diplomacia, para designar el estado de cosas en un determinado momento –

―Per statuto in quio ante‖. Esto es, ―el estado en que estaban las cosas‖.

Stays (Estays): Cabo que sujeta la cabeza de un mástil al pié del más inmediato, para impedir

que caiga hacia la popa.

Súbdito: Natural o ciudadano de un país en cuanto sujeto a las autoridades políticas de

éste.

Sultán: La fuente reinante de la autoridad, que llega a convertirse en el término

islámico usual para designar la soberanía.

Sutil: Término dado a naves ligeras.

Taborita (Husita): Seguidores del reformador religioso checo Jan Hus. A su muerte, sus

seguidores interpretaron su causa de modo político: defensores de su

nacionalismo. Los Husitas exaltados establecieron una comunidad a la que

llamaron Tabor, de ahí su nombre de taboritas, que se entregó a la violencia

social y a la destrucción de templos, monasterios, etc.

Táctica: Conjunto de reglas a que se ajustan en su ejecución las operaciones militares.

Taino: Se dice de un pueblo amerindio de lengua arahuaca, actualmente extinguido,

que en el momento de la conquista habitaba en las Antillas Mayores.

Tarifa: Tabla o catálogo de los precios, derechos o impuestos que se deben pagar por

alguna cosa o trabajo.

Tartaria: País donde gobernaba el ―Gran Khan‖.

Tasa: Tributo que se exige por el uso de ciertos servicios o bienes públicos.

Tasajo: Pedazo de carne seca y salada.

Telégrafo: Conjunto de los aparatos que sirven para transmitir despachos escritos con

rapidez y a distancia / Telégrafo marino: Conjunto de combinaciones de

banderas u otras señales que usan los buques para comunicarse entre sí y con

las estaciones de tierras.

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291

Telúrico: Relativo a la Tierra.

Terrateniente: Persona que posee tierra, especialmente grandes extensiones agrícolas.

Thalasocracia: Dominio sobre los mares y sistema político basado en él.

Tibia: Hueso principal y anterior de la pierna, que se articula con el fémur, el peroné

y el astrágalo.

Tifón: Voz castellana del chino “tai-fun”, que designa a una gran tormenta marina.

Tifus: Grupo de enfermedades infeccionas graves, con fiebre alta, delirio y

postración, aparición de costras negras en la boca y presencia de manchas

punteadas en la piel.

Timón: Tabla o aleta vertical colocada en la línea central del barco en el codaste,

originalmente (y todavía en barcas pequeñas) de sencillos pinzotes conocidos

como machos y unidos directamente a la barra del timón o por cuerdas o

cadenas a la rueda de dirección que, cuando adquiere cierto ángulo con el

curso del barco, provoca un cambio de dirección.

Tinuela (Broma o Teredo): Un principio de broma en las embarcaciones.

Tirano: Un tipo de gobernante de la antigua Grecia, quienes realizaron reformas

sociales e impulsaron las obras públicas. Al paso del tiempo, este término

pasó a calificar al gobernante que rige sin justicia un Estado y a la medida de

su voluntad.

Titánico: De los Titanes / Titanes: Nombre de cada uno de los 6 hijos de Gea y Urano /

Lucha fuerte y sostenida.

Tocapenoles: Cuando las naves están tan juntas, adosadas, que se tocan con sus penoles, o

sea, las puntas o extremos de los palos de donde cuelgan las velas.

Toldilla: Cubierta corta elevada en la popa del barco, originalmente conocido como

castillo de popa. La palabra “poop” en inglés procede del latín puppis,

popa.

Tonelaje: Capacidad de carga transportada por un buque mercante o el desplazamiento

de un buque de guerra. En un buque mercante, el tonelaje se puede calcular

de varias formas (el termino procede de “tonel” –tonel de vino-., la unidad de

carga estándar original y “tonel” significa 100 pies cúbicos). Tonelaje bruto

es el volumen interno total del casco de un barco que procede de un cálculo

basado en sus dimensiones. El tonelaje neto es el volumen interno disponible

para la carga (es decir, el tonelaje bruto menos el espacio para acomodo de

la tripulación, maquinaria, carboneras, etc). El tonelaje de peso muerto es

una medida de carga total de cargamento, fueloil y provisiones que puede

transportar un buque cuando va a plena carga. La capacidad de los buques

de carga a granel se expresa en metros cúbicos.

Torre / Torreta: En un principio una especie de caparazón blindado que cubría un cañón que

giraba con la plataforma sobre la cual se montaba dicho cañón.

Posteriormente la cubierta acorazada se convirtió en una parte integral del

soporte giratorio, soportando el cañón o cañones.

Tórrido: Muy ardiente o quemado.

Traba: Impedimento o estorbo.

Page 300: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

292

Tramp: (Voz inglesa). Buque de carga que no cubre una línea regular y aprovecha

las ofertas de fletes más favorables.

Trancanil: Madero fuerte que de popa a proa por una y otra banda une las cubiertas con

el costado, formando un canal que además de permitirle o dejarle mayor

espesor en dicha parte, y de hermosear la vista de toda la obra, facilita la

corriente de las aguas hacia los imbornales que en él se taladran/ Imbornal:

agujero o canal practicado a trechos en los trancaniles y costados de un

buque, para dar salida a las aguas de la respectiva cubierta.

Trapezoidal: Derivado de trapecio / Trapecio: Cuadrilátero que tiene paralelos solamente 2

de sus lados. Puede ser de 3 clases; rectángulo, isósceles y escaleno.

Travesía: Viaje que hace un buque de un sitio a otro.

Trinquete (Palo de): Palo siguiente a la proa de un buque.

Tripulación: El personal que lleva una embarcación.

Triunvirato: Junta de tres personas para cualquier empresa o asunto / Magistratura de la

república romana en que intervenían tres personas.

Tromba: Columna de agua que se levanta en el mar por efecto de un torbellino / Gran

cantidad de agua de lluvia caída en poco tiempo y de forma repentina.

Trueque: Intercambio directo de bienes y servicios, sin mediar la intervención de

dinero.

Trufa: Un tipo de hongo europeo; es comestible y muy aromático.

Tubérculo: Parte de un tallo subterráneo que engorda considerablemente por acúmulo de

una gran cantidad de sustancias de reserva, como en la patata (papa) y el

boniato (batata).

Turbina de vapor: Motor rotatorio en el cual se emplea vapor para mover las paletas de la

turbina situadas en un eje. Más adelante Parsons, el inventor, y otros,

crearon un sistema de engranaje (reducción simple, reducción doble) que

hizo que la turbina fuera más eficaz que la turbina de transmisión directa

original, permitiéndole operar a velocidades mucho más altas.

Ultimátum: En el lenguaje diplomático, resolución terminante y definitiva, comunicada por

escrito.

Urca: Fragata construida especialmente para carga, de fondo plano, sin quilla.

Utopía: La descripción de una sociedad ideal situada en una abstracción de tiempo o

espacio. Platón elaboró el modelo clásico de sociedad ideal en su obra ―La

República‖. Esta construcción especulativa reaparecía en el siglo XVI con

Tomás Moro en su obra ―Utopía‖. Con Tommaso Campanella en 1602 y su

obra ―La ciudad del Sol‖ reaparece la descripción detallada de una sociedad

comunitaria ideal, orientada hacia la consecución de la virtud. En el siglo XIX

la Utopía fue defendida por el socialismo y en el XX por personajes aislados,

muchos de ellos con un carácter más visionario que riguroso.

Vara: Medida de longitud igual a 3 pies y equivalente a 83,5 cm.

Vedismo: Religión más antigua de la India, contenida en los Vedas. Su aparición debe

situarse entre, aproximadamente, los siglos XVI y IX a.C. Supone la síntesis

entre antiguas concepciones religiosas indoeuropeas y elementos indígenas y

ha orientado la posterior evolución del hinduismo / Veda: cada uno de los

Page 301: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

293

cuatro libros sagrados que constituyen la base del hinduismo; sus nombres son

―Rig-Veda‖, ―Sama-Veda‖, ―Yajur-Veda‖ y ―Atharva-Veda‖. Según la

tradición fueron dictados por Brahma y su origen se remonta al II milenio a.C.

/ Brahma: divinidad hindú, que en la Trimurti en un principio representó lo

absoluto y posteriormente fue dotado de rasgos personales, convirtiéndose en

creador del universo / Trimurti: Trinidad del hinduismo, que representa las

tres energías de la naturaleza y está compuesta por Brahma, creador; Visnú,

conservador y Siva, destructor.

Velacho La gavía del trinquete.

Velamen: Masa total de las velas de un buque.

Velas Cuadras: Velas rectangulares o trapezoidales regulares, que se envergan por su parte

superior en vergas que cruzan los palos.

Verga: Palo largo de madera o de metal que cruza el mástil de un barco y en el que

se coloca una vela.

Vértigo: Sensación semejante al mareo, producida por una impresión muy fuerte.

Vigía: Persona destinada a vigilar el mar o la campiña.

Vikingo: Pueblo escandinavo que entre los siglos VIII y XI realizó diversas

expediciones marítimas por las costas de Europa occidental y exploró

regiones del Atlántico Norte; también llamados normandos.

Virrey: El que con este título gobierna en nombre y autoridad del rey.

Virus: Parásito intracelular obligatorio, es decir, que precisa de una célula viva para

replicarse.

Vizconde: Título de nobleza inmediatamente inferior al de conde.

Yanqui (Yanquee): Término con el que los ingleses designaban a los rebeldes afincados en Nueva

Inglaterra (EE.UU). En la guerra de Secesión estadounidense los sudistas

utilizaron tal palabra para nombrar a los partidarios de los Estados de la

Unión. En la actualidad se emplea este término, generalmente, de forma

despectiva, como sinónimo de estadounidense.

Yate: Embarcación de gala o de recreo.

Yugo: Cada uno de los maderos que cruzan el codaste y en él se endentan para

formar la popa / Cualquier carga pesada, prisión o atadura.

Zancudo: Forma americana para denominar a un tipo de mosquito.

Zar: Título que se daba al emperador de Rusia y al soberano de Bulgaria. Proviene

del latín ―César‖.

Zozobra: Estado del mar o del viento que constituye una amenaza para la navegación.

Page 302: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

294

PERSONAJES

PERTENECIENTES AL VOLUMEN II

Abascal y Sousa, José Fernando de, Marqués de la Concordia: General español. Era Virrey del Perú al

comenzar el movimiento de emancipación al que combatió decididamente. Reestructuró el ejército y la flota

colonial, creó fábricas de municiones y pertrechos, que envió también a España, para la guerra de independencia

contra los franceses. A causa de algunos reveses, Fernando VII lo relevó del mando. A su regreso a España fue

nombrado Capitán General y miembro del Supremo Consejo y Cámara de Guerra.

Ailly, Pierre d´: Teólogo francés. Fué Canciller de la Sorbona y confesor de Carlos VI, arzobispo de Cambray y

cardenal. Su obra más famosa es el ―Imago Mundi‖ sobre geografía universal, tratado que consultaría Colón y

que contribuiría a su proyecto; en él plantea la cuestión de la redondez de la Tierra.

Alberto (El piadoso): Archiduque de Austria. Sexto hijo de Maximiliano II y nieto de Carlos I de España y V

de Alemania; se educó en la corte de Felipe II. Fué Cardenal, Arzobispo de Toledo, Gobernador de Portugal y de

los Países Bajos. Renuncia a sus cargos eclesiásticos y contrajo matrimonio con Isabel Clara Eugenia, hija de

Felipe II.

Alberto Francisco, Príncipe de Sajonia-Coburgo-Gotha: Segundo hijo del Duque Ernesto I de Sajonia-

Coburgo-Gotha. Contrajo matrimonio en 1840 con su prima la Reina Victoria de Inglaterra.

Alcalá Galiano, Dionisio: Brigadier de la Armada española. Sentó plaza de guardiamarina a los 15 años. Su

afición a las ciencias le llevó a ampliar sus conocimientos, haciendo los estudios que por aquellos años se

llamaban sublimes, mayores y astronómicos. Se pensó en perfeccionar los levantamientos hidrográficos de las

costas de España y redactar su derrotero. De esa comisión, que duró cinco años, formó parte Galiano; sus

conocimientos tuvieron de nuevo aplicación activa en la expedición llevada a cabo al estrecho de Magallanes.

Estuvo también en la que tenía por objeto determinar la verdadera posición de las islas Terceras (Azores).

Nuevamente Galiano se encontró en otra expedición, la llevada a cabo en 1789 por Alejandro Malaspina, del

tipo de la llevada a cabo por el inglés Cook y la que realizaba por aquel entonces el francés La Perouse. Dejó tal

expedición por orden real para que con su colega Cayetano Valdés, cada uno al mando de una goleta, llevasen a

cabo un profundo reconocimiento del estrecho de Juan de Fuca, en Alaska. Después de trabar conocimiento y

amistad con el célebre explorador Vancouver, e intercambiar información de los descubrimientos efectuados por

ambos, y demostrar que tal estrecho no tenía salida alguna entre el Atlántico y el Pacífico, volvieron a las costas

de California, puerto de San Blas. En 1798 Galiano es comandante del navío de San Fulgencio y con él, en una

noche tempestuosa, fuerza el bloqueo de Cádiz, realizando un viaje a América en busca de caudales para la

necesitada Hacienda. Componían su división los navíos ―San Fulgencio‖ y ―San Ildefonso‖ y las fragatas

―Esmeralda‖, ―Clara‖ y ―Medea‖. El buen éxito de la expedición, hizo que se pensase en repetirla, volviendo a

América con el navío ―San Pedro Alcantara‖ cuyo mando había tomado. A la ida burló a sus perseguidores, pero

no así a la vuelta, pues cuando llegó la hora de salir del puerto de La Habana, encontró vientos contrarios y

fuerzas navales inglesas esperándole. En puerto le sorprendió la Paz de Amiens. A su regreso a Cádiz le fué

conferido el mando del navío ―Bahama‖, con él efectuó varios derroteros, comandó después otros navíos y en

1805 volvió a hacerse cargo del ―Bahama‖ formando parte de la escuadra combinada franco-española que en

Trafalgar combatió con la de Nelson. El ―Bahama‖ se batió contra tres navíos ingleses, y Galiano recibió

primero una fuerte contusión, después un astillazo en la cara, que le hizo perder abundante sangre, otra bala le

arrebató el anteojo de las manos y por último, otra le destrozó la cabeza.

Alejandro II de Rusia: Sucedió en 1855 a su padre Nicolás I. Abolió la esclavitud, terminó la guerra de Crimea

e inició una política de reformas de carácter interno. Inició la construcción de una red de ferrocarriles. Aplastó

duramente una rebelión polaca. En el ámbito de la política exterior extendió la dominación rusa en Asia Central

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295

y trato de imponer su hegemonía en los Balcanes. Tras dos intentos fallidos, murió en un tercero efectuado por

los nihilistas.

Alejandro Magno: Rey de Macedonia (356-323 a.C.) hijo de Filipo y Olimpia. Educado por Aristóteles. A la

muerte de su padre, arrasó algunas ciudades griegas que se habían sublevado. Atacó a Persia y en 4 años derrotó

a los persas y se apoderó de su Imperio. Fundó Alejandría. Realizó expediciones por Oriente y marchó hacia la

India; tuvo que retroceder por el cansancio de sus tropas. Murió de fiebres (o envenenado), sin haber establecido

un mecanismo de sucesión.

Anson, Lord George of Soberton: Almirante inglés. En 1740, en guerra con España, con el grado de

Comodoro pasó al Mar del Sur, al frente de una pequeña escuadra. La expedición fué un fracaso, tanto para la

escuadra de Anson como para la española de José Pizarro, que le perseguía. Ambos sufrieron grandes temporales

y fueron castigados por las enfermedades en sus tripulaciones. Desembarca en las islas Chiloé y Juan Fernández.

Anson tuvo la suerte de apresar a un galeón que desde Manila conducía un valioso cargamento. Finalmente,

terminó dando la vuelta al mundo. Desde 1751 a 1757 ejerció las funciones de Primer Lord del Almirantazgo.

Fué nombrado Almirante en 1761.

Antonelli, Juan Bautista: Ingeniero italiano. Estuvo al servicio de Carlos V y Felipe II. Fueron muy

importantes sus trabajos de fortificación en la América Hispana. Presentó un atrevido proyecto de convertir a

Madrid en puerto.

Apiano: Historiador griego, nacido en Alejandría. Introdujo un método de observación histórica, más racional

que el seguido hasta entonces; escribió varias obras, la más importante de ellas fue una ―Historia de Roma‖, en

24 libros. Constituyó una fuente importante sobre los pueblos sometidos a Roma y sobre las guerras civiles

romanas.

Armario, Agustín: Este ilustre Prócer Naval, nació en Puerto Cabello, a fines del siglo XVIII. Fue de los

primeros que empuñaron las armas en 1810, para emancipar a Venezuela. Así, a los 42 días de la Declaración de

Independencia, en agosto de 1811, al mando de la lancha ―Barinas‖, y bajo las órdenes de Felipe Esteves, que

comandaba la ―Caracas‖, salieron a recorrer la Costa de Sotavento, hasta la Punta de Tucacas, y a la altura de

Chichiriviche se encontraron con el famoso corsario realista Juan Gabaso, al que vencieron. Operó con la

Escuadrilla Sutil, en Angostura, a principios de 1812. Después de la derrota de Sorondo, emigró a Trinidad. En

1813, formó parte de los 45 intrépidos patriotas que desde el Islote de Chacachacare, pasaron a Güiria,

invadiendo la Provincia de Cumaná. Después, como Capitán de Fragata y Gobernador de la ciudad de Maturín,

participó en la victoria del General Bermúdez sobre el realista Morales y luego se encontró en la derrota de Urica

contra el temible Tomás Boves, quien murió en esta acción. Armario se retiró al Orinoco, donde sostuvo por

algún tiempo, la guerra de guerrillas. Se incorporó a los expedicionarios de Los Cayos y bajo las órdenes del

General MacGregor triunfó en Quebrada Honda, El Alacrán y el Juncal; siguió haciendo campaña en el Oriente

y con el General Santiago Mariño se halló el 19 de enero de 1817 en el ataque a Cumaná, emprendiendo luego la

expedición sobre Barcelona en auxilio de Simón Bolívar que se hallaba asediado. Con la escuadrilla del Capitán

de Fragata Antonio Díaz, estuvo el 4 de marzo en la toma del Morro de Barcelona, donde Armario avanzó a paso

de carga con una columna de 400 hombres, tomando la batería del fuerte. Durante los 2 años siguientes, estuvo

en campaña y en agosto de 1818 se hallaba en Guayana con el Libertador, quien lo ascendió a Coronel efectivo

de Infantería. En 1820, prestó servicio como Comandante General de la Provincia de Cumaná, tomando

Carúpano a los realistas, no quedándoles a éstos más refugio en la Provincia que la propia ciudad de Cumaná.

Cuando Armario se estaba preparando para atacar dicha ciudad, se suspendieron las hostilidades por espacio de 6

meses, por el Tratado de Armisticio celebrado entre Bolívar y Morillo. Las hostilidades debían comenzar el 28

de abril de 1821, y Armario había establecido su cuartel general muy cerca de Cumaná. En junio, fuerzas

realistas salieron por tierra y mar, desde Cumaná, intentando sorprenderle, pero no lo lograron, siendo

Page 304: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

296

completamente derrotados. El General Bermúdez marchó a Cumaná con tropas de refresco, se estableció

bloqueo a la ciudad y en octubre se consiguió la rendición de la misma. El Comandante Armario permaneció en

Cumaná donde contrajo matrimonio y al año siguiente fue nombrado Comandante General Interino del Primer

Departamento de Marina, con sede en Cumaná. En 1823, el General Santander lo ascendió a General de Brigada.

El 13 de febrero de 1827 Bolívar lo nombró Comandante del Primer y Segundo Departamento de Marina,

reunidos en uno sólo, con sede en Puerto Cabello. Fue Senador al Congreso de la República y estaba

condecorado con la Estrella de Los Libertadores de Venezuela. Falleció repentinamente en Cumaná en agosto de

1833. En 1963, por resolución, se dio el nombre de Contraalmirante Agustín Armario a la Base Naval No. 1,

ubicada en Puerto Cabello, como tributo de admiración y gratitud al valiente Marino y Prócer de la

Independencia, nacido en esa ciudad.

Artigas, José Gervasio: Militar y político uruguayo. Miembro de una de las familias fundadoras de

Montevideo. Ingresó en 1797 en el Cuerpo de Blandengues, donde ejerció la segunda jefatura. En 1810 se

ofreció a la Junta Revolucionaria de Buenos Aires e inició la campaña por la independencia de Uruguay. Tras

sus victorias en las batallas de San José y de las Piedras, sitió, junto al general argentino Rondeau la ciudad de

Montevideo. Se retiró ante la llegada de refuerzos portugueses. Se enfrentó a las autoridades bonaerenses que

pretendían ejercer un control centralizado de toda la región del Río de La Plata y trató de sublevar a las

provincias de tendencia federalista (Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe). Para aplacarlo, el general Alvear que

había tomado Montevideo en 1814, le dio el control de la ciudad y le ofreció la independencia de Uruguay.

Artigas rechazó la propuesta, porque deseaba la unidad del antiguo virreinato. Su actitud provocó la pasividad

bonaerense ante la invasión portuguesa de la Banda Oriental. Mantuvo la resistencia durante algunos años, pero

fue definitivamente vencido, refugiándose en Paraguay.

Bakunin, Mijail Aleksandrovich: Revolucionario ruso. Fue oficial de artillería pero abandonó el ejército y en

1841 se trasladó a Berlín para estudiar filosofía. Participó en los movimientos revolucionaros de 1848 y fue

encarcelado en Rusia. Escapó de Siberia y se estableció en Londres. Con su grupo, la Alianza de la Democracia

Social, se adhirió a la Primera Internacional donde dirigió la fracción opuesta a Marx, que fué expulsado de la

Internacional en 1872. Defendió el ateismo, la abolición de clases y de toda autoridad, la igualdad de los sexos,

la propiedad común y la organización obrera al márgen de los partidos políticos. Sus obras se convirtieron en la

fuente teórica del anarquismo de finales del siglo XIX: ―Dios y el Estado‖, ―El Estado y la Anarquía‖, ―El

Catecismo Revolucionario‖, ―Los Principios de la Revolución‖.

Balmis, Francisco Javier: Cirujano español del siglo XVIII y principios del XIX. Desde 1803 a 1806 presidió

comisiones científicas en Canadá, Filipinas, Venezuela, Buenos Aires, etc., con el objeto de propalar la vacuna;

su método fué luego adoptado por otros países.

Barbarroja, Haruj: Corsario berberisco de origen griego. Durante mucho tiempo sembró el terror en la costa de

África y pirateó por las Baleares, asolando a Mahón. En 1516 se apoderó de Argel. Fue muerto por los españoles

en un encuentro cerca de Tlemcen.

Barbarroja, Jair Al-Din: Hermano de Haruj. Fue ―bey de Argel‖, bajo la soberanía del sultán otomano. Luchó

contra los españoles a la orden de los sultanes turcos Solimán y Selím y conquistó Túnez. Carlos V envió contra

él una escuadra al mando de Andrea Doria, que le venció. Nombrado gran almirante por Selím I se enseñoreó del

Mediterráneo hasta 1544, año en que se retiró a Constantinopla.

Beauchesne, Jacques Gouin d´: Marino francés. Salió al mando de una expedición en 1698 con el fin de

establecerse en la parte no ocupada del Estrecho de Magallanes. No consiguieron pasar el estrecho, a causa de

los vientos del oeste, hasta pasados 7 meses. Después navegó a lo largo de las costas de Chile llegando hasta las

islas Galápagos. Sostuvo combate contra naves españolas; cayó en manos de filibusteros, también franceses, que

se habían establecido en Arica y no le dejaron marchar hasta pagar rescate. De regreso a Francia, una vez

Page 305: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

297

doblado el Cabo de Hornos, recaló en una isla a la que dió su nombre, situada a 250 km al este de la Tierra de

Fuego y al sur de las Malvinas.

Belgrano, Manuel: Militar argentino. En 1793 fue nombrado Secretario Perpetuo del Consulado de Buenos

Aires. Formó parte, como vocal, de la Junta gubernativa en 1810. Al mando del ejército del Norte logró los

triunfos de Tucumán y Salta e invadió el Alto Perú, donde sufrió dos reveses. Sustituido por San Martín fue

enviado a Europa para obtener el reconocimiento de la Independencia argentina. A su regreso volvió a ocupar la

jefatura del ejército del Norte. Trató de influir para que se instaurase una monarquía constitucional en el Río de

la Plata.

Beluche, Renato: Este ilustre Prócer de la Independencia Nacional, nació en la Luisiana francesa el 28 de

diciembre de 1773, hijo de René Beluche, militar francés y de Rosa Laporte, oriunda de Luisiana. Emprendió la

vida marinera en un bergantín armado en ―corso‖ por los hermanos Lafitte. En 1812, en Cartagena de Indias

obtuvo patente de Corso para operar contra barcos españoles. Como segundo de Jean Lafitte, el célebre

―corsario‖, intervino brillantemente en la defensa de New Orleans contra los ingleses, en apoyo al General

Americano, Andrew Jackson. Normalizada la situación entre Estados Unidos y Gran Bretaña, se trasladó a

Cartagena en diciembre de 1815, cooperando con su goleta ―Brisona‖ en el transporte de los Republicanos que

lograron evacuar la situada ciudad y se dirigió a Haití, poniéndose a las órdenes del Libertador, que a la sazón se

ocupaba allí de organizar una expedición para invadir a Venezuela. Beluche fue admitido con el grado de

Capitán de Fragata y su buque, escogido como insignia; bautizado de nuevo como ―Bolívar‖ y embarcando en él,

el Libertador y el ascendido a Capitán de Navío, Luís Brión, Jefe de Flotilla, y nombrado Comandante General

de la Marina. La Escuadrilla de 7 goletas se hizo a la mar y el 2 de mayo de 1816, avistaron a la altura del

Archipiélago de Los Frailes, en aguas margariteñas, a un bergantín y una goleta realista, con las que se trabaron

en combate. Herido Brión, Beluche tomó el mando y bajo un fuego terrible abordó con su buque el bergantín,

rindiéndolo. Horas después, la goleta realista, perseguida, se entregó también. Bolívar al terminar la acción elevó

al grado de Almirante a Brión y a Beluche, a Capitán de Navío. De allí en adelante se encuentra Beluche en casi

todas las acciones de guerra que libra la Escuadra Republicana y su brillante carrera es una ininterrumpida

sucesión de constantes triunfos, desplegando en todo momento una sorprendente actividad y dando muestras de

gran lealtad y valor. En 1823, el Almirante Padilla asumió la dirección de las Operaciones Navales en aguas

zulianas y destinó a Beluche ante Soublette, Intendente de Venezuela, en solicitud de auxilios. Los consiguió, en

moderadas proporciones y cuando se estaba preparando para levar anclas, con su bergantín y dos goletas, en Isla

Larga, Puerto de Borburata, fue avisado por el Capitán de Navío, Danells, Comandante de la Escuadra

Republicana que bloqueaba a Puerto Cabello, ocupado por los realistas, de que dos grandes veleros, una fragata

y una corbeta realista, se dirigían hacia allí. Beluche no dudó en apoyarlo y con el bergantín a su mando se

enzarzó en combate con la corbeta realista, mientras dos corbetas de Danells hacían frente al mayor navío

realista, la fragata. En franca inferioridad, Beluche, con su barco afectado por la superior artillería enemiga,

maniobró hábilmente, mientras respondía al fuego; más al notar que las corbetas de Danells se rendían, rompió

el contacto, aprovechando la agilidad de su nave y la oscuridad nocturna; izó un farol, para reunir las dos goletas

que lo convoyaban y navegó hacia Los Taques, en la Península de Paraguaná, donde se hallaban fondeados los

otros barcos de la Escuadra Republicana de Padilla. Informado éste por Beluche de lo ocurrido en aguas de

Puerto Cabello, el 3 de mayo se convocó una Junta de Guerra para resolver lo que había de hacerse. Beluche

opinó que se forzara la Barra cuanto antes, se entrase a la Laguna de Maracaibo y se batiese a la Escuadrilla del

realista Morales que allí se encontraba, pues dominado el Lago, Maracaibo y el Zulia lo serían también. Estando

de acuerdo con él la mayor parte de los convocados, Padilla decidió llevarlo a cabo. Cinco días después, se inició

el paso de la Barra y durante dos meses se sucedieron diversas acciones entre los dos bandos, hasta culminar en

el encuentro decisivo del 24 de julio, donde Beluche, al mando del Bergantín ―Independiente‖, siguió

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demostrando su don de mando y valentía. No había pasado un año, cuando Beluche, estando dominado el mar

que bañaba las costas venezolanas, llevó el tricolor patrio hasta las costas de Cuba, internándose en la Bahía de

la Habana, apresando una corbeta española y rescatando una patriota, de las que le fueron tomadas a Danells por

el enemigo, frente a Puerto Cabello. Surgida guerra fratricida entre Colombia y Perú, el Libertador pensó

inmediatamente en Beluche para enfrentarlo al Almirante peruano, Guise, terror de las costas colombianas del

Pacífico. Cuando Beluche, finalmente, recibió la orden de zarpe, salió de Puerto Cabello al mando de la fragata

―Colombia‖ el 25 de agosto de 1829; navegó las costas brasileñas y argentinas, dobló el cabo de Hornos, subió

por aguas chilenas y peruanas hasta fondear en Puna (Ecuador) el 08 de febrero de 1830, pero para entonces la

contienda había terminado. Casado con una panameña intervino en septiembre de 1830 en un movimiento que

buscaba la separación del istmo, de la República de Colombia. Derrotado tal movimiento, se libró de ser fusilado

y deportado a Venezuela. Amigo y compadre del General Páez, en 1833 tenía su hogar en Valencia, formando

allí una distinguida familia. Culpa del apasionamiento político de la época, fue el que formara parte de los

defensores de la Causa Reformista, sufriera años de ostracismo y pérdida de sus títulos hasta que en 1845, el

Congreso le rehabilitó. Más tarde ejercería la Comandancia de Marina de Puerto Cabello, en donde falleció en

1860. En 1963, fueron exhumados sus restos y trasladados al Panteón Nacional.

Bello, Andrés: Pensador, jurista, educador y poeta venezolano. Entre sus discípulos tuvo a Simón Bolívar, a

quien acompañó a Londres en 1810, como representante de la Junta Revolucionaria de Caracas. En 1829 viajó a

Chile, donde fue rector de la nueva Universidad Nacional de Chile, redactó el Código civil, el más antiguo de

Hispanoamérica. Autor de ―Alocución a la Poesía‖, la ―Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida‖, ―Principios de

ortografía y métrica de la lengua castellana‖ y ―Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los

americanos‖.

