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Una guía fundamental para recorrer los mejores lugares del gigante asiático, cuya información se divide en distintas secciones. La primera parte, dedicada a los Lugares de interés, proporciona abundante información acerca de las localidades más notables, con capítulos específicos dedicados a Pekín, Xi an, Shanghai, Hangzhou, Guilin y Cantón, describiendo sus monumentos y otros atractivos de diverso orden. Los siguientes capítulos se dedican a describir las grandes regiones naturales y las principales ciudades de cada una de ellas. Un capítulo especial se dedica a Los lugares del budismo. La sección titulada Contexto ofrece un recorrido panorámico por la geografía, la economía, la historia, el arte y la cultura chinos. Como complemento de esta sección se ofrece también un breve diccionario de términos artísticos y culturales chinos. La última parte está dedicada a Informaciones prácticas y ofrece abundante información sobre diversos temas como documentación necesaria, medios de transpor

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Beijing

BEIJING★★

Capital de China (C5)

Beijing es una gigantesca aglo meración urbana que trata de pa re cer se cada vez más a las otras gran des y prestigiosas capitales asiá ticas. En la última década su fisonomía está cambiando por la construcción de rascacielos y edificios modernos; pero, a diferencia de lo ocurrido en otras ciudades, esto no ha con-seguido dejar en segundo plano su zona noble y el encanto de ser la capital de China. Pese a su enorme extensión horizontal propia de una megalópolis y la nueva dimensión vertical que permite vivir y trabajar a millones de personas, Beijing conserva tesoros arquitectónicos y artísticos de gran importancia, fruto de su protagonismo histórico, político y administrativo. Para hacerse una idea de China y su civilización, hay que pasear por Beijing, aunque no sea más que para entender por qué en el ima ginario colectivo occidental es un sím bo lo de exotismo, tal como lo trans mi tieron a lo largo de los siglos mer caderes, misioneros y viajeros.

Beijing en chino significa Capital del Norte, para distinguirla de Nanjing, la Capital del Sur (ambos nombres antiguamente eran conocidos como Pekín y Nankín). Se en-

cuentra a 44,28 m sobre el nivel del mar, entre las montañas Yan shan al noreste, la estepa mongol al noroeste, las montañas Taihang al oes te y al sur la gran llanura

agrícola. El golfo de Bohai que da 113 km al es te.

Esta situación geográfica determina las particularidades ambientales y climáticas de la ciudad: sensible os ci lación térmica entre verano e invierno, con 30-37 °C en agosto y 60 por ciento de humedad y 0-10 °C en invierno y 30 por ciento de hu-medad. En cambio otoño y primavera son templados y mo deradamente hú me dos.

La población de Beijing en 2011 al-canzó los 20,18 mi llones de habitantes, el 95 por ciento de et nia Han. Se habla el dialecto mandarín, muy próximo al Putonghua, la lengua oficial.

La ciudad ofrece lugares notables por su importancia histórica y artística, ho-teles lujosos y confortables y toda clase de atracciones turísticas: teatro, música, deporte, cines, discotecas, clubs y bares (a menudo con karao ke) y otras específi-camente chinas como acrobacias, danza,

escuelas de ca li grafía, artes marciales, acupuntura y la posibilidad de ver a la gente prac ticando tai-chi (taijiquan) en los parques a primera hora de la mañana.

En Beijing se puede tomar parte en las fiestas nacionales o festejos tra dicionales como el Año Nuevo lunar o la Fiesta de Otoño y en otras fiestas populares como el Festival de las Flores de Melocotonero (abril-mayo) en los parques del Palacio de Verano y el Jardín Botánico, el Festival de los Crisantemos (septiembre-octubre) en las zonas verdes de la ciudad y el Palacio de Verano o la Fiesta de las Hojas de Otoño (octubre-noviembre) en las Colinas Perfu-madas. Otras celebraciones tradicionales importantes son el Qingming jie o Día de los Muertos (principios de abril) dedicado al culto a los antepasados, la Fiesta de las Linternas (a los quince días del Año Nuevo lunar) y las que tienen lugar en los templos budistas y taoístas.

Plaza de Tian’anmen, con una colorista cometa de artesanía, en primer término

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Beijing

BEIJING★★

Capital de China (C5)

Beijing es una gigantesca aglo meración urbana que trata de pa re cer se cada vez más a las otras gran des y prestigiosas capitales asiá ticas. En la última década su fisonomía está cambiando por la construcción de rascacielos y edificios modernos; pero, a diferencia de lo ocurrido en otras ciudades, esto no ha con-seguido dejar en segundo plano su zona noble y el encanto de ser la capital de China. Pese a su enorme extensión horizontal propia de una megalópolis y la nueva dimensión vertical que permite vivir y trabajar a millones de personas, Beijing conserva tesoros arquitectónicos y artísticos de gran importancia, fruto de su protagonismo histórico, político y administrativo. Para hacerse una idea de China y su civilización, hay que pasear por Beijing, aunque no sea más que para entender por qué en el ima ginario colectivo occidental es un sím bo lo de exotismo, tal como lo trans mi tieron a lo largo de los siglos mer caderes, misioneros y viajeros.

Beijing en chino significa Capital del Norte, para distinguirla de Nanjing, la Capital del Sur (ambos nombres antiguamente eran conocidos como Pekín y Nankín). Se en-

cuentra a 44,28 m sobre el nivel del mar, entre las montañas Yan shan al noreste, la estepa mongol al noroeste, las montañas Taihang al oes te y al sur la gran llanura

agrícola. El golfo de Bohai que da 113 km al es te.

Esta situación geográfica determina las particularidades ambientales y climáticas de la ciudad: sensible os ci lación térmica entre verano e invierno, con 30-37 °C en agosto y 60 por ciento de humedad y 0-10 °C en invierno y 30 por ciento de hu-medad. En cambio otoño y primavera son templados y mo deradamente hú me dos.

La población de Beijing en 2011 al-canzó los 20,18 mi llones de habitantes, el 95 por ciento de et nia Han. Se habla el dialecto mandarín, muy próximo al Putonghua, la lengua oficial.

La ciudad ofrece lugares notables por su importancia histórica y artística, ho-teles lujosos y confortables y toda clase de atracciones turísticas: teatro, música, deporte, cines, discotecas, clubs y bares (a menudo con karao ke) y otras específi-camente chinas como acrobacias, danza,

escuelas de ca li grafía, artes marciales, acupuntura y la posibilidad de ver a la gente prac ticando tai-chi (taijiquan) en los parques a primera hora de la mañana.

