El Psicópata Una Mente Amoral Tras La Máscara de La Cordura

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    Título: El psicópata: una mente amoral tras la máscara de la cordura

    Autores: Jaume Rosselló Mir y Xavier Revert Vidal

    Departament de Psicologia. Universitat de les Illes Balears

    Grup de recerca “Evolució i Cognició Humana”. Unitat associada a l’IFISC (UIB-CSIC)

    “Muchas de las interacciones humanas de la gente son falsas. Yo siento que las falsifico todas, y que,

    además, las falsifico muy bien. Alguna ventaja debía de tener. Supongo”

    Dexter

    “Después de que mi cabeza se haya desprendido del cuerpo, ¿podré oir, ni que sea un instante, el sonido

    de mi propia sangre cuando brote de mi cuello? Sería el mayor placer para terminar todos los placeres”

    Peter Kürten, el “Vampiro de Düsseldorf”

    Definiendo un viejo concepto: la psicopatía

    Si nos aproximáramos al término “psicopatía” desde su etimologíaresultaría que, muy probablemente, nos parecería demasiado general: algo asícomo un vasto conjunto que englobaría las dolencias de la psique humana. Esasensación de vaguedad contrasta con la idea que tenemos la mayoría depersonas acerca de qué es un psicópata.

    De hecho, hay cierto acuerdo en considerar que la definición moderna deltérmino psicopatía fue acuñada por Hervey Cleckley en su libro“The Mask ofSanity” publicado en el año 1941. En dicha obra el autor, además de describircon bastante detalle quince de los pacientes que, como clínico, se encargó deevaluar y tratar, aporta las famosas dieciséis características del psicópata:

    Encanto superficial e inteligencia Egocentrismo patológico e incapacidad para

    amarAusencia de delirios y otros signos depensamiento irracional

    Pobreza generalizada en las reaccionesemocionales

    Ausencia de nerviosismo o de otrasmanifestaciones neuróticas

    Pérdida delinsight

    Indigno de confianza por parte de los demás Irresponsabilidad en las relaciones

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    interpersonales

    Continuas mentiras y falta de sinceridad Conducta fantástica con o sin consumo dealcohol

    Ausencia de culpabilidad y vergüenza Amenazas en relación al suicidio sin llegar a

    intentarloConducta antisocial Vida sexual impersonal, trivial y pobremente

    integrada

    Juicio pobre y dificultad para aprender de laexperiencia

    Incapaz de seguir cualquier plan vital

    Tabla 1 . Los rasgos del psicópata, según Hervey Cleckey (Tomado de Cleckley, 1941)

    Según las palabras de Cleckley, la psicopatía es un término “tan vagocomo el de esquizofrenia” aunque, éste último, es utilizado rápidamente ante lapresencia de síntomas psicóticos para el diagnóstico y posterior tratamiento delas personas que la padecen. Dicho de otros modo: una persona con diagnósticode esquizofrenia es reconocida y tratada como un enfermo mental, mientras queun psicópata es tratado inicialmente como un criminal y, sólo en algunasocasiones, pasa a considerarse a posteriori como un enfermo mental.

    Por lo tanto, debemos considerar que las personas que presentan unapsicopatía muestran un conjunto de características claramente definitorias quepodrían resumirse de la siguiente forma:

    − Por una parte, conductualmente, los psicópatas son impulsivos yarriesgados y suelen verse involucrados en actividades de tipo criminal.

    − Además, desde el punto de vista de sus relaciones interpersonales, se les

    podría describir como egocéntricos, manipuladores y concomportamientos grandilocuentes.− En cuanto al tono afectivo, muestran escasas reacciones emocionales,

    falta de empatía, ansiedad y remordimientos, siendo incapaces demantener vínculos estables y normalizados con los demás.

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    Veamos con algo más de detalle algunas de las peculiaridades que Cleckley seencargó de definir en su obra“The Mask of Sanity” (“La máscara de la cordura”).

    Encanto superficial e inteligencia

    En las fases iniciales de los contactos interpersonales las personas conrasgos psicopáticos se muestran agradables y suelen causar, en general, unabuena impresión. Del mismo modo, son capaces de crear la imagen de personacon intereses genuinos hacia los demás. En relación a su nivel de inteligencia,las evaluaciones suelen mostrar puntuaciones altas en los test. Globalmente,nos topamos con una persona que genera en los demás una imagen quesugiere cualidades humanas envidiables y una robusta salud mental.

    Ausencia de delirios y otros signos de pensamiento irracional

    El psicópata no oye voces, no manifiesta delirios, no presentaaparentemente ningún trastorno del estado de ánimo ni un impulso irresistible demantener una actividad frenética. Al contrario, probablemente hará gala de un juicio sereno y de una racionalidad impecable que tendrán como consecuenciaque una evaluación superficial no ponga de relieve patología alguna.

    Ausencia de nerviosismo o de otras manifestaciones neuróticas

    Una tendencia generalizada entre las personas que manifiestanpsicopatía es la de estar inmunizados contra la mayoría de reaccionesemocionales negativas ante los acontecimientos vitales. Dicho de otro modo, esdíficil que se muestren angustiados, nerviosos o presa de los síntomas de algúntrastorno de ansiedad o del estado de ánimo. En ese sentido se caracterizan porser impertubables. Esta característica puede diluirse de forma considerable si elpsicópata se encuentra en prisión o en alguna institución psiquiátrica.

    Indigno de confianza por parte de los demás

    A pesar de que den la impresión de que son personas de fiar, con el

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    tiempo, van perdiendo la confianza que los demás depositan en ellos. Aún así,son capaces de esforzarse durante períodos de tiempo variables para, porejemplo, mantener un puesto de trabajo que les interesa, aunque no puedapredecirse hasta cuando se mantendrán ajenos a su tendencia a la

    irresponsabilidad y a la falta de constancia.

    Ausencia de culpabilidad, remordimiento y vergüenza

    Son extremadamente extrapunitivos, es decir, no suelen aceptar suresponsabilidad y, además, tienden a culpabilizar a los demás, aunque, cuandose deciden a reconocer su responsabilidad, los acontecimientos terminan pordesenmascar a la persona con psicopatía y por mostrar su deshonestidad.

