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Bandera Social Semanario Anárquico-Colectivista CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN Un trimestre: una peseta en la Región Esiiañola; número suelto. 5 céntimos; pa- quete de 3o ejemplares, una peseta; para las demás Regiones, i'5o trimestre, y paque- te rSo pesetas. Las suscripciones ac pagarán en sellos ét iS céntimos ó ea papel y letras de fácil cobro.—I,os remitidos á precios conTeneionales. Se admiten suscripciones: en Madrid, en la Redacción y Administración de este Semanario, en Barcelona, dirigirse al Secretario del C. L. déla Federación,y en Mon- tevideo, á Zacarías Rabassa, calle del Uruguay, núm. 409. MADRID 10 DE DICIEMBRE DE 1885. Afto l.—JSüm. 43. SE PUBLICA TODOS LOS JUEVES Consagrada esta publicación á la defensa de los principios anárquico colectivistas, todos lo.s obreros tienen derecho á la inserción de cuantos documentos tengan rela- ción con este (in, asi como á que se den á luz cuantos abusos y vejaciones se cometan en el taller siempre que lo garanticen con su firma. Administración y Redacción Calle de Fuencarral, núm. 04, duplicado, donde se dirigirá toda la corresoondei á nombre del AD.MINISTRADOR. H" Doctrinal ENORME PRETENSIÓN Los políticos en sus varios matices; los podero- sos, los privilegiados, todo eso que brilla y ríe y que ocupa lo que so llama esfera gubernameutal, administrativa, esfera oficial y civil; en una pala- bra, estadistas ó representantes políticos, jurídi- cos, del orden social, orden sostenido por la fuer- za y que se funda y sustenta, en definitiva, arriba en la arbitrariedad, por la sumisión abajo; en las delicias y sibaritismo de las riquezas; on la hin- cbn/.ón del mando y en la ostentación de la como- didad y el lujo, cansa de la ruina y degradación del que sufre, tienen la eiionne prelensión, no sólo de que ese es el mejor de los mundos posibles, siuo de que los perjudicados, los oprimidos y ve- jnios, sufran, trabajen, aguanten y callen... \Enorme pretensión que los conduce á abusar desenfrenadamente de la paciencia y educada man- sedumbre de sus víctimas; enorme pretensión que les asegura la impunidad de sus despojos, des- afueros y (;rímoncs, pretensión enorme que de día en día les da mayores bríos, nuevas alas para pro- seguir sosteniendo toda o.xplotación, conculcando todo derecho, escarneciendo toda ley y cometiendo lodo género de atropellos é infamias en la resba- ladiza pendiente del abuso y de una mal llamada legalidad, sancionada mucho más por la ignoran- cia de los sometidos y obedientes á su maldito imperio, que por el é.vito afortunado de los ambi- ciosos y soberbios que han convenido en llamarse á propios crema social y se defienden eu la monstruosa cuanlo insultante orgía do sus despil- farres y desaciertos!... ¡Uno y otro día pcrsigui;;! y ¡lursuguiraa a quie- nes so quejen, sofocando toda protesta; uuo y otro dia cada voz más denuncian y aherrojan á ta pren- sa, y en su liberticida sistema do amordazar la opinión, encarcelan, y on su prurito do aniquilar ol espíritu público, hasta asesinan, de su poder y autoridad prevalidos!... ¡Tal es su cinismo!... ¡Tal es, sobre todo, la ignorancia y servilismo de a([uellos sus subordinados y asalariados por la raquítica condición y pequenez de sus aspiracio- nes!... Los pariidos'de oposición, como que, invocando el derecho y la libertad y preconizando la sobe- ranía del pueblo, no pretenden otra cosa más quo sostener, si posible les fuera arribar al poder ese mismo orden, están muertos ya para toda reivin- dicación y represalia, envueltos como so hallan en el repugnante sudario do su historia por todo gé- nero de depravación, apostasías ó ignominias, en sus continuadas y sucesivas transacciones con las injusticias todas. Los prohombres de dichos partidos hablan mu- cho, pero no hacen nada; gastan caudales inmen- sos de galana oratoria en debates, asambleas y congresos en que, á su pesar, demuestran asentir y respetar legalidades tan alenlatorias sólo con discutirlas y las cosas quedan en el mismo ser, y las arbitrariedades se perpetúan, las injusticias triunfan y preponderan encubiertas con el manto de la tranquilidad y del orden público, tranquilidad y orden que no significa otra co.sa que la desola- ción y la muerte de los pueblos: «el pais está tranquilo.» esto es, se le mata y muoie... ¿Y habrá de morir real y verdaderamente el país en lenta y desesperada agonía?... ¿Habrán de triunfar esos demagogos sistemáti- cos porque ridiculamente se encubran con el an- tifaz de la moral, del orden y de la justicia?... No es posible, siendo uua verdad como lo es el movimiento, esa ley ineludible del progreso que conduce é impele á los pueblos á cambiar de po- sición, á modificar á todo trance difíciles situacio- nes en que se desenvuelvan y á derrumbar cuanto obstáculo, por inveterado y formidable (jue sea, se oponga á su marcha. Sucesos han de surgir, ocasiones han de llegar en que el pueblo sacuda su marasmo; movimien- tos en que, estremeciéndose, encuentre rehabilita- do su vigor y comprenda en un momento dado el poderío de su supremo esfuerzo. Entonces, ¡ay de los opresores!... ¡Ay también de los que provaricíiron!... ¡Ay de todos los que so opongan al despertar del pueblo!... Enorme pretensión fuera asimismo que eso pue- blo aleccionado; que las inmensas masas de tra- bajadores que en su mayoría lo constituyen como genuina expresión de su potencia, expusieran sus preciosas vidas, entonces como en lodos liempus, para la ascensión y medro de corrompidas pandi- llas de ambiciosos, en vez de conmover lo exis- tente en convulsa y profunda agiUición por su cuenta y riesgo!... ¡Ai/ior«ie pretensión fuera quo la sacudida viril de su omnipotencia fuese contenida por nada ni por n.idio!... \Knorme pretensión que su mal comprimida cu- lera no estallase, en la esperanza fobril de las grandes reivindicaciones á que se ve impelido por la fatalidad do la historia!... ¡.\h! Si esas reivindicaciones no llegaran; si de una convulsión cualquiera no surgiesen resultados benéficos para el pueblo; si las masas eternamen- te despojadas uo ejercieran sus imperiosos é im- prescriptibles derechos, señal quo no htibrían lle- gado los tiempos y el odioso monstruo de la reac- ción podría soguir afilando sus uñas á fln de en- sayar nuevas y sangrientas series de furiosas aco- metidas!... El espíritu revolucionario do los quo sienten la santa ira contra las injusticias seculares no por eso desmayaría á través de horrorosas persecucio- nes, sino que se arraigaría aun más para minar por todos los medios los fundamentales princi- pios... El espíritu revolucioaario, que es el esfuerzo viril y prepotente de los que han hambre y sed de justicia, no morirá jamás á pesar del sañoso empeño de los concusionarios en sofocarlo. ¡Su hálito soberano producirá á su debido tiem- po opimos frutos!... No hay que dudarlo. Ue uada os ha do servir la enorme pretensión, de que el pueblo sufra y llore en la aquiescencia tan- ta infamia é ignominia... Y cuando un gobierno, sea cualquiera, y cuan- do los menos que son los privilegiados que á él siempre se estrechan, y cuando estos elementos letides corrompen y dominan á una gran parte para sus fines, para merodear, medrar y vivir, imponiéndose y burlando la opinión y las necesi- dades del cuerpo social, evitando su desenvolvi- miento y la manifestación de sus fuerzas, no es seguramente sola la causa de tan extraño fenó- meno las concupiscencias y procacidad do ciertos hombres á quienes el éxito fatal les ensoberbece y trastorna, sino las vetustas y perversas institu- ciones, la añeja podredumbre que á lodos nos in- ficiona. ¿Qué de particular tiene que resulten impoten- tes los partidos de oposición, mantenedores al fin, por su enorme prelensión, de sostener el orden social, perenne manantial de todas las injusticias, de esas mismas instituciones corruptoras y co- rrompidas de que emanan todas las infamias?... Estos son los fundamentales principios cu;, arraigo y poder ha do minar el espíritu revoluí,-. nario pi'áclico. De lo contrario, la RCAI .-ioii csLira siempre la- lente y los esfuerzo.s serán inútiles. Y es que si bien el árbol puede extender f. cundo sus frondosas ramas, esto no evita que ei gusano roedor del tronco, destruya en más ó me- nos tiempo sus aparentes y efímeros verdor y i zania... «OIOOOOOOCA SALIRSE POR LA TANGENTE. Habíanos prometido l!l Eco del Peluquero las pruebas que confirmaran su absoluta opinión D que los peluqueros, y tomamos la palabra com voz genérica de todos los que se dedioin á esl ramo en sus diferentes fases, no podían ser aná;- quico-colectivislas, y esperábamos con VERDAIHIM curiosidad ver los argumentos con ipie desarrolla- ba opinión lau atrevida cuanlo destituida de fu:;- damouto. Llegado El Eci del Peluquero del 1." de esto mes á nuestras manos, buscamos el articulo que había do rectificar nuestra creencia, y nos encon- tramos ¡oh sorpresa! cou que lejos de presentar aquellas pruebas que parecía tener en la punta D los dedos, su autor, el Sr. H., se entretenía cu una serie de divagaciones tan confusas, difusas y extrtiñas til asunto, que, francamente, llegamos á dudar si aquel epígrafe de « \ la 11ANOF.UA SOCIAL», sería un descuido tipográfico, cosa quo no tendría nada de particular. Es cierlú ijue no todos los momentos son á pro- pósito para escribir y que no siempre puede obli- garse á la pluma la obediencia á la íntoligonci Eso ha sucedido y creemos sucederá á todos LN que, sin ser escritores, tenemos la fortuna ó ia desgracia de embadurnar algunas cuartillas de papel. V la prueba de esto la encontramos en el artícu- lo en cuestión. Emocionado sin duda el Sr. IL, por

