Clark Carrados - HDE 190 - Infeccion

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    INFECCIN!CLARK CARRADOS

    CAPTULO PRIMERO

    El planeta ofreca un aspecto prometedor y pareca que su posesin podra ofrecer beneficios muy sustanciosos, por lo que la comandante y propietaria de la astronave "Diamond Star", Glora de Blenn, envi a un hombre en misin exploratoria, a fin de evitar riesgos innecesarios para el resto de la tripulacin.Gloria estaba aconsejada por el capitn efectivo, un veterano del espacio, quien saba que las apariencias ms bellas podan encerrar peligros mortales, por lo que se decidi que, si alguien haba de morir, sera el hombre a quien tenan encerrado en su propio camarote, con centinelas de vista, como culpable de un homicidio cometido en la propia nave.Rex Farrar acept la propuesta de inmediato. No tena nada que perder.Est bien, ir dijo, simplemente, apenas se le hubieron anunciado los proyectos de la

    propietaria.El planeta no figura como habitado en las cartas estelares manifest el capitn Fordhi

    ll . Puedes engaarnos, pero, en tal caso, te quedars en l para el resto de tus das. Y, creme, no es agradable hacer el papel de Robinson espacial durante toda la vida. Conoc un par de casos y, en su lugar, yo hubiera preferido que me pegasen un tiro. Entiendes lo que quiero decirte?S, seor respondi Farrar . Descuide, capitn; no habr engaos. Si el planeta es habitabl

    sabrn ustedes. Pero hemos hecho un trato, me parece recordar.

    Hablo en nombre de la duea dijo Fordhill . Lo que pas, ser olvidado y el fallecimientode aquel tipo quedar anotado como accidental en el cuaderno de bitcora. Creme, puedes confiar en mi palabra y en la de la seorita Blenn.Era una excelente solucin, pens Farrar. Gloria de Blenn poda optar entre abandonarle en un planeta deshabitado o entregarlo a las autoridades en la prxima estacin de relevo interestelar, ninguna de Cuyas perspectivas agradaba al acusado de homicidio. Inmediatamente, dieron comienzo los preparativos.Mientras Farrar realizaba el mnimo de exploraciones e investigaciones previstas por los reglamentos, la "Diamond Star" orbitara en torno al planeta, aguardando los informes del enviado. Despus, aterrizara y podan ocurrir dos cosas: si el planeta estaba habitado seria preciso entablar relacin con sus habitantes, o, si estabadesierto, la propietaria de la nave podra reclamarlo como suyo, concediendo a sus tripulantes una parte proporcional. Un tripulante al que slo se le concediera co

    mo recompensa una milsima parte de un uno por ciento, poda encontrarse dueo de un trozo de tierra de varias decenas de miles de kilmetros cuadrados de extensin. A Farrar le tocara tambin un premio semejante.Cuando ya se dispona a partir en uno de los botes auxiliares, Gloria de Blenn hizo su aparicin y dirigi a Farrar una dura mirada.Siempre fue usted un elemento dscolo e indisciplinado, un motivo de perturbacin con

    stante y una fuente de problemas incesante a bordo. De haberme dejado llevar por mis impulsos, lo habramos lanzado al espacio apenas cometido su crimen, pero, por fortuna para usted, el capitn Fordhill intercedi para que se le respetara la vida y yo cre oportuno acceder a sus demandas. Espero que ahora sepa usted purgar su delito, comportndose como todos esperamos, es decir, como un hombre.Farrar no pestae siquiera. Durante un segundo, contempl a aquella hermosa mujer, de formas arrogantes y cabellos rubios, cuyos ojos parecan piedras azules de dureza diamantina. Estuvo a punto de dar una respuesta, pero se contuvo pensando que,de todas formas, ella no lo iba a creer.Tiene prejuicios y mis palabras caeran en el vado, se dijo.Inclinndose profundamente, contest:Le quedo muy agradecido, seora, y puede tener la seguridad de que desempear de la me

    jor manera posible la misin que me ha sido asignada.Si es as, olvidar lo sucedido, pero slo cmo comandante de la nave. Personalmente, sie

    mpre lo tendr presente, recurdelo en todo momento.S, seora. Muchas gracias.Dselas al capitn Fordhill ataj Gloria secamente . Tiene usted quince das para enviar el

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    primer informe. Pasado ese tiempo, si no tenemos noticias suyas, abandonaremos esta rbita definitivamente.Entendido, seora.

    Gloria dio media vuelta y se march. Cuando ya iba a cerrar la escotilla, apareci el capitn Fordhill.Pareca muy preocupado, observ Farrar.Sucede algo? pregunt.Se me ocurri examinar los archivos de a bordo, con informes sobre los astros de es

    te sector. Hace bastantes aos, unos treinta y cinco, aproximadamente, lleg una expedicin al planeta que tenemos a la vista y que recibi el nombre de Sikkerin: No se han vuelto a tener noticias de los expedicionarios ni hay constancia de que alguien reclamase la propiedad de Sikkerin o que estuviese habitado. Ten esto presente en todo momento, Rex.Descuide, seor. Ah, la comandante me ha dado quince das de plazo.Lo s. Por consejo mo declar Fordhill . Buena suerte, Rex.Gracias, capitn.

    Farrar cerr la escotilla, hizo la ltima comprobacin de instrumentos y luego se lanzhacia la resplandeciente bola que flotaba en el espacio a ciento treinta y nueve mil kilmetros de distancia* * *El ro tena unos treinta metros de ancho y la corriente flua mansamente, entre las orillas cubiertas de espesa vegetacin, abundante en flores multicolores. Farrar llevaba ya cuatro das en la superficie de Sikkerin y lo que haba visto hasta ahora no le produca sino satisfacciones.

    Gloria se cubrira de oro si el planeta estaba deshabitado. Podra vender tierras alos colonos que desearan emigrar, aparte de iniciar la explotacin, por si o por compaas secundarias, de los minerales existentes en el subsuelo Y, si estaba habitado, podra establecer tratados con los nativos, concedindoles importantes beneficios, a cambio de los permisos oportunos.Se mire como se mire, ha dado el golpe de su vida murmur, mientras se dispona a come

    rse una fruta semejante a una naranja terrestre, pero casi tan grande como su cabeza.Haba animales de cuatro patas y abundaban las aves, pero, hasta aquel momento, no haba comido sino vegetales y algunos peces pescados en los ros y arroyos que habaencontrado en su viaje de exploracin. Tiempo llegara de prepararse un buen asado,si se presentaba la ocasin.El clima, por otra parte, era muy benigno y no invitaba precisamente a encender

    una hoguera para asar un animal de buen tamao. Los peces haban sido preparados enla minscula cocina de a bordo, sin necesidad de quemar una sola ramita seca del bosque.Diariamente, se comunicaba con la nave, y emita los informes correspondientes a las observaciones obtenidas durante la jornada. Descansaba por la noche y, al da siguiente, se desplazaba a varios miles de kilmetros, a fin de continuar la tarea. Ahora recorra las orillas del ro, con un minsculo detector colgado del cinturn, a fin de orientarse para el regreso al bote. Tambin llevaba una pistola de proyectiles slidos, con objeto de defenderse del posible ataque de alguna fiera.Hasta el momento, sin embargo, no haba encontrado animales hostiles, sino todo lo contrario. Todas las bestias parecan pacficas' y no se asustaban de su presencia. Farrar empez a pensar que haba cado en una segunda edicin del bblico paraso terrenal.

    De pronto, a travs de un hueco entre los rboles, divis algo que llam su atencin.Al otro lado haba una loma de suave pendiente, sin apenas matorrales, pero cubierta por completo de una capa de espesa hierba. Contra el verdor del suelo, destacaban unas manchas blancas, espaciadas a intervalos regulares, lo que le hizo saber que, fuese lo que fuese, haba sido obra de seres inteligentes.La naturaleza, pens, no ofreca formaciones geolgicas de casi absoluta perfeccin. Nopoda haber piedras en seis hileras regularmente espaciadas, con intervalos de lamisma distancia entre cada hilera... y cada una de stas compuesta por seis piedras.

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    Profundamente intrigado, atraves la espesura y se acerc lentamente al lugar. S, haba seis hileras de piedras blancas, con seis cada hilera, excepto en la ltima, la primera llegando desde el ro, en la que slo se divisaban cinco.Aquellas piedras blancas, observ a medida que caminaba, eran lisas, relativamente delgadas y ofrecen un aspecto muy similar, puestas en pie, como...De pronto, se detuvo, con los pies clavados al suelo.Como lpidas funerarias dijo a media voz, terriblemente impresionado por aquel singu

    lar descubrimiento.En un instante, record la advertencia del capitn Fordhill. Una expedicin partida treinta y cinco aos antes, de la cual no se haban vuelto a tener noticias.Al cabo de unos momentos, reanud la marcha. Medio minuto despus, volvi a detenerse, porque acababa de comprender los motivos por los cuales slo haba cinco lpidas en la primera hilera.Sobre la hierba, cubierto en parte por la vegetacin, se vea blanquear el esqueleto de un hombre. Era el ltimo superviviente, el que haba enterrado a todos los dems y a quien nadie haba podido dar cristiana sepultura.Qu les pasara a estos desgraciados? murmur.

    Una epidemia desconocida, tal vez, de efectos mortales... Pero, y la nave? Qu haba sido del aparato en el que aquellos infelices haban llegado hasta la superficie de Sikkerin?.En la "Diamond Star", se dijo, deban conocer la noticia inmediatamente. Gloria tomara una decisin, tras el asesoramiento del capitn Fordhill.Haba un mdico a bordo, pero uno no poda confiar en un tipo que se pasaba la mayor parte del tiempo sumido en los vapores del alcohol. A fin de cuentas, la "Diamond

    Star", era una nave comercial y lo que interesaba a su duea eran los beneficios. Aunque tambin haba aparatos de anlisis automticos...Regresara al bote y comunicara la noticia. Era lo que procedaDurante unos segundos, contempl el esqueleto de aquel hombre, muerto tras enterrar a todos sus compaeros.Luego vendr a darte sepultura murmur melanclicamente, mientras pensaba en los horribl

    es momentos que haba debido de pasar el desdichado, aguardando la llegada de la muerte, sin el consuelo de un amigo junto a l en sus ltimos instantes.Mene la cabeza. Traera herramientas y...Sus pensamientos se vieron truncados sbitamente por el sonido ms inesperado que habra imaginado escuchar en aquellos parajes.Era la voz de una mujer.Y gritaba, pidiendo socorro.

    CAPTULO IIFarrar dio media vuelta inmediatamente y ech a correr hacia el ro, ya que la voz femenina proceda de aquel lado. Indudablemente, ella, quienquiera que fuese, estaba en un serio apuro. El terror se captaba fcilmente en el tono de sus llamadas en peticin de ayuda.En pocos segundos, atraves la vegetacin de la orilla y qued al borde de las aguas.Ella estaba a unos cinco o seis pasos, sumergida hasta la cintura, forcejeando con algo que le impeda llegar a tierra firme. El hecho de que pareciera estar desnuda no impresion demasiado a Farrar en aquellos momentos.Se pregunt a qu tema la mujer y entonces fue cuando descubri la fiera agazapada en la otra orilla, como si se dispusiera a lanzarse al ataque de la presa indefensa. Farrar observ que se pareca mucho a un tigre terrestre, aunque de un tamao bastante

    mayor, casi un tercio. El color de la piel era dorado, con manchas rojizas y azuladas, lo que le confera una belleza excepcional, desvirtuada por los colmillosde quince centmetros y las garras de uas afiladas como navajas de afeitar, capaces de desventrar a un elefante de un solo zarpazo.El agua pareca disgustar a la fiera, pero era evidente que la presa resultaba una tentacin demasiado difcil de resistir. Si est hambrienta, atacar, dedujo Farrar.El tigre moteado se aplast contra el suelo. Se dispona a atacar. Saltara al ro y, en cuatro rpidas brazadas, alcanzada a su presa.Farrar sac la pistola y apunt con todo cuidado. El arma dispona de mira automtica, que pondra la bala en el lugar deseado, siempre dentro de una distancia mxima.

