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BENSAID, DANIEL - La Discordancia de los Tiempos.pdf

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  • Daniel Bensad

    La discordancia de los tiemposEnsayo sobre las crisis, las clases, la historia

  • ndice

    Presentacin a la edicin argentina??, Julio Rovelli Lpez???

    Una lenta impaciencia

    Primera parteEl dinero grita su deseo

    1 Introduccion a las lecturas de El CapitalEl plan siempre recomienzaAl principio era la mercancaRondas y metamorfosisEl Sabbat de los fetiches (Libro III)Plusvalor, precio, ganancia

    2. El tiempo de las crisis y de las cerezasEsquizofrenia del capitalCiclos y rotacionesLa dinmica del desequilibrioHorcas y bifurcaciones

    3. El sentido de los ritmos: ciclos, olas, ondas largasLos grandes ciclos: espejismos o realidad?La ritmologa de las ondasEl misterio del fin de las grandes crisisCrisis econmicas, salidas polticas

    4. Mercado y modernidadUna nocin elstica Orden mercantil, orden del capitalUn mercado sin capital?Las antinomias del contrato

  • Segunda ParteLa diagonal de las clases y las figuras del conflicto

    5. Castas, clases, burocraciaCastas, clases, estratosHay clases y clasesDe la burocracia celeste a la burocracia terrestreEl parasito innominable

    6. El sexo de las clasesModo de produccin domestico? Produccin y reproduccinCuerpos y mercancasPotajes posmodernos

    7. Mundializacin : naciones, pueblos, etniasAscenso y declinacin del principio nacionalPueblos, muchedumbres, masas Ingeniera tniticista e identidades fabricadasCiudadana, autodeterminacin, autonoma

    8. En busca del sujeto perdido (Negri corrige a Marx)

    Tercera parteHistoria, fines y continuidades

    9. El inglorioso vertical Pguy critico de la Razn histrica

    10. Utopa y mesianismo Bloch, Benjamin y el sentido de lo virtual

    El espritu de la utopa como saber del finLa esperanza asediada por el peligroLa inversin mesinica de Benjamin

    11. Vagabundeando sobre el pavimento: La ciudad insurgente de Blanqui a Benjamin

  • 12. Espectros de Derrida: Fantasmas y vampiros en el baile de mascaras de las mercancas

    ContratiempoDesgarraduras mesinicasDe los espectros a los fetichesBienvenidos los recin llegados

    El gran Karl est muerto?

    Bibliografa

    Los textos

  • Una lenta impaciencia

    Espontneamente, el espritu no est dispuesto jams a tener en cuenta el orden del tiempo, y la revolucin es un largo y lento movimiento de impaciencia, por si misma paciente [...] Vivimos el tiempo de la lentitud revolucionaria. El tiempo de la inevitable lentitud revolucionaria.

    Dyonis MascoloLe communisme, Pars, Gallimard, 1953, p. 332.

    El socialismo, es la impaciencia. S, la impaciencia. Una rabia del presente. [] Ves, muchos de entre nosotros jams han podido aprender el arte de la espera. La hereja tambin es una forma de impaciencia.

    Georges Steinerpreuves, Pars, Gallimard, 1993, p. 49-50.

    Cada del muro de Berln y unificacin alemana, desintegracin de la Unin sovitica, guerra del Golfo, nuevas guerras de los Balcanes, crisis africa-nas, y genocidio en Ruanda, guerra civil en Algeria: en algunos aos el deco-rado de un mundo familiar se ha hundido. Lo que pareca inmutable se fue a humo en la indiferencia y casi sin asombro. Como si siempre hubieramos sabido de su fragilidad de apariencias y de la sorda corrupcin de una orden desde hace tiempo minado en sus fundamentos.

    Es todava difcil de evaluar la magnitud de este anti-acontecimiento, sin impulso ni radiacin, que deshace sin fundar. Esta transicin incierta trastor-na no solamente el paisaje poltico nacido de las dos guerras mundiales y de la revolucin rusa. Las dictaduras burocrticas comprometieron demasiado la idea misma de comunismo. Cualquiera que sea el efecto de desconcierto o de caos inmediato. En base a una impostura tan larga, su cada se haba vuelto desde hace tiempo la condicin necesaria, aunque no suficiente, de renaci-miento de las polticas de emancipacin.

  • Una lenta impaciencia10

    Este gran deshielo libera nuevas ases de posibles, el mejor quiz, y por qu no el peor, las catstrofes combinadas de siglo que se acaba son un peso muer-to sobre lo que busca nacer. Contra las ilusiones de un progreso ineluctable y mecnico, la historia ha mostrado que no es una va en sentido nico. La gran transicin en curso no significa solamente un cambio saludable del horizonte poltico. Pone as en peligro las culturas, las tradiciones, las memorias donde nada, estrictamente nada, ninguna justicia inmanente, ningn sentido de la historia, garantizan el renacimiento.

    Ms que nunca actual y desapiadado, el combate por el pasado oprimi-do, contiene toda la pequea oportunidad de interrumpir el eterno reco-menzar de las derrotas, de tener en jaque las formas aun inditas y no menos inquietantes de la barbarie. Lejos de toda pelea romntica o de las nostalgias lricas, este combate opone dos representaciones actuales, irreductiblemente antagnicas, del tiempo y de la cultura. La de una inteligencia practica del presente, fundada sobre la duracin, sobre la continuidad y la discontinuidad de las experiencias histricas. La de una existencia embrutecida en un tiempo en migas, sin cola ni cabeza, sin rima ni razn.

    Nietzsche vio venir esta poca moderna, donde el juego de las aparien-cias (el Schauspieler) constituye el emblema perfecto, supo tomar en su estado naciente el juego de espejos de un narcisismo generalizado de las mercancas, donde lo aparente, ser falso en todo candor, vido de roles y de mascaras, es el hroe irrisorio. La poca en efecto vino de las trampas, de los seuelos, y de los semblantes. La poca donde los seres no son ms que la sombra de su propia imagen. Polticos programados, estrellas audimates, escritores hit-parads, la imagen los fabrica. Tanto se lleva la imagen.

    Ms all de sus sombras y de sus luces, la Revolucin francesa habr difun-dido un mensaje universal de libertad, de igualdad, de solidaridad. La cuestin que se plantea por saber es lo que queda hoy de la esperanza inmensa ayer todava asociada al nombre insurreccional de Octubre. Del asalto al Palacio de Invierno y de Lenin bailando en la nieve, qu quedara una vez desenredada la realidad de la ficcin, la cotidianeidad de lo imaginario, dnde los poemas de Blok, los planos visuales de Eisenstein, la invenciones de Maakovski, oculta-ron a menudo la realidad prosaica del modo de vida?

    S slo debiera permanecer por el hecho de haber osado por primera vez, sera todava una promesa grande y bella: S, nos equivocamos [...] Pero el gran error, esta sobrestimacin del hombre de donde ella proceda, es la conquista ms alta del espritu humano en el curso de su espantosa historia. Con mis ojos, como con los de tantos otros antes de m, compensa nuestros desfallecimientos. Hace de esta puta, esta borracha, all un ser sin lmites. Todos los mendigos son los prncipes de lo posible1. Nadie podra acusar a estos prncipes de haber

    1 George Steiner, preuves, Pars, Gallimard, 1993, p. 65.

  • La discordancia de Los tiempos 11

    intentado el paso de los lmites, donde se pierden hasta los ltimos rastros de Dios. No hay vergenza, a pesar de haber querido esta travesa de apariencias. Cunto ms grave, realmente vergonzoso, y profundamente humillante sera no haberlo hecho. Curvado las espaldas bajo el sentido de la historia y haberse resignado a sus servidumbres voluntarias.

    Hubo sin duda, en el entusiasmo inicial de esta aventura, mucho de credu-lidad. Pero en el amor como en la poltica, la credulidad de los primeros ins-tantes no tiene nada de ridculo. La credulidad del no-creyente es una apuesta alegre sobre lo improbable. Lo que es grave es la creencia.

    La paciencia es la virtud cardinal el orden y del arreglo. As como la iglesia predic la paciencia, la burocracia thermidoriana predico el socialismo a paso de tortuga. Se dijo del comunismo lo contrario, que era, como toda hereja, rabia del presente2. Hace falta en lo sucesivo volver a tener esta impaciencia hertica de los orgenes, sin olvidar la atroz lentitud de la historia, plena de contrapelos, de pistas falsas, de caminos que no llevan a ninguna parte. El simple flujo de los tiempos, el simple pasamano de las estaciones y de los das, nada tiene que ver. No reparan el sufrimiento y no corrigen la injusticia. Todo se juega permanentemente, con cada segundo, en el tiempo quebrantado de la poltica.

    La rabia del presente, es el sentimiento mismo de la decisin, el sentido agudo de lo irreparable y de las ocasiones jams perdidas. Lejos de conjurar la repeticin de las derrotas, cada nuevo cada nuevo golpe pone en jaque la plo-miza lnea del horizonte. Esto porqu jams se termina de reaprender la lenta impaciencia, el largo y lento movimiento de la misma impaciencia paciente, el tiempo de la inevitable lentitud revolucionaria.

    Daniel BensadPars, Abril de 1995

    2 Ibd., p. 49.

  • Primera Parte

    El dinero grita su deseo

  • 1. Introduccin a las lecturas de El Capital

    Antes de haber imaginado terminar con Marx, hay qu estar seguro de verdaderamente haber comenzado. La lectura de El Capital debe hoy fran-quear numerosos obstculos epistemolgicos y culturales para comprender un movimiento de pensamiento que no es el del sentido comn. Cmo funciona este pensamiento desconcertante?

    Cmo piensa Marx?Digamos, como el capital, que es su objeto especfico. Leer a Marx, es pues,

    no exclusivamente, pero en principio, leer El Capital, texto perpetuamente en obra, de los Manuscritos parisinos de 1844 a las notas de lectura sobre la renta financiera, pasando por los Manuscritos de 1857-58 (Grundrisse), por los Manus-critos de 1861-63, y por los que componen El Capital propiamente dicho.

    Un cuarto de siglo de trabajo descarnado fluye entre los Manuscritos de 1844 y la impresin del primer Libro de El Capital. Por qu un concepcin tan difcil? Por qu un desciframiento tan largo del cuerpo econmico? Por-que no se puede esperar, responde simplemente Marx, tener la ciencia antes de la ciencia. Primero es necesario producirla. La produccin simultnea del objeto de El Capital de su conocimiento crtico es una aventura conceptual y esttica, igual que la Bsqueda de Proust. En esta aventura, el mtodo no es previo. No se declara. Vale lo que vale el conocimiento y lo que valen sus productos. Punto de Tratado, punto de Manual, de modo de empleo: nunca se termina de pensar y de producir verdades que se piensan a s mismas.

    Cmo leer a Marx1?

