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DE LAEDUCACIÓN SOCIOEMOCIONAL

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DE LA EDUCACIÓN SOCIOEMOCIONALA LA EDUCACIÓN EN VALORES

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MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CIENCIASECRETARÍA GENERAL DE EDUCACIÓNInstituto Superior de Formación del Profesorado

Edita:© SECRETARÍA GENERAL

Subdirección General de Información y Publicaciones

Catálogo de Publicaciones del MEChttp://www.mec.es/

Catálogo general de publicaciones oficialeswww.060.es

NIPO: 651-07-379-4ISBN: 978-84-369-4532-4

Depósito Legal:M. 18.101-2008

Imprime: Lerko Print, S.A.Paseo de la Castellana, 121. 28046 Madrid

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Colección: CONOCIMIENTO EDUCATIVOSerie: Situación

DE EDUCACIÓN SOCIOEMOCIONALA LA EDUCACIÓN EN VALORES

Volumen que recoge las intervenciones y el desarrollo del Congreso De la edu-cación socioemocional a la educación en valores, organizado por el Instituto Supe-rior de Formación del Profesorado en el año 2007.

Dirección editorial del volumen De la educación socioemocional a laeducación en valores: ANTONIO MORENO GONZÁLEZ

Coordinación: SOLER VILLALOBOS, M. Paz

Autores:ACOSTA MESAS, AlbertoARAGÓN, Juan JoséBATLLÉ, RoserCARUANA VAÑÓ, AgustínCIVERA COLOMA, PedroDARDER VIDAL, PereERESTA PLASÍN, M. JesúsMARFIL ARANDA, AntonioOLANO, AsunciónPUIG ROVIRA, Josep M.SÁNCHEZ IGUAL, ElviraTOSCANO NIEBLAS, VictoriaYUS RAMOS, Rafael

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ÍNDICE

PRIMERA PARTE. LOS OBJETIVOS DEL CONGRESO

De la educación socioemocional a la educación en valores .......... 11

SEGUNDA PARTE. EDUCACIÓN SOCIOEMOCIONAL YEDUCACIÓN EN VALORES

De la educación emocional a la educación en valores................... 15Pere Darder Vidal

La educación de los sentimientos y la convivencia escolar............ 31Alberto Acosta Mesas

Convivencia y educación en valores .............................................. 53Josep M. Puig Rovira

Educar en valores

La educación socioemocional en la Educación Infantil yPrimaria. Presentación del proyecto “Aprender a convivir en pazdesde la primera infancia: educando la personalidad del niño ysus valores” ................................................................................... 77Elvira Sánchez Igual

Programa de educación emocional y prevención de la violenciaen la Educación Secundaria Obligatoria ....................................... 97Pedro Civera Coloma. Agustín Caruana Vañó

La gestión de un proyecto de educación en valores en el IES“Reyes Católicos” de Vélez-Málaga.............................................. 125Rafael Yus Ramos

Experiencias

Hacia una educación inclusiva ...................................................... 153Juan José Aragón

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Aprendizaje-servicio y mejora de la convivencia ........................... 193Roser Batllé

Experiencias positivas de convivencia

Un proyecto escolar de educación para la convivencia ................. 209Asunción Olano

La convivencia en el IES “Portada Alta” ...................................... 223Antonio Marfil Aranda. Victoria Toscano Nieblas

Experiencia del colegio Lourdes .................................................... 237M. Jesús Eresta Plasín

TERCERA PARTE: EL CONGRESO

El Congreso en cifras..................................................................... 265

Programa del Congreso.................................................................. 267

Ediciones del Instituto Superior de Formación del Profesorado..... 271

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PRIMERA PARTE

LOS OBJETIVOS DEL CONGRESO

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LOS OBJETIVOS DEL CONGRESO

Este congreso surge como continuación al análisis necesario sobre laconvivencia en el aula, en los centros educativos, como canal para transmitirexperiencias que se han probado eficaces, con el fin de generar, a través de susaportaciones, otras experiencias adecuadas a cada situación en otros centros denuestro territorio.