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    o.Drylda dijo roncamente , no debieras haberme hecho esa pregunta.Entonces, ese hombre y esa mujer... se estn quietos?

    Farrar apret los labios.No me gustara ofenderte dijo.Por qu, Rex?

    Era una pregunta que slo poda tener una respuesta. Farrar se quit la ropa y se tendi junto a la hermosa nativa.Drylda, ahora mismo lo vas a saber murmur.

    Ella elev sus brazos para juntar las manos por detrs del cuello del terrestre y lo atrajo hacia s. Las dos bocas se juntaron en un beso terriblemente apasionado.Durante un segundo, Farrar se pregunt si estaba soando. Tambin pens en la "Diamond Star" y en su hermosa propietaria, y en el hombre muerto a bordo de la nave, pero los brazos de Drylda eran clidos y flexibles y su cuerpo una pura llama Era unaforma maravillosa de olvidar todo.La noche transcurri entre continuos fogonazos de pasin. Agotados, se durmieron cerca del amanecer.Cuando despertaron, el sol estaba ya muy alto. Drylda corri a baarse en el ro y l la sigui alegremente. Disfrutaron con el bao y, al volver a tierra, se amaron nuevamente.Luego permanecieron tendidos sobre la hierba, la cabeza de Drylda apoyada en elancho pecho masculino. Entonces, Farrar, casi de golpe, record el cementerio quehaba encontrado la vspera y quiso saber qu haba sucedido. 'T me dijiste anoche que la propietaria de la nave quiere obtener utilidad de Sikke

    rin contest ella.Bueno, si el planeta est habitado, est claro que no puede convertirse en su propietaria, pero si conseguir un tratado con sus habitantes... Hay habitantes en Sikkerin?S, y concedern el tratado sin dificultades, pero con una condicin.A ver, dime.Esa condicin tiene un nombre de tres letras solamente: Paz.Paz repiti Farrar . Bueno, lo dir a mi jefa.:. Desde luego, hemos venido con intencion

    es pacficas... Pero, qu les pas a los otros?No observaron la paz.

    Farrar sinti un escalofro.Hubo... una batalla entre ellos y los nativos?No, no hubo choques armados, si es a eso a lo que te refieres. Pero no quiero dec

    irte ms. Es algo que debis averiguar por vosotros mismos, caso de que no respetis la nica condicin que se os impone.Muy bien, as lo informar a la "Diamond Star". Y ahora, dime, dnde estn los nativos? Ha

    alguna ciudad?Drylda sonri.Tambin tendris que averiguarlo-repuso.

    Ellos quieren observar nuestro comportamiento, dedujo el joven.No me das muchas facilidades se quej.

    Drylda lo bes suavemente;He sido muy feliz contigo manifest . Sin embargo, no s si volveremos a vernos. T me sal

    vaste la vida y eso es algo qu no olvidar jams, pero la condicin impuesta a la gente de tu nave no te excluye a ti. Lo has comprendido?S, desde luego.

    De pronto, ella se puso en pie.Nunca te olvidar, Rex declar . Y no slo por haberme salvado la vida. Pero no puedo prometerte que volvamos a vernos. De todos modos, si algn da ests en un apuro, acurdatede m y procurare ayudarte. Ahora, slo nos queda despedirnos.Te vas adivin l tristemente.Es preciso dijo Drylda.

    Acercndose al joven, le cogi la cara con las dos manos y lo bes fuertemente en la boca.Hay cosas que no se deben repetir jams se despidi.

    Farrar comprendi el significado de aquellas palabras. Ya no volvera a ver jams a aq

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    uella mujer de arrebatadora hermosura. Pero nunca nadie podra quitarle de la mente el recuerdo de la ms maravillosa noche de su vida.Adis, Drylda dijo resignadamente.

    Ella hizo un leve ademn. Luego gir en redondo y ech a andar.Unos pasos ms adelante, se elev en el aire, quedando sus pies a un par de palmos sobre el suelo. Boquiabierto, Farrar contempl aquel increble poder de levitacin, que no habra sospechado jams en Drylda. Ella, movindose ingrvidamente, aceler la marchay, antes de diez segundos, haba desaparecido de la vista del joven.Farrar se pellizc con fuerza varias veces, hasta convencerse de que estaba despierto. Al cabo de unos momentos, sin embargo, reaccion y, tras equiparse, ech a andar hacia su bote.Era preciso comunicar la noticia a la comandante de la "Diamond Star".* * *Glora de Blenn lleg, escoltada por cuatro o cinco hombres, uno de los cuales mir atravesadamente al joven. Farrar prefiri ignorar el semblante hostil de Kid Lattinger, el mejor amigo del muerto a bordo. Conoca los motivos de aquella animadversin, pero tambin saba que Glora haba puesto confianza en Lattinger tanto o ms que en el mismo capitn Fordhill.Lo mejor era evitar fricciones, para no caer en un nuevo compromiso.Farrar, usted dijo que debamos venir aqu en primer lugar exclam ella, apenas estuvo j

    unto al explorador.As es, seora. Quiere mirar hacia all, por favor?

    Gloria tendi la mirada en la direccin que le sealaba el joven y dio un respingo alcontemplar las hileras de blancas lpidas que se erguan en la suave ladera herbosa.

    Un cementerio! exclam.En efecto, seora. Hay treinta y cinco lpidas, pero son treinta y seis las tumbas. H

    oy he enterrado al ltimo superviviente de la nave que se perdi hace aos y de la que no se haban vuelto a tener noticias hasta estos momentos. El infeliz enterr sucesivamente a sus compaeros, pero no pudo hacer lo mismo con l, lgicamente. Por eso hay una cruz de madera, pero har una lpida en cuanto me sea posible.Gloria se volvi hacia el joven.Sabe de qu murieron esos desgraciados? pregunt.

    Farrar se encogi de hombros.Quebrantaron la paz de Sikkerin repuso.Es decir, fueron asesinados por los nativos...Ella dijo que lo averiguaramos por nosotros mismos, si quebrantbamos la condicin imp

    uesta; es todo cuanto puedo decirle, seora.Gloria arque las cejas.Ella? He de suponer que estuvo con una nativa, Farrar?S, seora.Dnde est ella ahora? No la veo.Se march hace varios das, aunque no me dijo dnde.Muy curioso coment la joven . Qu aspecto tena esa indgena?Era joven, bien parecida... Farrar prefiri callar los poderes de levitacin de Drylda

    ; no le creeran y, aunque as fuera, era mejor ocultarlo.Sonaron algunas risitas entre los acompaantes de GloraEsa nativa sera tambin muy complaciente dijo uno.Slo haba una? pregunt otro.Silencio, por favor! orden Gloria . Farrar, permanecieron mucho tiempo juntos?

    Algunos das despus de mi llegada.Ella, supongo, le explicara muchas cosas de Sikkerin.Hubo explicaciones mutuas, en efecto, seora.

    Glora le mir suspicazmente.Y llegaran a un conocimiento ms intenso...

    El joven se aties.Esos son asuntos personales de los que no tengo que dar cuenta a nadie-respondi.La muerte de Brumo Quilby tambin era asunto personal suyo. Y mo dijo ella agriamente

    .Lo s, seora.

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    Hubo una pausa de silencio. Gloria lo rompi al cabo de unos momentos, diciendo:Di mi palabra y respetar su vida, Farrar, pero le agradecer se quite de mi vista pa

    ra siempre. Cuando vaya a regresar a la nave, procure hacerlo en un momento en que yo no est presente. Lo ha entendido?Perfectamente, seora. De sbito, Farrar se sinti acometido por un ramalazo de furia, q

    ue lo llev a tomar una determinacin sin pensrselo dos veces . Puede estar segura de que, a partir de este momento, queda para siempre libre de mi presencia Tambin puede ordenar que lleven el bote a bordo de su nave, ya que no volver a utilizarlo jams.Gloria se qued estupefacta al escuchar aquellas palabras.He de entender que no piensa regresar a la Tierra con nosotros, seor Farrar? exclamSeora dijo el joven con helada cortesa , acaba de definir mis propsitos con toda exacti

    tud.Y, sin aadir una sola palabra ms, Farrar dio media vuelta y se alej con paso rpido de la comandante de la "Diamond Star" y de sus tripulantes.CAPTULO IIIEl animal paca tranquilamente la hierba al borde de un arroyuelo de claras y frescas aguas. Kid Lattinger sonri al ver a aquella bestezuela tan parecida a una gacela terrestre, aunque bastante ms pequea.Un bocado exquisito, se dijo.Tenia un rifle en la mano y apunt con todo cuidado. El proyectil derrib al animalinstantneamente.Haba abundancia de ramas secas en las inmediaciones. Lattinger encendi una hoguera y luego despellej y limpi a la presa. Luego la as y comi unos cuantos trozos, aband

    onando el resto en el mismo lugar, para emprender ms tarde el regreso al campamento establecido en las inmediaciones de la astronave.Repentinamente, cuando haba dado apenas dos docenas de pasos, un hombre surgi en su camino. Lattinger lo contempl con asombro.Un nativo-exclam, sin poder contenerse.S confirm el desconocido . Por qu has hecho eso?A qu te refieres? pregunt Lattinger.Has matado a un ser que no te hacia ningn dao.Ah, t quieres decir esa gacela... Bueno, tena ganas de comer carne asada al natural

    y no en conserva o congelada.Tenas hambre? Padecas verdadera necesidad? No tenis comida en vuestra nave?

    Lattinger frunci el ceo.Oye, oye, me parece que no tengo por qu darte explicaciones de mis actos. Vi a ese

    bicho, lo mat y me com unos buenos trozos, eso es todo.'El animal no te habla hecho ningn dao.Y dale se enoj Lattinger . Te lo he hecho a ti? Era tuyo? Tienes algn rebao de esa cl

    e animales?No, pero...Tampoco eres un guardabosque, verdad?Soy nativo de Sikkerin y me gusta que los extranjeros observen nuestras leyes, es

    o es todo.Bueno, bueno, no hay para tanto, hombre... Si crees que he cometido algn delito, d

    ime la forma de indemnizarlo... siempre que no sea con una pena de crcel ri Lattinger.T no tenias verdadera hambre acus el nativo . Has matado por puro capricho, sin una ne

    cesidad autntica. Eso es algo que no est bien, terrestre.

    Lattinger empez a impacientarse.Ya te he explicado mis motivos y te he dicho que estoy dispuesto a pagar lo que sea, siempre que no me encierren en alguna crcel contest con tono spero.Aqu, en Sikkerin, no tenemos crceles.No? Tanto mejor, amigo. En tal caso, acepta mis excusas y djame marchar.

    El nativo, sin embargo, permaneca inmvil. Era un hombre joven, robusto, de excelente aspecto, pero Lattinger era mucho ms fornido, y adems tena un arma.Por favor rog el terrestre . No me tientes ms la paciencia o habr algo ms que palabras.Tendrs que pagar lo que has hecho insisti el nativo.