    1. Roman Rosdolsky, la Gnese du Capital, Pars, Maspero, 1976 [trad. esp. Gnesis y estructura de El Capital de Marx, Mxico, Siglo XXI ed., 1979]; Jendrich Zeleny, la Structure logique du Capital de Marx, indito en francs [La estructura lgica de El Capital de Marx, Barcelona, Grijalbo, 1974]; Ma-nuel Sacristn, Sobre Marx y marxismo, Barcelona, Icaria, 1983; Stavros Tombazos, Les temps du capi-tal, Paris, Cahiers des Saisons, 1994; Enrique Dussel, La produccin terica de Marx y Hacia un Marx desconocido, Mxico, Siglo XXI ed.; Jean-Marie Vincent, Ftichisme et Socit, Anthropos, y Critique du travail, PUF, 1985; Michael Lwy, Paysages de la vrit, Anthropos, 1982; Toy Srnith, The Logics of Marxs Capital, Replies of hegelian criticisms, New York, State University of New York Press, 1990, y Dialectical Social Theory and its Critics, New York, State University of New York Press, 1993. Ernest Mandel tuvo el mrito de disputar un Marx humanista y subversivo a las garras de la historiografa stalineana y sus tardos avatares, evitando siempre el doble escollo, positivista e historicista. Adems de su Trait dconomie marxiste, Pars, Juliard, 1962 [Tratado de economa marxista, Mxico, Era,

  • introdUccin a las lectUras de El Capital16

    El plan, El plan siEmprE rEcomiEnza2

    A partir de los Manuscritos de 1857-58, Roman Rosdolsky ha meticulosa-mente reconstituido la gnesis de El Capital. Su clave residira en la relacin de la obra de Marx con Hegel, en particular con su Lgica, inscripta en las categoras mismas de El Capital.

    En una carta del 24 de noviembre de 1851, Marx anuncia un vasto proyecto en tres volmenes: una crtica de las categoras econmicas tradicionales, una crtica de las categoras econmicas socialistas; una historia de las ciencias eco-nmicas. Su planteamiento es an el de una crtica histrica y el de una historia critica. Siete aos ms tarde, en 1958, seala la influencia determinante de una relectura accidental de la Lgica de Hegel en la redaccin de los Grundrisse, estima entonces haber puesto en claro, desde 1848, la teora de la plusvala (o plusvalor) pero no la de la ganancia, que presupone la critica del capital en mo-vimiento, la articulacin de la produccin y de la circulacin en el proceso de produccin de conjunto.

    Entre septiembre de 1857 y abril de 1868, Rosdolsky contabiliza catorce tablas y modificaciones del plan de El Capital. Esta evolucin est limitada por dos planes de conjunto: el de 1957 y de 1856-1866. Publicado por pri-mera vez en 1939 bajo el titulo Grundrisse des Kritik der politischen konomie, el primer borrador de El Capital fue redactado en 1859. Los manuscritos de 1861-1863 constituyen veintitrs cuadernos de donde Kautsky extracto las Teoras sobre la plusvala (tambin conocidos como el Libro IV de El Capital) que solo repiten los cuadernos seis al quince incluido. Los otros han sido pu-blicados bajo el titulo Manuscritos de 1861-63. El Libro III de El Capital est compuesto de manuscritos que datan principalmente de 1864-1865. Cuatro manuscritos de 1865 a 1870 constituyen la materia del libro II. Finalmente, la versin final del Libro I data de 1866-67.

    El plan de 1857 implica seis libros:

    1969] y le Capitalisme du troisme ge, Pars, UGE, 1977 [El capitalismo tardo, Mxico, Era, 1977], ver particularmente la Formation de pens conomique de Marx, Pars, Maspero, 1968 [La formacin del pensamiento econmico de Marx, Mxico, Siglo XXI ed., 1968], Marxismo abierto, Barcelona, Grijalbo, 1982, y sobre todo Cien aos de controversias entorno a la obra de Marx, Mxico, Siglo XXI ed., 1985.En Marx critique du marxisme, Pars, Payot, 1974, Maximilien Rubel presenta un Marx tico-libertario en las antpodas del stalinismo. Ver tambin la preciosa introduccin de Jean-Pierre Lefebvre a la traduccin francesa de El Capital, Pars, ditions sociales, 1983.2 Analogia de Bensad con un poema de Paul Valry, Le cementire marin [El cementerio marino, 1920]: Ce toit tranquille, o marchent des colombes, /Entre les pins palpite, entre les tombes;/ Midi le juste y compose de feux / La mer, la mer, toujours recommencee /O rcompense aprs une pens/ Quun long regard sur le calme des dieux!. [Ese techo tranquilo campo de palomas/ palpita entre los pinos y las tumbas./ El meridiano sol hace de fuego/ el mar, el mar siempre recomenzando /Es recompensa para el pensamiento / una larga mirada a la paz de los dioses!] NdE.

  • La discordancia de Los tiempos 17

    I) El libro del Capitala) el capital en general1) el proceso de produccin del capital2) el proceso de circulacin3) ganancia e intersb) seccin de la concurrencia c) seccin del crditod) seccin del capital por accionesII) El libro de la renta de tierraIII) El libro del trabajo asalariadoIV) El libro del EstadoV) El libro del comercio exteriorV) El libro del comercio exterior y de las crisis.El orden lgico explica en adelante el orden histrico, que lo domina sin

    abolirlo. La estructura del modo de produccin (su lgica) domina su gne-sis3. Esta inversin todava no termina de unificar conceptualmente los di-ferentes procesos (produccin, circulacin y reproduccin) y los diferentes circuitos (dinero, capital productivo, mercanca). Se trata de una etapa inter-media donde la primaca estructural de la produccin permanece oscurecida por el anlisis clsico de los factores de produccin. As, los tres primeros libros anunciados remiten al Capital, a la Tierra y al Trabajo. Los momentos del proceso de conjunto se conciben an en relacin con sus factores.

    Segn Kautsky, el bosquejo del plan definitivo datara de 1863, as como la versin definitiva del Libro I, retomada y acabada a partir de octubre de 1866. Los aos 1864-65 son consagrados a la redaccin de las Teoras sobre la plusvala y de los materiales que pasarn a ser los Libros II y III publicados por Engels despus de la muerte de Marx. El proyecto de conjunto tomara su nueva forma a partir de 1864:

    I) Proceso de produccin del Capital 1) Mercanca y dinero2) Transformacin del dinero en capital3-5) Plusvalas absoluta y relativa6) Salario7) Proceso de acumulacinII) Proceso de circulacin del CapitalIII) Formas del proceso de conjunto

    3. Sobre este tema ver: Otto Morf, Geschichte und Dialektik in der Politischen konomie, Frankfurt, 1970; Vasiljevic Iljenkov, La dialettica delleastratto e del concreto nel Capital di Marx, Miln, 1961; Karel Kosik, La Dialectique du concret, Montreuil, Les ditions de la Passion, 1988 [trad. esp. Dialctica del lo concreto, Mxico, Grijalbo, 1976]; Jendrich Zeleny, Die Wissenschaftslogik un Das Kapital, Frankfurt, 1969 [La estructura lgica de El Capital de Marx, Barcelona, Grijalbo, 1974]; Ernest Mandel, La formacin del pensamiento econmico de Marx, op. cit.

  • introdUccin a las lectUras de El Capital18

    1-3) Ganancia y tasa de ganancia4) El capital mercantil5) El inters y el crdito6) Renta de la tierra7) Beneficios??IV) Historia de la TeoraNo se trata de una simple revisin pedaggica, sino de una modificacin

    de consecuencias mayores.1) La influencia del anlisis factorial relacionando la ganancia al Capital, el

    salario al Trabajo, y la renta a la Tierra, desaparece. Las tres partes de la prime-ra seccin del libro I inicial se vuelven la armadura de los tres libros definitivos y absorben el conjunto del material. En un modo de produccin donde el capital es el espritu y el cuerpo, el trabajo y la tierra pasan a ser sus funciones. No son ya el objeto de libros especficos. El trabajo asalariado aparece en lo sucesivo, en cada Libro, en cada momento del devenir del capital, como su condicin y su alter ego. En el libro I, el del proceso de trabajo se le enfrenta como trabajo asalariado, en la divisin del tiempo de trabajo entre trabajo necesario y trabajo excedente. En el Libro II, el de la circulacin, se presenta como trabajo productivo y no productivo. En el Libro III en fin, el del proceso del conjunto, se le aparece en tanto que salario, que es a la vez el precio de la fuerza de trabajo mediada por el mercado y la condicin de la realizacin de la plusvala en el consumo final. Cuanto a la renta, ya no es un fruto natural de la Tierra, sino el renta de la tierra anexada al Capital, dicho de otro modo una fraccin de plusvala global destinada al pago de esta anexin.

    2) Recprocamente, el proceso de circulacin sale de la abstraccin donde lo tena el capital en general, para poner en escena las metamorfosis del capital, sus rotaciones y sus esquemas de reproduccin. El capital aparece en-tonces como la unidad orgnica de sus tres circuitos: el dinero (D), el capital productivo (C medios de produccin + fuerza de trabajo), y la mercanca (M) siendo a su vez y simultneamente punto de partida y punto de llegada-recomienzo del ciclo. El capital puede ser tomado slo como ciclo de conjunto (Gesamtkreislauf) de tres circuitos.

    3) Los libros previstos sobre el comercio exterior y el mercado mundial des-aparecen. Aunque la lgica de El Capital los presupone, caen fuera de su campo especfico. El Capital no es ya la radioscopia de un capital nacional trasformado en tipo-ideal, sino la abstraccin de proceso histrico constitutivo. No parte ya de economas nacionales yuxtapuestas, que entran posteriormente en relacin, sino de fraccionamiento de la redes de intercambio internacional y de la crista-lizacin de los mercados nacionales. Genealgicamente, el capital comercial y financiero se constituye en la periferia de las formaciones sociales, en los inter-cambios internacionales. Pero el modo de produccin capitalista propiamente

  • La discordancia de Los tiempos 19

    dicho implica la sumisin de la produccin a la ley del capital. El Libro I supone el intercambio de mercancas en funcin de su valor, no se preocupa del inter-cambio y de la produccin precapitalista de mercancas. As, la gnesis histrica del capital, la existencia del mercado mundial, no aparece ms que en los des-garros de un sistema sincronizado coherente, en la evocacin de la acumulacin primitiva del Libro I, en la incidencia del precio de las materias primas en las tendencias que contraran la cada tendencial de la tasa de ganancia, o con la evocacin de la formacin del capital bancario y comercial. No hay ya lugar para un libro sobre el mercado mundial que exigira un grado de unificacin mas avanzado de este mercado. No es para nada fortuito que la literatura de inspiracin marxista sobre el imperialismo moderno, directamente inspirada por la fase de expansin colonial y la formacin del capital financiero, date del principio del siglo XX4.

