48
UN NIETZSCHEANISMO DE IZQUIERDAS EN EL CAMPO FILOSÓFICO ESPAÑOL (1969-1982) por Francisco Vázquez García Un fenómeno estrábico Lo que se conoce con el nombre de “neonietzscheanismo español”, hace referencia a un grupo y a una corriente intelectual surgida en el panorama filosófico nacional a finales de la década de los sesenta y primeros años setenta. Su tiempo fuerte coincidió con la publicación de la revista Los Cuadernos de la Gaya Ciencia (editada entre mayo de 1975 y junio de 1976) y se prolongó en ciertos emplazamientos institucionales de la filosofía (Col.legi de Filosofía en Barcelona, Facultad de Filosofía del campus de Zorroaga, en la universidad del País Vasco) hasta los primeros años de la década de los ochenta. La denominación de “neonietzscheanismo” alude a la fuerte impronta teórica que en este grupo de filósofos ejerció la obra de Nietzsche, particularmente mediante la importación de la lectura que de la misma venían haciendo algunos pensadores franceses, desde Bataille y Klosowski hasta Foucault y Deleuze. Este trabajo se ha realizado gracias a la financiación de la Dirección General de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación, dentro del proyecto “Vigilancia de fronteras, colaboración crítica y reconversión: un estudio comparado de la relación de la filosofía con las ciencias sociales en España y Francia (1940-1990)”, referencia FFI2010-15196 (subprograma FISO)

"Un nietzscheanismo de izquierdas en el campo filosófico español (1969-1982)"

  • Upload
    uca-es

  • View
    0

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

UN NIETZSCHEANISMO DE IZQUIERDAS EN EL CAMPO FILOSÓFICO

ESPAÑOL (1969-1982)

por Francisco Vázquez García

Un fenómeno estrábico

Lo que se conoce con el nombre de “neonietzscheanismo

español”, hace referencia a un grupo y a una corriente

intelectual surgida en el panorama filosófico nacional a

finales de la década de los sesenta y primeros años

setenta. Su tiempo fuerte coincidió con la publicación de

la revista Los Cuadernos de la Gaya Ciencia (editada entre mayo de

1975 y junio de 1976) y se prolongó en ciertos

emplazamientos institucionales de la filosofía (Col.legi de

Filosofía en Barcelona, Facultad de Filosofía del campus de

Zorroaga, en la universidad del País Vasco) hasta los

primeros años de la década de los ochenta. La denominación

de “neonietzscheanismo” alude a la fuerte impronta teórica

que en este grupo de filósofos ejerció la obra de

Nietzsche, particularmente mediante la importación de la

lectura que de la misma venían haciendo algunos pensadores

franceses, desde Bataille y Klosowski hasta Foucault y

Deleuze.

Este trabajo se ha realizado gracias a la financiación de laDirección General de Investigación del Ministerio de Ciencia eInnovación, dentro del proyecto “Vigilancia de fronteras,colaboración crítica y reconversión: un estudio comparado de larelación de la filosofía con las ciencias sociales en España yFrancia (1940-1990)”, referencia FFI2010-15196 (subprogramaFISO)

La importancia de esta corriente en el campo

filosófico e intelectual de la España de la época y su

repercusión posterior, han sido objeto de una controversia

que se prolonga hasta hoy. Nuestra aproximación pretende

desmarcarse de dos líneas interpretativas que, si bien

divergentes entre sí, coinciden en minimizar la relevancia

teórica y política de esta tendencia en la historia

reciente de la filosofía española. Estas dos variantes

exegéticas pueden tipificarse respectivamente como

“neopopperiana” y “neolukacsiana”, por las razones que se

exponen a continuación.

Según la primera variante, el neonietzscheanismo

español habría constituido un fenómeno de moda, pasajero y

juvenil, ligado a la eclosión del radicalismo de izquierdas

entre el final del Franquismo y los inicios de la

Transición. Esta corriente hipercrítica y de fuertes

acentos románticos y utópicos (encarnada por ejemplo por

los primeros escritos de Eugenio Trías y Fernando Savater)

se habría ido diluyendo a medida que sus representantes –

después de un periodo de “desencanto”– abandonaban sus

veleidades contraculturales y revolucionarias, aceptando

las reglas del sistema parlamentario y entrando en el orden

de la sensatez democrática. De este modo habrían renunciado

a las propensiones antiinstitucionales e irracionalistas de

su juventud ingresando en el ámbito de los intelectuales

“liberales”, valedores de la racionalidad crítica,

comprometidos con la “sociedad abierta” y dispuestos a

defenderla de sus enemigos.1 El punto decisivo de inflexión

lo constituiría el golpe militar de febrero de 1981, que

habría iluminado a estos intelectuales llevándoles a

anteponer su sentido de la responsabilidad hacia la

democracia amenazada, por encima de sus aspiraciones

impenitentemente revolucionarias.

Esta interpretación del “neonietzscheanismo” y de la

trayectoria de sus principales representantes se encuentra

difundida desde muy pronto y con tonalidades diversas entre

los intelectuales próximos al PSOE y a la revista Sistema

(Elías Díaz,2 José Luis Abellán,3 Ignacio Sotelo,4 García

Santesmases5) y tácitamente compartida por Javier

Muguerza,6 uno de los pensadores españoles más reconocidos

1Se pueden contrastar las afinidades de este planteamiento conel modelo de intelectual avalado por (Popper, 1982: 157-166) ycaracterizado por el antiutopismo (“antihistoricismo”,“antiplatonismo”), el “antiesteticismo”, el racionalismo críticoy los valores de la democracia liberal2 (Díaz, 1974: 236-37 y 246-49); (Bañuls Soto, 2002: 405-408)3 (Abellán, 1974: 14); (Abellán, 1975: 211-221); (Abellán, 1978:55-58) y (Abellán, 1982: 25-39)4 (Sotelo, 1978: 53-55)5 Muy sintomáticamente (García Santesmases, 2010: 91),refiriéndose ya al Savater del siglo XXI, lo clasifica entre losintelectuales “liberal-radicales”, reforzándose la idea de quesu etapa libertaria y nietzscheana, constituiría una especie defiebre juvenil. Agradezco al profesor Antonio García-Santesmasespor haberme proporcionado copia de este trabajo6 (Muguerza, 1990: 585-591). El capitulo consagrado a Savater setitula, significativamente, “Un racionalista enmascarado”. Conanterioridad (Muguerza, 1969: 708) había reseñado La filosofía y susombra (1969), en términos favorables, en general, perocalificando como “ligeramente delirantes” los “escarceosnietzscheano-foucaultianos” acerca de la estructurainclusión/exclusión como invariantes de la cultura occidental

en el “complejo generacional” de los “nuevos filósofos”.7

Esta lectura estaría también sustentada en las propias

autodescripciones retrospectivas y biográficas realizadas

por algunos de los principales representantes del

neonietzscheanismo, como Eugenio Trías y Fernando Savater.8

La segunda variante, que tipificamos como

“neolukacsiana”, se caracteriza por su empeño en demostrar

que el nietzscheanismo de izquierdas, como el asumido por

el mencionado grupo español, es en realidad un mito. El

vitalismo nietzscheano estaría íntima y esencialmente

ligado a una cultura política conservadora, antidemocrática

y aristocratizante, muy extendida en la época de Bismarck.

La remisión a Nietzsche y a sus argumentos implicaría la

asunción, explícita o enmascarada, de un credo

reaccionario, antimoderno y antiilustrado, que funciona

contrarrestando la fuerza histórica del socialismo.9 Las

tempranas críticas vertidas contra el neonietzscheanismo

7 A esta lectura de neonietzscheanismo español se han referido(Plata, 2010: 197-98) y (Muñoz Soro, 2011: 49-50). Sobre ladistinción entre “complejo” (Generationszusammenhang), “situación”(Generationslagerung) y “unidad” generacionales (Generationseinheit),(Mannheim, 1993: 221-225), (Gil Villegas, 1996: 97) y (Mauger,2009)8 Sobre el comienzo del distanciamiento de Trías respecto aDeleuze, Foucault y Derrida, (Trías, 2003: 380-381). Sobreidéntica toma de distancia en Savater respecto a Klossowski,Bataille y Deleuze, (Savater, 2003: 171-72) y la evocaciónretrospectiva de (Savater, 2000: 54-55). Savater va a mostrarseespecialmente crítico con Foucault y Heidegger a partir definales de los 80; en (Savater, 1988: 246-255 y 226-245) y sobretodo en (Savater, 1990: 85, 126). Estas críticas se convertirán,por ejemplo en (De Azúa, 2006a y 2006b) en verdadera aversión9 (López Arnal, 2010) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=116048 [consultado el 25-3-2011]

español desde el ámbito del equipo “Comunicación” y la

editorial Ciencia Nueva10 (Valeriano Bozal,11 Ludolfo

Paramio12) se inscriben en esta dinastía. Se trataría de un

discurso nihilista y pequeño burgués, propio del franquismo

tardío, una “mistificación culturalista” que aleja a la

izquierda de su auténtico compromiso. Aquí resuena el

diagnóstico de Lukàcs (Lukàcs, 1967: 249-323) acerca del

vitalismo de Nietzsche como “asalto a la razón”,13

subrayando sus afinidades con la ideología fascista.