Bering, Vitus: Navegante danés, al servicio de Rusia. Descubrió el mar y el estrecho que llevan su nombre, las

islas Aleutianas y la península de Alaska.

Bismarck, Otto-Leopold, von. Príncipe de: Político y diplomático alemán. Guillermo I le nombró Primer

Ministro en 1852. Impuso el plan de reforma del ejercito prusiano y estableció como objetivo fundamental de su

actuación la unidad alemana, que desarrollo en tres fases: Guerra de Prusia y Austria contra Dinamarca; guerra

austro-prusiana que terminó con la victoria de Sadowa (1866), con lo que Prusia se convirtió en la primera

potencia alemana y, guerra franco-prusiana con la que se consiguió la reunificación de todos los Estados

alemanes. En 1871 Guillermo I fue proclamado Emperador y Bismarck, Canciller del II Reich. A partir de 1878

estableció una política proteccionista e introdujo los Seguros Sociales obligatorios. Actuó como arbitro de la

política internacional, creando un complejo sistema de alianzas con Austria, Italia y Rusia, a fin de mantener

aislada a Francia y dirigió al reparto de África en la Conferencia de Berlín (1884-85). Las diferencias con el

nuevo Káiser, Guillermo II, le llevarían a dimitir en 1888.

Blake, Robert: Almirante y parlamentario inglés. Sus primeras armas las hizo en el ejército de Tierra. En 1649,

a pesar de no ser marino, Cromwell le nombró almirante de la flota. Se dedicó también a la política, afiliándose

al partido de los independientes. En la lucha de Inglaterra contra Holanda, se enfrentó en varias oportunidades al

holandés Tromp, reconquistando en la batalla de Pórtland el dominio del Canal de la Mancha, que habían

perdido anteriormente los ingleses. Operó también en el Mediterráneo. Riñó su último combate atacando en

Santa Cruz de Tenerife a una Flota de Indias, sin lograr apresar el cargamento de los galeones. A consecuencia

de las fatigas y heridas sufridas en sus campañas, falleció al regresar a Inglaterra.

Blanco Encalada: Almirante chileno. En 1801 fue enviado a España a completar su educación, ingresando en

1806 en la Academia de Guardiamarinas. En la guerra contra Francia ascendió a Alférez de Fragata y con ese

grado fue destinado a la división naval del Pacífico, como Ayudante de su Comandante General. Se hizo

sospechoso por sus ideas liberales y relaciones, al estallar la revolución separatista en Buenos Aires, siendo

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enviado a España. Volvió a América en 1812, embarcado como oficial en una goleta, destinada a Montevideo.

Se fugó de esa ciudad y se presentó en el campamento de los republicanos argentinos y de allí pasó a Chile,

empezando a servir en la artillería. Cayó prisionero, ya Coronel, en la batalla de Rancagua, permaneciendo

internado en la isla de Juan Fernández hasta la victoria de los americanos en Chacabuco. Siguió en operaciones

hasta la batalla decisiva de Maipú. El nuevo gobierno de Chile le encargó la organización de sus fuerzas navales,

logrando el éxito en esa empresa. Al tener el Mando Lord Cochrane, quedó Blanco a sus órdenes, con una gran

lealtad, hasta que el inglés dejó el cargo. Dirigió la expedición contra la isla de Chiloé, expulsando a los

españoles. Tomó el mando en dos ocasiones contra la Confederación Perú – Boliviana y en la segunda campaña

firmó un armisticio, en contra de la voluntad de los chilenos, haciéndole un consejo de guerra donde fue

absuelto, retirándose del servicio. Fue embajador de Chile en París. Se retiró de la vida militar y política, pero

volvió en 1865 al servicio naval, al mando de la escuadra chileno – peruana en la guerra contra España.

Blume Othon, Federico: (1831 - 1901). Ingeniero, nacido en la isla de Santo Tomás (Antillas Danesas), de

padre alemán y madre venezolana, prima hermana del Mariscal Antonio José de Sucre, vencedor en Ayacucho.

Trabajó en EE.UU., construyendo ferrocarriles y más tarde hizo lo mismo en Chile. Finalmente se asentó en

Perú participando en la construcción de varias vías ferrocarrileras y puentes. Desarrolló los planos y construyó

un modelo de submarino, más terminada la guerra contra España el proyecto quedó en el olvido. Durante la

Guerra del Pacífico contra Chile, construyó otro submarino en Paita, siendo trasladado a bordo de un transporte

hasta El Callao, en donde fue probado, realizando una inmersión exitosa; más tarde sería hundido para evitar que

los chilenos se apoderaran de él. Blume, precursor del arma submarina, falleció en Lima.

Bocanegra, Egidio: Marino genovés, al servicio de Alfonso XI de Castilla. Tomó Algeciras; en 1372 derrotó a

los portugueses en la desembocadura del Tajo y a la escuadra inglesa cerca de La Rochelle, en el canal de la

Mancha.

Bolívar, Simón: Militar, político y estadista venezolano (Caracas, 1783 - Santa Marta, 1830). Hijo de padre y

madre criollos, quedó huérfano muy pronto, por lo que la Audiencia encargó su educación a Simón Rodríguez,

quien lo inició en el estudio de los enciclopedistas franceses. Con Andrés Bello estudió historia y geografía.

Completo su formación en España, donde contrajo matrimonio. Pasó después a Francia donde asistió a la

coronación de Napoleón. Viajó a Londres (1810) como representante diplomático de la Junta Gubernativa de

Caracas. En 1811, el Congreso proclamó la Independencia de Venezuela a petición, entre otros, de Bolívar, pero,

recuperada al año siguiente por España, tuvo que huir a Cartagena de Indias. Nombrado coronel del ejército de

Nueva Granada, logró las victorias de Cúcuta y Pamplona, y entró victorioso a Caracas, donde fue aclamado por

primera vez como Libertador (1813). Las luchas intestinas le obligaron a refugiarse en Jamaica, desde donde

escribió la llamada Carta de Jamaica (1815), en la que abogó por la confederación de los países americanos al

mismo tiempo que defendía su independencia. De Jamaica pasó a Haití y allí recibió el apoyo decisivo del

presidente Alexandre Pétion para retomar la lucha independentista. Regresó a Angostura, donde se asentaron los

poderes públicos. En 1817 creó el Consejo de Estado y el Consejo de Gobierno, y al año siguiente fundó el

Correo del Orinoco. En 1819 instaló el Congreso de Angostura y fue elegido presidente de Venezuela. Inició

entonces su estrategia libertadora y se dirigió a la Nueva Granada, en la que se llamó la Campaña de los Andes.

El triunfo en la batalla de Boyacá fue decisivo y pudo entrar a Santa Fe de Bogotá, en donde conformó el

gobierno con el general Francisco de Paula Santander, nombrado vicepresidente. Bolívar regresó a Angostura, y

el 17 de diciembre de 1819 creó la República de la Gran Colombia. Prosiguió la lucha por la liberación total y

venció en Carabobo (1821). En 1822 se reunió en Guayaquil con San Martín, quien renunció a la campaña de

liberación de Perú. En 1824 se libraron las dos batallas más importantes para la Independencia de Perú: Junín y

Ayacucho. En 1825 Bolívar declaró la Independencia de Alto Perú, que pocos días después habría de llamarse

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Bolivia en su honor y cuya Constitución redactó el propio Libertador. El separatismo que surgió en los países

que él había soñado como integrantes de una gran nación confederada, le hizo abandonar la vida pública.

Bonnet, Stede: Comandante retirado de la Armada inglesa. Era tan elegante, que el sucio ―Barbanegra‖ se

carcajeó cuando los dos se encontraron en las afueras de Carolina del Sur. Fue expulsado de su barco por

―Barbanegra‖… Más tarde volvió a capitanear otro barco, pero fue capturado, juzgado y ejecutado.

Bonny, Anne: Irlandesa. En Carolina del Sur, donde su padre fue a residir, tuvo muchos pretendientes, a pesar

de su mal temperamento. Casada con un vago éste la llevó a la guarida de piratas, en Nueva Providencia, en las

Bahamas. Al poco tiempo era la amante de ―Calico‖ Jack Rackam. Decidieron dedicarse juntos a la piratería, se

apoderaron de una nave y empezaron a saquear a los barcos costeros. Al reclutar a ciertos marineros de las naves

asaltadas para cubrir las bajas de sus tripulantes, lo hicieron con un joven atractivo que resultó ser una joven

inglesa llamada Mary Read. Anne y Mary fueron leonas en la batalla. En octubre de 1720 Rackam ancló en

costas de Jamaica y los piratas estaban emborrachándose cuando una corbeta de la Armada británica los

sorprendió. Los piratas, muy ebrios, se escondieron en la bodega, pero las dos mujeres se lanzaron como furias

sobre los hombres de la Armada. Apresadas, fueron sentenciadas en Jamaica al patíbulo, pero apelaron ante el

juez por el hecho de estar embarazadas. Se revocó la orden de ejecución, pues ningún tribunal inglés tenía el

poder de matar a un bebé nonato, sin importar lo culpable que fuera la madre. “Calico” Jack fue colgado, pero

el amante de Mary, al ser un hombre forzado a la piratería, fue liberado. Mary murió de fiebre en la prisión

antes de que naciera su hijo. No se supo más con respecto a Anne.

Borbón (Dinastía): Familia nobiliaria francesa, cuyo primer representante fue Roberto de Clermont, hijo de

Luís IX. El primer Borbón que reinó en Francia fue Enrique I (1589) y el último, Carlos X (1830). Las líneas

colaterales dieron origen, entre otros, a la Casa de Orleáns, representada por Luís Felipe I de Francia, derrocado

en 1848 y a la rama española de los Borbones, cuyo primer representante fue Felipe V (1700); los Borbones –

Dos Sicilias (Nápoles), descendían de Carlos III de España y dejaron de reinar en 1860, a consecuencia de la

lucha por la unidad italiana. Los Borbones– Parma tenían su origen en Felipe, duque de Parma, hijo de Felipe V

de España y dejaron de reinar en 1859.

Bougainville, Louis Antoine: Nacido en París en 1729. Se dedicó primeramente al estudio de las lenguas

clásicas y de las ciencias exactas, publicando en 1756 la primera parte de su ―Tratado de Cálculo Integral‖.

Después se licenció en Derecho y entró como abogado en el Parlamento, cargo que dejó por la Secretaría de la

Embajada francesa, en Londres, ciudad donde fue nombrado miembro de la Real Sociedad Científica Británica.

Ingresado al servicio de las armas, pasó al Canadá, en la guerra por esa colonia entre Francia e Inglaterra, donde,

como ayudante del General Montcalm, se distinguió en la toma de Québec, llegando al grado de Coronel.

Ingresó en la Armada Francesa como Capitán de Navío. En 1764 fundó Port Louis, sobre la costa de una de las

islas Malvinas, la Oriental. Ante la reclamación española y en aplicación del llamado ―Pacto de Familia‖ entre

ambas Coronas, Bougainville entregó las islas al Capitán de Fragata Español, Ruíz Puentes, quién quedó como

Gobernador, bajo la dependencia de Buenos Aires. Nombrado Jefe de Escuadra y Mariscal del Ejército de Tierra

en la guerra de Independencia de los colonos americanos contra Inglaterra, apoyados por Francia, Bougainville,

comandó una División de la Flota Francesa, derrotando al inglés Hood en aguas caribeñas de La Martinica.

Llegada la paz, siguiendo su afición por la aventura exploratoria científica, proyectó un viaje al Polo Norte que

el Gobierno no le permitió realizar. En 1790 tomó el mando de una Escuadra en Brest, ya iniciada la Revolución

Francesa, renunciando al cargo por el estado de indisciplina que imperaba en las dotaciones de los barcos de

Francia. Con Napoleón en el poder, le fue conferido el título de Conde. Años más tarde fue Senador y tomó

posesión de la Sección de Longitudes en el Instituto de Francia. Sus escritos fueron: ―Viaje alrededor del

mundo‖, ―Noticias históricas sobre los salvajes de América del Norte‖, ―Ensayos históricos sobre las

navegaciones antiguas y modernas en las altas latitudes septentrionales‖, y varios trabajos publicados en las

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―Memorias‖ de varias Academias y en varias revistas científicas. En su honor, se le dio el nombre a una bella

flor, oriunda del Brasil, América Austral y las Filipinas: la ―Bouganvillea‖. Murió en la honra de haber sido el

primer marino francés que circunnavegó nuestro planeta.

Braganza (Dinastía de): Familia noble portuguesa que reinó en Portugal desde 1640, con Juan IV, hasta 1910

en que fue destronado Manuel II. Alfonso (1377-1461) hijo natural del rey Juan I, fue el primer titular del

ducado de Braganza. A esta casa pertenecieron también los emperadores de Brasil Pedro I y Pedro II (1822-

1889).

Brión, Luís: Nació en Curazao el 6 de julio de 1782; a la edad de 7 años le enviaron a Holanda para su

educación, al cuidado de la familia de un banquero amigo quien le proporcionó empleo en una importante casa

comercial de Amsterdam. Muy joven luchó contra los ingleses en Holanda, siendo hecho prisionero, hasta que le

liberaron. Regresó a Holanda y al morir su padre, volvió a Curazao. Tomó parte activa en el movimiento

insurreccional de orientación revolucionaria ocurrido en esa isla en septiembre de 1800, poco antes de la primera

ocupación inglesa. Se radica después en Estados Unidos, donde aprende la Ciencia Náutica y los negocios

marítimos. Devuelta Curazao a la soberanía Holandesa en 1803 regresa Brión a la isla y reemprende su actividad

comercial. No obstante, no abandona su vocación militar y forma parte, con el Grado de Teniente y más tarde

con el de Capitán, de la Guardia Nacional curazoleña. En enero de 1804, una escuadra inglesa se presentó y

exigió la entrega de la Isla. Brión al comando de las milicias curazoleñas rechazó el ataque inglés. Catorce meses

después, otra escuadra inglesa impuso a la isla un bloqueo de cuatro meses. Como el bloqueo no les diera

resultados, desembarcaron y Brión con sus milicias, en apoyo a las fuerzas veteranas intervino decisivamente,

siendo nuevamente derrotados los ingleses que tuvieron que retirar su escuadra. Dedicado al comercio marítimo,

al intentar otra vez los ingleses la toma de la isla con otro bloqueo, Brión presta a su tierra natal sus valiosos

servicios. Con su buque, rasgado su velamen por las balas adversarias, burló en varias oportunidades a los barcos

ingleses, entrando a puerto con provisiones. Habiendo caído Aruba en manos de los ingleses, se le designa para

recuperarla, y tras una lucha desesperada y sangrienta hizo flotar de nuevo el pabellón Holandés en Aruba.

Vuelta la paz, Brión empieza a destacarse como comerciante y armador; en 1807 su firma era una de las más

fuertes en el comercio marítimo de las Antillas y Europa, gozando de un crédito ilimitado, no sólo por su

potencial económico, sino, por sus correctos procederes y aquilatada honradez. Capturada nuevamente Curazao

en 1807 por los ingleses se ve obligado al exilio en la isla danesa de Saint Thomas donde siguió con sus intensas

actividades comerciales y marítimas. El movimiento revolucionario que tuvo lugar en Caracas el 19 de abril de

1810 enardecieron su noble espíritu, y prescindiendo de toda operación mercantil, se entregó, con todos sus

bienes a secundar con pleno entusiasmo aquella revolución. En enero de 1814, desde La Guaira, le escribió a su

familia y decía: ―...me he hecho ciudadano de Venezuela, adoptando como mi patria a este país, por cuya causa

quiero vivir y morir‖. Con su influencia y dinero, fué obteniendo elementos de guerra, y en los viajes para

obtenerlos, convencía a otras personas para que se incorporaran a la causa republicana, como hizo con el que

había sido el Segundo del célebre Corsario Jean Lafitte; el también gran marino, Renato Beluche. En la reunión

que tuvo lugar en Haití, en febrero de 1816 para la elección del Jefe Supremo, el voto y la actitud de Brión

fueron decisivos para que Bolívar obtuviera la jefatura. Éste, en su carácter de Capitán General, le confiere a

Brión el grado de Capitán de Navío y el mando de las siete goletas armadas en guerra, que conformaban la

escuadrilla, que después del fracaso de la primera república y la pérdida de Cartagena, intentarían reanudar la

lucha. El 2 de mayo, navegando hacia Margarita, a la altura del Archipiélago de los Frailes, la escuadrilla

patriota se enfrenta a dos naves de guerra realistas, un bergantín y una goleta y las derrota. Por está victoria se

asciende a Brión a Almirante. Se toma Margarita y se prosigue con operaciones en las Costas del Oriente

Venezolano, y Brión llegó a perseguir a buques realistas hasta las costas cubanas. Brión establece en enero de

1817 el Almirantazgo y el Cuerpo de Infantería de Marina. En julio de 1818, Brión penetra al Orinoco, llevando

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como fuerza exploradora de vanguardia, a las flecheras de Antonio Díaz, quién derrotará en el Islote de Pagayos

a los realistas, empezándose a dominar todo el sistema fluvial del Orinoco-Apure y culminando ese dominio con

el combate naval de Cabrián, en el cuál captura catorce de los veintiocho buques españoles, cuando evacuaban

los Castillos de la Vieja Guayana. En octubre siguiente, Bolívar lo designa para presidir el Consejo de Guerra

contra el General Piar. Después de este aciago suceso, el Libertador crea varias secciones de Estado, similar a

Ministerios, y Brión pasa a desempeñar el de Guerra y Marina. Con su característica eficacia organizó a su

Ministerio; ejercitaba sus tripulaciones, atacaba a los españoles en las aguas orientales, armaba buques de guerra

y aprovisionaba el ejército de víveres y municiones. Estaba pendiente de los contingentes extranjeros que debían

arribar a las playas venezolanas, para recibirlos y sostenerlos: todo esto a costa de su propia fortuna y de su

crédito en Amsterdam, Londres y Nueva York. Entre sus hazañas, tomó por asalto El Fortín, llamado el Morro

de Barcelona, en donde aparecen en la crónica histórica, interviniendo por primera vez, en las filas patriotas,

tropas de Infantería de Marina. Por ese entonces, el Congreso de Angostura decretó una ley para la liquidación

de las deudas contraídas por la causa de la Gran Colombia; Brión no quiso acogerse a las provisiones de esa ley

y declinó sus derechos. En agosto de 1821, se lanzó por última vez al mar para retirarse pronto, atacado de

fiebres, a Curazao, donde murió el 27 de septiembre. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 10 de

abril de 1882. Un joven, en los días postreros del Libertador, le pidió un epitafio para la tumba del Almirante

Brión. Bolívar meditó un instante y con mano firme escribió: ―Brión, el Magnánimo‖.

Brown, Guillermo: Nacido en Irlanda, el 22 de junio de 1777. Fue hijo de un modesto colono que emigró a los

Estados Unidos junto con su familia. Poco tiempo después, Guillermo quedó huérfano, siendo un niño aún.

Viéndose sin ningún tipo de recursos, abrazó la profesión de marinero, alistándose en un buque de guerra

perteneciente a los Estados Unidos. Para 1805 mandaba un buque mercante, el cual fue apresado por una

escuadra francesa en la época de la guerra entre Francia e Inglaterra. Se le trasladó, prisionero a la ciudad de

Metz y, más tarde a Verdún, de donde pudo fugarse. Se dirigió a Río de la Plata, donde compró la goleta

―Industria‖ con la que empezó travesías mercantes entre Buenos Aires y Montevideo, en 1811. El apresamiento

de su barco por uno de guerra español, le decidió a tomar la causa de la independencia en 1814, poniéndose a las

órdenes de la Junta Revolucionaria, que le confirió el empleo de Teniente Coronel. La primera escuadrilla naval

patriota significativa se formó en Buenos Aires, siendo la mayoría de los barcos, mercantes armados. Las

dotaciones estaban formadas por marinos mercantes extranjeros, aventureros y algunos nativos. Se le dió el

mando a Brown. Después de un fracaso inicial, la escuadra argentina tomó la isla de Martín García, en donde

intervinieron, por primera vez, infantes de marina argentinos, embotellando a una escuadrilla española en el río

Uruguay. La toma de Montevideo fue otro de los memorables hechos de Brown, después de sostener empeñados

encuentros con las fuerzas navales españolas que defendían la ciudad, privando así a España de su única base

naval en el Atlántico Sur. Regresó a Buenos Aires, en donde la Junta Revolucionaria le ascendió a Coronel y le

nombró Comandante General de la Marina. Deseoso de extender más el campo de la insurrección, armó una

expedición, que bajó su mando, llevaba la misión de recorrer las costas del Pacífico y animar a los patriotas de

aquellas costas para que proclamaran la independencia. Zarpó de Buenos Aires y si bien es cierto que apresó a

algunos buques mercantes españoles, fracasó en su ataque a Guayaquil en 1816, cayendo prisionero de los

españoles. Brown fue liberado cuando su hermano Michael amenazó con bombardear la ciudad, regresando a

Buenos Aires debido al mal estado en que se encontraban las embarcaciones. Posteriormente, en un

enfrentamiento con una escuadra inglesa cayó prisionero, siendo conducido a Londres, de donde pudo escaparse.

Un año después, regresaba a la Argentina, cuyo gobierno le sometió a un consejo de guerra, que le absolvió con

todos los pronunciamientos favorables, retirándose a la vida privada hasta 1826 en que, al declararse la guerra

entre Brasil y Argentina, el gobierno le confió el Mando Supremo de la Escuadra con la que volvió a realizar

hechos brillantes. Venció a la escuadra brasileña en Buenos Aires, con sólo cuatro buques de alto bordo y seis

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cañoneros, contra 31 barcos. El 8 de febrero de 1827 junto a la isla de Martín García alcanzó contra la armada

contraria, el señalado triunfo conocido como ―Victoria del Juncal‖. El último servicio que prestó a su patria

adoptiva fue el de llevar los restos del General Alvear desde Nueva York a Buenos Aires. Argentina honró su

memoria tributándole grandes honores en su entierro, el 3 de mayo de 1857, y le sigue honrando, considerándole

su Prócer Naval.

Brunel, Isambard Kingdom: Ingeniero inglés. Construyó puertos y diques. Después de trabajar para los

ferrocarriles de Italia, Australia y la India, se ocupó en los proyectos de construcción de tres transatlánticos que

habían de darle la mayor celebridad: ―Great Western‖, ―Great Britaint‖ y ―Great Eastern‖. Brunel murió antes de

ser botado el ―Great Eastern‖, construcción prodigiosa que se adelantaba en medio siglo a su tiempo. Julio

Verne fue uno de los primeros pasajeros de la nave en su único viaje a América y lo describe en su novela

titulada ―Una ciudad flotante‖.

Byron, George Gordon, Lord: Poeta británico, artista apasionado, delineó el tipo de héroe romántico y ejerció

una notable influencia sobre la literatura europea. Como fruto de sus viajes por Europa publico ―Peregrinación

de Childe Harold‖. Los poemas escritos en los años siguientes supusieron su definitiva consagración: ―El

corsario‖, ―La desposada de Abydos‖, ―El infiel‖, entre otros. Tras su fracaso matrimonial anduvo errante por el

continente europeo y fue en Suiza donde terminó el tercer canto de su ―Childe Harold‖. Compuso varios dramas,

cuyos protagonistas reflejan la rebeldía del autor contra los convencionalismos sociales y el poder. En Italia hizo

el extenso poema de tono burlesco, considerado su obra cumbre, ―Don Juan‖. En 1823 tomó parte en la

independencia de Grecia, donde halló la muerte a causa de unas fiebres.

Calder, Robert: Almirante inglés. En 1805 tuvo a su cargo el bloqueo de los puertos de la Coruña y El Ferrol y

salió a cruzar a 100 millas de Cabo Finisterre, según ordenes, para cortar el paso a la Escuadra combinada

franco-española de Villeneuve y la enfrentó, derrotándola. Tomó parte así mismo en el combate de Brest y

enviado nuevamente frente al Ferrol, persiguió a Villeneuve que había salido hacia Cádiz; al llegar a éste puerto,

quedó en espera de la escuadra del almirante Collingwood.

Calígula, Cayo Julio César Germánico: Emperador romano. Hijo de Germánico y de Agripina. Sucedió a

Tiberio, que le había adoptado, y gobernó en colaboración con el nieto del emperador, Gemelo, al que luego hizo

asesinar. En los primeros tiempos de su imperio adoptó una política de tolerancia, reestableciendo el poder de las

magistraturas y reduciendo los impuestos. Pero a los ocho meses sufrió una enfermedad y su mente se trastornó,

modificando radicalmente su actitud. Preso de la megalomanía, quiso imponer en Roma una teocracia al estilo

oriental y ser adorado como un dios. Su despotismo le llevó a someter al Senado y a la aristocracia romana a una

verdadera degradación, despreciando además las leyes y tradiciones romanas. Dirigió dos campañas inútiles en

Galia y Germania. Murió apuñalado en una conspiración y fue sucedido por su tío Claudio.

Campillo y Cossio, José del: Político y economista español. Fue Intendente del ejército en Italia y Secretario de

Hacienda, Guerra, Marina e Indias. Escribió ―Nuevo sistema de gobierno económico para América‖ (1789).

Cardán (Cardano), Gerolamo: Médico, matemático y físico italiano. En matemáticas dió a conocer la formula

para la resolución de una ecuación de tercer grado y se anticipó al cálculo de probabilidades. En mecánica

inventó la articulación y la suspensión que llevan su nombre: Cardán.

Carlos I (de Inglaterra): Hijo de Jacobo I, le sucedió en 1625. Se enfrentó al Parlamento y gobernó

despóticamente. Se desarrollaron dos guerras civiles, ambas de resultado contrario a su causa. Hecho prisionero,

fue entregado a los partidarios de Cromwell. El nuevo Parlamento mandó juzgarle, siendo condenado a muerte y

ejecutado.

Carlos II (de Austria y VI de Alemania): A la muerte de Carlos II de España, defendió su derecho a la Corona

española. Desembarcó en Barcelona y fue proclamado rey. Por dos veces llegó a entrar en Madrid, pero la

derrota de sus tropas y la muerte de su hermano, el emperador José I, de quien heredó la Corona de Alemania,

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cambiaron el curso de los acontecimientos. Aseguró la sucesión a su hija María Teresa de Austria y renunció al

trono español.

Carlos II (de España): Hijo de Felipe IV, ciñó la corona a los cinco años, bajo la regencia de su madre. De

naturaleza débil y enfermiza, casó dos veces pero no tuvo descendencia y testó a favor de Felipe de Anjou, nieto

de Luís XIV de Francia. Fue el último monarca de la Casa de Austria en España y a su muerte se desencadenó la

llamada ―Guerra de Sucesión‖.

Carlos II de Inglaterra: Hijo de Carlos I, juzgado y ejecutado por el Parlamento. Marchó a Francia a la muerte

de su padre. En 1651 fue coronado Rey de Escocia, siendo derrotado ese mismo año por Cromwell. Fue

restablecido en el trono por el general Monk en 1660. Enfrentado al Parlamento inglés, las derrotas en las

guerras contra las Provincias Unidas (Holanda) le obligaron a reconocer los derechos del Parlamento y a sentar

las bases de la monarquía constitucional inglesa.

Carlos III (de España): Tercer hijo de Felipe V. Le fueron reconocidos sus derechos a los ducados de Parma,

Piacenza y Toscana (Italia). Se apoderó, con el auxilio de un ejército español, de Nápoles y Sicilia, y fue

coronado rey en Palermo. A la muerte de Fernando VI se le proclamó rey de España (1759) y renunció a la

Corona de Nápoles en su hijo Fernando. Su política exterior ligó la suerte de España a la de Francia, con el

―Pacto de Familia‖ de 1761. En el interior, sus ministros y consejeros impulsaron el desarrollo económico del

país.

Carlos IV (de España): Hijo de Carlos III se rodeó de políticos importantes como los condes de Floridablanca y

Aranda, hasta el encumbramiento de Godoy. Enfrentado a la Francia revolucionaria, en 1797 terminó firmando

un tratado de alianza con el Directorio francés, lo que desencadenó la guerra con Inglaterra. En 1807 se convino

con la Francia de Napoleón la invasión de Portugal. Con tal pretexto, Napoleón se introdujo en España con un

ejército. Su hijo Fernando provocó el llamado motín popular de Aranjuez que obligó al rey a abdicar en él.

Carlos se acogió a la protección de Napoleón, quien atrajo al ya Fernando VII a Bayona, donde se le devolvió la

Corona a Carlos y éste se la cedió a Napoleón. A partir de entonces, vivió desterrado en Francia e Italia donde

murió.

Carlos V: Carlos I de España y V de Alemania (1500-1558). El soberano más poderoso de Europa. Impuso su

poder absoluto en España, mantuvo guerras con Francia, los turcos y los protestantes alemanes. Renunció a la

Corona de España y al Imperio de Alemania y se retiró al monasterio de Yuste, en Cáceres, España, donde

murió.

Carlos X (de Suecia): Sucedió a su prima Cristina en 1654. Un año después conquistó Polonia, aunque tuvo que

abandonarla en 1657, tras la formación de una coalición formada por Austria, Rusia, Holanda, Dinamarca y

algunos príncipes alemanes. Un año después invadió Dinamarca pero no pudo tomar Copenhaguen y fue

derrotado en la batalla de Nyborge.

Carteret, Philip: Navegante inglés, en 1764 participa con Clerke en la expedición de John Byron alrededor del

mundo. De 1766-1769 realiza, junto con Wallis, una expedición hacia el Pacífico, pasando por el Cabo de

Hornos. Sus barcos son separados por la tempestad y Carteret continúa solo. Descubre la isla de Pitcairn y las del

Almirantazgo.

Cartier, Jacques: Navegante francés. Enviado por Francisco I para buscar un paso por el Norte de América,

reconoció la isla de Terranova y la península del Labrador. En su segundo viaje remontó el río San Lorenzo,

descubriendo la futura Canadá.

Catalina de Braganza: Reina de Inglaterra y regente de Portugal. Infanta de Portugal, hija de Juan IV, casó con

el rey de Inglaterra, Carlos II; abandonada por su esposo, regresó a Portugal y llevó la Regencia del reino en

ausencia de su hermano, Pedro II.

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Cavour, Camilo Benso, Conde: Político italiano. Uno de los mas fuertes inspiradores del liberalismo y artífice,

junto a Garibaldi, de la unidad italiana. Buscó la alianza con la Francia de Napoleón III, para recuperar los

territorios en poder de Austria y lo consiguió. Negoció con Francia la anexión al reino del Piamonte, -del cual

era el Jefe de Gobierno-, la Emilia y Toscana a cambio de la cesión de Niza y Saboya. Se anexionó el reino de

Nápoles y ocupó los Estados Pontificios, excepto Roma. La unidad de Italia se obtuvo al fin, al transformarse el

reino de Cerdeña en reino de Italia. Cavour murió mientras negociaba con la Iglesia la cuestión de Roma.

