4
78 QUÉ LEER uchas de las mejores his- torias de John Steinbeck tienen lugar en la región de California que él siem- pre consideró su hogar: el valle de Salinas —donde nació en 1902— y la península de Monterrey. Ambos espacios están hoy salpicados de placas y monumen- tos que honran su memoria. En el centro de la ciudad de Salinas se puede visitar la casa donde pasó su infancia y, si se desea, disfru- tar del menú del día que en ella se ofrece. Hay, como no podía ser de otra forma, un bocadillo que lleva su nombre: el de albón- digas con salsa roja. A dos manzanas de dis- tancia, en el número 1 de Main Street, se alza el National Steinbeck Center, el único museo de Estados Unidos dedicado por en- tero a un solo escritor. Allí, entre otros mu- chos objetos y curiosidades, está expuesta Rocinante, la caravana en la que, en 1960, Steinbeck hizo con su perro el periplo por el país que más tarde describiría en Viajes con Charley en busca de Estados Unidos (1962). En 1979 el servicio postal estadounidense emitió un sello con el retrato de Steinbeck. En 2008 el gobernador de California, Ar- nold Schwarzenegger, admitió oficialmente al escritor en el Salón de la Fama de ese es- tado. El año pasado por estas fechas, para celebrar el centésimo décimo segundo ani- versario de su nacimiento, Google creó una aplicación interactiva que incluía escenas y citas de algunas de sus novelas. Ante tanta muestra de admiración, uno no puede evi- tar preguntarse: ¿Qué hizo John Steinbeck para merecer semejante fama? ¿Qué escri- bió para que se le recuerde tanto? Los años de formación Por las venas de John Steinbeck corría san- gre inglesa, irlandesa y alemana. Su padre, John Ernst Steinbeck, dirigió durante algún tiempo una fábrica de harina y más tarde ocupó el cargo de tesorero en el condado de Monterrey. Su madre, Olive Hamilton, que había sido maestra antes de casarse, partici- paba activamente en varias organizaciones cívicas de Salinas. Los Steinbeck pertene- cían a la iglesia episcopaliana, aunque John acabaría declarándose agnóstico. La casa familiar estaba llena de libros y Steinbeck leyó con avidez desde niño. En 1919, al aca- bar el instituto en Salinas, se matriculó en la universidad de Stanford, pero interrumpió sus estudios con frecuencia para irse a tra- bajar a los ranchos y fábricas de la región. Es muy probable que ahí naciera su incon- dicional respeto hacia los trabajadores y los El 27 de febrero de 2015 se cumplen ciento trece años del nacimiento de John Steinbeck, una ocasión perfecta para revisitar la obra de este grande de las letras estadounidenses. texto RUBÉN ABELLA John Steinbeck La voz de los años duros GALERÍA DE CLÁSICOS M

John Steinbeck - Escritor · del nacimiento de John Steinbeck, una ocasión perfecta para revisitar la obra de este grande de las letras ... (1947), La perla, (1947), Al este del

Embed Size (px)

Citation preview

78 Q U É L E E R

uchas de las mejores his-torias de John Steinbeck tienen lugar en la región de California que él siem-pre consideró su hogar: el

valle de Salinas —donde nació en 1902— y la península de Monterrey. Ambos espacios están hoy salpicados de placas y monumen-tos que honran su memoria. En el centro de la ciudad de Salinas se puede visitar la casa donde pasó su infancia y, si se desea, disfru-tar del menú del día que en ella se ofrece. Hay, como no podía ser de otra forma, un bocadillo que lleva su nombre: el de albón-digas con salsa roja. A dos manzanas de dis-tancia, en el número 1 de Main Street, se alza el National Steinbeck Center, el único museo de Estados Unidos dedicado por en-tero a un solo escritor. Allí, entre otros mu-chos objetos y curiosidades, está expuesta Rocinante, la caravana en la que, en 1960, Steinbeck hizo con su perro el periplo por el país que más tarde describiría en Viajes con Charley en busca de Estados Unidos (1962).

En 1979 el servicio postal estadounidense emitió un sello con el retrato de Steinbeck. En 2008 el gobernador de California, Ar-nold Schwarzenegger, admitió oficialmente al escritor en el Salón de la Fama de ese es-tado. El año pasado por estas fechas, para celebrar el centésimo décimo segundo ani-versario de su nacimiento, Google creó una aplicación interactiva que incluía escenas y citas de algunas de sus novelas. Ante tanta muestra de admiración, uno no puede evi-tar preguntarse: ¿Qué hizo John Steinbeck para merecer semejante fama? ¿Qué escri-bió para que se le recuerde tanto?