Este análisis lo prolonga hoy, en un examen empírico

mucho más riguroso y que lleva a corregir la interpretación

lukacsiana, el reciente libro de Nicolás González Varela,

Nietzsche contra la democracia (2010).14 No se trata de reprochar

nada a un excelente trabajo de historia social de la

filosofía, que muestra la vinculación del pensamiento

político de Nietzsche con la tradición conservadora y

elitista de la Alemania de Bismarck. El problema10 (Equipo Editorial de Comunicación, 1970). La polémica,recogida en las páginas de Triunfo, se inscribía en las críticasde Eugenio Trías, Luis Carandell y Vázquez Montalbán frente eljuicio emitido por Alfonso Sastre –en estricta ortodoxiaestética lukacsiana– contra el movimiento literario de los“Novísimos” en Cataluña (que incluía entre otros a unjovencísimo Félix de Azúa). El contraataque se produjo consendos artículos del comunista Ignacio Latierro y del EquipoComunicación. Esta polémica ha sido analizada por (Plata, 1999:146-155) y (Pecourt, 2008: 110-112)11 (Bozal, 1969). Al carácter “pequeño burgués” delneonietzscheanismo español, se refiere (Bozal, 1975: 107)12 (Paramio, 1971)13 Las críticas de la obra temprana de Trías realizadas porManuel Pizán, adjunto de la cátedra de Calvo Serer y colaboradoren el diario Madrid, se sitúan también en esta órbita lukacsiana.Véase (Pizán, 1970, 1971a y 1971b)14 (González Varela, 2010)

metodológico surge cuando el autor de este estudio, en una

entrevista posterior,15 extrapola su argumento de manera

transhistórica, presuponiendo una conexión universal entre

determinadas tesis filosóficas y determinadas tomas de

posición política.16 Se colapsa así la autonomía del campo

filosófico respecto al campo político y se olvida que toda

importación teórica implica siempre un movimiento de

descontextualización (respecto al campo original de

producción) y de recontextualización (acomodando lo que se

toma prestado al propio universo de posibles),17 de modo

que el Nietzsche de la Alemania de Bismarck no puede

equipararse al invocado en la España de Arias Navarro.

Confundiendo “las cosas de la lógica con la lógica de las

cosas” (Bourdieu, 1998), González Varela considera que el

“nietzscheanismo de izquierdas” es una “contradicción en

los términos”.18

El problema no reside por tanto en descartar

abstractamente como inconsistente la alternativa de un

“nietzscheanismo de izquierdas” o de un “comunismo

nietzscheano”, sino en mostrar empíricamente cómo se

intentó hacer “composible” semejante oxímoron en unas

15 (López Arnal, 2010)16 Sobre este error, véase (Moreno Pestaña, 2012: 8)17 Pese a su sensibilidad sociológica, González Varela toma eltexto de Nietzsche, paradójicamente, como un valor absoluto, demodo que su sentido político es unívocamente reaccionario, conindependencia de su circulación histórica y geográfica de uncampo a otro. Sobre este error “fetichista”, (Pinto, 2009a: 13-14)18 López Arnal (2010)

condiciones históricas concretas.19 Esta pretensión se

encuentra bloqueada desde el momento en que la retórica

neolukacsiana se intenta validar aludiendo a la conversión

conservadora o neoliberal de muchos de los representantes

del neonietzscheanismo español. Estos filósofos se habrían

quitado la piel del cordero radical y nihilista revelando

lo que siempre habrían sido: lobos o perros de presa del

orden capitalista vigente. Sin duda, en muchas de estas

trayectorias se ha dado este paso del radicalismo de la

crítica nietzscheana o “artista” a la justificación de la

doxa neoliberal, pero esto ha sido precisamente, como

sucedió en Francia con la célebre descalificación de la

“pensée 68”,20 a costa de destruir y profanar los otrora

ídolos sagrados encarnados por Foucault, Deleuze o

Bataille, presentados ahora, junto a Heidegger, como

amenazas para el sano orden humanista y democrático.

La hipótesis que se pretende poner a prueba consiste

en mostrar que el neonietzscheanismo español de los años

sesenta y setenta, como el francés de la misma época, al

que se mantiene apegado, operó a la manera de una

sublimación o puesta en forma filosófica del “humor

antiinstitucional” promovido en ese contexto y concretado19 Explicar sociogenéticamente el oxímoron involucrado en eldeseo de Foucault (“ser un comunista nietzscheano”) esprecisamente la tarea emprendida por (Moreno Pestaña, 2006: 123-132)20 Sobre la trayectoria de Luc Ferry –autor junto a Alain Renautde La pensé 68 (1985)– y su posición en la región central de ladoxa neoliberal, véanse respectivamente (Pinto, 2007: 144-154) y(Pinto, 2009b: 37-38). Sobre el paralelismo entre la evoluciónde Savater y la de los intelectuales franceses que pasaron delradicalismo izquierdista al liberalismo, (Plata, 2010: 207)

en una ideología que combinaba los impulsos de la

contracultura, la crítica libertaria y el arte underground.21

Esta filosofía desempeñó un papel simbólico importante en

la legitimación de ciertos movimientos sociales de los 70 y

80, cuyos efectos llegan hasta hoy: pacifismo,

antimilitarismo, contestación carcelaria, antipsiquiatría,

despenalización del consumo de drogas, reivindicación de

gais y lesbianas, protestas antinucleares.22

Sin embargo no es oro todo lo que reluce. El fenómeno

del neonietzscheanismo español, como sucede siempre con el

discurso filosófico, es inequívocamente estrábico,23 a la

vez teórico y político, cognitivo y práctico. Pero la

dimensión política nunca está exenta de ambigüedad: el

neonietzscheanismo español articuló filosóficamente una

crítica artista de las instituciones que permitió

justificar en el orden simbólico la acción de ciertos

movimientos emancipatorios. Pero por otro lado actuó

promoviendo, en el campo filosófico, las carreras de una

bohemia dorada que, bajo apariencia de vanguardismo, llevó

a reproducir la visión escolástica de la filosofía, su

alejamiento respecto a las ciencias sociales y su

21 El empeño es análogo al de (Bourdieu, 1991) cuando trata demostrar que la filosofía de Heidegger puede leerse como lapuesta en forma filosófica de la ideología Völkisch expresada porautores como Spengler y Jünger 22El ejemplo de la fecundidad de las ideas de Foucault en elámbito español y en relación con estas luchas, puede seguirse enla segunda parte de Galván (2010). La necesidad de revalorizarla aportación del pensamiento radical, contracultural ylibertario a la reciente historia intelectual y políticaespañola, ha sido señalada por (Mir García, 2011: 106-108)23 (Bourdieu, 1991: 17)

despolitización individualizante, preparando el terreno

para el triunfo de la doxa neoliberal.

Para mostrar cómo fue posible este “nietzscheanismo de

izquierdas” es necesario trascender el prejuicio

intelectualista de la historia convencional de la

filosofía. Esta se limita a explorar el lado teórico de la

experiencia filosófica, limitándose a examinar los

argumentos y las razones, aislando esta dimensión cognitiva

(el “texto”) respecto a las otras vertientes que convierten

a la filosofía en una experiencia social compleja, que

incluye no sólo el espacio de los argumentos, sino también

las redes de intereses profesionales y los procesos de

acumulación de capital académico; las tomas de posición

política y religiosa en relación con el origen familiar, la

trayectoria escolar y la procedencia de clase de los

filósofos. Es decir, toda esa amalgama de dimensiones

afectivas, emocionales, estéticas e institucionales que

junto al aspecto argumentativo constituyen el objeto de una

historia social o sociología de la filosofía.24

La sublimación filosófica del discurso libertario y

contracultural

La ideología contracultural y libertaria es sin duda

el Faktum en el que se asienta el neonietzscheanismo, que

constituyó en cierto modo su elaboración filosófica. Esto

fue advertido muy pronto por los críticos de la nueva

24 Sobre el enfoque sociofilosófico que aquí se trata de aplicar,(Moreno Pestaña, 2005, 2007 y 2012)

tendencia.25 Los principales representantes de la misma

compartieron, en efecto, en sus años de juventud, las

experiencias tanto personales (sexualidad no convencional,

viajes para frecuentar la otredad cultural, experimentación

psicodélica, consumo de la música y el arte underground,

informalidad en la hexis corporal) como propiamente

políticas (participación en asambleas estudiantiles y tomas

de cátedra, frecuentación de grupos ácratas o de extrema

izquierda) que la ideología libertaria, contracultural o

radical de izquierdas trató de articular discursivamente.26

Sin embargo, las exigencias de la puesta en forma

conceptual que caracteriza a la filosofía obligaron a

trascender el liberacionismo ingenuo del discurso

contracultural. El grado de trascendencia variaba según el

capital filosófico acumulado y la trayectoria del filósofo

considerado. Así por ejemplo, en el caso de Eugenio Trías,

que contaba con importantes recursos filosóficos de corte

académico –ligados a su contacto familiar con la alta

cultura, el paso por el Opus Dei, el magisterio de Leonardo

Polo, la formación en Alemania, etc– el vínculo con la

ideología contracultural y alternativa (por ejemplo en sus

25 (Abellán, 1974: 14 y 1975: 221) ve la corrienteneonietzscheana como una “justificación filosófica” de laactitud “hippy”. En la misma línea se manifiestan (Pizán, 1970:19) y Jesús Mosterín –aludido por (Savater, 1971: 55); (Díaz,1974: 248-49) por su parte insiste en su impulso “hedonista”. Elmismo (Savater, 1970: 21-22) se refiere con simpatía al“elemento de juego y fiesta” que los hippies hacen valer contrael orden establecido 26 (Vázquez García, 2010: 271-273) sobre Trías, Savater y GómezPin. Sobre la presencia de estas experiencias en la Teoría de lasensibilitat (1969) de Rubert de Ventós, (Trías (1969a: 53)