Comenzamos en el primer congreso analizando el problema generalel bullying, para continuar en el segundo con las conductas disruptivas, que, aun siendo aparentemente menos graves, impiden el normal desarro-llo del acto educativo. En este tercer congreso, uno de los compromisoscontemplados en el Plan de Convivencia firmado por el Ministerio de Edu-cación y Ciencia y diversas organizaciones sociales del ámbito de la ense-ñanza (sindicatos docentes, patronales y organizaciones de titulares, con-federaciones de asociaciones de padres y madres y federaciones deasociaciones de estudiantes), se analiza la importancia de las emociones enla vida de la persona, en sus dimensiones individual y social, cómo influ-yen en el aprendizaje y en la convivencia y cómo es posible educarlas ycrear proyectos basados en valores que incidan en la felicidad personal y enla armonía colectiva.

Las emociones y sus fundamentos científicos, vienen estudiándose des-de la década de los ochenta. La teoría de la inteligencia emocional enunciadaposteriormente por Gardner, pone de manifiesto que el concepto tradicional deinteligencia no basta para explicar el éxito y la felicidad.

Hasta los ochenta (y aún ahora) se creía que ser inteligente era sabercosas, obtener resultados, adaptarse a la realidad, y para ello se enseñaba. Lossentimientos no formaban parte del currículo, se controlaban, se confinaban ala vida privada, incluso se ridiculizaban y se veían como síntoma de debilidad.Sin embargo, nos encontramos con que los conocimientos por sí mismos, nobastan para manejar los vaivenes que nos transmiten las nuevas formas devida, el surgimiento de nuevos conceptos, el bombardeo de la información. Sia veces lo que nos rodea hace tambalear el mundo adulto, podremos com-prender el desasosiego y la confusión que provoca en la niñez y en la juven-tud, etapas de pleno desarrollo.

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Por otra parte, las emociones van con la persona; la percepción de lassituaciones y las reacciones como consecuencia, influyen en el hoy y en elahora, y por lo tanto, en las relaciones interpersonales entre los miembros dela comunidad educativa, en los canales de comunicación: se aprende mejor enun clima de relaciones positivas.

Conseguir este clima, pues, pasa por dar la importancia debida a los co-nocimientos y a las emociones: aprender a conocer y a hacer, aprender a ser ya convivir.

Hacer posible la convivencia precisa sentirse miembro de la comunidad,en igualdad, entendida ésta como comprensión de los demás; supone acepta-ción de la singularidad como valor, tolerancia con las ideas diferentes o con-trarias, compartir el mismo espacio y el mismo tiempo.

No es tarea fácil, es cierto. Educar en la convivencia no puede consti-tuir un hecho aislado, o de una sola persona, o de un grupo de personas. Unaacción de tal envergadura supone vencer la inercia y dar el primer paso. Y lue-go otro, y otro, dándose tiempo. Y tratar de no dejar nada al azar.

Un proyecto de educación en valores y para la convivencia necesita unaplanificación intencional. Debe tender a involucrar a todos, a ser sistemáticoy dar espacios a todo el universo de las emociones, a conseguir el desarrollointegral del alumnado y, por supuesto, el bienestar de todos. Necesita docen-tes formados y miembros implicados.

Pretendemos desde estas jornadas reflexionar sobre las emociones, ana-lizar la importancia de su educación, revisar los planteamientos de la educa-ción en valores y adentrarnos en las buenas prácticas de convivencia. Y mu-cho más importante, conocer las experiencias que se están llevando a cabopor parte de las personas que las han creado.

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SEGUNDA PARTE

EDUCACIÓN SOCIOEMOCIONAL YEDUCACIÓN EN VALORES

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DE LA EDUCACIÓN EMOCIONALA LA EDUCACIÓN EN VALORES

Pere Darder VidalPresidente del Consejo Escolar de Cataluña

He distribuido mi contribución al tema en tres partes:

• El equívoco de nuestra cultura occidental sobre las emociones• Emociones, educación moral y en valores. Algunas referencias his-

tóricas recientes, y• La reflexión actual sobre las emociones.

De hecho, las dos primeras se presentan como introducción a la terce-ra, la más extensa.

Creo que es indispensable conocer el cambio de óptica actual sobre lasemociones para orientar el desarrollo personal y social, la formación moral yen valores, desde una educación integrada y solidaria.

Aunque sólo es posible dar una visión de conjunto, pretendo conectarcon sus vivencias y aportar información y, dentro de lo posible, generar con-vencimiento o, al menos, interrogantes constructivos.

