147
i TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN: UNA APROXIMACION DESDE LA FILOSOFÍA POR VARAS VILLEGAS TRABAJO DE ASCENSO PRESENTADO PARA OPTAR A LA CATEGORÍA DE AGREGADO EN EL ESCALAFÓN DE PERSONAL DOCENTE Y DE INVESTIGACIÓN UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO DECANATO DE ADMINISTRACIÓN Y CONTADURÍA BARQUISIMETO 2006

TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

i

TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN: UNA APROXIMACION DESDE LA FILOSOFÍA

POR VARAS VILLEGAS

TRABAJO DE ASCENSO PRESENTADO PARA OPTAR A LA CATEGORÍA DE AGREGADO EN EL ESCALAFÓN DE

PERSONAL DOCENTE Y DE INVESTIGACIÓN

UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO DECANATO DE ADMINISTRACIÓN Y CONTADURÍA

BARQUISIMETO 2006

Page 2: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

ii

CONTENIDO

Pág.

PÓRTICO: UNA FORMA DE INTRODUCCIÓN

CAPÍTULOS

I. DE CÓMO PLANTAR UN ÁRBOL Y DAR CUIDADOS PARA SU

CRECIMIENTO

Objetivos

II. LA EXIGENCIA DEL MÉTODO O CÓMO EVITAR EL CAMINO

TRILLADO SEGUIDO POR OTROS HOMBRES

Métodos centrados en la prescripción, la descripción o que

definen su hacer por aproximación o tanteo.

Categorías que identifican al método

III. DE APORÍAS A CERTEZAS POSIBLES Y PROVISORIAS: LA

MEDIACIÓN TEÓRICA

Teoría y teoría educativa

Teoría: raíz y desarrollo

La teoría educativa

IV. TRADICIÓN Y RUPTURA DE TEORÍAS RELATIVAS AL

DIÁLOGO

Paulo Freire: la dialogicidad de la educación

Emmanuel Lévinas: el otro como víctima

Enrique Dussel: la negación del otro en el antidiálogo educativo

Víctor Frankl: la vida como búsqueda de sentido

Jurgen Habermas: ¿acción comunicativa o metateoría?

Michel Maffesoli: comprensión social y sensibilidad olvidada

Humberto Maturana: pensar al otro como legítimo otro

1

6

7

9

10

14

16

17

19

20

22

22

26

32

43

48

56

65

Page 3: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

iii

V. EL DIÁLOGO EN LA EDUCACIÓN. DE LA TEORÍA A LA

PRAXIS

Especificidad del diálogo educativo

Conductas que limitan o impiden el diálogo

Principios de la Teoría Dialógica de la Educación

Reciprocidad

Intersubjetividad

Simetría

Proxemia

Alteridad

COLOFÓN: CON LA AYUDA DE JENÓFANES

REFERENCIAS

ANEXO 1. Cuadro comparativo entre la educación liberadora

transformadora dialógica de Paulo Freire y la educación tradicional conservadora-monológica.

73

73

92

93

93

95

100

106

113

126

135

139

Page 4: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

iv

REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO

DECANATO DE ADMINISTRACION Y CONTADURIA DEPARTAMENTO DE ECONOMIA

TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN.

UNA APROXIMACIÓN DESDE LA FILOSOFÍA

Autor: Ibar O. Varas V.

Resumen

Esta investigación se plantea una aproximación desde la filosofía a la

Teoría dialógica de la educación. Parte de la necesidad de una fundamentación metodológica que reconozca la singularidad de la investigación filosófica en educación, separada de la tradición cuantitativa. Por ello, opta por el método como aproximación centrado en la interpretación y sostiene su viabilidad. Las exigencias teóricas abordan las relaciones entre teoría en sentido amplio y la teoría en educación desde exigencias ontológicas y epistemológicas. Reconoce y valora la tradición filosófica que ha incorporado aportes relevantes a la teoría dialógica de la educación, representada en lo fundamental, por P. Freire, E. Levinas, E. Dussel, V. Frankl, J. Habermas, M. Maffesoli y H. Maturana. Al señalar los vínculos de esos discursos con la teoría dialógica de la educación se ha puesto énfasis en la especificidad del diálogo en educación de lo cual surge la posición del autor que funda la validez del diálogo en la integración ética de los actores del proceso educativo. Identifica, al mismo tiempo, y expone las conductas que limitan o impiden el diálogo en educación. El desarrollo siguiente, que reconoce la aportación de la investigación, está representado por los principios desde los cuales el autor concibe los fundamentos más sólidos de la teoría dialógica de la educación enunciados como reciprocidad, intersubjetividad, proxemia, simetría y alteridad.

Descriptores: Epistemología, ontología, diálogo, intersubjetividad, proxemia, simetría, alteridad.

Page 5: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

1

PÓRTICO: UNA FORMA DE INTRODUCCIÓN

Hoy es un hecho universalmente aceptado que es importante definir con

precisión el campo en que se ubica la situación objeto de estudio en la

investigación. Se exige además que el problema debe ser planteado y

justificado rigurosamente. Aquí se presentan las ideas básicas de la

contribución de la teoría dialógica de la educación, cuyo énfasis discursivo

valora la fundamentación filosófica. Esa exigencia de delimitación y marcaje

de fronteras es inseparable del rigor conceptual que obliga a una revisión

amplia y exhaustiva que la tradición educativa ha consagrado y preservado.

Aquí se dirá por qué una teoría dialógica integra la teoría y práctica de la

educación y la valoración filosófica que constituyen los pilares

epistemológicos y ontológicos de la misma. La investigación se ubica en la

dimensión espacio/temporal de la posmodernidad y la globalización.

La educación dialógica reconoce, como luego se hará explícito, la

intersubjetividad, solidaridad, inclusión, simetría, horizontalidad, reflexividad,

proxemia y aceptación mutua de los actores sociales en la educación y el

reconocimiento del otro en su legitimidad y singularidad: ética de la alteridad.

Los seres humanos interactúan en contextos de seres existentes en

condiciones ecológicas, sociales, económicas, culturales en sentido amplio y

es allí donde se generan las condiciones para la aceptación de la

singularidad y la diversidad. “Debemos saber qué es lo que queremos decir y

qué es lo que no queremos decir, y es menester que estemos precavidos

contra las trampas que el lenguaje nos tiende…” (Austin, 1990, p. 17). Para

destacar que la prevención no basta al momento de estructurar las bases

conceptuales de una teoría, recomienda el expediente ético de limpieza de

los medios de expresión. Una contribución teórica debe tener en cuenta la

Page 6: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

2

recomendación que la diosa le hace a Parménides, es decir, no seguir el

camino trillado de los hombres. José Antonio Marina (2000) ha desarrollado

una magnífica aportación al destacar la estructura y funcionamiento de la

inteligencia. Morín parece estar convencido que si una ciencia emplea

conceptos de uso en otra ciencia sin la reflexión y reflexividad crítica

necesarias, se correría el riesgo de “… la inteligencia ciega cuyo mayor

peligro podría convencernos de que las disciplinas de las ciencias humanas

no necesitan más de la noción del hombre…” (Morín, 2001, p. 31).

La educación dialógica tiende a recuperar al hombre y a la mujer como

los seres privilegiados entre los seres vivos. Es el momento de fijar posición

ante la persistencia metafísica y las tendencias de colonialismos culturales y

económicos emergentes en la posmodernidad y la globalización. La ciencia y

la filosofía tienen todavía un lugar rescatable para la felicidad humana.

La fundamentación filosófica de la teoría se encuentra ante el desafío de

superar la visión del hombre como ser menesteroso, escindido, dividido y que

ha dado origen a doctrinas pesimistas. De ahí surgen estas tradiciones de

pensamiento que una nueva teoría de la educación debe superar:

§ El hombre expulsado a la intemperie, arrojado al mundo, desvalido y

condenado a sufrir en el trabajo. El virtuoso o lo que se entiende por

ello, goza de la riqueza.

§ El hombre como ser racional, ajeno a las contingencias de las

emociones. La consigna: hay que ser racionales, es el primado de los

racionalismos desde Descartes a Hegel y la división del mundo en res

cogitans y res extensa.

§ El hombre y la mujer que se enfrentan a la naturaleza y la convierten

en hecho, en dato, en cifra matematizable. El hombre y la mujer

reducidos a instrumento, recurso, bien transable en el mercado. Si se

aleja de la racionalidad técnica no puede gozar los beneficios del

progreso.

Page 7: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

3

La fortaleza teórica de un nuevo discurso que intente recuperar al

hombre y a la mujer de esas visiones tendrá que asumirse desde una opción

en que éstos dejen de ser pensados como desvalidos y se les reconozcan

sus posibilidades ilimitadas ante el porvenir. El humanismo del nuevo siglo

tendrá que ser una garantía de la gestación, reproducción y desarrollo de la

vida humana, exigencia que compartimos con E. Dussel (1998). Habrá que

desplazar el concepto pesimista de destino, por aquel pleno de

potencialidades que se despliega en el devenir. Pensar una teoría dialógica

que le permita al hombre hacer cosas con las manos, pero que no lo

manipule. Un mundo que lo impulse a crear objetos pero a él mismo no lo

vuelva objeto.

Las bases filosóficas de una teoría dialógica de la educación apuntarán

entonces hacia la construcción de una relación profesor (a) / participante

como pulsión y tensión que impelen a entender la condición humana que se

enriquece en el diálogo, en la convivencia democrática, en la valoración de la

diversidad, sin negar la individualidad.

Desde esa perspectiva, aún quedan interrogantes que impelen a dar

respuestas más satisfactorias por el sentido o el significado de lo humano.

Hay que “…distinguir una aserción de una ficción o de una suposición…”

(Wittgenstein, 2002, p. 39). Y no deja de tener razón. La triple posibilidad de

aserción, ficción y suposición marca una diferencia importante en el

significado que atribuimos a las palabras. Su empleo apropiado, aquel que le

es propio y no el que le damos o atribuimos desde el significado, marca la

diferencia de rigor conceptual. Si digo: los griegos llamaban al ser primigenio

ente, estoy haciendo una aserción. Escucho o leo que alguien escribió que la

realidad está constituida por entes, está dando a la realidad un valor que es

una ficción. Hay que evitar el deslizamiento de conceptos, recomienda

Mac Intire (1998, p. 12). ”Y como poseer un concepto implica comportarse o

ser capaz de comportarse de determinadas maneras en determinadas

Page 8: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

4

circunstancias, alterar conceptos, sea modificando los existentes, creando

nuevos o destruyendo los viejos, es alterar la conducta…”

El mundo de Homero estaba habitado por múltiples dioses y semidioses.

Hoy sabemos que sus hazañas formaban parte de la ficción del poeta o eran

una transustanciación del legado mítico. La riqueza de la epistemología se

estructura sobre las bases de la ciencia y la filosofía. La verdad esplende, se

manifiesta, se desoculta, se desviste y se presenta desnuda en toda su

belleza. Condición privilegiada del hombre y la mujer.

En el capítulo I la metáfora del árbol y los cuidados de su crecimiento

aluden al planteamiento del por qué es importante esta investigación. La

confrontación de teorías relevantes en relación con el diálogo como se

expone oportunamente da fortaleza al planteamiento de la misma. El

problema queda acotado al campo específico de la educación sin que esto

implique demérito en su contribución a la armonía y el entendimiento en la

interacción social en sentido amplio. Al justificar la investigación está implícita

la importancia y relevancia que el diálogo adquiere en la educación para el

desarrollo y autodesarrollo, en la misma medida en que es un gran aporte al

crecimiento personal. Otro factor que justifica la investigación de este

problema se relaciona con las expectativas del autor por contribuir a la

construcción de una teoría dialógica de la educación que aquí expone sus

fundamentos filosóficos en la convicción de que la comunidad estimulará

otras investigaciones que la enriquezcan. El capítulo se cierra con la

formulación de los objetivos.

El capítulo II expone las razones que llevaron al investigador a optar por

un método guiado por la exigencia de creatividad. En él se destaca la

proliferación de métodos y se describe la estructura del método por

aproximación adoptada y su centralidad interpretativa.

El capítulo III tiene el propósito de avanzar desde aporías a certezas

posibles y provisorias. Destaca la tradición helénica de considerar la teoría

como actividad contemplativa y los esfuerzos de pensadores que hoy valoran

Page 9: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

5

la superación de tendencias idealistas, esencialistas y neoescolásticas que

constituyen en las prácticas de la educación una restricción al diálogo. Se

compara la teoría general y su peculiaridad con la teoría educativa,

inseparable de la praxis. De allí se extiende la valoración ontológica y

epistemológica de las teorías que dan forma al capítulo siguiente.

Los esfuerzos del capítulo IV están centrados en destacar los rasgos de

la tradición teórica relativa al diálogo y la urgencia de ruptura o

correspondencia con la Teoría Dialógica de la Educación (TDE). Por lo

mismo, se exponen los discursos de P. Freire, M. Maffesoli, J. Habermas, E.

Levinas, V. Frankl, E. Dussel y H. Maturana.

El capítulo V describe cómo los referentes teóricos dan cuerpo a la

praxis del diálogo educativo. Fundamenta por qué se postula una concepción

del diálogo desde la convivialidad, la acción humana intersubjetiva y el

reconocimiento de la alteridad. Aspira que esa proposición abra una

discusión amplia. Incorpora las conductas que el autor considera como más

relevantes por cuanto limitan o impiden el diálogo. El capítulo concluye con

los principios filosóficos que postula la TDE.

Las conclusiones plantean la vitalidad humana del diálogo y constituyen

un punto de partida de las confrontaciones siempre deseables y que el autor

espera resolver con la ayuda de Jenófanes, desde su ciudad natal, Colofón.

Page 10: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

6

CAPITULO I

DE CÓMO PLANTAR UN ÁRBOL Y DAR CUIDADOS

PARA SU CRECIMIENTO

Haber vivido la experiencia de plantar un árbol puede constituirse en el

punto de partida de iniciativas que implican conductas que aseguren sus

cuidados para garantizar su crecimiento y desarrollo. Desde luego, queremos

que el árbol de frutos algún día, sirva para hacer leña o muebles. Esto, como

es obvio, depende de los objetivos que hayamos tenido al plantarlo. También

está el asegurar su crecimiento para que algún día nos proteja con su

sombra.

¿Es acaso plantar un árbol algo parecido al comienzo de una

investigación? Desde ya, el éxito de una investigación es inseparable de la

claridad con que se define la situación objeto de estudio, su especificidad y

ámbito en que ésta se ubica. La exigencia de contexto no es asunto pueril y

tampoco deja de ser relevante determinar qué consecuencias se espera del

éxito de la investigación, las posibilidades de alcanzar las metas propuestas

y la pertinencia social y personal para el investigador de la misma.

Al plantear el problema se da por sentada la ausencia de caprichos,

vanagloria intelectual o científica o la aspiración a la fama. La investigación

presente escapa a estas consideraciones y ello porque el diálogo en la

educación es asunto de profundo contenido ético y por ético, humano.

Empieza por el fenómeno de encontrarse, reconocerse y aceptarse

mutuamente en que cada interlocutor abre las perspectivas de consenso y

disenso, de aproximación o distanciamiento en el diálogo. La búsqueda de

fundamentos filosóficos de la TDE y su incidencia en la dimensión

Page 11: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

7

intersubjetiva en que los actores sociales comparten la palabra queda

justificada por la proliferación de tendencias a la exclusión, al monólogo, al

individualismo competitivo o a la práctica docente que privilegia la clase

magistral. Esos son, entre otros, factores que amenazan la vigencia del

diálogo.

¿Es posible construir una TDE que reconozca en la tradición filosófica

contemporánea aportes teóricos significativos? ¿Qué categorías y conceptos

filosóficos pueden fortalecer las bases filosóficas de la TDE? ¿Es la ausencia

o presencia del diálogo en educación una situación suficientemente clara y

consciente de los educadores? ¿Persisten acaso tendencias entre los

docentes que limitan, impiden o niegan el diálogo? Dado el nivel de

desarrollo de los discursos prevalecientes y las expectativas aquí planteadas,

¿puede esperarse un aporte desde principios filosóficos a la construcción de

una TDE?

Esas son sólo algunas interrogantes que el investigador advierte en esta

etapa de la investigación. Para evitar la proliferación de simples conjeturas o

el riesgo de alguna evasión metafísica, se plantean los siguientes objetivos:

Objetivo General

Contribuir a la fundamentación de la teoría dialógica de la educación

desde una perspectiva filosófica.

Objetivos Específicos

§ Interpretar los diversos grados y niveles de contribución de las teorías

contemporáneas que se relacionan con la teoría dialógica.

§ Examinar la pertinencia del diálogo educativo y su contribución a la

intersubjetividad y reflexividad.

Page 12: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

8

§ Determinar las orientaciones de sentido que surgen desde la convivialidad

y coemocionalidad dialógicas.

§ Formular los principios fundamentales sobre los cuales se constituye la

teoría dialógica de la educación.

Page 13: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

9

CAPÍTULO II

LA EXIGENCIA DEL MÉTODO O CÓMO EVITAR EL CAMINO

TRILLADO SEGUIDO POR OTROS HOMBRES

Los diálogos socráticos recogidos con fidelidad por Platón no dan cuenta

de cómo Sócrates llegó al método que tuvo en la mayéutica la vía para

provocar el encuentro con los jóvenes atenienses ávidos de filosofar. Los

resultados del socratismo son, eso sí, indiscutidos. En una posición opuesta

Descartes pensó, definió y construyó con rigor previo los pasos del método

de la duda que lo condujo a la certeza indubitable de que el pensar determina

el existir. Husserl, buen cartesiano, partió de la intuición eidética, asignó con

claridad cómo se haría la epojé y cómo bien llevado por la intuición

alcanzaría una verdad pura o lo que es lo mismo: llegar a las cosas mismas

en su puridad. Hoy es constatable que todo esfuerzo por conferir poder a la

intuición puede conducir a un final de imponderables metafísicos.

La clasificación canónica que remite a decidir entre métodos inductivos y

deductivos es, cuando no equívoca, discutible. Hay más, suele decirse que

“…existe un modelo de inferencia deductiva…” (Damiani, 1997, p. 41) que es

soporte firme de las ciencias formales. En este caso la categoría modelo

podría estar sugiriendo que se trata de un paradigma deductivo y no de un

método. En otros casos la expresión enfoque no parece adecuarse mejor ni

aclarar las cosas. El enfoque sería un punto de vista desde el cual se enfoca

la cuestión problemática y no un método.

Estamos así, ante una encrucijada aparente, pero no ante una aporía.

Page 14: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

10

Métodos centrados en la prescripción, la descripción, la interpretación y

que definen su hacer por aproximación.

Puede entonces, hablarse de métodos cuya preocupación está centrada

en la prescripción, la descripción o que se definen por aproximación

interpretativa. En la centralidad prescriptiva del método se privilegia cómo ha

de comportarse el investigador para conducir sus pasos acertadamente y

evitar las precipitaciones o el error. Exige apego a las normas o instrucciones

para investigar. En este caso la confiabilidad del método está garantizada por

otros hombres que han tenido éxito empleándolo en condiciones similares.

Podría afirmarse que la sustentación del método se deriva de este

argumento: para qué arriesgarse, es preferible hacer lo que ya está probado.

Es preferible confiar en lo conocido. El positivismo, que validaba la

objetividad, la racionalidad y la fría desnudez de los hechos puede ser un

buen ejemplo de lo dicho.

El carácter procedimental de quienes centran la aplicación del método en

la prescripción puede ser muy bien documentado por la conocida experiencia

de Descartes quien tras largas dudas de cómo llegar a la verdad confiesa

que ello es posible si se siguen las reglas y preceptos que a él le han dado

buenos resultados, empezando por no aceptar nada como verdadero que no

fuera capaz de ser evidente. El segundo paso lo determina la exigencia

analítica de dividir las cosas en tantas partes como sea necesario. A

continuación se debe ir siempre de lo más simple a lo más complejo y por

último, hacer enumeraciones muy completas para no omitir nada importante.

El filósofo piensa que esas son reglas ciertas y fáciles de observar.

Bunge (1981) no está de acuerdo con Descartes pues piensa que “… no hay

reglas infalibles que garanticen por anticipado el descubrimiento de nuevos

hechos y la invención de nuevas teorías…”

Los métodos cuyo énfasis se dirigen hacia la descripción valoran cómo

los medios de que se vale el método, las técnicas, han de mostrar las cosas

Page 15: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

11

como son. Se trata de métodos analíticos, formales y, en general, asépticos.

Separan aquello que el método puede proporcionar de las reflexiones acerca

de cuestiones histórico-sociales objetivas y contingentes. Cuando se trata de

investigaciones históricas, suelen exigir fechas precisas, datos rigurosos y

descripciones amplias y detalladas. A estos métodos no parecen implicarlos

las demandas de criticidad ante los fenómenos sociales.

Los métodos que centran su interés en aproximaciones por

interpretación se diferencian de las opciones prescriptivistas y descriptivistas.

Diríase, sin riesgos de abstracciones metafísicas, que proceden más por

intuición. Puede pensarse como Kuhn, quien asegura que la confrontación

entre comunidades científicas que resisten el cambio y aquellas otras que

intentan irrumpir con nuevos paradigmas para dar paso a la ciencia

revolucionaria, es una forma de proceder metódico por tanteo. Estas

orientaciones del método por tanteo soportan bien las experiencias de

transformaciones sociales. El carácter dialéctico de la realidad parece ser

más pertinente en la investigación si se opta por este hacerse del método en

las contradicciones de la realidad misma. Tampoco al ir tanteando cómo

avanzar en acertar con los pasos adecuados el método que pone énfasis en

esta conducta teme a los errores. Ello es una constatación de que la realidad

está siempre cambiando y no necesariamente se trata de incapacidad o

inexperiencia del investigador. Heráclito podría ser el primer filósofo que

procedía de esta manera cuando reconocía que la realidad es constante fluir,

que todo pasa y nada permanece. Un método no puede evitar ni prever los

errores, las imprecisiones o la impericia. En la investigación científica o

filosófica de lo que se trata es de ir por tanteo pero con la firme decisión de

escuchar a la diosa que recomendó a Parménides no seguir el camino trillado

de los hombres. Desde los griegos sabemos que método significa camino.

Cualquiera aproximación a la verdad en las ciencias es siempre una

combinación de reglas y de error y, aún más, se necesita una teoría del error

ha dicho P. Feyerabend (2002). El filósofo llega más lejos en su anarquismo

Page 16: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

12

metodológico cuando reconoce que al elegir una vía, es decir, un método,

“…se crea una situación desconocida hasta entonces para él (el investigador)

de la cual debe aprender cómo aproximarse (s.n.) lo mejor posible…” (p. 13-

14). Si seguimos su pensamiento, la regla debería ser no tener reglas. Está

claro, el método más que un conjunto de reglas ciertas e infalibles es un

proceso. En ese proceso la aparición de conjeturas y paradojas, más que

oscurecer las posibilidades del método, las van alumbrando. Feyerabend nos

ha puesto a pensar que es racionalmente sostenible el pluralismo

metodológico.

La decisión de un método como el descrito podría estar justificada por la

autoridad de Helmholtz, notable científico y filósofo del siglo XIX, quien en

1862 expresó que las ciencias del espíritu que preocupaban a los filósofos

alemanes no necesitan del método inductivo y se inclinan hacia un método

que él llamó como de “tacto psicológico” (Gademer, 1977, p. 33). Helmholtz

habría tenido dificultades para imponer sus puntos de vista en un mundo

dominado por el inductivismo predominante en las ciencias naturales. Por

ello, llegó a postular que la alternativa para la investigación en las ciencias

del espíritu sería un inductivismo artístico instintivo. Eso es lo que Gadamer

llama un proceder metódico que exige “un cierto tacto”. Más adelante, el

autor de Verdad y método nos ofrece su propia respuesta al afirmar que no

existe un método propio de las ciencias del espíritu (p. 36).

En 1959 K. Popper publica una obra polémica que destaca por lo que

después sería calificado como irracionalismo crítico y que fustiga la influencia

del método inductivo de larga tradición en las ciencias naturales. Apartado de

esa tradición sostiene que no se puede confiar en los métodos inductivos

pues sus conclusiones pueden un día demostrar que son falsas. Hay que

oírlo: “…así, cualquiera que sea el número de ejemplares de cisnes blancos

que hayamos observado, no está justificada la conclusión de que todos los

cisnes sean blancos…” (Popper, 1973, p. 27).

Algunas advertencias podemos obtener de Popper:

Page 17: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

13

§ Es necesario proceder metódicamente con máxima exigencia crítica.

§ A la conclusión de que es necesario fijar un criterio de demarcación

entre ciencia y pseudo ciencia, la TDE podría establecer el suyo para

separar las desviaciones del monólogo de la creatividad del diálogo.

§ Valorar las posibilidades de refutación de cualquiera pretensión de

verdad.

§ Ante una conclusión que puede insinuar el método indicado, siempre

se procederá previendo su falsabilidad o falsación.

Toda reflexión sobre el método conduce a la hermenéutica que ha

merecido extensos estudios, especialmente desde comienzos del siglo XX y

la ponderación de la interpretación y la comprensión de un texto, desde un

libro hasta exigencias menores, parece hoy gozar de una extensión

universal. La misma situación no se presentaba en el siglo XIX cuando

Schleiermacher creía que aún a la hermenéutica la acosaban algunas

limitantes para ser aceptada como método. Grondin (1999, p. 117) dice que

el filósofo alemán veía esas limitaciones en “la universalización del

malentendido y el individuo que se encuentra por principio en el error…”.

Estas declaraciones negativas tienden a ser superadas por Dilthey quien

piensa en la comprensión (verstehen) hermenéutica un atributo de la

existencia, dice Grondin. Esta aclaración inyecta optimismo. En efecto, el

hombre no se encuentra por principio en el error ni tampoco existe algo como

universalización del malentendido. De ser así, el investigador, cualquiera

fuera el método dirá: Total, todo me irá mal.

Los constructores de la Torre de Babel no pudieron lograr su pretensión

de alcanzar el cielo pues Dios interpretó esta iniciativa como soberbia

humana y castigó a arquitectos y albañiles haciéndoles hablar diferentes

lenguas con lo cual se confundieron los propósitos iniciales. Desde esta

interpretación pesimista de las cualidades del hombre y la mujer se podría

Page 18: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

14

inferir que estamos ante el fracaso eterno por la universalización del

malentendido.

Alguien podría advertir que ningún método podrá acercarnos a una

comprensión, valoración, interpretación y aprehensión del sentido profundo

del diálogo. Pero el diálogo es una afirmación vitalista y la búsqueda del

método se constituye en una decisión plausible y posible.

Hay proliferación de métodos desde la discutible decisión de Procusto

quien poseía una modesta posada de un solo lecho. Si el hospedado era

más grande que el tamaño de la cama, le cortaba las piernas. Si era más

pequeño, se las estiraba. Método, al fin y al cabo. Las danaidas trataban en

vano de llenar un tonel agujereado por todos lados, por donde el agua se

escurría. Algunos métodos incluyen algo inteligente como la ironía, como es

el caso de Julio Cortázar quien no era filósofo pero sí, brillante escritor. Nos

dejó un método prescriptivista cuando señala cómo subir una escalera de

manera que primero se coloca un pie y después el otro. Borges tuvo menos

suerte pues al estar privado de la visión se perdió en el Jardín de los

senderos que se bifurcan.

El método por aproximación o interpretación ofrece una orientación de

sentido que emerge de su propia estructura, donde es posible reconocer:

1. Aprestamiento

Incluye la disposición física, psíquica y emocional para empezar la

tarea.

Provisión de recursos materiales, humanos y financieros que hagan

posible la investigación.

Selección de bibliografía y otros recursos que la tradición académica e

investigativa han constatado como relevantes en relación con el problema de

investigación: tesis, ensayos, teorías, obras de importancia paradigmática,

conferencias, seminarios especializados, foros y otros.

Page 19: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

15

2. Desarrollo

Consulta de las fuentes seleccionadas y búsqueda desde la exigencia

de un racionalismo crítico (Popper) que distinga las invariantes del monólogo

de las potencialidades del diálogo.

Lectura hermenéutica orientada, de preferencia a la contrastación,

refutación y validación de juicios y conceptos que otorguen consistencia

ontológica y epistemológica a la investigación.

Evaluación de la pertinencia de teorías vigentes con la TDE.

Entrevistas, mesas de discusión, consulta de expertos (si se

consideran necesarios).

Potenciar la publicación de avances de la investigación en revistas

especializadas, periódicos electrónicos y otros que apoyen la decisión del

método.

3. Creación

Aproximación tentativa a la estructura de la TDE.

Selección y generación de conceptos fundamentales y categorías

orientadoras de la acción.

Organización y presentación de resultados.

4. Proyección ética

Señala las exigencias de una praxis dialógica transformadora que

supere las condiciones que limitan o impiden el diálogo.

Page 20: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

16

CAPÍTULO III

DE APORÍAS A CERTEZAS POSIBLES Y PROVISORIAS:

LA MEDIACIÓN TEÓRICA

El significado de algo sólo puede alcanzarse con palabras. El hombre y

la mujer crean palabras y las palabras los van constituyendo a sí mismo. Si

no puedo decir qué es ese algo y sólo puedo sentirlo, entonces tengo un

sentimiento de ese algo, pero no tengo su conocimiento. Conocer implica

grados de complejidad, sentir responde a exigencias inmediatas. En el

conocer interviene el interés, la voluntad, la memoria, la inteligencia, los

genes, las emociones. En el sentir algo están implicados los sentidos y las

emociones. En esta reacción sensible a los estímulos no pueden aislarse las

ganas y los deseos. Tampoco es posible colocar en estancos los ideales, los

sueños y las utopías.

Ver no es conocer. Oír el Quinteto en Do Mayor de Schubert no significa

conocerlo, pero sí, se lo puede sentir en su vibrante dramatismo vital. No hay

significado sin palabras.

Esta investigación constata la superación de algunas teorías

contemporáneas recientes: perennialismo, esencialismo, neoescolasticismo,

entre otras. Al mismo tiempo, pretende reconocer los esfuerzos de otras por

revelar las potencialidades de la intersubjetividad que desde el diálogo puede

generar una reflexión y la reflexividad más amplia y fecunda en torno a las

teorías de la educación ante la complejidad de los tiempos posmodernos.

Hubo épocas en que una teoría educativa respondía a los requerimientos

sociales y a las exigencias del desarrollo científico por espacio de casi

doscientos años, sin que surgieran otras teorías que la confrontaran o

Page 21: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

17

negaran. Ese es el caso del empirismo proyectado entre los siglos XVII y

XVIII, mucho más allá del campo filosófico en que surgió. Aún más, en sus

raíces se hunden el positivismo y el pragmatismo.

En esa misma época Europa vio expandirse la escuela primaria como

institución fundamental, que dio impulso al Estado docente. Esa condición

autónoma del Estado fue gestándose al impulso de las ideas del liberalismo

burgués, enfrentando ideológicamente al fuerte control del cristianismo

ejercido sobre la educación. Una situación de mayor independencia relativa

vivió la educación superior.

Ningún estudio de teoría educativa puede alcanzar plena relevancia y

pertinencia si no vincula su pasado con el presente y éste permite vislumbrar

las acciones que el hombre imagina, piensa y crea para enfrentar los

desafíos del futuro.

Teoría y teoría Educativa

La responsabilidad del teórico en la cultura griega estaba unida a su

capacidad para observar –en el sentido de contemplar- lo que sucedía en

casos puntuales como las olimpiadas y otros eventos. Esta original atribución

contemplativa impregnó la tradición filosófica que inspiró a Platón a

considerar que el filósofo, dada su desvinculación con trabajos prácticos o

manuales, sería el mejor gobernante. Aristóteles, buen discípulo, sobrevaloró

de tal manera la responsabilidad intelectual y social del teórico, léase filósofo,

que llegó a considerar la esclavitud como condición natural de quienes nacen

para obedecer. Los teóricos al formar parte de la ciudadanía y ser por tanto

ciudadanos “… se abstendrán cuidadosamente de ejercer toda profesión

mecánica y toda especulación mercantil, trabajos envilecidos y contrarios a la

virtud” (Aristóteles, 1997, p. 170).

La minusvalía del trabajo agrícola propio de los esclavos estaba

asociada a la inferior calificación de la praxis. Por el contrario, un teórico está

destinado a mandar. La vida contemplativa del teórico y su función social en

Page 22: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

18

una sociedad de clases se extendió hasta la Edad Media que exigió como

camino a la virtud la práctica de una vida contemplativa. Casos

paradigmáticos, Agustín y Tomás de Aquino.

El salto cualitativo de la teoría es asumido por las llamadas, en general,

teorías de la acción. En K. Marx teoría y praxis forman una unidad dialéctica.

La praxis tiene un carácter subversivo, puede cambiar la realidad y, en

consecuencia, cambiar ella misma, esa es su cualidad dialéctica. El

positivismo estimó como más importante los resultados prácticos y útiles de

una teoría y consideró que había más mérito en mostrar hechos y no

ponderar las causas. El psicoanálisis freudiano dispuso en niveles de

igualdad a la teoría y la práctica. El método psicoanalítico es inseparable de

la teoría de la líbido y otras construcciones semánticas que fundamentan la

práctica terapéutica. Wittgenstein renunció al prestigio alcanzado como

filósofo y catedrático universitario y se dedicó a tareas de jardinería y luego a

la docencia en una escuela rural como actitud ética ante el reconocimiento de

que el lenguaje de la filosofía no es sólo el lenguaje de los teóricos, sino que

las proposiciones de verdad son también respetables de lo que hoy

llamaríamos lenguaje cotidiano.

