La Muerte de Brunelda-libreto

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La muerte de brunelda

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  • 1La muerte de Brunelda(Drama en dos actos)

    Juan Polo Barrena

    PERSONAJES

    (Por orden de intervencin)

    OSWALD.

    MARK.

    BRUNELDA.

    EL ADMINISTRADOR.

    ALEXANDER.

    DAVID.

    ACTO I

    En el centro del escenario, una cama alta o un canap,cuyas ropas cuelgan hasta el suelo. Encima, una mujeresta echada. Duerme. Es BRUNELDA. Sentado en el

    suelo, al lado de la cama y con la cabeza apoyada en sta,un hombre. Es OSWALD. La habitacin que ocupar el

    escenario est desordenada y sucia. Una mesadesencolada, unas sillas esparcidas; algunas, cadas en elsuelo. Hay estanteras con libros viejos. Unas palanganas,

    en un rincn. En otro, un montn de ropa y peridicos,encima del cual est echado otro hombre. Es MARK. Unaalfombra descolorida y rota; unas cortinas rasgadas, etc.

    Todo ha de producir una invencible impresin deabandono y suciedad.

  • 2Est amaneciendo. Entra una luz dbil, por una ventanaque estar encima de donde se encuentra MARK. (Fondo

    derecha del escenario.)

    Puertas a izquierda y derecha. Al fondo y en el centro, unbalcn, sobre la calle.

    Todo esta en silencio. MARK, poco a poco, se despierta y,asustado al ver que ya entra luz, va a la cama y observa

    detenidamente a BRUNELDA y a OSWALD.Tranquilizado al comprobar que an duermen, vuelvedespacio al rincn y trata de arreglar, sin conseguirlo,

    aquel informe montn de trapos.

    Al poco, OSWALD se despierta. Mira su reloj y contemplacon veneracin a BRUNELDA. Entonces, se incorpora

    sigiloso y va al rincn donde est MARK. ste se haechado de nuevo y parece dormido.

    OSWALD.- (Imperioso.) Mark! Mark! (Sacudindolo.)Levntate... Est amaneciendo. Entra luz... Vaya, levntate! Yaes de da.

    MARK.- (Implorante.) Me acost muy tarde, Oswald.

    OSWALD.- Eso no tiene importancia, muchacho; no tieneninguna importancia en esta casa... Ella va a despertar y yasabes lo que pasar si se da cuenta que ests durmiendo.

    MARK.- (Muy abatido.) Gritos, gritos... ya no me asustan losgritos. No me asusta nada... Estoy tan cansado... No puedo msOswald.

    OSWALD.- No podrs decir que no sabas la clase de vidaque era sta... Nadie te ha engaado.

    MARK.- Pero yo nunca he sido fuerte, Oswald... Ni lostrabajos ms suaves poda soportar. Resultaban terriblementepesados y agobiantes para m... Cunto ms ste! Todo el daencerrado en esta habitacin, pero sin detenerme un momento...Siempre llevando cosas, de un lado para otro.

    OSWALD.- Hay trabajos peores, muchacho. Aqu, al menos,sabes que no has de morir de hambre... Adems ya te he dichomil veces que te estamos buscando un sustituto..., un chico quete ayude.

    MARK.- (Triste.) Cllate!... Sabes como yo que ese ayudanteno llegar nunca.

  • 3

    (BRUNELDA se mueve en la cama.)

    OSWALD.- (Repentinamente asustado.) Vamos,muchacho! Corre! Ve a preparar el desayuno... Yo laentretendr.

    (MARK acta con lentitud.)

    Date prisa! Que no te vea aqu cuando abra los ojos.

    (Empuja a MARK hacia la puerta y vuelve dirigindose alsitio donde estn las palanganas. Coge una, pero la suelta

    deprisa, al or la voz de BRUNELDA.)

    BRUNELDA.- (Sin moverse.) Oswald, Oswald querido...(En tono agrio.) Nunca ests a mi lado cuando te llamo. Quhaces durante toda la noche?

    OSWALD.- (Solcito.) No te excites, Brunelda... Recuerda loque te dijo aqul mdico.

    BRUNELDA.- (Furiosa.) No estoy enferma... Si quieresdesprenderte de m, vete... Vete!... Veremos si logras llegar aalguna parte..., con ese cuerpo de miseria.

    OSWALD.- (Lastimero.) Qu podra hacer yo solo!... Sinti...

    BRUNELDA.- (Ms suave.) Anda. Ve a abrir el balcn...Despus acrcate..., ser cariosa contigo. Te lo prometo.

    (OSWALD va deprisa y abre.)

    Qu tiempo hace?... (Con fastidio.) Un cielo gris nubarronesgruesos, otra vez. Como si lo viera... Cierra. Cierra. Qu froms terrible!

    OSWALD.- (Tmido.) Hoy no hace fro... Luce el sol.

  • 4BRUNELDA.- (Violenta.) No me contradigas... No hasaprendido todava a escucharme, sin exponer tus estpidasopiniones.

    OSWALD.- Perdname, Brunelda... Nunca aprender... Soyimprudente y torpe.

    BRUNELDA.- (De pronto, dulce.) Perdname t, querido.Ya s que soy insoportable... Pero estoy tan enferma, Oswald...Es cierto. Hay mayor desgracia que la ma? No poder valermepor m misma para nada... T lo comprendes, verdad queridito?

    OSWALD.- (Complaciente.) Claro que lo comprendo... Y tequiero, te quiero con toda mi alma. Como un nio desgraciadoquiere a su madre. Te necesito... Qu habra sido de m y delpobre Mark si no nos hubieses recogido!

    (BRUNELDA mira fijamente al rincn de MARK.)

    Ha ido a prepararte el desayuno. Es un buen chico.

    BRUNELDA.- (Hosca.) Ya tarda.

    OSWALD.- El invierno es muy duro... La leche se hieladurante la noche... Adems la cocina no funciona bien. Es muyvieja. Hay que trabajar mucho para encenderla.

    BRUNELDA.- (Celosa.) Siempre ests disculpando susfaltas... Le quieres ms que a m.

    OSWALD.- (Triste.) No digas eso. Cmo iba a querer anadie ms que a ti!... T eres toda mi vida, Brunelda.

    BRUNELDA.- (Condescendiente.) Bueno, bueno... Traeagua. Voy a lavarme la cara.

    (OSWALD, presuroso, coge la palangana y entra en lacocina para llenarla de agua. BRUNELDA gritando.)

    Oswald, Oswald... Me has dejado con la palabra en la boca. Ibaa decirte algo agradable... Oswald, no quiero estar sola.

  • 5(Aparece MARK. Tiene las manos y la cara tiznadas decarbn. Est muy dbil y tose. BRUNELDA furiosa.)

    No te he llamado a ti. Vete!

    MARK.- (Lastimero.) Como has dicho que no queras estarsola...

    BRUNELDA.- (Furiosa.) No debes escuchar cuando habloa Oswald: no debes escuchar nunca... Te he repetido hasta lasaciedad que no quiero que entres cuando estoy levantndome.

    (Aparece OSWALD.)

    OSWALD.- (Oficioso, a MARK) Vete, vete. No lamolestes... (Ms bajo.) Trabaja deprisa. Enseguida querr eldesayuno.

    (MARK sale. OSWALD se acerca con la palangana y unatoalla.)

    BRUNELDA.- (Mimosa.) Aydame a incorporarme,Oswald... Es como si unos brazos de hierro tiraran de micuerpo... Como si al quien quisiera sepultarme.

    (Con gran esfuerzo, OSWALD logra sentarla en la cama.BRUNELDA es una mujer muy gruesa, anormalmentegruesa y aviejada, pero todava atractiva. OSWALD lacontempla detenidamente, entre avergonzado y ansioso.

    BRUNELDA enfadada.)

    No me mires as. Tampoco a ti debera permitirte que me vierasen estos momentos... Ests perdiendo el pudor, muchacho... Yeso me disgusta... Me disgusta mucho.

    OSWALD.- (Tmido, como un nio.) Sigues enfadadaconmigo?... Sonreme Brunelda, sonreme... Ya sabes que medesvivo por complacerte... Quiero adelantarme a tus mspequeos deseos, amor mo.

  • 6BRUNELDA.- (Duda un momento, y luego, dulce.) No, miqueridn. Slo que no deberas permitir a ese puerco de Markque ande fisgndolo todo y tratando de ver cmo soy desnuda.

    OSWALD.- Te juro que no volver a hacerlo.

    BRUNELDA.- (Con coquetera.) T si puedes mirarme...Con esos ojos grandes y tristes, que parecen perdidos en elcielo... Antes, iba a decirte que hoy quera estar muy guapa...Para ti!... Para que t pudieras contemplarme... y estarorgulloso de m.

    OSWALD.- (Con ternura.) Me haces muy feliz... Yo... yo...yo soy un miserable... No merezco que te fijes en m. Deja quete sirva todos los momentos de mi vida... Con eso tengobastante... Pero no me abandones nunca... Nunca!... Memorira.

    BRUNELDA.- Sers grande, grande y hermoso, Oswald. Yaests empezando a serlo. Estoy descubriendo el nio que llevasdentro... Si no fuera as... (Enrgica.) te odiara... Te habraechado de mi lado.

    (OSWALD, confuso, moja la toalla en el agua y frota elrostro de BRUNELDA. sta hace gestos de desagrado.)

    OSWALD.- (Disculpndose.) Todava soy rudo, verdad?Pero pongo la mejor voluntad.

    BRUNELDA.- (Condescendiente.) Lo s, lo s. Te perdonouna vez ms.

    OSWALD.- (Emocionado.) Tienes una piel tan suave...hecha de caricias. Te baas en las estrellas... El roco de lamaana envuelve tu cuerpo.

    BRUNELDA.- (Coge las manos de OSWALD.) Estscontento?... Seguirs siempre conmigo, cario? Siempre?

    OSWALD.- (Emocionado.) Estando a tu lado, soy el hombrems feliz de la tierra. Slo quiero que me dejes mirarte durantehoras y horas... De da y de noche... No quiero dormir nuncaBrunelda.

  • 7BRUNELDA.- (Con cierta crueldad.) A veces, me parecesuna nia triste. Tienes unas manos de mujercita... Pero, megusta sentirlas as, muy cerca del pecho y... besarlas... (Lasbesa.)

    (MARK aparece en el umbral, con la bandeja deldesayuno en las manos.)

    MARK.- (Con voz dbil.) Puedo entrar?

    BRUNELDA.- (Sin hacer caso de MARK, A OSWALD.)Ahora, piname. Desata mi pelo. Deja que llegue hasta lacintura... como en otros tiempos. Cuando todava era bella...

    (OSWALD deja suelto su pelo.)

    OSWALD.- (Aturdido.) Deja que te mire... Mis ojosquisieran entrar dentro de ti.

    BRUNELDA.- Trae un espejo.

    (OSWALD va a coger un espejo.)

    MARK.- (Con la misma voz.) Puedo entrar?

    OSWALD.- (A MARK.) Espera.

    BRUNELDA.- (Furiosa.) Djalo. No hables con l. Siempretiene que estar viendo lo que hacemos.

    (OSWALD empieza a peinar a BRUNELDA, mientras stase mira complacida en el espejo. Ninguno de los dos hacecaso de MARK. MARK, con movimientos cansados, deja

    en el suelo la bandeja y se sienta junto a ella. BRUNELDAcon coquetera a OSWALD.)

  • 8Djale que mire, pobrecito. Nunca ha visto unos cabellos tanhermosos... Se morir de envidia... (Orgullosa.) Brunelda esgenerosa y, a veces, deja que la contemplen sus esclavos...

    (MARK permanece indiferente y lejano.)

    OSWALD.- Pobre chico! Se queda con la boca abierta. Elplacer de contemplarte es demasiado fuerte para l... No estacostumbrado, pero le compensa de sus trabajos ms duros... Esdiligente. Se esfuerza por tenerlo todo a punto, pero si en unapausa de su trabajo, aunque slo dure un minuto, puedecontemplarte, lo considera como la mayor ventura que puedegozar en medio de su interminable tarea.

    BRUNELDA.- Otra vez ests defendindole, Oswald... note das cuenta?... Y humillndome a m.

    OSWALD.- Qu haramos sin l, cario? Cmo podrallevar yo slo tanto trabajo?

    BRUNELDA.- S; es verdad... Pero eso no quita que Marksea un muchacho holgazn y torpe, que anda siempre comoadormilado. Para servirme a m hace falta mucha fortaleza... yMark no la tiene... Est cansado. Ha envejecidoprematuramente... Aunque ponga la mejor voluntad, sus fuerzasya no le sostienen.

    OSWALD.- Es sumiso y obediente. Y se morira de rabia yde sed si no le permitieses ser tu esclavo.

    BRUNELDA.- Tiene unas manos de trapo... Todo lo rompe...No es capaz de hacer nada delicado.

    OSWALD.- Sin embargo es leal... se dejara matar por ti.

    BRUNELDA.- Mira cmo tiene la habitacin... crees que yopuedo vivir con esta suciedad?

