Miguel de Unamuno, Poeta Simbolista

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    MIGUEL DE UNAMUNO, POETA SIMBOLISTAM ara Pilar CELM A VALEROUniversidad de Valladolid

    Un siglo despus de la eclosin del Modernismo, la crtica parece haberhecho justicia a este movimiento, recuperando una visin global y fecunda delmismo. Los logros se han orientado sobre todo en dos direcciones: primera, recuperar su sentido unitario, ms all de dicotomas em pobrecedoras; segunda, integrarel modernismo espaol en la crisis de valores que se produce en todo el mundooccidental a finales del siglo XIX. El modernismo espaol, aunque con sus propiaspeculiaridades, com parte unas m ismas preocupaciones, reacciona contra unos m ismos estmulos (racionalismo, industrialismo, sistema de valores burgus) y coincide en la bsqueda de soluciones de raz netamente idealista, as como en una esttica acorde con dicha ideologa, el Simbolismo. A los estudios generales hay queaadir estudios concretos sobre diversos escritores, que, adems de profundizar enla esttica particular, han incidido tambin en las dos direcciones antes apuntadas.Sin embargo, un autor, Miguel de Unam uno, y, en particular, una parcela de su obra,la poesa, han escapado en gran medida a dicha revisin. Sobre sta sigue pesandoel lastre de varios tpicos, nacidos ya de la incomprensin de algunos contemporneos y alimentados por una crtica parcial y, a veces, tendenciosa.

    La crtica anterior a 1940' -con la ilustre excepcin de poetas como RubnDaro2, Antonio Machado (1905) y Juan Ramn Jimnez (1962)- fue bastante1 Una seleccin de esta crtica puede verse en las ltimas pginas del libro de GARCIASOL,Ramn de. 1980. Unamuno al hilo de Poesas 1907, Madrid, SGEL.2 El trabajo de Daro apareci en las pginas de La Nacin, de Buenos Aires, en 1909. Debide agradarle a Unam uno, porque lo incluy com o prlogo, en la edicin de su Teresa [1924] 1987-88,II , pgs. 107-112.

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    negativa con la poesa de Unamuno, legndonos de l la imagen de un poeta deideas, poco hbil en el dominio de la forma y anclado en una esttica decimonnica. Los juicios negativos se fueron matizando en el clima de la llamada rehumanizacin. En las dcadas de los 40 y 50, Luis F. Vivanco (Unamuno 1942a),Pedro Salinas (1958), J. M. Valverde (1956) y Luis Cernuda (1957) ensayan larevalorizacin de la poesa de Unamuno, pero atendiendo sobre todo a su contenido. Una nueva lnea de aproximacin es la abierta por Ricardo Gulln (1969) ySnchez Ruiz (1964), que inciden en el papel predominante que don Miguel concede a la palabra, frente a la idea. Adems, R. Gulln (1963) y O. Macr (1952)han defendido el modernismo unamuniano y han situado su poesa en el contexto adecuado, abriendo una lnea seguida recientemente por Blasco, Celma yGonzlez (2002).

    A pesar de estos estudios esclarecedores, los manuales siguen relegando elestudio de la poesa unamuniana e insistiendo en los viejos tpicos. Dos son loslugares comunes ms generalizados en torno a la labor potica de don Miguel:primero, su an ti mo dernismo y antisimbo lismo; segundo , la consideracin de queUnamuno no es un verdadero poeta -com o m ucho, un poeta de idea s - y de queesta dedicacin es algo marginal, dentro de su obra y de su personalidad.

