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\r'rr('{'iltrro. ll¡riollclirrr'r' rk'l lll<,rrurrrct¡1o (lolr[¿rlini t.rr lrr lrtrsílir'¿ rI S¿tr¡ ,\nlolrir, rlc l)¿rrlu¿r. EL MEDITERRAI\EO \ I.] I, MT]I\DO MEDITERRAI\EO en La época de f el,ípe Il por FERNAND BRAUDEL ?'raducción de M¡,nro MoNrrronre Tolnpo y WrilcEsr-eo Rocps I t t)1,, (itrt,'t'uttA 1,,(;oNÓMl(:A l\l¡ixir:¡¡ lluctros Aitt.g l,'r )N I )r )

Braudel, El mediterráneo..., pp. 79-91 y 375-388

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\r'rr('{'iltrro. ll¡riollclirrr'r' rk'l lll<,rrurrrct¡1o (lolr[¿rlini t.rr lrr lrtrsílir'¿ rIS¿tr¡ ,\nlolrir, rlc l)¿rrlu¿r.

EL MEDITERRAI\EO

\ I.] I, MT]I\DO MEDITERRAI\EO

en La época de f el,ípe Il

por

FERNAND BRAUDEL

?'raducción de

M¡,nro MoNrrronre Tolnpoy WrilcEsr-eo Rocps

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ti EL MEDIO AMBIENTE

or lo que las ciudades estimulan los trabajos de las planicies, sinoara satisfacer sus necesidades y las de sus exportaciones. De Brosses

retende que, al prohibir la salida de granos en 1587, Roma matóI renacimiento de Ia Campagna _-que antes había organizado-. Elecho es digno de mención, aunque no sea enteramente exacto y aun'ue la pobreza de esa planicie tenga su origen mis bien en los panJa'os y en el edicto de Sixto V. Porque cs evitlctrte que la vida de laslanicies, tan dirigida desde fuera, está sujeta a mil avatares. Lo quea podido decirse de los monocultivos coloni¿rlt:s, vale, aunque en

renor escala, para estas zonas supuestamcntc plivilegiadas. Es unecho que la Andalucía vinícola y olivarcra carccía de trigo en el si';1o xvr, lo mismo que ia Aquitania vinícola cn el siglo XIII y' final-lente, que, sujetas también por toda una scria <lc ataduras de ordenocial, las planicies se organizan bajo un rógirnen de grandes pro-rietarios.

Toda planicie ganada para los grandes cultivos acaba convirtién'Iose, por tanto, en una potencia económica y humana, en una fuer-a... Pero la ley es que no vive ni puede vivir y producir para sí

risma, sino para el exterior. Y esto, que es la condición de su gran'leza, es también la causa de su dependencia y de sus miserias; así,curría, al menos, en el siglo xvl, en que nadie estaba seguro de saber

lónde podría comprar el pan de cada día.

Cmírulo II

EN EL CORAZÓN DEL MEDITERRAI\IEO

ESPACIOS LÍQUIDOS Y FRANJAS CONTINENTALES

I. LAS LLANURAS LÍQUIDAS

La NnvncecróN cosrERA

Cara a la inmensidad del mar, las tierras ocupadas por el hombre enel siglo xvl no pasan, en realidad, de unas cuantas franjas estrechas,minúsculos puntos de apoyo. En enormes extensiones, el mar estaba tanvacío como el Sahara. Sólo se animaba a lo largo de sus costas. Enesta época, navegar equivale, sobre poco más o menos, a seguir lacosta, como en los albores de la marinería. Es "saltar de roca en!'oca", como los cangrejosrl rehuyendo la alta mar, Io que Belon duMans llama las "campiñas del mar". Es, más exactamente, si nosatenemos a las cuentas de cocina presentadas ante los tribunales dejusticia en 1592, con motivo de algún pleito, por el capitán de unanave ragusina, la Santa Maria Bonaaentura,2 comprar la mantequillaen Villefranche, el vinagre en Niza, el aceite y el tocino en Tolón. . .

O bien, según un cronista portugués, pasar de una a otra hospederíarlel mar, comiendo en una y cenando en otra.B Thomé Cano decía delos italianos: "No son marineros de altura".a

Así navegaban los príncipes y los grandes, saltando de una ciu.rlad del litoral a la siguiente, Io que servía de pretex$ara fiestas,

1 De Bisschop, Au deld t\cs horizons lointains, I, París, 1939, p. 344. Cita las pnln-lrras de Cervantes: "navegando de tierra a tierra con intención de no engolfarnos". lf¿¡u¿rl¿stiem.plarcs, I, 254. Se trata de un viaje de Génova a España. Ver la relación del via.ir:,lr, ¡¡¡¿ ¡lou" cargada de tropas, de Es¡raña a Italia en 1572, Mcmorías del ca¡¡¡¡r,u, ,rrr.I 1l| ss.

2-{. rlc Rngusa, refrlrcncia cxacta cxtraviada. V. cn itincra¡io rle ]Jr:rtrtnrl rI: lu I}or-rk'ric, ¡r. ll, Illon (p. 85) pasa ton ccrco de la Punt¿r de Mngnesia "que lrrrbiúrnnros ¡rorlirkrtirrr r¡nn ¡rir:rlra rlcsrle ¡nrostro nuvío hastu l¿r tit:rrt". Nttvíos ¡rtisioncros rlr ln costl,.Sarrr...,¡'¡r. ll|4, lllfi.

1r llnr¡os Asin, l)rc., I, lilr. XlV, ctp. XI (crlicirin A, Ilniño, ¡r. Ió0); "jttrrtnrrrlo crrrrrtr ¡rñtlo r, sr,rt¡lrlo ln¡ oulfo",

'l l)rr¡r¡iiio l'rrcx, Il. tlr ltrttl., lY, y,rlr gurrrtr ntrtrhtulr..., Srvillrr. l6ll. ¡r.

lf l4,, 'l'lrrrrrrÉ l'.nnt, ,rlrlr puro lulttiutr.,. rtrro.r5v,

'lt)

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EN EL CORAZÓN DEL MEDITERRANEO

cn los puertos, a un servicio efectivo. No era éste, sin embargo, el<:aso cuando el duque de Mónaco y el de Saboya, poseedores ambosrle un pequeño trozo de la costa y, por ello mismoo tanto más ávidos delucrarse con el abundante tráfico que pasa por delante de sus narices,rrlegan la pretensión de imponer un tributo a los navíos por el simplelrccho de costear sus playas. ¡Y ay del velero que tenga la desgracia.lc caer en las garras de sus galeras! t El tributo del 2 % d" los deVillefranche, sazonado por el mal humor francés, llegó a provocar,tn tiempo de Luis XIV, un enojcso incidente diplomático, aunque no

i{r'¿rve, sí interminable. Nada indicaría mejor que esto hasta qué punto,'l tráfico marítimo se ceñía a las costas del litoral mediterráneo. La¡'osesión de los presidios de Talamone, Orbitello, Porto Ercole y S. Ste-lrrrro, a lo largo de la costa toscana, que le adjudicara Lapaz de Cateau-( hrnbrésis, daba a Felipe II la posibilidad de interrumpir a su antojol:r navegación entre Génova y Nápoles, comprometiendo así la libre, irr:rrlación marítimapor todo el circuito occidental.to Y ello nos ayuda

', ,',,rrrprender también la gran importancia de La Coleta, en el litoral,1,' llcrbería. Bastaba con un pequeño punto de acecho para frustrarr' ('rrtorpecer la marcha de los navíos costeros.

l)cro no debemos ver en esto, simplemente, un efecto de la tra-,li, irirr y la rutina, aunque no desconozcamos la fuerza de estos fac-l,r.s. Si las prácticas de la navegación de altura no llegaron a penetrar,'rr cl l\'[ctliterráneo, no fué, evidentemente, como consecuencia de unirrlrrrlrli¡rllle atraso técnico. Los marinos que navegan por el Medite.rrrrrrco stllcn manejar el astrolabio tan bien como cualesquiera otros y,'rrr¡rlcrrrr rk'srlc hace tiempo la aguja imantada. O, si no la emplean,¡,,,rlr írrrr r.rrr¡rlt:arla. ¿Acaso no fueron los italianos los antecesores yrrrrr.rl lrs rkr los ibóricos en las rutas del Nuevo Mundo?11 Sabemosl¡rrrrlrii'rr (llr(!, ya en esta época, algunas naves mediterráneas

-enÍ \tt¡t. l'lr. l:l'):1, liiguclr)'r ul rcy, ()irnova,30 de abr. dc 1563: cl tluque rlc l\'lrilrnco

lr,rl,lrr rlr lr r¡irlr¡ lrls "r'rlotchr¡rirres" r¡rrc vcnían tle Tortosa clrgarlos dr: lann ¡rorr¡rr,:r!¡, lr,rl'¡¡rn ¡,rr¡,rrrl,r r.l rlr.r.r.r,lrr¡ rlr: ¡rnsajo. f,as rncrr:anr:íts ilran dcstinarlas a corncrr:irilrtr.sr'.¡,rrir,,lrn,l,.l,Lrr,,r¡r.i¡r. l,il,lrrr¡rrr: ln.elcnrlí¡¡ quc su tlrivilr,qio r.¡l4lrr confir¡rrrrlo ¡rorl,rrl,,,, \' l. ,1. s., (irir'r.u, 1,. lU. S¡'tgrru, to-i.flq: ,'n,r g¡lóra Cl"nn captrrrri cn lnl¡lolr¡r rrr¡l¡r ¡l¡,llrirr.r,¡r (r¡r,1., lSflll). n trnn ¡llilln rlc lir ticrnr, lrnr,:rls cnrgu,los rlr: n,:r,ite,l¡,,r'l* rr,, lr,rl,i,rr¡ ¡,rr¡'ir,l, ,.1 rlr.rr.lr. rL: Vill.frnn¡:lrr. Solrrt: ¿:l rlc¡ccl¡o rle Villo-lrn',,1,, ,lr', ', r.rr"rt¡r lr l55tl, v. l,irr¡l l\f¡rssolt, Ilistoirc ¿u. (Ttnnlcrc(... or¿ ¡r'ii sii'./,,.l'f i'1, '. llt,t,'tt, ,lu n¡¡t¡¡tt,ttt' uu. \t'íii. sir',r'lr', ¡r¡'. lr):l-i|; (i, S, l'., Vll, ¡r. 229,!14 rlr' lrrrrll rl¡r lll¡ll.. ltu | r¡ arrlrt ¡r,nlriritt rlr' I'iontlril¡o lst: snlrr: r¡rrr: Itiorrrlrino, r.sltrto scñorinl inrL.p,.n.rllr¡1,, lrr,, ,, rl,rrl,r ¡,r,r (i'rnrr. ¡lr. l\lrirlicis ,1,. l5,ifl n l5s?) sr: r.onsirL,rrlrn (.onrl i.rlrnz*lÉ l"l!rl','r lr ttrtr'r'y,r, iritr ¡l¡ llrrli¡r. l']s vcrrl¡rrl r¡rtr. Itiorrrlrino, r,lr r,l r'¡rso rlc r¡rrr: (lí.rrovrr?Erdlrdte rt l'i"¡,rtrr, r,¡r r'l tirti¡¡¡ l)¡r.rlrI lt¡rl¡r rl¡ rr.lrr¡i¡irr ¡rrt¡.l,is¡r¡ñrr ¡ ltl¡li¡r; l,i¡¡ll¡ ¡¡o

fll tttr lrttrrr ¡rrtr rl,. l\lirtnro t.tn "l,rrr'o crr¡rrrz" (lrrsllr¡r.r.ir'rrr rlr: .1. rlr, Vlgrr n l'r.rl¡rr rloIll¡rtlrtn, llrr.' lrl'r ll. ¡r. llilll, nr'¡rt. 15,15). Sr¡lur. I'ior¡rlrirro, Ar, h, llirt. N¡¡r:io¡¡r¡1, Mn.dtttl, ft' rln , rlrrlily,r '.,/lrl: r.lror¡rrr. rl'r' lilrr,illI(.ir'rn.ll I'lrr¡rrl".rp, !h¡ '/,tit¡iltrr ,lrr !,'uggrr.llq rrl,. I, lt'/lt; I'nrrl llrrrr, ll'dtgrsrhirhrQtl| lltt¡1,n,.,r. ¡r¡' I'l'¡lill,

8lBO EL J\{EDIO AMBIENTE

{rancac}relas, visitas, recepciones y descansos, mientras tomaba su

carga eI navío o se aguardaba a que mejorase el tiempo.' -Así navega'

ban-también las flotai de guerra, que no entraban en batalla sino a iavista de la costa.6 cuando hojeamos los cuaclernos de navegación oaquellos Arti di nüaigare, que no son, desde la primera página hasta

la última, otr-a cosa que descripciones tle l9s litorales, una sucesión

de discorsí sobre los accidentes- costeros tlel rnar Interior, la palabraque lros viene a los iabios es ésta: cabotaje.^

Sólo en circunstancias excepcionales perclía tle vista la costa el

navío: cuanao las corrientes o los vientgs lo empujaban mar aden-

tro, o cuando seguía uno de los tres o cuatro tlcL'roteros en lítrea I'ecta'

conocidos y practicados desde hacía largo ticm¡ro. tJnas veces, de Es-

paña a Italia por las Baleares y el sur de Ccrdcira, lo que solía llamarse¿,nuu"gu, pof las islas"; otras veces, ganando rlirectamente las costas

de Siria d-esde los estrechos de Mesina o de Malta, por el cabo N{a-

tapán, el sur de Candía y Chipre; ? otras, cn fin, -navegando directa'

mlnte de Rodas a Alejandría de Egipto, viaje rápido cuando soplabanvientos favorabless y "qr"

los barcóJ seguían ya desde la época hele-

nística. En 1550, Éelón du Mans navegó así de Rodas a Alejandría,por la mar abierta, "en línea recta". ¿Pero sgn éstas, en realidad,verdaderas travesías de alta mar? ¿Puede decirse que sea' en rigor,un gran crucero navegar de una isla a otra, buscando, en el sentidode los paralelos, abrigo contra los vientos del norte o aprovechándose,

en el sóntido de los meridianos, en el derrotero de Rodas'Alejandría,conocidísimo y además bastante corto' de los vientos que soplan oradel septentrión ora del mediodía? Esta misma hazaia se repetía'

-aveces, en trayectos más pequeílos, para pasar de una costa a la de

enfrente.Los barcos, en el Mediterráneo, se pegan tanto a la costa, que

casi podríamos decir que la navegación marítima, por estas rutas'tiene mucho de navegación fluvial. Tan pronto como una embarcacióncualquiera aparece en uno de los puntos de la costa, las autoritlatlt,sriberéñas se presentan, exigienclo el pago de los derechos de portaz¡¡o..

Podría pasar esto de reclamar la tasa de un derecho que correspontlr',

s Cf. el viaje de los archiduques Ernesto y Rodolfo (Mayer J,oewenschwt,rrlt l'1..

[)ar lu.lenthalt der Erzherzdgc R. tind E. in. Spanien,'1564')571, Viena, 1927), o r'l rh'lr¿rrrlc¡r¿r1 (ianrilo Rorghese (l\{orel Fatio, España cn los siglos xui y xui.i, Irtr. 160-()), rlrtr'r'¡r .l59,'l

sr: rleticnr: así en Liornr, Savona, I'alamós y Rartelonrt, "r'osliggianrkr lrt Iivir'¡¡¡rli ( iirlulognn".

{i l,ri l,r¡vqs¿r, l,r'pirrrto... Ilorrgrrr,, Alnrkir y'l'rtfalgar. 'l'¡lnl,ií'n clt rrr¡r,slrrrq rli¡rrst' ¡ricrrlc ltt ¡lttcrrtt t'lt lrtt'tlirl tlt: los ot titltos. ll. f,rt llrrryi'r'<', l,t: tlrttrrtt tlu l'tt' rli',tt lttt]'l',,,,1

[lrrsson, lli.¡lt,irt' t!tt rr]nun!'ttt, lrtrnr.'rtis tl¡tt¡s lt' Ltt,tt¡¡l ¡trt rlii rii',/,', ¡,¡,.

4lli ll. l'l', l¡r ¡trrlilittlt tttl¡t lttrt¡st'llt's¡t, ¡t¡lr ltt ¡lil¡lttr, i¡l tlr' ¡lrrr., r'tt ¡l si¡1lo l.lll, tollllllclll¡¡¡ lrr¡rr.¡r, ¡¡inlr.rr,,lr.rr¡nir,* llr'¡lrrl,lrrr ¡t Sirirt lr ¡rrttlir rlr'l\llrirrlr, ¡ilt lt¡tlt't r'¡,ltl¡to.

h lk Lrrr, ¡,¡r. lll r. rr.

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82 EL MEDIO AMBIENTE

España las llaman "levantinas"- hacen todos los años la travesía delmar Interior a Londres o Ambcres. No ignoran, por tanto, el Océano.Por último, ¿.no hubo navíos mediterráneos que ganaron en derroterodirecto las costas del Nrrcvo Munrlo, como aquella Pelerine de Marsellaque, en 15.31, tocír cl llrasil y rcgresti, sicnclo apresada, a la postre,en aguas de Málaga por barcos Jrortugucses?

12 lin 1610, dos navestoscanas desembarcaron en Liorna cargamentos embarcados directa-mente en las Indias. . . 13 Y los navíos ragusinos doblaron el Cabode Buena Esperanza, poco despuós de habcr coronado esta hazañaVasco de Gama.ln

No; si el Mediterráneo no ha rcnunciatlo a sus antiguos métodosde navegación, prescindiendo de las travesías directas de que hemoshablado, es porque este sistema de navegación le conviene y respon'de a los compartimentos que forman sus cucncas. En efecto: ¿1cómonavegar en el Mediterráneo sin tropezar con tierras aún muy aleja-das las unas de las otras? Y esta navegacirin, no cabe duda, tie'ne sus ventajas: la costa, que jamás se pierde de vista, es el mejorde los hilos conductores, la mejor de las brújulas. Orienta la nave'gación. Aunque sea baja, es un abrigo contra los fuertes vientos pron-tos siempre a desencadenarse, especialmente contra los que soplan de

tierra. Así, cuando en el golfo de Lyon sopla el mistral -viento

cuyamala reputación ya registra Cervsntes-, lo mejor sigue siendo toda-vía hoy acercarse a la costa lo más posible para navegar por la estre'cha vía de agua menos agitada cercana a las playas. En su Atlasoregistra Schrader que, en el Mediterráneo, pululan más que en cual'quier otro mar, las barcas y los pequeños veleros, ernbarcaciones quenavegan a lo largo de la costa, mientras que sólo los grandes navíos se

aventuran a salir al mar abierto. La observación data de 1889. Re'cordemos también que la 'oaguja imantada" entra tarde y mal en lavida dcl Mediterráneo. En 1538, a diferencia de las galeras de Es'paña, las de Francia no la emplean aún.15 Repetimos que nada lesirnpedía usarla. Pero en el Mediterráneo del siglo xvt, ¿se necesitabaacaso este instrumento?

12 Gaffarel, Histoíre du BrésíI franqaís, pp. 100-1.13Mediceo 2079, fs.337 y 365. Las naves eran italianas, probablementc. Vinie

directo del Brasil a Liorna; pero parece que de una nave portugucsa, Mcdicco 2080, 29de nov. de 1581.

1a Cvijic, p. 377.15 Potit, ÁruIré Doría..., p. 175. Relon dice con razón, p. 92: "Los ntttigttos lt'ní¡tn

más rlifjcultarlcs crr su nlvcgación quc nosotros hoy, cn l¿r ntrt'stra.. . Y cnsi ltttttt tt ¡tt'rtlíttttdc vist¡r ]u tir:rrn. 1\lls nlrorn, r¡uc lorh cl rntt¡rrlr¡ ,',lr,,r:t: ll virttttl tltr lrt ¡ticrlrn rl,' irrrr:trr,

lu nnvr:gnr;iirn cs fúcil." Y sr'ñnln r.l rrso <¡rrc Lrs colsnrios ltur'íun rlc lt ttgrtirr ir¡trtt¡l¡¡rlrt.l¡ero, jrrslnnrtnlr., los r.orsrtrios lr.nínn rrr.r'r'sirlnrl rlr rrrrvcgrrr cn r¡lltt nr¡rr y prlr lrnvr'¡l¡rlnrglx. ¿, 1,n lrrírjrrl¡ llcgir r|: (llrinr nl Mt'rlil'rlirt'o t'rr t'l ri¡¡lo xtt'/ No xc rnltn, tlor('llllllr.

EN EL CORAZÓN DEL TIEDITERRANEO

Seguir la línea de la costa, entonces, no era solamente una ga-nrntía contra los elementos. El puerto próximo era un refugio contrall furia del mar, pero también contra el corsario. En caso extremo,¡,odía incluso vararse el navío en una playa o estrellarlo contra lar:osta, donde, ya en tierra, era posible salvar la carga. Tavernier, en1654, escapó de la persecución de un corsario en el golfo de Hyéres;v hasta tuvo la suerte de que el navío saliese indemne de la aventura.

Esta navegación de cabotaje permite, además, sacar el mejor¡rroducto del flete. Multiplica la ocasión de comerciaro de aprovechar-lr: rle las diferencias de precios. No olvidemos que cada marinoo des-,k: cl pinche al capitáno lleva a bordo su lote de mercaderías. Ade-rr,,lls, los mercaderes, o cuando menos sus representantes, viajan conr,r¡s fardos. La travesía, que podía durar algunas semanas o algunosr;r'sos, era, de puerto en puerto, una serie ininterrumpida de compras,\'('nt¿rs y trueques, entrelazados en un complicado circuito. Y, en el in.lcrvrrl.l, el cargamento cambiaba a menudo de naturaleza. Se com.