Clemente, Lino de: Este ilustre marino, nació en Petare el 23 de septiembre de 1767, estando su madre

emparentada con la del Libertador. A los siete años su padre lo llevó a España con el deseo de darle una

esmerada educación y teniendo él y su hermano deseos de ingresar en la Real Armada, hubo que demostrar en

Caracas con todos los papeles y testigos la obligatoria ―Probanza de Hidalguía‖ que para aquellos tiempos de

régimen de castas sociales, dadas las exigencias de una Fuerza elitesca como lo era la oficialidad de la Armada,

era necesario probar su Hidalguía, para que les admitieran su ingreso como Guardiamarina. Empezó a prestar sus

servicios en la Real Armada en marzo de 1786. En el transcurso de sus años de servicio cumplió diferentes

destinos y comisiones en distintos buques, navegó en mares del África, el Atlántico y el Caribe interviniendo en

la guerra contra Inglaterra. En 1800 obtuvo su retiro, con el grado de Teniente de Navío; pasó a Caracas donde

contrajo matrimonio y ejerció el cargo de Sindico Procurador del Cabildo. Viudo, casó por segunda vez, con su

cuñada. El 19 de abril de 1810 cuando el Cabildo y el pueblo de Caracas iniciaron la Revolución, Lino de

Clemente quedó como Miembro de la Junta Suprema, ascendido a Capitán de Fragata y nombrado Secretario de

Guerra y Marina, por tanto, se le considera como el Primer Ministro de Defensa que tuvo Venezuela. Fue uno de

los firmantes del Acta de la Independencia, el 5 de julio de 1811, como Diputado por Caracas y designado por el

Congreso para que con el General Francisco de Miranda y el Capitán de Ingenieros José de Sata y Bussy

presentaran el diseño de la Bandera Nacional. Elegido Miranda dictador de Venezuela, lo nombró Comandante

General del Cuerpo de Artillería y Marina. Perdida la Primera República, Clemente fue enviado a las prisiones

en La Guaira, hasta que en 1813, es liberado por Bolívar, cuando hace su entrada en Caracas. Salió en campaña

con el Libertador y, con el General José Félix Rivas triunfó en La Victoria y fue designado junto con el Coronel

Juan Robertson, Agente Extraordinario ante el Gobierno Inglés, permaneciendo en el Exterior a causa del

fracaso de la Segunda República, hasta mediados de 1816. En 1817 Bolívar le extendió el nombramiento de

Agente Comisionado Especial ante el Gobierno de los Estados Unidos con el propósito de adquirir armas,

municiones y barcos. Meses después lo nombró Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario. En ambas

ocasiones las autoridades de ese país se negaron a recibirlo. Al cabo de dos años, regresa a Venezuela, quedando

Comisionado para que se hiciese cargo del Despacho de Marina, mientras Brión operaba con la Escuadra. Se le

ascendió a Mayor General de la Marina Nacional con todas las facultades como Segundo de Brión en caso de

ausencia ó enfermedades. En abril de 1821 se incorporó a la Escuadra que operaba al mando de Brión en las

Provincias de Santa Marta y Cartagena. Quedó mandando la Marina en dichas Provincias y pudiendo tomar el

mando del Ejército en caso de enfermedad del General Montilla. Para el 1823 quedó al mando del Departamento

del Zulia, allí combatió y venció en varias ocasiones a tropas realistas. Cuando el General Morales, Comandante

General de las Tropas del Rey en Venezuela a quién creían en Puerto Cabello, invadió la Provincia de

Maracaibo, Clemente con fuerzas inferiores, le hizo frente en varias acciones, para finalmente perder la Batalla

de Salinas Rica, que dio al Jefe Español el dominio de la Provincia Zuliana. Cuestionó los cargos que le hizo el

Ejecutivo y fué aprobada su conducta, más Clemente solicitó varias veces que le hicieran juicio formal para que

le examinaran su conducta militar y las operaciones que definieron la pérdida de la Provincia Zuliana. Efectuado

el Consejo de Guerra, los jueces le absolvieron completamente. En 1825, el General Páez, Jefe Civil y Militar

del Departamento de Venezuela, lo nombró Comandante Militar de la Provincia de Caracas; luego Ministro de la

Corte Marcial y más tarde, Comandante General de la Escuadra de Operaciones. En 1826 ejerció el cargo de

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Secretario de Estado en el Despacho de Marina. En noviembre de ese mismo año ascendió a General de División

y en diciembre se le designa nuevamente Comandante General del Departamento del Zulia. En junio de 1827

pasó a desempeñar la Comandancia de Armas de la Provincia de Caracas y formó parte de la Comisión

encargada de elaborar el Proyecto de Ley Orgánica del Ejército y la Armada y el Reglamento de la Escuela

Militar de Venezuela. Recortando su biografía, para ir concluyendo; ...en 1829 se le designó para ejercer el

Cargo de Prefecto del Departamento de Venezuela y Director General de Rentas, cargo que ejercía cuando se

produjo la separación de Venezuela de la Gran Colombia. Cargado de dolencias, se retiró a la vida privada,

permaneciendo en Caracas, en donde dejó de existir el 17 de junio de 1834 a los 71 años de edad. Sus restos

reposan en el Panteón Nacional desde el 21 de junio de 1961.

Cleopatra VII: Reina de Egipto (69-30 a.C.). Julio César la restableció en el trono y tuvo un hijo con ella,

Cesarión. A la muerte de César, en la lucha civil entre Octavio y Marco Antonio, se unió a éste, política y

sentimentalmente. La pareja perdió la batalla naval de Actium (31 a.C.). Posteriormente, Marco Antonio,

creyéndola muerta se atravesó con su espada y Cleopatra, al enterarse, se suicidó.

Clerk, John: Tuvo que conformarse con manejar botes pequeños en el puerto de Leith y con pasar horas en el

muelle estudiando los modos en que un barco a vela empleaba el viento. Regresaba a casa para construir

modelos de barcos, probarlos en el estanque de su padre y experimentar con timones y aparejos. A medida que

se hacia mayor, las tácticas navales se convirtieron en su afición... y obsesión. Atestó las mesas de su familia con

mapas y dibujos de tácticas. Talló docenas de modelos de barcos de madera, lo bastante pequeños como para

poder llevar dos flotas en los bolsillos, de modo que pudiera trabajar sus formaciones siempre que se encontrara

con algunos momentos libres y una mesa cercana. Se convirtió en un comerciante de Edimburgo. Pero nunca

dejó de dedicarse a sus diagramas de batalla, a ejecutar innumerables combinaciones de formaciones de navíos

de línea con sus modelos, y a analizar una y otra vez las ―Instrucciones de Combate‖. Comenzó a escribir un

libro en el que condenaba las viejas tácticas y ofrecía algunas ideas nuevas de su propia cosecha. Titulado ―Un

ensayo sobre tácticas navales‖, el estudio de John Clerk fué pensado como un libro de texto para los oficiales

navales. Se convirtió en un defensor de sus estrategias. Viajó a Londres, y por medio de la ayuda de amigos de

otros amigos, intentó abogar por sus ideas ante el Almirantazgo y ante cualquier capitán o almirante que le

presentaran. Clerk comenzó a atraer atención... por lo menos entre los civiles. Bastantes amigos, conocidos y

partidarios de la Armada se interesaron en su libro como para permitir una edición limitada de él.

Cleveland, Stephen Grover: Político estadounidense. Miembro del Partido Demócrata fue elegido alcalde de

Buffalo en 1881 y al año siguiente, gobernador de Nueva York. Accedió en dos ocasiones a la Presidencia de la

Republica. Durante la guerra de España con los independentistas cubanos, se negó a intervenir.

Cochrane, Sir Alexander Forrester: Marino inglés. Mandó la escuadra de América, hasta la campaña contra

USA (1812 – 1815), cooperando con el ejército en sus ataques a Washington y New Orleáns. Tuvo contactos

con Francisco de Miranda.

Cochrane, Thomas: (1775-1860). Almirante inglés. Conde de Dundonald y Marqués de Maranhao. Durante

bastante tiempo sirvió en la Marina de su país y en un crucero por las costas de Francia destruyó parte de una

escuadra francesa, pero en 1814 causó baja en la Armada británica, acusado de fraude. Después de tomar parte

en las luchas por la independencia de Chile y Perú (1818 – 1822), fue contratado por el emperador brasileño

Pedro I, quién lo nombró primer Almirante de la Armada de Brasil. Continuó por algún tiempo en ese servicio,

más en 1827 pasó a comandar la Flota griega en su lucha de independencia contra Turquía. En 1832 Inglaterra lo

reestableció en sus títulos y dignidades.

Colbert, Jean Baptiste: Estadista francés. Ministro de Luís XIV, tuvo en sus manos la economía francesa, que

convirtió en una de las más prósperas de la época. Fue partidario del mercantilismo, impulsó la industria y la

creación de manufacturas, desarrolló el comercio, normalizó la Hacienda y reorganizó la Marina.

Page 315: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

307

Colón Fernando o Hernando: Bibliógrafo y cosmógrafo español. Hijo de Cristóbal y Beatriz Enríquez.

Acompañó a Carlos V en algunas expediciones y a su padre en su último viaje a América. Reunió una biblioteca

de más de 15.000 volúmenes que constituyeron la llamada ―Biblioteca Colombina‖. Escribió la ―Vida del

almirante Cristóbal Colón‖.

Colón, Cristóbal: Navegante genovés (¿1451?-1506). Pretendió llegar a Oriente por el Occidente y para ello

solicitó sin éxito la ayuda de Juan II de Portugal. También trató de interesar en su proyecto a Génova, Venecia,

Francia e Inglaterra. En España, en su primer intentó fracasó y en su segundo, convenciendo a la Reina Isabel la

Católica, consiguió la firma de las ―Capitulaciones de Santa Fe‖, según las cuales, recibió los títulos de

Almirante, Virrey y Gobernador de las tierras que descubriese. En su primer viaje, tocó tierra americana en la

isla de Guanahani, archipiélago de las Bahamas. Prosiguió por 3 viajes más sus exploraciones, sin nunca

reconocer que había tocado en un nuevo continente, persistiendo en su idea de que lo que descubría pertenecía al

Cipango (Japón) y que lograría llegar a Catay (China).

Collingwood, Cuthbert: Almirante ingles. Ingresó a la marina cuando tenía solamente 13 años. En 1797 era

capitán de navío y en 1799 contralmirante. Tomó parte importante en diversas victorias navales inglesas, como

la de Brest y la de Cabo de San Vicente. En Trafalgar, ya vicealmirante, era el segundo de Nelson, y a la muerte

de su jefe, asumió el mando total y siguiendo el estilo de Nelson, consiguió la victoria. Por su comportamiento

en esa acción se le dió el título de Barón y ascendió a Almirante. Ocupó más tarde el mando de la Escuadra del

Mediterráneo, a pesar de su mal estado de salud. Murió en el mar, frente a Mahón (Islas Baleares).

Condell, Carlos: Contralmirante chileno, de origen escocés. Después de terminar sus estudios en Inglaterra y en

la Escuela Naval de Chile, consiguió el grado de oficial en 1861. Estuvo embarcado como subalterno en seis

diferentes buques y ostentó el mando en siete. En la guerra contra España se distinguió en los combates de

Papudo y Abtao y en la guerra chileno – peruana, en el combate de Iquique. Conquistó Pisagua, se batió en Arica

y bombardeó El Callao. Era muy valeroso, a la par que modesto y siempre procuraba adjudicar los méritos a sus

subordinados.

Condent, Christopher: Restableció a Madagascar y las islas circundantes como refugio pirático. Después de

conseguir un gran botín, abandonó la piratería y se convirtió en acaudalado propietario de barcos en Saint –

Malo (Francia).

Cook, James: Navegante inglés. Emprendió una serie de viajes, de carácter científico en los que exploró Tahití,

Nueva Zelanda, costas del Antártico y Nueva Caledonia. Fue atacado y asesinado por los indígenas en las islas

Sándwich (Hawai). Autor de ―Viaje hacia el Polo Sur y alrededor del mundo‖.

Córdova y Ramos, José de: Teniente General de la Armada española. Al terminar sus estudios pasó a aguas de

América, tomando parte en el indeciso combate que una escuadra española sostuvo contra la del inglés Knowles,

en las cercanías de la Habana (1748), donde se distinguió por su valor. Ascendió a Jefe de Escuadra a fines de

1782. Fué promovido a Teniente General, haciéndose cargo de una importante escuadra de 27 navíos. En el

Cabo de San Vicente, entabló combate contra la del Almirante inglés Jervis, dónde fué derrotado. En esa derrota

tuvo participación destacada el entonces Comodoro Nelson. Fué depuesto del mando y juzgado en Consejo de

Guerra, que le privó de su empleo. Después de muchas gestiones, consiguió ser repuesto en su graduación

militar.

Cornwallis, Charles: General inglés. Participó en la guerra de independencia de EE.UU. y fue derrotado en

Yorktown (1781). Más adelante fué Gobernador de la India y Virrey de Irlanda.

Cortés Campomanes, Manuel: (España, 1775-¿Colombia? 1835). Revolucionario, activo en la Conspiración dé

Guai y España (1797) que combatió luego por la independencia de Venezuela. Era miembro del Real Colegio de

Pajes de Madrid cuando en 1796 participó en la llamada Conspiración de San Blas, que se proponía establecer en

España una República similar a la francesa; Junto con el jefe del movimiento, Juan Bautista Picornell, y otros

Page 316: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

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conspiradores, fue juzgado y condenado a muerte, pena que luego les fue conmutada por la de presidio en las

fortalezas de América. A fines de ese mismo año llegó a La Guaira; encerrados en las bóvedas, Cortés

Campomanes y los demás españoles revolucionarios entraron en contacto clandestinamente con los

conspiradores que, acaudillados por los criollos Manuel Gual y José María España, preparaban en La Guaira y

en Caracas un movimiento cuyo objetivo era la independencia de Venezuela; en junio de 1797 éstos favorecieron

la fuga de los prisioneros españoles. Cortés Campomanes permaneció oculto durante un tiempo en las cercanías

de La Guaira v luego en Macuto, desde donde él y Picornell lograron embarcarse con destino a Curazao el 26 de

ese mes. Permaneció en las Antillas, unas veces solo y otras en compañía de Picornell, Gual o España. Luego se

dispersaron. Cortés Campomanes recorrió de nuevo varias islas, entre ellas Curazao, Aruba, San Bartolomé v

Guadalupe. Durante 10 años sirvió en las Fuerzas Armadas francesas de las islas del Caribe como oficial de

Estado Mayor. A mediados de 1808 se hallaba en la isla de Martinica como edecán del comandante general de la

guarnición de esa colonia francesa, pero al saber que en Europa había estallado la guerra entre Francia y España

presentó su dimisión y viajó a Inglaterra, donde se puso en contacto con Francisco de Miranda, en sus

actividades revolucionarias. Allí trató a Simón Bolívar, Luís López Méndez y Andrés Bello cuando éstos

llegaron a Londres como agentes de la Junta de Gobierno de Caracas en julio de 1810. Se dedicó también a

escribir tratados sobre el arte militar y sobre temas técnicos y científicos que al parecer no llegó a publicar.

Posteriormente viajó a Venezuela, donde se hallaba ya en 1811. Por su destacada conducta en el ataque contra

Valencia del 23 de julio de 1811 fue nombrado el día 26, por el gobierno, teniente coronel vivo y efectivo del

Cuerpo Nacional de Artillería de Venezuela, en el cual continuó sirviendo hasta la toma de Valencia y luego

hasta la caída de la Primera República. Después de la capitulación de San Mateo, marchó a La Guaira y fue uno

de los miembros del grupo que arrestó al generalísimo Miranda durante la noche del 30 al 3I de julio de 1812.

Poco después, Cortés Campomanes logró salir de Venezuela hacia las Antillas. En los años siguientes estuvo

activo en la Nueva Granada, principalmente en Cartagena, donde durante los primeros meses de 1815 apoyó al

general Manuel del Castillo y Rada contra Bolívar y como coronel jefe de la línea defensiva del río Magdalena

se enfrentó militarmente al Libertador y se negó a cooperar con las fuerzas enviadas por éste contra los realistas

de Santa Marta. Durante los meses finales de ese año participó en la defensa de Cartagena, atacada por el ejército

español del general Pablo Morillo; al caer la plaza en diciembre de i8i5, logró refugiarse en las Antillas. Hacia

1818 y hasta fines de 1819 desempeñó en París una misión diplomática confidencial que al parecer había sido

aprobada por el vicepresidente de Venezuela, pero que fue desaprobada por el Libertador. Bolívar canceló el

nombramiento y la misión de Cortés Campomanes, declarando de nuevo que éste no merecía la confianza del

Gobierno. Viajó a Europa, estuvo en París y en Londres, donde reanudó su relación con Andrés Bello, y luego se

trasladó a Bruselas. Cortés Campomanes volvió a Venezuela unos años después, pues durante la década de 1830

recorrió la región de Carora en compañía de Agustín Tirado, hallando una cantidad de fósiles de grandes

animales antediluvianos. Es la última noticia que se tiene sobre su vida.

Cromwell, Oliver: Político inglés, de convicciones religiosas protestantes profundas, desde un principio

manifestó sus posiciones antimonárquicas en el Parlamento. Al estallar la guerra civil entre el rey y el

Parlamento, alcanzó el grado de Teniente General con los parlamentaristas, venciendo al ejército realista.

Depurado el Parlamento, hizo condenar a muerte a Carlos I y proclamo la República. Se le reconoció como Jefe

de Estado con el titulo de ―lord Protector‖. Durante su mandato, concedió representación parlamentaria a

Escocia e Irlanda, arrebató Jamaica y la plaza marítima de Dunkerke, en la costa francesa del canal de la

Mancha, a España y reorganizó la iglesia nacional, convirtiendo a Inglaterra en la cabeza del protestantismo

europeo.

Champlain, Samuel: Capitán de marina, geógrafo e hidrógrafo francés, fundador de Québec y Teniente General

de la Nueva Francia (Canadá). Se le autorizó a continuar los descubrimientos de Cartier. Ejecutó nuevas

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exploraciones en busca del paso del Noroeste por el norte de América. Recorrió la cadena de lagos, entre ellos el

Hurón y el Ontario. Tuvo que capitular, en el segundo sitio de Québec, ante los ingleses. Escribió: ―Traité de

Navigation‖ y ―Voyages‖.

Churruca y Elorza, Cosme Damián: Teniente General de la Armada española. En sus estudios como guardia

marina sobresalió entre todos sus compañeros. Se distinguió en matemáticas, mecánica y astronomía, aplicadas

a la marina. En la segunda exploración al Estrecho de Magallanes, quedó encargado de la parte astronómica y

geográfica de la expedición; escribió: ―Apéndice al primer viaje de Magallanes‖. Pasó agregado al Observatorio

de Cádiz, entonces el primer centro de estudio de la Marina. Al año era nombrado Ayudante Mayor de la

escuadra de José Solano; al siguiente, vuelve al Observatorio. Se le ordenó una nueva expedición científica que

tenía por objeto la reforma del Atlas Marítimo de la América Septentrional; llegó a Trinidad, donde estableció su

base de operaciones. Marcó el primer meridiano del continente americano. También trazó las cartas de Las

Antillas, Puerto Rico y las Islas de Sotavento; la expedición duró dos años y cuatro meses. Vuelto a España,

revisó el ―Diccionario de Marina‖; encargado de hacer experiencias de puntería, escribió un ―Tratado‖ que

durante muchos años fue la guía que se siguió en España y en algunos países extranjeros. Al mando del ―San

Juan Nepomuceno‖, intervino en el combate contra el almirante inglés Calder en Cabo Finisterre. Murió

heroicamente, al mando de su barco, en Trafalgar.

Dampier, William: Navegante inglés. Convertido en capitán de filibusteros, en 1678 saqueó las factorías

españolas de las Antillas y el Golfo de México. Exploró las costas de Australia, Nueva Guinea y Nueva Britania.

Publicó en 1706 ―Viaje alrededor del mundo‖.

Davis, Howell: Uno de los más astutos piratas, hasta su muerte en 1720. A menudo Davis se hacía pasar por un

mercante e incluso por un caza piratas para facilitar la captura de su presa. Sus criminales dotaciones, que

fácilmente podrían haberse amotinado y derrocado a su capitán, tenían una opinión tan elevada de su conducta y

de su valor, narró Defoe, que consideraban que para él no había nada imposible.

Davis, Jefferson: Político de EE. UU. Alumno de la escuela milítar de West Point, participó en la guerra con

México y fue Secretario de Guerra. Iniciada la guerra de Secesión fue designado Presidente de la Confederación.

Al caer su capital, Richmon, fue hecho prisionero y pasó dos años recluido.

Defoe, Daniel: Novelista y periodista británico (1660-1731) fundó ―The Review‖, el primer periódico inglés,

intervino en política y fue un fecundo escritor en temas muy diversos, destacándose en los géneros de la

literatura de ciencia-ficción y aventuras, como el muy famoso ―Robinson Crusoe‖. También, ―Vida, aventuras y

piraterías del famoso capitán Singleton‖, además de ―Moll Flanders‖, etc. y ensaño varios como la ―Historia

general de la Unión de Gran Bretaña‖. Se le atribuyen la ―Historia General de los Piratas‖ e ―Historia de los más

famosos piratas‖.

Dewey, George: Almirante de EE.UU. Tomó parte en la guerra de Secesión americana con el grado de Teniente

de Navío. En 1870 ascendió a Comodoro. En 1898 se le dió al mando de la Escuadra de Asia, hundiendo el

primero de mayo a casi todos los buques de la Escuadra española, fondeados en Cavite (Filipinas); en su mayor

parte, antiguos y mal armados. Colaboró con el ejército americano que atacaba Manila, ascendiendo a

Contralmirante y poco después a Vicealmirante. A su regreso a América fue recibido apoteósicamente en Nueva

York, siendo propuesto para Presidente de la República, tanto por los republicanos como por los demócratas, no

llegándose a formalizar tal propuesta.

Diesel, Rudolf: Ingeniero, inventor del motor de combustión interna que lleva su nombre. Nacido en París, de

padres alemanes. Desde sus primeros años de estudios ya tuvo la idea y en 1892 presentó la petición de patente.

En poco tiempo le concedieron licencia de fabricación. Tras años de experiencias difíciles y constantes

modificaciones, terminó la construcción del primer motor práctico en los talleres de la M. A. N. Hasta el año

1902 no comenzó a emplearse el motor Diesel en la navegación mercante y dos años después en la de guerra

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como motores de submarinos. A fin de estudiar con el Almirantazgo inglés nuevas aplicaciones de sus motores,

embarcó en el ―Dresden‖ en Amberes, desapareciendo misteriosamente en la noche, durante la travesía. Once

días más tarde un marinero holandés descubrió su cadáver flotando en la mar.

Drake, Francis: Navegante y corsario inglés. Durante muchos años atacó a las fuerzas españolas en las Indias

Occidentales. En su viaje de circunnavegación del mundo, dio el nombre de Nueva Albión a la costa de

California. Más tarde, ataca Santo Domingo, la bahía de Cádiz y luchó contra la ―Armada Invencible‖.

Dunant, Henri: Filántropo suizo. Impresionado al ver los muertos y heridos de la batalla de Solferino, publicó

un opúsculo titulado ―Un recuerdo de Solferino‖ y promovió la conferencia de Ginebra de 1864, de donde surgió

la Cruz Roja Internacional. En 1901compartió con Fréderic Passy el premió Nobel de la Paz.

Dupleix, Joseph-Francois: Político y colonizador francés. En 1725 hizo su primer viaje a la India; cinco años

más tarde fue nombrado individuo del Consejo Superior de las Indias Orientales y Comisario de Guerra, siendo

nombrado en 1730 gobernador de Chandernagor. Después, tomó el gobierno de Pondichery y encaminó sus

esfuerzos a conseguir la hegemonía de Francia en la India. La rivalidad con Inglaterra le obstaculizó su intentó y

también su constante desacuerdo con La Bourdonnais, gobernador de las islas francesas del Índico. Al estallar la

guerra entre Francia e Inglaterra, el gobierno dio orden al almirante La Bourdonnais, para que se presentase con

su escuadra ante Pondichery y atacar por consejo de Dupleix, Madrás, que se rindió en 1747. Dupleix le había

prometido a un príncipe hindú que le entregaría la plaza, pero el Almirante discrepó y accedió a que los ingleses

recuperasen la ciudad, concluyendo un tratado con ellos, que Dupleix se negó a ratificar. La Bourdonnais fue

llamado a Francia y quedó Dupleix entregado a sus propios recursos y haciendo frente a las exigencias del

príncipe hindú que reclamaba Madrás y envió un ejército contra el francés, siendo derrotado. Se había firmado

entre ambas naciones, Francia e Inglaterra el Tratado de Aquisgran y Dupleix continuó su labor de atraerse a los

príncipes indígenas, pero mal secundado por su gobierno, sus esfuerzos resultaban inútiles y, al cabo, fue

destituido, muriendo pobre, pues la mayor parte de su fortuna la había gastado en atenciones de su cargo, sin

lograr nunca que la Compañía Francesa de las Indias Orientales le reintegrase algo.

England, Edward: Después de que la Armada Real lo expulsara del Caribe en 1718, England se convirtió en la

plaga de las aguas africanas. Tenía una gran naturaleza, escribió Defoe, y siempre se mostró en contra del mal

trato que recibían los prisioneros. Esa inusual amabilidad resultó ser su destrucción: fue depuesto por liberar al

capitán de un buque mercante capturado y murió siendo un mendigo en Madagascar.

Enrique (el navegante): Príncipe portugués (1394-1460). Hijo de Juan I de Avis. Luchó contra el Islam en la

toma de Ceuta y estableció en Sagres, cerca del Cabo de San Vicente, un centro donde reunió a constructores de

barcos, cosmógrafos y cartógrafos, para impulsar su proyecto: una nueva ruta para llegar a la India y al mítico

reino del Preste Juan.

Ensenada, Marqués de la ( Zenón de Somedevilla y Bengoechea): Político español. En 1743 fue nombrado

secretario de Hacienda, Guerra, Marina, Indias y Estado. Fortaleció el Ejército y la Armada y llevó a cabo

reformas administrativas en América. En política exterior, simpatizó con Francia y fue anti-británico.

Ericsson, John: Ingeniero de origen sueco. Fue a EE. UU para aplicar el propulsor helicoidal a los buques.

Primero ofreció su invento al Almirantazgo británico, patentándolo el 13/07/1836. Ericsson proyectó dos hélices

concéntricas que giraban a velocidades distintas. Durante su estancia en Inglaterra hizo diversos ensayos; en un

vapor de 14 metros de eslora, obtuvo la velocidad de 10 nudos y remolcó otro barco grande a 4.5 nudos.

Construyó el ―Novelty‖ para navegar por un canal, siendo el primer barco mercante a propulsión por hélice. A

pesar de los resultados satisfactorios no pudo decidir a su favor al Almirantazgo inglés. En EE. UU halló todo

género de facilidades y ayudas; construyó el ―Princeton‖ para su Marina de guerra, que en 1841 ya poseía seis

vapores a hélices y cerca de treinta en 1843. Si bien su contemporáneo inglés, Francis Pettit Smith, le aventajaba

en el orden cronológico de la utilización de la hélice en los buques, Ericsson le superó en capacidad y perfección

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mecánica. Ericsson ideó otros inventos también, entre ellos, una locomotora que alcanzaba la velocidad de 50

millas por horas, una máquina de aire caliente y el célebre barco acorazado ―Monitor‖ que combatió en la guerra

de Secesión americana.

Espartaco: Pastor tracio, fue reducido a la esclavitud y vendido como gladiador. En el año 73 a. C. consiguió

huir y dirigió un levantamiento de los esclavos. Fue derrotado por Craso, perdiendo la vida.

Esteves, Felipe Santiago: Nació en la población de Maiquetía, el 01 de mayo de 1779. Inclinado desde niño a la

carrera de la Marina, al cumplir 16 años fué enviado a seguir estudios a España, y en Cádiz permaneció unos

cuatro años, haciendo un curso completo de Náutica y Pilotaje, obteniendo los nombramientos de Piloto y

Oficial Habilitado, con los que regresó a Venezuela, donde se dedicó a la navegación en buques de su propiedad,

que hacían el comercio con las vecinas Antillas. Cuando estalló el movimiento revolucionario de 1810, siendo

uno de sus adeptos, se consagró con verdadero entusiasmo a su servicio; se le confió el mando del barco

―Princesa Carlota‖ y se le envió hacia el río Tocuyo. A mediados de 1811 se le ordenó tomar el mando de la

lancha de guerra ―Caracas‖ y de la ―Barinas‖, para recorrer la costa, desde Puerto Cabello hasta Punta de

Tucacas, encontrándose con el famoso corsario realista Juan Gabaso en el puerto de Chichiriviche. Esteves lo

venció el 23 de agosto, hundiéndole su goleta. El 1 de enero de 1812 se le extendió el Despacho de Alférez de

Navío, saliendo de Cumaná al mando de la Escuadrilla Sutil, para cooperar en las operaciones de Guayana.

