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Las Cronicas Del Mono Pepa

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Historia de un loco inteligente y su acordeon imaginario.

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    Derechos de autor 2015 Eder Noriega.

    Registrado en la Direccin Nacional del Derecho de Autor Repblica de Colombia

    Titulo original: Las Crnicas del Mono Pepa Diseo de portada y edicin: Eder Noriega

    Todos los derechos reservados. Queda rigurosamente prohibida sin la autorizacin escrita del titular del Copyright bajo las sanciones establecidas por la ley, la reproduccin parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografa

    y el tratamiento informtico.

  • 3

    Las Crnicas del Mono Pepa

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    Las Crnicas del Mono Pepa

    La historia de un loco inteligente y su acorden imaginario

    Eder Noriega

  • 5

    En memoria de mi

    pueblo La Paz

    Esta crnica es una corta novela basada en hechos reales

    y quiero relatarla tal como la viv y me la contaron pero con un poco de

    Pepa Imaginaria a ver si de pronto descubro en m

    el Mono Pepa que llevo dentro.

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    Agradecimientos

    A Dios

    A mi madre y hermanos

    A Jos Garca Dangond y Wilmer Lpez Lpez por sus homenajes

    A todos y cada uno de los pacficos que hicieron posible esta obra, en especial a:

    Jos Elas Mrquez Chala

    Ramoncito Castil la Osmando Mrquez

    Agustn Cotes Aroca

    A las familias: Ortega Zuleta y Noriega Jaime

    A todos los profesores que contribuyeron con sus aportes

  • 7

    ndice Quin fue el Mono Pepa 8 Prlogo 13 El inicio 24 El advenimiento tecnolgico 29 La inspiracin 31 El tifus de Robles 34 El grupo flechero 36 El Soplo divino 41 De Joaqun a Mono Pepa 45 El aguijn de la carne 54 La llegada del televisor 57 Su segundo hogar 61 El pescador flechador 66 La tienda del Dido 70 De casa de barro a casa de concreto 73 Salvado del fuego 76 Juanbi 79 El encuentro con Jtiva 82 El da que me dio su mano 85 Las tres pepas de jabilla 88 El cascajo de ladrillo 90 El charco del dolor 94 Un sueo esperanzador 97 Valledupar, el nuevo mundo 99 La Goyi 103 Rumbo a Valledupar 105 Patillal 110 Presagios 113 El ideal que siempre so 115 Dos grandes homenajes 119 Resea histrica de La Paz 122 Biografa del Mono Pepa 124 Acerca del autor 125

  • 8

    Quin fue el Mono Pepa?

    Antes de comenzar me gustara explicarles quien fue el

    Mono Pepa. Fue mi t o por parte de madre y con el cual compart

    muchas experiencias, algunas buenas y otras desafortunadas, el

    resto pref iero que lo digan las otras personas que tuvieron el

    privi legio de escuchar su acorden.

  • 9

    Fue uno de los personajes ms interesantes de la historia del

    municipio de La Paz por su innovacin en el arte de la msica y

    concretamente por su acorden imaginario, el cual tena teclas

    invisibles y a cada una le tena su propio nombre

    Juan Carlos Olivella

    Licenciado en espaol. Historiador.

    Fue un personaje imprescindiblemente imaginativo

    Juan Bautista Oate Castro

    Licenciado en fsica y matemtica.

    Fue el hombre que con la boca escalaba de manera

    impresionante todas las notas musicales al mismo t iempo, desde

    las ms graves hasta las ms agudas

    Osmando Jos Marquez

    Amigo y compaero de trabajo del Mono Pepa

    Un loco inteligente que se atrevi tocar el acorden Veinte

    Letras

    Evelis Noriega. Sobrina.

  • 10

    Fue el loco ms cuerdo que tuvimos en nuestro pueblo, viva en

    un mundo fantasioso tan real que con la meloda de su acorden

    imaginario hacia parecer la vida muy agradable y l levadera . A

    pesar de su problema era un personaje servicial con mucho

    talento y juicio y su meloda para l era cosa nica y lo haca

    especialese era el Mono Pepa para mi

    Riquelmen Gutirrez Acosta

    Fue un caminante como muchos, pero un caminante diferente

    quien cerr las puertas de su mente a la hipocresa del mundo y

    se invent uno para s mismo, uno donde bri l l el folclor

    imaginario y en dnde sonaban notas sensibles de un acorden

    que nadie vea excepto lEse era el Mono Pepa

    Graciela Mara Morillo

    El Mono fue un personaje de La Paz, que representaba la

    idiosincrasia del hombre de la regin: Celoso, msico y con un

    arma en la cintura

    Rafael Toms Zuleta Daz

  • 11

    Fue un personaje amado y valorado por una comunidad a quien

    nos alegraba con sus notas de acorden imaginario. Un cono

    representativo y referente de aquellos que recordaremos siempre

    en nuestro pueblo

    Andrea Ovalle

    Del Mono Pepa recuerdo que aunque le tena miedo, en

    ocasiones peda dinero para drselo a l a f in de que me tocara

    su acorden

    Carlos Manotas

    Fue un personaje inolvidable, que nos diverta con su talento y

    nos alegraba la vida con su acorden imaginario

    Gustavo Pallares Gutirrez

    Fue un personaje inteligente, nico en su gnero, folclorista,

    definit ivamente inolvidable

    Josefina Espinosa Caldern

  • 12

    Fue un loco cuerdo, feliz e incomprendido, porque hay que ser

    bien loco para poder sobrevivir en esta sociedad

    Gennys Ester Zuleta Ojeda

    l deca que para ser loco haba que ser inteligente, o sea, a mi

    modo de ver, el loco no era tan loco. Me pareci una persona

    tranquila que hizo parte de la historia de nuestro pueblo La Paz

    recorriendo sus calles

    Sandra Caldern

    Fue un caminante de la vida buscando lo que para l era la

    lgica

    Oscar Cantillo

    Fue un loco intel igente

    Jos Elas Mrquez Chala

    Fue un loco intel igente y trabajador

    Agustn Cotes Aroca Tin

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    Prlogo

    El Veinte Letras

    Si les dijera que siempre

    escuch con mis propios odos ese

    tal Veinte Letras pero nunca lo vi, no

    estara mint iendo.

    Quin sabe que es un Veinte Letras? El ms versado en

    esta tierra puede tener una vaga idea de lo que es o

    estrictamente puede suponer que es un abecedario encogido,

    veinte consonantes en un crucigrama, un juego de nios, que se

    yo, para serles sincero, fue un acorden que muchos

    escuchamos muy cerca de Valledupar, en la t ierra de la

    almojbana, el pueblo de La Paz, costa norte de Colombia. Lo

    curioso del caso es que nunca lo vimos, nunca supimos su color,

    su textura, si era viejo o si era nuevo, ni siquiera lo logramos

  • 14

    tocar. De la dinasta de los Olivas fue su propio eje cutante. Su

    verdadero apodo: El Mono Pepa o sencil lamente Mono Pepa.

    As que si les dijera que l colgaba ese acorden del suelo y que

    siempre escuch con mis propios odos ese tal Veinte Letras pero

    nunca lo vi, no estara mint iendo. Lo ms seguro es que alguien

    me diga que estoy loco, que me patina el coco, pero eso no me

    importa, al f in y al cabo hay una pequea locura en cada uno de

    nosotros. Creo que algunos son locos ciegos que solo sirven para

    destruir las virtudes y el buen test imonio de cualquier persona,

    otros son locos sabios capaces de transformar un pueblo o una

    nacin, y dentro de esta misma lnea obligatoriamente tengo que

    incluir a los locos de verdad, a los que son dementes, a esos que

    sufren delirios y se les llenan sus cabezas de disparates que

    aparentemente no tienen sentido, pero que en el complejo

    acert i jo de la vida se encuentra entretejida la lucha por un sueo

    que se puede alcanzar en medio del juicio de la locura.

    Precisamente de eso se trata esta crnica, de ese tal Veinte

    Letras y su bri l lante ejecutor.

    El Veinte Letras fue un acorden fuera de lo comn,

    primero porque cada botn tena su propia letra y segundo

    porque no era de cuatro o cinco letras como los que se venden

    comercialmente, sino de veinte; de l podan salir todas las

    tonalidades al mismo tiempo. Ese tal Veinte Letras fue el

    instrumento musical de mi t o Joaqun Francisco Oliva Torres y

  • 15

    con el cual no solo se volvi un juglar y rey de la Dinasta de los

    Olivas en el pueblo de La Paz, sino que adems se invent un

    gnero sin precedentes que dejara una huella imborrable en la

    t ierra de los dioses que inspiraron el folclor imaginario.

    Cuanto no diera en este preciso momento que estoy

    pescando, tocar con mis propias manos ese instrumento. Es

    imposible no escuchar sus notas. As como yo estoy ahora,

    pescando con arco y f lecha desde un barranco y sobre una

    piedra, cierto da mi to Mono Pepa estaba casi que en la misma

    posicin pescando con arco y f lecha en sta misma piedra.

    Era primero de octubre de 1976 y yo apenas tena seis aos. Las

    aguas del ro Mocho bajaban tranquilas, algo turbias y traan

    palos que arrimaban por toda la rivera. El paraje estaba repleto

    de maleza y rboles gigantes. La cada y la quietud de la tarde

    en contraste con los bejucos chirriantes que venan de

    gigantescos rboles, asombraban por su ttr ico misterio y no

    eran menos que la insondable y aparente enemistad e ntre su

    locura y su cordura. Mono Pepa era un excelente pescador pero

    su acto era incomprensible. Lo raro del caso es que le gustaba

    hacerlo desde aquel barranco. Ese sit io le l lamaban Pozo del Tin.

    Con los das de mis aos supe de una legendaria tradicin de

    que ah sala una Mano Pela y asustaba a quien la vea, pero

    eso era mentira para l, pues nunca se comi esa idea inventada

    por la gente de nuestro pueblo.

  • 16

    En el Pozo del Tin y solo, el Mono Pepa aprendi las

    mayores lecciones concernientes al arte de la pesca. Su fortaleza

    era su arco, su palabra era su f lecha, su puntera era su verdad,

    los peces eran las personas, el ro el mundo en que nadamos y

    su nica locura la msica. Hablo de un pescador de grandes

    sueos? De un pescador de ideales al que le patinaba el coco

    sin ningn tipo de prejuicio? Creo que s, pero tambin hablo de

    uno que se puede identif icar con l. De uno que est pasando por

    el crisol del fuego y tristemente se retira a lugares solitarios para

    convivir con la soledad porque nadie cree en l, nadie cree en

    sus ideas y lo peor del caso, se cree que las pginas de su vida

    solo son letra muerta con un f inal sin algo que valga la pena.

    Aquel da un silencio desazonado lo sorprendi. No saba a

    quin atribuir le la culpa, quiz era por las burlas y las piedras

    que la gente le lanzaba, o por el t iroteo pirotcnico de las f iestas

    patronales que se estaban celebrando.