    Conducta antisocial

    Una de las características más importantes es la presencia de conductasantisociales que no producen remordimiento ni arrepentimiento sincero. Algunasde esas conductas pueden ser llevadas a cabo sin ningún objetivo aparente,aunque a menudo son conductas de naturaleza instrumental, es decir,encaminadas a conseguir un beneficio personal (económico, de logro, sexual,

    de poder, etc.). Con frecuencia, estas conductas instrumentales encaminadas aun fin, son cuidadosamente planeadas por el individuo (Blair, 2007). Así pues,muchos de los actos violentos cometidos por los psicópatas se asocian a lallamada agresión instrumental, también conocida como agresión proactiva opredatoria: un tipo de agresión que se basa en un elevado control racional,dirigida a la obtención de una meta externa deseada por el sujeto. La agresióninstrumental tiende a ser premeditada, no siendo consecuencia de una intensareacción emocional (Glenn y Raine, 2009). Esto no quiere decir que el psicópatano pueda demostrar conductas violentas de origen reactivo, es decir, originadasen la agresividad irritativa o emocional, de naturaleza más impulsiva, que sueledarse en respuesta a la percepción de una amenaza o de una provocación. Sinembargo, es su elevada predisposición a la agresión instrumental, y lasdramáticas consecuencias que ésta puede llegar a tener, lo que puedeayudarnos a distinguir la psicopatía de otros trastronos antisociales (Flight y

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    Forth, 2007; Hare, 2003; Reidyet al. , 2007). En congruencia con esa tendenciaa la agresión instrumental, numerosos estudios demuestran que el psicópataexperimenta mucha menos activación emocional al cometer actos de intensaviolencia (crímenes, violaciones, etc.) que el criminal no psicópata (Woodworth y

    Porter, 2002).

    Pobreza generalizada en las reacciones emocionales

    La pobreza afectiva ante los acontecimientos vitales y de la vida cotidianales describe de forma muy precisa. Cuando aparecen reacciones afectivas,éstas tienden a ser grandilocuentes y exageradas. Parece como si estuvieranpreparados para mostrar la expresión emocional adecuada al contexto, aunque

    dicha expresión no se asocie a una auténtica experiencia afectiva.

    La psicopatía según Hare

    La obra de Cleckley influyó de forma muy notable en Robert Hare, otro delos autores que, con mayor rigor, ha defendido y difundido la idea de que lapsicopatía debe considerarse una entidad psicopatológica indepediente. Una desus aportaciones más reconocidas es el el PCL (Psychopathy Checklist; Listadode Psicopatía ), y, más recientemente, el PCL-R, su versión revisada (Hare,1991). Desde que dedicara su tesis doctoral al estudio del efecto del castigo enla conducta humana, Hare observó que algunas personas con rasgospsicopáticos se mostraban altamente insensibles a la punición, lo que le llevó ainteresarse por el estudio de la psicopatía. En 1970 publicóPsychopathy: Theoryand Research y, desde entonces, sus ideas han marcado de forma determinantelas investigaciones posteriores. En dicha obra, Hare distingue dos tipos depsicópatas: el llamadoprimario , o psicópata puro, que sería aquel que cumpletodas las características descritas por Cleckley; y el tiposecundario , queincumple algunos de los criterios, bien porque muestra remordimientos, bienporque es capaz de establecer vínculos afectivos con otras personas.

    Centrándose en el problema práctico de contar con herramientas fiables yválidas para evaluar la psicopatía, y con el objetivo específico de identificar a los

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    reclusos que padecían este trastorno, Hare elaboró su primera versión delListado de Psicopatía (PCL), que constaba de 22 ítems (Hare, 1980). La versiónrevisada (Hare, Hart y Harpur, 1991) consta de 20 ítems que se organizanentorno a tres conjuntos de síntomas: i) los interpersonales, ii) los afectivos y

    conductuales, relacionados con el estilo de vida, y iii) los propiamenteantisociales. En la tabla 2 se muestran todos los ítems de la última versión dellistado, de la cual existe una versión española (Moltó, Poy y Torrubia, 2000).

    Facilidad de palabra y encanto superficial Conducta sexual promiscua

    Sentido desmesurado de autovalía Problemas de conducta en la infancia

    Necesidad de estimulación y tendencia alaburrimiento

    Ausencia de metas realistas a largo plazo

    Mentiroso patológico Impulsividad

    Estafador y manipulador Irresponsabilidad

    Ausencia de remordimiento o sentimiento deculpa

    Incapacidad para aceptar la responsabilidadde las propias acciones

    Afecto superficial Frecuentes relaciones maritales de cortarelación

    Insensibilidad afectiva y ausencia de empatía Delincuencia juvenil

    Estilo de vida parasitario Revocación de la libertad condicional

    Pobre autocontrol de la conducta Versatilidad criminal

    Tabla 2 . Ítems del listado de Psicopatía Revisado (PCL-R), tomado de Hare (1991)

    Por una parte, la idea original que sirve a Hare para formular su propuestateórica, se basa en que los rasgos de la psicopatía pueden agruparse en dosfactores interrelacionados: uno que contempla las características einterpersonales, y un segundo que aglutina los síntomas impulsivos yantisociales (Hare, 2003). Estos rasgos pueden dividirse en cuatro subgrupos ofacetas: a) Interpersonal (faceta 1), b) Afectiva (faceta 2), c) Estilo de vidaimpulsivo (faceta 3) y d) Antisocial (faceta 4) (véase Tabla 3).

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    Factores Facetas Ejemplos de síntomas

    Interpersonal (I)

    Encanto superficial, déficit en elprocesamiento de expresionesemocionales que implican distrés(miedo, tristeza, etc.), carencia deempatía, tendencia a la manipulación,mentira compulsiva, egocentrismopatológico, elocuencia, lenguaje“hueco”, insolidaridad y dificultadespara la cooperación, deslealtad,deshonestidad, irresponsabilidad,promiscuidad sexual, etc.

    Afectivo e interpersonal

    Afectiva (II)

    Falta de sentimiento de culpa, devergüenza, de remordimiento(emociones morales), embotamiento

    emocional, insensibilidad afectiva,placer ante el sufrimiento ajeno, etc.

    Estilo impulsivo (III)

    Impulsividad, búsqueda desensaciones, gusto por las conductasde riesgo, despreocupación por lasconsecuencias de sus actos, déficit decontrol conductual, etc.Impulsivo y antisocial

    Conducta Antisocial (IV)

    Anomia, abuso de drogas, irritabilidad,agresiones sexuales, violenciagratuita, crueldad y sadismo, conductacriminal recidivante, etc.

