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1 INTRODUCCION . . Escritores como J. S. MILL, H. SIDGWICK Y G. E. MOORE produjeron sistemas de etica normativa como resultado de re- flexiones tilosoficas. En los ultimos afios la etica normativa ha llegado a distinguirse de la metaetica, que discute la naturale- za de los conceptos eticos. Ciertamente como resultado de la prevalencia de teorias metaeticas no cognotivistas, por ejemplo, las de C. L. STEVENSON I yR. M. HARE 2, la etica norrnativa ha caido en cierto descredito en cuanto disciplina filosofica. Puesto que para las teorias no cognotivistas de la etica de nuestros prin- cipios eticos ultimos dependen nuestras actitudes y preferencias ultimas, los principios eticos ultimos parecen situarse dentro del campo de la decision personal, de la persuasion, del consejo y de la propaganda, pero no dentro del campo de la filosofia acade- mica. Mientras que es verdad que algunos desacuerdos eticos ul- timos pueden depender simplemente 'de diferencias en cuanto a la preferencia ultima. y mientras que tambien desacuerdos no uItimos dependen de diferencias acerca de los hechos em- piricos. sobre los cuales el tilosofo no esta especial mente cua- lificado para juzgar. sin embargo. me parece que es importan- te evitar que el rumbo hacia la neutralidad de la filosofia nos lleve demasiado lejos. EI filosofo metaetico puede olvidar demasiado pronto que el pensar etico ordinario se enturbia frecuentemente. 0 incluso se mezcla con asunciones metafisi- cas cuestionables. A la clara luz del analisis filosofico algunos sistemas eticos pueden muy bien llegar a parecer menos atrac- tivos. Mas aun. incluso si pudiera reducirse el desacuerdo I Ethic's and LallXllaxl' (Yale University Press. New Haven. 1944). Hay trad, castellana: Etica J' Lel1Kllaje, Paidos. Buenos Aires, 2 TIl<' LanKl/lIKI'Ilf'Morols (Oxford University Press, London. 1952).

INTRODUCCION - Pablo Stafforini - Bosquejo de un sistema de etica... · La exposicion mejor sustentada del utilitarismo del acto es, pienso, la de SIDGWICK en su Melhods of £lilies

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1 INTRODUCCION

. . Escritores como J. S. MILL, H. SIDGWICK Y G. E. MOORE

produjeron sistemas de etica normativa como resultado de re­flexiones tilosoficas. En los ultimos afios la etica normativa ha llegado a distinguirse de la metaetica, que discute la naturale­za de los conceptos eticos. Ciertamente como resultado de la prevalencia de teorias metaeticas no cognotivistas, por ejemplo, las de C. L. STEVENSON I yR. M. HARE 2, la etica norrnativa ha caido en cierto descredito en cuanto disciplina filosofica. Puesto que para las teorias no cognotivistas de la etica de nuestros prin­cipios eticos ultimos dependen nuestras actitudes y preferencias ultimas, los principios eticos ultimos parecen situarse dentro del campo de la decision personal, de la persuasion, del consejo y de la propaganda, pero no dentro del campo de la filosofia acade­mica.

Mientras que es verdad que algunos desacuerdos eticos ul­timos pueden depender simplemente 'de diferencias en cuanto a la preferencia ultima. y mientras que tambien desacuerdos no uItimos dependen de diferencias acerca de los hechos em­piricos. sobre los cuales el tilosofo no esta especial mente cua­lificado para juzgar. sin embargo. me parece que es importan­te evitar que el rumbo hacia la neutralidad de la filosofia nos lleve demasiado lejos. EI filosofo metaetico puede olvidar demasiado pronto que el pensar etico ordinario se enturbia frecuentemente. 0 incluso se mezcla con asunciones metafisi­cas cuestionables. A la clara luz del analisis filosofico algunos sistemas eticos pueden muy bien llegar a parecer menos atrac­tivos. Mas aun. incluso si pudiera reducirse el desacuerdo

I Ethic's and LallXllaxl' (Yale University Press. New Haven. 1944). Hay trad, castellana: Etica J' Lel1Kllaje, Paidos. Buenos Aires,

2 TIl<' LanKl/lIKI'Ilf'Morols (Oxford University Press, London. 1952).

12 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARIST A

acerca de las preferencias morales ultimas, no es pequefia ta­rea la de presentar uno u otro de los sistemas eticos resultan­tes de una forma lucida y consistente, y en una via tal que muestre como pueden evitarse las objecipnes comunes, ya me­nudo especificas, que se les pueden plantear.

Sera mi objeto en el presente estudio establecer un sistema etico que este libre de las connotaciones tradicional y teologi­ca. Ese es el tipo de utilitarismo que R. B. BRANDT ha lIama­do 'utilitarismo del acto'). Hablando de una manera amplia, utilitarismo del acto es la concepcion segun la cual la correc­cion 0 incorreccion de una accion depende solo de la bondad o maldad total de sus consecuencias, esto es, del efecto de la accion sobre el bienestar de todos los seres humanos (0 quiza de todos los seres sensibles). La exposicion mejor sustentada del utilitarismo del acto es, pienso, la de SIDGWICK en su Melhods of £lilies (Metodos de laElica) 4, pero SIDGWICK 10-situo dentro de la estructura de una metaetica cognotivista que suponia que los ultimos principios autoutilitaristas sedan conocidos como verdaderos mediante algun tipo de intuicion intelectual. Rechazo la metaetica de SIDGWICK por razones familiares, y para el proposito de este estudio asumire la ver­dad de algun analisis metaetico 'no-cognotivista' como el de Language 0/ Morals (EI lenguaje de la Moral) de HARE, 0 po­siblemente el de D. H. MONRO en su Empiricism and Ethics S

(Empirismo .r Erica). (La teo ria de MONRO se c1asificaria qui­za mas como subjetivista que como no-cognotivista. Sin em­bargo, me inclino a pensar que en el estado presente de la teoria lingiiistica no es posible trazar una distincion neta entre estos dos tipos de teo ria 6. Para nuestros propositos presentes la distincion no es importante, pqrque los dos tipos de teo ria implican que los ultimos principios eticos de un hombre de-

'\ penden de sus actitudes 0 sentimientos.) AI adoptar una me-

- • J Ver R. B. BRANDT. Ethical Theory (Prentice-Hall, Englewood Cliffs, New Jersey, 1959), p. 380. BRANDT distingue eI «utilitarismo del acto» del ((utilita­rismo de la regla».

4 H. SIDGWICK, Methods o(Ethil's. 7" ed. (Macmillan, London, 1962). , D. H. MONRO, Empiricism and Ethics (Cambridge University Press, Lon­

don. 1967). • Ver mi recension dei libra de MONRO en Philosophical Review 78 (1969),

pp. 259-261.

INTRODUCCION 13

taetica tal, natural mente, renuncio al intento de probar el sis­tema acto-utilitarista. Me ocupare de establecerlo en una for­ma en la que pueda aparecer persuasivo para ciertas personas y mostrar como puede ser defendido contra muchas de las ob­jeciones que son frecuentemente esgrimidas contra el utilita­rismo. No obstante, me gustaria indicar mi opinion de que la eleccion de sistemas de etica normativa conceptual mente c1a­ros y emocionalmente atractivos que puedan ser alternativos a aquel no es tan amplio como algunas veces se ha pensado. . En primer lugar, B. H. MEDLIN 7 ha argiiido que es impo­

sIble establecer el egoismo etico sin confusion 0 incluso sin un tipo de inconsistencia pragmatica. En segundo lugar, algu­nos sistemas eticos muy difundidos dependen parcialmente de premisas metaeticas, y por tanto pueden ser socavados por la critica filosofica d~ estas bases metafisicas. Yo mismo estoy preparado para argumentar que ese es el caso con respecto a las lIamadas eticas 'iusnaturalistas', que dependen de una me­tafisica quasiaristotelica. En tercer lugar, cualquier sistema de etica deontologica, esto es, cualquier sistema que no apele a las consecuencias de nuestras acciones, pero que apele a la confo~mi.~ad con cie.rtas reglas de deber, esta abierto a un tipo de ObjeClOn persuaslva quepuede muy bien ser considerado como convincente por aquellas personas que'tienen presente el bienestar de la humanidad. Puesto que si bien, concebible­mente, en la mayor parte de los casos los dictados de una eti­ca deontologica pueden coincidir con los del bienestar huma­no y los de una etica acto-utilitarista, debe de haber algunos casos posibles en los que los dictados del sistema chocan con los del bienestar humano, en los que efectivamente los principios deontologicos prescriben acciones que conducen a una mise­ria humana evitable. En la mayor parte de las formas atracti­vas de etica deontologica el conflicto con el utilitarismo esta en las consecuencias de algun principio de 'justicia' 0 'equi­dad'. Retornare sobre este tema mas tarde 8. En otros casos, sin embargo, eI conflicto puede ser encontrado en algun tipo de confusion, quiza incluso en algun tipo de 'regIa ritual' su-

1 «Ultimate principles and ethical egoism», Australasian Journal of Philo­sophy 35 (1957), III- I 8.

8 Ver pp. 78-83.

14 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTI LIT ARIST A

pcrsticiosa. Hay prima .facie una necesidad para eI deontolo­gista de defenderse a si mismo contra el cargo de crueldad. en su aparcntemente abstracto preferir la conformidad a una re­gia a la prevenci6n del sufrimiento humano evitable. Natural­mente algunos deontologistas pueden pretender que, aunque es 16gicamente posible que sus principios puedan chocar con los utilitaristas, de hecho tal connicto no ocurriria nunca. Pa­rece que si tal sistema deontol6gico existe, el utilitarista no necesita preocuparse de defenderse contra el, puesto que sus consecuencias pnicticas no diferirfan de las del utilitarismo. Sin embargo, todos los sistemas deontol6gicos que conozco parecen diferenciarse del utilitarismo no s610 en la teoria, sino tambien en la practica.

Una objeci6n 'persuasiva' tal se Ie puede hacer al deonto­logismo simplemente parque hemos asumido la verdad de una metaetica no-cognotivista (0 posiblemente, subjetivista). Un cognotivista en metaetica del tipo de Sir David Ross 9 resisti­ria una apelaci6n tal al sentimiento diciendo que nos guste 0 no sus principios deontol6gicos pueden ser vistas como verda­deros. EI que tales principios puedan chocar algunas veces con la felicidad 0 el bienestar humane puede parecerle un asunto mas sentimental que filos6fico. Pero si separamos la metaetica cognotivista de la teoria de Ross, entonces su deon­tologismo puede lIegar a parecer artificial y quizas afectado p~r algun tipo de 'regIa ritual'. Por ejemplo, la obligaci6n de cumplir las promesas parece ser demasiado artificial, de pen­der mucho de convenciones sociales humanas, convertir el de­ber en un principio ultimo. Por otro lade es, como veremos, mas duro construir argumentos persuasivos contra un deonto­logismo restringido que suplementar el principio utilitarista mediante principios relacionados con la justicia abstracta y la distribuci6n equitativa. Sin embargo, no voy a intentar mos­trar que el utilitarista no puede tener rivales filos6ficamente inteligentes, sino que meramente intentare sugerir que es 'mas dificil de 10 que comunmente se cree producir sistemas de eti­ca deontol6gicos inteligentes y aceptables, y que el rasgo de

• Sir David Ross, Foundations of Ethics (Oxford University Press, London, 1939). Hay trad. cast.: Fundamenlos de Etica (Eudeba, Buenos Aires, 1972).

INTRODUCCION 15

ellos probablemente no es tan amplio como para abarcar al­gunos de los mas conocidos, como el de Sir David Ross.

AI establecer un sistema de etica normativa el utilitarista debe apelar a algunas actitudes ultimas que establece en co­mun con aquellas personas a las que el mismo se dirige. EI sentimiento al que apela es el de benevolencia generalizada, esto es, la disposici6n para buscar la felicidad, 0 en cualquier caso, en un sentido u otro, las buenas consecuencias para toda la humanidad, 0 quiza para lodos los seres vivientes. Su audi­torio puede no estar de acuerdo inicialmente con la posici6n utilitarista. Por ejemplo, pueden tener propensi6n a obedecer las reglas del sistema moral tradicional en el que han side adoctrinados en su juventud. En todo caso, el utilitarista ten­dni alguna esperanza de persuadir a su auditorio para que este de acuerdo con su sistema de etica normativa. Como utilita­rista puede apelar al sentimiento de benevolencia generaliza­da, que seguramente esta presente en cualquier grupo con el que sea provechoso discutir cuestiones eticas. Puede ser capaz de convencer a algunas personas de que su disposici6n previa a aceptar principios no utilitaristas era debida a confusiones conceptuales. No sera capaz de convencer a todo el mundo sin duda, pero el que el utilitarismo no sea aceptado p~r todo el mundo, 0 incluso p~r todas las personas inteligentes filos6-ficamente, no es en si mismo una objeci6n contra eI. Puede ocurrir muy bien que no haya ningun sistema etico que apele a todo el mundo, 0 incluso a la misma persona de modos di­ferentes. Volvere sobre este tema mas tarde 10. Asi pues, hasta cierto punto, intentare presentar un SIDGWICK modernizado. Los axiomas del utilitarismo ya no son datos de la intuici6n inteleetual, sino expresiones de nuestras actitudes 0 senti­mientos ultimos. No obstante, las deducciones a partir de es­tos axiomas siguen el mismo camino en gran medida. En una nota polemica al comentar la primera edici6n de esta mono­grafia, Charles LANDESMAN sugiri6 II que en cuanto no cog­notivista yo no estaba titulado para hablar acerca de las con­secuencias 16gicas de principios eticos. Sin embargo, no me

10 Verpp. 82-83. \I «A note on act utilitarism». Philosophical Review 73 (1964) 243-247.

16 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARIST A

parece claro que eso sea una dificultad insuperable. Por ejem­plo, R. M. HARE 12 Y otros han construido teorias de relacio­nes logicas entre sentencias imperativas, e incluso meras ex­presiones de actitudes pueden ser calificadas de consistentes 0

inconsistentes unas con relacion a otras. As! «abajo [as serpientes» es consistente con «Abajo [os

reptiles» e inconsistente con «Viva [os reptiles». Ciertamente no hay ninguna razon por la que un no-cognotivista rehusaria lIamar a las sentencias eticas «verdaderas» 0 «fa[sas». Puede decir «"Smith es bueno" es verdadero si y solo si Smith es bueno». Puede incluso decir cosas como «A[gunos dichos eti­cos de Buda son ve~daderos», dando a entender asi que estaria de acuerdo con alguna de las actitudes expresadas en los di­chos de Buda, aunque no diga e inc[uso pueda no saber cmiles son. Debo conceder, sin embargo, que hay dificultades (atesti­guadas por e[ «estaria» de la sentencia anterior) para dar una semantica propia sobre estas !ineas. La semantica para el modo potencial (de «estaria») nos lIevaria a hab[ar sobre los mundos posibles, que son entidades dudosas. Consideremos de nuevo una sentencia como «Si Ilueve la accion de Smith es correcta». Un no-cognotivista la interpreta~ia quiza como ex­presando aprobacion a la accion de Smith en un mundo posi­ble en el que este lloviendo. Sin embargo, [a etica, sea cogno­tivista 0 no, probable mente necesita [a noci6n de un mundo posible \J, dudoso 0 no, puesto que se refiere a acciones a[ter­nativas posibles, y asi, a este respecto, e[ no-cognotivista real­mente no puede estar peor que el cognotivista. En cua[quier caso, voy a asumir en esta monografia que existen unas teo­rias no-cognotivistas de metaetica adecuadas.

12 The Language a/Morals. 1\ ':fer R. MONTAGUE. «Logical necessity, physical necessity, ethics, and

quantifiers», Inquiry 3( 1960) 259-263.

I. ..

i'

2 UTILIT ARISMO DEL ACTO

Y UTILIT ARISMO DE LA REGLA

E[ sistema de etica normativa que pretendo defender aqui es, como he dicho antes, utilitarismo del acto. EI utilitarismo del acto ha de ser contrastado con el utilitarismo de [a regIa. EI utilitarismo del acto es la concepcion de que la correcion 0

incorreccion de una accion ha de ser juzgada por las conse­cuencias, buenas 0 malas. de la accion misma. EI utilitarismo de la regia es la concepcion de que la correccion 0 incorrec­cion de una accion ha de ser juzgada por la bondad y maldad de las consecuencias de una regia, segun la cual cualquiera ejecutaria la accion en circunstancias semejantes. Hay dos subvariedades de utilitarismo de la regia segun que «regia» se construya aqui como «regia actual» 0 como «regia posible». En eI primer caso nos encontramos con una concepcion como la de S. E. TOULMIN 14 Y en e[ segundo con una concepcion como la de KANT IS. Esto ultimo en el caso de que sea permi­sible interpretar el principio kantiano «Obra solo de acuerdo con aquella maxima de la que al mismo tiempo puedas que­rer que lIegue a ser ley universal» como «Obra solo de acuer­do con aquella maxima que tu como humano y persona bene­volente querrias ver establecida como ley universal». Natural­mente KANT impugnaria esta apelacion al sentimiento huma­no, pero parece necesaria para interpretar su doctrina de una manera plausible. Una version sutil del tipo kantiano de utili-

"An Examination of the Place of Reason in Ethics (Cambridge University Press. London, 1950). Hay trad. cast.: EI puesto de la razbn en la Etica (Revis­ta de Occidente, Madrid, 1964).

" Immanuel KANT, GrtJondwork a/the Metaphl'sic a/Morals. Traducido al ingles en The Moral Lall', par H. 1. PATON (Hutchinson, London, 1948). Hay trad. cast.: Cimentacion para la meta/isim de las cO.lliImhres (Aguilar, Madrid, 1961).

18 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTI LIT ARIST A

tarismo de la regia ha side presentada por R. F. HARROD en su «Utilitarianism Revised» (<<Utilitarismo revisado») 16.

He argumentado en otra parte 17 las objeciones al utilita­rismo de la regIa en cuanto comparado con eI utilitarismo del acto 18. En suma se reducen a la ~cusaci6n de regIa ritual 19: el utilitarista de la regIa aboga presumiblemente por su principio porque en ultimo extremo se refiere a la felicidad humana: i,entonces por que aboga de forma permanente por una regIa, cuando sabe que en el caso presente no sera 10 mas beneficio­so atenerse a ella? La respuesta de que en la mavoria de los casos atenerse a la regIa es 10 mas beneficioso p~rece irrele- . vante y tambien 10 parece responder que seria mejor que todo el mundo se atuviera a la regIa que nadie 10 hiciera. Eso es suponer que la unica alternativa para «todo el mundo hace A» es «nadie hace A». Pero claramente tenemos la posibili­dad «algunas personas hacen A y algunas otras no». De donde rechazar el incumplimiento de una regia generalmente benefi­ca en aquellos casos en los que no es mas beneficioso obede­ceria parcce irracional y un ejemplo de regia ritual.

EI tipo de utilitarismo que defendere, por tanto sera utili-tarismo del acto, y no utilitarismo de la regia. '

Da\'id Lyo!'ls ha argumentado recientemente que eI utili­tarismo de la regia (por el cual, pienso, entiende el tipo de utilitarismo de la regia que he lIamado kantiano) colapsa en utilitarismo del acto 20. Sus razones son, de forma resumida,

Ib Mind 45 (I936),pp.137-!56. "En mi articulo «Extreme and restricted utilitarianism», Philosophical

QlIarterly 6 (1956): pp. 3~4-354. Esta v;rsion contiene serios errores y puede en­con~rarse una vers.lOn meJorada del artIculo en Philippa FOOT (ed.), Theories of l!thlcs (Oxford Unrverslty Press, London, (967). Hay trad. cast.: Teorias sabre la ellca (Fondo de Cultura Economica, Mejico, (974), 0 en Michael D. BA YLES (;d.), CO'!tempqrarr Utilitarianism. Doubleday, New York, 1968. En este ar­ticulo use los tennmos «extremo» y «restringido» en vez de los tenninos mas acertados de BRANDT «del acto» y «de la regIa», que prefiero ahora.

