Codigo Del Oeste - Zane Grey

  • Upload
    livazo

  • View
    305

  • Download
    2

Embed Size (px)

Citation preview

CDIGO DEL OESTE ZANE GREY

Digitalizado por http://www.librodot.com

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

2

IDe los muchos problemas que haban preocupado a Mary Stockwell durante los dos aos que llevaba ejerciendo el magisterio en la escuela de la escasamente poblada Hoya del Tonto, en Arizona, este ltimo era el ms intrincado y el que la afectaba ms profundamente. Porque ataa a su hermanita, Georgiana May, quien iba en aquellos momentos camino de Arizona para curarse (segn explicaba la carta, acabada de recibir, de la madre de ambas) de una leve propensin a la tuberculosis y de una gravsima tendencia a flirtear sin juicio ni miramiento alguno. El da en que comienza este relato, Mary se senta extraordinariamente cansada. Haba hecho a pie todo el camino hasta la casita de troncos que serva de escuela en Tonto Creek seis millas - y de vuelta hasta el rancho de los Thurman, en Green Valley, donde resida. Sus dieciocho discpulos, que variaban su edad, desde My-tie Thurman, de seis aos, hasta Richard, de diecisis, haban aquel da sobrepasado los lmites extremos de la insubordinacin. Adems, el ardiente sol de aquella tarde de septiembre y el espeso polvo del largo y rido camino, a travs de matorrales y bosques, la haban fatigado sobremanera. En consecuencia, no estaba en modo alguno en buena disposicin de nimo para recibir la fuerte sacudida mental que le haba producido la carta de su madre. Bueno; la cosa no tiene remedio - pens con aburrimiento, cogiendo de nuevo la carta para leerla otra vez -. Georgiana est ya en camino... llegar a Globe el da nueve. Vamos a ver... Santo Dios!... maana... martes. El coche-correo parte de Globe el mircoles. Mi hermana estar en Ryson alrededor de las cinco de la tarde. Y a m me es imposible faltar de aqu. Tendr que enviar a alguien a recibirla... Mi querida Georgie, con sus rizos dorados, tan lindos! ... La seorita Stockwell pareca dividir su atencin entre la repentina responsabilidad que le caa encima y el tierno recuerdo de su hermana. Qu hara con ella? Cmo tomaran los Thurman semejante visita? Georgiana haba tenido antes el aspecto de un ngel, pero, a juzgar por las noticias que de ella daba su madre, los hechos desmentan crudamente la angelical apariencia. La perpleja maestrita volvi a leer aquella parte de la carta que tanto le choc y la trastorn, all donde deca: ...El doctor Smith dice que Georgie tiene afectado el pulmn derecho, pero el doctor Jones (a quien tanto crdito da vuestro padre) asegura que lo que le pasa a la muchacha es que ha bailado y se ha divertido tan desaforadamente, que ya no puede resistir ms y se halla en un estado de suma postracin. Mas mi opinin personal es que el doctor, Smith est en lo cierto. Nunca me fue simptico ese Jones. Te acuerdas del seor Jones, verdad, y del tono que se daba? Bueno, sea como quiera, el caso es que Georgie se encuentra mal, adems de estar poseda de todos los demonios. Hija ma, t has estado ausente de nuestro lado ya va para seis aos, y parte de este tiempo lo has pasado en el campo. Te ha ido bien, gracias a Dios, pero has estado, como si dijramos, enterrada en vida en cuanto a saber lo que sucede en el mundo. Desde que te marchaste hemos tenido la Gran Guerra, y luego, la posguerra, que fue an peor. Te aseguro que no s cmo explicarte lo que ha ocurrido. Al menos, procurar darte alguna idea respecto a Georgiana. Ahora tiene diecisiete aos y est muy bonita. Sabe ms que t, que le doblas la edad. Y hasta ms que yo. Cuanto atractivo pueda poseer una chica moderna, ella lo tiene. A mi juicio, nadie puede menos de quererla. Y no lo digo cegada por una tonta vanidad maternal. Me baso en lo que veo y oigo. Todas nuestras amistades adoran a Georgie. Y en cuanto a los muchachos, todos los jvenes estn locos por ella, y hace todo lo que puede para que no dejen de estarlo. Me duele tener que confesarlo, pero la pura. verdad es que Georgie flirtea de un modo atroz.2

LIBRODOT.COM

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

3

Pero, concretando: Georgiana se obstina absolutamente en conducirse siempre corno mejor le parece. Todas las muchachas modernas son iguales en ese aspecto. Dicen que nosotros, los padres, somos anticuados, queno entendemos. Acaso tengan razn. Vuestro padre opina que a Georgie no la detiene ninguna consideracin, ni le sirve de nada cuanto hemos tratado de ensearle. Pero, a pesar de lo apenada y temerosa que me siento tocante a tu hermana, no creo que en realidad sea mala. Aunque bien pudiera ser que mi opinin estuviese influida por la fe que es natural tengamos las padres en las hijas, o por la ceguera de un amor excesivo, y hasta por la vanidad... Georgiana ha terminado sus estudios superiores. Deseamos que se ocupe en algo de provecho. Pero jams lograremos que trabaje aqu en Erie, y, adems, pudiera ser que cualquiera ocupacin seria (suponiendo que Georgie fuera capaz de obrar tal milagro) empeorara su actual estado de salud. Unos amigos nuestros, los Wayburn, van en su auto a California, y se ofrecieron para llevar a Georgie al Oeste. Vimos el cielo abierto, y nos apresuramos a aceptar el ofrecimiento. Ella, por su parte, acogi la idea con gran entusiasmo. Nuestra situacin pecuniaria no es ahora tan desahogada como antes; sin embargo, hemos hecho verdaderos sacrificios para darle cuanto se le antoj, y ya nos las arreglaremos para pagar, por tiempo indefinido, los gastos que ocasiones su estancia ah. Quizs el Oeste, del cual tan satisfecha te muestras t, la cure, y sea su salvacin. Con toda certeza, su llegada ser para ti una molestia, pero, hija ma, te rogamos que la aceptes con paciencia y hagas cuanto puedas en favor de tu hermana. La segunda lectura de esta sorprendente carta dej a la seorita Stockwell triste y pensativa, pero libre de su anterior perplejidad e inquietud. Su madre haba tomado una resolucin muy acertada. Si Georgiana poda habituarse a vivir en la agreste y semisalvaje Hoya del Tonto no slo recobrara la salud, sino que se alejara del ambiente de falsedad y artificio creado por las circunstancias que siguieron a la cesacin de la guerra. Sepultada en la rusticidad, como haba estado la seorita Stockwell, no por ello haba perdido su activo inters por el mundo exterior y haba asimilado cuanta informacin suministraban los diarios y revistas tocante a la marcha del progreso y sus peculiares modalidades. No era, pues, improbable que comprendiera mejor que su madre el nuevo tipo de la precoz muchacha norteamericana - la muchacha moderna por antonomasia -. Se alegraba de la venida de su hermana. Acaso eso le creara algunas dificultades, pero no le importaba, teniendo en cuenta que para Georgiana sera de gran beneficio el cambio. Luego, de sbito, afront otro aspecto de la situacin: el efecto que causara la chica en su nuevo ambiente, en los Thurman, y en toda aquella buena gente, sencilla y primitiva. Mary se haba aficionado enormemente a aquella rstica tierra y a sus toscos habitantes. Comprenda de sobra el bien que estaba realizando con la educacin de los nios, y la influencia que por medio de stos ejerca sobre la cultura de los padres. Mas... no existira otra razn ms ntima y ms personal para sentirse contenta de vivir all? Las mejillas se le colorearon al pasar fugazmente esa interrogacin por su cerebro, y, dejndola sin respuesta, pens en otra cosa... En cuanto a Georgiana... era ms que probable que revolucionara en su contra a Green Valley. All, en Erie, poda entregarse a su audaz y frvola existencia, pero aqu, en Arizona, no podra hacerlo. La seorita Stockwell, vagamente, se daba cuenta de cun imposible sera, aunque no acertaba a precisar el porqu. Pero ese pensamiento le trajo a la imaginacin la grande y sincera estima en que tena a los nios y jvenes con quienes haba venido a estar en contacto. Conoca especialmente bien a las tres familias Thurman, pues haba vivido largo tiempo en sus respectivos hogares. Los hijos, en particular, eran merecedores de profundo aprecio. Jvenes todos, la mayora contaba muy poco ms de los veinte aos de edad, aunque Enoch Thurman haba cumplido ya los treinta, y Serge, su primo, era slo muy poco menos viejo. Todos eran infatigables jinetes, duros para el trabajo en los vastos campos del Tonto. Solamente uno era casado. Y las3