¡,r'rrlrir y se revendía teniendo en cuenta que el barco iba a tocar en tal,, r'rral puerto: Liorna, Génova o Venecia, donde podrían cambiarselrrs cs¡rccias, el cuero o el coral por dinero contante. Sólo los grandesr;¡rr íos t:specializados, portaclores de sal o de trigo, presentan cierta:,,'urr'.iiurza con nuestros barcos de hoy y navegan directamente con su('¡ulliun(:nto hasta el puerto de destino. Los otros tenían algo de bazares,'rulrrrlirnlcs: las múItiples escalas eran otras tantas ocasiones de efec-tr¡rrl rlislinlas transacciones comerciales, sin contar con los demás pla-( r'r'r,n rluc lrrindaba al navegante la tierra firme.

Sirr contar, además, con las ventajas de fácil reavituallamientorlr rír'r'r'r's, ¿rÍlua y hasta madera; reavituallamiento casi cotidiano yl¡rrrlo ¡r¡is lrc<rcsario cuanto que los barcos eran de poco tonelaje y,¡ttr. l,,s vívcrt:s, incluso el agua potable, se corrompen rápidamenterl,,,r'rl,r. l,¡rs naves deteníanse, pues, frecuentemente, para "hacer,r¡.ur(l¡r'.rr colno tli<:e Rabelais. Sabemos que a lo largo de las ruttsllu¡.stlr.s lirs r¡uc trazó Roma en los países de occidente-, cadc

;':;i'1,, :;il, ll,,ll;lilI.T,illi,,l1,.',-Jill* J':J:Jff i"3""lJll::oii;l,rr¡1,r rlr. lrrs rttlits <lcl rnar: los pucrtos están a una jornacla tlc ntvc-¡,rr.irirr rtt¡r¡s rk: olt'os. Iiucra rle la <lestlnllot:adura rle los r'íos, r:nsi!t'rrlrrr olrrl nrírl¡rs ¡ror lns rrr(rn¡ls, se r¡tilizallan para fonrlcar l¡rs nllrrtsll,, l,,n ¡t,,,11,,s. l')trlnr cllrts, ltr c¡¡sla ¡ll){lr(xr(} rnrt<:ltas vcces dcsicrt¿r.rtr l'ln

lrl lll,¡r'rr¡rr i.rrlr ¡ll l)r llirr,lro¡r, ¡r. lll|2, rrolrrc ln r.r¡rln ririrln rlr. ln l'l"pnñrr tnr.rli.Itttrilrr N',t¡r ¡lr.5rr'¡'lrilrl (¡r. lllt)), rolrrt l;rx cosl¡ts ítri¡lns v n lr¡t'¡lurlo rlt'¡icllnx rl¡lff r,lttr r r,rr,,,, Arr¡il,,gn¡ ¡,lr¡r.r'vn,,ir¡rrr.¡ rh. ll,.,.,rrtly, Onltrt r! nilt,il I'l,lsp,t,gnr, l9ii4,¡ lJ,l, rn rrnllnntrE rlr.Lilínrrlltox nr) ñ(,(.nclt('nlr¡rtt cit¡rl¡trlcx Iri ¡nrlrlox. (ir¡ln¡ rla.l¡llre, t lnrrrlri¡"r¡ Eirr nlrri¡ro. I'ol njntrt¡rlo. ltr coxtn,lc l,lr¡rrrñn, rlr.l lrtlro rl¡ Itltlnr ¡rl|'rl,r, ,l,".rlr'¡r ¡ ¡¡r.r'r rlr. tr,f ttgioe, ottlro V¡tl,'rr, ilr y Alilrrrrlr, lnÍtñ rllrd r:r¡t¡lln lo¡ vi¡nlor

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f EL MEDIO AMBIENTE

ostas de regiones poco pobladas como las del norte de Africa, Egipto, Túnez, eñcontrarno. .ott frecuencia un puerto, pullo de reunión

Ie barcos y cle pescadores, con slr- indispensable muelle de atraque,

i;;;" lroy^ btoio,lo "n

.,rá inmerliacio'e.s ciuda¿ algu-na, tierra aden'

ro. -prueüa,

si fucse necesaria, de quc las funciones cle un puerto no

iiempre bastan para crear una ciutlatl'

Los lr,lnns ANcosros' B^slts I)E LA IflsroRIA

El Mediterráneo no es un mar, sino una succsir'rn de llanuras líquidas

lomunicadas entre sí por puertos más o menos ¡¡ran-des. Así se indi'vidualizan, en las dos'grairdes cuencas dcl oestc y del este del Medi-

terráneo, entre las diveisas avanzadas tle las tnasas continentales, toda

u.ra seril de mares angostos, de narrow-sr:¡ls. Catla uno de estos mun'

dos particulares tiene"sus características, sus tipos de balcos y de

costumbres, sus propias leyes históricas; Y, Por regla general, los más

angostos son los-mái ricoi en significación y en valor histórico, como

si il hombre se hubiese posesionado ante todo de los Mediterráneos

de dimensiones restringidas. Estos pequeítos mares siguen llevando

hoy en día su vida local, cada uno de ellos, tanto más pintorescos cuanto

-é;o. se conserva en ellos el empleo--de los viejos veleros de carga y,le ia. arcaicas barcas de pescadores.t? Ahí tenemos, _en Sfax, el mar

de los Sirteso el mar sahéiico, con sus mahonas de velas triangulares,las barcas de los pescadores áe esponja, los Karnaki, armados por los

djerbianos y los klrkenianos qr," piu.ii.an la pesca con tridente. Duda

,rno, ui"rrdá este espectá"ulo, qn" vivamos er los tiempos_modernos.t8

se íos antoja doblar el cabo de Malea en-compañía de Teófilo Gau'

tier y entrar en el archipiélago con sus-islas y:u.s,agYas tranquilas;de pronto, 'oel horizonte ie pu"ebla de velas; los brícks, las goletas, la.s

"urib"lur, Ios balandro. .ni"un el agua azul en todas direcciones..."

fuf ".,

todavía hoy, el privilegio y eisortilegio de los mares angostos.le

La supervivencia de estas viejas formas de tra_nsporte' tan tenaces'

de estás circuitos recorridos sin cesar a lo largo de tantos siglos, plan-

tea todo un problema. Sus cortas travesías, sus cargamentos de flete

. menuclo, les confieren importancia hoy como ayer, y el círculo estre-

d" ,'"rr" (l^t*ctíons, na 345, p. 90. .En rotla la costa española del Mediterráneo notr.v""iujieJ nutu.ol "ontro los-vientns (lbíd., p.1). Costas montañosas y desnudas de

I'r'r,vtnzir, Bor¡ehe, Chorographie, p' 18.- ^' ii i,,,* t,,ii.,.,i*'rn,,lti"nll,.ns'y empavcsa,los del Egeo (Helwig. Braconnícrs de Ia ntcr

tn otir,l.l|,¡ ,,r1.. L.ilrz.it¡,'iqa:, í. 13,fi. En r:l mar dc las Baleartis, aun hoy dí4, las finns

¡,.olclr< ¡rrttlttrl,,rrts tl,' ttttrtttritrs, Ilncorrly, ¡,. I?9.

i| J,,lll:l;,'lii'll:'i,',,1,,,,1,1),,,,,t,..¡,. j6. v,.r r.l r.s¡,r.r.rir.rrl. nr.r,¡.1_rrr.l ¡.rur.rr' rrr. c¡rv^lr^(l\1, N. f,rrrrrr/lt ,li" 5t,,,it',,,,, ir'"iri'o lltrr. K- 7,. 16 Vll,l9ll): Ios vt'lt'rt'r t'nrgtttlt'r tlo

i;i;;,;;, ;i.' ,;;.;it,;;;,r", ,1,,-",ilnu,ur"* .",',,r... l,n nri*n¡r irrr¡rlcriírn trrvo cn cl l'l¡1c' ttrrllr¡41/,r lrr ll,l'1.,.

EN EL CORAZÓN DEL MEDITERRANEO 85

cho y familiar que los rodea, les proporciona seguridad. Las dificul-tades comenzarianpara estas embarcaciones en las largas travesías, si seviesen- obligadas a abandonar su cuenca natal, a dóblar los peiigro.sos cabos. "Qulen dobla el cabo de Malea

-dice un proverbio giie.go- debe olvidarse de su patri a. . ." 20

- Se ccncibe que, con las rutas marinas que los unen y permitenlas grandes travesías, estos espacios limitadoi revistan uná gran im-portancia humana. En el siglo xvr son, desde luego, mucho *ás im.portantes que los dos anchos sectores del mar Jónico, al este, y de esemar occidental inscrito entre las islas de Córcega, Cerdeñao Europay Africa. uno y otro (sobre todo el primero) soñ verdad"tor suhurutmarítimos que el comercio sortea casi siempre, o sólo surca por azary' sin detenerse.

La vida marina del Mediterráneo hay que buscarla, pues, en la¡reriferia de estos dos amplios espacios, hosiiles por su masa: en larirbita de los mares angostos que se suceden de un extremo a otro delMediterráneo. Al este, el mar Negro, que sólo a medias es un marMediterráneo; el mar Egeo o del Archipiélago (en el siglo xvr se lerlcsignaba con el vocablo italiano Arcipelago, predominanle incluso er¡francés; por último, el Adriático. En-el céntro, los mares enclavadogcntre Africa y Siciliao que no tienen nombre propio. Al oeste del ri.rren_o, mar italiano por excelencia, "el mar etiusco", entre las islas desicilia, cerdeña y c6rcega, y la costa occidental de Italia. Finalmen.le, en el extremo oeste, entre el sur de España y la cercana Africa,rrn mar también sin nombre: ese mar de la "Manga mediterráne&"que.puede deslindarse hacia el este por una línea {ue iría del caboMatifú, cerca de Argel, hasta el cabo-de la Nao, no lejos de valencia.I'or el estrecho de Gibraltar este mar sale a un Mediteiráneo oceánico,lntccámara del verdadero Atlántico, entre el viejo mundo y las islas,,,s.alas en la travesía de las Américas: las Azorls, Maderá y las ca-llarias. . .

Aun cabría distinguir en el interior de estos mismos mares islo.t.s ¡¡¡¡,. pequeños: no hay un golfo en el Mediterránp que no sea ur¡a¡r.lria y represente, por sí solo, un mundo muyYó-plicado.ll l,ns(:ucnoíls marítima_s quc acabamos de enumerar forman, pues, uni<la<I_.srt'irkrs y vivas. Y cada una de ellas es una vasta e importantc rcgir'rrr,[' historia coherente.

10 'l'lronrnz.i, II. fu la Naúgation, ¡t, 25,

"ll l'trln.tlcrt'ri¡r.iottt'x ¡,ttrliculnrr:r,'<:f, gol¡re lo l¡nhf¡ rte Nirpolta, Inslrlt:tiotts Nu¡-lrtü.'r, i¡o lt(rtl, p. lill, ¡r¡Lrrj rl ¡1olf' dr: Vr¡h¡ c'n ¡u¡ i¡lt¡ innr¡,n¡rnlil,,,,, ilii*i¡,"1,, ii,,¡¡ilrr¡ rl .grrlfo rln (.)rrnrrrrrr, I lor.hlrohler, /lir. fi rjsl¡r¡ lrr Áltiu il: Kul'tit:it,lti;,ir: u;,ill tt tv htlttlr.rt'irh, O, 2., Irtilll, ¡r. I,l?.

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EL MEDIO AMBIENTB

Er. uen Nr:cnoo AVANzADA pn CoNsr¡NTINoPLA

,l mar Negro, eI Mare Magg-iore -d'e.los italian-os' es un mar excén-

.ico con relación "I ;;;;;eel Meiliterráneo. Lejano co.mo meta de

aves¿ción. se halla cercado por una masa clc rc.gitnes,adustas-(salvo

di;';;;*"ii"".1,-" f; e* bárbaras.y b'r.trar.izadas. Poderosas

;:;;il'i;'iir"".á!ir po, "i sur y por cl estt', rtt.rtrañas adustas en'

;;^i;;^q";-.á obr"., p"iá ,r"¡"josaáet.,te l.s caminos que de Persia,

Irmenia y la Mesopotamia conducen a la gratt cstación' de Trebi'

onda. Al norte, ""t;;;li;, ," ""ti""a"n

lal i'mensas planicies de

tusia, zona de tránsitál á" "otnudismo

por cxt:t'lcncia' en las que los

árraros de Crimea ;;"1.ü;; iáá"uiu la -guardia

t'n cl siglo xvr' Fué

:n el siglo siguiente;uf,f,;l;; ttltJut "á'ot*t'--fucra

de la ley rusa'

lesarcn a la orilla del mar, para entregarse allí a una peligrosa pi'

;,Ht;:; d;il;;;;ú; i""o'' sin'embargo' va en el siglo xvt'

;;;;fJ';;ie"á"tá ¿á invierno, los moscovitas irrurnpen de vez er

,at"ndo en estas costas.22

En esta época, "orno

u Io largo de toda su historia' el mar Negro

3s una zona econó*ü-i*portante] Contaba con lo que producían sus

propias riberas, "orno

p",^"atlot secos' las huevas y el caviar de los

ríos o'rusos"o Ias *";;;;-;;i=p"""ubÍtt pa-ra la flota.tu.rca' el hierro

;;; p;;á;;lá l" lriü'ai"f ;i triso v la la"a' este último producto

álmacenado "r, Vurr,?- f-"á'g*do jirntamente con los cueros' por las

grandes naves ragu;;, t "el t'igo, acaparado. por Constantinopla'

Contabao además, con laÁ *"'""""át transportadasJor. sus aguas: lo

ñ;;b;;;; á ";; J;ü* uL Á'iu cenüa-l v a Pérsia' v lo que le

confiaban lu, "uruiun;; ;1tá"sito hacia Constantinopl? y eI occi-

dente. Por lo qr" ,"1"?láre al siglo xvl'. estamos desgraciadamente mal

informados acerca de este dobie tráfico con el este' Tenemos' no

obstante, Ia impresiá-"f*" ¿" que Constantinopla.acaparaba el lejano

v el eercano "orrr"rlio-d"it;"; Euxino,_h_acilndo-de pantalla entre

¿.; ";;r;;; i"i-rrt"ái""á.'"o y el resto del mar. EI mar Negro-, tan

aI alcance cle su mano' es la zona nutricia de la enorme capital del

góJ;t", tfn la cuul no podría vivir' No nodía contentarse para su

avituallami"rrto "orr'lo. ,iiú"i". de los Balcanes (principalmente' con

22 Dolv al obispo de Dax, Constantinopla' 18 de feb' de 1561' Charriére' II' pp' 650'

(r52: n ¡rrt,¡risito tle las incursiones nloscovitas tontiu lu"u' Los moscovitas se artrovecha'

t'tr. (l(' rf r¡. ros .,.. *ri'iil""'íl'i"¿"t'"V""li'"n "';ut- ti"ttui -e" ptimavera (cÍ' ibitl''

¡r¡r. (r47-ll y (r?l-2,5,1" iili'' v 30 rlc agosto)' Sobt" ias piraterías por mar de los rusos

Irc r'¡tr'¡rrtll¡t¡l,r ttrtrr rnrl¡r'ncir'rn- rclntiva.tt 1608t Auisos-á" 'Conttotttinopla' l2 rle junio de

l(,{)lt, A. N. K. 167(). f,:i"l;i,,ittn ,1,,1 M,,. ¡,roy,','tnúi""rtnui¿ri contru cllos gul'.rs; ¡rt'r. lns

,,,lcrrr*. ¡r'lr'¡trlr'i¡rlr', ttntln ¡'ttt'tlt'tt ('otlllll ('s¿ls t'"'itut"ntit'nt'' ligcrns' l'lra mei<tr eltvinr

i,,,,,, l,nti¡1,,* "ttti,,ltr'.s, (lll(! aot! llttrtt'g ¡ltt'tlt¡tlltls '..i]'t f\trrr¡¡r.li^, t,,,,,'"]"'l"t ;íit;':;:;tit; ii' l'' 275)' cr¡ 166'1'' tir:ttt¡rrt: t'slrtlrtt t'n ltttt'ttor

,i,,,,,,,,,n',1,,,,"1,,',j,,í,', "l;,;;;,;,' 1,,.,,'uy"' ^l'rrlti'.,'lt'l

hirrtrt y rl''l ¡t't'trr rlll(: ar' ('ollhlllllr cll

'l ttr,¡rri,r tl, lt, ¡ll l\lttry.rt lirr ¡rot t l tttttt l\r'plo '

EN EL CORAZÓN DEL MEDITERRANEO 87

Ios envíos de ovejas)o ni con lo que transportaban hásta el Cuerno deOro las flotas de Alejandría cargadas de especias, de drogas y también<lc trigo, arroz y habas. Belon du Mans" nos dice

-pequeño dato

significativo- que de Mingrelia a Constantinopla se transportaba larnantequilla en ooodtes de buey y de vaca sin curtir... recién desolla-rkrs". En este tráfico del mar Negro al servicio de la capital, se afa'naba tcda una flota de caramuzales griegos, barquichuelos más apro'¡;iados, por lo demás, para las cortas travesías del Archipiélago que

¡rara la navegación peligrosa por el mar Negro,25 frecuentemente agi-tado y cubierto de niebla. En octubre de 1575, una tempestad hundió,lt: golpe, cerca de Constantinopla, cien de estas pequeñas embarcacio'ncs cargadas de trigo.26

En el siglo xvt, el mar Negro estaba, pues, adscrito a Constanti-nopla, como antes había sido feudo de Mileto, de Atenas y más tarde,rr partir de 1265, dominio de los italianos y los genoveses," que ins-tulados en Caffa y en el Tana, en la posición resguardada del sur de(irimea,28 al abrigo de las montañas de la península contra los pueblosrlc las estepas del norte, e instalados también en Constantinopla (derlonde no salieron hasta 1453), no fueron desalojados por los turcosrlc sus escalas de Crimea, sino hasta mucho más tarde, en el últimocuarto del siglo xv. Caffa cayó en manos de los turcos en 1479. Ellotrirjo como consecuencia un gran reajuste de las rutas terrestres que, onducían al mar: estas rutas, ahora ya no se dirigen hacia Crirnea,.sirro hacia Constantinopla; es la venganza sobre el siglo xIII. Iin larcgión moldava, por ejemplo, las vías que llevaban a Kilia y a CetateaAllra son desplazadas por la gran ruta comercial hacia Galatz, que va¡¡ rlar salida en adelante al comercio danubiano y, por añadidura, al.lc l'olonia.2e

Desde entonces, el mar Negro pasa a ser la reserva de pescado yrlr: granos de la enorme capital turca. Sin embargo, los ragusinos se

lrrs arreglaron para seguir deslizándose hasta aquí por lo menos hasla

¡,or los aíros de 1590, yendo hasta Varna a cargar por barcos enlerosl;rs larras y los cueros, mantonini, aachini y bulfat¿i Al mismo tni-lico sr: tledican, además, en el mar de Mármara, halfb Rotlosto.:ro ¿Lo

:r ll.Lrn tlu l\ltns, p. ló3.!5 "l,lsc furioso rnnr...", 19 dc mayo de 1519, Charriire, lll, 799.xrll,os nnvírts rLl r¡lttr Ncgro cstitlrnn ¿t nrenttdo ¡l¿rl I¡rstrtnrlos. (1f., u ¡rro¡rúsilo

,1,I rrtttrIrngio rk'ulr rtnvío cnrgntlo rkr ¡rlnnchas,'lirtt, II, I()tl (l78ir).17 Aviso rk'(1., 17, ltl y 34 rL'oct. rLr'll-r7l-r. Sinr. l'b. lllil4,, l'll nrnr Nr:gro lstrrvo

¡rl¡itrlo rr lrts il¡rlirrnr¡s lrur:itr l2(rl-1, ¡ror Ll rltttrrl<:nr:in políticn do lliznnr:io: lln¡tilrrrr¡. flr¡.,/, r.... ¡r. 159.

:ln f 'lriliptrron, I)us lryz. Ik'ich... , (i, 7,., l1)i14, p. MlL:'rt Ni{tor', Iluttltl unl ll'm,l.l in ,ltr Moltlur...,, l(112, ¡r. ?ll,il(l l,'l r'onu'r'r'io or'¡'irllrtlltl rlr ll rnr¡r Nt'¡1ro ¡rrlxt'nln un gr¡u¡ ¡rrolrllrrrrr. l'nrn r.l

',,r1¡'r, i, rll llir¡¡rr*n. t. inlrtt,,n¡r. V. Itrirrrlrn I'rtrlr', n. 4lr. l)r' lirrrr¡ro lrr lilnr¡ro, Vlrrcr,in,r\rrn/;r hur tr¡rr,íoo ltrt*lrt tl tttrtt Nr'¡r.trt (llu,1",r. ¡¡l l)ogo, I'r'rn, lll¡ rlr ¡rtly,r,l¡ llitrl, A,

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BB EL MEDIO AMBIENTE

hacían así, tal vez, para evitar los derechos de aduana? En todo caso,

hacia fines del siglo xvl, en condiciones y por razones que ignoramos,Ios ragusinos abandonaron casi al mismo tiempo las dos escalas. Des'de entonces, el mundo del mar Negro se cierra más herméticamenteque nunca al occidente; por lo menos' dcl lado del mar, pues-al parecerlas rutas terrestres triuñfaron entonces -ya volveremos sobre ello-sobre las vías marítimas.

¿!-ué verdaderamente Constantinopla la t¡ue echó el cerrojo?