    Tabla 3. Factores y facetas en los que pueden agruparse los rasgos del psicópata (Hare, 2003).

    Otros autores defienden la idea de que las conductas antisociales son más unaconsecuencia que no una parte constituyente del trastorno. De este modo, losotros tres subfactores (o facetas) propiciarían la comisión de dichas conductas.Un análisis factorial más detallado revela la presencia en la escala de dosgrandes factores en el PCL-R: el Factor 1, referido a las característicasendógenas de la personalidad del psicópata, y el Factor 2, relacionado con susocialización y, por tanto, con las características exógenas (Chico y Tous, 2003).

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    El controvertido Trastorno de Personalidad Antisocial (TPA)

    Como vimos anteriormente, la reciente historia del término psicópataarranca al mismo tiempo que la publicación de la tercera versión del Manual

    Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales( DSM-III) de la AsociaciónAmericana de Psiquiatría (APA). Desde un punto de vista de evaluaciónmultiaxial de los trastornos mentales, se establece que pueden coexistir en unmismo individuo un trastorno mental (descritos como parte del Eje 1) y untrastorno de personalidad (incluidos en el Eje 2).

    El trastorno de personalidad antisocial describe las alteracionesconductuales socialmente irresponsables de personas que manipulan y engañanpara conseguir sus propósitos, viéndose comprometida su capacidad para

    mantenerse dentro de la ley, conservar un puesto de trabajo o desarrollarrelaciones estables (First, Frances y Pincus, 2005). Sus rasgos nucleares soncomportamientos impulsivos e irresponsables, déficits en la solución deproblemas y ausencia de sentimientos de amor o culpa.

    Veamos con qué criterios se define el Trastorno de Personalidad Antisocialen la cuarta versión revisada del DSM (DSM-IV-TR):

    -Patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demásdesde los 15 años, con presencia de tres o más de los siguiente ítems:

    1. Fracaso para adaptarse a las normas.2. Deshonestidad, mentiras repetidas o estafas.3. Impulsividad o incapacidad de planificar el futuro.4. Irritabilidad y agresividad con agresiones físicas repetidas.5. Despreocupación por la seguridad de los demás.6. Irresponsabilidad persistente.7. Falta de remordimientos.

    -Se deben tener al menos 18 años cumplidos.-Indicios de un trastorno disocial anterior a los 15 años de edad.-Dicho comportamiento no aparece exclusivamente en el transcurso de unaesquizofrenia o de un episodio maníaco.

    Estos criterios ponen el acento más en los comportamientos antisociales ycriminales que en los rasgos propios de la psicopatía. Este hecho ha provocado

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    que el Trastorno Antisocial de la Personalidad sea cuestionado desde que sepublicara el DSM-III, provocando una dilatada controversia.

    En el DSM V, el grupo de trabajo en Trastornos de Personalidad hapropuesto una reorganización importante de dichos trastornos, pasando de 10

    trastornos en el DSM IV–TR a 5 trastornos en el DSM V. Además, la descripciónde los tipos de trastorno incluiría un nuevo formato en el que se combinarían losdéficits comportamentales y la configuración de rasgos particulares (Skodol,2010). Otro de los cambios propuestos sería el de tener en cuenta la grancomorbilidad existente entre algunos de los trastornos de personalidad descritosen versiones anteriores del DSM. Así, las modificaciones planteadas requeriríanla puntuación de los individuos en relación a los rasgos de personalidad máscomúnmente asociados a cada tratorno.

    En el caso concreto del Trastorno de Personalidad Antisocial lareformulación propuesta implica hasta un cambio de nomenclatura, puesto quepasa a llamarse Trastorno de Personalidad Tipo Antisocial / Psicopático y sedefine según las siguientes características:

    1) Insensibilidad: ausencia de empatía o preocupación por los problemas delos demás.

    2) Agresividad: frialdad, crueldad, abusos verbales o físicos, conductadesafiante y beligerante.

    3) Manipulación: actitud que pretende influir en los demás para beneficiopropio.

    4) Hostilidad: irritabilidad, conducta ruda o desagradable.5) Falsedad: utilización de la mentira y conducta fraudulenta.6) Narcisismo: vanidad, exageración de los propios logros y capacidades.7) Irresponsabilidad: incapaz de mantenerse en sus obligaciones o

    acuerdos.8) Temeridad: necesidad de estímulos intensos sin tener en cuenta las

    consecuencias.9) Impulsividad: tendencia a responder de forma inmediata ante los

    estímulos sin tener en cuenta los planes de futuro.

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    TPA y psicopatía: ¿dos caras de la misma moneda?

    Tras lo expuesto en relación con las propuestas de reformulación delTrastorno de Personalidad Antisocial en el DMS V, cabe preguntarse: ¿hemosconseguido hacernos una idea de qué es la psicopatía y de las diferencias

    existentes con el TPA?

    Al parecer, pese a que algunos trabajos apuntan a una estrecha relaciónentre la psicopatía y el Trastorno de Personalidad Antisocial, la mayoría deestudios empíricos defienden que se trata de dos constructos diferentes, siendola psicopatía un subtipo del TPA que, por otra parte, a menudo se asocia a otrostrastornos de la personalidad, tales como el paranoide, el narcisista o eltrastorno límite (Weberet al . 2008). De hecho, los criterios diagnósticos del TPAcontemplan el factor comportamental de la psicopatía pero apenas tienen encuenta el factor emocional que evalúa el PCL-R. Se calcula que la prevalenciadel TPA entre la población penal es mucho mayor (60-70%) que la de lapsicopatía (15-20%). Los resultados de otros trabajos sugieren una asimetríareveladora: muchos de los reclusos que cumplen criterios de psicopatía tambiéncumplen criterios de Trastorno de Personalidad Antisocial, pero sólo alrededordel 25-30% de los casos de TPA cumplen los criterios de psicopatía (Decuyper,De Pauw y Fruyt, 2009).

