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A Toño le han regalado una red para que pueda pescar, a la orilla de la playa. Muy ilusionado se fue el domingo a probarla y empezó a echarla, pero por el momento sólo sacaba del mar, algas y algún pequeño pescado, el cual devolvía al mar para que pudiera crecer. Después de varias horas, cogió algo que brillaba en la red, y con cuidado lo sacó para ver que era. Con gran sorpresa vio una orquídea de sal cristalizada, y contentó pensó que se la regalaría a su madre, y le daría una gran alegría. Pensando en lo que había encontrado, se sentó en una piedra, que salía del mar a descansar. De pronto oyó una voz a sus espaldas, se volvió y vio la sonrisa de una hermosa niña sirena que le dijo: -Veo que has encontrado mi flor de cristal. La había perdido y estaba disgustada, ya que todas las sirenas tenemos una, que nos regaló nuestro Rey Neptuno.-

Te cuento un cuento

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A Toño le han regalado una red para que pueda pescar, a la orilla de la playa.

Muy ilusionado se fue el domingo a probarla y empezó a echarla, pero por el momento sólo sacaba del mar, algas y algún pequeño pescado, el cual devolvía al mar para que pudiera crecer.

Después de varias horas, cogió algo que brillaba en la red, y con cuidado lo sacó para ver que era.

Con gran sorpresa vio una orquídea de sal cristalizada, y contentó pensó que se la regalaría a su madre, y le daría una gran alegría.

Pensando en lo que había encontrado, se sentó en una piedra, que salía del mar a descansar. De pronto oyó una voz a sus espaldas, se volvió y vio la sonrisa de una hermosa niña sirena que le dijo:

-Veo que has encontrado mi flor de cristal. La había perdido y estaba disgustada, ya que todas las sirenas tenemos una, que nos regaló nuestro Rey Neptuno.-

Entonces Toño se dio cuenta que era una sirena niña, y le dijo:

- Yo quería regalársela a mi madre.-

La sirena le contestó:

- Yo puedo traerte del fondo del mar un buen regalo para tu madre, si me das mi orquídea.-

Toño sin pensarlo dos veces, se la dio, y la sirena con una gran sonrisa la cogió y se fue hacia el fondo del mar. El niño pensó, igual ya no vuelve, pero claro, si la flor es de ella, él no podía quitársela. Terminaba de pensar en

esto, cuando salió la sirena con una gran concha, ¡era una ostra! La sirena le dijo:

- Cuando tu madre la abra, verás como le gusta, pues tiene una bonita perla.-

Se dieron las gracias mutuamente. La sirena se hundió en el mar y Toño, se fue muy feliz, pensando cuando le contara a su madre la aventura, y la sorpresa tan bonita que le iba a dar. ¡Estaba feliz!

EL OJO DEL CIELO

Cuando ninguno, pero ninguno, de los abuelos de nuestros abuelos había nacido, la Tierra era un lugar en el cual, apenas el sol se escondía tras el horizonte, la gente se iba a dormir de inmediato porque todo se entenebrecía y las estrellas eran puntos celestes sin ningún brillo. En ese tiempo no existía la luna. La noche caía como una manta pesada sobre los campos y los ríos, y hasta los animales se metían en sus escondrijos hasta que amanecía.

Cuentan que, una tarde de verano, los niños jugaban a las escondidas entre los árboles. Las madres llamaron a sus hijos para que entraran a sus casas antes que la luz del sol desapareciera. Todos los chicos volvieron, menos Rafael.

Rafael se había dormido detrás de una roca mientras esperaba que descubrieran su escondite.

Cuando la mamá notó su ausencia, el último rayito dorado se escapaba tras las montañas. Los adultos salieron a buscarlo en la oscuridad. Pero era inútil... ¡la noche era tan negra! Rafael dormía profundamente y no escuchó que los hombres gritaban su nombre y tropezaban chocando con los pinos.

Entonces, las mujeres encendieron un fuego en un claro del bosque y, tomadas de las manos, le pidieron al cielo que las ayudara. El cielo lo meditó durante unos minutos y sintió que el ruego llegaba con tanto amor que era imposible ignorarlo. Al fin, decidió abrir uno de sus ojos. Era redondo como un anillo, blanco como la sal y brillante como una perla. El bosque se iluminó de pronto, como si estuviera por amanecer, y las estrellas refulgieron como espejos de plata lustrada. Los hombres encontraron a Rafael y se reunieron con las mujeres y los niños a admirar la belleza del resplandor.

Dicen que el ojo del cielo es la luna. Dicen que nunca más se cerró por las noches. Para que los hombres puedan encontrar lo que buscan. Para que los niños no se pierdan. Y para que las mujeres recuerden que el cielo siempre concede aquello que el amor clama, con las manos unidas, cerca de una hoguera.

