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Cuentos para el andén Nº30

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Entramos en la treintena de Cuentos para el andén con 2 relatos inéditos, nuestro primer relato de 7 minutos de lectura, los ganadores del II Concurso Colaborativo, veremos cómo una plataforma puede otorgar becas, abrir una librería gratuita, ofrecer microcréditos y fomentar el consumo responsable. Y más cosas. No te quitamos más tiempo, esperamos que lo disfrutes.

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metroligero [34]

brevemente [27]

Relatos en cadena

dindondin [28]

entrecocheyandén [30]

Polígono amoroso, Ester Berdor

andéntres [18]

El escritor, Rosa Yáñez Gómez

Parejas liberales, José Agustín Navarro

andéndos [15]

Simulacros, Evangelina Caro Betelú

elmuro [3]

decamino [29]

lapuertadelanevera [20]

IIconcursocolaborativo [21]

septiembre 2014nº30

Con la colaboración de:

andénuno [5]

Prisa, José María Merino

Publicamos un relato de autor novel, seleccionado en nuestra primera convoca-

toria de textos "Entre coche y andén", abierta a escritores de relato en lengua

castellana que no cuentan con libro publicado.

poemaacienmanos [26]

Edita: Grupo Andén C/ Feijoo, 6 - 4ºA - 28010 Madrid | [email protected] | www.grupoanden.com

Comité editorial: Alejandro Moreno, Víctor García Antón, Leticia Esteban | Editora: Natalia Muñoz.

Asesores de contenidos: Sergi Bellver, Juan Carlos Márquez, Kike Cherta y Juan Martini (Buenos Aires, Argentina)

Publicidad: [email protected] | Diseño: www.jastenfrojen.com

Ilustración: Coordinación: www.leticiaestebanilustracion.com

Ilustración portada e interior: © Lisa Gelli |http://lisagelli.ultra-book.com/ | www.lisagelli.wordpress.com

nove

dade

s

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3

Entramos en la treintena de Cuentos para elandén con 2 relatos inéditos, nuestro primer

relato de 7 minutos de lectura, los ganadores

del II Concurso Colaborativo, veremos cómo una

plataforma puede otorgar becas, abrir una librería

gratuita, ofrecer microcréditos y fomentar el con-

sumo responsable. Y más cosas. No te quitamos

más tiempo, esperamos que lo disfrutes.

Cuentos para el andén

@cuentosanden

[email protected]

www.grupoanden.com

Te escuchamos:

Concurso de fotografía Participa enviando tus fotos a [email protected]

Consulta las bases y mira las fotos en Facebook y grupoanden.com

Tema del próximo concurso: Papel

elmuro

Tema: Caminos Ganadora: El largo camino andado - Diana Torres. Les Roquetes (Barcelona)

Finalistas:

Los arboles mueren de pie - Eduardo Pereiro. Ayamonte (Huelva)

Sin título - Emma Sandá. Ortigueira (La Coruña)

Trayectos Urbanos 2 - Lilo M Perea. Chiapas (México)

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andénuno

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ERA una mañana de verano y el sol refulgía en los manillares, en los

radios de las ruedas, en los guardabarros, en los cromados de colores diver-

sos de los cuadros tubulares, enalteciendo el bullicio mecánico de los auto-

ciclos que circulaban por la carretera y los caminos.

El suave deslizamiento de los neumáticos y algunas voces infantiles era

lo único que rasgaba el silencio, aunque con tanta dulzura que no conse-

guía perturbarlo. Los gritos de los niños mostraban un asombro gozoso

ante la presencia del dirigible que atravesaba el espacio sobre nosotros.

Detuve mi bicicleta, como hizo Konstanze, para contemplar el majestuoso

aparato que nos sobrevolaba muy cercano. A juzgar por el número de ven-

tanillas, debía de estar tripulado y movido por más de veinte personas, y se

fue alejando hacia el estuario, donde navegaban algunos veleros y muchas

lanchas también propulsadas por hélices accionadas a pedales, algunas

con bastantes tripulantes.

Se lo señalé al pequeño Prudenz, acomodado en la trasera de la bici de

Konstanze, y aunque todavía no tenía dos años, se echó a reír y lo saludó

agitando sus manitas y piernas diminutas.

Eran los tiempos en que, a partir de esos mecanismos de palanca que

son los pedales, que hace girar el esfuerzo humano, se había llegado al

diseño de los autociclos contemporáneos: bicicletas, triciclos, tetraciclos,

multiciclos… Los avances en la combinación de sucesivos piñones y rue-

das catalinas con ingeniosos engranajes de cadenas propulsoras y sistemas

de frenado habían permitido, no solo que los vehículos terrestres, aéreos y

acuáticos alcanzasen diferentes velocidades, sino también que pudiesen

ser conducidos incluso por personas ancianas. Ya entonces había bastantes

modelos, y los multiciclos -constituidos en aquel tiempo por dieciséis velo-

cípedos ordenados en dos filas paralelas de ocho, unidos por los ejes, más

una bicicleta ordinaria colocada en el centro de la parte delantera, mante-

niendo en el medio de ambas filas un espacio para equipajes y personas

impedidas, y todo el conjunto protegido con una fina cubierta impermea-

ble- empezaban a ser muy utilizados para cubrir itinerarios regulares den-

tro de las poblaciones e incluso en algunos trayectos interurbanos.

Prisa José María Merino

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andénuno

El ferrocarril a vapor aseguraba los itinerarios largos, si eran por tierra, y si

eran por mar, los barcos propulsados también mediante la máquina de

vapor. Tal fuerza motriz no se había aplicado a ningún otro vehículo, como

tampoco los generadores dinamoeléctricos habían tenido un destino dife-

rente que el de asegurar la iluminación, la calefacción y la telefonía. Estos

eran activados generalmente por la fuerza del viento en los grandes molinos

dispersos por la superficie terrestre, aunque entonces había también enor-

mes fábricas de electricidad generada con el pedaleo de cientos de obreros.

Los autociclos, en sus variados modelos, ya eran entonces el sistema habi-

tual que tenía la gente para viajes a lugares cercanos, o para divertirse en

alguna excursión, o para hacer deporte. Yo mismo había sido, en varias oca-

siones, campeón del concurso anual que se celebraba en la universidad.

Pero estaba escribiendo sobre aquella mañana plácida de un domingo

de hace cincuenta años, cuando yo tenía treinta.

