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Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales ISSN: 0186-0348 [email protected] Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora México Markarian, Vania Sobre viejas y nuevas izquierdas. Los jóvenes comunistas uruguayos y el movimiento estudiantil de 1968 Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales, núm. 81, septiembre-diciembre, 2011, pp. 159-186 Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora Distrito Federal, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=319127440007 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Sobre viejas y nuevas izquierdas. Los jóvenes comunistas uruguayos y el movimiento estudiantil de 1968

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Secuencia. Revista de historia y ciencias

sociales

ISSN: 0186-0348

[email protected]

Instituto de Investigaciones Dr. José María

Luis Mora

México

Markarian, Vania

Sobre viejas y nuevas izquierdas. Los jóvenes comunistas uruguayos y el movimiento estudiantil de

1968

Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales, núm. 81, septiembre-diciembre, 2011, pp. 159-186

Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora

Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=319127440007

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Sistema de Información Científica

Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

_ Vania Markarian ' .

Doctora en Hi storia Latinoamericana (Columbia Universi ty, 2003) y licenciada en CienciasHistóricas (Universidad de la Repúb lica, 1996). Ha enseñado e investigado en la Universidad dela Repúbli ca, e! Centro Latinoamericano de Economía Humana, la Un iversidad N acional de Ge­neral Sarm iento, la N ew York Uni versity, la Columbia Un iversity, la City University of N ewYork y la Princeron Un iversiry. Tiene numerosas publicaciones sobre el pasado reciente de Urug uayy Latinoamérica, entre las que se destaca e! libro Left in Transfonnation: Umglla)'al/ Exiles and theLatiu Americall H IIIl/ clII Rights Netuores, 1967-1984, Routledge, Nueva York, 2005, que fue tam­bién publicado en español como Idos )' reci én llegados: la izqnierda IImglla)'a el/ el exilio)' las redestransnacionales dederechos bttmanos, 1967-1984, La Vasija/Correo de! Maestro/CElU, M éxico, 2006 .Actualmente es la responsable de! área de Invest igación H istórica del Archivo General de laUnive rsidad de la República e integra e! Sistema N acional de Investigadores de! Ministerio deEducación y Cultu ra de Uruguay.

Res umen

Este trabajo se centra en la participación de losjóvenes comunistas uruguayos en el movimientoestudiantil de 1968 como parte de una gene­ración de latin oamericanos que combinó unavisión heroica de la militancia con la adopciónde nuevas pautas culturales provenientes deEuropa y Estados Un idos. Se analizan tanto lasdiscusiones generadas en e! seno de la izquierdasobre las "vías de la revolución" como el efecto

de esas ideas y prácticas de circulación globalen la conformación de identi dades políticas anivel local. La articulación ent re militan cia deizquierda, violencia políti ca y cultura juvenilbusca repensaralgunas categorías usadas al estu­diar los años sesenta en América Latina, especial­mente las de "nueva izquierda " e "izq uierdarevolucionaria".

Palab ras clave:Estud iantes, comunistas, 1968, izqu ierda, revolución, jóvenes, Uruguay.

Fecha de recepción:septiemb re de 2010

Fecha de acep tación:enero de 2011

On the Old and New Left.Young Uruguayan Communists and the

1968 Student Movement

Vania Markarian

Ph. D . in Larin American H istory (Columbia U niversiry, 2003) and B.A. in H isrorical Sciences(Universidad de la República, 1996). H as raug hr and underraken research at Universidad de laRepública, Cent ro Larinoam ericano de Economía H umana, Universidad Nacional de GeneralSarmiento , New York Universiry, Columbia Universiry, Ciry Universiry of New York and PrinceronUniversiry. Has several publicarions on the recent pasr of Uruguay and Larin America, includingLeft in Transformation: Urtrgnaya n Exilesand the Latin Alllerican Human Rights N etuores, 1967­1984, Rourledge, N ew York, 2005 which was also published in Span ish as Idos y recién llegados:La izquierda Itmgltaya en el exilio y las redes transnacionales de derechos bunmnos, 1967-1984, LaVasija/Correo de! Maesrra/CEIU, México, 2006. Currently responsibl e for th e Area of HistoricalResearch of rhe General Archives of rhe Universidad de la República and be!ongs ro the N arionalSystem of Researchers of th e Minisrry of Educarion and Culture of Urugu ay.

Abstraer

This arri cle focu ses on rh e pa rricipario n ofyoung Uruguayan cornrnunisrs in the 1968 stu­denr m ovem ent as pa rr of che ge nera rion ofLarin Ame ricans who com bined a heraic viewof milirancy wirh rhe adoprion of new culturalguidelines for Eurape and th e U ni ted States. Iranalyzes borh th e discussion th at arase in rhelefr on the "pa thways of th e revolution" and

the effecr of rhese g lobal ideas and pracrices inshaping local po li rica l ide nri ries . T he linkberween leftisr rnilirancy, polirical violence andyourh cultu re arrernprs ro rerhink sorne of rhecaregories used in studying the 1960s in LarinArn erica, parr icul arly rhose of the "new left"and "revolutionary lefr."

Keywords:Students, cornmunists, 1968, lefr, revolurion, yourh , Uruguay.

Final submission:September 2010

Acceptance:January 2011

Sobre viejas y nuevas izquierdas.Los jóvenes comunistas uruguayos y el

movimiento estudiantil de 1968*

Vania Markarian

I NTRO DUCCIÓN I

Am ediados de 1968, cuando la~revueltas estudiantiles más tumulttuosas y masivas de la historia uru­

guaya estaban alcanzando su cenit, era yaevidente su conmovedor impacto en elinterior de la izquierda. Una serie de tex­tos que circuló en junio de ese año entremilitantes de la tradicional y prestigiosaFederación de Estudiantes Universitario~del Uruguay (FEUU) permite acercarse áese momento. Después de elogiar la "agi!raci ón callejera" desplegada "espontánea¡mente" (primero por la rebaja del boleto yluego en respuesta a la represión guberna­mental) por jóvenes inspirados en el ejem1

• Este tra ba jo se orig inó con el pro yecro J uveJrud , Izquierda y Conr rac ulr ura 1959-1 973 , finan iciado por el Fond o Cleme nte Estab le (FCE, AgenciaNacional de Investigaci ón e Inn ovación , M inisterio d&Edu cación y Culru ra, Uruguay), y term in ó de defi­ni rse en el marco de una investigaci ón colect iva sobreviolencia polírica en esos m ismos años y con la m ismafuen te de financiamien to a cargo de un eq uipo inte­g rado por Gabriel Bucheli , A ldo Ma rches i, VaniaMarkurian, Felipe Monesrier y J aime Yafle. Agradezcolos comentarios de los dem ás inrcg ran res del eq uipo,de los árbitros de Secuencia , de J osé Rilla, Eri c Zo lovy de rodas q uienes escucharon versiones anteriores dees re t rabaj o en el Te rce r Con g reso Urug uayo deCie ncia Pol ítica y en el cong reso de la LASA de 201 0 .

plo francés, se denunciaba a quienes inten­taban frenar las movilizaciones alargandolas asambleas, evitando el "enfrentamientodirecto" y dispersándose en las manifesta­ciones "relámpago". Contra esos sectores,que invocaban la necesidad de resguardarla autonomía universitaria y prevenir ungolpe de Estado, estos documentos llama­ban a "defender las libertades ejerciéndo­las" y explicaban que la protección "en abs­tracto" de las "libertades públicas" no era"de por sí un objetivo revolucionario". Enlos hechos, decían, "ya estamos en un régi­men de dictadura" y "no se trata de volvera la vieja democracia burguesa", sino de"for jarnos para instaurar [. . .] una nuevademocracia: la de las clases hasta hoy explo­tadas". Sostenían asimismo que la "luchaarmada" era el "único camino de lib era­ción" y que hacía falta "prepara rse en lapráctica" mediante la "com batividad" deefecto "polarizador", "propagandístico" y"didáctico". Recurrían, por último, a pala­bras de Fidel Castro para refutar las acusa­ciones de "avent ureros", "pequeño burgue­ses" y "p rovocado res", e impugnar la"política de diálogo y coexistencia pacíficacon los exploradores" de "otros" en la FEUD.1

1 Véase Ar ch ivo de la Di recció n Nacional deIn formaci ón e Inreli g en c ia (en adelan te ADN II),

Secuencia [161] núm. 81, septiembre-dici embre 2011

¿Qué escisiones y cambios en las rela­ciones de fuerza en el campo de la izquier­da expresaban esos escritos juveniles deretórica tan marcadamente dialógica?Comencemos por revelar que los contrin­cantes nunca nombrados de forma explí­cita pero insistentemente aludidos en esosy otros texros simi lares de la época eranlos comunistas, con quienes los autoresmant enían amplias divergencias ideoló­gicas y políticas. También estos solían pre­sentar sus argumentos mediante la cons­trucción de un adversar io anóni mo quesin mucho esfuerzopodía identificarse conlos grupos que, cada vez con más fuerzaa medida que avanzaban los años sesenta,venían disputando "desde la izqui erda"con su estra teg ia y poder de convenci ­miento, especialmente entre las nuevasgeneraciones. Los protagonistas de esaspolémicas recuerdan que algunas vecesseresolvieron en términos físicos, es decir, agolpes de puño o destrozando los cartelesy materiales de propaga nda de los gruposrivales. Pero parecería que, en general, sedirimieron en largos debates y quedaronplasmadasen farragosos documentos comolos recién citados, que afianzaron la dura­dera imagen de un quiebre tajante entreesa "nueva izquierda" que irrumpió en laescena pública en el lust ro anterior algolpe de Estado de 1973 y la izquierda"vieja" o "tradicional" representada fun­damentalmen te por los comunistas.

Las páginas que siguen tratan de mos­trar esas controversias como parte delproceso de radicalización política queexperimentó el conjunto de la izquierdauruguaya en esa etapa. Además de las dis­cusiones sobre los requerim ientos de la

exp. "Disidentes de FEUU" , carpeta 3224, Minisreriodel Interior, Montevid eo, Uruguay.

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lucha y las "vías de la revolución", seexplora el impacto de algunas ideas y prác­ticas de circulación global sobre el signi­ficado de "ser joven" en la 'conformaciónde identidades políticas a escala local, unaspecto que se ha estudiado menos. Estedoble carril de análisis parte de la idea deque el grueso de la generación que ingresóa la act ividad po lí tica en esos años enAmérica Latin a estuvo marcado por unavisión heroicade la militancia que integra­ba, muchas veces de forma problemáticay en combinaciones diversas, las nuevaspautas culturales provenientes de Europay Estados Unidos.

