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Dios Padre, según don Miguel de Unamuno (antología comentada) JOSÉ VICENTE RODRÍGUEZ, OCD Teresianum (Avila) LIMINAR El título de este trabajo nos lleva a pensar espontáneamente en los evangelios según San Mateo, Marcos, Lucas, o Juan. Los cuatro tienen como protagonista principal al mismo Cristo Jesús, pero con los matices propios de cada uno. De modo parecido, aunque con las diferencias del caso, este Dios Padre según don Miguel, lector asiduo de los cuatro evange- lios, tendrá los atisbos de su mente, de su corazón, de su fantasía, de sus vivencias espirituales y a él le enviará las agonías de su conciencia l. Hablamos de antología comentada. Un estudio más sistemático o más teórico disminuiría el valor y el vigor que tienen en sí mismos los textos unamunianos, sobre todo algunos de ellos. Le damos a él la palabra principal, a veces recia, a veces tierna, bOlTascosa o sere- na, pero siempre tan suya, y tan intraducible. I Por lo que se refiere al mundo «agónico» de Unamuno ante el misterio, puede ser útil leer mis dos artículos anteriores: «"Dios", noche oscura para Unamuno», Rev. de Espiritualidad 57 (1998), p. 431-454, Y «Unamuno Y la noche oscura sanjuanista», Ibíd., p. 455-483. REVISTA DE ESPIRITUALIDAD (58) (1999), 283-328

Dios Padre, según don Miguel de Unamuno (antología comentada)

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Dios Padre, según don Miguel de Unamuno (antología comentada)

JOSÉ VICENTE RODRÍGUEZ, OCD Teresianum (Avila)

LIMINAR

El título de este trabajo nos lleva a pensar espontáneamente en los evangelios según San Mateo, Marcos, Lucas, o Juan. Los cuatro tienen como protagonista principal al mismo Cristo Jesús, pero con los matices propios de cada uno.

De modo parecido, aunque con las diferencias del caso, este Dios Padre según don Miguel, lector asiduo de los cuatro evange­lios, tendrá los atisbos de su mente, de su corazón, de su fantasía, de sus vivencias espirituales y a él le enviará las agonías de su conciencia l.

Hablamos de antología comentada. Un estudio más sistemático o más teórico disminuiría el valor y el vigor que tienen en sí mismos los textos unamunianos, sobre todo algunos de ellos. Le damos a él la palabra principal, a veces recia, a veces tierna, bOlTascosa o sere­na, pero siempre tan suya, y tan intraducible.

I Por lo que se refiere al mundo «agónico» de Unamuno ante el misterio, puede ser útil leer mis dos artículos anteriores: «"Dios", noche oscura para Unamuno», Rev. de Espiritualidad 57 (1998), p. 431-454, Y «Unamuno Y la noche oscura sanjuanista», Ibíd., p. 455-483.

REVISTA DE ESPIRITUALIDAD (58) (1999), 283-328

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I. DIARIO INTIMO

En la vida de Unamuno (1864-1936) su llamada «crisis del 97» tiene una importancia singular. Se trata de una sacudida sísmica es­piritual de gran intensidad. Se agudizan o reavivan sus sentimientos cristianos y dentro de ese acrisolamiento aparece la figura del Padre Celestial «en el terremoto acordándose de la misericordia» (Ha 3, 2), sí, pero también acosándole e interpelándole: «llamó a mi corazón y me metió en angustias de muerte», dirá él mismo 2. Don Miguel se refugia en el Patemoster, atalaya de su oración y de su reflexión.

Para ir configurando el rostro del Padre «a lo Unamuno», comen­zamos nuestra búsqueda por esta obra tan significativa escrita en ocasión de la mencionada crisis de su espíritu. Al socaire de sus paráfrasis 3 del Pater en el Diario vamos registrando sus inflexiones espirituales.

Cita los textos bíblicos en castellano, en latín o en griego, según mejor le venga. Es seguro que llevó a su retiro de Alcalá y tenía consigo al alcance de la mano el Nuevo Testamento en griego «como viático espiritual con que siempre viajo» 4. El N.T. lo consideraba,

2 Diario Intimo: OC, VIII, p. 778. Las obras de Unamuno las citamos como sigue:

CV = El Cristo de Velázquez, ed. crítica de V.G. de la Concha, Espasa Calpe, Madrid, 1987.

EA = Epistolario Americano (1890-1936), ed. Laureano Robles, Salaman­ca, 1996.

El = Epistolario inédito, 1 (1894-1914; II (1915-1936), ed. Laureano Ro­bles, Col. Austral, Madrid, 1991.

OC = Obras Completas, Escelicer, 9 tomos, Madrid, 1966. OCT = Obras Completas, Ed. Turner, en curso de publicación habiendo

salido ya en Madrid: l, 1994; n, 1995; ID, 1996. PC = Poesía completa, Alianza Tresw, t.1 y 2, Madrid, 1987; t.3, 1988; t.4,

1989. Edición bien cuidada de Ana Suárez Miramón. Otras Siglas: D = Diario Intimo. ST = Sentimiento trágico de la vida. 3 En lo que sería un boceto de lo que pensaba ir desarrollando en sus

cuadernos aparece este título: «XIII. Oración. Meditación. Paráfrasis del Padre Nuestro»: ibíd., p. 773.

" Oc, LVIII, p. 318: de vuelta de Madrid. El texto griego que manejaba lo describe él mismo: «Edición Nestle, de Stuttgart, en papel como tela de ce­bollm>.

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en su totalidad, como «fuente de sugestiones para todos los hombre cultos que sepan leerlo, sean o no cristianos» 5, En 1897 en Alcalá, lo mismo que más tarde en Fuerteventura en 1924 pudo decir: «es­tamos, según nuestra costumbre, releyendo una vez más .. , el Nuevo Testamento» 6,

1. EL «P A TERNOS TER»

Como fruto de esta relectura continua, menudean en la obrita los pasos neotestamentarios relativos al Padre; pero el texto evangélico más recunente es el del Paternoster, Para don Miguel «el canto de la humanidad es el Magnificat, así como su oración es el Paternos­ter» 7, Otra vez, entusiasmado, dirá: «Todo lo que de veras vive en el corazón está en verso. El Padrenuestro está en verso, primero un decasílabo, luego otro, después un heptasílabo, enseguida un octosÍ­labo agudo al que sigue un decasílabo compuesto de dos hemisti­quios de cinco. Y así se puede seguir» 8.

Primera referencia

La primera referencia implícita a esta oración, pero bien explí­cita al Padre, es una autoconfesión humilde cuando otra persona, Ceferina, se encontraba en un trance difícil: «Estando -dice- en Munitibar 9 cuando el apuro del parto de Ceferina, me salí a la canetera, y sólo se me oCUlTió rezar. En aquel trance, de nada me servían mis vanas doctrinas, y del fondo del corazón me brotó la plegaria, como testimonio de la verdad del Dios Padre que oye nuestras súplicas ... ; entonces pedía por el prójimo, a solas, delante de Ti, sin sombra de vanagloria ni de propia complacencia, sin eso que se llama altruísmo y es comedia y mentira» 10. Su reacción ora-

5 OC, LVIII, p. 581: Pablo y Festo. 6 Ibíd., 7 D., p. 799. 8 OC, LVIII, p. 512: «y además poeta». 9 Al noreste de Bilbao, al sur de Gernika.

10 D., p. 777-778.

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cional y lo que esto significaba le impactó tan fuertemente, que volverá a hablar del caso con patetismo: «¡Aquella noche, aquella noche en que salí en Munitibar, solo, al medio de la carretera, donde nadie me veía, a rezar por la pobre Ceferina, en peligro grave!» 11.

Comentario a la oración dominical

Ya en la primerísima parte del Diario aparecen las peticiones del Padrenuestro; cada una de ellas con un pequeño comentario que no puede faltar en esta antología:

«Padre nuestro. Padre; he aquí la idea viva del cristianismo. Dios es Padre, es amor. Y es Padre nuestro, no mío. «¡Ay, Dios mío!».

Santificado sea el tu nombre. No se oigan alabanzas más que de Ti, y a Ti se refiera todo, que así habrá paz y morirá la soberbia.

Venga a nos el tu reino, venga a nos y no vayamos a él. Sin Tu gracia no podemos llegar al reino de la vida eterna y ¿qué es la gracia más que un llevarnos Tú a él? El Verbo bajó, encarnó en María, y se hizo hombre, para traernos el reino de la vida eterna. No fue la humanidad al Verbo, no ascendió el hombre a Dios, sino que por su aspiración a El, El bajó. Venga a nos, no a mí.

Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Suprema fórmula de la resignación y de la paz. Así en la tierra, así en el reino de la realidad, como en el cielo, en el reino del ideal.

El pan nuestro de cada día dánosle hoy. Hoy, sólo hoy, ¿quién es dueño del mañana? «No os inquietéis por el mañana, ni qué comeréis o beberéis, etc.». Vivamos como si hubiésemos de morir dentro de un instante. El socialismo.

Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. ¿Nuestros deudores? ¿Qué nos deben? Esto o aquello que proviene del Señor. ¿Es mío lo que me deben? Y yo debo todo lo que soy, me debo a mí mismo.

II D., p. 847. Quién fuese Ceferina no lo tengo seguro del todo. En la biografía de Salcedo no se la nombra. Creo que era una criada de la casa, pues en el D., p. 775, se dice en el 26 de marzo, hablando del hijito enfel1llo, Raimundín: «oo. no hay esperanza. Llora C. al cogerle». Esa C. inicial puede ser la de Concha, la mujer de Unamuno, pero más bien creo que es la del nombre de Ceferina.

T

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y no nos dejes caer en la tentación. No confiemos en nuestras propias fuerzas, que quien ama el peligro en él perece.

Mas líbranos del mal. Es lo único que debemos desear: ser libres, de lo que el Señor sabe que es nuestro mal, no de lo que creemos nosotros que lo es. Y así no pidamos que nos libre de esto o de aquello, sino que en estas breves palabras, dichas desde el corazón, está toda súplica libre de deseo impuro y de vana complacencia»l2.

