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Investigación de Acción Dialógica:
El Fenómeno de Agencia Democrática y Transformativa de la
Habilidad de Respuesta
Jan DeFehr
Universidad de Winnipeg
Nota de la autora
Se debe de dirigir toda correspondencia acerca de este artículo a:
Jan DeFehr, Department of Education, University of Winnipeg 515 Portage Avenue Winnipeg, MB.R3B 2E9 E-mail: [email protected]
2
Estimados colegas de Kanankil,
Es un privilegio especial invitarles a comentar el siguiente documento. A través de los años
nos hemos reunido para hablar acerca de la indagación dialógica. Muchos de nosotros tenemos un
interés apasionado en la intersección de conversación, indagación y acción social. Queremos crear
un mundo más justo y compasivo y queremos hacerlo de forma radicalmente participativa – una
forma dialógica. Y queremos llevar a cabo nuestras investigaciones más formales – nuestras tesis,
nuestro lugar de trabajo y la investigación comunitaria – en el mismo modo dialógico que
caracteriza nuestro trabajo cotidiano como profesionales.
Espero que encuentres algo interesante y útil en las siguientes páginas. Como este escrito
articula y honra el papel de la respuesta en la indagación social dialógica, agradecería escuchar tus
comentarios conforme lees – tus preguntas espontaneas, refutaciones, adiciones, afirmaciones,
revisiones e historias. Puedes guardarlas para nuestro diálogo en junio o anotarlas en el siguiente
texto, entre líneas, en los márgenes o como notas separadas.
Con agradecimiento y anticipación,
Jan DeFehr
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Como sabemos, Harlene Anderson ha descrito desde hace tiempo la aproximación
colaborativa y dialógica a la terapia familiar, la educación y el trabajo de servicio humano como
indagación compartida, e investigación cotidiana (Anderson, 1997; Anderson & Gehart, 2007;
Anderson 2012; Anderson 2014). No solamente es una aproximación profesional, sino que la
aproximación de diálogo colaborativo es un proceso investigativo abierto, conversacional, y
práctico que se encuentra arraigado a la vida y es familiar a todos. Cuando estamos perplejos,
preocupados o inseguros de cómo proceder, hablamos entre nosotros con una búsqueda sincera
de posibilidades. ‘Vivimos’ nuestra preguntas, y eventualmente entramos vitalmente en sus
respuestas (Rilke, 1934). Una práctica relacional antigua, familiar a ciudadanos a través del globo,
los métodos de indagación dialógica son intrínsecos a la vida. “Vivir significa participar en
diálogo…” (Bakhtin, 1984, p. 293). El diálogo colaborativo genuino – ya sea en contextos
profesionales, callejones, o cocinas – cede a la comprensión, la acción y la posibilidad. Nuestros
métodos de indagación dialógica cotidianos son inherentemente generativos y transformadores.
Las metodologías sistemáticas de indagación social cualitativas generalmente se presumen
superiores a los métodos cotidianos de indagación dialógica familiares a los ciudadanos (Heritage,
1984, p. 6). Las metodologías de investigación legitimadas que son generadas y perfeccionadas
dentro de varias disciplinas académicas proporcionan resultados legitimados, “… más o menos
garantías confiables” (Law, 2004, p. 9). “Como una estructura, el método en sí se toma cuando
menos como provisionalmente seguro” (Law, 2004, p. 10). Los participantes en la investigación
normalmente no son familiarizados con las metodologías utilizadas para obtener y ‘manejar’ sus
contribuciones.
Conforme ganan velocidad los movimientos de emancipación descolonizadora y justicia
social en los contextos académicos, los privilegios y convenciones de las ciencias sociales se
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encuentran bajo un escrutinio incrementado (McNamee & Hosking, 2012; Reynolds, 2014; Wilson,
2008). Se acumulan las preguntas. ¿Métodos de investigación de quiénes deberían de promover la
indagación cualitativa social? Los participantes de la investigación dan sus palabras, sus narrativas
personales, y su confianza. ¿Quién es dueño del privilegio de determinar cómo se evaluarán las
contribuciones de los participantes, cómo se deben de medir, analizar, codificar, catalogar, contar,
re-organizar, representar o interpretar? ¿Qué fábricas académicas procesarán las expresiones de
los participantes de la investigación? ¿Estrategias de comprensión de quiénes se debe de aplicar,
utilizando los vocabularios, cronologías, sensibilidades y sentimientos de quiénes? ¿Métodos de
quiénes? ¿Paradigmas de quiénes (Wilson, 2008)? ¿Es el legado de investigación de las ciencias
físicas lo apropiado para la indagación social en las esferas culturales, sociales y políticas de la vida
(Law, 2004)? Ademas,
“¿Hasta qué punto convierte la investigación al sentido común y las realidades no
escudriñadas de la cultura en un discurso disciplinario? ¿De qué formas empodera la investigación
a la disciplina en vez de empoderar a los que están siendo estudiados? ¿En qué momentos está
explotando el investigador a sus sujetos para propósitos personales o prestigio de la institución?