EL EQUÍVOCO DE NUESTRA CULTURA OCCIDENTAL SOBRELAS EMOCIONES

De forma generalizada nuestra cultura considera las emociones como desegundo orden. Se destacan con frecuencia sus efectos negativos sobre el pen-samiento y sobre la acción (Santos Guerra, 2005). Es frecuente oír, como la-mento o como reproche, la frase: “Se ha dejado llevar por sus emociones”.Recientemente la hemos oído como justificación de la pérdida de unas elec-ciones.

A la vez, con un cierto determinismo, se admite que es muy difícil mo-dificar las emociones. Se nace con unas emociones y con ellas nos toca vivir.

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Ante una reacción inconveniente, también hay una frase característica: “Ten-go mal carácter, soy así”, entendida como una justificación por quien la pro-nuncia.

En consecuencia hay que reprimirlas y evitar así sus efectos negativos.

Digamos, sin entrar en el tema, que esta valoración cultural coexistecon un pensamiento potente de tipo humanista que aporta datos positivos so-bre las emociones.

Simultáneamente la vida social actúa sobre las personas desde las emo-ciones. Pensemos en los elementos que se utilizan para la publicidad, el con-sumo y, en general, para comunicar contenidos culturales, religiosos o polí-ticos.

El contagio emocional, rápido y convincente, contribuye a la propaga-ción de vivencias, concepciones de vida y todo tipo de valores. Normalmen-te se certifica su influjo sin que se analice en profundidad o se tomen medidaspara clarificar la situación. No nos preocupamos de les emociones, pero las su-frimos.

Esta falta de atención por las emociones produce disfunciones detipo psicológico y afectivo que comprometen el desarrollo de la persona.Esto es especialmente significativo en nuestro momento histórico, dondedebido a los cambios profundos y acelerados de nuestra sociedad que pre-sionan fuertemente el equilibrio de los individuos y los colectivos (Giddens,1997).

Nos referimos al estrés, la inseguridad, el malestar, la depresión, las di-ficultades en la convivencia, la agresividad, la violencia que, como ha desta-cado la Organización Mundial de la Salud (OMS), son cada vez más frecuen-tes para el conjunto de la humanidad.

En el fondo de esta situación se halla la concepción de la persona comoresultado de dos realidades: cuerpo y espíritu (Damasio, 1996). Esta dualidad,característica de la cultura occidental, considera negativo lo que se refiere alcuerpo, y de esta forma crea una separación entre pensamiento y emoción di-fícil de superar y que debilita la unidad de la persona.

Para concluir este apartado, hay que destacar la situación actual de con-sumo imparable de las emociones, que no se debe confundir con el cambio deóptica que expondremos más adelante. Frente al cambio rápido, profundo y ace-lerado que genera inseguridad e incertidumbre se opta por el placer aquí y

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ahora y a cualquier precio, se buscan las emociones fuertes de manera priori-taria.

Esta situación, ni en el origen ni en la finalidad, nada tiene que ver conlas aportaciones científicas que han motivado los cambios a que nos referi-mos. Se trata por el contrario de la vuelta a la concepción tradicional de las emo-ciones como fuente de placer, adaptada a la inmediatez propia del momentoque vivimos.

EMOCIONES, EDUCACIÓN MORAL Y EN VALORES.REFERENCIAS HISTORICAS

La reflexión humanista sobre las emociones –las pasiones, los afectos,los sentimientos– es una constante histórica que ha tenido más o menos re-percusión según el contexto cultural del momento. Pensadores y corrientes depensamiento abordan siempre el tema, desde distintas perspectivas y con re-sultados acumulativos, complementarios o enfrentados.

Frente al dualismo alma-cuerpo y la exclusividad de la razón del métodocartesiano, encontramos el ser humano como un ser de razones y de pasiones deSpinoza; frente a la moral del sentimiento de Hume, la moral del deber de Kant,por citar aportaciones que han influido en la modernidad (Mèlich, JC. 2006).

Veamos una referencia, obligada, por su impacto en la educación ac-tual: la noción de sentimiento de respeto de Piaget.

Como sabemos, este sentimiento mixto, está compuesto por dos ten-dencias afectivas: la necesidad de amar, y el sentimiento de temor, y se con-figura a través de las relaciones interindividuales de cooperación, formadorasde valores morales.