    Lattinger se hart y asest al otro un golpe con la culata de su rifle. No fue un go

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    lpe demasiado fuerte, pero s lo suficiente para derribarlo al suelo aturdido y semiinconsciente. Lattinger pas desenvueltamente por encima de l y continu su camino. Me llamo Kid Lattinger! grit por encima del hombro . Si quieres una indemnizacin por tu

    maldito bicho, ven a nuestro campamento y te pagaremos.Pero no hubo respuesta por parte del nativo y a los pocos momentos, haba olvidado el incidente.Tena otros problemas ms graves en la mente. Media hora ms tarde, se encontr con otro tripulante en las inmediaciones del campamento.Ya est susurr Nick Skaldon.Seguro? pregunt Lattinger.Absolutamente, Kid.Me garantizas que no habr fallos?

    Skaldon solt una risita.Es mi especialidad, demasiado lo sabes contest.

    Lattinger entorn los ojos.Despus tendremos que ocuparnos del capitn Fordhill murmur.Nos ocuparemos del capitn asegur Skaldon . Has cazado algo?S, un bicho parecido a una gacela, pero no he trado nada...

    Skaldon se encogi de hombros.Es lo mismo; a bordo hay comida de sobra dijo . Vamos?

    Lattinger asinti y los dos hombres reanudaron el camino para llegar al campamento momentos ms tarde, en amigable charla y sin que ninguno de los dems tripulantes sospechase en absoluto nada sobre sus intenciones.

    * * *Equipada convenientemente, Gloria de Blenn sali de la nave y se dirigi hacia el pequeo aeromvil estacionado a pocos pasos del campamento.El capitn Fordhill caminaba junto a ella. Al llegar junto al bote, Gloria se volvi hacia l y dijo:Lo dejo al cargo de todo, capitn. Cuide de la disciplina, se lo ruego.Vayase tranquila, seora respondi Fordhill . No suceder nada durante su ausencia, aunque

    si me lo permite...Fordhill call un instante y ella lo mir con inters.Iba a decir algo, capitn?Perdone, seora; pero creo que debera ir acompaada... No olvide que Sikkerin es un pl

    aneta mal conocido...S cuidarme, capitn dijo ella orgullosamente . De todos modos, gracias por su inters. Y,

    por supuesto, no estar mucho tiempo fuera; un par de das a lo sumo. Quiero explorar esta parte de Sikkerin personalmente, a fin de tomar una decisin en el momento oportuno.S, seora.

    El aparato alai el vuelo momentos ms tarde. Fordhill qued en el mismo sitio, tirndose pensativamente del labio inferior.Haba cosas en Sikkerin que no le gustaban en absoluto. El relato de Farrar sobrelos muertos de la nave que haba llegado all treinta y cinco aos antes le haba puesto los pelos de punta. Por su gusto, habra dado la orden de despegue inmediato, a fin de abandonar Sikkerin, pero saba que no poda hacerlo.Gloria era, no slo la duea, sino la comandante de la "Diamond Star". Y, aunque l tenia la patente de capitn de astronave, se vea constreido a obedecer las rdenes de la joven. Ella lo haba contratado ms bien por su experiencia que porque realmente ne

    cesitase un segundo capitn y, en el contrato figuraban algunas clusulas sobre su actuacin que no poda desconocer en absoluto.Encogindose de hombros finalmente, regres al campamento, mientras, en su aeromvil,Gloria se desplazaba a buena velocidad y a unos doscientos metros sobre el suelo. Senta curiosidad por conocer Sikkerin sin necesidad de informes ajenos.Adems, llevaba bastante tiempo enclaustrada en el relativamente angosto espacio de la nave. No haba apreturas' ni mucho menos a bordo de la "Diamond Star", pero,a fin de cuentas, era un espacio cerrado, con unos lmites bien definidos, y necesitaba desahogarse un poco.Una hora ms tarde, cuando haba recorrido poco ms de seiscientos kilmetros, not que se

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    produca un absoluto silencio en el interior del aeromvil.El aparato era silencioso, desde luego, pero siempre haba maquinaria en funcionamiento, y, por muy perfectos que fuesen los sistemas de aislamiento, nunca dejaban de notarse tenues zumbidos y ligersimas vibraciones que, sin embargo, no causaban molestia alguna. Ahora, de repente, los zumbidos y las vibraciones haban cesado y ella no sabia a qu achacar aquel extrao cambio de situacin.Lo supo, no obstante, apenas cinco segundos ms tarde, cuando la navecilla, sin sustentacin, empez a caer hacia el suelo.Durante unos momentos, Gloria permaneci inmvil, negndose a aceptar la realidad. Los fallos no podan existir, se dijo.Pero se haban producido en su vehculo y caa hacia abajo, con creciente velocidad. Intent conectar los sistemas auxiliares, pero no obtuvo respuesta en los instrumentos.El suelo se acercaba con vertiginosa rapidez. Gloria mir un instante a travs de una de las ventanillas y vio que iba a caer en un extenso lago de aguas plateadas, aunque relativamente cerca de la orillaLa prdida de sustentacin, sin embargo, se haba producido a unos quinientos metros de altura. Agua o suelo firme, todo dara igual, sin embargo, a menos que no actuase con la rapidez suficiente.El bote posea asiento eyector con paracadas de apertura automtica. Gloria liber el seguro y presion el botn rojo cuando ya estaba solamente a unos cincuenta metros de la superficie de las aguas.De haberse tratado de un paracadas corriente, no habra tenido salvacin, pens, mientras se senta violentamente proyectada al espacio, lejos del aeromvil. Volte aparatos

    amente y oy los crujidos que indicaban el desprendimiento de la silla y de otroselementos innecesarios.El paracadas tena que haberse desplegado ya y refrenado a cada, se dijo, pero, de pronto, en una fraccin de segundo, supo que aquello no ocurrira.Antes de que tuviera tiempo de pensar en otra cosa, descendi como un proyectil hacia el lago. Lo ltimo que supo era que caa de pie. Luego choc contra las aguas y perdi el conocimiento.El aeromvil se hundi al mismo tiempo, a unos cien metros de distancia, y ms separado de la orilla, con una gran explosin de espumas. Las aguas del lago se agitaronviolentamente unos momentos. Luego, volvieron a calmarse.* * *Hacia bastante calor y decidi darse un bao. Mientras se quitaba las ropas, pens enDrylda.

    Una y otra vez se pregunt dnde poda hallarse la joven nativa. Le habra gustado volver a verla y estar de nuevo a su lado... y, a veces, pensaba que incluso le iba a pedir que le permitiera quedarse para siempre en Sikkerin.Quiz los nativos no queran extranjeros, aunque no se poda negar que, en medio de todo, la acogida de Drylda no haba podido ser ms afectuosa. Para tratar de encontrarla, haba seguido durante das enteros una ruta de la misma direccin que ella haba tomado al separarse de l.Viajando en levitacin, Drylda no se cansara mucho, supuso. Podra recorrer cientos de kilmetros en una jornada.Por cierto, cmo conseguir levitar? murmur, mientras terminaba de quitarse la ltima pre

    da de su indumentaria.Antes de que tuviera tiempo de hacer especulaciones sobre el tema, vio brillar un chispazo en las alturas. Levant la vista instintivamente y entonces, con enorme

    asombro, divis un aeromvil que caa a plomo hacia el lago,Segundos despus, vio salir un asiento eyectable. Pero pronto apreci que el paracadas no se abra.El ocupante del aeromvil, sin paracadas, cay a plomo sobre las aguas y se hundi a unos cincuenta metros de la orilla. Farrar dudaba mucho de que hubiera podido salvarse, pero estim que era su deber intentar hacer algo por aquel desgraciado y selanz sin vacilar al agua.Nad con todas sus fuerzas, sumergindose profundamente al llegar al punto aproximado donde el, piloto se haba hundido. El lago posea una transparencia cristalina y pronto pudo ver una figura humana flotando inmvil entre dos aguas.

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    Contuvo su asombro. Las explicaciones vendran ms tarde, se dijo, mientras asa con una mano los sueltos cabellos de Gloria y tiraba de ella hacia la superficie.Esta mujer ha tenido suerte, pens.El lago, en aquellos parajes, alcanzaba una notable profundidad. De haber cado sobre tierra firme o en un riachuelo de escaso caudal, Gloria no habra tenido salvacin posible.Aun as, dudaba mucho de que ella pudiera recuperarse. Haba permanecido al menos un par de minutos bajo las aguas y no estaba seguro de su recuperacin.Pero, aunque tampoco tena motivos de agradecimiento hacia ella, no poda permitir que muriese sin auxilio. Una vez hubieron emergido a la superficie, pas un brazo por debajo de su cuerpo y empez a nadar hacia la orilla.CAPTULO IVGloria abri los ojos y lo primero que vio fue un resplandor rojizo a poca distancia. Not, que estaba tendida en el suelo, envuelta en algo que pareca una tela muyligera, pero compacta y de abrigo.Un poco ms all de la hoguera, divis un rstico tendedero, en el que habla, algunas prendas de ropa secndose. Se pregunt qu poda hacer en pleno campo, por la noche y tendida sobre el suelo, pero, de sbito, record lo ocurrido y supo que, de una forma que no comprenda por el momento, haba podido salvar la vida.Entonces vio un hombre que se acercaba, con unas cosas plateadas en las manos. Trat de erguirse, pero se senta demasiado dbil y no pudo conseguirlo. Eh, oiga. r-llam aEl hombre se volvi hacia ella, con la sonrisa en los labios.Ah, ya se ha recobrado-dijo.

    Gloria le reconoci y se sinti estupefacta.Usted! exclam.Si no le molesta...No comprendo... Qu hace aqu, seor Farrar?Ah, me da un tratamiento ceremonioso... Por qu me pregunta qu hago aqu, a lo sabe de

    sobra? Abandon su tripulacin y usted no puso la menor objecin. Y, aunque no tengo por qu darle explicaciones, le dir que ando vagando por Sikkerin, disfrutando de la vida, simplemente, en lugar de verme obligado a acatar las rdenes de una comandante caprichosa y poco menos que carente de seso.Farrar inspir con fuerza y, antes de que ella, todava atnita, tuviera tiempo de replicarle, aadi:Uf, ya lo he soltado y tena ganas de hacerlo! Ahora me siento mucho ms aliviado, cram

    e.

    Seor Farrar, no se le ha ocurrido pensar que, en todo caso, soy yo la que tendra motivos para sentirme resentida contra usted, y no a la inversa?Piense como quiera, seora. Lo dicho, dicho est y no retiro una sola letra contest el

    joven tranquilamente . Y ahora, con su permiso, voy a ver si puedo asar estos dospescados para nuestra cena. Aunque no le tengo ninguna simpata, no voy a permitir que se muera de hambre, despus de haber evitado que fuese pasto de los peces enel fondo del lago.Entonces, fue usted el que me salv.Tuve ese honor, aunque no s si aadir que fue tambin una desgracia. Pero, remedando l

    o que he dicho hace unos instantes, lo hecho, hecho est;Debo darle las gracias dijo ella secamente . Me ha salvado la vida, en efecto, y eso

    es algo que nunca olvidar.Muy amable por su parte contesto Farrar, sin dejar de trastear con los peces y una

    s remitas verdes que iba a utilizar para asarlos . La verdad, me conmueven tales palabras de una boca no demasiado acostumbrada a frases afectuosas.Usted no me conoce bien, seor Farrar.No tengo inters en aumentar mis conocimientos acerca de su persona o de su mente,

    seora. Pero tampoco soy un desalmado; por eso hice lo posible por salvarla, Aunque, desde luego, mi ayuda cesar en el momento en que usted se sienta completamente restablecida.No le pedir ms favores, tngalo por seguro. Siento lo que ocurri, pero ya no se puede

    evitar. Como dijo antes, lo dicho y hecho, dicho y hecho est.Celebro que lo comprenda. Y ahora, si no te resulta demasiado incmodo, quiere decir

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    ue vengan a rescatarla?Gloria se qued parada.Bueno, notarn mi ausencia.