    El primero de estos prejuicios, la actitud antimodernista de Unamuno y suoposicin al Simbolismo, deriva de testimonios del propio poeta que, aislados yrepetidos hasta la saciedad, han conseguido arraigarlo. Es cierto que en sus propios poemas existen alusiones directas contra el Modernismo, especialmente enlos seis que sirven de Introduccin a las Poesas, de 1907. Pero es queUnamuno arremete contra los excesos del modernismo ms externo, y lo hace enun momento crtico para este movimiento: cuando las voces ms puras (JuanRamn, Antonio Machado...) han seguido el camino de la interiorizacin hacia laconciencia y de la bsqueda trascendente y se han liberado ya de los afeites dela actual cosmtica. Y es en ese momento cuando una antologa, La corte de lospoetas, que pretende recoger el clima potico del momento, vuelve a incidir enlos aspectos ms externos de la escuela modernista.Tambin es cierto que Unamuno afirma que algo que no es msica es lapoesa, verso ledo ya por Rubn Daro como una clara alusin al Art potique,

    de Verlaine. Pero afirm igualmen te que El universo visible es una metfora delinvisible, del alma, aunque nos parezca al revs (Unamuno OC, I, 496), supuesto fcilmente asimilable a la teora de las correspondencias de Baudelaire. Hayque considerar por esto que Unam uno se contradice? En absoluto. Lo que ocurrees que resultan muy peligrosos dos procedimientos que se producen a veces encierto tipo de crtica: el primero, aislar las frases tanto de su prop io contexto com o94

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    de la prctica potica unamuniana; el segundo, desatender a la evolucin de Unam unoen una faceta de su obra que se prolong a lo largo de cincuenta aos de dedicacin.Me propongo a continuacin leer la poesa de Unamuno, situndola en sucontexto adecuado, que no es otro que el de la poesa modernista, en su dimensin simbolista. Para ello ir de los aspectos ms externos (la musicalidad) a losms profundos (la concepcin potica), a partir del anlisis de los textos y, ame nudo , auxiliada por las voces de quienes m ejor supieron entender la poesa deUnamuno porque compartan unas mismas experiencias poticas.

    La ms clara alusin por parte de Unamuno contra un principio simbolistaes el ya citado verso del Credo potico, alusin ya desvelada por Rubn Daroen el comentario que hizo a sus Poesas en 1909:Al canon: De la musique avant toute chose, opone, hablando de sus cantos:Peso necesitan, en las alas, peso,la columna de humo se disipa entera,algo que no es msica es la poesa,la pesada slo queda (Unamuno [1923] 1987-88, II, pgs. 107-112).

    Es cierto que la musicalidad del poema era un principio de la poesa simbolista. Pero tambin es cierto que entre los propios simbolistas hubo una concepcin distinta de dicha musicalidad: para Baudelaire, las palabras tenan lasmismas propiedades sugerentes que las notas musicales y eran evocadoras de sentimientos. Para Verlaine, deban combinarse las palabras de tal modo que susinflexiones sonasen realmente com o m sica. Mallarm llega a trasladar la estructura de la obra musical a la obra potica -tema, variaciones, pausas...- (Balakian1969, pgs. 84-85). Pienso que Unamuno se sentira ms prximo a la concepcin de Baudelaire, ms profunda y cargada de posibilidades. Es la materializacin de la musicalidad, convertida en mero artificio, lo que molesta a nuestropoeta. Veamos algunos testimonios.Unamuno ataca la musicalidad externa de cierta poesa del momento, en elpoema titulado La corte de los poetas (Unamuno [1907] 1987-88,1, pgs. 59-60 ), en clara alusin a la antologa publicada por Emilio Carrere, y lo hace condureza y sarcasmo, al compararla con el croar sin sentido de las ranas. Pero no

    slo dirige sus dardos a esa concreta poesa musicalizada, sino que hace unaabstraccin y nos da las razones de su animadversin general a la meloda poemtica. Dice en el poema Msica:Msica? No! No as en el mar de blsamome adormezcas el alma;

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    no, no la quiero;no cierres mis heridas -mis sentidos-ai infinito abiertas,sangrando anhelo.