¿Está sirviendo la investigación a las agencias de vigilancia, incrementando su capacidad de control
sobre los sujetos de investigación?” (Gergen & Gergen, 2000, p. 1034). Conforme aumenta la
crítica, advierten los teoristas de investigación cualitativa, Norman Denzin e Yvonna Lincoln (2011),
“… es necesario confrontar y trabajar a través de las críticas que siguen dirigiéndose a la
indagación cualitativa. Cada generación tiene que pintar su raya en la arena y tomar una
posición ante el pasado… En el espíritu de la inclusión, vamos a escuchar a los que nos
critican. Pero al hacerlo, debemos de reanudar nuestros esfuerzos para de-colonizar a la
academia, honrar a las voces de los que han sido silenciados por los paradigmas
5
dominantes. Hagamos esto en un espíritu de cooperación y colaboración y auto-respeto
mutuo” (p. x)
Con la invitación de Denzin y Lincoln en mente, este documento procede a describir lo que
pasa cuando el diálogo colaborativo – los métodos cotidianos de la indagación de la gente –
conduce a la investigación cualitativa de las ciencias sociales. Los recursos textuales de la
comunidad internacional de diálogo colaborativo, junto con una disertación particular (DeFehr,
2008), ayudarán a informar la discusión. Notaremos que los métodos dialógicos cambian cada
parte del empeño usual de la investigación. A través del proceso entero de indagación dialógica, el
investigador dialógico se fija primariamente en las expresiones de los co-participantes en el
proyecto de indagación, el contexto de indagación, y el diálogo emergente, con todas sus
incomodidades y posibilidades. El proceso de indagación es motivado situacionalmente, en vez de
motivarse metodológicamente, en una localización única en vez de localizarse ‘allá afuera’ y
aplicarse. (DeFehr, 2008, pp. 314-315¸Shotter, 1993). Los participantes involucrados en la
indagación colaborativa y dialógica pertenecen a ella, actúan dentro de ella y desde ella; sus
‘métodos’ son sus propios, completamente familiar a ellos a través de su experiencia de vida
cotidiana. El investigador, radicalmente posicionado como un co-respondiente en el proyecto, se
mantiene “responsable a sus llamadas” (Katz & Shotter, 2004, p. 78), no sólo en el inicio cuando ‘la
investigación busca datos’, sino que a través del evento indagatorio, en cada momento que se
desenvuelve, hasta el último toque al teclear. La indagación dialógica colaborativa, como método
de investigación, es inherentemente generativa y transformadora, así como es en la vida cotidiana.
Cuando nos reunimos en diálogo para cuestionar o considerar algo que nos importa,
inevitablemente cambiamos el objeto de nuestra indagación, y de la misma manera, nosotros
también nos transformamos; encontramos que no podemos permanecer iguales. Los
participantes en el diálogo, como sugiere Gadamer (1975/2004), son “transformados en una
6
comunión” en la cual no siguen siendo como eran (p. 371). Al discutir el género de lenguaje, la
cuestión de investigación, el papel del investigador y la calidad de autoría, el siguiente escrito
estructura las posibilidades claves que ofrece la aproximación de dialógica colaborativa a la
indagación social cualitativa.
Primer Posibilidad: El derecho de hablar en un género de lenguaje familiar
En una aproximación colaborativa dialógica a la indagación, los participantes son libres de
hablar en formas más familiares, utilizando palabras y expresiones de sus vocabularios cotidianos.
En contraste, la investigación social cualitativa normalmente requiere que los participantes en la
investigación utilicen géneros de lenguaje que son extraños para ellos. Los investigadores
comúnmente piden a los participantes comunicar sus opiniones y experiencias de vida por medio
de seleccionar números, circular opciones en escalas Likert (de acuerdo, moderadamente de
acuerdo, etc.), completando encuestas de rellenar, o participar en grupos focales. Gran parte de la
investigación social cualitativa depende del género de entrevista (Perakyla & Ruusuvuori, 2011, p.
529). Distinta al diálogo, la entrevista muestra una “sola” voz individual. Con la meta de
neutralidad y objetividad, los investigadores, así como los periodistas, intentan salirse de la
historia para no contaminar el ambiente de las respuestas del ‘respondiente’ (Holstein & Gubrium,
2003, p. 13). El respondiente proporciona información mientras las respuestas del entrevistador se
ocultan. La conversación toma lugar en el fondo de una indagación cualitativa, pero el género de
lenguaje responsable para la generación de ‘datos’ normalmente varía de los modos de
comunicación cotidiana de la gente.
La comparación de Robert Shuy (2003) entre entrevista y conversación posa preguntas
provocativas en respecto al hábito de investigación en la entrevista. Llama la atención a asimetrías
de poder potencial inherentes al modo de entrevista. Recalca Shuy que, aunque la entrevista es
7
una forma de comunicación comúnmente escuchada, la mayoría de la gente pasa muy poco de su
‘vida hablada’ realmente participando en entrevistas (p. 179). Sugiere Shuy que aunque la
entrevista crea la apariencia de privilegiar la voz del respondiente, el entrevistador
discutiblemente domina la comunicación, ya que típicamente el entrevistador asume la
responsabilidad de dirigir todas las preguntas en el intercambio. Determinando el orden y el
contenido de lo que se preguntará, el modo de entrevista contiene el discurso del respondiente
dentro de parámetros pre-establecidos. Las preguntas de la entrevista implican sus respuestas; las
respuestas nunca se alejan de las preguntas que las preceden.