    De pronto, se mordi los labios.Dije que estara un par de das fuera aadi.En tal caso, dejarn pasar un par de das ms por prudencia, antes de empezar a intranq

    uilizarse por la falta de noticias suyas. Luego, s, el capitn Fordhill ordenar iniciar la bsqueda...Y me encontrarn.

    Farrar hizo un amplio ademn con el brazo.Aqu? Mire a su alrededor. No es una jungla tropical, pero se le parece bastante. La

    vegetacin es muy espesa y la mayora de los rboles, de ramajes sumamente frondosos, alcanzan los cuarenta y cincuenta metros de altura.Es cierto reconoci ella desanimadamente . Aunque, a intervalos, puedo encender hoguer

    as, para que vean el humo.Y pensarn que es obra de nativos.

    Gloria pate el suelo con fuerza.No me deja usted ninguna salida! exclam, furiosa.Lo siento. Yo slo trato de pintarle la situacin tal como es y no como le gustara que

    fuese. Atngase a las circunstancias y trate de solucionar sus problemas de la mejor manera posible.Ella not que Farrar estaba recogiendo sus cosas.Se marcha adivin.Si admiti el joven.

    Escuche, voy a hacerle una proposicin. Llveme hasta la nave y olvidar todo lo sucedido. Adems, le dar una buena recompensa en metlico.Farrar se volvi bruscamente hacia la joven y ella casi se asust al ver la llamarada de clera que haba aparecido en sus ojos.No he dicho nada insultante se apresur a aclarar.Segn se mire respondi l . Esccheme bien y ponga atencin a esto que le voy a decir no v

    a volver a su maldita nave por nada del mundo. Usted es la duea y tiene sus intereses y comprendo que quiera protegerlos, pero a m nada me ata ya a la "Diamond Star", ni a su tripulacin... ni a la Tierra.Comprendo muy bien sus sentimientos, seor Farrar, y no volver a pedirle un nuevo fa

    vor. Puedo preguntarle, sin embargo, qu direccin piensa seguir?Farrar medit un instante y volvi a pensar en Drylda.Hacia el Sur contest secamente . Si no se cree capaz de regresar sola a su nave, pued

    e acompaarme. Tal vez un da nos encuentren y as pueda volver a la "Diamond Star". Pero entonces, nos separaremos definitivamente.No! grit ella, exasperada . Admito que haya podido equivocarme en algunas cosas respec

    to a usted, pero ya no tolero ms reproches ni acusaciones, ni quiero tampoco su ayuda. Ya me las arreglar para volver sola, no se preocupe.Muy bien dijo l con indiferencia. Carg su mochila a la espalda y empez a caminar sin

    volver la vista atrs un solo instante.Gloria qued sola unos momentos. Luego, gir sobre sus talones y ech a andar con paso rpido, sin darse cuenta apenas de la direccin que segua.Encontr una pendiente y ascendi hasta la cumbre. Un minuto ms tarde, se detuvo estupefacta, al borde de un acantilado situado en la orilla del lago, cuya superficie distaba unos quince metros.Gloria se detuvo en seco, con los pies a un par de palmos del borde. Iba a dar m

    edia vuelta para retroceder y buscar otra ruta, cuando, de pronto, oy un espantoso rugido muy cerca del lugar en que se hallaba.Inmediatamente, gir en redondo. Un segundo despus, lanzaba un estridente chillidode pnico.* * *Farrar oy el grito y emiti una maldicin entre dientes. No quera hacerlo, pero tampoco poda permitir que Gloria sufriese algn dao, mientras pudiera evitarlo.Inmediatamente, ech a correr.Si se trata de un ardid..

    Casi pens con delicia en ponerla atravesada sobre sus rodillas y darle una buena

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    tanda de azotes en el trasero. Pero apenas haba recorrido cien metros, divis, a un tigre moteado en las inmediaciones de un acantilado.Gloria, era evidente, haba gritado al ver al enorme felino. Pero de ella no se divisaba el menor rastro.El tigre pareca un tanto desconcertado, aunque, de pronto, capt el olor de otra presa y se revolvi en el acto.Farrar sac la pistola y puso una rodilla en el suelo. Prepar la mira automtica y centr la cruz filar en el poderoso pecho de la fiera.El tigre se dispuso a atacar. Farrar no le dio tiempo. El disparo result perfecto, como en la anterior ocasin.Desde el punto en que se encontraba, no poda ver con comodidad lo que haba en la cima del acantilado. Pistola en mano, corri hacia arriba, detenindose al llegar alpunto ms alto.Haba esperado ver a Gloria tendida, destrozada por las garras y los colmillos del felino, pero no encontr el menor rastro de la joven.Habr podido subirse a algn rbol dedujo.

    De pronto, oy un grito bajo sus pies.Farrar gir en redondo. Estupefacto, baj la vista y vio a Gloria en el lago, sostenindose con ligeros movimientos de sus brazos.Casi se ech a rer, aunque procur mantener la seriedad.El tigre est muerto inform.Menos mal dijo ella, a la vez que empezaba a nadar hacia un punto accesible de la

    orilla.Farrar sali a su encuentro y le tendi una mano para ayudarla a salir a tierra firm

    e.Lo siento se disculp la joven . Ese animal me sorprendi. Yo estaba al borde y retrocedinstintivamente. Perd pie y...S, ya veo dijo l, contemplndola empapada de la cabeza a los pies . Tendr que encende

    ra hoguera para que se sequen sus ropas por segunda vez. Pero ahora, usted misma podr desvestirse sin ayuda.No ser necesario. La temperatura es excelente y las ropas se secarn sobre mi cuerpo

    .Muy bien, a su gusto. Con su permiso, yo voy a continuar...Espere! grit ella de pronto.

    Farrar la contempl con curiosidad.Qu pasa ahora? inquiri.Quiero hacerle una proposicin. Se lo ruego.

    De acuerdo. Hable.Lo acompaar... donde quiera que vaya. No importa que me echen en falta en la nave;ya saldrn a rescatarnos. Entonces, si no le parece mal, nos separaremos...Me parecer de perlas. Pero, puesto que va a venir conmigo, quiero hacerle antes un

    a advertencia.S, lo que usted diga.

    Farrar sonri burlonamente.Eso, ser lo que yo diga. Usted ya no es duea y comandante de una astronave, sino un

    a persona, simplemente. Y, en ciertos aspectos de la vida, yo tengo ms experiencia y por tanto, insisto, usted recibir rdenes mas y las cumplir puntualmente.Ella lo mir de hito en hito.Siempre es as pregunt , tan antiptico con las mujeres?Slo trato de hacerle comprender la situacin. En cuanto a mis sentimientos hacia sus

    congneres, eso es algo de mi exclusiva incumbenciaF airar hizo una corta pausa y aadi:Comprndalo, no trato de humillarla ni es sa mi intencin. Mis propsitos son, simplemen

    te, sobrevivir.De acuerdo repuso Gloria . Cundo emprendemos la marcha?Ahora mismo decidi el joven resueltamente.

    CAPTULO VAquella maana, Kid Lattinger se levant notando un ligero picor en la mejilla izquierda. Al mirarse al espejo, vio una pequea mancha rosada, que le pareci, en principio, fruto de una urticaria provocada por una alergia a algo que desconoca por el

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    momento.El picor, si no demasiado intenso, si resultaba molesto, por lo que se fue inmediatamente a ver al mdico de la nave, a fin de pedirle un remedio para la dolencia. Lattinger no se extra de ver al doctor Pelli en medio de una batera de aparatos y tubos de cristal, en los cuales fabricaba algo que todos saban.Qu tendr para hoy, doctor? pregunt Lattinger jovialmente.He descubierto la frmula para el whisky de maz. Autntico, oye contest Pelli . SabrMe vender un cuartillo, supongo.Doscientos cincuenta.Doctor, es usted un cuervo.

    Pelli se encogi de hombros. Estaba habituado a los insultos y apstrofes de la tripulacin, pero saba que todos recurran a l cuando necesitaban un trago.Si sigues insultndome, subir el precio a trescientos dijo, a la vez que guiaba un ojo

    .No, maldita sea. Doscientos cincuenta est bien, doctor.De acuerdo, ven a la noche. Ah, el dinero en efectivo: nada de vales contra tu su

    eldo, estamos?O.K., matasanos. Y ahora, por favor, mreme esto que tengo en la cara!

    Pelli se acerc al hombre, lo examin unos momentos y luego busc algo en un armario.Toma, aplcate esta pomada tres veces al da. Eso ser suficiente.Gracias, doctor, pero, qu diablos es...?Nada de importancia, no te preocupes.Muy bien, vendr a la noche con una botella.Y la pasta.

    Lattinger se ech a rer.Doctor, por qu no me nombra su hijo adoptivo? As podra heredarlo...Anda, lrgate ya y djame seguir, o en vez de whisky de maz, me saldr meada de caballo.

    Sin dejar de rer, Lattinger se march del botiqun laboratorio, aplicndose de inmediato una buena porcin de la pomada recetada. Pero el escozor segua a te noche, cuando fue a buscar su cuartillo de whisky, a cambio de doscientas cincuenta unidadesde moneda intergalctica.Me saca usted el salario de una semana se quej.Lo nico que tienes que hacer es evitar que te vea el capitn, o de lo contrario te q

    uedars sin whisky y sin dinero.Est bien, est bien refunfu Lattinger . Pero esta maldita mancha sigue picndome.Te dar otra pomada ms fuerte. Te escocer con ms intensidad durante cinco minutos, per

    o maana estars como nuevo dijo el galeno.Lattinger durmi bien, debido a la mejora de su cara y al whisky que haba ingerido.A la maana siguiente, al despertar, not que la cara pareca pesarle como si le hubiesen aplicado una mscara de plomo.Sacudi la cabeza.Anoche la pill buena gru.

    No senta apenas picazn, pero s una extraa molestia que no saba a qu atribuir. Por otra parte, se not una cierta prdida de visin, debida no a defecto en las retinas, sino a una enojosa hinchazn de los prpados, cuyo origen le resultaba desconocido.A saber qu diablicos mejunjes habr empleado el matasanos para reproducir el whisky d

    e maz dijo entre dientes.Maquinalmente, se pas la mano por la cara y, en el mismo instante, not algo que le puso los pelos de punta.

    Apenas si capt la imagen de unos dedos monstruosamente deformados por lo que pareca una serie de granos correosos. En la cara tena algo parecido, y, levantndose deun salto, corri al espejo del cuarto de bao contiguo.Lattinger se mir un instante. Estuvo quieto unos segundos, como si su mente se negase a admitir las imgenes que reciba a travs de los ojos.Luego, cuando se convenci de que todo era realidad, que no soaba, lanz un horripilante alarido, que lleg prcticamente a los ms recnditos lugares de la nave.* * *Una montaa de verdor les cerr repentinamente el paso y Farrar, desconcertado, se detuvo para contemplar aquel inesperado obstculo.

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    Qu demonios ser eso? mascull.Tena forma alargada y meda no menos de trescientos metros de largo por cuarenta ocincuenta de alto. Estaba situada en el centro de lo que haba sido un gran clarodel bosque y pareca como si una especie de, nueva vegetacin hubiera crecido en aquellos parajes por una serie de extraas circunstancias que no alcanzaba a comprender.Podemos rodearlo sugiri Gloria . Tenemos espacio de sobra para pasar al otro lado.