    Ese mar de sonidos me adormececon su cadencia de olasel pensamiento,y le quiero piafando aqu en su establocon las nerviosas alas,Pegaso preso (Unamuno [1907] 1987-88,1, pgs. 186-87).Es evidente que Unamuno se est refiriendo aqu a la musicalidad msexterna, al artificio potico de imitar el sonsonete. De hecho, en el mismo libro,Poesas, hay otras manifestaciones en favor de la musicalidad de la poesa:

    Quisiera no saber lo que dijese,nada decir, hablar, hablar tan slo,con palabras uncidas sin sentidoverter el alma.Qu os importa el sentido de las cosassi su msica os y entre los labiosos brotan las palabras como floreslimpias de fruto? (Unamuno [1907] 1987-88,1, pg. 219).

    Cuando ya la polmica en torno al modernismo est superada, Unamunoprofundiza en el sentido de la verdadera msica y nos ofrece una valoracin quenos recuerda la msica pitagrica, concebida y sentida por Fray Luis de Len:La msica ahonda nuestros sentimientos, los nuestros; hace que seamosms nosotros mismos [...]Es la msica como un sacramento natural, una revelacin natural delcanto con que la naturaleza narra la gloria de Dios [...]'.

    De acuerdo con las conclusiones a las que llega Federico Sopea (1965) ensu estudio sobre la concepcin unamuniana de la msica, Unamuno distingueentre msica esencial y msica exterior. La primera deriva de manera natural dela armona del cosmos y de la armona personal. La segunda es solo forma, sinesencia; es la buscada y encerrada en pretendidas formas bellas.

    3Texto del Diario; tomo la cita de Yndurin, 1969, pg. 107.96

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    Para Unamuno la musicalidad material no vale nada si no est cargada deesencialidad, si no nos sumerge en el interior de nuestra propia conciencia o si nonos trasporta hacia lo trascendente. En la base de esta distincin unamunianaentre msica material y msica esencial late tambin la teora simbolista de lascorrespondencias.

    Cm o se concreta en su obra esta concepcin de la musicalidad en la poesa? Dada su concepcin idealista de la msica, Unamuno busca en la poesa unritmo interior y no meramente formal; busca una musicalidad que no dependameram ente de factores acsticos -medida, acentos, pausas, rima-, sino que emanede manera natural de la armon a del poem a. El ritmo debe seguir un proceso queva de dentro afuera y no al revs: un poeta es el que desnuda con el lenguaje rtmico de su alma (Unamuno [1924] 1987-88, II, pg. 137). Por eso, l se niega asometerse a normas y a estructuras estrficas que puedan limitar la expresin enlibertad de su pensamiento y su sentimiento. La versificacin ha de ser libre ynatural, derivada del ritmo creador y no impuesta por normas coercitivas.Tampoco debemos entender que es el pensamiento el que impone un ritmo. Esalgo anterior a l, es el ritmo del propio proceso creador:

    A ver, qu tienes que decirte?, aguarda,elritmomismo te traer la idea-duerme en el seno del lenguaje mudo- (Unamuno [1953] 1987-88, III, pg.125).Francisco Yndurain (1969) ha estudiado esta concepcin unamuniana delritmo de pensamiento y ha llegado a dos conclusiones importantes. La primera,que dicha concepcin guarda un estrecho parentesco con las de poetas como Poe,M allarm, T.S. Eliot o Paul Valery. La segunda se refiere a la operatividad real deeste ritmo de pensamiento en la poesa de Unamuno: en muchas ocasiones, unritmo p revio puede sugerir todo un poem a que se estructura en torno a l. Y as esen efecto. Si estudiamos la estructura poemtica unamuniana, vemos cmo haypoemas que son el desarrollo verbal de un movimiento rtmico de la naturaleza:

    PLEAMAR, bajamar; alza su pechoy lo abate el Ocano cada da;hay horas encumbradas de osaday horas en que la fe rueda a su lecho (Unamuno [1925] 1987-88, II, pg. 314).Este ritmo surgido del propio proceso creador es el que Unamuno bautizacomo ritmo generador y su fecundidad a lo largo de toda su obra es manifiesta:puede ser el ritmo de una nana (Unamuno [1953] 1987-88, III, pg. 588 ), el de uncantar popular (Unamuno [1953] 1987-88, III, pg. 96), el de un juego infantil