reflexiones levistraussianas de juventud sobre la estética

camp y el snob)27 es mucho más indirecto28 que en el caso de

Fernando Savater, que no dudó en publicar reseñas y

análisis referidos explícitamente al fenómeno de la

contracultura.29

Pero incluso en este caso, la retraducción filosófica

en clave de pensamiento negativo (aquí se advierte el paso

de Savater por la obra de Hegel a través de su amigo

Antonio Escohotado, por Schopenhauer a través de Santiago

Noriega y por la Teoría Crítica a través de Jesús Aguirre),

obligaba a trascender el cándido espontaneísmo de la

ideología contracultural, que creía acceder al paradise now

mediante la mera transgresión de las convenciones, creando

27 Trías (1969a); Trías (1969b); Trías (1969c); Trías (1969d);Trías (1969e); Trías (1970a). En estos textos, y en general entoda su producción temprana hasta La dispersión (1971), se revelala vinculación de Trías con la versión particular de la“contracultura” ofrecida por la Gauche Divine barcelonesa. Dentrode este grupo y en el campo de la producción cultural, Trías,cuya obra inicial fue impulsada por el editor Carlos Barral,representó en filosofía la alternativa al marxismo analítico deSacristán, del mismo modo que la “escuela de Barcelona”, en elterreno cinematográfico, se oponía al neorrealismo encarnado porCarlos Saura, los poetas “novísimos” (Gimferrer, Azúa)contrastaban con la lírica social (v.g. de Gabriel Celaya) o lanarrativa de Terenci Moix se contraponía a la novela social dela generación anterior (desde Cela hasta Martín Santos). Véase(Villamandos, 2011: 32)28 Aunque en (Trías, 1970b: 5) se refiere elogiosamente a Eros yTánatos (1959) de Norman O. Brown, uno de los apóstolesnorteamericanos de la contracultura, que equipara el arte con el“juego”, suerte de “finalidad sin fin”29 (Savater, 1972a) y (Savater, 1973a). Junto Luis Antonio deVillena –que ya había publicado un ensayo corto sobre el tema en(De Villena, 1975), Savater editó en 1982 el texto tituladoHeterodoxias y Contracultura. Savater se ocupaba de las primeras y DeVillena de la segunda: (Savater y De Villena, 1982)

así nuevos sucedáneos de Dios (“la Risa, el Sexo el Juego,

la Espontaneidad”).30 Savater denunciaba este optimismo

impaciente –tomando así distancia y distinción por ejemplo,

respecto a la obra del también neonietzscheano Rubert de

Ventós31– como una recaída en el positivismo.

Por otro lado, la ideología libertaria y

contracultural daba forma expresa a un “humor

antiinstitucional” muy extendido entre los estudiantes y

los jóvenes PNNs, un “izquierdismo en estado práctico” que

pertenecía al orden de las disposiciones antes que al de

las teorías, y cuya explicación remite a una intersección

de procesos históricos que afectan a campos sociales

diversos.

El primer factor a tener en cuenta concierne a la

demografía escolar; desde mediados de la década de los

sesenta creció exponencialmente el número de estudiantes en

los niveles de enseñanza secundaria y superior.32 Se

produjo así el acceso a la Universidad de las clases medias

emergentes, nacidas del desarrollismo y la urbanización

iniciados a finales de la década de los 50.

30 Véanse las críticas al “tenderete de la contracultura” en(Savater, 1973a) y (Savater, 1975: 75-78)31 (Savater, 1974a) en su reseña de La estética y sus herejías (1974), deRubert de Ventós32 El fenómeno arranca desde comienzos de la década, pero lainflexión al alza se produce hacia mediados de la misma. Elnúmero de alumnos matriculados en la Universidad española en1960-61 (77.123) casi se duplicó en cuatro años, pasando a125.876 en 1965-66, triplicándose a comienzos de la décadasiguiente, llegando a 228.259. Véase (Rojas Claros, 2006: 65)

Estos hijos de las clases medias que ingresaban

masivamente en las Universidades, se concentraban

preferentemente, no en las facultades tradicionalmente

“dominantes”, como Medicina o Derecho, ni en las escuelas

técnicas superiores, sino que lo hacían, por una parte, en

las facultades subordinadas desde la perspectiva del poder

temporal (Ciencias y Filosofía y Letras) y, por otra, en

nuevas titulaciones emergentes (Ciencias Económicas y

Políticas, Psicología y Biología).

El sistema universitario respondió a esta alza brusca

y masiva en el número de estudiantes mediante el

reclutamiento acelerado de nuevos profesores, abriendo así

el horizonte de una carrera académica rápida y prometedora

para muchos jóvenes recién licenciados. Pero el incremento

de las partidas presupuestarias destinadas a la

administración educativa iba muy por detrás de las nuevas

necesidades. Ante este desbordamiento ligado al aflujo

continuo de nuevos alumnos, se optó por la contratación

masiva de docentes no numerarios, que llegaron a

constituir, a finales de la década de 1970, hasta el 80 %

del profesorado universitario.

Los nuevos contingentes de profesores no vieron

compensada la dureza de su situación laboral con la

satisfacción de sus expectativas de carrera. Sometidos a

unas condiciones económicas muy precarias, con pesadas

cargas docentes y grupos de clase muy nutridos, sometidos

al arbitrio de los catedráticos y urgidos a la preparación

de la tesis doctoral, veían alejarse indefinidamente su

acceso a un puesto laboral estable mediante el ingreso en

el funcionariado. Las perspectivas de promoción se habían

roto.

Esta ruptura de expectativas en el ámbito de los

docentes se correspondió pronto, desde finales de los años

60, con un proceso análogo aunque más gradual, del lado de

los estudiantes. El mercado laboral empezó a verse saturado

con la presencia de licenciados de difícil colocación y

obligados desde entonces a encuadrarse cada vez más en

ocupaciones a menudo precarias y situadas muy por debajo

del horizonte esperado por sus familias.33

La convergencia de ambas frustraciones, la de los

profesores no numerarios por la quiebra de las expectativas

de carrera y la de los estudiantes por la devaluación de

títulos y el probable freno de la promoción social,

contribuyó sin duda a intensificar y radicalizar la

movilización estudiantil desde la segunda mitad de la

década de los 60, destruyendo las pretensiones de

despolitización y legitimación modernizadora introducidas

por la Ley de Villar Palasí (1970) y acrecentando, tanto en

el alumnado como en el profesorado de rango inferior, las

disposiciones antiinstitucionales. En el campo político de

la contestación universitaria esto reforzó, en muchos

casos, los recelos contra la centralización y el

burocratismo del PCE –que desde la insurgencia estudiantil

de 1956 había liderado el movimiento– dando lugar, en la

coyuntura de 1968 –con las referencias del mayo francés y33 (Vázquez García, 2010: 41-44)

de la primavera de Praga– a una eclosión fragmentada de

grupúsculos (ácratas, troskistas, maoístas, espartaquistas,

libertarios) situados a la izquierda del partido comunista

y con una fuerte impronta contracultural.34

¿Qué incidencia tuvieron estos cambios de la

demografía escolar y finalmente de la propia esfera

política, sobre el campo filosófico profesional del

tardofranquismo? Para entender el impacto del crecimiento

de la población estudiantil en este ámbito, es necesario

tener en cuenta la estructura polar que escindía el

microcosmos de la filosofía licenciada, al menos desde

finales de la década de los cincuenta.

Las secciones de filosofía de las universidades

centrales de Madrid y Barcelona, el Instituto Luis Vives

del CSIC y los centros de educación superior bajo tutela

eclesiástica –como la universidad Pontificia de Salamanca,

la de Comillas o posteriormente la universidad de Navarra,

que dominaban en la vertiente temporal (académica) de la

institución filosófica, promovían un tipo de carrera y de

perfil de filósofo que se ajustan bien al modelo del

insider.35

Con un origen social relativamente modesto y a menudo

de procedencia rural, estos “oblatos” del mundo académico

solían ser alumnos aplicados y con expediente académico

34 (Hernández Sandoica, Ruiz Carnicer y Baldó Lacomba, 2007: 277-367) y (Pastor, 2008: 283-298)35 Se retoma aquí, modificándola, la distinción idealtípica entrefilósofo insider y outsider utilizada por (Gil Villegas, 1996: 102-108)

ejemplar. Para la confección de sus tesinas y tesis

doctorales, optaban por temas y autores de un canon

ortodoxo que, a partir de la década de los sesenta, se

amplió incorporando a los clásicos modernos y

contemporáneos (Kant, idealismo alemán, Husserl,

Heidegger). Por otro lado era frecuente en estos insiders la

estancia de estudios en Alemania, en particular gracias a

una beca del Instituto Luis Vives, y el paso por un centro

de Bachillerato tras ganar las correspondientes

oposiciones a cátedra. En general estos insiders accedían

pronto al funcionariado universitario, ocupaban cargos en

la institución y solían caracterizarse por una producción

de corte erudito o destinada al mercado escolar (manuales

de filosofía para el bachillerato y la universidad,

antologías de textos, etc..). Frecuentaban raramente los

medios de comunicación y las revistas intelectuales y

publicaban en revistas profesionales y especializadas y en

colecciones editoriales de proyección académica (como la

“biblioteca hispánica de filosofía” en Gredos). Su respaldo

simbólico lo constituía principalmente el conocimiento

técnico de la Historia de la Filosofía, acompañado a veces

de una familiaridad importante con los estudios teológicos.

El otro polo englobaba un tipo de docencia filosófica

realizada fuera de las secciones de filosofía (y cuando

tenía lugar en éstas, impartida en disciplinas

jerárquicamente subordinadas, como Ética y Sociología,

Estética o Psicología) e incluso al margen del espacio

universitario. Esta práctica de la filosofía se concentraba

en una red intelectual con fuerte presencia de orteguianos

católicos y de falangistas en vías de evolución ideológica

hacia la izquierda, en un universo institucional que iba

desde el Instituto de Humanidades y el Instituto de

Estudios Políticos hasta la Sociedad de Estudios y

Publicaciones, pasando por las asignaturas filosóficas

presentes en las facultades de Derecho, Ciencias Políticas

y Económicas, Filosofía y Letras (materias comunes) o la

escuela de Arquitectura.

Aquí aparecían profesores con un formato diferente, de

outsider: una procedencia social generalmente más elevada y

de raíces urbanas; cierta preparación en ciencias sociales

o en lógica y metodología de la ciencia, o bien contando

con un importante capital artístico y literario; una

trayectoria académica más irregular, mayor proximidad a los

medios de comunicación y a las revistas intelectuales y una

mayor proclividad hacia el ensayo e incluso hacia la

creación literaria.

El incremento en el número de los estudiantes

universitarios afectó especialmente a este segundo sector.