En Beijing se puede tomar parte en las fiestas nacionales o festejos tra dicionales como el Año Nuevo lunar o la Fiesta de Otoño y en otras fiestas populares como el Festival de las Flores de Melocotonero (abril-mayo) en los parques del Palacio de Verano y el Jardín Botánico, el Festival de los Crisantemos (septiembre-octubre) en las zonas verdes de la ciudad y el Palacio de Verano o la Fiesta de las Hojas de Otoño (octubre-noviembre) en las Colinas Perfu-madas. Otras celebraciones tradicionales importantes son el Qingming jie o Día de los Muertos (principios de abril) dedicado al culto a los antepasados, la Fiesta de las Linternas (a los quince días del Año Nuevo lunar) y las que tienen lugar en los templos budistas y taoístas.

Plaza de Tian’anmen, con una colorista cometa de artesanía, en primer término

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Beijing Historia

Historia

La ciudad propiamente dicha, tal como hoy la conocemos, se remonta a siete siglos atrás, aunque la región está habi-tada ininterrumpidamente desde tiempos pre his tóricos. El ha bitante más antiguo de la zona fue el Sinantropus pekinensis (Hombre de Beijing), que vivió hace me-dio millón de años en las cuevas de Zhou-koudian, al suroeste de la capital. Junto a las cuevas hay un pequeño museo con una exposición de fósiles que muestran el avanzado nivel de civilización alcanzado por el Hombre de Beijing. Co nocía el uso del fuego, trabajaba la piedra para fabricar útiles de caza, confeccionaba adornos. La antigüedad de los restos humanos y demás piezas encontradas hacen del Sinantropus uno de los representantes de la es pe cie humana más antiguos y mejor adaptados al medio. ❙ Neolítico. La tradición his tórica china se fija al sureste de Beijing, donde 5000-4000 años a.C. surgieron Zhuolu, capital del le-gendario Em perador Amarillo (Huang Di), y después Youdu, capital de su sucesor, el em pe rador Yao. En aquellos tiempos se practicaban ya formas rudimentarias de agricultura y ganadería que testi mo nian la existencia de comunidades y relaciones sociales. ❙ Siglo xi a.C.-906 d.C. En época Zhou (siglo xi a 221 a.C.) existió la ciudad de Ji en las inme diaciones de la actual Puerta Guang’an (Guang’an Men), junto al Templo de la Nube Blanca (Baiyun Guan). Du-rante el período de los Reinos Combatien-tes (480-221 a.C.), la ciudad de Ji fue la

capital administrativa del reino de Yan y posteriormente un enclave militar, cuando Qin Shihuang Di unificó por primera vez el imperio. Su es tratégico emplazamiento en la en cru cijada de la llanura, las montañas y la estepa dieron a Ji un puesto de gran importancia entre las principales ciudades del imperio. En época Sui (581-618) la reforzó militarmente el emperador Yang y en época Tang (618-906) el emperador Taizong la utilizó como base en sus expe-diciones a Corea. ❙ Siglos x-xii. Tras la caída de los Tang, Ji quedó a merced de las tribus del norte. En el 936 la conquistaron los khitan (kara khitai), que en el 947 adoptaron el nombre dinástico de Liao. Su imperio se extendía del Mar Amarillo a los montes Altai y las llanuras centrales, y tuvo en Beijing la ciu-dad más im por tante en territorio chino, ya que la ca pital khitan estaba en la cuenca del río Liaohe, Manchuria; Ji pasó a lla-marse Capital del Sur (Nanjing) o Ca pital de Yan (Yanjing). ❙ Siglo xii-1214. A comienzos del siglo xii, otros nómadas del noreste, los jurchen o nuzhen, originarios de Heilongjiang y ante-pasados de los manchúes, se aliaron con la dinastía local Song y se lanzaron a la con-quista de China. En 1125 los Song tomaron Yanjing, pero los jurchen los expulsaron y obligaron a sus antiguos aliados chinos a re fu giarse al sur del país. Los jurchen que daron dueños de la ciudad y una gran parte del territorio chino y adoptaron el nombre dinástico de Jin (Jin del Norte, para distinguirlos de la otra di nastía del mismo nombre). La nueva dinastía eligió

en 1153 Beijing como capital y pasó a de-nominarse Zhongdu o Capital del Centro. Fue entonces cuando comenzó a crecer la ciudad, mediante la construcción de nuevas edificaciones, conforme a un es-quema urbanístico definido, con miras a trans formar un enclave fron terizo en una auténtica capital al estilo chino. Se copia-ron los modelos ar qui tectónicos Song en palacios, templos e ins ti tu cio nes educati-vas. La ciudad alcanzó un perímetro de 18 km, con una muralla interior de 5 km para ro dear el centro urbano destinado al em perador. La población aumentó por el éxodo de miles de campesinos en busca de ma yor seguridad ante las incursiones de los pueblos nómadas, además de por la presencia de obreros y artesanos empleados en las obras públicas. En total, se debió de llegar al millón de habitantes. Los barrios de las di ver sio nes (wazi) también se cons-truyeron al estilo Song y se convirtieron en un crisol étnico (Han, jurchen khitan, etc.) que dio vida a expresiones originales, entre otras, el teatro tradicional chino. ❙ Años 1215-1368. El ejército mongol invadió Zhongdu en 1215 procedente del norte. Los Jin trasladaron la capital a Kaifeng, aunque la dinastía no sobrevivió a la maquinaria bélica de los mongoles (1234). La región de Beijing se convirtió en el asentamiento más importante de los mongoles, que se adaptaron al modo de vida chino y emprendieron la reconstruc-ción de Zhongdu según los cánones chi-nos. Así se lo encomendó Qubilai Khan al monje budista Liu Binzhong, pro ce dente del Tibet conquistado en 1252, quien tra-

bajó en el proyecto desde 1267 a 1296, año de la muerte del Khan. Qubilai había adoptado en 1271 el nombre dinástico de Yuan y había vuelto a establecer la capital en Zhong du, a la que cambió el nombre por el de Dadu o Gran Capital, más cono-cida a partir de entonces como Khanbaliq o Ciudad del Gran Khan, la Cambalu que describió Marco Polo: “Cambalu quiere decir en nuestra lengua «ciudad del señor»… La ciudad es cua-drada y se extiende por veinte millas. La fachada de cada lado tiene muros de adobe de seis millas de lon gitud, enjalbegados por fuera, de veinte pasos de altura y de an-chura, por la parte inferior, de diez pasos… Cruzan además el recinto calles an chas y tiradas a cordel con tal pre cisión que desde una puerta, a causa de la rectitud de la vía, se ve en de rechura la puerta de enfrente… En el centro se alza un palacio muy grande donde hay una campana enorme con la que se dan cada tarde tres toques… Cada una de las puertas es vigilada todas las noches por mil hombres…”

