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1 Publicado en Vínculos 2005 Vol 27 1-2, pp19-45 Nuevas perspectivas sobre la arqueología del Caribe Sur de Costa Rica Felipe Sol Castillo RESUMEN La región Caribe Sur de Costa Rica ha sido objeto de muy pocas investigaciones. Se sintetiza aquí una importante labor de campo y laboratorio en que se ubicaron veintitrés sitios arqueológicos entre Moín y Cahuita. Se describen dos tipos cerámicos y una serie de modos con características particulares los cuales se proponen como un nuevo complejo cerámico. Se presentan datos e interpretaciones preliminares sobre el patrón de asentamiento, ritual funerario y comparaciones con las regiones culturales aledañas. ABSTRACT Costa Rica’s Southern Caribbean Region has been little investigated. This article synthesizes important field and laboratory research, during which 23 archaeological sites were found between Moín and Cahuita. Two ceramic types and a group of modes with particular characteristics are described here and proposed as a new ceramic complex. Preliminary data and interpretations on settlement patterns and funerary rituals are presented, as well as comparisons with surrounding regions.

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Publicado en Vínculos 2005 Vol 27 1-2, pp19-45

Nuevas perspectivas sobre la arqueología del Caribe Sur de Costa Rica

Felipe Sol Castillo

RESUMEN La región Caribe Sur de Costa Rica ha sido objeto de muy pocas investigaciones. Se sintetiza aquí una importante labor de campo y laboratorio en que se ubicaron veintitrés sitios arqueológicos entre Moín y Cahuita. Se describen dos tipos cerámicos y una serie de modos con características particulares los cuales se proponen como un nuevo complejo cerámico. Se presentan datos e interpretaciones preliminares sobre el patrón de asentamiento, ritual funerario y comparaciones con las regiones culturales aledañas.

ABSTRACT Costa Rica’s Southern Caribbean Region has been little investigated. This article synthesizes important field and laboratory research, during which 23 archaeological sites were found between Moín and Cahuita. Two ceramic types and a group of modes with particular characteristics are described here and proposed as a new ceramic complex. Preliminary data and interpretations on settlement patterns and funerary rituals are presented, as well as comparisons with surrounding regions.

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Trabajos realizados en el año 2002 permiten postular por primera vez, la presencia de un nuevo complejo cerámico en el Caribe Sur de Costa Rica. ¿Porqué una tradición cultural diferente ha pasado desapercibida para los arqueólogos? Las razones para esto incluyen el área relativamente reducida en que se manifestó y la dificultad para localizar sitios en el litoral caribe, pero principalmente el problema ha sido la falta de investigaciones. En la región solo se han realizado dos pequeños proyectos de investigación y algunas visitas aisladas. Este articulo se basa en la información recuperada en el diagnóstico arqueológico de la Línea de Transmición Moín Cahuita, un proyecto del Instituto Costarricense de Electricidad para la construcción de obras de transmición con el fin atender la creciente demanda y modernizar el sistema, que es de baja confiabilidad. Como resultado de esta investigación se plantearon una serie de acciones diferenciales para la reducción de los eventuales impactos producidos a los sitios arqueológicos por la construcción de los sitios de torres y los caminos de acceso. Además, se consiguieron importantes datos sobre la dinámica cultural precolombina en la región, que son los que se presentan aquí. Se sintetiza una importante labor de campo y laboratorio en la que se ubicaron veintitrés sitios arqueológicos, localizados rigurosamente en planos a escala 1:25000. El trabajo realizado fue sumamente intenso, pues en la zona de estudio no existen investigaciones arqueológicas y en la región Caribe sur, las investigaciones son aún muy pocas. Por este motivo se debió hacer una amplia revisión bibliográfica que abarcó todos los trabajos arqueológios realizados en la parte sur de la vertiente atlántica del país así como otra literatura relacionada. Así mismo se recolectaron materiales culturales, principalmente cerámicos, los cuales fueron objeto de un riguroso análisis modal. Una de las conclusiones más importantes a las que llega esta investigación, es la definición de un nuevo complejo cerámico en el caribe Sur de Costa Rica, ubicado cronologíacamente por comparación estilística entre 500 y 1200 d.C. Se plantea, de forma preliminar que en el Caribe Sur, por lo menos en esa época, existió una tradición cultural con un desarrollo particular que es necesario considerar como una nueva zona dentro de la división cultural del país.

ANTECEDENTES Los trabajos en la zona de estudio han sido muy escasos. En toda la llanura aluvial entre la cuenca del Río Barbilla y el Río Sixaola, y en el Valle de la Estrella, se han detectado únicamente once sitios arqueológicos. Esta situación es aun más grave si consideramos que solo en uno de estos sitios se han realizado excavaciones sistemáticas y muy pocos cuentan siquiera con descripciones de cerámica diagnóstica. En el territorio comprendido entre Moín y Cahuita, donde se realizó el trabajo de campo de esta investigación, no se había llevado a cabo ningún trabajo arqueológico y los recursos culturales precolombinos han estado desprotegidos y expuestos a la destrucción debido a procesos transformacionales, desarrollo de infraestructura y saqueos. La falta de recursos no permite actualmente al Museo Nacional atender muchos de los frentes de trabajo que se multiplican en todo el país. Lamentablemente esta entidad no ha podido llevar a cabo proyectos continuados al sur de la cuenca del río Barbilla y en la vertiente Caribe de la Cordillera de Talamanca. El sitio Gedsemaní (L-22Gs) es el unico reporte de material arqueológico en el litoral caribe sur por parte del Museo Nacional. Este depósito se conoce por una inspección en la que se recolectaron algunos materiales cerámicos asociados al período 300-800 d.C. El valle de Talamanca y el parque Nacional La Amistad han sido objeto de algunos trabajos arqueológicos ejecutados por el Museo Nacional dentro del marco del proyecto