De pronto, de la manera más inesperada, un ruido estridente llegó

desde el fondo de la carretera, un ronquido que crecía sin cesar, y al cabo

vimos acercarse a nosotros una especie de bicicleta monstruosa: carente

de la estilización de las bicicletas comunes, aquella tenía una panza metá-

lica instalada entre las piernas del conductor. El artilugio pasó a nuestro

lado muy deprisa, sobresaltándonos, con un estrépito que era ya ensorde-

cedor, mientras exhalaba una nube acre de humo negruzco.

El pequeño Prudenz se asustó tanto que se echó a llorar, y mi esposa

Konstanze tuvo que cogerlo en brazos para calmarlo.

-¿Qué es eso tan horroroso? -preguntó, con la mirada llena de alarma.

No pude contestarle y me quedé contemplando el ruidoso vehículo que

se alejaba con rapidez, mientras suscitaba una visible sacudida de estupor en

todos los conductores de los autociclos que iba encontrando a su paso.

Enseguida sabríamos que a aquello lo llamaban motocicleta, y que su

naturaleza provenía de propulsar una bicicleta mediante un tipo de motor

recién inventado, muy diferente de la máquina de vapor y de la magneto-

eléctrica, que funcionaba por medio de la explosión de cierta sustancia

volátil, secreta, altamente combustible.

A la mayoría de la gente, la ocasional aparición de alguno de aquellos

ruidosos, malolientes y al parecer carísimos vehículos le desazonaba, por-

que resultaba un artefacto impropio de nuestro mundo silencioso y apaci-

ble, pero en un par de meses apareció un tetraciclo que se movía median-

te aquel tipo de artificioso motor y que alcanzaba una velocidad superior a

la del ferrocarril, y el desasosiego se hizo mayor, como si tales artilugios fue-

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andénuno

sen señales de la inminencia de un futuro extraño, de mal agüero.

La fábrica de aquellos vehículos estaba en el mismo Hamburgo, donde yo

residía por entonces, y los inventores eran tan celosos de su hallazgo, que la

sustancia secreta necesaria para su funcionamiento -luego supimos que pri-

mero se llamó metilita y por fin benzina- solo podía adquirirse en la fábrica.

Además, los fabricantes avisaban de que cualquier intento de desmontar el

motor para conocer su funcionamiento tendría como consecuencia una

explosión que lo destruiría, con posible daño mortal para quien estuviese

intentando manipularlo, de lo que no se hacían responsables.

Es comprensible que, entre los entusiastas del mundo del pedal, hubiese

bastante consternación. Veíamos que, aunque muy lentamente, el número

de aquellos vehículos iba aumentando en las carreteras y en los caminos, con

todo lo que ello acarreaba de peligro de choque, molestia sonora y suciedad

del aire. Aunque algunos de tales choques, o mejor atropellos, habían tenido

consecuencias mortales para los ciclistas, en ciertos periódicos había quien

vaticinaba que los nuevos vehículos acabarían desplazando a los que se

movían mediante el esfuerzo humano y hasta al ferrocarril que accionaba la

máquina de vapor. Otros, en cambio, encontraban absurdos tales vaticinios,

no solo por el costo económico inimaginable que supondría para la mayoría

de los ciudadanos adquirirlos, sino porque no parecía razonable, desde nin-

gún punto de vista, sustituir el grácil, silencioso y limpio mundo de los auto-

ciclos por el de los motores ruidosos, hediondos, de velocidad disparatada y

que no permitían hacer ningún ejercicio físico.

La verdad es que yo quería, necesitaba, ser optimista, pero la presencia

de los autociclos motorizados continuaba en aumento.

A principios de otoño recibí un mensaje telefónico de Faustin Milde, mi

antiguo profesor de Filosofía, con el que en mis cursos había hecho mag-

níficas excursiones por la ribera del río Elba y que, además de introducirme

en el gusto por el pensamiento de los clásicos y de enseñarme a utilizar mi

mente para analizar la realidad desde la lógica formal, había sido uno de los

principales inductores de mi afición a la bicicleta como disfrute y como

deporte.

Me extrañó su llamada, porque únicamente solía verlo, con algunos de

los antiguos compañeros, cuando se celebraban las reuniones amistosas

que propiciaba el fin de cada año.

-¿Sucede algo, profesor Milde?

-Nada bueno. Por eso es urgente que nos veamos. Quiero tener una reu-

nión contigo y otros discípulos, para analizar un asunto importante.

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andénuno

Me propuso para ello el sábado de la misma semana. Los sábados y los

domingos eran mis días libres y se los dedicaba a mi mujer y a mi hijo.

-Profesor, el sábado es mi día familiar -repuse, con tono conciliador, pero

intentando que reconsiderase la fecha.

-El asunto es de la mayor gravedad, Wilhelm, y el sábado es el único día

disponible para todos los convocados. Tu familia deberá sacrificarse -con-

testó, sin titubeos ni excusas.

El profesor Milde vivía en una casita cercana al río, dotada de un genera-

dor eléctrico aéreo particular, con un jardín que él mismo cuidaba con esme-

ro. Asistían a la reunión otros cinco hombres y mujeres, antiguos compañe-

ros míos, además de cuatro que yo no conocía, y nos sentamos en el jardín,

pues era una mañana soleada, utilizando todos los asientos de la casa.

-Os he convocado porque en estos momentos está creciendo ante

nuestros ojos uno de los mayores peligros que ha conocido la humanidad

-comenzó diciendo el profesor Milde, con ademán y voz muy graves.

A lo inusual de la convocatoria se unía el lugar y el momento, aquel jardín

ya amenazado por los primeros fríos bajo la luz solar amarilla, poco calurosa,

y creo que todos estaban tan expectantes y desasosegados como yo.

-Podemos ver cada día cómo nuevos de esos vehículos atronadores y axfi-

siantes, de velocidad absurda, recorren nuestras calles y carreteras. Tenemos

que hacer algo para evitar que sigan proliferando -continuó el profesor.

