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2003 jun Capacitación Mundial

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Publicado porLa Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Salt Lake City, Utah, E.U.A.

© 2003 por Intellectual Reserve, Inc.Todos los derechos reservados

Impreso en  Argentina.

 Aprobación del inglés: 5/03. Aprobación de la traducción: 5/03.

Traducción de Worldwide Leadership Training Meeting June 2003Spanish

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Índice de temasCómo conferir el sacerdocio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1

 Presidente Boyd K. Packer 

La administración de la estaca. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 Élder L. Tom Perry

El llamamiento y las responsabilidades de un obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 Élder Robert D. Hales

Cómo planear y dirigir reuniones sacramentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 Élder Russell M. Nelson

“¿Qué clase de hombres [habemos] de ser?” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16 Élder Neal A. Maxwell 

“Pondré espíritu nuevo dentro de vosotros” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 Presidente Thomas S. Monson

Regocijémonos en el privilegio de servir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Presidente Gordon B. Hinckley

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La doctrina

El quinto Artículo de Fe dice:“Creemos que el hombre debe ser llamado por Dios, por profecía [esdecir, revelación] y la imposición demanos, por aquellos que tienen laautoridad, a fin de que pueda predi-

car el evangelio y administrar susordenanzas”.

Mi asignación trata sobre cómoconferir la autoridad del sacerdocio.Mis palabras proceden de lasEscrituras y se explican con más deta-lle en el Manual de Instrucciones dela Iglesia1.

El sacerdocio, “[que] se instituyó[en los cielos] desde antes de la fun-

dación del mundo” (D. y C. 124:33),es sagrado. “Los derechos del sacerdo-cio están inseparablemente unidos alos poderes del cielo” (D. y C. 121:36).

Como siervos autorizados delSeñor Jesucristo, es responsabilidadde cada poseedor del sacerdocio, detodos ustedes, fomentar la divinidaden sus vidas, en sus hogares y sus lla-mamientos en la Iglesia.

El “sacerdocio mayor administrael evangelio y posee la llave de los

misterios del reino, sí, la llave delconocimiento de Dios.“Así que, en sus ordenanzas se

manifiesta el poder de la divinidad.“Y sin sus ordenanzas y la autori-

dad del sacerdocio, el poder de ladivinidad no se manifiesta a los hom-bres en la carne” (D. y C. 84:19–21).

Cuando el sacerdocio esté bienasentado, todo lo demás ocupará sulugar; su autoridad y poder constitu-

 yen el fundamento de todo lo quehacemos en la Iglesia.

El principio

Todos los oficios adquieren poder  y autoridad del sacerdocio. Las esta-cas, las misiones, los barrios, losquórumes, las organizaciones auxilia-res, las reuniones, los consejos:todos dependen de la dirección delsacerdocio.

Hablaré tanto de la ordenacióncomo del apartamiento.

Los poseedores de las llaves deautoridad aprueban una ordenaciónen el sacerdocio o autorizan que una

persona sea apartada para servir.En una estaca o en una misión, las

llaves del sacerdocio se dan a su pre-sidente. En un quórum, las llaves delsacerdocio se dan a su presidente.En un barrio, las llaves del sacerdo-cio se dan a su obispo. Los presiden-tes de las organizaciones auxiliaresno reciben llaves.

Cómo elegir a los que hay que ordenar y apartar 

En primer lugar, permítanmeexplicar cómo elegir a alguien paraser ordenado a un oficio del sacerdo-cio o apartado para ser un líder opara enseñar.

Los de la presidencia o del obis-pado se reúnen en consejo y oran,tanto juntos como personalmente,sobre quién debe ser llamado. Larespuesta se recibe por revelación.

Las Escrituras enseñan: “Debesestudiarlo en tu mente; entonces

has de preguntarme si está bien; y si así fuere, haré que tu pechoarda dentro de ti; por tanto, senti-rás que está bien” (D. y C. 9:8;cursiva agregada).

No se debe conferir el sacerdocioa ningún hombre o muchacho impe-nitente o que no esté dispuesto a

 vivir de acuerdo con los conveniosrelacionados con dicho sacerdocio.

Tanto en la ordenación como enel apartamiento se debe realizar una

entrevista a fin de determinar losiguiente en cuanto a los candidatos:

• ¿Son dignos del llamamiento?• ¿Aceptarán el llamamiento?• En caso de estar casados, ¿conta-

rán con el apoyo de sus cónyuges?• ¿Hay problemas familiares, labora-

les o de salud que pudieran inter-ferir con su servicio?

P R E S I D E N T E B O Y D K . P A C K E RPresidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles

Cómo conferirel sacerdocioLa doctrina, el principio

 y la práctica

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Cómo extender el llamamiento

Un llamamiento es más impor-tante que una invitación o que unapetición. Se recibe del Señor por medio de Su siervo escogido. Haceaños, el presidente Spencer W.Kimball, en ese entonces presidentede una estaca de Arizona, tuvo unaexperiencia al extender un llama-miento después de haberse produ-cido una vacante en la presidenciade los Hombres Jóvenes de la estaca.El presidente Kimball salió de su des-pacho en el banco donde trabajaba,caminó unos metros calle abajo hastallegar a una tienda y dijo: “Jack, ¿tegustaría ser el presidente de losHombres Jóvenes de la estaca?”.

 Jack respondió: “Spencer, no esta-rás hablando de mí”.

“Por supuesto que sí”, dijo. “Eresjoven y te relacionas bien con lajuventud. Serías un buen presidente”.

Entonces sucedió algo que el pre-sidente Kimball consideró como unaconversación un tanto desagradable,pues Jack rechazó el llamamiento.El presidente regresó al banco y sesentó ante su escritorio, afligido por 

su fracaso. Entonces supo lo quehacer. Salió de su despacho, caminócalle abajo hasta llegar a la mismatienda y encontrarse con el mismohombre, lo llamó por su nombrecompleto y dijo: “El domingo pasadola presidencia de la estaca se reuniópara considerar la vacante de presi-dente de los Hombres Jóvenes.Oramos y conversamos al respecto y,finalmente, mientras estábamos arro-dillados, preguntamos y recibimos la

inspiración del Señor de que debía-mos llamarte a ti. Estoy aquí comosiervo del Señor para extender el lla-mamiento”.

 Jack respondió: “Bueno, Spencer,si lo haces de esa manera”.

 Y él dijo: “Así es”. Ahora era más que una mera invi-

tación: era un llamado del Señor por conducto de Su siervo.

 El sostenimiento

El Señor ha dicho: “A ninguno leserá permitido salir a predicar mievangelio ni a edificar mi iglesia, amenos que sea ordenado por alguienque tenga autoridad, y sepa la iglesiaque tiene autoridad” —de ahí que secelebre el sostenimiento, para que laIglesia sepa que tiene autoridad— “y que ha sido debidamente ordenadopor las autoridades de la Iglesia”(D. y C. 42:11).

 A fin de que todos en la Iglesiasepan quién es un líder, debe haber un sostenimiento. Las Escriturasenseñan: “No se ordenará a ningunapersona a oficio alguno en esta igle-sia, donde exista una rama [o unaestaca o un barrio] de ella debida-mente organizada, sin el voto dedicha Iglesia” (D. y C. 20:65).

“Porque es preciso que todas lascosas se hagan con orden y de comúnacuerdo” (D. y C. 28:13; véase tam-bién D. y C. 26:2), “por la voz de laiglesia” (D. y C. 38:34, cursiva agre-gada; véase también D. y C. 41:9).

 Ahora hablaré del procedimientodel sostenimiento. Durante la pre-

sentación de un nombre se realiza un voto de sostenimiento con la manolevantada. El oficiante pregunta sihay alguien en contra. De haberlo,un líder del sacerdocio previamentedesignado se reúne posteriormenteen privado con la persona para deci-dir si hay una razón válida para sudiscrepancia.

Sólo en un caso de emergencia secelebra una ordenación al Sacerdociode Melquisedec sin el voto de soste-

nimiento o con el sostenimientoexclusivo de un barrio. A continua-ción, se presenta la ordenación paraque sea ratificada debidamente.

Cómo conferir la autoridad del  sacerdocio

Respecto a las ordenaciones:todo oficio en el sacerdocio, tanto

 Aarónico como de Melquisedec, seconfiere mediante una ordenación.

La palabra ordenar se empleacuando se da un oficio en el sacer-docio. Los oficios del Sacerdocio

de Melquisedec son élder (primerose confiere el Sacerdocio deMelquisedec), sumo sacerdote,patriarca, Setenta y Apóstol.

Los oficios del Sacerdocio Aarónicoson diácono (primero se confiere elSacerdocio Aarónico), maestro, pres-bítero y obispo (el obispo debe ser un sumo sacerdote [véase D. y C.68:14–15, 19; 107:17, 69–71]).

Una persona es ordenada o apar-tada mediante la imposición de

manos por alguien que posea lasllaves o que se le haya delegadohacerlo. Desde la antigüedad se haconferido la autoridad y se han dadobendiciones mediante la imposiciónde manos (véase Números 27:18,22–23; Hechos 6:5–6; Alma 6:1).

De una manera sencilla y dignifi-cante, confirmamos a los nuevosmiembros de la Iglesia y sellamos lasunciones cuando bendecimos a losenfermos. Así es como el patriarca o

un padre dan una bendición.El sacerdocio sólo se confiere una

 vez, por lo que en el futuro, al po-seedor del sacerdocio simplementese le ordena a otro oficio. Cuando seordena a un diácono, primero se leconfiere el Sacerdocio Aarónico y luego se le ordena diácono, un oficioen dicho sacerdocio. Cuando seordena a un élder, primero se le con-fiere el Sacerdocio de Melquisedec y luego se le ordena élder, un oficio

en dicho sacerdocio.Toda ordenación y apartamientodebe realizarse bajo la dirección delas autoridades presidentes. El sacer-docio sólo se puede conferir por conducto de aquel que posea laautoridad del sacerdocio y que estéautorizado por alguien que tenga lasllaves adecuadas.

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La ordenación a un oficio en elsacerdocio tiene un carácter perma-nente y acompaña a la personaordenada a dondequiera que vaya.Excepto en el caso de transgresión,

jamás es relevado de él. Alguien que ha sido apartado será

finalmente relevado por la mismaautoridad por la que fue llamado.

Un sumo sacerdote ordenadoobispo también es apartado parapresidir un barrio; después, serárelevado de dicha presidencia, peropersiste su ordenación como obispo.Si fuera llamado a presidir en otrobarrio, sólo tendría que ser apartado.

Todos los oficios en los que hay 

ordenaciones, excepto el de obispo y el de patriarca, se organizan enquórumes.

Los derechos y los privilegios decada oficio en el sacerdocio, así comoel número de integrantes de cadaquórum, se explican en las Escrituras

 y en el manual2.Las llaves y la autoridad de los pre-

sidentes de estaca, de los obispos, delos presidentes de misión, de templo

 y de quórum se conceden en el apar-

tamiento.La palabra apartamiento se emplea

cuando un miembro recibe responsa-bilidades especiales, como el ser miembro de la presidencia de unaorganización auxiliar, el ser maestro,misionero u otras responsabilidades;sin embargo, éstos no reciben ni tie-nen llaves.

Cuando se aparta a alguien paraservir como líder o maestro, existenciertos límites, como son el barrio o

la rama, la estaca o el distrito, el quó-rum o la misión. Por ejemplo, unobispo no es obispo fuera de loslímites de su barrio.

La práctica

Para tomar parte en una ordena-ción, la persona debe tener una auto-ridad en el sacerdocio igual o superior 

a la que se concede en la ordenanza.Por ejemplo, un élder no puede for-mar parte del círculo que ordena a unsumo sacerdote o que aparta a un

 varón a un oficio que requiere que

sea sumo sacerdote. Sólo las autorida-des presidentes pueden apartar a lospresidentes con llaves.

Cuando se va a llevar a cabo laordenación o el apartamiento, la per-sona que oficia pone las manos sobrela cabeza del candidato. Si hubierados hermanos más, éstos tambiénpondrían las manos sobre la cabezadel candidato. La persona que oficiadiría el nombre completo de la per-sona y luego expresaría la autoridad

por la que actúa, que es la autoridaddel Sacerdocio de Melquisedec.Entonces le daría el oficio y pronun-ciaría una bendición.

En caso de que participaran máspersonas en la ordenación, cada unopondría la mano derecha sobre lacabeza del candidato que está siendoordenado, y la mano izquierda sobreel hombro del que está a su

izquierda. Así se completa el círculo.Se celebra la ordenación o el aparta-miento con una ceremonia sencilla y circunspecta.

Se agradece enormemente el

apoyo de familiares y amigos; no obs-tante, el número de varones que for-man el círculo debe limitarse a unospocos. Sólo son realmente necesa-rios los que efectúan la ordenanza oque presiden. Todos los demás sóloapoyan y sostienen al portavoz. Unnúmero excesivo de participantesconstituye una carga gravosa, por locual desalentamos la práctica de invi-tar a un gran número de familiares,amigos y líderes a participar en una

ordenación o en un apartamiento.Repito que la persona que efectúa

la ordenación o el apartamiento:• Pronuncia el nombre completo

de la persona.• Declara la autoridad mediante la

cual se efectúa la ordenanza(“por la autoridad del Sacerdociode Melquisedec”).

• Confiere el sacerdocio si es la pri-mera vez que recibe el sacerdocio.

• Ordena al oficio de ese sacerdocio

junto con los derechos, poderes y autoridad de ese oficio.