¿No tendrá este cierre otros orígenes más lcjanos'/ Iil mar Negro es,

én efecto, desemboque de los cáminos que conrlucen a Trebizonda ya Sinope, de lo oue ie ha convenido en llamar la ruta de la seda. Aho-

ra bien, esta ruia cesó, a lo que parece' cn l<¡s finales del siglo xv.Acaso el tráfico que la enriquecía tomase el camino de Persiao como

tantos indicios lo-sugieren. En todo caso, parece gue la víctima de

este cambio de ruta fué el Turquestán. Por otra parte, a mediadosclel siglo xvl, se organiza, a lo largo del Volga, el descenso ruso.

El janato de Kazán, una especie de reino dc Granada enriquecidopor el paso . de las c"ruvutaso cayó finalmente en manos de los

rusos, que srempre Io habían codiciado; p9r9 por entonces se ha-

ilaba ya bastante arruinado por causas difíciles de desentrañar'producidas quizá a raíz del abandono de la ruta de Turquestán. Ivánól Terrible sL adueñó de Astrakán en 1556. Esta vez el cerrojo se co-

rrió vigorosamente, a pesar de la tentativa turca de 1569-1570, este

gran hécho histórico ignorado.ut

Er AncslplÉrnco, vENEcIANo Y GENovÉs

El Archipiélago, ooel mar más hospitalario del globo"' €s, en efecto,

un uni.,reiso dé islas pobres y de costas a veces aun más miserables.

Tampoco este mar se óo-ptettde más que vinculado a una gran ciudad.En un tiempo fué la plazá de armas de Atenas. Más tarde, pasó a ser

la salvaguardia, la báse misma de la talasocracia bizantina, que gra-

cias " Zt pudo conservar eI mar Egeo, y después techazar alIslam, pot ,t.t momento instalado en Creta, en el siglo u. Este marsalvaguarda también, con ello mismo, las comunicaciones con el occi'dente"¿r través de los mares de Grecia, de Sicilia y las rutas del Adriá'tico, aguardando el relevo de Venecia.

pásan los siglos. El Archipiélago se torna veneciano y gcnovós.

rl. S. Vr.¡¡r,r,irr. S¡¡o. Srr.rctn, Const., l-zn 3 (1. Sc trtta rlc rrna ¡rrqttcñr trnve venct'innn t¡ter,,,rri,i l,u,.i,r l\4in¡l,.li,r). N,',i,'s,' (4. rl, S., l'lrrcnci¡¡. Mi:dir,i 42?4) qrrc t'n t'l ¡trttyt't'lrt tlrt

i,'i,¡i,,f",.¡,ft',.1¡ri. ¡'¡,,r',,rr,.iir y (iorrstrrnlirro¡rln, los flo¡'cnlittos tltrlltttllrllttott ln lilltt'ttttlc-¡irr, irirr , tr ,'l rrrrrl Nlgrrr, 1577.' ir l',[, irltt,'¡',1r,,.¡¡' l;nite, r'a¡r. llf. Solrro ln Ir'nrr .rr.rtirilr. rlrl cnrrnl rlcl l)on nl

!tl¡¡rr. v. l,,n ttttlri,,',htllr'' r'tr l\lrrzrci, I't¡lilittt loptnult tlillrt''n:irilr' l()ilo' l¡' 4(l'

EN EL CORAZÓN DEL MEDITERRANEO 89

Las dos ciudades rivales se reparten ias islas más importantes, dondese instalan lo patricios, guardianes del imperio, señores de campesinos,plantadoresr pe{o también nlercaderes, y, por último, aristocracias co-lonialcs siempre extranjeras en medio de poblaciones ortodoxas. Éstaspueden "latinizarse" en sus costumbres, pero nunca se asimilan deverdad. Es el drama de todas las colonizaciones, el que acaba colo-cando a todos los colonizadores, sean los que fuereno del mismo ladode la harrera. Cuando Venecia desalojó a Génova de Chipre en L479,Ios plantadores de una y otra ciudad se entendieron entre sí sin dema-siada dificultad. Exagerando un poco, diríamos que se trataba de unarliscipiina de clase.

Los latinos defendieron sus posiciones en el Archipiélago más fá-r:ilmente, y sobre todo más eficazmente que en el mar Negro. Entrerrllos y los turcos, el obstáculo del mar fué, durante mucho tiempo,rrtra protección y se hicieron fuertes en sus islas, Iuchando con pres-lv,a y denuedo, y con medios técnicos muy superiores durante largolit:r¡pe a los de los atacantes turcos. No obstanteo Negroponto (Eu-lrt'a) cayó en manos de éstos enL479; Rodas, en1522; Quíos fué ocu-

¡'rrrla en 1566, sin lucha; Chipre se perdió después de un fácil des-,'rrrbarco y dos sitios, el de Nicosia y el de Famagusta, en L570-L572;(,rrntlía en1669, tras una guerra de veinticinco años.

Pero la guerra del Archipiélago está muy lejos de reducirse a losrlrrlos y fechas que hemos consignado. Más bien que como una suce-rrir'rrr tle batallas, se presenta como una guerra social. Los indígenas"¡',r'icg1rs" traicionaron a sus amos latinos en más de una ocasión. Tal,,r'rrlrir'r cn Chipreo y después en Candía. El Archipiélago ayudó a lar illoli r lurca, y, aun antes de esta victoria, los marineros griegos fue-rr)n lclla(los a enrolarse en las fuerzas navales del Gran Señor. ¿Aca-r1r' r'sl:is ¿rrmada., no eran griegas, no habían salido de las islas y lasr rrrf rs rle (]recia- sus tripulaciones? Eran, tal vez, los candiotas losr¡rr.('n rntyor número acudían a alistarse en la flota del Cran Scírorr, I ¡rlirrr:i¡rio tlc cada verano, para la campaña que se abría. Cuandoll,'¡irrlur lir hora, los reclutadores los encontraban 5¡fas tabernas <lt:

I'r'nr. r'cr<:¿r tlt:l Arsenal.ss Esto ocurría más de u.tsiglo antes quel,¡rrrrlí.r ciry(:r¡r en nranos dc los turcos. La soldada turca era elevarl¡r,\'. rlr''..¡rrrí's rk-. lorlo, hallía que vivir. . .

'l'i'rrgrrsr: cn oucnla, asirnismo, la atracción rcligiosa y econrirnir:arl¡, ( lrrrrrl¡rrrlirro¡rlu. La nrligiosa: (lonstantinopla era la Itorna tle losr,rl.rlr,\o$. l,rr r.corrrirr¡ict: (bnslanlino¡rla ofrccía a los ¡¡ricgoso r:on clrtrf,mr,'lr,.rrrililrrr', lrrs grttrut<:i¡rs rkl los vitjcs ¡lor rrl mar Nr,gro yl'¡r,r¡rl,'. l'lr liclrr¡ros rkr ¡rrrz, cl ¡tll¡tstc¡:itrricrtlo ¡h: (lonslutrlirro¡llrr lllirr-

'f f /tr, l¡.i¡nr, Orv h. lr¡ ()vnu¡tiv hrn llri¡'hrt, (iotlr¡, lll,ll) ltlfrll, lll, ¡r¡r. '.1()0 ¡.

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)O EL M¡]DIO AMBIENTE

daba hermosas oportunitladcs a los catamuzales, que transportaban el

triso. ¡r l6s (cróos ,ru" .'u.guba¡l caballus y madcras y' en general' a

to.L. ., casi't.<¡rs 1..,l; r.rlrrrós g.i.g.s r[r'l Ar'<:¡i'iólago.--.^.-.-li, i,.,'.,golr,.r, t,' cf'cctor'r¡rrc'rlulantt: lus ¡trirrtcras tlócadas del

.iglo ,wr, u.irtitnu, a una- oxi'airtitin, ü ull¿ Ilucv& cxpansión griega a

f"'io,l¡" ,1" ,u,lu el mar. La avc.tura <lcr l.s llu'5a'rola,-aquellos grie-

."r ¿!- f,"-bus c*tabieciclos en Djcrba y tlcs¡ruí's c. -Djidiclli, grandes

i;rp;;i;:l--s de musulmanes óspañrlcs ¿trtsiosos de huir de Ia pen'

inr"fo, también corsarios y desde iSltl lnt atrt.s rlc Argei; esta aven'

ilt; "; es un simple accidlnte. Ni tanr'.<'o la tlc Dragut -- Que parece

;;l;J" de la anierior-, este otro griego a r*ricn desde 1540 encon-

;;;;t *;todeando po, Íu. costas dé Tunisia y a-quien' en 1556' ve'

-á, inrLuludo en fri'p"ii de Berbería, o.u¡,un.[,, t'l _lugar ¿e los Caba'

fl"-. ¿" ffi¿lta, u qi,i.n", los turcos habíun expulsado de allí cinco

u¡or-u.,t"r. fl d".ti"'o dei Archipiélago en el siglo xvl se halla bajo el

signo de la exPansión griega.

Exrnr TÚ¡iez Y Slctrtl

Acaso sea más clifícil poner en claro el papel de ese mar sin nombre'

de ese espacio *"tiiiilr *al individuuii"udo que entre eI Africa y

sicilia extiende .". lu¡or fondos cuajados de -peces,

sus bancos de

;;;;i i de esponjas, ,,r, irlut (a menudo deshabitadas por su poca ex-

"rri¿il, f'arli*r*"i, tflurrti*o y Levanzo, en la pu-t,ta oeste de Sici-

ii"; niárr", Gí"ro iFu"t"ttutia, en pleno mar; Tabarca' La Galita'

2"ÁUi^,, D¡"rb" y i". f.tf.",tttuh, pÉgattdo a la costa tunecina' No

.,¡.iu",ó, ld, límiies áe este ".pu"io-

niarítimo son claros y defi'idos:

;;;;;-.úá; " i"r-a"i u"rig"o "puente" Sjo]ós.igo tendido de Sicilia

"i ¡fr^iout al este, una línea"trurídu entre Trípoli y Siracusa,. al oestc

áiro ,un* entre Bona y Trapani' El eje esencial corre de norte a sur'

;;¡i;iá ui Atri"u. La uidu de relación entre el este y el oeste, entre

;i i;ñ" y el Poniente, lo llen-a de tráfico. Pero aquella vida se

;;.pü ;"i"ruhánte aÍ norte, hacia la gran rula del estrecho tlc

U"lf"^, fen el sector Sicilia-Africa no tiene la densidad de las co'

rrientes de norte a sur.Estas últimur-lo h".r dominado todo, haciendo oscilar en un solo

frloque a este .nrr.táo líqu-ido tan pronto hacia el stll ' como hacia cl

;;il.- Á capricho cle la hisroriao es musulmán3t en la ópoca ,l_,''.],:-

,,slri,,l,ii"r, y'.l"r.lc 827, a¡.o en que comienza la cont¡uista, hitst. l07l';:; ,1,;,, fi,ó i.,',1,"r¡r<la al Islam su ciurladcla rlc I'alct'tno, fttó lrorrlrIn-

llil l,¡¡¡ ¡,¡¡¡¡¡¡lr.¡ fr.,lr¡rx rlt'r'xttt t'otlr¡ttislll ¡¡rtl lorl¡ts ¡roxlt'tiorl'x n lllt): lr¡i'r'lllolll'ct

ra¡rr¡l,,,.r,rrr..y¡rrrrr ll*'"rr,,,t't,¡r,t,l,i- lrr.lirr": ll'll,,lrí,1¡r,li'l'ttl.tttr,; ll7ll. r'li¡ln rl¡ Sir¡'

,,,,r"¡'irrir,, tIiiorrrrirr¡t. ,,r.¡r¡. r.l riltirrto ¡[rrrl0 rlr lrlovo lriz¡ilrtir¡ri"

EN EL CORAZÓN DEL I,{EDITERRANEO 9I

rlo cstuvo a punto de serlo a partir del siglo xI, pues Ia expansiónrrolrnrnda que pasó de Nápoles a Sicilia no se detuvo con la recon-r¡rrista de esta gran isla, sino que se desbordó sin tardanza hacia el surPor la guerra, la piratería, el comercio e incluso la emigración hacial¡rs tierras africanas. Los angevinos y los aragoneses continuaron mástrrr<le esta política dictada por la geografía. Atacaron más de una vez, I litoral africano, donde impusieron tributos a los emires de Túnez,y I'ueron dueños de Djerba de l2B4 a 1335. Mientras tanto, el mer-,r¿rrler cristiano se instalaba por doquier, especi¿lnlente en los s¿frsrk: f¡!¡s2 y de Trípoli, obteniendo privilegio tras privilegio. Por su

I,irrte, el soldado cristiano, y sobre todo el mercenario catalán, futuro¡lrrcíro de Sicilia (las vísperas sicilianas datan de 1282), encontraban,'rr Africa aventuras casi tan jugosas como en el Oriente. Muy pronto,rlrrsde el siglo xtt, los marineros catalanes frecuentaron los bancos de,r,ral tie Tabarca.

Ciertos sectores de Palermo y de Mesina no cesaron -todavíalr¡ hacían en el siglo xvl- de sugerir proyectos de conquista en Afri-

,';t a la vanidad y al sentido político de los virreyes de la Sicilia espa-irola: -r Juan de la Vega, después al duque de Medina-Celi y más tarde,r Marcantonio Colonna. Todos estos proyectos expresan una necesidadrrrgamente senticla: la de poner en ccntacto las costas y las islas de;,r¡uel mundo medianero, la de asociar el trigo, los quesos y los barriles,kr atún de Sicilia al aceite de Djerba, a los cueros y la lana de lasti('rras del sur, al polvo de oro y a los esclavos negros traídos del Sa-lurla. Garantizai', manteniendo firmemente esta unidad marítima, lar igilancia de las costas, la seguridad cle las almadrabas y la tranquili-,l;rrl necesaria para que pudieran bucear en los bancos de coral dc lalicrbería los pescadores de Trapani, medio catalanes, y cuyas embar-, rrr:iones, a pesar de su pobre armamento, no reparaban en atacar ¿t

l,,s barcos de los corsarios berberiscos en el siglo xvl. Finalmente, tk:,'.r: modo se defendía también contra estos corsarios a los caricatt¡ri,,L: lrigo sicilianos, continuamente amenazados por la¡fosta sur, pucsr rr ósle, como en los demás casos, la piratería tendía ddr frecuencia ¡r

r.sl¿rblecer el equilibrio natural falseado por la historia...Cuando se habla de Sicilia, parece de rigor volver la vista hacia

.l rrori€r hacia Nápoles, y decir que estas dos historias son rigurosa-rrrr'ntt) antagónicas, que la grandeza de Nápoles equivale a la postcr-¡',rrlión tle l'alermo, y a la inversa. Creemos, sin embargo, r¡ue scrítrrriis itn¡rorlarrlr: ¡lorrcr rlc manifiesto el nexo que une a Siciliu r:on r:lAl'r'icrt; cs rlct,it', t'l v¡tlor <k: cslr: mun<lo marítim<l al qrre ln irnperfr:r,", it'¡rr rl,l ltttr'slt'os colror'itrricrrfos o llrrcslrn falln <lc lrl<'rt<ri<in ni sir¡trir:rnr,r's hr ¡rct'trrilirlo llnuliz.ltr.

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374 DESTINOS COLECTIVOS

que no faltaban sustanciales compensaciones. Durante el siglo xvt,las metrópolis conocieron continua y febril actividad. Un solo navíoveneciano procedente de Siria llevaba a bordo mercancías por valorde más de 500,000 ducados de oro; en 16170 dos'ogaleras" de laSeñoría, aprehendidas por las escuadras toscana y española, transpor-taban 2,700 balas de telas de oro, tejidos de seda y escarlatas;l?len Génova, había concentraciones de mano de obra impresionantespara aquella época, en el ramo del arte de la seda; 1?2 también enCénova y en gran parte cle Italia se notaba la activiclad de los mer-caderes capitalistas qui faciunt laborare,t7s y una indudable concen.tración de empresas (lo cual no puede decirse que sea un signo dedecadencia); análogas concentraciones acusa Venecia en las cons-trucciones navales; tt* y, desde luego, en los seguros marítimos.t75 En1587, un solo mercader se encargó de las plantaciones cle morerasen todo el Estado pontificio. . . 1?o Todos estos síntomas contradicenla habitual afirmación de que las mencionadas ciudacles se hallabanen decadencia. También nos llena de dudas el incremento de las for-tunas de los mercaderes de Verona en 1600,t77 en contradicción con laimposibilidad en que se encontraba entonces ltalia, como afirman al-gunos autoresrlTs de aumentar sus capitales de reserva. Y, sobre toclo,no nos empeñemos en culpar a la política fiscal espaírola de todos losrnales de Italia, como hacen tantos investigadores. Lo que S. Pu-gliesetT9 nos dice acerca del aumento de los impuestos en Milán desdeantes de 1600, nos confirma más todavía en la idea de que la hora dela decadencia no sonó en Italia antes del gran repliegue del siglo xvIt,antes de que se iniciara la poderosa fase B, para expresarnos en ellenguaje de Simiand, ni tal vez antes de los aíros de 164O a 1650.El repliegue, pues, no afectó solamente a Italia, sino a todo el Me-diterráneo

-del que Italia dependía- y, en mayor grado aun, que al

resto de la Península, a las grandes ciudacles industriales y mercan-tiles, como Milán, \/enecia, Génova y Florencia, situadas en el cora-

t7r 7617 y no 1ó07, como lo dice el editor de7 Ar, s¿. i¿., IX, pp,266-7. Los inci-dentes conduieron, en efecto, a la campaña del duque de Osuna contra Vcnecia.

1?2 Sieveking, art. cít.1?3 Cipolla, p. 7.17'l Gino Luzzato, "Pe¡ la stori¿ dclle costruzioni navali a Venczio nci sccoli xv-xvI".

Miscelánea lll anl roni, 1925.175 pis¡s6 en la sor:iedad de los xrr asegurarlort's dc la quc llr: clrcorrlrirrlo rnstros

en el Archivo Notarilc de Y¿:ncr:i¡r. Picnso, lsin¡isruo, r'rr lrs trDtirtivirs ¡lr: l5ll0, r'n¡ ¡r-minadas a csta]rleccr ctr Vcnt'r:i¿t tttt ttrrtto¡rolio rll st'Arrros turrílirrros lrr lrr,rrr.lir.io,l,,un particular, .fu¿rn rli lllrsi, A, tl. S.. Vcnccit ((lirrr¡rrr: Srrvii.,., Iltrstrr (r, l4 rhr rrrrlzr>de l5t|0 ) .

1?tl ll¡¡ ¡¡¡l l)ictr¡ Vrrk'nlirro, A. I¡rtrrlrrtri, ¡r. ft7.ti7 l ltitl .. t. l0l ,l?r l'ls l,r llsi:i r¡ttt'rttpi,'t¡ A. l'i¡rrf¡uti. ¡r¡,. l('ss.. (fri'r(!urrr,l¡., l,rrrr¡rr oll¡¡.rvn

¡ l0nt.r rl¡. lr¡ttItrli '¡rlrrr' l,,u rlir', t.,,t,, r'¡t,io11 r'IrQp|oc ,1,'l lrlzrr rlr. I'1,., i,'*.l'tlt .l¡t. 'it.. ¡'¡,. t15 rr. l'll lnnu'rrlr lrtl¡rr,lrrilr,,r ¡1,' llo r/,¡.'r ¡lrrln rl¡. llrlil.

LAS ECONOI,IfAS: LA I'IEDIDA DEL SIGLO 3?i',

zón del Mediterráneo, y tan fuertes, cuando el mar se animaba IX)runa vigorosa circulación, como vulnerables cuando esta circular;itindisminuía, se empobrecía o se paralizaba.l8o

IiI, LA POBLACIÓ¡{ HUMANA

A la escala del siglo xvl, el Mediterráneo era un mundo nruyvasto, rnal dominado por el hombre, los cultivos y las economías. Tan-to más vasto y peor dominado cuanto que su población era escasil.El gran problerna, el que en mayor grado que ningún otro nos da irla vez el sentido y la medida del siglo, es el que se refiere al númcrode hornbres. ¿Cuántos son? Es ésta la primera y más difícil intcrro.gante. ¿Aumenta su número, como toclo hace suponerlo? He aquíla segunda pregunta, no menos difícil que la prirnera.

UN uul¡oo DE 60 x,rrLLoNES DE rror\TBRES

No disponemos de cifras seguras, a este respecto. Algunas aproxi-maciones son posibles y aceptables en lo que se refiere a Italia y itI)ortugal, y no demasiado aveniuradas en lo tocante a Francia y nlispaña. En cuanto al resto de los países mediterráneos, la ausencritrle datos seguros es casi total.