" Pa~a otra discusion de 10 que en efecto es el mismo problema ver el exce­lente articulo de A. K. STOUT, «But suppose everyone did the same» Australa-sian Journal of Philosophy 32 (1954), p. 129. '

19 ~obre la regIa ritual vcr I. M. CROMBIE, «Social clockwork and utilitarian morality», en D. M. MACKINNON (ed.), Christian Faith and Communist Faith (Macmillan, London, 1953). Verp. 120.

20 David LYONS, The Forms and Limits of Utilitarianism. (Oxford Universi­ty Press. London, (965). Consideraciones muy semejantes han sido propuestas

UTI LIT ARISMO DEL ACTO Y DE LA REGLA 19

como sigue. Supongamos que una excepciori a una regia R produce las mejores consecuencias posibles. Entonces es evi­dente que la regIa R sera modificada de modo que tome en cuenta esa excepcion. Asi obtenemos una nueva regia de la forma «Haz R excepto en las circunstancias del tipo C». Esto es, todo 10 que conduciria al utilitarista del acto a incumplir la regIa conducirfa al utilitarista de la regIa kantiano a modifi­car la regIa. As! un utilitarismo de la regIa adecuado seria ex­tensional mente equivalente al utilitarismo del acto.

LYONS esta particularmente interesado en 10 que el llama «efectos de umbral» (<<threshold effects»). Frecuentemente ha parecido constituir una dificultad para el utilitarismo de la re­gIa la existencia de reglas como «no pise el cesped» 0 «no deje de votar en las elecciones». En esos casos pareceria bene­ficioso que algunas personas, aunque no demasiadas, incum­plan la regIa. LYONS apunta que podemos distingu~r la accion de hacer algo (p. ej., pisar el cesped) despues de que un eleva­do numero n de otras personas 10 haya hecho, de la accion de hacerlo cuando pocas 0 ninguna persona 10 ha hecho. Cuando estas circunstancias externas estan inscritas en la regIa, LYONS establece que tal regIa lIegara a imponer las mismas acciones que impondria el principio acto-utilitarista. Sin embargo, pare­ce haber un tipo de caso interesante que requiere un trata­miento algo diferente. Es el tipo de caso en el que algunas personas (no demasiadas) deben ejecutar la acci6n X, pero cada persona debe planificar su accion en la ignorancia de 10 que hacen las otras personas. Esto es, 10 que A hace depende de 10 que hace B, y 10 que hace B depende de 10 que hace A. Situaciones que tienen este tipo de circularidad seran discuti­das mas adelante, pp. 67-71.

Me inclino a pensar que un utilitarismo de la regIa ade­cuado no solo seria extensionalmente equivalente al principio acto-utilitarista (esto es, impondria el mismo conjunto de ac­ciones que el) sino que consistiria de hecho en una sola regIa, la acto-utilitarista: «maximiza el beneficio probable». Esto es

por R. M. HARE en Freedom and Reason, (Oxford University Press, London. 1963), pp.131-136, yR. B. BRANDT, «Toward a credible form of utilitaria­nism», en CASTAREDA y G. NAKHNIKIAN, Moralil)' and the Language oIColl­duct (Wayne State University Press, Detroit, 1963). pp. 119-123.

20 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARIST A

as! porque cualquier regIa que pueda ser formulada debe ser capaz de hacer frente a un numero indefinido de tipos de con­tingencia imprevistos. Por tanto, ninguna regIa que sea una forma abreviada de la acto-utilitarista, puede ser considerada con seguridad como extensional mente equivalente al princi­pio acto-utilitarista a menos que sea ese mismo principio. En consecuencia sugiero que eI tipo de consideracion de LYONS puede ser llevado aun mas lejos, y que el utilitarismo de la re­gIa del tipo kantiano debe colapsar en utilitarismo del acto in­c1uso de manera estricta: debe convertirse en un utilitarismo de la regIa con una sola regIa que es identico al utilitarismo del acto. En cualquier caso, sea esto correcto 0 no, est a mono­grafia se refiere a la defensa del utilitarismo del acto, y no a la del utilitarismo de la regIa (suponiendo que haya formas via­bles de utilitarismo de la regIa que pueoan distinguirse del utilitarismo del acto. (LYONS mismo rechaza el utilitarismo.)

3 UTILIT ARISMO HEDONIST A

Y UTILIT ARISMO NO-HEDONIST A

Un utilitarista del acto juzga la correcci6n 0 incorreccion de las acciones por la bondad y maldad de sus consecuencias. Pero l.ha de juzgar la bondad y maldad de una accion unica­mente por su agradabilidad y desagradabilidad? BENTHAM 21,

que pensaba que siendo igual la cantidad de placer, la expe­riencia de jugar al biHar era tan buena como la de leer poesia, seria c1asificado como un utilitarista del acto hedonista. Moo­RE 22, que crda que algunos estados mentales, como el de ad­quirir conocimiento, tenian valor intrinseco independiente de su agradabilidad, puede ser llamado un utilitarista ideal. MILL parecia ocupar una posicion intermedia 23. Estableci6 que hay placeres mas altos y mas bajos. Lo cual parece implicar que eI placer es una condici6n para la bondad, pero que tal bondad depende de otras cualidades de experiencia ademas de la agra­dabilidad y desagradabilidad. Propongo Hamar a MILL un uti­litarista quasi ideal. Para MILL, la agradabilidad funciona como la x en';el producto algebraico x x y x z. 5i x ::: 0, eI producto es cero. Para MOORE la agradabilidad funciona mas como x en (x + I) x y x z. 5i x::: 0 el producto no necesita ser cero. Naturalmente esto es s610 una analogia muy amplia.

En 10 que BENTHAM, MILL y MOORE estan todos de acuer-

2. El trabajo ctico mas importante de Jeremy BENTHAM es «An introduction to the Principles of Morals and Legislatiofl)), en A Fragment on Governement and an Introduction to the Principles oj Morals and Legis/ation, ed. Wilfrid Harrison (Blackwell, Oxford, 1948). Para la nota sobre la poesia yel billar, ver BENTHAM, Works (Tait, Edinburgh, 1843), vol. 2, pp. 253-254.

22 G. E. MOORE, Principia ethica (Cambridge University Press. London, 1962). Hay trad. cast.: Principia Ethica (U. N. A. M., Mexico, 1959).

2J J. S. MILL, Utilitarianism, ed. Mary Warnock (Collins, London, 1962). Hay trad. cast.: Utilitarismo, Aguilar, Madrid, 1960.

22 BOSQUElO DE UN SISTEMA DE ETICA UnLIT ARIST A

do es en que la correccion de una accion ha de ser juzgada unicamente por sus consecuencias, estados de cosas produci­das por la accion. Naturalmente habremos de ser cuidadosos aqui para no construir «estados de cosas» tan ampliamente que cualquier doctrina etica llegue a ser utilitarista. Puesto que si 10 hicieramos aSI no estariamos diciendo nada en abso­luto al abogar por el utilitarismo. Si, por ejemplo, aceptamos «el estado de haber cumplido una promesa», entonces un deontologista que dijera que deberiamos cumplir las promesas simplemente porque son promesas seria un utilitarista. Y no deseamos aceptar esto.

Segun el tipo de etica no-cognotivista (0 subjetivista) que voy a asumir, la funcion de las palabras «debe» y «bueno» es primariamente expresar aprobacion, 0, en otras palabras, recomendar. Con «debe» recomendamos acciones. Con «bue­no» podemos recornendar todo tipo de cosas, pero aqui me referire a «bueno» en cuanto usado para recomendar estados de cosas 0 consecuencias de acciones. Supongamos que cono­cieramos con certeza las consecuencias totales de dos acciones altemativas A y B, y supongamos que A y B son las unicas acciones posibles para nosotros. Entonces al decidir si debe hacer A 0 B, el utilitarista del acto preguntaria si las conse­cuencias totales de A son mejores que las de B, 0 viceversa, 0

si las consecuencias totales son iguales. Esto es, recomienda A antes que B si piensa que las consecuencias totales de A son mejores que las de B. Pero decir «mejom es ello mismo reco­mendar. Asi el utilitarista del acto ha de hacer una evaluacion o recomendacion doble. En primer lugar ha de evaluar las consecuencias; despues, sobre la base "de esta evaluacion de consecuencias ha de evaluar las acciones A y B que conduci­rian a esos dos conjuntos de consecuencias. Es facil dejar de notar que esta segunda evaluacion es necesaria, pero podemos ver que 10 es si recordamos el hecho siguiente: el que un no­utilitarista, como un fil6sofo del tipo de Sir David Ross, puede estar de acuerdo con nosotros en la evaluacion de los meritos de los conjuntos totales de consecuencias de las acciones A y B y, sin embargo, en desacuerdo con nosotros sobre si debe­mos hacer A 0 B. Puede estar de acuerdo con nosotros en la evaluacion de las consecuencias totales pero en desacuerdo

unLIT ARISMO HEDONIST A Y NO-HEDONIST A 23

con nosotros en la evaluacion de acciones posibles. Puede de-cir: «Las consecuencias totales de A son mejores que las con­secuencias totales de B, pero seria injusto hacer A, puesto que usted prometi6 hacer B»».. '

En este estudlo me refiero principal mente al segundo tipo de evaluacion: la evalu~cion de acciones. El utilitarista se dirige a las personas que estan de acuerdo con el en cuanto a que consecuencias son buenas, pero en desacuerdo con el en cuanto al principio segun el cual 10 que debemos hacer es 10 que produce las mejores consecuencias. Por una raz6n, que aparecera dentro de poco, la diferencia entre el utilitarismo ideal y hedonista en la mayor parte de los casos no conducira usualmente a un desacuerdo serio sobre 10 que debe ser hecho en la .pnictica. En esta seccion, sin embargo, deseo aclarar e\ fundamento diciendo algo sobre el primer tipo de evaluacion, la evaluacion de consecuencias. Precisamente respecto a esta evaluacion difieren BENTHAM, MILL Y MOORE uno de otro.

Consideremos la afirmacion de MILL de que es «mejor ser un Socrates insatisfecho que un tonto satisfechm) 24. MILL

establece que el placer no ha de ser nuestro unico criterio para evaluar consecuencias: el estado mental de Socrates pue­de ser menos agradable que el del tonto pero, segun MILL, So­crates seria mas feliz que el tonto.

Es necesario observar, ante todo, que un utilitarista pura­mente hedonista, como BENTHAM, puede estar de acuerdo con MILL en preferir las experiencias de los fil6sofos descon­tentos a las de los tontos contentos. Su preferencia por el esta­do mental del filosofo, sin embargo, no seria intrinseca. Diria que el filosofo des contento es un agente uti I en la sociedad y que la existencia de Socrates es responsable de la mejora de gran parte de la humanidad. Consideremos dos hermanos. Uno puede ser de un temperamento docil y pacifico: puede llevar una vida total mente satisfecho y sin ambiciones, disfru­tando enormemente. El otro hermano puede ser ambicioso,

24 Utilitarianism, p. 9 (p. 34 de la traducci6n al castellano citada). EI proble­ma del sabio infeliz yel tonto infeliz esti inteligentemente planteado en «Histoi­re d'un bon Bramin» de VOLTAIRE, Choix de Contes, editado con introducci6n y notas por F. C. GREEN (Cambridge University Press, London. 1951), pp. 245-247.

24 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE EnCA UnLIT ARIST A .-puede forzar sus facultades al maximo, puede luchar por el exito cientifico y los honores academicos, y puede inventar algo, 0 descubrir algun remedio para alguna enfermedad 0

para mejorar la agricuitura, que capacitara a innumerables hombres de temperamento pacifico para llevar una vida satis­fecha, mientras que de otra manera habrian sido frustrados por la miseria, la enfermedad 0 el hambre. 0 puede que la persona mencionada consiga algun avance en ciencia pura que tendra mas tarde aplicaciones practicas beneficiosas. 0, tambien, puede escribir poesia que deleitara las horas de ocio y estimulara los cerebros de los cientificos 0 de los hom­bres practicos, conduciendo indirectamente de esa manera a un perfeccionamiento de la sociedad. Es decir, los place­res de la poesia 0 d~ las matematicas pueden ser extrinseca­mente validos de un modo que los place res del juego del bi­liar 0 del baiio- de sol puede que no 10 sean. Aunque el poeta o el matematico pueden estar descontentos, la sociedad como un todo puede estar mas satisfecha con su presencia.

Ademas, un hombre que disfruta jugando al billar even­tualmente puede lIegar a aburrirse con ello, mientras que el hombre que disfruta con la poesia puede retener este interes a 10 largo de toda su vida. Por otra parte la lectura de poesia puede desarrollar la imaginacion y la sensibilidad, y asi, como resultado de su interes en la poesia, un hombre puede ser ca­paz de hacer mas por la felicidad de otros que si hubiera juga­do al billar y hubiera dejado deteriorarse su cerebro. En suma, tanto para el hombre inmediatamente implicado como para otros, los placeres de la poesia son, para usar el termino de BENTHAM, mas fecundos que los del billar.

Quiza, entonces, nuestra preferencia por la poesia sobre el billar no es de valor intrinseco, sino que es solo de valor ex­trinseco. Quiza estrictamente en si mismo y en un momenta particular, una oveja satisfecha es tan buena como un filosofo satisfecho. Sin embargo, es dificil estar de acuerdo con eso. Si 10 hicieramos tendriamos que estar de acuerdo con que la po­blacion humana debe ria idealmente ser reducida con metodos anticonceptivos y la poblacion de ovejas correspondientemen­te incrementada. Quiza precisamente se deberian suprimir tantos humanos como innumerables millones de placidas ove-

unLIT ARISMO HEDONIST A Y NO-HEDONIST A 25

jas pudieran mantenerse en una satisfecha ociosidad y libres de la depredacion de ani males feroces. lD6nde pararemos?

Puede ser que nos hayamos equivocado al hablar de placer entendido tan solo como satisfaccion. La satisfaccion consiste en forma amplia en una relativa ausencia de deseos insatisfe­chos; eI placer es quizas algo mas positivo y consiste en un balance entre ausencia de deseos insatisfechos y presencia de deseos satisfechos. Podemos marcar la diferencia de esta ma­nera: la inconsciencia pura seria un caso limite de satisfec­cion; pero no de placer. Una piedra no tiene deseos insatisfe­chos, sino que precisamente no tiene deseos. No obstante, esta consideraci6n no resolvera el desacuerdo entre BENTHAM y MILL. Sin duda, un perro tiene un deseo de descubrir ratas, tan intenso como el filosof(J 10 tiene de descubrir los misterios del universo. MILL desearia decir que los placeres del filosofo son mas validos intrinsecamente que los de los perros, sin im­portar 10 intensos que puedan ser los ultimos.

Aparece, entonces, que muchos de nosotros podemos tener una preferencia no solo por el goce como tal, sino por ciertos tipos de goce. Y esto vale para muchos de los lectores huma­nos y benefactores a los que me dirijo. Sospecho que ellos tambien tienen una preferencia intrinseca por placeres mas complejos e intelectuales. No es sorprendente. No debemos infravalorar la simple fuerza bruta de un ser humano duro y bien adaptado: para cualquier nivel medio el hombre es un animal grande y fuerte. Si el hombre no fuera una especie que ha estado inclinada ante todo a pensar y luchar, no seriamos 10 que somos hoy. No es sorprendente que el hombre tenga un fuerte interes por la inteligencia y la complejidad, y que eso se incremente en el futuro. Quizas algunas personas pue­dan pensar que mis notas aqui son demasiado optimistas a la vista de la aficion de mucha gente por las diversiones de bajo grado, tales como ciertos programas populares de television. Pero inc1uso el teleadicto mas avido disfruta probable mente resolviendo problemas practicos relacionados con su automo­vii, su mobiliario, 0 su jardin. Por poco intelectual que sea, ciertamente Ie pareceria mal la sugesti6n de que deberia cam­biarse, si ello fuera posible, con un oveja satisfecha, 0 inc1uso con un perro feliz y Ileno de vida. No obstante, cuando todo

26 BOSQUEJO DE UN S[STEMA DE ETICA UTILIT AR!ST A

esta dicho y hecho, no debemos ocultar el que los desacuerdos en la actitud ultima son posibles entre aquellos que como MILL tienen una preferencia intrinseca por los placeres «mas altos», y los que como BENTHAM no la tienen. Sin embargo, es posible que dos personas esten en desacuerdo sobre fines ultimos, y, sin embargo, esten de acuerdo acerca de 10 que debe hacerse en la pnictica. Vale la pena preguntarse hasta que punto la etica practica ha de ser afectada por la posibili­dad de desacuerdo en torno a la cuestion de Socrates insatisfe­cho versuS el tonto satisfecho.

«No mucho», se podria decir en principio. Ya anotamos que los placeres mas complejos e intelectuales son tam bien los mas fecundos. La poesia eleva la mente, Ie hace a uno mas sensitivo, y armoniza con varios propositos intelectuales, algu­nos de los cuales tienen valor practico. Disfrutar con las ma­tematicas es aun mas obviamente, -en la linea de BENTHAM

un placer valioso, puesto que del progreso de la matematic~ depende el progreso de la humanidad. Incluso el escoliarca mas hedonista preferiria ver a sus hijos disfrutando de la poe­sia y la matematica antes que descuidando tales artes por el placer de jugar a las canicas 0 de comer dulces. Ciertamente muchos de los placeres embrutccedores no solo carecen de fe­cundidad sino que son actual mente el reverso de 10 fecundo. Disfrutar de la comida demasiado es acabar gordo, enfermo y sin entusiasmo 0 sin vigor. Disfrutar demasiado de la bebida es aun peor. En la mayor parte de las circunstancias de la vida ordinaria el hedonista puro estaci de acuerdo en sus re­comendaciones practicas con el utilitarista quasi ideal.

Esto no necesita ser as! siempre. Hace algunos afios dos psicologos, OLDS y MILNER, IIevaron a cabo algunos experi­mentos con ratas 25. Insertaron a traves del CraneD de cada

. l5 Ja~es O~DS y Peter MILNER, «Positive reinforcement produced by elec­tnca[ stImulatIOn of the septal area and other regions of the rat . brain», Journal ojComparat(ve. and PhysioJogical Psichology 47 ([954), pp. 4[9-427. Ja~es <?L~S, «A preltmmary mappmg of electrica[ reinforcing effect in the rat bram», IbId. 49 (1956), pp. 28 [-285. l. 1. GOOD ha utilizado tambicn estos resul­tados de O!-DS y MILNER para discutir eI hedonismo ctico. Ver su ~~A problem for the hedomsD), en I. J. GOOD (ed.), The Scientist Speculates (Heinemann Lon­don, 1962). GOOD toma la posibilidad de este tipo de cosa para proporciolJ~r una reductio ab absurdum del hedonismo.

UTILIT ARISMO HEDON[ST A Y NO-HEDONIST A 27

rata un electrodo. Estos electrodos penetraron hasta varias re­giones del cerebro. En el caso de algunas de estas regiones las ratas mostraron una conducta caracteristica de placer cuando se pasaba una corriente desde el electrodo, en otros casos las ratas parecieron mostrar penas y en otros el estimulo parecio neutral. Se demostro que un estimulo provocaba placer por el hecho de que la rata podia aprender a producir por si misma el paso de la corriente apretando una palanca, descuidaria el ali mento, se iria derecha a esa palanca y comenzaria a esti­mularse a sl misma. En algunos casos se sentaria alIi presio­nando la palanca cada pocos segundos por hora hasta el fin. Esto evoca un simpatico cuadro del voluptuoso del futuro, un hombre calvo con numerosos electrodos sobresaliendo de su craneo, uno para dar el placer fisico del sexo, otro para el del comer, otro para el de la bebida, etc. Ahora bien, i,es este el tipo de vida en el que culminaria toda nuestra planificacion etica? i,Un trabajo de pocas horas a la semana, factorias auto­maticas, comodidad y ausencia de enfermedades, y pasar las horas junto a un interruptor electrificandose continuamente varias regiones del cerebro? Seguramente no. Uno no puede evitar el deseo de decir que el hombre fue hecho para cosas mas altas, aun cuando sepa que los hombres no se hicieron para nada, sino que son el producto de una evolucion me­diante seleccion natural.