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PILA del Servicio de Parques Nacionales y el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE). Durante la primera etapa del proyecto de planificación del PILA, Corrales y Morales (1982) reportan dos sitios arqueológicos en Alto Urén y otros dos en Alto Lari. Corrales (1984) asocia algunos fragmentos cerámicos del sitio Puritka (LA-37) con la Fase Chiriquí (800-1500 d.C.). En la segunda etapa de este proyecto, una prospección realizada en 1985 entre Amubri y Alto Urén permitió registrar nueve sitios arqueológicos (Hurtado 2002). De estos, solo 5 tienen restos cerámicos diagnósticos. Urumbetá (L-96Ur), Cordero (L-98Cr), Sukut (L-99Sk), son depósitos con algunos restos cerámicos escazos asociados a la fase Chiriquí (800-1550 d.C.). Amogechá (L-100Am), es un cementerio que no fue visitado, pero del cual un informante índígena mostró dos vasijas cerámicas del complejo Chiriquí y en el sitio Rosendo (L-101Rs) se localizaron restos de estructuras construidas con cantos rodados. A partir de estos datos el autor propone la hipótesis de que: “debido a una conjugación de factores ambientales, la zona habría estado poco poblada en tiempos prehispánicos, al igual que lo ha sido en los siglos XVI al XX de nuestra era” (Hurtado 2002: 25). La localidad de Monjoncito, en el Valle de Talamanca, es una de las áreas en que se de los sitios con que más información se cuenta en la vertiente caribe de la Cordillera de Talamanca. En el sitio Alto Urén (L-103AU) se detectaron una serie de estructuras de piedra colocadas como muros de contención en terrenos de pendiente moderada. El material se clasificó dentro de la Fase Chiriquí, destacándose la presencia del tipo Ceiba Rojo Café (Corrales 1989). En una nueva inspección realizada por Corrales (1993) se pudo recolectar y describir una pequeña muestra de cerámica del sitio Rosendo (L-101Rs), la misma fue descrita como típica Aguas Buenas, además se fotografió una vasija completa del mismo período, aunque fuera de contexto. El único trabajo de campo con excavaciones llevado a cabo por el museo en la región, se realizó en 1980 en el sitio Volio (L-24FV), ubicado en Uatsí, cuenca baja del río Sixaola, en las estribaciones de la Cordillera de Talamanca. Sin embargo los datos de esta investigación no fueron sistematizados y no se realizaron análisis cerámicos. Antes de 1995, la sección de arqueología de la Universidad de Costa Rica solo tenía dos reportes de sitios arqueológicos al Sur de la Cuenca del Barbilla: Portete (UCR 275) y Norwick (UCR 276), los cuales fueron reportados por la entonces estudiante de arqueología Eugenia Ibarra. Para esta investigación se revisaron los materiales que se conservan en el laboratorio de arqueología de la UCR, los fragmentos cerámicos recolectados en Portete son similares a los que se describen en este artículo, mientras que el material proveniente del sitio Norwick no es cultural. En 1994, como parte de un proyecto de planes de manejo para los Parques Nacionales, Chávez (1995) realiza un reconocimiento en los senderos de la Reserva Biológica Hitoy en el que se reportan tres sitios arqueológicos. Espavel (UCR 421) y Javillo (UCR 420) son dos pequeñas localidades con algunos fragmentos cerámicos no diagnósticos. En el sitio Calzada (UCR 422) se reporta una calzada y abundantes fragmentos cerámicos y líticos que no se recolectaron y para los que cuenta con una descripción adecuada. En los últimos años la sección realizó varios pequeños proyectos de investigación y apoyó una tesis de licenciatura en el sitio Black Creek (UCR 467), los cuales arrojaron los primeros datos publicados sobre el Caribe Sur de Costa Rica (Chavez, Fonseca y Baldí 1996). De estos sitios, solo en Black Creek se han llevado a cabo excavaciones, y en el sitio Gandoca (UCR 470) se han realizado recolecciones de superficie con una muestra moderada de materiales culturales. De los restantes sitios, País (UCR 466), Lomas (UCR 472) y Palma (UCR 471), solo se tienen inspecciones muy someras con muy pocos materiales de referencia.

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A pesar de que Black Creek corresponde a un período entre 2000 y 400 a.C., del que es muy difícil encontrar depósitos arqueológicos bien conservados, éste es hasta ahora el sitio mejor conocido del Caribe Sur. Baldí (2002:439-440) define una serie de conjuntos líticos funcionales de los cuales el más conspicuo se asocia con prácticas vegecultoras, destacándose los implementos expeditivos. El autor interpreta que el modo de trabajo fundamental en el asentamiento fue la horticultura, y por la naturaleza y el número de evidencias, determina que la población fue pequeña y estima que probablemente esta tuvo un “sedentarismo restringido”. El autor presenta una compleja y dinámica relación de las poblaciones de Black Creek con el medio ambiente, caracterizada por varios procesos de trabajo: A) Horticultura, caza y recolección no marina, B) La pesca y la recolección marina y estuarina, C) La recolección riverina y palustrina, que fueron posibles por la presencia de ocho microambientes diferentes (Baldí 2002: 442).

Datos etnohistóricos de la vertiente Caribe Sur Tras la llegada de los colonizadores europeos y hasta principios del siglo XX, suceden grandes cambios en las sociedades indígenas de la región. Las referencias que dejaron los conquistadores sobre las poblaciones indígenas de Costa Rica son limitadas. El primer reporte escrito en la región corresponde a los diarios de fray Bartolomé de las Casas y Hernando Colón. En el cuarto viaje de Cristóbal Colón, el 18 de septiembre de 1502, los españoles atracan en Cariay, ubicado por diversos autores como el actual Puerto Limón (Ferrero 1981:206, González y Zeledón 1999:23-37). Hubo numerosos intentos por parte de los españoles del siglo XVI por establecer poblados en la región de Talamanca, sin embargo estos fueron infructuosos, en gran parte debido a la férrea oposición indígena y por enfermedades. Una sangrienta historia de insurrecciones indígenas y represión por parte de los representantes de la corona española se suceden hasta principios del siglo 18. (Borge 2002). En la década de los años 80 del siglo XIX se asientan en la costa Caribe Sur los primeros pobladores negros, tortugueros provenientes de Nicaragua y Panamá. La relación con los indígenas no siempre fue buena, pues los recién llegados expulsaron a los indígenas de la costa (Palmer 1994). Posteriormente estas dos culturas llegan a tener relaciones muy cercanas, por medio del comercio, matrimonios y alianzas en sus luchas por mantener su autonomía. Con el fin de tomar control de la región de Talamanca, el estado Costarricense promueve una serie de acciones políticas y militares que aunque no son exitosas, desestructuran y empobrecen la sociedad indígena. A finales del siglo XIX al resolverse los problemas fronterizos y descartarse el interés minero en Talamanca, el Estado aplicó una política de encapsulamiento y aislamiento de las poblaciones indígenas, cuya máxima expresión se da a mediados del siglo XX con la creación de reservas (Boza y Solórzano 2000: 47). Es también a finales del siglo XIX que ingresa a Limón la Compañía Bananera, la cual expulsa de sus tierras a muchos indígenas. Por referencias de los españoles sabemos que para el siglo XVI existían pueblos muy diversos ocupando la vertiente caribe sur, ubicados entre Limón y Chiriquí se mencionan: Cabécares; Aoyaque; Urinamas; Viceitas; Terrabas, Térrebes o Derbis; Doraces; Chánguinas y Siguas o Mejicanos (Ferrero 1981). Ibarra (1996) logra distinguir en las fuentes etnohistóricas del siglo XVI, solamente dos cacicazgos en la Región Caribe Sur. Se trata de los cacicazgos de Tariaca y Talamanca. El primero se habría ubicado cerca del actual valle de La Estrella; el río Banano se toma como su límite norte y el de La Estrella como el sureste. La autora destaca las relaciones no siempre pacíficas entre este cacicazgo y sus vecinos, así como la alianza del cacique Carebe con los talamanqueños en contra de los españoles, lo que frenó el avance de los europeos. El cacicazgo de Talamanca ocupaba el resto de

