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1 FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS HUMANAS ESPECIALIDAD DE ARQUEOLOGÍA ARQUITECTURA, ESTILO E IDENTIDAD EN EL HORIZONTE TARDÍO: PUEBLO VIEJO-PUCARÁ, VALLE DE LURÍN 1 Krzysztof Makowski Resumen La definición de la identidad étnica de los habitantes de un asentamiento en el Periodo Horizonte Tardío tropieza con una serie de dificultades que se desprenden tanto de la movilización forzada de mano de obra especializada fuera del lugar de su orígen, como de la intensificación de intercambios a larga distancia, organizados por la administración imperial. En el contexto de la coexistencia de variados estilos y tradiciones técnológicas, la arquitectura doméstica y los comportamientos funerarios cuentan entre las únicas evidencias materiales confiables para confrontar la cultura material con las informaciones etnohistóricas. Con sus 10 hectáreas de área construida, sin contar el sistema de andenería ni los sitios satélites, Pueblo Viejo-Pucará, asentamiento urbano del Periodo Horizonte Tardío ubicado en la zona de lomas arbóreas (400-600 metros sobre el nivel del mar) en la margen izquierda del río Lurín, parece haber sido el segundo asentamiento en importancia después de Pachacamac, luego de la ocupación de este valle por los incas. Es probable que se trate del asentamiento principal de los caringa de Huarochiri, una de las dos parcialidades de la mitad Caringa en el unu de Luren. La característica distribución de núcleos de arquitectura en las cimas intermedias y la localización del sitio en la zona de pasturas utilizada hasta hoy por los pastores serranos de Santo Domingo de los Olleros, la mampostería de piedra en las modalidades desconocidas en la costa central, pero difundidas en las alturas de Huarochirí, la organización modular de espacios domésticos, los comportamientos funerarios y la presencia del componente serrano en el repertorio de estilos de cerámica indican que el asentamiento fue construido y habitado por los pobladores serranos desplazados como mitimaquna. Las evidencias sugieren también que el cuidado de rebaños de camélidos y el control militar del valle contaban entre los deberes de los habitantes de Pueblo Viejo-Pucará. Hallazgos de conchas de Spondylus princeps, cobre y sus aleaciones, plata, oro, plomo (estos últimos en cantidades reducidas), de cerámica fina de estilo Inca polícromo, Chimú-Inca entre otros (Puerto Viejo, Ychsma), todos ellos en contextos domésticos o funerarios directamente asociados a los recintos de vivienda, demuestran que los pobladores tuvieron una posición particularmente privilegiada en la estructura política del Tahuantinsuyu. Abstract 1 Publicado en el Boletín de Arqueología PUCP, Nº 6, 2002: 137-170

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FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS HUMANAS ESPECIALIDAD DE ARQUEOLOGÍA

ARQUITECTURA, ESTILO E IDENTIDAD EN EL HORIZONTE TARDÍO: PUEBLO VIEJO-PUCARÁ, VALLE DE LURÍN1

Krzysztof Makowski Resumen La definición de la identidad étnica de los habitantes de un asentamiento en el Periodo Horizonte Tardío tropieza con una serie de dificultades que se desprenden tanto de la movilización forzada de mano de obra especializada fuera del lugar de su orígen, como de la intensificación de intercambios a larga distancia, organizados por la administración imperial. En el contexto de la coexistencia de variados estilos y tradiciones técnológicas, la arquitectura doméstica y los comportamientos funerarios cuentan entre las únicas evidencias materiales confiables para confrontar la cultura material con las informaciones etnohistóricas. Con sus 10 hectáreas de área construida, sin contar el sistema de andenería ni los sitios satélites, Pueblo Viejo-Pucará, asentamiento urbano del Periodo Horizonte Tardío ubicado en la zona de lomas arbóreas (400-600 metros sobre el nivel del mar) en la margen izquierda del río Lurín, parece haber sido el segundo asentamiento en importancia después de Pachacamac, luego de la ocupación de este valle por los incas. Es probable que se trate del asentamiento principal de los caringa de Huarochiri, una de las dos parcialidades de la mitad Caringa en el unu de Luren. La característica distribución de núcleos de arquitectura en las cimas intermedias y la localización del sitio en la zona de pasturas utilizada hasta hoy por los pastores serranos de Santo Domingo de los Olleros, la mampostería de piedra en las modalidades desconocidas en la costa central, pero difundidas en las alturas de Huarochirí, la organización modular de espacios domésticos, los comportamientos funerarios y la presencia del componente serrano en el repertorio de estilos de cerámica indican que el asentamiento fue construido y habitado por los pobladores serranos desplazados como mitimaquna. Las evidencias sugieren también que el cuidado de rebaños de camélidos y el control militar del valle contaban entre los deberes de los habitantes de Pueblo Viejo-Pucará. Hallazgos de conchas de Spondylus princeps, cobre y sus aleaciones, plata, oro, plomo (estos últimos en cantidades reducidas), de cerámica fina de estilo Inca polícromo, Chimú-Inca entre otros (Puerto Viejo, Ychsma), todos ellos en contextos domésticos o funerarios directamente asociados a los recintos de vivienda, demuestran que los pobladores tuvieron una posición particularmente privilegiada en la estructura política del Tahuantinsuyu. Abstract

1 Publicado en el Boletín de Arqueología PUCP, Nº 6, 2002: 137-170

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ARCHITECTURE, STYLE AND IDENTITY IN THE LATE HORIZON: PUEBLO VIEJO-PUCARÁ, LURIN VALLEY The ethnic identification of the inhabitants of Late Horizon Settlement in Lurin Valley meets a series of challenges generated by two factors: a) the feasibility of a forced relocation of specialized workforce, and b) the intensification of long-distance exchange. Facing the coexistence of diverse ceramic styles and technological traditions, domestic architecture and funerary treatment become the only evidence that can help us build a bridge between material culture and ethnohistoric information. Pueblo Viejo-Pucara, with its 10 hectares of build architecture, seems to have been one of most important urban centers in Lurin Valley, second only to Pachacamac. The site, located between 400 and 600 meters above sea level in a loma ecozone on the left bank of the river, could have been the main habitation center of the Caringa of Huarochiri, one of the Caringa moieties of the unu of Luren. Several lines of evidence suggest that the site was built and inhabited by highland dwellers relocated as mitmaquna: a) the characteristic distribution of architecture-groups atop intermediate-size hills, b) the location of the site within a zone of winter pastures still used by herders from Santo Domingo de los Olleros, c) the masonry style, alien to coastal patterns while close to the Huarochiri architectural tradition, d) the modular organization of domestic spaces, e) funerary treatment, and f) the presence of strong highland component in the ceramic repertoire. Archaeological evidence indicates that tending of camelid herds and the military control of the valley were two of the main concerns of the inhabitants of Pueblo Viejo-Pucara. The discovery of prestige items – among them Spondylus princeps shell, copper gold, silver and lead ornaments, and fine Inca polychrome and Chimu-Inca pottery (among other regional elite styles)- within domestic spaces and associated burials, indicates that the site residents enjoyed a privileged position within the political structure of Tahuantinsuyu. El sitio de Pueblo Viejo-Pucará se ubica en el laberíntico sistema de quebradas laterales que atraviesan las lomas de la margen izquierda del río Lurín (Fig. 1). Dos componentes del complejo arquitectónico y un sitio satélite ocupan las cimas y la ladera del cerro Lomas de Pucará y dan nombre a la quebrada vecina, la quebrada Pucará. Otros tres componentes y un segundo sitio satélite ocupan el fondo de tres quebradas que bajan hacia la quebrada del Río Seco (Pueblo Viejo). Estos componentes dieron nombre a la quebrada entera en la primera mitad del siglo pasado: la quebrada de Pueblo Viejo. Las investigaciones en el sitio tuvieron lugar durante las temporadas 1999-2000, 2000-2001, 2001-2002 y se desarrollaron en el marco Proyecto Arqueológico-Taller de Campo Lomas de Lurín (antes Tablada de Lurín [PATL]), Convenio Pontificia Universidad Católica-Cementos Lima S.A., bajo la dirección del autor.

1. Estilo e identidad en el Horizonte Tardío

La definición de la identidad de los habitantes de un asentamiento del Horizonte Tardío tropieza con una serie de dificultades que son propias a la época inca. Buena parte de ellas se desprende de la movilización forzada de artesanos y otros especialistas con múltiples implicancias, algunas inevitables y otras potenciales, como: a) el desplazamiento

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de tecnologías y estilos lejos de su área de origen; b) la convivencia y la interacción de múltiples tradiciones tecnológicas y estilos tanto de origen autóctono como foráneo; c) la aculturación en un medio pluricultural, además de la impronta que deja el discurso con el estilo oficial, imperial o, por el contrario, d) la afirmación de la identidad de grupos numerosos confrontados con otros, autóctonos o advenedizos.

