Egeria Parte Primera

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  • 7/31/2019 Egeria Parte Primera

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    Itinerario o Peregrinacin de Egeria

    (siglo IV)

    Traduccin, introduccin y notas

    Manuel Domnguez Merino

    PARTE PRIMERAPeregrinacin a los Santos Lugares

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    Captulo I

    El monte Sina

    (Falta una buena parte)1.- iban apareciendo como dicen las Escrituras. Entre tanto, llegamos andando a unlugar, en el que aquellas montaas, entrelas que marchbamos, se abran formando un extenssimo valle, enorme, muy llano yhermoso; tras el valle, apareci el monte santo de Dios, el Sina. Este sitio por donde seextienden las montaas est prximo al lugar en que estn las Memorias de laConcupiscencia 1 (cf. Nm. 11, 34).

    2 Cuando llegamos pues a este sitio, aquellos santos guas que iban con nosotros nosadvirtieron diciendo: es costumbre que, al llegar aqu, se haga oracin, tan pronto

    como se distinga en la distancia el monte de Dios, cosa que inmediatamente hicimos.Haba desde aquel lugar hasta el monte de Dios una distancia tal vez de unas cuatromillas a lo largo de todo aquel valle, que, como dije, era enorme.

    Captulo II

    Ascensin a las montaas

    1.- Aquel valle es muy grande y se extiende por la falda del monte de Dios; quizs tiene,en lo que pudimos apreciar mirndolo y segn ellos decan, unos diecisis mil pasos a lolargo y, de lado, unos cuatro mil. Por l tenamos que atravesar, para poder llegar hastael monte.

    2.- Este valle tan grande y tan llano es aquel en que se detuvieron los hijos de Israeldurante los das (cf. xod. 19, 2) que el santo Moiss subi al monte del Seor (cf.xod. 24, 18) 2 y estuvo all cuarenta das y cuarenta noches. Este es el mismo valle enque se construy el becerro (cf. xod. 32, 4),3 lugar que an hoy se seala, pues en l sealza una piedra grande clavada all mismo. Este era pues el sitio, en cuya cima est ellugar donde al santo Moiss, mientras apacentaba los ganados de su suegro (cf. xod.3,1) 4 de nuevo le habl Dios desde una zarza ardiendo.

    3.- Como ste era nuestro itinerario, primero deberamos ascender al monte de Dios, quetenamos delante, porque, desde donde venamos, haba una ms fcil ascensin, y

    1 En la Biblia se llama Quibrot-hat-tava, porque all qued sepultado el pueblo glotn.ngeles depositaron el cuerpo de santa Catalina, mrtir de Alejandra, llega a los 2.637. Pero la montaade Moiss es considerada sin duda como el Sina de la Escritura, donde Moiss habl con Dios y recibilas tablas de la ley.3 El texto sagrado muestra no poca irona cuando de dolos se trata. Aarn toma las joyas, las funde en unmolde y fabrica un dios; luego Moiss lo redujo a polvo, lo ech en agua y se lo dio a beber al pueblohebreo. Tal era el dios que Israel haba adorado.4 La esposa madianita de Moiss se llamaba Sfora y el suegro era Jetr, sacerdote 4 Llamada despus la

    montaa de Moiss, Djebel Mousa es la ms sobresaliente de las tres cumbres granticas que constituyenel macizo. No es la ms alta, 2.285 metros; mientras que la montaa de Catalina, donde segn latradicin los de Madin.

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    desde all bajaramos de nuevo a la parte del valle, o sea, donde estaba la zarza, porqueas era ms cmoda la bajada del monte de Dios desde all. As pues esto es lo que

    pareci ms aceptable a todos y lo que desebamos: bajar del monte de Dios, llegarhasta donde est elzarzal, y desde all regresar, pasando a travs de todo el valle, que se extiende a lo largo,

    hasta el camino, en compaa de los hombres de Dios, que nos iban enseando por elvalle cada uno de los lugares que dejamos dicho, como as se hizo.

    4.- Desde aquel punto bamos marchando y donde, al salir de Pharan, estuvimos orando;hubo que hacer el camino atravesando la cabecera del valle y as doblaramos hasta elmonte de Dios.

    5.- Aquel monte parece que en el contorno solamente tiene una sola entrada, pero tienevarias para acceder a l, y todo el monte se llama de Dios, especialmente aquella parteen cuya cima baj la majestad de Dios, segn lo escrito (cf. xod. 19,18).5 Est enmedio de los otros.

    6.- Todos los montes, que estn a su alrededor son tan altos como no creo haber vistonunca. Pero aquel que est en medio, en el cual baj la majestad de Dios, es ms altoque todos los dems; cuando se sube a l, desde all todos los dems montes que nos

    parecan altos, daba la sensacin de que estaban debajo de nosotros y que eran humildescolinas.

    7.- Es verdaderamente admirable y creo que sin la Gracia de Dios parecera mediano,an siendo ms alto que los dems, especialmente el llamado Sina, en el cual baj lamajestad de Dios. A pesar de ello no puede verse, hasta llegar a su propia raz, antes desubir. Pues, una vez satisfecho el deseo, bajas de all, y lo ves de frente, cosa que antesde subir no podra hacerse, tal como ya saba por referencia de los hermanos, antes dellegar al monte de Dios, y despus de llegar lo comprob suficientemente.

    Captulo III

    En la cumbre del Sina

    1.- Alcanzamos la montaa el sbado por la tarde y, llegando a ciertos monasterios, nosrecibieron con bastante humanidad los monjes que all habitan, ofrecindonos todos susservicios. Pues tambin hay all presbtero y permanecimos aquella noche; desde all,temprano, al amanecer del domingo, empezamos a subir con el propio presbtero y losmonjes que con l moran cada una de las montaas, que se suben con infinitos trabajos,

    porque no vas ascendiendo lentamente en crculo, o sea, en caracol, sino todo enderecho hacia arriba, como por una pared y bajar por derecho cadauno de dichos montes, hasta llegar a la raz del que est en medio, que es propiamenteel Sina.

    5 Todo el Sina humeaba, pues haba descendido Yav en medio del fuego y suba el humo y todo el

    pueblo temblaba. Sobre una reducida plataforma se construy ya en el ao 363 un pequeo santuario,que fue el que visitara la peregrina Egeria. Este fue reemplazado en el 530, bajo el mandato de JustinianoI, emperador de Bizancio, por un templo ms grande.

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    2.- As por la voluntad de Cristo Dios nuestro, ayudada por las oraciones de los santosque nos acompaaban y con grandes trabajos me fue forzoso subir a pie, pues nisiquiera poda ir en silla. Sin embargo, no se notaba el esfuerzo, (en este sentido sesuperaban las dificultades, viendo cmo con la ayuda de Dios se iban cumpliendo misdeseos). As pues, a la hora cuarta llegamos a lo ms alto del monte de Dios, el santo

    Sina, donde fue dada la ley (xod. 19, 18).6

    All est el lugar donde descendi lamajestad del Seor aquel da en que el monte humeaba.

    3.- En aquel lugar hay ahora una iglesia mediana, porque el sitio, o sea, la cima delmonte no es suficiente. Sin embargo la iglesia tiene gran armona.

    4.- Cuando pues, con la ayuda de Dios, llegamos a alcanzar la cumbre misma yestuvimos a la puerta de la propia iglesia, he aqu que nos sali al encuentro el abad queregia la iglesia, viniendo de su monasterio, un anciano ntegro y monje desde sutemprana edad y asceta, 7 como dicen aqu. Y qu ms? Y que es digno de estar enaquel lugar. Concurrieron tambin otros presbteros y todos los monjes que vivan en el

    monte, esto es, los que por edad o enfermedad no estaban impedidos.

    5.- All en la cumbre misma de aquel monte intermedio no vive nadie. En efecto, enaquel sitio no hay otra cosa sino la iglesia y una cueva donde estuvo el santo Moiss (cf.Exod. 33, 22). 8

    6.- Ledo todo lo relativo al pasaje del libro de Moiss y hecha la oblacin por su orden,y haber comulgado, al salir de la iglesia, los presbteros nos obsequiaron con cosas deall, 9 o sea, manzanas, que se cran en aquel monte. Pues, al ser el monte santo Sinatodo de piedra, de manera que no produce fruto, sin embargo, alrededor de las faldas deaquellos montes, o sea los que estn en torno al central o en la cercana, hay alguna levecapa de tierra. Ah los santos monjes con diligencia siembran arbolitos o hacen huertoso campos de labor y cerca de su monasterio plantan en la tierra para producir algunosfrutos, que, al parecer, elaboran con sus propias manos.

    7.- Despus de haber comulgado y habernos obsequiado aquellos santos, salimos fuerade las puertas de la iglesia y les rogu que nos mostraran cada uno de aquellos lugares.Al punto, aquellos santos se dignaron ensearnos cada cosa. Nos mostraron la cuevaaquella donde estuvo el santo Moiss cuando por segunda vez subi al monte de Dios(cf. xod. 34), al recibir de nuevo las tablas, despus de haber roto las primeras por

    6 Las tablas de piedra fueron grabadas primero por el dedo de Dios y despus por Moiss, dictado porDios; fueron llamadas tablas del testimonio o tablas de la alianza, porque a travs de ellas Dios habatestimoniado su activa presencia en medios del pueblo y porque los diez mandamientos de la Ley eran labase de la alianza entre Dios y su pueblo. La hora cuarta eran las 10 de la maana. (Ver lmina queencabeza el captulo XLIV, en la pgina 126, sobre el horario judo.7 Los ascetas eran monjes dedicados a la ascesis en su genuina acepcin, desde los primeros aos,personajes que encontraremos a lo largo de este itinerario. Estas capillas respondan a la tpica plantallamada monstica, tambin utilizada en Palestina, de una sola nave y pequea, que slo serva a lasnecesidades de los propios monjes.8 Santo Toms de Aquino pone a Moiss a la cabeza de los profetas por las altas revelaciones que recibisobre la naturaleza de Dios y es en estos captulos donde esto se deja ver mejor. ( Suma Teolg.2-2 q.174a.4).9

    La autora delItinerarium expresa los regalos con la palabra aulogias, que, de manera genrica, significaobsequios. En la celebracin de la misa, veremos tambin el reparto del pan bendito, no consagrado eulogias-, que se reparta en el gape a los que no comulgaban.

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    culpa de los pecados de su pueblo (cf. xod. 32, 19), 10 y se dignaron mostrarnos todoslos dems lugares que desebamos contemplar y que ellos conocan mejor.

    8.- Tambin quiero que sepis, seoras, venerables hermanas, que de aquel sitio dondeestbamos, o sea, alrededor de las paredes de la iglesia, esto es, desde la cumbre de

    aquel monte intermedio, nos pareca que aquellas montaas a las que en principiohabamos subido estaban al lado de la del medio en que estbamos, como sifuesen pequeos montculos, que siendo en nmero infinito me parecan ms altos, sinoque este mediano los aventaja bastante. Desde all veamos debajo de nosotros demanera increble Egipto, Palestina, el Mar Rojo, el Mar Partnico cerca de Alejandra,adems de los infinitos territorios de los sarracenos. Cada una de estas cosas nos fuesealada por aquellos santos.