    OSWALD.- Es agradecido... y te adora... lucha a brazopartido por limpiarla... Pero en cuanto da media vuelta, todo seensucia otra vez... l no tiene la culpa, Brunelda.

    BRUNELDA.- Mark; trae el desayuno.

  • 9(MARK recoge la bandeja, y va hacia ella. Caminalentamente, arrastrando los pies. BRUNELDA a

    OSWALD.)

    Llvate todo esto.

    (OSWALD recoge la palangana y la toalla, y las lleva a unrincn. BRUNELDA a MARK.)

    Eres feliz sirvindome?

    MARK.- S, Brunelda. No sabra hacer otra cosa.

    BRUNELDA.- Te gusto? (Silencio.) Como mujer... Tegusto, como mujer?

    MARK.- Te respeto... Mis ojos no se atreven a mirarte... Soyindigno...

    BRUNELDA.- No tengas vergenza, muchacho... Teautorizo a que digas si te gusto.

    MARK.- (Tmido.) S.

    BRUNELDA.- (Re.) Ves, Oswald... A l tambin le gusto.Debes matarle... Cualquier da, cuando tu ests en la cocina, seechar sobre mi cama y me forzar.

    OSWALD.- (Con miedo.) Calla! No invoques la desgracia,Brunelda.

    BRUNELDA.- (Riendo.) Mark, guapito, sintate aqu, a milado.

    (MARK se sienta en el suelo, al lado del canap.)

    Quieres una tostada?

    (Se la da y l la come.)

  • 10

    Ya ves que te quiero. No soy tan mala... Deberas estartrabajando, pero yo dejo que compartas el desayuno conmigo yte doy conversacin... Si quieres, puedes acariciarme,muchacho... Tengo la piel muy suave... y huele a jazmn.

    MARK.- Eres muy buena, Brunelda. (Acaricia, vergonzoso,el brazo de BRUNELDA.)

    BRUNELDA.- Pobre Mark! Ests cansado... Esta mujeregosta te martiriza con sus caprichos... no es verdad, pequeo?

    MARK.- (Apasionado.) Me esfuerzo por servirte... Pongo enello toda mi ilusin... Y no estoy tan cansado. Todava puedoresistir mucho... An soy joven... Y t me das la fuerzanecesaria.

    BRUNELDA.- Oswald, ven aqu, con nosotros.

    (OSWALD se sienta en el suelo, al otro lado de la cama.BRUNELDA elocuente.)

    Mis amigos. Mis servidores fieles... No creis nunca que intentohumillaros... o que trato de recordaros continuamente que soismis criados. Eso sera impropio de un alma generosa... Adems,t (A OSWALD.) eres algo ms que Mark, ocupas un puestoligeramente superior... (Sensual.) Dejo que te aproximes a mhasta que llego a sentir tu aliento en mi boca, inundndome elpecho..., siento latir tus venas... Algn da, quiz, permitir queacerques tus labios a los mos... seguramente no has besadonunca a una mujer.

    OSWALD.- (Muy nervioso.) Seguiremos siempre juntos?...Temo tanto el da que te canses de nuestra presencia...

    MARK.- (Excitado.) Nosotros haremos todo lo que quieras.Nos esforzaremos hasta que nos veas muertos a tus pies.Cumpliremos hasta el menor de tus deseos... Hasta aquellos queno quieras decirnos... Por eso debes permitir que te contemple...Deja que mis ojos descansen en los tuyos... sonreme siempre.Sera muy desgraciado si cometiera faltas por no adivinar lo quedeseas sin palabras.

    BRUNELDA.- (Complacida.) Sois unos buenos chicos... Nonos separaremos, no... Os lo prometo. Ahora ayudadme. Voy alevantarme... Quiero pasear un poco.

  • 11

    (OSWALD y MARK se miran asustados.)

    OSWALD.- A dnde quieres que te llevemos?

    BRUNELDA.- Llevadme al balcn... Quiero ver el cielo...Siempre lo he adorado.

    OSWALD.- Has dicho que haca fro, Brunelda... No haynadie en la calle... Las gentes que no pueden quedarse, bienabrigaditas, en sus casas, corren de una taberna a otra, a bebercoac y aguardiente, porque, en otro caso, no podran llegar a sutrabajo.

    (Mientras hablan, MARK y OSWALD, con grandesesfuerzos, tratan de levantar a BRUNELDA. Al fin lo

    consiguen.)

    BRUNELDA.- (Maternal.) No seas celoso, Oswald. Nopienso hablar con el vecino. Ya s que le odias... No tepreocupes... es un mentecato. (Van hacia el balcn.) Aunque,quiz sea el nico vecino que nos quiere... Un buen hombre... Elotro da supe que nos haba defendido ante el dueo de la casa.Hay que reconocer que hace falta mucho valor para enfrentarsecon ese energmeno... Es una fiera.

    (Salen al balcn.)

    OSWALD.- (A MARK.) Trae una silla.

    (MARK corre al interior y lleva una silla. Mientras,BRUNELDA ha visto a alguien y, arreglndose con

    coquetera, saluda.)

  • 12

    BRUNELDA.- Buenos das, seor. (Se sienta.) Dejdmesola... Id a arreglar la habitacin. (Impaciente.) Vamos, vamos.Hoy tenis mucho trabajo... T, Mark, debes ir al mercado... Losalimentos que tenemos en la cocina son de hace muchos das...Huelen a diablos... Estn podridos (Casi gritando.) Todo estpodrido en esta casa.

    MARK.- (CON DESALIENTO) No tenemos dinero. Se nosacab hace un ao... El tendero no quiere comprenderlo. Diceque no te ha visto nunca.

    BRUNELDA.- (Impaciente.) Dinero, dinero... Qurepugnancia! Qu mezquino eres!... Pero no me engaas, no.Lo que sucede es que imaginas que el mercado est muy lejos...Porque no es ms que imaginacin... Si apreciaras el honor quete hago permitiendo que me sirvas, no correras, volaraskilmetros.

    MARK.- (Sumiso.) S, Brunelda..., pero el caso es que notenemos dinero y ya nadie quiere fiarme.

    BRUNELDA.- (Impaciente.) Qu haces ah parado?...Djame en paz.

    MARK.- (Se vaca los bolsillos del pantaln.) No tenemosdinero. Hace un ao que no tenemos dinero.

    BRUNELDA.- (Amenazadora.) No me impacientes ms.

    OSWALD.- Vamos, Mark. Alguien nos prestar ese dinero...Si Brunelda necesita alimentos frescos es preciso traerlos...Aunque tengas que empear toda la ropa... y vuelvas desnudoa casa.

    BRUNELDA.- Vaya!... Basta de charla... Cerrad el balcn...Quiero comer a la una en punto... salmn y pato con naranja...Lo habis odo? Hoy quiero celebrar mi rejuvenecimiento y mitercer centenario.

    (Los dos se precipitan para cerrar el balcn, perotropiezan uno con otro y no logran su proposito.

    BRUNELDA furiosa.)

    Qu torpes sois!... Qu pensar este seor de vosotros! (Conadulacin, al vecino.) Tiene que perdonarlos, seor. No sonms que unos muchachos rudos e ignorantes.

  • 13

    (Al fin logran cerrar el balcn. Los dos vuelven, ensilencio, hacia el centro.)

    MARK.- (Insistente, a OSWALD.) No tenemos dinero...Adems, la comida que hay en casa es de hace un messolamente.

    (De pronto, se oyen unos golpes violentos e insistentes enel cristal del balcn. OSWALD corre a abrirlo.)

    BRUNELDA.- (Mira a OSWALD y a MARK, que no haacudido. Furiosa.) Por qu no habis acudido los dos? Os hellamado. A ti tambin, muchacho... (A OSWALD.) D a Markque he pensado buscarle un sustituto... Ya veo que haenvejecido y no puede servirme... Ahora, cuando vaya almercado, que contrate a un muchacho desocupado, de los quevagabundean por all... Pero que sea fuerte... Me has odo? Noquiero tener invlidos en casa... Ah! Y que sea guapo... el msguapo. Me gustan los muchachos guapos.

    OSWALD.- S, Brunelda. Se har como t dices.

    BRUNELDA.- Muy bien. Cierra el balcn.

    (OSWALD lo cierra. MARK, tambalendose, ha ido adesplomarse en una silla.)

    OSWALD.- (Al verle.) Qu haces ah sentado?... Tienes quecorrer. No tendrs tiempo para ir al mercado... Ya lo has odo...Quiere la comida a la una en punto (Con rencor.)... Y elmuchacho ms guapo que veas.

    MARK.- (Angustiado.) Estoy cansado... Deberas tenerpiedad de m, Oswald. No puedo moverme. Me dueleterriblemente todo el cuerpo.

    OSWALD.- Tienes que hacer un esfuerzo... Ya lo sabes.Pronto te sustituir alguien... Podrs descansar.

  • 14

    MARK.- (Coge por el brazo a OSWALD. Suplicando.) Nome dejes hermanito; no me dejes ahora. Hemos estado siemprejuntos... Qu hara yo si me echara Brunelda! Me morira.

    OSWALD.- (Triste.) Calla. No hables tan alto... Puedeornos.

    MARK.- (Suplicando.) Tienes que prometer que no dejarsque me vaya... A dnde ira? (Con cierta energa.) Sera capazde reunir las pocas fuerzas que me quedan... y matarte!,mataros a los dos!

    OSWALD.- Ests enfermo, muchacho... Has de reponerte...Despus podrs empezar de nuevo.

    MARK.- (Abatido.) Aqu. Con vosotros, Oswald... sta es micasa... sta es la nica casa que tengo en el mundo... Ya nopodra vivir en otro sitio... No me dejis! Morira; estoycompletamente seguro.

    OSWALD.- Debes ir enseguida al mercado.

    MARK.- (Abraza a OSWALD.) T no desears que muera,verdad Oswald, hermanito?... T me quieres. Hemos estadosiempre juntos.

    OSWALD.- (Preocupado.) Lo ve todo. Sabes que ella lo vetodo... Estar muy disgustada... Tienes que marcharteinmediatamente. Ests desobedeciendo... Y no te perdonar.

    MARK.- (Muy cansado.) Adems, lo del dinero... Ella noquiere orlo, pero es cierto... No tengo ni una moneda. Le davergenza hablar de cosas as..., tan vulgares, delante de estevecino, porque es un seorito... Pero, yo creo que l tambin...,con sus arrumacos y sus tonteras..., l tambin se muere dehambre. Como nosotros.

    OSWALD.- (Inquieto.) Es un hombre muy distinguido. Nolo dudes... Cuando Brunelda consiente en conversar con l, porfuerza ha de ser un seor culto y distinguido... Un caballeroelegante... de modales refinados.

    MARK.- (Desconsolado.) Pero..., sin dinero no puedo ir almercado..., en el caso -muy improbable- de que pudiera llegarhasta all... Los vendedores no quieren verme. Huyen de m. Mecierran las puertas... Les debemos tanto dinero... Ya no seacuerdan ellos mismos de cuanto es.

  • 15

    OSWALD.- Otras veces lo has arreglado. Eres un chicolisto... Ibas sin dinero y, sin embargo, regresabas con buenacomida... Brunelda llenaba su boca, insaciable, enloquecida deplacer.

    MARK.- Sabes lo que he hecho los ltimos das?... No!Recoga los desperdicios tirados por el suelo..., o suplicaballorando a los vendedores que me dieran aquellas cosas, que yano podran vender e, indudablemente, pensaban arrojar a labasura.

    OSWALD.- Eso no debiste hacerlo nunca. Brunelda esdelicada... Necesita alimentos exquisitos... Salmn y pato a lanaranja. De la mejor calidad.

    MARK.- Lo traa todo en la cesta y, despus, en la cocina, lolavaba bien, cortaba los trozos podridos y lo partacuidadosamente... con mucha paciencia..., con infinito amor,lograba que aquello tuviera un aspecto agradable y hasta quefuera apetitoso... Todo lo he hecho por Brunelda, porque sesintiera feliz... mi mayor honor era servirla... Y, ahora, me lopaga queriendo que contrate yo mismo a un sustituto... Y quesea un muchacho guapo. El ms guapo!... Yo tambin lo era,Oswald... y ya ves (Con tristeza.) Nadie me reconocera... Heenvejecido cien aos arrastrndome a sus pies.

    OSWALD.- Es buena, Mark... Te ha sentado a su lado y nocontenta con eso te ha dado una tostada de su desayuno... Te hadejado acariciarla.

    MARK.- Eso fue hace un rato... Ya se ha olvidado. En unosminutos ha cambiado completamente. Cree que soy holgazn ytorpe... Pero lo nico que sucede es que estoy horriblementecansado... No puedo moverme.

    OSWALD.- (Animado.) Vers lo que haremos, Mark...Traers a ese muchacho y, una vez aqu, como al principio noatender bien sus obligaciones, se ha de confundir mil veces yacabar haciendo mal las cosas... Entonces, Brunelda se darcuenta de que no podemos prescindir de ti y consentir que esemuchacho se quede como ayudante, slo como ayudante.

