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TIEMPOS MODERNOS 33 (2016/2) ISSN: 1699-7778 Impresores y libreros en Murcia: Talleres y librerías… Amparo García Cuadrado pág. 255 Impresores y libreros en Murcia: Talleres y librerías en el espacio urbano durante la Edad Moderna * . Murcian printing houses and bookshops: workshops and bookshops in the Modern Age urban space. Amparo García Cuadrado Universidad de Murcia Resumen: Se aborda la localización de las imprentas y librerías en la ciudad de Murcia desde la llegada de los primeros profesionales del libro, los cambios de ubicación de estos negocios motivados en buena medida por la política municipal y la propia configuración y posterior transformación del espacio urbano. Se incide, particularmente, en el devenir de dicha política y las características de las viviendas ocupadas por los talleres y librerías. Las fuentes utilizadas son en su mayoría de carácter municipal (actas y padrones parroquiales) y bibliográficas (pie de imprenta y colofones de los impresos conservados). Los resultados obtenidos hablan de una pronta concentración de estos trabajadores manuales en dos puntos neurálgicos distintos, para pasar desde mediados del siglo XVIII a una clara dispersión con la aparición de un nuevo centro de la industria del libro a finales de la centuria. Palabras clave: Imprenta en Murcia, librería en Murcia, política municipal, casas de libreros e impresores. Abstract: This article addresses the location of the printing houses in the city of Murcia, from the arrival of the first booksellers to the changes occured on their location due to the local policy and the changes in the configuration and transformation of urban planning. It is particularly important the development of this local policy and the character of the housing complex occupied by this bookstores and printing houses. The information sources are mainly municipal (minutes and parish registers) and bibliographical (imprint and colophons of the preserved printed documents). The results talk about a quick gathering of these artisans in two main different places, going to a clear dispersion over the middle of XVIII century, with the appearing of a new center for the book industry at the end of the century. Keywords: Printing in Murcia, bookstores in Murcia, Murcia local policy, booksellers and printers houses. * Artículo recibido el 19 de abril de 2016. Aceptado el 2 de noviembre de 2016.

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TIEMPOS MODERNOS 33 (2016/2) ISSN: 1699-7778
Impresores y libreros en Murcia: Talleres y librerías… Amparo García Cuadrado
pág. 255
Impresores y libreros en Murcia: Talleres y librerías en el espacio
urbano durante la Edad Moderna * .
Murcian printing houses and bookshops: workshops and bookshops in
the Modern Age urban space.
Amparo García Cuadrado
Universidad de Murcia
Resumen: Se aborda la localización de las imprentas y librerías en la ciudad de Murcia
desde la llegada de los primeros profesionales del libro, los cambios de ubicación de
estos negocios motivados en buena medida por la política municipal y la propia
configuración y posterior transformación del espacio urbano. Se incide, particularmente,
en el devenir de dicha política y las características de las viviendas ocupadas por los
talleres y librerías. Las fuentes utilizadas son en su mayoría de carácter municipal (actas
y padrones parroquiales) y bibliográficas (pie de imprenta y colofones de los impresos
conservados). Los resultados obtenidos hablan de una pronta concentración de estos
trabajadores manuales en dos puntos neurálgicos distintos, para pasar desde mediados
del siglo XVIII a una clara dispersión con la aparición de un nuevo centro de la
industria del libro a finales de la centuria.
Palabras clave: Imprenta en Murcia, librería en Murcia, política municipal, casas de
libreros e impresores.
Abstract: This article addresses the location of the printing houses in the city of
Murcia, from the arrival of the first booksellers to the changes occured on their location
due to the local policy and the changes in the configuration and transformation of urban
planning. It is particularly important the development of this local policy and the
character of the housing complex occupied by this bookstores and printing houses. The
information sources are mainly municipal (minutes and parish registers) and
bibliographical (imprint and colophons of the preserved printed documents). The results
talk about a quick gathering of these artisans in two main different places, going to a
clear dispersion over the middle of XVIII century, with the appearing of a new center
for the book industry at the end of the century.
Keywords: Printing in Murcia, bookstores in Murcia, Murcia local policy, booksellers
and printers houses.
* Artículo recibido el 19 de abril de 2016. Aceptado el 2 de noviembre de 2016.
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Impresores y libreros en Murcia: Talleres y librerías en el espacio
urbano durante la Edad Moderna.
Introducción.
Un asunto de interés en el estudio del libro antiguo es llegar a conocer el lugar
donde debieron de ubicarse los talleres de aquellos profesionales, que llamados por las
autoridades civiles o religiosas cuando no por propia iniciativa, comenzaron a dibujar la
toponimia impresora y librera dentro del espacio urbano. Qué duda cabe que contar con
las series de padrones vecinales alumbra sobremanera dicha cuestión, aunque
ciertamente no son pocos los tipógrafos que hacían constar en las portadas de sus
impresos, o en sus colofones, la calle o plaza donde se hallaban establecidos, e incluso
el lugar donde se vendía el impreso con los datos de ubicación de la tienda del librero o
la casa del editor 1 . Otra vía de información, también de naturaleza municipal, generada
por los usos propios del concejo en el ejercicio de su actividad, son sus actas, así como
la documentación económica dispersa en series (libros de clavería, de mayordomos, de
propios…) o legajos sueltos innominados. También los contratos de arrendamientos,
contenidos en los protocolos notariales, permiten conocer con exactitud la localización
de la vivienda de alguno de ellos.
Antes de adentrarnos en el caso murciano, recurriendo a la documentación
señalada, nos gustaría realizar alguna puntualización sobre la realidad social de estos
trabajadores manuales. El impresor o el librero que llegaba con su “casa a cuestas”
dispuesto a permanecer un tiempo más o menos prolongado según las circunstancias no
era sino uno de tantos que, al igual que otros especialistas manuales, procuraba lograr
cierta situación de amparo haciendo valer su condición de “único en su oficio”, razón
por la que podía ser nombrado “menestral de la Ciudad”. Y es que desde la baja Edad
Media las ciudades habían logrado de la autoridad regia unos privilegios o prebendas
que tratarán de mantener en los sucesivos reinados. Juan I en 1383 había otorgado al
concejo murciano el privilegio de nombrar 20 menestrales exentos de moneda y a los
que la propia autoridad municipal aliviaría también en determinadas cargas concejiles y
alguna ayuda de costas para iniciar su actividad. 2 Pero, ¿quiénes eran los menestrales?
Recoge el profesor Julio Gerardo Martínez, en su estudio sobre los fueros de Cáceres,
que los menestrales eran los “ommes de mester”, aquellos que desempeñaban un
“mester” o práctica de cualquier oficio y precisaban del visto bueno del concejo para su
ejercicio. Se trataba de hombres libres “que mediante el ejercicio de sus oficios venían a
satisfacer las más inmediatas y elementales necesidades de los que vivían en dicha
1 La creciente accesibilidad a un notable número de fondos antiguos digitalizados gracias a la
proliferación de las bibliotecas digitales y al libre acceso en Google Books, han facilitado enormemente la
consulta de los propios productos editoriales, y extraer de ellos las ricas informaciones que encierran. Por
esta razón, nos ha parecido de interés reproducir un buen número de pies de imprenta y colofones que dan
razón de la topografía librera e impresora. 2 A.M. Murcia. Pergaminos, nº 115. Carta plomada de Juan I concediendo al Concejo de Murcia el
privilegio de nombrar menestrales. 1383-04-01. Tordesillas. Carta real transcrita en: José Manuel DÍAZ
MARTÍNEZ, Amparo BEJARANO RUBIO y Ángel Luis MOLINA MOLINA, Documentos de Juan I,
Murcia, Academia de Alfonso X el Sabio, 2001, pp. 222-223. A.M. Murcia. Leg. 4287, nº 37. Minuta de
una petición del Concejo de Murcia a Isabel la Católica, solicitando franqueza de impuestos para veinte
menestrales y maestros de Murcia. 1470 / 1499.