    4) Desaparece tambin el Libro especfico sobre el Estado. Lo estatal y lo jurdico no obstante no han sido eliminados de El Capital. Contrariamente a las lecturas que distinguen infraestructura y superestructura, como si la pro-duccin haca las veces de fundacin y la reproduccin de techo, cada esfera constituye una totalidad provisoria. Lo social y lo poltico intervienen en la abstraccin del primer Libro. La determinacin del valor de la fuerza de tra-bajo por el tiempo de trabajo socialmente necesario a su reproduccin remite en efecto a un elemento moral e histrico, al tumulto de las relaciones de fuer-zas, de las luchas cotidianas, de lento moviento de organizacin de las mutua-les y los sindicatos, que determinan socialmente esta necesidad, desplazando, en un sentido o en el otro, la anodina barra que divide el segmento temporal de la jornada de trabajo: + / +. Por eso se encuentra la violencia y el derecho en la esfera de la produccin, donde la propia lgica no podra ser separada de la totalidad que la envuelve: violencia de la acumulacin primiti-va, trabajo obligado por la desposesin de la herramienta de trabajo y la equi-dad aparente del contrato, luchas sobre las reglamentaciones de fabrica y la limitacin de tiempo de trabajo La disyuncin entre el Estado es as tratada de otro modo que en Hegel. En lugar de separar una sociedad autnoma, de un lado, y una poltica en levitacin, del otro (de modo que se vuelve posible tratar como disciplinas separadas la sociologa y la ciencia o filosofa pol-tica) de esta separacin permanece una forma de vnculo apremiante aunque oculto. Es por otra parte por qu la crisis de la poltica o de la representacin no puede ser abordadas como problemas aparte.

    4. Ernest Mandel afirma que los libros desaparecidos sobre el Estado y el mercado mundial no fue-ron por lo tanto abandonados: Finalmente, me parece claro a partir de numerosas observaciones intercaladas a lo largo del manuscrito del libro tercero, que Marx segua de completar El Capital con volmenes sobre el Estado, el comercio internacional , el mercado mundial y sus crisis... , En E. Mandel, Cien aos, op. cit, pp. 28-29.

  • introdUccin a las lectUras de El Capital20

    5) Finalmente, la aparicin del trabajo asalariado se impone desde el Libro I, como segundo trmino de la relacin de explotacin constitutivo del capital. No basta con determinar, al solo nivel de la produccin, las relaciones de clases, que aparecern, en la seccin de las revenus, al final del libro III. Podemos pre-guntarnos si la desaparicin del Libro sobre el Estado, no vuelve rigurosamente inacabado el captulo interrumpido que se le consagra. Haba sido necesario, l-gicamente, que el Estado sufra la misma suerte que la renta o el trabajo asalariado: que cayera bajo el corte del capital. Entonces, es en parte slo el caso. Disociado de la sociedad civil, el Estado esta sometido al capital, pero solamente de manera parcial. Al distribuir diversamente derecho, familia, estratos, entre Estado y sociedad civil, Hegel tropez con una dificultad anloga en las revisiones su-cesivas de su sistema. La distincin incierta entre estratos, castas, y clases, se inscribe precisamente en la articulacin especifica entre la economa y la poltica, en relacin a un Estado no completamente homogneo (no contemporneo o a contratiempo) al sistema. Tendremos la ocasin de volver sobre el tema.

    El plan definido de El Capital manifiesta una robusta coherencia terica. Comprender cmo la lgica de la cosa domina aqu la cosa de la lgica evitara muchos contrasentidos de lectura5. Por una preocupacin pedaggica discuti-ble, las escuelas de formacin de partidos y sindicatos han largo tiempo reducido El Capital a un comentario de su primer Libro. Algunos exgetas recomendaron saltar el primer capitulo de reputacin difcil. Otros, ahorrarse sencillamente el libro II, demasiado tcnico a su voluntad. Como si se poda seguir el film dete-nindose en la primer bobina o saltando la segunda. Todo encaja6.

    No se trata evidentemente de resumir aqu El Capital, sino de sealar su lgica, en tanto que organizacin conceptual especifica del tiempo social y de sus ritmos, en cuanto a la teora de las clases, en cuanto a la nocin de trabajo productivo, en cuanto a la transformacin del valor en precio.

    5. Enrique Dussel peca en exceso de escrpulos. Bajo el pretexto que solo el Libro I fue publicado por Marx, el considera metodolgicamente inexistentes los libros publicados por Kautsky y recomienda trabajar en el futuro exclusivamente con los manuscritos del propio Marx. Si un trabajo riguroso sobre estos manuscritos es susceptible de renovar la lectura, el estudio critico de los tres Libros de El Capital6. All esta sin duda una de las claves de la lectura althusseriana. No lleg a comprender el movimien-to de conjunto de El Capital. Si hay que tener en cuenta el sufrimiento y abstenerse de tomar por moneda corriente lo que Althusser escribe en su terrible autobiografa, sus declaraciones sobre este punto no son menos pausibles. Explican parcialmente la enormidad de ciertos contrasentidos en sus comentarios: Venia en la euforia de publicar Por Marx y Para Leer El Capital, aparecidos en octubre, entonces fui cogido por un espanto increble con la idea que estos textos iban a mostrarme desnudo del todo en presencia del publico ms amplio: desnudo del todo, es decir tal como estaba, un ser total-mente lleno de artificios y de imposturas, nada ms, un filosofo casi no conociendo nada de la historia de la filosofa y casi nada a Marx (De el que tena por cierto estudiado las obras de juventud de cerca, pero que tena solamente estudiado seriamente el Libro I en el ao 1964 donde tenia un seminario que deba desembocar sobre Para leer El Capital. Me senta un filsofo lanzado en una construccin arbitraria ms bien extraa a Marx. Raymond Aron no tuvo totalmente culpa de hablar al respecto como el de Sartre de marxismo imaginario Louis Althusser, lAvenir dure longtemps, Pars, Stock, 1992, p.139. [trad. cast. El porvenir es largo, Barcelona, Destino, 1992]

  • La discordancia de Los tiempos 21

    al principio Era la mErcanca (libro i)

    El libro I, el proceso de produccin, se ataca al enigma de la mercanca, forma elemental de la riqueza, objeto mas que familiar en apariencia. Este principio no va de suyo. Toma al contrario el buen sentido y la herencia de la economa clsica.

    Spinoza comienza por Dios, Marx por la mercanca.No porque ella precedera cronolgicamente al capital, sino porque es el

    resumen y el holograma. La primera seccin del Libro I articula dos discursos y dos temporalidades, lgica e histrica, donde una corrige y contradice sin cesar la otra. No trata de un orden mercantil capitalista ni de un capitalismo realmente existente, sino de un capitalismo virtual, sin capital. Bajo la apariencia familiar e inocente, la mercanca familiar detenta en efecto la clave del enigma: cmo es posible el acrecentamiento de la riqueza? Todo sugiere que se juega en el intercambio (la circulacin) y depende de la habilidad de los mercaderes. Si un mercader astuto se enriqueciera a expensas de sus competidores o socios ms torpes habra por lo tanto slo transferencia de riqueza, enriquecimiento de uno y empobrecimiento del otro, en un juego de resultado nulo.

    Ahora bien, hay reproduccin ampliada y acumulacin. De all el misterio.Que se aclara por poco que se tuviera curiosidad de hender la cscara de esta

    dplice mercanca y de abrirla como una nuez. Obtiene entonces un mundo extrao de pares conceptuales: valor de uso/valor de cambio, trabajo concreto/ trabajo abstracto. Se trata de saber en efecto estas mercancas disparatadas, hete-rogneas, abigarradas pueden intercambiarse en ellas. Cul es la medida comn entre los paos y las servilletas, las peras y las manzanas, que los buenos maestros recomiendan no mezclar ni sumar? Cual es pues el algo comn que se muestra en el valor de cambio?

    Es simplemente su valor: un articulo cualquiera solo tiene valor que tanto como trabajo humano se materializa en l. Pero como medir este valor? Por la duracin del trabajo en el tiempo, o tiempo de trabajo. No hay que fiarse de las apariencias. Se haba presentado, al primer golpe de ojo, como algo trivial, que va de s, y he aqu de repente, ingenua un poco libertina, plena de sutilezas metafsicas y de argucias teolgicas, con ms de una vuelta en su saco y un cacareo sagrado. Este carcter mstico no podra provenir de su solo valor de uso, el cual se apaga sin frases en la satisfaccin de la necesidad que la consume.

    Si la mercanca es tambin enigmtica, es que es propiamente odiada por la vida que retiene cautiva. Es una relacin social determinada de hombres entre ellos que reviste [en ella] la forma fantstica de las cosas entre ellas. Este fan-tstico est en su cumbre cuando, de la pelea de las mercancas, emerge aquella en la que todas ellas pueden reconocerse, el espejo de todos sus narcisismos, su equivalente general, el dinero, nivelador radical, que borra todas las dis-

  • introdUccin a las lectUras de El Capital22

    tinciones y metamorfosea un Verdurin en Guermantes7 ya que el dinero es l mismo una mercanca, una cosa que puede caer bajo las manos de quienquiera que sea; la potencia social se vuelve as potencia privada de los particulares.

    Falta comprender cmo la formula del capital (D-M-D), puede presentar otro inters que el tautolgico. Dicho de otro modo, como este simple cambio de forma o de traje puede traducirse en un cambio mgico de valor. Incluso si el mercado es un mercado de embaucadores, la circulacin o el intercambio de mercancas no crea valor alguno. Debe pues pasar algo que haga posible la formacin de una plusvala. La elucidacin del misterio se anuncia ardua, ya que la metamorfosis del hombre a los escudos cus en capital debe pasar en la esfera de la circulacin y al mismo tiempo no pasar por all (ne point sy passer). Para emprender es necesario en efecto que el poseedor del dinero encuentre en el mercado la fuerza de trabajo a ttulo de mercanca. Hace falta que el contrato de compra y el de venta de la fuerza de trabajo entre dos contratantes jurdicamente iguales sea posible, es decir que el comprador encuentre en el mercado un trabajador libre en el doble sentido del trmino: libre de su persona y desprovisto de todo. Respondiendo de entrada a los cantos de la naturalidad mercantil, Marx se limita a recordar secamente: la naturaleza no produce de un lado poseedores de dinero o mercancas, del otro poseedores de su propia fuerza de trabajo; una relacin tal no tiene ningn fundamento natural y no es ninguna relacin social comn a todos los periodos de la historia.

    La existencia del capital responde pues a condiciones de posibilidad hist-ricamente determinadas. Estas condiciones no coinciden con la circulacin de la mercancas y de la moneda. Existen slo all dnde el poseedor de los medios de produccin y de subsistencia encuentra en el mercado el trabajador libre que viene a vender all su fuerza de trabajo, y esta nica condicin his-trica oculta toda un mundo nuevo. El capital se anuncia desde el principio como una poca de la produccin social.

