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Luis Miguel González
¡Yo solo creo en Diosy en el Real Madrid!
Historias merengues de todos los tiempos
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Índice
Agradecimientos ................................................................. 13Introducción ...................................................................... 15
«Yo le saludo siempre como un profesional» .................... 19«Gracias a todos y ¡hala, Madrid!» .................................... 20«¡Nene!: ¿querés dejar de utilizar la motito?» ...................... 22Le dio dos besos y gritó: «¡Te quiero, Sergio!» .................. 23«Disfruta chaval que esto es muy difícil» .......................... 25«Si quiere me bajo los pantalones» ................................... 26«Que nadie piense que hemos traído a Bambi» ................ 26«Con usted no voy ni a heredar»...................................... 27Intercambiaron un reloj de oro por un banderín .............. 29«¡Como si me ponen a picar entradas!» ............................ 30«Capi, tú defiende que yo meteré los goles» ..................... 32«Florentino, no lo dejes escapar» ...................................... 35Un guarda de seguridad le tuvo que despertar ................. 36«¡Coño!, ¿no ves que no puede respirar?» ......................... 38«¿Quién es ese tal Pepe que va a costar 30 millones?» ....... 39«Pero niño, ¿qué haces?» .................................................. 41El acuerdo se cerró en el servicio de señoras ................... 43«Pensé que era una broma de Zidane» ............................. 46«Lo que ocurre en la Tierra no lo arregla ni Dios» ........... 48
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Bernabéu y Franco almorzaron por 3 pesetas ................... 50«¡Cómo se curaban con la cameloterapia!» .......................... 51«¡Cómo quieren ir de Róterdam a Sevilla en taxis!» ......... 53«¡Este tío es del Atleti!» .................................................... 55«Tira el penalti fuera o no salimos vivos» ......................... 56«Al ver la factura casi me da un infarto» ........................... 57«¡Aquí no se dan clases de matemáticas!» ......................... 59«¡Pagar cinco pesetas para que te den patadas!» ................. 61Se declaró en rebeldía por bajarle del sueldo 750 pesetas.... 62«Usted le sigue hasta si va a orinar…» .............................. 63«¡Que está conmocionado! ¡Qué jeta tienes, tío!» ............. 65«Es verdad: pareces un gnomo» ........................................ 66«Y nosotros sus primos… ¡no te digo!» ............................ 67«¡Zidane, ten cuidado con las partes nobles!» .................... 68«Casi todo el partido me lo pasé llorando» ....................... 70«Estoy cagado… pero cagado de verdad, ¿eh?» ................. 72«¡Ponte bien, que es para el visado de vuelta!» .................. 73María Ostiz arrancó los primeros aplausos ....................... 75«Como presidente no tengo parientes ni amigos» ............ 76«¡Usted es idiota; idiota perdido!» .................................... 77«Me temblaban las piernas al ver a mi ídolo» .................... 78Un peluquín, las gorras, las propinas, las botas… .............. 79«¿Este qué se cree, que va a entrar en el Guinness?».......... 82«No me tomaron en serio y fiché por el Madrid» ............ 84«¡Sin novedad, mi general!» .............................................. 86«Me voy por el acoso de tiburones y deslealtades» ............ 88«Si no le llamo Messi no me haría caso» ........................... 90Se pagaron 154.000 pesetas (900 euros) por 12 facturas.... 92«¡Qué bien me vino el agujero en la bota!» ...................... 95«¡Este tío nunca sabe si defiende o ataca!» ........................ 96«¿Es que quiere llevar los galones del capitán?» ................. 98«Los dos árbitros actuaron como Billy el Niño» ................. 99En monedas de una peseta recibió 50.000 ....................... 103Gracias por venir al doping, majestad» ............................... 106
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«Se podía vivir, pero no para comprar parcelas» ................ 107«¿Quiere que lleve un esparadrapo en la boca?» ............... 110Gento se puso a rezar con una mulata ............................. 111«¡No le marquéis, que es muy malo!» ............................... 113«Su hijo se hinchará a ganar dinero» ................................ 115Un familiar de Franco expulsado del palco ...................... 116«¡Solo conozco a estos tíos por los videojuegos!» ............. 118«¡Sí, sí, usted será mi padre… hasta hoy!» ......................... 120«Si yo te respeto, respétame tú a mí» ................................ 121«Che, Héctor, mataste a un guardia» .................................. 123«Me iba a expulsar y echó a tres fotógrafos» ..................... 126Guardameta, bancario, delineante y peletero .................... 128«Las paraba hasta con el trasero» ...................................... 130Amancio se llevó el televisor que sortearon ..................... 132«Pensé que vestir de rojo era para dar coba a la URSS» .... 132«Le besé en la frente y salí corriendo» .............................. 133«¡No teníamos ni para pipas!» .......................................... 