LIBRODOT.COM

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

4

posibles novias eran tan escasas, que los mozos siempre andaban a la grea, pelendose entre s por la disputa del amor de las pocas jvenes disponibles. En todas las estaciones del ao pastoreaban el ganado vacuno, ayudndose unos a otros, cortaban madera, labraban los campos, sembrando y cosechando maz y sorgo, y perseguan a los osos y leones que solan atacar a las reses. Cuanto dinero ganaban, que no era mucho, se lo entregaban a su madre. Raras veces se alejaban de suspredios hasta ms all de Ryson. La vida ciudadana no los seduca. Varios de los Thurman haban estado en campos de instruccin militar durante la guerra, y uno de ellos, Boyd (el mejor jinete, enlazador, hachero y cazador del conjunto), haba prestado servicio en Francia. Regres sin haber sido herido y, al parecer, nada cambiado por cuanto tuvo que soportar. Ese hecho, ms que ningn otro que pudiera citar la seorita Stockwell, destacaba la vigorosa individualidad de los Thurman y el carcter peculiar de la regin en que vivan. El viejo Henry Thurman sola decir con orgullo: -Boyd no ha tenido ni una sola mala nota, ni en el cuartel ni en la guerra. Durante sus aos de magisterio en el Tonto, la seorita Stockwell jams haba visto a un Thurman, ni a ninguno de sus parientes, bajo la influencia del alcohol. No mentan. Si prometan algo, lo cumplan estrictamente. Limpios fsica y moralmente, buenos, varoniles, enrgicos y valerosos jvenes gigantes le parecan todos ellos a la entusiasta maestra. Fumaban cigarrillos que ellos mismos hacan, y estaban siempre dispuestos a darse de puetazos por el motivo ms insignificante. Eran tranquilos, reposados, calmosos, contentos con su suerte, fros montunos, fuertes y habilidosos en campo abierto, llenos de recursos. de latente ardor y de reservas vitales que raras veces se vean obligados a desplegar. Les gustaban las bromas, los chistes, las chirigotas, el retozo y el baile. Entre aquella juventud de rsticos y atrevidos montaeses, una muchacha de la clase de Georgiana iba a ser como una tea incendiaria en medio de una pradera de abundante pasto seco. El agudo clip-clop del trote de unos caballos que avanzaban por el camino interrumpi la meditacin de la seorita Stockwell. Los jinetes regresaban de los campos de crianza. Mary pens que deba salirles al encuentro sin demora, para convenir con uno de los muchachos que fuera a Ryson al da siguiente para recibir a la viajera. -Qu pensar Georgiana de este rancho? - se preguntaba la seorita Stockwell a s misma, mientras sala a poner en obra su propsito. La vieja casa, hecha en parte de troncos y en parte con tablas, cubierta de musgo y maltratada por el tiempo y la intemperie, con sus toscas adiciones sombreadas por los rboles, haba llegado a parecerle a la buena maestra una morada pintoresca y agradable. Pero al principio se le present (como todo lo dems de all) con su verdadero aspecto: rstica, primitiva, de acuerdo con la vida dura y simple de los primeros colonizadores de la agreste comarca. Pas por detrs de la casa, atravesando el patio, donde las gallinas, los terneros y los perros vagaban a su arbitrio, hasta llegar a los corrales. stos eran enormes, construidos con postes, ya viejos y mal conservados. Las puertas eran de tablones de pino amarillo, en bruto, procedentes del aserradero de Henry. El mulo blanco de Enoch, Vise, vino hacia ella. Era una bestia famosa en todo Arizona, ya no joven, pero todava vigorosa. Su color era blanco mosqueado, y distaba bastante de ser bonito. Pero posea una cabeza muy bien conformada, y ojos vivos e inteligentes. Vise era renombrado por muchas peculiaridades, pero especialmente por sus coces. Aunque nunca coceaba a las personas que le gustaban, y, sin duda alguna, sta no le llevaba azcar ni ninguna otra golosina, y pas de largo junto al animal, pero no sin darle una cariosa palmada y tirarle suavemente de las orejas. El cercano corral era grande, y siempre, a despecho de su tamao, haba sido motivo de sorpresa para Mary por las innumerables cosas que contena. En un ngulo haba un gran montn de carros y coches desechados, aperos de labranza inservibles, automviles intiles y cachivaches por el estilo, todos fuera de uso. Un largo y destartalado cobertizo ocupaba por entero uno de los costados. Como a la casa, de tiempo en tiempo, le haban hecho aadiduras,4

LIBRODOT.COM

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

5

el conjunto resultaba una sucesin de picos, techos irregulares, desvanes y puertas muy amplias, a travs de cuyas aberturas se vean pesebres destrozados. El corral estaba atestado de polvorientos caballos, revolcndose, operacin que siempre atraa la mirada de la seorita Stockwell, pues las sudorosas bestias parecan gozar enormemente al ejecutarla. Primero doblaban las patas, hasta alcanzar el suelo con el cuerpo; en seguida se acostaban de lado en el polvo y gruan, resoplaban, se agitaban convulsivamente, rodando sobre el lomo, a derecha y a izquierda. Despus, con un enrgico esfuerzo y un fuerte resoplido, ponanse en pie, sacudindose con violencia y despidiendo de la piel una nube de polvo. Terminado ese ejercicio, encaminbanse en lnea recta al portal, para ir en busca del verde y fresco pasto que daba su nombre al valle. La seorita Stockwell encontr reunido a todo el personal de la hacienda: nueve mozos en total, agrupados delante de una de las puertas del cobertizo. La joven senta en ese momento la singular impresin de que aqullos jvenes campesinos del Oeste le resultaban ms importantes y apreciables que nunca. As, en grupo, todos aquellos mocetones se parecan mucho entre s. Era menester fijarse en uno de ellos en particular y observarlo individualmente para advertir en' qu difera de sus camaradas. Todos eran altos, delgados, fuertes, con vigorosa musculatura, caderas poco salientes y piernas ligeramente arqueadas por el constante ejercicio de la equitacin. Si la Naturaleza les haba dado distinto color de tez a unos que a otros era imposible saberlo entonces, porque todos tenan el rostro ennegrecido por la suciedad formada por el polvo y el sudor. Llevaban enormes sombreros, negros en su mayora, algunos grises, y todos viejos, de alas gachas, y mugrientos. Predominaba el azul en el color de la ropa. Ms de uno haba desechado los zahones para vestir pantalones de la clase corriente, embutidos por abajo en altas botas de montar, con grandes tacones, brillantes y gastadas por el uso y armadas de largas espuelas con enormes rodajas. Respondieron al saludo de la seorita Stockwell con el lento y arrastrado lenguaje tpico de Texas, cuya enunciacin y vocabulario tan peculiares le placa escuchar a la maestra. -Muchachos - les dijo -, necesito que me hagan un favor especial. Enoch Thurman se destac del grupo. Era el jefe del clan, de elevada estatura, membrudo y simptico, su sola presencia bastaba para fascinar a la joven. -Bueno, seorita Mary - le contest arrastrando las slabas, como de costumbre -. Si se trata de acompaarla al baile, ya sabe que me tiene a sus rdenes. - Posea unos ojos extraordinariamente claros, ligeramente grises, cuya penetrante mirada estaba en ese momento suavizada por un guio amistoso. Una sonrisa, adems, alteraba la rigidez de su rostro, enjuto y atezado. La seorita Stockwell, al or tal respuesta, pens que desde que llegara Georgiana tendra que concurrir a los bailes. La perspectiva era alarmante. Las pocas funciones de esa clase, en las cuales haba participado, la haban dejado casi incapaz de atender a sus discpulos al da siguiente. Porque aquellos mozos la haban tenido danzando sin parar, desde el anochecer hasta despus de amanecido. -Acepto su invitacin, Enoch, pero no es se el favor a que me refera - dijo con una sonrisa. Entonces se adelant Boyd Thurman sonriendo. ste era fornido, ancho de espaldas, fuerte y spero de cara, tan maciza como el bronce, y sus azules ojos tenan la franqueza de los de un nio. Echse para atrs el sombrero, dejando al descubierto un mechn pelirrojo, y pregunt: -Maestra, qu favor es? -Todos estamos dispuestos a hacerle cualquier favor - manifest Wess Thurman, primo de Boyd y Enoch, de veintids aos, y con la estatura y grandes ojos de toda la familia. -Es ir a Ryson maana, para recibir a una hermana ma - respondi la seorita5