    Captulo IV

    La zarza ardiendo

    1.- Satisfecho con esto mi deseo, con la misma rapidez que habamos subidoempezamos ya a descender desde la cumbre del monte al que habamos subido hastauna montaa que haba a su lado en un lugar llamado Horeb, donde hay una iglesia.

    2.- Este es el lugar de Horeb donde estuvo el santo profeta Elas, por donde huy de lapresencia del rey Achab y donde le habl Dios diciendo: Qu haces aqu, Elas?, 11como est escrito en el libro de los Reyes (cf. 1 Reg. 19, 9). Tambin est la cuevadonde se escondi el santo Elas, que hoy se muestra delante de la puerta de la iglesia

    que hay all. Tambin podemos ver en el mismo sitio un altar de piedra que puso elsanto Elas para hacer ofrendas a Dios, segn se dignaban informarme sobre cada cosaaquellos santos.

    3.- Hicimos tambin all la oblacin y una oracin muy intensa, se hizo lectura del Librode los Reyes, cosa que yo haba deseado grandemente siempre, o sea, que, adondequiera que llegsemos, siempre se leyera lo que corresponda.

    4.- Hecha all la oblacin, nos acercamos a otro lugar no lejano, segn nos ibanindicando los presbteros o los monjes, en donde haba esperado el santo Aarn con lossetenta ancianos (cf. xod. 24, 9-14), 12 cuando el santo Moiss recibi del Seor la Ley

    para los hijos de Israel. En este lugar no hay techo alguno, pero s hay una roca muygrande que tiene por encima una gran superficie, en donde aquellos santos aseguran queestuvo (Moiss) y en medio de ella hay una especie de altar hecho de piedra, donde se

    10 Es muy verosmil que Aarn y el pueblo de Israel recurrieran a la tradicin asirio-babilnica para teneruna imagen concreta de su Dios, a pesar de que Yav haba prohibido que se hiciesen imgenes suyas. Esmenos seguro imaginar que conscientemente quieran adorar un dolo al estilo del buey Apis, al que losegipcios rendan culto.11 Yav conforta a su siervo Elas con una visin maravillosa, parecida a la de Moiss. En la gruta que leserva de morada y que hoy se muestra en el macizo sinatico. Elas oye primero un viento huracanado,luego, un terremoto, despus ve un gran fuego. Yav no estaba en ninguno de esos fenmenos, destinados

    a llamar la atencin de Elas. Despus percibi una suave brisa y entonces le habl Dios y le dio susrdenes.12 Subieron al monte Moiss con Aarn, Nabab y Abi los setenta ancianos de Israel.

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    hizo la lectura del libro de Moiss y se ley un salmo apropiado al sitio. Hecha laoracin, bajamos de all.

    5.- Era ya casi la hora octava y an nos faltaban tres millas para salir de aquellosmontes en que habamos penetrado el da anterior por la tarde; pero no podamos salir

    por donde habamos entrado, como antes dije, porque tenamos que recorrer todos lossitios santos y ver todos los monasterios que haba cerca y as llegar a la cabecera delvalle que cit anteriormente, o sea, el que est debajo del monte de Dios.

    6.- Por tanto hubimos de regresar al principio del valle, porque haba por allmuchsimos monasterios de hombres santos y una iglesia en donde est la zarza, la cual,

    por cierto, hasta el da de hoy est viva y produce ramas.

    7.- Cuando al fin bajamos del monte de Dios, llegamos a la zarza sobre la hora dcima.Esta es la zarza, como dije antes, desde la que habl el Seor a Moiss en el fuego, queest donde existen infinidad de monasterios y una iglesia al inicio del valle, ante la cual

    hay un huerto muy agradable, con agua abundante y estupenda, justamente donde est lazarza.

    8.- All tambin pudimos ver el lugar donde estuvo el santo Moiss cuando le dijo Dios:Desata la correa de tus sandalias (cf. xod. 3, 5), etc. 13 Al llegar all era ya la horadcima y, al ser tarde, no pudimos hacer la oblacin, sino slo la oracin en la iglesia yen el

    huerto junto a la zarza. Se ley el texto del libro de Moiss, segn costumbre, y as, porser tarde, tomamos un refrigerio en el huerto junto a la zarza, en compaa de los santos,haciendo noche y, al da siguiente, levantndonos temprano, pedimos a los presbterosque se hiciera all la oblacin, como as fue.

    Captulo V

    El valle de la Pascua

    1.- Como el camino que tenamos que hacer era necesariamente a travs del valle antesmencionado, donde estuvieron asentados los hijos de Israel mientras Moiss subi al

    monte de Dios y hasta que baj, as que por cualquier sitio, como cuando vinimos, enaquel valle nos iban mostrando todo aquellos santos varones.

    2.- As que al inicio del valle donde habamos estado y donde habamos visto la zarza,desde la que el santo Dios hablo a Moiss en el fuego, vimos tambin el sitio donde elsanto Moiss se detuvo y Dios le dijo: Desata las correas de tus sandalias, porque estelugar en que ests es tierra santa (cf. xod. 3, 5).

    3.- Siempre continuaron ensendonos los dems sitios, desde que nos separamos de lazarza. Tambin nos indicaron el lugar donde estuvieron situados los campamentos de

    13 La presencia de Dios en aquel sitio comunicaba a ste algo de su santidad. Por eso el lugar no deba serhollado con pies calzados, contaminados de los caminos.

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    los hijos de Israel, mientras Moiss estuvo en la montaa, y donde fabricaron el becerroaquel, pues hasta el da actual hay all clavada una piedra (cf. xod. 32, 4). 14

    4.- Segn bamos marchando, veamos de frente la cumbre de la montaa que dominabatodo el valle, lugar desde el que el santo Moiss vio a los hijos de Israel haciendo

    danzas en aquellos das en que construyeron el becerro, y nos ensearon tambin unapiedra grande en el sitio por donde bajaba Moiss con Jess, hijo de Nav, y contra lacual rompi enfadado las tablas que llevaba (cf. xod. 32, 19).

    5.- Tambin nos indicaron cmo ellos haba tenido a lo largo de aquel valle sus casas,de las cuales an hoy se ven los cimientos, rodeando la piedra. Nos indicaron dnde elsanto Moiss mand a los hijos de Israel correr de puerta en puerta, al regresar delmonte (cf. xod. 32, 27). 15

    6.- Nos ensearon tambin el sitio donde el santo Moiss mand quemar el becerro queles haba hecho Aarn (cf. xod. 32, 26). 16 Igualmente aquel manantial con que el

    santo Moiss haba dado de beber a los hijos de Israel, como est escrito en el xodo(cf. xod 17, 5-6). 17

    7.- Nos mostraron adems el sitio donde los setenta ancianos recibieron del espritu deMoiss (cf. Nm. 11, 25) y el lugar donde los hijos de Israel tuvieron deseos de comercarne (cf. Nm. 11, 4), 18 y adems el lugar llamado Incendio (Tabera), porque all ardiuna parte del campamento, hasta que se apag el fuego por las oraciones del santoMoiss (cf. Nm. 11, 1-3).

    8.- Vimos tambin donde les llovi el man y las codornices (cf. xod 16, 13-14).19 Deesta manera particular todo lo que est escrito en los santos libros de Moiss que habaocurrido all en el valle, que, como dije, esta bajo el monte de Dios, o sea, el santoSina, nos fue mostrado. Todo ello se fue anotando por escrito puntualmente, porque eraimposible retener tantas cosas en la memoria. Mas cuando vuestro inters estudie loslibros santos de Moiss, todo lo que all sucedi lo comprender mejor.

    14 Cf. nota n. 9.15 Viendo Moiss que el pueblo estaba sin freno, se puso a la entrada del campamento y todos sereunieron en torno de l y les grit: .16 Aunque Aarn, para explicar su debilidad, pretende justificar la fiesta y los sacrificios diciendo queeran en honor de Yav, el equvoco entre el becerro de oro y los dolos paganos es inevitable. El recuerdo

    del culto al buey Apis est todava fresco en la memora de todos, mientras que la fe en el verdadero Diosno se ha solidificado an.17 Hay una alusin a la roca segua a los hebreos, en un relato rabnico, segn el cual la roca milagrosade donde brot la fuente fue transportada entre el equipaje, durante toda la peregrinacin por la pennsuladel Sina. Cuando se haca un alto, los jefes del pueblo pronunciaban la palabras mgicas: fluye, fuentey la fuente comenzaba a dar agua. La famosa roca acompa, pues, a los hebreos hasta la tierraprometida. Entonces la fuente de Moiss mezcl sus aguas con las del mar de Tiberades.18 Quin nos diera carne que comer. El vulgo que acompaaba a los hijos de Israel estara compuesto deasiticos, sujetos a servidumbre, como los hebreos.19 Parece que en sus viajes de emigracin estas aves, que no son de largo vuelo, atraviesan con frecuenciala pennsula del Sina y, obligadas por el cansancio, se posan a descansar y los beduinos las cogen confacilidad. Herodoto, Aristteles y Plinio mencionan estas las bandadas de codornices como frecuentes enEgipto y en regiones colindantes, en las que constituan una caza muy apreciada. Otro alimento que Dios

    proporcion milagrosamente a los Israelitas, durante la travesa del desierto, fue el man. Tena un gustocomo a torta de miel y era blanco como los granos del cilantro. Se machacaba en un mortero y se coca enforma de tortas.

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    9.- Aqu est el valle donde se celebr la Pascua, al cumplirse un ao de la salida de loshijos de Israel de la tierra de Egipto (cf. Nm. 9, 1-5),20 porque en aquel valle (los hijos)de Israel esperaron algn tiempo, esto es, mientras el santo Moiss subi al monte deDios y baj una y otra vez. De nuevo se detuvieron mientras se construa el tabernculo

    y todo lo que haba sido ordenado en el monte de Dios. Tambin vimos el lugar en elque fue terminado por Moiss el primitivo tabernculo 21 y se acab todo cuanto Diosen el monte haba ordenado a Moiss que se hiciera (cf. xod. 40, 17). 22

    10.- Al final del valle vimos las Memorias de la Concupiscencia 23 (cf. Nm. 11, 34),desde donde regresamos a nuestro camino. Saliendo del gran valle, volvimos al caminoque habamos trado entre los montes citados. Nos acercamos tambin aquel da a ver alos santos monjes que, por edad, por enfermedad o por debilidad, no podan asistir parahacer la oblacin en el monte de Dios, los cuales se dignaron recibir en sus conventos alos que llegamos muy obsequiosamente.

    11.- Contemplados as todos los santos lugares aquellos por los que tenamos inters,incluso todos los sitios que los hijos de Israel haban tocado yendo hacia el monte deDios, y visitado sin olvidarnos de los santos varones que por all vivan, y en el nombrede Dios regresamos a Pharan.