Los años de formaciónPor las venas de John Steinbeck corría san-gre inglesa, irlandesa y alemana. Su padre, John Ernst Steinbeck, dirigió durante algún tiempo una fábrica de harina y más tarde ocupó el cargo de tesorero en el condado de Monterrey. Su madre, Olive Hamilton, que había sido maestra antes de casarse, partici-paba activamente en varias organizaciones cívicas de Salinas. Los Steinbeck pertene-cían a la iglesia episcopaliana, aunque John acabaría declarándose agnóstico. La casa familiar estaba llena de libros y Steinbeck leyó con avidez desde niño. En 1919, al aca-bar el instituto en Salinas, se matriculó en la universidad de Stanford, pero interrumpió sus estudios con frecuencia para irse a tra-bajar a los ranchos y fábricas de la región. Es muy probable que ahí naciera su incon-dicional respeto hacia los trabajadores y los

El 27 de febrero de 2015 se cumplen ciento trece años del nacimiento de John Steinbeck, una ocasión perfecta

para revisitar la obra de este grande de las letras estadounidenses. texto RUBÉN ABELLA

John SteinbeckLa voz de los años duros

GALERÍA DE CLÁSICOS

M

Q U É L E E R 79

humildes, a cuya defensa habría de dedicar su talento literario. Abandonó definitiva-mente la universidad en 1925, sin acabar el tercer año, y continuó con su vida errante.

En Nueva York desempeñó distintos ofi-cios mientras intentaba escribir. Al no lo-grar publicar su trabajo, regresó a California y trabajó un tiempo como guía turístico en el lago Tahoe. Allí conoció a Carol Henning, la primera de sus tres esposas. Se casaron en 1930 en Los Ángeles, donde, en asocia-ción con varios amigos, él trató de hacer fortuna fabricando maniquíes de escayola. Cuando el dinero se acabó seis meses más tarde, Steinbeck y Carol se mudaron a Pa-cific Grove, en la península de Monterrey. Los padres de Steinbeck le proporcionaron una casa, papel para sus manuscritos y prés-tamos que le permitieron escribir sin tener que buscar trabajo. Eran los años de la Gran

Depresión. Steinbeck compró un pequeño barco. Durante un tiempo la pareja sobre-vivió comiendo los peces y los cangrejos que Steinbeck capturaba en él y las horta-lizas que cultivaba en un pequeño huerto. Cuando las cosas venían mal dadas, soli-citaban asistencia social y en una ocasión,

empujados por la necesidad, llegaron a robar panceta en un mercado. En esa época Steinbeck conoció al ecologista Ed Ricketts, quien pronto se convertiría en su mentor y mejor amigo. Durante la década siguiente, Ricketts enseñaría a Steinbeck filosofía y biología.

n DE RATONES Y HOMBRES

Unas millas al sur de Soledad, el río Salinas se ahonda junto al margen de la ladera y fluye profundo y verde. Es tibia el agua. porque se ha deslizado chispeante sobre la arena amarilla y al calor del sol antes de llegar a la an-

gosta laguna. A un lado del río, la dorada falda de la ladera se curva hacia arriba trepando hasta las montañas Gabilán, fuertes y rocosas, pero del lado del valle los árboles bordean la orilla.

La familia Fields, fotografiada por Walker Evans en Hale County, Alabama, en el verano de 1936

80 Q U É L E E R

El éxitoA Steinbeck el éxito comercial le llegó

en 1935 con su tercera novela, Tortilla Flat, por la que recibió la Medalla de Oro del Commonwealth’s Club de California. Situada en el valle de Monterrey después de la Primera Guerra Mundial, justo antes de la proclamación de la Ley Seca, la no-vela narra las aventuras de los paisanos, un grupo de hombres sin hogar que, en irónica comparación con los míticos caballeros de la Tabla Redonda, rechazan los usos y las costumbres comúnmente aceptados por la sociedad estadounidense de su tiempo y se entregan al disfrute de una vida disoluta marcada por el vino, la lascivia, la camara-dería y el robo. A ellos se oponen los otros pobladores del valle, la respetable y conven-cional comunidad de los anglo-protestantes. La novela se adaptó al cine en 1942. Con los beneficios obtenidos, Steinbeck se compró un rancho en Los Gatos.

En los años siguientes, Steinbeck escribió una serie de novelas “californianas” prota-gonizadas por gente común durante la Gran

Depresión. Los héroes de estas historias son los humildes y los desfavorecidos, los traba-jadores de los ranchos, los pobres, los me-nesterosos de la llamada Cuenca del Polvo, los hombres y mujeres sin suerte que en esa época retrataron con sus cámaras Walker Evans, Dorothea Lange, Jack Delano y otros fotógrafos contratados por la Farm Security Administration, el organismo creado por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos para remodelar el sector rural, espe-cialmente empobrecido por la crisis.

