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Sergio E. Rojas Peralta La certeza en Wittgenstein Summary: In this paper, the author ex- plains the Wittgenstein 's thesis about the cer- tainty and this relation to Descartes. The belief in a system of rules is the solution of the problem 01certainty and then the cartesian doubt disap- pears as a methodic possibility. Resumen: En este ensayo se expone las te- sis de Wittgenstein sobre la certeza y su relación con Descartes. La idea de un sistema de reglas en el cual se cree es el resultado de la investiga- ción sobre la certeza y con lo cual elimina la po- sibilidad de la duda cartesiana. El interlocutor secreto de Wittgenstein en Sobre la certeza es Descartes y el asunto en dis- puta, la duda universal y metódica. Según Des- cartes, los prejuicios inundan nuestras pobres mentes con la desdicha de impedir la adquisi- ción del conocimiento. Si todo es sometido a duda, se despejará el panorama y gracias a este método podrán asentarse los principios del co- nocimiento. Fundamenta Descartes la duda en un "cierto genio maligno, no menos astuto y burlardor que potente, que ha empleado toda su industria para engañarme".' A continuación, debe hallarse una garantía que impida tal engaño. La respuesta es básicamente la demostración de la existencia de un ser que por sus cualidades y por su poder o por su perfección, no le sea lícito engañar. Antes de proseguir, conviene examinar un par de ele- mentos de la cuestión cartesiana. Descartes hace reposar su argumentación en una garantía. A ella dos valores se puede asignar. Una garantía es ante todo una asunto de confian- za. Pienso, en particular, en la fianza. La fianza civilmente dispuesta ha poseído siempre el ca- rácter de accesorio, es decir, dependiente de un contrato o acto principales, al cual pretenden ase- gurar. Se podría decir que una garantía marca el límite de una relación contractual, en considera- ción de la buena fe entre las partes. Esto no está tan alejado de la reflexión de Wittgenstein como se podría pensar. Existe un paralelo entre una re- lación contractual y una relación lingüística de las que habla Wittgenstein. Ambas son productos sociales, sin interrogarse por la naturaleza del lenguaje. Y, por otra parte, una relación contrac- tual es también, en algún sentido, una relación lingüística tácita o expresa, verbal o escrita. Una relación contractual es o parte de un juego de lenguaje o es uno, propiamente. La seguridad de una de las partes es adqui- rida respecto del contrato principal gracias a la existencia de la garantía que, en caso de incum- plimiento, responderá ante el acreedor. La fian- za o, genéricamente, la garantía establecen la veracidad de una promesa. "«Si viene, se lo di- ré.» Si no viene, ¿he cumplido mi promesa? ¿La he roto? [...] Es una resolución, una promesa. Si no ha de ser una falsa promesa, no ha de apo- yarse en la certeza que vendrá. [...] De forma que si la primera parte de la proposición es ver- dadera se podría decir entonces: si hubiera sido verdadera, entonces sería ... Pero no me da a mí, sin embargo, derecho alguno a ello el que la pri- mera parte de la proposición no se ha verifica- do".2 Ese es inclusive el significado que poseen los vocablos griegos como pist06 y pistis' o la fides romana." Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXVII (92), 217-227, 1999

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Sergio E. Rojas Peralta

La certeza en Wittgenstein

Summary: In this paper, the author ex-plains the Wittgenstein 's thesis about the cer-tainty and this relation to Descartes. The beliefin a system of rules is the solution of the problem01certainty and then the cartesian doubt disap-pears as a methodic possibility.

Resumen: En este ensayo se expone las te-sis de Wittgenstein sobre la certeza y su relacióncon Descartes. La idea de un sistema de reglasen el cual se cree es el resultado de la investiga-ción sobre la certeza y con lo cual elimina la po-sibilidad de la duda cartesiana.

El interlocutor secreto de Wittgenstein enSobre la certeza es Descartes y el asunto en dis-puta, la duda universal y metódica. Según Des-cartes, los prejuicios inundan nuestras pobresmentes con la desdicha de impedir la adquisi-ción del conocimiento. Si todo es sometido aduda, se despejará el panorama y gracias a estemétodo podrán asentarse los principios del co-nocimiento.

Fundamenta Descartes la duda en un "ciertogenio maligno, no menos astuto y burlardor quepotente, que ha empleado toda su industria paraengañarme".' A continuación, debe hallarse unagarantía que impida tal engaño. La respuesta esbásicamente la demostración de la existencia deun ser que por sus cualidades y por su poder opor su perfección, no le sea lícito engañar. Antesde proseguir, conviene examinar un par de ele-mentos de la cuestión cartesiana.

Descartes hace reposar su argumentación enuna garantía. A ella dos valores se puede asignar.

Una garantía es ante todo una asunto de confian-za. Pienso, en particular, en la fianza. La fianzacivilmente dispuesta ha poseído siempre el ca-rácter de accesorio, es decir, dependiente de uncontrato o acto principales, al cual pretenden ase-gurar. Se podría decir que una garantía marca ellímite de una relación contractual, en considera-ción de la buena fe entre las partes. Esto no estátan alejado de la reflexión de Wittgenstein comose podría pensar. Existe un paralelo entre una re-lación contractual y una relación lingüística delas que habla Wittgenstein. Ambas son productossociales, sin interrogarse por la naturaleza dellenguaje. Y, por otra parte, una relación contrac-tual es también, en algún sentido, una relaciónlingüística tácita o expresa, verbal o escrita. Unarelación contractual es o parte de un juego delenguaje o es uno, propiamente.

La seguridad de una de las partes es adqui-rida respecto del contrato principal gracias a laexistencia de la garantía que, en caso de incum-plimiento, responderá ante el acreedor. La fian-za o, genéricamente, la garantía establecen laveracidad de una promesa. "«Si viene, se lo di-ré.» Si no viene, ¿he cumplido mi promesa? ¿Lahe roto? [... ] Es una resolución, una promesa. Sino ha de ser una falsa promesa, no ha de apo-yarse en la certeza que vendrá. [...] De formaque si la primera parte de la proposición es ver-dadera se podría decir entonces: si hubiera sidoverdadera, entonces sería ... Pero no me da a mí,sin embargo, derecho alguno a ello el que la pri-mera parte de la proposición no se ha verifica-do".2 Ese es inclusive el significado que poseenlos vocablos griegos como pist06 y pistis' o lafides romana."