    Como en todos los casos, debo dar gracias a Dios, por tantas y tantas cosas con que sedign distinguirme, siendo yo tan indigna y sin mritos, al concederme el poder recorreraquellos lugares, inmerecidamente. Igualmente no puedo dejar de agradecer a todosaquellos santos, que se dignaron alojar a esta humilde servidora en sus monasterios,con tan agradable trato, y que con tanta seguridad me llevaron por tan varios sitios que

    buscaba conocer por las Sagradas Escrituras. Algunos de aquellos santos varones, losque eran de ms fortaleza, que habitaban en el monte de Dios o cerca de l, se dignaronacompaarnos hasta Pharn. 24

    Captulo VI

    Viaje desde Farn a Clesma

    1.- Una vez llegados a Pharn, que dista del monte de Dios treinta y cinco mil pasos,tuvimos que quedarnos all un par de das para descansar, y, al tercero, temprano,

    volvimos nuevamente a la mansin, o sea al desierto de Pharn, donde estuvimos, alpasar, como antes dije. Saliendo de all nos aprovisionamos de agua y, caminando unpoco, llegamos entre los montes a una mansin prxima al mar, o sea, donde se sale delas montaas y se comienza a caminar a la orilla del mar, de modo que, de pronto, elagua llega a las patas de los animales. Enseguida, a los cien o doscientos pasos, incluso

    20 Es la segunda Pascua.21 El tabernculo y sus utensilios fue construido con los despojos de Egipto. Minas de cobre para elbronce las haba en la pennsula del Sina, muy conocidas y explotadas por los egipcios.22 Todo qued cumplido el da al segundo ao de la salida de Egipto, o sea, nueve meses despus de la

    llegada al Sina.23 Lugar llamado as, en hebreo, Quibrot-hat-tava, ya citado en el cap. I, 1., nota 7.24 Llamado desierto de Farn.

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    a ms de quinientos del mar, se camina por el desierto. Por all no hay camino alguno,sino que todo es arena. 25

    2.- Los faranitas,26 que acostumbran caminar por aqu con sus camellos, ponen sealesde trecho en trecho, por las cuales se guan, y de este modo caminan da y noche,

    seales que incluso los camellos conocen. Y qu ms? Con tanta diligencia y seguridadcaminan de noche por aquellos lugares los acostumbrados faranitas, como otros puedenhacerlo por caminos llanos.

    3.- De all salimos y hubimos de volver a caminar entre las montaas queatravesbamos y regresar nuevamente hacia el mar. Igualmente los hijos de Israel, alvolver del monte de Dios, el Sina, hubieron de regresar por el camino que haban ido,esto es, hasta la salida de las montaas donde nos reunimos. Yendo de nuevo junto alMar Rojo, de all regresamos por el camino que habamos trado. Por aquellos mismoscaminos deambularon los hijos de Israel, tal como lo dicen los santos libros de Moiss(cf. Nm. 10, 11 y 33, 36). 27

    4.- Nosotros pasamos por los mismos sitios y las mismas mansiones anteriores yregresamos a Clesma. Una vez llegados, hubimos de detenernos para descansar, porquehabamos realizado el camino por un desierto muy arenoso.

    Captulo VII

    Desde Clesma a Tathnis y Pelusio

    1.- Aunque conoca las tierras de Jes, donde yo haba estado ya a la entrada por Egipto,no obstante, quise ver todos aquellos lugares que haban tocado los hijos de Israel alsalir de Rameses (cf. xd 12, 37 y sig.), 28 hasta llegar junto al Mar Rojo, al lugar delcampamento actual, llamado Clesma. Mis deseos eran salir de Clesma en direccin a latierra de Gessn, hasta la ciudad llamada Arabia, que est en aquel territorio de Gessn.As se denomina aquel territorio, tierra de Arabia, o de Jes, que forma parte del pas deEgipto, y es la mejor de todo el territorio (cf. Gn. 45, 10 y 46, 34).

    2.- Hay desde Clesma, o sea, desde el Mar Rojo hasta Arabia cuatro mansiones, 29 a lolargo del desierto situadas de modo que en cada una de ellas haba monasterios, con

    25 Desde esta regin en los confines de los desiertos de Farn y Sin, partirn los exploradores enviadospor Moiss. Por cada tribu es designado un hombre para que est representado todo el pueblo.26 Los habitantes del desierto de Farn.27 Comienza la marcha en perfecto orden militar, conducidos por Yav. Sin sealar etapas, llegan aldesierto de Farn, donde la nube se detiene.28 Partieron los hjos de Israel de Rameses para Sucot en nmero de unos seiscientos mil infantes, sincontar los nios. Cf. Exod. 12, 37. Cuntos en total salieron de Egipto? Los seiscientos mil del v. 37permiten suponer que se trata al menos de una multitud de 2.000.000 de personas, dado el modo de hablarentonces vigente; sobre todo en relato de marcado tono pico. Los comentaristas estiman que se trata devarias decenas de millares.29 Estas mansiones citadas y las veremos aludidas muchas veces a lo largo del Itinerario- eran cadauna de las jornadas del recorrido hecho en un da, al final de las cuales habra albergues a lo largo de los

    caminos, para descansar. Tambin, adems de las mansiones, para trechos de recorrido ms corto, habamutaciones unas 9 millas-, para comer y descansar, cambiar de carruajes y de caballos. Esosmonasterios que cita, en este caso, son destacamentos militares.

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    soldados y comandantes, que nos acompaaban siempre de campamento encampamento. En el viaje iban con nosotros los santos, o sea, clrigos o monjes que nosenseaban cada sitio que yo haba encontrado leyendo las Sagradas Escrituras: unos a laizquierda, otros a la derecha del camino, otros, lejos y otros, cercanos.

    3.- Quisiera que vuestra caridad creyera todo cuanto pude ver. Los hijos de Israelmarcharon de tal modo que cuanto avanzaban a la derecha, otro tanto volvan a laizquierda; y cuanto avanzaban hacia adelante, otro tanto marchaban hacia atrs y ashicieron el camino hasta llegar cerca del Mar Rojo (cf. xod. 14, 2). 30

    4.- Tambin nos fue mostrada la ciudad de Epaula, de frente, y estuvimos en Magdala,donde an hay un campamento con su comandante y destacamento de soldados, queestn para guardar el orden en nombre de Roma. All nos llevaron como era normativoy, luego fuimos a otro campamento. Vimos adems Belsephon y entramos. Es un campocercano al Mar Rojo, por el lado de la montaa citada, donde los israelitas, al ver venir alos egipcios tras ellos, clamaron (a Yahv) (cf. xod. 14, 10).

    5.- Pasamos por Etan, situado junto al desierto, como dice la Escritura (cf. xod. 13,20), y Sucot. Sucot es un altozano en mitad de un valle, donde fijaron sus campamentoslos hijos de Israel (cf. xod. 12, 37), y donde se estableci la ley de la Pascua (cf. xod.12, 43).31

    6.- Piton, 32 una ciudad que edificaron tambin los israelitas (cf. xod. 1, 11) nos fueenseada al pasar y ya tocamos las fronteras de Egipto, dejando atrs las tierrassarracenas. En Piton sigue habiendo un campamento.

    7.- La ciudad de Hero,33 que existi antiguamente, donde Jos sali al encuentro de supadre Jacob, segn consta en el libro del Gnesis (cf. Gn. 46, 29), es ahora una aldea

    30 Siguiendo el camino de las caravanas, paralelo a la costa, llegaran en pocos das a Cann; pero Dios lesordena hacer rumbo hacia el sur para internarse en la pennsula del Sina. Esto fue lo que movi al farana salir en su persecucin creyendo que acabara con ellos.31 Habis de comerlo (el cordero pascual). ceidos los lomos, calzados los pies, y el bculo en la mano, ycomiendo de prisa. Es la Pascua de Yav. (Cf (Exod. 12, 11). En el ritual judo son tres las grandesfiestas: Pascua, Pentecosts y de los Tabernculos. En la de Pascua, fiesta premosaica de pastoresnmadas, en la poca de Moiss, cada ao, coincidiendo con la luna llena del mes de Nisn (marzo-abril),se inmolaba un cordero o un cabrito. Con la sangre de la vctima se rociaba el poste central de la tiendapara ahuyentar a los malos espritus. Moiss la transform aadindole el recuerdo de la salida de Egipto.Pentecosts era la llamada fiesta de las Semanas, que era a las siete semanas despus de la fiesta de loscimos, o sea, cincuenta das despus de la ofrenda de la primera gavilla de cebada, como primicia de lacosecha. La fiesta de los Tabernculos o fiesta de las Tiendas era tambin de carcter agrario, secelebraba en septiembre, cuando ya se haba recogido toda la fruta. Recuerda tambin el tiempo en quelos israelitas vivieron en acampada bajo las tiendas del desierto.32 Piton y Ramases eran ciudades almacenes del faran.33 En la Bblia se nombra como Gosen.

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    espaciosa, un poblado, en el que hay iglesia, un martyrium y varios monasterios desantos monjes, para ver lo cual hubimos de bajar a visitarlo, segn costumbre.

    8.- Hoy este enclave se denomina Hero, que dista de la tierra de Jes diecisis millas, entierras egipcias. Es un lugar muy agradable, pues est a orillas del ro Nilo, que pasa por

    all.

    9.- As como salimos de Hero, llegamos a una ciudad de nombre Arabia, en tierras deJes, en donde, segn las Escrituras, el Faran dijo a Jos: Pon a tu padre y hermanosen la mejor tierra de Egipto, en tierras de Jes, en el pas de Arabia (cf. Gn. 47, 6).

    Captulo VIII

    La ciudad de Rameses

    1.- Desde la ciudad de Arabia a Rameses hay cuatro millas. Cuando llegamos a lamansin de Arabia pasamos por en medio de Rameses, ciudad que ahora es ya uncampo, de modo que no tiene ni una sola casa. Desapareci totalmente, a pesar de habersido muy grande en superficie y tener muchas construcciones. Hoy se ven infinidad deruinas destruidas totalmente.

    2.- Ahora no queda otra cosa sino slo una piedra grande llamada de Tebas, en que haycolocadas dos enormes estatuas separadas, que, segn dicen, son de dos santos hombres,Moiss y Aarn. Tambin aseguran que fueron labradas por los hijos de Israel en suhonor.

    3.- Hay tambin un sicomoro 34 que segn tradicin fue plantado por los patriarcas, pueses muy antiguo y, a pesar de ello, muy pequeo, que da frutos y, cuando alguien tienenecesidad, va all, toma de sus ramas y les aprovecha.

    4.- Todo esto lo supimos por el santo obispo de Arabia, pues l mismo nos dio elnombre de aquel rbol, como lo llaman los griegos, o sea, dendros alaethas, quenosotros llamamos rbol de la verdad. Citado obispo se dign salir a nuestroencuentro en Rameses, pues ya es un hombre de avanzada edad, muy piadoso, desdemonje, y afable, que siempre recibe a los peregrinos muy bien y sumamente versado enlas Sagradas Escrituras.