Otras glosas al mismo texto evangélico

Aparte este comentario transcrito en su integridad, acá y allá vuelven a aparecer en el Diario otras referencias al Paternoster, glo­sando peticiones o invocaciones sueltas. Las ordenamos aquí, de algún modo, para comodidad del lector:

a) «Padre nuestro (15 de enero de 1902). Padre siempre, siem­pre engendrándonos el Ideal. Yo, proyectado al infinito, y tú, que al infinito te proyectas, nos encontramos; nuestras vidas paralelas en el infinito se encuentran»l3. «No dice la oración Dios nuestro, sino Padre nuestro» 14.

b) Que estás en los cielos. Pregunta primero y después razona: «¿No está acaso en todas partes? ¿Cómo, pues, se hace esta mención de que está en los cielos? Es que para hallarle hay que apartar los ojos y los afectos de la tierra, elevándolos, y es que está sobre todos nosotros, en el cielo común a todos. La tierra forma parte del cielo. Está en nosotros mismos, en nuestro interior»l5. Poco más adelante, recordando el Uebermemsch de Nietzsche (que se le había atragan­tado malamente) , escribe: «No el sobre-hombre, el intra-hombre hay que buscar, porque no sobre nosotros, sino dentro de nosotros habita Dios»l6.

c) Santificado sea tu nombre. Discurriendo sobre el libre albe­drío, recalca: «Es un tremendo misterio que, como el del infierno,

12 D., p. 781. 13 D., p. 880. 14 D., p. 875. 15 D., p. 863. 16 Ibíd.

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debe confundirnos y sumirnos en Dios, santificando el santo nombre de nuestro Padre que está en los cielos». Y continúa anastrando tras esta petición otras que de ella dependen: «Así podremos pedir la venida de su reino, el reino de la gracia, y así confundido nuestro libre albedrío con la gracia, quenemos lo que Dios quiere y diremos: hágase tu voluntad así en el cielo como en la tierra, en el reino del ideal y de nuestra alma, lo mismo que en el de la realidad y de nuestros cuerpos» 17.

d) Venga a nos el tu reino. De modo escueto: «Es pedir la muerte, ya que sólo por la muerte lo conseguiremos» 18. En otro momento transcribe: «Venga a nos el tu reino, y añade: «El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo por el Espíritu Santo» (Rom., XIV, 17)>>19. Y una vez más: «Adveniat reg­num tuum, y sin comentario se adjuntan otros dos pasos bíblicos: «El reino de Dios no consiste en palabras, sino en virtud» (ICor ., IV, 20), Y el texto apenas citado de Rom., XIV, 17»20.

Otra vez: «mas buscad primero el reino de Dios y su justicia», nos dice Jesús (Mateo, VI, 33), Y que el reino de Dios está entre nosotros (Lucas, XVI, 21), Y que es justicia y paz y gozo por el Espíritu Santo (Rom., XIV, 17)>> 21. Y también: «adveniat regnum tuum: el reino de la Verdad, no el de la razón» 22.

e) Fiat voluntas tua. En esta petición-explica- se envuelve el valor todo de la oración. Se pide a Dios lo que de todos modos ha de ser, que se haga su voluntad. «y esta es la confianza que tenemos en El, que si demandáremos alguna cosa conforme a su voluntad, El nos oye» (Uuan, V, 14»23. Y termina el Diario preci­samente así: «hágase tu voluntad», y, la menor interpretación, escri­be entre paréntesis: «(v. Mt XXI, 28-32, y Holtzmann)>> 24.

17 D., p. 794-795. 18 D., p. 865. 19 D., p. 831. 20 D., p. 853. 21 D., p. 861. 22 D., p. 793. 23 D., p. 779. 24 Holtzmann, teólogo protestante alemán, profesor de exégesis y de histo­

ria de las religiones, cnyos libros sobre los sinópticos y la crítica histórica del Nnevo Testamento conocía bien don Mignel, lo mismo qne la Vida de Jesús: Das Leben Jesu.

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO 289

La cita de San Mateo nos pone en la pista de lo que bullía en la mente de Unamuno, Se trata de la parábola de los dos hijos, invita­dos por el padre a ir a trabajar en su viña, El primero, que dice al padre que no quiere ir, después se arrepiente y va; el segundo que dice: «Voy, Señor», y no fue, La pregunta de Jesús con la respuesta que sigue es clara: «¿Cuál de los dos hizo la voluntad del Padre?». «El primero», le dicen. Al remitir por entero al texto de toda la parábola, bien seguro que entraba en sus planes mentales 10 que sigue con la conÍÍ'ontación de publicanos y prostitutas con los sumos sacerdotes y los ancianos, escribas y fariseos. Es una lástima que nos haya privado de sus observaciones y exégesis sobre el particular en este caso 25.

Recala una vez más en el hágase tu voluntad, y se interroga: «¿Cuál es la voluntad del Padre?». E inmediatamente: «Esta es la voluntad del que me envió, del Padre: que todo lo que me diere no pierda de ello, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo y cree en él, tenga vida eterna, y yo lo resucite en el día postrero»(Juan VI, 39-40. V. Juan, IV, 34, 38; VIII, 18) 26.

Refiriéndose a un caso suyo, muy personal, y a sus titubeos de ir o no ir a Medina del Campo con motivo de un viaje de su madre y arrepintiéndose de su falta de decisión, exclama: «No quiero que­rer. Quiero obedecer. Que me manden. Hacer la voluntad de Dios. ¿ y cuál es la voluntad de Dios? ¿Cómo se manifiesta? Un impulso, ¿es divino o humano o diabólico? ¿Es de la naturaleza o de la gra­cia? Me temo ir a parar por este camino a un verdadero quietis­mo» 27. Vericueteando siempre por el tremedal de la liberdad que tanto ansiaba, vuelve a dar en el fiat voluntas tua,' «La Verdad nos libertará, nos dice Cristo (San Juan, VIII, 32). ¿Qué es, en efecto, ser libre sino querer lo que la ley quiere? Mejor aún, cabe libertarse

25 En ev, tercera parte: Dedo Índice de la diestra, habla Unamnno de la adúltera llevada ante Jesús y saliendo de su presencia, comprensiva y perdo­nadora, «con los brazos cruzados sobre el seno, / guardando en él de tu perdón la prenda,! como una madre apechugando al hijo/ recién nacido»; ed. cit.,p.238-239.

26 D., p. 862. 27 D., p. 832.

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de la ley por la ley misma, queriendo lo que el eterno Amor quiere. Fiat voluntas tua! ¡Hágase tu voluntad! Por aquí se va a la omni­potencia humana, a poder todo lo que se quiere porque sólo se podrá querer lo que se puede conseguir, a fiar en la gracia» 28. Con esta misma ansia y deseo de ser libre escribe el 4 de mayo de 1897: « ¡Libertad, libertad!. Quiero ser libre ... »Ya no os diré siervos, porque el siervo no sabe qué hace su señor; os he llamado amigos, porque os he dado a conocer cuanto oí de mi Padre» (San Juan, XV, 15). ¡Libertad, libertad en Cristo!» 29.

Al comprobar «¡qué lento y enojoso es el despojarse del hombre viejo!», se pregunta: «¿Me esperará la más terrible de las pruebas? ¿Será que después de haber fundido mis convicciones racionales en una fe sobrenatural mate ésta a aquéllas y se me reserva la más dura prueba, la de despojarme de esas convicciones? ¿Tendré que sacri­ficar mi razón al cabo? Esto selía horrible, pero hágase, Señor, tu voluntad y no la mía. Si la razón me daña, quítame la razón y dame paz y salud, aunque sea en la imbecilidad» 30. Sin duda le ronda el espectro de su pequeño Raimundín, muerto en 1902 y cuyo recuerdo se le avivaba de continuo al llevar siempre en su cartera dos retratos dibujados por él junto con un poema.

Referida la respuesta de Jesús a su Madre en la Bodas de Caná, identifica la hora de Cristo con la hora de nuestra muerte, cuando comparezcamos ante él, y comenta: «Entre tanto nos deja vivir aquí, en lucha y tribulación. Nuestra perfección es que no pidamos más que la salvación, la gloria de Dios y que se haga su voluntad siem­pre»31. Un caso más personal aún: «Tuve un tiempo en que soñé con el claustro, pero Dios me ha apartado de él, ¡bendito sea! Hágase su voluntad!» 32.

Esta petición de hágase tu voluntad, sobre la que tanto insiste, la relaciona de modo certero con la conducta de Cristo en persona. y lo hace más de una vez así:

28 D., p. 823. 29 D., p. 825. 30 D., p. 843. 31 D., p. 868. 32 D., p. 802.

I I

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«La mayor humildad de Jesús se muestra en su sumisión a su Padre y en que sólo la gloria de éste, no la suya propia, busca ... «G10lia de los hombres no recibo» (Juan, V, 41). «Si yo me glori­fico a mí mismo, mi gloria es nada» (Juan, VIII, 54) 33.

- (V. Lc XXII, 42). «No se haga mi voluntad, sino la tuya». Sobre esta divergencia entre la voluntad del Hijo y la del Padre han escrito mucho los doctores, sosteniendo que pronunció estas pala­bras en cuanto hombre. ¿Cómo, si sólo tenía una voluntad, la divi­na?» 34.

- La agonía de Cristo en Getsemaní le inspira esta página es­pléndida: «¡ Qué terribles horas debieron de ser las de la oración de Jesús en el huerto del olivar, cuando luchaba con su humanidad' ¡ Qué hermoso y grande es estilo de un Dios luchando con su huma­nidad, conociendo directa y personalmente su miseria toda, encerra­do voluntariamente en la miseria humana y sufriendo sus angustias! ¿Cómo ha podido ocurrÍrseles esto a los hombres? ¡Qué pasaje ese de la pasión. «Dios mío, Dios lníO! ¿por qué me has abandonado?». y sudaba sangre. Y rendido, destrozado, terminó exclamando: «Que se haga tu voluntad y no la mía». Así terminó después de haber pedido al Padre que apartara de él el caliz de la amargura. Sufrió luego pacientemente todo, la flagelación, la coronación, la burla, la crucifixión. La lucha, la terrible lucha, fue para vencer la humani­dad. Tenernos que vencer lo humano nuestro para que resucite y viva lo que de Dios no tenemos y para poder encomendar nuestro espíritu en manos de nuestro Padre» 35. La actitud de Jesús es con­signa eficaz para el hombre: «No basta ser moral, hay que ser reli­gioso; no basta hacer el bien, hay que ser bueno. Y ser bueno es anonadarse ante Dios, hacerse uno con Cristo, y decir con El: ¡No mi voluntad, sino la tuya, Padre! 36

f) El pan nuestro de cada día. «De cierto, de cierto os digo que no os dio Moisés pan del cielo; mas mi Padre os da el verdadero pan

33 D., p. 865. 34 D., p. 867. Aquí don Miguel comete un error manifiesto. Por el simple

catecismo de Astete, contra el que tantas veces habla, podía saber que Cristo Jesús tenía dos voluntades: una divina y otra humana.

