ESTRATEGIAS PARA CONOCERNOS MEJOR Y RELACIONARNOS

EFECTIVAMENTE CON LOS DEMÁS EN EL LUGAR DE TRABAJO

Rachel C. Jiménez

Talent Consultant

Cuándo nos enfrentamos a alguien que está enojado con nosotros. ¿Que hacemos?

1. Demostramos también que estamos enojados o furiosos

2. Nos ponemos a la defensiva o damos excusas que la otra persona no escuchará.

3. Nos echamos atrás y nos escabullimos

Todas estas reacciones son negativas, tanto si, su ira está

justificada como si no. Por otra parte, lo más probable es que

se sienta enojado, no sólo con la otra persona, sino con usted

mismo por actuar como lo ha hecho.

¿Cómo

reaccionamos, a?

¿Hablamos con nosotros mismos de forma negativa? Nos maltratamos…

1. “Me da miedo esa entrevista, siempre me pongo en ridículo”

2. “Realmente, odio los lunes”

3. “Nunca hago nada bien”

Este tipo de pensamiento negativo nos hace perder mucho tiempo y energías.

¿Cómo respondemos a la crítica?

Hay personas a las que les encanta criticar a los demás. Les hace sentirse bien y les da sensación de poder.

Al igual que un bravucón sólo atormentará a una víctima fácil, cuanto mayor sea la reacción de la

persona afectada, más se ensañará el crítico con ella.

Del mismo modo que sucede con el bravucón, los que critican tienden a ser cobardes morales que

se dedican a desprestigiar a los demás para ocultar sus propias inseguridades y tener una

opinión más alta de sí mismos.

(No se trata de una crítica genuina y fundada, expresada de forma constructiva, sino de los que disfrutan haciendo que los demás se sientan mal.)

Nos ponemos inmediatamente a la defensiva cuando recibimos tales críticas?

Quizá supone que la crítica está bien fundada

(¡Eso le gustaría mucho a la otra persona!) Si nos tomamos muy a pecho todos sus comentarios sin detenernos a analizar si son validos o no.

(Hay formas de frenar la crítica maliciosa y hacer frente a la situación).

¿Tenemos siempre una visión negativa?

a. Sí repetimos muchas veces que “todo ha ido mal desde que me cambié de casa” así sucederá.

b. Si nos convencemos de que estamos teniendo “uno de esos días” lo tendremos.

Nuestra visión negativa no sólo nos hará ver el lado

negro de las cosas, sino que también hará aflorar los

aspectos más negativos en los demás.

Si nos damos cuenta de que nos estamos comportando de ese modo, vale la pena detenerse a hacer un balance de su situación.

¿Nos guardamos nuestros sentimientos, sean buenos o malos?

¿Nos cuesta decir “te quiero” o “no me gusta lo que has hecho”?

Es posible que no nos cueste decir una cosa pero sí la otra.

Eso está bien, pero no cuando conlleva aceptar malos modales o un trabajo mal hecho.

No hay nada malo en expresar lo que se siente siempre que se haga sin agresividad y de forma productiva.

Cuando disfrazamos nuestras emociones sólo conseguimos hacernos daño y acumular estrés.

Nuestra opinión acerca de nosotros mismo bajará aún más a medida que su sentimiento de incapacidad aumente.

También se creará problemas, ya que los demás (especialmente las personas difíciles) o ni siquiera se fijarán en usted o lo elegirán como blanco de sus ataques.

¿Quizás creemos que debemos decir lo que pensamos sin importar las consecuencias?

Si reflexionamos por un momento sobre cómo se siente cuando otras personas

actúan de ese modo con nosotros. ¿deseamos hacer sufrir a los demás?

Decir lo primero que pasa por la cabeza sin pensar en los efectos que ello tendrá

sobre los demás hace que la gente se aleje de nosotros.

Posiblemente acabemos creyendo que el mundo está en contra nuestra, Este es un

sentimiento muy triste de por sí, pero lo peor es cuando uno se da cuenta de que ha sido uno mismo quien lo ha provocado.

Conductas con las que nos encontraremos;

Si querremos relacionarnos adecuadamente con las personas, debemos ser capaces de reconocer estos estilos de conducta y conocer los métodos para minimizar su efectos negativos.

Una parte importante de este proceso es ver en cuál categoría estamos.

Agresivo(a)

Como reconocerlo:

La persona agresiva es la que intimida verbalmente, se preocupa de satisfacer sus necesidades y que usualmente hiere a los demás.