    Farrar no contest por el momento. Sentase bastante perplejo y se acariciaba el labio inferior con aire preocupado... Le pareca que haba algo antinatural en aquellaenorme acumulacin de vegetales, con aspecto de plantas trepadoras, nacidas en elsuelo y con races y ramas de inusitado grosor en muchos sitios.S, ser mejor que demos un rodeo convino tras un momento de silencio.

    Ech a andar de nuevo, en sentido lateral, pero, de pronto, vio algo que llam su atencin. Era una cosa de metal que brillaba a travs de la masa de follaje y decidi averiguar de qu se trataba.Sac el cuchillo y cort algunas ramas, ensanchando luego el hueco con las manos. Entonces supo lo que haba bajo la montaa de vegetacin.Es increble dijo.Qu pasa, seor Farrar?Mire!

    Gloria se acerc y, a su vez, no pudo ocultar una exclamacin de asombro:Una astronave!Exactamente, seora.Pero, cmo lleg hasta aqu? Por qu la abandonaron sus tripulantes?

    Podramos intentar averiguarlo, no le parece?Ser posible entrar?Vamos a verlo ahora mismo dijo Farrar resueltamente, a la vez que sacaba de nuevo

    el cuchillo para ensanchar la abertura en el follaje.El espesor de los ramajes era mayor de lo que haba pensado y tard un buen cuarto de hora antes de llegar al pie del colosal casco metlico estacionado en el suelo y perfectamente conservado, a pesar de que en algunos puntos se observaban claras seales de oxidacin. Pero, se dijo, deba de llevar mucho tiempo en aquellos parajes y, pese a la perfeccin en la fabricacin del metal, la humedad y el continuo contacto con la vegetacin, haban iniciado una obra que, sin embargo, podra tardar decenas o tal vez cientos de aos antes de su consumacin, con la destruccin total de la nave.No obstante, ahora tenan ciertas facilidades para moverse bajo el follaje, ya que

    ste formaba como una especie de tnel encima del casco, puesto que las primeras races nacan a unos cuatro o cinco metros de distancia. El suelo, en aquel punto, sehallaba despejado, aunque cubierto de espesa hierba que no les impeda moverse con facilidad.El hueco conseguido con el cuchillo les permiti pasar sin grandes inconvenientes. Bajo los ramajes, haba una penumbra que, en los primeros momentos, les pareci oscuridad. Pero, una vez habituadas las retinas a la nueva luz ambiental, pudieroncaptar todos los detalles sin la menor dificultad.De pronto, Gloria lanz un agudo grito:All! Veo una escotilla abierta...

    Inmediatamente, ech a correr, pero apenas haba dado una veintena de pasos, not queel joven no la segua y se volvi, intrigada por su actitud.Vamos! A qu espera, seor Farrar? Ya estoy junto a la escotilla.

    La abertura se hallaba a dos o tres metros de la joven y haba una rampa metlica que permita el acceso sin dificultad. Farrar, sin embargo, no contest y ella se percat entonces de que el joven tena la vista fija en determinado punto de la masa devegetacin.Sucede algo? pregunt aprensivamente.

    Farrar mene la cabeza.Las enredaderas estn creciendo vertiginosamente respondi . Parece obra de magia...Entonces, no podremos salir! chill Gloria, aterrada.

    Incluso desde el lugar en que se hallaba poda divisar los movimientos de las enredaderas en crecimiento. Como haba dicho Farrar, pareca cosa de magia, pero no caba

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    duda alguna de que se trataba de algo absolutamente real.De momento, estamos dentro y no nos ha costado demasiado traspasar la barrera veg

    etal dijo Farrar . Adems, es posible que encontremos herramientas y utensilios en la nave, que nos permitirn volver al exterior con ms facilidad que ahora.Suponiendo que no nos tropecemos con los dueos de la nave.

    Farrar hizo un gesto negativo.Lleva abandonada muchos aos! Lo ms que podemos encontrar son cadveres... pero tambin

    el cuaderno de bitcora, lo que nos permitir saber qu sucedi a la tripulacin. Entonces...Farrar se call sbitamente.Algo se mova a espaldas de la joven. Con ojos dilatados por el asombro, vio emerger lo que le pareci un monstruo de pesadilla, una especie de serpiente gigantesca, con boca de lagarto... y decenas de cortas patas, como un ciempis de enormes dimensiones.Era un ser indescriptible, algo que pareca no poder existir, y, sin embargo, estaba all, con la poderosa boca, provista de dientes que parecan del mejor acero, a un par de metros de distancia de Gloria,Ella no se haba percatado an de lo que suceda. El monstruo se mova con absoluto silencio, aunque con bastante lentitud. Farrar especul con la posibilidad de que la relativa torpeza de sus movimientos se deba a que haba estado dormido hasta entonces y ellos lo haban despertado inesperadamente. Todava se senta torpe y envarado y por ello se desplazaba tan despacio.Farrar no poda calcular la longitud del ciempis-serpiente-saurio, dado que ste slo asomaba tres o cuatro metros de su cuerpo fuera de la nave. Pero s poda apreciar el

    grosor de su cuerpo, que no meda menos de cincuenta o sesenta centmetros de dimetro. La longitud de sus patas era de apenas treinta centmetros, que vena a ser la distancia que separaba el cuerpo de la bestia del suelo.Lentamente, llev la mano a la culata de la pistola y empez a desenfundarla. Al ver el gesto, Gloria se alarm.Seor Farrar...No se mueva dijo l a media voz ; No vuelva la cabeza siquiera o puede considerarse pe

    rdida. Permanezca tal como est, hasta que yo se lo permita.Gloria sinti que todo su cuerpo se envaraba. Haba un terrible peligro que la acechaba a sus espaldas, pero no se atrevi a contravenir las rdenes del joven. Con losnervios en tensin, vio a Farrar alzar la pistola, ajustar la mira y mover el brazo en sentido horizontal, mientras tomaba puntera.El fogonazo del disparo hiri sus retinas. Algo silb oscuramente junto a su costado

    derecho, una fraccin de segundo antes de percibir el sonido del impacto, un ruido sordo, con crujido de huesos.Fuera! grit Farrar.

    Gloria no se lo hizo repetir y salt hacia adelante. Farrar dispar dos proyectilesms. La cabeza del monstruo se abati bruscamente, aunque su cuerpo segua agitndose con violentas convulsiones. Pero sus movimientos cesaron a los pocos momentos.Gloria se volvi y estuvo a punto de desmayarse al ver a aquella horrible bestia Cuando divis su enorme bocaza, sinti que le flaqueaban las piernas.No haca ningn ruido...Pero era muy lento y por eso pude matarlo dijo Farrar, a la vez que avanzaba hacia

    la escotilla . Permanezca aqu, por favor.El joven se acerc a la escotilla, que daba a una de las esclusas de acceso, empleadas para la carga y que, precisamente por lo mismo, era ms amplia que las destin

    adas nicamente a las personas. El cuerpo del monstruo yaca inmvil en el interior de un espacio que no meda menos de cuatro metros de anchura por otro tanto de altura y casi diez de profundidad.El suelo estaba cubierto, en su mayor parte, de una hierba seca. Al fondo, junto a la compuerta interior, Farrar divis una docena de objetos de forma ovoidal, de color grisceo y del tamao de un huevo de avestruz.El monstruo meda casi quince metros de largo y el final de su cuerpo estaba parcialmente enroscado junto al nido. Farrar adivin lo que haca aquel ser en el momento de su llegada.Gloria se haba recuperado un tanto y se asom a la escotilla.

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    Estaba incubando la nidada dijo el joven . Sinti la presencia de seres extraos y sali a defender a su prole.Puede que sea la hembra, pero... qu pasar si el macho...?Lo normal es que sea la hembra la que se ocupe de la incubacin. El macho, una vez

    concluido el apareamiento, se despreocupar de la hembra y de la prole. Bien, vamos a ver si podemos entrar en la nave.Farrar cruz la esclusa y busc el cuadro de mandos, que encontr de inmediato. Tras apretar el botn de apertura, aguard ansiosamente.Si los sistemas elctricos no funcionan...La compuerta interior empez a girar de pronto silenciosamente. Gloria casi lanz un grito de alegra.Farrar avanz unos pasos, seguido de la joven. Entraron en la nave y quedaron silenciosos unos momentos, sin atreverse a hablar.Las luces del interior brillaban deslumbradoramente, como si la nave acabase desalir de los astilleros, dispuesta para volar por el espacio interestelar. Todoapareca limpio, pulido, brillante... pero el silencio que reinaba en el interiorles dijo bien pronto que, en aquellos momentos, eran los nicos ocupantes de la astronave.Al cabo de un rato, Farrar se volvi hacia Gloria.Creo que debemos empezar a explorar dijo.Desde luego convino ella.

    CAPTULO VIEl capitn Fordhill estaba en su cmara, con evidentes signos de preocupacin en su rostro. De cuando en cuando, se levantaba y contemplaba el paisaje a travs de una d

    e las lucernas de la cmara.A unos mil metros de distancia, poda ver la loma donde se hallaba el cementerio con treinta y cinco blancas lpidas y una cruz de madera. Treinta y seis hombres yacan all, muertos por causas desconocidas, que no se atreva a imaginar siquiera, pero que, sospechaba, tenan mucho que ver con la horrible infeccin que haba acabado con la vida de Lattinger en menos de un par de horas.Todava recordaba los horribles, horribles sufrimientos que haba padecido el desgraciado antes de morir. El mdico, compadecido, le haba aplicado una inyeccin de morfina, pero todo haba resultado intil. Los dolores no haban cesado hasta que se le parel corazn.Lgicamente, la tripulacin estaba enterada de lo sucedido y muchos haban visto el horrible aspecto que presentaba Lattinger. El suceso haba sido origen de mltiples comentarios y, Fordhill lo saba muy bien, de un pnico incipiente que poda acabar en d

    esastre, si las cosas no se aclaraban de forma satisfactoriaLa puerta se abri de pronto y Fordhill gir en redondo.Ya era hora, doctor exclam irritado . Hace un montn de tiempo que lo llam.Lo s, pero no me ha sido posible venir antes contest Pelli.Habr estado ocupado, haciendo la autopsia a Lattinger supuso Fordhill.Autopsia? No, no se la he hecho, capitn.

    Los ojos de Fordhill se dilataron.Puedo saber por qu, doctor? pregunt, con helada cortesa.Tengo mis motivos.Sus motivos? explot el capitn . Querr mejor decir que ha estado fabricando ese maldito

    icor artificial que luego vende a precios exorbitantes. Acaso cree que le contratamos para fabricar alcohol? Por qu piensa que una vez le dieron un ttulo de mdico?Pelli mene la cabeza.

    Es intil que me insulte, capitn respondi . Tengo la piel de cocodrilo y... Bien, le dirpor qu no he hecho la autopsia, aunque s debo aclarar que inici la operacin. Pero apenas hice el primer corte, vi que el organismo de Lattinger estaba totalmente invadido por los mismos grmenes que deformaron tan horriblemente su epidermis. Es decir, estaba igual por dentro que por fuera.Fordhill tena la boca abierta.Al menos... pudo tomar muestras de tejido para analizar...No dijo Pelli firmemente . Sospecho que se trata de una infeccin debida a grmenes desc

    onocidos para los terrestres y quiero evitar que se propaguen, cosa que no s si podr conseguir.