En el caso que nos ocupa, un examenatento de los jóvenes vinculados al PartidoComunista Uruguayo (rcu) resulta espe­cialmente interesante para acercarsea esasarticulaciones entre militancia de izquier­da, violencia política y cultura juvenil. Enprimer lugar porque se trataba del sectormás importante de la izquierda vernáculaen términos cuantitativos, tanto en lo elec­toral como en participación política y sin­dical. En segundo lugar, porque este par­tido mantuvo una relación original con laviolencia política que lo diferenció tantode los grupos que preconizaron o practi ­caron la lucha armada, como de otros par­tidos comunistas del continente que obje­taron más radicalmente las exper ienciasguerrilleras de la época. En tercer lugarporque los comunistas urug uayos tuvie­ron una actitud de relativa apertura frentea diversas manifestaciones de la culturapopular y de masas, incluyendo las queiban ganando a los jóvenes en muchas par­tes del mundo. Veamos, entonces, desdeesos tres rasgos distint ivos, cómo se posi­cionaron los jóvenes comunistas ante losdesafíos planteados por las movilizacionesestud ianti les de 1968, con el objetivo de

VANIA MARKARIAN

repensar algunas categorías que se vienenutilizando para analizar la década larga delos sesenta en el subcontinenre, especial­mente las de "nueva izquierda" e "izquier­da revolucionaria", sobre las que se vuelveal final del texto .

LUCHAS y DEBATES DEL MOVIMIENTOESTUDIANTIL

En varios aspectos, el ciclo de protestasiniciado en mayo de 1968 por los estu­diantes de secundaria (y rápidamente apo­yados por los universitarios) fue similar alos suscitados en años anteriores. Al menosdesde las luchas por el cogobierno de laUniversidad de la República en 1958 , lasmovilizaciones estudianti les en Uruguayse habían caracterizado por cierto nivel deenfrenta miento con las fuerzas represivasy por vincularse con los sind icatos paradar alcance nacional a sus demandas. Perolas de 1968 traj eron también grandesnovedades, fund amentalmente porque lasituación del país había cambiado mucho.En la década pasada, la crisis económ icase había vuelto evidente para amplios sec­tores sociales con un acent uado descensodel salario real y la instalación de la infla­ción estructural.

Más recientemente, en dic iembre de1967, el gobierno había dado un notoriogiro auto ritario y conservador con la asun­ción de J orge Pacheco Areco luego de lainesperada muerte del presidente ÓscarGestid o. La profundización del rumbo deliberali zación económica y el com batecontra las crecientes fuerzas de oposiciónfueron las marcas de su mandato desde elarranque. A pocos días de asumir, clau­suró dos órganos de prensa y disolvióvarios partidos y grupos de izquierda que,

SOBRE VIEJAS Y NUEVAS IZQUIERDAS

en otro signo de los tiempos que corrían,habían adherido al llamado a la lucha ar­mada recién realizado por la OrganizaciónLatinoamericana de Solidaridad (OLAS)desde LaH abana. En los meses siguientes ,como nunca antes en la historia nacional ,el poder ejecutivo dispuso de modo siste­m át ico de "m ed idas prontas de seg u­ridad ", una forma limitada del estado desitio prevista en la Constitución que posi­bilitó la suspensión de los derechos dehuelga, reunión y expresión, la reglamen­tación de la actividad sindi cal, la mili­tar ización de los funcionarios públicos yla paralización de la actividad en la en­señanza.

La escalada autoritaria no logró dete­ner el clima de movilización. Durante lamayor parte de 1968 hubo decenas deparos y miles de personas se manifestaron-casi a diario- por las calles de Montevi­deo y algunas ciudades del interior cont rala política económica y las med idas repre­sivas del gobierno. Los estudiantes tuvie­ron un papel central en esas jornadas deprotesta. Su poder de convocatoria, la ori­ginalidad de sus métodos, la predilecciónpor prácticas violentas como pedreas,incendios de vehículos y barricadas, y lavoluntad de confrontar con las fuerzasrepresivas, cada vez más y mejor equipa­das, marcaron el tono de las movilizacio­nes de ese año.

Como sugie re el documento que abreeste trabajo, estos acontecimientos dieroncarnadur a a las viejas discusiones de laizquierda sobre las "vías de la revolución"en el ámbito nacional y tuvieron conse­cuencias concretas sobre los aspectos orga­nizativos de todas las fuerzas sociales ypolíticas.En el ámbito estudiantil, emergie­ron nuevas opciones comprometidas conlas tácticas de confrontación, mientras per-

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dían influencia los comunistas, hasta en­tonces preponderantes en las instanciasgremiales con base en una tradición demovilización gradual y con trolada. LaCoordinadora de Estudiantes de Secunda­ria del Uruguay (CESU), que reunía agru­paciones liceales vinculadas a las Uniónde Juventudes Comunistas (U)C, sectorjuvenil del rctn , dejó de dirigir las protes­tas. En la dirección de la FEUU pasaron adominar los sectores recientemente uni­dos por su incitación a la ya mencionada"combatividad" de los esrudiantes movi­Iizados.? Las polémicas que signaron esosdesplazamientos internos aludían a las tác­ticas de lucha como parte de una discu­sión más profunda sobre la caracterizaciónprecisa del momento político que se estabaviviendo y el lugar del movimiento estu ­diant il en el proceso revolucionario.

En medio de precisiones ideológicas ypuntualizaciones teóricas muchas vecesininteligibles para los propios protagonis­tas, algunos de estos debates repli caronlas divergencias contemporáneas entre lospartidos marxistas-leninistas y otras ten­dencias de la izquierda en diversas partesdel mundo que restaban importancia a laclase obrera para resaltar la acción de otrossectores sociales. En Estados U nidos yEuropa , por ejemplo, las diferentes ver­tientes de la llamada "nueva izquierda"debatieron la cuestión de la "agencia" enla promoción del cambio social, ponien­do en entredicho el papel del movimientoobrero, al que veían como un agente con­servador en la sociedad de posguerra. Así,fueron surgiendo respuestas que asigna­ban el papel principal alternativamente a

2 Para la CESU, véase Landinelli, 1968, 1989, pp.3 1-32, Ypara la FEUU , véanse Markarian, ) ung y

Wschebor, 1968, 2008, p. 102.

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los afroamericanos, los pobres, los pueblosdel Tercer Mundo, los universitarios , losjóvenes estudiantes y diversas alianzasentre esos actores.

Estos debates se hicieron senti r, consus particularidades, en la izquierda uru­guaya, enfrentada entonces a las novedo­sas acciones estudianti les vernáculas quedesafiaban la capacidad de control socialdel gobierno. Los dirigentes del PCU, a co­no con otros líderes comunistas del mun­do, rechazaron la "sociología burguesa",generalmente ejemplificada en el filósofoalemán Herbert Marcuse, por ser el "basa­mento" del "ulrraizquierdismo que renie­ga del proletariado" y "desdibuja el carác­ter de las alianzas de clase", según expresóen agosto de 1968 el dir igente de la U)C

José Pedro Massera.' Dos meses más tarde,la revista teórica del part ido, Estudios, editóun número sobre la "insurgencia juvenil".Junto a crónicas y análisis de los aconte­cimientos nacionales, aparecían artículosdel secretario general del Partido Comu­nista Español, Santiago Carrillo, el filóso­fo comunista francés Roger Garaudy y elacadémico soviético Igor Kon, codosellosen refutación de los intentos de relativizarla posición marxista clásica sobre la luchade clasescomo motor de la historia. En laintroducción, Rodney Arismend i, secre­tario general del rcu, reafirmaba su viejapreocupación por el papel de las "capasmedias avanzadas de la intelectua lidad",especialmente los universitarios y los estu­diantes, en el proceso revolucionario, asun­to sobre el que contaba con varios traba­jos desde los años cincuenta . En relacióncon las experiencias recientes, decía Aris­mendi, el problema pr incipal era

3 Massera, "Señor", 1968, pp. 2-3.

VANIA M ARKARIAN

di stinguir antes que nada el espíritu revo­

lu cion ario que estremece a la muchachada

esru d iantil para -hombro a hombro y brazo

a brazo con ellos- elevar la protesta a con­

ciencia teórica, la insurgencia a praxis revo­lucionari a , la revuelta a revoluci ón."

De acuerdo con este esquema, la in­qu ietud de los estudiantes sólo adquiríasentido al encuadrarse en organizacionesque "acumularan fuerzas" para integrarsea la lucha revolucionaria liderada por laclaseobrera.s lo expresócon claridad Wal­ter Sanseviero,secretario general de la UJC

desde 1965 y hasta su muerte en 1971:no se podía sustituir "la necesaria acciónde masas por la acción grupuscular" niabandonar "la preocupación por el encua­dramiento de decenas de miles de estu­diantes enfrentando la política guberna­mental por la esperanza puesta en laactividad de un grupo selecto". En otraspalabras, el movimiento estudiantil debíaentenderse como "una fuerza social de larevolución, directamente aliada de la claseobrera" y no como "un grupo operativoen el marco del movimiento popular".6

Al plantear en estos términos el temade la "vanguardia" del proceso revolucio­nario, los comunistas hacían algo más querendir pleitesía a su ortodoxia ideológi­ca: estaban también reafirmándose en su

·1 Arismendi , "Insurgencia", 1968. Sobre el papelde las capas medias, especialmente los estudiantes , ycríricas a orras postu ras incluyendo las de Garaudy yMarcuse, véase ejemplo en Massera, "Manera", 1972.

5 Había rambién espacio para posiciones que, sinaparrarse del credo básico, rraslucían una compren­sión más sofisricada del asunto . Véase por ejemp loFió, "Universidad", 1968 .

6 Véase a Sanseviero, cirado en Landinelli, 1968,1989, p. 98.

SOBRE VIEJAS Y NUEVAS IZQUIERDAS

liderazgo del movimiento obrero que, adiferencia de lo sucedido en el sector esru­diantil, no fue desbancado en esta etapa .A pesar del crecimiento indiscutido de losgrupos de mayor confrontación, el rcumantuvo su poder en varias ramas impor­tantes de la act ividad sindical y en losorganismos de decisión de la ConvenciónNacional de Trabajadores, la central únicarecientemente creada luego de un largoproceso de debate y acuerdos entre lasdiferentes tendencias. Al contar tambiéncon una fuerte presencia en los barriospopulares de Montevideo, los comunistaspudieron desplegar una estrategia com­binada de amplio alcance social y ex­tensión territorial, una posibilidad queparecía remota para casi todos los demásgrupos de izquierda y de la que elloshacían gala para acreditar su carácter de"partido de vanguardia" de la claseobrera.