135«¡Oiga, oiga… que soy socio desde que se fundó!» ........... 136«¡Dadme paso, dadme paso, que tengo un notición!» ........ 138«El sargento Bartolo me dio lecciones de fútbol» ............. 140«¿Qué tal lo he hecho…?». «¡Hombre, no está mal!» ......... 141«Te recuerdo que no me gusta su cara de pillo» ................ 142«Que nos vayan preparando los testamentos» ................... 144Firmó para toda la vida por 30.000 pesetas ...................... 146«Se lo explico cantando o se nos hace de noche» ............. 147«¡Si aún no hemos cenado! ¿Por qué nos trae café?» ......... 149«¡Qué arte tengo, Dios mío, qué arte!» ............................. 149Llamó a su abuelo a las tres de la madrugada .................... 151«Sé que me vas a besar, pero bésame en las mejillas» ......... 152«Llevas razón, pero no me hagas correr tanto» .................. 155«¡Que el masajista no ha dado ninguna patada!» ............... 157«¿Eres daltónico o te falla la vista?» .................................. 158«¡Usted se va a cargar el club y la junta!» .......................... 160Seis socios votaron «no» a la subida de 100 pesetas ........... 162
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«No los he visto jugar, pero huelen bien» ......................... 163«Si serán malos que dejaron solo a su portero» ................. 165«Las pasé canutas cuando me pusieron de portero» ........... 166«Le juro que abrí los ojos para definir» ............................. 168«Tenían a los futbolistas esclavizados» ............................... 170«¿Ya no te acuerdas del Madrid? ¡Qué ingrato eres!» ........ 172«Aposté por él y era una figura de porcelana» .................. 173«No le entendía ni torta» ................................................. 174«Solo se ha cagado un poco» ........................................... 175«¡Vaya bronca por decir que no era penalti!» .................... 177«Ahorita mismo, pero me van a dejar sin huevos» ............. 179«No se preocupe, les devolvemos puntos» ........................ 180«Pegué un grito al cielo y se me empezó a valorar» .......... 182Se compró tanta ropa que no cabía en el coche ............... 186Le negaron 300 pesetas para comprar una maroma .......... 187«Maneja la bola con el pie mejor que yo con las manos» ... 189«Al cumplir treinta años renovabas por una temporada» ... 192«En el NO-DO tenía que ver los goles» .......................... 193«Pero, hombre, si los vigila para que no se escapen» .......... 195«¡Yo solo creo en Dios y en el Real Madrid!» .................. 197Congeló los calzoncillos de los compañeros ..................... 199«Pisha, aguanta un poquito más» ...................................... 201«La cinta grabada del partido la tiré por la ventana» ......... 203«Esto no se le hace al Real Madrid» ................................ 205Le pusimos a caldo a Julio Iglesias ................................... 206«Ahora te fumarás un puro y te reirás, artista» .................. 207«¡Hombre, si tú eres el del Cola Cao!» ............................. 208«Las canas saldrán. Como soy rubio se ven menos» ........... 210«Que lo embalen con un lazo y lo devuelvan» ................. 211«Joder con el tenor, cómo cantó los goles» ....................... 212El decálogo para «concentrarse» en casa ........................... 213«Cuando cantaban yo también gritaba… ¡Bingo!» ........... 215«Me tiré de culo y rematé con el taquito derecho»........... 217«Llámenle y que deje de estar angustiado» ....................... 219
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«Rezábamos para que nos subieran el sueldo» .................. 221«Cualquier día van a darle un beso a la suegra» ................ 223«Jamás hubiera aceptado la oferta del Barcelona» .............. 225«¡El de cuadrooos!». «¿Quién coño ha apagado la luuuz?» .. 227«Si no viene nos destrozaría los carnavales» ...................... 229Lula da Silva llamó a Florentino Pérez ............................. 230«Ya te dije, tocayo, que no lo iba a tirar» ........................... 231«Nunca había visto juntas 100.000 pesetas» ...................... 233«Por favor, que no me eche el público encima» ................ 236«¡Cómo me temblaban las piernas!» ................................. 237«¡Cómo van a fallar cuatro relojes a la vez!» ..................... 239Se desplazó en una avioneta para fichar a Hagi ................ 240«¿Qué has hecho, tío? ¡Si es el balón de la final!» .............. 242«El Real Madrid es El Cid de nuestro deporte»................ 244«Póngame cuarto de kilo de esa palabrita» ....................... 246«Es tímido y no se adaptará a nuestro juego» .................... 248«Lo de prohibir los himnos lo dirá usted en broma» ......... 249«El Madrid perforó la Cortina de Acero» ......................... 252«Las nuevas generaciones las van a pasar canutas» ............. 252«A partir de ese día rezaba en todos los partidos» ............. 253«¡Hay que tener cara para cogerle de la manga!» .............. 255«Presidente del Atlético… digo del Real Madrid» ............ 256«¡Hasta en la selva ven al Madrid!» ................................... 257«El ataque vestía de frac y la zaga de alpargatas» ............... 258«Miré alrededor y me dije: “¿Qué hago yo aquí?”» ........... 260«No solo se ha cagao, sino que la ha cagao» ........................ 262El presidente que iba en el tope del tranvía ...................... 265«¡Oye, chico, que el mar es para hombres!» ...................... 267«¡Déjese de bromas, baje usted la mano y siéntese!» .......... 267«No corra tanto, que lo mismo se da un leñazo» .............. 268«Si solo vamos al palco y de viaje sobramos» .................... 269«A los treinta y tres años marqué mi primer hat-trick» ....... 272«Oiga, perdone, ¿puedo ir ya a cobrar la prima?» .............. 273«Le dio el dinero envuelto en papel de periódicos» .......... 276