EL LIBRE ALEBRIJE

¿Sabes lo que es un alebrije? Un alebrije es una figura creada con un pequeño trozo de madera de un árbol llamado "Ocotal". El artesano que lo realiza, talla este pedazo

de madera, lo pinta y lo junta con otras piezas para hacer gatos, búhos, pájaros y ¡hasta dragones!

Conocí a un artesano que hizo uno de estos dragones, al cual, después de darle forma decidió pintarlo de rojo.

-El rojo- le dijo- ¡te dará vida!

Y así fue, por que al llenarse la madera de este color, parecía que expresaba alegría. Poco a poco, el artesano le pintó pequeñas manchitas de colores que salpicaron su cuerpo y rayas en su larga cola ¡qué divertido fue pintarlo así!

- ¡qué me ponga alas! -Pidió el alebrije- ¡qué me ponga alas!

El artesano buscó entonces, entre más trozos de madera, dos pedazos planos como las hojas, que inmediatamente empezó a tallar, formando en ellas, picos y relieves como las escamas de los peces. Puestas las alas, el alebrije y artesano se miraron fijamente

-¿Y ahora?- expresó el artesano - ¡has quedado tan bello que me gustaría todos te vieran volar!, no estarás en un aparador encerrado esperando que alguien te compre y te tenga quieto como se tiene a los adornos. mejor ¡vuela ¡ ¡vuela amigo! Eres libre.

El alebrije preguntó

-¿Libre? ¿Qué es ser libre?

- Ser libre es volar hacia donde la luz del sol te señale, sintiendo en cada latido de tu corazón la emoción de ver siempre lo mejor de cada cosa, en cada respiro, el aroma del amor y en cada aleteo la fuerza de lograr lo que te propongas sin dañar a los demás. Ser libre es ser amigo de las aves y cantar con ellas, de las flores y llenarse de su belleza, del aire y acompañarlo en su camino, ser amigo de mis manos que ahora te toman para impulsarte en tu vuelo - dijo el artesano

Fue así como el alebrije empezó a volar y volar cada vez más alto ¡imagina que bonito se veía! ¿A dónde iba? Seguro que a posarse a un árbol buscando sus orígenes.

Tan fuerte y decidido voló que sus pequeñas manchitas de colores cayeron como lluvia, llenando de sorpresa el día.

El artesano lo vio alejarse y se puso feliz de haber pintando también el cielo con la palabra: LIBERTAD

EL CUMPLEAÑOS DEL SEÑOR GRILLO

En este viejo roble viven los personajes de este cuento.

Hoy es el cumpleaños del señor Grillo y esta noche quiere celebrar una fiesta, invitara a todos sus amigos: a la señorita Mariposa que es muy hermosa, al señor Escarabajo del piso de abajo, a la señora Hormiga del piso de arriba, a la señora Mariquita que esta rellenita, al señor Mosquito que esta delgadito, pero todos se quieren tal como son.

A llegado una nueva vecina la señora Luciérnaga que se ha instalado en el piso de al lado, el señor Grillo todavía no la conoce pero también quiere invitarla a su fiesta.

Está a punto de salir de su casa cuando recuerda que ayer olvido regar las plantas de su ventana y al abrirla, ¡Oh no! faltan hojas y una de ellas está llena de agujeros y es justo la más cercana a la ventana de su nueva vecina, así que muy enfadado se dirige hacia la puerta de la señora Luciérnaga y llama muy fuerte:

Toc-toc- ella abre y le dice:- buenos días señor Grillo- sin contestarle el saludo el señor Grillo le pregunta: -¿a sido usted quien se ha comido mi planta? - y ella responde: - es que llegue ayer muy tarde y no tenía nada para comer, al abrir la ventana olí una planta muy tierna así que me comí un poco pero no sabía que era suya.

Entonces el señor Grillo dijo enfadado: - ¡quería invitarla a mi fiesta de cumpleaños esta noche, pero ya veo que usted no merece ser mi amiga! - y se marchó.

La señora Luciérnaga no tuvo ni tiempo para pedirle perdón y se quedo muy triste. El todavía enfadado volvió a su casa y llamó a todos sus amigos para contarles lo sucedido, todos estuvieron de acuerdo en que la señora Luciérnaga había obrado mal y no merecía su amistad.

Ella arrepentida y triste decidió buscar otra casa lejos del roble. Así que empezó a andar y andar y poco a poco iba oscureciendo.