Un alto grado de consenso ha alcanzado la reflexión filosófica sobre la

teoría en el siglo XX desde que Kuhn (1962) llamó paradigma al modelo

emergente en una comunidad científica cuando aparece una teoría

revolucionaria que desplaza a la ciencia tradicional. Las cosas parecen

complicarse para abordar la confianza en una teoría si se toma en cuenta

que K. Popper y Heinsenberg llegaron a la conclusión de que lo propio de

una teoría es su falsación o falsabilidad en el caso de Popper; y de la

dificultad práctica que Heinsenberg enfrentó para establecer juicios sobre dos

magnitudes, que lo indujo a sostener el principio de indeterminación.

La escuela de Frankfurt o teoría crítica, la teoría de la acción

comunicativa de Habermas y la ética de la liberación de E. Dussel son hitos

inevitables en toda consideración teórica actual. Los posibles desarrollos

Page 23: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

19

teóricos que de ellas se desprenden en relación con esta investigación serán

ponderados.

Una reflexión sobre la teoría debe dar cuenta del hito histórico que

constata la relación entre teoría y leyes. Reconocemos leyes en la física: ley

de gravitación universal y teoría cuántica. En biología, parece que todos

saben diferenciar las leyes de la herencia y la teoría genética, por ejemplo.

En una teoría pueden darse varias leyes, pero el propósito de aquella es

explicar éstas. La antropología cultural en el siglo XX abrió el camino a una

nueva valoración de la teoría: la investigación cualitativa que apunta a las

ciencias humanas y de allí sus aportes a la educación.

La teoría: raíz y desarrollo

¿Qué es una teoría científica y qué hace que una teoría de la educación

como la teoría dialógica sea científica?, “…una teoría científica es un intento

de dar explicación general de algo que sucede en el mundo. Cuando el

científico intenta establecer su teoría, busca la evidencia disponible en el

mundo científico…” (Moore, 1980, p. 15)

Los compromisos de un científico para ser tal, y un educador no escapa

a estas exigencias, son percibidos por Kuhn (1986) como conductas

mediante las cuales debe interesarse por comprender el mundo y esta

aspiración es de la más alta responsabilidad filosófica. Debe, además,

analizar la naturaleza con rigor empírico, ser cuidadoso en las observaciones

y capaz de articular teorías, acota Kuhn.

¿Es científico lo que hace un educador? Parece que haber ido una vez a

la escuela en calidad de alumno, dedicarse profesionalmente a la docencia

no fueran actividades y trabajos que se califiquen de científicos por contraste

con lo que hace un físico, un biólogo, un químico. Es útil preguntarse, ¿qué

hace que una actividad sea científica?

El pensamiento científico parte, en última instancia, de problemas sugeridos por la observación de cosas y sucesos

Page 24: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

20

de la experiencia común, trata de comprender esas cosas observables descubriendo algún orden sistemático y la prueba final a la cual somete las leyes que sirven como instrumento de explicación y predicción consiste en su concordancia con tales observaciones. (Nagel, 1961, p. 84)

Una teoría constituye un sistema estructurado de enunciados que se

vinculan entre sí y aún cuando los objetos de la observación y de la

experimentación son importantes en la teoría, no deben confundirse con ella.

El mismo autor ha enfatizado los componentes de una teoría poniendo de

relieve cómo en ella se articulan un sistema explicativo, que actúa como

esqueleto, las nociones básicas del sistema de esa teoría, las reglas que

conducen a los resultados empíricos y la interpretación final.

En síntesis, una teoría es:

§ Una percepción de un fenómeno en cuyo centro se descubre una

anomalía. El fenómeno por sí solo no dice ni explica nada.

§ La detección de un problema o un conjunto de problemas.

§ Un modo de interpretar las relaciones entre esos problemas.

§ Una anticipación de lo que el mundo es en el campo en que existe el

problema y que deberá ser confrontado empíricamente.

Si bien es cierto que las ideas precedentes están impregnadas de la

influencia de la investigación cuantitativa y de la cosmovisión de la verdad

como correspondencia, su contribución es importante.

La teoría educativa

Una teoría educativa es un sistema descriptivo/explicativo que incluye,

entre otros aspectos fundamentales de la realidad educativa:

§ Un concepto del hombre y la mujer, asunto central de la antropofilosofía.

En esta investigación el hombre y la mujer son participantes y docentes

que en la acción y reflexión educativa ven limitadas o negadas sus

posibilidades de coemocionar en la intersubjetividad del diálogo.

Page 25: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

21

§ Una concepción de la cultura que en las ciencias sociales es

preferentemente asunto de la antroposociología. La ontología y

epistemología del diálogo deberán incorporar no sólo los análisis de la

realidad concreta en que se encuentran hombres y mujeres en el diálogo.

Deberá, además, extenderse a las prácticas de una crítica filosófica

profunda sobre esa realidad cultural.

§ Una respuesta a las preguntas relativas al conocimiento que originan el

discurso gnoseológico. ¿Puede una práctica dialógica liberadora,

autónoma, que estimule la crítica y la autocrítica, la creatividad y la relación

entre iguales estimular la búsqueda, construcción e innovación de

conocimientos? Aquí se sostiene que es posible.

§ Una preocupación teleológica que en toda teoría refiere a los fines. La

praxis dialógica y de la educación no pueden postularse al margen o en

contradicción con los fines de la realización humana individual y colectiva,

que exigen participación social en las urgentes transformaciones del

continente.

§ Una constatación de los valores. El diálogo se plantea como una

experiencia que fortalece la plena vigencia o recuperación de los valores

que en las relaciones sociales y de producción capitalistas les han sido

negadas a hombres y mujeres excluidos. El diálogo es inseparable de la

libertad, la verdad, la solidaridad y la igualdad, entre otros.

§ Una exigencia ética que desde los principios que aquí se postulan da

cuenta del reconocimiento pleno de la singularidad e identidad humana y

del derecho a la conquista y construcción del propio ser de docentes y

participantes. Decisiones, acciones y responsabilidad viabilizan el diálogo.

Page 26: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

22

CAPÍTULO IV

TRADICIÓN Y RUPTURA DE TEORÍAS RELATIVAS AL DIÁLOGO

Paulo Freire: la dialogicidad de la educación

Una primera afirmación de Freire orienta su teoría educativa y la

antropología filosófica de la misma cuando sostiene que aspira a que el

hombre se perciba en el mundo y con el mundo en la condición de sujeto y

se aleje de la tradicional inmersión en el mundo como objeto (1980, p. 106).

La importancia del diálogo domina toda su obra desde la década de los

sesenta en el siglo pasado. Cuando se pregunta qué es el diálogo recuerda

sus lecturas de Jaspers y contesta que es la palabra misma. La palabra,

fuera de la interacción humana del diálogo, no tendría sentido. Podría ser

una voz que nadie oye o una palabra vacía de significado aunque se

apareciera como signo.

En el diálogo hay una relación de horizontalidad que luego reconoce la

andragogía como uno de sus principios. Para Freire sólo hay comunicación

cuando el diálogo establece entre los hablantes una relación simpatética. El

antidiálogo es la negación de la simpatía. En la verticalidad –como

dominación- el antidiálogo genera sumisión, dominación y sometimiento. El

diálogo desde la aceptación del otro y la otra se enriquece en condiciones de

igualdad. Las aulas universitarias suelen presentar con demasiada frecuencia

una interacción que niega el diálogo cuando el docente trabaja “sobre” el

alumno y no con el alumno. Trabaja sobre el alumno cuando transmite, dicta,

da la clase. Es quien domina la materia y desde el poder académico se

convierte en dominador de un ser humano que en la asimetría de la

Page 27: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

23

comunicación es un ser pasivo, dominado, que recibe lo que Freire llama una

educación bancaria.

La preocupación inicial de Freire por la alfabetización de adultos en

vastas zonas rurales de Brasil lo condujo a la teoría y praxis de una

concepción más amplia de la educación y la liberación de esos adultos. El

método de la concienciación y la práctica humana desplegada entre docentes

y adultos en proceso de aprender a leer y escribir condujo necesariamente a

Freire a pensar un concepto más amplio de revolución social desde la actitud

crítica del hombre respecto de su condición de oprimido.

El diálogo es una experiencia existencial mediante la cual se genera la

reflexión sobre sí mismo y sobre el mundo. No debe confundirse con la

polémica que esteriliza la relación humana. Hay en el diálogo un factor que

actúa como sólida argamasa: la intersubjetividad que vincula afectivamente a

los seres humanos en el conversar, en el cotidiano echar cuentos, en la

tertulia informal del vecindario. Así, puede pensarse, de acuerdo con Freire,

que el diálogo es un acto y un hacer creador.

El amor y la humildad son inseparables del diálogo. No hay verdadero

diálogo si no hay amor. Si uno de los dialogantes se instala en la soberbia o

la prepotencia, se rompe la posibilidad del diálogo. La responsabilidad

docente tiene mucho que ver con estas ideas. Tampoco reafirma el diálogo la

autosuficiencia y la desesperanza. El diálogo es el encuentro de los hombres

para ser más y esta completitud humana no puede alcanzarse sin la

esperanza (Freire, 1975, p. 106).

El diálogo puede contribuir al paso de la conciencia ingenua, intransitiva,

mágica a la conciencia crítica, transitiva que sale del estado de inmersión

social y se proyecta al de inserción social.

Freire es persistente en sus planteamientos teóricos y en su discurso

sobre la práctica educativa. A lo expuesto en obras anteriores, en Pedagogía

de la esperanza, de 1993, insiste en defender la importancia del diálogo

educativo en sus variantes posibilidades.

Page 28: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

24

El diálogo entre profesores (as) y alumnos (as) no los convierte en

iguales, pero marca la posición democrática en sus interacciones. Los

profesores no son iguales a los alumnos por varias razones: porque la

diferencia entre ellos los hace ser como estar siendo. Si fuesen iguales, uno

se convertiría en el otro. El diálogo gana significado precisamente porque los

sujetos dialógicos no sólo conservan su identidad, sino que la defienden y así

crecen el uno con el otro. Por lo mismo el diálogo no nivela, no reduce el uno

al otro

Ni es favor que el uno haga al otro. Ni es táctica mañera, envolvente que el uno usa para confundir al otro. Implica, por el contrario, un respeto fundamental de los sujetos involucrados en él que el autoritarismo rompe o impide que se constituya… (Freire, 1993, p. 112)

Freire enfatiza el derecho de hombres y mujeres a decir su palabra y

ello supone e impone una lucha contra todas las formas que impiden el uso

pleno e ilimitado de la palabra para decir el mundo. Los hombres no se hacen

en el silencio, parece ser casi una aseveración obvia, pero es una

advertencia para no olvidar esa armazón dialéctica entre la razón y la praxis.

Entre pensar y transformar el mundo. Por eso, nos previene para que este

impulso hacia la acción transformadora no se convierta en activismo ni la

pura palabra, en palabrería hueca y estéril.

El diálogo supera las limitaciones del gregarismo. El gregarius latino es

el hombre que en compañía de otros no establece distinción. Muchedumbre

no es grupo ni tampoco lo es la multitud. También puede conducir a una

actitud de dependencia de otros, y esto, no es lo que Freire está diciendo.

El diálogo trasciende el espacio físico y humano en que se produce la

conversación. Al humanizar, el diálogo acerca el mundo y el hombre

pronuncia el mundo. Lo sustantivo del diálogo no es que dos interlocutores

estén de acuerdo, sino que el desacuerdo inicial se convierta en consenso y

acuerdo para pensar y decir el mundo; además, se trata de generar energía

para actuar sobre la realidad social y transformarla. La dimensión ontológica

Page 29: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

25

de Freire escapa a cualquiera tentación metafísica. La realidad emerge de la

condición material concreta de seres que viven la opresión y la desigualdad

social.

El diálogo es para Freire comunidad. Deja de ser presencia abigarrada

de seres humanos y los pone a actuar sobre el mundo en cuyo centro se

mueve como una brújula el empuje de los ideales. El diálogo acerca las ideas

y construye las bases para luchar por ideales. Cercano a Sartre en su

vitalismo llega a la convicción de que el diálogo es una exigencia existencial.

En concordancia con este postulado que surge desde la libertad, el diálogo

no es diatriba ni puede confundírselo con la polémica. La polémica esteriliza;

la diatriba se alía con la hostilidad.

El diálogo no pretende imponer la verdad de uno de los actores y la

aceptación acrítica del otro. Si así fuera, la moralidad del diálogo sería,

cuando menos, discutible.

El diálogo es relación dialéctica. La palabra está ahí en quien la

pronuncia y emite un juicio y la recibe otro que está aquí. En el diálogo el

logos no es ni aquí ni ahí, se vuelve unidad intersubjetiva. En la

intersubjetivación de quienes se reconocen diferentes al dialogar se

manifiesta la relación amorosa que Freire exige al acto de educar. Toda

educación es un acto de amor. El diálogo es encuentro amoroso. Donde

quiera exista un hombre oprimido, el acto de amor radica en comprometerse

con su causa, acota. Crea el mejor clima psicológico y social para la

convivencia democrática y el reconocimiento del otro en su mismidad. A su

vez, reafirma en cada dialogante la conciencia de sí mismo.

Todo auténtico proceso educativo, si es tal, es dialógico, inclusivo,

crítico y autocrítico. La relación cara a cara del diálogo que en su momento

reconoce Lévinas, libera cualquier intención de manipulación o uso del poder.

No hay ni tú ni yo. Ambos se reconocen en el nosotros. El diálogo no rechaza

el antagonismo, pero privilegia el protagonismo.

Page 30: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

26

E. Lévinas: el otro como víctima

La presencia del otro es una exigencia. Esta podría ser una primera

interpretación de la filosofía ética de E. Lévinas. La arquitectónica y

genealogía de su discurso podría construirse a partir de una profunda

vocación antropológica en cuyo centro de irradiación se encuentran otros que

viven su existencia en los variados modos de ser en tanto otros como

víctimas.

Reconocido este primer desafío, a la ética de Lévinas le viene como

consecuencia de la existencia humana sostener que “la filosofía primera es

una ética” (1991, p. 71). Entones ya tenemos una rotunda declaración no

metafísica del ser. Podría adelantarse que ser es ser humano y en este

sentido el sí mismo no se vive si no es en relación con el otro. La interacción

tiene un imperativo: soy responsable del otro cuando éste se vive como

víctima. La idea generadora de esta ética entronca con la significación moral

del vivir cotidiano en la relación cara a cara. Podrá refutarse que la filosofía

primera es la metafísica y ejemplos hay muchos. También, que es la política

y de ella se desarrollan las consecuencias morales del vivir en la socialidad.

A cada quien el traje que mejor le calza, podría ser una analogía a este

respecto. En la relación interpersonal no se trata de pensar juntos al otro y a

mí, dice Lévinas, sino de estar o ser enfrente, de cara.

Estos argumentos iniciales dan cuenta ya de la raíz moral del diálogo.

Convivir es una consecuencia moral que coloca a los seres humanos en esta

interacción impregnada de cercanía que es el vivir cara a cara. Compartir,

convivir, construir con, solidarizarse, dar y recibir no anulan la subjetividad.

La subjetividad y el ser que allí se refugia, al mostrarse en el diálogo, lo

muestra en su más auténtico ser.

Establecida la separación de la ética de todo referente metafísico

cuando es el ser humano concreto, material y espiritual quien sufre las

consecuencias del “otro modo de ser” a que alude una de las obras de

Page 31: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

27

Lévinas, en tanto víctima, explotado, excluido, marginado, el hombre y la

mujer alcanzan su trascendencia al mundo desde el mundo y para este

mundo. No se trata entonces de alguna dimensión ontológica que piense al

mundo en otro mundo imaginado lleno de misterios insondables. La ética es

una experiencia de humanos y entre humanos. La existencia individual de un

náufrago, de un sobreviviente en el desierto como consecuencia de un

accidente aéreo no tienen repercusión ética ni consecuencia moral alguna.

La conducta no afecta a nadie. La condena del hombre no es la muerte, es

su soledad, la exclusión, el vivir explotado, marginado, víctima de la injusticia.

La educación tiene mucho que decir a este respecto. Las prácticas de la

pedagogía tradicional no son ajenas a estas experiencias de una ética que

aún tienen deudas por pagar.

La trascendencia desde el propio ser se alcanza entre otros seres

reales, históricos, que se realizan o niegan en el convivir cotidiano, en la

familia, en el trabajo, en la escuela. Podría afirmarse que la ética como

filosofía primera en la tesis levinasiana antecede a la metafísica; pero resulta

que la reflexión ética -su validez filosófica- no alude a esencias ni a motor

primero alguno. Desde la ética la vida humana cobra sentido mucho antes

que emergieran las teorías del conocimiento, del existir. Es la vida desde la

socialidad –la plena y auténtica dimensión política- donde la ética inicia su

discurso. El hombre nace en la polis y todo cuanto logre ser lo será en la

praxis. No nace animal político ni ético. Estas son consecuencias de la

socialidad. En ese sentido, la filosofía no ofusca; aclara, torna transparente el

ojo y la razón que miran y piensan al mundo, cada vez –piensa Lévinas- que

estamos en un “antiguo espanto ante el destino” (1991, p. 30). De allí que

descree que una filosofía pudiera llegar a reconocerse como filosofía pura

separada de los problemas sociales. Este distanciamiento de Husserl, a

quien conoció y admiró, lo lleva también a alejarse de Heidegger.

La emergencia del otro, liberado de todo psicologismo, aparece en la

constatación de que no nos hallamos al lado del otro, no enfrentado a él, ni

Page 32: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

28

convertido en objeto. De lo que se trata es de constatar al otro que nos

interpela.

Hay una salida ética para iniciar la superación histórica que abandone la

calificación eurocéntrica de civilización (la europea) y barbarie (la del Tercer

Mundo). Esa respuesta está en la filosofía que considere al Otro. Como diría

Maturana, un legítimo otro, en su dignidad y originalidad. Es la emergencia

del rostro. Pero el rostro puede ser un objeto de arte, unos ojos en la

muchedumbre. Si la preocupación es filosófica, entonces el rostro es una

categoría que “nombra una experiencia en la que la iniciativa no corresponde

al ego sino a la alteridad que se le revela. Por cuanto abre una escena,

irreductiblemente ética, que interrumpe el designio egoísta, la epifanía del

otro hombre como rostro que inaugura un espacio de trascendencia

radical…” (Sucasas, 2003, p. 89)

La epifanía del otro desde el rostro, en tanto víctima interpela. El yo que

mira desde la subjetividad al otro, lo descubre en su alteridad que no es una

lejanía. El otro como alteridad natural está ahí, al lado, junto a mí. Es el

rostro con quien me encuentro en el Metro, en la multitud. En ese caso, la

alteridad no se presenta como problema ontológico ni ético. La reflexión

filosófica de la alteridad se aparece cuando el otro nos interpela, al decir de

Lévinas. Cuando el otro es la víctima de un sistema social injusto, de una

persecución política o exclusión étnica. Se trata de seres humanos en

condición de asimetría: negros, indios, pobres, marginados, excluidos,

explotados, reprimidos, que constituyen la raíz de la reflexión filosófica de

Lévinas.

La relación cara a cara se desarrolla mediada por el lenguaje y la acción

que puede ser trabajo, relación sentimental o educativa. Por eso, no se trata

sólo de un diálogo entre intelectuales que buscan solucionar problemas

filosóficos o científicos. Hay que reconocer el valor antropológico de la

conversa, el parloteo, la cháchara aparentemente banal, el momento de

Page 33: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

29

echar cuentos y otras manifestaciones en que el diálogo crea los vínculos de

la socialidad.

La superación del otro como víctima o bárbaro debe extender la

reflexión a la situación de niños y niñas, adolescentes y adultos que en su

condición de participantes en el proceso educativo son tratados como

inferiores, extranjeros, extraños o minusválidos mentales, ignorantes, en su

propia escuela, liceo o universidad. Por idénticas razones la filosofía y la

ética deben pensar la exclusión de la viuda que en su viudez debe ser

apartada por evitar tal vez su cercanía con la muerte y mantenerse ajena al

mundo hedonista de las parejas. Del mismo modo, esta nueva actitud hacia

el huérfano, quien vive ajeno al padre que lo cobija. El huérfano es digno de

merecer también cobija. El frío social humano no puede hacer hiriente y

dolorosa la exclusión del otro.

La esencia del ser es su modo de ser. Entonces, la epifanía del ser

puede ser reconocida en la materialidad del ser, de ninguna manera a partir

de alguna intención eidética como aspiraba Husserl. La epojé puede conducir

a una búsqueda metafísica infinita pues siempre es posible aspirar a una

nueva esencia que esté más allá, es decir, en la metá / físicá aristotélica.

Se trata de un otro histórico, corporalidad ostensible, que se despliega

hoy en el ser múltiple. Cada ser es todo el ser finito. No hay

trascendentalidad del ser humano, salvo que acepte la dominación religiosa

que lo conmina a pensar una vida trascendental después de esta vida. En el

ser están todos los hombres y mujeres reunidos. Esta es una constatación

del estado de conciencia que impulsa los cambios, las reformas y el ideal de

revolución que incluye la superación de todas las formas manifiestas y

encubiertas de dominación y exclusión. Los sueños son individuales; los

ideales, colectivos. La descolonización y el afán de liberación unen; el

individualismo segrega.

Una ética por la liberación de todas las formas de dominación que ha

vivido la tradición pedagógica debe considerar que se trata de una aspiración

Page 34: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

30

de futuro vivible desde una felicidad alcanzable. Las tareas de la liberación

están impregnadas de futuro. El presente es sólo la instancia desde donde se

avizora el devenir. Por ello, una ética en la plataforma del diálogo debe ver a

la mayor distancia posible. Esta tarea no puede ser asumida, como en

Proust, que anduvo de libro en libro en busca del tiempo perdido.

Lo dicho no impide pensar los vínculos que atan el presente con Atenas

pues a cada instante hablamos de la Belleza, la Justicia, la Virtud o Felicidad

en Platón o Aristóteles. Pero, es justo decirlo, se piensa poco sobre las

nuevas formas de colonización, invasión, represión, exclusión y miseria

acumuladas. Piénsese tan sólo en la urticante hermenéutica de Foucault

para denunciar el poder perverso ejercido contra la locura. Podríamos

agregar, la microfísica del poder avasallante y castrador del salón de clases.

La verdad no puede ser pensada ajena a los bolsillos o al estómago de

quienes padecen hambre crónica. La pasión por la justicia social y

económica o por horizontalidad del diálogo no debería ser ajena a la

conquista de la belleza.

Lévinas reconoce que se da la complacencia en el Mismo (1974) desde

la filosofía helénica y ello ha contribuido al constante fortalecimiento del

egocentrismo. Esto ha conducido al hombre a la insolidaridad con el otro

separado (Dussel), con el marginado. En la sociedad griega del siglo IV a.C.

Aristóteles no escatimaba palabras para considerar como propio de la

naturaleza humana la condición de esclavos. Unos nacen para mandar, otros

nacen para obedecer, era la consigna. El discurso a favor de la desigualdad

no era extraño entre los griegos (Aristóteles, 1997, p. 46).

La exigencia de responder con palabras y acciones a la interpelación del

otro obliga reconocer que Proust, tanto como Kafka que quiere entrar al

castillo, no podrán conseguirlo. El pasado no puede ser modificado, tampoco

nadie puede saltarse el pasado. Desde el nacer ya no es posible el retorno.

Todo es ir hacia la certeza de la muerte. Lo que sucede es la maravilla del

descubrimiento de la posibilidad de asir el sentido de la vida.

Page 35: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

31

El sentido de la vida, en su máxima problematicidad humana, no es una

idea que espera. Lo que hoy tiene sentido debe ser vivido hoy. El sentido de

la vida no es un pensamiento que se piensa ni una esencia que se intuya. Es

nuestra personal osadía de pensar (nos); y de salir del sí mismo para

construir con otros el sentido solidario y liberador del nosotros. Por aquí es el

camino que permite subir a los de abajo de Mariano Azuela, liberar a los

condenados de la tierra de Franz Fanon, desalienar a los explotados por los

que luchó Marx, los que sobrevivían de los restos del Banquete. Este uso de

la mayúscula es porque hay hambrientos que desde Platón no han podido

sentarse a compartir.

El gran desafío de la educación en el siglo XXI es impulsar, suscitar,

agitar las energías creadoras, revolucionar desde el diálogo como liberación,

más allá de la pura constrastación del diálogo. Hablar puede ser simplemente

vanagloria del logos. Como la poesía, el diálogo no transformará el mundo,

pero le concederá la belleza que aún le falta. La belleza distribuye sus dones

con equidad y justicia.

Desde esta perspectiva la mirada puede avizorar la presencia del otro

esclavizado, dominado, colonizado, excluido. El diálogo es la primera palabra

que nos descubre en el otro y con el otro el camino de la igualdad y la

liberación: he aquí la epifanía del otro que celebra Lévinas. Despojado de su

forma, está aterido en su desnudez dice Lévinas en Humanismo del otro

hombre (p. 60). Y desde allí el rostro nos interpela y dialogamos. La

presencia del rostro es una exigencia de comunicación.

Hay un par de reflexiones que deben contar, a su vez, con otras

reflexiones pues el hombre libre está consagrado al prójimo, nadie puede

salvarse sin los otros. Por lo mismo, reclama Lévinas que el otro en su

condición de víctima es nuestra responsabilidad. Oigámoslo una vez más:

“Nadie puede quedarse en sí mismo: la humanidad del hombre, la

subjetividad es una responsabilidad por los otros” (1974. p. 130).

Page 36: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

32

La ética no da consuelo, da vuelo a la solidaridad, a la tolerancia, al

respeto mutuo.

E. Dussel: Contra la negación del otro en el antidiálogo educativo

La pedagogía tradicional sobrevaloró la disciplina, sin ocultar las raíces

del poder que la autojustificaban. Se ha dicho que esa tradición impuso la

escuela del silencio. Un salón de clases en que alumnos y alumnas trabajan

sin romper ese silencio, era un grupo modelo, ideal.

La interacción profesor-alumno quedaba amortajada. El premio a la

obediencia y la disciplina se reflejaba en el alumno ordenado, sometido sin

derecho a réplica. Puede decirse con Dussel (1998, p. 69) que se trataba de

el otro ocultado, que consagraba el carácter asimétrico de la relación entre

seres humanos. El niño, la niña de la escuela básica se iba convirtiendo sin

percatarse hasta su ingreso a la universidad en el otro ocultado, silenciado,

sometido. Podría ayudar a una mejor comprensión aquello que Marina (2000,

p. 92) llama meditación sobre el vampiro. En las relaciones asimétricas de

poder, los profesores se convierten en “aquellos (que) vampirizan, viven

succionando el ánimo ajeno”. Toda forma de poder, aunque provenga de la

microfísica del poder descubierto por Foucault, es una acción que cercena,

limita las posibilidades de ser del otro.

La víctima no sólo está ahí, al lado o cerca de mí. Está en la mayor

proximidad humana, frente a frente, confrontado a nuestra conducta que

puede retenerlo en el diálogo, en la solidaridad, en el compartir o

simplemente observar que su exclusión o dolor no nos conmueve.

Dussel (2001) reitera lo que ya había planteado en su obra anterior.

Ahora, en coincidencia con Lévinas viene a decirnos que se trata de

despertar nuestra sensibilidad ante el “grito del sujeto excluido” (p.319)

El centro de la preocupación filosófica no parece ser solamente oír al

otro. Desde el silencio también los excluidos llaman o más bien claman. En la

Page 37: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

33

relación cotidiana del hacer educativo tal vez oír el grito sea una exageración

o una metáfora que nos interpela e incita al diálogo. Todo parece indicar –en

la rutina del aula, del laboratorio, del campo de cultivos o del aire libre del

recreo- que el diálogo es el fenómeno social que descubre nuestra natural

socialidad. La realidad suele mostrar con demasiada frecuencia las

limitaciones del conversar, del interrogar y responder, de plantear dudas o

formular críticas. Profesor (a) y alumno (a), seres desencontrados, alógicos,

parecen privados del logos que acerca, que comunica algo y que desearían

ser escuchados y escuchar.

Se trata entonces de descubrir la sensibilidad ética sobre la cual el

diálogo estructura su arquitectónica y diseña el paisaje del diario convivir y

compartir. Aquí el diálogo emerge, tiene un rasgo que suele pasar

desapercibido por lo “natural” que nos parece la comunicación. Se trata no

sólo de vivir el diálogo como hecho natural. Natural corre el agua por el río o

su caída desde la quebrada es también natural. Calmar la sed es un acto de

voluntad con su instinto oculto que no nos es ajeno. En el animal esto parece

ser una exigencia vital inaplazable. Una nueva sensibilidad nos conmina a

generar la aparición del diálogo. No basta con sabernos dialogantes. Es

necesario crear, fortalecer y reproducir las condiciones que permitan la

existencia del diálogo como el aire que respiramos, el agua que bebemos, el

pan que nos reconforta.

La apertura ética del diálogo sale desde la propia subjetividad del sujeto,

allí donde uno es uno mismo, la referencia hacia adentro, dice Dussel. Ese

es el territorio del yo que el mi mismo es, su auténtica y singular ipseidad.

Eso explica por qué el positivismo desestimó en sus categorías la

subjetividad pues ésta no es un hecho fáctico, no es un dato que pueda

expresarse estadísticamente ni ser analizada objetivamente como cosa. El

aparecer de las vivencias en su puro y desnudo aparecer habría dicho

Husserl en su estilo fenomenológico. Los hilos que completan el tejido de lo

humano se tejen en el mundo fenoménico.

Page 38: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

34

Ahora la estructura de la subjetividad del sujeto está instalada en su

historia genealógica de las vivencias. El nexo entre desarrollo ontogenético y

filogenético, aunque parezca obvio decirlo, es el lenguaje. La experiencia

dialógica entonces requiere este reconocimiento del yo que no sólo se piensa

a sí mismo cartesianamente, sino la reafirmación de la subjetividad del yo

como original y único en su mismidad en inseparable y dialéctica estructura

vital con la presencia del otro. Así, el diálogo es el encuentro entre dos

subjetividades que se reconocen, acercan y toman distancia en la proxemia y

la separación. Nos reconocemos entonces en la intersubjetividad. Allí mora el

yo que ha salido de su subjetividad y se encuentra con el otro yo salido –a su

vez- de su propia subjetividad. Al ocupar un espacio físico y temporal han

construido el edificio del nosotros. Esta es, parece decirnos Dussel, la

perseverancia de la especie y la especificidad del sujeto desde el tramado

psicológico de la pareja, la familia, el pueblo. La identidad individual y la más

amplia hasta reconocernos en un pueblo tiene su propia trascendencia

histórica en el lenguaje como el medio integrador del diálogo. El diálogo crea

la tensión entre el yo y el otro y se sostiene en la pulsión que Freud no

descubrió pero confiere fuerza a la cercanía de dos seres humanos. Esa es

una fortaleza construida. El lenguaje puede ser pensado como algo natural al

ser humano que lo diferencia del resto de los animales como han reconocido

paleontólogos y antropólogos en el largo viaje de la especie y la

humanización, pero es el diálogo el que va modelando el uso del lenguaje y

determinando los grados de distancia o proximidad de la interacción social.

El tuteo tiene en esta relación el más alto rango de proxemia. La relación de

pareja que sostiene al hombre y a la mujer como unidad que asegura la vida

y la protege, es una relación lingüística del “tu”. Si algún quiebre en la

armonía de la relación amenaza la solidez de la misma, ésta se manifiesta en

el usted que marca distancia, extrañamiento. A los extraños los tratamos de

usted. El amor es un ejercicio vigoroso del Tu.

Page 39: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

35

¿Se atreverá la tradición pedagógica a romper la barrera del usted en la

comunicación docente-participante? ¿Es posible eliminar los títulos?

bachiller, licenciado, doctor, profesor (que se minimiza socialmente en el

“profe”) ¿pierden respetabilidad si se reemplazaran por el tú que hace íntima

la comunicación?

La subjetividad es el momento pasivo, el simple estar del sujeto en su

interioridad. La pulsión –en el sentido freudiano de fuerza que impulsa- es el

encuentro de una y otra subjetividad que se reconocen en la intersubjetividad

del diálogo. La intersubjetividad re-conoce a los sujetos dialogantes, los saca

de la pasiva existencia de la subjetividad: fenomenología del diálogo en el

aparecer del ser, desprovisto de todo riesgo metafísico. La materialidad y

corporeidad del ser humano, inseparables de la espiritualidad que constituye

el sello de los valores, la eticidad, la sensibilidad social y estética, la

religiosidad, estructuran el sello original humano del diálogo en la

intersubjetividad. Dussel (2001, p. 326) sintetiza la relación inter-subjetiva

así:

En terminología sartreana (hegeliana) la corporalidad es el puro en-sí; la subjetividad es el en-sí que puede devenir para sí; el sujeto es el para-sí; la autoconciencia es el puro para-sí; la conciencia ética es una para-sí que recrimina desde todos los horizontes indicados y como juicio del actor en vigilia; la conciencia ético-crítica es un para-sí crítico que juzga ahora a todos los otros momentos…

Si en Lévinas el contacto con las víctimas obliga éticamente al sujeto a

ser responsable en la liberación del Otro, en la relación

subjetividad/intersubjetividad se descubre la intersubjetividad como el polo

que no es antagonismo ni separable en la vida de comunidad diaria. Más

bien, dice Dussel, la intersubjetividad constituye a la subjetividad.

Común, comunidad, comunicación aluden a tres momentos cuya praxis

social los vuelve interdependientes y cuyas raíces se interpenetran

dialécticamente. No de otra manera puede interpretarse la estéril presencia

de la subjetividad en sí del anacoreta, el misógino, el misántropo. La relación

Page 40: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

36

intersubjetiva de la comunicación y la vida en comunidad: familia, escuela,

vecindario, comunidad, se vuelve armoniosa desde el amor que une en la

intersubjetividad.

El sujeto se mueve, se comunica en una comunidad determinada desde

una centralidad vital que lo impulsa a la acción. Por eso, yo es el epicentro

del sujeto como tal. El nosotros –dice Dussel- es el epicentro de la

intersubjetividad.