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«Pepito, hijo, ¡cómo te lesionas antes del partido!» ............ 276«¿Qué diablos es eso?». «¡La Champions League, tío!» ....... 278«Yo los pesco y a él se los ponen en el anzuelo» ............... 279Le llamó el ministro para pedirle explicaciones ................ 281«Nos explotaron y nunca nos dieron ni un duro» ............. 282«¡No había dinero ni para pagar la luz!» ........................... 284«Dígale que acabo de fichar por el Real Madrid» ............. 287«¡Señores, este no es mi Real Madrid!» ............................ 289«Perdone, pero Di Stéfano está a su lado» ......................... 291Carvajal se agazapó y Asensio hizo de jardinero ............... 292«Triunfaré porque soy un león indomable» ...................... 295«En mi despacho hay un loco que dice ser mi hijo» ......... 297Massiel puso el broche cantando el «La, la la» ................... 298Sueldo de 1.000 pesetas mensuales y 10.000
de indemnización ....................................................... 299«Eres más falso que el dinero del Monopoly» ................... 301«¡Majestad! ¡Majestad!». ¡«Ramón! ¡Ramón!» ................... 304«Yo era el guapo del equipo y ahora habrá dos» ............... 306Se negó a jugar por la Guerra de los Balcanes .................. 307«¡Ha sido un placer jugar contigo, bicho!» ......................... 309«Yo puedo mirar a los ojos a los jugadores» ...................... 311«Tendrás emociones y sentimientos antagónicos» ............. 312«He sentido la fuerza que acompaña al Madrid» ............... 314Dos años entre más sombras que luces ............................. 315Los jugadores elogiaban el trabajo de Lopetegui .............. 316«A este chico no le sienta bien el color blanco» ............... 317«Hay que jugar siempre con un par de cojones» ............... 319«¡No os oigo, no os oigo!» ............................................... 321«¡Se llevó su comida a una boda en un tupper!» ................ 322
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Introducción
Sin apenas darnos cuenta, porque el tiempo vuela, han trans-currido siete años desde que se publicó la obra titulada Las
mejores anécdotas del Real Madrid, editada por La Esfera de los Libros. La misma editorial pondrá en circulación una nueva obra de contenido parecido y bastantes textos inéditos, titulada ¡Yo solo creo en Dios y en el Real Madrid! Historias merengues de todos los tiempos. El título procede de las palabras que aparecen en una de las curiosas y simpáticas anécdotas recogidas en estas páginas y que figuraban en el quiosco de una plaza de Caracas. Estaban escritas en una amplia pizarra que había colgado el vendedor de periódicos y revistas en lo alto de la caseta con la frase mencio-nada. La idea fue de un tal José Luis, madrileño y acérrimo madri-dista, que había emigrado a principios de los años sesenta a Vene-zuela.
En ese largo lustro que se nos ha escapado desde que salió a la luz Las mejores anécdotas del Real Madrid, la historia e historietas del club más ponderado del mundo se han engrandecido y, evi-dentemente, se han tenido que glosar las nuevas y memorables gestas de su innegable trayectoria deportiva. Un nuevo y fecundo caminar por todas las competiciones, pero sobre todo por la anti-guamente llamada Copa de Europa. El Madrid de este siglo xxi ha estado a punto de igualar el récord de aquel irrepetible equipo
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que se proclamó pentacampeón de Europa. En los tiempos que corren, también perdurarán las cuatro Champions League segui-das que ya reposan en el brillante museo del club. Esta hazaña ha supuesto el renacer del orgullo de los millones de incondiciona-les y fervorosos madridistas. Una característica especial del Real Madrid, producto de su incomparable historial en los ciento die-ciséis años que ya ha cumplido desde que se fundó en el lejaní-simo 1902.
A través de la enriquecedora experiencia de aquel libro, junto a mi amigo Juan Ignacio Gallardo, este cronista ha vuelto a cons-truir otro armazón para narrar nuevas y originales curiosidades, anécdotas y vivencias. Hechos y genialidades bastante comunes en las trayectorias de los futbolistas, entrenadores, directivos…, pero que suelen pasar inadvertidos para los aficionados al fútbol. ¡Yo solo creo en Dios y en el Real Madrid! Historias merengues de todos los tiempos constituye un friso de situaciones tan variadas y dife-rentes que resultan imprescindibles para los que quieran descu-brirlas. Si un libro es un trozo palpitante de la vida, puede haber quien desee bucear en ella plenamente y empaparse, como quien se inunda en una pericia personal.