35 D., p. 846-847. 36 D., p. 820

292 JOSE VICENTE RODRIGUEZ, OCD

del cielo; porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo, y da vida al mundo".Yo soy el pan que da vida".»(Juan, VI, 32, 33, 35), Epiousion, (Cuotidiano significa etimológicamente sobresus­tancial)". dánosle hoy. Danos hoya Jesús, tu Hijo» 37.

g) Perdónanos nuestras deudas, etc.,Y glosa: «Al decir «así como nosotros perdonamos a nuestros deudores» pedimos que si no perdonamos no nos perdone, pide el duro de corazón su propia con­dena. Exige, pues, el padrenuestro para rezado, que perdonemos antes»3~,

h) Mas líbranos del mal. Con la más correcta interpretación bíblica lee: «En realidad es líbranos del malo, del demonio. La carne nos excita a que la sirvamos con la concnpiscencia: el mundo a que le sirvamos, ofreciéndonos vanagloria; el demonio a que nos sirva­mos a nosotros rrúsmos en propia complacencia de orgullo» 39.

2. ¿Su MEJOR PÁGINA?

Con este agavillamiento de reflexiones se adentra don Miguel en el Paternoster desde la Biblia, desde sus lecturas y conocirrúentos múltiples y desde sus propias vivencias. Pero acaso su mejor página sobre la paternidad divina sea la siguiente que transcribimos por entero:

«Padre nuestro. ¡Padre! Esta es la revelación de Cristo, pues en toda la Ley antigua no aparece Dios como Padre. Lo más caracte­rístico del cristianismo es la paternidad divina, el hacer a los hom­bres hijos del Creador, no criaturas meramente, sino hijos.

¡Padre! Nuestros hijos buscan nuestro arrimo. El hijo dirige a su padre una rrúrada somiente y le pide no un favor positivo, no un acto que fomente su vida, sino una mera caricia. ¡Papá!, me llama rrú hijo y si le respondo: ¿qué?, lo siente, quiere que le diga: ¡que­rido! Y se arrima a mí, se aprieta contra rrú y allí se queda, gozán­dose en sentir mi arrimo y rrú contacto, en tenerme junto a él y volviendo de cuando en cuando sus ojos a los mios para ver que le

37 D., p. 862. 38 D., p. 862, 39 D., p. 866-867.

DIOS PADRE, SEGUN DON MrGUEL DE UNAMUNO 293

miro con cariño. Así con nuestro Padre no le pedimos favores de material progreso, ni riquezas, ni salud, ni placeres, ni honores, sino su arrimo y su calor, que nos mire espiritualmente, que nos sintamos bajo su santa providencia.jAugusto misterio del amor! La existencia del amor es lo que prueba la existencia del Dios Padre. El amor, no un lazo interesado ni fundado en provecho, sino el amor, el puro deleite de sentirse juntos, de sentimos hermanos, de sentirnos unos a otros.

Padre nuestro que estás en los cielos. En los cielos, sobre todos nosotros, en el cielo común, común a todos, un Padre para todos, un Padre común» 40.

Es difícil sustraerse a la emoción que pulsa en este gran testimo~ nio de quien escribe en otra ocasión: «No hay misterio moral como el de las relaciones entre padre e hijos. Es un verdadero misterio y sólo tomándolo por tal cabe formarse resoluciones a su respecto» 41

Aquí y ahora vemos cómo integra en esta elevación de su Diario su experiencia personal de hijo de Dios y su experiencia de padre camal de numerosa prole. Así don Miguel tan padre, tan cercano, tan comprensivo y cariñoso con los de su carne, sabe escalar desde esta ladera de su vida hasta la paternidad de Dios Padre: «De mi sé decir que no descubrí de veras mi esencia filial, mi eternidad de filialidad, hasta que no fui padre, hasta que no descubrí mi esencia paternal» 42.

Más que el hijo de que habla en esta página que andamos co­mentando (Fernando o Pablo), le influyó y le inspiró el caso angus­tioso de su tercer hijo: Raimundo Jenaro, nacido en 1896, Raimun­dín. El Diario comienza con un recuerdo para él, para su enfermedad de hidrocefalia. Después de algunas frases medio telegráficas: «La cabeza le crece. Viene el médico. Temores. La muerte antes que el idiotismo. Bautizado, la gloria, etc.,» escribe: «De noche me levanto a pasearle; besos más ahincados ... ; no se ríe, no se fija, no conoce a los tres meses ... ; el enfermito crónico da más molestias, pero pro­porciona más placeres, y por eso se le quiere más, no porque pro­porcione más pesares» 43. Más adelante dirá: «No hace más que reír-

40 D., p. 800-801. 41 OC, t.VIII, p. 264: en mi viejo cuarto 42 OC, t.VIII, p. 760: cómo se hace una novela. 43 D., p. 775.

294 JOSE VICENTE RODRIGUEZ, OCD

se Raimundín» 44, Este tipo de enfermedad le tritura de modo angus­tioso en lo que considera su morbo tenible del intelectualismo, su soberbia intelectual. ¿No le habrá querido castigar Dios dándole un hijo con ese tipo de enfermedad tan penosa? 45,

La cercanía de don Miguel a los niños, no sólo a sus propios ocho hijos, era proverbial y deliciosa, Bastaría leer lo que escribe de su encuentro en Las Palmas de Gran Canaria con tres hermanitos: José, León, y Domingo Padrón. Se le presentaron en el hotel pidién­dole que «les enseñase a hacer pajaritas y otros juguetes de papel por el procedimiento de plegado y cortado» 46. Al más pequeño, Dominguín, que volvió él solo un domingo «le hice un elefante, una tetera, un lirio, una góndola, una gorra de visera, una mitra ... » La entrevista llegaba a su fin. Don Miguel no podía más acordándose de sus hijos ansentes «que esperaban la vuelta de su padre que se había ido allá lejos, más allá de los mares, y ocultando mi emoción -¡qué cobarde es el hombre!- le di un beso de despedida. Ese beso debió de repercutir a través de los mares, allá en mi hogar. Acaso en aquel mismo momento besara su madre a alguno de mis hijos» 47, El beso de Unamuno llegó también a la presencia de Dios Padre. Ese recuerdo «despertará en mí el recuerdo de las horas más puras de mi vida», confiesa conmovido 48. Así desde esta expansión afectiva de su paternidad y cariño entrañable volvía a entender mejor la paternidad de Dios. Este encuentro con los tres hermanos Padrón le sucedía en 1910. Años antes, había confesado su constante remitir o saltar a algo superior desde cualquier coyuntura de la vida: «el más insignificante suceso, el encuentro de cualquier frase, la palabra más inocente que oigo, lo que me dice mi hijo, todo se me antoja aviso y símbolo y cosa de sentido oculto, todo lo traduzco a mi estado» 49. Esta afición a extrapolar era en él algo permanente.

44 D., p. 811. 45 EMILIO SALCEDO, Vida de don Miguel (Unamuno, un hombre en lucha con

su leyenda), Anthema Ediciones, Salamanca, 1998, p. 95-98, trata suficiente­mente bien el caso del niño enfermo, el afecto de Unamuno por él y otros pormenores .

46 OC, LVIII, p. 277: un recuerdo puro. 4? Ibíd., p. 278. 48 Ibíd., p. 276-279, todo el relato. 49 D., p. 811.

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNA MUNa 295

3. OTROS PASOS BÍBLICOS

Al lado de las referencias y comentarios al texto bíblico, por excelencia, cual es el del Paternoster, cita otros pasos escriturÍsticos en los que se habla del Padre. Le gusta particularmente la exhorta­ción de Cristo a ser perfectos como el Padre celestial:

a) El sobre-hombre, Uebennensch. Es el cristiano. «Sed per­fectos como vuestro Padre Celestial» 50.

b) Inspirándose en el texto de Juan (3, 5), que cita en griego, comenta: «Hay que renacer ... Hay que ser bueno ... ; sólo Dios es bueno, Pero Cristo nos dice también que seamos perfectos como nuestro Padre celestial. Querer ser bueno y quererlo costante y ar­dientemente, esforzarnos por serlo; he aquÍ nuestra obra. Todo lo demás es obra de la gracia de Dios, que por Cristo nos ha hecho hijos suyos» 51

c) «Eritis sicut dii ... , así tentó el demonio a nuestros primeros padres. Ser Dios, tal es la aspiración del hombre. Y Dios se hizo hombre para enseñarnos cómo nos hemos de hacer hijos suyos, como lo fue su Hijo, que nos enseñó que fuésemos perfectos como su Padre. Sólo por Cristo y a través de él podemos pensar y amar al Dios Padre, pensarle y quererle como a su Padre»52

d) «Sed perfectos como nuestro Padre que está en los cielos». y ¿cómo ser perfectos, si la perfección es sólo de Dios? ¿Por qué camino llegar a Dios? Por Cristo, que es el camino, la verdad y la vida, pues sólo por él se llega al Padre (Juan XIV, 6); haciéndonos conformes a la imagen del Hijo de Dios, primogénito entre nosotros, sus hermanos (Rom., VIII, 29), hermanos así de Dios». Dos líneas más adelante reitera: « Sed perfectos como nuestro Padre, nos dijo vuestro primogénito; él mismo dijo que sólo Dios es bueno. Tenda­mos a la perfección. Así tenderemos a ser una cosa en Jesús y en su Padre, que son una cosa (Juan, XVII, 21» 53.

50 D., p. 800. En otro momento dirá: «El Ueber-mensch. El sobre-hombre es el cristiano, el nuevo Adán. Toda la doctrina del sobre-hombre se encuentra en San Pablo» (Ibíd.,p.860).

