Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

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    Para

    Mario Annya

    No

    se pc rrnitc la rcprodrrccióu roral o

    parcirl

    de este libro, ni su itrcorporacióu a un

    siste¡ra

    iu[oruritico,

    ¡ri su rr¿nsmisión

    en

    crralquier

    formr

    o por

    cnalquier tneclio, ser

    éste e lcctrónico, nrecánico,

    pot

    Forocopia,

    por

    grrbación n otros tnétodos, sirr

    eJ

    perrti-

    so

    previo

    y

    por

    escrito

    de los

    ri¡ulrrcs

    del opyrigl¡¡

    Título original: Sytnbctlíst

    Art

    Traducción: Vicente

    Villacar-npa

    Cubierta:

    Glrstave Moreau,

    Sa-fo,

    poetísa

    griega (fragmento)

    A

    1972

    Thames

    and

    Hudson Ltd,

    Londor-r

    O

    Ediciores

    Destino,

    S.A.

    Consell

    de Cent, 425. 08009

    Barcelona

    P¡imera ediciór-r:

    septiembre

    1991

    Segunda

    ediciór.r:

    úr1l

    1.997

    ISBN: 84-233-2032-4

    Impreso

    en C.S. Graphics

    Impreso

    en

    Sir-rgapur

    -

    Printed in Singapore

    lndice

    (

    ]APÍTULO

    I

    Arte simbólico

    (JAPíTULO

    II

    l(omanticismo y simbolismo

    (]APÍTULO

    III

    Corrientes

    simbolistas

    en

    Inglaterra

    (

    ]APÍTULO IV

    El

    movimiento simbolista

    en Francia

    (]APÍTULO

    V

    (lustave

    Moreau

    (]APÍTULO

    VI

    lledon y

    Bresdin

    (]APÍTULO

    VII

    l)uvis de

    Chavannes

    y

    Carriére

    (]APÍTULO

    VIII

    Gauguin,

    Pont-Aven

    y los

    Nabis

    CAPÍTULO IX

    La

    Rose

    *

    Croix

    CAPÍTULO

    X

    La

    década

    de

    1890 en

    Inglaterra

    CAPÍTULO

    XI

    Los

    simbolistas

    internacionales

    CAPfTULO XII

    Rops

    y Ensor

    23

    JJ

    51

    63

    71

    81

    91

    109

    127

    1.43

    173

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    CAPÍTULO XIII

    Edvard

    Munch

    CAPÍTULO

    XIV

    Klimt y la

    Secesión

    vienesa

    CAPÍTULO XV

    El

    joven

    Picasso

    Bibliografia

    Lista

    de

    ilustraciones

    Índice de nombres

    183

    193

    201.

    209

    21,0

    214

    CAPITULO I

    Arte

    simbólico

    Arrnque

    este

    libro

    trata

    específicamente

    de un

    episodio de

    la

    histo-

    ¡ il

    del

    arte europeo,

    creo que

    al lector

    le resultará más

    fácil asimi-

    l;rr

    la

    informa,cíón

    y

    las opiniones

    contenidas

    en

    los

    capítulos

    que

    siguen,

    si empiezo

    por

    recordarle algunos

    hechos

    relacionados con

    la

    lirnción del simbolismo

    en

    general en la

    pintura y la escultura

    occi-

    dcntales.

    Esta

    recapitulación

    sería

    superflua

    si

    no

    explicara

    el triunfo del espí-

    ritn

    moderno.

    Nacido clel

    movimiento

    sirnbolista,

    lo

    rnoderno se ha

    nlostrado

    sin

    embargo hostil

    al sírnbolo

    como medio

    de

    comunicación

    visual.

    El

    auge

    del arte

    abstracto, en particular,

    ha tendido

    a centrar

    r)ucstra atención en

    la obra como

    una

    cosa en

    sí,

    identificada

    por

    corn-

    plcto con el

    proceso artístico.

    En

    cambio,

    tocla creación

    que pueda

    clasificarse

    como simbolista

    debe

    rechazar

    necesariatnente

    esa actitud,

    pues

    detrás

    de

    las

    formas y

    los

    colores que

    se

    hallan dispuestos sobre

    la

    sLrperficie

    pictórica,

    sierrrpre

    hay algo más,

    otro ámbito, otro

    orden

    de

    significados.

    Debido

    a nuestro

    rechazo

    de los procedimientos

    sirnbólicos,

    a me-

    nudo

    hallamos dificultades

    para entender

    a

    los

    viejos

    maestros; mayo-

    rcs

    dificultades,

    a decir verdad,

    que ante

    algunos pintores y

    escultores

    ( ontemporáneos

    famosos por

    las

    dificultades

    que

    plantean. Pero

    a r¡e-

    nudo

    Ia

    situación

    es otra: cree[Ios

    entender

    la obra

    de

    arte

    tal corrro se

    rcvela

    ante

    nosotros,

    cuando en

    realidad

    se nos está escapando

    la

    mitad

    tlc su significado.

    El artista

    medieval esperaba

    que sus contemporáneos

    rcconocieran de

    inmediato

    qué santo

    estaba

    representado,

    gracias

    al

    :rtributo convencional

    que acompañaba

    la

    figura.

    Pero nosotros,

    paga-

    nos modernos,

    las

    más de las veces

    nos quedamos desconcertados

    ante

    cl

    rrismo

    objeto

    que pretendía

    ilustrarnos.

    Sin

    embargo,

    en lugar

    de sur-nergirnos

    en las

    cornplejidades

    del

    sim-

    bolismo religioso

    rnedieval,

    bastará a

    mi

    propósito

    empezar por

    el

    llenacimiento.

    El arte

    renacentista,

    en efecto,

    manifiesta cualidades

    c ideas que iban

    a fascinar

    a

    los pintores

    y

    escultores

    simbolistas del

    si-

    glo xtx.

    Hallarnos,

    por

    ejernplo,

    el

    conflicto

    entre sistemas

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    ;'

    li

    t

     0

    I

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    L

    t

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    t

    2 rnRNC¡sc--o I)EL

    cossA Trirrtrlit

    dc

    Vt,tttts

    1458-1478

    un

    lenguaje que

    sc csperaba

    pudiera entender

    toda

    persona

    culta,

    sc

    rrezclan

    coll otros símbolos

    cuyo

    sienificado sólo

    se revelaría

    a los

    iniciados. Al mismo

    tiernpo,

    descubrimos

    por vez primera

    en las

    obras

    creadas por los nlaestros

    del Rcnacilliento,

    con

    Giorgione, un

    rechazo

    de la noción

    de equivalencia

    exacta

    entre el símbolo

    utilizado y

    el sie-

    nificado

    que

    se

    intenta

    expresar.

    Ahora

    el sírnbolo

    se

    convierte

    en algo

    que resuena

    dentro de la

    mente del

    espectador, y la

    propia obra

    es also

    más que Lrna

    sunla de los símbolos

    qr-re

    conliene.

    Podcmos

    observar cl

    paso de nna

    clase

    de simbolisrro

    a otra

    en

    el

    trabajo cle los rraestros

    italianos

    preocupados

    por revivir y

    reintcrpre-

    tar la imaginería

    dc la antigüedad

    pagana.

    Agostino

    di

    Duccio, al¿dor-

    nar ese extraordinario

    monurlento

    al hunanisrno

    rcnacentista

    que

    es

    el Templo

    malatcstiano

    de

    Rímini,

    aún

    cree que basta

    con arladir

    un

    símbolo a

    otro. St

    st

    Mercurio

    posec un

    significado adicional,

    ello

    se

    debe

    a

    que se le han añadido

    atributos- De

    forrna similar,

    cn los frescos

    alegóricos de Francesco

    dcl

    Cossa en el palacio

    Schifanoia

    de Ferrara,

    continuamos,

    pese

    a

    la festiva

    alegría

    de

    las

    imágenes,

    en el ámbiro

    del

    sillbolismo

    pllramente

    .

    En la

    escena que

    representa

    el

    triunfo

    de

    Venus, por ejemplo, obscrvanros

    cltrc Marte

    no sólo

    sc arro-

    t

    ,

    AcosrrNo

    Dr DUCCTo

    Mararioclespués

    cte 1450

    {r

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    Pero ya en la época en que se pintó Alegoría de la

    Prudencía se había

    operado una aproximación mucho más compleja

    y

    sutil a los problemas

    de la representación simbólica. Dicha aproximación fue analizada por

    el

    clesaparecido Edgar

    V/ind en un estudio de

    historia

    del arte, cuyo mérito

    lra sido ahora reconocido: Los mislerios paganos del

    Renacimiento.

    Wind

    comprendió que una clave irnportante para la interpretación

    de

    muchas

    cle

    las

    r¡ás

    célebres

    irnágenes renacentistas

    debía buscarse en los escri-

    tos de los filósofos neoplatónicos, como Plotino, y

    en

    la interpretación

    clue

    de

    tales

    textos

    hacían

    los

    hurrranistas

    del Renacimiento.

    Plotino,

    por

    ejernplo, define

    al

    filósofo rnístico

    como

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    manera

    que parece sugerirlo Plotino.

    (Lo

    mismo

    es

    válido para el,

    en

    apariencia menos

    complejo,

    l,Jacimiento

    de

    Venus.)

    EnIa

    Prü,nauera,

    debe

    prestarse gran atención

    al grupo

    de las

    Tres

    Gracias:

    a

    sus actitudes,

    expresiones, atavío y ornamentos, así

    como a sll mera presencia. Los

    filósofos del

    Renacimiento interpretaban las

    Gracias colrro un emble-

    ma de los tres diferentes aspectos

    del

    amor, y

    las

    nombraban

    de acuer-

    do con ellos. En la Prirnayera hallamos a

    Castitas o la Castidad, a la

    que

    el ciego

    Cupido

    arlner'ez

    con sLl darclo.

    Castitas

    se

    encuentra en situa-

    ción

    opuesta a su

    hermana

    más salvaje,

    Voluptas o

    el

    Amor

    sensual.

    Pulchritudo o la Belleza, la tercera

    de

    las

    hermanas,

    es

    menos vehe-

    rrrente, pero no

    por ello

    deja cle aproxirnarse

    a Voluptas.

    Junto

    con Mantegna,

    Botticelli

    ejerció gran influencia

    en el arte

    sill-

    bolista de últimos del siglo xIX. En lnglaterra,

    su obra fue especial-

    lnente adrnirada, y

    advertimos continuos

    ecos dc

    clla en

    las

    produccio-

    nes de Edward Burne-Jones, Aubrey

    Beardsley y

    Charles Ricketts.