Los agentes del proceso educativo, desde cierta responsabilidad

sistémico-funcional, pueden considerarse actores del diálogo educativo y

asumen por lo mismo papeles. En la tradición pedagógica ortodoxa estos

papeles actorales o roles funcionales no son intercambiables. El profesor es

el profesor y el alumno es el alumno. El primero enseña, el segundo aprende.

El profesor decide la disciplina y la impone sin apreciar la creación de la

autodisciplina.

Distinta distribución social de los protagonistas puede observarse en la

relación dialógica auténtica: no hay superior ni inferior, hay comunicación

horizontal, hay coconstrucción de la clase. Los papeles de la “actuación”

educativa pueden ser intercambiables. El profesor no sólo enseña, también

aprende en la comunicación simétrica con los participantes. Esto último es

constatable especialmente en las diversas formas, modalidades y prácticas

de la educación entre adultos.

La responsabilidad del entenderse y el hacerse cargo

Se ha evidenciado cómo Lévinas (1974, 1991) destaca el desempeño

ético ante el otro como víctima, de cuyo dolor y sufrimiento es necesario

hacernos responsables. Es el rostro del otro que interpela nuestra

solidaridad. Ante ese grito (alusión a la obra plástica “El aullido” de E. Munch)

que nos conmueve por el dramatismo de la mirada, debemos hacernos cargo

(Cruz, 1999).

Page 41: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

37

Hacernos cargo es el referente conceptual de la exigencia ética de la

responsabilidad y tiene una historia fecunda en la filosofía. Sócrates tuvo que

hacerse cargo de las acusaciones de corrupción a la juventud y blasfemia

ante los dioses que le formulara un tribunal tendencioso carente de equidad.

Sócrates se había pasado toda su vida tratando de enseñar y vivir la justicia.

No podía caer en debilidades o desviaciones aún en este caso extremo en

que la copa de cicuta ya estaba preparada. Muere para ser consecuente con

sus principios aún cuando está consciente de la manipulación que han hecho

algunos jueces rencorosos de su prestigio, entre ellos, Meliton y Meliso.

Sócrates podría haber dicho a sus discípulos que pretendían secuestrarlo

para salvar su vida: pónganse en mi lugar, háganse cargo de mi situación.

Esto es lo que tengo que hacer y luego se bebió la cicuta.

El fundamento ético de la responsabilidad es abordado por Kant sin

riesgos de perder la vida. Hoy disponemos de estudios que informan de la

responsabilidad del filósofo, derivada tal vez del rigor pietista con que fue

educado en su familia que se puede comprobar en sus hábitos de vida

rigurosos y casi estoicos. Pero lo que de filosófico tiene el mérito social de

ser responsable o hacerse cargo de las consecuencias de nuestras acciones,

se puede resumir en algunos principios de su ética:

§ Es necesario cumplir con el deber por el puro goce de cumplir con el

deber.

§ Haz de tu proceder en comunidad con otros seres humanos de

manera que tus acciones se conviertan en ley universal.

La exigencia ética de una TDE debe responder –si de una

fundamentación filosófica se trata- a dos criterios básicos: secularización y

emancipación (Cruz, 1999, p. 17). Esta exigencia evita cualquier

interpretación sesgada de tipo teológico que asocia la responsabilidad a un

valor soteriológico. También previene de cualquier intención metafísica.

De esta manera entender puede acontecer como simple en sí,

entender-se en para sí. Es demanda social, ética, existencialmente material,

Page 42: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

38

biológica-espiritual-psicológica pasar del en sí de la subjetividad del actor

social a la conciencia de la relación con el Otro y asumir –desde una

perspectiva crítica- al Otro como para sí. La subjetividad es en sí, la

intersubjetividad, para sí: posición en el mundo.

Para ver más claro y decantar esta nueva sensibilidad dialógica, Dussel

sugiere volver a Heidegger y Sartre. Nada demerita, recurrir también a Marx

toda vez que “podríamos decir que la comunidad humana en general, como

comunidad de vida en particular, es lo en-sí social. La intersubjetividad en la

responsabilidad y el descubrimiento intencional de los efectos, es el puro

para-sí de la autoconciencia intersubjetiva…” (Dussel, 2001, p. 334).

El reconocimiento central de la reflexividad intersubjetiva –o la

conciencia para sí- de Marx tiene una demanda histórica y ética: la

conciencia social determina la conciencia individual (1975, p.10). En efecto,

no se trata de tener miedo a la descalificación de determinismo, argumento

falaz usado con frecuencia contra todo pensamiento científico o filosófico que

subvierte la tradición epistemológica. Se acusó también de caer en la rigidez

determinista a Darwin y Freud, entre otos. Se trata de tener en cuenta que la

disposición al diálogo requiere el reconocimiento de sus barreras y

limitaciones. Nadie determina por sí mismo las prácticas morales y la

validación de sus conocimientos como autoconciencia, toda vez que la

familia, la escuela, la cultura toda actúan como los medios a través de los

cuales el contexto social va imponiendo las conductas básicas en la

interacción humana, la concepción del mundo y la relación que el hombre

establece con éste.

Podría plantearse, entonces, la pregunta arqueológica, la que está al

principio de la ética del diálogo desde una sensibilidad nueva que reconozca

la presencia de las emociones y sentimientos: ¿Cuál es el fin de una ética de

la liberación, como parece pensarla Dussel? El mismo se encarga de

contestar: “La tarea, entonces, de la ratio política, en cuanto razón práctico-

Page 43: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

39

material se ocupa de la producción, reproducción y desarrollo de la vida

humana en comunidad…” (Dussel, 2001, p. 49)

A continuación, reconoce que esta constatación de la materialidad de la

ética está vinculada al pensamiento de Fichte, Jonas, Ellacuría y

Hinkelammert. No lo ha dicho, pero el humanismo de Marx está latente toda

vez que en los Manuscritos económico-filosóficos dejó claramente

establecida la urgencia de liberar al hombre en el proceso productivo del

mundo capitalista de la alienación a que es sometido. La conciencia para sí,

la autoconciencia, la representación del mundo, la moral, el uso del lenguaje,

el acceso a la educación y… los potenciales del diálogo educativo no

aparecen por generación espontánea. Son el reflejo de las condiciones

materiales, espirituales y culturales de los actores sociales en la

comunicación.

Son también el resultado de las prácticas pedagógicas autoritarias,

excluyentes y dominadoras. Aquí mismo se ha mostrado el esfuerzo de

P. Freire en este sentido. La vasta obra de Dussel da cuenta de su interés

que descubre esta triple exigencia por garantizar la vida.

La TDE apuesta por la construcción de un espacio-tiempo material

concreto humano de relación intersubjetiva desde la reflexividad. Así como

“…un sistema político pierde legitimidad al no reproducir aceptablemente la

vida humana de los ciudadanos…” (Dussel, 2001, p. 53), el discurso diálogo

pierde sustentación y solidez ética si no es capaz de producir, reproducir y

desarrollar la reflexividad intersubjetiva en la relación profesor (a) / alumno

(a) y de reconocer la legitimidad del otro en la dialogicidad.

El poder del profesor –aun se trate para afirmar o justificar la autoridad-

no autoriza prácticas educativas despóticas, verticales, asimétricas,

desiguales y excluyentes que niegan la viabilidad del diálogo. El diálogo no

es una facultad natural del ser humano, natural es la disposición biológica-

neuronal para usar la lengua y el lenguaje. De aquí se sigue que las

condiciones materiales, psicológicas, sociales, económicas, ecológicas y

Page 44: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

40

espirituales, determinan las posibilidades del diálogo en educación o las

reprimen y anulan.

La ética de la liberación tiene un campo de preocupación tan amplio

como los pueblos del Tercer Mundo que constituye lo que Dussel llama

sistema mundo, desde 1492 (p. 21). Lo que constituye el núcleo fuerte y la

justificación filosófica más sólida de la ética dusseliana hace referencia a una

idea reiterada no sólo con claridad sino con convicción: se trata de la vida, la

vida humana. Del hombre/mujer concreto, real, que ocupa un lugar en el

proceso productivo. No se trata del hombre pensado o imaginado en el

idealismo que combatía Marx. Aquí se habla de la exigencia ética de que la

vida humana se produzca, reproduzca y desarrolle como ha reiterado Dussel.

No hay otra realidad más fuerte, otro valor ético más trascendente y vital

entre humanos, que la vida. Cualquier concepto que se tenga de ella

–aunque se recurra a la teología o la metafísica- vuelve a ella en su

irrebasable consistencia práxica humana.

Ante Peirce, James y Dewey o los neopragmáticos al estilo Rorty y

Putnam, la filosofía de la liberación fija sus cercanías y distancias. Lo mismo

puede decirse de la admiración con que Dussel descubre a Lévinas o sabe

criticar al utilitarismo pues su concepto de la felicidad como fin no incluye un

análisis del capitalismo. En otra dirección su desacuerdo es con MacIntire

pues no considera que los conceptos morales son temporales e históricos. La

cosmovisión de la filosofía y la ética, en particular, llevan a Dussel a pensar

por qué el neocontractualismo de Rawls no puede interpretar y orientar la

urgencia ética de la liberación en América Latina. Para decirlo con sus

propias palabras:

Lo que nos importa en nuestra lectura [de Rawls] es considerar atentamente que el haber negado el aspecto material de la ética exige construir escenas hipotéticas e irresolubles, que deberían corregirse siempre para intentar recuperar paso a paso, pero nunca adecuadamente, la materialidad negada en el origen… (1998, p.181)

Page 45: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

41

Con similar bisturí coloca en la mesa de operaciones a K.O. Apel y

J. Habermas. En Apel la filosofía se vuelve ética desde una opción

trascendental apoyada en Kant. La comunidad del a priori kantiano si bien

abre la vía al diálogo, en la filosofía de la liberación el aspecto trascendental

kantiano es superado por la actitud de una comunidad antihegemónica

liberadora (p. 181).

Ante Habermas reconoce que su pragmática comunicativa lo lleva a

valorar los criterios de justificación pero se percata de la validación de

aplicación práctica de esos criterios argumentativos. Por ello, piensa que

Habermas no logra superar el carácter formal meramente discursivo.

Entre las cuestiones arqueológicas de la comunicación se inscribe la

exigencia de Dussel por una filosofía que aspira a asegurar la producción,

reproducción y desarrollo de la vida humana. Es aquí donde el discurso de

Habermas no logra superar el formalismo crítico descriptivo-valorativo para

pasar a la praxis de la vida humana en que esa triple exigencia se ve negada

en las víctimas (Lévinas), en los explotados (Marx), en los perseguidos y

torturados (Frankl), oprimidos (Freire). En Verdad y Justificación, Habermas

ha afirmado que nos está negado todo acceso a la realidad pues ese acceso

está mediado por el lenguaje. Si esa declaración pudiera interpretarse como

fracaso epistemológico, nos queda el optimismo: todo acceso a la realidad

está mediado por el lenguaje. Ninguna experiencia humana histórica material

podría negar –con especial referencia a la ciencia- que el acceso a la

realidad nos está negado. El diálogo entre Umberto Eco y el obispo de Milán

Carlo María Martini, ha concluido cuando éste manifiesta –ante la exigencia

de superar el hermetismo y dogmática de la verdad religiosa- que la Iglesia

no tiene como objetivo aclarar y superar misterios, sino celebrarlos.

Volviendo a la filosofía de la liberación, los pensadores de la

epistemología del siglo XX caen bajo la hermenéutica crítica de Dussel, ante

los cuales sabe tomar distancia: los neopositivistas y la filosofía analítica o

Page 46: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

42

Tarky y cercanías. A las ya citadas debe reconocerse su coincidencia teórica

con H. Maturana y P. Freire desde el objetivo directo latinoamericano.

La filosofía de la liberación se plantea como referente irrebasable en

cualquiera discusión actual sobre derechos humanos, política, educación.

Sus mayores aportes a la teoría dialógica hay que reconocerlos en la

recuperación de un humanismo que supera todas las doctrinas o teorías más

o menos formales precedentes. La vida es la referencia primera y última de

toda reflexión filosófica. A diferencia de cualquiera interpretación metafísica

nos encontramos con la vida que está ahí, en el aquí y ahora y esta urgente y

urticante realidad nos desafía con esta pregunta ¿Qué hacer?

La vida en su radical problematicidad nos vive antes de asumir alguna

posición crítica ante ella para vivirla. No necesitamos categorías, esquemas o

doctrinas para vivir, esos y otros conceptos y otros constructos lingüísticos

reconocen la inevitable requisitoria vital que demanda la pasión por el

significado (la verdad) y el sentido (la plurivocidad ontológica).

El mundo de la ciencia desarrolla la autorresponsabilidad por las

cuestiones atingentes a la verdad y los enunciados que la sostienen. Las

revoluciones científicas como las asumidas por Copérnico, Einstein o los

físicos cuánticos demuestran esta actitud ética ante la vida, indispensable

para su concreción. Ética en el sentido original que sigue teniendo el carácter

monolítico de sello que nos distingue de los restantes animales que tienen

corporalidad: rostro, extremidades, alas, branquias. Existen –y viven- pero no

pueden salir del instinto, no pueden construir conocimientos o deconstruirlos

para reemplazarlos por otros, no postulan teorías ni problematizan su

existencia con exigencias éticas o consecuencias morales del vivir. Con la

tragedia griega, los cínicos, estoicos, epicúreos, Nietzshe, Heidegger, Marx y

los existencialistas, por nombrar unos pocos, ya se tendría bastante para el

resto de la vida, reflexionando y tratando de encontrarle sentido a la vida.

La larga historia humana por la búsqueda de la verdad marca –desde

sus orígenes- y aquí está al marcar, al colocar el sello, la impronta ética que

Page 47: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

43

la distingue del simple hacer o reproducirse animal. El asunto puede

enunciarse más o menos así: buscamos la verdad, asumimos que ella es lo

que buscábamos. Y ahora ¿qué?

En Dussel el argumento ontológico conduce al reconocimiento de tres

ámbitos o dimensiones de la realidad: “… el horizonte macro […], el horizonte

del sentido común y […] el horizonte micro…” (1998, p. 247).

El primero y el tercero de estos niveles o ámbitos se vinculan y

adquieren vida desde la ciencia. La segunda dimensión, del sentido común,

incluye los valores, las creencias, las prácticas culturales de la vida cotidiana

que nos permite reconocernos sociales. La exigencia de sentido en esta

dimensión debe responder a para qué, por qué, cómo, con qué medios.

La TDE como toda praxis que conduzca a la superación del ser humano

excluido, marginado, víctima, sometido, oprimido, tiene que enfrentar y

superar esta realidad.

V. Frankl: la vida como búsqueda de sentido

Encontrarle sentido a la vida ha impulsado a Víktor Frankl a reconocer

que en el principio era el sentido. Si se aceptara, como muchos lo hacen, que

la primera pareja se formó con Adán y Eva en las condiciones paradisíacas

narradas por el Génesis, tendríamos que concluir que pasaron la infancia, la

niñez, sin percatarse del sentido que tenía para ellos vivir. Llegados a la

madurez física y psíquica en un entorno que proveía todo para la

subsistencia, es decir la producción, reproducción y desarrollo de la vida,

apareció ante ellos el sentido que tenía vivir: el placer, la erótica, el amor.

De lo que se trata –dice Frankl- es de salir del sinsentido que tiene la

vida y encontrarle sentido, decimos ahora, en el estudio, el juego, la erótica,

el trabajo. Claro está que hacerse de un sentido no es un milagro. Sísifo

vivió el resto de sus días cargando la piedra y echándola a rodar volvía a

cargarla. ¿Por qué este sinsentido? Wittgenstein –el primer Wittgenstein-

Page 48: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

44

descalificó las proposiciones metafísicas de verdad pues en su opinión no

son ni verdaderas ni falsas, son proposiciones sin sentido. Nietzsche terminó

cayendo al pozo nihilista que él mismo construyó sin encontrarle sentido a la

vida. La hermenéutica contemporánea piensa que hay más valor en la

interpretación y la comprensión, es decir en el sentido, que en el significado.

Aún nos duelen los fracasos de W. Benjamín y C. Pavese que no

consiguieron asirse a un sentido vital y para resolverlo cayeron en el

sinsentido del suicidio.

Las limitaciones podrían observarse en el reconocimiento de cuánto

impiden la búsqueda de sentido las posiciones escépticas, solipsistas,

nihilistas. En el relativismo siempre hay la posibilidad de algo, aunque ese

algo se perciba como transitorio. En el dogmatismo, al negar al otro su

palabra, hay un sentido negado.

¿Qué hacemos cuando nos damos cuenta de que tenemos alguna

deuda con nuestra realización personal, es decir con nuestra búsqueda de

sentido? Frankl contesta:

“De repente, su horizonte [del hombre, la mujer] empieza a ampliarse y se da cuenta de que hay unas tareas a la espera que él, y quizá sólo él, es capaz de cumplir. Entonces se llega a una toma de conciencia de la responsabilidad que, por supuesto, es inherente a la existencia humana. […] Sí, aquí debe ocurrir algo, ésta es una situación que debo aceptar, tengo que cambiar mi situación, tengo que cambiar el mundo…” (2000, p. 22)

Ese percatarse, hacerse cargo, es vivido como una demanda aquí y

ahora. Para reforzar ese argumento que insta a descubrir el sentido, leamos

una vez más:

No hay nada en el mundo que sea tan capaz de consolar a una persona de las fatigas internas o las dificultades externas como el tener conocimiento de un deber específico, de un sentido muy concreto, no en el conjunto de su vida, sino aquí y ahora, en la situación concreta en la que se encuentra… (s/n) (2000, p. 35)

Page 49: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

45

Eso equivale, afirma Frankl, que hay en el futuro algo o alguien que nos

espera y es posible tener la convicción de ello. Esa espera fortalece la

conciencia del sentido vital y del sentido que tiene ser persona. Esa

percepción del sentido de ser persona significa reconocer que las cosas y

uno mismo no tienen por qué ser así como son, es necesario percatarse que

hay la posibilidad de ser de otra manera, superior, ser siempre más.

Pueden observarse las coincidencias con el existencialismo, en especial

con Sartre, para quien el existencialismo es un humanismo en la medida en

que el hombre decide –desde su libertad- el tipo de ser humano que desea

ser. El hombre, visto así, es su libertad.

El poder del diálogo como mediador entre seres humanos que se

encuentran en el proceso de formación uno y de facilitador de esas

posibilidades el otro, es incuestionable y puede incidir positivamente en la

autoformación y autotransformación como aspira el humanismo de Frankl.

Esta aspiración por “convertirse en persona” como lo ha insinuado C. Rogers

se concreta desde la conciencia por superar distintas necesidades que en la

base encuentra las necesidades de sobrevivencia hasta culminar en la

cúspide de la pirámide con las necesidades de trascendencia, como

completa A. Maslow. Esto último –dice Frankl- es una decisión de auto-

trascendencia que se abre en el ser humano desde la capacidad para el

autodistanciamiento que facilita el hallazgo del sentido.

Hay una señal ética que el diálogo dispara en la interacción diaria y

frecuente entre profesor (a) – alumno (a). Hablar cara a cara, en la

proximidad de intereses o en la identificación de metas es un ejercicio ético

en la medida que el aprendiz alcanza la conciencia de que el estudio, las

actividades de aprendizaje individual y grupal, las relaciones entre él y otros

estudiantes y entre él y el profesor (a) están implicadas de sentido. Se trata

de la autopercepción de que el estudio es placentero, tiene sentido no sólo

para la futura vida profesional, sino para hoy. Si esta conciencia de la

autotransformación se proyecta en las tareas de cada instante, éstas dejan

Page 50: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

46

de ser rutinarias, obligatorias, fastidiosas, para convertirse en acciones

trascendentes y plenas de sentido. La autotrascendencia es inseparable de

la búsqueda y hallazgo de sentido. El sentido, “no se deja prescribir, pero sí

que podemos describir lo que sucede en la persona cada vez que se pone a

buscar su sentido […] no se puede ofrecer […] sino que debe ser encontrado,

y sólo puede encontrarlo uno mismo…” (Frankl, 2000, p. 111).

La logoterapia sale así del campo de la psicoterapia, como método para

resolver conflictos existenciales y se proyecta con un gran haz luminoso

sobre las tareas de la educación y las posibilidades del diálogo educativo,

como práctica real y cotidiana.

Las duras experiencias de este neurólogo vienés, el padre de la Tercera

Escuela Vienesa de Psicoterapia, vividas por más de tres años en diferentes

campos de concertación y exterminio bajo la represión nazi de la Segunda

Guerra Mundial no consiguieron en ningún momento destruir su voluntad de

búsqueda de sentido, como lo reconoce. Las ideas básicas de su teoría, la

logoterapia, se habían plasmado antes de caer prisionero y en cautiverio fue

decantándose el valor que descubre la búsqueda de sentido existencial.

Apartado de Freud y Adler, reconoce que su teoría estaba más cerca de

condiciones espirituales que animan al ser humano que de las explicaciones

del inconsciente bajo patologías neuróticas, en Freud o de las consecuencias

que Adler descubría en los complejos que limitan la personalidad. ¿Qué es la

logoterapia y cuáles pueden ser las relaciones que medio siglo después

podemos descubrir al adentrarnos en el diálogo educativo?

Frankl toma del griego logos una concepción nada tradicional. La

etimología alude a palabra, dicho, proposición, dar definición, razón,

conversar. Aquí, logos se utiliza como sentido, significado o propósito; por

ello, “[la logoterapia] se centra en el sentido de la existencia humana y en la

búsqueda de ese sentido por parte del hombre…” (Frankl, 2004, p. 120)

Entonces la fuerza que impulsa al hombre no es la líbido, como había

propuesto Freud, ni la voluntad de poder que reclamaba Nietzche. El hombre

Page 51: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

47

se afana más allá de las adversidades, como él mismo pudo vivirlo. La lucha

por encontrarle sentido a la vida no es una explicación desde la neurosis u

otras patologías. Por eso, Frankl avanza hacia una orientación filosófica del

sentido: la logoterapia es un método del análisis existencial.

Psicológicamente, esa búsqueda está impulsada por la voluntad de sentido y

es una fuerza primaria en el hombre y la mujer. Otra vertiente filosófica del

pensamiento de Frankl apunta a la idea implícita en la teoría que reconoce

como constitutivo del sentido la lucha por ideales y valores (2004, p. 121).

Refuerza este sustento filosófico la idea de que el sentido no es cuestión de

fe, sino de convicción, de fortaleza espiritual. “El análisis existencial ve en el

hombre la autonomía de una existencia espiritual…” (Frankl, 1999, p. 18)

Para evitar cualquier desviación psicologista, Frankl aclara que el ser

existencial es aquel que se sabe responsable. Esta es una dimensión ética

nada desdeñable. Puede alguien preguntarse: en la relación profesor(a) –

alumno (a) ¿se dan las condiciones materiales y espirituales que favorecen el

diálogo? ¿Qué grado de responsabilidad –para hacerse concientemente

responsable- pueden asumir uno y otro cuando el diálogo, la clase, el estudio

o la vida! carecen de sentido? “…el ser sólo puede ser nuestro en cuanto es

un ser responsabilizado…”, dice Frankl (1999, p. 19). Esa responsabilidad

proviene del fondo espiritual del hombre y no de impulsos.

Es refrescante en el clima educativo actual ventear nuestra realidad con

pensamientos de este tipo. El sentido no se lo otorga graciosamente la vida

al hombre, tampoco es resultado de un milagro ni se alcanza con plegarias.

La búsqueda y hallazgo de sentido vital no es una elucubración metafísica

que aspira hallar el sentido en alguna esencia o fondo insondable. El sentido

no se le concede al hombre como un don. El sentido se descubre.

Agreguemos que ese aparecer o la epifanía del sentido en la educación es

un esfuerzo que sólo alcanza su objetivo desde la construcción de sentido.

Las bases filosóficas de la teoría frankleana apuntan al antiplatonismo.

Si bien es cierto que Frankl reconoce que un estado de tensión interior en el

Page 52: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

48

hombre no es síntoma de alguna patología sino de riqueza espiritual, al

mismo tiempo sostiene que

Al declarar al hombre un ser responsable y capaz de descubrir el sentido concreto de su existencia, quiero acentuar que el sentido de la vida ha de buscarse en el mundo y no dentro del ser humano o de su propia psique, como si se tratara de un sistema cerrado… (Frankl, 2004, p. 132).

Contra ciertas tendencias idealistas – religiosas, previene que la

autorrealización no es la meta de la existencia humana. Ella no es un valor

en sí.

Si alguna consideración de este filósofo y hombre de ciencia en su

discurso humanista pudiera ofrecer otro aporte a la valoración del diálogo es

su rechazo al conformismo.

Habermas: ¿acción comunicativa o metateoría?

En 1968, Habermas había anticipado las ideas fundamentales a partir

de las cuales expondría luego su teoría.

Por acción comunicativa entiendo una interacción simbólicamente mediada. Se orienta de acuerdo con normas intersubjetivamente vigentes que definen expectativas recíprocas de comportamiento y que tienen que ser entendidas y reconocidas por lo menos por dos sujetos agentes… (Habermas, 1999, p. 68)

Es importante reconocer desde ya las categorías que sostendrán la

teoría. Se trata del fenómeno humano singular de la acción, pero no de la

acción mecánica, por ejemplo de un motor de automóvil. Es la acción

comunicativa, consciente, más adelante dirá racional, crítica. Esa acción

humana es resultado de acción entre por lo menos dos agentes, cuyo nexo

no es meramente casual o unilateral. Es un actuar entre dos simbólicamente

mediado. Esa mediación simbólica, es necesario explicitarla; sucede por el

dominio exclusivamente humano del lenguaje.

Page 53: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

49

Una segunda categoría clave de la teoría habermasiana está

determinada por el carácter intersubjetivo de la acción comunicativa. Desde

la subjetividad de cada actor en la comunicación surgen las expectativas

recíprocas de comportamiento entendidas y reconocidas. A este propósito, la

confianza en lo que dice el otro determina la validez y confiabilidad de lo que

yo digo. Una acción comunicativa en que alguien emite una orden puede ser

un comunicado. Una instrucción tampoco reúne este carácter. Sólo

metafóricamente el hombre/mujer se comunica con la naturaleza. Ella es

sorda, no dice nada. Si hablamos con árboles y piedras no hay esperanza

alguna de generar expectativas dialógicas. Sólo se genera la riqueza

lingüística que emerge en la acción recíproca de la intersubjetividad.

Al penetrar Habermas, a través de un agudo análisis hermenéutico en el

pensamiento de la Modernidad, no puede evitar las referencias externas a

Kant, Hegel, Marx, Freud, Weber, la Escuela de Frankfurt de la cual es

heredero, Adorno, Horkheimer, Marcuse y los postpositivistas. El resultado

de ese esfuerzo puede ser leído como un gran fresco que insinúa el colorido

abigarrado que da fundamento a la posmodernidad.

Es comprensible, entonces, que Habermas haya madurado entre 1968 y

1981 su teoría y la haya extendido a toda la sociedad del mundo capitalista

desarrollado, que es como decir que el bisturí habermasiano penetra en todo

el cuerpo social, económico, lingüístico e ideológico del siglo XX.

Por ello puede constatarse que ahora Habermas afirme que el trasfondo

de la teoría está vinculado a la mediación lingüística de la acción

comunicativa. Su propósito se extiende a una aspiración de gran aliento:

proponer una teoría de la sociedad (Habermas, 1988, p. 13). En la base de la

misma desarrolla el concepto de racionalidad comunicativa –en oposición a

la razón instrumental dominante en el capitalismo desde el positivismo- con

mayor énfasis. En un segundo segmento teórico, aparecen los conceptos de

paradigma de mundo de la vida, herencia de la fenomenología de Husserl y

sistema. En este último aspecto el estudio está centrado en N. Luhman.

Page 54: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

50

Culmina la trilogía del fundamento teórico con un vasto repensar la

modernidad. En este sentido el dominio de Habermas del pensamiento de

Hegel, Marx, Weber, entre otros, es de altísimo brillo.

Para estar prevenidos y recordar que habiendo diferido de ciertos

argumentos de la Escuela crítica de Frankfurt, conserva de ellos esta unidad

que reconoce que “los intentos de fundamentación última en que perviven las

intenciones de la Filosofía Primera han fracasado” (Habermas, 1988, p. 17).

Estamos ante una teoría que no reconoce filiación metafísica alguna ni tiene

aspiraciones teológico/trascendentales. Podemos estar preparados entonces

para adentrarnos en un mundo –el mundo de la vida- en que la razón,

anticipada como capacidad crítica y autocrítica orienta la búsqueda no sólo

de nuevas teorías o conocimientos, sino también aspira a alcanzar un

entendimiento de los plexos de sentidos de la vida actual.

Ese concepto de raíz fenomenológica de mundo de la vida tiene

referencia a las condiciones socioculturales según lo había postulado la

antropología cultural. En Habermas ese referente ya no es el mundo

capitalista de la producción. El mundo de la vida se aparta –en este respecto-

de su inicial inclinación por el marxismo, desde cuya argamasa había surgido

la teoría crítica. Por eso, exclusión/inclusión; riqueza/pobreza;

explotador/explotado no son campos determinados por las clases sociales.

La referencia en la posmodernidad es la acción comunicativa y su

comprensión, interpretación y búsqueda de sentido. Es una pragmática sin

determismos económicos.

Habermas mira al mundo desde el centro de Europa. América Latina

está en la periferia. La mirada no alcanza a ver tan lejos. Su teoría se aparta

de Marx y de la propia Escuela de Frankfurt. Conceptos como mundo de la

vida, competencia interactiva, pragmática universal y otros constituyen los

fundamentos de una metateoría. No podemos pedirle al filósofo que mire a

Europa desde la periferia pues esto implica suponer otra perspectiva que no

ha asumido el occidente europeo.

Page 55: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

51

La triple fundamentación de la acción comunicativa que empieza por la

racionalidad comunicativa queda esbozada así:

Este concepto de racionalidad comunicativa posee connotaciones que en última instancia se remontan a la experiencia central de la capacidad de amor sin coacciones y de generar consenso que tiene un habla argumentativa en que diversos participantes superan la subjetividad inicial de sus respectivos puntos de vista y merced a una comunidad de convicciones (s.n.) racionalmente motivada se aseguran a la vez de la unidad del mundo objetivo y de la intersubjetividad del contexto en que desarrollan sus vidas… (1988, p. 27)

Para deslastrar a la racionalidad de las racionalizaciones de la razón

instrumental del cientismo y de la expansión ideológica, Habermas nos ubica

en un tipo de razón que va más lejos que el logos griego. Conserva de él la

libérrima exigencia de desnudar lo que está oculto y que desde los orígenes

de la filosofía se constituye en la pasión por la aletheia, es decir, la verdad.

Ello distingue a esta racionalidad comunicativa en la intersubjetividad, la

ausencia de coacciones, la decisión de comunicarse desde el consenso y la

aceptación crítica de los argumentos que producen las convicciones.

A los efectos de fundamentar argumentativamente el nuevo concepto de

racionalidad habrá que reconocer que una persona es racional –dice

Habermas- si manifiesta sus opiniones con fundamentos y actúa con

eficiencia. La racionalidad así, parece limitada. Debe encaminarse a la

capacidad para aprender de los errores y desaciertos, de la eventualidad de

que el o los interlocutores refuten nuestras hipótesis y a corregir los fracasos

al comunicarnos. Es también racional en el contexto de la acción

comunicativa quien justifica sus postulados y acciones según pautas

aceptadas y quien en casos de conflictividad actúa con lucidez (1988, p. 38).

La coherencia entre pensar y actuar define también nuestra racionalidad

discursiva. La racionalidad dispone al entendimiento y a la comprensión. Por

lo mismo, no cabe en ella el dogmatismo.

Page 56: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

52

A este punto de reflexiones, es posible distinguir que la racionalidad

tiene esta doble vinculación: lenguaje y acción. De allí que Habermas

distinga las aportaciones de la hermenéutica, en especial de Gadamer, que

reconoce la importancia del entender y la comprensión (verstehen). Incorpora

en este vasto campo categorial el mundo de la vida, que actúa como nexo

entre los tres mundos que Habermas identifica en la psicología genética:

mundo objetivo, mundo social y mundo subjetivo. En el mundo de la vida los

seres humanos alcanzan el entendimiento en las exigencias de racionalidad

que se apartan de cualquier tentación instrumental de la razón o de la

racionalización –el medio- por el cual las formas de poder procuran su

dominio ideológico.

La teoría habermasiana destaca entonces los aportes de Gadamer y

resalta el papel de la comprensión que exige una relación intersubjetiva entre

los participantes en la acción comunicativa. De este plexo de sentido que

alcanzan los hombres y mujeres a través de la comprensión surge el

reconocimiento que se establece entre el ego y el alter ego, desde la

intersubjetividad. Esta dimensión ontológica de la comunicación extiende un

puente de singular validez y valoración que luego se destacará en la TDE.

Una vez más los tres mundos que Habermas ha identificado en la

acción comunicativa concurren en el mundo de la vida como “…el horizonte

de procesos de entendimiento con que los implicados llegan a un acuerdo o

discuten sobre algo perteneciente al mundo objetivo, al mundo social que

comparten, o al mundo subjetivo de cada uno”. (1988, p. 104)

Entre las preocupaciones de Habermas que podrían considerarse como

precauciones teóricas en razón de la difusión de ciertos conceptos desde la

Modernidad, cabe mencionar el riesgo de la cosificación, la transformación

de la fuerza de trabajo en mercancía que Marx desarrollara extensamente

como efectos alienantes en el proceso productivo y las respectivas relaciones

de producción capitalista y que Lukacs hiciera exigencia de cualquier análisis

de las condiciones sociales del mundo del trabajo en ese sistema. Una teoría

Page 57: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

53

de la acción comunicativa tiene éticamente que evitar esta transformación del

hombre/mujer en cosa o mercancía. Una vez más, Marx, Weber y Lukacs se

constituyen en aliados de Habermas.