Como inciso quizá deberíamos apuntar que cuando hablamos del respetoa los otros, la necesidad de amar parece poco presente, y el sentimiento de te-mor, que se traduce en la necesidad de ser amado, se reduce, con frecuencia,a un pacto de no agresión.

Paralelamente a la afirmación anterior sobre la función de las emocio-nes en la formación de la persona y de los valores, debemos al autor una con-tribución menos conocida pero más específica. Se trata de los cursos de J. Pia-get, en la Sorbona de París en 1954, dedicados al análisis de las relacionesentre la inteligencia y la afectividad, realizado a través de los estadios evolu-tivos. (J. Piaget, 2001).

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De entre las múltiples aportaciones del texto –por otra parte, alejado dela valoración habitual que se hace del autor– queremos destacar una afirma-ción punto de partida de todas las reflexiones posteriores. Al referirse a lasfunciones afectivas y a las cognitivas, afirma:

“Distinguimos estas dos funciones porque nos parecen de natu-raleza diferente, pero en el comportamiento concreto del individuo sonindisociables. Es imposible encontrar comportamientos que denotenúnicamente afectividad, sin elementos cognitivos, y viceversa” (p.19).

Este aspecto de J. Piaget pasó desapercibido, como hemos apuntado,frente a su contribución epistemológica, pero fue recogido por H.G. Furth(1987) en un ensayo sobre Freud y Piaget. Recordemos que, precisamente, elautor tuvo un papel fundamental en la introducción de Piaget en la enseñanzaen EEUU.

LA REFLEXIÓN ACTUAL SOBRE LAS EMOCIONES

Desde finales de siglo se ha realizado un conjunto de aportaciones cien-tíficas sobre les emociones que representan, tal como hemos anunciado, uncambio de óptica fundamental, una nueva valoración de las mismas.

Se atribuyen especialmente a las neurociencias (Damasio –1996, 2005–),LeDoux (1999), Acarin (2001), entre otros, a partir de innumerables estudios,experimentaciones e investigaciones, y a la Teoría de las Inteligencias Múlti-ples (Gardner, 1983), contrastadas con las aportaciones de los pensadores hu-manistas.

Este cambio ha propiciado una reorientación de las dimensiones emo-cionales y la posibilidad de la aplicación a la actividad humana en sus distin-tas formas y, por tanto, a la educación.

Podemos interpretar nuestra vida emocional e introducir cambios, y po-demos ayudar a los otros a interpretarse y a mejorar.

Recordemos algunas afirmaciones que están en la base del cambio:

✓ Las emociones están presentes e influyen permanentemente en todaactividad humana.

✓ La relación entre emoción y pensamiento es constante a través deconexiones neuronales. También la vinculación mente y cuerpo y,por tanto, emoción y salud.

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✓ La plasticidad del cerebro humano es permanente y posibilita mo-dificaciones a lo largo de la vida.

✓ De la educación de las emociones depende que éstas influyan posi-tiva o negativamente en el sujeto.

Veamos a continuación cómo se configuran las emociones y en qué sen-tido se habla de su educación.

EMOCIONES

Partiremos de algunos de los elementos que se destacan en las emocio-nes. Los de mayor consenso para el tema que nos ocupa (Marina, 1996; Ga-llego, 2004).

Pensemos, por otra parte, que estamos ante un campo de desarrolloreciente que debe reconceptualizarse y caminar todavía hacia su consoli-dación.

Las emociones se caracterizan por la valoración de uno mismo, de losotros y de la realidad, en función de la vinculación afectiva (me gusta-no megusta). Son la respuesta singular del sujeto que impulsa a la acción de acuer-do con el deseo (lo quiero-lo rechazo). Son, a la vez, mecanismos de adapta-ción y regulación.

Se destaca que la respuesta implica ya una cognición (Salmurri, 2003).El objetivo básico que determina la valoración y la respuesta va desde la su-pervivencia y el mantenimiento de la propia vida hasta la realización de aspi-raciones superiores como amar y ser amado y establecer relaciones positivascon los otros para compartir un proyecto común.

Para subrayar lo que las emociones suponen para el individuo podemosañadir unas matizaciones a los aspectos que hemos destacado: valoración (deuno mismo, de los otros, de la realidad), respuesta individual, impulso para laacción, regulación y adaptación para la vida.

