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    Antonio Sandoval vila

    Revista Brasileira de Educao v. 12 n. 34 jan./abr. 2007

    Introduccin

    El trabajo infantil es un fenmeno complejo y

    multidimensional del que es difcil separar sus com-

    ponentes sociales, culturales y econmicos, pues encada pas o regin est estrechamente vinculado con

    el entorno social, cultural y econmico. Sus causas

    son muy diversas y comprenden tanto factores

    estructurales como culturales. Las causas estructurales

    del trabajo infantil actan en el nivel de la economa

    y de la sociedad en un sentido amplio al igual que

    sobre determinadas situaciones, actitudes y valores

    que pueden predisponer a las familias y/o comunida-

    des a aceptar e incluso fomentar el trabajo infantil.

    En algunos contextos, especialmente los pobres, el

    trabajo es percibido por muchos padres y madres como

    una suerte de escuela para la vida, como una forma

    de capacitar a sus hijos no slo en trminos de alguna

    habilidad o conocimiento, sino para ensearles lo que

    es la vida (Alarcn Glasinovich, 2002).Las razones que explican por qu los nios y

    nias trabajan en lugar de estudiar son muy diversas

    y comprenden tanto los factores estructurales como

    culturales, desde las vinculadas con la situacin

    socioeconmica de los hogares como la pobreza,

    pasando por la permanencia de costumbres y normas

    culturales que no ven la educacin de los nios y nias

    como una inversin, hasta la falta de infraestructura

    educativa. En Mxico, entre estas causas se destacan,

    en orden de importancia, la falta de recursosmonetarios, la cual representa 21,1%, luego el trabajo

    que tienen que desempear los nios y nias para

    apoyar la economa familiar 10,7%, y los quehaceres

    domsticos 10,2%. Las tareas domsticas que realizan

    los menores permiten que otros miembros del hogar

    puedan realizar un trabajo remunerado. En conjunto,

    las razones econmicas indican que 42 de cada 100

    nios y nias de 6 a 14 aos que trabajan, no estudian

    Trabajo infantil e inasistencia escolar*

    Antonio Sandoval vilaUniversidad de Guadalajara, Mxico

    Centro de Estudios sobre el Cambio y las Instituciones

    * El presente trabajo es un producto secundario de un

    proyecto de investigacin terminado intitulado: Algunos factores

    que favorecen la expulsin de los hijos del seno del hogar a la

    calle, que se encuentra actualmente en fase de revisin antes de

    entregarlo a la editorial de la Universidad de Guadalajara.

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    Trabajo infantil e inasistencia escolar

    Revista Brasileira de Educao v. 12 n. 34 jan./abr. 2007 69

    porque el hogar no dispone de los recursos econmicos

    suficientes para sufragar los costos que su educacin

    implica (INEGI, 2004).

    Los efectos econmicos y sociales del trabajo

    infantil tambin son diversos e inciden tanto en el nivel

    microfamiliar como en el macroeconmico y social.

    A nivel microfamiliar, el trabajo infantil incrementa

    en el corto plazo el ingreso del hogar, pero en el largo

    plazo disminuye la formacin de capital humano, ya

    que muchos nios y nias que trabajan no asisten a la

    escuela, otros la abandonan antes de concluir la

    educacin bsica y unos ms no continuarn estu-

    diando ms all de este nivel. Esto incide de manera

    negativa en el nivel educativo de la poblacin y en la

    productividad de la fuerza laboral y su competitividad.El hecho de que los nios y nias trabajen reduce sus

    oportunidades de salir de la pobreza. Al llegar estos

    nios y nias a la edad adulta con un nivel de

    escolaridad bajo, sus oportunidades de empleo se

    restringen a trabajos poco calificados y de bajos

    salarios, contribuyendo de esta manera a reproducir

    los esquemas de organizacin familiar y las condi-

    ciones de pobreza (idem).

    El trabajo infantil no slo es ilegal, moralmente

    inaceptable y un ultraje a la dignidad humana. No slolastima a los nios y nias que por derecho deberan

    estar estudiando en lugar de trabajar, sino que adems

    resulta poco rentable en trminos econmicos. En

    Mxico, el 65% de los nios y nias que trabajan no

    reciben ningn pago por su par-ticipacin en la

    produccin de bienes o la prestacin de servicios. Slo

    un 6% reciben un salario mnimo o ms. El resto recibe

    menos de un salario mnimo. Las labores que realizan

    obedecen en alguna medida a factores econmicos y

    socioculturales vinculados a las estrategias

    econmicas de las unidades familiares, sobre todo en

    las zonas rurales. De hecho retrasa el desarrollo de

    los recursos humanos, reduce la duracin de la vida

    activa de los individuos y disminuye el nivel de

    productividad y crecimiento econmico de la sociedad

    (idem). Por ello la intencin de resaltar el impacto

    que el trabajo infantil tiene sobre la educacin de los

    menores.

    El modelo de desarrollo capitalista neoliberal

    El capitalismo neoliberal, que maneja la

    economa transnacional, desempea un papel clave

    en la configuracin no slo de la economa mundial,

    sino tambin de la sociedad global en su conjunto.

    De manera suave y normal, ha tomado los centros

    materiales vitales de las sociedades modernas. Pre-

    tende, con miras a la realizacin de la utopa del anar-

    quismo mercantil, servirse de los Estados nacionales

    para conseguir pactos con miras a lograr condiciones

    impositivas ms suaves y unas infraestructuras ms

    favorables para sus empresas, desmantelando el apa-

    rato y las tareas estatales, eliminando las trabas a la

    inversin, las trabas de los sindicatos, de la norma-tividad ecolgica, asistencial y fiscal. Castigaa los

    pases careroso poco amigos de sus inversiones,ya

    que por su poder econmico las empresas trans-

    nacionales pueden invertir en un pas, producir en otro,

    o pagar impuestos en un tercero segn les resulte ms

    ventajoso por las altas tasas de inters, o ms atractivo

    por la mano de obra barata, o menos oneroso para

    pagar sus impuestos.

    Este capitalismo, que determina la relacin so-

    cial en todo el planeta, se estructura en buena medidaen torno a una red de flujos financieros que dictan el

    destino de las grandes empresas, las economas

    regionales, las divisas nacionales; los ahorros fami-

    liares, los puestos de trabajo, los salarios, los impues-

    tos y los servicios pblicos, socavando as, de manera

    legal pero ilegtima, el bien general que tanto procla-

    ma (Beck, 1998).

    Aunque capital y trabajo viven el uno por el otro,

    no se relacionan entre s. El capital global depende cada

    vez ms del trabajo genrico prescindible y cada vez

    menos del trabajo especfico. El capital es global. El

    trabajo es local. Las relaciones de produccin quedan

    desconectadas de su existencia real, y se reintegra su

    resultado mediante una multiplicidad de tareas interco-

    nectadas en emplazamientos diferentes, en una nueva

    divisin del trabajo basada en las capacidades de cada

    trabajador ms que en la organizacin de las tareas

    (Castells, 1999, v. I).