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXVII (92), 217-227, 1999

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La garantía tiene otro valor en este esquemaargumentativo, el de autoridad. He dicho que alDios cartesiano no le es lícito engañar y mi afir-mación fue formulada a propósito: ¿Quién deter-mina la licitud, realmente? "¿Quién decide quées incuestionable'i't.f Descartes mismo propor-ciona la clave para criticarlo. Existe una norma-lidad o regularidad que determina el interior delsistema. Establecida esa licitud, lo que no escomprensible está fuera del sistema. Descartesno pone en duda el problema de la referencia niel límite del sistema -acepta en algún sentido ellímite de sus investigaciones.

La duda radical debería cernirse también so-bre el significado de las palabras que emplea Des-cartes. ¿Cómo está seguro él de la palabra "cera"?¿Cómo no cuestiona el significado del conceptode fantasmas? "Quien no está seguro de ningúnhecho tampoco puede estarlo del sentido de suspalabras't'' El autor de las Meditaciones, sin em-bargo, no duda sobre el significado de los voca-blos empleados. Se puede adicional mente hacerlas siguientes distinciones: [1) Hay un árbol en-frente de mí; [2) "Hay un árbol enfrente de mí";[3) "«Hay un árbol enfrente de mí»"; mediante [2)constato el "hecho" [1). [3) da certeza sobre la re-lación entre [1) Y[2], donde [2) aparece como sim-ple constatación, pero [3) no agrega nada sobre laveracidad de [2); [4) "sé que hay un árbol enfren-te de mí", aquí ya no puedo estar afirmando la re-lación entre [1) Y [2], sino el carácter veritativo de[2) y el carácter proposicional de [3). En ese sen-tido, Frege distinguía tres cosas: la captación delpensamiento -el pensar-, el reconocimiento dela verdad del pensamiento -el juzgar- y la ma-nifestación de ese juicio -el aseverar." "En la for-ma de una oración asertórica expresamos el reco-nocimiento de la verdad. Para esto no necesitamosla palabra «verdadero». E incluso cuando la usa-mos, la fuerza asertórica no reside en ella, sino enla forma de la relación asertórica, y, cuando éstapierde su fuerza asertórica, la palabra «verdadero»no puede restablecérseJa. Esto sucede cuando nohablamos en serio. [...) Se trata solamente de esce-nificación, de ficción.".8

La duda cartesiana está dirigida al problemade las "proposiciones empíricas", sin considera-ciones sobre el lenguaje. El juego de lenguaje es-

tá condicionado por ciertos hechos.v'Utilizamosjuicios como principio[s) de juicio't.!? El escepti-cismo moderno que usa Descartes cae en unerror, como acertadamente indica Bouveresse:"El error del escepticismo radical es suponer quenosotros podemos buscar lo que sabemos, utili-zando un concepto de «saber» que no presuponeen él mismo ningún saber particular y permaneceestable para toda especie de duda que podamosimaginar (aún si no sabemos nada, sabemossiempre lo que es saber)". I I

Recomendable es aclarar el tipo de escepti-cismo cartesiano. Primero, es un escepticismoque en sentido estricto no es radical, por cuantoun escepticismo radical es más bien el escepticis-mo practicado por Pirrón de Elis o el de SextoEmpírico. El escepticismo antiguo, en términosgenerales, posee un carácter pragmático quecoincide con el resultado de una disquisición deWittgenstein. La radicalidad del escepticismo an-tiguo consiste en atacar el criterio de verdad. Ex-puesto de una manera burda y grosera, se puededecir que filosóficamente es imposible establecerla verdad de manera absoluta. Por el contrario,ésta responde a un contexto determinado en elcual ha sido elaborada.

Los antiguos escépticos ponían la duda no enreferencia a los phainomena sino a los adela, locual está muy alejado de la posición cartesiana.La duda universal, pensarían aquéllos, es absolu-tamente ridícula. De hecho, solían aconsejar vivirconforme a las costumbres de la ciudad. Los vie-jos médicos empiristas se dedicaban a señalar fe-nómenos para prever su repetición, así estudiabanla experiencia según experiencia directa, observa-ción y el tránsito de lo semejante. Agréguese queles era imperativa la práctica de ciertas artes, co-mo la gramática mas no la retórica. Se ha dichoque dentro del pensamiento antiguo, el escepticis-mo fue el regreso al sentido común -y aparente-mente muy cercano a Wittgenstein.

La duda universal no es más que un asuntometodológico y no metódico. Descartes pretendehallar los principios del conocimiento; una vezencontrados se renuncia a la duda. O se puedeafirmar -haciendo una gran concesión- que laduda es un método provisional. Digo que es me-todológica porque se pone en discusión las ideas

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LA CERTEZA EN WITTGENSTEIN

adquiridas o recibidas y propone una investiga-ción en su lugar; el asunto acaba con la apariciónde las ideas innatas, claras y distintas. Los escép-ticos, en cambio, no arriban a tales principios;puesto en duda el modo de establecer criterios deverdad, sin poder resolver cuál elegir, no quedamás camino que el de la epoché, respecto de lasdiscusiones filosóficas y la verdad, y la conven-ción, respecto de la vida cotidiana. La epoché noconcierne todo sino únicamente los criterios deverdad.