Penetró por el Caño Macareo, derrotando en ese mismo lugar a una Escuadrilla Realista, persiguiéndoles, hasta

que éstos se refugiaron bajo las fortalezas de la vieja Guayana. Hallándose Esteves frente a las fortalezas, recibió

comunicación del Coronel Villapol para que pasara al Puerto de Barrancas, para ponerse a sus órdenes. Salió a

situarse con sus buques en Sorondo, donde el enemigo, reforzado con buques mayores, bien tripulados y

armados, lo sorprendió. Esteves y su gente se defendieron con gran heroísmo, y careciendo de metralla, usaron

hasta la última piedra del lastre que llevaban. Todo lo que pudieron, lo usaron. No teniendo más munición con

que combatir, ante la inminencia de la derrota, incendió y destruyó todos los buques, para que no fueran

aprovechados por los españoles. Esteves y los tripulantes sobrevivientes se unieron a las tropas del Coronel

Villapol, marchando a Barrancas y de allí a Cumaná. El Gobierno de Cumaná le encargó pasara a Puerto Cabello

para tomar el mando de la Goleta de Guerra ―Venezuela‖. Estando en Puerto Cabello, ocurrió la sublevación de

los realistas en el Castillo de San Felipe, viéndose precisado a abandonar la ciudad y embarcarse en el Bergantín

―Celoso‖ que se hallaba fondeado fuera del alcance de las baterías del fuerte. El buque, donde embarcó también

el Coronel Don Simón Bolívar, Comandante Militar de la Plaza, zarpó hacia el Puerto de La Guaira. Al entrar el

realista Monteverde a Caracas, emigraron casi todos los republicanos, pero Esteves no pudo hacerlo, por hallarse

enfermo y tuvo que ocultarse en Maiquetía. Informados los realistas, ordenaron perseguirlo y huyó hacia los

montes, permaneciendo en ellos durante once meses, hasta que en mayo de 1813 logró hacerse de un bote en la

costa y pasar a la Isla de Curazao. De allí se fué a Jamaica y luego a Cartagena, pero no habiendo sido empleado,

volvió a La Guaira. Se presentó al Libertador en Caracas y obtuvo el Mando de la goleta de Guerra ―Culebra‖

con la que desempeño con acierto varias comisiones. Protegió desde la costa la emigración de los caraqueños

hacia Oriente, hasta que bajo las órdenes del Corsario Bianchi, la Escuadra Republicana hizo rumbo a Margarita,

llevando a bordo a los Generales Libertadores y bastantes familias emigradas. No se dejó influir por el traidor

Bianchi que pensaba quedarse con los cajones y baúles que contenían la plata y joyas de los patriotas y por el

contrario, transbordó a su goleta dieciséis cajones de plata labrada, levó anclas con rumbo a Carúpano, desde

donde informó al Libertador. De Bolívar recibió las órdenes de dejar las joyas en resguardo, junto con gran parte

de sus propios fusiles y pólvora, al General José Félix Ribas, que se hallaba en aquel puerto. Luego condujo a un

buen número de jefes y Oficiales a Cartagena. Allí, sin empleo por el Gobierno de Cartagena, se mantuvo,

esperando al Libertador, pero al surgir desavenencias contra Bolívar, al ser Esteves partidario de Libertador, fué

reducido a prisión por largo tiempo, hasta que le expulsaron en unión de otros doscientos venezolanos y

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granadinos. Logró embarcar en la goleta de guerra ―La Popa‖ como Primer Teniente, y en ella, condujeron al

Puerto de Los Cayos, en Haití, al Libertador y otros Oficiales que iban a organizar la Primera Expedición

Libertadora. Esteves siguió en la goleta, cruzando las aguas del Golfo de México, operando para los patriotas

mexicanos. Posteriormente tuvo el mando al volver a aguas Venezolanas, de la goleta ―General Mariño‖, como

Capitán de Fragata y en 1818 contrajo matrimonio en la Isla Inglesa de Trinidad y ese mismo año fue nombrado

Comandante General de la Marina en el alto y bajo Orinoco. En febrero de 1819 fue ascendido a Capitán de

Navío. Siguió prestando diferentes y exitosas comisiones y cubriendo diferentes cargos, no sólo como Jefe de

Apostaderos y Comandancias, sino al frente de la Alta Corte Marcial, hasta que falleció en Caracas en 1849. Por

Resolución, en 1963, el Centro de Adiestramiento Naval, en Catia La Mar, lleva su nombre, en honor a tan

insigne Prócer Naval.

Estuardo (Dinastía): Familia nobiliaria escocesa, cuyo nombre original Stewart o Stuart, procede del cargo de

gran senescal (Great Steward). Reinó en Escocia de 1371 a 1714 y en toda Gran Bretaña de 1603 a 1714 /

Senescal: alto oficial de palacio o mayordomo mayor de la casa real que, además de las funciones palatinas,

asumía la dirección de las campañas militares.

Eugenia María de Montijo de Guzmán, Condesa de Teba: Emperatriz de Francia. Hija del conde de Montijo,

se casó en 1853 con Napoleón III. Ejerció tres veces la Regencia: en 1859, 1865 y en 1870. Proclamada la

Republica en Francia, se trasladó a Inglaterra donde se reunió con su marido. Su hijo único, Luís, nacido en

1856, tomó parte en 1879 en una expedición inglesa contra los Zulúes y murió en una emboscada.

Every, Henry: Pirata inglés. Fue un esclavista, empleado por el Gobernador Real de las Bermudas, a lo largo de

la costa guineana, en África. En 1694, siendo piloto de un barco inglés, fletado como corsario por el gobierno

español, se amotinó y se apoderó de la nave, poniendo rumbo hacia los mares orientales, hacia Madagascar. Allí,

durante años, saqueó y destruyó sin parar. Consiguió una gran presa, al abordar y apoderarse de un gran barco

hindú, del Gran Mogol, donde él y sus piratas cometieron grandes salvajadas con la tripulación y pasajeros,

principalmente con las mujeres. Esta presa le reportó una gran fortuna. Cuando volvieron al Caribe, a la isla

danesa de St. Thomas, pusieron a la venta algunos artículos robados, a precios rebajados. La población de la isla

se peleó por comprar el botín. En las Bahamas y Jamaica, donde tocaron seguidamente, fueron también recibidos

alborozadamente. De nuevo, en Bahamas, dado que los gobernadores coloniales carecían del poder de emitir

perdones, la tripulación se disolvió, muchos de ellos, al volver a Inglaterra y hacer ostentación de sus riquezas,

fueron atrapados por la justicia, más no lo lograron con Every, que logró desaparecer.

Farragut, David Glasgow: (1801 – 1870). Hijo de un emigrante, Jorge Farragut, de origen español, de

Menorca, islas Baleares. El nombre de este marino era James, pero lo cambió por el de David, en reconocimiento

al oficial naval David Porter, quien pasó a ser su padre adoptivo y con quién embarcó desde niño. A la temprana

edad de 11 años estuvo en combate y a los 12 llego a comandar una pequeña nave. En la guerra de Secesión,

Farragut fue nombrado oficial al mando del Escuadrón del Oeste del Golfo con instrucciones de entrar al

Mississippi y capturar Nueva Orleáns, tomando posesión de la ciudad en abril de 1862. En 1864 en una de las

más decisivas victorias navales de la Guerra Civil atacó y venció en la bahía de Mobile. Fue ascendido a

Almirante. Cuando murió, el presidente Grant le rindió los máximos honores.

Federico de Prusia: Príncipe imperial; en la guerra franco-prusiana, al mando del tercer ejército alcanzo dos

importantes victorias y contribuyo a la de Sedán. Fue nombrado emperador de Alemania en 1888, a la muerte de

su padre Guillermo II, pero murió a los tres meses.

Felipe II: Rey de España (1527-1598). Hijo de Carlos I y de Isabel de Portugal. Sostuvo guerras contra Francia,

donde reinaba Enrique II, continuación de las que sostuvieron Carlos I y Francisco I. Los franceses fueron

derrotados en San Quintín, el día de San Lorenzo; en memoria de ese hecho mandó a construir el monasterio de

San Lorenzo del Escorial. A instancias del Papa Pio V se formó la Santa Liga contra los turcos, y el hermano del

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rey, Juan de Austria, derrotó a la Armada turca en aguas del Golfo de Lepanto. Se enfrentó a los protestantes y

sostuvo una larga guerra en Flandes donde se produjeron levantamientos. A la muerte del rey Sebastián de

Portugal, reclamó y obtuvo la corona de ese país. La ayuda prestada por los ingleses a los rebeldes holandeses y

los ataques de Drake a los barcos españoles, le indujeron a intentar la invasión de Inglaterra con poderosa

Escuadra. La expedición fracasó. El reinado de Felipe II representó el punto culminante del imperio español.

Felipe III (España): Hijo de Felipe II y de Ana de Austria. Escasamente interesada por el gobierno,

institucionalizó la figura del valido (persona que gozaba del favor y la confianza del rey, hasta el punto de

ejercer la dirección del gobierno). Su reinado estuvo supeditado al descalabro de la Hacienda, resultado de la

costosa política exterior de sus predecesores. Puso fin a la guerra de Flandes, con la tregua de los doce años

(1609) y mejoró las relaciones con Francia e Inglaterra; la excepción a esa política pacifista fue la intervención

en la ―Guerra de los Treinta años‖.

Felipe IV (de España): Hijo de Felipe III, sucedió a su padre en 1621. Casó en segundas nupcias con su sobrina

Mariana de Austria, con quien tuvo a Carlos II. Durante su reinado pretendió restaurar la autoridad de la

monarquía, apoyado en la figura de su valido, el conde-duque de Olivares. En su reinado, expiró la Tregua de

los Doce Años con las Provincias Unidas y se reanudaron también las hostilidades con Inglaterra y prosiguió con

la intervención en la Guerra de los Treinta Años. Se sucedieron además sublevaciones en el interior del reino. El

fin de la guerra en los Países Bajos, reconociendo la independencia de las Provincias Unidas y la firma de paz

con Francia (paz de los Pirineos) por la que España le cedía los territorios de Artois, Luxemburgo, Rosellón,

Cerdeña y varias plazas en Flandes, marcaron los últimos años de su reinado/ Valido: persona que gozaba del

favor y la confianza del rey, hasta el punto de ejercer la dirección del gobierno.

Felipe V (de España): Duque de Anjou. Hijo de Luís, delfín de Francia, nieto de Luís XIV. Designado por

Carlos II de España como su sucesor. Juró como rey en 1701, iniciando la dinastía de los Borbones en España.

Le disputó el trono el archiduque Carlos de Austria, dando origen a la guerra de Sucesión española. Por el

Tratado de Utrecht (1713) fue reconocido en el exterior como rey de España y el Tratado de Rastadt puso fin a la

guerra con Austria. Ambos conllevaron pérdidas territoriales: por el primero, España cedió a Inglaterra, Gibraltar

y Menorca; por el segundo, renunció a sus posesiones en Flandes. Emprendió una política exterior que involucró

a España en nuevas contiendas. Las conquistas de Cerdeña y Sicilia provocaron la intervención de las potencias

extranjeras, Francia, Holanda, Inglaterra y Austria. Firmó el Tratado de La Haya por el que renunciaba a sus

conquistas en Italia pero obtuvo de Austria la promesa de que la sucesión de los ducados de Parma, Piacenza y

Toscaza recaería en su hijo Carlos. Se firmó con Francia el primer ―Pacto de Familia‖ por el que España

intervino en la guerra de sucesión polaca; obtuvo Nápoles y Sicilia y durante la guerra de sucesión austriaca se

firmó el siguiente Pacto de Familia con el objeto de mantener los ducados italianos, aunque la intervención de

Inglaterra en 1746, logró impedirlo. Esta derrota coincidió con la muerte del rey, que desde 1726 había mostrado

síntomas de locura.

Fernández de Quirós, Pedro: Navegante portugués, al servicio de España. Participó en la segunda expedición

de Mendaña y muerto éste, tomó el mando de la expedición. Descubrió el archipiélago de Nuevas Hébridas.

Fernández Duro, Cesáreo: Capitán de navío, historiador, geógrafo y escritor español. Profesor del Colegio

Naval. En 1869 fue nombrado Secretario del Gobierno General de la isla de Cuba. Académico de número de la

Academia de la Historia y socio de mérito de la Academia de la Habana. Presidente de la Comisión de Límites

de la posesión de Ifni, vicepresidente de la Sociedad Geográfica, Secretario del Congreso Internacional de

Americanistas, miembro de la Comisión designada por el rey Alfonso XII, para esclarecer el problema de límites

entre la Nueva Granada y Venezuela. Le correspondió la II zona (San Faustino, el Sarare y el Meta); de los

territorios de la costa oriental de África y Golfo de Guinea … entre sus muchas obras (más de 300 trabajos),

mencionaremos ―Nociones de Derecho Internacional Marítimo‖ (1863); ―Disquisiciones náuticas‖ (1877); ―la

Page 322: Le Cuento La Historia Naval (Volumen II)

314

mar descrita por los mareados‖ (1877); ―los ojos en el cielo‖ (1879); ―colección de documentos inéditos relativos

al descubrimiento, conquista, etc, de las antiguas posesiones españolas de Ultramar; ―Armada española desde la

unión de los Reinos de Castilla y Aragón‖ (último tomo, VIII, 1902).

Fernando VII, Rey de España: Hijo de Carlos IV y de María Luisa de Parma. Cuando era príncipe de Asturias

conspiró contra Godoy, favorito de su padre, y contra el mismo Carlos IV. Como consecuencia del motín de

Aranjuez fue destituido Godoy y Carlos IV abdicó a favor de Fernando. La confusa situación creada favoreció

los designios de Napoleón que consiguió atraer al padre y al hijo a Bayona. Después de unas tempestuosas

entrevistas, Fernando VII renunció al trono a favor de su padre, quien a su vez, lo abdicaba en Napoleón. Como

consecuencia fue designado rey de España, José I, hermano del Emperador, mientras que Fernando VII

permanecía prisionero en Valencay. Vuelto a España en 1814 fue acogido con extraordinario júbilo por toda la

nación que le dio el título del ―Deseado‖. Su primera actuación fue declarar nula la Constitución de 1812 y las

disposiciones de las Cortes de Cádiz. Desde entonces el reinado de Fernando fue una pugna entre los principios

constitucionales – que el rey aceptó cuando no tuvo otro remedio (sublevación de Riego en 1820)- y la

subsiguiente reacción absolutista, lograda con la entrada de tropas francesas al mando del Duque de Angulema

(1823). Don Carlos, hermano del rey y paladín del absolutismo intransigente, aspiraba a sucederle pero la boda

del rey con su sobrina, María Cristina de Nápoles, que consiguió de su marido la derogación de la Ley Sálica –

puesta en vigor por Felipe V, y por la que se excluía a la mujeres de la sucesión al trono – y el subsiguiente

nacimiento de la princesa Isabel (1830), dieron origen a la lucha entre D. Carlos y la reina. A la muerte de

Fernando VII, quedó como tutora y gobernadora, María Cristina, durante la minoría de edad de Isabel, y latente

una guerra civil.

Fidalgo, Joaquín Francisco: Marino español. Fue profesor de la Academia de Guardiamarinas y se halló en el

bloqueo de Gibraltar y en el combate de una escuadra española contra la inglesa del almirante Howe. Se encargó

de la formación de las cartas de las costas de Venezuela y, sin desatender esta misión, desempeñó la

Comandancia marítima de Cartagena de Indias y las formaciones de guardacostas de Tierra Firme.

Fitch, John: Inventor estadounidense. En su juventud fue aprendiz de relojero, luego hizo fortuna vendiendo

tabaco y cerveza al ejército y después se convirtió en terrateniente en Virginia. Comenzó a interesarse en la

aplicación del vapor en la navegación y conoció a William Henry. Presentó un propulsor de su invención,

constituido por cadenas horizontales a banda y banda para accionar palas verticales. Constituyó una empresa de

vapores, al obtener la exclusiva de construcción y explotación de vapores para New Jersey, Pensilvania, New

York, Delaware y Virginia. Con muchos sinsabores económicos, fue presentando nuevas máquinas para sus

vapores. Al trasladarse a Francia, en sociedad con un Cónsul de EE. UU en ese país, obtuvo una de las primeras

patentes de invenciones concedidas en Francia. En plena revolución – época del Terror – francesa, no obtuvo

ayuda alguna, debiendo regresar a América como marinero. Las luchas y disgustos en su vida le llevaron a la

determinación de suicidarse tomando opio.

Francia Rodríguez de, José Gaspar (llamado el Doctor Francia): Político paraguayo (1766-1840). Fue

Cónsul. En 1814 se proclamó dictador, manteniéndose en el poder hasta 1840. Inspiró la novela, Yo, el Supremo,

de Augusto Roa Bastos.

Francisco José I: Emperador de Austria y rey de Hungría. Sucedió a su tío Fernando I, en 1848. Su reinado fue

muy accidentado. Como consecuencia de la guerra con Italia (1859), hubo de ceder Lombardía. Tras la derrota

de Sadowa, (1866), en el curso de la guerra austro-prusiana, Austria quedó excluida de toda intervención en

Alemania y perdió el Véneto. En 1867 reconoció la soberanía de Hungría, que no obstante, quedó unida a la

Corona. Su política expansionista en los Balcanes, unida a la del Imperio Alemán, provocó el asesinato del

príncipe heredero, archiduque Francisco Fernando (1914) hecho que desencadenó la Primera Guerra Mundial.

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Fulton, Robert: Ingeniero e inventor estadounidense. Su instrucción primaria no fue muy esmerada, por falta

de medios. Empezó a trabajar en casa de un platero y pronto se reveló como pintor de talento, subsistiendo con la

venta de sus cuadros. Pasó a Inglaterra donde empezó a trabajar en un taller mecánico, donde demostró una gran

inventiva. Para el año 1793, solicitó se le concediesen patentes de diferentes inventos, uno de ellos el de sustituir

la esclusas en los canales, por planos inclinados. Se trasladó a París y vivió de la construcción de dioramas. Se

consagró a la idea de transformar los medios de guerra en el mar y siguiendo las investigaciones de Bushnell

invento el ―torpedo‖ o bomba submarina y un buque submarino al que denominó ―Nautilus‖. Rechazado su

proyecto por el Directorio Francés, consiguió que Napoleón nombrase una comisión que lo estudiase y en 1800

obtuvo autorización para su construcción. Finalmente, ante la indiferencia de las autoridades navales francesas,

Napoleón le retiró su protección. Insistió en sus proyectos anteriores sobre la navegación a vapor y probó un

buque donde navegó por el Sena hasta el mar. Pasó a Inglaterra, pero los marinos allí se mostraron contrario al

empleo del vapor. Fulton regresó a EE. UU, ofreció su ―torpedo‖ al Gobierno y éste lo aceptó; luego construyó

un gran barco a vapor que tuvo gran éxito. En 1810 fue encargado por el Gobierno de unir el río Missisipi con el

lago Pontchartrain, obteniendo una magnífica realización. Durante los últimos años de su vida vivió en constante

pleito con imitadores que pretendían ser ellos los primeros inventores antes que lo realizado por Fulton, y esto

hacía que se encontrara viajando acompañado por un abogado. En unos de sus viajes navegando por el río

Hudson, el abogado cayó al agua y Fulton se arrojó a ella, salvándole, pero la frialdad del agua le produjo la

enfermedad que le llevó a la muerte.

Galilei, Galileo: Astrónomo y físico italiano. Descubrió el isocronismo de la oscilaciones pendulares, invento un

termómetro y una balanza hidrostática, desarrolló la teoría de la caída de las graves y construyó el anteojo que

lleva su nombre con el que observó el relieve de la Luna, la naturaleza estelar de la Vía Láctea, las manchas

solares, los cuatro satélites mayores de Júpiter, el anillo de Saturno y las fases de Venus. Describió esos

hallazgos en su obra ―Siderus nuncios‖ (1610). Defendió el Heliocentrismo de Copérnico, por lo que fue

procesado y condenado a abjurar de sus ―ideas erróneas‖. En 1637 descubrió el movimiento de libración de la

Luna. Es considerado uno de los creadores del método científico moderno.

García de Loaiza, Jofre: explorador español. Enviado por Carlos V, dirigió una expedición a las Molucas para

asegurar el dominio español frente a las pretensiones portuguesas. Murió en el viaje.

Garibaldi, Giuseppe: Patriota italiano (1807 – 1882). Se trasladó primero a América; al frente de la ―Legión

Italiana‖, auxilió a Montevideo contra Rosas. Vuelto a Italia, reclutó un cuerpo de voluntarios llamado

―Cazadores de los Alpes‖, con los que conquistó Sicilia y Nápoles. Reconciliado con Víctor Manuel de Saboya,

al que llamaba rey de Italia, trató varias veces, sin conseguirlo, de ocupar Roma, ultimo obstáculo, a su juicio,

para la unidad italiana. En sus últimos años luchó al lado de Francia en la guerra contra Prusia (1870). Pasó el

final de su vida en la isla de Caprera.

Grant, Ulysses Simpson: Militar y político estadounidense. Participó en la guerra de Secesión en el bando

nordista, en el que llegó a ostentar el mando supremo, hasta la victoria sobre los confederados de Lee (1865). En

1868 fue elegido Presidente, cargo que ocupó hasta 1877. Durante su mandato aplicó importantes medidas

proteccionistas y llevó a cabo reformas financieras.

Grasse, Francois-Joseph- Paul (Conde de): Almirante francés. Al mando de una flota enviada en ayuda de las

fuerzas independentistas americanas, derrotó en 1781 al almirante inglés Hood, apoderándose de Tobago.

Venció también al almirante inglés Graves, desempeñando un papel decisivo en la capitulación de Yorktown.

Después, fue severamente derrotado en los islotes de Los Santos, por el inglés Rodney.

Grau, Miguel: Nació en Piura, (Perú) en 1834. Con apenas diez años de vida, embarca por primera vez en una

goleta que hacía viajes entre el Puerto de Paita y Panamá, más la nave naufraga y vuelto al hogar, la madre no

consiente en su vuelta al mar y es mandado al colegio. Terco, logra un año después su anhelo de embarcar y por

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siete años, navegó por los mares del mundo, escalando Grados, desde Grumete a Piloto. En 1854 se integró a la

Armada Peruana, como Guardiamarina. Dos años más tarde era Alférez y destacaba como buen militar el que ya

era espléndido navegante. Interviene en una fracasada sublevación de ciertos buques contra el entonces

Presidente de Perú, Castilla, y es expulsado del servicio. Vuelve a embarcar como marino mercante, y durante

los tres años siguientes hace la carrera a la China y la India. En 1860 se instala en Lima. No acepta acogerse a la

amnistía dada a los marinos sublevados, que le permitía reingresar a la Armada y, mientras es Presidente,

Castilla, Grau se mantiene fuera. En septiembre de 1863, con la presidencia de San Román, se incorpora a la

Armada como Segundo Teniente y quince meses más tarde es Capitán de Corbeta. Intervino como Capitán de

Fragata en el combate de Abtao, en la guerra que sostuvo contra España, la Alianza formada por Perú, Chile,

Ecuador y Bolivia. En 1873, siendo Capitán de Navío, fue Comandante General de la Escuadra de Evoluciones

(hoy diríamos: Operaciones) y luego, Comandante General de la Marina. Desde ese puesto, termina de constatar

las deficiencias y debilidades de la Marina, sumida en grave decadencia. Grau, conocedor del empeño con que

era aumentada y modernizada la Marina de Guerra de Chile, aconsejó y suplicó en Informes Oficiales, Juntas

Técnicas y conversaciones políticas que se reorganizase y modernizase la Armada. No fue atendido y,

desalentado, se retiró e ingresó a la Política como Representante por Paita y vocal de la Junta Revisora de

Ordenanzas Navales. Iniciada en 1879 la Guerra contra Chile, Grau, al mando del monitor acorazado, ―Huáscar‖,

trabó combate frente al puerto de Iquique, con la Corbeta chilena ―Esmeralda‖. Debido a la pésima calidad de los

artilleros de su nave, que después de dos horas de cañoneo, no acertaban al blanco, se fue contra la nave chilena,

embistiéndola en tres ocasiones, con el espolón. La ―Esmeralda‖ se hundió, partida en dos, mientras en la

cubierta del monitor peruano quedaba tendido el cuerpo del Comandante chileno, Arturo Pratt, compañero de

Grau en el combate de Abtao contra los españoles. Grau ordenó que se tuviera cuidado con su cadáver, recogió

sus prendas personales y las envió, con emotiva carta de pésame, a su viuda. Posteriormente, burlando la

persecución de las naves de guerra enemigas, hizo gala de gran movilidad y astucia, atacando el tráfico marítimo

chileno, apresando varios barcos y presentándose en lugares costeros, donde nunca era esperado, logrando llegar,

finalmente, al Callao, para hacer reparaciones a su nave. En julio hizo una segunda incursión, con las mismas

características; se batió contra tres navíos chilenos y escapó. Su última captura, un vapor, con víveres, carbón,

armas y tropas, fue el detonante que hizo caer al Gabinete chileno y que fuera reemplazado el Comandante de su

Escuadra. En agosto, reinició sus incursiones y nuevamente se batió contra naves y fortines costeros, huyendo

con habilidad de fuerzas superiores. El 1ro. de octubre, ascendido a Contralmirante, se le ordenó levar anclas,

desatendida su solicitud de meter al buque en dique, pues necesitaba limpiar fondos, reparar calderas, ya que

perdía velocidad y, recibir nuevas y mejores granadas de artillería. Al amanecer del día ocho, a la altura de

Antofagosta, se avistaron al Sur tres naves de Guerra chilena, una de ellas, un acorazado, navegando para

interponerse entre las costas y Grau y, obligarlo, si huía, a enrumbar hacia el Oeste. Lo lograron y lo siguieron.

A las 7:15 aparecen frente a Grau otras tres naves, dos de ellas, acorazados. Dos horas transcurrieron desde que

se cerró el círculo de muerte y la iniciación de los fuegos. A las 9:20, el ―Huáscar‖, se lanzó a la máxima

velocidad que podía permitirse y disparó contra el acorazado ―Cochrane‖, pero el proyectil no traspasó su

coraza. Siguió disparando y a los 300 metros, el acorazado chileno hizo tronar sus cañones. Su primera descarga

causó graves daños, dejando fuera de servicio el timón de combate. Una granada de la segunda descarga, cayó en

la torre y estalló dentro. El Contralmirante Don Miguel Grau y su Oficial de Órdenes volaron en pedazos. La

nave peruana siguió combatiendo y una hora y treinta minutos después del primer disparo, los chilenos

abordaron el despojo flotante que era el monitor ―Huáscar‖. Como muestra de su personalidad, se cuenta que un

día, en los meses en que fue el terror de las costas chilenas, fastidiado Grau por las alabanzas de un adulador,

exclamó: ―vamos, yo no soy sino un pobre marinero que trata de servir a su patria‖.

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Graves, Thomas (Barón de): Almirante inglés. Fue derrotado por el francés De Grasse en la bahía de

Chesapeake, en la guerra de independencia americana. En la batalla de Copenhague fue segundo de Nelson. Por

su comportamiento se le concedió el título de Barón.

Gravina y Nápoli, Federico de: Teniente General de la Armada española. Participó en los sitios de Gibraltar,

Argel, Orán, y contra la República Francesa, en Tolón. En junio de 1804 fue nombrado embajador en París.

Antes de tomar posesión de su destino, puso como condición que sí se declaraba la guerra, se le volvería a dar un

mando naval. Así ocurrió y cuando llegaron las hostilidades arboló su insignia en el ―Argonauta‖ de 80 cañones.

Estuvo en los principales combates, siempre distinguiéndose por su valor y en Trafalgar, con su insignia en el

―Príncipe de Asturias‖, ostentó el mando de los buques españoles de la escuadra combinada franco-española bajo

la jefatura del francés Villeneuve. En el combate fue herido de un casco de metralla en el codo izquierdo. Al

tener ciertas esperanzas de mejoría, se desistió de amputarle el brazo, pero se agravó y falleció.

Grocio, Hugo: Nombre castellanizado de Huig de Grott, jurisconsulto y teólogo holandés. Fue el iniciador del

iusnaturalismo, doctrina que encuentra los fundamentos del derecho en la naturaleza racional del hombre. Puesto

que el derecho, al igual que la organización social, es creación exclusiva del hombre y que, por ello, ambos son

válidos incluso en una sociedad atea, el concepto de "derecho natural" fue desprendiéndose del de "derecho

divino". Habiéndose revelado con el tratado ―Mare liberum‖ (1609), en que defendía, contra las pretensiones de

España, Portugal e Inglaterra, el derecho a la navegación libre (en que los holandeses basaron su fortuna), Grocio

vivió largamente en Francia, en la Corte de Luís XIII. Atosigado por quienes querían inducirlo a abandonar la

religión reformada para abrazar el catolicismo, se traslado a la Corte de Suecia, de la que aceptó el cargo de

embajador. Moría durante uno de los muchos viajes marítimos que sus numerosos compromisos internacionales

le imponían. Personalidad polifacética, Grocio trató de religión, historia, teología y jurisprudencia. Debe sobre

todo la fama al tratado ―De jure belli ac pacis‖, aparecido en 1625, en que su espíritu sensible trató de contener

la guerra y de encontrarle una salida que no fuera exclusivamente la cruenta. En una época perturbada por

grandes conflictos, consideró que debía respetarse el derecho, incluso cuando la diplomacia "cede la palabra a las

armas".

Guillermo I, Federico Luís: Segundo hijo de Federico Guillermo III. Sucedió a su hermano Federico Guillermo

IV en 1861. Dotó a Prusia de un potente ejército y trabajó a favor de la unidad alemana, bajo el mando de Prusia.

Nombró Canciller al príncipe de Bismarck que en adelante dirigió la política prusiana, y lo mantuvo en el cargo

hasta el final de su reinado. Se alió con Austria para arrebatar Schleswig-Holstein a Dinamarca (1864), y

después con Italia para deshacer la hegemonía austriaca. Tras la derrota de Francia en la guerra franco-prusiana

se hizo coronar Emperador de Alemania en el palacio de Versalles (1871).

Güisse Martin, Jorge: (1780-1828). Marino inglés, participó en guerras contra Francia y España y luego sirvió

en la flota del Caribe. Después de la derrota de Napoleón perdió su destino y con permiso del Almirantazgo

compró y equipó un barco con su propio dinero y se dirigió a Buenos Aires, y en 1818 se dirigió a Chile

uniéndose a la Armada de Cochrane. Al asumir la presidencia del Perú, Riva Agüero, fue nombrado

Vicealmirante y Jefe de la Escuadra. En 1824 ayudó a bloquear el puerto de El Callao. Al estallar la guerra con

Colombia en 1828, ejerciendo el mando de la escuadra peruana, penetró en la ría de Guayaquil, rompió la cadena

que protegía la entrada y cañoneó la ciudad. Al día siguiente se acerco al malecón, pero su nave encalló y quedó

inmovilizada. Al siguiente amanecer los colombianos montaron una pieza de grueso calibre y rompieron fuego

sobre la nave insignia de Güisse, quien fue mortalmente herido, falleciendo en la noche. Su cadáver, siguiendo la

tradición naval, fue arrojado, con honores a las aguas.

Gustavo II Adolfo (de Suecia): Sucedió a su padre Carlos IX, reinando de 1611 a 1632. Transformó la

administración, creando un Estado centralizado y extendió sus dominios a costa de Dinamarca, Rusia y Polonia.

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Habsburgo (Dinastía): Alemana, originaria de Suavia, que reinó en Austria desde 1279 a 1918. Accedió al

trono imperial, incorporando otros territorios, principalmente, Austria. Mediante los enlaces de Maximiliano I

con María de Borgoña, duquesa de Borgoña y ciudades de Flandes y del Franco-Condado; De Felipe el Hermoso

con Juana de Castilla, cuyo hijo Carlos I inició la rama española (conocida por ―Casa de Austria‖); y de

Fernando I con Ana Jargellón heredera de Bohemia y Hungría, los Habsburgo se convirtieron en la familia

europea con mayores dominios territoriales. En 1806 Francisco II renunció al título de emperador de Alemania,

hecho que puso fin a la historia del imperio alemán de esta dinastía. El último emperador Habsburgo fue Carlos I

de Austria.