Al profesor Milde le gustaba apoyar sus aseveraciones en argumentos

sólidos, de manera que nos hizo una solemne exposición sobre la historia

del autociclo, desde el celerífero que inventó Sivrac en 1790 -el biciclo con

cuerpo de animal que se movía con ayuda de los pies- recordando luego

el diseño de la rueda delantera movible y orientable por el barón von Drais,

hasta el momento en que Michaux añadió pedales a las dos ruedas delan-

teras, y por fin la mudanza de los pedales a las ruedas traseras, la invención

de la cadena y su conexión a los piñones, engranajes y ruedas catalinas por

James Starley, en un proceso que, a lo largo de un siglo, había ido acarre-

ando innumerables y sucesivos refinamientos técnicos.

El profesor Milde estaba tan emocionado haciendo aquellas evocaciones

históricas, que a mí me recordaba los momentos en que, con parecida

solemnidad, nos recitaba de memoria el Discurso del método de Descartes.

Cuando concluyó su intervención, el profesor Milde hizo algunas afir-

maciones tajantes:

-No podemos comprender los últimos cien años de la Historia en toda

su dimensión pacífica sin los autociclos, que nos han permitido desplazar-

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andénuno

nos más cómoda y rápidamente, disfrutar de la Naturaleza, hacer ejercicio,

sin ruido, sin suciedad ni graves accidentes. Estos artilugios que están apa-

reciendo, atronadores e infectos, máquinas violentas, no solo van a acabar

con nuestros queridos vehículos, resultado de una refinada evolución téc-

nica, sino que van a llenar las ciudades y los campos de ruido, a ensuciarlo

todo con sus apestosas emanaciones, sin contar el peligro que supone su

alta velocidad.

Nos miraba poniendo en sus ojos y en sus gestos la convicción segura

de los profetas.

-Cuando ya hemos superado la mitad del siglo xx, la humanidad se

enfrenta a uno de los enemigos más insidiosos de la Historia, el motor de

explosión, que no se trata de un invento más, pues tras él se oculta una

idea perversa: la prisa como señal de la realidad.

Hizo una pausa angustiosa.

-Hablo de la prisa como idea base, nuclear, como filosofía, como nuevo

concepto social. A través de tales artefactos, los padres del invento nefasto

intentan introducir la prisa como factor psicológico individual y colectivo

ineludible. Si lo consiguen, nuestro mundo va a cambiar de un modo que

apenas podemos imaginarnos. Todo será más rápido y más violento.

-Pero a veces necesitamos hacer cosas con rapidez -objeté yo, sobre

todo por aguzar su reflexión.

-Puede que la rapidez consiga resolver ciertos asuntos en momentos

muy concretos, pero la prisa como elemento de relación y comunicación

banalizará nuestra existencia, aumentará nuestra angustia vital y deteriora-

rá el mundo que nos rodea.

Todos lo mirábamos fascinados.

-Además, detrás de esa prisa con que el maldito motor de explosión va a

transformar nuestra sociedad, solamente hay pura avaricia, el proyecto de un

gigantesco negocio, que crecerá exponencialmente conforme nuestra men-

talidad se adapte a ello y requiera nuevos productos, supuestamente nece-

sarios, continuando con esa prisa inoculada el mismo proceso frenético.

Guardó silencio unos momentos.

-Hay que hacer algo, adoptar una postura firme, actuar con urgencia

contra la terrible amenaza. Por eso os he convocado. No se puede perder

más tiempo.

Aquel sábado ni siquiera almorcé con mi familia. Cuando llegué a casa

a media tarde estaba muy preocupado, y también conseguí inquietar a

Konstanze al contarle mi experiencia en casa del profesor Milde.

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andénuno

En el largo debate que había sucedido a sus palabras iniciales, en aquel

jardín donde empezaban a caer las primeras hojas doradas, se debatieron

muchos aspectos y hasta se hicieron propuestas criminales. Por ejemplo,

uno de los asistentes que yo no conocía, un joven llamado Knut, dijo que

la fábrica de los motores de explosión, por entonces la única que existía en

todo el mundo, debía desaparecer. Él era químico, conocía la fórmula de la

dinamita, y estaba dispuesto a fabricar la cantidad necesaria para llevar a

cabo la voladura de la fábrica, en un asalto que tendríamos que planear

con sigilo y nocturnidad.

Aunque algunos de los presentes apoyaron la idea, la mayoría estuvimos

en desacuerdo con ello, porque además de que podría causar víctimas, lo

cual nos horrorizaba, la desaparición de la fábrica no tenía por qué llevar con-

sigo necesariamente la de los planos para construir nuevos motores.

-Además -había puntualizado el profesor Milde con acierto-, ese ataque

podría resultarnos desfavorable ante la opinión pública, que vería en el

nuevo motor la víctima de un fanatismo intransigente.

Al final acordamos que debíamos movilizarnos nosotros y llevar nues-

tras ideas a cuantas personas conociésemos, en un esfuerzo muy intenso,

sin desfallecimiento, para difundir nuestra crítica sobre el absurdo de los

nuevos vehículos desde la consideración de la higiene, el peligro social y el

dispendio económico, y exigir a los poderes gubernamentales una actua-

ción restrictiva frente a su proliferación.

A mí se me responsabilizó de una parte especial del programa, pues por

mi profesión de dibujante, entonces vinculado a la industria textil, debía pre-

parar los modelos de unos banderines que, con diversos lemas, se iban a dis-

tribuir de modo masivo -todo a cuenta de una colecta en la que los reunidos

participamos, aunque el profesor Milde puso la mayor parte- de manera que

cada autociclo llevase uno en el extremo de un ligero mástil: No Prisa, No

Ruidos, No Suciedad; Autociclos=Aire Puro; Carreteras Peligrosas NO… resulta-

ron algunos de los lemas que mis compañeros me fueron proponiendo, aun-

que la más imaginativa en el asunto resultó Konstanze.

Para nuestra sorpresa, la iniciativa fue muy bien recibida por la gente, y

al cabo de muy poco tiempo, en todos los autociclos ondeaba una bande-

rita de colores muy llamativos donde se leían tales lemas y otros como: No

Motor, Sí Ejercicio; Por Un Silencio Sin Humos; ¿Para Qué Tanta PRISA?

A esa responsabilidad se unió la de colaborar en los preparativos de una

manifestación que pretendíamos llevar a cabo ante el Parlamento de Berlín

con motivo del 50º aniversario de la Constitución de Weimar. Para ayudar a

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andénuno

que el asunto prosperase, tuve que aprovechar todos los momentos de mi

tiempo libre, y nuestros días de asueto familiar se convirtieron en jornadas

de trabajo "al servicio de la causa", como decía con humor mi buena

Konstanze, que también dedicaba todas las horas que podía a la lucha con-

tra el motor de explosión.