En ella vivió el viajero italiano entre 1275 y 1292, y dejó escrito un tes ti mo nio de inmenso valor para el co no cimiento de la historia de la ciu dad: un lugar de planta cuadrada con el palacio del emperador en el centro, rodeado de murallas y foso. Aquí se le vantaron los edificios públicos,

El fin de la presencia mongol supuso el comienzo de la dinastía Ming, cuando se emprendieron obras de engrandecimiento de la ciudad. A la izquierda, representación de un campamento mogol. Abajo, guerreros en un mural del parque de Benhai.

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Beijing Historia

Historia

La ciudad propiamente dicha, tal como hoy la conocemos, se remonta a siete siglos atrás, aunque la región está habi-tada ininterrumpidamente desde tiempos pre his tóricos. El ha bitante más antiguo de la zona fue el Sinantropus pekinensis (Hombre de Beijing), que vivió hace me-dio millón de años en las cuevas de Zhou-koudian, al suroeste de la capital. Junto a las cuevas hay un pequeño museo con una exposición de fósiles que muestran el avanzado nivel de civilización alcanzado por el Hombre de Beijing. Co nocía el uso del fuego, trabajaba la piedra para fabricar útiles de caza, confeccionaba adornos. La antigüedad de los restos humanos y demás piezas encontradas hacen del Sinantropus uno de los representantes de la es pe cie humana más antiguos y mejor adaptados al medio. ❙ Neolítico. La tradición his tórica china se fija al sureste de Beijing, donde 5000-4000 años a.C. surgieron Zhuolu, capital del le-gendario Em perador Amarillo (Huang Di), y después Youdu, capital de su sucesor, el em pe rador Yao. En aquellos tiempos se practicaban ya formas rudimentarias de agricultura y ganadería que testi mo nian la existencia de comunidades y relaciones sociales. ❙ Siglo xi a.C.-906 d.C. En época Zhou (siglo xi a 221 a.C.) existió la ciudad de Ji en las inme diaciones de la actual Puerta Guang’an (Guang’an Men), junto al Templo de la Nube Blanca (Baiyun Guan). Du-rante el período de los Reinos Combatien-tes (480-221 a.C.), la ciudad de Ji fue la

capital administrativa del reino de Yan y posteriormente un enclave militar, cuando Qin Shihuang Di unificó por primera vez el imperio. Su es tratégico emplazamiento en la en cru cijada de la llanura, las montañas y la estepa dieron a Ji un puesto de gran importancia entre las principales ciudades del imperio. En época Sui (581-618) la reforzó militarmente el emperador Yang y en época Tang (618-906) el emperador Taizong la utilizó como base en sus expe-diciones a Corea. ❙ Siglos x-xii. Tras la caída de los Tang, Ji quedó a merced de las tribus del norte. En el 936 la conquistaron los khitan (kara khitai), que en el 947 adoptaron el nombre dinástico de Liao. Su imperio se extendía del Mar Amarillo a los montes Altai y las llanuras centrales, y tuvo en Beijing la ciu-dad más im por tante en territorio chino, ya que la ca pital khitan estaba en la cuenca del río Liaohe, Manchuria; Ji pasó a lla-marse Capital del Sur (Nanjing) o Ca pital de Yan (Yanjing). ❙ Siglo xii-1214. A comienzos del siglo xii, otros nómadas del noreste, los jurchen o nuzhen, originarios de Heilongjiang y ante-pasados de los manchúes, se aliaron con la dinastía local Song y se lanzaron a la con-quista de China. En 1125 los Song tomaron Yanjing, pero los jurchen los expulsaron y obligaron a sus antiguos aliados chinos a re fu giarse al sur del país. Los jurchen que daron dueños de la ciudad y una gran parte del territorio chino y adoptaron el nombre dinástico de Jin (Jin del Norte, para distinguirlos de la otra di nastía del mismo nombre). La nueva dinastía eligió

en 1153 Beijing como capital y pasó a de-nominarse Zhongdu o Capital del Centro. Fue entonces cuando comenzó a crecer la ciudad, mediante la construcción de nuevas edificaciones, conforme a un es-quema urbanístico definido, con miras a trans formar un enclave fron terizo en una auténtica capital al estilo chino. Se copia-ron los modelos ar qui tectónicos Song en palacios, templos e ins ti tu cio nes educati-vas. La ciudad alcanzó un perímetro de 18 km, con una muralla interior de 5 km para ro dear el centro urbano destinado al em perador. La población aumentó por el éxodo de miles de campesinos en busca de ma yor seguridad ante las incursiones de los pueblos nómadas, además de por la presencia de obreros y artesanos empleados en las obras públicas. En total, se debió de llegar al millón de habitantes. Los barrios de las di ver sio nes (wazi) también se cons-truyeron al estilo Song y se convirtieron en un crisol étnico (Han, jurchen khitan, etc.) que dio vida a expresiones originales, entre otras, el teatro tradicional chino. ❙ Años 1215-1368. El ejército mongol invadió Zhongdu en 1215 procedente del norte. Los Jin trasladaron la capital a Kaifeng, aunque la dinastía no sobrevivió a la maquinaria bélica de los mongoles (1234). La región de Beijing se convirtió en el asentamiento más importante de los mongoles, que se adaptaron al modo de vida chino y emprendieron la reconstruc-ción de Zhongdu según los cánones chi-nos. Así se lo encomendó Qubilai Khan al monje budista Liu Binzhong, pro ce dente del Tibet conquistado en 1252, quien tra-

bajó en el proyecto desde 1267 a 1296, año de la muerte del Khan. Qubilai había adoptado en 1271 el nombre dinástico de Yuan y había vuelto a establecer la capital en Zhong du, a la que cambió el nombre por el de Dadu o Gran Capital, más cono-cida a partir de entonces como Khanbaliq o Ciudad del Gran Khan, la Cambalu que describió Marco Polo: “Cambalu quiere decir en nuestra lengua «ciudad del señor»… La ciudad es cua-drada y se extiende por veinte millas. La fachada de cada lado tiene muros de adobe de seis millas de lon gitud, enjalbegados por fuera, de veinte pasos de altura y de an-chura, por la parte inferior, de diez pasos… Cruzan además el recinto calles an chas y tiradas a cordel con tal pre cisión que desde una puerta, a causa de la rectitud de la vía, se ve en de rechura la puerta de enfrente… En el centro se alza un palacio muy grande donde hay una campana enorme con la que se dan cada tarde tres toques… Cada una de las puertas es vigilada todas las noches por mil hombres…”