Hamilton, Emma (Amy Lyon): Pertenecía a una humilde familia; sirvió como criada y fue amiga de un capitán

y de dos nobles. Se admiraba su hermosura y sirvió de modelo de un conocido pintor. Conoció a sir Guillermo

Hamilton, embajador inglés en Nápoles, quién la incentivó a irse en su compañía, la hizo su amiga y en 1791

contrajo matrimonio con ella en Londres. Presentada en la Corte de Nápoles, pronto llegó a ser confidente de la

reina Carolina. Nelson la conoció a su regreso de Egipto. Al ser Hamilton llamado a Inglaterra en 1800, Nelson

acompañó a Emma. Allí dio a luz una niña, que en atención a Nelson, se llamó Horacia y, muerto su marido, se

retiró a una finca rústica que Nelson había adquirido para ella. Muerto el Almirante, pasó grandes apuros

económicos. En 1813 se la detuvo por deudas, pero al año siguiente logró escapar, huyendo a Calais (Francia),

donde murió.

Hamilton, Guillermo: Arqueólogo y diplomático inglés. En 1764 fue embajador inglés en Nápoles,

permaneciendo allí hasta 1800, habiendo contribuido poderosamente para la realización de las excavaciones de

Herculano y Pompeya. Fue miembro de la Real Sociedad y escribió obras sobre física y meteorología. En 1791

contrajo matrimonio en segundas nupcias con la famosa Emma. Al regresar a su patria, perdió en un naufragio

gran parte de las preciosas colecciones que había reunido.

Harrison, John: Mecánico inglés. En 1726 inventó el ―péndulo compensador‖ basado en la diferente

dilatabilidad del hierro y el cobre. En 1736 construye un cronómetro marino al que llama ―time beeper‖ y que

fué probado a bordo con buenos resultados. En 1744 terminó otro, más perfeccionado, y que solucionaba el

problema de hallar la longitud en el mar.

Hawkins, John: Corsario y almirante inglés. Inició la trata de esclavos entre África y las Indias Occidentales.

Atacó naves y ciudades costeras españolas e impulsó el desarrollo marítimo inglés. Intentó, junto con Drake, un

ataque, que resultó fallido, contra las costas mexicanas. Luchó contra la ―Armada Invencible‖ española.

Hearst, William Randolph: Magnate estadounidense. Poseía una importante cadena de periódicos y la agencia

―International News Services‖. Instigó la guerra entre España y EE. UU; fue el primero en lanzar el tema del

peligro amarillo y se mostró germanófilo durante la Primera Guerra Mundial. Fracasó en las elecciones a la

alcaldía de Nueva York y a la gobernación del Estado. En su ancianidad residió en California en el castillo de

San Simeón, adquirido en España y montado allí piedra por piedra. Su vida inspiró la película de Orson Welles,

―Ciudadano Kane‖.

Hidalgo y Castillo, Miguel: Sacerdote y patriota mexicano. En 1810 dio el grito de rebelión contra España y

proclamó en Dolores, hoy Dolores Hidalgo, la independencia de Nueva España. Ganó a los realistas la batalla

del ―Monte de las Cruces‖, pero vencido por el general Calleja en el ―Puente de Calderón‖, emprendió el camino

hacia Texas, siendo capturado y fusilado.

Hohenzollern: Familia importante alemana de origen Suabo. En siglo XIII se dividió en dos ramas, la de Suecia

y la de Franconia. A la primera pertenecen Leopoldo, candidato al trono español y Carlos I, rey de Rumania, que

inauguró la dinastía en ese país. Los principales miembros de la rama de Franconia son Federico IV, que recibió

la marca de Brandemburgo; Alberto, gran maestre de la orden Teutónica, y el Duque de Prusia, Federico III, que

tomó el titulo de rey de Prusia y sus sucesores.

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Hood, Samuel: Vizconde, almirante inglés. Fue derrotado por De Grasse en Chesapeake y luego en San

Cristóbal. Incorporado con sus barcos a la Flota de Rodney, combatieron a De Grasse en la batalla de los Santos

y a él, entregó su espada el francés, quedando prisionero. En 1794 fué ascendido a Almirante. En ese año

sostuvo combate contra una escuadra republicana francesa, a la que derrotó. Después ya no desempeñó mando

activo, ocupando otros cargos de importancia.

Humboldt, Friedrich Heinrich Alexander von, Barón de: Geógrafo y naturalista alemán. Se le considera el

iniciador de la geografía científica. En 1799 partió de Marsella en una expedición científica a Sudamérica

acompañado por el botánico francés Aimé Bonpland. Los resultados de sus cinco años de viaje fueron

numerosísimos y Humboldt pasó en París veintitrés años ordenándolos y publicándolos: descubrimientos sobre

fauna, flora, geología y arqueología; mediciones de latitudes y longitudes, presión atmosférica, temperaturas y

campo magnético terrestre; datos estadísticos, económicos y sociales; y estudios sobre el mal de altura, que

atribuyó correctamente a la falta de oxigeno. También ascendió a la cumbre del Chimborazo (6.272 metros),

estableciendo un récord que no fue batido hasta 30 años después; descubrió la corriente llamada de Humboldt e

introdujo en Europa el guano peruano. Sus estudios sobre los volcanes del Ecuador le permitieron aducir pruebas

a favor de la teoría plutónica del origen de las rocas. En 1827 regresó a Berlín, donde recibió los nombramientos

de tutor del príncipe heredero, Consejero privado y Chambelán de la Corte, ocupándose en organizar estaciones

de medición del campo magnético terrestre. En 1829 viajó a Rusia y Siberia volviendo con información

geográfica, geológica y meteorológica. Humboldt retomó un trabajo que ya había iniciado en América; descubrir

el origen de las fluctuaciones repentinas del campo geomagnético de la tierra (las denominadas tormentas

magnéticas). Para saber si el factor que las producía era terrestre o cósmico, considero necesario establecer

observatorios en varios puntos del planeta, así que solicitó de la Royal Society de Londres el permiso para

instalarlos en los dominios británicos de ultramar. El gobierno accedió y se le proveyó de los medios necesarios

para trasladarse a Canadá, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda. Así fue como descubrió la correlación entre las

tormentas magnéticas en la atmósfera terrestre y el cambio periódico de la actividad de las manchas solares; es

decir: el origen del fenómeno es de carácter cósmico. Pasó sus últimos 25 años componiendo una obra

enciclopédica sobre la estructura del Universo, ―Kosmos‖, síntesis de todos los conocimientos de su época sobre

ciencias naturales. En vida sólo aparecieron cuatro volúmenes, no pudo ser testigo del éxito que alcanzó la obra,

tanto que fue traducida a la mayoría de las lenguas europeas. Además de ésta, destacan ―Viaje a las regiones

equinociales del nuevo mundo‖, y varias más. Humboldt murió en 1859 en la misma ciudad que le había visto

nacer 90 años atrás: Berlín.

Illingworth Hunt, Juan: (1786 – 1853). Marino inglés, combatió en Europa contra Francia, navegando en

aguas de Holanda y Dinamarca. En 1817, a instancias de un agente chileno condujo en una corbeta a Lord

Cochrane hasta playas chilenas. La nave, cambiado su nombre, siguió al mando de Illingworth, incorporándose a

la lucha emancipadora. Liberado Ecuador, Illingworth fué nombrado Comandante General del Departamento

Marítimo y en 1822 fundó La Escuela Naval Ecuatoriana.

Isabel I de Inglaterra: Hija de Enrique VIII y de Ana Bolena. Subió al trono a la muerte de su hermanastra

María en 1558. Restableció el protestantismo y configuró oficialmente el anglicanismo. Para evitar y cercenar

las conspiraciones católicas, ordenó encarcelar y ejecutar a María Estuardo. En política exterior mantuvo una

prolongada rivalidad con la España de Felipe II.

Isabel I: Reina de Castilla (1451-1504). Durante su mandato se establecieron las bases del nuevo Estado

español; institución de la Inquisición; reordenación legislativa en las Cortes de Toledo; promulgación de las

―Ordenanzas reales de Castilla‖; reformas de las finanzas de la Hacienda y del Ejército; asimilación de la

levantisca nobleza por medio de un sistema de servicios a la Corona, etc. … Ayudó a impulsar las ideas de un

navegante genovés, Cristóbal Colón.

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Ismail Bajá – Jedive de Egipto: Fue nombrado jedive por Turquía en 1863. Reformó la enseñanza y emprendió

diversas mejoras urbanísticas. En 1869 inauguró el canal de Suez. Debido a la presión de Inglaterra y Francia,

que habían asumido el control de la deuda pública egipcia, el sultán le obligo a abdicar en 1879.

Iturbide y Aramburu, Agustín de: Militar y político mexicano. Destacado jefe del ejército realista, luchó

contra Guerrero al frente de la Comandancia militar del Sur. En febrero de 1821, acordó con el líder rebelde el

Plan de Iguala, que establecía la independencia de México. De acuerdo con el virrey O’Donojú entró en la

ciudad de México, constituyó una Junta provisional y posteriormente asumió la Presidencia del Consejo de

Regencia. En junio de 1822 fue coronado emperador con el nombre de Agustín I. Disolvió el Congreso y

gobernó dictatorialmente. El levantamiento del general Santa Ana le obligó a abdicar en marzo de 1823. Tras

exiliarse en Europa, regresó a México en junio de 1824, ignorando que había sido considerado traidor. Pocos

días después, fue detenido y fusilado.

Jackson, Andrew: Político estadounidense. Fue senador y magistrado de la corte suprema de Carolina del Sur.

En 1815 expulsó a los ingleses de Nueva Orleáns y conquistó la Florida a los españoles (1818). Fue Presidente

de la República y llevó a cabo una política aislacionista, lo que provocó amenazas de escisión de algunos

Estados. Su política monetaria provocó una crisis financiera que llegó hasta Europa.

Jauffroy D’Abbans, Claude-Francois: Conde y Marqués francés. Ingeniero. En el año 1778 ya experimentó

con una maquina de vapor. En 1782 construyó un barco de ruedas. En las pruebas efectuadas, la embarcación

remontó la corriente del río Saona durante quince minutos. El acta de ese hecho se remitió a la Academia de

Ciencias, la cual consideró que la prueba no había sido lo bastante concluyente para que le fuera concedida una

ayuda económica del Gobierno. Con la llegada de la revolución, Jonffroy emigró, y al volver a París en 1816,

construyó otro vapor que no tuvo éxito y lo llevó a la ruina.

Jefferson, Thomas: Político estadounidense. Redactó la Declaración de Independencia (1776); fue Secretario de

Estado con Washington y ocupó la vicepresidencia con J. Adams, desde 1797 a 1800. Ese último año obtuvo un

rotundo triunfo al frente del Partido Republicano. Durante su gobierno adquirió Lousiana a Francia e inauguró la

nueva capital, Washington.

Jenner, Edgard: Médico y biólogo británico. Debe su fama al descubrimiento de la vacuna de la viruela.

Jervis, John (Conde de Saint Vincent): Almirante ingles. En 1797 trabó combate frente al Cabo de San

Vicente, con la escuadra española de Córdova, consiguiendo el triunfo. A dicha acción siguió el bloqueo de

Cádiz. En ese tiempo tuvo que hacer frente al constante estado de insubordinación de las tripulaciones, logrando

controlarlo. En 1800 se hizo cargo de la Dirección del Almirantazgo, acometió la habilitación de la escuadra del

Báltico y resolvió un gran problema en los arsenales donde el personal estaba muy corrompido. Seguía al frente

del Almirantazgo cuando fué derrotado el emperador de los franceses. Al fallecer, se le erigió un monumento en

la catedral de San Pablo, en Londres.

Jones, John Paul: Considerado el fundador de la Armada de los EE.UU. En 1788, invitado por la emperatriz

Catalina II entró en la marina de guerra rusa con el grado de contralmirante, luchando contra Turquía en el Mar

Negro, pero lo abandonó al año siguiente, por las intrigas de Potemkin, celoso de su fama. Luego ofreció sus

servicios a Austria y al no ser aceptado, se retiró a París, muriendo en plena Revolución. Sus hazañas cayeron en

el olvido, pero en 1905, descubierto sus restos, fueron llevados a Annápolis y depositados en 1913 en la cripta de

la Academia Naval.

Jorge III (de Inglaterra): Sucedió a su abuelo, Jorge II, en 1760. Durante su reinado se produjo la secesión de

las colonias americanas. Preso de una enfermedad mental, en 1810 cedió la regencia de Inglaterra a su hijo

Jorge.

José I Bonaparte: Rey de España. Hermano de Napoleón I y rey de Nápoles desde 1806; por la constitución de

Bayona, inspirada en la francesa, accedió al trono español en 1808 hasta que la situación a la que se llegó en la

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guerra de independencia, adversa a las armas napoleónicas, le hizo abandonar el país (1803). Buscó el apoyo de

los antiguos ―ilustrados‖ que vieron en él la posibilidad de continuar la política reformista iniciada por Carlos III

e interrumpida posteriormente. No consiguió en ningún momento gozar de autonomía política con respecto al

Imperio Francés. Aunque carecía de aptitudes para la profesión militar estaba bien dotado para la política y la

administración; no pudo, sin embargo, ganar el afecto de los españoles, que le pusieron el sobrenombre de ―Pepe

Botella‖. Tras la derrota de su hermano, se retiró a los EE.UU., luego a Inglaterra y, por último, a Florencia,

donde acabó sus días.

Juan II: Rey de Portugal (1455-1495). Su reinado se caracterizó por la expansión marítima de Portugal y por la

afirmación del poder real frente a la realeza. Firmó con Castilla el Tratado de Tordesillas (1494).

Juan VI: Monarca portugués. Hijo de Pedro III y de la Reina María. Ejerció la regencia durante la demencia de

su madre y subió al trono a la muerte de ésta (1816). Durante la invasión napoleónica, se refugió en Brasil, cuya

independencia aceptó posteriormente. También juró la Primera Constitución portuguesa (1821).

Juan y Santacilia, Jorge: Jefe de Escuadra de la Armada española. Como guardiamarina asombró pronto con su

talento, en el estudio de la astronomía, cosmografía y navegación y de las ciencias matemáticas, relacionadas

con la marina. En 1734, cuando aún no contaba con 21 años, fué nombrado en unión del también célebre

Antonio de Ulloa para formar parte de la Comisión Científica, que enviada por el rey de Francia Luís XV, había

de ocuparse de la medición del meridiano en las cercanías del Ecuador y de rectificar la verdadera figura de la

Tierra. Durante los 11 años que permaneció Jorge Juan en América, no sólo se dedicó a los trabajos científicos,

sino que por comisión del virrey, a poner en estado de defensa numerosas plazas y puertos de aquellas costas. En

1748, junto con los brigadieres de guardiamarinas José Solano y Pedro de Mora fué enviada a Inglaterra para

estudiar los métodos ingleses de construcción de buques. Dirigió la construcción de los arsenales de El Ferrol y

Cartagena. Su fama le hizo ser consultado sobre diferentes materias: obras civiles e hidráulicas, minas, dirección

de canales y riegos, … en 1754 fué nombrado capitán de la Compañía de Guardiamarinas, mejorando sus

estudios, escribiendo para los alumnos ―Compendio de Navegación‖, la mejor obra de este tipo durante bastante

tiempo, y dotando a la escuela de buenos maestros y excelentes medios. Como complemento del

establecimiento, fundó en Cádiz un Observatorio, más tarde trasladado a la isla de San Fernando, en la bahía.

Escribió su célebre obra ―Examen marítimo‖. En 1767, se le nombró embajador extraordinario ante la Corte de

Marruecos. En 1770 se le honró con el cargo de Director del Seminario de Nobles. Fué académico de las Reales

Sociedades de Londres y Berlín. Publicó gran número de obras científicas y literarias. Murió de un ataque

epiléptico, recordado como uno de los hombres más sabios de su época. Entre sus obras, se encuentran:

―Noticias secretas de América sobre el estado naval, militar y político de los reinos del Perú y provincia de

Quito‖; ―Estado de la Astronomía en Europa‖; ―Método de levantar y dirigir el mapa o plano general de

España‖.

Juárez García, Benito Pablo: Político mexicano. Diputado y Gobernador del Estado de Oaxaca y Presidente de

la Suprema Corte de Justicia; defendió la constitución de 1857 de carácter progresista. Al ejercer la Presidencia

de la república llevo a cabo la nacionalización de los bienes del clero y dictó un cuerpo de leyes avanzadas que

se conocen como ―Leyes de Reforma‖. La crisis financiera en la que se encontraba México le decidió a

suspender el pago de la deuda exterior, lo que provocó la intervención de Francia y la instauración del Imperio

de Maximiliano de Habsburgo, mientras que Juárez dirigía la resistencia desde la frontera de EE.UU.

Presionado Napoleón III por los americanos, y con problemas en Europa, retiró sus tropas de México y Juárez,

después de fusilar a Maximiliano entró de nuevo en la capital. Fue reelegido Presidente en 1867 y en 1871. En su

última etapa de Gobierno se enfrentó a una fuerte oposición y a varios levantamientos.

Kennedy Walter: Pirata irlandés que formó parte de la tripulación de Davis y a la muerte de éste, sirvió bajo el

nuevo capitán, Bartholomew, Roberts. Fue colgado en junio de 1721.

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Kéops: Segundo faraón egipcio de la IV dinastía (s. XXVI a. C). Mandó construir la Gran Pirámide de Gizeh

que lleva su nombre, en la que fue sepultado.

Kidd, William: Pirata inglés. Comenzó a navegar muy joven, para establecerse luego en Nueva Cork, donde

contrajo matrimonio. En 1691 fue recompensado por sus servicios contra los corsarios franceses y años más

tarde el gobernador de Massachusetts le dió patente de corso para defender a los buques ingleses en aguas de

lndia. Al no hacer presas, decidió practicar la piratería. En 1699 se le capturó y envió a Londres, donde se le

declaró culpable, siendo colgado. Sin embargo, parecer ser que en el juicio abundaron las falsedades y en su

condena jugaron muchos intereses personales, pues Kidd había formado sociedad con el noble inglés,

gobernador de Massachusetts y otros altos personajes de la sociedad inglesa.

La Bourdonnais, Bertran-Francois, (Conde de Mahé): Marino francés. Entró al servicio de la Compañía

Francesa de la India en 1725, distinguiéndose en la toma de Mahé. Posteriormente fué Gobernador General de

las islas San Mauricio y Reunión y se le confió el mando de la flota de la India en 1740. Acusado por Dupleix de

haber vendido Madrás a los ingleses, se les destituyó y fue encerrado en la Bastilla. Al cabo de tres años y

medio se pudo pregonar su inocencia; se le puso en libertad, pero no le fueron devueltos sus bienes y murió en la

miseria.

La Condamine, Charles: Explorador y científico francés. Dirigió la célebre expedición para determinar la

posición exacta del Ecuador. Años más tarde, desciende por el Amazonas hasta el Océano y alcanza por mar la

Guayana Francesa.

La Fayette, Marie-Joseph Motier: Marques de: general y político francés. Lucho a favor de los insurgentes en

la guerra de la independencia de EE.UU. Diputado por la nobleza en los Estados Generales de 1789, fue

nombrado Comandante de la Guardia Nacional de Paris. Durante la revolución de 1830 nuevamente fue

nombrado Comandante de la Guardia Nacional.

La Perouse, Jean-Francois de Galaup, (Conde de): Jefe de Escuadra de la Marina Francesa. Intervino en la

Guerra de los Siete Años y en la guerra en América. En 1785, por orden del rey Luís XVI, salió a ejecutar un

viaje del género de los de Cook y Bougainville. Con dos fragatas se hizo a la mar, con el encargo de encontrar un

paso al Atlántico por el norte del Pacífico, explorar los mares de China, las islas Salomón y la ―Terra Australis‖.

Llegó a las costas de Alaska en 1786 y después de soportar un mal tiempo, se acercó a las Filipinas y de allí a las

costas de Japón, Corea y la ―Tartaria China‖. Recorrió los estrechos que se llamaron de La Perouse y de La

Brújula. Por medio de uno de sus subalternos, Lesseps, antepasado del famoso constructor del Canal de Suez,

envió al rey los diarios, planos y cartas levantadas; a fines de 1787 zarpó otra vez para el Sur, perdiendo al

comandante de la otra fragata, degollado por los indígenas de la isla Mauna, cerca del archipiélago de los

Navegantes. Visitó después las islas de los Amigos, Norfolk y Botanay Bay. Aquí desembarcó y escribió su

último despacho al gobierno francés, y volviendo a zarpar no se llegó a saber más de su expedición.

Laborde y Navarro, Angel: Jefe de Escuadra de la Marina Española. Navegó por el Atlántico, Mediterráneo y

el Pacifico. En 1820 se le confió el mando de una división naval con destino a Costa – Firme, utilizando Puerto

Cabello como Apostadero. Pasó a La Habana y al saber que bloqueaba a Puerto Cabello una división gran–

colombiana, al mando del Comodoro Danells, trabó combate, apresando a las corbetas Maria Francisca y Zafiro,

levantando el bloqueo. En contra de su opinión y en obediencia al General Morales, jefe máximo español en

Venezuela, penetró en el Lago de Maracaibo, para ser derrotado por los buques independentistas al mando de

Padilla. Fue nombrado en 1825 Jefe del Apostadero de La Habana. Fue a auxiliar al castillo de San Juan de Ulúa,

último reducto español en México, pero un huracán le dispersó los barcos; poco después capitulaba el castillo.

En 1829 fue ascendido a Jefe de Escuadra; continuó Laborde en La Habana, manteniendo en buen estado todo lo

concerniente a la Marina en Cuba. Murió en 1834.

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Lafitte, Nicolás: Corsario francés, nacido en Burdeos en 1781 y fallecido en fecha desconocida. Incorporado a

la Marina, desertó en 1806 para sustraerse a una pena que le había sido impuesta y fue a unirse a corsarios del

Mar de las Antillas, que le nombraron su capitán. En 1813 fue hecho prisionero en New Orleáns, siendo puesto

en libertad por los servicios que prestó al general americano Jackson en la defensa de esa ciudad contra los

ingleses. Después continuó su vida de corsario, respetando siempre al pabellón francés, pero haciendo una guerra

sin cuartel a los ingleses.

Lee, Robert Edward: General estadounidense (1807 – 1870). Intervino en la guerra con México y prestó

servicio en la frontera de Texas. Al estallar la guerra de Secesión (1861), se unió a los confederados. En 1862

fue general en jefe del ejército de Virginia del Norte, con el que logró varias victorias, pero en julio de 1863 fue

vencido en Gettysburg. Capituló ante Grant en Appomattox.

Leonardo da Vinci: Pintor, escultor, arquitecto, ingeniero, biólogo, músico, escritor y filósofo italiano (1452 –

1519). Discípulo de Verrocchio, está considerado el genio mas completo de todos los tiempos; su obra abarca la

totalidad de los conocimientos de su época, no sólo en el campo de las artes, sino también en el de las ciencias y

la filosofía. Concibió varios mecanismos y aparatos de los que ejecutó modelos a escala reducida. Dirigió la

construcción de la mayor parte de los canales de Lombardía, llevó a cabo importantes trabajos en la catedral de

Milán y esculpió la estatua ecuestre de Francisco Sforza, de proporciones colosales. Como biólogo se le deben

valiosos estudios sobre anatomía. En el terreno de la investigación experimental, fue un precursor de Bacon y

Galileo. Pintó muchos cuadros entre los que cabe citar de su período de juventud sus dos Anunciaciones y la

Adoración de los Magos; de su estancia en Milán, la Virgen de las Rocas y la Santa Cena, y durante el período

que permaneció en Florencia, Santa Ana con la Virgen y el Niño, la Batalla de Anghiari, Leda y la Gioconda.

Escribió un célebre Tratado de la Pintura, donde expuso su concepción del arte. Sus manuscritos, caligrafiados

de derecha a izquierda (escritura de espejo), se encuentran reunidos en diversas colecciones y cubren temas de

aviación, arquitectura e ingeniería mecánica.

Lesseps, Ferdinand, Vizconde de: Diplomático francés. Ingresó al Servicio Consular en 1825. Ocupó

diferentes cargos en varias ciudades, entre ellas, Alejandría. Por cinco años fue Cónsul en El Cairo y allí, por su

valeroso comportamiento durante la peste que atacó a la ciudad, se vio recompensado con la Cruz de la Legión

de Honor. Después estuvo destinado en Rótterdam, Madrid y Barcelona. En 1848 fue nombrado Ministro de

Francia en Madrid. Seis años mas tarde concibió el proyecto de construir el Canal de Suez y en 1856 obtuvo la

concesión del Virrey de Egipto. Trans formar la compañía que había de acometer la empresa, se iniciaron las

obras en abril de 1859, finalizando diez años después, siendo inaugurado el 17/12/1869. El éxito animó a

Lesseps a realizar el de Panamá pero le faltó dinero y el proyecto se le presentó en la práctica como irrealizable.

Después del fracaso, el Consejo de Administración le acusó de fraude y fue condenado a cinco años de prisión.

Perteneció a la Academia de Francia, a la Academia de Ciencias y a numerosos círculos científicos de otros

países.

Lezo, Blas de: Marino español. Inicia su carrera naval luchando con los franceses contra una escuadra anglo-

holandesa. En este su primer combate, merece el elogio del Almirante francés y su ascenso a Alférez de Navío

pues habiéndosele llevado la pierna izquierda una bala de cañón siguió con gran estoicismo en su puesto de

combate. Posteriormente intervino en diferentes operaciones y en una de ellas, perdió también el ojo izquierdo.

A los 25 años ya era Capitán de navío. En 1712, en la defensa de la ciudad de Barcelona, quedó inutilizado del

brazo derecho. Después, operó en el Caribe y en los mares del Atlántico Sur, efectuando numerosas salidas

contra corsarios en aguas chilenas y peruanas. En 1730, ya como Jefe de Escuadra, toma la plaza de Oran en el

Norte de África y sigue operando en el Mediterráneo contra los piratas argelinos hasta que cayó enfermo de

gravedad. El rey, como recompensa a sus servicios le promovió a Teniente General y a cargo de la Comandancia

del Departamento Marítimo de Cádiz. En 1735 salió al mando de una flota para Cartagena de Indias, quedando

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como Comandante General de esa base, tan importante para la defensa del Caribe. Al ser atacada por una gran

flota inglesa con tropas de desembarco, se hizo cargo de la defensa, no sólo marítima, sino de toda la plaza pues

el gobernador había muerto poco antes. El sitio y los combates duraron dos meses y medio, hasta que derrotados

completamente los ingleses, se retiraron, llevándose –como dato curioso- las monedas acuñadas en Inglaterra

que celebraban el triunfo del Almirante inglés, Vernon … pero que Blas de Lezo no les dió la satisfacción de

poder ponerlas a circular. Pocos meses después, a consecuencia de otras tres nuevas heridas recibidas en ese, su

último combate, el insigne tuerto, cojo e imposibilitado de un brazo, el heroico Lezo fallecía en la ciudad que

defendió: Cartagena de Indias.

Lincoln, Abraham: Político estadounidense (1809 – 1865). Nacido en el seno de una familia de pioneros, fue

diputado de Illinois y del Congreso Federal, período durante el cual se mostró contrario a la guerra con México y

a la esclavitud. Ingresó en el nuevo Partido Republicano y fue elegido Presidente de los Estados Unidos en 1860.

Declarada la guerra de Secesión, trabajó intensamente para ganarla y proclamó la emancipación de esclavos en.

Fue reelegido en 1864. Cuatro días después de la victoria nordista, fue asesinado en Washington por un sudista y

proesclavista fanático, llamado John Wilkes Booth, mientras presenciaba una representación teatral.

Lind, Jaime: Médico inglés. Fue el primero que describió con exactitud el escorbuto y también hizo importantes

estudios sobre las enfermedades de los europeos en los países cálidos, y de los marinos.

Locke, John: Filósofo inglés (1632 –1704). Sus ideas liberales le llevaron a oponerse al absolutismo de los

Estados Unidos, por lo que abandonó su país -al que no regresó hasta la revolución de 1868- y residió en

Francia y en Holanda. Es, con Berkeley y Hume, la figura más representativa del empirismo inglés. Preocupado

por el problema del origen y los límites del conocimiento, en su obra ―Ensayo sobre el entendimiento humano‖

expone sus teorías empiristas, según las cuales, el único conocimiento cierto es el de la propia existencia. En

política, sus ideas acerca del individuo y la sociedad influyeron en la gestación del liberalismo moderno. Otras

obras suyas son ―Ensayo sobre el gobierno civil‖ y ―Algunos pensamientos sobre educación‖.

López Méndez, Luís: Nació en Caracas 1758. Abogado y maestro en filosofía, graduado en la Universidad de

Caracas. Diplomático, representante de Venezuela y Colombia en Londres. Contrajo matrimonio en segundas

nupcias con una sobrina de Francisco de Miranda. En 1797 fue Alcalde Ordinario de Caracas. En 1810 abrazó la

causa de la revolución en Venezuela. Con Simón Bolívar y Andrés Bello constituyó la Comisión que llegó a

Londres en representación de la Junta Suprema de Caracas, con el propósito de pedir al Gobierno Inglés el

reconocimiento del sistema político surgido en Venezuela el 19/04/1910. Al volver Bolívar a Venezuela, quedó

en Londres para seguir intentando tal reconocimiento. En 1817 Bolívar le nombro Agente y Comisionado

especial de la República de Venezuela en la ciudad de Londres, autorizado para otorgar jurídicamente todo

género de escrituras y obligaciones a nombre de la República. Se le otorgaron los mismos poderes a Andrés

Bello, los cuales serian cumplidos en ausencia o muerte de López Méndez. A fines de ese mismo año empieza a

preparar y organizar expediciones de oficiales y tropas británicas, y a contratar material de guerra, vestuario,

barcos y otros suministros con destino a Venezuela. En 1821 la República de Colombia le revocó los poderes

que le habían sido conferidos en 1817 y le ordenó que regresase a dar cuenta de sus operaciones. En diciembre

de 1822 fué nombrado agente diplomático en las Cortes de Francia, Países Bajos y ciudades Hanseáticas, con

orden de tomar el carácter de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario, llegado el caso del

reconocimiento de la República de Colombia (Gran Colombia) por aquellos gobiernos. En 1826 partió al Perú y

desde Lima escribió a Bolívar varias cartas; en una de ellas le pide que le ayude pues padece de falta de recursos

para poder subsistir. En 1827 se unió a un movimiento insurreccional que buscaba la autonomía de ciertos

territorios (Departamentos) del Sur y Centro, oponiéndose a la Constitución de Bolivia y a Simón Bolívar. En

Cuenca, un batallón se le sublevó y redujeron a prisión a los Jefes de tal proyecto, y a López Méndez. Fue

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remitido como prisionero a Bogota. Obtenida su liberación, pasó a Chile, donde fijó la residencia hasta su

muerte.

Low, Edward: Pirata. Personalidad doble; amante esposo y padre y en general amable con los hombres casados

que capturaba. Por otro lado, era temido como feroz y cruel; en una ocasión mató a 53 cautivos españoles.