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ciudad” 3 ; por tanto eran “menesterosos” en el sentido de necesitados para el adecuado
desarrollo de un burgo. 4 En este grupo social se integrarán los impresores y los libreros,
gentes que van a ejercer un “menester” u oficio necesario para el concejo. El hecho de
que estos nuevos trabajadores no llegaran a formar gremios, al modo de los oficios
tradicionales, no les impediría contar con las mismas prerrogativas. Así, uno de aquellos
profesionales del libro que quería asumir para sí el título de “menestral de la Ciudad”,
solicitaba mediante un memorial tal condición a los munícipes con objeto de recibir las
gracias aparejadas al cargo. Con el paso del tiempo y la llegada de otros competidores,
ese menestral disfrutaba frente a sus colegas de una posición de privilegio dentro del
sector. Por otra parte, impresores y libreros no solo tenían en común con el resto de los
artesanos poder ser nombrados menestrales sino que, al igual que aquellos, tomaron
para sí la costumbre ancestral de ubicarse en una determinada zona de la ciudad, “en la
misma calle o en el mismo barrio”, además de conformar una estructura paralela a la de
los oficios gremiales, esa jerarquía perfectamente reglada de maestro, oficial y aprendiz
que había caracterizado en el Medievo a estas “corporaciones de oficios” o “gremios en
potencia” estudiados por J. Valdeón. 5
Pues bien, era común entre tales menestrales pedir como ayuda de costas una
casa donde poder ubicar sus escasos enseres y establecer el taller. Por esta razón, la
población interesada en disponer de una imprenta concedía graciosamente la casa al
impresor, o bien acordaba fijarle un sueldo o simplemente darle unos reales con los que
poder afrontar el alquiler de la vivienda anualmente. Como ha estudiado Martínez
Poveda para Orihuela, son diversos los documentos municipales que dan cuenta del
pago de alquileres a los impresores y libreros para favorecer su establecimiento desde el
siglo XVII. 6 Este uso del concejo oriolano es el mismo que seguirá la ciudad de
Alicante en el siglo XVIII y que estaba presente en Murcia desde épocas tempranas. 7 La
dadivosidad de los concejos para con estos profesionales ayuda de costas, casas de
gracia, alquileres y exenciones fiscales estaba en consonancia con lo legislado desde
1480 por la Corona deseosa como estaba de favorecer la expansión de los libros de
molde por sus reinos. 8 Pérez Pastor en su estudio sobre la imprenta toledana cita
expresamente un documento anterior que manifiesta la temprana postura de los Reyes
en este punto. Nos referimos a la carta-orden de la Reina Católica de 25 de diciembre de
1477 a la ciudad de Murcia donde dispone que Teodorico Alemán, impresor de libros,
3 Julio Gerardo MARTÍNEZ MARTÍNEZ, “Los oficios menestrales en los fueros de Cáceres”, Anuario
de la Facultad de Derecho de Extremadura, vol. 3, 1984/85, pp. 151 y 153. 4 Covarrubias en su Tesoro de la Lengua castellana o española señala que “Menestral es lo mismo que
manestral, oficial mecánico, que gana de comer por sus manos” y “Menester […] menesteroso, el
necesitado”. 5 Julio VALDEÓN BARUQUE, “Gremios y oficios en la estructura urbana de la ciudad medieval”, en
Andrés CIUDAD RUIZ, María Josefa IGLESIAS PONCE DE LEÓN y María del Carmen MARTÍNEZ
MARTÍNEZ (coords.), Reconstruyendo la ciudad maya. El urbanismo en las sociedades antigua,
Madrid, Sociedad Española de Estudios Mayas, 2001, pp. 483-490. 6 Paloma MARTÍNEZ POVEDA, La imprenta en Orihuela y Alicante. Siglos XVII-XVIII, Alicante, 2015,
Tesis doctoral inédita. 7 Incluso en otras localidad de menor entidad como Lorca, Juan Bellot, impresor y librero, tras su fracaso
por establecerse en Murcia solicitaba al Ayuntamiento lorquino una “casa y exceptuándole de carga
gravosa de cualquier especie, y socorriéndole con alguna cantidad para el coste de su letra y que ninguna
persona pueda vender en esta ciudad papel que pueda conducir a su ejercicio y darle carruaje para traer su
familia […]”. A.M. Lorca. Acta cap. de 17-II-1707. 8 Novísima Recopilación de las leyes de España dividida en XII libros, mandada formar por el Señor D.
Carlos IV, Madrid, B.O.E., 1980, t. IV, Título XV, Ley I, D. Fernando y Dª Isabel en Toledo año de 1480,
ley 96 “No se paguen derechos algunos por la introducción de libros extranjeros en estos Reynos”.
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fuese franco de pagar alcabala. 9 El mandato regio bien pudo haber influido en el modo
de actuar de las autoridades murcianas para con la naciente industria. La documentación
municipal conservada muestra esa política de acogida por parte de la Ciudad y una clara
relación entre ella y la ubicación de estos trabajadores manuales en un espacio urbano
muy concreto.
Nada podemos alumbrar sobre dicha cuestión por falta de datos referidos a los
primeros impresores y libreros que hicieron acto de presencia en la capital del Segura en
los años ochenta del siglo XV. Ni siquiera en la centuria siguiente contó Murcia con
talleres permanentes cuyos trabajos hayan dejado un rastro suficiente para fijar un lugar
en la toponimia urbana. Por ahora, tan solo conocemos un pliego suelto en el que se
precisa un lugar de la ciudad donde en una fecha desconocida (¿finales del siglo XVI?)
se hallaba ubicado un taller de impresión: “En la Plaça de San Antolín”, añadiéndose
“Vendense en la misma Imprenta” (Fig. 1). 10
Figura 1. Pie de imprenta del pliego Verissima Relacion, donde se declara,
como vn hombre principal se casò con su hija, [s.a.]
Primeras pistas en los impresos del siglo XVII y otros documentos.
No será hasta el Seiscientos cuando comiencen a figurar en las portadas de los
impresos murcianos datos topográficos que completan la información sobre los artífices
que los dieron a luz. El primero de ellos, Diego de la Torre, hace constar en 1605 que
está imprimiendo en el “Convento de San Francisco de Murcia”, un edificio hoy
desaparecido y que dará nombre al Plano de San Francisco, antigua calle de la
Carretería en el barrio de San Pedro. Allí, precisamente, debemos situar el centro
neurálgico de la imprenta durante más de un siglo, si bien a partir del XVIII comenzará
a dispersarse por otras zonas urbanas terminando paulatinamente con su exclusividad.
Que Diego de la Torre imprimiese en el mismo convento nada tiene de particular dado
que el texto que imprime en aquel año segunda etapa del impresor en Murcia la
Miscelánea primera de oraciones eclesiásticas es una recopilación de los sermones del
franciscano Diego de Arce. Sin embargo, la primera llegada del impresor a Murcia nada
más iniciarse la centuria estuvo motivada por una llamada del concejo ante la falta de
9 Cristóbal PÉREZ PASTOR, La imprenta en Toledo. Descripción bibliográfica de las obras impresas en
la imperial Ciudad, Madrid, Imprenta y Fundición de Manuel Tello, 1887, p. IX. La exención regia se
haría efectiva en 1481 en el caso de Guillermo Alemán, factor de Teodorico, a quien la Ciudad hubo de
eximir del almojarifazgo correspondiente a su paso por Murcia con unas carretas cargadas de libros de
molde. Juan TORRES FONTES, Don Pedro Fajardo, Adelantado Mayor del Reino de Murcia, Madrid,
C.S.I.C., 1953, apéndice documental, p. 311. 10
Sobre la llegada de la imprenta a Murcia ver: Amparo GARCÍA CUADRADO y Cristina HERRERO
PASCUAL, La herencia de papel. Primeros siglos de imprenta en Murcia, Murcia, Ediciones Tres
Fronteras, 2008, pp. 7-13. Sobre el citado pliego suelto (Verissima Relacion, donde se declara, como vn
hombre principal se casò con su hija, sin saber que lo era […] y lleva al fin vna Loa de Lope, en
vituperio, y alabanza de las mujeres) conservado en la BNE (R/26596), es difícil señalar una posible
fecha, pero bien podría haber sido estampado a finales del siglo XVI o primeros años del XVII, p. 61.
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taller de impresión, según una carta transcrita por J. García Soriano en sus Anales de la
Imprenta que reproducimos. Dice así:
“Entendiendo esta ciudad el vtil que se le sigue de que en ella aya emprenta
hizo diligencia para que la Vuiese y traxo a diego de la Torre que es el maestro que la
tiene a cargo. Y por no dar el ordinario licencia para que se ympriman algunas cosas
menudas como son coplas de casos sucedidos y otras obras nueuas hasta cantidad de
ocho pliegos como se haze en Valladolid, Alcalá, Valencia y otras partes. Para auer
esta licencia se a escripto a los procuradores de corte la pidan en el Real consejo, y
hasta agora no se a despachado. V. m. se encargue dello y procure esta licencia
haciendo petiçion con las razones que parezca conuenir que se podrá auer con que las
obras se aprueuen por el ordinario, hasta ocho o diez pliegos. Nuestro Señor, etc.
Murcia doze de abril 1600”. 11
Esta breve estancia del impresor entre 1600 y 1602 no ha dejado datos de
utilidad topográfica, pero parece evidente que, si había sido llamado por el concejo,
aquél debió de proporcionarle la casa donde vivir y establecer su negocio. Una escueta
nota en las actas de agosto de 1597 informa de un intento anterior de traer imprenta y de
ubicarla en una de las casas del Plano de San Francisco:
“Que se den a Jusepe Domenego, librero, quinientos reales por que trayga
una ymprenta a esta çiudad. Y que asimismo se le dé una de las casas del barrio de
san Françisco por tiempo de seys años, e que los dichos dineros y casas se le darán
aviendo traydo la dicha imprenta. Y haga la escritura el señor Alonso Díaz”. 12
Desconocemos si el librero Domenego llegó a cumplir con el encargo pues
nada ha quedado de lo impreso, pero la asignación de casa gratuita al impresor era una
práctica conocida que recordarán en sus memoriales ante el Ayuntamiento otros
tipógrafos. En 1611 Agustín Martínez, precisado de ayuda por el escaso trabajo de su
prensa, confirma la gracia otorgada a su antecesor en estos términos:
“Agvstin Martines Impresor vezino desta ciudad digo que para mayor
nobleza della V. S. tomo asiento con Diego de la Torre que truxese vna imprenta y
para ello le dieron de ayuda de costa mil y trezientos reales y se le señaló vna de las
casas que V. S. tiene frontero a S. Francisco y aviendo assistido quatro años se fue sin
acabar el tiempo que tenia obligación la qual quedo en poder de Antón Martínez Cotes
que la tubo vn año de quien yo la compre y a seys años y medio que siruo con ella a V.
S. con grandes necesidades […]”. 13
El interesante documento informa cómo, efectivamente, la Ciudad había
propiciado a de la Torre la casa frente al convento, lugar de trabajo y morada durante un
tiempo. No podemos confirmar que en ella desarrollara su escasa actividad el citado
Antón Martínez Cotes ni el propio impresor autor del memorial. 14
Los tres impresos
11
Justo GARCÍA SORIANO, “Anales de la Imprenta en Murcia y noticia de sus impresores”, en P.