Estos fenómenos pueden causar variados efectos en la cultura material: préstamos eclécticos, arcaísmos e hibridaciones estilísticas inesperadas. Otras consecuencias vienen de la eficiente organización estatal del intercambio de productos «suntuarios» —símbolos de poder y parafernalia ritual (Morris 1995)— así como la compleja organización de trabajo (Rowe 1982, inter alia). Las poblaciones privilegiadas tienen acceso a un abanico de materias primas exóticas (Owen 2001), mano de obra especializada y foránea (en particular la producción metalúrgica y textil), e incluso a artefactos producidos a varios cientos de kilómetros de distancia (D’Altroy ms.; Costin y Earle 1989). El imperio crea las condiciones de un minisistema-mundo (Wallerstein 1974, 1980; Wolf 1987; Peregrine 1991; Wilkinson 1991; La Lone 1994; Chase-Dunn y Hall 1997; cf. también Salomón 1980, 1986, 1987 y su comparación entre las áreas nor y centro-andinas). Los productos y los ejes de distribución interconectan a poblaciones de muy variado origen (Lorandi 1987, 1991; D'Altroy 1992).

Por ende, las identidades de productores, distribuidores, constructores de espacios

domésticos y públicos raramente coinciden. Las ideologías imperiales suelen materializarse en arquitectura ceremonial y en la parafernalia de culto oficial, pero no necesariamente impregnan de su particular sello la arquitectura residencial, ni la producción de cerámica, textiles o incluso artefactos de metal en estilos regionales (Morris 1995, 1998). En todas estas esferas de producción y creatividad aflora la identidad del productor o constructor y, eventualmente, la procedencia del usuario. Todos los investigadores que trabajan en la costa central (Guerrero, siguiente número) conocen la situación de coexistencia de un número importante de estilos de cerámica y de textiles dentro de la misma área e incluso dentro del mismo contexto primario, sea este entierro humano o piso de ocupación (cf. también Malpass 1993). Sólo un porcentaje de estos estilos tiene antecedentes locales en el Periodo Intermedio Tardío. Problemas de coexistencia de varias técnicas y tradiciones se observan incluso en la arquitectura monumental (Villacorta, siguiente número).

En este contexto, la arquitectura doméstica se convierte en el único indicador potencial de la identidad étnica de las poblaciones. Al autor le parece razonable pensar que, o ellas mismas se encargan de construir y diseñar los espacios arquitectónicos, o por lo menos su cuerpo de costumbres, el habitus, deja una impronta palpable en las características de organización del espacio doméstico (Kent 1987, 1990; Isbell 1997a, 2001). Se ha podido comprobar la validez de este supuesto para el caso de Pueblo Viejo-Pucará en el valle de Lurín, donde adicionalmente se han encontrado evidencias funerarias directamente asociadas a la arquitectura doméstica.

2. El asentamiento El asentamiento se compone de cinco agrupaciones de estructuras, dos sitios satélites que distan aproximadamente de 1,5 a 2 kilómetros del complejo principal y un sistema de terrazas de cultivo, las que están acompañadas de otras construcciones, similares a los captadores de neblina y reservorios descritos por Mujica en Malanche (1987, 1991, 1997). Las cinco agrupaciones mencionadas se extienden sobre aproximadamente 12

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hectáreas y ocupan un lugar fácil de defender, en la parte elevada de dos quebradas secundarias que confluyen en el Río Seco, así como sobre tres cimas intermedias entre los cerros que dominan toda el área. Los cinco agrupaciones de arquitectura distan en promedio 200 metros uno del otro (Fig. 2). Sobre el espolón que divide a las dos quebradas se encuentra una plataforma cuya función de puesto de vigilancia es indudable. Desde la quebrada de Río Seco se accede al sitio por medio de una estrecha garganta que corta una alargada terraza fósil. El complejo de Pueblo Viejo fue construido con indudables criterios defensivos. La terraza fósil de la quebrada de Río Seco —que se ha erosionado y ha formas similares a las de morrenas laterales en el paisaje posglacial— conforma una especie de alta muralla natural. La configuración del relieve facilita la tarea de cerrar el paso a eventuales agresores que se acercasen de lado de la quebrada de Río Seco. La atalaya sobre el espolón que separa las aglomeraciones arquitectónicas en el fondo de la quebrada lateral (sectores I y II) ofrecía un control visual desde este lado. Alrededor de la mitad de la población residía en las cumbres, en un lugar muy estratégico (Figs. 2, 3), dado el difícil acceso y la amplia vista. Desde las cimas de la lomas de Pucará se puede controlar visualmente todo movimiento a lo largo del litoral hacia Pachacamac, así como la entrada al valle de Lurín. Los asentamientos - satélite aseguraban el control directo de las rutas de bajada desde Huarochirí. La parte alta de la quebrada donde se ubica el asentamiento, las dos quebradas colindantes con ella y las dos quebradas en frente, están cubiertas por los vestigios de construcciones de uso agrícola, las que conforman todo un sistema de captación de humedad ambiental de loma en la época de estiaje. En las partes altas de los cerros, en las laderas y en el fondo de quebradas donde hasta el presente se acumula la neblina existe todo un sistema de andenes. El fondo de las partes altas de la quebrada contiene a menudo anchos muros continuos o fragmentados y muros de contención transversales, además de huellas de posibles reservorios circulares. Estas estructuras se parecen a los captadores de neblina descritos por Engel (1988) y Mujica (op. cit.). Sin embargo las excavaciones realizadas recientemente en una de las quebradas dieron como resultado evidencias negativas en cuanto al uso de las estructuras circulares como reservorios puesto que carecen de fondo impermeable. ¿Podría tratarse de una construcción abortada? En todo caso, los reportes de los puquios en las cercanías del asentamiento y los resultados de la investigación botánica sugieren que el asentamiento fue construido en una de las lomas más ricas y de vegetación densa, la que incluyó especies arbóreas. Uno de los puquios reportados por Engel (op. cit.) y Rostworowski (1981) está aún activo. Adicionalmente, hay que mencionar la presencia de probables corrales para el ganado de camélidos en el Sector II (Fig. 4), a los que se sobreponen los corrales modernos. Hasta el año 2002 se ha registrado en un plano en escala 1: 50 el 75% del área del sitio. Los sectores II y III, así como parte del IV (Fig. 2) fueron documentados en este plano con hincapié en los detalles arquitectónicos. En total se ha excavado un área de 1533 m² .

3. Cronología La cronología del asentamiento fue establecida en base a la excavación por estratos naturales en tres sectores. El primero se ubicó en la parte alta (Sector IV) y los otros dos (sectores II y III, Fig. 2) en la parte baja del asentamiento. Tres grupos de evidencias permiten esbozar un cuadro firme de cronología relativa:

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- la estratigrafía vertical en los contextos domésticos, entierros y en el basural asociado; - la estratigrafía horizontal cruzada con el análisis de tipos de mampostería; - las asociaciones cerámicas. Estas últimas confirman las apreciaciones vertidas a partir del material encontrado en la superficie. Toda la fragmentería cerámica pertenece a estilos del Periodo Intermedio Tardío y del Horizonte Tardío. Hasta el presente no se ha encontrado, ni en la superficie ni en las excavaciones, un sólo fragmento de cerámica colonial vidriada, o algún otro elemento de la cultura material posterior a la conquista española. A pesar de los intentos de caracterizar a los dos periodos arriba mencionados (Bazán 1990, 1992; Eeckhout 1998a, 1999a), no se dispone aún de elementos sólidos para definir a partir de la cerámica el inicio de la dominación inca en el valle en los contextos que carecen de fragmentería diagnóstica de los estilos Inca Provincial, Chimú-Inca, etc. Varios estilos y formas locales calificados de manera poco precisa como «ichma» sobreviven probablemente hasta la época transicional. Por otro lado, la presencia de fragmentería diagnóstica en contextos domésticos es coyuntural. Este hecho ha sido comprobado en el caso del montículo de basura que, sin duda, estuvo en uso durante toda la historia del Sector III. La cerámica inca polícroma provincial abunda en los contextos domésticos del Sector III. En cambio, en el basural no se ha encontrado ni un sólo fragmento. No obstante, entre abundantes hallazgos de cerámica en estilos que se originaron durante el Periodo Intermedio Tardío, y suelen recibir la denominación «ichma o ychsma», hay varias formas con las características exclusivas del Horizonte Tardío, como por ejemplo algunos tipos de ollas con el motivo diagnóstico de la serpiente aplicada. Se ha encontrado también escudillas inca. Felizmente, los hallazgos de la cerámica inca provincial en varios contextos primarios sellados que se ha excavado en los Sectores III y IV, tanto en los niveles inferiores, sobre estéril, como superiores de estratigrafía, proporcionan elementos firmes para establecer la cronología del sitio. Desde esta perspectiva, se sostiene que el asentamiento en su totalidad, o por lo menos los conjuntos de arquitectura estudiados por los miembros del proyecto, fueron construidos durante el Horizonte Tardío. Los argumentos son los siguientes. La estratigrafía vertical observada en el sitio es relativamente sencilla, a pesar de que puede sorprender la presencia de varios niveles de ocupación (v.g., el basural, Sector III-4, Fig. 5) en un sitio que debió haber sido ocupado durante la vida de aproximadamente tres, cuatro generaciones a juzgar por la cronología absoluta del Horizonte Tardío aceptada por la mayoría de autores (Rowe 1945, 265-284; Adamska y Michczynski 1996). En términos generales, en todos los sectores se puede observar la superposición de los siguientes estratos y capas (cf. Fig. 6): a) Capa A 1: suelo con vegetación; b) Capa A 2: subsuelo; c) Capa B: capa de destrucción, con estratos de derrumbe, lentes de argamasa y arcilla. Esta última procede de revestimientos diluidos y redepositados. En algunos sectores, la capa B se divide en dos estratos (B1 y B2), con eventos de ocupación menores, posteriores a la destrucción de techos y de coronas de muros; d) P1 (apisonado 1): piso o apisonado parcialmente destruido, con evidencias de ocupación y elementos estructurales de mobiliario (banquetas, terrazas, fogones etc.);

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e) Capa C: capa de nivelación y destrucción de muros. En algunos sectores se nivela directamente el material procedente de la destrucción de muros; en varias se encuentran capas de ceniza y basura que sirven para rellenar las cavidades y crear aterrazamientos apropiados para una posterior construcción de muros; f) P 2 (apisonado 2): piso o apisonado, mejor conservado que el anterior, también relacionado con las evidencias de ocupación y elementos estructurales de mobiliario, así como con algunos depósitos subterráneos que posteriormente quedaron abandonados; g) Capa D: capa discontinua de nivelación con el uso de tierra, ceniza y desechos. En algunos sectores no aparece, puesto que se opta por aplanar la roca o la superficie de grava deleznable, compuesta de fragmentos de pizarra calcárea; h) P 3: apisonado 3; encontrado sólo en el sector III-2; corresponde a algunos eventos anteriores a la construcción de muros en este lugar. i) Capa E: estéril. Roca sólida o grava.

En todos los casos excavados, los muros guardan una relación estratigráfica directa con los niveles C y D, y con los pisos P1 y P2. El relleno C se relaciona con los trabajos de reconstrucción de unidades domésticas emprendidas localmente en algunas áreas, luego de que un cataclismo afectara sus estructuras. Las características de la destrucción observadas en la capa C hacen pensar en un movimiento telúrico fuerte seguido por eventuales precipitaciones. Varios muros colapsaron simultáneamente y, asimismo, riachuelos de lodo cubrieron algunos depósitos subterráneos. La reconstrucción emprendida después de este evento o serie de eventos no implica cambios mayores en la organización del espacio, ni en la continuidad cultural. En ambas unidades estratigráficas se encontraron hallazgos de cerámica inca provincial. Debe considerarse que, porcentualmente, los fragmentos inca provincial son más recurrentes en los contextos relacionados con el Piso 1 que en los rasgos correspondientes al Piso 2; pero ello se debe quizás al área relativamente restringida que ha sido expuesta del nivel más antiguo.

A conclusiones cronológicas similares conduce el análisis de la variabilidad de la

mampostería. El aparejo de la mayoría de las estructuras es relativamente uniforme. Se usan piedras semicanteadas, cuya cara trabajada está orientada hacia fuera del muro, y un mortero de arcilla recolectada en los depósitos aluviónicos cercanos, mezclada con hematita y limonita. Las esquinas están frecuentemente consolidadas con bloques de forma paralelepípeda. Bloques canteados se usan también para jambas de pasadizos. En el entramado de muros, las capas constituidas por delgadas y pequeñas lajas horizontales alternan con capas constituidas por piedras grandes. Un segundo sistema consiste en el uso exclusivo de piedras medianas, cuya cara plana, aproximadamente poligonal, se orienta hacia afuera. Hay también casos de muros construidos en una técnica diferente en cuanto a la selección de piedras en el entramado de muros, pues se usan piedras grandes en la base y menores en las partes altas. Finalmente, existen numerosos casos de pircado, en particular en los recintos externos (Fig. 7).

Se ha comprobado que estos diferentes tipos de aparejo se usan en la misma

estructura sin alterar su diseño inicial y dentro de la misma fase estratigráfica. Por ende la variabilidad de mampostería carece de valor cronológico absoluto aplicable a todo el sitio. El seguimiento de esta variabilidad ayuda por supuesto a reconstruir la historia de cada unidad arquitectónica por separado. Los techos de los depósitos se sostienen, en la mayoría de

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casos, sobre ménsulas de lajas cortas, empotradas en el muro. Las ménsulas con contrapesos soportan vigas de piedra. En algunos casos, las lajas descansan directamente sobre el muro. El aparejo de las plataformas y de los muros anchos asociados a cámaras funerarias, ubicados al fondo de la quebrada lateral (Sector I), difieren de las demás construcciones. Su base está constituida de grandes bloques a manera de ortostatos, sobre los cuales se levanta un muro de piedras menudas.

El material cerámico encontrado guarda notables similitudes con las muestras de la

tercera muralla de Pachacamac y de la Rinconada Alta de la Molina (Guerrero, comunicación personal), y con algunos conjuntos excavados por Eeckhout en Pachacamac (1999a , 1998a). Predomina una amplia gama de alfares y estilos que Eeckhout (ibid.) llama Lurín anaranjado (formas ichma e inca), Lurín engobe rojo (incluyendo cántaros de cuello convexo, asas laterales horizontales y serpientes aplicadas sobre el cuerpo), con decoración de bandas cremas, negro y crema (Fig. 8), así como Lurín negro pulido (incluyendo botellas en estilo Chimú-Inca, Fig. 9). Existe una serie representativa de aríbalos polícromos de estilo Inca local, escudillas grises pulidas con decoración figurativa acoplada de tipo Inca provincial (Fig. 10). Desafortunadamente, a pesar de haber excavado varios fogones y zonas de combustión, las únicas muestras de plantas anuales que podrían ser fechadas tienen pesos aceptables sólo para el uso del acelerador. No se dispone aún, por lo tanto, de fechados radiocarbónicos con rangos de desviación estándar adecuados para discutir la cronología absoluta del sitio.

4. Antecedentes de investigación en el área

El área fue visitada y mencionada con anterioridad por varios arqueólogos: Patterson (1966), Agurto y Watanabe (1974), Feltham (1983, 1984), Engel (1983, 1987), entre otros; sin embargo, el complejo de Pueblo Viejo pasó casi desapercibido. Ninguno de los investigadores mencionados levantó un plano o proporcionó una descripción analítica del conjunto. Engel, quien es el único en proporcionar la ubicación de los componentes de Pueblo Viejo, aparentemente no se percató de su extensión y de la indudable relación cronológica y funcional entre las cinco agrupaciones. En su plano (Engel 1988: Mapa «D») de las Lomas del Manzano y de Pucará, los componentes son tratados como sitios autónomos. A juzgar por el mapa (loc. cit.) y las ilustraciones (Engel 1988: Figs. 36-39), Engel ha localizado todos los componentes menos el asentamiento satélite de la quebrada de Pucará. Tentativamente, se han establecido las siguientes equivalencias entre su terminología y la del proyecto (Tabla 1): PATL: Engel: Pueblo Viejo, Sector I Pucará VI, código 12b I-515 Pueblo Viejo, Sector II Pucará I, código 12 a III-520, 600, 605 Pueblo Viejo, Sector III Pucará II, código 12 a VI-525, 610, 615 Pueblo Viejo, Sector IV Pucará IV, código 12 a VI-535, 625 Pueblo Viejo, Sector V Pucará III, código 12 a VI-530, 620 Pueblo Viejo, sitio satélite Río Seco Cerro Botijas, código 12 a III-340

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Tabla 1. Correlación entre la terminología usada por el PATL y la de Ángel (1988).