Al tocar las alturas de conspicuos epistemólogos, Habermas llega a una

primera conclusión, casi al final del tomo I.

El fenómeno que hay que explicar no es ya el conocimiento y sojuzgamiento de la naturaleza objetivada tomados en sí mismos, sino de la intersubjetividad del entendimiento posible, y ello tanto en el plano interpersonal como en el plano intrapsíquico. El foco de la investigación se desplaza entonces de la racionalidad cognitivo-instrumental a la racionalidad comunicativa (1988, p. 499)

Hay algo sobre lo cual sujetos dotados de razón intentan entenderse

desde un corredor comunicativo intersubjetivo. En ese entendimiento del yo y

el alter ego hay algo exterior que trasciende la individualidad, la capacidad

lingüística que conecta en la comunicación. Esta es la razón por la cual

Habermas critica a N. Luhmann en su pretensión por hacer de la teoría de

sistemas una aportación a una teoría social. “La teoría de sistemas –afirma

Habermas- sustituye “sujeto” por “sistema” y “objeto” por “entorno” y reduce

la capacidad del sujeto para conocer y manipular objetos a la idea de

operaciones sistémicas que consisten en hacerse cargo de la complejidad

del entorno y hacerla manejable…” (1988, p. 504). Esta reducción de la

interacción humana a puestos o staff de un sistema, comportamiento

eficiente, organizaciones inteligentes, permite comprender los riesgos

siempre inherentes ya referidos por Austin al lenguaje y sus trampas.

Aquí es posible retomar la tesis de Habermas de los tres mundos y su

relación con la acción comunicativa. Se trata de un proceso cooperativo,

entre los participantes, para interpretar algo que sucede en alguno de esos

mundos. Las pretensiones de validez que argumenta uno respecto de otro u

otros, queda supeditada a la posibilidad de que en esos mundos aglutinantes

los actores puedan encontrarse y aceptarse; criticarse y desistir de opiniones

en función de un acuerdo o consenso. Esta es la razón por la cual Habermas

Page 58: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

54

piensa que estos mundos van y vienen dialécticamente desde y hacia la

cultura, la sociedad y la personalidad (1988, p. 196, Tomo II) y se constituyen

en componentes estructurales del mundo de la vida.

Hay una perspectiva del problema central del pensamiento de

Habermas que ilumina su análisis del capitalismo tardío como referente

macro en el que se inserta su discurso. Es en esta realidad donde Habermas

reconoce que:

“… surge un nuevo tipo de efectos cosificadores no específicamente derivables de la estructura de clases […] diferencialmente dispersados por el patrón de la desigualdad social [que] se hacen sentir hoy sobre todo en los ámbitos de acción estructurados comunicativamente, es decir, fuera de la esfera de la producción …” (p. 493)

Aquello que Marx denunciaba como alienación del trabajador no ha

desaparecido pues la conversión del hombre en cosa y que se vive como un

objeto extraño a sí mismo –enajenado- ahora no se califica desde las raíces

del marxismo en la teoría de la lucha de clases, es un efecto de las nuevas

condiciones del desarrollo del capitalismo tardío que emergen en los ámbitos

de la acción comunicativa y no en el proceso productivo y su desigualdad de

distribución de los bienes producidos en el proceso: la alienación (la fuerza

de trabajo como mercancía) y la plusvalía de esa apropiación excedentaria.

Otro aspecto que la acción comunicativa resalta en su otro modo de

interpretar el mundo se relaciona con aquello que Marx llamaba conciencia

de clase. A este respecto, la teoría social –como teoría de la acción

comunicativa- ve a la conciencia cotidiana que “…queda despojada de su

fuerza sintetizadora, queda fragmentada…” (1988, p. 501 Tomo II). Pero este

desgajamiento o fragmentación de la conciencia no es un efecto psicológico

de la neurosis predominante que denuncia Freud o la angustia clamada por

Sartre o el “aullido” de las víctimas identificadas por E. Lévinas. Al referirse a

la falsa conciencia, que obviamente es la visión ideologizada del mundo –

Habermas cree que ésta se presenta desintegrada y dispersa. La ideología

Page 59: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

55

como falsa conciencia es ahora una conciencia fragmentada. Tal vez pudiera

decirse invadida por los medios de comunicación de masas, las formas de

pasar el tiempo, las nuevas exigencias de la comida ligera. El mundo de la

vida, concluye Habermas, ha entrado en una etapa de colonización. La

globalización, aunque no se mencione, no es inocente de esta colonización

de la conciencia. La cultura, la sociedad y la personalidad dejan de ser

campos mentales o puros del conocimiento científico de la antropología, la

sociología y la psicología. Son los engranajes sobre los cuales gira la acción

comunicativa.

Habermas intuye que si Nietzsche, Marx y Freud entran en aquello que

se llamó filósofos de la sospecha, bajo este mismo calificativo podría incluirse

a la acción comunicativa.

Para cerrar provisoriamente este análisis, Habermas aclara:

El propósito de la presente investigación ha sido por mi parte introducir una teoría de la acción comunicativa que dé razón de los fundamentos normativos de una teoría crítica de la sociedad. La teoría de la acción comunicativa representa una alternativa a la filosofía de la historia…” (1988, p. 562, Tomo II).

En las páginas precedentes algunas referencias a Hegel y su

desacuerdo filosófico era visto como atemperado. Aquí es abierto y

desafiante.

Queda reconocer, además, que Habermas ha hecho una invitación y

un desafío a superar las deformaciones de la razón instrumental anunciada

por Horkheimer y alcanzar una teoría de la racionalidad que rompa con los

vínculos que el positivismo había celebrado con ella como recurso ideológico

para justificar la desigualdad y la dominación. Cabría todavía recordar que

“…Uno se entiende con otro sobre algo en el mundo…” (Habermas, 2002,

p. 11)

Page 60: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

56

M. Maffesoli: comprensión social y sensibilidad olvidada

Mientras la ontología se mantuvo en los predios de la metafísica donde

Parménides la puso a rodar, la categoría ente fue su creación que parecía

inmortal, como sostenía el filósofo de Eleas. Hoy nos hallamos ante la

ontología como la preocupación más omnicomprensiva, el concepto de

mayor dimensión espacio-temporal. La ontología como referente de toda

preocupación filosófica por la realidad. En este sentido se ha pronunciado

Ferrater Mora (2004). La realidad es así la máxima expresión de ser y

aunque induce a una confrontación inacabada siempre, las opciones han

enriquecido la vieja disputa entre idealistas y materialistas.

Maffesoli está más allá de esta expectativa excluyente y su punto de

vista le permite apreciar que “…no hay una realidad única, sino maneras

diferentes de concebirla…” (1993, p. 20). Positivismo, marxismo,

existencialismo, neopositivismo con su énfasis analítico, pragmatismo, giro

lingüístico tenían pretensiones de respuestas con aspiraciones homogéneas

y hegemónicas. Hoy el mundo es un mundo abigarrado. Tal vez en este

espectro el anarquismo metodológico de Feyerabend lo indujo a pensar que

todo vale. Popper despertó a los espíritus dotados de dogmatismo

cientificista y les instó a considerar que toda verdad está animada mucho

más por su falibilidad que por la certeza. V. Frankl resume una larga

experiencia neurológica y psicoterapéutica y más allá de la aspiración

universalista de la ciencia, reconoce la importancia de la búsqueda de

sentido vital. El humanismo de esta propuesta epistemológica es indiscutido.

La iatrofilosofía podría insinuar la riqueza filosófica del ejercicio de la

medicina que supera las determinantes deontológicas predominantes.

La sociedad capitalista colocó en la base de la estructura social a la

economía. Esta privilegiada consagración a una disciplina no ha

desaparecido en el poscapitalismo que reifica el papel del mercado y celebra

la expansión planetaria de la economía financiera. Coincidente con

Page 61: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

57

Habermas, quien piensa que hoy la cuestión no es la confrontación de la

lucha de clases y que la acción comunicativa responde mejor a las

posibilidades teórico-prácticas de análisis epistemológico, Maffesoli advierte

que la economía ofrece una visión limitante, opuesta a la propuesta

comunicacional que se corresponde con un punto de vista más amplio (1993,

p. 21).

De dónde parte y a dónde pretende llegar, podría responderse con esta

declaración:

…la empresa que se inicia es libertaria. Hacer escuela es fácil y aburrido; es mucho más fecundo esforzarse por echar una mirada libre, a la vez insolente, ingenua, incluso trivial, en todo caso desagradable, pero que abre brechas y permite fuertes intercambios… (1993, p. 29)

Si todo esfuerzo intelectual fuera intención que debe definirse desde el

comienzo con palabras precisas, como aconseja Austin, en este caso, esa

empresa libertaria es dionisíaca. Este concepto es clave en el pensamiento

de Maffesoli y se extenderá con diferentes matices y denotaciones. Una

expresión que tal vez sintetiza este desacralizado modo de hacer

epistemología podría corresponderse con el propósito de correr los límites,

que Maffesoli atribuye a A. Touraine. Al parecer, Prometeo tenía mayor

claridad del método que emplearía que de las consecuencias que podría

conseguir al robar el conocimiento a los dioses.

Una posición filosófica que insta a repensar la sociedad tiene que incluir

necesariamente una concepción del hombre/mujer cuyos valores se aparten

de aquellas tendencias antihumanistas, absolutizantes, aún cuando se digan

científicas, que encubren dogmatismo y desviación ideológica. En este

sentido, la antropología filosófica de Maffesoli insta a recuperar la visión

dionisíaca del mundo alejada del falso moralismo imperante y decidir que un

estudio de la sociedad debe ser omnicomprensivo y, por definición

comprensiva, poner todo en cuestionamiento.

Page 62: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

58

La tradición investigativa descansaba en el argumento racional, la

objetividad, la descripción y la prolija constatación de los hechos.

Feyerabend, Habermas y antes Marx, han demostrado los riesgos de validar

la racionalidad capitalista como si se tratara de una característica inmutable,

aislada de su vinculación con los objetivos del mundo de la economía. Así se

ha generado una corriente epistemológica que fustiga las limitaciones y

desviaciones de la razón instrumental y aboga por lo que el propio Maffesoli

llama razón sensible.

El cambio de marcha se inicia con una declaración antiaristotélica:

“…nos toca ser funcionarios del pensamiento para pensar con medida y a la

medida; […] la medida es precisamente lo que puede alejarnos más de

nuestro objeto de estudio…” (Maffesoli, 1993, p. 53). Las categorías que van

construyendo la arquitectura del discurso tienen que alejarse de la prhónesis.

Hay que pensar lo cotidiano como fuente de lo que cierto academicismo

pretende demeritar. Dar con la pasión por lo tensional, con cierta

desconfianza por lo acabado con perfección, reconocer que los intereses

lúdicos están más profundamente enraizados en la vida social de individuos y

grupos de lo que la psicología reconoce. Ha sido Juan C. Somoza, un

notable psiquiatra quien ha dicho que la teleología estética, la belleza en sí

misma que se convierte ella misma en el fin de la obra es anacrónica desde

el arte griego mismo. Un escultor que en el siglo V, la época de Platón, goza

de reputado prestigio se niega a terminar sus obras. Su declaración merece

respeto: una obra bella es, y debe ser siempre, una obra inconclusa.

(Somoza, 2000)

Esta evidencia deja paso a la idea del formismo, término acuñado por

Maffesoli que reconoce a la forma en el sentido que la concibe el escultor

griego: “… la forma es un polípodo con implicaciones estéticas, éticas,

económicas, políticas y desde luego gnoseológicas…” (1993, p. 82). En la

ponderación heurística cualitativa abierta por la etnografía, el formismo hace

válido lo trivial, lo popular y las formas pequeñas de la cotidianidad. Así, el

Page 63: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

59

formismo es, al mismo tiempo que integrador, una vía para estimular el

aparecer de aquello que estaba oculto o de aceptar aquello que, en tanto

desintegrador, se muestra en la cotidianidad; es también otra perspectiva

desde la cual se proyectan antagonismos como universal/singular;

holismo/particular; dogmatismo/pluralismo; inclusión/exclusión;

dominación/dominado; apariencia/realidad; sensible/inteligible. En todos

estos casos, y en muchos otros, el formismo es también una reflexión que

conduce al reconocimiento de los opuestos que no se excluyen sino que

generan dialécticamente nuevas realidades. Esas son modulaciones de la

forma.

“Debido a ello, los pequeños gestos de la vida cotidiana, las

conversaciones triviales del café y el deambular existencial […] se cargan de

sentido…” (1990, p. 94). Nada de lo que hasta ahora nos propone la

sociología comprensiva de Maffesoli es ajeno a la función social del diálogo

que en la vida cotidiana del compartir en la educación da cabida a los

pequeños y grandes asuntos. El diálogo que empieza por cuestiones en

apariencia banales puede continuar con cuestiones filosóficas complejas,

científicas o de otra alcurnia intelectual. Esto debe ser tenido en cuenta.

Las formas que el formismo va gestando permiten reconocer que “…el

individuo sólo progresivamente se afirma como tal…” (1990, p. 122). Antes y

durante el largo apego al cordón umbilical de la cultura, el hombre y la mujer,

en tanto persona singular, son la copia que les devuelve el espejo de la

familia, la escuela, la iglesia. El largo camino de la ruptura no es una acción

que suceda sin traumas. Tampoco se produce por iluminación o revelación.

La construcción del ser humano que cada uno desea ser no se produce sin

muertes simbólicas y reales y sin la audacia que requiere asumir la liberación

de un mundo ideológico. Ya llegará el tiempo en que devolvamos las

medallas que nos hicieron acreedores a un cuadro de honor o regresar los

diplomas ganados por una buena conducta que auguraba un futuro

promisorio de honorable ciudadano. Con sencillez, Maffesoli confiesa que:

Page 64: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

60

“…se trata de salir de sí mismo, de quebrantar el recinto del cuerpo personal,

de integrarse a un cuerpo colectivo…” (1990, p. 123).

Hay un horizonte donde empieza a alejarse la bruma. Nuevas formas de

socialidad van emergiendo. Allí deseamos ver al hombre y a la mujer en su

más esplendente necesidad de ser; que se aleje de las racionalizaciones que

impone la ideología y se viva desde una nueva razón sensible en ruptura

generosa con la razón instrumental. Feyerabend fustigó al positivismo y a su

hija intelectual: la razón instrumental. Estaba convencido de que esa razón

estaba al servicio de la naturaleza y de la explotación humana. En su

aparente objetividad se transforma en subjetivismo opresor (Ferrater Mora,

2004, p. 1695). Este filósofo de la teoría crítica será un compañero leal de

Maffesoli en esta tarea.

Esta emergente realidad desde una sociología comprensiva impone

nuevas categorías como ha sido expuesto. Queda todavía por incorporar

otras precisiones. Se trata de evitar malentendidos cuando decimos que la

educación es un proceso de socialización, seguidores de la pedagogía

positivista. Para ello, Maffesoli sugiere socialidad que parece ser un concepto

más libre para conocer la vida social. Socialización supone coacción sobre la

personalidad, ajustamiento de la persona a patrones preestablecidos. Así, la

educación desde los referentes socializadores aspiraba a comportamientos

sociales idealizados que ocultaban la carga ideológica de las prácticas

sociales de la educación.

En la perspectiva maffesoliana, la razón instrumental cede su lugar a la

razón sensible. La socialidad despliega su acción en predios empáticos. Una

sociedad, en su esencia o, si se prefiere, en el mundo de la vida para evitar

sesgos metafísicos, se forma y adquiere su carácter predominante

dependiendo de la forma que en ella se vive la alteridad. Por eso, la

socialidad es desde un principio intimista (Maffesoli, 1990, p. 159). La pulsión

afectiva de la socialidad impregna el diálogo educativo y lo proyecta a la

conciencia del compartir, discrepar, alcanzar consenso, dudar y confirmar

Page 65: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

61

ideas o propósitos. En esa base en que se consolida la convivialidad, la

ayuda mutua, el cooperativismo y la solidaridad; el diálogo fortalece prácticas

tolerantes y de impulso al librepensamiento que oxigenan la praxis educativa.

Prácticas ancestrales en la cultura amerindia como el convite y la minga no

son ajenas en su aglutinante social de la cooperación al valor del diálogo.

A la socialidad, como piensa Maffesoli, le es constitutiva su estructura

afectiva que estimula la atracción y debilita la repulsión hacia el Otro. La

inclusión y exclusión en la relación del aula de clases, en el campo u otro

espacio educativo, no son ajenos en sus prácticas a la pulsión del diálogo.

Este concepto, en su sentido fuerte, se emplea con la fuerza que le dio

Freud. Si el diálogo multiplica la participación y la relación intersubjetiva,

queda fuera de discusión el papel de los afectos. Por eso, Maffesoli destaca

a continuación el aspecto cálido de estar juntos.

Desde ese contexto que en su mayor amplitud Habermas reconoce

como mundo de la vida hasta el más íntimo que Maffesoli denomina tribal, la

socialidad genera los nexos de distancia y proxemia que dispersan o

aglutinan las prácticas sociales de los grupos. Aquello que la antropología y

la sociología distinguen en la familia, la tribu (incluida la organización secreta

de la mafia), el vecindario y prácticas de comunicación que pueden

observarse tan lejos como los diálogos socráticos en el ágora ateniense, no

son ajenos al espíritu inclusorio del diálogo educativo. Si la socialidad surge

en lo que Maffesoli llama un fondo de nebulosa, el diálogo podría contribuir a

la claridad en su más amplia proyección humana. Otra visión de la sociedad,

que se aparta de positivismos, funcionalismos y marxismos, podemos

obtener de esta reflexión de Maffesoli quien asegura que “la dialéctica del

amor y del alejamiento (digamos distancia y proxemia), dialéctica que parece

estar en la base de toda estructuración social…” (Maffesoli, 1990, p. 198) es

constitutiva y fundacional de la persistencia social de la tribu.

La socialidad posee aglutinantes que configuran la trama del diario

convivir. Uno de esos fundamentos a los que Maffesoli suele llamar hilo rojo

Page 66: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

62

es la proxemia con que se constituye la trama comunitaria. La epistemología

encuentra transitando por el mismo camino a neurólogos, psicólogos,

cognitivistas, biólogos, hermeneutas, antropólogos y filósofos que se

esfuerzan por hallar nuevas respuestas ante viejos problemas. Ya no sólo los

grandes problemas de la metafísica, la definición de la justicia, la libertad o la

ética. También surgen tendencias respetables que se preocupan por saber

qué pasa al hombre de hoy en las relaciones intersubjetivas de las pequeñas

cosas, eso que Maffesoli denomina trascendencia inmanente. Las grandes

tareas de la civilización parecen hoy ser también aquellas que se viven en las

pequeñas comunidades, agitadas por la cercanía de sus miembros que

fortalece prácticas de vida comunitaria y nuevas experiencias de esta

arquitectura social de lo mínimo existencial, la vivencia de la proxemia.

¿Qué es la proxemia? La proxemia forma parte de la vida social de

seres humanos en relación (Maffesoli, 1990, p. 214). No sólo mundo

relacional individual. Aquí tienen cabida también aquellos espacios en que

los hombres/mujeres se encuentran próximos: la familia, la escuela, la

ciudad, la fábrica, la universidad. En ese contexto se viven las pequeñas

historias del día a día. El trasfondo filosófico de la argumentación que

subyace a El Tiempo de las Tribus (1990) es una metáfora a la vida que

hombres y mujeres viven en el barrio, en el vecindario. Por eso, Maffesoli

confiesa que el acento recaerá en “…lo que es común a todos, en lo que es

hecho por todos aunque sea de manera microscópica…” (1990, p. 214). Son

inherentes a la proxemia, los mecanismos de atracción/repulsión que se

resuelven dialécticamente y nunca como determinantes que una heteronomía

moral o social impone.

La proxemia tiende al enraizamiento de los miembros al grupo, a la

comunidad. Casi poético, Maffesoli lo dice así: “…lo próximo y lo cotidiano,

pese a lo que pueda parecer, aseguran la soberanía sobre la existencia…”

(1990, p. 217) y por ello, la proxemia que no tiende a generar unanimidad ni

a imponer puntos de vista es un medio eficaz que ayuda a superar nuestra

Page 67: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

63

natural desconfianza y sospecha de la sinceridad de los otros. La relación

social próxima sucede en relaciones afectuales, éste es su magma y el suelo

firme de la comunidad. Es la riqueza de las manifestaciones afectivas, el

motor de la proxemia. Tal vez así se explica que vamos del amor al odio; de

la alegría a la tristeza; de la rabia a la serenidad (la sophrosine platónica) y

en ese vaivén se despliega la tensión vital de la lejanía y la proximidad. Tal

vez no sea necesario que nos exijan amor al prójimo si el prójimo ya está en

uno mismo.

El lugar más íntimo: la familia u otra institución fundan su unidad en

lazos fraternos y filiales de solidaridad y cálidas prácticas –ritos- que dan la

fortaleza a la proxemia. Contra la racionalidad instrumental predominante en

el discurso de la burguesía filosófica de la Modernidad, Maffesoli avizora una

racionalidad sensible que ya se anuncia como acción proxémica. Contra el

individualismo, unidad en los pequeños espacios humanos y en la vida de las

pequeñas historias. La proxemia no atenta contra la libertad individual.

Las implicaciones de este enfoque teórico en la praxis del diálogo

educativo serán oportunamente valorados, así como su inserción en la –por

algunos llamada- crisis de los paradigmas onmicomprensivos.

La obra de Maffesoli trasgrede oportunamente el marco restringido de la

sociología. Algunas categorías como sociología comprensiva, formismo

(1993); proxemia, centralidad subterránea, comunidad de destino (1990);

raciovitalismo, razón sensible, saber dionisiaco (1997), dan cuenta de un

mismo y sostenido afán por oxigenar las ideas que nos convocan en la

socialidad.

El proyecto filosófico de la teoría de la razón sensible exige a Maffesoli

una declaración gnoseológica inicial. Desde un espíritu escéptico, que

observa atento los estragos de la razón instrumental moderna que separa

objeto y sujeto; de las intenciones nada éticas de la ideología que oculta o

desvirtúa la realidad, pasa a lo que llama sabiduría relativista (1997, p. 12).

Esta sabiduría que elude los dogmatismos de todo género y se aparta de

Page 68: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

64

aprioris y demandas por el deber ser, se proyecta y apuesta por un mundo

que es. Antes que el cinturón moral del deber ser, Maffesoli que ya había

declarado su rechazo a la frónesis aristotélica como el justo medio para

alcanzar la felicidad, opta por una ética de las situaciones (1997, p. 13), pues

allí “…se fijan en la pasión, en la emoción, en una palabra, en los afectos de

los que los fenómenos humanos están formados…”. Si la razón positivista

objetivante, fría, técnica tomaba posición por las alturas del poder, la razón

sensible, el pensamiento débil que diría Vattimo, opta por la calidez de los

vínculos afectivos. En lugar de pensar al mundo como debería ser,

enfrentemos al mundo como es, en su puro aparecer. La forma de ser de la

realidad es su manifestarse. Hay cierta nostalgia fenomenológica, claro está,

depurada de cualquier intención metafísica en su intuición eidética.

Maffesoli se extasía jugando con la metáfora que le ha dado la

oportunidad de un necesario equilibrio entre sus afanes intelectuales y sus

impulsos afectivos: ver el mundo en su nebulosa, como un claroscuro que lo

revela en matices más auténticos que blanco y negro. Por eso, su lenguaje

no sólo es preciso, es también un calidoscopio de imágenes y símbolos. Para

destacar cómo la Modernidad convirtió la realidad en pequeños trozos

ajustados a un modelo de verdad, a priori, recurre al mito de Procusto con

toda su carga de irracionalidad. El raciovitalismo corrige esta deformación:

junto al acto de conocer, hay que captar las pulsiones vitales de la existencia.

Maffesoli merodea con frecuencia los terrenos filosóficos del existencialismo.

Eso sí, más cercano a Sartre que a Heidegger. Por eso “…el raciovitalismo

[…] introduce una idea amorosa, que se preocupa poco por la ilusión de la

verdad, que no se propone un sentido definitivo de las cosas y de la gente…”

(1997, p. 150).

Maffesoli es un pensador posmoderno y sus ideas no parecen ajenas a

las luchas de los pueblos del Tercer Mundo. Como en Habermas y en

muchos otros, no hay una exigencia teórica por reivindicar tradiciones

epistemológicas como el positivismo, el marxismo o el estructuralismo. No

Page 69: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

65

aceptaría hoy desplegar una pancarta a favor de la lucha de clases y por eso

prefiere referirse a la estructura social como una red de tensiones,

modulaciones, vaivén y pulsiones.

H. Maturana: Pensar al otro como legítimo otro

Una de las dificultades, y no menor, cuando uno se adentra en la obra de

este prolífico pensador lo constituye tal vez la decisión que exige por dónde

empezar. El humanismo de Maturana ilumina vastos campos que van de la

biología a la educación, la ética, la política, la psicología o la sociología.

Desde una exigencia epistemológica que establece sólidos vínculos con el

diálogo, sostiene que:

…La aceptación del otro junto a uno en la convivencia es el fundamento biológico del fenómeno social: sin amor, sin aceptación del otro junto a uno no hay socialización, y sin socialización no hay humanidad. Cualquier cosa que destruya o limite la aceptación del otro junto a uno desde la competencia hasta la posesión de la verdad, pasando por la certidumbre ideológica, destruye o limita el que se dé el fenómeno social y, por tanto, lo humano… (1996a, p. 163)

Las categorías fundantes de la epistemología se entrelazan de un libro a

otro. Por eso luego sostendrá que el mundo que uno vive siempre se

configura con otros (1996b, p. 31). El reconocimiento del otro como legítimo

otro empieza temprano en la relación madre/hijo y se vuelve exigencia ética

en la educación (pp. 44-48). En un mundo de predominio mercantil marcado

por la insolidaridad, piensa que es nocivo para la convivencia estimular

algunas conductas. Por eso, la competencia genera mentira y engaño. No

existe la sana competencia, confirma.

En la tradición cultural, heredera del positivismo, se vive en la aceptación

de que somos racionales y por tanto, las emociones constituyen expresiones

antagónicas. La razón instrumental define lo racional como humano. En el

proceso de hominización, piensa Maturana, lo que hace al hombre y a la

Page 70: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

66

mujer diferentes de otros animales es el lenguaje que en el diálogo genera

las relaciones intersubjetivas del lenguajear. Esa capacidad dialógica

distintiva de lo humano se estructura como un fluir de interacciones

recurrentes que determinan a su vez, un sistema de interacciones

consensuales (1995, p. 87). En ese fluir, el lenguaje de la conversación va y

viene entre los dialogantes. La conversación no es un acto meramente

biológico como el crecimiento de los huesos o el funcionamiento de las

glándulas.

Quienes dialogan se entrelazan en lo emocional y lo racional desde el

lenguajear. Ese entrelazamiento teje lo sólido y perdurable de lo singular

humano. En la idea de la interacción humana desde el lenguaje en el fluir, los

dialogantes, contrariamente a lo que pensaba Heráclito, entran y salen

cuantas veces quieren en el diálogo. Las aguas del diálogo van, pero

también vienen. Somos racionales, podría reconocer Maturana con

Aristóteles y Descartes pero al mismo tiempo, en el entrelazamiento dinámico

y dialéctico, somos emocionales. La existencia humana, insiste Maturana, se

teje en el lenguaje y lo racional desde lo emocional.

El lenguaje traduce y manifiesta la experiencia personal en el modo

como se ha vivido la vida emocional de cada persona. Las condiciones

sociales y familiares no pueden verse como factores ajenos al modo como se

vive en las relaciones de la vida cotidiana. En la praxis de la educación de

cada día las expectativas y posibilidades del diálogo ocurren en relación

directa de cómo se viven las interacciones entre profesor (a)/ alumno (a).

Si el diálogo es un puente que comunica a los participantes y al docente,

entonces, la educación y el diálogo se viven como:

§ Convivencia de realización humana

§ Colaboración

§ Placer de compartir y cooperar

§ Alegría

§ Aceptación recíproca

Page 71: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

67

§ Reconocimiento de la igualdad

§ Conciencia de sí mismo y del otro

§ Exigencia del reconocimiento del otro

§ Fluir de acciones consensuales

§ Valoración del sí mismo y respeto por el otro

§ Proceso de integración racional, emocional y lingüística

La conciencia de vivir el proceso educativo desde esas exigencias

constituye el fundamento socio filosófico de la dialogicidad educativa.

Al volver a las páginas de Desde la biología a la psicología (1995, p. 94-

95), Maturana parece estar esperándonos para reiterar lo afirmado:

…Todo quehacer humano se da en el lenguaje, y lo que en el vivir de los seres humanos no se da en el lenguaje no es quehacer humano, al mismo tiempo, como todo quehacer humano se da desde una emoción, nada humano ocurre fuera del entrelazamiento del lenguajear con el emocionar y, por tanto, lo humano se vive siempre en el conversar. Finalmente, el emocionar en cuya conservación se constituye lo humano al surgir el lenguaje, se centra en el placer de la convivencia en la aceptación del otro junto a uno, es decir, en el amor, que es la emoción que constituye el espacio de acciones en el que aceptamos al otro en la cercanía de la convivencia…

El discurso epistemológico de Maturana supera las pretensiones de

objetividad, racionalidad, descripción neutral de los hechos (cientificismo),

descripción de la realidad y crea los fundamentos de una nueva ontología

que coloca al hombre en el centro de la realidad. Es comprensible que

reconozca que la realidad se construye al conversar con el otro (1996, p. 23).

Esta disposición psicoemocional para conversar se ve amenazada en la

posmodernidad por la tendencia a la confrontación, la competencia, la

insolidaridad, el lucro, el individualismo, el minimalismo y otras conductas.

El juego como instancia que permite la libre manifestación del

coemocionar, el baile en que la pareja se encuentra en la aceptación del otro

y la otra, no son ajenos a aquello que nos mueve y gatilla en el diálogo, acota

Page 72: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

68

Maturana. Seducir ¿por qué no? Hay una erótica del baile y del conversar

que es necesario separar de la connotación negativa atribuida al erotismo. El

baile no funciona cuando el o ella pierde el paso. En el diálogo igual. Si

alguien habla y el otro (a) no escucha, no hay diálogo, se rompe la unidad

que ha creado la pareja y también la estética. Conversar implica necesidad

de comprender y ser comprendido. Si la conversación se piensa como

proceso para la imposición, el abuso de poder, la negación del otro (a) en la

intolerancia, en la exigencia de racionalidad y objetividad, no hay diálogo.

Uno no empieza pidiendo al otro (a) sinceridad en el conversar. Esta se

supone en la confianza de los actores. Pueden darse discrepancias

–reconoce Maturana- y también antagonismos, pero su autenticidad está

dada por el fluir de las emociones que constituyen el diálogo. Así, el diálogo

permite entrar en la coinspiración y, por qué no, en la conspiración como

aquello que en la cercanía dialógica nos permite respirar juntos. La confianza

“…es el fundamento de la convivencia social…” (1996, p. 68).

Las precisiones que Maturana ha señalado como reiteración acerca de la

realidad (1990b, 1996, 1997a, 1997b) pueden remitir a la expresión “dominio

de explicaciones”, que se constituyen en la conversación cuando la relación

entre una pregunta y la (s) respuesta (s) se cruzan para iniciar, continuar o

interrumpir el diálogo. De aquí surgen los caminos explicativos derivados del

escuchar y hablar (explicar) de la interacción dialógica. Hay dos modos de

escuchar, dice Maturana, que determinan caminos explicativos. “…el camino

de la objetividad sin paréntesis o de la objetividad trascendental, y el camino

de la objetividad entre paréntesis o de la objetividad constitutiva…” (1997b,

p. 20).

Los dominios de explicación de la realidad se refieren a la objetividad sin

paréntesis del observador (o el oyente en el diálogo) y se plantea que la

existencia o la realidad son independientes de los actores sociales del

diálogo o de los observadores. Así, las cosas existen independientemente de

los interlocutores. Para sostener este dominio, dice Maturana, el observador

Page 73: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

69

(o el que habla) se refiere a “…alguna entidad tal como materia, energía,

mente, conciencia, ideas o Dios…” (1997b, p. 21). Esas explicaciones dan

respaldo a sus planteamientos. La pretensión de conocimiento o validez

discursiva exige sometimiento y obediencia al punto de vista “objetivo” del

que se instala en el dominio explicativo de la realidad sin paréntesis. La

pretensión de trascendentalidad kantiana o religiosa está implícita.

Por oposición, en el dominio de la objetividad –realidad- entre paréntesis

el observador o interlocutor

…se da cuenta de que él o ella vive en un multiverso, esto es, en mundos distintos, igualmente legítimos, pero no igualmente deseables realidades explicativas, y que en éste, un desacuerdo explicativo es una invitación a una reflexión responsable y no una negación irresponsable del otro (1997b, p. 26).

En síntesis, no hay una realidad predeterminada, independiente a los

interlocutores. La aceptación del otro como legítimo otro en la convivencia y

en el diálogo sucede en un mundo en paréntesis, donde múltiples

componentes de la realidad generan las condiciones biológicas, psicológicas,

lingüísticas, culturales, permiten construir la realidad.

Cada vez que uno esgrime el argumento de la objetividad, lo que uno

está haciendo es exigirle al otro que se conduzca como uno quiere, agrega

Maturana y para completar sentencia que una afirmación que se declara

objetiva es una petición de obediencia. Si en los dominios de la realidad sin

paréntesis hay una institución o un referente que hace de la aceptación del

argumento de un hablante una verdad trascendental o que ésta proviene de

una realidad ya determinada, entonces la exclusión está sobreentendida.

Sólo cabe aceptar que la declaración o la proposición son la verdad. La

búsqueda de verdad o de sentido, como se desprende, requiere de otro

dominio, el de una realidad en paréntesis en que lenguaje, razón y

emociones determinan los ejes de una realidad siempre haciéndose y

reconstruyéndose en el coemocionar del lenguaje.