TEJERA TEJERA, Biblioteca del Murciano, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y
Museos, 1924, t. II, pp. 613-614. 12
A.M. Murcia. Acta Cap. 30-VIII-1597, f. 45 r. 13
Justo GARCÍA SORIANO, Anales de la Imprenta en Murcia […], op. cit., p. 616. 14
De la cruz y el ladron Sermon por Fr. Diego de Arce […] Impresso en el couento de San Francisco, de
Murcia, por Agustin Martinez. Año 1607; Libro primero de la vida y milagros, del glorioso confessor
Sant Gines de la Xara y de algunas cosas notables que ay en el Monasterio, consagrado y dedicado a su
santo nombre, sito en el reyno de Murcia, de la orden de... Sant Francisco [...] compuesto y ordenado
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conservados estampados en 1607 por Agustín Martínez señalan como lugar de
impresión los conventos de San Francisco y de San Agustín lo que nos llevaría a
plantearnos más bien un deambular de la prensa hacia su escasa clientela. La vuelta a
Murcia de Diego de la Torre en 1615 y la estampación durante ese año de unos pocos
productos editoriales dejan sin confirmar la ubicación del taller en la casa antes referida,
la misma vivienda que bien pudiera haber sido asignada más tarde a Luis de Berós
como único impresor durante un tiempo. Berós, que trabajaba también en Orihuela, lo
hará en Murcia desde 1617, pero no consigna tampoco dato de interés hasta 1622 en la
Relación al viaje que el Conde de Monterrey hizo a Roma; en un completo colofón
confirma que en dicho año estaba “enfrente de San Francisco”, es decir, en la calle
Carretería, en alguna de las casas pertenecientes a los Propios de la Ciudad y que esta
proporcionaba como ayuda de costas a sus 20 menestrales (Fig. 2).
Figura 2. Colofón de la Relación al viaje que el
Conde de Monterrey hizo a Roma.
La instalación de estos trabajadores amparados por el cabildo frente al
convento franciscano tenía su fundamento en la existencia de unas casas nuevas
propiedad de la Ciudad construidas probablemente en la segunda mitad del siglo XVI.
La descripción recogida en un documento notarial de 1570, trascrito por Chacón
Jiménez, nos alumbra sobre el aspecto que presentaba aquel espacio ciudadano cuya
importancia se vería incrementada en 1580 con el traslado de la Pescadería desde la
plaza de la Carnicería a la de San Francisco:
“[…] un mesón e parador de parar carros e otras cosas, con veinte casas
alquiladoras e un huerto çercado, e un bancal de hasta dos tahullas de moreras que está
en medio de las dichas casas y huerto e alinda con ellos, que el dicho parador, casas e
huerto y moreral alindan de la una parte con huerto del monasterio del señor Sant
Françisco e con tierras de Pero Sancho e con tierras de Soler e con huerta de Pero
Riquelme, regidor, e con la muralla vieja e otros linderos […]”. 15
Como ya hemos dicho, dicho entorno formaba parte de la parroquia de San
Pedro, una de las más potentes desde el punto de vista económico, con abundante
trasiego de carretas, viajeros y mercancías, y con una población activa más industrial y
de mayores medios económicos. 16
Estas eran las características que reunía el lugar
elegido para instalar en una de aquellas “casas alquiladoras” el taller de los primeros
impresores que, de manera gratuita y junto a otros menestrales, marcarían el inicio de
una topografía impresora de larga pervivencia.
por el Padre Fray Melchor de Huelamo de la mesma prouincia y orden. Murcia: impresso en el Convento
de Sant Francisco de Murcia: por Agustin Martinez, 1607; Liber contionum de aduentu et faestis vsq. ad
Epiphaniam inclusive [...] Autore R.P.F. Ferdinando de Peralta Montañes Ordinis Eremitarum S.P.
Augustini Beticae prouinciae [...]; cum triplici indice locupletissima. Murtiae: in conuentu. S. Aug.: per
Augustinum Martinez, 1607. 15
Francisco CHACÓN JIMÉNEZ, Murcia en la centuria del Quinientos, Murcia, Universidad de Murcia,
Academia Alfonso X el Sabio, 1979, p. 90. 16
Ibídem, p. 398.
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Naturalmente entre los oficios necesarios para la Ciudad se encontraban
también los libreros. Pascual Martínez habla del establecimiento a mediados del siglo
XVI de los Segura, padre e hijo, que pronto entrarían en competencia con el ya citado
Jusepe Domenego, instalado en la Plaza de Santa Catalina, y con Juan Dorado, el más
importante de estos profesionales, natural de Alcalá de Henares. El primero había
llegado a la ciudad en los años ochenta donde permaneció prestando servicios al
concejo unos 25 años como encuadernador y librero (tal vez como impresor desde
1597). En cuando a Dorado, sabemos que estaba avecindado desde 1592 en una casa
alquilada para ocupar más tarde otra de su propiedad en la misma Plaza. En 1605
Antonio Abadía, otro librero de Santa Catalina, compraba la tienda de Domenego antes
de su partida a Cartagena. El valenciano Gabriel de Rives y Pedro de Collantes son
otros nombres de la librería murciana de finales del Quinientos cuya ubicación no
podemos precisar por el momento. 17
En cualquier caso, contamos con datos suficientes
para situar el centro neurálgico de la primitiva librería en un lugar distinto al de la
imprenta. 18
Santa Catalina constituía una de las plazas de mayor actividad económica,
política y social de Murcia. En ella se celebraban y conmemoraban los grandes sucesos
de la vida local, una especie de plaza mayor que había sido objeto de constantes
ampliaciones desde el siglo XV, y donde se localizaban el Contraste de la Seda y Sala
de Armas, la Lonja, y el Matadero en la actual Plaza de las Flores. 19
El continuo tránsito
ciudadano y su centralidad hacían de ella el lugar más idóneo para concentrar la venta
de impresos destinados también a un vecindario potente económicamente con un alto
porcentaje de hidalgos, comerciantes y vecinos dedicados a actividades burocrático-
administrativas. 20
No podemos afirmar que aquellos libreros disfrutaran a su llegada de
una casa de gracia, pero Jusepe Domenego sí parece que contara desde 1587 con la
exención de impuestos concejiles, 21
privilegio que en 1706 reclamaba para sí el también
librero madrileño Alejandro Díaz Navarro, parroquiano de Santa Catalina. 22
Probablemente arribara a Murcia al amparo de algún otro colega, y en 1697 solicitaba al
cabildo licencia para el ejercicio de su actividad, petición que le fue concedida en
septiembre de aquel año. 23
Pero en marzo de 1706, se dirigía de nuevo al concejo e
informaba de su condición de único en su oficio, lo que denota la precaria situación que
vivía el sector entonces:
“Al memorial de Alexandro Díaz Navarro, mercader y encuadernador de
libros, en que representa que por razón de dicho oficio y ser único, debe ser exempto
de guardias, levas y otras cargas concejiles, como se le a concedido a sus antecesores,
suplicando se le mande conceder dicha exempción para que no se le moleste con
motivo de lo referido. Y la Ciudad haviéndolo oído, atendiendo a lo preciso de dicho
17
Lope PASCUAL MARTÍNEZ, “Libros y libreros en Murcia según los protocolos del siglo XVII”, en
Pedro Manuel CÁTEDRA GARCÍA, y María Luisa LÓPEZ-VIDRIERO ABELLO (coords.), El libro
antiguo español: Actas del segundo Coloquio Internacional (Madrid), Salamanca, Ediciones de la
Universidad de Salamanca, 1992, pp. 163-175. 18
Francisco CHACÓN JIMÉNEZ, Murcia en la centuria […], op. cit., p. 211. Entre los vecinos de Santa
Catalina se computan un librero en 1566 y otro en 1598. 19
Ibídem, pp. 87-88. 20
Ibídem, p. 398. 21
A.M. Murcia. Acta Cap. 7-XI-1758, f. 127 v. “Que si cabe en el número de escusados Jusepe
Domenego, librero, se reciba por tal escusado”. 22
Al menos en 1698, año de su boda con Bárbara Pinar, era feligrés de Santa Catalina. Family Search.
Murcia. Matrimonios, Santa Catalina, 10 diciembre de 1698, f. 34 v. 23
A.M. Murcia. Actas Cap. 24-IX-1697, f. 129 v. “Licencia a librero”. “Al memorial de Alejandro Díaz,
natural de Madrid, de profesión librero, suplicando se le conceda licencia para usarla en esta Ciudad.
Habiéndolo oído lo tuvo por bien”.
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ministerio, concedió al dicho Alexandro Díaz la esempción que pretende y para su
reguardo se le dé testimonio”. 24
Una circunstancia parecida debieron de vivir los tipógrafos posteriores, al
menos desde que Miguel Lorente llega a la ciudad y matrimonia con la viuda del
impresor Juan Fernández de Fuentes, cuya prensa funcionó en Murcia desde 1635 hasta
su muerte (1650). En ninguno de sus impresos, como en los de su viuda, podemos
confirmar el lugar donde funcionaba la imprenta. Pero, en octubre de 1655 el propio
Miguel Lorente, mediante un memorial dirigido a la autoridad, afirma que “por ser tan
importante su arte y ser él solo, la Ciudad le a dado casa en que vivir de gracia”, pero
que se le estaba obligando a pagar algunos pechos concejiles por lo que solicita ser
nombrado menestral, la única manera de conseguir las “preeminencias en conformidad
del Real privilegio”. 25
El texto no tiene desperdicio pues aclara dos cuestiones que
parecen ser una misma por aparecer unidas en épocas posteriores. En primer lugar, no
era preciso que el impresor gozase de la condición oficial de “menestral de la Ciudad”
para poder disfrutar de una casa, gracia que le había sido otorgada a su llegada y que era
independiente de las otras preeminencias y ventajas de orden fiscal que otorgaba el
concejo como quedar exento de guardias, levas y otras cargas concejiles según afirmaba
el librero Díaz en 1706. 26
Es evidente que con esta política proteccionista, respaldada
por la Corona, se perseguía atraer también a estos menestrales y conseguir su
permanencia para el necesario desarrollo urbano. 27
Por otra parte, a mediados del XVII
parecen haber olvidado en qué consistía el real privilegio de 1383 al que atribuían no
solo la exención de moneda, sino también la de algunos pechos concejiles. Además, en
el inconsciente colectivo atribuirían erróneamente tal privilegio al propio Alfonso X el
Sabio, y no a Juan I, el verdadero otorgador de la gracia real aludida.