• Da una bendición, según lo que leinspire el Espíritu.

• Termina siempre en el nombre de Jesucristo3.

Se lleva un registro de todas lasordenaciones al sacerdocio y delapartamiento de los líderes de lasestacas, barrios, misiones y templos.

La ordenación y el apartamientoconstituyen una oportunidad para

pronunciar una bendición, la cual notiene por fin aconsejar ni instruir,puesto que esto se hace después,cuando se le enseñan sus deberes.

No es necesario pronunciar unaspalabras determinadas. Una de lasmayores bendiciones de la Iglesia escómo se organiza el sacerdocio, conmuy pocas ordenanzas que se deban

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efectuar palabra por palabra. No pre-cisamos, de hecho no debemos,memorizar la bendición. Según loindique el Espíritu, podríamos ben-decir a la persona en lo que se

refiere a su hogar, a su familia y a sutrabajo; podríamos bendecirla condiscernimiento, con prudencia,entendimiento y salud. Las palabrasque pronunciemos se recibirán por inspiración, con lo que cada bendi-ción es única y personal para elmiembro individual.

La ordenación y el apartamientono deben convertirse en una reuniónformal. No hay necesidad de quehaya oraciones, testimonios ni ins-

trucción cada vez que se ordena o seaparta a alguien. Esto puede hacersede forma apacible y digna en presen-cia de las personas especialmenteinteresadas.

Una persona no debe aspirar arecibir un llamamiento; tampocodebe solicitar su relevo ni sentirseofendida cuando sea relevada. Tantoel llamamiento como el relevo se pro-ducen por la inspiración de nuestroslíderes.

Dignidad

¡Qué importante es que seamosdignos! Cada esposo debe ser total-mente fiel a su esposa. Cualquier atracción ajena al matrimonio, noimporta cuán inocente parezca,puede proceder del adversario y conducir directamente al desastre.

Cumplan cuidadosamente con laPalabra de Sabiduría, para que elcuerpo y la mente puedan ser el

instrumento de revelación que serequiere en estas ordenanzas.

Si hubiera algo indigno en ustedes,si en sus hogares o lugares de trabajotuvieran fotografías, películas o mate-riales impresos indignos, destrúyan-los para que no los rodee ningunainfluencia maligna.

Si han cometido un pecado tangrave que lo deberían haber confe-

sado, pero no lo han hecho, busquenel bálsamo sanador de la confesión,el arrepentimiento y el perdón.

Es así como hombres sencillosejercen la autoridad y el poder del

“sacerdocio... según el orden mássanto de Dios” (D. y C. 84:18).Invoquen siempre estas bendicionesen el nombre de Jesucristo, cuyaIglesia ésta es. De este modo prosi-gue de generación en generación lacadena ininterrumpida de la autori-dad del sacerdocio.

¡Recuerden, hermanos!¡Recuerden!, ¡ésta es la Iglesia de

 Jesucristo. Hemos tomado Su nom-bre sobre nosotros (véase Moroni

4:3). Y se nos manda: “cualquier cosaque hagáis, la haréis en mi nombre”(3 Nefi 27:7).

Doy testimonio del Señor y delsagrado poder del sacerdocio que senos ha conferido. Doy gracias al Señor por poder participar en el avance dela Iglesia por medio de Su inspiración.En el nombre de Jesucristo. Amén.

 Notas

1.Véase Libro 1: Presidencias de estaca y obispados, 1999, y  Libro 2: Líderes del

sacerdocio y de las organizaciones auxilia-res, 1999.

2. Véase D. y C. 20:38–47, 53–59, 70; 42:44;46:2; 84:111; 107; véase también Manualde Instrucciones de la Iglesia, Libro 2,págs. 193–195, 211–213.

3.Véase Manual de Instrucciones de la Iglesia, Libro 1, págs. 40–41; Libro 2,págs. 207–208; Guía para la familia,2001, págs. 21–28; Guía para la rama,2001, pág. 14.

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La autoridad del sacerdocio

Una de las grandes bendiciones dela Restauración es tener de nuevo laautoridad para efectuar las ordenan-zas que tienen validez tanto en elcielo como en la tierra. Sin la autori-dad del sacerdocio, la Iglesia no sehabría podido restaurar ni podría ser 

gobernada por revelación.Después del quinto Artículo de

Fe, que habla de la restauración delsacerdocio, sigue el sexto: “Creemosen la misma organización que existióen la Iglesia Primitiva, esto es, após-toles, profetas, pastores, maestros,evangelistas, etc.”.

Mi presentación tratará sobre lasdos funciones organizativas de pastor 

 y de maestro. Un pastor es un líder 

del sacerdocio que sirve en una uni-dad local de la Iglesia. El pastor delque se me ha encomendado hablar hoy es el presidente de estaca y losque sirven con él en la administraciónde la estaca.

Una fortaleza sustentadora

“El vocablo estaca que se empleaen la Iglesia proviene de la palabraestaca, que es un palo afilado que seclava en la tierra. Esa palabra que uti-

lizamos proviene de las Escrituras.“Su significado se remonta al Antiguo Testamento cuando los is-raelitas, tras haber sido liberados deEgipto, andaban por el desierto.Ellos construyeron, bajo la direccióndel Señor, un tabernáculo, que era elprototipo de un templo y se llamabael Tabernáculo del Testimonio.

“Era una construcción que cons-taba de dos salas: el Lugar Santo y el

Lugar Santísimo... En [el Lugar Santísimo] estaba el Arca del Pacto,el pectoral y el Urim y Tumim.

“Cuando se trasladaban de unlugar a otro, desarmaban el taberná-

culo y lo transportaban. Entonces lo volvían a armar, formaban una espe-cie de tienda y levantaban un muroalrededor de ésta, dejando un patio...Para sujetar tanto la tienda como elmuro que la rodeaba, clavaban esta-cas en el suelo. Una estaca era unaunidad de apoyo de su tabernáculoo templo”1.

Según ese símbolo, en las áreasdonde tenemos concentraciones demiembros de la Iglesia y poseedores

del sacerdocio que sostienen y sus-tentan la Iglesia restaurada, hay uni-dades organizadas que se llamanestacas.

La presidencia de estaca

Los presidentes de estaca son lla-mados a presidir una estaca por revelación, por un hombre que tienela autoridad del Presidente de laIglesia para conferir las llaves de lapresidencia.

El presidir una estaca es una res-ponsabilidad imponente si el presi-dente asume toda la carga solo. Sinembargo, el Señor ha elaborado unaorganización que le permite compar-tir las responsabilidades. Si se vale enla debida forma de la organización,podrá llegar a cada una de las perso-nas a las que preside.

 A la cabeza de cada estaca hay unapresidencia de tres poseedores delSacerdocio de Melquisedec: el presi-

dente y dos consejeros. El presidentede la estaca posee las llaves para pre-sidir su estaca.

“Esas llaves constituyen el derechode presidir y de dirigir la Iglesia den-tro de [su] jurisdicción...

“El Presidente de la Iglesia autorizaa los presidentes de... estacas y... a losobispos... y a los presidentes de quó-rum a poseer las llaves del sacerdocio

É L D E R L . T O M P E R R YDel Quórum de los Doce Apóstoles

La administraciónde la estaca

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que necesitan para presidir. La per-sona que presta servicio en uno deesos cargos posee las llaves sola-mente hasta que es relevado. Losconsejeros no reciben llaves, sino que

reciben la autoridad delegada por elllamamiento y la asignación”2.

El secretario de estaca

 Además de los consejeros, el presi-dente de estaca escoge a un secreta-rio de estaca y a un secretarioejecutivo. Deseo recalcar que el desecretario de estaca y el de secretarioejecutivo son oficios muy importan-tes en la administración de la Iglesiapara ayudar al presidente de estaca a

ejercer las llaves de su gran asigna-ción. Hoy me gustaría prestar particu-lar atención a las responsabilidadesdel secretario de estaca.

La responsabilidad del secretariode estaca comprende cuatro catego-rías principales:

1. Es el oficial financiero de la estaca.Es responsable de que todos losrecibos y los gastos de la estaca selleven debidamente.

2. Es responsable de las cédulas demiembro: de ver que se actualicen

 y de que todo miembro esté debi-damente registrado, de ver quetodos los bautismos, las confirma-ciones, las ordenanzas del sacer-docio y las sagradas ordenanzas de

la Iglesia se registren en la debidaforma y que las unidades de laestaca extiendan los certificados.

3. Es responsable de los registrosestadísticos. Debe ser minucioso

para llevar registros. Los registrossólo serán válidos según la exacti-tud con que se lleven.

4. Es responsable del registro histó-rico. Él proporciona el registrode lo sucedido en la estaca. Él esel oficial que sirve de medio detransición de lo ocurrido en laestaca y el que orientará a lanueva presidencia de estaca alprepararse para cumplir susimportantes asignaciones.

Una de las responsabilidades delsecretario de estaca es ser maestro einstructor. Debe visitar los barrios y enseñar y capacitar a los secretariosde barrio en lo que respecta a susdeberes y responsabilidades.

Los comités del sacerdocio dela estaca

En cada estaca hay una organiza-ción: un comité ejecutivo del sacerdo-cio, integrado por la presidencia de laestaca y el sumo consejo, que formados comités muy importantes queayudan a la presidencia de estaca.

1. El Comité del Sacerdocio deMelquisedec, el cual lo preside elpresidente de la estaca, quien

asigna a uno de los dos consejerosde la presidencia de la estacacomo vicepresidente.

2. El Comité del Sacerdocio Aarónico, el cual lo preside el otro

consejero de la presidencia de laestaca. Este comité, con la ayudade la presidencia de los Hombres

 Jóvenes de la estaca, apoya alobispado en lo referente alSacerdocio Aarónico del barrio.

En cada barrio hay un quórum deélderes y un grupo de sumos sacer-dotes. El presidente de estaca es res-ponsable de ver que cada hombrecomprenda su deber: “Por tanto,aprenda todo varón su deber, así

como a obrar con toda diligenciaen el oficio al cual fuere nombrado”(D. y C. 107:99).

La responsabilidad principal delpresidente de estaca es enseñar a loslíderes del sacerdocio a fin de quecomprendan su deber y obren en eloficio al que hayan sido llamados.Por favor, fíjense en que la Escrituradice: “con toda diligencia”. Y bien, elSeñor ha preparado el camino paraque el presidente de estaca enseñecon diligencia a todos esos líderesdel sacerdocio. Mediante el Comitédel Sacerdocio de Melquisedec, eltiene maestros a los que podrá dele-gar esa responsabilidad de capacitar a los quórumes del sacerdocio conrespecto a sus deberes particulares.

Miembros del sumo consejo

Esos maestros que llevan el men-saje a los barrios y a los quórumes dela estaca son los miembros del sumoconsejo.

Un miembro del sumo consejodebe ser un líder con experiencia,digno de poseer una recomendaciónpara el templo vigente, un buenmaestro y un competente administra-dor. El presidente de estaca tienederecho a hacerle responsable de ver que los quórumes estén funcionadodebidamente en el barrio al que hayasido asignado.

Comitédel Sacerdociode Melquisedec

de estaca

Secretario

de estaca

Comité delSacerdocio Aarónicode estaca

Consejero

Sumo consejo Secretario

ejecutivo deestaca

ConsejeroPresidentede estaca

Comités del sacerdocio de estaca

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Presidentes, sean específicos enlas asignaciones que den a los miem-bros de su sumo consejo. Ellosdeben comprender exactamente loque ustedes esperan que lleven a

cabo cuando vayan a enseñar y capa-citar a los quórumes del Sacerdociode Melquisedec de la Iglesia.

 Ahora, permítanme sugerir algunasformas en que los miembros del sumoconsejo pueden enseñar y capacitar alos líderes del quórum al que hayansido asignados.

Hay tres funciones importantes enun quórum.

Primero, el quórum es una clase.El quórum ha de nutrir a los miem-

bros por la buena palabra de Dios.Miembros del sumo consejo: ustedesdeben velar por que cada quórumtenga un maestro capaz, asignadopara enseñar las doctrinas del reino.

Tenemos un gran programa en laIglesia, a cargo de la presidencia dela Escuela Dominical, llamadoMejoramiento de maestros, el cuallo coordina una persona que es unafuente de consulta de enseñanzapara todos los maestros del barrio.Esta persona puede capacitar a sus

maestros de quórum para que seanmás eficaces en sus asignaciones y para que establezcan un fundamentodel Evangelio en la vida de los miem-bros de ese quórum en particular.

Segundo, un quórum es una her-mandad. Velen por que cada miem-bro del quórum tenga un amigo. Leshago presente lo que les enseñamosel pasado enero. Hagan un inventa-rio de los miembros del quórum.Enseguida, reúnanse con la presi-

dencia de su quórum. Empleando elinventario de guía, dividan los nom-bres en dos listas: los miembrosactivos, que sean capaces de tomar asignaciones de liderazgo, y losmenos activos, a los que sea precisoayudar a establecer una relación deamistad.

Entonces, basándose en la lista delos miembros activos del quórum, lapresidencia de quórum puede pro-

 yectar el liderazgo necesario para lle-gar a cada miembro del quórum,incluso los que hayan perdido el espí-ritu del quórum al que pertenecen.

Tercero, insten al quórum a ser 

una organización de servicio. Losquórumes deben concentrarse enproclamar el Evangelio, perfeccionar a los santos y redimir a los muertos.Deben concentrarse en ayudar y enfortalecer a cada miembro del quó-rum, e incluso deben reactivar a loscandidatos a élder y hermanar a losnuevos conversos.