    En cualquier caso, parece que los grupos de trabajo que se encargan delas revisiones de los criterios diagnósticos del DSM van incorporando, cada vezcon más claridad, rasgos de personalidad que, a la vez, ya fueron recogidos enlas definiciones de Cleckley y Hare (López y Núñez, 2009). Puede que, aunquese siga manteniendo la distinción entre ambos constructos, exista una mayorconvergencia a medida que pase el tiempo. Esperemos que, tras años deconfusión terminológica, se establezca un consenso generalizado sobre dóndetermina el TPA y empieza la psicopatía.

    Bases neurobiológicas del procesamiento emocional humano

    En la medida en que un componente básico de la psicopatía se relacionacon diferencias esenciales en el procesamiento afectivo, hemos estimadooportuno introducir sucintamente los fundamentos neurales del procesamiento

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    emocional humano, al menos por lo que se refiere a aquellas áreas cuyadisfunción se ha relacionado con la sintomatología psicopática.

    Entre el cerebro del reptil y el del primate: la “mente emocional” atávica

    Desde que MacLean acuñó ese término, el estudio del llamadoSistemaLímbico se ha identificado a menudo con el del cerebro emocional. Los modelosque desde entonces han surgido destacan a menudo la importancia de estesistema funcional como sustrato neural de la conducta y la experiencia afectivas,aunque hoy en día sabemos que otros sistemas (a menudo neocorticales) serelacionan de forma esencial con nuestras emociones. Por otro lado, cabe decirque MacLean (1970) defendió la división de nuestro cerebro en tres sustratosneurales superpuestos, que habrían aparecido sucesivamente a lo largo de la

    evolución filogenética. Cada una de estas “capas” cerebrales poseía su propiafunción, dándose entre ellas una interacción jerárquica. El sustrato inferior loconstituía el “cerebro reptiliano”, por encima del cual se hallaba elpaleomamífero (o Sistema Límbico) que, a su vez, se hallaba por debajo delcerebro neomamífero (neocórtex). Esta disposición anatómica se correspondíacon el papel de cada estrato en la jerarquía funcional: así, la función de lasregiones más caudales era modulada de algún modo por las más rostrales. Estamanera de entender nuestro cerebro, hoy ya superada, proyecta aún una

    sombra muy alargada: de hecho, la influencia de la propuesta de MacLean sepuede rastrear hasta nuestros días en modelos tan reconocidos como el deDamasio (2000).

    En la actualidad, se sabe que el Sistema Límbico está formado porestructuras corticales relativamente primitivas y por toda una serie de núcleossubcorticales sobre cuyo número e identidad no acaban de ponerse de acuerdolos investigadores. No obstante, parece otorgarse una relevancia especial a unaserie de regiones y sistemas funcionales entre los que, atendiendo a supertinencia en este trabajo, destacaremos: i) elgiro cingulado , cuya función serelaciona con la coordinación de la actividad de otras áreas límbicas y con laexperiencia subjetiva de la emoción (se ha dicho que es un “puente” entre locognitivo y lo emocional) ii) Elhipocampo y la circunvolución parahipocampal ,especialmente relacionados con la memoria emocional iii) laamígdala , situada

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    Figura 2 . Esquema de las principales relaciones funcionales de los núcleos amigdalinos -tantoentre sí, como con el SNC, el SN Vegativo (o Autónomo) y el Sistema Neuroendocrino-responsables de la conducta emocional. Las zonas sombreadas indican tres de las regionescuya disfunción se ha relacionado especialmente con la psicopatía: la corteza prefrontal medial yla orbitofrontal, la formación hipocampal y la propia amígdala

    La crucial contribución del neocórtex a la emoción humana

    El Sistema Límbico se encuentra estrechamente relacionado con áreasneocorticales, cuya función ha demostrado ser crucial para entender la emociónhumana: destacan el neocórtex temporal anterior y, particularmente, las cortezasventromedial/orbitofrontal y dorsolateral del lóbulo prefrontal. En la Figura 3hemos ubicado estas dos últimas regiones corticales: como veremos en los

    CortezaSensorialPrimaria

    CortezaSensorial

    Secundaria

    CortezaTemporal

    Perirrinal

    FORMACIÓN

    HIPOCAMPAL

    PREFRONTALMEDIO

    ORBITOFRONTAL

    Tálamo

    Sensorial

    EstímulosEmocionales

    NúcleoBasal BasalAccesorio

    NúcleoCentral

    NúcleoLateral

    ConductaEmocional SN Vegetativo

    SistemaNeuroendocrino

    RESPUESTAEMOCIONAL

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    próximos apartados, el estudio neurobiológico de la psicopatía ha reveladoanomalías estructurales y funcionales de particular relevancia en la cortezaventromedial/orbitofrontal.

    Figura 3 . En la imagen de la izquierda se aprecia la corteza orbitofrontal, en la hemos distinguidosu región medial (1) y su región lateral (2). En la de la derecha, observamos la cortezadorsolateral del hemisferio izquierdo. La función de estas áreas neocorticales se halla alteradaen la psicopatía (véase el texto).

    Bases neurobiológicas de la psicopatía

    Cabe relacionar las alteraciones estructurales y funcionales asociadas a lapsicopatía tanto con los déficits en el procesamiento emocional y cognitivo comocon el comportamiento impulsivo y antisocial. La combinación de estasdisfunciones ha hecho que la psicopatía empiece a entenderse como untrastorno de la capacidad moral humana.

    Principales anomalías neuroanatómicas

    Entre las peculiaridades estructurales observadas en el cerebro de lospsicópatas, destacan:

    a) Un volumen reducido de la amígdala (Yanget al ., 2005).

    b) Un menor tamaño de la parte posterior del hipocampo (Laaksoet al .,

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    2001) y un mayor volumen del hipocampo anterior del hemisferio derecho (Raineet al ., 2004). Es importante precisar que esta asimetría se ha observadofundamentalmente en criminales psicópatas “no exitosos”, es decir, que habíansido capturados y condenados.

    c) Algunos estudios informan de un hallazgo complementario, también enpsicópatas convictos, según el cual se da una reducción de la substància gris enel lóbulo prefrontal (Yanget al ., 2005). Una anomalía similar detectaninvestigaciones recientes mediante morfometría basada en vóxels, aunque cabematizar que dichos estudios extienden ese déficit a regiones temporales ylímbicas (de Oliveira-Souza, 2008), informando de alteraciones similares en elgiro temporal superior derecho (Mülleret al ., 2008). Tiihonenet al . (2008),utilizando una metodología similar, detectan una atrofia bilateral en el giropostcentral, en la región del polo frontal y en la corteza orbitofrontal dedelicuentes violentos recidivantes, una atrofia que se presenta acentuada en losque, además, han sido diagnosticados de psicopatía.