Lo cierto es que la vivienda a que hace referencia Miguel Lorente, que era
propiedad del Ayuntamiento, seguía en su disfrute 34 años más tarde, hasta que en
marzo de 1689 solicitaba que la casa dada como ayuda de costas, vivienda en la que
habitaba, se le asignara a su yerno para quien pedía ahora el título de menestral. La
petición fue atendida y Vicente Llofríu, el yerno, fue nombrado “por tal menestral como
solo en dicho arte, con la casa de aposento y preeminenzias de los tales y con la facultad
y privilexios de que an gozado sus antezesores en dicho arte […] y con la obligazión de
tener reparada y corriente la dicha casa que es propia desta Ciudad y todo sea durante la
boluntad deste Ayuntamiento”. 28
24
A.M. Murcia. Actas Cap. 23-III-1706, f. 36 r. “Alexandro Díaz Navarro, esempto de guardias”. 25
A.M. Murcia. Acta Cap. de 30-X-1655, f. 378 r. 26
Parecida petición contiene el memorial presentado en 1717 por los libreros: “La Ziudad, en vista del
memorial de Juan López, librero, y Joseph Díaz Caiuelas, impresor, y otros menestrales, acordó que a
estos dos y a los demás menestrales no se les incluya en el repartimiento del cuartel que se está
practicando, ni en las demás cargas comunes por elegirles con esta exención como menesterosos en la
República, dándose a este fin las providencias comunes”. A.M. Murcia. Acta Cap. 13-X-1717, f. 136 r.
“Menestrales”. En virtud de la real Orden de 23 de noviembre de 1713 tuvo principio al respecto de dos
pesos por cada vecino, que irá variando según los años para el mantenimiento de la tropa y las
necesidades o urgencias de la Corona. José CANGAS ARGÜELLES, Diccionario de Hacienda con
aplicación a España, T I, 2ª ed., Madrid, 1833, p. 268. 27
Isabel GARCÍA DÍAZ, La ciudad de Murcia bajo la monarquía de los primeros Trastámara, Murcia,
Universidad de Murcia, 1988, pp. 215-217 (Tesis doctoral; reproducción digital en Digitum). Disponible
en: http://hdl.handle.net/10201/29385 28
A.M. Murcia. Acta Cap. de 5-III-1689, f. 41 r. El texto se encuentra transcrito en: Amparo GARCÍA
CUADRADO, “Vicente Llofríu Blasco: un impresor entre dos siglos”, Murgetana, año LXIII, núm. 127,
2012, pp. 67-94.
Impresores y libreros en Murcia: Talleres y librerías… Amparo García Cuadrado
pág. 263
Archivo Municipal, da cuenta de que la vivienda en cuestión, donde vivía y trabajaba el
único impresor de la ciudad, era la nº 10 de la calle Carretería frente al Convento de San
Francisco. 29
Parece claro que la existencia de ambos espacios urbanos (Plano de San
Francisco y Plaza de Santa Catalina), como puntos de referencia de las actividades del
libro, no era sino una consecuencia de la propia estructura de la ciudad con unos barrios
bien definidos por oficios y actividades. En los memoriales dirigidos por los libreros a
la autoridad no se hace alusión a casa alguna, aunque sí a la exención de impuestos en
tanto que también ellos eran menestrales. Sin embargo, el oficio de librero desarrollaba
dos vertientes complementarias, aunque de naturaleza bien distinta. Por un lado, el
librero era un trabajador manual, un artesano encargado de realizar la encuadernación
que el libro requería, y para ello precisaba de un local donde acomodar las herramientas
de su trabajo ligatorio, en definitiva, un taller. Pero junto a esta industria, la
compraventa de los especiales productos con los que trataba lo convertían en un
mercader, en un comerciante al uso deseoso de abrir su negocio en un espacio menos
industrioso y más en consonancia con las características del mercado al que se dirigía
(clero, burócratas, administradores, notarios, escribanos, estudiantes) (Fig. 3). De ahí la
necesidad de establecerse en un lugar céntrico, de obligado paso, como era Santa
Catalina, una plaza donde el concejo no disponía de esas “casas alquiladoras” que con
.
Figura 3. Centro urbano de Murcia en el siglo XVII.
Fuente: ROSSELLÓ VERGER, V. y CANO GARCÍA, G. Evolución urbana de la
ciudad de Murcia (831-1973), Murcia, Ayuntamiento, 1975.
29
A.M. Murcia. Legajo 2892 (I). “Casa n. 10 frente de San Francisco. La tubo Miguel Lorente de gracia
por Menestral de la Ymprenta con obligación de repararla y desde san Juan de 1710 corre por
arrendamiento vitalicio a cargo de Domingo García en precio cada año de 385 reales”. 30
Esta búsqueda del centro neurálgico de la ciudad era común entre los libreros. Es lo que se observa en
la rica y populosa Sevilla del XVI donde los principales negocios de venta de impreso abrían sus puertas
a la calle Génova “la avenida principal de la ciudad” y “eje comercial y económico de Europa y América
[…] al que rodeaba el conjunto de corporaciones e instituciones anexas a la Carrera de Indias: la Casa de
Contratación, el Consulado de mercaderes, la Casa de la Moneda y las gradas de la Catedral”. Carlos
Alberto GONZÁLEZ SÁNCHEZ, y Natalia MAILLARD ÁLVAREZ, Orbe tipográfico. El mercado del
libro en la Sevilla de la segunda mitad del siglo XVI, Gijón: Ediciones Trea, 2003, p. 54.
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Problemas económicos y cambios de ubicación.
Tres meses más tarde de que la Ciudad favoreciese a su nuevo impresor, las
actas municipales dan cuenta de las dificultades económicas del concejo y la necesidad
de sacar un mayor provecho con el arriendo de los bienes de su propiedad, entre ellos
las casas que estaban en poder de los menestrales desde tiempo inmemorial. En junio de
1689 se acordaba que, con excepción de las dadas al ejecutor de sentencias y al
impresor, sus ocupantes pagaran la mitad de lo que costaba su arriendo al año; desde
entonces, una vez fallecido el titular de la gracia, la casa debía ser sacada a pregón y
otorgada al mejor postor. 31
Esta medida, que como vemos no afectó en un primer
momento al impresor Llofríu, sería a la larga determinante en el traslado del taller a
comienzos del Setecientos. La necesidad de solucionar con presteza el vacío de las arcas
municipales llevaría a plantear la supresión de la gratuidad de todas las viviendas para
que fueran arrendadas al precio de las demás, una medida que acarrearía continuas
quejas por parte de los afectados. Los menestrales aducían en su favor la obligatoriedad
de mantener los privilegios otorgados por la Corona, entre los que consideraban
erróneamente la casa de gracia con que se habían visto favorecidos tradicionalmente. 32
Por lo que conocemos a través de la documentación municipal, la negativa a conceder la
gracia de aposento se mantuvo poco tiempo ya que las protestas obligarían a los
munícipes a volver a la situación anterior, con la oposición frontal de varios regidores, y
la controvertida cuestión quedó en suspenso. 33
Ya iniciada la nueva centuria, una vez
realizadas las consultas pertinentes en la Corte y en la Real Chancillería de Granada,
volvieron a concederse las casas solicitadas. 34
Finalmente, la situación vino a
solventarse a favor de la Ciudad por las dificultades ocasionadas por la contienda civil.
La guerra había obligado al Ayuntamiento a destinar como hospital algunas de sus
casas, expulsando a sus inquilinos, hasta el acomodo de los soldados enfermos en el
convento de Capuchinas en 1707. El estado lamentable en que habían quedado tras el
uso hospitalario exigía su pronta reparación antes de ser arrendadas. Aprovechando esta
circunstancia y en vista de que todos los empleos estaban duplicados, y que “con el
título de menestrales las gozaban [las casas] graciosamente, se revoca[ban] y daban por
31
A.M. Murcia. Actas Cap. 25-VI-1689, f. 111 r. “Casas de menestrales”. 32
A.M. Murcia. Actas Cap. 5-II-1695, f. 32 r. “Por mandado de la Ciudad entró en esta sala Lorenzo
Olivares, Portero de ella y certificó haver citado a este Cavildo a los caballeros Regidores que a allado en
esta Ciudad para ver la proposición echa en el antecedente por el Señor Don Pedro Carrillo Fontes, en
razón de que las casas que están dadas de gracia a diferentes menestrales cesen y se arrienden como los
demás Propios por los atrasos con que se alla esta Ciudad. Y haviéndola oydo, tratado y conferido, acordó
que para el primer Cavildo se trayga razón de las dichas gracias y el privilegio o facultad que tiene esta
Ciudad para hazerlas con cuya vista se tomará la resolución más conveniente”. 33
A.M. Murcia. Actas Cap. 21-V-1701, f. 71. “Martín de Lezcano, menestral de coches con gracia de
casa. […] Y así mismo se vio el acuerdo de 25 de junio del año pasado de 1689 en que resolvió esta
ciudad que para beneficio de sus propios, los menestrales que tenían casa de aposento pagasen en cada un
año la mitad de su arrendamiento y muertos que fuesen se corriesen al pregón y arrendasen como los
demás propios. Y la Ciudad haviéndolo oído y que la disposición de dicho acuerdo no tuvo subsistencia
por las razones y motivos que constarán de los libros capitulares deducidas por los menestrales,
haciéndose después diferentes gracias y nombramientos de semejantes personas en conformidad del real
privilegio del Señor Rey D. Alonso el Sabio que siempre ha estado en uso. En su cumplimiento y en
atención que dicho Martín de Lezcano es único en su ejercicio y en quien concurren las partes y calidades
que para tal menestral se requieren, se nombró por tal en el dicho oficio de maestro de coches y, en su
consecuencia, se le hace gracia de la referida casa que deja el dicho Martín López y con la misma
obligación que la tenía este. Y para que se le guarden las preeminencias que como tal menestral le
competen según el dicho privilegio, se le despache título en toda forma”. 34
A.M. Murcia. Actas Cap. 21-V-1701, f. 83 r. “Provisión citatoria sobre las casas de los menestrales”.