    El precedente invernal en toda la provincia costea era normal en

    esa poca del ao, pero nunca jams como la de ese da, la del

    primero de octubre de 1976. Fue quizs la primera vez que mi to

    se int imid con la idea de una tragedia en su propia vida hasta el

    punto de pref igurar su orgullo de acordeonista derribado en el

    polvo de la humil lacin y la prueba. Sin embargo, era consciente

    que en medio de la lucha que le sobrevendra, l esponjara su

  • 17

    pecho, quedara tranquilo, se dara unos toquecitos con su dedo

    ndice derecho en la s ien y lo dira otra vez:

    Ju! Loco! Pa se loco hay que ten mucho juicio . Loco? Pa

    freg a unos pocos.

    Cuando mir hacia el oriente el viento se meti en su pecho y

    luego sali electrizante por la punta de sus escasos cabellos y

    all estaba erguida, hermosa, imponente, sobria, t irndosela de

    holgazn, pero que va, cualquiera se podra engaar con ella.

    Ah estaba la Serrana del Peri j adueada de su terreno pero

    estremecida por una tempestad. En esa situacin a ella no le

    preguntara Y yo que soy tuyo? Y yo que soy tuyo? Tal vez la

    dejara que siguiera mecindose como una hamaca en lo ms

    alto del campanario de una iglesia y simplemente huira a una

    f inca muy cercana porque lo que se vena no era bueno. Y as

    fue. March con una mochila l lena de pescados de aquel paraje y

    al adelantarse unos diez metros por el camino acostumbrado mir

    hacia atrs y con tr isteza tuvo que decir lo otra vez:

    Ju! Pa se loco hay que ten mucho juicio.

    Se le notaba un latente deseo de que all se quedara enterrada la

    cordura de aquellos que fermentan el deseo de ser grande, de

    aquellos que son egostas, envidiosos y no dejan avanzar porque

    se convierten en una piedra de tropiezo.

    Para darse nimo intent tocar una meloda pero no le sala

    como l quera. Era extrao. Sus manos no respondan y sus

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    labios apenas ti tubeaban. Haba una lucha interior entre su

    cordura y su locura.

    El cielo se oscureci un poco y una espeluznante tormenta

    envolvi la regin. La intransigencia del t iempo se ensa sin

    piedad contra los animales y las extensas cosechas de yuca,

    maz, tomate y patil la. Los rboles frutales se desgajaban

    segundo a segundo, sus ramas se confundan y se irr i taban. El

    angosto ro Mocho aumentaba poco a poco su caudal Crees que

    no puedo ser como el Amazonas? Parec a preguntar. Los techos

    de las casas crujan e irremediablemente se desprendan y de

    sbito volaban y desaparecan sin misericordia.

    No se poda evitar que el agua se metiera por debajo de las

    puertas. No haba ni una persona que estuviera en la ociosa

    indiferencia y ni siquiera una familia pacf ica que no rezara por

    escapar de semejante juicio. Se vean afanadsimas dejando la

    suerte en los montculos de los patios.

    Qu paranoia! Una suerte en el suelo en forma de cruz, formada

    por un par de cuchil los o por un par de cucharas con la

    esperanza de amansar la tormenta. Empero, haba una casa, solo

    unaincreblemente una y era de bahareque, intacta aunque no

    tuviera la cruz de cuchara. All bril laba un mechn con petrleo,

    acorralado por una cuadril la de insectos. La casa era original e

    inslita. A la luz del juicio coterrneo: inconexa en todo detalle. A

    la luz del juicio de Mono Pepa, su propio dueo: hi lo tras hi lo

  • 19

    material izando la urdimbre ms compleja que pueda coexist ir en

    la mente de un luntico.

    Al tanteo, la casa era de siete por cuatro metros, con piso

    en parte de barro y en parte de tablas, el techo de tejas cortas.

    Esa casa viva sostenida por siete vigas de guayacn, una de

    ellas, la ms gruesa, estaba dignamente emplazada en toda la

    mitad y de ella pendan varios machetes, f lechas, t iras largas de

    cabuya y de caucho. En el cuarto tambin haba un interesante

    bal de guayacn y una hamaca sucia pendida de dos ganchos

    de hierro. El mundo aqu era un embutido de puerco bien y mal

    entendido, al iado con un cerro de basura que por poco tapona la

    puerta de la calle. La escasa luz dejaba entrever en una de las

    vigas la sombra de un reptil y los ojos tremulantes de un perro

    negro debajo de una mesa, con la jeta hundida y desplomada

    sobre las patas, suspirando por escapar de aquella noche

    irrel igiosa, cruel y t irana, a la expectativa. Con los ojos negros

    bien abiertos, esperando a que su dueo llegara.

    La augusta mirada roja de aquellos dos perros era de guila

    y sus bocas como de brasas. Eran animales negros, muy

    macizos, como osos de guerra, con cuellos llenos d e pas

    metlicas, perseguan a Mono Pepa para matarlo. Lo tenan

    huyendo como un miserable mojigato bajo el rugido y el peso

    desmesurado de la tempestad. No haba esperanza de pedir una

  • 20

    tregua o levantar bandera blanca como se hace en medio de una

    guerra.

    Tengo que dej este carro lo deca hasta por los codos

    mientras se mova como pez en el agua, dejando rastros de

    sangre en la vegetacin. Sus piernas fueron perdiendo fuerza y

    no tuvo ms remedio que tirarse de pecho contra el suelo y

    camuflarse como sea y donde sea. Su fe en algo le funcion y

    por milagro los perros criminales pasaron de largo pero aun as

    no se confi. Volte el cuerpo agotado hasta quedar de espaldas

    contra el suelo y ms tieso que un palo, excepto sus pies que

    an no cesaban de temblar; resultaba incomprensible el modo en

    que una asti l la de madera se le hunda en el tobil lo derecho y

    aterraba ver tanta callosidad en sus dedos agrietados desti lando

    sangre. Traa bien puestas sus chancletas de llanta de carro; se

    notaba que las uas de esos hediondos pies no progresaban y

    cualquiera dira que se las coma, pero no, su elast icidad no

    llegaba hasta al l. Esas uas mantenan costra de barro y en

    ellas sobrevivan unas niguas tan astutas como las pulgas;

    ignoraba lo que ocurra con esos aguijones pero lo cierto es que

    nunca se largaban. Esas apestosas alimaas siempre salan de

    ah para dejar secuelas muy marcadas en su vida, y aun as con

    su atrevimiento, nunca lograron destruir le el acorde armnico de

    su razn y el comps de todas sus virtudes: su dignidad.

  • 21

    El pantaln que l levaba aquel da era un ndigo viejo

    f lecado en las botas, atiborrado de hojas pegajosas, con rotos

    casi a la altura de las rodillas. La hebil la de su cinturn de cuero

    era una herradura de caballo oxidada. En las muecas de las

    manos traa puesto un revolti l lo de manillas de caucho con

    alambre dulce. Por sus brazos largos y f lacos se vea un hilo

    grueso de venas que terminaban bifurcndose en las manos

    como ros desesperados. La camisa era de cuadritos blancos y

    azules, semitransparente, desabotonada, desabrida. Dejaba

    entrever algunas ronchas en su estmago de mico y pecho de

    martil lo. An conservaba sus bigotes espesos y la barba larga

    desaliada, los labios resecos, los pmulos f lacuchentos y

    embetunados por la mugre de los sinsabores de los aos y una

    blanca carnosidad iniciando una futura ceguera en el ojo

    derecho.

    Se retorci ms que una lombriz de tierra. Se mordi la

    lengua. La mirada se le torn incontrolable. La lluvia punzante

    tortur su alma hasta el punto de hacerlo verter hi los de sangre

    por su protuberante calva. La noche tenebrosa de aquel primero

    de octubre fue la nica testigo de aquel sufrimiento que toc la

    mdula de la vida y el paroxismo del dolor humano.

    El Mono Pepa yaca all entre el barrizal y la l luvia como un

    monigote por causa de la insensibil idad humana de uno de los

  • 22

    ganaderos ms ricos de la regin. La voz de su conciencia le

    martil l en ese momento: -T no estai loco! - Eso reson como

    un eco en el espacio y lo hizo volver en s. Cada f ibra, cada

    tendn y cada hueso de los dedos de sus manos se fueron

    agitando muy despacio, muy lento, entretanto que obedeca a los

    impulsos del juicio de su locura.

    Tetetendepete petende susurr.

    Hundi el dedo ndice de su mano derecha igual como si

    presionara una tecla. Y s, la sint i. En verdad sint i la nota

    armnica de su mundo real, luego toc un acorde y despus otro.

    Como por inst into llev las manos al pecho y en su hora ms

    negra cobr vida su acorden Veinte Letras irrumpiendo con una

    extraordinaria meloda provinciana. Estir y encogi sus brazos

    al son de la tormenta.

    Hmmm JuHmmm JuTa!, ta ta taaaaa pronunci con su

    boca de manera fuerte, y fue como un DO alto y grave despus.

    Beeeeta taaataaaaaa eso son como un DO normal y

    luego un FA normal y luego otra nota muy grave que se sali del

    crculo armnico para meterse en el Crculo de un SI sostenido

    doble.

    Traaa tra ta ta ta ta ta ta te te te teeeee aqu fue donde

    sonaron las veinte tonalidades al mismo tiempo y sin darse

    cuenta se fue de ah con su mente a donde la msica lo l levara.

    Tan lejos se fue que pareca endrogado por la msica. De

    repenteEse acorden invisible se esfum. Se levant

  • 23

    hermtico, imponente, como si nada hubiera pasado. Traspas

    lentamente el umbral de la noche con su mirada y mucho ms

    arriba vio bril lar su acorden Vein te Letras.

  • 24

    1. El inicio.

    El da en que la t ierra de los

    dioses inspir el folclor imaginario , la

    cordura se bes con la locura y la

    locura encontr su verdadero juicio,

    juicio que sirvi para pescar el ideal

    ms deseado de todos los t iempos.

    Los dioses de aquellas tierras que inspiraron el folclor

    imaginario quedaron tan impresionados por su toque magistral

    que lo premiaron como el nico rey de la Dinasta de los Olivas.

    Esto sucedi en un punto del planeta tierra l lamado La Paz, el

    lugar pico donde El Cerrito es amaril lo cuando f lorece, los

    robles suean, la serpiente canta y la almojbana baila. A sus

    habitantes se les dice pacf icos, parece un semillero de apodos y

    tiene unas locuras inslitas que sobrepasan la imaginacin del

    hombre. Lo cierto es que no existe un pueblo en este mundo sin

    algo de locura y no existe una locura si no hay un pueblo.

  • 25

    All, mucho tiempo atrs cuando a La Paz le l lamaban Robles y al

    casero de palmas La Humar, con la luna llena como testigo,

    naci un nio pelando las nalgas. La partera que atendi este

    caso no sala de su asombro y pens que era un fenmeno de

    dos cabezas. El nio se vea vigoroso, blanco, con cabellos

    rubios que parecan hilos de oro. Sin embargo hubo algo que

    cautiv poderosamente la atencin de la partera y de sus padres;

    el beb comenz a agitar fuertemente sus brazos de un lado para

    otro y en ese momento emergi de las profundidades del ro

    Mocho la serpiente Doroy emit iendo un extrao sonido que

    repercuti por los confines de la provincia. Eran los dioses

    anunciando la l legada del gran rey acordeonista.