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la costa y la vertiente caribe de la cordillera de Talamanca, Chirripó sería el límite oeste (Ibarra 1996:37-39). Actualmente, la mayor parte de los habitantes indígenas de la vertiente caribe son Cabécares o Bribris y en menor proporción Ngöbes o Guaymíes. Los Cabécares son el grupo más grande del país; habitan a ambos lados de la cordillera de Talamanca, pero principalmente en la vertiente Caribe, allí ocupan las reservas de Nairi-Awari, Bajo Chirripó, Alto Chirripó, Tayni, Telire y Talamanca Cabécar. Los Bribris habitan a ambos lados de la Cordillera de Talamanca, en la vertiente Caribe ocupan los territorios de Cocles y Talamanca Bribri. Los Ngöbes habitan actualmente en ambas vertientes, sobre todo entre Chiriquí y Almirante en Panamá, aunque ocupan cuatro reservas en Osa, Burica y Coto Brus y, grupos de población migrante trabajan en el caribe. Los Teribes que actualmente habitan en Buenos Aires en la cuenca del río General habrían sido reubicados de sus tierras en las cabeceras del río Taravia por frailes Franciscanos, lo que generó diversos levantamientos indígenas (Prado 1983: 68, 128 en FUNCOOPA 1999). Actualmente este grupo ha perdido muchas de sus tradiciones e incluso su lengua.

LOS SITIOS En este apartado se hace una descripción general de las características de los sitios arqueológicos. Tal como se mencionó en los antecedentes, ningún sitio había sido reportado entre Moín y Cahuita, por lo que los 23 sitios aquí referidos son nuevos. Los sitios arqueológicos se definieron como una localidad con presencia de materiales culturales precolombinos. La categoría de sitio se utilizó como una herramienta de localización geográfica para diferenciar grupos de evidencias arqueológicas con una continuidad espacial y registrar los materiales recolectados. Así, se tomó la decisión de no establecer un mínimo de fragmentos para la definición de un sitio. Esta definición se consideró útil para evitar que se le de menos importancia a los sitios pequeños, ya que estos pueden representar evidencias singulares y difíciles de localizar, y por su tamaño, pueden quedar subrepresentados en la muestra.

a b Figura 1: a.Rasgo funerario expuesto por el río en el sitio Bananito. b. Pozos de huaqueo en el sitio Penshurt

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a b Figura 2: a.Canal de drenaje principal que destruyó gran parte del sitio Filadelfia b.Concentración cerámica perturbada por un pozo de huaqueo, sitio Bomba 1. En las estribaciones de la cordillera de talamanca, conformada por sistemas de lomeríos se encontraron 13 de los sitios registrados en la prospección (Fig. 3). Cuando este paisaje no está asociado a fuentes de agua importantes, los sitios son pequeños, se localizaron seis depósitos culturales de este tipo. Ejemplo de esto es el sector de Miravalles-Tomatal, el cual está conformado por un sistema de lomeríos bajos con pendientes fuertes a moderadas onduladas, con suelos arcillosos de fertilidad limitada. En distintas cimas de lomas se encontraron materiales arqueológicos en concentraciones bajas que fueron registrados como los sitios arqueológicos Chocolate, Ocelote, Tomatal, Palma Real y Jabillos. Igualmente localizados en las estribaciones de la cordillera, pero asociados a los ríos principales, los sitios resultaron ser más complejos, de mayor tamaño y con mayor densidad cerámica. Al margen de los ríos Banano, Bananito y Estrella se localizaron siete sitios: Bomba 1 y 2, Quitaría, Garrobo 1 y 2, Tanque y Administración. En el sitio Bomba 1 se localizaron estructuras construidas con cantos rodados que podrían corresponder a montículos, mientras que en los sitios Bomba 2 y Tanque se observaron rasgos funerarios construidos con cantos rodados. En los sitios Garrobo 1 y 2, Quitaría, y Administración se observó abundante cerámica en superficie y pozos de huaqueo. La llanura aluvial, propensa a inundaciones también fue ocupada en forma importante en tiempos prehispánicos, ocho de los sitios corresponden a este tipo de topografía (Fig. 3). Tres de los sitios: Botadero, Cable 77 y Filadelfia, se ubican en suelos planos y en los que las fuentes de agua más cercanas son humedales y las quebradas o ríos más cercanos se ubican hasta a un kilómetro de distancia. Asociados a rios o quebradas con caudales importantes se localizan los sitios Moín, Bartolo, Bananito, Penshurt y Tuba Creek. En todos estos a excepción de Tuba Creek se observaron rasgos funerarios. Los sitios Moín, Penshurt y Tuba Creek son, junto con el sitio Bomba, los más extensos y con mayores densidades cerámicas localizados en la prospección. Tres sitios se ubicaron a menos de un kilómetro de la costa: Swampo, Cahuita y Moín (Fig. 3). Mientras que Swampo y Cahuita presentan pocos fragmentos cerámicos, Moín es un sitio extenso con una alta densidad cerámica y en el que posiblemente se localizan rasgos arqueológicos. La conservación de los recursos arqueológicos en la región es desigual. Comparativamente con otras regiones del país el saqueo se encuentra menos generalizado (Fig. 1b, 2b). El impacto más importante en la conservación de los sitios son las actividades relacionadas al cultivo intensivo de banano, el cual ha afectado los sitios Botadero, Cable 77, Filadelfia, Bananito, Penshurt y Tuba Creek (Fig. 2a). El

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desarrollo urbanístico e industrial juega un papel cada vez mayor, es responsable de la destrucción de sitios en Limón de los cuales ya solo se cuenta con reportes de informantes locales y la afectación de los sitios Administración, Tanque y Cahuita, mientras que el sitio Moín se encuentra en riesgo de destrucción por obras de infraestructura. Proveniente de 11 de los sitios anteriormente descritos se recuperó una muestra significativa de cerámica la cual se describe en el apartado siguiente.

Figura 3: Ubicación de los sitios arqueológicos en el Caribe Sur de C.R.