LIBRODOT.COM

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

6

Stockwell. Esta respuesta dist de parecerles trivial a los presentes. Su importancia deba de ser tremenda, pues los muchachos fueron reaccionando lentamente, ante su significado. -Maana... - exclam Enoch en tono pesaroso -. Cunto lo siento! Pero no puedo ir, seorita Mary. Hoy hemos recorrido la serrana de Mescal, donde encontramos varios aojos ajenos, que tengo ahora encerrados. Son del rancho Bar XX, y ya es sabido que no existe mucho cario entre esa gente y nosotros. Maana mismo tengo que expulsar de nuestros campos a esos animales intrusos. A juzgar por el inters demostrado por el resto de los muchachos, con excepcin de Cal Thurman, todos ellos preferan ir al encuentro de la hermana de la maestra, mejor que arrear ganado. Y durante un buen rato pareci que Enoch no iba a disponer de muchos auxiliares al da siguiente. Vindolos tan entusiasmados, Mary protest con voz suave: - Pero, por Dios...! No es necesario que vayan todos! Con uno hay bastante. Si les parece tan extraordinaria la ocasin, chenlo a suertes. Pero semejante indicacin no tuvo el apoyo de la mayora. Pusironse a discutir entre s. La seorita Stockwell estaba acostumbrada desde haca tiempo a su sencillez, su buena fe y locuacidad, y a que, cuando se les llevaba la contraria, cada uno (con singular perversidad) se obstinaba en su punto de vista, oponindose decididamente a las ideas ajenas y manteniendo las propias con irreductible persistencia. La discusin lleg a ser tan acalorada, que la maestra estaba temiendo verla convertirse en una de aquellas rias a trompadas, que eran de ocurrencia diaria, y hasta, a veces, ms frecuentes an. Si cualquiera de los mozos quera hacer algo en particular, en seguida se le oponan todos los dems. -Oiga, sabe bailar su hermana? - inquiri de pronto Serge Thurman, hermano de Wess. Era un joven gigante, pelirrubio, quemado por el sol y con los ojos enrojecidos por el calor, el polvo y el viento. De todos los Thurman, Serge era el ms galante y el mejor bailarn. Su pregunta orient las cosas por un nuevo camino, evidentemente de intenso inters para los muchachos. Mary se ech a rer. Seguramente la llegada de Georgiana valdra la pena de ser vista. -Hombre! Ya lo creo que sabe bailar! - contest un tanto pensativa, pues empezaba a ocurrrsele que poda devolverles a aquellos mocetones algunas de las inocentes bromas de que la haban hecho objeto. La respuesta aviv todava ms la discusin, la cual no haba forma de que concluyera, porque varios de los muchachos manifestaban seriamente que l era quien iba a ir a Ryson, y solo. -Y dgame, seorita Stockwell, cmo es esa seorita? - pregunt Panhandle Ames. ste era uno de los varios hombres que Enoch tena a sueldo, de origen tejano, como casi todos los otros, vaquero del desierto, que haba ejercido su oficio en Texas antes de trasladarse a Arizona. Posea un aspecto bonachn, facciones ordinarias y aire seco. Su curiosidad despert en los compaeros tal alacridad, que al punto pareci absolutamente vital para decidir el asunto. La maestra, entre tanto, los observaba con mirada benvola, rindose para sus adentros, y gradualmente cediendo a la tentacin de algo que maquinaba en su cerebro. Qu muchachos ms simpticos! Capaces seran de pasarse horas enteras disputando sobre una cosa tan sencilla, a menos que ella interviniera para solucionarla definitivamente. -Vamos a ver, muchachos - les dijo -. Tengo un retrato que puedo ensearles. Lo traer en seguida... y despus decidan de una vez quin desea realmente ir a recibir al original. La proposicin fue aceptada con instantnea unanimidad. La seorita Stockwell corri a su cuarto y, decidida a sacar partido de la ocasin que se le ofreca, psose a buscar la fotografa de una ta suya, famosa en la familia por su fealdad y6

LIBRODOT.COM

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

7

por su rostro severo. Remordale un poco la conciencia por el uso que iba a hacer del retrato de la bondadosa parienta, a quien quera mucho, pero no desisti de su propsito. Armada con el trozo de cartulina regres al corral, junto al grupo de obstinados discutidores. -Ah la tienen! - exclam ensendoles la fotografa. Todos, menos Cal, la rodearon, ansiosos de contemplar la imagen de la hermana. Cal, por su parte, pareca divertirse mirando a sus camaradas... Era el hermano menor de Enoch, mozalbete de diecinueve aos, y aparentemente, el nico individuo del clan a quien no le interesaban las muchachas. Hubo un momento de forzada y silenciosa atencin, tras el cual manifest uno de ellos: -Oh, seorita Mary, no se le parece ni una pizca! -No mucho - confirm Serge en tono decisivo, que no escap a la perspicacia de la joven. -Bueno... es sta... quiero decir, es realmente su hermana? - averigu Enoch hablando con lentitud y como tratando de recordar -. Creo que un da me mostr usted un retrato diferente... -Aj! - agreg Panhandle Ames -. Es una seorita de aspecto muy agradable. - (Dicho con afectada indiferencia y obvia insinceridad.) Luego, el grupo permaneci en silencio, dndose todos cuenta poco a poco de que la situacin haba cambiado embarazosa y radicalmente. Uno a uno fueron alejndose de la maestra, para volver a tomar sus anteriores posturas de preocupado abandono, y recurriendo la gran mayora al imprescindible cigarrillo. Enoch observaba a su clan con manifiesto regocijo. Se haban metido en un compromiso, del que no saban cmo salir. -Bueno, supongo que a ninguno le faltan ahora ganas de arrear a esos aojos maana dijo con sarcasmo. Enoch conoca a su gente. Los mozos haban, imprescindiblemente y como por obra de magia, adoptado aquella expresin fra y serena que tan frecuente era en ellos. La pulla de Enoch, aunque apenas velada, no los afect en lo ms mnimo, o, por lo menos, no lo demostraron en modo alguno. -Enoch - asever Serge con mucha calma -, no te va a ser posible manejar esos aojos si no te ayudamos Boyd y yo. Boyd asinti con un movimiento de cabeza, y, relucindole los ojos, aadi: -Entiendo que el nuevo capataz de Bar XX no te tiene mejor voluntad que el anterior, Enoch. Y considerando lo que eso quiere decir, no ser extrao que se enfurezca en cuanto se entere. Siempre anda buscando camorra. Y si no echas pronto a esas reses de nuestros terrenos, es capaz de jurar que se las hemos robado. Enoch tom esto en serio, como si realmente el muchacho tuviera razn, y repuso: -Boyd, yo slo trato de hacerle un favor a Bloom. Ya era casi de noche cuando atajamos a esos animales. Y su equipo va a recorrer maana la serrana de Mescal. -Seguro. Pero te aconsejo que eches ese ganado en su campo antes de que rompa el da - continu diciendo Boyd -. Y tan temprano no va a ser fcil hallarlos a todos. Enoch se dirigi entonces a la seorita Stockwell, a quien expuso, muy seriamente: -Seorita Mary, maana voy a necesitar a Serge y Boyd; por lo tanto, ninguno de nosotros tres puede ir a esperar a su hermana. Pero, desde luego, cualquiera de los del resto de mi equipo de serviciales conquistadores queda libre para disponer del da con ese objeto. -Gracias, Enoch - respondi la maestra, quien, fortalecida con ese permiso, volvi a la carga, preguntando dulcemente -. Ahora bien, quin de ustedes me har ese favor? Mientras la mirada de la interrogante los abarcaba a todos en conjunto, permanecieron mudos, abstrados, muy distantes; pero cuando se fij directamente en Pan Handle Ames, ste se apresur a decir: -Seorita Mary, se ha olvidado del da que la traje desde la escuela? -De ninguna manera! - replic la joven estremecindose -. Tengo que reconocer que su7