Bandera Social - ricardomellacea.info€¦ · nes so quejen, sofocando toda protesta; uuo y otro dia cada voz más denuncian y aherrojan á ta pren sa, y en su liberticida sistema

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Bandera Social Semanario Anárquico-Colectivista

C O N D I C I O N E S D E L A S U S C R I P C I Ó N

Un trimestre: una peseta en la Región Esiiañola; número suelto. 5 céntimos; pa­quete de 3o ejemplares, una peseta; para las demás Regiones, i'5o trimestre, y paque­te rSo pesetas.

Las suscripciones ac pagarán en sellos ét iS céntimos ó ea papel y letras de fácil cobro.—I,os remitidos á precios conTeneionales.

Se admiten suscripciones: en Madrid, en la Redacción y Administración de este Semanario, en Barcelona, dirigirse al Secretario del C. L. déla Federación,y en Mon­tevideo, á Zacarías Rabassa, calle del Uruguay, núm. 409.

MADRID 10 DE DICIEMBRE DE 1885.

A f t o l.—JSüm. 4 3 .

S E P U B L I C A T O D O S L O S J U E V E S

Consagrada esta publicación á la defensa de los principios anárquico colectivistas, todos lo.s obreros tienen derecho á la inserción de cuantos documentos tengan rela­ción con este (in, asi como á que se den á luz cuantos abusos y vejaciones se cometan en el taller siempre que lo garanticen con su firma.

Administración y Redacción Calle de Fuencarral, núm. 0 4 , duplicado, donde se dirigirá toda la corresoondei

á nombre del AD.MINISTRADOR. H "

Doctr ina l E N O R M E P R E T E N S I Ó N

Los políticos en sus varios matices; los podero­sos, los privilegiados, todo eso que brilla y ríe y que ocupa lo que so llama esfera gubernameutal, administrativa, esfera oficial y civil; en una pala­bra, estadistas ó representantes políticos, jurídi­cos, del orden social, orden sostenido por la fuer­za y que se funda y sustenta, en definitiva, arriba en la arbitrariedad, por la sumisión abajo; en las delicias y sibaritismo de las riquezas; on la h in -cbn/.ón del mando y en la ostentación de la como­didad y el lujo, cansa de la ruina y degradación del que sufre, tienen la eiionne prelensión, no sólo de que ese es el mejor de los mundos posibles, siuo de que los perjudicados, los oprimidos y ve-j n i o s , sufran, trabajen, aguanten y callen.. .

\Enorme pretensión que los conduce á abusar desenfrenadamente de la paciencia y educada man­sedumbre de sus víctimas; enorme pretensión que les asegura la impunidad de sus despojos, des­afueros y (;rímoncs, pretensión enorme que de día en día les da mayores bríos, nuevas alas para pro­seguir sosteniendo toda o.xplotación, conculcando todo derecho, escarneciendo toda ley y cometiendo lodo género de atropellos é infamias en la resba­ladiza pendiente del abuso y de una mal llamada legalidad, sancionada mucho más por la ignoran­cia de los sometidos y obedientes á su maldito imperio, que por el é.vito afortunado de los ambi­ciosos y soberbios que han convenido en llamarse á sí propios crema social y se defienden eu la monstruosa cuanlo insultante orgía do sus despil­farres y desaciertos!...

¡Uno y otro día pcrsigui;;! y ¡ l u r s u g u i r a a a quie­nes so quejen, sofocando toda protesta; uuo y otro dia cada voz más denuncian y aherrojan á ta pren­sa, y en su liberticida sistema do amordazar la opinión, encarcelan, y on su prurito do aniquilar ol espíritu público, hasta asesinan, de su poder y autoridad prevalidos!.. .

¡Tal es su cinismo!. . . ¡Tal es , sobre todo, la ignorancia y servilismo

de a([uellos sus subordinados y asalariados por la raquítica condición y pequenez de sus aspiracio­nes! . . . •

Los pariidos'de oposición, como que, invocando el derecho y la libertad y preconizando la sobe­ranía del pueblo, no pretenden otra cosa más quo sostener, si posible les fuera arribar al poder ese mismo orden, están muertos ya para toda reivin­dicación y represalia, envueltos como so hallan en el repugnante sudario do su historia por todo gé­nero de depravación, apostasías ó ignominias, en sus continuadas y sucesivas transacciones con las injusticias todas.

Los prohombres de dichos partidos hablan mu­cho, pero no hacen nada; gastan caudales inmen­s o s de galana oratoria en debates, asambleas y congresos en que, á su pesar, demuestran asentir y respetar legalidades tan alenlatorias sólo con

discutirlas y las cosas quedan en el mismo ser, y las arbitrariedades se perpetúan, las injusticias triunfan y preponderan encubiertas con el manto de la tranquilidad y del orden público, tranquilidad y orden que no significa otra co.sa que la desola­ción y la muerte de los pueblos: «el pais está tranquilo.» esto es , se le mata y muoie . . .

¿Y habrá de morir real y verdaderamente el país en lenta y desesperada agonía?...

¿Habrán de triunfar esos demagogos sistemáti­cos porque ridiculamente se encubran con e l an­tifaz de la moral, del orden y de la justicia?.. .

No es posible, siendo uua verdad como lo es el movimiento, esa ley ineludible del progreso que conduce é impele á los pueblos á cambiar de po­sición, á modificar á todo trance difíciles situacio­nes en que se desenvuelvan y á derrumbar cuanto obstáculo, por inveterado y formidable (jue sea, se oponga á su marcha.

Sucesos han de surgir, ocasiones han de llegar en que el pueblo sacuda su marasmo; movimien­tos en que, estremeciéndose, encuentre rehabilita­do su vigor y comprenda en un momento dado el poderío de su supremo esfuerzo.