En ella vivió el viajero italiano entre 1275 y 1292, y dejó escrito un tes ti mo nio de inmenso valor para el co no cimiento de la historia de la ciu dad: un lugar de planta cuadrada con el palacio del emperador en el centro, rodeado de murallas y foso. Aquí se le vantaron los edificios públicos,

El fin de la presencia mongol supuso el comienzo de la dinastía Ming, cuando se emprendieron obras de engrandecimiento de la ciudad. A la izquierda, representación de un campamento mogol. Abajo, guerreros en un mural del parque de Benhai.

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Beijing Historia

el Templo de los Antepasados Imperiales y el Altar de la Tierra y el Trigo. El pe rí-metro exterior de la ciudad debió ser de unos 30 km, con numerosos jar di nes y templos ador nados con es cul turas y pin-turas. En el año 1293 entró en fun cio na-miento el canal Tonghui, que enlazaba la capital con el Canal Im pe rial que iba a las regiones agrícolas del sur. Eso garantizó el abastecimiento de la ciudad en adelante, incluso en caso de guerras, hambrunas o de sas tres naturales.

Numerosos viajeros visitaron la ca pital de los mongoles antes y des pués de su re-construcción. Aparte del citado Marco Po lo, cabe mencionar al fran cis cano Giovanni da Pian di Car pine (1246), el dominico André de Long ju meau (1249), el franciscano Wil-helm de Rubruk (1253) y el fran ciscano Gio-van ni da Montecorvino (1294), quien lle gó a la capital después de la muerte de Qubilai Khan. Todos ellos escribieron relatos sobre las ma ra villas de la ciudad. ❙ Dinastía Ming (1368-1644). Las tropas chinas conquistaron Dadu en 1368, y poco después el resto del país. La derrota militar de los mongoles puso fin a la dinastía Yuan y marcó el comienzo de la dinastía Ming, que restauró el dominio de la etnia Han. La capital sufrió graves daños durante el asalto y saqueo por parte de los vencedores. Los Ming la denominaron Beiping o Paz del Norte. El primer emperador Ming fijó su ca-pital en Nanjing, pero el emperador Yongle la trasladó a Beiping en 1406 y em prendió un grandioso proyecto de re construcción y engran decimiento: mu rallas de 12 m de altura, palacios, jar dines, edificios públicos y viviendas devolvieron a la ciudad su as-pecto de capital. Yongle (1402-1424), hijo del primero, se trasladó a la capital con toda la corte en 1421 y la llamó Beijing .

La parte norte de la ciudad conservó el aspecto que tenía bajo la dinastía prece-dente, lo que le valió el nombre de “ciudad tártara”; en ella se en contraba el complejo imperial de la Ciudad Prohibida. La parte sur o “ciu dad china” se construyó en tiem-pos del emperador Jiajing (1522-1566). ❙ Dinastía Qing (1644-1911). Beijing si-guió siendo la capital en toda la época Qing, la última dinastía china que gobernó el im-perio antes de su modernización. Los Qing eran de origen manchú, pero se asi milaron a lo chino, al igual que otras dinastías ex-tranjeras precedentes. Adoptaron severas

medidas restrictivas sobre la población Han (como, por ejemplo, la obligación de llevar coleta, dictada en 1646) y reforzaron el papel de las instituciones, gracias a la ha-bilidad de los burócratas, aunque el poder se concentró en manos del em perador. La ciudad ganó en presencia, con la creación de parques y edificios públicos (academias imperiales, mi nis terios, etc.).

El emperador Qianlong (1736-1796) ordenó la construcción al noroeste de la capital del Palacio de Verano (Yuanmin-gyuan), un enorme parque con lagos ar-tificiales, edificios, templos y lugares de esparcimiento destinado a acoger a la corte en los meses más calurosos. Las tro-pas anglofrancesas lo saquearon en 1860: durante la se gunda mitad del siglo xix, las vi ci si tudes históricas de China tuvieron su reflejo en la capital. Esta vez no se tra tó de enfrentamientos entre los Han y los nóma-das, sino del imperio Qing, con toda su variedad étnica, y las potencias coloniales occidentales. Estas últimas impusieron su presencia en territorio chino a base de ca-ño nazos, de manera que Beijing vivió una insólita etapa de (forzado) cos mo po litismo. Los tratados desiguales que pusieron fin a las guerras del opio obligaron a los Qing, entre otras cosas, a admitir en Beijing a los embajadores de los “demonios extranjeros”. Se le van taron edificios para uso exclusivo de los occidentales (club, hipódromo, luga-res de diversión, etc.) y la vida de la ciudad se hizo aún más frenética si cabe. En tal situación estallaron nu merosas rebeliones contra los Qing, con el objetivo de lograr su de rro camiento y la expulsión de los ex tran-jeros. Las conspiraciones de las so ciedades secretas (Tría da, Loto Blanco, Taiping, Nian, etc.) se convirtieron en motines populares que afectaron a muchas regiones y a la pro-pia capital, que había perdido en beneficio de Cantón el puesto de motor económico del país. El movimiento boxer destruyó en 1901 el barrio de las legaciones occiden-tales. La respuesta de los ex tranjeros fue violenta: parte de la ciudad de Beijing sufrió muerte y des trucción. ❙ Años 1912-1949. La dinastía Qing cayó en 1911, y el estado se descompuso y per-dió la unidad política y administrativa. Durante el complejo período que va desde la proclamación de la República (1912) hasta la República Popular (1949), Beijing fue rehén de las sucesivas facciones que

se disputaban el poder: los Señores de la Guerra, las tropas de Chiang Kai-shek, los japoneses en 1935, otra vez el Guomindang en 1945 y en 1949 el Ejército de Libera-ción dirigido por Mao Zedong. En todo ese tiempo, Beijing no experimentó cambios urbanísticos significativos. ❙ La Ciudad Olímpica. En cambio, desde 1949 hasta nuestros días, la ciudad ha ex-perimentado grandes transformaciones. Se han derribado las mu rallas para facilitar el transporte y el ensanche urbano. Se han construido edificios modernos, sobre todo de uso público (escuelas, hospitales, mu-seos, oficinas, mercados, hoteles, etc.), y enormes barriadas para acoger a las masas procedentes del campo: Beijing ha pasado de ser una ciudad horizontal (extensa y con edificios bajos) a con vertirse en una ciudad vertical (ras cacielos, antenas de radio, etc.).