LIBRODOT.COM

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

8

fuerte no es precisamente el arte de manejar automviles. -Claro que no lo es. Pero aun as, todo habra ido bien si el coche no se hubiera roto. Y con la mayor tranquilidad del mundo sigui fumando su cigarrillo, seguro de que quedaba descartado del concurso. Los dems creyeron de su incumbencia prepararse para dar una contestacin adecuada tan pronto se posara en ellos la inquisitiva mirada de Mary. Dick Thurman era el ms joven de los muchachos y todava asista a la escuela. Su disculpa fue: -Maestra, usted sabe que yo ira con mucho gusto si no fuera por las lecciones. Estoy atrasado, segn usted misma dice, y mi padre me hace trabajar antes y despus de las horas de clase. Lock, el nico miembro de la familia que era moreno y de pelo y ojos negros, tena una talla muy aventajada, pero era el ms tmido y corto de genio en todo el clan. Ahora le lleg su vez, y al interrogarle Mary: -Lock, usted no ira? Sacudi la cabeza, la inclin, para esconder la cara, y repuso: -Confieso que las mujeres me dan miedo. -Huy! Oigan eso! - se burl su hermano Wess-. A que no confiesas tambin que te da miedo tu chica..., Angie Bowers? -Bueno, sa no me asusta a m ms de lo que te asusta a ti su hermana gemela, Aggie refunfu Lock. -Lo divertido es que ni uno ni otro podis distinguir de fijo cul es Angie y cul Aggie... las equivocis constantemente... y la cosa es seria. Qu va a pasar si os casis con ellas? - fisg Serge. Eso hubiera dado motivo a nueva querella, de no intervenir la seorita Stockwell interpelando a Wess. -Maestra, me apena tenerle que decir que no puedo ir a buscar a su hermana - contest Wess con aparente sinceridad -. Tengo un montn de cosas que hacer y no me va a bastar el da de licencia que nos ha concedido Enoch. Necesito remendar la silla y ponerles medias suelas a las botas; sin contar que padre me ha mandado que le cure las patas al perro... porque pronto iremos a la caza de osos... y madre quiere tambin que la ayude... y me es imposible ir a Ryson. Pdaselo a Arizona. El puede dejar la corta del sorgo para pasado maana. Siguiendo la indicacin, Mary se encar con el nombrado Arizona. Si 'tena otro nombre, jams lo haba odo ella. Era el nico de poca estatura en el grupo: un vaquero de faz rubicunda, ojos guiados y que gozaba reputacin de humorista, aunque lo desmenta su apariencia. -Oh!, seorita Stockwell, siento en el alma no poder complacerla - asegur este apremiante sujeto en tono pesaroso -, pues el viejo Henry me ha dado orden terminante de que corte el sorgo antes de que llueva. -Vaya, vaya... - intervino Wess -. No ha llovido desde hace un mes, y la sequa seguir lo menos hasta octubre. -Qui! Va a llover, de seguro, pasado maana, a ms tardar. Fjense en esas nubecillas que vienen del Sudoeste. Es seal de tormenta que nunca falla. Con podra ir mejor que yo. Con Casey, el camarada recin aludido por Arizona, era nuevo en el rancho: irlands, con pocos aos de residencia en Amrica y muy escaso contacto con el Oeste. Era muy serio, y tan simple de entendimiento, que resultaba una fuente inagotable de diversin para sus compaeros. stos lo estimaban por sus buenas cualidades, aunque constantemente le hacan el blanco de innumerables bromas y travesuras. Cuando la maestra le dirigi la palabra, el pobre Con se qued como quien ve visiones. Se le disip el color rojo natural de su solemne y pecoso semblante y se le dilataron enormemente los azules ojos. Su terror era tan visible como sincero.8

LIBRODOT.COM

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

9

-Dios mo! - profiri, con voz profunda y marcado acento irlands -. Seorita Stockwell, le juro que nunca he estado a solas con una mujer. Los muchachos acogieron esta salida con risotadas e inocentes comentarios, pero no haba duda de que lo crean. Mary afectaba una gran ansiedad, que en modo alguno se hallaba en estricta armona con su verdadero estado de nimo. Gozaba interiormente con la situacin, presuma que el desenlace iba a ser tal como esperaba. Qu chasco se iban -a llevar todos cuando apareciera en escena la linda y traviesa Georgiana! Tim Matthews, otro vaquero, sum sus ridculas excusas a las que haban expuesto sus predecesores, para eludir (el encuentro con la hermana de la maestra; y el ltimo exceptuando a Cal Thurman) declar, con la mayor impasibilidad, que se senta tan indispuesto, que tendra que hacer venir al mdico para que lo atendiera... En eso, Cal irgui perezosamente sus cinco pies y once pulgadas de joven y vigorosa humanidad, y despus de contemplar a sus hermanos y camaradas con una sonrisa burlona, les dijo: -Estis todos bien despachados! Vaya un hato de zopencos! Por vida ma!, . . Mary se alegr al orlo, y sinti la inminencia de lo que estaba esperando. Este mozo de diecinueve aos, hijo de Henry Thurman, era, en su opinin, el mejor del clan entero. Posea la intrepidez, llaneza y tosquedad de los nativos de la comarca, pero con algo ms de inteligencia y educacin. Su aspecto era ms refinado, y poda tenrsele por persona bastante instruida. Cal haba hecho el ltimo ao de escuela bajo la direccin de la seorita Stockwell, quien lo apreciaba por su conducta ejemplar y seriedad en los estudios. Su abuelo haba sido un rebelde tejano, afamado por su temperamento impulsivo y ardiente, el cual, segn la familia, haba heredado el nieto. -Maestra, tendr mucho gusto en ir a esperar a su hermana - declar volvindose a Mary -. Yo estaba aguardando para ver cmo escurran sos el bulto. -Gracias, Cal. Estoy segura de que no le pesar - contest la maestra, agradecida. Se senta, en realidad, contenta, y empez a imaginar cmo preparara a Cal para la llegada de Georgiana. Ciertamente, hasta aquel momento, no se le haba ocurrido continuar con el engao. -Viene en el coche-correo procedente de Globe? - pregunt Cal mientras acompaaba a la seorita Stockwell hacia la salida del corral. -S. Maana. -Qu llevar mejor... el carretn sin muelles o el auto? Mary pens en el asunto. -Es verdaderamente terrible... ese montn de hierro viejo - observ, recordando las pocas veces que haba viajado en el auto de la familia -. No creo que sea tan seguro como el carretn. -Oh, en cuanto a eso!... No tenga miedo, que la traer hasta aqu con toda seguridad repuso Cal, riendo. Para ese tiempo, haban llegado hasta la portada del corral, la cual abri el muchacho. De repente resonaron fuertes y regocijadas voces, lanzadas por los que haban permanecido cerca del cobertizo. Mary y su acompaante dieron la vuelta, tratando de enterarse de lo que ocasionaba aquel bullicio. Unos cuantos de los mozos, agrupados, con las cabezas juntas, parecan conversar ,animadamente. Tenan el aire de estar tramando alguna diablura. Cal los mir con suspicacia, y en sus ojos brill un destello fugaz. Tena la cara lisa, casi imberbe, y aunque la piel estaba curtida por la intemperie, mostraba menor tosquedad y flacura de semblante que sus hermanos. La maestra encontraba aquel rostro no slo hermoso, sino algo mejor, por su simpata y noble expresin. -Oiga: esa pandilla est imaginando alguna treta - murmur Cal echndose atrs el sombrero y pasndose la nervuda mano por el cabello.9