Estas discusiones eran inseparables deltema de las "vías de la revolución". Comobien ha señaladoGerardo Leibner, las posi­ciones de los comunistas uruguayos sobreestosasuntos fueron cambiando en el dece­nio largo que empezó con la revolucióncubana y terminó con los golpes de Estadode los setenta en el Cono Sur, pero esruvie­ron siempre en pugna con las de quienespregonaban la urgencia y necesidad dela lucha armada en América Latina." Enlíneas generales, los comunistas mantu­vieron una defensa férrea del "caminomenos doloroso al socialismo" que, deacuerdo con las "tradiciones democráticasdel pueblo uruguayo", podría materiali­zar en un frente político la alianza del pro­letariado y el campesinado con las capasmedias , paso central para cumplir con la

7 Véase l eibner, "Perspectivas", 2006 .

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primera etapa, "agraria antiimperialista",de la revolución en Uruguay (concepcióncoincidente con la mayor parte del movi­miento comunista inrernacion al) ." Paradefender esta postura solían traer a cuentoel conocido consejo del Che Guevara ensu visita a Uruguay en 1961 acerca de pre­servar la democracia y evitar cualquierrecurso "innecesario" a la lucha armada."Cabe recordar aquí que el rcu era el únicopartido comunista del continente quenunca había sido ilegalizado y ostentabauna larga tradición de lucha electoral, par­lamentaria y sindical.

Pero esto no debe oscurecer los cam­bios y matices de su trayectoria. Leibnerseñala un punto de inflexión importanteen 1964 cuando , en el entorno del golpede Estado en Brasil, los máximos dirigen­tes empezaron a pensar en sus posiblesrepercusiones regionales y en la conve­niencia de crear un aparato armado parahacerles frente. Ubica por eseentonces unaefectiva labor de preparación de los mili­tantes para ejercer algunas formas de "vio­lencia revolucionaria" diferentes de lasluchas solidarias que imponía e "interna­cionalismo proletario" y de las usualestareas de "autodefensa". En ese momento,en un ambiente ya marcado por la crisissocial y económica, los jóvenes comunistasuruguayos se foguearonen la callemedian­te acciones contra blancos simbólicos co­mo diversas empresas estadunidenses.'?

B Véase, por ejemplo, Massera, "Manera", 1972,pp . 37-43 . Esre mi sm o esque ma arg ume nt é elimp ulso a la fundación de la coalición de izquierdaFrence Ampl io en 1971.

9 Véase el discurso de Ernesto Gu evara publ i­cado como "N o hay revolución sin sacrificio", Gue­vara, "No", 1967, pp. 49-57.

10 Véase Leibner, "Perspectivas", 2006.

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Fue en esa misma época que Arismendiinsinuó que había que estar disp uesto a"pasar rápidamente de una a otra formade lucha", según los requerimientos decada momento.11

El secretario general del rcu volviósobre estos temas en extenso en su Leuin,la reuoluci án y América Latina , libro queescribió entre enero de 1968 y enero de1970 mientras observaba la radicalizaciónde la situación política nacional y conti­nenta l. Al aplicar una cita del líder ruso acada una de las situaciones y problemasescrutados, estas largas páginas buscabanreapropiarse de una tradición en disputaa la interna de la izquierda y reafirmar elcarácter revolucionario de una línea quemuchos tildaban de "reformista" por supersistente adhesión a la lucha legal y lastradiciones negociadoras del sistema polí­tico uruguayo. Arismendi, que había dadoun golpe de timón a la dirección del rcuen 1955 ya quien muchos en la izquierdauruguaya y lat inoamericana considera­ban un referente del movimiento comu­nista internacional, perseguía un delicadobalance entre argumentos ideológicos yanálisis político. 12 Partía de las definicio­nes soviéticas de principios de los sesentaacerca de la viabilidad de un "tránsitopacíficoal socialismo" y se permitía apun­tar las particularidades de la región, espe­cialmente a causa de la influencia directadel imperialismo estadunidense, el desa­rrollo "deforme" del capitalismo y las ex­pectativas abiertas por Cuba. También sedistanciaba de las posiciones de muchosde sus camaradas en otras partes del mun-

1 1 Ar ism endi , "Anotaciones", 1964 , p . 7 , Y"Conversación", 1972 , pp . 204-2 14.

12 Sob re el papel de Arism end i véase Silva,Aquellos, 2009, pp . 113-117.

VANIA M ARKARIAN

do al sostener sin reservas que la "vía revo­luci onaria fundamental" era la armada,sin dejar de adve rtir la importancia derecurrir a los métodos más apropiados encada lugar y en cada circunstancia (lo cualexplica su oposición a definiciones taxa­tivas por las armas, como la tomada por laOLAS en 1967). Esto lo llevaba a detallarlas implicancias de inclinarse por la "gue­rra de guerrillas", el "foco revolucionario"o las "operaciones armadas de finalidadinsurreccional", entre otras opciones, des­granando una retahíla de consejos sobresu exacta pertinencia y oportunidad .13

Estas precisiones abrían el camino parala moderación de su razonamiento al de­tenerse en el caso uruguayo. Enfati zabaentonces la defin ición de la coyunturapolít ica como de "acumulación de fuer­zas" y no como "crisis revolucion aria"o momento de "asalto al poder". Tal con­clus ión t omab a en cuenta tanto las"condiciones objetivas" del proceso re­volucionario, incluyendo las "posibilida­des" todavía abiertas de la "democraciaburguesa", como sus "condiciones subje­tivas", es decir, la necesidad de seguir ga­nando las "simpat ías del pueblo" parapasar posteriormente a "más grandes bata­llas revolucionarias" lideradas, claro estaba,por la clase obrera y su "partido de van­g uard ia", el rcu, Se trataba, por el mo­mento, de conti nuar practicando formasde prot esta "graduadas" y "escalonadas"

13 Véase Arismend i, Lenin, 1970, especialmentepp. 263-270, 309 y 338. Con respecto a la OLAS, esya famosa la anécdota de Arismend i que se paró petono apl aud ió cuando los de legados ovacionaro n lasresoluciones a favor de la lucha armada en el cont i­nente. Por un breve relato de las d iferencias de ladelegación uruguaya, véase por ejemplo Rey, Vllelta,2006, pp. 115- 122.

SOBRE VIEJAS Y NUEVAS IZQUIERDAS

detrás de un "programa propositivo", evi­tando el "heroísmo de una minoría queofrende su sangre al margen del g ran ríode las decisiones populares".14

En contraste con los trabajos que cita­mos con anterioridad, este libro no apun­taba a definir el papel exacto del estudian­tado en esos procesos sino a alertar sobre lasconsecuencias de llevar la lucha a un terre­no donde las fuerzas represivas tendríantodas las de ganar, dando por tierra con lamentada "acum ulación de fuerzas";' ? Enotras muchas ocasiones los comunistas cri­ticaron abiertamente a los "aventureros"(una expresión de la juventud "pequeño­burguesa" radical izada que mezclab a"impaciencia, subjet ivismo e infanti lis­mo")16 y volvieron a recurrir a Lenin paraadvert ir cont ra la tesis de que la "sensa­ción política" podía sustituir la "educaciónpolítica revoluci onaria de las masas 't.!?Parecería, incluso, que las agitaciones estu­diantiles de 1968 los llevaron a redoblarsus advertencias sobre el pel igro de quelos sectores movilizados "a la violencia res­pondan con la violencia", en palabras deldi rigente José Luis Massera, y derivaronen una acti tud más contenida (prudente ocobarde, según quien la enjuiciase) frent ea cualquier forma d e enfrentamientodirecto con las fuerzas represivas.l B

l-l Arismend i, Lenin, 1970 , pp. 33 1-338.15 Este argum ento se ap licó ramb ién a los Tupa­

maros. Véase, por ejem plo, el documento de Ari s­mendi al congreso partidario de diciembre de 1970en Arismendi, Urngnay, 1979, pp . 22-3 3.

16 Véase, por ejemplo, el tr abaj o de 196 5 deAri sm end i, "Co nver sación con los es tu d iantes"en Arismendi , lnsnrgencia, 1972 , pp. 124- 127 .

17 Arismendi, "Insurgencia", 1968.'s Intervención de Massera en la Asamblea Ge­

nera l, 14 de agos to de 1968 , cirado en Aldrig hi ,lzqnierda, 200 1, p. 94.

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Con posterioridad, se ha lle gado asugerir que la propia construcción de unaparato armado tuvo como principal obje­tivo evitar qu e los jóvenes radicalizadosen las luchas callejeras se decidieran a to­mar las armas. ' ? Esta manera de pensarlas incursiones de los comunistas urugua­yos en la violencia política como gestos omaniobras al interior de la izquierda na­cional, latinoamericana y aun mundi al seha extendido a otros episodios como elapoyo a la misión del Che en Bolivia apesar de las fuertes discrepancias que setenía con el proyec tor'? Parece claro, efec­tivamente, que todas estas decisiones yopiniones estuvieron enmarcadas en losdebates contemporáneos sobre el lugar dela violencia en la promoción del cambiosocial. A part ir de 1968, las referencias aestos asuntos se volvieron más concretasy cercanas, con frecuentes menciones a lasexp eriencias rec ientes en las calles deMontevideo. En ese marco, los dirigen ­tes del rcu solían refutar las acusacionesde "timidez" y "blandura" que venían deotras tie ndas en la izquierda puntuali­zando que los tres jóvenes asesinados enlas manifestaciones estudiantiles de eseaño, empezando por Líber Arce en agosto,estaban afiliados a la ujc,

¿Cómo explicar esta aparente para­doja?, ¿cómo interpretar el hecho de que

19 Véase Pérez, Ocaso, 1996, pp. 27-28 Y 32-35.Para el testimonio de un ex integrante de base de ese"aparara armado", véase Bucheli y Yaffé, "Entrevista",2007 , pp. 65-78 . Para más sobre este rema, véaseVarela, M ovillliellfo, 2002, pp. 136-137.

20 El rcu, dijo Arismendi en 1972, "asumió lasobligaciones que la solidaridad impone incluso anterevolucionarios equivocados". Arismendi, "Uruguay",1979, p. 136. Véase también Varela, lvIOl'iJlliellfo,2002, p. 137.