A lo largo de ese tiempo, tuvimos a nuestro favor una suerte que no

puedo calificar sino como tenebrosa. En Bremen, uno de aquellos tetraci-

clos de motor de explosión atropelló a varios escolares, causando la muer-

te de tres y dejando heridos a otros dos, y en Wedel, dos días después, sen-

das motocicletas arremetieron contra ciclistas -en uno de los casos un

joven repartidor de pan que llevaba un ciclocarro, en el otro la anciana con-

ductora de un triciclo- causándoles la muerte.

Los mortíferos atropellos indignaron a la opinión pública, los periódicos

se hicieron eco de los sucesos con editoriales adversos a los nuevos vehí-

culos, y al fin conseguimos suscitar una manifestación ciclista de inimagi-

nables proporciones, donde la gente se desgañitó mostrando su repulsa

de los vehículos movidos por el motor de explosión.

A partir de entonces, muchos políticos encontraron en la prohibición de

los autociclos motorizados un motivo estimulante para sus campañas, y un

año después el gobierno de la República había confiscado los motores y la

propia invención. Como en el resto del mundo no había comenzado aún

su distribución, todos los países continuaron fieles a los autociclos, a las

máquinas de vapor para los ferrocarriles, a los generadores de electricidad

movidos por el viento o por el agua, y a la tracción animal en los usos agrí-

colas y en ciertos aspectos industriales y de movimiento de viajeros.

Sin embargo, hace quince años que, desde el poder público, con inde-

pendencia de la ideología de los gobernantes, comenzó una política de

recuperación de los motores de explosión para determinados usos: prime-

ro fueron los ferrocarriles, como alguien había vaticinado, luego los barcos

y los dirigibles, por fin la producción de energía eléctrica en algunos luga-

res. Mi propio hijo Prudenz se especializó en una rama de la ingeniería rela-

cionada con tales motores, a pesar de la falta de simpatía que sus padres

teníamos hacia la materia.

Ahora, con el pretexto de conseguir mayor rapidez en algunos aspectos

de lo cotidiano, el gobierno proyecta apoyar la fabricación de multiciclos

propulsados mediante el motor de explosión, para su uso público en el

transporte de viajeros dentro de las grandes ciudades y entre ellas, y acom-

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andénuno

tw Relato inédito perteneciente al libro La trama oculta, Ed. Páginas de Espuma, enlibrerías el 15 de octubre de 2014.José María Merino (La Coruña, 1941). Hijo Adoptivo de León. Miembro de la Real AcademiaEspañola. Poeta, novelista, cuentista y ensayista. Ha obtenido el Premio Nacional de LiteraturaInfantil y Juvenil; el Miguel Delibes y el Gonzalo Torrente Ballester de novela.

paña el proyecto con otro de ordenación del tráfico en el que se abre evi-

dentemente la puerta a la presencia cada vez más fuerte de este tipo de

vehículos en nuestro mundo.

Tengo ochenta años y hace ya muchos que falleció mi buen profesor

Faustin Milde. La celebración de aquel triunfo nuestro fue inolvidable, en

una reunión de miles de ciclistas cerca de los robledos de Berger, mientras

Konstanze y yo nos sentíamos conmovidos y felices por el resultado de

nuestros esfuerzos y el pequeño Prudenz, que entonces empezaba a bal-

bucear sus primeras palabras, mostraba también su alegría por el festejo.

Recuerdo el ritmo apacible de la fiesta, el regreso a nuestra casa a lo largo

de tres jornadas.

A pesar de todo, de forma insidiosa, parece estar creciendo esa prisa

malévola que al profesor Milde tanto lo preocupaba, creciendo e invadién-

donos cada vez más.

Escribo este testimonio para que los jóvenes conozcáis lo que sucedió y

estéis advertidos. Cuando comienza el siglo XXI, hay que reconocer que los

autociclos han conformado y conforman un estilo de vida y de sociedad. Si

no estáis dispuestos a perderlo, luchad contra ese motor de explosión y los

cantos de sirena de la prisa, cada vez más presentes en las palabras de bas-

tantes políticos y en los artículos de ciertos periódicos.

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andéndos

VAN para el cine ella y sus dos hijas. La mayor ya se viste de

joven aunque es una nena. La menor se viste de nena. Ella las

deja que se pongan lo que quieran. A la película la eligieron

entre las tres. Las nenas la volverán a ver incontables veces en

el living de la casa. Ella tal vez se sume en alguna ocasión.

Cuando su mamá la llevaba al cine era algo único. Ella tra-

taba de recordar las canciones y si tenía suerte, su abuela le

regalaba el disco en su cumpleaños, pero las películas queda-

ban almacenadas como recuerdos y se distorsionaban con el

paso del tiempo. Había salido del cine repitiendo supercalifra-

gilisticoespialidoso y lo repitió durante días para no olvidarlo.

Y no lo había olvidado.

En el auto ella escucha música y las nenas hablan. Cada

tanto le hacen alguna pregunta pero siempre se la tienen

que repetir porque ella no está prestando atención. Está en

otro mundo. Trata de encontrarle la vuelta de tuerca a las

cosas. O mira su celular. Ella suele estar ausente, mientras

cocina, mientras pone el lavarropas, mientras se baña o

riega las plantas, mientras come. Se da el lujo de estar

ausente durante las tareas en las que no tiene que pensar,

las automáticas. Eso le da espacio para crear fantasías, para

autopsiar recuerdos para proponer teorías. Y últimamente,

también para entristecerse. Debe tener cuidado de no

hacerlo mientras trabaja: pagaría cara una distracción. No

sabe si podrá. Es como intentar no dormirse al volante

cuando el sueño irrumpe.

A diez cuadras de su casa hay un accidente. Acaba de ocu-

rrir. Ella disminuye la velocidad. Hay un auto al costado, una

moto vieja tirada, un hombre desesperado que grita y se

SimulacrosEvangelina Caro Betelú

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andéndos

cuelga de su cabeza con los brazos en rombo y otro hombre

tirado en el piso. El del piso está muerto. Claramente. Boca

arriba, su cuerpo se ha adherido al pavimento como si estu-

viera bajo la influencia de una fuerza de gravedad superior. Es

gordo y su ropa es gris. No hay sangre. Ella no baja a ayudar.