    5.- Tuvo a bien molestarse y nos atendi, mostrndonos las estatuas que antes dije y elrbol citado. El santo obispo nos cont cmo el Faran, cuando vio que lo habanabandonado los hijos de Israel, antes de perseguirlos, fue con todo su ejrcito a laciudad de Rameses, la incendi entera, aunque era muy grande, y de all parti en

    persecucin de los israelitas.

    Captulo IX

    34

    El sicomoro es una especie de higuera, rbol corpulento, con tronco de hasta diez metros de alto y casicilndrico, hojas acorazonadas, ondeadas, gruesas; higos indigestos; madera muy densa casiimputrescible, con que los egipcios hacan sus atades.

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    La ciudad de Arabia

    1.- Casualmente nos acaeci una cosa estupenda, como fue que, llegando a la mansinde Arabia, era la vspera de la santa Epifana, en que se iba a celebrar en la iglesia la

    vigilia, por lo que nos retuvo all un par de das el santo obispo, un hombre de Diosverdadero santo, ya bastante conocido mo desde que estuve en la Tebaida.

    2.- Este santo obispo, haba sido simple fraile, se haba criado en el monasterio desde laniez,35 adems era muy erudito en las Sagradas Escrituras y persona modlica en suvida, como ya refer.

    3.- Habamos despedido ya a los soldados, que como escolta nos haban proporcionado,segn la disciplina romana, mientras estuvimos por sitios conflictivos. En vista de queexista una va pblica por Egipto, que, pasando por la ciudad de Arabia, se dirige desdeTebaida a Pelusio, no nos era ya necesario molestar a los soldados.

    4.- Partiendo de aqu, caminamos por los territorios de Jes, siempre entre vias, queproducen vino, y otras que dan blsamo, y entre frutales muy bien cuidados y muchoshuertos, recorriendo todo el camino a lo largo de la ribera del ro Nilo, con numerosasfincas, que antiguamente fueran viviendas rurales de los hijos de Israel. Y qu ms?Creo no haber visto jams en ningn lugar tierra como la de Jes.

    5.- Caminando desde la ciudad de Arabia, desde la tierra de Jes, llegamos al cabo dedos das a Tanis, ciudad en que haba nacido el santo Moiss (cf. Nm. 13, 23). 36 Estaciudad de Tanis fue antiguamente la metrpolis del faran.

    6.- Aunque, como ya dije anteriormente, conoca este sitio cuando pas en direccin aAlejandra o la Tebaida, si embargo, quise conocer en profundidad los sitios querecorrieron los israelitas cuando salieron desde Rameses en direccin al monte santoSina, por ello tuve que volver una vez ms a la tierra de Jes y a Tanis. Partiendo deaqu, marchando por caminos conocidos, llegu a Pelusio.

    7.- Segu de nuevo caminando por todas y cada una de las mansiones de Egipto,pasando por las cuales llegu a los confines de Palestina, desde donde, en el nombre deCristo, Dios nuestro, recorriendo an algunos albergues por Palestina, regres a Elia, osea, a Jerusaln.

    Captulo X

    Desde Arabia al monte Nabau o Neb

    35 El texto dice a pisinno, desde que era nio muy pequeo.36 Los exploradores enviados por Moiss subieron a Negueb y llegaron a Hebrn, donde estabanAjimn, Sesai y Tolmai, hijos de Enac. Hebrn fue fundada siete aos antes que Tanis en Egipto.Despus de haber bordeado la montaa, los emisarios de Moiss se interesan por la regin de Hebrn, queconserva todava su atractivo aspecto, gracias a la fertilidad de su suelo. Estaba habitada por clanes de

    nombre arameo, descendientes de Enac, mezclados con los ltimos vestigios de la poblacin prehistricade Cann, que, gracias a su gran estatura, eran considerados gigantes. As los describen los exploradoresisraelitas, que, a su lado, se consideraban como langostas.

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    1.- Pasado un tiempo y por inspiracin divina sent nuevamente deseos de ir a Arabia,esto es, al monte Neb, donde Dios mand subir a Moiss dicindole: asciende almonte Arab, monte Neb, en tierras de Moab, frente a Jeric, y contempla la tierra deCann,

    que yo doy en posesin a los hijos de Israel, y muere en ese monte a donde vas a subir(cf. Deut. 32, 49-50). 37

    2.- As que Dios nuestro, Jess, que nunca abandona a los que esperan en l, tambin sedign con ello hacer este favor a mis deseos.

    3.- Saliendo desde Jerusaln con los santos, o sea, con el presbtero y los diconos deJerusaln y algunos hermanos monjes, llegamos hasta aquel lugar del Jordn por dondehaban pasado los hijos de Israel, cuando el santo Josu, hijo de Nav, los hizo pasar alotro lado del Jordn, como consta en el libro de Josu Nav (cf. Ios. 3 y 4). 38 Tambinnos mostraron un lugar algo ms elevado, donde los hijos de Rubn, de Gad y media

    tribu de Manass haban levantado un altar (cf. Ios. 22, 9-34) en la ribera (del Jordn),donde est Jeric. 39

    4.- Pasado el ro, llegamos a una ciudad de nombre Libias, que est en el campo dondeentonces los Israelitas haban instalado los campamentos, cuyos cimientos y los de lascasas de los que all haban vivido, aparecen todava en aquel lugar. Aquel territorio es

    bastante grande, bajo los montes de Arabia sobre el Jordn. Aqu est el sitio del quehablan las Escrituras: y lloraron los hijos de Israel a Moiss en Arabot de Moab y en elJordn, frente a Jeric, durante cuarenta das (cf. Deut. 34, 8). 40

    5.- Aqu est tambin el lugar donde Josu, hijo de Nav, despus de la muerte deMoiss, recibi al punto el espritu de la ciencia. Moiss haba impuesto sus manossobre l, segn est escrito (cf. Deut. 34, 9). 41

    6.- Tambin existe el lugar donde Moiss escribi el libro del Deuteronomio (cf. Deum.31, 24); y donde Moiss pronunci a odos de la asamblea de Israel las palabras delcntico, hasta su fin, como est escrito en el Deuteronomio (cf. Deut. 31, 30 y 32, 1-43).All est donde el santo Moiss, hombre de Dios, bendijo a los hijos de Israel de uno enuno por orden, antes de su muerte (cf. Deut. 33). 42

    37 Va a abrazar con la vista la tierra en la que se le ha prohibido entrar como castigo por su culpa

    contrada en Merib, con motivo del manantial en la roca. (cf . Nm. 27). Pero, lo ms probable es que supecado es el pecado de su pueblo, como lo sera ms tardeel caso del Siervo de Yav, herido por pecadosajenos (Is. 52, 13 y 53, 12), y, en el Nuevo Testamento, en Jesucristo.38 El valle del Jordn, en el que Israel estaba acampado, es ancho y est flanqueado a una y otra parte pormontes.39 El altar era para servir de monumento, que recuerde siempre la comunidad nacional y religiosa con losque habitan en Cann.40 La triste muerte de Moiss, a la vista de la tierra de Cann, sin poner en ella el pie, y sobre todo susepultura por el propio Yav, es uno de los misterios histricos que nos ha dejado el Antiguo Testamento,parecido a la desaparicin de Henoc y al rapto de Elas en el carro de fuego.41 Durante la vida de Moiss, Josu aparece como un colaborador suyo y le acompaa en el Sina. Comojefe miliar combate contra los amalecitas durante la marcha por el desierto y a l se le encarga elreconocimiento del sur de Cann. Se convertir en el sucesor de Moiss a la cabeza del pueblo escogido.42

    Son vidas paralelas a las de Jacob; su texto nos ha llegado tan deformado que es de muy difcilinterpretacin. Nadie sabe donde fue enterrado Moiss. Se le ha localizado, a veces, en Madaba, en lafalda del monte Neb, centro de una animada comunidad en el siglo IV.

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    7.- Nos acercamos, pues, y alcanzamos aquel sitio, en el que se hizo dicha oracin, quefue ledo el captulo del Deteuronomio y tambin el cntico, junto con las bendicionesque haba dado a los hijos de Israel. De nuevo, despus de la lectura, fue hecha oraciny, dando gracias a Dios, salimos de all. Tenamos siempre la costumbre de que, al

    llegar a cualquier sitio que quisiramos conocer, primero se haca oracin, despushacamos la lectura correspondiente por el libro, recitbamos tambin algn salmoapropiado al tema y nuevamente orbamos. Esta era siempre la costumbre quetenamos, por voluntad divina, al llegar a cualquier sitio al que quisiramos acceder.

    8.- As pues, para ir completando lo comenzado, nos apresuramos para llegar al monteNeb. Caminando nos advirti un presbtero de all, quiero decir de Libias, al quehabamos convencido con ruegos de que dejara el albergue y viniera con nosotros, puesconoca mejor el terreno: si os gusta ver el manantial de agua que brot de la pea, elque dio Moiss a los sedientos hijos de Israel (cf. xod. 17, 6 y Num. 20, 8), podisverlo, si queris tomaros el trabajo, saldremos del camino unas seis millas.

    9.- Tan pronto como lo dijo, decidimos con gran deseo ir all y, saliendo del camino,seguimos al presbtero que nos guiaba. En aquel lugar hay una iglesia pequeita, no a lafalda del monte Neb, sino de otro interior, que no dista mucho de Neb. Viven allmuchos monjes verdaderamente santos, que aqu llaman ascetas.

    Captulo XI

    El agua de Moiss

    1.- Aqu estos santos monjes se dignaron recibirnos muy correctamente, pues tras susaludo, nos permitieron pasar, y, una vez en el interior, hecha la oracin comunitaria,nos obsequiaron con regalos, segn su costumbre de dar algo a quienes reciben con su

    proverbial hospitalidad.

    2.- All, entre la iglesia y el monasterio, brota de la roca un abundante manantial deaguas limpias, muy hermoso y transparente, del mejor sabor. Preguntamos a los santosmonjes que all vivan qu clase de agua era aquella y de tal sabor y ellos respondieron:Este es el agua que el santo Moiss dio a los Hijos de Israel en este desierto.

    3.- Hecha oracin, como era costumbre, ledo el texto correspondiente de los libros deMoiss y recitado un salmo, nos fuimos a la montaa con los santos clrigos y monjesque con nosotros vinieron. Algunos de aquellos santos monjes que vivan

    junto al manantial quisieron imponerse el esfuerzo de acompaarnos y se dignaron subircon nosotros al monte Neb.

    4.- Despus de retirarnos de all, llegamos a las faldas del monte Neb, que era bastantealto, por lo que haba que subir gran parte montados en burro. El corto espacio restanteera ms spero, por lo que subir a pie era duro, cosa que hicimos.