Miembros del sumo consejo, uste-des tienen la responsabilidad de velar por que el presidente del quórum

o el líder de grupo comprenda sudeber. Ayúdenle a organizarse a finde que pueda llevar a cabo las impor-tantes funciones que ha sido llamadoa efectuar.

Organización eficaz del quórum

 A cada miembro activo del quó-rum se le debe dar la oportunidad derecibir una asignación. Una asigna-ción que sin duda está al alcance detodos es la orientación familiar. Alorganizar la orientación familiar, los

presidentes de quórum deben dispo-nerla de modo que un hermanofirme lleve de compañero a uno queno sea tan firme a fin de cultivar den-tro de sí confianza en su asignaciónparticular. Asegúrense, al visitar cadabarrio, de que los candidatos a élder 

 y los menos activos se dividan segúnla fuerza numérica del quórum ogrupo del sacerdocio. Fíjense en elnúmero de élderes activos y en elnúmero de sumos sacerdotes, y ase-

gúrense de que las familias de losfuturos élderes se asignen al quórumo grupo que cuente con los compa-ñerismos disponibles para llevar acabo esa responsabilidad.

Recuerden los deberes del maes-tro orientador:

“...cuidar de que no haya iniquidaden la iglesia, ni aspereza entre uno y otro, ni mentiras, ni difamaciones, nicalumnias;

“y ver que los miembros de la igle-sia se reúnan con frecuencia, y tam-bién ver que todos cumplan con susdeberes” (D. y C. 20:54–55).

De nuevo, les recordamos la

pasada transmisión vía satélite.Enseñen a sus líderes de quórum aemplear una lista de inventario.Basándose en la lista del total de losmiembros del quórum, hagan unasegunda lista de los miembros acti-

 vos. Pueden contar con esos miem-bros para instituir sus programas.Instituyan y limiten sus programasbasándose en los miembros activosque tengan en el quórum.

Tengamos presente que para las

unidades básicas tenemos materialesbásicos. Para las unidades maduras,tenemos los materiales generales dela Iglesia. Volvemos a recordarles queser grande no significa necesaria-mente ser mejor. Las unidades de laIglesia deben crecer en rapidez sólode acuerdo con lo que el tamaño y lamadurez de las unidades permitan.

Recuerden lo básico. El presidenteHinckley ha continuado recordándo-nos: “Hagan lo mejor que puedan”.Él no dijo: “Hagan lo que puedan”,

sino que recalcó: “Hagan lo mejor”.Comprendemos que algunos quó-

rumes no tienen suficientes poseedo-res del sacerdocio activos. Ustedes,presidentes de estaca, si es así en suestaca, analicen con el sumo consejolas maneras de activar a los miembrosmenos activos de quórum. Aumentensus esfuerzos, por orden de priori-dad, para obtener los mejores resulta-dos con los líderes que tengan:“Hagan lo mejor que puedan”.

Ustedes, miembros del sumo con-sejo, no olviden asegurarse de quelos quórumes a los que se les hayaasignado enseñar y capacitar seannutridos por la buena palabra delEvangelio con una clase muy eficaz.Cerciórense de que cada miembrotenga un amigo y de que se esta-blezca una gran hermandad en elquórum. Asegúrense de que cadamiembro tenga la oportunidad de

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ayudar en el servicio que presta elquórum.

Hermanos, la organización estáestablecida.

Cómo nutrir a los miembros dela Iglesia

Ustedes, presidentes de estaca,tienen los medios para llegar a cadamiembro de su estaca. Deben ponersemanos a la obra con los obispos de suestaca para coordinar esos esfuerzos.Encárguense de tener Comités delSacerdocio de Melquisedec y delSacerdocio Aarónico en su estaca queestén activos y en funciones y queestén integrados por los miembros del

sumo consejo. Asegúrense de que alsumo consejo se le dé la responsabili-dad directa de ir a enseñar y capacitar a los quórumes sobre el modo en quedeben funcionar y en que deben apo-

 yar a los barrios.Hermanos, si la dirección correcta

proviene de la presidencia de estaca y si la asignación de capacitar se daespecíficamente al sumo consejo,podrán establecer firmes quórumesdel sacerdocio que lleguen al almade cada miembro de su estaca.

Hermanos, ustedes tienen la respon-sabilidad. Tienen consejeros, secreta-rios de estaca, secretarios ejecutivos

 y un sumo consejo que les ayudará. Ahora es el deber de ustedes ver 

que eso se lleve a cabo.Que el Señor los bendiga en la

gran asignación que se les ha dado.En el nombre de Jesucristo. Amén.

 Notas

1. Boyd K. Packer, “The Twenty-Mark Note”,reunión espiritual en la Universidad

Brigham Young—Idaho, 12 de marzode 2002.

2. Manual de Instrucciones de la Iglesia, Libro 2: Líderes del sacerdocio y de lasorganizaciones auxiliares, 1999, pág. 193.

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Pastores del rebaño

Hermanos, nuestro Salvador  Jesucristo es “el buen pastor; el buenpastor su vida da por las ovejas”(Juan 10:11).

Hace algunos años, fui a un cam-peonato nacional en el que vi a variospastores competir en su faena, y 

aprendí una lección inolvidable. Elpastor verdadero no corre tras lasovejas de aquí para allí sino quecamina entre ellas y se gana su con-fianza. Enseña a los perros ovejeros y les da asignaciones: algunos estaránde guía, y otros, en la retaguardia. Elpastor entonces camina delante deellas, guiándolas por el camino y 

dando indicaciones verbales y adema-

nes para dirigir a sus perros tan fia-bles. Desde la posición estratégica enque se encuentra, él ve a las ovejas y las guía a dónde deben ir.

Lo mismo ocurre con el verdaderoPastor: “...las ovejas oyen su voz; y asus ovejas llama por nombre, y lassaca” (Juan 10:3).

Obispos, ustedes son los pastoresdel rebaño del Señor. Es importanteque sepan quiénes son. La preguntaque surge es: ¿qué se les ha llamadoa hacer?

Llaves del sacerdocio

Se les ha llamado, ordenado y apartado a fin de que velen por todapersona que viva dentro de los lími-tes de su barrio. Para lograrlo, se leshan dado llaves que les permiten

 velar por el bienestar temporal y espi-ritual de los santos y ayudar a cada

É L D E R R O B E R T D . H A L E SDel Quórum de los Doce Apóstoles

El llamamiento y lasresponsabilidadesde un obispo

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miembro a venir a Cristo. Dichas lla- ves son reales. Quiero que compren-dan que son tan reales como la quetengo en mi mano. Claro que, a dife-rencia de ésta, las llaves de ustedes

no son físicas sino que son llaves delsacerdocio.

Las llaves del sacerdocio que hanrecibido tienen que ver con su fun-ción de sumo sacerdote presidente,presidente del Sacerdocio Aarónico y del quórum de presbíteros, y juezcomún en Israel.

Hay algunos obispos que no estánal tanto de tener tales llaves; son comolos lamanitas que “fueron bautizadoscon fuego y con el Espíritu Santo... y 

no lo supieron” (3 Nefi 9:20).Cuando me encuentro con obis-

pos así, están abrumados y agobiados ya que no se dan cuenta de los recur-sos que el Señor les ha brindado.

 Además de las llaves del sacerdocio,cuentan con el poder del sacerdocio,el Espíritu Santo, el don de discerni-miento, los consejos y los consejerosdel obispado. Obispos, permítanmeasegurarles que con tales recursos asu disposición, el servicio que uste-

des brindan puede serles una fuentede alegría y una bendición en su vida.

 Así que, ¿cómo se emplean estasllaves? ¿Cómo se pueden valer deellas? Permítanme darles un ejemplode mi propia vida.

Un día, el presidente Kimball mepidió que fuera a su oficina. Fue en1975 cuando yo era una autoridadgeneral nueva. Debido a ciertas cir-cunstancias inusuales, él estaba sen-tado junto a un matrimonio que

enfrentaba graves retos como pareja,con los hijos y en los negocios.Cuando acabaron de contar lo

que les pasaba, el presidente Kimballdijo: “Él es el élder Hales. Ha sidollamado como Ayudante de los Doce

 Apóstoles, y me gustaría que les ayu-dara. Me informará del progreso deustedes”.

¿Ven de qué forma el presidenteKimball cumplía la función de pastor?Estaba empleando sus llaves paradarme una asignación, valiéndose asíde los recursos disponibles.

 Acepté la asignación. Me reuní conla familia y con sus líderes del sacer-docio, y bajo la dirección del Espíritu,pedí a otras personas que nos ayuda-ran. Durante unos seis meses, estuveayudando a esa familia hasta que seresolvieron los problemas.

El presidente Kimball tenía las lla- ves para darme esa asignación. Loque quiero decir con esto, obispos,es lo siguiente: ustedes tienen las lla-

 ves para hacer lo mismo en sus res-

pectivos barrios al extender llamamientos y hacer asignaciones.

Claro que hay ciertas cosas quesólo ustedes pueden hacer, aunqueson pocas. A modo de ejemplo, lesenumero varias:

• llamar y apartar presidentes.• entrevistar a los jóvenes una vez

al año.• entrevistar a quienes van a recibir 

la investidura o se van a casar enel templo.

• aconsejar a los miembros en asun-tos graves.

• efectuar matrimonios civiles.• administrar la disciplina de la

Iglesia en el barrio.• dirigir el ajuste de diezmos.

Deben dedicar tiempo a emplear las llaves que poseen en lo referentea cómo se aplican a estas responsabi-lidades únicas. Todo lo demás sepuede delegar y asignar a los líderesdel sacerdocio y de las organizaciones

auxiliares que sirven bajo la direcciónde ustedes, por lo cual deben apren-der a dar dirección y a confiar enellos. Ustedes deben aprender la fun-ción que desempeñan al ejercer lasllaves del sacerdocio.

El sumo sacerdote presidente

Ustedes son los sumos sacerdotespresidentes de sus respectivosbarrios. Dirigen la obra del presi-dente del quórum de élderes y dellíder del grupo de sumos sacerdotes.

El presidente de estaca posee lasllaves del Sacerdocio de Melquisedec.

 Junto al sumo consejo, él tiene la res-ponsabilidad de capacitar a los líde-res del Sacerdocio de Melquisedecen los barrios, pero en calidad desumos sacerdotes presidentes delbarrio, son ustedes los que se sientanen consejo con ellos. Se les ha lla-mado a escuchar, a aprender y, des-pués, a dar asignaciones.

En lo referente a la orientaciónfamiliar, ustedes asignan compañerosespecíficos a visitar a las familias quemás lo precisan, y después pideninformes, dando seguimiento a lasasignaciones que se han hecho.Siempre hagan esto durante las reu-niones de consejo, especialmentecuando se trata de la obra misional, lareactivación y la retención. ¿Por qué?Porque a todo integrante de un con-sejo se le ha “dado un don por el

Espíritu de Dios. A algunos les es dadouno y a otros otro, para que así todosse beneficien” (D. y C. 46:11–12).

Un pastor de la juventud

También son ustedes los presiden-tes del Sacerdocio Aarónico y delquórum de presbíteros. Velan por losniños de la Primaria, los hombresjóvenes y las mujeres jóvenes. ¿Cómolo logran?

Hace poco les preguntamos a los

jóvenes: “¿Qué fue lo más significa-tivo que ocurrió en su vida el añopasado?” Entre las respuestas quemás figuraron estuvo: “una entrevistacon el obispo”. Obispos, ustedesposeen la llave para entrevistar y guiar a los jóvenes, para ayudarlosdurante el transcurso de la década dedecisiones que tienen por delante.

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Conózcanlos, sepan cómo se llaman,qué metas tienen, a qué le temen.

 A ellos les preocupa el futuro. Losmiran a ustedes y se preguntan cómohan tenido tantos logros en la vida,

cómo terminaron los estudios, cómoconsiguieron empleo, cómo se casa-ron con su esposa y establecieron sufamilia. Ustedes pueden ayudar a losjóvenes, enseñarles a escuchar lossusurros del Espíritu Santo —elConsolador— y a hallar la confianzaque necesitan.

La alegría más grande que hetenido con mis propios hijos y contodos los jóvenes es ayudarles a hallar sus dones y talentos y a descubrir 

quiénes realmente son. Se lesenciende una luz, la luz del Espírituque llevan dentro, y descubren queson personas especiales, en particular a la vista del Señor.

En calidad de presidentes delSacerdocio Aarónico, ustedes no sóloayudan a los jóvenes sino también alos padres. Involucren a los padres,escúchenlos, aprendan de ellos cómoayudar a los hijos. En el proceso, elEspíritu también les indicará cómo

bendecir la vida de esos mismospadres.

 A veces al padre le cuesta hablar con sus hijos. Ustedes pueden servir de mediador que une padres e hijos.Las llaves del sacerdocio les ayudarána volver los corazones de los padres alos hijos y de los hijos a los padres, y es ésa la obra de la salvación.

Por lo cual, obispos, no subestimenquiénes son y lo que pueden hacer.Como pastores de familias, guíen a los

jóvenes por el sendero que lleva altemplo, a la misión y a sellarse por eltiempo y toda la eternidad.

Un juez común en Israel

 Ahora bien, también se los hallamado a ser jueces comunes enIsrael. Dios los ha “nombra[do] y ordena[do] para velar por la iglesia”(D. y C. 46:27).

