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 S on preguntas reales que escuchaba hace unas sema- nas mi mujer, profesora en un colegio público de Cádiz, de boca de compañeras suyas, también maes- tras, cuando estaban reunidas para preparar una actividad escolar con motivo de la fiesta del 8 de marzo. Hay personas, como las citadas profesoras, que no en- cuentran motivos para tal celebración. Será, quizá, que no leyeron la noticia que se publicó la semana anterior a la ci- tada reunión. O peor aún, que leyeron o escucharon esta noticia y otras similares pero permanecieron insensibles ante la realidad que se representaba allí. Los medios se ha- cían eco del informe del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) titulado «La percepción de la violencia de gé- nero en la adolescencia y la juventud». En él aparecían ci- fras tan preocupantes como las siguientes: uno de cada tres jóvenes (el 33%) considera inevitable o aceptable com- portamientos como «controlar los horarios de la pareja», «impedir a la pareja que vea a su familia o amistades», «no permitir que la pareja trabaje o estudie» o «decirle lo que puede o no puede hacer» (Huffington Post, 27/01/2015).  Ya di ce el refrán que no hay p eor ciego que el qu e no quiere ver. Y en este tema, como en otros tantos, la sensi- bilidad es algo que se educa. La conciencia crítica no vie- ne activada por defecto en el equipamiento de fábrica del ser humano. La conciencia es algo que hay que despertar, que es bueno educar. El nacimiento de la conciencia hay que provocarlo. Así pasa, que muchas personas se van de este mundo sin haberla activado. Una pena. Hay una forma de vivir y de situarse en el mundo que tiende a ver como normales comportamientos que no lo son y no deberían serlo, como es el que nos ocupa hoy. Se invisibilizan las múltiples formas de discriminar a la mujer. Una de las vías de invisibilización consiste en normalizar comportamientos sexistas y discriminadores que deberían sacudirnos. La dictadura de lo que se considera normal está más presente de lo que nos creemos. Hace años Mi- guel Lorente Acosta publicó un libro cuyo título, por si solo, daba pie para un buen debate: «Mi marido me pega lo normal» (2003). Las mujeres españolas de toda una ge- neración consideraba n que era normal que sus maridos las Cultura En el día de la Mujer Trabajadora Hacer visible lo invisible Víctor Manuel Marí Sáez |  @victormari6 P ero, ¿qué sentido tiene seguir celebrando el Día de la Muj er trabajadora? ¿Y por qué no el día del Hombre trabajador? Estimado lector y lectora, estas no son preguntas re- tóricas que me hago a mí mismo para empezar el artículo. 1.569 · MARZO 2015 126 38 EL AMOR NO ES LA OSTIA (*) aceptar un primer maltrato es el principio de una larga humillación ámate no podrán maltratarte

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Reflexiones al hilo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora

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  • S on preguntas reales que escuchaba hace unas sema-nas mi mujer, profesora en un colegio pblico deCdiz, de boca de compaeras suyas, tambin maes-tras, cuando estaban reunidas para preparar una actividadescolar con motivo de la fiesta del 8 de marzo.

    Hay personas, como las citadas profesoras, que no en-cuentran motivos para tal celebracin. Ser, quiz, que noleyeron la noticia que se public la semana anterior a la ci-tada reunin. O peor an, que leyeron o escucharon estanoticia y otras similares pero permanecieron insensiblesante la realidad que se representaba all. Los medios se ha-can eco del informe del CIS (Centro de InvestigacionesSociolgicas) titulado La percepcin de la violencia de g-nero en la adolescencia y la juventud. En l aparecan ci-fras tan preocupantes como las siguientes: uno de cadatres jvenes (el 33%) considera inevitable o aceptable com-portamientos como controlar los horarios de la pareja,impedir a la pareja que vea a su familia o amistades, nopermitir que la pareja trabaje o estudie o decirle lo quepuede o no puede hacer (Huffington Post, 27/01/2015).

    Ya dice el refrn que no hay peor ciego que el que noquiere ver. Y en este tema, como en otros tantos, la sensi-bilidad es algo que se educa. La conciencia crtica no vie-ne activada por defecto en el equipamiento de fbrica delser humano. La conciencia es algo que hay que despertar,que es bueno educar. El nacimiento de la conciencia hayque provocarlo. As pasa, que muchas personas se van deeste mundo sin haberla activado. Una pena.