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Análisis Cerámico y lítico La importancia de este apartado consiste en que se analiza por primera vez una muestra significativa de material cerámico tardío del Caribe Sur de Costa Rica, el cual tiene características singulares, por lo que se plantea como un nuevo complejo. El primer reporte de materiales provenientes de la región Caribe Sur lo hacen Chávez, Fonseca y Baldi (1996) para la zona de Gandoca, con una muestra pequeña proveniente principalmente de los sitios Black Creek (2000 a 400 a.C.) y Gandoca (700-900 d.C.); la cerámica de Black Creek fue analizada con mayor detalle en la tesis de licenciatura de Baldi (2001). A partir de 288 fragmentos diagnósticos provenientes de 17 sitios se definieron 7 modos de formas, 7 de decoraciones, 4 de asas o adornos y 10 de soportes. La mayor parte del material proviene de 11 sitios distribuidos en toda la región, principalmente en las cuencas de los ríos Moín, Banano, Bananito, Penshurt y Tuba Creek; mientras que los sitios con menor cantidad de cerámica se localizan en los sectores de Miravalles y Filadelfia. Por razones de espacio no se presentan los materiales provenientes del sitio Finca 21 en el Valle de la Estrella, los cuales tienen muchas similitudes con los de la Fase El Bosque. Los modos se describen en forma individual en los anexos de este artículo. A continuación se presentan asociaciones de estas decoraciones y formas para definir dos nuevos tipos cerámicos propios de la región.

Tipos A continuación se presentan los nuevos tipos cerámicos que se denominarán Pilón café aplicado y Garrobo inciso. El material será definido como un complejo cerámico, el cual será identificado como “complejo Garrobo”. La coetaniedad de ambos tipos parece clara pues se encontraron ejemplares de ambos en un mismo rasgo funerario en el sitio Bananito. Se postula de manera preliminar -por comparación con las cronologías cerámicas de la Gran Chiriquí y el Atlántico Central- que este complejo corresponde al horizonte “transicional” o período intermedio (Snarskis 1978, 1980), ubicado aproximadamente entre 500 y 1200 d.C. La presencia de fragmentos de Mora y Papagayo Policromo en dos de los sitios (Moín y Penshurt) podría indicar que este complejo se manifiesta principalmente después del 800 d.C., aunque también pueden interpretarse como ejemplo de un componente tardío que no ha sido claramente aislado en la cerámica de estos sitios. Es importante aclarar que, aunque la muestra recuperada es significativa, falta aún mucho trabajo para aclarar los contextos y temporalidad en que se ubican los tipos. En los apartados finales se describen con mayor claridad las características particulares de los sitios que presentaron este tipo de cerámica y las relaciones de ésta con las otras tradiciones culturales conocidas para las regiones aledañas. Pilón café aplicado Muestra: 37 ejemplares provenientes de los sitios Bananito, Bomba 2, Garrobo 1 (fuera de contexto), Tuba Creek y Moín. 104 fragmentos de vasijas comparten la pasta y forma con este tipo, pero al no estar decoradas con aplicaciones por el momento no han sido incluidas. Criterios: Pasta arenosa café, decoración aplicada, puede tener engobe rojo en algunos casos. Pasta: Abundantes antiplásticos arenosos. Color café claro o gris. Textura homogénea y compacta, fractura regular. Algunos ejemplares se encuentran completamente oscurecidos, probablemente debido a un alto contenido de materia orgánica en la pasta y una atmósfera que no permitió la oxidación. Acabado en superficie: consiste en un alisado sobre la pasta café sin engobe. Algunas vasijas tienen engobe rojo.

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Decoración: D1. D2. D10. Este tipo presenta muchas veces aplicaciones D1 aisladas en el borde o una o varias líneas de este motivo, ubicadas en la parte superior del cuerpo de la vasija, bajo el cuello. Formas: Ollas globulares F1 y F2. Escudillas simples F6. Soportes: Soportes huecos largos S5. Soporte globular S17 con agujeros laterales alargados con decoración D6 Asas: Asas cilíndricas A1. Comparaciones: Los soportes de modo S5 son muy similares a los reportados para el tipo Silena Alado asociado a la fase Sierpe y en menor grado Camibar B (Baudez et al. 1993: 69,75). Se diferencia de este tipo en que los soportes no presentan el extremo levantado y en las formas de vasijas asociadas. Las asas tienen una amplia distribución, encontrándose modos muy similares en toda la Grán Chiriquí, subregión Chiriquí (Linares 1968:56-57), subregión Bocas del Toro (Kudarauskas et al. 1980:393) y la subregión Diquís (Lothrop 1963:59). D10 es similar a la decoración D47 descrita por Snarskis (1978) para el Caribe Central y a ciertas decoraciones presentes en el tipo Molino acanalado como el D1P (Arias y Chávez 1985; Snarskis 1980:93). Garrobo rojo inciso Muestra: 79 ejemplares provenientes de los sitios Bananito, Bomba 2, Garrobo 1 (fuera de contexto) y Tuba Creek Pasta: Arenosa, color café claro. Acabado en superficie: Pulido y pintura roja generalmente con énfasis en la parte interna, a veces sobre toda la superficie. Decoración: Este tipo presenta un friso con decoraciones incisas. Forma de las vasijas: Se puede asociar exclusivamente con escudillas F5, F6, F8. Soportes huecos con hendiduras y motivos de pastillaje aplicados S1. S2, S3 y S4. Motivos incisos D3 y D6 Adornos A4. Comparaciones: Este tipo está relacionado con una tradición muy extendida de escudillas trípodes decoradas con un panel inciso o grabado como los tipos Papayal, Cotito grabado y Chocolate inciso en la región Diquís (Corrales 2000),y Tayutic inciso en la región Central (Snarskis 1978). Una muestra proveniente de Garrobo 1 (figura 12 a) y otra de Bananito, presentan un motivo inciso similar a los reportados para el tipo Seúl Grabado, de la fase Palmar (Baudez et al. 1993: 96-98). Existen soportes figurativos tanto en la región Caribe Central como en la Grán Chiriquí, sin embargo en ambos casos difieren en cuanto a técnicas decorativas y formas representadas. Una escudilla del tipo Bugabá Grabado presenta figuras antropomorfas sólidas con las caderas marcadas con elementos aplicados (Baudez et al. 1993: 72-73).