Del lado occidental, Ias cifras verosímiles, a fines de siglo,tst

180 Problema que trataremos de nuevo en las conclusiones de esta Sequnrln |trrrtr..181 La mejor exposición de conjrrnto sobrc este tema, sigue siendo cl artír:r¡lo rk:

.lulius Bcloch, "Die Rel'ólkerung Europas zur Zeit der Renaissance", cn 7,. l, *x'irilroi.t.t,'tt.schuft, III, 190; con respecto a Italia, se conpleta con la obra ¡róstunrn rlr.l g¡¡¡,,Iris¡oriad.rx alemán, Bcuólkerungsgeschichte Ital,iens, t. I, 1931, t. II, 19:i9: t. lll y ril.tirrro publicado. Con respecto a Francia, no ha sido superada todavía Ia vir:i¿r olr¡ir rl,:

.l,,'vas.seur, La populatíon Jranqaíse,1889-92. Sobre Portugal, Lucio de Azevcrlo y orro¡Jlristoriadores portuguesos aceptan una población de un millón de habjtantcs, Itilrliogr. (1,l"rcyre, úilsc..., p.9. Konetzke, p.271. Con respccto a Españ¿r, caso nruy rL.lrttirlo, v. ln'lr¡rt tlc Konrad llaebler,- Die. Wirtschalliche BIü¿c Spunien.s, lBt3B (critir:nlrL:, y r¡rrccr itica insuf icientcmente el artículo cle J. Beloch ), de Allrcrt Cirarrl, "l,e ,'trif f n:

-rlr, l¡¡

¡','¡rulatiorr de l'[spagne dans_ les tc.nrps moderns", en /it'rr. tlllisroirc not!trnr. lt)'^r.ll,

lllil;l:'ii,.r'i:,'#jlilli'll'"1'TJlill:''l'":,:i":'T"ff:';:ilil;,{t";J::;t,,,'t",'ir;;.,'1t,,1Í1"',1;r,,,., 19f9, p¡r. i347-ó2, 'fant¡tot:o crco (:n el valor dccisivo rk.l tralruio rlr: I,'r¡r.rrtr.s l\'l¡rr..tiir\cz' I)cspoltlttción v rcpollru:irirt 11: Españe (1482-1o20), N'lr¡lritl, l9il9. llnn v,'z nrris,l¿r ¡ iIrrr rlr: ll polrlleión rlr: Iis¡rrrira t])c pat'(:c ctnÍJcnrrlrr cn lir i'poc;r rlr: l,rs llcyls (irrlir.li.os. Solrtc l¡ rlifí<'il t't¡r'slititt tlc los lr¿'ciros, r.l coeficicnle rlc 4.5 nrc t)irr(1r., (.r)nr¡) ¡I llllrtclr, jttsto o, r'r¡¡rrrlo llrcrros. ir¡stifir.¿rlrlr'. lirrr'¡rlrrr l\lrrrtiiñr'z sr: rlctir,lrr: r,rr l¿r ciflr,l, r¡,11,¡ ¡rtillorlls. l¡ finls rlcl si¡1lrr rvt. Solrx' (lrrstilla tr¡ lrrsir,..¡nllrrlr,, lrrlptil¡rrr¡s l¡r, ilrrts lltisir'¡ts tk: 'l'ottris (lorrzril.z. t¡tt. lrt: tr'¡rrorltt.irlo r.rr r.urrrlr¡r. l,llr Silrrrn,.¡rq, 1,,o. l6ll,trrcrr¡¡f¡1" urr rl¡rr.llrrrr.nlo r.lyrr r.r¡lrilr lrr.¡.r¡¡nturi,lrrlo ¡¡ All¡r.rl (lirrtrrl, lj¡llstlt,t ¡lt,l (.,tt¡ri,¡,1,'O¡¡¡'¡ttt s¡¡l¡tt lo inlr¡xltt¡'titit¡ tl¡'ltt ntili,i,t tlt,il(l tI h,,tttlt¡t,s.'tt.,\ttt\ rt,yt¡,tr. lil,lrr'l{ rrr rll lSllrl, r'o¡rirr, l,rr ¡rrrlrlrrr.irilr rl,. los rcirlrs rlr' (lrrstill¡r sr. r.slirnrr ¡rllí r,lr l.S(X),0(X)r,, itrttu, o ¡r'¡r, ll collililnll rlr: ,l.li, lr.'ill0,(l(X) lr¡rlrill¡rlr'¡. l,¡rr lillrrr rl¡ K,rr¡,,1¿kr,.¡r¡r. l'(ll l, r,'rr ,l,.rrrrrrirrrlr lrrrjtrr.

A ¡','',¡1 rlr' r",lor ttil,rrl,,¡ rl.ttt,r¡.,triIilrrx,1,r,, l,lt,r'¡ !',n rllrrnH¡xrlo ¡ror,o xrilirlitx, l,irrllt¡tltll¡t ¡tll:ttl,t l'¡tl,t¡ ln¡i't r¡rt. ltr., rlr.ll,,l,to (llrr. ¡,¡r, lrl5). r.lr l¡rq,lirlr.n, r¡¡rr v¡ Fr,lrrr,

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Ft*

376 DIISI'INOS COLECTIVOS

son las siguientes: Espaíra, B rnillones de habitantes; Portugal, l;Francia, 16; Italia de r27/z a 13; es decir, un toral de 38 .niilon.r.fiJtan- los paises del Islam. Con respecto a la Turquía europea, Karlolbricht's2 cree aceptable un cálculó de B millon",

"n el año 1600.Dada la habitual equivalencia de los cuadros asiático y europeo en elimperio turco (con cierta ventaja del primero),tt' podríamoi atribuirtambiéno grosso modo,la rnisma cifra de B millonbs a la parte asiá-üca de Turquía. Quedaría el norte de Africa en sentido amplio. ¿po.dríamos asiplnar de 2 a 3 millones de habitantes a Egipto y al Aiiicadel Norte? 1*t Tendríamos, entonces, un máximo dl 2Z Áillones rlchalitantes para el Islam y los pueblos que de él dependían a orillasdel Mediterráneo. Lo que dáría una cifra global de poblaciónde unos 60 millones para todo el Mediterráneo.

En estos cálculos, la prirnera cifra de 38 millones es relativa-mente segula; no ocurre lo mismo, por supuesto, con la segunda. Peroel cálculo general debe considera'se verosímil. Me inciino a dismi-nuir la cifra del primer grupo y aumentar la clel segundo. De l¿rscomparaciones demográficas a través del tiempo se desprende, cu efcr;-to' -ura proporción válida en términos generales: en el siglo xvr, krspueblos islámicos del Mediterráneo représentaban aproximadame'ie

"l

LAS ECONOX,IÍAS: LA MEDIDA DEL SIGLO 377

,<loble clel volumen de la población de ltalia. Si la observar:i<in r:rtcxacta en 1850,185 cuando el bloque A contaba con 79L/2 milltxlr.r, rlt:lrabitantes (Francia 35, Italia 25, España 15 y PortugalSt/)o cl lslurrr,o mejor dicho, el Islam más los pueblos balcánicos, debería tlc <:onl¡rrr;nos 50 millones de habitantes.tsu La breve comprobación quc lrr: ¡ro-rlido hacer me lleva aproximadamente a estas cifras; pero habríir r¡rrr.'irlcular esto de una manera precisa. En todo caso, en 1930 halrí¿r rk:rttta parte 113 millones (42,41,24 y 6) y de la otra 83; se manlr:rría,

¡rrrcs, l¿ proporción.187 No hay, evidentemente, ninguna razón ¡llrlu(luc esta proporción haya sido siempre constante; pero, tenienrlo r:rr.rrcnta las posibles variaciones, puede llevarnos a una cifra en hnlto.l',sta medida nos daría para el siglo xvt la cifra de 25 millorrcs rlelrrrbitantes, que no se aleja mucho de los 22 qtte ya habíamos calcularkr¡rirra el Islam.

Cabe, pues, de un modo verosímil, fijar la población tlel corrjuntrrrrrcrliterráneo en unos 60 millones de habitantes a fines del siglo xvt.\ rrlias importantes consecuencias se derivan de esto.

[]n este mundo de 60 millones de habitanteso la clensidacl <le ¡ro-l,lrrr:ión era de 17 por kilómetro cuadrado, sin incluir dentro rlcl r:s-

¡'rr,'io mediterráneo la zona de los desiertos. Cifra sorprendcnlcnrr:lrlr:I'rrjrr. Ilabía, por supuesto, grandes diferencias entre un¿s y olras rc-

i,i.ru:s. En 1595, la densidad del reino de Nápoles era de 57,''* ln rk:( ;rrrr¡rania alrededor del Vesubio de 160;180 El promedio, en Ilalia, <:r'n

,1,. 4,\ 1e0

-"¡1ru enorme-; en Francia era solamente tle li4,;1"r r.rr

f','.¡rrrña y Portugal, apenas llegaba a17.1e' Desgraciadamcnte, y rlrrrlrtl,r irrsuficiencia de nuestros documentos, no es posible h¿rccr un r:slrrrlio

¡,r,'r:is<) de la distribución de los hombres.tot

Los vlcíos ueorrunnÁNEosro'r

l,r ,h'nsirlad de población era, cn realidatl, menor tlc lo r¡rtc ittrlicrtttl,',,'il'r'irs, ¡rrtcs desrk: r:l ¡rutrto dc visla ltutrratto, el espacir, (:r¿l ('r¡t(|n('('r

tr{" ( lifrns lolntrlls it,l 'l'rttití lt: li,nrttgrupltn' ,1,, f ,n;,lrl,l: 5?.lrl¡ (;¡llr srr¡rr:riot rr lrr r¡rr,' rllr l¡r (,rrílr rhr liiclrinrl y (,)rri'tirr. r','l¡rtivrr ¡r lllSlli

r,'n,r rrr cril, rlo lrttty tt¡trorinurrkr, lrr' <lcgirLr l¡¡ r'ifra tlr, ttnos 4l) nrillrrrrcs. tn¡i¡ lriln,1,r, l,r rl¡. 5().

l¡r.l Slltir¡ l,nrrrlry y los rlivr'¡s,rs v,'lúlr¡r'lrr.s rl,, ln C. L/.rfi'r ,f, llcl,,r'h, l)ic llt'tiill'rtttrtgsgr'.ultithlr,, l, p, 2:14, l'l¡¡ r.l vi, io l¡lír'ttlo. ln cifl¡

,l,r' ", ,1¡t ¡n l¡r rl,. 5,,|..t'at ll¡i,1., t. ir.lll¡.ll|r .1. ll,l,,, lr, "l)ic llcriilLln",[i,..", ¡ul. ,11., ¡. 7ll]1.t¡t ll'itl.: ¡,r'rrr lllllllr llr nrtrr.ltrrlo l¡r , iflt l¡rl¡¡l rlr, lrr ¡r,'lrln, iírrr.Itr' Ilt tl.lrtrt ll¡¡ 'i,1. ¡rto1'r'r'lo r'ot.tilrl{r ¡,or ll irilo cr,n r¡lrr,irirt n Nit¡xrl.. err l5(lÍi, llrl¡,1r,

lt', ll¡ t,tll,t trut¡4.. , (1, 1,, :'ltll.ll'l Al11rr¡ru lrrlni y rr'l¡'r, lr i¡e rrl rrrrrr¡rltr rlr. l¡r, r.jlrrr¡rl,ra lilnrlrlr r,tt r,l l¡rlu,I ,, I rtr,¡rri,r, "'l'',r'rtt Itrtrrlinutlrt". All¡i,rr. lll, ¡', illti ( llr'll ¡, ¡,r" lr¡'ra¡ r'l¡ Allir.n rlr'l

-no.se ha repalarlo lo suficiente (Italia rnenos de 9, I,'rancia 15. SiciLa 1.3, Alemania 10,

Inglaterra .3; Italia más que Flspaña). De Borr_.ro (Dalt]isale, pp. 62 y Zó), tomo t.sr,,sotras dos cifras: córcega 75,000 habitantes y chipre 160,000, 1', sobre

-todo, 'su oposir:irirr

entre cristiandad e Islam (II, p. fl9), la piirncra que sufre ia aL¡undancia de üomlrr,.s,y el segundo de penuria de hombres.

- El peligro= viene d_e estimaeiones exegeradrs ¡iara aquul vieio tienrno.i por ejemnlo, r,rrel caso de Milán en el siglo xv, c_omo_lo ha deinostrado A. Fanfani (sugii, p.-l3s) i.r,..tra s. Pugliese, o en e_l caT,

-de_ los Rey.es católicos. y viene también 'áó que nusstr.¡

censos son censos fiscaies. Beloch lo ha dicho bien, nero no por ello ha cesado t,n s,¡,sr¡mas. 'l'anto co¡no el crecimiento dernográfico, medilnos el p¡ocreso de las contril,¡.cio.nes. Y .aun queda el fraude, en 1613, Antonio serra ( rr.

'l7l ) piensa ..giurlir.rrrrrl,,all'ingro.sso" quc había en Nápoles un millón de hogares (';fuegos;')'""o.t li fra.<:lri rfraudati".

182 Konrad Olbricht, "Die Vergrossládtenrng de ALendlanrles zu Reginn rlos rtrr.irsigjáhrigen-Kr.ieges", en Pet. Mit., 1939, p. 349, con bibliografía y ,.,uo "i.,tn. I,lvi<h.nrr.rerrores cn^las ci{ras y las ru.tas, v irdemás errores rnaterialeJ,

-1ot S-¡-comparalnos así el núm,:ro de circunscripciones ¡dnlinistrativiis, v. inlttt.cap' V, -n. 95: o si se compara Ios ¡cclutarnientos de sJrahis o de renrt'ros. S,,1,r,, ,,rt,, illlir,,,,punto, Lubía en 1594 en .Anatolia -478,000 hogares sometidos al rcr:lr¡tlrnir.nto ¡rrnr lrrt"ch.usmas", y 358,000 en Grecia, Alberi III, \rt, p.4(12, llclaciirn d. l\l¡¡lrrrr Zrnr,. llrrrrindicación: Aviso de^C., 6^-26 de ft'h. de 1591,

^. N. K. ló?5, l¡nl¡la .l',,- rrn nrill,',r¡ ,1,,

hogares: pero ¿en Crecia?184 A ciegas. en l-o r¡ttc co¡lt:it t¡¡t: :¡l ¡¡¡¡¡lc rle -Afri¡,¿r ¡rro¡rirrrrrlrll rli.lro (¡r.r¡ r<.¡rit.

q_ue esta rttgión sr'.hallalru. ttr:tnorrlruncnlc rk.s¡,olrllrlu r,n li sigLr \r,r), t,,rrr¡rr,l,, ¡,¡rrrIigi,pto las cifras tltl ¡rrittt:i¡ri.rrs- rL''l si¡¡Lr xr\. (lilo J)llr(.( (.ll ,,,i ,,,i,*i,',,,,ri. lli,.l,,,,,l ilQrrótirr, Ouitlr rn - Ori|a1.. ll|52, ¡r, li0ll (:1,:l;1.{)15). ¿Sr.r'i trn ¡rlrus¡¡ r,st¡rlrl,r.r.r l,;fó_rnrr¡ln I')gi¡rto:- Afri¡'¡r rlr.'l Nr¡rt¡.?. lir¡ llt,ll), solrrrrntr'-¡rrrrr Ar¡ir.lirr, rrns r¡irr ¡,rrr,.l'rrsólirlls, s. lrrrlrl¡t rlt' rIrs lttill,,tt,'* rl. ltrtlril¡tr¡1.r,, 1 rrr ,,,il,.rrl,r ¡,r,,¡,,,r', i,,r,,,1 ,1,,,iu,',,,,,,,,, i,,,lrlncirilr lrtlrrl, (trlrr'¡rulllrr. rirro lrill,rrrr'., rlr.lrrrlril¡rrrlr.',. l',,r,1,,rr,,i1¡i,r,1.,,.r,.r, r'rr.,rr,ifr'¡r rlr tlttrlr¡r lrrillon¡c l,rt¡r lorl¡r,l Alri,r.r'lrlr.nlriorrrrl r.r¡ r.l xi¡l¡ rtt rr' r.",rr ¡.;il,rrl¡,,r¡ lr rr iqil¡lr'.

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378 DESTINOS COLECTIVOS

mucho más vasto que ahora. Para ponernos en la realidad, tendríamosque imaginarnos una población tres o cuatro veces menos numerosaqy: l3 actual y diluída en un espacio mucho más considerable t ;;difícil de recorrer.

En el Mediterráneo había entonces verdacleros desier.tos humanos.con ayuda de la anormal concentración humana alaba., darrdo a lapoblación ese carácter de oasis,-que sigue sienclo uno cle los

'asgos ca-

racterísticos del Mediterráneole5. Lagás y mares inhóspitos y ñostilesy océanos desérticos, y a veces verdideios desiertos grand,íssirni ex-tendíanse a través de los países mediterráneos. s,rs oriua., como lascoslas ma'inas, eran lugares privilegiados para los centros urbanos,donde, antes de franqueal los grandes"obstáculos, el viaiero descansabap1ácidamente o' .por lo menos, tranquilamente en ros f'ond,uks. El ca-tálogo de estas Arabias desoladas de todas las dimensiones que inter-geptaban el- espacio ,y la vida en el Mediterráneo, sería interminable.No.lejos del Ebro, de sus cultivos de regadío, de sus filas de árbolcsy de sus laboriosos fe_llaln, se extiende iu

".t"pu ^i."robl" que es cl

rasgo característico de Aragón, proyectando hasta el horizonte susmonótonas extensiones de-brezos y-romerales. Francesco Guicciardini,enviado por Florencia a la corte de Fernando el católico, marchó cnla primavera de 1512 a través de ese ". . . pn"r" i.r"rti.ri*o n,,rguale non si trova allogiamento alcuno, né si váde p", un urbore: mrrtutto é pieno di rosmarini e salvie, per esser terra áridissima',.1e6 [,asmisrnas indicaciones encontramos en otros viaieros,

"o-o "l venecian'Navagero (1525).107 Un libro francés de l6j?,1r8';tisir;, .,E., Ar,,-gón, cerca de los mo-ntes Pirineos, hemos andado jorn"adas enteras silrencontrar un solo habitante." Y eso gue la más pobre de las regio'r.sarai.o,1es,as

-porque lg.te."n- esto_ hay grados- no es ésta, sino ctpartúo de AJbarracín."" verdad de Aragón, verdad ibórica. R.r.r.'observa que-España estaba poco cultivacla,lrorque estaba poco poblarlrr.En Portugal u"--qr que la población va pérdiéndo a"n.;áoá a merri¡rrrque se desciende hacia el sur, en las regiones cle Algarv", Át"-i.f, INorle en el siglo xv. R. Brrrnschwig. I, p. 267, ros .desiertos o' Siri¡. B.rerrr.t, ¡r. rrr)(16 de alrril de 1524, los,.B./1O_dei plirl.t'"L*'r1""ío.l-,'A.*. rr.'ia',")",r, tltt ltts ¡,,¡tes.'j_, Ij-pp. 312-3 (1548)": Boterl. p. s-s."-o piopóri.-¿""|^'r.";;";,;;"Nir.rrr.ir.r (j,.ll" 5-1.^!7,..oi t^l,lt:: {l los desierro.s onJrlu"i. en l7ó?) i I}r.¡.¡¡¡,1,¡,, rl,. errir,is r{1. r,Los r(yes y la colonización interior rle Espnña lrs,l¡ cl ,icln ,,.i ul'^,..., \li,,l,i,¡, ¡,t1,,1;March'Rlo;h. *f-es paysages agraires: ".rii ,it n,i,,. n,, ¡rrrirrt.,. r.rr ..ltt. ,l,lti.st. í,r¡t¡t. r,snr.. mayo de 1935. n. 4Z:.Arqrré. ¡r._ )22. Allritrc,.,,i:r. t,. in..'. '1,:i ',,.i,,.,,,,,i,,

rtr¡r. llr.r,r r1'olcrl6 p6¡ Ios "rn.ntes u ln*. i,r¡rnl,l*,i*",'i,,,r,,¡ri,:i,;"',r,,' ;i.,,i,,,i,,, i.,;:"iüi,' rrv I, r.il.rlrpor F.^_Rorlríguez. N4arín. Qttijtttt. lV. 1,. ,lil,',il"Z.'-r.rt-,

,4. .Sicglricrl, p. .l0fi, .lrrlr,s .Siolr, l,'t.¿,t(.1, t¡iiit,, ¡r¡r. l5r) sr.lf)li lir;rnccsco (lrrir.r.irrltlini._ I)i,t¡ttt _,1,,1. t,i,,¡a¡ii,, i,:i''S¡,,,¡,rr,"¡,:j,,,.,.,,,.¡^. lr)ll1l, ¡r. Juotras nnot¡tliorrcs irnrilogrrs, ¡r¡r, 54, 55, 56.lrlz lr. S v.

lll¡ ll)rrvity). f,r.s r..rlrrls. rtnltitt,t t,t ltittt.il¡ttttl¡,t tlu. ¡ttt,nlr, l,irríx, l6l,l. ¡r, 1,il.ll)o Ar,n, ¡r¡r, lll0 sr,

LAS ECONOI\{IAS: LA MEDIDA DEL SIGLO :l?e

nJeira.2oo Don Quijote y Sancho peregrinan la mayor parte del ticm¡rrta través de caminos solitarios. . . Francia también tiene ios suyos. "l')ttl)rovenza, los dominios asignados al hombre y los reservados a la lltt'turaleza se distinguen claramente. Al hombre le pertenece una cuat'l¡t

¡rarte: los fondos de las depresiones del terreno, oasis de cosechas, rL:

olivares, de"viñedos y de cipreses de adorno; la naturaleza manda sollt'r:

Ias tres cuartas partes restantes del paisaje, masas rocosas de rrttlrtrrojizo o gris plateado. ¡Cantad, cigarras, en los pinos! Este contraslt:,

¡ror sí solo, impone un orden inmutable e instala en sus lugarcs ¡rrtr'rlcstinados al hombre dentro del marco de la naturrleza." to'

A medida que se va hacia cl sur o hacia el este, estos vacíoslrurnanos van creciendo en inquietantes proporciones. Busbec se allriri¡,uso hacia el Asia Menor a través de verdaderos desiertos.'t'' I.,cón clAflicano, viniendo de Marruecos y antes de llegar a Tremecórt, ¿rtr¿r-

r csó el desierto de la Nfuluyart" donde las manadas de gacelas ltuíanrrntc lcs viajeros.