    Hay una forma de vivir y de situarse en el mundo quetiende a ver como normales comportamientos que no loson y no deberan serlo, como es el que nos ocupa hoy. Seinvisibilizan las mltiples formas de discriminar a la mujer.Una de las vas de invisibilizacin consiste en normalizarcomportamientos sexistas y discriminadores que deberansacudirnos. La dictadura de lo que se considera normalest ms presente de lo que nos creemos. Hace aos Mi-guel Lorente Acosta public un libro cuyo ttulo, por sisolo, daba pie para un buen debate: Mi marido me pegalo normal (2003). Las mujeres espaolas de toda una ge-neracin consideraban que era normal que sus maridos las

    CulturaEn el da de la Mujer Trabajadora

    Hacer visible lo invisibleVctor Manuel Mar Sez | @victormari6

    Pero, qu sentido tiene seguir celebrando el Da de la Mujer trabajadora? Y por quno el da del Hombre trabajador? Estimado lector y lectora, estas no son preguntas re-tricas que me hago a m mismo para empezar el artculo.

    1.569 MARZO 201512638

    EL AMORNO ESLA OSTIA(*) aceptar un primer maltrato es elprincipio de una larga humillacin

    mateno podrn maltratarte

  • pegasen, por eso cuando conversaban en confianza conamigas, vecinas o familiares hacan referencia al ttulo dellibro: asuman que agredirlas era un comportamiento nor-mal, sin pensar en que lo verdaderamente normal deberaser la ausencia de agresiones de cualquier tipo por parte desus parejas. Por suerte hoy no estamos en este punto comonorma general, aunque la violencia sexista sigue estandopresente en nuestra sociedad de un modo inquietante. Portanto, sigue habiendo comportamientos sexistas normali-zados que an necesitan ser problematizados, esto es, sa-cados a la superficie para desentraar sus contradiccionescon vistas a su superacin.

    Cambiando de tercio, en el da de la Mujer trabajadoratambin es importante desenmascarar los estereotipos ymodelos de comportamiento que proponen industrias dela conciencia como Disney a los nios y nias de todo elmundo. Entre otras vas, mediante los valores y comporta-mientos encarnados en las princesas de sus pelculas. A pe-sar de la evolucin formal de estas princesas en el univer-so Disney, los valores y las visiones del mundo ahpresentes siguen siendo, en lo esencial, similares. Desde laclsica Cenicienta hasta la ms reciente Elsa, protagonis-ta principal de la clebre Frozen, se propone a la prince-sa como un modelo de conducta para las princesas de lacasa. No s si a estas alturas hay todava alguien que nohaya escuchado a una vecina, hija, alumna o sobrina can-tar la cancin central de la pelcula Frozen titulada Let itgo (traducido como libre soy o Sultalo) un vdeoque en Youtube alcanza los 336 millones de reproduccio-nes solamente en el canal oficial de Disney.

    No hay duda de que la pelcula tiene aspectos positivos,como pueden ser la invitacin a que los nios expresen y re-gulen sus emociones, as como el valor de la amistad entrechicas que aparece en el film. Pero, por otro lado, este boomdel principado nos devuelve algunas preguntas inquietantes:

    una sociedad puede funcionar cuando la mayor parte delos nios y nias quieren ser prncipes y princesas? Acasono resulta evidente y preocupante la precoz erotizacin delos nios y nias, con vistas a meterlos antes y ms a fondoen la sociedad de consumo? Y la tercera pregunta (ya conun punto de humor, como suele hacer el gran Wyoming ensus entrevistas de El Intermedio): la monarqua espaolaestar financiando estas pelculas de princesas para evitarque se implante la Tercera Repblica?

    Cultura

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    Testimonios, nuevo cuaderno de la coleccin Rovirosa

    Ediciones HOAC y la Fundacin Guillermo Rovirosa Toms Malagn editanun cuaderno de la vida del primer militante y fundador de la HOAC. En el n-mero 8 de esta coleccin, se recogen una serie de testimonios sobre su figura.Muestran la hondura y riqueza de su personalidad y la profunda impresinque ha dejado en aquellos que le conocieron. Responden a la peticin de Xa-vier Garca Soler, buen conocedor de Rovirosa, que se dispone a escribir labiografa de ste. Tienen la frescura de estar elaborados poco despus de sumuerte y la emocin de la amistad y el cario de momentos importantescompartidos. Transmiten retazos de vida y tambin admiracin y agradeci-miento.

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