La siguiente novela de Steinbeck, En lucha incierta (1936), confronta la decen-cia de los trabajadores temporales de los ranchos con el cinismo tanto de los terra-tenientes y sus capataces como de los sin-dicalistas comunistas que se aprovechan de la apremiante situación de los trabajadores. Steinbeck denuncia la injusticia, la cometa quien la cometa. Esa empatía con los des-favorecidos vuelve a aparecer en la novela corta De ratones y hombres (1937) y más tarde en Las uvas de la ira (1939), su novela más célebre y ambiciosa.

GALERÍA DE CLÁSICOS

De ratones y hombres explora en clave dramática los sueños de dos trabajadores agrícolas itinerantes, George Milton —inte-ligente pero sin formación— y su compa-ñero Lennie Small, un hombre con escasa capacidad intelectual pero de gran poderío físico. La novela fue muy bien recibida por la crítica. Se adaptó con gran éxito al teatro, aunque Steinbeck se negó a asistir a nin-guna de sus representaciones porque, según le explicó al director George S. Kaufman, la obra, tal y como él la veía en su mente, era tan perfecta que cualquier representación sobre el escenario estaba condenada a que-darse corta.

Inspirada en la devastadora sequía que arrasó las llanuras de los estados sureños en la década de 1930 y en los miles de tra-bajadores del campo que tuvieron que aban-donar sus hogares en la llamada Cuenca del Polvo (Dust Bowl), Las uvas de la ira narra la historia de la familia Joad. Después de perder sus tierras en Oklahoma, los Joad migran hacia California por la hoy mítica Autopista 66 en busca de una vida mejor que nunca se hace realidad. Debido a su su-puesto radicalismo —se acusó a Steinbeck de socialista y perturbador—, la novela fue prohibida e incluso arrojada a la hoguera en algunos estados. Pese a ello —o quizás, al menos en parte, debido a ello—, no tardó en convertirse en la novela más vendida del país, obteniendo el premio Pulitzer en 1940.

Otro de sus best sellers, Cannery Row (1945), tiene lugar en una calle de Monte-rrey flanqueada por conserveras de sar-dinas que lleva ese nombre. Un grupo de golfos y vagabundos quiere tener un detalle con Doc, un biólogo marino que los ha tra-tado bien sin pedir nada a cambio. A Mack, el cabecilla del grupo, se le ocurre la idea de

n LAS UVAS DE LA IRA

—¿No piensas en qué pasará cuando lleguemos? ¿No temes que quizá no sea tan bonito como pensamos?

—No —replicó con rapidez—. No lo temo. No debes hacer eso. Yo tampoco.Es demasiado, es vivir demasiadas vidas. Delante de nosotros hay mil vidas dis-

tintas que podríamos vivir, pero cuando llegue, sólo será una. Si voy adelante en todas ellas, es excesivo. Tú vives por delante porque eres muy joven, pero yo vivo en el momento. No llego a más. Todos los demás se disgustarían si hiciera más. Todos confían en que yo piense en esas cosas.

Fotograma de la película Las uvas de la ira, de John Ford, con Henry Fonda en el centro Steinbeck en la Guerra de Vietnam

organizar una fiesta de agradecimiento. Por desgracia, la fiesta se descontrola, causando daños en la casa y en el laboratorio de Doc. Deseosos de recuperar su amistad, Mack y sus amigos deciden dar otra fiesta, esta vez sin excesos. Paralelamente a la trama prin-cipal, la novela despliega una sucesión de viñetas que muestran las vidas de los habi-tantes de la zona. Así conocemos a Dora, la bondadosa madame del burdel Bandera del Oso, a Lee Chong, el astuto tendero chino, a los pescadores, a los perros callejeros, a las prostitutas, a los artistas, a los soldados y sus novias…

Después de la Segunda Guerra Mundial, la obra de Steinbeck empezó a mostrar una creciente hostilidad hacia la cultura estadounidense, cuyos sistemas de comer-cialización masiva estaban, le parecía a él, destruyendo la creatividad individual de los ciudadanos. Sus trabajos más importantes a partir de esa fecha son El autobús perdido (1947), La perla, (1947), Al este del Edén (1952), Dulce Jueves (1954) y el ya mencio-nado Viajes con Charley en busca de Estados Unidos (1962).