Puede decirse que la objecion a una estimulacion sensual continua del tipo anterior es que aunque fuera agradable en si misma no seria fecunda para place res futuros. Asi ocurre a menudo con los place res sensibles ordinarios. La indulgencia excesiva con los placeres del sexo posiblemente puede tener un efecto debilitante y quiza puede interferir con los senti­mientos mas profundos del amor romantico. Pero tanto el que la estimulacion por el metodo de los electrodos pudiera tener ese efecto debilitante como el que pudiera perjudicar la posi­bilidad de placeres futuros de otro tipo es otra cuestion. Por ejemplo, no habria excesiva secrecion de hormonas. El meca­nismo bioquimico en su conjunto seria, casi literalmente, cor­tocircuitado. Sin embargo, tal vez una persona que se estimu­lara a sf misma por el metodo de los electrodos 10 encontrara tan agradablc que descuidaria todos sus otros propositos. Qui-

28 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARIST A

za si todo el mundo llegara a ser un operador de electrodos la gente perderia su interes por todo 10 DemaS y la raza human a se extinguiria.

Supongamos, sin embargo, que los hechos se producen de otra manera: que un hombre pudiera (y quisiera) hacer su parte total de trabajo en la oficina 0 la fcibrica y volviera por la tarde para satisfacerse unas pocas horas accionando los electrodos, sin efectos perniciosos posteriores. Seria su mayor placer, y seria un placer tan grande intrinsecamente y tan fa­cilmente repetible que su falta de fecundidad no importaria. Realmente quiza en ese tiempo las artes humanas, tales como la medicina, la ingenieria, la agricultura y la arquitectura ha­brian sido llevadas a un grado de perfeccion suficiente para posibilitar a la mayor parte de la raza humana el pasar casi todo su tiempo operando los electrodos, sin los correspon­dientes sufrimientos por hambre, enfermedad y miseria.-i,Seria este un estado social satisfactorio? i,Seria este el milenio hacia el que nos estamos afanando? Seguramente el hedonista puro tendria que decir que si.

Es ahora el momenta de que echemos otra mirada al con­cepto de felicidad. i,Deberiamos decir que el operador de elec­trodos es realmente feliz? Esta es una cuesti6n dificil de acla­rar, porque el concepto de felicidad es enganoso. Pero tanto si llamamos al operador de electrodos «feliz» como si no, no hay duda de (a) que estaria satis/echo y (b) que estaria pasan­dolo bien.

Quiz<i una posible repugnancia a llamar «feliz» al opera­dor de electrodos pueda provenir de la siguiente circunstan­cia. EI operador de electrodos puede ser satisfecho perfecta­mente, puede disfrutar perfectamente operando sus electrodos, y puede no querer cambiar su suerte por ninguna otra. Y qui­za nosotros mismos, una vez hubieramos llegado a ser opera­dores de electrodos, estariamos perfecta mente contentos y sa­tisfechos. Pero en todo caso, tal como somos ahora, precisa­mente no queremos llegar a ser operadores de electrodos. De­seamos otras cosas, quiza escribir un libro 0 formar parte de un equipo de criquet. Si alguien dijera «de manana en adelan­te sera usted obligado a ser un operador de electrodos», no nos gustaria. Quiza de manana en adelante, - una vez que hu-

UTlLlTARISMO HEDONISTA Y NO-HEDONISTA 29

bieramos trabajado con los electrodos- estariamos perfecta­mente satisfechos, pero ahora no nos satisface la perspectiva. No estamos satisfechos cuando se nos dice que de manana en adelante estaremos en cierto estado, incluso aunque sepamos que de manana en adelante estaremos perfectamente satisfe­chos. T odo esto es psicologicamente posible. Precisamente es la contra partida de una situaci6n que encontramos a menu­do. Recuerdo una ocasi6n en la que estaba en un teleferico sus­pendido a mitad de camino sobre una montana escarpada. En cuanto el cable crujio arriba, en apariencia tan debilmen­te sostenido sobre el gran abismo que se abria abajo, yo desee fervientemente no haber entrado alii nunca. Cuando compre el billete para el teleferico sabia que al poco tiempo estaria deseando no haberlo com prado nunca. Pero con todo me ha­bria enfadado si me 10 hubieran negado. Igualmente, un hom­bre puede estar ansioso por coger el autobllS para poder llegar puntual a la cita con su dentista, y sin embargo pocos minu­tos mas tarde, mientras la fresa esta taladrando su diente, pue­de desear haber perdido aquel autobus. Es, a la inversa, per­fectamente posible que hoy me molestara si se dijera que de manana en adelarite yo sere un adicto a los electrodos, aun cuando supiera que de manana en adelante yo estaria perfec­tamente satisfecho.

Esto ex plica, pienso, parte de nuestras dud~s ace rca de si podriamos 0 no llamar «feliz» al operador de electrodos. La noci6n de felicidad tiene que ver con la de satisfaccion (con­tentment): Ser completamente feliz al menos envuelve ser completamente satisfecho, aunque envuelva algo mas tam­bien. Aunque estariamos satisfechos al llegar a ser operadores de electrodos, no estamos satisfechos con la perspectiva de que llegaremos a ser tales operadores. De manera semejante, si S6crates hubiera llegado a ser un tonto puede que despues de ello habria estado perfectamente satisfecho. No obstante si de antemano hubiera sido informado de que iba a llegar a ser un tonto en el futuro, quiza se hubiera sentido mas insatisfe­cho incluso de 10 que de hecho se sentia. Esta es una parte de las dificultades en torno a la disputa entre BENTHAM y MILL. EI caso envuelve la posibilidad de (a) nuestro estar satisfecho si nos encontramos en un cierto estado, y (b) nuestro estar sa-

30 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARISTA

tisfecho con la perspectiva de ser satisfechos de tal modo. Normalmente situaciones en las que deberiamos estar satisfe­chos se corresponden con nuestro estar satisfechos ante la perspectiva de encontrarnos en tales situaciones. En el caso del operador de electrodos y en el de Socrates y el loco nos vemos arrastrados por dos caminos a la vez.

Ahora bien, !lamar a una persona «feliz» es decir mas que el esta satisfecho durante la mayor parte del tiempo, 0 incluso que frecuentemente 10 pasa bien y que esta raramente insatis­fecho 0 sufriendo. Es. pienso, en parte expresar una actitud favorable a la idea de tal forma de satisfaccion y disfrute. Esto es. para que A Harne a B «feliz», A debe estar satisfecho ante la perspectiva de que B esta en su estado mental presente y ante la pespectiva de que A mismo, en caso de que la oportu­nidad se presente, disfrute de ese estado mental. Esto es, «fe­liz» es una palabra que es principalmente descriptiva (Iigada a los conceptos de satisfaccion y disfrute) pero que es tambien parcialmente valorativa. Debido a que MILL aprueba los pla­ceres «mas altos», p. ej., los placeres intelectuales, mucho mas de 10 que el aprueba los placeres mas simples y burdos, ocu­rre que aparte de consecuencias y efectos secundarios, puede ponerse a favor del hombre que disfruta con los placeres del discurso filosofico como «mas feliz» que el hombre que goza con el billar 0 bebiendo cerveza.

La palabra «feliz» no es total mente valorativa, pues habria algo absurdo, en contraposicion a 10 meramente no usual, en el lIamar a un hombre que estuviera sufriendo 0 que no estu­viera pasandolo bien, 0 que casi nunca se divirtiera, 0 que es­tuviera en un estado mas 0 menos permanente de gran insatis­faccion, un hombre «feliz». Pues para que un hombre sea fe­liz debe, como condicion minima, estar ligeramente satisfecho y pasarselo moderadamente bien durante la mayor parte del tiempo. Una vez que tal condicion minima esta satisfecha po­demos continuar valorando los diversos tipos de satisfaccion y disfrute y graduarlos en terminos de felicidad. Felicidad es, natural mente, un concepto «de larga duracion» en un sentido en el que el disfrute no 10 es. Podemos decir de un hombre que 10 esta pasando bien precisamente a las dos y cuarto, pero dificilmente podemos decir de un hombre que es feliz a las

UTILIT ARISMO HEDONIST A Y NO-HEDONIST A 31

dos y cuarto precisamente. De manera similar podemos decir que esta 1I0viendo a las dos y cuarto precisamente, pero difi­cilmente podremos decir que el c1ima es Iluvioso a las dos y cuarto. La felicidad envuelve al goce en varios momentos, precisamente del mismo modo que el c1ima Iluvioso envuelve la Iluvia en varios momentos.

Para que uno 10 pase bien, surigi6 R YLE una vez, ha de hacer 10 que quiera hacer y no ha de desear hacer nada mas 2~ 0, mas exactamente, podemos decir que uno 10 pasa bien en su mayor medida cuando quiere estar haciendo 10 que de hecho esta haciendo y en su menor medida cuanto esta ha­ciendo cualquier otra cosa. Un hombre no disfrutara con un partido de golf si (a) no desea particularmente jugar al golf, 0 (b) aunque desee jugar al golf, hay alguna otra cosa que desce estar haciendo al mismo tiempo. tales como comprar verduras para su esposa, rellenar los impresos para el pago de sus im­puestos 0 escuchar una leccion de filosofia. Incluso los place­res sensibles caen bajo la misma descripcion. Por ejemplo, el placer de comer un helado implica tener una cierta sensacion fisica, en una forma en la que no 10 hace el placer del golf 0 de la logica simbolica, pero puede decirse que el hombre que disfruta de un helado esta haciendo 10 que quiere hacer (tener una cierta sensacion fisica) y que no esta deseando hacer cual­quier otra cosa. Si su mente esta preocupada por su trabajo 0 si es consciente de algun compromiso apremiante de algun tipo, no disfrutara de la sensacion fisica, por intensa que sea, o al menos no disfrutara mucho con ella.

EI ideal hedonista pareceria entonces reducirse a un estado de cosas en el que cada persona se 10 pasa bien. Puesto que, como ya notamos, un perro puede, en la medida en que pode­mos decirlo, disfrutar cazando una rata tanto como un filoso­fo 0 un matematico pueden disfrutar resolviendo un proble­ma, debemos, si adoptamos la posicion puramcnte hedonista. defender los placeres mas altos en funcion de su fecundidad. Y esto puede que no sea una defensa practicable en un mun­do seguro para operadores de electrodos.

,. Gilbert RYLE. The Conc(,{}/ o(Mind. (Hutchison. London. 1949). p. 108. Hay trad. cast.: EI concep/o de /0 men/al (Paidos. Buenos Aires. 1967).

32 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARIST A

Para resumir hasta aqui cabe decir que felicidad es en par­te un concepto valorativo y de tal modo la maxima utilitarista «Debes maxi mizar la felicidad» es doblemente valorativa. Existe la posibilidad de un desacuerdo ultimo entre dos utili­taristas que difieran en la cuestion del billar versus poesia, 0

de Socrates insatisfecho contra el tonto satisfecho. EI caso del operador de electrodos muestra que dos utilitaristas pueden lIegar a abogar por cursos de accion muy diferentes si difieren en 10 que constituye la felicidad, y esta diferencia entre ellos seria simplemente una diferencia ultima en actitud. Algunas otras diferencias del tipo «ciencia-ficcion» se mencionaran bre­vemente mas adelante en las paginas 76-77. Con ello no deseo decir que la diferencia en la valoracion ultima entre un utili­tarista hedonista y uno no-hedonista no conducira nunca a una diferencia en la practica.

Dejando estas posibilidades mas remotas aparte, sin em­bargo, y considerando las decisiones que hemos de tomar en este momento, la cuestion de si los placeres «mas altos» debe­rian ser preferidos a los «mas bajos» parece ser de poca im­portancia pnlctica. Hay ya argumentos hedonistas perfecta­mente buenos en favor de la poesia contra el billar. Como ha sido apuntado, los placeres mas complejos son incomparable­mente mas fecundos que los menos complejos: no solo son agradables en si mismos sino que son medios para disfrutar mas. En general, no conducen a la desilusion. al deterioro fisi­co 0 a la discordia social. EI buen conocedor de la poesia puede que disfrute no mas que el buen conocedor del giiisqui, pero no corre el peligro de un dolor de cabeza a la manana si­guiente. Mas aun, la cuestion de si la felicidad general se in­crementaria reemplazando la mayor parte de la poblacion hu­mana por lIna poblacion mas grande de ovejas y cerdos satis­fechos no es una cuestion de las que llegaria a ser vital con cierto esfuerzo de imaginacion. Incluso si pensaramos, con fundamentos abstractos, que tal reemplazo fuera deseable, no tendriamos en absoluto oportunidad de que nuestras ideas se adoptaran de manera general.

Todo esto respecto de la cucsti6n entre BENTHAM y MILL. ~Quc decir de la que se plantea entre MILL y MOORE? i.Puede un est ado mental agradable no tener ningllO valor intrinseco

UTILIT ARISMO HEDONIST A Y NO-HEDONIST A 33

negativo? 27 i,Hay estados mentales agradables hacia los cuales tenemos una actitud desfavorable, incluso aun sin considerar sus consecuencias? Para decidir esta cuestion imaginemos un universo que consista en un solo ser viviente, que crea falsa­mente que hay otros seres vivos y que estan sufriendo tormen­tos exquisitos. Lejos de estar afligido por tales pensamientos. encuentra un gran placer en esos sufrimientos imaginarios. ~Es cste mejor 0 peor que un universo que no contenga ningun ser vivo en absoluto? ~Es peor que un universo que contenga solo un ser vivo con las mismas creencias que el anterior pero que padezca torturas imaginarias de sus criaturas? Yo sugiero, contra MOORE, que el universo que contiene al sadico enga­iiado es el preferible, Despucs de todo cl es feliz y puesto que no hay ningun otro ser vivo, ~que dana puede hacer? Con todo, MOORE estaria de acuerdo en que el sadico seria feliz, y esto muestra como la- felicidad, aunque es parcial mente un concepto valorativo. es tambicn parcial mente un conc~pto no valorativo.

Es dificil, 10 admito. no sentir una inmediata repugnancia al pensar en el equivocado sadico. Si durante nuestra infancia nos hubiera dado una fuerte sacudida elcctrica cuando habiamos probado el queso, entonces el queso se habria convertido inme­diatamente en desagradable para nosotros. Nuestra repugnan­cia al sadico nace, bastante natural mente, porque en nuestro universo los sadicos son invariablemente perjudiciales. Si vivie­ramos en un universo en el que por algunas Ie yes psicologicas extraordinarias un sadico se viera confundido por sus propios habitos perversos e invariablemente hiciera una gran cantidad de bien, entonces nos sentiriamos mejor dispuestos hacia la mentalidad sadica. Incluso si pudicramos descondicionarnos de sentir una inmediata repugnancia por el sadico (como po­driamos descondicionarnos de la repugnancia hacia el queso pasando por un proceso en el que probar el queso estuviera invariablemente asociado con un estimulo agradable), el len­guaje puede plantearnos dificultades para distinguir una aver­sion extrinseca por eI sadismo, fundada en nuestra aversion

17 cr G. E. MUORE. Principia Dhica. pp. 209-210 (pp.196-198 de la wId. c·'''1. ci tad a ).

34 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTlLlT ARISTA

por las consccuencias del sadismo, de una aversion inmediata por el sadismo como tal. Normalmente cuando lIamamos a una cosa «mala» queremos expresar indiferentemente un dis­gusto por la cosa en sl misma 0 un disgusto por aquello a 10 que conduce. Cuando un estado mental es algunas veces ex­trfnsecamente bueno y otras extrinsecamente malo, encontra­mos facil distinguir entre nuestras preferencias intrinsecas y nuestras preferencias extrinsecas por sus casos concretos, pero cuando un estado mental es siempre, 0 casi siempre, ext rinse­camente malo, es facil para nosotros confundir una repugnan­cia extrinseca por tal estado con una intrinseca. Si tomamos en cuenta esto, no parece tan absurdo establecer que hay pla­ceres que sean intrinsecamente malos. Los placeres son malos s610 porque perjudican a la persona que los experimenta 0 a otras personas. Pero si alguien quiere estar en desacuerdo con~ migo en esto no me siento muy inclinado a argumentar el punto en cuestion. Tal desacuerdo acerca de los fines ultimos no es probable que conduzca a un desacuerdo en la practica, puesto que en todos los casos actuales hay suficientes razones extrinsecas para abominar del sadismo y de estados mentales similares. El acuerdo aproximado sobre los fines ultimos es a menudo ampliamente suficiente para un discurso moral racio­nal y cooperativo. En casos practicos la posibilidad de desa­cuerdo factico sobre que causas producen que efectos es pro­bable que sea abrumadoramente mas importante que el desa­cuerdo en los fines ultimos entre los utilitaristas hedonistas e ideales.

Hay natural mente muchas valoraciones ademas de la de la bond ad intr1nseca de los placeres sadicos que separan a los utilitaristas ideales de los utilitaristas hedonistas. Por ejemplo el utilitarista ideal estableceria que una experiencia intelec­tual, incluso aun no agradable, seria intrinsecamente buena. Una vez mas, sin embargo, pienso que podemos convencemos de que en la mayor parte de los casos este desacuerdo ace rca de los fines no conduciria a un desacuerdo acerca de los me­dios. Las experiencias intelectuales son, desde un punto de vista hedonista, extrinsecamente buenas. Naturalmente puede haber cuestiones mas amplias que dividen al utilitarista hedo­nista del utilitarista ideal, si MOORE es el utilitarista ideal.

UTILIT ARISMO HEDONIST A Y NO-HEDONIST A 35

Argumentare que el principio de MOORE de las unidades or­ganicas destruye el utilitarismo esencial de su doctrina. No necesita estar en desacuerdo en la practica, como un utilitaris­ta debe estario, con Sir David Ross. Cad a estratagema que Ross pueda hacer con sus deberes prima facie, MOORE puede hacerla, de una manera diferente, con sus unidades orga­nicas 28.

"Un punto semejante es tratado por A. C. EWING en su articulo «Recent developments in British ethical thought». cn C. A. MACE (ed.), Bn/lsh PIIlI~)­sophy in Ih(' Mid-C('lllllr.r (Allen and Unwin. London. 1957; segun~a :dlclOn 1966). EWI'lG \"e csto no como yo 10 he hecho, mostrando que el prlllclplO. de las unidadcs org,inicas dcstruyc cI canicter utilitarista de una teoria. smo como una manera de rcconciliacion con los prinL'ipios de Ross.

4 FELICIDAD MEDIA VERSUS FELICIDAD

TOTAL

Otro tipo de desacllerdo ultimo entre utilitaristas, hedonis­tas 0 ideales, puede surgir bien si intentamos maxi mizar la felicidad media de los seres humanos (0 la bondad media de sus estados mentales) bien si intentamos maxi mizar la felici­dad 0 bondad total. (Oebo este punto a mi amigo A. G. N. FLEW.) Aun no he aclarado el ~oncepto de felicidad total, y puede ser considerado como una noci6n sospechosa. Pero para los propositos presentes 10 pondre de este modo: l.Serias indiferente entre (a) un universo que contenga solo un mill6n de seres vivientes felices, todos igualmente felices, y (b) un universo que contenga dos millones de seres vivientes felices, siendo cada uno de ellos ni mas ni menos feliz que cualquiera en el primer universo? <'0 darias, como persona humana y compasiva, tu preferencia por el segundo universo? Yo mismo no puedo ayudar a sentir una preferencia por el segundo uni­verso 29. Pero si alguien considera la otra alternativa no se como argumentarle. Parece como si tuvieramos otra posibili­dad de desacuerdo dentro de una estructura general utilitaris­tao

Este tipo de desacuerdo puede tener una relevancia practi­ca. Puede ser importante en las discusiones de la etica del control de nacimientos. Esto no es decir que el utilitarista que valora la felicidad total, mas que la media, pueda no tener argumentos potentes a favor del control de la natalidad. Pero

,. Esto no significa que yo apruebe el explosivo incremento actual de la poblaci6n mundial. Un miembro tipico de un plancta superpoblado no es fe­liz del mismo modo que un miembro tipico de un planeta moderadamente poblado.

FELICIDAD MEDIA VERSUS FELICIDAD TOT AL 37

necesitara mas argumentos para convencerse a sl mismo de los que necesitara el otro tipo de utilitarista.

En la mayor parte de los casos la diferencia entre los dos tipos de utilitarismo no conduciria al desacuerdo en la practi­ca, puesto que en la mayor parte de los casos la manera mas efectiva de incrementar la felicidad total es incrementar la fe­licidad media, y viceversa.