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    As, el trabajo se individualiza cada vez ms,

    pierde su identidad colectiva, se fragmenta su

    organizacin. sta se disuelve en una variacin infi-

    nita de existencias particulares que individualiza las

    condiciones laborales, los intereses, los proyectos. Con

    esta individualizacin del trabajo que socava su

    organizacin colectiva, los sectores ms dbiles de la

    mano de obra quedan abandonados a su suerte. Deesta manera, la globalizacin de la economa y la

    desaparicin gradual del Estado de Bienestar, bajo el

    impacto de la individualizacin del trabajo, priva de

    una red de seguridad a la gente que no puede alcanzarla

    de forma individual (idem, v. III).

    Consecuencias del modelo de desarrollocapitalista neoliberal

    El deterioro del mercado de trabajo en Mxico y

    en los dems pases de Amrica Latina ha sido laconsecuencia ms desastrosa de este modelo con el

    que se ha acentuado el desempleo que golpea espe-

    cialmente a los jvenes, y como consecuencia de ello

    se ha masificado la pobreza (Prats, 2004). En 2003,

    el Panorama Laboral de la Organizacin Internacio-

    nal del Trabajo (OIT) muestra que Amrica Latina,pese a la finalizacin del ciclo recesivo del 2002 y al

    asomo de una modesta recuperacin econmica en el

    2003, contina registrando altos niveles de deso-

    cupacin, deterioro de la calidad del empleo, aumen-

    to de la informalidad en los nuevos puestos de trabajo,

    cada de los salarios reales y reduccin de la

    productividad de su fuerza laboral (OIT, 2003a).

    Segn el Banco Interamericano de Desarrollo

    (BID), en el 2003 el desempleo abierto promedio en

    la regin subi al 10,9% y en muchos pases del reasuper el 20% (Radionoticias, 2004). Para ese ao el

    desempleo en Amrica Latina alcanza a ms del 50%

    de su poblacin econmicamente activa (PEA)

    (Garca Morales, 2003). Segn el informe anual de la

    OIT, Amrica Latina cerr el ao 2003 con 19 millones

    de desempleados. Los niveles que alcanza el trabajo

    informal son muy preocupantes. Uno de cada tres

    trabajadores latinoamericanos se desempea en el

    sector informal (Mora, 2004).

    En Mxico, segn la Encuesta Nacional de

    Empleo correspondiente al primer trimestre de 2004,

    la tasa de desempleo fue de 3,86% de la PEA (Pesca-

    dor, 2004).Adems, 21 millones de personas, ms de

    la mitad de la PEA, percibe ingresos menores a dos

    salarios mnimos (CONAPO, 2003). Segn la OIT,

    en Mxico existen 25,5 millones de personas

    empleadas en la economa informal, de los cuales 17

    millones son hombres (67%) y 8,5 millones son

    mujeres (33%) (Gonzlez Romero, 2005).

    El poder adquisitivo del salario mnimo en la

    regin latinoamericana se contrajo. Al menos cuatro

    de cada diez latinoamericanos perciben ingresos in-

    suficientes para satisfacer sus necesidades bsicas

    (OIT, 2003a). En Mxico, para el ao 2002 la prdidadel poder real del salario mnimo era de 85% (Sotelo

    Valencia, 2003).Aunque Amrica Latina registr un

    crecimiento econmico de 1,5% durante 2003, la po-

    breza alcanz al 44% de su poblacin, lo que equiva-

    le a 227 millones de latinoamericanos pobres, de los

    cuales 100 millones se encontraban en la indigencia

    (Tribin Piedrahita, 2003).

    Las cifras estimadas por la Comisin Econmica

    para Amrica Latina (CEPAL) sitan en el grupo de

    los pases ms pobres de Amrica Latina a Hondurascon el 79,1% de su poblacin en pobreza, a Nicaragua

    con el 67,4%, Paraguay con 61,8%, Bolivia con

    61,2%, Guatemala con el 60,4%, Colombia con el

    54,9% y El Salvador con el 49,9%. En el grupo de

    pases con ndices altos de pobreza estn Per con el

    49%, Venezuela con el 48,5% y Mxico con el 43,3%.

    En medio, entre el grupo de pases ms pobres y el

    grupo de pases con altos ndices de pobreza, estn

    Brasil con el 36,9%, Panam con el 30,8% y Rep-

    blica Dominicana con el 29,2% (Pinzn, 2002).1

    1Los mtodos de medicin de la pobreza se vinculan con la

    conceptualizacin que se haga de ella. Estas metodologas no son

    neutras, contienen elementos subjetivos y en ocasiones la definicin

    de la lnea de la pobreza atiende a criterios polticos. Aunque no

    hay un indicador que sintetice todas la dimensiones de la pobreza,

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    Trabajo infantil e inasistencia escolar

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    El desempleo y la generalizacin de la pobreza han

    generado un incremento de la participacin econmica

    de las mujeres y de los hijos para afrontar la crisis

    econmica. Las familias pobres tienen condiciones de

    vida tan difciles, que stas hacen imprescindible el

    trabajo infantil para que las familias puedan subsistir

    (OIT, 2003b). La tasa de participacin femenina

    aument, mientras que la masculina se estanc. En 1998

    las mujeres representaban el 40% de la PEA urbana en

    la regin. La mayor participacin femenina se produjo

    en los grupos de 25 a 44 aos (OIT, 2001).

    En Mxico, en el ao 2000, la tasa de parti-

    cipacin laboral masculina era de 76,8% y la femenina

    de 36,4%. En el ao 2003 la tasa de participacin mas-

    culina se redujo a 74,6% y la femenina al 35,3%(Damin Gonzlez, 2004).35 de cada 100 mujeres

    participaban en la actividad econmica, las compren-

    didas entre los 25 y 44 aos reportan las tasas ms

    altas de participacin. La participacin de las mujeres

    casadas o unidas es la que ms ha aumentado, su

    participacin actual es de aproximadamente 32%. La

    mayor participacin la tienen las divorciadas, 71 de

    cada 100 trabajan; les sigue el grupo de separadas

    con 63,4%, y luego las solteras con 38,3% (INEGI,

    2003).

    Sin embargo, el incremento del empleo de lasmujeres durante la dcada de los noventa del siglo

    pasado, 4% anual, superior al de los hombres, 2,6%,

    no fue suficiente para absorber la creciente oferta de

    mano de obra femenina. La tasa de desempleo

    femenino fue un 47% superior al desempleo masculi-

    no (OIT, 2001).