Engel tuvo dificultades en determinar las características y la función de la arquitectura. Sus descripciones son muy escuetas e imprecisas. Algunas de sus dudas persistieron en la fase inicial de este proyecto, como, por ejemplo, si las alargadas estructuras de varios pisos, con accesos a través de pequeñas ventanas, tuvieron funciones funerarias o fueron depósitos. En otros casos, Engel atribuía a estas mismas estructuras funciones de espacios habitacionales.

Por la ubicación tan próxima al valle de Lurín, el sitio Pueblo Viejo tampoco fue incluido en las investigaciones de los sitios de lomas por Elías Mujica Barreda (1997), que incluyeron las lomas de Lúcumo, Malanche y Cruz de Hueso o Chamaure. Mujica ha demostrado que los asentamientos conocidos de las fuentes etnohistóricas fueron efectivamente ocupados prósperamente durante todo el año. Esto fue posible gracias al ingenioso sistema de captación de neblina. El sistema descrito por Mujica es el mismo que el existente en Pueblo Viejo; sin embargo, la arquitectura doméstica es diferente tanto en el plano como en el aparejo.

Las investigaciones sobre el Periodo Intermedio Tardío y el Horizonte Tardío en el valle de Lurín se han centrado en la problemática relacionada con el complejo de Pachacamac. En primera instancia, las relaciones entre el famoso templo-oráculo y el valle fueron examinadas e interpretadas a partir del estudio de las Pirámides con rampa (Eeckhout 1998a, b; 1999, 1999/2000 Dulanto ms.). Por otro lado, el bien conservado camino inca desde Pachacamac a la sierra (Hyslop 1984; Feltham 1983, 1984) ha atraído la atención de los investigadores hacia el problema de los asentamientos inca relacionados con este eje de comunicación: Aviyay, Sisicaya (Cornejo 1995, 2000) y Nieve-Nieve (Negro y Fuentes 1988; Eeckhout 1998 a). Las ocupaciones del Horizonte Tardío fueron definidas, aparte de Aviyay, en las excavaciones de Pampa de las Flores por Dulanto (comunicación personal) e Eeckhout (1999 b), y en los alrededores de la denominada Tercera muralla (D. Guerrero, comunicación personal)

Las investigaciones citadas ponen en relieve el carácter excepcional de Pueblo Viejo y de algunos otros sitios con arquitectura similar en las lomas de Lurín. El aparejo y las formas arquitectónicas no encuentran paralelos en los sitios del valle bajo. Llama la atención que a pesar de la total o parcial contemporaneidad con el extenso y cercano asentamiento con arquitectura pública, Pampa de las Flores (Eeckhout 1998 b; 1999a: 196-210, Figs. 7.1-7.3, 1999b; Dulanto, comunicación personal), los dos sitios no tienen nada en común, ni formas arquitectónicas, ni técnicas de construcción. La arquitectura de Pampa de las Flores es, en cambio, comparable con la de otros centros administrativos, como Tijerales, Panquilma y Molle. Comparten también el sistema constructivo, incluyendo el aparejo, tanto con los sitios mencionados como con otros asentamientos menores, v.g., Quebrada de Golondrinas (Eeckhout 1999 a). Este sistema comprende el uso de muros de adobe y de piedra recubierta de gruesos enlucidos. Tampoco existen paralelos que relacionen al complejo Pueblo Viejo-Pucará con los asentamientos de arquitectura aglutinada como Chontay, Chacralta y Anchucaya (Feltham 1983), con los sitios planificados dispuestos en terrazas como Santa Rosa, o con los conjuntos planificados, que comprenden amplios recintos internos y filas de ambientes, como Antapucro. No obstante, el aparejo de piedra utilizado en Santa Rosa guarda cierto parecido con el de Pueblo Viejo. Parecidos son también ciertos muros de piedra (según Eeckhout 1999a: 249, Fig. 7.53), hay cinco tipos

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de aparejo además de adobe de molde) en Nieve-Nieve y en las construcciones inca de Avillay. No obstante, este ultimo asentamiento planificado inca se caracteriza por una organización espacial (manzanas con red ortogonal de calles) y el diseño de espacios domésticos que no tiene nada en común con Pueblo Viejo.

Notables diferencias presenta también la arquitectura de Pueblo Viejo en comparación con los asentamientos de lomas del Horizonte Tardío, tanto en el plano, diseño de estructuras, como en el aparejo. Ni los conjuntos aglutinados, compuestos de estructuras rectangulares interrelacionadas por corredores, patios y pasadizos, ni las cámaras funerarias con vestíbulo (Mujica 1997) se encuentran en el sitio estudiado. Cabe enfatizar que un pequeño asentamiento, de 1 hectárea de extensión, similar a Malanche y otros sitios de lomas, se encuentra a menos de 1 kilómetro de Pueblo Viejo, hacia arriba de la quebrada de Río Seco.

En cambio, tal como ha sido mencionado anteriormente, la arquitectura de Pueblo Viejo está estrechamente emparentada con la de la sierra de Yauyos (Figs. 11A, 11B). Desafortunadamente, muy poco avanzados son los estudios sobre el valle alto y tampoco se ha estudiado la secuencia cerámica de Huarochirí.

5. Estudios etnohistóricos Los escritos del Padre Antonio de Calancha [1639], las informaciones procedentes de un pequeño censo local realizado en el siglo XVI y el testamento del cacique Alonso Saba, sirvieron a Espinoza (1964) para proponer una reconstrucción de la organización política del valle de Lurín, como parte del señorío Ychsma (llamado también Ichma, Ischma o Ychima). El valle bajo hasta las alturas de Cieneguilla y las áreas de lomas adyacentes al sur estarían repartidas entre cuatro curacazgos: Pachacámac, Manchay, Caringas y Quilcaycuna. Manchay fue mencionado de manera independiente en el juicio de residencia al corregidor saliente de Cañete, Hernán Vázquez de Puga (Rostworowski 1992: 91) al lado de otro curacazgo, Pacat (correspondiente posiblemente a un ayllu en Pacta, mencionado también como Patca en 1580, BN-A-537; citado por Rostworowski 1992: 98) y de la parcialidad Lurin Ychsma. El curaca de Caringa, don Cristóbal Compaya, fue convocado junto con otros curacas a la reunión de caciques en 1952 organizada por el arzobispo Jerónimo de Loayza en el pueblo de Mama (ibid.: 97). El posterior notable avance en los estudios etnohistóricos sobre el valle se debe al empeño de Rostworowski (1981), quien ha sido la primera en demostrar la importancia del ecosistema de lomas en la subsistencia prehispánica. En uno de sus documentos, concerniente a las lomas de Atiquipa de la costa sur, menciona cultivos de yucas (Manihot utilissima), achira (Canna edulis), maíz (Zea mays) y camotes (Ipomoea batata). En consecutivos reconocimientos, Rostworowski localiza en el área de lomas desde Atocongo a San Bartolo varios topónimos correspondientes a ayllus mencionados en diversas fuentes coloniales. Le llama la atención una recurrente asociación entre capillas, terrazas de cultivo abandonadas y extensas ruinas de asentamientos prehispánicos; estas últimas se extienden sobre las laderas de los cerros. Rostworowski (1981, 1989) sugiere que las capillas fueron construidas por los comuneros descendientes de habitantes de los antiguos asentamientos, abandonados a raíz de las reducciones toledanas. Según Rostworowski (ibid.: 45): «...los naturales continuaron reuniéndose para ciertas fechas del calendario religioso para la celebración de ritos católicos, encubriendo quizá otras ceremonias gentilicias». Los indios de