Luís I (Portugal): Sucedió a su hermano Pedro V en 1861. Fue un distinguido cultor de las letras.

Luís XIV, “el Rey Sol”: Durante su minoría de edad, ejerció la regencia la reina madre, Ana de Austria, que

confió el gobierno al cardenal Mazarino. A la muerte del cardenal, Luís asumió personalmente el poder,

encarnando el ejemplo más claro de absolutismo monárquico. Su política expansionista chocó con las potencias

europeas, que llevaron a Francia a una guerra de desgaste. La paz de Utrecht le permitió asegurar a su nieto,

Felipe de Anjou el trono de España.

Luís XV (de Francia): Sucedió a su abuelo Luís XIV en 1715. Se hizo cargo de su gobierno, el duque de

Borbón y luego el Cardenal Flury. A partir de 1744, el rey asumió personalmente el gobierno. Al finalizar la

Guerra de los Siete Años, perdió Canadá y la India. Pretendió imponer una política autoritaria que incrementó su

impopularidad y abrió una crisis que estallaría durante el reinado de su sucesor, Luís XVI.

Lutero, Martín: Religioso agustino alemán, iniciador de la Reforma Protestante (1483-1546). Después de

cursar estudios en la universidad de Erfurt, ingresó en la Orden Agustina y se dedicó a la teología y filosofía. Su

oposición a la venta de indulgencias culminó con la publicación en 1517 de sus 95 tesis en la iglesia del castillo

de Wittenberg. Si bien Lutero no pretendía salir de la iglesia, sino denunciar los abusos, esta publicación marca

el inicio de la Reforma Protestante. Tradujo la Biblia al alemán, y siguió publicando obras, al tiempo que

organizaba su iglesia.

Madison, James: Político estadounidense (1751 - 1836). Miembro de la convención constitucional, fue junto a

Jeffersson el fundador del Partido Republicano. Se encargó de la Secretaría de Estado entre 1801 y 1809, y

ocupó la presidencia de la Republica en dos periodos sucesivos (1809-14). Tuvo que afrontar la guerra contra

Inglaterra (1812-14).

Magallanes, Fernando de: Navegante portugués. Desde la India participó en las expediciones de Sumatra,

Malaca y Goa. Regresó a Portugal. Enemistado con su rey, marchó a Sevilla y logró que Carlos V financiase la

expedición en busca de un paso occidental hacia las Molucas. Salió de Sanlúcar de Barrameda en 1519. Exploró

el estuario del Río de la Plata e invernó en la Patagonia. Tras localizar y atravesar el estrecho de su nombre, se

internó en el Océano Pacífico. Murió en Filipinas, en la isla de Mactán, en un ataque de los indígenas.

Malaspina, Alejandro: Brigadier de la Armada española. Navegó en diferentes buques por el Mediterráneo y

por el Atlántico, haciendo también un viaje a las Filipinas. Se halló en el combate entre la escuadra de Lángara y

el inglés Rodney y también en un ataque a Gibraltar. Dio la vuelta al mundo como Teniente de la Compañía de

Guardiamarinas. De esa experiencia sacó el proyecto de la expedición, que una vez conseguido el permiso,

realizaría al mando de las corbetas ―Descubierta‖ y ―Atrevida‖, que fueron construidas expresamente bajo

indicaciones del propio Malaspina, como así mismo hizo elaborar y aplicar tratados sobre la dieta y profilaxis de

las dotaciones. El móvil del viaje, no solo eran los levantamientos hidrográficos, los reconocimientos, las

observaciones astronómicas y los estudios de historia natural, sino también el conocer el estado político y militar

de los territorios españoles de Ultramar. En su viaje pasaron el paralelo 60ª de latitud norte, cerca de los

establecimientos rusos de Alaska. Al sudoeste del monte San Elías quedó bautizado, con el nombre de

Malaspina, como recuerdo de la expedición, un glaciar inmenso, el mayor del continente americano, con una

superficie de 5.000 km cuadrados. Habían recorrido las costas americanas y asiáticas del Pacífico y sus

archipiélagos; luego el Atlántico Sur y finalmente, Cádiz, en septiembre de 1793, después de cuatro años de

duración y un resultado fructífero en aportaciones para la ciencia. Además de los trabajos realizados por los

oficiales de los buques, son dignos de considerarse los de los profesores que iban en las corbetas: de historia

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natural, de botánica, de pintura y un disecador. Dos años después de su llegada, Malaspina fue detenido, y

mientras el público ilustrado aguardaba la publicación del viaje, el marino estaba pagando el propugnar ideas

avanzadas: escribió que a América se le debía dar gran autonomía ―grandes franquicias de navegación,

industria, comercio y agricultura, y la existencia de un puerto franco en España para el comercio extranjero con

América; no obstante, conservando unidad del sistema religioso, legal y militar con la metrópolis‖. Al año de

estar preso, el rey dispuso se sobreseyese la causa, dándole libertad, pero desterrándole.

Marco Antonio: General romano (?, 83 - ?, 30 a. C.). Se destacó en la batalla de Farsalia (48 a. C), en la que

estuvo al mando del ala izquierda del ejército de César. Cónsul con César en el año 44 a. C., formo con Octavio

y Lépido el segundo triunvirato (43 a. C.). Tuvo una actuación decisiva en la batalla de Filipos contra los

asesinos de César y se hizo cargo del gobierno de Oriente tras la paz de Brindisi. Contrajo matrimonio con

Octavia y, posteriormente, con Cleopatra, con la que se instaló en Alejandría. Su ambición política, instigada por

Cleopatra, motivó que el Senado le retirara sus poderes de triunviro; derrotado por las tropas de Octavio en

Accio (31 a. C.), huyó a Egipto donde se suicidó.

Marques Lisboa, Joaquín: Almirante brasileño, nació en 1807 y murió en 1897. Alistóse en la marina como

voluntario a los dieciséis años y embarcó en la fragata ―Niteroi‖ al mando de John Taylor, para tomar parte

activa en la lucha por la independencia de su país. También sirvió a las órdenes directas del Almirante Cochrane,

quién aseguró en una frase profética, que el voluntario Joaquín Marques Lisboa sería el futuro ―Nelson

brasileño‖. Se batió contra la llamada Confederación del Ecuador y estuvo en la pacificación de las provincias

del Para y Maranhao, así como en la Campaña de Cisplatina, siendo hecho prisionero. Durante largo tiempo

mandó el vapor de guerra ―Affonso‖; en dos graves circunstancias tuvo ocasión de demostrar sus grandes dotes

marineras: al hacer el salvamento en difíciles condiciones del buque inglés ―Ocean Monarch‖, frente a

Liverpool, y el portugués ―Vasco Da Gama‖, cerca de Río de Janeiro. En la Campaña Oriental, siendo ya

Almirante, mandaba las fuerzas navales brasileñas en aguas del Río de La Plata, dirigiendo el bombardeo y

asalto de Paisandú, en el Río Uruguay. El 10 de abril de 1865, inició las operaciones contra el Paraguay con

una escuadra de diecisiete buques y dos transportes, entre las que cabe destacar la marcha por el Río Paraná (11-

06-1865), cuyo desenlace fue definitivo para el resultado de la guerra. En los combates de Curuzú y Curupaiti

(septiembre de 1866) mandaba las fuerzas navales brasileñas, cuando fue sustituido por el Almirante Vizconde

de Inhauma. En 1887 se le otorgó el título de Conde y en 1888 el de Marqués de Tamandaré; anteriormente se la

habían conferido ya los de barón y vizconde. El Almirante Marques es considerado el Padre de la Marina del

Brasil y el 13 de diciembre, fecha de su nacimiento, fue instituido como ―Día del Marinero‖ porque ―representa

en la Historia Naval del Brasil la figura más destacada entre los ilustres oficiales de Marina que honraron su

clase‖.

Maximiliano I de Habsburgo, Fernando José: Emperador de México (1832 – 1867). Era Archiduque de

Austria y hermano del emperador Francisco José I. Aceptó la corona que en 1863 le ofreció la llamada junta de

notables durante la ocupación de la Ciudad de México por los franceses. Sólo mandó en la parte del país

ocupada por tropas francesas, ya que Juárez no dejó nunca de actuar como presidente. Éste le venció y tras un

consejo de guerra fue ajusticiado.

Mazarino, Jules: Estadista y cardenal francés, de origen italiano. Valedor de la política francesa en Italia, fue

Nuncio extraordinario en Paris y logró el favor de Luís XIII y del Cardenal Richelieu. Gracias al cardenal logró

también el capelo cardenalicio y el cargo de Ministro de Estado. Político hábil y sinuoso, dirigió el país durante

la regencia de Ana de Austria y la minoría de edad de Luís XIV, firmando con el Imperio la paz de Westfalia;

hizo frente a la revuelta de La Fronda, impuso a España la paz de los Pirineos y preparó el matrimonio de Luís

XIV con la infanta española María Teresa de Austria.

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327

Mendaña, Álvaro de Niera: Navegante español. Hizo dos expediciones en el Pacífico, descubriendo las islas

Salomón y las Marquesas.

Méndez Núñez, Casto: Contralmirante de la Armada española. En 1848 prestó distinguidos servicios en Italia,

en la expedición en apoyo a la Santa Sede. Desempeñó el mando en varios buques. Estuvo destinado en las

Filipinas, donde cumplió acciones importantes y heroicas contra los piratas de aquellas aguas. Ascendido a

capitán de navío, cumplió varias misiones en aguas del Caribe. En 1864 se le dio el mando de la fragata

acorazada ―Numancia‖, destinada a la escuadra del Pacífico. Se incorporó a esa escuadra, mandada por Pareja.

Despertó gran expectación en los círculos navales este viaje de la ―Numancia‖, a través de los océanos, ya que

era el primer buque acorazado que realizaba tal prueba. Iniciada la guerra contra los países sudamericanos con

costas en el Pacífico, accedió al mando de la escuadra, después del suicidio de Pareja. Durante el desarrollo de la

campaña, bombardeó a Valparaíso, cumpliendo órdenes recibidas, aunque haciéndolo con disgusto.

Posteriormente hizo lo mismo en El Callao, manteniendo fuerte duelo artillero contra las defensas de esa plaza

fuerte. Habiendo recibido varias heridas, continuó dirigiendo desde su puente de mando. Acatando órdenes,

interrumpió las hostilidades y volvió con sus buques a España, después de penosa y larga campaña, a enorme

distancia de alguna base de apoyo, sufriendo sus dotaciones durante dos años todo genero de privaciones y

epidemias. Muchos quisieron captarlo para la política pero no se plegó a ninguna de esas peticiones.

Desempeñando el cargo de Vicepresidente del Almirantazgo, cayó gravemente enfermo y murió cuando sólo

contaba 45 años de edad.

Menéndez de Avilés: Marino español. Exploró la Florida, de la que fue Adelantado y Gobernador General.

También, Gobernador de Cuba; en 1574 fue reclamado por el Rey para organizar la ―Armada Invencible‖ pero la

muerte le sobrevino antes de que pudiera hacerse cargo de la misión.

Mercator, Gerardo: Matemático y geógrafo. Flamenco, quien ideó el célebre sistema de proyección que lleva

su nombre. Mediante el artificio del desarrollo cilíndrico, los meridianos paralelos y los paralelos crecientes, este

gran geógrafo logró trazar lo que los navegantes precisaban: unos rumbos fijos traducidos en el mapa por líneas

que cortan los meridianos formando un ángulo constante. Es el principio de la loxodromía, el sistema que da

lugar a la llamada ―carta‖. Estuvo al servicio de Carlos V.

Michelena, Juan Ángel: nació en Maracaibo y sentó plaza como Guardiamarina en 1786. Navegó en el

Mediterráneo y Caribe en sus primeros años como Oficial. Combatió contra la Francia Republicana. Como

Alférez de Navío en el navío ―Príncipe de Asturias‖, estuvo en la batalla contra los ingleses en el cabo San

Vicente. Como Teniente de Navío, al mando de un Bergantín, durante dos años llevó el Correo a Puerto Rico, La

Habana, Veracruz y Cartagena de Indias. Al término de está comisión, se le concedió permiso para mandar una

fragata particular para Montevideo. Declarada la guerra contra Inglaterra, se presentó al Comandante de Marina

de ese Apostadero. Tomada Buenos Aires por los ingleses, por sorpresa, Michelena, al mando de marinos

desembarcados, intervino en los combates de reconquista de la ciudad. Ante un nuevo ataque inglés, Michelena

con Infantes de Marina y marineros, formó un batallón y efectuó la defensa del Campo del Retiro, ante miles de

soldados ingleses, con sólo 400 hombres. Capituló, cuando le quedaban solamente 20 hombres en disposición de

combatir. Está heroica defensa produjo distracción y fuerte desgaste al enemigo, ayudando a que los ingleses

capitularan, más tarde, en Buenos Aires, evacuando el territorio del Virreinato Por su brillante acción, fue

ascendido a Capitán de Fragata. Depuesto en mayo de 1810 el Virrey y las autoridades, por el partido

independiente, Michelena se presentó a sus Jefes en Montevideo y se le dió el mando de un Batallón de

Infantería de Marina. Operó contra los insurgentes, derrotándolos sobre el río Uruguay y tomó la villa de ese

nombre, sosteniéndola desde noviembre de 1810 hasta mayo de 1811 en que recibió orden del Virrey para

abandonarla. Clavó la artillería y se retiró a Montevideo. Se le confió el mando de una División Naval para que

pasase a bombardear Buenos Aires y hostilizase la costa. Desempeñó su comisión, a pesar de tener en aquella

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ciudad a su mujer e hijos. Celebrado un armisticio, al mando de la fragata ―Ifigenia‖ volvió a España.

Nuevamente zarpó con una expedición a Montevideo en 1813. En junio de 1814 capituló Montevideo y

Michelena quedó prisionero en Buenos Aires, intentando escapar en varias ocasiones y lográndolo en abril de

1820. Después de muchas peripecias, dos años más tarde, en un bergantín inglés logró llegar a Gibraltar y se

presentó en Cádiz. En 1824 ascendió a Brigadier, condecorado con la Legión de Honor francesa y La Cruz

Laureada de la Marina Española. En 1825 fue nombrado Gobernador Militar y Político de la Plaza de El Ferrol.

Durante aquel tiempo, con insurrecciones de los Liberales, no se ensañó en su Gobierno contra ellos, conducta

que le valió más de un disgusto con el Capitán General de Galicia. Fue ascendido a Jefe de Escuadra y

condecorado con la Real y Militar Orden de S. Hermenegildo. En 1831, por Real Orden, fue nombrado

Gobernador de Castellón, en las costas del Mediterráneo español. Cuando se disponía a marchar a su nuevo

destino, falleció a los 57 años de edad y más de 43 de servicio.

Ming (dinastía China): (1368-1644). Integrada por 16 Emperadores chinos. En su tiempo, florecen el arte y la

literatura y se conquistan nuevos territorios, como Manchuria meridional y Yunán. La población crece a raíz de

la prosperidad económica. Se autoriza la entrada de misioneros cristianos en el país; se prohíbe la navegación de

altura.

Miranda, Francisco de: Precursor de la Independencia de Venezuela y de Hispanoamérica. Fue efectivo

combatiente en tres continentes: África, Europa y América. Poco antes de cumplir 21 años y, deseoso de servir

en el ejército real se embarca para España. En Madrid se dedica al estudio de las matemáticas, de los idiomas

francés e inglés y de la geografía. Empieza a constituir su biblioteca con obras de filósofos y enciclopedistas,

varias de ellas prohibidas por la Inquisición. Obtiene una plaza como Capitán, estando de guarnición, y

participando en la defensa de Melilla y en la expedición contra Argel. Es enviado a Cuba, donde ocupa el cargo

de edecán del general Cajigal, Capitán General de Cuba. Acompaña a éste en la toma a los ingleses de la plaza

de Pensacola, en la Florida occidental, ascendiendo a Teniente Coronel. Cumple una misión importante en

Jamaica y participa sobresalientemente en la conquista a los británicos de las Bahamas. Acusado por sus

enemigos de traición y malversación, escapa a EE. UU. En 1784 se embarca para Inglaterra, ya con el propósito

de conseguir ayuda para su idea de la independencia de Hispanoamérica, emprendiendo un largo viaje a través

de Europa. En Rusia, servirá al ejército ruso. Terminada su estancia en ese país, recorrerá nuevamente Europa y

en marzo de 1792 llega a París, en plena revolución. Será general de los ejércitos de la republica francesa y

envuelto en política, terminara en prisión, hasta conseguir su libertad en 1795. Regresa a Londres, donde vuelve

a plantear su idea ante el Primer Ministro Pitt. Para 1805, llegado a Nueva York, empieza a preparar una

expedición naval que llega a Venezuela en Abril de 1806, fracasando en el intento. Reorganiza sus fuerzas y el

tres de Agosto del mismo año logra desembarcar, pero ante la falta de apoyo de los habitantes, se retira. Años

mas tarde, iniciado el levantamiento independentista en su tierra natal, Venezuela, llegará a ejercer el mando de

las tropas, pero ante el fracaso de la llamada Primera Republica procede a firmar un armisticio con las tropas

realistas. Estando en el litoral de la Guaira, pernoctando, para embarcar al día siguiente, es arrestado por un

grupo de republicanos, quienes le reprochan la capitulación y es entregado al Jefe Realista. Finalmente, y al estar

vigente el delito de haber desertado del ejército realista -cuando iba a ser enjuiciado en Cuba en 1783- será

encerrado en la prisión militar de La Carraca, en Cádiz, (España), donde murió en la madrugada del catorce de

Julio de 1816. Con toda razón se le reconocerá como el ―primer criollo universal‖, siendo siempre su objetivo la

independencia y libertad de Hispanoamérica.

Monroe, James: Político estadounidense (1751 – 1831). Se distinguió como militar durante la guerra de la

independencia de su país. Ocupó, entre otros, los cargos de senador, gobernador de Virginia, en tres ocasiones,

Secretario de Estado y de Guerra. Fue uno de los encargados de negociar con Francia la compra de Louisiana y

adquirió de España la Florida. Presidente de la República durante los periodos 1817-21 y 1821-25, reconoció a

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los nuevos países independientes americanos. Es conocido por su teoría sobre política exterior, ―doctrina

Monroe‖, en la que rechazaba toda intervención de Europa en los asuntos del continente americano.

Montesquieu, Charles-Louis de Secondat, Barón De: Escritor y filósofo francés (1689 – 1755). Tras

desempeñar la presidencia del Senado de Burdeos, se trasladó a París, donde se dedicó a su labor como escritor.

En 1721 publicó anónimamente la novela epistolar ―Cartas Persas‖, sátira de las costumbres y de las leyes e

instituciones de Francia, que le proporcionó un éxito considerable. Montesquieu sentó las bases de la moderna

teoría del Estado al propugnar la soberanía popular, los derechos del hombre y la necesidad de constituciones

escritas. En 1727 fue elegido miembro de la Academia Francesa. Su obra fundamental, de carácter jurídico y

filosófico, es ―Del Espíritu de las Leyes‖ (1748). Otras obras suyas son ―Consideraciones sobre las causas de la

grandeza de los romanos y su decadencia‖ (1734) y el ―Ensayo sobre el gusto‖ (1757).

Moody, Christopher: Tenía la política de no dejar sobrevivientes después de sus ataques. Saqueó en las costas

de Carolina del Norte y del Sur. Capturado en aguas africanas fué ahorcado en Ghana.

Morales, Francisco Tomás: General español. Establecido en Venezuela, se sumó a las tropas realistas en 1812.

Tras obtener el grado de Mariscal de Campo, venció a Bolívar en Aragua y estando subordinado a La Torre, fue

derrotado en Carabobo. En 1823, siendo el máximo Jefe español en Venezuela, se apoderó de Maracaibo, para

tener que capitular y abandonar el país, como resultado de la derrota de sus fuerzas navales en la llamada

―Batalla Naval del Lago de Maracaibo‖.

Morelos y Pavón, José María: Patriota mexicano (1765-1815). Cura de Carácuaro, en 1810 se unió a la

insurrección de Hidalgo y se hizo cargo de la conquista del S de México. En 1811, Morelos controlaba parte de

Michoacán, México, Puebla y Oaxaca. Tras la toma de Acapulco (1813), convocó el Congreso de Chipalcingo,

que le entregó el poder ejecutivo y, poco después, declaró la independencia de México. La derrota de Lomas de

Santa María (diciembre, 1813) dió comienzo a su declive político y militar, acrecentado por las desavenencias en

el movimiento independista. En 1814 fue nombrado jefe del gobierno por el Congreso, que proclamó la

constitución republicana. Apresado por las tropas realistas en 1815, murió fusilado.

Morgan, Henry John: Pirata inglés. Cuando saqueó Panamá, existía un Tratado de Paz entre Inglaterra y

España. Al volver a su patria, fue arrestado. Carlos II lo rehabilitó, nombrándolo Lugarteniente General de

Jamaica.

Morillo, Pablo: Teniente general del ejército español. Cuando tenía 13 años, se alistó en los ―Batallones de

Marina‖ (Infantería de Marina). Como soldado y después como cabo y sargento, asistió a numerosas campañas

navales, (defensa de Tolón, combate de San Vicente, y batalla de Trafalgar), distinguiéndose por su intrepidez y

recibiendo varias heridas. Luchó también en la batalla terrestre de Bailén y al distinguirse, pudo ascender a

oficial, pasando al ejército. Siguió haciendo méritos y obteniendo ascensos durante toda la guerra de

Independencia contra los franceses. En 1815 fue designado general en jefe de las tropas españolas en Costa-

Firme. Tomó Cartagena de Indias y derrotó en varias ocasiones a los independentistas americanos, hasta que se

firmó con Bolívar una tregua. Al regresar a España tuvo mandos de importancia, más por razones políticas tuvo

que emigrar a Francia donde murió.

Napoleón III. Bonaparte, Carlos Luís Napoleón: (1808 – 1873). Hijo de Luís Bonaparte y sobrino de

Napoleón I, fue considerado a la muerte de Napoleón II, el jefe del partido bonapartista. Tras el fracaso de la

conspiración de Estrasburgo contra la monarquía, se exilió en Brasil, EE.UU. e Inglaterra. A su vuelta a Francia

tras la revolución de 1848, fue elegido miembro de la Asamblea constituyente y, meses más tarde presidente de

la II República. Dio un golpe de Estado y se proclamó emperador, caracterizándose por una política reaccionaria.

En 1853 contrajo matrimonio con la española Eugenia de Montijo, de la que tuvo un hijo. Su gobierno se

caracterizó por un intento de renovación de las instituciones y la economía del país. En política exterior,

participó con Inglaterra en la guerra de Crimea contra Rusia, se apoderó de Cochinchina y ayudó a la liberación

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de Italia. La desafortunada intervención en México y la declaración de la guerra a Prusia, con motivo de la

sucesión de España – que acabó con la derrota de Sedán y el encarcelamiento del emperador en un castillo –

motivó su destitución por la Asamblea, tras lo cual Napoleón III se exilió en Inglaterra.

Napoleón, Bonaparte: Oficial de artillería. Mostró su capacidad militar en el periodo de la Revolución

Francesa, en Italia. Se le encomendó el mando de una expedición a Egipto. A su regreso, dio un golpe de Estado

y fue nombrado Primer Cónsul. Derrotó a los austriacos en Italia. En 1804 se le nombró Emperador e hizo frente

a una coalición de soberanos europeos, logrando grandes victorias; empezó su declive al intentar sostenerse

militarmente en España y con un fracaso en su campaña contra Rusia. Abdicó y se retiró a la isla de Elba, de

donde volvió y recuperó el poder, hasta quedar derrotado definitivamente en Waterloo (1815); apresado por los

ingleses, fue confinado en la Isla de Santa Elena, en el Atlántico Sur, donde murió, posiblemente envenenado.

Nasser, Gamal, Abdel: Político y militar egipcio (1918-1970). Se distinguió en la guerra con Israel (1948),

dirigió el golpe de Estado que derrocó al rey Faruk (1952) y asumió la presidencia del gobierno, mientras

Naguib se hacía cargo de la República. De 1954 a 1956 fue primer ministro y gobernador militar de Egipto y,

derrocado Naguib (1954), le sucedió en su cargo al frente de la República (1956-58). Nacionalizó el canal de

Suez; intentó, sin conseguirlo, la federación con países vecinos; estrechó las relaciones con la URSS; construyó

la presa de Assuan, pilar fundamental para la economía egipcia, y fue derrocado por Israel en la guerra de los

Seis Días (1967).

Nelson, Horatio: Duque de Bronte, Vizconde de Nelson, Barón del Nilo. –Nació en el condado de Norfolk el 28

de septiembre de 1758. Hijo de un rector de parroquia y de una dama de la noble familia de los Walpole. A los

doce años ingresó a la Marina Real. Su primera navegación la hizo en el barco que mandaba su tío; sirvió

después en la India y en uno de los buques que formó la expedición a los mares árticos, para volver después a la

India como ―aspirante‖ de Marina. A los veintiún años, al mando de un navío pasó al Caribe, Jamaica, donde

volvería después de haber estado en Francia, durante un período de paz, donde estudió el idioma y las

costumbres francesas. Contrajo matrimonio con una dama viuda, Francés Herbert y en 1793, declarada la guerra

con Francia, volvió al mar, como Comandante del ―Agamenon‖, escuadra del Mediterráneo, al mando del

Almirante Hood. En Nápoles contrae amistad con Lord Hamilton, Embajador de Inglaterra ante el Reino de

Nápoles y sobre todo con Emma, esposa del Embajador, con quién mantuvo un apasionado amor. En el combate

de Abukir atacó a la vanguardia y centro, dejando para el día siguiente la persecución de la retaguardia en huída.

Se provocó por entonces la separación de su esposa, por sus públicas relaciones con Emma, lady Hamilton.

Nombrado Vicealmirante, pasó al Báltico, a las órdenes del Almirante Parker, Jefe de la expedición organizada

contra la liga formada por Suecia, Dinamarca y Rusia. Al regresar a Inglaterra, fue nombrado Vizconde. Al

romperse nuevamente las hostilidades con Francia, Nelson toma el mando de la Escuadra del Mediterráneo y

establece un bloqueo abierto a Cádiz donde se encontraban los buques españoles y franceses, formando una

escuadra combinada al mando del francés Villeneuve. Cuando el indeciso Villeneuve se decide a salir, aquel 21

de octubre de 1805, en las aguas frente al Cabo Trafalgar, la Escuadra de Nelson lo intercepta. Corta la línea

franco-española mediante el ataque simultáneo de dos divisiones, una mandada por él y otra por su segundo.

Collingwood. A poco de iniciarse el fuego, Nelson es herido mortalmente, pero sus capitanes procederán en todo

momento, hasta conseguir una victoria total.

Nicolás I: (1796 – 1855). Hijo de emperador Pablo I y de su segunda esposa; sucedió a su hermano Alejandro I

en 1825. Al poco tiempo estalló una revolución militar fomentada por sociedades secretas, que el emperador

reprimió implacablemente. Gobernó con un total absolutismo y se negó a cualquier tipo de reforma. Sofocó la

sublevación polaca de 1830 y ayudó a Austria a controlar la revuelta húngara de 1848. Su política expansionista

dio lugar a la guerra de Crimea.

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331

Nobel, Alfred: Ingeniero químico, inventor e industrial sueco (1833 – 1896). Dedicado al estudió de los

explosivos, estableció una fábrica de nitroglicerina y en 1866 descubrió la dinamita, cuyo uso introdujo en la

mayor parte de Europa y América; también inventó la gelatina explosiva, la pólvora sin humo y patentó un

método para la destilación continua del petróleo. La fabricación de explosivos y la explotación de los

yacimientos petrolíferos de Bakú le hicieron dueños de una inmensa fortuna, con la cual estableció los premios

que llevan su nombre, destinados a recompensar a los bienhechores de la humanidad.

Normand, Jacob-Augustin: Constructor naval francés. De una familia de constructores navales, aunque no

cursara estudios en centro de enseñanza superior, a los 24 años envió una memoria a las Academias de Ciencias

sobre la resistencia de los materiales al choque. Después de construir varios buques de pequeño tonelaje, en

1877, Jacob, al frente de los talleres por muerte de su padre, los amplió y pudo acometer construcciones de

mayor importancia, tanto para la marina francesa como para otros países. Modificó y mejoró hacia 1890 un tipo

de caldera, que lleva su nombre.

O´Higgins, Bernardo: Militar y político chileno (1776 –1842). Estudió en Inglaterra, donde entró en contacto

con Francisco de Miranda, defensor de la independencia hispanoamericana. Al estallar la revolución en Santiago

(1810), se unió a la junta de gobierno y, en 1813 accedió a la jefatura del ejército. El triunfo de las tropas

realistas en Rancagua (1814), le obligó a refugiarse en Argentina, donde se incorporó al ejército de San Martín.

En 1817 inició la reconquista de Chile; tras la victoria de Chacabuco, fue nombrado director supremo del país

por renuncia de San Martín. La batalla de Maipú (1818), aseguró definitivamente la independencia, amenazada

por la derrota de Cancha Rayada. O´Higgins comenzó entonces la depuración de la oposición, despertando la

animadversión popular. Promulgó una Constitución de carácter dictatorial, aseguró el dominio naval del Pacífico

y emprendió una política de fomento de las obras públicas y la educación nacional. En 1823, tras la sublevación

de Freire, renunció al poder y se traslado al Perú.

Oquendo, Antonio de: Marino español. Cuando aún no tenía 18 años se le dió el mando de dos bajeles ligeros y

en fuerte combate derrotó a un corsario inglés, que con dos barcos atacaba pueblos costeros de Andalucía,

Portugal y Galicia. Tiempo después, y al mando de dos escuadras, en sus cruceros, protegió a las Flotas de

Indias. En 1626, tenía el cargo de Almirante General de la Armada de la Mar Océano. Al haberse asentado los

holandeses en costas del Brasil, Oquendo derrotó a una superior escuadra holandesa, en septiembre de 1631, en

aguas brasileñas. Posteriormente, en 1639, en enfrentamiento, en el canal de La Mancha, con una escuadra

holandesa mandada por Tromp, el español fue derrotado. Meses después, encontrándose muy enfermo, murió en

La Coruña.

Orange-Nassau: Linaje de la aristocracia holandesa, de la que procedieron los gobernantes de los Países Bajos,

desde mediados del siglo XVI hasta principios del XVIII. Su origen se encuentra en la unión del principado de

Orange (condado medieval del SE de Francia), con el ducado de Nassau.