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nulos los tales nombramientos, sin que sobre ello se admiti[eran] memoriales” salvo
peticiones de arriendo a los mejores postores. 35
A partir de entonces, todos los
menestrales agraciados hubieron de renunciar a su privilegiada situación, y también el
impresor Llofríu que había trasladado sus prensas a una zona cercana al convento
franciscano aunque ya perteneciente a la parroquia de San Antolín, a la calle de la Sal.
Así queda constancia en el pie de imprenta de la Copia de la relacion veridica, que ha
venido à esta Ciudad, de la Batalla del Campo de Almansa, sin fecha, pero
probablemente de 1707. No sabemos el tiempo que permaneció en aquella calle, por
cierto en una casa propiedad del impresor, 36
pero en 1711 el taller estaba funcionando
en otra de sus diversas viviendas, en la Plaza Nueva de San Pedro, iglesia de la que era
feligrés (Fig. 4). 37
Figura 4. Pie de imprenta. Explicación clara y compendiosa de toda
la doctrina Christiana de Diego Camuñas (O.F.M.)
Hacía ya un tiempo que el taller de Llofríu no era el único en la ciudad de
Murcia. En 1706 un nuevo tipógrafo venido de Orihuela abría otro en una zona cercana
al barrio petrino, en la parroquia de San Bartolomé. Se trataba de Jaime Mesnier quien
antes de finalizar el año alquilaba a uno de los regidores de la ciudad una casa en la
Platería instalando allí su imprenta y librería (Fig. 5). 38
Comenzaba así, un tímido
desplazamiento del negocio de impresos hacia una nueva zona equidistante entre la
Catedral y la bulliciosa Plaza de Santa Catalina. El modo de actuar del impresor denota
ya una nueva relación con la Administración. Mesnier, quien estaba acostumbrado a los
usos tradicionales pues había recibido un trato de favor del concejo para instalarse en
Orihuela en 1691, buscaría por su cuenta el local que precisaba y lo hacía bajo arriendo
de una casa a un particular, curiosamente a uno de los regidores responsables de la
nueva situación. 39
Figura 5. Pie de imprenta. Clamores apostólicos y Ciegos alumbrados
de Diego Camuñas (O.F.M.)
35
A.M. Murcia. Actas Cap. 1-III-1707, f. 23 v. “Se aderecen las casas nuevas que han servido de
hospital”. 36
A.H.P. Murcia. Prot. 3108, ante Jiménez de León, 1714, f. 276. “Vicente Llofriu,vezino desta Ciudad,
zesión contra Manuel Onofre, vezino de ella”. Onofre renuncia al arriendo de la casa de la calle de la Sal
propiedad de Vicente Llofríu. 37
Explicación clara, y compendiosa de toda la Doctrina Christiana […] Fr. Diego Camuñas. En Murcia:
Por Vicente Llofriu, Impressor en la Plaza nueva, 1711. 38
A.H.P. Murcia. Prot. 4977, ante Nicolás Ibáñez Navarro, 1706, f. 94 r.-95 v. “D. Francisco Antonio del
Villar, vezino y rexidor de esta Ziudad, arrendamiento contra Jaime Mesnier, vezino de ella”. 39
La ayuda de costas proporcionada a Jaime Mesnier en 1691 por la Ciudad de Orihuela fue de 20 libras
de salario que pasaría finalmente a ser conceptuadas como ayuda para pagar el alquiler. Paloma
MARTÍNEZ POVEDA, La imprenta en Orihuela […], op. cit., documentos, pp. 999 y 1002 y otras.
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Adiós a las casas de gracia o ayuda de costas.
Vamos a detener por un momento la reconstrucción de la topografía impresora
para abordar la nueva situación en que quedaron las casas del Plano de San Francisco,
entre ellas la nº 10, antiguo local de la imprenta Llofríu. La nueva política impuesta por
el consejo terminaba con la ayuda de costas que había permitido el establecimiento de
tantos menestrales en el mismo espacio urbano, un lugar que seguirá siendo requerido
por los maestros en los diversos oficios, pero ahora como arrendados tras ganar las
pujas de las casas que salían a pregón. Efectivamente, según la nueva normativa, una
vez rematada al mejor postor se podía disponer de la casa municipal mediante
arrendamiento vitalicio, con la obligación de pagar los ducados señalados y
comprometerse a repararlas anualmente para evitar su deterioro. 40
También la casa nº 10
fue arrendada quedando en manos de un maestro de sastre, Miguel Mora, como único
postor. El nuevo inquilino se comprometía a pagar 35 ducados por año, en dos pagas,
siempre “que el tabique por rotura de la pared maestra que tiene se ha de reedificar de
nuevo a costa de la Ciudad y por cuenta de la primera paga de este arrendamiento”. Y
así, el antiguo taller que había lindado con otras casas del Ayuntamiento y que
“afronta[ba] con el convento de San Francisco, colegio y hermita de Nuestra Señora de
la Concepción y dicha calle de la Carretería” pasaba de imprenta a sastrería. Las
minuciosas condiciones señaladas en el contrato de arrendamiento serán las mismas que
hubieron de firmar los impresores y libreros interesados en ocupar las casas frente a
San Francisco. 41
Esta manera de actuar propia del concejo murciano, poco tenía que ver
con lo que estaba ocurriendo en localidades tan cercanas como Orihuela o Alicante. Si
en Murcia las autoridades municipales habían dejado de favorecer el establecimiento de
menestrales al eliminar la posibilidad de disfrutar de una vivienda gratuita, en el reino
40
A.M. Murcia. Actas Cap. 24-V-1707, f. 89 v.-90 r. A Pedro Agüera, maestro de hacer relojes y
campanas, la Ciudad le favoreció con una de las casas nuevas, la nº 4, donde había vivido 34 años con la
“obligación de asistir a las obras de esta ciudad tocantes a su oficio […] y habiéndola desocupado para
que sirviese de hospital para los soldados enfermos y cesado esta causa, suplica volverla a habitar en la
forma en que la había tenido o de la que fuere del agrado de la Ciudad”. La ciudad acordó que si quería
habitar alguna de esas casas hiciera postura en la forma en que estaba resuelto. Por su parte, Gabriel
Fernández, hace postura en una de las casas frontero de San Francisco, la nº 8, en precio de 24 ducados al
año, obligándose hacer los reparos que fueren necesarios a su costa. La Ciudad acordó que se corriese al
pregón. 31-V-1707, f. 95 r. y ss. Gabriel Fernández tenía hecha postura por 24 ducados y arreglos a su
costa. La de Juan Teruel, la nº ? , se remató por 29 ducados; estaba destrozada por la tropa y pide se le
arregle. La Ciudad se niega. El 11 de junio estaban ya arrendadas en la forma señalada. El 9 de julio (f.
129 v.-130 r.) se vio en cabildo la tasación que se había hecho de “las casas nuevas de esta Ciudad
frontero San Francisco que han servido de hospital y nuevamente se han arrendado donde consta el gasto
que sus habitadores han hecho en cada una” en cerrar las roturas y componer los tabiques por cuenta de
los alquileres y son las de los números: 2,3,4,6,7,8,9,10,11,12,13. 41
A.H.P. Murcia. Prot. 3656 ante Fajardo Calderón, 1707, f. 483 r. “La Ciudad de Murcia, arrendamiento
vitalicio de la casa nº 10 frente de San Francisco contra Miguel Mora”. 1. Que los reparos necesitaba
dicha casa para “entrarla a vivir se han de hacer de contado como son el tabique y rotura de la pared
maestra por quenta de la primera paga de este arrendamiento y lo que costare se le ha de abonar; y los
demás que en adelante se ofreciesen anualmente, han de correr por cuenta de dicho arrendador de forma
que ha de ser obligado a tenerla siempre corriente y habitable al fin de este arrendamiento”.
2. Que si por descuidos y falta de reparos se arruinase la casa o parte de ella, el arrendatario quedaba
obligado a reedificarla de nuevo a su costa.
3. Que si sucediese incendio por descuido del arrendador o alguno de su familia quedaba obligado el
referido a volverla a reedificar a su costa; “y siendo de otra forma, con la mera justificación que hiciese
ha de vastar para darle por libre de esta obligación”.
4. Que una vez fallecido el dicho Miguel de Mora ha de cesar este arrendamiento, quedando “dicha casa
libre y desembarazada para que por parte de esta Ciudad se use de ella como le pareciere”.
5. Si dejase la casa tendría que pagar la renta de vacío como si de ella gozase.
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vecino los impresores y libreros continuaban recibiendo las ayudas habituales del
concejo.