    No sabemos sin embargo todavia por cual milagrosa alquimia, la riqueza mercantil, no contenta de circular aumenta. Para calar de parte a parte este mis-terio, hace falta quitar esta esfera ruidosa donde todo pasa a la superficie y a las miradas de todos, para seguirlos a ambos [el poseedor del dinero y el poseedor de la fuerza de trabajo] en el laboratorio secreto de la produccin, sobre el um-bral del cual esta escrito: No admittance except on business.

    Todo este misterio cubre un crimen original.Hace falta osar atravesar las apariencias para descender a los infiernos de la

    produccin, que detentan la triste verdad: Nuestro antiguo hombre a los escu-

    7. Evocacin del autor a la transformacin de Madame Verdurin en princesa de Guermantes, me-diante la compra de este ttulo honorfico en En busca del tiempo perdido de Marcel Proust [NdT.]

  • La discordancia de Los tiempos 23

    dos cus del capital toma la delantera, en calidad de capitalista, marcha primero, el poseedor de la fuerza de trabajo lo sigue por detrs como su trabajador; se mirada burlona, el aire importante y atareado; ste tmido, vacilante, reacio, como alguien que tiene puesta su propia piel en el mercado, y no pueda ms esperar que una cosa, a ser zurrado .

    Al principio pues, una historia de curtido, ni ms ni menos. Del paso de vida a bito, de la piel viva a la piel muerta. Un asunto donde el trabajo vivo debe recuperar los objetos y resucitar a

    los muertos y convertirlos de utilidades posibles en utilidades efectivas. En estos siniestros subsuelos, la fuerza de trabajo revela una propiedad extraor-dinaria y milagrosa disimulada bajo la igualdad formal del contrato: El tra-bajo pasado oculto y el trabajo actual que puede ejecutar, sus gastos diarios de entretenimiento y de mantenimiento, son aqu dos cosas completamente diferentes. Los gastos de la fuerza determinan el valor de cambio, el gasto de la fuerza constituye el valor de uso. Fuente nica a la cual se alimentan, bajo formas variadas, todo crecimiento y toda apropiacin, el plusvalor brota pues de esta diferencia. Es tiempo de trabajo extra, plustrabajo impuesto al pro-ductor inmediato, coagulado.

    En un sentido genrico el plusvalor no es solo especfico del capital. De-signa la parte de plustrabajo surgido de la explotacin cualquiera sea el modo de extorsin. En las sociedades esclavistas o feudales la divisin es visible directamente (separada en el espacio) materializada en el trabajo forzado, la carga, o el impuesto natural. El modo de produccin capitalista se caracteriza al contrario por el hecho de que no se contenta solo con apropiarse de la plus-vala. La produce. En la relacin entre trabajo asalariado y capital, se disimula en el tiempo homogneo de la jornada laboral. Esto por qu, la solucin del enigma implica penetrar esta superficie igual y lisa del tiempo, para desnudar el informe de explotacin que escapa de las conveniencias del contrato y cae sobre la ley de la fuerza. Pero entre el capitalista y el trabajador, hay una anti-nomia, derecho contra derecho, ambos llevan el sello de la ley que reglamenta el intercambio de mercancas. Entre dos derechos iguales, quien decide? La Fuerza. Esto es as, en y por esta lucha, en la que el vendedor y el comprador salen de la abstraccin del contrato y se muent cambian bajo nuestros ojos, por primera vez, en clases despiadadamente antagnicas, a las prises en la lu-cha secular por los limites de la jornada de trabajo lucha entre el capitalista, es decir la clase capitalista, y el trabajador, es decir la clase obrera.

    Fuera del ruidoso mercado y de su intercambio falsamente equitativo, apenas descendi al stano, el trabajador est despojado en seguida de su humanidad. No es en lo sucesivo ms que del tiempo de trabajo personificado, una carcasa de tiempos y todas las diferencias individuales se resuelven en una sola: solo hay tiempos plenos y tiempos parciales (segn la edad y el sexo). Entonces,

  • introdUccin a las lectUras de El Capital24

    la abstraccin de la relacin de explotacin, el fro calculo del tiempo, se carga repentinamente de sangre y lgrimas. Siguiendo la gua en esta escalera de los sufrimientos corporales, nos encontramos frente al martirio circunstanciado del trabajo humano, la nariz sobre la degeneracin fsica, sobre las enfermedades de pecho, sobre las mercancas adulteradas. No es solo el trabajo el que se divide en tareas parciales, tambin el ser y el cuerpo que estn desmembrados, as como l inmolamos el toro por su piel y su sebo.

    Cuestin de curtido, ahora y siempre8.Se nos invita a encender nuestras antorchas para asistir al suplicio del traba-

    jo nocturno, al entender la vida y la muerte de la modista Mary Ann Walkley, matada en el campo de trabajo. Detrs del explotacin en masa, annimo, hay en efecto nombres y apellidos, individuos de carne viva, cuya identidad merece figurar en el memorial del capital.

    La mano invisible del mercado derriba con su puo de hierro.Pero la humanidad negada se revela: El establecimiento de una jornada

    de trabajo es el resultado de una lucha de varios siglos entre el capitalista y el trabajador. La normalidad esta determinada solamente por la lucha. La extorsin de plusvala absoluta (por el alargamiento del tiempo de trabajo) es fsicamente y socialmente limitada. El arte de consumir la fuerza de trabajo impone tambin saber proporcionarla. La intensificacin del trabajo y la caza al tiempo muerto vienen en refuerzo de su extensin. Hace falta por esto se cumpla una revolucin en las condiciones de produccin, un cambio en los procedimientos, abreviando los tiempos socialmente necesarios para la pro-duccin de una mercanca.

    La manufactura moderna es el lugar donde se organiza y se ejerce este contrato. Estropea al trabajador, hace de l algo monstruoso acelerando el desarrollo fctico de su destreza de detail... No es solamente el trabajador el que se divide, es el individuo mismo que es desmenuzado y metamorfoseado en resorte automtico de una operacin exclusiva Las potencias intelectua-les de la produccin se desarrollan de un solo costado porque desaparecen de todos los otros. Lo que los obreros parcelarios pierden se concentra frente a ellos en capital. La manufactura genera as un patologa industrial, donde el valor que se valoriza, se vuelve autnomo en el dinero, detenta el secreto. El dinero y la mercanca constituyen en efecto las manifestaciones fenome-nales, universal y particular, del valor.

    La mercanca in actu es un proceso de dos caras, donde valor de uso y valor de cambio representan las formas diferentes del mismo proceso. Tra-

    8. El diario de Fabrica de Simone Weil [en Ensayos sobre la condicin obrera, Barcelona, Nova Terra, 1962 NdT] relata de manera detallada la experiencia vaca de este curtido. Para una fenomenolgica siempre actual de este curtido, ver los soberbios libros de Franois Bon, Sortie dusine, Pars, Les di-tions de Miniut, 1985, y Temps machine, Pars, Verdier, 1993.

  • La discordancia de Los tiempos 25

    bajo objetivado, framente expuesto en el precio, el valor de cambio tiene por opuesto solo, el trabajo aun no objetivado, el trabajo vivo: uno esta presente en el espacio, el otro en el tiempo, uno es pasado, el otro presente. En tanto que trabajo vivo, el trabajador que consume su propia fuerza de trabajo encar-na la posibilidad universal de la riqueza: que se valoriza ella misma y la po-tencia de trabajo vivo creador de valor, constituye el punto crucial. Mientras que el dinero aparece de entrada y se hace pasar por la realidad existencial exclusiva del capital, presupone en realidad el capital como su propia poten-cialidad: no es mas que la existencia devenida autnoma del valor cambio, como la existencia material de la riqueza abstracta9.

    rondas y mEtamorfosis (libro ii)

    El libro II de El Capital tiene mala reputacin. Puramente cientfico, solo tratara, segn el mismo Engels, cuestiones de burgus a burgus y conten-dra apenas textos de agitacin, sino desarrollos estrictamente cientficos, estudios muy finos sobre los fenmenos que se desarrollan en el seno mismo de la clase capitalista, absolutamente nada que permita fabricar eslganes y peroratas. El lector apremiado ya renunci. Este Libro constituye por tan-to un eslabn necesario a la inteligibilidad del conjunto. Se trata nada menos que de la imbricacin reciproca de los diferentes capitales, del movimiento de la mercanca y la moneda, del desequilibrio peridico del intercambio, y, en consecuencia, de la posibilidad de las crisis10.

    El Libro I trata del proceso de produccin del capital. Este es el momen-to autista de la vida del capital, enfermo en si mismo, a la divergencia de los escndalos del mercado. El Libro II trata del proceso de circulacin: En el Libro II esta expuesto el proceso de circulacin bajo las premisas desarrolla-das en el libro I. Pues: las nuevas determinaciones de formas que nacen del proceso de circulacin, tales como el capital fijo y circulante, rotacin del capital, etc..Ahora nosotros examinamos la imbricacin social reciproca de los diferentes capitales los unos en los otros11. El primer libro tiene por teatro el lugar de la produccin. El segundo, el mercado. Su propsito no es mas al elucidacin del origen de la plusvala, sino la manera en que se realiza. El trabajador no aparece ya en tanto que productor de plusvala, sino en tanto que vendedor de su fuerza de trabajo y comprador de bienes de consumo. El

    9. Karl Marx, Manuscrits de 1861-63, Pars, ditions Sociales, pp. 48 y 107. [trad esp. Capital y tecnologa (Manuscritos inditos de 1861-63), Barcelona, Nova Terra, 1980.]10. Cartas de Engels a P. Lavrov (5 de febrero de 1884), a Sorge (13 de noviembre de 1885), a Kaustky (18 de septiembre de 1883); Carta a Marx, 30 de abril de 1868. En Marx, K. y Engels, F., Correspondencia, Ed. Problemas, Bs. As. 11. Carta de Marx a Engels, 30 de abril de 1969, op.cit.

  • introdUccin a las lectUras de El Capital26

    primer rol del drama es aqu el del capitalista en funcin (financiador, comer-ciante y empresario).

    La circulacin estable un vinculo social apremiante entre la produccin y al realizacin del valor. Valor en proceso, es la primera forma bajo la cual la sociedad se presenta como un hecho independiente de los individuos. La pro-duccin mercantil generalizada implica en efecto una organizacin presa en una condicin esencial. El proceso de trabajo objetivamente socializado choca con la apropiacin privada de los medios de produccin y de circulacin. Sin trabajo social, la produccin es imposible. Pero la naturaleza social de este trabajo no es reconocida ms que a travs de la venta final de las mercancas, la realizacin del valor, y la apropiacin bajo la forma de ganancia de una parte del valor creado por el conjunto de los trabajadores productivos. Para conocer la proporcin de trabajo privado validado como trabajo social, el valor debe ser realizado. La mercanca debe cumplir su ltimo salto de mercanca en dinero, salto del ngel o de la muerte, segn lo consiga o falle.