En estos últimos años se está llevando a cabo un costoso proyecto de re cu peración del patrimonio arquitectónico y artístico: al tiempo que se ensanchan los barrios periféricos para acoger a millones de per-sonas, se restauran y rehabilitan numero-sos monumentos del casco histórico para que puedan visitarse. Se han re cu perado templos abandonados y parte de la zona antigua se ha reservado completamente para la visita turística. Parques, museos y teatros son objeto de una política de man-tenimiento, igual que el recinto im perial de la Ciudad Prohibida y el Pa la cio de Verano. La celebración de la Olimpiadas en agosto de 2008 supuso un gran empuje para la re-novación de todas las infraestructuras. En resumidas cuentas, a pesar de la cantidad de rascacielos que se alzan en el centro de la ciudad, Beijing sigue con servando todo su en canto de capital de Oriente.

❙ VISITALo primero que llama la atención de Bei-jing son sus dimensiones: el mu ni ci pio se extiende a lo largo de 16.807 km2, entre Dingfuzhuang y Shijingyuan de este a oeste y de Qinghe a Nan yuan de norte a sur. La ciudad pro piamen te dicha abarca 300 km2, de los que 220 km2 constituyen el centro urbano. La red viaria se articula en cinco ani llos de circunvalación y 28 carreteras radiales. En las zonas donde aún no se ha producido ninguna acción de rehabilitación, se conservan los típicos barrios antiguos de callejas o hutong. Exis-

ten siete líneas de Metro, de las cuales dos son sobreelevadas, y una red de transporte público de su perficie entre el centro y la periferia. Un tren rápido une la estación de Dongzhimen y el aeropuerto internacional.

Antiguamente, la ciudad era de planta cuadrada, dividida en nueve sectores igual-mente cuadrados, cada uno de ellos con un 1/9 de la extensión total. Ése era el esquema de la ciudad ideal, un espacio que debía reflejar la geografía del cos-mos, tal como se concebía en el antiguo pensamiento chino. Tal esquema puede reconocerse aún en la zona de la Ciudad Prohibida, comprendida dentro del primer anillo de circunvalación. Las calles están trazadas a escuadra y la ciudad se desa-rrolla sobre un eje norte-sur, de acuerdo con la tradición geomántica.

En el centro está el antiguo recin to im perial de la Ciudad Prohibida; el eje es te-oeste divide la ciudad en dos sectores prácticamen te iguales y consiste en una in terminable cinta de asfalto con distintos nombres en ca da tramo. El más famoso es el de Chan g’an Jie, que atraviesa la plaza de Tian’an men y sigue al este por los nuevos barrios para extranjeros con las vivien das, oficinas y hoteles más grandes y lujosos de Beijing.

Moverse por Beijing

Desplazarse por Beijing puede resultar complicado por las dimensiones de la ciu-dad y del tráfico, siempre muy intenso. Se aconseja utilizar el metro (www.bjsubway.com): los nombres de las estaciones pue-den constituir una buena referencia; en ocasiones, para llegar al destino final es conveniente utilizar el taxi, económico y cómodo. Se desaconsejan los autobuses, siempre llenos y con los nombres de las paradas poco claros.

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Beijing Historia

el Templo de los Antepasados Imperiales y el Altar de la Tierra y el Trigo. El pe rí-metro exterior de la ciudad debió ser de unos 30 km, con numerosos jar di nes y templos ador nados con es cul turas y pin-turas. En el año 1293 entró en fun cio na-miento el canal Tonghui, que enlazaba la capital con el Canal Im pe rial que iba a las regiones agrícolas del sur. Eso garantizó el abastecimiento de la ciudad en adelante, incluso en caso de guerras, hambrunas o de sas tres naturales.

Numerosos viajeros visitaron la ca pital de los mongoles antes y des pués de su re-construcción. Aparte del citado Marco Po lo, cabe mencionar al fran cis cano Giovanni da Pian di Car pine (1246), el dominico André de Long ju meau (1249), el franciscano Wil-helm de Rubruk (1253) y el fran ciscano Gio-van ni da Montecorvino (1294), quien lle gó a la capital después de la muerte de Qubilai Khan. Todos ellos escribieron relatos sobre las ma ra villas de la ciudad. ❙ Dinastía Ming (1368-1644). Las tropas chinas conquistaron Dadu en 1368, y poco después el resto del país. La derrota militar de los mongoles puso fin a la dinastía Yuan y marcó el comienzo de la dinastía Ming, que restauró el dominio de la etnia Han. La capital sufrió graves daños durante el asalto y saqueo por parte de los vencedores. Los Ming la denominaron Beiping o Paz del Norte. El primer emperador Ming fijó su ca-pital en Nanjing, pero el emperador Yongle la trasladó a Beiping en 1406 y em prendió un grandioso proyecto de re construcción y engran decimiento: mu rallas de 12 m de altura, palacios, jar dines, edificios públicos y viviendas devolvieron a la ciudad su as-pecto de capital. Yongle (1402-1424), hijo del primero, se trasladó a la capital con toda la corte en 1421 y la llamó Beijing .

La parte norte de la ciudad conservó el aspecto que tenía bajo la dinastía prece-dente, lo que le valió el nombre de “ciudad tártara”; en ella se en contraba el complejo imperial de la Ciudad Prohibida. La parte sur o “ciu dad china” se construyó en tiem-pos del emperador Jiajing (1522-1566). ❙ Dinastía Qing (1644-1911). Beijing si-guió siendo la capital en toda la época Qing, la última dinastía china que gobernó el im-perio antes de su modernización. Los Qing eran de origen manchú, pero se asi milaron a lo chino, al igual que otras dinastías ex-tranjeras precedentes. Adoptaron severas

medidas restrictivas sobre la población Han (como, por ejemplo, la obligación de llevar coleta, dictada en 1646) y reforzaron el papel de las instituciones, gracias a la ha-bilidad de los burócratas, aunque el poder se concentró en manos del em perador. La ciudad ganó en presencia, con la creación de parques y edificios públicos (academias imperiales, mi nis terios, etc.).