He revisado nuevamente archivos, recopilado entrevistas de mi época de informador y reportero, en la que jugadores del Real Madrid, técnicos, empleados, presidentes, exdirectivos…, gene-ración tras generación, tuvieron la gentileza de contarme anéc-dotas peculiares. En esa incesante búsqueda también he hallado documentos inéditos y añejos de la entidad, cuya singularidad pone de manifiesto el arraigo y la fortaleza con la que crecía la institución, reconocida, admirada y respetada por su aureola en los cinco continentes.
Una implacable realidad que también conviene recordar con el pasado y el presente de esta narrativa, en cuyas páginas se han impreso fascinantes historietas. La insigne y gloriosa historia del Real Madrid no termina en los destellos plateados de los trofeos que reposan en las vitrinas del club, sino también en las vitrinas
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de la memoria. Una obra, en resumen, que está dedicada a los aficionados al fútbol en general y, en particular, a esa legión de madridistas que enarbolan la bandera del Real Madrid con satis-facción, dignidad y pundonor. Es la herencia que transmiten los veteranos madridistas a los noveles desde que se fundó el mítico club, con infinidad de brindis por la cosecha de sus éxitos que desbordaron alegría.
Por último, gracias amigo lector, si desea descubrir testimo-nios diferentes de los que hace siete años vieron la luz. Revela-ciones y vestigios, la mayoría narrados por los protagonistas, que espero y deseo sean de su agrado. Este ha sido el principal motivo de mi veteranía periodística.
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«YO LE SALUDO SIEMPRE COMO UN PROFESIONAL»
En el estadio Olímpico de Kiev, el Real Madrid logró un nuevo récord: ceñirse la tercera corona consecutiva desde que la Copa de Europa cambió de formato y pasó a denominarse Champions League. El Rey de Europa, como hace años se le bautizó por sus gestas en esta competición continental, ampliaba su leyenda el 26 de mayo de 2018, tras ganar 3-1 al Liverpool, uno de los equipos de la cuna del fútbol. La personalidad de aquel conjunto blanco que aún dirigía Zinedine Zidane, con genio, inspiración y mentalidad de triunfar, acabó con la singular voluntad del cua-dro británico.
En el segundo tiempo llegaron los goles, los que hicieron estallar de júbilo a los madridistas que se desplazaron a la ciudad ucraniana. El primer tanto de Benzema y los dos de Bale, por el único de Sadio Mané para el conjunto inglés, fueron la culmi-nación de un partido con la legítima victoria del Real Madrid, y una hazaña muy complicada de igualar: los trece títulos de la Copa de Europa que ya reposan en su plateado museo.
Al finalizar el encuentro, los jugadores madridistas se abraza-ban, sonreían, saltaban desbordados de júbilo y la emoción se
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derramaba. Se comportaban como guerreros que tienen un lugar de honor en el dorado podio de las proezas deportivas.
En medio de ese torrente de euforia, con la camiseta aún empapada de exaltación por el nuevo éxito alcanzado, Cristiano Ronaldo atendió a un informador en el terreno de juego y mani-festó: «No puedo asegurar que vaya a estar el año que viene en el Real Madrid. Hablaré en los próximos días. No tengo nada que comentar con el presidente. Yo le saludo siempre como un profesional. Esto viene de lejos. El problema no es el dinero, pero algo va a pasar. Hablaré cuando llegue el momento. Quizás no es la ocasión perfecta para decir lo que pienso, pero no me arre-piento. No quiero dejar de reconocer el mérito de lo que ha hecho el Real Madrid. Es algo memorable y hay que disfrutarlo».
Al regresar de Kiev, jugar el Mundial de Rusia con Portugal y disfrutar de unos días de vacaciones, se confirmó lo que, práctica-mente, ya se daba por hecho: Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro dejaba de pertenecer al Madrid y era traspasado a la Juventus de Turín por 100 millones de euros. Se le presentó como jugador madridista el 11 de julio de 2009 y se despedía el 11 de julio de 2018. Fueron nueve temporadas en las que dejó una incostestable y estelar trayectoria, batiendo récords, recibiendo premios de pres-tigio nacional e internacional y una marca a igualar o superar: ser el máximo goleador en la historia del Real Madrid.
«GRACIAS A TODOS Y ¡HALA, MADRID!»
Antes de irse, Ronaldo escribió una carta en la que se despedía de los aficionados y del club en el que tanta gloria y renombre consiguió con la camiseta blanca. En la misiva, textualmente, el portugués había escrito las siguientes líneas:
Estos años en el Real Madrid, y en esta ciudad de Madrid, han sido posiblemente los más felices de mi vida.
