Presentación Una mirada

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Se trata de que el grupo de visitantes del instituto se convierta en los ojos, los oídos, el olfato y los sentimientos de los que nos quedamos aquí, para que, a través de ellos, todos podamos acercarnos a una realidad que nos interesa, nos compromete y nos emociona.

Para ello el grupo tendrá que hacer de receptor, deberá de “empaparse” con todos sus sentidos de esa realidad, llenar sus mochilas y traernos un pedacito de ella con sus recuerdos y vivencias.

Viajaremos hacia ellos

Para conocer, por ellos mismos, su historia

Seguro que nos abrirán sus puertas

Visitaremos sus casas y sus jaimas, recordando los relatos de otros que nos han precedido.

“ La familia de Alí vive en la daira de Dchera barrio 4, y hacia allí me llevaron. Cuando pasé a la Jaima ya era de noche y me presentaron a la familia de Alí “

“Esa mañana después de desayunar nos dirigimos hacia el hospital que por cierto estaba falto de material sanitario y medicamentos”

“Más tarde visitamos la escuela pero ya habían salido los críos”

“Al día siguiente, sin embargo, pudimos ver como se afanaban”

“Terminado de comer Alí me enseñó como se preparaba el té. La familia de Alí la componen su padre: Salem, su madre: Esnefer, tres hermanos y dos hermanas A su padre no le llegué a conocer por no estar en el campamento”

“ Nos enteramos que había una fiesta en Bucraa que es otra daira y hacia ella nos dirigimos la fiesta estuvo muy animada, viendo y oyendo sus cantos y bailes tradicionales “

“Han pasado ya más de 3 años de mi estancia en los campamentos pero siempre llevaré en mi corazón a este pueblo y ojalá algún día vuelva estar con ellos, pero no en los campamentos sino en su país, un país que les fue arrebatado por Marruecos.”

También nosotros nos despediremos de ellos

Seguro que, a nuestra vuelta, los llevaremos también en nuestros corazones

y recordando las palabras con las que, como a muchos otros visitantes, nos dirán adiós “que la próxima vez que nos veamos, realicéis el viaje por mar.-”

“Una vez terminada la velada, regresamos paseando a la "jaima" donde dormiríamos esa noche. El cielo nocturno de Tindouf nos dejaba sin respiración. Una miríada de estrellas casi nos alumbraba el camino mientras las negras siluetas de las jaimas se recortaban sobre el horizonte. Solo nos quedaban dos días antes de volver a la civilización”

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