El emperador Qianlong (1736-1796) ordenó la construcción al noroeste de la capital del Palacio de Verano (Yuanmin-gyuan), un enorme parque con lagos ar-tificiales, edificios, templos y lugares de esparcimiento destinado a acoger a la corte en los meses más calurosos. Las tro-pas anglofrancesas lo saquearon en 1860: durante la se gunda mitad del siglo xix, las vi ci si tudes históricas de China tuvieron su reflejo en la capital. Esta vez no se tra tó de enfrentamientos entre los Han y los nóma-das, sino del imperio Qing, con toda su variedad étnica, y las potencias coloniales occidentales. Estas últimas impusieron su presencia en territorio chino a base de ca-ño nazos, de manera que Beijing vivió una insólita etapa de (forzado) cos mo po litismo. Los tratados desiguales que pusieron fin a las guerras del opio obligaron a los Qing, entre otras cosas, a admitir en Beijing a los embajadores de los “demonios extranjeros”. Se le van taron edificios para uso exclusivo de los occidentales (club, hipódromo, luga-res de diversión, etc.) y la vida de la ciudad se hizo aún más frenética si cabe. En tal situación estallaron nu merosas rebeliones contra los Qing, con el objetivo de lograr su de rro camiento y la expulsión de los ex tran-jeros. Las conspiraciones de las so ciedades secretas (Tría da, Loto Blanco, Taiping, Nian, etc.) se convirtieron en motines populares que afectaron a muchas regiones y a la pro-pia capital, que había perdido en beneficio de Cantón el puesto de motor económico del país. El movimiento boxer destruyó en 1901 el barrio de las legaciones occiden-tales. La respuesta de los ex tranjeros fue violenta: parte de la ciudad de Beijing sufrió muerte y des trucción. ❙ Años 1912-1949. La dinastía Qing cayó en 1911, y el estado se descompuso y per-dió la unidad política y administrativa. Durante el complejo período que va desde la proclamación de la República (1912) hasta la República Popular (1949), Beijing fue rehén de las sucesivas facciones que

se disputaban el poder: los Señores de la Guerra, las tropas de Chiang Kai-shek, los japoneses en 1935, otra vez el Guomindang en 1945 y en 1949 el Ejército de Libera-ción dirigido por Mao Zedong. En todo ese tiempo, Beijing no experimentó cambios urbanísticos significativos. ❙ La Ciudad Olímpica. En cambio, desde 1949 hasta nuestros días, la ciudad ha ex-perimentado grandes transformaciones. Se han derribado las mu rallas para facilitar el transporte y el ensanche urbano. Se han construido edificios modernos, sobre todo de uso público (escuelas, hospitales, mu-seos, oficinas, mercados, hoteles, etc.), y enormes barriadas para acoger a las masas procedentes del campo: Beijing ha pasado de ser una ciudad horizontal (extensa y con edificios bajos) a con vertirse en una ciudad vertical (ras cacielos, antenas de radio, etc.).

En estos últimos años se está llevando a cabo un costoso proyecto de re cu peración del patrimonio arquitectónico y artístico: al tiempo que se ensanchan los barrios periféricos para acoger a millones de per-sonas, se restauran y rehabilitan numero-sos monumentos del casco histórico para que puedan visitarse. Se han re cu perado templos abandonados y parte de la zona antigua se ha reservado completamente para la visita turística. Parques, museos y teatros son objeto de una política de man-tenimiento, igual que el recinto im perial de la Ciudad Prohibida y el Pa la cio de Verano. La celebración de la Olimpiadas en agosto de 2008 supuso un gran empuje para la re-novación de todas las infraestructuras. En resumidas cuentas, a pesar de la cantidad de rascacielos que se alzan en el centro de la ciudad, Beijing sigue con servando todo su en canto de capital de Oriente.

❙ VISITALo primero que llama la atención de Bei-jing son sus dimensiones: el mu ni ci pio se extiende a lo largo de 16.807 km2, entre Dingfuzhuang y Shijingyuan de este a oeste y de Qinghe a Nan yuan de norte a sur. La ciudad pro piamen te dicha abarca 300 km2, de los que 220 km2 constituyen el centro urbano. La red viaria se articula en cinco ani llos de circunvalación y 28 carreteras radiales. En las zonas donde aún no se ha producido ninguna acción de rehabilitación, se conservan los típicos barrios antiguos de callejas o hutong. Exis-

ten siete líneas de Metro, de las cuales dos son sobreelevadas, y una red de transporte público de su perficie entre el centro y la periferia. Un tren rápido une la estación de Dongzhimen y el aeropuerto internacional.

Antiguamente, la ciudad era de planta cuadrada, dividida en nueve sectores igual-mente cuadrados, cada uno de ellos con un 1/9 de la extensión total. Ése era el esquema de la ciudad ideal, un espacio que debía reflejar la geografía del cos-mos, tal como se concebía en el antiguo pensamiento chino. Tal esquema puede reconocerse aún en la zona de la Ciudad Prohibida, comprendida dentro del primer anillo de circunvalación. Las calles están trazadas a escuadra y la ciudad se desa-rrolla sobre un eje norte-sur, de acuerdo con la tradición geomántica.

En el centro está el antiguo recin to im perial de la Ciudad Prohibida; el eje es te-oeste divide la ciudad en dos sectores prácticamen te iguales y consiste en una in terminable cinta de asfalto con distintos nombres en ca da tramo. El más famoso es el de Chan g’an Jie, que atraviesa la plaza de Tian’an men y sigue al este por los nuevos barrios para extranjeros con las vivien das, oficinas y hoteles más grandes y lujosos de Beijing.

Moverse por Beijing

Desplazarse por Beijing puede resultar complicado por las dimensiones de la ciu-dad y del tráfico, siempre muy intenso. Se aconseja utilizar el metro (www.bjsubway.com): los nombres de las estaciones pue-den constituir una buena referencia; en ocasiones, para llegar al destino final es conveniente utilizar el taxi, económico y cómodo. Se desaconsejan los autobuses, siempre llenos y con los nombres de las paradas poco claros.