    MARK.- (Esperanzado.) T crees que har eso?

  • 16

    OSWALD.- Estoy convencido, Mark... De esa manera, tcontinuars con Brunelda, haciendo un trabajo mucho mscmodo, de supervisin... Solamente de supervisin... Aunquemuchas veces tengas que hacer t mismo el trabajo ms duro,como ahora, por la torpeza del ayudante... Pero podrs teneralgunos momentos de descanso.

    (Vuelve a golpear BRUNELDA en los cristales.)

    MARK.- (Asustado.) Llama otra vez.

    OSWALD.- No. Slo quiere que te vayas... Hemos perdidomucho tiempo hablando de tus asuntos... Y tus asuntos no tienenninguna importancia. Son insignificantes.

    (MARK corre, coge la cesta y va a salir.)

    ...nicamente yo soy capaz de entenderlos.

    MARK.- (En la puerta.) Gracias, Oswald... Estoy muy alegre.Podr seguir al servicio de Brunelda... y he comprobado que tme sigues queriendo.

    (MARK sale. OSWALD coge un plumero y, a granvelocidad procede a quitar el polvo de todos los mueblesde la habitacin. BRUNELDA llama, golpeando en los

    cristales. OSWALD corre a abrir el balcn.)

    BRUNELDA.- (A OSWALD, dulcemente e intentando quela oiga el vecino.) Vamos, querido, aydame a volver a lahabitacin... Creo que me he resfriado. (Al vecino.) Buenosdas, seor. He tenido mucho gusto en pasar este rato charlandocon usted

    (Ayudada por OSWALD, vuelve al centro, adoptando unaire altanero de gran seora, que desdice con su extrema

    obesidad y la torpeza de sus movimientos.)

  • 17

    Es muy simptico... y un gran seor, sabes?

    OSWALD.- Antes, se lo deca a Mark... Nuestro vecino es unhombre distinguido.

    BRUNELDA.- (Coqueteando.) Qu te imaginabas! Cmo,si no, iba a hablar yo con l!... Es muy atento... cmo ha dichoque se llamaba? Ah!, s... Alexander... Le va muy bien esenombre... Es elegante y varonil.

    OSWALD.- Sin duda, habr sabido apreciar tus encantos. Sevolver loco esta misma noche... Entrar por el balcn paraabrazarte... y dormir contigo.

    BRUNELDA.- (Vanidosa.) Naturalmente, querido. Estoyconvencida de que si me mostrara un poco asequible...,solamente un poquito... Si le sonriera con dulzura, me pediraque me casara con l... (Riendo.) Pero no seas nio, Oswald,querido, mi corazn es slo tuyo... No tengas celos, muchacho.(Con gran sensualidad.) Desde que me diste el brazo enaquella endemoniada escalera de cuatro mil escalones, y meapoy en ti, aspirando toda la fuerza de tu cuerpo... tu sudor dehombre... desde aquel da me tienes esclavizada. Cuando salesde la habitacin me echo al suelo..., como una loca..., parabesar, para morder tu sombra.

    OSWALD.- (Emocionado.) No saba qu hacer aquellanoche... Te miraba como si hubiera aparecido un ngel... unngel del cielo. Tus ojos venan a traerme la esperanza... tanlejana!... que ya tena olvidada... Eran acariciadores... como elsol que calienta la tierra. Dulces, como la sonrisa de un nio...Salvajes, como un fuego en el alma.

    BRUNELDA.- (Tierna.) Y t, mi pobre nio, fuiste, desdeentonces, el esclavo vigilante de todos mis caprichos... terefugiaste en mi pecho... Yo era el sol que calentaba tu fuegoapagado... Retozaste en mi cama como un loco cervatillo, quedesea ardientemente volver al seno de su madre.

    OSWALD.- Decid seguirte, Brunelda, hasta la muerte...,estar eternamente a tu lado... Qu ms poda ambicionar!...Comprend que mi vida haba estado vaca, sucia... como un roseco..., lleno de barro y de ceniza... Eras la nica que podasdarle alegra y calor..., la belleza, que en el mundo est oculta...se alejaba... cada vez ms... Me recogiste, llevndome hasta ti,cuando ya no poda esperar nada.

  • 18

    BRUNELDA.- (Tierna.) No quisiera causarte msmolestias... Eres un hombre joven todava, y alguna vezaorars tu libertad.

    OSWALD.- De qu vale la libertad si no hay vida! Yo ya nopuedo vivir lejos de ti!

    BRUNELDA.- (Maternal.) Eres fiel, Oswald. Dices bien.Sin m no sabras caminar por el mundo... Eres prudente. No terebelas contra tu madrecita buena..., contra tu esposa de lanoche... (Reclinndose sensualmente.) Puedes besarmemuchacho... Te doy permiso.

    OSWALD.- (Confundido y nervioso.) Quisiera ayudartems... Traba jar continuamente... Sin ninguna pausa... Pero yalo ves... Todo se vuelve contra m en esta casa... Todo seensucia y se corrompe... El agua huele a orines... y en losrincones saltan araas y cucarachas... T misma ests llena dellagas.

    BRUNELDA.- (Cruel.) No te preocupes por esas cosas... Yohuelo a flores... Todava no puedes comprenderlo. Vete un ratoa la cocina... El seor Alexander me acaba de decir, que vienehacia aqu con el Administrador... y piensa pagar hasta el ltimocntimo de lo que debo... Es un caballero... Habr que explotarleun poco.

    OSWALD.- Debemos ms de un ao... El precio del alquileres una miseria en estos tiempos... Pocas pesetas, Brunelda... Siel Administrador consiguiera arrojarnos de esta habitacin,despus podra cobrar mucho dinero por ella.

    BRUNELDA.- Ya te he dicho que el seor Alexander va apagarlo todo, e incluso est dispuesto a marcharse, si nos vamosnosotros... Y esto de ninguna manera le interesa al administrador, ya que el seor Alexander es uno de los mejores inquilinos.Su piso es el ms concurrido de la vecindad... Continuamentehay gente subiendo y bajando la escalera... Todos van a verle...El administrador morira si no pudiera contemplar esteespectculo.

    (Llaman a la puerta.)

    (BRUNELDA nerviosa y componiendo la figura.) Ve a abrirla puerta... Despus, discretamente, retrate a la cocina.

  • 19

    (OSWALD va a abrir.)

    Ah!, no te olvides de hacer una reverencia... Son seoresimportantes... y t, nada ms que un criado... an tan zafio...Anda, abre ya... No; espera. Recuerda que no debesinterrumpirnos por ningn motivo... Estos son asuntos mos...

    (Vuelven a llamar.)

    ...y quiero resolverlos sola. Tu presencia slo servira para crearun ambiente desagradable. Esos seores se mostrarancohibidos. No podran expresarse libremente delante de uncriado.

    (OSWALD abre la puerta y entran EL ADMINISTRADORy ALEXANDER. OSWALD hace una reverencia. EL

    ADMINISTRADOR lo mira despectivamente, sinsaludarle. OSWALD cierra y, de puntillas, atraviesa el

    escenario y va a esconderse en la cocina.

    ALEXANDER es un hombre de unos 30 aos, con aspectode estudiante dbil. Es pequeo, calvo y miope y parece

    fcilmente excitable. Est inquieto.

    EL ADMINISTRADOR es un hombre de 50 aos,tranquilo, cnico y reservado, con una idea muy clara delo que conviene a sus intereses y una decisin firme para

    conseguirlo.)

    (BRUNELDA nerviosa.) Pasen, seores... Es un honorrecibirles en mi apartamento... Aunque tienen que disculpartanto desorden... Estos muchachos!... Sintense... Perdonen queno me levante, pero hace das que me encuentro muy enferma...,hasta el punto de que necesito ayuda para todo.

    EL ADMINISTRADOR.- (Rpido, desinteresado.) Ques lo que tiene, seora?

    BRUNELDA.- Oh!, no s... Debe ser algo de nervios... Meencuentro muy vieja y no puedo soportarlo.

  • 20

    ALEXANDER.- (Corts y melifluo.) Indudablemente, esteencierro... esta habitacin tan pequea ha de perjudicarle,seora.

    BRUNELDA.- No puedo hacer nada mejor, crenme. Enotros tiempos, yo brillaba en los salones ms elegantes... Asistaa las reuniones de la alta sociedad... Tena muchoscompromisos. Realmente, me encontraban encantadora... Pero,hoy, ya ven, nadie me necesita... Me consumo aqu...acompaada de mis recuerdos... Trescientos o cuatrocientosaos me contemplan...

    EL ADMINISTRADOR.- No debe sentirse triste, seora...La vida en estos tiempos que corremos no es ms que una locuradesenfrenada que nos oprime el corazn y acaba por hacerloreventar. Qu ms se puede envidiar sino la tranquilidad... Conuna pensioncita decente, eso s!... para los caprichos de lavejez.

    BRUNELDA.- (Irritada.) Todava soy joven, seoradministrador... y bella.

    EL ADMINISTRADOR.- (Confundido.) Usted hadicho... He credo or trescientos..., cuatrocientos aos.

    ALEXANDER.- (Obsequioso.) Quin lo pone en duda,querida seora! Precisamente, venamos comentndolo el seoradministrador y yo... Una seora tan bella... Es triste que seencuentre en este estado... de postracin... de abandono.

    BRUNELDA.- (Crudamente.) Dgalo de una vez,Alexander! Rodeada de mierda por todas partes.

    (EL ADMINISTRADOR y ALEXANDER se miranconsternados.)

    EL ADMINISTRADOR.- (Secamente. A BRUNELDA.)No quisiera ofenderla. Estoy seguro de su solvencia, seoraBrunelda... Por otra parte, nunca he pensado que... el retraso enlos pagos se debiera a mala fe... ni tampoco a una real yabsoluta pobreza. Ms bien, dira, a negligencia... Son catorcemensualidades, seora y usted sabe que con seis bastan paraproceder al desahucio.

  • 21

    BRUNELDA.- (Furiosa.) No lo s, no s nada... No entiendode cuestiones legales... Pero estas conversaciones me amargan...siempre el dinero, como base de nuestras vidas..., con las cosasbellas que existen en el mundo... Me siento ultrajada, seoradministrador... ultrajada... Dira ms..., prostituida.

    EL ADMINISTRADOR.- (Confundido.) No comprendo,seora... Ciertamente, yo no he dicho... Creo que va usteddemasiado lejos.

    BRUNELDA.- (Voluble.) El dinero me recuerda laprostitucin. No puedo remediarlo... Las mujeres sabemosmucho de estas cosas.

    ALEXANDER.- (A BRUNELDA.) No se preocupe..., miadorable seora. Ya est arreglado... Todo arreglado... Ser unplacer para m... poder ayudarla.

    BRUNELDA.- (Afectada.) Oh!, seor Alexander, meconmueve su generosidad, digna realmente del gran seor quees... No lo olvidar nunca. Pero no puedo aceptar... Sinembargo, le estoy muy agradecida.

    ALEXANDER.- No puede aceptar... por qu?

    BRUNELDA.- Se creera usted autorizado a saltar desde subalcn al mo... Dormira conmigo y me forzara a lamadrugada.

    ALEXANDER.- (Afectado.) Le prohbo, Brunelda, pensarque soy un villano... Es un honor para m ayudarla sincompromiso, ni obligacin alguna por su parte.

    BRUNELDA.- (Insinuante.) Quiz le permita acariciar mispechos a las seis de la tarde... Son hermosas y blancos. Huelena azahar.

    EL ADMINISTRADOR.- (Nervioso.) ...Celebro esa...intimidad. Es muy grato para m ver que los vecinos viven enbuena armona y no guardan entre s rencores ni odios. Qumayor felicidad puede desear un buen administrador! Sinembargo...

    BRUNELDA.- Sin embargo, qu?

    EL ADMINISTRADOR.- (Muy nervioso.) No quisierahablar de ciertas cosas, seora, pera para el bien de lacomunidad de vecinos, es necesario aclarar su situacin.

  • 22

    ALEXANDER.- (Nervioso.) A qu se refiere? No ha sidosuficiente con que yo saliera fiador de esta seora y pagara susrecibos?

    EL ADMINISTRADOR.- S, s; ha sido suficiente... param. Pero como muy bien deca la seora hace unos momentos,existen muchas ms cosas en el mundo, que aquellas que sepueden adquirir con dinero... La murmuracin no se puedecomprar.

    BRUNELDA.- Murmuran de m los vecinos?...

    ALEXANDER.- (Ofendido.) No es posible.

    BRUNELDA.- Llevo una vida decente. Nadie puedecriticarme.

    EL ADMINISTRADOR.- Una vida casi inverosmil.Perdneme, resulta muy difcil comprenderla.