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    (Unamuno [1953] 1987-88, III, pg. 72), el de una oracin (Unamuno [1953]1987-88, III, pg. 162), el de una letana (Unamuno [1924] 1987-88, II, pgs.147-148), etc. Se trata de una musicalidad esencial: el ritmo material est en perfecta armona con el contenido del poema, porque deriva natural y necesariamente de la conciencia del poeta.Con cierto paralelismo con el tema del ritmo, aborda Unamuno el de larima: el mismo criterio de libertad y de operatividad gua sus opiniones y su prctica potica en esta materia. Unamuno rechaza la rima cuando es un mero elemento o rnamen tal, que puede limitar la libertad creadora. Su oposicin explcita

    es antigua, tanto en su poesa como en sus ensayos. En su primer libro poticodedica un soneto A la rima:Macizas ruedas en pesado carro,al ejefijas,rechinante rima,con qu trabajo llegas a la cimasi al piso se te pone algn guijarro! (Unamuno [1907] 1987-88,1, pg. 224).

    Unamuno se queja con acritud y sorna de la rima consonante:Y digan lo que quieran, no veo que el consonante sea una excelenciaartstica, sino ms bien un elemento que recuerda el tamboril de los negrosafricanos (cfr. Yndurin 1969, pg. 61).

    El poeta manifiesta, as, su preferencia por la asonancia, preferencia heredada de Bcquer, y en la que concuerda con la potica m odernista. Sin em bargo,este rechazo del consonante no se impone en su prctica potica; de hecho, susegundo libro, el Rosario de sonetos lricos [1911] muestra su maestra en estaestrofa. Lo que realmente le pide U namuno a la rima es que sea generadora; esdecir, que sea capaz de sugerir nuevos contenidos. As lo explica en el comentario al soneto XXV del poemario De Fuerteventura a Pars:

    Sabido es lo que se llam rima engendradora, y todo el que hace versosconoce el valor de sugestin de un consonante obligado para colocar el cualsurge una metfora. Es el azar, maestro de libertad encadenada (Unamuno[1925] 1987-88, II, pg. 285-86).Vuelve a insistir en el poder evocador de la rima en la Presentacin de

    Teresa (Unamuno [1924] 1987-88, II, pg. 136); en nota a pie de pgina en el primero de los Sonetos de Bilbao, del Rosario de sonetos lricosl (Unamuno[1911] 1987-88, I, pg. 257), etc. Pero, adems, existen muchos poemas en elCancionero construidos sobre la base de una sola palabra, a la que se van asociando otras con la rapidez del flujo del pensamiento:98

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    MEMORIA?...escoria, victoria y gloria!Lo que ensea la rima, Dios divino!Rima generatriz, fuente de historia;que discurra la lengua es nuestro sino! (Unamuno [1953] 1987-88, III, pg.154).

    Creo que estas referencias son suficientes para concluir que Unam uno no seopone ni a la m usicalidad de la poesa ni tampoco a la mtrica norm ativa en s oporque s. Lo que exige es que sus constituyentes cumplan una funcin; que nosirvan para limitar el pensamiento, sino para potenciarlo. Con esta concepcin delverso no se est oponiendo a la m usicalidad en s, sino a su vanidad. En realidadUnamuno est revalorizando el verdadero sentido de la musicalidad del verso,puesto que le est reconociendo su poder sugeridor, su poder creador (prximo,pues, a la concepcin de Baudelaire). La superacin de la msica exterior, enbusca de una msica esencial, emanada de la armona del cosmos, de la propiaconciencia y del proceso creador, nos lleva nuevamente a su tajante afirmacin deque El universo visible es una metfora del invisible, del alma (Unam uno 1966,I, pg. 496), base de toda su potica y punto de confluencia con el Simbolismo.