Este tipo de persona disfruta del poder y cree que puede hacer que la gente corra para cumplir sus órdenes, pero ese goce no suele durarles mucho. Puede que no lo admita nunca, pero en el fondo sabe que se está aprovechando de quienes son más débiles o están en una posición en la que nada pueden hacer.

Convencido de que es el único que puede tener razón en cualquier situación y que lo único que importa son sus necesidades, la persona agresiva recuerda a los demás continuamente lo inteligente, fuerte o importante que es.

De igual modo que la intimidación física suele ocultar una naturaleza cobarde, este tipo de alarde a menudo enmarca sentimientos de inferioridad o de inseguridad. Además de convencer a otros de su superioridad, también intenta por todos los medios convencerse a sí misma.

Agresivo(a) Como reconocerlo: (continuación)

Lenguaje verbal:

la persona agresiva dirá cosas como...

Mejor que...

No puedes hacer nada...

Haz lo que te he dicho.

Quiero que...

¡Empieza ya!

Lenguaje corporal:

Su postura y gestos serán…

Está de pie quieto.

Tiene una postura rígida.

Cruza los brazos.

Grita.

Señala con el dedo

Toca clavando un dedo.

Golpea su mesa de despacho.

Hay algunas “pistas” en su lenguaje corporal y verbal que le harán delatarse:

Seremos mucho más felices si somos más asertivos, no sucede de la noche a

la mañana, pero se puede conseguir con el deseo de cambiar y un poco de esfuerzo .

No importa el tipo de persona con la que tengamos que tratar, como persona

asertiva deberíamos ser capaz de:

a. Expresar sentimientos positivos: “Me gusta tu nuevo peinado”, “Te quiero”.

b. Expresar sentimientos negativos: “No me gusta oírte hablar de ese modo”, “Estoy asustado”.

c. Diga no: “No, no puedo trabajar durante mi pausa para comer”, “No me gusta la comida mexicana”

d. Dé su sincera opinión: “Creo que deberíamos marcharnos”, “No estoy de acuerdo”.

e. Diga que está enfadado, siempre que ese enfado esté justificado: “Me molesta el modo en que haces esto”, “Me molesta que seas maleducado con los demás”.

Para decir que nos molesta algo no tenemos que levantar la voz, ser grosero o dar

golpes a los muebles. Reconocer la emoción y expresarla basta para que los demás lo

sepan).

El asertivo(a)

Si somos asertivos seremos buenos comunicadores:

Reconocemos la importancia de la opinión ajena, sabemos escuchar.

Comprendemos no sólo lo que se dice, sino también la comunicación no verbal (lenguaje corporal).

Tenemos la capacidad de iniciar y mantener una conversación con calma y diciendo lo que verdaderamente sentimos.

Las conversaciones triviales, del clima, las vacaciones o los niños son una forma de crear un vínculo con los demás. Las personas que no se pueden comunicar a este nivel sólo pueden “hablar a” en lugar de “hablar con”. Puesto que a nadie le gusta que siempre le estén sermoneando, es fácil que se genere resentimiento en el que lo escucha.

La Comunicación

La negociación

La capacidad de negociar es una de las características

esenciales de la persona asertiva. Si el mundo fuera perfecto y

todos fuéramos asertivos, la negociación y el compromiso

serían mucho más frecuentes.

A fin de poder negociar en cualquier situación, es importante comprender a la otra persona. Al fin y al cabo tiene tanto derecho a tener su opinión como usted.

Si tiene alguna indicación clara de sus sentimientos, demuéstrele que es consciente de ellos.

“Ya veo que eso te preocupa” o “Comprendo tu punto de vista”.

Si no está seguro de cómo se siente o de cuál es su postura, no tema pedir una explicación.

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Pase lo que pase, incluso si la persona pierde los nervios o se

emociona demasiado, conserva la calma.

Si se da cuenta de que usted se está poniendo tenso, concéntrese en relajar los músculos, especialmente los de los hombros y las mandíbulas, que es donde más rápidamente se acumula la tensión. Respire profunda y rítmicamente, esto le ayudará a mantener el control.

Si va a negociar, asegúrese de disponer de cualquier prueba que sea necesaria para respaldar su punto de vista.

No permita acusaciones u opiniones superfluas sobre el tema que se está tratando duran te la conversación. Si la otra persona se va por las ramas, hágala volver al tema con educación pero con firmeza.

Se puede llegar a un punto en el que piense adecuado plantear un compromiso. Esto nada tiene que ver con rendirse o ser pasivo. No vale la pena ser terco.

Gracias