LIBRODOT.COM

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

10

-Alguna treta? - repiti Mary, como un eco, en tono vago, pensando si no sera mejor no divulgar su propia duplicidad. -Seguro. Mire a Tim. De fijo est planeando algo. Siempre mueve la cabeza de ese modo cuando se propone... Oh, desde aqu puedo leer sus pensamientos! -Qu irn a hacer? - inquiri la joven, curiosa. -Presentarse en Ryson maana, cuando vaya yo a recibir a la hermana de usted contest l, nada satisfecho. -Qu? Irn? - exclam la maestra, acaso con demasiado inters. Cal se la qued mirando, dubitativo, pasndose otra vez la mano por el pelo. Desde luego, deseaba mostrarse servicial, pero, evidentemente, no se forjaba muchas ilusiones respecto a lo que le esperaba. Casi como un relmpago le vino entonces a la seorita Stockwell la inspiracin de continuar la impostura comenzada con el falso retrato, y no decirle a Cal la verdad acerca de Georgiana. As experimentara mayor sorpresa y satisfaccin en el momento del encuentro. Qu chasco para sus bromistas camaradas! Y qu placer para el simptico mozo, al ganarles a los otros la partida! Ya veran, ya veran Tim Matthews y sus confederados cmo, en vez de burlarse de Cal, era ste quien, al cabo, reira a expensas de ellos! Vaya si reira, ante la consternacin y arrepentimiento que iban a sufrir!,.. Mary se gozaba en su propia idea, y, a mayor abunda-miento, contaba con que Georgiana tambin contribuira por su parte al mayor xito de la broma. -Djeme ver ese retrato que les ense a los otros... para que la conozca... - dijo Cal. Ella se lo dio sin el menor comentario, y Cal, despus de estarlo mirando un momento, observ, convencido: -No le encuentro parecido alguno. Es bastante fea y usted es bonita. -Gracias, Cal - contest Mary con modestia -. Agradezco el cumplido; pero no deba hacrmelo a costa de mi pobre... hermana, que no tiene la culpa de no ser bella. -Oh, nada de eso... Lo digo porque lo siento, maestra, y sin ofensa para nadie. Mire: Enoch piensa que usted es la mujer ms linda que ha visto en su vida. Y l es, de seguro, juez competente en la materia. Mary Stockwell sinti que le ardan las mejillas, y no por cierto a causa del sol, ya cerca del ocaso. Le gustaba la fe que tena en Enoch el mozo. Entre ambos hermanos existan relaciones cordialsimas que hacan presagiar mucho bien para el futuro del menor de ellos. -Cal, creo que es preferible el carretn al auto - insinu Mary pensando en la pareja de briosos caballos negros que habitualmente enganchaban al vehculo, y que le agradaran a la muchacha. -Oh, supongo que a ella no le importar el aspecto de nuestra vieja carreta gasolinera, y en cuanto a m, bien poco se me da - dijo Cal con una carcajada -. Sabe usted?, el cochecorreo se retrasa algunas veces, y si llevo al auto, podr conducir a su hermana hasta aqu con la mayor rapidez y antes de que oscurezca. Hay quince millas de camino hasta Ryson, como usted sabe, y para recorrerlas con los caballos se necesitan varias horas. Quiero estar en casa antes de que sea de noche. -Por qu as... tan particularmente? Tengo entendido que sabe conducir muy bien, lo mismo de noche que de da. -Oh, es que la pandilla' me est preparando alguna jugarreta, y ac, internos, prefiero que no me cojan en el camino, a oscuras, con esa vieja... quiero decir... con su hermana explic l terminando la explicacin embarulladamente. -Ah! Ya me hago cargo...... - murmur Mary estudiando el perplejo semblante del joven -. Muy bien, Cal. Proceda como le parezca mejor. Pero, crame no le pesar que le haya impuesto yo esta enojosa faena. -Vamos, maestra, no he querido decir que usted haya hecho eso! - protest l-. Me refera a Tim y a esos condenados mentecatos. Ahora tienen una oportunidad para10

LIBRODOT.COM

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

11

desquitarse. Usted no sabe lo que les hice yo en el ltimo baile. -Bien; prefiero no enterarme de lo que les hizo ni de lo que ellos le harn maana. Aunque repito que no le pesar el... haber ido. Y hasta puede que se alegre... Por qu? - pregunt con incipiente curiosidad, mirndola como si la invitara a ser ms explcita, aunque con la instintiva desconfianza de quien supone una incgnita indescifrable en toda mujer. No tena la ms remota idea de lo que quera darle a entender Mary; sin embargo, las palabras de sta le haban despertado un nuevo inters, completamente aparte de su deseo de complacerla -. Quizs es rica y me dar una silla nueva o algn otro regalo manifest en tono burln. -Quizs... Algo le va a dar; eso es seguro - replic Mary Stockwell con cierto misterio. Y se alej, dejando al muchacho en la puerta del corral, que l haba abierto para que ella pasara. Cal, con una vaga sonrisa de satisfaccin y esperanza, se estuvo un buen rato en el mismo lugar, contemplando de lejos a sus camaradas, que seguan conspirando.

IIA la maana siguiente, cuando Cal se present, para desayunarse, ms de dos horas despus de lo acostumbrado, se qued consternado al descubrir que varios de los vaqueros no haban salido al campo para atender a sus tareas habituales. -Hola! Cmo ests? - le salud Panhandle. -Buen da, Cal - mascull Arizona. -Eh, Cal! Dormiste mal anoche, de seguro - observ Wess con retintn. -Se nota que te hace dao la idea de tener que encontrarte con damas - aadi Tim Matthews, solcito. -Aj! - gru Cal mirando a sus amigos con recelo. En tiempo caluroso, los Thurman servan las comidas en el porche que enlazaba las distintas secciones de la espaciosa y destartalada casa del rancho. Un techo de toscas tablas cubra el porche, extendindose hasta bastante abajo. Desde el suelo parta una escalera que iba a terminar en un desvn, donde dorman varios de los mozos de la hacienda. Cal, que prefera el aire libre, habitaba en una pequea choza de troncos, de un solo cuarto, que l mismo haba construido. Con una sonrisa maliciosa, pas junto a los muchachos que ocupaban la larga mesa, y fue hasta un banco que haba arrimado a la pared. Llen de agua una jofaina y procedi a lavarse vigorosamente cara y manos. En realidad, se chapuzaba con tal violencia, sacudiendo adems con tal energa la empapada cabeza, que rociaba a todos los presentes. -Eh, t! Te has vuelto ballena y ests resoplando? - protest Panhandle. -No, es que se est refrescando la mollera - observ Tim. El otro, sin hacerles el menor caso, continu sus abluciones y chapoteo, concluyendo por quebrantar su regla de no afeitarse ms que una vez por semana. Esto les llam atrozmente la atencin a los espectadores. -Oigan que se est afeitando! - exclam Arizona, como si se tratara de algo estupendo. -Y se ha puesto la ropa dominguera! - agreg Wess -. Nada, que no hay caso: quiere presentarse bien hermoso. -Pues no lo va a conseguir, porque es imposible... por mucho que se acicale - coment Panhandle. - Est rabioso por partir en seguida! - manifest Tim burlonamente. Cuando, por fin, se acerc Cal a la mesa, ya los otros estaban terminando el desayuno. El muchacho grit entonces, en direccin a la cocina: -Madre, quiere usted, o Molly, traerme algo de comer? Estos marranos han barrido con11