    Cabe

    argumentar

    que, puesto que el significado más

    escondido de las

    grandes pinturas simbólicas de Botticelli

    se

    había perdido casi por

    en-

    tero hasta

    que en nuestros días

    lo

    redescubrió

    Wind,

    había rnás ad-

    miración

    hacia las formas inventadas

    por Botticelli que fascinación

    ha-

    cia el contenido que quiso expresar

    a través de tales formas. Pero la

    aparente

    oscuridad

    de

    algunos

    de

    los símbolos botticellianos

    no

    hacía

    sino añadirse a la riqueza de alusiones

    que

    atraíe

    a sus admiradores

    decimonónicos.

    Otro tanto podría decirse de Mantegna,

    que

    influyó

    en numerosos simbolistas franceses

    e

    ingleses,

    y no sólo a causa

    de su

    gusto por la estilización lineal, sino debido

    a

    su tendencia a dar sentido

    al menor detalle.

    Sus fonnaciones rocosas reaparecen en Moreau y

    en

    Burne-Jones, y el hermoso grupo

    de Mercurio y Pegaso, a la izquierda

    del Parnaso de Mantegna (en

    el Louvre desde 1801),

    es el

    claro

    antece-

    dente de

    grupos

    sirnilares en la obra de Picasso y

    Redon.

    Además, el neoplatonismo

    en general era casi tan irnportante

    para

    los filósofos y estetas del movimiento

    simbolista como

    lo

    había sido

    para

    los precursores

    de la nueva escuela florentina. En

    el

    ambiente

    simbolista,

    los filósofos

    en

    boga

    eran

    Hegel

    y

    Schopenhauer, ambos

    catecterízedos por un importante componente neoplatónico.

    Muchos

    simbolistas cultivaron el ocultismo, y

    el

    hermetismo

    lo consideraban

    una virtud.

    Ciertamente captamos un eco de Plotino en la formulación

    del Sár Péladan, un divulgador de las ideas

    sirnbolistas tan irnportante

    como olvidado hoy día.

    La Primauera y el Parnaso no son,

    desde

    luego,

    las únicas produccio-

    1,2

    6 aNop.¡¡

    MANTEGNA

    Parnaso

    (derallc)

    h.

    1,490-1,497

    ,D

    t

    \\

    ,\

    ó

    é

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    nes del Renacimiento

    que

    preludian

    la

    forma y contenido

    del arte sim-

    bolista

    del

    siglo xIX.

    Otra

    obra

    que

    fascinó

    a los propios simbolistas

    es

    el grabado de

    Durero

    Melancholía. Pocas

    creaciones artísticas han

    sus-

    citado tanta controversia como su adecuada interpretación.

    El título

    se

    lo

    puso el mismo artista,

    y

    así

    se planteaba

    una doble indicación

    sobre su

    significado.

    O

    sea que,

    en

    cierto modo, Melancholia se adscribe

    a

    los

    métodos tradiciona-

    les de simbolízación tal como

    se

    heredaron

    de la Edad Media,

    y

    pueden

    asignarse

    significados concretos

    al

    menos a algunos

    cle

    los

    rnuchos

    ob-

    jetos

    representados.

    Partiendo de este

    punto,

    los

    eruditos han

    escudriña-

    do las fuentes a

    su disposición, y han descubierto, por

    ejemplo, referen-

    cias a las siete artes liberales y a las

    siete

    mecánicas, tal como

    las

    clasificaba

    el pensamiento

    escolástico cle

    la época de Durero.

    Y

    también a la

    por

    entonces axiomática teoría

    de

    los

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    9 rtztRNo Anror

    sagrado

    ),

    antor profano h.

    1515-1516

    des

    tenían asimismo

    una importancia

    decisiva cn

    el

    arte simbolista.

    Si

    examinamos la

    obra

    de

    algunos

    de

    los

    sucesores de

    Giorgione, no

    tardarerrros

    en descubrir

    la

    posteridad de

    sus concepciones

    radicales.

    9

    Arnor sagrado

    y

    amor profano,

    de

    Tiziano,

    por recurrir

    a un ejernplo

    de

    inmediata relevancia,

    tiene contraída una

    gran deuda

    con Giorgione:

    indudablemente,

    reina

    en esta pintura una atrnósferarnágica

    que

    refleja

    de

    manera

    indefinible

    la

    magia

    rrrisma del

    amor.

    Y

    a

    pesar de las

    con-

    fusiones

    creadas en torno a la manera

    en que

    el

    artista

    dcscaba

    que se

    interpretara su

    obra, ésta se halla íntinamente

    vinculada

    a un

    progra-

    ma

    alegórico concreto. La

    principal razón por

    la que

    se ha

    considerado

    misteriosa

    es que el

    título

    generalmente

    aceptado

    -del

    que no

    hay

    noticia antes clel año

    1700-

    tergiversa

    el tema tratado. Lo

    que se re-

    presenta es el amor celestial y

    el

    amor humano,

    y

    la

    figura

    desnuda

    es

    la superior y no la inferior

    de arnbas, una

    y

    otra

    alegorías

    de la pasión

    castigada. La fuente

    que vemos

    es,

    claro

    está, la Fuente

    del Amor,

    e

    incluso los

    relieves

    que

    la adornan

    tienen por

    objeto revelarnos

    su inten-

    cionalidad:

    se

    azota

    a un hombre,

    a una mujer se la arrastra

    por

    el cabello,

    y

    se

    frena un caballo

    desbocado

    agarrándolo

    por las crines. El

    mensaje es

    que

    la

    carnalidad

    puede disciplinarse y tomarse

    de las riendas. El

    caballo

    constituye

    un símbolo neoplatónico

    de la pasión

    sensual.

    En la

    pintura renacentista

    y

    posrenacentista,

    es

    dificil

    scparar los

    conceptos

    de

    símbolo

    y

    de

    alegoría. La

    originalidad de los

    sirnbolistas

    del

    siglo

    xtx consistió

    en

    su propósito de

    establecer una distinción

    teórica que, en

    cierto

    modo,

    existía desde mucho antes

    en

    la práctica.

    Los

    teóricos del movimiento

    simbolista reconocían

    que el símbolo

    po-

    10

    pnono pAulo

    RUIJENs Enriqrc IV

    rccibicndo

    tl

    rcfrafo

    dc

    María dc Médicis 1622-1625

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    10/108

    día

    ser algo existente

    por

    derecho

    propio, que

    difundía

    una misteriosa

    influencia

    a su alrededor,

    y

    que

    afectaba

    a

    todo el ámbito

    en que

    se

    inscribía. Sus

    efectos no eran

    del todo

    predecibles.

    Por otra parte, en

    la

    alegoría

    tradicional

    se daba por sentado

    que el

    símbolo

    representaba

    algo racionalmente

    decidido de

    antemano: los

    objetos simbólicos

    se consideraban,

    pues, simples

    unidades de

    lengua-

    je.

    Una

    demostración

    cabal de las consecuencias

    de

    adoptar esa actitud

    respecto

    al simbolismo

    -sus

    puntos

    fuertes

    y

    sus

    puntos

    débiles-

    puede

    hallarse

    cn

    cl

    ciclo

    de María

    de

    Médicis,

    de Rubens.

    Tenemos

    aquí una

    presentación alegórica

    y halagadora

    de los

    principales

    aconte-

    cimientos

    de la

    vida

    de la reina.

    Muchos

    de los detalles

    le fueron im-

    puestos

    al

    artista

    por

    su

    cliente

    y por los consejeros

    de ésta. Así,

    una de

    las pinturas

    trata

    el tema

    de Enrique

    IV recibiendo el

    retrato de María

    de

    Médicis. Ese

    retrato

    se

    lo

    presentan al rey de

    Francia las figuras

    voladoras de

    Eros

    e Himeneo.

    Detrás,

    y

    bajo

    Ia fortna cle una

    figura

    femenina

    semidesnuda,

    se

    personifica

    aFrancia, que

    urge a Enrique

    a

    que

    lleve

    a

    cabo

    Iaalianza.

    Júpiter

    yJuno

    se

    sientan en lo alto, entre

    nubes,

    y miran abajo

    con

    aprobación.

    Mientras tanto,

    dos

    Cupidos

    retiran el yelmo

    y

    el

    escudo del

    rey, como signo

    de la nueva eru de

    paz

    que el

    matrimonio reportará

    al

    país.

    lJna

    presentación

    como

    la

    descrita

    requiere

    conftanza en

    la

    capaci-

    dad de

    comprensión

    dcl cspectador.

    Mezcla elementos

    incongruentes

    y nos rriuestra

    personajes y

    acontecimientos que

    serían imposibles en

    la

    realidad,

    en el mundo de

    las

    percepciones,

    pese a que

    la rnanera el1 que

    se

    nos

    presentan deriva

    en

    última

    instancia

    de ese

    mundo.

    (Jna

    pintura

    alegórica

    de este

    tipo es un

    jeroglífico.

    La

    leemos elemento

    por

    ele-

    mento,

    símbolo

    por

    símbolo,

    y apenas

    tenemos

    sentido

    de ella como

    un

    todo. Ni

    siquiera

    Ia sensualidad

    del colorido

    rubensiano

    y su pince-

    lada

    pueden ocultarnos

    que

    Enríque

    IV

    recibiendo el retrato

    de María de

    Médicis está

    destinado

    a ser

    leído tanto como contemplado.

    Relacionado

    con la convención

    alegórica,

    pero

    inferior en categoría

    (al menos en

    opinión

    de los teóricos

    del

    siglo xvII), está el bodegón

    Vanitas.

    A

    grandes

    rasgos, el

    auge de la

    pintura de bodegones parece

    representar, en

    la

    historia de

    la

    cultura

    europea,

    una

    respuesta más

    abierta

    a

    los sentidos.

    La

    Vanítas,

    sin embargo,

    es

    un

    bodegón

    com-

    puesto

    según

    principios simbólicos.

    Los objetos

    representados

    llaman

    la atención del

    espectador

    sobre

    su propia

    moral;

    predican

    un sermón

    sobre

    la naturaleza

    transitoria

    del

    mundo de los sentidos.

    En

    algunos

    ejemplares, el

    mensaje

    está tan

    hábilmente disimulado,

    18

    I

    I

    .¡,rcqurs

    DE

    GHEvN

    Vanitas

    que podemos

    pasarlo

    por alto fácihnente.

    No así

    en

    la

    muestra

    que

    lrcrnos

    escogido

    para ilustrar

    el caso.