    Nios que trabajan

    Se calcula que en el mundo ms de 260 millones

    de nios y nias entre 5 y 17 aos de edad trabajan, y

    que de ellos 128 millones lo hacen en los pases en

    desarrollo (ngel, 2002). Estimados de la OIT indican

    que en Amrica Latina y el Caribe el total de nios y

    nias que trabajan es de alrededor de 20 millones, lo

    que significa que uno de cada 5 menores en la regin

    trabaja. Esta cifra equivale a cerca de una sexta parte

    de los nios latinoamericanos y representa el 5% de

    la PEA de la regin (CEDE, 2002).

    En Mxico, en el ao 2002 el nmero de nios y

    nias de 6 a 14 aos de edad que trabajan es de 3,3

    millones, que se distribuyen casi por igual entre nios

    y nias. De este total, 1,5 millones (45,3%) realizan

    algn trabajo econmico y 1,8 millones (54,7%)

    realizan trabajo domstico. Lo anterior significa que

    uno de cada seis menores en este rango de edad,

    desempea un trabajo, ya sea ste econmico o do-mstico (INEGI, 2004).

    Asumimos las dos definiciones de trabajo infan-

    til que presenta la OIT: una, restringida, que

    comprende exclusivamente las actividades econmi-

    cas, y otra, ampliada, que incluye tanto a las activida-

    des econmicas como al trabajo domstico excluyente,

    es decir, el trabajo domstico que realizan los meno-

    res que, por el nmero de horas que dedican a esta

    actividad, interfiere con su asistencia a la escuela o

    con la atencin satisfactoria de las actividades esco-lares. La OIT seala que el nmero de horas que incide

    sobre el aprovechamiento escolar de los menores os-

    cila entre 2 o 3 horas diarias, o sea, unas 15 horas a la

    semana (idem, 2004).

    Por clase de trabajo son notables las diferencias

    entre nios y nias. En Mxico en el ao 2002, siete

    de cada diez nios y tres de cada diez nias entre los

    6 y 14 aos de edad, desarrollan actividades

    econmicas. En el caso del trabajo domstico la

    situacin es opuesta, siete de cada diez nias y tres de

    cada diez nios realizan trabajos domsticos. La

    divisin del trabajo entre nios y nias en los hogares,

    no hace ms que evidenciar la forma en que se

    reproducen las pautas sociales y culturales que asignan

    un papel diferenciado a los hombres y a las mujeres

    desde temprana edad (idem).

    Una tercera parte de los nios y nias que trabajan

    tienen entre 6 y 11 aos de edad y dos terceras partes

    uno de los mtodos ms difundidos es el de la medicin del ingreso.

    De acuerdo con este indicador, la OIT fija la lnea de la pobreza en

    un ingreso diario de US$2 per capita, y la pobreza extrema en

    US$1. Este mismo criterio aplica la CEPAL en Amrica Latina y

    el Caribe (CEPAL, 2004).

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    tienen entre 12 y 14 aos. Por grupos de edad se ob-

    serva que los nios y nias de 12 a 14 aos son ms

    (65,3% del total de la poblacin de 6 a 14 aos) que

    los nios y nias de 6 a 11 aos (34,7%). Esta situacin

    muestra que a medida que la edad de la poblacin

    infantil aumenta, la probabilidad de insertarse en el

    trabajo econmico y domstico tambin tiende a au-

    mentar. En el grupo de 6 a 11 aos se observa una

    proporcin mayor de nios (37,2%) que de nias

    (27,9%). En el grupo de 12 a 14 aos la participacin

    de las nias es mayor (72,1%) que la de los nios

    (62,8%). Esto es, de 6 a 11 aos son ms los nios

    que trabajan que las nias, pero de 12 a 14 aos la

    situacin es inversa.

    El mayor peso que los nios y nias de 12 a 14aos tienen respecto al total de la poblacin infantil

    de 6 a 14 aos que trabaja, se debe a que muchos de

    ellos concluyen su educacin primaria alrededor de

    los doce aos y no continan estudiando; ingresan a

    las actividades econmicas o ayudan en las tareas

    domsticas, y son las nias las que principalmente

    son incorporadas desde temprana edad a los

    quehaceres del hogar (idem). 55% de los inscritos en

    primaria la terminan. El resto no contina estudiando

    y el 69% de ellos aduce como razn para ello la faltade recursos econmicos que los obliga trabajar (Ruz

    Del Castillo, 2002).

    De acuerdo con lo dicho arriba, respecto a que al

    aumentar la edad de los menores la probabilidad de

    insertarse en el trabajo econmico y domstico tam-

    bin tiende a aumentar, en un estudio sobre el proceso

    de expulsin de los menores del seno familiar a la

    calle, en una muestra de 82 familias con nios en la

    calle de la Zona Metropolitana de Guadalajara, en-

    contramos que, efectivamente, al aumentar la edad

    de los menores se van incorporando cada vez ms al

    trabajo econmico o domstico y, paralelamente,

    empiezan tambin a desertar de la escuela. De un to-

    tal de 57 menores trabajadores en estas familias, el

    25% tienen entre 12 y 14 aos y el 55% entre 15 y 17.

    El 48% del total de menores entre los 12 y los 17

    aos de edad trabajan y no asisten a la escuela (Ver

    Cuadro 1).

    Cuadro 1

    Asistencia escolar y trabajo en

    menores de 6 a 17 aos de edad

    Edad Slo asisten Trabajan y Trabajan y No trabajana la escuela asisten a no asisten no asisten a

    la escuela a la escuela la escuela6 a 8 88.6% - - 11.3%

    9 a 11 67.5% 16% 4% 12.5%

    12 a 14 63% 17% 8% 11.5%

    15 a 17 24% 15.5% 40% 20.5%

    Fuente: Elaboracin propia a partir de datos obtenidos medianteuna encuesta a 82 familias con nios en la calle de la Zona Metro-politana de Guadalajara, 2001.

    Como puede observarse en el cuadro, no encon-

    tramos menores de 6 a 8 aos trabajando. La mayora

    de los menores en este rango de edad (88,6%) sloasiste a la escuela, el restante 11,4% no trabaja y no

    asiste a la escuela. Entre los 9 y los 11 aos, estos

    menores empiezan a incorporarse al trabajo y en un

    nmero pequeo empiezan tambin a desertar de la

    escuela. Entre los 12 y los 14 aos se incorporan ms

    al trabajo y tambin desertan ms de la escuela. Entre

    los 15 y los 17 aos el porcentaje que asiste a la escuela

    y no trabaja se reduce a un 24%, mientras que los que

    trabajan y no asisten a la escuela se eleva a 40% y los

    que no asisten a la escuela ni trabajan se eleva a 20,5%.Llama la atencin los porcentajes de nios de 6

    a 8 aos que, debiendo ir a la escuela, no asisten a

    ella. Esto puede estar en relacin con la imposibilidad

    de los padres para enviar a los hijos a la escuela, por

    su precaria situacin econmica. La incorporacin al

    trabajo y la desercin escolar en los menores de 12 a

    14 aos puede estar en relacin con el hecho de que

    entre los 12 y los 14 aos los nios concluyen su

    educacin primaria y muchos de ellos no continan

    estudiando, ingresan a las actividades econmicas o

    ayudan, principalmente las nias, en las tareas do-

    msticas, lo cual permite que otros miembros del hogar

    puedan incorporarse al trabajo remunerado.