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    Captulo XII

    El monte Neb

    1.- Llegamos al fin a lo ms alto de aquel monte, donde ahora hay una iglesia medianaen la cima del monte Neb. Dentro de ella, en donde est el plpito, vimos un sitio algoelevado, con una extensin equivalente a lo que suelen tener las memorias. 43

    2.- Entonces pregunt a aquellos santos qu representaba aquello y me contestaron:Aqu fue sepultado por los ngeles el santo Moiss, porque, como est escrito quenadie conoce el lugar de su sepultura (cf. Deut. 34, 6), tenemos por cierto que fuesepultado por los ngeles. No hay una memoria de l en el lugar en que fue sepultado,como nos ha sido transmitido por nuestros antepasados, que vivieron aqu. Tal como senos dijo, as lo contamos. Ellos recibieron esta tradicin de sus antepasados.

    3.- Segn costumbre hicimos la oracin y todo lo dems que en estos santos lugaresacostumbrbamos hacer por su orden, como lo hicimos. Con ello salimos de la iglesia.Los conocedores del lugar, o sea, los presbteros y santos monjes, nos dijeron: Siqueris ver los lugares que estn descritos en los libros de Moiss, salid fuera de laiglesia y desde la cima, donde pueden verse, atended y ved e iremos explicando cadauno de ellos.

    4.- Entonces nos alegramos mucho y al punto salimos de la iglesia. Desde la puertamisma vimos el punto en que desemboca el Jordn en el Mar Muerto. Nos pareca queestaba bajo nosotros, segn nos encontrbamos. Pudimos tambin contemplar de frente,no slo Libias, por la parte de ac del Jordn, sino tambin Jeric, por el otro lado, puestanto sobresala el lugar elevado en que estbamos, a las puertas mismas de la iglesia.

    5.- Adems se poda contemplar desde all la mayor parte de Palestina, llamada tierra depromisin, adems todo el valle del Jordn, en lo que poda alcanzar la vista. Por laparte izquierda, estaban todos los territorios de los sodomitas y tambin Segor, la nicaciudad que queda de las cinco, hasta el da de hoy (cf. Gn. 19, 22 y Deut. 34, 3).

    6.- Hay all un memorial. En cambio, de las restantes ciudades no queda ms que unmontn de ruinas, pues fueron reducidas a cenizas. Exista aqu una inscripcin de la

    esposa de Lot y nos fue sealada. De esto tambin se hace referencia en las escrituras(cf. Gn. 19, 26). 44

    7.- Creedme, seoras venerables, tal columna ya no existe, slo se muestra el sitio. Sedice que fue cubierta por el Mar Muerto. Efectivamente, nosotros no llegamos a vercolumna alguna, pues yo no puedo engaaros en nada. El obispo de aquel lugar, o sea,

    43 Monumento funerario, en memoria de algn personaje importante.44 Contra la advertencia de no mires atrs ni te detengas se detuvo en mirar y le alcanz la catstrofe,dejndola convertida en un pilar de sal, como los que siempre se han mostrado en la regin del Mar

    Muerto, en el monte de la Sal. Retocadas regularmente estas estatuas de sal son ms espectaculares quelas torres de sal gema que se yerguen en las vecinas escarpaduras, algunas de las cuales son llamadas lamujer de Lot, representada como el tipo de la persona descuidada o el severo castigo de la curiosidad.

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    de Segor, nos dijo que haca ya bastantes aos que no estaba dicha columna, pues, comoa unas seis millas de Segor, hubo un lugar cubierto ahora por las aguas.

    8.- Fuimos por el lado derecho de la iglesia y desde fuera nos mostraron al frente dosciudades, que eran Esebon, que fue del rey Seon de los Amorreros (cf. Nm. 21, 26), y

    llamada hoy Exebon, y otra de nombre Og (cf. Nm. 21, 33), del rey de Basn, que sedenomina ahora Sasdra; y tambin al frente estaba Fogor, que fue del reino de Edom(cf. Nm. 23, 28).

    9.- Todas aquellas ciudades que veamos estaban situadas sobre montaas, pareca queen sitios algo ms llanos que desde donde las veamos. Nos dijeron que, cuando el santoMoiss y los hijos de Israel lucharon contra aquellas ciudades, tuvieron all plantadossus campamentos, pues an podan verse seales de ellos.

    10.- Cierto que desde la parte izquierda, segn qued dicho, algo ms arriba del MarMuerto, pudimos contemplar claramente el monte llamado antiguamente Agri

    spcula, Atalaya del Campo, que es el monte en que puso Balat, hijo de Beor, aladivino Balaam, que maldijera a los hijos de Israel, pero Dios no lo consinti, como estescrito (cf. Nm. 23, 14).

    11.- Visto cuanto desebamos, volvimos en el nombre del Seor por Jeric, por elmismo itinerario que habamos trado, y regresamos a Jerusaln.

    Captulo XIII

    Al sepulcro de Job

    1.- Pasado algn de tiempo, quise conocer tambin la regin de Ausitide45, a fin de verla memoria del santo Job y hacer oracin (cf. Job 1, 1). Me cruc con muchos santosmonjes que de all regresaban con direccin a Jerusaln, para ver los santos lugares yorar. Ellos me refirieron todo lo que haban visto, por lo que ardi en m un mayordeseo de realizar el viaje y llegar cuanto antes. Se puede decir que no es un trabajolaborioso, cuando una persona ve que su deseo puede hacerse realidad.

    2.- Sal, como digo, de Jerusaln, en compaa de los santos que se dignaron prestarmela suya en el recorrido, tambin con intencin de orar. En el trayecto que hay entreJerusaln y Carneas hay ocho mansiones. Carneas se denomina ahora ciudad de Job,

    llamada antiguamente Dennaba en tierra de Ausitide (cf. Gn. 36, 32), en los confinesde Idumea y Arabia-. En el recorrido de ida contempl junto a las riberas del Jordn unvalle muy hermoso y ameno, abundoso en viedos y rboles, ya que haba muchasaguas y muy buenas. 46

    45 Es la que cita la Biblia como tierra de Hus. No se conoce la patria de Job. Slo se puede asegurar quefue rabe, pues en el v.2 dice que era grande aquel varn entre todos los orientales. Como Abrahm.Isaac y Jacob, Job vive en la abundancia porque es temeroso de Dios.46 La palabra Jordn significa que baja. Ro formado por tres pequeos cursos de agua, que desciende

    del Anti-Lbano, a 45 metros de altitud, hasta la fosa del mar Muerto, actualmente a 390 m. bajo el niveldel mar abierto. Riega Palestina a lo largo de 300 kilmetros, a causa de sus numerosos meandros.Atraviesa el lago de Tiberades, tambin llamado de Genesaret y acaba en el mar Muerto.

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    3.- Exista en aquel lugar una localidad grande, ahora llamada Sedima. Situado enmitad de una planicie hay un montculo mediano, construido a manera de como suelenser las tumbas, pero ms grande. En lo alto est situada la iglesia y en la parte ms baja,rodeando el montculo, se pueden distinguir a su alrededor grandes cimientos antiguos.All habitan algunas pocas personas.

    4.- Viendo ya ser aquel sitio tan grato, pregunt cul era aquel lugar tan ameno y se meinform: Esta es la ciudad del rey Melqusedec, llamada antiguamente Salem, ahora

    por corrupcin del trmino se llama Sedima. En ese montculo, situado en medio de laaldea, en lo ms elevado de l, el edificio que ves es una iglesia denominada en griegoopu Melqusedec, 47

    pues aqu Melqusedec ofreci ofrendas puras a Dios, esto es, panes y vino, como estescrito que hizo (cf. Gn. 14, 18).

    Captulo XIV

    Palacio del rey Melquisedec

    1.- Tan pronto como lo supe, descabalgamos de los animales, cuando nos salieron alencuentro el santo presbtero de all y los clrigos, quienes nos recibieron y llevaros a suiglesia. En cuanto llegamos, hicimos la oracin segn costumbre, se ley el episodio enel libro del santo Moiss y un salmo apropiado y descendimos, despus de orar de

    2.- Despus de bajar, nos habl aquel santo presbtero, ya bastante anciano y muysabedor de las Escrituras l era quien estaba al frente de la comunidad desde que era

    monje y de quien muchos obispos, segn luego supimos, tomaban el mejor ejemplo devida y costumbres-. Pues decan de l que era merecedor de estar al frente de aquellugar, donde san Melquisedec, saliendo delante al encuentro del santo Abrahn, ofrendhostias puras a Dios. Cuando bajamos de la iglesia, como dije arriba, nos habl as elsanto presbtero: Mirad, esos fundamentos alrededor del montculo como veis, son del

    palacio del rey Melquisedec. Hasta el presente, si alguien quiere hacer su casa y tocaestos cimientos, encuentra a veces pequeos objetos de plata y bronce.

    3.- Ved tambin ese camino que pasa entre el ro Jordn y esta poblacin. Por l regresel santo Abrahn de la muerte de Codolagomor, rey de los gentiles, regresandoSodoma, 48 en donde le sali al encuentro el santo Melquisedec, rey de Salem (cf.

    Gn. 14, 1 y 18).49

    47 , o sea, lugar donde Melquisedec. Melquisedec es la figura ms misteriosa del AntiguoTestamento, en el que hace una fugaz aparicin, recordada una sola vez en el salmo 110, verso 4. Erasacerdote de la primitiva religin monotesta, fiel a la tradicin de algunos pueblos. Abrahn, al recibir subendicin, parece venerarle y honrarle. La ofrenda de Melquisedec, tan diferente a los sacrificios cruentosde la poca, es un smbolo de la eucarista.48 Es la ms conocida de las ciudades de la Pentpolis del mar Muerto. Reducida a la nada, comoGomorra, y por las mismas razones. Lot y los suyos escaparon de la catstrofe. El emplazamiento deambas ciudades sigue siendo discutido.49 Este personaje, rey y sacerdote, es el ms interesante del cap. 14 del Gnesis. Salem o Salim esJerusaln, Urusalim, en las cartas de El-Amarna, donde era rey Adonisec. Es la ciudad de la que, segn la

    tradicin, Melquisedec era rey. Parece que se trata, sin duda, de la antigua Jerusaln de los jebuseos. Estaciudad del segundo milenio antes de Cr. abra sido construida sobre una extensin de 83 reas y cercadacon unas murallas de 8 metros de espesor. Parece datar de los tiempos de Abrahn.

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    Captulo XV

    Enon

    1.- Entonces, como yo recordaba que, segn las Escrituras, san Juan haba estado

    bautizando en Enon, cerca de Salim (cf. Juan 3, 23), 50 le pregunt que a qu distanciase encontraba el lugar. Entonces aquel santo presbtero me contest: Pues est como aunos doscientos pasos; pero, si quieres, yo puedo acompaaros a pie hasta all. El aguaes tan abundante y pura, como la que veis en este poblado que viene de all.

    2.- Le di por ello cumplidas gracias y le rogu que nos acompaara, cosa que hizo, ycomenzamos a caminar en su compaa a travs de un amensimo valle, hasta quellegamos a un huerto de frutales muy hermoso, donde nos mostr en el medio unafuente de ricas y cristalinas aguas, que fluan formando a su vez un verdadero ro,creando delante una especie de lago, en donde pareca que hubiese actuado san JuanBautista.