    Se trata

    de Ia

    Vanitas en toda

    su

    opulencia y

    elaboración.

    La calavera

    -usual

    pero

    no

    invariablemente

    presente

    en

    las

    pinturas de este tipo-

    es un recordatorio

    moral,

    y

    las

    burbujas

    refuerzan

    el

    concepto de rransitoriedad.

    Entre los

    objetos

    ]lnontonados

    encima de Ia mesa

    encontramos

    algunos

    emblemáticos

    tlc los

    cinco sentidos.

    Aunque la realidad,

    tal

    como se presenta

    en una

    obra

    como

    ésta, es una realidad

    mucho

    rrrás

    coherente

    que la

    que halla-

    rnos en

    pinturas

    como

    Ias

    de

    la

    serie

    María

    de

    Médicis,

    el

    tratamiento

    rrbstracto

    y

    conceptual se mantiene

    dominante.

    Lo anterior

    no es

    del todo

    cierto

    en

    otras

    pinturas del

    misrno

    período.

    Por

    ejemplo,

    eI

    Paisaje

    con

    eI

    ángel apareciéndose

    a Agar,

    de 12

    Claudio de Lorena,

    fusiona el

    paisajismo con

    la pintura

    de historia,

    mediante

    un recurso genuinamente

    simbólico.

    Las

    figuras de

    Agar y

    19

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    11/108

    12

    cr¡uolo

    DE LoRENA Paisajc

    con

    tl

    óngcl

    aparctiéntlosc

    a

    Agarh.

    1670

    de su

    hijo tienen su

    eco e interpretación

    en

    los árboles entrelazados

    que

    se alzan

    detrás:

    el uno plenarnente

    crecido,

    el otro,

    todavía un arbolito.

    A

    través

    de ellos, el

    artista es capaz

    de

    decir

    algo

    acerca

    de

    la relación

    de

    la

    madre

    con su

    hijo.

    AI

    mismo

    tiempo,

    todo el

    vasto paisaje

    en

    derredor

    crea

    L1n ambiente que,

    a

    su vez,

    nattza

    nues[ra

    rcaccióu ante

    lo que

    representan las

    figuras.

    Claro está

    que si

    buscamos

    una línea continua

    en

    el

    desarrollo

    del

    arte

    simbólico,

    deberíamos

    dirigirnos a

    los paisajistas

    franceses. Sólo

    en fechas

    recientes

    se

    ha llegado

    a

    la

    conclusión, por

    ejemplo, de

    que el

    célebre

    cuadro

    de

    Watteau

    EI

    embarco

    para la

    isla

    de

    Citera, que

    debería

    13 titularse,

    rnás

    correctamente,

    Partida de

    Ia

    isla

    de

    Citera,

    es ur-ra

    obra en

    la

    que

    el

    simbolismo

    tiene

    un papel extremadamente

    importante.

    Las

    tres parejas

    de amantes

    en las que

    se pone

    mayor énfasis

    representan,

    en

    realidad, distintos

    aspectos

    de la misma pareja

    y de

    la misma

    rela-

    ción.

    Los personajes

    situados

    más

    a

    la

    derecha

    aún se

    hallan por entero

    20

    13

    1uN-nNrorNE

    wATTEAU

    Partida dc la

    isla

    dc Citctro

    171,6-1717

    bajo el hechizo de

    la

    diosa del amor. La rnujer no prcsta atención

    al

    Cupido que

    le

    está

    tiranclo dc la falda. La

    siguiente pareja está ya levan-

    tándose,

    y

    Ia tercera, que se dispone a alejarse, mira atrás

    con pesar.

    Debe admitirse, sin ernbargo,

    qure

    la

    amable ambigriedad que dio pie a

    una

    ir-rterpretación radicaln-rente

    errónea de este tema constituye

    en

    bucna

    rncdida cl cncanto dc la pintura, y

    es

    lo

    que

    la liga

    a Giorgione

    por ulla parte y al movimiento simbolista por

    otra-

    No

    es

    casual

    que

    rü/atteall

    atrajera la atención

    de

    ciertos

    artistas

    del

    entorno sirnbolista, entre ellos

    a

    Aubrcy Beardsley

    y a

    Charles

    Con-

    der.

    También

    es

    verdad que

    gracias

    a

    los

    Goncourt y

    a

    otros,

    la

    Francia

    del siglo

    xvltl cstaba

    de moda a fines

    de

    la centuria siguiente. Pero

    no

    es nlcnos cicrto quc los simbolistas reconocieron

    en

    Watleau

    a un

    hornbre

    cuyas

    intenciones estaban

    muy

    próximas

    a

    las suyas: en

    efec-

    to, había abandonado la alegoría

    convencional

    en favor

    de

    un

    uso del

    simbolismo que

    era rnás penctrantc, más

    vigoroso

    y

    más misterioso.

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    12/108

    CAPÍTULO

    II

    Romanticismo

    y

    simbolismo

    Br.r

    el estricto

    e

    histórico

    sentido

    del

    término, sólo cabe una aproxima-

    ción

    al

    simbolismo considcrándolo

    corno

    una parte

    de

    un

    todo de ura-

    vor

    alcance:

    el movimiento

    romántico.

    El

    rornanticisrno

    representa

    una

    crisis,

    una

    convulsión

    en

    el espíritu

    europeo cuyos efectos aúu se

    dcjan

    sentir

    en

    nuestros

    días.

    En

    sus

    conferencias, recogidas

    en el

    volu-

    nren

    Sonrc Sourccs

    o_f

    Rotnanlicisrrr, sir

    Isaiah tserlin se refiere a

    uun

    des-

    plazamiento dc

    la conciencia>

    que

    (partió

    la espina dorsal del pellsa-

    ruiento

    europeo).

    En

    esencia,

    la cspina

    dorsal partida

    fue la razón

    o,

    ruejor

    dicho,

    la

    crcencia, snstentada duraute largo

    ticmpo,

    en

    el poder

    rlc la razón

    hurnana para

    gobemar

    todas

    las acciones y rcsolvcr todos

    los

    problcmas.

    Entrc los rornánticos,

    por

    Llna parte

    se encendía

    la

    rebelión

    contra

    las

    rcstricciones dc

    todo

    tipo, y

    por otra urgía la

    bírsqueda de uu nttevo

    eriterio de certidumbre, una vcz

    dcstruido

    cl marco externo de

    refe-

    r-cncia

    y

    abandonado

    el

    concepto

    de orden

    inmutable.

    La

    validez

    y

    :rutoridad del mundo percibido

    objetivarnente

    había caído

    en

    la

    clucla,

    por

    1o

    qr-re inevitablemcntc

    triunfó la sr-rbjetividad.

    Ahora

    los

    hombrcs

    n riraban

    en

    su propio interior en bursca

    de una

    guía.

    De

    este

    modo

    se

    llimentó el

    llito

    del

    . Como el

    intérprete más

    destacado

    cle

    Shakespeare

    cntre los

    cle su

    generación, parecía estar

    parafraseando

    el

    monólogo

    del

    uojo

    del poeta)

    de El

    sueño de

    una

    noche de uerano.

    Pero

    esta

    formula-

    23

    4

    ctov¡¡lNI

    llATTrsrA

    pTRANESI

    Prisíón con

    ntcda colosal

    1.745

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    13/108

    ción

    no dejaba de suscitar

    controversia

    y de aparecer

    como radical en

    la

    atmósfera racionalista

    de

    comicnzos

    del

    siglo

    xvltl.

    Conviene

    tencr

    presente a

    Boclmcr cuaudo se

    conternplan

    algnnas

    de

    las

    más

    insólitas producciones

    de

    los artistas

    dieciochescos.

    Algr.rnos

    de los

    grabados de

    los artistas venecianos

    G.

    B.

    Piranesi

    y

    G.

    B. Tie-

    polo son

    notables

    por lo extraños

    qlte resultau.

    Los

    agtrafuertes de

    la

    serte Las prisioncs,

    publicados

    por Piranesi

    cn 1745, podrían

    scrvir

    para

    corroborar

    las palabras

    cle Bodmer,

    aunque es

    más

    corriente

    conside-

    rarlos cono

    los precursores

    de

    la rnadurez

    rotnáutica

    del

    siglo

    xlx.

    Históricamente

    consideradas,

    La-s prisiones

    de Piranesi pertenecen

    a

    un

    género veneciano

    bien

    arraigado, el

    capriclrc,

    ttu estttdio

    de

    arquitec-

    tr-rra

    imaginaria

    (de

    una arqr-ritectura

    real el1

    Lrr-r

    escenario

    inventado).

    IJn mpríc|rc,

    tal como lo

    entendían

    los pintores

    y dibujantes contetrrpo-

    ráneos

    de

    Piranesi, era

    Llna trasposición

    de la realidad,

    una prueba

    para

    la habilidad

    y

    la inventiva

    del artista.

    Al

    rnenos en

    Venecia,

    ias

    artes

    plásticas

    se estaban

    asirnilando a

    la rnás abstracta

    y

    autosuficiente

    de

    las

    artes, la

    música; y a

    los

    artistas, 1o mismo

    que a los mírsicos

    de la

    época,

    les preocupaba

    demostrar

    su virtuosisrno.

    Los

    capricltos cle Ca-

    naletto

    y Gr,rardi, en

    quienes

    los farrriliares

    edificios

    y monumentos

    vene-

    cianos aparecen

    en nLlevos

    emplazamientos, son

    ejercicios de ese

    tipo.

    24

    Pero

    el capricho

    tenía

    también antecedentes

    plrramente

    pictóricos.

    En

    riltirna

    instancia

    derivaba de Giorgione,

    y en particular

    dela

    Tentpes-

    t¡d. Las

    figuras

    que aparecen

    en

    dos

    series de

    agnafuertes

    de

    Tiepolo,

    1,,>s

    Capricci y los

    Sclrcrzi di_fantasia,

    unos

    y otros

    de Ia década de 1750,

    sin

    duda guardan

    relación

    con

    el

    soldado

    y la gitana

    representados

    en la

    ,tbra

    nlaestra

    dc

    Giorgionc.

    Tiepolo

    pasó

    sus

    últimos

    años

    en España,

    trabajando

    parala

    corte

    de

    cste país,

    y las

    obras qnc ejecutó

    infltryeron

    sobre

    eljoven

    Francisco

    de

    (loya.

    El

    cual, sin

    cnrbargo,

    se

    mantuvo fiel

    a

    la

    luminosa tradición

    clel

    lococó

    hasta

    la

    década

    dc 1790.