Entonces, ¡ay de los opresores!. . .

¡Ay también de los que provaricíiron!... ¡Ay de todos los que so opongan al despertar

del pueblo! . . .

Enorme pretensión fuera asimismo que eso pue­blo aleccionado; que las inmensas masas de tra­bajadores que en su mayoría lo constituyen como genuina expresión de su potencia, expusieran sus preciosas vidas, entonces como en lodos liempus, para la ascensión y medro de corrompidas pandi­llas de ambiciosos, en vez de conmover lo exis­tente en convulsa y profunda agiUición por su cuenta y riesgo!. . .

¡Ai/ior«ie pretensión fuera quo la sacudida viril de su omnipotencia fuese contenida por nada ni por n.idio!...

\Knorme pretensión que su mal comprimida cu­lera no estallase, en la esperanza fobril de las grandes reivindicaciones á que se ve impelido por la fatalidad do la historia!...

¡.\h! Si esas reivindicaciones no llegaran; si de una convulsión cualquiera no surgiesen resultados benéficos para el pueblo; si las masas eternamen­te despojadas uo ejercieran sus imperiosos é i m ­prescriptibles derechos, señal quo no htibrían l l e ­gado los tiempos y el odioso monstruo de la reac­ción podría soguir afilando sus uñas á fln de en ­sayar nuevas y sangrientas series de furiosas aco­metidas! . . .

El espíritu revolucionario do los quo sienten la santa ira contra las injusticias seculares no por eso desmayaría á través de horrorosas persecucio­nes, sino que se arraigaría aun más para minar por todos los medios los fundamentales princi­pios . . .

El espíritu revolucioaario, que es el esfuerzo viril y prepotente de los que han hambre y sed de justicia, no morirá jamás á pesar del sañoso empeño de los concusionarios en sofocarlo.

¡Su hálito soberano producirá á su debido tiem­po opimos frutos!.. .

No hay que dudarlo. Ue uada os ha do servir la enorme pretensión, de

que el pueblo sufra y llore en la aquiescencia tan­ta infamia é ignominia. . .

Y cuando un gobierno, sea cualquiera, y cuan­do los menos que son los privilegiados que á él siempre se estrechan, y cuando estos elementos letides corrompen y dominan á una gran parte para sus fines, para merodear, medrar y vivir, imponiéndose y burlando la opinión y las necesi­dades del cuerpo social, evitando su desenvolvi ­miento y la manifestación de sus fuerzas, no es seguramente sola la causa de tan extraño fenó­meno las concupiscencias y procacidad do ciertos hombres á quienes el éxito fatal les ensoberbece y trastorna, sino las vetustas y perversas ins t i tu ­ciones, la añeja podredumbre que á lodos nos in­ficiona.

¿Qué de particular tiene que resulten impoten­tes los partidos de oposición, mantenedores al fin, por su enorme prelensión, de sostener el orden social, perenne manantial de todas las injusticias, de esas mismas instituciones corruptoras y c o ­rrompidas de que emanan todas las infamias?...

Estos son los fundamentales principios cu;, arraigo y poder ha do minar el espíritu revoluí,-. nario pi'áclico.

De lo contrario, l a R C A I . - i o i i c s L i r a s i e m p r e l a -

lente y los esfuerzo.s serán inútiles.

Y es que si bien el árbol puede extender f. cundo sus frondosas ramas, esto no evita que ei gusano roedor del tronco, destruya en más ó me­nos tiempo sus aparentes y efímeros verdor y i zania.. .

« O I O O O O O O C A

S A L I R S E P O R L A T A N G E N T E .

Habíanos prometido l!l Eco del Peluquero las pruebas que confirmaran su absoluta opinión D que los peluqueros, y tomamos la palabra com voz genérica de todos los que se dedioin á esl ramo en sus diferentes fases, no podían ser a n á ; -quico-colectivislas, y esperábamos con V E R D A I H I M

curiosidad ver los argumentos con ipie desarrolla­ba opinión lau atrevida cuanlo destituida de fu:;-damouto.

Llegado El Eci del Peluquero del 1." de esto mes á nuestras manos, buscamos el articulo que había do rectificar nuestra creencia, y nos encon­tramos ¡oh sorpresa! cou que lejos de presentar aquellas pruebas que parecía tener en la punta D los dedos, su autor, el Sr. H., se entretenía cu una serie de divagaciones tan confusas, difusas y extrtiñas til asunto, que, francamente, llegamos á dudar si aquel epígrafe de « \ la 11ANOF.UA SOCIAL», sería un descuido tipográfico, cosa quo no tendría nada de particular.

Es cierlú ijue no todos los momentos son á pro­pósito para escribir y que no siempre puede obli­garse á la pluma la obediencia á la íntoligonci Eso ha sucedido y creemos sucederá á todos LN que, sin ser escritores, tenemos la fortuna ó ia desgracia de embadurnar algunas cuartillas de papel.

V la prueba de esto la encontramos en el artícu­lo en cuestión. Emocionado sin duda el Sr. IL, por

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B A N D K R A S O C I A L

la obtención de la plaza de agente oficial de coloca­ciones, con tanto aldnco solicitada—según confe­sión pública del interesado—fuéselo ei santo al cielo y dejó correr la pluma sin cuidarse, en la preocupación de sus futuros deberes, de los bo­rrones que iba dejando y lo mucho que se m a n ­chaba los dedos.

No somos, sin embargo, tan crueles que vaya­mos á turbar los dulces ensueños, las sonrientes esperanzas del nuevo agente, copiando integro su articulo para escarmiento de los que, como el se­ñor H., tienen el aplomo de decirse enemigos de lo que no entienden.

Y no sólo no hacemos esto, sino que, en prueba de hidalguía, vamos á cumphr uua obra de mise­ricordia con el Sr. H., la de enseñar al que no .sabe, perdonándole de antemano todas sus trave­suras. El Sr. H., que no dudamos será un e.\ce-lente peluquero y un buen agente de colocaciones, no se ha preocupado de estudiar nuestras doctri­nas, así es que ha incurrido en los mismos absur­dos que la generalidad de los burgueses, al tratar, cosa á nuestro juicio e.vtraña al asunto, de com­batirlas

Oigámosle, pues, en uno de sus pasajes:

«No entraremos en la definición ó significado de la >alabra anarquía, pues siendo uno el que la dan todos os Diccionarios de la lengua castellana, sabemos no

es admitido por el partido anarquista.»

Aunque no expresa el Sr. H. cuál es el signifi­cado iírto que le dan íorfos los Diccionarios, traslú­cese la intención del articulista. Es cierto que los políticos, invirtiendo los términos, cuando se trata de la anarquía confunden la metáfora con el con­cepto real, y toman, unos á sabiendas y oíros in-couscienleiueule, el rábano por las hojas.

Tero el Sr. 11., que se dice obrero como nos­otros y que siente las mismas necosulades, debía haber tenido más rectitud para los fines de la po­lémica y haber repasado lod')s los Diccionarios an­tes quo estampar esas frases, y on ellos hubiera enconlrado la siguieute deüniciou:

. \NAKQtiÍA: s. f. Polít.: estado de un país ó población que no tiene gobierno.—Falta, carencia,supresión de toda autoridad gubernativa.—Met.; confusión de los poderes públicos, estado de desorden y perturbación.

ANARQUISTA: adj. s: partidario dc ía anarquía; el que cree que un país puede pasarse sin gobierno, con­formándose con una especie de administración.—Me­táfora: el que provoca desórdenes, tumultos.»

Si el Sr. H. hubiera conocido esta definición, ¿no es cierto que no so habría atrevido á estampar eso lie que todos los Diccionarios dan un mismo significado á la palabra anarquía?