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TerriTorio y población

■ CHINA HOY: TERRITORIO Y POBLACIÓN

El marco geográficoChina (Zhong Guo, Estados del Cen tro) ha vivido en un aislamiento relativo de otras grandes civilizaciones, aunque siempre ha ocupado una posición he gemónica en Asia, tanto desde el punto de vista histó­rico como geo grá fico. Sus fronteras han sufrido frecuentes alteraciones a lo largo de la historia, pero ha conservado una enorme ex tensión de llanuras, montañas, de sier tos, bosques, costas, estepas, pra de­ras, bosques y campiñas, que se cuen tan entre las mayores y más importantes del continente asiático. Su extensión actual es de 9,6 millones de km2, esto es, el 6,5 por ciento de la superficie total del planeta; es el tercer país más extenso del mundo después de Rusia y Canadá. Abarca las zonas cen trales y orientales de Asia, con unos 5.500 km de norte a sur y 5.200 km de este a oeste. Su enorme extensión se aprecia al atravesar el país (por ejemplo, el trayecto en ferrocarril de Beijing a Cantón llevaba 24 horas –ahora 8 horas en alta velocidad– y el de Beijing a Ürümqui 60), y también se pone de manifiesto en los di­ferentes fe nó menos astronómicos debidos a la di ver sa latitud y longitud de regiones muy distantes entre sí. La diferencia del ángulo de incidencia solar es de unos 30° entre el norte y el sur, lo que se traduce en días más o menos cortos o largos en las

regiones septentrionales o meridionales del país; la diferencia horaria de este a oeste es de 4 horas, aun que todo el país se rige por la hora ofi cial de Beijing.

Los 20.000 km de fronteras dan también una idea de la inmensidad de China. Limita con Corea (nordeste), Mongolia (norte), Rusia (noreste y no roeste), Afghanistán y Pakistán (oeste), India, Nepal, Sikkim y Buthan (sur oeste), Birmania, Laos y Viet­nam (sur). Al sur queda el gran Mar de China Me ridional, colindante con Filipinas, Ma la­isia, Brunei e Indonesia, y al oeste el Mar de China Oriental, con Taiwan y Japón.

Las costas alcanzan 18.000 km. Al norte de la bahía de Hangzhou son bajas y are­nosas, mientras que al sur son rocosas. Las aguas litorales ofre cen abundantes recursos naturales: unas 1.500 especies de peces y gran des reservas de petróleo y gas natural. En la plataforma litoral se cuen­tan unas 5.000 islas, el 85 por ciento en la parte sur del Mar de China. La mayor es Taiwan (36.000 km2), seguida de Hainan (33.000 km2), Diaoyu, Chiwei (al nores te de Taiwan) y el archipiélago de Nansha, más al sur. La orografía es extremadamente variada, con gran des diferencias de altitud entre las diferentes regiones del país: desde los 8.848 m del Everest (Qomolangma) hasta los 154 m bajo el nivel del mar del oasis de Turfan, Xinjiang, al nor oes te.

Cabe destacar cuatro rasgos de la geo­grafía física de China: las grandes diferen­cias de latitud, causantes de las diferencias climáticas entre norte (zona fría) y sur (zona subtropical); las grandes diferencias de longitud, que originan entre la costa y el interior fenómenos como los monzones, que influyen tanto en las precipitaciones como la temperatura; la complejidad oro­gráfica, determinante de los asen tamientos de población y las varie da des agrícolas; además, el impacto sobre el te rritorio de la varias veces milenaria acción del hombre, que ha remo de lado suelos para su cultivo, modificado cursos de agua mediante obras de ingeniería hidráulica, deforestado (y re forestado a partir de 1949) e in dus tria­lizado regiones enteras con sus ló gi cas secuelas ambientales.

Las regiones naturales y los asen tamientos de poblaciónLas cadenas montañosas que de li mitan las llanuras permite subdividir China en seis regiones naturales.

El Tíbet, que se encuentra a 5.000 m de altitud y ocupa la cuarta parte del territo­rio nacional, compuesto por cordilleras, llanuras y cuencas ro dea das de las cadenas de Karakorum y Kunlun y las estepas de de Qinghai; aquí nacen los grandes ríos que sir vieron de base a las antiguas ci vi­li za cio nes asiáticas: Huang He (Río Ama ­ri llo), Yangtze, Mekong, Indo, Gan ges y Brahmaputra.

El Xinjiang al noroeste, que ocupa la sexta parte del territorio nacional, con las altas montañas de Tian Shan que sepa­ran las estepas desérticas del desierto de Taklamakan.

China septentrional, con las estepas de Mongolia y la gran zona del curso medio del Huang He (Río Amarillo) a partir de las regiones montuosas de Gansu, las mesetas de Shaanxi y Shan xi y la llanura densa­mente poblada. Los depósitos aluviales del Huang cubren todas estas regiones (unos 600.000 km2) y constituyen un terreno muy fértil de limo amarillento (loess) que llega a alcanzar 150 m de espesor.

China nororiental, antes llamada Manchuria, con llanuras, colinas y re lie­ves montañosos de escasa altitud, abierta al Mar Amarillo.

China meridional, con el fértil valle del Yangtze en el centro y un paisaje de llanu­ras aluviales donde se con centra la mayo­ría de la población, al contrario que en las zonas montañosas poco pobladas; al oeste de la región el paisaje presenta curiosas forma cio nes montañosas en forma de pan de azúcar, debidas a la erosión cárstica.

China suroccidental, con la fértil lla­nu ra del Chengdu y sus típicas co li nas con bancales para el cultivo agrí co la.

Los rasgos de cada una de estas regiones son determinantes en el asen tamiento y las migraciones de la po bla ción. Por ejemplo, el Tíbet, con sus inhóspitos macizos y gla­ciares, está prácticamente deshabitado, y la escasa población es mayoritaria mente nó ma da, salvo unos cuantos núcleos urba nos. En cambio, las llanuras fluvia­les están densamente pobladas, pue blos y ciudades forman parte de un pai sa je donde la agricul tura florece. La este pa mongol, con sus extensiones de pastos y zonas de­sérticas, ha favore cido el nomadeo, igual que el Xinjiang, donde apenas llueve y el modo de vida es bási ca mente pastoril. Por el con trario, la lla nura manchú es herbosa y fértil, lo que ha favorecido el desarrollo agrí cola y la sedentarización de la po bla ción.