    Sólo cntonces

    cmpezó

    a

    crc-ar las

    obras

    t¡tre

    ha escogido

    la posteridad

    corno

    mís típicas

    dc

    c

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    14/108

    16

    18

    Scherzi di

    fantasía

    de Tiepolo,

    hallamos una imaginería

    tomada

    de

    la

    tradición

    popular

    sobre

    la

    brujería,

    pero también

    está presente una

    vena

    de comentario social

    y político. La tetnítíca

    general queda

    expli-

    cada en

    eI n. 43, en principio

    destinado

    a ser

    el frontispicio

    de

    la

    colec-

    ción,

    pero

    más tarde

    reemplazado por un

    autorretrato

    del artista. El

    título

    es El sueño

    de Ia

    razón produce tnonstruos,

    una frase que se aclara

    más adelante

    gracias a unas notas

    rnanuscritas contemporáneas

    aporta-

    das como

    prueba en un

    juicio,

    y

    en las que se

    lee

    que la fantasía aban-

    donada por la

    razón

    produce monstruos imposibles; pero que,

    al

    pro-

    pio tiempo, es

    la

    madre de las artes

    y el

    origen de sus maravillas.

    Más tarde Goya

    dio rienda suelta

    a sus símbolos.

    El

    irnpresionante

    Pánico del Prado es,

    desde todos los puntos

    de vista,

    una

    pintura sim-

    bólica.

    La figura

    que surge y que

    domina

    el espacio

    pictórico es

    una

    representación

    gráfica

    de cómo

    el

    pánico parece

    aumentar hasta llenar

    el último

    resquicio de la mente.

    Desde

    luego

    que

    cuanto más de cerca exarninamos

    la historia

    del

    arte romántico,

    más

    importancia

    cobra

    el

    componente

    simbólico.

    La

    l7

    n¡Nnv

    rus¡u

    La

    pesadillah. 1782

    18

    rR¡Ncrsco

    oe

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    15/108

    21

    por el

    Ártico. Pero está

    claro

    que pronto

    fue

    abandonada cualquier

    intención documental. El barco

    es

    la

    esperanza

    (hope)misma,

    que se

    va

    a pique

    en

    medio

    de

    la helada

    vastedad de

    la

    muerte y la desesperación.

    La

    pintura

    constituye un impresionante

    ejemplo del poder de Friedrich

    para lograr

    que una

    simple

    metáfora

    pictórica

    resuene en la mente,

    transformándola en un símbolo.

    Otras figuras menores entre los artistas románticos franceses

    adop-

    tan en ocasiones una estrategia

    sirnilar. Por

    ejenplo, existe una

    sor-

    prendente

    serrrejanza

    entre

    la pintura

    de

    Friedrich

    de

    la

    que

    acabo

    de

    ocuparme,

    y uno

    de

    los

    dibujos

    de Gustave

    Doré

    para ilustrar este

    texto favorito de los rornánticos que es EI dccir del vie.jo

    ntarino, de

    Coleridge.

    Hay

    tarnbién

    un parentesco con algunos de los numerosos

    dibujos realizados

    por

    el poeta

    Victor

    Hugo.

    EI sueño, aquí

    reproduci-

    do,

    muestra

    una

    concentración

    sobre una

    úlnica

    irnagen

    simbólica,

    que

    prefigura los dibujos y litografías

    de

    Odilon

    Redon.

    Pero la mayor parte dc la

    pintura

    romántica francesa

    presenta Lln

    aspecto

    algo

    distinto.

    Su

    expresión más característica

    debe

    descubrirse

    en la

    obra

    inmensa

    de

    Eugéne

    Delacroix, con

    su

    vigor,

    su

    pasión,

    su

    gusto por los gestos decisivos y extravertidos. Y

    es que

    Delacroix

    de-

    sempeñó un papel

    importante

    en el proceso

    por

    el cual

    el movirniento

    simbolista propiamente dicho

    ernergió del romanticismo. Esto

    lo

    ih.rs-

    I9

    CASPAIT

    DAVID

    FRIEDRICH

    Ill

    narfragio del

    Hopc 1821

    ]()

    CASPAR

    DAVID FRIEI)RICH

    La cntz

    cn

    las

    nonÍaíias 1,808

    21 cusr,cvE ooRÉ

    Barct¡ anlrc

    iccbargs h. 1865

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    16/108

    tra una de

    sus principales

    obras maestras, La muerte

    de Sardanápalo,

    expuesta

    en

    el Salón de

    1827.

    El tema

    está

    tomado

    cle

    un

    drama de

    Byron. El rey

    de Asiria, últirno

    descendiente de

    Semíramis, despuós

    dc

    escuchar acercarse

    a un enernigo

    al

    que es incapaz de resistir,

    se

    dispone

    a sr-ricidarsc,

    a dar muerte

    a

    toclas

    slls

    csposas

    y a destruir

    su

    tesoro.

    Contemporáneos de Delacroix,

    como

    Baudelaire

    -que

    cn

    cierta ocasión clefinió

    al artista como Lln

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    17/108

    CAPÍTULO III

    Corrientes

    simbolistas

    en

    lnglaterra

    I ;r

    mayoría

    de

    los

    historiadores

    del

    arte considera la pintura inglesa

    ,lcl

    siglo xtx como un

    callejón sin salida. Desde

    hace tiempo

    se ha

    .rdmitido

    que

    los

    artistas neoclásicos ingleses

    tuvieron

    una

    amplia

    in-

    llucncia

    en

    Europa.

    En particular Flaxman,

    bien conocido

    por sus

    ilus-

    tr¡ciones

    abocetadas

    de

    Homero. En

    cuanto

    a

    Constable,

    un artista

    de

    (

    irracterísticas

    mlry clistintas,

    causó un impacto

    considerable

    en

    Dela-

    (

    roix

    cuando

    su

    obra fue

    expuesta

    en

    París.

    Turner, por

    su parte, es

    lcconocido

    corllo un

    genio de categoría europea,

    pese a que

    el alcance

    tlc su influencia

    ha siclo objeto de

    discusión. Monet,

    que se

    trasladó

    a

    I

    trndres

    a raíz de los trastornos

    causados por la guerra

    franco-prusia-

    n:r,

    parece haber

    conocido su obra. A los

    prerrafaelistas

    suele conside-

    r:írseles

    representantes

    típicos

    de

    la

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    18/108

    27

    26

    tables y duraderas características de su influencia sobre

    otros artistas.

    Sus

    inmediatos

    sucesores

    fueron un grupo

    de

    jóvenes

    artistas

    que se

    llamaban a

    mismos

    . Entre

    ellos,

    los

    de

    mayor

    talento

    fueron

    Samuel

    Palmer y Edward

    Calvert.

    Aunque

    fascinados

    por Blake,

    no

    por

    ello dejaron

    de

    seguir una trayectoria algo distinta

    de la que aquél

    eligió. Su

    misticismo estaba más específicamente vinculado a la naturale-

    za. Ésu, era para ellos el reflejo imperfecto de

    un

    arquetipo

    divino,

    y el

    deber

    del artista

    consistía

    en descubrir ese

    arquetipo

    en el escenario que

    tenía ante

    sí,

    y

    expresarlo

    con Ia máxima

    púreza

    e

    intensidad.

    Había,

    pues, un acusado elemento de neoplatonismo en su ideario.

    En sus mejores creaciones, como por ejemplo EI manzano mágírc, de

    Palrner,

    y

    en Una

    cir.dad prínútíua,

    de

    Edward

    Calvert,

    produjeron

    unas imágenes en las

    que

    cada

    detalle se combina

    para

    intensificar la

    fuerza

    simbólica

    del conjunto.

    En

    el

    caso de

    Palmer,

    corno en

    el

    cle

    Calvert,

    la inspiración visionaria

    só1o

    duró unos pocos años, hasta

    que

    la

    Edad

    de

    Oro

    que

    el

    artista había

    creado

    en su

    rnente

    quedó

    asfixiacla

    por

    el

    materialismo de los tiempos

    que le

    tocaron vivir.

    Al principio

    pareció como si nadie

    pudiera

    perseverar en el sendero

    visionario

    en la Inglaterra de la Revolución

    industrial,

    sin sucumbir

    a

    la locura. Richard Dadd,

    por

    ejemplo,

    fue un

    pintor y dibujante menor

    que

    disparó contra su

    padre,

    por lo

    que

    se

    Ie

    confinó en un

    hospital

    de

    Bethlem

    y

    en

    Broadmoor.

    Durante

    sus

    años

    de

    internamiento

    produjo

    unas pocas obras, de

    mérito muy

    superior a

    lo

    que pareció ser

    capaz de

    crear con anterioridad.

    Entre ellas

    se

    cuenta

    la

    acuarela

    EI peñón y

    el

    castillo

    de

    la uída retirada,

    que

    adernás

    de ser emblemática de su propia

    situación,

    evidencia la deuda

    con Calvert. Tarnbién

    ejecutó algunas

    16

    EDWARD CALVERT

    I

    tna

    ciudatl

    prinitiva

    lt

    1822

    17

    snuunr-

    PALMEI{

    lll

    ntnnzano nágico

    ir 1830

    ¡rinturas

    cxtrañas

    y

    fantásticas,

    la más elaborada

    de las cuales es la enig-

    rrrática

    EI

    golpe

    lnaestro

    del

    narrador de cuentos de hadas. La pintura

    de

    29

    ('uento

    de hadas fue un género menor del romanticisrno, favorecida

    por artistas

    alemanes

    como Moritz

    von

    Schwind,

    pero

    tuvo

    significa-

    rlo

    para

    el

    futuro, pues

    cleterÍrinó

    la existencia de

    otro universo rnuy

    r'liferente, paralelo a lo cotidiano.

    La continuidad

    de

    la

    corriente

    idealista

    y

    simbólica

    en

    el

    arte inglés

    del

    siglo xlx

    vino a asegurarla,

    sin

    embargo,

    la

    fundación

    de la

    her-

    mandad

    prerrafaelista. Parte

    de

    la inspiración

    del

    prerrafaelisneo

    vino

    clel extranjero, de los

    nazarenos alemanes,

    pero

    otra

    parte

    procedía de

    Blake,

    ctrya

    influencia

    empezaba a

    revivir

    a mediados de

    siglo.