5 UTILIT ARISMO NEGA TIVO

Sir Karl POPPER ha sugerido)O que seria de nuestra incum­ben cia no tanto la maximacion de la felicidad como la mini­mizacian del sufrimiento. Por «sufrimientQ)) debemos enten­der la miseria que acarrea dolor actual, no solo infelicidad, puesto que de otra manera la doctrina pierde claridad. Supon­gamos que fundamos una universidad nueva. Podemos espe­rar que la investigadan indirectamente ayudara a mtnimizar los sufrimientos, pero esta no es la unica razan por la que fundamos universidades. Lo hacemos parcial mente porque de­seamos la felicidad de 'comprender el mundo. Pero el producir la felicidad de comprender tambien podria pensarse como el remover la infelicidad de la ignorancia.

Veamos que tipo de posicion utilitarista desarrollariamos si hacemos de la minimizacian de la miseria nuestro unico principio ttico ultimo. La doctrina del utilitarismo negativo, que deberiamos ocupamos de laminimizacion del sufrimiento mas que de la maximacian de la felicidad, parece ser teoreti­camente posible. Sin embargo, tiene algunas consecuencias muy curiosas, que han sido seiialadas por mi hermano, R. N. SMART )1. En virtud de estas curiosas consecuencias dudo si el utilitarismo negativo seria aceptable para mucha gente, aun­que siempre es posible que alguien pudiera sentirse tan atrai­do por el principio que 10 aceptaria a despecho de sus conse­cuencias. Por ejemplo, es posible argumentar que un utilita­rista negativo tendra que estar a favor de la exterminacian de la raza humana. Parece probable que el mismo POPPER no es

30 The Open Sociely QlJd ils Enemies. 5' ed. (Routledge and Kegan Paul. London, 1966). vol. 1, cap. 5, nota 6. Hay trad. cast.: La socied(/(I a"iaw .1

sus enemigos (Paid6s, Buenos Aires, 1967). JI «Negative utilitarianism», Mind 67 (1958), pp. 542-543.

UTILIT ARISMO NEGA TIVO 39

un utilitarista,y que por tanto a fortiori no es un utilitarista negativo, puesto que junto al principio del utilitarismo negati­vo establece dos principios, el de que deberiamos tolerar al tolerante, y el de que deberiamos resistir la tirania )2. Es dificil ver como podrian deducirse estos principios del principio uti­litarista negativo, puesto que seguramente, sobre este princi­pio, como mi hermano ha seiialado, deberiamos aprobar un amo del mundo tininico pero benevolente. Un tirano tal pre­vendria una enorme miseria futura.

Incluso aunque podamos no sentimos atraidos por el uti­litarismo negativo como un principio ultimo, podemos conce­der que el mandato «preocupate de remover la miseria mas que de promover la felicidad» tiene bastante contenido para recomendarlo como una regia empirica de uso cotidiano *, puesto que en la mayor parte de los casos podemos hacer mas por nuestro projimo intentando remover sus miserias. Mas aun, la gente estara menos dispuesta a ponerse de acuerdo acerca de que bienes querran ver promovidos de 10 que 10 es­tara acerca de que miserias deberian ser evitadas. BENTHAM puede estar en desacuerdo ace rca de si la poesia debe ria ser preferible al billar, pero estaria de acuerdo en que una visit a ocasional al dentista es preferible a una caries cronica. Mien­tras haya tantos males positivos en el mundo habra grandes posibilidades para el esfuerzo cooperativo entre los hombres que, no obstante, pueden estar en desacuerdo en alguna medi­da acerca de 10 que constituyen los bienes positivos.

12 POPPER. 711(' Oflt'll So"it'1,1' alld ils 1~·/l('lIlit's. * Rill" ,,(IIIIIIlI" (T).

6 CORRECCION E INCORRECCION DE LAS

ACCIONES

Establecere ahora la doctrina acto-utilitarista. Por razones de pura simplicidad de exposicion la presentare de una forma ampliamente hedonista. Si alguien valora estados mentales ta­les como el conocimiento independientemente de su agradabi­lidad puede hacer las alteraciones verbales apropiadas para convertirlo a un utilitarismo ideal a partir del utilitarismo he­donista. No tomare aqui partido con relacion a la cuestion entre el utilitarismo hedonista y el utilitarismo quasi-ideal. Me referire a la valoracion significada por «debe» en «se debe ha­cer 10 que producini las mejores consecuencias», y dejare de lado la valoracion significada por la palabra «mejor».

Digamos, entonces, que la unica razon para ejecutar una accion A mas 9ue una accion altemativa B es que hacer A ham a la humanidad (0, quiza, a todos los seres vivientes) mas feliz que hacer B. (Dejo aqui de lado la consideracion de que de hecho solo podemos tener una creencia probable acer­ca de los efectos de nuestras acciones, y por tanto nuestra ra­zon seria establecida con mas precision diciendo que el hacer A producira mas beneficio probable que el hacer B. Por con­veniencias de la exposicion aplazo esta cuestion de la proba­bilidad durante una 0 dos paginas.) Esta es una doctrina tan simple y natural que seguramente podemos esperar que mu­chos de mis lectores tendran al menos cierta propension a es­tar de acuerdo; puesto que estoy hablando, como dije antes, a hombres benevolentes y compasivos, esto es, a hombres que desean la felicidad de la humanidad. En cuanto que tienen una actitud favorable para la felicidad general, es seguro que tendran una tendencia a someterse a un principio moral ulti­mo que no hace mas que expresar esta actitud. Es verdad que

( CORRECCION E INCORRECCION DE LAS ACCIONES 41

estos hombres, siendo humanos, tendran tambien actitudes puramente egoistas. Tales actitudes 0 bien estaran en armonia con la felicidad general (en los casos en los que el que cada uno mire por su propio interes promueve el maximo de felici­dad general) 0 no estaran en armonia con la felicidad general, en cuyo caso se anularian mutuamente, y por tanto no po­drian ponerse las bases de una discusion interpersonal. Es po­sible. entonces, que muchas personas compasivas y benevo­lentes se aparten de 0 dejen de alcanzar una etica utilitaria bajo la presion de la tradicion. de la supersticion, 0 de un ra­zonamiento filosofico defectuoso. Si esta hipotesis resultara ser correcta, al menos en la medida en que se refiere a estos lectores. entonces el utilitarista puede sostener que no tiene ninguna necesidad de defender su posicion directamente, ex­cepto estableciendola de una manera consistente. y mostrando que las objeciones comunes que se Ie hacen son in­fundadas. Despues de todo expresa una actitud ultima. no una aficion por algo simplemente como un medio para alguna otra cosa. Excepto para intentar remover las confusiones y de­sacreditar las supersticiones que puedan encontrarse en el ca­mino del pensar moral claro. no puede apelar a argumentos y debe apoyar su esperanza sobre los buenos sentimientos de sus lectores. Si un lector no es un hombre compasivo y bene­volente. naturalmente no puede esperarse que tenga una acti­tud ultima a favor de la felicidad humana en general. Tam­bien puede ocurrir que algunos lectores de buen corazon pue­dan rechazar la posicion utilitarista a causa de ciertas conside­raciones relativas a la justicia. Pospongo la discusion de tal cuestion hasta las pp. 78-83.

EI principio moral ultimo utilitarista, recordemoslo, ex-- presa no el sentimiento de altruismo, sino el de benevolencia,

contando el agente mismo ni mas ni menos que cualquier otra persona. EI altruismo puro no puede adoptarse como base de una discusion moral universal porque puede conducir a dife­rentes personas a diferentes y quiza incompatibles cursos de accion, incluso aunque las circunstancias fueran identicas. Cuando dos personas intentan cada una cederse el paso una a la otra ante una puerta se produce una situacion de punto muerto. EI altruismo dificilmente resultaria aceptable para

42 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARIST A

aquellos que poseen un estado de animo cientifico, y por ende universalista. Si usted cuenta en mis calculos, i,por que yo no debe ria contar en sus calculos? Y i,por que deberia prestar mas atencion a mis calculos que a los suyos? Naturalmente a menudo tend em os a ensalzar y honrar el altruismo incluso mas que la benevolencia generalizada. Ello ocurre porque de­masiado a menudo la gente peca por exceso de ego)smo, y de la misma manera el altruismo es un exceso por el lado correc­to. Si podemos empujar a un hombre para que intente ser al­truista, puede conseguirlo en la medida en que adquiera una benevolencia generalizada.

Supongamos que pudieramos predecir las consecuencias futuras de las acciones con certeza. Seria posible, en ese caso, decir que las consecuencias futuras totales de la acci6n A son tales y cuales y que las consecuencias futuras totales de la ac­cion B son estas y las otras. Para ayudar a alguien a decidir si hacer A 0 hacer B podriamos decirle: «Considera las conse­cuencias totales de A y piensa en elias cuidadosa e imaginati­vamente. Considera ahora las consecuencias totales de B, y piensa tambien en elias cuidadosamente. Como hombre hu­mana y benevolente, y pensando en ti mismo como uno entre los demas, i,preferirias las consecuencias de A 0 las de B?». Esto es, estamos pidiendo una comparaci6n de una situaci6n total (presente y futura) con otra situaci6n total (presente y fu­tura). Hasta aqui no estamos pidiendo una suma 0 calculo de placeres 0 de felicidad. Estamos pidiendo una comparaci6n de situaciones totales. Y parece claro que frecuentemente pode­mos lIevar a cabo tal comparacion y decir que una situacion total es mejor que otra. Por ejemplo, poca gente no preferiria una situaci6n total en la que un millon de personas estuvieran bien alimentadas, bien vestidas, libres de sufrimientos, reali­zando un trabajo interesante y agradable, y disfrutando de los place res de la conversacion, del estudio, de los negocios, del arte, del humor, etc., a una situacion total en la que hubiera solo diez mil personas en tales condiciones, 0 quiza 999.999 mas una persona con dolor de muelas, 0 neurotica, 0 estreme­ciendose de frio. En general podemos resumir esto diciendo que si somos human os, amables y benevolentes, desearemos que tanta gente como sea posible sea tan feliz como sea posi-

CORRECCION E INCORRECCION DE LAS ACCIONES 43

ble ahora y en el futuro. Se puede objetar que no podemos considerar la situacion futura total porque se extiende al infi­nito. Para contestar a ella cabe decir que no hay recurso al infinito en cuanto que todos los seres vivos sobre la Tierra se extinguiran al fin, y ademas normal mente en la practica no necesitamos considerar consecuencias muy remotas puesto que finalmente se aproximan con rapidez a cero tal como las ondas mas lejanas en una charca despues de arrojar una pie­dra en ella.

Pero i,disminuyen a cero las consecuencias remotas de una acci6n? Supongamos que dos personas han de decidir si tener un hijo 0 no tenerlo. Supongamos que dedicen tener el hijo y que tienen una sucesi6n ilimitada de descendientes felices. Las consecuencias remotas no parecen diminuir. No aunque estas personas sean Adan y Eva. La diferencia estaria entre el fin de la especie humana- y un aumento indefinido de felici­dad humana, generacion tras generacion. EI ejemplo de Adan y Eva muestra que el postulado de «las ondas en la charca» no se necesita en todos los casos para una decisi6n utilitarista racional. Si tuvieramos alguna raz6n para pensar que cada ge­neraci6n seni mas feliz no necesitariamos (en un caso similar al de Adan y Eva) estar preocupados por el hecho de que las consecuencias remotas de nuestra accion fueran desconocidas en detalle. La necesidad del postulado de «las ondas en la charca» surge del hecho de que usual mente no sabemos si las consecuencias remotas seran buenas 0 malas. Por tanto no podemos saber que hacer a menos que podam'os asumir que podemos prescindir de las consecuencias remotas. Esto puede hacerse a menudo. As), si consideramos unos padres actuales, en vez de Adan y Eva, no necesitan preocuparse por los miles de atlos a partir de ahora. No, al menos si asumimos que exis­tiran fuerzas ecologicas determinantes de la poblacion futura del mundo. Si estos padres no tienen descendientes remotos, otras personas tendnin presumiblemente mas de los que ten­drian de otra manera. Y no hay ninguna razon para suponer que mis descendientes serian mas 0 menos felices que los suyos. Debemos notar, pues, que, a menos que estemos tra­tando con situaciones de «todo 0 nada» (tales como las de Adan y Eva, 0 la de alguien inmerso en una situaci6n de fin

44 BOSQU EJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARIST A

de la vida humana en su conjunto), necesitamos algun tipo de postulado de «ondas en la charcID> que haga factible al utilita­rismo en la pnictica. No se como probar tal postulado, aun­que parece bastante plausible. Si no se acepta, no solo el utili­tarismo, sino tambien sistemas deontologicos como el de Sir David Ross, que admite al menos la beneficencia como un deber prima Jacie entre otl'OS, se venin fatal mente afectados.

Naturalmente, algunas veces es necesario decir mas. Por ejemplo, un curso de accion puede hacer a algunas personas muy felices y dejal' al resto tal como estaba 0 quiza ligera­mente menos feliz. Otro curso de accion puede hacer a todos los hombres mas feIices de 10 que eran antes pero no hacer a nadie muy feliz. i,Que curso de accion hace mas feliz a la,hu­manidad en su conjunto? De nuevo, un curso de accion puede hacer altamente probable que cada uno sera un poco mas fe­liz, mientras que otro curso de accion puede darnos una pro­babilidad mucho mas pequena de que todo el mundo sera mucho mas feliz. En un tercer caso, un curso de accion puede hacer feliz a to do el mundo de manera similar a como 10 pue­den ser los cerdos, mientras que otro curso de accion puede hacer feliz a un pequeno nurriero de personas de una manera intelectual y altamente compleja. Por tanto parece que debe­mos contraponer la maximaci6n de la felicidad con la distri­buci6n equitativa, ponderar las probabilidades con la felici­dad, y las cualidades intelectuales y de otro tipo de los estados mentales con su agradabilidad. i,Nos vemos, por tanto, obliga­dos a reconocer la necesidad de un calculo de felicidad? i.Po­demos decir precisamente: «considere dos situaciones totales y digame cual prefiere»? Si esto fuera posible, natural mente no habria ninguna necesidad de hablar de suma de felicidad 0 de un calculo. Todo 10 que habriamos de hacer seria colocar las situaciones totales en un orden de preferencia. Puesto que ello no es siempre posible, existe una dificultad, a 'Ia que volvere en breve.

He~os considerado ya la cuestion de los placeres y activi­dades mtelectuales contra los no intelectuales. Esto es irrele­vante para el punto presente porque no parece haber ninguna raz6n por la que el utilitarista ideal 0 quasi-ideal no pueda usar el metodo de cOilsideraci6n de situaciones totales tanto

CORRECCION E INCORRECCION DE LAS ACCIONES 45

como el utilitarista hedonista. Se trata deconsiderar varias si­tuaciones totales alternativas, extenderlas al futuro y decir que situaci6n se prefiere. EI utilitarista no hedonista puede valorar las situaciones totales en forma diferente a la del utilitarista hedonista, en cuyo caso habra un desacuerdo etico ultimo. Esta posibilidad de desacuerdo ultimo existe siempre, aunque hemos dado razones para sospechar que no conducira fre­cuentemente a importantes desacuerdos en la practica.

Consideremos ahora la cuesti6n de la equidad. Suponga­mos que tenemos la posibilidadde enviar a cuatro muchachos igualmente valiosos e inteligentes a una escuela publica de grado medio 0 de llevar tres a una academia adecuada pero mediocre y enviar uno a Eton. (Por mor del ejemplo estoy asumiendo en forma ciertamente incorrecta que los colegiales de Eton son mas felices que los muchachos de otras escuelas publicas y que los muchachos de tales escuelas pubhcas son mas felices que los de las academias.) i.Que curso de acci6n producira la maxima felicidad para los cuatro muchachos? Supongamos que podemos despreciar los facto res de compli­cacion, tal como el que la superior educaci6n etoniana pueda conducir a un muchacho a desarrollar sus talentos hasta el punto de que tenga una influencia extraordinaria sobre el bie­nestar de la humanidad, 0 como que el desigual tratamiento dado a los muchachos pueda causar celos y desavenencias en­tre las familias. Supongamos que el colegial de Eton sera tan feliz como podemos esperar que 10 son los etonianos ordina­riamente:' y haremos una suposici6n similar para los otros chicos, y supongamos tambien que pueden obviarse los efec­tos remotos. i.Deberiamos preferir la felicidad mayor de uno de los muchachos a la moderada felicidad de los cuatro? Cla­ramente un padre podra preferir una situaci6n total (un mu­chacho en Eton y tres en la academia) mientras que otro pue­de preferir la otra situaci6n total (los cuatro en la escuela pu­blica de grado medio). Seguramente ambos padres tienen una misma pretension de ser compasivos y benevolentes, e incluso su diferencia de opinion no esta fundada sobre un desacuerdo empirico acerca de los hechos. Sugiero, no obstante, que, de hecho, no hay muchos casos en los que se podria suscitar un desacuerdo tal. Probablemente el padre que deseara enviar a

46 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILITARIST A

un solo hijo a Eton resolveria la situacion enviandolo a Eton y dandole ademas una costosa educacion privada durante las vacaciones a costa de no dar a sus otros hijos ninguna educa­cion media. Solo dentro de limites bastante estrechos puede nacer este tipo de desacuerdo ace rca de la equidad. Mas aun, los casos en los que podemos hacer a una persona mucho mas feliz sin incrementar a la vez la felicidad general son raros. La ley de rendimientos decrecientes se impone aqui. Asi, en la mayor parte de los casos practicos, un desacuerdo em pi rico acerca de 10 que debe ria hacerse sera un desacuerdo empirico acerca de que situacion total va a ser producida probablemen­te por una accion, y no un desacuerdo sobre que situacion to­tal es la preferible. Por ejemplo, el padre no igualitario podria conducir al otro a estar de acuerdo con el si Ie convenciera de que hay una probabilidad mucho mas alta de que un colegial de Eton beneficie a la raza humana, inventando un farmaco valioso 0 explotando las riquezas minerales de la Antartida, que de que la beneficie un colegial no etoniano. (jUna vez mas me gustaria decir que yo no tomo tal posibilidad dema­siado en serio!) Debo subrayar de nuevo que puesto queel de­sacuerdo acerca de que causas producen' que efectos es con mucho en la practica el tipo de desacuerdo mas importante, para tener una discusion moral inteligente con una persona no necesitamos de hecho un completo acuerdo con ella ace rca de los fines ultimos: basta con un acuerdo aproximado.

RAWLS JJ ha sugerido que debemos maximizar la felicidad general solo si 10 hacemos de una forma equitativa. Una for­ma no equitativa de maximizar la felicidad general seria rea[i­zaria por un metodo que implicaria el hacer a algunas perso­nas menos felices de 10 que podrian serlo de otra manera 34.

Contra esta sugerencia un utilitarista podria hacer la siguiente objecion retorica: si es racional para mi elegir la molestia de una visita al dentista para prevenir la mo!estia de un do[or'de muelas, i.por que no va a ser racional para mi elegir una mo­lestia para Jones, semejante a la de mi visita al dentista, si es e[ unico medio con el que puedo prevenir una molestia, igual

)) <<.Justice as fairness}}, Philosophical RCI'ic\I' 67 (l958). pp. 164-194. J4 Ver especial mente p. 168 del articulo de RAWLS.

CORRECCION E INCORRECCION DE LAS ACCIONES 47

a la de mi dolor de mue[as, para Robinson? Tales situaciones ocurren continuamente en [a guerra, en la mineria, y en la lu­cha contra la dificultad, cuando podemos encontramos a me­nudo en posicion de tener que infligir sufrimientos a hombres buenos y felices por razon del interes general. Sin embargo, debe concederse que estas objeciones contra la equidad como' u~ principio ultimo han de ser solo retoricas, y que e[ princi­plO de RAWLS quiza podria incorporarse a un sistema restrin­gido de etica deontologica, que evitaria [a artificialidad de las f?rmas usua[es de deontologismo. Hayen cua[quier caso can­tldad d~ buenas razones uti[itaristas para adoptar el principio d~ equldad como una regIa empirica importante, pero no in­vlO[able.