    Tambin llama la atencin el hecho de que una

    quinta parte de los menores de 15 a 17 aos de edad

    no trabajan y no asisten a la escuela. Esto podra estar

    en relacin con lo anterior o con el desempleo

    imperante, que es ms acentuado en hombres y

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    mujeres jvenes. Esto resulta preocupante por la gran

    cantidad de tiempo libre de que disponen estos me-

    nores que viven en un medio ambiente precario, ca-

    rente de centros de recreacin, que tienen necesidades

    econmicas y afectivas insatisfechas y que pueden

    ser enganchados con facilidad en actividades delic-

    tivas.

    Trabajo infantil y asistencia escolar

    El deterioro del panorama social en Amrica

    Latina tambin se evidencia en el plano educacional.

    Los nios y nias de la regin tienen la posibilidad de

    ingresar a los sistemas educativos, pero su proba-

    bilidad de completar los ciclos escolares est condi-cionada por su situacin socioeconmica. Las deteri-

    oradas condiciones de vida y la debilidad del ncleo

    familiar atentan contra la asistencia a la escuela de

    los menores y el rendimiento en ella (Kliksberg, 2002).

    Las dificultades econmicas y el trabajo son las

    principales razones que los jvenes aducen para el

    abandono escolar. Entre las mujeres se suman las

    tareas del hogar, el embarazo y la maternidad

    (Snchez, 2002).

    Slo el 14% de los nios de Amrica Latina asistea preescolar, instancia educativa considerada crucial

    por su peso en la formacin de estructuras bsicas.

    La tasa de inscripcin en la primaria supera el 90%

    pero 50% de los nios que la comienzan desertan de

    la escuela antes de completar la educacin bsica.

    Entre el 25 y el 50% de los nios que ingresan a pri-

    maria no completan el quinto grado, y slo uno de

    cada tres que inicia el ciclo secundario lo termina. De

    acuerdo con la CEPAL, en Brasil en el ao 2000

    repetan los dos primeros aos de la escuela primaria

    el 45% de los nios y nias de la poblacin con me-

    nores ingresos y slo el 4,5% de los nios y nias del

    25% con mayores ingresos. Igualmente, a los 20 aos

    de edad haban completado la secundaria el 54% de

    los jvenes del 25% con mayores ingresos y slo el

    8% del 25% de menores ingresos (Kliksberg, 2002).

    El nivel de repeticin en la regin es uno de los

    ms altos del mundo. La tasa de repeticin en su con-

    junto es de 41,2%. En Brasil es de 45%, en otros pa-

    ses del cono sur es de 36,3%. En Centroamrica es de

    39,5%. En Repblica Dominicana, Cuba y Mxico es

    de 38,6% (Torres, 2001).Los promedios de repeticin

    llevan a que los nios tarden ms de diez aos para

    terminar la primaria en Guatemala, Honduras y

    Nicaragua. Un alumno promedio en la regin est

    cerca de siete aos en la escuela primaria para termi-

    nar slo cuatro grados. Ms del 40% de los alumnos

    repiten el primer grado, y la tasa de repeticin

    promedio es del 30% en cada ao de estudios

    (Kliksberg, 2002).

    Las elevadas tasas de repeticin y desercin

    llevan a un bajo ndice de escolaridad promedio por

    habitante en la regin, el cual es de 5,2 aos. Estepromedio en algunos pases es an menor, como en

    Honduras, Paraguay, El Salvador y Brasil, donde el

    promedio es entre cuatro y cinco aos. En los dems

    pases, con sus diferencias, no excede de nueve aos.

    En los pases de Centroamrica y en algunos del

    Caribe, como Hait y Repblica Dominicana, el 83%

    de los nios y nias de los estratos altos terminan el

    quinto grado de primaria y slo lo hace el 32% de los

    estratos pobres (idem).

    A partir de los 12 aos comienza a observarse unporcentaje de rezago escolar progresivo conforme

    aumenta la edad de los menores. A los 12 aos se tiene

    un rezago de 23%, que se eleva hasta el 81% a los 17

    aos (OIT, 2003b).Existen, adems, fallas en el sis-

    tema educativo para retener a la poblacin estudiantil

    que no logra adaptarse, o que no encuentra en la

    educacin una alternativa compatible con sus intereses

    y aspiraciones (OIT, 2003c).42 millones de latinoame-

    ricanos son analfabetas (Gonzlez Romero, 2005).

    En Amrica Latina, de acuerdo con el BID, la

    escolaridad promedio de los jefes de familia del 10%

    ms rico de la poblacin es de 12 aos, mientras la

    del 10% ms pobre es de 5 aos. Hay una brecha de 7

    aos que tiene efectos en las posibilidades de conse-

    guir trabajo, en los ingresos, etc. En Mxico, esta bre-

    cha es de diez aos. En Europa, es de dos a cuatro

    aos (Kliksberg, 2002).Alrededor del 20% de los hijos

    de las personas con baja escolaridad no logran finali-

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    Antonio Sandoval vila

    Revista Brasileira de Educao v. 12 n. 34 jan./abr. 2007

    zar la educacin secundaria por las condiciones que

    la pobreza impone a las familias (Prats, 2004).

    Segn la CEPAL, en el ao 2000 la fuerza de

    trabajo ocupada en la regin mostraba una marcada

    estratificacin. Hay un nivel superior que es el 3% de

    la poblacin ocupada que tiene 15 aos de escolaridad;

    un nivel intermedio que es el 20% de la fuerza de

    trabajo que tiene entre 9 y 12 aos de escolaridad; y

    el 77% restante tiene slo de 5 a 7 aos de estudios en

    las ciudades, y de 3 aos en las zonas rurales. Diez

    aos de escolaridad parecen constituir el umbral m-

    nimo para que la educacin pueda cumplir un papel

    significativo en la reduccin de la pobreza. Si se tiene

    un nivel inferior y no se poseen activos productivos,

    son escasas las probabilidades de superar los nivelesinferiores de ingreso ocupacional (Kliksberg, 2002).

    La diferencia entre los pases la har, de manera

    creciente, el conocimiento. Un estudio del Banco

    Mundial (BM) sobre 192 pases concluye que slo el

    16% del crecimiento econmico se puede atribuir al

    capital fsico: edificios, maquinaria, infraestructura;

    el 20% viene del capital natural y el 64% puede ser

    atribuido al capital humano y al social (idem).