LIBRODOT.COM

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

12

todo, igual que si fueran ovejas en un sembrado. -Cal - contest la madre -, debes levantarte ms temprano. Poco despus apareci su hermana Molly trayendo varias fuentes humeantes, que puso sobre la mesa, delante del joven. La chica era de aspecto robusto y saludable, de unos diecisiete aos de edad, y tena las inconfundibles facciones de todos los Thurman. Cal, puedo ir contigo al pueblo? - le pregunt en tono suplicante. -Redondamente, no. -Pero es que tengo que comprar unas cuantas cosas... -Yo las comprar. -La seorita Stockwell me ha dejado una lista de encargos que le hacen mucha falta. -Muy bien. Dame esa lista. Se ha ido ella a la escuela? -S. Padre la llev en el carretn. Quera hablar contigo, pero an no te habas levantado. Me dijo que te saludara en su nombre y que no olvidaras el ir a esperar a Georgiana. -Vamos, Molly! - se entrometi Wess chuscamente -. Cmo puedes suponer que Cal olvide su misin respecto a Jorge-Ana? Cal comenz a desayunarse en silencio, sabedor de que sus camaradas no le perdan de vista, y no desperdici tiempo alguno en la operacin. Tan pronto acab, empuj el plato vaco y se encar con el grupo, preguntando con sorna: -Hoy no se trabaja, eh? -Nop - respondi Wess lacnicamente. -Ni se hace tampoco nada de lo mucho que hay que hacer? -Nop. -Van a cazar con los perros, quizs? -Hace mucho calor y est todo demasiado seco para salir de caza; pero iremos en cuanto llueva y refresque el tiempo. Va a haber abundancia de osos este otoo, y un mundo de bellotas en los altozanos. -Bueno, en qu te ocupars hoy? - quiso saber concretamente Cal. -En nada de particular. Hoy tengo el da librerepuso Wess con la mayor calma. -Irs a Ryson? -Seguro. Aqu se aburre uno. Y necesito comprar tabaco, y herraduras, y cartuchos, y... -Yo te lo comprar - le ataj Cal. -No me fo... - replic Wess suavemente -. Adems, quiero ver a Angie. -No est en su casa y t lo sabes - concluy Cal. En seguida clav la vista en Panhandle Ames, interrogndole -Y t, tienes tambin importantes razones para presentarte en Ryson, eh? Cal, yo, naturalmente, tengo que ir. Hay un montn... -Bah! - le interrumpi Cal ponindose en pie y empujando hacia atrs el banco en que haba estado sentado. No necesitaba or ms subterfugios ni preguntarles a Tim o Arizona. stos demostraban una despreocupacin demasiado ostensible para que fuera sincera. Por la singular inexpresividad de todas aquellas caras deduca el muchacho la malicia de sus maquinaciones. -Iris a caballo?concluy Cal, como a la desesperada. -Nop - respondi Wess -. Vamos en el coche grande. Ya. ves: to Henry necesita harina, grano, y un montn de provisiones que ha encargado y que le hacen mucha falta. Oh! Lo que es a la vuelta, vamos a venir bien cargados. -Yo necesitaba el coche grande- replic Cal, acalorado -. No saba padre que iba a ir yo a recibir a esa seorita? -Deba de saberlo, porque cuando le pedimos ese coche para poder traer en l todos los encargos, nos dio permiso para usarlo diciendo, al mismo tiempo, que t llevaras el Ford12

LIBRODOT.COM

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

13

repuso Wess con un aplomo que revelaba supremo dominio sobre s mismo. -Y padre se ha ido con el carretn! - exclam Cal, casi dando muestras de zozobra. -As es. Despus de llevar a la maestra a la escuela, ir a casa de Hiram Bowes. -Cal, teniendo presente lo buen mecnico que eres, nos parece que irs tan campante en el Ford como un pavo volando cuesta abajo - observ Pan Handle Ames con asombrosa bondad y afectada admiracin. Justamente en ese instante le acometi a Tim tan violento ataque de tos, que tuvo que doblar el cuerpo (haciendo heroicos esfuerzos para dominar su alborozo). Cal mir a los cuatro compinches con expresin de creciente rabia. Finalmente estall -Wess, te apuesto un caballo contra una bolsa de tabaco a que recibirs una tunda por esta tramoya. -Oye, t! De qu tramoya ests hablando? Y quin me va a dar la tunda? Seguramente que no sers t, primo Cal, porque de sobra sabes que no puedes. -Eso de que no puedo... lo veramos. Maldito el miedo que tengo de probarlo una vez ms, y si me saliera mal... Por Cristo! Ya habra quien se encargara de sacudirte el polvo! - replic Cal volvindoles bruscamente la espalda a sus atormentadores y encaminndose a los corrales. El profundo silencio que dej detrs fue otra prueba del extraordinario dominio que sobre s ejercan aquellos sempiternos bromistas. A Cal le preocup, y al mismo tiempo comenz a. excitar su naciente antagonismo. La tarea encomendada por la buena maestra haba asumido ms que enfadosas proporciones. Manifiestamente les haba suministrado a su primo y dems compaeros una oportunidad extraordinaria para poner en prctica alguna de sus acostumbradas burlas. Pero, seran capaces de hacerle a la hermana de la seorita Stockwell algo realmente grosero o descomedido? Cal no poda creerlo, ni siquiera ofuscado por el enojo, como se hallaba en aquel instante. Pero los endiablados mozos eran capaces de cualquier desatino, en lo que a l concerna, y llegaran a extremos inimaginables con tal de ocasionarle un verdadero mal rato. Fuse directamente a examinar el Ford. Lo haban hecho trabajar tres o cuatro aos ms de lo que normalmente poda dar de s; pero se conservaba an en uso milagrosamente y no tena tan mal aspecto como su ancianidad y el mal trato recibido hubieran ms que justificado. De hecho, no era otra cosa que un montn de hierro viejo, pero lo disimulaba muy bien, gracias a que el padre de Cal lo haba revestido recientemente con una capa de cierta pintura de la que quera desembarazarse. Cal Thurman era muy aficionado a los caballos, y como jinente slo le aventajaba su famoso hermano Boyd. Pero detestaba los automviles, pues de ninguna manera poda entender qu era lo que les haca andar, o pararse, o descomponerse. As como las matemticas haban sido el nico ramo de sus estudios que Mary Stockwell jams pudo meterle completamente en la cabeza, del propio modo, el funcionamiento de las trilladoras mecnicas, de los automviles, o de la antiqusima mquina de vapor del aserradero, fue lo nico, entre todas las dems cosas del rancho, que nunca consigui el padre de Cal ensearle a su hijo. Desde luego, el muchacho haba tratado de aprender el manejo de los vetustos coches, y, hasta cierto punto, se haba salido con la suya. Pero se requera un genio de la mecnica para hacer marchar al Ford. Aquella maana, sin embargo, y pocos segundos despus zumbaba como una monstruosa abeja. Cal se sinti extasiado. Al fin y al cabo, acaso lograra que el armatoste se dejara persuadir y cumpliera con su obligacin. Mas - reflexion -, caba dentro de lo posible que los otros hubieran arreglado el Ford para que les ayudara al logro de sus propsitos. Fuera como fuese, decidi sacar la ventaja que pudiera de la buena disposicin del coche, antes de que ste mudara de parecer. Sin dilacin, dej el motor en marcha, vio que haba suficiente gasolina y aceite, y en seguida volvi a la casa. Con la chaqueta puesta y encasquetado el gran sombrero negro, se present en la cocina para recibir rdenes de los miembros femeninos de la familia. La hermana mayor, Mary, no estaba all, pero Molly, con sus encargos, vala por dos. La madre de Cal era delgada, alta, canosa, y en su ajado rostro llevaba escrita una esplndida ejecutoria de valiente trabajo de colonizador y13