Porque, en ausencia del hombre, la vida animal bulle y hornri-!-lu{'¿ s. estos territorios semidesiertos, y la omniprescncia tlr: t:slltlrurna exubcl'ante es el signo ostensible de que el hombre no tlotrtittltsrrf icientemente el espacio terrestre. Se explica que en las moltt¿tñ¡rs:¡lrr¡nden las fieras: en la Córcega del siglo xvt, para protegcr rt losr.lraños, había c¡ue organizar inmensas batidas de jabalícs, tlc loltosy rlc ciervos; la isla exportaba fieras para los cotos de citza tlt: tt:yt,s

] ¡rr'íncipes en el continénte.'ot En Asia Menor y en el norlc rk: Al','i,'rr

¡'ulrrlaban los chacales y las hienas. En Andalucía, para acotnt:lt:r ttl,,s st:írores, los campesinos se avisaban unos a otros con grilos t¡ttr:rrrrilitlran los aullidos del lobo.tou Diego Suárez, cle niito, ¡ritstot'r:itlntr,'lrrños en las marismas del sur espairol, despoblaclas por Iit ¡ririrlr:r'írtl','r'lrcris;ca y por el temor a ella. En esos paíscs sernisalva.ics, l,,s l.'-1,,'s rIcr'oraban los borricos de los in{eliccs J)astor(:s, (luo s(! irlcirrlrlrrr,1,'l¡rs llcl'cdades sin que sus amos se apercibicscn.'"" I'lll r¡<rlrrlllr: rh:

l;i,;':,'lr:1,,1lT;];i::\fl,,il'j:l"li,'l:il:,H;;:li,'*i";,;1,'llt;l',ii,l"li,'.nlr';rl r.rr cl ¡rrr:sitlio tl<: [,lt Oolctit, cotttó r¡ur: str r:otn¡rirñr'r'o tlr: viit.ir:

ll{t.

( llllrr,'i,irr rl. lrt l,'tn¡t rl,.

Page 12: Braudel, El mediterráneo..., pp. 79-91 y 375-388

3BO DESTINOS COLECTIVOS

había sido devorado por los leones.tot En el siglo xvl, los duars delnorte del África organizaban la defensa común contra los chacales pormedio de cercas de espinos.'uo [Iaedo apunta que en los alrededoresde Argel se daban grandes batidas de jabalíes. . ."0 La misma Italia,prototipo de la riqueza del siglo xvt, estaba aún llena de desiertos,de bosques infestaclos de bandidos y de fieras, muy abundantes en tiem'po de Boccacio; "1 el cadáver de un personaje de Bandello -un

al-banés asesinado no sin sus motivos- es abandonado sin sepulturacerca de Mantua a la voracidad de los perros y los lobos."' La guerrade 15:68 a 1570 hizo surgir regiones desérticas en Cranada, ccrca deGuadix, clonde la caza

-conejos, Iiebres, perdices, "enormes manadas"

cle jabalíes y de corzos- pululaba en cantidades increíbles.t1B En laProvenza abundaban ordinariamente la liebre, el conejo, el ciervo, eljabalí y el corzo, que andaban "en bantladas", así como el zorro yel lobo."n

Pero el privilegio de ser el gran mundo de la fauna a orillasdel mar, corre-*pondía al Islam; animales salvajes y domésticos st:

rnultiplicaban allí libremente. Ilusbec, este curioso viajero, se delci.taba durante su estancia en Cotrstantinopla convirtiendo su casa enparque zoológico.tt5 El vacío humano de los países del Islam explicnla gran importancia de su ganaderiay, por tanto, de su fuerza militar,poryo" lo que defendía a los Balcat"i y al norte de Africa de lnliuropa cristiana, era, en primer término, la inmensidad de aquellnnr:egiones, y también la profusión de caballos y cle camellos. Los cu-

rnellos, a la zaga de los turcos, dieron cima a la conquista de l¡tsgrancles planicies de la península de los Balcanes, desde Const¡tt¡-tinopla hasta el reborde de las montañas dináricas al oeste, 1' por clnorte, hasta Umbría. Los camellos abastecieron al ejército de Soli-nrán el Magnífico delante de Viena, en 1529. Naves o'especiales" (r:orr

"encierros" para el embarque de las bestias) tr:ansportaban sin rk's"canso los camellos de Asia a Europa; este ajetreo formaba parlc rlrlespectáculo del puerto de Constantinopla.2lo Sabemos tambión que lrrxcaravanas de camellos conquistaron las inmens¿s extensionr:s rlr.lnorte de Africa... Los caballos, los asnos y las mulas conllil¡r¡yr.r',,rrde un modo muy principal a la conservación de los scnrkrros rk: l¡rn

Alonso de la Cueva a l-elipr: II, T,n Golt:ta, 16 dr: rrrlyo rL'15(rl, Sin¡. lir¡.4llfrBotcro, I. p. l85. Nlcjor aun l). Sr¡ircz. ,11-r. 49, l-r0.

I>. 77.I)aut¡¡trrti¡t ^ novcla Ill.lll. ¡r. ltil7.I'r'rlr¡',lr' \lcrlirrrr, ¡r. l7!.(,)rrir¡rrrrrr rh' lhrtttjctt, ¡r¡r. lllll, llll5, lll'fi, ltil.I l. ¡r¡r. ll I ss.llllorr, ¡'. lil5.

LAS ECONOI,{IAS: LA ¡{EDIDA Dt!I- SIGLO :lu

rrrontañas, en los Balcanes, Siria, Palesiina o de El Cairo a Jerus¿rlí,r¡,(jomo pudo comprobarlo Belon du Mans.ttt

Frente a Europa, a lo largo de la frontera de Hungría, la frrr.r.zrrrrrás poderosa del Islam era su maravillosa caballería, envitliarlir yclogiada sin cesar por los cristianos. Cornparada con ella, oon suligereza, su rapidez y eficacia, cualquier otra caballería lesrrllrrlr¡r¡rcsada. Tan conocida era esta riqueza, que cuando don Juan rlc Ar¡s-tria trataba de deser¡rbarcar en Morea y en Albania, en diciernbrc rlc1571, fué de opiniírn de que no había por qué ocuparse de los t:¿rlxr.llos: bastaba con ilevar a bordo de la flota las sillas y los aparrr.i,,srrcs¡¡s¿¡i6., y suficiente dinero para complar los animales.2tu lln r,¿rr¡¡-

lrio, en la cristiandad, hasta en las regiones más famosas por srr

;irtnaclo caballar, como Nápoles y Andalucía, los caballos eran rarczÍrs, cl1¡s¿1¡s¡¡6 cuidadas. Felipe II se reservaba la concesión o <k'nt:gu-, ií¡n de los perrnisos para exportar caballos andaluces y examinaba J)(:r-

'orralmente los expedientes con esto relacionados.

Er, escnuso DEMocnÁFrco

l)r'r:íumos que, en el siglo Xvl, los países rnediterráneos estaban ¡ro<ur¡,,,1'lados, que su población se hallaba diseminacla en un inrrrcnso,' ¡rrr:io. Y no cabe duda de que estlr es verdad, aunque no <k,llirnrosl,,r'r¡¡irrnos por ello la impresión de que el hombre viviera allí "a sr¡s,nr,'lrirs" en medio de una naturaleza más generosa l)or cl hcrlro rlcrlrtt' slts frutos no tuvieran que repartirse entre dernasiatlas lurr,¿rs. Nolrir! (luc olvidar que los medios de transporte y los rccul'sos irl irrrcrr-lr, i,,s gualdaban una propolción tan escasa como la rlc los h.rr¡lrr..s.l,l [lt:rliterráneo soportaba, en efecto, cl rnáximum (l() srr clrr.gtr rh..rrr,,;illif ica. 50 o 60 millones cle habitantcs era tc¡tlo lo quc, ir r,oslrr,1,' ¡'r;rrrrlcs csfuerzos, eta capaz rlc alimentar esta rcgir'ur, J)ol r¡ruy J)iu'(,ilr¡rr,' lur¡i1-: la ración de sus habitantes. Iil clrarn¿ rnírs tcrr¡rz y rruisnt lli,rso rlc los últimos citt<ruetrta años dt:l siglo xvt sigrrc sit'rrrl,r t.l ¡ir-

l;:,,',i1, I ,i;l'i,,il,'.1';l,,,,f ii[,,;]'1,*i",,.1.11:i!'Íl';,','fi:l:',i; ill'lll:.,ljl,1,',,1,' lit sr.gunrla rnitatl rlcl s¡*¡,, *tu. I,ll ocr,irlcrrlr', r.l lrorrrlrrc (.(¡-

nrtt'trzrr ¡t lrn¡lltr tlc ttutrvo y r:otr rcrlolrl¿r<lo lr¡'ío rlcs¡rrri.s rlc los grirrrrlr.st'rlt¡t¡irs rlr: lit ¡rrrslr: n('Í{r'¿r, r¡rrc lrrrlrírt lirrr¡riirrlo lricrr r.l lclrcrro ¡lrlrtlllr{r tt'ttov¡tr:iritt rlctrroglif icrt. l':l r:tccirrrictrlo rlrr l¡r ¡rolrllrrririrr r.r{

irrrr,'¡',rrlrlc rlrrsrlc t¡rr,rli¡trlos rlcl siEilo xv, r,s rlr:r:ir', t,rr¡rrrrlo r.l ocr,irlcrrlco¡tlr,,,l,'l lrttii,t rltitttttt ¡rolílilr,. r'r',,trritrrir',r y soci¿rl rlr: lrr ¡irr,'r'r'rr,l,tll,, | ,¡¡'¡¡ [¡,,".

''tt ll,itl.t'l¡ 1,,,,¡tt,, Irrrr'rl lr l). lr¡rrt¡ ,l¡' Att,,llrr, \1,,,,i1¡r, I ,l, ,lr, rl,. llril, Silr, 1,,1. llll

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382 DESTINOS COLECTIVOS

Este ascenso demográfico se mantiene en el Mediterráneo duran.te todo el siglo xvl. Lo sabemos de manera precisa en lo que se rc-f,iere a ltalia]y las pruebas nos las suministran lós rnagníficos trabajos

de Julius Beloch.Sicilia, en 1501,21o contaba con una población de poco más tltr

600,000 habitantes; en 1548, eran 850,000; en 1570, sobrepasaban gl

millón; en 1583, se registran 1.010,000; en 1607, 1.100,000. La pr''L¡lación de Sicilia permanece estacionaria durante el siglo xvII' y ('¡t

1713 se eleva a 1.143,000. La curva es análoga en lo que atañe nl

reino de Nápoles;"0 si nos atenemos a los censos españoles, calcula<l<ls

por hogares, se ve que Ia población es de 254,823 hogares (es decir,

-e. d"-1.000,000 cie habiiantes) en 1505; ile 315,990, en 1532; rlc

422,A80, en 1545; de 48I,345, en 1561; de 540,090, en 1595 (quc

es el censo más seguro de todos); la cifra desciende en 1648, tr

500,202,22r y en 1669 a 394,721.'To-anáo como 100 la cifra de 1505, vemos que el índice rlo

población del reino pasa sucesivamente a I24 en 1532, a 164.9 er¡

isAS, a 187 en 1561 y a 2I2 en 1595, para bajar a 190 en 164ll

y * t'ss en 7669. con iespecto al medio-siglo qgg nos interesa (154,1'r.

iSlS¡, se acusa, pues, un cambio del índice de 164.9 al de 212, o sen

un aúmento de mbs del 28 /o, sin que se produzca un descenso demo.

gráfico hasta llegar el siglo xvII. En este siglo se registra un estun'

óamiento en Sicilia y un sensible decrecimiento en Nápoles: 190 r'nt64B y 156 en 1669, lo que hace retroceder al reino hasta una si.

ruación inferior a la de 1545 (el índice baia de 165 a 156).Florencia, sumando la población de la ciudad y la de su terrilo.

rio, pasa de S'gs,gt8 habitantes en 1551 a 648,798 en 1622'22" Va'necia, incluyendo sus dominios en ltalia, acusa la misma progrcsiónde I.650,00b en 1548, a 1.850,000 en 7622.223

Estas cifras pueden parecer fastidiosas, con tanta mayor rnzón

cuanto que se parecen unas a otras y repiten las mismas verdadcs. Sinembatgo, estaJverdades, esta gran inflación demográfica del siglo xvt,no ,on."snficientemente conocidas. La historia general no nos tlicc loque pudo significar la duplicación -por

lo menos- de la poblnr:ir'rn

e.n ciertas isLs y en los territorios meridionales de Italia. Arlvirtnn¡rlrgue en Cerdeña la progresión fué sensiblemente la misrna qrte r:ll Si'

"ilia; p"ro en éste, como en otros casos, sólo potl_emos apoy&rtlor'l otl

censos levantados con fines fiscales, censos in<:om¡rlelos y (loll ll¡l grnn

margcn de errores y dc frautles. Pero, a pesar <lc trllo, ttos rlltn ttlt¡2lo f ¡¡li¡¡s Bcloclt, I)rir Rcriill':.rt ttrtg.. . , l' ¡r' 152'22n Il)i(1., l. ,ltt.:¡'Jl l,:¡lr.ucnlro l.sr: nrisr¡ro cctrro, Sirt. S. l', Nú¡rollx llfrll, ¡rrro fr',lrrtrlrl r'¡¡ lfiÍ¡1,:::r'r .1. llr'l'¡r'h, I)ir llrt'itll'rtttrtg.,,, y, 7líl'2ttt ll)í¿.

LAS ECONOMIAS: LA MEDIDA DEL SIGLO :lttll

idea bastante verosímil y aproximada del ascenso demográfico. l':lcenso de lB45 arrojó la cifra de 126,163 hogares; "n las tierras tlt: l¡rIglesia representaban 742 hogares, las de los feudos 17,43I, las rk:lrey 7,990. El donatíao de 15,000 liras se reparte del siguiente morkr:2,500 para las tierras eclesiásticas, 7,500 para las tierras seirorinlcsy 5,000 para las tierras de la corona; no hay duda que la poblar,i,intotal era de cien mil habitantes y pico, correspondientes, sobrc ¡rocornás o menos, a la cifra de hogares indicada. El historiador sartlo (lr-lridore nos habla de 150,000 habitantes en Córcega; el censo tlt:16031225 con sus 66,769 hogares significó, evidentemente, un gran ¡u¡-rnento, aunque para computar el núrnero de hogares por el de hahi.lrrntes tomemos el coeficiente, rtuy bajo, de cuatro. Entre l4B5 y 1601|,cl aumento del censo de población, suponiendo que los cálculos seanr'\actos, fué de unos 100,000 habitantes, lo que representaba una griln

'.llrecarga para la isla.Ya hemos tenido ocasión de señalar cómo aumentó en ltalia la

, if i¿ de las poblaciones urbanas; tanto en las ciudades como cn los lr:-rlilorios, las bajas importantes.de población no se producían antcs rlcl'ii¡lo xvlt, salvo casos aislados acerca de los cuales encontrará cl lcclor:rl¿¡rrna indicación en el capítulo V de la Primera Parte de esta obru.

¿Es ésta una verdad italiana solamente o puede aJrlicalsc lirlrr-l,irirr al resto del Mediterráneo? El hecho de que el aumento sr: lrlyir¡,r,,,lrrcido en una isla como Malta (25,000 habitantes en 1550, 27,0(10, rr l,l>90, 41,000 en 1614,51,000 en l632),ttt

". demasiado cs¡rrrr:íl'irror ( {)ncreto para que podamos atribuirle una significación gencral. l)c-l', nr.s recordar tambión que, en 1557, una carta ofi<:ial tlcl (ionsr:io,1,'l.s l)iez afirmó que la población de Candía había aumcnlarlr r¡rr¡-,1r,,.'''7 Sin ernbargo, para poder aplicar la misma conclusirin al Mc-rlrlcll'inr:o en conjunto, nccesitaríamos datos anírlogos a óstos, y llnosr u;u¡los ccntenares de investigaciones es¡lecialcs cn los anllivos.

Nr¡ obstantc, tenemos ¡rruebas de que cn lis¡raña st: ¡rnrrlrrjo rrrr

¡ilrrr,lr: y llotlcroso aumcnlo tlcmogrírfico tlurarrte¡l si¡¡lo xvt, l,:llr.r'lr, st't'ít rnucho mírs cl¡tro ¡run si nris rlctt'nemrF¿r t'rirr¡¡inirr, ('ot¡h,,nntrl lliiblcr, Alllcrt Oir¡rrrl y tl¡¡uttos otros hisloriitrlrlr,s, lts cxrr-

l','r,t,l¡rs cif'nts (luo so rlitll¡ttt rlc ll ¡rolllitción rlc l')s¡rañl r:rr liclrr¡ro rlt:l,'', llr'1r's (iirtr'rlir:os, í:¡lor:u ('ll (lu('sr: ¡lrorlut,c r¡rr¡r illfl¿rci,'rrr ¡rrlrilrnlil¡,1,' l,'g rrúr¡rct'os y rlt: los vttlol'r's. l'll ltscct¡so rlctnogt'írf i<ro rlc l')s¡rrrñrtItti't'ot¡liru¡rl rlur¡u¡lr: lorLl r'l siglo xvl. lílstl (,s nur':rl nr o¡lirriritr

"'t l.rrrtirlotr', Sltt¡itt tlrllu ptpllt:itutr rli Srtr,lr¡1nu, lr)02, ¡r. 12."¡i llt,l .. ¡r¡r. lr) y ll(1.r''rl lL'L¡r lr, l. ¡r. l(rlr.rlf llr¡¡rr., rrr¡'it/rrr y r.olrirr.lrron,l,. l,'o l)i,.2, (lrr¡rrlin, ll0 rL,rc¡rl. ¡lr, 1557 ((inIl

'l¡l I rr. \. I ltllrr'. lluoll. n. I'lll¡. l. llll),

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384 DESTINOS COLEC:'INOS

nersonal. Por otra pal'te' Ias cifras que nos propo-rciona el erudito

+",,ii;t;;i"r"l;"i"ttigrrtt con tocla'clariclad, en lo que respecta rlperíodo de 1530 a 1594.

POBLACIÓN DE LOS I'AISES DE ]-A CORONA DE CAS'TII'I'A

1530 1 594

LAS ECONOMÍAS: LA N{EDIDA D¡lt, SIGLO ril[,

habitantes; "3' y este descenso de población se acusa mucho mírs r.rr r,l<rentro de la Península que en la periferia marítima.tot

Todo ello demuestra, sin lugar a dudas, que el número rlr.l hirlri-tantes no aumenta en el Mediterráneo cristiano durante el siglo xvr.N{enos todavía, cle seguro, de lo que inclican tan brutalmente lus r:illrrst¡ue hemos registrado. Ya lo decía Julius Beloch en un artículo l'r¡n-rlamental prrblicado en 1900: estas cifras infiadas se deben, en ptlt(..ru la política que suele -formar sus listas mirando hacia el porvoril yl¡'atando de aumerrtar sus exigencias. Son también, sobre lor:kr lls lr'-l¿tivas al siglo x\¡II, consecuencia de un innegable perfeccionanriclllo,lc los cen-qos.:'r Pero hechas estas reservas y aun aceptando quc lllr.s('rrores exageran un Doco el ascenso demográfico del siglo xvr y rlis-nrinuyen, en cambio, el descenso de población del xvrr, quedará sir.rn-

llte en pie la realitlad de que el período de 1500 a 1600 se car¿u:tr:r'izrt

¡ror la multiplicacií¡n de los hornbres. Signo cle juventud rlr: r'slosrnundos que, según algunos, estaban declinando.'"5

La mayor incerticlumbre en nuestros cálculos emana, un{r \(y.nrír,., de los países del Isilam. Sin embargo, es posible pensar rlrrr: r.lrcqtabiecimiento de la paz de los jeriftrtos en Marruecoso a partil rlr.l5,i;0, y de la paz l.urca en el Mogr:eb central y oriental dcs¡r1r¿.r,¡,'1i,90, produce tarnbién un aumento de población en el nortc tlr: Afli-'ir, como consecuencia cle este Letol:no a una calma rclativa (si sr.( ')rilr.)ara con las agitaciones y con las guerras rie la ¡lr:irnt,r.¿r rrrilirrl,1,'l sielo x\-I) y del aumento cle los tráficos con la <:ristialrrlir<1. Sirr

'li,']lo aumcnto, no habría podido brotar Argel como una r:iutlarl-[r,,rrg,'.l,;r qlan ciudad de los corsarios no se erlgrandeci<'¡ -solanlt'nlrr r.rl rkrlri-nrr'¡rto del Mcditel'ráneo occiclental: su suelte de¡rcndió r,n lnr,'lur Irrr.-l,'rlc la r''itl¿ económica y de la lepoblar,ión dc sus [r:r'ritolios r',¡lin-rl;rnlcs. Iln cualrto a ligipto, Siria y Asia menor, no oon()(:rrrnos lrrisl¡,,'lro r-r:r'elarloi' r¡uc la crnigración carn¡-resina y militul' [u<.r'¿ rL'l r\si¡rrr{'n(}r" i)olo sus tlotalles sr¡n ur¿rl conocirlr¡s.