¡Üue lásLima haya plagiado en esto al Sr. Molero! Pero este error apuntado es una pequenez com­

parado con el que so desprende del siguiente, aparte de otro de sus párrafos:

«O cada uno constituye una colectividad de la cla­se, con independencia de las demás del mismo ramo, ó es preciso nombrar comisiones de administración y

fiscalización que recoja los ingresos de cada uno y los deposite en el comité central, para repartirlos después por igual entre todos».

Usled desbarra, Sr. H., de la manera más las­timosa del mundo. Cuidado que nuoslros detracto­res han dado muchas eu la herradura y ninguna en el clavo; pero esle Irocito oá de lo más escogi­do que hemos leído.

Así, y únicamente así, nos explicamos su atre­vimiento para decir «que no son colectivistas, por-»quo saben (si no lo saben mejor que V. , no nos «extraña) que colectivismo es la remora del pro->greso».

¿En qué libro de caballerías ha leido V., Sr. H , que el colectivismo ha menester comisiones do ad­ministración y de fiscalización quo recojan los i n ­gresos de cada uno y los deposite eu el Coiniló central para repartirlos despaes por IGUAL entre todos'}

¡Qué plancha más soberana! I'stod, Sr. H., ha oído campanas; pero esas

.aipauas no locaban á coleclivismo sino á comu­nismo, lo cual, ni con muchas leguas de distancia, es io mismo.

Óiganos, señor agente. Los colectivistas, lejos de querer el reparto por igual, aspiramos á que cada uno perciba integro el producto de su traba­jo, fórmula económica la más justa que proclama la ciencia sociológica moderna, que debo V. repa­sar, siquiera por encima, para ocuparse con acier­to de estas cnostiones que hoy preocupan á los hombres pensa*lores.

El colectivismo, Sr. H., deja en completa liber­tad al oficial que ha cubierto sus necesidades ma­teriales para que pueda disponer á su antojo y como le plazca de las 40 péselas de propina que le sobran.

El coleclivismo no es el despotismo de los más

sobre los menos, ni la dictadura, ni las hnposi-ciones absurdas; lejos de ser esto, es la balanza en el fiel de la justicia, de la libertad, del derecho para todos y cada uno de los miembros de la hu­manidad.

Ya ve el Sr. H. si voluntaria ó involuntariamen­te so ha salido por la tangente.

SOOOOOOOCo

E L O R D E N

Los que comen á dos carrillos y no se ven en la necesidad de ingeniarse y esforzar su naturale­za para engullir asi, esos son acérrimos partidarios de la organización actual de la Sociedad humana.

El que viste bien y tiene cuatro ó cinco trajes cou que darse gusto y halagar su vista y la ajena, á fin de hacerse simpático á sus semejantes, ese desea que confinüe según está y aun lo defiende á capa y espada, pero contando siempre con la carne de cañón para la defensa de su vida, por­que después de todo es un cobarde.

Para los que disponen dé tiempo y dinero de sobra para la satisfacción de cuanto está en lo po­sible satisíacer, para esos no hay cosa mejor que lo existente.

Quien no traliaja ni conoce auluridatl supoiior á su voluntad y sólo S3 complace en dar rienda suelta á sus desenfrenadas pasiones, este es un enle que todo lo encuentra bien.

.'aquellos que se abonan á todo lo que les agra­da solo por el mero capriclio de [tasar el tiempo, porque ya lodo lo demás les causa empacho, aquellos se constituyen eu verdugos de ios h o m ­bres honrados, probos y laboriosos, y jiara ol^os lodo marcha a las mil maravillas y cou el orden más hermoso y perfecto.

Esos que sólo piensan eu organi/.ar y preparar fiestas nuevas, a tin de proporcionarse la mayor caalidad posible de gozo y regocijo, esos son dan­zamos oslújiidos que no ven uada de lo que les rodea, y por ounsiguieute, para ellos todo va bien.

Al que se le consiente apoderarse da la con­ciencia de su semejante y ouibrutocorle, recibien­do por ello uua retribución y uua couiodidad su ­perior á la do aquel quo so dedica á enseñarle y a hacerlo hombre úlil y digno da los demás, sólo una queja ae le ocurre, y es maldecir el progreso y la libertad; su negra conciencia lo dicla el deseo de volver á los tiempos del absolutismo.

El usurero que no se ocupa más que de mirar el alza y baja de las colizaoiouos y de observar dónde ha de clavar su garra para mejor descuar­tizar su victima, ese entiende quo no hay nada mejor ni más perfecto que el actual orden social.

Los que a costa de los demás y por el engaño escalan los más altos puestos de la Sociedad y desde alli disponen á su antojo do lo lo y ejercen su acción poderosa, aunque para ello hayan de burlarse y hacer escarnio de aquellos quo les sir­vieron do escabel para Hogar á tan alta posición, esos creen ó'aparentan creer que la Sociedad que dirigen ha llegado al grado sumo de la perfección.

Pero ¿á qué continuar pintando tipos que son el refiíutiniento del egoísmo y dol mal proceder?

Esta Sociedad, anémica por los efectos del vicio, ha llegado hasta el extremo de cambiar el sentido gráfico de las palabras.

¡Llamar orden á lo que precisamente constitu­ye el desorden en que está basada esta Sociedad!

¡Qué sarcasmo! Para estar en completa Babel no falla más sino

que esos señores se empeñen en llamar pan al agua y vino á la lechuga.

Pero el proletariado contesta á todas esas far­sas que sólo sirven de obstáculo al progreso.

¡Orden de esclavitud, orden de explotación, or­den de ignomia, atrás!

Sólo dentro de la Anarquía y del Colectivismo caben el bienestar y la paz de los hombres.

Únicamente dentro de esos dos principios ea posible la armonía que necesita la Humanidad para salvarse.

Pero para esto es necesario que desaparezca

esta corrompida y corruptora Sociedad de posee­dores y desposeídos, de farsantes y hombres hon­rados, de trabajadores y vagos, de hambrientos y satisfechos, de viciosos y virtuosos, de esclavos y tiranos, de superiores y supeditados, de verdu­gos y victimas, de sabios é ignorantes.

La Sociedad en que desaparezcan estas diferen­cias sociales resultará ordenada y mucho más perfecta que la que hoy nos rige, la cual está gan-grenada por esa úlcera cancerosa que conocemos bajo el nombre de explotación del hombre por el hombre.

Esa, y no otra, será la Sociedad del orden, de ese orden verdad que ha de dar por resultado la desaparición de la miseria y la opulencia, puntos antagónicos que sólo resultan de la diferencia de clases en que se divide la Sociedad.

Por eso nosotros refundimos todas las clases sociales en una sola do productores Ubres y autó­nomos, á fiu de que cada uno cobre el producto íntegro de su trabajo y ao ocurra lo que ahora, que una cuaria parte de la Humanidad se ha ha­bituado á vivir en la opulencia con el trabajo de las otras tres cuartas parles restantes del género humano.

C R O M O S S O C I A L E S »

E l r » r o s t a m l s t a ¡Oh, ínclitos judíos y judaizauíes, que con vuestros

ahorros ayudasteis á salir de apuros á todo el que en demanda de socorro acudió á vuestra generosa y des­interesada protección, yo os invoco á hn d e q u e vues­tra hidalguía de sentimientos, vuestra humanidad hacia el caído, vuesiro despego por los intereses mun­danos inspiren el estro mió para en mala é incorrecta prosa poder celebrar las glorias del ser más noble y más compasivo de cuantos seres compasivos y nobles han existido desde Adán hasta los fusionistas!

¡Sí; apareced sombras de los Abraiíancs, Samueles y Samuelitos, ascendientes de los Rotschiles, y ya que tuvisteis la ciencia de poseer toda la moneda, sin te­ner en vuestro poder n inguna casa de ídem, tened también la de inspirar este caletre que se ha de tragar la tierra, para que pueda dar cima á la obra de mi reconocimiento y pueda reiviu.licar para vosotros la gloria que os niegan filántropos inconscientes, almas que sólo se alimentan de ilusiones in erales, como si esto tuviera precio en el mercado de la realidad!