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Solo tengo sentimientos de enorme agradecimiento para este club, para esta afición y para esta ciudad. Solo puedo dar las gracias a todos ellos por el cariño y afecto que he recibido.
Sin embargo, creo que ha llegado el momento de abrir una nueva etapa en mi vida y por eso he pedido al club que acepte traspasarme. Lo siento así y pido a todos, y muy especialmente a nuestros seguidores, que por favor me comprendan
Han sido nueve años absolutamente maravillosos. Han sido nueve años únicos. Ha sido para mí un tiempo emocionante, repleto de consideración, aunque también duro porque el Real Madrid es de una altísima exigencia, pero sé muy bien que no podré olvidar jamás que aquí he disfrutado del fútbol de una manera única.
He tenido en el campo y en el vestuario a unos compañeros fabulosos, he sentido el calor de una afición increíble, y juntos hemos conquistado tres Champions seguidas y cuatro Champions en cinco años. Y junto a ellos además, a nivel individual, tengo la satisfacción de haber ganado cuatro Balones de Oro y tres Botas de Oro. Todo durante mi etapa en este club inmenso y extraordinario.
El Real Madrid ha conquistado mi corazón, y el de mi fami-lia, y por eso más que nunca quiero decir gracias: gracias al club, al presidente, a los directivos, a mis compañeros, a todos los técni-cos, médicos, fisios y trabajadores increíbles que hacen que todo funcione y que están pendientes de cada detalle incansablemente.
Gracias infinitas una vez más a nuestros seguidores y gracias también al fútbol español. Durante estos nueve años apasionantes he tenido enfrente a grandísimos jugadores. Mi respeto y mi reco-nocimiento para todos ellos.
He reflexionado mucho y sé que ha llegado el momento de un nuevo ciclo. Me voy, pero esta camiseta, este escudo y el San-tiago Bernabéu los seguiré sintiendo siempre como algo mío esté donde esté.
Gracias a todos y, por supuesto, como dije aquella primera vez en nuestro estadio hace nueve años: ¡Hala Madrid!
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«¡NENE!: ¿QUERÉS DEJAR DE UTILIZAR LA MOTITO?»
El mandato presidencial de Luis de Carlos se agotaba y el club se veía obligado a convocar las primeras elecciones de su historia. Se empezó a barruntar que habría opositores, que el Real Madrid necesitaba respirar aires más frescos y fichar a un entrenador que llevara al equipo a recuperar el prestigio en el fútbol español y en Europa.
La noticia de que Alfredo Di Stéfano pudiese regresar al Madrid como entrenador la desmintieron Luis de Carlos y algu-nos directivos. Sin embargo, cada día que pasaba los rumores cobraban más fuerza y, a mediados de mayo de 1982, me puse en contacto con Di Stéfano, que era el técnico del River Plate. Desde Buenos Aires, tras preguntarle si estaba dispuesto a dirigir al equipo blanco, respondió: «Yo vuelvo al Real Madrid aunque sea de jardinero». A pesar del silencio institucional, el 19 de mayo de 1982 llegaba al aeropuerto de Barajas el hispano-argentino, sabiendo que el club había convocado urgentemente una confe-rencia de prensa. En la Sala de Trofeos, ante un grupo de nume-rosos periodistas, Luis de Carlos presentaba oficialmente a Di Stéfano como entrenador del primer equipo y Amancio se con-vertía en el técnico del Castilla.
A primeros de julio, cuando comenzó a perfilar la pretem-porada y pensar en los refuerzos que necesitaba la plantilla, dialogué con el hombre que, con la naturalidad y franqueza con las que solía expresarse, me aseguró: «Volver a la institución ha sido una de mis mayores satisfacciones. Jugué en este equipo en una época de grandes éxitos y regreso con la ilusión de nuevos triunfos, que son los que alegran a los aficionados. Acá se deja trabajar a los técnicos y hacer su labor sin presiones si no logran buenos resultados, pero soy el primero en saber que esta entidad siempre ha sido y será admirada por su grandeza mundial».
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Con el pasado sobre los hombros de las incuestionables once temporadas que jugó en el Real Madrid, Di Stéfano agregó: «En esta institución si el conjunto queda segundo se considera un fracaso. Conozco la casa y sé que lo importante son los triunfos. El sacrificio, la entrega, el compañerismo y, sobre todo, la disciplina son valores fundamentales para alcanzar los éxitos. En mi etapa de jugador, Santiago Bernabéu no con-sentía el mínimo desliz en las normas disciplinarias establecidas por el club: el buen orden, respeto al rival y a los árbitros; llegar con retraso a los entrenamientos; conductas extradeportivas que resultaran especialmente peligrosas, como participar en un fes-tival taurino, montar en motos, bicicletas… En el caso de incu-rrir en alguna de estas faltas las sanciones te dejaban el sueldo temblando».