Como se ha dicho, el aflujo se concentró en las

titulaciones no filosóficas de Filosofía y Letras –un

aumento del 18’33% en contraste con el 10’42 % de la

sección de filosofía entre 1960-1970– y en licenciaturas de

nueva planta como Ciencias Económicas y Políticas

(disciplinas cuyo profesorado pasó del 2’5 % de todos los

docentes universitarios, en 1944-45, al 14’1 % en 1969-

70). El reclutamiento de los profesores no numerarios en

estos enclaves empezó a realizarse a partir de criterios

que primaban la innovación, el vanguardismo y la formación

híbrida antes que la acumulación de capital histórico-

filosófico o el expediente intachable. Estas últimas

propiedades, más raras en una coyuntura de demanda

creciente de docentes, seguían encaminando a sus

depositarios hacia las secciones más antiguas de filosofía,

donde la especialización y la pureza filosóficas parecían

seguir augurando una carrera académica de mayor prestigio.

Las nuevas secciones de filosofía abiertas en España entre

finales de los sesenta y primeros años setenta, como las de

las universidades Autónomas de Madrid y Barcelona y la de

Valencia, se rigieron asimismo por la nueva pauta de

reclutamiento de outsiders, propiciando lo que luego se ha

bautizado como la “generación de los filósofos jóvenes”.

Ante la ruptura de expectativas en el logro de la

carrera académica, estos aprendices de filósofos se

proyectaron en circuitos alternativos como los constituidos

por un floreciente espectro de revistas intelectuales36 y

de editoriales37 –propiciado también por el nuevo

dispositivo censorial adoptado por Fraga en el Ministerio

de Información, desde 196638– decididas a impulsar el

género ensayístico. La masa creciente de estudiantes

36 Véase el estudio, sustentado en claves metodológicas deBourdieu, del campo de las revistas político-intelectualesespañolas entre 1969 y 1978, realizado por (Pecourt, 2008) 37 Sobre el boom ensayístico desde finales de los sesenta, véase(Moret, 2002: 289-314). Sobre las editoriales que publicabantextos libertarios y contraculturales, (Vila-Sanjuán, 2003: 51-57)38 (Rojas Claros, 2006: 61-64)

movilizados y descontentos, el proletariado pensante

formado por los profesores de baja graduación y una

militancia católica de base surgida de los trastocamientos

del campo religioso propiciados tras el Concilio Vaticano

II, suministraban un nuevo público para el consumo de

literatura filosófica. Esta empezaba a considerarse como un

ingrediente indispensable para la adquisición de una

cultura política a la altura de los tiempos,39 de modo que

el izquierdismo en estado práctico y ligado a las

disposiciones antiinstitucionales (expresadas en una

retórica sobre la “represión” y la negación de la

“Autoridad”) generadas por la ruptura de expectativas,

podía convertirse y legitimarse en un izquierdismo teórico

y docto de fuentes muy diversas (desde Marx, Lenin, Mao y

Althusser, hasta Marcuse, Norman O. Brown, Alan W. Watts,

Paul Goodman o Nietzsche).40 Se multiplicaron entonces los

espacios informales de sociabilidad donde tenía lugar una

iniciación filosófica cargada de efervescencia política:

cineclubes, trastiendas de librerías, círculos privados de

lectura, seminarios paralelos en casas particulares, en

cervecerías o en locales parroquiales.41

39 La importancia de labrarse una cultura política en el contextodel movimiento estudiantil desde mediados de los sesenta, hasido resaltado por el excelente trabajo de (Carrillo Linares,2006: 149-170)40 La distinción entre ambas formas de izquierdismo puedeencontrarse en (Bourdieu, 1984: 229-230)41 Sobre estos espacios de sociabilidad, a la vez filosófica ypolítica, (Vázquez García, 2010: 45-47); sobre la promoción delos mismos por parte sectores eclesiásticos alternativos quetuvieron su tiempo fuerte tras el Concilio Vaticano II, (VázquezGarcía, 2010: 50-51)

Entre finales de los sesenta y la primera mitad de la

siguiente década, se constituyó un campo editorial

alternativo cuya producción ensayística quedaba escindida

en cuatro grandes grupos. En primer lugar el polo ligado al

cristianismo progresista (Edicusa, ZyX, Nova Terra,

Edicions 62, Península, Estela luego convertida en Laia);

en segundo lugar, un sector conformado por el marxismo

científico (Ciencia Nueva, con la colección de libros de

bolsillo “Cuadernos de Ciencia Nueva”, Ediciones Halcón,

Equipo Editorial, Ricardo Aguilar, Ariel, con la colección

“Ariel Quincenal”, dirigida por Manuel Sacristán, Siglo XXI

de España, Grijalbo). En tercer lugar hay que mencionar las

empresas editoriales con una presencia importante de la

filosofía analítica (Tecnos, con las colecciones

“Estructura y Función” y “Filosofía y Ensayo”, dirigidas

respectivamente por Enrique Tierno Galván y Manuel Garrido,

“Cuadernos de Teorema”, colección de libros de la revista

con este nombre, dirigida por el último filósofo mencionado

y Alianza Editorial, con la presencia activa de Javier

Muguerza y Alfredo Deaño, vinculados a este sello por

Javier Pradera). Por último, en el emplazamiento de lo que

podríamos denominar el “izquierdismo cultural alternativo”,

se situarían precisamente las producciones de lo que se

denominó “neonietzscheanismo” (Taurus, que bajo la

dirección de Jesús Aguirre fue desplazándose del

cristianismo progresista hacia esta nueva posición de

vanguardia; Seix Barral, en los años que prestó mayor

atención al ensayo, con colecciones como la “Breve

Biblioteca de Reforma”; Anagrama, con la colección de

“Cuadernos Anagrama”, cuya sección filosófica llegó a

dirigir Eugenio Trías; Kairós, dirigida por Salvador

Pániker, La Gaya Ciencia, fundada por Rosa Regás.

En este último sello vieron la luz Los Cuadernos de la

Gaya Ciencia, verdadero órgano, durante su efímera

existencia, del grupo neonietzscheano, que contaba con un

Consejo de Redacción formado por Félix de Azúa, Víctor

Gómez Pin, Alberto González Troyano, Ferrán Lobo, Fernando

Savater y Eugenio Trías, además de la editora Rosa Regás.

En el campo floreciente –en paralelo al boom del ensayo– de

las revistas culturales de tono alternativo y

contracultural (Ajoblanco, Bicicleta, Triunfo, Star, Ozono, El Viejo

Topo, Negaciones, El Cárabo),42 los Cuadernos, sin ser una

revista académica, se distinguían por un tono artístico y

especulativo más elevado y distanciado de la temática

política, lo que se corresponde con esa voluntad de

trascender el plano puramente ideológico, señalada con

anterioridad.

La subversión de la filosofía académica: una bohemia

dorada

El hecho filosófico del “neonietzscheanismo español”

se comprende por referencia a un campo teórico en curso de

transformación entre el postfranquismo y los primeros años

42 (Pecourt, 2008: 333) y (Mir García, 2011: 92-103): EugenioTrías colaboró también en Triunfo y ocasionalmente en El Viejo Topo.Fernando Savater, además de en esas revistas, colaboróocasionalmente en Negaciones y Ajoblanco

de la Transición. Profundamente iconoclasta, el movimiento

en cuestión se ofrecía como una nueva vanguardia en el

espacio de posibles teóricos, poniendo en tela de juicio

tanto al viejo academicismo aristotélico-tomista como a los

que consideraba entre los escolasticismos de nuevo cuño, ya

fuera la filosofía analítica o una sociología del

conocimiento de inspiración marxista. Al mismo tiempo, en

sus rituales y formas de intervención, los filósofos

neonietzscheanos postulaban nuevos objetos (textos,

autores, prácticas intelectuales) de culto y consagración.

Los objetos sagrados podían ser de índole variada.

Podía tratarse de pensadores ya fallecidos, homenajeados

como tótems del grupo (Nietzsche parece el caso más claro,

aunque el Nietzsche moralista de Savater no es el Nietzsche

crítico de la metafísica evocado por Trías).43 Podían

referirse a ciertas temáticas o argumentos (como el de la

“diferencia” inasumible en términos de contradicción

dialéctica y totalidad, el del pensamiento trágico o el de

la filosofía como discurso narrativo), pero también a

personajes vivos reverenciados (García Calvo, Cioran,

Lacan, cierto Aranguren) o a corrientes intelectuales (la

ciencia del caos y el indeterminismo evocada por Gómez Pin

y Antonio Escohotado). Podía tratarse también de ciertas

palabras–fetiche (“dispersión”, “nómada”, “héroe trágico”,

“azar”, “fragmento”, “experiencia”). 43 Otro caso sería el de un Hegel leído en clave de pensamientonegativo, esto es, no reconciliado sino afrontado desde losprotocolos de una filosofía trágica. Las lecturas de Hegel porAntonio Escohotado, Víctor Gómez Pin y Eugenio Trías, más alláde sus diferencias, se sitúan en esta perspectiva

La instauración de este nuevo repertorio jerárquico de

símbolos implicaba un intenso ejercicio de iconoclastia. Se

tendía a presentar las maneras académicas de la filosofía

como un arsenal de rituales fracasados y desgastados (notas

eruditas, estados de la cuestión, eclecticismo conciliador

de posiciones opuestas). Esta profanación adoptaba en los

neonietzscheanos un tono muy enfático, valiéndose a menudo

del humor. Esto se advierte por ejemplo en la irreverente

portada de La Filosofía y su sombra, descomponiendo la grave

figura de algunos autores canónicos; en el gesto de Savater

proclamando su desconocimiento de la lengua sagrada (el

alemán) y declarando leer a Nietzsche en las traducciones

de Ovejero y Mauri o mofándose del uso del “heideggarés”

por los filósofos españoles.44 Otra variante del sacrilegio

consistía en introducir objetos triviales y pintorescos

como asunto de reflexión (la tauromaquia y el vino en Gómez

Pin,45 las novelas de aventuras en Savater,46 las anécdotas

personales en Rubert de Ventós,47 el cine y los ídolos del

espectáculo en Eugenio Trías,48 las drogas en Escohotado49,

el juego en Echeverría50) o en practicar combinaciones

improbables y arriesgadas (psicoanálisis lacaniano y

44 (Savater, 2003: 170) y (Savater, 1989: 7)45 (Gómez Pin, 1972)46 (Savater, 1983)47 Véase la anécdota del aeropuerto en (Rubert de Ventós, 1980:26) 48 (Ramoneda, 1970)49 (Escohotado, 1967). En 1983 y en Alianza Editorial, publicaríasu conocida Historia general de las drogas. Véase también “La drogalúcida” en (Savater, 1974: 156-157)50 (Echeverría, 1980)

cálculo diferencial en Echeverría y Gómez Pin,51 metafísica

y cine de Hitchcock en Eugenio Trías,52 ética y relatos de

Guillermo Brown en Fernando Savater53).