    Una vez revisado el verdadero alcance de las manifestaciones unam unianasque podan interpretarse como contrarias al Simbolismo, conviene repasar tambin su ubicacin en el contexto histrico-literario en que surge su poesa, elModernismo espaol. El testimonio de Antonio Machado puede servirnos degua:Injusticia sera negar la labor que realiza la juventud: todos, aunque pordiversos caminos, vamos en busca de mejor vida. Los gestos de protesta, derebelda, de iconoclasticismo, de injusticia, si queris, que tanto asustan yescandalizan a unos cuantos pobres de espritu qu son en el fondo sino esenoble deseo de renovacin?Y los gestos de compuncin, de tristeza, de melancola, y las palabrasplaideras y elegiacas de la juventud ms lrica qu son sino expresin delmismo descontento y ansia de nueva vida? Las diferencias son slo de procedimiento. Hay quien seala la tristeza de su propia alma, y quien la arrojacomo un cascote a la cabeza del vecino. Ambas cosas estn bien, y nacen deuna misma fuente. Toda labor individual tiende -en el arte al menos- a hacerse

    ms intensa; cada cual se busca a s mismo, y pretende labrar su propio terrnespiritual. No ha de ser infecunda esta poca, como muchos creen. Ya porobservacin de cuanto nos rodea, ya por labor introspectiva se marcha poco apoco a conocer la psicologa de este pueblo, tan profundamente ignorante des mismo. En todo esto que digo cabe mucha gloria a Miguel de Unamuno(Machado 1905).99

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    Antonio M achado retrata muy bien el espritu de poca, marcado por el descontento general y las ganas de renovacin, am biente en el que ubica a Unam uno .De dnde surga dicho descontento? Diversos estudios actuales lo hacen derivarde tres caractersticas de la sociedad del momento: el dominio racionalista; elindustrialismo y el progreso material; y, en general, los presupuestos utilitaristasy hedonistas de la sociedad burguesa. Unamuno comparte con los otros modernistas y con los simbolistas esta misma disconformidad.

    Como es bien sabido, en un principio Unamuno mostr su confianza en lasciencias positivas y en el progreso de la nacin y, en esa lnea, escribe sus artculos para La lucha de clases de Bilbao. Pero muy pronto -tras su crisis espiritualde 1897- revela su insatisfaccin hacia lo que las ciencias pueden ofrecer, puesto que sus respuestas no solucionan sus interrogantes v itales. En el poema VII deRimas de dentro refleja el descubrimiento de la vanidad de la ciencia:

    Cerr el libro que hablabade esencias, de existencias, de sustancias,de accidentes y modos,de causas y de efectos,de materia y de forma,de conceptos e ideas,de nomenos, fenmenos,cosas en s y en otras, opiniones,hiptesis, teoras...Cerr el libro y abrisea mis ojos el mundo.[...]Y mirando a la luna, a la colina,las estrellas, los lamos,el ro y el fulgor del firm am entosent la gran mentirade esencias, de existencias, de sustancias,de accidentes y de modos,de causas y de efectos,de materia y de forma,de conceptos e ideas, de nomenos, fenmenos,cosas en s y en otras, opiniones,hiptesis, teoras;esto es: palabras (Unamuno [1953] 1987-88, II, pg. 82).

    Si las ciencias resultan intiles e insatisfactorias ante los interrogantes vitales, otro tanto ocurre con el progreso material: Maldito lo que se gana con unprogreso que nos obliga a emb orracharnos con el negocio, el trabajo y la ciencia,100

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    para no oir la voz de la sabidura eterna, que repite el vanitas vanitatwnl(Unamuno 1898, pg. 71). Don Miguel tiene sed de conocimiento, pero ha descubierto que no es en la realidad objetiva -la nica asequible a la ciencia- dondepuede satisfacerla y se ha replegado sobre su propia conciencia.