Wittgenstein concuerda en ciertas conclusio-nes. La duda sólo es razonable cuando descansaen una justificación particular y no a partir deuna posición general y abstracta, por lo cual nopuede admitirse la duda metódica o, simplemen-te, la duda no puede ser nunca metódica, ni me-todológica que se refiera a todas las proposicio-nes o enunciados.F

Esta es la enseñanza de la lección de histo-ria. El alumno asume una posición cartesiana, einsistentemente interrumpe al maestro con dudassobre "la existencia de las cosas, el significadode las palabras". 13 Para el maestro, todo este in-terrogatorio no tiene ningún sentido, no son pre-guntas legítimas -el término es de Wittgens-tein.!" Desde un punto de vista meramente sin-táctico es posible la combinación de elementos"¿Ganó Napoleón Austerlitz?" o "¿Existió un ge-neral francés que venció en Rivoli y llamado Bo-naparte?". Sin embargo, desde la perspectivaadoptada por el viejo Wittgenstein, ya no sonpreguntas y no lo son, porque están fuera del jue-go de lenguaje que apenas el estudiante empiezaa manejar, a conoce.P Un apunte de 1951 cierrala discusión así: "«La pregunta ni siquiera seplantea.» Su respuesta caracterizaría un método.Pero no hay ningún límite claro entre proposicio-nes metodológicas y proposiciones en el seno deun método". 16

En cuanto al límite del sistema, éste se cons-tituye como una autoridad filosófica. Esta autori-dad puede ser convencional (intersubjetiva) o im-puesta; caso último el de Descartes. Dios sostie-ne tanto la res extensa como la cogitans, dadoque establece las esencias, y no nos engaña. Elpor qué Dios no nos engaña parece una arbitra-riedad de difícil discusión, o una ficción. En tér-

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minos de Wittgenstein, sería una proposición in-discutible porque es la que otorga sentido al res-to de las proposiciones planteadas en las Medita-diones metafísicas. ¿Cómo podemos estar segu-ros y francamente convencidos de que Dios,cuando establece la esencia de las cosas, no jue-ga con nosotros de la misma manera en que lohace el genio maligno? Creo que es posible atre-verse a aseverar que en esto el genio maligno nosproporciona dentro del sistema cartesiano unacertidumbre que no nos proporciona Dios. Aquélal menos siempre nos engaña, nos demos buenacuenta de ello o no lo hagamos.

En cualquier caso, si se admite a Dios comogarantía, se la pone como una autoridad a la cualdifícilmente los pobres mortales podamos real-mente recurrir, recurso miraculoso o retórico concuyo apoyo no podemos contar a la hora de unaindagación filosófica. Pero, admitida la autori-dad, es posible establecer un régimen normativo.Las leyes que se deriven se constituyen en unnuevo juego de lenguaje. Si la labor de la filoso-fía es la de describir, parte de ella es describir laconstitución de las autoridades científicas o filo-sóficas y sus correspondientes regímenes. Extramuros, según esto, no hay nada.

Una última consideración con la mirada so-bre las páginas de las Meditaciones. "Yo pensaría-escribe el Orangista- que el cielo, el aire, latierra, los colores, las figuras, los sonidos y todaslas cosas exteriores que vemos, no son más queilusiones y engaños de los cuales se sirve parasorprender mi credulidad". 17 Wittgenstein tam-bién enfrenta el problema de lo interno y lo exter-no. La división cartesiana de res extensa y res co-gitans conserva en sus dos miembros la objetivi-dad proporcionada por la fianza divina. Gracias asu buen crédito, la objetividad del mundo y la dela mente se comunican, pues, de otra manera, ¿có-mo podríamos tener contenidos mentales verda-deros respecto del mundo exterior? La expresión"mundo exterior a nosotros" no deja de ser ambi-gua y, consecuentemente, desafortunada.l'' Moorecombate algunas ideas de Kant sobre el asunto, enespecial el problema de si carecemos de pruebassobre la existencia de las cosas exteriores, ella de-be aceptarse como una cuestión de fe o creencia(Glauberú.i"

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Del análisis que presenta Moore en "Pruebadel mundo exterior" interesan algunas cosas. Serefiere, sin hacer suya, la idea según la cual unacosa externa es una cosa empírica, esto es, que es-tá en el espacio. En principio esto parece resolverel asunto, peto no es más que una aclaración, porlo cual expone su idea según la cual el poder afir-mar "existe una pompa de jabón" equivale a "hayun objeto externo". Pero lo mismo que pasa conKant pasa con Moore: los argumentos son débilesy tienden más bien a determinar el concepto conpoca fortuna. El mismo Moore afirma "aquí hayuna mano" como una de las proposiciones del tipoque verificarían la existencia de un objeto exter-no,20 pero no da cuenta del lío en que se introdu-ce: ¿es mi mano un objeto externo? Parece que yopuedo hablar con la misma corrección de unapompa de jabón como de mi mano, y esto porqueambas se presentan como fenómenos, porque apa-recen de igual manera en mi campo visual. Mooresigue, en realidad, combatiendo desde el cartesia-nismo. ¿Dónde ve su campo visual? Esta es unapregunta que aparece desde el Tractatusl' No po-demos ver nuestro propio campo visual.

La mente, aquella cosa que Descartes llama-ba cogitans, "considerada desde el exterior, ha deser un punto espacial inextenso".22 Aquí es difícilpoder asignar que en el cerebro se representen lasrelaciones espaciales de la misma manera comose nos presentan ante los sentidos. Supondría,además, que es posible dar "significado a unenunciado P sólo con afirmar «yo siento (o yocreo) que sucede p»";23 cosa que carece de senti-do según Wittgenstein. Si la mente es extensa sepuede pensar de ella en términos de materia y desubstancia. Pero precisamente la materialidad im-pondría la posibilidad de seleccionar un lugar pa-ra el pensamiento y para el campo visual. Si lamente no es concebida de manera puntual, es im-posible considerar el asunto de la perspectiva o elcampo visual sin aceptar que la pregunta "¿Dón-de ve su campo visual?" tiene sentido no sólo gra-maticalmente. Ese "campo visual" quiebra porotra parte la relación entre la existencia de unapompa de jabón y la de mi mano, porque si yosostengo que "aquí hay una mano", estaría en ca-pacidad de afirmar "aquí está la glándula P" yconsiderarla como un objeto externo. Si la mente

es extensa cabe aplicar el mismo criterio (en Des-cartes, la mente está, después de todo, en la glán-dula pineal). Por el contrario, parece, según Witt-genstein, que la existencia del mundo externo res-ponde a una cuestión de creencia.