Page 74: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

70

¿Cómo acceder a una realidad predeterminada si “…no podemos tener

ningún acceso a una realidad supuestamente independiente de nosotros,

porque no hay una operación que constituya ese acceso…? (1996, p. 234).

Esta es una idea compartida por Habermas que había sido anticipada por

Maturana. No tenemos acceso a la realidad. Todo acceso está mediado por

el lenguaje (Habermas, 2002, p. 10).

Si un hablante en cualquier momento del diálogo cree tener un acceso

privilegiado a la realidad o tener el conocimiento o poseer la verdad,

entonces la relación con el otro (a) será de exigencia, piensa Maturana.

Tienes que ser objetivo, tienes que ser racional, ésta que yo te digo es la

realidad. Si el otro (a) no lo reconoce, no es racional, no es objetivo. Está en

el error o está equivocado. La clave que tiende al entendimiento, a la

comprensión mutua, al respeto de uno mismo y del otro (a), a la inclusión y la

igualdad podría ser: no imponer, sino proponer. Como docente esto no puede

ser olvidado si queremos que haya auténtico diálogo.

Maturana pasa de la biología como dominio restringido de su hacer

científico y abre una perspectiva epistemológica de largo alcance que integra

los fundamentos biológicos, antropológicos, psicológicos, semánticos y

filosóficos para comprender el sentido profundo de lo humano. En ello la

racionalidad, el emocionar y el conversar de la cotidianidad hacen el ethos de

su discurso, es decir, el suelo firme, la morada en que habitamos en el

lenguaje y en la recurrencia de las interacciones del diálogo.

Al refutar la existencia de una realidad exterior independiente a los seres

humanos o la inmanente primacía de la razón desde Descartes, Maturana

tenía necesariamente que oponerse a las pretensiones platónicas de una

verdad inteligible que fortalece la tradición idealista.

Alguna voz podrá exigir a Maturana –como se ha hecho con Habermas

respecto de la metateoría de la acción comunicativa- que considere las

determinantes económico-sociales con su respectiva estructura de clases

para fortalecer su teoría, pero el epistemólogo que sigue siendo

Page 75: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

71

constitutivamente un biológico y un hombre de ciencia parece menos

inclinado al análisis político contingente.

Desde ahora podemos comprender más claramente las relaciones

dialécticas entre razón, emociones y lenguaje. Antes que él, la semántica, la

semiología y la filosofía del lenguaje habían privilegiado el papel singular del

lenguaje. Los positivistas, pragmatistas y neopragmatistas destacaron el

primado de la razón. Las tres corrientes del siglo XX en dominios de la

psicoterapia más influyentes resaltaron la importancia de las emociones en la

salud psíquica individual. Ninguna de estas orientaciones teóricas y sus

respectivos métodos habían logrado fundir en un discurso coherente y de

innegable valor teórico las coordenadas epistemológicas de la condición

humana. Ahora estamos en condiciones de apreciar que lo objetivo y lo

subjetivo son dos momentos diferentes de nuestras conductas y de la

realidad y también del interactuar de la vida social. Una y otra dimensión son

interdependientes y en la acción de los hablantes se interpenetran. El diálogo

se proyecta desde la reflexión individual, pero se vuelve hacia su más plena

integración social en la intersubjetividad. Objetivo/subjetivo dejan de ser

opuestos. El tú y el yo han dado paso al nosotros que compromete la

dinámica del diálogo.

Pudiera pensarse con Wittgestein que el lenguaje potencia la realidad

pues es con palabras que la nombramos. Si todavía quedaran buscadores de

verdades absolutas e inmanentes, Wittgestein está dispuesto a persuadirlos

cuando reconoce que los límites de mi lenguaje significan los límites de mi

mundo (1999, p. 143).

Es preciso estar atentos y en vigilia permanente ante la tentación de la

certeza, aconseja Maturana (1996). El mundo se constituye con otros, en el

convivir del lenguaje. Por este camino no se llega al escepticismo, ni al

nihilismo. Aunque es posible poseer certezas, éstas no implican la verdad.

Aún cuando el punto de vista del otro (a) nos parezca menos deseable,

es igualmente respetable reitera el filósofo. La fundamentación ontológica y

Page 76: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

72

epistemológica de la TDE esperaban por Maturana para entrever las

potencialidades ilimitadas del diálogo en educación.

Page 77: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

73

CAPÍTULO V

EL DIÁLOGO EN EDUCACIÓN: DE LA TEORÍA A LA PRAXIS

El diálogo es una actividad dialéctica, intersubjetiva, en cuyo desarrollo el

lenguaje se manifiesta como la capacidad exclusivamente humana que

acerca y suscita emociones y sentimientos. Como Habermas lo ha planteado

(2002, p. 68), crea un plexo de sentido intersubjetivamente compartido. Sale

de la reflexión que aísla y se proyecta en la reflexividad que convoca a

compartir la palabra. El diálogo no es un fin en sí mismo, es un medio que

determina la proximidad y lejanía de los hablantes, supera la confrontación

de creencias, prejuicios y predisposiciones que limita pero al mismo tiempo,

potencia la interacción comunicativa. Los roles de quien habla y quien

escucha, son intercambiables.

El diálogo favorece el entendimiento y la comprensión. Desde la personal

percepción y significado del mundo que los hablantes confieren a la realidad,

el lenguaje representa el aire vital del diálogo.

La relación entre el diálogo, el lenguaje y la filosofía parece haberla

intuido Wittgenstein cuando atribuye al lenguaje la potencia de constituir el

mundo, luego afirma que los límites de mi lenguaje significan los límites de mi

mundo (1999, p. 143). Para no dejar dudas, a continuación concluye: Yo soy

mi mundo.

La concepción del diálogo como relación emisor/receptor es mecanicista

y limita las posibilidades de la intersubjetividad dialógica en que la palabra

fluye sin más limitaciones que las derivadas del respeto mutuo. Esa opción

teórica no parece estimar –como lo hace el análisis del discurso- los

principios de cooperación y cortesía lingüística que confieren cohesión

Page 78: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

74

emocional y simpatética al diálogo. Emisor/receptor se transforman en la

dinámica del conversar y crean coordinaciones de conductas consensuales,

como sostiene Maturana. Las reglas implícitas en el diálogo se relacionan

con conductas que apuntan a las exigencias de no imponer puntos de vista,

actuar con generosidad, simpatía y tacto.

La TDE se identifica con el pensamiento de M. Maffesoli (1990), quien

postula que la convivialidad y socialidad (en oposición al carácter impositivo

de la socialización con ajustamiento a las normas) hacen las claves de la

conversación y que ella está urdida por pares dicotómicos que apuntan a la

práctica dialógica en educación:

§ Consenso / disenso

§ Afecto / indiferencia

§ Proxemia / distancia

§ Confianza / desconfianza

§ Exclusión / inclusión

§ Acción / reacción

§ Subjetividad / objetividad

§ Intersubjetividad / meditación

§ Acuerdos / desacuerdos

§ Tolerancia / intolerancia

§ Construcción / deconstrucción

En esa realidad, el diálogo apunta a aquellos que tienen ganas de

pensar por sí mismos, agrega Maffesoli (1990, p. 22) y sienten el deseo de

comunicar lo que piensan. Por ello, el monólogo extravía al hombre en su

propio yo, lo vuelve recursivo de su propio éxito o fracaso sin consecuencias

sociales. La lógica del individualismo es reduccionista, reduce al hombre a

una identidad que se cierra sobre sí mismo. La lógica del diálogo es solidaria,

participativa; impulsa a la socialidad y la convivialidad.

Page 79: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

75

El trabajo en equipo, las investigaciones grupales, los proyectos sociales

de participación activa de estudiantes y profesores, facilitan el diálogo.

El desarrollo de la hermenéutica como disciplina filosófica ha

abandonado los predios restringidos de la interpretación de textos que tuvo

en la tradición religiosa y literaria. La proyección de la interpretación y la

comprensión (verstehen) como apunta Gadamer (1977) al plano crítico social

se aparta del texto y se vuelve hacia una lectura de la realidad. Allí se

encuentran profesores y alumnos impelidos a actuar dialógicamente con

autonomía y capacidad crítica. La formación de valores sociales relevantes y

la experiencia de vivir la democracia en la educación como un proceso de

praxis permanente obligan al reconocimiento del diálogo como tensión que

impulsa a la reflexividad. La simple reflexión no basta para fortalecer los

vínculos que la vida democrática exige.

La apertura desde la reflexividad no es un acto de espontaneidad

espiritual de los seres humanos. Tampoco se produce por iluminación o

revelación. Es en las condiciones materiales y espirituales de la vida, de la

vida concreta entre humanos, de donde emerge el diálogo como impulso

hacia el compartir y el convivir. En el diálogo, como aquí se postula, están

implícitas las determinantes psicológicas, sociales, culturales, materiales y

espirituales en que interactúan los dialogantes. No basta hoy, para valorar en

su más plena proyección social las posibilidades de diálogo, con reconocer

con Aristóteles que somos racionales. Las guerras y otras expresiones de un

mundo en constante tensión develan que la racionalidad no puede explicar la

irracionalidad de la conducta humana. Maturana (1997, p. 15) lo ha dicho así:

Al declararnos seres racionales vivimos una cultura que desvaloriza las emociones, y no vemos el entrelazamiento cotidiano entre razón y emoción que constituye nuestro ser humano, y nos damos cuenta de que todo el sistema racional tiene un fundamento emocional.

Al definir las emociones como disposiciones corporales que determinan o

hacen específicos ciertos dominios de acción, Maturana está reconociendo

Page 80: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

76

que en el diálogo las emociones como ira, enojo, alegría y otras, juegan un

papel fundamental en nuestra disposición al diálogo. En efecto, una

condición dialógica surgida desde la ira en uno de los dialogantes tendrá

desarrollo muy diferente de un diálogo construido a partir del mismo como

manifestación de amor al otro. En este sentido, coinciden Maturana, Freire y

Frankl. La solidaridad no es una conducta determinada por cierto

funcionamiento glandular o por el solo ejercicio de la razón. La solidaridad

nos impulsa hacia el otro desde las emociones. Cuando Lévinas argumenta

su discurso de la alteridad debemos oírlo decir que el diálogo es la mayor

cercanía entre los seres humanos que se reconocen cara a cara. Este

mirarse a la cara no es un hecho puramente físico. Es el encuentro de yo y el

otro que confluyen en la aceptación mutua por un ideal o propósito, aunque

éste parezca intrascendente o rutina de la vida cotidiana o irrelevante por su

coloquialidad. Al exigir que debemos hacernos responsables del otro como

víctima en la exclusión, Lévinas está planteando no sólo una toma de

posición filosófica ante la vida, está recurriendo al fondo emocional de

nuestra vida, cuya riqueza se acumula y se distribuye por igual entre los

seres humanos. La emoción de alegría o de amor son manifestaciones hacia

el otro (a) provocadas por la cercanía que generan las emociones.

Para hacer más claro el planteamiento anterior, es útil oír una vez más a

Maturana (1997, p. 23):

El amor es la emoción que constituye el dominio de acciones en que nuestras interacciones recurrentes con otro hacen al otro un legítimo otro en la convivencia; las interacciones recurrentes en la agresión interfieren y rompen la convivencia.

Hay entonces, un constituirse lo humano del diálogo en que los hilos de

la razón, las emociones y el lenguaje –como disposiciones naturales hacia el

convivir y el compartir- forman un tejido inseparable. Allí se produce el fluir de

interacciones recurrentes que, como es sostenido, forman la coordinación de

conductas consensuales.

Page 81: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

77

Hay una visión unilateral, estrecha y unidimensional del diálogo cuando

se lo nombra como aquello que uno dice y el otro escucha y contesta. En esa

visión el lenguaje es simplemente un instrumento. Ya se ha criticado

extensamente también el carácter instrumental de la razón bajo la

hegemonía positivista del conocimiento. Usamos expresiones en apariencia

dialógicas que revelan este carácter unidireccional. Si digo: ¡Cierra la

puerta!…, doy por entendido que el o los interlocutores deben hacerlo. Pero

la conducta esperada (cerrar la puerta) no es parte del diálogo; es cuando

más, acción biológica, física, desde ciertas condiciones psicoemocionales

que determinan la acción. En verdad, quien da la orden no espera que le

contesten, sólo que se cumpla su mandato.

Los factores que posibilitan el diálogo crean una atmósfera en la cual nos

sentimos atrapados o seducidos, de la que no quisiéramos salir. Hay, al

respecto, expresiones que lo confirman: cómo se nos fue el tiempo, qué

lástima; si parece que recién estábamos empezando a conversar; no quisiera

que termináramos de hablar, pero debo hacer algo urgente.

La creación y el mantenimiento de una relación dialógica con los otros suponen la formación de lazos emocionales como el respeto, la confianza, la capacidad de escuchar, la tolerancia ante el desacuerdo… (Burbules, 1999, p. 15)

A continuación, Burbules advierte las diferencias entre un diálogo desde

la perspectiva teleológica, propia del diálogo educativo y el acercamiento

formal del simple parlotear. Para él, éstas son las características del diálogo

(1999, p. 31):

§ Genera un clima de participación abierta que incluye dos o más

interlocutores.

§ Los hablantes producen enunciados de duración variable en forma

continua y evolutiva.

§ Posee un espíritu de descubrimiento: el diálogo es exploratorio e

interrogativo.

Page 82: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

78

§ Supone un compromiso ético de intercambio para alcanzar

entendimiento en torno a algo definido.

§ Crea interés recíproco.

§ Los actores muestran respeto ante los desacuerdos.

Esta aproximación a una descripción del diálogo podría remitirnos a

aquello que Wittgenstein (2002) llama “aire de familia”, pues si los rasgos que

distinguen al diálogo de otras prácticas discursivas aún lo tornan poco

definido, impreciso o incompleto, dan a cada uno un aire de familia de

aquello que el autor quiere reconocer como diálogo educativo. Desde ya,

está claro que no puede ser confundido con la charla, la conferencia, el

echar cuentos, negociar, pactar, exponer, transmitir, exigir y otras prácticas

denotativas de poder, capricho o autoridad. El diálogo constata estas

alternativas en la educación y detecta su uso más o menos extendido, pero

toma distancia de ellos.

Lo hasta aquí expuesto conduce al reconocimiento del diálogo como

proceso mediante el cual es posible el desarrollo de la personalidad vista

como modulaciones en que fluyen factores de la propia personalidad y los

exógenos, propios de la cultura. Las expectativas de entendimiento entre

profesor (a) alumno (a) y otros actores del proceso educativo que genera el

diálogo se van cumpliendo desde el compromiso mutuo que se gesta de

manera abierta o implícita. Ello es posible desde la confianza y la coherencia

que cada dialogante reconoce en el otro y hace manifiesto en su discurso.

Esos factores no son ajenos a la ideología dominante, creencias, pautas

institucionales y prejuicios que se mueven en el diálogo.

Hay en el diálogo aquello que los neurolingüistas llaman acompasar y es

un factor determinante en el éxito o fracaso de la relación dialógica. Es el

compromiso que se va gestando en la confianza de que el otro no me está

engañando ni manipulando o que utilizará mis palabras con fines

perjudiciales o equívocos para mí. Ese es un factor arquitectónico de la

Page 83: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

79

fortaleza social del diálogo. En el baile en parejas confiamos en que al llevar

el compás estamos disfrutando del placer de ir por el mismo camino, el de

acompasar en el disfrute de bailar.

El diálogo no tiene mandamientos. Su papel no es prescriptivo. En él no

tienen asidero los discursos deontológicos. La relación próxima de los

actores de la comunicación –que genera la comunicación del diálogo- suscita

la confirmación de posiciones y puntos de vista, pero también reconoce la

necesidad de cambio de nuestros conocimientos y creencias. Esto último no

debe confundirse con debilidad sino más bien como un gesto generoso de

los dialogantes. Al decir de Gadamer (1977) las personas se contienen o se

arriesgan al dialogar, pero al mismo tiempo las afirmaciones y réplicas

consolidan el juego dialéctico del diálogo. Por lo dicho, no sería propio hablar

de cómo nos conducimos en el diálogo, sino cómo nos reconocemos

envueltos en él. Burbules opina que: “…la tensión fundamental que está en la

base de la relación dialógica es ésta: tenemos que ser lo bastante similares

para que la comunicación ocurra, pero lo bastante diferentes para hacer que

valga la pena…” (1999, p. 60).

El diálogo no puede igualar aquello que nos hace singulares en el sexo,

la edad, pertenencia a un país o comunidad. Freudianamente podría

argumentarse que vivimos la pulsión del diálogo. Freire sostiene que nos

educamos en la comunidad del diálogo que libera. Nos educamos en el

espacio integrador del nosotros, sin que tú y él pierdan su identidad.

En esa perspectiva, el poder ha perdido su connotación que somete,

prohíbe o manipula. La práctica que fortalece la convivencia democrática no

es ajena a la singular unidad que se crea y constituye en el diálogo. La

riqueza de la intersubjetividad dialógica se va estructurando desde el respeto

por escuchar y la capacidad emocional para hacerse escuchar. Irradiación

simpatética de la palabra. La expresión “la letra con sangre entra”, de una

época oscura de la educación, era en rigor la autorización social para

someter al alumno al poder que llegaba, si era necesario, hasta el castigo

Page 84: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

80

físico. Como es de suponer, esa tradición no podía formar seres

respetuosos, sino sometidos. El aparente respeto a la autoridad bien podía

ser entendido como hipocresía. La relación dialógica de la educación apunta

hacia polos opuestos a esta dirección.

El amor y la humildad vividos como auténtica relación dialógica generan

el reconocimiento de la autoridad en los méritos del otro y no en la distinción

del poder, aconseja Freire. Si la situación ideal del diálogo pudiera definirse

como ausencia de autoridad y evitación de las consecuencias negativas del

poder, al logro de ese telos dialógico contribuiría en alto grado reconocer que

la autoridad sólo tiene sentido desde la aceptación libre que hacemos de ella

en el diálogo y que reconocemos como mérito de nuestros interlocutores. En

el auténtico diálogo, poder y autoridad no surgen de una tradición

institucional, emergen de la proxemia emocional y afectiva de los

participantes.

La práctica de la libertad, la crítica y la autocrítica, la actitud

antidogmática y otras cualidades inherentes al diálogo no surgen

espontáneamente. Ellas no se imponen al inicio del diálogo ni hay una señal

que indique el momento en que han de cesar. La mayor o menor disposición

de alumnos y alumnas al diálogo no debe desconocer los antecedentes

culturales y familiares de los mismos. En contextos comprensivos,

estimuladores para opinar y favorecedores de la crítica, los participantes

asumen esas conductas como naturales. La procedencia de hogares

autocráticos, limita el éxito del diálogo.

El diálogo, como la reproducción de los seres vivos, es autopoiético. Es

en la praxis del diálogo donde éste reproduce las condiciones para su

desarrollo y que se experimenta en los interlocutores como evolución

diacrónica. El diálogo no responde a ninguna capacidad misteriosa de la

palabra que hace a los seres humanos interactuar y humanizarse en la

palabra. Antes que el hombre apareciera, la palabra lo estaba esperando. Yo

no existo si tú no me nombras, cuando me nombras me das el ser, dicen los

Page 85: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

81

habitantes de una tribu contemporánea de África. Aunque se los llame

primitivos actuales, parecen ser adelantados de una civilización humanista

que encuentra en la poesía una aproximación al arte de vivir.

El diálogo de la educación se extiende en una dimensión superior a las

exigencias de la enseñanza y el aprendizaje. Por lo mismo, es posible

descubrir desde la intersubjetividad y reflexividad de los interlocutores el

carácter lúdico del diálogo, sus posibilidades estéticas como disfrute de la

belleza que la palabra oculta y devela en su transparencia al conversar. En

educación, al apuntar hacia fines formativos y autoformativos, el diálogo abre

un haz de luz perceptible a la sensibilidad humana para la búsqueda de

sentido vital. La reflexión antropológica que podría traducirse en ¿Qué hago

yo parado en la vida en este momento? ¿Hacia dónde podrá llevarme la

vida? pueden tener una respuesta inicial en proyección que el hombre hace

de su propia vida cuando ésta tiene sentido y no sólo se conforma con un

significado de la misma.

La fundamentación de un nuevo humanismo para valorar y potenciar el

diálogo educativo lleva al reconocimiento de que el conocimiento, la verdad,

el aprendizaje, los esfuerzos de quien enseña, sólo son parte de la fortaleza

humana inherente al diálogo. Se trata de crear espacios y condiciones para

alcanzar el pleno potencial humano en cuyo centro el diálogo apunta como

motor que impulsa a la autorrealización. El hombre ha de aceptar, decía

Sartre, el desafío de su libertad, el hombre es su libertad y la audacia de

atreverse a ser uno mismo, depende de esa decisión y así superar la náusea

existencial. El optimismo y la confianza en el diálogo que aquí se exponen, lo

reconocen como baluarte de un vitalismo que supera la visión escéptica o

solipsista. El vitalismo existencial del diálogo permite construir la búsqueda

de sentido no sólo del diálogo, de la educación, sino de la vida misma de los

participantes del juego dialógico. Parafraseando a Marx podría decirse: a

cada quien según su capacidad para comunicar, de cada quien, según su

necesidad de escuchar y de compartir la palabra.

Page 86: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

82

La génesis del diálogo que aquí se plantea se aleja de abstracciones

metafísicas, de requisitorias ineludibles o de aspiraciones a una

trascendentalidad siempre dudosa en su aprehensión final. Podría insistirse

en un hedonismo del diálogo y repetir con Maffesoli (1996) que el problema

en estos tiempos de globalización y neoliberalismo no es tanto cómo

controlar la vida sino cómo gastarla disfrutando de ella. Quede claro así

mismo que el diálogo no pretende formular reglas para crear situaciones

ideales de habla o que su fin sea contribuir a resolver discusiones morales

siempre elásticas, según ha demostrado la antropología cultural. Lo que una

cultura concibe como lo moral, correcto o adecuado, en otro contexto las

premisas que orientan la conducta son diferentes y, a su vez, válidas y

aceptadas. En todo caso, la vigencia del diálogo no sólo es histórica, es

transhistórica.

Todo parece indicar que la mayor disposición en el diálogo acerca a la

necesidad de descubrir la “centralidad subterránea” a que alude Maffesoli:

…frente a un tiempo histórico dominado por la producción y la parusía (la fortuna, los negocios), existe un tiempo poético y erótico, un tiempo de ardor de los cuerpos; un segundo tiempo, escondido alrededor del cual se organiza la permanencia de la socialidad. Es este proceso lo que yo llamo la “centralidad subterránea”, verdadera reserva del saber vivir popular que sólo se deja ver en ciertas situaciones extremas… (1996, p. 49).

La tarea educativa y el pathos que despliega el diálogo, la búsqueda de

la verdad y el encontrarse en la palabra, bien pueden calificarse de actos de

reviviscencia. En cada descubrimiento, en cada acto creador, en cada

invención o innovación, el ser humano revive una parte importante de su

vida, de sus ideales y de sus sueños. La reviviscencia, en sentido contrario a

la reminiscencia, es una acción vital del presente. Tampoco la reviviscencia

puede confundirse con la trascendencia que encubre su rostro metafísico. La

reviviscencia podría insinuarse como una virtud en el sentido etimológico y

no religioso: se trata de la fuerza, de la energía que impulsa el diálogo. La

Page 87: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

83

centralidad subterránea entonces permite observar y vivir en el fluir como un

plexo de sentido de la convivialidad y la socialidad. Pasar de un modelo de

sociedad productivista, que concede al mercado todas las posibilidades de

sobrevivir, a un modelo, como dice Maffesoli, dionisíaco, esa vertiente que

desarrolla la lúdica del instante. La tarea de la educación y del diálogo podría

interpretarse como la capacidad para permitir que aflore la centralidad

subterránea, así como afloran las pasiones en lo orgiástico. La confrontación

es también contra la ideología que encubre y deforma la realidad.

Kratein y kratos aluden en lengua griega al poder y la dominación. Si el

diálogo es una relación de iguales, el poder y la dominación quedan

excluidos de sus prácticas. La teoría dialógica podría contribuir a que la

educación sea vivida y no impartida. Que su acaecer ocurra entre iguales

(isos) y homólogos (homoloin), evitaría las consecuencias previsibles de una

educación aristocrática y autocrática. Su contribución se plantea como

conclusión no deseable, sino realizable. La teoría dialógica, en evocación con

el ágora puede plantearse una interacción humana en que la convivencia y la

valoración intersubjetiva sean percibidas desde un espacio en cuyo centro

los actores humanos ocupan transitoriamente un lugar que le es cedido, a su

vez, al interlocutor. Si la clase, el taller, el laboratorio, el campo de cultivo o

donde quiera que se hallen los alumnos (as) y profesores (as) es vivido

desde esta centralidad subterránea que aflora a una nueva realidad, nadie

tiene el privilegio que otorga el poder o la autoridad. La alternancia y la

proxemia se producen como acontecimientos conductuales naturales de la

democracia educativa.

Las condiciones reales de la praxis social dialógica de la educación,

conducen a Burbules (1999) a reconocer que una contribución significativa

del diálogo puede darse si se tienen en cuenta ciertas reglas de la

comunicación que define como participación, compromiso y reciprocidad. La

regla de la participación alude a la intervención voluntaria, consciente y activa

de los actores. El compromiso tiene que ver con las actitudes que tienden a

Page 88: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

84

hacer del diálogo un acto de generosidad, confianza y sinceridad. Ello podría

evitar la manipulación y las acciones unilaterales proclives a la imposición de

las ideas. La regla de la reciprocidad está basada en el reconocimiento de

que el respeto es saludable para ambas partes. En el diálogo desaparecen

los privilegios.

Aquello que hace duradero el diálogo no es la ausencia de tensión sino

la tensión misma que lo sostiene. Esa tensión se vive en los dialogantes

desde actitudes de plena aceptación y proxemia. El lenguaje es el puente

que los actores de la comunicación tienden y recorren con mayor o menor

éxito si las palabras iniciales cumplen con las expectativas que cada uno se

plantea y si se alejan o se acercan a la vivencia de esas reglas a que apunta

Burbules.

El grado de compromiso con el diálogo está asociado a la conciencia de

que compartir ideales, alcanzar metas, construir utopías, luchar por la

transformación social, la realización personal, son metas que trascienden la

vanagloria personal. El diálogo es la antítesis del individualismo. Un lazo

sólido de sus posibilidades lo explica la solidaridad vivida como relación

cotidiana y no como acción caritativa o piadosa esporádica. La dádiva,

material o espiritual es una interferencia ilegítima en la intimidad de las

personas. Al diálogo le acomoda mal la piedad, pues supone un grado de

minusvalía en uno de los interlocutores que recibe la palabra justamente

como si se tratara de una concesión de gracia. El diálogo no idealiza las

potencialidades de la comunicación ni del lenguaje, pero contribuye al

esfuerzo que fija ideales por los cuales vale la pena estudiar y vivir.

El diálogo no desestima el disenso. La igualdad puede encontrar a los

agentes coincidiendo; pero la diferencia de pareceres, de posiciones

ideológicas, de creencias o de situación o posición social suelen constituirse

en animadores importantes del diálogo. Algunas corrientes reconocen al

diálogo ciertas propiedades a las que atribuyen el poder de las virtudes; de

allí sostienen que:

Page 89: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

85

Las virtudes comunicativas son disposiciones y prácticas generales que contribuyen a mantener buenas relaciones comunicativas con distintas personas en el tiempo. Comprenden cualidades como la tolerancia, la paciencia, la disposición a hacer y a recibir críticas, la inclinación a admitir el propio error, el deseo de reinterpretar o traducir los intereses propios de una manera que sean comprensibles a los otros, la autolimitación para que los demás tengan ocasión de hablar y –un elemento fundamental del diálogo que a menudo se pasa por alto- la disposición y la capacidad de escuchar con cuidado y atención… (Burbules, 1999, p. 73).

Más allá de cierta connotación religiosa con que el término latino virtud

ha sido empleado en general, debe admitirse que la fuerza vital que éste

representa como fuerza, impulso de la voluntad, lo alejan de toda

identificación con virtudes teologales o metafísicas. En efecto, las cualidades

antes señaladas por Burbules provienen de una relación corporal y espiritual

concreta de los hablantes. No se trata de alcanzar por virtud dialógica alguna

trascendencia a ningún mundo como premio por la virtud dialogal. Al diálogo

no lo asisten la caridad, ni la fe. Su contribución no tiene que ver con algún

futuro más o menos incierto, desventurado o dichoso, derivado de alguna

gracia divina, que los hombres han de esperar. Si algún tiempo gramatical

otorga fuerza, virtud al diálogo es el presente de seres humanos en relación

existencial concreta. La fe en otros mundos no enriquece el diálogo. Puede

avivar la espera de ciertos espíritus, el diálogo es asunto de convicciones.

Algunas tendencias psicologistas podrían argumentar que esa larga lista

de virtudes son más bien inclinaciones y acciones del talento humano o que

su práctica o ausencia están determinadas por el interés, la voluntad o

simples ganas de dialogar. Escuchar con atención y cuidado no es

necesariamente un talento, podría interpretarse como una muestra de

respeto y civismo.

Por lo mismo, desde una posición filosófica, entre las llamadas virtudes

destaca la tolerancia, cuya práctica o ausencia fortalece o limita la relación

dialógica en educación. Desde el siglo XVII y en mayor extensión en el XVIII,

Page 90: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

86

gracias al impulso dado a su defensa por los Ilustrados franceses, la

tolerancia fue avanzando progresivamente en la discusión desde la

intolerancia religiosa hasta proyectarse la misma hacia campos más amplios,

de los que no está exenta la reflexión filosófica en educación.

La perspectiva universal que destaca su importancia actual remite a la

Declaración de los principios sobre la tolerancia, firmada por los países

miembros de la UNESCO el 16 de noviembre de 1995 en la 28ª Reunión de

la Conferencia General. Allí la tolerancia adquiere un alto grado de consenso

para definirla como la práctica humana que:

Consiste en el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos. La fomentan el conocimiento, la actitud de apertura, la comunicación y la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. La tolerancia consiste en la armonía en la diferencia (s.n.). No sólo es un deber moral, sino además una exigencia política y jurídica. La tolerancia, la virtud que hace posible la paz, contribuye a sustituir la cultura de la guerra por la cultura de la paz…” (Reardon, 1999, p. 141).

De esa Declaración se desprende que la tolerancia:

§ No es indulgencia ni concesión que alguien hace a otro.

§ Hace posible la coexistencia de pareceres.

§ Admite la diversidad.

§ Fomenta el equilibrio de las posiciones respecto de los más variados

temas.

§ Evita el despotismo y la indiferencia.

§ Es pluralismo de argumentos.

§ No es imponer opiniones a los demás.

§ Rechaza todas las formas de dogmatismo y absolutismo.

§ No significa desidia o indiferencia ante la injusticia social.

§ Es libre adhesión a las ideas y creencias.

Page 91: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

87

§ Reconocer la originalidad de cada quien y el derecho a decir

libremente su propio ser.

§ Fortalece la educación para la convivencia pacífica y democrática.

La estructura del diálogo incluye la valoración e importancia de las

preguntas. Algunos alumnos perciben las preguntas como una amenaza, una

forma sutil abierta de invasión a la privacidad. Ello limita el diálogo o impide

su realización. Aleja la confianza necesaria que debe haber entre los

interlocutores para hablar con naturalidad. En otro sentido, se puede

observar que los participantes se muestran renuentes al diálogo si intuyen

que éste puede poner en evidencia sus limitaciones lingüísticas, sus

carencias de conocimientos o una exposición al ridículo. Estas actitudes

negativas constituyen un obstáculo que el docente debe ayudar a superar.

La educación de adultos confronta experiencias de variadas formas y

matices en que se producen relaciones dialógicas. En ocasiones, las

condiciones laborales niegan toda comunicación o libre intercambio de

pareceres. Esa dificultad suele extenderse a la educación. Algunos aportes

entre los cuales destacan los de la andragogía en este sentido contribuyen

generosamente a superar esas limitaciones.

Las preguntas no requieren necesariamente la ausencia de tensiones,

mas bien éstas pueden actuar como un estímulo. En la relación educativa las

preguntas presentan una doble vertiente: preguntas de conocimientos y

preguntas por el sentido. La tradición pedagógica ha sobrevalorado las

preguntas que inquieren por el conocimiento. La búsqueda de sentido –como

lo ha demostrado Frankl (2000 – 2004)- no es excluyente de la pasión

humana por el conocimiento. El sentido mueve, estimula, aclara las metas.

Tiene mayor relación con la erótica que con la retórica. Quien pregunta

puede provocar la seducción de quienes escuchan. Si se acepta la metáfora,

un profesor (a) que logra seducir con sus preguntas creará un clima afectivo

proclive al entendimiento. No nos extraña que Freire y Maturana insistan en

Page 92: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

88

calificar a la docencia como un acto de amor. Las preguntas pueden

desplegar emociones que incitan a las vivencias de recíproca aceptación.

El sentido conecta al hombre con el mundo, le aclara la dirección hacia

donde quiere ir. Facilita la experiencia del placer de compartir, convivir y

dialogar. El sentido y su búsqueda es inseparable de la intuición y el disfrute

de la realidad estética. La relación empática del diálogo puede ser vivida

como una obra de arte, una creación y una construcción en que el

individualismo transfiere a la conciencia solidaria del nosotros el disfrute y

sus potencialidades.

El sentido provee fuerzas al ser que percibe el querer ser. Esa

posibilidad de ser no es exclusiva del diálogo. Tal vez en lo más profundo del

ser enamorado resida la idea que subyace en la poesía cuando alguien

manifiesta que desde su condición de enamorado, ya no es el mismo. El

poder del sentido imprime claridad a la búsqueda. Una wellstanchauung es

una visión más amplia, es la visión de mundo que ilumina desde el sentido.