Valoración

Nos remite a valor. Algo que vivo como valioso, que conecta con unanecesidad sentida. Pone de manifiesto el componente cognitivo y emocionalde la adhesión al valor. Hay que tener noticia, conocer lo que nos conviene ydesearlo. Conecta el valor con lo individual y lo personal.

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Existe una frase clásica muy reveladora al respecto: “Sé lo que debohacer, pero hago otra cosa”. Sólo conocer lo que debo hacer, no garantiza surealización, debo quererlo, desearlo.

Cabe destacar, además, que se trata de la valoración de uno mismo, delos otros y de la realidad. Respecto de uno mismo la emoción me aporta sen-saciones sobre mi manera de hacer, estado de ánimo, sobre el bienestar-malestar,e impresiones de tipo holístico.

En cuanto a los demás, las sensaciones e impresiones se matizan por laaceptación o el rechazo en el establecimiento de relaciones, así como las re-lativas a la realidad por el uso y el beneficio.

La respuesta de cada uno de nosotros

La emoción nos remite a la singularidad. Somos singulares y, por ello,diversos. Nuestra respuesta expresa el sentido vital que se otorga a la realidad.

La diversidad supone pluralidad de puntos de vista, opciones que hayque considerar para articular la convivencia como armonización de lo indivi-dual y lo colectivo.

Impulso a la acción

La satisfacción del deseo que es la emoción conduce a actuar para ob-tener un objeto o rechazarlo si estorba o incomoda. La ausencia de deseo com-promete la actividad del individuo.

Se relaciona directamente con la problemática esfuerzo-rendimiento,objeto de todo tipo de consideraciones de valor en la educación. Conviene te-nerlo presente cuando se habla del esfuerzo del alumno, y también de los agen-tes educativos y sociales.

Si relacionamos el deseo con las necesidades básicas de la vida podemosconcluir que las emociones son indispensables para construir un proyecto vi-tal individual o compartido, orientado por unos valores que le den sentido.

Mecanismos de regulación y adaptación

Las emociones realizan la función de regular el desarrollo individual ysocial. El ajuste consigo mismo, con los otros y con el entorno genera satis-facción y equilibrio personal.

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La situación contraria provoca malestar y si es persistente, acaba entrastornos psíquicos y físicos, como hemos comentado anteriormente.

Nos remite al conflicto, detectado por el malestar, y a la necesidad dereequilibrarse, analizándolo para pasar a la acción interna y externa.

Frente a la consideración habitual de las emociones como de segundoorden, la experimentación científica certifica su presencia constante y la mul-tiplicidad de dimensiones que aportan al sujeto. Representan, hemos dicho, laexpresión del sentido vital, de la forma singular como se vive la propia vida.

LA EDUCACIÓN DE LAS EMOCIONES

Las reflexiones anteriores nos conducen a la educación de las emocio-nes para canalizarlas e integrarlas como expresión de la unidad de la persona.(Delors. Pilares.)

En esta línea de sitúa la llamada Inteligencia Emocional (H. Gardner,1983; Salovei y Maier, 1990; Goleman, 1996, 1999), que afirma el carácter edu-cativo de las emociones y la posibilidad de modificarlas.

De hecho, el análisis de la experiencia longitudinal de la vida de laspersonas, y, sin duda de la propia, nos permite descubrir cambios importantesen las dimensiones emocionales. Cambios, a veces poco o nada conscientes,de nivel primario, y otros fruto de decisiones plenamente asumidas que lleva-mos a la práctica de forma continuada.

La Inteligencia Emocional se define como la capacidad de manejar la pro-pia vida y establecer relaciones constructivas con los otros y con la realidad. Sig-nifica reconocer que la persona dispone de competencias para educar sus emo-ciones. De forma paralela a como se produce con las otras inteligencias reconocidaspor H. Gardner (1995, 2001), como la lógico-matemàtica, la lingüística...

Reparemos en que el nombre mismo (inteligencia y emoción) ya signi-fica una clara toma de posición entre los dos componentes, impensable en épo-cas anteriores.

Sin negar el carácter unitario del concepto Inteligencia Emocional sedistinguen dos dimensiones: la intrapersonal y la interpersonal.

La dimensión intrapersonal

Se refiere a uno mismo, al conocimiento y a la gestión de la propia vida.

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Se trata de vivir las propias emociones, de conocerlas y saber a que ne-cesidades responden, de regularlas y de integrarlas en el conjunto de la pro-pia persona, con lo que pienso y con lo que hago. Se relaciona con la auto-motivación y la aceptación de la responsabilidad de nuestros actos.