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Figura 4: Tipo Pilón café aplicado

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Figura 5: Tipo Garrobo

Análisis lítico Lítica lasqueada

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La muestra de lítica lasqueada fue escaza, aunque en la mayor parte de los sitios se lograron encontrar restos de este tipo y llama la atención que este material está asociado a sitios tardíos tanto habitacionales como funerarios. La muestra está constituida sobretodo por desechos de talla y en menor grado por instrumentos simples. Los materiales utilizados fueron el cuarzo cristalino y lechoso, opalo, pedernal, basalto y toba. No se encontraron artefactos tallados expresamente para una función específica, sino más bien microlascas con posibles huellas de uso y dos posibles raspadores, los cuales podrían ser desechos de la talla de un instrumento mayor aprovechados con un mínimo de modificación. Aunque la muestra es limitada, la abundancia relativa de este tipo de material es indicativa de una industria lítica compleja y muy utilizada en la región, de la cual se encontrarán mayores evidencias al intensificarse las investigaciones. Dentro de los artefactos elaborados con esta técnica se recuperaron tres hachas lasqueadas bifaciales provenientes del sitio Cahuita (Fig 6a y b). Lítica picada y pulida La muestra de lítica picada es aún muy limitada. Los materiales utilizados son Escoria volcánica y andesita. Solo se encontró un instrumento elaborado por la técnica de pulido. En un pozo de huaqueo en el sitio Tanque se ubicó un soporte que podría corresponder a la pata trasera de un metate en forma de animal con la cola pegada al soporte. En el sitio Penshurt se recuperó un soporte de metate ancho cónico corto. Posiblemente fue elaborado rápidamente con el fin de ser utilizado en labores domésticas, pues su terminación es muy burda. En el sitio Tuba Creek se recuperó un fragmento probablemente la cola de un metate, es cilíndrico curvo, decorado con patrones lineales entrecruzados. Fue hecho a partir de una escoria volcánica muy porosa y suave (Fig 6e). Entre la muestra recolectada de la tumba 1 del sitio bananito, se encuentra un fragmento de plato de metate elaborado en andesita, presenta un desgaste importante en la parte superior. Todos los otros extremos han sido sistemáticamente quebrados por lo que se presume que fue quebrado a propósito como parte de los materiales “matados” para el ritual funerario. Dentro de los materiales encontrados por un habitante local en el sitio Garrobo 1, se encuentra un fragmento de metate decorado con cabezas en el panel, se puede observar una cabeza triangular de mayor tamaño, probablemente la extremidad superior de una figura antropomorfa que funcionaba como soporte. Igualmente se pudo fotografiar un machacador de corteza (Fig. 6d y f). Se encontraron dos manos de moler en forma de pan de Jabón fabricadas de andesita, una en el sitio Botadero y otra en el sitio Ocelote. Proveniente del sitio Bartolo, se localizó una mano de moler ovalada, aplanada en los extremos, la cual fue fabricada a partir de un canto rodado con un mínimo de modificación Asociado a un rasgo funerario huaqueado en el sitio Bomba 2 se localizó un pulidor de cuarzo lechoso. Referencias etnográficas las llaman sia y se asocian con las actividades rituales del awá o medico Bribri (Bozzoli 1979:230). En el sitio Finca 21 se localizaron numerosos fragmentos de metates rectangulares largos planos (Fig. 6c).

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Figura 6: Cola de metate esculpido Fragmento de metate decorado Machacador de corteza Otros materiales recuperados A pesar de que la mayor parte de la cultura material fue elaborada con materiales orgánicos precederos, estos representan solo una pequeña parte de los restos arqueológicos encontrados normalmente en un sitio. En esta prospección se lograron recolectar algunos restos orgánicos, los cuales, a pesar de ser muy escasos constituyen información importante sobre los modos de vida en tiempos precolombinos. Claramente asociados a la tumba 1 del sitio Bananito se encontraron un molar de leche, perteneciente posiblemente a un zaino, y un hueso, correspondiente al astrágalus de un mamífero pequeño (identificación preliminar de Maritza Gutierrez). Maderas carbonizadas: En los rasgos funerarios de los sitios Bananito, Bomba 2 y perfiles de canales de la bananera en los sitios Penshurt y Tuba Creek, se encontraron restos de madera carbonizada con un patrón de estructuras largas agrupadas. Una muestra asociada a la tumba 1 del sitio Bananito fue identificada por la Licda Isabel Carpio, directora del laboratorio de maderas de la Universidad de Costa Rica. La muestra, cotejada con la colección de referencia de este laboratorio parece corresponder al pilón, Hyeronima alchorneoides. En el sitio Penshurt se localizó una semilla casi completa de Yolillo (Raphia taediguera). En el sitio Bananito se recolectó una semilla ovalada, no identificada. Dentro de los materiales huaqueados reportados como provenientes del sitio Garrobo 1, se encuentra una concha de Grandiarca grandis, una especie que solo se encuentra en el la costa Pacífico. A pesar de que esta evidencia debe tomarse con cautela por encontrarse fuera de contexto, constituye un indicio del intercambio que existió entre las culturas ubicadas a ambos lados de la Cordillera de Talamanca.

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Interpretaciones

Interpretaciones sobre la dinámica cultural en el Caribe Sur En este apartado se hacen interpretaciones generales a partir de los datos arqueológicos. Debe tenerse presente que estos datos son muy valiosos por ser los primeros con que se cuenta para la región, sin embargo se basan en observaciones en superficie y aún no se cuenta con datos de excavaciones y fechas de radiocarbono, por lo que es normal que en el futuro, lo aquí postulado, pueda ser corregido y ampliado. Primer acercamiento al patrón de asentamiento e interpretaciones de los tipos de sitios Se lograron encontrar sitios en muy diversos ambientes que incluyen la costa, las llanuras aluviales, el pie de monte de la Cordillera de Talamanca y la cima de lomas en las estribaciones de la Cordillera. La mayor parte de los sitos y entre estos los de mayor tamaño se encontraron asociados a fuentes de agua principales que pudieron funcionar como vías de comunicación y en la mayor parte de los casos se contó con una fuente de agua secundaria de la que pudo tomarse el agua potable. En las zonas de topografía quebrada o sistemas de lomeríos, se encontraron un gran número de sitios aunque de tamaños pequeños, tal es el caso de la zona de Miravalles-Tomatal. Aunque en otras filas y estribaciones de la cordillera se reportaron pocos sitios, esto se debe claramente a un problema de muestreo, pues los esfuerzos se concentraron en los sectores de la llanura de inundación donde pasa la L.T. Por el contrario, creemos que hubo un patrón de asentamiento similar al de la zona de Miravalles-Tomatal, lo cual se puede vislumbrar a partir de los informes de habitantes locales que reportan la mayor cantidad de sitios en la cordillera. Lamentablemente la mayoría de estos reportes no pudieron ser confirmados en el campo por falta de tiempo y problemas de acceso. En términos generales podemos afirmar que la región Caribe Sur no fue ocupada en forma intensiva como el Valle de Turrialba, el Valle Central o el Caribe Central, sin embargo sí se encontraron abundantes sitios arqueológicos que indican una larga historia ocupacional de la región y que no puede ser calificada como marginal o esporádica. Es necesario aclarar que los datos aquí presentados no pueden ser analizados en términos cuantitativos pues el muestreo fue asistemático y las condiciones edafológicas y geográficas de la región son muy complejas. En este sentido podemos mencionar la cambiante red hídrica que hace difícil asociar los sitios con fuentes de agua, las constantes inundaciones que sepultan los sitios arqueológicos, y los cambios en la línea costera por los levantamientos tectónicos. Comercio La evidencia etnohistórica, arqueológica y los datos de otras regiones del país nos refieren a una viva dinámica comercial entre culturas muy diferentes y distantes, de las que la región Caribe Sur no estuvo excluida. El comercio fue importante entre los grupos indígenas de todo el país, para Talamanca se cuenta con una cita de Cevallos (1610 V:157 en Ferrero 1985: 197) en la que se menciona el intercambio de oro, dantas mansas, zainos, caraña (árbol del que se saca un licor y se usa para embalsamar) y collares de cuentas de conchas. Fray Francisco de San José (1697 V:370 en Ferrero 1985: 198) señala que los térrabas comerciaban con “...mantas de algodón pintadas que sirven de colchas, sobremesas y cortinas y los burucas les dan sal, hachas , perros y otras cosas. A los changuenes llevan sal y hamacas y traen gargantillas de corales, plumas de diversos colores y algunos abalorios. A la isla (Tojar) llevan hachas y traen gargantillas y pretinas de corales. A los talamancas llevan sal y hamacas y traen cañutos de hueso colorado, que