En esta situación de cierto desamparo por parte de la autoridad municipal,
entrará en escena un maestro librero, el mercader de origen aragonés Juan López o Juan
Royo López, quien en abril de 1713 solicitaba ser nombrado “menestral del
Ayuntamiento” con las prebendas y exenciones del cargo. 42
Concedida la solicitud
pasará a contratar el arriendo vitalicio de la casa nº 7 de la Carretería, anteriormente
ocupada por don Antonio Jiménez de León, secretario de S. M., comprometiéndose a
pagar 2 ducados más que el anterior inquilino, en total 29 ducados al año. 43
Más tarde,
también el maestro impresor José Díaz Cayuelas hacía idéntica solicitud, petición que
tardaría en ser concedida por hallarse ocupada la vivienda que solicitaba, la nº 6, vecina
a la del librero, una proximidad motivada, sin duda, por existir entre ellos relaciones
profesionales por la impresión de una colección de comedias sueltas (Moreto, Lope,
Calderón) y algunos textos de espiritualidad costeados por el mercader. 44
En 1716
Cayuelas pasará a ser menestral del concejo lo que le permitirá hacer constar en sus
impresos el título de “Impresor de la Ciudad”. 45
Son varios los documentos de
naturaleza municipal y notarial que dan razón de la ubicación de este impresor frente a
San Francisco; en uno de ellos se lee:
“Casa nº 6, enfrente de San Francisco, en arrendamiento vitalicio a cargo de
Joseph Díaz Cayuela, desde 24 de junio de 1716. Cargo: Hácese cargo a Joseph Díaz
Cayuela, impresor, vecino desta Ciudad de trescientos veinte y un reales vellón cada
año de su arrendamiento en cuia cantidad a tomado por los días de su vida la casa nº 6,
enfrente de San Francisco con obligación de repararla, el qual corre desde 24 de junio
del pasado 1716 y los a de pagar conforme a su obligación de por mitad
anticipadamente los días de San Juan de junio, y Pasqua de Navidad de que otorgó
escriptura en 30 de marzo de dicho año ante los escribanos del Ayuntamiento […]”. 46
Así pues, si Vicente Llofríu había abandonado definitivamente la Carretería,
tiempo después las casas nº 6 y 7 de dicha calle albergaban una imprenta y una librería
de largo recorrido entre las gentes del libro (Figs. 6 y 7). Por su parte, el ahora librero
Llofríu, dueño de varias casas en San Pedro, abría su tienda en una de ellas, según
creemos en la Lencería (hoy Jiménez Baeza), en la misma parroquia, aunque algo
distante de la calle donde había ejercido como impresor (Fig. 8). La posterior venta del
42
A.M. Murcia, Actas Cap. IV- 1713, f. 50 v. “Juan López se admite por librero”. “Al memorial de Juan
López, vezino de esta ciudad, de ofizio librero, suplicando le onrre con el título de librero de
Ayuntamiento, con las exempziones que le corresponden. La Ziudad haviéndolo oído y conferido,
teniendo presente su buena havilidad en esta facultad, le nombró por librero de la Ziudad con las
exempziones que le corresponden como a los demás menestrales. Y acordó se le de testimonio con
expresión de ellas”. 43
A.M. Murcia, Actas Cap. 24-X-1713, f. 194 v. “Juan López, sobre arrendamiento bitalizio de una
casa.” 44
A.M. Murcia. Acta Cap. 21- IV-1714, f. 77 v. “Joseph Díaz Caiuela, pide la casa nº sesto.” 45
A.M. Murcia. Acta Cap. 28-III-1716, f. 39-40 v. “Joseph Díaz”. A.H.P. Murcia. Prot. 2799, ante Fajardo Calderón 1716, f. 54 (30 marzo). “La Ziudad de Murcia, arrendamiento vitalizio contra Joseph
Díaz Caiuela, vezino de esta Ziudad”. En la calle que afronta con San Francisco que es la nº 6 de las casas
nuevas por 321 reales; los arreglos por cuenta del impresor. 46
A.M. Murcia. Legajo 2905 (I), f. 38 r.
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negocio de libros en 1721 a uno de sus empleados, Lorenzo Martínez Urrea, 47
propiciaría la instalación de la librería enfrente de San Francisco, en la nº 12, local
arrendado por Urrea al Ayuntamiento asumiendo para sí los desperfectos ocasionados
por el anterior inquilino carente de recursos. 48
También la falta de solvencia del librero
acabaría dejando dicha casa en manos de otro maestro en el oficio, Francisco Navarro,
una cesión que sería aceptada por el concejo en 1728 por 341 reales. 49
El interés de
Navarro por instalarse en aquel lugar debía de ser grande pues tiempo atrás ya había
pujado sin éxito por la nº 5, según informan las actas de 1724. 50
Figura 6. Colofón de la Verdadera relación, y curioso romance, en que se dà por estenso
cuenta de los valerosos hechos del valiente Francisco Pliego, [s.a.]
Figura 7. Pie de imprenta. Poema encomiástico, en diversos metros al V. Doctor [...]
Fray Juan Duns Escoto de José Ordoñez (O.F.M.)
Figura 8. Colofón de la Nueva relación y curioso romance en que se declara […] los amores,
cautiverio y rescate de una principal Señora, llamada Doña Lidora, [s.a.]
Ante estos hechos, debemos inferir que el barrio de San Pedro, particularmente
la Carretería, continuaba siendo un polo de atracción para los libreros bien avanzada la
centuria. En aquel barrio, cerca de la Iglesia, había estado con anterioridad la librería de
Francisco Navarro, “en la esquina de su placeta [S. Pedro] y calle que sale de ella y va a
la aduana del Almojarifazgo”, una casa arrendada a un vecino y que acabaría formando
parte del patrimonio de Llofríu. 51
El padrón elaborado en 1721 con fines recaudatorios
confirma esa concentración de profesionales. En San Pedro se encontraban los libreros
Llofríu, Navarro y Juan López más el tipógrafo Cayuelas. La misma fuente confirma la
47
A.H.P. Murcia. Prot. 3602, ante Alonso Ochandiano, (27 julio 1721), f. 47 r.-51 v. “Lorenzo Martínez,
venta de tienda de librería contra D. Vizente Llofríu, y este obligación contra dicho Lorenzo Martínez y
consortes”. 48
A.M. Murcia. Acta Cap. 8-VIII-1722, f. 102. “Lorenzo Urrea Martínez” y A.H.P. Murcia. Prot. 2802,
ante Ximénez de León, (10 sept. 1722), f. 76. “La Ciudad de Murcia, arrendamiento vitalicio a Lorenzo
Urrea Martínez”. 49
A.M. Murcia. Actas Cap. 1727, 2-XI-172, f. 166 r., “Al memorial de Francisco Navarro” A.H.P.
Murcia. Prot. 3272, ante López Baeza, (1728), f. 6. “La ciudad de Murcia, arrendamiento vitalicio contra
Francisco Navarro”. 50
A.M. Murcia. Actas Cap. 21-III-1724, f. 56 r. “Al memorial de Francisco Navarro, haciendo postura en
la casa de la Carretería la nº 5”. A.M. Murcia. Actas Cap. 4-IV-1724, f. 67 r. “Remate de casas”. 51
A.H.P. Murcia. Prot. 3928, ante B. Ruiz, 21 agosto 1725, f. 714-718. “Don Bizente Llofríu, vezino
desta Ziudad, venta real contra D. Francisco Tuero, presbítero”.
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residencia del viejo librero y efímero impresor Alejandro Díaz en la parroquial de San
Nicolás, 52
mientras que Jaime Mesnier seguía siendo feligrés de San Bartolomé. 53
Otra librería en San Pedro y un complicado traslado de taller.
La llegada de otros profesionales en la década de los años veinte había
incrementado la nómina de libreros e impresores pues, junto a los maestros que ya
hemos señalado, había en la ciudad otros menestrales que trabajaban para aquellos en
calidad de oficiales. Francisco Antonio de Buedo y Gerónimo Vicen Pérez debían de
hacerlo para Díaz Cayuelas y, es más que probable que Juan Polo Burillo, sobrino del
librero Juan López, lo hiciera en la vecina librería. Este último, Polo Burillo, nacido
también en la Hoz de la Vieja como su tío, casaba en marzo de 1721 en Santa María con
una murciana y pronto buscará el lugar donde establecerse. 54
La noticia más temprana
que conocemos de su residencia es del año siguiente cuando bautiza al primero de sus
retoños en la parroquial de San Pedro, 55
iglesia de la que será feligrés hasta su muerte en
1749. Sabemos también del arriendo por 9 años de una casa lindando a mediodía con la
Aduana (1729), 56
aunque en 1731 hacía lo mismo con otra de la parroquia de Santa
María por 3 años, casa pegada a la muralla que afrontaba con “la boquera del val de la
lluvia”, 57
para retornar rápidamente a San Pedro, a otra vivienda arrendada y lindera por
poniente con las monjas Verónicas. 58
Junto a este convento permanecerá su tienda
largos años tras adquirir en 1733 una casa en el Porche de Verónicas. 59
Esta movilidad hasta alcanzar un local permanente será una constante, si bien
no todos conseguirían instalar sus negocios en viviendas de su propiedad. Quizás uno de
los casos más significativos entre los impresores fuera el de José Díaz Cayuelas quien
procedente de una familia con patrimonio lograría incrementarlo y montar un
importante taller unos metros más allá de las casas del Ayuntamiento, pero abocado
también al Plano de San Francisco junto a la Pescadería. Se trataba de una zona al inicio
de la parroquia de San Antolín, barrio que ya había albergado tiempo atrás una
imprenta. El tipógrafo contaba con una casa de su propiedad en San Juan, en la calle de
la Corredera, donde tal vez comenzara a dar a luz sus primeros trabajos antes de su
llegada en 1716 frente al convento franciscano. A pesar de contar con esa vivienda
propia, es significativo que hubiera orientado sus pasos hacía el barrio más
paradigmático para los de su oficio en calidad de arrendado. Pero en 1722 solicitaba que
se le otorgase a censo perpetuo cuatro casas pequeñas que mediaban entre las del
ejecutor de Sentencias y la Pescadería para fabricar otra “de que se origina[ba] beneficio
52
Aunque el padrón anota “impresor que fue de libros” solo conocemos un impreso de 1711 estampado
por Díaz y dedicado a la duquesa de Atrisco y condesa de Montezuma, El primer ministro de Dios,
desgraciadamente sin datos de ubicación. 53
A.M. Murcia. Legajo 3798. Padrones parroquiales de 1721. 54
Family Search. Murcia. Santa María. Matrimonios. 1708-1724, f. 168 r. (20 junio 1721) 55
Family Search. Murcia. San Pedro. Bautismos (1706-1730) f. 177 v. (7 mayo 1722). 56
A,H.P. Murcia. Prot. 3762 ante Francisco Pérez Mesía, f. 1 r.-2 v. “Francisco Cuevas, vezino de la
ciudad de Lorca, arrendamiento contra Juan Polo vecino y librero desta Ciudad”. 57
A.H.P. Murcia. Prot. 3763 ante Francisco Pérez Mesía, f. 283. “Eduardo Ramirez de Arellano, vezino
desta Ciudad, arrendamiento contra Juan Polo, vezino desta Ciudad”. 58
A.H.P. Murcia. Prot. 3764 ante Francisco Pérez Mesía, f. 215. “Mathías García, vezino desta Ciudad,
arrendamiento contra Juan Polo, vezino de ella”. 59
A.H.P. Murcia. Prot. 3766, ante Pérez Mesía, f. 184 r.-186 v. “Juan Polo, vezino y librero en esta
Ciudad, venta real contra Antonio Martínez, vecino de ella”.