    Los

    principales miembros

    de la

    hermandad

    -Dante

    Gabriel Rossetti,

    V/il-

    28

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    19/108

    28

    ucH,cno

    oRoo

    El prñótt

    ),tl

    castillo

    dt ln t,ida

    rctirada 1861

    liam Holman

    Hrlnt

    y

    John

    Everett

    Millais-

    diferían

    entre sí en no

    pocos

    aspectos,

    y

    el

    movimiento

    que lcs unió mantuvo su cohcsión tan

    sólo

    unos años: la más generosa estimación 1o situaría entre 1850

    y 1856.

    Estos prirneros años fueron los que después se

    llamaron

    del prerra-

    faeiisnro

    lnrd

    edgc

    (r,perfilcs

    dcfinidosr),

    intensarnente visto

    e

    imagina-

    do.

    Ejen-rplos

    característicos

    soll EI rcgreso

    dc

    ln paloma

    al Arcn,

    de Mil-

    lais

    (1851),

    y El cltiutt

    cxpiatorio,

    dc Holman Hunt

    (1854).

    Rcsulta

    im-

    posible

    negar

    el

    caráctcr

    a estas dos pinturas. Cada rrna de

    ellas

    trata

    de

    resumir

    un

    área de experiencia

    y

    de

    sentiniento

    de una

    forma característicamcntc comprimida y alusiva; de

    hccho,

    ambas

    obras, que tienen poco en común

    aparte la

    meticr-llosa

    técnica

    cmplea-

    da,

    impresionan

    por

    sn economía en el uso de la irnaginería.

    Holman Hrurt iba

    a

    pennanecer fiel a esa técnica

    meticulosa,

    /¡¿rd

    cdge, característica del

    primer prerrafaelismo, el

    resto

    de

    sn larga carre-

    36

    29 RTCHARD

    DADD

    El golpc

    nta(stro dcl

    ttarrador

    tlt:

    cttctttos

    dc

    lntlas 1855-1864

    -\i

    '1

    30

    JI

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    20/108

    ra

    artística.

    Nunca evolucionó

    a lo

    que ahora reconoceríamos como

    simbolismo

    maduro,

    sino

    que

    se mantuvo

    encallado

    e

    inseguro

    entre

    Ia alegoría religiosa pasada de moda y la pintura

    de género a Ia manera

    victoriana clásica.

    Miliais, un

    pintor

    de extraordinarias

    dotes

    naturales,

    cedió ante

    el éxito y

    se

    zambulló

    en

    las

    dulzonas profundidadcs dcl

    sentimentalismo.

    Sin

    ernbargo, precisamente

    en

    la

    época en que Millais estaba apar-

    tándose de la

    órbita

    prerrafaelista,

    produjo un

    reducido

    grupo de pin-

    turas que revisten el mayor interés clesde

    el

    punto de vista

    del presente

    32

    estudio.

    Sit'Isumbras

    rddeando

    el

    río

    (1857)

    es, de

    todas

    esas obras,

    la

    que

    [renos éxito tuvo pero acaso la rnás interesante.

    Cuando

    se

    cxpuso

    en la Academia, cayó sobre ella

    un

    diluvio

    de

    improperios,

    los cuales

    no se dirigieron

    tanto a sus

    manifiestas

    torpezas

    cornpositivas,

    cuanto

    al hecho de que

    parecía

    prometer al

    espectador una

    narración

    que.

    30

    _¡onn

    EVERETT

    MILLArs

    El

    rcgreso

    de la

    palonn

    al

    Arm 1851

    31

    wtru¡H,r

    HoLMAN

    r:urlr

    E/

    chiuo espiatorio

    1854

    32

    loHN

    EVERETT MILLAIS

    Sir lsttmbras tadcnndo d río

    1857

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    21/108

    34

    desde el punto de vista

    de

    un artista

    qr.re

    iba descubriendo poco

    a poco

    su propia

    hostiliclad hacia el realismo decimonónico.

    Entre

    las más notables de estas

    produrcciones a pcqucña

    cscala,

    sc

    cuenta

    Los

    csponsales de

    sanJorge

    y la

    1:rinccsa

    Sabra,

    de 1857. Pese a su

    reducido formato, es

    una de las obras mejor conocidas de Rossetti,

    gracias

    en

    parte

    a

    la descripción que

    hizo

    dc clla sr.r corrcligionario

    prcrrafaelistaJames Smetham,

    scgírn

    la cnal era

    (co1lo

    un sueño dora-

    do

    y

    ligero,r.

    La

    sensación

    de visionaria serenidad e

    irrealidad qllc co-

    munica

    es

    de

    veras

    irlpresionantc. Los críticos

    no

    sc

    han mostrado

    remisos

    a la hora

    de

    señalar

    que

    esa sensacióu

    dcriva

    cn

    gran parte de

    la

    rnanipulación del espacio

    por el artista. La composición

    parece cstar

    constituida por

    un elevado núrnero

    cle

    pequeños

    recuadros o cornparti-

    mientos, los cuales

    dan h-rgar

    a

    violentos

    contrastes

    de

    escala.

    El

    inacabado Dantis

    Amttr, de 1859,

    muestra

    Lrn

    tratamiento aún

    más

    audaz.

    Aquí,

    Rossetti ignora

    vjrtuahlente

    cualquicr rcfcrcncia al cspa-

    cio. La figura

    de Dante flota sobre

    un terreno dividido er-r diagonal,

    colrro

    Lln

    escudo heráldico.

    Desde una de las esquinas superiores,

    Cris-

    to dirige

    su mirada

    hacia abajo

    en

    n'redio

    de

    los dorados rayos

    solarcs,

    nrientras qr-re desde la esquina

    inferior

    opuesta

    Beatriz, con slr cabeza

    rocleada por

    la luna, mira hacia

    lo

    alto.

    Es

    ésta

    Lrna

    representación sim-

    bólica

    en

    el más

    pleno

    senticlo

    del término.

    Dantis

    Amor

    es

    una obra de

    naturaleza excepcionalmente

    radical,

    incluso para Rossetti. Pero en

    la

    época

    en

    qtle fue pintada él ya

    había

    inventado

    la

    fórmula

    que,

    con las variaciones apropiadas,

    iba

    a servirle

    para el

    resto dc su

    carrera

    artística.

    La

    primera obra

    eu que hallarnos

    esta

    nueva rranera de hacer es

    Boca ltcsada

    (Borca bacinta),

    cle 1859,

    qr re

    de hecho

    fue

    la

    prirnera

    pintnra

    al óleo en

    gran formato quc

    Rossctti

    emprendía

    clesde

    Erre ancilla

    Domit'ri,

    ntteve años antes. A

    partir

    de este

    momento, elllpezaron

    a dorninar Ia

    obra

    de

    Rossetti los tctrras

    gctnelos-

    de las mr-rjeres y las

    flores.

    Estas

    pinturas,

    y

    en espccial

    las írltimas, por

    lo

    general

    han

    merecido

    el

    rechazo

    de los historiadores del

    prerrafaclismo, qr-rienes han encon-

    trado en ellas 1a prueba de

    la decadencia

    física

    y psicológica

    de Rossetti.

    Sin duda

    es

    cicrto

    que

    carecen de

    la frescura

    primaveral

    quc

    caracteriza

    la

    obra

    de

    las

    figuras

    rectoras

    del

    prerrafaelismo durante

    la

    primera

    rnitad

    de

    los

    años

    cjncuenta, pero

    con

    todo

    resultan illteresantes

    y ct-r

    ocasiones

    impresionan.

    Las

    mujeres que pinta Rossetti existen

    en

    un

    universo

    aparte; carecen

    de localización concreta en el

    espacio o

    el

    tiempo. La

    Astarte Syriaca

    de

    1877, acaso Ia obra más destacada de toda

    42

    36

    35

    37

    43

    i-5

    DANTE

    clArjnrEL

    rt()ssETTt

    Boca

    bcsadn

    I

    S59

    l,r

    serie, encierra

    rlna rllreva concepción

    de

    la

    mujer,

    que iban

    a hacer

    rrruy

    familiar

    los poetas y

    pintores simbolistas

    franceses en

    el

    curso

    dc

    l,r

    siguiente

    década.

    La_fernmefatalc,

    que tanto

    fascinó a los hombres de

    Ios

    años novellta,

    se rnanifiesta

    ya aquí

    coll

    slrs

    atributos más caracte-

    rísticos.

    A partir

    de

    1856, año

    en

    que

    la hermandad prerrafaelista

    original

    t'rrrpezó

    a

    disgregarse,

    Rossetti

    se

    vincnló

    estrechamentc,

    como

    perso-

    n:l y

    como

    artista, a dos

    hombres a los que conoció

    cuando aúrn eran

    t

    studiantes

    en

    Oxford:

    William

    Morris

    y Edward

    Burne-Jones.

    Morris era Lln buen

    diseñador

    y

    un organizador

    nato, pero

    no Lrrl

    l)intor

    nato, conlo

    pronto

    se puso de

    manifiesto.

    Sobre

    él recayó

    la

    t;rrea

    de

    encabezar la

    revuelta contra el

    materialismo

    decimonónico,

    lrrccisarnente

    en

    aquellos aspectos

    de la vida,

    corno

    el

    mobiliario de

    los

    lrogares

    de

    clase

    media,

    donde

    sus efectos eran

    más manifiestos.

    Su

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    22/108

    36 D.qNTE cABRTEL ROssETTT

    DanÍis

    auor

    1859

    influcncia sobre las artes aplicadas

    fr,re inmensa,

    y

    srl

    obra, una

    dc

    las

    fuentes

    rnás importantes

    del

    rnovimiento de

    aicance

    luriversal

    que,

    al-

    gunas

    décadas más tarde,

    se conocería

    como Art Nouveau.

    Burne-Jones,

    por su parte,

    es.el pintor más

    sobresalicnte

    de los

    quc

    se

    asociarl

    a

    la

    segunda

    fase

    del

    prerrafaeiismo. En

    buena medida

    auto-

    didacto, partió

    dcl medievalismo

    más

    bien académico

    de

    la

    hermandad

    originaria,

    para transforllarlo

    en

    algo nuevo.

    Al actr-rar

    así, a mertr-rdo

    pareció contradecir los fincs rrás

    caractcrísticos

    del prerrafaelismo.

    Existe, por ejcmplo,

    un notable contraste

    entre

    lo

    que Timothy

    Hilton

    ha

    llamado

    la democratización

    de

    la santidad

    a cargo

    de

    la hermandad

    44

    37

    DANTE

    GABnTEL RossETTr

    AsÍartt,

    S),riaca 1877

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    23/108

    prerrafaelista,

    y

    el tratamiento por

    Burne-Jones

    de

    un

    rnaterial

    mitoló-

    gico

    neuy amplio,

    la

    mayor

    parte

    de él

    no cristiano. El crítico

    francés

    Robert de

    la

    Sizeranne

    resurrre

    bien los sentirnientos que

    suscita

    Ia obra

    de Burne-Jones, cuando

    se

    refiere a

    .