Padilla, José Prudencio: Este Ilustre prócer de la Emancipación Suramericana, nació en el Puerto de Río

Hacha, Virreinato de Nueva Granada el 19 de marzo de 1788, y como la extrema pobreza de sus honrados

progenitores, -su padre era constructor de pequeñas embarcaciones-, no le permitían siquiera adquirir una

mediana instrucción primaria, se vio precisado a optar por la vida de marino, como mozo del servicio doméstico

de a bordo; sentó plaza en una de las embarcaciones pequeñas de la costa, y poco más tarde, pasó en calidad de

Grumete a otras mayores. Cuando frisaba los catorce años era mozo de cámara en la Marina Española, y asistió

al combate de Trafalgar el 21 de octubre de 1805; cayó luego prisionero de los ingleses y conducido a la Gran

Bretaña, fue encerrado en un pontón en donde permaneció hasta que hecha la paz en 1808, quedó libre y volvió a

España, tornando de allí a su tierra de origen con el cargo de Contramaestre del Arsenal del apostadero de

Cartagena de Indias. En 1811 tomó parte en el pronunciamiento del pueblo de Jumani, uniéndose a la ciudad

heroica en la proclama que ésta hizo de la Independencia absoluta de Cundinamarca; en consecuencia,

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desconociendo la autoridad de la Metrópolis. En 1814 entró en fuego en la acción naval de Tolú, donde apresó

una corbeta de guerra española y ciento setenta hombres que condujo a Panamá. Por los favorables resultados de

este encuentro y en premio a su magnífica hazaña, el Gobierno de Bogotá ascendió a Padilla al grado de Alférez

de Fragata. En 1815 sirvió bajo las órdenes de Simón Bolívar cuando éste iba de Bogotá a libertar a Santa

Marta. Padilla defendió denodadamente las murallas de Cartagena, hasta que hubieron de abandonar la Plaza a

los sitiadores por hacerse imposible su defensa, que fue harto cruenta y heroica hasta el fín. En 1821, nombrado

Padilla Comandante en Jefe de las Fuerzas Sutiles de Colombia, en el mes de abril combatió en Lorica contra el

Comandante José Candamo y después de derrotarlo, ocupó la Bahía de Cartagena, imponiéndose a los españoles

que tenían allí elementos más abundantes. Luego, secundado en el Playón por el Bravo Coronel Federico

Adlercreutz, en la madrugada del 25 de junio sorprendió y acometió a las Fuerzas Sutiles Realistas en el Arsenal

de Cartagena, apresando a varios buques en un sangriento abordaje bajo el fuego de los Baluartes que los

Españoles sostenían con firmeza. Cartagena de Indias, la plaza más fuerte del Imperio Español en América, se

rindió el 1 de octubre siguiente. El 22 de enero de 1823, después de una gloriosa campaña con el General

Montilla, ocupó a Santa Marta, pero pacificadas todas aquellas Provincias, Padilla había de segar nuevos y más

hermosos laureles en el Lago de Maracaibo, con el carácter de Comandante General de Tercer Departamento de

Marina y de la Escuadra de Operaciones sobre el Zulia. A principios de 1823, recibe un pliego del General

Montilla con nuevas instrucciones sobre el Plan de Operaciones al que debía sujetarse; en efecto, con varios

buques de su Escuadra se dirigió a la Punta de los Taques, sitio designado como punto de reunión; allí se le

incorporó el 3 de mayo el bergantín Independiente, comandado por el Capitán de Navío Renato Beluche, a quién

había comisionado al puerto de La Guaira, en solicitud de auxilios. El Comandante Beluche le informó del

nefasto resultado del combate que tuvo lugar el día anterior frente a Puerto Cabello, en donde dos naves

republicanas fueron apresadas por los realistas; ante esto, se formó una Junta de Oficiales en donde todos fueron

de la opinión, previo estudio de las circunstancias, de que debía forzarse la barra a toda costa, para ocupar el

Lago de Maracaibo. Habiendo conseguido pasar la barra, la escuadra patriota operó dentro del Lago durante mes

y medio, sin que se diera una Batalla decisiva. El día 24 de julio Padilla lanzó su escuadra contra la realista en un

combate que duro tres horas y media y le dió la victoria. Posteriormente, Padilla quedó envuelto en las

conspiraciones del General Santander contra el Libertador, aunque se asegura que él también fué engañado. La

noche del 25 de septiembre de 1828, Padilla se encuentra reducido a prisión en Bogotá, y mientras que se ejecuta

el asalto al cuartel y al Palacio de Gobierno, algunos conjurados, con un piquete de artilleros, escalan las

paredes del edificio que le sirve de cárcel; los asaltantes llegan hasta la cama del guardián del Almirante,

Coronel José Bolívar y le disparan un certero balazo en la cabeza, dejándolo sin vida; liberan al preso,

reconociéndolo como Jefe. Padilla confundido aún por la sorpresa, se ciñe el sable del Coronel y sale a la calle,

pero se niega a aceptar el mando que se le ofrece. En la mañana del día 26 se le redujo a prisión junto con el

General Santander y otros. Los tribunales de Colombia se encargaron de juzgarlo conforme a la Ley de

conspiradores vigente y lo condenaron al último suplicio, y así el día 2 de octubre de 1828, terminó en el cadalso

la interesante existencia de este intrépido neogranadino, que esclareció su nombre con hechos heroicos en la

Guerra Magna que dio la Libertad e Independencia a la Gran Colombia.

Pareja, José Manuel: Teniente general de la Armada española, nacido en Lima. Estuvo en operaciones durante

las guerras entre carlistas y liberales. Destinado en dos ocasiones en Cuba. Llegó a ser Ministro de Marina y

Senador del Reino. En 1864 se le nombró Comandante General de la Escuadra del Pacífico, y se le revistió del

carácter de Ministro Plenipotenciario ante la República del Perú. Firmó un tratado en que se devolvían las Islas

Chinchas al Perú. Se le nombró también plenipotenciario ante Chile. Al fracasar sus gestiones diplomáticas ante

ese país, declaró el bloqueo de los puertos de Chile. Al enterarse de que una corbeta de su escuadra, la

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―Covadonga‖ había sido apresada por la chilena ―Esmeralda‖, la declaración de guerra del Perú y la actitud de

Chile, completamente descentrado y considerándose fracasado, se suicidó.

Parker, Hyde: Almirante ingles. Entró muy joven en la marina y en ella sirvió a las ordenes de su padre,

distinguiéndose en la guerra de independencia de los EE.UU. Fue promovido a Contralmirante, sirviendo a las

órdenes de Hood. Ascendió a Vicealmirante y pasó a las Indias Occidentales para mandar las fuerzas navales allí

destacadas. En 1800 tenía a su cargo la flota del Báltico, siendo su subalterno, Nelson.

Parsons, Sir Charles Algernon: Ingeniero británico, inventor de la turbina de vapor de ese nombre que produjo

una verdadera revolución en los sistemas de propulsión marítima. El primer barco en que se montó en 1897, fue

justamente el barco de su propiedad, el ―Turbinia‖. También trabajó por el progreso de la aviación y en 1911 fue

ennoblecido.

Pedro I, (El grande): Zar de Rusia; en 1703 trasladó la capital a San Petersburgo, suprimió la Duma y

concentró en sus manos todo el poder como jefe del ejército y de la iglesia. Fomentó la introducción de libros

extranjeros y fundó la Academia de Ciencias en San Petersburgo. Venció a Carlos XII de Suecia en Poltava. Por

el tratado de Nystad obtuvo Livonia, Estonia y Finlandia. Sacó a Rusia de la época medieval, empezando a

incorporarla a la Europa de su tiempo.

Pedro I: (1798-1834). Hijo de Juan VI de Portugal. Emigró a Brasil con su familia durante la invasión francesa.

Tras el regreso de su padre a Portugal, quedó como príncipe regente (1821). En septiembre de 1822 proclamó la

independencia y dos meses más tarde fue coronado emperador. Al morir Juan VI (1826), heredó la corona de

Portugal pero abdicó a favor de su hija María II. Después de la insurrección de Río de Janeiro, abdicó en su hijo,

Pedro II. De regreso en Europa, organizó un ejército contra su hermano Miguel, que había destronado a la reina

María.

Penn, William: Vicealmirante inglés. Miembro del Parlamento. Mandó la flota enviada por Cromwell al Caribe,

que consiguió la conquista de Jamaica. Su hijo, llamado también William, fue el célebre cuáquero, fundador y

legislador de Pennsilvania (EE.UU.).

Pericles: Militar y político ateniense (¿495?-429 a.C.). Jefe único del Partido Democrático; fué estratega y

prosiguió la democratización de la vida política en Atenas. Durante su gobierno, Atenas vivió uno de los

momentos más florecientes de su cultura. Al estallar la guerra del Peloponeso, se le depuso y condenó a pagar

una multa, pero en el 429 a.C., fué elegido de nuevo como estratega. Murió víctima de la peste.

Picornell, Juan Bautista: (Palma de Mallorca - España 1759-Cuba, 1825). Revolucionario conspirador en

España y Venezuela. Se le considera masón, integrado a una logia de Madrid. Impulsado por la influencia de

Francia, capitanea una conjura para derrocar la monarquía española y proclamar el régimen republicano con la

cooperación de un buen número de profesionales y hombres de convicciones liberales. Delatado el intento,

Picornell y sus compañeros sufren cárcel y juicio, por el que se les condena a la pena de muerte, conmutada

luego por la de prisión perpetua. Picornell fue embarcado con destino a Portobelo, pero fue depositado en las

bóvedas de La Guaira. Sucesivamente fueron llegando otros conjurados: Sebastián Andrés, profesor de

matemáticas; José Lax, maestro de humanidades; Manuel Cortés Campomanes, del Colegio de Pajes de Madrid.

Al contacto de los conjurados con los americanos de La Guaira, prendió la chispa de la conspiración. Manuel

Gual, José María España y muchos más se adhirieron con entusiasmo al plan propuesto por Picornell. Con la

ayuda de los conspiradores venezolanos, Picornell y varios de sus compañeros se fugan de La Guaira; logran

huir a Curazao, para proseguir en las Antillas la obra revolucionaria. Imprimen textos que habían sido

preparados en La Guaira. El libro publicado con el título de ―Derechos del Hombre y del ciudadano‖, tendrá gran

influencia posterior en la redacción de las constituciones independentistas en todo el continente. En 1810,

después del 19 de abril, lo encontramos ya en Caracas como director de la Sociedad de Agricultura y Economía

y luego como jefe de policía de Caracas. Al fracasar en 1812 la Primera República, Picornell abandona

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Venezuela y se establece en Nueva Orleans (Estados Unidos), donde se dedica al curanderismo. Publica estudios

sobre la fiebre amarilla y otras enfermedades. Sometido a presiones por parte de los realistas, abjura de sus ideas

liberales con un acto de sometimiento a Fernando VII. Años después se halla en Cuba, dedicado al ejercicio de

curandero, hasta morir olvidado en 1825.

Pigafetta, Antonio: Navegante y escritor italiano. Participó en la expedición de Magallanes, siendo el cronista

de la misma con su obra ―Primer viaje en torno al globo‖.

Pitt, William, (Conde de Chatham -llamado Pitt, el Viejo-): Político británico. Fue ministro de la Guerra y

Primer Ministro. Llevó a cabo una política imperialista y logro apoderarse de la India y el Canadá.

Pizarro, José: Teniente General de la Armada española. Navegó por distintos mares y sostuvo combates contra

los piratas berberiscos. En 1740 tomó mando de la escuadra destinada a controlar las incursiones inglesas en las

costas españolas del Mar del Sur. En la persecución del Comodoro inglés Anson, sus cuatro barcos fueron

azotados por terrible tempestad. Solo uno pudo pasar y llegar a las costas chilenas. En 1749 fue nombrado Virrey

y Capitán General del virreinato de la Nueva Granada.

Plutarco: Escritor griego. Estudió en Atenas y, tras residir en Roma, Egipto y Asia Menor, se estableció

definitivamente en su lugar de nacimiento, Queronea. Su obra más célebre, y la que mayor influencia ha ejercido

en la cultura europea es ―Vidas paralelas‖, colección de biografías comparadas de personajes griegos y latinos.

Pointis, Jean-Bernard Desjeans (Baron de): Marino francés. Comisario general de artillería de la escuadra de

Duquesne, distinguiéndose en los bombardeos de Argel y Génova. Al frente de una escuadra, reforzada por otra

de filibusteros de las Antillas, mandada por Ducasse, tomó Cartagena de Indias, donde resultó gravemente

herido. Se negó a repartir el botín con los filibusteros y éstos volvieron a saquear la ciudad, cuando Pointis con

sus buques se separó de ellos. El Rey de Francia hizo abrir un proceso y se obligó a los capitanes de la Marina

Real a dar una parte a los filibusteros. En 1705, durante la Guerra de Sucesión española, mandando una escuadra

franco-española, fue derrotado cerca de Gibraltar, por otra inglesa.

Pombal, Sebastiäo José de Carvalho E Melo, Marqués de: Político portugués (1699 – 1782). Tras ocupar

distintas carteras ministeriales, en 1756 fue nombrado Secretario de Estado para los Asuntos del Reino, cargo

desde el que dirigió la política portuguesa. A pesar de que emprendió diversas reformas de corte ilustrado, su

ideario se orientaba hacia el absolutismo; se enfrentó a la nobleza, limitó el poder de la Iglesia y de los Jesuitas,

que fueron expulsados en 1759, fortaleció la administración del Estado, modernizó la educación emprendió

medidas económicas destinadas a reducir la dependencia del Reino Unido y abolió la esclavitud. A él se debe la

reconstrucción de Lisboa tras el terremoto de 1755. Para llevar a cabo estas transformaciones recurrió a la

explotación sistemática de la riqueza de Brasil, a través de compañías comerciales estatales. Al morir José I

(1777), fue apartado de la política.

Pophan, Sir Home Riggs: Almirante ingles. Como Teniente de Navío se distinguió en el combate de San

Vicente. Años después propuso al Gobierno la creación de un Cuerpo de Marina (1798), plan que fue aprobado.

Conquistó a los holandeses la colonia del Cabo de Buena Esperanza y mandó la expedición que atacó Buenos

Aires, apoderándose de la ciudad en junio de 1806. La plaza fue recuperada por los españoles. Al recibir

refuerzos, Pophan desembarcó en la Banda Oriental y tomó Montevideo, después de un asedio de 17 días.

Recibidos nuevos refuerzos, volvió a atacar a Buenos Aires, pero fue rechazado. Tuvo que responder ante un

consejo de guerra, donde fue reprendido, pero siguió en servicio activo y más tarde tomó parte en operaciones

navales en apoyo de los españoles, contra Napoleón. Perteneció al Parlamento y fue miembro de la Real

Sociedad de Londres. En 1819 fué nombrado Comandante General de Jamaica y de las fuerzas navales de las

Indias Occidentales. Mejoró las señales inventando diversos aparatos y un código que fue aprobado por el

Almirantazgo Inglés.

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Porter, David: Comodoro norteamericano. Se distinguió en la guerra de 1812 contra Inglaterra. En el Pacífico

hizo gran número de presas inglesas y se apoderó de las islas Marquesas. En 1815, terminada la guerra, fué

nombrado Comisario Naval hasta el 1821. Ocho años después fué nombrado Ministro Plenipotenciario en

Constantinopla.

Prat Chacón, Arturo: Nació el 3 abril de 1848. Ingresó a la Escuela Naval de Chile, graduándose como

guardiamarina en 1864. En la guerra contra España tomó parte en los combates de Papudo y Abtao. Hizo

excursiones hidrográficas en Valdivia, archipiélago de Chiloé y Estrecho de Magallanes. Cuando viajaba a bordo

de la ―O´Higgins‖, hacia la isla de Pascua, salvó a la fragata ―Esmeralda‖ de un inminente naufragio. En 1873

ascendió a Capitán de Corbeta y sintiendo amor por las Leyes, tanto como por la mar, cursó estudios y se graduó

de abogado con notas sobresalientes. Al estallar la guerra del Pacífico, entre Chile contra Perú y Bolivia, que fue

una contienda por el control del desierto de Atacama, productor de guano y nitrato, el Capitán Prat ocupaba el

destino de Ayudante de la Comandancia General de la Marina. La Marina Chilena bloqueó el puerto y ciudad de

Iquique, principal puerto del Sur del Perú, utilizando sus fondeaderos como base de operaciones y después de

realizar incursiones contra otros puertos peruanos, buscó un encuentro decisivo contra la Armada peruana. El

Almirante chileno, Rebolledo, se hizo a la mar con los acorazados ―Blanco Encalada‖ y ―O´Higgins‖, dejando

que las corbetas de madera ―Esmeralda‖ y ―Covadonga‖ mantuvieran el bloqueo. Para ese momento, Prat estaba

al mando de la ―Esmeralda y a la vez, comandaba el bloqueo. Le prometió al Almirante Rebolledo que si el

Huáscar me ataca, lo abordo‖ A su vez, el Capitán de Navío peruano, Miguel Grau, salía hacia el sur, al mando

del monitor acorazado ―Huáscar‖ y el acorazado ―Independencia‖, escoltando a tres transportes con tropas, hasta

Tacna. Desembarcadas las tropas, Grau, enterado de la partida de los acorazados chilenos, decidió atacar a la

debilitada fuerza de bloqueo de Iquique. El 21 de mayo de 1879, los buques peruanos se presentaron y Prat

ordenó al Capitán Condell, Comandante de la ―Covadonga‖ que se interpusiera entre la población y el enemigo y

luego se dirigiera al sur. La ―Covadonga‖, fue perseguida por el ―Independencia‖ y la nave chilena atrajo a la

peruana hasta unas rocas, donde quedó encayada. Después de la orden a Condell, Prat estaba en camino a

cumplir, con lo que prometió a su Almirante. A pesar de que sólo podía navegar a 4 nudos, debido al mal estado

de sus calderas, se dirigió hacia el ―Huáscar‖. El buque peruano rompe el fuego contra la ―Esmeralda‖, dejándola

inmóvil. Grau invita a Prat a la rendición, no siendo aceptada, por lo que enfila al ―Huáscar‖ contra la nave

chilena, embistiéndola violentamente por el costado de babor y disparando a toca penoles. Prat desenvaina su

sable y ordena el abordaje, saltando el primero al buque enemigo, siendo seguido por el Sargento 1ro. Juan de

Dios Aldea y el Marinero Arsenio Canave, muriendo los tres, acribillados, cerca de la torre de combate del

monitor peruano. El ―Huáscar‖ embiste por segunda vez y nuevamente se lanzan al abordaje el Teniente chileno

Ignacio Serrano y unos doce hombres más. Algunos escaparon por la borda, pero la mayoría murieron ó fueron

hechos prisioneros. Después de 4 horas de combate y una tercera embestida, la ―Esmeralda‖ se hundió....

Finalmente, en Valparaíso y Talcahuano se le erigieron estatuas al heroico Prat, y en la Escuela Naval de Chile

conservan la campana de la ―Esmeralda‖ con una inscripción que dice: ―El viejo bronce sagrado de la Corbeta

―Esmeralda‖, marcó la hora sublime de Prat y sus camaradas‖.

Proudhon, Pierre Joseph: Pensador francés (1809 – 1865). Ejerció diversos trabajos hasta instalarse en París,

donde fundó el periódico ―Le Peuple‖ (1847). Elegido diputado tras la revolución de 1848, durante el Segundo

Imperio, mantuvo contactos con sectores izquierdistas. Propugnó la desaparición del Estado y el establecimiento

de un orden natural armónico, regido por el intercambio libre de pequeños propietarios. Su doctrina influyó en

algunas facciones de la Comuna de París, en el grupo de Bakunin y, especialmente, en el anarcosindicalismo y el

federalismo de Pi Margall. Entre sus obras figuran ―¿Que es la propiedad?‖, ―Filosofía del Progreso‖, ―La

Guerra y la Paz‖ y ―Teoría de la Propiedad‖.

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Pueyrredón, Juan Martín de: Militar y político argentino. Se distinguió en la defensa de Buenos Aires durante

la primera invasión inglesa. Fue Director Supremo de las Provincias Unidas (1816 – 19).

Qing (Dinastía China): (1644-1912). Última dinastía, de origen manchú, proveniente de Manchuria, que se hizo

con el gobierno de China.

Rackam, Jack: Conocido como ―Calico Jack‖ por las llamativas ropas que a menudo llevaba. Saqueó las Indias

Occidentales hasta su captura en 1720. Pero el sitio de Rackam en la historia se debe al gran romance que

mantuvo con la dama pirata Anne Bonny. En tierra o mar, según Defoe, Rackam sólo tenía en la cabeza a Anne

Bonny.

Randolph, Edward: Fue un estorbo brillante: un incansable y melindroso acompañante del punto de reunión de

los barcos mercantes. Pero al final, y del mismo modo que no podía controlar el mar, ya no fue capaz de

controlar las idas y venidas de los navegantes coloniales. Fue un obstáculo incorruptible que en última instancia,

los comerciantes yanquis superaron. En 1696 Edward Randolph, Supervisor General de Aduanas en Nueva

Inglaterra, envió un memorando a Londres titulado ―A Discourse About Pirates, With Proper Remedies to

Suppress Them‖. El infatigable recaudador de impuestos zarpó a América por última vez en el verano de 1702.

Entonces tenía 71 años. Tan inflexible como siempre, confiscó el barco en el que viajaba, por alguna violación

de las Actas de Navegación. El caso, como de costumbre, se perdió en el limbo, y pocos meses después de haber

llegado a su destinó en Maryland, murió.

Read, Mary: Inglesa. Su madre la disfrazó con las ropas de un hijo recientemente fallecido. En adelante, Mary

se acostumbró a eses disfraz e incluso entró como grumete en un barco de guerra, luego como soldado de

infantería y más tarde como ―dragón‖ –soldado de caballería-, en Flandes, durante la Guerra de Sucesión

española. Enamorada de un compañero, se casó, vistiendo ropa de mujer –por primera vez en su vida- y se

establecieron como taberneros en Holanda. El esposo murió de repente, ella se volvió a disfrazar de marinero y

se alistó en un barco holandés, que fue asaltado por ―Calico‖ Jack, a cuya tripulación se unió. Anne y Mary

fueron leonas en la batalla. En octubre de 1720 Rackam ancló en costas de Jamaica y los piratas estaban

emborrachándose cuando una corbeta de la Armada británica los sorprendió. Los piratas, muy ebrios, se

escondieron en la bodega, pero las dos mujeres se lanzaron como furias sobre los hombres de la Armada.

Apresadas, fueron sentenciadas en Jamaica al patíbulo, pero apelaron ante el juez por el hecho de estar

embarazadas. Se revocó la orden de ejecución, pues ningún tribunal inglés tenía el poder de matar a un bebé

nonato, sin importar lo culpable que fuera la madre. “Calico” Jack fue colgado, pero el amante de Mary, al ser

un hombre forzado a la piratería, fue liberado. Mary murió de fiebre en la prisión antes de que naciera su hijo.

No se supo más con respecto a Anne.

Regiomontano (Johann Müller): Matemático y astrónomo alemán. Fue el iniciador de la trigonometría

moderna.

Richelieu, Armand Jean du Plessis, Cardenal y Duque de: Estadista y prelado francés. En 1624 fue

designado miembro del Consejo Real y desde entonces fue jefe virtual del país. Su política se dirigió hacia la

consolidación del poder Real. Combatió a los ―hugonotes‖ (protestantes) quitándoles sus privilegios políticos y

militares y sostuvo una larga lucha con la nobleza para obligarla al reconocimiento de la autoridad Real; lanzó a

Francia a la ―Guerra de los Treinta años‖, en lucha contra la Casa de Austria.

Riego y Núñez, Rafael del: General español (1785 – 1823). En 1820 encabezó un pronunciamiento a favor de la

Constitución de 1812 en Cabezas de San Juan, que dió paso al Trienio Constitucional (1820 – 23). Traicionado

por el general Ballesteros, fue conducido a Madrid y ahorcado en la plaza de la Cebada. Se convirtió en el

símbolo del liberalismo español.

Riva Agüero, José Mariano de la: Militar y político peruano (1783 – 1858). En 1822 se unió al general San

Martín, quien le designó Prefecto de Lima. Logró la destitución de Monteagudo y se hizo proclamar por el

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Congreso, Presidente de Perú en 1823, pero éste le destituyó meses después por haber perdido Lima. Procuró un

acuerdo con los españoles, por lo cual fue apresado y arrestado. Regresó a su país en 1831. Durante la

Confederación Peruano – Boliviana presidió el Estado Norperuano (1836).

Robert, Bartholomew: Extraordinario marino que se convirtió en el pirata más grande de su época, Robert

inició su carrera en 1720 por todos los motivos equivocados, según Defoe. No podía aducirlo a la falta de trabajo

ni a la incapacidad para ganarse el sustento de una manera honesta; expuesto con franqueza, lo hizo para

deshacerse de la desagradable superioridad de algunos capitanes que conocía … y por amor a la novedad y al

cambio. Exhibía maneras de caballero, gustando de vestiduras de lujo, aún en pleno combate. Estableció unas

reglas de conducta para su tripulación y reprimió los excesos alcohólicos de los piratas, no por ser un puritano

sino porque buscaba la mayor eficacia en las maniobras de su nave. Empezó en aguas de Madagascar para luego

operar principalmente en aguas brasileñas y del Caribe. Finalmente, al ponérsele difícil el seguir saqueando en

esas aguas, se dirigió a las costas occidentales de África. Allí, después de semanas de estar eludiendo la

persecución de barcos de la Armada Inglesa, fue sorprendido por uno de ellos y en el combate que siguió, Robert

murió peleando.

Rodil y Galloso, José Ramón: Militar y político español (1789 - 1853). Destinado a Perú, se distinguió en la

defensa de la plaza de El Callao. Durante la guerra carlista estuvo al mando del ejército del Norte.

Posteriormente fue ministro de Guerra (1836), presidente del Consejo (1842 – 43) y virrey de Navarra.

Rodney, George Bridges: Comandante en Jefe Naval de las Indias Occidentales. Director del Greenwich

Hospital donde no tuvo una buena actuación para evitar los robos. Gran jugador, sus deudas eran tan altas que

con el fin de escapar a sus acreedores huyó a París, durante un raro período de paz entre Inglaterra y Francia. Un

amigo suyo, noble francés, le dio un préstamo que le permitió regresar a Londres, donde en 1779 el

Almirantazgo le volvió a destinar a las Indias Occidentales. En 1781, enfermo, regresó a Inglaterra pero en

febrero de 1782 se hallaba de vuelta al Caribe, al mando de la Flota Inglesa en esas aguas, donde derrotaría

decisivamente al francés Grasse en los islotes de ―Los Santos‖.

Romero y Landa, José: Teniente General de la Armada española e Ingeniero General de Marina. En 1765 pasó

a los astilleros de Guarnizo (Santander) a estudiar la construcción de naves y las maderas empleadas. En 1773

acompañó al Inspector general para poner en vigor la nueva Ordenanza de Arsenales y luego, nombrado

Comandante de ingenieros del Departamento de Cartagena. En 1784 comenzó un proyecto de navío de 74

cañones y al ser aprobado, se le encomendó su construcción: éste sería el ―San Ildefonso‖, cabeza de serie,

botado en 1785 y que resultó superior a todos los anteriores de la misma clase, reuniendo lo mejor del saber

inglés, francés y español en la construcción de naves. En 1795 se le ascendió a Teniente General. Con él puede

decirse que se alcanzó en España la perfección en la arquitectura naval en madera.

Rooke, George: Almirante ingles. Se distinguió en las guerras contra Francia y, especialmente, siendo

Vicealmirante, en el combate de La Hogue, en que fueron batidos los franceses. Destruyó la flota franco-

española en Vigo. En la Guerra de Sucesión española, rindió y tomó la plaza de Gibraltar, en nombre del

archiduque Carlos de Austria, pretendiente al trono español. Días después, frente a Vélez-Málaga se enfrentó a

una escuadra franco-española, sin resultado decisivo para ambos contendientes. Pese a sus triunfos, Rooke se

ganó la enemistad del gobierno y reaccionó haciendo dimisión de todos sus empleos y de su cargo en el

Parlamento, retirándose para el resto de sus días.

Rosas, Juan Manuel de: Militar y político argentino (1793 – 1877). Encargado del Partido Federal a la muerte

de Dorrego, apoyó a las tropas de Estanislao López contra Lavalle. Derrotado éste en Puente de Márquez (abril

de 1829), se convirtió en gobernador de Buenos Aires (1829 - 32), cargo desde donde se alió con el caudillo de

La Rioja, Quiroga, para vencer al general unitario Paz. Su gobierno personalista suscitó grandes recelos, motivos

por el cual abandonó la gobernación en manos del general Juan Ramón González Balcarce y emprendió una

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batalla contra los indios del sur. Reelegido en 1835, se mantuvo en el poder, asumiendo una abierta dictadura

hasta 1852, año en que fue derrotado en Caseros por Justo José de Urquiza, huyendo poco después a Inglaterra,

donde murió.

Rousseau, Jean-Jacques: Escritor y filósofo francés. Hijo de un artesano calvinista, en Paris entró en contacto

con Voltaire, que le encargó artículos sobre música y economía política para la ―Enciclopedia‖. Tras romper con

los enciclopedistas, fue perseguido a causa de la publicación de su novela pedagógica ―Emilio‖; se refugió en

Suiza y luego en Inglaterra, bajo la protección de Hume, antes de regresar a Francia. Autor de ―Discurso sobre

las artes y las ciencias‖; ―El Contrato Social‖ (1762); ―Discurso sobre el origen de la desigualdad de los

hombres‖, ―Julia o la nueva Eloisa‖; ―Ensoñaciones de un paseante solitario‖ y ―Confesiones‖.

Rovira Fernández de Mesa, Francisco J: Teniente general de la Armada española. Entre los importantes

mandos y destinos que tuvo en su carrera figuran los de Comisario General y Comandante principal del Real

Cuerpo de Artillería de Marina, profesor de artillería en la academia de guardiamarinas de Cádiz, comandante de

artillería del departamento de Cartagena, así como el mando en 1781 de toda la artillería. En 1809, durante la

guerra de Independencia, cuando ya se hallaba en situación de retiro, ascendió a Teniente General. Escribió

varios e importantes libros sobre su especialidad artillera.

Russell, Bertrand: Matemático, filósofo y escritor británico. Fue uno de los iniciadores de la lógica matemática;

desarrolló el ―atomismo lógico‖. Entre sus obras destacan ―Los problemas de la filosofía‖, ―La conquista de la

felicidad‖, ―La guerra nuclear ante el sentido común‖. En 1950 recibió el premio Nobel de literatura.