51 D" p. 803. 52 D., p. 809. 53 D., p. 859.

296 JOSE VICENTE RODRIGUEZ, OCD

e) «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos en él morada», dice Jesús (Juan, XIV, 23)>> 54. Así de sobrio, cita simplemente este texto de la inhabitación, sin comentario alguno.

f) «Yo te alabo i Oh Padre! Señor del cielo y de la tierra, que escondiste estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a los pequeños; así Padre, porque así te agradó» (Luc., X, 21). Y San Mateo (XI, 25) dice: «y las hayas revelado a los niños» 55. El tema de la infancia espiritual le llegaba muy dentro a Unamuno y es muy amigo de repasar y saborear todos los textos bíblicos al respecto.

g) El 5 de mayo de 1897, miércoles, va tejiendo sus reflexio­nes en torno al cap. 16 de San Juan y dice: «Estuvo un poco en el mundo y ya no le vemos, pero otra vez otro poquito, el breve soplo de la vida, y le veremos, porque se fue al Padre, y está en él, adonde iremos a verle»56.

h) Verdaderos adoradores. Hace don Miguel un largo elogio de la Samaritana: «¡Qué hermosa la fe samaritana!», dice, y recompone el diálogo de Jesús con «la pobre pecadora de la raza despreciada», para terminar: «y Jesús nos descubre nuestros pecados a nosotros mismos y al resistirnos al templo, nos dice como a la Samaritana: «Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en ver­dad, porque también el Padre busca tales adoradores que le adoren»57.

i) «¡Padre, perdónalosl, porque no saben lo que hacen» (Lu­cas XXIII, 34). Enlaza a continuación otros textos: Hechos lII" 17, Juan XVI, 3; ICor II, 8: que sintonizan con la oración exculpatoria que Jesús dirige al Padre y de todo este manantial bíblico y de la meditación de las palabras del Señor crucificado, rompe con todo su frescor la siguiente consideración: «¿Por qué es tan raro recordar la ignorancia de los que pecan y ofenden a Dios? ¿Por qué se les insulta más que se les compadece? Todos acusan y nadie busca disculpas. Dios odia el pecado y ama 58 al pecador; el hombre ama

54 D., p. 861. 55 D., p. 867. 56 D., p. 827. 57 D., p. 871. 58 D., p. 842. La edición que usamos lee enóneamente aun en lugar de ama,

haciéndole decir a Unamuno que Dios odia el pecado y también al pecador. En

OlOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO 297

el pecado y odia al pecador, se aprovecha del delito y condena al delincuente. El odio al criminal es uno de los más tristes sentimien­tos humanos. El mismo que nos dijo que no juzgáramos para no ser juzgados, nos enseñó a ser misericordiosos» 59.

j) El Espíritu enviado por el Padre. Insinuación preciosa la si­guiente: «Cada día hago nuevos descubrimientos en la vieja fe. Pare­ce como se extiende la luz de un alba y a su creciente lumbre el campo oscuro, que formaba una pastosa mancha, va cobrando con­tornos y contenido y figura y vida. i Cuándo saldrá el sol! «Mas el Consolador, el Espíritu Santo, el cual el Padre enviará en mí nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todas las que os he dicho» (San Juan, 26)>>, Y cierra asf: que leer y releer este capítulo decimocuarto de San Juan» 60. A través de exhortación tan imperiosa atisbamos los pensamientos de Unamuno al contacto con este capítulo lleno de la revelación del Padre, hecha por Jesús a sus discípulos, especialmente a Tomás y a Felipe tan obtusos todavía para acoger la epifanía y la presencia del Hijo en el Padre y del Padre en el Hijo.

Ahí y así andaba zahondando don Miguel en su vieja fe. Algo parecido a lo dicho aconseja el viernes 30 de abril: «Hay que releer muchas veces ese capítulo onceno de San Juan». En dicho capítulo, de la resurrección de Lázaro (versículos 41-42) aparece Cristo ha­blando con el Padre a quien invoca y da gracias por haberle escu­chado, sabedor de que siempre le escucha.

4. ORACIÓN REPETIDA

Además de estas exhortaciones a leer esos capítulos concretos (Juan 11 y 14) aconseja también en el orden de la fe: «El modo más seguro acaso de creer el credo, es rezarlo con el mayor fervor po­sible todos los días» 61 Y ¿no empieza el Credo con la fe en Dios

la edición del Diario (facsímil y transcripción), con prólogo del P. Félix Gar­cía, Escelecicer, Madrid 1970, también se lee equivocadamente. Bien claro está en la p. 261 del facsímil amu.

59 D., p. 842. 60 D., p. 823. 61 D., p. 840.

298 JOSE VICENTE RODRIGUEZ, OCD

Padre Todopoderoso? Esos mismos días en que Unamuno anda con estas ideas, andaba Teresa de Lisieux, sumida en la más oscura de las noches, haciendo actos y más actos de fe, de modo que puede confesar: «Creo que he hecho más actos de fe de un año a esta parte que durante toda mi vida» 62,

5, ORACIÓN LITÚRGICA Y ORNITOLÓGICA

«Gratías agimus tibi, propter magna m gloriam tuam». Comenta genialmente estas palabras del Gloria que van dirigidas al Padre: «Te damos gracias por tu gran gloria; gracias porque nos permites ser espectadores de ella. ¿Hemos penetrado bien en esas palabras que canta el pueblo fiel? Dar a Dios gracias, como de un beneficio que nos ha hecho, de su gloria; no de su bondad para con nosotros, no de habernos sacado de la nada, no de habernos hecho hijos suyos, sino de su gloria, de esa gloria que era toda vida antes de la creación del mundo» 63.

En relación con la gloria de Dios extiende otra página llena de unción poético-mística en su retiro alcalaíno. Comienza así: «Aquí en la huertecilla del Oratorio están gOljeando los pajaritos mientras se bañan en la luz del sol común». Cada vez más encandilado con la alegría de vivir de las avecillas, escribe: «Su gorjeo es una ora­ción de las más puras, una oración en acción de gracias al Señor que les permite bañarse en la luz del sol durante una breve vida y volver luego a la tierra de que salieron. ¿Para qué esos pájaros? Para cantar con sus gorjeos la gloria de Dios, para darle gracias por su gran gloria y, sobre todo, para enseñarnos a santificar su nombre y a alabarle con gOljeos sencillos» 64. Podemos recordar aquí, aunque sea saliéndonos de los textos del Diario, que el himno litúrgico de la Hora Intermedia, Domingo III, en que se canta la gloria de Dios, es de Unamuno: «A la gloria de Dios se alzan las torres,! a su gloria los álamos,! a su gloria los cielos, etc. 65.

62 Ms. C 7r. 63 D., p. 785-786. 64 D., p. 789-790. 65 Los 21 versos incorporados en la Liturgia están tomados de la poesía de

73 versos, titulada Hermosura: PC, l, p. 76-78.

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO 299

6. EL HIJO PRÓDIGO

Al leer y releer don Miguel esta gran parábola de la misericordia (Le 15, 11.32) se le ocurre ponerle una especie de complemento. Comienza desnudando su alma ante el lector y confesando que aun en medio de «el ateísmo intelectual», «ahora veo que siempre conser­vé una oculta fe en la Virgen María». En momentos de apuro se me escapaba maquinalmente del pecho esta exclamación: «Madre de Misericordia, favoréceme». Movido por esta experiencia personal se le ocurre «imaginar un poemita de un hijo pródigo, que abandona la religión materna».

La Virgen en la parábola unamuniana (que no llegó a tomar forma de poema) aparece despidiendo al hijo «llorosa, dándole ins­trucciones para el camino» y sigue «de pie en el umbral, viendo marchar al hijo». Cuando el pródigo desanda el camino andado, es decir, «cuando al cabo vuelve cansado y deshecho, encuéntrala que le está esperando en el umbral del viejo hogar y le abre los brazos para entrarle en él y presentarle al Padre» 66.

Así imaginaba este hombre tan delicadamente la parábola del hijo pródigo, marianizándola, siendo la Virgen la que introduce a la presencia y a los brazos del Padre al hijo que ha vuelto.

7. EN COMUNIÓN CON EL P. FÁBER

A lo largo del Diario va nombrando Unamuno varios autores: Hamack, Holtzmann, Denifle, santos Padres y Doctores de la Igle­sia, La Imitación de Cristo, poetas y literatos, etc., Hace simples alusiones, toma alguna frase de sus escritos, o hace también citas bastante largas de algunos de ellos.

Manifiesta su predilección por el P. Federico Guillermo Fáber, converso inglés que entró en el Oratorio de San Felipe. Lo cita varias veces 67. En una noche leyó gran parte de su vida, y admirado

66 D., p. 787. 67 D., p. 784; 788, dos veces; 789, dos veces; 820; 826; 832; 874-875.

300 lOSE VICENTE RODRIGUEZ, OCD

deja escrito: «Qué alma! y ¡qué conversión! En pura religión se fue al catolicismo» 68.

De las citas de Fáber seleccionamos una que se refiere a la paternidad de Dios y que impresionó vivamente a don Miguel. Dice el gran convertido inglés: «Para nú la idea de Dios, entraña la idea de Padre también. El hecho mismo de la creación es, seguramente, un acto estupendo de ternura paternal. Así Dios no sólo es nuestro Creador, sino que es también nuestro Padre. Una criatura racional por el hecho de ser criatura, es también hijo. De nuestra nada ori­ginal nosotros salimos extraídos por un hilo filial. La creación más bien pertenece a la Bondad que a la Sabiduría o a la Omnipotencia de Dios. De manera que, aunque yo no supiese de Dios sino que cs mi Creador, por eso mismo debo sentir que es mi Padre también» 69.

n. PALABRA POETICA

Recogidos los rasgos del rostro del Padre en el Diario Intimo, entramos ahora en un mundo unamuniano vastísimo: el de su pro­ducción poética. En el primer libro de sus versos que vio la luz en 1907, en la introducción, ya en verso, dice a sus poemas: «¡Id con Dios!», y espera que en su última jornada le formen «cual calzada» su sendero, el que le lleve a perderse por fin en aquel seno de Dios Padre, «a anegarme en el fondo del silencio» 70.

El Cristo de Velázquez

Comenzamos la recolección por esta obra unitaria y la de más amplio y hondo respiro dentro del universo poético de don Miguel. Se han propuesto varias premisas o claves para una lectura del poe-

68 D., p. 818. 69 Unamuno cita así este paso. «P. Fáber, Progreso espiritual, acp.V.: «D.,

p. 874. Armando Zubizarreta, el descubridor del Diario Intimo, escribió: Don Miguel de Unamuno, lector del P. Fáber, en Salmanticensis 7 (1960), p. 667-701.

70 pe, I, p. 52.

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO 301

ma 71. Los 2540 versos que lo componen están, sin falta, gravitando en tomo a la persona de Cristo. El poeta asume, en actitud contem­plativa, la fe del pueblo español y la integra en la proclamación personal que hace de la misma. Unamuno se sitúa ante la pintura y ante la realidad misteriosa de: «¡ese Cristo que está siempre murién­dose sin acabar nunca de morirse, pa;:a damos vida!»72. Al cuadro velazqueño lo llama «el auto/ sacramental supremo, el que nos pone/ sobre la muerte bien de cara a Dios» 73,

A lo largo del poema aparece el Padre Celestial en rápidas pincela­das, o en páginas enteras y más amplias, que nos descubren en ambos casos el contexto poético-espiritual del autor que se impli~:1 y participa con pasión personal en lo que canta, por más beligerancia que se quiera dar a «el yo del poema y el yo del poeta», a «el autor de poema y el hablante poemático»74.

Versos sueltos

Recogemos en primer término versos sueltos (lo que he llamado rápidas pinceladas) acerca del Padre:

- « ... y a los dioses del Olimpo/ los vimos a la busca de tu Padre» 75.

- « ... rasgando las tinieblas/ de Dios, tu Padre» 76. - « ... De los santos que dormían en sus sepulcros y resucitaron

a la muerte de Cristo (Mt 27,52-53), dice: «se irguieron para ver tu cuerpo blanco/ que en desnudez al Padre retrataba/ desnudo» 77.

- « ... del infinito concha,! que es tu Padre»78.