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los tres muertos del movimiento estudian­til de 1968 provinieran de una organiza­ción que advertía con insistencia sobre lanecesidad de evitar la confrontación? Lamayor parte de las respuestas han apun­tado hacia el interior de la izquierda. Seha dicho, por ejemplo, que los comunistasparticiparon de esas manifestaciones comoforma de mantener su influencia y asegu­rar la unidad del estudiantado, a pesar dehaber votado en su contra en las asambleasgremiales." En un sentido similar, resul­tan elocuentes las explicaciones atribuidasa Arismendi por un diplomático estadou­nidense establecido en Moscú:

con fuertes reparos el re [part ido Comunista]mandó a sus jóvenes cuadros a las barrica­das de la U nivers idad de Montevideo en1968, aunq ue el partido sabía que la t áct icaera erra da . Esto fue necesar io, arg ume ntaArism endi , para dem ost rar a los estu dian­tes que los com unistas no se achican frentea una pe lea. La acción también sirvió para"neutralizar" a los "izquierd istas" que tra­tan de liderar el movimiento de masas, deacuerdo con Ar ism endi . Peto el costo fuegrande: tres estudiantes comunistas asesina­dos y 27 heridos.F

Sin negar este tipo de explicaci ón, megustaría volvera ubicar la presencia comba­tiva de los jóvenes comunistas en los enfren­tamientos de 1968 en el marco del procesogeneral de radicalización de muchos de suscoetáneos. ¿Qué pasó con la UJC en ese con­texto?Como se señalóal comienzo, tanto en

2 1 Véase "1968", 1998, p. 8.22 U. S., Deparrrnenr of Srare, "Amembassy

Moscow ro Stare Deparrrnenr", 15 de junio de 1970,Na cional Archives and Records Adminis trarion,College Park, Maryland.

VANIA M ARKARIAN

el sector de secundaria como en el de launiversidad, sus posiciones perdieron pesoen las orga nizaciones gremiales , hac iamed iados de ese año. Esto indicaría quese estaba pagando el precio de oponerse alas tácticasde mayor enfrentamiento y tra­tar de frenar algunos aspectos de las ac­ciones estudiantiles. Pero la UJC siguiócreciendo en esos sectores, especialmenteen medio de las jornadas más violentasde 1968 (según cifras oficiales, entre 1965y 1969 la membresía se multiplicó porcuat ro, con 6 000 nuevos afiliados en1968).23

De hecho, los dos jóvenes asesinadospor la policía en septiembre de ese año sehabían afiliado sólo un mes antes en inme­diata reacción ante la muerte de su com­pañero Líber Arce.?" Esto sugiere que elacercamiento a la UJC fue una continua­ción de sus recientes experiencias comomilitantes estudiantiles y que lasactitudesde los comunistas ganaban prestigio enalgunos sectores movilizados. Pierde fuer­za así la idea de que la combatividad de losjóvenes com unis tas derivó sólo de unadecisión política tomada por la direccióndel rcu y la UJ C para dir imir la interna dela izquierda. Parecería más acertado decirque la línea partidaria también acusó elinflujo de las inquietudes y expectativasde los miembros más recientes que veníanfogueándose en las luchas callejeras, las

25 Véase " ji6 000 nuevos afi liados dura nt e1969!!", U)OTA CE, suplemento de El POjJlIlal', 13de diciembre de 1969, Montevideo, p. 3, y "607 000jóvenes urugu ayos de 15 a 29 años ", U) OTACE,suplemento de El Popnlar, 15 de agosro de 1970 ,Montevideo, p. S.

2·1 Véase el discurso de R. Arismendi en El PolJII­lar, 3 de octubre de 1969, Montevideo, y carta en­viada en "Amigos", 1968.

SOBRE VIEJAS Y NUEVAS IZQUIERDAS

mismas que llevaron a muchos de sus coe­táneos a incursionar en otras formas decompromiso político más abierto a la con­frontación . Quizás el resto de la explica­ción de la "paradoja" de que los tres muer­tos fueran miembros de una organizaciónque trataba de frenar el choque con lasfuerzas represivas puede buscarse en susuperioridad numérica y sentido de ladisciplina en algunas de esas manifes­taciones. Pero pareceevidente que la mayorparte de esos jóvenes estaba en la calleantesde afiliarse a la UJ C y no la desech aroncomo lID lugar apropiado para seguir desa­rrollando su fuerte compromiso militante.

Este proceso fue similar al que deter­minó el crecimiento de las opciones demayor confrontación a partir de núcleosorganizativos muy pequeños y con baseen lecturas e influencias ideológicas muydiversas. En 1968 surgió el Frente Estu­diantil Revolucionario (FER) en secunda­ria; se fundó el grupo Resistencia ObreroEstud iantil (ROE) a partir de la ilegaliza­ción de la Federación Anarquista Urugua­ya (FAU) a fines de 1967; y comenzaron agestarse los Grup os de Acción Unificadora(GAU) con orígenes en los cat ólicos deizquierda del Movimi ento de Acción Po­pular Un itaria (NrAPU), ilegalizado en esamisma fecha. Tambi én el Movimiento deLiberación Nacional-Tupamaros (MLN-T),la organización armada más importantedel país, creció en ese entonces a part ir deun aparato mínimo . De hecho, los Tupa­maros fueron tomados por sorpresa porlas movilizaciones estudiantiles, a las queanalizaron desde su particular perspectivafoquisra; es decir, desde la creencia en lacapacidad de pequeños núcleos compro­metidos para desencadenar procesos revo­lucionarios. En octubre de 1968 apareciósu primer documento relat ivo a los es-

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tudiantes uruguayos.P Sostenía que loscontingentes de "independientes yanar­cos" universitarios y de secundaria, in­regrados por "unos 300 tipos seguros",habían logrado revitalizar la voluntad delucha en el país y estaban dispuestos apasar a otras formas de acción: actuabancomo "punta de lanza" frente a las "accio­nes chancha" propuestas por "la burocra­cia bolche y el MAPU" .26

Esa cifra seguramente englobaba a losdiversosgrupos, facciones y corrientes quese habían formado en años anterioresdeba­tiendo la experiencia cubana, los magrosresultados electorales de la izquierda uru­guaya (especialmente en el seno del Parti­do Socialista) y los avatares del "acuerdode Época" desde su adhesión al llamado dela OLAShasta la ilegalización de sus adhe­rentes en diciembre de 1967, en uno delos primeros actos del gobierno de Pacheco(al que varios de ellos, a diferencia de loscomunistas, definían como una dictadura"legal" o "consti tucional'tj." Muchos de-

25 Se había aludido antes a los franceses en MLN­

T, doc ume nto 3, mayo de 1968 , ci tado en INDA L,

iHovill/iento, 1973, p . 51.26 Véase MLN -T, "Los Tupamaros y el movimiento

estudiantil", ocrubre de 196 8, en Cosra, Tnpamaros,1971 , pp . 125-126. Esre document o parece e! mismoq ue, segú n la p ren sa, le fuera incau ta do a Ju lioMarenales en ocrubre . Hay algunas diferencias, sinembargo, entre las ciras aparecidas ento nces y las ver­siones luego disponibles en lib ros. Véase por ejem­plo El País, 18 de ocrubre de 1968.

27 Se refiere como "acue rdo de Época" al docu­mento firmado por la FAU, el Movim ient o de Izquier­da Revolucionaria (Mm), e! MRO, e! MAPU y el PartidoSocialista, grupos que apoyaban el llamado de la OLAS

a la lucha armada y que en diciembre de 1967 reabrie­ron ese diario como espacio de coordinación. Luego decinco ediciones fue clausurado (y sus firm antes ile­galizados) por e! recién instalado gobierno de Pache-

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bían ya saber de la existencia de sectoresdefinidos por la acción directa y la luchaarmada desde alrededor de un lustroatrás.28 Pero el catalizador de una simpa­tía hasta entonces más o menos doctrina­ria parecehaber sido la emergenciapúblicade los Tupamaros con el secuestro de ldirector del organ ismo estatal de energíaeléctrica en agosto de 1968. A partir deese momento comenzó a crecer la fama yel poder de convocatoria de la guerrillaurbana . El texto de octubre del MLN-Trefería a esa actitud con petulancia: "mu­cha gente, consciente o inconscientemen­te, está esperando que la Organizaciónsalga a la calle a dar la línea".29

En ám bitos estudianti les, luego delcierre de locales educativos a fines de sep­tiembre por parte del gobierno, los sec­tores ya radica lizados debatieron cómocontinuar sus recientes experiencias deagitación callejera. Por esa fecha, el perió­dico Barricada del FER llamaba a lucharen "la calle [...] hoy con piedras mañanacon fusiles".30 Según Gonzalo Varel a,acciones como un corte de tránsito reali­zado por integrantes de ese grupo en elbarrio de Pocitos a fines de septiembrebuscaban generar un "hecho político" paratrascender el "verbalismo" que criticaban

ca . Para más información, véase Rey, Vlfelta , 2006,pp. 108 -122 .

28 Véase ibid., pp . 127-31 Y387-404 ; Landinelli,1968,1989, pp . 95 -98, y Varela, iHovill/ienlo, 2002,p.124.

29 Véase ¡"D.N-T, "los Tupamaros y e! movimientoesrudia nril'', octubre de 1968, en Cosra, Tupamaros,1971 , pp . 125-1 26.

30 Véase "Un proceso, una vanguardia" y "Acercade normas de conducra revolucionaria" en un núm erosin fecha de Barricada en ADN II , exp . "Barricad a,órgano de! FER", carpe ta 3.

VANIA MARKARIAN

en vastos sectores de la izquierda. I ' LosTupamaros tenían una postura parecidaC'las palabras nos separan, los hechos nosunen") y sólo unos pocos días después deesa acción callejera el documento antesreferido la citó como ejemp lo de lo quehabía que hacer. Así se fueron acercandolas posiciones y estrechando los círculos.Todo indica que a la vuelta a clases enoctubre, muchos militantes del FER ya par­ticipaban en estructuras de apoyo a losTupamaros, un proceso que se intensificóen los meses siguienres.F Más allá delos números , que son debatibles, es noto­rio que la presencia de los estudiantes enel MLN-T fue determinante en los añosvenideros.P

Lo que me interesa enfatizar ahora esque el crecimiento exponencial de esa yotras opciones por la lucha armada y laaccióndirecta hacia fines de 1968, al igualque la de los comunistas, fue la consecuen­cia y no la causa primordial de la radica­lización juvenil en las movilizaciones ini­ciadas en mayo de ese año.34 Parece claroque hubo una relación directa entre laextensión de las prácticas vio lentas yla proliferación de instancias de enfrenta­miento con la policía, lo cual fue redun­dando en importantes modificaciones en

3 1 Varela, i'viollilllicllfO, 2002, pp. 84-86 Y118-125.32 Véase por ejemplo ibid., pp . 11O Y 141-142;

Rey, Vllelfa, 2006 , pp . 392,400, y Aldrighi, lzq/derda,200 1, pp. 116, 130-131.

3.' Véanse, por ejemplo, los dato s de di versosamores y fuentes presenrados en Rey, Vllclta, 2006,pp . 128-1 31. Varela, por su parte, reconoce pero rela­tiviza el impacto de los estudianres en el MIN-T. VéaseVarela, Rejllíblica, 1988, pp . 8 5-94.

3·j Donarella della Porra describe relaciones simi­lares enrre movim ienros sociales y g rupos armadosen Porta, Social, 1995.