Se les ha dado el don de discerni-miento a fin de ayudarlos (véaseD. y C. 46:27). Este don les será útilpara aconsejar a los miembros quehayan cometido transgresiones

morales u otras ofensas graves. Lesdirigirá en lo referente a la disciplinade la Iglesia, y les enseñará cómo ser pastores eficientes al discernir quéasignaciones se pueden y se debendelegar a otros.

Cómo supervisar la obra debienestar

También están a cargo de dirigir laobra de bienestar del barrio, lo cualdeben hacer según el mandato de

“busca[r] a los pobres” (D. y C.84:112). En ocasiones, los necesita-dos son pobres en sentido temporal

 y necesitan de comida y ayuda finan-ciera, pero a veces son pobres ensentido espiritual porque han sufridoinjusticias e incluso maltrato y abuso.

Empleen el comité de bienestar del barrio para localizar a las familias

 y a los individuos que tengan necesi-dades. Consulten a la presidenta dela Sociedad de Socorro, y llamen a

los líderes del sacerdocio deMelquisedec. A la hora de calcular las necesida-

des e identificar los recursos, lo pri-mero que deben tomar en cuenta sonlos recursos del individuo y después,los de los parientes. Luego procedana revisar y firmar personalmente cadapedido de ayuda de bienestar antesde mandarlo.

El salvaguardar los fondos

En calidad de obispos, tienen laresponsabilidad de salvaguardar losfondos sagrados de la Iglesia. ¿Mepermiten compartir tres principiosimportantes para proteger talesfondos?

En primer lugar, asegúrense deque tanto ustedes como sus conseje-ros y secretarios paguen ofrendas y un diezmo íntegro, ya que sola-

mente se pueden confiar los fondosdel Señor a quienes honran Su ley financiera.

En segundo lugar, sean fielesal principio de los compañeros.

Siempre deben estar presentes dosposeedores del sacerdocio, traba-jando uno junto al otro, cuando serecogen, se cuentan, se depositan

 y se distribuyen fondos.Finalmente, no dejen los fondos

sin supervisión alguna, y guárdenlosbajo llave. Donde sea posible, vayan aun banco que tenga una caja dedepósitos que funcione las 24 horas.Ustedes y sus compañeros del sacer-docio deben depositar los fondos el

mismo día en que éstos hayan sidorecolectados, contados y registrados.

Hermanos, estos principios noson solamente para proteger eldinero y los fondos de la Iglesia. Hedescubierto, por triste experiencia,que cuando un individuo hace maluso de los recursos del Señor, correel riesgo de perder su lugar en elreino. Pone en peligro su propia fe,e incluso debilita la fe de las genera-ciones por venir.

 Anteriormente serví comoObispo Presidente de la Iglesia por casi diez años, así que estoy en con-dición de decirles que nunca se hahecho mal uso de los fondos si seenseñaron, se aplicaron y se vivie-ron fielmente estos tres principios.

Maestros de los miembros

Obispos, recuerden que en todolo que hacen, son maestros. No sepreocupen si no creen serlo, el

Espíritu les ayudará a llegar a ser maestros puesto que el Espíritu se da“por la oración de fe” (D. y C. 42:14).

 A medida que sigan Sus santos susu-rros, serán “apto[s] para enseñar ”(1 Timoteo 3:2).

Enseñen especialmente durante lasreuniones sacramentales, del mismomodo en que un padre enseña a sufamilia. En toda reunión acuérdense

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de apacentar a las ovejas. No bastacon dar discursos o lecciones bienpreparadas, sino que ustedes, obis-pos, deben nutrir —nutrir espiritual-mente— a los miembros de los cuales

son responsables. Edifiquen el testi-monio de ellos, infundan en ellos elEspíritu del Señor y fortalézcanles ladeterminación de ser fieles a los prin-cipios del Evangelio.

Después, una vez al año, enseñena las familias durante el ajuste dediezmos acerca de la ley del diezmo.Compartan el testimonio, expresenamor y, cuando sea adecuado, orencon ellas.

El enfoque de la obra del obispo

consiste en enseñar a las familias aser autosuficientes espiritual y tempo-ralmente, ya que cuando las familiasse cuidan a sí mismas, el rebañoentero se fortalece y protege.

Cómo fortalecer a las familias

 Ahora quisiera hablar un pocosobre cómo fortalecer a las familias.Cada cual debe comenzar por su pro-pia familia. En Efesios 5:25 hallamosuno de los mandamientos más

importantes para los obispos:“Maridos, amad a vuestras mujeres”.

El obispo verdadero hará en supropio hogar lo mismo que les pida alos líderes del sacerdocio del barrio.Él partirá de esta reunión y regresaráa casa para sentarse con su esposa y hacer una pregunta muy sencilla:“Querida, ¿cómo puedo ser mejor padre y mejor compañero?”. Despuésdedicará la próxima media hora paraescucharla.

Escuchen con el corazón y haganlos ajustes necesarios en sus vidas.Entonces se convertirán en los amoro-sos pastores de sus propios hogares.

Lo que sucede, hermanos, es quedebemos poner la vida por nuestraesposa y nuestra familia del mismomodo en que el Salvador puso Su

 vida por la Iglesia y por cada uno de

nosotros. Entonces podemos repre-sentarlo y ser más parecidos a Él.

Tal vez piensen: “Élder Hales, nome da el tiempo para hacer todo”.Permítanme darles el mejor consejo

que he recibido al respecto.• Por lo general, no pasen más de

dos noches a la semana fuera decasa por causa del llamamiento,

 y dediquen una de esas dosnoches a visitar los hogares delos miembros.

• Avisen de antemano a sus familiasa qué hora estarán en casa, y cum-plan con su palabra a toda costapara que el automóvil vaya lle-gando a casa a la hora en que

ustedes dijeron que volverían, afin de que la madre pueda decirlesa los hijos: “Papá llega a tal y cualhora”, y ellos sabrán que ustedesestarán en casa a esa hora.

• Pasen tiempo todas las semanascon su esposa y con cada uno desus hijos.

Empiecen por eso. Les prometoque si colocan a sus señoras y familiasen primer lugar, no solamente seránmejores maridos y padres, sino quese convertirán en mejores obispos.

 Ante todo, recuerden, sí, recuer-den que el barrio es un conjunto defamilias. La obra de salvación avanzacuando los padres y las madres guíana sus hijos con la ayuda del obispo.Por eso es que lo más importante quepueden hacer es ayudar a las familiasa ir al templo, y ustedes poseen lasllaves para lograrlo.

Las bendiciones del templo

Unos años antes de la dedicacióndel Templo de Salt Lake, el presidente

 Wilford Woodruff soñó que veía amuchas personas dando vueltas alre-dedor del templo. No estaban a gustoporque no podían entrar en él. En elsueño, el presidente Brigham Youngse acercó al presidente Woodruff y ledio las llaves del templo.

Esta llave que tengo en la mano esuna llave original de las puertas delTemplo de Salt Lake.

Brigham Young le dijo al presi-dente Woodruff: “Abre las puertas y 

deja entrar a la gente”1

.La llave que tengo en mi manorepresenta las llaves que como obis-pos poseemos para abrir las maravi-llosas puertas del templo. Obispos,recuerden que poseen esas llaves delsacerdocio. Empléenlas como sumossacerdotes presidentes, jueces comu-nes en Israel y presidentes delSacerdocio Aarónico. Empléenlastambién para dirigir a los líderes delsacerdocio y de las organizaciones

auxiliares en el barrio y para abrir lapuerta de todas las bendiciones de laIglesia verdadera del Señor, y luegodejen que la gente entre al templo.

Doy testimonio de que nuestroSalvador está dispuesto a darnos labienvenida a todos. Él conoce a Susovejas, y ellas conocen Su voz. Siustedes, los obispos de la Iglesia, sonfieles, la voz de Él resonará a travésde ustedes.

No importa cuánta experiencia

hayan tenido ya que la Iglesia crecede generación en generación. Algunosde ustedes se yerguen sobre los hom-bros de los líderes del sacerdocio desu infancia. ¡Cuán bendecidos son!

Están también los que son pione-ros, y serán los hombros de ustedeslos que llevarán a la siguiente genera-ción. Se los recordará y bendecirá enlos años por venir.

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Los amamos. Les agradecemos.Oramos por ustedes. Sabemos –sí,sabemos – que ésta es la obra divinadel Señor y Salvador Jesucristo y queÉl les pondrá a la altura del manto

que llevan. Él bendecirá sus hogares,fortalecerá a sus hijos y aumentará elamor conyugal.

Testifico que Él es el Pastor quedio la vida por nosotros. Él guía a SuIglesia. Somos Su rebaño, ya que Éles el Buen Pastor, a saber, el “Pastor y Obispo de [nuestras] almas” (1 Pedro2:25). De ello testifico en el nombrede Jesucristo. Amén.

 Nota

1. Loren C. Dunn, “The Temple is the‘Heart of Sacred Work’ “, Church News,6 de febrero de 1993, pág. 12.

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Fundación doctrinal

Gracias hermanos por su devociónal Señor y a Su sagrada obra. Mesiento humildemente agradecido por estar con ustedes. Lo que voy a ense-ñar respecto de las reuniones sacra-mentales va dirigido en formaparticular a ustedes los obispos, los

presidentes de rama y sus consejeros.Muchos de ustedes a lo mejor sonnuevos en sus asignaciones y tengancierta inquietud. Por favor, no se preo-cupen. No sólo servirán a la gente,sino que sus familias serán bendecidasdebido a su compromiso con el Señor 

 y con Su Iglesia.Los obispados y las presidencias

de ramas tienen muchas responsabili-dades que se pueden delegar, pero

no pueden delegar la responsabilidad

de las reuniones sacramentales. Por lo general, ustedes presiden y de esamanera son responsables tanto delespíritu como del contenido dedichas reuniones.

Ésta es la reunión de barrio o ramaa la que asistimos como familia, quees la unidad básica de la Iglesia.Enseñen a su familia y a los miembrosque lleguen mucho antes de queempiece la reunión sacramental.Enséñenles que asistimos, tal como loha mandado el Señor, para participar 

de la Santa Cena y renovar nuestrosconvenios. Él instituyó la Santa Cenapara que recordemos Su Expiación.

 Al terminar la última cena, espe-cialmente preparada para la Pascua,

 Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a Sus Apóstoles, diciendo:“Tomad, comed” (Mateo 26:26).“Esto es mi cuerpo, que por voso-tros es dado; haced esto en memo-ria de mí” (Lucas 22:19). Entoncestomó la copa, pronunció una ora-

ción de agradecimiento y la pasó alos que se encontraban reunidosalrededor de Él, diciendo: “Estacopa es el nuevo pacto en mi san-gre” (Lucas 22:20), “derramada pararemisión de los pecados” (Mateo26:28). “Haced esto... en memoriade mí. Así pues, todas las veces quecomiereis este pan, y bebiereis estacopa, la muerte del Señor anunciáis”(1 Corintios 11:25–26). De esta

É L D E R R U S S E L L M . N E L S O NDel Quórum de los Doce Apóstoles

Cómo planear ydirigir las reunionessacramentales

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manera, Él ligó la Santa Cena con Suinminente crucifixión.

Dios había declarado: “Esta es miobra y mi gloria, llevar a cabo lainmortalidad y la vida eterna del

hombre” (Moisés 1:39). Entonces, elHijo de Dios voluntariamente dio Su

 vida para completar la voluntad deSu Padre. De esa manera, la inmorta-lidad llegó a ser una realidad y la

 vida eterna una posibilidad paratodos los que vivieran en la tierra.Conmemoramos Su Expiación deuna manera muy personal. Traemosa la reunión sacramental un corazónquebrantado y un espíritu contrito.Es lo que tiene más realce en nues-

tra observancia del día de reposo(véase D. y C. 59:8–13).Las oraciones sacramentales han

sido reveladas por el Señor (véaseMoroni 4:3; 5:2; D. y C. 20:77, 79).Estas oraciones contienen convenios

 y una promesa. Hacemos conveniode tomar sobre nosotros el nombrede Jesucristo y guardar Sus manda-mientos; comemos el pan en memo-ria de Su cuerpo; tomamos el aguaen memoria de Su sangre que fue

 vertida por nosotros; y testificamosque siempre nos acordaremos de Él.La promesa es: siempre tendremosSu Espíritu con nosotros. ¡Qué ben-dición!

Cómo planear la reuniónsacramental

Hermanos, teniendo esas doctri-nas en cuenta, planeen las reunionessacramentales con cuidado.Recuerden que el propósito es: con-

centrar nuestra atención en el Señor  y enseñar Su Expiación, Su ejemplo y las doctrinas del Evangelio.

Las invitaciones para dar discursosdeben ser hechas con bastante antici-

pación y deben incluir una descrip-ción clara del tema y del tiempoasignados, así como un ofrecimientode ayuda.

Entre los que dan la oración,incluya a los miembros que amenudo no se les pide hacerlo.Eviten la costumbre de que el esposo

 y la esposa oren en la misma reunión.Esto da a entender, sin querer, unmensaje de exclusión hacia aquellosque son solteros y podrían avisar a

los que oran que no den un sermón.Los misioneros que salen al campo

misional tienen la oportunidad dehablar en una reunión sacramental,pero sus familiares y amigos no soninvitados a hacerlo. Dos o más misio-neros que salen al campo misionalpueden hablar en la misma reunión.

 A los misioneros que regresan,que hayan servido honorablemente,se les debe invitar a hablar en unareunión sacramental y se les debe

dar tiempo para compartir experien-cias espirituales y dar testimonio.