    Estos resultados sugieren que las características neuropatológicas relacionadascon la asimetría hipocampal y con la reducción de substancia gris prefrontal sehallan relacionadas con el escaso condicionamiento del miedo asociado alriesgo, con la disregulación emocional y con el déficit en el control de impulsos,

    lo que explica que este tipo de psicópatas sean menos sensibles a las clavessituacionales que predicen el peligro y actuen de forma precipitada,incrementando el riesgo de tener problemas con la ley (Gaoet al ., 2009). Dehecho, ciertos psicópatas violentos sumamente escurridizos (como algunosasesinos en serie) presentan una función prefrontal más que óptima, lo que lespermite planear con fría minuciosidad sus crímenes, evitando ser detectados yarrestados. De todos modos, hay que ser cautos en la interpretación de lasinvestigaciones sobre psicópatas con historial violento y/o delictivo

    (independientemente de que sean criminales “exitosos” o no), dado que estosresultados no pueden extrapolarse a todas las personas que padecenpsicopatía, muchas de las cuáles no cometen jamás delitos violentos. Hasta elmomento, no existe evidencia clara de que se den diferencias en el volumen desubstancia gris prefrontal en el caso de psicópatas no violentos.

    d) Un mayor volumen del cuerpo calloso, la principal estructura de

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    substancia blanca que conecta los dos hemisferios cerebrales (Raineet al .,2003). Según estos autores, este aumento de tamaño se relaciona con unamejor comunicación interhemisférica. Sin embargo, la evidencia empírica esequívoca por lo que se refiere a dichas implicaciones funcionales. Así, los

    resultados de nuevas investigaciones sugieren que la psicopatía cursa con unenlentecimiento en la transferencia de información entre hemisferios, por lo queparece que el aumento de volumen del cuerpo calloso podría ir acompañado deuna alteración de las fibras que lo constituyen. En cualquier caso, las anomalíasen el procesamiento interhemisférico podrían explicar porque, en ciertosindividuos, las funciones mediadas por el hemisferio izquierdo (conductas deaproximación, procesamiento lingüístico, etc.) no son adecuadamentemoduladas por las propias del hemisferio derecho (inhibición comportamental,

    procesamiento emocional, etc.). Resulta interesante destacar que muchas de lascaracterísticas del comportamiento psicopático coinciden con los síntomas queproduce este déficit de coordinación interhemisférica (Hiatt y Newman, 2007).

    e) Del mismo modo, se ha informado de una reducción en el volumen delcuerpo estriado en sujetos diagnosticados de Trastorno de la PersonalidadAntisocial (Barkatakiet al ., 2006). Dado que el estriado forma parte del llamadoSistema de Recompensa, de confirmarse resultados similares en la psicopatía,parece que las anomalías estructurales y funcionales halladas en estos núcleospodrían ayudar a explicar el placer que pueden sentir los psicópatas ante elsufrimiento ajeno.

    f) Estudios recientes sugieren que los síntomas afectivos y sociales de lapsicopatía (el factor 1 de Hare) podrían explicarse en buena parte por un déficiten la interacción de la corteza orbitofrontal con una amígdala disfuncional. Eneste sentido, un trabajo reciente que aplicain vivo la técnica de la tractografíapor tensor de difusión (que, a partir de la imagen por resonancia magnética,

    permite estudiar la integridad de las fibras de substancia blanca), informa de unaalteración estructural delfascículo uncinado , un haz de fibras que precisamenteinterconecta la amígdala y la corteza orbitofrontal humana.

    La neuroimagen funcional: una ventana abierta a la mente del psicópata

    El desarrollo de las técnicas de neuroimagen funcional ha supuesto un

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    hito sin precedentes en el estudio de la función cerebral humana. Estas técnicasnos permiten “ver” el cerebro vivo en funcionamiento con una buena resoluciónespaciotemporal. La aplicación de la neuroimagen a la investigación de lasbases neurobiológicas de la psicopatía -muy especialmente de la llamada

    Imagen por Resonancia Magnética funcional (fMRI)- ha hecho posible ladetección de diversas anomalías en el funcionamiento del cerebro del psicópata.

    Kiehlet al . (2004), utilizando una tarea semántica y la fMRI, encontraronque los psicópatas presentaban una activación anómala en el giro temporalsuperior, la corteza prefrontal ventromedial, la corteza temporal media y la parteanterior del giro cingulado. Según los autores, dichas anomalías se relacionancon un déficit en el procesamiento de los estímulos abstractos.

    Otros estudios en los que se ha aplicado la fMRI han utilizado imágenes yestímulos afectivos. Los hallazgos informan de alteraciones relacionadas condisfunciones en el procesamiento de la información emocional que se localizanbásicamente en la corteza prefrontal dorsolateral, la corteza prefrontalventromedial, las regiones anterior y posterior del giro cingulado, la amígdala, elhipocampo, el giro parahipocampal y el giro temporal anterior derecho (Gordonet al ., 2004; Kiehlet al ., 2001; Mülleret al ., 2003; Gao et al ., 2009). Estosresultados son congruentes con la evidencia clínica que atribuye a la psicopatía

    diversas carencias en la respuesta emocional y en la empatía.De elevado interés resultan las investigaciones que se centran en el

    estudio específico de las disfunciones neurales asociadas a los distintos rasgospsicopáticos, que, como hemos comentado en el apartado, Hare agrupa en dosgrandes factores (afectivo-interpersonal e impulsivo-antisocial). En síntesis,estos estudios apuntan a un déficit en el funcionamiento cerebral altamentelocalizado en la región fronto-límbico-temporal.