    Entre produccin y circulacin, el nudo es indisoluble. Se manifiesta en las metamorfosis del capital que no cesa de negarse para resucitar mejor. Sale de la escena de la parte del tribunal para reaparecer inmediatamente de la parte del jardn bajo un nuevo traje: a veces D (capital financiero), a veces medios de produccin y fuerza de produccin C (capital industrial), a veces mercanca M (capital comercial). Esta ronda infernal recorre las diferentes figuras del silogismo social12. Las tres proposiciones son aqu solidarias, pero el capital industrial es el nico modo de existencia del capital donde su fun-cin no consiste solamente en la apropiacin, igualmente en la creacin de plusvala, dicho de otro modo de sper producirla, esto por que condiciona el carcter capitalista de la produccin; su existencia implica la contradiccin de clase entre capitalistas y obreros asalariados Los otras variantes del capital se subordinan a el y subsisten las modificaciones apropiadas en el mecanismo de su funcin.

    El Libro II pone pues en evidencia el carcter discontinuo de la reproduc-cin de tres formas de capital y el vinculo orgnico de esta discontinuidad con la esencia misma del modo capitalista de produccin: Precisamente porque el modo capitalista de produccin es produccin generalizada de mercancas el capital dinerario no puede meramente preceder y seguir a la aparicin ge-neralizada de capital; tiene que existir a su lado. De manera similar el capital dinerario no es slo el resultado de la venta de mercancas: su existencia social es una condicin previa de esa venta. Finalmente, el capital mercantil no es simplemente el resultado del funcionamiento del capital productivo: es tam-bin su base necesaria. Desde luego la continuidad de la produccin slo es

    12. Stravos Tombazos, op cit., Tony Smith ha puesto igualmente en evidencia la importancia del silogismo en la lgica de El Capital (Tony Smith, The logic of Marxs Capital, op. cit.).

  • La discordancia de Los tiempos 27

    posible (y esto implica en especial las mercancas cuyo ciclo vital o perodo de produccin supera el promedio) si todas las mercancas no han sido todava vendidas a los consumidores finales es decir, si las existencias y reservas de ma-terias primas, energa, materiales auxiliares, productos intermedios y bienes de consumo estn disponibles a gran escala. Puede decirse que la continuidad del proceso de produccin depende de la falta de continuidad o desincronizacin del ciclo de rotacin del capital dinerario [] As en gran medida, el libro segundo examina el entrelazamiento constante entre la aparicin y al desapa-ricin del capital dinerario, el capital productivo y el capital mercantil de la esfera de la circulacin a la de la produccin y de nuevo a la esfera a la esfera de circulacin, hasta que la mercanca es finalmente consumida13.

    La temporalidad lineal y mecnica del Libro I concierne a la divisin de la jornada de trabajo en trabajo necesario y plustrabajo. La del Libro II, es cclica o qumica (segn las categoras de la lgica hegeliana). En la produccin, la re-lacin de explotacin determina la tasa de plusvala. En la circulacin, el ritmo de rotacin, por la cual el capital recorre las figuras de esta metamorfosis, deter-mina la masa. Ms el ciclo D-C-M-A es abreviado, ms a menudo es cerrado y repetido, y ms aumenta la suma de plusvala a repartir. Si el capital industrial es pues el solo creador de plusvala, el capital bancario y el capital comercial no son por tanto sus parsitos. Cazando los tiempos muertos entre produccin y venta, entre inversin y produccin, contribuyen por el comercio, la banca, la publicidad, a acelerar la rueda de la fortuna. En la medida en que los periodos de circulacin y de reproduccin se excluyen el uno al otro, donde la expan-sin y la contraccin de periodo de circulacin actan como limites negativos para determinar la contraccin o la expansin del periodo de produccin, la circulacin acta no solamente directamente sobre la masa, sino indirectamente sobre la tasa de plusvala. La imagen de la aceleracin de la historia es la repre-sentacin cotidiana mistificada de esta aceleracin vital del capital mismo.

    En las tres figuras del proceso cclico, cada momento [dinero D, capital productivo C, mercanca M] aparecen como el punto de partida, punto inter-medio, y retorno al punto de partida. El proceso total se presenta como unidad de los procesos de produccin y circulacin: el proceso de produccin sirve de medio al proceso de circulacin y recprocamente. En la realidad, cada capital industrial individual estas comprometido en los tres simultneamente. Los tres ciclos se cumplen simultneamente uno al costado del otro: el ciclo total es pues unidad efectiva de sus tres formas. Constitutiva del capital en tanto tal, la unidad orgnica de sus tres circuitos, es ms que una simple adicin: el capital no puede ser tomado ms que como el ciclo de conjunto (Gesamtkreislauf).

    Esta circulacin no es de ninguna manera homognea.

    13. Ernest Mandel, Cien aos, op, cit., p. 99, el destacado principal es del autor [NdT].

  • introdUccin a las lectUras de El Capital28

    En el Libro I, capital constante y capital variable intervienen como de-terminaciones especficas del capital en la esfera de la produccin. En el Libro II, capital fijo y capital circulante intervienen como esferas especficas del capital en la esfera de la circulacin. El capital circulante es consumido productivamente y renovado con cada ciclo de circulacin, mientras que el capital fijo no es consumido ms que parcialmente y se renueva por intermi-tencias. El capital puede mantenerse mucho tiempo bajo la forma dinero sin cesar de ser dinero, entonces que no se conserva bajo la forma perecede-ra de la mercanca. La produccin en masa implica la venta en grueso, pues una contradiccin tendencial entre explotacin y realizacin. Finalmente, los ciclos de capitales individuales se entrelaza, se suponen y se condicionan los unos a los otros y es precisamente este enmaraamiento que constituye el movimiento de conjunto del capital social. Hay all tantos factores de arritmia potenciales que se manifiestan en la crisis, en funcin tanto con la distribucin desproporcionada del capital entre el sector de bienes de pro-duccin y el de los bienes de consumo, que sacudidas al renovamiento del capital fijo o a la desconexin relativa entre produccin y realizacin de la plusvala.

    El libro II pone pues en evidencia la importancia del factor tiempo. La dis-tincin entre capital fijo y capital circulante reposa exclusivamente sobre la can-tidad de tiempo necesario que cada una de estas dos partes retorne a su forma original: La rotacin del elemento fijo del capital constante y, por consecuen-cia, la duracin necesaria de esta rotacin engloba mltiples rotaciones de los elementos circulantes.La fraccin de valor del capital productivo comprometi-da en el capital fijo es puesta de un solo golpe en la circulacin, pero ella no es retirada mas que gradualmente y por fracciones14.

    En la medida en que la produccin capitalista es produccin para la ganancia, el crecimiento es sinnimo de acumulacin del capital. Los conceptos claves del libro II son pues los de realizacin de la plusvala (que condiciona la reproduccin) y el de reproduccin extendida. El capital debe transformarse sin cesar en capital constante adicional y en capital variable adicional: El capital como valor que se valoriza no encierra sino relaciones de clase, un carcter social determinado, fundado sobre la existencia del trabajo como trabajo asalariado. Es un movimiento, un proceso cclico, a

    14. Ernest Mandel seala que el tiempo aparece ah como medida de la produccin del valor y el plusvalor (el tiempo de trabajo); como nexo que conecta la produccin, la circulacin y la repro-duccin de mercancas y capital (ciclos de rotacin y de reproduccin del capital); como medio de las leyes de movimiento del capital (ciclos econmicos, ciclos de la lucha de clases, ciclos histricos a largo plazo), y como la esencia misma del hombre (tiempo libre, ciclo vital, tiempo creador, tiempo de intercambio social), ibid, p. 100. Aade una tarea fecunda para los estudios marxistas consistira en un profundizacin de rol y de la funcin de esta dimensin temporal en El Capital de Marx. Esta tarea fue despus brillantemente cumplida por Stravos Tombazos.

  • La discordancia de Los tiempos 29

    travs de diferentes fases, quin a su vez est constituido de tres etapas. Se puede pues solamente concebirlo como movimiento y no en estado estable.

    El sabat dE los fEtichEs (libro iii)

    La produccin de plusvala es la cuestin central del Libro I. En la circu-lacin, esta plusvala se realiza bajo la forma alienada de la ganancia. En tanto que forma transfigurada, la ganancia propiamente dicha es el corazn del libro III. El proceso que permite pasar de la una a la otra hace el objeto del libro II: la rotacin del capital. El movimiento giratorio, perpetuo, se apodera aqu del segmento de la jornada de trabajo para lanzar a todo vuelo a la rueda hechizada de la fortuna. Ganancia en potencia, la plusvala debe realizarse. Podr entonces orientarse sea hacia el consumo individual, sea hacia la acumulacin. Fruto de la totalidad del capital engage, la ganancia es, de un mismo movimiento, la plus-vala y la negacin de su aparicin directa. Marx establece as a la vez la identidad y la diferencia entre plusvala y ganancia.

    El Libro I penetra el secreto de la plusvala. El Libro III expone su transfor-macin, su transfiguracin, su trasmigracin, en ganancia. El Libro II toma el impulso de esta metamorfosis en su principio explicativo. As como el Libro I trata las particularidades de la produccin en tanto que momento determinado, el Libro II (donde la mediacin entre los otros dos libros permanece a menudo incomprendida) trata las particularidades de la circulacin. El tercer libro, el de la produccin capitalista considerada en su totalidad, levanta el entusiasmo de Engels: Este libro III, que contienen los resultados finales resolver defini-tivamente toda la economa y hara un ruido enorme. Es aqu donde toda la produccin capitalista es tratada en su conexion y que toda la economa poltica burguesa es echada por tierra15. Marx mismo tiene en exposicin el propsito especifico: En el Libro III nosotros llegaremos a la transformacin del sobreva-lor en sus diferentes formas y sus componentes distintos los unos de los otros.

    El plusvalor constituye aqu el punto de partida. Por fuera del proceso de conjunto de la produccin capitalista, permanece como una abstraccin par-cialmente determinada. En el proceso de conjunto, la tasa de plusvala se borra (desaparece) detrs de la tasa de ganancia. El metabolismo de la concurrencia hace aparecer la tasa de ganancia media y los precios de produccin. De deter-minacin en determinacin Marx remonta as a lo concreto de la vida propia-mente dicha: En el Libro I, estudiamos los diversos aspectos que presenta la proceso de produccin en s, en tanto que proceso de produccin inmediato, y, en este estudio, hicimos abstraccin de todos los efectos secundarios resultantes de factores extraos a este proceso. Pero la vida del capital desborda este proceso

    15. Carta de Engels a Becker, 2 de abril de 1885, y a Sorge, 3 de junio de 1885, op. cit.

  • introdUccin a las lectUras de El Capital30

    de produccin inmediato. En el mundo real, el proceso de circulacin que fue objeto del Libro III viene a completarlo. En la tercera seccin del Libro II sobre-todo, estudiando el proceso de circulacin en tanto intermediario del proceso social de reproduccin, vimos que el proceso de produccin capitalista tomado de en bloque es la unidad del proceso de produccin y el proceso de circulacin. En este Libro III, no podra ser cuestin de extenderse en generalidades sobre esta unidad. Se trata al contrario de descubrir y de describir las formas concretas a las cuales da nacimiento el movimiento del capital considerado como un todo. Es bajo estas formas concretas que se enfrentan los capitales en el movimiento real, y las formas que reviste el capital en el proceso de produccin inmediato como en los procesos circulacin no son ms que fases particulares. Las formas del capital que vamos a exponer en este Libro lo acercan progresivamente de la forma bajo la cual se manifiesta en la sociedad, a la superficie podramos decir, en la accin reciproca de los diversos capitales, en la concurrencia y en la cons-ciencia ordinaria de los mismo agentes de produccin16.