S OBRE VIEJAS Y NUEVAS IZQUIERDAS

las estruc turas, mecanismos de participa­ción y balances internos de los sectoresque impulsaron los aspectos más radicalesde las movilizaciones, que ya tenían len­guajes políticos disponibles para articu­lar las pro testas. Resulta evidente la in­fluencia de esosprocesos en el surgimientode la constelación más o menos inorgá­nica de los grupos que más confrontabany que luego convergieron bajo las denorni- .naciones de "corriente " o "tendencia". Apesar de las ambigüedades y tensiones dela línea del PCU, esos procesos determina­ron tamb ién cambios importantes en lasformas de definir el significado y los re­querimientos de la militancia entre loscomunistas, ayudando a explicar su grancrecimiento en esta etapa, especialmenteentre los jóvenes, a pesar de perder pesorelativo en las instanc ias de coordinacióngremial.

MíSTICAS MILITANTES Y CULTURASJUVENILES

U na breve caracterización de las grandesépicas o "místicas de la izquierda", comolas ha llamado Marisa Silva, permitirá en­tender mejor los puntos de contacto y dedivergencia entre esas diversas opcionesque se planteaban ante la mili tancia juve­nil de la época, en conexión pero (he aquílo interesante) no siempre en exacta coin­cidencia con las polémicas ideológicas ypolícicas.P La figura de Ernesto Che Gue­vara, asesinado en ocrubre de 1967 enBolivia, es un buen punto de arra nqueen tanto los diversos grupos lo adoptaroncomo emblema de la causa revolucio-

35 Silva, "Pr ácticas", 2006. De la m isma autoravéase Aqllellos, 2009.

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naria y le imprimieron sus matices dife­renciales. Los ejemplos ab undan perocomencemos por referir a la respuesta sus­citada por un editorial del respetado sema­nario Marcha en junio de 1968, dondeCarlos Quijano citaba al entonces influ­yente Marcuse para decir que los movi­mientos estudiantiles del mundo estabanintegrados por jóvenes "desesperados" an­te las escasas oportunidades económicas,sociales y cultura les que se les ofrecían ensus respectivos países. También sosteníaque estos movimientos no miraban aMoscú, sino a China y a Cuba: "Marx,pero ante todo Mao. Y también Fidel yel Che, cuya m uerte heroica le otorgaun resplandor sin par." El Che, seguía,

es el héroe y es la avent ura y la vida y lamu erte g loriosas, pero sobre roda la prefi ­g ura del "hom bre nuevo". Lo¡ imagen de losdesesperados cua ndo "sólo los desespe­rados pu eden devolvern os la esperanza'T "

U nos pocos números después, unJoven Comunista envió una carta al se­manario en la que, además de rechazar laincidencia del líder chino y reivindicar elejemplo soviético, se inspiraba en el Chepara contradecir a Quijano (y a Marcuse):"somos revolucionarios, no desespera­dos".37 Aunque Quijano de modo algunoreducía esos movimientos a una simplemanifestación etaria, sino que sumaba esaexplicación como una dimensión más delanálisis, el J oven Comunista hacía honora la línea partidaria al rechazar tajante­mente la "concepción generaciona l" (sin­tomáticamente asociada a la pérdida demasculinidad):

36 Qu ijano, "Imagen", 1968, p. 5.37 Joven Comu nista, "Imagen", 1968, pp . 2-3.

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¿tenemos los jóvenes un mensaje pa rricu­lar? Ca nte sro a la inversa de jHa rcha queno. ¿No tener un mensaje part icular comogeneración es no tener un mensaje? Tam bi éncontesro qu e no. Tenem os [. . .] un mensajeuniversal y de pu eblos. No tenemos "queoponer un mensaje a otro ", "al de la genera­ción anterior" [.. .] En esra época [. . .], la delproletari ado, no es posibl e la subs iste nciadel "mensaje generacional". Se dirá: qué afir­mación poco "joven". Al contrario: genera­cionarnos es castrarnos'nuestra calidad paracon fuerza juveni l llegar a la esencia de ldram a [.. .] e! problema de la juventud no essi se siente rep resentada y con capa cidadcreativa en su generación, sino [oo .] en elconjunto de! movimiento. Esro [. . .] más alláde generaciones, es lo que define a un movi­miento joven , y uno de los factores quedefine a un movimiento revolucio nario .Val ga , si es necesari o, la af irmació n deArismendi [ ] "somos revolucionarios y nopensamos [ ] qued ar para semi lla". .Másallá de la magnitud personal o de un grupode dirigentes, es la defin ición de todo unpartido. Eso no es de desesperados ¡y esatambién era la guía que aprendimos del Che![Vivienre o asesinado l-"

La extensa misiva mencionaba otrasdos veces a Guevara, siempre como ins­piración para la entrega militante, perosin detenerse en sus enseñanzas sobre elcon tenido y las vías de la revo lución.Como explicó Arismendi:

nos parece más importante qu e empezar apasar por e! cernedor cada frase de Guevara,comprender el valor de su holocausto [. . .]y el que tengamos en nuestras filas miles y

.'" [bid.

VANIA M ARKARIAN

miles de combatientes can dispuestos a darsu sangre por la revolución como ha hechoesre héroe de Amé rica Larina .t?

En boca de los sectores de mayor con­frontación, en cambio, el argentino erasiempre presentado como fuente de ense­ñanzas concretas sobre la práctica revolu­cionaria, aun por parte de quienes se acer­caban críticamente a su legado.??

Al margen de esas disquisiciones , quepodían extenderse a Fidel Castro ; Cubay sus ramificaciones en el continente , elatractivo del Che para muchos jóvenesmovilizados se anclaba en una trayectoriapersonal con la cual identi ficarse, desdesus orígenes sociales hasta su final heroico.Como ha señalado Diana Sorensen, la ima­gen de Guevara era "la mezcla de asom­broso individualismo y est ilo personal noconvencional con el deseo de integracióncolectiva", lo cual era sin duda atractivopara quienes emergían a la vida públicaen ese rnomento.f ' Muchos jóvenes escri­tores, art istas e intelectuales uruguayos sesinti eron interpelados o atraídos por esavisión de Guevara como inspirado "porlos relámpagos alternados de furia épicay desesperación ", en palabras de Car­los María Guri érrez.P Loscomunis tas, encambio, trataban de romper las cadenasde sent idos que hacían del Che un para­digm a del arrojo y el espíritu de avent uracomo valores básicos de la militancia revo-

59 Arismendi , "Conversación", 1972, p. 213.·ítl Véase, por ejemplo, G uriérrez, "Tareas", 1968,

p. 24.·11 Sorensen, Tmü t!ellt, 2007 , p. 24.·;2 Guri érrez, "Tareas", 1968, p. 24. Véase tam­

bién Muso, "Principio", 1968, p. 31, y las declara­ciones de Crist ina Peti Rossi y Julio E. Nosigilia en"Tiempo", 1968, pp. 29-30.

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lucionaria. Como dice Silva, frente a quie­nes veneraban "la aureola de la opción dela lucha armada como camino de entregatotal", ellos proponían una "épica de laent rega diaria y sacrificada de la mil itan­cia legal".43La tarea no era fácil, dadas lapersonalidad y posturas del personaje encuestión, y muchas veces terminaron recu­rriendo a otras figuras para priorizar lastareas de construcción partidaria. Se acen­tuaban así la disciplina y la convicciónideológica en lugar del coraje y la temeri­dad que solían atribuirse a Guevara yextenderse como pri ncipales atributos deun buen mil irante.v'

Los discursos y escritos de la dirigen­cia comunista reforzaban la importanciade atender las más ru tinarias tareas deorganización, educación y finanzas comocentrales para el futuro revolucionario deUruguay y el mundo. Existía, otra vez enpalabras de Silva, una "concepción pro­ductivista " que determinaba la planifica­ción y evaluación del trabajo para luegodestacar el logro de metas como una suertede heroísmo cotidiano que poco tenía quever con las explosiones de violencia y losactos de intemperancia ocurridos en mu­chas manifestaciones callejeras de 1968.45

A tono con esa concepción, la evaluaciónpolítica solía acompañarse de cifras ymedidas probatorias de la "penetrac iónen las masas". Al aquilatar el saldo del

·;5 Silva, "Prácticas", 2006 .·;·1 Uno de los ejemplos recurrentes de Arismendi

fue el d irigenre comunista búlgaro persegu ido porlos nazis, Georgi Dimitrov: "[Era un revolucionarioprofesional! ¡Era un hombre del Part ido!" Véase dis­curso d el 23 de junio de 1972, en Ari sm end i,UmgIlCl)', 1979, p. 87.

IS Silva, "Partido", 2006. Véase ramb ién su libroAqlle//os,2009.

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"gran combate" de 1968, por ejemplo,Arismendi concluyó:

Nuest ro par tido, que en los ú lt imos añoshab ía mul t ipl icado po r di ez el número desus mi litantes, vio ing resar durante 196811 000 nuevos mi embros al pa rrido y a laUle. Nuest ro di ario amplió su tirada. Nues­tras audiciones radiales aumentaron su auto­ridad , nu estra rev ista teóri ca es hoy la demayor t irada en el país.?"

Gonzalo Varela señala que esta con­cepc ión , que se tradujo en "un aparatoy un pensamiento muy estructurados",fue uno de los at ractivos de la U]C paramuchos jóvenes con intereses políticos que"no compartían el ideario radical" y bus­caban un espacio de milirancia/' ?

Pero, al mismo tiempo, los jóvenescom unistas participaban de la agitacióncallejera e incluso incur rían en alg unosactos que podríamos llamar "destempla­dos". En sus apelaciones al Che evitabanmencionar su espíritu de aventura peroenfatizaban su disposición a emprenderlas tareas más arriesgadas y a sacrifi car­se por sus convicciones. Su imagen y sunombre, tan presentes en sus volantes ypublicaciones como en los de los gruposde mayor confrontación, evocaban un tras­fondo compartido que empezaba invo­cando el componente moral del "hombrenuevo" postulado por Guevara y termi­nab a afirmando su heroísmo y capaci­dad de entrega . Las violentas jornadas de1968 reforzaron este último aspecto de lamilitancia com unista. Si bien es ciertoque, en consonancia con la línea del par­tido, los jóvenes de la U]C cumplieron un

·16 Arismendi, "Discurso", 1984, p. 239.·17 Varela, M ovimimfo, 2002 , p. 136.

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papel moderador en las protestas y losenfrentamientos con las fuerzas represivas,también abrazaron la posibilidad, ahoracierta , de atravesar experiencias extremas,incluyendo la muerte. Esta versión heroicade la lucha marcaba un sentimiento de dis­tinción con respecto al resto de la socie­dad, que no estaba d ispuesta a tales sa­crificios, y los aproximaba a la prédica delos grupos del ala más radical.