    En Mxico, ms de un milln de nios en edad

    de cursar la primaria no estn inscritos en ella. Deltotal de la poblacin de 8 a 14 aos, el 4,2% de las

    mujeres y el 4,8% de los hombres no saben leer y

    escribir. En todas las entidades federativas, con

    excepcin de Chiapas, hay ms nios que nias de 8

    a 14 aos de edad que no saben leer y escribir (INEGI,

    2003).En Chiapas se concentra el 27% de la poblacin

    entre 6 y 14 aos de edad que no asiste a la escuela

    (Bazdresch Parada, 2001).

    En el ao 2002, el 12% de las mujeres y el 9% de

    los hombres de 15 aos y ms carece de instruccin

    (INEGI, 2003).El 26% de los analfabetos se concen-

    tra en la poblacin indgena(Bazdresch Parada, 2001).

    A pesar de la disminucin del analfabetismo femenino,

    y de que la brecha entre hombres y mujeres en este

    sentido es cada vez menor, la diferencia entre sexos

    an persiste. La distancia que se observa entre

    hombres y mujeres que carecen de instruccin formal

    se debe, al parecer, a la mayor exclusin educativa

    que sufrieron las mujeres en generaciones pasadas

    (INEGI, 2003).

    A partir de la modificacin de los Artculos 3 y

    31 fraccin 1 de la Constitucin Poltica de los Esta-

    dos Unidos Mexicanos, en 1993, como respuesta a la

    necesidad de un mayor nivel de instruccin de la

    poblacin, la primaria (6 aos) y la secundaria (3 aos)

    son obligatorias (durante todo el siglo XX slo la

    educacin primaria fue obligatoria) y constituyen el

    nivel de educacin bsica (idem). En el ao 2002 se

    hizo obligatorio el nivel preescolar (3 aos). Dos aos

    de preescolar sern obligatorios para el ao 2006, y

    tres para el ao 2008 (Fuhman, Javier & Valencia,

    2004).

    El 42,8% de las mujeres y el 42% de los hombresde 15 aos y ms tienen educacin bsica incomple-

    ta. El rezago educativo, es decir, el porcentaje de

    personas de 15 aos y ms sin instruccin, con pri-

    maria incompleta o completa y/o secundaria incom-

    pleta, es de 54,3% para las mujeres y de 50,7% para

    los hombres. La brecha entre sexos es, en trminos

    generales, de 3,6 puntos (INEGI, 2003). Llama la

    atencin el alto porcentaje de poblacin joven que no

    tiene estudios bsicos completos, ya que 39 de cada

    100 jvenes de 15 a 29 aos se encuentran en situacinde rezago educativo y slo el 25% del total de la

    poblacin en estas edades (27,2 millones, que equi-

    vale al 28,5% de la poblacin total del pas) asiste a

    la escuela (idem).

    El rezago educativo en 2005 es de 32 millones

    de personas, de las cuales 6 millones son analfabetos,

    un milln supera los 45 aos, 3 millones son mayores

    de 65 aos, 700 mil son indgenas, y el resto no ha

    terminado la primaria o la secundaria. Cada ao se

    suman 774 mil jvenes al rezago educativo (Arana

    Cervantes, 2005).El analfabetismo y el rezago esco-

    lar tienen una relacin inversa al tamao de la

    localidad de residencia. Conforme es ms grande el

    tamao de la localidad de residencia el analfabetismo

    y el rezago escolar tienden a disminuir. En la relacin

    urbano-rural los porcentajes cambian mucho. Los

    porcentajes urbanos en el rea rural se duplican

    (INEGI, 2003).

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    Trabajo infantil e inasistencia escolar

    Revista Brasileira de Educao v. 12 n. 34 jan./abr. 2007 75

    En el ao 2000, el promedio de escolaridad na-

    cional para las mujeres es de 7,1 aos, y de 7,6 para

    los hombres. Entre las generaciones ms jvenes,

    adems de que los promedios de escolaridad son

    mayores, la brecha que hay entre hombres y mujeres

    disminuye considerablemente. As, entre la poblacin

    de 15 a 29 aos casi no hay diferencia en el promedio

    de escolaridad por sexo. El promedio de escolaridad

    para las mujeres es de 8,6 aos, y el de los hombres

    es de 8,7. A mayor edad, menor es el promedio de

    escolaridad alcanzado. No tienen secundaria comple-

    ta en la poblacin de 30 a 44 aos el 52,7% de las

    mujeres y el 46% de los hombres. En el grupo de 45 a

    59 aos, el 74,9% de las mujeres y el 67,8% de los

    hombres. En el grupo de 60 aos y ms, los porcentajesde poblacin en situacin de rezago escolar rebasan

    al 85%: 87,7% para las mujeres y 85,3% para los

    hombres. Lo anterior da cuenta de las diferentes opor-

    tunidades educativas entre las generaciones. Estas

    cifras varan con relacin a la edad, el rea rural y

    urbana, la etnia y el tamao de la poblacin (idem).

    La reprobacin en todos los niveles es mayor en

    los hombres que en las mujeres, y estos porcentajes

    aumentan para ambos sexos a medida que se asciende

    en los niveles educativos. En la primaria losporcentajes de reprobacin son: 5,1% para las mujeres

    y 7,4% para los hombres. En secundaria: 14,4% para

    las mujeres y 26,2% para los hombres. En la educacin

    media superior, donde se forma al profesional tcni-

    co y al bachiller, se presentan los mayores porcentajes

    de reprobacin. Los porcentajes a escala nacional son,

    para el profesional tcnico: 19,4% para las mujeres y

    28,4% para los hombres. Los porcentajes en el

    bachillerato son: 34,3% para las mujeres y 44% para

    los hombres (idem).

    La desercin escolar en educacin bsica y

    educacin media superior, es mayor en los hombres

    que en las mujeres. La diferencia entre hombres y

    mujeres que abandonan la escuela se incrementa con-

    forme se avanza en los niveles escolares. Para la pri-

    maria los porcentajes de desercin escolar son de 1,7%

    para las mujeres y de 2% para los hombres. En este

    nivel la diferencia entre hombres y mujeres es de 0,3

    puntos porcentuales. En la secundaria los porcentajes

    son de 6,2% para las mujeres y de 9,6% para los

    hombres. En este nivel la diferencia entre hombres y

    mujeres es de 3,4 puntos porcentuales. Para el

    profesional tcnico los porcentajes son: 22,1% para

    las mujeres y 28% para los hombres. En este nivel la

    brecha entre hombres y mujeres es de 5,9 puntos. Los

    porcentajes para bachillerato son: 13,9% para las

    mujeres y 20,2% para los hombres. Es en este nivel

    donde se registra la mayor diferencia porcentual en-

    tre sexos, con 6,3 puntos. A partir de la secundaria se

    observan ms los casos de abandono escolar. El nivel

    educativo con mayor desercin es el medio superior.