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público y mayor ornato a dicho sitio, y por estar las referidas casas casi arruinadas”
podría eliminarse la “rinconada y fealdad que ocasiona[ban]. 60
A través de esta petición
se proponía adquirir de manera permanente un solar pagando anualmente unos reales al
Ayuntamiento (censo perpetuo). Los trámites administrativos fueron costosos pues
trascurridos cincos años todavía quedaban impedimentos y desacuerdos entre los
capitulares. La oposición de uno de los regidores al proyecto retrasaría el otorgamiento
y, por tanto, la construcción del nuevo edificio donde albergar el negocio. Por el
informe negativo emitido por el regidor en 1727 sabemos de la precaria situación de las
casas del nuevo vecindario, unas viviendas “sin particular hermosura” y “arrimadas a la
Plaza de Pescados” y a otras de oficios “serviles” que poco tenían que ver con la que
Cayuelas se proponía edificar. 61
La insistencia del impresor por lograr instalarse como
propietario en aquel paraje y sus buenos contactos como “Impresor de la Ciudad”
inclinaron la balanza a su favor en 1731, imponiéndosele un censo moderado poco
superior a lo que producían los arriendos de las cuatro casas al año (385 reales). Se le
obligaba, eso sí, a hacerse cargo la contribución para la limpia y monda del Val de la
Lluvia (6 reales) y a terminar las obras al cabo de cinco años. 62
La amplia fábrica construida desde sus cimientos, según refiere en su
testamento, constaba de varias casas de morada, tres de ellas auxiliares de otras
principales, cuyo coste desmedido hubo de afrontar con diversos créditos, parte de los
cuales quedaron pendientes tras su muerte. 63
En aquel “complejo” magníficamente
ubicado ya que por levante mediodía daba a las casas del Ayuntamiento, a poniente con
el Val de la Lluvia y a norte con la Pescadería, trasladaba en 1738 su imprenta cuyas
puertas abrían a la plazuela del Colegio de la Purísima, institución perteneciente a la
orden franciscana contigua al convento y, por tanto, muy cerca de la casa municipal que
había ocupado hasta entonces. La apertura del taller a esas nuevas dependencias no
supondría el abandono de la casa nº 6 de la Carretería ya que en ella quedaron alojados
los trabajadores del taller, o al menos uno de sus oficiales, Gerónimo Vicen Pérez,
según creemos la mano derecha del impresor en Murcia, junto a su sobrino Felipe Díaz
Cayuelas. 64
El primer impreso que conocemos estampado en el nuevo emplazamiento
son las Reales ordenanzas, del Colegio, y Congregacion del arte de Plateros de 1738
donde en su pie de imprenta se lee: “En Murcia: por Joseph Diaz Cayuelas [...] enfrente
del Colegio de la Purissima Concepcion”; faltaban unos meses para que ya enfermo
60
A.M. Murcia. Acta Cap. 12-V- 1722, f. 58 r. “Al memorial de Joseph Díaz Cayuelas, impresor de esta
Ciudad” y A.H.P. Murcia. Prot. 3273, ante López Baeza, 1731, f. 49-54 v. “Los muy Ilustres Sres. del
Ayuntamiento de esta Ciudad, dación de zenso perpetuo contra José Díaz Cayuelas, vecino de ella”. 61
A.M. Murcia. Actas Cap. 9- VIII. 1727, f. 112 r. y v.”Joseph Díaz Caiuela” 62
A.M. Murcia. Actas Capitulares. 6-VI-1730, f. 76 v. y A.H.P. Murcia. Prot. 3273, ante López Baeza,
1731, f. 49 r.-54 v. “Los muy Ilustres Sres. del Ayuntamiento de esta Ciudad, dación de zenso perpetuo
contra José Díaz Cayuelas, vecino de ella”. 63
A.H.P. Murcia. Prot. 3825, ante José Ramos, diciembre de 1738, f. 913 y ss. “Joseph Díaz Caiuela,
vezino que fue desta Ziudad, su testamento”. 64
Tras morir Díaz Cayuelas, Vicen Pérez pujó para alquilar la casa de la Carretería. Acta Cap. 1-X-1738,
f. 275 r. “Postura en la casa del nº 6. Viose petición de Gerónimo Vicen Pérez haciendo postura por
arrendamiento en la casa nº quinto [sic] de la Carretería, que ha vacado por muerte de Joseph Díaz
Cayuela, por tiempo de cinco años que han de tomar principio la víspera de Navidad de este presente año
y en precio cada uno de ellos de treinta ducados de vellón pagados anticipadamente como es estilo de
medio en medio año. Y la Ciudad haviéndolo oydo la admitió y acordó se corra al pregón y remate el día
23 del corriente, zitándose los postores”.
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diera poderes para testar. Tras su muerte (verano de 1738) el taller continuó en la misma
ubicación en manos de su sobrino y heredero hasta su cierre definitivo en 1791. 65
Cambio de titularidad y desalojos en las casas de la Carretería.
Tener la librería en una de las casas de la Ciudad podía ocasionar graves
inconveniente si se quería mantener abierto el negocio tras la muerte de su titular. Esta
fue la situación vivida por la madre de Juan López al morir su hijo en julio de 1723. 66
A
los pocos días, Isabel López se dirigía al concejo para traspasar la titularidad del
arriendo a su nombre pues como señalaba en su escrito, una vez fallecido el librero
dejándola por su heredera, deseaba “conservar la librería en el mismo sitio por mantener
tres sobrinas huérfanas y un sobrino del mismo ejercicio”. 67
El problema que se le
presentaba requería una pronta solución ya que algunas personas interesadas en
ocuparla pedían se sacase a pregón según lo estipulado en el contrato. 68
Sin embargo, la
inversión realizada por el difunto durante esos años no había sido pequeña y no parecía
razonable que otros inquilinos se aprovechasen de las mejoras introducidas, además de
las pérdidas que suponía el traslado de un negocio tan consolidado. Por fortuna, la
Ciudad respondió afirmativamente a tan razonable petición y, de momento, la librería
pudo continuar abriendo sus puertas en la Carretería. Pero la solución no era en realidad
tan sencilla. La avanzada edad de la nueva propietaria aconsejaba la venta del negocio a
su nieto Juan Royo Pérez, que hasta entonces, y desde su llegada a Murcia procedente
de Aragón, trabajaba en la librería y se encontraba con sus 27 años preparado para
gestionarla convenientemente. 69
El traspaso de la librería al joven Royo exigía
modificar la titularidad de la vivienda cuanto antes; por esta razón Isabel pedía poco
después que el arrendamiento por los días de su vida lo fuera también por la de su nieto,
una solicitud que no pareció conveniente a los capitulares. 70
Ante la negativa
administrativa, el librero insistió con nuevos escritos para que la anciana pudiera
transferirla antes de su muerte, una manera de asegurarse la continuidad del negocio en
el mismo local. 71
Una vez admitida esta última solicitud, Isabel pudo compartir con su
nieto la titularidad del arriendo “con la obligación de dar el susodicho cuenta” después
de la muerte de su abuela “para tomar providencia en dicho arrendamiento”. 72
65
Sobre las vicisitudes vividas por aquella imprenta ver: Amparo GARCÍA CUADRADO, “Nuevos
documentos sobre tipografía murciana”, en Revista General de Información y Documentación, vol. 21,
2011, p. 330. Disponible en: http://revistas.ucm.es/index.php/RGID/article/view/37433 66
Family Search. Mucia. San Pedro, Defunciones, 1691-1743, f. 144 r. 67
A.M. Murcia. Actas Cap. 10-VI-1723, f. 96 v. “Al memorial de Isabel López”. 68
Entre las cláusulas de este tipo de contratos de arrendamiento se contemplaba que fallecido el titular
debía cesar el arrendamiento, quedando libre y desembarazada para que la Ciudad usase de ella como le
pareciese. 69
Amparo GARCÍA CUADRADO, “Los Royo en la Murcia del siglo XVIII: apuntes sobre librería y
conflictos entre libreros”, Carthaginensia, vol. 25, núm. 48, julio-diciembre de 2009, pp. 407-437. 70
A.M. Murcia. Actas Cap. 13-VII-1723, f. 98. “Arrendamiento vitalicio casa nº 7”. “El Sr. D. Pedro de
Torres, regidor hacedor de Propios, dio cuenta como en virtud de lo resuelto por esta Ciudad en el cavildo
antecedente ha ajustado con Isabel López, madre de Juan López, librero difunto, el arrendamiento de la
casa de la Carretería que tuvo el susodicho, la nº 7, por los días de la vida de dicha madre, en precio de los
29 ducados en cada un año que ganaba antecedentemente. Y respecto de que ésta es una mujer muy
anciana y tiene un nieto que es el que ha de mantener la libraría, le parece se podrá hacer el arrendamiento
por la vida de ambos. Y la Ciudad haviéndolo oído, acordó que se ejecute sólo por la vida de la dicha
Isabel López, otorgando escritura en forma como está resuelto.” 71
A.M. Murcia. Actas Cap. 9-XI-1723, f. 159 r. “Pretensión de Juan Roio”. 72
A.M. Murcia. Actas Cap. 4-IV-1724, f. 67 r. “Remate de casas”.