El primer paso significativo, tal vez, sea el descubrimiento de la

posibilidad de sentido. Este hallazgo está desprovisto en el diálogo de toda

intención trascendente o de alcanzar alguna promesa de salvación. El

sentido inclina a la aprehensión de un devenir al alcance de la mano; por

eso, se aparta de cualquiera tentación metafísica que atrae con alguna

promesa de alcanzar supuestas esencias inmanentes, inmutables,

ultramundanas. El más allá no puede ser dicho con palabras. Tenía razón

Wittgenstein cuando exigía que de lo que no se ha de poder hablar, es mejor

callar.

El plexo de sentido que el docente vive desde su interacción con niños y

niñas, jóvenes y adultos no es antagónico con el sentido que éstos

descubren en el estudio. La fusión de horizontes a que alude Gadamer

(1977) en el éxito hermenéutico que se produce cuando se alcanza la

comprensión, no es ajena a lo aquí expuesto.

Page 93: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

89

La TDE no postula hablar más, conversar más, como simples ejercicios

de seres dotados de lenguaje. Se interesa por hablar y conversar desde una

búsqueda de sentido de la interacción intersubjetiva entre participantes y

docentes. El diálogo no es una teleología que pretende alcanzar la verdad,

ello es sólo una parte de intereses recíprocos de los dialogantes.

El diálogo es un encuentro. Si es auténtico, considera las posiciones

diferenciadas como puntos de vista naturales y legítimos y nunca como

amenazas. En el diálogo educativo los papeles de los hablantes son

intercambiables y reversibles. Está también la actitud a priori que reconoce

que algo, una idea, una creencia o una doctrina pueden ser compartidas, de

lo cual se espera alguna consecuencia agradable o útil. Es el énfasis que

destaca Freire en la Pedagogía de la esperanza. Quienes comentan el lunes

por la mañana en el trabajo los resultados del fútbol de fin de semana

dialogan con entusiasmo no porque esperan de ello una ganancia material

sino por el placer que les produce hablar de fútbol. Lo mismo puede decirse

de los aficionados al cine o a la música que por ser actividades agradables,

acercan a los interlocutores.

Podrá argumentarse que éstas son conversaciones cotidianas y banales,

pero lo cierto es que en estos diálogos nadie intenta convencer ni someter a

nadie. Si este clima, cercano al placer lúdico de la conversación anima a

profesores y participantes, la actividad educativa habrá ganado desde la

partida. Parece bastante aconsejable abandonar preconcepciones sobre los

interlocutores o sobre la materia que mueve al diálogo.

Las situaciones aludidas al fútbol u otros modos de iniciar el trabajo no

sean tal vez ajenas, en su espíritu, a las condiciones en que se inicia la

actividad docente cada día. Si alumnos y docentes se disponen a dialogar

en libertad como en la aparente simplicidad de goles y actores de cine o

televisión ya aludidos, podría generarse un clima que estimule, desinhiba y

propenda a la participación activamente, a ser críticos, a superar alguna

Page 94: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

90

timidez o aglutinar intereses. El diálogo, quizás, no puede alcanzar siempre

acuerdos o comprensión, pero la disposición a entenderse facilita el camino.

Hay actitudes y conductas que es necesario reconocer como limitantes

del diálogo o que niegan su importancia. Entre éstas destaca la idea de

considerar al otro como un interlocutor en minusvalía moral, cognoscitiva,

racional, de clase social u otras. Con interlocutores así, no vale la pena

dialogar, se escucha con frecuencia. En algunos casos, la expresión es

moralmente agresiva: los pobres son flojos, con ellos no hay nada que

consultar. Esa visión atenta contra la reciprocidad y la consideración del otro

como un igual.

La excelencia en la formación del personal docente debería apuntar a la

superación de prejuicios bastante extendidos. Entre esos destacan por su

desconocimiento del valor del diálogo actitudes como la que sostienen

quienes piensan que el docente es el que sabe. Por lo tanto, debe transmitir

el saber, debe impartir clases o sea el conocimiento, debe instruir (señalar

qué es necesario hacer sin reparar en la importancia del pensar). El alumno,

por lo mismo, desempeña un papel pasivo, dependiente y subordinado a la

disciplina y las reglas que el profesor determina unilateralmente como válidas

y aceptables. Se piensa que si el alumno no sabe, como sabe el profesor, no

tiene nada de qué hablar.

La mayor o menor disposición al diálogo está vinculada también a las

consecuencias de haber vivido en una familia permisiva, estimuladora de los

placeres, abierta al cambio y a la crítica respetuosa entre sus miembros,

especialmente de niños y jóvenes. En el otro extremo, haber vivido en

espacios autoritarios, represivos, en que el poder se justifica por razones

patriarcales o por la condición etaria (los adultos hablan, los niños ¡a callar!),

constituye una seria dificultad para los éxitos previstos del diálogo. Reprimir o

estimular las emociones tienen, igualmente, efectos en la confiabilidad

necesaria al diálogo. Las conductas que surgen de esas circunstancias

Page 95: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

91

estimulan o alejan las posibilidades del diálogo. Conducen a la confianza en

el otro o al escepticismo.

Las historias de vida, la investigación etnográfica y la investigación

acción son recursos que han permitido comprender causas y consecuencias

de la marginación social y económica de los excluidos y han generado

experiencias relativas al diálogo que amplían el compromiso hacia quienes

viven excluidos, especialmente en América Latina. Resulta difícil imaginar

unas condiciones ideales del diálogo cuando la vida digna en esos sectores

son ignoradas.

Cuando la UNESCO se plantea como requisito para el siglo XXI una

educación inspirada en los principios de aprender a aprender, a hacer, a ser

y a convivir, está haciendo referencia a exigencias humanas indiscutibles. La

educación por sí sola no podrá alcanzar tan altas aspiraciones; es necesaria

la transformación política profunda de las sociedades periféricas, única vía

para alcanzar la plena participación ciudadana en la democracia y en el

ejercicio universal del diálogo.

Así mismo la tolerancia u otras prácticas por sí solas no bastan.

Tampoco la esperanza o la fé en un futuro mejor. El futuro posible es un

futuro conquistable.

Page 96: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

92

Conductas que limitan o impiden el diálogo

§ La indiferencia

§ El desdén

§ La violencia

§ El poder y sus abusos

§ La competencia

§ La exigencia de objetividad

§ La petición de racionalidad

§ El adoctrinamiento

§ La arrogancia

§ El orgullo

§ La prédica

§ El sermón

§ El control

§ La manipulación

§ La imposición (del dogma o de la

verdad)

§ Las órdenes

§ La opresión

§ La domesticación

§ El sometimiento

§ La pretensión de superioridad

§ La suspicacia

§ El solipsismo

§ El escepticismo

§ La desconfianza

§ La intolerancia

§ La aquiescencia acrítica

§ La complacencia

§ La compulsión

§ La diatriba

§ La dominación

§ Disertar “sobre alguien”

§ El egotismo

§ Los prejuicios

§ La apatía

§ La neutralidad intelectual

§ La abulia

§ El temor a ser mal interpretado

§ El pesimismo

§ El individualismo

§ La insolidaridad

§ El autoritarismo

§ La tiranía

§ La soberbia

§ La ira

§ La segregación

Page 97: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

93

Principios de la TDE

Reciprocidad

Reciprocidad, en la TDE alude al carácter interdependiente que genera

la relación mutua de dos o más personas que se perciben correspondidos e

identificados en la relación comunicativa. Etimológicamente denota aquello

que vuelve atrás, que va y viene en procesos de alternabilidad. Estas

exigencias de la reciprocidad la constituyen en principio que sustenta la

teoría.

Todo puede comenzar en cualquier nivel del sistema educacional.

También en las variadas vivencias en el espacio íntimo de la comunidad.

Investigaciones recientes en Natal, Sudáfrica, han revelado que los nativos

se saludan al empezar el día diciendo sawu bona, que equivale a decir te

veo. El interlocutor responde sikkhona, traducido como aquí estoy.

“…Mientras no me hayas visto, no existo. Es como si al verme me dieras la

existencia…”. El análisis más a fondo da a entender que una persona es tal

si los demás la reconocen; es ser a causa de otros seres (Senge y otros,

2004, p. 3)

En este breve diálogo hay un plexo de sentido de la gran riqueza que

une a los dialogantes en la reciprocidad. Se va generando un clima afectivo

que une a los actores hasta elevarse a una declaración poética del

reconocimiento del Otro con quien desde un comienzo se va alternando la

palabra. Lo que dice uno involucra al Otro. El diálogo crea las condiciones

para la intimidad –ese puente que une a los/las caminantes. El diálogo

depende más de las condiciones psicoemocionales que genera la

conversación que del dominio formal del lenguaje. Los seres humanos no

hablan desde la gramática, lo hacen desde el habla. El diálogo no requiere

de un estudio especial de filología o semántica.

La reciprocidad que genera el amor da cuenta de lo expresado, pues

Page 98: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

94

…el amor, o si no queremos usar una expresión tan fuerte, la aceptación del otro junto a uno en la convivencia, es el fundamento biológico del fenómeno social: sin amor, sin aceptación del otro junto a uno no hay socialización, y sin socialización no hay humanidad. Cualquier cosa que destruya o limite la aceptación del otro junto a uno, desde la competencia hasta la posesión de la verdad, pasando por la certidumbre ideológica, destruye o limita el que se de el fenómeno social, y por lo tanto humano, porque destruye el proceso biológico que lo genera… (Maturana y Valera, 1996. p. 163)

En el diálogo hay una recurrencia recíproca del otro. Nadie puede

recurrir a sí mismo para conversar. La palabra acerca aquello que estaba

distante. En el diálogo se produce un acoplamiento estructural que mantiene

firme la reciprocidad.

En la mitología la relación de reciprocidad entre los dioses/diosas y los

hombres/mujeres se rompe cuando alguno de éstos contraviene la sentencia

de la autoridad (el oráculo) o la tradición. Sísifo, Prometeo, Pandora, Edipo,

entre otros, son ejemplos de cómo la armoniosa relación entre seres

humanos y divinos se rompe por la desobediencia. Contra la falta de tacto

para buscar el conocimiento Prometeo quiere robar el fuego a los dioses. El

fuego simboliza el conocimiento. Los dioses, por ser tales dioses ya lo

poseen y eso lo supo Platón y se esforzó en una búsqueda de recíproca

vocación amorosa con su maestro Sócrates. Pandora rompió la confianza de

su padre y esa relación recíproca que consiste en la seguridad de que uno

hará lo que se ha comprometido a respetar fue castigada con las pestes y

enfermedades. El tiempo del diálogo es como los buenos vinos: hay que

degustarlo con pausa, sin apremios. Tal vez en un solo vaso para que la

reciprocidad produzca efectos benéficos y sea duradera.

La lucidez del pensamiento de J.A. Marina ha sido evidenciada por los

lectores. La reciprocidad tiene que ver con la actitud de consideración entre

los interlocutores. “Tratar a alguien con consideración, ha dicho, es

concederle atención y tiempo, creer que es presuntamente valioso…” (2000,

Page 99: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

95

p. 127). La consideración implica respeto y cortesía. Profesor (a) y

alumno (a) deben ser recíprocamente considerados. El diálogo es contrario al

aburrimiento de la clase cuando el profesor es quien habla y los demás… se

aburren. A la actitud recíproca del diálogo no debe faltarle la sinceridad. Es

frecuente que la solicitud de conversar sobre un asunto que asoma de interés

para una persona sea bloqueada por la otra cuando le contesta: llámame y

hablamos después, nos ponemos de acuerdo. La reciprocidad en las

relaciones intersubjetivas del diálogo se ve fortalecida por la inteligencia

compartida que facilita el camino para entenderse y aceptarse.

Al referir la inevitable ruptura de la reciprocidad, con las consecuencias

del castigo por la desobediencia o por ignorar la irretractable sentencia del

oráculo, la mitología nos deja una enseñanza duradera: hay que tener

cuidado de no beber las aguas del río Leteo, y en cambio, tomar del lago de

Mnemosine. Hay algo, claro está, que no podemos evitar y Sócrates lo supo

con el sabor amargo de la cicuta cuando entró a la muerte. Mientras vivamos,

el compartir, el dialogar, acerca al otro en la reciprocidad de la palabra

sentida como vértigo emocional que une.

Intersubjetividad

La intersubjetividad determina la existencia o ausencia del diálogo. La

persistencia del monólogo, constituye la reflexión. La primera enriquece la

condición dialógica del hombre apoyada en las exigencias de la razón que se

desplaza con vuelo libérrimo desde la crítica a la autocrítica. En el afán

monológico hay sólo reflexión que no confronta las exigencias mutuas de las

diferencias. El monólogo tiende al solipsismo y el diálogo se fortalece en la

conciencia colectiva que empieza por el reconocimiento del nosotros.

La transformación social y las acciones para la superación de las

condiciones materiales, económicas y espirituales que impiden la relación

intersubjetiva o la limitan y en ciertos casos la vigilan o la prohíben, sólo

Page 100: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

96

pueden asumirse desde una conciencia que sale del sí mismo y se reconoce

en la alteridad. Es en la presencia y el reconocimiento del otro donde el

diálogo cobra fuerza y enriquece la potencialidad intersubjetiva. La soledad

suele ser mala consejera de la intersubjetividad y crea recelos para

establecer el diálogo. El método de la palabra a que recurre Freud no es otra

cosa que hacer salir del estado de neurosis del paciente las tensiones,

inhibiciones, represiones y auto-represiones creadas por la cultura que

impiden las manifestaciones de la libido. El psicoanálisis y la logoterapia

deberían ser reconocidos como aliados que fortalecen la pulsión humana por

el diálogo.

La subjetividad del monólogo arraiga las tendencias al aislamiento. La

intersubjetividad las libera y construye el tejido solidario de los proyectos

colectivos que empiezan siempre que dos comparten la palabra, construyen

sueños comunes y se comprometen en un futuro por ideales que los

identifica. La interdependencia e interpenetración dialéctica del diálogo

creadas por la intersubjetividad de los actores son fortalezas superiores a la

falacia del independentismo del sujeto como individualidad. Busca tu propio

camino, sí. Pero reconoce en ese camino los que a ti se te parecen; aquellos

que son como tú, con quienes es posible una vida presente y futura más

plena, más digna. La búsqueda del hombre interior que exigía San Agustín

tal vez sea sólo el paso inicial para el encuentro en el mundo exterior con

otros hombres y mujeres que se reconocen en las prácticas del amor al

prójimo. El anacoreta sólo se interpreta a sí mismo. El hombre solidario, más

allá del intuicionismo de la vida gregaria, construye interpretaciones de sí

mismo que se proyectan y se constituyen como valores por los cuales vale la

pena vivir con otros, entre otros.

El reconocimiento del otro/otra en la conformación de proyectos

comunes pasa por la comprensión cuya trama psicológica conecta a seres

humanos diversos que se reconocen iguales en la palabra compartida. La

comprensión y la interpretación, claves del éxito en la lectura hermenéutica

Page 101: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

97

de un texto, pueden extenderse a la hermenéutica social cuya realidad puede

ser “leída” e interpretada en proporción al interés común, el consenso y la

comprensión mutua que proceden del respeto y la tolerancia.

La valoración ontológica que supera los orígenes metafísicos del ente y

la ontología impulsan a esa lectura de la realidad como una demanda de

carácter ético: pensar, leer y transformar la realidad. La realidad exige

siempre una lectura e interpretación crítica, acuciosa, casi sospechosa. Si

Marx y Nietzche son considerados los filósofos de la sospecha, es porque en

su actitud había una férrea voluntad por transformar el mundo, en el caso de

Marx y de develar la genealogía de una moral que se mostraba agotada.

Incluso hoy, dice Nietzche, habla desde 1879, pero parece que fuera el hoy

del 2005, “…la moral del mercader no es más que una moral de pirata,

aunque más discreta: se trata de comprar al precio más bajo posible, de no

gastar más de lo necesario para especular y vender lo más caro posible”

(1999, p. 46). Alguien objetará que esa apreciación aguda del mundo

capitalista forma parte del diálogo que el filósofo sostiene con su sombra y

que por tal no es propiamente diálogo. Sí, pero la validez de enfrentar con

otra moral la moral vigente es un ejemplo de lucidez, valentía intelectual y

entereza moral.

Sospechar de la tradición, de la costumbre, de la autoridad para

acercarnos a la realidad en cuyo centro las cosas no necesariamente son

como aparecen. Hay que buscar –y el diálogo es un aliado- caminos nuevos.

Apartar la sombra que a veces va delante del caminante y le impide ver más

claro. Quizás hay algo más profundo y auténtico que en lo percibido. La

realidad está siempre haciéndose. En esa relación de la realidad con el

hombre hay mucho más constancia, perseverancia, pasión revolucionaria

que esperanza o fe en el destino.

La conciencia de la incompletud y no del desvalimiento nos impulsa a los

otros. Somos seres inacabados, pero siempre haciéndonos, con los demás,

entre los demás, completándonos en el diálogo, en el hacer compartido.

Page 102: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

98

Al comenzar cada día una faena que muchas veces se percibe como

agobiante o que carece de motivos relevantes para emprenderla, podría

ayudarnos esta reflexión que no surgió de ningún filósofo más o menos

hedonista o existencialista: no mirar el mundo desde el propio ombligo, oída

en alguna conversación de las tantas que se pierden en la multitud de la

ciudad y sin embargo permite reconocer que el mundo no es sólo mi propio

yo sino el yo que empezó desde el otro cuya subjetividad me interesa, me

compromete.

La construcción del sí mismo tal vez sólo sea posible en la construcción

del yo colectivo que reconoce metas comunes y que la intersubjetividad

aclara, propende a su definición y estimula las acciones para alcanzarlas. La

intersubjetividad es una forma éticamente incuestionable de apropiación del

otro. La relación de pareja tiene su suelo firme cuando cada quien reconoce

en su mundo emocional que éste está colmado por la presencia subjetiva del

otro o la otra. En el amor, la constatación de la presencia del amado (a) es el

resultado de la vinculación dialéctica de la intersubjetividad. Yo no soy yo. Yo

soy el que tú me has permitido ser al penetrar en tu yo. Tú, vives sólo en mí.

Pero ya sabemos: la relación intersubjetiva sale del pensar (se) y se

constituye en la acción vinculante de las metas compartidas. La

intersubjetividad borra las barreras de la identidad y la diferencia. La

mismidad y la otredad se han fundido en un tercero que los incluye.

El ser-en-sí hegeliano, heideggeriano, no puede pasar a ser-para-sí

como un acontecimiento de la precaria existenciariedad humana del acaecer

sin más. La intersubjetividad abre y construye un nuevo mundo: el mundo

nuevo es el del ser-para-sí y el del ser-en-sí, vivido, gozado o sufrido como

mundo de la vida –husserliano, habermasiano, en la potencialidad ilimitada

de la existencia hacia el devenir.

La “donación”, esa categoría que está gestándose en la filosofía de estos

tiempos, debería ser aquí retenida. ¿Hay en la intersubjetividad del diálogo

algo así como la donación? ¿Donan algo los dialogantes de aquello que es

Page 103: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

99

su ser para sí, su identidad o mismidad y lo entregan para esperar una

retribución? ¿Es recíproca la donación sólo cuando el diálogo crea los

vínculos afectivos? ¿Es acaso la donación en las prácticas dialógicas del

diario conversar una audacia por llenar un vacío? Tal vez, una constatación:

en el diálogo no hay vacío que está esperando para ser llenado, hay un ansia

de plenitud que se realiza. Por ello, los efectos de la donación implican a

todos los dialogantes. El que da, recibe. Quien recibe, a su vez, da. Eros que

supera a Tánatos.

Intersubjetividad y las limitaciones dialógicas desde el poder

La pseudea, decían los griegos en tiempos de Parménides, es lo falso,

un conocimiento aparente, no verdadero, opuesto a la episteme. Marx

llamará a esta realidad deformada y encubierta ideología; falsa conciencia.

Las cualidades ideales del diálogo se las puede ordenar en un código

deontológico, pero lo que sucede en la praxis de la vida social de cada día

escapa a decálogos más o menos consensuados. Aquello que el diálogo y la

relación intersubjetiva develan son las formas abiertas, aparentes y reales del

poder, allí donde el hombre y la mujer se encuentran en la experiencia de

vivir “la individualidad como soberanía sometida” (Foucalt, 1979, p. 35). En

todo discurso sobre el poder, incluido el mismo de la justificación jurídica de

su ejercicio, lo que predomina y lo fortalece son las prácticas abiertas o

encubiertas de la represión y la violencia.

Para ser más precisos, Bourdieu y Passeron lo dicen así (1977, p. 44):

Todo poder de violencia simbólica, o sea, todo poder que logra imponer significaciones e imponerlas como legítimas disimulando las relaciones de fuerza en que se funda su propia fuerza, añade su fuerza propia, es decir, propiamente simbólica, a esas relaciones de fuerza…

Las consecuencias de la dominación ejercidas por el poder tienen el

doble carácter de ser simbólicas y abiertas. En la estructura de las relaciones

Page 104: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

100

sociales de la educación, el diálogo es vivido según la violencia y dominación

que se ejerza simbólicamente o su práctica sea manifiesta y materialmente

identificable. La ideología pretende que las relaciones descritas bajo el poder

docente e institucional del sistema sean percibidas y conceptualizadas como

legítimas y naturales. Expresiones como el poder del conocimiento atribuido

al profesor dicen ya que éste puede usar este poder, que al imponer el

conocimiento, éste se reproduce como violencia simbólica.

La intersubjetividad del diálogo se ve, de esta manera, bloqueada en su

objetivo, que es producir el intercambio de experiencias en planos de

confiabilidad. Hay que estar alertas ante estos peligros. Marina (2000, p. 173)

contribuye a hacer claridad al respecto:

…hay que distinguir dos tipos de poder. Una cosa es el poder como capacidad personal para hacer algo, como facultad creadora y autónoma, y otra muy distinta el poder de hacer que los otros hagan algo. Sólo este último tiene que ver con la dominación. Incluso, desde el punto de vista psicológico, los mecanismos de ambos son diferentes. Los expertos distinguen entre la motivación de logro, que aspira a la propia eficacia, y la motivación de poder, que desea sobre todo controlar a los demás…

Está ya suficientemente expuesto que la raíz del diálogo que parte por

reconocer a los interlocutores como iguales en su dignidad como persona

encuentra a los dialogantes en ese terreno fértil de la palabra compartida

desde la intersubjetividad que, a su vez, se multiplica por la recurrencia

constante de la reflexividad. Lo que aquí puede postularse como provisional

concreción a este respecto es que no hay intersubjetividad en el diálogo si

las condiciones del mismo no reconocen la singularidad de las personas y la

autonomía para encontrarse con la palabra.

Simetría

La raíz sim alude a aquello que es igual o parecido. Por extensión, es

aquello que se relaciona con la proporción, lo adecuado. La desinencia

Page 105: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

101

metron entre los griegos era referencia a medida. En esta doble estructura, la

simetría, de estirpe geométrica, da a entender aquello que es armónico,

equilibrado, entre las partes de un todo (Gómez de Silva, 1998, p. 640).

El principio de simetría en la TDE cobra verdadera importancia en la

praxis educativa. Es allí donde un análisis etimológico es significativo pero no

da cuenta de la orientación de sentido de la misma. Cuerpos y formas

pueden ser pensados en su máxima proporción, armonía e incluso, su

belleza metafísica. Pero es en la realidad donde la simetría cobra fuerza y

existencia.

En el diálogo educativo los protagonistas fundamentales profesor/a

alumno/a se relacionan en términos simétricos, es decir, de igualdad. No hay

superior ni inferior. Los discursos de mayor pertinencia a este respecto

aluden al carácter intercambiable, recursivo y alternativo de los papeles que

cada uno asume en el diálogo. Hablante es alguien que cobra vigencia desde

el momento que hay otro que escucha. Quien escucha, en el dinamismo del

diálogo, se convierte, a su vez, en hablante.

¿Qué garantiza que la relación entre uno y otro conserve el carácter

simétrico y no se rompa la armonía y la ponderación de la comunicación

dialógica? Anotemos que las diferencias existen. Cómo ignorar la

desigualdad etaria, sexual, económica, y otras. Las diferencias no provienen

del diálogo. Son connaturales al ser humano. El centro de la reflexividad

filosófica apunta a otros ámbitos de la interacción cotidiana de la educación.

Se trata, para ser más precisos, de nuestra responsabilidad para generar

espacios dialógicos. Es como apunta Cruz (1999), de hacerse cargo. El

profesor (a) hacerse cargo de su responsabilidad docente. El alumno (a)

hacerse cargo de su responsabilidad como participante. No sólo responder

preguntas cuando se las solicite: la responsabilidad exige la conducta

protagónica, la conciencia de la transformación no sólo personal sino

también, social.

Page 106: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

102

El tema de la responsabilidad recorre toda la historia de la ética. La

responsabilidad por alcanzar la vida buena en la felicidad (Aristóteles). O el

placer, para el gusto epicúreo. El cumplimiento del deber sin más

recompensa que cumplir con el deber, según la exigencia kantiana. Está

también la cuestión de la responsabilidad como ejercicio de la vida virtuosa

en la demanda cristiana de fuerte raíz estoica. Hay, claro está, una gran

diferencia entre los hechos narrados y los hechos mismos que Wittgenstein

(1997) acota:

…lo que quiero decir es que mientras entendamos un estado mental como un hecho descriptible, éste no es bueno ni malo en sentido ético (…) la mera descripción de estos hechos (un asesinato) no encerrará nada que podamos denominar una proposición ética. El asesinato estará en el mismo nivel que cualquier otro acontecimiento como, por ejemplo, la caída de una piedra… (p. 36-37).

Hay que colocar una compuerta, como hacen los campesinos para

retener las aguas. El asesinato es nuestra responsabilidad, la caída de la

piedra, un fenómeno natural. Como diría Kant, se trata de asuntos del mundo

nouménico y del mundo fenoménico.

Hacerse cargo es nuestra primera responsabilidad en la estructuración

de la relación dialógica educativa. Hacerse cargo de las condiciones sociales

en las cuales los participantes viven sus vidas, en los grados de aceptación

social y familiar que los insta al estudio o a la apatía, en las experiencias de

convivencia democrática o de relaciones despóticas. En prácticas de

tolerancia o intolerancia que forman y deforman. De esas y otras realidades

han de hacerse cargo el profesor y la profesora. Se trata del reconocimiento

de la igualdad en la dignidad de ser simplemente seres humanos. En el

respeto a las diferencias y a la originalidad y singularidad como persona.

Sócrates hizo del diálogo una práctica diaria. Siendo efebo se inició

como filosofante al lado de Parménides. Hasta su muerte, a los setenta años

no dejó de filosofar ni de dialogar. Sócrates entendía que la filosofía, como

amor por el saber, era inseparable de la práctica del diálogo. Las obras

Page 107: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

103

completas de Platón que recogen los diálogos socráticos en la traducción del

maestro J. D. García Bacca ocupan más de tres mil páginas. En todas ellas,

el tábano, como lo llamaban algunos por su agudeza equivalente a la picada

de éste, anda dialogando en banquetes, en las afueras del templo de Delfo,

en el ágora y en todo lugar donde haya amantes de la verdad.

De tal envergadura era su fortaleza ética que hasta el momento en que

espera para beber la cicuta, se dirige a los jueces y les recrimina de la

injusticia a que ha sido sometido. Pero el sabio persevera.

… si me dijeseis a este respecto: Sócrates, por esta vez no damos crédito a Anyto (uno de sus acusadores más odiosos), sino que te dejamos libre, con la condición precisa de que, en adelante, ya no te des a la faena ni de poner a nadie a prueba ni de filosofar; pero, si te sorprendemos una vez más en la misma faena, morirás sin escape… (Platón, 1980, p. 227)

Sabe que no puede traicionar a sus discípulos ni traicionarse a sí mismo.

La consecuencia de su conducta y de su pensamiento no puede ceder

aunque está a un paso de la muerte. Dejar de hablar con los atenienses,

especialmente con los jóvenes, es dejar de reflexionar en busca de la

verdad. El diálogo permanece, el filósofo muere. Los diálogos socráticos que

Platón nos legara son testimonio del carácter irrebatible del diálogo como

vínculo de lo más sustantivo de la condición humana. Hay un elemento

adicional, nada desdeñable, que debe destacarse en la tarea dialógica de

Sócrates: en todos los diálogos el tratamiento entre los filosofantes entre sí y

entre éstos y el maestro es de igualdad y simetría: se tratan de tú.

Aristóteles no practica la igualdad. Podemos decir que su pensamiento

genitivo en la filosofía occidental es aristocratizante, excluyente y propicia la

asimetría social, siempre aliada a la negación del Otro en las experiencias

del diálogo humano. Compara a los atenienses, que es como decir a los

griegos, con los habitantes de otras regiones. Para el estagirita los griegos

son superiores.

Los pueblos que habitan en climas fríos, hasta en Europa, son, en general, muy valientes, pero son en verdad inferiores

Page 108: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

104

en inteligencia y en industria (…). En Asia, por el contrario, los pueblos tienen más inteligencia y aptitud por las artes, pero les falta corazón (…). La raza griega, que topográficamente ocupa un lugar intermedio, reúne las cualidades de ambas (…) y sería capaz si formara un solo Estado, de conquistar el universo… (Aristóteles, 1977, p. 166).

No se especifica cuáles son las causas científicas que hacen a los

atenienses o griegos, en general, superiores. Lo objetivo es la pretensión de

atribuirse tal superioridad.

Al saberse en la condición privilegiada de ciudadano, Aristóteles

defiende cuáles deben ser las condiciones intelectuales del noble, entre las

que se haya él y los filósofos. ““…se abstendrán cuidadosamente de ejercer

toda profesión mecánica y toda especulación mercantil, trabajos envilecidos y

contrarios a la virtud…” (p. 170)

Si hicieran eso, es decir, trabajar; si se llegaran a ensuciar las manos

como los esclavos que trabajan la tierra, correrían el riesgo de no alcanzar la

felicidad. La felicidad, según Aristóteles, es el mayor bien posible y se

consigue practicando la virtud. Como ya sabemos, esto es posible desde la

frónesis, esa condición de mesura y equilibrio que da a los ciudadanos la

condición a que no pueden aspirar las restantes capas sociales.

La defensa de la existencia de la esclavitud ya adelantada en esa cita, se

extiende luego, cuando sostiene que “…las propiedades pertenecerán en

propiedad a los ciudadanos, y los labradores serán necesariamente esclavos

o bárbaros o siervos…” (p. 171). Antes ha dicho con idéntico riesgo de

generalización infundada éticamente que el esclavo está absolutamente

privado de su voluntad. Respecto a la mujer, mantiene igual pensamiento

asimétrico cuando afirma que ella tiene la voluntad subordinada (al marido,

lógicamente). El niño tiene esa capacidad incompleta. En la escala más baja

de esta estratificación, Aristóteles coloca a los esclavos y los animales. La

esclavitud, a los ojos y prejuicios del filósofo se justifica porque hay una

Page 109: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

105

“naturaleza que hace al esclavo ser lo que es”. Hay aún algo más

sorprendente: el señor (amo) es para el esclavo el modelo de virtud.

Esta lectura de La Política con recursos hermenéuticos que sólo pueden

operar desde la voluntad infrangible por la libertad y la igualdad entre los

seres humanos nos conduce todavía a otros hallazgos en el Libro I de la

misma obra (p. 40): “La naturaleza, teniendo en cuenta la necesidad de la

conservación, ha creado a unos seres para mandar y a otros para

obedecer…” Lo que no sabemos a qué naturaleza se refiere Aristóteles. De

ahí, tal vez, que los existencialistas en el siglo XX rechazaran con vigor la

idea de la existencia de una naturaleza humana. Ortega y Gasset dijo no sin

razón, que lo propio nuestro es la condición humana. El esclavo no está más

lejos o es más diferente que un instrumento. Si no se pertenece a sí mismo,

aunque es hombre, pertenece a otro y por ello es esclavo.

Estudios sociológicos y antropológicos han demostrado que el poder; y la

obediencia, el despotismo y la desigualdad que le son consustanciales,

generan conflictos. La autoridad y el poder del docente pueden limitar o

negar abiertamente el diálogo. Aristóteles, una vez más, habla en nombre de

quienes lo sostienen en su privilegiada condición de no tener que trabajar ni

ensuciarse las manos para filosofar. Con razón, en los libros que luego

darían lugar a la Metafísica, postulaba que la filosofía nace de la admiración

y el asombro. Como se comprende, admirar una puesta de sol no es lo

mismo si lo hace quien no trabaja, que quien labora de sol a sol.

El carácter utilitario de la esclavitud no alcanza, en todo caso, para

justificarla. Pese a ello, el discípulo de Platón insiste: “La autoridad y la

obediencia no son sólo cosas necesarias, sino que son eminentemente

útiles. Algunos seres, desde el momento en que nacen, están destinados,

unos a obedecer, otros a mandar…” (p. 46)

El fin utilitario de la autoridad y su consecuencia social, la obediencia,

constituyeron soportes sólidos de la educación tradicional que asignó al

docente la autoridad inequívoca e inexcusable y al alumno, la obediencia y

Page 110: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

106

su abyección mayor, el sometimiento acrítico. Aquí se postula la

horizontalidad, la simetría y la relación de equilibrio entre los dialogantes. Por

lo mismo, mal podría servirnos Aristóteles en tiempos de globalización y de

exclusión. El docente no ha nacido para mandar ni el alumno para obedecer.

De la asimetría entre animales domésticos y animales salvajes se infiere

que la utilidad mayor es de los animales domésticos, en el mismo nivel que

los esclavos. El elogio de la diferencia conduce a Aristóteles a sostener que

los cuerpos de los hombres libres son diferentes a los de los esclavos.