    Las causas estn vinculadas con las crecientes

    necesidades econmicas de los hogares, pues por logeneral son ms de origen socioeconmico que esco-

    lar (idem).

    Para la eficiencia terminal, que se mide por el

    nmero de alumnos que terminan un determinado

    nivel educativo en el tiempo programado para ello,

    los porcentajes para la primaria son: 87,5% para las

    mujeres y 85,5% para los hombres. Para secundaria:

    81,0% para las mujeres y 71,1% para los hombres.

    Para profesional tcnico: 47,4% para las mujeres y

    40,1% para los hombres Para el bachillerato: 63,7%para las mujeres y 54,3% para los hombres. Es en las

    carreras tcnicas donde se observan los menores

    porcentajes de eficiencia terminal, y aqu la diferen-

    cia entre hombres y mujeres es de 7,3 puntos

    porcentuales (idem).

    An cuando es difcil determinar si los nios y

    nias no van a la escuela porque deben trabajar, o

    trabajan porque no estudian (OIT, 2003b), algunos

    estudios han demostrado que hay una clara relacin

    entre el trabajo infantil y la exclusin educativa. Du-

    rante la educacin primaria, los menores trabajadores

    presentan un retraso de dos a tres grados con relacin

    a los menores que no trabajan (OIT, 2003c).

    En Mxico, la incidencia del trabajo infantil so-

    bre la educacin de los nios y nias es significativa:

    una cuarta parte de los nios y nias entre los 6 y 14

    aos de edad que trabajan no estudian, y 78,5% de ellos

    destina 15 o ms horas a la semana al trabajo, lo cual

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    Antonio Sandoval vila

    Revista Brasileira de Educao v. 12 n. 34 jan./abr. 2007

    implica que una parte importante de esta poblacin no

    est en condiciones de cumplir en forma adecuada sus

    actividades escolares y el trabajo puede llegar al extre-

    mo de excluirlos de la escuela y marginarlos posterior-

    mente del mercado laboral, dado que carecen de las

    competencias necesarias para insertarse en puestos de

    trabajo con buenos niveles salariales.

    De los nios y nias de 6 a 14 aos de edad que

    trabajan y no estudian, el porcentaje de nios es

    ligeramente menor (1,3 puntos porcentuales) al que

    reportan las nias: 24,9% de los nios contra 26,2%

    de las nias. Por grupo de edad, el porcentaje de nios

    y nias de 6 a 11 aos es de 8,7%; en cambio, en el

    grupo de 12 a 14 aos dicho porcentaje casi se

    cuadruplica, al llegar a 33,7%. El comportamiento porsexo muestra que los nios de 6 a 11 aos representan

    el 10,4%, y las nias el 6,3%, datos que, al

    compararlos con el grupo de 12 a 14 aos, muestran

    que el porcentaje de nios se triplica, llegando hasta

    el 33,5%, y el de las nias se quintuplica, alcanzando

    33,9% Es decir, en el grupo de 6 a 11 aos el porcentaje

    de nios que trabajan y no estudian es superior al de

    las nias, pero en el grupo de 12 a 14 aos el porcentaje

    de nias que trabajan y no estudian es superior al de

    los nios. Esto parece evidenciar cierta discriminacinde gnero ante la preferencia de educar ms a los nios

    que a las nias, situacin que se acenta despus de

    los 12 aos (INEGI, 2004).

    Conclusiones

    La adopcin de las ideas econmicas neoliberales

    en los Estados nacionales de Amrica Latina como la

    nica posibilidad para el desarrollo ha producido re-

    sultados desastrosos. En esta situacin, culpar al capi-

    talismo neoliberal de los problemas como el de la po-

    breza, el trabajo infantil y la desercin escolar, puede

    resultar reconfortante psicolgicamente, pero las cau-

    sas fundamentales de estos problemas son internas y

    se tienen que resolver internamente. La pobreza que

    estas ideas han generado no es una maldicin inevitable.

    Es producto de decisiones y polticas humanas. Que

    no haya pobres, y por tanto trabajo infantil y desercin

    escolar, depende de cada sociedad, de cmo se organice,

    de que haga lo necesario para ello.

    Las familias pobres, que viven al da, movilizan

    todos los recursos a mano para sobrevivir, su

    preocupacin est centrada en cmo hacer para co-

    mer y subsistir hoy. En estas circunstancias, el trabajo

    infantil en el corto plazo parece una salida o alivio a

    la pobreza familiar, porque la ayuda que los nios y

    nias aportan al hogar, ya sea a travs del ingreso que

    logran mediante actividades remuneradas, o median-

    te el trabajo domstico que desempean en el hogar,

    que permite que otros miembros de la familia puedan

    desempear algn trabajo remunerado, de algn modo

    contribuye a paliar las carencias de sus familias

    (Gattino, 1999).Muchas actividades que realizan los menores son

    de apoyo a las necesidades de hogares que necesitan

    contar con mano de obra para el negocio familiar,

    como ayuda en el trabajo que desempean los padres

    o en las actividades agropecuarias en la agricultura

    de subsistencia, en labores que, segn la opinin de

    los adultos, no ponen en riesgo su salud e integridad,

    las cuales adems, les permiten adquirir un conjunto

    de habilidades y destrezas tiles para la vida adulta

    (Vicherat, 2002).Desde la situacin de las familias empobrecidas

    y de los pequeos que trabajan, el trabajo infantil tiene

    una racionalidad que hay que entender. La actitud de

    los jefes de familia hacia el trabajo de los hijos meno-

    res est condicionada por su educacin formal; se

    supone que un mayor nivel educacional de los jefes

    de familia les ayudara a privilegiar en los hijos el rol

    de estudiantes en desmedro del de trabajador. Pero la

    baja escolaridad de los jefes de las familias pobres

    alienta la incorporacin temprana de los hijos al

    trabajo. Su bajo nivel de escolaridad no les ayuda para

    reflexionar acerca del peligro o dao futuro del trabajo

    infantil y sobre el hecho de que sus hijos dejen la

    escuela por el trabajo; en todo caso, la necesidad los

    obliga a recurrir a la fuerza de trabajo de los hijos.

    Sin embargo, trabajar implica para los meno-

    res un esfuerzo que no slo consume y quita tiempo y

    posibilidades de hacer las tareas escolares, tambin

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    Trabajo infantil e inasistencia escolar

    Revista Brasileira de Educao v. 12 n. 34 jan./abr. 2007 77

    les resta energas durante las clases como en la casa

    para estudiar. El trabajo prematuro les resta oportuni-

    dades, traba su asistencia a la escuela, y si sta no los

    expulsa por su inasistencia o por su bajo rendimiento,

    ellos la abandonan por necesidad. Si bien es cierto

    que en Amrica Latina ha crecido la matrcula educa-

    tiva, la precaria situacin familiar no permite a toda

    la poblacin infantil pobre acceder a la escuela y/o

    mantenerse en el sistema educativo. La disminucin

    del ingreso en las familias pobres merma las

    posibilidades para los nios y nias para aprovechar

    los beneficios de la educacin. Sin estos beneficios

    se quedan tambin sin herramientas para ingresar en

    el mercado laboral adulto.