Una de esas normas la incumplió Emilio Butragueño, que tenía una Vespino con la que se desplazaba hasta la Ciudad Depor-tiva. Una mañana, antes de comenzar uno de los entrenamientos, Di Stéfano le vio llegar montado en su pequeña moto. Desde la entrada a los vestuarios se fijó en cómo la escondía entre los árboles de la antigua Ciudad Deportiva. Tras finalizar el entrena-miento, coincidieron el entrenador y El Buitre en un paso de peatones del paseo de la Castellana. Tuvieron que parar porque el semáforo estaba en rojo. Al verle, Di Stéfano bajó una de las ventanillas de su automóvil. Con seriedad y la mirada fija en Butragueño, levantó algo la voz y exclamó: «¡Nene!: ¿querés dejar de utilizar la motito? Cogé el coche, que se va más cómodo».
LE DIO DOS BESOS Y GRITÓ: «¡TE QUIERO, SERGIO!»
El 24 de mayo de 2014 se derramó por las calles de Lisboa el entusiasmo de dos aficiones vecinas: la del Real Madrid y la del Atlético. Aquel día era la primera vez que dos equipos de la
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misma ciudad se enfrentaban en una final de la Copa de Europa, rebautizada como Champions League en 1992.
Las gradas del estadio Das Antas ofrecían un espectacular colorido, con banderas, gorros, bufandas y escarapelas de los enar-decidos seguidores. Bajo esa pasión indescriptible de las dos afi-ciones, la tensión y el mutuo respeto atenazaron a los dos con-juntos madrileños en los primeros compases del encuentro. A la media hora de juego Bale desperdició una clara ocasión de gol. Minutos después, Godín se adelantó a la salida de Casillas y marcó al rematar de cabeza.
Al iniciarse el segundo tiempo, los aficionados madridistas recibieron al equipo blanco con el grito de «¡sí se puede!». En un alarde de entrega y pundonor, el Madrid buscó la igualada con ahínco, pero un disparo de Isco y dos trallazos de Bale solo sir-vieron para asustar a los rojiblancos, que enronquecían al grito de «¡campeones, campeones!» en los últimos suspiros del encuen-tro. Lo que no esperaban los atléticos era que el colegiado neer-landés, Bjöm Kuipers, señalara una prolongación de cinco minu-tos. La decisión arbitral la consideraron tan excesiva los atléticos que sonoros silbidos se escucharon cuando caía la noche sobre Lisboa.
En el tiempo añadido, a los 93 minutos, Modric sacó un córner que Sergio Ramos culminó con un preciso remate de cabeza. El gol cayó como una pesada losa en toda la hinchada atlética: técnicos, jugadores, directivos… Los hubo que recorda-ron la final europea de 1974, tras empatar el Bayern Múnich faltando once segundos en el primer partido y, en el segundo, perder por cuatro a uno. Fue cuando Vicente Calderón, el legen-dario presidente, bautizó al Atlético como El Pupas.
En la obligatoria prórroga, el Real Madrid comprobó que su rival estaba como aturdido por el tanto encajado cuando pensaba que tenía el título en sus manos. En esa media hora, los goles de Bale, Marcelo y Ronaldo, este de penalti, pusieron el broche de oro a la final entre los llantos de los rojiblancos y la alegría de
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los madridistas. El equipo blanco regresaba a España con la décima Copa de Europa.
Mientras el júbilo de los vencedores rebosaba por las gradas y el terreno de juego, Iker Casillas, que se consideraba culpable del tanto que había encajado, salió disparado hacia el autor del empate, que suponía jugar treinta minutos más y, tras abrazarse al sevillano, le dio dos besos en la mejilla en señal de gratitud y le gritó: «¡Te quiero, Sergio!».
«DISFRUTA CHAVAL QUE ESTO ES MUY DIFÍCIL»
La carrera deportiva del salmantino Álvaro Arbeloa se desarrolló entre España e Inglaterra. Fueron varias las etapas que tuvo que superar hasta que se consagró en el Real Madrid como un defensa que destacaba por su pundonor y carácter ganador. Había pasado por las categorías inferiores del Real Zaragoza, después por las del Madrid, que le traspasó al Deportivo de La Coruña. Dejó de pertenecer al club gallego para fichar por el Liverpool inglés. Allí, en la Premier League, el fútbol de Arbeloa comenzó a ser admi-rado por los aficionados británicos. En 2009 volvió a las huestes madridistas, en las que se asentó en el primer equipo durante siete temporadas. Regresó a Inglaterra para jugar en el West Ham United y en este equipo se retiró del fútbol.
Álvaro Arbeloa presenció el encuentro de la final de la Champions League 2014 en el banquillo de los suplentes, pero esa circunstancia no le hizo perder el buen humor del que suele hacer gala. Compartiendo el júbilo de sus compañeros por el décimo título de la Copa de Europa, el salmantino aún mantiene en su memoria una de las anécdotas de aquel triunfal partido en Lisboa.