Esta configuración topográfica ha in­fluido en las migraciones humanas. Está demostrado que todos los flujos migratorios de animales, homínidos y seres humanos prehistóricos siguieron rutas fácilmente identificables en el mapa físico de China, pues bordearon montañas, atravesaron va­

Putuo Island, en Yunnan

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TerriTorio y población

■ CHINA HOY: TERRITORIO Y POBLACIÓN

El marco geográficoChina (Zhong Guo, Estados del Cen tro) ha vivido en un aislamiento relativo de otras grandes civilizaciones, aunque siempre ha ocupado una posición he gemónica en Asia, tanto desde el punto de vista histó­rico como geo grá fico. Sus fronteras han sufrido frecuentes alteraciones a lo largo de la historia, pero ha conservado una enorme ex tensión de llanuras, montañas, de sier tos, bosques, costas, estepas, pra de­ras, bosques y campiñas, que se cuen tan entre las mayores y más importantes del continente asiático. Su extensión actual es de 9,6 millones de km2, esto es, el 6,5 por ciento de la superficie total del planeta; es el tercer país más extenso del mundo después de Rusia y Canadá. Abarca las zonas cen trales y orientales de Asia, con unos 5.500 km de norte a sur y 5.200 km de este a oeste. Su enorme extensión se aprecia al atravesar el país (por ejemplo, el trayecto en ferrocarril de Beijing a Cantón llevaba 24 horas –ahora 8 horas en alta velocidad– y el de Beijing a Ürümqui 60), y también se pone de manifiesto en los di­ferentes fe nó menos astronómicos debidos a la di ver sa latitud y longitud de regiones muy distantes entre sí. La diferencia del ángulo de incidencia solar es de unos 30° entre el norte y el sur, lo que se traduce en días más o menos cortos o largos en las

regiones septentrionales o meridionales del país; la diferencia horaria de este a oeste es de 4 horas, aun que todo el país se rige por la hora ofi cial de Beijing.

Los 20.000 km de fronteras dan también una idea de la inmensidad de China. Limita con Corea (nordeste), Mongolia (norte), Rusia (noreste y no roeste), Afghanistán y Pakistán (oeste), India, Nepal, Sikkim y Buthan (sur oeste), Birmania, Laos y Viet­nam (sur). Al sur queda el gran Mar de China Me ridional, colindante con Filipinas, Ma la­isia, Brunei e Indonesia, y al oeste el Mar de China Oriental, con Taiwan y Japón.

Las costas alcanzan 18.000 km. Al norte de la bahía de Hangzhou son bajas y are­nosas, mientras que al sur son rocosas. Las aguas litorales ofre cen abundantes recursos naturales: unas 1.500 especies de peces y gran des reservas de petróleo y gas natural. En la plataforma litoral se cuen­tan unas 5.000 islas, el 85 por ciento en la parte sur del Mar de China. La mayor es Taiwan (36.000 km2), seguida de Hainan (33.000 km2), Diaoyu, Chiwei (al nores te de Taiwan) y el archipiélago de Nansha, más al sur. La orografía es extremadamente variada, con gran des diferencias de altitud entre las diferentes regiones del país: desde los 8.848 m del Everest (Qomolangma) hasta los 154 m bajo el nivel del mar del oasis de Turfan, Xinjiang, al nor oes te.

Cabe destacar cuatro rasgos de la geo­grafía física de China: las grandes diferen­cias de latitud, causantes de las diferencias climáticas entre norte (zona fría) y sur (zona subtropical); las grandes diferencias de longitud, que originan entre la costa y el interior fenómenos como los monzones, que influyen tanto en las precipitaciones como la temperatura; la complejidad oro­gráfica, determinante de los asen tamientos de población y las varie da des agrícolas; además, el impacto sobre el te rritorio de la varias veces milenaria acción del hombre, que ha remo de lado suelos para su cultivo, modificado cursos de agua mediante obras de ingeniería hidráulica, deforestado (y re forestado a partir de 1949) e in dus tria­lizado regiones enteras con sus ló gi cas secuelas ambientales.

Las regiones naturales y los asen tamientos de poblaciónLas cadenas montañosas que de li mitan las llanuras permite subdividir China en seis regiones naturales.

El Tíbet, que se encuentra a 5.000 m de altitud y ocupa la cuarta parte del territo­rio nacional, compuesto por cordilleras, llanuras y cuencas ro dea das de las cadenas de Karakorum y Kunlun y las estepas de de Qinghai; aquí nacen los grandes ríos que sir vieron de base a las antiguas ci vi­li za cio nes asiáticas: Huang He (Río Ama ­ri llo), Yangtze, Mekong, Indo, Gan ges y Brahmaputra.

El Xinjiang al noroeste, que ocupa la sexta parte del territorio nacional, con las altas montañas de Tian Shan que sepa­ran las estepas desérticas del desierto de Taklamakan.

China septentrional, con las estepas de Mongolia y la gran zona del curso medio del Huang He (Río Amarillo) a partir de las regiones montuosas de Gansu, las mesetas de Shaanxi y Shan xi y la llanura densa­mente poblada. Los depósitos aluviales del Huang cubren todas estas regiones (unos 600.000 km2) y constituyen un terreno muy fértil de limo amarillento (loess) que llega a alcanzar 150 m de espesor.

China nororiental, antes llamada Manchuria, con llanuras, colinas y re lie­ves montañosos de escasa altitud, abierta al Mar Amarillo.

China meridional, con el fértil valle del Yangtze en el centro y un paisaje de llanu­ras aluviales donde se con centra la mayo­ría de la población, al contrario que en las zonas montañosas poco pobladas; al oeste de la región el paisaje presenta curiosas forma cio nes montañosas en forma de pan de azúcar, debidas a la erosión cárstica.

China suroccidental, con la fértil lla­nu ra del Chengdu y sus típicas co li nas con bancales para el cultivo agrí co la.

Los rasgos de cada una de estas regiones son determinantes en el asen tamiento y las migraciones de la po bla ción. Por ejemplo, el Tíbet, con sus inhóspitos macizos y gla­ciares, está prácticamente deshabitado, y la escasa población es mayoritaria mente nó ma da, salvo unos cuantos núcleos urba nos. En cambio, las llanuras fluvia­les están densamente pobladas, pue blos y ciudades forman parte de un pai sa je donde la agricul tura florece. La este pa mongol, con sus extensiones de pastos y zonas de­sérticas, ha favore cido el nomadeo, igual que el Xinjiang, donde apenas llueve y el modo de vida es bási ca mente pastoril. Por el con trario, la lla nura manchú es herbosa y fértil, lo que ha favorecido el desarrollo agrí cola y la sedentarización de la po bla ción.

Esta configuración topográfica ha in­fluido en las migraciones humanas. Está demostrado que todos los flujos migratorios de animales, homínidos y seres humanos prehistóricos siguieron rutas fácilmente identificables en el mapa físico de China, pues bordearon montañas, atravesaron va­

Putuo Island, en Yunnan