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la zona de lomas fueron reducidos en Lurín. Rostworowski localiza tres capillas que indicarían tentativamente la ubicación de pequeños curacazgos: Caringa, en las lomas del mismo nombre frente a San Bartolo, Patca (también Pacta, Pacat), en la quebrada de Malanche, y Pueblo Viejo. Este último está descrito de la manera siguiente: «Otra antigua aldea en las mismas lomas es Pueblo Viejo y está compuesta por casas y dos pozos de agua revestidos de piedras ; Hipólito Ruiz señala que en la quebrada de lomas de Lurín había «...un manantial entre dos peñascos, de agua muy delgada y cristalina y siempre fresca» ( loc.cit. y nota 4). La descripción parece referirse a la capilla en las lomas de Manzano y Pucará. La cuarta capilla señalada por Rostworowski es la de la quebrada de Atocongo. Posteriormente (Rostworowski 1992: 100), a esta lista se agregan las capillas de Lúcumo, Lacigazgo (Icascos o Casicaya), Chamaure y San Juan. Nuevos documentos analizados por Rostworowski hicieron reconsiderar la importancia de Caringa y aportaron datos que completan la información sobre la organización indígena antes de las reducciones toledanas. Particular importancia tiene el informe de Rodrigo Cantos de Andrade de 1573 (Rostworowski 1999). En esta visita se confirma la subdivisión del valle bajo en dos parcialidades (cf. también Paredes 2000: 311): Hanan Ychsma y Hurin Ychsma. El documento recoge también testimonios de los principales de los Caringa, Alonso Choque Guamani, el curaca de Hanan Ychsma Caringa, y de Alonso Maca Yauri, el curaca de los Caringa. Este último es hermano (por padre) de Luis Loyan e hijo de Hernando Llaxa Guayca, ambos curacas principales de Hanan Ychsma. Es interesante anotar diferencias entre los nombres quechuas de los Caringa (v.g., Choque Guamani, Maca Yauri) y de los demás pricipales del valle (vg. Luyan, Cuchigualle, Mallma, Caucalla, Sabat, Calanco). Por otro lado, el documento proporciona los nombres de los curacas principales, Taurichumbi y Chamot Saba. En la época de Huayna Capac el principal curaca Caxapaxa era yana del Inca y residía en Cuzco. La provincia de Pachacamac era administrada por Taulichusco, su hermano o primo, curaca de Lima y yana de Mama Vilo, esposa de Huayna Capac (Rostworowski 1978: 78-70; 1988: 183; Pärssinen 2003: 300). Las relaciones de poder entre los dos co-gobernantes no son claros. En la época colonial, según los documentos analizados por Espinoza (1964: 136), el valle de Lurín fue gobernado por los Saba y el cargo de hatun curaca correspondía a representante de este linaje (véase también Pizarro 1978: 246-247). Los probables descendientes de Chamot Saba han tenido tierras y ostentaban cargos públicos hasta la década de los sesenta del siglo XX (Paredes 2000). En 1572 un Alonso Sabat fue cacique principal de los Hurin Ychsma (Rodrigo Cantos de Andrade 1573, en: Rostworowski 1999: 66). Taurichumbi es conocido, en cambio, como el curaca que alojó a Hernando Pizarro en Pachacamac (Miguel de Estete, en: Fernandez de Oviedo 1945: 54). Rostworowski sugiere que se trata de la segunda persona en el señorío, dado que el hatun curaca estaba en el tiempo de la visita en Cajamarca (Rostworowski 1999: 15). ¿Habría que pensar que Taurichumbi fue el señor de los Urin (Luren) Ychsma? La respuesta no es del todo sencilla, puesto que el poder del señor principal de Lurín se extendía, al parecer, hasta la cuenca del río Rímac (Rostworowski 1972, 1977: 197-199; 1992: 77-78; apoyada por Albornoz 1967; Calancha 1976-78 [1638] y documentos de archivo; cf. la síntesis de la discusión en Eeckhout 1999 a: 399-405; Cornejo 2000: 150). El curacazgo de Lurín habría sido uno de ocho señoríos; esta organización hipotética no necesariamente fue mantenida después de que Pachacutec Inca sometió pacíficamente al

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señorío. Pärssinen (1992: 341-342, 2003: 299-300), respaldado por las informaciones de Cobo (1964 [1639]: 391), sugiere una organización tripartita, de tres hunos. Uno de estos hunos estaría formado por el valle de Lurín y el señorío de Surco, en el Rímac; el segundo abarcaría el resto de la margen izquierda del Rímac con la capital en Maranga; y el tercero comprendería la margen derecha del Rímac, así como el Chillón con la capital en Caraguayllo. Finalmente, tampoco es clara la relación entre los curacas principales, Taurichumbi y Chamot Saba, y el lugar del templo-oráculo dentro de la estructura administrativa inca. En cualquier caso, antes de 1573 el cargo del señor principal y gobernador del repartimiento fue ejercido por el curaca de los Anan Ychsma, Luis Loyan, hijo de Hernando Llaxa Guayca (Llaxaguayla), también curaca de los Anan Ychsma. En el juicio de 1559, el mismo Hernando Llaxa Guayca (Llaxaguayla) afirma tener derechos de señor principal de Lurín y Lima como sus antepasados. Ello no necesariamente es cierto. La población de Urin Ychsma disminuyó rápidamente por varios motivos, tanto por explotación como por el hecho de que fue probablemente constituida por mitimaes. Esto aparentemente no ha ocurrido con los Anan Ychsma, particularmente los asentados en las lomas. Los testimonios recogidos por Rodrigo Cantos de Andrade concuerdan en que los Caringa formaban parte de los Anan Ychsma; otro hijo de Hernando Llaxa Guayca, Alonso Maca Yauri, detentaba el cargo del curaca principal de los Caringa. Rostworowski sugiere que el curaca de los Anan Ychsma Caringa, Alonso Choque Guamani, se desempeñaba como su segunda persona. No existen evidencias en los documentos para precisar las áreas controladas por los curacas. Se ha sugerido (Espinoza 1964: 136; Feltham 1983: 375; Eeckhout 1999 a: 402; Paredes 2000: 311) la subdivisión siguiente: a) Ayllu Pachacamac: área entre el sitio arqueológico y la reducción, actualmente la zona de Las Palmas, Villena, así como las lomas de Atocongo; b) Ayllu Manchay: de Pachacamac a Cieneguilla o, como lo sugieren recientemente Eeckhout y Paredes (loc. cit.), Pampa de Flores, Quebrada Golondrina, Tambo Inga; c) Ayllu Quilcaycuna: el litoral, con el actual pueblo de Lurín, la reducción de San Pedro de Quilcay; d) Ayllu Caringa: las lomas de Manzano, Pucará, Lúcumo, Pacta y Malanche, Caringa, entre el valle de Lurín y el valle de Chilca. Desafortunadamente las evidencias disponibles no dan pistas inequívocas para atribuir los ayllus de Manchay y de Quilcaycuna a sus respectivas parcialidades. Sin embargo, el significado de las palabras hanan y lurin (luren) sugiere que la frontera entre ambas parcialidades separaba la parte baja de la parte alta del valle bajo. Lo mismo sugiere el testimonio (Rostworowski 1999: 19) de que los «Caringa de Huarochirí [sic]» fueron bautizados junto con los manchay por fray Antonio de Cuéllar, y que han estado en la doctrina con los indígenas de Cacaguasi en el pueblo de Pacata (Pacta, Malanche). Los nombres «Caringa de Huarochirí» y los «Ychsma Caringa» llaman la atención. Es muy probable que se refleje en ellos una subdivisión política relacionada con el origen heterogéneo de la población de lomas. Debe recordarse que los Ychsma Caringa tuvieron antes de 1573 a su propio curaca. En todo caso, la presencia simultánea en las lomas de las

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poblaciones que se decían proceder de las tierras altas de Huarichirí y de la arquitectura del mismo origen, difícilmente puede ser considerada una simple coincidencia.