Veamos el sentido de vivir, conocer, regular e integrar nuestras emo-ciones.

Aparentemente vivimos nuestras emociones, porque nos sorpren-den, nos invaden, nos arrastran. Sin embargo, en realidad, las vivimos condesconfianza, con contención, con cierto sentido de culpa, dispuestos ahacerles frente, como se corresponde con la valoración negativa de nues-tra cultura.

Incluso en situaciones placenteras no es extraño que lleguemos a pen-sar que éstas no pueden durar mucho, con lo cual interrumpimos el disfrute deun momento de satisfacción o bienestar.

Vivirlas permite experimentar en qué consisten, la forma en que yo me si-túo ante la realidad, cómo me mediatizan y me alteran. También el sentido de mirespuesta a su presencia. En definitiva, el sentido personal que doy a mi vida.

Reducirlas a contenidos conceptuales hace que perdamos los matices denuestra singularidad ya que cada uno las vive de manera singular. Nos lleva ano diferenciar entre tener una emoción –¡se tienen! – y actuar o no según ellas.Desde las neurociencias se habla del analfabetismo emocional de nuestra ge-neración.

Si las vivimos estamos en disposición de conocerlas.

Se trata de descubrir los hechos que las originan, las sensibilidades quedespiertan, los procesos que desencadenan.

Hay que llegar a conocer las causas, a descubrir las necesidades vitalesbásicas que intentan satisfacer. En este ámbito se puede llegar a identificar enqué sentido son una reacción a un deseo que aspiro a alcanzar (defensa, poder,afecto, disgusto,...) o a una expectativa vital que pretendo realizar. Todo ellose inscribe en la línea de los valores que mueven a la acción.

Conocerlas también comporta revisar los esquemas emocionales (comorespuestas personales adquiridas) con los cuales configuramos la realidad paraactuar. El conjunto de conocimientos adquiridos orienta al sujeto para valorarla realidad emocional desde la óptica del propio proyecto.

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El conocimiento, desde la vivencia, también permite identificarlas ynombrarlas, sin obviar, por otra parte, la ambigüedad que revisten. Hay que evi-tar la simplificación en la descripción y evitar la calificación positivas-nega-tivas, tan habitual, ya que todas son necesarias.

Los pasos anteriores nos conducen a regular e integrar nuestras emociones.Aquí regular no significa controlar para anular, sino contemplarlas desde la cal-ma y la serenidad para reorientar su potencial de acuerdo con su condición ylos intereses del sujeto. A partir de aquí es posible integrarlas, es decir, aco-modarlas y utilizarlas en función de mi proyecto vital (“lo que quiero hacer conmi vida”).

La educación de las emociones hace posible la reorientación de la ac-ción, interrumpiendo el pretendido determinismo con que vive nuestra cultu-ra el potencial emocional. Esta educación, consciente y continuada, da lugara la consolidación de las competencias personales para vivir, conocer, gestio-nar e integrar las emociones.

El resultado final del proceso abre al sujeto nuevas perspectivas, parareplantear correlaciones existentes o posibles, descubrir nuevas orientacionesy aplicaciones y transformar comportamientos reactivos primarios en accio-nes favorables para el sujeto.

Los logros obtenidos en los aspectos anteriores inciden en la autoesti-ma, desde la dimensión intrapersonal de la Inteligencia Emocional. Se com-pletan con las aportaciones procedentes de la dimensión interpersonal.

Conviene salir al paso de interpretaciones que consideran la autoestimacomo ser el mejor, o disponer de unas cualidades determinadas. Hay que afir-mar que se trata de una valoración personal basada en la honestidad y el con-vencimiento de que se es capaz de mejorar la propia vida y de responder a losretos que hay que afrontar.

La dimensión interpersonal

A través de la empatía o sentimiento del otro, una de las capacidades fun-damentales de la Inteligencia Emocional, nos permite conocer, comprender ysentir las emociones, sentimientos y expectativas de los otros y, a partir deaquí, reconocer y respetar su singularidad.

El contacto emocional con el otro transforma en vivencia el concep-to de humano aplicado a ambos. Es el punto de partida para el reconoci-

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miento del otro “como otro yo”, como “un yo como yo”, humano, persona,con una historia, capacidades y expectativas propias, y con la misma digni-dad que yo. La actitud de “sentir con él”, de compasión hacia el otro, es laconsecuencia.