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    Por qu', doctor?La enfermedad estuvo incubndose durante, al menos, dos das, en el organismo de Latt

    inger, antes de que se manifestase con tanta virulencia. Lattinger fue y vino por todas partes, se relacion con los dems tripulantes, comi con ellos, durmi en su camarote... Como precaucin, he hecho lo que me pareca ms oportuno, aparte de ordenarse extienda desinfectante en gas por todo el interior de la nave. Saldremos fuera, cerraremos todas las escotillas y aguardaremos veinticuatro horas antes de volver a entrar. Eso dejar la nave limpia de grmenes, se lo garantizo.Est bien, pero, qu haremos con el cadver de Lattinger?He preparado un recipiente lleno de alcohol que yo mismo he fabricado. Pondremos

    el cuerpo en el interior, lo sacaremos fuera, a una distancia prudencial de la nave y entonces le aplicaremos un fsforo encendido.Incineracin dijo Fordhill.Exactamente.De acuerdo, doctor, pero, no se le ocurre nada para explicar lo sucedido?

    Pelli sacudi la cabeza.Nada, nada en absoluto-contest.

    Hubo un momento de silencio. De pronto, Fordhill pate el suelo.Y, mientras tanto, sin noticias de la comandante...Eso no le debe preocupar por ahora, capitn manifest el galeno-r. Bien, ordene a sus

    hombres que saquen la caja con el alcohol y el cuerpo de Lattinger. Es necesario proceder a la cremacin cuanto antes. Media docena de tripulantes se encargaron de la tarea y, con ayuda de una carretilla elctrica, de las usadas para la carga y descarga de mercancas, llevaron la caja metlica a un lugar situado a unos doscien

    tos metros de la nave. Alguno de ellos evit fijar la mirada en el muerto, cuyo aspecto era realmente horripilante.Varios hombres ms trajeron sendas garrafas, con las cuales se termin de completarla caja, de modo que el cuerpo quedase cubierto por completo. Una vez concluidala operacin, el propio Pelli encendi un fsforo y lo arroj al interior de la caja.El alcohol se inflam instantneamente. Enormes llamas azules subieron a lo alto. La temperatura se hizo insoportable en las inmediaciones.Pelli y los dems se retiraron unos pasos. A los pocos momentos, se expandi por laatmsfera un hedor verdaderamente repulsivo.De sbito, algo pareci explotar en el interior de la masa de liquido ardiente.El ruido no fue excesivo, pero todos los espectadores, aterrados, vieron volar por los aires repugnantes fragmentos del cuerpo que haban pretendido incinerar. Enormes chorros de alcohol ardiente se dispersaron en todas direcciones.

    Algunos de aquellos chorros parecan proyectados por una manguera de riego. Uno de ellos cay bruscamente sobre uno de los tripulantes, cuyas ropas empezaron a arder de inmediato.El hombre empez a chillar, agitndose espantosamente, a la vez que corra de un ladopara otro, enloquecido por el dolor de las quemaduras. Varios tripulantes se arrojaron en su socorro. Algunos, con ramas, golpearon las ropas y consiguieron apagar las llamas.El tripulante, desvanecido por el dolor, cay al suelo. Pelli se inclin sobre l.Llvenlo adentro. Las quemaduras son graves, pero saldr adelante diagnostic.

    Varios hombres se acercaron al herido, pero, bruscamente, retrocedieron espantados.Incluso el mismo Pelli dio un par de pasos atrs, porque el tripulante segua consumndose, sin fuego aparente en su cuerpo.

    Nubes grisceas se desprendan de toda su epidermis. De pronto, una serie de diminutas llamitas azules brotaron de aquel cuerpo y empezaron a recorrer velozmente su superficie, aumentando en nmero con creciente rapidez, hasta que todo fue una masa de fuego azulado, que arda sin apenas resplandor y sin humo, pero despidiendoun hedor realmente insufrible.Los espectadores contemplaban la escena con ojos de incredulidad. A los pocos minutos, el cuerpo del tripulante era una masa hedionda, en la que apenas se reconoca la figura de una persona.* * *Gloria entreabri la puerta de la cmara y toc con los nudillos al mismo tiempo.

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    profundidad que la altura de la parte qu se ve en el exterior.Por tanto, si las enredaderas alcanzan cincuenta o ms metros, las races llegarn a ot

    ra distancia similar en el subsuelo.En efecto. Sin embargo, en el manifiesto de carga he encontrado un envo de una sus

    tancia altamente txica para los vegetales.Un defoliante.No, una especie de cido slido, en polvo, que destruye no slo la vegetacin exterior, s

    ino la interior. Adems, sus efectos son digamos contagiosos, de modo que, con unos pocos gramos, se puede hacer desaparecer un rbol de veinte metros en menos de media hora.Si ese polvo se extiende demasiado, corre el peligro de destruir el bosque entero

    .Slo hasta cierto punto, Gloria. Los efectos se disipan pasados unos sesenta minuto

    s despus del primer lanzamiento. Es como si arroja usted un poco de agua sobre una superficie. Primero la moja, pero luego, acaba por secarse y todo vuelve a suaspecto normal.Comprendo. La destruccin se detendr al cabo de una hora y el bosque continuar vivo e

    n su mayor parte.Y la nave podr despegar, por supuesto.Rex, ese cido slido, es pernicioso para los seres humanos?No, ni siquiera ataca a los seres vivos menos desarrollados. Los insectos continan

    vivos...Si les falta el alimento, no por mucho tiempo sonri la joven.Volvern a reproducirse Farrar se encogi de hombros . En todo caso, algo tenemos que ha

    cer para salir de aqu volando.De acuerdo. Cundo empezamos?Ahora mismo, Gloria

    Farrar se levant y fue a la bodega de carga, indicando a la joven que lo aguardase en las inmediaciones de la escotilla. Al cabo de media hora, volvi con un par de bolsas de papel especial en las manos.Gloria estaba fuera, apreci. Habra salido a curiosear, se dijo.Cuando se asomaba al exterior, oy un grito de terror proferido por la joven:Rex, aydame!

    CAPTULO VIIFarrar se precipit fuera de un par de saltos y vio algo que lo dej estupefacto y aterrorizado al mismo tiempo.Gloria estaba aprisionada por un tentculo enroscado en torno a su cintura. Pareca

    el de un pulpo gigantesco y casi tena su misma apariencia. Meda ms de diez metros y se agitaba con cierta lentitud, pero la presa era demasiado fuerte y Gloria nopoda soltarse, pese a los desesperados esfuerzos que realizaba.El peso de la joven, sin embargo, era excesivo para aquel tentculo, que no poda alzarla en el aire, pero que s la arrastraba inexorablemente hacia algo que poda acabar con su vida de una forma realmente horrible.En un segundo, Farrar comprendi que se trataba de una planta carnvora de dimensiones indescriptibles. Al final del tentculo, se divisaba una gigantesca corola, deptalos violceos, de cuyo centro nacan una serie de pistilos que se agitaban con vivos espasmos.Cada uno de los pistilos meda no menos de dos metros de longitud y tenan una forma que aterr al joven: largos y de bordes aserrados, lo cual, supuso, servira a la planta para trocear el cuerpo que cayera en sus fauces.

    El fondo de la flor estaba Heno de un lquido nauseabundo, de color amarillento. Deban de ser los jugos digestivos de la planta, con un poder disolvente incalculable. La planta dispona de ms tentculos, que ya se movan hacia la presa, a fin de asegurarla impedir su escapatoria.Farrar mir un instante a la joven y vio en ella un pnico absoluto. El se pregunt cmo podra salvar a Gloria. Tenia una pistola, pero dudaba de su efectividad contra una planta, cuyo tronco, corto, era enormemente grueso, ms de un metro en el punto donde se hunda en la tierra.De pronto, concibi una idea que estim la nica aceptable en aquellas circunstancias. Dejando uno de los sacos en el suelo, abri el otro con una cuchillada y metiendo

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    las manos en el interior, sac dos puados de polvo de cido slido.Inmediatamente, corri hacia la flor. Un tentculo serpente, en busca de una nueva presa, pero sus movimientos resultaban relativamente lentos y Farrar pudo esquivar el ataque sin dificultad. Desde un metro, lanz el polvo a la corola y luego retrocedi a la carrera, reunindose con la joven.Sac el cuchillo y empez a cortar el tentculo, ms resistente de lo que haba imaginado. Aquel brazo vegetal, a pesar de los esfuerzos conjuntos de los dos, segua retirndose, para llevar la presa' al lugar por donde la planta reciba su alimento.Sbitamente, la corola empez a humear, despidiendo espesas nubes de vapor amarillento. Los ptalos se agitaron convulsivamente.El tentculo perdi fuerza. Farrar hizo un supremo esfuerzo y consigui liberar a la joven. Ella, agotada, cay al suelo.Levntate orden l perentoriamente . Entra en la nave, busca un cuarto de bao, desndate

    frtate todo el cuerpo con agua, jabn y una esponja. Encontrars ropas en alguna parte, pero es conveniente que te limpies de los pies a la cabeza. Vamos, pronto, no pierdas el tiempo.Gloria, estimulada por la energa del joven, se levant y corri hacia la nave. Farrar, mientras, contempl la flor carnvora, cuyos ptalos se abatan lentamente vencidos por el poder destructor del cido.Los pistilos haban desaparecido. El humo continuaba brotando de la corola, pero era evidente que la planta iba a desaparecer en muy poco tiempo.Farrar inspir con fuerza. Era preciso iniciar la labor programada. Agarr uno de los sacos y empez a lanzar puados de polvo contra la base de las plantas.Una hora ms tarde, haba dado la vuelta completa a la nave. Entr, cerr la escotilla y

    busc un cuarto de bao.Al terminar de asearse, se reuni con Gloria. Ella estaba en la cocina de a bordo, preparando un poco de comida.Creo que necesitamos reponer energas sonri.Falta nos hace convino l.

    Se acerc a una de las ventanas y mir al exterior. Apenas si se vea nada, debido a las espesas nubes de humo desprendidas de las plantas que estaban siendo destruidas por el cido slido.Esperaremos aqu hasta maana dijo al cabo de unos momentos . Las plantas se habrn conver

    tido en polvo y la nave podr despegar sin dificultad.Si me permitieses una observacin... dijo ella.Por supuesto accedi Farrar.Convendra que terminases de leer el cuaderno de bitcora. As conoceramos todos los det

    alles de lo sucedido a los tripulantes de esta nave.Muy bien, lo har despus de comer. Te encuentras bien?Gloria trat de sonrer.En los ltimos tiempos, has tomado la costumbre de salvarme la vida. Otro, en tu lu

    gar, me habra dejado morir.Yo no soy rencoroso se defendi Farrar.Pero te expuls de la nave, porque habas matado a un hombre.

    Farrar entorn los ojos.Tena mis razones, aparte de defender mi propia vida contest.Por qu no me cuentas lo que pas exactamente? Creo que tengo derecho a saberlo, Rex.