Dentro de los formatos rígidos de pregunta-respuesta, los entrevistados prescinden de los
privilegios que gozan en el diálogo abierto – el derecho de cambiar el tema, interrumpir, presentar
sus propias preguntas, y escuchar respuestas genuinas y afirmativas de su pareja conversacional.
Las entrevistas formales pueden ser intimidantes para los participantes, resultando en
representaciones limitadas o distorsionadas del conocimiento del participante (Shuy, 2003, p.
187). Shuy (2003) sostiene que los modos de lenguaje de entrevista ofrecen una “distribución
desigual de poder interactivo” (p. 180), colocando a los respondientes en posiciones subordinadas
mientras eleva a los entrevistadores a papeles superordinados, una preocupación resonante con
Sheila McNamee y Dian Hosking (2012) en su discusión de relaciones “objeto-sujeto” y “pasivo-
activo” en la investigación (p. 27).
En mi investigación de disertación con mis colegas profesionales colaborativos, el diálogo –
conversación ordinaria, cotidiana, intrínseca en toda cultura – caracterizó cada fase del proyecto
de indagación (DeFehr, 2008). El diálogo hizo borrosas las distinciones entre el entrevistador y el
entrevistado, observador y observado, en nuestro proyecto. Mientras la entrevista separa a los
comunicantes, el diálogo “… se basa en la asunción de interrelacionarse…” (McNamee & Hosking,
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2012, p. 102). El diálogo permitió mayor variación entre las voces de los participantes; silencios,
tono y ritmo, conforme nuestra conversación del proyecto adquiriera “…una vida propia”
(Gadamer, 2004, p. 385). Los detalles de lo que se hablaría fueron determinados responsivamente
‘en el momento,’ conforme los participantes respondían a lo que se acababa de decir, en
anticipación de lo que podría necesitar decirse. Nuestra conversación procedió según lo que
pidiera “la situación”, “en la manera requerida,” todos los participantes ‘facilitaron’ nuestra
indagación dialógica, así como fuimos todos conducidos por ella (Anderson, 2007ª, p. 52; Shotter,
199). El género de lenguaje de diálogo me permitió moverme más allá del papel común de
‘investigador como minero’, haciendo posible engancharme en la indagación social desde
posiciones de acompañamiento con mis colegas.
Segunda Posibilidad: ‘Oír’ una pregunta de investigación que importa
Los investigadores que quieren conducir su trabajo como “… un esfuerzo colaborativo con
las personas en vez de una investigación sobre ellas…” (Gustavson, 1996, p. 90), promoverán una
indagación que tenga sentido, urgencia y relevancia para personas y comunidades. Las preguntas
de investigación tienen historias personales, sociales y políticas. La indagación colaborativa es
motivada por preguntas que importan y hacen una diferencia para los participantes de la
investigación, en vez de ser preguntas que aparentemente derivan de la astucia intelectual de un
individuo investigador. Lo que impresiona a los patrocinadores, consejos de revisión ética y
comités promocionales no es necesariamente lo que importa “en la calle.” Darle voz a una
pregunta de investigación puede ser un acto tentativo y multi-vocal de escuchar mientras los
investigadores escuchan y sienten la lucha y despertar potencial dentro de una comunidad
particular de personas. En vez de imponer una iniciativa indagatoria altisonante desde ‘afuera,’ las
metas de la tradición de diálogo colaborativo son pragmáticas, influenciadas por la comprensión
9
práctica del filósofo Wittgenstein (1953/2001), el tipo de comprensión que hace y demuestra la
gente (p. 52), en vez de los ejercicios privados de iluminación mental que no conducen a ningún
lado. En vez de explorar pasivamente lo que es algo, o lo que significa, la indagación dialógica
colaborativa busca posibilidades deseables, nuevas formas de acción que importan y hacen una
diferencia directa para las personas y comunidades. Reconocer la acuidad creciente de la
degradación ambiental y social y la inequidad económica, el teorista socio-construccionista y
académico, Kenneth Gergen, instiga a la investigación de ciencias sociales a moverse más allá de la
convención problemática de “reflejar” nuestro mundo rápidamente cambiante, hacia una
indagación formativa, imaginativa y proactiva que es explícitamente “liberatoria, producente de
práctica, y centrada en la acción” (Gergen, 2014, en impresión).
El tema de mi investigación de disertación fue reciprocidad e influencia mutua (DeFehr,
2008), inspirado por la premisa famosa de Anderson (1997) de que el diálogo genuino es
inherentemente generativo y transformador para los participantes (p. 100). Anderson afirma que
los profesionistas dialógico-colaborativos, sin importar su contexto profesional, también arriesgan
transformarse, y no sólo sus clientes (Anderson, 1997). Con gran interés, noté un contraste
impactante entre los discursos de ‘trauma vicaria’, ‘fatiga de compasión’, y ‘burn-out’, y el discurso
de los ‘efectos generativos y transformadores de la práctica’ que surge de la comunidad
internacional de las prácticas colaborativas (Anderson & Gehart, 2007). Sin intentar negar el
fenómeno de burn-out, quise unirme a mis colegas de diálogo colaborativo en un esfuerzo de
aumentar el discurso que presenta la práctica como una fuente continua de aprendizaje, cuidado y
transformación para los profesionales. Me interesó especialmente escuchar a mis colegas de
diálogo colaborativo describir su trabajo como generativo y transformador para ellos, desde
dentro de la minutiae ‘ruda y cruda’ de sus prácticas todos los días. Es una cosa hablar de nuestro
trabajo como generativo y transformador utilizando un lenguaje conceptual, proposicional y
10
abstracto, y tal vez otra cosa hablar de la generatividad de nuestro trabajo desde dentro de la
complejidad dinámica de nuestras interacciones cotidianas con nuestros clientes.