71 Cfr. CV, en la Introducción de García de la Concha, ed., cit., p. 43-48. 72 OC, ST, VII, p. 151. 73 CV, la parte, 1, v. 17-19, p. 88. 74 Véase OLEGARIO GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cuatro poetas desde la otra

ladera, ed. TI'otta, Madrid, 1996, p. 30, donde recoge con matizaciones las ideas y fórmulas de Renart y de Alonso Schokel.

Véase también CV, la Introducción de Garcia de la Concha, p. 46-47. 75 CV, la Parte, V, v. 13-14, p. 99. 76 Ibíd., VII, v. 25-26, p. 104. 77 Ibíd., v. 57-59, p. 105. 78 Ibíd., XV, v. 5-6, p. 122.

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302 JOSE VICENTE RODRIGUEZ, OCD

« ... otra nube hace sombra de tristeza/ sobre tu frente lívida, y nos dice/ suave voz de su seno: «¡Este es mi Hijo/ mi Hijo amado en quien me gozo. Oídle» 79.

- «regando con tu sangre nuestra tierra, / que es el ara del templo de tu Padre»; « ... y así consigues / de tu Padre a nosotros el perdón» 80.

- «a diario ganándote el mendrugo/ del pan que nos enseñas a ganárnoslo/ cada día pidiéndolo a tu Padre» 81.

- «Fuego eres Tú, que al cielo sube siempre/ buscando al Sol, su Padre, hogar eterno»: «y vuelas a tu Padre con tus brazos,! alas de fuego, hendiendo las tinieblas» 82.

~-- «y están tus sendas en las muchas aguas,! Padre de Cristo; el mar es tu camino» 83.

- «N o te avergüences Tú de presentarte / en carne ante tu Padre ... ;/ ya desnudo/ vuelves al Padre como de El saliste» 84.

- « ... por tu cuerpo hermanos somos/ y de tu Padre hijos» 85.

- « Mas Tú en la cumbre del Calvario humilde/ ... dándonos gracia que redime, dices:/ «¡ Yo soy la vid, vosotros los sarmien­tos!»/ ... Ya no tememos al Señor, tu Padre» 86.

- «La luz que te rodea es el espíritu/ que fluye de tu Padre, el Sol eterno» 87.

- «Esperando a tu Padre, se velaron! tus dos luceros de mirar, tus ojos/ como palomas cándidas» 88.

* * * A esta guirnalda de versos sueltos (que al lector le resultará fácil

situar en sus contextos respectivos), hacemos seguir de El Cristo de

79 Ibíd., v. 19-22, p. 123. 80 Ibíd., XXIII, v. 4-5, 22-23, p. 137. 81 Ibíd., XXXVII, v. 16-18, p. 160. 82 ev, 2" Parte, IV, v. 10-11, 21-22, p. 173. 83 Ibíd., X, v. 32-33, p. 185. 84 Ibíd., XI, v. 30-31, 43-44, p. 189. 85 Ibíd., XII, v. 17-18, p. 192. 86 Ibíd., XIV, v. 10, 15-16, 21, p. 196. 87 ev, 3" Parte, 1, v. 18-19, p. 198. 88 Ibíd., VII, v. 1-3, p. 211.

I I

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO 303

Velázquez también, una serie de poemas más amplios, trabados y conexos en torno a la persona del Padre. Los encabezamos con los propios títulos del autor:

l. DIOS-TINIEBLAS

2. ROSA

«De noche la redonda luna dícenos de cómo alienta el sol bajo la tierra; y así tu luz. Pues eres testimonio Tú el único de Dios; y en esta noche sólo por Ti se llega al Padre Eterno; sólo tu luz lunar en nuestra noche cuenta que vive el sol» 89.

«Con tus abiertos brazos la negrura del abismo de Dios, tu Padre, rasgas» 90

«. ............ De tu cuerpo sobre el santo recinto, iglesia, vamos en Dios, tu Padre, a ser, vivir, movernos de abolengo divino hermanos tuyos» 91.

« ............... y por tu pena, que hizo Hombre a Dios, Hermano, te queremos, y común nuestro Padre, nuestro y tuyo, por tu dolor, ¡oh Maestro de dolores!, pues tu divinidad es magisterio». «Yen ti, llama de amor, zarza florida, como a Moisés: «¡Soy el que soy!», nos diste susurrando tu Padre» 92.

89 ev, la parte, VII, v. 1-7, p. 102. 90 Ibíd.,v.48-49, p. 105. 91 Ibíd.,v.64-67, p. 106. 92 Ibíd., XIII, v. 12-16, 24-26, p. 118-119.

304 JOSE VICENTE RODRIGUEZ, OCD

3. SILENCIO

«Luce en la majestad de tu tormento la luz del abandono sin reserva; resignación, que es libertá absoluta, yel «¡Hagase tu voluntad!» reviste con velo esplendoroso tu martirio» « ....... ¡De tu Padre dentro el silencio fiel tan sólo se oye; de tu amor el arrullo que nos llama con brizador susuno a nuestro nido, puesto en tus brazos sobre las tinieblas por las que rompe de la vida el sol!» 93.

4. SOLEDAD

«Abandonado de tu Dios y Padre, que con sus manos recogió tu espíritu, ........ Tú, solo, abandonado de Dios y de los hombres y los ángeles, eslabón entre cielo y tierra, mueres»94.

5. «SE CONSUMÓ»

«Solo quedaste con tu Padre -solo de cara a Ti -, mezclasteis las miradas ... quiso sentir lo que es morir tu Padre, y sin la creación vióse un momento cuando doblando tu cabeza distes al resuello de Dios tu aliento humano» 95.

93 Ibíd., XXXIX, v. 1-5, 9-14, p. 163. 94 ev, 2" Parte, l, v. 1-2, 8-10, p. 165-166. 95 lbíd., n, v. 21-22, 28-31, p. 168-169.

1

oros PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO

6, DESNUDEZ

«Yo soy la esclava del Señor -tu madre dijo sumisa-, según tu palabra que se haga en mí»; y a su obediencia el Padre rendido, la Palabra que es la Vida hizo alumbrar en cuerpo a los vivientes y te envolvió de carne en los pañales, Y al ir a muerte esa Palabra dijo: «¡Se haga tu voluntad, y no la mía»96,

7. BALANZA

«Tu Padre, con sus manos tenebrosas bajo las tuyas, que la sangre alumbra, tiene a tu cruz la inmensidad cubriendo, como balanza de pesar estrellas»97.

8. OREJAS

«V élate la melena las orejas, cual por misterio que trazó tu Padre. No estriba nuestra fe en lo que nos dice, mas si en nos oye. ¿Será el Padre sordo no siendo mudo? Pues los cielos narran la gloria del Señor en las alturas, ¿de nuestras bocas no han de oír los ruegos que suban a ellas? ¿Para qué doliente plañe en la costa el mar, y canta el pájaro, si la bóveda azul del sol, oído de tu Padre, se cierra a nuestras voces de congoja?» 98.

96 bíd., XI, v. 17-24, p. 188. 97 Ibíd., XII, v. 1-4, p. 191. 98 ev, 3" Parte, VIII, v. 1-12, p. 214-215.

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9. CON ESOS BRAZOS

« Con esos brazos a la ClUZ clavados has hecho, Maestro carpintero, casa de Dios a nuestra pobre tierra, dándole morada a nuestro suelo. Cuatro clavos, hijos del arte humano, te enclavijan al árbol de tu muerte y vida nuestra, formándole a tu Padre en nuestro suelo solar de amor»99.

10. HOSTIA

« ....... por el mundo cual espigas ondean los mortales, hasta que la hoz los siegue de la Muerte ... y a la tolva van luego, y de esa harina su pan amasa Dios, que vive de hombres, del solo pan que somos tus discípulos ... ; por Ti comulga Dios con sus mortales; tierra yagua de Dios son pan y vino del hombre, y Dios con ellos hombre se hace. Tu ClUZ cual una artesa en que tu Padre hiciera con sus manos nuestro pan» 100.

11. RECAPITULACIÓN

«Cuando todas las cosas soyugadas bajo tus pies ensangrentados sean por tu Padre y escaño de tu gloria la creación entera al pie del Hombre,

99 Ibíd., XVII, v. 1-8, p. 232-233. lOO ev, la Parte, XVII, v. 8-10, 13-15, 18-232, p. 128.

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO 307

Tú mismo al punto rendirás tu cuerpo, mansión de la Palabra, y sometido bajo el poder de Dios, será ya todo por siempre en todos El» 101.

12. ORACIÓN FINAL

Contiene una serie de peticiones encendidas a Cristo «desde la sima/ de nuestro abismo de miseria humana» y entre otras cosas le pide:

«A Ti, Luna de Dios, la dulce lumbre que en la noche nos dice que el Sol vive y nos espera» 102.

«Llévanos Tú, el espejo, a que veamos frente a frente a tu Sol y a conocerle tal como El por su parte nos conoce; con nuestros ojos-tierra a ver su lumbre y cual un compañero cara a cara como a Moisés nos hable, y boca a boca. ¡Tráenos el reino de tu Padre, Cristo, que es el reino de Dios reino del Hombre!» 103.

« ........ ; mas recógenos y con tus manos lleva nuestras almas al silo de tu Padre, y allí aguarden el día que haga pan del Universo, yeldado por tu cuerpo, y alimente con él sus últimas eternidades!» 104.

« ..... ¡haz que brille tu blancura, jalbegue de la bóveda de la infinita casa de tu Padre -hogar de eternidad-, sobre el sendero

J01 CV, 4" Parte, IV, v. 1-8, p. 256-257. J02 Ibíd., v. 12-14, p. 266. J03 Ibíd., v. 39-46, p. 268. J04 Ibíd., v. 39-46, p. 268.

308 JOSE VICENTE RODRIGUEZ, OCD

de nuestra marcha y esperanza sólida sobre nosotros mientras haya Dios!»105,

* * *

A toda esta cosecha de versos de El Cristo de Velázquez, aña­dimos otra secuencia poética tomada de las mil composiciones una­munianas,

13, ANTE EL CRISTO DE CABRERA

«La noche de la cena con el alma del hombre henchida hasta la muerte de tristeza se retiró Jesús como a oratorio del olivar al monte, y allí puesto de hinojos y en él el Hombre y Dios en recia lucha pidió a su Padre le apartara el vaso de la amargura, hasta que al fin sumiso vencedor del combate soberano, manso cordero dijo: «Mi voluntad no se haga, mas la tuya»106.

14. LA FLOR TRONCHADA

A lo largo del poema va invocando: «al Padre que el sustento nos regala, al Padre que el espíritu nos riega con agua de piedad y de consuelo» «poneos en la mano omnipotente

105 lbíd" y, 69-74, p, 269, 106 PC, 1, p, 80: el Cristo de Cabrera, 1899,

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO

del Padre del AmoL,» Padre eterno del Amor". acoge nuestros megos» 107.