Los asesinatos de los estudiantes comu­nistas Líber Arce, Susana Pintos y Hugode los Santos en movilizaciones realizadasentre agosto y setiembre de 1968 fueronclave en ese sentido . Además de ser ho­menaj eados como pruebas de la voluntadrepresiva del gobierno , fueron inmediata­mente erigidos en ejemplo de la d isposi­ción de los jóvenes a darlo todo por lacausa militante, una causa que trascend íaampliamente los reclamos estud iantileshacia la promoción de cam bios socia­les radicales . Con la obvia salvedad delénfasis partidario, esta exégesis revolu­cionaria acercó a los comunistas con losgrupos armados y de acción directa quetambién tomaron los nombres de los tres"mártires estudiantiles" para sus brigadasy operacivos.: " Quizá esto contribuya aexplicar la relativa fluid ez entre esos gru­pos, es decir, la ocasional movilidad de lasadhesiones y los pasajes de uno a otro, conejemplos de militantes que empezaron enla U]C y terminaron en el FER y algunos

48 Ya en enerode 1969, por ejemplo, el ComandoSusana Pintos del MLN-T torn ó una emisora radial.También los nombres de L. Arce y H. de los Santosfueron usados por los Tupamaros. Véase Rey, VIIe!ta,2006, pp. 179, 183, YAldrighi, lzqaierda, 200 1, pp.133-134. Algo similar plantea Diego Sempol cuandorefiere a la "construcción social de Arce como revolu­cionario". Véase Sempol, "Mártires", 2004 , p. 170.

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otros que hicieron el camino inverso,entreotros muchos tránsi tos que se dieron enesos años/' ?

El p unto de quie bre en este fondocomún de épica mili tante estaba en la dis­posición a tomar las armas por la causarevolucionaria que , como vimos, no solíaplantearse como una exigenciaapremianteen los discursos y documentos oficialesdel PCD en 1968. Sin embargo, a partir deese año empezó a sugerirse este requeri ­miento, o al menos una atracción por estaposibilidad, en expresiones culturales yartísticas relacionadas con los sectoresjuveniles. Estas expresiones contradijero na veces los esfuerzos por disputar ciertasinterpretac iones de la figura de Guevara yconstruyeron una épica de la lucha armadaque se aproximaba a la de quienes efecti­vamente se embarcaron en proyectos gue­rrilleros .?? Las referencias más o menosdirectas a las armas en manifestacionesart ísticas eran frecuentes en la época. Bas­ta recordar algunas letras del cantaurorDaniel Viglietti, quizá un paradigma deesta posición entre los músicos, quien enplenas jornadas de violencia estudiant ilcantaba : "Por brazo, un fusil; / por luz, la

·19 Resul ta difícil docu mentar estas trayectoriaspersonales por la escasez de testimonios y tambiénporq ue a veces involucraron serias disputas entre losgrupos afectados. Además de los jóvenes comunistasque primero pasaron al MRO y luego fundaro n el FER,

Varela refiere a Luis Larr ónica, quien mil itó en la uic,ingresó luego al movimi ento Tuparnaro y fue asesi­nado en Argentina en 1974. Varela, i l-/ovimien/II, 2002,pp . 60, 136. También algunos documentos de la DNU

refieren a tránsitos de doble sent ido entre el FER y laUJC del lAVA en ADNII, exp . "Barricada, órgano delFER", carpeta 3404 . Para algunas anécdotas al res­pecto, véase <http://generacion68.mundoforo. com> .

50 Para más sobre este tema véase Markurian ,"H éroe", 2010.

S OBRE VIEJAS Y NUEVAS IZQUIERDAS

mi rada. / Y junto a la idea / una bala aso­mada."51 Para los efectos del presenteanálisis, resulta interesante señalar que enel campo comunista coexistieron, desde1968, las alabanzas de Alfredo Zitarrosa"al compañero que lucha sin pistola en lacintura" con llamados más o menos ve­lados a tomar las armas en productos cul­turales marcados por las nuevas pautasjuveniles.52

Un ejemplo interesante fue la partici­pación del grupo de danza dirigido por lajoven coreógrafa Mary Minneti en unaactividad organizada por el Movimientode Trabajadores de la Cultura del FrenteIzquierda de Liberación (FIDEL), integradopor los comunistas y sus aliados, bajo eltítulo de "La noche de Vietnam". Las foto­grafías del espectáculo provienen del ar­chivo del diario oficial del PCU, El Popularde 1968.53Muestran a varios jóvenes bai­larines vestidos con camisas de lona, jeansy cinturones de cuero. La ropa no permitedistinguir a los hombres de las mujeres,pero los peinados y maquillajes enfatizanlas diferencias de género a la moda de laépoca: cejas delineadas para ellas y largaspatillas para ellos. Los atuendos "unisex",

5 1 Vigli etti, "Canción", 1968.52 Zir arrosa, "Diez déci mas de aurccrfrica" en el

simp le Compañeros, 1972. Las posturas divergentes deVig lietti y Z irarrosa con respecto a la lucha armada ysu relación con tendencias contrapues tas en la izquier­da urugu aya han sido señaladas por Denise Milsrein ,"Interacc iones ent re Estado y mú sica popu lar bajoaut oritarismo en Uru guay y Brasil", trabajo presenta­do en el V Congresso Lat inoamer icano da AssociacñoInternacional para o Esrudo da Musica Popular, 2004,en <http://www.hist.puc.cl/iaspm/rio/Anais2004%20(PDF)/Den iseMilstein.pdf>.

53 V éanse forogra mas 002 2-01 _08-0 1FPEP y0022-0 1_08-02F PEP, en Centro Municipal de Foto­grafía (CMDF), fondo privado El Popular, Montevideo.

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como se comenzó a decir entonces, y losdetalles del arreglo personal expresabanclaramente la asunción de las marcas deuna identidad generacional que se exten­día por el mundo, al tiempo que aludíanvagamente a la indumentaria de algunosmovimientos guerrilleros del Tercer Mun­do. 54 Los fotogramas sugieren una coreo­grafía de movimientos adustos y enérgi­cos, culminando en una pose guerrera,rodillas en el piso, puños izquierdos enalto, que evoca imágenes de propagan­da de los países socialistas . El título de laobra, Ballet guerrillero, no deja dudas sobrela intención de representar de forma estili­zada el recurso a la violencia revoluciona­ria, en principio en sentido solidario conlas luchas vietnamitas pero sin que pudie­ra dejarse de advertir su resonanc ia local.

Esa relación entre apelaciones a la vio­lencia revolucionaria y prácticas e ideasde claro contenido generacional era relati­vamente común en la época, pero se lasuele asociar a ambientes y personajes aje­nos a los comunistas. Pensemos de nuevoen la obra de Viglietti , en su pose, su in­dumentaria y su guitarra casi empuñadacomo un arma en la foto de tapa del discoCanciones para el hombrenneuo, también de1968 , do nde apa recían los versos antescitados. Vigli etti , que rozaba en ese mo­mento los 30 años, había sido uno de losprimeros defensores locales de los Beatlesdesde una posición de izquierda. En 1966,Z itarrosa, que era apenas mayor, se de­claraba ajeno a "esta turbulenta ge ne-

5·; La relación ent re definiciones de género y vio­lencia polír ica requi ere a ún más análisis en contra­puntO con las ideas de Vicraria Langland acerca delconte nido sexual que se asignaba a la mi lirancia delas muj eres, especialmente las jóvenes, en los añossesenta en Brasil. Véase su artículo "Birrh", 2008 .

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ración " y veía en el grupo británico sólo"un fenómeno sociológico't." Viglietti,en cambio, los percibía como "una alegríaconstante, una inyección de vida , de con­fianza en las cosas". Restaba importanciaa que fueran "capitalistas" y l'multimillo­narios", para integrarlos a "una lucha quecada día deseo más tenaz, una lucha con­tra los prejuicios y los moldes, contra lascosas establecidas. En ese sentido han sidorevolucionarios. " 56

Antes de 1968, esa forma de relacionarcompromiso político y manifestacionesinnovadoras en el terreno cultural se redu­cía a algunos círculos juven iles con inte­reses intelectuales. Quizá el ejemplo para­digmático de esa actitud fue la revista LosHuevos del Plata (HDP), editada entre1965 y 1969 por jóvenes escritores y poe­tas que participaron del movimientode protesta de los años sesenta sin un com­promiso estable con ninguna organiza­ción política. Como analizo en otra partede mi trabajo, la fundación, las transfor­maciones y el abrupto cierre de HDP mos­traron que algunas ideas y prácticas decirculación g lobal sobre el significad ode ser joven incidían de modo decisivo enla construcción de identi dades polít icas aescala local. En un principio, esto se tra­dujo en la elab oración de un d iscurs omucho más "perform ático" que "ideoló­gico" para dirimir posiciones políticas, unrechazo a ciertas tradiciones nacio nales,un alejamie nto del credo lat inoarnerica­nista de muchos intelectuales de ento n­ces en favor de una identificación de cortegeneracional y una concepción general de

55 Z irarrosa, "Gatos", 1966, p. 9.)(, "A propósiro de los Bearles op ina Dani el

Vig lierr i", Época , 2 de di ciembre de 1966 , Mon­tevideo, p. 17 .

VANIA MARKARIAN

la cultura y el arte mucho más abierta asus expresiones masivas, especialmente lasprovenientes del m undo ang losajón. Atodo esto se sumó, por último, una moda­lidad original de resolver el dilema entrela palabra y la acción, que a tantos aco­rra ló en la época , opta ndo por abandonarla escri tura a favor de otras formas expre­sivas signadas por una acti tud de experi­mentación constante. 57

En los años inmediatamente poste ­riores , al menos un par de los llam ados"hachepientos" (Horacio Buscagl ia y Cle­mente Padín , fundador de la revista) seinteg raron de modo estable a los ámbitosde expresión cultura l p rom ovidos por loscom unistas y llegaron a tener un espaciorelativamente importa nte en El Popular.Padín ma ntuvo una columna sobre poesíavisual y otras manifestaciones artís ticas devanguardia. Buscaglia edi tó La Morsa, lapágina de música juvenil, y part icipó acti­vam ente de lvIagazille, el suplement o delos dom ingos . Esas publicaciones fueronparte de la renovación del d iar io a finesde los sesenta con el objetivo de adaptarloa la sostenida voluntad de crecimiento deuna organización que ya po día consi de­ra rse de m asas. Las páginas del suple­mento domi nical de El Popular acercabana sus lectores recetas de cocina, consejossobre la educación de los hijos, reseñas depelículas y también unas carillas especí­ficamente dedicadas a las expresiones de lacultura juvenil que se venía im poniendoen el m undo. En relación con estas últi­mas, se solía asum ir una posición defensivapara presentarlas como "auténticas" en sucontexto de p roducción y representati vas

57 Para más sobre este tema véase Markarian ,Hllc/'os, 20 1O.

SOBRE VIEJAS Y NUEVAS IZQUIERDAS

de las inquietudes de grandes secto res dela juventud en Europa y Estados Unidos,al ti empo que se reco nocía el de b ilita­m iento de su potencia l subversivo a par­tir de su circulació n en el m ercado y suadopción acrítica en otras realidades.