    Unamuno abandona muy pronto su confianza en la razn y en el progresomaterial -que puede sintetizarse en su originaria propuesta de europeizarEspaa- y adopta una actitud idealista -Espaa como reserva espiritual deOccidente-, en la que coincide plenamente con los modernistas. La salvacin deEspaa no vendr ni por los avances cientficos ni por el desarrollo industrial,sino por la salvacin de cada uno de sus hombres, mediante una labor de con-cienciacin. En una entrevista realizada por Martnez Ruiz, dice Unamuno:Para qu he de luchar por la emancipacin de los hombres, que al morir vuelven a la nada? Y exp lica poco despus que el progreso m aterial slo tiene sentido si libertando al hombre de la angustia del pan de cada da y de gran nmerode miserias hum anas, le deja lugar a mirar hacia arriba y a atender a su unin conDios (Martnez Ruiz [1898] 1999, pg.139).El antirracionalismo de Unamuno tiene como contrapartida una toma depostura de raz idealista respecto al arte y a la figura del poeta. Habamos dichoque el segundo tpico crtico respecto a Unam uno era la consideracin de que sudedicacin a la poesa era algo marginal. Esta consideracin choca con la ideaque el propio Unamuno tena de s mismo y de su obra. As, en 1900, confiesa aClarn: al morir quisiera, ya que tengo alguna ambicin, que dijesen de m: fuetodo un poeta! (Unamuno 1941, II, pg. 83); y en 1912, en comunicacin conOrtega, le dice: tengo la flaqueza de creer que o soy poeta o no soy nada

    (Robles 1987, pg. 104). Frente a los juicios crticos ya de sus contemporneos-luego perpetuados por la crtica- de que Unamuno es un poeta de ideas, lafigura ms emblemtica del Modernismo fue precisamente la que supo comprender el verdadero significado de la obra de Unamuno. Dice Rubn Daro:Ciertamente, Unamuno es amigo de paradojas -y yo mismo he sido vctima de alguna de ellas-, pero es uno de los ms notables removedores de ideasque haya hoy, y, como he dicho, segn mi modo de sentir, un poeta. Si poetaes asomarse a las puertas del misterio y volver de l, con una vislumbre de lo

    desconocido en los ojos. Y pocos como ese vasco meten su alma en lo mshondo del corazn de la vida y de la muerte. Su mstica est llena de poesa,como la de Novalis. Su Pegaso, gima o relinche, no anda entre lo miserablecotidiano, sino que se alza siempre en vuelo de trascendencia. Sed de principios supremos, exaltacin a lo absoluto, hambre de Dios, desmenelamiento delespritu sobre lo insondable (Unamuno [1924] 1987-88, II, pg. 107).101

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    No sabemos si la definicin de poeta que vierte Daro es su definicin general o si se deriva de su aplicacin particular a Unamuno. En cualquier caso, noresulta aventurado afirmar que Don Miguel se sentira plenamente identificadocon ella. De hecho, como sabemos, incluy esta crtica a su primer libro poticocomo Prlogo en su edicin de Teresa, en 1924. Para Unamuno la poesa esefectivamente asomarse a las puertas del misterio. Una vez desvelada la insuficiencia del conocimiento racional para dar respuesta a los interrogantes vitales ypara satisfacer las ansias trascendentes del hombre, Unamuno encuentra en elarte, en la poesa, la va de conocim iento hacia el interior de la propia concienciao hacia los m isterios de la existencia. El arte es un m edio privilegiado de que dispone el hombre para trascender la realidad. En esta concepcin del arte,Unam uno vuelve a coincidir con los simbolistas y, en concreto, con Rubn D aro.Am bos poe tas, al hablar cada uno de su lugar en la sociedad y de su idea del arte,se expresan en trminos muy similares. Dice Unamuno:

    Se comprende, por otra parte, que gustemos poco de los trabajos de erudicin los que no estamos bien avenidos con la realidad de las cosas presentesy pasadas, y quisiramos que el mundo fuese, no como es, sino como a nosotros se nos antoja que debiera ser; los que proclamamos los fueros de la imaginacin frente a los de la lgica y hasta contra los de sta; los que buscamos,enfin,en las bellas artes una liberacin de los tres tiranos del espritu: la lgica, el tiempo y el espacio (Unamuno 1905, pg. 11).Y Rubn Daro afirmaba:

    La actividad humana no se ejercita por medio de la ciencia y de losconocimientos actuales, sino en el vencimiento del tiempo y del espacio. Yo hedicho: Es el Arte el que vence el espacio y el tiempo. He meditado ante el problema de la existencia y he procurado ir hacia la ms alta idealidad (Daro[1907] 1980, pg. 66)

    Aunque Unamuno ha perdido la confianza en el progreso material, no porello abandona su conciencia social. Lo que ocurre es que el modo de influir en lamarcha de la sociedad ha sufrido un profundo cambio: el hombre tiene queenfrentarse a s mismo, a su contingencia, y salvarse en vuelo de trascendencia y,para ello, es necesaria una labor profunda de sensibilizacin, ntima y personal.La funcin social del artista queda proclamada por Unamuno en Cantos de lanoche: Digan lo que digan los regeneradores que creen que fabricando maqui-nitas surgirn fbricas de maquinarias..., una de las cosas de que ms necesitados estamos es de buenos cantores y de ciegos videntes, de poetas (Unamuno1966, III, pg. 1069).102

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    Vidente, profeta, sacerdote..., son trminos que U nam uno utiliza para referirse a la nueva misin que el poeta debe desempear en la sociedad, trminosprocedentes de la tradicin rom ntica, asumidos y revitalizados por los simbolistas4. Para Unamuno, como para Baudelaire, el poeta es un vidente que, con susuperior sensibilidad, se enfrenta a los misterios de la vida. El poeta ejerce deintermediario entre el mundo fsico y el mundo suprasensible, es la luz que ilumina el camino hacia la realidad trascendente, la semilla que hace germinar laconciencia en el interior de cada hombre:

    De mi sangre podis seguir el hilo,por donde voy sangrando es la vereda,y all donde yo muera, es vuestro asilo,all la queda.

    Voy sembrndome yo todo y enteropor llano, monte, piedras, polvo y lodo,yo, yo mismo, yo soy vuestro sendero,tomadme todo!De la divina estrella que es mi norte

    la luz toda en mi sangre aqu os dejo,no la veis como brota? no os importe!yo soy su espejo! (Unamuno [1907] 1987-88,1, pg. 198).Es obvio que, para asomarse a las puertas del misterio, el conocimientoracional resulta insuficiente. Por eso, Unamuno se va a valer de otros medios deconocimiento, en el camino de profundizacin en la propia conciencia.Fenmenos de base irracionalista, como el sueo, la memoria o la imaginacin,adquieren ahora funcionalidad epistemolgica, en cuanto medios de acceso a la

    realidad -una realidad ampliada y enriquecida-, coincidiendo una vez ms con elvalor que les otorgan otros modernistas, como Antonio Machado o Juan RamnJimnez. El poema En estas tardes pardas, de Rimas de dentro, es suficientemente explcito al respecto:Recuerda, pues, o suea, t, alma ma-la fantasa es tu sustancia eterna-,lo que no fue;con tusfiguracioneshazte fuerte,

    4 En realidad esta concepcin del poeta se encuentra ya en el mundo clsico, tal como el propio Unamuno recuerda: Es el poeta, hace decir Platn a Scrates, una cosa ligera, alada y sagrada:es un intrprete de la divinidad (Unamuno [1907] 1980, pg. 352).103

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    que eso es vivir, y lo dems es muerte (Unamuno [1953] 1987-88, II, pg. 86-87).Memoria, sueo, figuracin, intuicin..., son formas de conocimiento quehallan su natural medio de desenvolvimiento en el arte. Son instrumentos privilegiados para que el poeta profundice en su propia conciencia y para que trascienda la realidad objetiva. Porque lo que el poeta hace es poner en com unicacin losdos mundos, el material y el espiritual; por eso puede afirmar que El universovisible es una m etfora del invisible, del alma (Unam uno 1966,1, pg. 496), aseveracin tan prxima al concepto simbolista de las correspondencias. Pero no setrata slo de una cuestin de recursos expresivos: no es simplemen te que el poetase sirva de un elemento de la realidad material como smbolo de otras realidades-internas o externas- inefables; es que Unamuno siente la naturaleza como unlibro en el que el poeta lee -d es cif ra - el lenguaje cifrado del espritu. En el camino hacia lo ms profundo de la propia conciencia o hacia el misterio de la creacin, Unamuno descubre el puente que le tiende la naturaleza toda:

    Hay un continuo flujo y reflujo difusivo entre mi conciencia y la naturaleza que me rodea, que es ma tambin, mi naturaleza; a medida que se naturaliza mi espritu saturndose de realidad externa, espiritualizo la naturalezasaturndola de idealidad interna. Yo y el mundo nos hacemos mutuamente(Unamuno 1942b, pg. 303).

    Para expresar una experiencia ntima consistente en asomarse a las puertasdel misterio, el poeta siente que las palabras resultan insuficientes y, en su bsqueda de la expresividad, recurre al lenguaje de los smbolos. Al margen de ElCristo de Velzquez, fundamentado en su propia concepcin en la capacidad simblica del lenguaje, toda la obra potica de Unamu no explota al mximo el recurso a los smbolos: la esfinge y el buitre de Prom eteo, la caa salvaje, la eterna sed ,el agua estancada, el mar, Aldebarn..., y, sobre todo, el lenguaje de origen religioso que inunda el campo lxico de la poesa. Pero insisto una vez ms en queel simbolismo en la poesa de Unamuno -que he tratado de explicar- reside,mucho ms que en lo material, en su concepcin de la poesa y del poeta.

    Quiero que sean las palabras del poeta las que sinteticen su postura:Resumo: La poesa existir mientras exista el problema de la vida y de

    la muerte. El don del arte es un don superior que permite entrar en lo desconocido de antes y en lo ignorado de despus, en el ambiente del ensueo o dela meditacin. Hay una msica ideal como hay una msica verbal. No hayescuelas; hay poetas. El verdadero artista comprende todas las maneras y hallala belleza bajo todas las formas. Toda la gloria y toda la eternidad estn ennuestra conciencia (Daro [1907] 1980, pg. 69).104

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    El poeta autor de las palabras precedentes no era Unamuno, sino RubnDaro. Es evidente que las poda haber pronunciado Don Miguel, porque sintetizan bien todos los testimonios suyos que han aparecido en las pginas precedentes. No he pretendido, al estudiar la poesa de Unamuno ubicndola en el mbitosimbolista, restar originalidad a nuestro autor, pues en absoluto se puede hablarde influencias, sino ms bien de confluencias; es decir, de coincidencia enunas mismas reacciones ante unos mismos estmulos. Adems, aunque contex-tualicemos la poesa unamuniana den tro de la poesa simbolista espaola de principios de siglo, su enorme individualidad y originalidad confirma la afirmacinde Daro de que no hay escuelas; hay poetas y, como l mismo haba proclamado, Unamuno fue, ante todo, un removedor de ideas, un poeta que supo asomarse a las puertas del misterio y volver de l, con una vislumbre de lo desconocido en los ojos.

    OBRAS CITADASBALAKIAN, Anna. 1969. El movimiento simbolista, Madrid, Guadarrama.BLASCO, J.; CELMA, M. R; y GONZLEZ, J. R. 2002. Miguel de Unamuno, poeta.Universidad de Valladolid.CERNUDA, Luis. 1957. Miguel de Unamuno, en Estudios sobre poesa espaola contempornea, M adrid, Guadarrama, pgs. 89-101.DARO, Rubn. [1907] 1980. Dilucidaciones. Prlogo a El canto errante, enRicardo GULLN, El modernismo visto por los modernistas, Madrid,Guadarrama, pgs. 57-69.GARCIASOL, Ramn de. 1980. Unamuno al hilo de Poesas 1907, Madrid,SGEL.GULLN, Ricardo. 1963. Direcciones del modernismo, M adrid, Gredos.

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