    A fin de cuentas...Gloria se interrumpi bruscamente. Su rostro vari de expresin en un segundo.Te sentas atrada hacia Bruno Quilby dijo l, no menos serio . Ese hombre te agradaba en

    rmemente y hasta pienso que hubieras acabado siendo su esposa.Es muy posible, en efecto convino ella, con voz tona . Pero t no nos diste tiempo...Gloria, no quiero pecar de inmodesto, pero fue en aquel momento cuando inici la co

    stumbre de salvarte la vida declar Farrar sorprendentemente.Qu quieres decir?Lo siento, no deseo seguir hablando ms del tema.Te exijo que...T ya no tienes derecho a exigirme nada cort parrar bruscamente . Ya te he dado ciertos

    detalles sobre el caso y conviene que pienses un poco en ello. Mientras tanto,debes saber que no slo salv fu vida, sino tambin la ma, lo que significa que mat a Qu

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    ilby en defensa propia concluy de forma tajante.Gloria se qued sumamente perpleja, porque no haba considerado hasta aquel momentootras perspectivas del asunto, a consecuencia del cual se haba producido lo que bien poda considerarse expulsin de Farrar de la tripulacin, a pesar de que hubiera sido enmascarado con rdenes de exploracin. Pero se dio cuenta de que el joven no quera hablar ms por ahora y decidi armarse de paciencia hasta que llegase el momentode poner las cosas completamente en claro.Est bien dijo con inslita mansedumbre . Sirvo la comida?

    Farrar ocult una sonrisa y asinti.Cuando quieras respondi.

    * * *El capitn Fordhill y algunos tripulantes contemplaban estupefactos el montn de materia negra y viscosa en que se haba convertido el tripulante alcanzado por la explosin del alcohol. Fordhill reaccion al cabo de unos momentos y se volvi a un lado. Doctor...

    Se call en el acto. Pelli no estaba ya all.Maldita sea, habr ido a emborracharse jur entre dientes. Luego alai la voz . Hay un r

    medio para arreglar esto: una excavadora. Vayan a buscarla.De pronto, un hombre se acerc a Fordhill y lo mir fijamente.Capitn, nos negamos a permanecer un minuto mas en este maldito planeta dijo framente

    Lattinger ha muerto y el pobre Sam Hooker no es ms que un montn de cenizas. Queremos vivir y no perder la vida por algo que no comprendemos.La duea no est objet Fordhill.

    Al diablo con la duea! Hace ya demasiados das que falta. No hemos tenido la menor noticia de ella, lo que slo puede significar una cosa: est muerta tambin. Por tanto,le exigimos que ponga la nave en movimiento inmediatamente.Ha dicho usted... exigimos, seor Webster.

    Rold Webster hizo un gesto afirmativo, a la vez que sacaba una pistola que haba tenido escondida hasta entonces detrs de su cuerpo.El seor Markaston est tambin de acuerdo, seor dijo . Nos aguarda en la cabina de pilota

    e, esperando nicamente que regresemos a la nave para despegar en el acto.Fordhill apret los dientes.Era un motn en toda regla, pero, qu poda hacer?, se dijo.Incluso Markaston, el segundo oficial, estaba de acuerdo con la tripulacin.Aquel viaje, pens amargamente, haba estado marcado por la mala suerte casi desde el principio. Gloria haba empezado a perder la cabeza por un hombre guapo y apuest

    o, pero sin un gramo de masa enceflica debajo de su brillante cabellera negra; luego haba producido una pelea entre el hombre guapo y otro tripulante, y el primero haba perdido la vida.Gloria haba desaparecido y Lattinger y Hooker haban muerto horriblemente, de una forma absolutamente incomprensible. Aunque no le gustaba reconocerlo, los amotinados tenan una considerable parte de razn en sus demandas de abandonar Sikkerin.Primero carraspe y luego emiti un gruido.Baja ese chisme, no es necesario, Rold dijo al cabo . Nos vamos inmediatamente.

    Webster sonri, a la vez que se tocaba la sien con el can de la pistola.A la orden, seor contest.

    En la cabina de mandos, Markaston aguardaba impaciente las seales que le indicaran el cierre total de las escotillas. Todas las luces del cuadro de mandos serianverdes y ello indicara el momento del despegue.

    Una tras otra, todas las lmparas de control tomaron color verde. Hubo una que nose encendi, pero Markaston no repar de momento en el detalle.Por los altavoces anunci que se dispona a despegar. Movi las palancas correspondientes, pero no se encendieron las luces que indicaban el principio del despegue.Insisti en la maniobra, pero el aparato permaneci inmvil. Markaston empez a repasarlos instrumentos y, de pronto, repar en una lmpara que permaneca apagada.Inmediatamente, agarr el micrfono.Capitn, venga en el acto llam . Es urgente, seor.

    Fordhill lleg en menos de un minuto. Markaston le seal la lmpara apagada.No hay conexin con los sistemas de energa, seor inform.

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    Fordhill lanz un espantoso juramento.Eso no puede ser. Cuando aterrizamos, la nave estaba en perfectas condiciones.

    La puerta de la cabina se abri de pronto. Un hombre asom la cabeza.Puedo pasar, capitn?Ahora no, imbcil! rugi Fordhill . No ves que estoy ocupado?Perdn, seor... pero es referente a ese problema que le preocupa tanto.

    Fordhill se volvi instantneamente y entorn los ojos para mirar al recin llegado.Tienes algo que decirme, Nick Skaldon? pregunt con helada cortesa.

    Skaldon trag saliva.Es... es duro de admitir... pero despus de lo ocurrido, creo que no tengo otra sol

    ucin que decir la verdad...Pero, qu diablos te pasa? bram Fordhill . Es que tienes miedo de hablar?Seor... Skaldon estaba a punto de echarse a llorar , yo... me confieso culpable... La

    ttinger y yo pretendamos asaltar la nave... Pensbamos que los dems... o la mayora estaran fuera cuando lo hicisemos...Secuestrar la nave, eh? dijo Fordhill, rechinando los dientes.

    Skaldon desvi la mirada.Lattinger dijo que, para evitar problemas, quitara el sistema de bloqueo de seguri

    dad contra sobrecargas... Usted sabe que, adems, esa pieza contiene el sistema de conexin con los elementos de energa... Lo siento, seor; Lattinger escondi la pieza... y no me dijo dnde la guardaba y ahora no s dnde est.Markaston lanz un aullido de ira y trat de abalanzarse sobre el deprimido tripulante, pero Fordhill logr contenerlo a tiempo.Un momento, seor Markaston pidi . Vamos a ver si aclaramos de una maldita vez esta sit

    uacin. No podemos despegar, porque no disponemos del sistema de conexin de energa.Pero habr una pieza de repuesto.Lattinger la destruyo, seor dijo Skaldon.

    Fordhill fue quien tuvo que hacer ahora verdaderos esfuerzos para no saltar al cuello del sujeto y estrangularle all mismo. Conteniendo difcilmente su ira, se volvi hacia el segundo oficial.Hay una solucin, seor Markaston.S, capitn?Por fortuna, los botes salvavidas funcionan y pueden recorrer varios centenares ;

    de miles de kilmetros antes de que se agote la carga propia.Muy cierto, seor, pero ello no nos permitira salir de Sikkerin...Ya lo s, hombre contest Fordhill malhumoradamente . Lo que quera decirle es que se pued

    e construir una pieza de emergencia, que nos permita volar hasta la estacin inter

    estelar ms prxima, en donde podremos adquirir una original.Es una pieza muy difcil...Pero hay un hombre que sabra construirla, aunque no est en la nave.

    Markaston crey comprender las intenciones del capitn.Sin duda se refiere usted a Farrar, seor.Exactamente. Disponemos de seis... no, de cinco botes, porque uno se perdi con la

    comandante Gloria de Blenn. Entonces, haremos que salgan cuatro, quedando uno de reserva para emergencias, y que se dediquen a la bsqueda de Farrar y que no regresen hasta traerlo a la nave, aunque sea atado de pies y manos. Ha comprendido, seor Markaston?El segundo oficial se puso en pie.Yo ser uno de los qu salgan y le aseguro que har que Farrar vuelva a bordo dijo con

    otundo acento.

    CAPTULO VIIIHaban terminado de comer y Farrar se dispuso a encaminarse al puesto de mando dela nave, al objeto de ponerla en condiciones de despegue. Gloria se acerc a una de las ventanas y contempl, el inslito espectculo de las trepadoras que se deshacan en inmensas miradas de polvo.Las plantas que cubran la nave se pulverizaban ya con espantosa rapidez. Cataratas de una sustancia convertida en trillones de partculas infinitesimales, muchsimoms pequeas que los granos de arena de una playa o un desierto, descendan lentamente de las alturas, velando la visin y cubriendo el ambiente con una neblina amarillenta de aspecto poco agradable.

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    Pero la apariencia de aquel polvo no tena importancia alguna, ante el hecho de que la nave iba a ser liberada y les permitira el despegue con toda facilidad. De repente, Gloria observ que el cristal se tornaba opaco.Voy a la cabina de control anunci Farrar . Si ocurre algo, te llamar por el sistema de

    altavoces...El cristal de la ventana junto a la cual se hallaba la joven se convirti sbitamente en polvo. Gloria lanz un chillido de espanto.Rex!

    El joven estaba ya en la puerta y se volvi.Qu pasa, Gloria?

    Ella se haba separado un par de pasos de la ventana y la sealaba con mano convulsa.Mira, el cristal se ha convertido en polvo.

    Farrar arrug el entrecejo mientras se acercaba a aquel lugar. De pronto, not que algo caa del techo sobre su cabeza y se sacudi instintivamente una mano.El marco de la ventana empez a disgregarse. Pequeos grumos de una sustancia griscea, que se deshaca en polvo apenas tocaba el suelo, empezaron a caer de las alturas.La mesa se torci ligeramente. Una de las patas se deshaca lentamente y lo mismo le ocurra a dos de las sillas.Aterrada, Gloria levant la mirada y vio que el techo se desintegraba. El mamparoen el cual se hallaba la ventana que haba utilizado para la observacin, empez asimismo a convertirse en polvo.Rex, la nave se disgrega! grit, llena de pnico.

    A Farrar se le pusieron los pelos de punta. Si la astronave se estaba convirtiendo en polvo, no les pasara a ellos lo mismo?Era preciso tomar una decisin sin prdida de tiempo. Agarrando la mano de la joventir de ella hacia la salida.Vamos, salgamos de aqu antes de que sea demasiado tarde! exclam.

    Ella no se hizo de rogar. Farrar agarr al pasar el cinturn con las armas y la mochila en la que llevaba algunos elementos tiles, la cantimplora y algunos vveres derepuesto, y se precipit hacia la escotilla.A medida que avanzaban por los pasillos, los sntomas de disgregacin de la nave sehacan ms patentes. La atmsfera estaba ya llena de polvo y se haca difcil respirar.Al fin, consiguieron salir fuera. El espectculo, visto desde la escotilla, resultaba impresionante.Enormes nubes de polvo finsimo, impalpable como la harina mejor cernida, ocultaba

    n el panorama por completo, agitndose lentamente en largas cintas amarillentas, que se entrecruzaban continuamente, como si hubiese sectores de mayor densidad en la polvareda producida por el cido slido. Farrar estim que no podran atravesar aquellos cien o ms metros de polvareda, sin perecer indefectiblemente.El polvo invadira sus fosas nasales, llegara a los pulmones y los matara por asfixia. Pero tampoco podan quedarse en la nave, porque tambin estaba deshacindose en polvo.Slo hay una solucin-mascull.

    Gloria lo miraba ansiosamente. Farrar se quit la camisa y la puso sobre su cabeza.Cbrete bien, sobre todo la nariz, y mantn la boca cerrada en todo momento. Sujeta l

    a camisa con una mano; la otra servir para que te agarres a m y puedas caminar sin ver el suelo que pisas. Has comprendido?