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lo estiman mucho, y algunos machetes que cambalachan éstos con los urinamas por cacao...”. Dentro de la muestra recolectada en este trabajo tenemos clara evidencia de esta actividad. Se lograron identificar restos cerámicos provenientes de la región Gran Nicoya en el sitio Penshurt, y otros registrados por Guerrero (2003) en el sitio Moín,. Cabe mencionar la presencia de una concha de Grandiara Grandiarca nativa de las costas del Pacífico, encontado fuera de contexto, aparentemente asociado a un rasgo funerario en el sitio Garrobo 1, en la cuenca del río Bananito. El ritual funerario Los rituales de nacimiento y muerte fueron muy importantes entre los Bribris, siendo éstos, ejes fundamentales de su cultura, lo que explicaría su persistencia a pesar de la gran presión para el cambio (Bozzoli 1979:91). Las fuentes que nos permiten conocer los rituales funerarios en la región son de tipo etnohistórico, antropológico y arqueológico. La primera referencia sobre los rituales funerarios proviene de los datos registrados por Bartolomé Colón, el “adelantado” de los españoles, el cual baja a tierra con un grupo de españoles con el fin de reconocer la población y las tierras donde han anclado. Los indígenas huyen y posteriormente le tiran humo como parte de algún ritual, presuntamente con el fin de protegerse. Según el relato de Hernando Colón (Lines 1952), lo más notorio que vieron fue que: “...dentro de un palacio grande de madera, cubierto de cañas, tenían sepulturas, en una de las cuales había un cuerpo muerto, seco y embalsamado, y en otra, dos, pero sin mal olor, y envueltos en paños de algodón. Sobre las sepulturas había una tabla en la que estaban algunos animales esculpidos; en otras se veía la figura del que estaba sepultado, adornado de muchas joyas, de guanines, de cuentas y de las cosas que más estimaban.” Las observaciones antropológicas registradas por Bozzoli (1979: 15-20) son un muy buen recuento del ritual funerario Bribri. Esta autora señala que: “... en el pasado los sepultureros (óköm) debían ser personas con habilidad para derribar árboles y manejar madera; tenían que hacer unas camas de varillas para colocar los cuerpos en la montaña, o posteriormente los huesos en el panteón, y debían saber cortar los tablones que forraban y techaban los sepulcros ... el rito funerario no debe omitir la comida de los enterradores; luego la comida y la bebida se intercambian ceremonialmente entre los oficiantes del entierro ... Los actos y cualidades de una persona se condensan en un pequeño paquete, que luego se divide para colocar la mitad en la mano derecha del cadáver, y la otra mitad sobre la tumba. Contiene las raspaduras de un bastón de madera dura y rojiza, que simbolizan todas las cosas de madera hechas o manejadas por la persona; contiene algodón para representar todas las amarras, semillas de ayote por las distintas cosechas, y otras “basurillas” o semillas.” Hasta el momento, el mejor ejemplo de este ritual que encontramos en el registro arqueológico de la zona es una tumba expuesta por la acción del río Bananito en el sitio del mismo nombre. La erosión del perfil permitió observar la forma en que fueron depositadas las evidencias materiales del ritual funerario. Se pudo definir un complejo ritual funerario, aunque probablemente el entierro conllevaba otras etapas, actualmente solo podemos tener evidencias arqueológicas de la ultima etapa, en la cual se depositó el cuerpo en una fosa cóncava poco profunda excavada en la tierra. En el funeral se ofrendaron una serie de elaboradas escudillas y ollas de cerámica así como herramientas de piedra como un metate y herramientas lasqueadas de cuarzo. Estos materiales fueron quebrados para “matarlos”, probablemente con la intención de que acompañaran al difunto. Se depositaron ofrendas de plantas y animales, de los que se recuperó un molar de zaino juvenil, un

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hueso de mamífero pequeño y una semilla no identificada. La fosa era tapada con cantos rodados y rocas de diferentes orígenes. Muchas de estas rocas también fueron quebradas de forma ritual. En algún momento de este evento, se involucra el uso del fuego, notablemente asociado a la madera de pilón. En este trabajo se plantea a manera de hipótesis que el pilón o una madera similar fue utilizada dentro del ritual funerario para incinerar ofrendas para el difunto. El pilón podría haber sido escogido por sus propiedades físicas, ya que por ser una madera dura permitiría mantener el fuego por más tiempo y alcanzar temperaturas más altas, o también podría haber habido alguna relación simbólica con este árbol, como por ejemplo la asociación del color rojizo de la madera con la sangre. En el sitio Bomba 2 se encontraron restos cerámicos muy similares a los del sitio Bananito asociados a cantos rodados de mayor tamaño y material, que podrían estar dispuestos en patrones similares a los reportados por Snarskis para el Atlántico Central. En el sitio Penshurt se observaron varias tumbas huaqueadas que alteraron rasgos construidos con cantos rodados, sin embargo en este trabajo las mismas no se pudieron limpiar para apreciar si existieron muros u otras disposiciones particulares.