    Fruto del capital total avanzado, el sobrevalor toma as la forma modi-ficada de ganancia. Simple cambio de forma o de nombre? Esto es lo que parece indicar una carta a Engels. Marx precisa enseguida:si la ganancia no es diferente de la plusvala mas que formalmente, la tasa de ganancia en cambio realmente difiere en seguida de la tasa de plusvala17. Para los sostenedores de una lgica formal, parece aqu titubear o contradecirse. Sigue en realidad otra lgica, donde la incomprensin manda a menudo las controversias sin salida sobre la transformacin del valor en precio y de la plusvala en ganancia.

    Las metamorfosis dont es al Libro III no son solo simples cambios de formas permitiendo pasar de la substancia del valor a su cuantificacin. Se trata de un cambio de registro conceptual. Los valores medidos en tiempo de trabajo son trasformados en precios de produccin. Estos precios son a la vez la misma cosa y otra cosa que el valor, su negacin determinada, su propia negacin lgica18.

    16. Karl, Marx, El Capital, Libro III, Siglo XXI ed., Madrid, p?17. Carta a Engels, 30 de abril de 1868.18. Michel Husson teme que una respuesta a los crticos neoricardianos, considerando el problema de la transformacin como trampa epistemolgica y poniendo el acento sobre la diferencia conceptual entre valores y precios, no rompe el vinculo lgico entre valores y precios de produccin al precio de una huida hacia delante metafsica: Precios y valores se sitan efectivamente a niveles de abstraccin diferentes, pero esto no debera implicar que no se comuniquen y sean en suma inconmensurables (Crise de marxisme o crise du capital, Critique Communiste n 138, verano boreal de 1994). Hus-son sita este vinculo lgico en el encadenamiento dinmico de la acumulacin del capita, donde los resultantes de ciclo precedente sirven de punto de partida al siguiente. No surge de all al menos que la trasformacin es una operacin puramente terica, que permite pasar de un nivel de abstraccin al otro y no tiene equivalente en el mundo real. (Christian Barsoc, Les rouages du capitalisme , Montreuil, La Brche, 1994)

  • La discordancia de Los tiempos 31

    As mismo, la ganancia, tal como se nos presenta de entrada, es la misma cosa que la plusvala: es simplemente la forma mistificada que nace sin em-bargo necesariamente del modo de produccin capitalista. Del momento en que, en la composicin aparente del costo de produccin, no se ve diferencia entre capital constante y capital variable, el origen del cambio que se produ-ce durante el proceso de produccin debe ser necesariamente transferido de porcin variable del capital al capital en su conjunto. Esto porque el precio de la fuerza de trabajo aparece en uno de los polos bajo la forma modificada de salario, como en el polo opuesto la plusvala aparece bajo la forma modificada de ganancia.

    En la interpenetracin constante entre proceso de produccin inmediato y proceso de circulacin, el sobrevalor y valor en general se cargan de nuevas determinaciones. Si la tasa de ganancia es distinta de la tasa de plusvala, la ga-nancia no menos una forma modificada de la plusvala, forman donde se velan y se borran su origen y el misterio de su existencia. Es la forma en la cual se y es solamente por el anlisis que se puede descubrir la segunda bajo el desarrollo del primera.En la plusvala, la relacin entre capital y trabajo es desnudada., pero la mistificacin ser refiere sobre la manera en que se produce esta operacin y este valor parece tener por origen cualidades secretas del capital, que le serian inherentes. Ms seguimos el proceso de valorizacin, mas vemos la relacin ca-pitalista mistificarse y menos se descubre el secreto de su organizacin interna. En esta seccin, la tasa de ganancia es numricamente diferente de la tasa de plusvala: por el contrario, ganancia y plusvala han sido tratadas como tamaos numricos idnticos difiriendo slo por la forma. Veremos en la seccin siguien-te el desfasaje prosigue y la ganancia presentarse como una medida diferente, incluso numricamente, de la plusvala19. Resta saber en qu esta diferencia puramente cuantitativa es el ndice de un cambio ms que puramente formal.

    La tasa general de ganancia es determinada por la composicin orgnica de los capitales en las diversas ramas de produccin, pues por la diversas tasas de ganancia de las esferas particulares, y por la reparticin de la totalidad del capital social en las diferentes esferas. Mientras que los dos primeros Libros estaban en relacin a los valores de las mercancas, vemos a travs del juego de la concurren-cia que, de una parte una fraccin de este valor se desprendi, a saber el costo de produccin, y que por otra parte el precio de produccin de la mercanca se desarrolla como una forma metamorfoseada del valor [] Puesto que, en la tasa de ganancia, la plusvala es calculada en relacin al capital total y que le es producida como a su medida, la plusvala misma parece, de este hecho, provenir uniformemente de todas las porciones de capital total, de modo que, en con-cepto de ganancia la diferencia orgnica entre el capital constante y el capital

    19. Karl Marx, El Capital, Libro III, tomo I, seccin primera, captulo 2: La tasa de ganancia, op. cit.

  • introdUccin a las lectUras de El Capital32

    variable se encuentra eliminada. Por esta razn, la plusvala travestida en ganan-cia reneg de su origen y perdi su carcter; se volvi irreconocible. Pero, hasta ahora la diferencia entre ganancia y plusvala no eran ms que una modificacin cualitativa, un cambio de forma, entonces que a este primer grado de transfor-macin una diferencia de tamao real existe solamente entre tasa de plusvalas y no todava entre ganancia y plusvala. Va diferentemente en cuanto se establezca una tasa general de ganancia y partiendo por consiguiente una ganancia media correspondiente a la medida dada del capital investido en las diferentes esferas de la produccin. No es ms que un hecho del azar si la plusvala efectivamente produce en una esfera particular de la produccin, pues la ganancia, coincide con la ganancia contenida en el precio de venta de la mercanca [] Con la transformacin de los valores en precios de produccin, la base misma de la de-terminacin de valor esta escondida a la vista [] La ganancia aparece [entonces] como algo exterior a el valor inmanente de la mercanca. Esta representacin de las cosas se encuentra perfectamente confirmada, consolidada, osificada, por el hecho que, para una esfera de la produccin particular, la ganancia aadida al costo del precio de produccin no esta determinada efectivamente por los limites de la creacin del valor que opera en ella, pero es, al contrario, fijada de manera exterior.

    En el Libro III, travestido, habiendo renegado su origen, el valor es ha-blando con propiedad inconmensurable. Se vuelve otro sin cesar de ser el mis-mo. A la vez idntica y no idntica con su naturaleza ntima, enloquece por estos disfraces en ganancias y salarios, le gusta esconderse en el precio, escapar a las miradas sacando partido de los accidentes del mercado. El libro del proceso de conjunto no es por eso el de las simples apariencias. No propone un retorno a inmediatez y a la superficie catica de los precios, de los salarios, de las ga-nancias. Gracias a los misterios elucidados de produccin y de la circulacin, la apariencia no es ya ilusoria sino real. Es la aparicin del valor mismo bajo sus mascaras y sus transfiguraciones.

    Marx repite a menudo que el simple cambio de forma se vuelve cambio de cantidad. Esta instancia llama la atencin sobre una dificultad no o mal resuel-ta. Un cambio cuantitativo puede muy bien inscribirse en un simple cambio de forma: es siempre la misma realidad que cambia entonces no solamente de nombre, as como fue, pero de talla. Marx seala por tanto explcitamente que no se trata ya de un simple cambio de forma: En este proceso, no se trata ya de la conversin formal del valor de las mercancas en precio, es decir de un simple cambio de forma, se trata ms bien de ciertas divergencias cuantitativas de pre-cios de mercado en relacin a los valores de mercado y tambin a los precios de produccin. Si no se trata de un simple cambio de forma, de qu trasformacin cuantitativa es pues ndice? Las metamorfosis de la plusvala no se reducen al curso en el tiempo de una substancia idntica a si misma. Su devenir, hasta la

  • La discordancia de Los tiempos 33

    eclosin de lo concreto, determina una trasformacin no solamente formal, sino estructural, donde Marx parece dudar en enunciar el concepto: Todos estos fe-nmenos parecen contradecir as bien la determinacin del valor por el tiempo de trabajo que la naturaleza de la plusvala consiste en plustrabajo no pago. Pues, en la concurrencia todo aparece a la inversa. La forma acabada que revisten las relaciones econmicas tal comos se manifiesta en la superficie, en su existencia concreta, pues tambin tal como se la representan los agentes de estas relaciones y los que las encarnan cuando tratan de comprenderlas, es muy diferente de su estructura interna esencial pero escondida, del concepto que le corresponde. De hecho, es en si mismo lo inverso, lo opuesto.