Debemos considerar ahora la dificu[tad que surge respecto de la probabi[idad. Hasta aqui hemos evitado la comun obje­cion al utilitarismo de que envuelve [a nocion supuestamente absurda de una suma 0 calculo de felicidad 0 bondad. Hemos hecho esto usando un metodo de comparacion de situaciones totales. T odo 10 que hemos de hacer es considerar dos 0 mas situaciones totales y decir cual preferimos. Todo 10 que re­querimos es un juicio puramente ordinal, no cuantitativo. Sin emba~go, al tomar esta posicion hemos supersimplificado la matena. Desafortunadamente no podemos decir con certeza cuales serian [as diversas situaciones totales que resu[tarian de nue~t.ras acciones .. Peor aun, no podemos siquiera asignar pro­bablhdades aproxlmadas a [as situaciones totales como un c?~junto. ~odo [0 que podemos hacer es asignar varias proba­btlldades a [os varios efectos posibles de una accion. Por ejemplo, un curso de accion puede conducir casi con certeza a un resultado bastante bueno el aiio proximo junto con una alta probabi[idad de un resultado menos bueno a[ aiio si­g.uiente, mientras que otra accion puede ofrecer una probabi­hdad muy pequefia de un resu[tado moderadamente bueno al afio .que viene y una probabilidad muy pequeiia pero no des­preclab!e de un resu[tado bastante malo un aiio despues. (Voy a asumlr que en ambos casos [os resultados mas remotos pue­den ser insignificantes 0 tales que se anu[en unos a otros.) Si hubieramos de sopesar situaciones totales COn probabi[idades esto nos plantearia bastante dificu[tad conceptual, pero ahor~

48 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARIST A

parece que hemos de penetrar dentro de [as situaciones tota[es y sopesar [os diferentes elementos dentro de elias segun las di­ferentes probabi[idades. Parece que nos vemos conducidos de nuevo a un Clilcu[o.

Si fuera posib[e asignar probabi[idades numericas a los va­rios efectos de nuestras acciones, podriamos inventar una ma­nera de ap[icar e[ metodo de sustituciones tota[es. Suponga­mos que pudieramos decir que una accion X dada a Smith e[ placer de comer un helado con una probabilidad 4/5 0 la mo­[estia de un dolor de mue[as con una probabi[idad 1/5 y que dada a Jones el placer de la simpatia con una probabi[idad 3/5 0 e[ disp[acer de [a envidia con una probabi[idad 2/5 y que no se acumu[aria ningun otro resu[tado importante (di­recto 0 indirecto). Supongamos que la unica accion alternati­va de X es Y y que esta no tiene ningun efecto en Smith pero causa que Jones vaya a dormir con una probabilidad 3/5 0

que vaya a pasear con una probabi[idad 2/5 y que no se acu­mulara ningun otro resultado importante (directo 0 indirecto). Entonces podriamos decir que las situaciones totales que he­mos de imaginar y comparar son (a) (para X): cuatro personas (precisamente como Smith) comiendo he [ado mas uno (como Smith) con dolor de muelas mas tres personas compasivas (como Jones) mas dos personas envidiosas (como Jones), y (b) (para V): tres personas (como Jones) que estan dormidas mas dos (como Jones) que van a dar un paseo. En e[ ejemplo he tornado, por conveniencia, todas [as probabilidades que son mu[tip[os de 1/5. Si no tuvieran denominadores comunes ha­briamos de hacerlos tales, expresandolos como multip[os de un denominador que es el minimo comun multiplo de los de­nominadores originales.

Sin embargo, usual mente no es posib[e asignar una proba­bi[idad numerica a un evento particular. Sin duda, poddamos usar tab [as actuariales para determinar la probabilidad de que uno de nuestros amigos, que tiene una determinada edad, un determinado historia[ medico cuidadosamente especificado, y una ocupacion determinada, morira a[ afio proximo. Pero l.podemos dar un valor numerico a [a probabilidad de que una nueva guerra estallara, de que se encontrara una prueba para el ultimo teorema de Fermat, 0 de que nuestro conoci-

CORRECCION E INCORRECCION DE LAS ACCIONES 49

miento del vinculo genetico en los cromosomas humanos sera perfeccionad() en los pr6ximos cinco aiios? Seguramente no tiene sentido hablar de un valor numerico para estas probabi­lidades, y es con probabilidades de este tipo con las que he­mos de tratar en nuestra vida moral.

Sin embargo, cuando consideramos la manera en que de hecho tomamos algunas de nuestras decisiones practicas ordi­narias vemos que hay un sentido en el que la mayor parte de la gente piensa que podemos ponderar probabilidades y ven­tajas. Un hombre que decide emigrar a un pais tropical puede muy bien decirse a Sl mismo, por ejemplo, que puede esperar en ese pais una vida mas placentera para si y su familia, a menos que haya un cambio en el sistema de gobiemo, que no es muy probable, 0 a men os que uno de sus hijos contraiga una enfcrmedad epidemica, 10 cual es quiza bastante mas pro­bable, etc., y pen sando en todas estas ventajas y desventajas, probabilidades e improbabilidades, puede acabar afirmando que en conjunto parece preferible para el ir alii, 0 afirmando que en conjunto parece preferible para el quedarse en su casa.

Si somos capaces de tomar en cuenta las probabilidades en nuestras decisiones prudenciales ordinarias parece infundado decir que en el campo de la etica, el campo de nuestras acti­tudes universales y humanas, no podemos hacer 10 mismo, y que debemos confiar en alguna moralidad dogmatica, en al­gun conjunto de reglas 0 criterios rigidos. Quizas algunas ve­ces seremos incapaces de decir si preferimos para la humani­dad una gran ventaja improbable 0 una pequena ventaja pro­bable, y en tales casos quiza tirar una moneda al aire para de­cidir que hacer. Puede ser que no tengamos metodos precisos para decidir que hacer, pero entonces nuestros metodos im­precisos deben jugar su pape!. No necesitamos por eso ser conducidos al autoritarismo, a[ dogmatismo 0 al romanticis­mo.

En cualquier caso, asi parece a primera vista. Pero si no puedo decir nada mas, la posicion utilitarista, tal como aqui se ha presentado, tiene una debilidad seria. EI metooo sugeri­do de desarrollar la etica normativa ha de apelar a los senti­mientos, principal mente al de benevolencia, y a la razon, en eI sentido de c1arificacion conceptual y tambien de investiga-

50 BOSQUElO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARIST A

cIon empirica, pero no, como tantos moralistas hacen, a 10 que el hombre ordinario dice 0 piensa. EI hombre ordinario es frecuentemente irracional en su pensar moral, i.por que no puede serlo en 10 que respecta a las probabilidades? EI hecho de que el hombre ordinario piense que puede ponderar las probabilidades al tomar decisiones prudenciales no significa que haya real mente un sentido en el que IIeve a cabo tal pon­deraci6n. Lo que el utilitarismo necesita en gran medida, para asegurar sus fundamentos teoricos, es un metodo segun el cual se pod ria asignar probabilidades numericas, aun cuando fue­ran aproximadas, en teoria, aunque no necesariamente siem­pre en la practica, a algun evento futuro imaginado.

D. DAVIDSON Y P. SUPPES han propuesto un metodo por el cual. en situaciones simplificadas, puede asignarse un valor numerico a probabilidades subjelivas H. SU teoria fue antici­pad a en cierta medida- por un ensayo de F. P. RAMSEy]6, en el que intenta mostrar como pueden asignarse numeros a las probabilidades eri el senti do de grados de creencia. Eso nos permite dar una teoria de la eleccion utilitaria racional, en el sentido de auloconsislenle, pero para construir un utilitarismo plenamente satisfactorio necesitamos algo mas. Necesitamos un metodo para asignar numeros a probabilidades objelivas, no subjetivas. Quiza un metodo pueda ser aceptar el metodo de DAVIDSON y SUPPES de asignacion a probabilidades sub­jetivas, y definir las probabilidades objetivas como probabili­dades subjetivas de un hombre imparcial y previsor. Esto, sin embargo, requeriria criterios independientes para la imparcia­lidad y la providencia. No se como hacer esto, pero sospecho, a causa del trabajo que se I1eva a cabo en el momento de to­mar una decision, que la situacion puede que no sea desespe­rada. Pero hasta que tengamos una teona adecuada de la pro­babilidad objeliva el utilitarismo no tendra una base teorica segura 11. Mas, si vamos a eso, ni la prudencia ordinaria, ni

II D. DAVIDSON, P. SUPPES, Y S. SIEGEL, Decision Making: An Jixperimen­lal Approach (Stanford University Press, Stanford, California, 1957).

J6 F. P. RAMSEY, The Foundations of Mathematics (Routledge and Ke­gan Paul, London, 1931), cap. 7, «Truth and probability».

J1 EI interesante articulo de R. McNAUGHTON, «A metrical concept of hap­piness», Philosophy and Phenomenological Research 14 (1953-4), pp. 171-183,

CORRECCION E INCORRECCION DE LAS ACCIONES 51

los sistemas eticos deontologicos, como el de Sir David Ross, asignan un peso a la beneficencia. Y cualquier sistema etico deontologico implica un metodo de ponderar las demandas de deberes prima facie conflictivos, puesto que es imposible que reglas deontologicas de conducta no entren nunca en conflic­to, y su base logica es quiza mas insegura de 10 que 10 es la de la teoria de la probabilidad objetiva.

no nos capacita para proponer un ca1culo utilitarista completo, porque descuida consideraciones de probabilidad.

7 EL LUGAR DE LAS REGLAS

EN EL UTILIT ARISMO DEL ACTO

Segun el utilitarismo del acto, pues, la manera racionaf de decidir 10 que hacer es decidir ejecutar aquella de las acciones altemativas abiertas para nosotros (incIuyendo la accion nula, el no hacer nada) que ha de maxi mizar verosimilmente la feli­cidad probable 0 el bien-estar de la humanidad como un con­junto, 0 mas exactamente, de todos los seres vivientes l8. La posicion utilitarista se propone aqui como un-criterio de elec­cion racional. Es cierto que podemos elegir habituamos a conducimos de acuerdo con ciertas reglas, tales como la de cumplir las promesas en la creencia de que la conducta segun esas reglas es general mente optimifica y sabiendo que muy a menudo no tenemos tiempo para calcular los pros y contras individuales. Cuando actuamos de esa manera habitual, natu­ralmente no deliberamos ni elegimos. EI utilitarista del acto considerara, sin embargo, estas reglas como meras reglas em­piricas, y las usani solo como guias generales. Normalmente actuara de acuerdo con elias cuando no tiene tiempo para considerar las consecuencias probables 0 cuando las ventajas de tal consideracion de consecuencias sean contrarrestadas por la desventaja de la perdida de tiempo que supone. Actua de acuerdo con las reglas, en suma, cuando no tiene tiempo para pensar, y puesto que no piensa, las acciones que IIeva a cabo habitual mente no son resultado de un pensar moral.

, ~I En la pri~era ~~ici6n de esta monografia dije «que ha de producir vero­sJmJlment~ la sltuaclOn total p~esente y futura que es la mejor para la felici­dad 0 el bJenestar de la humaOidad como un conjunto 0 mas exactamente de todos los seres vivientes». Esto es inexacto. Maximizar probablemente el be­neficio no es 10 mismo que maximizar el beneficio probable. Esto ha sido apuntado por David BRAYBROOKE. Ver la p. 35 de su articulo «The choice between utilitarianisms», Arner. Philosophical Quarterly 4 (1967), pp. 28·38.

LUGAR DE LAS REGLAS EN EL UTILIT ARISMO DEL ACTO 53

Cuando ha de pensar 10 que hacer, aparece la cuestion de la deliberacion 0 eleccion, y precisamente para tales situaciones esta pensado el criterio utilitarista.

Ademas es importante darse cuenta de que no hay ningu­na inconsistencia en que eI utilitarista del acto se adiestre a sl mismo para actuar, en circunstancias normales, habitualmen­te y de acuerdo con reglas estereotipadas. Sabe que un hom­bre en trance de salvar a una persona que se esta ahogando no tiene tiempo de considerar varias posibilidades, tales como que la persona que se esta ahogando es un peligroso criminal que causara muerte y destruccion 0 que esta sufriendo a causa de una enfermedad dolorosa e incapacitante cuya muerte seria una liberaci6n merecida, 0 que varias personas impresiona­bles que miren desde un banco sufrinin un ataque al corazon si yen a alguien arrojarse al agua. No, nuestro hombre sabe

-que casi siempre es correcto salvar a un hombre en peligro de ahogarse, y 10 hace. Sabe que nos volveriamos locos si cono­cieramos con detalle las consecuencias probables de cumplir 0

no cumplir cada promesa trivial: obraremos mejor y reserva­remos nuestras energias mentales para asuntos mas importan­tes si nos habituamos simplemente a cumplir las promesas en todas las situaciones normales. Por otra parte, puede sospe­char que en algunas ocasiones la parcialidad personal puede impedirle razonar de una manera utilitaria correcta. Suponga­mos que esta intentando decidir entre dos empleos, uno de los cuales esta mejor pagado que el otro, aunque ha dado prome­sa informal de que aceptara el peor pagado. Puede engafiarse a si mismo al subestimar los efectos de romper la promesa (causando una perdida de confianza) y al sobreestimar el bien que Ie puede proporcionar el oficio mejor pagado. Puede dar­se cuenta correctamente de que si confia en las reglas acepta­das ha de actuar en la forma que un utilitarista del acto im­parcial recomendaria que actuara si intentara evaluar las con­secuencias de sus acciones posibles. Ciertamente MOORE ar­gumento sobre fundamentos acto-utilitaristas que nadie pen sa­ria nunca en casos concretos como un utilitarista del acto 39.

Sin embargo, esto es seguramente exagerar la utilidad de

)9 Principia Ethica. p. 162.

54 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILITARISTA

las reglas y la propension de la mente humana a la parciali­dad inconsciente. No obstante, correcta 0 equivocada, esta ac­titud de MOORE tiene una base racional y (aunque su argu­men to a partir de consideraciones de la probabilidad es defec­tuoso en detalle) no es la ley de culto del utilitarista de la re­gia, que diria que debemos cumplir una regia que general­mente es mas optimificadora, incluso aunque supieramos que obedecerIa, en este caso particular, tendria malas consecuen­cias.

Esta doctrina utilitarista no es incompatible, contra 10 que M. A. KAPLAN 40 ha sugerido, con un reconocimiento de la importancia de la expresion emocional calida y espontanea. Consideremos un caso en el que un hombre ve que su esposa esta cansada y simplemente por un sentimiento espontaneo de afecto por ella se ofrece a lavar los platos, Umplica el utilita­rismo que debera haberse parado a calcular las diversas conse­cuencias de sus diferentes cursos de accion posibles? Cierta­mente no. Eso arruinaria la vida conyugal y el utilitarista co­noce muy bien como regia empirica que en ocasiones de este tipo es mejor actuar espontaneamente y sin calculo. Por otra parte yo he dicho que el utilitarismo del acto esta pensado para dar un metodo de decidir que hacer en aquellos casos en los que decidimos real mente 10 que hacer. Se cuestiona en las ocasiones en que no actuamos como resultado de deliberacion y eleccion; esto es, cuando actuamos espontaneamente, sin metodo de decision, sea utilitarista 0 no. Lo que surge para el utilitarista es la cuestion de si deberia alentar conscientemente en el mismo cierto tipo de sentimientos espontaneos 0 no de­beria hacerlo. Hay, de hecho, razones utilitaristas muy buenas por las que deberiamos cultivar en nosotros mismos, por to­dos los medios, la tendencia a ciertos tipos de sentimientos calidos y espontaneos.

Aun cuando el utilitarista del acto pueda en ocasiones ac-,

40 Morton A. KAPLAN, «Some problems of the extreme utilitarian posi­tioll», Ethics 70 (1959-1960), pp. 228-232. Se trata de una critica de mi primer articulo «Extreme and restricted utilitarianism». Philosophical Quarterly 6 (1956), pp.344-354. KAPLAN propone tambien un argumento teorico contra mi. pero parece convincente 5010 contra un utilitarista egoista. KAPLAN continuo la discusion en su interesante nota «Restricted utilitarianism», Ethics 71 (1960-1961), pp. 301-302.

LUGAR DE LAS REGLAS EN EL UTlLlTARISMO DEL ACTO 55

tuar habitual mente y de acuerdo con reglas particulares, su criterio es aplicado, como hemos dicho, en aquellos casos en los que no actua habitual mente sino que delibera y decide 10 que hacer. Ahora bien, la accion correcta para un agente en unas circunstancias dadas es, como dijimos, aquella accion que produce mejores resultados que los de cualquier accion altemativa. Si dos 0 mas acciones producen resultados igual­mente buenos, y si estos resultados son mejores que los resul-

, tados de cualquier otra accion que pueda I1evar a cabo el agente, entonces no hay ninguna cosa a la que podamos deno­minar fa accion correcta: hay dos 0 mas acciones que son una accion correcta. Sin embargo, este es un estado de cosas muy excepcional, que puede que no se de nunca de hecho, y por ello usual mente hablare, sin precisar demasiado, de la accion que es fa correcta. A_hora somos capaces de especificar mas c1aramente Que significa aqui «accion altemativa». EI hecho de que el criterio utilitarista se propane para aplicarse a situa­ciones de deliberacion y e1eccion nos capacita para decir que la c1ase de acciones altemativas en la que pensamos cuando hablamos de una accion que tiene los mejores resultados posi­bles es la c1ase de acciones que el agente habria ejecutado si 10 hubiera intentado. Por ejemplo, seria mejor devolver a un hombre la vida que ofrecer ayuda economica a sus familiares, pero puesto Que es tecnologicamente imposible devolver la vida a un hombre, devolversela no es algo que hubieramos podido hacer si 10 hubieramos intentado. Por otro lado puede que nos sea posible dar una ayuda economica a los familiares, y entonces esa puede ser la accion correcta. La accion correc­ta es aquella de entre todas las que podriamos hacer, es decir de entre todas las que hariamos si 10 eligieramos asi, que tie­ne los mejores resultados posibles.

Es verdad Que el concepto general de accion es mas am­plio que el de eleccion deliberada. Muchas acciones son eje­cutadas habitual mente y sin deliberacion. Pero las aciones para cuya correccion como agentes deseamos un criterio son, en la naturaleza del caso, las realizadas consciente y delibera­damente. En cualquier caso una accion es el tipo de actuacion humana a la que es apropiado alabar, censurar, castigar 0 re­compensar, y puesto que a menudo es apropiado alabar, cen-

56 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTI LIT ARIST A

surar, castigar, 0 recompensar actuaciones habituales, el con­cepto de accion no puede ser identificado con el del resultado de deliberacion y eleccion. Respecto de las acciones habitua­les la (mica cuestion que se plantea a un agente es la de si de­beria 0 no reforzar el habito 0 incluso renunciar a el. Los ac­tos individuales que refuerzan el habito 0 que 10 rompen pue­den ser deliberados.

As! pues, el criterio utilitarista es design ado para ayudar a una persona, que pod ria hacer varias cosas si eligiera hacerlas, a decidir cual de elias debe hacer. Su deliberacion utilitarista es uno de los antecedentes causales de su accion, que no ten­dria sentido si no fuera asi: Pqr tanto, W concepcion utilitaris­ta es perfectamente compatible con el determinismo. El unico sentido de «pod ria haber actuado de otra manera» que pedi­mos es el sentido «podria haber actuado de otra manera si 10 hubiera elegido ash>. EI que la concepcion utilitarista necesite un determinismo metafisico completo es otra cuestion. Todo 10 que requiere es que la deliberacion determine las acciones de la forma en que todo el mundo sabe que 10 hace de todos modos. Si se argumenta que un indeterminismo en el univer­so implica que no podemos conocer nunca el resultado de nuestras acciones, podemos replicar que en los casos normales estas situaciones indeterminadas son tan numerosas que casi se anulan mutuamente, y de cualquier forma todo 10 que re­querimos para una accion racional es que algunas consecuen­cias de nuestras acciones sean mas probables que otras, yesto es algo que ningun indeterminista es capaz de negar.