Vosotros, V sólo vosotros, corazones de oro, salvas­teis los Estados, los municipios, la Hacienda pública y particulares, y con magnánima solicitud aprontas­teis vuestra plata y vuesiro oro para cubrir millones de empréstitos.

Y sin embargo, la yox populi os acusa de usura y despiadadamente ha llegado á convertir el nombre preclaro de judío en sinónimo de explotador y avaro.

• * * Pero vuestras buenas acciones sólo pueden ocultar­

se á los que no ven más allá de sus narices, que por desgracia son los que más chillan. En cambio, la ge­neralidad os aplaude, y quisiera, para bien suyo, que se repitiera el milagro de los peces, y que vuestras generosas almas, fraccionadas en mil partículas, fue­ran llevadas por el viento á moralizar seres abyectos y corrompidos por la insaciable codicia del oro.

En tanto, vuestra raza varonil se fortifica y se ex­tiende, prueba concluyente é irrefutable de vuestra razón de ser.

Anque el símil no parezca muy apropiado—pero que le empleo por no tener otro á mano—vosotros, como la víbora engendra los viboreznos, habéis en­gendrado esos sucesores y continuadores de vuestra escuela, que vulgarmente se llaman prestamistas.

¡¡Prestamista!! Paño que enjuga las lágrimas; bol­sillo abierto desde las siete de la mañana hasta las doce de la noche en verano para aliviar al necesitado, especie dc casa de socorro de la miseria, donde á cam­bio de prendas que algunas veces llevan dos meses sin lavar, entregáis, casi generosamente, una fortuna en perros chicos, que suele ascender hasta la fabulo­sa cantidad de cuatro reales!

¡Prestamista! ¡Miembro de esa parte de la h u m a n i ­dad que todo lo sacrifica á la caridad y que, tratándo­se de realizar ésta, no pregunta si las prendas que lle­váis pertenecen á alguno que ha padecido enferme­dades contagiosas y que , con el mismo cuidado que si fueran suyas, os las dobla y guarda hasta de la p o ­lilla y de las cagadas de mosca.

¡Prestamista! Ser moral; moral, sí, puesto que para evitar más de cuatro calaveradas de la gente que em­peña por vicio, tiene la honrosa precaución de no en­tregar sino la séptima parte de lo que valen los obje­tos que le l levan.

* * Algo más generosas y agradecidas que sus dueños

son las prendas, que una vez que os han visitado apenas si saben estar fuera de esos templos que ha-

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B A N D E R A S O C I A L .

bitais, y vuelven y revuelven, concluyendo por paga­ros vuestros cuidados y desvelos con separarse de su verdadero dueño y quedar en vuestro poder.

¿Y dónde mejor, si en el espacio de seis meses las hacéis subir un 70 por 100 de su valor?

Sí, nadie como tu, prestamista—y dispénsala fran­queza—es verdadero protector del trabajo nacional, porque, repetimos, y lo bueno hay que repetirlo, cuando una simple americana de verano ha estado en tu casa diez ó doce veces, por poco que haya costado en la tienda, si se suma lo que la has hecho subir con tu morigerado rédito de -5 por 100, arroja ya bastan­te para comprar 1.000 ó 2.000 pies de terreno, á cén­timo el píe, al lado de los próximos depósitos de es­tiércol en Tetuan.

#

Pero no tengas cuidado, prestamista; sigue tu sen­da; el día de la justicia está próximo, y ese día ésta, si es justa, levantará un tablado donde'quepáis todos los del gremio y juntitos se os pueda ofrecer á la con­templación de vuestros protegidos.

Entretanto, dejad que poetas ramplones lleven vuestro tipo de prestamista al teatro y le presenten como el carácter de la codicia, de la lujuria, del mo­nopolio; almas menguadas que quizá sin vuestro di­nero no hubieran podido tomar la medía copa que les inspiró el argumento de su drama ó la quintilla aplaudida de fin de acto.

No os inquietéis porque trasnochados economistas, que si llegaran á ministros de Hacienda serian capa­ces de chu;'ar hasta los huesos del contribuyente, di­gan que vuestro modesto interés al capital, más que en la usura está rayando en las fronteras del robo.

Y por ijitimo, haced caso omiso de esos politiqui­llos, á quilines si no les empeñarais las capas irían con los ded>)á de los pies por el suelo, que os acusan de inmoralidad, puesto que éstos lo que sienten y lo que les hace gritar es que vuestros empeños no sean políticos y puedan con ellos alcanzar un destino en Cuba ó Ultramar.

Que vo os prometo que si algún día liego á ser con­cejal—cosa no difícil puesto que ya veis hoy se hacen estos señores de cualquier madera—lo primero que he de proponer al Ayuntamiento es que las calles donde viva un prestamista tome su nombre y si fa­llece alguno se coloque sobre su puerta una lápida dc mármol con esta inscripción:

A Q U Í V I V I Ó Y M Q R I Ó U N P R E S T A M I S T A H O N R A D O .

Y aunque no faltará quien, influido por malos con­sejos y perniciosas doctrinas, se marche instintiva­mente por la acera de enfrente creyendo deshonrarse con pasar siquiera por vuestra puerta, yo siempre la miraré con asombro recordando con orgullo que vuestra oasa fué mi ropero de las prendas de verano en invierno y de las de invierno.en verano.

U N E M P E Ñ A D O .

M i s c e l á n e a s UNA NOTICIA SIN IMPORTANCIA

Hace algunos días un obrero de nacionalidad francesa, que carecía de trabajo, inlenló poner ün á su existencia disparándose un tiro por debajo de la barba, quedando en un estado gravísimo.

La cosa es tan baladi que apenas si merece s e ­ñalarse.

¡Un obrero que se suicida aguijoneado por el hambre!

Puede continuar ol baile.

ESTA OTUA sí QUE ES IMPOSTANTE

El Sr. Sagasta, espontáneamente, sin peticicJn ni huelga por parte de los interesados, ha elevado á 15.00U pesetas el sueldo de los gobernadores.

Esto e s muy justo . ¡Pues si no les alcanzaba ni aún para pan! Si los obreros, en vez de haber aprendido un

oficio quo proporciónala utilidades á la sociedad so hubieran dedicado á gobernadores, hoy disfru­tarían esta bicoca.

Siempre fueron muy rumbosos los fusionistas..

Parece que m e falta algo—exclamaba un lepro­so en el período de convalecencia:

Asi nos sucede á nosotros. l íabíamonos acostumbrado á la lepra de Cáno­

vas, Villaverde, Mulero, ¡oh sobre todo Molero, nuestro intimo Molero, i{ue no sabemos en qué ocupará sus ocios!—y ahora no nos entíontrumos.

Y oso que no por que se haya extinguido esa lepra ha de faltarnos qué rascar con la nueva.

Al lúgubre tañido de las campanas; á las lágri­mas , las menos sinceras, las más interestidas; al quietismo forzado á que las apariencias obligan, ha sucedido una desenfrenada y vertiginosa alga­rabía entre los poseedores de los desl inos de nuestra regeneración y lo* aspirantes á regene­rarnos.

El estado burgués ha celebrado su feria, sin anuncios , sin rebaja de trenes y sin reclamos.

De todas parles de España han afluido indivi­duos y comisiones .

Todos, desinteresadamente por supuesto , han traído una esperanza: encontrar una colocación, un empleo , alguna franquicia, en fin, que los re­sarciera de los sinsabores sufridos mientras mau-daban los otros.

Y es claro, todos no han podido conseguir sus propósitos, porque aunque la olla es de dos asas, no alcanza para satisfacer á tanto hambriento como aspira á repletarse en la holganza, á costa de lo que nosotros sudamos.

Ha habido disgustos y amenazas y voces y dic­terios.