Al poco rato era de noche y en el jardín del viejo roble todo estaba preparado para la fiesta, iban llegando los invitados, había pasteles, luces de colores, todo era perfecto, el señor Grillo vivía un momento feliz hasta que, flash! se fue la luz - ¡Oh no ¡- dijeron todos a coro, la fiesta tendría que suspenderse, estaba todo demasiado oscuro, pero cuando iban a marcharse muy tristes, vieron una luz que brillaba a lo lejos, una luz que iba acercándose mas y mas y todos se preguntaron:

-¿Qué será esa misteriosa luz?- hasta que la tuvieron tan cerca que vieron que era la señora Luciérnaga que había vuelto! - ¿pero qué hace usted aquí?- le pregunto el señor Grillo y ella le contestó: - las farolas de la calle se apagaron, me acordé de su fiesta y he vuelto para pedirle perdón con mi luz.

Así que gracias a la señora Luciérnaga la fiesta pudo continuar. El señor Grillo la perdonó y a partir de entonces nada pudo romper la amistad entre ellos.

CAMPO FLOR

AMOR A LA NATURALEZA

Campo Flor es un pequeño pueblo en medio de un tranquilo valle. Tiene las paredes blancas y los techos rojos y sus ventanas siempre están abiertas para que entre el aire. Alrededor hay un bosque tan viejo que tiene barbas y unas montañas grandes como gigantes, que meten sus cabezas en las nubes para refrescarse. Los ríos bajan por el cuerpo de las lomas tan veloces, que los peces saltan las piedras para no golpearse, formando un arcoiris en el aire. Los vecinos de Campo Flor, que velan por la salud del valle, abren las puertas del pueblo el último día de primavera para que las personas de todo el mundo pasen.

El campo huele a tierra fresca y a flor y parece una acuarela por sus colores. Los visitantes, que no han visto con frecuencia un lugar tan bello y cuidado, caminan bajo los árboles recogiendo semillas y fotografiando los nidos de las aves; escalan las montañas para tocar las nubes con las manos o se sientan en las aceras del pueblo para ver a los ciervos y las ardillas atravesar las calles. Por supuesto que está prohibido cazar y talar en cualquier época del año. De otro modo, los árboles no serían como ancianos ni los animales fueran mansos y amigables. Todos los que vienen a Campo Flor, desde su primer viaje, saben que no deben maltratar a las plantas ni a los animales. Aquellos que se atrevieron, alguna vez, a poner sus nombres en los árboles o apedrear un ave, pasaron mucho tiempo sembrando arbustos o cuidando a las crías en el bosque.

A pesar de que existen hombres malos, que no aman la naturaleza ni conocen su importancia, las puertas del pueblo son abiertas cada año en la fecha exacta. Los que van a Campo Flor aprenden que el mundo puede ser así. Eso es lo que quieren enseñarles los habitantes del valle.

UNA FAMILIA GRANDE PARA UN NIDO PEQUEÑO

AMOR FILIAL

Una preciosa y fría tarde de otoño, una mamá pajarita y un papá pajarito se disponían a dormir a sus dos pichones bajo sus plumas calenticas, cuando todos escucharon a otro pajarito pequeño piando desesperadamente, de hambre y de frío.

El más listo de los pichoncitos se acurrucó con su mamá mientras le decía:

_ ¿Quién es ese que chilla tanto, mamá? Parece que no tiene nido como nosotros - preguntó el mayor y más fuerte de los hijitos.

_ Sí, - dijo el papá - se trata de un pajarito que se cayó del nido y está muy debilito y frío. Yo lo vi esta tarde cuando les traía comida a ustedes.

_ ¿Qué podemos hacer por él? - preguntó la mamá a su familia, y agregó: - Le podríamos dar albergue y comida, si pudiéramos subirlo hasta acá.

- No, mamá. ¡Déjalo ahí donde está! - dijo el pajarito más listo y fuerte - que si le das comida va a querer comérsela toda, y lo traes para acá arriba, él va a querer arrimarse a ti para estar más calentico. Entonces, ¿dónde podré ponerme yo? ¿Eh?

- Sí, mamá; yo quiero que se calle, así es que baja tú y dale algo de comer, pero no lo traigas para acá, que este nido es muy pequeño y no cabe nadie más.

El papá pajarito, que escuchaba estas dos opiniones, de modo muy dulce se dirigió a sus dos hijos y les habló así, de esta forma que voy a contarles:

- Hijitos queridos: ese pajarito perdió a sus padres y tiene hambre. Su nido fue destruido por un señor muy malo que no se dio cuenta que él había quedado vivo. Aquí vosotros estáis bien alimentados y calenticos. Yo puedo ir a buscar al niño bueno que es mi amigo y que vive en aquella casa y puedo también hacerle comprender que tome al pajarito suavemente y lo suba hasta nuestro nido. Así lo podremos alimentar y darle calor.

- Eso mismo pienso yo- dijo la mamá.