    Juana! Escuchaste ese sonido? Peroun gallo cantando a

    esta hora? pregunt Dionisio Se notaba muy desconcertado.

    No es un gallo. La DoroyLa Doroy ha cantado.

    La partera lo tom en sus brazos, lo levant y predijo:

    Rey sers y tu corona vendr desde la copa de un rbol. El

    juicio de la locura ser tu collar. La luna bril lar en todo su

    esplendor y al f inal tu nombre se perpetuar de generacin en

    generacin.

    Se l lamar Joaqun Francisco expres Dionisio.

    Que bello. Estoy feliz. Gracias por regalarme este hijo di jo

    Juana su madre.

  • 26

    Era el ao 1928 cuando naci ese increble nio de l inaje

    espaol. Cuando cumpli los tres aos de edad le sobrevino una

    meningitis por muchos das y su vida qued afectada por una

    demencia extraa e inslita. El nio creci pero hablaba poco, no

    jugaba con nadie, le gustaba recoger piedras de la calle y

    arrinconarlas en el patio de su casa. Tena un comportamiento

    muy celoso y no dejaba que le tocaran sus piedras. Se e nfureca

    cuando vea que su propia madre le coga aquellas piedras.

    En su juventud ese raro desequil ibrio se volvi folclrico .

    Parece mentira pero as fue. Joaqun Francisco so una vez

    atrapando con sus propias manos un arcoris. Cuando le cont el

    sueo a su madre, ella se puso furiosa quien no slo lo rega

    sino que le dio un cocotazo porque l le di jo a el la que poda

    atraparlo y aun as con semejante advertencia el joven no le hizo

    caso. Ese da por la noche so con acordeones l lorando que se

    desintegraban como partculas f inas de ladril lo y en el aire se

    unan formando f iguras de instrumentos de tortura. En completo

    silencio tom una manta gruesa espaola que conservaba de sus

    abuelos y sal i a pies descalzo al patio en plena oscuridad con el

    convencimiento de que algo malo le iba a suceder a su hijo

    Joaqun. Encendi el fogn de t res piedras que se encontraba en

    la cocina de barro y se puso a fumar tabaco con la candela hacia

    adentro. Su cabeza pareca un reciente cadver envuelto en

    hojas de pltano, preocupada por el peso de aquel sueo que le

  • 27

    haca sacar una sonrisa amari l lenta y pobre de espritu. Nadie

    creera que detrs de aquel rostro de linaje espaol estuviese

    escondida la que pariera a un rey musical . El desvelo fue largo y

    la noche lenta como para ref lexionar del mal comportamiento que

    tuvo al tratar de arrancarle a su propio hijo el destino que la vida

    le tena preparado. Juana se fue de ah preocupada, con una

    antorcha y una t inaja hacia el Pozo del Laurel a recoger agua.

    Era casi ya de madrugada y las otras mujeres pronto l legaran a

    llenar sus tinajas y lavar la ropa de sus familias, de modo que

    esta vez no quera ser vista por nadie ni hablar el asunto del

    sueo ni siquiera con Dionisio. El paisaje era espeso en

    vegetacin y el suelo hmedo tena rastros de cal porque del otro

    lado fabricaban enormes ladril los y explotaban la piedra caliza de

    forma artesanal. Cruz una leve l lovizna con algo de viento fro

    que oblig a Juana meterse debajo de un laurel . El f irmamento

    tron dejando un sabor amargo pero ese sabor se torn en dulce

    cuando unos rayos luminosos atravesaron las nubes negras y

    aquel lugar qued entre claro y oscuro.

    Ki ki ri ki

    Qu? No lo puedo creer. La serpiente Doroy di jo Juana

    con la respiracin entrecortada y se tir al suelo detrs de un

    matorral. Asomaba la cabeza de vez en cuando con los ojos

    desorbitantes para tratar de capturarla con su mirada pero no

    sali. Esper en silencio y quince minutos despus la escuch

    otra vez y la vio surgir del fondo del ro. Era el la la tan famosa

  • 28

    serpiente con cresta de gallo que tena intr igada a la poblacin.

    A los pocos segundos la Doroy se hundi sin dejar el menor

    rastro.

  • 29

    2. El advenimiento tecnolgico.

    El progreso se hizo notar y

    junto a l nuevas tecnologas

    asombrosas fueron apareciendo,

    entre el las sobresalieron la radio y la

    nevera de petrleo.

    Ocho aos despus de su nacimiento sucedi algo

    espectacular en una rst ica elemental estacin de gasolina

    situada en el centro de aquel pueblo. Se trataba de la l legada de

    un aparato rodante que daba miedo: un carro Ford modelo 1936.

    La noticia fue tan explosiva que en solo pocos minutos todo el

    mundo abandon sus casas, reunindose ese da en la pequea

    estacin. Cuando la noticia l leg a Juana, ella inmediatamente lo

    comunic a su marido. Dionisio tom por la mano a Joaqun

    Francisco, salieron corriendo y cruzaron el Pozo del Laurel.

    Cuando llegaron presenciaron tanta gente que no caba ni una

    aguja. Todo el mundo estaba con la boca abierta, algunos

  • 30

    perturbados porque les pareca algo de otro planeta, otros hasta

    pensaron que poda comer pasto como los asnos ; un rumor que

    se gener en cuestin de segundos. La espantosa mquina se

    prendi y comenz a rodar muy despacio. Tena cuatro patas

    redondas, dos ojos grandes bril lantes, una trompa que pareca de

    cerdo ms el resto del cuerpo era como una casa. Al ver que la

    temible mquina no atacaba ni se volva furiosa y al notar dos

    personas en su interior sanas y salvas, se fueron acercando con

    gran expectat iva hasta que por f in le tomaron confianza al tal

    aparato. Rato despus dej de funcionar y la empujaron poco a

    poco hasta l levarla a otro pueblo l lamado Manaure.

    La llegada de este Ford signif ic pocos das despus un buen

    presagio para el futuro del pueblo. El progreso se hizo notar y

    junto a l nuevas tecnologas asombrosas fueron apareciendo,

    entre ellas sobresalieron la radio y la nevera de petrleo. La

    primera radio que l leg era como una caja de fsforo con dos

    botones y un tablero que indicaba la frecuencia. La nevera de

    petrleo, por su parte, se convirt i en un tema peligroso porque

    mat a muchas personas.

  • 31

    3. La inspiracin.

    El da en que la t ierra de los

    dioses inspir el folclor imaginario, la

    cordura se bes con la locura y la

    locura encontr su verdadero juicio.

    Juicio que sirvi para pescar el ideal

    ms deseado de todos los t iempos.

    Alrededor del 1945 cuando Joaqun Francisco tena sus

    diecisiete cumplidos, comenz a descubrir que la vida tena

    sentido para l y que vala la pena luchar por el sueo frustrado

    por sus propios padres. Eran las dos de la tarde y estaba

    pescando dentro del ro Mocho. No usaba redes o anzuelo como

    lo hacan otros pescadores comunes sino f lechas que l mismo

    fabricaba rsticamente. Sin saberlo, aquel da se producira una

    conversin radical en su personalidad y un cambio

    aparentemente doloroso que sera la nueva escuela formadora de

    su ms anhelada ilusin. Una suave l lovizna empez a caer y los

  • 32

    rayos solares formaron un espectro multicolor cual nunca sus

    ojos haban visto. Se sali del agua y agarr su mochila l lena de

    pescados. En ese momento sinti un pesar porque l quera

    capturar aquel arcoris pero la mochila estaba pesada y le

    impeda correr.

    El arcoris o los pescados!

    Por un momento vacil en su decisin y no perdi t iempo en

    escoger la mejor. Pref iri cambiar los pescados por el arcoris.

    Sus chancletas calz, su cinturn apret, su honda de cazar y su

    f lecha asegur y su carro imaginario prendi y puso el cambio en

    primera con su mano derecha y con su mano izquierda comenz

    a timonear. Se fue corriendo tras el arcoris y cuando crea que

    lo tena cerca, ms lejano e inalcanzable lo vea. Ahora la vida le

    ofreca una nueva razn para luchar, un camino por recorrer y un

    ideal por alcanzar. Ese da la cordura y la locura se enfrentaron

    cara a cara y se besaron. Se abrazaron con lazos de afectos

    indisolubles. La locura encontr su verdadero juicio y cordura.

    Ahora era necesario perder para ganar.

    Ahora s me hicite cog rabia, Jum!, Ya es que te voy a

    agarr. Ya es que te voy a zamp un hondazo.

    Muy lentamente sac una piedra del bolsi l lo de su pantaln y una

    honda del otro bolsil lo del pantaln. Con su magistral puntera

    lanz la piedra, le peg en la cabeza y le hizo un tremendo

    chichn. Le tir la f lecha y lo ensart. Lo agarr, lo meti en su

    mochila, se lo l lev para la casa y lo amarr de su rbol de

  • 33

    mamn sin decirles nada a sus padres ya que no estara

    dispuesto a seguir soportando los cocotazos de Juana.

    Nunca se le haba visto tan contento como ahora que haba

    pescado su mayor ideal. Al deslumbrar el alba cada da tomaba

    caf y se inspiraba en ese arcoris. Nunca lo solt. Nunca lo dej

    escapar y ni siquiera Juana se lo logr quitar. Antes por el

    contrario, las primeras notas de su acorden resonaron en la

    copa de aquel rbol de mamn un tanto descoordinadas.

    Diariamente ensayaba en aquella escuela natural y en ese tiempo

    no se atrevi a explotar ese talento ante los dems no porque

    sint iera miedo, sino porque su conviccin le aseguraba una falta

    de experiencia y por eso guard el asunto hasta que la vida le

    ofreciese la maravillosa oportunidad de dar a conocer lo que por

    mucho tiempo permaneci latente en su corazn.

  • 34

    4. El tifus de Robles.

    La constante prctica de las

    labores cotidianas con sus manos lo

    capacit para tocar su acorden de

    una manera increble.

    El Dr. Ferreira analiza la cabeza del joven de dieciocho

    aos y se preocupa porque le encuentra algunos piojos. Le toma

    la temperatura y la f iebre es cada vez ms alta, el cuerpo tiene

    escalofro con un intenso dolor en el estmago.

    Crtele todo el cabello y le lava la cabeza con vinagre para

    evitar que se siga infectando. Dele este antibitico al menos una

    semana le orden a Juana.

    Cmo se pondr?

    Estar bien. Por suerte trajo rpido al muchacho.

    El siguiente paciente era una seora de cincuenta y dos aos con

    escalofros, migraa, deshidratada, f iebre de cuarenta y cuatro

  • 35

    grados, retorcida por un dolor abdominal y escupiendo sangre.

    Cuando el doctor le fue a aplicar un suero, muri. Era el ao

    1946 cuando el Mono se afect en parte por la epidemia del

    Tifus. Tena dieciocho cumplidos y su estado de salud mejor

    despus del tratamiento que le recet el Dr. Ferreira pero

    tristemente le toc presenciar la muerte de aproximadamente

    cuarenta personas.

