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C AT E Q U E S I S S O B R E L A F E
M O N S . E S T E B AN E S C U D E R O
O B I S P O D E PAL E N C I A
El amor a la familia y la
misión en la sociedad
Abordaremos estos temas:
El cuarto mandamiento
La naturaleza de la familia
Deberes de los padres y de los hijos
Las autoridades en la sociedad civil
El cuarto mandamiento
El Antiguo Testamento formula así este mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre, para que se
prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar”
(Ex 20,12).
El Señor Jesús recordó también la fuerza de este mandamiento de
Dios.
San Pablo enseña: “Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo. Honra
a tu padre y a tu madre, tal es el primer mandamiento que lleva
consigo una promesa: para que seas feliz y se prolongue tu vida
sobre la tierra” (Ef 6, 1-3)
Primeras obligaciones
El cuarto mandamiento indica las primeras
obligaciones que impone el “amarás a tu prójimo
como a ti mismo”.
Dios quiso que, después de él, honrásemos a
nuestros padres, a los que nos han transmitido
la vida y nos han educado. Exige que se
dé afecto y reconocimiento a los
abuelos y demás miembros de la familia.
La no observancia de este mandamiento
entraña graves daños para la persona y para la
sociedad.
La naturaleza de la familia
Al crear al hombre y a la mujer, Dios instituyó a la familia humana y le dió su constitución natural.
Un hombre y una mujer unidos en matrimonio forman con sus hijos una familia.
El matrimonio y la familia buscan el bien de los esposos y la procreación y la educación de los hijos.
La vida de familia
La familia es la célula originaria de la vida
social. La vida de familia es la iniciación a la vida
en sociedad.
La familia debe ser escuela donde los hijos aprendan el cuidado y la
responsabilidad respecto de los
pequeños y de los mayores, de los
enfermos y disminuidos, de los pobres.
La familia cristiana, fundada en el
matrimonio religioso, puede considerarse además como una
“Iglesia doméstica”. Es una comunidad de fe,
de esperanza y de caridad.
La oración en común fortalece los lazos de
amor mutuo y de amor a Dios. Es también el
ámbito privilegiado para la transmisión de la fe y la educación cristiana
de los hijos.
Deberes de los padres y de los hijos
El papel de los padres en la educación de los hijos tiene
tanto peso que, cuando falta, difícilmente puede suplirse.
La familia es el lugar apropiado para la educación en las virtudes y valores
humanos.
El derecho y el deber de los padres a la
educación de los hijos según sus convicciones
morales son fundamentales y están
por encima de toda injerencia del Estado.
La gracia del Sacramento
Por la gracia del sacramento del matrimonio, los padres cristianos han recibido la
responsabilidad de evangelizar a sus hijos.
Deben mirarlos siempre como a “hijos de Dios”.
Por ello, han de educarlos en el cumplimiento de su
santa ley y mostrarse ellos mismos como ejemplo de obediencia a la ley divina.
Los vínculos familiares, aunque son muy
importantes, no son absolutos.
Por ello deben respetar la vocación que viene de
Dios y favorecer la respuesta de sus hijos
para seguirla.
La vocación primera del cristiano es seguir a
Jesús.
Responsabilidades
Los hijos, por su parte, deben respetar a su padre y a su madre con un amor lleno de gratitud para
quienes, mediante el don de la vida, su amor y su trabajo, han traído a los hijos al mundo y les han
ayudado a crecer como personas y como miembros de la Iglesia.
El cuarto mandamiento recuerda también a los hijos mayores de edad sus responsabilidades
para con sus padres ancianos.
En la medida de sus posibilidades, deben prestarles
ayuda material y moral durante la vejez o la enfermedad y en los
momentos de soledad.
Las autoridades en la sociedad civil
• Pero tiene obligación en conciencia de no seguir los mandatos de las autoridades civiles cuando son contrarios a las exigencias del orden moral, a los derechos de las personas o a las enseñanzas del Evangelio.
• Especialmente de las familias y de los más necesitados.
• Este mandamiento ordena tanto los deberes de quienes ejercen autoridad como de los ciudadanos.
El cuarto mandamiento de la ley
de Dios nos ordena también honrar a los que han recibido una
autoridad en la sociedad.
Quien ostenta el poder político está obligado a respetar los derechos fundamentales de la persona humana y a administrar justicia en
el respeto a los derechos de cada uno
Es deber de los ciudadanos cooperar
con la autoridad civil al bien de la sociedad.
ORACIÓN
Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el hogar, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por N.S. Jesucristo. Amén.
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