- Entonces, si están de acuerdo ustedes dos, que son los que mandan, por ser la mamá y el papá, ¿por qué no lo han traído ya? - dijo el pajarito más listo.

- Porque yo quería que todos estuviéramos convencidos de la decisión que podríamos tomar. Debemos proteger a esa criatura que tiene frío y si viene para acá con nosotros, ¿no se dan cuenta que vamos a estar más apretaditos, y por tanto, tendremos mayor calor?

- ¿Y habrá comida para los tres? ¿Para mi hermano, para el otro pajarito y para mí? - preguntó el más pequeño de los hijitos.

- ¡Claro que sí, mis tesoros! Habrá comida y calor para todos y seremos más felices por haber aliviado a una criatura que no tiene a nadie en este mundo.

Y, diciendo esto, la mamá pajarita, llena de ternura, dio sendos besos a sus hijos y otro a su esposo, quien, inmediatamente voló hacia la casa de su niño amigo, dando por hecho que sus hijos estaban convencidos del bien que harían, mientras seguían escuchando los gritos de su futuro huésped, cada vez más débiles.

Y cuentan que al día siguiente amanecieron todos, los tres pequeños pajaritos y sus padres, muy acurrucados en el centro del nido, llenos aún de la cena de la noche anterior y con caras de felicidad. Todavía quedaba

espacio en el nido.

UN CUMPLEAÑOS DIFERENTE

GENEROSIDAD Y AMISTAD

Un año más ahí estaban, Lorenzo y Daniel, celebrando el cumpleaños de Lorenzo. Era el octavo cumpleaños de Lorenzo y los habían celebrado siempre juntos. Amigos desde la guardería, los dos mejores amigos que nadie pudiera imaginarse. Compartían todo, iban juntos de excursiones, eran uña y carne.

Aquel día Daniel había regalado a Lorenzo el juego que más deseaban tener para la consola, sabían que al tenerlo uno de ellos sería como si los dos lo tuviesen, de esa manera jugarían en equipo y conseguirían los retos juntos.

Pasaron la tarde divirtiéndose y a la hora de dormir Daniel se quedó junto a su amigo, así podrían estar más tiempo juntos. Pero no sabían lo que aquella noche les deparaba.

Antes de dormir quisieron echar una última partida, pero uno y otro quería ser el primero en jugar, Lorenzo decía que era su juego, Daniel que se lo había regalado él, empezaron una discusión que hizo llegar al papá de Lorenzo, y ya que no se ponían de acuerdo, decidió no dejar a ninguno de los dos jugar, les explicó que había que compartir y mucho más entre amigos, al no hacer caso los mandó a dormir.

Muy enfadados se acostaron sin mirarse uno en cada cama, poco a poco el enfado y el cansancio les hicieron dormir.

En el silencio de la noche los dos amigos oyeron tocar en la ventana y se despertaron, al mirar pudieron ver una preciosa paloma blanca que los invitaba a seguirla, no lo dudaron y partieron tras ella.

No se lo podían creer, estaban volando detrás de una paloma blanca, sobrevolaron durante toda la noche muchas ciudades y llegaron a una ciudad muy lejana, daba la sensación de que en ella vivía gente muy pobre.

La paloma les pidió que la siguieran y los llevó hasta un riachuelo, en él habían dos niñas, de más o menos la misma edad que ellos dos, muy despeinadas, con poca ropa y sin calzado, pero tenían dos muñecas con las que jugaban. Una era de plástico y la otra de cartón.

Las niñas jugaban a bañarlas en el riachuelo, las lavaban y reían juntas, pero de repente, la muñeca de cartón empezó a deshacerse en el agua, el desconsuelo de la niña era tan grande que Lorenzo y Daniel empezaron a

llorar. La otra niña no podía dejar a su mejor amiga de esa manera y le dio su muñeca de plástico, las dos jugaron horas y horas hasta que se fueron a dormir.

Lorenzo y Daniel decidieron que tenían muchos juguetes de otros cumpleaños que ya no utilizaban y cuando volviesen a casa los donarían para los niños que no tenían con qué jugar.

Ellos también tenían sueño, después de esas emociones y del largo viaje necesitaban descansar y las acompañaron a casa.

Cuando despertaron a la mañana siguiente estaban los dos abrazados en una sola cama en casa de Lorenzo, mamá se sorprendió y más después del enfado con el que se habían ido a dormir. Le contaron a mamá lo que les había pasado y ésta les dijo que era un bonito sueño. Pero ellos sabían que no, que había sido real, sobre todo, al ver en la ventana a la preciosa paloma blanca con la que habían viajado la noche anterior, que les hacía un guiño de complicidad.

Fueron contentos a desayunar y decidieron no discutir nunca más.