Teniendo en cuentas estas características, resulta por

tanto pertinente, para el análisis sociológico de las obras

y de los productores involucrados en este movimiento, la

antítesis entre “bohemia” y “academia”.54 El

neonietzscheanismo español se constituye a través de un

sostenido esfuerzo para rechazar las maneras de la

filosofía académica, cuyos rituales aparecen devaluados e

incluso ridiculizados. Ciertamente el grado de ruptura con

los modos del pensador académico presenta una gran variedad

según las carreras filosóficas de los autores

considerados.55 Pero ese rechazo –que en algunos casos

llega a ser físico56– llegó a convertirse en un signo de

pertenencia a la hora de distinguir a los nuestros de los

otros. Puede decirse por ello que esta bohemia intelectual

representó en el campo filosófico lo que en el ámbito de la

vida cotidiana estaban representando los movimientos

alternativos de la “contracultura”: una “revolución

goffmaniana”57 que implicaba el triunfo de la informalidad

y la espontaneidad vital, contrapuestas al gastado51 (Gómez Pin y Echeverría, 1983)52 (Trías, 1998). No obstante, la pasión de Trías por el cine seremonta a la adolescencia, y su meditación filosófica sobre estaobra se remonta al menos a la época de (Trías, 1980) 53 (Savater, 1983: 74-87)54 (Bourdieu, 1997: 88-93)55 Una comparación de los casos de Savater, Trías, Gómez Pín yEcheverría en (Vázquez García, 2010: 266-270)56 (Vázquez García, 2010: 305)57 (Collins, 2004: 371)

hieratismo y rigidez en los rituales de interacción social.

Esta antítesis, de añejo sabor romántico, se correspondía

en el plano de los filosofemas con el antagonismo –de

herencia simmeliana y orteguiana– entre vida y cultura

hipertrofiada, recogida por los neonietzscheanos en las

dicotomías establecidas entre experiencia y concepto y

entre sujeto pasional y sujeto racional.58 Aquí se

insertaba también la importación de Nietzsche y de sus

exégesis francesas. El pensador alemán encarnaba, con

tintes proféticos, la ruptura con los valores sacerdotales

característicos de la academia.59

En la bohemia intelectual francesa del siglo XIX,

Bourdieu estableció la distinción entre una primera

“bohemia dorada”, constituida por los dandis románticos, de

extracción urbana, altoburguesa y cosmopolita, más dada a

la experimentación formal, y una segunda bohemia compuesta

por “intelectuales proletaroides”, de extracción

provinciana y popular, inventora del “realismo”.60 Por su

procedencia social, los representantes españoles del

neonietzscheanismo estarían sin duda más cerca del primer

caso que del segundo. Estos eran frecuentemente poseedores

de un vasto capital cultural, de factura artística y

literaria, obtenido en el medio familiar; teniendo a su

disposición un importante capital social que les permitía

evitar el destino de profesor de instituto, compaginando el

precario puesto universitario con la ocupación como

58 (Vázquez García, 2010: 296-305)59 (Pinto, 2009c: 197)60 (Bourdieu, 1997: 93)

asesores de editoriales o articulistas en periódicos y

semanarios, pudiéndose trasladar al extranjero sin depender

de las consabidas becas otorgadas por el CSIC. En sus

trayectorias predomina el perfil del “alumno brillante”,

que confía en su talento literario, se esmera sólo en las

materias que gozan de sus preferencias y realiza elecciones

vanguardistas y arriesgadas (por ejemplo en la temática,

tratamiento o autores seleccionados como asunto de tesis

doctoral), sobre el “alumno aplicado”, que sigue

estrictamente las exigencias y el cursus honorum previsto

por la institución, con elecciones conformes al canon

oficial, acumulando los premios (de licenciatura y

doctorado) que distinguen a los guardianes de la tradición

escolar.

Este perfil no es homogéneo ni se expresa siempre con

el mismo estilo intelectual. Se puede distinguir una

variante estilística más ascética, propia de los autores

neonietzscheanos que han tenido un contacto más prolongado

con un tipo de formación filosófica más rigurosamente

académica, y una variante más hedonista y sensual, propia

de los que rompieron más precoz o decididamente con las

maneras doctas de filosofar.61 En el primer registro se

situaría el formalismo lógico-estético que se advierte por

ejemplo en la combinación de análisis estructural de

vanguardia y comentario académico de textos presente en La

Filosofía y su sombra (1969), opera prima de Eugenio Trías. Algo

61 Sobre este dualismo, que en la filosofía francesapostestructuralista representan respectivamente Derrida yDeleuze, (Pinto, 2009c: 207-208),

semejante puede decirse de la coalición imprevista entre

cálculo diferencial y psicoanálisis lacaniano, entre las

matemáticas y lo onírico, presente en la obra escrita a dúo

por Javier Echeverría y Víctor Gómez Pin (Límites de la

conciencia y del matema, 1983), o en la mezcla en éste último,

de pureza formal de factura universitaria (en el análisis

de difíciles textos de la Ciencia de la lógica de Hegel)62 y

pureza estética (preferencia por la escultura de Chillida y

por la tauromaquia de Antonio Ordóñez).63 El segundo

registro puede ilustrarse con el vitalismo colorista de

Nihilismo y acción (1970) y La Filosofía tachada (1972) de Fernando

Savater, o con el dinamismo de los “efectos de superficie”

logrados por Rubert de Ventós en Teoría de la sensibilidad (1969)

o en Moral y nueva cultura (1971).64

Los límites que encuadran a este conjunto de filósofos

son imprecisos y porosos. Se puede distinguir un periodo

preinstitucional, que llegaría aproximadamente desde la

segunda mitad de los años sesenta hasta la fundación de Los

Cuadernos de la Gaya Ciencia en1975. En esta primera época, estos

pensadores tendían a reunirse en círculos informales de

lectura y discusión que prolongaban los seminarios

paralelos organizados mientras cursaban la carrera

universitaria. Existía por una parte el grupo vasco–

madrileño. Savater y Echevarría frecuentaban una tertulia

dominical que se celebraba en la madrileña cafetería

62 (Gómez Pin, 1977)63 (Gómez Pin, 1972: 93-97)64 Sobre el estilo “tornadizo” de Rubert de Ventós, (Trías, 2003:330)

Montana. Se podían encontrar también en los seminarios

impartidos por García Calvo, primero en Madrid (en la

Academia de la calle del Desengaño) y más tarde en París,

en la Boule d’Or, o en los organizados por Antonio

Escohotado sobre Hegel. En la capital francesa, el trío

formado por Echeverría, Savater y Gómez Pin siguió una

socialización filosófica intensiva que pasaba por los

seminarios de Lacan y Deleuze y los cursos de Foucault; a

ellos se unía también Félix de Azúa, que funcionaba así de

vínculo entre este grupo y el constituido por los catalanes

Eugenio Trías y Rubert de Ventós. Mediada la década de los

sesenta, éstos se reunían en el domicilio de Josep María

Calsamiglia y coincidían también en las conferencias

impartidas por Aranguren en el Colegio de Ingenieros

Técnicos Industriales de Cataluña. Al finalizar las

sesiones, los más íntimos iban a cenar con el maestro. A

menudo las noches terminaban en la discoteca Bocaccio,

Sancta Sanctórum de la nueva progresía barcelonesa. En el caso

de Trías, fueron también decisivos los seminarios paralelos

que tenían lugar, mediada la década de los sesenta, junto a

otros compañeros de la carrera, asistidos por los

profesores Pedro Cerezo y Álvarez Bolado, en los que

estudió a Sartre, al joven Marx o a Lévi-Strauss.

Se ha dicho también que fueron decisivos, para el

lanzamiento del grupo, los seminarios sobre Nietzsche

organizados respectivamente por el Departamento de

Filosofía de la universidad Autónoma de Madrid (curso 1971-

72) y el Instituto Alemán en colaboración con el de Fe y

Secularidad, también en Madrid (1972-73). Savater participó

en ambos ciclos y en el primero lo hicieron Javier

Echeverría y Eugenio Trías (este participó en el volumen

resultante de la reunión, pero no asistió al seminario).

Sin embargo no se suele mencionar tanto la importancia que

tuvieron los Congresos de Filósofos Jóvenes como plataforma

de lanzamiento y consagración del colectivo. El de 1967,

celebrado en Alcalá de Henares, supuso la puesta de largo

de Eugenio Trías como filósofo relevante en el panorama

nacional; los de Castellón y Santiago de Compostela, en

1971 y 1973, respectivamente, constituyeron la presentación

pública del grupo. A estas alturas se estaba fraguando la

alianza entre el grupo barcelonés y el vasco–madrileño, con

la publicación, en la revista Triunfo, de elogiosas reseñas

cruzadas entre Trías y Savater.