    Llegamos finalmente a las formas fenomenales que sirven de puntos de partida al economista vulgar; rente proveniente de la tierra, ganancia (inters) pro-veniente del capital; salario proveniente de trabajo, pero en el punto donde estamos, el asunto aparece manteniendo bajo otro da laffaire maintenant sous un autre jour. El movimiento aparente se explique. A continuacin se demole la absurdidad de Adam Smith vuelta la clave de bveda de toda la economa hasta nuestro das, a saber que el precio de las mercancas se compone de estos tres famosas rentas, esto es decir nicamente de capital variable (salario del trabajo) y plusvala (renta financiera, ganancia, inters). El movimiento de conjunto visto bajo esta forma aparente. Por fin dado que estos tres elementos (salario del trabajo, renta financiera, ganancia) son las fuentes de rentas de las tres clases, a saber la de los propietarios de tierras, la de los capitalistas y la de los obreros asalaridos como conclusin, la lucha de clases, en la cual el movi-miento se descompone y que es el desenlace de toda esta mierda20. Para atravesar las apariencias de este mundo encantado, hizo falta comenzar por renunciar a las formas fenomenales y a las falsas evidencias que la economa vulgar tomo como punto de partida, antes de encontrarlas, al deforme del camino, cala-das de parte a parte, dsmasques, despojadas por fin sus disfraces21.El Libro revela as, por primera vez, la conexin interna, entre el valor y ganancia, la determinacin de la segunda sobre la primera y devela mas all de las apa-riencias, la esencia verdadera y la estructura interna del proceso.

    plusvalor, prEcio, ganancia

    Si algunos autores han aportado sobre este punto preciosas contribucio-nes, la mayor parte permanece todava prisioneros de trmino mismo de

    20. Carta a Engels, 30 de abril de 1868.21. En los Libros I y II, estuvimos en relacin slo con mercancas. Vemos ahora que de una parte una fraccin de este valor se desprendi, a saber el costo de produccin, y que de otro parte

  • introdUccin a las lectUras de El Capital34

    trasformacin22. La contribucin de Emanuel Farjoun y Mosh Machover re-chaza al contrario la hiptesis corriente segn la cual, en una economa de concu-rrencia perfecta, cada mercanca tendra un precio de equilibrio ideal garantizan-do una tasa de ganancia uniforme a todos los capitales invertidos en la produccin mercantil. En la realidad, las cosas no pasan evidentemente as. El estado de equi-librio, con tasa de ganancia uniforme, es solo admitido comnmente como una abstraccin simplificadora legitima. Farjoun y Machover sostienen al contrario que la divergencia entre diferentes tasas de ganancias es una caracterstica estruc-tural de la concurrencias perfecta. El sistema gravita entorno a una dinmica de equilibrio generando permanentemente diferencias y divergencias entre tasa de ganancias. De ah la necesidad de un anlisis probabilstico de los momentos caticos de millones de mercancas que se disputan las salidas solventes limitadas del mercado. Una de las dificultades de la teora del valor, a la raiz de su vulne-rabilidad, vendra de la tentativa falaz de una tasa de ganancia homognea. En Marx, esta hiptesis interviene de manera inminentemente flexible. A cada tipo de mercanca corresponde un precio de produccin ideal.

    Al encuentro de toda tentacin determinista, Farjoun y Machover proponen profundizar las aporas de la teora del valor y de la tasa de ganancia uniforme en el sentido de una problemtica probabilstica, inspirada de la mecnica esttica y del comportamiento aleatorio de las grandes masas de corpsculos. Mientras que el proceso de produccin es tendencialmente disciplinado y regimentado, el proceso de circulacin es ms bien catico y los fenmenos mercantiles funda-mentalmente desordenados. En una economa mercantil, es estado de equilibrio con tasa de ganancia uniforme constituira pues un punto limite virtual. Las tasas de ganancia reales de los diferentes ramas varan bajo el efecto de la con-currencia que contradice permanentemente la tendencia a una tasa uniforme.

    El problema llamado de la transformacin es reformulado en funcin de este enfoque. Lo mismo que el equilibrio de los esquemas de reproduccin, la uniformidad de la tasa de ganancia es en Marx el punto de partida. No interviene, en tanto que tasa de ganancia media, ms que en una etapa tarda del anlisis, en el libro III. Farjoun y Machover ven all una anomala en re-lacin a la coherencia de conjunto. Como todo economista de su poca, Marx postulara precios ideales. Su razonamiento estara entonces acantonado entre dos modelos.

    casi en toda la extensin de El Capital, los precios ideales de las mercan-cas son supuestos proporcionales a su valor.

    22. Ver particularmente Alain Lipeitz y Bernard Guibert. Ver tambin Mandel, Cien aos, op. cit., p. 177 y siguientes. Se encuentran aportes muy interesantes en el libro de Emmanuel Farjon y Mosh Machover, Laws of chaos,(Londres, NLB, 1981), y en el la recopilacin publicada bajo la responsabili-dad de Ernest Mandel y Alan Freeman, Ricardo, Marx, Sraffa (Londres, Verso, 1984) en particular las contribuciones de Robert Langston y Anwar Shaik.

  • La discordancia de Los tiempos 35

    en el segundo modelo, serian trasformados en precios de produccin para volverse compatibles con la hiptesis de tasa de ganancia uniforme.

    En la medida en que mantiene una relacin rgida entre valores y precios (sea esto un precio ideal). Marx odiara admitir que una igual cantidad de trabajo pueda generar cantidades diferentes de valor. De ah la introduccin de trabajo cualificado complejo y de un coeficiente de cualificacin. El proceso social de intercambio mercantil determina este coeficiente por el precio relativo de las mercancas. No se vuelve un crculo vicioso aparentemente: los precios son determinados por el valor y el valor por precios. Esta circularidad perfecta parece sustraer la teora a toda prueba emprica. Es por lo tanto menos viciosa de que lo suponen Farjoun y Machover. Expresa la determinacin del tiempo por el movimiento, y recprocamente. El tiempo socialmente necesario determina el valor. Pero es el proceso de reproduccin de conjunto (incluida la formacin de precios de mercado) que determina el tiempo socialmente necesario! En el Libro I, Marx no sabra en efecto proporcionar una determinacin acabada de la fuerza de trabajo que presupondra la competencia, la formacin de precios, la distribucin de sobrevalor, etc. Sera de nuevo pretender poseer la ciencia antes de la ciencia. Se trata pues de introducir una primera determinacin ge-neral de la fuerza de trabajo necesario para la comprensin de relacin de ex-plotacin: Por fuerza de trabajo o potencia de trabajo, entendemos el resumen de todas las capacidades fsicas e intelectuales que existen en la corporeidad, la personalidad viva de un ser humano y lo que pone en movimiento cada vez que produce valores de uso de cualquier especie23. Incluso bajo una forma tan ge-neral, la fuerza de trabajo presupone inmediatamente un movimiento social e histrico de reproduccin del trabajador, de su familia, de su descendencia. Las necesidades llamadas necesarias para esta reproduccin as como la manera de satisfacerlas son ellas mismas un producto histrico y dependen en gran parte de grado de civilizacin de un pas y esencialmente de la condiciones en las cua-les la clase de trabajadores libres se formo. El grado de calificacin de la fuerza de trabajo no interviene aqu pues como un determinacin cuantificable, sino como una determinacin histrica general del tiempo de trabajo socialmente necesario para su reproduccin.

    Segn el enfoque probabilstico de Farjoun y Machover, no hay ms de una relacin nica. La expresin de cantidades iguales de valor trabajo para precios diferentes puede en efecto resultar de otros factores sociales y polticos que el solo coeficiente de cualificacin (conflictos sociales, derechos recono-cidos, poder de los sindicatos). En efecto. Pero, en el Libro I Marx se atiene lgicamente a una determinacin provisorio de la fuerza de trabajo, los par-metros socio-polticos intervinientes al proceso de reproduccin de conjunto (Libro III), y ms all.

    23 Karl Marx, El Capital, Libro I, Madrid, Siglo XXI, p?

  • introdUccin a las lectUras de El Capital36

    Desde que la hiptesis de una tasa de ganancia media uniforme es juzgada falsa, el problema llamado de la transformacin se vuelve un pseudo problema, insoluble en los trminos en que es tradicionalmente puesto. La contradiccin no reside ya en los en la teora del valor trabajo, sino en vinculo determinista establecido entre valor-trabajo, precios ideales y tasa de ganancias individuales. En tanto que substancia social abstracta que se exterioriza en el valor de cambio. Puede incluso ser medida por la cantidad total de trabajo (abstracto) humano socialmente necesario para su reproduccin. A esta dualidad de la mercanca corresponde la del trabajo mismo. El trabajo abstracto representa entonces en su capacidad formal para generar del valor.

    Para Anwar Shaik, los precios son necesariamente distintos del valor por-que se trata siempre de precios monetarios, la moneda expresa el valor en la esfera especfica de la circulacin. La cuestin de la transformacin por la igualacin tendencial de la tasa de ganancia se vuelve desde entonces la de la transformacin de los precios directos (virtualmente proporcionales al valor) en precios de produccin: las mercancas no siendo ofrecidas a su valor sino a precios de produccin que realizan la perecuacin de ganancias aplicando la tasa de ganancia media a los costos de produccin reales. Si toda economa es asignacin de tiempos de trabajo, el proceso de produccin se efecta en una economa mercantil sin vnculo directo con las necesidades sociales. El cambio es el proceso por el cual las contradicciones de la produccin mercantil son al vez expuestas y salvadas. Juega en efecto un doble rol. En tanto mediacin general, regula la produccin (a travs del movimiento incesante de los sala-rios, los precios y las ganancias). En la medida en que la divisin de trabajo articula privados independientes, la distribucin del trabajo social se afirma igualmente como regulacin de los salarios, precios y ganancias por la baja del tiempo de trabajo socialmente reconocido necesario. La esfera de cambio afirma as una relativa autonoma bajo limitacin de las condiciones generales de produccin y reproduccin.

    En esta esfera de la circulacin, la moneda es la manifestacin necesaria de la produccin mercantil desarrollada. En tanto que tal, no tiene precio, pero se expresa bajo la forma de precios, distintos del valor, una determinacin mas compleja y concreta de la mercanca. No hay pues ninguna razn por la que los movimientos de precios permanezcan estrictamente paralelos a los del el valor. En el Libro I, aparecen como simple forma monetaria. Pero el salario (en el tiempo o a las piezas) ya como forma elaborada del valor de la fuerza de trabajo. El Libro primero debe en efecto tratar el consumo especfico de la mercanca fuerza de trabajo en el proceso de produccin antes de qu se haya colocado en el intercambio generalizado de las mercancas en el mercado. En el Libro II, los costos de circulacin aaden nuevas determinaciones a la forma precio. En el Libro III finalmente, el desarrollo de los precios de produccin y

  • La discordancia de Los tiempos 37

    la divisin del plusvalor en ganancias, renta e inters, cristalizan la forma pre-cio, mientras que la distincin entre valor individual y valor medio consolida la determinacin en medida del valor, y, mas all, la de precios. De ah la tesis de Marx segn la cual la ley del valor determina el movimiento de los precios. El precio medio, que determina los precios de produccin, debe ser aproxi-madamente igual a la suma de los sobrevalores que vuelven a un capital dado en tanto que fraccin del capital social. Resulta que la ley del valor regula los precios de produccin. Para Marx, es pues a la vez necesario e indiferente trata la diferencia precio/valor como simple separacin: el precio de produccin incluye la ganancia media y corresponde a lo que Adam Smith designa como precio natural, Ricardo como precio de produccin y los fisicratas como precio necesario.

    Esto solamente por un desorden permanente que se impone en la distri-bucin del trabajo social. Esto porque Marx habla siempre de un proceso de regulacin tendencial, y no de una situacin de equilibrio esttica en torno a la tasa de ganancia uniforme. As, la determinacin de los precios de mercan-tiles por los precios de produccin no debe ser comprendida en el sentido de los economista, para los cuales el precio medio de las mercancas es igual al precio de produccin. El orden del mercado no eso otro que el movimiento total de los desordenes. El problema de la transformacin aparece as como un caso particular del problema, ms general, de la divergencia entre precio y valores. Para Marx, el precio es la expresin monetaria del valor, su forma en la esfera de la circulacin donde las mercancas encuentran en los precios su expresin monetaria especifica, sin modificar sin embargo la masa de valor de uso distribuida. La distincin entre produccin y circulacin es pues esencial en lo que ella permite distinguir temporalmente la produccin de la transfe-rencia de plusvalor. Esta transferencia se opera precisamente por la base de la divergencia entre precios y valores y por el hecho que una parte del valor se encuentra apartado del circuito de reproduccin del capital (D-M-D) hacia un circuito de ganancia que no acta como capital (se trata de la fraccin del capital consagrado al consumo privado del capitalista). No hay all nada sor-prendente. Creados en la esfera de la produccin, valor y plusvalor son repre-sentados monetariamente en la de la circulacin. Las magnitudes en marcha en la circulacin son ms concretamente determinados que su determinacin elemental en la produccin. La relativa autonoma de la circulacin tiene por colorarlo lgico una relativa del precio en relacin al valor.