La apert ura hacia las pautas culturalesde las nu evas generaci ones era evide ntetambién en la frecuente celebración, desdecomie nzos de los sesenta, de bailes y peñasdonde se incluía n los ritmos de moda (demanera creciente la llamada "música beat")y se log rab a atraer a sectores juvenilestod avía poco politizados. En ese sentido,resultan interesantes las declaraciones devarios jóvenes detenidos en 1967 por hacerpintas de la U]C en prote sta por la confe­rencia de presidentes de la üEA en Puntadel Este. Al ser interrogados por los moti­vos de su colaboración en esas activida­des, varios dij eron que su relación con esaorganización se originaba en bailes y otrasact ividades recreat ivas donde habían sidoinvitados a pa rt icipa r de alg unas tareasde mayor m ilitancia.58 Esa estra tegia derecl utam iento ll evó a que m ie m brosde otros g rupos de izq uierda ironizaransobre la cons igna "Afíliate y lucha", quese come nzó a usar a comienzos de 1969 ,cambiándola por "Afíliate y baila" sin quelos comunistas dudaran de su acierto. "?

Por un lado , esa mofa ap un taba adenunciar que la U]C incorporaba a tod osquienes quisieran afiliarse, sin exig ir un a

5" Véase ADNlI , exp. "Detenidos en acros no ama­rizados y por fijación de murales con motivo de laconferencia de Punta del Este", carpeta 22 18.

59 Para defensa de esa consigna por parte de exmilitantes comunistas, véase Gerardo Leibner, "Lasideologías socialesde los revolucionariosunlguayosdelos 60 ", Nneuo M llndo M il/U/OS Nneuos, 2007 en<http://nuevomundo.revues.org//indexI 1682.htmb .

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preparación previa ni un compromiso mi­litante comprobado, con la idea de que laformación y el entrenamiento se produ­cirían adentro de la organización.P?Desdela perspectiva de grupos que en muchoscasos restringían el ingreso por razones deseguridad y en otros simplemente actua­ban como sectas, se trataba de una pruebafehaciente de debilidad ideológica. El cre­cimie nto de los Tupamaros en el movi ­miento esrudiantil se dio, como ya se dijo,entre jóvenes radicalizados que se habíanido acercando a las posiciones y formas deacción de las agrupaciones más radicales.A parti r de esas ideas y experiencias, segenera ron los contactos personales quepermitieron la integración a la organiza­ción. Muchos fueron, primero, colaborado­res de las estructuras de apoyo y pasaron,luego , al apa rato armado propiamentedicho. Según varios analistas, este procesofije más común y más temprano en secun­daria, dond e las organizaciones "tradicio­nales" eran más débiles que en la univer­sidad, donde estas mantuvieron ciertacapacidad de canaliza r las inquietudesesrudianriles.?' La gran diferencia con loscomunistas, en todo caso, no radicaba enla formación ideológica de los nuevos inte­grantes, qu e muchas veces no pasaba deun barni z de consign as y nociones gene­rales, sino en la dificultad para llegar apersonas qu e no demostraran un interésprevio por ciertas formas de lucha, lo cualera lógico por tratarse de una organ iza­ción clandestina. Sin embargo, GonzaloVarel a describe instanci as de este tipoen torno a los grupos radicales que ali-

60 Para esra concepción, véase Alresor, Cndles,1967, YSanseviero, "Juventud", 1967.

6 1 Véase, por ejemp lo, Rey, VI/elta, 2006 , pp.397-4 04.

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mentaron el crecimiento del MI.N-T a par­tir de 1968:

personas que sin milita r est rictamente [. . .]frecuentaban el ambiente [del FER] por suatractivo socia!. Intercambiaban ideas, teníanallí amigos (no necesariamente coinciden­tes con su pensamiento) , iban al café conestos, etcétera.6 2

Es posible entonces apuntar más razo­nes para el sarcasmo de esos grupos frentea los modos de reclutamiento de los co­munistas. Varela sugiere que el "horror"de los "radica les" ante la realización de"bailes sabatinos" en los locales de la uj cten ía que ver con cierto "pur itanismo"imperante en esos círcu los.i" Es impor­tante aclarar que este "puritanismo" noprovenía de un conservadur ismo de lascostum bres mayor al de otros grupos ju­veni les como la UJe. Aunque el te marequiere más análisis, los materiales dispo­nibles permiten afirm ar qu e tod os esossectores tenían una visión bastante abiertaen relación con el contexto todavía repre­sivo de la época y con los necesarios ajus­tes de acuerdo con variables sociales yculturales que exceden ampliamente lospropósitos de estas páginas . No parecehaberse reflexionado demasiado en esosámbitos acerca de la influencia de la dis­tensión de las costu mbres en las estruc­turas de dom inación ni debatido sobre lostexto s en boga al respecto (ni siquieraMarcuse, qu e tuvo cierta circulación enrelación con otros asuntos) . Sus posicio­nes y comportamientos parecían derivarde un ambiente general de mayor plasti-

62 Varela, Movillliento, 2002, p. 104.63 Ibid., p. 111.

VANIA MARKARIAN

cidad y apertura al cuest ionamiento de lamoral tradicional que todavía imperaba.v"

En ese sent ido , patece posibl e afirma rque el "puritanismo" at ribuido a los sec­to res rad icales no rem itía a esos asuntossino a un a part icular "moral m ilitante"que se engarzaba con sus princip ios doc­trinarios. Ahí estaba el punto de quiebrecon los comunis tas. Según Varela, esa mo­ral era "austera", "cont raria a las concesio­nes sentimentales y a los valores liberalesy legales", incluyendo la "formalidad aca­démica" y la "vida profesional y fam iliarconv enciona l", así como "desconfiadafrente a las diversiones propiamente juve­niles". Como se señaló con anterioridad,estas eran pa rte integral de las estra tegiasde crecimiento de la U] C prácticamen­te desde su fundación en 1955 en el marcode los esfuerzos del rcu por combatir elfuerte anticomunismo de la g uerra fría .Al mismo tiempo, esa apertura frente lasdiferentes formas de la cultura popular,incl uyendo sus aspectos más "convencio­nales" y "sent imentales", reflejaba la varie­dad social y cultural de sus integrantes enun momento de rápi do crecirnien ro.P?

(. 1 Para algu nos enfoques rodavía parciales sobreesros remas, véase Sapriza, "Feminismo", 2006; Rui zy Par is, "Ser", 199 8 ; Leibn er, documento en lín eacirado ; Varela, A/ol'illliento, 2002 , pp. 110- 111, YAnónimo, Sexo, 1970.

65 Segú n Leibner, esra acritud puede rem ontarsehasta fines de los años treinta, cuando la pol ítica de"frent es populares" y la solidaridad con la repúblicaespañola convin ieron al pcu en un ámbito de encuen­tro entre distintas clases sociales urbanas . Este amorrelaciona el carácrer policlasista del rcu con su aper­rura hacia las man ifesraciones de la "cultura plebeya".Véase Leibner, "Nosotras", 200 5. También se deti eneen las posibles implicancias de clase de las diferen­cias en las "ideologías sociales" de comunistas y "radi­cales". Véase Leibn er, documento en línea cirado. El

SOBRE VIEJAS Y NUEVAS IZQUIERDAS

Parece claro q ue esa d iversidad es un abuena p ista para comprender por qué nohubo entre los com unistas un esfuerzosimi lar al de los Tupamaros y otros grupos"radicales" por inculcar entre sus cuadrosciertos estándares idealizados de "moralproletaria", admi tiendo en cam bio ciertadistensión en los gustos y p rácticas cul­turales y hasta una apertura hacia patronesde consumo que parecían apetecibles antesectores importantes de su rni litancia.P''

A MODO DE CON CLUSIÓN: 1968 y LA

EMERGENCIA DE UNA "NUEVA IZQ UIERDA"

Para term inar, me gustaría relacionar losprocesos colectivos de radicalización polí­tica antes referidos con la consti tución delo que gran pa rte de la bibliografía sobreestos tem as para otras regiones y paísesllama "nueva izquierda" o "izquierda revo­lucionaria" en oposición a la "izquierdatradicional", principalmente los partidossocia listas y comunistas. Para empezar,quiero decir que mi interés por estos asun­tos tiene mucho que ver con la abundan­te lit eratura sobre el caso estadunidensedonde se analiza con éxito la relación entredisidencia po lítica y rebelión cultural enel surgimiento de la llamada "nueva iz­quierda", en un intento por enfatizar elsentido político de una década que habíaquedado reducida a una moda y un fenó­meno del mercado. P" En América Latina,

argumento es seducror, pero no cuento aún con darosqu e permitan extenderlo a los procesos qu e anali zoen este artículo.

66 Para "moral proletari a", véase Rey, Vmlta,2006 , p . 4 00, y Ald righ i, Izquierda , 200 1, pp.132-1 34 .

67 Véase Young, "Foreword", 2002.

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en cambio, la expresión se ha usado casisiempre en relación con los grupos quep ro moviero n o prac ticaro n la luch aarmada y la acción directa, aque llos quedemos traban, en palabras de Greg Gran­din, a u/ill to act y que también suelenaglomerarse bajo el apelativo de "izquierdarevolucionaria't.P" Esta tendencia ha ido,en nuestra región, en desmedro de la con­sideración de los aspectos culturales, ensenti do amplio, implicados en los movi­mientos de protesta .

En un artículo recient e, Eric Zolovpropone un uso más inclusivo de la expre­sión "nueva izquierda" para abarcar tanto"la búsqueda de una autodisciplina estrictaevidente en la m iríada de movimientosrevolucionarios plagados de fraccionalismoque emergieron en el hemisferio" como"la ig ualmente ab un da nte mi ríada deprácticas culturales que se abstuvieron deuna autodiscip lina estrecha, pero no asíde la búsqueda de una estética revolucio­naria".69 En páginas anteriores trato depensar lo sucedido en Urugu ay desde esaperspec tiva inclusiva -creo que por pri­mera vez en la prod ucción historiográficalocal- , planteando un enfoque de 1968que permita dialogar con la bib liografíamás reciente sobre estos temas en otraspartes del mundo.

En cambio, en relación con la asimila­ción de "nueva izq uierda" a "izquie rdarevolucionaria" para excluir a muchas delas corrientes marxistas clásicas, princi­palmente los partidos comunistas, la lite­ratura sobre el caso estadunidense ofrece

6" Grandi n, LaS!, 2004, p. 15. Para esre uso delapelativo "izquierda revolucionaria" en el caso uru­guayo, véase, por ejemplo, Rey, Vmlta, 2006, pp. 15,382.