El utilitarista puede en este momento, convenientemente, hacer una recomendacion terminologica. Usemos la palabra «racional» como un termino de recomendacion para aquella accion que, segun la evidencia asequible al agente, es proba­ble que produzca los mejores resultados, y reservemos'ia pala­bra «correcto» como un termino de recomendacion para la accion que de hecho produce los mejores resultados. Esto es, diremos que 10 que es racional es intentar ejecutar la accion correcta, intentar producir los mejores resultados. Por 10 me­nos esta formulacion viene al caso alii donde hay una proba­bilidad igual de conseguir cada uno de los conjuntos de resul­tados posibles. Si hay una probabilidad muy baja de producir

LUGAR DE LAS REGLAS EN EL UTiLIT ARISMO DEL ACTO 57

buenos resultados, es natural decir que el agente racional bus­carla otros resultados mas probables aunque no tan buenos. Para una formulacion mas exacta, deberiamos de cotejar la bondad de los resultados con sus t>robabilidades. No obstante, dejando a un lado 'esta complicacion, podemos decir amplia­mente que es racional lIevar a cabo la accion que, de acuerdo con la evidencia asequible, es la unica que producira los me-

" jores resultados. Lo cual nos permite decir, por ejemplo, que el agente hizo 10 correcto pero irracionalmente (intentaba ha­cer otra cosa, 0 intentaba hacer la cosa exacta pero no de una forma cientifica) y que el actuo racionalmente pero por mala suerte hizo 10 equivocado, porque .las cosas que Ie parecian probables, por las'tnejores razones,.'no ocurrieron.

Asi pues, en un sentido amplio, usaremos «correcto» y «equivocado» para evaluar elecciones segun su exito real en promocionar ia felicidad general, y usaremos «racional» e «irracional» para evaluarlas segun su exito probable. Como ya anotamos anteriormente (p. 52), la expresion «exito probable» debe ser interpretada en terminos de maximacion del benefi­cio probable, y no en terminos de maximacion probable del beneficio. En efecto es racional hacer 10 que piensas razona­blemente que es correcto, y sera correcto 10 que maximizara el beneficio probable. Necesitamos, sin embargo, calificar de alguna manera esto. Una persona puede creer irrazonable­mente 10 que de hecho seria razonable creer. Llamaremos tambien irracional a ese tipo de acciones de la persona. Si el agente no ha sido cientifico en su calculo de las relaciones medios-fines puede decidir que un cierto curso de accion es probablemente el mejor para la felicidad humana, y puede que realmente sea asi. Cuando realiza esta accion podem(ls todavia lIamarla irracional, porque fue pura suerte -no un ra­zonamiento bien fundado- 10 que Ie lIevo a su conclusion.

«Racional» e «irracional», «correcto» e «incorrecto» han sido introducidos hasta aqui como terminos de -valoracion solo para acciones elegidas 0 deliberadas. No hay ninguna ra­zon por la que no podamos usar la pareja de terminos ,«co­rrecto» e' «incorrecto» de una manera mas amplia, de forma que valoren incluso acciones habituales. No obstante, no ten­dremos muchas ocasiones de valorar acciones que no son eJ

58 BOSQUElO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARIST A

resultado de eleccion. Lo que necesitamos es una pareja de terminos de valoracion para agentes y motivos. Sugiero que usemos los terminos «bueno» y «malo» para estos propositos. Un agente bueno es el que actua de una manera generalmente optimifica mas de 10 que 10 hace el termino medio. Un agente malo es el que actua de una manera menos optimifica de 10 que 10 hace el termino medio. Un motivo bueno es el que ge­neralmente tiene como resultado una accion benefica, y un motivo malo es el que general mente acaba en acciones malefi­cas. Claramente no hay ninguna inconsistencia en decir que en una ocasion particular un hombre bueno realizo una ac­cion equivocada, que un hombre malo realizo una accion co­rrecta, que una accion correcta fue realizada a partir de un mal motivo, 0 que una accion equivocada fue realizada a par­tir de un buen motivo. Muchos argumentos especiosos contra el utilitarismo nacen del oscurecimiento de estas distinciones. As!, uno puede ser persuadido para que admita que una ac­cion es «correcta», significando con ella tan solo que se ha realizado a partir de un motivo bueno y que es digna de elo­gio, y entonces se indica que la accion no es «correcta» en el sentido de ser optimifica. No deseo legislar como deberian usar otras personas (particularmente no utilitaristas) palabras como «correcto» e «incorrecto», pero en interes de la claridad es importante para mi establecer como me propongo us~r1as, e intentar cumplir clara mente las diversas distinciones.

Deberia anotarse que al hacer esta recomendacion termi­nologica no pretendo escamotear valoraciones bajo la guisa de definiciones, como ha sugerido que he hecho Ardon LYON en una recension de la primera edicion de esta monografia 41. Es meramente una recomendacion de asegurarse las palabras ya valorativas «racional» e «irracional» para una serie de tareas de recomendacion 0 repudiacion, las palabras ya valorativas «correcto» e «incorrecto» para otra serie de tareas de reco­mendacion 0 repudiacion, y las palabras ya valorativas «bue­no» y «malo» para otra serie de tareas de recomendacion 0

repudiacion. Podemos usar tambien «bueno» y «malo» como terminos

41 Durham University Journal 55 (1963), pp. 86-87,

LUGAR DE LAS REGLAS Et'/ EL UTILIT ARISMO DEL ACTO 59

de recomendacion 0 repudiacion de las acciones mismas. En este caso recomendar 0 repudiar una accion es recomendar 0

repudiar el motivo a partir del cual ha nacido la accion. Esto nos permite decir que un hombre realizo una mala accion, pero que fue correcta, 0 que realizo una buena accion, pero que fue incorrecta. ',Por ejemplo, un hombre cerca de Berch­tesgaden en 1938 pudo haberse arrojado al rio y rescatar a un hombre que se ahogaba, para encontrarse con que tal hombre era Hitler. Habria realizado 10 incorrecto, puesto que habria salvado el mundo de una gran cantidad de desgracias si hubie­ra dejado a Hitler bajo las aguas. Por otro lado su motivo, el deseo de salvar una vida, habria sido uno de los que aproba­mos que tengan las personas: en general, aunque no sea este el caso, el deseo de salvar una vida !leva a actuar correcta­mente. Vale la pena reforzar tal deseo. No solo deberiamos alabar la accion (expresando de esa manera nuestra aproba­cion), sino que incluso, quiza, deberiamos darle al hombre una medalla, estimulando as! a los demas para emularlo. Realmente la alabanza misma Ilega a tener algunas de las fun­ciones sociales del dar medallas: nos lIega a gustar la alabanza por sl misma, y as! lIegamos a estar influenciados por la posi­bilidad de ser premiados con ella. De tal modo alabar a una persona es una accion importante en si misma -tiene efectos significantes-. Un uti litarista , por tanto, debe aprender a con­trolar sus actos de alabanza y desaprobacion, ocultando quiza su aprobacion de una accion cuando piensa que la expresion de tal aprobacion puede tener malos efectos, y, quiza, incluso alabando acciones que realmente no aprueba. Consideremos, por ejemplo, el caso de un utilitarista del acto, combatiendo en una guerra, que consigue capturar al coman dante de un submarino enemigo. Si asumimos que se trata de una guerra justa y que el utilitarista del acto esta luchando en el bando correcto, el coraje y la habilidad del comandante del submari­no tienen una tendencia que es inversa a la optimifica. Todo 10 que el comandante del submarino ha estado haciendo ha sido (en el sentido de la palabra que he propuesto) equivoca­do. (No quiero decir, por supuesto, que hiciera algo equivoca­do en el sentido tecnico: presumiblemente sabia como manio­brar con su barco correctamente.) Ha mantenido astutamente

60 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARIST A

oculta su nave cuando hubiera sido mejor para la humanidad que hubiera permariecido varado en superficie, ha mantenido la moral de su tripulaci6n alta cuando hubiera sido mejor que la dotaci6n se hubiera comportado en forma cobarde a inefi­caz, y ha lanzado sus torpedos con un efecto tan mortifero que ha causado el maximo daiio. Sin embargo, una vez que el . coman dante enemigo ha sido capturado, 0 incluso antes de que 10 fuera, nuestro marino utilitarista del acto actua correc­tamente alabando al comandante enemigo, comportandose ca­ballerosamente con el, rindiendole honores, etc., porque ha de influir poderosamente para que sus propios hombres aspiren a un valor y eficacia profesional semejantes, para un beneficio ultimo de la humanidad.

Lo que he dicho en el ultimo parrafo ace rca de la utilidad ocasional de ensalzar acciones perjudiciales piensoque se aplica induso cuando el-utilitarista esta hablando a otros uti­litaristas. Pero tiene una mayor aplicaci6n cuando el utilita­rista esta dirigiendose a un auditorio predominantemente no utilitarista, como es el caso mas frecuente. Por tomar un caso extremo, supongamos que el utilitarista esta hablando a gente que vi ve en una sociedad gobernada por una forma de etica de tabues magicos. Puede considerar que aunque en una oca­si6n cQncreta cumplir con los tabues perjudica, en conjunto la tendencia de la etica de tabues es mas beneficiosa que el tipo de anarqula moral en la que tal sociedad podria caer si se de­bilitara su reverencia por sus tabues. Por tanto, aunque recono­ciera que el sistema de tabus que gobierna la conducta de es­tas personas es notablemente inferior a una etica utilitarista, no obstante, podria reconocer tambien que la base cultural de tal gente es tal que no podrian ser facilmente persuadidos para adoptar una etica utilitarista. As! pues, distribuira, sobre bases acto-utilitaristas, su alabanza y su repulsa de tal forma que se fortalezca, no se debilite, el sistema de tabues.

En una sociedad ordinaria no encontramos una situaci6n extrema de este tipo. Puede persuadirse a mucha gente para que adopte una forma de pensar utilitarista, 0 casi utilitarista, pero tambien habra mucha a la que no se podra persuadir. Podemos considerar si no seria mejor hacer caer la balanza del lado de la moralidad tradicional prevaleciente, mas que

LUGAR, DE LAS REG LAS EN EL UTILITARISMO DEL ACTO 61

del lado de un intento de mejorarla con el riesgo de debilitar el respeto por la moralidad en su conjunto. Unas veces la res­puesta a este problema sera «SI», y otras veces sera «no». Como dijo SIDGWICK 42:

«La doclrina de que la Felicidad Universal es eI ultimo standard no debe ser enlendida como implicando que la Benevolencia Universal es ... siempre el mejor molivo de la acci6n. Pueslo que ... no es necesario que el fin que pro­porciona el crilerio de correcci6n sea siempre el fin al que conscienlemente lendemos: y si Ia e1.periencia mueslra que la felicidad general sera alcanzada de manera mas salisfactoria si los hombres aCluan frecuenlemenle por olros molivos que hi liIanlropia universal pura, es obvio que eslos olros molivos han de ser preferidos a los principios ulililarislas.lt

En general debemos notar que es siempre peligroso in­fluenciar a una persona contra su convicci6n de 10 que es co­rrecto. Puede producirse mas daiio debilitando su respeto por el deber que et que se evitaria previniendo la acci6n particu­lar en cuesti6n. Ademas, para citar de nuevo a SIDGWICK, 4(cualquier regIa moral particular dada, aunque no sea la me­jor ideal mente para seres tales como los hombres que existen en las circunstancias dadas, puede que sea la mejor de entre todas las que se les podria convencer que obedecieran» 43. De­bemos recordar que es probable que algunos motivos esten presentes en exceso mas que en defecto: en cuyo caso, por ne­cesarios que puedan ser, no es· conveniente alabarlos. Clara­mente es uti! ensalzar el altruismo, aun cuando no es benevo­lencia pura generalizada (tratarse UIlO a SI mismo como ni mas ni menos importante queotro cualquiera), simplemente porque la mayor parte de la gente peca precisamente de 10 contrario, de demashldo amor a Sl mismo y de poco altruis­mo. De forma semejante, no es conveniente alabar el amor a uno mismo, por importante que este sea cuando se da en la

. debida proporci6n. En suma, para citar otra vez a SIOOWICK, «al distribuir nuestro elogio de las cualidadeS humanas, de acuerd() con los principios utilitaristas, no hemos de conside­rar primariamente la utilidad de la cualidad, sino la utilidad del elogio» 44.

02 Methods of Ethics, p. 4 I 3. OJ Ibid., p. 469 . .. Ibid., p. 428.

62 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARIST A

La mayo ria de los hombres, no debemos olvidarlo, no son utilitaristas del acto, y no usan las palabras «bueno» y «malo» -cuando se refieren a agentes 0 a motivos- de la misma mane­ra que ha sido recomendada aqu1. Cuando un hombre dice que otro es malo, puede estar diciendo algo con una connot~­cion parcial mente metafisica 0 supersticiosa. Puede estar dl­ciendo que hay algo semejante a una mancha amarilla en el alma del otro hombre. Por supuesto no pensaria que esto es completamente literal. 5i Ie preguntaras si las almas pueden ser coloreadas, 0 si el amarillo es un color particularmente detestable naturalmente se reiria de t1. Su concepcion sobre el pecado' y la maldad puede dejarse en una comoda oscuri­dad. No obstante 10 que dice puede entranar ciertamente algo como el concepto de la mancha amarilla. Asi «malo» ha lle­gado a tener mucha mas fuerza que la formula utilitarista «probable mente es muy perjudiciah) 0 «probable mente es una amenaza». Estigmatizar a uno como malo no es, tal como es­tan las cosas, simplemente hacer que los hombres desconfien de el, sino hacerle objeto de un aborrecimiento peculiar y muy poderoso, por enciPla de la aversion natural que se tiene hacia un objeto natural peligroso tal como un tifon 0 un pul­po. Y muy bien puede ocurrir que sea ventajoso para el utili­tarista del acto, qua utilitarista del acto, asentir a esta forma de hablar cuando esta en compaiiia de no utilitaristas. No creera en las manchas amarillas de las almas 0 en cualquier otra cosa por el estilo. Tout comprendre c 'est tout pardonner; un hombre es el resultado de la herencia y del medio ambien­teo Sin embargo, el utilitarista puede influenciar la conducta de la forma que desea usando «malo» de una manera casi su­persticiosa. Similarmente un hombre que va a ser cocido vivo por los canibales puede decir utilmente que un eclipse inmi­nente es un signo de que los dioses desaprueban las activida- . des culinarias previstas. Hemos visto que en una sociedad completamente utilitarista la utilidad de la alabanza de los motivos de un agente no siempre concuerda con la utilidad de la acciOn. Esto puede ser asi aun mas en una sociedad no uti­litarista.

Aun he subrayado poco la importancia de la distincion de SIDGWICK entre utilidad de una accion y utilidad de la ala-

LUGAR DE LAS REGLAS EN EL UTILITARISMO DEL ACTO 63

banza 0 censura de ella, puesto que muchas «refutaciones» fa­laces del utilitarismo dependen de su plausibilidad para con­fundir las dos cosaS.

Asi A. N. PRIOR 45 cita esta cancion de cuna:

«Por falta de un c1avo se perdi6 la herradura;

por culpa de una herradura se perdi6 el caballo;

por culpa de un caballo se perdi6 el jinete;

por fa Ita de un jinete se perdi6 la batalla;

por falta de una batalla se perdi6 el reino;

y todo por la falta de un c1avo de una herradura.»

iTodo fue culpa del herrero! Pero, dice PRIOR, es ciertamente duro cargar sobre los hom bros del herrero toda la responsabi­lidad de la perdida del reinado. Sin embargo, eso no constituye una objecion para el utilitarista del acto. El utilitarista po­dria decir consistentemente que no seria de ninguna utilidad culpar al herrero, 0 en cualquier caso no 10 seria cuI parle mas de 10 que se Ie culparia en cualquier otro caso mas 0 menos trivial de «mal mantenimiento». EI herrero no tenia ninguna razon para creer que el destino del reino dependeria de un clavo. Si Ie culpamos podemos convertirle en un neurotico y en el futuro puede que aun mas caballos sean mal herrados.

Por otra parte, dice PRIOR, la perdida del reino fue otro tanto falta de alguien cuya negligencia condujo a que hubiera un canon de menos en el campo de batalla. 5i no hubiera sido por este otro descuido la negligencia del herrero no habria te­nido mayor importancia. i,De quien es la responsabilidad? El utilitarista del acto replicaria consistentemente que la nocion de responsabilidad es una muestra de sin sentido metafisico y que debe ria ser reemplazada por i,A quien seria util cuI par? Y en el caso de una batalla como la citada, sin duda, seria util culpar a un amplio numero de personas, aunque no demasia-

41 «The consequences of actions», Aristotelian Socielv SlIpplementarv volll-me30(l956), pp. 91-9. Verp. 105. .,.

64 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTI LIT ARIST A

do grande. A diferencia, por ejemplo, del caso en el que una batalla se perdiera a causa de una borrachera del general, en el que la culpa considerable de una persona particular seria real mente uti!.

4<Pero, (,no se volveria loco un hombre que intentara real­mente tomar sobre sus hom bros la responsabilidad total de todo de esa forma?» dice PRIOR. Ciertamente si. El herrero no debe mortificarse a sl mismo con pensamientos malsanos sobre su descuido. Debe recordar que su descuido fue de los que son triviales ordinariamente, y que muchas otras personas fueron igualmente descuidadas. La batalla fue una cosa muy elabora­da. Pero esta negacion a culparse a sl mismo, 0 a culparse de­masiado, es consistente con el reconocimiento de que su ac­cion de hecho fue incorrecta, de que se habrian evitado mu­chos daiios si hubiera actuado de otra manera. A!Jnque si otras personas, por ejemplo, el hombre-por cuya culpa no lIe­go a tiempo el canon extra, hubieran actuado en forma dife­rente, entonces la accion del herrero no habria sido de hecho muy equivocada, aunque no habria sido ni mas ni menos censu­rable. Una accion muy incorrecta es ordinariamente muy cen­surable, pero en algunas ocasiones, como la presente, puede q~e no sea severa mente censurable en absoluto: Esto parece parado­jico a primera vista, pero la paradoja desaparece si record amos la distinci6n de SIDGWICK entre la utilidad de una acci6n y la utilidad de su elogio.

La idea de que un utilitarista consistente se volveria loco si tuviera que preocuparse de los diversos efectos de sus acciones quiza este estrechamente conectada con un curioso argumento contra el utilitarismo que se encuentra en el libro de BAIER The Moral Point of View (El punto de vista moral) 46. BAIER mantiene que el u tilitarismo (del acto) debe ser rechazado porque implica que no deberiamos descansar nunca, que deberiamos usaf cada minuto djsponible en hacer buenas obras, y no pensamos ordinariamente que sea asi. EI utilitarista tiene dos replicas efectivas. La primera es que quiza 10 que pensamos ordinariamente es falso. Acaso una

.. K. E. M. BAIER, The Moral Point of" View (Cornell UniverSity Press, It­haca. New York, 1958), pp. 203-204.

I LUGAR DE LAS REGLAS EN EL UTILIT ARISMO DEL ACTO 65

investigacion racional nos conduciria a la conclusion de que deberiamos descansar mucho menos de 10 que 10 hacemos. La segunda replica es que las premisas acto-utilitaristas no implican que no deberiamos descansar nunca. Puede ser que descansando y haciendo unas pocas buenas obras hoy multipliquemos por tres nuestra capacidad de hacer buenas obras manana. De tal forma el descanso y la diversion pueden defenderse incluso si ignoramos, que no deberiamos hacerlo, su placer intrinsecQ.

Por tanto, pido al lector que, si esta impresionado por al­guna de las pretendidas refutaciones del utilitarismo del acto, piense en la distinci6n entre la correccion 0 incorrecci6n de una acci6n y la bondad 0 maldad del agente, y la distincion de SIDGWICK correlativa y mas importante entre la utilidad de una accion y la utilidad del e1ogio 0 censura de tal accion. Descuidar esta distinci6n es una de las causas mas comunes de las refutaciones falaces del utilitarismo del acto.