    ALEXANDER.- (Pedante y afectado.) Precisamente,porque vive recatada y sola. Por eso la gente no comprende... Seirritan porque tienen delante de s un ejemplo de pureza, a unaverdadera seora que, como tal, es incapaz de llevar unaexistencia frvola o equvoca. Insensateces del mundo, queridaamiga! Su espritu se eleva por encima de esa inmundicia... lostullidos sienten envidia de la hermosura...

    BRUNELDA.- (Emocionada y afectada.) Gracias, seorAlexander... S defenderme de esas viles acusaciones. Tengorespuestas para todas.

    EL ADMINISTRADOR.- No es mi intencin ofenderla,seora. Dios me libre de juzgar las vidas ajenas... Pero existedescontento entre los vecinos. Es... es un hecho real... Aunquepretendamos ignorarlo... Recibo ms de quinientas llamadas, alda..., en relacin con usted

    BRUNELDA.- (Furiosa.) Descontento!... por m?

    EL ADMINISTRADOR.- (Atribulado.) S, seora. Losiento.

    ALEXANDER.- Brunelda, seor administrador, no ofendea nadie, no escandaliza..., no exhibe, ni grita sus defectos... -sies que tiene alguno-, como hacen otros vecinos... A ellos, no seles reprocha... Pero han de venir a acusar a una mujer sola quenunca ha dado motivo de escndalo.

  • 23

    EL ADMINISTRADOR.- Lo s, lo s... Pero,desgraciadamente, el mundo soporta mal la incertidumbre... Haydemasiado misterio en esta casa..., est rodeada de oscuridad...Nada de lo que en esta habitacin sucede es conocido.

    BRUNELDA.- (Orgullosa.) No tengo obligacin de mostrara los dems las intimidades de mi casa... No tienen bastantecon las suyas?

    EL ADMINISTRADOR.- No, seora. No tienen bastante.El mundo puede admitir el pecado, el delito..., incluso lamonstruosidad universal pero no lo que permanece oculto... y,cuando no se desvela el misterio, sienten un desasosiego que loshace temblar... e inquieta su alma.

    BRUNELDA.- (Altiva.) Abrir la puerta. Todo el que lodesee podr contemplar lo que ocurre aqu dentro. Se saciar esacuriosidad universal.

    EL ADMINISTRADOR.- (A BRUNELDA.) Debe admitirque su vida es un tanto irregular y extraa... No es que a m meimporte, no; pero debemos reconocerlo.

    BRUNELDA.- Por qu es irregular mi vida?... Quiereexplicarme.

    EL ADMINISTRADOR.- No est, precisamente sola...Existen esos dos jvenes..., unos muchachos, casi unos nios...Por qu la acompaan siempre? Qu extrao poder ejercesobre ellos, que no se les ve nunca, como no sea en el mercado?Es que viven nicamente para servirla?... Horroriza su miradatriste..., su espantosa vejez..., cuando apenas han cumplido 20aos.

    BRUNELDA.- (Con orgullo.) Son mis servidores. Losnecesito...

    Estoy acostumbrada a que se me trate con regalo y no puedoprescindir de ellos.

    EL ADMINISTRADOR.- Pero, se dice que usted no lespaga... Trabajan da y noche, sin parar un minuto. Su mayordisgusto es causarle alguna contrariedad.

    BRUNELDA.- (Dulcemente.) S, es cierto... Son buenoschicos. Se desviven por hacerme feliz.

    EL ADMINISTRADOR.- Sin embargo, eso es losorprendente... Qu vinculo les une a usted, para que no tengannunca una tentacin de rebelda?

  • 24

    BRUNELDA.- (Sonre misteriosa.) Para qu, mi queridoseor?... Saben que slo conmigo tienen algn sentido susvidas... Si intentaran abandonarme, les pesara... eternamente.

    EL ADMINISTRADOR.- Cmo pueden tan jvenesrenunciar a toda independencia!... Estn hechizados.

    BRUNELDA.- Hechizados, s; dice usted bien... Qu mayorhechizo que sentir el calor de mi cuerpo en esta atmsferatibia!... Ellos!, que vagabundeaban como fantasmas en unmundo enloquecido por la frivolidad.

    EL ADMINISTRADOR.- Perdneme, pero no locomprendo.

    ALEXANDER.- (A BRUNELDA, con entusiasmo.) S, esverdad, Brunelda... La vida se encierra en sus manos, madura yplena... usted tiene el poder de hacernos penetrar en nosotrosmismos. Cuando estamos a su lado, perdemos el miedo a lamuerte... Todo aparece redondo y lleno. Es un remanso detranquilidad que nos aquieta..., porque tiene explicacin paratodas las preguntas... Qu se puede hacer, despus de haberlaconocido, sino estar siempre a su lado y servirla?

    BRUNELDA.- Seor Alexander, es usted muy amable. Meabruma con sus elogios... Pero, debo reconocer que algo derazn tiene... S preguntara a Oswald y Mark se explicaran enparecidos trminos..., aunque, innecesario es decirlo, de unamanera infinitamente ms torpe.

    ALEXANDER.- Ellos son felices, Brunelda, pueden gozarde su presencia... a todas horas.

    BRUNELDA.- (Insinuante.) Son mis servidores. Nada ms.En cambio, usted es mi amigo... Un gran amigo, que me ayuda...Y con el que me gustara charlar ms a menudo.

    ALEXANDER.- (Afectado.) Si no hago absolutamente nada,Brunelda... Mi vida entera le dara por gozar un instante defelicidad con usted

    BRUNELDA.- La felicidad se acaba pronto... No debemosbuscarla... Siempre me ha parecido ridculo ese desatinado afnpor ser felices... El amor, s. Es distinto... Quiz lo nico quemerezca nuestro esfuerzo.

    EL ADMINISTRADOR.- (A BRUNELDA.) Su poderdebe de ser muy grande... Anula la voluntad de los hombres...Se arrastran a sus pies, aniquilados.

  • 25

    BRUNELDA.- Se anulan ellos mismos, seorAdministrador... No los fuerzo a nada; no los engao...Simplemente, que cuando tienen la suerte de encontrarme en sucamino, se hace la luz en sus cabecitas locas.

    EL ADMINISTRADOR.- No s..., no s... Habla unlenguaje muy extrao, seora... (Dubitativo.) Pero no cabe dudade que las cosas no marchan bien en esta casa.

    BRUNELDA.- Quiere usted orlo de sus propios labios?

    ALEXANDER.- (Apasionado.) No necesita llamar a nadie,Brunelda... El seor Administrador puede leer en mis ojos elinmenso placer que siento al someterme a su voluntad. (A ELADMINISTRADOR.) No tengo palabras para expresarlo... Esun sentimiento tan fuerte!... Hay cosas que no se puedenexplicar. Deben permanecer ocultas...

    BRUNELDA.- Con su permiso... (Llama.) Oswald, Oswald.(A ALEXANDER y a EL ADMINISTRADOR.) Perdonen...ustedes me permitirn que llame a uno de los muchachos queme sirven... Oswald!

    OSWALD.- (Aparece en la puerta, secndose las manos.)Brunelda, me llamabas?

    BRUNELDA.- (Contrariada.) S..., pero no para queaparezcas secndote las manos... Qu dirn estos seores!

    OSWALD.- (Sumiso.) Perdn (Entra otra vez en la cocina.)

    BRUNELDA.- Deben disculparle... Ya les he dicho que es unmuchacho zafio... An no se ha acostumbrado a presentarse antelas personas de calidad.

    EL ADMINISTRADOR.- Deseaba verle de frente...Siempre queme cruzo con l, en la escalera, lleva demasiadaprisa.

    (OSWALD aparece, de nuevo, tmidamente.)

    BRUNELDA.- Oswald, querido, podras explicar al seoradministrador por qu ests conmigo?... El seor Alexander esnuestro amigo. Lo sabes. l te comprende perfectamente.

    OSWALD.- (Extraado.) Que por qu estoy contigo?...Dnde iba a ir despus de conocerte?

  • 26

    BRUNELDA.- El seor no entiende por qu me acompaas,sirvindome con tanta fidelidad... con tanto cario... Dice quenuestros vecinos, a excepcin del seor Alexander,naturalmente, no lo comprenden tampoco.

    OSWALD.- No s explicarlo Brunelda... no s... Contigovivo; sin ti, no podra.

    EL ADMINISTRADOR.- (A BRUNELDA.) Pero ello nodebe impedirle llevar una vida de relacin, como todos los sereshumanos.

    BRUNELDA.- A qu se refiere?

    EL ADMINISTRADOR.- A los otros... A todos. A losvecinos, que me abruman a diario con quejas y reclamaciones...Todos desean que abandonen esta casa... Yo, sin embargo, noquisiera perjudicarles... Si pudieran alternar alguna vez conellos..., interesarse un poquito por sus problemas..., manteneralgn dilogo... en buena armona.

    OSWALD.- Tenemos mucho trabajo... Siempre nos faltatiempo para atender a Brunelda.

    EL ADMINISTRADOR.- (A OSWALD.) Pero podrnencontrar un rato libre. Alguna vez descansarn.

    BRUNELDA.- No pueden descansar... Las necesidadesaumentan. El trabajo se multiplica.

    EL ADMINISTRADOR.- Hoy tienen una ocasin... Hamuerto un vecino... Estarn todos... Es en el segundo piso... Yomismo los introducira.

    BRUNELDA.- Lo pensaremos. Se lo prometo... Haremos loposible.

    EL ADMINISTRADOR.- Si les parece demasiado gravela situacin para iniciar sus relaciones..., quiz enviando unatarjeta de condolencia... Sera un buen paso.

    BRUNELDA.- No es correcto enviar una tarjeta, viviendo tancerca. Solamente dos pisos ms arriba. Pero, por otra parte, mecuesta tanto andar que nicamente con la ayuda de dos hombresrobustos podra bajar y, an con ellos, tardara ms de unahora... Y esos hombres no pueden ser Oswald y Mark. Acabanextenuados del trabajo del da.

    OSWALD.- (Complaciente.) Si t lo deseas...

  • 27

    BRUNELDA.- No, queridito, no podrais. Estis demasiadocansados.

    ALEXANDER.- (Apasionado.) Yo puedo hacerlo. Sera unhonor.

    BRUNELDA.- No, muchas gracias. Resultara difcil, inclusopara usted.

    EL ADMINISTRADOR.- (Confundido.) Tengo quemarcharme... Siento mucho no haber llegado a una solucin...Debo decirle, seora, que hoy se celebra una reunin de vecinosy tienen el propsito de tratar lo que ellos llaman... su caso.Bueno, quiz la aplacen por respeto al cadver... se es uno delos puntos ms importantes a discutir... Desgraciadamente,todos estn de acuerdo. Condenan su aislamiento..., el misterioque le rodea, su insolidaridad... El seor Alexander y yo, ancon nuestra mejor voluntad, poco podremos hacer paratranquilizarlos.

    ALEXANDER.- (Apasionado.) Yo le defender, Brunelda.He anunciado que si usted se marcha, tambin me ir yo. Locumplir.

    (EL ADMINISTRADOR se levanta, dispuesto amarcharse, apesadumbrado.)

    EL ADMINISTRADOR.- (Con una idea sbita.) Quizs,todava sea posible arreglarlo... Maana, a las seis de la tarde,pasar por esta calle..., junto a la casa, la imagen del santopatrono del barrio... Bastar con que se asomen a contemplarla...Todos los vecinos saldrn a sus balcones. Colgarn banderas.Arrojarn flores a la imagen... Si usted se uniera a esamanifestacin de jbilo... nicamente, saludad: Buenas tardes,seora, Buenas tardes Cmo est usted seor?... Suhijo, va bien en los estudios?... Su esposa est ya repuesta,verdad?... Realmente, es muy bella nuestra procesin...Nuestra procesin!... Comprende?

    BRUNELDA.- (A ALEXANDER.) Por usted, solamente porusted, har lo que el seor Administrador indica.

    EL ADMINISTRADOR.- (Entusiasmado.) Gracias,seora, muchas gracias. En un momento, le preparar una listacon los nombres de todos los vecinos... y aadir lo que debepreguntar a cada uno.

  • 28

    (Saluda a BRUNELDA, atentamente, inclinndose.ALEXANDER hace ademn de levantarse.)

    BRUNELDA.- No se marche todava, Alexander... Tenemosque hablar..., los dos solos.

    (Mira a OSWALD, indicndole con los ojos que se retire.ste va a la cocina y EL ADMINISTRADOR a la salida.)

    EL ADMINISTRADOR.- (Contento.) Bien, muy bien;muchas gracias, seora... Dentro de un momento estar aqu...,con la lista.

    BRUNELDA.- Maana a las cuatro... Si no le molesta, vengamaana a las cuatro.

    EL ADMINISTRADOR.- (Contento.) Bien, muy bien; sa las cuatro, a las cuatro en punto vendr.

    (Sale. Al salir EL ADMINISTRADOR, entran MARK yDAVID, un muchacho fuerte y altivo, que mira

    inquisitivamente a todas partes. MARK trae la cesta conprovisiones. Hace una reverencia, primero a EL

    ADMINISTRADOR, y, luego a BRUNELDA yALEXANDER. DAVID permanece indiferente,

    contemplndolo todo y MARK le tira del brazo, para quese incline ante BRUNELDA, lo que hace con un

    movimiento artificial.)