6. Formas arquitectónicas y organización espacial del complejo arquitectónico Pueblo Viejo La arquitectura de Pueblo Viejo impacta por la gran recurrencia de formas altamente estandarizadas que se repiten en un número de combinaciones. Para fines de registro (Makowski [dir.] 2000) se han diferenciado cinco formas básicas de arquitectura, tres techadas y dos abiertas: a) 1a: estructura con techo de piedra, de planta rectangular y dos pisos; b) 1b: una variante de la forma anterior, con la planta aproximadamente cuadrada y un pasadizo en el primer piso; c) 2: recinto rectangular con el techo de material perecible o sin techar; d) 3: plaza regular; e) 4: canchón de forma irregular. A esta lista hay que agregar estructuras componentes del sistema de riego como represas, reservorios, un posible canal-acueducto, así como tres tipos de andenes. Hay que mencionar también curiosos muros de planta sinuosa, eventualmente figurativa, en el Sector I, de los cuales por lo menos uno contenía cámaras funerarias. Mención aparte merece un montículo escalonado, con terrazas revestidas de pequeños cantos, que resultó estar compuesto de capas de basura y desmonte. Las estructuras con techos de piedra (tipo 1a, registrado con las siglas ET) se parecen formalmente a formas muy frecuentes en la arquitectura de la sierra, a las que se suele asignar funciones funerarias, algunas veces de manera fundamentada, como en el caso de las chullpas (v.g., Isbell 1997b). Por las dimensiones y las características de acceso, su uso habitacional puede quedar descartado. El ancho de aproximadamente 80 centímetros está limitado por el largo máximo de vigas de piedra; el largo varía sustancialmente. La altura de la cámara no sobrepasa en general el metro. El único orificio de entrada es casi cuadrado y se ubica en la fachada, constituida siempre por una de las paredes largas de la estructura; estos orificios se parecen más a ventanas que a puertas por sus reducidas dimensiones (40 por 50 centímetros en promedio), así como por la ubicación a la mitad de la altura de la pared. En un caso se ha conservado in situ la placa de pizarra que servía de puerta. En algunas estructuras, la pared interna, opuesta a la ventana, puede albergar pequeños nichos. En la mayoría de casos, las estructuras descritas forman conjuntos de dos edificaciones alineadas o en «L» (Fig. 12). Existen numerosas evidencias que las estructuras techadas con lajas de piedra poseían originalmente dos pisos (Fig. 13), salvo casos excepcionales. La altura total oscilaba alrededor de dos metros. Las cámaras del segundo piso, que poseen sus propias ventanillas de acceso, tienen a menudo pisos cuidadosamente enlucidos. Se ha usado para este fin capas de arcilla limpia, de color blanco y con alto contenido de caolinita o de arcilla fina amarilla. Los yacimientos de caolinitas abundan en las proximidades del asentamiento, pero la arcilla amarilla limpia tuvo que ser traída desde la quebrada de Río Seco. Los pisos de la primera planta poseen apisonados, revestimientos de piedras planas o pisos menos cuidadosos, salvo casos excepcionales. A menudo un bajo murete divide por la mitad el ambiente del primer piso.

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Cabe mencionar que las curiosas estructuras techadas de dos pisos no sólo conforman una categoría arquitectónica muy recurrente en el sitio, sino que se asocian con otros elementos: recintos potencialmente techados, patios abiertos, pasadizos o plataformas conformando conjuntos arquitectónicos organizados con un grado variable de planificación previa. La presencia de enlucidos elaborados en las cámaras del segundo piso sugiere que su función no era funeraria, sino que se trataría de depósitos. Esta función quedó completamente comprobada durante la ultima temporada de excavaciones (Makowski et al. 2002). Se ha registrado también un complejo procedimiento de adaptación de depósitos para fines de entierro de uno o varios individuos. Se ha logrado demostrar que estas cámaras alargadas formaban parte de un diseño típico y modular del espacio doméstico. En el Sector III se han excavado seis conjuntos domésticos completos, además de patios y pasadizos con escalera que permitían la comunicación con los conjuntos ubicados cuesta arriba. En todos ellos se repite el mismo patrón de organización (Fig. 11). Salvo casos excepcionales de unidades domésticas en construcción o de conjuntos de mayor envergadura (Sector IV), cada estructura habitacional se compone de dos ambientes rectangulares (Tipo 2), adosados por ambos lados a un número igual de cámaras de dos pisos (Tipo 2) alineadas en fila, de tal manera que se forma un pasadizo interno entre ellas. El pasadizo es necesario puesto que sólo uno de los ambientes rectangulares posee una entrada desde afuera. Ninguno de los muros de ambientes rectangulares se ha conservado hasta la altura suficiente como para reconstruir la forma del techo por intermedio de hastiales. Sin embargo, tomando en cuenta las dimensiones promedio y las descripciones de arquitectura similar por Engel y Rostworowski, se piensa en techos inclinados de materiales perecibles: esteras enlucidas de arcillas y soportadas por vigas de madera. Los depósitos de dos pisos alineados en el centro de la casa, de altura aproximada de 2 metros (Fig. 14), servían de apoyo para el sistema de techado a dos aguas. El otro extremo de cada segmento del techo se apoyaba sobre los muros externos. La existencia de pisos, banquetas, depósitos subterráneos, fogones y áreas de actividad al interior de los recintos rectangulares no permite dudar que éstos estuvieron originalmente bajo abrigo de un techo. Desafortunadamente, no quedaron huellas de estos techos sobre los pisos. Las vigas fueron probablemente reutilizadas por los lomeros y los elementos restantes se destruyen con las abundantes lluvias estacionales. La unidad modular que acaba de ser descrita se adapta a la morfología de terreno y a veces tiene que ser modificada según las posibilidades de crecimiento. En el Sector III se ha observado una nítida relación de estratigrafía horizontal entre las unidades excavadas. Las casas están adosadas unas a las otras, y se puede seguir el orden de su construcción y de las subsiguientes unidades domésticas utilizando para este fin los espacios libres y adaptándose a su forma. Por está razón en algunos casos, las cámaras alargadas están construidas también a lo largo de la pared corta del recinto habitacional. Tomando en cuenta los principios de organización espacial presentados y las evidencias del uso de espacios arquitectónicos, el asentamiento puede ser caracterizado como un conjunto de cuatro aglomeraciones (barrios) de arquitectura doméstica separadas por espacios vacíos, un conjunto de recintos de forma irregular (corrales), y dos extensos edificios de diseño ortogonal que tienen la particularidad de contar con amplias plazas rectangulares internas. Dos de las aglomeraciones mencionadas se distribuyen en el fondo de dos quebradas adyacentes y separadas por un bajo espolón (sectores I y III). Sobre el espolón está

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construido el puesto de vigilancia, una especie de plataforma-atalaya. En la parte baja del Sector III se encuentra un montículo artificial, aterrazado con revestimiento parcial de cantos rodados. Las excavaciones demostraron que se ha formado gracias al uso del sitio como zona de descarte de desperdicios y desmonte durante varios años, incluso generaciones. Las pircas de contención y las capas de tierra que alternan con las de basura, servían para impedir que los desperdicios se dispersen en dirección hacia el complejo residencial y administrativo del Sector II. Entre las dos aglomeraciones, en la misma quebrada en que se encuentra el Sector III, hay un conjunto de arquitectura ortogonal planificada y otro conjunto de grandes recintos-canchones de trazo irregular (corrales), cuyos muros fueron levantados de simple pirca: el Sector II (Fig. 15). En uno de los recintos se ha conservado una piedra parada ex profeso a manera de huanca (Duviols 1979), a la que se asocia una pequeña plataforma-altar. Es probable que se trate de corrales para camélidos, los que tuvieron, asimismo, uso ceremonial. El conjunto de arquitectura planificada del Sector II tiene el aspecto de un centro administrativo, eventual residencia de uno de los curacas. Consiste de tres plazas rodeadas de módulos del tipo anteriormente descrito, a los que se adosa todo un sistema de depósitos alineados en filas y ascendentes por la pendiente del cerro. La probable coexistencia de la arquitectura doméstica, con espacios públicos y con un amplio sistema de depósitos, el trazo ortogonal y la descomunal extensión sugieren la función antes mencionada para la estructura. Las dos aglomeraciones restantes, de las cuales una tiene mayor extensión y cuenta con un número mayor de estructuras que las demás (Sector IV), mientras que la otra, que es la más reducida (Sector V), se localiza en las cimas menores del cerro Lomas de Pucará. Los habitantes de estos «barrios» tuvieron pleno control visual de los accesos a los «barrios» de abajo, y de todos los movimientos por la costa hacia Pachacamac, así como por el valle bajo de Lurín. Ambas aglomeraciones tienen características similares a los sectores I y III y se componen de unidades domésticas modulares. Las sucesivas ampliaciones y el relieve accidentado contribuyeron en crear la apariencia de un laberinto. Hay, sin embargo, en el Sector IV, algunas estructuras con una ubicación privilegiada (Fig. 16). Una de ellas está separada de las demás y se encuentra relativamente aislada sobre la cima que da hacia el valle de Lurín y la entrada a Pachacamac. La estructura destaca por el plano ortogonal y por la presencia de dos patios rectangulares rodeados de los tres lados por estructuras modulares; el cuarto lado da a la pendiente. Por la presencia del patio, de trazo ortogonal, y de varias filas de depósitos rectangulares, el conjunto se parece en algún grado al conjunto del Sector II (Fig. 17). También en este caso es posible sospechar que el espacio público (el patio) está rodeado de ambientes domésticos y de zonas de depósito. Las excavaciones de la temporada 2000-2001 confirman esta hipótesis y sugieren que podría tratarse de un pequeño centro administrativo (residencia de curaca) de la mitad alta del asentamiento.