Steinbeck y el cineLa obra de Steinbeck ha tenido una fruc-tífera relación con el séptimo arte. Más de una docena de sus ficciones han sido tras-ladadas a la gran pantalla, algunas de ellas en más de una ocasión, como es el caso de De ratones y hombres —que cuenta con una versión cinematográfica de 1939 y otra mucho más actual, de 1992, dirigida por Gary Sinise y protagonizada John Malko-vich y el propio Sinise— o Las uvas de la ira —rodada por primera vez por John Ford en 1940 con Henry Fonda, Jane Darwell y John Carradine como protagonistas y revisada en una versión iraní de 1972 titulada Topoli—. Pero, sin duda. la adaptación más célebre de sus historias es la versión que Elia Kazan

rodó de Al este del Edén en 1955, con James Dean como actor principal, aunque se trata de una adaptación bastante libre, basada en la segunda mitad de la novela.

Steinbeck y el poderLa vida de Steinbeck no estuvo exenta de polémica, sobre todo debido a sus in-clinaciones políticas y a la conflictiva y, a veces, contradictoria relación que man-tuvo con el poder. En 1939, por ejemplo, firmó con otros escritores miembros de la Liga de Escritores Norteamericanos una carta en apoyo de la invasión soviética de Finlandia y del gobierno títere que allí se

estableció. En 2012 la CIA desclasificó una serie de documentos en los que parece indicarse que Steinbeck trabajó para esa agencia gubernamental en 1952, durante

los inicios de la Guerra Fría, aunque no queda clara la naturaleza de sus servicios. En 1967 fue enviado a Vietnam para que escribiera sobre la guerra. El favorable re-lato que hace de la participación del ejér-cito norteamericano en el conflicto llevó al New York Post a acusarlo de traicionar su pasado izquierdista. Jay Parini, el biógrafo oficial de Steinbeck, cree que la amistad del autor con el presidente Lyndon B. Jo-hnson pudo haber influido en su visión del conflicto. Es posible, también, que el viraje de Steinbeck guardara relación con la seguridad de su hijo, que estaba lu-chando en Vietnam.

Un autor universal Literariamente, Steinbeck logró algo que sólo los grandes escritores logran: conver-tir lo local —una pequeña región de Cali-fornia que hoy se conoce como la Tierra de Steinbeck— en una metáfora universal de la condición humana. Esta doble di-mensión de su obra ayudaría a explicar el respeto y la admiración que sienten hacia él no sólo los habitantes de esa zona de los Estados Unidos, sino lectores de todo el mundo que jamás han puesto un pie en ella. Una de las grandes virtudes de Steinbeck es que sus palabras nos hablan a todos. Todos nos reconocemos, de una forma u otra, en sus tramas y en sus per-sonajes.

John Steinbeck creía que Estados Uni-dos ofrecía oportunidades para todos, pero también que la injusticia social y las desigualdades económicas habían puesto esas oportunidades fuera del alcance de muchos. La obra de Steinbeck siempre está del lado de los que más sufren. Sus novelas y cuentos siguen hablándonos hoy no sólo porque sus temas son univer-sales y atemporales, sino también por su estilo imperecedero, que combina el mo-dernismo de Ernest Hemingway o F. Scott Fitzgerald con el naturalismo literario de Theodore Dreiser, Jack London o Stephen Crane. Las palabras de Steinbeck dan voz a las comunidades rurales, a los marginados de la sociedad y a los inmigrantes. A los desfavorecidos de antes y de ahora. Eso es, en definitiva, lo que hizo Steinbeck para que hoy se le recuerde tanto.

John Steinbeck murió de un fallo cardiaco en Nueva York el 20 de di-ciembre de 1968, seis años después de que la Academia Sueca le conce-diera el Premio Nobel de Literatura. Tenía sesenta y seis años y había pu-blicado más de veinticinco libros. n

Q U É L E E R 81

n VIAJES CON CHARLEY EN BUSCA DE ESTADOS UNIDOS

Mi plan era claro, conciso y razonable, creo yo. He viajado por diversas partes del mundo durante muchos años. En Estados Unidos vivo en Nueva York, o me voy a Chicago o a San Francisco. Pero Nueva York no es más

los Estados Unidos de lo que París es Francia o Londres es Inglaterra. Así que descu-brí que no conocía mi propio país. Yo, un escritor estadounidense, que escribía sobre Estados Unidos, estaba trabajando de memoria, y la memoria es, en el mejor de los casos, un depósito defectuoso y deformado. No había oído el habla del país, ni olido la hierba ni los árboles ni las alcantarillas, ni visto sus cerros ni sus aguas, ni su color ni la calidad de su luz. Sabía de los cambios sólo por los libros y los periódicos. Pero, aparte de eso, llevaba veinticinco años sin sentir el país.

Sello de John Steinbeck emitido en 1979