¡Oh qué cuadre más ediflcante el que ha pro-sentado la familia burguesa en estos días!

¡Cuánto descoco!

Los periódicos burgueses vienen atronándonos todos los días los oídos con los preparativos bel i ­cosos de las cucarachas del absolutismo.

Hasta en la sopa ven carlistas. Y sin embargo, ó es que esto les agrada para

sus fines particulares, ó son tan miopes que no ven el remedio.

El cual no puede ser más sencillo. Repetir lo que hizo Garlos l í l con todos los ha­

bitantes dé lo s harenes conventuales , y á los otros, hasta monacillo inclusive, dejarles sin asignacióa eo el presupuesto.

Y después que compren boinas y detentes.

Hace unos días un señor duque ha tenido la h u ­morada de regalar un oso , natural de Rusia, al ayuntamiento, creemos (¡ue fusionista, para la c o ­lección zoológica del Retiro.

¡Lástima i¡ue haya ido á buscarle tan lejos, ha­biendo tantos naturales de España!

Y aclimatados.

Por un error material apareció el número ante­rior con el 43 de orden, que corresponde al pre­sente .

En Pinseque (Zaragoza) no se constituyó el do­mingo la Mesa electoral por no haber asistido ningún elector,

¡(jué en tus i a smo por el sufragio! Pero, hombre, ¿no había por allí siquiera una

adormidera? A fin de que hubiera oficiado de entra y sal.

Publicaciones recibidas: El Tio Garrrote, de Valencia; Boletín de la Jun­

ta poética malacitana, do Málaga.

También hemos recibido la Consulta y Diclamen de los señores letrados Cumas, Pi y Margall, Pe­dregal, López Puigcerver y Ojea y Soinoza. Ma­drid, 1885. Tipografía de Manuel G. Hernández.

Los grandes infames, folleto de actuahdad escri­to en verso. Su precio, 1 real.

« . f cogf c f t '

T R I B U N A D E L T R A B A J O

Se nos ha remitido para su publicación, por la Sección do obreros en hierro y demás metales, en organización, unas bases do reglamento para que l leguen a conociinioalo del mayor número de obre­ros de dicho arle.

Helas aquí:

1 . ' Todo individuo de esta Sección se compromete ásocorrery aliviar las necesidades desús compañeros en sus múltiples fases de enfermedades, heridas, pa­ros, viajes, prisiones, persecuciones, extrañamientos ó cualquier momento de aflicción suyo ó de su fa­milia.

2." Para el cumplimiento de lo expresado abona­rá á la Sección la cuota que por acuerdo de la colec­tividad le corresponda como derrama ó prorateo, en­tendiéndose que dicha cuota no ha de exceder de me­dio jornal, en ningún caso, por beneficiar al compa­ñero para que la colectividad salga perjudicada.

También se comprometerá á prestar los servicios personales que las necesidades ó desgracias de com­pañerismo reclame.

3 . ' No existirá cuota fija ni derechos de entrada ó admisión; las Asambleas, mensual ó semanahnentc ó como la práctica aconseje, determinarán las cantida­des que tanto para gastos de propaganda, de corres-jondencia ú otras atenciones sean necesarias, no de-jiendo en ningún caso existir caja de reserva ni fon­dos que no esté acordada su distribución de ante­mano.

4 . ' Podrá fpertenecer á la sección todo obrero en hierro ú otros metales, sin reconocimientos facultati­vos ni fifiación de edad, pudiendo percibir los bene­ficios de la solidaridad sí desgraciadamente le preci­saran el primer día de inscripto y admitido como aso­ciado.

5." Para atender las necesidades del trabajador no ha de tenerse en cuenta la edad ni el sexo. Igualmen­te deben ser atendidos los asociados que sus padres, esposas, hermanos é hijos.

6." No habrá junta, comité ni individuo alguno encargado con atribuciones para juzgar los casos de socorro, correspondiendo de derecho esta facultad á la Asamblea que se celebre por la Sección.

j.' Estas bases no alteran el resto de la organiza­ción de la Sección; variarán solamente cuanto á la recaudación y fondos se refiere.

8 . ' Dentro del espíritu que anima estas bases se formulará el articulado para la prácúca que sea pre­ciso reglamentar, si es que ante la opinión de l a Asamblea hay algo reglamentable.

Como en las Asambleas, los asuntos principales, después de los administrativos, han de ser la votación de las cantidades que sean precisas, y para esto ningún individuo puede prescindir de prestar su concurso con los datos que estén á su alcance; de lo contrario habrá de conformarse con la resolución de la . \ sam-blea.

S e c c i ó n V a r i a LA JUVENTUD A N Í R Q U I C O C O L E C T I V I S T A D E V a L E N C I A Á LOS

J Ó V E N E S D E A M B O S M U . V D O S Y E N P A R T I C U L A R Á L O S D E

E S P A Ñ A .

A vosotros, víctimas de la burguesía: Salud. Después de pensar concienzudamente sobre nues­

tra funesta situación y la fatal crisis por que atrave­samos, cierto número de jóvenes de ésta hemos pen­sado en la unión á iniciación de nuestros queridos compañeros de Alcoy, para ver de propagar nuestros principios en todo nuestro planeta Tierra. No estu­vieron sordos á nuestro llamamiento los demás jóve­nes de ésta como vosotros tampoco lo estaréis, y pronto se realizó el pensamiento, uniéndose inñnidacl de jóvenes que hoy formamos un gran número.

Compañeros: Toda vez que la fatal burguesía no reconoce otro móvil que el de la fuerza, unámonos y la dominaremos por este medio, ¡unión fait le

forcé. ¡Juventud de ambos mundos, despierta ante la

Verdad! Demos el grito de ¡Emancipación! sigamos el ca­

mino que nuestros padres, ya ancianos, nos han tra­zado y nos a c L T c a r e m o s mas y más á la ansiada Re­volución social ó huelga universal.

¡Despierta, juventud explotada! ¡Observa y reflexiona sobre tu situación! ¿No se te nace insoportable tener deberes y no tener

derechos? Reflexionemos. ¿Cuántas fatigas no han pasado nuestros padres

para que no pereciésemos de hambre en nuestra ni­ñez, para poder llegar á la edad de explotación?

¿Cuántas vicisitudes no habrán pasado por nos­otros?

¿Y para qué!... La ambición de los padres sería el poder cuidar con

esmero, durante la tierna infancia, á sus queridos hijos. Luego, cuando llegaran á una edad en la cual ya tuvieran uso de razón, enviarles á un c)'.- 'io en él cual les ¡lustraran, haciéndolos hombre.-. Y por último, que cuando ya su talento se hallara algo des­arrollado, entonces, como deber suyo, que trabajaran recibiendo el producto íntegro de sus trabajos.

Mas nada de esto sucede; el cismático, el galafate burgués, priva á nuestros padres de ese gozo y la madre se ve en la necesidad de abandonar á sus hijos para poder acudir á los ingenios ó talleres donde mal­vende sus fuerzas, su vida. Ya en uso de razón las débiles criaturas, van á vender sus pequeñas fuerzas al vil burgués, que también les explota. ¿Por qué no van á una escuela? Porque sus padres, con el mísero jornal que ganan, no tienen lo suficiente para mante­nerles... ¡fiorror, compañeros; hasta la familia nos está vedada!...

Viene el estío, esa ardorosa estación en que e l bur­gués abandona la capital para ir á veranear por e l Norte, porque allí es donde está la comodidad, el fresco, la alegría... y el pobre proletario va á acom­pañar en su pauperismo á los que han quedado en l a capital; nuestro rostro desfigura ante el excesivo ca­lor, las fuerzas debilitan... y damos un paso más ha­cia la muerte.

Viene el crudo invierno, esa rigurosa estación en que el burgués parte para el Sur en busca de calor ó se encierra en an hermoso salón donde las riquezas y el gusto están reunidos, en el cual hay ricos sillones, ricas alfombras y algunas estufas para que el recinto uo pierda su calor y el burgués no sienta el frío... y el i uso pueblo trabajador continúa en su letargo, y tú lo produces y no lo disfrutas; el burgués lo usur­pa todo; para ti no queda más que miseria, hambre y el placer de mirar á tus padres que, tiritando dc frío, abandonan muy de mañanad ruin lecho donde no ba logrado calentarles sus carnes durante toda l a noche por lo mal condicionado, por no tener ricos c o l c l i o n e s n i r i c a s mantas y dirigirse e l uno h a c i a e l

t a l l e r á c a m p o p a r a s e r e x p l o t a d o , l a o t r a , q u e d e b í a

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B A N D E R A S O C I A L

quedar cuidando de su idolatrada familia, á la fábrica donde por unos míseros reales la retienen todo el día .

Aun tenemos el placer de ver más escenas agra­dables.

Vemos á nuestros pequeños hermanos que, d i r i ­giendo sus manecitas amoratadas hacia nosotros, nos miran con esa mirada desfallecida, debilitada por la falta de al imento y entreabriendo apenas sus labios, nos dicen con dolorido y débil acento: ¡pan! sí ¡pan? para ver de calentar su cuerpecito que, faltándole el al imento , siente más cl intenso frió...

¡Pan! repite con inarticulado acento. ¡ P a n ! l y de dónde? ¡Si anoche devoramos las últimas migajas! ¿cómo

puedo dároslo ahora? ¡Pobres hermanos mios! ¡Pobres padres mios que también sin al imento os

habéis marchado! ¡Qué ganas de trabajar tendréis cuando os falta el alimento!. . . ¡Y hemos de pasar sin a lmuerzo! . . . ¡sin comida!.. . ¡sin cena!... ¡Oh, qué amargo destino! Pero yo soy joven, lo puedo sopor­tar, pero ¿V mis padres? ¿y mis hermanos? Y ahora que iba á dar algún descanso á mis pad_res, viene la madre patria y se me lleva soldado! ¡Áh! ¡Maldita madre que me arrancas de la familia para hacerme instrumento de guerra! ¡Maldita Socieclad!

Compañeros )óvenes, vosotros que sabéis que no miento; vosotros que conocéis estas escenas tan bien como yo, porque se repiten muy á menudo entre nos­otros los obreros; que sabéis que son verídicas, ¿vais á ser consientes de que cont inúen y que aun pasen adelante? Sí, adelante, y si no, ¿quienes son las pros­titutas?

¡Pobres desgraciadas! Jóvenes que viéndose acechadas por el vil burgués

hasla la puerta misma de sns talleres, que les prome­te oro y dan palabra dc casamiento y ellas no descu­bren el genio engaitador que bajo de aquella levita se esconde y entregan su honor , como poca capacidad que tienen por lo poco ilustradas que están, y luego las abandonan y ya deshonradas se entregan en bra­zos de la prosti tución.

Otras, que viendo que sus padres desfallecen por la carencia del al imento y viendo que sus trabajos no producen lo suficiente para libertarlos de la muer te , entregan su cuerpo al rico burgués para que les dé dinero para sacar de la sepultura á sus queridos pa­dres . ¡Qué cara les cuesta la vida!

¡Miserables burgueses! ¡Y luego despreciáis á la pobre prostituta! ¡Ténle compasión ya que tú la has hecho!

Y nosotros, los padres futuros, ¿vamos á consentir estas barbaridades? ¿Vamos á permitir que esas esce­nas se repitan en lo sucesivo?

No y mil veces no . Compañeros jóvenes de ambos mundos , adherios

con nosotros en ht gran Federación de Trabajadores, unios como nosotros lo hemos hecho, y el triunfo es seguro y se planteará en este planeta la Anarqu ía , Federación y Colectivismo.

Hora es ya de que la juventud trabaje en pro de nuestras ideas, para que los iniciadores descansen, no vayamos á dejar la obra que cotnenzaron nuestros padres para nuestro bien, ya que ellos trabajaron y trabajan desinteresadamente por nosotros, acabémos­lo, puesto que es nuestra felicidad.

F"ormemos grupos que inicien propaganda , que lleven al hombre á la Libertad y á abolir la escla­vitud .

Hagamos que reine la Justicia en la tierra. A la unión compañeros, v veréis decrecer rápida­

mente la burguesía , la vereís enroscada y metida en un gran atolladero y salir, por úl t imo, prefulgente la Anarqu ía .

No retrocedáis por las víctimas que nos acarree la hoy poderosa y cruel burguesía, pues las víctimas son promotoras del reinado de Deber, Justicia y Moral .

| . \ la unión, juventud explotada, y saldremos del estado impotente para ser potentes!

¡Valor V paciencia todos los que sufrís persecución por la idea anarquista , que ya llegará la liquidación, y la Juventud dc Valencia te promete, burguesía in­consciente, l iquidar la cuenta que pendiente contigo tiene! . Juventud que habitas el planeta Tierra que tan mal organizado está, en nombre de la humanidad , te rogamos para tu bien el que busques la Asociación para no ser vilipendiada y explotada; para no tener deberes sin derechos, ni derechos sin deberes.

Formemos todos unidos en masa un sólo h o m b r e . Oid nuestra voz amiga, jóvenes del universo, y

romped las cadenas que os esclavizan para ser l ibres. .\sí lo esperan los que os desean salud. Anarqu ía ,

Federación v Caíectivismo, y os dan los griios de ¡Viva la Federación de Trabajadores! i Viva el cosmopolit ivismo! ¡Viva la emancipación sociall N o t a . Suplicamos á los periódicos anarquistas dc

todas las regiones la inserción del presente manifiesto.

S e c c i ó n Científ ica Túnel submarino.—Se agita en Inglaterra la idea

de construir una vía sobre tierra firme bajo el canal de San Jorge, que separa la Escocia de la I r landa, un iendo Porto-Patr ik de la primera con Donaghade •le la segunda. . ; i í

El presupuesto alzado de esta empresa se calcula

en unos 160 millones de pesetas solo para efectuar el túnel , cuya longitud deberá ser de 21 mil las ; costan­do además unos 20 millones de pesetas las entradas á una y otra parte dc las bocas de este túnel , que ha de salvar, como profundidades máximas del canal re­ferido; sobre 260 metros próximamente debajo de la superficie del mar.

La Forcita.—Bajo este nombre se presenta un nue­vo elemento de destrucción que aventaja por sus efec­tos á la dinamita , tanto en fuerza, como bajo el p u n ­to de vista económico.

P o r su naturaleza es plástico, gelatinoso y se com­pone especialmente de celulosa y nitro-gUcerina.

Es mucho menos sensible al choque que la dina­mita, y por consiguiente, más segura para trasportar­la; su estado gelatinoso permite adaptarla á todas las necesidades y huecos en que deba producir sus efec­tos, es impenetrable para el agua; su fuerza expansiva es de un 25 á un 5o por 100 superior á la de la dina­mita; y por fin, el precio de su fabricación es próxi­mamente cl mismo que el de ésta; pero como su fuer­za es mayor, resulta más económica, según dijimos al principio.

El inventor, sueco de nacionalidad, ha pedido pri­vilegio, estableciendo una fábrica de su nuevo pro­ducto.

Los resultados prácticos que se consiguen recien­temente con este nuevo producto del Sr. Sunds t rom, han merecido repetidos elogios, y entre otros, el au­torizado del general Pmrique L. Abbot , que no duda en proponer que sustituya á la dinamita en el servicio de torpedos.

La lucha de los metales.—La América del Norte sigue produciendo gravísimos trastornos en la vida industrial , minera y mercantil del viejo m u n d o .

La alarma en los mercados ingleses se pronuncia ahora á causa de la concurrencia del cobre, ante la que resulta pálida la dc la plata, á pesar dc que este metal, por su desusada abundancia, está á punto de desaparecer para la elaboración de la moneda.

En efecto, las crónicas de la nebulosa . \ lb ión re­cuerdan con pena que la tonelada dc cobre valía hace iree años 70 libras esterlinas y poco antes go, habien­do descendido últ imamente á 40, es decir, que en cuatro años ha bajado á una mitad el valor del cobre, lo que ha producido lógicamente grandes pérdidas entre los mineros de este metal, en toda Europa. La causa, como hemos dicho, reside en los Estados Uni ­dos, cuyas prodigiosas minas de todo género, que allí se descubren en grado creciente, desequilibran la evo­lución gradual de su riqueza.

Para conjurar esta crisis, se proponen las Cámaras de comercio inglesas crear un sindicato internacional de mineros que limiten la producción del cobre, evi­tando así semejantes bajas que también perjudican, qué duda cabe á los mismos norte-americanos en su desapoderada ambición de conseguir ganancias que en este caso resultan ilusorias.

[Tievista de Conocimientos Vtiles.) *

M o v i m i e n t o Obrero i Alcoy.—Los compañeros de esta industriosa ciudad

nos han mandado 3 pesetas para la continuación en el estadio de la prensa de la B a n d e r a S o c i a l . Igual cantidad nos dicen que nos remitirán todas las se­manas .

Llamamos la atención de todos nuestros compañe­ros hacia el escrito que publicamos en el presente número por la juventud anarquista a lcoyana .

¡Ojalá la juventud de todas las poblaciones siga su ejemplo!!

/ i e r ro / .—El movimiento obrero anarquista de esta ciudad se acentuará muy en breve en aquella capital, pues según nuestros informes la propaganda de nues­tros principios van á adquirir gran desarrollo.

Celebraríamos que los buenos deseos de los anar­quistas ferrolanos no se queden en proyecto.

"Palma del Tiío.—Los compañeros anarquistas de este punto nos remiten 2 pesetas de donativo para el sostenimiento de la Bandkra S o c i a l . A la vez nos co­munican que en lo sucesivo nos seguirán inandando lo que recauden para el mismo objeto, pues han apro­bado el cotizar á 5 céntimos por semana y por fede­rado, mientras dure la crisis económica que las per­secuciones de los conservadores crearon á nuestro semanar io , . -

000000000C

E F E M É R I D E S

10 Jueves, 1844.—Instálase en Francia el p r imer telégrafo eléctrico inventado por Bregnet.

11 Viernes, i83i .—Ejecución del general Torr i jos . 12 Sábado, 1808.—Napoleón decreta la abolición

del señorío jurisdiccional en España . 13 Domingo, 1642.—.\bel Tasman , navegante ho­

landés, descubre la Isla de Nueva Zelanda, en la Oceanía-

14 Lunes , 1799.—Muere Wash ing ton , primer pre­sidente dc la república de los Estados-Unidos y uno j„ 1— 1 1 •

C O : ^ R E S P O N D E N C I A A D M I N I S T R A T I V A

T r e n t o . 16 Miércoles, 1871.—La comunera Luisa Michel

es condenada á muerte . Tooijijoaxiii.

Alcoy.—J. G.—Recibidas las 17 pesetas.—C. F . — Se remitirá recibo á quien indicáis.

Fe r ro l .—J . F.—Aceptamos con gusto el q u e seái« corresponsal y se remitirá lo que pedís; se contes­t a rá .

Sabadell.—J. P.—Recibidas las 25 pesetas que ha­céis mención; se ha contestado.

Val ladol id.—C. L.—Recibida la vuestra.—Correc-ponsal .—Recibida la tuya.

Oran .—M. T.—Se hará lo que mencionáis en la vuestra y se contestará.

Jerez de la Frontera.— Corresponsal .—Recibidas las 3 pesetas.

Feliu de Guixols.—S. V.— Recibidas las 8 pesetas. Reus .—F. F.—Recibida la vuestra; se ha contes­

tado . Enguera.—J. S.—Recibidas las 5 pesetas. Monte jaque .—S. de A.—Los folletos OÍ lasjóye-

nes se han remitido; estáis en descubierto del tercer t r imestre, que empezó el i5 de .\gosto y conc luyó el i5 de Noviembre próximo pasado.

Igualada.—F. C.—No es nuestra la culpa de que no hayáis recibido números de la Bandera ; se remiti­rán otra vez.

La Pizarra .—R. H. Ch .—Se han remitido los fo­lletos; el no hacerlo antes ha obedecido á no tenerlos en nuestro poder.

S e c c i ó n de A n u n c i o s

C R Ó N I C A D K L O S

T R A B A J A D O R E S D E L A R E G I Ó N E S P A Ñ O L A

La primera serie de la Crónica de los Trabajado­res constará dc tres libros en 4.", de más de 200 pág i ­nas cada uno , al precio de una peseta el volumen.

Se repartirán cada mes de una á cuatro entregas de ocho páginas. Cada una de estas costará 5 cénti­m o s ; cl paquete de 25 entregas, i peseta.

El l ibro , con una cubierta de papel color satina­do , costará i peseta. El paquete dc 25 libros. 20 pe­setas,

P U N T O S DE S U S C R I P C I Ó N Comisión Federal . Redacción y Administración dé l a Bandera S o c i a l ,

calle de Fuencarral , n ú m . 94, Madrid. Redacción y .Administracción de Zo.í Deshereda~

dos. Sabadell (Barcelona) Círculo «La Regeneracción,» calle de San Olega­

rio, 2.—Barcelona. N. Palacios, calle de Colón, 6 .—Val ladol id . Círculo «El Cosmos,» Plaza del Clot, 3,bajo.—San

Marún de Provensals (Barcelona).

CUADERNOS D E L

C E R T A M E N S O C I A L I S T A ; C E L E B R A D O E N R E U S ;

SociKDAn C k n t r o de . \migos .—Convencidas las i Juntas y Comisiones de esta Sociedad de la dificul- "[ tad en que se hal lan la mayor parte de los obreros de j poder adquirir de una sola vez el libro del p r imer 1 certamen Socialisia, ha resuelto publicarlo por cua- i dernos de 64 páginas, al precio de 3o céntimos de | peseta cada cuaderno . ]

La Publicación se h irá en períodos regulares de i5 ó más días, al objeto de que se halle al a lcance de t o - ] dos los obreros . . j

Los pedidos pueden dirigirse eu Reas al Centro ' de .-Vmigos, Plaza C ist i l lejos; en lí^iialada, redacción dé la Federación Igualadina: en Sabadel l , redacción Ae Los Desheredados; en Barcelona, á E. Canibel l ; calle del Bou de la Plaza Nueva,, i3, 4", a compañan­do siempre el importe de uno ó más cuadernos .

B T B L I O T E C A S O C I A L Esta Biblioteca Social publicará cada quince días

un folleto de 32 páginas , rcpiCtas de lectura, en verso ó prosa, s imultáneamente, en buen papel, esmerada impresión y una elegante cubierta ilustrada con l á ­minas en cinco colores, alusivas al asunto de q u e t ra te .

Precio del ejemplar UN REAL en toda España. Acaba dc ver la luz pública el primer volumen con

cl t ítulo de

PROBLEMAS SOCIALES LA DESIGUALD.AD Y LA J U S T I C I A

por F . Salazar, con una carta del distinguido escritor T o m á s Camacho .

.K mediados de Diciembre dará á luz el segundo folleto, titulado ¡MISERIAS! por el director del ¡Ve­rán Vstedes! Tomás Camacho.

Los pedidos se dirigirán, acompañando su impor te en letra de fácil cobro , á F . Salazar ó G. Osler.— Espíri tu-Santo, 18, Madrid, y á la Administración de este Semanario, Fuencarral , 94, dupl icado.

Madrid i885.—Imprenta de Josí Gil y Navaro, Santa Engracia, 7.