    Más específicamente, las alteraciones detectadas en la región temporalmedia (muy particularmente en la amígdala y en el hipocampo) se relacionancon los rasgos psicopáticos que se asocian a un pobre procesamientoemocional, es decir, con los agrupados en el factor 1 (afectivo-interpersonal) deHare, tales como la superficialidad, la falta de empatía, la ausencia desentimiento de culpa y de remordimiento, la “frialdad” emocional, el

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    comportamiento amoral o la despreocupación por los actos que puedan dañar alos demás, etc. A este respecto cabe citar un estudio reciente que demuestraque los psicópatas presentan una menor activación de la amígdala a la hora deemitir juicios morales con un importante componente emocional (Glennet al. ,

    2009). Recordemos que, entre otras funciones, la amígdala resulta crucial en laasociación estímulo-respuesta-consecuencia, muy relevante en el proceso desocialización, dado que así aprendemos a evitar las acciones que puedenresultar dañinas para los demás y/o que son socialmente indeseables. Por otrolado, numerosos estudios han observado que los psicópatas presentan unarespuesta reducida en la corteza orbitofrontal durante el condicionamiento delmiedo (Birbaumeret al ., 2005) y durante la participación en el dilema delprisionero reiterado (o “iterativo”) (Rillinget al ., 2007), un juego interactivo en el

    que el máximo beneficio para los implicados se halla en la colaboración, pese aincentivarse la traición al otro. En la versión “reiterada”, se juega repetidamente,por lo que cada jugador puede castigar al otro por una traición anterior.Puntualicemos que, entre otras funciones, la corteza ventromedial/orbitofrontal juega un papel relevante en el proceso de integración del conocimiento moralcon las claves emocionales, en la comprensión del estado emocional de losdemás y en la inhibición de los impulsos antisociales, mecanismos clave para lacooperación, la lealtad y el compromiso.

    Por otro lado, las disfunciones detectadas en el prefrontalventromedial/orbitofrontal y la corteza cingulada parecen esenciales paraexplicar los déficits en la toma de decisiones, el control de los impulsos y laautoregulación emocional, disfunciones más relacionadas con el factor 2(impulsivo-antisocial) de Hare. Como apuntan algunos estudios, estasdisfunciones topográficamente segredadas, van acompañadas de alteracionesen la intercomunicación temporo-frontal, lo cual podría dar cuenta de gran partede los rasgos psicopáticos considerados en su conjunto.

    El análisis conjunto de las evidencias recientes que nos han aportado losestudios con técnicas de neuroimagen funcional ha revelado una circunstanciaque ha llamado la atención de muchos investigadores: según parece, la genteque obtiene puntuaciones muy elevadas en psicopatía presenta unfuncionamiento anómalo de las regiones tradicionalmente implicadas en las

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    decisiones morales (esto es, la corteza orbitofrontal, la corteza prefrontal medial,la corteza prefrontal dorsolateral, el cingulado posterior, el giro angular, laamígdala, etc), lo cual ha dado lugar a que surja la idea – aunque más biendeberíamos decir “resurja” en honor al casi olvidado Benjamin Rusch - de que

    los psicópatas presentan un serio déficit en la integración de los afectos querigen nuestro comportamiento moral. Esta concepción de la psicopatía como untrastorno de la mente moral merece ser discutida más ampliamente en elpróximo apartado.

    En busca de la sede neural de la mente amoral

    La reciente investigación llevada a cabo desde la llamada NeurocienciaSocial sugiere que la psicopatía impide a los que la padecen experimentar las

    emociones y fenómenos afectivos que suelen guiar el comportamiento moralhumano. Al parecer, el cerebro del psicópata presenta anomalías tanto en lasregiones neurales que procesan las emociones morales, como en las áreasdirectamente implicadas en el proceso de toma de decisiones que se halla a laraíz de la moralidad humana (Raine y Yang, 2006; De Oliveira-Souza,et al .,2008; Glenn y Raine, 2009). Veamos, en la tabla 4, una síntesis de los hallazgoscongruentes con la hipótesis de la mente amoral.

    Psicopatía: disfunciones neurales relacionadas con el “cerebro amoral”

    ReferenciaTécnica de

    neuroimagenTarea

    Hallazgos

    principalesImplicaciones

    Mülleret al ., 2003 fMRIPresentación de

    imágenesemocionales (IAPS)

    Activación incrementada enla región orbitofrontal lateral

    y reducida en la cortezaprefrontal medial derecha y

    en la región temporal

    Déficits en elprocesamiento emocional(¿falta de integración de

    las claves emocionales enlas decisiones morales?)

    Kiehlet al ., 2004 fMRIDecisión léxica.Identificación depalabras reales

    Disfunción en la activacióndel giro temporal anterior

    derecho

    Dificultad del hemisferioderecho en elprocesamiento abstracto,que, presumiblemente,

    afectaría a la empatía, laculpa, el remordimiento, elamor, el comportamiento

    moral, etc.

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    En conjunto, los resultados relacionados en la tabla 4 apuntan, en primerlugar, a que la psicopatía cursa con un déficit generalizado en elcondicionamiento aversivo, lo que se relaciona con la menor ansiedad quesienten los psicópatas al anticipar las consecuencias de sus actos y, a la vez,

    con la dificultad en modificar su comportamiento a partir de medidas punitivas(de ahí, por ejemplo, el alto grado de reincidencia de los psicópatas violentos).En segundo lugar, los resultados revisados –especialmente los relacionados conla disfunción amigdalina y la orbitofrontal- demuestran una falta de respuestaafectiva ante el distrés ajeno, lo que favorecería el engaño y la manipulación, lainsensibilidad ante el dolor de los demás, los actos impulsivos, las decisionesirresponsables, la falta de sentimiento de culpa o de remordimiento, lasconductas de agresión instrumental y la disminución del miedo a los posibles

    costes de su forma de actuar, alterando el juicio de lo que resulta moralmenteaceptable. Finalmente, parece que, o bien los psicópatas invierten más recursoscognitivos en el procesamiento de la información con contenido afectivo -tal vezpara compensar sus carencias en la decodificación emocional-, o bien tienentendencia a “racionalizar” lo emocional, lo que explicaría la “frialdad” que lescaracteriza. Los datos disponibles apuntan más bien a la segunda posibilidad.