    La divergencia de las ganancias reales en relacin a la ganancia media resul-tara as de dos factores: a) de la medida en la cual los precios de los artculos consumidos improductivamente por el capitalista privado divergen de su valor (sea la manera en que esta parte del plusvalor es finalmente repartido entre los capitalistas); b) de la proporcin en la cual el plusvalor es consumido por los

  • introdUccin a las lectUras de El Capital38

    capitalistas en tanto que renta. En todos los tiempos y en todos los lugares, el precio es el reflejo del valor en la esfera de la circulacin que transformando la manifestacin introduciendo nuevas determinaciones. Para Shaik, la suma de las ganancias puede pues divergir de la suma de los sobrevalores en razn de este doble circuito, propiamente capitalista y domestico, prestado por el capital, de donde resultara una aparente independencia de la ganancia hacia el valor. Este enfoque de deivergencia conceptual entre valores y precios en el movimiento incesante de los desordenes mercantiles no es de ninguna manera incompatible con la ley tendencial segn la cual la suma de los valores seria igual a la suma de los precios de produccin y el plusvalor global igual a la suma de las rentas.

    El plan de El Capital presenta correspondencias formales con La Enci-clopedia y La Lgica. Los libros de la produccin, de la circulacin, de la re-produccin hacen eco a la ciencia de la Lgica, a la de la naturaleza, a la del Espritu24. Cada una introduce un nivel de determinacin propio siguiendo la progresin de lo abstracto a lo concreto. La inteligencia de la Crtica de la economa poltica pasa necesariamente por la comprensin de su movimiento de conjunto.

    En 1929, Henryk Grossman ignoraba los Manuscritos de 1857-1858 pu-blicados por primera vez diez aos mas tarde. Tiene tanto ms mrito que situar en 1863 la reorganizacin decisiva del plan del capital y a lograr la significacin: Mientras que en el plan de 1859, la divisin de la obra en seis partes se efectuaba de punto de vista de la materia a tratar en el plan defini-tivo, la estructura de la obra se organiza del punto de vista del conocimiento; en razn de las consideraciones metodolgicas, las diferentes funciones que el capital industrial cumple durante su ciclo (proceso de produccin, proceso de circulacin, proceso de conjunto) son abstrados para pensar la realidad compleja y presentados separadamente los unos de los otros, sin respeto a la materia. Es slo dentro de lo expuesto de cada una de las funciones que en la totalidad de la materia es tratado bajo los puntos de vista funcionales que son determinantes segn el caso. En 1863, Marx habra superado por fin la problemtica de los factores de produccin heredada de Ricardo para alcanzar

    24. Del mismo modo, parecen recorrer: 1) los tres momentos de La ciencia de la lgica. El libro I (el de la produccin y de la elucidacin de la plusvala) responden a la lgica del ser; la escisin entre trabajo concreto y abstracto, valor de uso y de cambio, a la determinacin de la cualidad y de la cantidad; la teora del valor a la de la medida, Con la metamorfosis de la circulacin, el Libro II responde a la lgica de la esencia, a la dialctica de la existencia, del fenmeno, de la realidad. En fin, en la con-cretud de las determinaciones que hacen del capital un fetiche autmata, el Libro III hace eco del concepto culminante en la idea. 2) Los tres momentos de la ciencia de la Naturaleza. Centrado en el reparto lineal del tiempo en entre trabajo necesario y plustrabajo, el Libro I remite al momento de la mecanica, el Libro II corresponde al momento de la fsica y del quimismo. El libro III finalmente, el del tiempo orgnico y de las arritmias de la acumulacin, del capital en tanto que ser vivo, recuerda al momento hegeliano de la Vida y de la fsica orgnica. 3) Los tres momentos, por fin, de la ciencia del Espritu (espritu subjetivo, espritu objetivo, espritu absoluto)

  • La discordancia de Los tiempos 39

    una visin grandiosa de la totalidad, de la plusvala total, y del capital total25.En su prefacio de 1932 a El Capital, Karl Korsch seala en cuanto a el la

    contemporaneidad rigurosa de El origen de las especies y de la Contribucin a la crtica de la economa poltica26. Registra la voluntad de presentar el desarrollo econmico de la sociedad como un proceso de historia natural. Ignorando el tambin los Manuscritos de 1857-1858 entreve sin embargo en las reorgani-zaciones del plan lo que Rosdolsky demostrar con el apoyo de argumentos bibliogrficos. El Capital constituye en ciertos aspectos un retorno a Hegel, no bajo el ngulo de su filosofa de la historia, sino bajo el ngulo de su lgica. La reorganizacin del plan viene de lo que en esta parte, [Marx] tomado y a expuesto el conjunto en tanto que totalidad de modo de produccin capita-lista y de la sociedad burguesa que a engendrado. Korsch entreve ciertamente una confusin entre el modo de produccin y la sociedad, entre el objeto conceptual y el objeto real. Toma sin embargo lo esencial del modo de ex-posicin de El Capital, organizado desde el punto de vista de la totalidad de su objeto, y pone en evidencia la deuda hegeliana. Insiste igualmente sobre la forma esttica de la exposicin, explcitamente revindicada por Marx: El me-rito de mis escritos es que constituyen un todo artstico, y es esto solo se puede lograr con mi mtodo de no publicarlos mientras no los tenga ante m como un todo. No se trata de una coquetera estilstica. La esttica del concepto no es ni accesoria ni decorativa, sino funcional. Inspirndose en lirismo de la totalidad reacia a las rigideces analticas, va derecho al malestar interno de todo lo que existe27.

    25. Se trata de un ensayo de 1929 sobre los planes de El Capital, citado por Rosdolsky, op. cit.26. Karl Korsch, prefacio publicado en lAnti-Kaustky, Pars, Champ Libre, 1973.27. Carta de Marx a Engels, 31 de julio de 1865, op cit.

  • 2. El tiempo de las crisis y de las cerezas

    Yendo de las crisis como de las clases. Marx produce sus determinaciones en los diferentes momentos lgicos del proceso de produccin, de circulacin, y de reproduccin del capital. No enuncia una teora positiva, coherente y acabada, sino una teora negativa, por aproximaciones sucesivas1.

    EsquizofrEnia dEl capital

    La excitacin frente a la crisis americana de 1857, marca la redaccin febril de los Grundrisse. La crisis se manifiesta all bajo la metfora de la locura. Las tendencias esquizoides del capital estallan en esquizofrenia declarada. La uni-dad aparente de la mercanca se escinde entre trabajo concreto y trabajo abs-tracto, entre valor de uso y valor de cambio: El propio dinero, en su mxima fijeza, es de nuevo mercanca, y cuanto tal solo se diferencia de las dems por-que expresa ms perfectamente el valor de cambio; pero precisamente por eso, como moneda, pierde su valor de cambio en cuanto determinacin inmanente y se convierte en mero valor de uso, aunque tambin en valor de uso para la fijacin de precios ,etc., de las mercancas. Las determinaciones an coinciden directamente, pero, a la par, divergen. Cuando una y otra se relacionan entre s de manera autnoma, positiva, como en el caso de la mercanca que se vuelve objeto de consumo, sta cesa de ser un momento del proceso econmico; si la relacin es negativa, como en el dinero, se llega a la incoherencia[locura]; a la incoherencia [locura], ciertamente, en cuanto momento de la economa y determi-nante de la vida de los pueblos2.

    1. El desarrollo ms sistemtico sobre las crisis se encuentra en el dcimo sptimo captulo de las Teoras sobre la plusvala. A propsito de la crtica de la teora de la acumulacin de Ricardo. Karl Marx, Teoras sobre las plusvala, tomo II, Cartago, Buenos Aires, 1975, pp. 405 y ss.2. Karl Marx, Grundrisse, tomo I, Siglo XXI ed., Mxico D.F., 1971, p. 209. Se agrega entre cor-chetes algunos trminos para la mejor compresin del lenguaje usado por el autor, traduciendo la edicin en Francs usada en el original: ditions Sociales, Pars, 1980. La ltima parte del prrafo se encuentra destacada por el autor, por lo que el destacado del propio Marx se ha diferenciado con negritas. [NdT.]

  • los tiempos de las crisis y de las cerezas42

    Siendo pues la crisis como momento de locura, bocanada delirante de la eco-noma, ella misma alienada en tanto esfera separada. Este vocabulario no tiene nada de fortuito: Al curso de las crisis, cuando el momento de pnico pas y la industria se estanca, el dinero esta fijo en las manos de los banqueros, los agentes de cambio, y al igual que el ciervo brama su sed de agua fresca, el dinero grita su deseo de un dominio donde pueda ser empleado, valorizado en tanto capital. La desvalorizacin brutal del capital aparece como resultado de un retorno vio-lento lo que haba sido olvidado: La superproduccin, vale decir el recuerdo repentino de todos estos elementos necesarios de la produccin fundada sobre el capital; por consiguiente la desvalorizacin general a consecuencia del olvido de los mismos3.

    La demencia del fetiche se origina en su deseo negado.Sus aullidos amorosos anuncian un sbito retorno de memoria4.Desde los Grundrisse, la determinacin general de las crisis est ligada a la

    abstraccin misma de la economa mercantil. Para ser comparable con otras dimensiones de trabajo, la mercanca debe ser: en primer lugar transpuesta en tiempo de trabajo, por lo tanto en algo que difiere de ella cualitativamente. De una parte, no es tiempo de trabajo en tanto tiempo de trabajo, sino del tiempo de trabajo materializado; no el tiempo de trabajo en movimiento, sino del tiempo de trabajo al reposo. De otra parte, es el resultado determinado de un trabajo determinado y no la objetivacin de un tiempo de trabajo en general del que no existe ms que representacin y l mismo no es ms que el trabajo separado de su calidad.

    Esta doble vida de la mercanca lleva en ella el riesgo permanente de la escisin: Esta doble existencia distinta debe necesariamente progresar hasta la diferencia, la diferencia hasta la oposicin y a la contradiccin () entre la naturaleza particular de mercanca en tanto que producto y su naturaleza universal en tanto valor de cambio5. Esta contradiccin opone las propieda-des naturales particulares y las propiedades sociales universales. Lo particular dependera de la determinacin nat