Ya vendrán otros. Y aunque suele mostrarles a sus hijas los

accidentes de motos para que nunca se les ocurra subir a

una, esta vez no dice nada. No las quiere impresionar el día

del cine. Y no tiene ganas de hablar.

En el cine compra pochoclos y gaseosas. Está dispuesta a

impostar la felicidad hasta que le salga. Piensa que la tristeza

es adictiva, que tiene que esforzarse para dejarla atrás.

Escuchó que el gesto de la risa libera endorfinas. En la cola, se

mira en los paneles de vidrio del cine y prueba sonrisas. En los

posters no hay palabras mágicas que la liberen.

Mientras camina por el pasillo hasta la sala, recuerda algo.

No son imágenes, son sensaciones. Ella estuvo ahí antes y fue

feliz. No puede determinar cuáles fueron las circunstancias.

Tal vez sea algo de su infancia, con su madre. O tomada de la

mano de alguien a quien creyó que podría amar.

Las nenas eligen los asientos y empiezan a comer pocho-

clos. Ella come dos o tres. La luz disminuye durante los avan-

ces y se apaga cuando la película empieza. Ella silencia el

celular y lo guarda. Y al parpadear expulsa algunas lágrimas

que no tiene la voluntad de limpiar.

tw Relato inédito, pertenece al libro La felicidad es un revólver caliente, Ed. Textos Intrusos, que verá la luz el 27 de septiembre de 2014.Evangelina Caro Betelú (La Plata, Argentina, 1974). Dirige el espacio www.argoscultural.com.ar .En éste, su primer libro, los relatos recorren el erotismo de los cuerpos desde las sutilezas hastala sordidez, en una revisión del género.

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andéntres

HAY un ciego con la barbilla en alto y ojos de nieve. La

mano izquierda aferra un pan y la derecha se adentra en

la cueva de corteza y entresaca pelotillas de miga que

redondea luego con los dedos. Sus manos de cadáver

manipulan con inquietante seguridad las migajas que

caen con un discreto rebote sobre la mesa. Suena un

plop cuando despliegan unas torpes alas traslúcidas y

después unas patas que se frotan según el ritual de la

higiene. Las moscas blancas recién nacidas vuelan por la

habitación un rato -con ese zigzagueo incomprensible-

justo antes de atravesar la ventana y lanzarse al mundo.

El flujo del tiempo atraviesa al ciego llevándolo de la

ancianidad a lo eterno. Él, indiferente, sigue ahí, desme-

nuzando el pan interminable, esperando que un día la

metamorfosis conceda una tregua. Quizá aspira a desga-

jar al fin una sola miga que llevarse a la boca.

El escritorRosa Yáñez Gómez

tw Del libro De Antología. La logia del microrrelato. Ed. Talentura. 2013Rosa Yáñez Gómez: ¿Por qué?, le preguntaron una vez. Porque no siempre esfácil renunciar a lo que nunca se ha tenido, respondió.

Page 19: Cuentos para el andén Nº30

CASANOVA, mi mastín napolitano, me sacó a pasear al

parque. Durante un buen rato estuve olisqueando fero-

monas entre las yerbas, en la madera ajada de los bancos,

en los nervios de las hojas de los árboles. Después bajé la

cremallera de mis jeans, oriné sobre el tronco y esperé

acontecimientos. Pronto vi acercarse a Celestina, una per-

diguera de Burgos que tiraba con fuerza del collar de per-

las de una auxiliar de clínica divorciada que todavía olía a

jabón íntimo, a desodorante sin alcohol, a nicotina de

Chéster. De repente, con la uña

del corazón, la dama rasgó su

conjunto de encaje color bur-

deos y se acuclilló para hacer

pis un yo también te quiero.

Los canes se apartaron para

que pudiéramos cortejarnos

con un poco más de intimidad.

andéntres

Parejas liberales José Agustín Navarro

tw Del libro De Antología. La logia del microrrelato.Ed. Talentura. 2013José Agustín Navarro: Vive rodeado de mujeres pero seacuesta con Tomeo y sueña con Olgoso. Anota ideas des-cabelladas en servilletas de bares. Prepara un libro demicrorrelatos sine díe.

19

Page 20: Cuentos para el andén Nº30

Raúl G.R Compartieron banco de acompasado vaivén, lata enescabeche, bocadillo envueltoen periódico pero nunca seconfesaron su amor aquellas

sardinas.

Alejandra

Penélope: me fui a la guerra,

no de viaje de placer.

Te quiero en casa cuando

regrese. ¡Y muchos

pulóveres!

Rosi GarcíaEsconder todos los malesdel mundo en el últimocajón del congelador. Yde la parte alta tomarse

un refresco.

Dídac MarínSi desea escapar

hágalo por el armario,la nevera está llena.

Gracias.

TeresaSubir la basura no fue buenaidea. Clínex, postales, fotos,una carta, tu sonrisa...Ni rastro de mi sentido

común.

Paulina Monroy

Lo dejé otra vez dentro

de la nevera. No lo vayas a

despertar. Se sufre menos

cuando está callado.

Luis San José

Acércame el bing-bang.

Necesito cambiar un

par de cosas.

LLuuzz

Subir DDesspertar

ViajeEsconder

Cambiiar Escapar

Álvaro Rubio

Salgo. Voy a buscar la

luz perdida de mi mirada.

No vengo a cenar.

http://dibujandounpensamiento.blogspot.com.es/

http://cariciasycarencias.blogspot.com.es/ http://www.cuentossinfinal.com/

http://desdesoria.es/tieneunminuto/

Banco

20

lapuertadelanevera

Page 21: Cuentos para el andén Nº30

21

IIconcursocolaborativo

Ganador

Cosas realesChristine Bouyssou

ANTES de volver a casa, hace fotos de ventanas, de cosas rea-

les y cotidianas: una joven bostezando en su habitación, un

matrimonio discutiendo, un hombre que fuma delante del tele-

visor. Parecen Hoppers, se dice, orgulloso.

Después recorta su propia silueta en las fotos de la boda,

recuerdos de familia, vacaciones en Tenerife, y se pega donde ve

que encaja: sustituye al marido enfadado; se coloca en el sofá,

fumando.