    BRUNELDA.- Es se el muchacho que va a sustituirte,Mark?

    MARK.- S. Es el nico que pude encontrar.

    BRUNELDA.- No parece muy atento, verdad?...(ADAVID.) Acrcate.

    (DAVID se acerca, con paso indolente.)

  • 29

    BRUNELDA.- A ver... Acrcate ms. Quiero verte bien(Empieza a tocar sus brazos, sus muslos y su pecho, paracomprobar su fortaleza.)

    BRUNELDA.- (A MARK, enfadada.) Qu haces ah? Vetea la cocina... Huele muy mal la comida que traes hoy.

    (MARK va a la cocina.)

    (BRUNELDA a DAVID.) Tendrs que trabajar mucho... Te loha dicho Mark?

    DAVID.- Soy fuerte.

    BRUNELDA.- No basta con que seas fuerte. Has de serobediente.

    DAVID.- Mark me ha contratado. Cumplir el contrato.

    BRUNELDA.- No podrs, si no eres un muchacho listo.

    MARK.- (En la puerta.) Al principio tendr dificultades. Peroyo le ensear.

    BRUNELDA.- (Furiosa.) T, cllate. Vete

    (MARK sale.)

    ...Qu le parece el muchacho, Alexander?

    ALEXANDER.- Es agradable... Pero, quiz para usted, nos... Todo me parece poco.

    DAVID.- (Cortante.) Creo que se me contrata para servir a laseora.

    ALEXANDER.- Eso es un atrevimiento... y no por m, sinopor Brunelda, a la que los dos debemos el mayor respeto. (Seinclina grotescamente ante BRUNELDA y cae al suelo.)

  • 30

    BRUNELDA.- (Frvola.) Oh!, gracias, gracias, queridoAlexander. Es una impertinencia del muchacho, pero nodebemos ser demasiado severos... No puede comprendertodava. Es un salto demasiado grande...

    DAVID.- Me podra decir con exactitud cul es el trabajo quehe de desempear?

    BRUNELDA.- Quiere dejarme un momento, Alexander?Me gustara dar instrucciones al muchacho... Habr deexplicarle algunas cosas claramente... Mi modestia... y mi pudorsufriran si usted las escuchara... Estos chicos son tan torpes...comprende, verdad?

    ALEXANDER.- (Apasionado.) Desde luego, seora... Peroyo... yo dara los aos de vida que me quedan por estar junto austed un minuto ms... slo un minuto (Se levanta para salir.)

    BRUNELDA.- (Coqueta.) Le espero... le espero siempre.Vuelva pronto, por favor... Me deja consternada..., hundida enla ms profunda incertidumbre... A su lado me siento como unachiquilla, Alexander.

    ALEXANDER.- Hasta pronto, Brunelda... Guarde unrinconcito de su corazn para m. Se lo suplico. (Sale.)

    BRUNELDA.- David, querido muchacho, ven aqu

    (DAVID se acerca con precaucin.)

    Ms cerca. A mi lado. Sintate aqu.

    (l se resiste pasivamente, pero lo rodea imperiosa yengaadora con sus brazos. BRUNELDA, voluptuosa.)

    Te voy a contar unos secretos mos... Nunca se lo he dicho anadie. Te lo aseguro... Sers t el primero. Vers que no soymala... Apenas te conozco, pero ya te quiero... Lo comprendersenseguida... Estars muy contento conmigo.

  • 31

    ...T sabes quien es Brunelda? ...Te puedo parecer una mujergorda, enferma, solitaria... y hasta vieja y fea... pero no escierto... Yo he caminado por encima de los siglos, sinmancharme con el polvo del camino... Yo he surcado lasaguas... sin que una gota mojara la orla de mi vestido...Vosotros, los pobrecitos hombres, contis el tiempo por aos...Yo soy eterna, muchacho (Dulcemente.) Conozco todos lossecretos de la vida... Mas no por ello soy despiadada... Lo quems me conmueve es la dulzura de corazn... Soy tierna... T alo mejor te fijas en esas muchachitas esculidas y raquticas...,con los ojos llenos de tristeza... Yo soy exuberante, David... Soyfuerte y hermosa..., de una hermosura que no se puede descubrircon los ojos de la carne... Mi cuerpo es tibio...

    (Besa y abraza a DAVID. ste se muestra receloso yesquivo. BRUNELDA persuasiva.)

    ...Abandona tu pasado, hijo mo... Vive este instante con todastus fuerzas... Abrzame!... Quiero que entres a mi servicio...Quiero que vengas a mi mundo... Es amplio y luminoso... No serespira odio en l... No huele a cinaga... (Triunfal.) Bruneldaes la madre de los dioses y los hombres... Es la fuerza de latierra.

    DAVID.- (Inquieto.) No me estar engaando, seora... Esospobres chicos han perdido el color... Estn tristes...

    BRUNELDA.- Qu sabrs t, mi pequeo David!... Haymisterios ocultos... y lejanos... Es necesario abandonarlo todo.La mano de Brunelda te guiar a travs del infierno, sin queninguna lengua de fuego roce tu cuerpo. Oswald y Mark sonfelices..., con una felicidad que los pequeitos hombres,agitndose en el mundo, no pueden soar.

    DAVID.- Estn solos... No escuchan... No miran cuando se leshabla.

    BRUNELDA.- Me escuchan a m... Se miran en mis ojos...T hars igual... Dentro de muy poco... No me abandonarsjams.

    DAVID.- (Inquieto.) Siento fro en los huesos, Brunelda...Tengo miedo.

    BRUNELDA.- No te preocupes ms chiquillo... Durmete enmis brazos... As.

  • 32

    (Le acuna.)

    Reclina tu cabeza en mi pecho. (Con sensualidad.) Pelosrevueltos!... Tienes ojos de pillo... y la sangre nerviosa... Estsardiendo, muchacho.

    (DAVID se adormece.)

    Tienes sueo, David?... Descansa... Tu cuerpo es como un rodormido en la noche... Eres de plata... Sonre, querido... sonre...Ahuyenta los pensamientos negros... Brunelda te protegersiempre... siempre!... Y no crecers nunca. No conocers lamuerte... Yo la he vencido.

    (Se apaga la luz.)

    ACTO II

    Cuadro I

    MARK y DAVID estn sentados en el suelo. No hay nadiems en el escenario. El sol entra por el balcn. Es

    medioda. La cama ha sido retirada.

    MARK.- (Tratando de convencer a DAVID.) No debespensar en eso. No podras comprenderlo nunca.

    DAVID.- (Sereno.) Yo estaba en el mercado. S; buscabatrabajo... Pero, antes de comprometerse se ha de hacer uncontrato en el que queden bien claros todos los derechos y lasobligaciones.

  • 33

    MARK.- (Nervioso.) Cllate. No comprendes; no comprendesnada... Si te oyera Brunelda!... En esta casa todo es distinto.

    DAVID.- (Intrigado.) Pero vamos a ver... La seora estimpedida. Necesita que la sirvan... ha de pagar un sueldo... Ydejar unas horas libres..., das de salida, descanso, vacaciones...Es lo acostumbrado... O es que pretende tener criados gratis?

    MARK.- (Enrgico) No conoces a Brunelda. Es superior,infinitamente superior a todos nosotros.

    DAVID.- (Extraado.) Por qu es superior?

    MARK.- Ella posee el secreto... el ms bello secreto...Nosotros nunca lo alcanzaramos.

    DAVID.- De qu secreto ests hablando?... La vida es comoel viento, Mark..., como la arena del desierto azotada por elviento... De pronto se forma un remolino y nos sentimosempujados por algo misterioso... Es a eso a lo que llamassecreto? ...O providencia?

    MARK.- Estoy enfermo, ya lo sabes. Agotado. No puedoresistir ms... Y esa puerta est abierta. Podra irme cuandoquisiera... Sin embargo, no me muevo de este rincn. Estamisma maana he suplicado que no me despidieran... que no meecharan de esta casa... He llorado de rabia... Me he sentido solo,como un nio perdido.

    DAVID.- Ser porque no ests fuerte, Mark... Pero deberasaprender a vivir por tu cuenta.

    MARK.- Despus de haber pasado tantos aos... conBrunelda... Imposible!

    DAVID.- Estis esclavizados... No creas que no os heobservado..., a Oswald y a ti... Esa mujer os domina. Nodisponis de un solo minuto libre... Habis renunciado a todo...Crees que as se puede vivir?

    MARK.- (Persuasivo.) Es la nica manera... No digo yo quesea bueno estar esclavizados, hablando en general. Pero si quiente domina es Brunelda, qu mayor satisfaccin puedesencontrar en el mundo?... Si la amas a ella y a nadie ms...

  • 34

    DAVID.- (Firme.) No quiero pensar como t... No quieropensar nunca as... Me avergonzara de m mismo... Yo henacido para ser libre... Por eso me he escapado de casa... ycamino sin estrellas por el mundo... Me gustara estarenamorado de todos los seres de la tierra.

    MARK- Has venido aqu... Te has comprometido a servir aBrunelda... Deberas sentirte orgulloso. Ella te ha recibido bien.Ha hablado contigo.

    DAVID.- Es eso extraordinario?... Debe respetarme... Comoyo a ella. El hecho de que la sirva no es motivo para que mehumille... O es que me hace un favor al dirigirme la palabra?

    MARK.- (Convencido.) Ella no humilla nunca, David... Estmuy lejos de todo eso... Es como si pretendieras que Dios tehumilla... David, eres un nio todava; un nio rebelde ycaprichoso. Perdname..., no te ofendas... Lo nico que quieroes que comprendas (Emocionado.) ...la dulzura, la belleza, elencanto de Brunelda... Es algo que nunca has podido soar! Site quedas con nosotros... si fueras capaz de olvidarlo todo...Naceras de nuevo!... Resucitado y puro... No conoceras elsufrimiento.

    DAVID.- No pienso quedarme. Hay muchos trabajos por ah...Nadie me puede obligar a que renuncie a mi libertad.

    MARK.- (Pensativo.) Yo he renunciado... Y siento un granconsuelo.

    DAVID.- (Obstinado.) No soy como vosotros. Me marchar!

    MARK.- No podrs, David.

    DAVID.- Por qu?

    MARK.- Brunelda cerrar la puerta. Est acostumbrada a losprincipiantes... Tienen ideas independientes. Ella dice que soisdscolos, rebeldes.

    DAVID.- Me ir ahora mismo.

    MARK.- Ya est cerrada la puerta.

    DAVID.- (Furioso.) Pero, qu pretende esa mujer?...Encerrarme aqu! Disponer de m como si fuera un mueco!...Quiero escapar antes de que sea tarde!

  • 35

    MARK.- (Despectivo.) La libertad! Palabras..., palabras...Las mismas palabras de todos los soadores... No existe nadams falso, David... De qu te servir la libertad si de ahora enadelante no vas a saber qu hacer con ella?... (Emocionado.)Brunelda te acunar en sus brazos... Quiz, algn da..., Si teportas bien, te besar en la boca.

    DAVID.- (Violento.) Me da asco esta casa, comprendes? Medais asco todos... Puedes darme una explicacin de esto?Puedes decirme por qu siento un asco tan grande?

    MARK.- Todava te crees el centro del mundo.

    DAVID.- Lo soy! Qu me importa a m la grasientaBrunelda, ni vosotros, sus servidores... estpidos y degenerados!Qu me importan estas cuatro paredes, pegajosas como siestuvieran vomitadas! Esta suciedad viscosa..., repugnante!...

    MARK.- (Perplejo.) Dices cosas muy extraas, David... Esarepugnancia la llevas en tu pecho. No est en la casa... Lahabitacin es limpia y hermosa... No has visto todava cmoBrunelda es capaz de transformar en luz... y belleza toda lafealdad que le rodea...? Basta con que sus ojos se fijen encualquier cosa... o que la roce con sus dedos.

    DAVID.- (Acercndose a MARK, temeroso y curioso.) Esamujer debe ser como un pjaro sangriento y voluptuoso, no?...Se ha acercado lentamente a vosotros..., y os ha asfixiado paragozar con vuestro sufrimiento.

    MARK.- (Extraado.) Nuestro sufrimiento?

    DAVID.- S; aunque no lo creas... Sufrimiento. El mayor detodos... El de no poder sentiros a vosotros mismos..., el de nopoder encontrar vuestra palabra..., hasta olvidar el propiopensamiento.

