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Capitulo XIII ACUSACION Solemne dentro de su uniformemilitar que aprisionaba un abultado abdomen,elgeneralBelisarioLosadasepusodepiespa- radarlecturaalapiezaacusatoria .Secalóunosespejuelosde doradosarosycomenzó : SeñoresVocales : Jamássobrelasuperficiedelplaneta,enpartealguna del mundocivilizado,sehapresentadoantesusjuecesunreodemás monstruosatallaqueelquetenéispresente,ninuncaquizáslavin- dictapúblicahamostradomásindignacióncontraelcrimennipro- curadoconmásinterésquelajusticiaseabrapasoatravésde todaslasdificultadesyvengaaejercerunministerioconlaseve- ridadquecrimentancomplejoytanhorrorosoexige .Amimeha tocado,señores,elpenosoencargoderepresentarelministeriopú- blicocomofiscalacusadorenestecélebrejuicio,yaunquecarezco delasdotesnecesariasparadesempeñarlucidamenteestamisión, noobstanteprocurarécumplirlaenlamedidademisfuerzas,que escuantosepuedeexigirenelcumplimientodeldeber . Niquéhamenestertampocoeneldesempeñodesucometido quientienelaconcienciaíntimadequeobraenestrictajusticiay quesupalabraeslavozdelasociedadultrajadaensusmáscaros intereses,quepideelcastigodelcriminal .SI,señores :lavozque enestosmomentosresuenaenvuestrosoídosygolpeaenvuestros corazonesllamandoavuestrasconciencias,noeslavozdeAbel contraCaínpidiendoelcastigodelfratricida ;noesladeNoécon- traCammaldiciendoalhijodesnaturalizado ;noesladeJosécon- trasushermanos,acusándolosdeperjurioyconcusión ;noessi- quieraladeciertadeidadpaganacontraEróstratoexigiendoque seborresunombredelamemoriadelosvivosparaqueelincen- diariodeltemplonologreelresultadoquesepropuso ;noestam- pocolavozdeRomaantelasllamascontraeltiranoNerón,nila deNapoleóncontraelregicidaOrsini,niladeGuillermocontra Nebiling,niladeAlejandroIIcontraelnihilismo,niladeThiers contralosincendiariosdesucasa,niladelarzobispoDarboiscontra susasesinosenBicetre ;noesnadadeesto,señores ;esalgomás -49-

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Capitulo

XIII

ACUSACION

Solemne dentro de su uniforme militar que aprisionaba un

abultado abdomen, el general Belisario Losada se puso de pies pa-ra dar lectura a la pieza acusatoria. Se caló unos espejuelos dedorados aros y comenzó :Señores Vocales :

Jamás sobre la superficie del planeta, en parte alguna delmundo civilizado, se ha presentado ante sus jueces un reo de másmonstruosa talla que el que tenéis presente, ni nunca quizás la vin-dicta pública ha mostrado más indignación contra el crimen ni pro-curado con más interés que la justicia se abra paso a través detodas las dificultades y venga a ejercer un ministerio con la seve-ridad que crimen tan complejo y tan horroroso exige . A mi me hatocado, señores, el penoso encargo de representar el ministerio pú-blico como fiscal acusador en este célebre juicio, y aunque carezcode las dotes necesarias para desempeñar lucidamente esta misión,no obstante procuraré cumplirla en la medida de mis fuerzas, quees cuanto se puede exigir en el cumplimiento del deber .

Ni qué ha menester tampoco en el desempeño de su cometidoquien tiene la conciencia íntima de que obra en estricta justicia yque su palabra es la voz de la sociedad ultrajada en sus más carosintereses, que pide el castigo del criminal . SI, señores : la voz queen estos momentos resuena en vuestros oídos y golpea en vuestroscorazones llamando a vuestras conciencias, no es la voz de Abelcontra Caín pidiendo el castigo del fratricida ; no es la de Noé con-tra Cam maldiciendo al hijo desnaturalizado ; no es la de José con-tra sus hermanos, acusándolos de perjurio y concusión ; no es si-quiera la de cierta deidad pagana contra Eróstrato exigiendo quese borre su nombre de la memoria de los vivos para que el incen-diario del templo no logre el resultado que se propuso ; no es tam-poco la voz de Roma ante las llamas contra el tirano Nerón, ni lade Napoleón contra el regicida Orsini, ni la de Guillermo contraNebiling, ni la de Alejandro II contra el nihilismo, ni la de Thierscontra los incendiarios de su casa, ni la del arzobispo Darbois contrasus asesinos en Bicetre ; no es nada de esto, señores ; es algo más

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que todo esto. Es la voz de todas las naciones civilizadas de la tierraque tenían intereses y vínculos de todo linaje en la ciudad inter-nacional de Colón destruida adrede por el fuego ; es Francia, Ale-mania, Austria, Inglaterra, Rusia, Bélgica, Turquía, España, Portu-gal, es la Europa toda; es la China, es el Japón ; es toda la Américadel Norte íntegra ; es la América del Sur ; es el mundo entero queviene aquí, señores jueces, a pedir por mi conducto el castigo quemerece el fiero criminal que a sabiendas y con la premeditación demuchos días puso fuego a esta ciudad llamada a ser la primera delas marítimas; mi voz, señores, es el grito de la conciencia universalque se subleva contra el cobarde incendiario de Colón, contra PedroPrestán y sus cómplices .

Para mayor claridad y mejor ilustración de vuestro juicio, di-vido este alegato en cinco partes.

Primera : Preparativos del crimen y amenazas de que se co-metería .

Segunda : Ejecución .Tercera : Consecuencias . Responsabilidad .Cuarta : Resumen de las pruebas contra Prestán y algunos

otros .Quinta :

Conclusión .

He demostrado, señores vocales del Consejo, que Pedro Pres-tán ayudado de sus gentes, puso fuego a la ciudad destinada a in-mortalizar el nombre del ilustre genovés Colón, después de madurapremeditación para destruirla, insultando al mundo con la roja lla-ma del incendio, con los ayes de las víctimas que pedían misericor-dia y no la encontraban, con los cadáveres medio carbonizados delos que quedando envueltos en la inmensa hoguera, no pudieronescapar de ella ; con los náufragos que se arrojaron al mar y pere-cieron en sus ondas por huir de las llamas, con los infelices quesiendo ricos el día anterior, quedaron reducidos a la miseria sin unmendrugo para satisfacer el hambre ni un andrajo para cubrirse ;con la pérdida de muchos millones de pesos representados en edi-ficios, almacenes, muelles, máquinas e instrumentos de trabajo yvehículos de traslación; con el cuadro, en fin, más desolador, máshorrible y doloroso que las furias infernales han podido inventar .¿Qué falta ahora por hacer? A vosotros os toca resolverlo . Es avosotros, señores jueces de esta respetable Corte Marcial, que oscorresponde calmar la inquietud y ansiedades con que mira el mun-do la existencia de este monstruo enemigo de la humanidad y de lacivilización. ¿Qué digo? de esta fiera que no tuvo consideración nicon su propia familia, cuyas propiedades redujo a cenizas y cuyosseres dejó en el sucio monte de la miseria . ¿Y de qué manera se

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puede hacer ésto? Inhabilitándosele para dañar en lo sucesivo a sussemejantes, haciendo con él lo que se hace con el lobo que devoralos ganados de la dehesa; lo que se hace con la pantera que salehambrienta de su cubil y viene en busca del viajero para satisfacersu voraz apetito desgarrando sus pechos inermes y bebiendo su san-gre inocente . Esto quiere decir, señores, que a este hombre hay quequitarle la vida y que debéis condenarlo al último suplicio . Sólo asíhabréis satisfecho al mundo y salvado a Colón de una gran respon-sabilidad . De otro modo mereceremos los colombianos el dictado desalvajes .

He dicho .

El general en función de acusador sacó de un bolsillo traserodel pantalón un amplio pañuelo que pasó por su rubicunda cara.Las barras no premiaron su elocuencia con un solo aplauso . Prestánhabía permanecido atento a la perorata y con frecuencia apuntabacon un lápiz en una hoja de papel .

A poco, el acusado fue autorizado para responder al acusadory comenzó su . alegato de defensa sin otra referencia escrita que losapuntes que había tomado a lápiz .

Fue impresionante ver a aquel hombre que no pesaba más deciento quince libras, con su rostro cetrino y enfermizo, metido enropas civiles que le venían anchas por lo mucho que había adelga-zado en los últimos meses de desgaste, encierro y preocupaciones,erguirse ante sus jueces con vistosos uniformes entorchados y no-toriamente cargados en su contra .

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Capítulo

XIV

DEFENSA DE PRESTAN

Señores miembros del Consejo de Guerra :

Sé que cuantas razones yo aduzca para llevar al criterio de us-tedes la convicción de mi inocencia han de ser infructuosas . Estoycondenado a priori y mi muerte ha de ser el holocausto de la Rege-neración de Núñez a las divinidades airadas de los intereses extran-jeros .

La voz de Prestán, que comenzó apenas perceptible, fue su-biendo hasta adquirir la altura necesaria para llegar a las barras conclaras tonalidades de barítono,

-Es revelador --continuó- que toda la acusación contra mí estébasada en las declaraciones de cuatro extranjeros desconocedorescasi todos ellos hasta de nuestro idioma . En la lista de testigos enmi contra no aparece un solo nombre de nuestra gente raizal . Niun solo colombiano ha declarado en mi contra . Tampoco ha habidotestimonio de nacional alguno a mi favor, pero ello se debe a quelos testigos presentados por mi no han sido oídos . El Tribunal queme juzga no ha logrado localizar siquiera a uno de ellos, de maneraque nos encontramos frente al caso insólito de que se va a juzgara un individuo sin que se haya efectuado una sola de las pruebassolicitadas por él en su carácter de defensor de sí mismo .

Yo no espero, pues, justicia sino condena y bien podría aho-rrarme mi defensa si no fuera porque yo tengo una conciencia his-tórica que no puedo, ni quiero, ni debo acallar . Dejo en el mundo auna madre, a varios hermanos, a una mujer y una hija y quiero quedespués de mi inevitable y cecana muerte, mis palabras de hoy sir-van de estímulo para la búsqueda de la verdad, que ha de ser mireivindicación y la dignidad del nombre que lego a mi esposa y amí hija. Y aún aliento la esperanza de que del seno de este mismotribunal militar en el que figuran personas que por delicadeza de-bieron excusarse de juzgarme por ser mis enemigos políticos, surjaalguien deseoso de encontrar la verdad después de mi muerte yaliviar su conciencia de haber intervenido en una intriga urdida enmi contra.

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¿Cómo he de esperar yo justicia de ustedes? El día 6 de mayode este año la justicia de Rafael Núñez representada en Rafael Re-yes me ejecuto dos veces en las personas de dos compañeros dearmas míos : el haitiano Pautrizelle y el jamaicano George Davis, másconocido por el apodo de Cocobolo . Los dos, desde luego, eran decolor. El haitiano subió al cadalso estoicamente y hasta ayudo a suverdugo, quitándose el sombrero, a que le colocara el nudo estran-gulador. El otro, Cocobolo, pidió aguardiente, mucho aguardiente,para llegar al patiulo en estado de inconsciencia . Ambos proclama-ron su inocencia hasta última hora . Todo fue inútil . Eran cómplicesde Prestán. Si a ellos los ahorcaron por cómplices míos, ¿qué puedoesperar yo? Una justicia que condena por adelantado a los cómpli-ces para después juzgar al autor principal, ¿es acaso justicia?

Para que se me juzgara con ecuanimidad tendría que, ocurrirun imposible: que Patrizelle y George Davis regresaran de los pre-dios de los muertos a los de los vivos para que su causa fuera con-siderada aquí a mi lado, juntos, como sindicados por el mismo cri-men, el más horrible que registra la historia, según mi ilustre acu-sador. Pero muertos ellos por mano de verdugo como cómplicesmíos, ¿qué puede aguardarme a mí, sindicado como autor principaldel hecho?

Los hombres que desde la altiplanicie cundinamarquesa hanfraguado esta forma sui-generis de juzgarme, un tribunal militardentro del derecho de gentes, esos hombres que han mandado alIstmo sus enviados especiales a cancelar mi caso, no esperan que,después de la condena de dos de mis compañeros de armas acusadosde cómplices míos, yo resulte absuelto. La Regeneración sufriría conello una terrible sacudida y las bases mismas de la nación acaso sederrumbarían. ¡Prestán absuelto! (Imposible) ¿Y qué explicación da-remos a los extranjeros, de esa absolución? ¿Qué dirían los gringos?¿Qué la Compañía del Ferrocarril? ¿Qué la Mala Real?

Prestán, el mulato, concitó sobre él el odio de los hombresblancos cuando puso sus manos en cuatro de ellos para retenerlosen rehenes por las armas que vinieron en el vapor "Colón" y queno se entregaban por orden del Cónsul de los Estados Unidos. Unhijo del Caribe, surgido como si dijéramos del arroyo cartagenero,cuyos padres fueron un marino antillano y una simple lavandera,oso agarrar a cuatro exponentes de la Raza Maestra . Eso jamás ha-bía ocurrido y para que no ocurra de nuevo, hay que hacer un es-carmiento ante los ojos del mundo . Lo ideal sería que se pudieralevantar una horca alta, muy alta, para que todos los blancos delmundo vieran cómo muere el mulato que se atrevió a alzar la ma-no contra algunos de ellos .

Mi ilustre acusador, el general Belisario Losada, ha dicho aquícosas que merecen ser comentadas . Mas antes quiero felicitarlo porsu buena memoria. Ha hilvanado aquí citas históricas que parecen

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surgidas de la mente fresca de un recién graduado bachiller enHumanidades. Nos ha hablado de Noé, de Caro, de Abel, de Caín, deEróstrato, de Nerón, de Napoleón, de Alejandro Segundo y de mu-chos otros personajes de la historia y el mito, pero no nos ha dichopor qué no se ha hecho comparecer uno solo de los testigos aduci-dos por mí. En cambio, con un aplomo que ojalá lo acompañara enlos campos de batalla, ha dado por sentado que ha probado mi cul-pabilidad como si ella pudiera deducirse de los cuatro testimoniosde extranjeros traídos aquí por la acusación a declarar sobre cosasde referencia, sin que uno solo haya dicho que me vid quemando aColón o que me oyó ordenar su incendio .

Es más que evidente que la acusación ha querido cubrir la fa! .ta de pruebas con una frondosidad verbal que no denuncia sino pocaconvicción. Para el general Losada, yo soy el criminal más mons-truoso que ha dado la especie humana . Francia, Alemania, Austria,Inglaterra, Bélgica y hasta Rusia y Turquía piden ¡ni muerte . Hom-bres que viven en zonas remotas, sin el menor conocimiento de lavida colombiana, han llegado a convencerse de que yo incendié aColón, cuando ni siquiera los que me van a condenar han formadode ello una convicción . No lo cree la gente sencilla que forma labarra de esta audiencia, porque ella sabe que Prestán no es cobarde,como osó decir el acusador, quien jamás se habría atrevido e decir-melo frente a frente de no encontrarme yo en las circunstanciasque ahora me agobian .

-¡Silencio! ¡Silencio!- ordenó el presidente de la audienciaante los gritos de solidaridad con el acusado que se dejaron oír enel público. -¡Silencio o hago despejar!

Los soldados que guardaban el orden se aprestaron para eldesalojo y el público volvió a la calma.

-Yo incendié a Colón -continuó Prestán-- porque dije quesi salía derrotado, lo incendiaría. En palabras que se me atribuyenha basado principalmente su cargo la acusación . Yo no recuerdohaber dicho jamás tales palabras, pero aun si las hubiese dicho,ello no podría aducirse como prueba concluyente en mi contra. Yoamenacé, y eso si lo reconozco, con fusilar a los rehenes que tomépara obligar a que se me entregaran las armas que trajo para miel vapor Colón. Púselos en libertad cuando se me dió palabra deque las armas me serían entregadas. Tal palabra fue incumplida porlos blancos que me la dieron, entre ellos un agente consular de losEstados Unidos. Yo volví a tomar a varios de los rehenes que ha-bla puesto libres cuando la palabra de entregarme las armas fueincumplida . Pero yo, pese a que estaba justificado, pues había sidovíctima de un engaño y en ello me iba la vida misma, como se haprobado después, no fusilé a los rehenes. En tiempos de guerra, ba-jo imperativos de vida o muerte, se hacen por razones de estrategiaamenazas que no se cumplen . Yo no cumplí la de fusilar a los re-

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henes. Yo, el más abominable de los monstruos, según mi acusador,no quise pasar por las armas a hombres indefensos, aunque estabaseguro de que con uno sólo que hubiese fusilado, las armas habríancaído en mis manos como fruta madura .

Yo confieso que de las amenazas que se me atribuyen hay unaque si proferí y que estuve dispuesto a cumplir . Dije repetidasveces que si del buque de guerra norteamericano Galena se dis-paraba a la costa un solo tiro o si se intentaba hacer un desembar-que de hombres armados extranjeros en Colón, yo tomaría las másextremas represalias contra los conciudadanos de las fuerzas inva-soras y juro que estaba dispuesto a cumplir mi amenaza . Soy Co-lombiano. Circunstancialmente, ejercía mando sobre parte del te-rritorio nacional y era mi obligación preservar la tierra patria dela intervención extranjera. He visto siempre en el tratado Mallari-no-Bidlack que concede a los Estados Unidos el derecho a intervenirpara mantener el orden en un sector de nuestro territorio, una en-trega virtual de parte de nuestra soberanía, una señal de debilidaddel gobierno de Colombia . Yo quise evitar el precedente de unaintervención armada de los Estados Unidos en nuestro territorio .No lo logré y me temo que la intervención de fuerzas armadas nor-teamericanas en el Istmo ponga en peligro la integridad de la Pa-tria en el futuro . Quiera Dios que esté yo en un error y que elmañana me desmienta, Pero he vivido largos años con la gente dePanamá, a la que me siento muy afín y sé que en el istmeño hayun germen secesionista que en lo porvenir puede fructificar con laayuda de una nueva intervención extranjera que ya tendría un pre-cedente. El destino me evitó cumplir la amenaza que lancé parapreservar la integridad de la soberanía colombiana,

Mí mayor crimen es haber salido derrotado, Cuando vi a Colónperdido para la causa revolucionaria, hice lo que todo capitán entales circunstancias, desde Aníbal y Pompeyo, hasta Napoleón, SanMartín y Bolívar: retirarme para rehacer la lucha por mi causa .

Fue así cómo al atardecer del 31 de marzo, con un puñado decompañeros de armas, busqué escaparme en unos rústicos cayucosque encontré en la playa . Se me ha informado que hombres arma-dos de los Estados Unidos, desembarcados para asegurar el orden enColón, estuvieron a punto de disparar contra mi y contra mis com-pañeros, La mano generosa de un caballero europeo detuvo la des-carga criminal. No todos los blancos tienen la sed de mi sangre queparece aquejar a otros, inclusive a muchos colombianos .

Fui a buscar refugio en las toldas de copartidarios míos alza-dos contra la Regeneración de Núñez . Tras mi se lanzaron comofieros lebreles unidades de guerra extranjeras . Mis compañeros dearmas, ante la coacción de un oficial norteamericano, me pidieronque abandonara el campamento . Todos me cerraron las puertas yme retiraron su protección, tal como ocurrió a Aníbal cuando fugi-

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tivo de los romanos buscó refugio en la corte del Rey Prusias . Peroyo no quise, como el capitán cartaginés, librar a mis enemigos desus terrores apurando un veneno. Acepté ser prisionero con la es-peranza de que recibiría tratamiento de guerrero derrotado . Esa es-peranza se desvaneció cuando me cargaron de cadenas y me trajerona Colón en un barco europeo y con custodia colombiana .

¿Qué puedo yo esperar de ustedes, mis juzgadores, enemigosmíos, cuando la fuerza coactiva extranjera obligó a mis amigos ycompañeros de causa a desampararme?

Quise ser defendido por uno de los mejores abogados libera-les de Colombia: el doctor Pablo Arosemena . El varón que iniciósu hombría acusando al dictador Mosquera no negaría su ayuda aquien se levantó en armas contra un mandatario que por si y antesí decapitó una constitución y asumió la dictadura, Pero el doctorArosemena no sólo rehusó defenderme, sino que en su negativa mecondenó . Comprendí entonces que Ira inútil buscar abogado, Losmejores no arriesgarían malquistarse con los poderosos intereseseconómicos que las grandes empresas extranjeras y el gobiernonorteamericano tienen en el Istmo, asumiendo mi defensa. A la pos-tre, pensarán todos, ¿quién es Pedro Prestán? Un mulato inquieto .un revolucionario profesional que si ahora no va a la horca, morirácualquier día en la comisión de una nueva aventura descabellada,impulsado por sus ideales utópicos de democracia y libertad .

Yo me anticipo a perdonar a mis verdugos, que no son precisa-mente los que con sus manos pondrán el dogal que aquí se ha tejidopara mi cuello con fibra falsa. Y apelo ante la historia, seguro deque ella me hará justicia, limpiará el baldón que hoy cae sobre míy los míos y pondrá su estigma sobre quienes me llevan al patíbulomás por obedecer a consignas de lo alto y complacer a un poderextranjero que por convicción de mi culpabilidad .

Dispongan ustedes de mi destino, señores miembros del tribu-nal militar, que ya yo he dicho cuanto tenía que decir .

Las barras se agitaron inquietas cuando Prestán terminó sudiscurso. Este, agotado por el esfuerzo oratorio, cayó casi desploma-do sobre su silla. Estaba empapado en sudor, más por su estado denervios que por la temperatura tibia de la tarde .

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CapítuloXV

EL VEREDICTO

La audiencia se suspendió tan pronto Prestán terminó su de-fensa. El sindicado fue retirado de la sala bajo escolta y el tribunalpasó a deliberar. Los jueces no se tomaron mucho tiempo para lle-gar a una conclusión y a las siete y media de la noche estaba re-dactada y firmada la sentencia, Sólo el vocal istmeño, José C. deObaldia, se opuso a la condena a muerte, lo que no se hizo constaren el acta .

El segundo y el más breve de los "considerandos" afirmabaque "la opinión pública manifestada de diversos modos", condena-ba unánimente a Prestán como inmediato y principal responsablepor el incendio de Colón .

En verdad, la masa colonense no se declaró un momento encontra del sindicado . Prestán gozaba de una caudalosa popularidadentre la gente sencilla, pero el estado de terror que prevalecía des-de la ejecución de Cocobolo y Pautrizelle refrenaba toda manifesta-ción a su favor. La horca montaba guardia de silencio frente a loshechos .

LA ESTRELLA, el periódico más importante del Istmo enton-ces, se había parcializado contra el hombre en desgracia . El mismodía de la audiencia, 17 de agosto, este diario publicaba un sueltolleno de implicaciones contra Prestán.

"Hoy será juzgado en consejo de Guerra de oficiales Genera-les -decía la información- el reo Pedro Prestán, sobre quien pe-san tremendas acusaciones. No será esta por cierto la primera vezque PRESTAN comparece ante un tribunal de justicia acusado deasesinato. Ya es conocido ante los tribunales ; pero si antes fueronabogados sus jueces, hoy éstos son severos militares que van a juz-garlo con todo el rigor de la ley militar .

"No queremos adelantar el fallo del Consejo, 61 sabrá mejorque el mundo entero lo que deberá hacerse con Pedro Prestán, Loque él decida será justo.

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"Lo preside un joven General, Ramón Ulloa, a quien el Istmoestima y respeta por las nobles cualidades que lo adornan por susantecedentes puros y su conducta durante la actual campaña .

"Los vocales, el Juez Fiscal y el Auditor son todas personas dereconocida competencia" .

LA ESTRELLA preparaba la opinión pública para un fallo con-denatorio. Pero como ocurre siempre en casos como el que se ven-tilaba, la manifiesta parcialidad periodistica envalentonó a los queya habían condenado en su corazón al sindicado, mas los que creíanen la inocencia del reo no cambiaron en un ápice su convicción, sibien callaron su protesta por temor a caer en las garras de la auto-ridad .

La parte resolutiva del fallo decía :"Condenar al reo PEDRO PRESTAN como principal responsa-

ble del delito de incendio con circunstancias agravantes, a ser ahor-cado mañana a las doce del día en esta ciudad, en el mismo sitioen que lo fueron sus cómplices Cocobolo y Pautrizelle .

"Notifíquese al reo y dése cuenta con copia de esta sentenciaal señor Comandante de la plaza, quien queda encargado de la eje-cutoria, al señor Jefe Civil y Militar del Estado y al señor Presiden-te de la República".

Prestán fue notificado inmediatamente del fallo y se preparó aafrontar la muerte con estoicismo y espíritu cristiano .

Ya Camile Rostand se había encargado de entregar a su mujer,María Félix, la carta que con anticipación y seguro de su condenale había él escrito .

-Morir -pensaba el reo- es cosa ineludible . Siempre he vi-vido familiarizado con la muerte y jamás la he rehuído . Me duele,sí, dejar a los míos en desamparo . Marta Félix, mi hija Mari, a quiendi el nombre de América por el que nunca la he llamado, mis her-manos, unos pobres que no han logrado adquirir una cultura, Porrara ironía, voy a morir a la misma edad que Cristo ; treinta y tresaños y como El, en un patíbulo. Si El, que fue santo y manso, sufrióel ultraje del cadalso ¿qué mucho que yo, hombre de pasiones, delucha y de sangre, sea llevado también al cadalso?

En una pequeña mesa de roble encontró Prestán recado de es-cribir. Se dedicó a hacer una carta para su amigo Bergman, por laque le pedía que reivindicara su nombre . Le repugnaba la idea depasar a la historia como un criminal, como el incendiario de Colóny no como el revolucionario opuesto a los que desde el mando vio-laron el orden constitucional para asumir la dictadura, y el adalidde los hombres de color que no habían logrado conquistar el res-

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peto de los blancos y con el la dignidad humana, después de la abo-lición de la esclavitud .

Terminada la carta, se echó sobre el estrecho camastro que lehabian deparado sus carceleros . Su memoria fue recorriendo su pre-térito desde su más tierna niñez . Guardaba un recuerdo bastanteclaro de su padre. Era un recio marino de tez oscura que la pasabacasi siempre en viajes. Llegaba a Cartagena periódicamente, con re-galos para su madre, para el y sus hermanos . A los pocos días, em-prendía viaje nuevamente . Una vez se fue para no regresar más .Jamás se supo de el . Probablemente pereció en un naufragio .

No recordaba días de prosperidad o siquiera de mediano pasaral lado de su madre. Esta se dedicaba a lavar para familias acomo-dadas, pero lo que por su trabajo recibía era insuficiente para elsostenimiento de la casa.

A los seis años lo mandaron a una escuela donde aprendió aleer, escribir y las cuatro operaciones e hizo amigos y adversariosentre sus condiscipulos . A poco, se distinguió entre sus compañeros,no sólo por su clara inteligencia sino por su carácter fuerte y auto-ritario al par que generoso y resuelto. A los once años capitaneabauna banda de muchachos que lo admiraban y seguían en sus juegosy remedos de batallas. Con ellos recorría los viejos castillos y for-talezas. Amaba, sobre todo, llevar a sus muchachos a fingidos com-bates contra Vernon, el almirante ingles que trató inútilmente detomar a Cartagena a mediados del Siglo XVIII . Otro grupo, acaudi-llado por un mozuelo de familia bien, representaba a Vernon enesos contrahechos combates . Pedro, enardecido por la lucha, llevabaa sus "hombres" al frente, lo que frecuentemente terminaba enviolentas riñas . Se sentía héroe y soñaba con llegar a hombre paracombatir "enemigos" .

Como en la casa apremiaban las necesidades, apenas apuntabala adolescencia de Prestán cuando este tuvo que buscar trabajo . Elcapitán abandonó la escuela para hacerse carretero . La carreta noera de el. La recibió en alquiler y tenía que pagar al fin de la jor-nada lo que correspondía al amo. Pero Prestán era diligente . Tra-bajó mucho, de sol a sol, en el transporte de mercancías y toda cla-se de cargas del muelle a los almacenes y tiendas de la ciudad . Fuede lento crecimiento. Era el más bajo y delgado de los mozos de suedad, pero todos lo respetaban por su carácter .

Sólo gastaba en lo indispensable . Se hizo económico en ex-tremo, pues deseaba seguir estudiando y hacerse medico o abogado .

Un día dispuso trabajar tan sólo en las más tempranas horasde la mañana y en las últimas de la tarde asistir al Colegio Araujo .Sus horas de sueño eran pocas y muchas las de trabajo y estudio . Sedecidió por la abogacía, ya porque era profesión que se podía ejercer

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sin diploma, ya porque correspondía más a su temperamento apasio-nado. Amaba las lenguas y aprendió con bastante corrección el fran-cés y el inglés . Leía vorazmente los más variados géneros de lite-ratura .

Habla entrado apenas a la mayoría de edad cuando dispusotrasladarse al Istmo. En Colón logró medro como abogado . Adquiriópropiedades. Tuvo la desgracia de matar a un hombre a quien lehabla ganado un pleito, Fue frente a una carnicería . Su enemigodisparó cinco veces contra él sin dar en el blanco . Entonces Prestándisparó . Fue un solo tiro . El contrincante cayó muerto inmediata-mente. Un jurado de abogados, de hombres de leyes, absolvió alreo .

Después . . . vino su matrimonio y su primera y única hija . Mástarde, las conspiraciones, Su trato con los grandes liberales colom-bianos, sus cargos públicos. Su elección para la Asamblea del Esta-do de Panamá . Sus amigos. Y al fin, la aventura de Colón que ahoralo llevaba al lazo fatal. Pautrizelle le había dejado una carta escri-ta sin duda bajo presión de la autoridad, pero donde el inteligentehaitiano logró colar un breve párrafo que encerraba su pensamientoreal .

"Los colombianos no tienen la culpa -decía-. Los americanosque me tomaron en las calles de Colón, son ellos que son mis ase-sinos y no los colombianos" .

Sonrió amargamente Prestán en su soledad al pensar que ha-cía poco su patria había adoptado un nuevo nombre: "Los EstadosUnidos de Colombia". ¿No respondería más a la realidad "Colom-bia de los Estados Unidos?"

Ya en la madrugada el condenado cayó en un sopor Inquieto .Había pedido que temprano le llevaran un sacerdote. Quería morirdentro de su religión, de la que nunca había renegado .

Con el alba entró a su celda el carcelero para llevarle café ypan. El no probó siquiera el café . Tenía varios días de tomar tansólo agua .

Poco después llegó el sacerdote y Prestán se dispuso a recibirlos sacramentos prescritos para el que va a morir .

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Capitulo

XVI

EL CADALSO

Un sacerdote de nombre Federico Suárez, natural de Gatún,asistió a Pedro Prestán en sus últimos momentos . El ministro reli-gioso permaneció al lado del condenado casi hasta la hora en queéste había de ser llevado al patíbulo, que era la del medio día .

Se había dispuesto que Prestán fuera ahorcado públicamente,para que sirviera de escarmiento social. Se colocó un carro de ferro-carril frente a la estación. Sobre la plataforma se puso un cajón .Una fila doble de soldados protegía el cadalso contra cualquier ten-tativa por parte del pueblo de rescatar al condenado, que bien sa-bían las autoridades que era grande la simpatía de las masas porel revolucionario en desgracia .

Prestán custodiado por fuerte guardia, pasó por entre la mul-titud con rostro sereno. Los soldados mantenían al público alejadodel camino que recorría el condenado .

-¡Viva Pedro Prestán! ¡Abajo los verdugos extranjeros y na-cionales!- gritó alguien de la multitud, mientras un sombrero depaja ya harto usado recorrió en espiral el espacio para ir a caer alos pies del reo .

Varios guardias trataron de echar mano al audaz que habíaosado hacer aquella manifestación de repudio a la muerte del cau-dillo liberal. Fue inútil. La multitud se encargó de ocultar en suseno al joven campesino, soldado de Prestán en la última lucha,oriundo de Chiriquí y de nombre Octavio Aguirre .

No hubo ninguna otra manifestación a favor del reo. Este su-bió la empinada escalerilla que conducía a la plataforma fatal .

Una vez en el cadalso, Prestán se dirigió al pueblo .

-¡Soy inocente!- gritó con voz desgarrada .- La presión deuna potencia extranjera me trae a la horca . ¡Conciudadanos! Rei-vindicad mi memoria y vigilad por la integridad de Colombia ame-nazada por la intervención yanqui! ¡Muero perdonando a mis ene-migos y rogando a Dios por el bien de la Patria!

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El verdugo pasó de arriba abajo sobre la cabeza del condenadoun lazo que luego ciñó al cuello . La cuerda estaba a horcajadassobre una polea que se había fijado en una viga sobresaliente deltecho de la estación. Daba la impresión de que Prestán era sacrifi-cado a la empresa que más había sufrido con el incendio de Colóny contribuido como ninguna otra a su condena .

Ya asegurado Prestáis al lazo ejecutor, el carro fue movido . Elcajón resbaló de los pies de Prestán . Eran exactamente las 12 y 12minutos. El cuerpo hizo una trágica pirueta en el vacío . Parecíamás un muñeco que un ser humano . Lo que por un momento pa-reció un muñeco movió los brazos a los veinte segundos para llevar-se las manos a la cara. Convulsionóse el cuerpo por más de un mi-nuto antes de quedar inmóvil y laxo como un fruto macabralmentemadurado .

Cinco minutos después de haber sido Prestán lanzado al vacío,los médicos lo declararon muerto .

La multitud miraba atónita aquel horroroso espectáculo . Acasopara algunos hubo un goce morboso en la contemplación de lasconvulsiones de las piernas, en aquel baile aquelárrico en el aire,en la fuga de la vida de aquel hombre de indomable dinamismo,

Desde la baranda de una barraca inmediata, unos doce extran-jeros, empleados de la Compañía del Ferrocarril, de la Mala Realy de otras empresas, contemplaban la ejecución, acompañados dealtas autoridades civiles y militares de la Regeneración .

Camile Rostand se encontraba entre la multitud . Su fina sen-sibilidad de francés culto y su simpatía por Pedro Prestán, su ami-go desde su arribo al Istmo, el padrino de su hijo, de quien habíasido confidente hasta las puertas de la muerte, lo hacían sufriraquella escena con intensidad casi insoportable . Estaba presto areclamar el corazón del ajusticiado para hacerlo llegar a María Fé-lix o llevarlo él personalmente, de ser necesario .

Habla dejado en su casa, al cuidado de María de los Angeles,a la esposa del infortunado revolucionario y a América, su hija .María Félix estaba desesperada, sacudida por continuas crisis ner-viosas. América, muy niña, no parecía darse cuenta de la tragedia .

La soga que sostenía el cadáver fue suelta del poste que leservia de sostén y resbaló con un ligero gruñido metálico de la ga-rrucha. El cuerpo de Prestán cayó Inerme en la tierra blanda . Dossoldados lo tomaron, el uno por los hombros y el otro por las pier-nas, para conducirlo a un edificio particular, donde se le Iba a ha-cer la autopsia .

Cuando se presentó Rostand a pedir el corazón de su amigo,fue informado de que la autopsia no se practicaría sino a las 4 y 30de la tarde y con toda cortesía se le pidió que regresara a csa hora .

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Puntualmente volvió el ingeniero galo al improvisado anfitea-tro.

Dos médicos de la Compañía del Ferrocarril, los doctores Qui-jano Wallis y A . Bonilla, asistidos por dos facultativos más, de lamisma empresa, voluntariamente se ofrecieron a practicar la ope-ración póstuma. Ninguna autoridad civil ni militar la presenció, sibien dieron anuencia para la auscultación del ejecutado . Acudieronvoluntariamente al acto necrológico "varias personalidades notablesdel Istmo", como reza el acta .

Los médicos hicieron constar sus observaciones en la siguienteforma :

"RELACION de las lesiones anatomo-patológicas encontradasen el cadáver del señor PEDRO PRESTAN :

"Habiendo practicado con las formalidades científicas, el exa-men necrópsico del cadáver del señor Prestán, cuatro horas despuésde la ejecución por la horca en Colón, el día 18 de Agosto de 1885,resultó el siguiente :

"1.-CEREBRO.- Peso total del cerebro incluyendo el cerebe-lo, 1.443 gramos. Volumen considerable ; desarrollo notable de loslóbulos anteriores de los hemisferios. cerebrales, especialmente delizquierdo. Abundancia de la sustancia gris, diseminada en las cir-cunvalaciones cerebrales . La masa cerebral izquierda mucho máscongestionada que la opuesta, y hemorragia producida en el cuerpocalloso, todo originado por la naturaleza de la muerte que sufrió .

"2.-CORAZON.- Peso del órgano, 300 gramos . Aumento con-siderable de volumen. Conformación normal de las válvulas y en-grosamiento de las paredes del órgano. Aorta normal . Desarrolloconsiderable de los vasos propios del órgano .

"3.-PULMONES.- No ofrecían lesión alguna particular .

"4.-HIGADO.- Un poco aumentado de volumen y congestio-nado,

"5.-VASO.- Hipertrofia esplénica propia de los climas enque habitó el individuo .

"6-ORGANOS digestivos, en bastante estado de vacuidad .

"7.-ORGANOS genitivo-urinarios, no ofrecían ninguna lesiónparticular .

"8.-Enflaquecimiento general y una cicatriz de herida de ar-ma de fuego, situada en la región superior del homoplato derecho .

"El corazón del señor Prestán, debidamente embalsamado ypreparado para su conservación, será consignado a su señora deacuerdo con la última voluntad de Prestán" .

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No le fue posible a Camile Rostand conseguir que le entrega-ran allí mismo la vfcera cordial de su amigo . Se le dijo que el doc-tor Quijano Wailis quedaría encargado de ello, una vez que lo hu-biese embalsamado o preparado convenientemente .

El cadáver fue enterrado en Monkey Hill sin ceremonia algunay en tumba solapada .

Doña María Félix, en vista de que las gestiones de Rostand nodaban resultado, escribió al doctor Quijano Wallis en solicitud delcorazón de su marido . Días después, con fecha de 3 de octubre deaquel año, el galeno dirigió a la desconsolada viuda la siguiente carta,de su puño y letra"Señora María P. de Prestán. Colón ."Estimada Señora :

"Me refiero a su atenta carta de fecha 28 de septiembre último .

"Dispuesto como me hallaba para enviar a Ud . el frasco quecontenía el corazón de su difunto esposo, preparado en alcohol fe-nicado, dispuso el General Montoya, Presidente del Estado, que nose efectuara tal comisión y que se entregara a la autoridad para serinhumado. En efecto, fue tomado en mi Botica por el Comandantede policía con el objeto expresado, el día 2 del presente mes .

"Como no me era dado contrariar la providencia del Gobierno,siento que por esta circunstancia no me sea posible complacer a Ud .en su justo deseo .

"Me suscribo de Ud, atto. S . S .,"D. Quijano Wallis" .

¡El corazón del Durandalte cartagenero no llegó a manos de suBelerma1

jEt odio implacable de los agentes de la Regeneración en elIstmo burló la voluntad del revolucionario liberal!

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Capítulo

XVII

DOS FRANCESES CONVERSAN

Desde el porche de un chalé del sector francés de Colón, pocosdías después de la ejecución de Pedro Prestán, dos franceses con-templaban la ciudad .

El día había sido lluvioso . Era la tarde y el sol se manteníaoculto por una gruesa capa de nubes grises.

-Lloverá de nuevo -dijo el galo que parecía más joven, mien-tras recorría con sus ojos azules el panorama desolador que presen-taba la ciudad ya limpia de ruinas, sobre la que se levantaban múl-tiples tiendas de campaña para alojar provisionalmente a las quincemil personas que el siniestro dejó sin techo, y los paramentos de lasnuevas edificaciones que se adelantaban con rapidez .

-Sí, sin duda volverá a llover- convino su interlocutor .- Co-lón es muy lluvioso . A un prominente panameño tan hiperbólicocomo un marsellés, le oí decir que cuando él recibía cartas de Colón,para leerlas tenía que abrir un paraguas .

Los dos franceses estaban sentados en amplios sillones de bam-bú. Por delante tenían una botella de Hennessey de la que se habíanservido sendas copas .

-¡Lástima de ciudad destruida! -comentó el más joven trasun par de minutos en que ambos callaron.- ¡Oh!, ¡si hubiera llo-vido el 31 de marzo como ha llovido hoy!

-Pero no llovió, amigo Rostand -comentó el mayor con unaleve sonrisa- y me parece académico especular sobre cómo habríanpasado las cosas si hubiese llovido . Marzo es mes seco en estas lati-tudes, hasta en el tórrido Colón .

-Sí, así es- dijo pensativo el joven . -Pero yo no puedo ale-jar mi pensamiento totalmente de los hechos relacionados con el in-cendio. Fui amigo de Pedro Prestán y presencié su ejecución, Yonunca había visto ejecutar a un hombre,. ¡Es terrible, señor Bunau-Varilla !

-Sí, debe serlo- convino éste. -Yo he visto muchas cosashorrorosas en la vida. Ya podrá usted imaginarse mis experiencias

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en Suez y mi participación en la guerra franco-prusiana . Pero enverdad, nunca he visto ahorcar a un hombre . No presencié la eje-cución de Prestán . Tengo por principio evitarme preocupacionesinútiles. Además, lo de Prestán era un asunto de la política colom-biana que no me concernía a mí ni a la Compañía del Canal .

-En ello diferimos ún poco, señor Bunau-Varilla- dijo Ros-tand con ligero acento agresivo. -El caso de Prestán era algo pro-fundamente humano. Jamás he visto otro hombre sobre quien gol-peara con tanta furia la aversión del destino . Un humilde mulatocolombiano que se empeñó en adquirir una cultura y en lograr paraColombia un régimen de democracia y justicia como él lo concebía .Se equivocó en sus métodos, indudablemente, pero no merecía latragedia que cayó sobre él para aplastarlo,

-Todo eso es cierto, mi querido Rostand, pero nosotros no es-tamos aquí para juzgar sino para abrir un canal . Por eso se nos pa-ga; por eso hemos abandonado nuestra patria y venido a tierra insanay no debe ser otra nuestra preocupación .

-Tiene usted razón -convino el joven- mas ello no impideque discutamos el caso de Prestán como si se tratara de una tragediagriega, Yo he pensado mucho sobre el parecido que hay entre elahorcado del 18 del pasado mes de agosto y los personajes de Eurí-pides, Esquilo y Sófocles . Yo traté bastante a Prestán . Era un es-píritu inquieto y atormentado, con una suerte de Atrida . Pienseusted en ese hombre de orígenes humildísimos a quien llegan a per-seguir barcos de guerra de una nación joven y vigorosa, que buscarefugio entre sus compañeros de armas y éstos lo lanzan hacia susperseguidores que lo llevan hasta el patíbulo, tras un juicio groseroy descaradamente arbitrario . Jamás se le probó que él incendió aColón .

Bunau-Varilla abrió una magnífica sonrisa bajo su bigote casta-ño. Sus ojos grises brillaron un momento para clavarse luego en lalejanía. Tras breve silencio dijo

-Amigo Rostand, yo seguí bastante de cerca el caso de su ami-go porque no podía sustraerme a conocer . Es verdad, como le dijehace poco, que nosotros vinimos aquí a abrir un canal, no a espe-cializarnos en política colombiana. Pero ¿cómo evitar uriosear porlo menos sobre ciertas cosas? Y mi convicción es que Prestán nopuso fuego a Colón, o por lo menos, que no se adujo prueba conclu-yente de ello. Y si no fuera por lo que llaman razón de Estado, nome explicaría su ejecución, ¿ Cómo puede achacarse a un hombreel incendio de una ciudad de madera en plena estación seca y cuandoen ella se ha estado librando una batalla? Lo sorprendente hubierasido que Colón no hubiese ardido .

-Sin embargo -observó Rostand- Prestán murió creyendoque en 10 del incendio hubo mano criminal. Su última carta para

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su amigo Bergman es una excitativa a éste para que dé con los ver-daderos responsables.

-Ofuscaciones, amigo Rostand y sobre todo, temperamento .Prestán era demasiado exaltado para entender las cosas en términosecuánimes. Colón habla ardido . El no lo incendió, luego fueron susenemigos los que lo incendiaron . Pero de todas maneras lo habríancondenado . Era la consigna de los políticos pérfidos de la altipla-nicie. La verdad es que si ha habido culpable, ha sido el gobiernocolombiano por su incapacidad para mantener el orden en su terri-torio y no haber hecho uso de tacto político para evitar la revolución .Esto ha andado y sigue andando anarquizado . Hasta hace poco, nin-guna persona con sentido de responsabilidad quería ser prefecto deColón . Y lo triste es que los gobernantes de Colombia han encon-trado una solución en la aplicación, por parte de los norteamericanos,del tratado Mallarino-Bidlack, que permite a éstos garantizar con susarmas el orden en Panamá y Colón . Al desembarcar tropas yan-quis en Aspinwall, Colombia perdió allí su soberanía . . .

-Prestán sabía que ésto sería así -interrumpió Rostand . -Else opuso al desembarque y amenazó con disparar contra los hombresde armas extranjeros si lo intentaban estando la plaza en sus manos .

-Sí. Y esa fue la causa principal de su muerte. Los gringosnunca le perdonaron que él se atreviera contra ellos . Pero eso noes problema nuestro, insisto . Antes, yo creo que la Compañía delCanal sale favorecida en este negocio . Nosotros necesitamos que ha-ya orden, y si Bogotá no puede garantizarlo, que lo garantice Washing-ton. Además, el porvenir es muy incierto y nosotros no sabemos sialgún día nustros intereses serán salvados por los Estados Unidosen contraposición a los políticos ineptos e incomprensivos de Bogotá .

Rostand se puso pensativo, como si tratara de penetrar en laspalabras un tanto sibilinas de su paisano y protector . Al cabo de unrato preguntó :

-¿A qué se debe que usted me haya llamado? ¿Simplementepara comentar conmigo lo de Prestán?

-Mi querido amigo, nada grave me ha hecho llamarlo -dijoBunau-Varilla, -Creo que ya la tormenta pasó, mas hubo un mo-mento en que los gringos y los funcionarios colombianos lo mirabana usted con harta desconfianza y hasta llegaron a insinuarme si noseria prudente separarlo a usted del Istmo siquiera por un tiempo .Pero yo vadeé la tormenta .

¿Y qué cargo me hacían, si se puede saber.?-Pues de ser amigo de Prestán, de simpatizar con su causa, de

protegerle su familia y hasta de haber ayudado a que el barco Colóntrajera un armamento de los Estados Unidos, destinado a él.

Palideció visiblemente Camile Rostand al oir las últimas pala-bras de su paisano,

-Fui amigo de Prestán -contestó con calor . -Yo no soy hom-bre de prejuicios raciales. Vi en él a un hombre inteligente, de mu-

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cho coraje, un idealista . Me pareció todavía joven para rectificar yascender por caminos menos violentos que los que él mismo escogióy basta traté de disuadirlo de su prurito revolucionario . Jamás loimpulsé a la lucha ni le ayudé en manera alguna, Todavía no sécómo hizo él para que le enviaran las armas, pues ni cuando lo visitéen la cárcel él quiso decírmelo. Sin duda estaba protegiendo a ami-gos que sí le ayudaron,

-Yo le creo a usted, amigo Rostand, no se preocupe -tranqui-lizó Bunau-Varilla-. No he pensado sacrificarlo a usted ante ningúnMoloch. Mas quiero que sepa que sus malquerientes se han metidotambién en su vida íntima . Un puritano gringo vino a hablarme deque usted tiene una unión ilegítima. Por poco le suelto la carcajadaen sus barbas . ¿Qué me va ni me viene a mí que un ingeniero dela Compañía Francesa se acueste con la mujer que tenga a bien,mientras ésta no sea la mía? Yo estoy seguro de que los jóvenesfranceses que han venido a trabajar en Panamá no hicieron voto decastidad antes de atravesar el Atlántico .

Camile Rostand guardó silencio. Entendía la postura muy fran-cesa de su superior, pero no le agradaba su cinismo .

-Sí, mi querido Camile -dijo el cabo Bunau-Varilla. -Yo séque usted tiene una querida y que la tiene bajo su mismo techo, enla casa que le proporcionó la Compañía . Sé también que se la trajoconsigo por temor, justificado luego, de que Colón fuera incendiado .Buen cálculo . Nuestro sector no ha perdido una sola casa. Peroóigame un consejo . Le anticipo que si no lo sigue mi posición serála misma: usted podrá retener su querida mientras quiera y dondequiera. Pero si le es posible, sáquela de aquí . Alójela en Gatún oen cualquier punto de la Línea, que facilidades para ir a vería lesobrarán, o si se siente muy ligado a ella, cásese .

-Yo hubiera preferido no hablar de ésto -dijo Rostand- peroya que usted me obliga, hablaré. Yo amo a la mujer que llaman miquerida. No me caso con élla, no porque no quiera, sino porque nopuedo legalmente hacerlo. Me ha dado un hijo que ahora tiene pocosmeses y a quien adoro, Si el puritano gringo que busca saciar susapetitos carnales en los prostíbulos de esta ciudad se ofende con esoy exige mi salida de . . .

-No, no se precipite, querido Camile -manifestó Bunau-Varilla. -Mi consejo es para su tranquilidad . Creo que una casitaen Gatún, a orillas del Chagres, es una buena atracción. Pero si loprefiere, quédese como está .

-Me parece bien a primera impresión -convino Rostand.-Con todo, voy a pensarlo .

Había anochecido. Contra las predicciones de los ingenieros,la lluvia no había vuelto . Sobre un cielo de cobre la luna nuevaapuntaba sus agudos cuernos, ya próxima al ocaso .

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SEGUNDA PARTE

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CapítuloXVIII

GATUN

Contrario a la isla de Manzanillo, unida al continente por unrelleno para hacer posible el primer ferrocarril transcontinental delmundo, el pueblo de Gatún fue separado de tierra firme por un canaly convertido en una ínsula del Chagres . Una parte de la corrientedesviada recibió el nombre de Canal Francés y otra el de Legron enhomenaje al ingeniero galo que dirigió los trabajos de canalización.

El tren se detenía en la margen oriental del Chagres . Era elsegundo punto de parada de norte a sur. En el pueblo eran muypopulares unas décimas que en parte decían :

Saliendo el tren de ColónMonkey Hill, que es el primero,y por segunda razón,de Gatún y un tercero .

Los pasajeros de Panamá o Colón con destino a Gatún, bajabanal andén cementado, frente a un edificio con piso alto . La cargacon destino al pueblo era recibida allí por un empleado de la Compa-ñía del Ferrocarril . Pasajeros y bultos se transportaban en cayucosa través del canal hecho por los franceses .

Las casas de Gatún eran pequeñas, cubiertas de techos pajizosy de zinc, sombreadas por árboles frutales y cocoteros .

Una iglesia de madera y zinc se erguía sobre una plataformade cemento con gradas. Acaso porque el campanario, también demadera, no prestaba resistencia para soportar el peso de las cam-panas, las dos con que contaba el pueblo habían sido colgadas de unaviga sostenida por dos recios pilares .

La economía de los gatuneros dependía primariamente del ba-nano cultivado a orillas del Chagres y sus afluentes más inmediatos .De las fincas se traían los racimos en largos cayucos y se vendíanallí a los intermediarios de Colón o a sus agentes . En trenes de car-ga especiales se transportaba la fruta a la ciudad atlántica, distantede la estación de Gatún quince minutos por ferrocarril .

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Treinta centavos oro era el precio de un racimo de banano, loque se tenía por bueno dado el alto valor adquisitivo del dinero enaquellos tiempos .

La gente era cordial y honrada. Había pocos blancos, abunda-ban los mulatos y predominaban los negros, todos en ejemplar in-tegración .

El escaso elemento extranjero estaba compuesto por algunasunidades antillanas y un chino dueño de una tienda de ultramari-nos adicionada por una cantina y un patio donde se reñían galloslos domingos de la estación seca . José María, que era el nombrecristiano del asiático, se había unido a mujer nativa y hablaba suespañol limpio de erres. .. Se había adaptado del todo al ambientegatunero y se le tenía como miembro prominente de la colectividad .

A la sombra de la estación se formó lo que dieron en llamar elcorregimiento de Jamaiquilla, poblado de antillanos, ingleses y fran-ceses.

La revolución que llevó a Pedro Prestán al cadalso tuvo sus re-percusiones en Gatún. El cura del lugar, venezolano de nacimientoy de nombre Rogelio María Ruiz, fue muerto a tiros en la cantinadel lugar, como secuela violenta de una discusión política . El padreRogelio. como era llamado por toda la comunidad, tenía sus ideasliberales, en lo cual andaba muy identificado con su grey . Cuandoel doctor Rafael Núñez decapitó la Constitución de Río Negro yllamó a colaborar con él a los conservadores, el padre Ruíz tomó elasunto muy a pecho . En los momentos en que derrochaba denuestoscontra el gobierno frente a un nutrido grupo de parroquianos, entróel agente del orden público del lugar, un centrano a quien apodabanGrillo por su voz chillona, y autoritariamente lo mandó callar .

El sacerdote se consideró ofendido, increpó a Grillo y levantóel bastón para castigarlo . El policía deenfundó su revólver y ul-timó a tiros al párroco .

La población se sintió consternada ante el inusitado aconteci-miento. Grillo estuvo a punto de ser linchado, pero la autoridad seimpuso y, protegido por el alcalde, fue detenido en la forma queéste consideró más segura y enviado a Colón para su juzgamiento .

Gente sencilla y crédula era la gatunera y no tardó en arraigaren ella el temor de que la muerte del padre Rogelio ocurrida en supueblo trajera sobre él la maldición del Cielo . Los vecinos de lasotras poblaciones de La Línea, llevados por esa tendencia muy dealdeanos de hacer mofa y escarnio unos de otros, dieron en llamar11

mata-curas" a los gatuneros, sin que pararan mientes en que elmatador del sacerdote no era de Gatún y ni siquiera istmeño .

A aquel medio fronterizo llegó, ya en las postrimerías de 1885 .María de los Angeles con su hijo de meses .

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Los gatuneros fueron prontos en demostrar a los recién llega-dos su hospitalidad y no dejó de influir en ellos haberse dado cuentade que era ella la mujer de un ingeniero francés de la Compañíadel Canal . Los franceses eran bien vistos por los nativos de todaslas razas y mestizajes, sin duda por más cordiales que otros extran-jeros y porque no manifestaban desprecio alguno por la gente decolor, muy al contrario de los gringos de la Compañía del Ferrocarril .

Instalóse María de los Angeles con su hijo en la casita que paraella compró Camile Rostand a nombre de ella y seguidamente acu-dieron varias vecinas a averiguar en qué podían servirles . Asistié-ronla en todos los detalles de arreglar su nueva morada y le reco-mendaron que tomara a su servicio una sirvienta que de mucho leserviría en la atención del niño y en todos los quehaceres caseros .

Así, entró a .yacer parte de la familia una muchacha negra denombre Martina, poco mayor de diez y ocho años, falta de letraspero muy despierta de entendimiento .

Cuando Camile Rostand dejó instalada su familia, regresótranquilo a su campamento, seguro de que ella quedaba en mediocordial y al abrigo de todo peligro. Salvo los raros casos en que sele enviaba a misión lejos de ciudad de Lesseps, el ingeniero cruzabatodas las noches en bote .

No faltaban personas de cultura y buenas maneras con quienesalternar en aquel pueblecito segregado de la tierra firme y dedicadoa labores rústicas . Vivían allí parientes cercanos de las Salazar, lasbuenas mujeres bajo cuyo techo pasó María de los Angeles sus añosde orfandad anteriores a su unión con Camile Rostand . Los Cerezo,los Puyol, los Ayarza, los González, los Rodríguez, eran ejemplaresrepresentantes de la clase media istmeña y no pocos de ellos teníanversación en asuntos de historia y de política .

No era raro que en la salita de la casa de Marta de los Angeles,a la luz de unas lámparas de querosín de suaves reflejos de oro, sereuniera periódicamente una media docena de contertulios a con-versar con el ingeniero, siempre afable en sus maneras y generoso debuenos vinos franceses .

La vida se deslizaba tranquila y segura para María de los Ánge-les, cuya mente no parecía turbarse nunca por la preocupación delmañana .

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Capítulo

XIX

A ORILLAS DEL CHAGRES

Dos años habían transcurrido desde la ejecución de Prestan .Colón, bajo el impulso económico de sus actividades portuarias ypor los dispendios de la Compañía Francesa del Canal, se había le-vantado de sus cenizas . Nuevos hoteles y establecimientos comer-ciales resurgieron sobre los muladares y charcos de la ciudad .

La plata corría a manos llenas . El sueldo de un jornalero erade un dólar ochenta por día y el de un artesano o mecánico, decinco. El valor adquisitivo del dinero era varias veces superior alde hoy y se derrochaba con inusitada despreocupación en las casasde juego, tabernas y lupanares, al punto que se vivía al día .

Los ingenieros y altos dignatarios de la empresa gala disfruta-ban de sueldos fantásticos y se hacían construir cómodas y carasmansiones. También ellos arrojaban improvidentemente sus ganan-cias en las ruletas que sangraban a todos los trabajadores del Canal .los vinos y las mujeres tenían precios fantásticos. Se importaba elhielo artificial de los Estados Unidos . De mil libras llegaban dos-cientas, las que se vendían hasta a medio dólar la libra . Más tardealguien dispuso traerlo de Alaska, de condensación natural, y en-tonces el precio bajó a un centavo .

De Europa se traían caballos de carreras . Ocasión hubo en quese contaron cien . los establos y el mantenimiento corrían a cargode la compañía canalera .

El peligro de morir de paludismo, de fiebre amarilla o por lapuñalada artera de un desalmado, llevaba a los hombres al gocedesenfrenado de los más torpes placeres . No había mañana en queno amanecieran varios cadáveres tirados sobre las charcas y depó-sitos de basura de la renaciente ciudad de Aspinwall Ya alguien lehabía advertido al conde Fernando de Lesseps : "Si así seguimos,todos los árboles del valle del Chagres no alcanzarán para las cruces

que se llevarán las tumbas ."

Camile Rostand se sentía asqueado de aquel ambiente. De sucampamento en Ciudad de lasseps pasaba todas las noches el Canalde Lebron en busca del calor de María de los Angeles y de su hijo .

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Una noche Rostand llegó a la casa tiritante de fiebre .

-Es la malaria que has contraído en este lugar insano -le dijoMaría de los Angeles. -Lo raro es que no te haya agarrado antes .

Rostand calló. A la verdad, tenía varias semanas de sentirsemal, mas había desviado las preguntas de su amante cuando a éstale parecía sentir que su temperatura había subido .

Esta vez el disimulo era imposible . Rostand guardó cama . Ensus delirios hablaba mucho y angustiosamente . Marta de los Án-geles entendía tan sólo los nombres propios . Chagres, el conde deLesseps, Bunau-Varilla, Prestán, Bellegarde y otros, sin duda de suscompañeros de trabajo con los que ella no estaba familiarizada .

María de los Angeles mandó un expreso al campamento francés .Vino un médico que hablaba español con acento gabacho .

-Menos mal, que no es fiebre amarilla -comentó después deexaminar al paciente . -No recomiendo llevarlo al hospital que te-nemos en Colón. Allá sin duda tendría la asistencia de las Herma-nas de San Vicente, pero los hospitalizados son tantos que no podríaser atendido debidamente . ¿Tiene usted experiencia en atención deenfermos? -preguntó luego a María de los Angeles .

Doctor: todas las mujeres que hemos vivido los cinco últi-mos años en Colón hemos tenido que atender enfermos de paludismo .Bajo sus instrucciones, yo creo que seré para Camile la mejor enfer-mera,-- fue su sencilla respuesta .

El médico recetó dosis espaciadas de quinina, bolsas de hieloen la cabeza ciando la fiebre era muy alta, estricta dieta de jugosde frutas cítricas y el mayor reposo .

Poco a poco Camile Rostand fué recobrándose de su ramal . Lasfiebres comenzaron a ceder . De cotidianas se hicieron tercianas .A los quince días estaba limpio de ellas . Pero se sentía débil en ex-tremo. Su moral dió evidencias de quebranto . Se sentaba en unabutaca, en el porche del chalé, subía a su hijito sobre las piernasy clavaba sus ojos en las aguas del Chagres . Frecuentemente aca-riciaba con una mano la cabeza del chiquillo y murmuraba

-Pauvre non petit fils! Pauvre mon chére petit Camile!Cuando María de los Angeles se acercaba a ellos, preocupada

todos sus momentos por la salud de su amante, éste callaba y sonreía .-Te oí decir algo, Camile, ¿Qué quieres? ¿Te sientes mal?-inquiría élla.

-No es nada, querida -contestaba él, -He sido tan feliz at¢ lado que mi mal es pago avaro por tanta dicha,

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Pero la verdad era que el desánimo se habla abierto paso ensu pecho al abrigo de su debilitamiento físico.

El Chagres lo obsesionaba . Era un río tan distinto al Ródano, acuyas orillas él creció, una larga y fecunda corriente de agua dócila la voluntad del hombre, camino abierto hacia el Mediterráneo, fe-cundador de valles, impulso de molinos, espejo de castillos y alque-rías, jardín de orillas florecidas en ciudades y villas hermosas yprósperas y ruta de barcos intercomunicantes de grupos humanosunidos por una lengua, una tradición, muchas luchas y muchas glo-rias comunes.

Frente a él estaba el Chagres, de orígenes inexplorados . Elhabía subido largo trecho de su corriente, en misión exploradoracon otros ingenieros franceses . Vió sus remansos poblados de cai-manes alertas a la proximidad de la presa, se sobrecogióde asombro ante sus orillas pobladas de intrincadas selvas y admirólos helechos gigantescos que narciseaban en sus aguas misteriosas .Sus pupilas reflejaron la entrega de los afluentes : Chagresito, Es-peranza, Piedras, Limpio, Chico . . . Le pareció el Chagres una divi-nidad salvaje, indomable y cruel. En la primera etapa del viaje en-contraron plantaciones de bananos, cañaverales y huertos crecidoscasi sin la atención del hombre . En ellos pasaron noches durmiendobajo pajizos techos y sintiendo los rumores de la selva fecunda eninsectos, reptiles, batracios y fieras . Muy adelante el hombre pare-cía cada vez más ausente . Se enrarecieron los bohíos habitados pornegros e indios de vida primitiva, separados unos de otros por va-rias millas de ribera selvática . Apenas pasaron unos kilómetrosarriba de la confluencia de Río Chico . Llegaron algo más allá dedonde hasta entonces se habían aventurado los europeos y acaso losmismos hijos de la tierra americana .

Sus recuerdos de aquella excursión eran coreados por los aulli-dos de las tribus de monos que acrobateaban en los árboles orille-ros, la risa desgarrada de las bandadas de pericos, el bullicio de losglaucos loros y las rotas banderas de los guacamayas .

No ignoraba Rostand la historia del Chagres . Por sus aguashabía pasado más oro que por cualquier otro río del mundo . Fueutilizado desde el arribo de los españoles al Istmo para cruzar de unocéano a otro . Sobre su superficie se escurrieron, cargadas de teso-ros de América para España y de productos ultramarinos para lascolonias, piraguas impulsadas por hombres de ébano traídos en es-clavitud desde Africa, y de indios sometidos a servidumbre por eldominador blanco. Piratas ingleses, franceses y holandeses se intro-dujeron por su desembocadura para arrancar parte de su presaamericana a los ibéricos . Y, como en todo punto donde los hombresacuden impulsados por la codicia, la sangre fue derramada pródiga-mente, sangre que el río recogió en sus linfas para llevarla comotributo al mar.

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Los franceses llegaron pocos años antes a corregir la omisiónde la Naturaleza de no haber dejado paso de un océano a otro a lolargo de todo un continente . El había oído las palabras de Fernandode Lesseps cuando vino a inaugurar los trabajos, Era imposible sus-traerse al entusiasmo de aquel hombre que, sin ser ingeniero ni geó-logo, logró llevar a feliz cabo la apertura del Canal de Suez paracomprometer más tarde su crédito con la empresa de la zanja ame-ricana,

Pero Rostand, pasado el efecto de las embriagadoras palabrasdel "Gran Francés", pudo analizar con su buen sentido de provin-ciano galo las posibilidades de éxito . Se habla dado cuenta del de-rroche Ingente de los dineros del pueblo francés, de cuya economíauna décima parte se invirtió en acciones de la compañía canalera ,

Los promotores del canal interoceánico estaban engañando a)pueblo francés y al mundo . Habían recurrido al soborno de funcio-narios, diputados y periodistas y propagado la falsa especie de queel cerro de Culebra contenía oro suficiente para cubrir los gastosdel Canal y dejar un óptimo beneficio a los tenedores de acciones .El sabía muy bien que aquello era fantástico y que la mole del cerro,en gran parte movediza, era un obstáculo casi insuperable a la inge -niería de entonces, para un canal a nivel, Los desprendimientos detierra reponían generosamente lo que las dragas a vapor restabana diario a costa de mucho dinero y de la salud y la vida de los tra-bajadores.

El oyó a Tracy Robinson, ingeniero norteamericano de la Com-pañía del Ferrocarril, cuando detuvo el entusiasmo contagioso del"Gran Francés" en presencia de una terrible creciente del Chagres,con una tajante observación :

-Una inundación como ésta -dijo- arruinarla vuestro canal .

Mas el conde de Lesseps contestó sin inmutarse :-Es verdad. Tenemos que desviar este río hacia el Atlántico

muy sobre la línea del canal . Se podrá hacer a poco costo. El canalserá hecho.

Al rememorar aquella escena de varios años atrás, Camile Ros-tand sonrió con amargura, El estaba persuadido de que sin un grandepósito que retuviera les aguas del Chagres y sin unas esclusas enel lado del Pacífico la empresa era imposible . En pleno goce de susalud y trabajando a toda capacidad, no se detuvo a pensar en todolo que significaba el fracaso, Mas ahora con el pesimismo sólito enlos estados de convalecencia y mirando de frente el río indomable Ytraicionero, el alma se le llenaba de angustia .

-Menos mal -pensaba- que no he cometido la torpeza de in-vertir mis economías en acciones y que he reservado mi dinero para

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cubrir por varios años mis necesidades y las de María de los Ánge-les y mi hijo. Pero, . . ¿qué nos deparará la vida más tarde?

Levantó con la mano izquierda la carita de Camilo y lo miró alos ojos. Eran oscuros como los de su madre . De él tenía la am-plitud de la frente, la nariz aquilina y los cabellos claros .

-Tú, hijo de América, -musitó- verás el Chagres encadenadopor el cerebro del hombre . Yo soy un derrotado del Viejo Mundo yme angustia pensar que acaso no logre velar sobre tu porvenir.

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CapítuloXX

EL CANAL DE HIERRO.

-Pueden venir los amigos a conversar con nosotros esta no-che- dijo Camile Rostand a María de los Angeles, -Me siento bas-tante mejor y un buen diálogo me haría bien .

La requerida mandó a Martina a avisar al mayor Bethaneourt,quien a su vez se encargó de citar al también mayor Gerardo Olivita,a Mateo Guardia, bananero de Ahorca Lagarto que con frecuenciavisitaba a Gatún, a Rodolfo Ayarza y a Etelvino Cerezo .

No se hicieron esperar los invitados . A las ocho estaban todosen casa de María de los Angeles, sentados con plena comodidad ysaboreando un excelente coñac francés. Camile Rostand presidíaaquel grupo de hombres tan disímiles a él, en cuyas opiniones pa-recía muy interesado .

La conversación recayó sobre la situación económica del mo-mento .

-Yo hallo que el único porvenir de nosotros los gatuneros -manifestó el mayor Olivita- sigue siendo el negocio del banano .El Ferrocarril Transístmico no ha traído a los panameños los bene-ficios que profetizaban los ilusos . A nosotros, los bananeros delChagres, si nos ha favorecido porque nos ha facilitado el transportede la fruta a Colón . No nos enriquecemos, mas ganamos lo sufi-ciente para vivir sin angustias . Pero entren ustedes a considerarqué nos queda, además del honor de tener el primer camino de hierrotranscontinental del mundo, de las ganancias de la Compañía delFerrocarril.

-En realidad, nada -confirmó el mayor Bethancourt. -Yo erade los optimistas, a pesar de lo que predijo el doctor Justo Arose-mena en su ensayo sobre el Estado Federal de Panamá . El analizóbien el asunto y afirmó que sólo el espíritu de ciertos visionariospodía concebir tantas esperanzas de riquezas como consecuencia delFerrocarril Transístmico. La realidad ha destruido muchas ilusiones .Antes, cuando se usaba el camino de Cruces, al menos ganaban lospeones, los muleros, los dueños de canoas, en fin, cuantos se ocupa-ban de transportar pasajeros y cargas de un lado al otro del Istmo .

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-Lo triste --comentó Mateo Guardia- es que el cuarto de mi-llón de dólares que la Compañía del Ferrocarril paga al gobiernocolombiano se va íntegramente para Bogotá y a la administración dePanamá no le queda ni para pagar los sueldos de los empleados pú-blicos. A mí todavía no se me alcanza por qué nosotros hacemosparte de Colombia, cuando nos independizamos por nuestra cuenta yhemos venido siendo sacrificados por el gobierno central .

-Voy a mi cuenta -dijo Olivita . -La Compañía del Ferrocarrilestá cobrando muy caros sus servicios. Nada menos que cincuentacentavos de dólar por milla, para pasajeros adultos . De maneraque para recorrer las casi cincuenta millas de distancia entre Panamáy Colón, hay que pagar veinticinco dólares . Para muchachos de seisaños hasta doce, cobra doce dólares y para menores de seis, ocho .Por equipaje cobra cinco centavos de dólar por libra . El que nopuede pagar tan altos precios por pasaje, puede viajar en los trenesde ganado por diez dólares y si quiere andar a pie de un terminala otro, se le permite mediante el pago de cinco,

-Llevas bien la cuenta, Olivita -observó el señor Ayarza .-Y todavía me queda mucho por decir -replicó éste .- Una

res vacuna es transportada por la Compañía del Ferrocarril por sietedólares y una caballar, por cuarenta, sin que la empresa asuma si-quiera la responsabilidad por lo que pudiera suceder a los animales .Por cada coco que transportan hay que pagar un, centavo de dólar ypor mercancía expresa exigen un dólar ochenta centavos por pie cú-bico . El oro y las joyas las transportan de acuerdo con su valor :veinticinco centavos por cada cien dólares . El carbón lo llevan deun lado a otro a cinco dólares la tonelada, sin asumir riesgos y . . . .en fin, que con tan elevados precios la Compañía está haciendo ga-nancias inigualadas por ninguna otra en el mundo. Y a la orilla dela vía férrea que lleva torrentes de oro a los accionistas de esta em-presa, viven los llamados "pueblos de La Línea" miserablemente . Lasganancias líquidas de la Compañía andan altísimas . Sólo al cerrarseel primer año de operación, en 1859, marcaron más de ocho millonesde dólares y aquello ha ido creciendo en progresión geométrica .Cuando estaba próximo a cancelarse el contrato y la empresa a pa-sar a manos del Gobierno, el que por toda compensación tenía quepagar a ésta cinco millones de dólares, lo que representaba menosde la ganancia de un mes de operación del ferrocarril, la Compañíamandó sus negociadores a Bogotá, de donde bajaron con una pró-rroga por noventa y nueve años, ¿Qué dió la Compañía en compen-sación? El cuarto de millón de dólares que viene recibiendo el go-bierno central sobre el 3% que antes daba de sus ganancias, unmillón en efectivo y una cantidad de pasajes libres para los em-pleados públicos. Eso es todo,

-Se te ha olvidado agregar, Olivita -apuntó Ayarza- que elgobierno concedió a la Compañía del Ferrocarril gran cantidad de

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tierras en las ciudades de Panamá y Colón . Colón particularmente,pertenece casi todo a la Panama Rail Road .

-Ningún colombiano ni extranjero -dijo Cerezo- puede com-prar un lote para edificar en Colón . La Compañía del Ferrocarrilno vende una pulgada . Sólo alquila periódicamente y cuando re-nueva los contratos de alquiler, sube el precio a su capricho .

-Y somos tan estúpidos -comentó Guardia- que cuando seinauguró el ferrocarril el gobierno declaró tres días de fiesta y hubofuegos artificiales, corridas de toros, carreras de caballos, cucañas,trenes gratuitos para circular de un extremo a otro de la vía y ban-quetes .

-Pero no negarán ustedes -apuntó Camile Rostand- que elFerrocarril ha traído muchas ventajas al Istmo . Se ha sustituido elviejo, peligroso y lento camino de Cruces por una vía férrea bastanterápida . Los ferrocarriles están impulsando el progreso en todo elmundo y no puede ser Panamá una excepción .

-Eso suena muy bonito, señor Rostand -dijo el mayor Olivita-pero en la práctica aquí el Ferrocarril Transístmico no nos ha de-jado ventaja alguna, salvo que usted considere ventaja lo que recibeel gobierno de Bogotá y que no se invierte en el Istmo . Yo quisierallevarlo a usted un día conmigo a lo largo de la vía férrea para quevea los pueblos . Sale usted de Colón, que dicho sea de paso es unaciudad desaseada y fea, y comienza a ver pueblos pequeños, chatos,sin asomo de prosperidad . Monkey Hill, Gatún, este Gatún nuestroque ya no es más que una islita llamada a desaparecer, Bohío, Frijo-les, Invernilla, San Pablo, Mamey, Gorgona, Matachín, Bajo Obispo,Alto Obispo, Las Cascadas, Emperador, Culebra, Paraíso, Pedro Mi-guel, Miraflores, Corozal, ¿qué son sino lugares miserables, lodososen invierno, polvorientos en verano, pegados como perros reciénnacidos a la teta estéril de la vía férrea?

-Ahora -dijo Cerezo- hay mucha circulación de dinero, comoconsecuencia de los trabajos del Canal Francés,

-Sí -dijo Olivita- pero el Canal terminará algún día y en-tonces nosotros y nuestros hijos nos entretendremos en ver pasar porsus aguas los barcos empenachados, cargados de riquezas para otrospaises . Aquí nos quedaremos pegados al Canal de Hierro .

-¿Qué entiende usted por el Canal de Hierro? -preguntóRostand .

-Yo llamo el Canal de Hierro al ferrocarril -explicó el pre-guntado. -El viejo camino de Cruces fue el canal de tierra, porqueaunque usaba las aguas del Chagras, se hacía buena parte del crucepor tierra . Ustedes, los franceses, están haciendo el canal de agua

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y quiera Dios que lo terminen porque la empresa es difícil y me te-mo que las cosas no anden muy bien .

Los contertulios nativos volvieron sus miradas hacia Olivita co-mo para tratar de detener con ellas el comentario imprudente queva había salido de sus labios. Rostand apenas se inmutó.

-Amigo Olivita -dijo- usted es de los pesimistas. Es lástimaque nunca haya hablado con nuestro conde de Lesseps . Su opti-mismo contagioso lo habría llenado a usted de entusiasmo y no du-daría de que el canal será hecho . Haga usted todos los reparos quequiera, que no he de inmutarme por lo que le oiga . También yotengo mis ratos de escepticismo . La empresa es dura, el clima esmalo y muchas son las enfermedades que aquí diezman al europeo .Yo mismo estoy reponiéndome de un terrible ataque de paludismo .

-Vea, señor Rostand -contestó Olivita- yo deseo firmementeque ustedes acierten en lo del Canal, porque si ustedes no aciertan,o nos quedaremos sin Canal o lo harán después los gringos . Y dé-jeme decirle con franqueza, a mí los gringos no me gustan, primeroporque desprecian demasiado al que no es de su raza y segundo por-que tienen unas maneras entre ellos mismos que yo no entiendo .Ve, Etelvino, cuéntale al señor Rostand cómo fue escogido el actualjefe de la estación de Frijoles,

-Bueno, ese cuento es viejo y muy conocido -dijo el solici-tado- pero acaso no lo haya oído el señor Rostand . El superinten-dente Totten estaba un día en la oficina de reclutamiento de emplea-dos para el Ferrocarril y distinguió, entre una multitud que esperaba,a un tipo joven, alto y fornido. Lo llamó y le preguntó por su nom-bre. El tipo dijo llamarse Tom Sharp. había sido boxeador y de-seaba un empleo .

-"Mira- le dijo el superintendente Totten- en Frijoles tene-mos un jefe de vía de nombre Sean Donian que es un irlandés durode pelar. Lo he despedido varias veces pero no hace caso. He man-dado a varios hombres a reemplazarlo y todos regresan golpeados .Quedas empleado por cuatro dólares diarios, pero tienes que ver có-mo te deshaces de Donlan ."

Se fue Sharp para Frijoles en el primer tren y en la estaciónse encontró con Donlan. El residente miró con desconfianza al re-cién llegado, como si intuyera que venía a reemplazarlo . Tras unbreve diálogo, convinieron en resolver el asunto a los puños . A poco,los contrincantes estaban rodeados de la multitud más abigarradaque puede reunirse en estación alguna del mundo . Chinos, hindúes,hispano-americanos y españoles, antillanos de habla inglesa y "pa- tois" y africanos expresaban en sus dialectos e idiomas su entusias-mo por el gratuito encuentro boxeril de que estaban disfrutando .

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Tras largos minutos de riña, los contrincantes fueron asistidospor algunos espectadores que les llevaron baldes de agua para quelavaran la mucha sangre que les manaba por las narices y por algu-nas heridas que se habían hecho en el rostro. Laváronse los reñi-dores echándose encima varios baldes de agua y entraron a reanu-dar la pelea . Al fin, el irlandés cayó exánime junto al tronco de unmango . Su contrario entonces le echó varias baldadas de agua enla cara hasta volverlo en sí . La pelea había terminado a favor deSharp. Apoyado en su vencedor, Donlan se encaminó a la estacióndonde ambos se lavaron generosamente con árnica . Cuando el su-perintendente Totten, quien tomó el tren de carga para venir a veren Frijoles qué había pasado a su nuevo empleado llegó a la esta-ción en la tarde, encontró a Sharp a Donlann juntos .

-Entre, coronel, -dijo Donlan- para que conozca al nuevojefe de la Estación de Frijoles ."

"-Le presento a mi auxiliar" -dijo Sharp después de extenderal superintendente su hinchada mano,

-Pero él está despedido -dijo Totten . - Justamente te man-dé a que lo sacaras."

"-Bueno, usted lo despidió, pero yo lo empleo ahora -dijoSharp. -¿No tengo yo acaso derecho a nombrar mi cuadrilla?"

Y así quedó resuelta la cosa .Celebró el francés el cuento de Cerezo y a poco los contertulios

tomaron el camino de sus casas alumbrándose con sendas linternasque reflejaban sus sombras vacilantes en las charcas de la calle .

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Capítulo

XXI

PREVISION

-Lo he llamado, amigo Rostand, porque necesito hablarle decosas de extrema importancia -dijo Bunau-Varilla a su joven amigo,después de haber chocado su mano y brindándole una silla .

Los dos franceses estaban en el chalé de Cristóbal donde sehabían entrevistado poco después de la ejecución de Prestán . Eradomingo y el sol de la mañana brillaba con todos sus prestigios sobrela Bahía de Limón y la ciudad que parecía crecer bajo el cielo lím-pido y azul.

-Estoy a su mandar, señor Bunau-Varilla -contestó CamileRostand con la mejor de sus sonrisas .

El joven ingeniero sentía gran respeto y cariño por Bunau-Varilla . Lo atraía de la manera peculiar que atraen los cínicos . Leencantaba oírlo disertar sobre el tema que escogiera, pues siempre lohacía con amenidad, por más que recargaba un tanto su plática conla exaltación de su ego .

Por otra parte, le inquietaba cuando su amigo mayor lo manda-ba llamar. Alguna razón tenía cuando citaba a un subalterno, quejustificara plenamente la llamada .

-Mi querido Camile -continuó Bunau-Varilla- debo advertirleque lo que le voy a decir es absolutamente confidencial . Yo podríaperfectamente guardar silencio con usted, pues nada me obliga a laclase de confidencias que voy a hacerle, pero siento por usted uncariño especial y en cierta forma soy responsable de su porvenir,pues fui yo quien lo indujo a venir a Panamá .

El introito de Bunau-Varilla no pudo menos que llenar de apren-siones a Rostand .

-Por ello le estoy agradecido -dijo Camile a su superior.-Ruégole que me diga de qué se trata, pues me siento inquieto .

-Mi querido Camile, lo he llamado para manifestarle con todareserva, óigalo bien, que la Compañía Francesa del Canal está al

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borde del fracaso . Yo espero que de un momento a otro el TribunalSupremo de Francia ordene su liquidación .

Ocurre generalmente que un mal cuya proximidad está en nues-tra conciencia no logra impresionarnos mientras no lo oigamos ex-presado en palabras . Camile Rostand se sentía desde hacía largotiempo profundamente pesimista sobre el futuro del canal . Su buensentido le hacía mirar con prevenciones aquella empresa que de-rrochaba a manos llenas las economías del pueblo francés . Había vis-to florecer a la sombra de la Compañía el vicio, la corrupción, el dis-pendio, y ya para su interior aguardaba el fracaso . Pero ahora, alescuchar de labios de su amigo y protector el anuncio de que la liqui-dación vendría pronto e indefectiblemente, medía la catástrofe entoda su extensión .

Yo me lo temía, pero no lo creía tan inminente - dijo Ca-milo con voz ahogada .

-Pues bien, mi caro amigo -continuó Bunau-Varilla- yo loquiero prevenir a usted para que se salve de la ruina y si es posible,salga con ventajas de esta catástrofe .

Camile Rostand abrió sus ojos desmesuradamente y con ellosurgió a su paisano a que se explicara .

-¿Cuánto tiene usted en acciones del Canal? - preguntóBunau-Varilla .

-No soy accionista de la empresa - dijo Rostand llanamente .-Nunca tuve fe plena en ella y he preferido depositar mis economíasen bancos seguros .

Una burlona sonrisa se dibujó bajo el poblado bigote del ve-terano ingeniero .

-Amigo Camile, usted es maravilloso -comentó . Jamás meimaginé que un ingeniero con el puesto prominente que usted ocu-pa en las excavaciones del Canal pudiera haberse mantenido sin in-vertir un franco en acciones . ¡Oh! De haberlo sabido el conde deLesseps, sin duda usted no habría durado tanto tiempo al servicio dela empresa .

-Franqueza por franqueza, mi buen amigo y protector señorBunau-Varilla --contestó Rostand,- yo perdí la fe en el éxito dela compañía Francesa del Canal a los pocos días de mi arribo alIstmo. Ni siquiera me la devolvió el conde de Lesseps cuando vinoa iniciar los trabajos. Todo aquello me impresionó mal . Muchachampaña, muchas fiestas, muchos dispendios, esposa, hijos, criadas,fausto oriental que me hizo pensar que el Gran Francés se orienta-lizó en Egipto. Yo no dudé nunca de la competencia técnica denosotros los franceses para llevar a feliz cabo la obra . Nuestra in-

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geniería está a la altura de las mejores del mundo . Ni siquiera pen-sé que las enfermedades eran suficientes a detenernos. Pero la in-competencia administrativa, la corrupción y la falta de sentido deresponsabilidad que noté desde mi arribo al Istmo me hicieron pe-simista .

-Por desgracia sus prevenciones se han cumplido -dijo Bu-nau-Varilla,- Yo me temo que los franceses no llevaremos a feliztérmino, ni hoy, ni mañana, ni nunca, el Canal del Istmo . Sólo elprestigio que nos dió el conde de Lesseps con su éxito en Suez pudoponer en manos de franceses la construcción de la gran zanja . In-glaterra ha venido soñando con hacerla ella y acaso pensó que determinarla nosotros, podría repetirse lo que con el canal afroorien-tal: que el gobierno de Su Majestad Británica adquirió acciones su-ficientes para dominar la empresa. Pero hay un pueblo nuevo yvigoroso en América que algún día asumirá la misión de hacer elcanal. Los ingleses lo saben y tratan de atarlo con tratados limita-dores pero a la larga tendrán que renunciar a ser ellos copartícipesde la obra. Goethe, el Genial alemán, dijo hace ya muchos años queel Canal sería hecho por el nuevo y vigoroso pueblo norteamericano .Y así será .

-¿Y veremos nosotros eso?- inquirió Rostand .

-Claro que lo veremos y si yo no lo creyera, no lo habría Lla-mado a usted . Sin embargo, ahora me pregunto si un hombre tancauto como usted, que no ha invertido un solo franco en accionesde la Compañía Francesa, se atreverá a seguir mi consejo . Perdone,pero no es mera curiosidad : ¿a cuánto ascienden sus economías?

-En los bancos he colocado sesenta mil francos- explicó Ros-tand tras brevísima pausa .

-Es una bonita suma, amigo Rostand - comentó Bunau-Vari-lla.- Pues yo le aconsejo que invierta parte de ella en tierras in-mediatas al Chagres, hasta diez o quince kilómetros de su desembo-cadura,

Camile Rostand saltó como picado por un tábano .-¿Cómo explicarme -dijo- que cuando usted me anuncia la

ruina de la Compañía Francesa del Canal, lo que significa el aban-dono de la empresa, me aconseje a la vez que adquiera propiedadesen lo que va a ser un cementerio de maquinarias y de esperanzas?

Mire, mi querido Camile -repuso Bunau-Varilla- en esteasunto yo tengo plena fe y ojalá pudiera contagiársela. Antes demucho los trabajos canaleros serán recomenzados con la interven-ción del mismo gobierno norteamericano . Yo veré qué logro salvarde las ruinas de la empresa, que no será mucho . Mas usted puedesalvarse. No gaste todo su dinero en lo que le he dicho . Resérvese

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su seguridad, con lo quo procederá como buen francés . Pero lo queyo le propongo no es un mero juego . Cuando venga el canal ameri- -cano, que sin duda ha de venir, las tierras inmediatas al Chagres ten-drán que ser expropiadas por el gobierno americano a muy buenprecio. Usted es joven y puede esperar.

-Acaso usted tenga razón —aceptó Rostand- pero yo me te-mo que eso se tome demasiado tiempo . Colombia no da seguridad.Esto es un hervidero de intrigas. Mire usted todas las dificultadesque nos han traído los malos gobiernos colombianos desde que co-menzamos el Canal.

-Y las revoluciones también - comentó Bunau-Varilla son-riente, sin duda recordando la amistad de su protegido con PedroPrestán. Pero no se ponga demasiado pesimista, amigo . Yo co-nozco las circunstancias en que usted vive. Sé que tiene una aman-te y un hijo a quienes quiere. Lo que usted invierta en propiedadesa orillas del Chagres será la seguridad del mañana para ellos . Ustedes un ingeniero de gran competencia que puede prosperar en cual-quier país . No tiene sino que escoger adónde irse . Pero su amante ysu hijo necesitan algo que los respalde si usted se ve obligado aausentarse o si muere.

-Verdad es -convino Rostand .- Déjeme meditarlo un poco .Afortunadamente cuento con buenos amigos gatuneros que podríanayudarme a adquirir las propiedades .

-Pues no le pesará, mi buen Camile -concluyó Bunau-Vari-lla.- Ojalá yo pudiera hacer lo mismo, pero lo mío está todo in-vertido en la Compañía .

-Tengo que tomar el tren para Gatún, el único que corre hoydomingo - dijo Rostand consultando su reloj .- Usted me perdonaque me marche ¿verdad?

-Ya comprendo -contestó Bunau-Varilla .- Proceda con ra-pidez pero sin precipitación . Y sobre todo, no olvide ser absoluta-mente hermético sobre cuanto le he dicho .

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Capitulo

XXI I

EL DERRUMBE

El 4 de febrero de 1889 el Tribunal Supremo de Francia de-claró disuelta la Compañía Francesa del Canal y nombró su liqui-dador al ex-ministro de Educación, M. Joseph Brunet. Todos losesfuerzos del conde de Lesseps para detener la catástrofe, desde losarreglos con la American Contracting and Dredging Company, con lafirma Jacob, la Artigue, Sorderegger et Compagnie y con GustaveEiffel, el más antiguo empresario galo de entonces, resultaron in-fructuosos,

Los más atractivos señuelos inventados por la fértil imagina-ción del Gran Francés no lograron ganar nuevos contribuidores pa-ra la continuación del Canal. Ya el 13 de diciembre del año anteriorla Compañía Francesa había solicitado una moratoria de noventadías para el cumplimiento de compromisos vencidos, la que fue ne-gada por la Cámara .

Tardíamente trató Fernando de Lesseps de cambiar radical-mente el proyecto canalero y admitió hacer esclusas provisionalesque permitieran la operación del Canal . Eiffel se encargarla de laobra mediante la capitalización de veinticinco millones de dólares,de los cuales cinco se reservarían como beneficio, antes de comple-tar un sólo juego de esclusas .

Muchas cosas negativas se habían acumulado contra la Compa-ñía. Enfermedades diezmadoras de trabajadores . El 60 por 1000 deéstos perecían anualmente y muchos otros quedaban inhabilitadospara las duras labores que exigía la obra . Los malos manejos lle-vaban al dispendio de las millonadas de francos aportadas por laeconomía del pequeño francés . La corrupción, la incompetencia ad-ministrativa y el desasosiego, corolario de la anarquía política y so-cial, obraron de consuno para ocasionar el terrible derrumbe.

De nada valieron la técnica manifiesta de los ingenieros fran-ceses, la experiencia del Canal de Suez y los equipos mecánicosempleados en la obra, los mejores sin duda que podían adquirirsea la sazón. Las excavaciones, como un insaciable dragón, se tra-gaban millones y millones de francos y millares de vidas de tra-

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bajadores. El pueblo francés sentía sangrar sus bolsillos hasta laruina .

Los gastos totales de la empresa, incluyendo lo invertido en elIstmo, más los de administración en Francia, edificaciones en París,compra de concesiones, pagos al gobierno colombiano y a comitésnorteamericanos y compromisos por cubrir, ascendían, al momentode la liquidación a la astronómica suma de 1 .434.551 .378.97 de fran-cos .

Otros proyectos en el mundo se hablan llevado a cabo contraobstáculos similares . Pero el del Canal Francés tenía en su contrauno mayor que todos los apuntados : el largo plazo que se tomabala terminación del canal a nivel . Sin duda otra habría sido la suertede la empresa si Fernando de Lesseps hubiese prestado oídos, desdeun principio, a ingenieros y economistas de más conocimientos queél que le aconsejaron hacer el canal por esclusas transitoriamentey continuar paralelamente la excavación a nivel .

Contribuyó también al descrédito de la empresa el haber Fer-nando de Lesseps, llevado por la desesperación y en la creenciade que el,éxito final lo absolvería, recurrido a medios reprobablespara dar nuevas inyecciones económicas a la Compañía del Canal .Cuando se hizo público que altos funcionarios del gobierno francésy periódicos de gran prestigio habían recibido dinero de la Compa-ñía Francesa del Canal, el descrédito de ésta quedó sellado defini-tivamente.

Una comisión de once prominentes ingenieros, nombrada porel Gobierno Francés para estudiar el estado en que se encontrabala empresa y las posibilidades de continuarla con buen suceso, in-formó en mayo de 1890 que para la terminación técnica de la obra,se necesitaba una inversión de 580 .000.000 de francos y que los gas-tos adicionales harían subir esta suma a 900 .000.000. El proyectooriginal a nivel habría de ser abandonado por uno nuevo de cuatrojuegos de esclusas. Ocho años más se llevaría, según el estimado dela comisión, dar cabo a la gran zanja . Se pensó que la empresa fue-ra llevada adelante por un sindicato de naciones. Mas se había per-dido la fe .

Las repercusiones que el fracaso de la Compañía Francesa tuvoen el Istmo fueron aterradoras. Cuando los bancos istmeños se ne-garon a honrar los cheques de la Compañía, las obras del Canal sedetuvieron automáticamente. Cuentas y nóminas quedaron en el ai-re. El comercio canceló sus créditos y estallaron huelgas en todoslos puntos donde se venía trabajando .

Los obreros traídos de fuera para la excavación, los que de-bían ser repatriados por la Compañía, quedaron ociosos, caminandopor ciudades y pueblos en espera de que se les reintegrara a sus pa-

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trías, La presencia de tantos hombres sin oficio ni beneficio prontose dejó sentir en el alza vertiginosa del indice de criminalidad . Losasesinatos y los robos menudearon, La policía colombiana era insu-ficiente para imponer el más elemental principio de orden .

El gobierno de Su Majestad Británica envió inmediatamentebarcos a la Bahía de Limón para repatriar a los súbditos antillanosque habían quedado sin ocupación y a cinco dólares por cabeza re-integró a sus hogares diez mil personas. Por su parte. Washingtonestuvo presto con sus transportes de marina a devolver a su patria avarios millares de ciudadanos norteamericanos que habían quedadoabandonados a orillas de la iniciada zanja transístmica.

Chile ofreció recibir en su seno a los canaleros que desearanacogerle a su hospitalidad, La nación araucana abría sus puertas alos que quisieran aprovechar las oportunidades de establecerse enuna tierra nueva y promisoria . Centenares de trabajadores de dis-tintas actividades aceptaron el ofrecimiento chileno y fueron a es-tablecerse en las estribaciones andinas,

El mundo todo se consternó ante el desastre. Panamá adquiriótriste celebridad y su nombre se hizo sinónimo de malversación yruina y así fue consignado en todos los diccionarios de las lenguasoccidentales,

"¡El Escándalo de Panamá!" fue la frase que por largos días seapoderó de la prensa mundial . Fernando de Lesseps, el varónfuerte que a los sesenta años constituyó hogar con una bella mu-chacha oriental de veinte años de la que tuvo nueve hijos, el quehabía ganado el nombre de "Gran Francés" por su éxito en el canalque unió el Mediterráneo con el Mar Rojo, el ennoblecido por Na-poleón III, el enamorado de la pompa, el hombre de fe contagiosa,cayó anonadado bajo el golpe . Retiróse a su castillo de Chesnaye,donde habría de pasar los seis años que le restaban de vida en sillade rueda y semi-inconsciente .

Investigaciones del Congreso, duelos, quiebras, suicidios, des-honras, encarcelamientos, fueron el epilogo de la empresa que unosaños antes iniciara el propio Fernando de Lesseps con la primerapalada simbólica, en medio de una multitud delirante de entusiasmo .

Un poco de comprensión y competencia por parte del gobiernocolombiano acaso habría salvado algo del naufragio y aun ayudadoa hacer surgir el Canal de las ruinas de la Compañía . En mayo de1890, el ingeniero Wyse fue a Cartagena a ver a Rafael Núñez,quien desde su retiro de El Cabrero manejaba a Colombia . Núñezno pudo resistir su inclinación a aprovechar políticamente los he-chos y publicó una serie de artículos para dar a sus conciudadanosla seguridad de que el nuevo arreglo traería a Colombia otras mi-llonadas de francos. Al subir hasta Bogotá Wyse, en julio del mis-

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mo año, encontró al presidente Carlos Holguín muy receptivo, peroen cambio halló al Congreso Colombiano dispuesto a arrancar a laCompañía en bancarrota millonadas de francos por compensacionesy otros conceptos, lo que cerró las puertas a toda negociación .

Los istmeños, que velan en el fracaso del Canal Francés sucertera ruina, hicieron gestiones ante Bogotá para salvar la empresamediante una prórroga de la concesión original . Tal prórroga fueconcedida por diez años . Una nueva Compañía debía constituirse pa-ra reanudar los trabajos a más tardar el 28 de febrero de 1893 . Co-lombia recibirla en compensación diez millones de francos en diezpartidas, cinco millones en acciones de la nueva empresa y cuaren-ta mil francos mensuales para pagar los sueldos de los doscientoscincuenta soldados que debían proteger la línea del canal . Del pagoefectivo, habrían de deducirse los dos millones y medio de francosmás los intereses, del empréstito que la Compañía del Canal habíahecho a Colombia en 1883 .

Un incidente profundamente humano dió un destello de noble-za a aquel derrumbe que atrapó a personas y gobiernos y que aplas-tó inexorablemente al promotor del Canal, el conde Fernando deLesseps .

El diario parisiense Le Gaulois dió acogida a un artículo en elque se decía, al hablar del "Gran Francés", que era lástima quehubiese vivido para presenciar su ruina y la' de su empresa y quemejor habría sido para él haber muerto en los momentos culminan-tes de su gloria . La esposa de Lesseps todavía llena de juventud Ybríos, replicó en carta al director :

"He leído unas breves líneas relativas al conde de Lesseps ensu periódico, En ellas se dice que él vivió algunas semanas de más .No he de protestar contra frase tan anticristiana, porque acaso elautor no pensó un momento en la esposa y los hijos que profunda-mente aman y reverencian al anciano cuya vida, por muy frágil quesea, es más preciosa para ellos que cualquier otra cosa en el mun-do. No es un crimen envejecer . Sería imposible encontrar otro hom-bre que habiendo realizado lo que él realizó en Suez, se hubiera re-tirado de allí con las manos limpias, sin provisión futura algunapara su numerosa familia, un sacrificio de que mis hijos y yo nossentimos orgullosos" .

Así se expresaba la mujer que, a la postre, venía a ser con sushijos, la primera víctima de la improvidencia de Fernando de Lessepsy enfermera de quien había llegado a lamentable estado de invali-dez .

La ola de acontecimientos afectó, como tenía que ser, a CamileRostand y a las dos personas que tan caras eran a su corazón .

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Capítulo

XXIII

EN BUSCA DE ORIENTACION

Camile Rostand no echó en saco roto el consejo de Bunau-Va-rilla. Metódico en grado sumo, dividió en tres partes iguales los se-senta mil francos que había logrado ahorrar en sus años de trabajopara la Compañía Francesa del Canal . Depositó en un banco veintemil francos a nombre de María de los Angeles Vera, reservó parasi igual suma y el resto lo invirtió, con el consejo y diligencia delmayor Bethancourt, de Gerardo Olivita y de Mateo Guardia, en tie-rras cultivables y cultivadas de banano a orillas del Chagres . Lastramitaciones de las escrituras de compra las diligenció con másbuena voluntad que propio medro, el joven Rodolfo Ayarza, bas-tante versado en asuntos abogadiles .

Cuando se suspendieron los trabajos del Canal, a principios de1890, Rostaud abandonó su campamento definitivamente y se fuéal lado de su amante y su hijo . Era él apenas uno de los catorce milhombres que quedaron sin ocupación, pues no fue incluido entrelos mil ochocientos que la empresa mantuvo con sus exhaustos re-cursos para reducirlos al año, a ochocientos .

No sentía el joven ingeniero urgencias económicas, pero su in-capacidad de someterse a la inacción lo torturaba . Podía, como leaconsejaban sus amigos nativos, dedicarse al cultivo del banano enlas tierras que había adquirido a nombre de María de los Angeles,mas no se sentía con ánimo para ello. Lo agobiaba de pena vercómo la herrumbre se comía el acero de las maquinarias abandona-das frente a los tramos excavados .

Se entretuvo unos días jugando con Camilo, quien ya abría suespíritu lleno de curiosidad al mundo exterior .

Buscaba Rostand una orientación a sus actividades . No deseabaregresar a Francia, mas por otra parte no se resignaba a permane-cer en el Istmo en espera de que se agotaran sus economías o de quese recomenzaran los trabajos canaleros mediante la formación deuna nueva compañía. La posibilidad de que los norteamericanos seencargaran de la obra parecía muy remota . De todos modos, losgringos traerían sus propios ingenieros . Verdad era que el proyecto

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de esclusas a que los estadounidenses se inclinaban habría de darvalor a las tierras que él había comprado para María de los Angeles.Pero ¿cómo esperar mano sobre mano que tal proyecto comenzara arealizarse?

Hizo un viaje a Colón para entrevistarse con Bunau-Varilla,quien se preparaba para marchar a Europa .

Encontró a su protector preocupado pero enérgico y dispuestoa la acción .

-Yo no me doy por vencido -le dijo el veterano ingeniero .-Voy a Europa dispuesto a hacer cuanto sea posible para salvar elproyecto del Canal. Olvidaré, si es necesario, que soy francés y ac-tuaré como europeo y aun como ciudadano del mundo . Veré a lo$alemanes. Si ellos no me escuchan, visitaré al Zar Alejandro III .

-¿Ha cambiado usted acaso la opinión que me expresó ennuestra pasada entrevista? -le preguntó Rostand:- Usted me dijoentonces que la hazaña de comunicar los dos océanos por el Istmocentroamericano estaba reservada a los Estados Unidos y hasta mecitó en su abono a Goethe .

-No se contradice tal opinión con lo que intento gestionar enEuropa - explicó con cierto aire de misterio el veterano .- Se tra-ta de una audaz finta. Usted ha oído hablar de la Doctrina Monroe¿verdad? Pues voy a ponerla a prueba . Cuando los Estados Unidosvean la posibilidad de que Alemania o Rusia, dos potencias del todoextrañas a este hemisferio, se inclinen a emprender la obra del Ca-nal, se apresurarán a aplicar su doctrina : "América para los ameri-canos". A nosotros no nos la aplicaron porque nuestra compañía noera el gobierno francés y ellos veían la posibilidad de adquirir encualquier momento suficientes acciones para dominarla . Pero otrasería su reacción al vieran el peligro de que un estado autócratacomo Rusia o expansionista como Alemania, llevaría a cabo la haza-ña canalera .

-¿Y qué beneficio derivaríamos nosotros los franceses de cual-quiera de esas soluciones? - indagó Rostand .

-Todo depende de nuestra habilidad para negociar -explicóBunau Varilla.- Nuestra política debe ser conseguir sucesivas pró-rrogas del gobierno colombiano . Cualquiera que sea la potencia queasuma la continuación del Canal, y yo me siento inclinado a creerque será la gran nación americana, nosotros debemos tener dere-chos vigentes a largo plazo en la zona canalera que no puedan serpretermitidos. Salvaríamos siquiera una parte de lo mucho que elpueblo francés ha gastado en la hasta ahora fracasada empresa .

-Pero se corre el riesgo de que los norteamericanos escojanotra garganta centroamericana para cavar el Canal . La ruta por Ni-

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caragua tiene entusiastas en ciertos políticos, industriales y periodis-tas de los Estados Unidos - objetó Rostand .

-No haga usted caso de eso, mi buen Camile -aconsejó consonrisa despectiva su interlocutor .- El fracaso momentáneo denosotros ha demostrado plenamente que la ruta nicaragüense esmucho más impracticable . Hasta la presencia de volcanes activos enaquella región desaconseja la obra allí . Usted sabe que nuestra ma-yor dificultad ha sido excavar . Pues bien, la tierra que habría queremover en Nicaragua es muchas veces más de la que hay quearrancar aquí. Quienquiera que asuma la empresa tendrá que seguirnuestro proyecto con algunas variaciones,

-Me parece que está usted muy puesto en razón -aceptóRostand.- Mas no he venido yo a verlo únicamente para saber loque usted piensa sobre el futuro del Canal. Ruégole que me perdo-ne por mi egoísmo, porque en realidad lo que deseo es su consejopersonal .

-En usted he estado pensando, mi buen Camile -dijo su ami-go con simpatía .- ¿Ha contemplado usted la posibilidad de que-darse en el istmo?

-Definitivamente, no -manifestó Rostand .- Yo seguí su con-sejo e invertí buena parte de mis economías en tierras a orillas delChagres, pero no me siento con ánimo de dedicarme a la agricultu-ra tropical. Soy ingeniero y amo mi profesión .

-Ya yo lo presumía -dijo Bunau-Varilla .- ¿Y en cuanto avolver a Francia?

-No me tienta regresar a mi patria -manifestó con cierta tris-teza el joven ingeniero.--, Me temo que allá seamos mal vistos loshombres que hemos trabajado en el Canal . Acaso se nos considereresponsables de la ruina de tantos compatriotas .

-Está usted equivocado, amigo -afirmó el veterano .- Noso-tros somos considerados como víctimas de las circunstancias . Ni si-quiera la condena de Lesseps ha sido popular en nuestro pueblo, atal punto que no se ha cumplido su encarcelamiento .

-De todas maneras -manifestó Rostand- no quiero volver aFrancia. Yo tengo mis razones que usted no ignora . Si me guiarapor el corazón, me quedaría en Panamá . Tengo aquí una mujer yun hijo que son todo para mí, Pero me horroriza la inacción y estoyseguro de que les sería más útil a ellos probando fortuna en otraparte.

-Pues entonces quédese en América -aconsejó Bunau-Varilla .-Chile ha ofrecido trabajo a los ingenieros franceses que deseen ra-dicarse allá. Diríjase al consulado chileno y allí le darán todas las

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informaciones y facilidades para el viaje. Chile es un buen país. Nose suscitan allí las revoluciones que tanto convulsionan a otros paí-ses hispano-americanos . Sus comunicaciones con Panamá son fre-cuentes y regulares. Usted podrá mantenerse en contacto con suamante y su hijo hasta que las cosas mejoren y usted vuelva, o hastaque pueda llamarlos a su lado .

Se separaron los ingenieros galos tras este diálogo. Poco des-pués de su conversación con Bunau-Varilla, Rostand había resueltoirse al sur .

Tenía por delante la tarea más dura: comunicarle su proyectoa María de los Angeles y lograr que se allanara a él sin mayoresangustias .