Wittgenstein "nos muestra que el procesomental o interior es un postulado y no un hechoobservado't.i" El desconcertante empleo del len-guaje hace que hablemos de lo externo. Cuando sepiensa en ciertos problemas, el objeto de la discu-sión se presenta como algo extraño, algo oculto,como si la palabra en disputa, por ejemplo "tiem-po", refiriera de manera inmediata a una esenciadeterminada que deba ser buscada. Wittgensteinseñala la transformación de la palabra en una dei-dad, como particularidad de la gramática de esapalabra, pero más asombroso aún resulta pensar enuna deidad de la disyunción.P "El signo caracte-rístico de lo mental parece ser el que se lo ha deadivinar en algún otro a partir de algo externo ysólo se lo conoce a partir de uno mismo".26 Laconclusión de Wittgenstein es que "externo" e "in-terno" ya no valen como propiedades de la eviden-cia. "Hay conceptos externos e internos, manerasinternas y externas de contemplar al hombre. Cier-tamente, hay también hechos internos y externos-del mismo modo hay, p.ej., hechos físicos y ma-temáticos. Pero no están unos al lado de otros co-mo plantas de distintas especies. [...] Lo internoestá ligado con lo externo no sólo empíricamente,sino también Iógicamente't"

Para poder decir que alguien tiene dolor o quelo simula y establecer la corrección de mi decir,son necesarios criterios de lo correcto y 10 inco-rrecto, y éstos son sólo posibles hasta donde alcan-ce la evidencia. Hay, entonces, reglas de evidenciaque determinarían dónde se puede saber.28La evi-dencia hace probable la experiencia de los demáspara nosotros, pero también la hace ver como unfenómeno de cierta importancia. La diferencia en-tre una experiencia auténtica y una simulada radi-ca en la ley de la evidencia, un cierto juego de laevidencia. La evidencia "imponderable" debeconvencer a alguien sobre la autenticidad perosinpoder describir la diferencia entre lo auténtico y lofingido. La "ponderable" basta para reconocer ladiferencia.i? Así, cuando Don Quijote pierde labatalla contra los gigantes, la observación de su

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escudero es una evidencia ponderable: "¿No le di-je yo a vuestra merced que mirase bien lo que ha-cía, que no eran sino molinos de viento, y no lopodía ignorar sino quien llevase otros tales en lacabeza?"(30).La aclaración de Sancho Panza tam-bién puede ir encaminada a un supuesto para ha-blar de la certeza: la facultad de juzgar.l' ¿Cómosabe Sancho que eran molinos y no gigantes? Es-lO supone, amén de un juego de lenguaje, unacompetente facultad de juzgar. Según Wittgens-tein, quien carece de ella simplemente no juzga."Hay una diferencia entre un error para el que, porasí decirlo, hay un lugar previsto en el juego dellenguaje y una anomalía completa que se presentacxcepcionalrnentev.F Pero, ¿cómo podría hablar-se de error en una situación como ésta, donde só-lo hay dos "jugadores"? "El error -define Witt-genstein- tiene su lugar adecuado en medio de lascosas que sabe correctamente quien se equivo-ca".33No entro, por supuesto, a considerar cuál esla perturbación mental de Don Quijote, en caso detener alguna.

El caballero de la triste figura responde conla simulación de un genio maligno, como aquelde Descartes, que "me robó el aposento y los li-bros [y] ha vuelto estos gigantes en molinos, porquitarme la gloria de su vencimicnto't.é" Ya seña-lé que en este caso no puede realizarse una eva-luación únicamente desde los juegos de lenguaje.Si no es posible introducir un tercer jugador, nopodemos determinar quién juega correctamente.El error sólo se puede apreciar con la autentici-dad o la simulación. Don Quijote acepta que,después de caer de su pobre caballo, enfrente tie-ne molinos. Habría que determinar cuáles son lospoderes e industrias del sabio Frestón, fuente delas desventuras de Don Quijote y que convirtiógigantes en molinos. ¿Cuál es el carácter mágicode Frestón? Pese al reconocimiento de una srrnu-lación, Sancho no puede describir a Don Quijotela diferencia entre simulación y autenticidad.Don Quijote no parece ser un loco porque algu-nas cosas sí las reconoce como las reconoce San-cho Panza, y tampoco se equivoca a cada pasoque da en su aventura. Se puede decir que respec-to del genio maligno, fuera el cartesiano fuera elquijotesco, la gramática ha engañado tanto a unocomo a otro. La pretensión de dudar universal-

mente está fundada en las relativamente escasasequivocaciones empíricas. Descartes confundelas proposiciones empíricas ("yo me equivocoalgunas veces") con las gramaticales ("podríaequivocarme siempre"), bajo la consideración se-gún la cual están todas en juegos de lenguaje delcual han sido abstraídas.P ¿En qué estaba pen-sando Don Quijote cuando fue derribado de susolípedo? ¿Qué es pensar?

Wittgenstein desecha el que el pensar puedaser definido como una actividad mental, salvo quese hagan bastantes aclaraciones. Procesos menta-les podrían ser sentir dolor o tener una impresióndel rojo, pero no la comprensión.F' Wittgensteincritica la concepción según la cual el espíritu o lamente poseen una especie de sentidos. "¿Aquelque observa su aflicción personal, con cuáles sen-tidos la observa? ¿Con un sentido particular; conun sentido que resiente la aflicción? Así, ¿lo re-siente diferentemente cuando la observa? [...]«Observar» no produce lo que se observa. (Esta esuna nota conceptual). [...] El objeto de la observa-ción es otra cosa".37 Descartes decía que era el al-ma la que sentía y no el cuerpo. La noción carte-siana de cuerpo es, para Wittgenstein, metafísica,así como la separación del yo del cuerpo.

Pensar es, para Wittgenstein, la actividad deoperar signos.I'' lo cual invita a decir algunas cosassobre ellos. En principio, Wittgenstein ha abando-nado una tesis semántica propia del Tractatus y se-gún la cual "lo esencial del fenómeno lingüísticono se sitúa en el significante perceptible, la frase(sentence), sino en el significado extralingüístico,la proposición (proposition] que ella expresa'l'? Elsignificado de una palabra no es una imagen; estosólo es así, si tomamos las palabras por nombrespropios. Explicar el significado de una palabra ode una expresión refiere a dar una explicación gra-matical, por ejemplo, de la expresión "dolor demuelas". Sabemos que alguien tiene dolor de mue-las, por criterios (convención) O por síntomas.t"Esta es una forma de un juego de evidencia. La de-finición que se dé de "dolor de muelas" no es ver-dadera sino que depende de reglas, pero no de re-gias exactas. Si hubiese reglas exactas nunc etsemper, existiría tal definición verdadera como unaesencia. Un sistema de definiciones sería vacuo,porque las definiciones remitirían constantemente

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a términos indefinidos, lo cual debería suponer de-finiciones simples y primeras que son imposiblesde dar, por cuanto necesitaría usar o términos inde-finidos o términos definidos y con cualquiera delas hipótesis desaparece la idea de definiciones pri-mitivas. Tampoco se puede pensar en ese sistemacomo un diccionario, porque la definición depen-dería, en último término, de las referencias entrevocablos, referencias que no conducen a lugar al-guno. Así, la dación de significado se producesiempre por explicaciones."! las palabras carecende significado si no hay quién se lo otorgue. Seríansimples señales sin sus operadores.