    3.- Entonces nos dijo aquel santo presbtero: Hoy este huerto se denomina con nombregriego cepos tu agiu Iohanni ( Iohannni), o sea, como vosotros decs,Hortus sancti Iohannis, Huerto de san Juan. All acuden muchos hermanos, santosmonjes, desde diversos puntos para lavarse en aquel sitio.

    4.- Una vez ms junto a aquella fuente, como en cada uno de los lugares, hicimosoracin y la lectura, incluido el salmo apropiado, y todo cuanto tenamos por costumbrerealizar en cada sitio.

    5.- Tambin nos aconsej dicho presbtero santo que hiciramos lo que, hasta ahora, sesola hacer en cada pascua: que los que iban a ser bautizados en la iglesia de aquel lugar,denominada OPU Melquisedech, lo hicieran todos en aquella fuente. As es quevinieran temprano, a las candelas, acompaados por los clrigo y los monjes, diciendosalmos y antfonas; de este modo eran conducidos desde la fuente hasta la iglesia de sanMelquisedech todos los que hubieran sido bautizados.

    6.- Nosotros, aceptando del presbtero los obsequios que nos hizo, esto es, frutas delhuerto de san Juan Bautista, as como tambin de parte de los santos monjes, que tenanmonasterio dentro del mismo huerto, nos marchamos para seguir nuestro camino, dandosiembre muchas gracias a Dios.

    Captulo XVI

    Elas el thesbita

    1.- As es que, caminando por el valle del Jordn, junto a la orilla por donde hacamos elcamino, se nos apareci de pronto la ciudad del santo profeta Elas, esto es, Thesbe, dedonde le vino el nombre de Elas Thesbita (cf. I Reg. 17, 1). Existe hasta hoy una cueva,en la que habit el santo y donde hay una memoria de san Geta, 51 cuyo nombreencontramos en el libro de los Jueces (cf. Iud. 11 y 12, 7).

    50 La cita referencial que da el texto es Job, evidentemente errnea. Debe ser Juan, como puede verse.

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    2.- Dimos gracias a Dios segn costumbre, proseguimos nuestro caminar y, al pasar poraquel camino, vimos a nuestra izquierda, segn bamos, un valle deleitoso y muyextenso, que envia al Jordn un abundante caudal de agua, y all, justo en el valle,encontramos otro monasterio de un hermano, o sea, de un monje.

    3.- Entonces yo, como soy tan curiosa, comenc preguntndole qu valle era aquel enque el santo monje se haba construido su monasterio, porque yo pensaba que deberahaber sido por alguna razn importante, a lo que me explicaron los santos que nosacompaaban, o sea los conocedores del entorno: Este es el valle de Corra, 52 dondehabit el santo profeta Elas Tesbita en tiempos del rey Acab (cf. I Reg. 17, 3 - 6), 53cuando hubo mucha hambre, y por mandato de Dios un cuervo le llevaba el alimento y

    beba el agua de aquel torrente, que, como ves, corre desde el valle hacia el Jordn, y esel Corra.

    4.- Dimos muchas gracias a Dios, porque se dignaba mostrarnos cuanto desebamos, sin

    merecrnoslo. Continuando nuestro camino como cada da, y del modo de siempre, senos present de pronto por el lado izquierdo, segn mirbamos desde el lado de Fenicia,una montaa de infinita altura, que se extenda a lo largo de

    (aqu falta un folio en el original )54

    5.- Aquel santo monje, hombre asceta, despus de tantos aos de residir en el desierto,tuvo que trasladarse y bajar a la ciudad de Carneas, 55 para comunicar al obispo y a losclrigos de su tiempo lo que le haba sido revelado: que cavaran en el lugar que se lesindicara, y as se hizo.

    6.- Ellos comenzaron a cavar en el lugar que les fue indicado y hallaron una cueva,siguiendo la cual, como a unos cien pasos, apareci de pronto a los cavadores una

    piedra, que, cuando la limpiaron, encontraron grabada en la tapa la palabra JOB, al quese le edific entonces esa iglesia que contemplis. Aquella piedra no se traslad con elcuerpo a otro sitio, sino que contina estando donde se encontr el cuerpo, colocado

    51 Se refiere a Jeft, juez de Israel. Parece ser que este personaje, era hijo de una meretriz y de padre

    desconocido. Se sabe, en cambio, que fue natural de Galad. Su nombre significa l libera. Fue jefe deuna cuadrilla de aventureros en Transjordania. El voto tan desatinado que hizo lo llev a inmolar a su hijay le ha hecho tristemente clebre. (cf. Jue. 12, 30-40). La intencin de Jeft de inmolar un ser humano siYav le conceda la victoria no admite ninguna duda: haba hecho voto de ofrecer en holocausto al quesalga de las puertas de mi casa a mi encuentro.52 El valle y torrente de Querit.53 Es el sptimo rey de Israel y fundador de Samara. Se cas con Jezabel y dej que se introdujeran enIsrael los cultos fenicios y que se persiguiera a los siervos de Yav. Luch contra el profeta Elas y contraMiqueas, mientras que los dems profetas cortesanos slo fomentaron su vanidad.54 Este folio se conserva en el cdice de Madrid y, traducido, dice: El sitio en que estaba sentado Job enel estercolero es en la actualidad un lugar limpio, cercado por unas verjas de hierro, donde ahoracontinuamente est encendido un gran candelabro de cristal. El agua de la fuente donde lavaba la pus conuna teja cambia de color cuatro veces al ao: primero tiene color purulento, otra vez es como de sangre,

    otra de color de hiel y otra es limpia.55 Ya citada en el cap. XIII 2.

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    debajo del altar. No s quin mandara levantar aquella iglesia, pero est sin acabar,hasta el da de hoy.

    7.- A la maana siguiente temprano, pedimos al obispo que hiciera la oblacin, cosa quese dign hacer, y nos

    pusimos en camino bajo su bendicin. Despus de comulgar y dando siempre gracias aDios, regresamos a Jerusaln, pasando por los mismos albergues que a la ida, durante(tres aos).

    Captulo XVII

    Mesopotamia de Siria

    1.- Transcurrido algn tiempo en el nombre del Seor, cuando ya se haban cumplidotres aos desde mi llegada a Jerusaln, contemplados tambin todos los santos lugaresque haba visitado para hacer oracin, y, por otra parte, deseando regresar ya a mi

    patria, quise por consejo de Dios llegar a Mesopotamia de Siria y visitar a los santosmonjes, que, segn decan, eran muchos y de tan eximia vida y virtud, que ms no se

    pueden encomiar. Tambin quise orar ante el martirio en que est depositado el cuerpocompleto del apstol santo Toms, o sea, en Edesa, a donde l mismo lo envi, despusde subir al cielo. 56 Nuestro Dios Jess lo confirm por una carta que envi al reyAbgar, por medio de Ananas, carta que se guarda con gran reverencia en la ciudad deEdesa, donde est el martirio. 57

    2.- Quisiera que vuestra benevolencia creyera que ningn cristiano hay que no vayahasta all a orar, cuando va a los santos lugares, esto es, a Jerusaln. Este sitio est en lavigsima quinta mansin desde Jerusaln.

    3.- Y como desde Antioquia est cerca Mesopotamia, por mandato de Dios me parecimuy oportuno, segn regresara a Constantinopla, ya que tena que pasar por Antioquia,ir a Mesopotamia, como as hice, con la ayuda de Dios.

    Captulo XVIII

    El ro ufrates

    1.- As pues, en el nombre de Cristo, Dios nuestro, sal de Antioquia en direccin a

    Mesopotamia, haciendo el recorrido por las mansiones o algunas ciudades de laprovincia de Siria. Por Coelen, que pertenece a Antioquia, pas al territorio de laprovincia Augustofratense, a la ciudad de Hierpolis, que es la capital de la provinciaAugustofratense. Como esta es una ciudad muy hermosa, opulenta y rica y abundante

    56 Santo Toms, llamado Ddimo, segn tradicin muy antigua, predic en la India y muri mrtir enTrapobane y sus reliquias trasladadas a Edesa, donde eran veneradas.57 Desde Antioquia, situada al norte de Palestina y capital de Siria, ciudad rica y populosa, una de lasbases ms slidas del cristianismo, partieron los misioneros que establecieron el cristianismo en Edesa, endonde a finales del siglo II encontramos al prncipe Agaro o Abgar Bar Manu, que cita Egeria. Es

    legendario lo que se refiere sobre la supuesta correspondencia de este prncipe con el mismo Jess reproducidas al final de este libro-; pero todo esto supone que ya haba penetrado el cristianismo enaquellos territorios.

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    en todo, me pareci bien descansar, en vista de que no lejos estaban ya los confines deMesopotamia.

    2.- Saliendo pues de Hierpolis, al dcimo quinto miliario llegu al ro ufrates en elnombre de Dios, del que muy bien se ha dicho (cf. Gn. 15, 18) que es gran ro el

    ufrates, ancho y terrible, pues fluye con gran fuerza, como el ro Rdano, aunquemayor es la del ufrates.

    3.- Como era indispensable atravesarlo en barco, y barcos grandes, hube de esperar allms de medio da, y, una vez pasado el ro en nombre de Dios, alcanc los confines deMesopotamia de Siria.

    Captulo XIX

    Edesa y el sepulcro de santo Toms.

    El palacio de Agbar y las cartas de Jess y Abgar1.- Emprendiendo nuevamente el camino por algunas jornadas, llegu a la ciudad, cuyonombre figura escrito en las Escrituras, esto es, Batanis, ciudad que an existe, coniglesia, un obispo muy santo, 58 monje y confesor, y algunos sepulcros. Esta ciudad estmuy poblada y tiene un destacamento militar con su tribuno.

    2.- Part de ella y, en el nombre de Cristo, Dios nuestro, y llegu a Edessa, donde, tanpronto como llegamos, nos dirigimos a la iglesia 59 y al martirio de santo Toms, dondehicimos oracin y todo lo dems, segn lo acostumbrado en los lugares santos, ytambin lemos algn pasaje sobre santo Toms.

    3.- La iglesia que all hay es grande y bastante hermosa y de construccin moderna, queverdaderamente parece ser digna casa de Dios. Como haba all muchas cosas quedeseaba ver, tuve que hacer un descanso de tres das.

    4.- Con eso pude ver en tal ciudad muchos sepulcros y santos monjes, unos que estabanjunto a sepulcros, otros, lejos de la ciudad, vivan en lugares ocultos en que tenan susconventos.

    5.- El santo obispo de aquella ciudad, hombre verdaderamente religioso, monje yconfesor, 60acogindome con todo agrado, me dijo: Hija, como veo que por amor a lareligin te has tomado tan enorme trabajo de venir desde los ms lejanos confines hastaestas tierras, te digo que, si a bien lo tienes, te mostraremos con mucho gusto todosestos lugares gratos a los cristianos. Dando gracias a Dios en primer lugar, le rogumuy encarecidamente que tuviera a bien hacer lo que me deca.