  • 36

    MARK.- David..., Oswald y yo andbamos perdidos. bamosde un lado a otro del mundo, trabajando en cualquier lugar...desempeando cualquier oficio. Fuimos camareros, msicos,periodistas, zapateros, procuradores, ascensoristas... Todo era lomismo. En ningn sitio encontrbamos nada que pudiera curarla tristeza ntima... que se nos clavaba en el alma...Caminbamos hacia la muerte. La muerte est ah, a la vueltadel camino... Qu llevbamos para enfrentarnos con ella?...Nada! Te lo juro... ni siguiera el dolor..., ese dolor sereno yprofundo que pudiera unirnos con el mundo, con todo el dolordel mundo... Entonces, encontramos a Brunelda. Haba ido alhotel donde trabajbamos de ascensoristas... Nos llam. Nosmand que la siguiramos... Si hubieras visto al pobre Oswald!Cmo le brillaban los ojos! Qu temblor en todo el cuerpo!...De m, qu decirte? No vea nada. Andaba como unsonmbulo... Slo deseaba refugiarme en su pecho. Bruneldanos invit a una fiesta. Subimos las magnficas escaleras de supalacio, ofrecindole nuestro brazo... Bueno, fue en Oswald enel que se apoy. Por eso tiene el privilegio de contemplarla enla intimidad... Despus, aquel palacio se desvaneci. Bruneldaestaba sola. Nosotros la acompaamos. Vinimos a estahabitacin... Y nunca, nunca, hemos sentido la menor tentacinde abandonarla.

    DAVID.- (Extraado.) Por qu vinisteis?... Cmo fue esode que Brunelda dejara el palacio?

    MARK.- (Temeroso.) No s. No he querido saberlo nunca...No se deben hacer preguntas... Creo que tena enemigos. Muchagente la odiaba... Como ahora. Los vecinos se enfrentan conella. No quieren comprenderla.

    DAVID.- (Firme.) Necesito hablarle... Si quiere que contineaqu, tiene que conocer mis condiciones.

    MARK.- (Persuasivo.) Por qu no te entregas sindesconfianza, ni recelos?

    DAVID.- Sin saber lo que ocurrir despus! No!

    MARK.- Brunelda es buena. Nos comprende... Nos ve desdeuna altura a la que no podremos llegar nunca.

    DAVID.- No quiero estar nunca en esa altura... ni que meobserven desde tan lejos... He puesto los pies aqu... en estecochino mundo y slo en l pienso vivir.

  • 37

    MARK.- (Entusiasmado.) No te has fijado en sus ojos? Ensus caricias?... Cuando permite que te sientes a su lado... y teacaricia... Habla contigo... Algunas veces hasta te da de comer.

    DAVID.- (Furioso.) Me repugnan sus caricias... Sus manosgrasientas y blandas... Es una mujer gorda y vieja, de ojosgrises, muertos... Su comida se me atraviesa en la garganta yuna enorme ola nauseabunda me sube desde el estmago.

    MARK.- (Nostlgico.) No sabes lo que dices... Si vieras aOswald. Vive pensando en ella, desendola... Algunas noches,muy de tarde en tarde, desde luego, le permite acercarse a lacama... Le acaricia en el cuello..., en la nuca, con esa suavidadque slo sus dedos maravillosos tienen... Pasan toda la nochejuntos.

    DAVID.- (Despectivo.) Y qu! Eso puedes hacerlo conmuchas mujeres.

    MARK.- (Indignado.) Con Brunelda, no. Es un privilegioespecialsimo que concede a Oswald... Yo mismo, estando tancerca de ella, nunca lo he disfrutado... Es un placer que superatodo lo imaginable... Pero no pienses en ello. Nunca podrsconseguirlo.

    DAVID.- No lo quiero!... Es una prostituta!

    MARK.- (Indignado.) Qu dices! Cllate!

    DAVID.- (Mordaz.) No seas ingenuo... Qu piensas que esthaciendo ahora con ese seor Alexander? Para qu se hanllevado la cama?

    MARK.- (Con seriedad.) No debes intervenir en susasuntos... Si concede algunos favores al seor Alexander, esporque se trata de un caballero que nos ayuda en estosmomentos..., Tan difciles!

    DAVID.- Ayuda a Brunelda. No a vosotros.

    MARK.- Y qu ms podemos desear! ...Si ella contina enesta casa, nosotros tambin nos quedaremos.

    DAVID.- (Irnico.) Y seguiris sentados en su regazo, comopequeos mamoncillos... o recogeris las migajas de sudesayuno.

    MARK.- (Condescendiente.) Tambin t tendrs derecho...Pronto.

  • 38

    DAVID.- (Mordaz.) S. A que me toque los muslos y losbrazos con sus dedos gordezuelos y sebosos... A que trate deaveriguar si soy bastante fuerte para servirla.

    MARK.- Te ha mirado con benevolencia... Me parece que lehas gustado.

    (Entra BRUNELDA, desde las habitaciones del interior,despeinada y con el vestido en desorden.)

    BRUNELDA.- (Re.) Qu presuntuosos sois!... Os he odo.Pensar que a m me va a gustar un chiquillo como David... Megustan los hombres... Los hombres que me torturan..., de muslosfuertes y duros... y con toda la violencia del mundo en susbrazos... Yo soy muy antigua, muchacho... Lo he conocidotodo... Sabed que lo ms hermoso es sufrir... y hacer sufrir.

    MARK.- (Asustado.) Perdname, Brunelda... Slo trataba deensearle lo que ha de hacer.

    BRUNELDA.- (Re.) No... no te preocupes, Mark... Hasestado muy ocurrente. Me habis hecho gracia... Hace muchotiempo que no me rea tanto.

    DAVID.- (Con firmeza.) No creo que haya motivo pararerse... Todo esto es demasiado extrao... Me ahogo en estahabitacin.

    BRUNELDA.- (Altanera.) Ya s, ya s que eres un chicoindependiente... Quieres comprender!... se es un extravagantedeseo... Pero, poco a poco irs aprendiendo. No se puedepretender que asimiles en un momento... este pequeo mundo(Seala la habitacin con sus brazos.) todava... tan difcilpara ti... necesita aos..., muchos aos.

    DAVID.- (Rebelde.) No pienso esperar tanto tiempo. Memarcho.

    BRUNELDA.- (Irnica.) Lo oyes, Mark?... Es realmentedivertido (A DAVID.) No quiero discutir contigo. Estoy con unseor importante... si no fueras tan torpe, podras sospecharsiquiera que las rebeldas de un hombrecillo tan insignificantecomo t son muy divertidas... Me hacen rer... (Llamando.)Seor Alexander, puede usted salir... Estos muchachos ya sevan.

  • 39

    (Aparece ALEXANDER.)

    DAVID.- (Altanero.) Me da una gran alegra, seora. Porqueno quiero continuar aqu ni un minuto ms.

    BRUNELDA.- (Furiosa.) Cllate!... No s cmo puedoperdonarte esas palabras!... Te salva tu ignorancia... Esaignorancia de nio mal criado... No eres ms que una criaturasalvaje.

    (MARK est muy nervioso y trata de convencer a DAVIDpara que no siga hablando.)

    ALEXANDER.- (Adulador.) No permitas que te exciten,Brunelda. No pierdas la calma por ellos. No lo merecen.

    BRUNELDA.- Iros a la cocina (A DAVID.) Te quedarsaqu. sa es mi voluntad. No admito discusiones.

    (DAVID se precipita hacia la puerta de salida, intentandohuir. Forcejea, pero no consigue abrirla. BRUNELDA

    furiosa.)

    No te marchars, te lo he dicho!... Te crees ms fuerte que yo,estpido?

    (MARK acude a la puerta, para contener a DAVID.)

    MARK.- (Persuasivo.) No lo intentes, David. Es imposible...olvida esas ideas. No harn ms que perjudicarte... Vers lo bienque lo pasas con nosotros... Aqu sers feliz. Los tres juntos...Obedeciendo a Brunelda.

    (Suavemente, MARK conduce a DAVID, hacia la cocina.)

  • 40

    BRUNELDA.- (A DAVID, amenazadora.) Oswald esfuerte. Mucho ms que Mark. Ms que t... Tenlo presente... Sies necesario matarte, te mataremos. Pero no te irs... CuandoBrunelda decide algo... no hay poder en el mundo que le hagadesistir.

    (MARK y DAVID salen.)

    Oh!, Alexander. No quisiera tenerlos a mi lado... Al principio,son rebeldes... e incluso cuando consigo dominarlos, no llego aestar segura. Nunca estoy segura... Slo Oswald se me haentregado sin reservas.

    ALEXANDER.- (Apasionado.) No debes pensar en ellos.Eres demasiado generosa, Brunelda.

    BRUNELDA.- (Con intimidad.) Qu bueno eres!... Quconsuelo me dan tus palabras!... Si supieras lo que significanpara una pobre mujer que ha sufrido tanto.

    ALEXANDER.- (Apasionado.) Vamos a olvidar el pasado,cario.

    BRUNELDA.- (Secamente.) Imposible!

    ALEXANDER.- Por qu?... Juntos lo olvidaremos... Confaen m.

    BRUNELDA.- No puedo confiar en los hombres.

    ALEXANDER.- (Obsequioso.) ste es un momento feliz,Brunelda... No quiero verte triste... Brindemos por esteencuentro... por la felicidad...

    BRUNELDA.- (Irnica.) No seas vanidoso, querido... Estsloco de contento porque has hecho el amor conmigo... Parecesun nio vestido de marinero... Ay!, Alexander, si supieras losque han pasado por mi lecho antes que t...

    ALEXANDER.- (Confuso.) No te he preguntado nada... Nome importa.

    BRUNELDA.- (Sarcstica.) Sabes cuntos maridos hetenido, caballero andante?

    ALEXANDER.- (Servil.) Te he pedido que olvidaras elpasado...

  • 41

    BRUNELDA.- (Sin escucharle.) Si no recuerdo mal, creoque han sido veintiocho... Todos murieron.

    ALEXANDER.- (Nervioso.) Vamos a brindar... pornosotros..., por el amor que ha nacido hoy...

    BRUNELDA.- (Violenta.) Pero con qu quieres quebrindemos?... No tengo dinero para comprar licores... Noesperes embrutecerme como si fuera una mujerzuela.

    ALEXANDER.- (Muy nervioso.) Brunelda, por Dios!...por qu dices esas cosas?... Tengo champagne..., unchampagne especial. Lo reservo para las grandes ocasiones... Esun minuto..., en un minuto subo.

    BRUNELDA.- (Altanera.) Sabes dnde me gustara hacerel amor?

    (ALEXANDER guarda silencio BRUNELDA furiosa.)

    Contesta!

    ALEXANDER.- (Dbilmente.) No.

    BRUNELDA.- (Sensual.) En los mares del Sur..., bajo unaluna redonda y bella como el sol... El murmullo de las olas queren como adolescentes... Una atmsfera suave..., tibia... El cieloestrellado y sensual... A lo lejos se oye una cancin marinera...,cantada por una voz bronca..., una voz de hombre. Es el sitioideal para morir, Alexander... All se abrazan el amor y lamuerte... El nico lugar donde los hombres son hermosos.

    ALEXANDER.- (Con temor.) Por qu hablas de lamuerte?... En estos momentos... Brunelda, te he ofendido?

    BRUNELDA.- (Cruel.) Los znganos que me fecundandeben morir.

    ALEXANDER.- (Muy asustado.) Ests bromeando,verdad?

    BRUNELDA.- (Sarcstica.) Naturalmente... Es ridculopensar que pueda ser fecunda a los cuatrocientos aos...Necesitara un atlante.

    ALEXANDER.- (Suspira aliviado.) Quieres que bailemos,cario?

  • 42

    BRUNELDA.- (Soadora.) Bailar... bailar..., bailareternamente... Mecerse en los brazos del viento..., dejarse llevarpor el mar..., or el grito angustiado de un nio..., en el vientre...Qu doloroso es envejecer!... Qu lstima morir en esta ciudadfra!..., bajo un cielo crdeno y oscuro..., a la luz de un solamarillento y sucio... Nunca me han gustado las ciudades paraenterrar a mis amantes... Hay demasiado humo. Mi mayoralegra es ver sus cadveres risueos..., dulcemente acostadossobre la arena del mar... Qu soberbios funerales en la nochepara los que mueren de amor!

    ALEXANDER.- (Con miedo, hace ademan de marcharse.)Brunelda, prefieres estar sola?

    BRUNELDA.- Nunca estoy sola... Es la terrible condena demi vejez... Necesito a los hombres..., aunque sean tan estpidoscomo vosotros.

    ALEXANDER.- (Inquieto.) Perdname...

    BRUNELDA.- (Re con alegra.) Si no tengo nada queperdonarte, querido... Me has hecho un gran favor... Nunca meolvidar. He debido decir muchas tonteras, verdad?... A vecesme ocurren estas cosas... Me quedo traspuesta..., muy lejos dela realidad... y siento como si un viento malvado se metieradentro de m... y dijera palabras crueles... y horribles... T eresel que tiene que perdonarme... Te quiero, Alexander.

    ALEXANDER.- (Aliviado.) No eras t, entonces, la quehablabas. He sentido miedo... No comprenda tus insultos... Mehas amenazado.

    BRUNELDA.- (Cariosa.) Te he amenazado?...Pobrecito!..., todava ests temblando.

    ALEXANDER.- (Sollozando, se abraza a BRUNELDA.)No me abandones Brunelda. No me abandones nunca!