    Poco tiempo despus de su mejora y progreso f sico, el Mono

    comenz a trabajar con Santo Sierra en la fabricacin de tejas de

    cemento, ayudante en carga de ladri l lo y material de arrastre. Se

    aprendi de memoria todas las partes mecnicas de los carros,

    realiz labores tcnicas sencil las que le dieron la destreza y la

    f irmeza necesaria en sus dedos que ms adelante le servira para

    ejecutar su acorden imaginario. En ese devenir conoci al nio

    Agustn Cotes Aroca Tin quien vivi para contarlo.

  • 36

    5. El grupo flechero Las mejores lecciones

    concernientes a la pesca las

    aprendi en el grupo flechero.

    El grupo f lechero fue una comunidad de siete jvenes

    pescadores que adquiri fama a f inales de la dcada de los

    cuarenta en el casero de Robles. El primero era Ramoncito

    Castil la, el mejor de todos. El segundo era diestro en redes y su

    nombre fue Leno Araujo, el tercero fue Juan Toms Caldern

    experto en f lechas, el cuarto fue Chema Zuleta experto en

    anzuelos, el quinto fue Too Castro experto en explosivos, el

    sexto fue Jos Elas Mrquez Chala experto en coordinar y el

    lt imo y ms joven fue Joaqun Francisco El Mono experto en

    abrir y escamar pescados. Todos los das se iban a pescar al ro

    Mocho y en otras ocasiones aprovechaban las pocas de

    cosechas pesqueras del ro Cesar.

  • 37

    Cierto da estaban exhaustos y agobiados, los agarr la tarde

    solamente con una sardina de bocachico.

    Qu vamos a hacer, no hemos pescado sino uno solo y esto

    no alcanzar para llenar una sola barriga? Dijo Leno

    preocupado ya son como las dos de la tarde. Qu haremos?

    Hoy no hemos tenido suerte, que dir la gente cuando pasemos

    por la cal le y vean nuestras manos vacas dijo Chala.

    Es verdad respondi Ramoncito debemos hacer algo o

    inventarnos algo, de lo contrario dirn que somos unos malos

    pescadores.

    Yo tengo la solucin sugir i Chema con las manos en su

    cabeza porque no esperamos que caiga la tarde y ponemos la

    atarraya en el Pozo de La Race.

    Es un peligro Chema respondi Ramoncito no quiero

    quedar muerto por la mano pela en esa cueva. Qu tal que

    se aparezca y se l leve a alguno de nosotros?

    Es verdad respondi Too a m me dijeron que varias

    personas se han desaparecido, es mejor dejar las cosas as.

    Mejor nos vamos dijo Ramoncito hoy no fue nuestro da

    de suerte. Qu la gente diga lo que diga. No me importa.

    Pero que dir mi mam cuando lleguemos sin nada, nos van a

    castigar respondi Chema.

    Recojamos todo di jo Ramoncito con una honda preocupacin

    en su rostro creo que el t iempo de la escases ha llegado y

  • 38

    tendremos que acostumbrarnos. Las cosas ya no sern lo mismo

    que antes.

    Vamos a pesc ms abajo? Pregunt el Mono.

    Qu has dicho? respondi Ramoncito.

    Qu vamos a pesc ms abajo. Aqu no hay nada, no hemos

    tenido suerte, entonces vamos ms abajo. Quiz nos vaya bien.

    Ms abajo? Ms abajo a dnde? Pregunt Chala.

    Mi mam me dijo que por al l lejos queda Corral ito.

    Yo no conozco eso para all di jo Too.

    El Mono tiene razn dijo Ramoncito es la f inca de

    Cayetano Oate y yo tambin he odo que algunos han pescado

    all. La idea del Mono es genial . Yo propongo que deberamos ir.

    Nada vamos a perder. Qu les parece?

    Con gran entusiasmo los siete pescadores se reanimaron unos a

    otros y marcharon expectantes rio abajo. Vivieron la aventura

    ms interesante de toda su vida, conocieron iguanas ms

    grandes, se tropezaron con un oso hormiguero, un puerco espn y

    una serpiente de coral. Las peas del ro eran gigantescas y en

    ciertas partes se podan pasar de una oril la a la otra. La travesa

    no duro mucho, solamente como media hora pero fue interesante.

    Luego l legaron a un lindero de alambre pa y pasaron una

    entrada que deca Corral ito y f inalmente llegaron al Pozo de

    Corrrali to. Es aqu di jo Ramoncito.

    Un momento dijo Chalia nadie se meta al agua. Acabo de

    ver bri l lar algo al l en la otra oril la.

  • 39

    All arriba! Dijo Chema lanzando una migaja de carne.

    El Mono tena la razn di jo Ramoncito. Chala y yo nos

    meteremos con la atarraya mientras ustedes t iran las migajas de

    carne para atraer a los peces y poco a poco los vamos

    encerrando y tu Mono qudate afuera por si necesitamos algo

    ms.

    Como de costumbre el Mono se qued en silencio sentado en una

    piedra analizando minuciosamente cada detal le de la pesca.

    Todas estas act ividades combinadas con su aguda visin, fue la

    piedra fundamental que lo convirt i no solo en el mejor f lechador

    de aquellos t iempos, sino tambin en el gran pescador del folclor

    imaginario.

    Voy a ensuciar dijo.

    Se escondi detrs de un rbol bajndose los pantalones con

    dif icultad ya que tena una doble vuelta de cabuya como cinturn.

    Sinti la frescura del pasto en sus nalgas sin dejar de pensar en

    Juana y la paliza que iba a recibir por desobed iente. Luego se

    puso a golpear el rbol con una piedra sin caer en cuenta que

    haba alborotado un nido de avispas negras y lo atacaron . Sali

    corriendo con picaduras en sus labios, gritando fuertemente y

    con un dolor insoportable que lo hizo llorar. Cuando se quit las

    manos de su cara frente a sus amigos tena los labios, la nariz y

    los ojos rojos, de modo que le l lenaron la cara de barro mezclado

    con orn con la esperanza de que este remedio natural lo aliviara,

    sin embargo el t iempo pas y cuando llegaron al casero de

  • 40

    Robles y Juana lo vio, pareca un monstruo desjarretado desde la

    frente hasta la mandbula con labios de mojarra.

  • 41

    6. El soplo divino. La escuela que lo capacit

    fsica y mentalmente en su juventud

    para enfrentar la vida fue llamada El

    Soplo divino.

    En la juventud del Mono Pepa, exactamente cuando tena

    sus veintin aos de edad, se recrudeci la violencia en

    Colombia. El presidente de la repblica de turno era Luis Mariano

    Ospina Prez (1946 1950). Este gobierno vivi en carne propia

    el famoso Bogotazo el 9 de abri l de 1948 y por la pugna entre los

    partidos polt icos liberales y conservadores se produjo como

    resultado la muerte del caudillo l iberal Jorge Elicer Gaitn. Para

    restablecer el orden pblico, este gobierno invent el macabro

    plan de las tan nombradas Chulavitas o Polica Chulavita, un

    grupo armado instigado por campesinos conservadores de la

    Vereda Chulavita del municipio de Boavita, departamento de

    Boyac. Posteriormente los Chulavitas se fortalecieron en el pas

  • 42

    y se lleg al punto en que era prohibido decir Soy l iberal, quien

    lo haca lo encarcelaban o lo mataban.

    El Mono Pepa vio con tristeza la manera como estos mismos

    Chulavitas, aprovechando que estaban apoyados por un gobierno

    intolerante y perseguidor, quemaron casi medio pueblo

    comenzando por la Cantina La Tuna. Aquel da el problema se

    inici porque la Polica Chulavita no dej entrar a la cantina a

    dos jvenes menores de edad. Las personas que estaban

    ingiriendo l icor tomaron represalias contra los policas y se

    enfrentaron a puetazos. El resultado de esta contienda fue la

    muerte de dos personas y posteriormente los Chulavitas

    comenzaron a echarle candela a todas las casas.

    Poco tiempo despus de este macabro episodio el Mono

    Pepa vio cmo se levantaron los primeros colegios of iciales tales

    como San Jos y Urbana de Varones. Cada da l pasaba frente

    al Hotel Amrica y su famoso teatro, a veces se quedaba en

    horas de la noche en la cantina El Pramo, al lado de dicho hotel

    y dedicaba parte de su t iempo conversando con los hermanos

    Avelino y Chepe Romero, uno era dueo de una de las primeras

    empresas de transporte pblico de la provincia y la ruta principal

    era entre los departamentos del Atlntico, Magdalena y Cesar y

    el otro era dueo del Hotel Amrica . A mediados de la dcada de

    los cincuenta, el carro que el Mono Pepa le gustaba montar no

    eran los de Chepe Romero, ni mucho menos El Monarca y la

  • 43

    Golondrina que venan de La Guajira, sino aquel que por

    cuestiones sensacionales fue llamado El Soplo divino. Este

    carro modelo 54, marca Dodge, con cabina de madera y

    carrocera de carga, era uno de los nicos que suba a la altura

    del municipio de Manaure con ladri l lo adquirido en los hornos de

    Clemencia Cotes y Gilma Mrquez. Tambin llevaba material de

    arrastre como arena y gravi l la que sacaban del ro Cesar. El

    dueo fue Osmando Mrquez Pino y su hi jo Osmando Jos

    Mrquez le ayudaba en esta tarea diaria, pero De dnde

    apareci ese nombre de Soplo d ivino? Cul es su verdadero

    origen? Cada vez que Osmando iba a recoger los materiales de

    construccin pasaba por el centro del pueblo por si acaso vea al

    Mono Pepa y si lo vea, entonces se lo l levaba a trabajar y a

    cambio le daba frutas, verduras y algunos alimentos no

    perecederos.

    Con el carro l leno de materiales Osmando suba a Manaure y

    regresaba l leno de estudiantes a unos noventa kilmetros por

    hora. Al cruzar un resalto del puente por una zona llamada La

    Tomita, la gente senta en todo su cuerpo, por un segundo, una

    increble sensacin combinada con un poco de susto que los

    pona a volar. Esta sensacin fue la causa para que el carro de

    Osmando se hiciera famoso en el pueblo con el nombre del

    Soplo d ivino.

  • 44

    El compaero de confianza del Mono Pepa en el Soplo

    divino fue precisamente Jos, el hijo de Osmando. A l le

    preguntaba a cada rato:

    Y t que eres mo?

    Mono. Yo soy primo tuyo responda Jos con un poco de

    temor yo soy familia. Tu y yo somos familia.

    En la medida en que pasaba el t iempo fue adquiriendo

    mucha fuerza en los pulmones, tanto as que pareca pecho de

    gallo y cintura de mico. Adquiri un sentido de responsabil idad

    consigo mismo y aprendi el principio de la honradez. Sin

    saberlo, el Soplo divino se constituy para el Mono Pepa en

    aquella escuela que lo capacit f sica y mentalmente para ser el

    mejor estudiante de los mejores soplos guturales que muy pronto

    bri l laran en la t ierra de los dioses que inspiraron su folclor

    imaginario. Los mejores tiempos estaban por venir.