I'lrt r:uanlo a los I]¿rlcanos, l)or cl conlr¿rlio, rro sr'-r si lr¡rllr'ír,'r,rn-I'r,'nrlirlo lrictt 1,,. rlrrlos 1' l¡rs rrl,'rl¡r,'i,rnt's rlc Ilrr*r.1r l¡rlrrr.r'.-"" ,\ irrz-i',,, 1,,,,'ellos, ¡xrlcr,,,,¡,í,, el tst.l'riltlili: r.r¡ro'inrcnl,,ilr,, lr,nif ilr¡r,irin,,,1¡lt tt't,¿lltlt'izitciritl llr, l,ts sttt'1,,r ¡rt:ligrosatnt'nlr: itrrrr:tt¡tzirrl,,s ¡lor l;ts."'ttil* tlt'lrts t'íos y tlc l,,s lrr11,,t. y l)()r'r:ottsigrricrrlr', ¡ror lir rrrirl¡rli¡r.1," ¡lilír'il ts siltlitt'r'tt r'l ti,'ttr¡r,, r'slrt lololriz¿rcirir¡ rll li¡ro rrrrlrilivrr.r,'t,'lrt,lt,t¡t rlcl ¡tt¡tl¡r'ttlo rlc lr¡s rllrrsirlirrlcs y rlr.l r:r'r'r'ir¡ritr¡lo rlc tttul

''t.t lltirl., l. 17l.:':rlf Alfr.tl (ii¡¡rrrl. "1.¡r t,il,¡ll¡li,,rr,..", tttl. tit.1':rr .1. ll' lr,, lr, "ltiI llr.rilll.r.illrtI..., írl r.it.. p. 'itfi.:x¡ llitl., 'r r. ;(,t) i0, I r,,,l,rr. l,i,¡,,rrrir, l,lrrrl .1. llrrrrrilttit, tnt. rit., 1,, Iii; rrrlr¡r,

,{rrl,rlrrrirr, f¡r,. ,,¡rrrlr.rrrrrrn ¡1,' ll,trt¡ Iil), l1'r¡r¡, lt'l}ll, lt'lll lr'lr), lt''/¡', Ni,l¡¡r.ir,l ll., l¡t. ttt,,r'1,1.'';t¡ (llt, r lr,. r.x¡r.r,r¡rll¡rr,rrlr, lr. ll'.1 r.

1541

83,44029,12643,749

31,39837,1r7

122,91102t|.321

24,03472,39953,943

29"74073,5223l,73lr24,46t)

63.68432,76343,i8759,36086,2784r,230

1 33,I2031,15333.79526.21713.3r2fr0.95719.260.33.34180.35734.31935,1674l,800

96,166

55.ó0597.r 10

146 0tl5r,352

17ó.70837,75641,41337.901;11"932

147 r4928,47065,;J6B

1r4.73846.20955,684?1.904

Vt'r:inosHal;itantes

686.6413.089.894

889.9404.004,?30

1.340"3206.031,4,!,0

Elnúmerodehabitantessecalcrtlasobreelíndicede-i'5;ladesignatióndetrtr¿;ir"scorresponde a la nuestra de lngares'

Earl J. Hamilton adrnite, con respecto a- las ciudades castclltl'

nor, * "r-ento de uno a clos, y con- r€specto a la totalidad cle Espitñrr'

ffi" 1130 y 1594, un aumento del -Ií/o'nB El reflujo se aotrsrl

marcaclament" u pultii-'d;-ii9¿ y, má! precisamente, despuós tltr lrr

i"rri¡f"'-"piá"-lo'¿" fSqg-1600,'que.loi historiadores cle la <lt'¡tt.''

Lrufiu deüerían tener muy en-cuenia'2tn Entre 1594 y 1694'' las tritt'

áuá". industriales J" n.pliiu llegar<-rn a perder hasta l¿ r¡rilatl tlt: str

ili;"tó";;i; ;-;";i"aoi ¿"t sigio x.r,rr, iegún tcstim.oni. tlt: l.s r',rtt'

iÁforanáos, Burgos qg"dn coñy91ido en una citrrlitrl e' r'rrirrrrs y

$;;;;il;;.ir, ¿"ri"rto.ár' En,r" 1600 y 1650, ¡,r,r'rliri cl 25(f, r¡'srrx

:J18 "'l'he rln:linc of s¡rrirt", urt. tit', Vlll, 2 rk: tttnytt tlt: lr)jll]' t'' 10()'

2',:1t I I)i¡., t. 177-

;t,).\'li,:i,!¡',11. ,tli, -,.rrnr, Arrxi¡rrrr..."llint¡¡i¡¡' i'r''tt.,l. ltr ¡rt'r-¡'t'ti¡'" 1J rl. lrt'l'i'¡t'1"r"'rl. l,l,'.r¡rr¡r,rr. ¡lr\ \\r,.,.i ir,, u,i,l,',",,rr litrur l'i,'. ¡"'1.. Vll'

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38ó DESTINOS COLECTIVOS

población en alza. ¿cuándo - se instalaron los colonos turcos del

i.i" rn"no, cerca de li, "gtu.

bajas de Bulgaria? ¿-Puede hablarse de

un ascenso demográfico "apoyadt- en Ia- p-rosperidad de las tierras

;iliü"t* y "rnñr*ur;l 'rÁ trabajo-s de los historiadoreso tanto los

,"*J, "o*o lo* ¿"-oitu"

'acionalidádes, ,no_ esclarecen e1 prob-lema,

;;;ilñ;t"ri. á" un aumenro general de la población balcánica al

istablecerse Ia paz turca es verosímil'Todo indica, p;* q* ht'bo ""u

progresión demográfica en todo

el Mediterr¿n"o drr*rril il ,iglo xur, y^".p-"cialmente.entre los años de.¡550 v 1600. grru ¡lp¿t"sis"cuadra'.ot gtutt cantidad de problemas

;1i"""1.;r"r""¡".i "f ,t'L-cot."gu,"' el de España, dondese intcnsifica

i;""*;lj";;;;,;'"i-.ritiuo dei íriso; el de Provenza, donde se des'

arrolla la importante cría clel ganádo porcino, y los de las innume-

rables bonificacio""u a" Itaiia "y de otias partes, sin contar la gran

crisis del trigo acaecida hacia fáOO y de 1a-cual nos ocuparemos más

adelante.

Ornl PnunBA: LAS EMIGRACIoNES

Si el Mediterráneo hubiera vivido de sí mismo, si no hubiera abierto

sus puertas po. ,oáJJ-pur,"r, especialmente por el oeste, sobre el

ertaiiri"o, hafría t"r,iáo'q"" ,_"rÑ"r por sus propios- medios el gratr

il;ü;; áJ *""¿""t"-dJ población; es decir, ie Lrabría visto obligadrr

a absorber "l "r""* de hombres, repartiéndolo a través de su espacio'

Át*" ¡; esto fué, por 1o demás, lo que sucedió''^-'-ü"u-pro"bu :ri-i""r" .r"""tutiu- de la superpoblación de l*Eurona mediterrán""-fu """t"os

en las repetidas expulsiones de los

i;;i;:Hil'?;;i", det sigto Iy: -g, r4e2 f,teron airoiados de cas-

iilü i; p;il;;ü" M93"¿" si"iliu, en 1509 de Nápoles y en t5e7.,

nor último. cle Mílán.t" De estos emigrantes involuntarioso los^más

ffi;#ü'r"r i r¿j".- ibé.i"o., llegaro-n Éasta Turquía, Salónica, Cons'

i;;""pü'y "t'.,ori" l" Aftilu, á-otrde arraigaron. ¿Sería temerario

pensar, una vez -;;; il" en aqúellosPut:"tdemasiado p:blitl'.:Li::sus recursos -y

tai era el caio de la Península lbí'rica' en ttem¡rtr

á; b" E;)'.s Católicos- la religión era más bien el preterto rltttt

la verdacleru "ur.u de la perse"r.áón y de la mig.acirin'/ Es la r'is'

.u l"y d"1 nú-"ro -qr",'

andando ei tiempo, se v'lvt'r'ía taml¡ii'rr

.orrtr"'lo. moriscos, en Ia España de Felipe III y'.tttíts t.artle' csta vr¡z

en Francia, contra'lo, protestantes-de la ó1,.,,'rr rlc l,r¡is Xlv, t:otttt'

hace ticmpo lo hizo notar Parist'l''"":lilí V, I'lillr.lu I'itrtr'. r'ir¡'s. I V ll'...r:r¡r, l,'l '¡ ,1,. ,.,r,.,1i",i,.'ii;ril,',ll. s¡,il¡', r, ir',tt,iritr ¡¡'l rltlr'. ¡¡ lll rl'' 'r'l'r" lll rl.

rlir:.), rlr. Nri¡,.1.s,.', ri,i,)."r;i,",,,,,,i",t¡ r;¡,,ii,,,r,,i,' l'rt'l"t'i""'¡ ltlltt \i'tli't' l'rrl'rrr'r' lTtll'

ir"t",r1li'tt,lil'*rt, l)i,¡tt¡ r., /r.r r1Alirr.r ,lr l,tu,r,, ,,,,,, li¡i,lr.tir.ouillttun¡,.1,,r.. llt',2, l. iill¡

LAS ECONOMÍAS: LA MEDIDA DEL SIGLO :ltl7

Otra prueba de la superpoblación general del Mediterráneo so¡¡l,rs diversos descensos en masa de la población de las regiones nrr)n-trrñosas hacia las planicies y hacia las ciudades. . . Los múlti¡rlrs,1,'s¡rlazamientos de los hombres de la cristiandad hacia las tierrus rk:llsl¿m tienen todos los caracteres de movimientos compensatorios. l,rr, irrrlad de Argel, que creció ooa la americana", era, en realidad, rrrru, irrrlad de inmigrantes. Paralelamente, se produce una continua t:nri.¡',r':rción italiana que se desparrama hasta muy lejos, hacia el norlc.nr'(|l)eo, los países islámicos y hasta las Indias, llevando a las nut:v¡rsli.u'¿ts una mano de obra calificada de artesanos, artistas y mercark:-rr'-. l'ln las postrimerías del siglo, sabemos que vivían en el Cercalrr¡( )r¡r'rrtc de 4,000 a 5,000 familias venecianas.'no Aquí y allá, se pu(!-,l''rr rlr:scubrir emigraciones semejantes; por ejemplo, la de los obreros,1,' (,.rno que, a fines del siglo xvr, se establecen en Alemania y en\l,,rr*i,r;," o la de los peones agrícolas que en l5BZ se trasl¿tl¡rrr

'1,' l,i;4rrria a las planicies corsasrt*t o la de los técnicos,2t3 a quicnt,sil,,. r'lr(:ontramos casi en todas partes, especialmente en Francia, inr-¡l¡nrtiur(lo los procedimientos de fabricación de la península italianu,\¡r'r'lrrrtr: del arte de tejer la seda para hacer brocados de or(), o1,,, r', r'r'los de la vidriería a la moda de Murano...'*' Inventores, rrr-Ir"tir', r'rnrlcros y albañiles italianos esparcidos por todas las nrl¿rs rL:Irr,,,¡,,r.''''' l)cro, ¿cómo hacer la lista de estas aventuras, a rnt:nrlrLrtrr,lrr rrlr¡rrlr:s'/ Se tiende tal vez con exceso a creer que esta emigrncirilr,l, ,,rlr,l,rrl lro ¡rudo abarcar más que a un pequeño número <le gr:rrlcs.l', r,, l,s ¡rcr¡rrr:ños núrmeros, sumados unos a otroso acaban forrn¡tnrloFr'rrllr'' nulsits, ¡r,,r lo menos, medidas por la escala del siglo xvl.l,,u llll).(XX) r's¡r;rñr,lcs21o que en esta época pasan de la ¡renínsult ¡r

l¡n trlrlr, rlc Ar¡rílrica constituyen una importantísima t:migrat:irin,I ilt rr', r r)ils(.r.ur.t¡ci¿ls hallr:írn tle ser COnSiderableS.

l l , .r¡rílrtlo r¡ttt: ¡trcrrcrle srilo ¡rretcnde senlar unos cuanlos.irrlorrcs.I l,r r t't,lrt,l, ¡rorlt íittttos ('nlr'('t(tlrcrnos clt revisar ;-ptra rr:rlur:irllr ¡t

'1" l,r , r¡¡rl n,¡ rlrri¡'rr. rltcit r¡ttr. lrt r.ift.tt ,t,, ,,.,, ,.*,,*,.r,,,,J"ft ll,,r,llr li., ,\1. ,/i llonro, lll()ll. lll, ll, ¡r¡r. l16-7.145-7, cit. ¡ror I,'trrfnrri. ¡r. 146."r'' ll,,¡1,¡¡',¡,, lt., l'tr lu st,ttiu lrllu ¡ntp<ittzittnc tlrllu Corsica,1840, 1,¡r. 66,67,71,

ll lt t , l ¡,lr l,rrrrlirrri, ¡r. 1.1(r,

'tf I r,rti I 1.. ,\llril tlt'lltt trrnit.tt itulitntt, lt)lll."ll l,l, ,.rr lnAl¡rl,.rrrr; l,'rrrrfrrrri. ¡r. l4í.¡li t¡r'l¡t¡ lrr rlir¡rlrririn il¿tlirrtrrt ¡t lltvrir rlr.l lrlttr,lo, r.lr,lnnr.rlr¡¡.tu¡rr.l¡l¡tr.ir'lt ittt¡,r"xn

t lltÉ,llld ',, l¡ ¡r'ltr¡ t¡t¡¡t irlt'¡t rlr' ¡t¡ r'rl¡'rtqiritr ¡,ot rlrrr crlrrrlios: t¡rrr¡ x¡rlrlr. ltt r.trri¡¡rrt,.irittpr,tr I t=1,,,r, r !', rn¡.,rlhr. Lli¡,,, li !r. it., lUll,l, y r.l otro It¡r.in (iin,.l'rn, v. l'¡rr.¡1, "llnIr¡,r r l,ltrrrr¡¡". li. tt. ilttlitnu. l(lll'.r. rrnrlro¡ l¡otrrlrlr'¡. l,'lrll¡r lrn,,r lo¡lo r¡r¡ r'¡lt¡rliopl'r* lr tsr¡lt,tir' l"r ,1, 'u'l,lrr¡l,r¡. Solr¡¡, r'l l,rrl,r'l ¡1,' l,,x (lr¡n¡¡rllri ! rl,. l,,n lrrrl¡ilru¡lrx rl¡.1

lrl,lr lrFÉlr', rl rl ¡rrlr',1,.1 l,n¡1,,,,t. ¡,1r"¡.rr'¡rcirin v¡¡,'iln,ln rlr.l. llrrr,klr¡nrlt. l)i¡!¡c,i.r,tnr., ¡'¡, lt, i. \,,lrrr, !,,n irrp,,.r,r,,r,,u nrr¡rrilr,r l¡r¡ ilnlinnon, r'oil',illttrr r.l lltrltr.rr, vor--f¡tttr, r l"'r ' ¡, rr,¡,1,'. l,','trrr¡lrvnrrr. ll. llll (e¡¡l¡¡ .lr.rrr ll¡l¡tl¡lr, 'l'ollr,lIr),

'lá tl tlh, ll,t. l. /.., l'¡ lll, ¡'. '.'(l'r.

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DESTINOS COLECTIVOS

slrs antiguas y verdacleras medidas- toda la historia del siglo xvr,en todos y cada uno de sus aspectos. Pero, aun sin entretenernos en

los cletallós, ¿no es necesario -medida

de medidas- dar una ideade la potencia de los Estados, y especialmetrte de la fuerza de sus

ejércitós y de sus flotas? Así intentaremos hacerlo más aclelantr'.

Este capítulo no tiene más objeto ni otra pretensión que poner erl

gualdia al lector, recordarle unas cuantas verdades -simples y, siltémbargo, desdeíradas, a pesar de que pesan mucho sobre todo eI cs-

pes"r de la historia y de la vida. l{o está de más pensar y comprendcrque si tal o cual imperialismo se tletiene en su camino, ya sin alienlo,sl tal o cual política se sale cle los estrechos moldes de lo real, si losgrandes cálculos políticos se desploman rl no se cumplen' es porqtlr'esc¿|.sc¿r el trigo, porque las cosechas son inciertas, porque los tralls-portes resultan difíciles y costosos, porque los hombres, y especilrl-

mente los mercenarios no siemprc abundan lo bastante? 0 porque tlllllembarcación de diez a cincuenta toneladas tarda diez clías en ir rlr'

i\{arsclla a Cónova. ¿Está de más saber en qué nivel tan modesto sr'

desenvut¡lve la vida de todos los días? ¿Imaginarse jurrto a los prínli-pes, los ricos y los poderosos, a las clemás gentes, abrumadas a gitrl¡t

paso por su dura y miserable vida? to7

2a? !g[¡g¡ tomarse en cuenta otras nil metiidas, arlcnr¿is rlt lrrs r¡rtt: l¡trttrr¡s Iil¡1,1,'Por ejcmplo, en cuanto a los muelles y embarcaderos dr: l,ls ¡rrrlos. l')rtttt: los ¡'ttltl,rrsin ernbaicadero, citt:rnos a X{álaga (Sinl. lio. 164), I'rlclrrro, Nr'r¡,r'lls. llrtgtrsrt (l'ttlut.p. f20), Génova'. ' Con frt-cuencia los putrrtos no ('r¿lll sittt' ¡'l't1;t*'- r'.lttr¡ ll¡tl¡ r'l¡¡llr'i',rltro non ¡nanca che un polto", Botcro, I, ¡r.,t>. Otrtr nllrlirl¿t, r'l ,lili,il tl¡ttillritttlr, ¡llperióilicos, gacetus, lo que'hacía'qrrr: l,,i ri,,ii,,i,,, frrcst'rr rtt,r,tt,l,tílt' ,ttttls. l),' rr,¡rti rlisomllro rie-F-resng Cnniyc (¡t. 160), ¡r¡lr: l¡ t'slrcr'lr¡r ¡lr'lcttr¡r ¡lc l,,* llrtt,lrrl¡r'los, rlottrl¡los nlvíos plsalran al litrirri rli, r¡rro,rrrl¿r nrcrli¡r ltor¡t. l'lttt ttrr ¡ittttt lttio ltttsltt cl lntrrl¡intla ¡rnja dc lirs yrrli.jas (ll¿rrrlr.llo, V, ¡,,lt:l). \ ¡¡l lrtrl,, ¡ll r",lr, p.ttttt,l,. r'trrlrllcr!! r¡lrrrllr

'lrgrrrrizrt,.i,ilr rl¡r ¡lt llusl rll lll, rllui,¡ t'llllt' l¡¡s llrtll*l,ttt¡i,r ,l,' Vilr¡¡r v rlr' I'iu¡,rrlrn

((iorIrirr, X(,11. ¡'¡r, :'?,1 ll, l(, ,1,. ¡.tr,.r,, rll ll'lrlf. v Sill. 1,.,,., l5f¡i l. 5¡rr I'nrlr¡rtrl. lrt:

lrrrl.'( r' (lll. li, tt,j I¡,2í,tt llllrlilrrrtl. tltttlt'\' lt, ilil. ¡rl lrrrrrlil¡"tl¡llhi' r'll l.ltlltt rlr'l ltttltiltt'¡ttlil,r il,r ,l, f l.nr i I l¡rl,r't , L,t ll,,,l' t ní¡i ,ln tt'ir ¡ti" lr,

Cnpírur,o II

LAS ECONOMÍAS:

I.()S X,{ETALES PRECIOSOS, LAS MONEDAS Y LOS PRI.](]I0S

\r¡rrr:a fué tan importante ni tan revolucionario como en el siglo xvl, l ¡rapel de los metales preciosos en ia vida económica. Su histrrlirrrlr¡rrrina toda la historia del l\,Iediterráneo, la historia de sus monc(lirs,¡l. sus precios, de sus economías, vinculadas las unas a las otras; nriis,,,,n, la vida toda de este mar, cuyos destinos ha orientaclo.

I. EL MEDITERRÁNEO Y EL ORO DEL SUDAN

Las sartn¡.s DE METALES pREcrosos r{ACrA nL rrsrrt

\;rrlrr l¡lr sencillo, al parecer, como la circulación cle los m(:talcs l)l.rl-I r,, os cn el }fecliterráneo. Pasan los siglos sin que ella camlri<l rrirrllr,

l,'r l() rncnos en principio. De donde quiera que vcngan los rnclrrlr.s

¡'r,', iosr)s, según cl siglo cle que se trate: de las minas rle oro tlc llr

' ','¡;r Stlvia, de los Alpes, de Cerdeña, de los lavarlr:r'os rlcl Sr¡rlrirr orl,' l"¡i,,t,i',, o hasta dc. Sofala a través del norte dc Africa y rlr: l,)gi¡rlr,¡,1,'lrrs l¡rinas de plata de Schwaz, a un lado dcl vallc rlr:l lrrrr, rlr.\, r¡,, lrl r.rr IIungría, dc N{anzfcld en Sajonia, rlr: Kr¡trrr¡rl¡{'r.!-1 (,(.r.r.¡1

rl, l'r;rilrr, <lt: las minas <lt'l I',r'z Ocbirgc, cn Sitjonia;Io rk: l¿rs l¡¡irr¡r'.,1, I \rrcrt¡ Munrl<1, a l)¿u'til rk, los l)r'imct'()s años ¡¡\l siglo rvr... l)r:,1,,r¡,1. r¡rriclir (luc v(:¡r!{illr los rrrr:l¡rlcs ¡lrcr.iosos ril ¡rr.otrl() r:onr() r.1r-

lr¡rrr.rr lrr rirllil¿r rkl lir virlir rrrcrlitr:r'r'¡irrr:¿ro r.sliirr rlcslirurrl,,s ¡r lrli.rr¡'nl;rl un¿r l)or'('nlte r:virsiírr¡ lrirciir cl r.slc. l,]rr cl r¡lirr \rrgr.o, r.rr Sir.i¡r,, ,'r ,'l l'igi¡rlr, t'l rrt¡tt'tcio l¡¡r'rlilllliinrro rrlro.irr sicrn¡rrc r¡n lr¡rlrrrr,.r,rlr lr, tl¡rt io¡ 51'¡l¡¡ lrt¡ilittr lllgrrr llrrsl¡r r'l l'lrlt'clrlo Olir.rrlr', glrrcirrs rr l,,s.t¡r rtlrlros,lt',,t,r y rlr'¡rlrtlrt rlttc sl itn¡r,,nc cn rlclt'ittrr.l¡lo rlr.stt ¡rrr,¡rirra¡¡lr',1¡¡¡¡¡'j¡¡. I l¡rsl¡r lr¡t ll,'¡irr,l,r ¡¡ ,1,','it,.r' r¡ttc tslir srrrr¡{t írr rlc rrrr.l¡rlr.s

lrr'r rr".5 lr;tlrírr rl,'*,,r'¡irrrrizrrrl' r'l lrn¡rct i,, r'onrrn.r lo cttrrl, ¡lililrlur.