    BRUNELDA.- Vamos, vamos... no te echars a llorar comoun nio... No sufras... No te acuerdes de lo que he dicho... Noson ms que fantasas... An no ha llegado tu hora, querido...Pero scate esas lgrimas... Oswald nos espa... Est en la puertade la cocina con el odo puesto en la cerradura, muerto decelos... Cree que no debo estar contigo, Alexander... (En vozalta.) Oswald.

    (Aparece OSWALD.)

  • 43

    OSWALD.- (Hurao.) Me llamabas?

    BRUNELDA.- (Voluble.) Ests triste, queridito?

    OSWALD.- S.

    BRUNELDA.- Por qu, Oswald?

    OSWALD.- Me has separado de ti... No me dejas ya soarcontigo en la cama... No me acaricias los muslos.

    BRUNELDA.- El seor Alexander es un buen amigo... l meha ayudado a resolver nuestros problemas...

    OSWALD.- S; es un caballero.

    BRUNELDA.- (Impaciente.) Pero no te gusta que se hayaquedado conmigo... Di la verdad.

    OSWALD.- (Apasionado.) Yo morira por defenderte. Nuncahabras salido de esta casa... Al que hubiera intentado echarte,lo habra matado.

    BRUNELDA.- (Voluptuosa.) No seas nio, Oswald. Nopuedes estar siempre conmigo. Debo tener amistades..., buenasamistades.

    (Acaricia sensualmente a ALEXANDER.)

    ...El seor Alexander es un gran hombre. Me comprende... Lequiero, Oswald. Tengo derecho a repartir mi corazn.

    OSWALD.- (Con amargura.) S; Brunelda. Yo no soy msque tu servidor... Felicito al seor... Debe ser muy dichoso.

    ALEXANDER.- (Vehemente. A OSWALD.) Usted lo esmucho ms que yo... El ltimo de los servidores de Brunelda loes infinitamente ms... Estn todo el da con ella, la ven..., tocanlas mismas cosas que sus manos acarician... Yo slo puedo verlade lejos y ello con dificultad, de balcn a balcn, y muy pocasveces... No me envidie, Oswald, por estos minutos deintimidad... Soy el nico que tengo derecho a envidiar, cuandopienso en las horas que estn juntos... da y noche!

  • 44

    BRUNELDA.- (A ALEXANDER.) T no lo resistiras,querido... Despus de todo lo que tienes que trabajar durante elda, caeras enfermo.

    OSWALD.- (A BRUNELDA, nervioso.) T nunca estsagotada. Nunca te cansas... por qu?

    BRUNELDA.- (Extraada.) Me haces preguntas, Oswald?T tambin me preguntas?

    OSWALD.- Perdname... Sufro mucho, Brunelda. Me vuelvoloco pensando que algn da dejar de estar a tu lado...(Suplicando.) Por favor!, dime que no me echars nunca deesta habitacin.

    BRUNELDA.- Sufres, Oswald?... Tambin sufren Mark yDavid... Sin embargo, ellos no tienen tus privilegios.

    OSWALD.- (Confuso.) S; a veces pienso que soy egosta...Tambin ellos podran disfrutar de tu amor... Al menos Mark.Lleva muchos aos contigo... Le hara tanta ilusin acostarseuna noche contigo!... Aunque slo fuera media hora.

    BRUNELDA.- (Tierna, pero firme.) Eres muy bueno...Pobre Oswald! Pero, eso lo decido yo. No crees?... Ahoraasmate. Ya son las cuatro. He prometido al seorAdministrador que saldra al balcn a ver esa procesin.

    (OSWALD abre el balcn. Se oye una msica lejana,montona e insistente, que, poco a poco, se acerca.

    BRUNELDA con talante comprensivo. A ALEXANDER.)

    Estas cosas les ilusionan mucho. Son unos nios, todava. Noreflexionan. Estn confiados..., sin tener que hacerse cargo desus problemas... Yo velo sus almas infantiles.

    ALEXANDER.- Se te han entregado... T los cuidas. Qumayor felicidad pueden soar!... Les has regalado una infanciaeterna.

    (Llaman a la puerta.)

    BRUNELDA.- Oswald... abre. Ser el seor Administrador.

  • 45

    (OSWALD va a abrir, dejando el balcn abierto. Se oyenms cercanos, los sones de la msica. Entra EL

    ADMINISTRADOR.)

    EL ADMINISTRADOR.- (Eufrico.) Es un gran da,seora; un gran da... Hay una extraordinaria animacin... Todoel mundo est alegre... Me complace ver que, al fin, hacomprendido... Los vecinos se lo agradecern muchsimo... Sucompaa!

    BRUNELDA.- Trae usted esa relacin de los vecinos?

    EL ADMINISTRADOR.- S, seora; aqu est. Uno poruno. (Saca un largo papel del bolsillo y lo desenrolla,mostrndolo a BRUNELDA.) Con sus problemas anotados almargen... Los ms actuales y graves, naturalmente. Una relacindetallada de todos y cada uno de sus problemas serainterminable.

    (BRUNELDA lee el papel por encima.)

    BRUNELDA.- (Despectiva.) No se ha dado cuenta de quetodos son iguales?... Es de una horrible monotona.

    EL ADMINISTRADOR.- Oh!, no, seora... Para ellos,no. Cada uno cree que su problema es el ms grave... Seconsideran muy desgraciados, y a la vez, se sienten orgullososde s mismos por ser capaces de soportarlos e, incluso, deimaginar soluciones que les parecen acertadas... Pero, vamos,vamos. No perdamos ni un minuto ms... Debe mantener losojos muy abiertos, seora... fjese en todos. No permita que sele escape ningn detalle.

    BRUNELDA.- S; vamos all... Alexander, quiereayudarme?

    ALEXANDER.- Cmo no!

    BRUNELDA.- Gracias... (Llama.) Oswald... Oswald, t porel otro lado.

  • 46

    (OSWALD acude y entre ALEXANDER y l, conducenpenosamente a BRUNELDA hasta el balcn. EL

    ADMINISTRADOR camina detrs de ellos y va hablandomuy entusiasmado.)

    EL ADMINISTRADOR.- (Afectado, cursi.) Observe losrostros de los vecinos. Vea la alegra que resplandece en ellos...A pesar de las desgracias que los afligen... Y contempledetenidamente el colorido, la luz, el brillo de los trajes -trajes defiesta, sin duda-... La alfombra de flores, sobre la que pasar elcortejo del Santo... Y los rasgos, la perfeccin anatmica, lalnea acabada de la imagen... Sin embargo, no es esto lo msimportante. Lo verdaderamente nico, que llena nuestras almasde un dulce y callado sentimiento mstico, es la expresinconcentrada y suave, transfigurada y, al tiempo humana, denuestro Santo. El Santo Patrn del barrio donde nacimos.

    (Se asoman todos, con dificultad, al balcn. Pero, demanera que BRUNELDA queda en una posicin central

    destacada, para ser vista por el publico.)

    BRUNELDA.- (Saludando a los vecinos, a derecha eizquierda, con movimientos estereotipados y vozindiferente.) Buenas tardes, seor. Encantada... Cmo est,seora? Me alegro mucho de verla repuesta... Ya, ya supe porel seor Administrador de su enfermedad... Cmo?... S, s.Yo he estado en la cama mucho tiempo... Oh!, no s... supongoque ms de cien aos... (Pausa.) No se extrae. Ha ocurridomuchas veces... Se queda una dormida durante un siglo(Hablando consigo misma.) y cuando se despierta, todocontina exactamente igual... La misma suciedad en lahabitacin... un horrible dolor en las piernas... y el cuerpo quepesa como antes, ms de quinientos kilos... (Con rencor.)Idnticos rostros..., esas caras famlicas... tristes y cobardes...Oswald y Mark zumbando como abejorros lascivos alrededor demi cama... No se saciarn! Ni aunque me abandonara en susbrazos otros cien aos,... Sus cuerpos son raquticos y pobres...!No crecern nunca!... Brunelda necesita hombres fuertes. Porencima del bien y del mal... No son capaces ms que de hacerporqueras como los nios..., como los nios quieren violar a sumadre... se consumen de miedo y de lujuria...

  • 47

    Todos son iguales! Mark se sienta, como un desdichado, en esemontn de trapos... y se pasa las horas muertas quitndose lospiojos y rascndose la lepra... (Con asco.) Oswald es unpuerco... Suea con los ojos abiertos, reclinado en mi cama...Debe tener alguna enfermedad venrea. Es un vicioso. Y comosi furamos pocos, me viene esta maricuela de Alexander..., consu bigotito hitleriano... (Con desprecio.) El mueco deguardarropa...

    No levanta dos palmos del suelo y quiere abrazarme entre mispropias sbanas... Habrase visto!... Pero yo s lo que pasa... Ensu cochina vida ha visto a una mujer desnuda... y quiereconvencerse, el desgraciado, que ha estado guardando sucastidad para ofrecrsela a Brunelda... Insolente!... Cualquierda le meto en mi cama y lo aplasto... lo estrangulo antes denacer... y lo entierro en la cocina (Re sardnicamente.) As,cuando no tengamos comida..., lo tragaremos con pan untado demantequilla... (Cruelmente, a ALEXANDER.) Alexandrito,pequen mo..., mostachines, valentn..., mi Cid Campeador.

    ALEXANDER.- (Emocionado.) Qu deseas de m,Brunelda?

    BRUNELDA.- Te gusta la mascarada del patrn del barrio?

    ALEXANDER.- (Indeciso.) No s, amor mo... No puedover bien.

    BRUNELDA.- Sabes de lo que tengo ganas, cario?

    ALEXANDER.- No... T dirs.

    BRUNELDA.- (Re sardnicamente.) De hacer pip en elbalcn.

    ALEXANDER.- (Atemorizado.) Te pueden ver losvecinos...

    BRUNELDA.- (En el mismo tono.) Eso los animara unpoco, (Grita.) Oswald, trae el orinal.

    EL ADMINISTRADOR.- (Avergonzado.) Seora, porDios, la estn oyendo todos.

    BRUNELDA.- (Grita.) No son ms que un atajo de cobardes(A OSWALD, que est indeciso.) Oswald, qu te he dicho?

    (OSWALD va hacia el montn de trapos y de all saca unorinal. Avanza con l.)

  • 48

    Muy bien, Oswald... Ahora, nosotros..., a pleno sol, vamos atener nuestra fiesta particular... (A ALEXANDER.) Alexander,arrodllate

    (ALEXANDER se arrodilla. Re.)

    Bsame los pies... Puedes acariciarme los tobillos... Pero no sete ocurra mirar por dentro... que te dara un infarto demiocardio, locuelo. Eres un perro fiel... As me gusta... Tedejar que vengas a verme esta noche.

    (OSWALD deja el orinal en el suelo.)

    ...Oswald, baila!... Vamos a bailar todos... Hoy es un daalegre... Hay que divertirse!

    (BRUNELDA toca palmas, mientras se muevegrotescamente y OSWALD baila cansado y con torpeza.

    ALEXANDER se arrastra por el suelo, siguiendo aBRUNELDA. EL ADMINISTRADOR, muy nervioso,

    gesticula, dirigindose a los vecinos. Se oyen unascampanas y BRUNELDA se agita frenticamente.)

    Cuadro II

    Es de noche. En el centro, la cama de BRUNELDA, comoen el Acto I. En escena, estn BRUNELDA, dormida en lacama; OSWALD, al lado de ella, sentado en el suelo y con

    la cabeza reclinada sobre el cuerpo de BRUNELDA;MARK y DAVID, los dos echados sobre el montn de

    trapos y papeles, en el rincn derecho del fondo. En elescenario poca luz.

    DAVID.- (Sin poder dormir.) Duermes, Mark? Duermes?

  • 49

    (Silencio.)

    Me oyes, Mark?... Tengo miedo.

    (Acaricia la cabeza de MARK.)

    Yo no quera venir a esta casa... Algo en el corazn me decaque aqu no me ocurriran ms que desgracias.

    MARK.- (Sooliento.) Qu quieres?... Es muy tarde.

    DAVID.- (Con miedo.) No puedo dormir... Estoy temblando.

    MARK.- (En voz baja.) Pues calla. Si se despierta Brunelda,te castigar... Tiene el sueo muy ligero.

    DAVID.- (Suplicando.) No quiero continuar aqu, Mark... Teres mi amigo. Tienes que ayudarme.

    MARK.- Lo mejor que puedes hacer es dormirte... Cuentahasta cien..., mil, un milln... Cierra los ojos... Piensa quedescansas en los brazos de Brunelda.

    DAVID.- (Muy inquieto.) Estoy nervioso... Tengo miedo.

    (MARK hace un gesto, indicando que desea dormir.)

    Escchame, hermanito... Por favor, escchame!... En estahabitacin no hay aire... Me ahogo, Mark!, Hermanito!

    MARK.- (Secamente.) Mi nico hermano es Oswald. T hasllegado hoy... Apenas te conozco.