La empatía, como competencia tiene un largo recorrido. Desde la ini-cial actitud defensiva o utilitarista en relación al otro, hasta la aceptación y elafecto, la cooperación y la solidaridad existe una amplia gama de matices quehay descubrir a través de las vivencias compartidas.

Entre yo y el otro, “yo como yo”, existe complementariedad e interde-pendencia (Covey, 1997). Necesitamos del otro para construir nuestra identi-dad, para subsistir y desarrollarnos, para amar y ser amados, para vivir de ma-nera sana, autónoma, feliz, responsable y solidaria, como lo define la OMS.

Con frecuencia el paso de la infancia (situación de dependencia) a la edadadulta se interpreta como la consecución de la independencia, cuando en rea-lidad significa el reconocimiento de la autonomía de la persona para desen-volverse en la sociedad.

Somos autónomos pero vivimos en un colectivo humano donde todosdependemos unos de otros, en un entorno social que nos acoge y al cual nosdebemos. La vivencia de que, siendo autónomos, somos interdependientesdebe definir los valores básicos de mi ser y convivir y constituye la base de laética solidaria que nos conecta a todos los humanos.

Junto a la empatía son, también, competencias propias de la dimensióninterpersonal las orientadas al establecimiento de la convivencia (acogida,escucha, diálogo, asertividad,...) y las que facilitan la cooperación y el tra-bajo en común (animación de grupos, toma de decisiones, resolución de con-flictos,...). Constituyen les competencias socio-afectivas o relacionales (Go-leman, 2006).

El ejercicio de estas competencias conduce progresivamente a estable-cer relaciones persona a persona y en el marco de los distintos grupos dondetranscurre la vida colectiva. Dominarlas adecuadamente enriquece la vivenciade la empatía.

Cabe cuestionarse el uso que hacemos de ellas y preguntarse: ¿escuchorealmente al otro?, ¿concibo el diálogo como conocimiento del otro e instru-mento para acercar puntos de vista? Con frecuencia se utilizan para dominaral otro, para manipularle, para mentir y confundirle. En este caso estamos muylejos de crecer en la autoestima.

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Hemos considerado, metodológicamente, por separado las dos dimen-siones de la Inteligencia Emocional, destacando en la primera la autoestima yen la segunda la empatía, como culminación de la intra y la interpersonal. Perohemos advertido previamente que era una distinción dentro de un conceptounitario.

Debemos por tanto afirmar rotundamente que existe una mutua depen-dencia entre autoestima y empatía. Simplificando, podemos decir que la au-toestima depende de la empatía y a la inversa. Cuando más se consolida laprimera más capaces somos de acercarnos al otro. El ejercicio de la empatíaayuda a la maduración de la propia autoestima. Esta dependencia es el cami-no para conjugar los intereses propios y los colectivos, para descubrir y vivirlos valores de la convivencia.

ALGUNAS REFLEXIONES FINALES A PARTIR DELA EXPOSICIÓN ANTERIOR

— Frente al modelo clásico: pensamiento y acción, hay que promo-ver la integración de pensar, sentir y actuar, o educación integrada, que re-fuerza la afirmación de la unidad de la persona, dado que la presencia de lesemociones en toda actividad humana les confiere el rango de dimensión an-tropológica. En este sentido, se habla actualmente de emociones e identidadhumana, para indicar el replanteamiento que debe hacerse de la última (Asen-sio, 2006).

No se trata de substituir una dimensión (la razón) por otra (las emocio-nes) sino de realizar la educación en valores a partir de la integración pensar,sentir y actuar. El conjunto de las aportaciones de cada dimensión, que se in-fluyen mutuamente, garantiza las bases de la educación en valores.

La insistencia sobre las emociones obedece a la necesidad de recuperarel tiempo perdido en relación a la educación de las mismas, en comparacióncon el pensamiento y la acción. Advirtamos que incorporar las emociones re-presenta revisar también el ejercicio del pensar y del hacer, como ya lo hemosindicado en relación a los valores.

— La persona, su dignidad y su valor central, sale reforzada con la in-troducción de las emociones en la educación.