I f'¡rr¡r.,,r¡r¡ í¡ltrruln i¡rrlir¡r,r,rr.ñ,, t:,ll:j ,1, Nll, ftr¡lrrrrritil l,:nt!'tú,. lt, l.

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528 LOS ACONTECIMIENTOS Y LOS HOMBRES

con los fanales encendidos.ttt Pero estas menudas asechanzas no son

la guerra.En realidad, los años de 1593, 7594 y 1595 no registran ninguna

verdadera lucha entre Espaíra y Turquía. En J,594, ia flota de Cigalasólo se hizo a la mar una vez,"t zarpando de Constantinopla, a mún

tardar, en julio, para llegar eI 22 de agosto a Puerto Figueredo''1e Alanuncio de que venían los turcos, se desencadenó el pánico en el reintrcle Sicilia,'20 carente de toda protección. En efecto, el 9 de septiem'trre, seguían esperando los napolitanos la llegada de las galeras rk'lpríncipe Doria."t Si no se hubiese tratado de una falsa alarma, tto

cabe duda de que el ataque habría pillado desprevenida a la defensnespañola. Pero, ya a mediados de septiembre, se había restablecirltrla calma y podía retirarse de las costas cle Sicilia la milicia de grtttt'-

dia, sin dejár allí otra protección que la de la "gente ordinaria".''"La flota turca, formada, según se tlijo, por 90, 100 o hasta l2() ¡¡t'leras, viró en reclondo, muy pronto "l pui"""t, hacia Constantino¡rllt.!srEl B de octubre, los 2,500 napolitanos reclutados por cur:ttta rh'lejército de la Lombarclía y a los que se había reteniclo hasta enlttttt't'x,en espera de los acontecimientos, tornatran el camino del norlt-'.

En 1595, nuevas falsas alertas. Ei 31 de julio, la arntarl¿t lrl¡r'rtestaba en Modón, su puesto de vigía y de espera."tn Ello hizo rrt¡lrrli¡' l¡talarma por toda la ltalia meridional. Los españoles preví:rt l¡t r',,tt'centración de galeras en Mesina."25 Pero se reciben inform¡:s st't'rt'lttx,confirmados pór la realidad, anunciando que el Turr:o no sitlrlt¡i "tlnsus mares,,.ttb La flota espaírola, sin salirse de sus plirnr.s, si¡trr,.rlt.dicándose, como de ordinario, a transportar trOpas ltatriil trl ot'tilt'.

mientras continúa representándose, corno de costumbrc, el l,rtllt'l ltll't'tt,un juego que sigue siendo, simpiemente, un juego tlc sort¡brlts."t

e17 2l de septiembre de 1599, Ar. st. itul,, IX, p. 406.218 Fco. de

'Ve¡a a Felipe II, V., 6 de agosto rl<r 159'1. Sirrr. l'lr' llt'lli v I'll tl¡agosto, ióid.- :iro Carlos d'Avalos a Felipe II, Otranto,2Sr tle lgosto rL' l5t)1, Sirrr. l'ln. lOtll, I lll,

220 Olivares a Felipe II, Éalermo, B dr: se¡rticnrlrrc rh' l5r.)1, Sirrt, l'1,,. lliltl. -l'h nr¡rrl

donde hay que situar ei incá.dio de Reggio y r"l ¡,illrr.lr' ,1,' ttl¡rtttt,,s rt¡tti,'* ¡tt, l¡llr.rl¡]\{esina. ba.io Cigala al conde de Olivaics, Q,,í,'r.:l rlt'¡r.ri.trtlrtt'rL' ll¡'l'1. Sltrt. F¡r

.1158 e indicacionEs retrospectivas, l5 rk: t'nti,, rL' l5()7. Sinr. l'ir. lllllil, l\llllrtl, ll,pp. 789-90.

291 Miranda a Felipe II, N., I rft: sr'¡rtir,rrrlrr¡ r[' l5(),1. Si¡n. l']¡r, l(l(, 1, l, .rg,

222 Oliv^res a Fclipe II, Itait'rnro. ll-r rL'rr'¡rticrrrl¡rt'¡lr' ll-i)'1, Sirrr, l'1,r, llhll,223 Nliranda a l"r:lipe II. N.. ll tk'octt¡lrrc rlc l5()1. Srrrr. l'lr. l{)"'1, I' lll)'224 l'((,. rk' Vt'rn ,i l¡,'li¡,,, ff, V., l9 rlr: ttgttsltt rll lly')5, Sirrr. l'l¡r, lll'lfr'!25 l\'liralr(l{r n l",lip,'ll. N.. l9 tlt'tt¡lttslo rL'15()5' Sirrr, l'1,. l(l('1, l. llll.:J2{i lill ¡}ri(rnr) nl trtisttto. N.24 rht tt¡1orlo rlc l5r}5,5irrr. l'io. ll)tt'1, I l¡'1¡2:,j? q(.ñrrlr) ll¡s nfirnllrr.i,,nr.s rlr.ll¡llrxtr.l,rr, lV. l, 1,. llrr) ¡r,lrlr.r.l ¡'illa¡¡, y el

dr: Ilr.ggi0 Jror Oigrrln rn l5(,15, y el rlc I'ntrrrr, ¡.¡r r,.¡ir.ulirr. ¡,.rr lr'ts f¡1'nliillFrr¡u l,,,,ir,,,,tit¡rrlr¡ nlr.l¡r'irirr r.rr lo¡ rlolr¡llrr.nlo¡ rllrl rrrnllull;' (.r¡ltxr r¡l¡t nllrrrrl¡r'lóñr!' ¡,rttrl,ttr, rro l,u¡'rL¡ ¡rtottttttt'inrtttr' l r'¡lt' rlh¡t'r'lr¡. V. lt il?{) ¡l¡ r'¡l¡ r'n¡tllttl0,

FT]ERA DE I,A (IRAN }IISTORIA

JuaN Ai'{unEA DoRrA sE NrEGA A colrBAT¡R coNTRA r-A ,'\RMADA TUtr(:.\:

AGOSTO.SEPT'IE}TBRE DE 1596

lil año de 1596 fué, corno sabemos, el año de la gran crisis turca cnlos campos de batalla de l{ungría, el año de la dura batalla de Kc-setzes. No por ello clejaron los turcos, este aíro, de tomar sus habi-tuales posiciones cle guardia en las costas de Grecia. Tanto más cu¿rnto(lue, ahola, no tenían que protegerse solamente contra el occidentt.cristiano, sino tambión contra el país albanés, que en estos moment()sse agitaba sospechosamente, hervía, intrigaba. tal vez como nunca, B

Io largo de un siglo que no se había distinguido allí, ciertamente, por

'us períodos de calma. Podemos remitirnos, a este respecto, a los,locumentos publicados por Lamansky: "* Albania parecía estar ¿r

¡runto de sublevarse. En Roma y en Florencia, se piensa seriamentt:ltr intentar un desembalco en sus costas. Pero Venecia tiene denla-siados jntereses en este eventual conflicto, tan cercano a sus fronteras;siente demasiados deseos de permanecer neutral, para mezclarse en lrirventura o permitir que ésta cobre vuelos. Mientras tanto, los cspa-ñoles se ven espoleados por el papado, quien desearía verles meclir lasirrrnas con la flota turca.ttn iMás de veinte años antes, en1572, Romir

",r había logrado empalmar a la guerra marítima una guerra conli-nt:ntal contra los turcos. En 1596, choca con la imposibilidad dc r:n-l;rzar una guerra marítima a la guerra continental de Hungría. I)u-lrrrrle el verano de 1596, Juan Andrea Doria, a quien se le ¡ricle dirr:r:-l;rrnt:nte que intervenga, se parapetó detrás de sus instruccioncs. Virilr-,l,,sr: presionado, recurre en apelación a Felipe II, pero en tí,rmillosl':rslrnte elocuentes, pues indican que conoce ya cuáles son las inlclr-, iurr:s de su soberano: o'A último del pasado escrivi a V.M. Agor.a.rú;uk¡ que a los 2 deste llegaron las galeras del Gran Duqur: y a Lrs,l-r,l,rs tle S.S. Las primeras han venido con las pretcnsion(:s (lur s(:

¡,ttcrl<:tt ver por las copias de las cartas del Cran l)qquc r¡ltc nrc lrirrri,',y',1,r. Yo avisé luego al presiclente cleste reynr,.ü,,.,i 1,,,¡,,,r r,tr,'sr¡lvcrá. De lo que hiziere, daré cuent¿ a V.M. Su S¿r¡¡tirlirrl ¡rrr:-li n(l('(luc vaya a buscar al armada erremiga y (luo ¡rclr'c corr cllir, ¡rt'r'o

','rr,L, r:lla lan superior de número tlc galeras y rlcrrriis rkr lir gr.rrlr:,¡rtl llr:1'¿ ¡ru<licnrlo cmllarcar cn sus licrr¿rs lr¡rlit lir (lu('s(.r¡rrisicrr., rrorrrr'l¡¡¡ ¡ritt't,s<:itlo r¡llctlcsr,cllc clt cslo. 'l'¿rlnllií'rr plclr.rrtkr cclrc ¡¡lg¡¡¡¡¡¡j'r'ltlc t'lt li<'tt'¿t r'¡t rrl Allltrniit ¡lor lits lrlrrticirs r¡rrr.licrrr: r.rr ir,¡rr,.llrrI'r,,rilr,'iir, llr'lr: r'r.s¡rorrrlirlo r¡rrr, rro ltrrgo olrlr.rr rlr, \r, Nl. ¡,irrrr r.ll,r y

:'11 ll¡,. .l(,:l 500,2:'0 (.)rr. ¡¡¡rrlrrlr¡ rlr,llr,¡rnr ¡r Nrrr'r¡¡ino. ()livr¡r'¡ n l,'r.li¡rc ll, N.. :'.1 rlr.x.¡rlirrrrlrrr.

,1, ll",t¡,5u¡r, l,lr. lll'll, | )lrll.

52e

t

t

ril*f

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530 LOS ACONTECÍNTIENTOS Y LOS HOMBRES

que la que tengo es de guardqlgon estas galeras que se han juntado lnr'

costas d-e la christiandad. . .)) 23o

-- -.En r"ulidad, Juan Andrea Doria se contenta con lanzar al¡¡tt'

,,u, b"or,du. d" gul"tus sobre l-evante, para distraer al enemigo'.1)rrs'

prréf ,ru"quilañente, pacíficamente, eipera en Mesita el curso tlt: l.xu"oni""i.ni"ntos. Ill 1.3'de agosto"oo anuncia a Felipe II que, "si tlo ¡:ttt

necesario dar cara al eneLigo", emprenderá cón toda su flot¿ r'l

camino de España' como lo hizo, aunque con alguna ,demora, t'tt

septiembre.:sr 1¡1 rnismo rnes, llegaban a Navarino_las galeras ltlrtrtttr.

Er, mal estado, como había afir-áado el Papa' No pasaron, pttr lrr

.1"-ár, de esta'escalar'u" para dar la vuelta en seguida, a los primrrt'¡r'

cmbates del mal tiempo.233

:r3o.I. A, l)oria a S. l\[', i\1,'sirrl, [l rL'ngosto rh' lÍ-lXr. Sirrr' l'lr' lil llr'!:!orr 1..t.^-ñ,ri,,..,,'li'rlil,,'11, l\'li'sinrr, lll rk.r¡1osto rL lilt)fi, Sil'r' l'l¡r,.ljllñ,.:,ll lii¡*-r'* ",S.

ff'f., Ñ.,:l'i,1,'st'¡rliltttlrrr'¡lc l5t)6, Sirrr' l'1"' l{lt)1, l' !bn'

.,,'¡ i;ii",, rl,'l\l,rt,h,z¡t rr S. Nl., V',7 rl,''li'irrrrl'r'' rL' ll'rllr' K lftin' ftl::ll l,ll

'¡¡¡is¡n. rrl rrrisn¡¡, V.. i' rl,' rrl,ril ,l, l:,')i. \. N. h, lr'¡l'':'r:' i';i j'j¡.,,,,, ,'l t,'in,,',,, \", t I ,1,' ir¡rri" r Í' rl. jrrlirr '1. ll"'i' r/'irl:l:ltl f',f ¡¡¡i+rttrr ¡tl ¡ttiultl,,, \'.,:',1,'¡tl'r¡'l¡r rlr' l"tli' tl¡t'l'' l; f) rlr, ¡rl,r,,,l¡r ¡lr. 1',r¡¡, tl'r,1.

1597'1600: StN NovroAD EN EL FRENTE

La Cristiandad vuelve a sentir algunos sobresaltos a conricl)z(¡s rk:l

*o rsqz, ante el anuncio de la póxima salida de 35 a 40 gill|rilx

;;;;.rr. por una vez,Ia u-"nuro se confirma casi al pie dc lit lrrl'tt,oero tal vez por prlru

"or.rulidad, ya que otros infclrmes --los opl.i'

i"ñ;- u"ri""iolun que no hatrlía ial flota.2"t A conrit'ttz.,ts tle

ugo.to, sabíase en VenÉcia que ya -una flota había zar¡ratlt, ¡lr, ( lrttr'

ürrti;;pl;; iiotu ,"do"ida, ciestinada a maniobrar conhu lirs ¡r,rtL:t'ttt'

cle Malia, cuyas incursionls en las aguas de oriente "lt.tt,l,'s¡t.¡'lttrl,

"i .l"r-ilf";, "r.rib" eI embajador éspaírol en Veflt:t:i¿r.'"" No r'¡tlrt'

i;J; J; que los españoles, en esta época, preferirían r¡ttr: I'l 'l'ttlt'n.iÁ"i.* d'ur-iur.,do. Aunque poco numerosa, csta _{l.lit ¡r.trlírt lt'l¡¡'l'gr:; ,,.ouilidad y eficacia, a la -anera de una flotilla rltr ..r'rrrtt'i.x, y

fu.rro, tanto o -á. duño que una verdadera armarla. lrt'otllo st'r{l¡lll'

;;;;r,;t;-for,ou¿u pár áO galeras y 4 galeon"l, o,l¡s,,ir',1,'rr,'¡ tlp

NIa-i Pachít,y que ná¡iu zarp"aclo de Consiantint'¡rla cl 2- rl,' irrl.irl' lrrt

iin, tu"tru1. áonti" los "orsa.ios

poncntinos' pcro tatttlrií'rt, ri l¡¡ rx'E'

sión se llresentaba, piratear pn,'io cuenta. I)r.l cslr: tttt,tlo, lrr ¡¡ttrrfl

""tr""g.inaes e.tuáó., degerr"ru en sim¡rlt: ¡riritlcrírt_' .f

ñi¡¡,, rl,' Mrll'cloza ámienza a inquietaÁe y se l)rcf4urtta si tto st't'ít lrt it¡r'r'r'itt ¡'¡lll'irola, su espíritu de no resistencia, lu r¡ttr: r'rtr¡rtt.iit ttl 'l'tl¡r'o lt ÉJ'

*arse.'ut

FUERA DE LA GRAN HISTORIA 53I

No obstante, la flota de Mami Pachá, a juzgar por los hecht,s,no podía compararse con las verdaderas flotas de los corsarios argc-linos, ni había siclo convenientemente armada, a su partida. El casoes que, pese a sus intenciones iniciales, se volvió rápidamente a sllbase, no sin haberse visto en grancles aprietos, al emprender la rt:-tirada.23s

1598: nada nuevo tampoco, lo que no deja de ser asombroso,ya que la flota turca había vuelto a hacerse a la mar, una vez más.'t"'EI 26 de julio, salió de Constantinopla, al mando de Cigala.'no l)cs-pués de pasar por delante cle las Siete Torres, vióse retenida por lafalta de víveres y de dinero: p€ro, al cabo, prosiguió su marcha, sirrhacer caso de la peste que, según los informes, se había declara<loa bordo de sus barcos.t" Contaba, en total, 45 galeras, mejor arma(lasque las del año anlerior, aunque este "mejor" es puramente relativo.Cigala llega a Zante2a2 en septiembre, pero no se clecide a emprendcrninguna acción contra la cristiandad, sin duda porque sus galeras se

hailan demasiado fatigadas,2'3 para arriesgarse en empresas un l)ocolargas. Por tanto,.también en 1598, una nueva salida infructuosa rL:la fiota turca, y la guerra que se negaba a estallar. Y, siempre enConstantinopla, nuel'os intentos de conclusiones de tregua, negociatltsal servicio de l)spaira. esta vez por judíos residentes en la ca¡rilllIUrCa.

En 1599, persiste la calma. En 1600, Cigala sale al mar con 1c) g¿r-

leras, que, al llegar a las Siete'l'orres, no son ya más que 10, pues lus t)lestantes, desarmadas, sólo sirven para reforzar el personal y el vr:lanlr:nde las otras.'n5 En occidente, la tranquilidad, ahora, es, evitlentcrncn-te, cornpleta. ]in España, hasta se piensa en enviar galeras a F-lanrk:s,

¡rara atender a los requerirnientos del archiduclue Albcrto.ttn

Far-sl ALARMA u oc¡rsróN r)nsAl,novr,tcrrAr)A, r,:N l60l

l, ; ; H ;l t

:i" t :::n: :" ?:'."#TT[, ;:;, u',:H ",; r L l ;ff :'ill' r :,' ;: I I I : I

,lc l'lnric¡ue IV contra la Saboya, <lon rnotivo rle Saluct:s,''7,, s,,rr losl:rrJ lB (l(, r¡r'tulrrc dc 1597. iltirl.:l:ll) ('¿u't'rc rL: l4 rlr'[t'lrrr:ro rl¡'t59f], l.t ,h'alrril, 1 rlt jrrlio. lll rL' irrlio y fl rL'

rugoslo, solrlr: lrs cvolr¡r:ir¡ncs rlc (iigrlrr. 1üirl.:ll{) V., '() rk' ngosto rk' l5()fl, i/,irl.illl 1'¡¡¡¡, rL'l l2 rk. sr'¡rticrrrlrlr' <l¡. ll-f)ll, i/ri¡l.:l:l ;10 (h' s('lrli('nrl)rr! rlr. lir()ll, ifi¿l.'J'l:l l\'lr(lur'{l,r rr l'ili¡r.ll, l\llsilr¡r, llll rL.sr'¡rtir.rrrlrrr',I. l5t)ll. Sirr. l,lr. lli¡ll.:ll llrrrrrrrr,.r', Vll, ¡r. itfr)l l rrr rr. l'.Iln fñig.,lr. l\lr.rrrL,zrr l l,i.li¡,,. 111, V.. l(¡ rlr.rr¡iorto rlr. lhl)(),

^. N. K. lr,'i /.:lrl At,lri,lur¡rrc All¡,tlr¡ ¡r.lrr¡ur |.rrrrill,r, llru.,.l¡rq, II rk.nr.¡r¡i¡.¡¡¡l¡¡,. rk. lt,(ttl.

,lrs l'tttt /lrrr, l. \'1, ¡,. itil. I'lrrrir¡rr. lV rr ll,,, lrr.¡,rt, (irlr,,l¡l¡., I'fr rh. rrr.¡rtrlrrrlrrrlrrl)ll, l'. .ll'.

:ll'l l'l¡¡¡i¡¡¡¡r' lV ,r \'rlli, rr, :'¡' ,1,, l,,ll¡ ¡rr ,1,. lt'lll, t,t,. l:':1.

til.,lo

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532 LOS ACONTECIMIENTOS Y LOS HOMBRES

planes hostiles a la Toscana, los que hacen que ia atención de España

ie vuelva de nuevo hacia el Mediterráneo; o la necesidad cle mantenerabierta y despejada la ruta de Barcelona a Génova; o simplemente elhecho de que, desembarazada de la guerra france-"a, la península dis-

ponga ahoia de más fuerzas para invertirlas en eI mar Interior? Locielto es que, en este airo de 1601, asistimos en el Mediterráneo a undesplieguó de fuerzas espaírolas desde hace mucho tiempo inusitado.Toda la Italia que recibe órdenes de Nladrid se pone en pie de gue-

r'ra."t Venecia se siente más inquieta ante lo que sucecle al ver que

los soldados alemanes atraviesan su territorio sin autorización paraconcentrarse en Milán, que rebosa de tropas. La república decideo

lrues, armarse también, cosa muy natural.too El conde cle Fuentes tra-ia de calmarla, lo que ya no es tan natural y resulta, desde luego, in-elicaz.'"" Estos armamentos, estos movimientos cle tropas y de navíos

desencadenan inmecliatamente una crisis general en toda [talia, tal vez

demasiado nerviosa, demasiado atenta a todo lo que pueda amenazar asu quietud. Muchos creen asistir a Ios preludios de una guelra destinadaa e*tenderse a toda la Cristiandad. Cuando el renegado marsellés

Bartolomé Coreysi,'ot enviaclo de Ibrahim Pachá,2o2 pasa en abrilpor Vetrecia, dirigióndose hacia Florencia y Liorna, en viaje para

Francia e Inglaterra, lleva consigo, seguramente, ambiciosos pro'yectos.