Las reuniones sacramentales ofre-cen una oportunidad para que losjóvenes hablen brevemente acercade temas asignados del Evangelio.En otras ocasiones, los miembros delsumo consejo serán asignados por elpresidente de estaca para dirigir lapalabra.

Contemplen llamar a miembrospara que saluden y presten servicio

como acomodadores. Estos herma-nos podrían ayudar a tomar asientoamablemente mientras reservan unoscuantos asientos de atrás y próximosa los pasillos para los que tengannecesidades especiales.

Las ayudas audiovisuales, talescomo videocasetes y transparencias,no se deben usar en la reunión sacra-mental.

De vez en cuando, algunos miem-bros no pueden asistir por estar enfermos, en cuyo caso, ustedespueden asignar a poseedores delsacerdocio para que les lleven la

Santa Cena a donde se encuentren.Una reunión sacramental típica

debe incluir música de preludio; unabienvenida y reconocimiento de laautoridad que preside, y del miembrodel sumo consejo, si hay alguien asig-nado; un primer himno y una pri-mera oración.

Después de la oración se tratanlos asuntos del barrio, tales como elrelevo y sostenimiento de oficiales

 y maestros del barrio; el reconoci-

miento de niños que se gradúan dela Primaria, de miembros que hayansido llamados a la misión o a otrasasignaciones, y de los logros de loshombres y las mujeres jóvenes; y la presentación de los nombres delos varones que vayan a recibir elSacerdocio Aarónico o que vayan aavanzar en él y de los nombres de losnuevos miembros del barrio.

Después de tratar los asuntos delbarrio, la reunión continúa con la

confirmación de los miembros nue- vos, un himno sacramental y la ben-dición y reparto de la Santa Cena,mensajes del Evangelio y música adi-cional opcional, un himno y una ora-ción finales, y música de postludio.

Los que van a ser relevados y sos-tenidos no tienen que ser presenta-dos uno por uno, sino que se lespuede presentar en grupo: primerolos que van a ser relevados, luegolos que van a ser sostenidos en el

sacerdocio y después los que van aser sostenidos en los llamamientosde las organizaciones auxiliares.

Hermanos, asegúrense de queestas reuniones empiecen y terminena tiempo y de que no se sobreprogra-men. No es necesario llevar a cabouna reunión de oración antes de lareunión sacramental. Ustedes y todoslos invitados a participar deben estar 

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sentados en el estrado por lo menoscinco minutos antes de empezar la

reunión, de tal manera que esténespiritualmente preparados para unaexperiencia de adoración.

Durante ese tiempo de quietud, lamúsica del preludio será tenue; no esmomento para conversar o transmitir mensajes. Enseñen a su gente a res-petar el tiempo de meditación deellos y el de ustedes a medida que sepreparan espiritualmente para laSanta Cena.

Música

Hermanos, enseñen a sus directo-res de música que los himnos de laIglesia son la música básica para losservicios de adoración y la normapara el canto de la congregación.Otras selecciones de música se pue-den usar para el preludio, el postlu-dio, la música coral y seleccionesmusicales especiales. Por lo general,el primer y último himno los canta la

congregación. La congregación siem-pre canta el himno sacramental.

Lo ideal es que tengan un coroen su unidad y que sea invitado acantar periódicamente. El coro ben-dice nuestra vida. Mi esposa y yotenemos recuerdos hermosos denuestra participación hace años enel coro de nuestra pequeña rama enMinneapolis, Minnesota. Cuando elcoro se paraba al frente para cantar,había más gente en el coro que enla congregación.

Los pianos, los órganos y sus equi- valentes electrónicos son la normapara las reuniones de la Iglesia. Si seusan otros instrumentos, se debenusar de acuerdo con el espíritu de lareunión. Los instrumentos consonido más alto o de menos adora-ción, tales como la mayoría de los ins-trumentos metálicos de viento o losde percusión, no son apropiados parala reunión sacramental. Si no hay dis-ponible un piano, un órgano, un pia-

nista u organista, se pueden usar gra-baciones apropiadas para el acompa-ñamiento.

La canción de los justos es unaoración para el Señor (véase D. y C.

25:12). Algunos miembros se sientenrenuentes a cantar, quizá por temor.

 Ayúdenles a olvidarse de ellos mis-mos y a que canten como una opor-tunidad de alabar a su Creador condevoción. La música en la reuniónsacramental es para la adoración y no para un espectáculo.

Hermanos, dependemos de uste-des. Por favor, no dejen que la músicasagrada se nos escape, ni permitanque la música secular la reemplace.

Cómo dirigir la reuniónsacramental

Ustedes, queridos hermanos, tie-nen la responsabilidad de no sóloplanificar estas reuniones, sino dedirigirlas también. Algunos miembrosde sus congregaciones ruegan por los delicados susurros y la delicadacomunicación de los cielos; ustedesles pueden ayudar estableciendo unespíritu de reverencia. La reverencia

invita la revelación. Al dirigir la reunión, extiendanuna cordial bienvenida; sería másapropiado dejar los anuncios detalla-dos para otro momento. Puesto queinvitamos a que todos vengan aCristo, los amigos y vecinos siempreson bienvenidos, pero no se esperaque participen de la Santa Cena. Sinembargo, no se les prohíbe; ellosdeben escoger. Esperamos que losque llegan por primera vez siempre

se sientan bienvenidos y cómodos.Los niños pequeños, como beneficia-rios sin pecado de la Expiación delSeñor, participan de la Santa Cenacomo preparación para los conveniosque harán más adelante en la vida.

Nuestras reuniones siempre sedeben dirigir por medio del Espíritu(véase D. y C. 46:2). De vez encuando, algo inesperado ocurre queustedes querrán aclarar. Por favor,

Una reunión sacramental típica

Música de preludio

Bienvenida y reconocimiento de la autoridad que preside, y del miembro

del sumo consejo, si hay alguien asignadoPrimer himno y primera oración

 Asuntos del barrio:

Relevo y sostenimiento de oficiales y maestros del barrio

Reconocimiento de:• niños que se gradúan de la Primaria,• miembros llamados a la misión o a otras asignaciones,• logros de los hombres y de las mujeres jóvenes

Presentación de:• varones que van a recibir el Sacerdocio Aarónico o que van a

avanzar en él,• nuevos miembros en el barrio

Confirmación de nuevos miembros

Himno sacramental y bendición y reparto de la Santa Cena

Mensajes del Evangelio y música adicional opcional

Último himno y última oración

Música de postludio

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respondan a tales susurros y haganlas correcciones, cuando sea necesa-rio. Por lo demás, no se necesita nin-gún comentario adicional despuésque haya hablado el discursante final.

Cómo bendecir y repartir laSanta Cena

Los obispados y las presidenciasde ramas presiden el Sacerdocio

 Aarónico en los barrios y ramas.Ustedes y los asesores de los quóru-mes del sacerdocio tomarán toda pre-caución para que la Santa Cena estépreparada mucho antes de la reunión

 y que el reparto de la Santa Cena estéminuciosamente planificado.

Los que bendicen la Santa Cenadeben presentar su mejor aspecto y estar vestidos apropiadamente. Lascamisas blancas no sólo lucen bien,sino que son un discreto recordatoriode otros ritos sagrados, tales como elbautismo y las ordenanzas del tem-plo, durante los cuales también seusa ropa blanca.

Ustedes pueden asignar a unapersona para que ayude a los diáco-nos a saber quién es la autoridad

que preside y que debe participar de la Santa Cena primero.Las oraciones sacramentales se

deben leer de tal manera que sepuedan entender, ya que el que laslee es la voz de los convenios quelos demás hacen. Se espera limpieza

 y pureza de corazón de parte de losque tienen el privilegio de bendecir la Santa Cena.

Reuniones de ayuno y testimonio

Las reuniones de ayuno y testimo-nio se llevan a cabo una vez al mes,normalmente el primer domingo.Por lo general, ese día se bendice alos bebés. Después de la Santa Cena,el hermano que dirige da su testimo-nio en forma breve y luego invita alos miembros a que testifiquen decorazón acerca del Salvador, de Susenseñanzas y de la Restauración.

Los padres y maestros deben ayu-dar a sus hijos a aprender lo que esun testimonio y cuándo es apropiadoexpresarlo. Los niños más pequeñosdeben aprender a compartir sus testi-

monios en el hogar o en la Primariahasta que tengan la edad suficientepara testificar sin que se les ayude enla reunión de ayuno y testimonios.

Participación personal

Cada miembro de la Iglesia tienela responsabilidad de sacar provechodel enriquecimiento espiritual que

 viene de la reunión sacramental.Cada uno debe cantar con un cora-zón agradecido y, después de una

oración o de un testimonio, respon-der con un “amén” que se pueda oír.

En forma personal meditamosen la expiación de Jesucristo; reflexio-namos sobre el significado de Susufrimiento en Getsemaní y de Sucrucifixión en el Calvario. Duranteese momento, cada uno de nosotrosdebe “probarse cada uno a sí mismo”(1 Corintios 11:28) y reflexionar enlos convenios personales que hemoshecho con el Señor; es el momento

para meditar en las cosas sagradasde Dios.

De todo corazón, agradezco alSeñor la reunión sacramental y lo queha significado en mi vida. Repetidas

 veces ha renovado mi fe y me ha per-mitido renovar mis convenios sema-nalmente, ayudándome a mí y a miesposa a vivir y criar a nuestra familiaen la gloriosa luz del Evangelio.

Hermanos, testifico que Dios vive,que Jesús es el Cristo, que ésta es Su

Iglesia, restaurada en estos últimosdías para que cumpla su destinodivino. Ruego que las bendicionesdel Señor estén sobre cada uno deustedes, en el sagrado nombre de

 Jesucristo. Amén.

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Gratitud para con los queservimos

Hermanos, quiero elogiarlos, acon-sejarlos y, finalmente, recordarles unapromesa muy preciada que cada unode nosotros ha recibido.

Primero, les agradezco sincera-mente el servicio que prestan como

líderes del sacerdocio. A veces sepreguntarán si son competentes ono; pero probablemente están cum-pliendo mejor de lo que piensan y les felicitamos por su servicio.

Igualmente, acepten por favor nuestra gratitud por la forma en quesirven a los miembros de la Iglesia,entre los que están los callados, esosque recorren la segunda milla, cuyas

obras por lo general sólo las conocen

ustedes y el Señor. Esos miembrospor lo general pasan desapercibidos;son mansos y humildes. Cada uno denosotros debe apreciar a tales miem-bros que generalmente no recibenreconocimiento alguno. A medidaque esos miembros cumplen suslabores de forma constante y eficaz,deberíamos tenerlos presentes másde lo que a veces los tenemos.

Hace poco reflexionaba en voz altacon el presidente Packer sobre esosmiembros de la Iglesia extraordina-

rios, mansos y humildes y le dije:“Les admiro tanto que si en el mundo

 venidero necesitaran que alguien leslleve las vestiduras blancas a la lavan-dería, me encantaría ser el encargadode hacerlo”. Y, sin vacilar un instante,él dijo: “Y yo sería el encargado delavarlas”. Por favor, tengamos presen-tes a estos miembros fieles, mansos y humildes que son parte de los reba-ños que ustedes cuidan tan bien.

Cómo llegar a ser un “hombrede Cristo”

 Ahora bien, en el contexto de esoselogios, van algunos consejos. En laantigüedad, el Salvador resucitado lespreguntó a los líderes del sacerdocio,

 y lo hizo inquisitivamente: “...¿quéclase de hombres habéis de ser?Entonces, Jesús indicó que debemosser “aun como [Él es]” (3 Nefi 27:27).

Por tanto, debemos esmerarnos,atributo por atributo, por llegar a ser más y más como Él es, incluso culti-

 vando costumbres espirituales quenos lleven a vivir “de una manera

feliz” (2 Nefi 5:27).Por ende, para nosotros, despojar-

nos del hombre natural (véaseMosíah 3:19) y convertirnos a la vezen “hombre[s] de Cristo” (Helamán3:29) no ocurre automáticamente,sino que se da “con el transcurso deltiempo” (Moisés 7:21). Por eso, yaque lo ejemplifiquen calladamentepara sus familias o para sus rebañosde la Iglesia, no hay sustituto para laelocuencia del ejemplo.

Las sugerencias que ahora daré seaplican a toda cultura, en toda situa-ción económica. Algunas de éstas secentran en nosotros como maridos y padres, otras se centran en nosotros

 y nuestros llamamientos, y algunastienen que ver con ambos aspectos.

Hermanos, el tiempo que lesqueda en sus llamamientos es limi-tado. Las manecillas del reloj dan

 vueltas; pero nunca se les relevaráde ser padres o maridos, ya que

estos son llamamientos eternos queno cambian porque uno se mude.

Preparación personal

Permítanme hablarles de la prepa-ración personal.

Su primer deber es obtener y rete-ner el testimonio del Espíritu Santo deque Jesús es el Cristo (véase D. y C.46:13–14). Cuando lo sepamos, laspersonas a las que servimos sabránque lo sabemos, lo cual es sumamente

importante. Además, como pastoresSuyos, ese miembro de la Trinidad, elEspíritu Santo, nos susurra.

 Ahora bien, he descubierto queesos susurros, y estoy seguro de queles ha pasado, no siempre son conve-nientes; a menudo, suelen ser muy exigentes, y a veces los retos queenfrentamos son casi abrumadores.Cuando nos sintamos vencidos, Aquel

É L D E R N E A L A . M A X W E L LDel Quórum de los Doce Apóstoles

“...¿qué clasede hombres[habemos] de ser?”(3 Nefi 27:27)

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que venció al mundo nos socorrerá(véase Juan 16:33).