7. Áreas de actividad y funciones Las evidencias reunidas durante las primeras dos temporadas de campo han brindado abundantes argumentos a favor de la hipótesis de que el asentamiento fue ocupado de manera permanente como Malanche y que la mayoría de estructuras poseía funciones habitacionales. El espacio arquitectónico modular, compuesto generalmente de dos ambientes rectangulares y de dos depósitos de dos pisos cada uno, presentan un repertorio de componentes que se repiten en la mayoría de casos. Estos componentes se

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relacionan de manera directa con las principales funciones asignadas a un espacio doméstico: almacenamiento y preparación de alimentos líquidos y sólidos, descanso, eventual producción de algunos artefactos y en los espacios externos eventuales áreas de recepción (Kent 1990): a) Cámaras subterráneas: cámaras rectangulares techadas con vigas de piedra, similares a las cámaras de depósitos aéreos de dos pisos. En algunos casos las cámaras subterráneas se encuentran debajo del piso, en otros en el interior de una banqueta ancha. El tamaño y el acceso sugieren que se trata también de depósitos, salvo casos excepcionales, por ejemplo, la posible «cuyera» (lugar para la cría de Flavia porcellus). b) Pozos subterráneos: cámaras de una profundidad promedio de 1 metro y planta rectangular, revestidas con piedras y sin techar; el piso fue enlucido con arcilla. Son posibles depósitos (por ejemplo, para almacenar tubérculos); todos los pozos de este tipo fueron encontrados vacíos. c) Banquetas: cuidadosamente construidas con revestimiento de piedra y un grueso enlucido de arcilla en la parte superior. Suelen ubicarse en uno de los extremos del cuarto y eventualmente, en las cercanías de fogón. Por las dimensiones y la ubicación que las banquetas, se sospecha que estaban destinadas como lugares para dormir. Sin embargo, en un caso la banqueta escondía en su interior un depósito subterráneo y tenía un batán acomodado sobre su superficie (Fig. 18). d) Plataformas: amplias superficies niveladas y bordeadas por un escalón revestido de piedras o enlucido. En varios casos, el espacio interno del cuarto fue nivelado con plataformas escalonadas (sectores III-2, y IV-2 B). Las plataformas fueron construidas también a lo largo de la fachada de la estructura cuando esta da al patio y probablemente estuvieron techadas con un pórtico. Varias de ellas funcionan como espacios destinados para cierto tipo de actividad productiva. Este último tipo de plataforma siempre cuenta con una banqueta angosta para sentarse adosada al muro de la fachada. e) Cocinas con canaleta revestida: estructuras destinadas a la combustión de troncos de madera, que cuentan con una canaleta revestida con tres lajas alargadas (una en el fondo y dos en las paredes), que desemboca en un hoyo lleno de ceniza. Las cocinas de este tipo están en uso aún en actualidad. En la canaleta debajo del recipiente se introduce el extremo del tronco que servirá de combustible, a medida que el leño se consume es posible mover la parte intacta desde afuera hacia la canaleta; el hoyo ayuda a limpiar la canaleta de ceniza acumulada. f) Fogones: áreas revestidas de arcilla, por lo general hoyos en el piso, rellenos de ceniza. g) Filas de cántaros: en algunos casos los cántaros se conservaron parcialmente, en otros sus fondos dejaron improntas en el piso. En algunas casas las filas de cántaros tienen un lugar especialmente preparado dentro de una ancha canaleta revestida de piedras. h) Hoyos para empotrar cántaros: es una versión más elaborada del equipamiento de cocina descrito anteriormente. Son profundas cavidades redondas o rectangulares, revestidas de lajas de piedra.

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i) Batanes: grandes piedras con una cara plana, con o sin una ligera cavidad y huellas de abrasión por causa del prolongado trabajo con una mano de moler. Las manos de moler tienen forma alargada y se hace uso de ellas haciéndolas mecer. j) Canaleta de uso indeterminado: existe un solo caso de canaleta ancha, de trazo irregular y profunda, a lo largo de la pared lateral del cuarto, sin desagüe ni fondo revestido (Sector IV-2B); a pesar de estas características, hay evidencias de acumulación de agua. En el relleno se encontraron desechos líticos de producción de porras (Fig. 19). La mayoría de recintos habitacionales excavados cuenta con batanes y fogones, uno de cada uno por el cuarto. A cada cuarto corresponden también, en promedio, dos espacios de almacenamiento, uno en el primer piso del depósito y el otro revestido de manera fina, en el segundo piso. El cernido de fogones arrojó abundantes cantidades de desechos de comida, entre semillas, tuzas de maíz, restos óseos de peces, aves y mamíferos. Las acumulaciones de cerámica utilitaria y las filas de recipientes de almacenamiento de líquidos, demuestran también que en el interior, y en algunos casos en el exterior, sobre las plataformas, se preparaba alimentos. En casi todos los ambientes domésticos se han encontrado también huellas de producción de cabezas de porra. Las evidencias corresponden a los estadíos terminales de acabado, incluyendo la perforación del orificio. Cabe resaltar la frecuencia de hallazgos de porras acabadas y de proyectiles de honda. Las estructuras habitacionales complejas, con o sin planificación ortogonal, como las excavadas en el Sector IV, difieren de las unidades domésticas estándar por la existencia de patios con plataformas y por la cantidad de ambientes destinados al almacenamiento y a la producción. En particular destacan por la existencia de áreas con varios fogones y varios batanes. En el Sector IV-1 hay tres grandes fogones en el extremo del patio rectangular. En el Sector IV-2 un cuarto especial, con dos entradas y al lado del patio, contenía dos grandes áreas de combustión dentro de profundas cavidades. Ello sugiere que la preparación de alimentos estaba a cargo de más de una persona y fue destinada también para un número mayor de comensales. De hecho, a juzgar por el número de cuartos con entradas independientes en la estructura ortogonal compleja del Sector IV-1 y por la recurrencia de cocinas, fogones y batanes en cada uno de los cuartos excavados, es posible imaginar varias familias nucleares conviviendo bajo el mismo techo. Hay que enfatizar que los patios con plataformas no se asocian necesariamente de manera exclusiva con residencias grandes, de trazo arquitectónico complejo. En el Sector III-3 se ha excavado un patio rectangular con plataformas que servía para realizar varias actividades, pero, además creaba un espacio de comunicación entre cuatro unidades domésticas. Una escalera permitía incluso acceder a terrazas superiores del asentamiento. Un papel similar cumplía el área irregular dejada sin construcciones en el Sector III-1.

8. Contextos funerarios y su relación con arquitectura Como la arquitectura, también los comportamientos funerarios no corresponden a los que se suele registrar en los valles costeños. La mayor cantidad de entierros humanos han sido registrados en el interior de los depósitos adaptados para este fin. En el Sector III-3 se han excavado cuatro estructuras de este tipo que contenían entierros humanos (Figs. 20A, 20B). Una de estas estructuras estaba perfectamente conservada con su segundo piso. Sólo el primer piso fue adaptado para fines funerarios y para este fin se ha desmontado el bajo

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murete que dividía la cámara en dos. En la parte del fondo así delimitada fue depositado en posición sentada un sólo fardo funerario de un individuo masculino adulto. Es posible que algunos elementos del potencial ajuar hubieran sido sustraídos, porque se podía acceder fácilmente al contexto a través de una ventana; por otro lado, a juzgar por los demás contextos, podían también carecer de ofrendas. Los otros tres casos son diferentes. Los pisos superiores de las galerías fueron completamente desmantelados y el piso de las cámaras bajas recibió un revestimiento adicional de piedras planas. Las cámaras de depósito se convirtieron de este modo en cámaras funerarias. Los cuerpos fueron depositados secuencialmente arrimando a los ocupantes anteriores. Resulta claro que los cuartos adyacentes a las cámaras transformadas en funerarias dejaron de ser habitados, pues se cuenta con numerosas evidencias de la ocupación de estos cuartos anterior a las modificaciones. En algunos cuartos existe, sin embargo, un nivel de uso posterior al derrumbe parcial de paredes y techos que quizás corresponde a la etapa de transformación de los depósitos en tumbas. Las cámaras clausuradas fueron rellenadas parcialmente con tierra. El enterramiento se relacionaría, por lo tanto, con el abandono de la unidad doméstica. Una relación similar con la arquitectura tiene el entierro solitario de un niño en el Sector III-2. En la entrada misma del vestíbulo a uno de dos cuartos, se ha encontrado una pequeña estructura semicircular de piedras apoyada contra la pared. La estructura, que contenía el entierro de un niño en posición sentada, guarda una relación estratigráfica indudable con los últimos episodios del uso de este espacio, cuando el cuarto del fondo empezó a rellenarse con el material de construcción de paredes semiderruidas. Dada la cantidad de las galerías vacías y los resultados expuestos arriba, resulta poco probable que algunas de ellas fueran construidas expresamente para fines funerarios. Si bien los textiles no se conservan, resulta claro por las características tafonómicas que la mayoría de los individuos fueron depositados como entierros primarios en posición sentada con los miembros fuertemente encogidos, pero sin envoltorio. Los cuerpos estuvieron vestidos, a juzgar por la presencia de tupus y la dispersión de cuentas de collar. Los comportamientos descritos difieren de manera obvia de las que se registran en la costa (Eeckhout 1998b) durante el Periodo Horizonte Tardío y se asemejan a los de la vecina sierra (Farfán, comunicación personal 1995).