    Pese a todo lo dicho, una aproximación integral a los rasgos psicopáticosdebería contemplar también las disfunciones neurales que se relacionan, no sólocon la insensibilidad al sufrimiento ajeno, sino con el placer que puede generar alos psicópatas dicho sufrimiento. Las investigaciones al respecto son aúnescasas, pero los resultados de algunos trabajos pioneros resultan congruentescon la hipótesis de que, en el origen de la agresión instrumental típica de lapsicopatía, se hallan una serie de alteraciones cerebrales –en el cuerpoestriado, que forma parte del sistema de recompensa- que provocan el placerque sienten ciertos psicópatas al infringir sufrimiento al prójimo. De este modo,el logro de esa vivencia de elevado valor hedónico sería un potente incentivoque impulsaría los actos que provocan dolor (físico o emocional) a los demás, y,por ende, propiciaría la conducta criminal (Barkatakiet al ., 2006; Porter yWoodworth, 2006; Decetyet al ., 2009).

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    Contribuciones desde la neuropsicología clínica

    Los estudios llevados a cabo con sujetos que, padeciendo determinadaslesiones cerebrales, muestran rasgos o comportamientos psicopáticos (algunoshablan de “psicopatía adquirida”), resultan,grosso modo , congruentes con lasalteraciones estructurales y funcionales comentadas en los apartados anteriores.

    Las lesiones neurales que más consistentemente se asocian con síntomaspsicopáticos son las que afectan a la región ventromedial/orbitofrontal del lòbuloprefrontal. Puede considerarse un “clásico” el caso de Phineas Gage, un obrerodel ferrocarril de Nueva Inglaterra que en 1848 sufrió un trágico accidentelaboral: a raíz de una explosión incontrolada, una barra de hierro le atravesó elcráneo, entrando por la mejilla y saliendo por el hueso frontal.

    Sorprendentemente, Gage sobrevivió a la explosión, pero, pese a conservar ellenguaje y, al menos aparentemente, las funciones intelectivas, nunca volvió aser el mismo. La lesión afectó especialmente a su personalidad, tornándoseirresponsable, irreverente, impulsivo, falto de constancia, obstinado, caprichoso,manipulador, egoísta, hostil, dado a la bebida, desinhibido, incapaz de planificar,de prever las consecuencias de sus actos y de tomar decisiones adecuadas enun entorno social complejo, todos ellos rasgos bien distintos a los que lecaracterizaban antes del accidente. La investigación reciente ha demostrado

    que la zona afectada por el accidente fue fundamentalmente la regiónventromedial/orbitofrontal (Damasio, Hannaet al ., 1994). Antonio Damasiodescribe un caso muy similar (el caso Elliot), aunque en esta ocasión la lesión sedebió a la extracción de un tumor en el lóbulo frontal: después de la intervenciónse comprobó que la zona más dañada fue precisamente laventromedial/orbitofrontal, con mayor afección del lóbulo frontal derecho. Lasintomatología que presentaba Elliot era muy similar a la de Gage, destacandola frialdad emocional y la incapacidad de tomar decisiones adecuadas en el

    ámbito personal y social (Damasio, A., 1994).

    Los resultados de otros trabajos son consistentes con los casos descritos.Anderson et al . (1999) demuestran que un daño temprano en la regiónorbitofrontal a menudo da lugar a que el sujeto en cuestión manifieste rasgospsicopáticos como la mentira patológica, la irresponsabilidad, la promiscuidad

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    sexual, la insensibilidad afectiva o la falta de sentimiento de culpa y deremordimiento. Otros estudios neuropsicológicos apuntan que las lesiones deesa región prefrontal cursan, entre otros síntomas, con falta de empatía,impulsividad, desinhibición, insensibilidad o embotamiento emocional, falta de

    regulación afectiva y disfunciones en la planificación y en la toma de decisionesen el ámbito social, todos ellos rasgos típicos de numerosos trastornospsicopáticos (aunque no de todos). Por otra parte, cuando se les administra unatarea que implica la formulación de juicios morales, los sujetos con daño en laregión ventromedial/orbitofrontal tienden al utilitarismo, aprobando acciones queimplican un alto daño emocional ajeno, lo que sugiere que la cortezaventromedial/orbitofrontal se halla involucrada en el procesamiento deemociones clave para tomar ciertas decisiones morales (Koenigset al ., 2007).

    Por lo que a la amígdala se refiere, las personas que han sufrido algunalesión (especialmente si afecta a ambas amígdalas), presentan también algunossíntomas característicos de la psicopatía. Entre ellos, destacamos el déficit en elcondicionamiento aversivo, las alteraciones en el reconocimiento de lasexpresiones faciales de miedo o un incremento de los impulsos primarios (p.e.cuando la lesión es bilateral, puede producirse hiperfágia, hipersexualidad, etc.).En cualquier caso, los rasgos globales que presentan estos pacientes difierensignificativamente de los propios de la psicopatía, lo que sugiere que los rasgospsicopáticos pueden depender en mayor medida de las disfunciones en lafunción ventromedial/orbitofrontal y/o que las alteraciones en la amígdala quepresentan los psicópatas son más leves y más específicas, afectando tan sólo aciertas partes de ésta (Gao et al ., 2009).

    Sobre el origen genético de la psicopatía

    Parece probable que exista una predisposición genética que facilite la

    emergencia de rasgos o conductas psicopáticos, lo que en ningún caso debeinterpretarse como un determinismo genético, entre otras muchas razonesporque nuestro conocimiento de lascausas de las alteraciones neurobiológicasdescritas es más pobre de lo que cabría desear: su origen podría ser genético,pero también ambiental (ligado a la historia personal) o epigenético. Sinembargo, si algo parece claro es la etiología multifactorial de la psicopatía: en la

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    manifestación de los distintos rasgos psicopáticos resultan fundamentales,aparte de los posibles factores genéticos, la experiencia temprana de cadaindividuo y el contexto familar, educativo y sociocultural, muy especialmentecuando nos referimos a las conductas antisociales y a los actos violentos.