69 Zolov, "Expanding", 2008 , p. 73.

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pocos recursos para pensar los aconteci­mi entos urugu ayos y lat inoamericanos.Esto admite una explicación histórica. l osgrupos de protesta surgidos en los cam­pus universitarios de Estados Unidos recu­rrieron en primera instancia a un lenguajeliberal que permitió su crecimiento en unmedio social y político reticente al mar­xismo y a cualquier apelación socialistaque pudiera sugerir la inspiración en elmodelo sovié tico . A esto se fueron su­mando diversas tradiciones religiosas quepracticaban la solidaridad y reivindicabanuna renovación de las relaciones humanasy, aún con más fuerza, un elemento im­portante de resistencia cultural en senti ­do amp lio, que tenía antecedentes en losbeatniksde los cincuenta, por ejemp lo. Sóloen una segunda etapa, ya bastante avan­zada la década, penetraron en esos gruposmayormente estudiantiles otras tradicio­nes de izquierda y se extendió una acti ­tud más variada y radicalmente abierta almundo, con una gran preocupación porexplicar las múltiples contradicciones so­ciales de raza, género, edad y, ahora tam­bién, clase.

las diversas combinaciones de ideolo­gías, tr~diciones culrurales e influenciasdirectas de algunos prominentes intelec­tuales como C. Wright MilIs y H erbertMarcuse, fueron produciendo una colec­ción de grupos, coaliciones y movimien­tos en torno a reclamos más o menos espe­cíficos y relativamente articulados entresí como la guerra de Vietnam, el racismoy la sociedad de consumo, que acercabana los sectores de preocupación más clara­mente política con diferent es expresionesde protesta contracultural. N o hay en larica literatura sobre todos estos temasdemasiados esfuerzos por explicar lasopciones por la violencia revolucionaria

VANIA M ARKARIAN

que se dieron en ese contex to, quizá por­que fueron pocas y su represión relativa­mente fácil. J eremy Varon ha realizado elmás completo e interesante intento deubicar al grupo conocido como WeatherU nderground en esa familia de protestaque puede rastrea rse, al menos, hasta elgrupo más importante de la revuelta estu­diantil de los sesenta, Studenrs for a De­mocrat ic Society.??

Las d iferencias sociales, políticas, eco­nómicas y culturales entre los varios casosnacionales y regionales son muchas y quizádemasiado evident es para intentar rese­ñarlas aquí. Sin embargo, parece tambiénclaro que en esa época se extendió por elmundo un "lenguaje de disenso" (comolo llama J eremi Suri" ) y un espíritu derevuelta qu e sirvió para canalizar las frus­traciones de las nuevas generaciones antelas restricciones concretas que les impo­nían sus medios sociales específicos. Esteautor ha hecho seguramente el esfuerzomás sistemático para mostrar a escala glo­bal el aumento de exp ectat ivas que seprodujo entre los jóvenes de los sesenta ysu frustración con los movimientos auto­rita rios de fines de la década. Su exp li­cación se ub ica en el nivel de la políticainternacional ; es decir, de las tratativasentre las elites de los países dominantes ,más específicamente la política de "con­tención" acordada entre las grandes poten­cias como modo de evitar disrupcionesinternas. Un enfoque de este t ipo, queexplica en un solo movimiento lo suce­dido en China, Estados Unidos, Francia,Alem ani a, Ch ecoslovaquia y la UniónSoviét ica, tiene la gran virtud de mostrar

70 Véase Varan . Bringiug, 2004 .7 1 Véase Suri , Potrer, 2003. especialmente pp .

8 1- 130.

S OBRE VIEJAS Y NUEVAS IZQUIERDAS

grandes similitudes en el activismo es­tudiant il alred edor del planeta. Estaperspectiva permite reafirmar que, si bienlos confl ictos surgieron siempre a partirde problem át icas locales más o menoscomparables, fueron pronto percibidos porsus protagonistas como parte de un mo ­vimiento transnaciona l con base en len­guajes de difusión global que articularonel disenso y fundamentaron la rebeliónmuchas veces violenta en las calles deWuhan , Berkeley, París, Berlín , Praga yMoscú. Parte de las percepciones compar­tidas ten ía que ver con el agotamiento delas anteriores formas y discursos de pro­testa, fundamentalmente por parte de lospartidos comunistas prosovi éricos.F

Algo similar ocurrió en las calles deMéxico o de Montevideo . Entre los ras­gos comunes a esas experiencias, se puedemencionar, también en Am érica Lati na,la ampliación y extensión de los estudiossuperiores como ge nerad oras de unambiente favorable al disenso juvenil. H a­bía, por primera vez, un gran conti ngentede jóvenes todavía no integrados plena­mente al mercado de trabajo y con incier­tas expectativas de fututo en sociedadesque empezaban a regi strar los signosclaros de agotamiento de un modelo dedesarrollo hasta entonces relativamenteexitoso. Por algo el tema de la reformaeducativa fue un eje clave del debatepúblico tanto en los países ricos como enlos pobres.P En Uruguay, esas discusio­nes y protestas se articularon con un gran

72 Ibid. , especialmente pp. 164-212.73 iu«, especia lme nte pp. 88 -9 4 . También

N orbert Elias señala la frustración provocada por lasdificultades de inserción social de los jóvenes alema­nes que acced ieron por pri mera vez a altos niveles deescolarización en los años sesenta, ent re los cuales

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movimiento de resistencia a las medidasdel gobierno de Pacheco, tendentes a tras­ladar a los sectores asalariados los costosde la crisis y a desarmar las instan cias deresolución de los conflictos que habíanfuncionado en años anteriores. Sobre esasbases, la mentada "unidad obrero-estu­diantil" fue patente durante 1968 en rei­teradas ocasiones , acercando posiciones ymodalidades de protesta. En el caso de losestudiantes, sus demandas combinaron unlenguaje rad ical a favor del cambio revo­lucionario, de fuerte influencia marxistae inspi ración antiimperialista y procuba­na, con ape laciones a la di sid encia queprove nía n de Europa y Est ados Unidosy lograban expresar el descontento conlas formas de movili zación dominanteshasta ento nces. Esta mezcla, característicade 1968, atravesó en el caso uruguayo lasfronteras entre el reu y los g ru pos quecompetía n por la izquierda con su poderde convencimi ento ent re los jóvenes .

Por un lado , las di scusiones sobre lava ngua rdia revolucionaria y el p apelexacto del proletariado en los procesos decam bio social (con incursiones en la faltade dem ocracia intern a y las deficienciasen los países donde imperaba el "socia­lismo real") dividieron campos y fueronobjeto de enconados enfrentami entos. Porotro lado, sin embargo, no hay forma deentender las movilizaciones más impor­tantes en América Latina en 1968 sin elpapel activo de los comunistas. Como sos­tiene ] effrey Gould al analizar las protes­tas de 1968 en Brasil, México y Uruguay,"sugerir que [los comunistas] bloquearono se opusieron a esos movimientos es evi-

cobró imporra ncia la opción por la violencia . VéaseElias, "Terrorismo" , 1999.

182

denrernente equivocado". Y tampoco seríaacertado suponer "que los valores esencia­les de la 'izquierda tradicional' fueron tira­dos con el ag ua del baño del vang uar­dismo y el autoritarismo't .?"

Esto permite contrastar la tesis ge ne­ral de Suri sobre las implicancias locales dela política de contención entre las gra n­des potencias. Mirado desde la pers­pectiva del gobierno, el caso uruguayoconfirma que el desafío planteado por losmovimientos de protesta de los sesentaagudizó la necesidad de buscar fuentesde autoridad fuera de la esfera dorn éstica.PAl igual que en muchos otros países lati ­noameri canos, esto signi ficó un recrudeci­miento de las lógicas de ami go-enemigode la g uerra fría, una polarización de cam­pos y un est rechamiento de las relacionescon todos aqu ellos que reforzaran la capa­cidad represiva del Estado, incluyendo lasalianzas regionales y el recurso crecienteal respaldo estad unidense . Tam bién laspolíticas y los sistemas de alianzas al inte­rior de los movimientos que buscabancambios sociales radicales tuvieron impor­ta ntes d im ens iones reg ionales y g loba­les, tal como han demostrado análisis tandiferentes como el de Claudia Gilmansobre las redes de intelecruales y el dePiero Gleijeses sobre la presencia cubanaen África.76

Pero estas nuevas articulaciones de lasrelaciones internacionales no deben lle­varnos a acep tar los ape lativos de "nuevaizquierda" e "izq uierda revolucionaria"como categorías transparentes para anali­zar la transformación de las izquierdas del

7·j Go uld, "Solidarity", 2009 , p. 374 .75 Véase Sur i, Pouer, 2003, p. 2 12.76 V éanse G ilm an, Plmna , 2003, y G leij eses,

Confliaiug, 2002.

VANIA M ARKARIAN

"sur global" (para usar otra expresión enboga). En ese preciso sent ido, este trabajobuscó mostrar los matices de las posicio­nes de los comunistas uruguayos, especial­mente los del aparato juvenil, que nuncadejaron de ser prosoviéticos y adherir a latesis de la "convivencia pacífica" sin queeso los volviera inmunes a los aconteci ­mientos latinoamericanos ni los mantu­viera ajenos a los enfrentamientos de 1968en su país. Esta forma de entender los pro­cesosde radicalización política de fines delos sesenta supone, al menos en Uruguay,reconocer en primer lugar la ausencia deun corte tajante entre las varias tradicio­nes de izquierda, como el que marcó eldesarro llo de una "nueva izquierda" enEuropa y Estados Unidos en esa década,luego del hiato determinado por el furiosoant icomunismo de la primera etapa de lag uerra fría . En segundo lugar, pareceimportante desconfiar de los excluyenteslenguajes de época y mantener una ciertasensibilidad ante las diversas y parcial­mente imbricadas acepciones de "revolu­cionario", a fin de inclui r a quienes noadoptaron la lucha armada , pero de todosmodos participaron en muc has jornadasviolentas de protesta. En tercer lugar, valela pena dirigir una atención especial a lasdiferentes formas de incorporar las ideasde circulación global sobre el significa­do de "ser joven", desde el culto al cuerpoen acción hasta la música beat, pasandopor una relativa distensión de las costum­bres , tod as ellas conc urrentes a la for­mación de identidades políticas a nivellocal. Esperamos que las polémicas ideo­lóg icas, construcc iones épicas e inclina­ciones culturales expuestas en estas pági­nas emp iecen a probar la productiv idadanalítica de estas precauciones.

S OBRE VIEJAS Y NUEVAS IZQUIERDAS

F UENTES CONSUlTADAS

Archivos

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