    Burne-Jones

    fue

    tal

    vez el

    prirnero de

    los

    pintores

    victorianos

    que

    se

    dirigió a un pírblico

    restringido,

    de forma totalmente

    deliberada

    y

    dcs-

    de el principio

    de

    su c^rrera. Ese

    público era el

    que

    poseía suficiente

    sensibilidad

    colno para captar el mcnsajc

    quc

    cl

    artista

    sc proponía

    transmitirle.

    Con

    toda razón, se

    transformó

    en el héroe del

    movinien-

    to estético

    (Aesthetic

    Movement)

    de

    la

    década

    de 1880.

    La

    f¡nla

    de Br-rrne-Jones fue nna planta de

    crecilliento

    lento. Recibió

    un notable

    impurlso

    tras

    la apertura dc

    la

    Grosvenor Gallcry

    en 1.877,

    que

    reservaba un lugar para los artistas cuya obra Ia Royal Acadeny se

    oponía

    a que fuera expuesta.

    Hasta 1885, Ias obras de Burne-Jones l1o elllpezaron a alcanzar pre-

    cios elevados en las sllbastas. Su

    fama

    se consolidó

    merced a

    nna

    invi-

    tación

    para

    concurrir

    a la Exposición [Jniversa] de París de 1889, don-

    de

    fuc galardonado con urla medalla

    de

    priurera clase;

    y

    gracias

    también

    a

    la

    presentación

    de

    la

    serie

    de la Rosn silt,cstrc en la galería

    Agnew, de Londres,

    en

    1890.

    Por

    esta

    razón,

    y

    también

    por

    su

    directísima

    influencia

    sobre

    los

    artistas

    rnás

    jóvenes,

    en

    Inglaterra y fuera

    cle

    ella,

    parece

    mejor

    aplazar

    para

    un

    capítulo posterior el tratamiento

    detallado de

    la

    obra de

    Burne-

    Jones.

    Pero

    no debe

    olviclarse que

    desde cl

    principio

    rlismo dcl movi-

    rniento sirnbolista, los

    círculos artísticos

    de

    París conocían

    bien

    a

    Bnr-

    ne-Jones y estaban al tanto de

    1o

    que

    hacía. Fue sin duda uno

    de

    los rnás

    destacados creadores del

    arte finisecular.

    EI otro

    nombre

    inglés mencionado coll

    rcvcrcllcia cn los círculos

    38-40 progresistas parisinos

    cra cl dc

    George

    Frederick

    'V/atts.

    En

    este

    mo-

    mento concreto,

    'V/atts

    plantea un problerna

    al

    historiador

    del

    arte.

    Muchas de

    las

    sólidas

    reputaciones victorianas en

    el

    terreno artístico

    son

    hoy día

    objeto

    de revalorización, pero no la de'V/atts, pese a que

    a

    cornienzos

    de nuestro

    siglo

    no

    sólo

    era

    bien

    conocido en París,

    sino

    celebrado

    en la propia Inglaterra, donde no se le regateaban los mayo-

    res elogios.

    Al igual quc Burnc-Jones,

    'Watts

    era autocliclacto, y lo rnisrno que él

    su fama creció clespacio.

    Expuso

    por vez

    prirnera

    en

    la

    Royal

    Academy

    en

    1837,

    cuando contaba

    sólo veinte años, pero hasta que transcurrie-

    ron

    aproxirnadamenle

    veinte

    más

    no se

    convirtió

    en

    un concurrente

    rrsiduo.

    Mientras

    tanto,

    en 1842

    obtuvo

    el

    primer

    prerlio

    en el

    concur-

    so

    para la

    decoración

    del Parlamcrlto,

    y

    otro prirler

    prerlio

    en

    el

    se-

    gundo

    cor-rcurso,

    convocado

    en 1846.

    En 1867,

    fue

    nombrado

    sucesi-

    vamente

    miembro

    asociado

    y numerario

    de la

    Royal Acaderny.

    Sin

    crnbargo,

    nllllca

    se identificó

    por

    completo

    con

    el artc

    oficial.

    Estuvo

    estrechamentc

    vinculado

    a

    la

    Grosvenor

    Gallery

    dcsde

    el tnomento

    rnismo

    de sr-r fr-rndación,

    y

    pesc

    a qlle su fama

    fue

    extendiéndose,

    con-

    servó

    el

    prcstigio

    de

    ser

    un

    artista

    para intclcctuales.

    Su gran

    simpatía

    personal hacia

    los

    gigantcs

    de

    la

    literatura victoriana

    -pintó

    rctratos

    de la

    mayoría

    de

    cllos,

    y dcdicó

    nn

    culto

    especial

    a

    Tcnnyson-

    sin

    duda

    cor-rtribuyó

    a

    crearle aquella

    reputación.

    'v/atts

    manifestaba

    con total

    claridad

    quó

    propósitos

    artísticos

    le

    ani-

    rnaban.

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    24/108

    I

    t

    f.

    ¡:

    .

    ta.

    .

    ::-

    i()

    C;EOIIGE

    FREDERIcK

    wATTS

    l:l

    onor

    ),

    la

    ntttt'rtc 1887

    40 c;rctnc;¡

    FREDEtucK

    IvATTS

    El

    Mittotattro

    h.

    1877-1886

    lén,

    están

    revestidos

    de r-rn

    significaclo quc

    es Lrna

    parábola...

    A

    los

    tonos

    'rás

    corrientcs

    les

    confiere

    algo

    q'e cstá

    'rás

    allá

    de

    sn fr-rerza

    ordinaria. r¡

    Pasando

    dc los

    excesivos

    halasos

    de sus

    conternporáneos

    a las

    pintu-

    ras de

    Watts tal

    como

    han

    ilegado

    hasta nosotros,

    ¿qué

    descubrillos

    en

    ellas? Es

    cierto

    que

    rcsrlta

    dificil

    cornpartir

    cl c'tusiaslro

    dc

    esos corl-

    temporáncos

    por sus

    dotes corno

    colorista.

    watts cra

    un entusiasta

    de

    Tiziano,

    pcro

    comparadas con

    las

    obras

    de

    los

    grandes vcnccianos,

    las

    pintr.rras

    dcl inglés

    parecen

    borrosas

    y deslucidas.

    Se

    advierrc,

    no

    obs-

    tantc,

    un

    sostcnido

    esfuerzo

    para

    exprcsar

    ideas cornplejas

    en una

    for-

    rna

    pictórica

    honrada. El

    Minofauro,

    por

    ejernplo,

    es un

    tributo

    carac-

    terísticamente

    elíptico al

    periodista

    V/.

    T.

    Stcad.

    A

    V/arts lc había

    irn-

    presionado mucho

    el famoso

    texto

    de

    Stead

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    25/108

    cellas de

    la moderna Babiloniar, que revelaba hechos relativos a

    la

    prostitución

    en

    Londres.

    Más

    típicas de

    la obra de'V/atts, considerada

    en str

    conjunto. son

    38-39

    corlposicioncs

    talcs corno

    E/

    tnorndor dcl inlcrior y

    El

    atnor

    y

    Ia rnttertt.

    Su

    suavidad

    marchita abona en alguna medida la aseveración de Mac-

    Millan de

    que

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    26/108

    88

    renuncia

    a

    la idea

    de progreso,

    tanto espiritual

    como material, que

    venían

    sosteniendo

    los intelectuales

    desde

    el siglo

    xvlll.

    Esta idea esta-

    ba

    particularmente extendida

    y mostraba

    especial vigor en el período

    en que Fluysmans

    publicó

    sus

    dos

    libros más influyentes,

    y constituía

    el núcleo

    del talante que

    por

    entonces prevalecía,

    y que se identificaba

    con el

    racionalismo científico.

    En líneas

    generales, el satanismo

    de Lá-bas estuvo

    enla raíz del inte-

    rés de

    los simbolistas

    por el ocultismo

    y

    el

    hermetismo.

    Joséphin

    Péla-

    dan, el

    más pintoresco de

    los

    propagandistas

    del simbolismo,

    autor cle

    Le

    uice suprAme,

    una novela

    repleta

    de

    elementos

    decadentes

    que

    se

    publicó el

    mismo año que

    A reltours,

    había penetrado

    tan hondamente

    en

    las ciencias ocultas

    corro el propio

    Huysmans. Pero

    hubo

    un

    período

    en el que

    ambos se encontraron

    enfrentaclos en

    un

    conflicto

    mágico

    que,

    al parecer, uno

    y otro tomaron

    muy

    en serio.

    Péladan, al

    igual

    que

    otros

    simbolistas,

    nunca siguió

    hasta el final el

    ejernplo de

    Huysmans

    en su

    conversión

    a la ortodoxia cristiana.

    Junto

    a

    este

    interés por lo espiritualmente

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    27/108

    haber servido de modelo principal a Huysmans

    para

    el

    personaje

    de

    Des Esseintes,

    protagonista de

    A rebours,

    iba a inspirar más adelante a

    Proust

    el

    barón cle

    Charlus.

    El

    hecho

    de

    que el

    decadentismo,

    el dandismo y el esnobismo pue-

    dan

    definirse a

    menuclo

    en términos de

    rechazo,

    tanto

    si

    participan de

    algún acontecimiento como

    si

    los

    asurne

    algún individuo

    en

    concreto,

    llama la atención

    sobre

    los

    aspectos en

    general negativos del clima

    emocional del simbolis-o.

    Éste era una manera de decir

    (no))

    a

    rrLr-

    chas

    cosas

    contemporáneas. En

    particular, fue una

    reacción no

    sólo

    contra el moralisrno

    y

    el

    racionalismo, sino también contra

    el

    groscro

    materialismo

    que

    prevalecía en la

    clécada cle

    1880. En el rnás estricto

    sentido literario,

    constituyó Llna

    protesta

    contra las opresivas cloctrinas

    del naturalismo,

    representaclas

    por un

    novelista

    como Zola;

    l.nientras

    que

    desde el

    punto

    de vista

    político

    podría considerarse una reacción

    tardía a la aplastante derrota sufrida

    por

    Francia

    en

    la

    guerra franco-

    prusiana, y al enfrentamiento civil de

    la Comuna,

    que

    siguió

    a aquel

    episoclio.