Mi pregunta de investigación de mi disertación invitó a catorce terapeutas de diálogo
colaborativo de seis países a describir su trabajo como generativo y transformador para ellos
mismos como profesionales (DeFehr, 2008). Los profesionales que aceptaron participar en la
investigación fueron invitados a cambiar la pregunta, pero en vez de mejorarla, inmediatamente
comenzaron a responderla, demostrando nuestra resonancia colectiva con el tema. Nuestra
pregunta de investigación incitó a la acción, y no sólo a una descripción: conforme escribieron los
profesionales acerca de sus prácticas, inadvertidamente las ‘hicieron’, las formaron y las
transformaron. ‘Los mundos invitan a mundos’. Hablar, ya sea oral o por escrito, es acción, y
hablar dialógicamente continúa la acción en nuestras vidas (Gergen, 2014; Goldberg, 2005; Strong
& Pare, 2004).
Tercera Posibilidad: El investigador dialógico como co-respondiente, no analista, no intérprete
La convención de investigación de ‘de-relacionar.’ La gran parte de la investigación
convencional de las ciencias sociales comienza con una interacción social – grupos focales, formas
de encuesta, u observación de participantes – requiere que el investigador principal se enganche
de cerca con los participantes del proyecto. Sin embargo, después de que los investigadores hayan
cosechado suficientes ‘datos’, típicamente se retiran y se ‘de-relacionan’ (Strong, 2004, p. 215),
“… dando la espalda a los escenarios locales y a sus participantes, de las relaciones
formadas y las deudas personales incurridas en el campo. Ahora un autor trabajando en su
escritorio, ella (la investigadora) revisa sus grabaciones de las experiencias cotidianas de
los miembros y reorienta sus notas como textos para ser analizados” (Emerson, Fretz y
Shaw, 1995, p. 169).
11
Adoptando papeles de analistas o intérpretes, los investigadores parecen elevarse encima
de lo dicho por los participantes de la investigación, implementando estrategias analíticas y
interpretativas según los requisitos de sus metodologías de la investigación escogidas. Revisando
las comunicaciones con los participantes retrospectivamente, los investigadores cualitativos
convencionales inician el trabajo de revelar lo que ‘realmente son’ los datos en la esencia
supuesta, o lo que ‘realmente significan’ los datos (Tesch, 1990, p. 304). Este proceso analítico e
interpretativo muchas veces requiere que los investigadores codifiquen, re-ordenen, clasifiquen y
cuenten las pronunciaciones de los participantes. Con la meta de hacer los ‘datos’ más
manejables, este proceso de re-ordenar genera una jerarquía estática de temas, sub-temas y no-
temas. El análisis cualitativo tradicional de datos separa las pronunciaciones de los participantes
de los contextos conversacionales que les dan su unicidad y los ricos significados.
La convención dialógica de responder. Los practicantes del diálogo colaborativo funcionan
como co-respondientes en las conversaciones que comprende su trabajo del día a día; no
funcionan como analistas e intérpretes de sus clientes. La actividad primaria del diálogo es
responder (Bakhtin, 1987; Shotter, 2011). La tradición de terapia dialógica colaborativa diverge del
psicoanálisis modernista (Anderson, 1997), y similarmente, la terapia dialógica colaborativa se
aleja de “la hermenéutica de la sospecha”, y la tradición de “ver detrás” o “debajo” de la expresión
de una persona para revelar lo que realmente significa lo que dijo” (Gurnaes, 2012, p. 54). En vez
de escuchar con el propósito de analizar o interpretar lo expresado por otros, Anderson (2007)
describe un estilo responsivo más espontaneo de escuchar: “Es una actividad participatoria que
requiere responder para intentar comprender – ser genuinamente curioso, hacer preguntas para
aprender más de lo que se dice y no lo que piensas que se debe de decir” (p. 36). Anderson
distingue entre respuestas que “clarifican y expanden” (p. 36) y respuestas “… que buscan detalles
y hechos para determinar cosas como diagnósticas e intervenciones o se dirigen a guiar la
12
conversación en una dirección particular” (p. 36). Describe la calidad de respuesta requerida en el
diálogo como sigue: “Un buen escuchador responde, como sugiere Shotter (1995), “hacia dentro
de” la conversación, actuamos responsivamente “hacia dentro de” una situación, haciendo lo que
“eso” pide” (Anderson, 2007b, p. 37). El responder de Anderson dentro del diálogo es similar a su
responder como escuchadora de una historia. “Trato de aprender acerca de su historia y
comprender por medio de responder a ellos. Soy curiosa, planteo preguntas, comento y
gesticulo…” (p. 47).