LIBRODOT.COM

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

14

de heroicos sacrificios. Los tiempos malos haban pasado ya, pero no sin dejar profundas huellas. Dile a Cal dinero e instrucciones, y cuando el muchacho se dispona a alejarse, le llam para decirle en voz baja: -Escucha, hijo: seguramente esas cabezas locas andan tramando algo. Ahora bien, no olvides las buenas maneras, hagan ellos lo que hagan. Habla mucho en tu favor el que te ofrecieras para ir a recibir a la hermana de la maestra. Prtate bien hasta el fin, Cal. En mi juventud, los Thurman de Texas saban conducirse cortsmente con sus huspedes. Aqu, en este rudo pas, casi hemos olvidado lo que es cortesa. Pero yo, por mi parte, confo en ti yen Molly. -Descuide, madre; ser bueno - contest Cal riendo, y atraves el porche, dirigindose inmediatamente al corral. Deseaba evitar el encontrarse con sus atormentadores, y tuvo fortuna en esto. Cuando lleg al Ford, experiment alivio y sorpresa al encontrar el motor todava marchando... y no slo marchando, sino que hasta zumbaba en forma muy alentadora, aunque con algn que otro ligero fallo. Hombre, es curioso! - murmur extraado al subir al pescante-. Qu tendr hoy esta cafetera, que parece que va a andar como debe? - Senta, al mismo tiempo, cierto temblor interior Y no escaso entusiasmo. Era joven y su espritu era tal, que se elevaba hasta el nivel de las peculiares circunstancias que le ponan en el trance de ejecutar una accin sin duda mucho ms difcil que cuantos trabajos rurales le haban sido encomendados hasta entonces. Ciertamente, a pesar de que senta de ese modo, haba momentneamente olvidado a la hermana de la seorita Stockwell. El asunto era ahora llevar a cabo una buena obra, cumplir con su deber para con una persona que haba sido buena con l, desempear una tarea para agradar a su madre, y hacerlo todo, a despecho de Wess, de Tim y de sus aliados en diabluras. Sali del corral y alcanz el camino del valle, sin escuchar a sus espaldas grito alguno... hecho que consider como un buen comienzo de su aventura. Despus olvid a los muchachos y concret su atencin en el manejo del coche, a lo largo del sombreado y hermoso camino. Por alguna razn ignorada, el Ford se portaba aquel da mejor que nunca. A medida que avanzaba, susurrando sin tropiezos entre las dos verdes murallas de enebro y encina americana, iba calmndose gradualmente la inquietud primitiva del poco ducho chfer. La maana era clara y todava fresca en el umbroso camino. Los negro-azulinos grajos y las grises ardillas daban ruidoso aviso de la proximidad del viajero. Numerosas reses vacunas de rojo pelaje y cara blanca, ostentando la conocida marca de las cuatro T, pacan a un lado y a otro. Cal lleg a un punto donde el camino descenda por un cerro, pasado el cual entr en una hondonada rocosa, sombreada por corpulentos sicmoros. El follaje de los rboles haba empezado a teirse de dorado y el reflejo de la luz tena un precioso tono ambarino, que comunicaba su grata coloracin a las aguas de un arroyo que por all corra. Una bandada de pavos silvestres, sorprendidos mientras beban, echaba a correr, asustados, emitiendo sus guturales put-put-put y desapareciendo entre la maleza. Pronto sali Cal del bosque de enebros, encinas y robles, penetrando en un terreno ondulado, con muchas lomas, cubierto de manzanita, a travs del cual serpenteaba el camino, descendiendo gradualmente. Cuatro o cinco millas ms adelante andaba ya por tierras llanas, en el valle, donde abundaban los matorrales. Aqu y all, a largos intervalos, se vea el rancho de algn ganadero. Todos los viejos colonizadores del pas dejaban pastar a sus ganados en tierras del Gobierno, que estaban sin cercar. La mayora de esos campesinos haban ocupado, a ttulo de homestead, los ciento sesenta acres permitidos por las autoridades, y siempre que Cal recorra el distrito, se senta posedo de un deseo cada vez mayor de colonizar tambin l un campo por su cuenta. Si padre me lo permite, voy a hacer mi casa solariega en el Llano del Oso este otoo monologaba el mozo -. Wess le ha echado el ojo a la Loma de la Mesa, y yo apostara que est esperando nada ms que a tener ahorrado dinero suficiente para casarse con una de esas14

LIBRODOT.COM

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

15

condenadas mellizas... a no ser que la espera se deba a que nunca acaba de saber cul de ellas es Angie y cul Aggie! Pero las mujeres no me quitan el sueo. Yo no me caso. Por ahora, tengo bastante con mis caballos, mi perro y mi escopeta. As, pues, el joven Thurman segua su ruta con la seca, tibia y fragante brisa acaricindole el rostro y con su pensamiento vagando por las apacibles regiones de ensueo. Por fin lleg a lugares suficientemente llanos para permitirle ver los azules picachos de la cordillera de Mazatzal hacia el Sur, y hacia el Norte la serrana del Mogolln (magnfica cadena de montaas negras y amarillas que zigzagueaban en la lnea del horizonte e iban a terminar en la purprea lejana del Oeste). El valle era pobre en hierba, pero rico en vegetacin, manzanita y mezcal. En las llanuras, la hierba gris claro haba sido casi totalmente consumida por el ganado. Cuanto ms avanzaba Cal por el camino, tanto ms spero se haca el terreno y le gustaba cada vez menos. Green Valley estaba situado en la parte alta de la regin de los cerros, a pocas millas de las grandes laderas, serranas y caones del Tonto, a medio da de marcha a caballo del alteroso macizo de Mogolln. Qu diferente su esplndido Llano del Oso de aquella tierra que ahora cruzaba! A varias millas al este de Ryson, al volver una curva, divis a un hombre joven, alto, flaco, andando trabajosamente bajo el peso de un gran bulto, envuelto en una lona. A medida que se acercaba Cal al individuo se haca ms visible que el pobre diablo apenas poda moverse, agotado por la fatiga. Su ropa, sucia y rada, atestiguaba su prolongado contacto con las hspidas malezas y con el duro suelo por cama. Cal acort la marcha, esperando, como cosa natural, que aquel sujeto se fijara en l y le pidiese ayuda. Pero el hombre no hizo ni lo uno ni lo otro. Entonces el muchacho par el coche del todo y habl al caminante: -Oiga! Quiere subir? El interpelado alz la cara, plida y cadavrica, pero con una expresin que en el acto gan la simpata de Cal. -Gracias. Ya lo creo! - contest el viajero, depositando su carga en tierra y enderezando los agobiados hombros. -Ponga eso dentro del coche y venga aqu delante, conmigo - le indic el muchacho observndole con creciente inters. Visto bien de cerca, el individuo le pareci a Cal la persona ms raramente configurada que jams haba conocido. Era muy alto, extremadamente flaco, y tan suelto de coyunturas que se creera que iba a desmadejarse, cayndose a pedazos. Los brazos eran tan largos, que resultaban grotescos, como los de un gorila, y las manos tenan un tamao prodigioso. Ostentaba lo que Cal denominaba cuello de pollo (por su desmesurada largura), y la cabeza, comparada con el resto del cuerpo, pareca pequea. La cara mostraba unas facciones ordinarias, pero no antipticas. En conjunto, su figura era ridcula y pattica. -Ya no poda ms... y, por aadidura, ando perdido - dijo. Las pecas se destacaban prominentemente en su piel color de cera. Tan largo era y tena los pies tan enormes, que Cal pens que no podra acomodarse en el asiento frontero; pero se dobl de tal forma, que consigui sentarse, lanzando un suspiro de consuelo. -Perdido? A qu lugar se diriga? - inquiri Cal poniendo de nuevo en marcha el automvil. -He venido a pie desde Phoenix. Y un par de das despus de pasar la Represa Roosevelt tropec con una estacin de aprovisionamiento de autos, llamada Chadwick. El encargado me dijo que podra encontrar trabajo en el rancho Bar XX, y me indic por dnde hallara un sendero para llegar all. Poco despus di con un sendero, pero no slo no conduca a ninguna parte, sino que me embarull y acab perdindome, sin poder regresar a Chadwick. He andado extraviado diez das con sus noches. - Huy! Tendr hambre, eh? -Me parece... -Bien: ha andado totalmente descaminado. El rancho Bar XX queda al Este y usted ha15