  • 45

    7. De Joaqun a Mono Pepa.

    Cualquiera dira que la palabra

    Pepa se refiere a semilla pero mucho

    ms que eso significa juicio,

    intel igencia, pepa sencillamente

    signif ica talento.

    Los aos juveniles de Joaqun Francisco marcaron un ri tmo

    de simpata colorida en tres aspectos principales: su fsico, su

    temperamento y su nombre. En su fsico se efectu una

    transformacin sumamente interesante, especialmente de la

    cintura hacia arriba por la forma como l se apretaba dursimo el

    cinturn que en sus primeros inicios no era ms que unas tiras

    de cabuya de envolver cajas. Luego la cabuya fue reemplazada

    por el cuero con una hebilla estrafalaria de hierro que obtuvo en

    sus andanzas de acordeonista. Esta hebil la era una herradura de

    caballo rst ica pero luca bien, aunque se converta en un

  • 46

    problema porque le magullaba el estmago y le dejaba

    estampado una marca coagulada de sangre. Estos apretones

    fueron reduciendo su estmago y ampliando su caja torcica,

    dando la impresin de un mico amarrado con pecho de gallo. Su

    cara se fue poblando de bigotes espesos con barbas largas

    desaliadas, el cabello un poco lacio, dbil y con sntomas de

    alopecia. El ojo derecho con una pequea carnosidad sin que

    todava se lo afectara completamente. Muchas manil las de

    alambre dulce y de caucho en las muecas de sus manos y lo

    mejor de todo, un acorden imaginario que tocaba todos los da s

    de norte a sur y de este a oeste y que l mismo denomin Veinte

    Letras. Lo cierto es que antes del Veinte Letras el tocaba uno

    que era Negro as le deca . Despus vino el Guacamayo

    y por lt imo la versin mejorada: el Veinte Letras. As que antes

    de ser l lamado Mono Pepa ya ms o menos tena idea de cmo

    se tocaba el acorden. Por aquel entonces fueron asentndose

    nuevos colonizadores en la vil la pacf ica que edif icaron casas,

    montaron negocios y prosperaron en actividades de pesca,

    pastoreo de ganado, cult ivos de yuca y maz, venta de carbn

    madera y mucho empleo por las cosechas algodoneras; muchas

    mujeres subsistieron cosiendo sacos de algodn , entre el las

    Mara Luisa Torres, la hermana del Mono Pepa . Una de las

    fuentes primarias econmicas lo constituy el negocio de la

    almojbana hecha en hornos de barro. El exquisito pan subsiste

    hasta el da de hoy como un smbolo cultural en honor a la mujer

  • 47

    trabajadora. Una de las vas ms pedregosas y extensas era la

    calle Central o Ancha y una vez al ao se realizaban carreras de

    caballo. Estaba adornada en toda la mitad por un imponente

    rbol de higuito cuyo follaje era como un escudo casi

    impenetrable por la luz del sol. Ah, abrigada por la refrescante

    sombra de la una de la tarde, se encontraba a Genoveva,

    delirando en el fondo del mgico mundo de la poesa. Fue

    apodada Abejn Conchajn porque tena un t imbre de voz tan

    resonante que se propagaba por el aire como e l zumbido de una

    abeja. Peas grandes y medianas sobresalan como cascos de

    proteccin alrededor de los rboles y servan de asiento.

    Fsicamente era de buena presencia y posea una inteligencia

    que sobrepasaba su edad. Con notable perseverancia y fantasa

    ilusoria, pesc un ideal jams alcanzado en aquellas t ierras, a

    saber, ser la mejor poeta de la poca. Era capaz de recitar como

    veinte hermosos poemas sin parar y ninguno de ellos aburra al

    oyente. Muy poco se dejaba tocar, excepto por las hermanitas

    Bustamante Gonzlez, que se la pasaban sacndole sus primeras

    canas, una por una.

    Los tiempos que se van no vuelven y si vuelven no son

    iguales esto deca para ensear que hay que aprender a

    valorar toda buena oportunidad que se nos presente.

    Los cambios en su rea temperamental no fueron ajenos a

    cada una de las transformaciones fsicas que se operaron en l.

  • 48

    Entre ms calvo se pona ms pepa y talento adquira. Entre

    ms fuerza en sus brazos ms pepa y puntera y entre ms

    agil idad en los dedos de las manos ms pepa y acordeonista

    se volva. De modo que exhiba un comportamiento dual en todas

    las circunstancias; cuando lo trataban bien actuaba con sus cinco

    sentidos bien puestos y cuando lo trataban mal, lo rechazaban, le

    negaban algo de comida, se burlaban y le t iraban piedra

    entonces se desquiciaba, se enfureca, duraba varios das sin

    baarse y sin afeitarse. Lo bonito e interesante de este caso

    psicolgico era el desahogo como pescador con f lecha, como

    conductor, como acordeonista imaginario, tanto as que no solo

    ejecutaba su acorden con un realismo increble, tambin lo

    guardaba, lo l impiaba, se lo l levaba al vecino para que se lo

    arreglara y una vez lo dej tirando en un charco por culpa de un

    golpe recibido en su pie derecho. Dentro de este tipo de locura

    sobresala una que le haca dao, era una crisis sper depresiva

    que slo poda ser superada comiendo el polvo del cascajo de

    ladril lo.

    Despus de la muerte de sus padres , el Mono encontr

    refugio no slo en sus hermanos Dionisio Alfonso, Carmen y

    Mara Luisa Torres sino tambin en la amistad de Carlos Noriega

    su vecino y su nueva casa de barro sostenida por columnas,

    tablas y varas de madera. Esta casa de Bahareque construida

    por Celso Ramrez y Edan Ramrez signif icaba mucho para l;

  • 49

    nueva vida, otro rbol de mamn ms grande y ms frondoso ,

    nuevas i lusiones y nuevos motivos para seguir luchando por ese

    sueo de convertirse algn da en el gran acordeonista del

    pueblo del antiguo Robles y ahora l lamado La Paz. Este nuevo

    hogar era de siete por cuatro metros, con piso en parte de barro

    y en parte de tablas, sostenido por vigas de guayacn y de ellas

    pendan varios machetes, f lechas, t iras largas de cabuya y de

    caucho. Y en un rincn oscuro, un rinconcito muy particular,

    bri l laba un bal de madera con un secreto inestimable de gran

    valor.

    Eran las 4:30 de la maana. El Mono estaba sentado y sin

    camisa al lado de su propio fogn haciendo caf en un pote de

    aluminio. De repente el viento se llev el humo mezclado con las

    hojas del Mamn. Por unos segundos se cruzaron por su mente

    terribles escenas de una casa de ladri l lo destruida y convert ida

    en polvo y ceniza. El rbol de mamn comenz a disparar hojas

    que parecan proyecti les que cortaban. Se arrastr por el suelo

    preso del pnico; intentaba arrancar su rostro de la angustia y

    golpeaba la t ierra con sus puos. Se llen de valor cuando vio a

    pocos metros de distancia una luz que sala por la puerta del

    patio de su casa, corri hacia ella y la puerta se cerr. En ese

    momento despert del sueo. Lo sobrecogi el temor. Se qued

    quieto, cabizbajo, pensativo sin bajar los pies de la hamaca.

  • 50

    Lentamente dirigi su mirada al r incn de donde proceda la luz y

    descans.

    Jumm! Estai ah susurr.

    Ah estaba su secreto. El mayor tesoro de toda su vida bri l lando

    ms que nunca en medio de la oscuridad. Aquella luz lo excitaba,

    lo inspiraba, era su fuente guiadora y su f iel confidente. Puso las

    manos sobre aquel bal, le quit el candado y lo abri. Qu

    momento de esplendor y alegra se ref lej en su rostro! Ah

    estaba el casi intocable acorden Veinte Letras. Y Ay! Ay de

    aquel que se atreviera tocarlo.

    Ese mismo da, siendo ya como las seis de la maana, lo primero

    que hizo fue colgarse su acorden en la espalda. Prepar su caf

    en un fogn de tres piedras, debajo del rbol de mamn. Su

    rostro estaba un poco sucio, el cabello despeinado y tena tres

    das que no se baaba. Se puso unas manil las de alambre dulce

    en las muecas de sus manos, se amarr un cinturn de cabuya

    y con el mismo cinturn un chopo, es decir una pistola de palo

    indefensa, que no mataba ni una paloma y la que l mismo

    dise con marca propia: Miti Hueso, segn l, para matar a los

    policas.

    Carlos Noriega, esposo de Lida Jaime y hermano de mi padre

    Danilo Noriega, fue un acordeonista y tcnico experto en arreglar

    acordeones. Por su casa desfi laron hombres y mujeres de

    renombre musical, compositores de la poca; su fama se

    extendi en toda la costa norte de Colombia y entrar a su casa

  • 51

    era un espectculo. Lo que nunca se imagin este hombre fue

    tener de vecino al futuro rey de la dinasta de los Olivas y el

    Mono jams pens que sera amigo del ms deseado entre todos

    los tcnicos del acorden.

    Hola Casli to, buen da. Tengo problema ah con mi acorden.

    Hola Mono. Ya vas para el mercado?

    No, voy a recoger la plata donde Eufemia.

    Le pas algo al Veinte Letras? Porque tu entras ahora a mi

    casa es cuando se te daa el acorden.

    Unos pitos ah que estn es mal. No suenan bien. Y ese de

    quien es!

    Este? Este acorden es de mi compadre Alfonso Gutirrez.

    Sintate Mono. Esprame un momento mientras termino aqu con

    este fuelle que se rompi

    Ese es el fuelle?

    Si Mono. Esta parte que se est ira se llama fuelle. Eeerda si ya

    se te olvid! Ya yo te lo haba explicado. Ahhh! Por ah escuch

    que mi compadre Gutirrez te copio unos pases.

    Me rob?

    No Mono. T eres loco?

    Loco? Pafreg unos pocos. Se necesita es talento y muchos

    papeles.

    Digamos que tom prestado unos pases tuyos.

    Jumm! Cmo as? Y cundo me los devuelve? Y cundo

    me los devuelve?

  • 52

    l te los va a devolver. Pero tranquilzate que yo te voy a

    seguir enseando los ritmos del son y la puya.

    Escucha ste! Escucha ste! Taaa ta taaaa.

    Tremendo Mono. Ya termin con ste. Qu son tan vacano!

    Tata taa. Taaa

    No, as no es. Ven y te ense bien.

    Dame el acorden a ver qu es lo que tiene porque yo lo siento

    un poco desafinao.

    Desafinao?

    S. Mira, t iene la correa f loja. Los pitos no son, es el fuelle.

    Y ahora?

    Nada. Ya est pero no te lo voy a entreg.

    Ju! Qu!

    And a baate primero y te lo entrego.

    Voy a hac las compras de Eufemia.

    Mono, como se te ocurre, tu eres un hombre pepa. Tu teni

    mucha pepa en la cabeza. Tu eres muy intel igente. Y vas a ir

    as para dnde Eufemia?

    Tengo pepa?

    S. Mucha pepa e intel igenc ia. And a baate.

    Ya vengo.

    Bueno, te espero.