Numerosos practicantes del diálogo colaborativo dentro de las profesiones que apoyan,
reconocen la centralidad de la responsividad en su trabajo. La practicante de diálogo colaborativo
Marilyn Frankfurt (1999) observó que sus colegas practicantes Peggy Penn y Tom Andersen
respondían sólo con palabras y sentimientos insinuados dentro de ellos en el momento, dentro de
una conversación en particular (Penn y Frankfurt, 1999, p. 177). Frankfurt escribe de la
responsividad de Tom Andersen, sugiriendo sus sentimientos responsivos, ayudando a abrir un
“intercambio de voces” que mantuvo a Andersen en “un estado de aprendizaje nuevo,
comprensión nueva, y cambio…,” “un espacio listo,” como lo veía ella (p. 177). La historiadora y
practicante de terapia familiar, Lynn Hoffman (1998), resistía a la práctica dominante de seguir los
supuestos modelos de terapia objetiva, una opción que consideraba exclusionaria y competitiva
(p. 100), y en vez de eso, favoreció una postura para las prácticas menos como guión, más
responsiva, vulnerable, sensorial y abierta. Similarmente, John Shotter (2004) promueve la
orientación del practicante hacia la conversación dinámica y viviente, el desenvolvimiento del
momento presente y las personas dentro de él, en vez de una alianza fiel a las directivas
metodológicas externas estáticas. Comentando en la jerarquía implícita en la comunicación
teoréticamente motivada, escriben Katz y Shotter (2004), “… ignorar los requisitos continuamente
cambiantes de la conversación, momento a momento, e insertar en ella desde nuestros propios
13
requisitos teoréticos externos, es reclamar una legitimidad (rango, autoridad) para nosotros
mismos que les estamos negando a ellos” (p. 75).
En la costa oeste de Canadá, Christopher Kinman y otros colegas cercanos de Lynn
Hoffman comparten el énfasis en responsividad del diálogo colaborativo. Describiendo la
centralidad de la responsividad en sus prácticas, Kinman (2004) sugiere que su trabajo es “un
movimiento de respuesta,” a personas, caras y relaciones (p. 242). La colega de Kinman, una
enfermera de salud pública, Marjorie Wakentin (2004) describe similarmente la responsividad
como el centro de su trabajo. “Me gusta la palabra “respondiendo,” dice. “Cuando voy a una
clínica sé que tengo tareas para realizar. Pero nuestro trabajo realmente se trata de responder.
Cuando entro en una casa, se trata de responder…” (Kinman, Finck y Hoffman, 2004, p. 242). Los
practicantes en la tradición de diálogos abiertos de Finlandia repiten las palabras de sus colegas
canadienses. En contraste al énfasis de la terapia narrativa en las preguntas de entrevista como
agentes, Jaakko Seikkula y Tom Arnkil (2006) enfatizan la importancia crítica de responder,
sugiriendo que “responder se vuelve más importante que hacer preguntas” (p. 102). Porque nada
es más devastador que la falta de respuesta al diálogo (Bakhtin, 1986), Seikkula y Arnkil (2015)
alientan a practicantes a la meta de responder a cada expresión en la práctica, aunque sea sólo
con un movimiento afirmativo de la cabeza.
La acción primaria en un encuentro dialógico es espontaneidad, respuesta corporalizada –
responsividad mutua (Katz, Shotter y Seikkula, 2004; Shotter, 2008; Katz y Shotter, 2004; Shotter,
2010). En vez de ‘encimarse’ y alejarse de las voces de los participantes en la investigación y
asumir papeles de analistas e intérpretes de lo expresado, los investigadores dentro de un modo
dialógico continúan la conversación en sus esfuerzos para comprenderla y ser guiados, y
transformarse a través de ella. En esta manera, comprenden el diálogo – no analíticamente ni
14
interpretivamente – sino dialógicamente, desde su compromiso viviente como co-respondientes
dentro de él.
Responder como comprensión.
Así como en la práctica dialógica, el conocimiento académico dialógico une el responder a
la comprensión; responder posibilita la comprensión, y ambos ocurren simultáneamente. El
teorista literario ruso, Mikhail Bakhtin, una inspiración fundamental para el movimiento de las
prácticas dialógicas colaborativas, escribe lo siguiente:
“En algún grado, la primacía pertenece a la respuesta como el principio activador: crea las
bases para la comprensión; prepara la base para una comprensión activa y comprometida.
La comprensión sólo llega a fruición en la respuesta. La comprensión y la respuesta son
dialécticamente consolidadas y se condicionan mutuamente; una es imposible sin la otra
(Bakhtin, 1981a, p. 232).
Aquí y en otros lados, Bakhtin (1986) enfatiza la respuesta “activa” – un responder que
crea, prepara y “activa” la comprensión (DeFehr, 2008). Hablamos entre nosotros con la continua
anticipación de una respuesta activa:
“Desde el inicio, el hablante espera una respuesta de ellos, una comprensión activa. La
expresión entera se construye, por decir, en anticipación de encontrar esta respuesta”
(Bakhtin, 1986, p. 94).
“Cualquier comprensión es imbuida con la respuesta y necesariamente la pide de una
forma u otra…” (Bakhtin, 1986, p. 68).
Responder a la comprensión generada difiere de analizar o interpretar para comprender.
En mi investigación para la disertación, mis colegas y yo respondimos a nuestra pregunta de
15
investigación, y yo respondí a las respuestas habladas y escritas de mis colegas. Afirmando nuestra
preferencia dialógica para evitar las tácticas analíticas e interpretativas de datos de manual,
Shotter (2006) escribe,
“Cuando uno se encuentra confrontado con una circunstancia perpleja, desorientadora o
sorprendente (¡), entendemos que es nuestra tarea analizarla (i.e., seccionarla) en un
juego único de elementos separados, para encontrar un patrón… y después tratar de
inventar un esquema teorético… para explicar el patrón así observado… “(p. 141).