15. SALMO 1

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Es un diálogo apasionado con Dios, con el Señor. Bajo estos apelativos «Dios» y «Señor» está, sin duda, apuntando al Padre. Merece leerlo todo y vibrar con las angustias interiores del autor. En un momento dado dice:

«Padre, Hijo del alma".; ¡ Quiero verte, Señor y morir luego, morir del todo; Pero verte, Señor, verte la cara, saber que eres! ¡Saber que vives!»108.

16. SALMO III

El mismo caso y el mismo criterio de lectura. Aunque diga Señor continuamente, bajo ese nombre se alude al Padre, aunque también, a veces, a Cristo el Señor, «que nos da al Padre», a quien «yo te mando, Señor, a los cielos! con mi amor mi sed». La última estrofa es esa joya ya tan conocida:

«Méteme, Padre eterno, en tu pecho, misterioso hogar, dormiré allí, pues vengo deshecho del duro bregar» 109.

107 Ibíd"p. 98-103 todo el poema. 108 lbíd., p. 108-112 todo el texto tan batallador. 109 Ibíd." p. 114-116, escrito en 1906. Estos últimos versos son los puestos

como epitafio en la tumba de don Miguel en el cementerio de Salamanca.

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17. LA HORA DE DIOS

Ante el Dios que calla, gime angustiado y asegura que en «su silencio amoroso, le escucha», y el hombre pide perdón y confiesa:

«Merezco este dolor que como Padre me mandas como a un hijo a quien deseas hacer con los dolores todo un hombre, todo hijo tuyo» 110.

18. ALBORADA ESPIRITUAL

En carta a un amigo dirá que esta poesía era para él «la más intima, la más mía, en que vierto lo más dulce de mis crisis cordiales en simbolismo tenue y nebuloso»:

«¡el día va a nacer! ¡ Sal pronto sobre mí de la luz, Padre, envuélveme en el manto luminoso tejido con tus rayos impalpables, fecundando la acción de tu rocío ... ! ¡el día va a nacer!» 111.

19. LA PALABRA

Este es uno de los poemas que componen Rosario de sonetos líricos (1911), donde tiene un espacio para la siguiente petición del Padrenuestro:

«Sea de Dios santificado el nombre que es Dios también, pues fue con la palabra como creara el mundo en un principio» ll2.

110 Ibíd., p. 119-120. 111 Ibíd.,p.146, Y p. 249-250, nota 28. 112 Ibíd., p. 225.

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO

20. SUEÑO FINAL

Otro soneto inspirado en el salmo 127, 2: «Alzame al Padre en tus brazos, Madre de Gracia, y ponme en los de él para que en ellos duerma el alma que de no dormir está ya enferma, su fe, con los insomnios de la duda, lacia» 113.

21. LA UNIÓN CON DIOS

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Nuevo soneto de la serie mencionada, ell21; he aquí algunos de sus versos:

«Si tu mano derecha me abandona, ¿qué será de mi suerte? ..... «Se haga tu voluntad, Padre!» -repito-, al levantar y al acostarse el día, buscando conformarme a tu mandato» 114.

22. CORAZÓN MÍO

Nos acercamos al Cancionero, diario poético 1928-1936. Mu­chos de estos versos fueron escritos «cantados o canturreados con pluma metálica» en una celda del destierro, como él dice. Y añade «donde todas las albas me remozaba el espíritu releyendo en el Nuevo Testamento, cerca de la mar, que es el Testamento Eterno». «La lectura y lección del Nuevo Testamento me era pan nuestro de cada día» 115. Una vez más vemos su frecuentación de la Biblia y sus esencias quedarán depositadas en sus canciones, como en un pomo. Esta que titulamos así es la 123 y en ella, autobiografía los quebran­tos de su corazón:

113 Ibíd., p. 288. 114 Ibíd., p. 336-337. liS pe, lII, p. 45: prólogo del autor.

312 JOS E VICENTE RODRIGUEZ, OCD

«Benditos golpes; son besos de la boca santa y pura de Dios, el Padre terrible; besos que matan de angustia, de amor que aviva la muerte y sangre del alma chupa» 116.

23. TUTEO y YOMEO

Se dirige a Dios, y dentro de toda su problemática espiritual, en que vive angustiado, habla así:

«Padre, con este tuteo de intimidad entrañable en Ti me endioso, me creo, se hace mañana mi tarde. En Ti, Padre, yo me veo, Tú te ves en mí, mi Padre; tuteo se hace yomeo y somos uno de sangre» 117.

24. AGRANDA LA PUERTA ...

Estamos ante una de las más bellas canciones unamunianas llena de unción y profundidad y que hubiera hecho las delicias de Teresa de Lisieux, la doctora de la infancia espiritual:

«Agranda la puerta, Padre porque no puedo pasar; la hiciste para los niños, yo he crecido a mi pesar. Si no me agrandas la puerta, achícame, por piedad;

!l6 Ibíd., p. 77. m Ibíd., p. 80. Siguen otros ocho versos que no transcribimos.

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO

vuélveme a la edad bendita en que vivir es soñar» 118.

25. AL PERRO REMO

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Transcribo las dos últimas estrofas de esta canción singular:

«¿No es acaso mi Dios que al mirarme desde lo hondo del alma de Remo en la cruz de la carne me hostiga mi único deseo?

Cuando pone en mi pecho sus patas y en mis ojos sus ojos el perro ... «Dios mío, Dios mío, por qué me has dejado!» clamó el Nazareno» 119.

Ya hemos dicho cómo a Unamuno le habla todo, le hace pensar todo, en este caso las patas, los ojos de un perro que le recordaba sus ansias de inmortalidad.

26. SONRISA DE NIÑO

«Sonrisa de niño enfermo: «hágase tu voluntad! ha de hacerse en todo caso, para qué desesperar?» 120.

27. ABBÁ ...

Abba, quisiera mostrarte, me desnudo, entero yo;

118 Ibíd., p. 84-85. 119 Ibíd., p. 198. 120 Ibíd., p. 222.

314 JOSE VICENTE RODRIGUEZ, OCD

mas me conoces, soy parte que de Ti se destacó"" Sé que penas cuando peno, sé que es divino el dolor, que el universo está lleno del pesar de nuestro amor» 121.

En el prólogo de este Cancionero confiesa que en el «destierro y desentierro» su corazón ha comenzado a «destilar la dulzura de sus días infantiles y se me ha vuelto niño el espíritu», Y después de citar a Mateo XVIII, 3, escribe:

«y digo, siguiendo al Apóstol: Papá, el padre (Romanos, vm, 15) porque Abbá es Papá» 122.

28. MÁs CERCA DE MÍ QUE YO MISMO".

Algunos versos de esta composición con resonancias agustiania­nas nos hacen ver cómo rumiaba Unamuno espiritualmente su exis­tencia:

«Mi más cercano, Tú. El más cerca a mí que yo mismo, Tú que estás dándome ser; Tú que existes, yo no existo". Tú que eres tú, al que se quiere; Tú que hiciste el redondel des centrándonos del punto en que se muere:Tú, El, danos amor que es tuismo yo no soy sino en tu ser» 123.

Tiene otro soneto en que habla de modo parecido sirviéndose del juego de palabras con los verbos ser y estar en la vida de Dios y de

121 Ibíd" p, 232. 122 lbíd"p.153. 123 Ibíd., p. 265-266 Y la nota 173 allí puesta.

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO 315

Unamuno. De este «arcano» saca oración tan original l24, parecida a

otra, escrita en junio de 1928; uno de cuyos versos dice: «¿Estás o eres? Aquí está la fe»l25.

29. PADRE, PADRE ...

«Padre, padre, padre, padre, hágase la Voluntad! en la tierra y en el cielo la voluntad es verdad. Santificado tu nombre en luz y en oscuridad. Padre, padre, padre, padre, hágase la Voluntad!»I26.

30. MÚLLEME ... , PADRE

«Múlleme verdura, Padre, tengo ganas de soñar ... sueños que por ya soñados valen otra eternidad» 127,

31. TE ESTÁ HABLANDO EL DIOS QUE FUISTE

«¡Papaíto, papaíto!» es el grito, el mismo grito tuyo a Dios; padrenuestro cotidiano viene cantando en su mano ve tú en pos» 128.

124 Ibíd., p. 129 Y nota 61 correspondiente. 125 lbíd.,p.174. 126 Ibíd., p. 339. 127 Ibíd., p. 345. 128 Ibíd., p. 444.

316 JOSE VICENTE RODRIGUEZ, OCD

32. DIOS TE SALVE

Se trata de una canción mariana muy fina, alusiva al rosario y termina:

«Gloria Patris; un punto sonríe el Padre, y reza el mundo, amén y Dios también» 129.

El Padre que «sonríe» es el Dios de todo el canto.

33. EL PADRE NUESTRO

«El padre nuestro de cada día rezándole hoy susurro del alma mía seré el que soy; que así que nace sobre la cumbre la nueva luz enhebra el hilo de la costumbre sobre la cruz» 130.

34. EL DON DE LA PIEDAD

«Como en el cielo en la tierra hágase tu voluntad ... ». Basta, que en ello se encierra todo el don de la piedad» 131.

35. DAME, SEÑOR ...

«Dame, Señor, tu sostén; «hágase tu voluntad»;

129 lbíd.,p.454. 130 Ibíd., p. 483-484. 131 Ibíd., p. 557.

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO

porque la última verdad, se cifra en un santo «amén» 132,

36, TEN SOSIEGO

«Doméñate a dar tu sí a la seña de su diestra; mira que esta gana nuestra se desgana vuelta en sí. Cuando reces cada día: «¡Hágase tu voluntad!» hazte a la seria verdad de cuán triste es la alegría» 133.

37. EN LA MUERTE DE UN HIJO

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En la edición de Poesía completa unamuniana, preparada por Ana Suárez Miramón, el IV tomo recoge lo que llama poesías suel­tas de Unamuno.

La presente fue escrita en 1902 cuando murió su hijo Raimundo. Es un primor este poema y un auto examen de conciencia, además de testimonio de esta historia patética en el seno de su familia. En la segunda estrofa canta:

«Aún recuerdo las horas que pasaba de su cuna a la triste cabecera preguntándole al Padre con mis ojos trágicos de soñar, por nuestra meta».

En los últimos versos canta la presencia en él del niño que «al alba se apagó»:

«Pero en mí se quedó y es de mis hijos el que acaso me ha dado más idea,

132 Ibíd., p. 604. 133 Ibíd., p. 635.

318 JOSE VICENTE RODRIGUEZ, OCD

pues oigo en su silencio aquel silencio con que responde Dios a nuestra encuesta» 134.