"El sentido de una proposición no es pneu-mática (de la misma manera que el pensamientono lo es), es lo que se obtiene en respuesta a lapregunta de la explicación del sentido. O tam-bién: un sentido se distingue del otro como expli-cación de uno se distingue de la del otro. Enton-ces: el sentido de una proposición se distinguedel sentido del otro como la primera proposiciónse distingue de la otra.

El sentido de la proposición no es un alma.Una cosa no es una proposición más que en

un lenguaje. Comprender una proposición quieredecir comprender un lenguaje.

Una proposición es un signo en un sistemade signos. Ella es una combinación de signos en-tre muchos posibles y por oposición a otros posi-bles":u Una misma señal puede ser un signo di-ferente dentro de sistemas diferentes.v'

El lenguaje se constituye en juegos o siste-mas de proposiciones.t" Los juegos de lenguajedependen de regularidades ernpíricas.P aunque"nuestras «proposiciones empíricas» no constitu-yen una masa homogénea't.t"

Un elemento que ha de tomarse en cuenta esla imposibilidad de un lenguaje privado. La tesiscontraria conllevaría la aceptación de una perspec-tiva egocéntrica y solipsista. Supondría, por otraparte, la imposibilidad de comunicarse. Un len-guaje parece ser definido por la noción de seguiruna regla y las reglas caracterizan un lenguaje.

Ahora bien, una regla no puede ser acatadaprivadamente; no existe una regla privada. "Aquíhay una inclinación a decir: cada actuación deacuerdo a una regla es una interpretación. Pero de-bemos restringuir el término de «intepretación» a

la substitución de una expresión de una regla porotra. Y por esto «seguir una regla» es una práctica.y creer seguir una regla no es seguir una. Y por es-to no se puede seguir «privadamente» la regla,pues, si no, creer seguir la regla sería lo mismo queseguirla"."? (¿Dónde queda, entonces, el impera-tivo categórico kantiano?) Un solo individuo nopuede formular una regla y seguirla, si la regla noposee un régimen privado. Esto significa que la re-gIa está sujeta a una autoridad pública (conven-ción). La noción de lenguaje privado que atacaWittgenstein no es la que indica en el primer pá-rrafo del parágrafo 243 de las Investigaciones, pa-saje en el cual imagina una tribu cuyos miembrosse dedican al soliloquio, pero cada soliloquio esinteligible y comunicable. Señala con esto que unlenguaje verdaderamente privado es incapaz deser inteligible y comunicable. La noción fuerte delenguaje privado es un conjunto de referencias yexperiencias pri vadas."

La regla debe poder, como las proposicionesen un lenguaje, ser verificable. El problema, co-mo apunta Bouveresse, consiste en que lo incon-cebible de un lenguaje privado no sea contingen-te, sino intrínseco a él.49 Podría formularse unlenguaje hipotético que podría eventualmente en-señarse. Esto conduce a dos hipótesis: este len-guaje es tal que eventualmente el operador puedaexplicar su funcionamiento a otro y hacerlo par-tícipe de él, caso en el cual habría desaparecidola privacidad de este lenguaje; o el lenguaje seríatal que permanecerá necesariamente personal. Suoperador será incapaz de dar cuenta de él. Habríaque explicar el por qué de esa necesidad.s?

Hay un vínculo entre la relación externo-inter-no y la relación público-privado. La privacidad, enlo que concierne a lo interno, puede ser vista comoun conocimiento exclusivo de una experiencia'" ocomo algo del cual sólo uno es el propietario YUna referencia privada no consiste en su exclusivi-dad sino en la imposibilidad de saber si el otro tie-ne la misma experiencia.V Así, no puedo saber siel otro tiene "dolor de muelas", aunque bastaríacon decir "tengo dolor de muelas" y ya se sabríaque lo tengo, pero la referencia privada determina-ría, además, que mi "dolor de muelas" es diferentedel de otro. La experiencia privada, sin embargo,no es idéntica a la experiencia solipsista.

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LA CERTEZA EN WITIGENSTEIN

El lenguaje privado, expuesto en estos térmi-nos, ha recibido algunas críticas de las cuales re-torno las de importancia. Chomsky, desde unaperspectiva lingüística ataca la argumentación yacitada del parágrafo 202 de las Investigaciones fi-losóficas. No se sigue de la premisa ("creer quese sigue una regla no es lo mismo que seguiría")la conclusión (la imposibilidad de observar unaregla de forma privada). Parece faltar una premi-sa: se obedece una regla de forma privada si y só-lo si se piensa que se obedece una regla de formaprivada. Esa premisa no la acepta Chomsky,"puesto que sostiene que obedecer una regla deforma privada es independiente de pensar que sesigue una regla".54 Supondría la posibilidad deintroducir al individuo dentro de una comunidadpara poder determinar si ese individuo sigue o nosigue una regla. "Si se considera a una persona deuna forma aislada, la noción de regla como prác-tica que guía a la persona. que la adopta no puedetener contenido sustantivo alguno".55