Es necesario recordar tambien que estamos considerando aqui el utilitarismo como un sistema normativo. EI hecho de que tiene consecuencias que entran en conflicto con algunos de nuestros juicios morales particulares no es un argumento decisivo en su contra. En la ciencia los principios generales deben ser contrastados porreferencia a los hechos de observa­cion particulares. En etica se puede tomar una actitud opues­ta y contrastar las actitudes morales particulares por referen­cia a las mas generales. EI utilitarista puede mantener que, puesto que su principio descansa sobre algo tan simple y na­tural como la benevolencia generalizada, esta mas solidamen­te fundamentado que nuestros sentimientos particulares, que pueden deformarse sutilmente a causa de analogias con tipos de' casos aparentemente semejantes y por todo tipo de restos del pensamiento etico tradicional y acritico. Por supuesto que si el utilitarismo del acto fuera propuesto como una sistemati­zacion descriptiva de como los hombres ordinarios, e incluso nosotros mismos en nuestros moment os irreflexvos y acriticos, piensan sobre cuestiones eticas, entonces seria facil refutarlo y yo no desearia defenderlo. Igual que si fuera propuesto no como una teoria descriptiva sino como una teoria explicativa .

John PLAMENATZ, en su English Utilitarians (Utilitaristas

66 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILITARISTA

Ingleses), parece pretender que el utilitarismo «esta destruido y que ninguna de sus partes ha quedado en pie» 47. Aparente­mente puede parecer que es asi sobre la base de que la expli­cacion utilitarista de las instituciones sooiales no funciona: no podemos explicar diversas instituciones sobre la base de que han aparecido porque conducen a la felicidad maxima. En est a monografia no voy a tratar cuales son nuestras institucio­nes y costumbres morales de hecho, y menos aun tratare la cuestion de por que son las que de hecho son. Me referire tan solo a una cierta concepcion sobre cuales deben ser. La co­rreccion de una doctrina etica cuando es interpretada como recomendatoria es bastante independiente de su verdad cuan­do es interpretada como descriptiva y de su verdad cuando es interpretada como explicativa. De hecho una doctrina puede llegar a ser importante como posible recomendacion precisa- . mente en cuanto es falsa como descripcion y como explica­cion.

• ' Fhe ,",'/lxli.11l Utilitaria/l,I. 2.' cd. (Blackwell. Oxford, I 'i6t). p. '45.

8 APLICACION SIMPLE DE LA TECNICA

DE LA TEORIA DE JUEGOS

Hasta ahora espero haber mostrado que el utilitarismo del acto, como teoria de etica normativa, no es una doctrina tan ingenua como sus criticos parecen suponer, y que escapa a algunas de las refutaciones usuales. A continuacion quiero analizar un tipo de situacion que se ha mostrado dificil de manejar por el utilitarista del acto en el pasado, pero para la que pueden proporcionar una solucion algunas tecnicas simples de la teo ria de los juegos.

R. B. BRANDT 48 considera el caso de un utilitarista en Inglaterra en tiempo de guerra, suponiendo que existe una petici6n gubernamentm de que se mantenga la temperatura en las casas a un maximo de 50· F, para ahorrar de esa manera gas y electricidad. Un utilitarista frances que estuviera residiendo en Inglaterra podria razonar como sigue: «Es muy improbable que la gran mayo ria de los ingleses no cUrTIpla esta petici6n, por ello no se causara ningun perjuicio si unas pocas personas, como yo mismo, mantienen una temperatura de 70· F. Ello contribuira en gran medida a la comodidad de estas pocas personas. Por tanto la felicidad general se vera incrementada si yo uso bastante gas y electricidad para vivir c6modamente.}) Asi pues, el frances en cuesti6n decide usar la electricidad y el gas a su placer. Naturalmente, en la practica, puede que tal decisi6n no Ie haga mas feliz. Si fuera una persona decente, normalmente educada, hubiera sentido un considerable remordimiendo de conciencia. Pero supongamos que el frances es un utilitarista acerrimo absolutamente ingenuo. ~Que ocurriria entonces?

48 Ethical Thear),. p. 389 .

68 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARIST A

EI utilitarista del acto estara de acuerdo en que si la con­ducta del frances pudiera ser mantenida en secreta entonces debe usar la electricidad y el gas. Pero el frances debe ria estar de acuerdo a su vez en que deberia ser condenado y castigado si fuera descubierto. Ciertamente se levantaria una terrible protesta, como apunta BRANDT, si se llegara a conocer que miembros del Gabinete, que son conscientes de la buena vo­luntad de la mayor parte de la gente para sacrificarse y que saben, por tanto, que la electricidad y el gas estan siendo ad­ministrados razonablemente bien, ignoran sus propias reglas. Tambien en este caso el calculo utilitarista seria ciertamente diferente si asumiera que la conducta de los miembros del Gabinete iba a ser conocida. Por otro lado el utilitarista man­tendria que, en este caso, hay buenas razones utilitaristas (es­pecialmente en una sociedad que, en general, no es utilitaris­ta) para condenar al Gabinete. Debemos recordar la distincion entre utilidad de una accion y utilidad del elogio 0 censura de tal accion. Sin embargo, independientemente de este ultimo punto, podemos estar de acuerdo en que BRANDT ha plantea­do un caso en el que es probable que el utilitarista entre en conflicto con la etica del sentido comun. El utilitarista, si es consistente, respondera: «iTanto peor para la etica del sentido

, , comun.».

BRANDT objeta, ademas, que si todo el mundo siguiera el razonamiento del frances se producirian resultados desastro­sos. Esta objecion no toma en cuenta que el frances habria usado como una premisa emplrica en su calculo la proposi­cion que afirma que probablemente muy pocas personas razo­narian como el. Lo mas probable es que la mayor parte sea partidaria de una moral tradicional, no utilitarista. "Como ra­zona ria el frances si estuviera viviendo en una sociedad com­puesta enteramente por acto-utilitaristas tan convencidos y ra­cionales como el mismo? Estaria en situacion de no poder sa­ber como planificar su accion a menos que tenga premisas que Ie informen ace rca de 10 que las otras personas quieren hacer, y cada una de elias no sabra como planificar su accion a menos que sepa 10 que hara el resto de la gente (incluyendo al frances). Se da una circularidad en la situacion que pide a voces la tecnica de la teoria de juegos.

TECNICA DE LA TEO RIA DE JUEGOS 69

Hay tres tipos de posibilidad: (a) puede decidir obedecer el decreto del gobiemo; (b) puede decidir no obedecer tal decre­to' (c) puede decidir darse a sf mismo una cierta probabilidad d; no obedecer el decreto, por ej., decidiendo tirar los dad os y desobedecer el decreto del gobiemo sl y solo 51 sale un cierto numero de seises sucesivos.

Decidir hacer algo de tipo (c) es adoptar 10 que en teoria de juegos se llama «una estrategia mixta». Sobre asunciones plausibles resultaria que se alcanzaria el mejor resultado si cada miembro de la sociedad acto-utilitarista se diera a sf mis­mo una probabilidad muy pequefia p de desobedecer el decre­to del gobiemo. En la practica p es muy dificil de calcular, y . puesto que probablemente es muy peq~efia, en la practic~ el utilitarista del acto adoptara la alternatlva (a). Realmente Sl la molestia de calcular p pesa mas que el beneficio probable de adoPtar la estrategia mixta, y tomamos esta en cuenta, ten­driamos que optar de todos modos por la altemativa (a).

Veamos como se pod ria calcular la probabilidad p. Incluso si la materia es de poca importancia practica tiene interes para el entendimiento teorico de la etica. .

Sea m el numero de personas que hay en la comunIdad. Sea j(n) eJ perjuicio nacional causado por exactamente n per­sonas que desobedecen el decreto del gobiemo; sera una fun­cion creciente de n. Ahora bien, si cada miembro de la comu­nidad se da a sl mismo una probabilidad p de desobedecer el edicto, es racil determinar, como funciones de fJ, las probabili­dades PI, P2, ... Pm de que exactamente I, 2, ... m personas res­pectivamente desobedezcan el edicto. Sea a el beneficio perso­nal que cada persona obtiene desobedeciendo el decreto. Por supuesto voy a suponer 10 que es quiza una ficcion: que. es posible asignar valores numericos a j(n) y a a. Entonces, Sl V es el beneficio total probable para la comunidad, tenemos

V = PI (a-'/(l» + p2 (2a-.f(2» + PJ (3a-f(3» + ... pl/1(ma -.f(m».

Si conocemos la funcion .f(n) podemos calcular el valor de dV

p para el que -d = o. Esto nos dara el valor de p que maxi-. V P mlza .

70 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILITARISTA

Como he dicho, el asunto tiene una importancia mas teo­rica que practica, puesto que, en el tipo de caso en el que yo pienso, el utilitarista del acto no se molestaria en calcular sino que simplemente obedeceria el decreto del gobierno. Si~ duda, podriamos idear ejemplos especiales de decision moral en los que pudiera obtenerse un valor de p no tan pequeno. Este tipo de razonamiento parece ser importante mas por la claridad teorica que proporciona que por su potencialidad para la direccion practica de la conducta 49.

Puede pensarse que esta solucion simetrica mediante estra­tegias mixtas implica algun tipo de utilitarismo de la regIa 50.

i.Tendni un grupo de utilitaristas del acto una base empirica para asumir que todos adoptaran una solucion simetrica al problema? Naturalmente si David LYONS tiehe razon y el uti­litarismo de la regIa colapsa en utilitarismo del acto, el pro­blema desaparece. Sin embargo, como he subrayado en la p. J 9, no puede verse como aplicar el argumento de LYONS al tipo de situacion en el que 10 que una persona debe hacer de­pen de de 10 que las demas deban hacer y viceversa. Este tipo de situacion requiere un tratamiento especial.

La clave estriba en la nocion de una convenci6n, que ha sido considerada en un importante libro de Davis K. LEWIS 51.

LEWIS, a su vez, hace uso del estudio de «juegos de coord ina­cion» de Thomas C. SCHELLING 52, que sugiere que dos agen­tes pueden coordinar sus actividades sin reglas. Por ejemplo, dos paracaidistas que han sido lanzados en territorio enemigo y necesitan reunirse, se dirigiran los dos a un puente cuando este es el unico rasgo sobresaliente del mapa. El utilitarista del acto tendra que tomar su propension a una cqnducta

49 La adopcion de una estrategia mixta parece proporcionar la solucion (en teoria) al ~jemplo del riego del jardin del articulo de STOUT, ((But suppose' everyone dId the same», Australasian Journal 0/ Phzlosophy 32 (I954), pp. 1-29.

lO Ver las penetrantes notas de M. A. KAPLAN, en su nota ((Reestricted Utilitarianism», Ethics 7 I (J 960- 1961), pp. 301-302, Y DAVID BRA YBRODKE, ((The Choice between utilitarianisms», American Philosophical Quarterly 4 (I 967), pp. 28-38.

II D. K. LEWIS. Convention (Harvard University Press Cambridge Mass. 1969). ' "

l2 ~h. C. SCHELLING: The Strategy 0/ Conflict (Harvard University Press, Cambndge, Mass., 1960). Hay trad. cast.: La es!rategia del con/hcto (Tecnos. Madnd, 1964).

TECNICA DE LA TEORIA DE JUEGOS 71

coordinada como un hecho empirico referente a los seres hu­manos que cada uno tomara en cuenta Jegitimamente al pla­nificar su estrategia. LEWIS muestra que la nocion de conven­cion es anterior a la de regIa, y as! pienso que el depender de convenciones por parte del acto-utilitarista no tiene por que convertirle en utilitarista de la regIa 0 en un kantiano. LEWIS ha llevado a cabo un notable analisis de un tipo de objecion impuesta al utilitarismo del acto, haciendo uso de su teoria de la convencion, en su articulo «Utilitarianism and truthful­ness» (<<Utilitarismo y veracidad») 53.

lncluso si la solucion a la dificultad presente fuera el utili­tarismo de la regIa, seria un utilitarismo de la regIa (0 quiza un kantismo) notablemente diferente de los que han sido pro­puestos, puesto que seria aplicable s610 en aqueUas situacio­nes en las que todos los agentes son utilitaristas. EI tipo de utilitarista al que me refiero pensara normalmente que debe actuar cuando este en una sociedad predominantemente no­utilitarista de manera diferente de la que debe ria cuando es­tuviera en una sociedad utilitarista. Ademas, incluso en el caso de una sociedad de utilitaristas que piensen del mismo modo, la solucion de la estrategia mixta resulta muy diferente de las usuales variedades de «todo 0 nada» del utilitarismo de la regIa.

II Australasian Journal 0/ Philosophy 50 (1972), pp. 17-19. Se trata de una replica a un argurnento de D. H. HODGSON, Consequences o/Utilitarianism (Ox­ford University Press, London, 1967), pp. 38-46:

9 UTILIT ARISMO Y FUTURO

EI argumento mas persuasivo en favor del utilitarismo ha sido que los dictados de una etica deontologica, en algunas ocasiones, conduciran siempre a la existencia de la miseria que podria haber sido prevista sobre principios utilitaristas. Asi, si el deontologista dice que las pro mesas deben ser cum­plidas siempre (0 incluso si, como Ross, tal deontologista dice que hay un deber prima jacie de cumplirlas), podemos enfren­tarle con una situacion como la siguiente, la bien conocida «promesa de la isla desierta»: He prometido a un hombre mo­ribundo en una isla desierta, de la que posteriormente fui res­catado yo solo, que donaria su tesoro al Jockey Club de Aus­tralia del Sur. A mi vuelta 10 entrego al Hospital Real de Adelaida, que, como podemos suponer, 10 necesita urgente­mente para un aparato nuevo de Rayos X. i.Podrfa alguien negar que he actuado correctamente sin exponerme a ser acu­sado de falta de humanidad? (Recordemos que la promesa era conocida solo por mi, y que, por tanto, mi accion no debilita­ra en este caso la confianza general en la institucion social de la promesa). iPensemos en las personas moribundas por causa de dolorosos tumores que podian haber sido salvados con el tesoro de la isla desierta!

«Pero, puede objetar todavia el deontologista, es mi doctri-, na la que es humana. Me has acusado de inhumanidad a cau­

sa de que algunas veces causa una mise ria evitable por cum­plir una regIa. Pero son estas reglas, que consideras tan frias e inhumanas, las que salvaguardan a la humanidad de las mas tremendas atrocidades. i.En interes de las generaciones futuras hemos de permitir que mueran de hambre millones, 0 incluso que mas mill ones sean conducidos a trabajos forzados? i.No es esta mentalidad tan consecuencialista la raiz de las grandes

UTILlT ARISMO Y FUTURO 73

injusticias que vemos hoy en el mundo?» Dos respuestas son relevantes para el caso. En primer lugar el- hombre que dice este tipo de cosas puede 0 no estar interesado en el bienestar de las generaciones futuras. Es perfectamente posible que no tenga el sentimiento de benevolencia generalizada, pero que sea movido por una benevolencia localizada. Cuando esta 10-calizada en el espacio tenemos la etica de tribu 0 de raza; cuando esta localizada en el tiempo tenemos una etica de la epoca y de generacion actuales. Puede ocurrir que las atroci­dades llevadas a cabo por mor de un futuro utopico repugnen a algunas personas simplemente porque hipotecan el presente por el futuro. Encontramos aqui una diferencia en torno a los fines ultimos, y en ese caso no puedo acusar a mi oponente de estar confundido 0 de ser supersticioso, aunque puedo acu­sarle de tener una vision limitada. i.Por que no deberian im­portar las generaciones futuras tanto como las presentes? Ne­gar esto es ser parroquial en cuanto al tiempo. Si se objeta que las generaciones futuras solo existiran probablemente. yo respondo: i.no tomaria en cuenta el objetante una poblacion presente probablemente existente en una isla desconocida an­tes de utilizarla para probar bombas?

En segundo lugar, sin embargo, el oponente del utilitaris­mo puede tener una benevolencia perfectamente desinteresa­da, salvo por su consideracion de la observancia de las reglas como tales. Las generaciones futuras pueden significar para el tanto como las presentes. EI utilitarista puede contestarle como sigue. Si se conociera que es verdad, como una cuestion de hecho, que las medidas que causarian miseria y muerte a diez millones hoy podrian salvar de una miseria mayor y de la muerte a centenares de millones en el futuro, y si esa fuera la unica manera de hacerlo, entonces seria correcto causar ta­les atrocidades. Seguramente el caso no es diferente, en prin­cipio, del caso del comandante del batallon que sacrifico una patrulla para salvar una compania. Donde cometen incorrec­cion los tiranos que causan atrocidades por Utopia es, segura­mente, en la cuestion de hecho, y en la confusion entre pro­babilidades y certezas.

Despues de todo, se tend ria que estar muy seguro de que se evitaria a las generaciones futuras una miseria aun mayor

74 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARISTA

antes de embarcarse en un programa tiranico semejante. Una cosa que deberiamos saber ahora sobre el futuro es que las predicciones en gran escala son imposibles. i,Podria Jeremy BENTHAM 0 Karl MARX (por tomar dos teoricos politicos muy diferentes) haber previsto la bomba atomica? i,Podrian haber previsto la automatizacion? i,Podemos preyer la tecno­logia del siglo proximo? Cuando el futuro es tan turbio, un hombre que sacrificara el presente de una manera tan grande por el debe estar loco. Ademas, incluso si conocieramos c1ara­mente el futuro, es muy improbable que atrocidades en gran escala fueran beneficiosas. No debemos olvidar los tremendos efectos secundarios: el embrutecimiento de las personas que ordenaron las atrocidades y de las que las lIevaron a cabo. De hecho, podemos estar de acuerdo con la mas acerba den uncia de las atrocidades cometidas en el nombre de Utopia sin sa­crificar nuestros principios acto-utilitaristas. Hay muy buenas razones utilitaristas para denunciar las atmcidades. Pero son los hechos empiricos, y solo los hechos empiricos, los que conduciran al utilitarista a decir eso.

EI futuro, como he sefialado, es oscuro, en gran medida, porque las potencialidades del avance tecnologico son desco­nocidas para nosotros. Tal consideracion incrementa el atrac­tivo de una etica utilitarista (a causa de la flexibilidad interior de una etica semejante) e incrementa la dificultad de aplicar tal etica.

Normalmente el utilitarista es capaz de asumir que los efectos de sus acciones tienden suave mente a cero, como las ()ndas en una charca despues de haber tirado una piedra en ella. Esta asuncion normalmente parece bastante plausible. Supongamos que un hombre decide si seducira a la mujer de su vecino. Sobre fundamentos utilitaristas parece bastante ob­vio que un acto asi seria incorrecto, puesto que la infelicidad que probablemente ha de causar en el futuro proximo tam­bien sera obvia. Nuestro hombre no necesita considerar la po­sibilidad de que, si seduce a la mujer, uno de sus remotos des­cendientes sera un benefactor de la raza humana. Tal posibili­dad no es improbable en absoluto, considerando que posible­mente el numero de descendientes despues de muchisimas ge­neraciones sera muy grande, pero no es mas probable que la

UTILIT ARISMO Y FUTURO 75

posibilidad de que uno de sus descendientes remotos cause un gran perjuicio a la raza humana, 0 de que uno de los descen­dientes de una union mas legitima beneficie a la raza huma­na. Parece plausible que los beneficios y perdidas probables a largo plazo de sus acciones alternativas puedan ser pasados por alto 0 que se anulen reciprocamente.

Un caso obviamente importante en el que una persona, si fuera utilitarista, tend ria que considerar los efectos que se pro­duciran en un futuro lejano, quiza de millones de afios, es el caso del hombre de Estado que estuviera considerando la po­sibilidad de comprometerse en una guerra nuclear, si hubiera alguna probabilidad, incluso pequefia, de que esa guerra pu­diera acabar en la destruccion de toda la raza humana. Undu­so una guerra menos drastica que esa podria tener importan­tes consecuencias en un futuro lejano, de centenares de afios.) Simi lares consecuencias catastroficas a largo plazo deben con­siderarse al planificar el vuelo a otros planetas si existe una posibilidad, incluso muy pequefia, de que estos planetas po­sean virus 0 bacterias, ante los que el organismo humano no tenga inmunidad.