Cuando por fin se acuesta, aún sigue el bulto, como una espi-

na dorsal, en el centro del colchón. Es cuestión de tiempo, se

dice. Y abraza a la joven que bosteza.

Accésits

Sic transit gloria mundiRicardo Álamo

EL leve crujir de la viga de la que cuelga su padre; el intenso

olor a tabaco; la botella de ginebra medio vacía; el libro de

Cernuda tirado en el suelo; la foto de su boda partida en dos; la

luz difusa de una lámpara de mesa; la tele apagada, sin vida…

El niño siente un enorme desasosiego. Con casi aprensión o

asco, se acerca más al cuerpo rígido de su padre. Primero le toca

las medias rojas de seda. Luego, haciendo un ligero escorzo, mira

por debajo de la minifalda que lleva puesta.

En Cuentos para el andén hemos creado el primer con-curso literario cuyo premio en metálico aumenta concada nuevo participante. En esta segunda edición reci-bimos 148 microrrelatos. Estos son los seleccionados:

Page 22: Cuentos para el andén Nº30

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IIconcursocolaborativo

Memoria prodigiosaPaz Monserrathttp://pazmonserratrevillo.blogspot.com.es/

TODAVÍA me alteran los portazos. Recuerdo la esce-

na con total claridad: el aullido saliendo de su boca asi-

métrica, mamá corriendo para abrir la puerta, el color

violeta de ese dedo transformado en lombriz, la marca

de viruela en el brazo tembloroso de mamá, los cubitos

de hielo envueltos en una bayeta… Hace más de vein-

te años que mi hermana se pilló el dedo en la puerta

de la cocina. Aún conserva una muesca con textura de

pergamino y forma de media luna alrededor de su

meñique deformado.

Lo más curioso es que, según mi madre, yo no esta-

ba allí.

El truco del conejoLorenzo David Rubiohttp://utopiasyficciones.blogspot.com.es/

EL público aplaude, entusiasmado, al ver al famoso

mago aparecer en escena. El taumaturgo les dedica una

reverencia, se quita la chistera y la muestra, vacía, al res-

petable. Le da dos toques con su varita e intenta sacar

un conejo. Introduce una mano en ella, pero no encuen-

tra el fondo. Sin escapatoria, su brazo es absorbido al ins-

tante, seguido del hombro, de la cabeza, del cuello, del

tórax... así hasta que los espectadores observan cómo es

engullido completamente por el sombrero de copa.

Mientras, en un lejano bosque, un conejo es ovacio-

nado tras extraer a un mago de su madriguera.

Page 23: Cuentos para el andén Nº30

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IIconcursocolaborativo

FINALISTAS

Taller de vidrioCarlota Fernández

APRENDIÓ, él solo, a trabajar el vidrio como nadie lo

había hecho hasta entonces. Consiguió, tras mucho

esfuerzo, dotarlo de las texturas más asombrosas, todas

diferentes, todas extraordinarias. Rozar su cristal era

tocar unas veces terciopelo, otras arena, o humo, o

seda, o hierba mojada. Los mayores expertos del gre-

mio se postraron a sus pies, y los coleccionistas más

adinerados dilapidaron sus fortunas por un trozo de su

arte. Pero jamás vi que ningún reconocimiento causara

tanta satisfacción al maestro, viejo vidriero ciego, como

poder acariciar con la yema de los dedos los colores

singulares de su colección de canicas.

La ofrendaAsun Gárate

AL principio, solo lo miran, sin atreverse a tocarlo. Es

el primer náufrago que llega a esa isla remota, un hom-

bre esquelético aferrado a una tabla. Les parece digno

de admiración y tan fascinante como la más hermosa

de las sirenas. Hasta que, desilusionados, se ven obliga-

dos a reconocer que está prácticamente muerto.

Le quitan las algas enredadas en el pelo, lo asean, le

ponen guirnaldas al cuello. Y devuelven su cuerpo al

mar entonando cánticos funerarios, a cuyo reclamo

acude una manada de voraces sirenas que capturan la

presa y la arrastran a las profundidades.

Page 24: Cuentos para el andén Nº30

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Sorpresa en el sobreGustavo Lascurain

ABRÍ mi sobre sorpresa de un tirón. Me tocó una bri-

gada británica de principios de siglo; el sargento Shaggy,

su fiel cabo y seis soldados rasos.

Durante las siguientes dos horas cortamos las

comunicaciones del ejército Alemán y combatimos

con valentía contra la fuerza aérea japonesa, una mara-

ña de paracaidistas norteamericanos, una treintena de

espartanos y arcadios, grupos de combate surcorea-

nos, la Legión francesa, los apaches, la marina españo-

la, la caballería de Napoleón y el ejército de mongoles

frente a quienes definitivamente sucumbimos.

Mi hermano, con su sobre aún cerrado, se relamía con

las infinitas posibilidades de su interminable ejército.

Pequeño e infantil recuerdo estival en unanormal e insignificante villa marineraJosé Ramón Gómez Buhigas

SE agachaban con sigilo como tantas otras veces. Se

arrastraban como reptiles para que nadie les viese, pero

allí estábamos nosotros, en los balcones, con nuestras

retinas infantiles de francotirador ruin, señalando con el

dedo a aquella jauría venida a menos ya sin plata ni oro

que vender, a aquellos niños bien que se escondían para

robar tapacubos de automóviles, para quemarlos en un

bidón de obra tan decrépito como ellos mismos, y respi-

rar aquella combustión venenosa que les permitiría, otra

vez, amanecer en el paraíso.

IIconcursocolaborativo

Page 25: Cuentos para el andén Nº30

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Sálvese quien puedaIván Pérez

SONREÍ cuando pasaron. Eran tan graciosos. Venían

de la biblioteca y parecían llevar tanta prisa. Había tres o

cuatro. Luego aparecieron muchos más; miles, millones

quizá. Es difícil de saber. Aquellos pequeños ratones de

biblioteca chillaban como locos y pasaban despavoridos

bajo mis piernas huyendo en todas direcciones. Sus

minúsculos anteojos de latón brillaban bajo la luz de las

farolas y algunos, los de bigotes canos, intentaban poner

a salvo algunos clásicos de tapa dura arrastrándolos con

sus patitas delanteras mientras miraban con urgencia a

todos lados. Ya solo tuve tiempo de sentarme y contem-

plar impotente cómo se hundía todo.