Este proceso culminó, como se ha indicado, en la

fundación de Los Cuadernos de la Gaya Ciencia, que se mantuvieron

durante poco más de un año y fueron auspiciados por la

editora, formada en el ámbito de Seix Barral, Rosa Regás. A

partir de aquí se abre una etapa de cierta

institucionalización, con el establecimiento, en Barcelona,

del Col.legi de Filosofía (1976), fundado por Rubert de

Ventós, Eugenio Trías y Jordi Llovet (con la colaboración

de Antoni Vicens, Josep Ramoneda y posteriormente Miguel

Morey) y posteriormente (curso 1978-79), con el comienzo de

la sección de Filosofía del campus de Zorroaga (San

Sebastián). Al grupo formado aquí por Savater, Echeverría

(cada vez más alejado de nietzscheanismo y orientado al

estudio de la filosofía de la ciencia) y Gómez Pin, se

unieron posteriormente Félix de Azúa, Javier Fernández de

Castro y Ferrán Lobo. Si el Col.legi tomaba como referencia

al Collège de Sociologie fundado por Bataille, la sección

de Zorroaga se remitía al ejemplo de la revoltosa

universidad de Vincennes, donde habían enseñado, entre

otros, Foucault y Deleuze.65 Puede advertirse por tanto,

que incluso en esta fase de institucionalización, los

paradigmas invocados poseen las connotaciones transgresoras

y vanguardistas propias de una bohemia intelectual.

Por tanto, el microcosmos o subcampo del

neonietzscheanismo no abarcaba sólo a los filósofos que

fueron miembros del Consejo de Redacción de Los Cuadernos de la

Gaya Ciencia o eventualmente colaboradores de esta publicación

(entre otros a Fernando Savater, Eugenio Trías, Víctor

Gómez Pin, Félix de Azúa, Eduardo Subirats, Antonio

Escohotado, Rubert de Ventós, Agustín García Calvo). Acogía

también a pensadores que no tuvieron protagonismo en esta

revista (Javier Echeverría, Josep Ramoneda) o cuya

producción tiene lugar en un momento posterior (Rafael

Argullol, Josep Sarret, Jordi Llovet, Miguel Morey). Por

otra parte, alcanza también a personas que actuaron como

mediadores culturales (Rosa Regás, Alberto González

Troyano, Jesús Aguirre, Javier Pradera, Salvador Pániker),

a escritores próximos (el mismo Félix de Azúa, Josep Mª

Castellet, Gabriel Ferrater, Juan Benet), a editoriales

(Taurus, Barral, Anagrama), revistas culturales (Destino,

65 (Vázquez García, 2010: 278-283)

Triunfo, El Viejo Topo) y a la prensa escrita (Diario de Barcelona,

El País, La Vanguardia). Hay que referirse por tanto a una red

de límites difusos, con un centro (Trías, Savater,

Echeverría durante una época, Gómez Pin, Rubert de Ventós)

y una periferia66 que incluye a viejos maestros (García

Calvo), cooperantes temporales u ocasionales (Escohotado,

Ferrán Lobo, Josep Ramoneda, Ortíz-Osés) mediadores

culturales (Barral, Regás, Aguirre, Pradera, Pániker,

González Troyano) y jóvenes en formación o procedentes de

otras redes (Sarret, Llovet, Morey, Subirats, Argullol).

La revolución como problema

La corriente neonietzscheana española, heredera

directa del “humor antiinstitucional” promovido durante la

coyuntura de Mayo del 68, estructuró discursivamente este

temple en la forma de lo que se ha bautizado como una

“crítica artista” del capitalismo, por contraposición a la

“crítica social”.67 Si esta, vinculada tradicionalmente al

movimiento obrero y a las organizaciones de trabajadores,

cuestionaba la miseria, las desigualdades y la ruptura de

la cohesión social propiciadas por el capitalismo, aquélla

insistía más bien en los peligros de la uniformización

tecnocrática, la restricción de las posibilidades vitales y

la pérdida de libertad y creatividad engendradas por el

sistema capitalista. En este caso la crítica se asocia, no

con los intereses universalizables de la clase obrera sino

con las aspiraciones del movimiento estudiantil.

66 Tomamos esta distinción del estudio de (Stadler, 2010: 586)sobre el Círculo de Viena67 (Boltanski y Chiapello, 1999: 244-249)

Si la crítica social tiene su leit-motiv en la

explotación económica y en la transformación de las

relaciones de producción, en el caso de la crítica artista,

el ataque se dirige más bien contra el orden moral y

cultural vigente. La obra temprana de Fernando Savater68

puede servir para ejemplificar de qué manera se articula el

tema de la revolución en el interior de una crítica artista

de corte nietzscheano.

Savater, como sucede con Trías o con Rubert de Ventós,

recoge una problemática que puede remontarse al diagnóstico

de la Modernidad pergeñado por Nietzsche, actualizado por

autores como Simmel y Weber a comienzos del siglo XX y

prolongado por filósofos como Heidegger y Lukács –por no

mencionar a la escuela de Frankfurt, tan influyente en el

primer Savater– en décadas posteriores. En España ese

68 En la “crítica artista” auspiciada por el joven y fecundoEugenio Trías, que a diferencia del filósofo donostiarra sí pasópor una fugaz militancia en el PCE y posteriormente por ungrupúsculo de la izquierda radical, se pueden encontrarbastantes paralelismos con los planteamientos del primerSavater: cuestionamiento del orden cultural, identificado con unrígido y excluyente sistema de oposiciones binarias (La filosofía y susombra, 1969; Metodología del pensamiento mágico, 1970); rechazo delmarxismo en sus versiones monistas y economicistas (Teoría de lasideologías, 1970); vindicación de la “diferencia libre” y de unassubjetividades revolucionarias irreductibles al formato de laclase trabajadora (Filosofía y Carnaval, 1970; La Dispersión, 1971;“Crisis de la teoría de las ideologías”, 1976); contraposiciónentre pensamiento trágico (Nietzsche) y pensamiento de latotalidad reconciliada (Hegel) (Drama e Identidad, 1973). Ladiferencia principal estaría en el grado de eufemizaciónconceptual, mucho mayor en el caso de Trías, que, dotado demayor capital filosófico legítimo que Savater, elabora undiscurso de factura ontológica donde lo político propiamentedicho aparece muy sublimado. Véase por ejemplo su Meditación sobreel Poder, 1977

programa fue importado por Ortega a partir de su recepción

de la obra de Simmel.69 Se trata de la oposición trágica

entre vida y cultura: el mundo occidental del capitalismo

moderno habría dado lugar a una cultura objetiva

constituida por un orden autónomo de formas, independiente

e inaccesible a la subjetividad individual, hasta el punto

de que ésta acabaría convirtiéndose en instrumento

cosificado de aquélla.70 Lo trágico de la situación

residiría en el hecho de que esas formas culturales

abstractas, reificadas y en último término destructivas de

la vida en lo que esta tiene de experiencia múltiple y

singular, habría brotado de la vida misma.71

En los primeros textos de Savater,72 el énfasis en el

nihilismo activo remite a la demolición de esta cultura

petrificada, regida por valores utilitarios, vertebrada en

rígidas dicotomías conceptuales e instrumento de dominación

por parte del Estado y de las burocracias de partido,

aspirantes a conquistar el poder estatal.73

69 (Gil Villegas, 1996: 93-224)70 (Ortega y Gasset, 1961: 33-50)71 (Gil Villegas, 1992: 152-158)72 (Savater, 1970: 19-20); (Savater, 1972b: 121-22); (Savater,1973b: 45-46, 64); (Savater, 1974b: 22); “La cultura como formade hastío” en (Savater, 1975: 67-78)73 Uno de los primeros textos publicados por Savater, editadocuando apenas tenía 22 años, fue precisamente la reseña de unlibro de Cohn-Bendit, Le gauchisme: remède á la maladie sénile ducommunisme (1969). Aquí el carácter revolucionario delmovimiento estudiantil en el Mayo francés, recordando que latraición de este impulso revolucionario procedió tanto de “laburocrática UNEF” y el “reaccionario PCF” como de losgrupúsculos de la izquierda “dogmática”, en particular losmaoístas (Savater, 1969: 111-115)

Las diatribas de Savater contra la cultura

académica,74 y en particular contra la filosofía

universitaria española, tanto en su versión arcaica (la

escolástica) como en su versión moderna (el análisis

filosófico),75 se emplaza en esta misma dirección. Aquí se

inscribe también su rechazo del marxismo como doctrina de

partido, como supuesta teoría científica de la acción y del

proceso histórico.76

Desde muy pronto, Savater vio en el ascetismo de los

“revolucionarios con carnet”77 y en el dogma marxista,78 el

mayor obstáculo para la acción revolucionaria, pues

hipotecaba el “goce”79 en el presente al advenimiento de la

utopía.80 De ahí la celebración del activismo festivo

promovido por los surrealistas81 y los situacionistas82

frente al intelectualismo severo de los profetas del

Partido Comunista o de los representantes de otros

grupúsculos izquierdistas igualmente dogmáticos.

74 (Vázquez García, 2012)75 Sobre la teoría marxista como vertiente moral que acompaña auna filosofía analítica de corte positivista, (Savater, 1973b:63)76 (Savater, 1970: 24); (Savater, 1973b: 122) 77 (Savater, 1969: 115); (Savater, 1973b: 122)78 Sobre el “comunismo histórico” como “traición al impulsorevolucionario”, (Savater, 1974b: 109)79 Sobre el concepto lacaniano-sadiano de “goce”, situado másallá de la dicotomía placer/ dolor, (Savater, 1972b: 184-186)80 Este antiutopismo savateriano anticipa la postmoderna “crisisde los metarrelatos” que va a dar el tono de la cultura españolatras la muerte de Franco y cuya expresión principal fueron lasmovidas barcelonesa y madrileña, (Vilarós, 1998: 34-35)81 (Savater, 1973b: 125)82 (Savater, 1969: 111); (Savater, 1974b: 24); “La anarquía,refugio de pecadores” en (Savater, 1977: 102)

Mediada la década de los setenta, la defensa

savateriana de la revolución –como mito revigorizador de la

acción y no como utopía83– transitó desde la modulación

nihilista, presente en los primeros escritos, hasta una

modulación ácrata. La revolución se presenta como lo

contrario de la política –en tanto esta aspira a conquistar

el poder estatal, denunciando la existencia de un poder

separado que concentraba y absorbía la potencia de los

gobernados, ora coactivamente, como sucedía en las

dictaduras, ora por delegación, como acontecía en los

sistemas parlamentarios.