LIBRODOT.COM

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

16

viajado hacia el Norte. Da la casualidad de que yo conozco a Bloom, el capataz de esa hacienda. All no necesitan gente. -Parece que es muy difcil encontrar trabajo - repuso el hombre suspirando -. Crea seguro colocarme en el Valle del Ro Salado; pero todo el mundo est por all sin un centavo, igual que yo, y, adems, no les ponen buena cara a los licenciados del servicio. -Ha estado usted en el ejrcito? - pregunt Cal sintiendo aumentar su simpata por el desconocido. -No; en la armada - contest el otro en tono breve, que le hizo recordar a Cal cmo hablaba Boyd a su regreso de Francia. Aquella gente que haba estado en la guerra era un poco reticente, extraa. -En la armada? Eso es cosa de marineros, no? Y cruz al otro lado? -Ya lo creo! Pas las negras en Chteau-Thierry, y ahora, en mi propio pas, no consigo trabajo - respondi con amargura. -Mire, amigo, todo hombre honrado puede trabajar en el Tonto - replic Cal con cierta brusquedad. Su compaero no dio respuesta a esto, y la conversacin, tan interesantemente iniciada, languideci. Casi presumi que su observacin haba molestado al sujeto aquel, y ambos guardaron silencio. Entre tanto el coche rodaba por el largo camino a cuyo extremo se hallaba el pueblo de Ryson. Los ranchos cedieron el puesto a las cabaas, muy distantes entre s, y luego apareci la fila de casas de frente cuadrado, viejas y destartaladas, construidas de piedra y tablas, que constituan Ryson. La nica calle era tan ancha como una plaza pblica. A lo largo del cuarto de milla de la seccin comercial, podan verse varias cabezas de ganado vacuno, dos caballos, un burro y algunos perros, pero ninguna persona. Un par de automviles desvencijados marcaba el sitio del garaje, el cual, evidentemente, haba sido antes una herrera. El poblado pareca envuelto en al clida y soolienta atmsfera veraniega. Cal detuvo el Ford a la puerta del garaje, no sin algo de complacencia por el asombro que su llegada causara. La ltima vez que parti de all mismo con aquel mismo auto, uno de los mecnicos haba manifestado muy seriamente: -Es ms que seguro que nunca volveremos a ver este armatoste. -Oiga: quiere comer conmigo? - interrog el muchacho a su silencioso acompaante. -Quin, yo? Amigo, qu pregunta! - repuso el ex marinero -. Por dnde se va? Es usted una maravilla! -Tengo el mayor gusto en invitarle - manifest Cal -. Pero an es temprano. Aquello es el hotel... esa casa gris, con el porche tan ancho. Agurdeme all. -Me encontrar anclado por babor y estribor y espero que el toque para las tajadas no tarde mucho en sonar - respondi el flaco cogiendo su voluminoso lo y partiendo en la direccin indicada. El personal del garaje miraba a los dos recin llegados con ojos de asombro. -Cal, quin es se que ha venido con usted? - pregunt uno. -De dnde lo ha sacado? - quiso saber otro. -Es un espantapjaros puesto sobre dos prtigas - coment un tercero. Cal, riendo, les explic: -Oh1 Es un infeliz que he recogido por el camino. Fue l quin manipul este maravilloso artefacto? - inquiri el primero de los mecnicos, sealando humorsticamente el Ford de los Thurman. -No, seor - replic Cal -. Sepa usted que he manejado yo solo el auto. -Auto, dice? Qui, esto no es un auto, hombre! Es una mala carreta, con una cafetera por motor. -Aj! Bueno, sea lo que quiera, djenlo en paz, y no se les ocurra tocarlo para nada con sus endiabladas herramientas. Dejando el coche all, Cal fue al cobertizo donde estaba instalada la tienda ms16

LIBRODOT.COM

Librodot

Cdigo del oeste

Zane Grey

17

importante, junto con la oficina de correos, y se entreg a la concienzuda y difcil tarea de elegir y comprar los numerosos artculos enumerados por las mujeres de la familia. En su ansiedad por cumplir bien su cometido, olvid por completo la cita que tena pendiente con su hambriento convidado. Con toda lentitud complet la lista de encargos lo mejor que pudo y supo, y luego, cargado de paquetes, se traslad al garaje, para depositar la preciosa carga sobre el asiento posterior del coche. Al ejecutar esta maniobra se acord de la pasajera y murmur: -Sin duda, traer consigo una buena cantidad de equipaje y acondicion los paquetes de modo que quedara bastante sitio disponible. En seguida se dirigi al hotel, en cuyo porche estaba aguardndole el cadavrico individuo, con mirada de hambre. -Oiga, siento haberme retrasado, pero tena mucho que hacer - se disculp el muchacho -. Vamos adentro, y pongamos manos a la obra. En el curso de la media hora siguiente, Cal pudo apreciar que una accin generosa, aun ejecutada sin la menor premeditacin, puede tener singular efecto, no slo sobre e} que la recibe, sino tambin sobre el que la hace. Naturalmente, siendo vaquero en aquellos vastos campos, muchas veces haba estado tan hambrienta' como un lobo, pero jams haba visto a nadie medio muerto de hambre. j Qu gran bien debi de ser para aquel pobre sujeto la copiosa comida que estaba devorando! Cal se sinti picado por la curiosidad, y as, terminada la comilona, dijo: -Yo me llamo Cal Thurman. Y usted? -Tuck Merry 1 - fue la respuesta. -Oiga, sabe que es un nombre bastante extrao? Merry! No le cuadra, amigo. Y en cuanto a Tuck nunca lo he odo antes. -Es un apodo. Casi me he olvidado de que mi verdadero nombre es Tadeo. -Hum! Y cmo diablos adquiri ese mote de Tuck? Fue en la marina. A cada momento andbamos a trompadas, y cada vez que le asestaba un porrazo a un tipo, tenan que recogerlo para llevrselo a dormir. Por eso me pusieron Tuck. -Vamos, pues s que es gracioso! - exclam Cal con sincera admiracin. Nada hubiera podido despertar mejor su amistad hacia el ex marinero -. Tendr usted mucha fuerza y un puetazo formidable. -S: algo hay de eso. Es condicin natural en m - respondi Merry, con sencillez -. Tambin tengo un par de puos no mal del todo. Mrelos. Cerr sus enormes manos y le mostr a Cal dos puos de un tamao casi increble. -Zapateta! - profiri el mozo brillndole los ojos. Por su cerebro cruz una idea como un relmpago, y le gust. Poco a poco fue tomando cuerpo, hasta que le domin por completo. Entonces aadi: -Oiga, Tuck; usted dijo que buscaba trabajo, no es eso? -S que lo dije - contest Merry con inters. -Est usted bien? Quiero decir, est usted fuerte? - djole Cal, dubitativo. -Mi apariencia engaa. Ahora ando bastante traqueteado; pero cuando part para el Oeste me senta admirablemente bien. Un poco de descanso y unas cuantas raciones como esta de hoy pronto me pondran en tan buena forma como cuando era uno de los entrenadores de Dempsey. -Qu? - exclam Cal en el colino de la sorpresa. -Mire, compaero. Yo me cri en los muelles de Nueva York. Se hace cargo? Pertenec a la marina de guerra, durante aos, y acab siendo instructor de boxeo. Luego, despus de la guerra anduve de un lado para otro, trabajando con varios boxeadores notables,1

Literalmente: