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1 LOS DIAS DUROS DEL JONSISMO REDONDISTA Este segundo artículo conmemorativo del centenario de Onésimo Redondo ha de centrarse, siguiendo este esquema crono evolutivo ya trazado, en el periodo de los duros días del jonsismo, clave para entender el devenir histórico de la Falange. OSCURIDAD EN TORNO A UN PACTO A finales de agosto de 1931, las JCAH de Onésimo y el grupo en torno a La Conquista del Estado, se miraban de reojo. El que sería Caudillo de Castilla viajó aquel tórrido mes hasta Madrid, en la motocicleta de Emilio Gutiérrez Palma [1] para entablar contactos con el grupo madrileño, si bien no sería hasta el mes de octubre, cuando tiene lugar la fusión de ambas organizaciones que daría lugar a las JONS. Ramiro Ledesma, bajo el pseudónimo ya sobradamente conocido de Roberto Lanzas, deforma un tanto la visión del acuerdo. Para él, la iniciativa partió de Madrid, cuando queda demostrado que fue el vallisoletano quien viajó hasta la capital de España para acercar posturas con el grupo de Juan Aparicio y Ramiro Ledesma, entre otros. A pesar de la diferencia ideológica evidente entre ambas organizaciones (el grupo ramirista se caracterizaba por un tono radical-revolucionario, muy social, pero falto de la espiritualidad que Onésimo buscaba imprimir a un futurible movimiento político, además del fuerte localismo inicial de los castellanos, que chocaba con el expansionismo organizativo que anhelaban los de Ramiro). Las reuniones previas a la constitución de la nueva organización fueron un tira y afloja, encaminado a equilibrar la balanza de peticiones de uno y otro bando. Así las JCAH pedían para la nueva organización, el mantenimiento del nominativo “Juntas”, al que por iniciativa del propio Ramiro se añadió “de Ofensiva”, en sustitución de las antiguas “de Actuación”. El apelativo definitorio “nacional- sindicalista” fue aportación del grupo de Madrid, que anhelaba cierto vínculo espiritual con el anarcosindicalismo cenetista, pero también la materialización de los anhelos del grupo vallisoletano, que buscaba la unión de las inquietudes campesinas, patrióticas y religiosas, con un acendrado sindicalismo. Resulta asombroso que esta unión se diese entre las JCAH, que contaba ya con más de un centenar de afiliados, y La Conquista del Estado, que eran poco más de una docena directamente vinculados, y otra tanta que colaboraba, aunque sin significarse demasiado con la causa. Se optó por el triunvirato como medio para evitar fricciones y suspicacias. Tras este proceso de dotar de una identidad, se procedió a dar estructura orgánica a la nueva organización. Se optó por el yugo y las flechas, tomando por fortuna la anecdótica conferencia pronunciada por el socialista Fernando de los Ríos en 1927, si bien Juan Aparicio tuvo que intervenir a favor de este símbolo, en lugar de otros como el propuesto por Ernesto Giménez Caballero (el sol naciente) o la garra hispánica de un león, que había propuesto Ramiro. LAS JONS COBRAN VIDA A los pocos días de la aparición del manifiesto de las JONS, se deja de publicar La Conquista del Estado, sin duda por los apuros económicos por los que pasaba la revista. Libertad se erige como órgano oficial de las JONS. Como bien señala Mínguez Goyanes en su biografía ya citada Onésimo Redondo, precursor sindicalista [2], se ha perdido la documentación que podría reflejar las cifras exactas de afiliados, si bien es verdad que no debían pasar de unos pocos centenares en toda España. Las JONS fueron inicialmente el banderín de enganche de algunos antiguos monárquicos descontentos con el cariz sectario que, aún tan tempranamente, iba tomando la república, aunque serán los estudiantes católicos los que sean el alma de las JONS en estos primeros momentos. Ante tal demanda, y en unos bajos de la céntrica calle de Alonso Pesquera, instaló Onésimo Redondo las oficinas de las JONS vallisoletanas. PERSEGUIDOS Y OBLIGADOS A DEFENDERSE

Articulo inedito ivan garcia vazquez los dias duros del jonsismo redondista

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LOS DIAS DUROS DEL JONSISMO REDONDISTA

Este segundo artículo conmemorativo del centenario de Onésimo Redondo ha de centrarse, siguiendo este esquema crono evolutivo ya trazado, en el periodo de los duros días del jonsismo, clave para entender el devenir histórico de la Falange. OSCURIDAD EN TORNO A UN PACTO

A finales de agosto de 1931, las JCAH de Onésimo y el grupo en torno a La Conquista del

Estado, se miraban de reojo. El que sería Caudillo de Castilla viajó aquel tórrido mes hasta Madrid, en la

motocicleta de Emilio Gutiérrez Palma [1] para entablar contactos con el grupo madrileño, si bien no

sería hasta el mes de octubre, cuando tiene lugar la fusión de ambas organizaciones que daría lugar a las

JONS.

Ramiro Ledesma, bajo el pseudónimo ya sobradamente conocido de Roberto Lanzas, deforma un

tanto la visión del acuerdo. Para él, la iniciativa partió de Madrid, cuando queda demostrado que fue el

vallisoletano quien viajó hasta la capital de España para acercar posturas con el grupo de Juan Aparicio y

Ramiro Ledesma, entre otros. A pesar de la diferencia ideológica evidente entre ambas organizaciones (el

grupo ramirista se caracterizaba por un tono radical-revolucionario, muy social, pero falto de la

espiritualidad que Onésimo buscaba imprimir a un futurible movimiento político, además del fuerte

localismo inicial de los castellanos, que chocaba con el expansionismo organizativo que anhelaban los de

Ramiro).

Las reuniones previas a la constitución de la nueva organización fueron un tira y afloja,

encaminado a equilibrar la balanza de peticiones de uno y otro bando. Así las JCAH pedían para la nueva

organización, el mantenimiento del nominativo “Juntas”, al que por iniciativa del propio Ramiro se

añadió “de Ofensiva”, en sustitución de las antiguas “de Actuación”. El apelativo definitorio “nacional-

sindicalista” fue aportación del grupo de Madrid, que anhelaba cierto vínculo espiritual con el

anarcosindicalismo cenetista, pero también la materialización de los anhelos del grupo vallisoletano, que

buscaba la unión de las inquietudes campesinas, patrióticas y religiosas, con un acendrado sindicalismo.

Resulta asombroso que esta unión se diese entre las JCAH, que contaba ya con más de un

centenar de afiliados, y La Conquista del Estado, que eran poco más de una docena directamente

vinculados, y otra tanta que colaboraba, aunque sin significarse demasiado con la causa.

Se optó por el triunvirato como medio para evitar fricciones y suspicacias. Tras este proceso de

dotar de una identidad, se procedió a dar estructura orgánica a la nueva organización. Se optó por el yugo

y las flechas, tomando por fortuna la anecdótica conferencia pronunciada por el socialista Fernando de los

Ríos en 1927, si bien Juan Aparicio tuvo que intervenir a favor de este símbolo, en lugar de otros como el

propuesto por Ernesto Giménez Caballero (el sol naciente) o la garra hispánica de un león, que había

propuesto Ramiro.

LAS JONS COBRAN VIDA

A los pocos días de la aparición del manifiesto de las JONS, se deja de publicar La Conquista del

Estado, sin duda por los apuros económicos por los que pasaba la revista. Libertad se erige como órgano

oficial de las JONS.

Como bien señala Mínguez Goyanes en su biografía ya citada Onésimo Redondo, precursor

sindicalista [2], se ha perdido la documentación que podría reflejar las cifras exactas de afiliados, si bien

es verdad que no debían pasar de unos pocos centenares en toda España.

Las JONS fueron inicialmente el banderín de enganche de algunos antiguos monárquicos

descontentos con el cariz sectario que, aún tan tempranamente, iba tomando la república, aunque serán los

estudiantes católicos los que sean el alma de las JONS en estos primeros momentos.

Ante tal demanda, y en unos bajos de la céntrica calle de Alonso Pesquera, instaló Onésimo

Redondo las oficinas de las JONS vallisoletanas.

PERSEGUIDOS Y OBLIGADOS A DEFENDERSE

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Los jonsistas pronto comenzaron a padecer el acoso de las izquierdas y la sectaria persecución

gubernativa. En el mismo mes del nacimiento de las JONS, octubre de 1931, se producen numerosas

algaradas en la Universidad de Valladolid, entre estudiantes jonsistas y alumnos de la FUE. En Burgos, se

produjo un enfrentamiento entre cuatro jonsistas de Valladolid que vendían Libertad, y unos marxistas,

que se saldó con la imposición de una multa para los vendedores de prensa.

Ya en enero de 1932, tras los tristes sucesos de Castilblanco (Badajoz) en el que fueron

asesinados dos guardias civiles por elementos izquierdistas, fue convocada en Valladolid una

manifestación de protesta por varias asociaciones políticas, sociales y económicas de la ciudad, que un

grupo de alborotadores intentó reventar. Los jonsistas vallisoletanos intervinieron en defensa de la

manifestación y se produjeron altercados de orden público. Como señala Mínguez Goyanes, en respuesta

por estos incidentes, el 14 del mismo mes se asalta la sede de la FUE vallisoletana en la calle de Montero

Calvo, dictando el Rectorado de la Universidad la orden de cierre de las aulas durante cinco días.

Además, el gobernador civil de Valladolid había iniciado una campaña de acoso contra el diario

Libertad, al que finalmente, y tras numerosas denuncias, impulso una multa de mil pesetas, que fue

abonada a través de suscripción popular. Incluso se permitió el lujo de prohibir el acto de presentación de

las JONS de Valladolid, que iba a tener lugar el 17 de enero en el (ya desaparecido) Teatro Pradera de la

capital castellana.

Los incidentes continuarán casi semanalmente. La gota que colmó el vaso fue la disolución a

tiros de una manifestación, que carecía del permiso necesario, ya que ésta fue negada por orden del

gobernador. Como consecuencia de estos hechos, murió el joven obrero Cipriano Zarzuelo, decretándose

por parte del Gobierno Civil, la clausura la sede de las JONS, y el secuestro del número de Libertad que

aclaraba los sucesos.

LA SANJURJADA

Sobre la participación de Onésimo Redondo en el golpe de Estado del General Sanjurjo, se ha

escrito mucho, y desde conclusiones contrapuestas. Intentaremos echar luz sobre este espinoso asunto.

Siguiendo las investigaciones de Mínguez Goyanes, en junio de 1932, Onésimo visitó al

conocido Doctor Albiñana en su destierro de Las Hurdes. Esta visita partió de un jonsista de Medina del

Campo, José Rojo Nondedeu [3]. Al llegar a su destino, Onésimo entregó unas viandas al doctor, y

entablaron una conversación. A pesar de que no se puede esclarecer la circunstancia de si eran ya

conocidos o fue una cortés visita, lo cierto es que la conversación giró en torno al golpe de estado que se

estaba gestando. Ello no resultaba extraño, pues ambos eran líderes de movimientos políticos perseguidos

por la República, y al margen de su participación o no en el pronunciamiento, lo cierto es que había cierta

sintonía en aquél diálogo.

Tras el este viaje, tres meses después se produce la intentona golpista, en la que finalmente

Onésimo no participa, aunque sí permanece expectante. Se sabe que tan sólo comenta la existencia de los

preparativos a sus más íntimos. .

Ante el fracaso del mismo, comienzan las represalias republicanas: 145 deportados a la capital

saharaui Villa Cisneros, clausura de partidos políticos de derechas y secuestro de periódicos. Ledesma

pasa nada menos que tres semanas en el Penal de Ocaña. Onésimo, alertado por un Guardia de Asalto

sobre su inminente detención, es ayudado por unos amigos, entre ellos el Coronel Martín Piríz de la

Guardia Civil, que planifica con Onésimo su huída a Portugal.

EL EXILIO EN OPORTO

Eduardo Martín Alonso y Francisco Prada son los encargados de conducirle al país luso, siempre

bajo la coartada de asistir a una fiesta popular en Braganza. Pocos días después se encontrará con

Mercedes Sanz Bachiller en la localidad de Curía. Allí fueron ayudados por los jesuitas que regentaban el

balneario homónimo, en el que recibió la visita de Ramiro Ledesma, que le propuso sacar el periódico

mensual JONS, ante la inminencia de las elecciones municipales. En esta nueva aventura editorial

participaron Eugenio Montes, Santiago Montero Díaz, Jesús Ercilla, José María Castroviejo, José María

Cordero, Javier Martínez de Bedoya y José María de Areilza.

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Durante el exilio portugués, Javier Martínez de Bedoya había sido el encargado de suplir el

secuestrado Libertad (ya que tras el golpe, los dirigentes jonsistas vallisoletanos habían sido detenidos y

el periódico cerrado por orden gubernativa) con la cabecera Igualdad, de la que era director Juan Misol.

Aparte de las JONS, Onésimo había dejado, en su partida, los asuntos del sindicato remolachero en manos

de Tomás Bulnes, si bien el propio Redondo solucionaba numerosos asuntos vía correspondencia.

Entre junio y octubre de 1933, el matrimonio vivirá en Praia das Rosas, pero la grave situación

económica (se vieron obligados a vender algunas propiedades y a pedir prestado dinero) regresan a

España, donde Redondo es detenido y encarcelado, aunque puesto en libertad al cabo de un par de días.

Decide entonces presentarse a las elecciones. Busca un hueco independiente en las candidaturas

derechistas de la CEDA, pues hasta ese momento la relación entre las JONS de Valladolid y los

conservadores de Acción Popular y la CEDA no habían sido malas. Ante el veto de esta posibilidad por

parte de Gil Robles, Onésimo acude en solitario como candidato jonsista, aunque dos días antes de la

proclamación de candidaturas retiró la suya para no contribuir al triunfo marxista por la división de votos.

En noviembre, deja de publicarse Libertad, y se traslada la sede al número 12 de la calle Claudio

Moyano. En este momento se producen varios hechos que amplían el radio de acción del jonsismo: la

creación del Centro de Estudios Castellanos [4] cerrado posteriormente por orden gubernativa, y la

fundación de un sindicato triguero, y de unos “sindicatos autónomos”, dirigidos por el obrero Emilio

Gutiérrez Palma, y que según datos de Richard Robinson [5] pudieron llegar a tener 3000 afiliados, entre

los que predominaban taxistas y camareros.

FEBRERO DE 1934

Habían pasado tres turbulentos años desde la fundación de las JONS, y éstas, a pesar de su

situación, había logrado llamar la atención de un grupo madrileño situado en torno a José Antonio Primo

de Rivera: Falange Española. Cierto es que era un grupo visto con recelo por los jonsistas, quienes veían

en este grupo un exceso de literatura cuasi bohemia y ciertas dosis de señoritismo madrileño.

A pesar de estas liviandades, ambos programas buscaban la salvación de la patria, la defensa de

la catolicidad y un intento de implantar la Justicia Social que España necesitaba.

Durante el miércoles 11 y el jueves 12 de febrero de 1934 se reunió el Consejo Nacional de las

JONS para tratar el acuerdo con FE. Esta reunión, celebrada clandestinamente en el despacho de un

jonsista madrileño en la Gran Vía, había sido prohibida por el Gobierno, dictando orden de busca y

captura contra Ramiro Ledesma Ramos [6]. Al día siguiente, y tras una reunión algo tensa, se firmaba el

acuerdo de fusión entre las dos organizaciones. Había nacido Falange Española de las JONS.

NOTAS A PIE DE PÁGINA

1.- Mélida, Mónico. “Los resortes de Onésimo Redondo y los días “grises” de sus Juntas castellanas de

Actuación Hispánica”, en Aportes nº 32, XII (3/1996) p. 33.

2.- Minguez Goyanes, José Luis. Onésimo Redondo 1905-1936: precursor sindicalista. Madrid, San

Martín, 1990. p. 39

3.- José Rojo Nondedeu será la fuente de quien mane la información recogida por Goyanes en este asunto

de Albiñana.

4.- Onésimo redondo, Vida, pensamiento, obra. Valladolid, Jefatura de Propaganda de FET y de las

JONS., 1941. p. XXV.

5.- Robinson, Richard, A.H. Los orígenes de la España de Franco. Derecha, República y Revolución,

1931-1936. Barcelona, Grijalbo: 1974.

6.- Ximenez de Sandoval, Felipe. José Antonio, Biografía. Madrid: Gráficas Lazareno Echaniz, 1949. 2ª

ed. p. 228.

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FOTOGRAFÍAS

1. Onésimo paseando

2. Ramiro Ledesma, uno de los triunviros de las JONS.

3. Juan Aparicio, secretario de las JONS

4. Mitin de Onésimo Redondo