Fanfic

Orgullo y Prejuicio

Cristy Huelsz

Visita a Rosings Park – Segunda parte

Algo que no pasó por desapercibido para Lady Catherine durante la cena fue las pocas veces que su sobrino se quedó mirando a la señorita Bennet. Al inicio había pensado que había sido porque la joven estaba contestando a sus preguntas, sin embargo, el fenómeno se volvió a suscitar mientras la señorita Bennet estaba tocando en el pianoforte cuando se encontraban en el salón.

Tal vez su distinguido sobrino sólo quería tener noticias de la provincia, pero siendo que él no tenía propiedades o asuntos que atender en esa zona del país, no le agradó que desperdiciara su tiempo con esa joven.

Una vez que los huéspedes se retiraron a la parroquia, Lady Catherine se quedó un rato conversando con su sobrino. Su hija se había retirado casi después de que habían estado en el salón, y el coronel realmente sólo hacia su papel de huésped. Le ofreció al señor Darcy un poco de té, no le apetecía, entonces fue un poco de brandy. Darcy no solía beber más que cuando socialmente se requería, pero después de lograr ver a Lizzy, lo iba a necesitar.

Su tía empezó a hacer preguntas sobre la educación de su hermana, la señorita Georgiana, y de que si él le estaba dando un seguimiento a todo lo que debía de aprender, si su institutriz estaba a la altura que se requería.

Afortunadamente para él, tenía pleno conocimiento de lo que sucedía con su hermana, ella misma se lo platicaba en sus cartas con devoción de hermana menor. Siempre habían sido cercanos.

Lady Catherine tenía la esperanza sacar a colación el tema del matrimonio arreglado entre él y su hija. Realmente no se hablaban entre los dos, no importaba cuantas veces Lady Catherine le dijera a su hija que al menos un “buen día señor Darcy”; pero la pobre criatura no decía nada. Lo bueno para su consuelo era que Darcy si le dirigía algunas palabras cuando sólo estaban ellos tres. Eran más palabras de cortesía que otra cosa, no se podía pedir más de todo un caballero.

De repente ella le empezó a dar hipo. ¡por todos los cielos! Aquello nunca le ocurría. Intentó seguir con la conversación que le preocupaba, pero el hipo no se detenía.

“Me temo querido que tendré que retirarme, pero te pido que sigamos conversando mañana después del desayuno (hip).”

“Nada me agradaría más su señoría, pero se da el caso que mañana temprano el coronel y yo saldremos a cabalgar,” dijo Darcy mirando a su amigo, viendo que él le daba su consentimiento para inventar aquello a su tía, que no estaba tan alejado de la realidad de lo que planeaban hacer.

“¡Oh! (hip) No te preocupes querido, con lo tarde que me levanto estoy segura de que a la hora que regreses para tomar tu desayuno después de la cabalgata yo ya estaré en el desayunador.”

Eso se le escapó a Darcy, así que tuvo que acceder a los deseos de su tía. De cierta manera sabía que no podía sacar alguna otra excusa.

—

De vuelta en su casa, el señor Collins le dio las buenas noches a las damas, pues necesitaba ponerse a escribir su sermón para el siguiente domingo.

“Su señoría me pide que le entregue mi sermón con antelación para poder darle su aprobación. Su señoría conoce a la perfección mi trabajo. Las veré mañana.” Y sin decir más tomó sus notas y fue directo a la habitación. Aquello le hizo pensar a Lizzy de que más bien era Lady Catherine quien le decía al señor Collins exactamente lo que debía de decir en sus sermones.

Charlotte le preguntó si le apetecía que ellas siguieran platicando en su saloncito, Lizzy no se negó a la oportunidad de estar con su amiga.

Después de cambiarse por sus camisones junto con un chal, pues la noche era muy fresca, se reunieron en el saloncito, teniendo sólo el fuego de la chimenea para iluminar sus rostros. Rieron con algunas cosas como solían hacerlo antes de que Charlotte contrajera matrimonio. Lizzy se disculpó por la última vez que se habían visto en Longbourn.

“Mi querida Lizzy, entiendo perfectamente que no te agradara la idea en un inicio, pero ahora vez mi felicidad teniendo mi propio hogar. No es mucho lo que tenemos, y dependemos de su señoría, pero es una vida con la que estoy satisfecha.”

“Ahora que lo veo lo comprendo. No fue fácil aceptarlo, pues todos esos días que el señor Collins estuvo de visita no fueron los más placenteros, pero no me corresponde juzgar.”

“Te preocupas por mí y eso es lo que importa, pero dime … ¿qué ha sido de Jane?”

“La pobre de mi hermana está en Londres con mis tíos.”

“Eso te escuché decirle al señor Darcy. Debo de decir que no esperaba que estuviera en Rosings al mismo tiempo que tú.”

“Dado a que ya no se encuentra en Netherfield, no sé en donde más podría estar.”

“Los Bingley lo han de extrañar.”

“Muy seguramente, aunque ellos también están en Londres.”

“Espera … ¿Londres? ¿Y dices que Jane está en Londres? ¿Ellos no están en Netherfield?”