Asociaciones culturales entre los materiales del Caribe Sur y regiones aledañas La mayor parte de los materiales arqueológicos encontrados en la zona de estudio pertenece al horizonte “transicional” o período intermedio (Snarskis 1978, 1980) por lo que nuestras observaciones se limitarían a este período. La cuenca del Barbilla y el Atlántico Central En esta investigación se visitaron algunos sitios en la cuenca del Barbilla. Materiales de los períodos La Selva y La Cabaña, cuyos modos decorativos pueden asociarse sin discusión a los definidos por Snarskis (1978) pueden encontrarse hasta la cuenca del Río Barbilla. Es posible que una frontera cultural se encuentre en las cercanías de esta cuenca. La muestra cerámica clasificada en este trabajo mantiene claras diferencias con el Atlántico Central aunque comparte similitudes generales con distintos modos tales como los “floreros” trípodes de soportes largos, otros puntos de confluencia podrían ser algunos rituales funerarios de la fase Selva, como los rituales de “matar” la cerámica en las tapas de las tumbas. La Región Gran Chiriquí y la subregión Diquís Algunos modos encontrados en la muestra recolectada para la zona de estudio son también compartidos con la región Gran chiriquí, como las asas modo A1 y los soportes S5. A pesar de que entre los materiales del complejo Garrobo y los de la fase Chiriquí existen similitudes modales generales –al igual que con los del período La Selva-, la evidencia encontrada en esta investigación establece que la cerámica del complejo Garrobo tiene características particulares para la región Caribe Sur. Inclusive se puede afirmar que en los sitios del litoral caribe sur -por lo menos para el período 500 a 1200 d.C.- no se presentan los tipos descritos para la Gran Chiriquí ni para el Atlántico central. Tal como señala Corrales (2001: 16) faltan aún estudios que tomen en cuenta los patrones de expansión y contracción en los distintos períodos o fases para poder definir mejor los límites culturales de la Región. El Valle de la Estrella

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Las investigaciones en la zona se han limitado a algunas inspecciones, sin embargo los pocos datos con que se cuenta y los reportes de huaqueros e informantes locales parecen indicar la presencia de una importante ocupación humana precolombina. En esta investigación se visitó un sitio en la Finca 21 de la Compañía Bananera. Se recolectó una muestra importante de materiales en los que prácticamente todos los modos observados han sido descritos para la fase El Bosque (Snarskis 1978). El sitio es muy extenso y se pudieron observar cantos rodados dispersos que formaron parte de estructuras alteradas y fragmentos de metates de plato plano y delgado de gran tamaño probablemente con paneles labrados. Al igual que para la región en general, aún faltan muchos datos sobre la dinámica cultural en los diferentes períodos y tener más datos sobre las particularidades de la zona. La zona de Gandoca – Manzanillo Baldí (2002:440, 441) señala que: “A su vez, con el soporte de las evidencias empíricas es posible asegurar que Black Creek fue una cultura arqueológica que formó parte del desarrollo social de la Gran Chiriquí … fue posible reconocer a partir de características fenoménicas del ensamblaje lítico y cerámico, relaciones estrechas entre las culturas localizadas en el Oeste panameño y las estribaciones del Pacífico del Diquís, lo cual sugiere una coetaneidad entre grupos acerámicos y ceramistas extendidos por diferentes escenarios geográficos.” Esta tesis había sido propuesta anteriormente por Chávez, Fonseca y Baldi (1996) quienes sugieren que en general la zona de Gandoca-Manzanillo se puede asociar a la Grán Chiriquí. Estos autores proponen que “Los datos de Sixaola apoyan la relación del sureste de Costa Rica con la zona de Chiriquí en Panamá; por ejemplo, el Sitio Gandoca y los materiales cerámicos, relacionados con la Fase San Lorenzo; los sitios País, Palma y Las Lomas, cuyas características son más afines a las tierras altas de la cercana Panamá que a otras regiones.”. Así mismo, Baldí (2001:8) propone que: “La propuesta que mejor se ajustó a las evidencias de Black Creek fue la división establecida por Fonseca (1992, mapa N° 6) por que al dividir transversalmente al país en tres zonas: una Norteña, una Central y una Sureña que incluye la Subregión del Diquís se pudo integrar a Black Creek coherentemente a la Gran Chiriquí.” Es importante señalar que la propuesta de Fonseca no puede ser equivalente al establecimiento de regiones arqueológicas, las cuales se definen en base a similitudes culturales, pues la división en cuestión se basa en regiones geográficas y no toma en cuenta los cambios en el tiempo (Sol, 2000). A partir de los datos de esta investigación se puede señalar que algunos de los materiales descritos por Chávez, Fonseca y Baldi para el sitio Gandoca son muy similares a los descritos para la fase Garrobo, definida en este estudio. Los restos encontrados en los sitios País, Palma y Las Lomas se limitan a algunos artefactos líticos y muy pocos fragmentos diagnósticos, por lo que aún no se pueden establecer relaciones culturales claras. Queda aún por definir si los sitios arqueológicos tardíos de la zona de Gandoca – Manzanillo tienen una mayor afiliación con el sur que los de la región estudiada en esta investigación o si se trata de las mismas tradiciones culturales. Para resolver esto se deberá esperar una mayor muestra de materiales y datos de diferentes períodos tanto para esta zona como para la ubicada entre Moín y Cahuita. La evidencia encontrada en esta investigación no respalda la propuesta de Chávez, Fonseca y Baldi (1996), la cual incluye el Caribe Sur dentro de la región Gran Chiriquí. Mas bien, se establece una compleja dinámica sociocultural en que se destacan influencias tanto de la Gran Chiriquí como de la Región Central y un importante y original desarrollo local. En términos generales se puede decir que para la Fase Black Creek los datos parecen asociar en forma más cercana los materiales de esta región a los de la Gran Chiriquí. Sin embargo, para el período 500 a.C. – 500 d.C., aunque se reportan sitos con materiales Aguas Buenas en el Valle y la Cordillera de Talamanca, que están

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claramente asociados a la Gran Chiriquí, también se encontró una importante cantidad de materiales pertenecietes a la Fase El Bosque del Caribe Central. Para el período que va alrededor de 500 a 1200 d.C. los tipos encontrados en la cerámica son muy diferentes de los definidos para la Gran Chiriquí. Para épocas posteriores los datos son aún muy escasos como para sacar conclusiones. El Valle de Talamanca Exploraciones en el Valle de Talamanca han permitido recuperar materiales escasos pero que pueden ser asociados claramente a las Fase Aguas Buenas y Chiriquí; por lo que se puede afirmar que para estas épocas esta zona formaría parte de la Gran Chiriquí (Corrales 1993, Hurtado 1986). Aún resta por determinar las características locales de esta zona y es necesario contar con una muestra mayor de materiales asociados a diferentes rangos temporales para comprender mejor la dinámica cultural en esta interesante zona, que cuenta actualmente con una importante concertación de población indígena. La Península de Aguacate en Bocas del Toro La península de Aguacate en Bocas del Toro se ha considerado como parte de la Grán Chiriquí, pues comparte una importante cantidad de modos y tipos cerámicos. A pesar de esto las investigaciones son aún incipientes y sería conveniente considerarla como una subregión por sus características particulares. Aunque comparte similitudes generales con algunos modos de la Región Caribe Sur de Costa Rica, las diferencias son muy importantes.