Cuando se sientan agotados, deléi-tense en el inagotable Evangelio.

 Jamás lograrán llegar a los límites

de su vasta profundidad o medir lainmensidad de su extensión, así queal deleitarse en las Escrituras, se sen-tirán renovados aunque estén agota-dos. Sus familias los ven, al igual quesus consiervos en la Iglesia, cuandoustedes están cansados. No podemosesconder la fatiga, pero déjenles tam-bién ver que tienen una resistenciaque está unida a la promesa quemencionaré más adelante.

Un día, sus hijos abandonarán el

nido, pero el amor por las Escriturases portátil, y las Escrituras son portáti-les. Además de las Escrituras, dejenque sus hijos se lleven el recuerdo dehaber escuchado su voz como patriar-cas, padres y líderes del sacerdocioleyendo las Escrituras en voz alta y aplicándolas a ustedes mismos (véase1 Nefi 19:23). El recuerdo los acompa-ñará incluso mucho tiempo despuésde haber abandonado el nido.

Como dijo el presidente Packer 

hace unos momentos, sirvamos conmanos limpias y corazones puros.Tenemos que rechazar la pornografía.También tenemos que evitar las prác-ticas empresariales cuestionables.Debemos rechazar todo lo que dis-minuya nuestra espiritualidad.

Si tienen algo sin resolver, acudanal líder apropiado del sacerdocio.Hermanos, no esperamos que cadacual sea perfecto en el reino, perotampoco queremos que nuestros

líderes estén sumidos en la autocom-pasión. La autocompasión nos hace vulnerables.

La vida y su curso les darán suporción de adversidad y eso tieneque ver con la clase de hombres quedebemos ser. Acepten la adversidadsin enojarse o amargarse, y, alhacerlo, ¡habrán dado testimoniode una forma única y duradera!

Pienso en la niña Melissa Howes,que rehusó enojarse con Dios cuandosu padre, de 43 años de edad, moríade cáncer. Según su madre, en unaoración familiar, poco antes de la

muerte del padre, Melissa dijo: “PadreCelestial, bendice a mi papi, y si lonecesitas más que nosotros, te lo pue-des llevar. Queremos que se quede,pero sea Tu voluntad. Y por favor, ayú-danos a no enojarnos contigo”.

En la oficina tengo colgada unamuñequita de papel que hizo Melissa,para recordar su oración y cómoevitó enojarse.

Responsabilidades familiares

 Ahora, en cuanto a nuestras res-ponsabilidades familiares:

Puesto que, como todos sabe-mos, ningún éxito en la vida puedecompensar los fracasos crónicos enla familia, el liderazgo inadecuadoen el hogar —el liderazgo crónicoinadecuado— tarde o tempranoreducirá nuestra eficacia como líde-res en la Iglesia.

Sabemos que ustedes cuentan conuna cantidad limitada de horas libres,así que por favor sigan un ritmo ade-cuado, haciendo las cosas “con pru-dencia y orden” (Mosíah 4:27 véasetambién D. y C. 10:4). Dediquenparte de sus mejores horas a susprincipales responsabilidades: ¡laesposa y la familia! De otro modo,hermanos, a la familia sólo le quedanlas sobras. Además, no importa quétan bueno haya sido el día de trabajo,

no puede compensar un mal día enel hogar.

Hermanos, amen a la madre desus hijos. En un mundo conmocio-nado, esa relación tan especial tiene

la obligación de ser sólida y estable.De igual manera, al orar en familia,que su esposa e hijos les escuchenorar por ellos, mencionando a cadauno por nombre.

Por favor, brinden elogios mereci-dos y específicos a su esposa, a sushijos y a los miembros de sus rebaños

 y quórumes. El mundo humilla a laspersonas, pero ustedes tienen lacapacidad de levantarlas, como por ejemplo, al dar bendiciones de

padres a sus hijos.Mi padre fue un hombre tímido y 

renuente, aunque extraordinario, alcual le pedí una bendición de padrepor muchos años. Era tan tímido y renuente que no me la dio sino hastatarde en mi vida, pero en esa bendi-ción, mi padre se anticipó unos 20años a la que vendría a ser mi mayor enfermedad. Al bendecirme, empleólas siguientes palabras: que tuviera “lafortaleza para sobrellevar las cargas

físicas que se [me darían]... para que[pudiera] sobrellevarla[s] como lohizo [Pablo], sin quejarte”. Estoy muy agradecido a ese padre tímido y dulceque me dio una bendición de padrehace muchos años. Todavía meesfuerzo por estar a la altura de ella.

Nuestras familias viven nuestrasimperfecciones constantemente y,aunque vean nuestras fallas, si logran

 ver nuestros esfuerzos espirituales,con el soplo de la bondad quitarán

todo desperdicio de nuestro grano.No sólo durante la noche dehogar, sino también durante lacomida, conversen sobre temas infor-males y sencillos del Evangelio. Allí,como dicen las palabras del pasaje delas Escrituras: “...hablamos de Cristo,nos regocijamos en Cristo... para quenuestros hijos sepan a qué fuentehan de acudir para la remisión de sus

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pecados” (2 Nefi 25:26). Un buenlíder es siempre alguien que sabeescuchar, especialmente en casa.

Dignidad

 Ahora, hermanos, en nuestra fun-ción de agentes del Señor:

Dado que ustedes y yo estamospreparándonos para vivir en una cul-tura celestial, lo que haya en nuestrasculturas temporales y locales queesté en conflicto con el Evangelio y sus normas debe desaparecer comoandamiaje en desuso. Sea como sea,las modas del mundo no demoraránen pasar a ser obsoletas (véase1 Corintios 7:31), así que por elmomento no debemos hacerles caso.

Mantengan una presencia digna y bien arreglada, incluso si las circuns-tancias son modestas. En el mundode hoy, por ejemplo, los líderes de laIglesia suelen ser de los pocos ejem-plos que hay de un vestir adecuado.La apariencia y la presencia son lasformas que tienen de mostrarles a losdemás cómo se ven ustedes a sí mis-mos, qué piensan de sus llamamien-tos y cómo honran y apoyan aquienes les han llamado.

 A menudo no pensamos en quehay que apoyar a quienes nos han lla-mado a un cargo, pero sí, tenemosque apoyarlos. El domingo despuésde haber sido sostenido comoConsejero de la Primera Presidencia,el presidente Marion G. Romney dis-cursó en nuestro barrio, y dijo desdeel púlpito: “Siempre he apoyado alPresidente de la Iglesia, y lo puedo

apoyar incluso cuando me llama a mícomo uno de sus consejeros”.Tenemos obligaciones solemnes desostener a quienes nos han llamado.

Su dignidad espiritual abarca el

saber guardar confidencias. El Señor,el miembro que ustedes aconsejan y ustedes mismos son los únicos quetienen que saber ciertas cosas, y esadignidad, esa confidencialidad, senci-llamente se debe mantener 

Que los miembros y sus familiasno sólo los vean ir al templo, lo cualnos recuerda la clase de hombres y mujeres que debemos ser, sino quetambién vean que la experienciadel templo les hace mejorar como

personas.

Cómo prestar servicio y liderazgo

 Ahora bien hermanos, si día trasdía hacemos estas cosas y otras pare-cidas, nos convertiremos en la “clasede hombres” que Jesús quiere. Por otro lado, los demás verán lo quesomos y también lo que nos esmera-mos por llegar a ser . Verán que decierto hemos tomado sobre nosotros

el yugo de Cristo y que servimos conhumildad a otros (véase Mateo 11.29).Hace algunos años, recibí la asig-

nación de ir a El Cairo junto con elentonces élder Howard Hunter. Noshospedábamos en la misma habita-ción, y tras un largo día lleno depolvo, descansábamos antes de lasreuniones de la noche. Le preguntési me permitía acostarme para unabreve siesta, y claro, me dijo:“Adelante”. Desperté antes de lo

esperado, y encontré al presidenteHoward Hunter lustrándome loszapatos.

Debemos ser líderes-siervos y tener presente quiénes somos en ver-dad. Se trasmitirá sin duda, dejandosu huella indeleble en la mente y elcorazón de los demás. Claro quenuestro amor no siempre será corres-pondido, o siquiera apreciado, peroel amor nunca se malgasta.

La promesa para los líderesfieles

 Ahora finalmente llegamos a lapromesa, al resto de la promesa quese ha extendido a ustedes y a mí y a

todos los hermanos fieles:La promesa, como ya saben, es

que el Señor les renovará en elcuerpo, lo cual no es un detallepequeño para los que procuran ser-

 virle infatigablemente (véase D. y C.84:33; Helamán 10:4–5).

Hermanos, durante esos benditosmomentos de renovación, habrámomentos en que el Espíritu lessobrevendrá como la espuma de lasolas para refrescarlos, tranquilizarlos

 y, a veces, para fortalecerlos. Además,el Espíritu Santo les comunicará deforma personal que el Señor del uni-

 verso que todo lo ve los conoce y lesama individualmente. Hace mucho,muchísimo tiempo que los conoce.Él está presente en los detalles de las

 vidas de ustedes, y como dicen lasEscrituras, tiene presente a Su puebloen toda nación y, de cierto, tambiéntiene presentes a Sus líderes delsacerdocio en toda nación (véase

 Alma 26:37).¡Después de todo, hermanos,

todos los que amamos y servimosson hijos de Dios!

De ello testifico, ¡en el santo nom-bre de Jesucristo, amén!

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El seguir pasos específicos

Felicito a cada uno de los discur-santes que hemos escuchado.Recuerdo el tiempo cuando temassimilares eran presentados por miem-bros del Quórum de los Doce, en loque se llamaba la reunión general dela mesa del sacerdocio, y después se

presentaban en las reuniones de lide-razgo del sacerdocio de las conferen-cias de estaca.

En aquel entonces, la Iglesia eramás pequeña, tanto en cantidadcomo en geografía. Cuán agradecidosestamos al beneficiarnos con la tec-nología moderna que nos comunicacon el mundo instantáneamente.

Cuando el presidente Hinckley medio la asignación para hablar en esta

ocasión, me indicó que hablara lo

que me inspirara el Espíritu. Con estepreámbulo, mis comentarios queda-rán circunscritos a la administracióndel barrio y de la estaca, añadiendoexperiencias personales en mis llama-mientos.

En 1959, cuando presidía lamisión de Canadá, el élder ElRay L.Christiansen, Autoridad General,

 visitó nuestra misión. Durante diezdías viajamos juntos por Ontario y Quebec, donde nos reunimos en

las conferencias de los distritos demiembros y en las conferencias dezona de los misioneros. Al final del

 viaje, nos reunimos con los líderesde los distritos de miembros quepronto iban a ser unidos para formar una estaca de Sión, la estaca Toronto,que llegó a ser la estaca 300 de laIglesia.

El élder Christiansen, un excelentemaestro, relató una importante expe-riencia del tiempo cuando fue lla-mado como presidente de estaca.Dijo lo siguiente: “Cuando fui lla-mado como presidente de la EstacaCache Este, en Logan, Utah, mis con-sejeros y yo nos reunimos para ver cuál sería la más grande necesidad delos miembros de la estaca. Al cabo dela reunión decidimos que el principioque más necesitaban era la espiritua-lidad y adoptamos la verdad queencierra esta observación: Cuando

tratamos las cosas en general, raravez tendremos éxito; cuando trata-mos las cosas de manera específica,rara vez fracasaremos. Finalmentefijamos un plan de cuatro pasos para

lograr el objetivo general de másespiritualidad”.

El plan de cuatro pasos del presi-dente Christiansen y sus consejerosfue refinado de una manera exce-lente. Paso uno: “Aumentaremos laespiritualidad de los miembros de laestaca Cache Este mediante la ora-ción familiar en cada familia”. Pasodos: “Aumentaremos la espiritualidadde los miembros de la Estaca CacheEste con la asistencia de todos los

miembros a la reunión sacramental”.Paso tres: “Aumentaremos la espiri-tualidad de los miembros de la EstacaCache Este por medio de que cadamiembro pague un diezmo honrado”.Paso cuatro: “Aumentaremos la espiri-tualidad de los miembros de la EstacaCache Este por medio de que cadamiembro observe el día de reposo y lo santifique”. Cada tema tuvo unperíodo de tiempo específico y serecalcaba con regularidad.

El resultado fue que se logró cadauno de los objetivos específicos; laespiritualidad de los miembros de laestaca aumentó grandemente.

El esfuerzo a nivel de barrio

En la actualidad, los barrios y lasestacas varían mucho en madurez,historia y fortaleza del sacerdocio.Cada unidad puede mejorar sudesempeño mediante un esfuerzoespecífico.

Fui llamado para servir comoobispo del barrio 6-7 de Salt Lake enmayo de 1950. Aquel barrio era launión de los barrios 6 y 7, que fueronparte de los 19 barrios originales deSalt Lake. El desarrollo de industriasen el área había reducido el númerode hogares, lo cual causó la unión.Cuando fui llamado, la cantidad totalde miembros apenas sobrepasaba los1000, que en un 25 por ciento eran

P R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

“Pondré espíritu nuevodentro de vosotros”(Ezequiel 36:26)

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familias pioneras, como la mía, otro25 por ciento era transeúnte y el 50por ciento restante no era ni uno niotro.