Animales domésticos, esclavos, mujeres, niños, todos están en el mismo

peldaño inferior de la escala. Por ser inferiores, son útiles para la

reproducción o el trabajo.

El helenocentrismo que desde la Conquista de América se constituye en

eurocentrismo destaca la cultura amerindia como bárbara y periférica. Esta

idea había sido adelantada por Aristóteles (p. 49): “…las personas de que

acabamos de hablar (nobles griegos) no sólo son nobles en su patria, sino en

todas partes; pero por el contrario (…) los bárbaros sólo puede serlo entre

ellos…”

La expansión de un mundo que tiende a la exclusión y a la asimetría,

que rebasa las exigencias de la Declaración Universal de los Derechos

Humanos y pone en peligro la paz, debieran ser factores suficientemente

poderosos para justificar la imperiosa puesta en práctica de principios de la

educación dialógica como la simetría.

Proxemia

La socialidad posee aglutinantes que configuran la trama del diario vivir,

eso que Maffesoli designa como “…la vida sin atributos…” (1990, p. 214).

Uno de esos fundamentos de la socialidad y no socialización, es la proxemia.

Ella constituye el hilo y el tejido firme de las interacciones comunitarias. Se

trata de descubrir lo vivido día a día, lo próximo cotidiano, la interacción que

no sólo afecta y determina las grandes decisiones. Se trata, con idéntica

Page 111: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

107

validez, de las consecuencias de las acciones que involucran a las gentes en

tareas sencillas de la solidaridad, la amistad en familia, en el barrio, en la

escuela.

La epistemología actual encuentra en el mismo camino a neurólogos,

filósofos, psicólogos y muchos otros que se esfuerzan por hallar nuevas

respuestas ante viejos problemas. Ya no se trata únicamente de los grandes

problemas de la metafísica, la teología o la filosofía que continúa exigiendo al

hombre/mujer definiciones ante la justicia, la libertad o la ética. Surgen

también tendencias respetables que se preocupan por saber qué pasa al

hombre/mujer de hoy en las relaciones intersubjetivas de las “pequeñas

cosas”. Maffesoli ha denominado a este otro mundo, mundo de

trascendencia inmanente. Las grandes tareas de la civilización parecen ser

hoy también aquellas que se viven en las pequeñas comunidades agitadas

por la cercanía física y espiritual de sus miembros que fortalece las prácticas

de la vida comunitaria. La proxemia se da y desarrolla en ese mínimo

existencial de las vivencias en la cotidianidad.

La proxemia forma parte de la vida social de seres humanos en

relaciones intersubjetivas. En ella tienen cabida los espacios en que hombres

y mujeres se encuentran y construyen la proximidad de la familia, la escuela,

la ciudad, la fábrica, la universidad, la cooperativa agrícola. Si se quisieran

traducir las ideas de Maffesoli, se diría que se trata de una microsociología

de fundamentos filosóficos irrefutables para tiempos de complejidad,

mundialización y liberación. Por ello, el trasfondo filosófico de la proxemia

alude al contexto en que se viven las vidas mínimas, las historias de seres

humanos anónimos, del vecindario, pero humanos como las biografías de los

grandes héroes. La gran metáfora de El tiempo de las tribus se despliega

como los pequeños acontecimientos de la vecindad. De ahí, la aclaración, se

trata de “…lo que es común a todos, en lo que es hecho por todos aunque

sea de manera microscópica…” (1990, p. 214). Son inherentes a la proxemia

Page 112: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

108

los mecanismos de atracción/repulsión que se resuelven dialécticamente y

nunca son los determinantes que una heteronomía moral o social imponen.

La proxemia tiende al enraizamiento de los miembros al grupo, a la

comunidad, pues lo próximo y cotidiano, pese a lo que pueda parecer,

aseguran la soberanía sobre la existencia, acota el pensador francés. La

proxemia no tiende a generar unanimidad ni a imponer puntos de vista. Es un

medio eficaz que ayuda a superar nuestra natural desconfianza y sospecha

de la sinceridad de los otros. Este sentido de la libertad moral –en la

socialidad- es un soporte ético indiscutido. La relación social de mayor

consistencia y duración se produce en relaciones afectuales; éste es su

magma y el suelo firme de la proxemia, la vida comunitaria. La proxemia

erige sus banderas y las hace flamear al viento contra todo argumento que

intente convencer de la necesidad de vivir la vida desde la competencia, el

individualismo o el egoísmo. La proxemia no es un metadiscurso del amor al

prójimo. Se trata de vivir en la riqueza desde las manifestaciones afectivas en

los pequeños proyectos y tareas comunes que se constituyen en motores de

la vida social.

Esta microsociología puede mostrarnos a hombres y mujeres que van

del amor al odio; de la alegría a la tristeza; de la rabia a la serenidad y es en

ese vaivén que se despliega la tensión vital de la distancia y la proximidad.

Tal vez no sea necesario que nos exijan amor al prójimo si el prójimo ya está

en uno mismo.

El lugar o la institución de mayor intimidad, la familia u otra, fundan los

lazos de su unidad en vínculos fraternos y filiales desde prácticas de

solidaridad, de calidez en las conductas. Ese rasgo hace sólida la proxemia.

Contra la racionalidad instrumental, aún de fuerte dominio intelectual,

Maffesoli avizora una racionalidad sensible que se anuncia como acción

proxemica. Contra el individualismo, solidaridad y unidad en los pequeños

espacios humanos y en la vida de las pequeñas historias. La proxemia no

atenta contra la libertad; es, más bien, un estímulo para vivirla.

Page 113: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

109

La cuestión que nos acerca, que hace sentir al otro prójimo a nosotros,

dice M. Cruz (1999) es porque en un sentido importante me pienso como uno

de ellos. Luego agrega:

Si los demás nos importan es porque los percibimos próximos a nosotros, porque nos sentimos interesados en ellos, porque, en fin, compartimos elementos de una identidad común en cuanto personas. Los demás nunca están de más (s.n.) Somos iguales con diferencias. (p. 21)

La proxemia, en tanto práctica social regular en el proceso educativo, es

el camino que supera todas las formas de exclusión, de fanatismo o de

intolerancia. El diálogo reivindica prácticas originarias, del tiempo de las

tribus, piensa Maffesoli. En la tribu todos estamos cerca de todos y el hombre

y la mujer viven en la inclusión, en la ayuda mutua, en el apoyo recíproco.

Prejuicios sociales, manipulaciones ideológicas, acciones de fuerza y de

poder, denotan la persistencia de ciertos hábitos de dominación. En la

proxemia surgen nuevas sensibilidades, modulaciones de una socialidad que

tiende a restituir la relación amorosa del tiempo original. Esos prejuicios,

como forma de exclusión, no deben conducir, advierte Cruz, a olvidar o

considerar menos graves ciertas realidades como las de explotación, la de

dominación o de la opresión (p. 24). Aunque menos abierta a la explotación

en el sistema capitalista en su conjunto, la educación tiende a reproducirla

(Bourdieu y Passeron, 1977). Lo mismo puede decirse de las formas de

dominación que el profesor ejerce sobre el alumno o la opresión de un

sistema disciplinario siempre impuesto unilateralmente.

Surge entonces una responsabilidad ética y de ella hay que hacerse

cargo. Para garantizar el diálogo en educación y evitar que éste se convierta

en consigna, en manipulación ideológica, en dogmática aunque sea en

nombre de la ciencia, es necesario pensar y actuar críticamente ante las

prácticas sociales que excluyen, que distancian o separan a vastos sectores

de indígenas, negros, a la mujer, reprimidos a la marginalidad económica,

Page 114: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

110

educativa, cultural. El discurso de la inclusión que debe tomar en cuenta los

medios que garanticen el acceso a la educación, a la salud, a la vivienda, a la

alimentación. El diálogo mismo estará siempre en peligro en un mundo en

que las políticas económicas de libre mercado generan las causas de la

exclusión. El estímulo hacia un consumo irracional de bienes, la valoración

del individualismo, la competencia, el éxitismo (el éxito es legítimo), reclaman

de una intensa defensa de la proxemia como valor indiscutido del diálogo.

Daniel Defoe no podía continuar con los relatos de la vida del náufrago

Robinson Crusoe, a menos de hacer de la novela un relato fastidioso de

acciones repetidas hasta la saciedad. La novela adquiere renovado interés

cuando el náufrago descubre a un nativo en la isla. Lo primero que hace es

darle un nombre y lo llama Viernes pues en ese día lo ha descubierto. En ese

momento, el diálogo entre ambos salva al novelista del anonimato. La pura

meditación unilateral no basta, la reflexión aunque se provea de la

imaginación más desbordada no resuelve los avatares de la convivencia. La

muerte se lleva las palabras de alguien. La vida es la rebeldía que las

preserva.

La presencia del otro nos concierne. Su liberación es nuestra

responsabilidad nos conmina Lévinas. La proximidad está unida a la palabra.

Más, algún defensor de la tecnología avanzada de la comunicación nos

advertirá que en la Internet los dialogantes están hablando desde espacios

físicos muy lejanos. En ese caso, es la palabra escrita la que acerca a los

hombres/mujeres. Aquello que es distintivamente humano está en la

racionalidad, las disposiciones hacia la emocionalidad, la vida moral y el

lenguaje. La posición erecta permitió al hombre, acotan los expertos, el

desarrollo del cerebro y con ello, el despliegue de la inteligencia lingüística.

El diálogo es una exigencia inaplazable de la convivialidad. Podría advertirse

algo así como: no dejes para mañana lo que puedas hablar hoy. El diálogo

no nos garantiza un sueño tranquilo, pero puede evitar que lo invadan los

fantasmas del insomnio. Aunque se sueñe con ángeles o fantasmas, no se

Page 115: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

111

puede dialogar con ellos. El diálogo aviva la vigilia, le otorga nuevos aires. El

diálogo oxigena la inteligencia.

El diálogo no es un refugio contra las alteraciones de la conducta que

descubriera el psicoanálisis. Podría estar, eso sí, en los orígenes del método

de la logoterapia, cuya búsqueda de sentido existencial no puede pensarse

ajeno al diálogo. El diálogo no es una fotografía, tampoco una radiografía del

otro. Nos hacemos humanos en el lenguajear ha dicho Maturana y resulta

difícil contradecirlo. En la palabra comienza la proximidad que reconoce al

prójimo como presencia ineludible. El diálogo está en lucha permanente con

el silencio. La escuela del silencio, ese espacio en que la disciplina niega el

diálogo, es la antítesis de la proxemia. En educación la experiencia constata

las prácticas recurrentes que niegan al Otro, al negarle la palabra. El silencio

del alumno lo excluye para que la palabra del docente sea la gran fuerza

incluyente en la relación educativa. El silencio del niño, del joven o del adulto

¿es un grito contenido? Cuando la educación es unidireccional y niega la

participación y el protagonismo que genera el diálogo ¿nos volvemos menos

humanos? ¿o nos negamos como humanos?

En la novela Garabombo el invisible, Manuel Scorza narra una escena

desgarradora que refleja el caso paradigmático de las víctimas condenadas

al silencio que siempre empieza más allá del lugar próximo en que la vida

tiene pleno sentido. Desde la invasión, la población amerindia empezó a

perder sus tierras y fue extrañada. Expulsada, desterrada a otros lugares por

quienes han detentado el poder jurídico, político, religioso o de otras formas,

los nativos han debido perder la proximidad con su comunidad de origen. Los

habitantes de los Andes centrales peruanos luchan contra la usurpación, los

terratenientes peruanos primero, y contra la Cerro Pasco Corporation

después. Los habitantes que han ocupado esas tierras no tienen quien los

defienda. Han designado a Garabombo para que hable con las autoridades

del pueblo. Es necesario dialogar. Después de todo, la comunidad es

pequeña y todos se conocen. En la puerta de la Judicatura local un soldado

Page 116: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

112

parece dormitar. Garabombo lo saluda pero éste no contesta. Ingresa al

interior del recinto y se va encontrando con secretarios, amanuenses y otros

funcionarios. Saluda, nadie lo ve. Se presenta ante el escritorio del Juez y lo

saluda. Le pide que les devuelvan las tierras, que siempre han sido de ellos.

El doctor continúa haciendo su trabajo y tampoco le contesta. ¡Garabombo

se ha vuelto invisible! Es la víctima entre miles o millones de la violencia, del

silencio. Algún estudioso del análisis del lenguaje advertirá que es un

ejemplo emblemático de un acto perlocucionario. La teoría de los actos de

habla describirá el silencio de Garabombo pero éste seguirá siendo un

ignorado por los representantes de la justicia.

El alumno busca la proximidad del docente. Tiene problemas para

ejecutar la investigación asignada. Saluda al profesor (a) y le pregunta cómo

puede hacerlo. El profesor (a) no le contesta. Lo interroga otra vez y éste le

responde ¡ese no es problema mío!... El alumno se ha vuelto invisible. La

relación entre el hombre/mujer que busca la verdad y los objetos es una

relación neutra. El hombre se dirige a los hechos, a los objetos. Los analiza,

los describe objetivamente, los somete a verificaciones. Eso es lo que exige

la visión positivista de la verdad. Los hechos, por ser cosas u objetos, no

hablan. Si el participante joven o adulto es considerado como alguien que

sólo debe escuchar en silencio, se ha vuelto cosa. El diálogo saca al hombre

de la cosificación. El hombre es un fin en sí mismo, exigía Kant. Ninguna

teoría humanista o antihumanista ha podido refutarlo.

De la Isla ha generado importantes reflexiones sobre el método

dialógico. Hay que leerlo:

La comunicación que para Jaspers es la esencia de la buena educación superior, se establece en el diálogo, traspasa el libro, porque esta comunicación no es ni con una biblioteca muerta, ni con un museo, sino una viva con grandezas, imperfecciones y dolencias. En esa relación el maestro es uno de los sujetos del diálogo y no el recitador teatral de la lección sin réplica. Maestro y alumno afirman en el diálogo su propia existencia… (2005, p. 6)

Page 117: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

113

El diálogo es más, una coconstrucción de la existencia. Una existencia

sólo se reconoce en la existencia del otro, de los otros. Al comenzar el

diálogo suelen presentarse incertezas, dudas y hasta suspicacias. Toda

búsqueda parte de la incerteza. El diálogo puede avanzar desde la

incertidumbre hacia la certeza posible. Esta cualidad propiciatoria del diálogo

lo diferencia de la prédica, del sermón y del adoctrinamiento. En estos casos,

no se puede partir de la duda ni de la incerteza. Predicar la verdad supone ya

la verdad. Entre el predicador y el creyente no hay posibilidad de encontrar

una verdad distinta. La relación entre quien intenta inculcar la verdad sin

posibilidad de variaciones y quien acepta acríticamente la proposición de

verdad no es una relación dialógica. El diálogo subvierte la sumisión y la

aquiescencia. El placer en la búsqueda del saber del predicador es la

vanagloria de someter.

De esta diferencia entre quien predica, transmite, imparte, informa,

inculca, transfiere, administra o da conocimientos y quien suscita la pasión

por la búsqueda original desde el diálogo y rechaza los condicionamientos, el

adoctrinamiento y las imposiciones, el diálogo toma partido por la irreverencia

inevitable ante la verdad.

Alteridad

La alteridad ha sido abordada como problema más propiamente

filosófico. El tratamiento teológico enfatiza la presencia del prójimo y su

abordaje es de énfasis moral. Por su naturaleza social, histórica, el alter –en

su alteridad- define categorías filosóficas, gnoseológicas, éticas, ontológicas,

axiológicas, teleológicas. Su estudio más ambicioso es necesariamente un

debate antropofilosófico.

En la filosofía contemporánea el estudio de la alteridad enfatiza:

a) La intersubjetividad de las relaciones sociales y con ello, la

importancia de la reflexividad.

Page 118: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

114

b) El otro, en el encuentro con el otro.

c) La negación del otro.

d) El reconocimiento del otro como legítimo otro.

La presencia del otro es un problema social y por tanto histórico. Es

inseparable del largo y fecundo proceso de humanización. La unidad

dialéctica entre filosofía y sociología hace del ser otro un existente

irrealizable desde cualquiera aspiración metafísica. Desde la convivialidad el

problema del otro es un asunto entre seres sociales determinados en su

materialidad orgánica, psíquica y espiritual. El ser de la alteridad escapa a

toda aspiración inteligible, formal para su conceptualización. Las instancias

metafísicas suelen aludir al otro en forma limitada. Se recurre a la

“interioridad” del sujeto que no reconoce referente material/objetivo. La

exigencia metafísica por el estudio del otro se regocija en el ejercicio de

pensar el ser como yo inmanente, desvinculado de las relaciones de poder o

clases sociales. Una metafísica del otro es pura reflexión que no apunta a la

reflexividad de la relación intersubjetiva. El estudio de la alteridad debe partir

del reconocimiento de las condiciones dialécticas en que se mueven los

seres humanos en alternancia de intereses recíprocos.

Las variaciones existentes en el modo cómo se enfrenta el problema del

otro o de la alteridad en la filosofía contemporánea permite observar la

diversidad de criterios al respecto. En Marx, el otro debe ser reconocido en la

estructura de clases del modo de producción capitalista. Desde este

referente económico social, el otro es un ser de otra clase social. O burgués

o proletario. O explotador o explotado. Ser obrero de una fábrica no produce

ningún vínculo significativo para la vida en su proximidad con el otro, el

dueño de los medios de producción. El otro no se reconoce como un igual

sino como un contrario de clase, un ser antagónico. Esa relación no genera

el encuentro del yo con el otro, niega la posibilidad del nosotros, aunque el

obrero manifieste que “en mi fábrica” hacemos cocinas o sillas.

Marx reconoce que lo propio del trabajo asalariado es la alienación, es decir,

Page 119: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

115

ya no la negación del otro sino el extrañamiento, la enajenación del propio

ser del trabajador.

En Hegel, el otro se refugia en su búsqueda de absoluto como

espiritualidad, decantación fenomenológica que apunta y aspira a la

condición de un yo ideal espiritual. La respuesta cartesiana al problema del

método culmina al reconocer que el único campo en el cual al hombre no le

está permitido dudar es el cógito y que aún más, el yo inmanente determina

el ser existente. Reconocer la textura social en que se encuentra el cógito del

yo y el otro habitando un espacio y un tiempo humanos, no parece tener

relevancia social. El ámbito restringido del yo pienso es suficiente para

reconocerse ser existente. La existencia del otro no desarrolla ningún vínculo

hacia la convivencia social o, si la establece, no se le reconoce como

significativo. En otras palabras, autarquía del yo que se piensa

autosuficiente.

La ética debería reconocer a Voltaire su defensa del principio de la

tolerancia como principio en la vida social. El otro tiene derecho a pensar

diferente y debe ser respetado por ello. La consideración del otro desde su

singularidad e identidad étnica, social, religiosa, política, es el fundamento de

la tolerancia y ésta, el fundamento de la convivencia pacífica. En el fondo, el

respeto del otro y el reconocimiento como ser otro en la tolerancia fortalece

las posibilidades del diálogo educativo, en particular.

Voltaire sabía cuán negativas son para la vida pacífica prácticas

intolerantes como el fanatismo y el fundamentalismo religioso, el dogmatismo

irracional, la superstición y la violencia. Recuerda que en Toulousse desde el

siglo XVI se celebraba anualmente la matanza de cuatro mil protestantes

calvinistas en una prueba abominable de intolerancia. “Se levantaba en la

ciudad –dice el filósofo- el tinglado para esta solemnidad; aquello inflamaba

más aún la imaginación ya caldeada del pueblo…” (Voltaire, 1997, p. 16).

Contra el sectarismo se proclamó partidario de la razón que fortalece y

estimula el pensar libremente y acerca a una convivencia fraterna.

Page 120: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

116

Las críticas a Sartre de ser un existencialista subjetivo, cartesiano, ateo e

influido por Husserl, de descender a los abismos de la náusea y el pesimismo

existencial revelan tal vez, la contundencia de su filosofía. Al cumplirse cien

años de su nacimiento en 2005 se ha llegado a sostener que el siglo XX es el

siglo de Sartre.

¿Fue Sartre un filósofo que hoy merezca ser reconocido por sus aportes

al conocimiento del diálogo o que haya contribuido significativamente a

fortalecer las bases de un principio dialógico como la alteridad? Parece que

sí. El 29 de octubre de 1945 Sartre dicta una conferencia cuyo objetivo

central es demostrar que el existencialismo, la filosofía que él representa, es

una filosofía humanista. Con ello, intenta aclarar y superar las ácidas críticas

surgidas desde 1943, año en que publica El Ser y la Nada.

En esa ocasión Sartre empieza aclarando que “…entiende por

existencialismo una doctrina que hace posible la vida humana…” (1996, p.

19). Es probable que se acote que el cristianismo, el budismo, la televisión, el

dinero, el sexo, también hacen posible la vida humana. El problema es ubicar

el asunto en el campo estricto de la filosofía que es el que nos ocupa. Aquí

arranca la antropología filosófica existencialista que tiende sus vínculos con

la alteridad en el diálogo, dejando –como dice Sartre- una posibilidad de

elección al hombre.

Para que se comprenda su separación del sentido eidético de la

existencia que atiende a la esencia de la misma, Sartre insiste en decir que la

existencia precede a la esencia. Por tanto, todo existir entre humanos es

existencia con el otro y al no reconocer una naturaleza humana predestinada

es obvio comprender que el hombre comienza no siendo nada. Este

reconocimiento no le impide la cercanía con el otro ni menos ignorarlo. Lo

que sucede es que el hombre es un proyecto y es responsable de su

existencia.

Cuando decimos que el hombre se elige, entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero con ello queremos decir

Page 121: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

117

también que al elegirse elige a todos los hombres (…), no hay uno solo de nuestros actos que, al crear al hombre que queremos ser, no cree al mismo tiempo una imagen del hombre tal como estimamos que debe ser (…), al mismo tiempo que modelamos nuestra imagen, esta imagen es válida para todos y para toda nuestra época. (Sartre, 1996, p. 23)

Esa declaración desmiente las acusaciones que entiende al

existencialismo como una filosofía pesimista, que induce a glorificar la

angustia y la náusea. El existencialismo potencia la alteridad, la existencia

del otro como dinamis de la convivialidad. La existencia humana vivida como

constatación de ser, dirá Sartre, es realidad para sí. El ser vivo es simple

en sí (1976. p. 21). La primera demanda del otro en la constitución del

diálogo empieza por la conciencia para sí. Es en mi conciencia donde la

alteridad cobra presencia y el otro se vuelve existente. Por eso, “…en el

campo de mi reflexión no puedo encontrar jamás sino la conciencia que es

mía…” (1996, p. 292). Ese es el primer paso. El segundo es una exigencia

ética: admitir en la conciencia la presencia del otro. Ese otro se instala en la

conciencia del yo; no como simple ser en sí, sino como ser para sí. El sí

mismo y el otro crean el puente que les permite transitar en el diálogo.

Aunque Sartre llama al otro prójimo, lo que califica a éste como interlocutor

válido es su carácter mediador indispensable entre mí como simple existente

y mi mismo como conciencia de ser.

Tomemos esta imagen de Sartre y comprobemos cuánta pertinencia

parece haber intuido el filósofo en esta descripción y potenciación de la

alteridad en el diálogo: “…el prójimo no solamente me ha revelado lo que yo

soy, sino que además me ha constituido según un tipo de ser nuevo…”

(1976, p. 292).

La declaración completa su vocación sincera por el reconocimiento del

otro al sostener que necesita del prójimo para captar plenamente las

estructuras de su propio ser. El prójimo está ahí. Para destacar el carácter

interdependiente de la presencia del otro en el diálogo es necesario

Page 122: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

118

reconocer que el prójimo no es sólo aquel que veo; el otro es también aquél

que me ve, reitera. Este verse cara a cara será destacado posteriormente por

E. Lévinas.

Hay una tendencia negativa para pensar al otro que Sartre atribuye tanto

al realismo como al idealismo cuando se parte de esta presuposición: “…el

prójimo, en efecto, es el otro, es decir, el yo que yo no soy; captamos aquí,

pues, una negación como estructura del ser otro…” (p. 302). ¿Es posible

superar esta tendencia a colocar al otro afuera, en la nada? En el encuentro

dialógico entre profesor (a) / alumno (a) esta exigencia de positividad no sólo

es deseable sino posible y plausible. En la Segunda Guerra Mundial no

resulta extraño manifestar esta negatividad del otro, dadas las riesgosas

condiciones de represión del hitlerismo que persigue y elimina a todo Otro no

ario.

Al leer a Sartre, no deja de sorprender una vez más que Lévinas haya

coincidido con su pensamiento. Así, por ejemplo:

…en tanto que tomo conciencia (de) mi mismo como una de la mis libres posibilidades, y en que me proyecto hacia mi mismo para realizar esta ipseidad, he aquí que soy responsable de la existencia del prójimo (s.n.): yo soy quien hace, por la afirmación misma de mi libre espontaneidad, que haya un Prójimo… (1976, pp. 367-368).

Como si el tiempo uniera pasado y futuro (Lévinas, 1999) dirá que no se

trata de salir de la soledad, sino ante todo de salir del ser. Por eso, el diálogo

es un ensanchamiento de la existencia. La relación interpersonal consiste en

estar y pensar junto al otro, cara a cara. Si en la relación de pareja los

cuerpos se miran a la cara en el mayor grado de proximidad, intimidad e

identidad como un todo, como unidad física y emocional; es en el darse cara

a cara donde surge el auténtico diálogo. Por eso, la relación con el otro es

desde un comienzo una relación ética. En el no diálogo o en su negación, se

produce una ruptura del ser, evidente en expresiones como éstas:

Page 123: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

119

¡A callar!

¡Silencio!...

¡Joder, dije que se callen!

¡No interrumpa!

¡Aquí el profesor soy yo!

¿Quién le dio permiso para hablar?

¡Yo no sé, usted verá cómo lo hace!

¡Eso no es conmigo!

¡No pienso perder el tiempo hablando con usted!

¿A qué hora van a dejar de hablar?

¡Yo sólo atiendo en las horas de asesoría!

¡El número de mi celular sólo se lo doy a mis amigos!

¡Ese no es asunto mío!

¡Ya expliqué… y basta!

¿Es que no van a escuchar?

¡A palabras necias oídos sordos!

¿A cuenta de qué debo escucharte?

¡A mí no me pagan por dialogar, me pagan por impartir clases!

¡Ese no es mi problema!

¡A otro perro con ese hueso!

¡Yo no vine a conversar!

¡Un silencio vale más que mil palabras!

La lista podría prolongarse pero esto es ya un anticipo de las actitudes

negativas que impiden el diálogo. El asunto no se supera tampoco con cierta

capacidad técnica para incitar al mismo. Puede darse un conocimiento

acabado de las cuestiones sobre las cuales se conviene en dialogar, pero

eso no basta. El otro es mi responsabilidad, dice Lévinas. Al ser responsable,

soy ser para el otro. Al ser responsable para el otro nos colocamos en el

cumplimiento de una exigencia humana y, por humana, ética. Por eso

Page 124: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

120

Lévinas piensa que la filosofía primera es la ética. La ética no es un cuerpo

legal ni un código de mandamientos de lo que los seres humanos deben y no

deben hacer. Tampoco una teoría del comportamiento social. Si la ética es

una preocupación trascendente, ello le viene de la posibilidad de convertirse

en una orientación de sentido para el hombre y la mujer. La ética es un

discernir sin presupuestos sobre la vida individual y social.

A la ética le son constitutivos valores como la justicia, la verdad. La ética

no da consuelo, otorga vuelo a la solidaridad, al respeto mutuo, a pensar la

alteridad desde la mismidad en unidad espiritual y social. Lévinas concluye:

una vida verdaderamente humana debe ser aquella que impulse al hombre a

que se despierte hacia el otro.

La diversidad de prácticas históricas que han producido la exclusión del

otro, transformándolo en una alteridad negada han sido sometidas al análisis

crítico de E. Dussel. Bárbaros, desde que los griegos consideraron al otro no

griego. Salvajes los indoamericanos para el civilizado español invasor.

Explotado en una nueva forma de esclavitud en la Revolución Industrial.

¿Víctimas de dictaduras militares?. Tercermundistas, subdesarrollados,

sudacas. Unas calificaciones más sofisticadas, otras más abiertas en la

consideración de minusvalía. El concepto clave del que arranca el discurso

de Dussel es víctima y sus vinculaciones y rupturas teóricas con Lévinas son

evidentes y reconocidas por el filósofo latinoamericano.

La víctima, el otro, desde su alteridad negada y afirmada por las víctimas

nos interpela. Su presencia surge desde la epifanía del rostro. Es aquello que

Lévinas llama reconocerse en el rostro del otro, la exigencia ética cara a

cara. Esas argumentaciones dan el impulso inicial al sólido edificio que

Dussel construye a favor de las grandes mayorías marginadas y excluidas.

De allí advierte:

No pretende la ética de la Liberación ser una filosofía crítica para minorías, ni para épocas excepcionales de conflicto o revolución. Se trata de una ética cotidiana, desde y en favor

Page 125: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

121

de las inmensas mayorías excluidas de la globalización, en la “normalidad” histórica vigente presente. (Dussel, 1998, p. 15)

La alteridad, el otro es un ser humano real desde la exclusión, que no

surge de una capacidad racional excepcional para filosofar, exclusivamente.

Proyecta su ser salvado de la inteligibilidad metafísica o de la maldición

religiosa por el trabajo (condenado). Tampoco es un bárbaro o un ente que

recuerde la inasible aprehensión en que pensaba Parménides. Se trata del

ser humano racional y sensible. De contenido, material; es decir, físico,

mental y espiritual. Hay cercanías y convivencia teórica de Dussel con Marx

que lo impulsan a declarar que su ética “…no es predicamental, que parte de

la vida cotidiana…” (1998, p. 14). Como toda ética que pretenda contribuir a

los procesos de liberación necesita menos de predicadores y mucho más de

motores sociales conscientes del lugar histórico que a cada quien

corresponde en medio de tantas víctimas, de tanta exclusión.

Una percepción y comprensión de la realidad desde la ética de la

liberación apunta al reconocimiento del Otro como ser histórico negado. Para

que esta condición pueda ser superada, Dussel propone una nueva

interpretación de la historia. A la tradición sincrónica de las edades o eras,

opone una comprensión diacrónica que reconoce cuatro estadios, el último

de los cuales tiene la relación más estrecha con nuestra realidad: el sistema

mundo, cuyo contexto se construye a partir del descubrimiento y apropiación

de América y genera la visión eurocéntrica predominante que, como tal,

califica como periferia o marginal las culturas del Tercer Mundo. El

eurocentrismo como poder hegemónico cede paso en la posmodernidad al

poder hegemónico de los Estados Unidos.

Para una tarea intelectual más rigurosa de imponer a la conciencia el

reconocimiento de otro como un igual, será necesaria una empresa que parta

por la liberación de la propia filosofía, dice Dussel en seguida. Al postular una

filosofía que se oponga al poder histórico de la filosofía helenocéntrica y

eurocéntrica, la filosofía de la liberación se constituye en contradiscurso. Lo

Page 126: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

122

anterior puede ser mejor comprendido si se toma en cuenta que el dominio

de una visión desde la cultura griega, cristiana y hoy estadounidense,

descalifica al otro (latinoamericano, caribeño, asiático) como bárbaro,

marginal, en condición de no ser. El mundo y la civilización por excelencia

corresponden a Europa y los Estados Unidos. Entonces, ya no hay otro

negado solamente. Hay otro ocultado, marginado, dominado. En síntesis:

““La filosofía de la liberación es un contradiscurso, es una filosofía crítica que

nace de la periferia y desde las víctimas, los excluidos, con pretensión de

mundialidad” (Dussel, 1998, p. 71).

Un nuevo discurso empieza por establecer como prioridad el

reconocimiento ético de la dignidad de quienes han vivido todas las formas

de discriminación económica, social, política, educativa, sexual, etaria. La

dimensión antropológica de esta filosofía tiene entonces que colocar la

política en el centro de la praxis liberadora. Para Dussel, la política es la

filosofía primera. Para otros, tan lejanos, será la metafísica. Para un

posmoderno neoliberal la filosofía primera será el mercado.

Sin la presencia de seres humanos reales, que producen cosas, que

viven la vida concreta de la cotidianidad desde la materialidad y

espiritualidad, desde el arte, la religión o la producción de trigo, es decir,

desde la socialidad compartida como pueblo, no hay sino un acontecimiento

primordial: la política. Somos hijos de la poli, del calpulli, de la aldea, y en ella

transcurrimos y nos despedimos. Esta última acotación casi obvia, en Dussel

cobra lucidez al reconocer que hay: “…un principio universal de toda ética, en

especial de las éticas críticas: el principio de la obligación de producir,

reproducir y desarrollar la vida humana concreta de cada sujeto ético en

comunidad…” (1998, p. 71)

En este esfuerzo por restituir la dignidad, Dussel no anda solo. Sabe

que Maturana está también en la exigencia epistemológica que contribuye a

una sustentación teórica de amplia base para una praxis que requiere ser

vivida como compromiso social ético. Maturana (1985, p. 63) sostiene que:

Page 127: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

123

La aceptación del Otro (…) en la convivencia, es el fundamento biológico del fenómeno social. Cualquier otra cosa que destruya o limite la aceptación del Otro (…) destruye o limita el que se dé el fenómeno social, y por tanto lo humano, porque destruye el proceso biológico que lo integra.

El sistema mundo crea en consecuencia las prácticas que impiden la

producción, reproducción y desarrollo de la vida humana. Produce, al mismo

tiempo, la condición de excluido, oprimido, humillado del otro que vive su

existencia como tiempo vacío, dice Dussel. ¿Es posible una superación del

otro ignorado, excluido, marginado al repensar y replantear las bases éticas

del diálogo educativo? ¿Cómo llenar ese tiempo vacío del no ser al ser

negado?