Otra crítica más interesante es la de C. W. K.Mundle, según la cual "las reglas que gobiernan eluso de una palabra son confundidas con el modo enque ésta fue aprendida, y el carácter privado de lareferencia es confundido con la incomunicabili-dad".56 En ese mismo sentido, D. Locke observaque: "El hecho de que una palabra tenga una refe-rencia privada no quiere decir que deba tener unasignificación privada; no existe ninguna razón pa-ra que una palabra no describa una representacióníntima y al mismo tiempo posea una significaciónsusceptible de ser establecida y verificada pública-mente".'? Dos miembros de la misma comunidadpor ser parte de ella no hace que posean un contex-to idéntico de asociaciones, porque ambos miem-bros, pese al parentesco lingüístico, no son psicoló-gicamente idénticos. Si fueran idénticos, sería difí-cil imaginar como un lenguaje llega a cambiar en-tre otras cosas. Para mismas referencias podría ha-ber significados diferenciados. "Bajo la superficiedel vocabulario y de las convenciones gramaticalespúblicas están en constante actividad movimientosde asociación vital, de contenido latente o mani-fiesto. Buena parte de este contenido es irreducti-blemente individual y, en el sentido común del tér-mino, privado. Cuando hablamos a los otros, ha-blamos «en la superficie» de nosotros mismos".58

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¿Cómo calza esto con el "Obedezco la reglaa ciegas".59 de Wittgenstein? El problema de unatesis, según la cual "el conocimiento es resultadode la acción, que no hay concepto que determineel curso de la acción, y que de la actuación entreregla y acción sólo puede ser comprobada unavez que la acción ha tenido lugar",60 es que no esposible explicar la diferencia entre nuevo uso yuna regla: "Pero, ¿no debería decirse que no hayun límite claro entre proposiciones lógicas y em-píricas? La ausencia de claridad se da, precisa-mente, en los límites entre regla y proposiciónempírica't.s' Es falso que un nuevo uso sea acep-tado ipso Jacto, ni que ser rechazado conlleve sudesaparición inmediata. Un nuevo uso puede so-brevivir un tiempo, o durante mucho, entre laaprobación y la desaprobación de los individuosde una comunidad lingüística, sin que ninguna deésas decida la cuestión inmediatamente. Witt-genstein señala que "las reglas no son suficientespara establecer una práctica; también necesita-mos ejemplos. Nuestras reglas dejan alternativasabiertas y la práctica debe hablar por sí misma".62Ciertamente, uno no sigue una regla por creer se-guirla, pero cada vez que se emite un juicio se lasigue o no se la sigue. No se aprenden las reglas,sino los juicios y sus conexiones con otros jui-cios.63 La noción de una regla es elaboración pos-terior al juicio que descubre o describe el uso, pe-ro en ese sentido aún no lo prescribe. ¿En quémomento pasa una regla a prescribir usos?

Wittgenstein visualiza el lenguaje como unsistema de proposiciones. ¿Qué relación tiene elsistema con las reglas? Tanto quien imita o simu-la como quien miente reconocen pronto su ilici-tud, sin embargo la ilicitud no hace que sea impo-sible explicar la imitación o la simulación y lamentira.v' "La capacidad de simular reside portanto en la capacidad de imitar, o en la capacidadde tener esa intención".65 Imagino ahora una pe-queña sociedad de mentirosos, como la de los cre-tenses; un intruso pronto podría descubrir qué eslo que pasa, ni siquiera tendría que tener acceso alas experiencias privadas de aquellos perversoshombres, a las cuales de hecho no lo tiene. Unasociedad de mentirosos sigue reglas y sus juiciosescinden sentido y referencia, una referencia quebien puede ser privada.P'' Los mentirosos poseen

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224 SERGIO E. ROJAS PERALTA

la intención fraudulenta, y por ello mismo ellossaben que no dicen la verdad. Con lo cual pode-mos constatar cuáles son las reglas de su juego.f?

Lo mismo es pensable de una comunidad desimuladores. ¿Por qué un padre cree o sabe quesu hijo está enfermo? El niño sabe y ha aprendi-do que determinado tipo de dolencias, las hayaexperimentado o no, conllevan la permanenciaen cama y consecuentemente el evitar la torturade un día de lecciones en la escuela. Tal vez ha-ya visto a un hermano; el cómo lo ha aprendidoes secundario. Ciertamente, el niño debe saberfingir, pero esto no involucra saber o conocer laexperiencia privada de un dolor estomacal, porejemplo. Yo puedo comunicar un "dolor de mue-las" sin tenerlo. "Una evidencia segura es la quese supone incondicionalmente segura, algo deacuerdo a lo que actuamos con seguridad, sin du-da alguna".68 Así, con toda seguridad, el niño di-ce a su padre: "Me duele el estómago" y finge eldolor. El que sea una proposición verdadera ofalsa "sólo quiere decir que ha de ser posible de-cidir a favor o en contra de ella"69 También esposible reflexionar en la misma dirección respec-to de un enfermo, al primero, de una nueva enfer-medad. ¿Todos sus juicios son falsos o simula-dos, sólo porque no tenemos acceso a la referen-cia de sus males, sus malestares? Los médicos aloír su relato podrían permanecer incrédulos y elpaciente insiste en que está enfermo con talocual tipo de dolores: "sé que lo estoy". "La ase-veración «Lo sé» no basta. Porque no es más quela aseveración de que (ahí) no puedo equivocar-me: que no me equivoque en esto ha de estable-cerse de un modo objetivo'tl'' La certeza, indicaWiugenstein,?' es subjetiva pero el saber no loes. Esto puede retomarse posteriormente, peropuedo apuntar que la subjetividad tiene que vercon la experiencia y no con el contenido objetivode la comunicabi lidad de los juicios que hagamosa partir de aquélla. La comunicabilidad es objeti-va, pero la objetividad no radica en la exactitudde lo comunicado o de lo comunicable, sino en laexactitud de las reglas y el sistema normativo, es-to es, que el sistema de reglas debe permitir esta-blecer algún contenido objetivo cierto, sin queesto contribuya a dar veracidad a él fuera de eseespecífico sistema empleado.

Platón, en disputa con los relativismos, anali-za el problema de saber y conocimiento en el Tee-teto. Estudia dos tesis, la de Protágoras, según lacual el hombre es la medida de todas las cosas, yla de Heráclito. La tesis protagórica conlleva acep-tar la validez de cualquier opinión.P Ante expe-riencias privadas -"tener fiebre"73-, creen dossujetos de manera diferente. La experiencia con-cluirá que no es conocimiento (epistéméi, porquerespecto de un mismo tipo de experiencia, las ex-periencias singulares -privadas- son diferentesy los juicios proferidos a partir de ellas también loson. Los sujetos no son idénticos en sus asociacio-nes, en su psicología. Platón pregunta si la opinión(doxa) tiene alguna autoridad (kyría). 74 La expe-riencia, dice Platón, no está sujeta a la autoridad -¿está fuera de un régimen de reglas? ¿Es la mismaconclusión que la de Wittgenstein?