9. El asentamiento y el valle de Pachacamac Si bien el estudio del entorno paleoambiental y de las zonas de producción agrícola y ganadera no estaba dentro de las prioridades de la primeras temporadas, se ha reunido información que ayuda a entender las razones de la localización del asentamiento en este paraje actualmente inhóspito y distanciado del valle de Lurín. El sistema de terrazas en las partes altas de los cerros garantizaba el aprovechamiento óptimo y directo de la humedad ambiental. Las terrazas construidas en las quebradas laterales complementaban el sistema. Se ha comprobado que las semillas de variantes modernas de maíz y de tubérculos prenden bien en las terrazas y se desarrollan hasta la llegada de rebaños de cabras. El asentamiento se localiza en la parte más activa de una loma de tipo arbóreo (Mújica 1997; Chevalier 2002: 75). Hay evidencias de que las laderas estuvieron arborizadas con especies como boliche Sapindus saponaria, tara (Caesalpina spinosa), guarango (Acacia macracantha), molle (Schinus molle) y mito (Carica candicans), una papaya silvestre, y no se debe

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descartar el cultivo de algunas especies de frutales, como lúcumo (Pauteria lucuma). Es muy probable que la densa vegetación en las laderas contrarrestaba bien los efectos de años secos y contribuía en mantener los puquios. La pluviosidad anual es comparable en la actualidad con la registrada en la orilla derecha del río, en la lomas de Lúcumo y Atocongo: 264 mm3 (Ferreyra 1953; Rostworowski 1981). A pesar de la desertificación y varios años secos, las lomas de Manzano y de Pucará siguen ofreciendo entre julio y octubre abundantes pastos a los campesinos ganaderos de la serranía de Huarochirí. La mayoría de ellos trae sus rebaños en camiones desde la comunidad de Santo Domingo de los Olleros. Es altamente probable que un movimiento análogo se realizaba con los rebaños de camélidos aprovechando de manera alterna los pastos de altura y los pastos de loma. Se ha mencionado con anterioridad la existencia de sofisticados sistemas de captación y retención de agua en las quebradas adyacentes al asentamiento. Los recursos locales pudieron haber sido con facilidad complementados con el trueque o el tributo, en el marco del hipotético sistema imperial de prestaciones de servicios por parte de poblaciones vecinas e interdependientes. Esto es sugerido por el amplio repertorio de estilos de cerámica ceremonial y el registro preliminar de bienes considerados suntuarios, encontrados en la mayoría de unidades domésticas: conchas de Spondylus sp. enteras y en artefactos, artefactos de cobre dorado y bronce. El litoral marino con las playas arenosas está dentro de la distancia visual, del mismo modo que el valle de Lurín con sus recursos agrícolas. Los primeros informes sobre la dieta arrojan un cuadro muy variado, con fauna marina del litoral y del mar abierto, peces de río, abundantes restos óseos de camélidos y un porcentaje importante de venados. La ubicación estratégica de Pueblo Viejo-Pucará respecto al litoral, al valle y a la extensa área de lomas merece un énfasis especial. Desde las dos aglomeraciones de arquitectura doméstica en las cimas de lomas de Pucará se controla visualmente la entrada a Pachacamac desde el sur y el final del camino inca que bordea el valle por la margen derecha. La distancia es corta para guerreros entrenados en el caso de eventual amenaza. No obstante el asentamiento ni es visible ni es fácil de acceder desde el valle o desde el litoral. Las laderas de las lomas de Pucará son empinadas. Los tres conjuntos de la parte baja (sectores I a III) están bien ocultos en el interior de la quebrada y la alargada terraza fósil conforma una especie de muralla natural restringiendo el acceso desde la quebrada de Río Seco. Las dos agrupaciones periféricas cuidan el acceso desde Yauyos por las quebradas de Río Seco y Pucará. Estas características defensivas y los frecuentes hallazgos de porras acabadas y en proceso de producción sugieren que una de las principales razones de asentar en este lugar entre 500 y 600 familias (a juzgar por el conteo preliminar de unidades habitacionales modulares) pudo haber sido de orden militar. Dada su localización, tamaño y la cantidad de habitantes permanentes, Pueblo Viejo-Pucará parece haber cumplido el papel del centro principal respecto al área de lomas entre Lurín y Chilca. De hecho, Pueblo Viejo supera en extensión a otros asentamientos contemporáneos en el área que las fuentes etnohistóricas atribuyen a los Caringa y también a la mayoría de sitios en la serranía de Yauyos. Por cierto, la densidad poblacional calculable para el área de Malanche (Pacta) según los datos de Engel (1988) y Mujica (1987, 1991, 1997) es mayor que en las lomas de Manzano y Pucará. La presencia de un sitio con planificación ortogonal en Pacta es también sugerente. Sin embargo, el tamaño promedio de los asentamientos es menor que el de Pueblo Viejo-Pucará a pesar de que la mayoría de ellos fue poblada también en el periodo colonial. Tampoco el sitio epónimo Caringa es comparable en extensión y complejidad de estructuras con Pueblo Viejo - Pucará de Lurín, a

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pesar de que buena parte de sus estructuras pudo haber sido construida y en todo caso usada en el siglo XVI y XVII. Parece muy probable que Caringa adquirió un nuevo peso en tiempos coloniales por ubicarse lejos de áreas de interés económico para los conquistadores. Los documentos citados por Rostworowski (op. cit.) no dejan lugar a duda que la población indígena de las lomas ha resistido mejor el contacto que la del valle; está última fue diezmada en muy corto tiempo. La población disminuyó también por el retorno de mitimaes a sus zonas de origen. En todo caso, hasta el presente no se encuentran en Pueblo Viejo-Pucará ninguna evidencia de actividades posteriores a la época del contacto. Hay en cambio premisas para pensar en un abandono relativamente brusco y organizado en la primera mitad del siglo XVI. Las evidencias materiales presentadas coinciden bastante bien con las informaciones etnohistóricas y justifican, a juicio de autor, la identificación de Pueblo Viejo-Pucará con un asentamiento principal de los «Caringa de Huarochirí» y con la residencia de sus curacas. El cuidado de rebaños, acaso los mismos que abastecían al templo-oráculo de Pachacamac, y el control militar de esta parte de la costa, parecen haber sido las razones para desplazar un número de familias que superó a 500, desde las alturas de Huarochirí a la costa. Las tradiciones de los Checa (Salomon y Urioste 1991; Taylor 1999) de manera coincidente enfatizan su papel como aliados fieles e incondicionales de los incas.

Agradecimientos

El éxito de nuestras investigaciones durante las temporadas 1999-2000, 2000-2001, 2001-2002 y 2002-2003 fue posible gracias a la colaboración de varios de mis alumnos, miembros del proyecto y practicantes: Luz Antonio, Sergio Barraza (arqueólogo residente), Luis Cáceres (levantamientos), Hernán Carrillo (logística), María Fe Córdova, Víctor Curay, Patricia Habetler (arqueóloga residente), Carola Madueño, María del Carmen Pérez, Cristina Rospigliosi, Milena Vega-Centeno, María del Carmen Vega y Elsa Tomasto (bioantropología). A todos ellos y a los estudiantes peruanos, colombianos, belgas, españoles, franceses y polacos quiénes participaron en las excavaciones quisiera expresar mi profundo agradecimiento por su dedicación y excelente desempeño profesional. Es también el momento propicio para expresar nuestro reconocimiento a los directivos y accionistas de Cementos Lima S.A. por apoyar de manera tan efectiva durante 10 años consecutivos la formación de jóvenes arqueólogos en el marco del Proyecto Arqueológico-Taller de Campo Lomas de Lurín (antes Tablada de Lurín [PATL]), y hacer posible el desarrollo de investigaciones sistemáticas a largo plazo sobre el pasado prehispánico de la costa central. Quisiera también agradecer al Dr. Salomón Lerner Febres, rector de nuestra casa de estudios, por el constante respaldo a la escuela de campo en Lurín.

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