Shotter (2005) continúa para sugerir que el hábito de seccionar el diálogo de investigación “… nos
aleja equivocadamente del fenómeno que deseamos conocer más ampliamente” “…mientras
castigamos nuestros cerebros en el intento de construir un esquema teorético apropiado dentro
del cual encasillarlo” (p. 142).
Responder como “el ser con,” espontaneo y corporalizado.
Estar con. Responder es central al diálogo, pero los practicantes del diálogo colaborativo
sugerirían que el diálogo transformativo se caracteriza por una calidad particular de ‘oro líquido’
de respuesta: la responsividad del practicante del diálogo colaborativo se caracteriza por condad.
Anderson y otros practicantes del diálogo colaborativo enfatizan consistentemente la importancia
de la palabra con, hacer con en vez de hacer a, o hacer para (Anderson, 1997; 2012; Ayora
Talavera, 2012), caminar a lado de otros como co-aprendices, no darles empujones desde atrás o
atraerlos desde posiciones delante de ellos (Anderson, 1997; Ness, Borg, Semb y Karlsson, 2014).
Lynn Hoffman (2007a; 2007b) describe la práctica de “estar con” como un arte. Shotter
(2011) describe la cualidad especial de conocer que emerge de la interacción dialógica como
“comprensión de estar con” (“withness understanding”) (pp. 99-116), una comprensión
16
generativa, cercana y ‘desde adentro’ que varía del ‘conocer acerca de’ mecanicista o técnico o
‘saber que’. Los participantes en mi investigación de disertación escribieron de no sólo estar con,
sino estar “dentro de con” sus parejas conversacionales, no de una forma que transgrede el
comportamiento profesional apropiado, sino que de una forma que compasivamente humaniza
sus interacciones con las personas (DeFehr, 2008, pp. 321-323). La referencia de Hoffman a la obra
clásica Alicia en el País de las Maravillas ilustra la riqueza y profundidad de la práctica de una
postura de estar dentro de con; Alicia se mete al charco de lágrimas con las demás criaturas
(Hoffman, 2007, p. 66). El practicante y academista de diálogos abiertos, Jaakko Seikkula (Katz,
Shotter y Seikkula, 2004), escribe similarmente que la práctica dialógica “significa desechar la idea
de primariamente tener el control sobre las cosas y, en vez de eso, saltar al mismo rio o rápidos
con nuestros clientes e intentar sobrevivir tomándonos de la mano” (p. 38). Se caracteriza el
responder requerido en la indagación dialógica colaborativa por estar con.
Espontaneo. Shotter (2011) describe la responsividad mutua continua de la que consiste el
compromiso dialógico como espontanea. Es espontanea porque la respuesta dialógica se forma
‘en el momento’ conforme actuamos dentro de una conversación emergente, haciendo lo que
parece pedir la ocasión, en la manera en que se pide (Anderson, 2007a, p. 52). Podemos preparar
para una conversación, pero no podemos pre-planearla; la acción conjunta del diálogo siempre
nos lleva más allá de nuestras intenciones (Shotter, 2011, pp. 57-82; Gadamer, 1975/2004, p. 385).
Tal espontaneidad implica riesgo e incertidumbre; no podemos saber por adelantado hacia dónde
se va a dirigir una conversación. El diálogo se caracteriza por “sorpresividad” (Morson y Emerson,
1990, p. 2).
Corporalizado. Continuamos por describir la responsividad que caracteriza el diálogo como
corporalizado porque involucra a la persona íntegra, incluyendo los sentidos, intuiciones,
17
anticipaciones, afinidades (Shotter, 2015), no sólo la acción cognitiva intelectual, la cual también
es una actividad corporal (Johnson, 2007). De la indivisibilidad de responder, comprender y
participar corporalmente, Tom Andersen (1992) escribió, “Cuando viene la vida hacia mí, me toca
la piel, mis ojos, mis oídos, los bulbos de mi lengua, mis fosas nasales. Conforme me abro y me
sensibilizo a lo que veo, escucho, siento, degusto y huelo, puedo también notar ‘respuestas’ a esos
toques desde mí mismo… (p. 55). Para Andersen, comprender es la acción recíproca “intuitiva” del
cuerpo entero: “Desde adentro,” escribe, “mi cuerpo me informa de varias maneras de cómo
piensa acerca de lo que toca mi superficie, en lo que me debo de concentrar y en lo que no” (1992,
p. 55).
Cuarta Posibilidad: De “Participante en la investigación” a “Co-autor”
La escritura del co-respondiente.
Utilizando los métodos dialógicos de indagación social de nuestros miembros del proyecto
de investigación – los métodos conversacionales de las personas en todos lados – nos
enganchamos en la escritura responsiva como una forma de generar la comprensión práctica de
los diálogos en mi proyecto de disertación. Mi intención fue de extender nuestra conversación en
vez de cerrarla y sujetarla a las estrategias analíticas e interpretativas hechas en otros lados.
Queríamos comprender nuestras interacciones dialógicas dialógicamente (DeFehr, 2008, pp. 23-
32).
