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Traducci6n de ./' . . IsIDRO ROSAS ALVARADO I \ ¿. i' \.;. .•. \ I FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MÉXICO . .

Braudel y nosotros_Romano.pdf

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Traducci6n de ./' .. IsIDRO ROSAS ALVARADO I

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I FONDO DE CULTURA ECONÓMICAMÉXICO

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111.Braudel, nosotros, los demás *

Es posible -independientemente del lugar denacimiento- convertirse.enmediterráneos. Lamediterraneidad no se hereda, se conquista.Es una decisión y no un privilegio.

PREDRAG MATVEJEVIC, Mediteransk.i Brevijar

SIEMPREhe sostenido que La Méditerranée (1949) es unode los textos más importantes de los últimos 50 ai\os~Y loes por partida doble: naturalmente, en cuanto obra histórica:no veo otra, después de 1949, que pueda comparátsele.Pero el autor de esta obra no ha sido sólo un gran histo-riador. Partiendo de la historia, basándose en la historia,ha sido uno de los grandes intelectuales de nuestro siglo.Un gran intelectual, porque algunas de sus ideas han in-fluido en otros ámbitos disciplinarios. Son muchos lossociólogos, los geógrafos, los economistas ... que 'hacen"braudelismo" (aun inconscientemente). y tales ideas,. es-toy convencido, provienen en gran parte, precisamente, deLa Méditerranée. .Las páginas_que siguen se articularán, pues, en dos

planos: la importancia intríJ}se~a.d~ ~ste texto_9<?f!l02.1;>rahistórica Y..1~_importan~ia qu~ (¿o sobre tod; ésta?) re'is!een cuanto manantial del que Femand Braudel estuvo abre-vando para acrecentar cada vez más su talla de in!.electual.

• Publicado en AA. VV .• Primeras jornadas braudelianas, México, 1993;en Revue europt!enne des sciences sociaks, xxx, 1992, pp. 123-137; en Archiviodi storia della cultura, VI, 1993, pp. 255-268, traducción {al italiano] de Pier-luigi Venuta.

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Quiero primeramente hacer una advertencia a los jó-venes. Al leer La Méditerranée no hay que olvidar que seeséribió en 1949, esto es, hace más de 40 años. Algunos delos asuntos contenidos en el texto pued~n parecer banales.Mas si actualmente lo son,. ¡es precisamente gracias aFemand Braudel! En 1949 no lo eran en absoluto. ¿Creenque fue simple, en 1949, afirmar: "No, señores, contraria-mente a cuanto todos ustedes creen desde hace más dedos siglos, el Mediterráneo no murió a los inicios del sigloXVI"? Pues bien, Fernand Braudel no sólo lo afirmó, sinoque, lo q4e más cuenta, lo demostró con argumentos,pruebas, documentos, razonamientos. Tómese cualquierlibro sobre Barcelonll...,o Nápoles, Estambul o Génova,Sevilla o Ragusa (Dubrovnik), Alepo o cualquier otro cen-tro (incluidos los del norte de Europa) y podrá verse queesta supervivencia del mar interior en el siglo XVI se dapor descontada hoy (incluso con demasiada facilidad,quizás).

0. De por sí, esta recuperación de más de un siglo (paraFernand Braudel el siglo XVI concluye en 1640) constituyeun importante mérito. Pero hay algo muy distinto: desde1949, ya sea que nos ocupemos del Mediterrán~o del si-glo XIX o de aquel del siglo IV a.C., no se puede prescindir. de la obra de Fernand Braudel. ~ste eSp'a~~ioJ.íguid~.!..no-importa que.se considere en. la.épocagriega.-o. en el día de.hoy, se mira de manei~ nu~va,_'_'~dl!J~.raudel".y esto vale-iío.s-61~¡;ara'el Mediterráneo, sino para cualquier espaciolíquido: los trabajos sucesivos de Frédéric Mauro (Adán.;tico), de Pierre Chaunu (Atlántico y Pacífico), de VitorinoMagalhaes Godinho (Océano fndico), de P. Jeannin (MarBáltico), y otros más, constituyen prueba evidente.¿En qué consiste, en principio, este nuevo modo?.Esencialmente en el hecho de que los espacios líquidos-..,- .. P.-.~.~ -

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\i~no se consi(j~ran s6!Q_en.~!lcalidad de líquidos, dentro de~.~usfaj_~~~e~w.;,. silla como un todo qu~ engloba tambié~. los espacios terrestres. Hojeen el índice de los nombresroaelos lugares ilI-fiñárdénibro: Venecia, Barcelona o Es-'tambul son privilegiadas, y es lógico; pero se encontraráigualmente un notable número de alusiones que remiten ala Alemania meridional, a Lyon, a Ginebra... .Algunos lugares son, bien entendido, del tipo que es-.

peramos de manera totalmente "natural": las islas, porejemplo. Habría sido imposible ignorarlas, pero Braudelles da una visión nueva. Para él, no son puntos aislados enel mar, sino casi una serie de etapas que las acercan, ymuy a menudo las presenta cada una por separado. Y.alhilo de las explicaciones, he aquí que aparecen otroslugares que, a primera vista, no parecen en absoluto for-mar parte "naturalmente" de un mar. Pienso .particular-mente en las páginas admirables sobre los desiertos, o enlas no menos admirables sobre la montaña.Para aquellos de mi generación que leyeron el libro de

Braudel en 1949 (tuve el privilegio de leer parte en borra-dores ya en 1948), se trató del descubrimiento de una his-toria nuev~ (en el sentido de neuve, no de nouvellé), unac.histó~~.~~

InSIsto. No quiero decir que antes de 1949 no hubiesenexistido obras de gran valor sobre el mar interior en suconjunto'o sobre alguna de sus partes, sobre este o aquelproblema que le concierne. No se pueden cancelar de unplumazo los nombres de Paul Vidal de la Blache, deR. Sion, de AUred Philippson o de Julius Klein y de lavasta erudición alemana. Todos estos autores y otros más(Lucien Feb~~e, Gaston Roupnel, Marc Bloch, MaximilienSorre ... ) contribuyeron ciertamente a la formación de Brau-del y han enriquecido su pensamiento. No se puede negar

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que la histoire événementielle es un "fermento de superficie,ias ol;s qu~ ¡as mareas levantan e~-su potente movimiéiiió[... ]. Desconfiemos de esta historia que todavía quema, así'como la harl_~_e~tido:,d-esé~ii~, vivid~ 1;S-c'~ntemporá~~~;'8J ."

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Barkan, experto en historia demográfica otomana, querecientemente había concluido, con un équipe, investiga-ciones bastante precisas. Esto reveló a Braudel que suscálculos eran exactos.No debe pensarse que esta capacidad de intuición ha

sido simplemente expresión de una cierta desenvoltura.Fernand Braudel era -y nunca se ha subrayado lo sufi-ciente- un gran erudito, y esto a pesar del carácter, bas-tante a menudo, aproxi~ativo de sus citas (no siempreverificaba sus innumerables fichas), lo cual ha hecho des-esperar a los traductores de sus obras. Pre~taba muchísi-ma atención aun a los mínimos detalles: recuerdo todavíalo encolerizado que estaba cuando cáyó en la cuenta deque, eñ .un libro sobre Liorna que habíamos publicadojuntos,2 había ocurrido un equívoco -a causa de unaindicación externa- a propósito de la localización de dospuertos, Siforni (sobre las costas italianas) y Six-Fours(sobre las costas francesas).Existe la tendencia a considerar La Méditerranée como

\una obra cuya tercera parte sería un manifiesto contra la;histoire événementielle. Donde están, por reacción, algunasingenuas tomas de posición tardías3 en favor de lo évé-nementiel, del hecho singular, de la excepción. Creo que setrata de un colosal equívoco. Un equívoco que el mismo :Braudel contribuyó a alimentar afirmando explícitamente

2 F. Braudel y R. Romano, Navires et marchandises d l'enlrle du port deLivourne (1547.1611), París, 1951.

3 Así, por ejemplo, P. Nora, "Le retour de l'événemenl", en Faire de l'his.toire, J, pp. 210.228.

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I F. C. Lane, "The Medilerranean Spice Trade: Further Evidence oC lisRevival in the Sixteenth Cenlury", en Amencan Histoncal Review, XLV, 1940,pp. 581.590.

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SU importancia en Braudel, la cual, por otra parte, él mis-mo reconocía. ¡Aquello por lo que la historia de Braudel se vuelve

neuve, "otra", es el hecho de que este investigador poseeuna enorme capacidad de síntesis, una enorme capacidad ,para vincular datos, situaciones, ideas y hacer surgir algonuevo, "otra" historia.

y me parece, también, que a esta capacidad de síntesiscorrespondería igualmente una enorme capacidad de intui-ción. Llamo intuición no a la capacidad poética, literaria(que de cualquier modo aprecio), de "imaginar" cosas, sino a

¡ la de hacer surgir -a partir de verdades parciales y fragmen-tarias- una verdad de conjunto. Daré sólo dos ejemplos.El primero: en el momento de la redacción de La Mé-

diterranée, Braudel ignoraba la existencia de un .artículode Frederic C. Lane sobre el comercio de las especias enel Mediterráneo al final del siglo xv y comienzos del XVI.ISin embargo, llegó a los mismos resultados, a las mismasconclusiones a las que había llegado Lane a costa de mi-nuciosas investigaciones. .El otro ejemplo es todavía más notable. Un importante

problema que Braudel se planteaba era la valoración cuan-titativa de la presencia humana en el Mediterráneo. Enefecto, aunque la historia demográfica de Espafia, de Italia,etc., fuese más o menos conocida, permanecía una granincógnita: el mimero de los habitantes del Imperio Otoma-no. Braudel hace sus cálculos a partir de los datos esparci-dos de que dispone y presenta una cifra. Pues bien, haciamediados de los afios cincuenta llegó a París un histo-riador turco de la Universidad de Estambul, Omer Lufti

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.He aquí el tipo de histoire événementielle, de historia"política", que él rechaza. No obstante, las historias políti-cas de cada país son bienvenidas, si se trata "de ver c6mo sefunden e interactúan unas con las otras [...]. Es precisamenteesta orquestaci6n la. que hemos tratado de comprender"(p. 721). Tenemos una prueba explícita de que FernandBraudel era sincero cuando afirmaba que su investigaci6nno sería "completa" sin tal plano événementiel. Se sabe queFemand Braudel escribi6 LaMéditerranée durante su deten-ción en el curso de la guerra. La escribi6 no una vez, sinotres o cuatro veces, sin interrupci6n. Y es s610 hasta 1944cuando se declara final~ente "satisfecho" de su obra, en

,!!!~strainy_esJigllci6_n.~~.~~rí~,_p~~~~~~~e~a_~td~sc~i9á-._~lP.Q~U,a1P1!.n.9-évl!J$1Jl:e_1}.~~t;..l.• ¿~s por otra parte tan indife-rente retomarlo desde un ángulo mediterráneo? Cuando ha-

. íblamos de historia política, no tenemos intenci6n alguna de\sumar unas a otras las historias específicas de todoslos países~ue costean el mar. .

significa también 'no haber leído con atenci6n su obra,} .Eues la histoire événementiel~l?d~~a.. __~r.audel, "una h!s_-: toria de las oscilaciones breves, rápidas, nerviosas. Ultra-:i~ensible por definici6n, el mínimo p~5.o.liace Juncionliflo todos sus instrumentos'aeiñedida.,Sin,.emb~rgo, así como. es, es la más apaSiOIianie~'timáS'.rica en humanidad". Es, cierto, se apresúratl"'aftaclir; qué "es también la '~á¿ peli-

grosa. Desconfiemos de esta .historia que todavía quema':(p. xIi~P~;~;siguleñie.lW_existe rechazo alguno, s61~una invitaci6n a la desconfianza.

Además, ali~ici~'dé-la' teice¡'~ parte, intitulada '''Lesévénements'-la politique etles hommes", toda una páginade gran claridad enmarca bastante bien el problema.Indica abiertamente que

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. .ri!!!!.Rge.~.u_vida,breve comola nuestra. Ella tiene la dimen-,d '1' "4 .si6n de sus c61eras,de sus s~eño~" e sus J USlOnes.

.Pienso que es necesario tener en cuenta las contingen-cias. Sobre todo no se olvide que, aun cuando Braudel asu-mi6 posiciones que pueden ser consideradas excesivas y~q~izáshasta ultrancistas, se hall6 siendo el alférez de unahistoria nueva que, en sus comienzos, encontr6 una notableoposici6n. 'Es en el ardor de la polémica que Bratidel hizoafirmaciones excesivas, y la polémica -como se sabe- amenudo llev~ más allá de las propias ideas.¡:-:-¿Braudelenemigo del aco~te.C~~iento ~ist6ri:o? ~ierta-mente, si se trata de una hIstOrIa redUCIda a un cumulode hechos sin, o casi, articulaci6n entre ellos. Pero ¿paralo demás? No hay que ignorar que Fernand Braudelposeía una memoria increíble, y que habría sido capaz devencer en cualquier concurso televisivo, respondiendoincluso a la pregunta "del mill6n de d61ares". Conocía lasfechas de nacimiento, coronaci6n y muerte de todos lossoberanos y de cualquier papa; por otra parte, nunca afirm6 que fuera necesario eliminar de las escuelas la e.n-señanza de los acontecimientos hist6ricos. Al contrarIO,

\ sabía demasiado bien que es imposible encuamar unaI historia "nueva" dejando fuera una serie de aconte-1 cimientos. ¿Creen de .verdad q~e Braudel, .n~ obstante suafirmaci6n de haberse aburrIdo de eSCrIbIr la terceraparte de su libro, haya redactado las páginas 721-1 ?87(¡367 páginas!) s610 para respond.er a una cláusula eShlís-.tica, o para complacer a la comisi6n del examen de doc-torado? Responder de manera afirmativa significa noconocer a Fernand Braudel,a quien en realidad no sepuede reproc~ar haber sido conformista en la vida. Mas

4 Braudel, La Mlditerranle, p. XIII.

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Le Goff se bate en favor de una nueva (todavía novedad ...)\ historia política, que debería ser aquella de lo "po,lítico"., Mas, al leer atentamente sus páginas, se advierte que..:.~ªtefamoso elemento "político" no es ~t!:-q_que_eJp~<!.~y.sussímbolos:-P~~~; por áliOtambién el hecho de que no haynadañuevo en cuanto afirma. Los trabajos de Kantorowicz,Wallave-Hadrill, Graus, Ulman, Gorski, Yates -a quienconoce mejor que yo-lo han precedido. ¡De cualquiermodo, debe reconocer que es un verdadero imperialiSmO},cultural querer reducir la pol,ítica, la histor~a política, lahistoria de lo político, a la del poder y de sus represen-taciones!

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Por consiguiente, en Braudel no hay rechazo alguno al

~~~~.~:~;: j~~s~:::~~:~~~t~:~~~:s~:n~;;,~:1t~~~~Lean, relean las páginas de La M~diterran~e sobre la ba-talla de Lepanto. A Fernand Braudel poco le importa labatalla. Lo que le interesa es saber si después de ella elImperio Otomano está de rodillas (como una consolidadatradición quisiera) o si, al contrario, no se trat6 (como sos- 'tiene Braudel) de una batalla vencida y de una guerra per-dida: Chipre será aband?~ada al término de aquella gue- t lrra, a la quélos contemporáneos llamaran la "guerra de~C:eJo. 'Chipre", y el Imperio Otomano continuará imponiendo la 'propia fuerza todavía por mucho tiempo (podremos, delmismo modo, decir una batalla perdida por Femand Brau-del, pues todavía hoy en los manuales de todos los liceosse habla de la gran victoria de Lepanto, olvidando el ba-lance de la guerra). Por otra parte, Lepanto constituía para.' ;Braudel una especie de ocasión para preguntarse si, mien-tras ganaba una batalla en el Mediterráneo, Espafta noestaría perdiendo más de una guerra en el norte d~ Euro-pa, en Flandes.

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Un extrafto "bocado del cura" que ocupa un tercio de,las páginas de la obra, a las cuales se pueden aftadir otras(por ejemplo, aquellas importantísimas dedicadas a losimperi~s, en la segunda parte). No intento adherirme aYves Lacoste, quien afirma:' "Creo que~ en resumidascuentas, lo que prevalece en La M~diterran~é'es el análi..;sis de los cambios políticos",7 pero a mí me parece que ~nla obra la dimensi6n política existe. Es verdad que J~cques. "

5 Agradezco a la seftom Paule Braudel por haber puesto a mi disposici6neste texto. ' . . '

6 J. Le GofT, "L'histoire politique serait-elle 'toujours l'épine d~rsale de •l'~istoire.?", .en id.: pmaginaire mtdiival, París, 1985, p. 337 [trad. it.L lmmagmano medltVa1e,2" ed., Laterza, Roma-Bari,'1991]. ,, 7 Y. Lacoste, "Bmudel géographe", en LireBrautkl, p.205:

.. .la historia'política es relegada a u~a tercera parte que, lejosde ser el coronamientode la obra, se diría que es casi el des-ván. De espina dorsalde la obra, la historia políticase ha vuel-to un apéndice atrofiado.Es el bocadodel cura de la historia.6

particular de su estructura generaL EscriJ{~,el 20 de abrilde 1944 (todavía prisionero) a Lucien Febvre:

ro,... Usted conoce mi pla~ tripartito: his;oria inm6vi~(el cuadr~geográfico);historia profunda, la de lós movimientos de con-

I junto; historia événementielle. El peligro es que llegue dema-siado lejos. ¿Es pensable reducir eUibro a la segunda parte?

" [..~]¿algocomo el destino del Mediterráneo de 1550 a 166O?e Muydentro de mí me opongoa ~sta mutilaci6n.S '

He aquí, pues, ~~m~-ex resa bi~n( c6mo en su interio~I!W.~rmabiW..\tlJ.lgQ2, 6mo\cada una era de gran interés para el autor. '

Jacques Le Goff afirma, por el contrario, que en La M~-diterranée

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.Fernand Braudel, en síntesis, siempre estuvo contra "la

1.b.ist9ria p.olílica tradicional (que les. un cadáv.~l: todaví!por matar". 8 Braudel habría estado de acuerdo con estadeclai:aCf6~ de Jacques Le GoIT,ya que él mismo contri-buy6 a apuñalar a "la historia política tradicional". Jacques

(t-e Goff E!Q~_~_E!1a hi~t.ori.~p~lí!~.c.anouv.ell~'.9~e de~~-ría estar "cle..Qi2.~º~a.las.estructuras, ataná:1j~i!?~Qáal,.a

{l~ semi~g[~dllap~s9!1~.da del poder".9 Mas (semiologíaaparte) me parece que este programa nouveau de JacquesLe Goff ¡se encuentra ya realizado en La Miditerranée! Sino me equivoco, las páginas de Braudel dedicadas a los

, :imperios' constituyen un admirable. éjemplo de _exposici6n1 ?e lo políli~~, y anticipan, po~~riitreintena de años, los r\,Justos auspICIOSde Jacques Le Goff.

Por consiguiente ¿es una obra perfecta La Miditerrame?Desafortunadamente no existen obras perfectas en el

campo de las ciencias humanas. Y quizá precisamente de. ahí proviene la fascinaci6n que ejercen ...

~

Si debiese,reprochar algo a La Miditerranü (en particu-. lar a la segunda parte), diría que Fernand Braudel ha pres-

tado más atención aJo cuantitativo que a lo cualitativo.y aquí ~s necesario abrir un paréntesis. Expresando

esta: reserva, no tengo intenci6n de atacar ra historia cuan-titativa. 'He creído siempre -'-y creo todavía- que sin his-toria cuantitativa no existe (o casi) historia. Pretendo decirque también para querer hacer historia basada en la semio- J

logía, será necesario -de manera más o menos cons-ciente- estudiar la frecuencia, la recurrencia, del.signo. j

que se quiere estudiar. Porque si tal "signo" aparece s610una vez, no significa nada (o aJo sumo una excentricidad).Por consiguiente, lo cuantitativo constituye un elemento

8 Le Goff, "L'hisloire politique ... ", p. 348.9/d.

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preliminar necesario. Y en este sentido Fernand Braudelfué;\Ína vez más, un gran maestro. Pero el problema es elsiguiente: lo cuantitativo (expresado en cuadros sin6pticos osimplemente sobrentendido) nunca nos indica, no puedeindicarnos, si el fen6meno que se estudia está en fase desimple crecimiento o -para servirme de un término que nome gusta mucho-- de desarrollo. Una curva de producci6n,o de 'finanzas públicas, o de lo que se quiera, puede "cre-cer" hasta el cielo. Mas si el modo de producción permane-ce anticuado, si las estructuras de distribución son las delpaSado, si el conjunto"de la sociedad envejece, este "creci- i2.( (

_miento" no significa gran cosa. En tal sentido, me parece-(lM5 ~

)que, si bien Femand Braudel fue un gran innovador cuandomostr6 la continuidad de la vitalidad del Mediterráneo en elsiglo XVI, sin ~mbargo no not6 que, enkp-ros~eridad de esesiglo, en el mar interior estaban ya presentes los_gé~nesde las dificultades que habrían reducido a todos sus paísesal.papel de objetos de la historia. Y se puede ser objetos dela historia aun con banqueros y comerciantes que se enri-quecen, o con enormes fortunas que. se acumulan en elcomercio o en la: banca. El Mediterráneo del siglo XVI,según mi modesto parecer, no presenta cambios de-ordencualitativo; me refier<>i los camnios que es posible veri-ficar, por ejemplo, en el caso de Inglaterra. .'

Esto en cuanto concierne a La Miditerranée como "sim-@pIe" (si así se. puede decir) libro de historia. Sin embargo,como ya lo .decía al iniCio, me parece que este libro con-tiene también, in nuce, toda una serie de ideas-fuerza quehan heChodeBr~udel no s6lo un gran-historiador, sino ungr~ÍJlt~lectl.latge nuestro siglo. Es este el punto quequisiera ahora desarrollar.

Se. insiste siempr~, hablando de la primera parte de LaMéditerrame, en la geografía, en el Braudel ge6grafo.

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12 [París, 1922; trad. it. La terra e l'evoluzione umana. /ntroduzionegeografiea alla storía, Einaudi, Turín, 1980.]. 13 Lacosle, op. cit., p. 191.

La terreet l'~~olutionhumaine.12 No comparto la opiniónde Yves Lacoste,13 para quien, "sin duda, no queriendo po:..lemizar con su 'jefe', ha fingido ignorar esta obra tan im-portante". Para Braudel, Lucien Febvre no era un "jefe",\sino un padre espiritual (aun más que intelectual), y proba-blemente se trató más de un rechazo psicológico, pues enel fondo Braudel quería avanzar más que Vidal de la Blachey más que el mismo Lucien Febvre. Ni en uno ni en otroencontraba en efecto respuesta a su problema: lo repito, laarticulación espacio/tiempo.¿Qué significa esta articulación? Traduzcamos en ténni- ~

nos simples. Fernand Braudel constata, en los hechos,,&vque, por ejemplo, l,! navegación en el Mediterráneo coin- k,,"-cide con ciertos ritmos estacionales. Éstos son dictadospor la evolución climática(en particular la de los vientos).y todo ello durante milenios. Existe pues una constante:aquella que él define como una "historia_ca!?i.in.~ó.vll~:._Afirmación peligrosa, se dice. Pero ¿acaso es culpa deBraudel si los vientos soplan siempre en una precisadirección, en ciertas estaciones, y que esto influya en lanavegación, por lo menos hasta el fin de la de vapor?Además, ¿por qué reducir el pensamiento histórico de

Braudel a la historia casi inmóvil, mientras alIado de éstaél ha apuntado las otras más rápidas o incluso "nerviosas"?Hay que preguntarse si algunos críticos de Braudel hanleído en realidad una sola lÚtea de su obra. Precisamenteporque hay enanos que imaginan que enfrentando a algu-no más grande que ellos podrán a su vez crecer.Pero pasemos a cosas más serias. En esta primera parte,

llamada "geográfica", aparecen las ciu.dades. O mejor, "las,___ . i

¡, t; . f4)~ ..«. ; , .

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10 Las cursivBlI son mrBll.11 CJ. el artículo, humana y culluralmente mediocre, de Ch.-P. Péguy,

"L'univers géographique de Femand Braudel", en Espaees/femps, 34-35, pp.77-82.

Podemos, pues, decir que Braudel nunca fue geógrafo,ni nunca quiso serlo. Desde este punto de vista las críticas'qu~ recientemente se le han. hecholl de no conocer talli-bro o tal artículo recaen a fin ~e cuentas sobre la medio-cridad de los mismos críticos.El problema es, no obstante, más complejo. Si Braudel

ha estudiado el ambiente geográfico, este actor, como él lo) llama, es simplemente porque un problema le molesta: laiGI1icut~q,i~n espacio/tie~ --. En esto Fernand Braudel se coloca bastante más allá deVidal de la Blache y también de su querido Lucien Febvre.Se habla siempre de la relación Lucien Febvre-FernandBraudel, pero no se ha subrayado que Fernand Braudel,en La M~dite"aiiée, ignora el gran libro de Lucien Febvre

Pero rara vez se nos plantea el problema de saber conexactitud qué significaba para Braud«jrla geografía. Contodo, él es bastante explícito: :

I ,.vJ~¡..' . -td t~rX los capítulos que siguen (del 1al y) no son capítulos de geo-grafía. Son capítulos de historia, así como todo este libro es

(\,[t)~~.•\\t. un libro de historia. Éstos se proponen tan sólo recordar alf(' --. "¡' f .) lector que aun cuando,_como sucede la mayoría de las veces,

,pi~",. los contemporáneos y, más adelante, los historiadores, no. CI~l_ lo impulsaron a primer plano, a escena, tras toda la historia-

humana se encuentra este actor10 tan diij)uesto a tranSfór- .mars'e:'péf'O'Sie'mpre tan llábif, t;Qapremiante •.tanAecisivo :, 11veces"en' sü's'íiite~-ñéYont:s.: ,¿cómo llamarlo? Deci~'espa::~Ció'es'r~dtictivo. Tierra, es equívoco. Digamos",~Lambieñre-:geográfi'co[p~3T--"---"" .... - .• ' -..'-'-". __ .~---

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ciudades y las carreteras, las carreteras y las ciudades".Que yo sepa, ciudades y carreteras no son hechos geográ-ficos en el sentido estricto del término (por lo demás Vidalde la Blache, en su Tableau géographique de la France,¡nunca habla de ciudades!). Pues bien, tal capítulo mues-trt! precisamente cómo Braudel atribuye l~, ciud~~~lLala_

r,geografía. Además, es n~i~rio-'q~~-lo~qu,e, a )3J;".8"usl.rlJe-in.teresa.no es la ciudad"sino las ciudade$,.l~_red de lasciuqadell.L-que es posible sólo si éstas están liga.da~-ent¡'e~Lpor carr~!~!<ls",Lasciudades están ,c.~rc~~d.ªº~-E..0rmu-ra~:,¡l?~.~c_~.e.!".~oL~_~!o.~()hay,que olvid.ar qu~dichas

...~~raJ.1as tienen puertas. No s~ disgustenJ.9.sJcomo sesuele decir) nuevos historiadores, que reducen la ciudad a

"sus'miirallas,14 Son las puertas las qué'cuentiín;':'ho las. murallas. '

ro

"- Creo, pues, que Yves Lacoste tiene razón al hablar de una"concepción no vidalianade la geografía"15 en FernandBraudel. Sería más bien el caso de decir una "concepcióntransvidaliana" de la geografía.Mas es hora de sacar conclusiones. O por lo menos las

primeras conclusiones.¿Cómo todo esto ha contribuido a hacer de Femand Brau-

del, como yo afirmo, un gran intelectu;¡, más que un granhistoriador? Por el hecho (y subrayo hecho, pues no se tra-ta de una opinión) 'de que desp~é~ de Braudellos historia-dore's (y no sólo ellos) ya no pueden hablar del tiempo ydel espacio como se hablaba antes de ellos. Se puede cues-tionar (y yo lo he hecho)l6 que Fernand Braudel no haya

14 Debo recordar que "puertos" y "puertas", tenían un mismo dios protec-tor: ¿Portunus? Cf. G. Dumézil, "Ports et portes", en Fétes romaines d'ett etd'automne, París, 1975,pp. 38-41[trad. it. Feste romane, Il Melangolo, Gé-

: nova, 1989]. ,\ 15 Lacoste, op. cit., pp, 189ss.

16 Cf. aquí el cap. 11, pp. 73-76.

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integrado en uno de sus tiempos el político. Esto no quitaque el tiempo de lo h12!9..~£oJano exista. Es necesario ha- ~blar Yª..d~ti~_mp"q,~~!_ur~f)Mas la revolución que Braudel ha introducido en esta

categoría fundamental del oficio de historiador no es sólola célebre división tripartita entre un tiempo cuasi inmó- ,vil, un tiempo lentamente ritmado, un tiempo de las oscila-ciones breves, rápidas.17Por sí sola, esta triple división ha trastornado la obser-

vación no sólo de la historia, sino también de la sociolo-gía, de la antropología, de la psicología y d.e la economía.

\ Demoler una categoría fundamental como la del tiempo esUa clara impronta de un gran intelectual., Pero eso no es todo. Como he dicho, la cuestión de fondopara Braudel era aún más compleja. Era la de la articulaciónespacio/tiempo. No estoy seguro de que él haya tenido éxitopleno en tal proyecto, pero éste no es el problema. Lo quecuenta es que formuló la cuestión. Quisiera dar un ejemplo.En su Essai politique sur le Royaume de la Nouvelle Espagne,Alexander von Humboldt -para quien alimento desdehace un cuarto de siglo una ilimitada admiración pues esciertamente uno de los padres fundadores de la geohisto-ria- no llega a fundir los conocimientos geográficos con

17 Se ha reprochado a Braudel que en su división tripartita del tiempo, e;ltiempo breve (el de los acontecimientos) no se articule con los otros dos. Un~ ,observación superficial, ya que no se tiene en cuenta que, para Braudel, "losacontecimientos son generados por las estructuras y po~ las coyunturas": ef.K. Pomian, L'ordre du temps, París, 1984,p. 87.Muy a menudo se olvida queFemand Braudel está contra el acontecimiento aislado, pero que para él existerepeticwn de los acontecimientos, y que tales repeticiones hacen de los acon-t~i'!1ientos un sujeto digno de la historia. Por otra parte, en su concepción,'nnacontecimiento no tiene sentido si no está encuadrado en sus estructuras y enlas coyunturas de la época. ¿La guerra del Golfo tendría un sentido para quien \ignorase todo acerca del Cercano Oriente, historia, civilización, economía,sociedad, etcétera? Igualmente, la tercera parte de La Mtditerranü no ad-quiere todo su significado sino para quien ha asimilado las dos primeras. _

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~os hist6.ricos. Es ~uy raro que en st.y>bra exista vínculo,mtegraCI6n, ~l:!l~~~tltJ;,«tJQ.~ps campos. Br~el, por elcontrari.Q".lQJogra. Y es en este sentido que es necesario~~;¡;~~d~r'ío~ dos pasos sucesivos, los dos pasos qu~lollevaron a estos dos concepto~,:JaA.Ul:l!~i.9Jdª!g.a;Ja.m;:.9.::-no~-mundo. ..--' 'Bra~dd~~ntrariamente' a una lectura consolidada-' -no s610ha disociado los tiempos de la historia, ha disocia-do también los espacios. Y ello desde La Méditerranée,aun cuando estas disociaciones han sido mejor teorizadasen el artículo sobre la duraci6n larga y en los tres volúme-.nes de Civilisation matérielie, économie et capitalisme.Todo Braudel está'ya contenido en La Méditerranée. Noquiero decir que después de 1949 Fernand Braudel hayavivido de réditos intelectuales. Yomismo he indicado que lasegunda edici6n de La Méditerranée puede ser considera-da un libro nuevo (en especial por cuanto concierne a lasegunda pane).l8 Lo que quiero decir es que el núcleo delas ideas que Braudel desarrollará, organizará, teorizarácon más fuerza y más detalladamente en sus obras sucesi-vas, se encuentra ya en la primera edici6n de La Médi-terranée.

t Desde las primeras líneas del prefacio, Braudel e~cribeque .q.uiere.'~c_e.r. eyid~.!1tes.los.nexos ..perman~E~!1l \h~.~t~.riaJ!':t,s.decirdel tiempo,-de.los, tiemposly.,del.espaciO:. .-'" No hay que creer que se trata de una simple frase paraanunciar un programa en seguida olvidado. No, todo el librono es otra cosa que el desarrollo de estas dos líneas. Y sise separan -como a menudo se hace- el problema deltiempo y el.del espacio, se corre el peligro de no entendernada' de La Méditerranée ni de la obra de Braudel en ge-

18ef. aquí el cap. íl, pp. 77-78.

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neral. Pues, en efecto, también en Civilisation matérielle,économie et capitalisme desempefian un papel importante-de manera diferente, ciertamente, respecto de La Mé-\diterranée- estos dos planos: espacioltiempo.l9Muy bien, se dirá, pero una obra no existe s610 por sí

misma; existe también (¿o sobre todo?) por la repercusiónque ha tenido. Y se plantea entonces el problema de losalumnos y el de los herederos (que no son la misma cosa).Comencemos con los alumnos, y definamos este término.Sin seguir del todo a Plat6n, para quien el buen alum-

no es el que apuñala al propio maestro, diré con gusto quede la categoría de los alumnos excluyo a los "mandaderos".Más bien creo queoel buen alumno es aquel que en el surcotrazado por el maestro ve otros surcos laterales, más pe-queños, si se quiere, pero que pu~den conducir a paisajesdiversos.Baste pues pensar que si Braudel ha podido escribir

este "libro nuevo", que es la segunda edición de LaMé-diterranée (sobre todo, como decíamos, por lo que se refie-re a la segunda parte), es cierto gracias a su indiscutibletalento, pero también (y él es el primero en coincidir enello) gracias a los trabajos de sus alumnos (los Tucci, losDa Silva,Jos Ruiz Martín, los Kelleribenz, los Sahillioglu,los Spooner, los Aymard'... y tantos otros que ahora se me'escapan). Afiadamos además los que, sin tener nada que 'ver con el Mediterráneo, o bastante poco (los Jeannin, los

19 A este respecto, ef. F. Fourquet, "Un nouvel espace.temp~", en LireBrauc1el, pp. 74-93, quien tiene razón al afirmar: "El método de FernandBraudel es revolucionario, aun sin tener el aire. Él trastorna, en el verdaderosentido de la palabra, nuestra vi.fión del mundo; 'es decir, los esquem~comunes de nuestra representación del espacio y del tiempo. Bajo la modestaambición de una 'historia geográfica' se oculta una dilatación de las formas (J

priori de nuestra sensibilidad del espacio y del tiempo. Los I1nicos conceptosque ha propuestu y desarrollado con cierta insistencia conciernen precisa-mente al espacio-tiempo" (p. 74).

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23 En la transmisión Apostropks del 13 de noviembre de 1987 (agradezcoal amigoJ. Levyssonpor haberme proporcionadola grabación).

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todavía más explícitamente: "en el centro de mi libro, labatalla de Bouvines es fundadora".23 ¡Se pasa por tanto dela demostración que de tal batalla se requiriría hasta olvi- eP:'-ic- /J

dar la existencia, reduciéndola a un no acontecimiento, a P tv.\

la glorificación de la misma batalla como expresión del ~Ct""(..~/"t/)

acontecimiento "fundador"! ,.f,. !{"J .•..(1l (~~

~..más gIaY-fLq,Qe...e.s..ta-!!ªi.~!~r.L!ác~ic::a._es,~l. h.~chode mJ.~ier.!0 espíritu de los Annales Oos de Bloch, Fe-bvre, Braudel).haya ..dés'~parecido-totalmente~ Primer sig;no: ~~nsañamiento contra.J~..hi!it9ril!_ec«?,r:!~!!!.!Cªy~o9,ia~\Una verdadera furia destructora se abatió sobre esta disci-plina: las colecciones fundadas por Fernand Braudel en1949 en la École desaparecieron; los Annales ignoran, o

Icasi, la historia económica y, cuando la tocañ; éomoen elfiúméfó dedicado ~.¡;protó"hldustrialización, es para cons-tatar el retardo acumulado de Francia en este campo; eldeporte preferido ha sido (y persiste, aunque desde hacedos o tres años de manera más moderada) el hacer fuegocon toda la artillería disponible sobre el "imperialismo dela historia económica",' imperialismode1 todo fa.lso, puesgran parte de esos mismos "denunciantes del imperialis- .mo de la historia económica" habían sido invitados a co- .laborar en los Annales y han sido incorporados a la École,Braudel imperante. Por otra parte, denuncian al mismotiempo :~,~.~jJ;J..qD-ª!~t~~'_o."&obal" ;Preci~d'; p~~.1os'f~~~.., )Oádores d~J~~A~~l~~:..i.Y excluir talo cual sector de la.

lífstoria no es a su vez imperialismo? " '-])e8áf()ifuñádameñt~s~";;~-;acío es siempre fácil,llenarlo es más complicado. Y la tarea que los "herede-ros" han asumido ha' sido tanto más complicada cuanto quenoexistfa entre ellos cilgulwidea de cómo una nueva fase

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20 F. Dosse, L'histoire en miettes-Des "Annales" d la "nouvelle histoire",París, 1987.

21 G. Duby, Le dimam:he de Bouvines, París, 1973, p. 231 [trad. it. Ladomenica di Bouvines, Einaudi, Tunn, 1977].

22 Citádo por F. Dosse, "Les historiens sont 'ombés sur la tete", enLibtration, 28 de enero de 1989. '

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Chaunu, los Morineau ... y otros que olvido), se han inspi-rado en Braude!. Y todos ellos no eran ciertamente "man-daderos"~ más bien algunos eran alumnos un tanto rui-dosos. Pero esto no tiene importancia. Lo que cuenta es lacepa -Fernand Braudel-. - común. .~ .• Pasemos a los herederos. En un libro (por lo demás, dis-cutible) que en su aparici6n hizo mucho ruido, FranctoisD~e20 denunciaba el peligro de una inminente desapari-ci6n' de la historia debido a una traici6n de los herederos.

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Que haya sido traici6n, es cosa cierta. Y no se trata s610de..traici6n respecto a Braudel, sino sobre todo respecto a losAnnales. EI!.~fecto,~s u~ abus<>.q\le .l~~ jl~nales ~~~hoyapI:ox.ec::h,.en~ª-'~glori~:~de lósAn~l!les_d~_~arc)3jQch,_de

'~L~~ien Febvre, de Fernand .Braudel (y este último, indiscu.-tiblemente, es el que más se ha utilizado paraIa difusión yla afirmación del espíritu de los Annales J. Se Jrata de laapropiación indebida de una herencia.

Traición respecto del espíritu de los Annales. No pue-de ser definido de otra manera el hecho de que en 1973G'eorges Duby (un historiador que nunca he apreciado)haya escrito: "¿Qué nos haría la n,arración de Bouvines en iuna enseñanza impartida a los hijos 2e una Europa unida,-en nombre de una historia que por mucho tiempo, y justa-mente, se ha batido para liberarse de las ataduras delévénementiel? Nuestro tiempo ahuyenta las batallas de lapropia memoria. Y tiene razón',';21para escribir algunos añosmás tarde que aquella misma batalla de Bouvines "fue unaverdadera batalla", "una' victoria brillante" ,22 y afirmar

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-,de la vida de los Annales habría podido ;éónfigurarse. Másque "construir" objetos de re£le:x;i6,~hi~tQxicau...se.co~taron c~'eñC()ñ¡raTlos'~ LasOlUci6n c6moda ha sido lade la~;~;'~t~~~ l;;-;;u~v~ a toda costa: después del "nou-veau roman", el "nouveau cinéma;'; el "nouveau melon deCavillon", hemos tenido también la "nouvelle histoire",24una historia a la última moda. Mas, como decía el ~ismoBraudel, querer estar a la moda es por fuerza de las cosascontentarse con seguir. El contenido de esta "nouvelle \

lhi~~~.i~e"es verdader~~~~pobre. Podremos dar múlti-Ples ejemplos, perooastará uno.

Uno de los fragmentos de la así llamada "nouvelle his-toire" ha sido la etnohistoria. ¡Cuántas fechorías se hancometido en su noinbre!

24 Todo es nuevo en París. Cito aquí una bella e irónica página de MarcAugé, La traversle du Luxembourg, París, 1985, p. 56: "'Les nouveauxclochards' mostraba en su titular el otro día un semanario. Es descabelladocómo Francia, país que, de acuerdo con lo que se dice de que debería estarmodernizado, tenga" el culto de la novedad. Precisemos: de la novedad recu-rrente, como la del beaujolais. Los etnólogos hablarían de concepción cíclicadel tiempo. De cualquier manera, también en esto la publicidad sabe bienhacia dónde va. Cualquier producto que ofrece se vuelve nuevo en menos deun afto, ya se trate de niflos, de detergentes o de sostenes -a los que tambiényo presto atención por ejemplo, y que, es necesario admitirlo, atraen la mira-da [••.l-.En resumen, el progreso no puede ser detenido. Hay siempre unproducto más hermético, más absorbente, que sostiene más, que blanqueamás. Coluche tenía a este respecto un sketch divertido: ¿si mi nuevo Omo lavamás blanco, qué hacía entonces el otro?" Y Marc Augé (así como Coluche) noconocía todavía un clásico de la novedad. Sepan_TJ~~~ste "un nuevo ~riero,para una nueva etapa de la conciencia histónca". La receta de este "nuevogénero" es ml!Yslmjile";-toinén la-añtigua.a~iobiografía; bautíceñíª~'egohisto-ria", y tendrán el "ñuevo género": el prestidigitador es Pi erre Nora en su"'Présentation a" Essais d'ego-histoire, al cuidado de P. NOnl,París, 1987, p. 5.A este respecto, c¡' las correctas observaciones de P. Bourdieu, "Aspirantphilosophe. Un point de vue sur le champ universitaire dans les anneés 50",en Les t¿n.i!..uxphilosophiques da annels 50, Parls, 1989, p. 15: "Los universi-tarios felices no tienen historia, y no es necesariamente hacer un favor a ellos,o a la historia, pedirles narrar sin método vidas sin historia". C¡' además lanota 12 de la p. 22, donde la egohistoria es justamente considerada una etique-ta comercial, "una simple empresa editorial, uno de aquellos nonhoob".

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¿Por qué se ha recurrido a esta cobertura antropo16gicacuando en el fondo el estatuto de la ciencia hist6rica fun-cionaba bien?AP-arentementeJ~llrrieºdQ.jlJ.ª antrop~lo:. \gía, el territorio de la historia se ha ampliado. Pero, lo repi-to, s610 eñ aparíf~cia~':1:~.~Jos niod~sd~_~.E~.~~.~~t?permanecieron bastante tradicionales. Ahora bien --es deSObra sabid~- desde tiempos remotos-, son precisamentelos modos los que cuentan. Se puede hablar de nuevos te-rritorios, de egohistoria, de"etnohistoria, de todo lo que sequiere, mas si los modos de tratamiento de estos territoriosfalsamente nuevos siguen siendo los mismos, ¿d6nde está,pues, lo nuevo? La geohistoria de Femand Braudel es ver-daderamente nueva P'lrque su modo es nuevo ...De esta manera, confieso no comprender por qué André

Burguiere incomode a Lévi-Strauss y sus estructuras ele-mentales de la parentela a prop6sito de estudios de histo-ria demográfica. No basta encontrar en la cuenca parisinadel siglo XVIIl "un modo de clasificaci6n no carente de en-lace con aquellos que Claude Lévi-Strauss ha identificadoen algunas sociedades primitivas"25 para creer que se hahecho antropología hist6rica. Los dos rriodos son diversos."Lo que cuenta -pero Burguiere lo ignora- es saber porqué y c6mo tal "modo de~clasificaci6n" se ha conservado (si,es que se ha conservado). No quiero decir con esto que lahistoriografía francesa no haya proº~cido ningún etnohis-toriador: bastaría citar el nombre de Nathan Wachtel parademostrar lo ~ontrar-io, pero me parece significativo queéste -sin duda cansado de la acostumbrada y enfadosacantinela de la etnohistoria- haya d.ado a su últim~y

25 A. Burgui~re, "L'anthropologie historique", en La Nouvelle Histoire, alcuidado de J. Le CofT,R. Chartier y J. Revel, París, 1978, p. 58 [trad. il. parcialLa nuova storia, al cuidado de J. Le GofT,Mondadori, Milán, 1980]. Para de-talles ulteriores al respecto, c¡' Romano, Histoire, anthropologie,jolklore, 111,pp. 295-302.

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2') A tal propósito, cf. M. Marineau, "Un 'grand dessein: civilisation matérie-De, économie et capitalisme (XV"'XVllle)", en Lire Braudel, pp. 25-26: dos páginasmuy bellas sobre la independencia de Morineau y sobre el modo de Braudelde acoger tal independencia. Fernand Braudel siempre ha preferido los verte-brados a los "mandaderos". I/ .

En efecto, el Nouvel Observateur había planificado, en sunacimiento, establecer redes del género. Claramente no paraejercer tal vez algún poder, sino para difundir ideas y con,:quistar, por medio de ellas y gracias a ellas, un público. Cier-to, es verdad -y con gusto aprovecho esta ocasión paraprecisarlo- que había decidido contribuir al éxito de lascolecciones de ciencias humanas de Pierre Nora editadas porGallimard, de la inspiración de Fran~ois Furet en la École.des Hautes Études, y que la comunidad de las orientaciones,la intimidad de las relaciones, el ardor de las ambiciones in-telectuales habían terminado por crear un "ambiente", un es-pacio ideológico, cuando no una escuela. Jacques Julliard,Alain Touraine, André Burgui~re, Edgar Morin constituíanun primer círculo. Era la época en que GeorgesDuby,Ernma-nu:cl Le Roy Ladurie y Jacques Le Goff, entre otros, dis-ponían ya, ciertamente, de todo su inmenso talento, peroten(an todav{a poco público [...j. El Nouvel Observateur fue la

tan verdaderamente: pienso en los Toubert, los Delumeau,. los Morineau, los Dagran ... He aquí los grandes nombresde la historiografía francesa. Y, como por casualidad, todosson historiadores en el surco de Braudel, ciertamente nocomo "mandaderos", sino -por ejemplo, el caSo de MichelMorineau- como alumnos bastante indisciplinados.29Por consiguiente, podemos preguntarnos: ¿por qué los

medios se interesan en un grupo de historiadores, descui-dando a los otros? Simplemente porque los primeros se de-jan capturar por los medios, mientras que los otros los ~cha-zan. ¿S610una calumnia mía? No, es Jean Daniel, directordel Nouvel Obseroateur, quien lo admite:

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26 N. Wachtel, Le retour tks anc2tres-Essai d'histoire rlgressive, París, '1990. -

27 Y sena necesario aftadir: de Lucien Febvre. A estos dos nombres se lesha hecho desaparecer completamente de la lista de los padres fundadores.Queda Marc Bloch, sólo el de los RoÍJithaumaturges [trad. it. 1 re taumaturghi,Einaudi, Tunn, 1973J. El otro, el de las estructuras rurales de Francia, de losproblemas de historia monetaria y, en general,. de historia económica, tambiénha sido hecho a un lado. En resumen, un Marc Bloch castrado.

28 (Trad. it. La nascita del Purgatorio, Einaudi, Tunn, 1982.]

admirable obra26 el siguiente subtítulo: "Una historia re-gresiva".He aquí, pues, c6mo esta así ll~~da "nouy~lle_~istQj!e'.'

se ha separa:élo-del-espíritii -de-los Annales y de la lec_ci6n.(lelJra~_eJ.z: ta-geohistóriliae- eS,te'últji1:io'_~-ó~,'yaga~eti2i~~_ ~~ p~ncipio, 's,i~o-~íi~~))i~~_u!1J~,reaLconfluencia.~!itQ.q~~de modos de trabajo, de 16gi<?af;J.:ef~r~!1.!~~~_dos (y más) disciplinas para hacer de-ellas .alg()único y di-v_~rsº.JJ~esfuerzo hasta el día de h~y de's~uidad~~--- ..Pero entonces, dirán,' ¿la histodografía f~a'~'cesa queda

..redu.cida a nada? No, la histori?grafía francesa está bien,graCIas. .Sobre todo, es justo reconocer que en el ámbito de la

"nouvelle histoire" hay obras importantes, rarísimas, escierto; por ejemplo, las de Jacques Le Goff (en particularsu Naissance du Purgatoire,28 que es ciertamente un granlibro, aun cuando, amigo Jaeques, no tiene nada 'de etno-hist6rico). Es todavía poco para que se pueda en verdadcreer en la existencia de un complejo historiográfico degran alcance. Seguimos aquí en una pequefia capilla (enla cual existe, sí, una rara estatua bastante bella,- como elPurgatoire de Jacques Le Goff; pero siempre se trata de-una pequefia capilla). -Pero si la historiografía francesa está bien, ello se debe

sobre todo a otros nombres, de los cuales los medios decomunicaci6n nunca se ocupan y que sin emb,:ugo cuen-

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En realidad, aquellos "que no carecían de mérito" nuncahan protestado. Los dos libros en cuesti6n son de Luis Pintoy de Régis Debray: no se trata, pues, sino de una simplequerelle en el interior mismo del gallinero de los medios. \Aquellos que verdaderamente tenían "mérito" han con-

tinuado dignamente su trabajo, un trabajo ortodoxo y/o he-terodoxo respecto a La Méditerranée y a su autor.Dejemos de lado pues a los alumnos "mandaderos"; de-

jemos de lado también a los herederos abusivos. Permanecela sobrevivencia de un libro, de un hombre. y reconozcamosque después de Fernand Braudella hist~ria se ha conver-tido en algo diverso: No TWuve'Ue,~~.1.!euve, y -lo que es. infinitamente más important~_~a. )

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encrucijada de aquellos encuentros, tal. vez el trampoUn deaquellas ambiciones. Esto no agradó a 6tros, que no carecíande méritos. Dos libros han sido bscritos para denunciar nues-tropoder y el abuso que hadamos de éL30

,....30 J. Daniel, "Avant-propos'~ para DoculJUnt.sObservateur, 1: La Mediakla-

tura-Le nouveau pouvoir culturel, París, s1. [1988], p. 9, las cursivas son,lllías.Nota de 1995. Sobre este problema de las intervenciones externas (périódi-cos, televisión, etc.) se notará que el mismo fenómeno se ha dado tamKién enItalia. En tal sentido, son interesantes las siguientes declaraciones de GiovanniLevi: "Yo tuve, sin embargo, un inicio muy ligado áTa Rivista storica ita-fiana y a Venturi: 'las primeras cosas las escribí pensando que mi referencia'corporativa' debía ser especialmente Franco Venturi y la escuela de la iz-.quierda idealista. Por consiguiente, 18ll primeras cosas que escribí aparecie-ron en aquella revista. El 6ltimo artículo que escribí para la Rivista storicaitaliana fue uno que durante tres aflos no me atreví a publicar, porque meparecía de un aburrimiento mortal y que, en cambio, luego fue apreciado y alque también yo ahora amo mucho, y, sin embargo, es un artículo mortíferosobre la historia de la estadística, la estadística dieciochesca. Hasta aquelmomento yo tenía una imagen ciertamente muy 'corporativa' del oficio de his-toriador; esto es, pensaba que los lectores de los libros y de los artí<:9los dehis~oria de~ían ser otro~_hi;toriadores p!!>fe!!i~~es. Me imagi;:;-aba un irupode lectura tan grande como 52 personas: 52 me daba una sensación de granrelación con el p6blico. Una de las cosas que más he discutido con CarloGinzburg es precisamente ésta, saber qué relación se tiene con el lector através de la escri!.!Jr!, qué tipo de lector se imagiña u';o~ Carlo Ginzb~rg .sosteñfa que es necesario escribir pensando en tener un millón de lectores: elconflicto era entre cinco lectores y un millón; y esta discusión me ha ensena-do que entre cinco y un millón existe un término medio que se puede de cual-quier manera imaginar. El c~bio está aquí: imaginar que se puede pensaren una actividad científica y de investigación histórica que tenga referenciaa ~p~hlico que no sea el inmediato companero de banca". ("npiccolo, n'gr~nde e il"piccólo", entrevista a Giovanni Levi, en Meridiana, 1990,10, p.214). Que el micropensamiento historiográfico de Cárlo Ginzburg ambicioneun millón de lectores, no sorprende. Desagrada que Giovanni Levi, histo-riador de estirpe, se oriente hacia el medio millón. Quisiera precisar que nocreo ser un historiador cerrado hacia y/o en una corporación: ¡al contrario, heamado siempre el aire libre! Si estoy contento de que mi (con Alberto Te-nenti) Die Grundlegung rkr morkmen Welt haya alcanzado las 112 000 copias

. en la edición alemana, o que mi (con Corrado Vivanti) Storia d'ltalia, Einaudi,haya s\lperado, creo, las ISO 000 copias, esto no significa que en el momentoen que estas obras fueron concebidas la preocupación haya sido saber cuán-tos ejemplares se difundirían; lo que me (nos) interesaba era el problemahistórico, su tensión intelectual (y hasta, en el caso de la Storia d'ltalia, sutensión moral): tema, precisamente, para 52 lectores, o poco más •.••

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