    Pero

    -y

    ello

    resulta

    bastante paradójico- esta rebelión clan-

    dy contra

    el materialismo, este repliegue a la torre de rnarfil

    -corno

    atestiguan las palabras de

    Mallarmé:

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    28/108

    ble en sí

    mismo,

    genera una reacción

    en

    la psique);

    la noción de que

    el

    arte

    existe

    junto

    al mundo

    real

    más

    bien que en medio de

    él;

    y la

    prefe-

    rencia

    por

    la

    síntesis en oposición al análisis. La síntesis

    es

    un concepto

    simbolista particularmente importante:

    implica un esfuerzo para

    com-

    binar

    elementos

    tomados del mundo real,

    o

    incluso

    prestados

    de

    otras

    obras de arte, a

    fin

    de

    producir una realidad separada, diferente

    y desde

    luego

    autosuficiente.

    Además de

    ser

    la influencia

    estilística

    y

    teórica rnás poderosa

    aI

    aI-

    cance de los

    jóvenes

    escritores

    simbolistas,

    Mallarmé aportó también

    un

    foco

    personal

    al

    movimiento,

    con

    sus

    recepciones

    de

    todos los

    mar-

    tes en su piso

    de

    la rue

    de Rome. Todo el que era alguien

    en

    los

    círcu-

    los simbolistas acudía a

    ellas.

    Pero

    en

    lo relativo

    a las artes plásticas, las

    simpatías de Mallarmé de ningún modo

    se

    dirigían

    exclusivamente a

    quienes profesaban

    doctrinas

    afines

    a

    las

    que

    él mismo

    sustentaba en

    literatura. Mantenía amistad

    con V/histler

    y con

    Redon,

    colllo vere-

    mos, y conoció a

    Gauguin

    y a Edvard

    Munch.

    Sin embargo, la

    amis-

    tad

    rnás

    estrecha que le unió a un pintor fue

    ir-rdudablemente la

    que

    tuvo con Édouard Manet,

    uno de

    los fundadores del impresionismo.

    44

    eovRtro

    MUNCH

    Stéphane

    Mallarnté

    1896

    45

    p,rur

    cAUcurN

    Stéphanc

    Mallarnú

    El

    retrato que Manet hizo de Maliarrné

    es

    más

    sutil

    e

    íntimo que

    los

    43

    ejecutados

    por

    Munch y

    Gauguin, pese a

    que

    éstos constituyen nota-

    44,

    bles ejemplos

    de

    la

    interpretación

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    29/108

    46 fue Paul Verlaine.

    En

    la década

    de

    1880,

    Verlaine

    fue retornando gra-

    dualmente

    al ambiente

    parisino, del que

    había desertado

    tras el

    escándalo

    de su vinculación

    homosexual

    con Rimbaud,

    y

    su

    subsiguiente

    encarcela-

    miento

    en

    Bélgica.

    Su

    pintoresca

    y

    sórdida trayectoria

    vital

    le

    valió

    una

    grarl

    ecept^ción

    entre decadentes,

    y el efecto

    que

    produjo entre ellos se

    vio reforzado

    por

    una

    serie de ensayos

    Les poétes

    rnaudits

    (Los

    poetas

    maldí-

    tos), entre

    los

    que

    incluía a

    Mallarmé y a sí

    misrno. También

    su poesía

    tenía que

    aportar su

    contribución,

    con su

    frecuente

    dependencia

    de unio-

    nes de

    palabras

    y frases

    más sugestivas que

    específicas.

    Pero algr-rnos poe-

    mas

    son bastante específicos,

    y

    entre ellos

    el

    famoso Art

    poétiEte, escrito

    en

    1.874,

    durante

    su prisión

    en

    Mons, y

    publicado

    en 1882. Se

    trata de un

    manifiesto

    simbolista

    más resumido,

    más memorable

    y más

    efectivo

    que

    cualquiera

    de

    los formulados

    por Moréas:

    Car

    nous

    uoulons Ia Nuance

    encor,

    Pas la

    Couleur,

    rien

    qr,te

    Ia

    ntnnce

    Oh la nuance seulefance

    Le

    rAue

    au r?ue et Ia

    JIúte

    au cor

    (Pues

    seguimos deseando

    el

    Matiz;

    no

    el

    Color,

    ¡sólo

    el

    matiz

    ¡Oh,

    sólo

    el

    matiz

    casa

    el sueño con el sueño

    y

    la flauta

    con el

    cuernol)

    Al

    mismo tiempo, debe admitirse

    que

    Verlaine parece

    haber

    conside-

    rado algo

    cómica,

    aunque halagadora,

    la adoración de

    su

    nueva gene-

    ración

    de seguidores. Es una conversación,

    se

    refirió a ellos

    como

    , un término que

    encantaba a Gauguin,

    que

    también

    se

    vio

    convertido

    en objeto del entusiasmo desprovisto

    de

    humor de los inte-

    lectuales simbolistas.

    Si

    hombres de genio como

    Mallarmé y

    Verlaine alimentaron

    con su

    inspiración el simbolismo

    literario,

    el

    movimiento

    como

    tal

    fue

    fruto

    de

    la

    elaboración

    de escritores de

    menos

    talento. Fueron

    típicos

    indivi-

    duos

    como

    Gustave

    Kahn, el

    inventor

    deI uers libre y fundador

    y

    redac-

    tor

    jefe

    de

    La

    uogue,

    una revista que (como él proclamara más

    tarde)

    jamás

    contó con

    más

    de sesenta

    y cuatro suscriptores;

    y É,douard

    Du-

    jardin,

    redactor dela Reuue indéTtendante

    y

    corredactor dela Reuue wag-

    nérienne.

    Dujardin era el

    más ciegamente entusiasta seguidor de

    Mal-

    Iarmé, y

    el

    poeta lo define, con un toque de

    impaciencia,

    como

    .

    El pintor

    de

    58

    46

    EUGÉNE

    c,q.RRrÉR¡

    Paul

    Verlaine h. 1896

    sociedadJacques-Émile

    Blanche,

    que

    también conoció

    a

    Dujardin,

    re-

    coge regocijadamente en sus memorias que el otrora simbolista acabó

    como

    (seguidor

    de

    Lenin>.

    LJn

    terreno

    en el que

    los literatos afiliados al

    simbolismo ejercieron

    una

    notable influencia

    fue

    la crítica de arte. Defendían

    a los

    pintores

    y

    escultores

    que

    parecían

    trebajar

    de

    acuerdo

    con sus

    principios, y llama-

    ban la atención sobre

    ellos. Cualquier

    artista

    del

    que se ocuparan

    tenía

    asegurada

    una reducida

    pero ruidosa claque.

    La

    exposición

    más

    clara

    de

    la

    doctrina simbolista

    aplicada a

    las artes

    plásticas

    se

    encuentra en el artículo de Albert Aurier

    sobre

    Gauguin,

    aparecido

    en

    el

    Mercure de

    France en

    1891.

    Aurier

    consideraba que

    la

    obra de

    arte

    debería

    ser:

    1. Ideatiua,

    puesto que

    su único propósito

    habría

    de

    ser

    la

    expresión

    la

    Idea.

    2.

    Simbolísta,

    puesto

    que

    debe

    expresar

    esa

    idea

    en

    formas.

    3. Sintética,

    puesto que expresará

    esas ideas

    y signos

    de

    una manera

    que resulte

    comprensible

    para Ia

    rneyoría.

    59

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    30/108

    4.

    Subjetiua,

    puesto

    que

    el tema

    tratado nunca

    deberá considerarse

    un mero objeto,

    sino la

    traducción de

    una

    idea

    por el

    sujeto.

    5. Decoratiua

    (como

    consecuencia

    de

    Io anterior),

    puesto que

    la pin-

    tr.rra

    decorativa,

    propiamente

    hablando,

    tal como

    la

    concebían

    los

    cgipcios, no es más que

    un arte ala vez

    sintético, simbolista e

    ideativo.

    Estos preceptos de Aurier,

    aunque derivados

    de la

    obra

    de Gauguin,

    y encaminados a

    hacer a éste un sitio en el panteón simbolista, sirven

    cle

    guía para

    todo

    el arte sirnbolista.

    47

    .¡rnN

    DELvTLLE

    ParsiJal

    1890

    48

    nuun¡v

    BEARDSLEY

    Los

    u,agnerianos

    (Tristán

    a

    Isolda)

    1894

    )

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  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    31/108

    l¡1ts--"

    CAPÍTULO V

    Gustave

    Moreau

    Gustavc

    Morcau clcbe

    ser

    la figura

    central de cualqr-rier estudio sobrc el

    .rrte simbolista.

    En

    cornparación con sus contemporáneos, Moreau

    clxerge como un artista de características lnuy

    especialcs y distintivas.

    Conro

    señala

    Mario

    Praz

    en

    La

    agonín

    rotnántica, .

    Moreau

    abogó por dos

    principios vinctrlados

    cntrr-

    sí: los

    de

    Belleza

    c Inercia y los de Necesidacl y Riqucza. Él mislno

    señaló:

    .

    Fue violc'ntarnente atacado

    por

    los

    críticos a caltsa dc las obras

    que

    envió al Salón de 1869, y dcspuós dc cllo tendió

    a

    aparterse

    más y

    más

    clc aqr-rclia conpetición

    del arte oficial. Por ejemplo, estuvo represen-

    tado en el

    Salón

    dc 1872, pcro no voivió

    a él

    hasta 1876.

    A

    partir

    clc

    1880

    dejó

    de

    exponer.

    49 c;usr,tve

    MoREAU

    Flor ntística

    63

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    32/108

    51

    Pero fue

    en

    ese Salón

    de 1880

    donde

    al

    parecer Moreau

    atrajo

    la

    atención

    deJ.-K. Huysmans,

    por

    entonces un

    autor de novelas

    natura-

    listas

    algo conocido,

    a

    quien

    lantayoría

    del

    público tenía por

    discípulo

    de Zola.

    En

    su reseña

    de

    la

    exposición,

    Huysmans

    reservó lo

    mejor de

    su entusiasmo

    par^ la obra de Moreau:

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    33/108

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    34/108

    qLre

    parece

    haber sido, en gran medida,

    el prisionero

    de su propio

    in-

    consctente.

    Particr-rlar inflr-rcncia

    cjcrció,

    al

    mcnos cn lo

    qr-re se

    refiere

    a

    los

    artis-

    tas

    contemporáneos

    de Moreau, el lánguido

    tipo

    andrógino

    qlle

    pobla-

    ba sus

    cornposiciones.