    Ella asinti.Y t? pregunt.Farrar sac un pauelo del bolsillo y se lo at detrs de la cabeza, dejando nicamente los ojos al descubierto. Luego agarr firmemente la mano de la joven y tir de ella.Gloria se dej llevar, dndose cuenta de que el suelo haba quedado sorprendentementeliso. No poda ver nada, pero confiaba en el joven para salir con bien de aquellasituacin tan crtica.Algo de polvo, a pesar de todo, penetr en el interior de aquella improvisada capucha, pero no le caus padecimientos excesivos. La travesa de la zona afectada por el cido le pareci que duraba una eternidad, pero, de pronto, not que el joven se det

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    ena y ella hizo o mismo.Gloria dijo Farrar , no te quites an la capucha.Hay polvo todava?No, pero conviene que sigas as unos minutos. Puedes ver algo? Quiero decir la tela

    de la camisa que te cubre...Oh, s, sin problemas, Rex.Te escuecen los ojos?En absoluto.Gloria, a unos mil quinientos metros de distancia, hay un ro, en el que podremos b

    aarnos, a fin de quitarnos de encima el polvo que nos ha cado durante la travesa. Luego, lavaremos tambin las ropas...Lo haremos en sitios distintos, por supuesto contest ella envaradamente.No te preocupes, no podr mirar. Me he quedado ciego.

    Gloria oy aquellas palabras y sinti un escalofro.Farrar haba hablado en tono normal, pero no haba el menor indicio de chanza en surespuesta.Oh, no! gimi . Te has quedado ciego por mi causa...Me entr polvo en los ojos, aunque los cerraba en ocasiones, pero tena que guiarme p

    ara no perder el sentido de la orientacin y atravesar la zona de polvo lo ms pronto posible. Gloria, tendrs que guiarme hasta el ro y ayudarme a baarme.Ella le cogi la mano con un impulso lleno de vehemencia.No te preocupes, yo cuidare de ti... todo el tiempo que sea necesario-exclam clidam

    ente.Gracias sonri l . Siempre pens de ti que eras una chica encantadora, algo voluntariosa

    y con un exceso de orgullo en ocasiones, pero, sobre todo, mal aconsejada.Nunca me habas dicho nada semejante se extra Gloria.Se present la oportunidad alguna vez?

    Gloria se mordi los labios..Evidentemente, no admiti . Pero, por qu dices que estaba mal aconsejada...?Basta ya cort l . Gloria, conviene que vayamos cuanto antes al ro. Hemos de quitarnos d

    e encima el polvo y, adems, ver de curar mi ceguera que, espero, sea slo momentnea. Lo crees as?Antes de una hora podr darte una respuesta en uno u otro sentido dijo Farrar tranqu

    ilamente.Gloria se estremeci. Qu pasara si Farrar no recobraba la visin?Era preferible no pensar en ello. El futuro tena un aspecto muy sombro, decidi fina

    lmente, llena de desnimo.Pero, procurando ser fuerte, se quit la camisa y tir de la mano del joven.Vamos, Rex dijo sencillamente.

    * * *Sentado en un lugar del ro, donde el agua le llegaba casi al cuello, Farrar haca abundantes abluciones de lquido en los ojos cegados por el polvo disgregador. La sensacin de escozor, no demasiado intensa por otra parte, haba desaparecido haca rato, pero persista la falta de visin.El cuerpo estaba ya limpio de aquel polvo, que, por; fortuna, no haba causado efectos en ellos. Farrar haba llegado a temer que tambin ellos podan disgregarse, aunque, por fortuna, no haba sucedido as.De pronto, oy la voz de Gloria:Cmo te encuentras? pregunt.

    Mejor, gracias contest l.Gloria haba estado nadando un buen rato en las inmediaciones. Ahora, de pie frente a Farrar, quien continuaba sentado, el agua le llegaba a la mitad de los muslos y se inclin solcita hacia l, apoyando ambas manos en sus propias rodillas.Rex, qu crees que ha pasado? pregunt.No lo s con exactitud. El cido, desde luego, se transform al destruir la vegetacin, p

    ero quiz algo multiplic sus efectos y destruy tambin la nave.Eso importa poco ahora. Tus ojos...Es posible que esa transformacin de que he hablado antes no fuese total. El polvo

    en los ojos me habra cegado momentneamente, lo que se poda haber curado con abundan

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    tes abluciones de agua limpia. Pero si qued un resto de cido sin transformar...Farrar se call y Gloria no pudo por menos de sentir, un escalofro, y no precisamente a causa de la frescura de las aguas del ro. Quiz aquella dolencia era slo pasajera y la curacin sobrevendra ms adelante, sin necesidad de otros mtodos que los naturales.Rex murmur de pronto.Dime, GloriaEscchame... Antes dijiste algo sobre m... Una chica mal aconsejada, recuerdas?Sigo manteniendo esa opinin, aunque te moleste respondi Farrar.Quin era el que me aconsejaba mal?Bruno Quilby.

    Ella hizo un gesto de desagrado.Era un buen hombre... dejando a un lado otras cualidades... fsicas.Era un mal hombre dijo Farrar, tajante . Un aprovechado de su apostura varonil y su

    belleza, masculina, pero tan vado por dentro como una calabaza seca. Vado para algunas cosas, claro. Para otras... era un canalla.Por favor, Rex! Est muerto... y t lo mataste.En defensa propia, te lo he dicho ya replic el joven . Te haba seducido de tal modo, q

    ue ya no veas ms que lo que l quera que vieses... Hadas todo lo que l quera... Por quees que vinimos, a Sikkerin? Te lo recomend l, no es cierto?Gloria hizo un gesto de asentimiento, pero, al darse cuenta de que l no poda verla, dijo:S, l me aconsej... Aunque nunca dijo claramente sus motivos.Tena razn para ocultarlos. T me aconsejaste que me leyera el cuaderno de bitcora de l

    a nave destruida. No haba treinta y seis tripulantes, sino treinta y siete. Sabesquin era el trigesimosptimo tripulante?Gloria se puso una mano en la boca.Rex, no me digas que... Pero, entonces, tendra casi sesenta aos!Se conservaba muy bien! dijo el joven sarcsticamente te . Claro que ahora una persona

    puede vivir ciento treinta aos por trmino medio y que un nombre no empieza a ser viejo hasta los cien aos. Pero, a pesar de todo, sesenta aos se notan; no son los veinte y pico de la mocedad... que son los que tena Quilby cuando escap de Sikkerin, despus de la muerte del resto de la tripulacin.Eso... es cierto? pregunt ella con voz dbil.Gloria, Bruno est muerto y ya no hay motivos pan ofender su memoria con calumnias.

    Escap en un bote y vol mucho tiempo antes de encontrar una astronave. Ocult la tragedia, diciendo que la nave suya haba explotado en pleno vuelo... Bien, el caso e

    s que despus le interes volver a Sikkerin, te encontr a ti...Por qu quera volver a Sikkerin?Cuando huy de este planeta, lo hizo lleno de pnico. No saba manejar la nave, por eso

    la dej en tierra. Andando el tiempo, supongo, debi de recordar que tambin haba dejado en la nave algo muy importante y de enorme valor. Calculara, sospecho, que lainfeccin mortal ya no se producira debido a la extincin del virus, despus de tantosaos. En resumen, te engatus para venir aqu... y recobrar un cargamento de diamantes valorado en cuatrocientos millones.Gloria se qued sin aliento.Cmo lo sabes? inquiri.Figura en el manifiesto de carga... Eh! se interrumpi l bruscamente . Sabes que tien

    n tipo realmente precioso?Oh, Rex, djate de bromas ahora acerca de mi fsico. Sigue con tu relato...

    Lo siento, en estos momentos no podra continuar. Cmo seguir hablando de un tema tandesagradable, si estoy contemplando los enormes atractivos fsicos de una mujer excepcionalmente hermosa?Gloria crey comprender y lanz un pequeo grito.Puedes ver, Rex!S, he recobrado la visin, afortunadamente sonri l.

    Ella se cubri los senos con las manos.Y yo estoy desnuda...

    De pronto, ech a correr hacia la orilla, con intencin de vestirse. Pero, al llegar al lugar donde haban dejado las ropas y el equipo, se detuvo en seco, como herid

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    a por el rayo, porque all no haba ms que unos montoncitos de polvo, que se disipaba lentamente merced a los efectos de la brisa que soplaba suavemente en aquellosparajes.Un agudo grito de terror brot de sus labios instantneamente:Rex, las ropas y los equipos se han disgregado!

    CAPTULO IXEl aeromvil volaba lentamente, describiendo crculos en torno a la curva de un ro que se deslizaba lentamente, entre las orillas cubiertas de frondoso arbolado. Kild Dunn iba a los mandos, mientras, a su lado, Franz Thurgen observaba atentamente el suelo, a veces a ojo desnudo, en ocasiones con la ayuda de unos prismticos o de la cmara de televisin que permita acercar las imgenes considerablemente.De pronto, vio un claro al otro lado de la curva. Era una especie de prado, cubierto de verde y fresca hierba y, un poco ms all, el ro haca un salto de varios metros, en una pequea catarata de gran belleza.Pero no fueron los encantos del lugar los que atrajeron la atencin de Thurgen, sino algo muy distinto y totalmente inesperado. En el mismo instante, se olvid porcompleto de la misin asignada.La boca se le sec sbitamente.Kild, inmoviliza el aparato orden.

    Dunn obedeci. Thurgen manej los controles de la televisin y las imgenes se reflejaron en la pantalla con toda fidelidad.Mira aqu, t.

    Dunn volvi la cabeza.Rayos! exclam.

    Nada de rayos dijo Thurgen riendo . Chicas, muy guapas y... desnudas. Estn bandose al pie de la catarata...Haba un par de hermosas jvenes, de piel ligeramente atezada, que se divertan en elro, jugando entre ellas o corriendo en ocasiones por la hierba, persiguindose la una a la otra. Dunn se pas una mano por los labios.Luego mir a su compaero. Thurgen hizo un gesto afirmativo.S, vamos all convino a la muda pregunta de Dunn.

    El bote descendi lentamente y se pos en un extremo del prado. Dunn y el otro desembarcaron inmediatamente.Hola, chicas-dijo el primero.

    Las nativas se volvieron en el acto, sorprendidas por la presencia de unos desconocidos a quienes no esperaban en absoluto. Sin embargo, no parecieron sentirseincmodas por la ausencia de ropas y sonrieron acogedoramente.

    Thurgen dio un codazo a su compaero.Vamos all, chico.Los dos hombres se acercaron a las muchachas. Dunn levant una mano.Paz, encantos-dijo . Estis solas?Solas? ri una joven . Somos dos...Bueno, quiero decir si vuestros maridos... o vuestros novios...

    La nativa volvi a rer.Maridos, novios... Estamos libres... por ahora, claro.

    Thurgen sac el pecho.Yo tambin estoy libre; pero me gustara encadenarme contigo manifest pomposamente .

    lamo Franz. Y t?Lynna. Cmo ests, Franz?Encantado, Lynna. Un nombre muy bonito, como la duea.

    Los ojos de Thurgen recorrieron codiciosamente el esbelto cuerpo de Lynna. Al cabo de unos segundos, se volvi hacia su compaero. En silencio, le dijo: Arrglatelas como puedas, Kild.Dunn comprendi y asinti. Tena a otra nativa a su lado y agarr su brazo de mrbidos contornos.Ven, preciosa, tengo que decirte algo... a solas.

    La nativa se dej llevar. Thurgen pas un brazo por la cintura de Lynna.Tambin t y yo tenemos que discutir una cosa muy interesante-murmuro.

    La mano libre ascendi por el cuerpo de Lynna, hasta llegar a sus hermosos senos.Ella se puso rgida en el acto.

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    No! dijo.Thurgen la mir fijamente.Por qu?No me siento atrada hacia ti-respondi ella.Bueno,