Enrique IV, por su cuenta, no cree que pueda salir cle aquí la guc-

rra: si el conde de Fuentes se atreviese a sembrar la perturbación en

Italia, escribe el rey a M. de Villierso"s tendría en contra suya al Papa,

"sin el cual el dicho rey no podría hacer nada útil". Por lo demás,

Felipe III no necesita recurrir a la guerra para proteger sus interescs.

No debemos tomar, pues, por. buena moneda los temores y los avisos

de ltalia. "En verdad -volvía

a escribir linrique IV en Villicrs, r'l

l6 de mayo de l60f-,254 jamás he creído que los españoles l)roy('(:"taran hacer la guerra en Italia o en <¡tra parte, tetrien<lo, tro¡r¡o licl¡tltlbajo el brazo, la de los Países Bajos, que es bastantt: ¡rcsittla ¡ritrit trllory no

"aturrdo, como no están, mejor provistos dt: tlittr,ro r¡rttr los olros."

Por lo demás, ya para esta fecha se habían t;alrna<lo los lt'tttot'trs <k: lll¡lia. Venecia había desmor,ilizado.2tn Y la rrrisis t:slitlr¿t villtl¡tlrttr:¡tlr'

zas ¡. Ba. de'fassis a l-elipe III, l'arís, li rlt'rtttttzo rk' l(r0l' l).. A. N. K. l(t7',24e Fco. de Vera a S. M., V., i3l rlt: mitlz.o rlt: 160l , ilil.2;0 lll ¡¡is¡¡¡ al conrft'rlt: l"ttt'ntt's, V., l'1 tL: ¡rlrril rlt'l(íll, iltitl.251 () Oor¡ci, I,i'r¡. rlc Vlr¿ ¡ l,i'li¡rr: lll. V.,21 rlr r¡llil ¡lr lll)1. l)., i[irl., ¡rnrtti

rlc Vcnt:r'i¿r el 2 tlt, tntryrt (r'l ttristtto ¡rl lttisrtro,5 rlc rtrrtyo, i/,t,/.).:53 Iil lrrisrrro ¡rl utisnro.14, ¡k'¡rl¡r'il rh'l(fll, i/ri,/.:li'il t4, rk, Ilr¡il rlr, l6(ll, ¡r. l().:i:,1 l). ''t).:::'l' l"'r',,1, \,rl rr l",lr¡,r,lll, L,l, r¡¡¡no,l,'ll¡lll, A. N h, ltr,l

I'UERA DE LA GRAN HISTORIA i,il3

terminada cuando, el27 de mayo, Felipe III "iuraba", por fin, la ¡rrrzde Vervins.tso

Pero esta crisis, centrada en un principio sobre ltalia, iba udesplazarse bastante bruscamente, durante el verano, hacia el ¡¡¡rrr..Los avisos de Constantinopla, que esta vez nos informan, no de lo r¡ucse trama en oriente, sino de lo que se prepara en occidente, seiralan, rr

mediados de junio, los preparativos de una poderosa flota español{r,con gran desconcierto de Cigalar euien apenas puede reunir, frenlc ¡rlpeligro, y para ello con ayuda de los corsarios, de 30 a 50 galer.ir".-''tTambién los franceses estaban al corriente de esta brusca concentr.¡l-ción de la flota española. "El ejército de mar que se prepara en ( li'-nova

-escribe Enrique IV, el 25 de junie-':;s amenaza al imperio rlr,l

Turco y tiene en jaque a sus vecinos, pero confío en que, como cn l¿rs

otras acciones del conde de Fuentes, será mayor el ruido que el dañr¡."Los turcos, por su parte, tomarc¡n algunas precaucionei defe'siv¡rs,haciendo avanzar como unas treinta galeras hasta la isla de 'l'crrr."dos,'on en la desembocadura de los Liardanelos. Hablábase tkr r¡.¡¡armada, pero el rey de Francia, que no se equivocaba en cuanlo,i¡lrumbo de los acontecimientos, no llegó a tomar en serio la anurrr:iitr[¿rsalida de la armada turca. "Soy de o¡rinión

-volví¿r a esr'r.ilrir.r.l

15 de julio- de que el ruido será mayor que los efectos."'""La armada cristiana, por su par.te, parecía más ternible, ¡rt:ro lorlo

el mundo se preguntaba dónde descargar'ía sus golpes, aunt¡uc Vr.rrr,-cia pretendía saber que se dirigiría a Albania, ¡rara a¡rorlt'rars.:rllíde Castelnuovo.tot El 5 de agosto partía de Tra¡iani, al frt:'|. rkr sr¡snavíos, el príncipe Juan Anclrea Doria.tn' En Constanlino¡lla, (:xílgr..rando el peligro, se invirtió curiosamente la situacit'rn, ¡lor. ullir \'(.2,Hablábase de 90 galeras y 40 galeones.r.i:r Cigala, al llcgar. ¿r Nlvn-rino, procuró mantenerse prudenlementrr errcerratlo err r:l ¡rrrr:r'lr), r.r)rlsus 40 galeras.t6o

No se trataba, sin embargo, ni mucho m(:nos. rlc rrn nr¡r,r,o 1,,,-

Jranto. Ya el solo hecho <le que la armatla <kr l)orirr lrr¡lricsr.¡rirrlirL,de Trapani (en la punta occidental de Sit:ilia) r,r'alrcrrr.¡lc irrrli<rir¡ rl¡que España no se J)r'eocu¡raba rb Lcvante, sirr,,lFl ,r,,,.¡,, rl,,Af'r,i,,,r.l'ln realidatl. la flota españ.1¿r habíit u¡ra'..jirrl,, r..nlr.ir ,\r.¡1,.1. Sr.

j5{i l}rrirlr¡r. lV ¡r Yillit.rs. l(r rll rrriryo rL. ltf)1. ¡r. iltr.157 (;. l7 r'lll ¡lc ¡r¡r,ro rl,, lllll, \. N. h. lt¡7i.'rrs A. Villir'fs, ¡r. 116.:50 (;..: y ij rlr'.iulir¡ rlc ll¡01, A. N. K. l6??.:l8o A. Iir¡r'lrcpot. ¡r. r)8.::rll l,'r'¡r. rl, \,'r.rr rr l,i.li.¡,,' lll. \r., :,1| rl,, r)r1,, ,1,, ltt)1. \. \, h. 1r,,,, l,,urr,trr,. l\

¿r Villirrs, il rlr. sr.¡rtilrrrl,rr. rlr. lllll. l,l'. I I 5.i'tiii $¡.'¡¡ rr l",li¡'r' lll, ll,'rrrr, Il ,ll rr¡'r,rt,r ,1,. lr'lll, \. \. K lrrlo::il:t (. .,lr I i,l'rl¡.¡rt,r,.lo,1,. lrfll. \. i\. lr lr,/;.''rll t ¡ r r) rlr, ..¡.¡,trrlrrl,r¡ ,1,. lr,ltl ,l,t,l

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ff

534 LOS ACONTECIMIENTOS Y LOS HOMBRES

confiaba en sorprender'ou al gran puerto de los corsarios berberiscos,

pero el tiempo se encargaría-, unÁ vez más, de defraudar todas las

"rp"rurrrur. La u.mada turca tuvo que virar en redondo, ayudada por

la'falta de audacia de su jefe. n[ ra de septiembre, e] embajador

francés'uo anunciaba el fracaso de la flota, o'sobrevenido, según se

dice, por una tempestad que la ha sorprendido a-cuatro leguas del

lugar en qo" qo"riu hacerse el desembarco, Ia cual tormenta ha azo'

taio y desintegrado de tal modo,sus g,aleras, que se h¿n visto obli'gados u I'"nn.r""i"r a sus planes". ¿una nueva ocasión desaprove-

íhudu que añadir a la laiga lista de las coyunturas desperdiciadas

por la iristiandad, en sus désignios contra Argel,. antes.del.año IB30?ii.o

".u, al menos, lo que se pánsaba en Roma, desde donde el duque

de Sesa escribía "la p".ra qnJ le había demostrado Su Santidad por_ ladesgracia ocurrida u tu di"ttu Armada".267 El Santo Padre pensaba,

sobie todo, que la diversión hacia el Africa habia impedido una fruc'tífera intervénción en Levante. . . De este modo, volvemos a encon'

trarnos, al alborear el siglo xvlt -curiosa

reiteración-, -con las eter'nas querellas entre los

-españoles, preocupados por el Africa, y los

italianos, atentos a oriente.Seiralemos, por lo demás, que esta expedición -y

ello es lo que

la hace ser un episodio muy revelador de la hora mediterlánea-,aunque hubiese piosperado, sólo hubría conducido a una guerra local.

La flota t,rr.u n-o habría dado batalla a la española. La gran guerra

de las escuadlas, de las galeras reforzadas y de los galeones no logra

volver a posesionarse del mar. ¿No será porque una corriente gene'

ral, podeiosa y hostilo que está por encima de las circunstancias, <le

los hombres, de los cálculos y de los proyectos, se opone a su costosa

reinstalación? A su modo, la decadencia de la gran guerra es como

el signo precursor de la misma decadencia del Mediterráneo, rlecn'

d".r"ia que, evidentemente, se precisa y se hace ostensible en los írlti'mos años del siglo xvl.

Le uurnm nu Frllpr II (13 DE sF;PTIEMRRII l)lt ll-t98) 'u*

En el relato de los acontecimientos del teatro tlr: o¡lct'itt:iottcs rlt'l

l\{editerráneo, hemos omitido señalar, en su lttgar y tttotltt'ttlo ('ol'l'r'$'

:65 D'Aubigné. lX. pp. 401 ss.266 Enrique- IV a Villiers, pnrl¡.i¡1'Irlclu, 27 tlc sr:¡rlit'tttlrlc rlr' l6Ol, ¡r. 4ll.26? Sesa-a Felipe III, Roma, (r rL' ot'tttlrrr' ¡L' 1601. A' N' K' lr';10'263 f¿ fs¿¡1¡s narrativa mírs rlr.tnllnrln,'s l¡r rlc lt. Sr'¡rr'rlvcrlrr, Srrr','r,,s ¡l¡'l llriarrtl't

tle Felipe 11, ed. por l', Znrr.os rlc I¡r (lt¡t'r'¡t, (1. lt' I)ios, (lXl ¡r ( iXlX. //irllrirr tl( t'tttlt..s¿¿ccsos y,lí lus

'¡¿r¿s (r,rl. l\'lrrrlrirl. l()'1,1). l'lrrlrc lr¡s tslttrlior rlr l¡i"lotittrLrtt't t'ttltl¡lttporirn,'ns, Jcrn Oussorr, "l,n vic rle l'lri_li¡r¡rr'_-11", I'rr Nt¡uu'll¡' Ilrrn¡-' l"ttntJtir¡, lt)llt),

¡r¡r.21()ss.. y Lrrrris llr.r.tr'¡ut,l, I'hili¡t¡t,'ll i I'l,lr,,'¡i'tl, ll,ll)t), r'rr¡r. \ll, (ltntn¡rnt n¡rutlun Ii,,i, ¡r¡r. lli'll rr.

}-UERA DE LA GRAN HISTORIA SJ}I-I

pondientes, un acontecimiento sin embargo sensacional, que di<'r l¡rvuelta al mar y al mundo: la muerte de Felipe II, ocurrida el lj| rkrseptiembre de 1598, en El Escorial, al término de un largo reinarkrque a sus adversarios se ies antojaba interminable.

¿Omitido? ¿Acaso la desaparición del Rey Prudente significriun cambio importante en la política española? Frente al orienie (sirrque la te-ntativa del viejo Doria contra Argel, en 1601, la haga ctur-biar en lo más mínimo), esta política seguirá revelando una exrrt-ordinaria prudencia, inspirada por el deieo manifiesto de soslaynrun conflicto abierto con los turcos.z.e Los agentes españoles se¡¡uirírnintrigando en Constantinopla para negociar álli una paz i-po.ilrl,, ylaborar eficazmente por evitar todo choque. . . Si se habla ,lL gu".r,i,será solamente contra los berberisco., guerta limitada, como vemos.Tampoco en el seno de la misma España se produce ningún camlli.decisivo. siguen viviendo y actuando, solameirte, las fueóas que l*-boran de largo tiempo atrás. I,o hemos dicho ya, refiriéndono., ,n,,yespecialmente a lo que se ha llamado la reacción señorial del nur:v,,reinado. Todo es, en é1, continuación; incluso, pese a la lentiturl r:ollque se realiza, el retorno a la paz, que se impone tras los desorrlcn¡r-dos, pero poderosos esfuerzos de los últimós años del reina<I. rkrFelipe II. La paz de vervins, firmada en 1598, fué obra del <lift¡r¡t.ley,.la.paz_,inglesa tardará aún seis años (1604) y la paz con l¡rsProvincias Unidas más de once años todavía (1609).- Pero una y.rrrrson fruto del movimiento anterior.

Nada revela y explica_mejor la enigmática figura cre Fcri¡rn llque su admirable muerte. IIa sido narra-da tantas i""es y con lalrlop-atetismo, que apenas si vale la pena repetir una vez más sus rkrrall.s,llenos de emoción. Fué, no cabe duda, la muerte de un ,"*y y ,1,, ,,,rcristiano. De un cristiano ab.qolutamente se€luro de la virtu,Í ,l,r 1,,*¡roderes de intercesión de la Iglesia.

Al presentarse, en junio, los primeros clolorosgs arar¡ucs rlr:l lr¡¡rlr¡ue había de llevarle a la tumba, mantlti, en c,,fh ,1,.1' ¡,irr.,.,.,.r ,1,,Ios médicos, que le trasladaran al Iisr:orialr l)írr¿r ñorir r¡l'l í. l,rrr.lrri.sin embargo' contra la afección septicrimica <¡irc hallría r|,rrr:¡rlrirr r,¡rrstr vitla rlespuós cle cincuenta y lres rlías rle t.lrfirrnlr:rlrrrl v r[, sr¡l'r.i-tttitrrtltis. Su mur:rle no se halla, tti tnttclro nlr.lros,,.,rrr,,, r,, lrir rli¡ltr,,

lllfl f,lt- ¡rr.st'tt.irt rlr: .l,tttr rk: S.grri, rlr. l\f.rr.r, rt, r.l¡ (irrrsl¡rlrlitr,r¡lir, rrl¡rrrr.¡.r. ln,'lri,"n irrrli,¡¡rlrr.rr rr.rr rlr.sns r.¡rrns rr -1,'r.li¡,r. ll.:r ,1,.',,,,vi,.,,,1,,,1.i; ií;,;: rl., ¡. ru. ¡rllri?r. l')t ví.¡,,.r',rt,lr.lrr Ht¡r.rr¡r rlr.los'l'rr.ilit¡r Añ.x. l¡,rrlrrlilrr,l,.l,,* il,,l,,.r¡,,lr.r rlr,lilrrr¡r,l l"\¡¡u¡¡r rlc r'tsr¡r lrrrlr. o. trr,'jot rlillro, rlr. r.rrrrr ¡rr¡.nlzlqr l¡,,,.i,iri ,r ¡,r,,¡,,irir,r rl, Il,¡tr,ilt rlr.l\l,ll¡rrt, l,lrr ll¡i'll, l¡ rr,'¡,r,.irr,.ir'rrr lru..\l¡r r.n rrrnrrc rlr.Ci,rrr¡¡¡¡i li,r,,li,,ln l\l,rr,l¡tllr¡tllr¡, r.l l,royr.,.l,, ¡ll lltut _¡lZ lrr.llr.lln ,.,,,r l,,u l¡lr,lq v ,1,. ¡,, r,,,l,r', ,1,1 l,,n ,,n¡,,.,,i,,1¡ror t'l lilrlrrrrrr ()rir.rrlr.. ,,,tr ln ¡ryrrrlir ,1,. 1,r,, ¡r,ln,.r,¡. tll \\,,¡rtlr,¡. 1f,,. n,. ,,,,. ¡,,,,¡

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5;]ó I,OS ACONTECIX{IENTOS Y LOS HOMBRES

bajo el signo del orgullo, esta divinidad del siglo reformado.'ro El reyno fué a morir al Escorial para recibir a la muerte en medio de la sole-dad; fué allí para reunirse con los suyos? con todos sus muertos, que leaguardaban, y fué acompañado por su hijo, el futuro I'elipe III, por suhija la Infanta, plonta a partir para Flandes, por los glandes de laIglesia y los grandes de su reino, que le lodean a Io largo de su pasión.Es una muerte que no tiene nada de solitaria, Io más acompañada ymás social, lo más ceremoniosa, podríamos decir, en el buen sentidode la palabra, que puede imaginarse. No son, como se ha dicho, elorgullo, la soledad ni ia imaginación, sino el aparato familiar, la fa-lange de los santos y una nube de oraciones, los que velan y rodeanlos últimos momentos del rey, en una procesión ordenada que es, depor sí, como una bella obra de arte. Este hombre cuya vida, segúnse dice tantas veces, se tortulaba en distinguir lo temporal de lo reli-gioso, a quien sus enemigos ennegrecieron, sin pudor, bajo las calum-nias más absuldas y a quien sus admiradores se apresuraron a aureo-lar, debe comprenderse e interpretarse por la senda derecha de la máspura vida religiosa y tal vez, incluso, dentro del ambiente de la mis-ma revolución carmeiitana. . .

Pero, ¿;y el soberano, es decir, la fuerza histórica a que su nom-bre sirve de nero y de garantía? ¡Cómo desborda esta fuerza al indi-viduo solitario y helmético que fué Felipe Ii ! Los historiadores n,.r

sabemos abordarlo: nos recibe, como a los embajadores, con la másexquisita de las cortesías, nos escucha, pero responcle en voz baja,apenas inteligible, y sin hablar jamás de sí mismo. En vísperas dcsu muerte, pasa tres días enteros confesando las faltas de su virla.Pero, ¿quién ¡lodría represcntarse con certeza cuáles fueron estas lal-tas, registradas por el rey en los libros de su conciencia, más o men()sjusta en sus apreciaciones, más o menos extraviada en el laberinto dcuna larga vida? Es éste uno de los grandes problemas humanos de l¿r

vida de Felipe II, la gran supelficie de sombra en que hay que dejarenvuelta la verclad de su retrato. Mejor dicho, de sus retratos. ¿iQrróhombre no cambia en el curso de la vida? Y la suya fué una vida largny agitada, desde el letrato del Ticiano, en que vemos al prínci¡re a losveinte años, hasta el terrible y patético cuadro cle I)antoia tlt: la Olrrz,que evoca ante nosotros, en cambio, l¿r sornbru rlc lo r¡ue r:ra al fir¡lrltle su reinado. . .

El hombre que trosott'os ¡rotlcntos cit¡rltr t's cl sollcrirrrr¡ rlrrr,clesemlleña su rlficir'¡ tlt: t't:y, t:tt cl t:cltll'r,, rttt r'l ct't¡r'c rrrisl¡ro rlc lrr.,

inccsanles ttolir:il¡s r¡rtc lr'.ictt ltttlr: í'1, (r()n sus lril,,s rlr','r,l,,r', irrrurlr¡rl,,u\'('nlr('cruzirrl,rs, lrt lcl¡r rlr'l tr¡ttnrl,, y rl,'srr irrr¡rlli,r. l'). llr iurrr¡1r.rr rlr.l

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FUERA DE LA GRAN HISTORIA ..,tr?

infatigable lector sentado a su mesa de trabajo, anota'do los infor¡rrr.scon su rápida escritura, retraído de los homÉ.ás, clistante, meditativr,vinculado por medio de las noticias a la historia viva que'se preci¡rirrihacia él desde todos los horizontes del munclo. Er,

"., '[r,lud,^lu .rrr,,,y el compendio de todas las debilidades y de toclas las fuerzas de s'imperio, el hombre de los balances. sus_ lugarte.ri"rrte., el duqrr.de Alba y m¡! tarde el de Farnesio en los paíJes Bujor, áo' Juan <rr,Austria en el Mediterráneo, no ven más que un sector del imperio, s'sector personal en la enorme aventura. Es la fundamentel clifererir:iaque media entre el clirector de orquesta y los ejecutantes. , .

No es, añadiríamos, hombre dá grandes ideas: ve su tarea en u.¿rinterminable sucesión de detalles. Nó hay una sola nota suya que ,.sea un hecho menudor_preciso, rrna orden, una observación y, a vc(ics,incluso la correcciírn dé una falta de ortografía o d" "" "rro, g"ngrí,-fico. De su pluma 'o salen nunca ideas

"generales o grancles jrr"ii"..

No -creo que la palabra Mediterráneo llelgara u iroti-

"unca en s'

espíritu con el sentido que nosot'os le darios, ni evocara nunca antcél nuestras habituales imágenes de luz y d" ugou, "r"1"aur; ni qut:

haya significado nunca, pa'a su mente, un ro"r" pr""rro a"'g.ou,r,,,problemas o el cuadro áe unu política

"luru-".rt" concebicla. 1,.educación de los.príncipes no incluía una verclad".u g"ogror;u. ll¿r-zones todas suficientes para _que esta larga agonía, q,i" ér-ina (:o,el último aliento en el mes de septiembr""de i598, no a"¡" scr (,o.-siderada como un gran acorltecimiento en la historia del rnu'r1,,mediterráneo. Para que -vuelvan a marcarse, a la vista cle ella, lirsdistancias que s(jparan la historia cle los acontecimientos de la hisl.rirrde las estructuras y, más todavía, de la histo.;u ,1"-ir..-espaci.s...

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