Este acento ácrata resalta especialmente en textos

como “La filosofía como anhelo de la revolución” (1976);

Para la anarquía (1977) o Panfleto contra el Todo (1978).84 Las

revoluciones habidas hasta la fecha, justamente por su

carácter político, sólo habrían conducido al “refuerzo,

ahondamiento y extensión del poder estatal”.85 Estos

procesos, en tanto siguen presuponiendo la existencia de la83 “Más allá de la utopía: el mito (respuesta a Ernst Bloch)” en(Savater, 1977: 33-62). En esta intervención, Savatercontraponía la autoridad de Ernst Bloch, representante de laconcepción lineal del tiempo a la de Benjamin, teorizador deltiempo como instante y ruptura, remitiendo a la atemporalidaddel mito. En esta misma época (Savater, 1977: 109-117)contrastaba las figuras del asceta (Lenin) y del hedonista(Bakunin) revolucionario. En un texto posterior, “El buensalvaje y el mal anarquista (reivindicación de Pierre Clastres)”en (Savater, 1986: 137-152) contrapondrá la antropologíapolítica del “ácrata” Clastres a la del marxista MauriceGodelier. En esta economía de los objetos simbólicos se adviertela división entre los bienes filosóficos consagrados y losestigmatizados84 (Savater, 1976: 24-35); (Savater, 1977: 17-123) y “Revolucióny todo” en (Savater, 1978: 131-150)85 (Savater, 1978: 132)

sociedad como un todo escindido entre lo alto y lo bajo, el

gobierno y los gobernados, la colectividad y el individuo,

impiden el surgimiento de la “diferencia incodificable”, la

potenciación del dominio creador de cada uno, emplazado en

la pura inmanencia.

Los protagonistas de esta “revolución” afrontada como

mito y como permanente acicate de la acción, no se

corresponden con el Sujeto de gran formato encarnado por la

clase oprimida o por el proletariado que el marxismo habría

teorizado. Se trataría de la “plebe dorada”,86 integrada

por todos aquellos –desde los estudiantes rebeldes hasta

los involucrados en los movimientos feminista, pacifista,

ecologista, antipsiquiátrico, anticarcelario, minorías

étnicas y nacionales, etc– cuyas formas de vida desafían el

orden estatal. Estos grupos, lejos de constituir el bloque

del “Gran Rechazo”, se perfilan por su heterogeneidad y

pluralidad, abiertas a un trabajo horizontal de cooperación

y federación. Las referencias a estos movimientos

“minoritarios e inclasificables”, muy tempranas en la obra

de Savater,87 anuncian la intensa presencia del filósofo,

entre la segunda mitad de los setenta y la primera de los

ochenta, en diversas luchas locales de signo libertario:

por la despenalización del consumo de drogas, contra el

ingreso en la OTAN y por el pacifismo, o la implicación en

la crítica de prisión, la antipsiquiatría o la denuncia de

la tortura.

86 (Savater, 1978: 133)87 (Savater, 1970: 61); (Savater, 1974b: 110)

En La Tarea del Héroe (1981) y de forma todavía atenuada,

la noción de revolución se desliza desde un marco

interpretativo ácrata a otro que podría calificarse como

“democrático-radical”. La revolución se entiende ahora como

el “horizonte de la ética”,88 la lucha colectiva por

afirmar el reconocimiento de la propia libertad creadora,

una empresa asentada en el escepticismo ante cualquier

doctrina salvífica, consciente de la imposibilidad de

superar la condición trágica del ser humano.

Como en sus textos anteriores, Savater destaca la

incompatibilidad de esta “revolución antitotalitaria”89 con

la lógica militar de la acción terrorista, deudora en

último término, de la propia violencia estatal. Vuelve a

invocarse a la “plebe” (“feministas, presos, homosexuales,

partidarios de la despenalización del aborto o la droga,

ecologistas y nacionalistas antiestatales”)90 como sujeto

múltiple y fragmentado de la revolución, pero ahora el

concepto preeminente es el de “democracia” y no el de

“anarquía”. Por “democracia”, concebida como el reverso

comunitario de lo que la ética significa en el plano

interindividual, se entiende un tipo de convivencia

caracterizado por la resistencia a la formación de una

relación vertical entre los seres humanos, que trascienda a

la estricta reciprocidad horizontal. En este sentido, “la

democracia moderna nace para combatir la jerarquía

88 (Savater, 1981: 224)89 “Qué es la revolución antitotalitaria” en (Savater, 1981: 232-241)90 (Savater, 1981: 240)

naturalizada”.91 Desde este marco interpretativo y aun

cuestionando el poder trascendente del Estado, Savater

introduce importantes matizaciones: “prefiero vivir en un

país donde el control estatal sea más insidioso que en otro

que me agreda con su terror al desnudo”.92

Conclusión

Esta tendencia a atenuar la demonización del Estado y

el reemplazo del tema de la anarquía por el de la

democracia anuncian ya a un Savater distinto, que,

decididamente a partir del golpe militar de 1981,93

evolucionará hacia el universalismo ilustrado, la crítica

de los nacionalismos y la defensa de un liberalismo

político radical.

Como ha podido constatarse, la tendencia

neonietzscheana española no fue sólo una moda pasajera o

una fiebre de juventud. Tampoco se trató de una

conspiración criptoconservadora. Sus planteamientos, que

implicaban una lectura “izquerdista” de Nietzsche y que

daban forma conceptual al “humor antiinstitucional” nacido

en Mayo de 1968, sirvieron para legitimar la eclosión de

nuevos movimentos sociales aunados por la propensión a

91 (Savater, 1981: 261)92 (Savater, 1981: 302). Contrástese con esta afirmaciónpronunciada apenas un lustro antes: “la gran trampa del poder‘democrático’ es hacer creer que se puede leer impunemente loindelegable, que la separación y la escisión pierden su ponzoñacuando se acatan voluntariamente” (Savater, 1977: 24). O elcontraste entre la condena de la socialdemocracia (Savater,1977: 77) y la loa del régimen socialista de Miterrand unos añosmás tarde en “El enemigo principal” (1983) en (Savater, 1986:176)93 “La autoridad competente” (1983) en (Savater, 1986: 168-172)

politizar aspectos de la vida cotidiana que hasta entonces

se consideraban puramente personales. Esta deriva, aunque

las ideas que surgieron entonces pudieran reutilizarse ex

post facto y en otros contextos para justificar posturas

“anarconeoliberales”, permiten comprender el vigor de estos

movimientos en la joven democracia española y la rápida

conquista de derechos (desde las políticas energéticas y de

igualdad de género hasta los derechos de gays, lesbianas y

transgeneristas, pasando por la supresión del servicio

militar obligatorio o la reforma psiquiátrica) lograda por

algunos de ellos.

Bibliografía

Abellán, José Luis (1974), “El neonietzscheísmo”,

Ínsula, 324, p. 14

Abellán, José Luis (1975), La industria cultural en España,

EDICUSA, Madrid

Abellán, José Luis (1978), Panorama de la filosofía española

actual. Una situación escandalosa, Espasa Calpe, Madrid

Abellán, José Luis (1982), “La función del pensamiento

en la Transición política”, en AAVV.: España, 1975-1980:

conflictos y logros de la democracia, Porrúa, Madrid, pp. 25-39

Bañuls Soto, José Fernando (2004), La reconstrucción de la

razón. Elías Díaz, ante la ética y la política, Universidad de Alicante,

Alicante

Boltanski, Luc y Chiapello, Ève (1999), Le nouvel esprit du

capitalisme, Gallimard, Paris

Bourdieu, Pierre (1991), La ontología política de Martin

Heidegger, Paidós, Barcelona

Bourdieu, Pierre (1997), Las reglas del arte. Génesis y

estructura del campo literario, Anagrama, Barcelona

Bourdieu, Pierre (1998), “La esencia del

neoliberalismo”,

http://www.analitica.com/bitblio/bourdieu/neoliberalismo.as

p [consultado el 18 de febrero de 2014]

Bozal, Valeriano (1969), “Una propuesta llena de

implicaciones. La filosofía y su sombra”, Madrid, 9 de

septiembre, p. 11

Bozal, Valeriano (1975), “Filosofía e ideología

burguesas en España”, Zona Abierta, 3, pp. 89-107

Carrillo-Linares, Alberto (2006), “Movimiento

estudiantil antifranquista, cultura política y Transición

política a la democracia”, Pasado y Memoria. Revista de Historia

Contemporánea, 5 (2006), pp. 149-170

Collins, Randall (2004), Interaction ritual chains, Princeton

U. P., Princeton

De Azúa, Félix (2006a), “No me lo puedo creer”, El País,

21 de octubre, p. 15

De Azúa, Félix (2006b), “Más sobre Foucault”, El País,

21 de octubre de 2006, p. 16

De Villena, Luis Antonio (1975), La revolución cultural

(desafío de una juventud), Planeta, Barcelona

Díaz, Elías (1974), Notas para una historia del pensamiento

español actual (1939-1973), EDICUSA, Madrid

Echeverría, Javier (1980), Sobre el juego, Taurus, Madrid

Equipo Editorial de Comunicación (1970), “Otra

alternativa cultural”, Triunfo, 434, 26 de septiembre, pp.

55-57

Escohotado, Antonio (1967), “Los alucinógenos y el

mundo habitual”, Revista de Occidente, 49, pp. 52-69

Galván, Valentín (2010), De vagos y maleantes. Michel Foucault

en España, Barcelona, Virus Editorial

García Santesmases, Antonio (2010), “Intelectuales y

cuestión religiosa en la España actual. Pistas para un

análisis socio-político”, Iglesia Viva, 243, pp. 85-96

Gil Villegas, Fernando (1996), Los profetas y el Mesías.