    Despus de quince minutos se apareci l impio, aseado, oloroso,

    sin barbas, sin el Mit i Hueso y manejando carro. Carlos poco a

    poco se daba cuenta de la gran inf luencia posit iva que sus

  • 53

    palabras ejercan sobre la vida de este personaje del que de

    ahora en adelante sera llamado Mono Pepa.

    No se cambiaba por nadie y no era solo porque Carlos le haba

    dicho que tena pepa en la cabeza s ino que su acorden qued

    de maravil la. Estaba imbuido de grandeza y con ese mismo

    sentimiento se fue hacia la casa de enfrente donde viva la

    seora Ana. Se meti por el patio, tom caf, prendi su carro y

    se fue a trabajar porque se le estaba haciendo tarde.

  • 54

    8. El aguijn de la carne. El que diga que no tiene un

    aguijn en su vida no es humano.

    Si no tienes a nadie con quien compartir lo que sabes , no

    eres nada. As de sencillo; es una ley de la vida que funciona en

    cualquier lugar del mundo. Bien lo saba el Mono Pepa al no

    aferrarse en esconder su talento y demostrarlo aunque lo

    crit icaran. Si l se hubiese dejado guiar por el qu dirn, nunca

    jams hubiera logrado lo que l logr. Y por qu lo recordamos

    hasta el da de hoy? Porque fue un verdadero ejemplo de lo que

    signif ica luchar contra aquellos que se burlan, intentan pisotear

    nuestros sueos e incluso sienten tanta envidia en vernos

    progresar que eso les produce dolor de estmago y hasta

    migraas.

  • 55

    Cuando Carlos Noriega le puso el nuevo nombre de Mono

    Pepa, a l no le disgust la idea, al contrario, le encant tanto

    que lo proclamaba a viva voz cada vez que tena la oportunidad y

    lo haca siempre colocando su dedo ndice derecho en su frente.

    El t iempo pas y con los das af lor la conviccin de ser alguien

    destacado en su pueblo y su acorden era la estrategia ideal.

    Para lograrlo segua al pie de la letra todos los cursos de Carlos

    Noriega. Lo que mucha gente no supo fue que l antes de salir a

    tocar siempre se ubicaba debajo de su rbol de mamn a

    pract icar y no sala hasta que se senta bien preparado. Gracias

    a esta constancia y dedicacin diaria el Mono Pepa logr adquiri r

    una destreza inigualable, nica en el mundo. Pero no todo es

    color de rosa y su vida no fue la excepcin. Hubo algo tan

    particular que quiso destruir las notas claves binarias de su

    paciencia por causa del desaseo, a saber, la nigua. El problema

    era que l mantena costras de barro en las uas de los pies y en

    ellas sobrevivan unas niguas tan astutas como las pulgas;

    ignoraba lo que ocurra con esos aguijones pero lo cierto es que

    nunca se largaban. Esas apestosas alimaas siempre salan de

    ah para dejar secuelas muy marcadas en su vida, y aun as con

    su atrevimiento, nunca lograron destruir le el acorde armnico de

    su razn y el comps de todas sus virtudes: su dignidad.

    Carajo! Otra vez me aguijone deca rascndose con furia y

    producindose lesiones que dejaban en su piel cicatrices dif ci les

  • 56

    de borrar. No era extrao que cuando alguien preguntara

    Cul es tu peor pesadil la? el confesara con amargura:

    Ju!, la nigua, la nigua.

    Eso fue motivo para que lo apodaran adems de Mono Pepa y

    Tubito, Nigua y Pigua. Grandes personalidades nunca pudieron

    entender el famoso aguijn en la carne de l Mono Pepa.

    Por qu ser que dice eso? Qu querr decir con me

    aguijone se indagaban.

    Entonces l, quitndose uno de sus calzados y con la agil idad de

    un gimnasta, levantaba un pie para arrancarse de las f isuras de

    sus dedos una nigua, luego la mostraba diciendo:

    Si vei esto? Esto es el aguijn. Y t tambin las teni metas

    en la cabeza. Tu estai ms loco que yo. Y yo que soy tuyo? Y

    yo que soy tuyo?

  • 57

    9. La llegada del televisor. Los televisores en blanco y

    negro y las famosas pantallas

    mgicas a color fue la sensacin del

    momento. Pantallas de doce, nueve y

    siete franjas de colores.

    Cuan memorables, frescos y anti solidarios fueron esos

    tiempos de las famosas niguas de l Mono Pepa. Era la poca

    cuando lleg por primera vez la televisin en blanco y negro. El

    semejante aparato pareca un burrito de palo, puesto que vena

    incrustado en una caja de madera y sostenido por cuatro patas

    muy delgadas. Para muchos, era inconcebible y un misterio la

    idea de ver a alguien hablando y movindose en una caja de

    madera. Es ms!, se acercaban al aparato y buscaban por

    detrs de l, por si acaso vean a las personas. Uno de los

    primeros en adquirir esta tecnologa sper moderna fue el seor

  • 58

    Ramn Pinto y no haban pasado ms de media hora de instalado

    cuando tena la casa l lena de gente e inclusive muchachos

    colgndose por las ventanas. De manera inesperada se les

    apareci el Mono Pepa tocando su acorden imaginario. Hubo

    uno que grit muy fuerte:

    Heeeyyyy! Mono Pepa! Mono Pepa! Mono Pepa!

    Todos huyeron aterrados y el alegre toque qued rezagado ese

    da sentado sobre una gran piedra ubicada en la terraza de

    Ramn Pinto. Algo pas en su interior que lo hizo ref lexionar al

    ver correr el gento como caballos sin control. Fue en ese

    instante cuando comenz a contemplar su porvenir rodeado de

    incertidumbre, temor y rechazo. Vio a las personas esconderse

    detrs de algunos rboles y en su juicioso conocimiento pudo

    comprender que esas mismas personas estaban escondidas

    detrs de su propia locura, una locura sin sentido que los

    protega de su presencia, una locura simplemente agradable

    porque se sentan seguros. Descubri que el ser humano siempre

    se ha escondido y se seguir escondiendo detrs de la locura

    que ms le agrade.

    Sus delgados labios parecan cosidos con hi los de cabuya y brot

    de su pecho un quejido que lo hizo llorar. Todo, absolutamente

    todo lo que le rodeaba era apenas una minscula evidencia de la

    indiferencia humana. Se llen de valor y di jo entre s:

    Yo no estoy loco.

    Se arm de valor y entr donde Ramn Pinto.

  • 59

    Mono, ya almorzaste?

    No.

    Tcate un pase bueno.

    Se da.

    Qu se va a daar. Puro cuento tuyo. Tcate algo. No le

    prestes atencin a esos muchachos que ellos estn locos que yo.

    Y yo que soy tuyo? Y yo que soy tuyo?

    Tu amigo. Toma un poco de almuerzo. Te estas poniendo muy

    f laco.

    Eso qu es, cmo se meti ah?

    Mono, eso se l lama televisor.

    Varios meses despus casi todo el mundo tena en su hogar

    la misteriosa caja y l leg por esos das un Cachaco de la

    capital del pas, prometiendo dar color a los televisores con unas

    pantallas mgicas. Explicaba que el blanco y negro ya haba

    pasado de moda y haba que modernizarse colocando en los

    aparatos pantallas mgicas de colores transparentes; segn l,

    importadas del Japn y la sensacin del momento. Venan en

    presentaciones de doce, nueve y siete franjas verticales. La de

    doce, era la ms costosa, por consiguiente, un privi legio que

    lleg a tener solamente la clase aristocrt ica. En cambio, la clase

    social baja tuvo que conformarse con ver televisin en siete

    colores. La increble propuesta no tard en ser aceptada y este

    cachaco hizo plata como arroz en menos de una semana y se

  • 60

    larg enseguida. La pantalla de doce franjas las vendi a cinco

    pesos, aproximadamente unos ciento veinte mil pesos hoy en da.

    La de nueve colores a mitad de precio y la de siete colores, a la

    mitad de la mitad del precio real. De esta manera fue como lleg

    la televisin a color en el pueblo de La paz.

  • 61

    10. Su segundo hogar.

    La pericia del Mono Pepa en el

    arte de pelar yuca, su gusto por el

    trabajo que desecharon los vagos y

    su inslita locura musical

    conquistaron rpidamente el corazn

    de los dueos del hotel cinco

    estrellas de aquellos viejos t iempos.

    Comenzaban a salir los primeros rayos del sol con una

    actividad sumamente agitada en el mercado municipal

    precisamente por el tema de la carne de res . Era increble

    escuchar los gritos, ver las peleas que se formaban cuando

    entraban y compraban, ya que la carne no era suficiente para

    satisfacer a toda la poblacin. De repente apareci el Mono Pepa

    con un tabaco en la boca y su ojo izquierdo avizorando entre

    aquella mult itud la locura y el desorden de la algaraba. Su

  • 62

    presencia acall toda voz y su singular toque comenz a sonar y

    l lamar la atencin.

    Tubito! Tubito! Paaaa! Gritaron varios hombres al mismo

    tiempo y le golpearon la cabeza con una piedra.

    Mono Pepa se enfureci y grit:

    Jum! Loco. .Juuuu, Pafreg a unos pocos oite.

    La gente huy pero antes de que l se descontrolara y se pusiera

    peor, dos vendedores lograron sujetarlo por las manos y sentarlo

    en el suelo. Le dieron un cigarri l lo, un poco de caf y

    almojbana. Eso lo tranquiliz. En ese momento se le salieron

    algunas lgrimas por culpa de la locura de aquellos que lo

    molestaban, se burlaban y apedreaban. l tena bien claro que el

    prejuicio de la gente era un perjuicio y una locura. Y La locura

    una cordura sin ningn t ipo de prejuicios.

    Ju! Yo no estoy loco oiteMs loco estai tu- Susurraba

    mirando el suelo.

    Cinco minutos despus compr carne y un bulto de yuca en una

    tienda cercana al mercado. Sali con la carreti l la l lena de

    compras hacia el Restaurante de Eufemia, una cuadra ms abajo

    del mercado, va al pueblo de San Diego.

    Eufemia fue una seora bien pujante y trabajadora. De tez

    morena, cabello pintado de negro, contextura gruesa y su voz

    bastante fuerte. Tuvo nueve hijos con el Mono Zuleta. Muy

    querida y famosa en el pueblo por su Restaurante -Hotel cuya

  • 63

    mejor cl ientela eran cachacos y santandereanos dedicados al

    comercio de cigarril los, bebidas de todo tipo, electrodomsticos,

    vveres, calzados, ropas de marcas extranjeras y comercio en

    general de contrabando procedente de la ciudad de Maicao

    Guajira. En ese restaurante, que ha propsito fue el mejor de la

    poca, la comida era exquisita, especialmente los platos de

    carne asada y la sopa de mondongo. A diario venda ms de cien

    libras de carne. Viva lleno todos los das y el hotel ubicado en el

    patio fue el cinco estrellas de aquellos viejos t iempos.