    En el corto plazo no es fcil percibir el dao queproduce el trabajo infantil ni en el mbito individual

    ni al nivel del desarrollo de un pas en su conjunto.

    Sin embargo, en el mediano y largo plazo lo que se

    gana o se pierde en educacin dura para toda la vida.

    El actual nio trabajador, por la prdida en educacin,

    slo podr acceder a las ocupaciones de menor

    calificacin y peor pagadas; por ello, tiene altas pro-

    babilidades de ser el futuro padre de nuevos nios

    trabajadores, reproduciendo as intergeneraciones la

    pobreza (Del lamo, 2002).Educar a nuestros menores puede constituir el

    primer paso para romper con el crculo vicioso de la

    pobreza. El papel de la educacin es central para

    reducir la pobreza y promover mayor equidad en el

    acceso de oportunidades de bienestar, mediante la

    formacin de sujetos con capacidad de insertarse con

    mejores ingresos en el mundo laboral, de participar

    activamente en espacios decisorios y de ejercer sus

    derechos polticos en una democracia participativa.

    Si bien no se puede demostrar que la educacin

    saca a los pobres de la pobreza, tampoco se puede

    demostrar que se puede prescindir de ella en el com-

    bate a la pobreza. La educacin no resuelve todos los

    problemas, pero sin ella el cambio social para lograr

    una sociedad ms justa ser muy difcil. Sin educacin,

    las posibilidades de exigir el cumplimiento de los

    derechos sociales, econmicos, culturales, civiles y

    polticos son mucho ms estrechas; es por ello que la

    educacin abre las puertas a otros derechos. Sin

    educacin no hay ciudadana posible y sin ciudadana

    toda posibilidad de democracia es una quimera.

    Aunque la elevacin del nivel educativo no se

    refleja de inmediato en el mejoramiento del nivel de

    vida, en el mediano y largo plazo el mejoramiento de

    la educacin tiene su influencia. Slo por mencionar

    un ejemplo, con la educacin de las mujeres disminuye

    el nmero de hijos por mujer, el nmero de embarazos

    en adolescentes, el nmero de embarazos no deseados

    y el nmero de abortos provocados; mejora la atencin

    obsttrica y disminuye la mortalidad materna; mejora

    la atencin y el cuidado de los recin nacidos, la

    esperanza de vida de los menores, y disminuye la

    mortalidad infantil; mejora la alimentacin de lafamilia, el desempeo de los menores en la escuela, y

    contribuye a conformar, en los miembros de la familia,

    una conciencia medioambiental.2

    El papel de la educacin ha sido el eje funda-

    mental para contribuir al cambio social y econmico

    en el mundo. En pases que han logrado un buen

    desarrollo, como algunos del sudeste asitico

    (Singapur, Hong Kong etc.), la educacin ha sido uno

    de los factores que ms han contribuido para ello. La

    elevacin del nivel educativo de una sociedad tiene

    2Sobre metas y programas de apoyo para el desarrollo regi-

    onal y por pas; sobre indicadores de educacin y de salud, sobre

    las ventajas y desventajas de apoyar o no suficientemente estos

    rubros, sobre trabajo infantil, puede consultarse, entre otros: BM:

    Quality of Growth, Washington, D. C., 2000; BID: Infancia, In-

    forme Especial, Washinton, D. C., 1999, CEPAL: Panorama So-

    cial de Amrica Latina y el Caribe, Santiago de Chile, 2005;

    Organizacin Mundial de la Salud (OMS): The World Health

    Report, Ginebra, 2000; Organizacin Panamericana para la Salud

    (OPS): Situacin de la Salud en las Amricas. Indicadores Bsi-

    cos, Washington, D. C., 2000; Programa de Naciones Unidas para

    el Desarrollo (PNUD): Superar la pobreza humana, Nueva York,

    2000, PNUD: Informe Anual 2002 (los ms pobres en materia de

    salud y educacin), Nueva York, 2001; Fondo de Naciones Uni-

    das para la Infancia (UNICEF): The State of de World Children,

    Nueva York, 2001.

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    Antonio Sandoval vila

    Revista Brasileira de Educao v. 12 n. 34 jan./abr. 2007

    mltiples efectos econmicos. Hay una significacin

    correlativa entre los niveles de educacin y las

    remuneraciones que las personas pueden alcanzar, y

    entre el nivel econmico social y el capital humano. El

    aumento de conocimientos y habilidades incrementa

    los niveles de productividad y facilita la adquisicin

    de nuevas tecnologas (Castells, 1999, v. III).

    En el actual contexto mundial de creciente

    globalizacin y cambio tecnolgico, donde la forma-

    cin se convierte en eje central para que un pas pueda

    competir, el trabajo infantil, por la prdida que impli-

    ca en educacin, se constituye en un problema con

    profundas repercusiones macroeconmicas. No hay

    posibilidad para que un pas pueda ser competitivo si

    los nios y nias, en lugar de concentrar su tiempo yesfuerzo en la escuela, tienen que trabajar. Con ello

    se traba el desarrollo nacional. El desarrollo descansa

    en el acelerado cambio tecnolgico. Pero la tecnologa

    no es ms que el conocimiento cientfico aplicado a

    la produccin. Crear conocimiento supone educacin

    superior, y en la base de este andamiaje est la

    educacin bsica, que es el cimiento de cualquier

    modelo de desarrollo que aspire a la equidad.

    Por eso, no mejorar la educacin de nuestros me-

    nores significa desperdiciar la formacin de nuestrocapital humano. Por ello, el trabajo infantil no es un

    problema personal o familiar, sino social. El tema so-

    cial, ms que de recursos, es con frecuencia de priori-

    dades. Sociedades con recursos limitados han obtenido

    excelentes logros en el campo social y en el de la

    familia.

    Junto al crecimiento econmico surge la

    necesidad de lograr el desarrollo social. Desarrollo

    econmico y social deben ir juntos para que haya

    desarrollo real. El crecimiento econmico es funda-

    mental para posibilitar el avance social, pero sin

    inversin continuada en educacin no habr capital

    humano calificado como motor bsico de la produc-

    tividad y la competitividad. Sin cultura como parte

    integrada del desarrollo, los aparentes logros

    econmicos pueden ser efmeros.