Como obispado recién llamado,

nuestro objetivo era dar una asigna-ción a cada miembro del barrio. Paraayudarnos a lograr dicha meta, impri-mimos un folleto pequeño, muy breve, contando la historia pioneradel barrio, la naturaleza amigable delos miembros y la necesidad de quetodos sirviéramos.

¿En qué manera?Primero, extender, con respeto,

un llamamiento, antecedido por unaferviente oración; segundo, una

explicación de lo que se esperaba dela persona llamada; y, tercero, la pre-sentación del pequeño folleto, el cualcontenía principios para enseñar conéxito, tales como:

• Una personalidad llena de calidadreligiosa.

• Un interés genuino en la gente.• Un conocimiento del Evangelio.• Una actitud sana.• El uso de métodos buenos de

enseñanza.

El folleto también contenía “Ochopuntos de liderazgo”, por el élder 

 John A. Widtsoe, ex miembro delQuórum de los Doce Apóstoles:

• El atributo de la fe• El atributo del amor • El atributo del entendimiento• El atributo de la industriosidad• El atributo del anonimato• El atributo de la obediencia• El atributo de la sinceridad• El atributo de la oración1

 A los recién llamados se les expli-caba la ayuda específica que se lesdaría; se explicaba el curso de mejora-miento del maestro; se les asegurabaque recibirían ayuda de la presidenciade la organización auxiliar. El hecho deque el barrio tenía un gran número demiembros transeúntes no se conside-raba como un problema; más bien,nos daba la oportunidad ideal de

extender la mano y enseñar a máshijos de nuestro Padre Celestial. ¡Quéprivilegio!

Cómo trabajar con la juventud

Con respecto al Sacerdocio Aarónico y a las mujeres jóvenes de lamisma edad, simplemente decidimosque como obispado haríamos todolo posible para no perder a ningúnjovencito ni jovencita. Por ejemplo,me dirigí a mi segundo consejero coneste ruego: “Su asignación, hermanoHemingway, tiene que ver con los diá-conos y con todos los que deberíanser diáconos. Ore al respecto y, con laayuda del asesor de los diáconos y de

la presidencia del quórum de diáco-nos, ponga manos a la obra para ase-gurarse de que cada diácono estélisto para ser ordenado maestro a los14 años de edad”.

Después hablé con mi primer consejero, el hermano Cox, repetílas mismas instrucciones expresadascon amor de que orara al respecto y luego, con el asesor de los maestros

 y la presidencia del quórum demaestros, se asegurara que cada

maestro estuviera listo para ser orde-nado presbítero al llegar a los 16años de edad.

Luego les dije que yo haría lomismo con el quórum de presbíteros.

No podíamos escatimar ningúnesfuerzo; nuestro esfuerzo tenía queser guiado por un amor genuino y por el sentido del deber.

Ojalá pudiera decirles que tuvimosun éxito completo, pero les digo queel resultado fue casi milagroso. Un

ejemplo fue Richard Casto, que erapresbítero.Un domingo por la mañana me

fijé que Richard no estaba presenteen la reunión del quórum; dejé elquórum a cargo del asesor y visité elhogar de Richard; su madre me dijoque estaba trabajando en un taller dereparación de autos llamado "WestTemple". Me dirigí al lugar buscandoa Richard, miré por todo sitio pero

no pude encontrarlo. En eso, tuve lainspiración de mirar hacia abajo en lafosa donde trabajan los mecánicos,situada a un costado del lugar de tra-bajo. En medio de la oscuridad pude

 ver dos ojos que brillaban. Entoncesescuché a Richard decir: “¡Me encon-tró, obispo! ¡Me encontró! Ahorasubo”. Después de eso, fue raro queestuviera ausente en una reunión delsacerdocio.

La familia de Richard se mudó auna estaca cercana. El tiempo trans-currió y recibí una llamada telefónicaen la que me hacía saber que Richardhabía aceptado servir una misión enMéxico. Fui invitado para hablar en la

reunión sacramental antes de que élsaliera al campo misional.

Richard comentó que el aconteci-miento que le hizo sentir la determi-nación de servir una misión sucedióun domingo por la mañana, no en lacapilla, sino al mirar hacia arriba desdela profundidad de aquella fosa pro-funda y grasosa, y ver la mano exten-dida del presidente de su quórum.

 A través de los años de vez encuando he recibido informes de

progreso siempre firmados: “eljoven de la fosa grasosa”, donde mecuenta de su testimonio, su familia y su servicio fiel en la Iglesia, inclusivesu servicio como obispo.

En la actualidad Richard Castosirve otra vez como obispo.

Guía de las Escrituras

Nuestras reuniones del comité delsacerdocio o del consejo de barriopor lo general comenzaban con un

pasaje de las Escrituras pertinente,justamente para centrar nuestrospensamientos en nuestro deber derescatar. Me acuerdo de algunospasajes, que ustedes conocen:

En Doctrina y Convenios 64:33–34:“Por tanto, no os canséis de hacer lobueno, porque estáis poniendo loscimientos de una gran obra. Y de lascosas pequeñas proceden las grandes.

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He aquí, el Señor requiere el corazón y una mente bien dispuesta”.

Otra vez, en Doctrina y Convenios84:106: “Y si de entre vosotros uno esfuerte en el Espíritu, lleve consigo al

que es débil, a fin de que sea edifi-cado con toda mansedumbre paraque se haga fuerte también”. Esa esla clave para la orientación familiar.

Otro pasaje en Doctrina y Convenios 76:5–6, que es mi favorito:“Yo, el Señor, soy misericordioso y benigno para con los que me temen,

 y me deleito en honrar a los que mesirven en rectitud y en verdad hastael fin. Grande será su galardón y eterna será su recompensa”.

Finalmente, en Doctrina y Convenios 88:78, favorita del presi-dente Packer: “Enseñaos diligente-mente, y mi gracia os acompañará”.

Es su tiempo para servir

Hermanos, éste es su tiempo paraservir. En la actualidad, los presiden-tes de estaca no sirven durante 20 o30 años, como solían hacerlo anterior-mente, los obispos no sirven durante34 años, como lo hizo el obispo

 William Thorn en el barrio que yopresidía. Cuando era el secretario debarrio, investigaba en los registros delbarrio en los microfilms de la Iglesiacuando me enteré de que una vez laPrimera Presidencia le había enviadouna carta inusual al obispo Thorn, lacual contenía este mensaje:

“Estimado obispo Thorn:“Como es de su conocimiento,

el obispo Harrison Sperry del barrio4 ha sido llamado para servir una

misión de dos años en Inglaterra.Para que él no pierda su obispadomientras sirve, lo llamamos a usted,obispo Thorn, para que se haga cargode los asuntos del barrio 4, hasta queel obispo Sperry regrese, lo cual,claro está, se añade a sus responsabi-lidades de obispo del barrio 7.

“Atentamente, sus hermanos, LaPrimera Presidencia”.

Muchos de ustedes presentes enesta sesión del liderazgo del sacerdo-cio sirven en el sumo consejo de susestacas; ustedes juegan un papel vital.El siguiente suceso lo leí en el diarioChurch News, que para mí fue inspira-dor y demuestra una virtud clásica delgobierno de la Iglesia, es decir, unaexpresión de aprecio. El artículo dice:

“Al final de una reunión formal [unconsejo disciplinario], el presidentede la estaca les pidió a los miembrosdel sumo consejo que se quedaranunos minutos más.

“Con una voz llena de emoción,el presidente agradeció a los miem-bros del consejo su servicio y devo-

ción. Había sido una noche larga y todos estaban cansados, perocuando los miembros del sumo con-sejo escucharon a su presidentemanifestarles su amor y gratitudhacia ellos, el cansancio se desvane-ció y mediante el espíritu de sus lla-mamientos sintieron calidez y fueron llenos.

“El presidente dijo: ‘No sabría quéhacer sin ustedes hermanos; ustedesson mis brazos y mis piernas que lle-

 van adelante la obra del Señor en estaestaca. Tengo hacia ustedes la mismaestima que siento por mis consejerosen la presidencia’”2.

Hermanos, felicito al liderazgo delsacerdocio de esta Iglesia, en todo elmundo. Cuando la Iglesia los llama,ustedes sirven y lo hacen de todocorazón; sirven fielmente. Comopadres, esposos, hijos, hermanos,ustedes honran el consejo dado por el apóstol Pablo a Timoteo: “Sé ejem-

plo de los creyentes en palabra, con-ducta, amor, espíritu, fe y pureza”(1 Timoteo 4:12).

El presidente John Taylor nos pro-porcionó una advertencia motivadoracuando declaró: “Si no magnifican susllamamientos, Dios los hará responsa-bles de aquellos a los que pudieronhaber salvado si hubiesen cumplidocon su deber”3.

El presidente Harold B. Lee, al diri-girse a los líderes del sacerdocio, dijolo siguiente: “Cuando se es poseedor del sacerdocio, uno se convierte enagente del Señor y debe considerar 

su llamamiento como si estuviera enla obra del Señor”4. Cuando estamosen la obra del Señor, tenemos elderecho de recibir Su ayuda.

Mi ruego personal es que todosnos esforcemos por saber lo quetenemos que saber, por hacer lo quedebemos hacer y por ser lo quedebemos ser.

La obediencia al consejo

 Yo era obispo durante la época de

la guerra de Corea. Los obispos ha-bíamos recibido una carta, muchascartas de las Oficinas Generales de laIglesia diciéndonos que debíamosescribir una carta personal —no unacarta tipo, sino una personal— cadames a cada uno de los jóvenes denuestro barrio que estuviera en lasfuerzas armadas y enviarle una copiade la revista de la Iglesia, que en esetiempo era The Improvement Era,además de una subscripción al perió-

dico Church News. Eso requiriócierto esfuerzo. En nuestro barrio,que era muy grande, teníamos unosdieciocho jóvenes en el ejército, y nocontábamos con mucho dinero. Consacrificio, los quórumes del sacerdo-cio proveyeron los fondos para lassubscripciones, y yo me encargué deescribir las cartas. Como había estadoen la Marina hacia fines de la guerraanterior, sabía lo importante que erarecibir noticias de casa.

Un día, la hermana que tomabaen taquigrafía las cartas que yo le dic-taba, me preguntó: “Obispo Monson,¿usted nunca se desanima?”.

Le respondí: “No, ¿por qué?”.Me contestó: “¿Se da cuenta de

que esta es la carta número diecisieteque le envía a Lawrence Bryson sinrecibir respuesta?”.

Entonces le dije: “Bueno, envíe lanúmero diecisiete. Tal vez conteste

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ésta”. Y así fue. Recibí una carta que venía de San Francisco, por mediodel ejército. Desde un lugar lejanodel Pacífico, el hermano Bryson mehabía escrito una breve carta que

decía: “Querido obispo: Hace tiempoque le debo esta carta.

“No sé de qué hablar o qué decir;es la primera vez que escribo ointento escribir a un obispo. ¿Cómoestán usted y su familia? ¿Cómo estála Iglesia?¿Qué tal estuvo la Navidad?Me hubiese gustado estar allá. LaNavidad en casa es muy diferentede la Navidad acá.

“Bueno, obispo, ya se me acabaronla palabras; como ve, todavía soy el

muchacho tímido que usted conoció,pero le debía esta carta y aquí está.Siga enviando cartas, es un placer recibirlas. Saludos para todos. Trataréde escribir unas cuantas líneas de vezen cuando. Hasta entonces. Conafecto, Lawrence Bryson.

“Posdata: Me olvidé de agradecerlelo del periódico Church News y lasrevistas. Son excelentes”.

Todavía tengo aquella maravillosacarta, escrita para mí por Lawrence

Bryson, con fecha “Navidad, 25 dediciembre de 1953”. Fue uno de losmás preciados regalos de Navidadque haya recibido.

Sí, a veces uno se pregunta por qué no hay respuesta después dediecisiete cartas, pero recuerdo unpárrafo que encierra una verdad:“La sabiduría de Dios quizás parezcainsensatez a los hombres. Sinembargo, la lección más grandiosaque podemos aprender en esta vidaes que cuando Dios habla y el hom-bre obedece, ese hombre siempreestará acertado”. Los líderes de laIglesia habían hablado y nosotros, losobispos, sólo teníamos que obede-cer, y sin duda, la bendición vendría.

Tenemos un modelo para seguir,hermanos, el presidente Gordon B.Hinckley, nuestro profeta, vidente y revelador; dispuesto a escuchar alEspíritu del Señor. Vive de tal

manera que merece la dirección delSeñor; no nos pide nada que estémás allá de lo que él personalmenteejemplifica.

Termino con las palabras de Jesús,

que declaró: “He aquí, yo estoy a lapuerta y llamo; si alguno oye mi voz

 y abre la puerta, entraré a él”(Apocalipsis 3:20). Ésta es nuestrapromesa.

Él es nuestro Señor y Maestro.Nosotros somos Sus siervos. Quesirvamos de tal manera que seamosdignos de Su divina ayuda y aproba-ción, humildemente lo ruego, en elnombre del Señor Jesucristo. Amén.

 Notas

1. John A. Widtsoe, “8 Points of Leadership”, Improvement Era, junio de1939, págs. 330–331, 378, 380.

2. “A ‘Sacred Calling’ “, Church News, 19 defebrero de 1994, pág. 16.

3.En Deseret News: Semi-Weekly, 6 deagosto de 1878, pág. 1.