“Unas semanas antes de que yo hiciera el viaje fue que recibimos la sorpresiva noticia de que los Bingley junto con el señor Darcy regresaban a Londres. La señorita Bingley se lo escribió a mi hermana. Ya sabrás como fue que mi madre tomó la noticia.”

“Oh.”

“Fue por eso que conseguimos de que Jane fuera a Londres con mis tíos. Tal vez estar alejada de los planes de mamá y encontrar al señor Bingley en otro ambiente le pueda ayudar.”

“¿Eso crees? Recuerda mi querida Lizzy que ella es tímida.”

“Lo sé, pero de alguna manera tenía que tratar de que Bingley no se le escapara.”

Charlotte respiró profundo. Ella entendía. Ambas habían observado en el baile en Netherfield cómo Bingley sólo había tenido ojos para Jane.

El fuego en la chimenea crepitó, Lizzy subió los pies al sillón, pero luego los bajó.

“No te preocupes Lizzy.”

“Pero no quiero ensuciar nada.”

“No estas ensuciando nada. Te sientes como en casa, y eso para mí significa mucho.”

Charlotte no tuvo que decir nada más, Lizzy sólo sonrió y subió los pies al sillón.

“Rosings es impresionante. Realmente han sido muy pocas veces las que hemos sido invitados –esa era apenas la segunda vez; la primera había sido para que su señoría conociera a la señora Collins cuando el señor Collins regresó de su viaje– a la casa, el señor Collins no deja de mencionar costos y detalles de las habitaciones donde estamos; no le llego a poner mucha atención la verdad.”

Eso no le extrañaba a Lizzy, si estuviera en su lugar haría lo mismo.

“Esta noche tocaste muy bien el pianoforte.”

“No tenía otra opción, por órdenes de su excelencia,” dijo Lizzy en un tono un poco burlón.

“Pero no te detuviste cuando el señor Darcy se acercó.” Ahí fue cuando Lizzy dejó de sonreir.

Charlotte había estado al pendiente de su amiga. No podía hacer mucho sobre los juicios que ejercía Lady Catherine sobre su crianza y su familia, pero al menos su amiga había sabido ponerle buena cara al mal tiempo, sin embargo, no pudo pasar por alto todos esos momentos en los que el señor Darcy la había estado mirando e interactuando con ella.

“¿Crees que sea una realidad o una coincidencia que el señor Darcy esté en Rosings Park?”

“Poco podría importarme su razón para visitar a su tía.”

“Recuerdo que te pidió un baile estando en Netherfield.”

“Y acepté sin darme cuenta. Aunque no dudo que se lo pidió a otras damas.”

“Por lo que pude observar no lo hizo en toda la velada.”

“¿Lo estuviste observando? Pensé que estabas ayudándome a observar al señor Bingley y a Jane.”

“Fueron varias horas, y el señor Bingley contantemente estaba siendo acompañado por el señor Darcy, muy seguramente porque el señor Darcy no le agrada bailar.”

“Excepto conmigo.”

“Excepto contigo Lizzy.”

“La verdad no entiendo. En parte es detestable.”

“¿Detestable para poseer la mitad de Derbyshire?”

Lizzy no pudo evitar reírse y saber que no iba a poder dar muchos argumentos en contra del señor Darcy en ese momento.

A la mañana siguiente, Lizzy se levantó temprano. No le agradaba mucho estar en una cama que no fuera la suya. Charlotte había hecho todo un esfuerzo por poner el pequeño cuarto de invitados muy acogedor y con algunas flores del jardín en el pequeño tocador.

Después de cambiarse su atuendo, decidió dar un pequeño paseo matinal. Realmente disfrutaba de caminar, y con el aire fresco. Observó de lejos la pequeña iglesia, la cual sabía que era antigua, pero ella no venía por eso. Tampoco se dirigió hacia Rosings Park, no fuera que Lady Catherine o algún otro se fuera a cruzar en su camino.

Si se llegó a cruzar con algunas personas del pueblo cercano que llevaban a sus rebaños a pastar o que venían de cosechar algo del campo.

A ciencia cierta no sabía que más poder hacer por su hermana. Jane se había visto muy acongojada con la carta de la arpía de la señorita Bingley, por no llamarle de otra forma. Seguramente ella había tenido algo que ver con la repentina partida de los inquilinos de Netherfield. Había sido una suerte que sus tíos los visitaran ese día para luego ir a Londres; dado que Jane no causaba nada de problemas como el resto de sus hermanas –bueno, sólo Lydia y Kitty– para ellos era un deleite llevarla.

Escuchó cantos de pájaros conforme iba pasando en medio de los árboles frondosos, los cuales le recordaban un poco a su hogar. Ciertamente no había notado aquellos árboles alrededor de Rosings, muy seguramente su excelencia lo había mandado quitar para que no opacaran la gran vista hacia su propiedad.

Siguió caminando cuando de repente sin saber de dónde escuchó el sonido de unos cascos.

“¡Uaaaa!”

“¡Uffff!”

Continuará …