La muñeca que soñó que volabaAdrián Pérezhttp://unmaldiaparaelpezplatano.wordpress.com/

REGRESO al cielo lentamente, dando vueltas como

una veleta rota. Ha vuelto a pasar: ella llegó antes de

tiempo y yo salí por la ventana. Esta vez ni siquiera pude

aferrarme a una rama. Y ahora los coches menguan y se

alejan sin despedirse las azoteas, como piezas desenca-

jadas del gran rompecabezas. Una muñeca amiga me

confesó una vez que un hombre la recogió de un conte-

nedor y que la hizo feliz durante mucho tiempo. Así que

¿por qué no puedo cruzarme yo, por ejemplo, con el

paracaidista de mis sueños? Eso sí, que sea pronto: estoy

empezando a arrugarme.

IIconcursocolaborativo

Page 26: Cuentos para el andén Nº30

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Poemaacienmanos

Me dicen los espejos que te has ido

y se tiñen de ausencia las mañanas,

ya las flores marchitas no engalanan

y se ha parado el mundo en un latido.

Me queda la membrana del olvido,

heridas que nos hacen veteranas,

al encuentro de sus almas rasgadas

tras los amores locos sin sentido.

Me siento a deshojar este recodo,

meciéndose la llama en la candela

cuando la sombra de tu nombre es todo.

Soñando con tu risa de aquel modo,

bajo la luna de la noche buena:

no poseer nada y tenerlo todo.

En esta sección los lectores nos envían versos sueltos y después

componen sonetos con ellos. El resultado es un poema como

éste, con una directora de orquesta y once músicos. Participa en

www.grupoanden.com

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tw Autora: Lucía Berruga Sánchez http://sobrevolandolacultura.blogspot.com.es/

(1) Verso guía (2) Sandra (3) Sandra (4) Elena Elena (5) Ilse Susana (6) Indy (7) Rosamari(8) Ramon Pereyra (9) Verso guía (10) Álvaro Rubio (11) Apuleyo Marchena (12) Sandra(13) Alejandra Anacona (14) Álvaro Rubio

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AseoSemana 1 de concurso: 8 de septiembre de 2014Ganador: Andrés Portillo González

Ella no tiene habilidad ninguna para recogerse el pelo. Le queda poco, apenas unas

hebras marchitas sobre la nuca. Él, en cambio, luce una melena frondosa casi sin canas.

Se duchan juntos. Se secan la piel uno al otro. Se miran en el espejo empañado. "No tie-

nes compasión", dice ella. Por el tratamiento, también se le han caído las cejas, las pes-

tañas, hasta esos pelillos inoportunos que asomaban a veces por encima del labio. "Qué

tonta", dice él, "sabes que todo lo mío es tuyo". Ella sonríe mientras él la abraza por la cin-

tura y le coloca su coleta, como un bigote a lo antiguo, debajo de la nariz.

Proceso creativoSemana 2 de concurso: 15 de septiembre de 2014Ganadora: Yolanda Nava

Como un bigote a lo antiguo, debajo de la nariz tiene un ejército de hormigas. Los

pájaros que habitan su cabeza salen por sus orejas desorientados, y chocan con las

mariposas que de su estómago han subido hasta su boca llenando el aire. Un llanto

abundante y repentino forma un riachuelo en el que nadan peces de colores. Unos

nudillos golpean con suavidad la puerta, y una voz familiar pregunta preocupada:

-¿Estás bien? Llevas demasiado tiempo escribiendo, deberías airearte un poco.

La llamadaSemana 3 de concurso: 22 de septiembre de 2014Manuel Nicolás Andreu

"Deberías airearte un poco", recuerda que le decía ella y nunca le hacía caso. Ahora

todas las noches cumple con aquella frase. Después de cenar sale a la calle. Camina

con su leve cojera hacia la cabina de teléfonos más cercana, entra y cierra la puerta. El

hombre marca el número de su casa mientras observa su decrépito reflejo en el cris-

tal de la cabina por el que se deslizan pequeñas gotas de lluvia. Nervioso escucha el

primer tono, el segundo y al quinto, como siempre, salta el contestador automático.

Hoy parece que ella tiene la voz todavía más dulce que ayer.

tw Relatos finalista de septiembre del concurso Relatos en Cadena, organizado por la Cadena SERy Escuela de Escritores. Puedes leer todos los seleccionados en www.escueladeescritores.como www.cadenaser.com.

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brevemente

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dindondin

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Madrid Games WeekDel 16 al 19 de octubre. IFEMA. Madrid

http://www.estacerca.com

III Festival Metropolitano de CineminutoEntregas hasta el 10 de octubre. Universidad Autónoma Metropolitana. México

http://cineminuto.cua.uam.mx/index.html

Concurso nacional literario: Universo CortázarEntregas hasta el 9 de octubre. Argentina. Abierto a: mayores de 18 años, resi-

dentes en la República Argentina, o extranjeros

con tres años de residencia

http://www.escritores.org

Concierto de Ara Malikian 13 de octubreAuditorio del Palacio de Congresos. Zaragoza

http://www.auditoriozaragoza.com

© Ara-Malikian-23-02-2011» de FDV - Trabajo propio

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decamino

www.yooou.org

MAYAS: Asistenciagratuita de profeso-res para más de 500alumnos en Madrid.Además, reunimosfondos para finan-ciar 89 becas deestudio enNicaragua y Bolivia.

TUUULIBRERÍA:Primera librería enEspaña donde elusuario se llevalibros a cambio deun donativo volun-tario. Una parte delos beneficios espara enviar libros ymaterial escolar acolegios dentro yfuera de España.

MICROCRÉDITOS:Aumentan la ayudaa las familias benefi-ciarias de becasMAYAS, para quepuedan generar suspropios ingresosmediante el desa-rrollo de un peque-ño negocio.

UFEED: App para promover el consumo responsable,fomentar micro-donaciones y transformarlas en comida para los más necesitados.

Yooou es una asociación sin ánimo de lucro que trabaja con 4 proyectos diferentes:“ ”

tw Actualmente están desarrollando la nueva plataforma de apadrinamiento K(now), para mejorar la trans-parencia de las cuentas y llevar la relación padrino-niño más allá de mera contribución económica.