38. SALMO DE LA MAÑANA

Salmo de una fuerza cósmico-telúrica soberana, cual himno de Laudes unamuniano. En la última estrofa recoge todo lo que le re­vela la mañana que ha ido cantando a lo largo del poema:

«Esta es la hora, Señor, en que nos muestras tus entrañas de Padre; es tu revelación más escojida esta de la mañana; que tus aguas divinas constantes muelan hoy en mí mi parte; j dúrame todo el día!» 135.

39. EL PADRENUESTRO EN EL CAMPO

Es algo así como un padrenuestro cósmico, rezado en la paz aldeana, cuando a la tarde la campana llama a la oración:

«Padre celeste», los arroyos rezan -y con el rezo a la floresta brezan-, «santo tu nombre sea» en el amor, «venga tu reino» valles y collados exhalan resignados bajo la mano augusta del Señor. y de las cimas de los mansos montes perdidos en los largos horizontes columnas de piedad, me viene de la brisa en el anhelo

134 pe, IV, p. 44-45. 135 Ibíd., p. 60-63.

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO 319

el «hágase en la tierra y en el cielo tu voluntad» 136.

40. RENACER EN OTROS

Este poema tiene mucho de autobiográfico y comienza don Miguel aludiendo de un modo entrañable a su esposa doña Concha Lizárraga y a su suerte de haber ligado su vida a la de ella, a su hogar, etc" y canta elevando su voz al Padre:

«¡Aquí al sentirme renacer en otros, al oír en sus risas cantar de mi niñez viejos recuerdos, levanto el corazón a nuestro Padre mientras aprendo a esperar la muerte».

Cuando al alba le despierta la voz de su hijo más pequeño:

«cruzo sobre mi frente la cruz aquella de mi infancia dulce, y digo al Padre: «¡tu voluntad se haga así en la tierra como en el cielo/» 137,

III. OTRAS PERLAS UNAMUNIANAS

En el Diario Intimo y en sus Poesías sorprendemos a un don Miguel más orante al Padre que razonador. En un artículo que pu­blicó en 1915 con el título Filósofos del silencio afirma que no le cabe duda de que «los cartujos han de estar hablando consigo mis-

136 Ibíd., p, 93-94. 137 Ibíd., p. 154-156. Poema escrito en julio de 1912.

320 JOSE VICENTE ROORIGUEZ, OCO

mos en sus celdas o recitando en voz alta sus oraciones»; a continua­ción pronuncia esta sentencia: «Como que a Dios le necesitamos principalmente como oyente, no tanto para que nos hable como para que nos oiga. Domine exaudi nos! El cielo no es para nosotros una gran boca sino una gran oreja, el inmenso pabellón azul de un oído que recoje todas nuestras quejas» 138.

En los demás escritos nos enriquece con páginas plenas de doc­trina, en las que nos entrega lo que va alquitarando a través de su mente y de su corazón acerca de la realidad de Dios Padre. Selec­cionamos unas cuantas que llamo perlas y voy a ir ensartándolas sucesivamente con un múmero de orden:

1, «El Dios de que tenemos hambre es el Dios a que oramos, el Dios del Pater noster, de la oración dominical; el Dios a quien pedimos, ante todo y sobre todo, démonos o no de esto cuenta, que nos infunda fe, fe en El mismo, que haga que creamos en El, que se haga El en nosotros, el Dios a quien pedimos que sea santificado su nombre y que se haga su voluntad -su voluntad no su razón-, así en la tierra como en el cielo, mas sintiendo que su voluntad no puede ser sino la esencia de nuestra voluntad, el deseo de persistir eternamente» 139.

2. « .. .la creencia en la Trinidad ... hace de Dios una sociedad, y hasta una familia en sí, y no ya un puro individuo. El Dios de la fe es personal; es persona, porque incluye tres personas, puesto que la personalidad no se siente aislada. Una persona aislada deja de serlo. ¿A quién, en efecto, amaría? Y si no ama, no es persona. Ni cabe amarse a sí mismo siendo simple y sin desdoblarse por el amor. Fue el sentir a Dios como Padre lo que trajo consigo la fe en la Trinidad. Porque un Dios Padre no puede ser. un Dios soltero, esto es, solitario. Un padre es siempre padre de familia» 140.

3. «Fue la esperanza la que llamó a Dios, Padre, y es ella la que sigue dándole ese nombre preñado de consuelo y de misterio. El padre nos dio la vida y nos da el pan para mantenerla, y al padre pedimos que nos la conserve. Y si el Cristo fue el que a corazón más

138 OC, VII, p. 762. 139 OC, VII: ST, p. 215. 140 OC, VII: ST, p. 210.

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO 321

lleno y a boca más pura llamó Padre a su padre y nuestro, si el sentimiento cristiano se encumbra en el sentimiento de la paternidad de Dios, es porque en el Cristo sublimó el linaje humano su hambre de eternidad» 141.

4. «Quien no conozca al Hijo jamás conocerá al Padre, y al Padre sólo por el Hijo se le conoce. Quien no conozca al Hijo del hombre, que sufre congojas de sangre y desgarramientos del cora­zón, que vive con el alma triste hasta la muerte, que sufre dolor que mata y resucita, no conocerá al Padre ni sabrá del Dios paciente» 142.

5. «Haciendo zapatos y por hacerlos, se puede ganar la gloria si se esfuerza el zapatero en ser como zapatero perfecto, como es perfecto nuestro Padre celestial» 143, «Sed perfectos como vuestro Padre», se nos dijo, y nuestro Padre es perfecto porque es El, y es cada uno de sus hijos que en él viven, son y se mueven. Y el fin de la perfección es que seamos todos una sola cosa (Juan XVII, 21), todos un cuerpo en Cristo (Rom XII, 5), Y que al cabo sujetas todas las cosas al Hijo, el Hijo mismo se sujete a su vez a quien lo sujetó todo para que Dios sea todo en todos. Y esto es hacer que el Uni­verso sea conciencia: hacer de la Naturaleza sociedad y sociedad humana. Y entonces se le podrá llamar Padre a boca llena» 144.

6, «Ponte a pensar en esa inmensa doctrina de un Dios que baja en el Hijo a encarnar y sufrir y divinizar así el dolor; piensa en esto y pide dolores para divinizarte en lo que puedas, para acercarte más y más a la perfección que te preceptuó el Maestro al decirnos que debemos ser perfectos como es perfecto nuestro Padre celestial» 145,

7. «Resignación no es fatalismo. Al decirle al Señor: «¡hágase tu voluntad!», no es que le hablemos a él, sino que hablamos con él...Y quiere decir: hagamos tu voluntad, que es la voluntad univer­sal, la de todos. Y hacer esa voluntad es resignarse; activa y no pasivamente» 146.

141 Ibíd.,p.228. 142 Ibíd., p. 230. 143 lbíd.,p.272. 144 Ibíd.,p.276-277. 145 OC, VII: Nicodemo el fariseo, p. 377-378. 146 OC, VII, Cartas al amigo: XVII: a un sedicente cristiano, pero que

defiende lo que estima suyo: p. 1055.

322 JOSE VICENTE RODRIGUEZ, OCD

8. «El Reino de Dios, cuyo advenimiento piden a diario los corazones sencillos: «¡venga a nos el tu reino», ese reino que está dentro de nosotros, nos está viniendo de momento a momento, y ese reino es la eterna venida de él. Y toda la historia es un comentario del pensamiento de Dios» 147.

9. «¡Ah, pobres hombres!, siempre veréis en Dios un espantajo o un gendarme, no un Padre, un Padre que perdona siempre a sus hijos, no más sino por ser suyos, hijos de sus entrañas, y como tales hijos de Dios, buenos siempre por dendro de dentro aunque ellos mismos no lo sepan ni lo crean» 148.

10. «¿Aspirar al cielo? No; ¡al reino de Dios! ya todas horas, día tras día, alza por miles de bocas nuestro pueblo esta plegaria a Nuestro Padre que está en los cielos: «venga a nos el tu reino». «¡Venga a nos el tu reino!» y no «llévanos a tu reino»; es el reino de Dios el que ha de bajar a la tierra, y no ir la tierra al reino de Dios, pues este reino ha de ser reino de vivos y no de muertos. Y ese reino cuyo advenimiento pedimos a diario, tenemos que crearlo, y no con oraciones sólo, con lucha» 149.

11. «¿Quién me quiere como soy? Tu, Tú sólo, Dios mío, que queriéndome me creas de continuo, pues es mi existencia misma obra de tu eterno amor» ISO.

12. El texto evangélico: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5,48) es alegado por Unamuno con mucha frecuencia, como ya hemos indicado1s1

• Pero la cita más significativa en ese sentido se encuentra en una carta de 1898. Comunica a su destinatario que anda pensando en escribir El reinado social de Jesús. Quiere escribirlo «con calma, con corazón y con vida», y le transmite las ideas capitales de su ensayo. A continuación viene el gran párrafo sobre la utopía evangélica:

«y si el cuadro ideal de una sociedad cristiana, honda y radical­mente cristiana, parece un sueño irrealizable, si la ciudad de Dios parece una utopía, a esto se contesta con aquellas palabras de Cristo: «Sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos». Palabras

147 OC, VIII: cómo se hace una novela, p. 723-724. 148 OC, III, Vida de don Quijote y Sancho, 2" Parte, cap.60, p. 219. 149 Ibíd., cap. 67, p. 230. 150 Ibíd., cap. 72 y 73, p. 241.

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO 323

que son la más solemne consagración de la utopía. La perfección divina es inasequible. Y, sin embargo, la perfección divina, lo inase­quible, nos pone Cristo como término. Sólo aspirando a lo inasequi­ble se alcanza lo asequible. Sólo proponiéndose lo imposible se logra todo lo posible» 152.

13. «Cada día toma mi fe un carácter más concreto y más his­tórico, y me aparto más de vaguedades. Estoy restableciendo a Dios en mi conciencia, al Dios personal y evangélico (que surge de entre las ruinas del Ente realísimo de la escolástica), al Padre de Cristo. No hay para los pueblos modernos salud fuera del cristianismo» 153.

14. «Siento cada vez más aquello de Cristo, de que no nos acongojemos por el día de mañana e imitemos a los lirios y a los pájaros. Es de lo más terrible de la vida moderna esa esclavitud a ganarse el pan de mañana. «El pan nuestro de cada día, dánosle hoy». ¡Hoy, hoy, hoy ... ! ¿Mañana? ¡Dios dirá!. Hay que vivir y no trabajar estérilmente» 154.

15. «Los más de los cantores amatorios saben de amor lo que de oración los masculla-jaculatorias, traga-novenas y engulle-rosa­rios. No, la oración no es tanto algo que haya que cumplirse a tales o cuales horas, en sitio apartado y recogido y en postura compuesta, cuanto es un modo de hacerlo todo votivamente con toda el alma y viviendo en Dios. Oración ha de ser el comer y el beber y el pasear­se y el jugar y el leer y el escribir y el conversar y hasta el dormir, y rezo todo, y nuestra vida un continuo y mudo «¡hágase tu volun­tad!» y un incesante «¡venga a nos el tu reino!» no ya pronunciados, mas ni aun pensados siquiera, sino vividos» 155.