¿Qué es creer? ¿Qué es una creencia? "Creersignifica someterse a una autoridad. Una vez queuno se ha sometido no se puede ya, a no ser quete rebeles contra ella, ponerla en duda hallándolacreíble de una manera nueva."75 La creencia noestá al mismo nivel del error. Lo que Platón lla-maba doxa es otra cosa; aunque él la introducecomo una de sus características (pistis). Nueva-mente se regresa a la idea de un sistema de pro-posiciones. "Mis convicciones constituyen unsistema, un edificio."76 Una convicción estáarraigada inconscientemente de suerte tal que noes posible ingresar a discutir "mis preguntas yrespuestas.í'[! Se han relacionado como parte deuna "forma de vida" tales o cuales proposicionesposibles -posibles sintácticamente- pero cuyovalor es dado dentro del sistema de las relaciona-das. Así "cuando empezamos a creer algo, lo quecreemos no es una única proposición sino todoun sistema de proposiciones.v/'' La creencia esglobal. La duda no puede, sin embargo, ser uni-versal, porque eliminaría cualquier proposicióndel sistema y la posibilidad de evaluarlas. Unaduda radical obligaría a entrar en un estado deapatía. Por ello, cuando intento levantarme de lasilla, no me aseguro de que todavía tengo dospies. La creencia se acentúa en la práctica.

"Aprendí una gran cantidad de cosas y lasacepté con base en la autoridad humana. Des-pués he descubierto que se veían confirmadas o

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LA CERTEZA EN WITTGENSTEIN

refutadas por mi propia experiencia't.t'' Debajode un juego de lenguaje se encuentra un sistemade creencias, que pueden ser confirmadas o refu-tadas por la experiencia, pero que fungen comoautoridad, de tal suerte que no entro en duda res-pecto del sistema de proposiciones ni de sus re-gias. A su vez, el juego de lenguaje determina uncontrol intersubjetivo de las proposiciones quese enuncian al interior del sistema. Nuestra ac-tuación es la que justifica en último término laevidencia o las reglas de evidencia de tal modoque se constituyen en el acuerdo bajo el cual ac-tuamos.é'' Puedo entender la duda si sé cuáles re-gias de evidencia se está dispuesto a admitir enuna discusión." La justificación no es verdade-ra ni falsa, y al no serio, imposibilita a la creen-cia el poder ser errada o no.

Wittgenstein lee a Frazer: "La magia es unsistema espúreo de leyes naturales así como unaguía errónea de conducta; es una ciencia falsa y unarte abortado" 82 Frazer, según Wittgenstein.Panaliza externamente un sistema de proposicionessin atender que se trata de un sistema de creencias.El error sólo es posible dado un saber y un conjun-to de reglas de evidencia aceptadas. Si no se admi-ten dichas reglas, ¿cómo determinar un error den-tro del sistema? El mito no es un relato falso. "Elmito es lenguaje."84 "Las proposiciones que des-criben esta imagen del mundo podrían pertenecera una suerte de mitología. Su función es semejan-te a la de las reglas del juego, y el juego tambiénpuede aprenderse de un modo puramente práctico,sin necesidad de reglas explícitas.,,85 Así hay pro-posiciones sólidas y otras que no lo son, y las pri-meras están fuera de toda duda dentro del sistema,pero pueden desolidificarse. "Jugando su lengua-je, el locutor se ve en posición de tener que cons-truir su convicción.Y? Fuera de contextos deter-minados las proposiciones pueden ser verdaderaso falsas, o simplemente carentes de sentido."La certeza es, por así decirlo, un tono en el quese constata cómo son las cosas; pero de tal tonono se sigue que uno esté justificado.t'''?

* * *Aunque desde mi perspectiva negar la posi-

bilidad de un lenguaje privado contrae algunascomplicaciones, las tesis de Wittzenstein en

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cuanto al problema de la certeza, que básicamen-te es el problema de la distinción entre creer y sa-ber, son relativamente consistentes.

Se puede decir que, dado un sistema de propo-siciones, la creencia radica en el sistema mismo,por lo cual una duda sólo cae sobre una de ellas. Elsistema configura a su vez, no sólo un juego de len-guaje, sino también reglas de evidencias. Lo quesea verdadero o falso, lo que sea creíble sólo pue-de ser considerado a partir de dichas reglas, y nofuera del sistema. Dichas reglas así como las deljuego del lenguaje determinan el contexto en quelas proposiciones tengan sentido o carezcan de él.

Notas

1. M. M., 1, p.15, en OEuvres, Adam-Tannery,Vrin, París, 1996, vol.lX.

2.FP, 1, §§4, 7 Y 8. Utilizo las siguientes edicio-nes de Wittgenstein (entre paréntesis, las abreviaturas):Aforismos Cultura y Valor (=Aforismos), Espasa-Cal-pe, Madrid, 1995; Sobre la certeza (=C), Gedisa, Bar-celona, 1995; Los cuadernos azul)' marrón, Tecnos,Madrid, 1984; Observaciones sobre los colores (:OC),Instituto de Investigaciones-UNAM y Paidós, Barcelo-na, 1994; Observaciones sobre La rama dorada deFrazer (=ORD), Tecnos, Madrid, 1992; Philosophicallnvestigations (=IF), MacMillan, N.York, 1969; Trac-tatus Logico-Philosophicus (TLP), Alianza, Madrid,1991; Ultimos escritos sobre Filosofía de la Psicología(=FP), Tecnos, Madrid, 2 vol., 1994 y 1996.

3. Phaedo 70bl-2, ed.Burnet.4. Ver CIC., Offic. 1,7,23.5. C, §125.6. C, §114.7. G.FREGE, "El pensamiento: una investiga-

ción lógica", en Investigaciones lógicas, Tecnos, Ma-drid, 1984, pp.48-57. Ver también Conceptografia,UNAM, México, 1972, p.14 Y 1.-L.GARDlES, Les[ondements sémantiques du discours naturel, Vrin, Pa-rís, 1994, p.I64. Cf. TLP, §4.064.