    Cmo no recordarla? Cmo no agradecerle su atencin

    incondicional? Cmo no recordar su solcita entereza de esa

    mujer pujante y trabajadora, cordial y algo muy importante que se

    convirt i en reproche: emple al Mono Pepa, aquel que era

    rechazado por algunas personas en el pueblo por ser loco. Le

    brind la posibi l idad de sentirse ti l y ganarse el pan de cada

    da, le dio esperanzas y nimo para seguir luchando y

    persiguiendo sus sueos. La crt ica y la lengua fueron enormes

    cuando decidi meter a Mono Pepa en su restaurante. Algunos

    sostenan que ella estaba ms loca que el mismo Mono Pepa y su

    presencia en aquel lugar no sera ms que un completo fracaso.

    Cmo era posible que Eufemia ayudara a este t ipo? Cmo era

    posible tener en el hotel cinco estrellas de la poca a un lo co

    capaz de soltar la piedra en cualquier momento? Cuando muchos

    solo vean fracaso en el negocio, ella vaticin un futuro

  • 64

    promisorio y all , con todo lo que era, sucio, loco, andrajoso,

    hediondo o como le quieran llamar, solo al l fue donde Mono

    Pepa encontr su segundo hogar.

    Cuando el Mono Pepa lleg al restaurante entr

    indiscretamente por el portn. En silencio y sin decir nada a

    nadie se fue a su lugar de trabajo, al l donde haba un grifo con

    agua. Esa era su of icina y la cuchilla era su herramienta. Eufemia

    le pidi los vueltos y l se los entreg de manera correcta.

    Tambin le orden que le entregara la carne a su otro empleado,

    el negrito Flix pero siempre era un tremendo lo esta situacin.

    Mono Pepa era muy celoso y no gustaba de este Guabino. As le

    l lamaba a Flix: Guabino porque era muy negro.

    Mono Pepa comenz a pelar la yuca y su pensamiento nad en el

    ro de la paradoja. Por un instante apareci en el suelo del cielo

    y luego se traslad al manicomio San Camilo en la ciudad de

    Bucaramanga. Le ordenaron l lenar con agua un tanque sin fondo

    y contest:

    Yo no voy a llen eso. Ustedes estn locos. Yo lo l leno si

    ustedes lo l lenan primero.

    Volvi en s y para asombro de muchos, en menos de dos horas

    ya tena un quintal entero listo para la olla ; nadie lo poda creer

    excepto Eufemia quien no se equivoc al asignarle este puesto

    de trabajo. Ahora ya tena algo de dinero , un buen plato de carne

  • 65

    asada, comida para el resto del da y nuevas fuerzas para ofrecer

    sus conciertos musicales.

    Su pericia en el arte de pelar yuca , su gusto por el trabajo

    que desecharon los vagos y su inslita locura musical

    conquistaron rpidamente el corazn de todos los hijos de

    Eufemia y el de su esposo. Leila y Gizela, hijas de Eufemia , se

    convirt ieron en sus esti l istas profesionales de confianza y cuando

    l lo permita se dejaba cortar el cabello y las barbas. A

    diferencia de lo que muchos crean, su cl ientela aument y junto

    con su familia prosperaron econmicamente. No haba un da

    donde Mono Pepa no ofreciera un concierto musical en el

    restaurante. Los comerciantes le daban dinero y su fama

    comenz a extenderse en Valledupar y poco a poco en toda la

    regin. Personas de lugares lejanos venan tan solo para

    disfrutar y comprobar su afamado renombre. Quien lo vea sea

    personalmente o sea desde un vehculo , no poda sino aceptar y

    decir ah va caminando el juicio de la locura material izada.

  • 66

    11. El pescador flechador.

    Hablo de un pescador de

    grandes sueos? De un pescador

    de ideales al que le patinaba el coco

    sin ningn t ipo de prejuicio? Creo

    que s, pero tambin hablo de uno

    que se puede identif icar fci lmente

    con l.

    Para ser un pescador f lechador integral en este mundo, con

    caractersticas semejantes a las del Mono Pepa, como mnimo se

    necesita cumplir con las 4P, es decir, los cuatro elementos

    esenciales para una gran pesca.

    1. Puntera.

    A diferencia de otros pescadores que atrapaban los peces

    con anzuelo o atarrayas, el Mono Pepa prefera hacerlo con

  • 67

    f lechas que l mismo fabricaba. Este tipo de f lecha no era

    una f lecha comn y en su t iempo no exista una tecnologa

    desarrol lada tal como l la desarrol l. Su diseo consista

    en una vara de 175 centmetros (69 pulgadas

    aproximadamente), gruesa, de peso cmodo y una parte de

    ella recubierta varias veces con una piola o cuerda que

    serva para tensionar la punta y a la vez permit ir un buen

    agarre. La punta era una hojil la de acero, en parte de

    aluminio y con forma de rombo dentado.

    Las pescas del Mono Pepa en el ro Mocho y ro

    Cesar eran abundantes precisamente por la puntera que l

    tena. Esta destreza no fue producto del azar sino de una

    constante y ferviente discipl ina an en medio de

    situaciones adversas. Cuando se dio cuenta que su

    puntera era efect iva ese da entendi que las mejores

    pescas de los bocachicos, comelones, coroncoros, mojarras

    y bagres que le ofreca la vida no consisten en la cantidad

    sino en la cal idad.

    2. Persistencia.

    Un dicho sabio af irma que la perseverancia logra lo que la

    dicha no alcanza y esto no era ajeno al temperamento del

    Mono Pepa. Muchas veces las pescas no eran tan

  • 68

    animadas como lo esperaba y duraba horas sin ningn xito

    hasta que por f in l legaba el tan anhelado pescado.

    3. Pasin.

    Adems de tocar acorden, el arte de pescar se convirt i

    en una pasin extremadamente fuerte. Lo interesante del

    caso es que a su pasin le sumaba el sabor de su acorden

    imaginario.

    4. Pepa.

    Este es el lt imo y ms importante requ isito para llegar a

    ser un gran pescador como el Mono Pepa. Tener pepa

    signif ica poseer coraje, talento, inteligencia y juicio en

    medio de la locura.

    El lugar predilecto del Mono Pepa era el Pozo del Tin.

    Haban otros como el Pozo del Laurel, Pozo de Arribita, Pozo del

    Diablo y Pozo de la Rice. Las aguas del ro Mocho bajaban

    tranquilas, algo turbias y traan palos que arrimaban por toda la

    rivera. El paraje estaba repleto de maleza y rboles gigantes. La

    cada y la quietud de la tarde en contraste con los bejucos

    chirr iantes que venan de gigantescos rboles, asombraban por

    su ttr ico misterio y no eran menos que la insondable y aparente

    enemistad entre su locura y su cordura. Mono Pepa era un

    excelente pescador pero su acto era incomprensible. Lo rar o del

  • 69

    caso es que le gustaba hacerlo desde aquel barranco. Ese sit io

    le l lamaban Pozo del Tin. Con los das de mis aos supe de una

    legendaria tradicin de que ah sala una Mano Pela y

    asustaba a quien la vea, pero eso era mentira para l, pues

    nunca se comi esa idea inventada por la gente de nuestro

    pueblo.

    En el Pozo del Tin y solo, el Mono Pepa aprendi las

    mayores lecciones concernientes al arte de la pesca. Su fortaleza

    era su arco, su palabra era su f lecha, su puntera era su verdad,

    los peces eran las personas, el ro el mundo en que nadamos y

    su nica locura la msica. Hablo de un pescador de grandes

    sueos? De un pescador de ideales al que le patinaba el coco

    sin ningn tipo de prejuicio? Creo que s, pero tambin hablo de

    uno que se puede identif icar con l. De uno que est pasando por

    el crisol del fuego y tristemente se retira a lugares solitarios para

    convivir con la soledad porque nadie cree en l, nadie cree en

    sus ideas y lo peor del caso, se cree que las pginas de su vida

    solo son letra muerta con un f inal sin algo que valga la pena.

  • 70

    12. La tienda del Dido.

    Los Hermanos Quintero Luquez

    fueron uno de los primeros que

    llevaron las buenas nuevas a la

    Guajira para anunciar que en las

    calles de La Paz camina un

    acordeonista imaginario que se la

    pasa diciendo que para ser loco hay

    que tener mucho juicio.

    A inicios de los aos setenta, cuando el comercio

    contrabandista de Maicao Guajira estaba en su mayor apogeo,

    exista una pequea tienda de vveres y abarrotes en el barrio

    Las Delicias, frente al potrero de Manuel Aroca, reconocida como

    La Tienda del Dido. Los vecinos ms cercanos eran Carmen

    Zuleta, duea de una f lota de camiones ganaderos y la familia

    Bustamante con su sastrera La Regla de Oro . El barrio Seis de

  • 71

    Enero no exista y el matadero municipal an conservaba su

    aspecto rst ico y elemental sin las menores condiciones de

    salubridad. Todos los das vespert inos, frente a aquella t ienda,

    ms de cuarenta muchachos se reunan para jugar trompo,

    boliche, el pote, la l leva, la peregrina, l ibertad, ftbol, echar

    chistes y cuentos. Antes de caer la noche y en horas cuando

    tenan t iempo, se pona de acuerdo y realizaban competencias de

    natacin en el Pozo del Diablo, El Tin y La Rice. Algunas

    mujeres de ese sector ten an por costumbre lavar la ropa en el

    Pozo de Mireya.

    Alcides Ortega Aroca El Dido es una persona de mediana

    estatura y con buena barriga, de un temperamento fuerte y noble

    a la vez. Un hombre de paciencia para la t ienda y respetuoso de

    los locos del pueblo. Casi todos los das era una lucha

    incansable con el Mono Pepa porque siempre lo vea con una

    carreti l la l lena de desperdicios y cenizas de carbn y lo s echaba

    al frente de su t ienda, es decir, en el potrero de Manuel Aroca .

    As que el Dido para no tener problemas comenz a regalarle pan

    y gaseosa y con esos cariitos se lo fue ganando con el pasar de

    los das hasta que termin botando la basura no solo la de la

    seora Eufemia sino tambin la de l en unos montes muy cerca

    del ro Mocho. El Mono Pepa se ceb como un pez con su

    carnada en aquella t ienda porque el Dido lo trataba con respeto y

    siempre le daba algo para comer sin imaginarse que muy pronto

    su tienda se hara famosa por causa de aquel hombre del cual

  • 72

    brotaban destel los de acordes imag inarios. La fama de aquella

    t ienda se extendi porque el Mono Pepa ejecut su acorden all ,

    tanto as que la familia Quintero Luquez de Vil lanueva Guajira,

    especialmente los hermanos Chiche Quintero y el ee Quintero,

    enviaban recados para que se lo dieran a Ricardo Ortega El

    Mee y a su vez el Mee les avisara en pocas de vacaciones

    como junio y diciembre, el da en que el Mono Pepa iba a tocar

    su acorden. Ellos viajaban exclusivamente en bicicleta de

    Vil lanueva hasta La Paz con el nico inters de deleitarse en sus

    melodas inslitas. Todas las canciones que los Hermanos

    Quintero les peda que tocara, esas mismas el Mono Pepa se las

    ejecutaba. El destino y la fama del acordeonista se estaba

    escribiendo con msica imaginaria y los Hermanos Quintero

    Luquez fueron uno de los primeros que llevaron las buenas

    nuevas a la Guajira para anunciar que en las calles de La Paz

    camina un acordeonista imaginario que se la pasa diciendo que

    para ser loco hay que tener mucho juicio.