Encontrarse con uno mismo y aceptarse para mejorar y encontrar al otroy aceptarlo para establecer relaciones constructivas pasa a ser una condiciónpara vivir plenamente la realidad e impulsar el progreso social.

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La formación personal en sí misma se convierte en un objetivo priori-tario para el desarrollo individual y social, para la justicia y la solidaridad. Endefinitiva, para elaborar, desde la interdependencia, un proyecto vital com-partido hecho de valores morales y sociales (Bach, Darder, 2002)

Para ello hay que profundizar en la dinámica del desarrollo personal. Lapersona necesita mantener una situación de equilibrio. El desequilibrio, que lla-mamos conflicto (desorientación, enfrentamiento, pérdida…), debe elaborar-se para facilitar el desarrollo.

El conflicto se convierte en natural y habitual si partimos de la singula-ridad de cada uno y de la complejidad de la vida individual y social y su reso-lución nos aparece como una oportunidad de cambio, de avance en el desarro-llo. Permanecer en el malestar, el dolor, la confrontación y la descalificación nosdeteriora, nos incapacita para el crecimiento y el descubrimiento de nuevas po-sibilidades y valores. Desde el punto de vista individual puede generar trastor-nos de salud y, desde el colectivo, sumirnos en el inmovilismo colectivo.

Mantener el equilibrio o recuperarlo produce satisfacción personal lacual se manifiesta en una mayor eficacia individual que repercute en el entor-no a través del contagio emocional y engendra comunicación con los otros ymejora la convivencia y la creatividad.

— La identidad docente también debe revisarse a partir de la intro-ducción de las emociones en la educación.

La acción educativa es siempre emocional, porque se realiza a través deuna relación personal y porque influye en el deseo de conocer y contribuye ala consolidación del conocimiento.

La posición del profesor y el tipo de relación propuesta, a través delcontagio emocional, genera actitudes y comportamientos en los alumnos. Másallá de la intencionalidad del profesor se produce una influencia emocional, sólopor el hecho del intercambio habitual que se lleva a cabo.

Con intencionalidad o sin ella, la actuación del profesor prioriza unosvalores sobre otros (el rendimiento, la obediencia, la participación, la convi-vencia...) y organiza la gestión del grupo de acuerdo con el modelo resultante.Todo ello presiona sobre la formación personal y en valores de los alumnos.

Las consideraciones anteriores justifican la revisión de la identidad do-cente. La acción educativa es siempre emocional y por otra parte el profesorinfluye emocionalmente a través de la docencia.

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La formación personal del profesorado, intrapersonal e interpersonal, esindispensable para que se puedan realizar los objetivos de la educación.

El curriculum de la formación inicial del profesorado debe dedicar unaespecial atención a este aspecto. A parte de la mejora personal del profesor, comoya hemos indicado, su actuación ha de repercutir en la formación del alumno,en la gestión del rendimiento y de la convivencia.

Actualmente existen muchos profesionales y claustros que, desde la for-mación permanente, participan en cursos y seminarios y solicitan asesora-miento para incorporar el cambio de óptica sobre las emociones y enriquecerla identidad docente.

— Admitir que las emociones pueden convertirse en una nueva mane-ra de ver la realidad y de realizar los valores nos lleva a postular una cierta des-educación (Bach, Darder, 2004).

Es evidente que hemos de aprender muchas cosas para vivir y convivir,para ser personas más completas y construir una sociedad más humana y másjusta, pero también debemos des-educarnos.

La vivencia de los valores debe conducirnos a la revisión de determi-nadas maneras de actuar, de interpretar y de afrontar la realidad y, por tanto,a cuestionar aspectos concretos de nuestro modelo cultural.

Debemos realizar una nueva lectura de lo que hacemos, desprendernosde certezas no comprobadas, de conductas automatizadas de nuestra cultura.Queremos ser respetuosos y solidarios, pero nos comportamos como indivi-dualistas y excluyentes, por procedimientos adquiridos o por soluciones apli-cadas personalmente en sentido contrario.

Debemos encontrar nuevos caminos para resolver los problemas desiempre y plantearnos nuevas preguntas. Debemos replantearnos valores comola felicidad, el bienestar, la solidaridad y darnos cuenta de su significado paralos humanos. Ello nos llevará a nuevas prioridades vitales. A cambiar paramejorar personal y socialmente, en lugar de acomodarnos y renunciar a man-tenernos vivos.

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