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En abril del 1725, ante la falta de salud de Isabel, el librero se dirigía presuroso
a los munícipes pidiendo le hiciesen “gracia de la referida casa por los días de su vida y
la de Francisca Gil, su mujer, en la misma forma que la tuvo Juan López, su tío”. 73
Es
evidente que el escarmentado librero quería, ante el siempre incierto futuro, dejar ligada
la casa a su familia aunque él faltase. Con estos trámites conseguía finalmente su
objetivo: seguir en el disfrute del codiciado inmueble. El peligro a que se había visto
abocado el traslado de la tienda quedaría de ese modo conjurado y tras firmar el
preceptivo contrato pudo disfrutar de no pocos años de estabilidad, como ahora
veremos. 74
Dos años había tardado en garantizarse la continuidad de la librería en el
mismo emplazamiento urbano, pero había valido la pena; unos meses después el
párroco de San Pedro escribía la partida de defunción de Isabel. 75
Si grave era perder tan buena ubicación por el fallecimiento del titular, todavía
era peor sufrir el desalojo temporal por orden del cabildo para instalar en aquellos
locales a soldados enfermos o albergar a la soldada en los traslados de la tropa. No
fueron pocos los menestrales que reclamaron a lo largo de los años la devolución de los
alquileres o su impago por tal motivo. En 1706 el desalojo para instalar el improvisado
hospital terminó con el deterioro de 11 casas de la Carretería 76
que fue preciso “volver a
componerlas del desbarato y quebranto que ha[bían] padecido”. Entre ellas la que, hasta
la llegada de los soldados, había ocupado la imprenta de Llofríu. Es presumible, por
tanto, que la marcha del impresor a la calle de la Sal pudiera haberse producido a raíz
del desalojo y la posterior pérdida de gratuidad para todos los menestrales. A este
respecto es interesante constatar cómo tras la muerte del maestro Cayuelas, su oficial
Vicen Pérez hacía postura para arrendar la nº 6, el antiguo taller de su patrono, una puja
que por serle favorable le permitía formalizar el arriendo; sin embargo las necesidades
del concejo lo impidieron “por haber estado ocupada con la bandera de guardias de
Infantería, y ser preciso hacer algunos reparos para habilitarla”. 77
Muerto Vicen en
1740, la casa fue arrendada por el propio Felipe Díaz Cayuelas para el alojo de sus
operarios. Cuatro años después, cuando las casas habían sido vendidas, el Ayuntamiento
reclamaba los alquileres correspondientes a pesar de no haberse ocupado durante un año
por haber albergado “una bandera de reclutas de reales guardias valonas, que se
estableció en ella de orden de los comisarios de guerra […] mandando salir y
desocuparla a los inquilinos que de mi quenta vivían en ella”, exponía el impresor en su
detallado escrito. 78
El enojoso asunto no quedaría concluido hasta 1748 en que los
73
A.M. Murcia. Actas Cap. 17-IV-1725, f. 67 r. “Al memorial de Juan Roio”. 74
A.H.P. Murcia. Prot. 2803, ante Pedro Fajardo Calderón y Antonio Jiménez de León, 28 abril de 1725,
f. 13. “La Ziudad de Murcia, arrendamiento viatalizio contra Juan Royo”. 75
Family Search. Murcia. San Pedro. Defunciones. El 1 de agosto de 1725 murió Isabel López, viuda de
Domingo Royo. Testó ante Alejandro López Mesas, f. 154 r. 76
A.M. Murcia. Actas Cap. 1-III-1707, f. 23 v. “Se aderecen las casas nuevas que han servido de
hospital”. A.M. Murcia. Actas Cap. 24-V-1707, f. 89 v.-90 r. Viose la tasación que se había hecho de las
casas nuevas de esta Ciudad frontero San Francisco que han servido de hospital y nuevamente se han
arrendado donde consta el gasto que sus habitadores han hecho en cada una en cerrar las roturas y
componer los tabiques que en su obligación queda prevenido haber de ser por cuenta de los alquileres y
son las de los números: 2,3,4,6,7,8,9,10,11,12,13 y la de la casa nueva que habita Andrés de Armunia. 77
A. M. Murcia. Acta Cap. 19-IX-1739, f. 234 r. “A memorial de Gerónimo Vicempérez en que dice que
haviéndose rematado en su cabeza para arrendamiento la casa nº 6 de la Carretería, propia de esta ciudad”
y A.M. Murcia. Acta Cap. 28-XI-1739, f. 290 r. “Casa nº 6”. No llegó a firmar el contrato de arriendo
por fallecer en febrero del año siguiente. Family Search. San Pedro. Defunciones 1691-1743, f. 211 r. 78
A. M. Murcia. Acta Cap. 16-X-1745, f. 286 v. “Phelipe Díaz”.
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capitulares consideraron oportuno la devolución del arriendo anual que ya había sido
abonado por el afectado. 79
Incremento y diseminación de libreros e impresores por la ciudad.
Un recorrido detenido por los padrones de las distintas parroquias elaborados
en la primavera de 1734 permite constatar la toponimia del sector en aquel año. San
Pedro continuaba siendo el centro neurálgico ya que reunía al mayor número de
profesionales del libro: Francisco Navarro (51 años), Juan Royo Pérez (38 años),
sobrino de Juan López, Juan Polo Burillo (40 años) y el impresor José Díaz Cayuelas
(58 años) con su oficial Vicen Pérez (40 años) y otro joven oficial de librería, cercano al
círculo de Cayuelas, Gregorio Gómez (19) residente en San Antolín. En el tramo de la
calle Platería, perteneciente a la parroquia de Santa María, estaba ahora la imprenta de
los Mesnier regida desde la muerte de su fundador por su yerno Juan Martínez (56
años). En esta parroquia residía también el librero Martínez Urrea (40 años) que,
llevado por su mala fortuna, vivía ahora en casa de un maestro tejedor aunque seguía
ejerciendo su oficio como asalariado o vendedor callejero. 80
En Santa Catalina estaba
avecinado Juan Martínez Osorio (30 años) también librero y del que no conocemos dato
alguno. Finalmente, en la parroquia de San Juan encontramos por primera vez anotado
el apellido de una familia que será determinante en el desarrollo de la librería murciana
durante más de cien años, Francisco Benedicto Rodríguez (46 años). Este era el grupo
de profesionales en los años 30, los mismos que configurarán el sector librero e
impresor en las siguientes décadas con algunas agregaciones. 81
En efecto, diez años más tarde, los padrones vecinales indican que la movilidad
y titularidad de las imprentas y librerías había sufrido escasas modificaciones. En 1743
el barrio de San Pedro continuaba dando cabida a los libreros. En él se podían localizar
las tiendas de Navarro, Royo y Polo Burillo. A estos tres se había agregado otro maestro
aragonés, Antonio Roncales (26 años). 82
En 1744 se sumaba a la nómina, en San Pedro,
un oficial de la imprenta de Cayuelas y también librero, Felipe Teruel Martínez (22
años), 83
natural de Aragón y que tras su boda pasará a formar sociedad con su cuñado
Antonio Roncales en la calle del Pilar. 84
Por otro lado, en San Antolín se encontraba frente al colegio de la Purísima, en
el Plano de San Francisco, la imprenta heredada por Felipe Díaz Cayuelas, y en Santa
María tenía ya su surtida librería Francisco Benedicto Rodríguez, en la esquina de la
Trapería, en el llamado Porche de Nuestra Señora del Socorro (Fig. 9); también era
parroquiano Juan Hernández, un librero de 56 años que trajinaba en el negocio de
impresos tal vez como empleado. Los Mesnier, que tradicionalmente habían trabajado
79
A. M. Murcia. Acta Cap. 1-X-1748, f. 227 r. “Idem Phelipe Díaz”. 80
Sabemos que en 1743 Lorenzo Urrea había abandonado su oficio. El padrón de aquel año recoge que
con 50 años era alcaide de las cárceles episcopales con título de teniente. A.M. Murcia. Legajo 2499 (II). 81
A.M. Murcia. Legajo 1062. Vecindario de las parroquias de 1734. 82
A.M. Murcia. Legajo 2499 (II). Padrón de San Pedro de 1743. 83
El trabajo de Teruel como oficial de imprenta y grabador en el taller de Díaz Cayuelas, lo tenemos ya
documentado en 1744. A.M. Murcia. Legajo 1586, nº 10-2, año 1744. 84
Amparo GARCÍA CUADRADO, “Noticias sobre el impresor Felipe Teruel Martínez”, Anales de
Documentación, vol. 18, núm. 1, 2015, p. 2 Disponible en:
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como impresores y libreros en la Platería, se trasladaban con el segundo marido de la
heredera, Francisco José López, a la calle Zambrana en 1741 (hoy Andrés Baquero) y
muy pronto a otro local en la cercana Plazuela de Santa Quiteria (Fig. 10), en la
parroquia de San Lorenzo.
Figura 9. Colofón del pliego Habiendo acompañado la Reyna Nuestra Señora
(que Dios guarde) el Santisimo Sacramento, 1746.
Figura 10. Pie de imprenta. Carta que escribe la madre priora […]de Agustinas Descalzas […] de
Murcia a las madres prioras de los conventos de la Hermandad, 1741.
A finales de la década de los años cuarenta e inicios de los cincuenta el número
de oficinas tipográficas se incrementa con la llegada del murciano Nicolás Villargordo y
Alcaraz desde Salamanca, quien se establece en la calle Frenería y en 1749 pasa a la
Plaza de Santo Domingo; dos años más tarde se trasladaba a la Plaza de San Juan de
Dios, y en 1761 estaba frente a las monjas de Santa Ana, siempre en la parroquia de
Santa María (Fig. 11). También José Fandos Ximeno, un antiguo oficial de imprenta,
abrirá un efímero taller cerca de la Iglesia de San Lorenzo (Fig. 12), una vez clausurado
el de los Mesnier (1746), donde probablemente había trabajado junto a Antonio Roque,
otro oficial de impresor. Es precisamente durante esta época cuando se produce una
diseminación mayor por el espacio urbano, junto a un deambular en busca del local más
adecuado o menos gravoso para sus débiles economías. 85
Es el mismo fenómeno que se
observa en otras localidades como en la andaluza Granada, caracterizada durante el
siglo XVII y en menor medida en el XVIII por un continuo desplazamiento de los
talleres mucho más productivos, por otra parte, que los murci