Los participantes en mi investigación de la disertación ofrecieron dos semanas de escribir
en respuesta a la pregunta central de nuestro proyecto, ‘¿Cómo podrías describir tus prácticas
como generación y transformación para ti mismo como practicante? En vez de escribir acerca de la
escritura, escribí directamente dentro de sus escritos, respondiendo a sus expresiones como una
forma de escuchar y oírlas atenta y completamente, como forma de honrarlos, y como una forma
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de entrar en sus textos y recibirlos en vez de observarlos como un ‘observador’ posicionado fuera
de ellos (Bortroft, 2012). Para comprender nuestros diálogos hablados y escritos de una forma
dialógica, necesitamos continuar nuestro compromiso dialógico. Escribí respuesta como una forma
de escuchar (DeFehr, 2008, p. 105). La mentora de escritura creativa, Natalie Goldberg (2005)
sugiere que escribir es “… el 90 porciento escuchar. Escuchas tan profundamente el espacio que te
rodea que te impregna, y cuando escribes, se te derrama” (p. 90). A través de la actividad de
escribir responsivamente, me reuní con mis colegas en el género que me ofrecieron en vez de
reportar retrospectivamente ‘acerca de’ sus escritos como analista o intérprete posicionada
‘encima’ de ellos. Se produce la comprensión dialógica en nuestro compromiso viviente y
emergente, no después en la meta convencional de finalizar y sistematizarla (Schwandt, 2000, p.
195). “’Lo que seguimos dentro de’ es más importante que lo que ‘“pasa” dentro de nosotros”
(Shotter, en impresión). Utilicé la escritura para moverme dentro de las expresiones de mis
colegas, así como utilizaron la escritura responsiva para ‘visitar’ y responder a su trabajo cotidiano
como profesionales.
Excedente de escucha
En mis esfuerzos para escribir responsivamente, quería lograr un “excedente de escucha”
(Morson y Emerson, 1990, p. 242) – escucha que excede generosamente los requisitos
pragmáticos dentro de un diálogo particular: “El excedente de escucha es el excedente del buen
escuchador, uno capaz de “entrarle con todo” (Bakhtin, 1984, p. 299). Con la esperanza de que mis
escritos ayudaran a cerrar las lagunas geográficas, culturales y lingüísticas entre nuestros colegas
del proyecto, quise mostrar mi presencia atenta a través de todos sus escritos.
La escritura responsiva como situada y ‘motivada situacionalmente’.
19
Mi proceso de escritura responsiva se derivó de nuestro grupo de practicantes
colaborativos; se dirigió a los miembros de nuestro grupo, y emergió con y dentro del grupo a que
pertenezco (Hunt y Sampson, 2006). Un ejemplo de “acción conjunta”, escribí con intención, pero
la escritura fue generativa más allá de mis intenciones (Shotter, 2011, pp. 57-82). En vez de
escribir lo que pensé que debería de escribir, o escribir según los requisitos teoréticos o
metodológicos externos, me propuse escribir atentamente mi ‘primera’ respuesta, el ‘comienzo’
de mi respuesta. Escribí de una manera coherente con el escritor del diario a quien me dirigía.
Habiendo respondido a cada escritor, y a su vez escuchado la respuesta, escribí la respuesta al
diario como un todo.
Similarmente, uso la escritura responsiva para llevar más allá el diálogo hablado cara-a-
cara en el inicio de nuestro proyecto. Habiendo transcrito el diálogo, un proceso peligroso
inherentemente no favorable a lo expresado verbalmente por los participantes (Poland, 2003), me
familiaricé con él, notando su carácter, momentos de intensidad, emoción y tentatividad. Para ser
justa con él, lo ‘narré’, contándolo en forma de historia, y entonces, escribí mi respuesta en la
historia dialogal, distinguiendo mi contribución posterior a través del texto (DeFehr, 2008, pp. 1-
22). De nuevo, responder a nuestro diálogo me ayudó a comprenderlo dialógicamente como
participante dentro de él, sensible a sus dinámicos frenos y posibilidades para la acción.
Quinta Posibilidad: Indagación dialógica que invita a la emergencia continua de resultados
En vez de conducir hacia la producción de una sistematización final de ciencias sociales
(Morson y Emerson, 1990, p. 251), o “producto de investigación” (Gergen y Gergen, 2000, p. 1039)
– una nueva teoría, estructura, representación o modelo – los resultados emergen continua y
‘sorprendentemente’ en una indagación dialógica colaborativa (Anderson, 2007a, p. 52; Morson y
Emerson, 1990). Estos resultados, frecuentemente parciales, modestos, particulares y agradables,
20
en vez de grandes y generalizables, tienden a tener valor, significado y utilidad práctica para los
participantes. Los resultados emergentes se vuelven trampolines para posibilidades adicionales
(Anderson, 2007a, p. 52). Las comprensiones, en la indagación dialógica, son abiertas, abiertas a
influencias adicionales, situadas, provisionales, fluidas, siempre ‘en el camino’ (Anderson, 1997, p.
116). La indagación dialógica es un evento en desarrollo, no un sistema, ni una estructura (Morson
y Emerson, 1990, p. 251).