Ruyter, Michiel Adriaanszoon, van: Almirante holandés. Empezó muy joven como grumete. Pronto se le

distinguió llegando rápidamente a comandar un barco. Combatió a los españoles y en las costas de África a los

piratas berberiscos, pero su mayor gloria había de alcanzarle en las guerras contra Inglaterra. Tomó parte Ruyter,

a la orden de Tromp, en la batalla de Pórtland que duró tres días. Durante la segunda guerra contra Inglaterra,

tomó parte en la batalla de los Cuatro Días, en que quedaron vencedores los holandeses. Posteriormente, Ruyter

en una acción temeraria, remontó el Tamesis, amenazando a Londres. Carlos II de Inglaterra se vió obligado a

pedir la paz. En la tercera, intervino en varios combates, y en Texel (1673) consiguió hacer fracasar

definitivamente la amenaza de desembarco anglo-francés y liberar a Holanda del bloqueo. Esta batalla consideró

a Ruyter como el mejor almirante de su tiempo. En una operación en el Mediterráneo, apoyando a galeones

españoles y en contra de los franceses, resultó gravemente herido, falleciendo.

Sampson, William Thomas: Almirante de EE. UU. Cuando se declaró la guerra de Secesión, tomó parte por el

bando del Norte. Al firmarse la paz volvió a su profesorado en la Academia Naval. Estuvo destacado en los

mares de Asia; a su regreso fue Director del Observatorio Naval y luego, Superintendente de la Academia Naval.

En 1890 mandó el ―San Francisco‖, primer crucero de acero que se construyo en USA. Fue jefe del

Departamento de Artillería. Al declararse la guerra con España se le dió el mando de la Escuadra del Atlántico,

dirigiendo el bloqueo de las Antillas españolas. El 03/07/1898 la escuadra americana se batió con la española a

la salida de la bahía de Santiago de Cuba, pero estando ausente Sampson, comandó la acción su lugarteniente.

Conseguida la paz, estuvo en Cuba comisionado por el Gobierno Americano, ya ascendido a Contralmirante.

Pasó a la reserva en 1902, falleciendo poco después.

San Martín, José de: General y patriota argentino (1778 – 1850). Muy joven fue a España, donde entró como

cadete en el Real Seminario de Nobles de Madrid (1789). Intervino en la guerra de la Independencia española a

las órdenes del general Castaños. A fines de 1811 viajó a Londres y entró a formar parte de la Logia Lautaro,

partidaria de la independencia americana; se embarco hacia Río de la Plata y el 9 de marzo de 1812 llegó a

Buenos Aires. Designado jefe del ejército del Norte en sustitución de Belgrano (1813), recibió el nombramiento

de gobernador intendente de Cuyo en 1814. Tras la victoria realista de Rancagua, en octubre de ese año, inicio la

reorganización del ejército patriota para la reconquista del territorio chileno. Declarada la independencia en

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1816, Pueyrredón le designó General en Jefe del ejército. Derrotó al general Maroto en Chacabuco (1817) y dos

días después entró en Santiago. Posteriormente venció a los realistas en Maipú (1818). Tras intentar un pacto con

los virreyes Pezuela y La Serna, entró en Lima y proclamó la independencia de Perú (18 de julio de 1821). En

julio de 1822 se entrevistó con Bolívar en Guayaquil, aunque no llegaron a ningún acuerdo. De regreso a Lima,

presentó su renuncia al cargo de Protector ante la oposición a su política y se trasladó a Francia, donde murió.

Sándwich, Duque de (John Montagu): Diplomático y político inglés. Recibió esmerada educación y desde

joven mostró aficiones literarias y científicas, ingresando en 1740 en la Royal Society. Perteneció a la Cámara de

los Lores, en 1744 era Lord del Almirantazgo. Fue plenipotenciario en la conferencia de Breda y en las

negociaciones del Tratado de Aquisgran. De regreso a Inglaterra apoyó al almirante Anson en sus tentativas de

reformar la Marina. En 1763 era embajador en Madrid y luego volvió a ser primer lord del almirantazgo (en esa

época empezó a hacerse impopular); más tarde secretario de Estado y en 1771 nombrado por tercera vez primer

lord del almirantazgo, pero su conducta fue muy distinta de la que antes había observado, pues favoreció y

promovió los mayores abusos, dando lugar a una inspección que reveló grandes corruptelas. A partir de

entonces, vivió en el retiro. A este noble, gran jugador de cartas, para no interrumpir las partidas, se le ocurrió

preparar entre dos rebanadas de pan, lonchas de fiambre, queso y algún vegetal. En su honor, el capitán Cook

bautizó con su apellido al archipiélago de Hawai, como también lo lleva un archipiélago del atlántico sur,

formado por 16 islotes, con 307 km., cerca de la Antártida.

Santa Cruz, Alonso de: Marino y cosmógrafo español. Formó parte de la expedición de Sebastián Caboto.

Autor del ―Libro de las longitudes‖ y de un ―Islario general del mundo‖.

Santa Cruz, Andrés de: Militar y político boliviano (1794 – 1865). Coronel del ejército español, se pasó a las

filas patriotas colombianas y combatió en Pichincha y Junín. Presidente del Consejo de Estado Peruano, asumió

el poder tras el alejamiento de Bolívar (1826 - 27), abolió la Constitución boliviana y proclamó a La Mar

presidente de Perú. Elegido Presidente de Bolivia (1829 - 1839), dictó una nueva Constitución (1831) y

reorganizó las finanzas. Partidario de la unión entre Perú y Bolivia, penetró en Perú y tras las victorias de

Yanacocha y Socabaya, declaró la Confederación Peruano – Boliviana el 28 de octubre de 1836 y quedó como

protector de la misma. Tras la intervención de Chile y Argentina fue vencido en Yungay (1839), desterrado y

exiliado en Francia.

Sarmiento de Gamboa: Fundó una colonia en el Estrecho de Magallanes, que tuvo desastroso fin. Escribió una

―Historia de las Indias‖ y ―Viaje al Estrecho de Magallanes‖.

Sauvage, Fréderic: Mecánico e inventor francés. En la época en que se construía la flota con que Napoleón

proyectaba invadir Inglaterra, era empleado de astilleros. Luego se estableció como constructor naval y más

tarde montó un taller de pulimento de mármoles, sin conseguir progresos económicos, pues le interesaban más

los inventos que el negocio. Entre sus inventos se encuentran el ―pantógrafo‖, ―soplete hidráulico‖, y dos tipos

de hélices, una de madera y la otra de plancha. El primer experimento público lo efectúo con éxito, pero en vez

de honores y provecho, tuvo reclamaciones por deudas que lo llevaron a la cárcel y, mientras, le fueron robados

y vendidos los planos de su invención. Dos contemporáneos suyos también aplicaban su inteligencia al mismo

fin: Smith en Inglaterra y Ericsson en Norteamérica. En 1842 el rey concedió a Sauvage una pensión pero

perseguido siempre por las desgracias, se volvió loco y murió en un manicomio.

Selden, John: Jurista y escritor inglés. Interesado en el Oriente y sus culturas. Publicó ―Mare clausum‖, ―De

Diis Syriis‖ y ―Tittles of Honor‖.

Selim I el Cruel: (1467 – 1520). Con el apoyo de los Jenízaros, destronó a su padre, Bayaceto II (1512), y lo

hizo asesinar junto al resto de su familia. Ejecutó a cuarenta mil chiítas para asegurar la unidad sunní en sus

territorios. Conquistó parte de Persia (1513), anexionó Siria y, tras tomar El Cairo (1517), se adueñó de Egipto.

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Smith, Adam: Economista y filósofo británico (1723 – 1790). Fue profesor de lógica y filosofía Natural en la

universidad de Glasgow. Influido por el pensamiento de David Hume, en sus estudios considera como puntos

clave del proceso económico la división del trabajo como fuente de riquezas, el libre comercio y el valor como

consecuencia de la oferta y la demanda. Claro representante del individualismo optimista, defendía que la

persecución del interés individual se manifiesta a favor del bien común. Mantuvo así que en la práctica

económica todo ocurre para bien. La intervención del Estado ha de ser mínima, y máxima la iniciativa

individual. Sus ideas constituyeron el fundamento doctrinal del liberalismo económico, su obra clave es

―Investigación Sobre la Naturaleza Y Causas de la Riqueza de las Naciones (1764)‖. Es también importante su

tratado ético ―Teoría de los Sentimientos Morales (1764)‖.

Smith, Francis Pettit: Granjero ingles. Se aplicó al estudio de la propulsión de los buques. En 1836 patentó una

hélice de dos pasos y con la ayuda económica de un banquero construyo una embarcación de seis toneladas

movida a vapor y hélice. Varió el tipo de hélice, y con ello pudo lograr el aumento de la velocidad. Efectuó

pruebas en la mar, con pleno éxito. El Almirantazgo quiso que los ensayos continuaran en un buque de al menos

200 toneladas y éste fue el ―Archimides‖, cuyas pruebas fueron altamente favorables. Continuaron los

experimentos y demostraciones hasta 1840, en viajes en alta mar. Entonces el Almirantazgo aceptó plenamente

el nuevo propulsor, que también se introdujo en la marina mercante. Sin embargo, se le disputó el invento y hubo

de sostener pleitos hasta que al fin se le hizo justicia y en 1871 la reina lo ennobleció y lo recompensó con una

pensión vitalicia.

Solano López, Francisco: Político paraguayo (1827 – 1870). Hijo de Carlos Antonio López, mandó el ejército

expedicionario para luchar contra Rosas; fue ministro plenipotenciario en Europa (1854 - 56) y actuó como

mediador en la lucha de Buenos Aires contra la Confederación Argentina. En 1862 fue designado Presidente de

la Republica. Contrario a la ocupación de Uruguay por Brasil, declaró a este último la guerra (1865 – 70), en la

que tuvo que hacer frente a la Triple Alianza. Murió en el curso de la batalla de Cerro Corá.

Sucre, Antonio José de: Mariscal y político venezolano (1795 – 1830). Tomó parte en las luchas por la

independencia de su país y de Colombia. Lugarteniente de Bolívar, intervino en la reconquista de Nueva

Granada; fue destinado a ir en auxilio de Guayaquil y de Quito, campaña que culminó con su triunfo en

Pichincha; dirigió, como jefe supremo, la última batalla de la emancipación americana, en Ayacucho (1824).

Declarado independiente el Alto Perú, con el nombre de Bolivia, Sucre fue designado presidente vitalicio,

aunque sólo aceptó esa dignidad por dos años. Murió asesinado en la montaña de Berruecos.

Tasman, Abel Janszoon: Navegante holandés. Al servicio de la Compañía de las Indias Orientales; fue enviado

por el Gobernador General Van Diemen a reconocer el Sur, en 1642. Descubrió una tierra a la que dio el nombre

de ―Tierra de Van Diemen‖, llamada posteriormente Tasmania en su honor, la isla sur de Nueva Zelanda y los

archipiélagos de Tonga y Fidji; recorrió las costas de Nueva Guinea y en 1643 regresó a Batavia. Exploró las

costas occidentales y orientales del golfo de Carpentaria y fue el primer navegante que dio la vuelta a Australia.

Taylor, John: Destinado a tener éxito en el mayor golpe individual de toda la Edad de Oro de la piratería, al

apoderarse de un barco comercial portugués ―Nuestra Señora del Cabo‖, cargado con los lujos del Oriente: sedas

y textiles hindúes y chinos, porcelana, productos exóticos y … kilos y kilos de diamantes. Después de repartirse

el botín, los piratas desaparecieron. Algunos se establecieron en Madagascar; otros aceptaron un perdón francés.

El resto, unos 140 se marcharon con Taylor, volviendo al Caribe. Negado el perdón por el Gobernador de

Jamaica, en 1723 anclaron en Portobelo (Panamá), donde consiguieron bajar a tierra como hombres libres,

debido, posiblemente su gran capacidad de gastar, ayudando a la economía de la ciudad. El caso es que Taylor

pasó el resto de su vida como un acaudalado oficial al mando de una nave patrulla española en aguas

centroamericanas.

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341

Teach, Edward (Barbanegra): El terror de la costa americana, maestro en psicología, que de manera

consciente acentuaba su imagen de crueldad para que encajara en la imagen pública del pirata por antonomasia.

Su pasado, como el de la mayoría de los piratas, es oscuro, incluso el de su nombre real, es posible que su

verdadero nombre fuera Edward Drummond, nacido en Bristol… o en Virginia, o en Jamaica. Líder pirata, alto,

muy fuerte, salvaje y valiente. Su barba, muy larga, espesa y muy negra cubría casi la totalidad de su cara,

formando parte importante de su imagen. A veces se la trenzaba y esas trenzas las adornaba con cintas de

colores. Antes de la batalla se colocaba largos palillos encendidos, de lento arder, hechos de cuerda de cañamo,

mojados en salitre y agua de cal. Su cara quedaba enmarcada en humo y a sus presas les parecía un demonio

salido del infierno. Gran bebedor, vesánico y cruel. En 1718 aterrorizaba el comercio náutico a los largo de la

costa atlántica y durante un tiempo tuvo un aliado en el gobernador de Carolina del Norte, aunque por ese

entonces la mayoría de los colonos se había vuelto contra la piratería, el Gobernador y su Consejo dejaron claro

que los piratas eran bienvenidos. Con su tácita aprobación oficial, Barbanegra vendía las mercancías a precios

rebajados, directamente al público. Al tiempo, los piratas comenzaron a abusar de tales privilegios, pero el

gobernador no emprendió acción alguna contra ellos. Finalmente, el gobernador de Carolina del Sur decidió

actuar, aunque eso significara usurpar la autoridad de su colega de Carolina del Norte. Sabiendo que Barbanegra

estaba fondeado en aguas poco profundas, envió dos balandras armadas, de poco calado, contra él; en la batalla

que siguió, Barbanegra llevó la mejor parte en principio y cuando abordó la goleta sobreviviente, se enfrentó a su

capitán, quién lo atravesó de un disparo, que no pareció surtir efecto. El pirata partió con su alfanje la espada de

su contrario y cuando iba a rematarle, uno de los marineros de la goleta le cortó el cuello. Finalmente, vino a

caer muerto después de recibir otros disparos y otros cortes de armas blancas.

Tegetthoff, Wilhelm, Barón de: Almirante austriaco. En1845 ingresó en la Armada austriaca. Para 1857 era

Capitán de Corbeta. Por iniciativa del Archiduque Maximiliano realizó una expedición por el Mar Rojo y en

1859 acompañó a dicho Príncipe en su viaje al Brasil. Ascendido a Capitán de navío mandó la escuadra austriaca

que fue a efectuar una demostración de fuerza en aguas de Grecia. En el combate naval de Heligoland contra

Dinamarca, luchó valerosamente hasta que su buque insignia fue totalmente pasto de las llamas. Ascendido a

Contralmirante ganó contra los italianos la batalla de Lissa, haciendo gala de notable pericia a pesar de la

superioridad numérica enemiga. Promovido a Vicealmirante, en 1867 le cupo el triste honor de traer de México

el cadáver del Archiduque Maximiliano, su antiguo protector y amigo. En 1868 fue ascendido a Almirante y

nombrado Jefe Supremo de la marina austriaca. Tomó el cargo de consejero privado y miembro de la Cámara de

los Señores.

Tejada, Juan de: Militar español. En 1589 sucedió como gobernador de la isla de Cuba a Juan Maldonado,

viniendo a ser también el primer Capitán General, con residencia oficial en la Habana. Trazó los castillos de EL

Morro y de La Punta. Terminado su mandato de cinco años, fue nombrado Gobernador de la plaza de Gaeta

(Nápoles). Anteriormente había fortificado muchas plazas de la América Central.

Tew, Thomas: Nativo de la ciudad portuaria de Newport (EE.UU), se lanzó con su barco al pillaje en las costas

de Arabia y la India, consiguiendo una gran fortuna, mostrando el camino a otros. Cuando volvió a su ciudad,

fue agasajado por la sociedad y hasta por el Gobernador Real. En noviembre de 1694, se lanzó de nuevo hacia

esos mares orientales, siempre con patente de corso, expedida por el corrupto gobernador. En septiembre de

1695 murió al intentar abordar un barco mercante hindú.

Tolomeo II Filadelfo: (308 – 246. a. C). Reinó del 285 al 246 a. C. Conquistó Abisinia, la costa S de Arabia,

Fenicia y las costas de Asia Menor. Realizó un canal entre el Nilo y el Mar Rojo. Gran protector de las artes y la

literatura. Se atribuye a su iniciativa la versión de la Biblia conocida por ―versión de los Setenta‖.

Tolomeo IV: Faraón egipcio, (¿244?-204 a.C.). Con él comenzó la decadencia de Egipto.

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Tromp, Maarten Harpertzoon: Almirante holandés. Navegó desde la edad de 11 años, acompañando a su

padre, que mandaba una fragata y que murió en el mar. En 1637 fue nombrado vicealmirante por el príncipe de

Orange. Venció a los españoles a la altura de Gravelinas y después en la batalla de Las Dunas (1639). Al

declararse la guerra con Inglaterra por la conquista del comercio marítimo, Tromp combatió contra la fuerza

inglesa del almirante Blake, venciendo en alguna ocasión y perdiendo en otras. En la batalla de Dougeness,

Holanda conquistó el dominio del Canal de la Mancha. Tromp combatió de nuevo con los ingleses en alguna

batalla más, y en la de Scheveningen, en 1653, fue derrotado a pesar de haber logrado penetrar en cuatro

ocasiones en la formación enemiga. Tromp fue alcanzado mortalmente por una bala, falleciendo.

Túpac Amaru: Último rey inca de Perú (? – 1572). Perteneció a los llamados incas de Vilcabamba, que vivieron

ya bajo dominio español. Sucedió a Tito Cusi Yupanqui, y, acusado de rebelión por sublevarse contra los

españoles, fue detenido por el capitán García de Loyola y conducido al Cuzco, donde, por orden del virrey

Francisco de Toledo, fue ajusticiado en 1572. Se extinguió con él la línea directa de Huayna Cápac y la sucesión

legítima de los incas.

Ulloa, Antonio de: Teniente general de la Armada española. Entró a la compañía de guardiamarinas a la edad de

13 años; más no habiendo de momento, plaza en ella, salió a navegar en clase de aventurero y a su costa en la

Armada de Galeones (1730) haciendo en ella el servicio de guardiamarina. Volvió a España e insistió en la idea

de ser guardiamarina,- a pesar del empleo de oficial que le concedía el general de galeones en su flota-, sentando

plaza. Cuando tenía 19 años formó parte de una comisión científica, con el también guardiamarina Jorge Juan,

organizada por el rey de Francia que tenía por objeto la medición del grado de meridiano en las inmediaciones

del Ecuador. Para presentar a los marinos españoles ante los astrónomos y académicos franceses, se consideró y

ascendió a los dos a teniente de navío. Divididos en dos grupos los observadores de la expedición, prosiguieron

sus trabajos por espacio de dos años por las cumbres de las Cordilleras Andinas. El objetivo quedó cumplido en

1744 y además la otra parte secreta que les había confiado el marques de la Ensenada, a la sazón, ministro de

Guerra, Marina e Indias: el estudio del verdadero estado político-militar y naval de las colonias españolas,

administración de la justicia y costumbre de los habitantes, de los indígenas en particular. Al regresar, terminada

su misión el barco francés donde viajaba fue interceptado por barcos de guerra ingleses y fueron hechos

prisioneros. En Inglaterra, el conde de Sándwich le dió libertad y mandó que le devolvieran todos sus escritos

científicos y le hizo gran honor y agasajo, pues se había extendido la fama de los dos marinos españoles, Jorge

Juan y él, siendo nombrado académico de la Real Sociedad de Ciencias de Inglaterra. Por encargo del rey de

España, ambos se dividieron el trabajo de la memoria de su viaje, en dos partes, científica e histórica. Ulloa

prestó grandes servicios en las ciencias, artes y oficios, como dar los primeros conocimientos de la electricidad y

del magnetismo artificial, haber descubierto el platino y sus propiedades, haber descubierto conchas marinas

fósiles en las alturas de la Cordillera de los Andes y haber dado las primeras noticias del árbol de la canela y el

caucho. Perfeccionó también la impresión de libros, el arte de grabar en cobre y piedras… Proyectó un canal de

navegación y dirigió su construcción. Formó escuela para el levantamiento de los mapas de España. Estableció el

primer gabinete metalúrgico, como asimismo el primero de Historia Natural … fue nombrado gobernador de un

territorio minero en Perú y luego, de la Luisiana. En 1779, declarada la guerra con Inglaterra, Ulloa mandó una

división naval. Miembro correspondiente, además de la de Londres, de las Academias de Ciencia de París,

Estocolmo y Berlín, y de la Academia de Nobles Artes de Madrid.

Urdaneta, Andrés: Navegante español. Estuvo en las Molucas, y en México entró a la orden de los monjes

agustinos. Luego, dirigió una expedición a Filipinas y descubrió la corriente del ―Kuro Shivo‖, permitiendo el

tornaviaje desde las Filipinas y otros archipiélagos, hasta la costa occidental de América.

Váez de Torres, Luís: Navegante español. Descubrió el estrecho de su apellido (Torres), entre Australia y

Nueva Guinea.

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Vane, Charles: Aunque con osadía había desafiado a dos buques de guerra británicos en Nassau en 1718, su

tripulación lo expulsó de la capitanía por cobardía cuando más adelante se retiró con inteligencia ante un buque

de guerra francés con armamento pesado. No tardaron en atraparlo y colgarlo.

Vázquez de Menchaca, Fernando: Jurisconsulto español. Fue alcalde de una villa sevillana, Consejero de

Hacienda, y doctoral de la Metropolitana sevillana. Considerado como uno de los jurisconsultos más sabios de su

época. Felipe II confirmó esa opinión, enviándolo al Concilio de Trento. En sus obras mencionaremos

―Controversiarum illustrium aliarumque usu frequentium‖ que Grocio cita con elogio en su ―De jure belli ac

pacis‖.

Vernon, Edward: Almirante inglés. A los 21 años era capitán de navío. Ya vicealmirante, mandando una

escuadra de sólo 6 navíos, se apoderó de Portobelo, haciéndose con ello muy popular en Inglaterra. Al abandonar

la plaza, por no tener suficientes fuerzas para mantenerlas, voló las fortificaciones. En 1741 fue enviado contra

Cartagena de Indias. Los españoles le infligieron graves pérdidas y Vernon tuvo que retirarse a Jamaica. En esa

expedición a Cartagena, en la que iban tropas provenientes de las colonias inglesas de Norteamérica, tomó parte

Lawrence Washington, hermano de George, que sería jefe supremo del ejército independentista de los EE.UU., y

al final de la contienda, su primer presidente. Al volver Vernon a Inglaterra fue elegido miembro del Parlamento.

Fue destituido por escritos que publicó en contra del Almirantazgo.

Víctor Manuel II: Rey de Cerdeña, duque de Saboya y rey de Italia (1820 – 1878). Ocupó el trono de Cerdeña

de 1849 a 1861, por abdicación de Carlos Alberto y el de Italia, de 1861 a 1878. Reorganizó el ejército, llevó a

cabo reformas liberales y sus medidas económicas contribuyeron a la prosperidad del país. Fue artífice, junto con

Camilo Cavour, de la unidad italiana. Tomó parte en la guerra austro – italiana del año 1859 y, por el tratado de

Zurich adquirió la Lombardía; recibió después Toscana, Parma, Módena, Bolonia y Nápoles; se proclamó rey de

Italia en Turín (1861) y ocupó luego Venecia. Tras la caída de Napoleón III entró en Roma con sus tropas y

estableció en esa ciudad la capital del Reino de Italia.

Victoria I: Reina del Reino Unido y Emperatriz de la India (1819 – 1901). Subió al trono en 1837, a la muerte

de su tío Guillermo IV y durante su reinado respetó siempre los principios constitucionales, lo que la dotó de un

gran prestigió popular. En 1840 se casó con Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha. Entre sus colaboradores se

encontraron políticos, como Melbourne-quien guió sus primeros años de reinado;- Palmerston- con quien

mantuvo difíciles relaciones, hasta la guerra de Crimea-; Gladstone, Disraeli- jefe de los conservadores y el más

fiel de sus ministros- que consiguió la adquisición de las acciones del Canal de Suez y el nombramiento de

Emperatriz de la India para su soberana (1876)-, etc. Su largo reinado fue muy próspero para su país y coincidió

con el momento de mayor apogeo y poder del Reino Unido. Le sucedió su hijo Eduardo VII.

Villeneuve, Pierre-Charles-Jean-Baptiste-Francois-Silvestre, de: Almirante francés. Sentó plaza de

guardiamarina cuando contaba 15 años de edad y se mantuvo en la Armada al estallar la Revolución. Formaba

parte de la escuadra, ya como contralmirante, batida por Nelson en Abukir, mandando su retaguardia. De este

desastre pudo salvar cuatro buques. En 1804 era vicealmirante y mandaba la escuadra francesa que salida de

Tolón, se unió en Cádiz a la española de Gravina, dirigiéndose ambas a las Antillas para tratar de atraer a

aquellos mares a la escuadra de Nelson y regresar rápidamente a Europa recalando en el Canal de la Mancha,

donde protegería la invasión de Inglaterra por Napoleón. Al volver se encontró frente a Finisterre con la escuadra

inglesa del almirante Calder, trabando un combate que resultó indeciso, pese a ser inferiores las fuerzas inglesas.

Villeneuve se retiró a El Ferrol; desde ese puerto, en lugar de dirigirse a Brest como se le había ordenado, para

allí unirse a dos escuadras francesas más y lograr un conjunto de sesenta buques para proteger el desembarco en

Inglaterra de las tropas francesas, se dirigió a Cádiz. Desde allí, ya fracasada la sorpresa de invasión, debía

reunirse con la escuadra de Cartagena y dirigirse a Nápoles, para desembarcar tropas y luego retirarse a Tolón,

fijando con su maniobra en el Mediterráneo a una escuadra inglesa. Impulsado por las órdenes de Napoleón y

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con la noticia de ser relevado por el almirante Rosily, salió de Cádiz en momento poco favorable, a pesar del

dictamen de Gravina y los otros capitanes españoles. Sin entrar en detalles de la operación y de las maniobras,

nuevamente equivocadas por parte de Villeneuve, frente al Cabo de Trafalgar, se produjo la batalla, con la

victoria total de Nelson. Más tarde, al dirigirse a París, donde se le presentaban graves cargos, se encerró en una

habitación de un hotel de Rennes y se suicidó.

Vitoria, Francisco de: Teólogo y jurista español. Fundador del Derecho Internacional; ingresó muy joven en la

Orden Dominica, fue catedrático en las Universidades de París y Salamanca, donde explicó Teología. Autor,

entre otras, de ―Relectiones Theologicae‖.

Voltaire (Francois- Marie Arouet, llamado): Escritor y filósofo francés. Representante de la Ilustración;

comenzó su carrera literaria con unos versos irrespetuosos dirigidos al duque de Orleáns que le costaron el

encierro en la Bastilla. Se le impuso un exilio en Gran Bretaña donde tomó contacto con la filosofía inglesa. La

publicación en 1734, de las ―Cartas filosóficas o Cartas inglesas‖, dió lugar a otra orden de arresto que Voltaire

eludió refugiándose en el interior del país, hasta 1749. Nombrado historiador real, ingresó en la Academia

Francesa, pero un progresivo distanciamiento con el rey le llevó a trasladarse a la Corte prusiana. Tras la ruptura

con Federico de Prusia, se estableció en Suiza. Deista y partidario de una religión natural, defendió la política

del ―Despotismo Ilustrado‖. Satírico, y muy hábil en la polémica, se opuso a la intolerancia, la superstición y el

fanatismo religioso. Entre sus obras, destacaremos ―Mahoma o el fanatismo‖ (1741), ―Ensayo sobre las

costumbres‖, ―Cándido o el optimismo‖, ―Tratado sobre tolerancia‖, ―Diccionario filosófico‖ y ―Comentario

sobre el libro de los delitos y las penas‖ (1766).

Wallis, Samuel: Inglés. Sale en su nave, acompañando a la de Carteret, separándose a su paso por el Cabo de

Hornos. Descubre Tahití y la isla que lleva su apellido.

Washington, George: Militar y político estadounidense. Miembro de una importante familia de terratenientes.

En 1758 fue elegido diputado por la Asamblea de Virginia y se convirtió en un símbolo de la lucha contra la

dominación británica. Fue nombrado en 1775 por el Congreso de Filadelfia, Jefe Supremo del ejército. La

victoria en la guerra revolucionaria y la firma del Tratado de Versalles (1783), por el que se reconocía la

independencia de los EE.UU. le granjearon el fervor popular. En 1789 ocupó la presidencia de la convención de

Filadelfia, encargada de elaborar la Constitución de los EE.UU. Elegido el gobierno regular, fue elevado a la

presidencia de la Unión, cargo que ocupó hasta 1796.

Wellington, Arthur Wellesley, Duque de: Militar británico (1769 – 1852). Comenzó su carrera militar en

Holanda, donde combatió a los franceses en 1794. Posteriormente pasó a la India para luchar por la pacificación

del país, y participó en la expedición de Dinamarca. Como teniente general, fue enviado a la península ibérica,

en contra de las tropas francesas de Napoleón. Desembarcó en Lisboa y tomó Portugal como base de sus

operaciones. Avanzó hacia Madrid y obtuvo las victorias de Ciudad Rodrigo y Arapiles, concluyendo su

campaña con la entrada en Madrid. En 1813, tras su triunfo en Vitoria y la toma de San Sebastián, emprendió la

invasión de Francia y con la victoria en Tolosa concluyeron las pretensiones francesas sobre el territorio español.

Al regreso de Napoleón de la isla de Elba, estuvo al mando de las tropas aliadas, consiguiendo la decisiva

victoria de Waterloo (1815). Más tarde desempeñó en Inglaterra la jefatura de un Gobierno provisional y la

cartera de Negocios Extranjeros.

Witt, Cornelisz: Marino y político holandés. Se distinguió en los combates contra Inglaterra, en las escuadras de

Tromp y de Ruyter. Acusado de conspirar contra el príncipe de Orange, le condenaron a la exoneración de sus

cargos y al destierro. Estando aún en la cárcel, fué su hermano, Jan, a verle, llevado por un carcelero traidor y, al

estar juntos, ambos fueron asesinados.

Worley Richard: Piratas inglés. Actuó en el Caribe y en las costas atlánticas norteamericanas reconocido como

uno de los primeros piratas en usar el pabellón de la calavera y las tibias cruzadas.

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Wynne, Emanuel: El motivo de las calaveras, las tibias, armas, etc., apareció por primera vez en 1700, cuando

este pirata Francés izó su pavorosa enseña en las afueras de las islas de Cabo Verde, con el dibujo también de un

reloj de arena, para mostrarle a su presa, que su tiempo corría para morir. El color de fondo de su bandera era

rojo fuerte, le ―jolie rouge‖ (el rojo bonito). Los siguientes piratas enarbolaron sus enseñas con fondo negro con

diferentes dibujos, siempre con las calaveras y las tibias las bautizaron como ―Jolly Roger‖, posiblemente una

mala traducción al oír la expresión irónica de la definición francesa.

Fin del volumen II

Luís Antonio Rodríguez Moro.

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