    DAVID.- (Suplicando.) No importa... habla. Dime algo... o,al menos, escchame, deja que yo te hable.

  • 50

    MARK.- (Nervioso.) Estoy muy cansado... y enfermo... tengoque ir todos los das al mercado, hacer la comida, escogiendoentre los desperdicios las pocas cosas que no repugnen a supaladar... Despus he de fregar, barrer todos los rincones, hacerlos recados... y cumplir las rdenes, todas las rdenes deBrunelda... Y todo ello a la mayor velocidad, sin parar unmomento.

    DAVID.- (Dbilmente.) Me duele mucho el estmago... Creoque tengo fiebre... Tengo mucho fro.

    MARK.- (Enrgico.) No puedes caer enfermo. Brunelda tenecesita... Maana habrs de trabajar durante todo el da.

    DAVID.- Maana no estar aqu.

    MARK.- (Cansado.) Calla, muchacho, y procura dormir.

    DAVID.- (Angustiado.) No puedo... no puedo estar encerradoen esta habitacin... Mark, no te das cuenta qu mal huele?...Es este olor el que me revuelve el estmago. (Con rencor.) Elsudor cido de esa mujer repugnante.

    MARK.- (Tratando de convencer.) David, prontoamanecer. Si no duermes, maana no tendrs fuerzas...Brunelda se enfadar... y con razn. Siempre tiene razn, desdeluego, pero en este caso t sers el nico culpable, ya queapenas hace unas horas le aseguraste que eras un muchachofuerte..., cuando ella tocaba tus muslos para comprobarlo.

    DAVID.- Estoy enfermo, Mark. Es verdad... Siento unaterrible opresin en el pecho... Estoy tiritando.

    MARK.- Duerme. Se te pasar.

    (MARK da media vuelta, evitando la conversacin ydisponiendose a dormir. Hay unos instantes de silencioabsoluto. Despus, DAVID, se incorpora sigilosamente yva despacio hacia la puerta. Al intentar abrirla, hace unpequeo ruido y BRUNELDA se revuelve, inquieta, en lacama. DAVID, queda inmvil, asustado. Pronto reacciona

    y va a buscar la llave que esta colgada en la pared. Lacoge y, despacio, va a abrir la puerta. Cuando est

    intentndolo, despierta BRUNELDA.)

    BRUNELDA.- (Furiosa.) Oswald, Oswald... Mark.

  • 51

    OSWALD.- (Despertando.) Eh!... Qu pasa?

    BRUNELDA.- Estn andando en la puerta, Oswald. Noos?... (Frentica.) Es ese golfo... ese muchacho que ha tradoMark.

    (OSWALD se ha incorporado y va hacia la puerta. MARKse sienta, asustado. BRUNELDA incorporada, frentica.)

    Quiere escapar, condenado; quiere escapar. Oswald, no se lopermitas.

    (OSWALD coge a DAVID, pero ste trata de desasirse contodas sus fuerzas. Forcejean, luchan. BRUNELDA a

    MARK.)

    Si no fueras tan inepto, Mark. Nunca has servido para nada... Teencargo que busques a un muchacho y traes al ms degeneradoque encuentras.

    (Por un momento, parece que DAVID domina aOSWALD.)

    Levntate. Ve a ayudar a Oswald.

    (MARK se levanta, despacio.)

    Ests muerto!

    (MARK, por fin, se dispone a ayudar a OSWALD, no sinrepugnancia, como movido por alguna fuerza superior

    que le condujera.)

    Enciende la luz! Quiero verle la cara!

  • 52

    (Se enciende la luz.)

    ...En la oscuridad viven mejor los animales venenosos.

    (Entre OSWALD y MARK logran reducir a DAVID.)

    Traedlo aqu.

    (Lo llevan junto a BRUNELDA.)

    Malditas piernas!... Si me pudiera levantar para castigartecomo mereces! (BRUNELDA trata de incorporarse,trabajosamente. Furiosa.) Golfo rebelde, degenerado!...Cmo se te ha podido ocurrir una idea tan estpida?... Hasquerido desafiarme. No me conoces!... Te he dicho estamaana que no te marchars nunca.

    DAVID.- (Profundamente.) Te odio!

    (OSWALD, al or esto, golpea a DAVID.)

    BRUNELDA.- (Excitadsima.) Castigadle! Castigadle,hasta que acabis con l!... Es un demonio rebelde... Dice queme odia me odias! S, -lo s-... por eso te matar... con mispropias manos.

    (OSWALD y MARK golpean a DAVID, hasta que cae alsuelo.)

    Y ahora..., ahora, sigues odindome?...Te gustara escupirmeen la cara verdad?...Ests loco!... Pretendes escapar a tudestino.

  • 53

    DAVID.- (Gimiendo.) Soy libre.

    BRUNELDA.- Me odiars ms an..., si es que eso esposible. Tu mayor felicidad sera estrangularme lentamente...,acercando tu sucia cara a mis labios... sorbiendo mi aliento... yrepitiendo sin cesar que lo haces porque me odias.

    OSWALD.- (Fanatizado.) T tienes la fuerza y el poder,Brunelda... Le castigaremos, le destruiremos si t lo ordenas.

    MARK.- (Repitiendo mecnicamente.) Si t lo ordenas.

    BRUNELDA.- (Despectiva.) Dejadle ah... Vencido..., comoun guiapo... Que me diga quin es ms fuerte... l o yo!

    OSWALD.- No debes perder el sueo por este muchachomiserable. No merece siquiera que le mires... Es un cerdo!

    BRUNELDA.- (Furiosa.) Quin es ms fuerte? David, elpequeo salvaje que quiere burlarse de Brunelda, o yo?...Contesta! Quin es ms fuerte?... La hormiga o Dios?... Elgusano que pisa la tierra... o la tierra?

    DAVID.- (Con voz apagada.) Dios.

    BRUNELDA.- (Con cierta complacencia.) Escuchis?...Dejadle que hable.

    DAVID.- (Gimiendo, pero con firmeza.) Pero t no eresDios.

    BRUNELDA.- (Enfurecida de nuevo.) Qu dices!

    OSWALD.- No hables ms con l... Debe de estar loco.

    MARK.- (Como un eco.) S, debe de haber perdido la cabeza.

    DAVID.- T solo eres una mujer endemoniada.

    OSWALD.- (Rpidamente, con la pretensin de hacerolvidar las ltimas palabras de DAVID.) Le llevaremos a eserincn y le vigilaremos para que no se mueva..., hasta querecobre la razn y te obedezca... o, si lo prefieres, le mataremos.

    MARK.- (Con cierta dignidad.) No quiero seguir durmiendoa su lado.

  • 54

    BRUNELDA.- (Cruel, pero con irritacin por su fracaso.)Callaos los dos! Me encanta or lo que dice... Est hablando...Escuchad. Va a morir y contina hablando..., hablando... comosi las palabras pudieran servirle de algo.

    DAVID.- (Con odio.) T no eres ms fuerte...

    BRUNELDA.- (Rabiosa.) Y, si te mato? si destrozo tucuerpo, no ser ms fuerte?

    DAVID.- (Recobrndose.) Ests nerviosa..., muy excitada...Procura calmarte... Es que un muchacho tan insignificantecomo yo puede hacerte enloquecer?

    OSWALD.- (Algo perplejo, ante la resistencia de DAVID.)Hazle callar, Brunelda.

    BRUNELDA.- (Frentica.) Vas a decir que me obedeces,que me servirs siempre. Vas a decirlo... Besars el suelodelante de m!

    DAVID.- (Firmemente.) No dir nunca eso... Si me arrancasesas palabras por la fuerza, eternamente oirs mis gritos derebelda... Me hars besar el suelo, pero mi corazn te odiarsiempre!... No eres tan poderosa.

    MARK.- (Asustado, se abraza a OSWALD.) Tengo miedo,Oswald.

    BRUNELDA.- Tu rebelda!... Me hace gracia... De qu teva a servir esa estpida rebelda? Ests vencido... Es que no tedas cuenta, imbcil!

    DAVID.- No me vencers nunca. Podrs hacer que vivaencerrado en tu sucia habitacin... Podrs martirizarme...matarme..., pero no me doblegar jams... Tienes un poderridculo... No acabars nunca con mi odio.

    BRUNELDA.- (Furiosa.) Cogedle. Llevadle a ese rincn...No quiero verle.

    DAVID.- Slo te obedecen Oswald y Mark... Mis pobrescompaeros!... Nadie ms en el mundo te conoce... Pero ellos nosaben todava que tu poder est agonizando... Te pudres comoun montn de carne hedionda... Eres una bruja grotesca... y lopeor es que ya no ests de moda.

    OSWALD.- (Asombrado.) Pero, cmo te atreves? (ABRUNELDA.) Cmo se atreve?

  • 55

    MARK.- (Atontado.) Es verdad, cmo puede atreverse adecir esas cosas, Oswald?, y cmo no le mata Brunelda?... Porqu no le matas? A qu esperas?

    (BRUNELDA vacila. OSWALD y MARK se miranasombrados y perplejos. El poder de BRUNELDA parecederrumbarse.)

    BRUNELDA.- (Tratando de dominar la situacin.) Atadlobien... Que no pueda escaparse!... Quiero verle maana...Todava vivo... Para torturarle.

    (OSWALD y MARK han llevado a DAVID al rincn y allproceden a atarle cuidadosamente.)

    DAVID.- Conmigo has fracasado, Brunelda... No lograrsnunca que te ame... jams!... No dejars de escucharme. Mi vozllenar tus noches de terror.

    BRUNELDA.- Oswald, hazle callar.

    MARK.- (A DAVID, en voz baja.) La fiebre te hatrastornado... Debes estarte quieto... Debes callar..., callarsiempre... callar. Ya va a ser muy difcil conseguir que Bruneldate perdone, pero si sigues diciendo esas cosas te estrangularella misma.

    OSWALD.- (A DAVID.) Deberas arrastrarte de rodillas...hasta su cama, y all, mirarla con ojos suplicantes... No necesitasms... Ella comprender.

    BRUNELDA.- (Furiosa.) Qu estis cuchicheando? Osprotegis en la oscuridad como animales asustados... Tenismiedo, malditos! No sois ms que unos esclavos hambrientos.

    OSWALD.- Brunelda, slo pretendemos convencerle de quedebe obedecerte... Sera dichoso. T eres tan buena que podrasllegar a perdonarle.

    (Llaman a la puerta, nerviosamente.)

  • 56

    BRUNELDA.- (Muy inquieta.) Oswald, llvale a la cocina...Mark abre la puerta... Ser el seor Alexander. Dijo que vendraa visitarme esta noche.

    (OSWALD lleva a DAVID a la cocina, sin que ste opongaresistencia. MARK va hacia la puerta. BRUNELDA muy

    nerviosa.)

    Mark, espera... trae el espejo... Voy a arreglarme un poco... Soisunos descuidados. Siempre que viene el seor Alexander ha deencontrar este desorden

    (MARK le entrega el espejo y BRUNELDA se retocaligeramente, mientras vuelven a llamar a la puerta.)

    Est impaciente. Mi pobre Alexander!... Sois unos intiles yperezosos!... Mejor os ira si supierais miraros en sus ojos...Anda, abre, abre.

    (MARK abre la puerta y entra ALEXANDER.)

    ALEXANDER.- (Inquieto.) Qu sucede?... Te ocurre algomalo, Brunelda? (Se acerca a ella.) Estudiaba en el balcn,como todas las noches, y he visto la luz encendida... Me ha dadoun vuelco el corazn... Me ha parecido or gritos... No es nadagrave, verdad Brunelda?

    BRUNELDA.- (Coqueteando.) Mi buen Alexander...Cunto podran aprender de ti estos muchachos inconstantes!...Ah tienes al pobre Mark, deprimido, agotado (Con sbitadulzura.) Anda, Mark, vete a la cocina... Puedes recoger tuscosas... Sigue durmiendo hasta que te llame.

    (MARK recoge los trapos del rincn, en desorden, y conpaso cansino, va hacia la cocina. OSWALD, inquieto,

    aparece en la puerta de la cocina.)

  • 57

    Oswald, qu haces ah? (A MARK.) Di a ese muchacho que nome espe... Y, si es preciso, cuida personalmente de que no lohaga.

    MARK.- S, Brunelda.

    BRUNELDA.- (Remedando.) S, Brunelda... S, Brunelda...respondes como un tonto..., sin haber odo lo que te he dicho.

    MARK.- (Protestando dbilmente.) No, Brunelda... Estoymuy cansado, es cierto. Pero te escucho.

    OSWALD.- (Con rencor.) Por qu recibes a estas horas dela noche?

    BRUNELDA.- (Furiosa, a OSWALD.) Vete!... He dichoque te vayas! No te quiero ver!

    (OSWALD y MARK entran en la cocina.)

    ALEXANDER.- (Preocupado.) Estaba muy intranquilo,Brunelda... Tem que te sucediera algo desagradable... Y losvecinos tambin. Todos se han despertado... Han llamado a mipue