Sexta Posibilidad: La Indagación Dialógica como Acción Social y Transformación
Los participantes en mi investigación de disertación no sólo hablaron de la reciprocidad en
sus prácticas, sino, más importante, su compromiso con nuestra pregunta de investigación ayudó
a crear el fenómeno que describieron. Nuestra pregunta central fue, “Cómo podrías describir tus
prácticas como generativas y transformadoras…” que difiere de “Cómo son tus prácticas
generativas y transformadoras…” Esto no es para sugerir que la respuesta de los participantes
fuera ficción, sino para reconocer que el involucramiento dialógico es inherentemente generativo
y transformador. Cuando describimos nuestras experiencias, participamos en crearlas. Cuando
hablamos acerca de los aspectos generativos y transformadores de nuestro trabajo para nosotros
mismos, afilamos nuestra conciencia de las cualidades de cuidado inherentes al trabajo dialogal
colaborativo. ‘Dándole palabras’ a nuestra experiencia vital nos equipara con una sensibilidad
aumentada a la presencia de lo que describimos. Emergen nuevas posibilidades, sensibilidades,
prioridades y prácticas. Cuando nos enganchamos entre nosotros dialógicamente y
colectivamente, ya sea hablando o por escrito, nos cambiamos irrevocablemente. De nuevo,
Gadamer nos recuerda, “Llegar a una comprensión en un diálogo no es meramente asunto de
colocarse por delante y exitosamente promover el punto de vista de uno, sino ser transformado
en una comunión en la cual no seguimos siendo los mismos” (p. 371) Gadamer (1975/2004).
21
Conclusión
Privilegiar la metodología de investigación pre-hecha y automatizada para las ciencias
sociales arriesga perpetuar la práctica colonial de investigar ‘sobre’ y ‘para’ la gente. Empezando
con la imposición de una pregunta de investigación de moderado o poco interés para los
participantes del estudio, la investigación convencional de las ciencias sociales a menudo sigue con
requerir que participen en géneros de lenguaje, y estrategias analíticas y interpretativas no
familiares para los participantes, derivados de décadas de tradición académica elitista y exclusiva
en vez de la experiencia vivida ‘localmente’ del participante. El proceso de investigación
sistemático y metodológico no sólo es “dis-indigenoso” a cada contexto particular de
investigación, la metodología pre-figurada no puede escuchar, ver, sentir o intuir, y como una cosa
muerta, no puede recalibrar continuamente en respuesta a los requisitos siempre cambiantes
intrínsecos a cada contexto viviente de indagación social. En vez de un acto multi-vocal y colectivo
de solidaridad que contribuye directamente al mejoramiento de una comunidad, la investigación
comúnmente funciona como una industria automatizada que extrae, que toma profundamente y
continúa quitando, respondiendo primariamente a sus propias prioridades, tradiciones y metas
privilegiadas.
Cada parte del evento de investigación cambia cuando la indagación se conduce por los
métodos de indagación dialógicamente familiares a sus miembros. La pregunta de investigación
emerge colectivamente desde los participantes de la investigación. Los participantes son libres de
comunicarse en sus formas usuales, familiares y dialógicas de hablar y escribir. El investigador se
une con los participantes en el papel de co-respondiente, en vez de analista o intérprete
posicionado encima y fuera de lo expresado por los participantes. Libre de las tradiciones de
producir una jerarquía fija de temas y desarrollar un producto de investigación estático (Garfinkel,
22
2006, p. 128; Gergen y Gergen, 2000), el investigador se une con los co-participantes, generando
la comprensión y la acción a través de la responsividad mutua (Katz y Shotter, 2004), un ‘método’
de indagación conversacional totalmente familiar para los participantes. La autoría se vuelve más
dialógica y democrática conforme los participantes de la investigación contribuyen directamente a
un texto colectivo. Y en vez de capturar y amaestrar un fenómeno, los participantes mismos se
‘capturan’ por el fenómeno, ‘se hacen presos’ de él, se mueven y se cambian irrevocablemente, en
sus acciones, actitudes, prioridades y deseos (DeFehr, pp. 317-318; Gadamer, 1975/2004, p. 484).
Un evento radicalmente participatorio, la indagación dialógica colaborativa importa y hace una
diferencia a los participantes y sus contextos sociales de vida.
En vez de seguir fielmente los pasos pre-figurados de una metodología de investigación
sistemática, el investigador social dialógico – en cada fase del desarrollo del proyecto – se
mantiene primariamente orientado hacia las personas, voces y la ‘ocasión’ que se desarrolla en el
centro de cada proyecto de indagación. En un sentido, el investigador nunca ‘se quita del campo’
a través de todo el evento de indagación. Encima de todas las demás obligaciones, el facilitador de
la indagación se mantiene ultimadamente sincronizado con los participantes y el contexto
relacional dinámico en el corazón del esfuerzo de investigación particular. Se identifican los pasos
y puntos de referencia conforme los participantes hagan lo que pide la situación, en la manera en
que se les pide (Anderson, 1997; Ayora Talavera y Chaveste Gutiérrez, 2009). El evento de
indagación dialógico entero demuestra la disponibilidad, apertura y la ‘habilidad de responder’, no
sólo en la fase inicial cuando el autor primario busca ‘datos’, sino a través de todo, en cada
desenvolvimiento nuevo del trabajo. Porque, “si vamos a dejar que ‘algo’ nos hable de sí mismo,
de sus propios ‘contornos’ interiores, necesitamos seguir hacia donde nos guie, permitirnos ser
movidos de una forma que responde a sus llamados” (Katz y Shotter, 2004, p. 78).
23
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