8. Cf. FP, 11, pp.41-43, sobre el problema de lasimulación.

9. Ver C, §617 y OC, I1I, 348.lO. C, §124.11. 1.BOUVERESSE, Le mythe de l'intériorité.

Expérience, signification el langage privé chez Witt-genstein, Minuit, París, 1987, p. 594.

12. Ver C, §§122 y 123.

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13.C,§310.14. C, §315.15. Ver C, §315.16. C, §318.17. MM, 1, p.15, la itálica es mía.18. Ver G.E.MOORE, "Prueba del mundo exte-

rior" en Defensa del sentido común y otros ensayos,Orbis, Barcelona, 1983, p.141.

19. Ver I.KANT, KrV, BXXXIX.20. MOORE, ibid., p.156.21. §5.633.22. K.POPPER y J.C.ECCLES, El yo y su cere-

bro, Labor, Barcelona, 1980, p.207.23. C.Azul, p.37.24. H.F.PITKI , Wi/lgenstein: el lenguaje, la

política y la justicia, CEC, Madrid, 1984, p.107; verC.Azul, pp.32-33.

25. C. Azul, p. 33; ver IF IIxi, 215 y FP, 11,pp.19 Y 64.

26. FP, 11,pp.61-62.27. FP, 11,p.63.28. FP, 11,p.49.29. IF, IIxi, 228.30. M.de CERVANTES, Don Quijote de la Man-

cha, Espasa-Calpe, Madrid, 1967,1, cap.viii, p.60.31. Ver C, §§645 y 131 e I.KANT, Crl. Fac. Juz-

gar, B 147 Y ss. Y B 126; la corrección de un juicio notendría que ver con su adecuación con la realidad sinocon la facultad de juzgar.

32. C, §647.33. C, §74; ver §71 y ss ..34. CERVANTES, ibid ..35. Ver FP, 11,p.94.36. Ver IF, § 154 Y J. BOUVERESSE, op.cit.,

pp.550-552.37. IF I1ix, p.287.38. C. Azul, p.33.39. J.BOUVERESSE, op.cit., p.219.40. Ver C. Azul, pp.52-53.41. C. Azul, p.56.42. Philosophische Grammatik, B. Blackwell,

Oxford, 1969, p.131, cit. en J. BOUVERESSE, op.cit.,p.238.

43. Ver IF, § 108 Y ss ..44. Ver E.RIGAL, "Petit lexique Wittgenstei-

nien", Magazine Littéraire, W352, 1997, p.46.45. C, §617.46. C, §213; ver §167.47. IF, §§201 y 202. El uso del término "inter-

pretación" es bastante restringido y criticable. Parecemás bien pensar en "definición".

48. Ver IF, §243 in fine; ver A.GARCIA S., La lá-gica de la experiencia. Wi/lgenslein y el problema dellenguaje privado, Tecnos, Madrid, 1976, p.66 Y G.STEI-

ER, Después de Babel, FCE, México, 1995, p.176.49. Op.cit., p.443.50. Ver J.BOUVERESSE, op.cit., p.445.51. IF, §24352. IF, §246. Malcolm ha llamado a estos dos

sentidos de privacidad: "privacity of observability" y"privacity of ownership" ('The Privacy of Experience"in A.STROLL (ed.), Epistemology, New Essays in theTheory of Knowledge, Harper & Row, N.York, 1967,pp.129-l58, cit. en J.BOUVERESSE, op.cii., p.449).

53. IF, §272.54. Todo en esto está expuesto en E.de BUS-

TOS, "Sobre la observancia de reglas lingüísticas:N.Chomsky versus L.Wittgenstein-S.Kripke", Revistade Filosofía, Complutense, vol. V, N°7, 1992, pp.45-49; p.47.

55. N.CHOMSKY, Reglas y representaciones,FCE, México, 1983, p.89, cit. en BUSTOS, op.cit.,p.48. Esto siempre conduce al problema del carácterde los imperativos categóricos kantianos.

56. A Critique of Linguistic Philosophy, 1970,referido por G. STEINER, op. cit., p.178.

57. Myself and Others: A Study in Our Know-ledge of Minds, Oxford, 1968, p.99, opt cit. en G. S-TEINER, op. cit., p.179. Esto indicaría que el no aca-tar la distinción fregeana entre referencia y sentido esla base de la argumentación de Wittgenstein.

58. G.STEINER, op.cit., pp.184-185.59. IF, §2l9.60. C.RODIGUEZ L.,"Seguir una regla y cono-

cimiento privado", Anuario filosófico, XXVIII, N°2,1995, p.408.

6I.C,§319.62. C, §139.63. C, §140.64. Ver FP, 11,p.56.65. Idem.66. P. MARTINEZ F. desarrolla los fundamen-

tos de la tesis del lenguaje privado, cuyo argumentotiene dos pasos: Wittgenstein establece la tesis de queel carácter público de las reglas determina el carácterpúblico de cualquier lenguaje y que, en consecuencia,aunque existen experiencias privadas, no existe unlenguaje privado ("Filosofía y lógica en el segundoWittgenstein", Diálogo filosófico, W 12, 1988, pp.294-310).

67. Ver IF, §108.68. C, §196.

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LA CERTEZA EN WITTGENSTEIN

69. e, §200.70.C,§15.71. e, §§245 y 194.72. Theaet. 170a-171 d.73. Theael. 178c.74. Theael. 178d y 179b.75. Aforismos (Vermischte Bemerkungen), §503,

addendum, eirea 1994.76. e, § 102.77 e, § 10378. e, §141. Los axiomas que hallara Descartes

para su mathesis universalis desplazan la certeza delresto de las proposiciones del sistema hacia sí, con locual no son creíbles por sí mismas.

79.C,§161.80. e, §§204 y 203.

227

81. e, §231.82. 1.G.FRAZER, La rama dorada, FCE, Méxi-

co, 1969, p. 34.83. ORD, p.50 y ss ..84. C.LEVI-STRAUSS, Antropología estructu-

ral, EUDEBA, Buenos Aires, 1977, p.190.85. e, §95.86. P.-L.ASSOUN, Freud et Willgenstein, PUF,

París, 1988, p.134.87. e, §30.

Sergio E. Rojas PeraltaApdo.284·1225

Pavas, Costa Rica