Se reafirman los postulados básicos para la instauración de un tiempo de

la dignidad del otro. La alteridad emerge desde nuevas validaciones éticas.

La tarea de liberación del otro es por tanto una ética de la vida no imaginada

ni pensada, sino la vida material, aquella que puede trascender sólo en

cuanto realización plena de lo humano, entre humanos. Si hay alguna

trascendencia que confiera poder liberador es aquella que permite al hombre

y a la mujer trascender a otros hombres y mujeres ya liberados o en acciones

para conseguirlo.

La tarea de la liberación no es exclusiva de la educación ni del diálogo.

Se habrá dado un gran paso hacia ella y la superación del sistema mundo

eurocéntrico si el hombre y la mujer van conquistando la palabra que le

confiere dignidad en el diálogo. Las víctimas no cantan en coro, pero sus

voces son potencialmente libres. Sólo socialmente han sido acalladas,

reprimidas e ignoradas. Es socialmente como puede alcanzarse la liberación.

Los proyectos colectivos no eluden la perspectiva individual de la persona.

El exhaustivo estudio que Dussel hace de Marx, cuyo humanismo ha

sido reconocido por E. Fromm, B. Suchodolski, R. Mandolfo, H. Lefevre y

otros, podría ser complementado con otras fuentes que la filosofía pone al

alcance de hoy. Así, es posible hacer más nítidas las raíces históricas de la

Page 128: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

124

dominación y el conocimiento de los mecanismos empleados para su

justificación. Al comenzar la invasión, en el siglo XVI, Juan Ginés de

Sepúlveda, quien era filósofo, teólogo, cronista del Rey y amigo del

conquistador Hernán Cortés, dejó escritas –como buen lector de San

Agustín- estas confesiones (Gómez-Muller, 1997, p. 7):

Siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros, incultos e inhumanos, se niegan a admitir la dominación de los que son más prudentes, poderosos y perfectos que ellos; dominación que les traerá grandísimas utilidades, siendo además, cosa justa, por derecho natural, que la materia obedezca a la forma, el cuerpo al alma, el apetito a la razón, los brutos al hombre, la mujer al marido, los hijos al padre, lo imperfecto a lo perfecto, lo peor a lo mejor, para bien universal de todas las cosas. Este es el orden natural que la ley divina y eterna manda observar siempre. Y tal doctrina la han confirmado no solamente con la autoridad de Aristóteles, a quien todos los filósofos y teólogos más excelentes veneran como maestro de la justicia y de las demás virtudes morales y como sagacísimo intérprete de la naturaleza y de las leyes naturales, sino también con las palabras de Santo Tomás…

La obra de Ginés de Sepúlveda se titula Tratado sobre las justas causas

de la guerra contra los indios. Como es evidente no se requiere ser un gran

hermeneuta para leer entre líneas la influencia de Aristóteles, de San

Agustín, de Santo Tomás de Aquino. A estas alturas, poco importaba si

Platón u otro pensador de la antigüedad no había sido cristiano. Si se lo

podía utilizar para fortalecer los dogmas de la fe, era moralmente aceptable.

Así lo había defendido en el siglo II Justino mártir. Ir de la fe a la razón de

ninguna manera al revés, aconsejaba San Agustín.

Desde entonces, no sólo en México, sino en el vasto territorio amerindio,

Europa representó la civilización y nosotros la barbarie y la incultura. Éramos

inhumanos, dice el cronista en México. Ahora resulta que la dominación “que

la ley divina manda” y que creó la esclavitud, las encomiendas, el

almojarifazgo, el diezmo real y la venta de indulgencias para entrar al cielo

eran actos de prudencia recomendados por la phrónesis aristotélica. Lástima

Page 129: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

125

para la mentalidad eurocéntrica que Atahualpa y Caupolicán no pudieron

decir lo mismo cuyas muertes fueron la culminación de vejaciones y torturas.

Al comenzar la etapa republicana en el siglo XIX no faltaron pensadores del

continente anclados al dominio eurocéntrico que aconsejaban la

europeización de los países para salir de la barbarie. Los niveles de progreso

alcanzados por Francia o Inglaterra pasaron a ser dignos de imitación.

Ser blanco europeo o criollo es ser. El otro, cuya alteridad se reconoce

en el indio, el negro o el esclavo es el no ser. Aquel superior, éste inferior. El

primero representa la prevención, el orden, la disciplina; el segundo el azar,

el desorden. Aquellos son racionales, éstos irracionales. Este discurso

ideológico tiene raíces difíciles de extirpar, pero no imposibles.

El tiempo ha venido a colocar entre nosotros una realidad desde la cual

la conducta ética exige un replanteamiento radical: el otro, nuestro alter

vivido como indio, mujer, campesino, víctima, violentado, exiliado, en los

comienzos de un nuevo siglo, son la alteridad que nos interpela. El diálogo

entre unos y otros crea las condiciones favorables iniciales para su

superación. La relación de desigualdad nos obliga a reconocer al otro como

el yo que soy. El otro es la alteridad en que me reconozco. El sí mismo y la

alteridad se funden en el fluir de la interacción humana. La dimensión ética

del diálogo se abre a la búsqueda de sentido de la existencia ya anunciada

en V. Frankl.

Page 130: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

126

COLOFÓN: CON LA AYUDA DE JENÓFANES

Los fundamentos filosóficos de la teoría dialógica de la educación aquí

desarrollados tienen el incentivo para el investigador de todo aquello que

comienza y deja las emociones en tal grado de excitación que este trabajo es

sólo un momento del proceso que aquí se cierra temporalmente. Diríase que

deja abierto el camino para la confrontación y fortalecimiento de las ideas

expuestas. El notable físico Niels Böhr tras fatigoso estudio llegó a la

conclusión de que los resultados finales son siempre puntos de partida. Y no

le faltaba razón.

Pueden contrastarse los objetivos definidos en su oportunidad con los

resultados. ¿Sería arriesgado afirmar que el desarrollo de nuestra especie ha

oscilado entre relaciones de confianza y aceptación mutua debido a la

cercanía corporal de nuestras interacciones, de una parte y, en el otro

extremo, la vida social estaría ligada a nuestro modo de ser humano

originado en relaciones de dominación y sometimiento? (Maturana, 1977)

Los estudios más relevantes referidos a la naturaleza y desarrollo del

diálogo demuestran que el mismo es inseparable de las condiciones

anatomo-fisiológicas de nosotros los humanos y de las determinantes

sociales, culturales y de adaptación, conservación y destrucción de los

ecosistemas. En ese contexto el diálogo de la educación, como el proceso

educativo en su conjunto, no son neutrales. El diálogo, desde su aparición en

el ambiente familiar hasta el final de la biografía de cada uno de nosotros es

una constante que fluye en un plexo que se mueve entre la aceptación y el

rechazo; entre el reconocimiento del otro y su negación; entre la cooperación

y el egoísmo. La caridad, la compasión o la piedad se mueven en espacios

Page 131: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

127

más propios de la teología y no de la filosofía. Por lo mismo, aquí sólo se

mencionan en este momento.

El diálogo se sostiene y fortalece en espacios humanos de confianza,

tolerancia y reconocimiento de la alteridad como ser legítimo en su

originalidad e identidad. El diálogo, si es auténtico diálogo, se aparta de la

manipulación, la obsecuencia y el asentimiento acrítico. La vitalidad del

diálogo entre Sócrates y sus filosofantes, ya fuera en el ágora o en el

banquete, era una práctica abierta en el reconocimiento de la igualdad como

seres humanos. El empleo del tú entre el maestro y los discípulos hacía del

diálogo un ejercicio implícito de la voluntad compartida en el nosotros, en la

simetría. En las relaciones de pleno afecto que sostiene el amor el usted es

una afrenta, un demérito y una negación de la proxemia que genera el

compartir de la palabra.

El diálogo posibilita la construcción de ideales colectivos, la definición de

metas comunes, la cooperación que va desde la pareja al trabajo

comunitario. Las relaciones de dominación, de exclusión y negación del otro

destruyen la empatía. Esas conductas no son genéticas, pero las condiciones

sociales pueden volver la naturalidad del diálogo en un riesgo de la seguridad

personal y colectiva. Los oprobiosos regímenes dictatoriales en América

Latina crean una secuela de desconfianza en el otro que resiente el diálogo.

La epigénesis social suele adormecer la natural tendencia genética a

compartir y conversar.

La clase u otro espacio en que suceden las interacciones entre un

facilitador y los participantes asumen las características democráticas o

autocráticas de las relaciones interpersonales en proporción directa a las

prácticas vividas en esas relaciones. Un trabajo de Suárez Díaz (México,

1994) revela que es posible establecer cierta taxonomía de los estilos

docentes predominantes. Asumimos que de las características de estos

estilos se desprenden consecuencias importantes para el éxito o el fracaso

de la relación dialógica en educación. En efecto, ese estudio demostró que

Page 132: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

128

hay docentes dictadores. Son inabordables, autosuficientes, inflexibles. No

los anima la comprensión de los alumnos. Para ellos el diálogo es un peligro

para su autoridad y para el mantenimiento del orden. Los hay también

aquellos calificados como “madres” cuyo lema podría traducirse en dejar

hacer, dejar pasar. Su bohnomía no acerca a los participantes al diálogo. Los

tipos llamados doctores son profesores que representan el modelo

académico clásico: tildado, responsable, dotado de autodominio, cierta

frialdad cognoscitiva; el doctor es un ejemplo de equilibrio. Son defensores

de principios que podrían ser alterados por el diálogo. La tipología la cierra el

docente comprensivo, no tiene temores por el diálogo y la confrontación de

las ideas. Es un factor de estímulo de la confianza, la horizontalidad y la

participación dialógica.

Las reflexiones precedentes no son ajenas en absoluto a la

preocupación por el diálogo educativo. Nadie podría extrañarse si observa a

profesores y alumnos bajo el dominio de relaciones como las antes descritas.

No es entonces casual que un profesor tirano genere relaciones

interpersonales de sumisión y negación del diálogo o por el contrario, un

profesor comprensivo y empático provoque un clima participativo y

democrático, estimulante del diálogo. Psicólogos, psiquiatras y neurólogos

han valorado la idea de considerar las ventajas del diálogo como similares a

las que genera en la relación de pareja la seducción. La connotación religiosa

piensa la seducción como algo perverso y como incitación a hacer lo

indebido moralmente que aleja del bien o de la virtud. Aquí, desde la

perspectiva dialógica, la seducción tiene el encanto y la fascinación de

aquello que nos cautiva, nos atrae a compartir y coemocionar.

Tal vez, en la proxemia, en el mirar cara a cara como sugiere Lévinas, lo

que hay de íntimo en esa relación, sea la manifestación vital de la seducción:

ser aceptado por el otro, la otra.

Alguna precisión aún necesaria. Las exigencias de fundamentación

filosófica de una teoría dialógica de la educación tienen que deslindar su

Page 133: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

129

discurso de otros análogos que han asumido consecuencias vinculadas a la

metafísica o a la pretensión ideológica. La teoría aquí postulada se inserta

en el espíritu de desacralización –en el sentido sociológico de ruptura con la

tradición- siempre necesaria que oxigena la filosofía y el ejercicio de libre

pensamiento. Habermas (2002 p 181) ha planteado la necesidad filosófica de

la detrascendentalización que acota la estrategia por ubicar la comunicación

humana- y por tanto del diálogo- y hacer “…descender el sujeto

trascendental kantiano a contextos mundanos…” Una reflexión adicional es

necesaria.

Kant en busca de un método que no dejara de ser racional pero que

sentara las bases de pureza gnoseológica reconoció que el conocimiento

procede de la experiencia y eso no puede ser negado como lo advirtió Hume.

Pero no todo conocimiento procede de la experiencia. A partir de la intuición

a priori en la Crítica de la razón pura (1981 p 164) dice: “Llamo trascendental

todo conocimiento que en general se ocupe no de los objetos, sino de la

manera que tenemos de conocerlos en tanto que sea posible a priori. Un

sistema de tales conocimientos se llamaría filosofía trascendental.”

La comunicación y el diálogo al disponerse como ruptura de la

trascendencia del objeto, tendrán que hacer que el sujeto trascendente

kantiano descienda a la realidad historico-social concreta de un sistema que

distribuye la riqueza de manera desigual, de una cultura que genera violencia

simbólica y material sobre los excluidos, los oprimidos, los explotados y los

marginados del derecho a una vida digna.

Si de volver a Kant se trata el diálogo pertenece a los dominios del

mundo fenoménico. De los posibles atributos de un mundo nouménico ya

sabemos, desde los tiempos de Platón cuales son sus vínculos con

idealismos filosóficos y político-ideológicos que pretenden justificar la

desigualdad y la exclusión.

La pretensión ilocutiva del diálogo de producir efectos deseables en el

interlocutor no tiene objeciones éticas. El diálogo busca comunicar algo. La

Page 134: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

130

aspiración de que algo suceda en la conversación no es necesariamente una

perversidad; puede apuntar a objetivos comunes, al disfrute de una puesta

del sol o el acuerdo sobre cosas relevantes de la ciencia u otra disciplina.

La aspiración del profesor al dialogar con sus alumnos y provocar en éstos

una capacidad crítica para juzgar y valorar hechos y conocimientos no puede

ser objetable. Es más bien un mérito al que se encamina la experiencia

dialógica.

El giro de Habermas que aquí impone la detrascendentalización erradica

el concepto de trascendental como invocación al más allá, a las esferas de lo

inteligible. Se trata de ubicar a la teoría dialógica en este mundo sensible, el

mundo de la vida. La acción intersubjetiva del diálogo supera y resiste toda

visión metafísica. La teoría emerge como oposición a la trascendentalidad del

idealismo, la baja a la tierra y aquí la expone al juicio y la confrontación, con

los pies firmes que produce siempre pisar en la tierra.

La teoría dialógica de la educación no pretende llegar a ninguna esencia

de lo humano. Lo que nos distingue entre los seres vivos, además de la

razón y las emociones, es el uso libérrimo del lenguaje y éste no se explica

por intuición, por invocación al más allá ni por la creencia de algún sustrato

misterioso. La ciencia y la filosofía, en la fortaleza unificadora de la

epistemología, han colocado al diálogo como primera condición de la

convivialidad y las aspiraciones a una democracia plena.

En el diálogo no hay ni mayor ni menor. Ni vencedor ni vencido porque el

diálogo es lo contrario de una competencia. Ni superior ni inferior. Tampoco

los interlocutores son socios de una empresa comunicacional. A los socios

en los negocios los mueve la ganancia o el lucro. Cuando los negocios andan

mal, los socios desconfían uno del otro. Cuando un actor social desconfía del

otro al dialogar, el diálogo deforma su naturaleza.

Si fuera posible imaginar la comunicación intersubjetiva como una

balanza, el fiel estaría representado por el diálogo, oscilando hacia un lado y

Page 135: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

131

otro, pero dando garantías a todos por igual de decir su palabra. El diálogo

es un eje por donde pasa la equidad y sostiene al mundo.

Leonardo Da Vinci dibujó en 1490, dos años antes del descubrimiento de

América, al “Hombre de Vitruvio”, una figura masculina que representa la

perfección del cuerpo humano. Esa perfección estaba unida al concepto de

belleza clásica griega similar a la figura de Apolo. El hombre de Vitruvio tiene

la perfección de las formas, la proporción, el equilibrio y las medidas

perfectas y su equivalente entre las distintas partes del cuerpo. El cuerpo del

hombre es una máquina de belleza y armonía.

¿Qué lugar ocupa en el hombre perfecto el diálogo? Leonardo no nos lo

dice. En el siglo XV, la fuerte influencia del cristianismo aún parece

desconfiar de las bondades del diálogo. La prédica y el sermón, tanto como

el adoctrinamiento y la dogmática, son enemigos del diálogo. El predicador

no intenta dialogar, su afán es imponer. Quiere que su palabra sea

escuchada como una verdad que no puede ser puesta en duda. Desde los

presocráticos, y desde Sócrates más aún, el pensamiento crítico y libre que

concede la filosofía, son el fundamento del diálogo. El célebre pintor italiano

dice que la altura del hombre es equivalente a cuatro brazos extendidos,

Cuando en la interacción social alguien dice:”Tú no me comprendes; tú

no me entiendes”, “me interpretas mal”, aparece el diálogo y en ese

momento, las gentes se ponen en el camino de la comprensión, el

entendimiento y la interpretación.

Aristóteles pensó que el máximo bien posible a que podía aspirar el

hombre estaba unido a la eudaimonía y desde entonces los seres humanos

se han afanado en buscar la felicidad. Lo que el estagirita no dijo fue cuánta

felicidad contiene el diálogo o cómo contribuye éste a vivir en la phrónesis,

ese estado de autarquía y equilibrio que requiere la relación de los seres

humanos.

La forma en que los demás nos comprenden arranca, tal vez, de nuestra

propia capacidad para comprendernos: el diálogo es la vía más antigua y

Page 136: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

132

eficaz para comprender y ser comprendido. Si la hermenéutica ha llegado

hoy a la categoría legítima de ser una disciplina filosófica tan respetable

como la ética o la axiología, ello está inseparablemente unido a la exigencia

–en el diálogo del autor del texto con el lector- de llegar éste a interpretarlo y

comprenderlo adecuadamente.

Esta investigación ha tocado los márgenes en que se vive desde el

monólogo. La exclusión por propia voluntad del misógino de no compartir la

palabra con otros seres humanos no lo hace humano. Es una renuncia

voluntaria. ¿Acaso no seguimos escuchando a H. Maturana que repite que

nos hacemos humanos al lenguajear y el coemocionar?

Hay quien insiste en buscarse dentro de sí mismo y no reconocer que su

existencia es inseparable de la existencia de otro y la otra. Sartre en

El Existencialismo es un Humanismo evitó esta desviación que excluye al

existente de la socialidad y exigió que el hombre al elegir el ser que quería

ser como persona estaba eligiendo al ser colectivo. Somos el otro. El rostro

del otro nos interpela, oímos el grito de la víctima. ¡Oh, hemos llegado a un

tiempo en que la convivencia entre humanos es un imperativo ético de la

solidaridad!

Heráclito fue el primero en dejar constancia de la búsqueda del hombre

interior. En el fragmento 101 (1983, p. 240) leemos: “yo me escudriñé

(busqué) a mí mismo” y aunque es improbable que Agustín de Hipona lo

haya leído, insistió en esa misma búsqueda, tal vez, para justificar la dudosa

moralidad de su conducta al abandonar a su mujer e hijo para atender al

llamado de la fe. Esa negación de los otros y de la realidad social para

encontrar la esencia de uno mismo ha tenido siempre la misma poca fortuna

que toda pretensión metafísica se atribuye. Uno mismo está en el otro (a) en

el amor. El otro (a) está en uno en el amor. La exigencia socrática del

Conócete a ti mismo está reflejada en la exigencia platónica de su teoría del

conocimiento expuesta en el Menón, Teetetos, el Fedón y el libro X de

La República. Por su idealismo gnoselógico, Platón niega la realidad material

Page 137: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

133

exterior como fuente confiable del conocimiento; éste permanece inalterable

en la mente, es decir, en la idea. La realidad no puede dar estas garantías

pues está siempre cambiando.

La mayéutica usada por Sócrates tuvo, justo es reconocerlo, el

extraordinario mérito de contribuir al desarrollo del diálogo pero, que se sepa,

hasta hoy nadie ha podido explicar cómo es uno, humano entre humanos,

hacia adentro. Freud, Jung, Adler y Frankl parecen haber llegado más lejos

en este sentido.

El diálogo en educación tiene su más firme constatación, de la que es

posible anticipar su fortaleza a vidas futuras, en la conversación pues es aquí

donde la palabra se vuelve íntima, se esparce en toda su belleza, es decir,

en su desnudez. La palabra desde el panal del lenguaje es también fanal que

da lumbre a los actores del diálogo. Si el lenguaje tiene su verdadero ser en

la conversación, como sostiene Gadamer (1977, p. 535) lo que genera el

goce de la desnudez de la palabra –como en la develación de la aletheia

griega- es el entendimiento, la comprensión empática. Lo que deja sea tal

vez aquello que está en un poema, no cualquier poema sino uno de San

Juan de la Cruz. Todo cuanto permanece tras el amor es “un es un no se qué

queda balbuciendo”. En el diálogo también.

En este punto final siempre provisorio de toda conclusión, como en las

“Meditaciones intempestivas” de Nietzche, que al cerrar el libro permiten ver

las nuevas tempestades que acosan al filósofo, se da cuenta de las

consecuencias a que puede y está expuesto el pensamiento, en tanto

energeia de la fundación dialéctica del lenguaje. Estas reminiscencias que al

final nos siguen acosando desde la voz de Gadamer nos permiten decir con

él que toda conversación se sostiene en el arte humano de la dialéctica y que

es allí donde descubrimos las consecuencias de opiniones y preguntas que

generan nuevas opiniones y nuevas preguntas. Tal vez sean conclusiones

tentativas que esperan por supuestos contrarios como intuía Aristóteles en

Metafísica.

Page 138: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

134

Esta investigación llega aquí como el instante en que camino y meta se

vuelven unidad dialéctica. Como un pensar se presenta como un hacer, un

afán por interpretar y comprender la raíz y los vuelos del diálogo en

educación. También se muestra por sus resultados como la epifanía que

genera el grito silencioso de la víctima en su rostro que descubriera Lévinas.

Aquí, la Tesis en su aparecer queda expuesta como acontecer que espera

nuevos acontecimientos. Pensar no es más que la osadía que impulsa

nuevos pensamientos. Los principios están ahí. La praxis, que todo lo pone al

trasluz de la realidad dirá del giro ontológico en que el acontecer de la Teoría

dialógica de la educación sostendrá la siempre frágil vida de las teorías que

intuía Lakatos. Las voces de T. Kuhn, K. Popper y E. Dussel en la

epistemología de un nuevo siglo agitan las confrontaciones de nuevos

paradigmas, esperan la superación siempre transitoria de la falsabilidad que

todo intento por llegar a la verdad implica y nos dejan el desafío ético de la

liberación y la recuperación de la palabra de quienes desde la periferia sólo

han sido espectadores del diálogo.

Page 139: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

135

REFERENCIAS

Aristóteles. 1977. Política. Madrid: Espasa-Colpe. Austin, J.L. 1990. Cómo hacer cosas co palabras. Barcelona: Paidos. Bourdieu, J.P. y J.C. Passeron. 1977. La reproducción. Barcelona: Laia. Bungue, M. 1981. La ciencia, su método, su filosofía. Buenos Aires: Siglo XX.

Burbules, N. 1999. El diálogo en la enseñanza. Buenos Aires: Amorrortu. Cruz, M. 1999. Hacerse cargo. Barcelona: Paidos. Damiani, L. 1997. Epistemología y ciencia en la modernidad. Caracas: Faces-UCV De la Isla, C. [Octubre, 2005]. Reflexiones sobre el método dialógico. Disponible en: www.generales.itam.mx Dussel, E. 1998. Ética de la liberación en tiempos de globalización y exclusión. Madrid: Trotta. ------------. 2001. Hacia una filosofía política crítica. Bilbao: Descleé de Broker. Ferrater Mora, J. 2004. Diccionario de filosofía. Tomo II. Madrid: Ariel. Feyerabend, P. 2002. Contra el método. Barcelona: Folio. Foucault, M. 1979. Microfísica del poder. Madrid: Edimat. Frankl, V. 1999. La presencia ignorada de Dios. Psicoterapia y religión. Barcelona: Herder. --------------. 2000. En el principio era el sentido. Barcelona: Paidos. ---------------. 2004. El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder. Freire, P. 1975. Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI.

Page 140: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

136

---------. 1980. La educación como práctica de la libertad. México: Siglo XXI. ---------- 1993. Pedagogía de la esperanza. México: Siglo XXI. Gadamer, G. 1977. Verdad y método. Salamanca: Sígueme. Gómez de Silva, G. 1998. Diccionario etimológico de la lengua castellana. México: FCE Grondin, J. 1999. Introducción a la hermenéutica filosófica. Barcelona: Herder. Habermas, J. 1988. Teoría de la acción comunicativa. Tomo I. Madrid: Taurus. ------------- 1999. Ciencia y técnica como ideología. Madrid: Tecnos. -------------. 2002. Verdad y justificación. Madrid: Trotta. Heráclito. 1983. Fragmentos. Madrid: Orbis. http: //es.wikipendia.org/wiki/hombredevitruvio.2005 Kuhn, T. 1986. La estructura de las revoluciones científicas. México: FCE Lévinas, E. 1974. Humanismo del Otro Hombre. México: Siglo XXI. ----------- 1991. Ética e infinito. Madrid: Visor. ----------- 1999. El tiempo y el Otro. Barcelona: Paidos. Mac Intire, A. 1998. Historia de la ética. Barcelona. Maffesoli, M. 1990. El tiempo de las tribus. Barcelona: Icaria. ------------- 1993. El conocimiento ordinario. México: FCE. ------------- 1996. De la orgía. Barcelona: Ariel. ------------- 1997. Elogio de la razón sensible. Barcelona: Paidos. Marina, J.A. 2000. Crónicas de la ultramodernidad. Barcelona: Anagrama. Marx, K. y F. Engels. 1987. La ideología alemana. Bogotá: Octubre.

Page 141: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

137

--------------------- 1975. Contribución a la crítica de la economía política. La Habana: Ed. de Ciencias Sociales. Instituto Cubano del Libro. Maturana, H. y F. Varela. 1996a. El árbol del conocimiento. Santiago: Universitaria. Maturana, H. 1996b. El sentido de lo humano. Santiago, Chile: Dolmen. ------------ 1995. Desde la biología a la psicología. Santiago: Universitaria. ------------- 1997a. Amor y juego, fundamentos olvidados de lo humano. Santiago, Chile: Instituto de Terapia Cognitiva. ------------ 1997b. La objetividad, un argumento para olvidar. Santiago, Chile: Dolmen. ------------- 1997. Formación humana y capacitación. Santiago de Chile: Dolmen. Moore. 1980. Introducción a la teoría de la educación. Madrid: Alianza. Morín. 2001. Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Gedisa. Nagel, E. 1968. La estructura de la ciencia. Buenos Aires: Paidos. Nietzche, F. 1999. El caminante y su sombra. Madrid: Edimat. Platón. 1980. Diálogos Socráticos. Tomo I. Traducción de J.D. García Bacca. Caracas: UCV. Popper, K. 1973. La lógica de la investigación científica. Madrid: Tecnos. Reardon, B. 1999. La tolerancia: umbral de la paz. Madrid: Santillana/UNESCO. Sartre, J.P. 1976. El ser y la nada. Buenos Aires: Losada. -------------- 1996. El existencialismo es un humanismo. Madrid: Santillana. Senge, P. y otros. 2004. La quinta disciplina en la práctica. Buenos Aires: Granica. Somoza, J. 2000. La caverna de las ideas. Madrid: Santillana. Suárez Díaz, R. 1984. La educación. México: Trillas.

Page 142: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

138

Sucasas, A. Interpelación de la víctima y exigencia de justicia (En: La ética ante las víctimas. 2003. José M. Mardones y Reyes Mata, editores. Madrid: Anthropos). Voltaire. 1977. Tratado sobre la tolerancia. Madrid: Santillana. Wittgenstein, L. 1997. Conferencia sobre ética. Barcelona: Paidos. ---------------- 1999. Tractatus lógico-philosóphicus. Madrid: Alianza. ---------------- 2002. Investigaciones filosóficas. Barcelona: Crítica/UNAM.

Page 143: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

139

Anexo 1 Cuadro comparativo entre la educación liberadora transformadora-dialógica de Paulo Freire y la educación tradicional conservadora-monológica

Paulo Freire: Educación Liberadora Transformadora-Dialógica

Educación Tradicional Conservadora-Monológica

§ El ser humano es ser en transición.

Inacabado, pero consciente de su

posibilidad de ser. El hombre es un

ser en situación.

§ El hombre es un ser de naturaleza

(pre) determinada. Es un sujeto

limitado que recibe el conocimiento.

§ Crítica, estimuladora de la duda.

§ Acrítica, privilegia la verdad como

condición absoluta.

§ Relación entre profesor (a) / alumno

(a) horizontal.

§ Relación profesor-alumno vertical.

§ Propicia la solidaridad

§ Propende al logro individualista.

§ Facilita la cooperación

§ Facilita la competencia.

§ Respeta la diversidad de

pensamientos

§ El profesor impone su forma de

pensar y ésta debe reproducirse

como la verdad.

§ Promueve la tolerancia y el libre

pensamiento

§ Genera intolerancia y excluye la

posibilidad de discrepar.

§ Crea las condiciones para la toma

de conciencia que concibe el

conocimiento como producción,

descubrimiento e innovación.

§ El conocimiento exitoso es una

facultad preferentemente memorís -

tica. Se fortalece en la repetición.

Page 144: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

140

…continuación Paulo Freire: Educación Liberadora

Transformadora-Dialógica

Educación Tradicional Conservadora-

Monológica

§ La disciplina es autodisciplina

§ La disciplina la decide la autoridad y

la impone el profesor.

§ Problematizadora § Evita los problemas. Si éstos son de

carácter social, son responsabilidad

de la sociedad.

§ El proceso enseñanza-aprendizaje

es vivido desde la igualdad, la

libertad y la democracia.

§ La escuela prepara para la vida y la

democracia. La escuela no es la vida

ni la democracia.

§ La praxis es inseparable de la teoría. § Privilegia la teoría. La praxis es

secundaria.

§ La dominación y exclusión son

pensados como fenómenos sociales

posibles de superar desde una

eticidad cuestionadora.

§ La dominación, exclusión,

desigualdad y otros procesos

discriminatorios son fenómenos

históricos. Competen a la autoridad

política.

§ Rebelde.

§ Aquiescente, sumisa, conformista.

§ Razón y emociones son inter-

dependientes y complementarias en

la personalidad.

§ Privilegia el uso de la razón que

garantiza la objetividad. Enseñar a

razonar hace al hombre razonable.

§ Educar es un acto de amor. § Educar es transmitir, instruir,

impartir, informar. Educar es una

función técnica, neutra.

Page 145: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

141

…continuación Paulo Freire: Educación Liberadora

Transformadora-Dialógica

Educación Tradicional Conservadora-

Monológica

§ No hay sujeto que habla y otro que

escucha. Hay reflexividad dialógica.

§ Entre alumno y profesor la relación

es formal, aséptica.

§ Estímulo hacia la identificación de sí

mismo.

§ La identidad personal y los posibles

conflictos que ella genera son

cuestiones que atañen a la

psicología y no a la educación.

§ Reconocimiento del otro en su

originalidad y singularidad.

§ Los seres humanos son todos

iguales.

§ Enseñar y aprender son procesos

dialécticos. Quien enseña aprende.

Aquél que aprende tiene saberes

que se respeten.

§ La función del profesor es enseñar y

la de los alumnos, aprender.

§ Educar es compartir, construir,

deconstruir, convivir.

§ El descubrimiento y el compartir son

un riesgo.

§ Reflexión / acción son procesos

inseparables.

§ La reflexión es anterior a la acción y

ésta debe estar previamente

determinada y dirigida.

§ Fomenta la curiosidad, el

inconformismo.

§ Estimula la conformidad y la

aceptación de las reglas.

§ El currículo tiene carácter

referencial, flexible, socialmente

posible de modificar.

§ El currículo determina los contenidos

de la cultura (de la materia) y es una

responsabilidad de los técnicos.

Debe aplicarse sin modificaciones.

Los objetivos son los objetivos.

Page 146: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

142

…continuación Paulo Freire: Educación Liberadora

Transformadora-Dialógica

Educación Tradicional Conservadora-

Monológica

§ El hombre sale de la inmersión

social y se proyecta hacia la

inserción consciente en la sociedad.

§ Las determinantes filosóficas hacen

del educando un ser inmerso en la

cultura. Su inserción es un asunto

personal y futuro.

§ Aspira a una sustentación

epistemológica de la educación.

§ La filosofía y la ciencia son

disciplinas autónomas.

§ Se aleja de dogmas y creencias.

§ Tiende a la repetición dogmática de

la verdad y se fortalece en el

sistema de creencias que no

cambian

§ Educar es un proceso de formación

y autoformación permanentes.

§ La educación tiene objetivos

terminales en cada etapa de la vida.

Una es la educación para niños, otra

para jóvenes, otra para adultos.

§ La educación es la vida misma.

§ La educación es educación para la

vida.

§ La clase es un espacio para la

práctica y fortalecimiento de la

democracia.

§ La democracia es un asunto de

políticos y la escuela no tiene

incumbencia en ello.

§ El alumno es considerado un ser

autónomo. Piensa al otro, piensa al

mundo y se piensa a sí mismo.

§ El alumno debe acatar las normas y

reglamentos. El pensar está sujeto a

las necesidades que otro determina.

Page 147: TEORÍA DIALÓGICA DE LA EDUCACIÓN

143

…continuación Paulo Freire: Educación Liberadora

Transformadora-Dialógica

Educación Tradicional Conservadora-

Monológica

§ La educación contribuye al cambio y

a la transformación social.

§ El cambio y las transformaciones

sociales alteran y afectan negativa-

mente a la educación.

§ Las funciones de profesor / alumno

se vuelven reversibles, alternas.

§ Las funciones y tareas de profesores

y alumnos están decididas

históricamente y no pueden ser

cambiadas.

§ En la clase y fuera del aula los

actores sociales dialogan,

confrontan opiniones, toman

acuerdos y respetan el disenso.

§ El diálogo en la clase suele alterar el

orden. El intercambio de opiniones

genera confusión. La posibilidad de

disentir conduce al riesgo.

§ El profesor dice: hoy vamos a hacer

esto o aquello. No hay imposición de

la autoridad. Se estimulan los

acuerdos.

§ El profesor dice: esto voy a hacer

hoy con ustedes. Su autoridad debe

ser acatada.

§ La educación es una práctica de

liberación.

§ La educación es pensada como

socialización, es decir, como

adaptación.