«Cuando subí al autobús que nos iba a trasladar al hotel donde estuvimos concentrados, Carvajal exclamó: “¡Bueno, cha-vales, el año que viene a festejar la Undécima!”. Yo, que llevaba
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diez años intentándolo y él solo una temporada en el primer equipo, le dije: “Chaval, disfruta ahora todo lo que puedas que esto es muy difícil repetirlo”».
«SI QUIERE ME BAJO LOS PANTALONES»
Al regresar de Tenerife, donde el Real Madrid perdió el título de Liga en la última jornada de la temporada 1991-1992, Ramón Mendoza destituyó al técnico holandés Leo Beenhakker. Las negociaciones con el uruguayo Óscar Washington Tabarez fraca-saron y el presidente del Madrid decidió contratar al asturiano Benito Floro, que era uno de los entrenadores de moda del fútbol español después de sus tres excelentes campañas al frente del Albacete.
La llegada de Floro implicó que hubiera nuevos métodos y sistemas en la plantilla. A la perseverancia y disciplina que había impuesto, sumó entre sus ayudantes a dos psicólogos: Emilio Cidad, al que los jugadores apodaron El Entrenador Mental, y Emi-lio Lamparero, que desarrollaba similar labor que su amigo y colega de profesión. En una de las sesiones psicológicas, basada en una técnica de relajación, Cidad se dirigió a los jugadores y les dijo: «Imaginen ustedes que chupan un limón para relajarse». Tras un corto silencio después de escuchar el consejo, Miguel Porlan Chendo le respondió: «Yo si quiere me bajo los pantalones, pero eso de chupar el limón a mí no me relaja».
«QUE NADIE PIENSE QUE HEMOS TRAÍDO A BAMBI»
El primer día de Carlo Ancelotti en Madrid resultó ajetreado. A primeras horas de la mañana aterrizó en el aeropuerto de Torre-jón. Desde el aeródromo, en un coche oficial del club, hizo una
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breve parada en la Ciudad Deportiva de Valdebebas, donde se mostró encantado de las instalaciones. Rebasado el mediodía de aquel 27 de junio de 2013, el italiano fue presentado como nuevo entrenador del Real Madrid, arropado en el palco de honor por el presidente, la junta directiva y centenares de aficionados en las gradas del estadio Santiago Bernabéu. Florentino Pérez tomó la palabra y aseguró: «Nada de lo vivido hace poco tiempo será similar a lo que le espera a este club. Además, no hay que olvidar que el señor Ancelotti fue nombrado en 2007 el mejor entrena-dor del mundo, según la Federación de Historia y Estadística del Fútbol».
Los directivos comentaban la serenidad de Ancelotti, así como sus modales de hombre afable y educado al expresarse. En un pequeño círculo formado por cuatro dirigentes del club, en el que cambiaban impresiones sobre la llegada del italiano, uno de ellos afirmó: «Carlo nos va a traer la calma que necesitaba el club después de la etapa del insolente Mourinho. No sé si estaréis de acuerdo, pero tiene cara de buenazo». Otro de los directivos presentes en la improvisada charla, quizás acordándose de la película del gamo de Virginia llamado Bambi, le respondió. «Es cierto que parece un hombre bondadoso y afectivo, pero según mis informes la forma que tiene de trabajar se fundamenta en su rigurosidad y disciplina con los jugadores. Si la afición del Madrid y nosotros pensamos que hemos fichado a Bambi estamos muy equivocados. Además, tengo entendido que como entrenador no se casa con nadie».
«CON USTED NO VOY NI A HEREDAR»
Era un joven presto al sacrificio y con un entusiasmo desbordante. A los quince años, Andrés Avelino Zapico Junquera, al que apo-daron Pinón, ya despuntaba como guardameta en el Club Blanca juvenil. Después de jugar dos años en esta categoría se enroló en la Unión Popular de Langreo, donde evidenció sus grandes cua-
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lidades como portero. Nacido en la ciudad asturiana de La Fel-guera, tras actuar en estos dos equipos de su tierra natal, se com-prometió con el Real Madrid en el verano de 1966.
El felguerino tenía veinte años y se presentaba con el crédito de su espigada estatura y su agilidad bajo el marco. Conocido en el mundo del fútbol por Junquera, las ilusiones del gigante astu-riano de defender el portal del Madrid no se convirtieron en realidad. La competencia que había por la titularidad entre Miguel Ángel y García Remón fue la causa de que Junquera tuviera que asumir un papel secundario en el conjunto blanco hasta que deci-dió irse al Real Zaragoza. En las nueve temporadas que estuvo a las órdenes de Miguel Muñoz se alineó en sesenta y cuatro par-tidos.
Las veladas críticas que venía recibiendo el Madrid por sus vaivenes y un fútbol que no correspondía a su historial arreciaron en la temporada 1973-1974. Los empates consecutivos en las tres primeras jornadas de Liga, ante el Castellón, Granada y Murcia, y el hecho de que el Ipswich Town inglés le apartara de la Copa de la UEFA en la primera eliminatoria, pusieron en jaque al entrenador.