    En cualquier caso, y por lo que se refiere al estudio de los factores queparecen predisponer genéticamente a la conducta psicopática, destacan, enprimera instancia, las investigaciones que se han basado en el estudio de lasconductas antisociales en gemelos univitelinos (criados, bien en el mismoambiente, bien en ambientes distintos). Según los autores consultados, lacontribución genética a este tipo de comportamiento oscila entre el 33% (Rhee yWaldman, 2002) y el 69% (Fuet al , 2002). Otros investigadores sugieren queuna compleja interaccion entre factores genéticos y ambientales resulta clave enla predicción del desarrollo de los trastornos antisociales (Raine, 2002; 2008):cuando se hallan presentes factores genéticos y ambientales la probabilidad deque se manifiesten rasgos antisociales aumenta exponencialmente. Líneas deinvestigación alternativas han examinado los polimorfismos de determinadosgenes para dar con la prediposición genética al comportamiento impulsivo yviolento, centrándose especialmente en los genes que regulan los niveles deserotonina, un neurotramisor cuya disponibilidad sináptica correlacionanegativamente con la impulsividad, la falta de control conductual y laagresividad. Destacan los trabajos sobre el polimorfismo del gen que codifica lamonoaminoxidasa-A (MAO-A), una enzima que degrada la serotonina: segúnparece, los niños maltratados que desarrollan conductas violentas tienden atener la variante del gen que produce una menor actividad de la MAO-A (Caspiet al ., 2002; Seo et al ., 2008). En sucesivos estudios, la presencia de dichavariante se ha vinculado a un aumento en la reactividad de la amígdala y a unadisminución en la respuesta de la corteza orbitofrontal y del giro cingulado, loque sugiere una deficiente regulación prefrontal en un circuito que se harelacionado con déficits en la extinción del miedo y con una menor eficacia en elafrontamiento del estrés ambiental. Del mismo modo, se ha relacionado esavariante genética con déficits en el control motor y con la impulsividad. Así pues,el estudio del polimorfismo del gen MAO-A ha revelado toda una serie decircuitos neurales relacionados con el comportamiento agresivo, aunque hay que

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    precisar que, en este caso, las manifestaciones violentas se deberían a undéficit en la regulación prefrontal de la actividad del Sistema Límbico: en otraspalabras, se trataría de un tipo de agresión reactivo o emocional, cuandosabemos que el rasgo prototípico de la psicopatía es precisamente la agresión

    instrumental, una agresión emocionalmente “fría” cuyo objetivo fundamental esel propio provecho. Esto implica que el incremento en el riesgo delcomportamiento violento relacionado con la baja expresión de la MAO-A no dacuenta del tipo de violencia distintiva del psicópata. En consecuencia, cabeesperar que nuevas investigaciones profundicen en los factores genéticos quepredisponen a la psicopatía.

    A modo de conclusión

    Tomados en su conjunto, los resultados obtenidos hasta la fechademuestran que existen diferencias significativas entre el cerebro de los sujetosafectados de psicopatía y el de los individuos que no padecen dicho trastorno,particularmente en las áreas que se hallan involucradas en las decisiones y laconducta moral emocionalmente inspiradas. Entre estas áreas destacan, a juzgar por la consistencia de los datos obtenidos en múltiples estudios, laamígdala y la corteza ventromedial/orbitofrontal (Blair, 2010), incluyendo lasnumerosas vías de proyección recíproca y otras áreas estrechamenterelacionadas (temporo-límbico-prefrontales). Por una parte, la disfunción de estesistema, que interviene en la generación del miedo y la culpa, del remordimientoy de la empatía, podría explicar porque los psicópatas apenas se inmutan alperjudicar a los demás en beneficio propio y porque responden muy pobrementetanto al castigo como al refuerzo, lo que dificulta sin duda alguna susocialización. Complementariamente, la sobreactivación observada en algunosnúcleos relacionados con el sistema de recompensa explicaría, además, porquepueden llegar a sentir un placer intenso al causar daño ajeno.

    Al concebir la psicopatía como un trastorno moral (producto de un cerebroamoral o, según algunos, inmoral) asumimos que ese déficit radica en una seriede disfunciones en el procesamiento de las emociones que guían nuestra“moralidad”. Esa concepción “sentimentalista” de la moral no es novedosa enabsoluto. De hecho, ya filósofos como Hume sostuvieron una postura similar.

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    Actualmente, son numerosos los autores que, desde la psicología o desde lasneurociencias, defienden esta perspectiva. Más allá de la distinción entre lo queresulta moralmente correcto o no, las emociones resultan cruciales para que eseconocimiento se traslade a la acción. Según algunos autores, la gente actúa de

    forma moral debido a la resonancia afectiva asociada a las normas aprendidas.Sin embargo, esto no explica porque la gente reacciona emocionalmente ante elsufrimiento de los demás. Evidentemente, nuestra capacidad simbólica y nuestrorazonamiento abstracto nos sirven para entender el dolor ajeno, pero lacomprensión por sí sola carece de un componente afectivo-motivacional. Paraexplicar debidamente porque nos conmueve emocionalmente el sufrimientoajeno y, en consecuencia, porque tendemos a evitar las conductas que puedanprovocarlo -esto es, para explicar porque nuestro comportamiento moral se

    basa, al menos en parte, en nuestras emociones- resulta esencial el conceptode empatía. No sólo observamos el miedo o la tristeza de los que nos rodean: amenudo, nos asustamos o nos entristecemos con ellos, aunque la vivencia nosea del todo equivalente. No sólo sabemos que el sufrimiento ajeno es malo,también sentimos que lo es. Esa puede ser, tal vez, la carencia fundamental delpsicópata: pese a saber si su conducta es moralmente aceptable o no, eseconocimiento le deja emocionalmente indiferente, es decir, le trae sin cuidadoromper la norma porque, pese a conocerla, esa trangresión no le resulta

    emocionalmente aversiva. Los resultados de algunos trabajos recientes sugierenque esta podría ser una de las claves del comportamiento psicopático (Cima yRaine, 2009). Por otra parte, la evidencia de que la falta de empatía podría serun rasgo central de la psicopatía, ha hecho que algunos investigadores sehayan interesado por estudiar en estos sujetos el funcionamiento del sistema delas neuronas espejo, cuya función parece relacionarse, entre otras, con lacapacidad empática (Rizzolatti y Craighero, 2004). Trabajos preliminares hanrelacionado ya la psicopatía y el comportamiento moral con posiblesdisfunciones en este sistema (Thagard, 2007). Pese a que las evidenciasempíricas aún son escasas, algunos estudios han informado de resultadosprometedores. Fecteau et al . (2008), por ejemplo, hallan una relación inversaentre la excitabilidad del sistema especular sensoriomotor relacionado con eldolor y las puntuaciones enel Psychopathic Personality Inventory (PPI), demodo que los sujetos que puntuan más alto en la subescala de frialdad

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  • 8/9/2019 El Psicópata Una Mente Amoral Tras La Máscara de La Cordura

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