    (Leyenda del Rey Aggar o Abgar)

    58 Este fue el primer obispo que Egeria encontr en su recorrido.59 La primera iglesia que nominalmente se conmemora es una de Edesa en el ao 201. Durante el perodosiguiente hasta el reinado de Decio, en que goz el cristianismo de larga paz y tolerancia imperial, no

    dudamos que surgieron en muchas otras partes iglesias parecidas.60 A. Arce en la Introduccin de su Itinerarium cita al obispo Eulogio, como obispo de Edesa, desde elao 379.

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    6.- Entonces me llev primero al palacio del rey Abgar 61 y en l me mostr unareproduccin grande del mismo, muy parecida, segn decan, hecha de mrmol y con tal

    blancura como si estuviera construida con perlas. El rostro de Abgar reflejaba, visto defrente, la imagen de un hombre muy sabio y honrado. El santo obispo me dijo: Aqu

    tienes al rey Abgar, que, antes de ver al Seor, crey que l era verdaderamente el Hijode Dios. Cerca haba otra estatua marmrea tan semejante, que dijo que era la de supropio hijo Magno, por no s qu gracia que tena en la expresin.

    7.- Pasamos tambin a la parte interior del palacio, donde haba fuentes repletas depeces, como nunca hasta entonces haba visto. Son ellos de gran tamao, tan brillantes yde buen sabor, que la propia ciudad apenas usa de otras aguas sino de aquellas que salendel palacio, en forma de un hermoso ro de plata.

    8.- Entonces el santo obispo me habl de aquellas aguas dicindome: En cierto tiempo,despus de haber escrito el rey Abgar al Seor y el Seor haber contestado a Abgar por

    medio del correo Ananas, tal como est escrito en la propia carta, pasado un cortoespacio de tiempo, se presentaron los persas y sitiaron esta ciudad.

    9.- Entonces Abgar, llevando consigo la carta del Seor hasta las puertas, orpblicamente con todo su ejrcito y luego dijo: .Dicho esto y teniendo el rey la carta desplegada en sus manos alzadas, de repente se

    produjeron tales tinieblas fuera de la ciudad ante los ojos de los Persas, que, estando tancerca, se detuvieron retirados de ella, como a unas tres millas. De tal modo se asustaroncon tales tinieblas, que pusieron los campamentos y el cerco como a tres millas de laciudad.

    10.- Tanto se acobardaron los Persas, que no vean por dnde podran entrar. Losenemigos la tuvieron sitiada en redondo a una distancia de tres millas y por espacio dealgunos meses.

    11.- Viendo luego que de modo alguno podan penetrar en la ciudad, quisieron matarpor medio de la sed a los que dentro estaban; pero, hija, aquel montculo que ves sobrela ciudad la abasteca entonces el agua. Lo supieron los Persas y desviaron el curso delas aguas de la ciudad y las condujeron hacia donde tenan puesto el campamento.

    12.- Pero aquel mismo da y a la misma hora en que los Persas desviaron el curso de lasaguas, brotaron al punto esas fuentes que ves ah por mandato de Dios. Desde entonceshasta hoy, esas fuentes permanecen ah, por la gracia de Dios. En cambio, las aguas quedesviaron los Persas se secaron al punto y no tuvieron para beber ni un solo da los que

    61 El rey de Edesa, al que se refiere la leyenda de las cartas, era Abgar V, llamado Ujama, el Negro, querein desde el ao 4 a.Cr. al 7 d.Cr. y desde 13 al 50 d. Cr. Cuenta una piadosa leyenda que Abgar, untoparca o reyezuelo de un pequeo territorio situado al este del imperio Romano, estaba muy enfermo delepra. Se enter de que cerca de Jerusaln viva un tal Jess que haca milagros y le envi un mensajerocon una carta, a la que el Seor contest. Luego encarg a uno de sus artistas que pintara el rostro delprofeta justo, cosa que fue imposible, porque el rostro de Cristo irradiaba tales resplandores, que esa luzgrab en la tela la imagen del santo rostro. Al verla Abgar, san de su terrible enfermedad. La ciudad de

    Edesa posea realmente, hasta el siglo V, un lienzo, en que se vean los trazos borrosos de un rostro delque se afirmaba que era del Salvador. Al final de la traduccin del Itinerario de Egeria, trascribimosambas cartas.

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    obispo del lugar, verdaderamente santo y hombre de Dios, monje y confesor, que sedign ensearnos todo cuanto queramos ver. 62

    3.- Nos acompa a una iglesia que hay fuera de la ciudad, situada sobre el lugar dondeestuvo la casa del santo Abrahn, o sea, sobre sus cimientos y con sus mismas piedras,

    segn deca el santo obispo. Cuando a ella llegamos, se hizo la oracin y se ley elpasaje del Gnesis, recitndose tambin un salmo. Hecha otra oracin, nos dio labendicin el obispo y salimos fuera.

    4.- Quiso tambin llevarnos hasta el pozo de donde llevaba el agua santa Rebeca y nosdijo el santo obispo: Mirad el pozo donde santa Rebeca dio de beber a los camellos delcriado del santo Abrahn, o sea, de Eleazar (cf. Gn. 24, 15-20). 63 As quisomostrarnos todas y cada una de las cosas.

    5.- En la iglesia que est fuera de la ciudad, como dije, seoras hermanas venerables,donde estuvo originariamente la casa de Abrahn, se ha construido el sepulcrode un

    santo monje de nombre Helpidio, cosa que nos result tan grata conocer, porque el daantes de llegar all, esto es, la vspera de san Helpidio, el da noveno de las kalendas demayo,64 fecha en que todos los monjes deban bajar a Carra desde todas partes y desdelos diversos puntos de Mesopotamia, as como aquellos mayores que moraban ensoledad, llamados ascetas, ese da, en que se les atiende muy bien, en memoria delsanto Abrahn, ya que su casa estuvo donde ahora est la iglesia, en que reposan losrestos de aquel santo mrtir.

    6.- Adems de lo que esperbamos, nos aconteci que viramos en aquel sitio a aquellossantos y verdaderos hombres de Dios, los monjes de Mesopotamia, y aquellos cuyafama y vida se conoca de lejos, gente a la que yo pensaba no podra ver jams, no

    porque fuera cosa imposible para Dios concedrmelo pues todo me lo conceda-, sinoporque yo tena entendido que, fuera del da de Pascua y de esta fecha, no solan bajarde sus residencias, siendo como son tan virtuosos. Como yo desconoca el mes en quese celebraba el da del martirio, como dije, sin embargo, por mandato de Dios, sucedique llegramos en la fecha que no esperaba llegar.

    7.- Pasamos all dos das, tanto por ser uno el del martirio como por ver a los citadossantos, los cuales se dignaron recibirme con mucho gusto y hablar conmigo, cosa de laque yo no poda ser merecedora. Ellos, tras el da del mrtir, desaparecieron de aquellugar y marcharon de noche al desierto, cada uno a su propio monasterio, donde cada

    cual lo tena.8.- En aquella poblacin apenas encontr cristianos, pues todos los habitantes songentiles, aparte los pocos clrigos y los santos monjes, si acaso alguno mora en ella.Pues del mismo modo que nosotros visitamos con tanta reverencia aquel santo lugar enque estuvo antiguamente la casa del santo Abrahn, en su recuerdo, as aquellas gentes,

    62 Este obispo monje y confesor era Protgenes.63 Abrahn enva al ms antiguo de los siervos de su casa, Elizer, un sirviente que ocupa en la familiaun lugar muy peculiar, para buscar mujer para su hijo Isaac. La frescura del relato de estos hechos esevidente y digno de ser ledo es este pasaje en su integridad. Fue Rebeca la escogida, cuando sacaba agua

    del pozo y dio de beber al mensajero y a sus camellos.64 Correspondiente al da 23 de abril del ao 384, segn estudios del gran erudito P. Devos en AnalectaBolandiana 85 (1967) 169-178. 184-194, cito por Arce.

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    a una distancia de cmo una milla de la ciudad, cuidan con gran respeto el lugar dondeahora estn las memorias de Nacor y Batuel. 65

    9.- Puesto que el obispo de aquella ciudad 66 es tan versado en sagradas Escrituras, lointerpel diciendo: Te ruego, seor, que me digas lo que deseo escuchar. Y l me

    respondi: Dime, hija, qu quieres y te contestar, si lo s. Entonces yo le dije: Yo spor las Escrituras que el santo Abrahn, con su padre Teraj, con Sara su mujer y conLot, hijo de su hermano, vinieron a este lugar(cf. Gn. 11, 31); 67 en cambio nunca he ledo cundo Nacor y Batuel estuvieron aqu.Slo s que fue despus que el criado de Abrahn viniera a Carra, para pedir a Rebeca,hija de Batuel, el hijo de Nacor, para el hijo de su seor Abrahn, o sea, para Isaac (cf.Gn. 24, 1 y sig.).

    10.- Entonces me contest el santo obispo: Cierto es, hija ma, que as est escrito en elGnesis, como dices, que el santo Abrahn pas por aqu con los suyos (cf. Gnesis 11,31); en cambio no dice la Escritura cannica cundo pas Nacor con su familia ni

    cundo pas Batuel, sino que es sabido que pasaron despus tambin ellos mismos. Poreso estn aqu los sepulcros seguramente, a una milla de la ciudad. Pues en verdad lasEscrituras atestiguan que aqu lleg el criado del santo Abrahn, cuando vino a recogera Rebeca, y luego, el santo Jacob, al tomar a las hijas de Labn, el Sirio.

    11.- Pregunt luego dnde estuvo el pozo aquel en que beban los ganados queapacentaba Raquel, hija de Labn, el Sirio, y me respondi el obispo: A seis millas deaqu est ese lugar, junto a un poblado que fue entonces la villa de Labn, el Sirio; pero,cuando quieras ir, te acompaaremos y te lo mostraremos, pues hay all muchos monjessantos y ascetas y tambin hay una iglesia.

    12.- Ped al santo obispo que me dijera dnde estuvo aquel territorio de los Caldeos enque vivi en principio Tara con su familia (cf. Gn. 11, 28). 68 Entonces me dijo aquelsanto obispo: Ese lugar por el que preguntas, hija ma, est a diez jornadas de aqu, yaen territorio persa, porque, desde aqu a Nisibin, hay cinco mansiones y, de all a Ur que fue ciudad de los Caldeos -, hay otras cinco jornadas. Ni siquiera tienen acceso losromanos, pues que todo el territorio lo ocupan los Persas. Esa parte especialmente sellama la Oriental, en los lmites de los romanos, los persas y los caldeos.

    13.- Muchas cosas me refiri, as como lo hicieron los otros santos obispos o los santosmonjes: todo relacionado con las Escrituras de Dios o las obras de aquellos varones

    santos, o sea, de los monjes; las maravillas que haban hecho los ya desaparecidos, ytambin las obras que a diario hacen los an vivos, Me refiero a los ascetas. No quieroque piense vuestra caridad que hay en todo esto alguna que otra conversacin entre losmonjes que no sea sobre las escrituras de Dios o los hechos de los monjes antiguos.