A finales de diciembre, mediado el campeonato de Liga, se extendieron por todo el madridismo los rumores de que Miguel Muñoz se vería obligado a dejar el cargo si el equipo no cambiaba su borrosa imagen. El murmullo del cese de Muñoz se confirmó el 15 de enero de 1974, tras la derrota del Real Madrid frente al Castellón por dos a cero en el campo de Castalia. El entonces secretario técnico, Luis Molowny, reemplazó al histórico entre-nador madrileño.
Días antes de que Santiago Bernabéu destituyese a Muñoz, acaeció un hecho en el vestuario madridista. Miguel Ángel, El Gato, nos desveló lo ocurrido con estas palabras: «Yo era muy amigo de Andrés, al que siempre animaba porque apenas entraba en los planes del entrenador. El mister confiaba más en Mariano y en mí, que manteníamos una pugna por ser titulares, aunque
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en esa porfía siempre imperó el compañerismo. Un día, momen-tos antes de iniciar un entrenamiento en el estadio Bernabéu, era más que evidente que Muñoz dejaría de ser el entrenador del Madrid. Por otra parte, Junquera también sabía que no le iban a renovar el contrato al finalizar aquella temporada».
Miguel Ángel, sin perder un segundo, añadió: «Estábamos todos los jugadores en la caseta, a punto de salir al campo, y Miguel Muñoz se acercó a Junquera. Mi amigo Andrés estaba junto a mí y, lógicamente, escuché lo que el entrenador le dijo: “Usted, Andrés, no se preocupe porque el club le vaya a dar la baja. Si a mí me ponen en la calle, estoy seguro de que seguiré trabajando. Recibiré alguna oferta, me pondré a dirigir a otro equipo y le llevaré conmigo”. Junquera se le quedó mirando con una irónica sonrisa y le respondió: “Con usted no voy ni a here-dar”. Muñoz se quedó atónito y le miró de arriba abajo porque no esperaba la graciosa respuesta del asturiano».
INTERCAMBIARON UN RELOJ DE ORO POR UN BANDERÍN
El 18 de mayo de 1960, en el estadio Hampden Park, de Glasgow, se batió el récor de asistencia en la quinta final de la Copa de Europa. Según las crónicas del partido, ciento veinte mil aficiona-dos presenciaron el memorable encuentro desbordados de entu-siasmo. Los dos finalistas, el Real Madrid y el Eintracht de Fránc-fort, brindaron a los espectadores una obra de arte futbolística. La mayoría del público apoyó al equipo blanco, que lo agradeció no solo con un fútbol solemne, sino marcando siete goles.
Aquel Real Madrid tenía en sus filas grandes armadores, que ajustaban un juego majestuoso de genialidad individual y eficien-cia colectiva. Lo de Glasgow fue una maravillosa exhibición, bajo la batuta de Di Stéfano, que empezó a instrumentar una de las más hermosas partituras del fútbol europeo del siglo xx. El con-
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junto alemán no pudo evitar su asombro ante aquellos jugadores de leyenda. El marcador, 7-3, reflejaba el poderío y la solidari-dad de los once jugadores que no solo lograron el más amplio resultado en una final del Viejo Continente, sino que conseguían el trofeo continental por quinta vez consecutiva. Se proclamaban pentacampeones de Europa. Una gesta que aún no ha sido igua-lada en sus sesenta y dos años de historia.
Al terminar la fabulosa contienda, el Madrid tuvo que per-manecer unos minutos en el terreno de juego por la unánime y estruendosa ovación que recibía desde los llenos graderíos. Los alemanes, decaídos, serios y cabizbajos, enfilaron el camino del vestuario. Antes de entrar en la caseta, el entrenador del conjunto germano, Paul Obwald, se dirigió a sus abatidos futbolistas y les dijo: «Volved al campo y aplaudid a estos artistas del balón».
Horas después de finalizado el antológico partido, los presi-dentes, directivos y jugadores de ambos clubes confraternizaban en una cena que ya era tradicional en las finales de la Copa de Europa. Los miembros del Eintracht de Fráncfort miraban a San-tiago Bernabéu con gestos de admiración; a Puskas, que marcó cuatro tantos, y a Di Stéfano, que logró los otros tres. Durante el ágape, los jugadores de los dos equipos que se habían desplazado a Glasgow intercambiaron los regalos que los clubes habían pre-visto de antemano. Los madridistas obsequiaron a cada uno de los futbolistas germanos con un reloj de oro valorado en sete-cientos marcos. Con semblantes de fascinación tras recibir el obsequio, los integrantes del cuadro alemán entregaron a los del Madrid un banderín del Eintracht de Fráncfort, cuyo precio era de veinte marcos.
«¡COMO SI ME PONEN A PICAR ENTRADAS!»
El rapaz iba a crecer pensando siempre en el ciclismo por la influencia de su familia. En este deporte, José Fidalgo Veloso
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