EI progreso de la ciencia y de la tecnica puede deparar muchos mas casos que, a su vez, podrian plantear dramaticos problemas al moralista. Consideremos los problemas morales que surgirian de una innovacion espectacular en el campo de la eugenesia positiva 54, 0 quiz<i de la intervencion directa en el material geneti;;o humano, 0 de un descubrimiento especta­cular que posibilitara prolongar indefinidamente la duracion de la vida humana. (Por ejemplo, i,implicaria la realizacion de la ultima posibilidad la correccion de la eutanasia universal?) Una vez mas, supongamos que lIegara a ser posible disefiar

54 La eugenesia positiva consiste en favorecer la reproduccion de aquellos que portan genes deseables, mientras que la eugenesia negativa consiste en oponerse a la reproduccion de los portadores de genes indeseables. En Ill: Sl­

tuaci6n actual del comocimiento de la genetica humana, al menos, la ultIma es mucho mas importante cientificamente que la primera. Para una sugestion espectacular en el campo de la eugenesia positiva, ver el libro Out of the Night (Gollancz, London, 1936) por el genetista americana H. J. MULLE~ .. Para una exposicion divulgadora de las dificultades biol6gicas que obstacuh­zan la idea de eugenesia positiva ver P. B. MEDAWAR, The Future of Man (Methuen, London, 1959), conf. 3 y 4.

76 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT ARIST A

una maquina ultrainteligente 55 (superior en inteligencia a cualquier humano) que pudiera disei'iar a su vez maquinas aun mas inteligentes que a su vez pudieran ... etc.

Consideremos primero la eugenesia positiva. Supongamos que llegara eI dia en que, por metodos de eugenesia positiva, fuera posible incrementar notablemente la inteligencia de toda la raza humana, sin usar medios tiranicos ni desagrada­bles y sin reducir la diversidad genetica de las especies. (Hay importantes ventajas biologicas en la diversidad.) l.Debe apro­bar un utilitarista tal medida? Claramente eso dependera en alguna medida de si es hedonista 0 utilitarista ideal. El utilita­ristaideal puede tener una preferencia intrinseca por estados mentales mas inteligentes. Sin embargo, el utilitarista hedonis­ta pod ria estar de acuetdo con el utilitarista ideal si pensara que la inteligencia es valorable extrinsecamente, por ejemplo si pensara que las guerras y la miseria son debidas prinCipal­mente a la estupidez, y quiza si pensara que la mayor parte de los caminos para obtener placer estan abiertos a las perso­nas inteligentes.

Surgen cuestiones eticas aun mas interesantes si imagina­mos que la ingenieria biologica fuera tan lejos que posibilitara la produccion de una especie superior de hombre. Cuestiones semejantes surgirian tambien si imaginamos que llega a ser posible construir un artefacto ultrainteligente que posea con­ciencia. (Este no es lugar para entrar en las profundas impli­caciones metafisicas que nacen de la cuestion de si un artefac­to consciente es posible 0 no.) Sea una entidad que es 0 bien un miembro de la especie superior considerada 0 bien un ar­tefacto consciente ultrainteligente, convenientemente denomi­nado «un supermafi)). l.Cual pod ria ser la actitud del utilitaris­ta hacia las acciones posibles que conducirian a la produccion de un «supermafi))? Es bastante posible que hubiera un tipo de utilitarista que valorara unicamente la felicidad de su propia especie y que fuera perfectamente indiferente a la de especies superiores 0 inferiores. Podria incluso considerar al «supermafi))

• 55 .Ver, por ej.emplo, I. J. GOOD, ((Speculations concerning the first ultra­mteillgent machme», Advances in Computers, vol. 6. Academic Press, New York, 1965.

UTI LIT ARISMO Y FUTURO 77

con temor y odio. La etica de este hombre seria analoga a la etica de la tribu. Supongamos alternativamente que fuera un utilitarista ideal 0 quasi ideal, que pensara que es mejor ser un Socrates insatisfecho que un tonto satisfecho. l.Deberia otorgar precedencia etica al «supermafi))?

En la actualidad hay muchas menos posibilidades de desa­cuerdo practico entre aquellos que se preocupan de la felici­dad de todos los seres vivientes. En cuanto a los seres inferio­res, ciertamente hay una posibilidad de un desacuerdo serio respecto de la moralidad de cosas tales como la «granja expe­rimental». Pero si llegara a ser posible controlar nuestra evo­lucion de tal ~aner~ que se desarrollara una especie superior, entonces la dlferencla entre una moralidad de especie y una moralidad de todos los seres vivientes llegaria a ser mucho mas que una cuestion vital.

10 UTILIT ARISMO Y JUSTICIA

Hasta aqui, he hecho 10 que he podido para establecer el utilitarismo de una manera que sea conceptual mente clara y para rebatir r.nuchas de las objeciones que comunmente se Ie hacen. Al tiempo que escribia la primera edicion de esta mo­nografia me converti a mi mismo en un utilitarista convenci­do. Me parecia entonces que puesto que el principio utilitaris­ta expresaba la actitud de benevolencia generalizada, cual­quiera que rechazara el utilitarismo habria de ser inhumano, esto es, en cierta medida no-benevolente, 0 incluso tendria que ser victima de confusion conceptual 0 de una adhesion irrefle­xiva a las formas tradicionales de pensamiento, 0 quiza sea partida rio de algun sistema de etica religiosa, que podria ser socavada mediante critica metafisica. Es cierto que el utilita­rismo tiene consecuencias que son incompatibles con la con­ciencia moral comun, pero yo me inclinaba a tomar el punto de vista de que «tanto peor para la conciencia moral comun». Esto es, estaba inclinado a rechazar la metodologia comun de contrastar los principios eticos generales viendo como cua­dran con nuestros sentimientos en instancias particulares.

Despues de todo, se puede pensar algo como 10 siguiente. i,Cwil es el proposito de la moralidad? (Contestar esta cues­tion es hacer un juicio moral. Pensar que se pudiera contestar la cuestion «i,Cwil es el proposito de la moralidad?» sin hacer un juicio moral seria condonar la falacia naturalista, la falacia de deducir un «debe» de un «es».) Supongamos que decimos, como seguramente se intenta hacer al menos, que el proposito de la moralidad es favorecer la felicidad general. Parece se­guirse de inmediato que debemos rechazar cualquier regIa moral putativa, 0 cualquier sentimiento moral particular, que entre en conflicto con el principio utilitarista. Es innegable

unLIT ARISMO Y JUSnCIA 79

que tenemos sentimientos morales anti-utilitaristas, pero quiza deberian ser dejados a un lado en la medida de 10 posible, como debidos a nuestro condicionamiento moral en la infan­cia. (La debilidad de esta linea de pensamiento es que la apro­bacion del principio general del utilitarismo puede deberse tambien a condicionamiento moral. E incluso si la benevolen­cia fuera de alguna manera una actitud «natural», no «artifi­ciab) , esta consideracion pod ria tener en el mejor caso fuerza persuasiva, sin una claridad racional. Argumentar a partir de la naturalidad hacia la correccion de una actitud moral seria cometer la falacia naturalista.) No obstante, de alguna manera el principio general del utilitarismo puede recomendarse a Sl mismo ante nosotros tanto, 0 mas, como pueden hacerlo los preceptos morales particulares, precisamente porque es tan general. Por tanto,~ podemos sentimos inclinados a rechazar una metodologia etica que implica que deberiamos contrastar nuestro principios generales mediante nuestras reacciones en casos particulares. Mas bien, podemos llegar a pensar, debe­riamos contrastar nuestras reacciones en casos particulares por referencia a los principios mas generales. La analogia con la ciencia no es buena, puesto que no esta lejos de la verdad decir que esos enunciados de observacion estan mas firme­mente basados que las teorias que verifican 56. Pero, i,por que deberian ser nuestros sentimientos morales mas particulares mas dignos de mencion que los mas generalizados? Que debe­ria existir una disanalogia entre etica y ciencia es bastante plausible si aceptamos una teoria metaetica no cognotivista.

EI utilitarista, pues, comprobara sus' sentimientos particu­lares por referencia a su principio general, y no el principio general por referencia a sus sentimientos particulares. Ahora bien, mientras que tengo cierta tendencia a tomar este punto de vista (y si no 10 tuviera no habria sido impulsado a estable­cer y defender el utilitarismo como un sistema de etica nor­mati va), tengo tambien una tendencia a creer 10 contrario, el que deberiamos algunas veces comprobar nuestros principios

56 Digo «no lejos de la verdad» porque los enunciados de observaci6n estan en alguna medida cargados de leoria. y si eslan cargados de una tcoria m:'.la podemos tener que rechazarlus.

80 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILIT A RIST A

generales atendiendo al como pensamos acerca de sus aplica­ciones particulares. (Me pasa algo parecido a 10 de G. E. MOORE en su replica a C. L. STEVENSON 57, en la que cree a la vez que el esta en 10 cierto y STEVENSON equivocado, y que el esta equivocado y STEVENSON en 10 cierto. Mi propia inde­cision puede ser mas dificil de resolver, puesto que en mi caso 10 que esta implicado es cosa de sentimientos mas que de in­telecto.

No es dificil mostrar que el utilitarismo pod ria tener, en circunstancias excepcionales, algunas consecuencias horribles. En un nota pole mica muy clara y concisa 58, H. J. McCWSKEY ha considerado tal caso. Supongamos que el Jefe de Policia de una pequefia ciudad solo puede evitar serios disturbios (en los que centenares de personas seran asesinadas) «incriminando» y ejecutando (como cabeza de turco) a un hombre inocente. En los- casos actuales de este tipo el utilitarista usual mente podra estar de acuerdo con nuestros sentimientos morales normales sobre estas materias. Podra indicar que habria algu­na posibilidad de que la falta de honradez del Jefe de Policia sea conocida, debilitando, por tanto, la confianza y el respeto por la ley y el orden en la comunidad, cuyas consecuencias seran mucho peores que las dolorosas muertes de 'centenares de ciudadanos. Pero como McCWSKEY podria sefialar, el caso puede ser presentado de tal forma que estas objeciones no se apliquen. Por ejemplo, puede imaginarse que el Jefe de Pol i­cia tuviera una evidencia empirica de primera clase de que no iba a ser descubierto. De igual forma la objecion de que el Jefe de Policia sabe que el hombre al que «inculpa» sera eje­cutado, mientras que tiene tan solo una creencia probable de que la agitacion ocurrira a menos que inculpe al hombre, no esta bien probada. Alguien como McCWSKEY puede siempre reforzar esta historia hasta el punto en que tendriamos que admitir que si el utilitarismo escorrecto, entonces el Jefe de Policia debe inculpar a un hombre inocente. (McCWSKEY ha argumentado tambien, logicamente, que consecuencias objeta-

S7 Ver P. A. SHILPP (ed.), The Philosophy of G. E. Moore (Northwestern University Press, Evanston, Illinois, 1942), p. 554.

sa H. J. MCCLOSKEY, ((A note on utilitarian punishment», Mind 72 (1963), p.599.

I I '

UTILIT ARISMO Y JUSTICIA 81

bles similares son implicadas, asimismo, por el utilitarismo de la regia. Esto es, un sistema injusto de castigo puede ser mas uti! que uno justo. De donde incluso si el utilitarismo de la regia puede ser claramente distinguido del utilitarismo del acto, un utilitarista no sera capaz de evitar las consecuencias ofensivas de esta teoria retirandose desde la forma «acto» a la forma «regia»). Ahora bien, aunque un utilitarista puede ar­gumentar que es empiricamente improbable que una situa­cion tal como la que considera McCWSKEY ocurriera, McCWSKEY sefialaria que es 16gicamente posible que tal si­tuacion aparezca. Si el utilitarista rechazara el acto (0 sistema) injusto, renunciaria a su utilitarismo. McCWSKEY entonces se­fiala: «Pero hasta donde yo se, solo J. J. C. SMART entre los utilitaristas contemporaneos es feliz adoptando esta "solu­cion".» Debo insertar aqui una leve protesta. E1 uso que McCWSKEY hace de la palabra «feliz» seguramente me hace parecer una persona muy reprehensible. Incluso en mis mo­mentos mas utilitaristas no estoy contento con esta conse­cuencia del utilitarismo. No obstante, a pesar de 10 desconten­to que pueda estar, el utilitarista debe admitir que saca la consecuencia que el mismo pod ria encontrar en circunstan­cias en las que debe ria ser injusto. Esperemos que esta sea una posibilidad logica y no factica. Al esperarlo asi, no soy inconsistente con el utilitarismo, puesto que cualquier injusti­cia causa miseria y puede justificarse tan solo como el men or de dos males. En las pocas situaciones en las que el utilitarista se ve forzado a elegir el menor de dos males, satisfara el me­jor. No se debe pensar del utilitarista como el tipo de persona en la que no confiarias mas de 10 que podrias, golpearle. Como una observacion sociologica no cientifica, diria que en general los utilitaristas son personas mas fiables de 10 que es usual, y que el tipo de gente que pudiera estafarte es raramen­te utilitarista.

Es tambien verdad que deberiamos probablemente aborre­cer y temer a un hombre que podria resignarse a hacer el acto utilitarista correcto en un caso del tipo considerado por McCWSKEY. Aunque el hombre en este caso pudiera haber hecho el acto utilitario correcto, su acto presagiaria una dure­za y falta de delicadeza que Ie convertiria en una persona pe-

82 BOSQUEJO DE UN SISTEMA DE ETICA UTILITARIST A

ligrosa. Debemos recordar que la gente tiene tendencias tanto egoistas como beneticas, y que si una persona tal estuviera tentado de actuar incorrectamente, pod ria actuar ciertamente de form.a. muy incorrecta. Un utilitarista que recuerde la posi­ble debthdad moral de los hombres podria preferir con bas­tan,te consistencia ser el tipo de persona que no siempre serra capaz de resignarse a hacer el acto utilitarista correcto y ro­dearse a sf mismo de personas que fueran demasiado aprensi­vas para actuar de una manera utilitarista en tales casos extre­mos.

No, no me siento satisfecho de llegar a la conclusion a la que McCLOSKEY muy correctamente dice que el utilitarista debe lIegar. Pero tam poco me siento satisfecho con la conclu­sion anti-utilitarista. Puesto que si realmente se diera un caso en el que la injusticia fuera el menor de dos males (en termi­nos de fclicidad y miseria -flumana), entonces la conclusion anti-utilitansta es tambien muy desagradable, sobre todo la de que en algunas circunstancias uno deba clegir la miseria mayor, quiza la miseria enormemente mayor, tal como que centenares de personas sufrieran muertes dolorosas.

Todavfa, para ser consistente, el utilitarismo debe aceptar el reto de McCLOSKEY. Esperemos que el tipo de posibilidad que el considera sera siempre no mas que una posibilidad 16-gica y que nunca se hara realidad. En cualquier caso, incluso aunque yo he sugerido que en etica deberiamos verificar sen­timientos particulares por referencia a actitudes generales, el ejemplo de McCLOSKEY me haee simpatizar de algun modo con el punto de vista contrario. Ciertamente quiza sea dema­siado esperar que haya un sistema etieo posible que apele a todos los' angulos de nuestra naturaleza y a todas nuestras dis­posiciones 59. Es perfectamente posible tener aetitudes eonflie­tivas con uno mismo. Es muy eoneebible que no exista nin­guna teoria etica posible que estuviera de acuerdo con todas nuestras actitudes. Si la teoria es utilitarista, entonces aquel

.'. J. W. N. WATKI:--'S considera este asunto en su «Negative utilitarianism», An;I/(}le/lal1 SoC/ell' SlIfil'. vol. 67 (1963) 95-114. Ahora no me parece que mi articulo «Thc Methods of EthiCS and the Methods os Science», JOllrnal or Philosophr 62 (1965) 344-349. sobre el que se basa esta seccion de esta mo'­nogralla. de una impresion erronea de la posicion de WATKINS a este respecto.

UTILIT ARISMO Y JUSTICIA 83

que haya recibido una educaci6n civilizada normal opinara que la posibilidad de que algunas veces sea correcto cometer injusticia es muy insatisfactoria. Por otro lado, si la teoria no es utilitarista sino que tiene elementos deontologicos, enton­ces tendra la implicaci6m insatisfactoria de que algunas veces una miseria cvitable (quiza una miseria muy grande) no debe ser evitada. Puede pensarse que una teoria-compromiso, en la linea de la de Sir David Ross, en la que haya algun «equili­brio» entre las consideraciones de utilidad y las deontol6gicas podria proporcionar un compromiso aceptable. Sin embargo, el inconveniente es que tal «equilibrio» puede que no sea po­sible: uno puede sentirse impulsado unas veces de un modo y otras de otro. ('Como se puede «equilibram una injusticia se­ria, por un lado, y centenares de muertes dolorosas por otro? Incluso si desatendemos nuestras actitudes puramente autoin­teresadas en favor de la discusion interpersonal, de forma que nos tratemos a nosotros mismos ni mas ni menos favorable­mente que al resto de las personas, todavfa es posible que no haya ningun sistema etico que sea satisfactorio para todos los hombres, 0 incluso para un mismo hombre en diferentes epo­cas. Es posible que algo similar ocurra con la ciencia, que ninguna teoria cientifica (conocida 0 desconocida) sea correc­ta: Si es asf, el mundo es mas caotico de 10 que creemos y es­peramos que sea. Pero aun cuando el mundo no fuera ea6ti­co, puede que 10 sean los sentimientos morales de los hom­bres. Fundamentos antropologicos permiten decir que es s610 bastante probable que tales sentimientos sean en alguna medi­da ca6ticos. Como nifios y como adultos, hemos tenido posi­blememe muchos condicionantes, que facilmente pueden ser incompatibles unos con otros.

Entre tanto, entre las opciones posibles, el utilitarismo tie­ne su atractivo. Con su actitud empirica ante las cuestiones de medios y fines cae bien al temperamente cientifico y tiene fle­xibilidad para ocuparse de un mundo cambiante. Sin embar­go, esta ultima consideraci6n es mas autorrecomendacion que justificacion, puesto que si la flexibilidad es una recomenda­cion es a causa de la utilidad de la flexibilidad.

RECONOCIMIENTOS

La precedente es una versIOn revisada de mi monografia An outline 0/ a System 0/ Uiilitarian Ethics (Esquema de un sistema de etica utilitarista). que fue publicada en 1961 por la Melbourne University Press, con la generosa ayuda financiera de la Universidad de Adelaida. Me gustaria reiterar la expre­sion de gratitud, que hice en el prefacio de la edicion original, a la Universi­dad de Adelaida y a los funcionarios de la Melbourne University Press, tanto como a los profesores A. G. N. FlEW, R. M. HARE, 1. C. HARSANYI, B. H. MEDLIN, D. H. MONRO Y A. K. STOUT, que tuvieron la amabilidad de comen­tar los primeros borradores de esta monografia.

Mi agradecimiento a la senora Patricia SKINNER, de la Cambridge Univer­sity Press, por su sugerencia de que la edicion revisada se publicara junto con la monografia de Bernard WILLIAMS.

Desde los anos en los que escribi el folleto original no he trabajado gran cosa en el campo de la etica. Por tanto, no he irrtroducido cambios muy ex­tensos en el original. Sin embargo, he hecho algun intento de ocuparme de al­gunas criticas que en estos anos se han hecho del utilitarismo en general, y al­gunas veces de mis ideas en particular, y he hecho varias adiciones y supresio­nes. Empero, esto queda lejos de un replanteamiento de las cuestic.nes. La seccion final de esta edicion esta basada en partes de mi articulo «The Met­hods of science and the methods of ethics» (<<Los metodos de la ciencia y los metodos de la etica»), Journal o/Philosophy 62 (1965) 344-9.

Me gustaria dar las gracias porque en los anos desde la publicacion de la primera edicion me he beneficiado, gracias a la correspondencia 0 la conver­sacion, de las sugerencias de muchos amigos, incluyendo a los profesores (al­gunos de ellos ya mencionados) R. B. BRANDT, David K. LEWIS, H. J. McCLOsKEY, Richmond H. THOMASON, 1. W. N. WATKINS, Henry WEST y Bernard WILLIAMS, aunque probablemente ellos opinaran que no me he bene­ficiado 10 suficiente.

Estoy muy agradecido al profesor R. M. HARE por invitarme a unirme a el a dar una clase para graduados sobre el utilitarismo en Oxford en el Trimestre de S. Miguel (Michaelmas Term) de 1970.

He anadido una bibliografia, que espero que sera especial mente valiosa para estudiantes (incluyendo estudiantes postgraduados). La literatura sobre el utiIitarismo ha llegado a ser tan amplia que soy inquietamente consciente de que debe haber omitido algunas referencias que deberian estar, pero he inten­tado hacer esa bibliografia al menos razonablemente detallada.

UNA CRITICA DEL UTILIT ARISMO

- BERNARD WILLIAMS

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