16. « ... caminamos al cristianismo puro, a la concepción del Reino de Dios, fundado en el amor, y a todo lo que implica la hermandad de los hombres bajo un solo Padre común 156.

151 Véase aquí más arriba: 3. Otros pasos bíblicos: a) y d) Otras perlas unamunianas: nA. Además cf. OC, III: mi religión, p. 260 donde vuelve a insistir en el tema

152 EA, carta 6: a Pedro Jiménez de Ilundain, Salamanca 25 marzo 1898, p. 47-48.

153 EA, p. 135: a P. J. Ilundain mayo de 1902. 154 EA, p. 176: a Ilundain, febrero 1904. 155 OCT, 1: La tía Tula, cap. VII, p. 830-831. 156 El, 1, p. 187: a Amadeo Vives, 1905.

324 lOSE VICENTE RODRIGUEZ, OCD

17. Don Miguel fue un hombre fiel a su mujer Concha Lizárra­ga. La amaba con locura y ella fue para él una bendición del cielo. Ya muy enferma y con una hemiplegía del lado derecho y afasia, aún viva, pero en ese estado de postración, escribe Unamuno a Jac­ques Chevalier: «Solía yo decir que mi mujer, mi Concha, era «mi costumbre» (en el sentido de habitudo); cuando me la arranque Dios -hágase su voluntad-, me destrozarán el más íntimo tejido del espíritu .... Y quiera Dios que cuando haya pasado esta tormenta y me vuelva al recojido sosiego de la resignación a su santa voluntad pueda yo llegarme a ustedes, sereno y fuerte, a tratar de lo que no pasa, del presente eterno» ¡57.

18, En la revista Nuevo Mundo, Madrid 14 de abril de 1916, publicó don Miguel un artículo con el título Oración. Es una eleva­ción riquísima de doctrina y de sentimiento. La invocación «Señor» que usa a lo largo de todo el coloquio está equivaliendo a «Padre», como se ve por el contexto. Reproduzco aquí algunos párrafos más significativos, que nos hacen ver una vez más su querencia por algunas peticiones del Paternos ter:

«Nos marcaste la senda a cada uno de nosotros los hombres, Señor, y sólo Tú sabes cuáles son los sendos destinos que al cabo de ella nos reservas».

«Haz que los comprenda a todos. «¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que se hacen!», te dijo de nosotros, tus hombres, el Hom­bre, tu Hijo. Y tú sabes, Señor, que ninguno de nosotros sabe lo que se hace, y juzga lo que hace su hermano sin saberlo tampoco». «Conserva mi alma, solitaria, para Ti, Señor, y haz que en mi sole­dad pueda servir a las soledades de mis hermanos ... ; busque yo tu reino, Señor, el reino de la justicia. Y de todo lo demás ... ¡hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo!».

«Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores», nos enseñó el Hombre, tu Hijo, a pedirte».

157 El, n, p. 317-319.Doña Concha murió el31 de mayo de 1934; el 12 de julio vuelve a escribir don Miguel al mismo J. Chevalier y le dice: «se me fue mi santa mujer (q.d.D.g.) que era mi costumbre y mi alegría y que me daba lo que siempre más me faltó: serenidad y contento de vivin,(lbíd., p. 323). Véase también otra carta del 12 de junio a Angel de Apráiz, donde vierte estos mismos sentimientos, llamándola «mi santa mujer(q.d.D.g.)>>(Ibíd.,p.322).

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO 325

«Levanta a tus hombres, Señor, y que sintamos en nosotros al hombre, Que sintamos tu Humanidad sobre la Tierra de las cosas y que nos sintamos vivos sobre las cenizas de nuestros muertos. Porque Tú, Señor, eres Dios de vivos y no de muertos, y el Hombre, tu Hijo, nos dijo que dejemos a los muertos que entierren a sus muertos».

«Haz, Señor, que desde mi soledad sirva a las soledades de mis hermanos y que al fin nos encontremos todos en Ti, a quien van a dar nuestros senderos. Y ayúdame a hacer de esta Tien'a tu reino, el reino de la justicia y de la verdad, cuyo advenimiento piden a diario tantas bocas de inocentes que, por no saber lo que piden, lo piden con mayor eficacia».

«No me dejes descansar ni detenerme sino para tomar un lige­rísimo huelgo en mi senda, Señor. No me dejes descansar. Visítame de continuo con los apretones de tu diestra ... ; dame, pues, tu vida, Señor, la que no acaba» 158.

CONCLUSION

Don Miguel tenía un gran temple religioso, y dejó escrito para aviso de navegantes: «No puede tenerse por verdaderamente hombre quien no haya por lo menos pasado por un período sinceramente religioso, que aun cuando pierde su perfume, su oculta savia lo vivificará» 159. Dando un paso más, se pregunta: «y ¿quién no soñó alguna vez con ser santo?» 160.

Configurado en la fe y en la piedad en el seno de su familia profundamente religiosa, fue aumentando ese caudal en el colegio, al estilo de su edad y de su tiempo. Y recordará cómo en el colegio se trataba de excitar en los muchachos la devoción con diversas prácticas de piedad. Cuenta el propio Unamuno cómo (al rezar jun­tos las Letanías del rosario todos los días después de las clases) se divertían arrastrando «las eses finales del orá por nobisss ... (así, por

158 OC, III, p. 1079-1081. 159 Recuerdos de niñez y mocedad: OC, VIII, p. 146.Más adelante en esta

misma obra amplía estos mismos conceptos de un modo magnífico: ibíd., p. 153-155.

160 Ibíd., p. 147.

326 JOSE VICENTE RODRIGUEZ, OCD

y no pro, orá, no ora)>>, Venían después los padrenuestros yavema­rías por diversas necesidades e intenciones. Y no podían faltar dos padrenuestros: uno, «por San Roque, abogado de la peste»; otro <<por el santo patrón del colegio» (San Nicolás). A continuación comenta con chispa y no sin razón: «y si alguien se sorprende de que rezáramos padrenuestros por San Roque y San Nicolás ... , con­sidere si es menos sorprendente eso de rezar padrenuestros a San José, diciéndole.»Padre nuestro, que estás en los cielos» y lo demás que se enseñó para decírselo a Dios Padre; y es cosa que sucede a diario» 161.

Conservando siempre la fe de su infancia con la savia que la vivificaba, le quedó la querencia al Paternos ter, hacia quien nos lo enseñó y al auténtico y nato destinatario del mismo: Dios Padre.

En la plimera parte de este estudio hemos podido admirar un primer comentario al Paternos ter en su Diario Intimo. En fuerza de esa misma querencia indicada hemos podido organizar, prácticamen­te, un segundo comentario, coordinando las diversas perícopas evan­gélicas que como perlas sueltas van esmaltando diversas páginas del mismo libro. La petición que más le decía y le sugería era la de hágase tu voluntad!, que escudriña con amor en la vida del propio Cristo, viendo cómo vivió de esa voluntad el Padre, cómo se desvi­vió y cómo murió por cumplirla.

Hemos calificado de su mejor página una que hemos transcrito­por entero, encontrando ahí a don Miguel en cuerpo y alma, y plan­tado en su trato con los niños como todo un símbolo de lo que es el amor del Padre al hombre desvalido, al hombre niño, y de lo que ha de ser el amor y la querencia filial del hombre para con su Padre Dios.

Muestra Unamuno una predilección por la sentencia de Cristo: «sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto» (Mt 5, 48), alimentando así su amor por la utopía y queriendo que todos aspiren a esas alturas.

El perdón que Cristo pide al Padre en la cruz para sus verdugos (Lc 23, 34), le inspira una página interpeladora, fuerte y digna de ser meditada.

161 Ibíd., p. 103.

DIOS PADRE, SEGUN DON MIGUEL DE UNAMUNO 327

Los mariólogos y mariófilos agradecerán a don Miguel su redon­deo mariano de la parábola del hijo pródigo.

A bordo de la nave poética unamuniana nos hemos fijado ante todo en El Cristo de Velázquez, esa poesía gigantesca que «es fruto de un recordar textos evangélicos, de un mirar al cuadro de Veláz­quez y desde un pensar desde sí mismo, hasta lograr aquella fusión donde recordar, mirar y pensar constituyen una unidad indiferencia­da de la que surge el acto creador»162, Yo añadiría otra fuente a estas señaladas por Olegario: la fuente del orar, que hace posible el vuelo y la reciedumbre de tanta plegaria y súplica como se derraman por todo el poema,

En la parte final hemos engarzado varios textos que completan las enseñanzas de don Miguel sobre Dios Padre.Don Gregorio Ma­rañón que diagnosticaba las dolencias de los cuerpos y calaba los quilates de las almas, asegura que «lo mejor de Unamuno estaba en éL .. , y, sobre todo, en la presencia permanente de Dios en cada instante de su vida; que yo no sé, porque no soy teólogo, si se ajustó siempre o no al rigor de la ortodoxia, pero sí sé, y lo digo, que no he conocido a ningún otro hombre en el que esa presencia de Dios haya tenido tan permanente y terrible realidad» 163.

Por eso Marañón se indignaba al ver que se discutiera sobre la religiosidad de don Miguel «cuando no había en su personalidad nada más fuerte que su sentido religioso»164. El mismo don Gregorio recuerda con emoción un día que pasaron él y su señora con Una­muno en Bayona, y cuenta: «Cuando caía la tarde nos invitó a entrar en el claustro de la catedral. ¡Qué emoción la suya en el templo, ya en sombra! En aquel y en todos; y, por eso, a los que le conocimos nos irrita y nos duele el oír que se ponga en duda lo que fue el eje de su espíritu: su religiosidad» 165,

162 Olegario G, de Cardedal, cuatro poetas .. " ed, cit., p,106, 163 De su contestación al discurso de entrada, en la Real Academia Espa­

ñola, de don Pedro Laín Entralgo, el 30 de mayo de 1954: Obras Completas, t.I1, Madrid, 1971, p, 513.

164 Del prólogo al libro Leopoldo Alas (Clarín), de Marino Gómez-Santos, Oviedo 1952, Obras Completas, ti, Madrid, 1976, p, 847,

165 De su artículo Unamuno en Francia, publicado en La Nación, de Buenos Aires, el 14 de agosto de 1955, Véase Obras Completas, tlV, Madrid, 1976, p,927,

328 lOSE VICENTE ROORIGUEZ, OCO

Esa religiosidad, esa su religión, le tenía religado fuertemente, como se puede vislumbrar por sus escritos, con Dios Padre de nues­tro Señor Jesucristo,