Lukács y Ortega como precursores de Heidegger en el ‘Zeitgeist’ de la

Modernidad (1900-1929), FCE, México

Gómez Pin, Víctor (1972), De “usía” a “manía” (vino y éxtasis),

Anagrama, Barcelona

Gómez Pin, Víctor (1977), Exploración de la alteridad, La

Gaya Ciencia, Barcelona

Gómez Pin, Víctor y Echeverría, Javier (1983), Límites

de la conciencia y del matema, Taurus, Madrid

González Varela, Nicolás (2010), Nietzsche contra la

democracia. El pensamiento político de Friedrich Nietzsche (1862-1872),

Montesinos, Barcelona

Hernández Sandoica, Elena, Ruiz Carnicer, Miguel Ángel

y Baldó Lacomba, Marc (2007), Estudiantes contra Franco (1939-

1975), La Esfera de los Libros, Madrid

López Arnal, Salvador (2010), “Entrevista a Nicolás

González Varela. A propósito de la edición Nietzsche contra

la democracia III”, Rebelión,

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=116048 [consultado

el 14-12-2012]

Lukács, Georg (1967), El asalto a la razón. La trayectoria del

irracionalismo desde Schelling hasta Hitler, Grijalbo, Barcelona-

México

Mannheim, Karl (1993), “El problema de las

generaciones”, Revista española de Investigaciones Sociológicas, 62,

pp. 193-242

Mauger, Gérard (2009),“Générations et rapports de

générations”, Daimon. Revista de Filosofía, 46, pp. 109-126

Mir García, Jordi (2011), “Salir de los márgenes sin

cambiar de ideas. Pensamiento radical, contracultural y

libertario en la Transición española”, Ayer. Revista de Historia

Contemporánea, 81 (1), pp. 83-108

Moreno Pestaña, José Luis (2005), “La sociología de la

filosofía de Pierre Bourdieu y del Centre de Sociologie

Européenne”, Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 112

(2005), pp. 13-42

Moreno Pestaña, José Luis (2007), “Randall Collins y

la dimensión ritual de la filosofía”, Revista Española de

Sociología, 8 (2007), pp. 115-137

Moreno Pestaña, José Luis (2012), “Un programa para la

sociología de la filosofía”, Revista Internacional de Sociología, 70

(2), pp. 263-284

Moreno Pestaña, José Luis (2006), En devenant Foucault.

Sociogénèse d’un grand philosophe, Éditions du Croquant, París

Moret, Xavier (2002), Tiempo de editors. Historia de la edición en

España, 1939-1975, Destino, Barcelona

Muguerza, Javier (1969), “La filosofía y el ‘semáforo

del saber’ de Eugenio Trías”, Cuadernos Hispanoamericanos, 79,

pp. 703-711

Muguerza, Javier (1990), Desde la perplejidad. Ensayos sobre la

ética, la razón y el diálogo, FCE, México

Muñoz Soro, Javier (2011), “La transición de los

intelectuales antifranquistas (1975-1982)”, Ayer. Revista de

Historia Contemporánea, 81 (1), pp. 25-55

Ortega y Gasset, José (1961), El tema de nuestro tiempo,

Revista de Occidente, Madrid

Paramio, Ludolfo (1971), “’Metodología del pensamiento

mágico’, de Eugenio Trías”, Ínsula, 294, p. 16

Pastor, Jaime (2008), “El movimiento estudiantil bajo

la Dictadura franquista y el 68 español”, en Garí, Manuel,

Pastor, Jaime y Romero, Miguel (eds.), 1968. El mundo pudo

cambiar de base, Los Libros de la Catarata, Madrid, pp. 283-

298

Pecourt, Juan (2008), Los intelectuales y la transición política. Un

estudio del campo de las revistas políticas en España, CIS, Madrid

Pinto, Louis (2007): La vocation et le métier de philosophe. Pour

une sociologie de la philosophie dans la France contemporaine, Seuil,

París

Pinto, Louis (2009a), “Introduction” a Pinto, L., Le

commerce des idées philosophiques, Éditions du Croquant, París

Pinto, Louis (2009b), Le café du commerce des penseurs. À

propos de la doxa intellectuelle, Éditions du Croquant, París

Pinto, Louis (2009c), La théorie souveraine. Les philosophes

français et la sociologie au XXe siècle, Lés Éditions du Cerf, París

Pizán, Manuel (1970), “Una mascarada filosófica”,

Madrid, 5 de agosto, p. 19

Pizán, Manuel (1971a), “Crítica de la razón utópica”,

Madrid, 16 de junio, p. 2

Pizán, Manuel (1971b), “El nuevo asalto a la razón o

la dispersión c’est moi”, Madrid, 30 de junio, p. 6

Plata, Gabriel (1999), La razón romántica. La cultura política

del progresismo español a través de Triunfo (1962-1975), Biblioteca

Nueva, Madrid

Plata, Gabriel (2010), De la revolución a la sociedad de

consumo. Ocho intelectuales en el tardofranquismo y la democracia, UNED,

Madrid

Popper, Karl (1982), La sociedad abierta y sus enemigos,

Paidós, Barcelona

Ramoneda, Josep (1970), “Eugenio Trías: entre la

filosofía y el carnaval”, (entrevista de Josep Ramoneda con

Eugenio Trías),Triunfo 425, 25-7, p. 38

Rojas Claros, Fernando, (2006), “Poder, disidencia

editorial y cambio cultural en España durante los años 60”,

Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, 5, pp. 59-80

Rubert de Ventós, Xavier (1980), De la Modernidad. Ensayo

de Filosofía Crítica, Península, Barcelona

Savater, Fernando (1969), “Recensión de Le gauchisme:

remède á la maladie sénile du communisme, de Cohn-Bendit”, Revista

de Occidente, 76, pp. 111-115

Savater, Fernando (1970) [1978], Nihilismo y acción en La

filosofía tachada, precedida de Nihilismo y acción, Taurus, Madrid

Savater, Fernando (1971), “Y ahora Nietzsche”, Triunfo,

11 de diciembre, p. 55

Savater, Fernando (1972a), “La otra racionalidad: el

budismo Zen”, Triunfo, 30 de diciembre, pp. 58-59

Savater, Fernando (1972b) [1978], La filosofía tachada en La

filosofía tachada, precedida de Nihilismo y acción, Madrid, Taurus

Savater, Fernando (1973a), “Cuerpo, amor, silencio”,

Triunfo, 16 de junio, pp. 48-49

Savater, Fernando (1973b), Apología del sofista, Taurus,

Madrid

Savater, Fernando (1974a), “El ensayo del día está al

día”, Triunfo, 31 de agosto, p. 39

Savater, Fernando (1974b), Ensayo sobre Cioran, Taurus,

Madrid

Savater, Fernando (1975), Escritos politeístas, Editora

Nacional, Madrid

Savater, Fernando (1976), “La filosofía como anhelo de

la revolución” en Perdonadme, ortodoxos, Alianza Editorial,

Madrid, 1986, pp. 24-35

Savater, Fernando (1977), Para la anarquía en Para la

anarquía y otros enfrentamientos, Orbis, Barcelona, 1984

Savater, Fernando (1978), Panfleto contra el todo, Dopesa,

Barcelona

Savater, Fernando (1981), La tarea del héroe. Elementos para

una ética trágica, Destino, Barcelona, 1992

Savater, Fernando (1983), La infancia recuperada,

Alianza/Taurus, Madrid

Savater, Fernando (1986), Perdonadme, ortodoxos, Alianza

Editorial, Madrid

Savater, Fernando (1988), Ética como amor propio,

Mondadori, Madrid

Savater, Fernando (1989), “Presentación” a Sloterdijk,

P.: Crítica de la razón cínica I, Taurus, Madrid, pp. 7-9

Savater, Fernando (1990), Humanismo impenitente,

Anagrama, Barcelona

Savater, Fernando (2000), “Cuando éramos

nietzscheanos”, Revista de Occidente, 226, pp. 53-56

Savater, Fernando (2003), Mira por dónde. Autobiografía

razonada, Taurus, Madrid

Savater, Fernando y De Villena, Luis Antonio (1982),

Heterodoxias y contracultura, Montesinos, Barcelona

Sotelo, Ignacio (1978), “Panfleto contra el todo”,

Triunfo, 810, 5 de agosto, pp. 53-55

Stadler, Friedrich (2010), El Círculo de Viena. Empirismo

lógico, ciencia, cultura y política, FCE, México

Trías, Eugenio (1969a), “En torno al arte implicado”,

Destino, 17 de junio, p. 53

Trías, Eugenio (1969b), “Más notas sobre el ‘camp’”,

Tele-Exprés, 17 de septiembre, p. 3

Trías, Eugenio (1969c), “Fuga de los cinco sentidos”,

Tele-Exprés, 1 de octubre, p. 5

Trías, Eugenio (1969d), “Sobre la nueva generación”,

Tele-Exprés, 26 de noviembre, p. 5

Trías, Eugenio (1969e), “Síntomas de banalización”,

Tele-Exprés, 10 de diciembre, pp. 60-70

Trías, Eugenio (1970a), “Apología del snob”, Tele-

Exprés, 7 de enero, p. 5

Trías, Eugenio (1970b), “Retorno a la madriguera”,

Tele-Exprés, 18 de febrero, p. 5

Trías, Eugenio (1980), Lo bello y lo siniestro, Seix Barral,

Barcelona

Trías, Eugenio (1998), Vértigo y pasión. Un ensayo sobre la

película Vértigo, de Alfred Hitchcock, Taurus, Madrid

Trías, Eugenio (2003), El árbol de la vida. Memorias,

Destino, Barcelona

Vila-Sanjuán, Sergio (2003), Pasando página. Autores y

editores en la España democrática, Destino, Barcelona

Villamandos, Alberto (2011), El discreto encanto de la

subversión. Una crítica cultural de la Gauche Divine, Laetoli, Pamplona

Vilarós, Teresa (1998), El Mono del Desencanto. Una crítica

cultural de la Transición Española (1973-1993), Siglo XXI, Madrid