Page 30: Cuentos para el andén Nº30

30

entrecocheyandén

ESTEBAN abre todas las mañanas el periódico. Introduce el

dedo gordo entre dos hojas escogidas al azar y separa los plie-

gos. Luego, al aire, arrea un golpe seco al diario, lo deposita sobre

la mesa y comienza a leer. Siempre encuentra algo interesante,

abra la página que abra. Yo lo observo desde la mesa que queda

junto a la cristalera. Esteban se lame el dedo índice antes de

pasar las hojas; cada dos o tres se lo mira y lo restriega con el

gordo, intentando quitarse la tinta, supongo.

Yo estudio una oposición y él trabaja en su doctorado. Yo

quiero ser maestra, él profesor universitario. Yo quiero salir a

tomar un café y él, a menudo, aprovecha el descanso para hacer

recados. Solo fumamos a veces, en la puerta de la biblioteca. Si

llueve está bien, porque nos refugiamos bajo un alero y estamos

muy cerca el uno del otro. Cuando hace sol él suele observar el

cielo y yo le lanzo miradas escrutadoras, debe resultar bastante

obvio.

A veces viene su novia Adela. Es guapa. Yo me imagino que él

la ve y se pone nervioso. Me mira, la mira, tartamudea, se levan-

ta inquieto de la silla, la acaricia conmovido y vuelve a dirigir su

mirada hacia mi esquina. Detrás de mí: los cristales; y tras ellos: la

lluvia. Adela me mira y comienza a llorar. Él siente que se ahoga

en un mar de lágrimas propias y ajenas. Todo muy ridículo,

acompañado de un piano que vibra en mis oídos a través del

reproductor de música.

Me gusta la aventura que no vivimos, las miradas furtivas

que no cruzamos, la tensión parcial que se genera cuando me

roza la mano al darme fuego. Adoro los momentos en que se

me anuda el estómago esperando que sus sentimientos cam-

Polígono amorosoEster Berdor

Relato seleccionado en la I Convocatoria Abierta de textos deautor novel “entrecocheyandén”,

entre 150 textos participantes.

Page 31: Cuentos para el andén Nº30

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entrecocheyandén

bien bruscamente y lo arrollen como una avalancha de nieve,

haciéndolo rodar y sepultándolo.

Cuando se levanta para ir al baño lo sigo con la mirada, a

veces incluso me levanto y me acerco. Revoloteo por las estan-

terías de libros con letra grande, que quedan junto a los lava-

bos. Si cuando sale me lo tropiezo, le digo que busco algo para

mi abuela, que no ve bien. Tiene que pensar que la mujer es

toda una erudita ya, porque casi siempre me pilla. A este paso

no aprobaré la oposición jamás.

Y así llevamos dos años, con medio cáncer de pulmón incu-

bado de tanto cigarrillo. Yo no fumaba habitualmente cuando

comencé a estudiar, pero pedirle tabaco fue la forma de abordar-

le más brillante que se me ocurrió y ya no he sabido salir del jar-

dín. Encima es un gorrón y resulta raro el día que lleva. A veces

Adela, la novia, coincide con nosotros en la puerta de la bibliote-

ca mientras fumamos en silencio. Ella ya es maestra, sacó la opo-

sición hace tres años y siempre me anima e insiste en que no es

tan difícil. Luego comienza a hablar de lo malo que es el tabaco

y el CO2 que respiramos de los coches, Esteban la ignora casi

tanto como a mí. Después, Adela se queja del poco sitio que hay

en el centro de la ciudad para aparcar la moto, y yo me muerdo

la lengua. Al final, acabaré por envenenarme.

A este terceto de cuerda, se suma un saxofón, literalmente.

Máximo, venezolano, prepara un trabajo de fin de carrera sobre

la digitación en las obras jazzísticas norteamericanas del siglo

pasado. Máximo adolece de una extraña y confundida percep-

ción de la realidad y le importa una "vaina" que yo no "lo ame

todavía" porque está convencido de que pronto lo haré.

El saxofonista es bastante melifluo y sus halagos me empala-

gan y agobian como a cualquier española no habituada al corte-

jo puramente latino. El juego en ocasiones rebasa el ridículo

hasta desparramarse sobre el desconcierto: Esteban va al baño,

yo me escurro de la silla y me acerco rondando disimuladamen-

Page 32: Cuentos para el andén Nº30

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te a la estantería de los libros con letra gorda, luego Máximo apa-

rece por mi espalda, roza levemente alguna parte desnuda de mi

cuerpo (mejilla, cuello, codo) y se mete a los lavabos. Esteban sale

seguido de Máximo, ambos me saludan, cada uno a su manera

y todos, de nuevo, a nuestro sitio, a hincar codos. Creo que

Esteban sospecha que Máximo está loco por él.

A veces pienso que el mundo está muy desajustado, que no

necesita economistas, ni analistas, ni periodistas, sino un buen

mecánico con un bote gigantesco de tres en uno que venga a

apretar tuercas, limar sobrantes y engrasar orificios. El mayor

desajuste de mi vida es este aborto de polígono amoroso, com-

pletamente destartalado en el que ningún vértice llega a unirse.

Adela y Máximo están hechos el uno para el otro: habladores,

bellos, cariñosos; mientras que Esteban debería vivir conmigo

un amor sereno, justo y necesario, el que nos corresponde por

carácter.

Pensé que al escribir esto, llegaría el párrafo en el que Este-

ban y yo nos enrollaríamos, pero la literatura es imprevisible.

Esteban y Adela han roto y ella se presenta a menudo en la

biblioteca buscándolo. Él la rechaza, ella me mira, lo mira, e ini-

cia un llanto desgarrador mientras camina desvalida hacia mi

mesa. Yo la consuelo y Esteban, para no variar, nos obvia. Por su

parte, Máximo ha encontrado a otra avezada opositora a la que

halagar. El polígono amoroso se deforma cada vez más, gene-

rando nuevas e imprevisibles formas.

tw Ester Berdor. Fago (Huesca) España.Es periodista y ha trabajado en varios medios de comunicación nacionales y regionales.Asimismo, imparte talleres de escritura y coordina encuentros literarios en bibliotecasrurales. Ha obtenido algunos premios literarios y escribe habitualmente en el blog:http://loquenocuentoes.blogspot.com.es/

entrecocheyandén

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tw Kokoro es un personaje singular, que se cuela en CpA, para contarte historias en pocas palabras.

© Jasten Fröjen

metroligero - holakokoro

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