    65 Nacor era hermano de Abrahn y padre de Batuel, como se dice en Gn. 22, 20-23.66 Protgenes.67 Es Jarn o Harn, ciudad principal de la Alta Mesopotamia y paso obligado para Siria y Cann.68 Ur es una ciudad muy antigua de la Baja Caldea, a la derecha del Eufrates, en la cual era muy venerado

    el dios Sin, Luna, que era tambin el dios principal de Jarn, a que se refiere. Estas son las generacionesde Teraj: Teraj engendr a Abrahn, Najor y Aram. Aram engendr a Lot. Y muri Aram antes que supadre Teraj en su pas natal, en Ur de los caldeos (cf. Gn. 12, 27, 28).

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    Captulo XXI

    El pozo del santo Jacob

    1.- Despus de estar dos das por all, nos llev el obispo a ver el pozo en el que el

    Santo Jacob dio de beber al ganado de santa Raquel (cf. Gn. 29, 2). 69 Dicho pozo esta seis millas de Carris. En su recuerdo se levant una santa iglesia al lado, bastantegrande y hermosa. Al llegar al pozo, fue hecha la oracin por el obispo, ledo el textodel libro del Gnesis y recitado un salmo apropiado al lugar y, hecha de nuevo oracin,nos dio su bendicin el obispo.

    2.- Vimos tambin puesta junto al pozo aquella enorme piedra que apart del pozo elsanto Jacob, y que hasta hoy puede contemplarse (cf. Gn. 29, 3 y 10).3.- Nadie vive cerca del pozo, a no ser los clrigos que atienden dicha iglesia, y losermitaos, que tienen all sus monasterios, cuyas vidas nos refiri el santo obispo,verdaderamente inauditas. As pues, despus que hicimos oracin en la iglesia, meacerqu con el obispo a ver a los santos anacoretas, recorriendo sus ermitas y dandogracias a Dios. Vi los monasterios y visit algunos, en que me invitaron, y con mucho

    placer escuch y habl con ellos y cuyas palabras eran dignas de salir de su boca.Tambin se dignaron hacerme unos regalos y a los que conmigo iban, segn escostumbre en los monjes regalar con nimo alegre algn presente a las personas quereciben en sus monasterios.

    4.- Como el lugar est en un campo muy amplio, el santo obispo me mostr de frente unbuen poblado, bastante fuerte, emplazado a quinientos pasos del pozo, por medio delcual pasamos. Este pueblo, segn dijo el obispo, fue en otro tiempo la villa de Labn, el

    Sirio, y tiene por nombre Fadana. Dentro, me mostraron el sepulcro de Labn, el Sirio,suegro de Jacob, y el lugar en que Raquel escondi los dolos de su padre (cf. Gn. 31,19 y 30). 70

    5.- Visitadas as tantas cosas, en nombre de Dios, y diciendo adis al santo obispo y alos santos monjes que hasta aquel lugar se haban dignado acompaarnos, regresamos

    por los mismos caminos y jornadas, segn habamos venido de Antioquia.

    Captulo XXII

    Viaje desde Antioquia a Constantinopla1.- Una vez regresada a Antioquia, hice una parada de una semana, mientras se

    preparaban cuantas cosas juzgu necesarias para el viaje. As que, saliendo al fin de

    69 La regin de Jarn, a la que llega Jacob, es la de Mesopotamia, meta de la emigracin de Abrahn y sufamilia, o es la de Damasco en Siria? Poco o nada importa este detalle: lo importante es que Jacob serene con la familia del patriarca. Raquel era hija de Labn, hermano de la madre de Jacob. AmabaJacob a Raquel y dijo a Labn: Te servir siete aos por Raquel, tu hija menor (cf. Gn. 29, 18).70 Se llamaban terafim y eran los dolos domsticos, de forma ms o menos humana, como los romanostenan sus lares y penates, protectores de la casa y la familia. Para Labn eran ms que unas simples

    figuras, y tenan alguna significacin religiosa. Eso explica la prisa que tiene en recuperarlos. Erafrecuente que el derecho de herencia estuviese vinculado a esos dolos familiares, por lo que Raquel ,actuando como madre solcita de su progenitura, pudo cometer tal indelicadeza, movida por esta razn.

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    Antioquia, pasando algunas jornadas, llegu a la provincia llamada Cilicia, que tiene porcapital a Tarso, en donde ya haba estado, camino de Jerusaln.

    2.- Como a la tercera jornada desde Tarso, o sea, en Isauria, est el sepulcro de santaTecla, quise acercarme, mxime tenindolo tan cerca.

    Captulo XXIII

    Pompeypolis

    1.- Desde Tarso, llegu a una ciudad, todava sobre el mar de Cilicia, llamadaPompeypolis, y desde all, ya dentro del territorio de Isauria, me qued en una ciudadque se llama Corico y, a los tres das, llegu a la ciudad de nombre Seleucia Isauria. Encuanto llegu, fui a visitar al obispo, verdaderamente santo y que antes haba sidomonje, y vi tambin la hermosa iglesia de la ciudad.

    2.- En vista de que hasta santa Tecla -lugar fuera de la urbe situado en un altozanollano-, haba quizs una distancia de mil quinientos pasos, prefer acercarme, antes dehacer el descanso. No vi junto a la iglesia otra cosa que muchos monasterios dehombres y mujeres.

    3.- Encontr all a una muy amiga ma, a la que todos en oriente tienen como modelo devida, una santa diaconisa de nombre Marthana, a la que yo haba conocido en Jerusaln,una vez que ella subi a orar. Tena bajo su gobierno monasterios de aputactitas,71 osea, vrgenes. Cuando me vio con cunto gozo de ambas, que no podra expresarlo!

    4.- Volviendo al asunto, hay por las colinas varios monasterios, y en medio unaconstruccin grande, que incluye la iglesia en la que est el sepulcro, el cual es muyhermoso. Tal edificio se construy as para defender la iglesia de los Isauros, gente muymala, que con frecuencia comete latrocinios, y evitar algn mal contra el monasteriocitado.

    5.- Una vez llegada all en nombre del Seor, hice oracin junto al sepulcro, sin dejar deleer algn episodio de las actas de santa Tecla, di infinitas gracias a Cristo Dios nuestro,que se dign colmar sin merecerlo todos los deseos de esta indigna.72

    71

    Religiosos y religiosas retirados en la soledad, como se explica en 28, 3.72 El monasterio y martirio de santa Tecla son muy famosos desde poca remota. Situado en unimpresionante escenario natural, el monasterio femenino de Mar Taqla (Santa Tecla) pretende poseer latumba de la santa, diremos mejor su cenotafio, pues Tecla tuvo el privilegio de no necesitar sepultura. LasActas de Pablo y Tecla han sido saludadas como el poema de la virginidad. La primera mujer que sufriel martirio por la fe de Cristo, haba nacido en la ciudad de Iconia, donde a los dieciocho aos de edad seprometi como esposa a Tmiris, un joven rico, de familia muy distinguida; pero al escuchar lapredicacin de san Pablo, qued prendada de sus palabras y doctrina. Tecla renunci al matrimonio paraentregarse al servicio de Jesucristo, cosa que sorprendi y disgust a todos, familiares, prometido ymagistrados de la ciudad, los cuales trataron de disuadirla de sus propsitos con splicas y amenazas,sometindola a duras amenazas y a crueles tormentos, de los que la sustrajo milagrosamente la voluntadde Dios. Fue sometida a las llamas, que una lluvia apag; entregada a las fieras sanguinarias , fuedefendida por una leona; y metida en un foso lleno de serpientes, de donde sali tambin ilesa. Todo fue

    en vano, mejor dicho, sirvi para poner de manifiesto su santidad y la proteccin que el cielo ledispensaba. As padeci la protomrtir a sus dieciocho aos. Se retir a la montaa y, haciendo vidaasctica, vivi an otros setenta y dos aos. Cuando el Seor se la llev, tena noventa. Su fiesta se

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    6.- All pas dos das visitando a los santos monjes o a los aputactitas, tanto mujerescomo hombres que all haba. Despus de orar y comulgar, regres a Tarso para seguirmi camino. Descans en Tarso tres das y, en nombre del Seor, prosegu mi

    itinerario, llegando en el mismo da a la mansin llamada Mansocrenas, a la ladera delmonte Tauro, donde descans.

    7.- Al da siguiente, en direccin al monte Tauro y caminando por terreno ya conocido,a travs de las provincias por las que a la ida haba pasado, o sea, por Capadocia,Galacia y Bitinia, llegu a Calcedonia, en donde hice una parada, para visitar elfamossimo sepulcro de santa Eufemia, que hay all, aunque ya conocido antes por m.73

    8.- Pas el mar al da siguiente y llegu a Constantinopla, dando gracias a Cristo, Diosnuestro, que se dign conceder tantos favores y gracias a m, indigna y sin merecerlo, y

    porque haba colmado mis deseos de ir y la posibilidad de recorrer cuanto deseaba, sinotambin por regresar de nuevo a Constantinopla.

    9.- Cuando llegu, en todas y cada una de las iglesias, en los monumentos religiosos yen cada sepulcro, de los que hay gran nmero, no cesaba de dar gracias a Dios, nuestroJess, que as se haba dignado concederme su misericordia.

    10.- Desde aqu, seoras mas, luz de mis ojos, mientras que escriba para vuestracaridad, (os dir) que tena el propsito de acercarme a Asia, en nombre de Cristo, Diosnuestro, quiero decir a feso, al sepulcro del santo y beato apstol Juan, para haceroracin. Si, despus de todo esto, sigo viva, si logro conocer personalmente algunoslugares ms y si Dios se digna concedrmelo, procurar contarlo a vuestra caridad, y osrelatar tanto lo que conserve en la memoria, como lo que llevo escrito. Entretanto,vosotras, seoras, luz ma, procurad acordaros de m, tanto si estoy viva, como si estoymuerta 74.

    celebra el 24 de septiembre. Basilio de Seleucia ( h. 440), arzobispo de Seleucia, public en dos librosuna obra hagiogrfica titulada De los milagros de Santa Tecla.73 Bitinia presenta los primeros mrtires de Nicomedia. All tuvo principio la gran persecucin y estuvo ala cabeza de Oriente en el nmero y calidad de sus hroes. La poblacin de Calcedonia se hizo clebrecon dos mrtires: Santa Eufemia, celebradsima en la Iglesia oriental, y santa Basa. Santa Eufemia fueantiguamente muy venerada en toda la Iglesia y su sepulcro, visitado por grandes multitudes de devotos,desde su martirio en Calcedonia, donde se celebr el gran concilio en 451-452.74 La traduccin literal sera: tanto si estoy en el cuerpo, como fuera de l. Como podemos ver por el

    contexto, aqu termina el viaje o itinerarium de Egeria, con la esperanza de que algn da, a su regreso alcenobio claustral, contara a sus monjitas, luz de mi vida, las vivencias posteriores, mientras seencomienda a sus oraciones.