El Caribe Sur, una compleja mezcla de culturas Tal como ahora la provincia de Limón es para Costa Rica un crisol de culturas, en la época precolombina la Región Caribe Sur representó una zona de confluencia de distintas tradiciones culturales. Tanto a nivel espacial como temporal de nota la presencia de diversos grupos. Podemos decir que la Región Caribe Sur fue sometida a importantes influencias tanto del Caribe Central como de la Grán Chiriquí, sin embargo mantuvo una serie de características propias que -por lo menos en el período ubicado aproximadamente entre 500 y 1200 d.C.- son indicativos de una dinámica sociocultural diferente a la de sus vecinos. La primera ocupación registrada corresponde a la fase Black Creek, (2000-400 a.C.). Después de esta fase encontramos materiales que representan dos regiones culturales distintas, el el valle de la Estrella se localizó material con modos clasicalmente asociados a la Fase El Bosque (300a.C.-500d.C.) definida para el Atlántico Central, mientras que en el Valle de Talamanca se registran materiales asociados a las Fases Aguas Buenas (300a.C.-800d.C.) y Chiriquí (800-1500d.C.) definidas para la Gran Chiriquí. En la zona costera, la llanura aluvial y las estribaciones de la cordillera se define una tradición local con el Complejo Garrobo (500 a.C. – 1200 d.C.) en un espacio que va por lo menos desde Moín hasta Cahuita.

Conclusiones El Caribe Sur no debe ser considerado como parte de la región cultural Central ni de la Gran Chiriquí. Una amplia muestra de modos cerámicos particulares para la región y su consistente distribución en once sitios ubicados entre Moín y Cahuita son indicativos de un desarrollo cultural muy particular. Los datos de un sitio en el Valle de la Estrella con modos descritos para la fase El Bosque y los datos del Valle de

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Talamanca que reportan modos de las fases Aguas Buenas y Chiriquí, nos indican una dinámica cultural cambiante que es necesario entender en su distribución geográfica e histórica. Datos preliminares sobre los patrones funerarios y el patrón de asentamiento son indicios de la unidad de esta tradición cultural representada por el complejo Garrobo y es posible que pronto pueda ser definida como una fase cultural. Es necesario insistir en que todavía se necesita más información sobre los límites geográficos y temporales de la región en que se presenta la cerámica del complejo Garrobo. Esperamos que este artículo anime a realizar excavaciones de rasgos funerarios y habitacionales así como fechamientos de radiocarbono en la región.

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Anexos Formas Modo Descripción Muestra / Sitios F1 Ollas globulares de cuello cilíndrico y borde

exverso sin engrosar (77 bordes 37 inflexiones) Bananito, Bomba 1, Bomba 2, Tuba Creek, Moín, Bartolo, Dondonia, Bomba 1, Tanque, Administración.

F2 Ollas globulares de cuello cilíndrico en forma de “S” y borde exverso sin engrosar

(1) Bananito

F5 Escudillas de silueta compuesta de fondo convexo y paredes rectas altas de borde ligeramente exverso con el labio redondeado

(12) Garrobo 1, Bomba 2, Moín, Tuba Creek, Bananito y Penshurt

F6 Escudillas simples someras de borde ligeramente exverso o recto y labio redondeado

(25) Filadelfia, Palma Real, Bomba 1, Bomba 2, Moín, Tuba Creek, Bananito y Penshurt

F8 Escudillas simples de fondo convexo y borde ligeramente inverso con el labio aplanado diagonal

(1) Bananito

F9 Escudillas de borde exverso engrosado (8) Bomba 1, Tanque y Administración F10 Escudilla hemisférica de silueta compuesta con

la parte superior del cuerpo convergente. Borde directo y labio redondeado

(6) Bomba 1, Moín y Bananito

Decoraciones Modo Descripción Muestra D1 Pelotillas de pastillaje pequeñas con

impresiones de punto al centro (7) Moín y Tuba Creek

D2 Pelotilla abultada de pastillaje con una impresión profunda alargada al centro, probablemente hecha con la uña

D3 Paneles de líneas paralelas horizontales regulares enmarcando diferentes motivos como líneas verticales o patrones de zigzag

D6 Círculos concéntricos con pequeñas rayas perpendiculares

(2) Garrobo1 y Bananito

D7 Cordón decorado con líneas impresas transversales. En una de las muestras este modo se encuentra distribuido en un patrón entrecruzado

(4) Bananito y Tuba Creek

D8 Saurios con impresión de puntos (2) Administración y Garrobo 2 D10 Aplicación de cordón dispuesto en forma

ondulada en el cuerpo de vasijas globulares o soportes

(5) Moín, Tuba Creek y Bananito

Asas y Adornos Modo Descripción Muestra A1 Asas cilíndricas con aplicación de pastillaje D1 (1) Bananito A2 Asa cilíndrica simple (2) Tomatal y Bananito A3 Asas de cinta simples (1) Bananito A4 Adorno de cabeza zoomorfa (2) Bananito y Bomba2

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Soportes Modo Descripción Muestra S1 Soportes huecos con hendiduras rectangulares

verticales en la parte frontal y una aplicación en el hombro la cual parece representar una cabeza y en algunos casos presenta una figura completa. Está decorado con rayas incisas horizontales y engobe rojo

(16) Bomba 2, Moín, Tuba Creek y Bananito

S2 Soportes huecos con hendiduras rectangulares verticales en la parte frontal y una aplicación en el hombro en forma de coma que puede representar un saurio y que muchas veces se prolonga hacia el pie del soporte. Está decorado con engobe rojo y puede presentar una aplicación de pastillaje en cada costado. Los ejemplares de la muestra no están decorados con incisos

(7) Moín y Bananito

S3 Soportes huecos antropomorfos. Aplicación de pastillaje D1 con punzonado. Aplicación modelada para representar la cabeza y los brazos y rollos modelados para las piernas de una persona. Todos los ejemplares presentan agujeros de ventilación rectangulares laterales

(10) Bomba 2, Moín, Tuba Creek y Bananito

S4 Soporte hueco cónico alargado con un pie e hileras de aplicaciones de pastillaje D1

(1) Bomba 2

S5 Soportes huecos largos con una acanaladura larga que atraviesa verticalmente casi toda la altura del soporte. Generalmente cuentan con una aplicación de pastillaje en el lomo del soporte, directamente sobre la acanaladura pero algunos ejemplares no la presentan

(14) Bananito, Bomba 2, Tuba Creek y Moín (1 fuera de contexto) Garrobo 1

S6 Sopoerte hueco con agujeros de ventilación laterales circulares y aplicaciones D1 en la parte superior del soporte

(1) Tuba Creek (1 fuera de contexto) Garrobo 1

S9 Soporte hueco cónico corto con aplicación de pastillaje con impresión en la parte superior del soporte, agujeros de ventilación circulares laterales o frontales

(2) Garrobo 1

S11 Solido cónico con esgrafiado (1) Palma Real S16 Bases de pedestal (3) Moín, Bananito, Administración y

(1 fuera de contexto) Garrobo 1 S17 Soporte hueco globular de agujeros laterales

alargados con decoración D10 (2) Bomba 2 y Moín

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