    Los proyectos educativos tienen que ir de la mano

    de polticas econmicas y sociales que tiendan a la

    reorganizacin de la estructura distributiva, a

    recomponer la desigualdad recuperando el trabajo como

    motor de los estilos de desarrollo. El mejoramiento de

    nuestros nios y nias va de la mano del mejoramiento

    de sus familias, y ste no puede ser ajeno al desarrollo

    social. Por ello, el inters en las familias de nuestros

    nios y nias que trabajan no es slo un inters priva-

    do, sino que adquiere necesariamente una dimensin

    colectiva y pblica. Es desde las familias que debe

    afrontarse la situacin de colapso del ingreso y de la

    fragilidad social a que se ha llevado no slo a nuestras

    familias, sino a la sociedad en general. Lo anterior im-

    plica la reactivacin productiva para el crecimiento del

    empleo y el nivel de los salarios para los adultos.

    Desde esta perspectiva, la actual polticaeconmica no es la solucin a nuestros problemas en

    tanto no se modifique la distribucin del ingreso. No

    obstante, no se ve una poltica clara a largo plazo que

    garantice la reestructuracin productiva que siente las

    bases para un crecimiento sostenible. No se ve un

    empeo suficientemente adecuado para reducir el

    rezago educativo a un ritmo apropiado.

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    ANTONIO SANDOVAL VILA, mdico cirujano por la

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico (UNAM) con

    especialidad en ginecologa y obstetricia por la misma Universidad

    y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Maestro en

    sociologa de la educacin por el Instituto Superior de Investigaciny Docencia para el Magisterio (ISIDM) de la Secretara de

    Educacin Pblica del Estado de Jalisco. Doctor en ciencias pol-

    ticas y sociales por el Centro de Investigacin y Docencia en Hu-

    manidades del Estado de Morelos (CIDHEM), en convenio con la

    Universidad de Guadalajara. Profesor investigador del Centro de

    Estudios sobre el Cambio y las Instituciones (CESCI) del Depar-

    tamento de Sociologa del Centro Universitario de Ciencias

    Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara.

    Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Siste-

    ma Nacional de Ciencia y Tecnologa (CONACYT). Publicaciones:

    Pobreza y nios en la calle (Guadalajara: Universidad de Guada-

    lajara, Mxico, 1999);Propuesta metodolgica para sistematizar

    la prctica profesional del trabajo social(Buenos Aires: Espacio

    Editorial, 2001); Prcticas de crianza de familias de la Zona Me-

    tropolitana de Guadalajara que tienen nios en la calle (Guada-

    lajara: Universidad de Guadalajara, Mxico, 2007). Proyecto de

    investigacin: Violencia contra la mujer en la relacin de pareja.

    E-mail: [email protected]

    Recebido em novembro de 2005

    Aprovado em outubro de 2006

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    Resumos/Abstracts/Resumens

    180 Revista Brasileira de Educao v. 12 n. 34 jan./abr. 2007

    Resumos/Abstracts/Resumens

    Antonio Sandoval vila

    Trabajo infantil e inasistencia

    escolar

    El capitalismo neoliberal ha generali-

    zado la pobreza que obliga a muchasfamilias a recurrir al trabajo de los hijos

    para poder subsistir. Por el trabajo, los

    menores desertan de la escuela. Cuando

    adultos, por la prdida en educacin,

    slo podrn acceder a las ocupaciones

    de menor calificacin y peor pagadas.

    Por ello, tienen muchas probabilidades

    de ser los futuros padres de nuevos

    nios trabajadores reproduciendo

    intergeneracionalmente la pobreza. La

    educacin es el primer paso para rom-per el crculo de la pobreza; hay

    relacin entre los niveles de educacin

    y las remuneraciones que las ersonas

    pueden alcanzar. El desarrollo descansa

    en el acelerado cambio tecnolgico que

    no es ms que el conocimiento cientfi-

    co aplicado a la produccin. Crear

    conocimiento supone educacin superi-

    or, y en la base de sta est la

    educacin bsica, que es el cimiento de

    cualquier modelo de desarrollo que as-

    pire a la equidad. No educar a los me-

    nores significa desperdiciar la

    formacin de capital humano, ello traba

    el desarrollo nacional. Sin educacin no

    habr capital humano calificado comomotor bsico de la productividad y la

    competitividad.

    Palabras claves: capitalismo neolibe-

    ral; pobreza; trabajo infantil; desercin

    escolar

    Child labour and the lack of school

    support

    Neoliberal capitalism has generalized

    the poverty that forces many families to

    resort to the work of their children to

    guarantee subsistence. Work results in

    the children abandoning school and as

    adults, as a consequence of their lack

    of formal education, they will only be

    able to accede to the worse paid

    occupations requiring low

    qualification and receiving low wages.

    As a result, they will probably be the

    parents of new children workers

    reproducing intergenerational poverty.

    Education is the first step in breaking

    the vicious circle of poverty. There is a

    correlation between the levels of

    education and those of remuneration

    which people can attain. Development

    depends on accelerated technological

    change which is no more than

    scientific knowledge applied to

    production. The creation of knowledge

    presupposes higher education whose

    foundation is elementary education

    which is the platform of any model of

    development that aspires to equity. Not

    educating children signifies wasting

    the formation of human capital which,

    in its turn, brakes national develop-

    ment. Without education it will be

    impossible to qualify human capital,

    understood as the basic motor of

    productivity and competitiveness.

    Key words: neoliberal capitalism; child

    labour; lack of school support; school

    drop-out

    Trabalho infantil e inassistncia

    escolar

    O capitalismo neoliberal generalizou a

    pobreza, obrigando muitas famlias a

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    Resumos/Abstracts/Resumens

    R i t B il i d Ed 12 34 j / b 2007 181

    recorrer ao trabalho dos filhos para

    garantir sua subsistncia. Pelo traba-

    lho, as crianas abandonam a escola.

    Quando adultos, pela perda da educa-

    o, s conseguem ocupaes que exi-

    gem menor qualificao e pelas quaisrecebem menores ganhos. Em conse-

    qncia, provavelmente sero pais de

    novas crianas trabalhadoras, repro-

    duzindo intergeraes a pobreza. A

    educao o primeiro passo para rom-

    per o crculo vicioso da pobreza; h

    relao entre os nveis de educao e

    os nveis de remunerao que as pes-

    soas podem alcanar. O desenvolvi-

    mento baseia-se no acelerado desen-

    volvimento tecnolgico que nada mais

    que o conhecimento cientfico aplica-

    do produo. Criar conhecimento su-

    pe educao superior, e seu funda-

    mento est na educao bsica, que

    a plataforma de qualquer modelo de

    desenvolvimento que aspire eqida-

    de. No educar as crianas significa

    desperdiar a formao do capital hu-

    mano, o que trava desenvolvimento na-

    cional. Sem educao, no haver ca-

    pital humano qualificado como motor

    bsico da produtividade e da competi-

    tividade.

    Palavras-chave: capitalismo neolibe-

    ral; trabalho infantil; inassistncia es-

    colar; evaso escolar