  • 73

    13. De casa de barro a casa de concreto.

    Cuando el Mono Pepa eligi las

    piedras de canto rodado, jams se

    imagin que esas mismas piedras

    serviran como cimiento para su

    nueva casa de concreto.

    A la luz del juicio coterrneo, la casa del Mono Pepa era

    inconexa en todo detalle. A la luz del juicio de l Mono Pepa era un

    hilo tras hilo material izando la urdimbre ms compleja que pueda

    coexistir en la mente de un luntico. Esta casa de bahareque con

    el t iempo se volvi una bodega de basura y era insoportabl e

    entrar porque se senta un olor penetrante a cucaracha, madera

    vieja y de ratn. A esto se sumaban las temibles niguas que se

    adheran y hacan estragos en su piel dejando heridas

    desagradables cuando se las arrancaba. Esta situacin lo estaba

  • 74

    enfermando y su hermana Mara Luisa le pidi a su esposo

    Danilo que le ayudara a construir una nueva casa.

    El nuevo hogar del Mono Pepa ahora sera un cuarto

    de concreto cuyos cimientos se construiran gracias al arrume de

    piedras que haba en el patio. Eran como como diez toneladas y

    lo ms interesante, no eran cualquier t ipo de piedras. El t ipo que

    l eligi eran de canto rodado y cualquier ingeniero civi l se

    quedara estupefacto y le parecera increble que un loco

    acumulara tantas piedras con estas caracterst icas. De hecho,

    son las mejores para construir cimientos de casas.

    Cuando la casa se construy, se adecu con una cama

    cmoda, elegante, bonita, un escaparate para la ropa y un rincn

    especial para poner el bal con el acorden y se le mostr, se

    sorprendi y di jo:

    Yo no estoy loco.

    Esta noticia lo deprimi y se encerr con candados y hubo la

    necesidad de romper la puerta y sacarlo a la fuerza entre seis

    personas porque se puso muy violento.

    Lo nico que se traste de lugar fue su bal porque sabamos

    que el guardaba al l acorden y el resto, con dolor en el alma, lo

    vio demoler. Al poco tiempo se acostumbr a su nuevo hogar y

    nuevamente comenz a llenarlo de basura sin pensar que estaba

  • 75

    cavando su propia tumba. Una nueva tragedia marcara por

    siempre el destino que la vida le haba trazado.

  • 76

    14. Salvado del fuego.

    A estas alturas de la vida el

    Mono Pepa ya haba pasado de los

    cincuenta y tena su cara

    embetunada por la mugre de los

    sinsabores de los aos Aun as

    haba una vocecita en su interior que

    le deca recuerda de donde saliste,

    t ienes linaje de acordeonista.

    La nueva casa del Mono Pepa era una mansin en

    comparacin a la anterior. No se senta muy a gusto pero tena

    que conformarse y de vez en cuando se le vea n ostlgico

    aorando su vieja casita de barro, por all pas su adolescencia,

    su juventud y madurez. Ahora le sobrevendran nuevos retos

    personales y deba actuar con cautela para no perder el

  • 77

    horizonte de cumplir con el verdadero sueo de descubrir el

    nuevo mundo y convert irse en el rey de la Dinasta de los Olivas.

    Haber descubierto que haba nacido para ser acordeonista lo

    l lenaba de ms fuerza y nuevos compromisos, pero a la vuelta de

    la esquina no tard en ser visitado por la candela viva. No tard

    la vida en hacerlo tocar nuevamente durante unos minutos

    eternos, el borde de la muerte. No tard en aprender que los

    aos acaban con todo, que no hay piel que no se arrugue ni

    arruga que venga sola, que no hay pelo que no se caiga ni ua

    que no se rompa, que la muerte siempre est al acecho, que el

    momento cumbre y glorioso de cualquier persona, es cuando ms

    debe actuar con cautela y suprema vigilancia.

    A estas alturas de la vida el Mono Pepa ya haba pasado de

    los cincuenta y tena su cara embetunada por l a mugre de los

    sinsabores de los aos. Estaba ms f laco y las venas en sus

    brazos eran muy visibles. El terigio del ojo derecho segua

    avanzando y poco a poco perda ms cabello. Fumaba y beba

    licor con ms frecuencia pero aun as haba una vocecita en su

    interior que le deca recuerda de donde saliste, t ienes linaje de

    acordeonista.

    Eran como las tres de la madrugada y mi hermano Rafael se

    despert asustado. Sinti gritos de angustia cual nunca haba

    escuchado en su vida.

    Dios mo! Grit desesperado Es el Mono.

  • 78

    Sali corriendo por la puerta del patio y observ una

    impresionante humareda y grandes llamas saliendo por la

    ventana del cuarto donde viva el Mono Pepa. En cuestin de

    segundos hizo un tapaboca con su camisa. Como pudo, brinc a

    travs de ella, abri a la fuerza la puerta y logr sacar a su to de

    las garras del fuego abrasador. Al l , en un abrir y cerrar de ojos,

    todas sus pertenencias quedaron incineradas, sus rique zas se

    convirt ieron en cenizas excepto el bal donde guardaba el

    acorden Veinte Letras.

  • 79

    15. Juanbi.

    La corta lucidez del Mono Pepa

    no le alcanzaba para mucho tiempo

    porque despus de reflexionar lo

    repeta una y otra vez:

    Ju! Loco? Yo no estoy loco! Pa

    se loco hay que ten mucho juicio.

    El Ciro Pupo Martnez es un colegio del municipio de La

    Paz que posee un registro histrico invaluable. Fue creado por la

    Sociedad Amigos de Robles SADER con el nombre Miguel

    Aroca Oate frente al Parquecito. Mediante Ordenanza No.030

    del mes de Noviembre de 1.968, se reforma la institucin, cambia

    de ubicacin fsica y adquiere el nombre Ciro Pupo Martnez.

    Era 1.970, poca en que estaba de rector el l i cenciado Wilfrido

    Ocampo Prez y uno de los tantos estudiantes que cursaba

    primero de bachil lerato era Juan B. Oate Castro, conocido

    popularmente como JuanB o Juanbi. Juanbi tena 13 aos, era

  • 80

    delgado, estudioso y viva con su abuela Carmen Castro frente al

    colegio Urbana de Nias. Insospechadamente sucedi algo muy

    particular cierto da que sali del colegio y se dir iga para su

    casa por una calle ancha y pedregosa. En el camino se tropez

    con un grupo de amigos y compaeros del colegio que estaban

    molestando al Mono Pepa con burlas y piedras imaginarias. De

    repente l se agach y se arm de piedras y a todos los hizo

    correr del susto. El Juanbi tambin huy y el Mono Pepa tras l

    gritndole: Te voy a agarr! La carrera se hizo interminable y

    en el momento en que iba cruzar la esquina del seor Too

    Zuleta, en ese momento el Juanbi no pudo ms, se arm de

    valor, volte totalmente su cuerpo y lo vio a unos cuantos pasos.

    l tambin se detuvo, lo reconoci y vino a su memoria el

    recuerdo fresco de la abuela de Juanbi. Bri l laron aquellos

    momentos bebiendo chicha de arroz, comiendo refresco

    congelado y de vez en cuando una tacita con caf.

    Jummmm.Ahhhhhh, no saba que eras t di jo soltando las

    piedras. A l no le pregunt Y yo que soy tuyo? Y t que eres

    mo? Sencil lamente lo reconoci y se sint i impotente, aturdido,

    con algo de debil idad en su cuerpo y descans por un rato al

    lado de una seal de trnsito que exista en aquel lugar.

    El encuentro inesperado con el Juanbi fue por as decirlo un

    momento crucial aparentemente sin importancia, pero si

    escudriamos un poco ms profundo y cavamos mucho ms al l

  • 81

    en el juicio de la locura, descubriremos que este joven

    prct icamente fue un smbolo de aquellos que empatizaron con el

    Mono Pepa y le tenan respeto y temor; a diferencia de aquellos

    que solo servan para tomarlo como objeto de burla y rechazo.

    Cuando el Mono Pepa se encontraba en otras situaciones

    similares a esta, no importa si era con un joven o con un adulto,

    cuando su locura se enfrentaba cara a cara con tra la cordura,

    algo extrao e incomprensible suceda en su cerebro y como

    resultado en su comportamiento exterior. Sus pensamientos de

    demencia quedaban bloqueados, sus manos desarmadas y

    pareca que los dioses de la lucidez ahora conspiraban contra l

    para convertir lo en un hombre cien por ciento cuerdo. l mismo

    se preguntaba: Y yo estoy loco?

    Esta corta lucidez no le alcanzaba para mucho t iempo

    porque despus de ref lexionar nuevamente se paraba como un

    general, levantaba su pecho como gallo, se apretaba su cinturn

    con mucha fuerza y de manera violenta, se terciaba su acorden

    y ponindose el dedo ndice de su mano derecha en su frente lo

    repeta una y otra vez:

    Ju! Loco? Pa se loco hay que ten mucho juicio.

  • 82

    16. El encuentro con Jtiva.

    En homenaje a la mujer

    trabajadora del pueblo pacfico que

    vio bri l lar la locura musical del Mono

    Pepa.

    La Paz no era tan pequea. Nuevos barrios como La

    Florida, el 6 de Enero y los Enanos o Jos Mara Oate, la

    ensancharon. Se fortaleci un puesto de control anti -contrabando

    en la sal ida del pueblo, va a la Guajira. La bomba de gasolina

    ubicada en el centro desapareci y se construy el famoso

    parque de los almojabaneros Adalinda Sierra. Fue el profesor

    Jtiva, amigo del pueblo, de nacionalidad veneco-ecuatoriano y

    f iel seguidor del l ibertador Simn Bolvar, quien intervino para

    que la Escuela de Bellas Artes de Ocaa Santander donara el

    monumento blanco de una mujer sosteniendo con una mano un

    platn encima de su cabeza y con la otra mano un pote de

    aluminio parecido a una alcanca. Este smbolo dedicado a la

  • 83

    mujer trabajadora del municipio de La Paz representa el esfuerzo

    de una humilde y tradicional labor que por muchos aos ha sido

    la fuente de ingresos de muchas familias, especialmente las del

    barrio Fray Joaqun de Orihuela.

    El profesor Jtiva acababa de salir del mercado. Traa en

    su mano una bolsa llena de mondongo y lomo f ino de res. Se

    detuvo un corto tiempo en el parque para conversar acerca del

    monumento a la mujer trabajadora con el alcalde Juan Carlos

    Olivel la, nombrado no por voto popular sino por decreto, siendo

    en ese entonces el Dr. Pepe Castro gobernador de turno.

    Mono Pepa vena tocando su acorden desde el

    Restaurante de Eufemia y se diriga un poco ms all de la

    aduana. De pronto reconoce al alcalde, se le acerc y le

    pregunt a Jtiva:

    Y yo que soy tuyo? Y t qu eres mo?

    El profesor,