    La idea

    neoplatónica del

    andrógino

    iba

    a

    ejercer

    una

    podcrosa fascinación sobre los

    críticos y

    cstctas de

    fines

    clel siglo

    xtx, pero

    fi.re

    Moreau

    quien

    dio forma

    a esa

    idea plasmándola sobrc cl

    henzo.

    Pero había

    rnás

    que

    eso. En

    Morean, por

    encirla

    dc

    todo,

    cl

    lár-rgui-

    do,

    cl predcstinado

    a

    la

    destrncción,

    es

    cl

    macho.

    Los

    poetas qlre

    apare-

    cen a menudo el-r slrs conposicioncs son criaturas débiles y pasivas. En

    Los pratcndialrl¿,J,

    sornos

    tcstigos dc la

    matanza

    de

    herrnosos

    afemina-

    dos, y nllestra simpatía se inclina hacia ellos antcs qr.lc hacia

    Ulises,

    cnya casa

    han invaclido.

    Las mujcrcs dc Morcau, cn cambio, si no dcstructoras activas,

    corno

    Salomé,

    sorl scrcs a

    los

    quc no scría scnsato

    ofender. Sus

    hadas,

    por

    52

    c;usrnvr MoREAU Pocfa trrattfc

    53 c;usr,qve MOREAU

    Hoclo

    c,,tt

    .qrifon,

    t,

    I

    ,2

    ,4

    E

    ¡

    ,1

    I

    ,i

    {

    I

    ;

    |r

    54 c;usr,qvp MOnEAU Ltts

    1:rclcttdiutt¿-s

    I852

    ejenrplo, l1r-l1rca

    son las dclicadas

    y

    alcteantes

    criaturas

    del

    primer

    ro-

    manticisllto,

    sino

    personajes poderosos

    y

    siniestros en

    su

    bellcza.

    Co-

    53

    rno

    qran

    partc de

    su

    imaginería,

    parecen

    participar

    dc

    r,rna

    vigorosa e

    imaginativa

    celebración

    de los

    tcrnores

    masculinos

    dc castración

    e

    irr-

    poterlcla.

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    35/108

    CAPITULO

    VI

    Redon

    y

    Bresdin

    Además

    de

    Moreau, el

    Des

    Esseintes de Huysrnans admitía

    en sLl casa

    a otros

    dos

    artistas

    contcrnporáneos. Eran

    éstos Roclolphc Bresclin y

    Odilon

    Redon. Puesto

    que

    el

    primcro, inferior

    conro

    artista,

    cjcrció

    una notable

    influencia

    sobre

    el

    segundo

    al

    comienzo

    de

    la

    carrera

    de

    Redon,

    rcsr-rlta

    convcniente

    lratar de los dos a la vcz.

    Redon

    nació

    en Burdeos.

    Su

    padre,

    natnral

    de

    la

    misma ciudad,

    había

    hccho

    fortnna

    en

    Lr-risiana,

    tras lo cr-ral rcgresó allí

    para cstablc-

    cersc.

    Al parcccr,

    sus padres descuidaror-r a Rcdon, qtic fue

    criado en

    r-rna

    propiedad

    familiar

    fi.rcra dc la cir-rdad, a

    cargo de un anciano

    tío.

    Esa fir.rca, ilar.nada Pcyrcbladc, iba a

    apoderarse

    de la imaginación

    del

    artr s

    ta

    -

    Mar-rifcstó muy

    prorlto talerllo para el dibr¡o, y su primcr nraestro

    fue un

    hon-rbre

    llamado Stanislas

    Gorin,

    a slr vez

    ahrrnno dcl pintor

    romántico Isabey. Al habitar

    la región de Burdcos, Redon

    estaba

    muy

    bien sitr-rado para conocer las

    obras de

    los

    más dcstacaclos rnaestros

    contemporáneos.

    En

    las exposiciones anuales de

    la

    Société dcs

    Amis

    des Arts vio pintr-rras dc

    Millct, Corot

    y Delacroix,

    e

    incluso

    las

    prime-

    ras de

    Gustave

    Moreau.

    Pero

    a qr,ricn

    ól rindió

    cr-rlto

    fue

    a Dclacroix.

    Antc sus obras, cxperirrentaba

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    36/108

    fantasiosa,

    infantil,

    brusca

    y

    bienhumorada. Tan pronto

    se

    mostraba

    reservado como abierto y

    jovial,>.

    Sin embargo, Redon continuó

    con

    é1 lo que no

    consiguió llevar

    adelante con Gér6me.

    Bresdin no era pintor, sino grabador, y

    poseía

    una imaginación fan-

    tástica,

    retorcida y

    siniestra. Des Esseintes admiraba

    especialmenfe

    dos

    de sus composiciones,

    que siguen siendo

    las más

    conocidas de Bresdin:

    La comedia de la muerte

    y El

    buen samaritano.

    Nada

    mejor

    que

    citar

    la

    descripción de

    Huysmans

    de la primera:

    .

    Bresdin se parece

    a Des

    Esseintes

    y al

    creador de

    Des

    Esseintes,

    . Su

    primer álbum litográfico, publicado

    en 1879,

    Ile-

    vaba el título, bastante apropiado, de En

    stteños.

    Se

    han

    suscitado algunas disputas sobre

    si Redon era, en

    esta etapa

    de su

    carrera, un ilustrador.

    Parece que más bien debería considerársele

    un traductor en

    imágenes de lo que hallaba

    en

    los libros.

    lJno

    en

    parti-

    cular le sedujo: La

    tentación

    de

    san

    Antonio,

    de Flar rbert, que leyó

    por

    72

    -56

    noorpr¡e BRESDIN La contcdia dc la nurcrte 1.854

    ' '

    ¡

    ',:;i*¡'fiAi¡,

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    -

    ',

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    37/108

    57

    vez prirrlera

    en

    1881.

    Lo

    que le

    atrajo

    en particular fue

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    38/108

    en

    el equívoco,

    en

    un

    doble

    y

    aun triple

    aspecto,

    e incide

    en aspectos

    (imágenes

    dentro de

    imágenes)

    y

    formas

    que nacen

    o

    que nacerán

    se-

    gún

    el estado

    mental

    del

    observador.

    >

    Otro punto

    de

    disparidad

    entre

    Redon

    y Moreau

    era su manera

    de

    abordar

    el

    concepto

    de naturaleza.

    Ambos

    sostenían

    que

    era importan-

    te.

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    39/108

    ofir'='=

    ,t

    ffr¡

    +

    60 oorloN

    REDoN El

    carro

    solar dc

    Apolo firado

    p()r tttntrt)

    nl¡allosh

    1905

    Si

    conlemplamos

    la

    obra de Rcdou

    colt esta

    idea concreta

    cn la

    tten-

    le,

    podremos

    descubrir la mayoría

    de las

    constantes

    que

    se dan cn

    cl

    simbolismo:

    máscaras,

    nlol)struos

    scrpcntinos,

    cabezas

    seccionadas,

    femmes

    fataler-

    y

    nuevas

    versioncs

    de

    la mitología

    clásica.

    Pero 1o

    que

    importa

    es la personalísima

    forma

    de interpretarlas.

    Redon

    proclarua-

    ba que

    continuamente

    quedaba

    sorprendido

    por su propio

    artc, mien-

    tras que

    Manrice Denis,

    que

    lo

    admiraba

    mucho,

    dcclaraba

    quc

    .

    De

    todos los

    maestros

    clel

    arte

    sirnbolista,

    es el

    quc más collvence

    por su

    consistencia.

    r

    59

    55,60

    i

    61

    c¡nrcrN REDoN La

    tnttt'rf

    c tt'rdL'h.

    1905-1916

    CAPITULO

    VII

  • 8/9/2019 Arte Simbolista- Edward Lucie-Smith

    40/108

    *

    Puvis

    de

    Chavannes

    y

    Carriére

    Pierre

    Puvis de

    Chavannes

    representa un

    aspecto

    muy distinto

    clel sim-

    bolismo,

    en

    relación

    con

    el qr-re

    ilustran las obras

    de Moreau

    y Redon.

    En

    escncia, Puvis sc

    proponía infunclir

    nueva

    vida

    a la

    tradición

    acadé-

    mica, devolverle

    su

    antigua

    gravedad

    y

    nobleza

    de

    propósito

    .

    Atraía

    a

    todos los

    que deseaban

    seguir las

    ideas modernas

    sin perdcr

    el contacto

    con ia ortodoxia

    establccida. Pero

    su influencia

    se cxtcndió

    mucho más

    allá:

    encontramos,

    en

    efecto,

    una

    deurda contraída

    con Puvis

    en

    árnbi-

    tos cn los

    qlre, en principio,

    no

    csperaríamos

    hallarla.

    Él

    .r

    una

    de

    las

    fuentes

    dc

    Gar-rgurin, y

    también

    el

    Picasso

    de los

    períodos

    azul

    y

    rosa le

    debe mr-rcho.

    Puvis

    y Moreau fueron

    casi

    exactarnente

    contetrporáncos.

    Nacieron

    con dos años

    de difercncia

    y

    rnurieron

    el

    mismo

    año.

    Además,

    su for-

    mación

    artística fue

    muy sirnilar,

    si bien como artistas

    se manifestaron

    difcrentes

    en casi todos los

    aspcctos

    de su obra respectiva.

    En su

    juventud,

    la cnferrnedad

    impidió

    a Puvis convertirsc

    cn

    ingc-

    niero o

    en

    oficial

    dcl

    cjército,

    y

    fuc

    cntonces cuando

    sus

    ojos

    se

    abrie-

    ron

    al artc. Pasó

    casi

    nn año

    en Florencia,

    pintando y

    dibujando,

    y

    rcgresó

    a

    Francia

    crt

    1847.

    A continuación

    ingresó

    en el taller

    del

    pintor

    Henri

    Scheffer,

    hcmrano

    del más conocido

    Ary Scheffer,

    pcro r1o

    tar-

    cló

    en

    abandonarlo

    para regresar

    a Italia. Más

    adelantc

    csrudió

    duranre

    nn

    breve períoclo con

    Delacroix,

    y

    pasó tres

    meses

    con

    Conture, uno

    de

    los

    pir-rtores

    de más óxito

    clel Salón de

    su

    tiempo.

    Lo

    rnismo que

    Moreau,

    fue influido por

    el efirnero

    Chassériau.

    con cuya

    arnante,

    la

    inteligentc

    y sin-rpática

    princesa

    Cantacuzéne,

    segasaría más

    tardc.

    Pcro iniciahncnte

    la influencia

    que prevaleció fi.re la

    de Delacroix.

    En

    1850, P