4. Stand Ye in Holy Places, 1974, pág. 255.

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El milagro de todo ello

Mis queridos hermanos, ¡qué pla-cer, honor y oportunidad decir unaspocas palabras para terminar! Ésta hasido una gran sesión y espero quedespués de esta reunión, todos losque tengamos la oportunidad detener su contenido impreso o en otra

forma lo estudiemos una y otra y otra vez, puesto que nos resultará prove-choso hacerlo.

Mientras los hermanos dirigían lapalabra, yo pensaba en ustedes, misamados colaboradores en esta granobra. Con la imaginación, los he vistopor todo el mundo: en todas lasnaciones de Europa y de allí hacia eloriente a través de Rusia y sus países

 vecinos; en México, en Centroamérica

 y en todos los países de Sudamérica;en Asia, Japón, Corea, Taiwán, HongKong, las Filipinas, Tailandia, Malaysia,India, Singapur e Indonesia; en Australia y en Nueva Zelanda, y enlas islas del Pacífico; en África con susmuchas naciones; en Canadá y en losEstados Unidos.

Pienso en el milagro de todo ello.Pienso primero en el milagro del cre-cimiento de la Iglesia. La pequeñapiedra que fue cortada del monte, no

con mano, va rodando, para llenar latierra (véase Daniel 2:34–35). Piensotambién en el milagro de hablarles enestas circunstancias. Somos hombresde diferentes naciones y diferentesidiomas, pero todos somos siervosdel Dios viviente, líderes de Su Iglesia

 y Reino. Es prodigioso que podamosunirnos de esta forma.

Es importante que lo hagamos. ElSeñor ha preparado el camino.

Hoy en día tenemos entre 350 y 400 nuevos presidentes de estacacada año, y tenemos unos 4.500 nue-

 vos obispos cada año. Otros oficiales van rotando constantemente. Esnecesario capacitar a líderes nuevos,

 y quizá haya líderes con experienciaque se inclinen a decir: “Todo esto yalo he oído antes”.

Pero la repetición es una ley delaprendizaje. No importa cuántotiempo hayamos servido, es preciso

ponernos al día en forma constante y entrar en contacto con nuevas ideas y con personas diferentes, todo ellocon el fin de fortalecer la obra.

Mientras escuchaba junto con uste-

des, surgió en mi mente una preguntaque creo también habrá surgido enustedes. Esa pregunta es: “¿Cómohallaré tiempo para hacerlo todo?”.

Permítanme indicar que nunca hay tiempo suficiente para hacerlo todo.Hay muchísimo más de lo que cual-quiera de nosotros pueda atender personalmente.

Creo saber algo de eso. He estadoen el lugar que muchos de ustedesocupan hoy. Hay sólo una forma de

lograrlo, la cual es seguir la direcciónque el Señor dio a José Smith cuandole dijo: “Organizaos; preparad todo loque fuere necesario” (D. y C. 88:119).

Una responsabilidadcuatripartita

Cada uno de nosotros tiene unaresponsabilidad cuatripartita. Primero,la responsabilidad para con nuestrafamilia. Segundo, la responsabilidadpara con nuestro empleador. Tercero,

la responsabilidad para con la obra delSeñor. Cuarto, la responsabilidad paracon nosotros mismos.

Primero, es fundamental que nodesatiendan a su familia. Nada de loque tienen es más valioso. Sus res-pectivas esposas y sus hijos merecenla atención del marido y padre. Al finde cuentas, es esa relación familiar loque llevaremos con nosotros a la vida

 venidera. Parafrasearé las palabras delpasaje de las Escrituras: “Porque ¿qué

aprovechará al hombre si sirviere fiel-mente en la Iglesia y perdiere a supropia familia?” (véase Marcos 8:36).

 Junto con su esposa e hijos,determinen cuánto tiempo pasaráncon ellos y cuándo. Y entonces,cumplan lo prometido. Procuren nopermitir que nada lo obstaculice.Considérenlo sagrado. Considérenloobligatorio. Considérenlo un mere-cido tiempo de gozo.

P R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E YPresidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Regocijémonos enel privilegio de servir

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Sea para ustedes sagrada la nochedel lunes para la noche de hogar.Pasen una velada solos con su esposa.Proyecten unas vacaciones con todala familia.

Segundo, para con su negocio o

su empleador. Tienen una obligación.Sean honrados con su empleador. Norealicen trabajo de la Iglesia en eltiempo remunerado por él. Sean lea-les a él. Él les paga sus servicios y espera que ustedes produzcan resul-tados. Ustedes necesitan el empleopara mantener a su familia, y sin élno pueden trabajar con eficacia enla Iglesia.

Tercero, para con el Señor y Suobra. Distribuyan su tiempo para

atender sus responsabilidades de laIglesia. Tengan presente que cadaoficial tiene muchos ayudantes,como se nos ha recordado hoy. Elpresidente de estaca tiene dos capa-ces consejeros. La presidenciacuenta con un sumo consejo dehombres dedicados y competentes,

 y con los secretarios que necesiten.Todo obispo tiene consejeros queestán a su lado para ayudarle a levan-tar de sus hombros las cargas de su

oficio, y cuenta con el consejo debarrio y con otras personas a las quepuede y debe delegar responsabili-dades. Tiene a los miembros de subarrio, y cuanto más les deleguetanto más ligera será su carga y tantomás se fortalecerá la fe de ellos.

Todo presidente de quórum delsacerdocio tiene consejeros, así comoa los miembros del quórum. Delmismo modo, la Sociedad de

Socorro. Ningún obispo puede espe-rar ocupar el lugar de la presidentade la Sociedad de Socorro para aten-der las necesidades de los miembrosde su barrio.

Cuarto, todo líder de la Iglesiatiene una obligación para consigomismo: debe tener el descanso y elejercicio necesarios. Necesita un pocode recreación. Debe tener tiempopara estudiar. Todo oficial de la Iglesiadebe leer las Escrituras y precisatiempo para meditar y reflexionar asolas. Donde sea posible, debe ir consu esposa al templo cuando las cir-cunstancias se lo permitan.

Esas cuatro obligaciones descan-

san sobre los hombros de cada unode nosotros. Con solícita reflexión y planificación, podremos distribuir nuestro tiempo para cumplirlas.Hermanos, no podemos, no debe-mos desatender ninguna de ellas.El Señor no espera que seamossuperhombres. Pero si nos ponemosen Sus manos, si acudimos a Él enoración, Él nos inspirará y nos ayu-dará. Él nos magnificará y nos harácapaces de cumplir nuestras respon-

sabilidades.Él ha dicho: “Sé humilde; y el

Señor tu Dios te llevará de la mano y dará respuesta a tus oraciones”(D. y C. 112:10).

 Además, ha dicho: “Dios os daráconocimiento por medio de suSanto Espíritu, sí, por el inefabledon del Espíritu Santo” (D. y C.121:26). El desafío con que seenfrenta todo buen líder es el deaprender a delegar. Todo presidente

de estaca, todo obispo y todo presi-dente de quórum debe delegar res-ponsabilidades a otras personas afin de tener tiempo para llevar acabo lo que sólo él debe hacer.

Felicidad en esta obra

Hermanos, si de continuo se que-jan de que tienen demasiado quehacer es porque tienen demasiadoque hacer. Deben quitarse de encima

algunos de esos quehaceres, porqueun líder descontento se convierte enun líder deficiente.

Le pregunté a un amigo al quehabían llamado de obispo cómo le

iba. Me dijo: “Me estoy divirtiendocomo nunca. Veo trabajar a losdemás, y ellos me dicen lo felicesque son. Tengo el mejor puesto dela Iglesia”.

Desde luego, ese hombre teníauna enorme cantidad de trabajo querealizar. Tenía muchas responsabilida-des que no podía dar a otras perso-nas. Pero la contrariedad habíadesaparecido. La preocupación sehabía desvanecido. Tenía la capacidad

de asignar y de hacer que los querecibían asignaciones supieran quetodo dependía de cómo desempeña-sen su deber. Y de hecho, así era.

Hermanos, deseo suplicarles quesean felices en la obra que realicen.Lleven una sonrisa en el rostro y unacanción en el corazón al servir alSeñor.

 Yo ya soy anciano y simplementeno tengo las energías para hacer loque hacía antes. Pero no me permi-

tiré sentirme afligido al hacer lo quepuedo hacer.

Las exigencias son numerosas.Siento una constante e incesantepreocupación por lo que se está lle-

 vando a cabo en la Iglesia. Quierosuperarme; deseo mejorar las cosas.Pero sé que no puedo hacer todo yosolo. Tengo dos magníficos conseje-ros, que son hombres capaces y dedicados. Tengo el Consejo de losDoce. No hay un mejor grupo de

hombres sobre la faz de la tierra.Tengo a los Setenta y al Obispado. Y los tengo a todos ustedes, que tra-bajan unidos como una gran familiapara ayudar a nuestro Padre a reali-zar Su obra incomparable de llevar acabo la inmortalidad y la vida eternade Sus hijos. Tengo la gran bendi-ción de la oración, que tambiéntiene cada uno de ustedes. Tengo laoportunidad de arrodillarme a pedir 

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al Señor que me indique el camino y me dé la fortaleza, la voluntad y lasabiduría necesarias para efectuar loque Él desea que se lleve a cabo.

No hay en todo el mundo otra

obra tan llena de felicidad como lo esesta obra. Esa felicidad es distintiva.Proviene del servir a los demás. Esreal; es única; es maravillosa.

El privilegio de servir

Para terminar, permítanme contar-les una experiencia que relató L.Robert Webb de cuando era obispo.El obispo Webb dijo:

“Me enteré por mis consejeros enuna ocasión de que una hermana ya

de edad había rechazado un llama-miento en el barrio. Dado que percibíque algo andaba mal... concerté unacita para ir a su casa a hablar con ella.Cuando llegué allí, se encontrabanella y su marido.

“Tras una breve y cortés conversa-ción, le dije que tenía entendido queella no había estimado convenienteaceptar un llamamiento en el barrio y le pregunté qué podía yo hacer paraayudarle. Los dos bajaron la mirada al

suelo durante un largo, largo ratoantes de que ella contestara. Por fin,ella comenzó a explicarme que hacíacincuenta años, antes de que sehubiesen casado, habían tenido rela-ciones íntimas el uno con el otro y sesintieron demasiado avergonzadospara esclarecerlo al obispo antes deir a casarse en el templo. Todos esosaños habían vivido con el peso de laculpa de esa transgresión mientraspagaban generosamente diezmos y 

ofrendas... y criaban a sus hijos en lafe y los mandaban a la misión.“Aunque eran fieles, no estaban

ilesos. No podían sentir la paz ni lasatisfacción que debían haber experi-mentado en los años de su madurezpor los nubarrones de la vacilación y el empañado recuerdo de la transgre-sión que no se había resuelto. Enapariencia, parecían seguros y sere-nos, pero en su fuero interno, lleva-

ban una especie de lesión y heridaque perturbaba su confianza espiri-tual. Juntos habían padecido esaespantosa separación del Señor desde hacía muy largo tiempo.

“No sé por qué su penosa pruebaduró toda una vida. Sólo sé cuándoterminó, ya que el Señor los sacó desu solitario pesar. Mientras escuchabasu historia con lágrimas en los ojos,

 yo rogaba con fervor saber qué hacer para aliviarlos. Cuando terminaronde hablar, me sentí inspirado a decir tan sólo: ‘Ya ha terminado. Hansufrido un largo tiempo. Estoy seguro de que el Señor los ha perdo-nado. El arrepentimiento consiste en

abandonar el pecado y confesarlo.Ustedes lo abandonaron hacemucho, mucho tiempo. Esta nochetambién lo han confesado. Ya estánlibres. Sé con certeza que el Señor haperdonado su transgresión y que estádeseoso de hacer desvanecer suculpa con redentora gracia’.

“Después de habernos arrodilladojuntos en oración, los tres nos queda-mos de pie fundidos en un abrazomientras ellos expresaban entre sollo-

zos lo que quedaba de su reprimidosufrimiento y angustia.

“ ‘Ah, obispo, ¿de verdad ha termi-nado?’, me preguntaron.

“Les aseguré que así era en efecto.“La amorosa bondad y la gracia del

Salvador se derramaron sobre ellosen grato perdón. Él apartó lo que loshabía separado de Él y los aceptó enamorosa comunión”1.

De ustedes, mis amados herma-nos de todo el mundo, es el privile-

gio de representar al Redentor delmundo al hacer avanzar esta obra.De ustedes es la oportunidad dehablar de la belleza de la sangreexpiatoria del Señor Jesucristo por Sus hijos e hijas. ¿Podría haber mayor privilegio que ése?

Regocíjense en el privilegio quetienen. Su oportunidad no durarápara siempre. Muy pronto será tan

sólo un recuerdo la gran experienciaque están teniendo ahora.

Ninguno de nosotros realizarátodo lo que pueda desear realizar.Pero hagamos lo mejor que podamos.

Estoy convencido de que, entonces,el Redentor dirá: “Bien, buen siervo

 y fiel” (Mateo 25:21).Dios los bendiga, mis amados her-

manos. Los dejo con mi amor por ustedes. Cada uno de ustedes ocupaun lugar en mi corazón. Dejo mibendición sobre ustedes, mis con-siervos en esta gran causa y reino, y lo hago en el sagrado nombre delSeñor Jesucristo. Amén.

 Nota1. L. Robert Webb, “Vast and Intimate: The

 Atonement in the Heavens and in theHeart”, Brigham Young University 1998–99 Speeches, 1999, págs. 78–79.

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